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TEOLOGÍA Y UNIVERSIDAD 79 Teología y Universidad O 1.6OZ tO 0E0i3 olí aidEtat II Tim., II, 9 (1) RAIMUNDO PANIKER LA TRASCENDENCIA DEL PROBLEMA. Todo el mundo reconoce hoy que está, acaban- do una época y empezando otra, y tenemos ade- más el convencimiento —y la experiencia— de que las ideas gobiernan el mundo, aunque con una defasamiento mínimo de una generación, tributo que rinden al tiempo, a la muerte y a la humildad todos los hombres que viven en este mundo subcrucial. Tiene, pues, una gravedad y una trascendencia singular este problema que ahora en España se plantea. Y quizás nos haga falta una buena dosis de audacia intelectual pa- ra arrostrar una serie ineludible de consecuen- cias que acaso estén algo distantes del estado actual de cosas, pero que derivan evidentemente de los principios cristianos y que, además, han sido tradicionales en la Iglesia. ¿No decimos que empieza un mundo nuevo? Hay cobardías inte- lectuales más catastróficas que las derrotas mi- litares. Resulta ya un tópico decir que la civilización actual está paganizada, que existe un divorcio entre el mundo moderno y los restos del mundo cristiano, que hay un abismo mortal entre el am- biente clerical y el seglar dentro mismo del Cris- tianismo. Todo esto es cierto: las estructuras son distintas, lo son también las mismas formas de pensar y aun las esferas de intereses. Pero, si no queremos contentarnos con criticas negativas, añoranzas utópicas de un pasado irreversible o emplastes pasajeros de simples curanderos o de médicos miedosos, debemos penetrar hasta la misma región de las ideas, hasta los cimientos últimos de nuestra cultura, hasta la raíz teoló- gica del problema. En el fondo late un grave problema en el que están encartadas desde la Teología, puesto que trata de la información por la fe de todos los valores humanos, hasta la misma cultura cristia- na, cuyo porvenir depende en gran parte de la sentencia que se falle en esta cuestión. Lo QUE ES LA TEOLOGÍA. En lo negativo estamos de acuerdo todos los creyentes: el mal de la sociedad actual estriba en la desvinculación entre la religión y la vida (1) Verbuni Dei non est alligatum. La Teología no puede estar encerrada. terrena. En lo positivo también coincidimos: hay que restaurar la unidad, hay que reparar la esci- sión, o, más exactamente aún, hay que redimir al hombre, hay que actualizar y aplicar la Reden- ción y hacer descender sus frutos a todas las actividades del hombre y de la sociedad. Pues bien: uno de los medios—y en esto debe haber también coincidencia— consiste en conse- guir que la Teología —ciencia de Dios (Logos divino)— informe e impregne la cultura terre- nal —ciencia de los hombres (Logos y ethos hu- manos)—. Y descendiendo más —y aquí confío en que no haya tampoco grandes discrepancias— es obvio que el mejor camino para conseguirlo —hic y en un nunc de pocos arios— es volviendo a instaurar la unidad de la Universitas littera- rum, la síntesis de la Cultura, bajo la primacía de la Teología. Pero Teología no es un formulario de recetas hechas que, convenientemente aplicadas —ningún cristiano lo duda—, darían la solución a todos los problemas. La Teología —Theologia viae— la Teología peregrinante, los teólogos bien lo sa- ben, no es un elixir ya elaborado que se nos ha dado para curar nuestros achaques. La verda- dera Teología acompaña al hombre en su pere- grinar por la tierra, y no es otra cosa que el culto que el hombre—ser intelectual al fin y al cabo—, que la mente del hombre, su kórg si se quiere, para ser más preciso, rinde a Dios es- cuchando su mensaje y tratando de descifrarlo. "El amor es el que ocasiona la Revelación de los misterios", dice el Doctor Común en frase que puede aplicarse a Dios y al hombre, a lo natu- ral y a lo sobrenatural. La misma Teología especulativa, según Santo Tomás, es una expansión normal de la fe, de la verdadera fe, quaerens intellectum, que busca la intelección de la Realidad, la adoración espiri- tual del Misterio y no la aprobación o la bene- volencia de la rutina; es Em.a y no. Sob. Teología no es, pues, ni una metafísica de lo sobrenatural, ni una simple experiencia pasto- ral y pía revestida de ciencia ad usum elenco - rum, sino que es el esfuerzo total humano —in- telectual si se quiere, que no es sinónimo de racional, sino más bien de espiritual— por com- prender , y captar el sentido de la Revelación de Dios. La Teología cristiana, que es la plenitud de la Teología, culmina en la unión con Cris- to, máxima manifestación de Dios, y se reduce,

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TEOLOGÍA Y UNIVERSIDAD 79

Teología y Universidad

O 1.6OZ tO 0E0i3 olí aidEtat

II Tim., II, 9 (1)

RAIMUNDO PANIKER

LA TRASCENDENCIA DEL PROBLEMA.

