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Vida Cotidiana, espacio-temporalidad y Sensibilidades Sociales ISSN 2362-2598 N° 06 MARZO - 2016 Sensibilidades villeras hoy: una búsqueda Adrián Scribano (Dirección) Diego Benegas Loyo Julia Bertone Aldana Boragnio Ana Lucía Cervio Florencia Chahbenderian Andrea Dettano Victoria D’hers Romina del Monaco Juan Ignacio Ferreras Mariela Genovesi Jeanie Herrera Claudia Gabriela Reta Rafael Sánchez Aguirre

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Vida Cotidiana, espacio-temporalidad y Sensibilidades Sociales

ISSN 2362-2598

N° 06

MARZO - 2016

Sensibilidades villeras hoy:

una búsqueda

Adrián Scribano (Dirección)

Diego Benegas Loyo – Julia Bertone – Aldana Boragnio – Ana Lucía Cervio

Florencia Chahbenderian – Andrea Dettano – Victoria D’hers

Romina del Monaco – Juan Ignacio Ferreras – Mariela Genovesi

Jeanie Herrera – Claudia Gabriela Reta – Rafael Sánchez Aguirre

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Documentos de Trabajo del CIES

ISSN 2362-2598

N° 06

MARZO - 2016

Publicación electrónica Trimestral

Director del CIES:

Adrián Scribano

Edición y coordinación general:

Claudia Gandía

Editor responsable:

Estudios Sociológicos Editora Centro de Investigaciones y Estudios Sociológicos [email protected] – www.estudiosociologicos.org

Comité Editorial

Adrián Scribano

Gabriela Vergara

Ana Cervio

Horacio Machado Aráoz

Claudia Gandía

Pedro Lisdero

Los textos publicados en Documentos de Trabajo del CIES son sometidos al referato de evaluadores

internos y externos, a quienes agradecemos su participación.

Diseño de tapa: Romina Baldo

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Documentos de Trabajo del CIES

Documentos de Trabajo del CIES es una publicación electrónica del Centro de Investigaciones y

Estudios Sociológicos, donde las y los investigadores del ámbito de las Ciencias Sociales tienen la

oportunidad de socializar los avances relativos a sus investigaciones como así también las actividades

académicas y científicas en las que participan difundiendo su labor.

Es la intención al generar este espacio que, quienes estamos abocados a la tarea de construir

conocimiento científico desde el Sur, nos encontremos en él para escribir acerca de las indagaciones

realizadas en el marco de las indagaciones individuales y colectivas vinculados a los campos temáticos

propios de las áreas que convocan:

Ambiente y Sociedad, Vida Cotidiana, Espacio-temporalidad y Sensibilidades Sociales, Conflicto

y Estructura Social e Innovaciones Metodológicas.

Constituye esta otra oportunidad para dejar constancia del interés -compartido por muchas y

muchos-, y del convencimiento que una de nuestras tareas es la de difundir las voces de quienes tienen

mucho que decir sobre las realidades sociales, ambientales, cotidianas y sobre los modos de abordarlas

científicamente.

En este sentido los objetivos de esta publicación recuperan las intenciones del CIES de dialogar

e indagar sobre la sociedad desde caminos interdisciplinarios vinculados a la Teoría Social y a formas de

indagación concretas.

Particularmente la creación de este espacio se realiza con el propósito de dar a conocer los

proyectos y líneas de trabajo a la comunidad científica, académica e interesados en las temáticas en estudio

que se desarrollan en dicho Centro.

Centro de Investigaciones y Estudios Sociológicos

Las múltiples y complejas transformaciones que se están evidenciando en el inicio de la segunda

década del siglo XXI en Latinoamérica, el Sur global y el mundo se presentan a todos los científicos

sociales como una fuente de desafíos y preguntas. Por ello, el Centro de Investigaciones y Estudios

Sociológicos (Asociación Civil – Leg. 1842624) es un espacio que se propone compartir, dialogar e

indagar la sociedad -más allá de la adjetivación desde la sociología- desde caminos interdisciplinarios que

giran alrededor de la Teoría Social y las prácticas de indagación concretas.

