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Vavia por J a c q u e l i n e SAVOYE DE FERRERAS (Universidad de Paris X) Andrés SORIA OLMEDO, Loi "VJLatoghJL d'amone." de León Hebne.o -. ait- P&CX06 ¿ÂXeAaAÂ.06 y CÀIÙUAOJLU. Granada, Universidad de Granada Secretariado de Publicaciones, 1984. 183 p. (ColítcÁón FiZoló- QJLCJOL, XXXII). Cabe llamar la atención sobre el interesantísimo es- tudio que hace Andrés Soria Olmedo de una obra tan compleja y enigmática en más de un aspecto como los VÁjaJLogoit de amon de León Hebreo. Entresacó el autor este libro de su tesis doctoral, defendida en Bolonia en 1982 lndag¿n¿ ¿u Leone Ebneo- según nos advierte él mismo, y de ahí sin duda la riqueza de este trabajo que, en menos de 200 páginas, descubre todo un horizonte cultural del Renacimiento italiano como fuente de inspiración que se transmitiría a través de un texto encas- tellano a la Península Ibérica, con el éxito que se sabe. El libro de A. Soria Olmedo consta de tres capítulos ( ¿a imagen de los tres ViÁtogod en que esta dividida la obra de León Hebreo ?) , en que estudia sucesivamente "El autor y los primeros lectores de los VixdLoghJL d'amone." (cap. I), " V¿atogh¿ d'amone como coloquio" (cap. II), y los "Aspectos doctrinales" de la obra (cap. III). En las primeras páginas recalca brevemente el proble- ma biográfico planteado por la casi sombra a que ha queda- do reducida la personalidad de Juda Abravanel, llamado Leo'n Hebreo, a partir del debate entre los dos críticos C.Gebhardt y I. Sonne, cuyas discrepancias resume, enmarcándolas con referencias a otros críticos. Adopta A. Soria Olmedo una ac- titud prudentísima en lo que concierne a todas las incerti- dumbres que permanecen, sea en relación con la vida de León Hebreo, sea con la lengua en que se escribió originalmente el texto de los ViÁtogot, de amon (¿ latín, toscano, hebreo, castellano ?), limitándose a evocar las distintas opiniones

Sobre los «Dialoghi d´amore» de León Hebreo: aspectos literarios y

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Vavia

por Jacque l ine SAVOYE DE FERRERAS

(Universidad de Paris X)

Andrés SORIA OLMEDO, Loi "VJLatoghJL d'amone." de León Hebne.o -. ait-P&CX06 ¿ÂXeAaAÂ.06 y CÀIÙUAOJLU. Granada, Universidad de Granada,Secretar iado de Publicaciones, 1984. 183 p. (ColítcÁón FiZoló-QJLCJOL, X X X I I ) .

Cabe llamar la atención sobre el interesantísimo es-tudio que hace Andrés Soria Olmedo de una obra tan complejay enigmática en más de un aspecto como los VÁjaJLogoit de amonde León Hebreo. Entresacó el autor este libro de su tesisdoctoral, defendida en Bolonia en 1982 —lndag¿n¿ ¿u Leone Ebneo-según nos advierte él mismo, y de ahí sin duda la riqueza deeste trabajo que, en menos de 200 páginas, descubre todo unhorizonte cultural del Renacimiento italiano como fuente deinspiración que se transmitiría a través de un texto en cas-tellano a la Península Ibérica, con el éxito que se sabe.

El libro de A. Soria Olmedo consta de tres capítulos( ¿a imagen de los tres ViÁtogod en que esta dividida la obrade León Hebreo ?) , en que estudia sucesivamente "El autor ylos primeros lectores de los VixdLoghJL d'amone." (cap. I), "LosV¿atogh¿ d'amone como coloquio" (cap. II), y los "Aspectosdoctrinales" de la obra (cap. III).

En las primeras páginas recalca brevemente el proble-ma biográfico planteado por la casi sombra a que ha queda-do reducida la personalidad de Juda Abravanel, llamado Leo'nHebreo, a partir del debate entre los dos críticos C.Gebhardty I. Sonne, cuyas discrepancias resume, enmarcándolas conreferencias a otros críticos. Adopta A. Soria Olmedo una ac-titud prudentísima en lo que concierne a todas las incerti-dumbres que permanecen, sea en relación con la vida de LeónHebreo, sea con la lengua en que se escribió originalmenteel texto de los ViÁtogot, de amon ( ¿ latín, toscano, hebreo,castellano ?), limitándose a evocar las distintas opiniones