Todo el mundo reconoce hoy que está, acaban-do una época y empezando otra, y tenemos ade-más el convencimiento —y la experiencia— deque las ideas gobiernan el mundo, aunque conuna defasamiento mínimo de una generación,tributo que rinden al tiempo, a la muerte y a lahumildad todos los hombres que viven en estemundo subcrucial. Tiene, pues, una gravedad yuna trascendencia singular este problema queahora en España se plantea. Y quizás nos hagafalta una buena dosis de audacia intelectual pa-ra arrostrar una serie ineludible de consecuen-cias que acaso estén algo distantes del estadoactual de cosas, pero que derivan evidentementede los principios cristianos y que, además, hansido tradicionales en la Iglesia. ¿No decimos queempieza un mundo nuevo? Hay cobardías inte-lectuales más catastróficas que las derrotas mi-litares.

Resulta ya un tópico decir que la civilizaciónactual está paganizada, que existe un divorcioentre el mundo moderno y los restos del mundocristiano, que hay un abismo mortal entre el am-biente clerical y el seglar dentro mismo del Cris-tianismo. Todo esto es cierto: las estructuras sondistintas, lo son también las mismas formas depensar y aun las esferas de intereses. Pero, sino queremos contentarnos con criticas negativas,añoranzas utópicas de un pasado irreversible oemplastes pasajeros de simples curanderos o demédicos miedosos, debemos penetrar hasta lamisma región de las ideas, hasta los cimientosúltimos de nuestra cultura, hasta la raíz teoló-gica del problema.

En el fondo late un grave problema en el queestán encartadas desde la Teología, puesto quetrata de la información por la fe de todos losvalores humanos, hasta la misma cultura cristia-na, cuyo porvenir depende en gran parte de lasentencia que se falle en esta cuestión.

Lo QUE ES LA TEOLOGÍA.

En lo negativo estamos de acuerdo todos loscreyentes: el mal de la sociedad actual estribaen la desvinculación entre la religión y la vida

(1) Verbuni Dei non est alligatum. La Teología nopuede estar encerrada.

terrena. En lo positivo también coincidimos: hayque restaurar la unidad, hay que reparar la esci-sión, o, más exactamente aún, hay que redimir alhombre, hay que actualizar y aplicar la Reden-ción y hacer descender sus frutos a todas lasactividades del hombre y de la sociedad.

Pues bien: uno de los medios—y en esto debehaber también coincidencia— consiste en conse-guir que la Teología —ciencia de Dios (Logosdivino)— informe e impregne la cultura terre-nal —ciencia de los hombres (Logos y ethos hu-manos)—. Y descendiendo más —y aquí confíoen que no haya tampoco grandes discrepancias—es obvio que el mejor camino para conseguirlo—hic y en un nunc de pocos arios— es volviendoa instaurar la unidad de la Universitas littera-rum, la síntesis de la Cultura, bajo la primacíade la Teología.

Pero Teología no es un formulario de recetashechas que, convenientemente aplicadas —ningúncristiano lo duda—, darían la solución a todoslos problemas. La Teología —Theologia viae— laTeología peregrinante, los teólogos bien lo sa-ben, no es un elixir ya elaborado que se nos hadado para curar nuestros achaques. La verda-dera Teología acompaña al hombre en su pere-grinar por la tierra, y no es otra cosa que elculto que el hombre—ser intelectual al fin yal cabo—, que la mente del hombre, su kórg sise quiere, para ser más preciso, rinde a Dios es-cuchando su mensaje y tratando de descifrarlo."El amor es el que ocasiona la Revelación de losmisterios", dice el Doctor Común en frase quepuede aplicarse a Dios y al hombre, a lo natu-ral y a lo sobrenatural.

La misma Teología especulativa, según SantoTomás, es una expansión normal de la fe, de laverdadera fe, quaerens intellectum, que busca laintelección de la Realidad, la adoración espiri-tual del Misterio y no la aprobación o la bene-volencia de la rutina; es Em.a y no. Sob.

