69
GUÍA RÁPIDA SOBRE SUCESOS IMPROBABLES Libro I Si eso de ahí es un Dragón, ¿Dónde diablos está la Mazmorra? Oscar Fernández Salazar

Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Novela de humor

Citation preview

Page 1: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

GUÍA RÁPIDA SOBRE SUCESOS IMPROBABLES

Libro I

Si eso de ahí es un Dragón, ¿Dónde diablos está la Mazmorra?

Oscar Fernández Salazar

Page 2: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

Diseño de cubierta: Andrea Valentina Troconis Abreu.

Correción: Àngela Puig i Pozo, Alvaro Molina y Patrica Salmerón Navarro.

© 2014 Oscar Fernández Salazar

Page 3: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

Dedicado a mis amigos y compañeros queaguantaron hasta que ésto fue posible.Pero sobretodo para ti, John Gluckman.

Siempre en mis pensamientos.

Page 4: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

1

01

Un humeante fuego teñido de verde ardía sin consumir lo que envolvía.

Aquella habitación con dos entradas opuestas entre sí era excesivamente grande

para cualquier propósito, menos tal vez evitar que la experimentación con las

caóticas y distantes fuerzas mágicas se llevasen por delante más de lo debido, sólo

lo justo. Esa era precisamente una de tantas situaciones que podían darse, pero no

la única. No hacía demasiado tiempo, un número nada desdeñable de estudiantes

arcanos poco aventajados buscaron más allá de lo que podían abarcar con sus

varitas y cetros. Tal vez era el sino a sufrir por ajenos y conocidos con las reglas, en

ocasiones demasiado laxas, de la universidad de magos más prestigiosa de aquel

lado de las montañas de Kylaverne.

En el suelo había tendidas tres personas demasiado ennegrecidas por el

hollín como para distinguirlas entre sí. Iban ataviadas con túnicas que no hacía

demasiado tiempo habían mostrado elocuentes y vivaces colores que eran capaces

de dañar la vista de los más sensibles. Era una de las maneras en la que los magos

hacían gala para hacerse notar. Como si lo necesitaran. Pero sin duda el método

más eficaz, aunque parecía que para algunos era hasta un insulto el tener que

Page 5: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

2

recurrir a ello, era la simple convocación de magia. Un mago debía hacerse

notar a primera vista, sin necesidad de que éste elaborase truco alguno. La magia

casi parecía secundaria.

Fue el más centrado el que se elevó primero, levantando el cuerpo sin mover

las piernas, pareciéndose a las horribles representaciones de vampiros chupasangre

de las que hacían gala en teatros y libros de poco rigor paranormalista. Sólo le

hubiese faltado el tener también las manos cruzadas sobre el pecho. Su túnica de

mago había sido reducida a nada más que jirones chamuscados, al igual que lo que

seguro había sido, antes de la más que evidente explosión, una barba enmarañada y

densa de la que sólo quedaban unos pocos pelos aquí y allá entre unos clareados

como lagunas. Pero no lo único ausente, incluso la cejas le habían desaparecido.

—Diablos —comentó para sí mismo.

No demasiado lejos de él, a sólo media docena de pasos en realidad, un par

de humeantes zapatillas casi del todo reducidas a carbón, yacían sin dueño cerca de

lo que había sido un enorme círculo de magia con innumerables fórmulas

encantadas repartidas por todo su alrededor e interior. Runas, triángulos y otras

formas geométricas completaban el dibujo de una forma extremadamente

perfeccionista. Era seguro que el hechizo que se había desatado de él tenía una

buena magnitud, pero el mago era incapaz de recordar algo sobre nada. Aquello no

era bueno en absoluto.

Seguramente heredado de la manía de clasificar y ordenar todo lo existente,

así como de tratar de aprender siempre más de lo recomendable para así

superponerse a los que debían ser sus compañeros, los magos tenían un sistema de

jerarquías tan rimbombante como efectivo. El nombre de cada cual iba acompañado

Page 6: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

3

de un rango y un grupo bastante concreto. Cuanto más largo, enrevesado o, por qué

no decirlo, poderoso era y sonaba el nombre, rango y logia del mago, mayor respeto

se le procesaba. Los menos próximos a las artes arcanas alcanzaban a decir que de

la magia nunca surgía nada bueno, pero aquellos que se dedicaban a su estudio

indicaban que la magia no era en absoluto mala o peligrosa per se... sólo

"complicada". Los magos sí que eran objetivamente peligrosos y no eran pocas las

desventuras poco deseadas las que desencadenaban. Tal vez por eso las

universidades más grandes estaban deliberadamente alejadas de las poblaciones.

La figura de más a la derecha tensó los músculos y gimió como lo hacían

algunos a la mañana siguiente de haber utilizado las marmitas para elaborar

pociones para crear bebidas espirituosas en su lugar. Se trataba de una mujer cuyo

cabello había quedado tan empañado de negro, que no se podía apreciar en

absoluto su color rojo intenso cambiado mágicamente. Una práctica que ganaba

adeptas con cada generación de alumnas, y también de algunos alumnos. Entre los

hombres era habitual el dejar crecer largas y pobladas barbas que en ocasiones

llegaban a importar más que los conocimientos y la sabiduría a la hora de imponer

respeto y presencia. Pobre de aquel que no fuese suficientemente barbudo, aunque

por suerte siempre se podía hacer crecer una barba mágicamente, que para algo

eran arcanistas. Si se trataba de mujeres, la cosa cambiaba un poco. Ellas preferían

engalanar sus túnicas y ropajes con la mayor cantidad de abalorios, brillantes y

decoraciones en la medida de que pudiesen enardecer la belleza y la ostentosidad.

El traje igual de chamuscado de aquella mujer presentaba vestigios de

algunas decoraciones que no habían sido pasto de las llamas, pero incluso así

habían quedado en un aspecto deleznable que afeaba más que ayudaba. La mujer

Page 7: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

4

presentaba una buena figura, conservada seguramente por una corta edad. No

tardó en mirar a su alrededor para observar el caos que la rodeaba. La habitación

seguramente había estado más recargada de lo que se dejaba ver entonces, los

magos tendían a usar cualquier cosa que valiese para amueblar y decorar paredes.

Todo menos un hueco de pared desnuda.

—¿Y tú quién eres? —preguntó el hombre mientras trataba de estirar los

músculos de forma poco rigurosa.

—¿Yo? —dijo vacilante, ya que ella tampoco recordaba nada de quién era o

de cómo habían acabado en esa peliaguda situación. Más le valía pensar deprisa—.

Mi nombre es Deborah Velstriken. Guardiana de los Siete Velos Arcanos —añadió—.

¿Y tú quién eres?

—Ni más ni menos que Edward Leibern, Comandante de las Líneas de Sangre

Ígneas.

La mujer sonrió.

—Para mencionar el fuego en tu título, se ve que el fuego no te ha tratado

demasiado bien —dijo mirando de arriba a bajo sus pintas más que chamuscadas.

—Si te fijas bien, a no ser que no seas capaz de entender un simple color —

comenzó a decir el hombre con un ego rodado—, el fuego que nos rodea no es un

fuego normal si no que se trata más bien de una especie de fuego fatuo que no se

rige por las normas de la naturaleza si no de la magia.

—No creo en esa excusa. No sabes lo que es y se acabó —dijo ella torciendo

los labios hacia un lado.

Antes de que el que se hacía llamar Edward pudiese replicar, la tercera

persona soltó un gruñido que captó la atención de ellos dos. Sin duda alguna se

Page 8: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

5

trataba de una situación idónea para ambos. Si ninguno de ellos recordaba quién

era, pero aun así conseguían hacer valer sus inventados títulos sobre el otro, podían

erigirse como la persona más importante de esa sala.

—¿Y eso? —dijo el hombre sin nombre, aún desde el suelo y señalando a uno

de los ojos de buey que abrían una vista al cielo azul. Edward y Deborah dirigieron

la mirada hacia allí instintivamente.

A través de esa y otras muchas ventanas circulares entraba toda la luz que

iluminaba la estancia, pero aguzando la mirada, ambos magos se percataron de

cómo cascotes de hormigón, madera pulida y escombros varios flotaban en el aire

formando una elipse, como si se tratasen de meteoritos dando vueltas a un planeta.

Estando aún Deborah y Edward distraídos en calcular cuánto tiempo tardaba un

cascote en particular en volver a aparecer por un ojo del buey, el mago sin nombre

se levantó y se dirigió a la puerta del extremo izquierdo. Conforme se acercaba, era

cada vez más consciente de un traqueteo metálico con su origen más allá de la

puerta.

—¡Eh, tú! —gritó, desde el otro lado, Edward, tratando de atusarse lo poco

que quedaba de su chamuscada barba. El mago sin nombre se detuvo en seco, ya

delante de la puerta, sin dejar de escuchar con atención el ajetreo de más allá.

—¿Sí? —preguntó con voz entrecortada, típica en quienes son cazados en

medio de una actividad poco profesional, como copiar del libro de hechizos de otro

mago sin su permiso.

—Preséntate al menos.

—Mis disculpas —dijo esbozando una sonrisa—. Mi nombre es Ilmel Gebrant.

Entronador de la Orden Empírea.

Page 9: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

6

Ilmel se quedó parado unos segundos, esperando una nueva llamada de

atención por parte de los otros dos que no llegó, después empujó la puerta para

abrirla.

Page 10: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

7

02

Un ejército de armaduras desprovistas de dueño deambulaban con histriónicos

y forzados movimientos de brazos y piernas, como si estuviesen formando en un caro

desfile militar para algún señor de la guerra del norte. Iban armadas con alabardas y

espadas en su mayoría, pero algunos también portaban mayales y alguna que otra

hacha. Era el paso de las armaduras lo provocaba un estruendo difícil de soportar con

cada roce del metal con el metal. La visión de las armas y armaduras despertó un

breve destello en la borrosa memoria de Ilmel el Entronador, el cual tampoco

recordaba nada sobre él mismo, sólo un poco de lo más básico.

El mago se había mantenido en el suelo después de advertir que no estaba solo

en la sala anterior, pensando un buen nombre con el que sorprender a sus otros dos

homólogos, y al parecer lo había conseguido, pero en realidad tanto el nombre como

el cargo habían llegado a su mente de forma muy poco forzada, como si estuviese

habituado a decirlo. Eso le hacía inclinarse por pensar que se trataba de la pura

verdad y no una invención. Y lo mismo le ocurría a Edward y Deborah.

Ilmel buscó a través de la raída manga de su túnica, donde no tardó en palpar

el rígido y alargado cilindro de madera que se estrechaba conforme llegaba a una de

sus puntas. Los magos que utilizaban las varitas como su foco de poder buscaban las

Page 11: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

8

maderas más nobles y recias de cuantas habían, y después le aplicaban diversos

aceites que infusionaban durante días con un gasto de materiales que podían hacer

temblar a los mercaderes menos avezados en la materia mágica, como aquellos

procedentes de más allá del Mar Apagado, conocido así por sus oscuras y mansas

aguas en las que moran peligros ciegos e incontestables.

Ilmel se subió las anchas mangas con un gesto teatralmente medido,

sosteniendo su varita con el pulgar e índice de su mano derecha, de manera tan suave

y precaria que hubiese sido muy fácil quitársela de las manos.

—¡Atraer! —gritó a la vez que señalaba la espada de una de las animadas

armaduras con su varita. El hechizo invocado por Ilmel hizo levitar la espada hacia él

con aún el guantelete agarrado a ella, el cual no dejaba de moverse con los mismos

bruscos movimientos como si aún siguiera desfilando junto al resto de su cuerpo. Con

cuidado, como si estuviese tratando con un frágil jarrón traído desde las tierras de

Xao en el lejano este, fue separando uno a uno los dedos del guantelete hasta que cayó

al suelo, desde donde siguió azotándose al mismo ritmo con el que las armaduras

caminaban.

—¿Puede saberse, por los siete velos, qué es lo que estás haciendo? —preguntó

Deborah desde la espalda de Ilmel.

—Conseguir un arma. Se ve que algo ha salido bastante mal —dijo Ilmel con voz

firme y convencida. Primero miraba el círculo de magia y el humeante fuego verde a

la vez que señalaba a sus espaldas a las danzantes armaduras.

—¿Y sabes usar eso? —preguntó Edward refiriéndose a la espada.

—Creo que sí —contestó Ilmel rascándose la barbilla con la punta del arma.

Deborah y Edward torcieron el gesto pero se abstuvieron de realizar

comentario alguno al respecto. En cambio, dieron media vuelta y se dirigieron hacia

Page 12: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

9

la otra puerta. Ilmel se encogió de hombros y los siguió cerrando la entrada a las

armaduras tras de sí. Estaba claro que pasar a través de aquel amasijo de metal

contundente y peligrosamente filoso era precisamente eso, peligroso.

Los dos magos desarmados llevaban consigo también sus propios focos de

poder. No todos los magos decidían usar varitas para ello, pero sí que era uno de los

medios más socorridos junto a los cetros y a los orbes, los cuales llevaban Edward y

Deborah respectivamente. La realidad es que podía haber tantos tipos de focos como

magos en el mundo, pero la mayoría de ellos pensaban que lo mejor era ceñirse a una

imagen general a proyectar. Lo que sí resultaba curioso era que las mujeres tendían

más al uso de orbes, aunque no había una razón para ello. Lo único que se necesitaba

para crear un foco era el tratar el objeto para que fuese capaz de canalizar las

energías mágicas que invocaba el mago dueño, sin que estallase en pedazos más o

menos pequeños. El proceso de impregnación arcana era lento, progresivo y del que

se encargaban de tratar ya muchos volúmenes de la biblioteca.

La segunda puerta emitía un incómodo silencio si se la comparaba con el

chirrío procedente de la anterior. Los tres magos se quedaron paralizados por un

segundo sin saber exactamente qué hacer hasta que al unísono todos ellos dieron el

último paso. El pomo giró con facilidad pero la madera crujió, acentuando, si se podía

más, el silencio que manaba del otro lado.

