SIMÓN RODRÍGUEZ: LECTOR DEL ILUSTRADO ESPAÑOL GASPAR MELCHOR DE … › archivos_revista › Ed.34 (245-257... · 2018-11-20 · cieg, revista arbitrada del centro de investigaciÓn

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CIEG, REVISTA ARBITRADA DEL CENTRO DE INVESTIGACIÓN Y ESTUDIOS GERENCIALES (BARQUISIMETO - VENEZUELA) ISSN: 2244-8330 DEPÓSITO LEGAL: ppi201002LA3492 / BARILLAS CHAGARAY, OMARLIN EDUARDO / SIMÓN RODRÍGUEZ: LECTOR DEL ILUSTRADO ESPAÑOL GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS / SIMÓN RODRÍGUEZ: READER OF THE SPANISH ILLUSTRATED GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS / Nº 34 oct - dic 2018 [páginas 245-257] FECHA DE RECEPCIÓN: 12nov2018 FECHA DE ACEPTACIÓN: 20nov2018

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CÓDIGO: RVC028 www.grupocieg.org Email: [email protected]

SIMÓN RODRÍGUEZ: LECTOR DEL ILUSTRADO ESPAÑOL

GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS

Barillas Chagaray, Omarlin Eduardo 1

RESUMEN

El presente artículo procura revelar y diferenciar las ideas pedagógicas del educador venezolano Simón Rodríguez durante los siglos XVIII-XIX, influenciado por el ilustre español Gaspar Melchor de Jovellanos quien ha sido y sigue siendo apreciado como un símbolo intelectual liberal y progresista español perteneciente a la minoría ilustrada; se resalta la cualidad personal de Jovellanos, que le originó muchas enemistades, diferenciado por la rectitud, la honradez, el trabajo y el estudio, disímil a una gran parte de la clase política los cuales pensaba más en el bien propio que en el del país; basándonos en sus escritos. Para lograr este objetivo, se revelarán los elementos que componen sus tratados “Memoria sobre la educación pública” del español Jovellanos y “El Proyecto de reforma de escuelas de primeras letras en 1794” “Sociedades Americanas” del caraqueño Rodríguez. El interés está dirigido a la comparación entre las teorías educativas de la época de ambos ilustres y los argumentos aportados por cada uno de ellos, sobre la pedagogía adecuada para la transformación de una educación para todas las clases sociales, estableciendo paralelismos y contrastes.

Palabras claves: Gaspar Melchor de Jovellanos, Simón Rodríguez, educación pública, siglo de las luces.

SIMÓN RODRÍGUEZ: READER OF THE SPANISH ILLUSTRATED

GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS

ABSTRACT

This article seeks to reveal and differentiate the pedagogical ideas of the Venezuelan educator Simón Rodríguez during the eighteenth-nineteenth centuries, influenced by the illustrious Spaniard Gaspar Melchor de Jovellanos who has been and continues to be appreciated as a symbol Spanish Liberal and progressive intellectual belonging to the illustrated minority; It emphasizes the personal quality of Jovellanos, which originated many enmity, differentiated by righteousness, honesty, work and study, dissimilar to a large part of the political class which thought more of the good itself than in the country; Based on his writings. To achieve this objective, will reveal the elements that compose their treaties "memory on the public education" of the Spanish Jovellanos and "the project of reform of schools of first letters in 1794" "American Societies" of the Caracas Rodríguez. The interest is directed to the comparison between the educational theories of the time of both illustrious and the arguments contributed by each one of them, on the adequate pedagogy for the transformation of an education for all the social classes, establishing Parallels and contrasts.

Keywords: Keywords: Gaspar Melchor de Jovellanos, Simón Rodríguez, public education, Century of the lights

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Doctorando: Programa de Doctorado en Educación: Escuela, Lengua y Sociedad. Universidad del País Vasco (Vizcaya - España).

E-mail: [email protected]

http://www.grupocieg.org/

mailto:[email protected]

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1. Introducción

La ideología de la época estuvo reflejada por la influencia de la dinastía borbónica en España, representada por los reyes Felipe V, Fernando VI, Carlos III y Carlos IV, en la que el despotismo Ilustrado; es decir, la llegada de los Borbones, supuso también un cambio de ideas y valores pues traían desde Francia las ideas de la Ilustración; la creencia de que la ciencia, la razón y la educación, en lugar de la religión y las creencias tradicionales, llevarían a las personas al avance y a la prosperidad.

