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Yván Balabarca Cárdenas BRSP, MSP.
BREVE RESEÑA BIOGRAFICA DE ELENA DE WHITE
El cómo se casó Elena Harmon con Jaime White es un asunto desconocido para
muchos, ya que es dado por hecho nada más, y es que aun ella misma no ventiló mucho el
tema porque en el contexto de la sociedad de su tiempo, ella era muy joven para pensar en
casamiento: era extremadamente delicada y frágil de salud, sin una preparación completa
para ser ama de casa.1
Por este tiempo (1845) Elena Harmon ya era reconocida como profetisa y mensajera
del Señor. Muchos, sin embargo, dudaban. Entonces surgió una onda de fanatismo en una
ciudad cercana (Orlington). Esto perjudicaba el trabajo misionero. Pronto Elena fue
invitada para aclarar los problemas de la zona. En esa reunión estuvo un ex pastor de la
Conexión Cristiana, llamado Jaime White. El quedó impresionado con el testimonio y la
autoridad de ella.2
Sin embargo, Jaime era consciente de que Elena era la mensajera contemporánea de
Dios y necesitaba viajar rápidamente para dar el mensaje y al ser consciente de que viajar
era peligros y demandaba esfuerzo físico ya que era en ferrocarril, bote, coches de caballos
y Elena era de frágil salud, además que la cultura de la época desaprobaba los viajes de una
jovencita sola, entonces él decidió acompañarlas, a Elena con su hermana y otras personas,
pero ya la madre de Elena le escribió pidiéndole que retornara a casa ya que falsos reportes
estaban llegando acerca de ella. La obra de predicación estaba en peligro. Jaime decidió que
Elena necesitaba un protector legal que se uniera a sus labores. Su admiración por su
misión y carácter cristiano. Él le dijo a Elena: “Debes seguir tu camino y dejarme ir o
1 Sesostris Cesar Sousa, “El casamiento de Elena de White”, Revista Adventista,
agosto de 1990, 26, 27.
2 Ibid.
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debemos ser esposos”. Jaime sentía que Dios los había guiado a ese punto. Luego de
comunicar a otros su decisión, el domingo 30 de agosto de 1846, Jaime de 25 y Elena de 18
contrajeron matrimonio por un juez de paz de Portland Maine. Jaime medía 1.82 metros y
Elena 1.58.3
El descubrir que Elena se casó causó sorpresa a más de uno. Además, la creencia era
que no se debían casar porque era negar la pronta venida de Cristo.4
A pesar de todo, el matrimonio de Jaime y Elena fue una unidad de amor y aprecio
en que cada uno hizo lo que pudo para ayudar y confortar al otro, pero como todo
matrimonio humano, también pasaron dificultades de relacionamiento. En algunas
oportunidades Elena extrañaba a su esposo por estar él ocupada en las tareas misioneras.
Pero cuando estaban juntos luego de alguna gira misionera separados, ella sentía el confort
de la compañía de su esposo.5
3 Gerald Wheeler, James White: innovator and overcomer (USA: Review and
Herald Pub. Assoc, 2003, 40, 41.
4 Herbert Douglas, Mensajera del Señor (Buenos Aires: ACES, 2000), 52.
5 George R. Knight, Walking with Ellen White: the human interest story (USA:
Review and Herald Pub. Assoc), 70, 71.
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La salud de Elena no fue de las mejores en sus primeras décadas de vida, aún, en el
primer año de matrimonio sufría de desmayos, producto de su precaria salud.6
Así, en agosto de 1846 la unión matrimonial de los White se inició y duró durante
35 años, en los que se vincularon estrechamente, hasta la muerte de Jaime ocurrida el 6 de
agosto de 1881. El talento de administrador y organizador de Jaime con la fuerza de la
dirección de Dios a través del ministerio de su esposa, hicieron que se iniciara el sistema de
publicaciones en 1849 y 1850, hacia 1860 se desarrollaría un sano sistema financiero. En
1863 se organizó la Asociación General y en 1865 la obra médica. La obra educativa se
desarrolló poco después de 1870. En 1868 se comenzó la práctica de los congresos anuales
y en 1874 la IASD envió a su primer misionero al extranjero. En todo esto, la pareja de
siervos de Dios estuvieron y unidos y tuvieron una participación destacada y gravitante.7
Contemplemos el trabajo en equipo de los esposo White en esta cita:
“Antes de que dispusiéramos de sanatorio alguno, mi esposo y yo comenzamos la
obra de carácter médico. Traíamos a nuestra casa enfermos que habían sido desahuciados
por los médicos. Cuando no sabíamos qué hacer por ellos, orábamos a Dios muy
fervientemente y él siempre envió su bendición. El es el poderoso Sanador y trabajó con
nosotros. Nunca tuvimos tiempo ni oportunidad de seguir un curso médico, pero tuvimos
éxito al avanzar con el temor de Dios y buscarlo en procura de sabiduría en cada paso. Esto
nos dio valor en él Señor.
Así combinábamos la oración y el trabajo. Usábamos los sencillos tratamientos con
agua y luego tratábamos de que los pacientes fijaran la mirada en el gran Sanador. Les
decíamos lo que podíamos hacer por ellos. Si podemos inspirar a los pacientes con
6 Gerald Wheeler, James White: innovator and overcomer (USA: Review and
Herald Pub. Assoc, 2003, 40, 41.
7 Elena G. de White, Joyas de los testimonios: consejos para la iglesia:
seleccionados de los testimonios, t. 1 (Mountain View, Calif: Publicaciones
Interamericanas, Pacific Press, 1971), 16.
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esperanza, esto es grandemente para ventaja de ellos. Deseamos que todos los que tienen
alguna parte que realizar en nuestros sanatorios, se aferren firmemente del poder del
Infinito. Creemos en él y en el poder de su palabra. Cuando hacemos lo mejor que
podemos para la curación de los enfermos, entonces podemos buscarlo para que esté con
nosotros, para que podamos ver su salvación. Ponemos una confianza demasiado pequeña
en el poder de la mano que rige al mundo”8
El amor entre los esposos White era total y se manifestó aún más durante los
procesos de enfermedad que les tocó vivir.
