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Teatro Realista Diego Padilla Dávila 2ºB Bachillerato Literatura Universal ..

Teatro Realista

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Trabajo del teatro realista

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A mediados del siglo XIX, Europa un movimiento cultural que pretendía acabar con las tendencias implantadas por el romanticismo. Se trataba de una reacción frente al “arte por el arte”, como consecuencia del cansancio producido por lo imaginativo y pintoresco. Pretendía observar objetivamente a las personas y la sociedad.Estas influencias se hicieron notar en el teatro español a principios del s. XX. Las obras de carácter exótico y las de aventuras dieron paso a la configuración de obras dramáticas que representaban los valores e inquietudes de la burguesía emergente.

El teatro de esta época se caracteriza por la presentación de contrastes: tradicionales y campesinos, modernos y urbanos o el éxodo del campo a la ciudad y los dilemas morales que estas situaciones provocan.Entre las características generales del teatro realista se encuentran:-La presentación objetiva de la realidad. El principal recurso de los dramaturgos de la época es: la observación directa de las costumbres o caracteres psicológicos.-Temas cercanos al espectador: defensa de ideales, conflictos matrimoniales...-Se emplea un lenguaje coloquial, que sitúa a los personajes en su ambiente real.

El Realismo en teatro presenta un lenguaje cotidiano y familiar y sus personajes no solo hablan en forma natural, sino que poseen una psicología de seres comunes; sus acciones se asemejan todo cuanto se pueda a las acciones de la gente real. Representadas sobre el escenario tienen que convencer al público de que la acción que desarrollan podría darse en la vida. Teatralmente, estas obras tienen dos importantes retos; una es alcanzar la elevación de espíritu y expresión, y otra conseguir el efecto dramático sin perder la sensación de naturalidad. Los vestuarios y estenografías, rigurosos y fieles a la realidad, y el escenario de “medio cajón” tenderían precisamente a proporcionar esta sensación ilusoria de estar contemplando algo que

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sucede realmente.

El teatro moderno nace con el realismo, del que el naturalismo es su inevitable acentuación. Cualquier puesta en escena actual de Ibsen, Chekov u O'Neill permite reconocer referencias a nuestro tiempo y a nuestras preocupaciones, como si fuéramos sus contemporáneos. Esta apreciación la podemos extender a sus modos de exposición dramática, formas y técnicas, y a sus exigencias con respecto a la representación. Sin embargo, entre Ibsen y Buero Vallejo, por poner un ejemplo de realismo actual, median más de ochenta años. No se puede decir lo mismo del teatro precedente, drama romántico y postromántico. A este último hemos de ubicarlo en otro tiempo, un tiempo pasado que nos concierne bastante menos, por muchos atractivos que encierre. Llevamos, pues, más de un siglo de teatro realista, y todavía mantienen su vigencia determinados autores y obras.Se dice que desde el Romanticismo hasta las primeras manifestaciones naturalistas en el teatro europeo se produce un lamentable bache. En realidad, durante esos años la tendencia más notable es la que prefigura la nueva estética realista. Ya en plena exaltación romántica se propugnó la necesidad de una representación más acorde con la realidad; tal era el deseo de Taima. En la mayoría de los casos, eso chocaba con los textos: temas, historias, lenguajes, elementos descriptivos, etc., no conectaban con lo cotidiano, con la realidad del espectador. Es muy significativo al respecto que las piezas consideradas intrascendentes o incluso irrepresentables fuesen precisamente aquéllas que implícitamente reconocían la saciedad de la representación romántica. Es el caso de algunos proverbios-comedias de Musset, de las piezas tardías de Víctor Hugo agrupadas en su Teatro en libertad (1865-1867), de Kleist y de los dramas sobre la historia reciente, de Büchner. Pero es muy curioso y significativo que las mejores obras de estos autores permaneciesen durante mucho tiempo sin representar; lo que nos hace entender que cuando un dramaturgo se adelanta a la escena de su tiempo, ésta le impondrá una larga espera, con riesgo de desfase, del que sólo se salvan las

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grandes obras. Eso sucedió con las representaciones tardías de Lorenzaccio de Musset, o de Woizeck y La muerte de Danton, ambas de Büchner.

El realismo en el teatro tiene la voluntad de duplicar la realidad a través de la escena, de representar una imitación lo más cercana posible a la realidad. El naturalismo apareció después de 1880 y tiene la misma función que el realismo en el teatro, pero muestra una realidad que acepta lo determinista, in transformable y hostil al hombre, casi como si fuera una fotografía, donde la realidad es puramente observable.

Los decorados copian a la naturaleza. Las lenguas empleadas reproducen el habla cotidiana de los personajes, de acuerdo al idioma que se usa en ese estamento social. La actuación apunta a la ilusión de realidad. Los personajes se mueven como si no hubiera espectadores en la platea, como si entre la platea y el escenario hubiera una cuarta pared. El director de teatro se convierte en el intérprete principal del texto, y trabaja sobre éste, la dirección de actores, la escenografía, la luz, el sonido, etc.

En 1887 creó el teatro libre. Este consistía en la acción simple, rápida, concisa y visual, tanto en gestos como en actitudes y palabras, buscando sus motivaciones en los caracteres y no en los enredos de la situación, con naturalidad y en un marco expresivo. Sostenía que la voz de los personajes del drama nuevo poseen la misma voz que nosotros, sus lenguajes es el nuestro de todos los días, con sus giros y deformaciones habituales. El arte del actor en el nuevo teatro había de vivir con la verdad, reposar en la observación y en el estudio directo de la naturaleza. Prohibió a sus actores que se dirigieran al público y elaboró él mismo el sistema que se volvió célebre, de “trabajar de espaldas” (al público).

Bibliografía: http://www.buenastareas.com/ensayos/Teatro-Realista/3018296.html