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Asignatura: Metodología de la Intervención Social Curso 2017 - 2018 Grado en Trabajo Social. 2º Curso. Primer cuatrimestre Facultad de Educación y Trabajo Social Universidad de Valladolid 1. Teoría – método: definición y relaciones 2. Peculiaridades metodológicas de las CC.SS. y su reflejo en el T.S. 3. Dimensiones metodológicas y propuesta de integración. 4. El proceso de intervención social. 5. Concepto, funciones y construcción de modelos. 6. Nuevos modelos de intervención social. 7. Supervisión e investigación en trabajo social. Guía de la asignatura - Presentación Power Point Profesor: Pablo de la Rosa Gimeno Departamento de Sociología y Trabajo Social Universidad de Valladolid TEMA II: METODOLOGÍA DE LA INTERVENCIÓN SOCIAL

TEMA II: METODOLOGÍA DE LA INTERVENCIÓN SOCIALpablodelarosa.sitios.uva.es/sites/pablodelarosa.sitios.uva.es/files... · Como proceso para la obtención de conocimiento: ... o como

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Asignatura: Metodología de la Intervención Social

Curso 2017 - 2018

Grado en Trabajo Social. 2º Curso. Primer cuatrimestre

Facultad de Educación y Trabajo Social

Universidad de Valladolid

1. Teoría – método: definición y relaciones

2. Peculiaridades metodológicas de las CC.SS. y su reflejo en el T.S.

3. Dimensiones metodológicas y propuesta de integración.

4. El proceso de intervención social.

5. Concepto, funciones y construcción de modelos.

6. Nuevos modelos de intervención social.

7. Supervisión e investigación en trabajo social.

Guía de la asignatura - Presentación Power Point

Profesor: Pablo de la Rosa Gimeno 

Departamento de Sociología y Trabajo Social

Universidad de Valladolid

TEMA II: METODOLOGÍA DE LA INTERVENCIÓN SOCIAL

El presente texto es el resultado del trabajo de los estudiantes de la asignatura de los cursos 2015- 2016, 2016-2017 y 2017 - 2018. Sus nombres aparecen al comienzo de cada capítulo.

Los estudiantes, reunidos en grupos de 2-3-4 personas han elaborado el contenido de cada tema siguiendo unas indicaciones y utilizando algunas referencias bibliográficas facilitadas por el profesor de la materia.

Este texto es el resultado, por tanto, del trabajo colaborativo de los estudiantes, supervisado por el profesor de la asignatura.

Valladolid, diciembre de 2017

Metodología del Trabajo Social. Curso 2017‐18 II. Metodología de la intervención social 

II.I. Teoría – método: definición y relaciones  

__________________________________________ Departamento de Sociología y Trabajo Social         

Universidad de Valladolid  

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Relación de autores:  

Curso 2017 ‐ 2018 Isabel Álvarez López Sandra Duque Rodríguez 

Curso 2016 ‐ 2017 

Sara Pérez Arranz Vanina Vanesa Miño Susana Ortega de la Fuente Nekane Terés Rodanés 

Curso 2015 ‐ 2016 

Andrea Arnanz López Irene Bocos Irene Nalda Bartolomé Lucía Paniagua Villoria Rosa De Cabo Calzada 

Ainhoa Cabezas Alba López Eva Mª Herranz Judit Pérez Maite Romero. 

II.I. Teoría – método: definición y relaciones 

La  ciencia,  que  es  fundamentalmente  conocimiento  sistematizado  en  teorías  y métodos, presenta dos dimensiones: estructural y funcional 

La dimensión estructural alude a  la organización del conocimiento en  teorías, leyes, modelos, métodos…. 

La dimensión  funcional está  representada por  lo que  la ciencia  rinde, para  lo que la ciencia sirve. Aquí ubicaríamos al conocimiento como una ayuda para la resolución de problemas. 

 

1. Teoría‐método: definición 

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II.I. Teoría – método: definición y relaciones  

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1.1. Definición de teoría: 

“Proposición  explicativa  provisional  relativa  a  fenómenos  observables  (directa  o indirectamente) que, simbólicamente, representa las relaciones entre los hechos y los mecanismos que explican esas relaciones”.  

Ejemplo de teoría…. El etiquetado (labeling): 

La teoría del etiquetado defiende que la desviación no es inherente a un acto, sino que se muestra  la  tendencia  de  las mayorías  a  la  calificación  negativa  o  etiquetado  de lasminorías a  las que se ven como desviación del estándar de  las normas culturales y sociales. La teoría hace referencia a cómo la propia identidad y el comportamiento de los  individuos  puede  ser  determinada  o  influida  por  los  propios  términos  utilizados para describir o clasificar dicho comportamiento, y se asocia con el concepto de una profecía que se cumple y con los estereotipos. 

1.2. Funciones de la teoría: 

La teoría desarrolla una serie de funciones o utilidades. Se pueden destacar entre ellas seis: 

1. La  teoría  sirve  para  sistematizar  conocimiento.  Representaría  como  ninguna otra  la  dimensión  estructural  a  la  que  se  aludía  antes.  Por  ejemplo,  las aportaciones  de  Freud  y  sus  seguidores  están  reunidas  en  la  denominada Teoría psicodinámica. 

2. Explicar la realidad: por qué ocurren las cosas. Las teorías ayudan a explicar los hechos. Es decir, aportan razones que justifican por qué suceden las cosas. 

3. Incrementar  el  conocimiento.  A  través  de  procesos  deductivos  podemos generar conocimiento. De unos saberes adecuadamente relacionados podemos derivar otros nuevos. No  sólo  se  genera  conocimiento desde  la observación, también desde la teoría. 

4. Mejorar  la eficacia de  la acción: en medida que sabemos por qué ocurren  los hechos,  podemos  actuar  para  conseguir  que  los  hechos  se  desarrollen  en  la dirección  que  deseamos.  A  modo  de  ejemplo,  sólo  sabiendo  por  qué  se producen las enfermedades podemos tratarlas, e incluso evitarlas eficazmente. 

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5. Orientar  la  investigación:  la  teoría orienta  la  investigación en  la medida que aporta explicaciones  limitadas sobre  los hechos, dejando espacio para nuevos conocimientos.  La  teoría  plantea  preguntas  sin  responder  que  pueden  ser tomadas como retos o intereses para la investigación. 

6. Representar  la  realidad  (conceptos):  la  teoría  es  una manera  de  representar simbólicamente  la  realidad a  través de  los  conceptos, del establecimiento de relaciones entre esos conceptos y señalando  los mecanismos que subyacen a esas  relaciones.  La  teoría es una especie de mapa, de  los  fenómenos por  los que se interesa. 

Si  nos  situamos  en  el  plano  de  la  intervención  social,  la  teoría  resulta  un  aliado imprescindible para el quehacer profesional de las/los trabajadoras/es sociales. 

Las teorías nos…. 

Ofrecen un marco para la práctica 

Ayudan  a  ordenar  el  debate  sobre  cómo  son  las  cosas  y  cómo  debemos intervenir en ellas 

Nos  ayudan  a  ser  profesionales  responsables  ordenados  y  disciplinados (justificar y explicar lo que hacemos) 

1.3. Tipos de teorías 

No todas las teorías son iguales. Podemos distinguir las teorías usando cuatro criterios: 

Objeto:  de  qué  se  ocupan.  De  qué  tipo  de  fenómenos:  físicos,  químicos, biológicos, mecánicos, humanos, sociales… 

Grado de precisión: Cuánto  fielmente  refleja  la  teoría,  la  realidad a  la que  se refiere. 

Grado  de  abstracción  o  generalización: Hay  teorías  que  explican  fenómenos muy  generales  (ejemplo:  la  globalización)  y  otros muy  específicos  (factores implicados en el absentismo escolar). En el siguiente cuadro pueden observarse 

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distintos  modos  de  sistematizar  conocimiento  en  función  del  grado  de abstracción: 

Capacidad de establecer pautas de acción: no todas las teorías son igualmente útiles para orientar la intervención. Las teorías más concretas que contemplen la previsión de los efectos de ciertas acciones son las más útiles para la acción. 

 

2. Método: definición 

Al concepto‐término método podemos darle tres acepciones distintas: 

En sentido general, o epistemológico: se refiere al conjunto de procedimientos y principios comunes a todo conocimiento calificable de científico. Es común a todas  las  ciencias  y  recibe  el  nombre  genérico  de  método  científico.  Este método  se  asienta  en  una  serie  de  valores  epistemológicos  tales  como: racionalidad, control, consistencia, lógica, sistematicidad… 

Como  proceso  para  la  obtención  de  conocimiento:  esta  acepción  identifica procedimientos  básicos  para  generación  de  conocimientos. Así,  hablamos  de método deductivo‐inductivo, método cualitativo o cuantitativo… 

Como  distintivo  de  distintas  perspectivas  de  estudio  y  acción:  así  nos referimos  al  método  psicoanalítico,  conductista,  marxista,  sistémico…  en alusión  a  distintas  maneras  de  abordad  un  objeto  y  coincide  con  distintas formas de abordad lo humano y los social, Hace referencia a la manera formal de la que cada disciplina estudia su objeto material 

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3. Teoría‐método: relaciones 

Tanto  la teoría como el método se refiere a conocimientos, pero de distinto tipo. Los primeros nos sugieren descripciones y explicaciones de cómo es la realidad (las cosas), los  segundos,  cómo  debemos  proceder  para  observar  esa  realidad  y,  si  es  el  caso, transformarla. 

Ambos asuntos nos hablan de conocimiento, de cómo son  las cosas. Las teorías y  los métodos nos ayudan a observar, describir, explicar, comprender y actuar sobre aquello por  lo  que  nos  interesamos. Mientras  que  la  teoría  nos  ayuda  a  saber más  de  ese objeto y nos ayuda a modificarlo, el método nos ayuda a plantearnos lo que tenemos que hacer para conocer y transformar las cosas. 

Los  saberes  (teorías) orientan  los procesos  (métodos)  y éstos nos  ayudan  a  generar saberes  que  organizamos  en  teorías.  Necesitamos  métodos  para  saber  y  hacer  y necesitamos teorías para saber qué hacer y qué precisamos saber. 

 

Las teorías determinan los métodos y a la inversa. Una manera de estudiar determina los  saberes  que  nos  reporta  el  estudio…  y  una manera  de  entender  las  cosas  nos determina  la  forma  de  hacer.  Así,  según  cómo,  desde  qué  perspectiva  nos aproximemos al estudio de un fenómeno, así serán las conclusiones… conclusiones que determinarán  las  formas  de  actuar  en  ella.  Podemos  ver  esto  en  el  caso  de  la delincuencia.  Podemos  ver  el  fenómeno  como  un  asunto  de  desajuste  personal (psicológico)  o  como  un  problema  de  interacción  social  en  contextos  de  exclusión‐marginación.  Ambos  enfoques  darán  lugar  a  diferentes  saberes  y  distintos planteamientos de intervención. 

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II.I. Teoría – método: definición y relaciones  

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Es decir, el saber, el conocimiento nos ayudan a explicar y comprender nuestro objeto, pero también a conocerlo y transformarlo. Existe una asociación directa entre teoría y método, porque determinada forma de entender  la realidad condiciona  la manera de estudiarla y transformarla. Por eso se habla del método conductista y del conductismo (psicología) o del estructuralismo como teoría sociológica y del método estructuralista. 

 

4. Bibliografía 

Fombuena Valero, Josefa (coord.) (2012): Teoría, método y práctica: perspectivas sobre la investigación en el ámbito de la intervención social. Valencia. Nau Llibres 

URL Biblioteca UVa:  http://almena.uva.es/record=b1644350~S1*spi  

Hernández Aristu, Jesús (2004): Teoría, método y práctica: perspectivas sobre la intervención social. En Trabajo Social y posmodernidad. Zaragoza. Libros Certeza 

URL Biblioteca UVa: http://almena.uva.es/record=b1427995~S1*spi  

 

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 II. II. Teoría versus práctica  

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Universidad de Valladolid                  

Relación de autores: 

Curso 2017‐2018  Noelia Barrionuevo Macho Estefanía García Villar 

Curso 2016 ‐ 2017 Berta Pérez López Marina Vázquez Rodríguez Marta Soto Damián 

II. II. Teoría versus práctica 

El Trabajo Social necesita ser explicado, para ello, la mejor alternativa es garantizar la profesionalidad de la disciplina desarrollando proyectos rigurosos y serios y diseñando un programa de formación adaptado a su objeto de  intervención. Para ello, entra en juego dos conceptos esenciales y básicos dentro de cualquier acción profesional que son la teoría y la práctica.  

Se  suele  dar  cierta  confrontación  entre  lo  teórico  y  lo  práctico.  Se  produce  cierto divorcio entre lo teórico y lo práctico, entrando en debate sobre la teoría y la practica en intervención social. 

La  relación  entre  teoría  y  práctica  no  es  algo  fácil  por  lo  hay  que  pretender  una situación deseable, superar los obstáculos que puedan dificultar la relación y plantear estrategias para  que  evitar  este  “divorcio”  entre  la  teoría  y  la  práctica  que muchas veces  se  produce  y  que  tanto  afecta  a  la  efectividad  y  calidad  de  la  intervención profesional.  

Cuando  hablamos  de  lo  deseable,  nos  referimos  a  la  integración,  interacción  y complementariedad  entre  lo  teórico  y  lo  práctico.  La  intervención  (práctica)  debe orientarse  por  el  conocimiento  disponible  sobre  el  objeto  y  las  estrategias  de intervención en él (teoría). Los profesionales deben aprender a establecer una relación de complementariedad entre la experiencia y el conocimiento disponible. 

Respecto a los obstáculos que dificultan una buena relación teoría – práctica, los más importantes son los siguientes: 

o Diversidad  y  complejidad de  las  teorías: en el  ámbito  social,  las  teorías  son muchas y complejas. Hay teorías diferentes y hasta contradictorias respecto al mismo asunto.  

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 II. II. Teoría versus práctica  

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o Las teorías son muy abstractas…dan poca orientación a la acción. Es más fácil explicar que proponer estrategias de cambio.  

o Al  trabajador/a  social  se  le aprecia por  lo que hace, no por  lo que  sabe. El tema  del  conocimiento  es  valorado  hasta  cierto  punto.  Se  contrata  a  los trabajadores  sociales  por  su  capacidad  para  resolver  problemas  según  unas pautas  establecidas,  sin  que  se  atienda  suficientemente  la  gestión  del conocimiento  que  esa  práctica  reporta  y  que  tan  útil  puede  resultar  para futuras intervenciones de similar naturaleza.  

Bibliografía: 

Hernández Aristu, Jesús (2004): Teoría, método y práctica: perspectivas sobre la intervención social. En Trabajo Social y posmodernidad. Zaragoza. Libros Certeza 

Fombuena Valero, Josefa (coord.) (2012): Teoría, método y práctica: perspectivas sobre la investigación en el ámbito de la intervención social. Valencia. Nau Llibres 

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 II. III. Estrategias para superar la distancia entre teoría y práctica 

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Relación de autores: 

Curso 2017‐2018  Noelia Barrionuevo Macho Estefanía García Villar 

Curso 2016 ‐ 2017 Berta Pérez López Marina Vázquez Rodríguez Marta Soto Damián 

II. III. Estrategias para superar la distancia entre teoría y práctica 

En diferentes ocasiones,  los profesionales no se creen capacitados para crear  teoría, esto es un error, porque dada la alta cualificación de estos profesionales tienen (caso de  las/os  trabajadoras/es  sociales  en  España)  son  plenamente  competentes  para desarrollar  estrategias  y  procesos  de  generación  de  conocimiento:  evaluaciones, estudios, investigaciones, sistematización de la práctica… 

Por último, partiendo de que lo ideal es que la teoría y práctica se complementen, se proponen una serie de estrategias: 

o Generar  conocimiento de  la acción, es muy  importante que  los  trabajadores sociales  se  comprometan  a  generar  conocimiento.  Cualquier  intervención conlleva un proceso  en  el que  se manejan  saberes  sobre  el objeto,  sobre  la intervención y sobre los efectos de ésta.   

o Hay que preocuparse por  la  fundamentación  teórica de  la  intervención. Una intervención es más rigurosa, tiene más calidad en la medida en que esté mejor fundamentada  en  conocimientos  contrastados,  avalados  por  la  comunidad científica y profesional. 

o Preocuparse  por  el  crecimiento  técnico‐profesional‐disciplinar,  hay  que procurar el avance de la profesión mediante la generación, difusión y contraste de saberes. 

Algunas  estrategias  más  precisas  para  lograr  una  buena  relación  de complementariedad entre la teoría y la práctica: 

o Ser  ordenados  y  sistemáticos  en  la  intervención  (protocolos,  programas, procesos establecidos...), que la intervención se haga en base a un proceso de 

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 II. III. Estrategias para superar la distancia entre teoría y práctica 

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diseño  cuidadoso  de  cómo  se  van  a  hacer  las  cosas.  Ese  diseño  estará representado  en  protocolos,  programas,  estrategias...  adecuadamente fundamentadas. Se estudiará  los distintos modos de  intervención para buscar cual  será  la  mejor/óptima  intervención,  buscando  evidencias  (protocolos, programas,  procesos  evaluados…).  La  intervención  debe  estar  planteada  y organizada. 

o Debemos  documentarnos,  informarnos,  aprender...  de manera  continua,  ya que, en el ámbito de lo social se avanza buscando nuevas teorías y estrategias por lo que, debemos de tener la inquietud de seguir aprendiendo y mejorando para ser buenos profesionales.  

o Fundamentar (teóricamente) las decisiones, además de explicar las decisiones, hay que justificar teóricamente lo que hacemos. 

o Incorporar la investigación a la práctica cotidiana. Investigar sobre los asuntos y personas con los que trabajamos, a los que atendemos. 

o Sistematizar,  compartir,  difundir  nuestra  experiencia,  compartir  la información a  través de  los medios  clásicos  (seminarios,  congresos,  jornadas, revistas  especializadas…)  y  de  medios  más  modernos:  blogs,  listas  de distribución, redes sociales…   

o Para unir teoría y práctica es muy importante revisar y evaluar continuamente nuestros métodos e innovar. Es importante mantener una revisión crítica de lo que hacemos, pensar en cómo hacerlo mejor, aprender nuevas estrategias…  y estar siempre actualizados, nos hará trabajar mejor teniendo así evaluaciones positivas.  

Podemos pensar en el Trabajo Social como disciplina (saber) o como profesión (hacer). Evidentemente,  en  la  intervención  se  deberá  establecer  una  adecuada  relación confluencia entre ambas dimensiones: 

1. El  trabajo  social como  teoría de  la acción que descubre problemas humanos, los ordena, interrelaciona y conceptualiza.  

2. Por otra parte, el trabajo social como práctica, que se ocupa de los procesos de intervención social, del cambio y de la transformación. 

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 II. III. Estrategias para superar la distancia entre teoría y práctica 

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Bibliografía: 

Hernández Aristu, Jesús (2004): Teoría, método y práctica: perspectivas sobre la intervención social. En Trabajo Social y posmodernidad. Zaragoza. Libros Certeza 

Fombuena Valero, Josefa (coord.) (2012): Teoría, método y práctica: perspectivas sobre la investigación en el ámbito de la intervención social. Valencia. Nau Llibres 

Metodología del Trabajo Social. Curso 2017‐18 II. Metodología de la intervención social 

II.IV. Principales métodos de conocimiento en las ciencias sociales   

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Relación de autores:  

Curso 2017 ‐ 2018 Escalera Fernández, Alba Fernández Peón, Bárbara 

Curso 2016 ‐ 2017 

Sara Pérez Arranz Vanina Vanesa Miño Susana Ortega de la Fuente Nekane Terés Rodanés 

Curso 2015 ‐ 2016 

Andrea Arnanz López Irene Bocos Irene Nalda Bartolomé Lucía Paniagua Villoria Rosa De Cabo Calzada 

Ainhoa Cabezas Alba López Eva Mª Herranz Judit Pérez Maite Romero. 

II.IV. Principales métodos de conocimiento en las ciencias sociales (Beltrán, 1993) 

Como su propio nombre  indica, en  las ciencias sociales se pretende seguir el método científico. Es decir, una forma rigurosa, precisa, detallada, universalizable… de manera similar a como se hace en las llamadas ciencias naturales. Pero las diferencias entre las ciencias  humanas  y/o  sociales  y  las  naturales  son muchas,  lo  que  hace  inviable  la aplicación de un método  (el experimental) que no  se ajusta a  las peculiaridades del objeto, sujeto y proceso de las ciencias que tienen por objeto la persona en sociedad. 