“Una mañana, mientras dábamos nuestro paseo habitual antes del desayuno,
entramos en la huerta del hermano Lunt, y mientras mi esposo trataba de abrir una mazorca
de maíz oí un extraño ruido. Rápidamente miré a mi esposo y noté que su cara estaba toda
enrojecida y su brazo derecho colgaba como muerto. El trataba de levantar su brazo, pero
sin resultado alguno: los músculos no respondían.
Lo ayudé a entrar en la casa, pero no pudo hablarme hasta que una vez dentro me
dijo en forma ininteligible: "Ora, ora". Doblamos nuestras rodillas y elevamos
fervientemente nuestras súplicas a Dios que siempre había estado a nuestro lado en
momentos de prueba. Al poco rato mi esposo balbuceó algunas palabras de alabanza y
gratitud a Dios porque al fin pudo mover su brazo. El movimiento de la mano le fue
restituido, aunque no totalmente.
Mi esposo y yo sentimos la necesidad de acercarnos más a Dios, y habiéndonos
acercado a él, mediante confesión y oración, tuvimos la bendecida seguridad de que él se
acercó a nosotros. Aquellos momentos de comunión con Dios fueron realmente preciosos,
extraordinariamente preciosos.
8 Elena G. de White, El ministerio de la bondad: instrucciones para la obra de
asistencia social (Buenos Aires: Casa Editora Sudamericana, 1963), 343, 344.
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Las primeras cinco semanas de nuestra aflicción las pasamos en nuestro propio
hogar. En su sabiduría nuestro Padre celestial no consideró apropiado devolver
inmediatamente la salud a mi esposo en respuesta a nuestras fervientes oraciones, si bien
nos parecía sentirlo gloriosamente cerca de nosotros, sosteniéndonos y consolándonos
mediante su Santo Espíritu”.9 Esto ocurrió en 1865.
En cuanto a sus hijos y su rol como madre, pues tenemos una extensa porción de los
consejos de Elena de White a la iglesia en los libro El Hogar Adventista y Conducción del
Niño, que son compilaciones de sus diarios, manuscritos y sermones.
El 26 de agosto de 1847 nació su primer hijo llamado Henry Nichols, también
conocido como el dulce cantor de los White.
Entre el 20 y el 24 de abril de 1848 asistió al primer congreso de los adventistas
guardadores del sábado en Rocky Hill, Connecticut.
El 28 de julio de 1849 nació su segundo hijo, James Edson.
Entre el 21 de julio y el 9 de junio de 1851 se publicó el primer libro de Elena de
White titulado “Un bosquejo de la experiencia cristiana y visiones de Elena G. De White”.
Este panfleto no tuvo más de 64 páginas pero fue el inicio de una fructífera labor
publicadora.
El sábado 4 de julio de 1854 se inició una de las experiencias más significativas en
la vida de los pioneros adventistas y de Elena, y fue el inicio de la evangelización
adventista con carpas. Esta primera carpa fue erigida por Loughborough y Jaime White en
la calle Van Buren de Battle Creek.
El 29 de agosto de 1854 nació su tercer hijo, llamado William Clarence.
9 Elena G. de White, Notas biográficas de Elena G. de White: narración
autobiográfica hasta 1881 y resumen de su vida posterior basado en fuentes originales
(Mountain View, Calif: Publicaciones Interamericanas, 1981), 186, 187.
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A los 34 años de edad, Jaime White era el propietario, agente financiero y el
director de la Review, esto el año 1855. El Señor le reveló a Elena que los que llevaban el
peso de la Review debían delegarlo para que mejorara su salud.10
“La Oficina” como se la
llamaba a la Review pasó a manos de los hermanos de Vermont, Michigan. Luego, el 10 de
abril de 1857 el congreso de la iglesia votó el comprar una prensa mecánica para la revista,
la que se adquirió en Boston por menos de 2500 dólares.
En 1850 la iglesia tenía 200 miembros y para 1852 ya eran 2000 miembros. Esto fue
una bendición pero también acarreó una serie de problemas. Primero, no había forma de
certificar el clero. Segundo, no había forma de repartir fondos para manutención a los
pastores. No había ninguna organización legal para contar con propiedades.
Se hizo necesario organizar la iglesia, ya que no había manera de certificar tampoco
que hermanos estaban en regla y quiénes no.
Para 1853, Jaime White estaba emprendiendo una cruzada para organizar la iglesia,
atacando a quienes afirmaban que la organización era equivalente a Babilonia. Tendrían
que pasar 10 años para que la organización se hiciera realidad.
En diciembre de 1855 se publicó el primer tomo de Testimonios para la iglesia en
un folleto de 16 páginas.
Para 1856 la organización atravesó su primera crisis. Varios pastores se retiraron
por agotamiento. Uno de ellos fue J. N. Andrews, quien se dedicó a ayudar en una tienda de
vivieres en Wawcon, Iowa. Otro ministro que llegó allá fue Loughborough. Ese lugar se
estaba convirtiendo en el centro de los adventistas apáticos. Los White visitaron ese lugar y
reanimaron a sus hermanos quienes empezaron a recibir cierto sustento.
El 14 de marzo de 1858 Elena tuvo la visión del “El Gran Conflicto”, en Lovett´s
Grove, Ohio. En 1858 Jaime White ya apoyaba el surgimiento de iniciativas educativas
organizadas para los hijos de los hermanos en la fe, pero luego de cerrar dos veces los
10 Mensajes Selectos, tomo 3, 1855.
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programas por falta de apoyo financiero, estaba desanimándose. Comenzó a considerar la
educación de los jóvenes de la iglesia a través de otros medios.
No hay posibilidad de que ataques complejo-parciales puedan explicar las visiones
de la Sra. White o su papel en el desarrollo de la IASD.11
Estando embarazada de su tercer hijo, en 1854 Elena de White narra un incidente
con su salud:
“En el invierno y la primavera yo sufrí mucho de un mal del corazón. Me era difícil
respirar mientras estaba acostada, y no podía dormir a menos que estuviera en una posición
casi sentada. En el párpado de mi ojo izquierdo tenía una inflamación que parecía ser
cáncer. Había estado creciendo constantemente por más de un año, hasta llegar a ser muy
dolorosa, y me afectaba la visión.