Se trataba de un largo pasillo cuyas paredes estaban pintadas de la mitad hacia

arriba de un rosa oscuro y de la mitad hacia abajo de un azul celeste y, ocupando el

centro de ambos colores, una larga e ininterrumpida fila de cuadros de marcos de

madera recargados de tallas. Eran casi todos de color dorado, pero tampoco faltaban

otros de los demás metales preciosos como el cobre, la plata o el nervalsco.

Page 13: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

10

Deborah se adelantó y observó el primero de los cuadros que ocupaban la

pared izquierda. Una placa de metal tenía inscrito el nombre del retratado, Keliah

Grant, Gran Archirector. Sin embargo, el cuadro se encontraba totalmente

desprovisto de persona a pesar de que sí disponía del atroz fondo con el que los magos

más poderosos suelen representarse a sí mismos. En este caso se trataba de una torre

engalanada de tallados de piedra sobre un estrellado cielo en el que se entremezclaba

el púrpura y el azul oscuro.

—Esto es raro —dijo ella inclinándose hacia adelante a la par que se rascaba la

sien con energía.

—No tiene nada de raro, jovencita —una voz cansada y rasgada atrajo la

atención de los tres magos al mismo tiempo, pero a pesar de que miraron y giraron

sobre sí mismos, fueron incapaces de ver a nadie más que a ellos mismos, ahí parados

al comienzo del pasillo.

—Es aquí —dijo la voz entrecortada una vez más—. En el cuadro.

Edward se adelantó y siguió el eco de las palabras que se prolongaban hacia

ellos y en dirección contraria hasta uno de los cuadros más cercanos. Dentro de él se

podía ver un raquítico anciano de aspecto frágil y temblequeante que estaba sentado

en una silla de ruedas demasiado grande para su tamaño. El dibujo de fondo era una

habitación en penumbra e iluminada sólo por pequeñas velas de sebo que

descansaban sobre una mesa grande de madera cubierta en casi toda su totalidad por

pergaminos de magia y diversos libros.

—Vaya, al menos sí sabéis seguir una simple voz —dijo el anciano del cuadro.

—¿Y qué ha pasado aquí? ¿por qué no están los demás en sus cuadros? —

preguntó Edward al mismo tiempo que miraba hacia la inscripción del marco—. Gran

Archirector Weist.

Page 14: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

11

—Yo no soy el Gran Archirector, alcornoque —dijo el anciano frunciendo el

ceño. Los tres magos se miraron curiosos y algo contrariados—. ¡Yo sólo soy un óleo!

—Ya, bueno —comenzó Ilmel—, sólo dinos que ha pasado.

—Pues verás, jovencito —atajó, algo indignado por tener él, un cuadro, que dar

explicaciones de por qué sucedían las cosas—. Al parecer hay alguna clase de

disrupción mágica que ha alterado todo el ambiente de la universidad. Seguro que se

podrán ver muchas cosas interesantes por ahí. Y los demás cuadros han salido.

—¿Y por qué te quedas tú aquí? —intervino Deborah.

—¡Porque esta maldita silla es demasiado grande y no me deja salir!

—Siento oír eso.

—Más lo siento yo. Pero vamos a ver, ¿vosotros quién diantres sois?

Resultaba raro ver cómo un óleo podía resultar tan impertinente. Deborah se

giró para observar a los otros dos, que estaban un paso por detrás.

—Magos, ¿acaso no se ve? —dijo Ilmel.

—¿Vosotros? —dijo sorprendido. Y no podían culparle, sus aspectos distaban

mucho de lo que se podía esperar de un mago—. ¿Pero vosotros acaso sois conscientes

de los cinco principios de la magia?

Todo mago conocía los principios básicos de la magia arcana, sin ellos, tratar

de conjurar cualquier hechizo no es que fuese imposible, pero sería como arrancarse

la piel en tiras muy finas por mero gusto. Tal vez había a quien le gustase la sensación,

pero sólo a la clase de personas a las que la cordura era algo que no les sobraba.

El principio número uno de la magia arcana indicaba que no se podían curar,

resucitar o purificar personas o cosas... Eso es de sacerdotes. Después se encontraba el

principio de la Inercia Mágica que indicaba que no podía utilizarse un mismo hechizo

más de una vez para resolver un mismo problema. El tercero era el principio de la

Page 15: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

12

Elasticidad Taumatúrgica que indicaba que las cosas intrínsecamente mágicas sólo

podían ser alteradas de forma temporal, no eran pocos los magos que habían tratado

de mejorar permanentemente su aspecto físico, y los más vanidosos, sus barbas,

mediante la magia. El cuarto principio era la Ley de Conservación de Energía Mágica.

Ella explicaba que la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma. Había

muchos investigadores que incluso decían que si un mago en una parte del mundo

lanzaba una bola de fuego, en otro punto del planeta, otro mago lanzaba una bola de

hielo de igual potencia, pero no muchos se adherían a tal creencia. Y por último, el

quinto principio era sobre la Espontaneidad de la Magia Arcana. Cada palabra dicha

con la finalidad de ser un hechizo se transformará en uno, los magos son libres de

unirse para potenciar sus hechizos añadiendo múltiples palabras, pero en tal caso, los

hechizos no deben de ser planeados con antelación, o si no se puede llegar a sufrir la

terrible disrupción mágica, pero dentro de la cabeza del mago o los magos en cuestión,

y nunca se sabía cómo de fuerte podía ser.

—Bueno, veo que efectivamente estáis versados en conocimientos. ¿Qué

pensáis hacer?

—Supongo que ver cómo podemos arreglar este embrollo —dijo Ilmel.

—Eso estaría bien —empezó a decir el pintado Weist, pero antes de que pudiera

seguir, los tres magos ya se marchaban por el corredor hasta perderse en la oscuridad.

—¡Pero no os vayáis aún! —gritó él. Su voz resonó en el silencio sin que llegase a

ningún oído—. Me aburro mucho...

Page 16: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

13

03

El largo corredor con los cuadros vacíos desembocaba abruptamente en un grueso

portalón de madera reforzada con tachones y planchas de metal verde sobre el que crecía

un abundante musgo, que potenciaba aún más el color. Sobre la madera aparecían

también unos diminutos y flexibles tallos que terminaban en unas hojitas que casi se

podían comparar a las ramas que surgen del tronco principal. Sobre el marco principal

de la puerta, escrito en el idioma arcanista, se indicaba que aquella era la entrada al

herbolario. Tenía la letra E escrita al revés, como si de esa manera pudiesen hacer que un

lugar a rebosar de plantas pudiese ser más atractivo. En lo que Deborah y Edward se

planteaban lo que hacer mientras miraban de un lado a otro de la puerta, Ilmel se

adelantó con paso firme hacia el largo pomo.

—¡Eh, espera! —dijo Deborah cuando Ilmel ya estaba alargando la mano—. ¿Es que

vas a abrirla sin más?

Ilmel afirmó con un gesto pesado de la cabeza al mismo tiempo que imitaba ese

movimiento para hacer girar el pomo. Tras empujarla, la puerta se abrió con facilidad, y

el sonido de la selva se filtró hacia el pasillo. Olía a romero, laurel y hierbabuena y a otras

especias en general, revueltas, no mezcladas. El paisaje selvático era capaz de imprimir el

verde en las retinas de cualquiera y no volver a permitir el acceso a otro color en la vida.

El techo tenía un acabado de doble altura, en la parte más baja había un gran tragaluz

Page 17: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

14

abierto y separado por paneles rectangulares. Los cristales estaban tratados mágicamente

para que potenciasen la luz del sol necesaria para sostener aquella exuberante vegetación,

y un sistema de riego que simulaba la lluvia se activaba cada pocas horas para aportar el

agua necesaria. No había nada como trabajar en un ecosistema artificial para sentirse

orgulloso.

La principal vegetación era el césped que había crecido hasta superar en altura a

una persona normal, pero también había una gran cantidad de especies exóticas, como

unas espectaculares palmeras de las que pendían unas largas ristras de plátanos aún

inmaduros. Sin embargo, más adentrado en la selva, se alzaba el que sin duda alguna era

el rey de ese ecosistema, el Girasolsaurus Rex (de jardín). La enorme planta se encaraba

hacia el tragaluz para sentir los cálidos rayos del sol, casi parecía que miraba el cielo a

pesar de carecer de ojos. En un momento, un canario voló sobre los dominios de la planta

con su pegadizo canto. Con un feroz movimiento de su tronco, la planta atrapó al

indefenso pajarito entre unas fauces que más de uno no esperaba que estuviesen ahí.

Edward tragó saliva y dio un inteligente paso hacia atrás, pero que poco hubiese

solucionado si la planta hubiese podido llegar hasta allí. Sin duda alguna se trataba de

una de las plantas (de jardín) más peligrosas, pero a la vez resultaba del todo fascinante

para los expertos. Muchos consideraban que se trataba de un privilegio el tenerla ahí,

pero la mayoría sólo pensaban que era una manera cara de acotar un terreno. Podía

resultar un ser feroz si se invadía su terreno sin las correspondientes protecciones y

sabiendo que había que aproximarse justo desde su parte trasera, donde dejaba un

pequeño punto ciego a sus afilados sentidos de vegetal.

—¿Qué es eso? —preguntó, señalando hacia la monstruosa planta, Edward.

—Un Girasolsaurus Rex... De jardín, claro —contestó Deborah con absoluta firmeza

de palabra.

Page 18: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

15

Los dos magos se giraron al unísono, sorprendidos por la rápida contestación de su

compañera.

—¿Qué? —se sorprendió ella en respuesta a sus atónitas caras—. Entiendo de

plantas.

Edward estaba a punto de dar rienda suelta a un jocoso comentario, ayudado por

un dedo índice en alto para imprimir un inciso mayor, cuando la visión y el sonido de

unos árboles caídos entre la espesura le interrumpieron y llamó la atención de los tres.

Podía escucharse cómo algo arrastraba la tierra y la levantaba por los aires, como si

alguien estuviese excavando con las manos desnudas y lanzándola por debajo de sus

piernas. Pero no era un alguien, aquel era territorio de plantas, y no solamente el

Girasolsaurus llegaba a ser territorial. El suelo se hundía bajo el movimiento de una gran

planta rodadora, más común en desierto que en selva, la cual acudía con celeridad a

tratar poco amistosamente con los invasores.

—No me gusta cómo suena eso —advirtió Ilmel—. Parece que se acerca.

Y no se equivocaba. Saliendo de entre la espesura hasta una zona llana desde

donde se dejaba ver a plena vista, y a poco más de cincuenta metros de donde estaban

ellos, la planta rodadora de metro y medio de altura rodó con fuerza hasta detenerse en

seco con lo que debía ser una mala frenada. Carecía de ojos, pero todo indicaba que las

primeras andaduras en dirección a los magos las hacía sin quitar vista de ellos. Precavida,

sin duda.

—Vale, señorita, ¿y eso qué es? —preguntó, entre risas, Edward.

—Parece una planta rodadora —dijo ella, resuelta—. Así que es una planta

rodadora. Sólo que más grande.

—¿Y las plantas rodadoras hacen eso? —preguntó Ilmel cuando veía que la planta

avanzaba unos pocos metros con lentitud para después retroceder la mitad del camino

Page 19: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

16

hecho. Parecía insegura, pero la verdad es que estaba preparando el terreno para algo

peor.

—Si te digo la verdad, no...

De improviso, la planta rodadora comenzó a tomar una velocidad endiablada, casi

asemejándose a una fuerza imparable de la naturaleza más propia de animales con la

mala costumbre de embestir. Aunque por suerte para los tres magos, a pesar de su

incesante giro, no lo era. Si las plantas pudiesen gesticular, podría haberse dicho que

estaba furiosa. Como acto reflejo y medio desesperada, Deborah sostuvo su orbe con las

manos extendidas y preparó energías para lanzar un hechizo.

—¡Detener! —conjuro la maga, señalando hacia la planta rodadora, la cual estaba

ya peligrosamente sobre ellos. El avance de aquella circunferencia de ramas medio secas

se comenzó a ralentizar hasta que, finalmente, se detuvo a unos pocos pasos de ellos.

Pero no del todo, aún se podía percibir cómo la planta intentaba imprimir más fuerza a su

giro. Si hubiese podido sudar, las gotas habrían saltado como pulgas de sus ramas.

Pero había algo que ningún mago debía olvidar jamás. El lanzador de un conjuro

no tiene dominio sobre la duración que va a tener. Ha habido muchas investigaciones y

pruebas para intentar sacar un tiempo aproximado, pero lo único que pudieron

determinar es que dependía. Depende del número de palabras usadas en el conjuro, que

es lo que determina lo poderoso que es, depende del objetivo del mismo, ya que no es lo

mismo hechizar un conejito de pelo algodón que a un puma terrible de las montañas de

Mugutu. Aunque sí que había cierto consenso en que a la magia le gustaba ser puñetera.

Un hechizo de una sola palabra difícilmente podría retener más de unos pocos segundos

algo que se desplazaba a tanta velocidad, y que a priori estaba enfadada. Ahora más, si

cabía.

Una vez se encontró libre del hechizo, la planta rodadora retomó su giro

Page 20: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

17

lentamente hacia atrás para coger carrerilla, evitando que los distraídos magos se

percatasen de su poco veloz retroceso. Con el rabillo del ojo, que había despegado de la

poco determinante discusión, Ilmel se percató de lo que la planta pretendía.

—Ehm, chicos —comenzó a decir a la vez que agregaba unas palmadas en los

hombros de sus compañeros.

Pero ya era tarde, la planta ya estaba sobre ellos con su mortal giro. Ilmel fue lo

suficientemente rápido como para apartarse, pero ésta pudo propinar a Deborah un

empujón que la lanzó por los aires. Por suerte para ella pudo caer sobre un mullido

mando de césped. Tras ese golpe inicial, la planta tomó velocidad hacia atrás y atrapó a

Edward, que quedó encerrado dentro de sus enmarañadas ramas como si de una celda o

una burbuja de jabón se tratara. El peso adicional de un mago no pareció que importase a

la planta, que siguió rodando en busca de un nuevo preso de sus ramas.