El pensamiento filosófico de la Ilustración había nacido en Francia en el siglo XVII y defendió el predominio de la razón sobre la perspectiva teocéntrica que dominó la atmósfera europea desde la Edad Media. Según algunos filósofos de la Ilustración, esta manera de cavilar tenía el propósito de alumbrar la oscuridad que envolvía a la sociedad.

El movimiento cultural de la Ilustración, cuyas ideas impulsaron la Revolución Francesa, va a transformar el mundo occidental, dando paso a la Edad Contemporánea con unas estructuras políticas y sociales, teniendo como objetivos según López (2002):

Hacer a las personas virtuosas y a los pueblos felices.

Eliminar las tradiciones populares que los ilustrados llaman supersticiones, especialmente en lo referente a la religión católica.

Su lema es “todo para el pueblo, pero sin el pueblo” 2. Es decir, gobernar pensando en mejorar la vida de la gente, pero sin tener en cuenta su opinión.

Tomando en cuenta lo antes planteado, los sabios que defendían estas ideas entendían que el pensamiento racional debía ser llevado más allá; es decir, reemplazando las creencias religiosas y el misticismo, que, según ellos, asediaban la evolución del hombre; donde el individuo incumbiría ser el centro y pasar a buscar respuestas para los argumentos que, hasta entonces, eran justificadas parcamente mediante la fe.

Los eruditos quienes tutelaban estas doctrinas conformaron una minoría formada por nobles, funcionarios, burgueses y clérigos. Como hemos dicho, se interesaron por modificar y convertir la vieja sociedad tradicional, modernizándola por medio de la ciencia y acrecentando el nivel de cultura y conocimientos de la población para que emergiera de la ignorancia, la superstición y la creencia ofusca en la religión; es decir, se pretenden suplantar por el valor de la ciencia y la razón.

Todo este reformismo los llevó a desafiar la religión con la mayor parte de la hidalguía y con el pueblo sumiso, persistentemente fiel a las tradiciones de esa época. Modificar el pensamiento de toda la sociedad es siempre un proceso lento y difícil. Los defensores ilustrados lo intentaron durante todo el siglo, donde la mayor parte de la urbe se resistió al cambio.

2 José Luis Comellas, Historia de España moderna y contemporánea, 2015, p. 206, la frase originaria en francés es Tout pour le peuple, rien par le peuple; Su uso se extiende desde finales del siglo XVIII como lema del despotismo ilustrado.



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El auge de este movimiento fue aprehendido en el siglo XVIII, llegando a ser conocido como el Siglo de las Luces. Este proceso de la ilustración fue más enérgico en Francia, en donde influyó en la Revolución Francesa a través de su lema Liberté, Égalité, Fraternité. Rousseau, uno de los filósofos de la ilustración francesa, afirma que “El hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe" 3 ya que se creía que si todos participasen en una sociedad justa, con derechos iguales para todos, el bienestar común sería alcanzado. Por esta razón, los ilustrados se enfrentaron al carácter religioso, las prácticas mercantilistas y el régimen absolutista; asimismo, a los privilegios concesionados a la nobleza y al clero.

En ese período resaltan nobles ensayistas españoles, entre ellos, Jovellanos, quien provenía de familia aristocrática y llegó a ser el escritor más característico de su época. Jovellanos fue magistrado y ejerció el cargo de ministro de Gracia y Justicia. Destaca, al mismo tiempo, el eclecticismo de su obra; expresa su avidez de armonizar y de hacer compatibles las corrientes contradictorias. Por lo tanto, ninguno mejor que este ilustre para representar y dar cara al movimiento de la Ilustración.

La vida de Jovellanos fue entregada prácticamente al estudio y al trabajo, manteniendo siempre presente objetivos para lograr sus metas. Uno de esos objetivos era la contribución al progreso a partir de la sabiduría. Durante su proceso de vida le llevó a ocupar puestos de relevancia en varias ciudades de España. En todos lugares y cargos que desempeñaba, efectuó reformas que serían la base del futuro.