Un célebre médico que daba consejos gratuitos visitó Rochester, y yo decidí pedirle
que me examinara el ojo. El pensó que el crecimiento pudiera ser cáncer. Pero al tomarme
el pulso dijo: "Usted está muy enferma, y morirá de apoplejía antes que ese crecimiento se
abra. Está en una condición peligrosa por su enfermedad del corazón". Esto no me alarmó
porque estaba consciente de que a menos que viniera un alivio rápido estaba destinada a la
tumba. Otras dos mujeres que habían venido para recibir consejo padecían de la misma
enfermedad. El médico afirmó que yo estaba en una condición más peligrosa que
cualquiera de ellas, y que no pasarían más de tres semanas antes que me viera afligida de
parálisis.
Después de unas tres semanas desfallecí y caí al suelo, y permanecí casi
inconsciente durante 36 horas. Se temió que muriera, pero en respuesta a la oración, reviví.
Una semana más tarde recibí un shock en mi costado derecho. Tuve una sensación extraña
de frialdad e insensibilidad en la cabeza, y fuerte dolor en las sienes. Mi lengua parecía
11
R. W. Olson, “Phisicians say Ellen White´s visions not result of epilepsy”,
Adventist Review, 16 de agosto de 1984, 4.
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pesada y entumecida; no podía hablar con claridad. Mi brazo izquierdo y mi costado
estaban paralizados.
Los hermanos y hermanas se reunieron para hacer de mi caso un motivo especial de
oración. Recibí la bendición de Dios, y tuve la seguridad de que él me amaba; pero el dolor
continuó, y seguí debilitando hora tras hora. De nuevo los hermanos y hermanas se
reunieron para presentar mi caso al Señor. Yo esta tan débil que no podía orar en voz alta.
Mi aspecto parecía debilitar la fe de los que me rodeaban. Entonces las promesas de Dios
me fueron presentadas como nunca las había visto hasta entonces. Me parecía que Satanás
se estaba esforzando por arrancarme del la de mi esposo y de mis hijos para enviarme a la
tumba, y estas preguntas surgían en mi mente: ¿Puedes tú creer en la directa promesa de
Dios? ¿Puedes caminar por fe, cualesquiera sean las apariencias? La fe revivió. Yo le
susurré a mi esposo: "Creo que me recuperaré". El contestó: "Ojalá yo pudiera creerlo". Me
dormí esa noche sin alivio y, sin embargo, descansando con firme confianza en la promesa
de Dios. No podía dormir, pero continué mi oración silenciosa. Precisamente antes de que
rompiera el alba me quedé dormida.
Me desperté a la salida del sol, perfectamente liberada del dolor. ¡Oh, qué cambio!
Me parecía que un ángel de Dios me había tocado mientras dormía. La presión que sentía
sobre el corazón había desaparecido, y me sentía muy feliz. Estaba llena de gratitud. La
alabanza a Dios estaba en mis labios. Desperté a mi esposo y le relaté la obra maravillosa
que el Señor había hecho por mí. Al principio él apenas pudo comprenderlo; pero cuando
me levanté y me vestí y caminé por la casa, él pudo alabar a Dios conmigo. Mi ojo
enfermo dejó de dolerme. En unos pocos días la hinchazón desapareció y mi visión fue
totalmente restaurada. La obra fue completa.
De nuevo fui a ver al médico, y tan pronto como él me tomó el pulso dijo: "Señora,
un cambio completo ha ocurrido en su sistema; pero las dos mujeres que me visitaron para
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pedir consejo cuando usted estuvo la última vez, ambas han muerto". Después de salir, el
médico le dijo a una de mis amistades: "Su caso es un misterio. No lo entiendo".12
La vida de Elena de White fue una vida, no lo sabemos por qué, de constante
conflicto con la enfermedad y la muerte, sin embargo, nos queda el ejemplo de una mujer
que a pesar del dolor físico, siguió trabajando por la salvación de las almas.
En 1859, en Battle Creek un grupo de estudio liderado por Andrews confeccionó un
plan de dadivosidad sistemática que pronto se conocería como “La hermana Betsy”, que
incentivó a donar a todos los miembros de la iglesia de entre 5 y 25 centavos semanales, los
varones y entre dos a 10 centavos las mujeres. Ambos grupos eran valuados de uno a cinco
centavos por semana por cada 100 dólares de valor de sus propiedades.
Si bien la hermana Betsy era un plan totalmente diferente al plan de benevolencia
sistemática que los adventistas asumirían en 1870, fue un buen plan para ayudar y dar
solidez a la iglesia naciente. El plan contó con el apoyo de Elena quien lo vinculó muy
pronto al diezmo. Desde el 3 al 6 de junio de 1859 se desarrolló un congreso donde se
presentó el plan de la Benevolencia Sistemática, pero Elena no asistió por problemas de
salud y desanimo. Luego de mucha oración por parte de los pastores Andrews y
Loughborough ella fue arrebatada en visión y sus cargas desaparecieron. El Señor le mostró
que el diablo quería desanimarla y que la obra de la benevolencia sistemática agradaba al
Señor. Todos debían compartir en esta obra.13
12
Elena G. de White, Notas biográficas de Elena G. de White: narración
autobiográfica hasta 1881 y resumen de su vida posterior basado en fuentes originales
(Mountain View, Calif: Publicaciones Interamericanas, 1981), 165, 167.
13 Elena G. de White, Testimonies, t. 1 (Nampa, Idaho: Pacific Press, 2002), 185,
186.
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El miércoles 17 de agosto los White partieron por tren al este para visitar a los
hermanos. Viajaron 3200 kilómetros, predicaron cincuenta veces y llevaron material
impreso logran reunir 1000 dólares. Luego de ese viaje regresaron con mejor salud.14
El 20 de setiembre de 1860 nació su cuarto hijo a quien llamaron John Herbert.
Del 28 de setiembre al 1 de octubre de 1860 se desarrolló la “batalla por la
organización”. En ese congreso, a pesar de los argumentos “babilónicos” se adoptó el
nombre de “Adventistas del Séptimo Día”.
El 14 de diciembre de 1860 falleció John Herbert a los tres meses de edad. “En 1860
la muerte tocó a nuestra puerta y desgajó la más nueva rama de nuestro árbol familiar. El
pequeño Herbert, que había nacido el 20 de septiembre de 1860, falleció el 14 de diciembre
de ese mismo año. Nadie que no haya perdido un hijo pequeño que era una promesa podrá
comprender cómo sangraron nuestros corazones cuando esa tierna rama fue quebrada”.15
El 3 de mayo de 1861 se organizó la Asociación Publicadora Adventista del
Séptimo Día siendo su presidente el pastor Jaime White. El director de la Review and
Herald fue Jaime White y la Youth Instructor fue G. W. Amadon.