No era un momento muy agradable para Edward que, con los incontables giros, se

veía del todo retorcido en el interior de la planta. Chocaba y se pinchaba con las ramas

duras y puntiagudas pero también con el suelo lleno de pequeñas piedras, hierba,

insectos... Deborah levantó la vista para observar a un oscilante Edward, atrapado, y a un

Ilmel muy dispuesto de hacer frente a la planta con su espada. No parecía darse cuenta de

que con ella se llevaría más por delante que a ésta.

—¡Levitar! —conjuró Edward en un momento de claridad que tuvo entre tanto giro.

Tanto él como la planta acabaron suspendidos en el aire a un par de centímetros de suelo.

La rodadora intentaba seguir avanzando rodando, a pesar de que resultaba del todo

imposible crear frincción, lógicamente—. ¡Apresuraos!

Deborah rodó sobre su hombro como si fuese una ladrona de ciudad antes de

ponerse en pie con un saltito algo ridículo.

—Invocar... —comenzó la maga. Ella e Ilmel compartieron un fugaz intercambio de

Page 21: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

18

miradas. La presión de éste último se dejó ver en forma de gota de sudor.

—¡Herbicida! —gritó él apenas un segundo más tarde.

Una nube de, podríamos llamarlo, polvo entre gris y amarillo, envolvió a la planta

rodadora que se estremeció como si una serpiente constrictora la hubiese atrapado. Sus

ramas se astillaron y se desmoronaron hacia el suelo, liberando al hasta entonces

atrapado mago.

—¡Achís! —estornudó Edward tras respirar un poco del herbicida invocado.

—Has estado rápido ahí —dijo Deborah—. En fin, será mejor que salgamos de aquí,

a la vista está que no es seguro.

—Pero ese Girasolsaurus Rex parece peligroso... Y territorial —dijo Ilmel.

—De jardín —intervino ella.

—¿Eh?

—Girasolsaurus Rex, de Jardín —apuntilló.

Un tic apareció de la nada en ambos ojos de Ilmel, quién pareció crucificarla con la

mirada. Edward volvió a estornudar.

—¡No es importante! —dijo él tras sorber con la nariz—. A fin de cuentas es un

girasol, y como su nombre indica, sin sol, se duerme, así que lo que hay que hacer es

bastante simple. Yo empezaré. Ejem. Oscurecer...

—...el... —continuó Ilmel.

—...Tragaluz.

La luz del sol se fue difuminando lentamente hasta desaparecer por completo,

dejando el jardín en absoluta oscuridad. Segundos después de que todo se oscureciese,

unos pilotos rojos se encendieron en varios puntos distintos para dar una tenue

luminosidad que se veía un poco macabra. El Girasolsaurus Rex (de jardín), se inclinó

sobre su tronco, agachó la cabeza y se durmió totalmente relajado.

Page 22: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

19

El frondoso herbolario escondía un camino que tuvo que ser seguro antes de que la

magia se hubiese vuelto loca en la universidad, y que llevaba directamente al aulario

donde se impartían las clases de la materia. Se trataba de una de las pocas asignaturas

que tenía su clase lejos de las demás, ya que sería un buen incordio tener que atravesar

un jardín de ese tamaño para asistir a otras clases que nada tenían que ver con el mundo

vegetal. Había otras materias que se mantenían lejos de los aularios generales gracias a

lecciones del pasado, aquellas inherentemente peligrosas como Alquimia o Aplicación de

Teoremas.

La clase no era muy grande en comparación a otras, apenas había sitio para medio

centenar de estudiantes. A lo largo de los siglos la Herbología no había sido una de las

asignaturas más populares entre los estudiantes, seguro que era porque eran pocos los

que sabían los estragos que se podían hacer mezclando aceite de Vautherin y hojas

frescas de roble. Estaba diseñada como si se tratara de un aula magna, con asientos a

diferente altura donde había un par de pasillos que confluían en la otra entrada, ellos

habían entrado por la que quedaba detrás del frondoso escritorio del profesorado. Ilmel y

Deborah se dirigieron rápidamente hacia las escaleras y las subieron a paso rápido, pero

Edward no les siguió, en cambio tomó asiento en una de las sillas de la primera fila. El

asiento estaba mullido de césped y parecía que éste se movía bajo sus nalgas para confort

del mago.

—¿Pero qué haces? —preguntó, algo desquiciado, Ilmel—. Vamos, sigamos.

—¿Hacia...? —preguntó Edward con un tono vacío de interés—. Creo que he tenido

suficiente con una posibilidad de muerte.

—Mmm, según mi experiencia —intervino Deborah, o al menos creía que era su

experiencia—. Cuando se produce una disrupción mágica de este calibre, tiende a ir a más

si no se soluciona. Bueno, llevamos deambulando por los pasillos de la universidad un

Page 23: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

20

buen rato ya y no hemos visto a nadie. Así que si no quieres que este caos que se ha

generado te aplaste por desgana, yo trataría de solucionarlo antes de que ocurra.

Edward se quedó absorto y boquiabierto ante la explicación de la maga, no sabía

qué decir exactamente así que buscó con la mirada a Ilmel esperando una poco probable

ayuda de su parte.

—A mi me parece una propuesta más que convincente, Edward —contestó Ilmel a

su llamada de ayuda.

—Está bien —dijo él—. Aunque la próxima vez prefiero que algo me estampe

contra la pared antes de que me coma de alguna manera.

Page 24: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

21

04

Al otro lado del herbolario, y tras un largo pasillo de taquillas abiertas pero

desoladas de contenido, aguardaba el gimnasio. Incluso los magos caían en el mundano

entretenimiento de los deportes, algunos hasta se ejercitaban, aunque era raro que lo

hicieran físicamente. El gimnasio era más un gran estadio rectangular de más trecientos

metros de largo y casi doscientos de ancho con grandes y elevadas gradas que de seguro

hubiesen ocupado demasiadas habitaciones y pisos de la universidad si no se hubiesen

empeñado en aplicarle un hechizo continuado de reducción dimensional. Gran parte de

los magos y también la junta del profesorado opinaban que se trataba de un gasto

inadecuado y excesivo de magia y que lo hacían más por tradición que por verdadera

utilidad. No se daban cuenta de que gran parte de lo que hacían era más debido a la

costumbre que a la mera funcionalidad, no sólo el gimnasio. El techado estaba hecho de

un cristal translúcido que aparentaba formar gotas en él, y el campo estaba dividido en

diferentes zonas dedicadas a los deportes más variados.

Una de las competiciones deportivas que más proliferaban entre los magos era la

subida de cuerda. Había pocas cosas que podían medir mejor el poder y la fuerza de un

mago que ver la altura que los competidores podían alcanzar. A pesar de que la cuerda no

era para ser escalada como harían en unos gimnasios tradicionales. Los magos se

Page 25: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

22

lanzaban un simple hechizo de levitar a sí mismos y observaban cuanta distancia se

elevaban por el aire, el que más ascendiera, era el que poseía las mejores capacidades

mágicas. Claro que para competir de esa manera no hacían falta ninguna clase de cuerdas.

Si permanecían allí era porque aparecieron con el gimnasio y a nadie se le había ocurrido

quitarlas y, total, algún uso había que sacarles.

Pero si existía un deporte rey entre la sociedad mágica, uno que atraía

incondicionales jóvenes, menos jóvenes y en el que había innumerables niveles y

categorías, era el Rankedball. Al igual que las cuerdas, las porterías fueron algo que se

encontraron ya instaladas en el recinto. En realidad pocos entienden la instalación de un

gimnasio, y menos uno tan inmenso en un lugar de magos, normalmente demasiado

apegados a sus libros, aunque no necesariamente tenía que versar sobre teoría mágica o

relacionados, claro. Se ve que en algún momento se opinó que algo menos apegado a los

arquetipos que ya habían sentado cátedra en todo el mundo no estaría de más por una

vez. Pero bueno, el Rankedball consistía en un deporte en el que dos magos controlaban

con telequinesis, en el nivel más básico, sendos balones de juego. Cada mago defendía su

portería y evitaba que alguno de los balones entrase en su arco. Dentro de lo que cabía,

no era un juego para nada descabellado. Pero, como todo en lo que los lanzaconjuros

ponen sus focos mágicos al final acaba pervertido de una manera u otra, la normalidad

del Rankedball es que acabe mucho más enrevesado de lo que debería. Hay versiones en

las que muchos más balones inundan el campo de juego o incluyen ciertos hándicaps para

aumentar la diversión. Monstruos rondadores, rocas flotantes o lava son algunas ideas.

Aunque no todo es dificultad, también hay competiciones por equipos, aunque éstas son

las que más complicaciones llevaban consigo... Y esos magos son los mismos que predican

el saber y la inteligencia como fuerza elemental.

Ilmel entró primero y, muy conscientemente, buscó rápidamente con la mirada

Page 26: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

23

cualquier ser animado o no que pudiese amenazar su vida, no era para menos. Sin

embargo, sólo podía oírse un hilo musical de cuerda bastante atenuado, que contrastaba

enormemente con la música que uno esperaba escuchar en un recinto deportivo, donde

la competitividad alcanzaba su segundo máximo exponente. Deborah se adelantó en

busca del origen de aquel triste y melódico sonido. Seguramente debía de tratarse del

violín más pequeño del mundo, a cargo de unas diminutas manos flotantes y tocando la

canción más triste del mundo. Casi podía percibirse el sufrimiento y la angustia del autor,

aunque fuesen manos.

—Esto me entristece —dijo Deborah en cuclillas observando aquel concierto

minimalista.

—Eso tiene arreglo —dijo Edward desde la espalda de la maga, que se giró con una

ceja levantada—. ¡Alegrar!

El violín, de repente, cambió su repertorio a una canción más animada y vivaz,

capaz de llenar los corazones de los que la escuchara, al menos durante un rato, después

seguro que acabarían con dolor de cabeza.

—Bueno, sigamos —aventuró Edward—. Aquí no encontraremos nada.

—Casi mejor así —aventuró Deborah recuperando la total verticalidad.

Ilmel no pudo reprimir una negativa con la cabeza, indignado por la actitud de

sus compañeros.

—Hay que aprovechar que el problema que enfrentamos nos ofrece una tregua,

¿no creéis? —dijo Ilmel con una sonrisa de oreja a oreja que Edward y Deborah creyeron

que fue involuntaria—. Miremos si encontramos algo que nos sirva. Omitid balones y

material deportivo.

No tardaron en desperdigarse a lo largo y ancho del gran gimnasio. Una falsa y

fresca brisa pareció azotar la estancia, meciendo las cuerdas en ella, falsamente, claro. No

Page 27: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

24

fue difícil que encontraran cualquier cosa que pudiera servirles de ayuda, y cómo no, fue

aún menos difícil que abarcaran con todas ellas. No podía compararse con las rapiñas que

se realizaban en plenas aventuras, ya que era pura necesidad, pero la sensación seguía

ahí. Sin embargo no hallaron nada de lo que más necesitaban: respuestas. Pudieron

cambiarse de ropa, si eso que habían llevado puesto desde que despertaron podía

llamarse ropa, más bien harapos chamuscados cubiertos de carbonilla. Ahora vestían con

túnicas deportivas que estaban preparadas para ser más resistentes, cosa que sin duda les

vendría en falta. Pero, sin duda, lo más útil fueron los focos mágicos en más o menos

buen estado, que les permitirían conjurar con mayor precisión y ahorrar energías.

—¿Algo más? —preguntó Deborah. Sus voces se transportaban con un gran eco de

un lado del gimnasio a otro.

—No, nada más —comentó Edward—. Hasta donde yo sé, debemos ser los únicos

magos que quedan en toda la universidad.

Parecía mentira que una fuerza de la naturaleza como la magia tuviese que ser

estudiada, pero era precisamente por su manera de ser, caprichosa e inestable a partes

iguales, lo que hacía que tuviera que ser estudiada. Aunque eran precisamente las ganas

de querer controlarla lo que había desencadenado, no pocos desastres, pero también

aplicaciones de todo tipo. Pero bueno, la universidad en cuestión era una de las más

frondosas que se podían encontrar a lo largo del continente de Lektras. Y era frondosa

por estar construida en medio del bosque más verde del valle más inmenso de la

cordillera más marrón. Aunque eso último poco tenía que ver con nada.

—¡Excelente! —gritó, a más de un centenar de metros, Ilmel, pero el eco dio la

sensación a Edward y Deborah de que le gritaban a medio centímetro del oído—. Venid a

ver esto.

Ilmel estaba rebuscando en una taquilla con la puerta extrañamente doblada y

Page 28: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

25

agujereada a pesar de que las bisagras se mantenían intactas. El mago sostenía, con

apenas dos dedos, un tubo de ensayo de una mano de largo con un líquido amarillento

burbujeante muy particular.

—¿Eso es cerveza? —preguntó Deborah.

—Qué va a ser cerveza —replicó Edward—. Es poción de barba —indicó el mago a la

vez que intentaba atusarse sus prácticamente inexistentes y carbonizados bigotes.

Hubiese sido mucho pedir que el hecho de ser mago y varón otorgase de base un

buen, largo y fuerte vello facial, pero la realidad siempre suele ser ciertamente cruel, casi

parece divertirse con ello, eligiendo a sus víctimas con caprichosos enlaces del destino y

finalmente ejecutando su ironía sobre ellas. Pero si la naturaleza no te otorga algo, dátelo

tú mismo con magia, por qué no. El tema de las barbas era un tema complicado por su

significado metafórico, figurado y completamente desviado que había adquirido a lo largo

de los años. Las pócimas de barba se crearon para proveer de ella a los magos imberbes o

para mejorar aún más las ya existentes. De nada sirve una barba rala y poco poblada, ya

que inducía más a la risa que al respeto. Lo recomendado era tomar sólo una al día, pero

podía extenderse a dos. Algunos efectos secundarios podían hacer realidad algunos de lo

dichos populares como el de no tener pelos en la lengua. Aunque tampoco hacían

milagros, una sola redoma de poción era suficiente cómo para poner una barba de unas

pocas semanas de largo, mientras que dos podían poner en la cara de cualquiera una

barba más propia de meses, pero donde de verdad podían hacerse valer éstas pociones

era mejorando unas barbas espesas ya de por sí.

