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 Los contextos del ser. Las bases intersubjetivas de la vida psíquica. Publicado en la revista nº 018 Autores: Castaño del Blanco, Ángeles - Atwood, G.E. - Stolorow, R.D. Libro: LOS CONTEXTOS DEL SER. Las bases intersubjetivas de la vida psíquica. Autores: Robert D. Stolorow (*) y George E. Atwood (**). Traducción de: Àngels Córcoles, M. Josep Estruch, Maite Jordan, Marta Lleonart, Núria Mata, Teresa Mas, Ramon Riera y Montse Ventura. Editorial: Herder. Barcelona; (2004); 229 páginas.  El libro consta de dos partes: una primera parte titulada “Fundamentos Teóricos” y una segunda parte, “Aplicaciones Clínicas”. Tenemos al principio unas páginas introductorias escritas por Ramon Riera acerca de la edición española. Aquí nos informa de que ésta es la primera traducción al castellano de Atwood y Stolorow. En su opinión, este es el libro más idóneo para que el lector de habla hispana se haga una idea global de la perspectiva intersubjetiva de los autores.  ¿Cómo definen los autores la teoría intersubjetiva? “Es una teoría de campos o una teoría de sistemas en la que se busca la comprensión de los fenómenos psicológicos no como productos de mecanismos intrapsíquicos aislados sino como emergentes de la interacción recíproca de las subjetividades en relación” (p. 27). Es decir, que los fenómenos psicológicos “no pueden ser entendidos independientemente del contexto en el que toman forma” (p. 27). Por tanto, el área de la investigación psicoanalítica no es la mente aislada individual, sino el sistema más amplio creado por el interjuego mutuo entre los mundos del paciente y su analista y el del niño y sus cuidadores. De la misma forma la psicopatología no se debe a mecanismos intrapsíquicos sino que cristaliza en los contextos intersubjetivos.  Teniendo en cuenta esta perspectiva intersubjetiva los autores creen necesaria una revisión de los conceptos psicoanalíticos. En este libro revisan los pilares fundacionales del psicoanálisis como son: el inconsciente, la relación entre mente y cuerpo, el trauma y la fantasía.  Capítulo 1. EL MITO DE LA MENTE AISLADA  En contraste con el punto de vista de que el hombre moderno carece de mitos, los autores sostienen que hay un mito central que impregna la cultura occidental contemporánea y también el psicoanálisis: es el mito de la mente

Stolorow & Atwood - (2004) Los Contextos Del Ser. Las Bases Intersubjetivas de La Vida Psíquica [Reseña]

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Los Contextos Del Ser. Las Bases Intersubjetivas de La Vida Psíquica [Reseña]

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  • Los contextos del ser. Las bases intersubjetivas de la vida psquica.

    Publicado en la revista n018

    Autores: Castao del Blanco, ngeles - Atwood, G.E. - Stolorow, R.D.

    Libro: LOS CONTEXTOS DEL SER. Las bases intersubjetivas de la vida psquica. Autores: Robert D. Stolorow (*) y George E. Atwood (**). Traduccin de: ngels Crcoles, M. Josep

    Estruch, Maite Jordan, Marta Lleonart, Nria Mata, Teresa Mas, Ramon Riera y Montse Ventura. Editorial: Herder. Barcelona; (2004); 229 pginas.

    El libro consta de dos partes: una primera parte titulada Fundamentos Tericos y una segunda parte, Aplicaciones Clnicas. Tenemos al principio unas pginas introductorias escritas por Ramon Riera acerca de la edicin espaola. Aqu nos informa de que sta es la primera traduccin al castellano de Atwood y Stolorow. En su opinin, este es el libro ms idneo para que el lector de habla hispana se haga una idea global de la perspectiva intersubjetiva de los autores.

    Cmo definen los autores la teora intersubjetiva? Es una teora de campos o una teora de sistemas en la que se busca la comprensin de los fenmenos psicolgicos no como productos de mecanismos intrapsquicos aislados sino como emergentes de la interaccin recproca de las subjetividades en relacin (p. 27). Es decir, que los fenmenos psicolgicos no pueden ser entendidos independientemente del contexto en el que toman forma (p. 27). Por tanto, el rea de la investigacin psicoanaltica no es la mente aislada individual, sino el sistema ms amplio creado por el interjuego mutuo entre los mundos del paciente y su analista y el del nio y sus cuidadores. De la misma forma la psicopatologa no se debe a mecanismos intrapsquicos sino que cristaliza en los contextos intersubjetivos.

    Teniendo en cuenta esta perspectiva intersubjetiva los autores creen necesaria una revisin de los conceptos psicoanalticos. En este libro revisan los pilares fundacionales del psicoanlisis como son: el inconsciente, la relacin entre mente y cuerpo, el trauma y la fantasa.

    Captulo 1. EL MITO DE LA MENTE AISLADA

    En contraste con el punto de vista de que el hombre moderno carece de mitos, los autores sostienen que hay un mito central que impregna la cultura occidental contempornea y tambin el psicoanlisis: es el mito de la mente

  • individual aislada. Este mito atribuye al hombre un modo de ser en el cual el individuo existe separadamente del mundo de la naturaleza fsica y tambin de la vinculacin con otros.

    Cmo aparece este mito en los autores psicoanalticos?

    En Freud aparece en su descripcin de la mente como un aparato mental, una mquina que canaliza energas pulsionales que surgen desde dentro del organismo. La organizacin de la experiencia depende de las vicisitudes de estas energas pulsionales y el entorno contribuye nicamente en la medida en que afecta a les vicisitudes de estas pulsiones. El mito de la mente aislada aparece en esta imagen de una mquina impersonal y en la idea de que la organizacin de la experiencia es producto de fuerzas internas.

    Psicologa del yo. Hartman (1939), conceptualiz el desarrollo del yo como un proceso en el que primero se cuenta con la regulacin del entorno para, posteriormente, pasar a la autorregulacin, es decir, que habra un punto final de desarrollo ptimo. Otro autor de la psicologa del yo es Jacobson (1964), quien sostiene que el nio, antes de la formacin del supery, depende en un grado muy elevado de las experiencias que vive en su entorno para mantener su autoestima; despus de la formacin del supery, la autoestima se vuelve estable y relativamente independiente de las relaciones con los otros. En esta idealizacin de la autonoma aparece reflejado el mito de la mente aislada. Para los autores, la experiencia emocional y, por tanto, la autoestima siempre se regula y constituye en un contexto intersubjetivo. Una implicacin clnica de lo anterior es que, desde la psicologa del yo, se considera que un anlisis ha sido exitoso si ha logrado la disolucin de la transferencia, es decir, que el paciente renuncia a la vinculacin emocional con el analista y si quedan sentimientos transferenciales residuales se ven como un elemento infantil que dificulta el progreso del paciente haca la independencia. En la teora intersubjetiva estos vnculos residuales del paciente con el analista son vistos como una fuente potencial de sustento emocional para el futuro.

    Schafer (1976). Este autor propone un nuevo lenguaje-accin para el psicoanlisis, en lugar de los conceptos metapsicolgicos como estructuras psquicas, fuerzas y energas que tratan los estados subjetivos como si fueran entidades con propiedades como sustancia, cantidad, extensin, fuerza impulsora y localizacin. Schafer propone un nuevo lenguaje que elimine estas reificaciones mecnicas y se centre en la persona-como-agente, es decir, en la persona que es agente de sus acciones. Para los autores es muy valiosa la crtica de Schafer a la metapsicologa freudiana, pero consideran que acaba dando otra variante de la mente aislada: la imagen reificada de un agente omnipotente que crea por s mismo sus propias experiencias.