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sobre el tema. Actitud ésta más satisfactoria, científica-mente hablando, que la de la americana SheaKatharine Made-line que en su trabajo. Un cotejo del concepto deí amoK en ¿06"V¿á¿ogo6 de mon." de. León tíebieo y en el "Tnatado det mon. de V¿06^de ?>i. CHAitóbal de Ton&eca,no duda en afirmar, si bien apoyán-dose en datos ofrecidos por otros críticos, que los VÁJOZO-306 de amoK se escribieron en español o en portugués (1).Prefiere A. Soria Olmedo interesarse por la vida públicadel libro como obra traducida en lengua toscana en 1535;de ahí el txtulo : los V-Lalogh¿ d'amóte de León Hebreo. Loimportante y lo indudable es esa vida pública del texto, decuya vitalidad editorial dan testimonio las varias edicionesque cita. Sitúa primero el autor los Vialoghi. d'amone. dentrodel contexto italiano, con el hecho singular del lapso tem-poral que media entre su redacción (primeros años del XVI)y su difusión, y cita en particular el RaveAta de GiuseppeBetussi, de 1544, y el V-íÁlogo doZl'¿nú-Lnvtí. d¿ amolé de Tulliad'Aragona, de 1547, señalando el distinto uso que estosautores hacen de los VÁjjJLoghi. d'amoAe, con ejemplos textualesque ilustran la fusion de conceptos procedentes de León He-breo. Este cotejo con obras italianas resulta sumamente in-teresante por cuanto pone de relieve el carácter particularde los ViatoghL d'amoKe, texto de hondas resonancias italianasal mismo tiempo que helenísticas, cristianas y hebraicas.

Y resume A. Soria Olmedo :

Aó-c ¿06 Dialoghi d'amore 6e ub-ícan, de un ¿ado,entAela 6inle de tKatado* po6tenJjon.e& a 1535, con cíen£ot>*uu>go& de excepción^ como ¿e na vlito, ¿i&nte al pen-hílmundano de la mayonXa de aquéllo*, y de otKo, convivencon el Renacimiento tasuUo, oneciendo a Io6 Iecton.e6di la 6egunda miXad del 6¿gto Xl/I y com¿znzo6 del XVIIun modelo de peAv-ivencia de ta homogeneÁdad entn.e mícAo-co6mo6 y co6mo6 y de a/anon/a. enfie el mundo iublunaA. yel mundo celeite en momento6 en que a&Ju,ten a ta nuptu-Ka "deÁ tegmenti anatogicÁ. che tenevano ini-Leme iZ. tea-tKo del mondo".

(P. 34)

(1) Ph.D.1976, University Microfilms International, Ann Arbor, Michigan48106, U.S.A.

VlkLOGHï VAMORE 167

Y nada tiene de extraño, podríamos añadir, el éxitode los V'La&OQhL d ' cmotiZ, y a que esa ruptura los contemporáneosla rechazan por razones ligadas al antropocentrismo de laépoca, como bien se ve en los argumentos que se esgrimieronen contra de la tesis heliocéntrica de Copérnico, argumen-tos basados en la experiencia humana más que religiosos,según demuestra López Pinero (2).

El fin de este primer capítulo va dedicado a los lec-tores españoles de León Hebreo, que gozaron en plena Contra-rreforma de tres traducciones (1568, 1582, 1590), la últi-ma del Inca Garcilaso, que tuvo bastante éxito, según A.Soria Olmedo, que, a continuación, ofrece un "somero repa-so de algunas bibliotecas españolas". A partir de 1620 setermina más o menos el "viaje textual" de los V¿tttogh¿ d'amo-fLZ por la literatura española, con su inclusión en los ín-dices inquisitoriales..., comentando el autor ciertas ex-purgaciones especificadas en cuanto a la versión latina.

Y concluye, con mucha razón a nuestro modo de ver,insistiendo en la dificultad de asignar una influencia de-terminada como fuente concreta a los V-iaJLoQhÂ. d'amoKQ. dentrode la temática neoplatónica española del XVI y primerosaños del XVII.

En el segundo capítulo, que se interesa por la formadialógica de la obra de León Hebreo, acierta A. Soria Olme-do al insistir en que "el redescubrimiento de los diálogosde tipo platónico y ciceroniano durante el Rencimiento noes en absoluto un hecho gratuito, en un momento en que todauna serie de factores configuran una ruptura con el mandomedieval, que quizá en muchos puntos concretos no supongaun corte neto, pero que en conjunto llega a constituir unsistema de valores nuevo..." (p. 51). Aduce varias reflexio-nes de tipo sociológico, que corroboramos plenamente desdenuestro propio estudio del género en la producción españo-la del siglo XVI (3).

(2) Ciencia y técnica en la sociedad española de los siglos XVI y XVII,Barcelona, Labor, 1979, p. 189.

(3) Les Dialogues espagnols du XVIe siècle ou l'expression littéraired'une nouvelle conscience, Paris, Didier Erudition, 1985.