—Una para ti y otra para mi —anunció Ilmel, extendiendo una redoma hacia el

otro mago. Los ojos de Edward se iluminaron al escuchar aquellas palabras y más se

iluminaron sus rostros en cuanto pudieron observar cómo surgían y se entrelazaban los

pelos en sus caras. Deborah encontró en su interior que estaba acostumbrada a ese tipo

Page 29: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

26

de comportamiento infantil por parte de los hombres y su vello facial. Le resultaba

fascinante a la par que ciertamente triste.

Ya no encontraron nada más que les mereciese la pena apropiarse, así que

terminaron de cruzar el gimnasio después de que, con la emoción, Ilmel casi olvidase su

espada apoyada contra la taquilla.

La salida lateral daba a un largo pasillo que se curvaba hacia la izquierda y, como

toda ala o sala de la universidad, estaba poblada de muebles robustos y recargados tanto

de tallas en la misma madera como de diversas decoraciones en forma de candelabros,

armas romas y distintas formas de orfebrería. También había paisajes que rememoraban

multitud de lugares icónicos del mundo: Las minas de Reverant, las Llanuras Humeantes

o la siempre impresionante Montaña Invertida.

Al final del pasillo, las paredes se abrían formando un semicírculo y en la que

había una gran vitrina adosada a la pared con media docena de estanterías en las que

reposaban, no se sabía si cientos o miles, de trofeos. Premio a la Bola de Fuego más

Ardiente, Premio a la Poción más Sabrosa, Premio al Estudiante con más Suspensos... Otra

cosa que les encantaba a los magos era otorgarse galardones por cualquier cosa

medianamente destacable, aunque fuese eminentemente malo. Pronto necesitarían una

sala más grande para ellos. Era fácil darse cuenta de que faltaban una buena cantidad de

ellos, y hacía poco que habían desaparecido ya que se podían observar los huecos libres

de polvo en el cristal.

La pared dejaba un hueco entre las vitrinas donde estaba encajado un portalón

doble. Los tres se dirigieron hacia ella sin precaución, acostumbrados ya a que todo

fluyese con relativa tranquilidad.

Al otro lado, y tumbado mansamente, podía divisarse la esbelta figura de lo que

parecía un león, sólo ligeramente más afilado de lo normal. En lugar de piel y pelo, su

Page 30: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

27

cuerpo estaba formado de metal dorado, plateado, cobrizo y nervalskino, procedente de

los trofeos que faltaban en la vitrina. La criatura se giró nada más oír el sonido de la

puerta abriéndose, y sus ojos como platos, platos metálicos, miraron con fiereza a los

magos.

Page 31: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

28

05

La puerta cedía con cada embestida del león del otro lado a pesar de los esfuerzos

de los magos en mantenerla bien cerrada. Ya habían creado frente a ella un armario junto

a otros tipos de muebles, un muro que ya se había desvanecido e incluso otra puerta más.

Pero aquel león artificial parecía estar empeñado en llegar hasta ellos. No podían huir por

donde habían venido ya que la puerta acabaría por ceder y estaban bastante acertados en

pensar que ese bicho era bastante más rápido que ellos. Lo único que les quedaba era, o

evitar que entrara a toda costa, o enfrentarse a él. Ésta última era la idea menos favorita

de los tres, pero también la que ganaba más peso con el paso del tiempo.

—¿Alguna otra brillante idea? —preguntó Ilmel cuando Deborah, en un acto de

puro terror y también de incompetencia, terminó un hechizo combinado entre los tres

con la palabra peluches. Ahora había un millar de inanimados peluches vestidos de

soldaditos, entre los que extrañamente había un exceso de pandas, frente a la segunda

puerta.

—¡Ha sido el miedo del momento! —bramó ella.

—¿Por qué no lo dejamos pasar y lo freímos a hechizos hasta que se deshaga? —

propuso Edward.

—Las cosas inherentemente mágicas no pueden ser alteradas mediante magia a su

vez —dijo, elevando considerablemente la voz, Ilmel—. Y ese león de ahí no me parece

Page 32: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

29

muy natural, la verdad.

—Pues si no podemos matarlo de la manera que sabemos, entonces hagamos que

se esté quieto sin más —dijo Deborah.

Los dos magos asintieron. Al mismo tiempo, se apartaron de la puerta y dejaron de

intentar frenarla. Bastaron sólo un par de embestidas más para hacer ceder tanto la

puerta real como la creada por ellos. Una vez dentro, el león de trofeos se mostró

rampante durante unos instantes antes de abalanzarse sobre los magos, que ya

acumulaban magia para hacerle frente.

—¡Crear... —comenzó Ilmel.

—...Jaula... —continuó Deborah.

—....Irrompible! —finalizó Edward señalando hacia la bestia.

Casi podía observarse cómo la magia se entrecruzaba y formaba una jaula de una

formidable aleación de metales que la hacía, efectivamente, irrompible. Pero ya se ha

hablado mucho sobre lo caprichosa y molesta que la magia podía llegar a ser, aunque los

magos tampoco estaban libres de culpa. La jaula disponía de cuatro sólidos lados y una

puerta. Pedir que la puerta hubiese estado cerrada habría sido pedir demasiado. El león

de trofeos primero observó el interior de la jaula con un rápido vistazo, para después

salir a toda velocidad por la puerta entreabierta. Los tres magos se quedaron atónitos y

boquiabiertos ante lo sucedido. En sus mentes sólo aparecía una idea, correr incluso más

rápido de lo que sus piernas podían dar.

—¡Crear... —gritó Ilmel de improviso, esperando que sus compañeros sacasen una

buena conclusión.

—...Puente... —dijo Edward. Eso no podía acabar bien.

—...Majestuoso!

En aquel momento, hasta la misma naturaleza de la magia tembló, pero de la risa,

Page 33: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

30

pues de la nada absoluta se creó un magnífico puente colgante en medio del pasillo.

Hubiese resultado una visión apabullante, un monumento digno de visitar y contemplar.

Estaba recargado con innumerables detalles y mezcla de diseños de diferentes religiones

y culturas. Las cuerdas tensoras eran de acero frío templado y estaban ensambladas con

complejos engranajes bañados en un elegante tono que aparentaba óxido. En definitiva,

una magnífica obra de arquitectura, si no hubiese sido por que medía poco más de metro

y medio de alto por diez de largo. Casi podía interpretarse la sorpresa en el metálico

rostro del león, qué dirigió una leve pero interesada mirada a la construcción, pero sin

detenerse.

—¡Aquí hay algo que no está funcionando en absoluto! —gritó Ilmel cuando la fiera

ya estaba prácticamente sobre ellos.

—¡Volar! —conjuró Edward en el momento en el que una zarpa de afilado metal

dorado se dirigía con precisión hacia su costado.

El mago se elevó por el aire a una velocidad sin igual, esquivando sin problemas un

zarpazo que hubiese sido inapelable, sin embargo, no podía controlarse. Volar no era

precisamente fácil para los que no estaban acostumbrados a ello, y un hechizo nunca

venía con manual de instrucciones. Edward salió disparado contra un ventanal de

grandes paneles que, como no podía ser de otra manera, estaba cerrado. Los cristales

estallaron fácilmente con la embestida y él se vio suspendido en el aire, a más de un

centenar de metros de altura. Seguramente la fachada de la universidad nunca había

estado en peor estado.

En el mundo había muchos precedentes de edificios suspendidos en el aire, e

incluso existían poblaciones enteras construidas sobre zonas de tierra que no se veían

afectadas por la gravedad debido a una elevada pero estable carga mágica que anulaba el

efecto de verse sometido al suelo. Sin embargo, la universidad no era una de esas

Page 34: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

31

excepciones. Además de que podía verse desde ahí arriba el hueco en la tierra que habían

ocupado los cimientos. Pero, lejos de ser lo más llamativo, parecía que alguien había

querido dotar de una nueva estética a la fachada pues, en aquel momento, en lugar de ser

el fastuoso edificio de líneas rectas y visión rectangular, ahora se trataba de una esfera

perfecta, por suerte para ellos, esa característica no se había transmitido al interior, que

seguía tan inmutable como siempre. Todo lo demás parecía no haber sufrido cambios.

Desde arriba, Edward pudo observar las pequeñas y bien cuidadas arboledas que se

integraban con las fuentes de mármol y los caminos adosados y el perfectamente

aparejado césped. Tanto se entretuvo el mago en tratar de ver todos los cambios, que el

hechizo que le mantenía suspendido en el aire llegó a su fin.

—¡Entrar! —conjuró Edward al verse de nuevo sometido bajo el poder de las leyes

de la física. Cuando uno está cayendo no tiene precisamente facilidades, pero consiguió

señalar una nueva ventana, que daba a un aula un par de pisos por debajo del pasillo de

donde venía, por la que regresar al edificio de la misma manera en la que había salido,

rompiendo cristales.

Ilmel y Deborah se escurrieron de nuevo hacia adelante aprovechando la

estupefacción del león, que observaba tanto su zarpa vacía como al suelo y la ventana,

incapaz de comprender cómo se le podía haber escapado una presa que ya estaba más que

atrapada. Sin embargo, no duró mucho esa nueva carrera por el pasillo. Ilmel se detuvo

en seco y se giró para encarar a la bestia, la cual los ignoraba deliberadamente, ya que

sabía que no existía peligro de que pudiesen huir.

—Ya me he cansado —dijo Ilmel, tratando de contener un par de jadeos, tanto para

sí mismo cómo para su compañera—. Eh, tú.

—¿Es que te has vuelto loco? —preguntó Deborah con los ojos casi saliéndose de

sus órbitas y tratando de tirar de él por una de sus mangas.

Page 35: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

32

El león giró la cabeza casi con vagancia y después andó con parsimonia hasta

situarse frente al mago. Él también sabía lo que era una puesta en escena.

—Te reto —dijo, como si hubiese tenido tiempo como para meditarlo

adecuadamente, Ilmel. Era imposible, pero el león pareció esbozar una sonrisa—. Apuesto

a que puedo recorrer este pasillo y volver a este mismo punto antes que tu.

Un caracoleo de magia hizo brillar uno de los metálicos ojos del león con un color

blanco intenso. No podía decir que no a una oportunidad de divertirse de esa manera. La

bestia se movió grácilmente para colocarse a la misma altura que su competidor,

formando una improvisada línea de salida y meta. Tras eso, le dirigió una mirada y un

gruñido a Deborah en una improvisada meta junto a su retador.

—Creo que quiere que des la salida —indicó Ilmel.

Incapaz de creérselo y sin quitar ojo a la bestia, ya que creía que podía abalanzarse

sobre ellos en cualquier instante, Deborah se hizo a un lado, elevó su brazo derecho e

indicó el comienzo de la carrera con un gesto rápido del brazo, aún incrédula. Ilmel salió

primero con un par de veloces zancadas para, instantes después, ser perseguido por el

león, que no tardó en adelantarle y perderse en la siguiente esquina. Ilmel se mantuvo a

un trote ligero unos segundos más y después se detuvo.

—¿Y ahora qué? —preguntó Deborah perpleja por lo que acababa de suceder.

—Si no me equivoco, este pasillo es condenadamente largo. Nos dará tiempo para

pensar.

Hubiese sido así si la bestia no hubiese caído en la cuenta de que le estaban

tomando el pelo. No tardó en asomar de nuevo su falsa melena por la esquina. No podía

decir nada con expresiones, pero la postura sin duda indicaba que estaba furiosa por el

engaño. Enseñaba los dientes y aunque era evidente que en algún momento se iba a

abalanzar sobre ellos, resultaba difícil averiguar cuándo. La espera y la incertidumbre

Page 36: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

33

eran hasta peor que los hechos en sí demasiadas veces. Los dos magos tragaron saliva y

una gruesa gota de sudor comenzó a deslizarse por sus nucas. Por último, un pequeño

grito ahogado recorrió sus gargantas cuando el león inició la esperada carga contra ellos.

—¡Agujero... —gritó sin pensar, Deborah.

—...Negro... —siguió Ilmel con la voz rota y desesperada junto a unos ojos bien

apretados.

—...Grande! —el eco de la palabra pronunciada por Edward al otro lado del pasillo,

resonó como una bendición en los oídos de los dos magos.

Una enorme masa de vacío oscuro apareció para interponerse entre la bestia y los

magos. No debía ser algo que debiese conjurarse dentro de un edificio. Es más, no debería

conjurarse en absoluto, pero en aquel momento la magia pareció compadecerse de esos

tres magos. El león se veía atraído por la oscuridad, como si se tratara de un potente imán.

Intentaba librarse clavando las garras en el suelo, pero aquella gran fuerza acabó por

arrastrarle hasta el interior junto a otras partes del decorado y mobiliario, donde

desapareció. Instantes después, el vacío desapareció. Por suerte, los magos estaban a

salvo de ese devastador poder, sin duda una de las grandes ventajas de ser el invocador

de un efecto inherentemente mágico.

—Este hechizo ha sido genial —dijo Edward poniéndose a la altura de sus

compañeros—. Pero mejor no lo repetimos.

Deborah e Ilmel se giraron hacia él liberados de la tensión a la que habían estado

sometidos.

—Nunca me perdonaré a mi misma decir esto pero, gracias, Edward Leibern,

Comandante de las Líneas de Sangre Ígneas.

Page 37: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

34

06

Los problemas no parecían tener fin en aquel condenado lugar. Una universidad

de magia ya de por si era sinónimo de caos, pero a lo que ellos tres se enfrentaban estaba

un peldaño por encima de la normalidad. Tras deshacerse del orgullosamente brillante

león de trofeos, continuaron por el camino que ya parecían tener grabado a fuego. Poco a

poco iban reconociendo los pasillos, cruces y habitaciones que iban visitando. Todas

tenían la insignia común de estar del todo despobladas. Los tres ponían en tela de duda

que al resto de magos les hubiese ocurrido algo, tan sólo habían encontrado una manera

de jugar al escondite a un nivel superior y, francamente les había venido muy bien. Un

mapa no habría estado de más, lástima que un mago nunca fuese a admitir que lo

necesitaba.