El 8 de octubre, Battle Creek toma la iniciativa y en su congreso se organizó la
Asociación de Michigan, ejemplo que fue seguido por varios otros estados.
El 20 de mayo de 1863, veinte pastores y laicos se reunieron en Battle Creek. En
este congreso se organizó la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día y fue
elegido el primer presidente John Byinton, Uriah Smith como secretario y E. S. Walker
como tesorero. Tanto J. N. Andrews como G. W. Amadon se unirían al presidente para
formar un comité ejecutivo.
14 RH, 6 de diciembre de 1859.
15 Elena G. de White,
hasta 1881 y resumen de su vida posterior basado en fuentes originales
(Mountain View, Calif: Publicaciones Interamericanas, 1981), 182, 183.
Yván Balabarca Cárdenas BRSP, MSP.
El 6 de junio de 1863, en Otsego, Michigan, Elena de White tuvo una visión donde
el Señor le reveló su voluntad sobre la salud. Los White se hospedaron en la casa de los
Hillard. En la mañana de aquel sábado, se le pidió a la hermana White que orara. Cuando lo
hizo, su voz cambio y exclamó: “Gloria a Dios”. “Vi que ahora debemos tener especial
cuidado de la salud que Dios nos ha dado, pues nuestra obra no está terminada todavía.
Nuestro testimonio debe ser dado y debe tener influencia. Vi que yo había invertido
demasiado tiempo y esfuerzo en coser y atender las visitas. Vi que los cuidados de la casa
deben ser puestos a un lado. La preparación de la indumentaria es una trampa; otros pueden
hacerlo. Dios no me ha dado fuerza para tal trabajo. Debemos preservar nuestra fuerza para
trabajar por su causa, y presentar nuestro testimonio cuando éste se necesite. Vi que
debemos ser cuidadosos con nuestra fuerza, y no tomar sobre nosotros cargas que otros
pueden y deben llevar”.16
El 8 de diciembre de 1863 falleció el hijo mayor de Elena, Henry Nichols en
Topsham, Maine. “Y luego, cuando nuestro noble hijo Enrique falleció,* a la edad de 16
años; cuando nuestro dulce cantor fue llevado a la tumba y ya no pudimos escuchar más sus
canciones en la mañana, nuestro hogar quedó muy solitario. Ambos padres y los dos hijos
que quedaron, sentimos el golpe intensamente. Pero Dios nos consoló en medio de nuestra
aflicción, y con fe y valor continuamos adelante con la obra que él nos había asignado,
abrigando la luminosa esperanza de que un día, en ese mundo donde no habrá más muerte
ni dolor, nos encontraremos con nuestros queridos hijos que nos fueron arrebatados por la
muerte”.17
En setiembre de 1864, los White visitaron la institución de salud de Dansville,
condado de Livingston, Nueva York, llamada “Nuestro Hogar” con el objetivo de conocer
los tipos de tratamiento naturales para los enfermos. El jefe de este sanatorio era el Dr.
16 Elena G. de White, Mensajes selectos (Mountain View, Calif: Publicaciones
Interamericanas, 1967), 317, 318,
17 Elena G. de White,
1881 y resumen de su vida posterior basado en fuentes originales
(Mountain View, Calif: Publicaciones Interamericanas, 1981), 182, 183.
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James C. Jackson. Allí trabajaba un médico adventista, Horatio s. Lay. Pronto la iglesia
lanzó la revista mensual “Health Reformer”.
El 16 de agosto de 1865, el pastor Jaime White a los 44 años, sufrió un ataque de
parálisis. Estando en la casa de los Lunt, luego de una agobiante agenda, mientras recogia
mazorcas de maiz, el brazo derecho cayó y el pastor tambaleó pero no se desplomó. Su
esposa lo ayudó a llegar a la casa y el pastor les dijo “oren”. Durante cinco semana Elena
cuidó de él y luego lo llevaron a Dansville donde permaneció por tres meses, luego de los
cuales Elena lo llevó a su hogar en Battle Creek, y luego a la casa de la familia Root, donde
luego de trabajo saludable, Jaime recobró su salud. Luego en Greenville halló total alivio.
Luego de muchos llamados a la obra, el 5 de setiembre de 1866 se inauguró el
Instituto Occidental de Reforma pro salud, anterior al Sanatorio de Battle Creek. El año
siguiente, los White compraron una granja en Greenville y construyeron una casa para vivir
y dedicarse a tareas agrícolas.
El 28 de julio de 1870 se casó su segundo hijo, Jaime Edson a los 21 años de edad.
Y en aquel mismo año se publico el tomo 1 de The Spirit of Prophecy, predecesor del
Patriarcas y Profetas.
En enero de 1872, Elena de White tuvo una visión detallada acerca de los
principios de la educación. Aunque muchos consejos eran para los padres, que debían
educar a sus hijos hasta los 8 o 10 años antes de enviarlos a una institución, ella añadía
elementos de educación del cuerpo, la mente, la moral y el espíritu. entre julio y setiembre
Elena se dedicó a descansar y escribir en una casa de las Montañas Rocallosas, camino a
California.
En 1873 la Asociación General toma el voto de formar una escuela denominacional
con la perspectiva del nivel superior.
Uno de los primeros reveses humanos del plan educativo fue el desprecio del
consejo inspirado de un lugar amplio para desarrollar actividades agrícolas. Teniendo en
planes la compra de un terreno de 20 hectáreas al extremo de Battle Creek, la junta de la
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Asociación General compró un terreno de cinco hectáreas cerca de las oficinas de la Review
y del Instituto de Salud.
Al enterarse en California de lo sucedido, Elena de White agachó la cabeza y lloró.
Entre 1873 y 1874 asistió a los congresos anuales y dividió su tiempo entre Battle
Creek y California.
En 1874 un año después de que Jaime hubiera propuesto un presupuesto inicial a la
Asociación General, esta misma votó que J. N. Andrews fuera a Europa tan pronto como
sea posible.
Junto con sus hijos y el hermano Adhémar Vuilleumier salieron rumbo a Europa.
Pararon en Inglaterra y Escocia para visitar a los hermanos Bautistas del Séptimo Día, para
luego ser recibidos con alegría por los hermanos de Suiza. Andrews era el hombre mejor
calificado para esta tarea.