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El autor ha leído detenidamente una preceptiva de laépoca, el Vz diaJLoao ÍÁbeK de Carlos Sigonio, cuyos puntosfundamentales resume; sin embargo, movido quizá por una pru-dencia que ya hemos apreciado, se detiene en una definiciónun tanto vaga del género, si bien intuye su característicaconceptual. Escribe :

La dz&AjnícÁán del diálogo zitd como zn el cznúiodi ana gian n.zd dz conczptoi, unoi pn.oczdzntzt> del pla-no del contenido y O-ÜIOA dz OKlgen Journal. El mapa deldiálogo ¿>z complexa con una tipología y una izlzccióndz ej emploi, j'eAa/iqu¿zado¿> peno /izcoglzndo una gama muyamplÁja.

(P. 57)

Cabe pr-.ecisar esta definición de la siguiente manera : eldiálogo es un género de contenido conceptual en que la for-ma literaria cumple tan sólo un papel funcional al serviciosiempre de las ideas, trátese de la "vulgarización" de ideasy conocimientos, o de la exposición de opiniones contradic-torias, como se deduce claramente de las reglas que, paracomponer Diálogos, da Espinosa y Santayana en la terceraparte de su Ante dz Retórica (Madrid, 1578), en las que supe-dita la condición de los personajes, lo mismo que las cir-cunstancias de tiempo y lugar, a la materia debatida. QueEspinosa y Santayana se haya inspirado de Carlos Sigonionos parece más que probable, y, por otra parte, no pudomenos que apoyarse sobre la realidad literaria de la produc-ción de Diálogos ya publicados. De hecho responden a estadefinición todos los Diálogos escritos en castellano duran-te el siglo XVI, incluso los Diálogos de tipo lucianesco,que son pocos dentro del conjunto de la producción, si bienpresentan además otras características específicas. Convie-ne, de todos modos, insistir en el aspecto conceptual delDiálogo humanístico, cuyos personajes no son más que porta-voces incluso cuando el autor les presta una apariencia devida : hacen más que hablar y sus palabras no influyen ensu destino porque no lo tienen, ya que carecen de pasadoy de futuro; por ello nada tiene que ver el diálogo del gé-nero humanístico con el diálogo de teatro (el caso de Lu-ciano es una ilustración bien clara de esta diferencia deesencia entre uno y otro tipo de diálogo; véase, por ejem-plo, A uno quz tz d¿jo .- zn.Z6 un ptometzo en tui d¿bcuuoi (4).

(4) Obras completas, trad. de D. Cristóbal Vidal y F.Delgado, Madrid,1882.

V1AL0GHJ VMiORE 169

Al abordar la "organización interna de los ViatoafaLd'amoKZ", A. Soria Olmedo recalca la "duplicidad" de laobra de León Hebreo, Diálogo de amor y Diálogo sobre elamor. El análisis del critico merece aguí algún comentario.En efecto esta "duplicidad" sólo es aparente :.se funda enuna de las reglas observadas fielmente por los Dialoguistasdel siglo XVI español, gue consiste en hacer hablar a lospersonajes desde su propia experiencia, para dar testimonioconvincente de la verdad de sus palabras, con lo que resul-ta lógico — y necesario— que el que habla de amor estéenamorado; así, en los V¿atogki d'<mo>iz, el enamorado es Fi-lón, y él es quien teoriza sobre el amor, aunque segúnesas mismas teorías la amada es superior al amante, resul-tando contradictorio que Sofía haga como de discípula, con-tradicción aparente no más. Es de notar que el Diálogo deamor ocupa muy poco lugar, y un lugar estratégico, en com-paración con el Diálogo sobre el amor que es lo que real-mente importa, y al que el primero sólo sirve de justifica-ción. Y esto nos conduce a proponer invertir los términosde la relación contenido-marco (o conversación-marco) queestablece A. Soria Olmedo (p. 70); las exposiciones teóri-cas de Filón no están determinadas por el marco (como res-puestas a las dudas de Sofía), sino que dicho marco estábuscado a propósito para justificar los discursos de Filón,siendo éstos la materia que le importa exponer a León He-breo. El supeditar la "contenió" al marco va en contra detoda la obra... En el buscar marco a propósito, dentro dela tradición literaria, para engarzar exposiciones de ca-rácter teórico, reside el arte de componer Diálogos, y esde admirar efectivamente el arte con que León Hebreo unela realidad-soporte con el debate teórico; con razón es-cribe A. Soria Olmedo que "en el marco hay una tensión amo-rosa cargada de elementos psicológicos que la dotan de unanotable densidad" (p. 72).

Partiendo de este doble aspecto estructural de laobra. Diálogo de amor y Diálogo sobre el amor, el autorresume el contenido de cada Diálogo, señalando como se ajus-ta a la posición de cada personaje.

