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Dejo aquí de nuevo mi tesina sobre al comunicación en el Gomecito centro cultural del hospital psiquiátrico agudo ávila de Rosario.. ya que me han dicho que el link anterior está roto.
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Universidad Nacional de Rosario
Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales.
Comunicación Social
“La comunicación entre creación de identidades y afecciones. El centro
cultural Gomecito del Hospital Agudo Ávila, como espacio subjetivo de
comunicación e integración social en usuarios de Salud Mental.”
Alumno: Cáceres Alejandra Alicia.
Director: Paula Drenkard.
Rosario, 19 de Febrero de 2010.
1
Agradecimientos:
Concluye una etapa mágica de la vida, y para darle
cierre ésta tesina que reúne muchas de las cosas que
me pasaron. Un torbellino de emociones, sensaciones,
encuentros, pasiones, se mezclan con nuevos
conocimientos, teorías, autores y definiciones. Un
recorrido que como deseamos en la “Red de tesistas”
no fue solitario sino que fue de la mano de
muchísimas personas, y a todas ellas quiero darles las
gracias… Ante todo, darle las gracias a todos los que
participan en el Suipacha: porque los “locos” me
dejaron entrar en sus vidas, me dieron su cariño, me
contaron sus historias y me permitieron ser parte de sus
vidas; y a todos los trabajadores del hospital que me
trataron de igual a igual, como si fuera su
compañera, me abrieron las puertas de ese espacio
al que tanto me costó entrar, pero también me dieron
mucho más, compartieron conmigo cada día como si
me conocieran desde hace tiempo , me hicieron
sentir parte de ese grupo que tiene tanto amor para
dar, en un lugar en el que hace tanta falta. A mis
amigos de la vida, de por ahí o de no sé dónde; a los
que me acompañan desde la infancia, siendo
partícipe de cada uno de mis cambios. A quienes
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conocí en la Universidad y son mucho más que
compañeras de la facu, son la “jipada” que me
acompaña en todo momento. A mi maestro que es
quien me enseño tantas cosas para caminar esta
vida, quien me llenó de amor para ir por la vida
sembrándolo. A mis profesores que me dieron todo lo
que tenían para que esto fuera posible. A Paula que
me guió con paciencia y cariño. A Marcelo que
siempre estuvo ahí para bancarme y responder mis
inquietudes; al grupete de la ayudantía que me
apoyó desde el comienzo con buenos augurios,
comentarios, recomendaciones de libros, e hizo de
ese modo, que esta tesina fuera un trabajo colectivo,
un trabajo que si bien a la hora de escribir es solitario
a la hora de pensarlo y armarlo fue compartido. A mi
familia que sin ellos nada de esto hubiera sido posible,
por el apoyo incondicional, el cariño y la fe en mi
proyecto de vida, a pesar de que muchos de ellos
aún no entienden que es lo que estudio ni que puedo
hacer con mi título…A mi pareja que me viene
acompañando desde que migré a esta ciudad para
darle forma a mis ilusiones, y quien está en el día a día
para darme la mano cuando la necesito…
A todos los que hicieron que hoy sea quien soy, a
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todos los que me dieron un abrazo o una mano o
una carcajada cuando hizo falta, Gracias porque sin
ustedes esto no sería lo que es.
“Habla de lo que sabes, de lo que vibra en tu médula y hace luces
y sombras en tu mirada”.
Alejandra Pizarnik
En esta investigación1 me propongo estudiar la comunicación en relación
con su potencia de afectar y modificar los cuerpos (sean entendidos éstos como
personas, instituciones, comunidades, etc.), tomando en consideración que la
1Es un pedazo de vida vivido en común por un grupo que no sólo se ha formado para investigar
sino que se ha reunido para transformarse en el azaroso correr de esa experiencia. “Chicos en banda” Los
caminos de la subjetividad en el declive de las instituciones. Silvia Duschatzky, Cristina Corea. Paidós
Bs. As.2005.Pág.95
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comunicación es por naturaleza transformadora, es deseo motor del cambio. Y
entendiendo que afecto o afección son la marca de un suceso que nos moviliza.
Éste suceso no es un simple accidente sino un acontecimiento, este es lo nuevo, lo
diferente a lo anterior y que no estaba previsto, es un estallido en lo instituido
que abre camino a lo instituyente.
Estos conceptos son retomados de Nina Cabra2 quien estudia la
comunicación atravesada principalmente por las ideas de Deleuze y Guattari.
Con esto último hago referencia a la necesidad de generar en las instituciones
un espacio donde la comunicación pueda hacer estallar lo instituido, aquello
que est{ anquilosado, arraigado<esa lógica de funcionamiento de estos
espacios que necesitan ir modificándose junto con los cambios sociales. Lo
instituyente es lo nuevo que permite transformaciones, es lo que se enfrenta a
las normas y reglas establecidas. Lo instituyente desafía y propone el cambio.
Estas dos fuerzas pujan en la institución y ese juego permite crecer. En el
Hospital Agudo Ávila, existe lo instituido en relación a lo manicomial, al
encierro, la asociación del loco con el incapaz... y ahí puja lo instituyente, el
pensar la locura desde otro lugar, desde la creación, la comunicación. Crear
dentro de esa institución un Espacio Multicultural, es permitir un lugar de
quiebre de lo ya establecido, es proponerse otras reglas de jugo. A través de ese
espacio, de esa pequeña grieta del hospital se pueden promover, impulsar
cambios en el resto del nosocomio, donde aún funcionan las lógicas de antaño.
Ese lugar puede ser visto como un acontecimiento, como una línea de fuga,
pero que debe trabajar para escapar a la reterritorialización y no caer de ese
2Nina Alejandra Cabra Ayala: Comunicadora Social con énfasis en Publicidad, egresada de la Pontificia
Universidad Javeriana de Bogotá. Tiene maestría en Filosofía de la misma universidad y especialización
en Comunicación-Educación de la Universidad Central. Con amplia experiencia profesional como
investigadora en el Instituto Distrital de Cultura y Turismo, asesora de Comunicaciones del Instituto de
Desarrollo Urbano (IDU), consultora de Comunicación Interna para Colombia Telecomunicaciones‚
Telecom. Asesoró como experta conceptual el proyecto Ecaes para los programas de Comunicación
Social en 2004.
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modo en lo instituido.
Y en ese marco, me aventuro a hundirme y conocer un mundo
desconocido para mí. Mi curiosidad y mi interés por los excluidos del sistema,
me llevan a elegir el estudio de los locos, analizar la afectación de cuerpos a
través de la comunicación e indagar cómo se podría utilizar ese efecto para la
recuperación. Pensar desde Spinoza, los afectos alegres. Analizar desde allí el
“Gomecito“, el Centro Cultural del hospital psiqui{trico “Agudo Ávila“, y los
talleres que allí se desarrollan en relación con la alegría, el aumento de potencia
y la posibilidad de que esto ayude en el tratamiento clínico. Pero también su
relación con el poder, que necesita de cuerpos dóciles, de la disminución de la
potencia a través de la tristeza. Dice Spinoza “La tristeza, los afectos tristes son
todos aquellos que disminuyen nuestra potencia de obrar. Y los poderes
establecidos necesitan de ellos para convertirnos en esclavos”.
Me propongo estar al azar de los encuentros, dejar que los
acontecimientos se produzcan y me vayan llevando por diferentes caminos. No
pretendo seguir un esquema rígido, creo que mi proceso de búsqueda es
abierto, permeable a que la realidad me interpele. “¿Qué circunstancias afectan
esta apertura, considerada como un requisito fundamental para escuchar? Cada
vez que ponemos en duda la legitimidad del otro, cada vez que nos planteamos
como superiores al otro sobre la base de la religión, sexo, raza, (o cualquier otro
factor que podamos utilizar para justificar posiciones de egocentrismo, de
etnocentrismo, de chauvinismo, etcétera); cada vez que sostenemos tener un
acceso privilegiado a la Verdad y a la Justicia; cada vez que nos olvidamos que
somos sólo un particular observador, dentro de un haz de infinitas
posibilidades de observación; cada una de estas veces, nuestro escuchar se
resiente.”(Echeverría, 2005, pág. 98)
Por la misma razón no hay tiempos preestablecidos; sólo, se detendrá el
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proceso de investigación cuando se sienta satisfecho, lleno de intensidades y
cosas por contar.
Como futura comunicadora creo en la riqueza de las diversas formas de
comunicar, de expresar, y por ello quiero trabajar el tema no sólo desde lo
escrito sino también con la fuerza de la fotografía, y la riqueza de lo
audiovisual.
La fotografía trabajada en conjunto, es decir, una creación desde ambos
lados. Con ellos, desde ellos, como creación, expresión, arte< Una posibilidad
de posicionarse como creador y como artista: expresando, armando, recortando
el caos< También es distracción, pasión y sentimientos<
De ellos, como expresión. Captar sus cuerpos, sus sensaciones, sus
modos de ser. Nos hablan, nos revelan, nos develan este mundo diferente. La
imagen quiere gritarlo, mostrarlos creando, haciendo, sus posibilidades. Una
imagen que congela esos flujos de potencias, esas velocidades de intensidades.
Reconociendo a la fotografía como documento y como expresión
artística, me interesa conjugar la visión subjetiva del artista con la mirada del
comunicador. Una mirada que a través de la imagen pueda descubrir
identidades, hacerlas visibles. Identidades que parecen desaparecer para la
sociedad y por ello se encuentran silenciadas.
En cuanto al tratamiento de la imagen, la problemática social me lleva a
trabajar más en la instantaneidad y en lo fugaz del momento. Me empuja a
dejarme llevar, a no ir con marcos preestablecidos ni ideas preconcebidas. De
modo que la fotografía va a surgir en el momento, desde una observación
profunda que busca captar ese detalle, logrando generar una complicidad con el
espectador, movilizándolo, afectándolo y produciendo un encuentro. Y por
supuesto, trabajada desde un acuerdo explícito con el otro que accede a jugar
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este juego de la imagen.
El tratamiento del color dependerá del sentido de la imagen y al mismo
tiempo de lo que se busque expresar y transmitir a través de la misma.
De este modo se utilizarán el blanco y el negro, jugando con el contraste
y las intensidades, de manera que se logre resaltar la misma contradicción que
guarda la situación de la foto.
Además haré uso del color en el caso que sea necesario para
enriquecerla, y en otros casos tendré en cuenta la posibilidad de intervenir la
foto.
Creo que es preciso pensar al comunicador no sólo como transmisor o
informador sino como formador, creador de nuevas posibilidades, de nuevos mundos.
La comunicación es ese acontecimiento que hace mutar los cuerpos. Y desde
allí pretendo ver el imaginario social, para intentar elucidar las posibilidades de
integración de la locura, no de adaptación. No de "Normalizar" sino de aceptar,
incluir, socializar< Aquí la importancia del lenguaje no ya como reproductor,
sino como productor, como creador de mundos, como formador de sujetos. Por
ende, como fundamental y necesario para construir un puente entre sociedad y
locura, que permita modificar el imaginario...
Además, al interior del Hospital estudiar el cómo se dirigen a ellos, a los
“internos”, cómo los tratan, en qué (más que en quiénes) los constituyen, y de
ese modo en qué se favorece o desfavorece el tratamiento clínico. Pero por sobre
todo, estudiar la comunicación como base de la integración social, herramienta
fundamental para el tratamiento clínico.
Dice Mauricio Lazzarato “La palabra autoritaria no favorece la
creación; por el contrario, la dificulta”. Y en los talleres del “Gomecito” se
pretende trabajar reconociendo éste obstáculo para alejarse de la clínica
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tradicional. En este espacio se busca operar desde la creación y la idea de “lo
colectivo”. Apartarse de la palabra autoritaria para poder crear en conjunto,
para poder hacer con ellos y no contra ellos. Una lógica bastante diferente de la
que parece circular en los otros espacios del “Suipacha”, pero que hoy intenta
extenderse a todo el Hospital.
El Gomecito, es un espacio multicultural, dependiente del Hospital
psiquiátrico Agudo Ávila. Se encuentra ubicado en San Lorenzo y Richieri y allí
se desarrollan varios talleres tanto para internos como para quienes están ya
externados del “Suipacha”. Los mismos son: Musicoterapia “Creando con el
sonido y el movimiento”; Diseño de accesorios; Asamblea de usuarios y
asociados “Café, cultura y algo m{s”;Musicoterapia, “Obrajes” (donde se
trabaja el teatro); Taller de humor radial “Aguditos en sintonía”, que es un
espacio donde se trabajaron sketch radiales, luego fotonovela y actualmente
trabajan producciones cortas audiovisuales; Creación de vestuarios y
escenografía; Revista Renacimiento XXII; Radio “Tardes Nuestras” por FM Aire
Libre; Caminata; Expresión escrita y plástica; Recreación y deportes.
Los espacios están coordinados por psicólogos, trabajadores sociales y
también por profesionales de las respectivas áreas trabajadas. Profesor de
teatro, Periodista, Escenógrafa, etc. De este modo pretenden trabajar
clínicamente con los pacientes desde otro lugar, darles la posibilidad de re-
situarse como sujetos. Es decir, permitirles subjetivamente posicionarse de otra
manera, ser productores, y además entablar relaciones sociales. Si bien el
espacio funciona hace varios años, como “Gomecito” Espacio Multicultural se
fundó hace un año. A través de una votación ( donde todos los usuarios podían
participar), con nombres propuestos por los trabajadores del hospital, se
decidió el futuro nombre del espacio cultural y éste hace referencia a Carlos
Gómez, un interno que pasó casi toda su vida allí en el nosocomio y que
falleciera allí también.