La pared de la izquierda comenzó a llenarse de puertas de exacta manufactura

justo cuando el pasillo comenzó a estrecharse. Caminar por aquella inquietante

tranquilidad les hacía pensar en todo tipo de horrores que podían surgir allí donde no

miraban. Podría decirse que todo era culpa de una imaginación demasiado vivida,

alimentada eso sí, por relatos de miedo que tan de moda se habían puesto. Pero es cierto

que toda persona que estuviese algo versada en mitología y demonología, conocía el

retorcido gusto de muchos dioses poco benévolos por los tentáculos. El tema de los

Page 38: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

35

tentáculos era ya una broma muy arraigada en esos mismos dioses, que los usaban para

horrorizar aún más a sus desgraciadas víctimas. Aun así el tema seguía siendo todo un

misterio para los mortales, ya que había serias dudas de que a alguien se le pudiese

ocurrir el preguntar por ello. E incluso si se diera el caso, era más dudoso aún que esa

persona hubiese podido vivir lo suficiente cómo para plasmar la respuesta en un libro.

Desatando sus mayores temores, un inesperado temblor sacudió el pasillo junto a

otras zonas de la universidad. Los problemas no iban a estar siempre concentrados en

ellos, claro. Los cristales vibraron provocando un sonido agudo. Resultó sorprendente

que no llegasen a estallar. Lo más lógico hubiese sido pensar que se trataba de un

terremoto, pero resultaba del todo improbable ya que la universidad entera se

encontraba flotando a bastante distancia del suelo más cercano. Al instante, los tres

magos ya tenían en mano sus focos mágicos bien dispuestos a darles uso. Aunque iban a

necesitar mucha imaginación, o algo más grande.

La enorme figura de un dragón pasó volando a varias decenas de metros de la

fachada del edificio. Pero a pesar de la distancia, ya se veía lo suficientemente grande. Si

su cuerpo no hubiese estado hecho de mampostería, cristalería, césped y algún que otro

árbol que se veía diminuto en comparación, hubiese sido una visión para revolucionar el

mundo. Los verdaderos dragones se habían extinguido hacía más de doscientos años, sólo

quedaban algunos primos suyos bastante descafeinados, pero también los brutalmente

peligrosos Linnorm. Por suerte o por desgracia, lo que se dejaba ver por la ventana no era

más que otra muestra de que la magia puede ser muy puñetera cuando le apetece.

—Estupendo —dijo Ilmel—. ¿Alguien sabe cómo se mata eso, eh?

No tuvo ninguna respuesta. El falso dragón hizo una nueva pasada, ésta vez a

menor velocidad y peligrosamente cerca de los ventanales, casi pareció dirigirle una

mirada al mago. Ilmel, incómodo por el silencio que seguía extendiéndose en el tiempo,

Page 39: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

36

se giró en busca de sus compañeros Sin embargo no los halló tras él, si no a medio

centenar de metros, corriendo como almas que llevaba el diablo.

—¡Avisadme cuándo vayáis a huir!

Más adelante el camino se dividía abruptamente en dos partes. A la izquierda,

donde habían ido apareciendo las habitaciones, la pared ganaba terreno y en ella aparecía

un gran portalón doble de metal del cual no llegaron a percibir que estaba pintado de

verde. Y, siguiendo a las grandes vistas que presentaban los ventanales, el pasillo

continuaba hasta un abrupto giro a la derecha donde se perdía de vista. Un rugido de

fondo hueco, surgido del falso ser mitológico hizo retumbar una vez más los cristales y

suelos. Aquello no hizo más que apremiar el ya de por sí acelerado paso de los tres magos,

los cuales, a pocos metros de la puerta, decidieron dejar de correr y prefirieron volar en

su lugar, lanzándose con un valiente salto hacia el portalón doble, con la gran esperanza

de que estuviese abierto. Tuvieron suerte en eso.

Cuando se levantaron, casi de manera coreografiada, no supieron determinar si

estaban en un aula de alquimia o en una de las salas maestras de la materia. La habitación

se extendía decenas de metros, pero era imposible ver el final de ella a excepción del

pasillo central, el cual era hasta estrecho para una sola persona. Las enormes estanterías

de un lado y otro estaban completas de tubos de ensayo y vidrios de todo tipo, dentro de

los cuales descansaban unos líquidos más o menos espesos, pero todos de un color bien

brillante.

Ilmel no tardó en acercarse a la estantería más cercana, pero no por esa simple

razón, él sabía bien lo que quería. Poniéndose de puntillas y estirando la mano todo lo

que pudo, consiguió atrapar un polvoriento frasco acorchado que contenía un líquido de

color rojo aguado.

—Toma —dijo tendiendo el frasco hacia Edward—. Te ayudará con esas

Page 40: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

37

magulladuras tan feas que no dejas de hacerte.

Edward parpadeó varias veces, intrigado. Descorchó el frasco y de él emanó un

sorprendente olor dulzón que se asemejaba al regaliz. El sabor en cambio, fue inexistente.

Era evidente que se trataba de una poción de bajo nivel. Para los alquimistas, saber el

resultado final de un trabajo alquímico, si se había seguido bien la receta, era bastante

simple, tan solo había que fijarse en unas características bien apreciables. Tanto el color,

sabor, olor y, por supuesto, efecto de las pociones ascendían en intensidad al mismo

tiempo que la calidad de la misma. Por suerte, la alquimia no se trataba sólo de ir

mezclando ingredientes hasta conseguir una reacción. Como casi toda actividad que los

magos desempeñaban, la alquimia requería de magia. Y aunque había un par de trucos a

seguir para saltear esa limitación, no eran ni mucho menos conocidos, y aún menos

seguros. De todas maneras en aquel momento Edward no necesitaba nada más. Tan solo

unos segundos después de beber, las heridas y magulladuras del mago se esfumaron por

completo. Edward no recordaba haberse sentido tan ligero en mucho tiempo, sobre todo

por que todavía no recordaba gran cosa.

—He de decir que esperaba unos magos de otro calibre —una voz profunda con

cierto deje gutural se dejó escuchar en la parte más al fondo de la habitación. Se trataba

de una voz inherentemente maligna, ese tipo de voz que los demonios adoran y de la cual

tienden a abusar.

Los tres magos afilaron sus orejas y agrandaron sus ojos, sabedores de lo que se les

iba a caer encima. La sombra de un demonio se propagó innaturalmente a través del

enlosado suelo. Las leyes de la propagación de sombras hubiesen temblado de poder

hacerlo. Si bien había clases de demonios muy comunes, que apenas variaban en forma y

poderes, aquellos con una categoría superior a los de la calaña más baja poseían una

apariencia tan única como individuos había. Sin embargo, para manifestarse en el mundo,

Page 41: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

38

la gran mayoría preferían transformarse en humanoides de amistosos rostros, como si

eso fuese a despertar el cariño hacia ellos. Las únicas características que solían respetar

todos ellos a la hora de transformarse, eran la de tener la piel roja junto a unos cuernos

sobre la cabeza, seguramente considerándolas como sellos de identidad.

El demonio estaba tumbado de lado en el hueco que quedaba entre el final de la

estantería y el techo. Vestía con un pantalón negro y una camisa blanca con demasiados

botones desabrochados, como si hubiese encontrado ese atuendo en aquella misma

habitación y se hubiese vestido a toda prisa, además de unas nada favorecedoras gafas

transparentes y redondas. Se sostenía la cabeza con la mano cerrada en un puño, casi

parecía que estaba evitando caer dormido. Dirigió unas inquietantes miradas a los tres

magos, los cuales estuvieron a punto de estremecerse y salir corriendo, antes de ejecutar

un gesto demasiado rápido como para verlo con la mano que le quedaba libre. Dos de las

tres puertas que hubiesen servido para salir huyendo de la habitación se cerraron con un

portazo, seguidas del característico ruido de quién se asegura de que el candado estaba

bien puesto.

—No —dijo Deborah con un desesperanzador tono—. No necesitamos un demonio

ahora, simplemente no.

Edward e Ilmel acompañaron las airadas quejas de su compañera con unos

bufidos que no hubiesen dejado indiferente a una manada de gatos. El demonio primero

se sentó para después saltar de lo que había sido su improvisada cama. Su aterrizaje no

provocó sonido alguno. Todo lo hacía pausadamente, no tenía prisa. Por mayores de la

inmortalidad y la atemporalidad.

—Como podéis imaginar, mis queridos lanzadores de conjuros, estáis un aprieto.

Pero no uno cualquiera, eso sería extremadamente simple. Para vosotros, claro.

—Sí, sí —interrumpió Edward—, tienes un juego con el que podemos ganarnos el

Page 42: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

39

derecho a salir de aquí. Si no jugamos nos aniquilarás. Sabemos... —Edward se

interrumpió para mirar a sus compañeros, los cuales tiraban tímidamente de su túnica

con las mandíbulas apunto de desencajarse por la tensión. Además de una cantidad nada

salubre de tics nerviosos que recorrían sus cuerpos—. Sé cómo va esto. ¿Cuál va a ser el

juego?

—Atrevido —dijo el demonio mostrando su amplia gama de dientes, afilados e

impolutos, con una amplia sonrisa que evidenciaba los buenos dentistas que había en el

plano infernal—. Muy bien. Concederé a uno de vosotros la capacidad de transformarse

en aquello que quiera. Yo también dispondré de dicha capacidad, por supuesto. La

finalidad del juego es que nos vayamos transformando en algo que pueda derrotar a lo

que el otro ha pensado, hasta que llegue el momento en el que no se pueda superar al

contrario. ¿Entendido?

—Perfectamente —aseguró Edward.

—¿A cuál de vosotros he de conceder la capacidad de transformarse?

Deborah e Ilmel miraron hacia Edward convencidos de que se designaría el mismo,

ya que se había erigido salvador de aquella situación.

—Ella —dijo Edward, señalando con el pulgar a Deborah.

—Muy bien.

Deborah tardó más de lo aconsejado en procesar lo que había ocurrido, pero

cuando lo hizo, estuvo a punto de abalanzarse sobre su compañero de no haber sido

detenida por Ilmel.

—Una duda que me corroe —dijo Ilmel aún sujetando una enfurecida Deborah—.

En caso de que perdamos, ¿qué nos pasará?

—Ah, sí —dijo el demonio distraído—. Me llevaré vuestras almas al plano infernal

para que me sirvan como esclavos el resto de la eternidad.

Page 43: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

40

—Podría ser peor —dijo, ampliamente convencido, Edward.

—¿De verdad? —bramó Deborah sin esperar respuesta alguna de parte de su

compañero—. ¿De verdad podría ser peor?

—Tú empiezas —dijo el demonio, tras llamar la atención con un carraspeo.

Con un suspiro, Deborah se libró de Ilmel y se colocó frente al demonio, pero no

sin antes crucificar con la mirada a Edward. La hechicera comenzó pensando en un perro

y el demonio contraatacó con un lobo. Después ella pensó en un tigre y él en un cañón.

Óxido. Acero. Lava. Agua. Sol. Sombra. Vela. Viento. Muro. Almádena.

—Ésto no tiene final —susurró Ilmel al oído de Edward, pero éste pareció no

atender a las palabras de su compañero. Tenía la vista puesta en aquella extraña batalla y

no parecía tener intención de despegarla.

Deborah se convirtió en una lanza para superar la almádena de su adversario y

éste optó por una termita para comerse la madera del arma. Tan pronto como el demonio

se transformó en una termina, Edward saltó sobre él y le propinó un pisotón tan

estruendoso como efectivo, casi dejando en ridículo los temblores que el dragón había

ocasionado. Instantes después, Deborah volvió a su forma humana y las puertas se

desbloquearon, libres del control del demonio.

—¿¡Pero qué!? —gritó Ilmel, atónito pero también aliviado de un nudo en su

garganta que le atenazaba.

—Las pruebas de los demonios siempre tienen truco —dijo Edward con tono de

vencedor—. Ellos siempre van a buscar un juego en el que tengan ventaja. Son demonios

al fin y al cabo, no puedes esperar que jueguen limpio. Tú mismo te habías dado cuenta,

éste juego no tenía final posible, así que había que buscar una solución bordeando el

juego. En fin, busquemos esas pociones de la que hablabas.

Page 44: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

41

07

Los pasillos se ensanchaban en los caminos interiores y una cuesta casi

imperceptible les hacía ascender. La luz del sol desaparecía conforme las ventanas y

cristaleras del techo daban paso a recios muros de roca. La iluminación recaía entonces

en los recargados, y seguramente caros, candelabros que decoraban los extensos muebles.

Habían sido modificados para ofrecer una perpetua luz mágica que simulaba la natural

durante el día y la que da el fuego en la noche. La universidad hubiese sido el patio de

recreo de cualquier saqueador, pero ninguno se atrevería a robar a gente de bajo juicio

moral que además usa la magia. La sociedad había aprendido que lo mejor era que los

magos estuviesen a sus cosas medianamente lejos de las ciudades. Lo que quedaba claro a

los visitantes es que los magos no sabían nada de decoración, y que ni siquiera se les

había ocurrido la idea de contratar a alguien que lo hiciese por ellos.

El techo comenzó a elevarse al mismo tiempo que el suelo recuperaba su

horizontalidad, y en las paredes del pasillo comenzaban a aparecer gruesas y altas

estanterías, con escaleras corredizas apostadas en ellas, que se volvían más abundantes

conforme avanzaban. Un enorme arco negro y nervalsko situado a una docena de metros

de altura daba la entrada a la gran biblioteca de la universidad. Se trataba de un enorme

Page 45: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

42

recinto de inagotables páginas por estantería, un verdadero laberinto de papel, madera y

cuero. Se decía que no faltaba ni un solo tomo o libro de cuantos se habían escrito en el

mundo. Había mesas y sillas emplazadas con dificultad a lo largo de toda la estancia.

Tiempo atrás eran usadas para la lectura, pero los magos no tardaron en darse cuenta de

que, la biblioteca en si, no era el lugar adecuado para la leer. En resto del mundo no

pensaban así todavía. A medio esconder, entre las paredes y muchas estanterías, existían

habitaciones de todo tipo donde los usuarios de la biblioteca podían acomodarse para leer

o estudiar tranquilamente. Las mesas y sillas de fuera se mantuvieron, ya que eran

bonitas de ver y servían para apoyar libros o descansar. Lo malo es que no todas las

habitaciones eran iguales.