En esta misma línea de ideas, Lerena (1983) plantea que Jovellanos es hombre de acción e introspectivo escritor de diarios intimistas. Fue un buen lector de Rousseau. Al redactar sus planes de educación no olvida prescribir el Emilio y recomendar una versión moderna del Robinsón. Por donde quiera que lo miremos estamos ante el más típico representante español del pensamiento del siglo de las luces en este campo.

Jovellanos, según el autor antes mencionado, orientado por la brújula de su tiempo, tiene tres objetivos: la prosperidad, la libertad y la felicidad, donde la prosperidad quiere decir trabajo; la felicidad, orden, y la libertad es sólo el haz, porque el envés se llama disciplina. Este ilustre amigo del pueblo esperaba conducir a éste hasta la libertad, por medio de una prudentísima serie de leyes económicas a través de la propaganda literaria de generosas doctrinas.

Por otro lado, el profesor Hurtado Rayugsen (2017), afirma que el ilustre venezolano Simón Rodríguez leía y citaba a los reformadores españoles, al igual que a Carlomagno, Maquiavelo y Tomás Moro; a Cervantes, Nebrija, Samaniego, Ripalda, Fernando I de Navarra, Fernando VII, Feijóo y Jovellanos. En esta misma línea de ideas se puede reseñar que el venezolano tomaba las ideas de los reformistas españoles para inspirarse en sus escritos pedagógicos, buscando transformar el sistema educativo venezolano para lograr una educación liberadora y de calidad para todas y todos; ideas que mantenía Jovellanos, en especial con respecto a la contribución al progreso partiendo de la sabiduría.

3 Jean Jacques Rousseau, El contrato social, prólogo y cronología de Mauro Armiño 2004 p. 17, EDAF S.L. Madrid.



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2. Preludios del ilustrado español: Gaspar Melchor de Jovellanos

Explorar los sucesos principales del proceso económico, político, intelectual o religioso de la España de la segunda mitad del siglo XVIII sin colisionar con la historia de Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811), ocuparon un lugar apreciable en el terreno de las ideas y de la labor política de aquel escenario histórico que solemos llamar “la época de la ilustración” 4. La doble apariencia de Jovellanos como ilustrado y político, de pensador y gobernante, de escritor y estadista, es la que mejor define la personalidad histórica de ese asturiano originario de una modesta familia.

Se le reconoce como el representante más auténtico de la Ilustración española, ya que fue un hombre culto, abierto, prolífero y ejemplar. Este luchador por la igualdad se caracterizó siempre por un profundo patriotismo y una gran preocupación por los distintos problemas de su país: España. Su espíritu crítico e innovador se plasma en una preocupación invariable por reformar las instituciones y costumbres de la época.

Según Colom y Sureda (2012), Jovellanos nació el día 5 de enero de 1744, en Gijón, Asturias; fue bautizado con los nombres de Baltasar Melchor Gaspar María de Jovellanos, en el seno de una de las familias más ilustres de la villa asturiana. Era el décimo hijo del matrimonio formado por don Francisco Gregorio de Jovellanos, hombre de un corazón tierno y generoso, y doña Francisca Apolinaria Jove Ramírez, señora de grande hermosura, virtud y dulzura de carácter.

Poca cosa se sabe de su infancia; se intuye que tuvo como escenario principal el caserío familiar, los juegos con sus hermanos y el aprendizaje de los primeros conocimientos a cargo de preceptores privados. En 1757, según los autores antes mencionados, Jovellanos con trece años de edad, recibió la primera tonsura de manos del obispo, lo que le permitió obtener el beneficio diaconal de la iglesia de San Bartolomé de la localidad de Nava.

Iniciará estudios superiores en centros de escaso nivel y de orden secundario; y aprovechando que el obispo de Ávila era pariente político de su hermana Benita; es decir, de la familia Cienfuegos, se fue a estudiar a dicha ciudad, obteniendo el título de bachiller por la Universidad de Osma, la cual era más conocida por su descrédito y por la facilidad con la que concedía títulos, que por cualquier otra circunstancia. El mismo Gaspar se burlará de ella, años después, con duras palabras:

Haz lo que otros: escribe tu deseo a algún sopista de Osma, y tendrás una panza de oveja a vuelta de correo; pues hay mil alquilones de la tuna que, prestando su ciencia a cualquier nombre, saben bachillerear aun en la cuna. (Jovellanos, 1814, p. 36) 5

Afirma Ceán (1820) que a Jovellanos le eran más hermosas que a sus compañeros las flores de la juventud y que a éstas se sumaba una bella figura corporal. Todo ello hacía del estudiante de veintitrés años, un joven atractivo que sabía aprovechar los buenos ratos y divertirse.