Cuando el pastor Haskell fue elegido presidente de la Asociación de Nueva
Inglaterra, lo primero que hizo fue organizar la Sociedad Misionera y de Tratados de Nueva
Inglaterra con la meta de establecer grupos como la Sociedad Misionera Vigilante en cada
iglesia.
Jaime White observó el éxito del plan y promovió las sociedades misioneras en toda
la denominación llegando a publicar en 1874 la revista The True Missionary para promover
los intereses de las sociedades misioneras.
El 3 de enero de 1875 participó de la dedicación del colegio de Battle Creek. En esta
época tuvo su visión sobre las editoriales en otros países.
El 11 de febrero de 1876, William Clarence, administrador de la Pacific Press se
casó.
En 1877 se abrió la Escuela de Higiene del sanatorio para formar misioneros de
salud para la iglesia.
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En 1877 publicó The Spirit of Prophecy, tomo 2, predecesor al Deseado de Todas
las Gentes, y en 1878 publicó el tomo 3, predecesor de la última parte del Deseado de
todas las Gentes y los hechos de los apóstoles.
El 1 de agosto de 1881 cae enfermo Jaime White y el 6 descansa en el Señor. El 13
habló diez minutos durante el funeral de su esposo.
No puedo entrar en detalles acerca de la enfermedad de mi esposo. Van
a encontrar impreso el informe correspondiente. Se me dijo que no estaba muy
bien. El doctor me dijo que me haría bien verlo. Me llevaron a su habitación, y
en cuanto lo vi dije: "¡Mi esposo se muere!" Su rostro manifestaba el
inconfundible signo de la muerte. ¡Oh, qué mal me sentí! Me arrodillé junto a
su cama. Oré fervorosamente implorando que no muriera. . .
Me quedé con él toda la noche, y al día siguiente al mediodía tuvo un
escalofrío, y de allí en adelante ya no sintió nada más. Sencillamente se durmió,
sin dolor, sin sufrimiento, con la gracia de un niño, y exhaló su último suspiro. .
. Telegrafiamos a Guillermo y a María para que vinieran. . . Llegaron una
semana después de su muerte; también vino Juan White [el hermano de Jaime
White, pastor metodista].
Juan White dijo: "Elena, siento mucho verte tan débil. Vas a tener una
prueba muy dura mañana en el funeral. Dios te ayude, querida hermana, en esta
ocasión". Yo le dije: "Hermano Juan, tú no me conoces. Mientras más dura sea
la prueba, más fortaleza tendré. No me voy a entregar a explosiones de pesar si
mi corazón se quebranta. Sirvo a Dios no por impulso, sino inteligentemente. . .
El espera de mí una sumisión completa e inconmovible. El pesar indebido le
desagrada. He tomado mi cruz y voy a seguir al Señor plenamente. No me voy
a abandonar al pesar. No me voy a entregar a un estado de morbidez y
melancolía. No me voy a quejar de las providencias de Dios, ni voy a
murmurar. Jesús es mi Salvador. El vive. Nunca me dejará ni me abandonará".
[Al día siguiente] después que [Urías] Smith hubo terminado su oración
fúnebre, yo deseé ardientemente decir algo para que todos supieran que tenía la
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esperanza cristiana y que ella me estaba sosteniendo en esta hora de aflicción,
pero temí que no me iba a ser posible mantenerme en pie. Finalmente decidí
hacer la prueba y el Señor me sostuvo. El doctor [J. H. Kellogg] estaba junto a
mí para "sostenerme", según dijo, en caso de que cayera. . . pero dije con
claridad todo lo que tenía que decir. . .
Me sentí agradecida a Dios de que no me haya dejado buscar consuelo
en la amistad del mundo (Carta 9, del 20 de octubre de 1881, dirigida a "Mis
queridos hermanos").
Otra fuente que registra el mismo evento:
El lunes siguiente comenzó a sufrir severos escalofríos, y al día
siguiente también yo fui atacada. Fuimos llevados juntos al sanatorio para
recibir tratamiento. El médico entonces me informó que mi esposo tenía la
tendencia a dormirse y que estaba en peligro. En seguida me llevaron a su
cuarto, y tan pronto como observé su rostro me di cuenta de que se estaba
muriendo. Traté de despertarlo. El entendía todo lo que se le decía, y
respondía a todas las preguntas que podían ser contestadas con sí o con no,
pero parecía que era imposible que pudiera decir nada más. Cuando le dije
que yo creía que se estaba muriendo, no manifestó ninguna sorpresa. Le
pregunté si Jesús era precioso para él. Dijo: "Sí, oh sí". "¿No tienes deseos de
vivir?", le pregunté entonces, El contestó: "No". Entonces nos arrodillamos
junto a su cama, y oramos por él. Una expresión de paz descansaba en su
rostro. Le dije: "Jesús te ama. Debajo de ti están sus brazos eternos".
Contestó: "Sí, sí".
El Hno. Smith y otros hermanos oraron entonces en torno a su cama, y
se retiraron para pasar gran parte de la noche en oración. Mi esposo dijo que
no sentía ningún dolor; pero evidentemente estaba decayendo con rapidez. El
Dr. Kellogg y sus ayudantes hicieron todo lo que estaba a su alcance para
arrebatarlo de la muerte. Revivió con lentitud, pero continuó muy débil.
Yván Balabarca Cárdenas BRSP, MSP.
A la mañana siguiente pareció revivir débilmente pero cerca del
mediodía tuvo unos escalofríos que lo dejaron inconsciente. A las cinco de la
tarde del sábado 6 de agosto de 1881, en forma reposada, exhaló último
suspiro, sin lucha ni gemido alguno.
El choque de la muerte de mi esposo tan repentino, tan inesperado
cayó encima de mí como peso aplastador. En mi condición débil había
reunido todas mis fuerzas para permanecer junto a su cama hasta el final; pero
cuando vi sus ojos cerrados de muerte, la naturaleza exhausta cedió y quedé
completamente postrada. Por algún tiempo estuve oscilando entre la vida y la
muerte. La llama vital ardía en forma tan baja que un soplo podía extinguirla.
De noche mi pulso se debilitaba; y respiraba en forma más y débil hasta que
mi respiración parecía cesar. Sólo la bendición de Dios y los cuidados
ininterrumpidos del médico y sus ayudantes mi vida fue preservada.