En las Ciencias Sociales, a diferencia de las naturales, existen diversos planteamientos epistemológicos  y  metodológicos,  dando  lugar  a  una  pluralidad  de  métodos.  A continuación, se recogen los principales según M. Beltrán (1993). 

1. Histórico 

Es un método en el que debe interrogarse e interrogar a la realidad, acerca del curso, del proceso  sufrido por aquello que estudiamos,  sobre  cómo ha  llegado a  ser  cómo ahora es, e incluso por qué ha llegado a serlo.  

Es un método que se preocupa fundamentalmente en como las cosas han llegado a ser como son ahora, preocupado por la variable tiempo y por el factor proceso. Cómo han llegado a ser las cosas tal y como las vemos ahora.  

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Se interesa por los antecedentes, por el devenir de lo sucedido. Cómo ha llegado, cuál ha  sido  el  proceso  que  ha  llevado  a  que  las  cosas  sean  lo  que  son.  Se  estudia  el contexto, las incidencias e influencias existentes, la evolución que se ha producido, etc.  

El método  histórico  está  relacionado  con  la  idea  de  que  el  presente  es  una  línea conceptual  tan  estrecha  que  es  casi  inexistente.  El  pasado  es memoria  y  el  futuro imaginación.  Se  trata  de  buscar  antecedentes  en  el  tiempo  que  puedan  explicar  el presente y proyectar el futuro. Lo que es sólo se explica por lo que ha sido. No se trata de explicar  las causas, si no el proceso… cómo han  llegado a ser  las cosas tal y como hoy las vemos. 

2. Comparativo 

Es  uno  de  los  principales  métodos  en  las  Ciencias  Sociales.  En  muchas  ocasiones reemplaza  al método  experimental  que  tantas  dificultades  plantea  en  las  Ciencias Sociales.  Este  método  sustituye  en  las  ciencias  sociales  al  imposible  o  muy  difícil método experimental, propio de muchas de  las ciencias  físico‐naturales. El científico social,  gracias  a  este  método  comparativo,  puede  manipular  indirectamente  las variables que le interesa controlar. 

Se preocupa de conocer  las diferencias entre objetos, situaciones o hechos similares. Se  trata  de  contrastar.  Aporta  mucha  información  sin  necesidad  de  utilizar  el experimento, sólo a través de la comparación entre distintos elementos.  

El método comparativo consiste en establecer semejanzas y diferencias en asuntos de naturaleza similar. 

La comparación no es sólo tipificación o clasificación… sino un medio de contrastar y general teoría. 

En Trabajo Social se utiliza para observar y analizar las razones por las que las mismas situaciones  evolucionan  de  forma  diferente,  así  como  para  descubrir  por  qué estrategias  aplicadas  a  situaciones  similares,  pero  con  personas  distintas  arrojan diferentes resultados. 

El método comparativo es consecuencia de la conciencia de la diversidad, pero a la vez esta conciencia de  la diversidad  tiene como consecuencia  la eliminación o  la erosión del  etnocentrismo  (actitud  mediante  la  cual  se  trata  de  explicar  y  comprender fenómenos  ajenos  con  categorías  propias,  corrompiendo  así  el  empeño  de  obtener conocimiento). Una forma de etnocentrismo que es rechazable es el naturalismo que 

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consiste  en  considerar  lo  propio  como  “lo  natural”,  valorando  lo  ajeno  como desviación rechazable.  

El método comparativo es un  recurso de comparación  sistemática de  fenómenos de diferente tiempo o ámbito espacial, con objeto de obtener una visión más rica y  libre del  fenómeno  perteneciente  al  ámbito  o  época  del  investigador,  o  de  articular  una teoría  o  explicación  que  convenga  a  fenómenos  que  trasciendan  ámbitos  o  épocas concretos.    A  la  hora  de  comparar  dos  cosas  se  recomienda  que  haya  un  grado suficiente de analogía estructural y de complejidad entre  los fenómenos que vayan a ser objeto de comparación, así como  la necesidad de no desgajar arbitrariamente de su  contexto  las  instituciones,  procesos  u  objetos  culturales  que  se  comparen.  La comparación  se  interesa  por  las  diferencias,  pero  también  por  las  semejanzas  y  no siempre versa sobre objetos diferentes pertenecientes a épocas o ámbitos separados, a veces se comparan resultados extraídos del estudio de un mismo  fenómeno desde perspectivas diferentes.  

3. Cuantitativo 

En las Ciencias Naturales hay un especial interés por la medición, por la cuantificación y por  la expresión matemática de  los fenómenos por  los que se  interesa. Las ciencias físico‐naturales  tienen  en  común  una  actitud  y  unos  procedimientos  de  naturaleza cuantitativa, para ser formulados matemáticamente, estos procedimientos no son  los únicos que estas ciencias manejan, pero el más importante es el método cuantitativo. Los  fenómenos  y  las  relaciones  entre  fenómenos  deben  expresarse  de  forma matemática  (cuantitativamente) y  la prueba de hipótesis  se expresa en  términos de probabilidad frente a las leyes del azar, también cuantitativamente.   

En  las  Ciencias  Sociales  no  son  muchos  los  aspectos  cuantificables  y  expresables matemáticamente de manera similar a como lo hacen las Ciencias Sociales. 

El método cuantitativo se destaca por su  interés por  la medición. Los avances en  las técnicas  de  investigación  han  posibilitado  la medición  de  cada  vez más  fenómenos sociales. 

Uno de  los  instrumentos al servicio de  la aplicación de métodos cuantitativos son  los indicadores sociales. Es decir, medidas de un  fenómeno social que establece el valor (dimensión) de un concepto o conjunto de conceptos no directamente cuantificables. 

Tiene  similitudes  con el método experimental, porque  tienen una preocupación por expresar matemáticamente algunos  fenómenos que estudian. La cuantificación  tiene 

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sus  riesgos,  porque  los  fenómenos  con  los  que  trabajamos  no  son  fácilmente expresables  numéricamente,  y  además  no  hay  instrumentos  fiables  para  saber  las dimensiones de los hechos.  

Las  ciencias  sociales pueden  y deben utilizar el método  cuantitativo, pero  solo para aquellos aspectos de su objeto que lo exijan o lo permitan.   

El método cuantitativo es siempre empírico, pero también empírica es la investigación cualitativa, en la medida que no es puramente especulativa, sino que hace referencia a determinado hechos.  

En  lo  social,  lo  que  creemos  conocer  hay  que  considerarlo  con mucha  prudencia  y sabiendo que la fiabilidad es relativa. 

Hay que poner especial cuidado con el atractivo que resulta el número. Los fenómenos a  los  que  asignamos  un  valor  numérico  parecen  más  comprensibles  y  accesibles, cuando a veces no es más que producto de un esfuerzo de precisión que deja de lado la necesaria validez, fiabilidad y objetividad. 

El  método  cuantitativo  utiliza  frecuentemente  un  instrumento  como  son  los indicadores. Un ejemplo de ello lo podemos ver en el indicador macro de pobreza y/o exclusión AROPE (VER) 

4. Cualitativo 

Se preocupa por analizar todos los aspectos que no son directamente medibles. Lo que pretende es trascender y profundizar la realidad directamente observable. Se interesa por  la  interpretación que hacen  los protagonistas de  los  fenómenos por  los que nos interesamos. Es decir, por el significado que dan los actores – agentes protagonistas de los hechos a observar. 

Se trata de comprender  los  fenómenos conociendo el punto de vista de  los agentes‐actores. Ello requiere el uso de técnicas cualitativas: grupos de discusión, entrevistas, reuniones grupales, historias de vida, observación participante… 

- Grupo de discusión: Definido como una confesión colectiva en la que se habla en  grupo  de  cualquier  cosa  y  además  se  dan  dos  niveles  de  discurso.  Uno primero o empírico, en el que el grupo se manifiesta, y otro segundo o teórico, que habla del discurso de primer nivel y que permite interpretarlo y analizarlo. 

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La  discusión  que  tiene  lugar  en  el  grupo  es  provocada  por  el  investigador  y además se convierte en objeto de conocimiento la ideología del grupo con una importante  particularidad:  el  grupo  de  discusión  explora  el  inconsciente.  El diseño del grupo de discusión es abierto y las personas que forman parte de él (entre  5  y  10)  requieren  un  cierto  equilibrio  entre  homogeneidad  y heterogeneidad que haga posible la interacción. Su selección no es al azar, sino que se determinan previamente las clases de informantes y su distribución. Se les  invita  a  participar  a  través  de  canales  concretos,  particulares  y preexistentes.  El  investigador  propone  la  cuestión  a  discutir  y  se  abstiene después de  toda  intervención salvo  las necesarias para controlar  la discusión. Es una de las técnicas que constituye una de las formas más características del método  cualitativo,  en  las  que  el  análisis  del  lenguaje,  la  implicación  del investigador y el acceso al  inconsciente suponen rasgos muy diferenciales con respecto al método cuantitativo. 

- Entrevista  en  profundidad:  Se  trata  de  una  técnica  intensiva  en  la  que  se abordan no solamente  las opiniones del  individuo  interrogado, sino  incluso su propia  personalidad.  La  entrevista  enfocada  parte  de  una  determinada experiencia  del  sujeto  cuyos  efectos  quieren  analizarse,  mientras  que  la entrevista  clínica  parte  de  unas  opiniones  o  actitudes  del  sujeto  cuyas motivaciones se desea determinar. El guion de la entrevista y la intervención en ella del  investigador puede  ser más o menos detallado. En el caso mínimo el papel  del  investigador  se  reduce  a  iniciar  la  entrevista  y  que  sea  casi  un monólogo  del  entrevistado.  Las  entrevistas  pueden  ser  únicas  o  múltiples, produciendo  las múltiples gran cantidad de  información que de ser biográfica podríamos hablar de “historias de vida”.  

- Observación  participante:  en  la  que  el  objeto  de  conocimiento  se  ofrece directa  y  globalmente  al observador  integrado  activamente  en  los  grupos.  El investigador  recurre a  la  introspección de  su propia experiencia como  fuente privilegiada  de  conocimiento  de  la  realidad  estudiada.  Para  una  buena observación  es  necesaria  una  comprensión  e  interpretación  acertada  del sentido subjetivo y de la significación social de una acción determinada. Es una premisa indispensable la objetividad científica. La construcción teórica depende de la autoconcepción del sujeto activo. La realidad social está compuesta tanto de hechos como de significados comunes y estos han de ser comprendidos e interpretados.   La hermenéutica  (técnica o modo de  interpretar textos) busca penetrar a través del  lenguaje en el mundo de significados constitutivos de  la realidad social que subyace.  

 

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5. Crítico‐racional 

La teoría crítica no pretende sustituir la racionalidad de la ciencia por la irracionalidad de la no ciencia, sino recuperar para los fines humanos, para los valores y para el deber de ser, su lugar en la ciencia. 

El método  crítico  racional  tarta  de  discutir  y  apreciar  la  racionalidad  de  los  fines, cuestión de  la que  la ciencia positivista no quiere saber nada, ya que es una cuestión de valores, por lo que se limita a la de la racionalidad de los medios en términos de su adecuación a fines dados. 

El  autor  (Beltrán,  1993)  piensa  que  hay  que  devolver  a  las  ciencias  sociales  su tradicional componente normativo, esto es, su derecho a considerar científicamente, racionalmente,  los  fines  sociales. Pero debe quedar  claro desde el primer momento que  la  consideración  de  la  racionalidad  de  los  fines  no  implica  ningún  contenido dogmático,  en  el  sentido  de  que  la  ciencia  social  hubiera  de  suplantar  la  decisión política. 

Por lo que podemos decir que el método crítico‐racional consiste en valorar los hechos y observar  los  fenómenos sociales en base a criterios previamente establecidos. Este método parte de  la  idea de que  las  ciencias en general y  las CC.SS en particular no solamente  pueden  limitarse  a  conocer  los  asuntos  de  su  interés  sino  que  deben implicarse en valorarlos y transformarlos en la dirección deseada (valores). 

Parte del hecho, de que el objetivo fundamental de las ciencias sociales no es conocer los  fenómenos  sociales,  sino  transformarlos.  Transformarlos en hechos  sociales, por ejemplo, más justos. El método consiste en estudiar las cosas no sólo para descubrirlas y  explicarlas,  sino  para  establecer  si  son  cosas  que  contribuyen  a  determinados valores... por ejemplo: la libertad, igualdad, justicia o si por el contrario lo dificultan. 

Este método en muy empleado en  Trabajo  Social  a  la hora de estudiar  las políticas sociales  y  determinados  cambios  sociales muy  relacionados  con  nuestro  objeto:  el bienestar social y la calidad de vida 

 

 

 

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Bibliografía: 

Beltrán (1993): “Cinco vías de acceso a la realidad social”. En AA.VV. (1993): El análisis de la realidad social. Alianza. Madrid 

 

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Relación de autores: 

Curso 2017 ‐ 2018 Rodríguez Peña, Laura Rivero Martín, Aida Ángela 

Curso 2016 ‐ 2017 Pérez Maldonado, Laura Serna Vian, Sara  Tomé Pascual, María 

Curso 2015 ‐ 2016 

Angelova, Elena Gil, Lorena Rodríguez Sofía Rosa, Camille 

Tema II. V. Peculiaridades metodológicas de las CC.SS. y su reflejo en el T.S. 

Las ciencias y, por supuesto, sus métodos  resultan muy diferentes según  lo sean sus objetos. Así, podemos distinguir  las ciencias  formales  (sin objeto),  las naturales y  las sociales y o humanas. Las ciencias humanas y/o sociales son la misma cosa, porque lo humano y  lo social representan dos caras de  la misma moneda, del mismo objeto. La sociedad  está  conformada  por  personas  y  sus  acciones  y  productos,  y  las  personas están conformadas por el contexto social y cultural.  

Las ciencias sociales son diferentes a las naturales Dentro de estas últimas, la principal característica de la metodología de las ciencias sociales es la PLURALIDAD. 

Dilthey (1833‐1911), defiende que la metodología en el ámbito de las ciencias sociales debe ser distinta a  las ciencias naturales porque su objeto (lo humano‐social) es muy diferente al resto, con características tan peculiares como: 

•  La  individualidad:  Las  explicaciones  no  son  universales.  Todos  somos  muy distintos. Se habla en general de las personas, de las sociedades… pero cada individuo es un ser único, diferente. 

•  Historicidad:  Las  personas,  las  sociedades  están  afectadas  por  el  espacio geográfico cultural donde se ubican y por el momento en el que viven. Las sociedades son dinámicas, por lo tanto, cambian con el transcurso del tiempo. 

•  Conciencia: Las personas pueden sobreponerse a lo que son los determinismos genético‐biológicos‐sociales, mientras  los  animales no.  Las personas  son  conscientes 

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de su realidad y son capaces de sobreponerse a los condicionantes biológicos‐sociales y culturales. 

Para  determinar  los  condicionamientos  metodológicos  de  las  ciencias  sociales,  se necesitan analizar serie de peculiaridades.  

Las peculiaridades metodológicas de las ciencias sociales, en concreto el Trabajo Social, no solamente vienen derivadas del objeto, sino también del sujeto (quien observa), del procedimiento (modo en el que nos acercamos a hacer ciencia social) y de los fines.  

Es  importante conocer  las posibilidades y  las características de  las ciencias sociales y los límites del manejo de las técnicas en nuestro ámbito de actuación. Las razones de la existencia de esas peculiaridades vienen derivadas de:  

 

1. El objeto 

En la intervención social nos preocupamos por una serie de circunstancias las cuales se presentan como una realidad diversa, compleja, dinámica y sensible, su propósito es conseguir un acercamiento al objeto de intervención. Características:  

• Diversidad: Nuestro objeto está  conformado por una pluralidad de  componentes. Desde  lo  social,  el  objeto,  abarca  múltiples  asuntos  relacionados  con  la  relación hombre‐sociedad:  la  cultura,  la  política,  el  funcionamiento,  las  instituciones… Asimismo,  el  trabajo  social  se  ocupa  de  los  diferentes  aspectos.  En  las  ciencias naturales,  el  objeto  es  más  concreto.  El  T.S  también  se  ocupa  de  asuntos  con características muy distintas:  las  familias,  los barrios,  los menores,  los mayores…  las condiciones de vida, las expectativas, las emociones, las actitudes… tenemos que saber todo  esto  para  intervenir,  ya  que  son  aspectos  importantes  que  van  a  condicionar nuestra respuesta.   

OBJETO SUJETO PROCESO  FINES

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• Complejidad: En las ciencias sociales en general y en el Trabajo Social en particular, el objeto  además de  ser diverso, es  complejo  y en muchos  casos  la  intervención es difícil de analizar y de  interpretar. A todo esto se  le une el hecho de que todos estos asuntos están conectados entre sí. 

• Dinamicidad: Nuestro objeto no es algo estático o estable sino todo lo contrario, es dinámico.  Los  fenómenos  sociales  del mundo  en  el  que  vivimos  están  sometidos  a cambios  continuos  y  progresivamente  más  acelerados,  las  características  de  esta sociedad están afectadas por un  cambio permanente. En Trabajo Social  lo podemos comprobar en la intervención con personas y familias. Nada permanece, las personas, las familias y el entorno que las rodea van cambiando con el paso del tiempo, con los acontecimientos que van sucediendo a lo largo del tiempo.  

• Sensibilidad: La sociedad, en cuanto agregado de personas, sabe de su existencia y es sensible a lo que se sabe y dice de ella (profecía auto‐cumplida). En Trabajo Social, los  profesionales  sabemos  que  el  acercamiento  a  un  caso  supone  en  sí mismo  una intrusión y modificación de sus conductas y de sus características. Las personas cuando nos sentimos observados actuamos en función de los intereses que nos mueven en la interacción. 

2. El sujeto 

Es el interventor, el que busca conocer y actuar en la sociedad. Cuando nos acercamos a conocer o intervenir en un caso lo hacemos muy influidos y concienciados. 

No hay que olvidar que el observador en un miembro de la sociedad en la que se halla lo observado, es decir, que asume unos valores, roles, funciones, pautas…determinados por sus ámbitos de pertenencia y sus contextos de referencia. Los valores vienen determinados por las siguientes razones: 

• Los valores, los cuales se convierten en criterios que nos permiten hacer juicio sobre lo que creemos que es bueno, malo, justo, injusto… 

Por tratarse de un interés cognoscitivo. Deseo de conocer y de hacerlo respetando determinadas condiciones (racionalidad, objetividad, validez…) supone una valoración al juzgar el conocimiento científico (riguroso, cierto, sistemático...) sobre el que no es. 

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• La socialización. Por estar nuestro objeto en el ámbito de lo social. Supone que nos encontramos con los valores desde una doble perspectiva:  

‐ Objetiva: los valores forman parte de aquello que queremos analizar. Cuáles son los posicionamientos de los implicados de la sociedad. 

‐ Subjetiva: cuando el observador apreciará unas cualidades u otras o concederá más importancia a unos hechos u otros según su propio criterio. El cual estará basado en juicios técnicos y en elementos individuales como son la personalidad, la experiencia, historia personal, expectativas…  

Al tratarse de un análisis – interpretación orientado a la intervención a la modificación del objeto. Los trabajadores sociales lo realizamos como técnicos de la intervención social, que supone adentrarse en el terreno de los valores, hay cuatro vías: 

‐ Cuando determinamos que una situación A es susceptible de recibir ayuda, atención social y otra del tipo Z no. 

‐ Cuando decidimos que nuestra acción sobre A ha de permitir convertirla en B en medida que la situación de B es preferible a al de A. 

‐ Cuando determinamos que la situación de B, además de ser mejor que A es preferible a otras alternativas CD, E… 

‐ Cuando, finalmente, establecemos que el cambio de A => B debe hacerse respetando unos procedimientos y normas. 

Los valores estarían presentes en todo el proceso de intervención y en el análisis e interpretación diagnóstica. 

En este sentido, la determinación del objeto, el fin y el procedimiento son ejemplos claros de la relación entre trabajo social y valores, imponiendo así una estrecha relación entre lo positivo y lo normativo. 

Los valores profesionales están relacionados con los objetivos que han orientado la intervención social desde el trabajo social. Los catálogos de valores en nuestra disciplina como son la liberación, autorrealización humana, la solidaridad, justicia, igualdad, son normas deontológicas de conducta profesional. 

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3. El procedimiento o proceso 

Es  la manera de generar  conocimiento y  transformar nuestro objeto.  Los problemas epistemológicos están relacionados con el déficit teórico‐ conceptual característico de las ciencias sociales. Debido al  lento avance  tecnológico y metodológico hace que el estudio de “lo social” tenga resultados imprecisos, inciertos, confusos… 

Con respecto al proceso hay que resaltar algunas carencias con la elaboración y uso de herramientas básicas para el análisis e interpretación. Es el déficit conceptual, teórico y metodológico. 