4 Louis Bergeron, François Furet, Reinhart Koselleck, La época de las revoluciones europeas, 1780-1848, p. 33, primera edición en castellano abril 1976 Madrid.

5 Manuel Alvarez-Valdés y Valdés (2012), Jovellanos: vida y pensamiento, p. 36 Ediciones NOBEL. Oviedo España.



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A sus veinticuatro años de edad, con nula experiencia y consciente de su muy básica preparación para cumplimentar los deberes y obligaciones propias de la judicatura, iniciará un periodo de estudios y de preparación profesional que ya nunca abandonará, y que harán de él una de las figuras más cabales de su siglo, uno de los mejores juristas y economistas de su época, y un intelectual que con su figura enaltecerá el siglo XVIII español, convirtiéndose además en un modelo ético y axiológico en la cenagosa política de su tiempo.

En ese periodo de su vida Jovellanos aprenderá francés e inglés, lo que le ayudará a reactualizar las influencias de Cadalso, ahora de manos de Pablo de Olavide y de Isidro de la Hoz, quienes harán de Jovellanos un consumado ilustrado, un reformista interesado por las cuestiones educativas y por cualquier aspecto que pudiera ayudar a mejorar las condiciones de vida del pueblo.

Será Olavide el gran mentor de Jovellanos, afirma Colom y Sureda (2012). Es en esta época cuando de la mano de Olavide conoce las obras de Rousseau, si bien antes, y por miedo a la inquisición, solicitó y obtuvo la preceptiva licencia eclesiástica para tales lecturas. Como fruto de esta relación, Jovellanos se iniciaría en el seno de la masonería, ya que no puede olvidarse que Olavide, tras su proceso inquisitorial y el pertinente acto de fe, sería condenado por ser miembro podrido de la religión. Cabe recordar y tener presente que ser ilustrado podría ser sinónimo de ser masón, del mismo modo que las sociedades económicas eran asimismo vistas como grupos próximos a la masonería.

3. Pensamiento pedagógico de Jovellanos

El pensamiento educativo de la ilustración considera el valor de la formación si va dirigido a la mejora de la situación económica; es decir, cuando su objetivo último sea claramente funcional y material. Pues bien, Jovellanos, como hombre de su tiempo, intelectual de reconocido prestigio, de típica familia de la baja nobleza provinciana pero bien emparentada y con buenos contactos, perteneció a la élite de la ilustración española. Siempre pensó en la educación en los términos que hemos señalado, de tal manera que su obra educativa no se desviará del modelo diseñado.

Según Colom y Sureda (2012) cuando Jovellanos vivía en Sevilla, integrado en la sociedad económica de la ciudad con un cargo de directivo, creó escuelas de carácter profesional que enseñaban a las mujeres nuevas técnicas de hilar. Los autores antes mencionados afirman que Jovellanos iniciaba el conocimiento de los philosophes, y que su relación con Olavide era muy estrecha; sin embargo, durante gran parte de su vida, no parece que se dejase influir por sus lecturas, al menos por lo que se refiere a la educación.

El centro Jovellanos en Gijón, estaba en función del sistema económico del país, por lo que en el fondo desarrolló la idea típicamente ilustrada de la educación como instrumento al servicio de la mejora económica, o como diríamos hoy día, a desarrollar las capacidades formativas en función de los yacimientos del mercado de trabajo. O como afirma Sarrailh (1965, p.265), “para Jovellanos como para muchos de sus coetáneos el fin supremo de la cultura es en efecto la eficacia”.



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Jovellanos era un reformador y, como veremos, un buen lector de Rousseau entre otros autores franceses, por lo que su escuela de Gijón fue sin duda un centro reformista e incluso progresista en materia educativa; no sólo por las nuevas perspectivas que abría a la formación profesional, sino también por una serie de interesantes aportaciones pedagógicas que sin duda fueron novedad en la época (Tabla 1)

Tabla 1

Jovellanos y sus aportes pedagógicos a la educación

Actividades al aire libre

El descanso de una tarde cada semana.

Juegos recreativos.

Juegos deportivos.

Baños en verano.

Dedicación al dibujo.