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Aquellas personas que poseen el carnet de discapacitados y asisten a los
talleres, pueden hacer uso del PEC, Programa de Emprendimientos
Comunitarios, un subsidio que entrega el Ministerio de Trabajo de la Nación
por discapacidad. Es otra motivación para los usuarios, pero se deben cumplir
varios requisitos.
Foucault dice que el poder no mata ya, sino que busca invadir la vida
enteramente; a través de dos polos: Las disciplinas del cuerpo (cuerpo como
máquina- desde la educación- fuerzas) y las regulaciones de la población
(Biopolítica-control de nacimientos- nivel de salud). Me propongo ver si los
psiquiátricos comparten esa forma de entender el poder, si en esos espacios el
poder se cuela por todas partes de un modo más silenciado, y menos obvio.
Y Me pregunto, por ejemplo, qué pasa con aquellas mujeres que quedan
embarazadas allí dentro. ¿Debería suceder esto? El poder que todo lo controla,
evidentemente tiene huecos que deja sin vigilar.
Juegan muchas nociones en estas acciones, cómo se lo ve al interno, como
qué se lo posiciona. ¿Se lo hace como objeto, se lo deshumaniza completamente
con este accionar?
“Que fácil sería sin duda desmantelar el poder si éste se ocupase
simplemente de vigilar, espiar, sorprender, prohibir y castigar; pero no es
simplemente un ojo ni una oreja: incita, suscita, produce, obliga actuar y a
hablar” (Foucault, La vida de los hombres infames, pág. 136).
En los casos en que ellos acepten podré fotografiarlos, grabar, y filmar
los encuentros. Además de las charlas, una posibilidad también es generar una
actividad en conjunto, que me permita conocerlos más, acercarme más a ellos a
través de las herramientas elegidas. Jugar con la foto, el audiovisual, para jugar
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con “ellos” en este proceso de “reconocimiento” mutuo. Acercarme a sus vidas
allí dentro, a sus sentimientos, sus experiencias.
La forma de abordar esta tesina tiene que ver con la teoría misma que
trabaja. Una forma de ver abierta, que trata de alejarse de las líneas rígidas para
volverse flexible. Una tesina subjetiva, porque creo que no existe objetividad en
el proceso investigativo. Este trabajo entrelaza mi propia perspectiva, con la
teoría y la experiencia.
Me permito hablar de algunos autores en mis palabras, porque creo que
no hay una lectura única, no hay Verdad, sino múltiples lecturas de los autores
y creo que la más apropiada es la que a uno le sirve. Es la lectura que permite
apropiarse de los autores para generar un pensamiento nuevo.
Decido entonces relatar mi experiencia en un día a día que le permite al
lector acercarse a lo vivido. Esta forma de relato permite que la teoría surja de la
experiencia, que aquello que experimenté me diga de qué tengo que hablar y
qué conceptos utilizar para entender la praxis. Además tiene que ver con una
forma de pensamiento de tipo rizomático, que permite múltiples entradas y
asociaciones. Que se genera del “entre” y crece en el medio de las cosas. Retomo
a Deleuze cuando asimila el pensamiento con la hierba, cuando explica que el
pensar no tiene raíz o punto, como el árbol, sino más bien punto de fuga.
Entendemos el mundo porque podemos narrarlo, y eso es lo que hago en la
investigación, relato mi experiencia, mi mundo, para a partir de allí
comprenderlo y hacerlo comprensible. Una narración que utiliza diferentes
lenguajes, que pretenden desnudar un mundo ajeno para muchos, hacerlo
conocido y por ello menos temido.
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Primavera expresiva
“…espacio de palabras sin lenguaje que dejan oír, a quien presta oído, un ruido
sordo, un murmullo obstinado de un lenguaje que hablaría sin sujeto y sin interlocutor,
replegado sobre sí mismo, anudado a la garganta y regresando al silencio del que nunca
se deshizo.”
Entre filosofía y literatura. M. Foucault.
Día 1:
Voy armada sólo con una cámara de fotos, papel y lapicera< Primer
encuentro “oficial” y no sé con qué me voy a encontrar. Llevo guardadas
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algunas ideas y expectativas. Pero trato de no darles mucha voz.
En la puerta de la guardia una suerte de manifestación. Pelean por
aumento de salario, pero también por más seguridad ya que algunos de los
empleados consideran su labor como un trabajo de riesgo; por eso, piden
mejores condiciones de trabajo.
A la vuelta se festeja la primavera en el “Gomecito”<La tierra húmeda y
las manos se entreveran. El sol tibio y las caras con sonrisas de los internos,
también se entremezclan y parecen dialogar felizmente.
En la entrada del centro cultural trabajan para ponerle color al jardín. Un
montón de plantines esperan su lugar. Adentro, una feria de ropa usada espera
el intercambio. Participan de la actividad muchos internos del hospital
acompañados de sus terapeutas, psicólogos y aquellos que están a cargo de los
talleres. Más tarde se forma una ronda y empieza un programa de radio en
vivo, allí mismo en el patiecito delantero del Gomecito.
Al llegar busco a Celina Pochetino, Directora de este espacio, quién me
indica que no puede atenderme pero me ofrece mirar y participar de la jornada.
Así es que sin presentación oficial me sumo a las actividades, pero soy una
extraña para los participantes. Así que muchos se acercan a preguntarme quién
soy, qué hago, cómo me llamo.
Graciela, una de las internas se alegra al escuchar que soy estudiante y
comienza a cantar una marcha inventada pro-profesionales. Cuenta que le
gustan los estudiantes y que la gente sea profesional y trabaje. Pero no sólo ella
se me acerca sino también varios más motivados por la cámara de fotos que
cuelga de mi cuello.
Vanesa, otro personaje del lugar se presenta y luego, a lo largo de la
jornada se acerca para pedir que la fotografíe junto a tal o cual persona. Ella
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tiene dificultades para hablar, por lo que algunas cosas no comprendo, pero
siempre hay alguien que se arrima para explicarme lo que “Vane” expresa.
Quienes trabajan allí, se acercan a preguntarme si soy la
“comunicadora”. Algunos parecen no estar muy contentos con mi presencia,
otros, sin embargo, me presentan el espacio y me suman a trabajar con ellos.
Julieta, psicóloga del lugar, me pide que saque algunas fotos de una Feria
Americana que se desarrolla, adentro del lugar, para tener un recuerdo de ese
día.
Casi podría decir que no pienso, me sumo al juego de ellos. Soy una más
del lugar. Me sorprende que me llamen “ale” como si me conocieran de
siempre, cuando en realidad hace sólo unos instantes que estamos
encontrándonos< me hacen olvidar que voy a investigar. Me siento cómoda,
aunque al final, ya un poco aturdida. El estar como investigadora durante cinco
horas, absorbiendo cada instante de experiencia, es agotador. Además una
característica que observo este día en los “locos” es la euforia. Que junto con el
bullicio, algunos gritos, una pelea que termina a los bollos y risas que aturden,
hacen que mi primer día sea extenuante.
Se mezclan las manos, los pinceles y las pinturas en un juego que parece
gustar a todos< Comienzan a pintar el mural en la pared de entrada del
Gomecito. La primera pincelada es de Graciela, quien junto a su amor hace
trazos sueltos y líneas onduladas. Luego le da el pincel a él y le pide que haga
una flor y una mariposa, él las pinta con mucha suavidad y cariño<No sé cómo
se llama el novio de Graciela, ni lo vuelvo a ver porque no participa de los
talleres. Parece una persona muy tranquila, simpática y risueña, de buenos
modales y andar tranquilo. Es un muchacho alto y flaco, con la cabeza rapada.
Más tarde se suma una mujer mayor y comienza a pintar todo de color amarillo,
mientras dice que va a ser el fondo. En eso aparece una de las personas a cargo
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e indica que es necesario que pinten todo el fondo primero y luego hagan los
dibujos< Graciela se enoja y contesta que no quiere que tapen lo que ella hizo,
porque no le avisaron que había que hacer un fondo, “Me hubieran dicho
antes”.
Así empiezo a reconocer en ella una actitud muy fuerte, en su mirada, en
sus gestos, en sus acciones. No se deja llevar por delante y parece enojarse muy
rápidamente. Se aleja y deja ver su enojo, se sienta más allá de todos, en un
banco, en la sombra de un árbol, y allí en silencio manifiesta su enojo, basta que
alguien la invite a pintar el mural para que rebrote su ira de nuevo y empiece a
maldecir< Más tarde cuando sólo falta pintar esa parte de la pared, la llaman
para pedirle permiso nuevamente para tapar los dibujos, y la invitan a que
luego los vuelva a realizar encima del fondo.Ella se niega, para convencerla le
dicen que sino esa parte va a quedar diferente<“Y que quede diferente, si total
acá todos somos diferentes”. Sus palabras fueron tan sabias, que sus dibujos no
pudieron ser tapados, decidieron pintar el fondo alrededor de los dibujos.
Un rato antes del mural, había estado ella, Graciela, junto a su pareja,
plantando un “Pensamiento” al lado de un árbol, esa era la flor del amor tal
como ella la nombró. Y también hubo que moverla porque decidieron luego,
hacer un diseño y quedaba entones mal ubicada.
Mientras escribo esto, se me vienen algunas ideas a la cabeza.Qué pasa
con esas actitudes< Las cosas debían hacerse a la manera de quién, ¿De los
locos o los cuerdos?, ¿Una forma era mejor que la otra, más linda, más normal,
más correcta? Es positivo para los enfermos esas actitudes que dejan una
sensación de error en el otro, de que lo que hacen está mal< o será que es
realmente mejor, que es ayudarlos a poner la cabeza en funcionamiento, a hacer
las cosas pensando... No me cierra del todo, tampoco creo que en el primer caso
las psicólogas que trabajaron tanto y con tanta energía lo hicieran con ánimos
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de lastimar o impedir una mejora en los usuarios. ¿Pero no sería mejor en el
caso de que fuera para hacerlos pensar, intentar hacer una ronda con quienes
quieran diseñar el jardín y armar un diseño desde ellos?
“Sólo pedimos un poco de orden para protegernos del caos. No hay cosa que
resulte más dolorosa, más angustiante, que un pensamiento que se escapa de sí mismo,
que las ideas que huyen, que desaparecen apenas esbozadas, roídas ya por el olvido o
precipitadas en otras ideas que tampoco dominamos” (Deleuze, Del caos al cerebro).”
Será que es necesario que ellos se adapten a nuestra modo de vida, de pensar y
de razonar, o que aceptemos que su modo de pensar es otro, que es más
aleatorio, que pertenece a “otra realidad” que roza la fantasía, y que justamente
por eso quizás podamos encontrar allí ideas mucho más novedosas,
extravagantes, ex-céntricas pero no por ello menos válidas. ¿Sería el jardín
menos jardín si las flores no estuvieran en un diseño ordenado y racional,
donde bordean un camino o un árbol? ¿Sería jardín si ellas estuvieran todas
salpicadas por el mismo sin razón alguna, sin orden alguno? Se hace en mi
mente la imagen de ese jardín que ellos intentaron armar, y me parece más real,
más natural, ellas, las flores, dispersas por ahí, sin ritmo, pero con gracia<
imitando a la naturaleza.
Y pensando esto también me resuena otra imagen del día: otro de los
internos presentó también en un momento de la mañana un enojo importante
porque alguien se había sentado en un banco y ellos habían quedado en que
nadie se iba a sentar. Resulta que no había ninguna planta, entonces le contesta
Laura –una trabajadora social- que no hay ninguna plantita todavía ahí, y que
los bancos están para sentarse. Cual si le hablaran a una persona sorda, él
seguía repitiendo lo mismo. Con paciencia una y otra vez, Laura, le volvía a
explicar hasta que ya no tenía sentido y le dio la razón. Luego el enojo pasó y
eso quedó en el olvido<
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Este interno estuvo avocado a las plantitas todo el día, no participó del
mural, solo se mezcló con la tierra y los plantines. Pero esto deja ver también
que en algunos casos es más que difícil establecer una conversación, donde el
diálogo sea fluido, de ida y vuelta, y se puedan intercambiar ideas o trabajar en
grupo. Puede entonces que algunas actividades de diálogo se vuelvan
complejas, pero se trabaja también de otros modos. Él demostró que trabajando
con las plantas estaba cómodo y que en ese encuentro se relacionaba muy bien
con la gente.
Comienza a armarse en la entrada del lugar, una ronda que es parte de
un programa de radio que se va a realizar allí por el día de la primavera. Llega
Nacho, periodista que dirige el taller de radio y el de Aguditos y junto con
Andrés el operador arma los equipos de audio para comenzar.
Beatriz, una ex – interna, es la “locutora oficial”. Pero esa tarde allí en el
Gomecito, todos hablan por igual. Betty presenta a los participantes y luego
propone hablar sobre la primavera, ya que es un programa especial por este
festejo. Su voz de locutora seduce a todos, y con esa voz dulce y suave propone
contar qué sentimos cuando hablamos de la primavera, qué nos pasa cuando
ésta llega. Cada uno expresa lo suyo, algunos cantan, otros bailan, y todos
tienen su lugar. El micrófono, que es parte de los equipos de la radio, pasa de
mano en mano dando la palabra. Nacho adentro de la ronda trata de ordenar
cuando es necesario, para que todos puedan ser escuchados, sobre todo cuando
alguien no quiere soltar el micrófono.
En el medio de la ronda le preguntan algo a Jaime, quien sólo está
internado en el Suipacha dos días a la semana, y acude al taller de radio
semanalmente. Él contesta: “¿Digo la verdad o la mentira?”, efusivamente
contestan sus compañeras que diga la verdad; y Jaime las retruca<“Pero
cuando dije la verdad me encerraron“.