Tipos de déficit: 

• Déficit conceptual: dificulta hacer ciencia de lo social. No hay suficientes conceptos, es decir,  las  ciencias  sociales presentan un déficit  conceptual.  Las palabras no están bien delimitadas, el  contenido no es preciso y están  contaminados por  su uso en  la vida cotidiana, por lo requieren una delimitación y precisión. 

La  ausencia  de  conceptos  claros,  precisos  y  contrastados  de  los  asuntos  que  nos interesan, nos obliga al uso frecuente de términos procedentes del  lenguaje común y cotidiano,  por  lo  tanto,  cargados  de  ambigüedad  e  imprecisión  lo  que  supone  una dificultad  para  una  adecuada  descripción,  análisis  e  interpretación.  La  falta  de conceptos  bien  definidos  y  teóricamente  fundamentados  supone  que  un  déficit dificulte  la  observación,  descripción,  explicación  y  contraste  para  llevar  a  cabo  en proceso de  intervención social. Esta carencia puede ser mejorada mediante el uso de conceptos definidos en otras disciplinas. 

• Déficit teórico: explicar los fenómenos sociales no se cuenta con teorías que ayuden a explicar, describir, interpretar, comprender y proponer cursos de acción con validez, precisión y fiabilidad. 

Con  lo  que  concierne  al  trabajo  social  hay  que  decir  que  son  más  escasas  las propuestas teóricas, es decir, las proposiciones explicativas provisionales que explican, mediante símbolos,  las variables presentes en  los fenómenos que nos  interesan y  las relaciones que mantienen entre ellas. 

 Déficit metodológico: nuestros métodos no  son  tan  fiables como  las de  las ciencias naturales.  La  metodología  es  como  las  de  las  ciencias  naturales.  La  metodología 

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experimental  se  ve  incapaz  de  aportar  el  conocimiento  necesario  en  las  ciencias sociales y humanas. 

Las  teorías  presentan  una  gran  diversidad  de  enfoques.  Ello  requiere,  por  un  lado, convivir con distintos modos de ver las cosas y de proponer diferentes soluciones ante los mismos  problemas.  Por  otro  lado,  nos  impulsa  a  la  búsqueda  de  fundamentos teóricos  y metodológicos  que  nos  aporten  los  conceptos  y  explicaciones  necesarios para conocer  la  situación y nos  faciliten  la orientación estratégica  sobre el modo de actuar. 

• Déficit tecnológico: el avance tecnológico en las ciencias naturales es mucho mayor al de  las ciencias sociales. La  tecnología aplicada a  la actividad propia de  las ciencias sociales ha evolucionado muy poco en comparación el experimentado en  las ciencias naturales.  Los  avances  tecnológicos  están  ayudando más  a  conocer  la materia,  los seres vivos,  los  fenómenos naturales… que  los  fenómenos relacionados con  los seres sociales (personas). 

4. Fines 

En el caso del trabajo social nuestra acción técnica va más allá de estudiar y explicar los casos  con  los  que  trabajamos.  Nos  proponemos  influir  positivamente  en  ellos ayudando  a  las  personas,  familias  y  comunidades  a  afrontar  más  eficazmente  los problemas  sociales que  les afectan. Esto nos  introduce de  lleno en el ámbito de  los valores, en medida que la intervención exige la selección de un objeto, la selección de un propósito y la selección de un procedimiento. 

Bibliografía 

DE LA RED, N. (1993): Aproximaciones al Trabajo Social. Madrid: Siglo XXI 

DE  LA  ROSA,  P.  (1996):  El  Trabajo  Social  como  ciencia  social  aplicada:  algunas consecuencias  y  problemas.  Comunicación  presentada  al  I  Congreso  Nacional  de Escuelas U. de Trabajo Social. Valencia, 1996  

GISSI, B.J. (1976): "El trabajo social y ciencias sociales". En Revista de Trabajo Social n°. 18. E.U.T.S. Universidad de Santiago de Chile. Santiago 

 

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  II.VI. Dimensiones metodológicas y propuesta de integración. 

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Relación de autores: 

Curso 2017 ‐ 2018  CURIESES RODRÍGUEZ, MARTA GONZALO SERNA, VICTORIA 

Curso 2016 ‐ 2017  PURAS GONZÁLEZ, ÁGUEDA ROYUELA LÓPEZ, BERTA SERRADOR CARRASCAL, GEMA URIGÜEN RAZOLA, MARTA MARIA 

Tema II. VI. Dimensiones metodológicas y propuesta de integración. 

El  objeto  del  trabajo  social  es  diverso  y  complejo  y  se  centra  principalmente  en  la interacción  con  las  personas  y  el  entorno  para  lograr  el  bienestar.  En  la  intervención social es  importante observar  las características del objeto que se estudia. Por lo que debemos hacer un análisis y una interpretación basándonos en las dimensiones del objeto.  

1. Dimensiones metodológicas. 

Las dimensiones metodológicas  son  formas de analizar una  situación. Para  su mejor comprensión,  se  plantean  de  manera  dicotómica.  Son  dimensiones  metodológicas porque  determinan  la  manera  de  estudiar  (metodología)  el  objeto.  Se  pueden distinguir tres dimensiones: la extensión, el nivel y el criterio regulador. 

1.1.  Dimensiones metodológicas según su extensión: micro ‐ macro. 

Es  ya  tradicional  en  trabajo  social  distinguir  entre  la  intervención  micro  y  macro aludiendo  con  ello  a  dos  expresiones  de  distinta  extensión,  amplitud  de  nuestro objeto:  la  individual y  la  social, o  lo que es  lo mismo,  la que  se  interesa por afectar directamente  a  individuos  y/o  familias  particulares  o  bien,  la  que  persigue  operar cambios de más basto alcance, que afecte a ámbitos más amplios: colectivos, barrios, localidades, comarcas... 

Lo micro  y  lo macro  son  dos  categorías  que  no  sólo  van  referidas  a  los  tipos  de intervención, sino que también pueden utilizarse, como de hecho se hace, para hacer referencia a dos perspectivas de análisis e interpretación. Es en este último sentido en el que pretendemos utilizar a continuación estos dos términos. 

Nadie  duda  que  el  hombre  es  productor  a  la  vez  que  producto  de  la  sociedad.  El individuo tiene cierta capacidad de incidir en su entorno, a la vez que éste, el entorno, 

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influye  en  el  individuo.  Estos  ámbitos  no  constituyen  dos  categorías  absolutas,  sino más bien dos extremos de  la misma dimensión:  la extensión, podemos establecer un continuo micro ‐ macro de forma que podemos hallar infinitos puntos de análisis entre dos extremos: individuo –sociedad.  

Esto quiere decir que los trabajadores sociales se pueden interesar, por ejemplo, por personas que sufren marginación (micro) pero también por el fenómeno de la marginación (macro).  

Lo micro y lo macro no sólo van referidas a los tipos de intervención, sino que también pueden utilizarse para hacer referencia a dos perspectivas de análisis e interpretación. El individuo es capaz de incidir en su entorno y el entorno influye en el individuo. Se trata de dos extremos de la misma dimensión: la sociedad y el individuo.  

Los asuntos sociales son inexplicables tomando únicamente una u otra dimensión. Desde el trabajo social no podemos conformarnos con quedarnos con una sola de estas dos dimensiones. A parte que la consideración simultanea de ambas supone una de las notas identificativas y diferenciadores del trabajo social. 

1.2.  Dimensiones metodológicas según su nivel: objetivo – subjetivo. 

De  igual forma que en el caso anterior,  los procesos de  intervención social  llevados a cabo desde el trabajo social contemplan aspectos que podemos denominar objetivos y subjetivos, expresando así dos polos de una misma dimensión: el nivel de análisis. Los primeros hacen referencia a circunstancias, variables, que permiten ser directamente observadas, que residen fuera del sujeto y cuya vía de conocimiento es la empírica, la de los sentidos. La segunda alude a aspectos que tiene relación con el significado de las cosas, con el pensamiento, con el otro la de la realidad, el menos evidente y con mayor dificultad de acceso. La vía de análisis es la razón, la interpretación.  

Es preciso  insistir que  las  categorías objetivo  ‐  subjetivo no  son  absolutas,  sino que representan dos polos de una misma dimensión: el nivel de análisis, y cuyos extremos estarían  representados  por  lo  objetivo  ‐  empírico,  por  un  lado  y  lo  subjetivo  ‐ interpretativo, por otro. Así, a modo de ejemplo, nos encontramos con variables tan objetivas como el nivel de renta familiar disponible per cápita medido en euros y tan subjetivas  como  los motivos, deseos  y  creencias de  los  individuos,  además de otras intermedias como el nivel de formación de una persona o la calidad de la vivienda que habita una familia.  

No  es  posible  para  el  Trabajo  Social  limitarse  a  uno  solo  de  estos  extremos.  Las condiciones de bienestar y/o la calidad de vida contempla aspectos tan objetivos como 

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las condiciones de  la vivienda y  tan subjetivos como el sentirse seguro otenner unas relaciones sociales satiisfactorias. 

1.3.  Dimensiones  metodológicas  según  el  criterio  regulador  de  las  relaciones sociales. 

Dentro  de  estas  dimensiones  nos  encontramos  con  dos  extremos:  el  orden  y  el conflicto.  No  olvidemos  que  el  Trabajo  Social  representa  habitualmente  el  orden institucional mientras que atiende problemas, en buena medida, generados por unas relaciones  sociales  conflictivas,  condicionadas  por  un  desigual  reparto  del  poder (González – Seara, 1983) 

Con respecto al orden, se trata de una interpretación de lo social como un todo más o menos ordenado, en equilibrio, donde domina la cooperación y donde los individuos y los colectivos contribuyen al funcionamiento de  la sociedad en conjunto. La sociedad funciona  como un  cuerpo y  la estructura es  la  forma en  la que permanece unida  la sociedad, y los órganos (instituciones) desarrollan  la función que  les corresponde. Las normas y valores sostienen  los comportamientos sociales, pero si no  se cumplen, se consideran  a  la  persona  incompetente  del  deber  social.  Con  el  fin  de  conseguir  el bienestar  social  del  conjunto  de  la  sociedad,  el  sistema  a  través  de  leyes  y  de  los agentes de  la acción social, buscan devolver al  individuo a un estado adecuado, para conseguir un adecuado funcionamiento social. 

Respecto a  la visión conflictivista,  la armonía es vista como una  ilusión, que engaña y confunde  a  los  más  débiles,  para  que  acepten  la  desigualdad  y  la  injusticia.  Las personas  compiten  en  situación  de  desigualdad  por  los  recursos,  provocando  un choque  de  intereses…  los  que  no  tienen  quieren  tener  lo  que  tienen  los  que más tienen… y los que más tienen quieren conservar y ampliar lo que tienen. 

2. Integración de las dimensiones  

Reconociendo  las  relaciones  entre  las  tres  dimensiones,  con  frecuencia,  desde  las Ciencias Sociales y desde el propio Trabajo Social se las intenta integrar en un esquema en el que representa la integración entre ambas, dando lugar a diferentes espacios de análisis  e  intervención  social.  Si  atendemos  a  las  dimensiones  extensión  y  nivel, obtendríamos  cuatro espacios: El  contexto material e  institucional  (espacio macro – objetivo),  el  cultural  (marco  –  subjetivo),  la  conducta  (micro‐  objetivo)  y  las motivaciones, gustos y deseos (micro – subjetivo). 

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Se puede concluir entonces que el Trabajo Social, sea cual sea el tipo de  intervención que  se  dispone  a  realizar,  deberá  considerar  que  su  objeto  está  conformado  por aspectos derivados de la confluencia de las dos dimensiones (nivel y extensión) y, por tanto, relativo a estos cuatro espacios (De la Rosa, 2000). 

Por  otro  lado,  siguiendo  a  Howe  (1992),  los  debates  sobre  las  dimensiones conceptuales de nivel y regulación pueden ser combinados de forma que den  lugar a cuatro paradigmas que pueden ayudar a analizar la teoría y práctica social. 

Los  cuatro  paradigmas  definen  fundamentalmente  las  diferentes  perspectivas  en  el análisis  de  los  fenómenos  sociales. Abordan  esto  desde  puntos  de  vista  opuestos  y generan conceptos e instrumentos analíticos totalmente diferentes. 

Cada teoría y su práctica está asociada y contienen presupuestos que las sitúa en uno de los cuatro paradigmas.   

 

 

Contexto material 

Derecho Instituciones 

MACRO Normas Valores 

Cultura 

O B J E T I V O 

Servicios Sociales

Sistemas Comunidad

Representaciones sociales

S U 

B J 

E T 

I V O 

Condiciones materiales Pautas de conducta

Capacidad Económica

Familia Individuo

Intereses Actitudes

Conducta Interacción 

social MICRO  Percepciones 

Motivaciones 

Gustos Deseos 

 

 

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David Howe plantea una representación del rol de los interventores sociales en función de cómo integra el nivel objetivo y subjetivo y el criterio regulador.  

Si entendemos que  la  sociedad  funciona como “algo ordenado”, centrándonos en  lo objetivo,  nuestra  intervención  será  reparadora,  si  nos  interesa  atender  a  la  parte subjetiva  del  entorno,  o  lo  subjetivo  del  fenómeno,  nos  comportamos  como profesionales que ayudan a la búsqueda del sentido. 

Si  entendemos  que  la  sociedad  funciona  en  un  contexto  de  conflicto,  que  funciona para unos y no para otros, si nos centramos en las condiciones de vida, en lo objetivo, en  lo material, nuestra  intervención será revolucionaria, en el sentido de procurar el cambio  para  un  más  justo  reparto  de  los  recursos,  pero  si  nos  centramos  en  lo subjetivo,  nuestra  intervención  sería  la  de  concienciación  de  los  individuos,  de  que estos pueden cambiar las cosas. 

Bibliografía: 

De la Rosa Gimeno, P. (2000) Análisis e interpretación diagnóstica. Para el Trabajo Social: aportaciones teóricas y prácticas (pp. 239‐258). Valladolid, España: Maristán.  

Howe, D. (1999): El mundo de los objetos y los sujetos (Cap. IV). Orden y conflicto en la sociedad (Cap. V). Una taxonomía de las teorías del Trabajo Social (Cap. VI). En Dando sentido a la práctica, (pp. 59 a 92). Granada, España: Maristán. 

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De la Rosa Gimeno, Pablo (2012): Posturas y desafíos epistemológicos del Trabajo Social. Epistemología de las Ciencias Sociales “versus” Epistemología del Trabajo Social. En Epistemología, teoría y modelos de intervención en Trabajo Social. Bilbao: Deusto. 

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II. VII.  El proceso de intervención social: características  

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Relación de autores: 

Curso 2017 ‐ 2018  García López, Mélani Pita  de Fuentes, María 

Curso 2016 ‐ 2017 Alonso Sobrino, Paula Lorenzo Julián, Estela Vigo Martínez, Beatriz 

Curso 2015 ‐ 2016 

González Revilla, Alicia Ortega de la Fuente, Susana Pérez Vázquez, Alba Ramos Vegas, Mª del Henar 

Tema II: VII.  El proceso de intervención social. Características 

Para el Trabajo Social, la intervención social es la acción organizada y desarrollada por los trabajadores sociales con las personas, grupos y comunidades, orientada a superar los  obstáculos  que  impiden  avanzar  en  el  desarrollo  humano  y  en  la mejora  de  la calidad  de  vida  de  las  personas.  La  intervención  social  es  asesoramiento  y acompañamiento. 

Una vez incorporada la persona atendida en el proceso de intervención, hay que evitar la pérdida de  su  identidad, el etiquetado,  la  calificación en una  categoría‐problema, desde una  lógica burocrática: el  caso.  Es preciso evitar  la  simplificación, es decir,  la construcción de la identidad personal desde una categoría relacionada con la carencia.  

La  intervención  debe  asegurar  que  la  persona  atendida mantenga  y/o  recupere  su nombre, su historia y su futuro como miembro activo de una sociedad de forma que permita su implicación en la vida comunitaria y la activación de sus potencialidades.  

La intervención debe ser: 

- Amplia. No debe ceñirse únicamente al sujeto destinatario de  la  intervención, sino  a  muchos  otros  aspectos  que  pueden  mejorar/perjudicar  su  situación actual. 

- Comprensiva:  se  debe  atender  los  diferentes  puntos  de  vista,  hacer  una observación desde dentro. 

- Participativa.  Hacer  partícipes  al  sujeto  y  su  entorno,  así  como  a  los profesionales, lo que supone una acción movilizadora. 

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- Movilizadora. Poner en marcha una gran serie de recursos, ya sean humanos o materiales. Es conveniente tener en cuenta un “enfoque de capacidades”, que consiste en actuar sobre lo positivo y no sobre lo negativo. 

1. ¿Cómo se configura el proceso de Intervención Social? 

A  la  hora  de  estructurar  el  proceso  de  intervención  social,  ya  sea  desde  una perspectiva micro o macro, podemos dividir el proceso en cinco etapas fundamentales, que son: 

1. Observación‐ Estudio. En cualquier  intervención, el primer paso será observar, con el fin de conocer el objeto sobre el que vamos a actuar. 

2. Interpretación‐ valoración. El conocimiento del objeto incluye saber cuáles son sus características y la relación que guardan. A menudo, la explicación se plantea mediante la formulación de hipótesis. 

3.  Planteamiento  de  la  acción.  La  intervención  social  requiere  una  acción  sobre  el objeto/sujeto. Esta acción se basa en  las hipótesis explícitas o  implícitas derivadas de  la fase anterior y en un adecuado planteamiento de la acción que se llevará a cabo. 

4.  Acción‐  actuación.  Esta  fase  comprende  la  intervención  propiamente  dicha.  Se tratará de una acción orientada a ayudar a individuos y grupos para que alcancen sus objetivos. (superar una adversidad, una carencia, lograr una aspiración…) 

5. Evaluación. Toda intervención debe someterse a una valoración para conocer qué es lo que se ha hecho bien (qué ha funcionado) y qué es lo que se ha hecho mal (qué no ha funcionado en la intervención).  

No  debemos  olvidar  que,  en  todo  proceso  de  intervención,  quienes  toman  las decisiones son  las personas a  los que se brinda  la ayuda, nosotros (los profesionales) les  acompañamos,  les  ayudamos  a  lograr  los  propósitos  que  ellos  plantean.  La intervención social es fundamentalmente acompañamiento, asesoramiento y apoyo. 

2.  Estructura básica del procedimiento. 

2.1. Respecto al proceso: 

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‐ Proceso continuo, no episódico. Quiere decir que el proceso se desarrolla de forma continua, porque no podemos entender las diferentes fases como etapas aisladas e independientes. Están vinculadas. 

‐ Proceso  que  avanza  en  espiral.  Se  trata  de  un  proceso  de  aproximaciones sucesivas (observación, interpretación, planteamiento, acción y evaluación). 

‐ Proceso  retroactivo.  Cada momento  de  la  intervención  afecta  tanto  a  fases anteriores como posteriores. Proceso cíclico. 

‐ Proceso  simultáneo.  Aunque  en  el  proceso  hablamos  de  etapas,  podríamos afirmar que los cinco momentos, en la práctica, suceden de forma simultánea. 

2.2.  Respecto a la acción. 

‐ Racional.  El  proceso  de  IS  pretende  responder  a  un  ejercicio  de  razón, meditado y fundamentado, con el propósito de cuidar de que los efectos sean los  deseados.  Todo  ello  se  realiza  dentro  de  un  marco  definido  teórica, metodológica  y  éticamente.  Es  un  proceso  racional  donde  lo  emocional también tiene cabida, puesto que no dejamos de ser personas que trabajan con personas. Es decir, las emociones, experiencias y valores se deben ordenar y orientar de  una  forma  racional.  Un  buen  trabajador  social  es  sensible,  asumen  principios  y 

valores comúnmente aceptados por  la profesión. No hay que olvidar que nuestro papel no es cambiar la situación de las personas sino ayudarles a que logren ser más  libres  y  autónomos,  capaces  de  llevar  a  cabo  las  estrategias  que  ellos definan para conseguir realizar su “proyecto vital”. 

‐ Sistemática y ordenada. Todas  las  intervenciones deben obedecer a una serie de pautas sistemáticas y ordenadas para obtener mejores resultados. En el caso de  las actuaciones a nivel micro, cada vez es más  frecuente actuar en base a unos protocolos preestablecidos.  