Selladas por custodios mágicos que sólo podían ser anulados por una o varias

palabras de poder específicas, una pocas habitaciones protegían algunos de los misterios

más peligrosos del mundo. O al menos eso es lo que se cree que hacían, ya que las últimas

personas que entraron en dichas habitaciones murieron. De viejos. Hace más de un siglo.

—Por fin algo agradable —dijo Ilmel inspirando con fuerza para hacerse con el

agradable olor a papel.

—¿Por qué diantres no hay nadie? —se preguntó Deborah. Edward se distrajo

observando una estantería en particular hasta la que avanzó dando pasos cortos y

seguros—. Esto siempre está repleto de gente dando vueltas.

—No tengo ni idea, Deborah —contestó Ilmel, pasando un dedo por encima de una

estantería para atrapar el polvo.

Edward estiró el brazo hasta agarrar un fino de tomo con encuadernación de

cuero duro marrón cosido, cuyas páginas comenzaban a amarillear por los bordes. No

tenía título, unas franjas doradas formando un rectángulo era lo único destacable de su

cubierta. El mago pasó varias páginas rápidamente, como si supiera lo que estaba

Page 46: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

43

buscando. Como muchos libros de importancia mágica, estaba escrito en dracónico. No se

llamaba así precisamente por que hubiese sido el idioma de los extintos dragones, aunque

sí que lo hablaron, si no porque los magos eran unos pretenciosos de cuidado. Aunque

había que admitir que no existía mejor idioma para condensar una gran cantidad de

información en pocas páginas.

Enterrado bajo una montaña de libros a cada cual más ancho que el anterior y a

bastantes menos pasillos de ellos de los que hubiesen deseado, el bibliotecario alzó un

brazo, empujando por los aires más de uno de los tomos que formaban una tumba de

papel, para después alzarse por completo, como si algo hubiese interrumpido aquel

perturbador descanso. Y en parte así era. Aquellos que eran designados como

bibliotecarios, de lo que podía considerarse una reserva natural de puro conocimiento, no

eran nunca unos cualquiera, y su trabajo era considerado todo un pilar en la sociedad

mágica. Para ello, parte de los sentidos del bibliotecario se ataban a su biblioteca,

consiguiendo así que siempre sea totalmente consciente de lo que ocurre en sus dominios,

sobre todo de las cosas malas. Por este motivo los bibliotecarios de las universidades

mágicas lo eran para toda la vida. Tampoco es que estuvieran atrapados allí sin poder

salir para toda la eternidad, claro, pero se tomaban su trabajo bastante en serio. El caso es

que en ese momento estaban ocurriendo cosas en la biblioteca, aunque no malas. Pero el

bibliotecario no estaba dispuesto a negociar.

—Oye, podríamos investigar qué es lo que se hace cuando una carga mágica

descontrolada hace que todo vaya condenadamente mal —sugirió Deborah—. En alguno

de todos estos libros vendrán indicaciones, digo yo.

—No es mala idea —dijo Ilmel rascándose la barba de un lado de la cara—. Edward,

¿qué lees por ahí?

—Un capítulo sobre los ámbitos reproductivos de las tortugas genbu de Xao —

Page 47: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

44

contestó Edward sin apenas levantar la vista del libro—. Resulta fascinante pensar en esos

bichos tan grandes con sus...

—Vale, vale, información totalmente innecesaria —le detuvo Ilmel.

—¿Podríamos, por favor, tomarnos este tema más en serio? —dijo Deborah

dejando escapar un suspiro involuntario—. Igual si nos concentramos aunque sean...

Una raquítica figura ataviada con una túnica roja apareció a espaldas de la joven

maga. Ilmel hizo un gesto para que se girara y por la cara que se encontró al hacerlo no

supo si alegrarse o no. Se trataba de un hombre alto pero de espalda encorvada. Tenía el

pellejo pegado a los huesos y destacaba por una gran barba blanca, enmarañada y picuda.

Apoyaba el poco peso de su cuerpo en un cetro casi tan alto como él. Por su aspecto, casi

parecía que le hubiese ido mejor usando una silla de ruedas.

—Jovencita, no hay nada que alguno de los tres vaya a mirar cualquiera de estos

libros —dijo mirando fijamente a Edward, que no parecía interesado en el anciano—.

¡Suelta ese libro inmediatamente!

Edward pasó una página del libro con total desinterés hacia el bibliotecario, alzó la

vista un nuevo segundo y después volvió a sumergirse en la lectura.

—Con que esas tenemos —dijo el anciano—. Muy bien.

—Oiga, creo que no lo entiende, hay un problema grave en la universidad, y

estamos intentando...

—¡Silencio! —ordenó el anciano—. Suelta ese libro te he dicho.

Edward bufó cansado de tanta palabrería dirigida hacia él. Cerró el libro con

dureza, provocando un sonido sordo, se acercó a una mesa cercana y lo soltó con desgana

desde un palmo de altura. La caída duró una eternidad. El tiempo pareció ralentizarse en

lo que al bibliotecario se le desencajaba la mandíbula y abría los ojos mucho más de lo

necesario. El libro cayó firme sobre la madera, levantando más polvo del que se creía que

Page 48: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

45

había y provocando un eco que se transportó por toda la biblioteca. Estaba a punto de

sucederse un espectáculo digno de ver que ni siquiera los libros querían perderse.

—¡Maldición de la O! —conjuró el anciano bibliotecario canalizando la magia

través de su cetro.

Ante aquel despliegue de poder tan repentino, no fueron ni siquiera capaces de

emitir onomatopeyas. Y la verdad, no era para menos. Como ya se ha explicado, la magia

tiene un componente ritual y otro nominativo. Cualquier palabra que se diga con la

intención de ser un conjuro se convertirá en uno si al mismo tiempo se acumula la magia

necesaria. La duración y la potencia ya es otra parte más discutida y supuestamente

depende tanto del número de palabras emitidas como del propio talento del mago en

cuestión. Pero a lo que íbamos, la Maldición de la O era uno de tantos conjuros específicos

que necesitaban de un estudio y unas capacidades superiores a las que la gran mayoría de

magos pueden acceder. No era de extrañar que el efecto de la maldición fuese tan simple

como devastador. En lo que durase la batalla mágica que ya era segura, al menos de parte

del bibliotecario, si los demás no querían defenderse era cosa suya, ninguno de los

contendientes podrían formular conjuros que contuviesen vocales que no fuesen la O.

—¡Pero espere! —gritó Ilmel sabiendo que ya era difícil que sus palabras pudiesen

hacer efecto alguno.

—¡Todos Orondos! —conjuró el bibliotecario al margen de toda protesta. Los tres

magos se vieron de repente con una cantidad nada favorecedora de kilos por exceso, que

hasta mantenerse en pie con soltura les impedía.

—¡Pollo! —contraatacó Edward por su cuenta y con serias dificultades para

respirar. Segundos después el bibliotecario se había convertido en un gallo de corral, lo

suficientemente enclenque, eso sí, para que no sirviera para hacer ni siquiera un caldo.

—¿Y ahora qué? —preguntó Deborah dejando que sus recién adquiridos kilos

Page 49: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

46

vencieran a sus rodillas.

—¡Deja de preguntar eso! —bramó Ilmel—. Pensad en cosas que sólo contengan "O"

o este tipo nos va a a dar una paliza mágica que nos va a dejar tibios.

Apenas diez segundos después el anciano volvía a su forma normal, a excepción de

un ceño mucho más fruncido que antes. Su cetro comenzó a iluminarse, haciendo notar la

magia acumulada en él.

—¡Pozo... —inició Ilmel, adelantándose.

—...Hondo! —terminó Deborah.

Bajo los pies del bibliotecario el suelo se astilló y después cedió bajo una

crepitante oscuridad que seguramente conducía a ninguna parte.

—¡Floto! —conjuró al instante el anciano, sin llegar a hundirse siquiera un palmo.

—No me lo puedo creer —dijo Edward estupefeacto. Un instante después, tanto él

como sus compañeros regresaban a su peso habitual.

—¡Pero conjura algo! —le apresuró Deborah.

—Ehm... —titubeó—. ¡Coloso!

Una hercúlea figura de torso desnudo se manifestó justo en medio de la batalla

arcana. Al bibliotecario le recorrió tal escalofrío por la columna que casi fue visible para

los tres magos. El coloso lanzó un par de enormes zancadas de la forma más dramática y

firme que pudo y fijó una vista entrecerrada sobre el anciano, el cual ya llevaba unos

segundos derramando unas gotas de sudor frío. El coloso realizó una remarcada pose

para él, exhibiendo su poderoso bíceps al mismo tiempo que lo señalaba con ambos

índices. No se detuvo ahí, si no después pasó a exhibir sus finos pectorales, y por último,

antes de desaparecer, esbozó la postura del pensador para demostrar que incluso él tenía

su fase intelectual.

—¡Já! —se rió con sarna el bibliotecario—. ¡Eres débil! ¡Todos Los Monos Rojos!

Page 50: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

47

Una bandada de incontables simios de pelo cobrizo y de baja estatura se lanzaron

con fiereza hacia los tres magos. Eran tantos que su presencia oscurecía la biblioteca al

mismo tiempo que la iluminaban con un apabullante fulgor rojo, seguramente tras

cientos de años de evolución para que sus enemigos no los viesen sangrar. Trepaban,

arañaban y mordían con lo que tenían. A pesar de medir cada uno algo menos de veinte

centímetros, hasta ellos resultaban peligrosos siendo tantos.

—¡Gordos! —conjuró Deborah—. Al unísono los simios se volvieron demasiado

barrigones para sostenerse sobre sus cortas y finas patitas. En aquel momento tenía más

parecido a unos balones de terciopelo rojo que a monos.

—¡Copiona! —gritó el bibliotecario.

—¡Oso! —conjuró Ilmel por la mera intención de intentar algo.

Un simpático oso pardo sentado con vagueza apareció delante de ellos, postura

que acompañaba con una cara muy larga. Sus cuidadores hubiesen dicho que no estaba

triste, sólo algo desanimado, lo que sí era cierto es que su atuendo desentonaba

demasiado. Quizá era porque los osos no deberían llevar atuendo. Llevaba un gorrito de

fiesta multicolor atado por la barbilla con una tira de cuero y en sus zarpas delanteras,

igualmente atados, llevaba dos platos de música del clásico color dorado. El animal miró a

su alrededor con desgana y tocó el instrumento con igual sentimiento. De forma inaudita,

los "todos los monos rojos gordos", se desvanecieron en el aire al tiempo que la nota

musical se extendía por el aire, dejando tras de sí multitud de cabellos pelirrojos que

caían como plumas.

—Diría que eso no me lo esperaba —dijo Deborah—. Pero ya sería abusar del

término.

—Hora de ponerse en serio —comunicó el bibliotecario con voz áspera mientras se

remangaba futilmente la túnica—. ¡Orco Frondoso Con Bolo!

Page 51: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

48

Un ser humanoide de más de dos metros de altura y de tez verdosa que se

asemejaba más a musgo que a piel apareció junto al anciano. Al instante, y sin que se

mediara orden alguna, comenzó una carga mortal sobre los magos. Cada uno de los

centímetros de aquel ser provocaba pavor. Su cara parecía haber sido aplanada

artificialmente y por encima de unos escuetos labios sobresalían cuatro colmillos

peligrosamente afilados. Vestía una gruesa y pesada armadura de metal a medio camino

entre anillas y placas. Pero lo peor era la especie de bola incrustada al final de un bastón

de casi dos metros de altura que portaba en las manos que seguramente le servía de maza.

—Oh, señor... —. los tics volvieron a inundar el rostro de Deborah. El suelo

temblaba bajo los tremendos pasos del orco.

—¡Fofo! —conjuró Edward sobre él cuando estuvo a pocos metros de ellos con el

arma ya preparada.

Los aterradores músculos del orco perdieron todo su vigor y se rellenaron de

flacidez. Además de efectivo, el bolo era pesado, por lo que en su nueva condición fue

incapaz de sostener el arma, que cayó al suelo, agrietándolo. Una mezcla de alivio y

miedo recorrió la mente de los magos. El rostro del anciano bibliotecario se enrojeció

tanto que a punto estuvo de hacer salir humo de su cabeza. Parecía un volcán a punto de

erupcionar.

—¡Foco Roto! —conjuró, descuidado, el bibliotecario. La magia le jugó una mala

pasada y en lugar de hacer fallar el foco de alguno de sus contrincantes, fue el suyo el que

comenzó a desprender chispas, incapaz de canalizar magia.

—¡Venga, vamos! —animó Ilmel—. ¡Troll...

—...Rocoso... —continuó Deborah.

—...Ponzoñoso! —terminó Edward con un gran gesto de brazos.

Page 52: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

49

No lo vio venir. Un gigante grisáceo de olor penetrante compuesto en todo su

cuerpo por piedras que más bien parecían escamas, apareció justo delante de él. La palma

de su mano era del tamaño de un hombre, y en ella puso todo su peso, que no era poco. El

anciano observó con ojos vidriosos cómo era aplastado bajo una extraña mezcla de roca y

mugre. Los tres magos hicieron una muerca, empatizando con el dolor que debía de

haber sufrido, y evitaron en la manera de lo posible mirar hacia donde antes había estado

el bibliotecario.

—Uff... Igual nos hemos pasado —dijo Edward.

Ilmel y Deborah observaron de nuevo con el rabillo del ojo cuando el troll se

desvaneció. No se atrevieron a negarlo.

Page 53: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

50

08

Más que tranquilo, el corredor estaba ausente. Casi parecía que la misma

universidad trataba de esconderse del exceso de magia ambiental que había, como si nada

de lo que pasase fuese con ella en absoluto. La luz del mediodía se filtraba por los altos

ventanales de cristales translúcidos y separados en celdas cuadriculadas. Su diseñador no

iba a volver a poner los pies sobre la facultad. No por una cuestión estética, no había duda

de que eran bastante bonitos, si no porque éstos no usaban la magia en ninguna de sus

formas. Era algo inaudito en la universidad y la única excepción conocida que confirmaba

la regla. Curiosamente, aquella ausencia de magia permitió que el caos no se extendiese

de manera tan descontrlada por esa zona, pero ningún mago que apreciase su prestigio

iba a reconocerlo jamás.