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En esa misma ronda toma la voz otra de las internas, que no participa
cotidianamente del taller de radio, pero en este día de la primavera quiere decir
algunas palabras. Entonces pide el micrófono y comienza a hablar, tiene un
tema bien definido en la cabeza y es la discriminación, y por su determinación
parece vivirla cotidianamente y estar enojada por ello. Entonces para finalizar
repite algunas ideas “No discriminar. Porque somos todos flores de un mismo
jardín”. Y en ese patiecito delantero lleno de nuevas flores, donde todos nos
mezclábamos sin diferenciar quien era interno y quien no< esas palabras
parecían cobrar toda la fuerza del mundo. Sus compañeros la apoyaron con
efusivos aplausos.
Otra actividad interesante, fue la feria de ropa usada, por donde
desfilaban internos que salían y entraban canjeando una ropa por otra, y
quienes sin pudores, en cualquier lugar, en el medio del pasillo, comenzaban a
cambiarse las prendas... Para venir luego a mostrarnos con una sonrisa radiante
la nueva adquisición, una remera, un pulóver, una cartera< etc.
Allí se dejan ver la falta de higiene y cuidados personales. Quizás es algo
de menor importancia, pero que creo dice mucho, nos comunica, y nos modifica
el cuerpo, las actitudes, las sensaciones que sobre nuestro cuerpo llevamos y
dejamos notar a los demás... Esos pequeños detalles que pueden hacer
pequeños cambios en la actitud. Ropa sucia, manchada, grande, pantalones que
se caen, gente sin ropa interior. Falta de cuidados dentales entre otros, dejan ver
un grado de desidia en los usuarios de un hospital público. Usuarios de Salud
Mental, pero que no por eso debe dejar de lado la salud en general, ya que son
un todo inseparable.
Será que a los internos no les preocupa, seguramente, porque tienen
cosas más importantes de que preocuparse, pero cuanto nos afecta nuestro
cuerpo, cuanto nos modifica el ánimo y la forma de andar, el sentir de nuestro
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cuerpo. Vestir como loca, quizás hace un andar de locos. Hablamos de no
discriminar y seguramente la gente que no tiene interés en ellos, menos lo va a
tener si los ve sucios, mal arreglados, y con pinta de “loco croto“< Será que si
se les habla de higiene y se los incita a arreglarse, aunque más no sea para ellos
mismos, acompañándolos en esa tarea unas semanas, luego ¿lo seguirán
haciendo solos?, o perderán rápidamente interés, ¿modificará algo en ellos, que
pueda cambiarles el ánimo y quizás hasta modificar algunas relaciones?
Componer con uno mismo, inundarse de afectos alegres y aumentar la potencia
de cada uno; puede ser posible con más atención en el propio ser.
Es importante recordar, antes que nada que hablamos de seres humanos
que tienen derecho a la salud. La higiene es fundamental para mantenerse
saludable. La gente que llega a los hospitales públicos es gente de bajos
recursos, requiere del amparo del estado. Estar saludables es necesario para
poder llevar una vida “normal”. Por otro lado precisan dinero para no caer en
la mendicidad. Muchos de ellos quieren trabajar, pero quienes tienen como
dirección personal, un loquero, o quienes dicen haber sido usuarios de salud
mental quedan excluidos, casi totalmente del mercado laboral.
La falta de ropa en condiciones, la falta de higiene y de cuidados
personales, perjudica el tratamiento de los usuarios, ocuparse de estos aspectos
no es sólo ocuparse de la salud física, sino también de la salud mental. La cual se
ve perjudicada, ya que la situación les dificulta a los internos socializar o
conseguir empleo, ensimismándolos de ese modo en su depresión o su
paranoia. Esos puntos antes mencionados, son parte de los requisitos para ser
etiquetado como un loco. Por esto mismo es que no ayuda al tratamiento clínico.
Constantemente los escucho pedir ropa, zapatillas y veo las condiciones
en que viven. Entonces evidentemente a ellos también les afecta su forma de
vestir, les modifica el andar y por ello la relación con el otro. Teniendo en
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cuenta que ésta es una sociedad altamente discriminadora, una sociedad que al
ver un mendigo da vuelta la cara, como si no verlo fuera hacerlo desaparecer.
Me recuerda mi primer encuentro con Carlos Coronel, un interno del
hospital, que habita ese espacio desde hace más de 30 años. Pero desde que se
levanta hasta que el permiso caduca, se clava en la esquina de Suipacha y Santa
Fe a mendigar monedas para el cigarrillo, la yerba, y aún para ayudar a su
familia que lo necesita más que él. Carlos puede salir, y visita seguido a sus
hermanos para llevarle monedas y encontrarse con ellos.
El primer día, luego de ser rechazada en el hospital, “porque no hay m{s
capacidad para estudiantes”, me freno en la equina para observarlo. Él se acerca
a un auto a pedir una moneda, quien maneja no mira para el costado, sino que
lo ignora por completo. Su ventanilla está alta y parece que Carlos no existiese,
no lo mira pero tampoco su cuerpo parece sentirlo, no cambia el gesto< El
semáforo se pone en verde, y arranca con su figura inmutable.
Coronel, vuelve a la vereda directo a mí, me pide una moneda, se la doy.
Me agradece y luego indiscretamente me pregunta si soy psicóloga. Se
sorprende cuando le digo que no lo soy, que estudio Comunicación Social, y
me pide que le explique de qué se trata. Nos ponemos a conversar, mientras su
cuerpo flojo, se tambalea< Su mirada parece perdida y sus palabras salen entre
un balbuceo confuso. Me dice algunos piropos y se ríe, y luego comienza a
preguntar sobre mi vida personal. Después de contestar cada una de sus
preguntas, le consulto si puedo fotografiarlo. Me dice que sí, se peina y se para
listo para ser congelado en una imagen.
Me pide que luego le lleve las fotos para ver cómo salió. Charlamos un
rato más y me retiro. Me pide que vuelva<
Unos días más tarde, caminando hacia mi casa desde la terminal, recién
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llegada de mis pagos santafecinos, me chiflan en esa esquina. Quién más, sino
Carlitos Coronel. Intercambiamos unas palabras, es un día feriado de mucho
calor así que le propongo tomar unos mates luego de ir a mi casa a dejar los
bolsos.
Al rato llego con mi cámara de fotos, un fresco tereré y la cara de Carlos
expresa su alegría. Pero por un instante se queda quieto, lo noto incómodo con
un poco de tristeza< Mira a su alrededor, en la pared está apoyada la yerba, un
mate y algunas de sus cosas. Es que esa esquina es para Carlos como su hogar.
Me dice que no tiene para ofrecerme un lugar para sentarnos...Compungido por
la situación, le ofrezco entonces, sentarnos en el pasto verde de enfrente, donde
está la facultad de medicina.
Allá vamos, Carlos parece otra persona. Su cuerpo ya no está flojo. Tiene
una postura armada, que demuestra personalidad. Su mirada es penetrante, su
aspecto y su ropa lo dejan ver más arreglado. Ya sentados me dice que no tiene
ninguna enfermedad y que podemos compartir el mate. Que ellos en el hospital
son muy cuidadosos con ese tema.
Y así transcurre la tarde, entre fotos, cigarrillos, tereré y charlas sobre
rock y autores de libros que le gustan. Carlos es perseguido desde niño, por
voces y fantasmas que sólo él puede ver y oír. Pero algo sucede cuando uno
habla con él. Sucede que estos fantasmas desaparecen. Me interpongo entre él y
ellos y de ese modo deja de oírlos, para prestarme atención<
Me paro a pensar que es la locura para mí, cómo la entiendo. Concibo
que son personas diferentes, pero no los creo incapaces o discapacitados. En
aquellos casos en que no tienen un diagnóstico crítico, pueden vivir junto a
nosotros como uno más. Parecen aturdidos o atolondrados en algunos casos,
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pero en otros busco la distinción y no la encuentro, salvo cuando hacen una
crisis. Personas que por alguna dificultad en la vida cotidiana, en la
socialización, han sido excluidos. Que son pensados como incapaces y que son
encerrados por peligrosos. Sólo algunos casos pueden ser peligrosos y el resto
son encerrados de igual modo, impidiéndoles la realización de sus vidas. El
loco puede ser visto como peligroso, como incapaz, también es loco el artista
que quiebra lo preestablecido y hace fugar sus sentimientos en algo excéntrico.
Es loco también el que divaga en sus pensamientos y el que se atreve a pensar
más allá de lo permitido. Generalmente lo asociamos con el delirio, pero me
sorprende un poco ver que son los menos los que deliran.
Mariana me explica la locura, ella es psicóloga de “Pomelo en el Patio”,
un espacio donde trabajan de manera similar al Gomecito pero que no
pertenece a ninguno de los hospitales, sino que trabaja con quienes han sido
externados, para darles un apoyo que impida la re - internación. Es un
programa del área de Salud Mental de la Provincia. Una de las diferencias es
que allí, tienen un lugar de venta de las producciones para posicionar a las
personas desde otro lugar.
“Qué es locura es distinto en cada sociedad. Eso tiene que ver con lo
que cada sociedad soporta, en términos de “diferencia”; y eso va cambiando a
través del tiempo y es distinto en cada sociedad. La locura es un concepto
cultural, de algún modo. En relación a lo más específico, lo más clínico, en
realidad todas las personas que vienen acá tienen un sufrimiento subjetivo
fuerte o importante, por decirlo de algún modo, que imposibilita determinadas
tareas cotidianas. Trabajar, estar con otros, armar un proyecto de vida. Un
sufrimiento que obtura eso. Este lugar intenta que puedan algunas de esas
cosas, que de algún modo particular esa persona pueda construir algo de eso.
Algo de estar con otros, algo de trabajar, de producir, de hacer lazos de tener un
proyecto.”
22
Ya lo decía Foucault, que la locura no es resultado directo de la
naturaleza sino que es una construcción histórica, social, es parte de la
Civilización. El término de “enfermedad mental” comienza a circular en el
S.XIX, aunque si bien desde el S. XVII se rechaza al “otro” y se lo excluye, este
otro era tratado como demonio, como monstruo. Y recién dos siglos después se
medica liza la locura, se la considera enfermedad. Sin embargo, creo que
nuestra sociedad aun tiene una imagen demoniaca del loco, de allí que se le
tenga miedo, se lo quiera encerrado, etc. Es una falla social, pero si uno se pone
a pensar es un ámbito desconocido por todos, sino por la mayoría. En la
escuela uno aprende sobre los “discapacitados” le enseñan a uno que son
personas capaces, pero que tienen diferencias con uno, que deben ser incluidos
en el tejido social, que no debemos discriminarlos, y sin embargo, nada se nos
dice sobre la locura. No tenemos idea de qué es la locura, y nuestra única
imagen lamentablemente, proviene de historias o películas, que generalmente
ponen como indisociable el loco y el peligroso, el monstruo. Difícil es entonces
que la sociedad no lo excluya, si por ignorancia se le teme. Y de este modo, se
vuelve incompatible con el espacio social y eso justifica su encierro, desde el
racionalismo. Ya que la locura parte de la Verdad, de pensar que existe así una
verdad con mayúsculas, existe otro pensamiento que va por fuera de eso y por
ello debe ser encerrado, porque si no es racional, es sin-razón o es como dice
Nietzsche un “saber loco” algo que es inadmisible para el espíritu cartesiano.
“Y a nivel de una cuestión más diagnóstica, por ahí desde ese lado, el
grueso o la mayoría de la población padece de psicosis. Tanto sea paranoia o
esquizofrenia. Que son, digamos, las estructuras subjetivas con mayores
dificultades para esta frecuencia inicial. Hay también neurosis graves, pero la
mayoría son psicóticos.
(<) Que alguien pueda venir a comprar algo ac{, que estos productos se
puedan vender, que alguien pueda ir a contar lo que hace, va interfiriendo en
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qué se cree que es un loco (<). Presentarse con otras características.
Algunas de las personas que trabajamos acá, trabajamos también en la
colonia de Oliveros. En realidad, este lugar se arma con un proyecto de algunos
trabajadores de la colonia, que le presentamos a la dirección de salud mental
para que financiara y existiera. Fueron reuniones que empezamos a hacer fuera
del horario de trabajo para pensar, balancear determinadas dificultades que
estábamos teniendo, con el trabajo especifico de ese lugar. Pacientes en alta,
volvían enseguida a la internación, y al pensar qué estaba pasando con esto, se
nos ocurrió qué tenía que haber en la ciudad para que esto no pasara. Y nos re
enganchamos en imaginar un dispositivo en la ciudad que pudiera acompañar el
tránsito de alguien cuando era dado de alta en un hospital. Cómo alguien volvía a
tener una circulación comunitaria.”
Es fundamental pensar porqué la gente dada de alta vuelve rápidamente
a la reinternación. Y caemos de nuevo en un tejido social que no soporta la
diferencia, que no está preparado para ello, pero sobre todas las cosas que no ha
sido educado al respecto. Y por ende, por ser este un terreno desconocido, le
teme. Qué sentido tiene entonces un manicomio, si logra aliviar el sufrimiento
de esa persona, le da el alta médico y ese sujeto que se siente mejor y sale a la
calle encuentra una sociedad que aún no es capaz de alojarlo, no puede alojarlo
subjetivamente. Una persona que tiene como dirección de su hogar un
psiquiátrico difícilmente encuentre trabajo, o si tiene un carnet de discapacidad
por enfermedad mental para poder recibir subsidio, luego eso le impide entrar
al mercado laboral, pero no sólo eso sino que la sociedad entera les cierra la
puerta. Muchas veces ya no encuentra una familia que lo sostenga, porque su
familia lo considera un problema, y no halla lugar en las reuniones de amigos.