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DOCUMENTOS DE TRABAJO DEL CIES – ISSN 2362-2598 – Marzo 2016

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Presentación: Esperar sin esperanza

“¿Qué se siente?” Encapsulada en esta pregunta está una dificultad crucial de las ciencias sociales,

especialmente en el abordaje de las sensibilidades ¿Cómo dar cuenta de la sensibilidad del otro? ¿Cómo

atravesar las fronteras sociales que nos separan para poder entender lo que se siente del otro lado? ¿Cómo

contar lo que vemos, dando cuenta de la mirada con la que percibimos? ¿Encontramos sólo lo que

esperamos, deberíamos esperar un tiempo más? Este Documento de Trabajo del CIES sobre “Sensibilidades

Villeras” nos trae momentos de una labor que va registrando parcialidades. Ningún gran mapa que nos

diga “usted está aquí”, más bien recorridos particulares que muestran aspectos específicos. Así, la

indagación por las sensibilidades villeras se acerca en los textos a la pregunta autorreflexiva, que evidencia

el efecto de la resistencia de su esquivo objeto – y la complejidad del trabajo con sus sujetos. Leyendo los

textos se sienten las inquietudes y tensiones de ese encuentro: ¿Cómo informar de un sentir ajeno si no

desde una perspectiva propia? Y en el despliegue de esas preguntas tres hilos recorren los escritos: la

mirada, el borde, la espera.

Los textos arriban a la pregunta por el propio lugar de los sociólogos, de estos sociólogos que

investigan sensibilidades de la villa. “¿Qué le deja a la hija de la vecina una tesina…?”, editorializa la revista

La Garganta Poderosa, y los escritos nos hablan de “dificultades” en sus entrevistas, la gente de la villa no

quiere “ser espectáculo para nosotros”. Los autores muestran los signos de una tensión y con ello

cuestionan su lugar y la ética de la investigación, o de su funcionamiento sobre ese “fetiche académico”

que son los sujetos villeros. Y allí la crítica a ciertas prácticas de la investigación social de las que buscan

diferenciarse, las que denuncia Adrián Scribano (2015) como una especie de “avistaje de pobres”. Pierre

Bourdieu (2002) define a los intelectuales como un sector dominado de la clase dominante. Vemos en

nuestros textos cómo el sociólogo se descubre parte del fenómeno que estudia, ya que los informes

arriban a un punto de duda, preguntándose por “nuestras sensibilidades”. ¿Hasta qué punto somos parte

de ese entramado de sensaciones donde construimos una y otra vez relatos de la villa? ¿Con qué efectos?

¿Por encargo de quién? Pero para ello, los escritos dan cuenta de un borde.

¿Dónde empieza y dónde termina la villa? Podemos leer los textos en clave de las prácticas del

sentir que dan materialidad a este borde. La realidad de esa frontera llega a tener consistencia mediante

ciertas prácticas: de violencia, de distanciamiento y de marginalización. Por ejemplo el forcejeo entre el

intento de erradicarlos y la oposición de los pobladores, intentando radicarse. La “erradicación” intenta

arrancar de raíz, para que no vuelva a crecer – se entiende, la hierba mala. Confrontándola, está la

persistencia en “radicarse”, echar raíces, tener un suelo, ancestros, una historia. Las dos son metáforas

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DOCUMENTOS DE TRABAJO DEL CIES – ISSN 2362-2598 – Marzo 2016

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botánicas si se quiere, pero remiten a usos muy distintos. Un término ubica a los sujetos como “plaga” y

mediante el otro ellos mismos se humanizan. Humanizar y deshumanizar un colectivo de personas. Los

escritos nos traen imágenes de un programa televisivo, Corte Rancho. La gente pasa en colectivos

atravesando la villa, “mirando por el vidrio, como si fuéramos… unos bichos” (66). La idea de plaga sigue

ahí, pero ahora en la mirada.

Nos recuerda aquella imagen de Frantz Fanon (1974), “Mamá, mirá, un negro”. La mirada define

al otro, lo congela. La idea de “bichos” evidencia una lectura de esa mirada: nos miran como una plaga a

erradicar. Las prácticas del mirar comunican, y construyen subjetividades a ambos lados, edifican ese

borde, aquí los lados del vidrio. La mirada encuentra aquello que con temor esperaba. Recibe lo que

anticipaba en esa incursión a lo temido. Esta configuración de relaciones sociales no se inventa

rápidamente. La relación de la ciudad con sus villas está cargada de historia: la historia de la lucha de

clases, de las luchas de la conquista, de la experiencia de la esclavitud, escenas del conflicto sobre quién

define los términos de ese mirar. El encuentro con el otro extranjero repite un guión ya aprendido.