Loi Áncídznciai dz ta. pznÁjpzcÁM. amofioia zn&iz F¿¿ány So^-Ca puzdzn nsJLacLoïWJnz con ¿ai deACJvbpcA.on.zi pilco-¿ÓQ-LCOÍ ¿obiz el componXamiznto de ¿OÍ amntzi quz tzo-nÁ.za, znüiz otnoi, ÚateüLLo F¿c¿no, cuya concepción d&¿mol... ti pKoducXo de ana iintziJj, dz etemzntoi dz dis-tinta piocidzncÁji; en ¿oi Dialoghi 6& acentúa todavíamái ta iwpzn.poi'icÁ.an dz t/iad¿c¿one¿ caKacte>vCt>tlcai dz¿

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tema del amoti en et Renacimiento, &obKi todo en ¿UA paA-te& expositivas.

(P. 73)

Así, el primer Diálogo va dedicado a la oposición entre amory deseo, correspondiéndole a Filón establecer una primeratipología de cosas dignas de ser amadas y/o deseadas, quedesarrolla distribuyendo las cosas amables en "útiles, de-leitables y honestas", según dice la Etica a Ui.ccma.co de Aris-tóteles como muy bien seríala A. Soria Olmedo, lo que da lu-gar a establecer tres clases de amor y deseo que "se aseme-jan y difieren entre sí según una combinatoria que liga lodeleitable y lo honesto en el amor y el deseo, y lo útil,lo deleitable y lo honesto en el deseo inicial y en el amorposterior a la posesión" (p. 75). La fuente aristotélicaes sin duda responsable del "sesgo civil y pragmático" quea continuación adquiere el Diálogo, de modo excepcional den-tro del conjunto de la obra. A. Soria Olmedo señala las lí-neas directrices del Diálogo, teniendo muy en cuenta el pa-norama cultural de la época, pues la pregunta concreta deSofía sobre la clase de amor que siente Filón por ella — osea la vuelta al Diálogo de amor— que va a relanzar el de-bate, se inserta en la tradición petrarquista, mientras laparte final del Diálogo revela la influencia de Ficino. Eldebate final sobre amor y razón da lugar a un comentario dela alegoría de Cupido, en que el autor utiliza muy a propó-sito los trabajos de Panofsky para restituir sus múltiplesresonancias al texto de León Hebreo.

Se repite en el segundo Diálogo la trayectoria delprimero : se trata esta vez de la universalidad del amor,siempre con la doble estructura de la exposición de teoríassobre el amor y de los sentimientos de Filón; como muy bienrecalca A. Soria Olmedo, después de haber señalado las fuen-tes ficinianas de las réplicas de Sofía, ésta

vuelve a concùiïA et diÁloao con ana tacedta de upeKan-za, lo que hace poiiJble continuai ta obla. -."Que yo teamo, Filón, no ienZa honesto el con&uanJLo ni. piadoso elnegaAto-, otéelo, que la Kazan hace ¿et mái convenienteaunque ternas lo confia/uío".

(P. M)

A propósito del tercer Diálogo indica A. Soria Olme-do que Ficino aparece como "privilegiado punto de referen-cia". A continuación pone de relieve el eco de Petrarca,

V1AL0GHI V'MÁORE 171

citando versos del Soneto XCIV, para luego volver a Ficinoa propósito del éxtasis procedente de la meditación amoro-sa, y recordar la utilización de un motivo cabalístico—la "mors osculi"— por Pico della Mirándola, y otros ita-lianos como Castiglione, Francesco Zorzi y Bruno. Insistien-do en que, para él, a diferencia de Croce, "amor y deseoson conceptos históricos, sujetos a las mismas variacionesque los vehículos literarios que los expresan" (p. 89), po-ne de relieve el carácter propiamente moderno, renacentis-ta, de la formulación de la problemática del Eros, con eluso que de su voluntad hacen los personajes de los ViatoQhLd'amolé., aunque reconoce que "en general las doctrinas ex-puestas por Filón como maestro son más bien tradicionalesy enraizadas en la tradición medieval" (p. 89). Ahora bien,ya hemos dicho cómo, a nuestro parecer, se debía interpretardesde la perspectiva del género la función de Filón en tan-to que enamorado : esta situación de enamorado justifica (yno determina...) sus exposiciones teóricas, cuyo contenidocobra nueva modernidad : en efecto el problema del cuerpo yde lo que es lícito concederle, lo mismo que el planteamien-to de una conducta individual racional frente a los afectos,son típicos del siglo XVI español. El tercer Diálogo tratadel origen del amor, centrándose en la belleza como motivodel amor, belleza humana que participa de la belleza divinasegún reminiscencias de Platón (el ¥zd>io y el Ba.nqu.zte.) , almismo tiempo que, por su formulación, León Hebreo recuerdael viejo tema del "service d'amour" de origen provenzal; ci-tando a Tasso (diálogo II Catanzo ovveAo d&gZí ¿doLL) , A. SoriaOlmedo muestra la prolongación dentro de la literatura ita-liana de esta "síntesis perfecta".