    Teora kleiniana. En opinin de los autores es en esta teora donde la omnipotencia de la mente aislada alcanza su cumbre, especialmente, en el

  • concepto de identificacin proyectiva. A travs de este mecanismo se supone que una persona desplaza partes de s misma hacia el interior del psiquismo y del cuerpo de otra. Ejemplifican esto con un comentario sobre una pelcula de Bergman, Persona, hecho por Kernberg (1975). En esta pelcula, una enfermera bsicamente normal, que cuida a una mujer muy enferma psicolgicamente, y que es explotada por sta, acaba desarrollando un intenso odio hacia la enferma. Kernberg lo explica as: Es como si todo el odio que exista dentro de la mujer enferma hubiera sido transferido a la que le ayuda y la destruyera desde su propio interior (p.245). De esta forma se describe un sstema de influencia unidireccional, donde el sujeto crea no slo sus propias experiencias sino, incluso, las experiencias de los dems.

    Kohut con la psicologa del self se aleja mucho del mito de la mente aislada. Su concepto de funcin de selfobject enfatiza que la organizacin de la experiencia de uno mismo est siempre codeterminada por la respuesta que sentimos en los otros. Los autores destacan como una de las contribuciones ms importantes de Kohut al psicoanlisis, la atencin que presta al impacto del analista/investigador en el campo que ste investiga.

    A pesar de todos estos cambios fundamentales que introduce Kohut, los autores ven vestigios del mito de la mente aislada en sus teoras, especialmente en la idea de que el self posee un programa nuclear innato que espera de un medio responsivo que le ayude a desplegarse. Contrariamente los autores piensan que la experiencia de uno mismo es determinada en cada momento del desarrollo por el sistema intersubjetivo en el cual cristaliza (p.50).

    Basch (1988). Este autor busca desarrollar la teora psicoanaltica a partir de las neurociencias y propone un marco conceptual para superar la grieta levantada desde hace mucho tiempo entre psicologa y biologa. Para los autores, el modo en que intenta Basch esta unificacin retorna al Proyecto de psicologa para neurlogos de Freud (1895), es decir, la reduccin del funcionamiento psicolgico a procesos mecnicos que ocurren en el sistema nervioso humano (p.51).

    Para Basch la principal motivacin psicolgica es la bsqueda de competencia, que l define como la capacidad del cerebro para establecer orden en los diversos estmulos que continuamente bombardean los sentidos. En un nivel introspectivo la competencia se convierte en la experiencia de autoestima. La verdadera autoestima (...) es el resultado de la experiencia de competencia, la experiencia de funcionar apropiadamente (...) nadie puede dar a otro la experiencia de competencia: uno debe lograrla por s mismo (p.26). Aqu aparece el mito de la mente aislada que atribuye las experiencias de competencia y autoestima a patrones internos. Contrariamente, para los autores, estas experiencias se derivan de transacciones interpersonales.

  • Psicoanlisis interpersonal. Sullivan (1953). Este autor pone el nfasis en la interaccin social y en este punto Atwood y Stolorow coinciden con l. Por el contrario, no estn de acuerdo en que en una interaccin el observador pueda mantenerse fuera de la transaccin y hacer observaciones objetivas. Sera otra variante del mito de la mente aislada, una mente separada de una realidad objetiva que o bien aprehende exactamente, o bien distorsiona. Esta teora objetivista contrasta con la intersubjetiva en la que se supone que la realidad personal de uno mismo est siempre codeterminada por rasgos del ambiente y por los particulares significados a los que estos son asimilados (p.55).

    Mitchell (1988), dentro del psicoanlisis relacional contemporneo desarrolla un modelo relacional integrado por los trabajos de Sullivan y de los tericos de las relaciones de objeto britnicos, especialmente, Fairbairn (1952). Este modelo relacional es muy prximo al intersubjetivo. Mitchell considera que la unidad bsica de estudio no es el individuo como una entidad separada cuyos deseos chocan contra una realidad externa, sino un campo interaccional. Considera que la experiencia se estructura a travs de las interacciones.

    Los autores, a pesar de una gran concordancia con Mitchell, encuentran restos del mito de la mente aislada en la aplicacin clnica de sus ideas, cuando ve al paciente como alguien que quiere llevar al analista hacia viejos patrones de relacin y al analista como un coactor que pone en acto los viejos escenarios del paciente y que inexorablemente cae en las categoras predeterminadas del paciente.

    Se preguntan los autores por qu este mito es tan difcil de exorcizar incluso para aquellos que se han dedicado justamente a esta tarea. En su opinin, este mito bajo todas sus formas, sirve para negar la gran vulnerabilidad inherente a la toma de conciencia de la continua interpenetrabilidad de la experiencia humana en un contexto intersubjetivo constitutivo (p.57).

    La ontognesis de la experiencia personal

    Para los autores el desarrollo de la experiencia personal siempre tiene lugar en un sistema intersubjetivo continuado (p.57). Resumen as la perspectiva intersubjetiva del desarrollo psicolgico:

    El desarrollo psicolgico y la patognesis son ambos [...] conceptualizados en trminos de contextos intersubjetivos especficos que conforman el proceso de desarrollo y facilitan u obstruyen la negociacin del nio de las tareas indispensables para la evolucin y el paso exitoso a travs de fases del desarrollo. El foco de observacin es el terreno psicolgico en desarrollo constituido por la interaccin de las subjetividades, organizadas de manera diferente, del nio y de sus cuidadores (p.58).

  • Actualmente hay un impresionante cuerpo de datos de investigacin que documentan que la organizacin en evolucin de la experiencia del nio debe verse como una propiedad del sistema de regulacin mutua nio-cuidadores. Describen brevemente los trabajos de Sander (1985,1991), Stern (1985), Beebe y Lachmann (1988), Lichtenberg (1989) y Emde (1988). Trabajos, todos ellos, que con diferentes lenguajes y por diferentes vas vienen a describir cmo los intercambios intersubjetivos que tienen lugar en el sistema de desarrollo nio-cuidador dan como resultado el establecimiento de patrones invariantes inconscientes que organizan las subsiguientes experiencias del nio. A esta rea del inconsciente le llaman el inconsciente prerreflexivo (prereflective unconscious). Estos principios ordenadores, que cristalizan en el sistema nio-cuidador, son los que forman las piezas esenciales en la construccin de la personalidad.

    Por un lado tenemos unos patrones preestablecidos que organizan las experiencias subsiguientes; por otro, la idea de que la experiencia siempre se da en un contexto intersubjetivo. Estas dos ideas, aparentemente contradictorias, no lo son si tenemos en cuenta que toda persona lleva a una relacin sus propios principios organizadores pero es el contexto el que determina cules de esos principios organizarn la experiencia. Por tanto, la organizacin de la experiencia est codeterminada por los principios preexistentes y por el contexto que favorece a uno u otro de ellos.