‐ Consistente y  fundamentada. Cada paso debe estar  justificado, de acuerdo a una serie de normas teóricas y metodológicas, en función de los criterios de la organización para la que trabajemos. 

‐ Efectiva. El  fin de  la  intervención es que  los usuarios  consigan  sus objetivos, que superen las adversidades y dificultades a las que estaban expuestos y que tras  la  intervención consigan  ser personas más  libres. La  IS debe procurar un crecimiento  de  los  destinatarios  que  les  posibilite  superar  la  situación  que 

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motiva la intervención. No es suficiente el crear una buena relación profesional de ayuda sino hacer de nuestros usuarios personas más libres. 

‐ Crítica. Todo lo relacionado con la intervención debe ser revisado para verificar que  la  intervención responde a  los objetivos, principios y valores establecidos para este tipo de acción. Es muy importante para una intervención efectiva que la  relación  sea  buena,  que  esté  cuidada.  Los  trabajadores  sociales  son  el instrumento más importante del cambio que pueden fomentar en las personas. 

Bibliografía 

García Roca, J. (2012). Tiempo de transiciones técnicas (Cap. VI). En Reinvención de la exclusión social en tiempos de crisis (pp. 137 ‐ 163). Madrid: Cáritas‐Foessa.  

García Roca, J. (2007). La revancha del sujeto. Documentación Social (volumen 145, pp. 37 – 52).  

 

 

 

 

 

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II. VIII.  El proceso de intervención social: la observación.  

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Relación de autores: 

Curso 2017 ‐ 2018 Centeno Sotillo, Paula Vian Alonso, Celia 

Curso 2016 ‐ 2017 Alonso Sobrino, Paula Lorenzo Julián, Estela Vigo Martínez, Beatriz 

Curso 2015 ‐ 2016 

González Revilla, Alicia Ortega de la Fuente, Susana Pérez Vázquez, Alba Ramos Vegas, Mª del Henar 

Tema II. VIII.  El proceso de intervención social: la observación. 

1. La observación‐ estudio. qué observar y cómo observar. 

Es muy  importante  determinar  qué  observar  y  cómo  hacerlo. No  es  lo mismo  ver, mirar que observar. Ver es de forma física, mirar es de forma intencional y observar es de forma intelectual. La observación no tiene interés en sí mismo, si no que se justifica porque la observación nos permite entender, comprender, explicar… la situación. 

 

Nos  acercamos  siempre  con  un  esquema  previo  que  nos  orienta  la  interpretación. Partimos de una manera de  concebir el mundo  y  como  intervenimos en él. Cuando hacemos  observación  empezamos  teniendo  una  serie  de  ideas  preconcebidas  sobre qué  tenemos que observar,  valorar,  comunicar…  siempre partiendo de un  esquema previo más o menos formalizado o un esquema nuestro personal.  

Es  importante  que  compartamos  con  nuestro  cliente  nuestra  manera  de  ver  y entender  las  cosas.  Nuestras  ideas  de  partida.  Se  trata  de  un  acto  de  honradez. Estamos obligados a compartir nuestro marco teórico y metodológico de actuación del modo en que sea comprensible por el usuario. 

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II. VIII.  El proceso de intervención social: la observación.  

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1.1 Nivel micro. En  intervención social existen dos categorías de clientes, aquellos que acuden de forma voluntaria y aquellos que lo hacen de forma obligada.  

En la intervención a nivel micro hay que tener en cuenta, en primer lugar, a la persona destinataria de la actuación, a su familia y al entorno que le rodea. Habrá que analizar la  situación,  los  intereses  que  se  persiguen  y  los  propios  de  la  persona  y  los antecedentes de la misma. Una vez analizada la situación del usuario y de su entorno más cercano, se buscarán y se pondrán en marcha una serie de apoyos y recursos, en base a las capacidades del individuo. 

 

Situación de crisis y expectativas del usuario. 

La persona que  acude a un  trabajador/a  social presenta una  situación  caracterizada por una dificultad a  la que se asocia un sufrimiento y que es  interpretada generando un  determinado  sentimiento.  El  usuario  espera  (expectativas)  recibir  ayuda  para superar  su  dificultad,  que  el  profesional  muestre  interés  por  su  sufrimiento  y comprensión a cerca de sus sentimientos. 

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USUARIO

•Demanda

PROFESIONAL

•Necesidad

INSTITUCIÓN

•Satisfactor

 

Demanda – necesidad ‐ satisfactor 

En otro orden de cosas, es necesario distinguir entre demanda (lo que el usuario pide): por  ejemplo:  una  garantía  de  ingresos.  Necesidad,  el  problema  que  centrará  la intervención (carencia, adversidad, conflicto…). Es el asunto central donde tienen que incidir  la  intervención. Está definida por el profesional. Satisfactor, que  sería aquello que  puede  permite  superar  la  necesidad.  El  satisfactor  se  concreta  en  la  ayuda, servicio, dispositivo… facilitado al usuario para hacer frente a la situación. El satisfactor está muy mediatizado por la institución en la que trabajamos 

En  base  al  artículo  53.1.  del  Código  Deontológico:  “El  profesional  recabará  la información estrictamente necesaria para el desempeño de su intervención social de la  

 

 

 

 

 

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forma  más  exacta  posible,  siendo  respetuoso  en  su  obtención  y  actualización,  y haciendo un uso responsable de la misma” 

1.2. Intervención macro. Para llevar a cabo una intervención a este nivel es necesario que  tengamos  en  cuenta  los  siguientes  aspectos  en  relación  a  una  comunidad.

En  la  siguiente  tabla  se muestran  aquellos  factores  que,  necesariamente,  hay  que conocer para realizar una intervención social adecuada a nivel macro. 

 

Dentro del conocimiento del territorio tenemos que abordar el estudio del problema u objeto sobre el que se va a intervenir a continuación: 

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En intervención macro, la observación debe ser: 

Amplia:  contemplando  los  diferentes  aspectos  que  conforman  la  vida  en comunidad. 

Comprensiva:  que  permita  una  visión  global  de  lo  que  allí  sucede,  evitando perspectivas parciales, y atendiendo a las percepciones y representaciones de los habitantes de la zona. 

Participativa: contando con  la  implicación de  los diferentes agentes y actores que influyen en el territorio. 

Movilizadora:  el  estudio  de  una  comunidad  como  paso  inicial  para  llevar  a cabo un proceso de intervención, transformación o cambio, debe suponer una oportunidad para favorecer  la activación de  la comunidad en  los asuntos que les afecta.  

Bibliografía: 

García Roca, J. (2012). Tiempo de transiciones técnicas (Cap. VI). En Reinvención de la exclusión social en tiempos de crisis (pp. 137 ‐ 163). Madrid: Cáritas‐Foessa.  

García Roca, J. (2007). La revancha del sujeto. Documentación Social (volumen 145, pp. 37 – 52).  

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II. IX.  El proceso de intervención social: interpretación‐valoración y planteamiento  

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Relación de autores: 

Curso 2016 ‐ 2017 Alonso Sobrino, Paula Lorenzo Julián, Estela Vigo Martínez, Beatriz 

Curso 2015 ‐ 2016 

González Revilla, Alicia Ortega de la Fuente, Susana Pérez Vázquez, Alba Ramos Vegas, Mª del Henar 

Tema  II.  IX.   El proceso de  intervención  social:  Interpretación‐valoración y planteamiento. 

1. Interpretación‐valoración: teoría, cultura, persona, organización. 

La  interpretación  y  valoración  de  la  situación  estará  muy  condicionado  por  tres elementos:  la teoría utilizada, el contexto cultural, el agente‐interventor/a y el marco institucional‐organizativo de la intervención.  Todos estos elementos influyentes en la manera de  interpretar  y  valorar  la  situación deben  ser, en  la medida de  lo posible, explicitados y controlados en el proceso de  intervención y compartidos por todos  los intervinientes y, en el caso de  los destinatarios de  la acción, al menos conocidos. Los distintos actores deben conocer qué influye y cómo lo hace a la hora de interpretar y valorar la situación. Por otro lado, los destinatarios de la acción deben saber en base a qué ideas, principios, criterios… se hace la interpretación‐valoración de su situación.  

La  teoría  utilizada:  Cuando  se  observa  siempre  se  hace  desde  un  punto  de  vista teórico,  Interpretamos y valoramos  lo que conocemos con una  referencia  teórica ya sea implícita o explícita. 

El  contexto  cultural:  no  solo  interpretamos  las  cosas  en  base  a  nuestros conocimientos, sino que también en base a nuestros esquemas culturales compartidos por  nuestro  grupo  cultural  de  pertenencia  que  nos  sirve  de  fuente  (referencia)  de valores,  ideas,  creencias…  Esta  influencia  es  claramente  observable  en  las intervenciones sociales cuyos destinatarios pertenecen a grupos culturales distintos. 

La persona: La trabajadora/or social no puede dejar de ser una persona con sus gustos, creencias,  motivaciones,  ideas,  preferencias…  Aunque  intente  controlar  sus proyecciones como persona, siempre existirá una contaminación personal a la hora de interpretar‐valorar la situación. La objetividad es un valor de referencia. Debemos ser lo más  objetivos  posibles  sabiendo  que  la  objetividad  total  no  existe.  Siempre  se produce una proyección del sujeto sobre el objeto, condicionando  la manera de ver, 

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II. IX.  El proceso de intervención social: interpretación‐valoración y planteamiento  

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interpretar,  valorar  y  proponer.  Por  eso,  ante  un mismo  problema  o  intervención, inevitablemente,  distintos  interventores  plantearán  distintas  formas  de  observar  y actuar. Son personas diferentes. 

La  Organización  desde  la  que  se  trabaja:  En  intervención  social  la  influencia  del contexto  organizativo  es muy  relevante.  Aunque  a  todo  profesional  se  le  reconoce cierta autonomía en sus decisiones, en el ámbito de  la  intervención social, dadas sus características  (ver  tema  dedicado  a  las  características  de  la  intervención  socia)  la organización establece una  importante  influencia en el modo de  interpretar y valorar las  situaciones que atraviesan  las personas destinatarias de  la  intervención, hasta el punto de  conformar una especie de modelo  teórico‐ideológico de  cuya  influencia el profesional no podrá escapar. 

2. Planteamiento 

Consiste  en  plantear,  decidir  con  los  distintos  agentes  y  destinatarios  de  la  acción cómo se pretende conseguir el cambio deseado.  

El planteamiento debe alejarse de  toda  tentación prescriptiva. En  intervención no se prescribe, en el sentido de mandar u ordenar (recetar) un proceso o acción, desde  la posición de autoridad profesional o  institucional. En  intervención  social  se acuerdan con  las personas destinatarias de nuestra ayuda el modo en que se concretarán y  la orientación de  las mismas. Todo ello en base a  los  recursos disponibles, es decir  se plantea lo que lo que se puede hacer en base a las posibilidades de acción. 

Para llevar a cabo la intervención social, hay que tener en cuenta y hacer una gestión inteligente y eficaz del entorno,  con  las oportunidades, posibilidades y  recursos que este  puede  ofrecernos;  así  como  de  la  persona:  con  sus  capacidades,  intereses  y actitudes. 

En  intervención  social,  cuando  planteamos  la  intervención  debemos  hacerlo combinado  las  dimensiones  micro  y  macro,  procurando  actuar  en  una  y  otra  de manera simultánea. Se trata de hacer a las personas más competentes y autónomas, a la vez que se procura que los entornos sean más amables, accesibles e integradores. 

 

 

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II. IX.  El proceso de intervención social: interpretación‐valoración y planteamiento  

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Bibliografía: 

García Roca, J. (2012). Tiempo de transiciones técnicas (Cap. VI). En Reinvención de 

la exclusión social en tiempos de crisis (pp. 137 ‐ 163). Madrid: Cáritas‐Foessa. 

 

García Roca, J. (2007). La revancha del sujeto. Documentación Social (volumen 145, 

pp. 37 – 52).  

 

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II. X.  El proceso de intervención social: acción y evaluación  

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Relación de autores: 

Curso 2017 ‐ 2018 Ana Prieto Sánchez  Lucía Luis García 

Curso 2016 ‐ 2017 Alonso Sobrino, Paula Lorenzo Julián, Estela Vigo Martínez, Beatriz 

Curso 2015 ‐ 2016 

González Revilla, Alicia Ortega de la Fuente, Susana Pérez Vázquez, Alba Ramos Vegas, Mª del Henar 

Tema  II.  X.  El  proceso  de  intervención  social:  acción  y evaluación  

1. La acción 

La acción, para los trabajadores sociales, se refiere a la intervención con las personas, familias y comunidades en asuntos relativos al bienestar y calidad de vida. En función del  nivel  de  intervención,  se  distinguirá  entre  la  intervención micro  y macro  siendo ambas objeto de interés. En la acción social, micro o macro, siempre actuamos con las comunidades y con las personas. Trabajamos para que las comunidades y las personas logren o se acerquen a sus propósitos. Que las personas sean más autónomas, tengan más posibilidades y opciones de integración relacional (que se relacionen más y mejor con el entorno.) 

En el caso de  la  intervención macro, esta persigue  incrementar  la competencia de  la comunidad. Definida como  la capacidad de  las personas que habitan en un territorio, de  conocer  e  interpretar  los  problemas  que  les  afectan,  plantear  acciones  de afrontamiento  de  los  problemas  y  llevarlos  a  la  práctica.  Esto  se  relaciona  con  los procesos de fomento del capital social/ de empoderamiento. 

‐ Empoderamiento:  Proceso  por  el  cual  las  personas  fortalecen  sus capacidades,  confianza, visión y protagonismo  como grupo  social para impulsar cambios positivos de las situaciones que viven. 

‐ Capital social: El Capital Social es considerado la variable que representa la  colaboración  social  entre  los  diferentes  grupos  de  un  colectivo humano  y  el  uso  individual  de  las  oportunidades  surgidas  a  partir  de ellos,  a  partir  de  cuatro  fuentes  principales:  el  afecto,  la  confianza mutua, las normas efectivas y las redes sociales. 

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II. X.  El proceso de intervención social: acción y evaluación  

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Las redes sociales son aquello que se sitúa en el nivel  intermedio entre  lo macro y  lo micro. 

La  intervención  social  debe  procurar  en  las  personas  destinatarias  una  actitud proactiva. La actitud proactiva consiste en tomar activamente el control y decidir qué hacer  en  cada  momento,  anticipándose  a  los  acontecimientos…  Es  una  actitud contraria a  la reactiva, que se  limita a responder a  las exigencias y situaciones en  las que  nos  sitúa  nuestro  entorno  de  vida.  La  intervención  social  es  proactiva,  se acompaña, motiva, apoya, ayuda y orienta al sujeto. 

2. La evaluación 

En  los procesos de  intervención  social  la evaluación  se erige en  fuente clave para  la generación de conocimiento y  la mejora de  los procesos. Una evaluación útil deberá elegir  adecuadamente  el  objeto  a  evaluar  (qué  evaluar)  los  fines  u  objetivos  de  la evaluación y establecer las estrategias de recogida de evidencias y los criterios para su interpretación. Dependiendo de los objetivos destinatarios de la evaluación, habrá que adaptar la misma en función de lo que se requiere y de lo que es necesario en el caso concreto.  La evaluación es una  reflexión de  la  intervención  social, hay que  tener en cuenta el propósito de la intervención. 

La  evaluación  nos  reporta  conocimientos,  nos  ayuda  a  reinterpretar  la  situación, replantear el servicio y cambiar lo que sea necesario en él. 

Bibliografía: 

García Roca, J. (2012). Tiempo de transiciones técnicas (Cap. VI). En Reinvención de la exclusión social en tiempos de crisis (pp. 137 ‐ 163). Madrid: Cáritas‐Foessa.  

García Roca, J. (2007). La revancha del sujeto. Documentación Social (volumen 145, pp. 37 – 52).  

 

EL PROCESO DE INTERVENCIÓN ES UN PROCESO REPRESENTADO 

FUNDAMENTALMENTE POR LA ACTIVIDAD DE CONOCER, DE SABER Y DE 

TRANSFORMAR. ES UN PROCESO DE RELEXIÓN‐ACCIÓN. 

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II. XI.  Concepto, funciones y construcción de modelos 

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Relación de autores: 

Curso 2017 ‐ 2018 Bonail Esporas, Andrea. Félix, Marisa. 

Curso 2016 ‐ 2017 

Arranz Gil‐Albarellos, Luis;  Del Val López, Rodrigo;  De la Fuente Ramos, Oliver;  Núñez Castaño, Javier.  

Curso 2015 ‐ 2016 

Arija Muñoz, Elizabet;  Espinel Galán, Ana;  Fidalgo Estébanez, Ángela;  Hernández López, Silvia;  Sánchez Fradejas, Carlos. 

II. XI.  Concepto, funciones y construcción de modelos 

1. Concepto 

Para  la ciencia, un modelo es una herramienta fundamental de análisis, descripción y predicción para llevar a cabo una comprensión y control de un aspecto relevante de la realidad.  Es  un  esquema  básico  de  actuación  fundamentado  saberes  teóricos  y prácticos. Los modelos representan saberes y conocimientos orientados a  la práctica, con el objetivo de guiar el proceso de  intervención. Son  instrumentos que nos sirven de guía. 

El concepto de modelo en Trabajo Social integra en un todo, en una unidad, todos los aspectos  que  forman  parte  de  una  intervención  social:  los  aspectos  teóricos, metodológicos, funcionales y también filosóficos, de una determinada forma de llevar a  cabo  la  práctica  profesional.  Para  la  Intervención  Social  un  modelo  es  una construcción  teórico‐metodológica.    Los  modelos  son  producto  de  la  racionalidad humana.  

Según Luzt, los elementos que integran un modelo de Intervención Social son: 

1. El tipo de fenómeno al que va dirigido el modelo. 

2. Los conceptos teóricos en los que se basa, que nos permiten explicar, analizar y describir un problema y, con ello, establecer unos objetivos. 

3. La  naturaleza  del modelo.  Formada  por  los  objetivos  que  se  persiguen  y  los principios básicos que utiliza. 

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4. La naturaleza del marco institucional en el que el modelo es aplicado. 

5. Modo  e  intensidad  de  profesionalización  de  la  práctica  y  del  que  realiza  la misma. 

6. La ética en la que se basa el modelo. 

7. La manera como se concibe en el modelo a la persona que se atiende. 

8. La  naturaleza  de  la  relación  entre  el  profesional  y  la  persona  a  la  que  se atiende. 

2. Funciones 

En el caso de la Intervención Social, un modelo sirve para traducir las situaciones en las que actúa a un lenguaje lógico que le permite comprender y explicar lo que ocurre, lo que ha pasado y evaluar las hipótesis comprobando su funcionamiento en la realidad. 

El uso de modelos nos permite, ante un determinado caso: 

Observar: conseguir una perspectiva o  idea determinada del problema que se plantea. Esto nos ayuda a acerarnos a un  fenómeno de una manera concreta descubriendo sus características y definiendo sus rasgos principales. 

Describir:  establecer  tipologías  de  los  distintos  problemas  y  necesidades sociales y facilitar ideas y conceptos que nos puedan ayudar en la intervención. 

Explicar: señalar  las causas del problema. Saber qué es  lo que provoca el caso nos  puede  permitir,  en muchas  ocasiones,  “cortar  el  problema  de  raíz”,  es decir, conocer  las causas que generan el problema para eliminarlas y eliminar así el problema. 

Predecir:  hacer  proyecciones  de  futuro  y  con  ellas  evitar  los  casos  similares donde  se  pueda  dar  el  mismo  problema.  También  nos  ayuda  a  prever  los efectos del problema y así poder establecer una  forma de actuar y  llevarla a cabo de forma eficaz y lo más eficiente posible. 

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Actuar sobre él: saber dónde hay que poner el énfasis de  la  intervención. Nos permite saber qué decisiones tomar y llevarlas a cabo para llegar a los objetivos previstos. 

3. Construcción de modelos 

Para  la  construcción  de  modelos  se  necesita  tener  en  cuenta  cuatro  elementos esenciales, que deben estar presentes en su contenido. 