Lectura recreativa.

Principales materias objeto

de estudio en el Real

Instituto Asturiano de Gijón

Escuela profesional

Matemáticas

Geometría

Aritmética

Trigonometría plana y esférica

Álgebra

Física

Química

Idiomas

Fuente: elaboración propia a partir de Sarrailh (1965, p.224), y Jovellanos (1795, p. 389-420)

Sin duda, el espíritu reformador de Jovellanos en la España de la época significaba una innovación difícilmente digerible para núcleos importantes de la sociedad española. Asimismo, López (2002) afirma que también se desarrolló la literatura didáctica y crítica para esa época, donde tuvieron participación el mismo Jovellanos, Feijoo, Cadalso y Moratín (con su célebre El sí de las niñas), y se desplegó la prensa y las revistas literarias y científicas.

En este mismo orden de ideas, se puede testificar que Jovellanos entiende la educación como formadora de un hombre nuevo, del ciudadano, consciente de sus deberes y obligaciones; ahora bien, para ello es necesario constituir al hombre moral, porque la moral cívica o ciudadana se ve fundamental si se quiere vivir en libertad. Es por esta rozón que Jovellanos incide en la necesidad de una educación libre, abierta a todo el mundo, gratuita, no orientada a una clase determinada, sino que sea conveniente para todos los ciudadanos independiente de sus condiciones sociales, económicas o culturales; es decir, Jovellanos plantea la necesidad de una educación valiosa por ella misma porque en ella estriba la clave de la civilización (Colom y Sureda (2012).



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4. Influencia de Jovellanos en los escritos pedagógicos de Rodríguez

Según Jorge (2000), en 1794, cuando el “Sócrates de Caracas” 6 Don Simón Rodríguez, presenta al ayuntamiento de esa ciudad su propuesta relacionada con el estado actual de la escuela de primeras letras, titulada Reflexiones sobre los efectos que vician la escuela de primeras letras de Caracas y medio de lograr su reforma por un nuevo establecimiento demostrado en seis reparos, no se palpan las influencias de los escritos realizados por Jean Jaques Rousseau en su gran obra Emilio, o de la Educación, sino que se observaba la influencia de los ilustrados españoles. Para esa época, a la República de Venezuela, específicamente a Caracas, su capital, llegaban las ideas de los educadores españoles, ostentadas especialmente por Jovellanos, uno de los más reconocidos ilustres y lector de Rousseau.

La propuesta diseñada por el caraqueño Don Simón Rodríguez se fundamenta en la colonización de todo el continente, comenzando principalmente por sus propios habitantes, tomando en cuenta la enseñanza a los ciudadanos por medio del saber educativo. Este proyecto lo describe como un gran pensador de la época, en virtud de su continua lucha por la educación popular y la inclusión de los niños pardos y negros.

Asimismo, el proyecto de Rodríguez fue admitido y puesto en marcha en mayo de 1794, pero muy poco tiempo después, el Cabildo de Caracas declaró el informe negativo y con ese resultado el caraqueño decide renunciar a la escuela, dejando presente sus pensamientos críticos e ideas sobre el estado actual de la educación y nuevas doctrinas para reformarla; donde expresa en sus reparos, según Cúneo (2008):

No tiene la estimación que se merece: basta observar la limitación a que está reducida y la escasez con que se sostiene para conocerlo. Todos generalmente necesitan porque sin tomar en ella las primeras luces es el hombre ciego para los demás conocimientos; sus objetivos son los más laudables, los más interesantes, disponer el ánimo de los niños para recibir las mejores impresiones, y hacerlos capaces de todas las empresas. (Rodríguez, 1795, p. 5)

Pocos conocen su utilidad: cuando una cosa buena se desprecia, es por dos motivos; o por temeridad, o por ignorancia. Pero lo primero no puede ser contrayéndonos al presente asunto; pues parece imposible que haya hombre de este carácter. De lo segundo resulta, sin duda, esta fatal consecuencia. (Rodríguez, 1795, p. 5-6)

Todos se consideran capaces de desempeñarla: el ignorar los principios elementales de una cosa, cuando se trata de sus medios o fines, es vergonzoso; y así no se podría sin agravio preguntar a un Teólogo, a un Jurista si entienden el idioma italiano, a un matemático si sabía la Aritmética. (Rodríguez, 1795, p. 9-10)

Le toca el peor tiempo y el más breve: así como es propio carácter de la infancia y puericia el ser inocente, lo es también el ser delicada, y penosa, tanto por su debilidad, cuanto es el desconcierto de sus acciones. (Rodríguez, 1795, p. 10-11)

6 En carta del 20 de mayo de 1825. El libertador Simón Bolívar llamó a Simón Rodríguez « el Sócrates de Caracas » y « filósofo cosmopolita » citado por Rumazo 1990 (O.C.T.I, p. X) Sociedades Americanas.