    Esta codeterminacin la podemos ver en el tratamiento psicoanaltico en lo que los autores llaman dimensin de selfobject y dimensin repetitiva de la transferencia. En la dimensin de selfobject el paciente busca recibir del analista experiencias de selfobject que no pudo recibir o las recibi de forma insuficiente durante los aos de su desarrollo. En la dimensin repetitiva, que es fuente de conflicto y resistencia, el paciente espera y teme que el analista vuelva a repetir con l experiencias tempranas que fueron perjudiciales para su desarrollo. Estas dos dimensiones oscilan continuamente, pasando a primer plano una u otra segn el paciente perciba que el analista est o no en sintona con sus estados emocionales. Por ejemplo, cuando se vivencia que el analista est mal sintonizado y, por tanto, se teme una repeticin traumtica, la dimensin conflictiva y resistencial pasa a primer plano y las necesidades de selfobject pasan a ser ocultadas. Cuando el analista sintoniza con la experiencia afectiva del paciente, la dimensin de selfobject queda restaurada y la dimensin conflictiva/resistencial pasa al fondo. Por tanto, las transferencias repetitivas estn codeterminadas (en grados variables) por ambas partes: por los principios organizadores del paciente, y tambin por aspectos de la actitud del analista. Desde la perspectiva intersubjetiva, el cambio en el anlisis no se consigue alterando o eliminando los patrones organizadores del paciente. Se consigue a travs de nuevas experiencias de relacin con el analista que facilitan el establecimiento de principios organizadores alternativos.

    Como consecuencia de los estudios del desarrollo del nio est surgiendo una nueva teora psicoanaltica de la motivacin. La idea de la motivacin en trminos de un aparato mental que procesa energas instintivas ya no es

  • adecuada. En cambio, se tiende a aceptar cada vez ms el punto de vista de Lichtenberg (1989), que sostiene que las motivaciones solamente surgen de la experiencia vivida (p.62) y que la vitalidad de la experiencia motivacional depender de la manera en que se desplieguen los intercambios afectivos entre los nios y sus cuidadores. Para los autores, lo ms importante de este cambio es que la pulsin deja de ser considerada como constructo motivacional central en psicoanlisis y que este lugar pasa a ocuparlo el afecto. La afectividad deja de entenderse como un producto de mecanismos intrapsquicos aislados para pasar a entenderse como una propiedad del sistema de mutua regulacin nio-cuidador. Desde esta perspectiva los traumas tempranos del desarrollo dejan de ser vistos como una mala organizacin de las pulsiones, para pasar a ser vistos como una falla de sintona afectiva en el sistema nio-cuidador que lleva a una dificultad para regular el afecto y, por tanto, a un estado del self desorganizado o desintegrado. Este cambio de la pulsin al afecto lleva a una visin intersubjetiva de la formacin del conflicto psquico y de lo que tradicionalmente conocemos por inconsciente dinmico.

    La gnesis del sentido de la realidad (the real)

    Se trata del proceso por el cual el nio adquiere una experiencia del mundo y de s mismo como real. El trmino realidad, aqu se usa como algo subjetivo, algo que se experimenta como sensacin o sentimiento, ms que como algo externo e independiente del sujeto. La teora freudiana clsica describe la realidad de esta ltima manera y el desarrollo psicolgico como un ir contactando de forma gradual con las condiciones y restricciones de esta realidad. Para Freud, un punto clave para el proceso de establecer contacto con la realidad seran las experiencias de frustracin y decepcin. Por el contrario, los autores proponen que el desarrollo del sentido de la realidad en el nio se produce principalmente, no como resultado de la frustracin y la decepcin, sino ms bien a travs de la sintona emocional validante por parte del entorno. Esta sintona emocional la denominan funcin de selfobject que delinea-al-self (the self-delineating selfobject function) y la describen a lo largo de un continuum del desarrollo, que va desde las formas de validacin sensomotoras tempranas que se producen en los intercambios preverbales entre el nio y el cuidador, hasta la validacin que se da cada vez ms a travs de la comunicacin simblica que implica que el nio va tomando conciencia de los otros como sujetos separados.

    Se pueden dar graves trastornos en este proceso de adquisicin del sentido de realidad en cualquier fase, si el nio no cuenta con una buena sintona afectiva del cuidador que valide sus experiencias. Cuando esto ocurre, el nio se ve obligado a acomodar la organizacin de su experiencia a la del cuidador para mantener unos lazos que son vitales para su supervivencia. Ms tarde, esta acomodacin puede dar lugar a un mundo subjetivo constituido, en parte, por una realidad ajena impuesta desde fuera.

  • En los siguientes captulos se exponen diversos desenlaces patolgicos en el desarrollo del sentido de la realidad.

    Captulo 2. LAS TRES FORMAS DE INCONSCIENTE

    Stolorow y Atwood distinguen: el inconsciente prerreflexivo, el inconsciente dinmico y el inconsciente invalidado.

    El inconsciente prerreflexivo se refiere a la formacin de la experiencia a travs de unos principios organizadores que son en s mismos inconscientes y que cristalizan en la interaccin entre el mundo subjetivo del nio y el de sus cuidadores. Un ejemplo de estos principios organizadores sera el supery que derivara de la percepcin que tiene el nio de qu es lo que se espera de l para poder seguir manteniendo los vnculos con sus cuidadores.

    El inconsciente dinmico estara formado por estados afectivos que el nio no pudo integrar porque no fueron validados por sus cuidadores y que pasan a ser sentidos como peligrosos para uno mismo o para los otros. Desde esta perspectiva, el inconsciente dinmico no est formado por derivados pulsionales sino por estados afectivos que se originaron en la relacin nio-cuidador y que, al no recibir validacin por parte del cuidador fueron disociados defensivamente. Esta disociacin, que intenta proteger de la retraumatizacin, es la principal fuente de resistencia en el tratamiento psicoanaltico y tambin de la necesidad de disfrazar estos estados afectivos cuando aparecen en los sueos.

    Si entendemos el inconsciente dinmico como constituido en el sistema de influencia mutua nio-cuidador, se hace evidente que la frontera entre consciente e inconsciente es el producto de un contexto intersubjetivo especfico. De aqu se derivan dos formas parecidas de contenidos inconscientes que se dan cuando falta la respuesta validatoria en el entorno. Una forma sera, cuando las experiencias infantiles no son respondidas o son activamente rechazadas, entonces el nio percibe que hay aspectos de l que no son bienvenidos o son peligrosos para el cuidador, por tanto estos aspectos los ha de reprimir para salvar la relacin que es necesaria para la supervivencia. Como ya hemos dicho, ste es el origen del inconsciente dinmico. La otra forma sera cuando aspectos de la experiencia del nio permanecen inconscientes, no porque hayan sido reprimidos, sino porque al no haber recibido validacin por parte del cuidador, el nio no los ha podido hacer suyos y, por tanto, no puede disponer de ellos. Esta forma correspondera al inconsciente invalidado. Desde la perspectiva intersubjetiva, el lmite entre consciente e inconsciente es flexible, va cambiando en funcin de la sensibilidad del entorno hacia diferentes aspectos de la experiencia relacional. La idea de un lmite flexible contrasta con la nocin tradicional de barrera

  • represiva como una estructura intrapsquica rgida que separa los contenidos conscientes e inconscientes.