1. Objeto: tiene que estar dirigido a un objeto concreto de intervención. 

2. Objetivos:  se  deben  establecer  los  fines  que  se  quieren  conseguir  con  ese modelo. 

3. Teoría: deben estar fundamentados teóricamente. 

4. Proceso:  deben  establecer  el  procedimiento  que  se  va  a  efectuar  en  la intervención. 

A lo largo de la historia del Trabajo Social han surgido diferentes modelos destinados a la  intervención profesional. Debido  al dinamismo  social  algunos de ellos han  tenido que  evolucionar  y  otros  han  dejado  de  aplicarse  en  la  práctica.  A  continuación,  se muestran los modelos que mayor influencia han tenido históricamente, los que mayor peso han tenido a la hora de la intervención: 

 

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4. Principales modelos tradicionales de intervención micro 

4.1.  Modelo Psicodinámico  

Este modelo  surgió de  los avances en disciplinas  como  la psicología o  la psiquiatría, siendo  especialmente  relevantes  los  estudios  psicoanalíticos  de  Freud  y  de  la psicología dinámica por parte de sus seguidores. Esto permitió que se concediera más importancia  al  conocimiento  de  los  problemas  psicológicos  y  emocionales  de  los individuos. Su objetivo principal es el desarrollo de la personalidad humana, que puede verse afectada por conflictos psíquicos que dificulten su correcta evolución.  

Este modelo focaliza la responsabilidad del problema en el individuo y trata de buscar una  causa  interna  a  partir  de  las  percepciones  de  la  persona  a  la  que  se  realiza  la intervención.  Trata  de  intervenir  en  el  individuo  para  mejorar  su  conducta  y  su comportamiento  general,  es  decir,  busca mantener  una  relación  de  ayuda  experto‐paciente con el  fin de proponer actuaciones en base a  la  información recogida. Tuvo gran  relevancia  durante  el  S.XX,  especialmente  en  la  primera mitad  del mismo,  y aportó enfoques muy relevantes para la práctica actual del Trabajo Social.  

4.2.  Modelo Conductista 

Surgido a partir de la corriente conductista de la psicología, este modelo se centró en el  estudio  del  comportamiento  externo  de  las  personas  y  no  tanto  en  el  aspecto interno  como  la  teoría  psicoanalista.  Entiende  que  las  conductas  vienen  aprendidas por  causas  externas  que  estimulan  y  orientan  el  comportamiento.  Este modelo  se centra  en modificar  aquellas  conductas  aprendidas  que  no  son  consideradas  como normales, es decir, en desaprender aquellas conductas inadaptadas.  

Además de eliminar estas conductas se deben sustituir por otras que sean deseadas tanto  por  el  individuo  como  por  la  sociedad.  En  este  proceso  de  cambio  deben emplearse  técnicas  como  el  refuerzo  de  las  conductas,  la  extinción  operante,  el fomento del autocontrol o el modelamiento.  

En este modelo el trabajador social también asumirá  la figura de experto que guía  la intervención,  pero  se  considera  que  el  propio  individuo  debe  jugar  un  papel fundamental  en  el  proceso  de  cambio,  buscando  que  adquiera  cada  vez  mayor autonomía. No  se  centra  tanto en observar  al usuario  como un problema,  sino que busca la intervención sobre sus problemas. Este modelo teórico adquirió relevancia en la segunda mitad del s.XX. 

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4.3.  Intervención en crisis 

Este modelo se basa en la adaptación de la psicología americana (teoría de la crisis de Caplan  y  Lindemann)  al  trabajo  social  y  se  centra  en  la  ayuda  profesional  ante situaciones de crisis que requieran apoyo emocional y técnico. De acuerdo con Caplan, se puede definir  la crisis como una "perturbación de una situación estable, que surge de  forma  repentina  e  inesperada,  provocada  por  una  situación  estresante  o  un acontecimiento precipitante, afectando a una persona o un grupo, que hasta entonces habrá  un  adecuado  funcionamiento,  pero  que  esta  situación  le  provoca  un desequilibrio", es decir, los individuos se enfrentan a un problema por el que se sienten incapaces de resolver sin ayuda, progresando esta situación hacia una crisis.  

La  ayuda  estará dirigida  a  reducir  los  efectos  negativos de  la  situación de  crisis  y  a favorecer la aparición de nuevas habilidades. 

Durante el proceso de intervención el trabajador social tiene el poder para organizar la acción y proponer consejos y decisiones que tengan como resultado alcanzar un grado óptimo de  confort  y  calidad de  vida.  La  intervención  se  centra en el presente de  la persona, aunque  se potencia el aprendizaje de  técnicas que permitan  resolver estos problemas en el fututo de manera autónoma. Esta intervención debe estar limitada en el tiempo debido a  la urgencia de  la situación, por  lo que no debe centrarse tanto en vincularse con el usuario como en definir unos objetivos concretos en los que basar el plan de actuación. La intervención requerirá el seguimiento continuo del caso.   

El  objetivo  es  potenciar  y  orientar  las  capacidades  y  habilidades  del  individuo  a  la solución de los problemas que se le presentan. 

4.4.  Centrado en la tarea 

El modelo centrado en  la  tarea  tiene su origen en  los estudios  realizados por Reid y Epstein, siendo que su concepción sufrió profundas influencias del trabajo desarrollado por  Perlman  en  relación  al modelo  de  intervención  en  crisis.  Además  de  estos,  la sustentación  teórica  de  este  modelo  se  basa  y  es  apoyada  por  diversos  campos teóricos  (Teoría  General  de  los  sistemas,  teoría  de  la  comunicación,  teoría  del aprendizaje, etc.). Busca  como objeto  superar el problema a  través de  cambios que debe adoptar la propia persona.  

Su teoría surge del propio Trabajo Social, reviste el interés de acompañar y reforzar a las personas para afrontar una serie de problemas bien delimitados.  

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Alguno  de  los  objetivos  de  este modelo  es  la  ayuda  a  los  individuos  para  que  se enfrenten a tal situación‐problema con una sucesión de acciones que estén orientadas al cambio de su conducta. 

El proceso que  conlleva es determinar el problema, el proceso y  las  tareas, además este modelo suele ir acompañado de un contrato. 

4.5.  Humanista‐existencial 

Su objeto es el crecimiento personal, su teoría está basada en el humanismo de Rogers y el existencialismo.  

Los objetivos de este modelo son que  las personas encuentren sentido a sus vidas a través  de  la  ayuda,  comprendiéndose  a  sí  mismos  (existencialismo)  y  con  su posicionamiento en el mundo (su entorno). Su función, por  lo tanto, es  la ayuda a  las personas  para  que  puedan  encontrar  sentido  a  su  vida  en  su  ambiente,  entorno. Facilita comprenderse a sí mismo y a su entorno. 

El proceso que se lleva a cabo es terapéutico apoyado en la aceptación incondicional y el respeto al cliente.  

Este modelo está muy relacionado con el crecimiento y desarrollo personal.  

4.6.  Crítico‐radical 

Su objeto es la atención de situaciones de injusticia y opresión. 

Las  teorías  marxistas,  feministas  y  radicales  se  encuentra  cercano  a  este  tipo  de modelo. Guarda relación con  las teorías que muestran una explicación estructural de los problemas sociales. 

El objetivo de este modelo es extender una conciencia crítica sobre  las estructuras e instituciones sociales para poder llegar a cambiarlas, ya que pone en cuestión el orden social creado y sitúa ahí el origen de  los problemas sociales con  los que se enfrentan los  trabajadores  sociales.  Este  modelo  contempla  entre  sus  estrategias  la concienciación, movilización y organización. 

4.7.  Gestión de casos 

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Su  objeto  es  la  atención  de manera  íntegra  y  coordinada  en  situaciones  complejas. Basada en  la  teoría de nuevas orientaciones en  la atención al cliente y  la gestión de casos o case management.  Su objetivo es constituir un sistema de trabajo en red que sea complementario para evitar la confusión (mareo) del usuario.  

Proporciona  cómo  gestionar  los  casos  en  los  que  intervienen  distintos  dispositivos, administraciones.  Es  así  que,  el  proceso  de  este  modelo  es  intentar  ajustar  la intervención cuando participan diversos agentes, hacer un  seguimiento y control del proceso (evaluación continuada).  

4.8.  Sistémico‐ecológico 

Tiene como objeto la relación de las personas con su entorno, dirigido a la intervención familiar y entiende a la familia como distintos sistemas. 

Este  modelo  está  basado  en  la  teoría  general  de  sistemas  y  de  la  comunicación. Presenta unos objetivos determinados que  son  la mejora de  la  interacción entre  los individuos para facilitar con ello  la participación social de estos en el contexto social. Su proceso es facilitar la interacción y mejorar la comunicación. 

5. Principales modelos tradicionales de intervención macro 

5.1.  Organización de la Comunidad 

Su  objeto  es  la  comunidad,  por  ello  su  objetivo  es  la  promoción  de  la  comunidad ordenando  los  esfuerzos  de  las  diferentes  asociaciones  y  entidades,  a  través  de procesos  como  identificación  participada  de  necesidades,  planificación  colectiva  de acciones, promoción de la confianza en la acción colectiva y movilización de recursos. 

5.2.  Desarrollo comunitario 

Su  objeto  es  la  comunidad  como  espacio  socio‐económico,  por  lo  tanto,  pretende facilitar  la  colaboración  de  la  población  en  el  desarrollo  económico.  Se  trata  de  un proceso  de  análisis  de  la  situación  socioeconómica,  concienciación  y  movilización social. 

5.3.  Potenciación y defensa 

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Su  objeto  son  grupos  afectados  por  situaciones  de  marginación  y/o  exclusión.  El objetivo es reducir, eliminar y combatir los estigmas asociados a esos grupos, a través de procesos de sensibilización social y empoderamiento. 

5.4.  Radicales 

Está  inspirado en un cambio de  las bases del sistema social, para tener una sociedad más  justa  e  igualitaria,  todo  ello  a  través  de  un  proceso  de  concienciación  de  la población y movilización social. 

5.5.  Apoyo Social 

Modelo  encargado  de  organizar  a  las  personas  que  tienen  un  problema  para  crear grupos  de  autoayuda  y  apoyo.  Se  proporciona  en  ellos  apoyo  emocional, reestructuración  cognitiva,  socialización,  acción  conjunta  y  generación  de autoconfianza. 

Bibliografía 

Aguilar  Idáñez, María  José  (2013): Cap. 6: Base  teórica del Trabajo Social. y Cap. 9.3.1:  Modelos  clásicos.  En  Trabajo  Social:  concepto  y  metodología.  Madrid. Paraninfo. 

Viscarret Garro, Juan Jesús (2009): Modelos de  intervención en Trabajo Social. En Fundamentos del trabajo social / coord. por Tomás Fernández García 

Viscarret Garro, Juan Jesús (2007): Modelos y métodos de intervención en trabajo social. Madrid. Alianza.  

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Tema II. XII. Modelos actuales de intervención social:  Modelo de atención centrada en la persona 

 

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Relación de autores: 

Curso 2017 ‐ 2018 Fernández Vilorio, Lidia Galarza Guerrero, Naomi 

Curso 2016 ‐ 2017 

Álvaro de la Rosa Jiménez Isabel Guerra Escudero Leyre García Vaquero Sofía Ballesteros Rodríguez 

Tema  II. XII. Modelos actuales de  intervención  social: Modelo de Atención Centrada en la Persona. 

En este modelo se considera a la persona como centro del proceso de ayuda y persigue promover que quien la recibe sea capaz, mediante apoyos precisos, de ver minimizada su situación de fragilidad, discapacidad o dependencia y, al tiempo, poder desarrollar al máximo su autonomía personal para seguir desarrollando y controlando su propio proyecto de vida. 

 

Tomado de: Gobierno Vasco. Cuadernos prácticos. Fundación Matia. La atención centrada en la persona. Recuperado de: http://www.gizartelan.ejgv.euskadi.eus/contenidos/informacion/publicaciones_ss/es_publica/adjuntos/cuaderno%201.pdf  

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Tema II. XII. Modelos actuales de intervención social:  Modelo de atención centrada en la persona 

 

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La persona se configura, así, como referente y motor del proceso de atención, es decir, se trata de que el plan de apoyos se elabore con la participación activa de la persona, favoreciendo, por un lado, la mayor independencia posible en las actividades de la vida diaria (AVD) y, por otro, la preservación y estímulo de su autonomía personal para tomar sus propias decisiones y mantener el control de su propia vida.  

La  clave  de  esta  tendencia  es  su  énfasis  en  la  potencialidad  del  ser  humano  y  sus características  distintivas  (decisión,  creatividad,  autorrealización).  Este modelo  parte de  la  idea  de  que  nadie  tiene más  conocimiento  sobre  uno mismo/a  que  la  propia persona,  y  que  también  es  ésta  quien  cuenta  con  las  claves  necesarias  para comprender y autodirigir su vida emprendiendo los cambios necesarios. 

Por  lo  tanto, podemos  decir que  el modelo de Atención Centrada  en  la Persona  se trata  de  una  atención  integral  (todos  los  aspectos  de  la  persona)  y  transversal  (en coordinación con los diferentes servicios, recursos y niveles). 

En el área de la discapacidad y en el de las personas mayores, son donde este modelo está alcanzando un mayor recorrido, pero ya se está extendiendo a otros ámbitos. 

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Tomado de: Pilar Rodríguez Rodríguez (2010): La atención integral centrada en la persona. Principios y criterios que fundamentan un modelo de intervención en discapacidad, envejecimiento y dependencia. CSIC. Informes Portal Mayores nº. 106. Recuperado de: http://envejecimiento.csic.es/documentos/documentos/pilar‐atencion‐01.pdf  

Apoyar los proyectos de vida. 

Hay  que  poner  atención  en  aquello  que  agrada  a  las  personas,  es  decir,  conocer  y apoyar aquello que es  importante para cada persona en el momento actual que está viviendo. El proyecto de vida es  la  forma consciente o  inconsciente que  tenemos  las personas  de  plantearnos  nuestra  existencia,  para  llegar  a  nuestra meta  y  cumplir deseos  en  relación  a  distintos  ámbitos  del  desarrollo  personal  (familia,  trabajo, amistades…). 

Un modelo profesionalizado que busca calidad de vida. 

Consiste  en  desarrollar  medidas  del  entorno  físico,  social  y  organizativo  para  promover  la  calidad  de  vida  de  las  personas  que  necesitan  ser  cuidadas;  aquí  la 

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persona  es  la  protagonista  activa  y  su  entorno  se  convierte  en  el  apoyo  para desarrollar los proyectos de vida y asegurar el bienestar. Este tipo de atención se nutre del  conocimiento  científico  y  se  orienta  desde  principios  éticos,  se  protegen  los derechos de las personas reconocidos en normativas y declaraciones internacionales. 

Sus principales apuestas. 

La  atención en  la persona  requiere una  serie de  compromisos en  varios niveles:  los responsables, los profesionales y la persona.  Dentro de estos servicios se requiere una ruta de cambio, para ello se dan paso a una serie de apuestas como oportunidades de mejora. 

Primera apuesta y oportunidad: profesionales con un rol diferente. 

En  este  modelo  los  profesionales  no  actúan  como  expertos  que  dictan  en  todo momento lo que hay que hacer. El rol o el papel del profesional consiste, entonces, en proporcionar un clima favorable y realizar un acompañamiento a la persona en la toma de conciencia de los aspectos que quiere modificar de su vida apoyando y orientando al “cliente/usuario” en  la adopción de  las estrategias más convenientes para  lograrlo. Los profesionales deben poner en el centro de su atención a la persona, su dignidad, su autonomía y  la garantía del ejercicio de sus derechos,  frente a otros  intereses como podrían ser la organización del servicio o centro o los del saber profesional. Los rasgos que definen esta propuesta son  la confianza total en  la persona y el rechazo al papel directivo del profesional. Los profesionales dan poder real a las personas sobre su vida cotidiana. 

Segunda  apuesta  y  oportunidad:  un  ambiente  físico  agradable,  accesible  y significativo. 

El  ambiente  físico  es  relevante  para  el  bienestar  de  todas  las  personas,  por  ello  se busca  la  consecución de un  lugar hogareño  y  cálido,  con un  clima  amable,  alegre  y estimulante. Se busca todo  lo necesario para que se parezca a una casa y se aleje del ambiente institucional. 

Tercera apuesta y oportunidad: actividades terapéuticas con sentido. 

Se  dejan  atrás  las  actividades  rutinarias,  aburridas  o  infantiles  que  no motivan  a  la persona  para  desarrollar  “actividades  plenas  de  sentido”  sin  olvidar  su  objetivo 

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terapéutico. Son propuestas que agradan a  las personas para que estas no se sientan obligadas en su participación.  

El  modelo  de  atención  centrada  en  la  persona  pretende  que  las  actividades terapéuticas que las personas realicen sean significativas para sí mismas, es decir, que les  motiven  y  con  las  que  no  se  sientan  obligadas  a  realizar.  Para  ello,  las intervenciones deberán adaptarse a  incorporar estas  características y buscar nuevas alternativas. 

Cuarta apuesta y oportunidad: participación de la persona y, en su caso, la familia o personas allegadas, en su plan de atención y vida.  

Si se tratase de una persona con una grave afectación cognitiva, se buscan alternativas que  no  solo  se  basan  en  la  seguridad,  sino  en  el  bienestar  emocional.  Puede  ser necesario el ejercicio de la autodeterminación indirecta. Esto significa que se formaría un grupo de apoyo comprendido por personas allegadas que la conocen bien y toman las decisiones que hubiese tomado ella si hubiese tenido la capacidad para mostrar sus preferencias.  Este  plan  personalizado  de  atención  no  es  solo  un  instrumento  de cuidados básicos, sino de apoyo a los proyectos de vida. 

Quinta apuesta y oportunidad: una organización flexible y participativa 

Para  llevar a cabo estas apuestas es necesario un cambio de organización y por tanto una  adaptación  por  parte  de  las  personas.  Estos  cambios  deben  ser  los  mejores posibles sin olvidar que lo importante es la calidad de vida de las personas. 

Bibliografía: 

Pilar Rodríguez Rodríguez: La atención integral y centrada en la persona: http://www.fundacionpilares.org/docs/AICPweb.pdf   

Pilar Rodríguez Rodríguez: La atención integral centrada en la persona. Principios y criterios  que  fundamentan  un  modelo  de  intervención  en  discapacidad, envejecimiento y dependencia. http://envejecimiento.csic.es/documentos/documentos/pilar‐atencion‐01.pdf   

Gobierno Vasco. Cuadernos prácticos. Fundación Matia. La atención centrada en la persona. http://www.gizartelan.ejgv.euskadi.eus/contenidos/informacion/publicaciones_ss/es_publica/adjuntos/cuaderno%201.pdf  

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Tema II. XII. Modelos actuales de intervención social:  1. Modelo de trabajo en red – perspectiva relacional 

2. Modelo del acompañamiento social  

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Relación de autores: 

Curso 2017 ‐ 2018 GARCÍA‐ABRIL BRUGMAN, CECILIA GÓMEZ DE MARCO, LAURA 

Curso 2016 – 2017 (modelo 1) 

DE LA ROSA JIMÉNEZ, ÁLVARO GUERRA ESCUDERO, ISABEL GARCÍA VAQUERO, LEYRE BALLESTEROS RODRÍGUEZ, SOFÍA 

Curso 2016 – 2017 (modelo 2) 

BENDITO HERNANDEZ, CESAR BONILLA TORIBIO, RODRIGO GARCÍA DELGADO, PAULA GARCÍA GARCÍA, JAVIER 

Tema II. XII. Modelos actuales de intervención social:  

1. Modelo de trabajo en red – perspectiva relacional  

El modelo de Trabajo Social en Red o perspectiva  relacional es un nuevo modelo de intervención social que se basa en la confianza de que las personas en comunidad son capaces  de  dar  respuesta  a  sus  problemas;  por  lo  que  promueve  la  relación  y cooperación  entre  las  redes  sociales  formales  e  informales  de  las  personas  de  la sociedad.  Así,  se  pretende  superar  el modelo  burocrático  –  asistencial  y  situar  lo relacional, es decir, el capital humano, en el eje central de la intervención social. 

Desde  la perspectiva relacional,  los problemas sociales se  interpretan a partir de una red problemática de relaciones sobre las que hay que intervenir para buscar la solución más adecuada. 

El planteamiento relacional, entendido como aquella perspectiva de lectura específica de  la sociedad que está en  la base del Trabajo Social de redes, tiene como punto de partida la “visión de la sociedad como realidad relacional”. Este enfoque conlleva a un planteamiento  doble:  por  un  lado,  hay  que  saber  crear  y  gestionar  las  relaciones sociales,  y por otro, mantener  las  conexiones más  significativas entre  las  cualidades humanas  de  las  relaciones  sociales  y  los  determinismos  que  incorporan.  Así,  el “problema  social”, que  se entiende  como problemática de una  red  interactiva en  la que  los  procesos  de marginación,  las  condiciones  familiares  de  los  individuos  y  los servicios se confrontan entre sí, sugiere modalidades de intervención que también son modos de re‐pensar y re‐activar la sociedad. 