Un cotejo con la novela pastoril española termina es-te segundo capítulo. Recuerda el autor que el libro IV deí.o-6 a-ütto. Uhn.oii di ta. V¿a.na., de Jorge de Montemayor, "reproducecasi al pie de la letra los párrafos de los VtaZogfU. dondese discute la contraposición amor/razón, dividiendo los ra-zonamientos de Filón y Sofía en dos conversaciones distin-tas, las del pastor Sireno con la maga Felicia y la de lospastores Silvana y Polidoro" (pp. 93-94). A través de laViana se percibe igualmente la influencia de León Hebreo enLa GataXza cervantina. Pero le interesa a A. Soria Olmedosubrayar el parentesco formal entre la novela pastoril ylos VÁJOZOQIU. d'amoKZ "teniendo en cuenta la presencia del Diá-logo como categoría fundamental de la novela" (p. 95).Yañade :

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No Zi casual que. loi pánAa^oi fianiCAitoi zn estainovzlai pzàtznzzcan, no a la patte. expoiitiva, ¿¿no(en ge.neAaZ) a¿ manco dz loi Dialoghi, dondz iz ponenen práctica tai catzgonJúis y dondz zt comportamiento dz¿OÍ personajes es determinado poi una lógica cahactehi-zada pon. la parcialidad y la movilidad, puesto quz cadauno trata dz dz^zndzx. la opinión pnopia con vistas a un¿in dztzfuninado.(P. 95)

; Evidentemente ! Evidentemente las novelas recogende los Viatoghi lo que no constituye más que su armazisn li-teraria funcional, lo que muestra que el Diálogo —el Diá-logo humanístico se entiende— no se puede, de ninguna ma-nera, considerar como una categoría fundamental de la nove-la. Y "el conflicto entre platonismo y novela como una for-ma particular del conflicto entre ideología y arte, elemen-to doctrinal y elemento novelesco" permanece entero. Toca-mos nosotros este tema, desde la perspectiva del personajedel pastor (El mito dzl pastoK, en Cuad.zn.nos HiipanoameAicanoi ,308, 1976) y desde la interpretación sociológica posibledel Diálogo humanístico frente a otras formas literarias(La contestation dz la noblzaz dam lu "Viálogoi dzl antz militan."dz itAnoJidino dz Escalantz, en La contzitation dz la. iociítí daru lalittêAatWie. Z&pagnolz du Sizclz d'Qn., Toulouse, 1981) ; por fin,dedicamos un artículo específico a las relaciones entre Diá-logo humanístico y novela, que parecerá en el Homenaje al Pro-fesor J.A. Maravall. Intentaremos resumir nuestros argumen-tos.

La literatura de ficción —la literatura novelescaespecialmente, pero también la poesía y el teatro— llevasu fin en sí misma y el Diálogo humanístico no :

La littOiatuAZ "pun.z" ponXz ia i¿n zn zllz-mSmz -.ellz exi&tz pouA zllz-m&mz. Ellz HZCKÍZ la ntalJLtt...Fiction viaiiemblablz ou {antoitiquz ou composition ly-liquz, la Kíalití KZCAÍÍZ z&t imaginainz •. zllz 6'ad>iZ6-dz à l'afázctivití zt à Vimagination du public, zn mêmztzmpi qu'à ia Hxii&on, dam dzi pKopoKtiom qui va/iiznt.Cztte. littOuvtafiz n'oblit qu'aux izulz& loii dz la cx&a-tion litt&utiJiz, loii dz cohêAzncz zt dz viaiizmblance... . . La litt¿Aatan.z conczptuzllz expAimz un point dz vuziun. la nzaliti : zllz ne iaunait donc la izcAízñ.. Au con-t/LoiAZ, poun. &ÜLZ cAzdiblz zt mOUXzn. lí^lexion, ce pointdz vuz doit nzipzctzn la izalití au plui pKZi... La litti-

VULOGHl V'AMORE 173

Katwie conce.ptae.ttz i& veut ¿oumi&e. à t'objectivité de.ta naJutiOn, zt c'zit Ziizntizttzmznt à ta ¿acuité, nation-neJULi du pùbtic qa'zttz 6'adsizi-t>z. La tittzAatu/iz conczp-tuztlz nz poitz pa& &a ¿¿n en zùtz-mêmz, ma¿& Kipond auiouci de. l'autzun. d'agiA iun. ta wíaliAé. •. tz but utdonc exWwujJi a. t'oeuvtz, qu'¿t i'agine, iimptem&nt dzdonn&n. à connaWie ta nJLatlti d'an point dz vuz ¿dznti-¿ ou d'inviXzn. tz public à avoin an compontemznt

. (5)

De ahí que la materializacián literaria esté, en elDiálogo humanístico, al servicio de las ideas, como ya di-jimos.

De ahí que los personajes tengan una caracterizaciónmuy variable —desde ser representados no más por una letra,como ocurre en los Diálogos de Antonio Agustín, a tener unaapariencia de vida como en los Coloquioi mat/Ujnonlatzi de Lu-jan, o a existir en dos planos, novelesco y dialogal, bienseparados por los tiempos empleados, como en Et viajz díTuA.-quAJt—, caracterización que es siempre función de la materiatratada.