Entonces se vuelve lógico que la persona, vuelva a tener ese sufrimiento
subjetivo fuerte que hace que vuelva rápidamente. Y no sólo eso sino que
quizás no tienen nada de eso, ni si quiera unas monedas para vivir, y sin
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trabajo, sin familia y sin dinero lo más probable es que terminen de indigentes
durmiendo en una plaza o en la calle, hasta que la policía los lleve. Por ello,
muchos también prefieren volver a ese manicomio, que a pesar de sus
falencias, les da un techo, una cama, comida y las más de las veces también les
da amigos, una pareja, o simplemente gente que los comprende y acepta como
son.
“(<) Todo el tiempo era esto... pensar el manicomio y la
desmanicomialización. Los contrapuntos eran esos, cómo armar algo que pueda
ir a contrapelo o desarmando las lógicas manicomillos. El manicomio no está en
el hospital nada más, el manicomio está en la escuela, está en el centro de
salud, está en la familia, está en nuestras cabezas. Intentábamos sentar un
dispositivo que pudiera ser consciente de que el manicomio está en todos lados
y que podía estar acá también. Entonces teníamos que armar las cosas para que
si el manicomio se metía lo sac{ramos.”
Y esto tiene que ver con la lógica de nuestra sociedad, que hace uso del
poder para excluir, corregir y manejar lo diferente. El poder como ortopedia,
que pretende corregir, normalizar, pero nunca entender y alojar. Por eso no
sirve cerrar los manicomios, porque la lógica manicomial, está en todas partes.
Es necesario modificar el entramado social, educar a la gente para que pueda
aceptarlos y alojarlos socialmente.
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Teatro para todos
“Todos tenemos mundos mentales propios característicos, paisajes e itinerarios
interiores” Oliver Sacks.
Día 2:
Hoy visité el taller de “Obrajes”, están mirando algunas películas, para
luego armar con ellas una nueva obra, cómica y entretenida<Como hubo poca
asistencia y el hospital está de paro, el taller se retrasó un poco con la asamblea,
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pero se hizo igual.
Mientras los trabajadores se reunían, afuera esperaban algunos internos
y ex internos un tanto impacientes. Sin embargo, el poeta estaba tranquilo así
que se dedicó a mostrarnos un cuento “Ricotero”, según lo definiera él, que
había escrito la noche anterior, a pesar de que los cuentos no eran lo suyo, como
sí lo son los poemas. Una noche en su casa, cuando los gritos y las peleas le
hacían mal, se puso a escribir afanosamente, con tal de evadir ese mal
momento. “Es así, cuando uno está mal, un poco de música, escribir y ya está”.
Es el segundo encuentro y las dos veces llegó de la misma manera, y según
parece es siempre así, carpeta negra bajo el brazo, y radio en mano con los
auriculares puestos.
El poeta es un paciente externado que asiste a varios talleres del centro
cultural. Morocho, de contextura grande, mirada esquiva y de miles palabras. El
poeta loco puede hablar por horas, ir saltando de tema en tema hablando de sus
pasiones terapéuticas, que son la poesía y la música. Amante del rock, sobre
todo de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, y del heavy metal. Llega
siempre con alguna remera roquera, que marca su identidad y según dice él,
hace que sus vecinos le tengan más miedo. Tiene la capacidad de escribir
poemas de amor o poemas violentos. Depende su estado de ánimo, de lo que
necesite expresar. Toca la guitarra, escribe letras de blues, de cumbia para un
cantante de su barrio. Según como él se describe, es hablador, tiene un alto ego
y se siente un ídolo.
Vero, vuelve a entrar con su mochilita pequeña en la espalda, y sus
pasitos cortos pero constantes, se queda en el lugar pero sigue pisando primero
un pie luego el otro< Está internada en el hospital, es madre de tres hijos según
me contó y es amante de la música, del rock. Es de contextura muy pequeña,
pelo corto, morocha. Es simpática, muy amable y educada. Verónica, parece
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bastante inestable, asiste al taller deprimida varias veces. Es muy sensible y
parece que su historia familiar la altera bastante. Tiene una memoria increíble
para recordar la letra de sus canciones preferidas. Fanática de Attaque77,
cuando suena la música, comienza a vibrar algo dentro de ella. Se aleja de lo
mundano y comienza a bailar<
Ella también demostró enojarse fácilmente... Ahora está impaciente,
moviendo sus piecitos, y mascullando algunas cosas. Mientras, se queja de que
la película que van a ver ella ya la sabe de memoria, y que tenía ideas para
proponer pero que no se usan<Me comenta que tiene tres hijos, y que uno
ahora está en el hospital pero no internado, está viendo al psicólogo y la
psiquiatra así que se va a visitarlo porque su hijo la necesita. Cierra la puerta
enojada diciendo que se va al hospital... Más tarde vuelve, entra al taller, sigue
remarcando su enojo y se va de nuevo.
Carlos se deja ver siempre muy paciente, tranquilo, respetuoso. Está
internado en el hospital, se encarga de las plantas de la entrada del Gomecito y
participa de casi todos los talleres. No sé cuál es su diagnóstico, pero parece no
tener mayores inconvenientes para desarrollarse en su vida cotidiana. El día de
la primavera se dedicó sólo a plantar plantines junto a otro compañero... hoy
entra al taller de teatro, y descubre que dos días después, ahí en la caja de
madera, esperan aún algunos plantines con sus flores marchitas y así,
desaparece del taller. Pero lo veo pasar, ir y venir, esta regándolos y plantando
los que faltan<
Más tarde llega Mai, ella es muy callada, parece muy tímida también, es
el primer día que viene pero creo que tampoco se va a quedar, no le gusta
actuar, solo cantar, y no le gusta ver películas. Es muy prolija en su vestimenta,
su peinado, huele a perfume y esconde su mirada. Es de muy pocas palabras.
Ella no está más en el hospital, las psicólogas tratan de convencerla de que
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venga a los talleres pero parece que no va a funcionar...Este día fue el único y
último que nos encontramos.
El taller va transcurriendo, todos hablan un poco y otros hablan un poco
más, surgen diferencias pero las saben manejar, aunque a veces parece que les
cuesta escuchar o recibir lo que les dicen, y hay que repetirlo varias veces hasta
que ellos lo incorporan<
El poeta manifiesta que está mal, que hubo muchos gritos en su casa, que
le duele la cabeza, y que por eso habla mucho. Pero que dentro de lo mal está
bien... Durante el armado del guión tiene algunas diferencias con Jaime, no
quiere que uno de los personajes sea un militar, dice que eso es feo, es trágico, y
que él ése papel no lo va hacer. Jaime dice que no tiene problema en
personificarlo... Después se dan la mano y el poeta dice, acá hay diferencias
pero lo bueno es que podemos compartir un escenario, que podemos trabajar
juntos igual.
Jaime, quien ya mencioné que sólo duerme en el hospital dos veces a la
semana, es un joven muy sencillo y tranquilo. No tiene la personalidad
extrovertida, es más bien tranquilo y medio tímido como Roberto. Es un chico
joven, y su apariencia no demuestra como en otros internos un desgaste físico
propio de su sufrimiento. Acude al taller de radio y a veces a “Aguditos en
sintonía”. Durante los meses en que yo participé de los talleres, ha faltado varias
veces. Un día una amiga mía, se acercó al hospital y al hablar con él, quedó muy
sorprendida. No sabía distinguir si era usuario del hospital o no. Jaime es el que
más se ha interesado por mi vida personal y mis estudios, siempre anda
preguntando que estoy haciendo, de que quiero trabajar e indaga sobre mi
personalidad.
Pueden participar de los talleres, todos aquellos que deseen hacerlo.
Tanto las personas que se encuentran internadas en el hospital, ya sea con o sin
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permiso de salida, como aquellas personas que han sido externadas así ya
tengan el alta médico. Es un centro cultural, donde ellos pueden recrease,
distraerse, entretenerse y sentirse bien; y es un espacio abierto a la sociedad, ya
no un lugar de encierro. Esa diferencia es fundamental para que participen
quienes ya no están en el hospital. De todos modos algunos pueden si quieren
quedarse a almorzar en el comedor, ya que a veces los talleres terminan al
mediodía.
La invitan a "Mai", que es la primera vez que va, a que se quede a comer
pero ella no quiere. Unos minutos antes manifestó, cuando se propuso utilizar
las películas de las tarde de cine de los sábados, que ella no está internada, que
está afuera y no quiere volver a estar adentro, por lo que no querría ir a ver las
películas dentro del hospital. Aclaro que el centro cultural, tiene entrada por
otro lado y quedaría separado del hospital, es el Gomecito y no el Agudo
Ávila<
Palabras fuertes las de Mai, el afuera y el adentro bien delimitados, el
encierro y la libertad, cuantas cosas habrán quedado marcadas en su cabeza y
en su cuerpo< Ella no tiene buenos recuerdos y no quiere volver a tener la
sensación de encierro, de estar adentro. El poeta se ríe y suma otra frase
interesante, “Claro, sino es peor el remedio que la enfermedad”. Él también
vive afuera del hospital pero asiste a los talleres de teatro y de radio, y participa
en varios programas de Radio Universidad.
El poeta me muestra un libro de poemas y otro de cuentos que le regaló
Ariel Zappa, músico de “Patagonia Revelde”, con una dedicatoria de la cual
está muy orgulloso. Dice “Porque de poeta y de loco todos tenemos un poco”.
Ésta y otra frase que Vero dijo enojada “Si todo se demora arrancamos tarde,
se junta con la comida y es una locura“< Me hacen pensar que locura no es
para ellos una palabra prohibida. No hay que tener cuidado de decir loco,
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locura... Para ellos es normal, son conscientes de su condición, y además la usan
como cualquiera de nosotros. No tiene una connotación negativa, o por lo
menos por ahora.
Humor para reírnos y hacer reír
“El principio y el final nunca son interesantes, el principio y el final son puntos.
Lo interesante es el medio”.
Diálogos. Gilles Deleuze y Claire Parnet.
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Día 3:
Tercer día de encuentro y ha pasado bastante tiempo desde el segundo.
Ojos abiertos, oídos atentos y cuerpo sensible para esta nueva jornada. Esta vez
visito el taller de “Aguditos en sintonía” donde hasta hace poco se hacía
fotonovela, y desde hace unas semanas se comenzó a trabajar desde lo
audiovisual, sketchs humorísticos. Similar al trabajo de la radio pero en otro
formato, trascendiendo la fotografía y la radio para proponerse más desafíos
con los cuales trabajar.
La gente llega al taller, algunos cuantos se ausentan, por ello Celina se
ofrece para ir hasta el hospital a buscar a quienes faltan y ver qué les pasa... Al
rato llega con algunos más. Todos parecen estar contentos con lo realizado en el
encuentro anterior, se disponen para ver el video del material crudo. La imagen
sale sin colores, pero la atención de todos es captada rápidamente por el video,
que divierte y asombra a todos los presentes.
Después de ver el video el tiempo nos queda corto, ya no queda mucho
tiempo para hacer, pero con ánimos de producir, todos comienzan a moverse
rápidamente para poder hacer algo en pantalla. Surge la idea de crear un
personaje como chirolita, de mantener al presentador del sketch anterior el
“Payaso loco”, representado por el poeta, y así nomás comienzan a vestirse,
maquillarse y tirar algunas puntas para trabajar. La cámara se enciende y se
percibe un cierto aire de nervios entre ellos en ínfimos detalles de sus cuerpos.
Algo dejan ver sus manos, su boca, sus miradas... Pero mucho más fuerte es el
entusiasmo de ese momento que los deja jugar a ser otros. Divertirse y olvidarse
de algunas cosas, crear y producir para reír. Así transcurre el taller<
Parece además que algunos no se animaran a hacerlo, pero con sólo
ponerse el vestuario y personificarse con maquillaje y accesorios, esta nueva
identidad aparece sola. La toman como si fuera incluida con las otras cosas. La
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saben llevar, sin embargo, en algunos momentos se dejan colar signos de su
identidad que se van de este modo entrelazando con la ficción y van creando así
un personaje nuevo, propio. Por lo que de ese modo, no imitan, ni son ellos en
cuerpo de otro, sino que es un tercer personaje que nace del encuentro de los
otros dos, que nace de vivir esa situación especial, ese instante en que los
sentidos y el juego se enredan para recrear identidades. Es el entre, el Y. Dice un
escrito que han realizado para un congreso en el 2003:“El taller se ofrece,
entonces, como un espacio de alojamiento subjetivo y como un espacio de
producción” y luego agrega que no a todos los sujetos los habilita a
posicionarse subjetivamente la misma forma de expresión, y de ahí la
diversidad de talleres que se ofrecen (radio, aguditos en sintonía, obrajes, etc.).
El espacio está conformado por psicólogos que trabajan en conjunto con
gente capacitada en lo que se desarrolla en cada taller. Explican también que
“La función de coordinación tiene que ver con el intento de que el sujeto se
posicione, que reconozca su posición respecto de su producto y su dicho.”