Teología no es, pues, ni una metafísica de losobrenatural, ni una simple experiencia pasto-ral y pía revestida de ciencia ad usum elenco-rum, sino que es el esfuerzo total humano —in-telectual si se quiere, que no es sinónimo deracional, sino más bien de espiritual— por com-prender , y captar el sentido de la Revelación deDios. La Teología cristiana, que es la plenitudde la Teología, culmina en la unión con Cris-to, máxima manifestación de Dios, y se reduce,

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80 REVISTA DE EDUCACIÓN

aquí en la tierra, a la intelección —amorosa—del Mensaje total, encarnado, no en la doctri-na, sino en el mismo Cristo. La Teología es so-brenatural, es decir, es sabiduría carismática.Implica esencialmente la fe, don gratuito deDios. La Teología es intellectus fidei, es decir,puesto que el objeto de la fe cristiana esCristo, portador— xapaxt-hp , figura— de la pleni-tud de la Revelación, intellectus Christi, sensusChristi, en su más pura significación ontológica,u0 ;5 6, St&vori . Mas este intellectus fidei, base de loque en mala hora se llamara Teología especula-tiva, no está desconectado del auditus fidei, fuen-te de la mal llamada Teología positiva. Fides exauditu. Pero el intelecto sólo se aplica para oírmejor.

LA TEOLOGÍA, INCUMBENCIA DE LAIGLESIA ENTERA.

Este es el sentido católico, universal, de laTeología, y así lo ha enseriado y defendido siem-pre la Iglesia, para quien la Teología no es niuna prerrogativa ni un privilegio de los cléri-gos, sino una exigencia de la mente cristiana.El sacerdote tiene un deber especial de saberTeología —para poder realizar su maravillosoministerio de la palabra—, pero no un derechoexclusivo. Querer monopolizar la Teología seríael mayor pecado de farisaísmo. Por eso, la Je-rarquía que se considera responsable del Manda-to docente de Cristo siempre ha considerado co-mo uno de sus más graves problemas su fun-ción de magisterio, la enseñanza a los hombres,desde el elemental Catecismo hasta la más altaespeculación.

La Iglesia mantiene y garantiza la pureza deesta Teología y orienta el esfuerzo humano porllegar a la comprensión del Cristo total. Ahorabien, la Iglesia no es la Jerarquía solamente.La Iglesia es la Iglesia y la Jerarquía es la Je-rarquía de esta Iglesia, Cuerpo Místico de Cris-to, a la que pertenecen incluso los Angeles. Porel bautismo somos miembros de la Iglesia, diceel Catecismo, y ahora que ya ha pasado el mie-do y el peligro de la exageración protestantedel sacerdocio real" de todo cristiano se nos re-pite la tradicional doctrina de que todo bauti-zado es ministro de Cristo y responsable de laIglesia.

La Teología es, evidentemente, de incumben-cia de la Iglesia. Más aún: fuera de la Iglesiano puede darse una auténtica Teología cristia-na y la misma investigación personal del teólo-go es un acto comunitario de la Iglesia entera;de esta familia en la que "cada uno lleva el otroy es llevado por él". Pero esto no significa quela Teología deba ser ocupación única de la Je-rarquía o asunto exclusivo de sacerdotes, mon-jes y religiosos. Se nos ha dicho que la culturay formación teológica de cualquier intelectualcristiano debe estar, por lo menos, a la mismaaltura que sus conocimientos profesionales. Yesto significa algo. "Es una necesidad urgenteque los seglares vengan a tomar parte, de algu-na manera, en el apostolado jerárquico de laIglesia" (Pío XI). Y no se puede participar enun apostolado sin saber lo que se trae entremanos. Es tan poco cierto que la Teología sea

una ciencia clerical como que el hacer oraciónmental sea un privilegio de los religiosos. Y ha-ce unos lustros, en algunos ambientes, ambascosas parecían así.

TEOLOGÍA Y UNIVERSIDAD.

Este mismo principio de la catolicidad, de laecumenidad de la Iglesia y, por ende, de la Teo-logía, se deja también iluminar desde el otro po-lo de la cuestión. Si la Teología es universal porser católico, la Universidad lo es por ser Univer-sidad, universitas.

De ahí que su mutua relación sea mucho másprofunda que la que pueda hacer suponer unplanteamiento meramente jurídico de la cuestión.

De ahí que su mutua relación sea mucho másprofunda que la que pueda hacer suponer unplanteamiento meramente jurídico de la cuestión.Es una relación constitutiva, de tal manera queuna Universidad sin Teología traiciona su más ín-tima esencia.