De ahí que los personajes no actúen, ni les llevenmutuamente a actuar sus palabras.

Los personajes no tienen ni pasado, ni futuro : sontan sólo voces que se encarnan de modo más o menos artísti-co, literariamente hablando.

Y naturalmente no hay acción dentro del Diálogo.

Volviendo a los Viatoghc d'amoA.e, podemos observar quesi León Hebreo recurre hábilmente a la ficción del enamora-miento de Filón, este enamoramiento justifica, como dijimos,sus discursos, y, al final, la relación entre él y Sofía noha evolucionado de ninguna manera, como que en realidad nointeresa.

(5) La contestation de la noblesse dans les "Diálogos del arte militar"de Bernardino de Escalante (1583), en La contestation de la société dansla littérature espagnole du Siècle d'Or, Toulouse, Université de Toulou-se-Le Mirail, 1981, p . 8.

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La relación —indudable— entre los V¿a£.ogh¿ d'amonzy la novela pastoril española se sitúa más bien, a nuestroparecer al nivel de la materia : la problemática del amor,y se combina la influencia de León Hebreo con el aporte de-cisivo de la tradición pastoril.

Así y todo, estamos plenamente de acuerdo con A. So-ria Olmedo cuando escribe que "los V¿ato<jh¿ d'amone, son un tex-to totalmente abierto a la realidad cultural de su época",como bien lo demuestra él con sus numerosas referencias atextos italianos coetáneos, y como todos los Diálogos huma-nísticos, añadiríamos nosotros; anclaje dentro de la reali-dad, típico del género y que hoy dificulta su comprensión,pues es imprescindible restablecer el contexto en el que seinscriben y que les confiere las necesarias resonancias.

En el tercer capítulo aborda el autor el aspectodoctrinal de la obra, aspecto primordial para los lectorescontemporáneos, como muy bien observa. Doctrina que es unasíntesis de elementos de procedencia varia, a la imagen delenciclopedismo del Quinientos, y cuyos aspectos esencialesaclara felizmente A. Soria Olmedo, insistiendo en el sin-cretismo de León Hebreo y en la visión del "amor como lazouniversal y la analogía cosmos-microcosmos", situando "elorigen del amor entre teología platónica y herencia hebrai-ca", subrayando la dimensión teológica de los VioJLogjki., yterminando con unas páginas dedicadas a la "Alegoría, mito-logía, astrología" en los ViaJLoQhi. d'amone..

El autor señala que el "sincretismo (de León Hebreo)va más allá de la armonía platónico-aristotélica tan valora-da por Menéndez y Pelayo" (p. 100) , con la incorporación alos VÁjaZoQhL de "doctrinas y ejemplos de astrología, alego-ría y cabalismo" (p. 101) . Pero, sobre todo, recalca su"carácter de vulgarización, debido entre otras causas a laforma de exposición y de simple descripción de las teorías",carácter que por sí solo marca la distancia con las summaemedievales, como apunta también el investigador. Habla, apropósito de los QioJLoQhÁ., de un público de "nuevos intelec-tuales" que habría acogido la obra con calor, observación ala que nos condujo nuestro propio estudio, en el que rela-cionamos de la misma manera la noción de vulgarización conel empleo de la forma dialogada en lengua vulgar, basándo-nos en las propias afirmaciones de los autores en sus pró-logos. Y como apunta el estudioso, en una nota que matiza

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agudamente sus reflexiones, "el texto puede conectarse, sinembargo, al mundo de las Academias del siglo XVI, en cuyoseno continuaba activo el neoplatonismo" (p.101, n.4). Enesto también coincidimos, desde el hecho de que en Españase observa la misma voluntad de vulgarización y existe, de-bidamente atestado, el enlace con las exposiciones que sesolían hacer en las Academias de la época.