Sin embargo, hay otros detalles que cuentan tanto o más que lo que vi en
el taller< En la pequeña oficina hay una foto del poeta loco, me acerco y veo
que es un regalo para el día del amigo, donde el poeta agradece infinitamente el
cariño, el apoyo y las ganas que tiene siempre para ofrecer el grupo de trabajo
del Espacio Multicultural. No caben dudas entonces, que este espacio es de
suma importancia para quienes asisten y por ende que de alguna u otra manera
funciona para cada uno de ellos a si sea de maneras diferentes. El poeta ha
logrado encontrar una identidad que le hace bien, ha vuelto a constituirse en
sujeto y ha encontrado herramientas que le ayudan a superar momentos de
crisis, de angustia, de desesperación. En cada una de las charlas que hemos
tenido me remarca que la música y la poesía son su salvación. Ya varios
anécdotas hay de días en que vivir en su casa se vuelve insoportable, los gritos
y las peleas familiares lo aturden pero la lapicera lo sumerge en otro mundo...
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Un día abre su carpeta negra que siempre viene bajo su brazo junto con
su radio y auriculares puestos, y saca un voto. Lo miro preguntándome que
pretende ¿que vote al frente?, se ríe y lo da vuelta, “no te vayas a pensar que
me importa esto, simplemente iba caminando se me vinieron ideas y necesitaba
escribirlas... lo único que tenía era este voto que me acababan de repartir...”
Se entrelaza allí otra historia. Ese día llegó al taller Roberto, un poco
cabizbajo, lo escucho después hablar por ahí comentando que no se sentía bien,
que andaba mal hace unos días y cuenta otros detalles que prefiero guardar
porque no cambiaría mucho la historia. Resguardo su privacidad... Se acerca al
poeta y saca dos pedazos de cuero rojo“Tomá, mirá”... el poeta se ríe y le hace
una broma. Otra vez era el soporte de un escrito que necesita plasmarse, que
necesita salvarlos de algo. Se vuelve urgente para ellos expresar el torbellino de
ideas que se encuentra alborotando en esas cabezas. Roberto se justifica, dice
que estaba con su papá que trabaja de tapicero y no tenía dónde escribir.
Roberto es un chico joven, de estatura mediana, ojos oscuros como su
piel y su pelo. Es algo tímido, más bien callado y quizás un tanto introvertido.
Sus manos están en constante movimiento. Y cada vez que debe actuar o
cuando comienza a exponer una idea, parece ponerse más nervioso y sus manos
comienzan a temblar cada vez más sin poder controlarlas. A pesar de ser un
muchacho de pocas palabras, parece muy cariñoso y sencillo. A veces llega a los
talleres sólo en su bicicleta, muy orgulloso de sí.
La situación mencionada anteriormente demuestra que el espacio
funciona de varias maneras. No voy a analizar cómo trabaja clínicamente para
un psicótico o neurótico, porque no es mi rama de estudio y tampoco interesa al
caso de esta investigación. Pero si puedo decir que la comunicación está
comenzando a funcionar allí, y para muchos internos o externados antes no
funcionaba, me lo dicen ellos. “Se necesita alguien con quien hablar, no tenemos
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amigos nosotros”. Entonces allí ellos encuentran un espacio para expresarse,
para comunicar, para hacer lazos. Y a partir de eso, de un discurso, vuelven a
posicionarse como sujetos; lo que les permite volver a tener o recrear una
identidad propia que muchas veces el mismo hospital destruye.
Esto es posible porque entendemos a la comunicación como un acto
creador, no como una mera repetición de lo que vemos ya dado, sino que a
través de la comunicación, a través de los distintos lenguajes vamos
construyendo un mundo, nuestro mundo que traemos a la mano con otros,
como dice Maturana. Hay entonces varios presupuestos que hacen posible esto.
La comunicación no repite, sino que crea, porque el mundo no existe de una vez
y para siempre, ya dado ante nosotros, sino que nosotros construimos nuestro
mundo de la mano de otros a través de la experiencia, de vivirlo y transitarlo. Y
como no existe algo dado, y no existe La Verdad, sino que cada uno tiene su
verdad, su forma de percibir y construir el mundo, es necesario darle al
mundo del otro tanta validez como le reconocemos al nuestro y allí, sin más,
quedaríamos secos de conflictos.
Y esto nace de pensar que tampoco somos nosotros una sustancia
inmutable, sino que vamos mutando, transformándonos con la experiencia, con
el día a día donde nos cruzamos con otros. Una transmutación de cuerpos a
través de los encuentros y desencuentros. Si tuviéramos que decir cómo es una
persona, describir su personalidad, nos damos cuenta que no es más que una
construcción nuestra, de nuestra percepción y para ello utilizamos el lenguaje,
para poder comunicarla. Pero también las percepciones sobre las que nos
basamos son lo que apreciamos según lo que el otro va dejando ver desde sus
diferentes lenguajes. Su modo de vestir, su forma de caminar, el modo en que
habla, en que contesta, las palabras que utiliza y el qué dice, el cómo ve el
mundo. Si un día nos dijeran que estamos locos, probablemente pensaríamos
más como nos comportamos delante del otro, erigiríamos las palabras más
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pausadamente< Si luego vinieran profesionales a decirnos lo mismo,
tendríamos miedo, y probablemente tristeza y disgusto porque la sociedad
comienza a rechazarnos, a ignorarnos a señalarnos. Seguramente luego de esa
experiencia uno actúe de manera diferente, y nada había cambiado en uno, sino
que un discurso comenzó a circular sobre uno mismo, y eso cambio la actitud
del resto y eso me modificó, y llega un punto en que uno realmente se siente
diferente, comienza uno a creerse el discurso.
Sin embargo, creo que aquellas personas que son consideradas locas, y
que muchos de ellos viven en un psiquiátrico pueden reconstruirse a partir de
un nuevo discurso. El lenguaje puede darles una nueva identidad. Quien de
repente es capaz de escribir una canción y decir algo a través de ella, quien de
pronto puede escribir un poema, o simplemente cantar una canción, vuelve a
sentirse libre, se reconfigura y se desata de esa sociedad que le impuso una
identidad, y a la vez logra reubicarse dentro de ella y vuelve a hacer lazo con la
sociedad que antes lo expulso. Se siente libre, capaz de sentir, de pensar o de
actuar por sí mismo, eso lo habilita a crear, pensar y sentir más cosas. Y decir
“yo soy cantante, yo hago artesanías y me gano mis monedas, yo vendo mi libro
de poemas” es darse otra identidad, dejar de lado las vestiduras de loco para
ponerse el traje de vendedor, creador, compositor y de ese modo volver a
sentirse capaz y poder volver a transitar la vida.
Así es que Roberto, no sólo llevó su escrito para compartirlo, sino que él
también acepta la identidad del poeta y la respeta, y lleva su cuento para
someterlo a examen ante Hernán más conocido como poeta. El poeta loco lo
aprueba y después de hacerlo, se queda pensativo y dice “Vos siempre hacés
tramas coherentes”... siguen charlando un poco sobre eso. Roberto toma la
crítica como mala, el poeta le dice que no es un reto, sino que le sorprende...
digamos que porque es un “loco” y escribe cuentos coherentes. El poeta escribe
metafórico, mucho tienen que ver sus escrituras con las letras ricoteras. Y ambas
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formas de escribir conviven tanto en la locura como en el mundo de “los
cuerdos”.
Dice Deleuze: “Escribir no tiene otra función: ser un flujo que se conjuga
con otros flujos. Todos devenires minoritarios del mundo. Un flujo es algo
intensivo, instantáneo y mutante, entre una creación y una destrucción”.
(Deleuze & Parnet, Diálogos, 1980, pág. 59)
Estar dentro o estar fuera, o estar fuera estando dentro…
“…No decir nada, cerrar los ojos, dejar subir sólo el detalle hasta la conciencia
afectiva”. Roland Barthes, La cámara lúcida.
Día 4:
Llego una mañana de lluvia, entro pero no me dejan pasar al taller<
Siguen los malentendidos y desencuentros, parece que hacer esta tesina nunca
va a ser tarea sencilla. Ayer estuve participando de los talleres, parecía que ya
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todo iba a fluir, pero sin embargo no es así. Paso a la oficina, y me quedo
leyendo proyectos del espacio multicultural.
“La finalidad es alojar a aquellas personas que han sido arrojadas de la
trama social, alojamiento que habilite a un armado de otras redes de sostén
disponibles en la comunidad.(<) Se acompañaría al sujeto en el trabajo de
apropiación de estos espacios y recursos de la cultura, ya que esta apropiación
favorece operaciones fundantes de un sujeto, el sostenimiento del sujeto en los
semejantes, la construcción de un nombre que lo represente, el establecimiento
de vínculos dentro del núcleo familiar y fuera del mismo. La oferta
institucional pretende instituir un tiempo en la subjetividad dando un marco
que instaure regularidad, que permita la escansión del tiempo, siendo una
referencia, una constante a partir de la cual situarse.” Fragmento de un escrito
de la institución que justifica la existencia de los talleres.
Algo de esto va cerrando algunas hipótesis, evidentemente existe una
posibilidad de refundar el sujeto, y por ende si existe esa posibilidad, es porque
a través de diferentes formas se lo ha excluido y se le ha quitado categoría de
sujeto. Ya sea desde el hospital psiquiátrico, tanto como de una sociedad que es
excluyente y de un Estado que parece no querer pensar en ciertas cuestiones, un
gobierno que muchas veces se encuentra ausente en estas problemáticas y más
aún en establecer un puente entre la sociedad y este universo; Estas personas
que dejan de ser socialmente aceptables al padecer alguna enfermedad mental.
El término Salud (del latín "salus, -ūtis") alude a un estado de completo bienestar
físico, mental y social, y no solamente a la ausencia de infecciones o
enfermedades, según la definición de la Organización Mundial de la Salud
realizada en su constitución de 1946. La OMS define la “Salud Mental” como el
estado de bienestar en el que cada individuo puede desarrollar su potencial,
manejar el estrés de la vida cotidiana, trabajar productiva y prolíficamente, y
hacer una contribución a su comunidad.
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La sociedad y el Estado no se responsabilizan por éstas personas que
devienen marginales, el todo social está fragmentado. Y de allí también gente
que vive hace muchos años en un hospital psiquiátrico ya casi no tenga
posibilidades de irse. El caso de Carlos Coronel, vive hace más de 30 años allí,
como la mayoría de quienes habitan ese lugar es una persona de muy bajos
recursos. Entonces el hospital se vuelve su única forma de vivir, la única
posibilidad de tener un techo y comida. Además desde allí, se tramitan
pensiones para muchos internos, la posibilidad de un hogar, de gestionar una
casa de algún plan, de ofrecer a la familia un abogado y diferentes cosas que sin
el marco de esa institución ellos no podrían tener. Entonces es paradójico, por
un lado los marca, les quita subjetividad, les pone un sello en al frente, los
estigmatiza; y por el otro, les ofrece techo, comida, oportunidades (una casa,
pensión, anteojo, etc.), y desde el Centro Cultural, un espacio de recreación, de
encuentro, de creación, de diálogo y expresión. Un lugar donde tejer lazos
sociales. Es por ello que para la mayoría la institución es su referente y no les es
posible alejarse de allí.
“La internación del loco en el asilo no la decide a menudo su
médico, sino la policía” (<) “Al enfermo mental, se lo encierra
contra su voluntad en una institución que justamente por su
organización agrava los desarreglos psíquicos, al encerrarlos,
despersonalizarlos, alejarlos de sus seres queridos”. (Angelergues, y
otros, 1975, págs. 9,10)3
Y aquí surgen algunas diferencias, volviendo a retomar las
3 Puedo decir ahora que existen también muchos casos en que ellos solos se van a internar. Algo que antes
no hubiera imaginado, que quienes fueron externados vuelvan pidiendo internación. Que la gente vaya a
internarse por sus propios medios, sobre todo los adultos mayores es porque la sociedad los empuja y es
incapaz de alojarlos. Necesitan contención, entonces evidentemente algo les ofrece el manicomio.
39
contradicciones que este lugar presenta, muchos de ellos no quieren estar allí,
sin embargo no pueden ir a otro lado. Muchos de ellos no tienen familia ni
hogar antes de ir allí.
Sabemos que la situación social y económica de quienes llegan a esta instancia,
suele ser bastante mala. Por ello, este espacio es su refugio y algo interesante es
el desarrollo del “Gomecito” que permite generar allí una comunidad algo que
quizás los usuarios no tengan posibilidad de armar en otro lado.
“Comunidad no es algo a lo que se pertenece, sino algo que
se construye (<). No una coacción, sino una libertad. No es algo
que sucede a pesar de lo miembros que la forman sino una
producción, una generación y un deseo, un appetitus. Entrar en
comunidad con alguien o algo, con otro o con otros, es una
composición intrínseca con ellos que afecta de manera decisiva a las
singularidades que se implican de este modo entre sí. (<) Se entra en
comunidad, cuando dos o más existencias componen sus potencias
tanto según cierto modo de ser de las pasiones como según la razón.
La producción de comunidad no presupone la eliminación de las
pasiones sino más bien su existencia, en la medida en que no
redunden en impotencia y en servidumbre sino en cuanto vías de
liberación ética y política.”(Tatián, págs. 19, 20)4
Retomando la problemática de la exclusión social encuentro otra cosa
que también confirma alguna de las hipótesis, “El encierro da cuenta de la
necesidad de ocultamiento y extrañamiento de lo diferente, de lo que no se ciñe
a las normas sociales, de lo patológico”. Es entonces necesario hacer algo a nivel
gobierno, que por ejemplo, a través de la cultura y la comunicación pueda
4La cursiva es propia.
40
romper el imaginario social... Y la sociedad pueda ya convivir con otras formas
de vida y no pretender curar lo diferente...