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Tema II. XII. Modelos actuales de intervención social:  1. Modelo de trabajo en red – perspectiva relacional 

2. Modelo del acompañamiento social  

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El Trabajo Social de  redes debe  ir más allá del planteamiento  tradicional, por  lo que trata de redefinir el problema como una situación generada por una red problemática de relaciones, y la solución debe buscarse en las acciones sobre las relaciones. 

La condición de las personas socialmente débiles tiende a mutar profundamente, si se deja a sí misma, sobre todo en lo referente al tejido de las relaciones sociales que estas personas  tienen  con  su  mundo  cotidiano.  La  tendencia  al  aislamiento  de  estas personas es, en parte, el resultado de las modificaciones de las estructuras familiares, la difusión de planteamientos culturales y la presencia de respuestas rígidas por parte de los servicios sociales, sanitarios o educativos. 

Con todo esto, las investigaciones sociológicas de la última década han revelado que la salud  psico‐físico‐social  está  positivamente  correlacionada  con  la  densidad,  el significado y la funcionalidad de las redes informales en que viven las personas, por lo que  se  deben  activar  redes  de  contacto,  apoyo  psicológico,  intercambios  de  vida cotidiana,  para  permitir  a  la  persona  débil,  según  su  grado  de  autosuficiencia,  el máximo de autonomía vital. 

Así,  según  el  Trabajo  Social  de  Redes  (o  perspectiva  relacional)  la  solución  de  los problemas  de  estas  personas marginadas  depende  cada  vez menos  del  Estado,  es decir, es cada vez menos burocrática. Esta forma de acercarse a los problemas sociales requiere el paso de unas políticas asistencialistas a otras pluralistas y participativas. Sin embargo, las redes informales no son la solución total: aunque son indispensables, son también débiles y necesitan a su vez, ser sostenidas. 

La  poca  colaboración  entre  las  redes  informales  y  las  formales,  o  profesionales,  se debe  en  parte  a  las  familias,  que  tienden  a  cerrarse  en  sí mismas  y  recurren  a  los servicios públicos solo cuando la red informal está ausente o es muy carente. El haber descuidado a las redes informales, desde los servicios públicos formales que no “ven a las redes sociales”, ha ocasionado que en el núcleo de la política social exista un vacío que  lleva a deterioros para personas en condición de necesidad; por  lo que se debe organizar la intervención social como colaboración entre redes formales e informales. 

Además, a pesar de que se está  iniciando un proceso de privatización de  la sociedad (aumenta el número de personas  solas o aisladas), y con esto  surge  la duda de  si  la comunidad  puede  dar  servicios  en  lugar  del  Estado,  solo  creando  contextos  de comunidad  se  pueden  afrontar  las  patologías  sociales  que  las  sociedades  complejas llevan consigo. 

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2. Modelo del acompañamiento social  

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Por otro lado, las políticas sociales deben ser más flexibles respecto a las necesidades de las familias como sistemas relacionales que se modifican en el espacio y tiempo. El rol  del  sector  público  es  esencial  para  asegurar  que  la  asistencia  efectivamente  se realice. Las autoridades locales deberían mostrar que están en situación de obtener y de dar valor real, no oportunidades abstractas. 

Las principales finalidades de  los nuevos perfiles profesionales para un servicio social de red deberían ser: 

●  Ubicar a  la persona débil en  situación de vivir una vida  lo más posiblemente normal en su ambiente, generalmente de tipo familiar, en la comunidad local. 

●  Elaborar el paquete de servicios y apoyos necesarios para ayudar a  la persona débil  a  alcanzar  y  a  mantener  el máximo  posible  de  autonomía,  es  decir,  activar intervenciones que operen de tal forma que puedan sostener todas las habilidades de la persona dependiente y su pleno potencial de vida. 

●  Dar a  las personas más voz respecto a  la  forma en que viven su condición de desventaja, y respecto a los servicios de los que tienen necesidad para ser ayudados. 

●  Promover el desarrollo de una red de servicios entre el sector estatal, el sector privado  social  y  el  privado  mercantil,  que  permita  respetar  estándares  de  buena calidad y adecuada profesionalidad. 

●  Aclarar  las responsabilidades reciprocas de  las agencias formales y del privado social, de tal forma que se haga más fácil y transparente su proceso de rendir cuentas. 

●  Introducir  una  nueva  estructura  de  financiación  para  las  atenciones  sociales que asegure un valor más elevado de las prestaciones dadas a cambio de dinero fiscal. 

Por  tanto,  el modelo  de  Trabajo  Social  en  red‐perspectiva  relacional,  es  un modelo nuevo de intervención social, caracterizado por: 

Pretender superar el modelo burocrático – asistencial. 

Integrar niveles micro y macro. 

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2. Modelo del acompañamiento social  

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Situar lo relacional (capital humano) en el eje central de la intervención.  

Promover la relación – cooperación entre redes formales e informales. 

Basarse en la confianza de que las personas en comunidad son capaces de dar respuestas a sus problemas. 

El  modelo  burocrático  y  asistencialista  predominante  desde  los  años  cincuenta muestra  significativas  carencias  para  hacer  frente  a  las  nuevas  demandas  de  una sociedad cada vez más compleja y dirigida hacia la calidad de vida. 

El Trabajo Social debe comprender cómo la intersección entre interior y exterior de la familia,  entre  el  mundo  vital  de  las  redes  primarias  y  las  instituciones  de  ayuda (representadas  por  los  servicios  públicos,  privados  y  de  tercer  sector)  define relacionalmente las necesidades de las familias. El Trabajo Social no puede limitarse a contemplar  si  las  dificultades  se  han  debido  a  este  o  aquel motivo  o  “causa”  (por ejemplo  la ausencia de un  trabajo, una enfermedad,  la presencia y el cuidado de un anciano o una persona con discapacidad, etc.). No puede circunscribirse a observar si la familia “funciona” o “no funciona”, en qué forma y medida. El Trabajo Social debe ir más  allá  de  este  planteamiento  tradicional.  El  trabajo  de  redes  trata  de  hacer  esto redefiniendo el problema como una situación generada por una red problemática de relaciones. Y  la  solución debe buscarse en  las acciones  sobre  relaciones, no en otro lugar. 

Desde  una  perspectiva  de  amplios  horizontes,  se  trata  de  construir  un  sistema  de protección  social  basado  en  “sistemas  relacionales”  que  tengan  en  cuenta  las modulaciones  espacio‐temporales  de  las  necesidades  familiares,  mediante  nuevas combinaciones  de  intervenciones  formales  e  informales,  públicas  y  privadas.  La palabra  clave  es  aquí  “asistencia  de  comunidad”  (community  care),  es  decir,  una asunción  de  la  comunidad  y  por  parte  de  la misma  comunidad,  que  considere  a  la familia como sujeto y no sólo como destinatario pasivo de  los servicios, en concreto socio‐sanitarios.  Si  la  familia  está  insertada  en  un  sistema  relacional,  es  sobre  este sistema sobre el que debe hacerse el diagnóstico de los problemas y al que va dirigida la  terapia  social.  Si  la  asistencia  es  un  sistema  de  redes,  es  necesario  que  las intervenciones para el bienestar sean “intervenciones de redes”. 

Las propuestas concretas que se derivan de esta alternativa basada en  la perspectiva relacional son, entre otras, las siguientes: 

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2. Modelo del acompañamiento social  

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El  objetivo  primero  de  la  intervención  social  debe  ser  la  permanencia  de  la persona  en  su  ámbito  social  y  familiar.  En  determinados  momentos  y situaciones la institucionalización es necesaria para salvaguardar el bienestar y la  funcionalidad  de  las  redes  primarias.  Lo  interesante  sería  no  identificar residencia  con  desarraigo  y  sí  fomentar  programas  de  vinculación  con  el municipio  a  la  vez  que  se  conciencia  a  las  familias  sobre  la  importancia  del mantenimiento  de  la  afectividad.  En  este  sentido,  sería  muy  interesante establecer convenios de colaboración entre residencias y tejido asociativo, para que de  forma desinteresada  las asociaciones, centros escolares…, prevean de forma  normalizada  en  su  calendario  la  realización  de  actividades  para  las personas mayores y o discapacitadas en situación de dependencia. 

Un  sistema  de  respuesta  (coping)  en  las  confrontaciones  de  las  necesidades familiares es más óptimo  cuanto más asume  la  configuración de un  “sistema complejo en red”, en el que necesidades y respuestas están correlacionadas a través de una pluralidad de actores, formales e  informales, de asistencia. Esto hace necesaria una flexibilidad, que en la actualidad no existe, en la definición del  PIA  respecto  a  la  aplicación  de  recursos  superando  en  gran medida  el régimen de incompatibilidades existentes por imperativo legal. En este sentido y  en  aras  de  hacer  efectiva  esa  relacionalidad  entre  actores  informales  y formales no se estima conveniente presentar como incompatible la prestación de Servicio de Ayuda a Domicilio (SAD) y Prestación Económica para Cuidados del Entorno Familiar. 

El  reconocimiento  de  las  competencias  profesionales  adquiridas  por experiencia laboral, debería centrar su atención en  la  implementación unívoca de  ambas  prestaciones.  De  esta  forma  los  cuidadores  no  profesionales dispondrían  de  una  formación  práctica  domiciliaria  con  la  asistencia  de  un auxiliar  de  ayuda  a  domicilio  encargado  de  asesorar  y  orientar  en materia socio‐sanitaria. Con  la garantía que tras  las empresas que gestionan el SAD se encuentra  la  Administración  Pública  (Corporaciones  Locales),  encargados  de supervisar su trabajo. 

En  cuanto  que  corresponde  a  los  servicios  públicos  formales  el  objetivo profesional  de  activar  relaciones más  comunicativas  y  colaboradoras  con  las familias,  incumbe a estas últimas  la responsabilidad –no  indiferente‐ de tomar conciencia de este estado de la situación y de modificarlo. Se impone un nuevo estilo  de  formación  de  los  operadores  y  un  nuevo  diseño  del  sistema  de servicios para el bienestar.  ¿Cuál? Ubicando  a  la  familia en el  “centro” de  la comunidad local y organizando los servicios como redes formales‐informales de apoyo a sus funciones.  

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Tema II. XII. Modelos actuales de intervención social:  1. Modelo de trabajo en red – perspectiva relacional 

2. Modelo del acompañamiento social  

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Se deben  activar  redes de  contacto,  apoyo psicológico,  intercambios de  vida cotidiana, para permitir a la persona débil, según su grado de autosuficiencia, el máximo de autonomía vital. Sólo puede realizarse si el conjunto de los servicios formales e  informales es concebido como community care y si esta última es pensada  y  practicada  como  línea  o  criterio  directivo  de  política  social  (en  el sentido  de  policy),  y  no  como  resultado  espontáneo,  sino  como  objeto  de precisas políticas sociales, sanitarias, formativas y de apoyo.  

Se debe repensar completamente la política socio‐sanitaria como política de la comunidad  local por  y de parte de  la misma  comunidad observada desde  la óptica de  las  redes  familiares. Esto comporta una profunda  re‐orientación de las políticas de  los servicios, no sólo sociales y sanitarios, centrales y  locales, y de  los  relativos  “planes”.  La  programación  debe  cambiar  de  filosofía,  en  el sentido  de  que  el  Estado  (central,  autonómico  y  local)  y  los  actores institucionales deberían orientarse  a  emancipar una  caring  society,  actuando de “ordenadores generales”, y no como “gestores totales”. 

La  posible  solución  de  los  problemas  de  las  personas  marginadas,  en situaciones de desventaja, aisladas, en riesgo, cada vez más requiere una visión menos  dependiente  del  Estado, menos  burocrática  y  “activada”  por  aquella tradicional puesta en acto por los operadores formales, dando un nuevo rol a la sociedad  como  sociedad  “civil”.  Esta  forma  de  acercarse  a  los  problemas sociales supone  interpretar el welfare de una forma activa. Un primer paso, y de  carácter  decisivo  en  el  caso  español,  sería  profundizar  en  la descentralización  de  competencias.  Una  vez  transferidas  a  las  Comunidades Autónomas, las entidades locales deberían asumir un mayor protagonismo, en buena medida ligado a su mayor cercanía y conocimiento de las necesidades de la población. 

2. El  acompañamiento social 

Notas básicas: 

Se aplica en personas‐familias gravemente afectadas por situaciones de exclusión que requieren apoyo intenso para salir de la situación 

Se basa en una relación personal y continuada de apoyo y mediación 

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2. Modelo del acompañamiento social  

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No confundir con seguimiento ‐ control 

Busca reforzar a la persona, promover recursos informales, facilitar la incorporación social 

Se  trata  de  un modelo  pensado  para  situaciones  de  riesgo  grave  o  situaciones  de exclusión.  Las  situaciones de exclusión  se  caracterizan por  afectar  gravemente  a  las personas y de forma multidimensional.  La situación de exclusión va más allá de la falta de ingresos económicos e incluye otras problemáticas sociales vinculadas con ámbitos como el acceso al mercado laboral, la salud física y mental, la educación, la formación, la  vivienda o  las  relaciones  sociales… Es una  situación de  la que no es  fácil  salir  sin apoyos. Los itinerarios vitales que llevan a las personas o familias a vivir situaciones de exclusión  son complejos y  fruto de procesos de deterioro continuados en el  tiempo. Por ello, esta situación está marcada por una dinámica de  irreversibilidad al menos a corto plazo y por cierta incapacidad de las personas afectadas de salir de su situación por  sus  propios medios.  Precisamente,  entre  las  dificultades más  importantes  para superar su situación se encuentra  la  falta de capacidades personales y redes sociales de apoyo que les permitan movilizar sus recursos y aprovechar activamente las ayudas que puedan ser percibidas. 

Entendemos el acompañamiento  como ese  trabajo de  relación personal  continuada, relativamente  duradera,  de  comprender  a  las  personas  para  contribuir  a  que  ellas mismas entiendan y empiecen a dominar su situación y  las claves de sus dificultades. Se trata de un apoyo para activar y movilizar recursos, capacidades, potencialidades de las personas y de  su entorno. Éste es un proceso que  también  conlleva  la necesaria aplicación  de  recursos  dentro  de  una  estrategia  de  actuación,  con  criterios  de flexibilidad y oportunidad. 

El acompañamiento es algo diferente del seguimiento, aunque a veces se confundan. La  idea del seguimiento evoca una relación en  la que  la persona usuaria es un objeto paciente,  sometido  a  una  observación  y  valoración  periódica  por  parte  de  un profesional.  Es  el  profesional  quien  sigue,  observa,  vigila  y  controla  a  la  persona usuaria. La idea de acompañamiento parte de la responsabilidad de la persona usuaria en  intentar  organizar  su  propia  estrategia,  de  utilizar  los  recursos  a  su  alcance  de forma  eficaz;  pero  parte  igualmente  de  la  constatación  de  las  dificultades  que  las personas usuarias tienen con frecuencia para hacerlo. 

El  acompañamiento  debe  incluir  un  importante  componente  de  mediación  social. Mediación para tender puentes que ayuden a resolver conflictos familiares o vecinales. Mediación  como  forma  de  promover  recursos  informales  para  la  atención  o  la 

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2. Modelo del acompañamiento social  

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incorporación. Mediación  como  instrumento  para  el  acceso  a  redes  de  actividades sociales que ayuden a mejorar la situación de la persona atendida 

Acompañar es mirar de otra manera a  la persona y  su historia, para que ella pueda verse de otra forma. Es creer en sus potencialidades, ayudarle a tomar conciencia y a desarrollarse,  sea  cual  sea  su  estado  actual.  Acompañar  es  mediar  entre  las instituciones, más o menos burocratizadas de una  sociedad  y  las personas que, por estar  excluidas  no  puedan  hacer  valer  sus  derechos.  El  acompañamiento  como metodología permite trazar un proyecto con  la persona, teniendo en cuenta el punto de partida y las condiciones del contexto (económicas, políticas, sociales, culturales...) que actuarán como factores de riesgo o de protección. Supone también reconocer el protagonismo de los sujetos en el desarrollo de su proceso, y situarse en la posición de quien está al lado a lo largo de un período, aportando elementos que ayuden al sujeto a  desarrollarse.  El  acompañamiento,  es  una  forma  de  entender  la  relación  entre profesional  y  persona  atendida,  en  una  relación  horizontal,  donde  el  profesional  se sitúa en una posición de ayuda, orientación, apoyo y no de control. 

Acompañar es mirar de otra manera a  la persona y  su historia, para que ella pueda verse de otra forma. Es creer en sus potencialidades, ayudarle a tomar conciencia y a desarrollarse,  sea  cual  sea  su  estado  actual.  Acompañar  es  mediar  entre  las instituciones, más o menos burocratizadas de una  sociedad  y  las personas que, por estar excluidas no puedan hacer valer sus derechos (Funes, J. y Raya, E. 2001). 

Toda relación entre dos o más personas constituye un proceso y como tal pasa por una serie  de  fases,  que  van  desde  el  conocimiento  y  reconocimiento  mutuo  al autoconocimiento del sujeto y de su situación, la identificación de los puntos fuertes y débiles, y el establecimiento del deseo de cambio, el balance de oportunidades y retos. Los primeros momentos de la relación coincidirá con la fase de estudio y valoración de la situación y será en estos comienzos donde se sentarán  las bases de  la relación de ayuda.  A  partir  de  esta  relación  es  posible  iniciar  el  proceso  de  trabajo,  con  la elaboración de planes y propuestas de acción para un periodo de tiempo, y en su caso, establecer el contrato o acuerdo de trabajo, oral o escrito, en función de los casos, en todo caso explícito, concreto y definido para un periodo de tiempo (Raya, 2014). 

Algunas  ideas a  tener en cuenta que pueden  facilitar el acompañamiento  las  recoge Esther Raya (2014): 

Poner el énfasis en lo normal, no en lo patológico. 

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Evitar la rigidez mental del o la profesional. 

Ir con la verdad por delante. 

Hablar mucho e intensamente y amistosamente a intervalos frecuentes con los o las clientes. 

No considerarse infalible. 

Buscar los aspectos positivos de la relación del Trabajo de casos. 

Estar disponible a las llamadas de emergencia. 

Estimular  el  cambio  de  aires  del  o  la  cliente  alejándolo  de  sus  tensiones  y conflictos. 

Saber ver  los avances por escondidos y pequeños que sean, en el caso de que éstos se produzcan. 

Confiar en los o las clientes, lo que ayuda al éxito. 

Emplear el acompañamiento y la paciencia. 

Considerar  a  las  personas  desde  la  honestidad,  el  afecto,  la  simpatía,  la pulcritud, la puntualidad, la responsabilidad, la estabilidad. 

Bibliografía 

Funes, J. y Raya, E. (2001). El acompañamiento y los procesos de incorporación social,  Guía  para  su  práctica.  (Documento  de  Trabajo).  Federación  Sartu, Dirección de Bienestar Social, Gobierno Vasco. 

 

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Llobet, M.  y  Aguilar, M.  (2010):  Integralidad,  acompañamiento,  proximidad, incorporación:  el  papel  de  los  servicios  sociales.  Cuadernos  Europeos, Nº.  8. Recuperado  de: http://www.luisvivesces.org/upload/13/40/Guia_Inclusion_FLV_ACCESIBLE_VF.pdf   

Manuel  Herrera  Gómez:  Redes  e  intervención  social  en  las  sociedades avanzadas  (2009).  Recuperado  de: http://www.funciva.org/uploads/ficheros_documentos/1254153776_redes_e_intervencion_social_en_las_sociedades_avanzada._manuel_herrera.pdf 

Pérez Eransus, Begoña (2004): El acompañamiento social como herramienta de lucha  contra  la  exclusión.  Recuperado  de: http://www.caritas.es/imagesrepository/CapitulosPublicaciones/485/05%20‐%20EL%20ACOMPA%C3%91AMIENTO%20SOCIAL%20COMO%20HERRAMIENTA%20DE%20LUCHA.pdf 

Raya, E. y Caparrós, N. (2014). Acompañamiento como metodología de Trabajo Social  en  tiempos  de  cólera.  En  Cuadernos  de  Trabajo  Social.  Vol.  27, Nº  1, 2014.  Recuperado  de:  https://revistas.ucm.es/index.php/CUTS/article/viewFile/42645/43069 

Silvia Navarro Pedreño: De cómo Robinson Crusoe (re)descubrió a Viernes: reflexiones sobre la perspectiva relacional en la intervención social hoy. Recuperado de: http://www.rayuelacreactiva.com/images/stories/pdf/perspectiva_relacional.pdf    

 

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II. XIV.  Modelos actuales de intervención social: 1. La práctica basada en la evidencia 

2. La innovación social  

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Relación de autores: 

Curso 2017 ‐ 2018 GÓMEZ RILOVA, CELIA JIMÉNEZ GABARRI, MARÍA DEL VALLE. 