    Para resumir, podemos distinguir tres formas interrelacionadas de inconsciente: (1) el inconsciente prerreflexivo los principios organizadores que dan forma a las experiencias de una persona; (2) el inconsciente dinmico experiencias que han quedado disociadas porque fueron percibidas como amenazas para las relaciones que son vitales; y (3) el inconsciente invalidado experiencias que no han podido ser articuladas porque nunca evocaron respuesta del entorno. Estas tres formas de inconsciente derivan de contextos intersubjetivos especficos. Esta conceptualizacin del inconsciente deja de lado los conceptos metapsicolgicos para hacer una formulacin en trminos cercanos a la experiencia.

    El tipo de accin teraputica del tratamiento psicoanaltico difiere en cada una de las tres reas del inconsciente. El inconsciente prerreflexivo se aborda investigando cmo el paciente organiza la relacin con el analista en base a sus principios organizadores. Este anlisis se hace siempre desde la subjetividad del paciente y siempre teniendo en cuenta la contribucin del analista. Esto facilita la reflexin del paciente sobre s mismo y propicia que establezca modos alternativos de relacin.

    El inconsciente dinmico se trasforma a travs del anlisis de las resistencias, es decir, a travs de la investigacin de la expectativas y miedos del paciente a ser retraumatizado nuevamente, como lo fue en su infancia, si comunica al analista sus estados afectivos y sus necesidades. El analista tiene muy en cuenta aquello que el paciente percibe en l que hace que anticipe una posible retraumatizacin. Este tipo de anlisis va proveyendo de experiencias de seguridad, de manera que los estados afectivos que haban quedado disociados pueden ser integrados.

    Inconsciente invalidado. El anlisis de esta rea del inconsciente es especialmente importante en pacientes que presentan estados de fragmentacin, de desorganizacin o psicosomticos. Son pacientes que vivieron una infancia en la que muchas de sus experiencias no consiguieron evocar una sintona validadora por parte de sus cuidadores, en consecuencia, sus percepciones han quedado poco definidas y son difciles de sostener, fcilmente quedan anuladas por los juicios de los dems y, tienden a sentir los afectos ms como estados corporales difusos que como sentimientos elaborados simblicamente. La investigacin y sintona del analista con la experiencia interna del paciente, siempre desde la perspectiva del paciente, sirve para reforzar la confianza del paciente en la validez de su experiencia y, por tanto, es vital para la consolidacin del sentimiento de s.

    Captulo 3. CUERPO Y MENTE

  • El foco principal de este captulo es la relacin entre la mente y el cuerpo. El psicoanlisis clsico ha adoptado una posicin materialista al dar prioridad al cuerpo y sus pulsiones y al interpretar la organizacin de la experiencia como una expresin secundaria de las vicisitudes de estas pulsiones. Los autores centran la atencin en el cuerpo y la mente como polos o elementos de la vivencia que tenemos de nosotros mismos (self-experience), y en las distintas formas de conciencia que podemos tener de la relacin mente-cuerpo. Describen las principales maneras de vivir subjetivamente la relacin entre la mente y el cuerpo y tambin el contexto intersubjetivo especfico que se asocia con cada una de ellas.

    La experiencia del afecto

    La tesis de los autores es que la experiencia subjetiva de los lmites entre mente y cuerpo es consecuencia de contextos intersubjetivos especficos. En la experiencia afectiva, la frontera que separa mente cuerpo se origina en contextos intersubjetivos muy similares a los que conforman la divisin entre consciente e inconsciente. Citan a Kristal (1988) que sugiere que un aspecto decisivo del desarrollo afectivo es la evolucin de los afectos desde su forma inicial, cuando se experimentan como sensaciones corporales, hasta los estados subjetivos que se pueden expresar verbalmente. Este autor seala el papel importante que juega en este proceso la habilidad del cuidador para identificar correctamente y para verbalizar los afectos tempranos del nio. Las respuestas de sintona emptica propician que sensaciones que en un principio son corporales, pasen a codificarse simblicamente y despus cristalicen en los distintos sentimientos. Por tanto, el grado en que una persona puede llegar a experimentar los afectos como mente (es decir, como sentimientos) en lugar de nicamente como cuerpo, depender de la presencia de un contexto intersubjetivo facilitador. Cuando esto falta, es fcil que los afectos continen experimentndose como estados corporales. En estos casos, la divisin entre mente y cuerpo se hace de forma que el campo de experiencia vivido como corporal es comparativamente muy grande e incluye estados afectivos que ordinariamente se viven como mentales. Los problemas psicosomticos en los adultos se entienden, desde esta perspectiva, como la consecuencia de la detencin del desarrollo afectivo.

    La concretizacin de la experiencia

    Hace referencia a la encapsulacin de configuraciones de la experiencia subjetiva en smbolos concretos de tipo sensorio motor. La funcin principal de esta concretizacin es mantener la organizacin del mundo subjetivo. Es un proceso fundamental en la vida humana y puede tomar varias formas dependiendo del modo de expresin, que puede ser a travs de fantasas, de sueos o a travs de la accin.

  • La concretizacin puede intervenir en la relacin cuerpo-mente de varias formas distintas. Una de ellas sera en los comportamientos sexuales, en los que se buscan intensas experiencias corporales para restaurar o sostener una organizacin psicolgica precaria con tendencia a la fragmentacin. Los autores entienden que las experiencias sensuales y las fantasas que ocurren en el curso del desarrollo temprano son organizadores psquicos que contribuyen a la estructuracin del sentimiento de s (sense of self). Las experiencias psicosexuales proveen al nio de una serie de smbolos anatmicos que concretizan las fases del desarrollo de su mundo subjetivo. Cuando este desarrollo se ve impedido, se da una deficiencia estructural y la persona adulta continuar utilizando los smbolos psicosexuales para mantener la organizacin de su vida subjetiva. Contrariamente al planteamiento de Freud de que la experiencia ertica infantil puede quedar fijada y luego revivirse regresivamente, los autores sostienen que el nio no queda fijado en una experiencia ertica por el placer que proporciona, sino porque esa experiencia tena la funcin de mantener la cohesin y estabilidad de un sentimiento de s amenazado por la fragmentacin. En el anlisis es fundamental investigar las formas particulares en que por un lado se encapsula el peligro que amenaza el self, y por el otro se concretiza el intento de restaurar el self.

    En las puestas en acto (enactments) sexuales y fsicas, el cuerpo se usa al servicio de la mente. En los sntomas de conversin, la simbolizacin crea un substituto corporal de una experiencia conflictiva modificando el lmite entre cuerpo y mente de forma similar a lo que ocurre en los estados psicosomticos. Se agranda la experiencia corporal a expensas de la mente. Se originan en situaciones intersubjetivas en las que no ha sido posible la articulacin verbal de una experiencia afectiva porque podra amenazar un vnculo que es necesario para la supervivencia. A diferencia de los estados psicosomticos, que utilizan una forma pre-simblica para la expresin de los afectos, en los sntomas de conversin interviene el proceso simblico. Los sntomas de conversin expresan a travs de smbolos anatmicos concretos lo que uno cree que no debe ser dicho u odo (p.89). En el anlisis ser fundamental la investigacin de estas creencias.

    En los sntomas conversivos y psicosomticos normalmente hay una alteracin de las funciones corporales, esto no suele ocurrir en los estados hipocondracos. En la hipocondra, la concretizacin es el resultado de fantasas muy angustiantes acerca del cuerpo cuyas partes son vividas como enfermas o deterioradas. Se utilizan estos smbolos anatmicos concretos para dramatizar y llamar la atencin sobre el peligro de desintegracin del self.