“La locura es por esencia un hecho social: Son considerados
locos los individuos en función de sus sufrimientos personales, ni a
causa de una diferencia en relación a una norma, sino porque la
sociedad los rechaza, no los soporta más en su seno y los declara así
peligrosos para ellos mismos o para los demás”. (Angelergues, y
otros, 1975, pág. 8)
Estos espacios no pueden dejar de existir pero deben trabajar de otro
modo. Por el momento la institución no puede alejarse de lo manicomial. No
puede separarse de su antepasado común, de haber sido el lugar depositario de
todo lo anormal y patológico, de lo que la sociedad precisa desligarse... Las
instituciones siempre tienden a la inmovilidad, a la repetición incesante de lo
mismo, entonces hay que promover un quiebre, una ruptura, hacer algo que
rompa esa estructura de funcionamiento. Como comunicadora entiendo que el
cambio nos abre la posibilidad para lo heterogéneo, para lo distinto y desde allí
podemos aprovechar las fisuras que nos abren los acontecimientos para trabajar
sobre lo instituido dando lugar a la generación de lo instituyente. Es necesario
reconocer la lógica del espacio de trabajo, cómo funciona la comunicación allí
dentro, quienes son grupos objetos y quienes grupos sujetos, capaces éstos
últimos de modificar la situación, de accionar cambios y no ya de reproducir
órdenes. Promover actividades siempre nuevas, que rompan lo cotidiano,
actividades que pueden surgir de los usuarios o los profesionales, quebrando
un poco de ese modo la linealidad, y la jerarquía.
Un espacio público, como lo es el Hospital Neuropsiqui{trico “Suipacha”
debe promover actividades con otro ámbito de lo público como es la Secretaría
de Cultura. Generar vínculos para desarrollar fusiones de ambos ejes de trabajo.
El Estado, lo público, debe proteger al ciudadano, y promover su bienestar.
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Trabajar entonces la salud mental desde la cultura, es permitir un espacio de
expresión, de contención y por sobre todas las cosas de reinserción social y
laboral. Aprovechar la “movida cultural” de Rosario, para insertar en esa
agenda las producciones de los usuarios de Salud Mental. Hacerlas circular por
los espacios públicos, romper con los estereotipos y las etiquetas. Habilitar a
que las creaciones no queden en los marcos de la institución, y sólo sean vistas
puertas adentro.
Encuentro algo que me resulta muy interesante y que tiene que ver con
los juegos de poder, “De algún modo estas personas se inscriben en lo social a
partir de su exclusión, conforman el conjunto social como aquello que queda
fuera pero que le da existencia por oposición”. Es decir que existen a partir de
esa exclusión y eso se ve a veces, en aquellas personas que han sido dadas de
alta y luego vuelven a inscribirse en la locura haciendo uso de su
caracterización para volver a mendigar en la esquina de siempre<Creo que allí
lo que juega es que han sido fuertemente marcados, y desvalidos de sus
capacidades que ya no tienen otra forma de sobrevivir ni saben, muchos de
ellos, buscar otro modo de supervivencia. El discurso social los ha marcado de
tal manera que no pueden deslindarse de eso fácilmente. El estigma, la carátula
de loco, de incapaz, de enfermo será lo que separe al loco de la sociedad. El
poeta es para mí uno de estos ejemplos donde claramente la clasificación lo ha
excluido. Sus comentarios siempre retoman que él ya sabe que está loco, desde
chiquito se lo dicen. Pero junto a esa frase siempre viene otra que es la de “ser
malo”. Sin embargo en alguna ocasión me aclaró que él no tiene problema con
los locos, que es más desde chiquito le gustaron los locos. Pero cada vez que
emprende algo, alguien que lo conoce, lo marca como el loco, y de ahí en más lo
que hubiera podido ser, ya no lo es. Un día, llega el poeta enamorado de una
mujer a quien ha encantado con sus poemas y canciones, ella le pide que le
escriba más, pero cuando el vuelve otro día a llevarle lo prometido, ella se aleja
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como con miedo y le dice que se vaya< Esta es la historia que él me cuenta,
puede estar teñida de su paranoia, pero seguro algo de verdad tiene, todos
tenemos esta imagen cotidianamente en la cabeza. Evidentemente su jefe que
conocía bien al poeta, le advirtió o quizás la amenazó si lo volvía a dejar entrar
al espacio de trabajo. Pero cómo resocializar, si a una persona con esas
características se lo etiqueta desde pequeño y ahora anda por el barrio con un
cartel en la frente que dice no te me acerques, estoy loco, soy peligroso< Cómo
seguir adelante con una “patología” si a cada rato se ponen palos en la rueda.
Por eso es un espacio complejo, donde no se trata solo de dar el alta, o
cerrar manicomios, sino de trabajar en conjunto con la sociedad desde lo micro.
Desde el discurso social, desde una integración a nivel laboral y muchas otras
cuestiones. Se remarca aquí la importancia de espacios como el que se está
desarrollando, ya que es un comienzo donde estas cosas se empiezan a dibujar
y aunque aún falta es un muy buen inicio.
Trabajando desde el discurso social circulante en la actualidad es que me surge
la necesidad de encontrar un modo de nombrar a las personas con las que he
trabajado, más allá de su nombre de pila. Así como se vuelve necesario
enmarcar y decir en algunos momentos “las psicólogas”, o “trabajadores” y no
llamarlas por su nombre, también necesito utilizar un término que pueda
englobar a todos. Y allí se encuentra la dificultad porque poner un nombre
general es poner una etiqueta, y cada palabra comúnmente utilizada tiene
connotaciones negativas. El loco, el excluido, el enfermo, el interno, son
diferentes formas de llamarlos pero algunas más peyorativas que otras. No
encontré una palabra que me resultara “como anillo al dedo”, por ello, varío
las formas de denominar pero sin embargo, utilizo más frecuentemente el
término usuario, yaque actualmente se deja de utilizar el término paciente, para
utilizar "utente", que significa usuario, derivado del latín uto; uso, utilizado para
designar a la persona que utiliza un servicio y no el que espera ser atendido. Una
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palabra que da cuenta de una relación más horizontal y que se aleja de entender
al otro como enfermo patológico. Trata a la persona como alguien que padece
una crisis, y al concebirlo de este modo se le reconoce como sujeto y se acepta
que necesita todo lo que nosotros necesitamos. Además utilizando este término
puedo nombrar a todos los que están allí y a los que han estado internados, a
diferencia de la palabra “internos”.
Para profundizar el tema de la desmanicomialización, me gustaría
retomar la palabra de los usuarios de salud mental; esto es un fragmento del
programa radial “Tardes nuestras”, del día miércoles 5 de agosto de 2009.
“Jorge:-Foro de instituciones de la salud mental de la ciudad de Buenos Aires.
Sí a la desmanicomialización y a la resocialización. Y no al abandono del
hospital público.
La lógica manicomial, no impera sólo en hospitales. La encontramos
también en las clínicas de internación privada, en diversos sectores asistenciales
de salud mental y en las modalidades de exclusión y estigmatización en la
sociedad. La cronificación y la manicomialización del enfermo mental, son
consecuencia de un sistema social segregativo, tanto como los dispositivos
sanitarios coherentes con esa manera de actuar y pensar.
Betty:-Yo creo que la desmanicomialización hay que hacerla de adentro
hacia fuera, no de afuera hacia adentro. Estoy de acuerdo con la
desmanicomialización de a poquito, como corresponde.
Carlos:- (Retomando el tema de el cierre de los manicomios en buenos
aires). “Esto es negar que hay gente que los necesita, que hay gente que necesita
de ese lugar. Y como vos decías Betty, se trata de sacar a la gente, no sacar el
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lugar. Tratar de sacar a la gente de ahí en mejor estado, de sacar a la gente de ese
estado particular que tiene, de salud mental, que está mal.
Betty:-A nosotros el Agudo nos ha servido, y sigue sirviendo para que
las personas se vayan curando. Porque si te quebrás sabes que la quebradura
de la mano, de la pierna, tiene un tiempo, con el yeso tenés una recuperación.
Pero en la salud mental no se sabe. Puede tener una mejoría mucho más pronto
que la mía, y aquel otro diferente, la medicación no es la misma teniendo más o
menos los mismos síntomas. Entonces el lugar donde se cobija, donde está la
gente, se necesita. O sea, la desmanicomialización tiene que ser para mí, de
adentro hacia fuera.
Jorge:-Y yo creo que no estoy errado con lo que dije Betty, de la
desmanicomialización. Porque acá dice algo muy concreto y que es real: No es
creíble una desmanicomialización que no esté inscrita en una política de salud
mental participativa, abarcativa de los tres sujetores, públicos, de obras sociales
y privado. Integrada al sistema de salud, que priorice la estrategia de atención
primaria según establece la constitución y que sea clara en la planificación.
Consideración de recursos subjetivos, modos y presupuesto.
Betty:- (<) estamos viviendo todos dentro del querido Agudo Ávila,
entonces lo estamos hablando con conocimiento de causa, si de adentro de
arregla todo, lo de afuera viene solo. Y ahí está la verdadera
desmanicomialización.
Alejandro Mutassi (psicólogo):- Es un gusto que se haya sumado mucha
gente al programa. Porque Betty, eso te acordás que lo empezamos haciendo
todos juntos, sobre todo Uds. desde la asamblea. Escuchando la voz de aquellos
de salud mental, aquellos que no son objetos sino que son personas, los cuales tienen
derecho a la comunicación y a estar en el aire y a hacer lo que les gusta en radio.”
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Otra actividad interesante que tuve la oportunidad de presenciar este
día, es la asamblea de usuarios. Me invitaron a acercarme y allí voy con mi
escucha atenta, como dice Echeverría escuchando no sólo palabras, sino gestos,
movimientos del cuerpo, posturas e incluso silencios< En la reunión están los
usuarios del Suipacha y algunos empleados del hospital. Cuando entro, la
discusión gira en torno a los paros que se están realizando, el porqué y el tema
de la limpieza durante los mismos. Los discursos de ambas partes son claros y
contundentes. No cabe duda de que muchos de los internos son capaces de
generar discusiones coherentes y pertinentes< Claro está que también se
encuentran quienes parecen estar siempre enojados, discutiendo y prendidos
de un discurso que se vuelve repetitivo y agotador. Parece que esos casos ya
son entendidos y comprendidos por lo que no generan mayores inconvenientes,
ya todos saben tratar con ellos.
En la asamblea se retoma algún eje que yo planteara al principio. La
limpieza, la higiene< Los usuarios se quejan de no tener la higiene suficiente,
cambio de sábanas, limpieza los fines de semana de los pabellones y la
problemática de los baños sucios. Vemos entonces que quienes están
internados, o por lo menos el sector que puede asistir a las asambleas, se da
cuenta de la situación y se queja de la falta de higiene. Y no es menor que
tengan esta capacidad de decirlo, de traducir sus sentimientos en palabras. No
hay que olvidar que las palabras son actoras; “Si aceptamos que hablar es actuar,
reconocemos que el hablar modifica el mundo el estado de las cosas, y que, por
consiguiente, el hablar trae consecuencias. En otras palabras, el hablar rearticula el
mundo como espacio de lo posible.”(Echeverría, 2005, pág. 94)
Por ende, no es de poca importancia que tomen la palabra. Sus reclamos
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parecen justos y terribles, además falta jabón, champú, y hace días que se bañan
con detergente< No es sólo cuestión de higiene sino también de salud. Y por el
otro lado, un trabajador de la salud nos cuenta que dónde antes eran quince
ahora sólo son cinco, y su trabajo que antes lo hacían dos ahora lo hace sólo<
también la abogada nos menciona que los días de paro sólo queda un empleado
de limpieza y tiene quince personas que bañar en la cama, un trabajo sin lugar a
duda muy duro, y debe hacerlo sólo además de la limpieza del lugar<
Goffman cuenta “Esta barrera que marcan las instituciones con los
internos levantan entre estos últimos y el exterior la primera mutilación del yo.
El aislamiento lleva a formar un grupo constituido de novatos. Y seguimos
mutilando al yo, la despedida del nombre por un apodo o insulto que le
acompañará siempre, el despojarse de sus posesiones, el perder el contacto con
su familia y amigos, si es que la tienen, lo llevan a emergerse más en ese mundo
infrahumano que cierra sus puertas a toda moral.”
A todo esto se suma la falta de presupuesto, para insumos y para
empleados. Por ello el paro, reclamando más empleados por lo menos cuatro
más y más presupuesto. Por si fuera poco parece que trabajan, o por lo menos
algunos, nueve días de corrido, cosa que es imposible, deberían cortar, tener
un franco< Queda claro de este modo que no es una situación sencilla, y que la
salud pública, en este caso la salud mental, está bastante dejada de lado por el
gobierno y no es una problemática sencilla a resolver. Son muchísimas las cosas
que están en juego y que hay que tener en cuenta.
“La experiencia ha demostrado la importancia del espacio
comunicacional y los efectos terapéuticos en los participantes así como también
ha permitido una restitución subjetiva como ciudadana a aquellas personas que
por su padecimiento se veían discriminadas y segregadas del espacio público”.
Estás palabras, son un fragmento de un proyecto que presentaran desde la
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institución. Por consiguiente, algunas de mis inquietudes, vuelven a cerrarse
con palabras de ellos y de quienes estudian el campo específico de la psiquiatría
y la psicología.
A efectos de corroborar estos dichos, me sumo a participar del programa
de radio “Tardes Nuestras” que se desarrolla en FM Aire Libre, Radio
Comunitaria.
Luego de la asamblea, llega una tráfic que nos busca a todos para partir
hacia la radio. Durante el viaje, cuentan chistes, se hacen bromas y van
divirtiéndose y compartiendo desde el primer momento. Llegamos a la radio y
aún está cerrada, así que se disponen a charlar de cosas cotidianas, de qué es lo
que van a decir en la radio, otro junta monedas para comprar una gaseosa, otros
recuerdan canciones y así transcurre la espera.