Curso 2016 ‐ 2017 

BENDITO HERNANDEZ, CESAR BONILLA TORIBIO, RODRIGO GARCÍA DELGADO, PAULA GARCÍA GARCÍA, JAVIER 

II. XIV.  Modelos actuales de intervención social: 

1.  La práctica basada en la evidencia 

La Práctica Basada en Evidencias (PBE) es definida como “el uso consciente, explícito y juicioso de  la evidencia más actual y vigente en  la toma de decisiones en  la atención individual  de  nuestros  clientes”.  Este  método  introduce  como  novedad  que  los profesionales  fundamenten sus  intervenciones no sólo en su experiencia profesional, sino  que  combine  ésta  con  la mejor  evidencia  de  investigación  (teórica  o  empírica) disponible.  Pretende  evitar  la  inercia  en  la  práctica  profesional  o  la  falta  de actualización de conocimientos. 

Se  parte  del  hecho  de  que  el  Trabajo  Social  es  una  disciplina  asentada  en conocimientos  y  métodos  existentes  en  el  ámbito  del  saber  científico  social.  Ello supone que el Trabajo Social no puede limitarse a “consumir conocimientos”, sino que debe  asumir  la  tarea  de  generar/compartir/utilizar  conocimiento  aplicado mediante procesos  de  investigación  sobre  su  objeto  de  interés  y  de  evaluación  sobre  las intervenciones en él realizadas. 

La  PBE  aparece  por  primera  vez  en  las  ciencias  de  la  salud  para  ayudar  a  los profesionales  en  su  toma de decisiones.  Se  entiende por  esta práctica  la utilización consciente, explícita y juiciosa de la mejor evidencia científica clínica disponible.  

La  práctica  basada  en  la  evidencia  asegura  a  los  profesionales  que  estará fundamentada  en  hallazgos  que  demuestren  empírica  y  rigurosamente  que  las actuaciones realizadas producen resultados eficaces y efectivos. Así, la PBE ayudaría al trabajador social a minimizar los riesgos en su quehacer profesional (Morago, 2004: 5‐20). 

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2. La innovación social  

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El TSBE supondría un complemento  idóneo para  la práctica profesional en  tanto que permite fundamentar la decisión profesional en intervenciones sociales eficaces. 

Los modos  de  proceder  de  los  profesionales  del  trabajo  social  que  desempeñan  su labor  en  contextos  complejos,  donde  se  entremezclan  relaciones  humanas, circunstancias  psicosociales,  culturales  y  económicas,  entre  otras  (Trinder,  2000)  no pueden ser reducidos a un proceso. Así, cualidades propias del trabajador social como la  empatía  o  el  desarrollo  de  habilidades  sociales  para  entablar  relaciones  con  los usuarios, entre otras muchas, no pueden verse alteradas por  la adopción de nuevos métodos. El profesional del trabajo social no puede dejar a un lado su experiencia, su profesionalidad  y  su  autonomía  ante  las  situaciones  que  se  le  presentan  en  el desempeño de su práctica. 

La aplicación de este método implica la necesidad de disponer de recursos materiales y, sobre todo, de tiempo para poder buscar las evidencias, extrapolarlas a la práctica y evaluar  los  resultados.  Es  aquí  donde  pueden  surgir  ciertas  limitaciones  ya  que,  en muchas ocasiones, elementos necesarios  como  los  recursos  y el  tiempo no  siempre están presentes en el desarrollo de nuestro trabajo.  

Los principios de  la práctica basada en  la evidencia supondrían un complemento para la  labor  del  trabajador  social  en  tanto  que  sirve  para  ayudar  a  los  profesionales  a resolver problemas que puedan aparecer en su práctica profesional basándose en  las mejores pruebas disponibles  en  la  literatura  científica.  La  información,  su  selección, sistematización  y  la  difusión  del  conocimiento  son  aún  hoy  asignaturas  pendientes para el Trabajo Social. 

1.1.  La práctica basada en la evidencia en Trabajo Social. 

Una de  las  consecuencias de  la  creciente popularidad de  la PBE  en  el  ámbito de  la Medicina y el resto de las disciplinas sanitarias ha sido su desarrollo también en otras profesiones más  distantes,  pero  de  algún modo  asociadas,  entre  las  que  se  incluye Trabajo Social. Durante los últimos años, en los Estados Unidos, Australia, Canadá y el Reino  Unido  se  ha  producido  una  rápida  expansión  de  la  PBE  en  el  sector  de  la asistencia  social.  En  1995  fue  creado,  en  la Universidad de  Exeter  (Reino Unido),  el Centro para  los Servicios Sociales Basados en  la Evidencia y un centro similar ha sido recientemente  inaugurado en  la Universidad de Flinders, en Australia. En Octubre de 2003, el Departamento de Política Social y Trabajo Social de  la Universidad de Oxford puso en marcha el primer curso post‐grado en Trabajo Social Basado en  la Evidencia (TSBE), que ha atraído a alumnos de catorce países diferentes y ha alcanzado, en su primer año de existencia, una notable popularidad entre la comunidad académica. Este 

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2. La innovación social  

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fenómeno no ha surgido, sin embargo, sobre un vacío metodológico  (Trinder, 2000). Citando  a  Richmond  (1917),  McDonald  utiliza  el  término  «resurgimiento»  para referirse  al  interés  renovado  en un método,  la PBE,  cuyos principios esenciales han sido «articulados y discutidos dentro de  la  literatura del Trabajo Social prácticamente desde  la  aparición  de  la  profesión»  (McDonald,  2003:125).  En  la misma  dirección, Sheldon  y  MacDonald  (1999)  consideran  que,  efectivamente,  desde  los  primeros tiempos  de  la  profesión  de  Trabajo  Social  ha  existido  una  especial  atención  por  los estudios de investigación y evaluación, contexto en el cual es posible identificar la idea de  la PBE. Esta tradición de  investigación científica en el campo del Trabajo Social ha estado caracterizada, en gran medida, por la existencia de escuelas tan diversas como la  empírica  o  experimental,  la  pragmática  y  la  crítica,  cada  una  de  las  cuales, especialmente  el movimiento  experimental  y  los  defensores  del  pragmatismo,  han adaptado la PBE al marco conceptual de sus propios métodos. 

1.2.  Pros y contras de la práctica basada en la evidencia. 

Los defensores de la PBE afirman que el hecho de fundamentar la decisión profesional en aquellas intervenciones o programas que han sido previa y críticamente evaluados como eficaces permite  la prestación de unos servicios de mejor calidad así como un uso más  racional  de  los  recursos  disponibles.  También  sostienen  que  la  PBE  es  un modo eficaz de rebatir aquellas opiniones que, a falta de una base científica suficiente, se  apoyan en prácticas  comúnmente  aceptadas:  la  autoridad,  creencias  imperantes, información anecdótica, o investigación de escasa calidad metodológica. En el terreno de  las  intervenciones  sociales  se  pueden  encontrar  ejemplos  de  cómo  las  buenas intenciones no siempre van acompañadas de buenos resultados.  

Las principales objeciones a la PEB se centran en cuatro puntos:  

1. La PBE no es un método nuevo: los buenos profesionales siempre han consultado la literatura científica.  

2. La PBE es más un modo encubierto de  racionar  recursos que de proveer el mejor servicio posible al usuario (Morago, 2004).  

3. La PBE es un instrumento en poder de las organizaciones para limitar la autonomía de decisión de los profesionales.  

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II. XIV.  Modelos actuales de intervención social: 1. La práctica basada en la evidencia 

2. La innovación social  

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4.  La  PBE  presenta  una  visión  parcial  de  lo  que  constituye  evidencia  científica, otorgando  excesivo  protagonismo  a  criterios  cuantitativos  de  investigación  e ignorando otros diseños, como por ejemplo  los métodos cualitativos que suministran una información más específica sobre el usuario y sus necesidades asistenciales.  

1.3. Proceso 

La práctica basada en la evidencia conlleva dos etapas claramente diferenciadas: 

•  La  primera  consistiría  en  convertir  el  problema  de  intervención  en  una pregunta de investigación del tipo: ¿cómo podemos ayudar a esta persona a x? A partir de ahí, se  trataría de buscar en  la  literatura científica  respuestas a ese  interrogante. Tras la recopilación de material, se hace una revisión crítica de todo ello, desechando aquellas aportaciones que se consideren poco útiles para nuestro objetivo… ayudar a x. 

•  La  siguiente etapa  supondría aplicar en  la práctica  la  respuesta a  la pregunta planteada y evaluar  los resultados. Pondremos en evidencia  la adecuación o no de  la respuesta dada  y  generaremos  conocimiento  (evidencias) que nos puedan  ayudar  a crecer competencialmente en la medida que sabemos más… 

Ello no supone que el profesional del trabajo social deba dejar de lado su experiencia, su  profesionalidad  y  su  autonomía  ante  las  situaciones  que  se  le  presentan  en  el desempeño de su práctica. 

La PBE reconoce la importancia de compartir, siempre que ello sea posible, el proceso de  deliberación  y  decisión  con  el  usuario  de  los  servicios  sociales,  al  consagrar  sus preferencias  y  valores  como  otro  de  los  componentes  esenciales  de  las  decisiones basadas en  la evidencia. El amplio campo del Trabajo Social es una reserva estimable de  talento  profesional  y  científico  y  que  la  función  del  TSBE  no  es  reemplazar  ese talento, sino aumentarlo para que sirva de base a una asistencia social cada día más efectiva. 

Toda  intervención tiene una teoría  implícita o explícita, se basa en saberes teóricos o prácticos…  se  trata  de  evidenciar  esos  saberes  y  aprovechar  su  aplicación  para obtener/generar  nuevos  conocimientos  que  contribuyan  a  afinar  las  intervenciones, haciéndolas progresivamente más eficaces. 

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2.  La innovación social. 

La Comisión Europea, enmarcada en su Estrategia Europa 2020, lanzó en el año 2010 la iniciativa  emblemática  “Unión  por  la  Innovación”,  en  la  que  la  “Apuesta  por  la Innovación  Social”  se  menciona  como  elemento  clave.  Dicha  iniciativa  define  el concepto de Innovación Social de la siguiente manera:  

“La  Innovación  Social  consiste  en  encontrar  nuevas  formas  de  satisfacer  las necesidades  sociales  que  no  están  adecuadamente  cubiertas  por  el mercado  o  el sector  público…  o  en  producir  los  cambios  de  comportamiento  necesarios  para resolver  los grandes  retos de  la  sociedad… capacitando a  la ciudadanía y generando nuevas relaciones sociales y nuevos modelos de colaboración. Son, por tanto, al mismo tiempo innovadoras en sí mismas y útiles para capacitar a la sociedad a innovar…”.  

La  innovación  social  significa  desarrollar  nuevas  ideas,  servicios  y  modelos  para abordar mejor  los  problemas  sociales.  Invita  la  participación  de  actores  públicos  y privados, incluida la sociedad civil, para mejorar los servicios sociales. 

La  innovación  social  constituye,  en  todo  caso,  una  corriente muy  heterogénea  con aportaciones  que,  frecuentemente,  no  se  presentan  en  o  para  la  comunidad institucional y profesional (más tradicional o estructurada) de  las políticas sociales. Si atendemos  a  su  contenido  y  finalidad  (con  referencias  frecuentes  a  la  cohesión,  el bienestar o el desarrollo social), frecuentemente encajan en el amplio campo sectorial delimitado  por  la  política  social,  como  se  comprueba  en  una  reciente  revisión  de literatura sobre innovación en servicios de bienestar en Europa (Crepaldi y otras, 2012: 6) o en el proyecto WILCO sobre innovaciones en bienestar a escala local a favor de la cohesión (Evers y otras, 2014).  

Volviendo,  sin  embargo,  a  la  definición  de  la  Comisión  Europea,  recordemos  que, además  de  referirse  a  la  satisfacción  de  necesidades  sociales  o  al  bienestar  (como finalidad  más  o  menos  mediata  de  la  innovación),  también  hacía  referencia  a  la creación de nuevas  relaciones o  colaboraciones  sociales. Efectivamente, es bastante común que se afirme que “las innovaciones sociales son innovaciones que son sociales tanto en sus fines como en sus medios. Son innovaciones que no sólo son buenas para la sociedad, sino que potencian la capacidad de los individuos para actuar”. Esto hace que se haya llegado a afirmar que el lugar privilegiado para la innovación social sólo es la sociedad civil o incluso la iniciativa social (o tercer sector).  

 

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2.1. La respuesta política. 

La  innovación social forma parte del paquete de  inversión social y debe  integrarse en la  formulación de políticas  y  estar  relacionada  con  las prioridades  sociales,  como  la implementación de  recomendaciones específicas para cada país  (incluso a  través del Fondo Social Europeo). La experimentación de políticas sociales prueba  la validez de nuevas  políticas  innovadoras mediante  la  recopilación  de  pruebas  sobre  el  impacto real  de  las  medidas  en  las  personas.  Estos  "experimentos"  de  ofrecer  respuestas innovadoras a las necesidades sociales son intervenciones de sondeo a pequeña escala para evaluar el  impacto hecho en  condiciones donde  su  impacto puede  ser medido puede ampliarse si los resultados demuestran ser convincentes. 

2.2. ¿Por qué la innovación social?  

Los  avances  tecnológicos,  la  globalización  y el envejecimiento de  la población están cambiando  las  sociedades  europeas.  En  los  últimos  años,  la  tasa  de  cambio  se  ha acelerado. Los europeos viven vidas más largas y saludables en nuevas configuraciones familiares y patrones de trabajo. Los valores y las relaciones entre generaciones están cambiando. Los europeos se enfrentan a oportunidades sin precedentes, más opciones y mejores condiciones de vida. 

2.3. Proporcionar distintas (mejores) soluciones a necesidades sociales.  

Las necesidades sociales se refieren, ante todo, a  la  inserción  laboral de  las personas vulnerables o grupos  (minorías,  inmigrantes en paro de  larga duración, personas con diversidad funcional, delincuentes, pobres, personas sin hogar), problemas de salud y actividades de cuidado, educación y ayuda de la comunidad. Originalmente, el cuidado de los niños ha sido un problema en torno al cual las innovaciones sociales han puesto énfasis, debido a que  los gobiernos no  invirtieron en el cuidado, tradicionalmente ha sido hecho gratis por  las madres. Pero ahora  la sociedad que envejece ha puesto una mayor presión sobre las actividades de cuidado para los ancianos. Es probable que se convierta en el sector más grande para el empleo, así como el desarrollo de nuevos procesos  con mayores  intervenciones  de  empresas  sociales  y  organizaciones  de  la sociedad  civil.  La  creación de actividades económicas  con microcréditos e  iniciativas educativas para reducir el número de abandonos escolares prematuros son otros dos resultados de este tipo de innovación social. 

La innovación social es un proceso consistente en “buscar” algo nuevo. No siempre lo nuevo es sinónimo de bueno… pero parece claro que ante los nuevos “retos sociales” 

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es difícil pensar que pueden seguir valiendo viejas respuestas que se crearon para y en situaciones muy distintas a las actuales. 

Ante nuevas situaciones hay dos posibles respuestas: 

•  Adaptativas:  intentar ajustar  las  respuestas para que más o menos  todo  siga igual. 

•  Creativas: un nuevo modo de enfrentarse no  comparable  con  lo hasta ahora existente. 

Ante nuevas situaciones… no parece lógico insistir en las viejas respuestas... es preciso buscar nuevas soluciones… más eficientes, efectivas, justas, sostenibles… que aporten valor desde el punto de vista del bien común. Y será el  trabajo común,  los procesos sociales, las deliberaciones entre actores (administración, tercer sector, sociedad civil, universidades…)  las  que  permitirán  avanzar  sobre  futuros  inciertos,  pero  (lo necesitamos) mejores. 

Las innovaciones sociales son sociales porque lo son en dos sentidos: tanto en sus fines como en sus medios. De manera específica, definimos las innovaciones sociales como aquellas  nuevas  ideas  (productos,  servicios, modelos…)  que  de manera  simultánea cubren necesidades  sociales de manera más efectiva que alternativa y crean nuevas relaciones sociales o colaboraciones. Hay innovaciones que no sólo son buenas para la sociedad, sino que incrementan sus capacidades para la acción (Presidente Barroso) 

La  innovación  es  distinta  a  las  rutinas,  los  procesos  habituales,  las  respuestas establecidas… En  la generación de probar, crear, apoyar…. algo nuevo, tienen mucha importancia los debates en las comunidades profesionales. 

Referencias Bibliográficas. 

•  María Dolores Pereñíguez Olmo: Trabajo Social e investigación. La Práctica Basada en la Evidencia. Págs. 22 a 25. Recuperado de: http://cgtrabajosocial.com/app/webroot/files/murcia/files/colegio/tsmu/TSMU_17_27dic%5Bcompleta%5D.pdf    

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•  Pedro MORAGO. Práctica basada en la evidencia: de la Medicina al Trabajo Social.  Recuperado de: http://biblioteca.ues.edu.sv/revistas/10800247‐1.pdf   

•  Teresa Montagut (2014): De la innovación a la Innovación Social. Rev. Documentación social nº 174. Ejemplar disponible en la Biblioteca del Campus Miguel Delibes  http://almena.uva.es/record=b1225997~S1*spi   

•  Fernando Fantova: Innovación social y Tercer Sector de Acción Social. http://fantova.net/?wpfb_dl=332   

•  Unión Europea: innovación social. Recuperado de: http://ec.europa.eu/social/main.jsp?catId=1022&langId=en   

•  European Union: Empowering people, driving change: Social innovation in the European Union. Recuperado de: http://ec.europa.eu/DocsRoom/documents/13402/attachments/1/translations/en/renditions/native   

•  Video: ¿qué es la innovación social?  https://vimeo.com/101520049   

 

 

 

 

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Tema II. XV. La supervisión y la investigación en Trabajo Social 

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Relación de autores: 

Curso 2016 ‐ 2017 

BRAVO MARTÍN, LAURA CABALLERO TRIBIÑO, ANA ISABEL DÍEZ ASENSIO, RAQUEL FRAGUA SOBRINO, CRISTINA GALLEGO LLAMAS, MARÍA GIL RUIZ, LARA 

Tema II. XIV. La supervisión y la investigación en Trabajo Social 

1. La supervisión en Trabajo Social 

Las realidades sociales están en continuos procesos de cambio, por  lo que el Trabajo Social no puede estar estático, debe adaptarse a esos cambios, para poder dar en cada momento  la  mejor  respuesta  profesional.  Por  todo  ello  es  necesario  analizar  la Supervisión en Trabajo Social. 

La palabra supervisión viene del latín super y videre, que significa “ver por encima”. En su aplicación en el Trabajo Social,  la supervisión ofrece un marco donde  facilitar una reflexión sobre  las actuaciones profesionales y donde favorecer el mantenimiento de una  curiosidad  intelectual  y  así  estimular  el  afán  de  aprender  y  mejorara  las actuaciones de la profesión. 

A  este  concepto  se  le  pueden  atribuir  numerosas  definiciones.  Destacamos  dos definiciones de dos importantes autores: 

Julia Tuerlinckx la definía como una relación dinámica, entre el asistente social y el supervisor. En  la cual el supervisor, en razón de sus conocimientos, de su comprensión de sí mismo y de los demás y de su experiencia en las técnicas del servicio  social,  presta  una  ayuda  real,  tanto  personalmente  como profesionalmente al supervisado.  

Julia Tuerlinckx  considera  la  supervisión  como un método que debe enseñar, guiar,  asesorar  a  estudiantes  y  profesionales  del  Trabajo  social  y  como  un espacio de  revisión  cotidiano de  la práctica profesional.  La  relación dinámica  que se crea con  la supervisión, entre el supervisor y el estudiante/profesional,  nos  permite  saber  qué  estoy  haciendo,  como  y  nos  ofrece  posibilidades  de mejora.   

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Graciela Tonon  la definía como un proceso metodológico que se despliega en dos espacios: el ejercicio profesional y la formación académica. Cuyos objetivos son el aprendizaje de nuevos conocimientos y habilidades, necesarios para el desempeño  profesional  cotidiano,  así  como  la  reflexión  acerca  del  impacto afectivo  y  emocional  que  genera  en  el  supervisado  la  atención  de  cada situación en la cual haya actuado profesionalmente. 

¿Qué es la supervisión? 