De ahí surge un nexo interno entre Universi-dad e Iglesia, pues, como se ha visto, la Teolo-gía es una actividad de la Iglesia.

Y, finalmente, la relación es recíproca, demanera que la Teología, en cuanto tal, requie-re una Universidad.

Tres graves, aunque viejas y tradicionalesafirmaciones que habrá que exponer breve-mente.

LA UNIVERSIDAD EXIGE LA TEOLOGÍA.

No sólo una razón histórica, nada desprecia-ble, atestigua que la Teología es esencial a laUniversidad, sino que el mismo concepto inte-gral de Universidad exige la presencia vital enella de la Teología.

En efecto, si la Universidad aspira a ser unaverdadera universitas, que incluye en sí la uni-tas y la diversitas (¡ que perdonen los filólogos!),entonces debe formar al hombre, uno, para ladiversidad de ocupaciones, liberales dirían an-tes, intelectuales decimos hoy.

Esta unidad en la diversidad sólo la puedeproporcionar la Teología, tanto por lo que re-fiere a, al hombre como por lo que toca b, a lasciencias mismas.

a) En cuanto al sujeto, nuestra época, queha hecho y está haciendo la experiencia del fra-caso y del derrumbamiento del mito del Hom-bre como ser autónomo —burgués— y desliga-do, no tiene mucha dificultad en reconocer nosólo que cuando el hombre quiere hacer el an-gel hace la bestia, sino que, además, cuando secontenta con ser racional y naturalmente hom-bre también hace la bestia, puesto que el serhumano ha sido llamado a ser más que simplenaturaleza humana, y esta llamada, esta voca-ción, repercute en lo más hondo de su ser inca-pacitándolo para vivir en un estado de natura-leza pura.

No se puede formar al hombre sin conocerlo,pero nada "es verdadero ni plenamente humanosino sólo lo que es cristiano" (Pío XI). De ahíque sólo la Religión, es decir, la fe y, en conse-cuencia, la Teología, es el único hilo conductor

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TEOLOGÍA Y UNIVERSIDAD 81

para una formación integralmente humana. Lasconsecuencias están al alcance de la mano...

b) Y tampoco es posible encontrar una sín-tesis de las ciencias humanas si se abstrae dela Teología. El saber humano no se deja inte-grar en ninguna unidad natural. Nuestro sigloestá también desengañado de un racionalismoiluso que había prometido a los hombres eli-minarles el misterio, y, en consecuencia, la mis-ma Filosofía de nuestros días está, conscienteo inconscientemente, buscando su perdido carac-ter sapiencial que sólo puede recuperar integrán-dose en la Teología, es decir, dejando de ser lapretenciosa ciencia suprema y pasando a un másalto servicio. También al intelecto humano leha llegado la impronta de lo sobrenatural, y, enconsecuencia, "la verdad religiosa no es tan sólouna parte, sino condición precisa del conocimien-to general" (Cardenal Newman). Philosophia an-cilla Theologiae porque la razón debe ser guiadapor la fe.

La razón humana puede muchas cosas, perono precisamente conseguir por ella misma quela Universidad realice su misión de sintetizaren una unidad armónica todos los dominios dela Ciencia. Si esta unidad no ES la síntesis in-trínseca que sólo puede conseguir la Teología—salvo que se idealice la Filosofía y se reduz-ca la Ciencia a un anémico y desencarnado mun-do de esencias—, se cae en la unificación arti-ficial de la Universidad al servicio —bastardo—de intereses políticos totalitaristas o nacionalis-tas. Sólo la Teología es capaz de garantizar laauténtica libertad de la Universidad. Toda lahistoria del nacionalismo europeo es una buenaprueba de ello.

Si la Universidad quiere, pues, ser auténticae integralmente Universidad necesita la funciónvinculadora y sintetizadora, más aún: liberado-ra —sólo la verdad nos hará libres—, de la Teo-logía. Así lo ha comprendido siempre la Iglesiay la Tradición.

LA UNIVERSIDAD CATÓLICA.

Si la Teología es función de la Iglesia y cons-titutivo esencial de la Universidad, se sigue, evi-dentemente, que "la Iglesia es necesaria para laintegridad" de la Universidad (Cardenal New-man). Si la humanidad tiene un destino sobre-natural y la Iglesia es la responsable de que seconsiga y la depositaria de los medios, surge, enconsecuencia, toda la clásica doctrina acerca delos derechos de enseñanza de la Iglesia.