    En el cuerpo, fuera del cuerpo

    La experiencia subjetiva de estar en el cuerpo, a lo que Winnicott se refiere como indwelling (habitar en lo interno), hace que la piel se convierta en la frontera subjetiva entre el self y el no-self y que se vivencie a la psique residiendo en el soma. Esta unidad entre mente y cuerpo se consigue a travs

  • de estmulos, sensuales y de otro tipo, de la superficie corporal del nio que se dan en la interaccin temprana entre nio y cuidador, lo que Winnicott describe como handling (manipulacin) y holding (sustentacin).

    Las respuestas del cuidador a los estados afectivos del nio, que tempranamente son ms sensaciones fsicas que no sentimientos elaborados, juegan un papel capital en la consecucin de la cohesin mente-cuerpo. La sintona afectiva del cuidador con estos estados se comunica principalmente a travs de contactos sensoriomotores con el cuerpo del nio (como el holding, o el tener en brazos). Los dficits en esta sintona comportarn diferentes deformaciones del self corporal del nio o un desarrollo incompleto del sentido de indweling (habitar el propio cuerpo). La unidad de mente y cuerpo queda as vinculada a un entorno de selfobjetos sustentadores.

    En los estados extremos de desconexin mente-cuerpo suele haber fallos importantes en la sintona afectiva temprana, intrusiones fsicas que daan, privacin de necesidades de contacto y sentimientos de amenaza a la supervivencia fsica. Se distinguen dos tipos de experiencias que pueden generar una separacin radical entre mente y cuerpo:

    1.- las que reflejan un fracaso inicial en lograr un sentimiento de que la psique mora en el cuerpo, este fracaso deja a la persona vulnerable a los estados de despersonalizacin y desintegracin entre mente y cuerpo. Se dara en contextos intersubjetivos caracterizados por dficits en la sintona afectiva temprana junto con intrusiones destructivas.

    2.- Las que hacen que uno no se sienta identificado con el propio cuerpo y que tienen como objetivo protegerse de los peligros que comportara el sentimiento de existir dentro del cuerpo. Se daran en contextos intersubjetivos que incluyen amenazas inmediatas al self fsico, experiencias traumticas de estar cerca de la muerte y peligros provenientes de otras personas que son percibidas como amenazas a la supervivencia psicolgica del self.

    Habra otras formas intermedias de trastornos en la cohesin mente-cuerpo. Por ejemplo, en casos de abuso sexual infantil, se da el sentimiento de que la mente es algo que flota fuera o por encima del cuerpo. En otros casos la persona experimenta que la mente est localizada en su cabeza y separada del resto del cuerpo. Esta divisin suele surgir defensivamente cuando la expresin de necesidades y deseos corporales (como la necesidad de ternura, de contacto sexual, etc.) es rechazada por el entorno, con lo cual el cuerpo y sus necesidades pasan a experimentarse como algo defectuoso y repugnante para los otros.

    Un tercer grupo de experiencias que ejemplifican este nivel intermedio de desunin cuerpo-mente lo vemos en la identificacin de la persona con algo

  • externo, normalmente un punto de vista crtico hacia el propio self. En este caso, en el pasado no haba amenazas a la integridad del self, sino que el nio, para mantener lazos seguros con sus cuidadores, haba de ser muy hbil en poder satisfacer las expectativas estrictas que se le imponan desde fuera. Para preservar los lazos con el cuidador el nio abandona su propia experiencia (no reconocida especularmente desde fuera) y en su lugar abraza una perspectiva externa. Esta acomodacin puede dar lugar a un sentimiento de existir fuera del propio cuerpo; el cuerpo se convierte en el foco de un escrutinio crtico que da lugar a una autoconciencia muy vergonzante.

    Conclusiones

    Para el abordaje psicoanaltico de los diferentes tipos de relacin entre mente y cuerpo debe tenerse muy en cuenta los contextos intersubjetivos en que stas cristalizan. En el anlisis de los trastornos psicosomticos o de sntomas de conversin que se originaron en situaciones tempranas, el foco principal de la investigacin y la interpretacin estar puesto en las expectativas y temores del paciente de que los sentimientos que experimenta van a provocar en el analista el mismo tipo de respuesta patognica que dieron los cuidadores en su infancia. Un aspecto importante de esta investigacin va a ser identificar que aspectos de la manera de hacer del analista son vividos por el paciente como una seal de rechazo de sus estados afectivos.

    En el anlisis de las acciones sexuales, de las fantasas hipocondracas y de los estados de profunda desintegracin cuerpo-mente, el analista investigar las heridas psicolgicas provocadas por la ruptura de vnculos pasados y presentes que han puesto en peligro la cohesin de la vivencia del self del paciente. En las situaciones de desidentificacin con el cuerpo como forma de proteccin, la investigacin psicoanaltica se centrar en el sentimiento del paciente de estar en peligro en la transferencia al anticipar una respuesta traumtica por parte del analista si le muestra sus aspectos ms vulnerables que hasta ese momento haba mantenido escindidos.

    Captulo 4. TRAUMA Y PATOGNESIS

    El concepto de trauma es fundamental en el pensamiento psicoanaltico desde los primeros estudios de Freud sobre el origen de la histeria. Freud concedi un papel central al trauma en la patognesis, pero el abandono de la teora de la seduccin para pasar a conceptualizar el trauma como producto de la fantasa del paciente, marca un cambio decisivo, al pasar del trauma causado por acontecimientos externos haca el trauma producido por fuerzas internas.

    Los autores, de acuerdo con Kristal (1988) opinan que la esencia del trauma es la experiencia de un afecto insoportable. Lo que hace que un afecto se vuelva

  • insoportable no es la intensidad de los sentimientos dolorosos que un acontecimiento puede generar. El afecto doloroso se vuelve traumtico cuando no se da por parte del entorno la respuesta emptica que el nio necesita como ayuda para ser capaz de tolerar, contener y aliviar el impacto doloroso.

    Subrayan que las experiencias infantiles dainas prdidas, por ejemplo- no son por s mismas necesariamente traumticas (o al menos no de forma duradera) o patognicas, siempre que haya un medio con capacidad de respuesta emptica. Es la ausencia de sintona y de respuesta adecuada a las emociones dolorosas del nio lo que las hace insoportables y por tanto traumticas. Aqu se incluyen tanto los acontecimientos traumticos aparatosos y claros como los ms sutiles, por ejemplo, los traumas acumulativos que tienen lugar de forma continuada a lo largo de la niez y que a menudo provienen de una patologa de carcter especfica de los padres, los cuales utilizan al nio de forma narcisista en lugar de brindarle reconocimiento y aceptacin.

    A falta de un contexto intersubjetivo integrador y afectuoso, el nio traumatizado disocia el sentimiento doloroso de las experiencias que est viviendo, esto da a menudo como resultado estados psicosomticos o el replegamiento para evitar posibles heridas en los vnculos con otras personas. El nio traumatizado no lograr desarrollar la capacidad de tolerar los afectos ni la capacidad de utilizar los mismos como seales que proporcionan informacin.