La puerta se abre y comienzan a ordenar una mesa de trabajo donde
arman el programa, le van dando un orden a las cosas y ven que cada uno tenga
un tema para hablar. Trabajan en equipo de un modo natural. Vero se acerca
para mostrarme el poema que escribió Mariana y que ella va a leer en el
programa. Mariana no se queda atrás y saca su cuaderno para mostrarme todo
lo que ella escribe, desde poesías hasta quiniela y horóscopos inventados.
Mientras los leo, con una sonrisa cómplice y mirándome a los ojos me dice que
son inventados, que ella los inventa.
Mariana me ha dicho desde que la conocí, que está embarazada, su
panza creció y su postura corporal adopta las muecas de una embarazada. La
veo fumar un cigarrillo tras otro. Ella anda siempre desaliñada, es morocha, un
poco petisa, y de buena contextura. Es ansiosa y medio torpe, y me ha contado
que tuvo muchos maridos y muchos trabajos antes de ir al hospital. Fue
fotógrafa de sociales y costurera de los trajes para su hermana que bailaba en
teatros importantes. Está de novia con Marcelo, quien dice ser el padre de su
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bebé, y quien al igual que ella, vive enojado y renegando. Mariana siempre saca
su billetera y pone monedas para comprar una gaseosa, que varias veces trajo
problemas, porque ella luego, no quiere compartir, porque siempre pone ella el
dinero. Mariana maneja a Marcelo como si éste fuese un títere, y él está siempre
atento a sus reclamos. Es celosa y de temperamento fuerte. Descubro que su
embarazo, es sólo psicológico, es parte de una fantasía que ella y Marcelo
vienen llevando adelante y que han sabido personificar muy bien. Puede ser
entonces que mucho de lo que me ha dicho no sea real.
Marcelo, suele estar enojado, hace chistes constantemente y retruca a
quien se le cruce por el camino. De pelo bien corto, tez trigueña y medio
retacón, anda siempre desaliñado, con pantalones caídos. Es bravo, anda con
su dedo marcando a la gente y diciendo cosas, pero constantemente se lleva el
dedo gordo a la boca. Y ese gesto tan común en él, es como si lo tranquilizara, lo
convirtiera un frágil bebé, y su mirada tan dura y fuerte se vuelve blanda y con
un dejo de tristeza.
Cada uno de ellos al hablar lo mira a uno fijamente a los ojos. No he visto
entre ellos, que alguno me escape la mirada. Si hablan con uno, lo miran a los
ojos, parecen penetrar en el ser del otro. Pero me gusta, creo que es muy
interesante que puedan hacerlo. Pienso que es parte de posicionarse ante otro,
de mostrar una identidad, de decir aquí estoy yo hablándote<
Hablando con ellos, todos dejan ver su alegría de estar allí, de hacer algo,
de estar en compañía y hacer amigos. La gratitud que les da poder expresarse,
decir lo que sienten, despejar la mente... Pero me llama la atención que además
de decirme esas cosas, todos me han dicho en algún momento de uno u otro
modo, que esperan también que la radio le sirva al oyente, le haga bien o le
sirva para algo. Fascinante ¿no? Es para ellos una terapia, y sin embargo están
pensando en el otro. Viviéndolo como un trabajo y por ello pensando en la
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reacción de la audiencia, de su público.
Sumado a esto y por todo lo vivido se puede notar que es una
experiencia que trabaja también desde el deseo. Del deseo entendido desde
Deleuze, como producción, creación, potencia de actuar, en contraposición al
concepto de deseo como lógica de la falta. Éste concepto implica una conexión
con el otro, un encuentro que ligado a la amistad puede devenir en un buen
encuentro. Y de esto se trata, de generar espacios de expresión, de trabajo con el
deseo, las ganas, la cultura, la comunicación que permitan buenos encuentros,
conexiones y que a partir de afectos alegres puedan sumar potencia y mejorar la
forma de vivir de cada uno de los usuarios de salud mental. Pacientes que han
sido excluidos y alejados de todo esto que a uno le sucede y lo vive
cotidianamente. Estar en compañía, compartir momentos, mates, alegrías, crear,
hacer< Estas cosas no deberían ser un lujo exclusivo de los “cuerdos”, y desde
el Espacio Multicultural se demuestra que no es así y se pretende trabajar esas
cuestiones.
Durante el transcurso del programa de radio, deciden hacerme una
entrevista y contar qué es lo que estoy haciendo. Querían saber sobre qué hago
mi tesis. Así que en un corte entro a la sala (porque el programa es en vivo) y
me sumo a ellos. Me presentan muy afectuosamente y me piden que cuente un
poco de qué se trata lo que hago. A través de mi relato se van colando algunas
frases de ellos, donde se alegran porque alguien se interese por ellos y por el
trabajo que allí hacen. Además dicen que es necesario crear ese puente a la
sociedad, que ellos han sido excluidos y que la radio es un puente virtual para
conectarse con el resto del mundo. Que necesitan tener contacto, conocer gente
y hacerse amigos, porque “así es la locura, se vive en soledad” me dice el poeta.
Dice que el loco es solo, “un loco solo”y que él ya no está en esa situación
gracias a los talleres y a la radio. También me cuentan lo grandioso de poder
expresarse y comunicarse y de lo estigmatizados que se sienten. Por supuesto al
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final de la charla me invitan a volver cuando yo quiera a participar con ellos.
Luego sigue el programa y quienes no están hablando en ese momento, o
no participan de ese bloque, charlan, toman mate y café. Me quedo en la cabina
para verlos sin molestar y me maravilla ese mundo de señas y gestos que tiene
la radio, que ellos manejan a la perfección. El clima es de trabajo, algunos están
muy concentrados, pero también la reina de la tarde es la risa, que cada pocos
segundos anda por ahí contagiando caras. A veces sucede que alguien que está
hablando, se compenetra en lo que hace y se vuelve difícil poner un punto
final. Así es que veo que desde el otro lado del vidrio le hacen señas al poeta
para que redondee, pero él está en su mundo. Sin embargo, Carlos está atento a
lo que pasa en todos lados y entonces capta la seña, asiente y le dice al poeta, y
así va transcurriendo el programa donde los bloques comienzan y terminan de
manera armónica.
Vuelvo a retomar acá el tema de la exclusión, porque no es sólo un decir
sino que ellos así lo sienten también. Y es así, porque como dice Corega son
sujetos que han perdido su visibilidad en la vía pública, han entrado en el
universo de la indiferencia. Sin embargo, estos talleres les permiten a través de
hacer algo adueñarse de algún modo del devenir de la existencia, de decidir. Son
de nuevo partícipes de su propia vida. Como me decía Roberto, ellos pueden
decidir de qué temas hablar y qué compartir en la radio. Eso no es de poca
importancia. Se construyen subjetivamente, forman su discurso y hablando con
otros vuelven a darse forma y de ese modo, su hablar también los posiciona de
otra manera frente a un afuera que aún es hostil a este sector de la sociedad. Y el
pararse de otro modo puede lograr que la imagen que de ellos tienen por
ejemplo los oyentes, se modifique y ante futuros discurso ya estén posicionados
desde otro lugar.
Esta experiencia me ha modificado varios presupuestos, cargas sociales
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que uno lleva y que he venido a descifrar. Es posible una integración real con
los usuarios de este espacio, habrá quienes por su diagnóstico tendrán más
dificultades, pero sería de suma importancia y mucho interés generar un
proyecto en conjunto con el gobierno, para dar posibilidades de reinserción a
estos sujetos.
Termina el taller de obrajes y hay que hacer tiempo hasta que sea la hora
de ir a la radio. Charlamos un poco, me preguntan de mi vida, les muestro las
fotos que saqué en el día de la primavera y en eso llega la comida. Los dejo que
coman, son tres y la comida es sólo para dos. José Alberdi, trabajador social del
lugar, les dice que Roberto no tiene comida que compartan, el poeta expresa
que está de más decirlo, que la comida es para todos.
El poeta anda probando acordes con la guitarra, tiene que hacer un
blues. En una mano la guitarra y en la otra la poesía. Al lado de él un cajón
peruano me llama la atención, así que me siento sobre el mismo y dejo escapar
algunos sonidos. Asiente con su cabeza y me pide que lo acompañe. “No se
tocar” le contesto, “no importa acompañe nomás” es su respuesta. Le da la
guitarra a Roberto y así armamos una zapada improvisada< Nos felicita el
poeta porque encontramos la melodía y lo seguimos bien. No sé si suena como
debe ser, pero estamos haciendo cuerpo, compartiendo, generando sensaciones,
línea de fuga quizás<
El poeta dice que la música es su terapia, será una línea de fuga que lo
hace escaparse de su historia. Yo estoy allí como observadora, y de repente
estoy fugando en el sonido ancestral de las maderas y mis manos. Roberto, me
sorprende< Su tranquilidad y su parsimonia se ven arrebatadas por unos
arpegios vibrantes< El poeta le pide que vuelva a la armonía del blues, que
habíamos abandonado por indicación de él< Pero la letra retoma su tono
melancólico, y la guitarra de Roberto parece seguir en su mundo, cada uno lo
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disfruta y eso es lo importante al fin de cuentas.
Sé que no todos tienen el mismo diagnóstico, pero esta experiencia me
demuestra que tienen mucho para dar, que necesitan expresarse. Que al fin y al
cabo, somos todos seres energéticos que podemos componer. Es necesario
también, sacar al cuerpo del papel secundario que le ha sido dado< Correr la
mente y la razón y darle paso a un cuerpo, sensible, formado por miles de
capilares que reciben constantemente sensaciones desde afuera. Un cuerpo que
trabaja sin cesar, recibiendo información a través de los distintos sentidos. Un
cuerpo que expresa y dice mucho y por todos lados< Eso sí, hay que dejarlo
hablar y saber escuchar. Una escucha sin prejuicios y atenta a todo.
Darle al cuerpo este lugar implica volver a confiar en él. Permitirle ser un
espacio, un lugar de saber. Generar conocimiento más allá de la mente y a
través de las sensibilidades y afectos. Esto tiene que ver con esta manera nueva
de entender a la comunicación, porque el cuerpo es naturaleza y comunicación.
Como dice Barbero, el cuerpo se convierte en el lugar en donde siento cómo el mundo
me toca. A propósito de este pensamiento, es que esta tesina no trae sólo
conocimiento escrito, razonado. Sino también sentido, vivido, experimentado. Y
busca punzar todo el ser, espera afectar todo el cuerpo y juega entonces con los
sentidos. Romper lo instituido, atravesar la institución universitaria de modo
alternativo. Los que apostamos a esto, a jugar con los sentidos, a darle al cuerpo
legitimidad y de ese modo legitimar otros modos de conocer, de aprehender
nos vemos “minimizados”. Parece que hacer las cosas de este modo es no hacer
teoría, no es académico ni por ende relevante. Somos los “locos” de la
Universidad.
De vuelta en el “Gomecito”, escucho conversaciones sobre el trabajo. Las
necesidades económicas, la exclusión, la estigmatización, una libreta que los
sella como incapacitados y la necesidad de sobrevivir en este sistema. Claro está
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que no es una situación sencilla la de esta gente. José conversa con ellos, irradia
optimismo. “Todo puede ser” contesta ante alguna cara larga que teme no
conseguir trabajo. Promete conseguir el diario todos los días para que accedan a
los clasificados.
Qué nos dice este suceso. Que este espacio multicultural no sólo son
talleres de arte sino que es un espacio de reconstrucción del sujeto, de ese sujeto
mutilado socialmente. Es un espacio donde trabajar la reinserción social, un
espacio de aliento y contención.
Amores y odios
“El cuerpo se posa y camina por el espacio de los mensajes, se orienta en el ruido
y el sentido, entre los ritmos y los rumores” Serres.
Día 5:
Comienza una nueva observación y el tema al llegar era una pelea
reciente. A lo largo de las conversaciones se deja ver la importancia de los lazos
afectivos. Betty me cuenta una pelea que comienza con carteles agresivos y
termina literalmente a los bollos< Sin embargo lo que me llama la atención es
que remarcan mucho más el dolor de la violencia verbal. Betty me aclara que no
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acepta la violencia física pero que pegar carteles con textos descalificativos por
todo el nosocomio, es violencia verbal y es feo. El poeta asiente, “es muy cruel
la agresión verbal< te agarra una presión adentro”< Se queda en silencio y
Betty le hace un cumplido y reconoce su corte de pelo. “Un simple corte de
pelo, una guitarra ir a la radio y soy feliz” le contesta el poeta<
Ese día me sorprende Roberto, que al llegar me acerca un recorte de
diario que llevara para mí. Cada encuentro charlamos un poco entre todos, pero
no sólo ellos me cuentan cosas, sino que me preguntan de mi vida y entonces
ellos me entrevistan a mí. En esas conversaciones les comenté mi pasión por la
fotografía. Y así fue que Roberto al ver en el diario la invitación a participar de
un concurso de fotos, pensara en mí. Me lo entregó, me dijo que faltaba así que
tenía tiempo y me dijo que también me deseaba mucha suerte y que voy a
ganar.
Es necesario para generar un vínculo real con quienes estudiamos,
sacarse los trajes y equipajes de investigador, entrevistador, etc. De ese modo,
se logra observar todo con mayor naturalidad y transparencia, cuando
permitimos que se genere un lazo, que nos hace dejar de ser un elemento
extraño que modifica el actuar natural de las personas.