—Yo no digo que nos estemos quietos sin hacer absolutamente nada —comentó

Edward a las continuas desavenencias con sus compañeros.

—Es lo único que has estado haciendo en la última media hora —interrumpió

Deborah—, prácticamente.

—No, sólo he dicho que podríamos dejarlo estar, no que no hagamos nada en

absoluto —matizó él—. Podríamos jugar a las cartas, o algo.

Page 54: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

51

Ilmel iba delante, tratando de no escuchar esa conversación, pero hubiese sido

demasiado maravilloso de haberlo conseguido.

—¡Ya está bien! —dijo enérgicamente al tiempo que se giraba—. Averiguaremos

que pasa y lo solucionaremos, ya que, al parecer, no hay nadie por aquí que pueda

hacerlo por nosotros. Y en el caso de que los haya, estarán igual de locos que el

bibliotecario.

—Suerte que el troll no lo mató —dijo Edward—. Seguro que hubiese ido en contra

de alguna que otra regla.

Ilmel inspiró con fuerza para intentar relajarse, lo cierto es que la situación tenía

pinta de ser bastante peliaguda y poco o nada sabían para solucionarla. Cuando intentó

liberar el aire de sus pulmones poco a poco unos firmes y pesados pasos se lo impidieron.

—Hablando de trolls... —dijo Deborah.

Era bastante distinto al que habían invocado en la biblioteca. Para empezar debía

medir sobre los cuatro metros, y eso que caminaba encorvado, aunque no lo hacía por

necesidad ya que aún tenía un margen de dos metros hasta el techo. Tenía la piel de un

color gris blanquecino en su abultada barriga y también en la palma de las manos, pero

que se iba convirtiendo en un rojo apagado y un marrón claro conforme se iba

ascendiendo por brazos y pecho hasta llegar a la cabeza. En su rostro, unas facciones

bastante humanas mitigaban en cierta manera el horror que esas criaturas provocan,

pero que aún así mantenía el respeto que se le profesaba a aquellos que son capaces de

aplastarte con un solo dedo. En su mano derecha llevaba una escoba, de una proporción

un tanto exagerada, donde se podían observar enganchados a ella una buena cantidad de

sombreros y túnicas con bordados de estrellitas amarillas. Adheridas, seguramente,

después de que hubiese barrido a algún que otro incauto mago.

—Pase de pasillo —dijo el troll con una voz tan pausada y pesada como la caída de

Page 55: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

52

un bloque de mármol. Casi podía verse cómo las letras encajaban lentamente hasta

formar cada palabra.

—Ah, Cenú... —Deborah lanzó un rápido puñetazo al hombro de Edward antes de

que pudiese terminar el nombre, provocando que en compensación el troll los hubiese

enterrado en el suelo hasta el cuello sin la necesidad de cavar antes.

Su nombre era Centurio y se ocupaba de vigilar los pasillos de los primeros cursos

de la universidad, cuando todavía podía considerarse nivel de instituto en la comparación.

No había nadie que no supiese lo revoltosos que podían ser unos críos, y más aún con

algunos trucos mágicos entre sus conocimientos. No se trataba de una persona lista, es

más, no se trataba de una persona en absoluto, pero la función intimidatoria para con los

estudiantes no podía estar en mejores manazas. A lo largo de los dos siglos de servicio,

Centurio había demostrado ser la mejor disuasión para cualquier posible altercado. A lo

único a lo que se atrevían los estudiantes allí era a ponerle el sobrenombre de Cenútrio, y

a escondidas.

—Vosotros tres —comenzó una vez más, esta vez señalándolos con su gigantesco

dedo índice—. Pase. De. Pasillo.

—Claro que sí, Cenu... Centurio —dijo Ilmel al mismo tiempo que rebuscaba en los

bolsillos de su túnica deportiva hasta que dio con un pedazo de papel arrugado y en

blanco.

Ilmel tendió el trozo de papel estirando el brazo lo más que pudo para que

Centurio lo recogiese delicadamente con la punta de sus dedos. Pero cuando restaban

simple milímetros para que el papel cambiase de dedos, Ilmel lo dejó caer con un mal

imitado despiste. El papel se deslizó como si de una pluma se hubiese tratado hasta las

espaldas del troll, el cual, con pausados movimientos y un gruñido, se giró en su busca.

Con el despiste, Deborah tiró de Edward hasta que ambos se perdieron en la esquina más

Page 56: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

53

cercana. Centurio, una vez lo hubo recogido, observó el pedazo de papel como si se

tratara de un maquiavélico puzzle que tenía que desentrañar. Como era lógico pensar, no

sabía leer. Una vez que el troll creyó que había pasado el tiempo suficiente analizándolo,

alzó la mirada y tendió el papel de nuevo a Ilmel.

—Tu pase.

—Gracias, Centurio —contestó, diligentemente, Ilmel.

El troll miró a las espaldas del mago esperando encontrar algo que ya no estaba

allí. No hubiese sido del todo correcto decir que eso lo confundió, ya que para empezar no

estaba en absoluto seguro de que tuviese que haber encontrado a alguien. Al final, lo

mejor era mantener las cosas simples y no buscarle la sexta pata a la bestia del caos. Las

escobas no eran efectivas contra las bestias del caos.

Deborah y Edward seguían agazapados en la esquina con la esperanza de que

Centurio no hubiese barrido y comido, en ese orden, a su compañero.

—Edward, llevamos aquí menos de medio minuto. No nos vamos a ir ya —

comentaba Deborah asomándose por la esquina cuando sintió cómo los dedos de una

mano, que había asumido que pertenecía a su compañero, se plantaron con suavidad en

su hombro. No sólo Edward no contestó, si no que los dedos de la mano tamborilearon

sobre ella.

—En cuánto me dé la vuelta voy a encontrarme con un terror inenarrable, ¿verdad?

Cuando se giró, se encontró de lleno con media docena de estudiantes ataviados

con las clásicas, y feas, túnicas de tonos marrones que hacían las veces de uniforme. Entre

dos o tres de ellos, no se podía distinguir muy bien entre tanto gentío, tenían agarrado a

Edward, impidiéndole hablar y moverse. Deborah no lo admitiría nunca, pero les

agradecía aquel gesto. Otros magos se hubieran tomado aquello como un agravio. Ser

atrapado por un estudiante, todo un deshonor. Aunque si se pensaba detenidamente, los

Page 57: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

54

estudiantes sólo eran magos que todavía no habían adquirido una cierta cantidad de

trucos y conocimientos que los profesores habían determinado previamente. Incluso

después de graduados, los magos nunca dejaban de estudiar, y mucho menos de aprender.

No eran pocas las ocasiones en las que los Archirectores se habían reunido con la

directiva de profesores con la firme intención de cambiar el modelo de la universidad.

Pero al final todo acaba en airadas discusiones, en ocasiones con focos mágicos de por

medio, que casi nunca tenían que ver con el debate inicial. Así había sido cómo la

universidad y los estudios mágicos habían sobrevivido durante siglos. Algo debía estar

bien al fin y al cabo.

—Decidme, por favor, que no habéis perdido la razón vosotros también.

—¿Cómo? —dijo la chica más adelantada que a la vez era la más baja. Era pelirroja

y llevaba unas gafas excesivamente redondas—. No estamos locos, es sólo que Cenutrio

anda por ahí y, a pesar de todo el embrollo, él sigue pidiendo los pases de pasillo como si

nada.

—Sí, entiendo. Embrollo —dijo Deborah pronunciando cada sílaba

mecánicamente—. ¿Qué embrollo exactamente?

—Pero si es evidente —dijo la estudiante recolocándose las gafas con el índice.

Inspiraba cierto aire de sabelotodismo—. Toda la universidad está bajo un campo mágico

muy denso y, cómo no, pasan cosas raras. Lo peor es que no sabemos donde está nadie o

si alguien está intentando solucionarlo.

—A ver, más despacio —dijo Deborah pidiendo calma con un gesto de manos.

—¿Y ahoga poféiz foltame? —trató de hablar Edward, aún con una mano alrededor

de su boca.

—Ah, perdona.

—Como decía —continuó Deborah negando con la cabeza—. Sí, nos hemos

Page 58: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

55

percatado de la disrupción mágica. La universidad está volando, y lo peor es que no es lo

más grave. Lo que tratamos de saber es qué es lo que lo ha causado. Aunque me temo que

para averiguarlo tendremos que salir, y dudo que el dragón de mampostería que ronda

por la fachada se haya ido.

—Así que eso eran los rugidos... —comentó la estudiante en voz baja. Sus

acompañantes, en cambio, comenzaron a sudar más de lo aconsejable—. Tiene que ser

culpa del hechizo que estaban preparando para esta mañana. Me atrevería a decir que es

imposible que sea otra cosa.

—¿Qué hechizo? —preguntó Edward.

—Pues ese del que se lleva hablando varios días. Decían que con él iban a

revolucionar la forma de trabajo. Aunque no se exactamente cuál. Si no recuerdo mal

constaba de dos núcleos. Uno era en los salones interiores, pasando por el pasillo de los

retratos y el otro en el jardín.

—Ah, sí, ese —mintió Edward.

—Mira —empezó Deborah—. Mis compañeros y yo hemos tenido ciertos problemas

de memoria. Muy a pesar de que ninguno de nosotros lo haya mencionado hasta ahora.

Así que bueno, al parecer algo nos salió mal.

—Por suerte ahora tendremos algo de ayuda—dijo Ilmel apareciendo por la

esquina.

—No. No, ni de broma —dijo con los ojos bien abiertos la estudiante, que provocó

que sus gafas se deslizaran hasta la punta de la nariz—. Somos estudiantes, la mitad de las

veces que intentamos los hechizos con las palabras de menor significado intrínseco nos

sale mal. Mejor nos quedamos por aquí. Avisad cuando todo termine, si es que se termina.

Muchas gracias. Adiós.

Los tres magos intentaron que entraran en razón pero recibieron más negativas

Page 59: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

56

que peticiones de ayuda pidieron. Al menos habían sacado más de una cosa en claro.

—Bueno, ¿lo dejamos ya para mañana?

Ilmel y Deborah pensaron que tal vez deberían mandarlo con los estudiantes, pero

eso hubiese sido lo que él quería, e iban a necesitar toda la ayuda disponible.

09

Era definitivo. Los edificios no deberían volar, por mucho que los habitantes de

Reiharn, Ciudad de las Torres, estuvieran en desacuerdo con esa afirmación. En aquel

lejano lugar aprovechaban cualquier resquicio para erigir sus kilométricas torres. Ésto

incluía zonas de tierra que levitaban a centenares de metros sobre el suelo desde hacía

milenios por una sobrecondensación de magia en puntos muy concretos. Parecía que si

no usaban hasta el más mínimo resquicio de las artes arcanas para cualquier uso, no

podían dormir con la conciencia tranquila. Pero la universidad había estado siempre con

sus cimientos sobre el suelo, y eso había que conseguir de nuevo antes de que un

despistado diera un paso en falso.

—Esta podría no ser nuestra mejor idea —sentenció Ilmel observando la caída de

cien metros que terminaba sobre un más que seguro duro suelo, a pesar del sanísimo y

Page 60: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

57

verde césped del jardín.

—Si somos del todo sinceros aquí, ninguna de nuestras ideas ha sido, lo que se dice,

buena —comentó, con pavorosa sinceridad, Deborah.

—Entonces, ¿vamos a hacerlo igualmente? —preguntó Edward a la par que se

rascaba nerviosamente una imaginaria urticaria en la sien.

Aunque no habían conseguido averiguar a qué iba destinado exactamente el

hechizo, el saber que estaba dividido en dos partes y que una de ellas era el inactivo

círculo mágico que encontraron nada más despertar, ya les llevaba a pensar que el hecho

de que sólo una de las partes estuviera en funcionamiento era la causa de que todo fuese

tan condenadamente mal. La buena noticia era que hacer que un círculo mágico dejase de

funcionar era muy sencillo, sólo había que borrarlo. Lo malo es que había un enorme

dragón hecho de mampostería rondando por allí, y no tenía pinta de que fuese a ser

amistoso. Pero al menos esa vez tenían una buena noticia sobre la que presumir.

—Deja de quejarte —inquirió Deborah—. ¿Recuerdas el plan?

—Me hago el tonto, no es que lo sea —contestó Edward con un suspiro—. Para mi

desgracia.

—De acuerdo —intervino Ilmel. Tras eso elevó los brazos para dejarlos señalando a

sus dos compañeros. Deborah y Edward le imitaron con naturalidad—. Comencemos, pues.

¡Vuelo...

—...Mágico... —siguió Deborah.

—...Controlado! —terminó Edward.

Un tremendo rugido hizo temblar el aire aún a pesar de la lejanía. Los tres magos

abandonaron el suelo, primero con unos pocos centímetros de distancia para después

verse sobrevolando el pasillo exterior de la universidad. Así era cómo comprobaban que

podían maniobrar sin problemas. Resultaba curioso la cantidad de magos que

Page 61: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

58

consideraban la levitación como un fidedigno medio de transporte, a pesar de lo mucho

que podía llegar a agotar el mantener la concentración en el vuelo. Tampoco había que

olvidarse que la duración podía llegar a ser demasiado limitada si se trataba de un

conjuro simple o el mago no era excesivamente poderoso. Pero algo a lo que podían estar

agradecidos es que hacía ya muchos calendarios escolares que el vuelo se había incluido

entre las materias a instruir.

A un gesto de Ilmel comenzaron a abandonar la seguridad del edificio. Volaron a

través del enorme portalón principal, dividido en tres secciones diferentes, acuñadas con

runas que relataban los inicios de la magia. Pasaron a través de las columnas de mármol y

roca porosa hasta verse totalmente fuera del dominio del edificio. Tal y como les había

relatado Edward, éste presentaba una forma esférica una vez observado desde fuera. Era

de agradecer que el nuevo modelo arquitectónico no se hubiese transmitido también al

interior. No cabía la posibilidad de negar que la disrupción era bastante potente. Tal y

como habían planeado, comenzaron a buscar el círculo mágico, aprovechándose de la

ventaja que suponía una vista elevada. Pero no se olvidaban de estar preparados para lo

peor ya que, de un instante a otro, el aire pareció hacerse más denso. Y sólo lo parecíó, ya

que la sensación tan sólo era consecuencia de los nervios que producía el ver la

gigantesca y reptiloide figura de un dragón aproximándose a una velocidad absurda.