Ahora bien, después de todo lo dicho apareceevidente lo que va a decirse.

Universidad católica no es una denominaciónrestrictiva, una simple adjetivación limitativadel substantivo "Universidad", una clase pecu-liar de Universidad, sino que, por lo contrario,es la plenitud de la Universidad, es la Universi-dad integral, aquella que ha desarrollado todala potencialidad que en su interior contenía.

Esto no implica, sin embargo, que no existaun concepto más restringido de Universidad ca-tólica. Este existe, pero no es sinónimo de Uni-versidad clerical ni "religiosa" en el sentido ca-nónico de la palabra. Ciertamente, Universidadcatólica significa eclesiástica, mas es en este vo-

cablo, término medio de tanto razonamiento im-plícito —tomado en un doble sentido—, en don-de radica la confusión. En nuestro lenguaje co-rriente, en la lengua viva de esta época que fe-nece, eclesiástico es sinónimo de clerical (y a cle-rical se le da a veces un matiz peyorativo queno hay que admitir en ningún momento) ; perolos seglares son también ecclesia. Nos utique su-mus Ecclesia!

La característica de la Universidad católicano estriba, por tanto, en que esté regentada porclérigos, sino en que esté informada por la Igle-sia. Esta información presenta dos aspectos.Uno jurídico, mediante el cual la Iglesia —yaquí debe intervenir la Jerarquía— tiene uncontrol de la tal Universidad en los asuntos desu competencia. Y un aspecto esencial de natu-raleza en virtud del cual no ES Universidad ca-tólica aquella en la que además de Ciencia se en-seña Religión y en la que se prohiben manifes-taciones antirreligiosas, sino aquella en la quela Teología informa —como la caridad infor-ma, vivifica, las demás virtudes en un cristianoen gracia— intrínsecamente (y es redundancia)las distintas disciplinas del saber humano. Aquí,y no en otra parte, están los verdaderos pro-blemas de la cultura cristiana.

LA TEOLOGÍA CLAMA POR LA UNIVERSIDAD.

Nos queda por explicitar la última afirmacióncomplementaria de las anteriores. Hasta ahorahemos dicho que la Universidad necesita de laTeología y, en consecuencia, de la Iglesia. Puesbien; ahora añadimos que la Teología requiereella, a su vez, la Universidad.

Se ha estudiado frecuente y profundamente elmal causado a la cultura occidental por el des-tierro de la Teología; pero se ha comentado me-nos la debilitación y anemia que ha sufrido laciencia sagrada en su secular encierro; a pesarde que aquí están los numerosos testimoniospontificios, que lo confirman al conminarnos avolver a conectar con la Teología de aquel si-glo en que aún no se había divorciado de la Uni-versidad. Es significativo que no se nos reco-miende volver a aquellas preciosas Summas yComentarios del xvi y XVII, al parecer más des-arrolladas que las del siglo xm. Pero esto es unproblema muy complejo que no interesa ahoraremover.

Lo cierto es que la auténtica Teología clama,en efecto, por la información y aun transforma-ción de todos los valores y saberes humanos yno tolera desconectarse de la vida y de la cultu-ra. La Teología no es una ciencia arcana y eso-térica, "pues nada hay oculto que no haya dedescubrirse, ni secreto que no haya de conocer-se y salir a la luz". Dios no es ni objeto de mu-seo ni monopolio de unos cuantos. Ni Dios ni laTeología pueden ser relegados al ámbito de lasacristía o de lo clerical. Y éste ha sido siem-pre el criterio de la Iglesia, que para eso creólas Universidades. "La Iglesia no puede ence-rrarse inerte en lo recóndito de sus templos, ydesertar así de la misión que le ha confiado ladivina Providencia, de formar el hombre com-pleto", decía el propio Sumo Pontífice a losPríncipes de la Casa de Dios.

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82 REVISTA DE EDUCACIÓN

Si las ciencias meramente naturales necesitanser fecundadas por la Teología, a ésta le hacefalta el campo del mundo entero para desarro-llarse. Ciertamente, el teólogo recibe su objeto--la Revelación— del mismo Dios a través dela Iglesia y lo elabora a la luz sobrenatural dela fe; pero tanto la Revelación, que necesitamateriales naturales, como la fe, que incide so-bre la razón, exigen el cultivo de lo humano, delas humanidades si se quiere, de la cultura in-cluso, como requisito indispensable para la in-telección del Mensaje divino. Dios se manifies-ta, en definitiva, a hombres. Entiéndase bien,no se trata de defender ahora una civilizaciónrefinada como necesaria para la Teología —siem-pre será verdad que la Revelación se hace a lospequeños y a los humildes—, sino de una autén-tica cultura espiritual que hace falta tambiénpara entender las mismas parábolas del Evan-gelio.