Aunque no me había levantado de mi lecho de enferma después de la
muerte de mi esposo, fui llevada al Tabernáculo el sábado siguiente para
asistir a su funeral. Al final del sermón sentí mi deber de testificar del valor
de la esperanza cristiana en la hora de dolor y aflicción. Al levantarme, me
fueron dadas fuerzas, y hablé unos diez minutos, exaltando la misericordia y
el amor de Dios ante aquella nutrida asamblea. Al final del servicio seguí a
mi esposo al cementerio de Oak Hill, donde fue puesto a descansar hasta la
mañana de la resurrección.
Mi fuerza física había sido postrada por el golpe, y sin embargo el
poder de la gracia divina me sostuvo en mi gran aflicción. Cuando vi a mi
esposo exhalar el último suspiro, sentí que Jesús era más precioso para mí que
en ningún momento anterior de mi vida. Cuando estaba de pie junto a mi
primogénito, y le cerré los ojos, pude decir: "El Señor dio, el Señor quitó; sea
el nombre de Jehová bendito". Y sentí entonces que tenía un consolador en
Jesús. Y cuando mi último hijo fue arrebatado de mis brazos, y no podía ver
más su cabecita, sobre la almohada a mi lado, pude decir: "El Señor dio, el
Señor quitó; sea el nombre de Jehová bendito". Y cuando aquel sobre el cual
Yván Balabarca Cárdenas BRSP, MSP.
se habían apoyado mis grandes afectos, aquel con quien había trabajado por
35 años, me fue arrebatado, pude poner mis manos sobre sus ojos y decir: "Te
encomiendo mi tesoro, oh Señor, hasta la mañana de la resurrección". (Notas
biográficas de Elena G. de White. Págs. 278, 280).
El gran guerrero, el compañero y amigo de Elena de White, descansó.
En el año 1882 publicó el libro Primeros Escritos, uniendo tres libros anteriores y
completándolos. en 1882, en los campestres, Elena de White invitaba a las audiencias a
buscar la justica de Cristo y desechar nuestra propia justicia humana. Pero no fue
escuchada.
En 1883 se abrió la escuela de enfermeras del Sanatorio de Battle Creek, gracias al
apoyo de la Dra. Kate Lindsay.
Aunque la Escuela de Higiene del sanatorio se cerró a los pocos años
Fue en el año 1884 que tuvo su última visión registrada en el congreso anual de
Portland, Oregon. Además publicó The Spirit of Prophesy, tomo 4, predecesor de el
Conflicto de los Siglos.
Entre junio y septiembre de 1885 Elena partió a Europa donde desarrolló un
ministerio fructífero y de aliento a los hermanos.
Entre octubre y noviembre de 1888 asistió al congreso de la Asociación General en
Minneapolis.
En 1889 publico el como 5 de Testimonies. El Dr. Kellogg reabrió la Escuela de
Higiene del sanatorio como la Escuela Preparatoria de Misionero Médicos del Sanatorio y
operó durante una década. En 1891 inició la publicación del periódico Good Health and
The Medical Missionary como la voz de la Asociación de Salud y Temperancia.
En 1890 publicó Patriarcas y Profetas.
En 1891, el 12 de setiembre, zarpó a Australia, vía Honolulu, Hawái, y arribó a
Sídney el 8 de diciembre. En sus años de estadía en aquel lugar escribió de manera más
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extensa acerca de la vida de Cristo. Poco después de su arribo se vio afectada de
reumatismo inflamatorio lo que la postró por ocho meses presa de intensos dolores. Pero a
pesar de ello continuó escribiendo.
En junio de 1892 publicó el libro El Camino a Cristo y Obreros Evangélicos.
En el año 1893 permaneció en Nueva Zelandia. Al finalizar el año volvió a
Australia donde se presentaron los planes para construir un colegio permanente en
Australia. En Avondale se demostró que:
1. Era ventajoso tener un campus amplio ubicado en un ambiente rural.
2. La factibilidad de un firme programa de estudio y trabajo.
3. El valor de la industria de la escuela como fuente de trabajo de los
alumnos.
4. La necesidad de tener fondos sistemáticos de ayuda para los alumnos.
5. El éxito que tuvieron los estudiantes en su participación en
programas misioneros y de bienestar en lugar de programas recreativos y de
deportes.
La demostración de la práctica de los consejos de Elena de White en cuanto
educación.
El 23 de mayo de 1894 visitó la zona de Cooranbong y en diciembre de 1895 se
trasladó a su hogar en Sunnyside donde escribió gran parte de El Deseado de Todas las
Gentes.
En 1896 publicó el Discurso Maestro de Jesucristo y en 1898, publicó el Deseado de
Todas las Gentes.
En agosto de 1898 partieron dos grupos de creyentes de Chile al Perú. El mensaje a
Bolivia llegaría en aquellos años.
Entre 1899 y 1900 estimuló la creación del senatorio de Sydney y en 1900 publicó
Palabras de Vida del Gran Maestro.
Yván Balabarca Cárdenas BRSP, MSP.
La noticia recibida de su ángel, que se debía regresar a los Estados Unidos encontró
a una Elena de White con 72 años en 1900. Su casa en Sunny-Side, cerca del colegio de
Avondale era agradable y familiar, pero ella confiaba en su Señor y la bondadosa provisión
para ella.
Cuando llegaron con sus ayudantes y su hijo William al final de su largo viaje por
el océano, buscaron lugares para vivir en Oakland, pero todo fue inútil. Hicieron un viaje
más hacia el sanatorio de Santa Helena a unos 112 kilómetros.
Le informaron la existencia de una propiedad cerca al sanatorio, Elmshaven, con 28
hectáreas. Esta era una tierra muy fértil con árboles de diversos frutos y mucha variedad.
Pronto vendió parte del terreno para una fábrica de alimentos y casas para los obreros de la
clínica, dono una parte para Willy y su familia, otras pequeñas parcelas para sus nietos y
ayudantes, entre otros.
Encima de la cocina prepararon una habitación especial donde ella se retiraba para
escribir a solas y fue un lugar muy especial para ella. Envió traer de Australia a su amigo
Iram James con su esposa y once hijos para ayudarla con la tierra, y también le obsequio
varias hectáreas en herencia.
Yván Balabarca Cárdenas BRSP, MSP.