A. Soria Olmedo resume las causas del amor recípro-co tal como las expone Pilón, interviniendo en el amor hu-mano la influencia de los planetas; y distingue, según unesquema característico del Renacimiento, "1) el amor natu-ral, propio de los elementos, los minerales y los vegeta-les, 2) el amor sensitivo, propio de los animales y 3) elracional y voluntario, específico del hombre" (p. 103). Acontinuación, y para facilitar la comprensión del texto, ex-pone brevemente los conceptos que constituyen la imagen delmundo precopernicana, conceptos que toman su origen en Empé-docles, y fundamentan la dimensión cósmica del amor en laexposición de Filón-León Hebreo, quien ve en el hombre unmicrocosmo. Así, "en León Hebreo las comparaciones de tipofisiológico proceden de que entre cielo y tierra se produceun verdadero coito, alumbrador de todo cuanto existe sobreella" (p. 107). Después de examinar detalladamente el para-lelismo entre el hombre y el cielo "makantropos", el autorlo resume en un esquema que corresponde a la "melothesia"planetaria, "doctrina según la cual los planetas se distri-buyen entre cada uno de los miembros del cuerpo" (p. 108).Señala también la relación con Pico della Mirándola, al verLeón Hebreo en el hombre "un simulacro de todo el universo",y cita el Heptaplui en apoyo, para concluir que "bajo las pa-labras de León Hebreo se esconde un conjunto de nociones fi-losóficas y religiosas tradicionales, pero casi todas perte-necientes a la síntesis piquiana" (p. 111). Sigue comentandola labilidad del alma humana según León Hebreo, labilidad quese traduce muy típicamente por un vaivén ora hacia lo' mate-rial, ora hacia lo espiritual. Entre los sentidos la vistadesempeña un papel particular, estableciéndose un parale-lismo entre el ojo que permite la vista sensible y el enten-dimiento, órgano de la vista intelectual, necesitando losdos "una luz que los ilumine"; y de ahí se vuelve al parale-lismo microcosmo-megacosmo. León Hebreo se inspira principal-mente de Platón, pero también de Ficino y de la tradición ca-balística.

"El amor, causa del movimiento en el mundo corporal,es también causa del movimiento en todo el cosmos". Entre

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las fuentes árabes y hebreas, A. Soria Olmedo cita los nom-bres de Avicena, Algazel, Maimónides y Averroes, y señalaque León Hebreo no se pronuncia entre la teoría de los tresprimeros y la de Averroes, "aunque está claro que en conjun-to su sistema se inclina por la primera" (p. 117). Y sinte-tiza el investigador el pensamiento de León Hebreo desdeun enfoque moderno con las siguientes palabras :

E¿ cent/io do. ¿OÍ nazonami&ntoi, como vemoi, e¿ ilem-pi& eí de¿&o, bajo toda* ¿u& £oxma6; ¿a noción de armo-nía. e¿ i-úmpte. lelatlva a ¿a ¿at¿&¿acc¿ón det de¿e,o.vAmo-t e¿ Zazo, posio tambiín dl&tancÁa. Ho hay iotaclónde continuÁdad intne. loi ¿mpwt&oi de. fitSn, peA&onajzencañonado, que. dan iugaA. a¿ texto, y e¿tz due.o uJMveA-&a¿ que. da ¿ugaA. a¿ ¿o&moó. E& a ¿a i/ez upe.cX.aaoK y co-medíante, de. e¿te. ¿men&o teaüio amoioio.

(P. 118)

Preciosa conclusión ésta, que pone de relieve la doble acti-tud tan típica del individuo del Renacimiento frente al Uni-verso y a sí mismo.

El amor, expresión del deseo, lo es asimismo de unafalta, palabra clave y problemática para A. Soria Olmedo,ya que no puede haber falta en la divinidad; en su estudiode la discusión sobre el origen del amor, que llena el ter-cer Diálogo, nota que

¿a pa/iadoja dzt amo*, de. V¿OÍ a 4oi cújatuAai con&tótuye.en cWvto modo un "telt motlv" deZ texto, un piobtemacuyoi d¿&t¿ntoi a&p&ctoi ion e.n£ocadoi dudz diveAiOipuntoé de v¿bta con ayuda de doctAÁnai de ¿¿¿e/teníe onÁ.-

(P. IZO)

León Hebreo confronta las teorías de Platón, y de Aristótelessobre el origen del amor con "la sagrada ley mosaica", segúnla cual "Dios cred el mundo en un acto de libertad", paraencontrar "la linea de conciliación entre el pensamiento he-braico, en especial cabalístico, y el platónico, que debea Pico della Mirándola su formulación más decisiva" (p. 122).Junto a la astrología, la cabala es vista por León Hebreocomo una disciplina con un objeto específico, y añade A. So-ria Olmedo que "es posible señalar muchas coincidencias en-tre la actitud de León Hebreo y la de Pico della Mirándolaen relación con la cabala" (p. 125). Representa el principal

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paralelismo "el de la concordancia entre la cabala y elpensamiento neoplátónico", recalcando de nuevo el autor lavoluntad de vulgarización de León Hebreo al simplificar elalcance mistérico de la cabala mediante la inclusión de unresumen histórico. A continuación, comenta el viejo proble-ma neoplátónico de la relación entre lo Uno y lo múltiple,que se le plantea a León Hebreo al afirmar que Dios es aun tiempo primer amante y primer amado, y recuerda las doscorrientes principales de la cabala, no tanto para proponerfuentes inciertas como para permitir comprender mejor "eltipo de éxito que el libro alcanzó... por su presentaciónde saberes interpenetrados, bajo la forma del Diálogo" (p.130). No sólo se nos hace así más perceptible dicho éxito,sino que el texto recobra su profundidad vital.