Por una doble razón la Teología necesita dela Universidad, considerada como el lugar co-mún de los vectores culturales de una época.

Por un lado, porque para elaborar un visióncristiana de la Ciencia y del mundo hay que co-nocerlos en su realidad concreta y existencial.El filósofo acaso pueda habérselas con esenciaspuras y desarraigadas, el teólogo nunca puedecultivar sólo una especulación desencarnada. LaTeología es esencialmente sapiencia de salvaciónpara el hombre concreto. Esta es una labor ur-gente de la Teología de nuestro tiempo. Y paraello necesita no sólo el conocimiento de la Cien-cia, sino el diálogo con el mundo entero. La Re-velación de Dios a los hombres no es una exhi-bición divina de su grandeza para dejarnos muyempequeñecidos y acentuar su Trascendencia,sino una Comunicación de su Amor para elevar-nos hasta El y unirse con nosotros. Por eso mis-mo la Teología busca todos los valores humanosdondequiera que se encuentren para llevarles elmensaje de la Redención y su transformaciónprofunda.

Pero para eso tiene que conocerlos íntima-mente. Y es entonces cuando la misma Teologíase expansiona y adquiere su plena integridad ysu función salvífica.

Mas hay otra segunda razón más profundaque la anterior, por la cual la Teología reclamael auxilio de la Universidad (entendida, segúnse ha dicho, como el exponente de la cultura deuna época ) para constituirse plenamente enTeología. No puede darse fuera de la Universi-dad una Teología integral. Una Teología encap-sulada, sin contacto con el mundo y con la rea-lidad, no puede ser un ./.4-rog ;ni"; Oeoü , pues Ver-

bum Dei non est alligatum, la Palabra de Dios nopuede estar encerrada.

La Teología necesita, en efecto, de toda lacultura humana, cristalizada en la Universidad,porque los conceptos mismos con los que la Teo-logía se expresa son conceptos humanos de losque también vive la cultura de cada época. Losmismos escritores inspirados y el mismo Cristono se substraen a esta ley, hablan con el lengua-je y utilizan los conceptos de la cultura de sutiempo.

La Teología verificará luego el colosal esfuer-zo de purificar todos estos conceptos y de tras-cenderlos analógicamente. Es el magno proble-ma de la analogía ficlei, que algunas veces pa-rece olvidarse y quererse sustituir por una for-mal analogía vocis. Si la Teología no quiere de-generar en un mero repetitorium de fórmulas nopuede separarse nunca de la realidad culturalde donde vive, es decir, no puede separarse dela Universidad.

TEOLOGÍA MILITANTE.

Esta es la lucha viva y perenne de la Teolo-gía de la Iglesia militante. La Teología del hom-bre peregrino en la tierra, miembro de una Igle-sia en pie de guerra, tiene que forjarse y cons-tituirse en la lucha. ;Peches facit theologum!Más aún: en este pleno contacto con el mundola Teología se renueva constantemente, y elmundo, a su vez, recibe y vive de la savia uni-ficadora de la sabiduría teológica. Esta se puededecir que ha sido la nota constante de todos losdocumentos pontificios de la época moderna so-bre la cultura sacerdotal.

Los hombres maduros de nuestra generaciónestán tan espantados del proceso de seculariza-ción del mundo moderno que es comprensibleque no acaben de querer creer que aquí se trataya del movimiento ascendente contrario. No te-memos que se secularice la Teología al entraren contacto con el mundo a secas.

La cultura para un cristiano no es sino el ins-trumento humano de que dispone para captarel sentido de la revelación y, en consecuencia,de su vida. Y si por las criaturas debemos re-montarnos a Dios —per ea quae facta sunt— ya través de las criaturas el Señor nos habla, laTeología no puede despreciar el conocimientode ningún ser creado, no sólo para iluminarlocon una nueva luz, sino también para enrique-cerse con la aportación de una nueva criaturadel Altísimo. Todas las cosas son un reflejo del67og divino.

El Rev. don RAIMUNDO PANIKER, Director de la Colección de Espiritualidad "Palmos", :ycultivador asiduo de temas de Teología y Filosofía, estudia en el presente articulo las impli-caciones de la Teología y la Universidad; cómo para su perfección y acabamiento cada unade ellas exige y postula a la otra.