Sin haberse establecido totalmente, fue invitada al congreso de la Asociación
General de 1901 para tener parte fundamental en el proceso de reorganización de la iglesia.
Al volver a su hogar en Elmshaven se ocupó en la preparación de varios libros importantes
para su publicación.
El 18 de febrero y el 30 de diciembre de 1902 se incendió el Sanatorio de Battle
Creek y la Review and Herald respetivamente. En 1902 el séptimo tomo de los Testimonios
para la Iglesia vio la luz, dos años más tarde el octavo. Entre estos dos tomos se publicó La
Educación como una versión revisada y ampliada del libro La educación Cristiana.
En la sesión de la Asociación General de 1903 el consejo de Elena de White fue
“Trasladaos”. Elena de White quería que las asociaciones surgidas en Battle Creek
desaparecieran.
Una ubicación saludable fue Takoma Park en Washington donde encontraron que
las condiciones eran benéficas para una institución de salud y a un kilómetro y medio lo
necesario para las oficinas de la Review and Herald. Elena de White aconsejaba que los
adventistas nunca más debieran estar anclados a un solo lugar como en Battle Creek.vEn
octubre de 1903 enfrentó la crisis panteísta
En 1905 publicó, el Ministerio de Curación y entre junio y diciembre se
comprometió en la ubicación y comienzo del Sanatorio de Loma Linda. Además realizó
extensas giras por todo Estados Unidos. Durante 1904 y 1905 la Señora White vivió en
Takoma Park para ayudar y aconsejar en el establecimiento de las nuevas oficinas.
Yván Balabarca Cárdenas BRSP, MSP.
Desarrolló diversas giras por varios estados de los Estados Unidos, para luego
dedicarse a preparar más libros los que serían su legado.
En 1907 se conoce con Eduardo Francisco Forga, quien la ayudó en la revisión del
español de sus libros.
En 1909, entre abril y setiembre, viajó a los 81 años a Washington D. C. para asistir
al congreso de la Asociación General, siendo este su último viaje en tren. Apareció el
último tomo de los Testimonios para la Iglesia, luego en 1911 el libro Los Hechos de los
Apóstoles, que se sumarían a los libros El Conflicto de los Siglos (1888), Patriarcas y
Profetas (1890) y el Deseado de Todas las Gentes (1898). El libro Profetas y Reyes estaba
casi listo el día de su muerte.
Yván Balabarca Cárdenas BRSP, MSP.
Elena de White acostumbraba acostarse alrededor de las ocho de la noche para
levantarse a las 2 o 3 de mañana y escribía. Sus ayudantes encontraban varias páginas para
trabajar en la mañana. Hacían una obra de corrección ortográfica, le hacían saber la
presencia de material repetido y sugerían agregar o modificar palabras para que las ideas
fluyeran mejor, pero siempre se le consultaba antes de que se escribiera a máquina para los
archivos.
Williiam C. White
Muchas veces, al releer sus propios libros ella encontraba consuelo y dirección.
Aparentemente ella no entendía completamente lo que escribía. Se deleitaba especialmente
en el Deseado de Todas las Gentes y el Conflicto de los Siglos, y en momentos de duda, se
entregaba al consuelo de la inspiración escrita de sus libros y a escribir más aun.
Ella fue conocida como una mujer seria en temas del reino y en temas del Señor,
pero muy agradable y jovial como persona y amiga.
Elena de White asistió al congreso de 1909, aunque con pocas fuerzas solicitó a
tener una reunión con los pastores. Muchos esperaron con ansias esta reunión,
especialmente los ministros jóvenes. Entonces abrió su Biblia en Juan 3: 1-5, insistiendo en
la necesidad de nacer de nuevo. Algunos días después se puso de pie en la reunión de todos
los delegados y luego de expresar algunas palabras de ánimo y confianza en la dirección de
Dios, levantó la Biblia abierta y les dijo: “Hermanos y hermanas, les encomiendo este
Libro”, puso la Biblia en su sitio, descendió del púlpito y salió del salón.
No pudo asistir a la reunión del Congreso de 1913 pero les envió un mensaje de
confianza y un llamado a la consagración.
Yván Balabarca Cárdenas BRSP, MSP.
En sus últimos años, Elena de White se dedicó menos a escribir, pero más a pasear
por las colinas cercanas. Buscaba a los vecinos para regalarles frutos de su huerto y zumo
de uva. Además enviaba frutas a obreros de diversos lugares.
Fue el 12 de febrero de 1915 que la señora White se sintió bien para caminar con un
poco por el patio y el jardín con Willie que había vuelto recientemente. Al día siguiente,
ella tropezó y cayó al entrar a su estudio. Se había fracturado la cadera izquierda. Los
últimos cinco meses de su vida los paso recostada o en una silla de rueda.
El 16 de julio de 1915 la Sra. White indicó que no estaba preocupada por la idea de
morir y que Jesús era un Amigo precioso. Rodeada por amigos y familiares, ella descansó
en el Señor y sus últimas palabras fueron “Se en quien he creído”.
Al día siguiente había 500 personas al frente de su hogar para dar sus respetos a los
familiares sobrevivientes.
Arthur L. White
Tres años antes de su muerte Elena de White hizo arreglos para la custodia de sus
manuscritos, derechos de autor y ex libris. Pronto la Asociación General formó un equipo
de fideicomisarios conformado por el presidente de la Asociación General F. M. Wilcox,
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editor de la Review and Herald, C. H. Jones, gerente de la Pacific Press, su hijo William
White y Charles C. Crisler un secretario.
A la muerte de Willie White, lo sucedió su hijo Arthur quien se convirtió en el
secretario del Centro de Investigaciones White y su larga vida hasta 1991 lo convirtió en el
eslabón que unió las generaciones de pioneros y las nuevas generaciones. Actualmente hay
11 centros de Investigación White en todo el mundo.
Estos Centros de Investigación, entre sus múltiples funciones, está el de animar a la
iglesia a escudriñar los escritos de Elena de White y a promocionar su ministerio y obra.
Actualmente, las muchas tecnologías han puesto al alcance de todos gran parte de
los escritos de Elena de White, en el idioma inglés, y se anima todos los estudiantes de
nuestros seminarios teológicos a estudiar el inglés como segunda lengua para poder leer y
mejor aun hablar este idioma y familiarizarse con los escritos de la Mensajera del Señor.