    Puede decirse que el efecto duradero de los traumas sobre el desarrollo se deriva del establecimiento permanente de principios organizadores invariantes e inexorables que permanecen fuera de la (...) influencia de la autoconciencia reflexiva o de las experiencias posteriores (Brandchaft y Stolorow, 1990, p.108). El nio traumatizado puede desarrollar el principio organizador de que sus necesidades insatisfechas y su dolor emocional son expresiones de defectos vergonzosos de su self y por tanto deben permanecer fuera de su experiencia consciente y adems puede sentir que estos defectos son los causantes de las experiencias traumticas que los produjeron.

    Para los autores, es en la conceptualizacin del trauma donde la doctrina de la mente aislada es ms perjudicial. Ferenczi (1933) intent contrarrestar el descuido del psicoanlisis a la hora de valorar la importancia del abuso particularmente del abuso sexual, en la patognesis de las neurosis- pero slo recientemente el abuso sexual y otros abusos fsicos frecuentes de los nios han sido considerados de forma sistemtica por los psicoanalistas. Las explicaciones que atribuyen, por ejemplo, el retraimiento esquizoide de pacientes que sufrieron abusos infantiles a fantasas equivalen a culpar a la vctima y, actuando as, se reproducen los rasgos del trauma original.

    Tanto Winnicott (1963) como Kohut (1959) remarcaron la importancia teraputica del reconocimiento por parte del analista de la validez, desde la

  • perspectiva del paciente, de estar reexperimentando en la relacin transferencial el trauma original.

    La reaccin ante el fallo actual (del analista) (...) tiene sentido en la medida en que el fallo actual es, desde el punto de vista del nio, el fallo del entorno original (Winnicott, 1963).

    [Para el paciente gravemente traumatizado] el analista no es la pantalla que sirve para proyectar la estructura interna (...) sino la continuacin directa de una realidad temprana que fue demasiado distante, demasiado rechazante, o poco merecedora de confianza (...) El analista es el antiguo objeto con el que el analizando trata de mantener contacto (Kohut, 1959).

    La intensidad emocional de la relacin analtica es tierra frtil para potenciales retraumatizaciones del paciente. El temor de una posible retraumatizacin por parte del psicoanalista es una fuente importante de la resistencia. Los autores ponen nfasis a sealar que la resistencia del paciente est siempre suscitada por percepciones de cualidades o actividades del analista que, en s mismas, conducen al temor por parte del paciente de la posible repeticin de un trauma infantil. Resulta esencial para el anlisis de la resistencia que esto sea reconocido, investigado e interpretado por el analista.

    Captulo 5. LA FORMACIN DE LAS FANTASAS

    Resaltan la funcin especfica de la fantasa en las situaciones intersubjetivas en las que experiencias afectivas importantes no consiguen evocar respuestas de validacin adecuadas del entorno. En estos casos, las imgenes concretas de la fantasa dramatizan la experiencia emocional de la persona dndole un sentido de validacin.

    Entre los muchos ejemplos posibles de esta concepcin de la fantasa, consideran las fantasas arcaicas grandiosas-exhibicionistas de Kohut, quien crea que estas fantasas de grandiosidad en que el nio se muestra ante los padres como diciendo aqu estoy, mirad lo que hago, eran inherentes al desarrollo temprano del self. Los autores, por el contrario, consideran que estas fantasas surgen de forma reactiva, cuando los logros que va alcanzando el nio no despiertan en los padres sentimientos de satisfaccin y orgullo. Es entonces que el nio tiene una gran necesidad de exhibir sus logros para ver si consigue la respuesta de aprobacin que necesita y que no le dan.

    Otro tipo de fantasas que pueden surgir como consecuencia de la experiencia de invalidacin implica imaginarse al que invalida como alguien que, de alguna manera, ha sido introducido en la propia mente. Este tipo de fantasas en la

  • teora de las relaciones objetales se conoce como introyeccin y dramatiza la dificultad del nio para mantener su integridad ante el poder usurpador del que invalida. Se preguntan si las introyecciones positivas tambin son ejemplo del proceso por el cual regiones invalidadas de la experiencia de una persona se llenan con percepciones y juicios de otra. Aunque la sustitucin se haga con aspectos positivos del objeto, puede continuar siendo una usurpacin de la subjetividad del nio ya que l puede sentir que se le exige que incorpore esas cualidades para poder mantener los lazos que necesita con el objeto. En otras ocasiones, la fantasa de poseer un buen objeto dentro de la propia mente no concretiza una invalidacin, sino que expresa un esfuerzo para apoyar una cualidad inestable de autovalidacin. Hay una sustitucin pero la realidad psquica del otro que entra en la experiencia del nio tiene como caracterstica esencial la funcin de empata que valida. Estas fantasas son frecuentes en el curso de la terapia psicoanaltica.

    Las fantasas, como cualquier otro contenido de la experiencia, pueden ser reprimidas cuando se perciben como si pusieran en peligro una unin necesaria para la supervivencia psicolgica. Sin embargo, el concepto de fantasa inconsciente abarca mucho ms que la nocin de Freud de un sueo diurno reprimido o dinmicamente inconsciente. Describe el funcionamiento de esquemas inconscientes preformados durante el desarrollo es decir, estructuras psicolgicas- en los cuales la persona asimila sus experiencias actuales. El trmino fantasa inconsciente hace referencia a los principios organizadores inconscientes formados en la matriz intersubjetiva del sistema nio-cuidador y que estn en la base tanto de los conjuntos mentales que organizan la percepcin, como cuando se concretizan en sntomas, representaciones y fantasas (p.115).

    Los autores presentan a continuacin un caso clnico que describen detalladamente y que ejemplifica cmo la experiencia de vivir con unos cuidadores que reiteradamente invalidan las vivencias del nio y a la vez ejercen presin para que ste sea imagen y semejanza de lo que ellos desean, deja al nio en un estado de profunda inseguridad y de total falta de diferenciacin. Es el caso de una paciente que primero sinti que sus vivencias de nia no eran reconocidas y que ella tena que amoldarse a los deseos de su madre para poder preservar la escasa relacin que haba entre las dos. Ms tarde, cuando la paciente tena 12 aos y muere un hermano adolescente, la paciente igualmente sufre la presin a dejar de ser ella y ocupar el lugar de su hermano muerto. Es muy viva la descripcin que hacen los autores de cmo todas estas vivencias toman forma en la trasferencia y cmo el analista va ayudando a la paciente a permitirse ser ella misma. Es un caso que vale la pena leer en detalle por todas las sugerencias de intervencin clnica que aporta.

    Captulo 6. VARIEDADES DE LA ALIANZA TERAPUTICA

  • Con este captulo entramos en la segunda parte: Aplicaciones clnicas.

    En l, los autores examinan la concepcin de la alianza teraputica desde la psicologa del yo y desde la teora kleiniana. Aunque estas dos perspectivas divergen en muchos puntos, coinciden en la formulacin de que existe una realidad objetiva que es conocida por el analista y que es distorsionada por el paciente. Los autores sostienen que la nica realidad relevante y accesible a la investigacin psicoanaltica (es decir a la empata y a la introspeccin) es la realidad subjetiva (la del paciente, la del analista y la del campo psicolgico que se crea a travs del interjuego de las dos) (p.154).