Sigue comentando paso a paso este tercer Diálogo so-bre el origen del amor, insistiendo en que el hilo conduc-tor es siempre la relación entre lo infinito y lo finito,apareciendo las doctrinas de Pilón como "un precipitado dedoctrinas fundidas orgánicamente". A propósito de la inter-pretación del Génesis, que hace León Hebreo al exponer elmito del nacimiento del amor humano, interpretación perfec-tamente misógina, A. Soria Olmedo propone muy oportunamente,en nota, otra dirección de investigación en relación con losarquetipos del inconsciente, distanciándose de su propiotrabajo y enriqueciéndole a un tiempo.

Señala luego la introducción por parte de León Hebreode "un tema importante en cuanto a la coincidencia entrela 'theologia platónica1 y la religiosidad hebraica, eldel pecado como división" (p. 140); y después comenta lautilización en los Vi/xtoglrU. d'amoiz de otro gran mito platóni-co : la concepción del amor como hijo de Poro (hijo del Con-sejo) y Penia (la pobreza). Luego, en relación con el porquéy la finalidad del amor, el crítico muestra cómo convergenaristotelismo y platonismo en la concepción típicamente re-nacentista de la licitud hasta cierto punto del amor carnal,en referencia con la noción de deleite.

Del amor humano se vuelve al amor divino, cerrándoselos V-Latogh¿ con la imagen de la "Gran cadena del Ser, ideasecular que estuvo en pleno vigor hasta el siglo XVIII".Y subraya el autor, al tratar del último "simulacro" de laobra de León Hebreo —la comparación del enamoramiento deDios y el alma con el comportamiento de dos amantes de car-ne y hueso— el arte con que éste utiliza el artificio li-terario para ligar las varias facetas del amor humano conlas del amor universal.

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En una serie de puntualizaciones sobre la concepción"estética" que se desprende de los Vialoghi, A. Soria Olmedoseñala el papel exclusivo de la vista y el oído, al asimi-lar León Hebreo las artes a una "linda invención". Prosi-gue diciendo :

La Linda, invención depende. dULe.cuune.nte de ta ¿ejemploA que ¿e enamentna en ta mente, y tita, a m vez,pa/tfictpa de Viot,, ta. ¿upnema henmoiu/ui.

Et amoi, de&eo de beXJLeza, e¿ dueo de. netonnan. aVJLod, de modo que ta betteza e¿ ana ¿acuitad eApinitual,ajena a to matenLat, puAa guada...

(P. 14S)

Nos encontramos con el debate sobre el arte abierto desdeprincipios del Renacimiento. Cita el autor a Alberti, a Fi-cino, a Casa, a Castiglione, como también a Bembo; insisteen la originalidad que muestra León Hebreo al subordinarla estética humana a todo un sistema teológico-filosófico.Esta afirmación sin embargo, nos parece un tanto excesiva,pues la "estética humana", o sea lo que nosotros entendemospor estética —el placer desinteresado experimentado por lasubjectividad del yo ante una cosa bella— no existe toda-vía como disciplina en el Renacimiento, al mantenerse ellazo con el Cosmos, que caracterizaba ya la concepción grie-ga.

Termina su estudio A. Soria Olmedo interesándose porel significado de la alegoría y la utilización de la mitolo-gía y la astrología en los Viatoghi d'amoKe. Recordando la im-portancia de la idea de "simulacro" en el pensamiento delos Viatoghi .llega a escribir que "en cierto sentido... eselibro es una inmensa alegoría del amor" (p. 162). Y, des-pués de recordar algunas posiciones teóricas sobre el pro-blema de la alegoría y el símbolo, subraya que

El "¿•LmtacA.o" en León Hebieo no e& una ¿imple aptvUencíaengañosa, iino el modo de exptica/L la dLu,po6ixU6n deluniveMo y la imagen del amoi, {ueAza que da tugan a lo¿cambio* del univeA&o.

(P. 163)

Actitud ésta propia de cierta mentalidad no exenta de ani-mismo. Por medio de un paralelismo entre textos de Boccac-cio y párrafos de los Viatoghi d'amoKe, el autor pone una vez

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más en evidencia el carácter de vulgarización (¡de muy altonivel !) de la obra de León Hebreo, que abarca mitología yastrologia : "complementario a las páginas sobre mitologíay alegoría es el compendio astrológico que les sigue, cuyafinalidad es proveer de base científica las especulacionessobre el amor" (p. 178); para mayor claridad establece elcrítico una tabla de las correspondencias entre los signosdel zodíaco, el sexo, los elementos, sus cualidades y losplanetas (p. 179).

Concluiremos esta relación del libro de Andrés SoriaOlmedo diciendo que se trata de una obra esencial para pe-netrar en el mundo de León Hebreo, que representa una sín-tesis de las grandes tradiciones que confluyeron en el pen-samiento renacentista. Un rico aparato bibliográfico comple-ta cómodamente a pie de página el estudio.bibliografía quemerecía haber sido recopilada al final del libro para suulterior manejo.