UN COMENTARIO
La vida de la Sra. White es un testimonio vivo de cuan eficaz es seguir la dirección
divina para tener salud.
Muchos han achacado a Elena de White una enfermedad llamada ataque apoplético
parcial múltiple y han pretendido demostrar que esa era la fuente de sus visiones, pero nada
más descabellado. El diagnóstico de tal desorden epiléptico es difícil de determinar con los
modernos equipo de electroencefalografía, y más aun luego de muerta la supuesta paciente
¡durante décadas!18
El primero de setiembre de 1983, el Centro White nombre una
comisión para investigar la salud de Elena de White, compuesta por ocho profesores de las
facultades de medicina y enfermería de Loma Linda y un conocido psiquiatra del norte de
California, estos eran los doctores Gy M. Hunt (presidente) profesor de neurología de la
ULL, Charles Anderson de la Cínica de Salud MENTAL DE Lake County, Lake Port,
California, Donald Anderson, profesor asistente de psiquiatría de LLU, Harrison Evans y
Harold Caviness, profesores de psiquiatría, ULL, Albert Hirst, profesor de patología, LLU,
Bernardine Irwin, PhD. En enfermería, ULL, Donald Miller, profesor asociado de
18
Herbert Douglas, Mensajera del Señor (Buenos Aires: ACES, 2000), 62.
Yván Balabarca Cárdenas BRSP, MSP.
neurología y jefe de las secciones de neurología de la ULL, todos miembros de la IASD
menos Kenneth Jordan que es Judío.
Parte de su informe reza así:
“el diagnostico de un desorden que produzca ataque complejo parciales (epilepsia
lóbulo temporal o psicomotora es muchas veces difícil aun con la ayuda de técnicas
modernas como electroencefalografía y grabación en video. Así, el establecimiento de un
diagnóstico retrospectivo de esta naturaleza en un persona que murió hace casi 70n años y
de lo cual no existe ningún registro medico, solo puede ser, en la mejor de las hipótesis,
especulativo, frágil y controvertido”.
No hay evidencias convincentes de que Elena de White sufría de algún tipo de
epilepsia.
Yván Balabarca Cárdenas BRSP, MSP.
COMO LEER LOS ESCRITOS DE ELENA G. DE WHITE
A fin de poder tener una visión más clara de un escrito antiguo hay que tener en
cuenta los siguientes criterios:
Lo que significó en su época y lo que hoy significa
Recuerde que fue escrito en inglés y no en cualquier inglés sino en el
de Norteamérica del siglo XIX.
La forma literaria
El contexto histórico. Hay que saber en qué fecha u año se escribió la
declaración de Elena G. de White y conocer lo más posible de lo que estaba
sucediendo en el entorno histórico de la autora o las situaciones que rodearon la
declaración. Se hace necesario que el lector del Espíritu de Profecía cuide mucho de
estos detalles y se empape de la historia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
Debemos entender cuál fue el criterio que se dejó en el escrito.
o “Los alumnos deben hacer ejercicio vigoroso. Pocos males
deben ser más temidos que la indolencia y la falta de propósito. Sin
embargo, la tendencia de la mayor parte de los deportes atléticos es causa de
preocupación para los que se interesan por el bienestar de la juventud. Los
maestros se sienten turbados al considerar la influencia que tienen estos
deportes, tanto sobre el progreso del estudiante en la escuela, como sobre su
éxito en la vida ulterior. Los juegos que ocupan una parte tan grande de su
tiempo, apartan su mente del estudio. No contribuyen a preparar a la
juventud para la obra práctica y seria de la vida. Su influencia no tiende
hacia el refinamiento, la generosidad, o la verdadera virilidad. Algunas de
las diversiones más populares, como el futbol y el boxeo, se han
transformado en escuelas de brutalidad. Desarrollan las mismas
características que desarrollaban los juegos de la antigua Roma. El amor al
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dominio, al orgullo de la fuerza bruta, la temeraria indiferencia hacia la vida,
ejercen sobre los jóvenes un poder desmoralizador que espanta.” (La
Educación, 206).
o “Vuestras niñas deberían llevar el talle de sus vestidos
perfectamente suelto, y deberían tener un estilo de vestir conveniente,
cómodo y modesto. En tiempo frío deberían llevar pantaloncitos de abrigo
de franela o de algodón que puedan colocarse dentro de las medias. Encima
de éstos deberían llevar pantalones forrados abrigados, que pueden ser
largos, bien abotonados en el tobillo o ceñidos a la pierna hasta el borde del
zapato. Sus vestidos deberían llegar más abajo de las rodillas. Con este estilo
de vestir se necesita una sola falda liviana, o a lo sumo dos, y éstas deberían
ir abotonadas en la cintura. Los zapatos deberían tener suelas gruesas y ser
bien confortables. Con este método de vestir, vuestras hijas no correrán más
peligro al aire libre que vuestros hijos. Y su salud sería mucho mejor si
viviesen más al aire libre, aun en invierno, en vez de estar confinadas en las
habitaciones cerradas y calentadas con estufas”. (Mensajes Selectos, t. II.
536, 537).
El clima y la geografía. El clima y la geografía también pueden
explicar el porqué de algunas declaraciones de Elena.
Tratar de ver lo que significaba en su época para los oyentes en lugar
de buscar lo que significaba hoy. Antes de querer entender lo primero que me viene
a la mente al leer el texto estudiado debemos averiguar que significó el mismo texto
para los oyentes.
El tema dominante es el del Gran Conflicto. Todo lo que escribió la
Mensajera del Señor esta tamizado por el tema de la lucha milenaria entre Cristo y
sus ángeles contra el diablo y sus demonios. Esto le da coherencia a los escritos
inspirados.
Tener la actitud correcta. La humildad y disposición de deponer todo
prejuicio y estar dispuesto a aceptar el consejo inspirado son condiciones
indispensables para alcanzar el éxito en la interpretación de los escritos de Elena G.
de White.
Yván Balabarca Cárdenas BRSP, MSP.
Debiéramos invitar al Espíritu Santo para el estudio. Al igual que la
Biblia, es necesaria la presencia de Dios en el estudio del espíritu de profecía a fin
de poder entender los escritos inspirados.
Recuerde que:
El proceso de revelación e inspiración es total en la vida del profeta, no solo sus
palabras, sino todo su ser.
Fecha de publicación de los libros