Ese despojo permite conocer también la intimidad de las personas y ver a
través de eso la sensibilidad. Oliver Sacks, pronuncia que la concepción del
cerebro como mero ordenador es pobre y necesita ser complementada; es
necesario tener en cuenta las sensaciones, los afectos, las sensibilidades. Y aclara
que persiste la posibilidad de reintegración por el arte, por la posibilidad de
estimular el espíritu humano.
“Pero resulta imposible vislumbrar profundidades (<) si
no deja uno de ponerlos a prueba, si uno no deja de mirarlos
como <<sujetos>>. Hay que dejar a un lado el ansia de delimitar
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y demostrar, y llegar a conocerlos, observarlos, sincera,
tranquilamente, sin supuestos previos, con una imparcialidad
fenomenológica plena y comprensiva, ver cómo viven y piensan
e interactúan tranquilamente, viviendo sus propias vidas, de
modo espontáneo, a su manera singular. Entonces uno ve que
hay algo actuando allí que es sumamente misterioso, uno ve
potencias y profundidades de un género quizás fundamental.
(<)” (Sacks, 1997, págs. 228-numeración PDF-)
Vero escribe algunas poesías que luego lleva a la radio para leerlas, o que
se publican en la revista. La mayoría de ellas relatan algo de su vida. Me
muestra y esta vez no es para la madre sino para el padre. En ellas reconoce
todo el amor que siente y vuelca sus sentimientos y deseos. Es su manera de
expresarse, de desahogarse. Me cuenta su historia de vida, y allí hay un
momento en la pérdida de su madre, donde ella reconoce “Quedar así”<
Volverse loca. Las lágrimas corren y me reconoce que es muy sensible. De ese
modo su cuerpo me sigue hablando, no sólo son sus palabras, sino un cuerpo
que se vuelve blando, quieto y dolorido.
Pero no todo se trata de las muestras de amor, también suceden como en
todos lados las muestras de bronca. Esa misma tarde en la radio se decidió
incorporar algo nuevo. Pero sucedió como suele pasar, que las primeras veces
hay cosas que deben mejorarse. Eran muchas voces, hablando juntas, en tono
fuerte y la situación se extendió un poco más de lo pensado... Y cuando la luz
de al aire se apagó, se generó una fuerte discusión. Betty, la locutora oficial, con
su voz dulce, tranquila y prolija sintió que eso que había sucedido no podía
pasar, que daba una mala imagen y que si tenían algunas pocas personas de
audiencia las podían perder, ya que al escuchar ese lío las personas cambian de
dial< Así se armó un debate que siguió durante el viaje de vuelta. Nacho,
56
quien dirige el taller de radio, dijo que lejos de ser algo malo esa discusión
permitió que se hablaran cosas que de otro modo no se hubieran hablado. Que
es necesario expresar lo que a uno le pasa y que seguirán trabajando sobre eso
para mejorarlo.
Y no sólo que hay sensibilidad, ternura, discusiones sino que también
hay chistes y bromas. Cada vez que se suben a la combi para viajar hasta la
radio Aire Libre, comienza el ritual de los chistes... y más divertido si son verdes.
Participan casi todos, a veces se repiten, a veces son bien verdes y algunos se
esmeran por hacerlos más educados. También aparecen algunos “Aro, aro,
aro<” y así el viaje transcurre entre gritos y risas.
Observando el transcurrir del día y pensando en los diferentes
encuentros, puedo decir que es de suma importancia para los pacientes,
participar en un lugar así, donde pueden expresarse, comunicarse, sentirse
personas sensibles, diferentes pero no patológicas. Un lugar donde se los
concibe no sólo como gente con problemas de salud mental, sino también como
potencias. Un espacio donde no se trabaja remarcando la falla, sino como dice
Sacks la “puerta abierta”. Ese lugar es el que los hace sentir que no est{n vacíos,
es lo que les da sentido a sus vidas; esa puerta abierta puede ser el amor que
sienten por las plantas, por los animales, etc.
Siempre en el dolor o el sufrimiento de la enfermedad queda la pasión
por algo muy sentido, la música, el arte, la naturaleza. Esto les sirve de puerta,
de vínculo con el afuera, con la “realidad”; y por medio de eso que les es
propio, pero que también es propio de ese afuera que no comparten, llegan
muchas veces a lograr estabilizarse, tranquilizarse, equilibrarse. Y aún con su
enfermedad pueden de ese modo atravesar el mundo, vivir la realidad y dejar a
través de esa puerta, la exclusión.
Es necesario tener en cuenta esto porque existen pacientes de salud
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mental, que no tienen posibilidad de revertir su estado de salud. Por eso no he
hablado de recuperación, en muchos casos eso se trata de medicar la personas
hasta que sea socialmente aceptable. Y no se trata de eso, el psiquiatra Oliver
Sacks casi finalizando su libro “El hombre que confundió su mujer con un
sombrero” realiza una pregunta que creo es clave:
¿Hay algún lugar en el mundo para un hombre que es
como una isla, que no puede ser aculturado, al que no se le
puede hacer formar parte del continente? ¿Puede el continente
adaptarse a lo singular, hacerle un sitio? (Sacks, 1997, pág. 268)
Quiero retomar también, otra cuestión que ya he mencionado y la cual
veo también menciona Oliver, retomando a Goffman el asiente que los
hospitales del Estado suelen ser instituciones totales, orientadas a la
degradación de los pacientes, pero reconoce que también pueden ser asilos, en
el mejor sentido del término, “Lugares que proporcionen refugio al alma
atribulada y a la deriva, que le proporcionen justamente esa mezcla de orden y
libertad que tanto necesita”. Ya he presentado mi postura y he puesto en juego
los porqué del asunto y por eso no voy a explayarme más, sin embargo, me
pareció pertinente retomarlo desde un especialista de la salud mental, que
además ha realizado numerosas investigaciones y lleva años trabajando en el
campo, dónde yo sólo llevo meses.
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Ya no hay días para distinguir…
Ya no tengo días para nombrar porque el tiempo de observación ha sido
unos tres o cuatro meses. Ya no soy una investigadora, sino que estoy allí como
un miembro más del Gomecito. Pero todo lo que he estado absorbiendo este
tiempo, está plasmado en este trabajo de investigación. Porque queda huella de
ello en cada foto que tomé, en cada imagen que capturé y en cada palabra que
escribí. Porque lo que seguí observando me sirvió para profundizar más en
cada una de las personas que aparecen aquí, en cada historia de vida, que antes
sólo era una imagen...Ahora es mucho más que eso. Para descubrir una que otra
mentira del discurso de algunos de los que padecen psicosis. Reservo en la
mayoría su identidad completa, no me interesa dar nombre y apellido de
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quienes aquí aparecen, sino que es interesante su vida, su forma de vivirla y de
transitar por este camino que cada uno recorre de manera diferente.
He sido afectada, modificada, una y mil veces desde que allí estoy. He
tenido encuentros y desencuentros, hice cuerpo con muchos, y con otros he
descompuesto mi cuerpo y he percibido el malestar que eso producía. Pero no
puedo decir que esto fue sólo investigación, sino que fue cuerpo, experiencia,
sentires, encuentros y desencuentros, líneas de fuga, potencia que aumenta y
disminuye que no ha dejado de fluir. Y agradezco así profundamente, a quienes
me dejaron entrar, me cobijaron allí como si ese fuese también MI espacio.
Sobre todo a quienes me han acompañado de cerca como Nacho, Marcia,
Julieta, Julián, José, Karina y Laura. Esto también ha hecho, que aquellas
entrevistas que pensaba hacer con algunos de los psicólogos del lugar no sean
necesarias. Porque esa propuesta de investigación ha derivado en otra
experiencia. Compartí los almuerzos, las charlas, y las reuniones después de
cada taller, donde se trabaja para ver qué pasó, qué es necesario trabajar, en qué
situación está cada paciente, para poder entenderlos y llevar adelante las cosas
sin que una situación desborde el taller. Porque trabajar allí sin ser especialista
en el tema, es a veces complicado, por ello son fundamentales estas reuniones
donde siempre hay alguien del equipo de psicólogos.
Sin embargo, aquellos que allí trabajan hace varios años, a pesar de
pertenecer a otra rama de estudio bien diferente, han aprendido a trabajar con
subjetividades tan particulares como las que allí se presentan. Pero nadie
desconoce una vida de las que por allí deambulan, y eso es necesario, porque
conocer a quien está en el taller cambia el modo de comunicarse.
Puedo decir luego de todas estas vivencias que el Espacio Multicultural
Gomecito, es un lugar que permite a los usuarios de salud mental trabajar
desde los diferentes talleres, modos de expresión que permiten a su vez un
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reconocimiento subjetivo. Habilitan un posicionamiento diferente, que se corre
de las etiquetas preestablecidas para los usuarios de salud mental y favorece la
creación de una identidad. Una identidad que no es la impuesta socialmente ni
en el seno familiar, sino que tiene que ver con las posibilidades subjetivas de
cada uno, con los deseos, gustos, potencias que cada uno tiene. Son las cosas
que afectan a uno, y que marcan rasgos personales.
De ese modo, los locos se posicionan ante la sociedad de otra manera, y
así se abren puertas a la integración. En el centro cultural se trabaja con el
cuerpo, con la expresión corporal a través del teatro. Por otro lado, la
producción audiovisual permite que recreen otros personajes pero siempre
retomados desde la marca personal de cada uno, donde desde la improvisación
se permea al personaje con la propia personalidad.
Desde los talleres de arte, se fomenta un aspecto de productor, creador,
donde ellos hacen objetos, manualidades que luego pueden ser vendidas u
ofrecidas a sus seres queridos. Eso los posiciona ante su familia, por ejemplo, de
otro modo desligándose de la etiqueta de discapacitado, incapaz, para pararse
ante las situaciones de la vida como creador.
Gestionar las propias ideas para ser llevadas a cabo en uno u otro taller,
hace también que cada uno de ellos sea dueño y creador de su propia vida.
Correrlos del lugar de ocio, y apatía que genera el encierro en el hospital, para
hacerlos participes de su historia personal.
El taller de radio trabaja más intensivamente estos aspectos. Porque por
un lado, cada uno es responsable de su bloque, si bien tienen apoyo de los
profesionales y una guía de ellos, cada uno es dueño de su bloque. Por lo que
son productores, creadores, y no sólo eso sino responsables ante un público
externo a la institución. Se corren de ese modo, del papel pasivo para ser activos
productores de su programa. Por otro lado, es un espacio público de expresión
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pura que permite que sean escuchados por un público más amplio. También
deben desplegar el deleite, la pasión en lo que respecta a la parte artística, en
cosas como la presentación de cada bloque, donde se hacen separadores
musicales con frases para introducir al oyente que al escuchar ese fragmento ya
sabe que viene luego. Además eligen la música que desean como cortina o
como fondo, otro momento donde según el estado de ánimo eligen qué canción
expresa más el cómo están o qué es lo que concuerda mejor con el tema de lo
que van a decir, con la posición que toman ante el tema del cual van a hablar.
No sólo eso sino que es un espacio para trabajar en grupo, porque si bien cada
uno tiene un bloque o entre varios tienen un bloque, eso es parte de un
programa que conforman todos. Aporta también la necesidad del diálogo, de
entender y escuchar al otro, que a veces se vuelve tan difícil en personas con
psicosis: paranoia o esquizofrenia.
Todos estos talleres habilitan la expresión y la creación artística, la
posibilidad de reconocerse a uno mismo en el transitar de esos espacios y a
partir de allí transformar la subjetividad y la identidad de cada uno. Permitir
que quienes asisten a una institución total, puedan ser productores de su propia
historia. Habilitar el flujo de intensidades, un espacio donde reconocer y
trabajar las potencias de cada uno.
Conocer qué cosas componen y qué cosas descomponen a cada uno de
los internos, es hacer clínica de otra manera, desde otro lugar. Poder ver esto,
permite trabajar de manera más personalizada cada caso y reconocer que no
todos son afectados de la misma manera y por ende no pueden ser tratados
todos por igual.
El Gomecito es entonces un lugar donde se habilitan otras formas de
trabajo diferentes a la lógica manicomial y que permite el cambio, y lo que
ellos llaman una desmanicomialización desde adentro. Trabajan entre el afuera
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y el adentro. Y es importante, ya que lo hacen para lograr modificar el
imaginario social y resocializar a quienes están internados o han estado
internados y por ello quedan estigmatizados. A quienes el carnet de
discapacitado sólo les sirve para conseguir descuentos en transporte mientras
que les impide reinsertarse en el seno de la sociedad.
El tiempo deja de ser en los talleres el continuum fluido que es dentro del
hospital, para darles noción de días, horarios, responsabilidades.
El hospital es de todos modos una institución que busca encerrar
también aquellos cuerpos que no han sido normalizados por las disciplinas,
cuerpos que no son dóciles ni disciplinados, y que según el biopoder, deben ser
encerrados, expulsados de la sociedad para no “descarrilar” a los normales. Los
internos son cuerpos que no le sirven al sistema porque no los encuentra útiles,
sino que son un gasto para el sistema, son caros y no productivos<Y ante la
imposibilidad de alejarse del sistema, resulta necesario que estas personas
puedan burlarlo, o demostrar que pueden aportar, reproducir y crear. Y porqué
no retomar aquí algunos de los slogans de la radio: “Es un programa que no
tiene razón, pero que la hace. Y el que las hace, las paga.” “La locura hace radio
y la razón se vuelve m{s fuerte.”
No hay que olvidar además la responsabilidad del Estado que queda
libre de cargo y culpa si enjuiciamos a un sistema que no tiene nombre, rostro,
ni dirección física<
«El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquél que existe
ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos.
Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el
infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es
peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer
quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle
63
espacio.»
“Las ciudades invisibles”, Ítalo Calvino.
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