Es un espacio para la reflexión, relacionado con el análisis y apoyo al profesional, con la ayuda  de  un  experto.  Es  un  acompañamiento  o  ayuda  externa  para  contribuir  al desempeño del profesional, para que este sea mejor y lo más adecuado posible. 

Teresa Sheriff y Eddy Sánchez definen  la  supervisión como un método de  formación continuada  del  trabajador  social  mediante  el  cual  se  refuerzan  los  conocimientos adquiridos. Julia Tuerlick, al definir el contenido de la supervisión, advierte que esta no es sinónimo de control, ni de  inspección, ni de vigilancia. Considera que su contenido real es el de educación, instrucción y formación. 

Orígenes: 

Los  orígenes  de  la  supervisión  habría  que  situarlos  principalmente  en  los  Estados Unidos,  considerando  que  los  profesionales  remunerados  fueron  los  pioneros  de  la supervisión profesional posterior. El primer  texto sobre Trabajo Social  fue  la obra de Jeffrey R. Brackett "Supervision and education  in charity"en el año 1905. En EEUU, el primer curso de lo que se considera ahora como supervisión, se dio en 1.911 y estuvo a cargo del Departamento de Obras Sociales de la Fundación Rusell Sage. 

Supervisión en Trabajo Social en el Estado español: 

Se puede considerar que la supervisión, tal y como la entendemos en la actualidad, no se  inició  hasta  la  creación  de  las  primeras  escuelas  de  Trabajo  Social  para  formar profesionales. La primera de estas escuelas se fundó durante la Segunda República, en el año 1932. 

En  el marco  del  Segundo  Congreso  de  Asistentes  Sociales  celebrado  en Madrid  en 1972,  se  presentó  una  ponencia  sobre  la  supervisión  como método  de  superación profesional.  

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La  primera publicación  sobre  supervisión  en  Trabajo  Social  fue  el  artículo  que Rosa Roca publicó en la revista de Trabajo Social de la Asociación de Asistentes Sociales de Barcelona, en el año 1962. 

Contexto de la supervisión: 

Es  importante  delimitar  los  escenarios  donde  se  va  a  desarrollar  la  supervisión. Diferenciamos  dos  contextos  importantes  donde  la  supervisión  tiene  una  gran importancia: 

‐ En el contexto profesional, la práctica de la supervisión contará con un papel, más sentido  y  útil,  la  dotará  de  mayor  coherencia.  En  definitiva,  la  supervisión contribuye  para  ayudar  al  supervisado  a  ser mejor  profesional  en  su  quehacer diario. 

‐ En  el  contexto  académico,  la  Supervisión  hará  que  los  estudiantes  tengan  las mejores conexiones entre la teoría aprendida y la práctica.  

Objetivos de la supervisión: 

Estos pueden variar según se trate de un tipo u otro de supervisión. El Trabajo Social tiene unos objetivos generales comunes que se atribuyen al perfeccionamiento de  la práctica profesional y a una mejor satisfacción en el ejercicio de  la profesión, siendo estos: 

‐ Reforzamiento  de  la  captación  profesional  (conocimientos  y  destrezas):  los profesionales hacen mejor su tarea.  

‐ Promocionar  el  desarrollo  profesional:  reforzando  la  captación  profesional,  el conocimiento y las destrezas. 

Longres destaca cuatro objetivos básicos de la Supervisión: 

‐ Enseñanza y formación permanentes  

‐ Ofrecimiento de Servicios de Calidad 

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‐ Socialización del trabajador social 

‐ Elevar el nivel teórico y práctico de las actuaciones 

Kadushin  considera  que  el  objetivo  inmediato  es mejorar  la  capacidad  efectiva  del trabajador social. El objetivo remoto sería dar un buen servicio al usuario. 

Funciones de la Supervisión: 

La  función  primordial  de  la  supervisión  es  la  de  favorecer  la  adquisición  de  una identidad  profesional  y  aprender  una  nueva  forma  de  ser  y  de  actuar.  Con  la supervisión se desarrolla una función facilitadora y de acompañamiento, de reflexión y aprendizaje a partir de la práctica profesional. 

Valores de la Supervisión: 

Según Sánchez y Sheriff los valores que han de transmitirse en la Supervisión son: 

‐ El espíritu comunitario 

‐ El dialogo 

‐ La visión crítica de la realidad 

‐ La investigación y creatividad 

‐ La responsabilidad social y personal 

‐ El compromiso 

‐ La participación para conseguir el Bienestar social 

‐ El  respeto  a  la  persona  expresado  mediante  los  principios  de  aceptación, individualización, autodeterminación y participación activa. 

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Tipos de supervisión 

Para clasificar la supervisión destacan tres aspectos básicos: 

A.  La  supervisión  administrativa: está directamente  relacionada  con una  técnica de gestión, se da siempre en el marco de una organización con el objetivo prioritario de que  se  cumplan  los  objetivos  de  dicha  organización.  El  supervisor  tiene  un  puesto concreto  en  el  centro  o  lugar  de  trabajo  donde  se  aplica.  Éste  ocupa  una  posición intermedia entre el director  y  los  trabajadores, por  lo que  su posición  resulta  clave para  el  buen  funcionamiento  de  la  organización.  El  buen  o mal  desempeño,  tendrá efectos  y  consecuencias  directas  tanto  para  la  consecución  de  objetivos,  como  de ambiente. 

Este tipo de supervisión surge normalmente por  iniciativa de  la propia organización y no de  los  trabajadores sociales. Las  funciones de  la supervisión administrativa según Kadushin son: 

‐ Selección y contratación del trabajador 

‐ Colocación del trabajador en un puesto de trabajo concreto  

‐ Planificación, distribución y delegación del trabajo 

‐ Dirigir, revisar y evaluar el trabajo 

‐ Coordinación 

‐ Distribución de la información 

‐ Introducir cambios y nuevas ideas 

‐ Rebajar tensiones 

B.  La  supervisión  educativa:  es  probablemente  el  tipo  de  supervisión  que más  se identifique  con  la  supervisión  de  Trabajo  Social,  es  la  que más  está  extendida  en España. Las universidades donde se ofrece el grado en Trabajo Social utilizan procesos 

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de Supervisión educativa en las prácticas que los estudiantes realizan en instituciones externas a la Universidad.  

Esta es la que tiene como objetivo enseñar, formar y ayudar a mejorar conocimientos a  los  trabajadores  sociales,  o  a  aquellos  que  están  en  fase  de  formación  para convertirse  en  profesionales  del  trabajo  social  e  integrar  adecuadamente  la  teoría aprendida  con  la práctica  cotidiana.  El  estudiante  analizará,  reflexionará,  y discutirá con  el  supervisor  todo  lo  que  considere  oportuno  e  irá  conformando  su  propia identidad profesional. 

Según Kadushin las funciones más presentes en la supervisión educativa son: informar, clarificar,  aconsejar,  sugerir,  guiar,  enseñar,  facilitar  el  aprendizaje,  compartir experiencias y conocimientos, contribuir a la mejora profesional… 

C. La supervisión de apoyo: este tipo es el menos frecuente. Tiene en cuenta en sus objetivos y aplicación el ofrecer apoyo a las personas que reciben dicha supervisión, de forma que puedan superar mejor  las  tensiones y dificultades que se presentan en el ejercicio de su trabajo. Se puede denominar incluso de apoyo psicológico. 

En  el  trabajo  cotidiano  de  los  trabajadores  sociales,  estos  se  suelen  encontrar  con realidades donde están continuamente presentes  las desigualdades, el sufrimiento,  la injusticia… normalmente a causa de esto, surge en los profesionales  un gran nivel de conflicto  profesional  y  personal.  Desanimo,  sentimientos  de  impotencia,  falta  de reconocimiento…   

El  objetivo  de  esta  supervisión  es  animar,  estimular,  elevar  la  autoestima,  el reconocimiento de las cualidades... del trabajador. 

Por  medio  de  la  supervisión  administrativa  se  observa  cual  es  la  eficiencia  del trabajador.  La  competencia  se  mide  con  la  supervisión  educativa  y  el  sentirse comprendido o valorado es objeto de la supervisión de apoyo.  

Modalidades de supervisión: 

No todas las supervisiones son iguales: 

‐ algunas  las  proporciona  la  organización:  les  hacemos  partícipes  de  la supervisión, apoyo, acompañamiento, entrenamiento tanto a nivel profesional como personal. 

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‐ otras  las contrata el profesional/es: de mutuo acuerdo y en grupo o de forma individual  los profesionales contratan a un experto al que acuden cada cierto tiempo y se someten a supervisión para solucionar casos complejos, situaciones de  casos  en  los  que  no  han  salido  satisfechos,  intentando  aprender  de  la experiencia aun cuando no sea del todo positiva o negativa. 

Tradicionalmente se distinguen dos tipos de supervisión: 

A. La supervisión individual: esta se centra en la relación supervisor‐supervisado y en el  intercambio de conocimientos teórico‐prácticos. La técnica  fundamental que  se  utiliza  es  la  entrevista,  por  ello  hay  que  prestar  cierta  atención  al lenguaje tanto verbal, como no verbal del supervisado. Este tipo de supervisión permite  desarrollar  un  trabajo  muy  personalizado  en  el  que  el  supervisor tendrá en cuenta las características personales del supervisado y se promueve una  relación  estrecha  y de  confianza  entre  ambos.  La  supervisión busca una actitud de autobúsqueda por parte del supervisado.   

B. La  supervisión  grupal:  Es  muy  habitual  sobre  todo  si  nos  referimos  a  los estudiantes.  Al  trabajar  en  grupo  hay  una  gran  diversidad  de  cuestiones  a debatir,  abordar, muchos  puntos  de  vista  y  opiniones,  que  hacen  que  está técnica sea muy atractiva. La supervisión grupal puede estar supervisando a un conjunto  de  estudiantes  que  desarrollan  su  práctica  profesional  de manera individual,  no  es  necesario  que  todo  el  grupo,  desarrolle  la misma  práctica formativa. Kadushin presenta las siguientes ventajas de la supervisión grupal: 

‐ El  abanico  de  posibilidades  de  intervención  y  mejora  se  amplían  al trabajar en grupo. 

‐ El apoyo emocional entre sus miembros puede ser amplio y diverso. 

‐ El grupo se convierte en un espacio donde desarrollar habilidades 

Pero  no  todo  son  ventajas,  por  lo  que  surge  la  necesidad  de  ver  a  las  dos modalidades complementándose una con otra.  

Perfil del Supervisor 

La  tarea  de  supervisar  requiere  una  serie  de  habilidades  y  unas  características personales que faciliten el ejercicio de esta función como pueden ser: 

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Formación y experiencia profesional en el campo que vaya a supervisar. 

Tener  una  buena  capacidad  para mantener  un  bien  nivel  de  comunicación verbal y no verbal. 

Saber escuchar y tener empatía. 

Manejar la técnica de la entrevista o dinámicas de grupo. 

Capacidad de organización, planificación y sistematización del trabajo. 

Actitud exigente. Capacidad de crítica constructiva y autocrítica. 

Capacidad para animar, motivar y reforzar. 

Abierto al cambio, improvisación y cuestionamiento de su trabajo. 

El registro y la documentación en la supervisión. 

Para llevar a cabo la supervisión de una forma adecuada hay que tener en cuenta que las sesiones se preparan anticipadamente, y también, hay que documentar al máximo el  trabajo  realizado. Esta  información se  recoge en documentos como pudiera ser  la ficha social, el registro de entrevistas, los informes sociales… 

Siempre  se debe  tener en  cuenta que hay que  cuidar de que  la documentación del trabajo  se  utilice  responsablemente  sin  olvidar  que  el  trabajador  social  tiene  la obligación de respetar el secreto profesional de lo que le ha comunicado el usuario. 

Evaluación de la supervisión. 

Cuando  se habla de evaluación de  supervisión, nos  referimos  sobre  todo  al espacio concreto que  se dedica para analizar  y  contrastar  las acciones de  trabajo en base a unos parámetros de idoneidad. Es decir, la evaluación es el resultado de la suma de las evaluaciones individualizadas hechas en cada sesión de supervisión. Esta debe hacerse desde  diversos  marcos  de  referencia  y  se  priorizará  uno  u  otro  según  el  tipo  de supervisión de que se trate.  

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La sesión de evaluación es una sesión especializada dentro de las diversas sesiones de supervisión en que el material es específicamente la síntesis del trabajo que ha llevado a  cabo  el  trabajador  social  y  cómo  lo  ha  hecho  para  poder  llegar  a  conclusiones respecto  a  la  forma  en  que  se  han  ido  adquiriendo  diversos  conocimientos  y aprendizajes.  

No es suficiente con que se analice el cómo está realizando su trabajo el profesional, sino que también hay que ver cómo la supervisión ha influido en su forma de trabajar. 

2. La investigación en Trabajo Social 

Relación trabajo social e investigación 

La insistencia en la necesidad de destacar el papel de la investigación en el desarrollo de  la disciplina y profesión no debe hacernos olvidar que  las  tareas de  investigación siempre han sido contempladas en el Trabajo Social como actividades fundamentales de  cara  a mejorar  progresivamente  la  eficacia  de  la  disciplina  en  el  logro  de  sus objetivos. Ya M. Richmond aludía en 1.922 a la importancia que la investigación tenía en el trabajo social: 

"No creo que se pueda dar un mejor consejo a las asistentes del servicio familiar de casos  individuales que el de estudiar y desarrollar  la parte de su esfera de actividad que atañe a las investigaciones sociales, o a la mejora <en conjunto> de  las masas. No quiero decir que ellas deban  renunciar a  su propia  tarea, ni descuidarla,  a  fin  de  emprender  estudios  especiales  o  lanzarse  en  campañas legislativas, pero entendiendo con esto que su actividad debe ser más fecunda desde el punto de vista científico de lo que es actualmente [...]” Richmond,1922: 150 

Para qué: utilidad 

Son  diversas  las  razones  que  pueden  justificar  la  necesidad  de  incrementar  la investigación  en  el  Trabajo  Social. De  entre  ellas  se  pueden  destacar  cuatro  por  su especial relevancia en el ámbito universitario. 

a) Hemos de recordar que  la  investigación siempre ha sido y será uno de  los mejores caminos para relacionar, vincular la teoría con la práctica, o lo que es lo mismo, reducir la  fisura a veces denunciada entre el mundo de  lo  teórico y  la  realidad cotidiana. Si 

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esto es  importante en  toda  ciencia  y profesión,  lo es  aún más en el  Trabajo  Social, puesto que se trata ésta de una disciplina aplicada.  

b)  A  diferencia  de  otras  disciplinas  afines,  la  intervención  en materia  de  bienestar (nuestro  objeto  de  interés)  presenta  unas  características  que  dificultan  la sistematización  precisa  y  durable  de  los  conocimientos  y  técnicas  al  servicio  de  la intervención social. La complejidad y dinamicidad de las situaciones sociales objeto de la intervención, los contenidos culturales presentes en la interpretación, intervención y desarrollo  de  los  hechos  sobre  los  que  intervenimos,  la  presencia  simultánea  de factores objetivos/subjetivos‐micro/macro necesariamente a considerar en el estudio, valoración y actuación social, la fuerte componente política‐institucional que impregna el  quehacer  profesional...  son  unas  pocas,  pero  determinantes,  características  de  la intervención social que implican elevados grados de imprecisión e incertidumbre sobre los procesos y resultados. El incremento de la investigación en el Trabajo Social se hace más necesario en la medida que ayudaría a reducir los, muchas veces elevados, niveles de inseguridad e inconsistencia de las intervenciones en el ámbito del bienestar. 

c) Hay que prestar atención al proceso de maduración  teórica y  técnica que  se está produciendo en el conjunto de  las ciencias sociales y del que el Trabajo Social, como disciplina  científico  social  que  es/debe  ser,  no  puede  estar  ajena.  El  desarrollo  de teorías explicativas de  las  realidades con  las que  trabajamos es causa y efecto de  la aparición de nuevas técnicas, nuevos modelos, mejores y más eficaces estrategias de intervención social. El Trabajo Social no debe perder la oportunidad de beneficiarse de los  nuevos  planteamientos  teóricos  y  metodológicos  e  incluso  de  hacer  sus aportaciones  sobre  las  posibilidades  y  efectos  de  su  aplicación  en  el  ámbito  del bienestar social y los servicios sociales. De otro modo, nuestra disciplina y profesión irá incrementando, en vez de  reduciendo, esa especie de vulnerabilidad con  respecto a otras  disciplinas  y  profesiones  asentadas  sobre  planteamientos  más  sólidos, científicamente hablando (McCartt Hess,  y J. Mullen, 1995).  

d) Para  terminar creo conveniente subrayar el creciente aumento en  la exigencia de mayor efectividad y eficiencia en  la  intervención social. El progresivo reconocimiento de  los  derechos  sociales,  junto  con  la  crisis  financiera  del  llamado  Estado  Social, pueden  ser  dos  de  las  múltiples  razones  por  las  que  progresivamente  se  está demandando al Trabajo Social y, más específicamente, a los trabajadores sociales una mayor  “rentabilidad”  de  sus  acciones.  La  extensión  de  procesos  de  evaluación (investigaciones evaluativas) sobre programas sociales desarrollados preferentemente por  trabajadores  sociales, está poniendo de manifiesto no  sólo  la  complejidad de  la atención social, sino también la ineficacia de muchas de sus prácticas. Es cierto que tal ineficacia no es únicamente de responsabilidad  técnica, pero así se reconocerá si  los técnicos no  son  capaces de  justificar,  fundamentar, empírica  y  teóricamente,  con  la mayor  precisión  y  rigor  posible,  su  quehacer  cotidiano.  La muerte  de  un  paciente 

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puede ser fácilmente achacable al sanitario de turno si éste no  justificase  las razones del fatal desenlace. 

Investigación y documentación 

Para terminar con esta breve referencia al papel que juega la investigación en nuestra disciplina  es  preciso  destacar  la  importancia  que  en  esta  tarea  desempeñan  las prácticas documentales y los indicadores sociales.  

La relación existente entre investigación y documentación es clara desde el momento en que  la segunda se constituye en fuente de datos de  la primera (M. Grawitz, 1975: 115 a 137). En el  caso del Trabajo  Social  la  importancia de  la documentación  como fuente de  información para  la  investigación adquiere un carácter especial puesto que en el ejercicio profesional  las técnicas documentales son muy utilizadas y, por tanto, pueden suponer un medio importante para la obtención de datos que nos permitan el estudio  detallado  de  los  fenómenos  con  los  que  trabaja.  La  utilización  de  la documentación  con  fines  investigadores  aconseja  el  empleo de procedimientos que doten a la información recogida de unos mínimos de fiabilidad y validez permitiendo la generalización y comparación de los datos allí contenidos.  

Un medio  de  gran  ayuda  en  las  tareas  que  comprende  el  proceso  de  investigación resulta ser la utilización de indicadores. Un indicador no es más, ni menos, que un dato directamente  observable  que  permite  aprehender  las  dimensiones,  presencia  o ausencia de una variable o atributo determinado de  la  realidad estudiada. El uso de indicadores,  tal y como hoy  los conocemos, está muy extendido en el ámbito de  las ciencias  sociales,  teniendo  sus  orígenes  en  los  cercanos  años  sesenta  (Casas Aznar, 1989:  19  y  ss.),  aunque  sus  antecedentes  coinciden  con  el  interés  por  cuantificar fenómenos sociales que, en muchos casos tenían, que ver con hechos relacionados con el bienestar social (A. De Miguel, 15 y ss.). La elaboración de indicadores de cuestiones relacionadas  con  el  bienestar  social  resulta  tan  útil  como  complejo,  aunque  con  la paciencia  y métodos  adecuados  los  buenos  resultados  terminan  por  aparecer.  Un ejemplo de ello  lo tenemos en el estudio de Setién (1993) sobre  Indicadores Sociales de  Calidad  de  Vida.  El  uso  de  indicadores  sociales  fiables  y  válidos  se  hace imprescindible  en  la  intervención  social  y,  cómo  no,  dentro  de  la  investigación independientemente del nivel de ésta, puesto que  resulta  tan útil para una correcta toma de decisiones (Pascual i Esteve, 1991) (Red Vega, 1997) como para la ampliación‐verificación de  los conocimientos científicos existentes sobre determinada parcela de la realidad social. 

 

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Bibliografía 

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BARBERO GARCÍA, J.M. (2006): La autogestión del Trabajo Social y la perspectiva del investigador. En Cuadernos de Trabajo Social Nº 19 

FERNÁNDEZ  BARRERA,  J  (1997):  La  supervisión  en  el  trabajo  social.  Paidós. Barcelona.