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Cualquier cosa es suficiente y apropósito para ella: la desgraciada suerte que ha corrido la escuela en tantos años, la ha constituido en la dura necesidad de conformarse con lo que han querido darla. (Rodríguez, 1795, p. 12-13)

Se burlan de su formalidad y de sus reglas, y su preceptor es poco atendido: como esto de hacer maestro de niños a cualquiera ha sido libre facultad de cada padre de familia respecto a sus hijos, no ha sido menos libre la acción que se ha reservado para disponer de la escuela a su arbitrio como fundadores. Permítaseme una pintura de este gobierno. (Rodríguez, 1795, p. 14-15)

Tomando en cuenta las propuestas de reforma educativa para las escuelas de primeras letras de Caracas, escritas por Rodríguez, y a su vez comparando las ideas de educación del ilustre español Jovellanos, podemos decir que estos pensadores mantienen similitudes al momento de definir la educación para todos. Al respecto, según Colom y Sureda (2012), Jovellanos afirma que no se trata tanto de enseñar en cuanto a forma, o si se quiere decir de otra manera, el objetivo de la verdadera formación escolar no ha de estar orientada a unas enseñanzas utilitaristas, sino más bien a la formación de las virtudes cívicas, morales y religiosas del hombre.

En esta misma línea de ideas, Jovellanos, en su escrito “Memoria sobre educación pública…”7 utiliza por primera vez en España el concepto de educación y no el de instrucción, que era la terminología normal utilizada no solo en su tiempo sino también a lo largo de casi todo el siglo XIX. Este insigne español de la era de las luces asevera que hablar de educación es ampliar el panorama de la escuela, y cuando se habla de instrucción, es referirse al hombre como ser unitario, capaz de mejora cultural y moral; es decir, es considerarlo persona, con valor por sí mismo, y no sujeto utilitarista.

Por lo tanto, se puede decir que la instrucción está ligada con la educación moral, intelectual y física. Muestra muy significativa es que se enfatiza la preocupación de Gaspar por el perfeccionamiento y la modernización de España, siendo la instrucción pública el germen principal de la felicidad y comienzo de la prosperidad social.

El caraqueño Rodríguez establece las diferencias entre educar e instruir; así como entre educación popular y educación social. Señala que en la educación del hombre residía el centro de la cuestión; es el fundamento verdadero para obtener la felicidad, dada la necesidad de edificar nuevos anales sociales que demandaba el orden político republicano para su desarrollo, y aclara: “Saber sus obligaciones sociales es el primer deber de un republicano. Nada importa tanto como tener pueblo: formarlo debe ser la única ocupación de los que se apersonan por la causa social” (Rodríguez, 1795, p. 64).

Todo esto genera una consecuencia sabia, y a su vez muy audaz para la América de ese tiempo donde: “En el sistema republicano, las costumbres que forma una Escuela Social proceden de una autoridad pública y no de una autoridad personal; una autoridad sostenida por la voluntad de todos, no la voluntad de uno solo convertida en una autoridad. (Rodríguez, 1795, p. 88)

7 Gaspar Melchor Mª Jovellanos. Memoria sobre educación pública, o sea, tratado teórico-práctico de enseñanza, con aplicación a las escuelas y colegios de niños. Editorial Biblioteca Nueva, S. L., Madrid



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En su libro Pensamiento sociopolítico y educativo, Márquez y Viloria (2012) exponen que la preocupación del caraqueño estaba centrada en la esencia de educar para la libertad y la igualdad. Asimismo, alegan que Rodríguez mantenía diferencias de ideas en lo referente a educar e instruir, donde expresa que una atiende un tipo de necesidad y la otra se ocupa de preparar para el saber, que trascendía por lo conocido tal cual era; el hacer resultaba de la conjugación del conocimiento, la necesidad, la creatividad y la respuestas colectivas y sociales; y precisó: “Enseñen y tendrán quien sepa; eduquen y tendrán quien haga”. (Rodríguez, 1795, p. 93)