—¡Allá vamos! —gritó Ilmel.

Los tres magos se separaron antes de comenzar a descender a la velocidad límite

que el hechizo les permitió. Siguiéndoles a más velocidad aún, estaba el dragón. Con un

giro que pareció más una voltereta, Ilmel paso a recorrer los cimientos de la universidad,

curiosamente limpios, consiguiendo también que el dragón le persiguiera, mientras que

Deborah y Edward tocaron tierra sin haber llegado a hallar el círculo mágico. El dragón

no tardó en ganar terreno, o más bien, aire, hasta situarse sobre Ilmel. Viendo la

Page 62: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

59

enormidad que se le venía encima, Ilmel se dejó caer en picado, esquivando por menos

metros de los deseados una dentadura hecha de losas y hierro frío afilado. Una vez

salvado de la dentellada, recuperó el control de su vuelo con unos poco ortodoxos

tirabuzones para reunirse con sus compañeros en el suelo. El aire era terreno del dragón,

y era poco probable que salieran victoriosos ahí.

La bestia medía unos treinta metros desde la cabeza a la punta de la cola y una

veintena de envergadura con las alas extendidas. Según lo que sabían de los extintos

dragones, esas medidas se correspondían con los especímenes de jóvenes adultos.

Teniendo en cuenta que los dragones no dejaban de crecer a largo de sus vidas y que eran

inherentemente inmortales, habían tenido suerte con respecto al tamaño. No porque

fuese pequeño precisamente, pero sí porque podía haber sido mucho peor. Luego estaba

el hecho de que cualquier persona pensaría, y con razón, que cualquier tamaño de dragón

era demasiado dragón.

—Yo no encuentro nada —anunció Deborah a viva voz—. ¿Y tú?

—¡Tampoco! —gritó Edward.

—Por ahí viene de nuevo —dijo Ilmel aún suspendido unos pocos metros sobre el

suelo—. ¡Preparaos!

El dragón caía en picado y los tres magos esperaron al último instante para volver

al aire. Intentaban que se estrellase contra el suelo en su afán por atraparles. Pero a pesar

de lo grande y pesado que era, se manejaba con una gracia y agilidad sospechosamente

hábil. Realizando un semicírculo a ras de suelo, la bestia se colocó justo encima de ellos

con la mandíbula bien preparada.

—¡Barrera... —inició Deborah.

—....Mágica... —continuó Ilmel.

—...Impenetrable!

Page 63: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

60

Interponiéndose entre las fauces y ellos, el aire se dividió con celeridad hasta

formar una barrera con forma de panales bien compactos y de un visible color blanco. El

dragón impactó contra ellos y la barrera pareció plegarse sobre si misma pero, a pesar de

las apariencias, aguantó y la bestia fue totalmente incapaz de atravesarla. Tras verse

incapaz de llegar hasta a su objetivo, no esperó a nada más, el dragón siguió ascendiendo,

como si supiera que así ponía distancia entre él y la magia.

—¡Bola... —gritó de pronto Ilmel.

—...De....

—...Fuego! —evocó Deborah.

Extendiéndose por el aire, tres esferas de crepitante fuego salieron volando de

cada una de las manos de los magos, las cuales acabaron por unirse para formar una

única y gran bola de fuego que dejaba tras de sí una estela de aire quemado. El dragón

giró en derredor y se alejó volando del hechizo, pero éste seguía sus pasos a mayor

aceleración incluso. La explosión sobre el cuerpo del dragón provocó que el fuego se

proyectara en cortas y finas estelas de luz cegadora que se extendían caóticamente en

todas las direcciones. El sonido fue, en cambio, más extraño. Lo que brotó se asemejó más

a un crujido que causarían cientos de cristales que se hubiesen quebrado a la vez, en

lugar del trueno que normalmente se desencadenaba tras un hechizo como aquel. A pesar

de la aparatosidad, la destrucción provocada fue bastante nimia pues, cuando el humo se

despejó, el dragón seguía ahí.

—Esto no pinta bien —dijo Edward.

El dragón parecía algo aturdido, pero también bastante más rabioso que al

principio. Tratando de pensar rápido, los tres magos se dieron la vuelta y volvieron a

posiciones más bajas, intentando otorgarle al dragón la menor ventaja posible. la bestia

rugió y se precipitó en picado hacia ellos como estaba previsto.

Page 64: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

61

—¡Invocar... —Ilmel fue el primero en tocar tierra y el primero en conjurar.

—...Meteorito.... —siguió Edward tras tocar tierra.

—...Gigante!

La magia decidió no manifestarse aquella vez. Los tres se quedaron

pavorosamente sorprendidos ante la total falta de efecto. Como invocadores, sintieron

dentro de su reserva de poder que el conjuro había tenido exito pero, aun así, nada había

ocurrido. Normalmente no era el caso, pero tenían mayores problemas que afrontar que

ese. El dragón se frenó en seco a pocos metros del suelo extendiendo sus alas con un

simple y rápido movimiento. Acto seguido, comenzó a batirlas con fuerza, provocando

con ellas lo que parecía un auténtico vendaval que levantaba tierra y vegetación por igual.

Ilmel y Deborah volaron por sí mismos hacia los costados, esquivando ese endiablado

torbellino. Edward, en cambio, trató de elevarse por encima del fuerte viento. Incapaz de

escapar o de maniobrar en pleno vuelo, se vio empujado hasta acabar sumergiéndose en

una pequeña arbolada de verdes copas, varias decenas de metros más allá.

—¡Balista! —conjuró Deborah sobre el suelo.

El arma de asedio apareció cargada y ya apuntando perfectamente sobre la bestia.

Con un veloz rodeo, Ilmel voló hacia ella con su espada, desenfundada por primera vez.

Dejándose caer, cortó la cuerda que mantenía el enorme virote tensado, el cual salió

disparado con tanta fuerza que la misma arma se astilló al liberar la presión. El dragón

por su parte, giró sobre sí mismo para esgrimir su portentosa cola, como si de una maza

se tratara, para mandar a volar por los aires tanto el arma como escombros del suelo

indiscriminadamente. La balista desapareció, volviendo a la magia que la había creado, e

Ilmel tuvo que caracolear entre la tierra que caía para no verse enterrado. Pero el virote

siguió con su trayectoria hasta acabar impactando en lo que debía de ser un ojo de la

bestia. Un nuevo crujido se sucedió casi al mismo tiempo que el lastimoso rugido del

Page 65: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

62

dragón.

—Esto no va bien —dijo Ilmel.

—No —le correspondió Deborah—, nada bien.

Edward se levantó pesadamente con la ayuda de sus brazos, después de haber

comprobado, casi sin moverse, que no tenía nada roto. Sin embargo, no se había librado

de tener que escupir más de una hebra de césped. Aquel día, él y sus compañeros estaban

teniendo una interesante mezcla de buena y mala suerte. Casi de casualidad, pudo fijarse

en que una de las hojas que escupía era de un color blanco nada característico en las

plantas que, además, iba acompañado de otro nada característico sabor a pintura. Tras

menos de un segundo de reflexión, Edward se impulsó con todo lo que tuvo para ponerse

en pie con fugaz movimiento. Y allí estaba, de pie sobre el círculo mágico que andaban

buscando desesperadamente, oculto entre la arboleda. Hubiese resultado del todo

imposible para cualquiera el retener la risa entrecortada y tonta que él dejó escapar.

Los astrónomos estudiaban todo lo que inundaba el universo, sin excepción. El

nombre del planeta, por ejemplo, se había decidido hacía miles de años. Gea. Se

consideraba como un organismo vivo en sí mismo, movido por fuerzas tan primordiales

como la magia. Aunque ésta no la única, sí que se trataba de la única que los habitantes

del planeta habían dominado en cierta manera y que, encima, era la que tenía el

potencial para modificar las demás. En el resto del universo se encontraban infinidad de

misterios demasiado alejados como para estudiarlos. Pero sí que era común que

asteroides rondaran el planeta. Casi como si atendiese la llamada de una madre, un

asteroide cambió su rumbo y se precipitó hacia el planeta, atraído por la magia que

esgrimían tres simples magos. Se movía siguiendo la estela del sol a la imposible

velocidad de mil kilómetros por segundo. Cuando entró en contacto con la atmósfera

comenzó a convertirse en simple polvo, casi parecía que no iba a quedar ni un mísero

Page 66: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

63

fragmento y que iba a consumirse por entero antes de tocar tierra. Pero un guijarro entró.

Tan pequeño y pulido como un canto rodado, que siguió cayendo a esa velocidad atroz.

Precipitándose desde los mismos cielos, con cierto retraso y escasez de tamaño,

eso sí, el meteorito que los magos habían invocado chocó con una potencia sin igual en la

misma cabeza del dragón. Primero, una fina grieta apareció en la cara de la bestia, que no

tardó en hacerse cada vez más grande y en recorrerle todo el cuerpo. Era casi como ver

de manera acelerada la manera en la que un árbol extiende sus raíces hasta formar todo

un bosque por sí mismo. Se sucedieron más crujidos que conllevaron grandes

desconchones en el dragón hasta que, finalmente, quedó reducido a nada más que

escombros y ceniza.

De entre aquel desperfecto, un huevo escamoso y dorado de medio metro de altura

y casi cinco kilos de peso, rodó con parsimonia hasta detenerse a los pies de Ilmel, quien

lo alzó en peso. Deborah en cambio lo miraba con ambigüedad.

—Algo me dice que en un par de décadas volverá a haber dragones —dijo Ilmel,

sonriente a la vez que hacía gestos con el huevo como si de un trofeo se tratara—. Y me

refiero a los de verdad.

—No me atrae nada la idea —contestó Deborah.

—Vaya, es enorme —dijo Edward apareciendo a la espalda de Ilmel y Deborah,

quienes se sobresaltaron ya que, aunque fuese algo cruel, se habían olvidado de él por

completo—. Con eso se puede hacer una tortilla interesante.

—Fuera bromas —le cortó Ilmel—. Tenemos que buscar el círculo.

—Tranquilos, ya está hecho —dijo señalando hacia la universidad—. Mirad.

El edificio comenzó a retomar su forma original de la misma forma que lo hace

una bola de papel cuando es estirada, pero sin que quedasen arrugas sobre él. No tardó en

volver a tener el aspecto que debería. Más cuadriculado. Tras eso, durante un instante, se

Page 67: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

64

desvaneció en el aire para aparecer en el lugar que le correspondía, como si nunca nada

hubiera ocurrido con él.

Page 68: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

65

10

Después de todo, se necesitó menos de una semana para dejar zanjado el tema de

la disrupción mágica. Lo habían dejado como imposible, era lo más sencillo. Más

importante que el problema, era el hecho de que tres magos que, en el mejor de los casos,

estaban más bien poco instruidos, lo habían solucionado. También estaba el hechizo que

lo había provocado todo. Ni siquiera los mayores expertos en teoría mágica de la facultad

hubiesen podido imaginar que un conjuro diseñado para pintar la fachada y el interior de

la universidad se pudiese haber ido tanto de madre. Las siguientes veces que tuviesen que

darle una mano de pintura a cualquier parte del edificio contratarían pintores de brocha

y rodillo. Mucho más seguro, dónde iba a parar.

Aquella era la vigésimo cuarta reunión que la Junta Directiva había tenido en

cuatro días. Seis al día y parecía que no se cansaban unos de otros. A su favor había que

decir que se trataba de un caso excepcional. Normalmente sólo se reunían dos o tres

veces.

—Señor —intervino el Director de Estudios, un hombre cuya mera presencia

provocaba un miedo irracional en los estudiantes, más por su aspecto recto que por su

cargo o forma de ser—. Creo que no hay que darle más vueltas al asunto. Ha pasado y ya

hemos tomado las medidas para que no se repita.

Page 69: Si Eso de Ahi Es Un Dragon Donde Diablos Esta La Mazmorra 1899 PDF 15428 1030 1899 n 1030

66

—Pero aún no hemos tratado el tema del bibliotecario —apuntó la profesora de

Aplicaciones Técnicas de la Magia—. Si ese viejo ya estaba loco antes, no me quiero ni

imaginar cómo va a acabar ahora después del paso de esos tres.

—Ese viejo lleva más de cien años en el puesto de bibliotecario —dijo con tono de

superioridad la Alquimista Mayor—. Diría que hasta nos han hecho un favor. Es hora de

que un nuevo bibliotecario con ideas más afines a esta mesa tome el relevo.

El Archirector tamborileaba sobre la mesa de madera, atento a las flagrantes y

nada disimuladas intenciones de sus compañeros. No se trataba de una persona mayor

como cabría esperar de un cargo de suma importancia y que sin duda necesitaba de una

cantidad de destrezas inigualables. En ese caso, todas esas destrezas se cumplían con

amplia diferencia.

—Le hemos dedicado demasiado tiempo a este tema. Y la verdad —hizo una pausa

para mirar ténuemente al resto de la mesa—, me aburre. Dediquémosle más minutos de

nuestro tiempo a temas mucho más intrigantes.

—Señor —intervino el Líder de los Evocadores—. Aún nos queda por decidir sobre...

El eco de la madera siendo golpeada por unos nerviosos nudillos inundó la sala de

reuniones. Era altamente inusual que se interrumpiera a la Junta Directiva, y menos aún

cuando estaba reunida al completo. Los reunidos callaron al instante y, sin que nadie

llegase a tocar el pomo, la puerta se abrió con ligereza y un silencio aterrador. Al otro

lado se encontraba un enclenque mago, que hacía las funciones de mensajero y ayudante

del Archirector, intentando disimular el temblor de sus rodillas.

—¿Por qué se nos interrumpe? —preguntó con autoridad el Director de Estudios.

—Un mensaje... —consiguió vocalizar con dificultad—. De la ciudad.