    La idea de que existe una realidad objetiva que es conocida por el analista y distorsionada por el paciente, ha llevado a estas dos escuelas a explicar la patologa en trminos de procesos y mecanismos que se dan nicamente en el paciente. Esta visin impide al clnico tener en cuenta y observar las maneras en que el analista mismo y sus teoras influyen en los fenmenos que observa y que intenta tratar. Adems, esta visin coloca al paciente ante dos opciones: o se identifica con los conceptos del analista o se opone a los mismos. Si se opone puede ser interpretado como resistencia, cuando muy bien podra ser un intento del paciente de autodiferenciarse. Si el analista persiste en la idea de que si el paciente no acepta su visin es debido a sus resistencias, tenemos el campo idneo para que surja lo que denominamos reaccin teraputica negativa.

    Desde la perspectiva intersubjetiva qu es lo que constituye la esencia de la alianza teraputica? Es el compromiso por parte del analista de buscar de forma continuada el sentido de las expresiones del paciente, sus estados afectivos y, sobre todo, el impacto del analista en l (p.156). Denominan este posicionamiento con el nombre de investigacin emptica continuada. Este posicionamiento permite entender las rupturas del vnculo analtico que surgen de la frustracin, la decepcin y de la mala sintona, como la consecuencia inevitable de la relacin de dos identidades subjetivas que estn organizadas de forma diferente, en lugar de ser entendidas como errores en la percepcin de la realidad objetiva.

    Remarcan que la aceptacin por parte del analista de las percepciones del paciente es de una gran importancia para el establecimiento de la alianza teraputica. Contrariamente, cuando el analista insiste en que la percepcin del paciente est distorsionada por sus conflictos, lo que genera son situaciones de impasse. Muchos pacientes ya tienen una sensacin de inseguridad en relacin a la realidad de su experiencia interna y es vital para ellos el reconocimiento de estados afectivos que haban sido sentidos slo de forma vaga. Los fallos del analista en el reconocimiento de verdades subjetivas del paciente pueden tener un efecto muy nocivo.

  • Un medio en el que la realidad perceptiva del paciente no resulte amenazada es profundamente estimulante para el desarrollo y la expansin de su capacidad de autorreflexin (p.160). Permite el acceso a patrones de la experiencia arcaicos que necesitan ser transformados.

    Comentan un caso clnico publicado por Kernberg (1987). Resumo una parte. La paciente expresa la fantasa de que el analista poda estar intentando excitarla sexualmente par obtener una gratificacin sexual de ella. Kernberg escribe:

    Ella pensaba que yo tena una actitud particularmente seductora hacia las mujeres que trabajaban en la zona en la que yo la atenda. Todo esto, segn ella, justificaba sus miedos. Expres su fantasa de que yo la miraba de una manera peculiar cuando llegaba a las sesiones y que probablemente trataba de adivinar la forma de su cuerpo bajo la ropa cuando estaba tumbada en el divn (p.802).

    El analista, despus de reflexionar sobre sus propias reacciones emocionales y sus fantasas a propsito de ella, se da cuenta de que no contenan ningn elemento ertico y concluye que ella estaba atribuyndome sus propias fantasas y deseos sexuales reprimidos y que este tpico ejemplo de transferencia neurtica ilustra la operacin de la proyeccin (...) (p.802). El analista emplea sus propias reflexiones como datos primarios y objetivos y, por tanto, consider que la experiencia de la paciente era el resultado de un proceso de distorsin. Una realidad, la del analista, es aparentemente real y objetiva, mientras que la otra, la del paciente, es falsa. El trabajo teraputico consiste en explicar la distorsin. Esta visin impide al analista investigar los elementos de la experiencia de la paciente desde dentro del marco subjetivo de ella. Si el analista hubiera aceptado la validez de la percepcin de la paciente podra haber investigado los significados que para ella tenan la seduccin y la humillacin, y a los que asimilaba algunas seales del analista.

    Captulo 7. MODALIDADES DE IMPASSE TERAPUTICO

    Stolorow y Atwood proponen la tesis de que el impasse en la terapia analtica, cuando es investigado desde el punto de vista de los principios que organizan inconscientemente las experiencias del paciente y del terapeuta, proporciona la va regia para la comprensin psicoanaltica.

    De la interaccin entre paciente y terapeuta surgen dos situaciones bsicas: la conjuncin intersubjetiva y la disyuncin intersubjetiva. La primera se da cuando los principios que estructuran las experiencias del paciente son muy parecidos a los del terapeuta. La disyuncin ocurre cuando el terapeuta entiende el material expresado por el paciente de manera que altera el

  • significado originario que tena para l. La repeticin de estas dos formas es inevitable en el proceso teraputico y refleja la interaccin de mundos subjetivos organizados de forma distinta.

    El que estas situaciones intersubjetivas faciliten u obstruyan el progreso de la terapia depender de la capacidad del terapeuta para darse cuenta de los principios organizadores de su propio mundo subjetivo. En el caso de que esto no se d, tanto las conjunciones como las disyunciones pueden impedir el progreso de la terapia. Por ejemplo, una conjuncin intersubjetiva en que las descripciones que hace el paciente de su vida concuerdan con la visin personal del mundo del terapeuta, tendern a ser vistas como reflejo de la realidad objetiva ms que como manifestaciones de la personalidad del paciente. Esa rea de correspondencia intersubjetiva que queda fuera de la exploracin psicoanaltica refleja una solucin defensiva compartida por el paciente y el terapeuta y puede interferir en el curso del tratamiento.

    Ejemplifican con una vieta clnica una situacin de conjuncin intersubjetiva en la que el paciente se quejaba de forma repetida de la mecanizacin de la vida americana que le dificultaba el dar un significado y sentido a su vida. El terapeuta, que estaba de acuerdo con esta visin, no investig esta concepcin del paciente y dej de lado las dificultades que el paciente tena (y tambin el terapeuta) relativas a la intimidad y a la vinculacin.

    Reacciones teraputicas negativas

    El concepto de reaccin teraputica negativa fue introducido en psicoanlisis para explicar las situaciones en las que las interpretaciones, que presumiblemente eran correctas, empeoraban a los pacientes en lugar de mejorarlos. Esas reacciones adversas eran atribuidas exclusivamente a mecanismos intrapsquicos del paciente, como culpa inconsciente, necesidad de castigo, masoquismo, rechazo de la posicin depresiva mediante control omnipotente, envidia inconsciente, compulsin a daar el trabajo analtico, etc. Los autores sostienen, por el contrario, que los impasses teraputicos no pueden ser comprendidos sin tener en cuenta los contextos intersubjetivos en los que se producen. Sostienen que las reacciones teraputicas negativas estn, la mayor parte de las veces, producidas por reiteradas y no reconocidas disyunciones intersubjetivas en las que las necesidades emocionales del paciente son sistemticamente malentendidas y desconsideradamente rechazadas por el terapeuta (p.175).

    Lo ejemplifican con una vieta clnica de una paciente muy necesitada de recibir reafirmacin especular y que haca insistentes demandas al terapeuta en este sentido. El terapeuta, por su historia personal, consideraba estas demandas como intentos de control y dominio y responda con silencio o con alguna breve interpretacin para sealarle esta necesidad de dominio. As se cre un crculo vicioso, en el que la distancia entre paciente y terapeuta era

  • cada vez ms grande. El tratamiento continu de esta forma durante 18 meses, hasta que fue interrumpido cuando la paciente intento suicidarse.