Tanto Rodríguez como Jovellanos fueron personas entregadas a las letras, al estudio, y al entendimiento, dieron sus tributos a la educación en general y tuvieron que ver directa o indirectamente con los procesos políticos de sus tiempos, donde las vivencias de ambos ilustres tienen coincidencias en relación con sus pensamientos e ideas. El pensamiento educativo de Jovellanos se sintetiza en la Tabla 2

Tabla 2

Pensamiento educativo de Jovellanos

Ideas Características del proyecto

Instrucción pública Educación pública Orientada a toda la sociedad

Fundamento de la instrucción

Formación escolar Las virtudes cívicas, morales y religiosas del hombre.

Institución abierta, libre y pública

En contra de privilegios estamentales

Pueblo educable

Educación pública Derecho a todas las

personas Educación física, los hábitos, el desarrollo de la razón y del pensamiento.

Enseñanzas instructivas o

materias metódicas

Lengua gramatical, lengua geométrica y las

primeras letras.

La gramática, retórica, poética, lenguas, lógica, ética y la moral religiosa.

Fuente: Elaboración propia a partir de Colom y Sureda (2012, p. 51-54)

En el pensamiento de Jovellanos la educación general ha de ser pública, universal, cívica, humanista y estética. Reivindica la educación pública como el principio del bienestar nacional, y la orienta al perfeccionamiento de las actitudes físicas intelectuales y morales del hombre.

En esta misma línea de ideas se puede testificar que Rodríguez, lector de Jovellanos, afirma que el sujeto de educación era el pueblo y la escuela el recinto para propiciarla. Propuso insistentemente una educación sin distinción de raza, clase social ni dogmas, es decir una educación para todos. El pensamiento educativo de Rodríguez se sintetiza en la Tabla 3:



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Tabla 3

Pensamiento educativo de Rodríguez

Proyecto Descripción

Educación popular

Con su concepción emancipadora de las relaciones sociales y humanas, es imprescindible, por eso se caracteriza como un paradigma teórico nacido en las luchas sociales, resaltando la indignación del pobre, del indígena, del campesino, de la mujer, del negro, del analfabeto entre otros,

Educación social

Se puede decir que es la formación en las personas la conciencia del bien común. Rodríguez, (1975, p. 365) la mayor fatalidad del hombre, en el estado social, es no tener con sus semejantes, un común sentir de lo que conviene a todos. La educación social remediará este mal.

Fuente: Elaboración propia a partir de Cúneo Dardo (2008)

Asimismo; señala que la educación, tanto popular como social, y la instrucción son el fundamento del progreso, cuyas características se muestran Tabla 4)

Tabla 4

Características de los proyectos educativos de Rodríguez

Proyecto Características

Educación popular

Carácter inclusivo: incorporación social

Condiciones: espacios, vestidos, alimentación, maestros conocedores de oficios.

Carácter social: subvencionar, auxiliar, socorrer y amparar los miembros de aquella sociedad.

La voluntad y ser útil: “colonizar al país con sus propios habitantes” 8

Conocer nuestro propio idioma: hablar las lenguas originarias.

La dignidad: Decía el maestro: “al entrar en las ciudades no se dejarían agarrar por el pescuezo (a falta de camisa) para ir por orden de los asistentes a limpiar caballerizas de los oficiales, ni a barrer plazas… los caballeros de las ciudades no encargarían indiecitos a los curas…”9

El método pedagógico: “Enseñar a pensar, pensar con cabeza propia, pensar, no repetir como loros. Enseñar cosas útiles, desde el trabajo. Enseñar a los niños a ser preguntones para usar la razón y no repetir como entupidos”. 10

8 Alfonso Rumazo González (2005). Simón Rodríguez Maestro de América, p. 109. Biblioteca Ayacucho Caracas Venezuela. La originalidad el maestro de colonización, convence y entusiasma. 9 Alfonso Rumazo González (2008). Ideario de Simón Rodríguez. Ediciones Centauro, 1980 p. 107. Universidad de Texas. 10 Alfonso Rumazo González (2005). Simón Rodríguez Maestro de América. Biblioteca Ayacucho Caracas Venezuela.



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Educación social

Rodríguez preserva su convicción de que el ambiente educativo no debe estar independiente del compromiso social.

El ciudadano republicano debe modelarse a través de su educación para su responsabilidad con la sociedad.

Los objetivos educativos deben responder a los intereses de la sociedad de la cual forman parte los educandos.

Lo que se quiere lograr es, que la educación enseñe a valorar la responsabilidad social de los individuos.

La educación social, como fragmento del ejercicio de la libertad, suscita el pensamiento crítico.

Fuente: Elaboración propia a partir de Rodríguez, Simón. 1988 (obras completas)

Según lo antes planteado, la educación popular es una concepción de educación edificada y reconstruida en experiencias sociales de resistencia de los ciudadanos oprimidos. Se refiere a una concepción procedente de las prácticas sociales e inherentes de los sujetos de esas experiencias como creadores de conocimientos y reformados por esos mismos sujetos. Decía el maestro:

El proyecto de educación popular tiene la desgracia de parecerse a lo que, en varias partes, se ha emprendido con este nombre, y se practica bajo diferentes formas con un corto número de individuos, sobre todo en las grandes capitales. Las fundaciones son todas piadosas, una para expósitos, otras para huérfanos, otras para niñas nobles, otras para hijos militares, otras para inválidos… en todas se habla de caridad: no se hicieron por el bien general sino por la salvación del fundador o por la ostensión del soberano. (Rodríguez, 1795, p. 214)

Para el maestro Rodríguez, la educación social apremia la creación de la república, progresando como estrategia la formación de personas íntegras, virtuosas en sentido ético y político. Distingamos, con esto, que la labor de la educación en la sociedad debe ser capaz de proporcionar conocimientos, donde lo más fundamental es el discernimiento de nuestra ineludible naturaleza social.

La educación en general tiene una importancia moral y social que busca alcanzar el respeto por la vida del ciudadano; es decir, la identidad social, la libertad, la solidaridad, la justicia y la responsabilidad social e individual. Asimismo, es fundamental, que el ser humano tenga el libre ejercicio del pensamiento, donde se fortalezca el valor de la fuerza de trabajo y crezca el conocimiento, entendidos como pilares para la construcción de una sociedad justa y para la creación de civilizaciones.

5. Conclusión

En la visión educativa del individuo, Jovellanos y Rodríguez, enfatizan la formación para la comprensión de la realidad social, donde la educación debe crear nuevas costumbres que impliquen compromiso con la comunidad; es decir, la sensibilidad social, un gran espíritu de solidaridad y el respeto por la dignidad o condición humana.

Al llegar a este punto quedan claras algunas de las influencias del pensamiento pedagógico de Jovellanos en los escritos del caraqueño, donde resaltan el



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planteamiento constante de nuevas propuestas educativas para entender el mundo social a través de una educación para todos. Según Gaspar (1795), en la medida que el individuo es carente, es educable, ya que en este momento de sus vidas es lo que le da sentido a todo el proceso de enseñanza y a su aprendizaje.

La realidad es que Jovellanos, no remediando las dificultades de la enseñanza en España, aportó una nueva forma de enfocarlas. Presentó ideas innovadoras, a veces atrevidas, donde esas ideas formaban un programa general de reforma política y económica. Asimismo, en el Real Instituto Asturiano, que hoy lleva su nombre, brindó un ejemplo vivo para todos de la enseñanza moderna. Su obra pedagógica encierra, por consiguiente, una parte fundamental de su pensamiento total, donde figura en toda historia intelectual de la educación española de su tiempo.

En esta misma línea de ideas, la educación es propuesta por Rodríguez, lector de Jovellanos, como artífice del progreso de las luces y las virtudes sociales. Es el primer canal, no único, para consolidar el proyecto civilizatorio, y así dar entrada al avance social, donde la educación social, según el caraqueño, es el medio para derrumbar el obstáculo de la ignorancia.

De esta manera, la educación debe producir individuos conscientes de la necesidad para la interrelación con el conciudadano, comenzando por los valores, la justicia, la solidaridad y la equidad, donde las personas deben programar la visión integral del ser humano. Rodríguez (1795) considera que los hombres de su tiempo están irremediablemente forzados a cimentar una sociedad justa, porque estrictamente la que figura en su tiempo es opresiva e inhumana.

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