    El impasse: la va regia

    Para explicar este apartado lo hacen a travs de dos casos clnicos bastante extensos. En ambos se da una situacin de impasse que amenaza la continuidad del anlisis. Fue bsico en los dos tratamientos que el terapeuta investigara su propia participacin en el impasse; que esclareciera los principios inconscientes que estaban organizando las experiencias del paciente y tambin los principios inconscientes del propio terapeuta que estaban contribuyendo al impasse. Vemos que cuando esto se da, se alcanza una mayor comprensin y mejora as el proceso teraputico. Los dos terapeutas de estos casos, a diferencia de los dos de las vietas anteriores, tenan un buen nivel de autocomprensin que les permiti reconocer las conjunciones y disyunciones que haban producido el impasse. Hubo una diferencia importante en la manera en que los impasses fueron resueltos. El terapeuta del primer caso revel al paciente aspectos de su propio mundo psicolgico que haban contribuido al impasse. Esto demostr ser de gran ayuda para la paciente. El terapeuta del segundo caso, por el contrario, se abstuvo de revelarle a ella lo que haba descubierto acerca de s mismo. Lo que el terapeuta puede o no puede revelar sobre su propia contribucin a un impasse debera estar guiado por su comprensin de lo que tales revelaciones pueden significar para cada paciente en particular (p.197).

    Los autores subrayan que la postura analtica se caracteriza por una actitud sostenida de investigacin emptica. Aaden que esta investigacin debe incluir la continua reflexin sobre la participacin de la propia subjetividad del terapeuta en la marcha del proceso teraputico.

    COMENTARIO PERSONAL

    Este libro me sugiere la imagen de una rfaga de aire fresco en un ambiente, el psicoanaltico, cargado de conceptos difciles de aplicar en la relacin emocional entre paciente y terapeuta. Leer un libro de psicoanlisis donde no aparezcan trminos como instintos de vida y muerte, angustia de castracin, envidia destructiva, etc., es de por s refrescante.

    A parte de esto, el libro aporta ideas muy sugerentes. Quizs la ms importante, como es lgico desde una teora intersubjetiva, es que saca el foco de la investigacin psicoanaltica del mundo interno del paciente, para dirigirlo a la relacin que se da entre paciente-analista. El analista deja de ser alguien neutral, una pantalla en blanco en quien el paciente proyecta su mundo interno y pasa a ser alguien que influye en lo que est tratando de estudiar. Esta visin

  • nos lleva a la necesidad de estar muy atentos a nuestros propios estados emocionales y a nuestra contribucin a lo que est pasando en el proceso teraputico.

    Otra idea importante es la de que el psicoanalista no es alguien que tenga el conocimiento de los contenidos que hay en la mente del paciente y que le tenga que ayudar a ste a concienciarlos para que deje de tener sntomas. El analista pasa a ser alguien muy comprometido en indagar, junto con el paciente, las experiencias de su vida, sus emociones y sentimientos y lo que est viviendo en la relacin con el analista. Esta visin nos coloca en una posicin mucho ms modesta y nos lleva a tener que reconocer que, la mayora de las veces que hay desencuentros entre paciente y terapeuta, no es porque el paciente se resista a aceptar la comprensin que nosotros le damos, sino que lo que ocurre es que esa comprensin no es correcta. Esta visin tiene la ventaja de situarnos delante del paciente de una manera ms abierta, sin ideas preconcebidas y, por tanto, sin pretender encajar al paciente en nuestras teoras. Sera similar a la idea de Bion cuando propone que el analista vaya a la sesin sin memoria ni deseo.

    Otra idea sugerente es la conceptualizacin de las tres formas de inconsciente. Los contenidos del inconsciente dejan de ser derivados pulsionales y pasan a ser estados afectivos (como necesidad de cario, de contacto, de ternura, etc.) que se generan en la relacin nio-cuidador y que al no ser bien aceptados, o ser rechazados, por el cuidador el nio los siente como peligrosos para la relacin y, por tanto, tender a disociarlos y a mantenerlos apartados de la conciencia. Con esta idea de inconsciente, seguramente, nos situamos ms cerca de la experiencia del paciente que si tenemos la idea de un inconsciente poblado de pulsiones, deseos incestuosos etc. Claramente dejamos de trabajar con pulsiones para pasar a trabajar con afectos.

    Otra propuesta, muy a tener en cuenta, es la importancia que dan a que el terapeuta reconozca la validez, desde la perspectiva del paciente, de lo que ste est sintiendo. Las aportaciones de los autores a la comprensin de la alianza teraputica y a las rupturas de esta alianza como el impasse o la reaccin teraputica negativa, colocan al analista en la posicin de tener que revisar muy a fondo su propia contribucin a esas rupturas.

    Una aportacin muy importante del libro son los casos clnicos. Aparte de varias vietas, contiene tres casos clnicos explicados detalladamente, en los cuales se observa el estilo de estar con el paciente cuando el terapeuta est guiado por una comprensin intersubjetiva. Queda muy bien reflejada la cercana emocional entre paciente y terapeuta y se aprecia cmo las intervenciones del terapeuta tienen esa cualidad de empata que hace que las sintamos cercanas a la experiencia del paciente. Resulta muy interesante la descripcin paso a paso de una situacin de impasse que se da en dos de los casos y cmo el terapeuta busca entender lo que est pasando, no slo por parte del paciente sino tambin la manera en que l est contribuyendo a lo que est ocurriendo.

  • Creo que debemos felicitarnos de que este libro se haya traducido y publicado en castellano. Felicitar tambin a la editorial Herder y al grupo de traduccin y animarlos a seguir en la lnea de traducir otros libros de los autores y de la teora intersubjetiva y relacional.

    Acabar con una cita del eplogo del libro:

    Deseamos subrayar que no estamos animando a los analistas a abstenerse de utilizar teoras que guen y ordenen los datos clnicos. En lugar de eso, reclamamos que los analistas puedan reconocer el impacto de sus sistemas tericos en el tipo de captacin del mundo subjetivo de sus pacientes y en la co-determinacin del curso del proceso analtico. Este impacto debe ser, por s mismo, un objetivo de investigacin psicoanaltica (p.200).

    (*) Robert D. Stolorow, es miembro fundador, didacta y supervisor del Instituto de Psicoanlisis Contemporneo de Los ngeles. Tambin es miembro fundador del Instituto para el Estudio Psicoanaltico de la Subjetividad de Nueva York, y profesor de Psiquiatra clnica en la Facultad de Medicina de UCLA. Es coautor de diversos libros, de entre los cuales los ms recientes son: Worlds of Experience:Interweaving Philosophical and Clinical Dimensions in Psychoanalysis (2002, con Donna M. Orange y George E. Atwood); Working Intersubjectively: Contextualism in Psychoanalytic Practice (1997, con George W. Atwood), Psychoanalytic Treatment: An Intersubjective Approach (1987). En 1995 recibi el Distinguished Scientific Award de la Divisin de Psicoanlisis de la American Psychological Association.

    (**) George E. Atwood, es miembro fundador del Instituto para el Estudio Psicoanaltico de la Subjetividad de Nueva York y es tambin profesor de Psicologa en Rutgers University. Es coautor, junto con Robert D. Stolorow, de Faces in a Cloud (1979,1993), Structures of Subjectivity (1984) y Psychoanalytic Treatment (TAP, 1987).