La extranjeridad es central en esta experiencia, por la procedencia migrante de gran parte de la

población, pero también porque ese “afuera interior” que son las villas, resiste constantes intentos de

expulsión a la vez simbólica y concreta. Por un lado, los intentos de negarlos, borrarlos de la historia y

por otro los muchos intentos, muy concretos, de demolición de sus casas, de expulsión de sus cuerpos.

No es casual que gran parte de este Documento aborde la identidad villera: lo discuten pobladores,

legisladores, y otras voces de la sociedad. Si necesitan afirmar que sí existen, que sí están allí, es porque

grandes fuerzas dicen que no están donde están, que no son lo que son, y a manera de una nueva

“conquista del desierto”, en la misma forma imposible de “vaciar el vacío”, se llevan a cabo

“erradicaciones” de terrenos “baldíos”.

Pero el cuerpo resiste, insiste en ocupar un lugar, la materialidad de sus cuerpos está allí. Entonces

la dinámica de la ciudad se las ve con la materia – no con las sensibilidades, ni con las personas, ni con

sus derechos – la materia de sus cuerpos que ocupa un lugar inconveniente. Y allí la semejanza con aquella

fórmula que Mary Douglas (2001) trabaja como “materia fuera de lugar”: lo sucio. Los testimonios dan

cuenta de esto: “No somos la porquería del mundo” concluye el testimonio de la televisión (66). Bichos

y porquería, esto está en la mirada que mira hacia la villa. El borde toma una consistencia a veces muy

concreta. En una novela aquí analizada, la construcción de un muro de cemento promete ocultar imagen

de la villa porque es “desagradable” a los ojos de los demás ciudadanos. Entonces fuera de lugar,

desagradable, palabras que deshumanizan. Pero esto no es un proceso de un solo lado.

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DOCUMENTOS DE TRABAJO DEL CIES – ISSN 2362-2598 – Marzo 2016

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Los sujetos dicen que acá están “mejor que afuera” (63). Y esa expresión habla de una experiencia.

Porque no hay un “mejor” o peor sin un cuerpo que lo determina. Es un “mejor” corporizado. Estos

cuerpos son tratados peor afuera. El borde está hecho de violencias. Violencias sobre el cuerpo y a

propósito de los cuerpos. Y la mirada carga gran parte de esa violencia. Las caras, como pasaportes y

estigmas, aseguran a sus portadores el maltrato en el mundo de afuera, así se siente la “rostrocidad de

clase” (Scribano 2010a).

Ese rostro, donde se lee la clase social, tiene efectos en los demás, y es construido en el juego con

las miradas de los demás. Y entre uno y otro lado de esta mirada aparece el miedo como afecto que une

y separa. El miedo, donde el cuerpo del otro, su presencia, se vivencia como amenaza. Por un lado, la

amenaza que ven las clases medias en estos rostros y por el otro en la amenaza que vivencian los que son

mirados como “bichos”, como “la porquería del mundo”. Pero también, en la amenaza que asumen las

organizaciones villeras, por ejemplo, que se plantean como tarea “salir a pegar con un solo puño” (48),

expresión que denuncia la violencia cotidiana que padecen y a la vez muestra cómo toman una posición

de conflicto habitando justamente el lugar de amenaza. Se van constituyendo, van emergiendo a la

existencia, uno y otro lado de ese borde y juntos le van dando realidad a la frontera. Si allí son colocados,

entonces los villeros habitarán ese lugar. Así llegamos a una agencia de modelos que solicita que los dejen

“trabajar de pobre” (55). ¿Qué implica “trabajar de pobre”? Tal vez sea ocupar activamente el lugar que

es impuesto por fuerza.

Y vemos que ese “ser” está también legislado, como en el día de la identidad villera, ley que

consagra al buen villero: humilde, bueno, solidario, pero sobre todo paciente. Los textos de este Documento

muestran cómo la paciencia, consagrada en ley, marca un punto central en la experiencia villera. Hay que

ser, hay que hacerse paciente para poder esperar, como muestra Scribano (2010b). Y aquí “esperar” no

define una expectativa sino una temporalidad. Como el Bourdieu de las Meditaciones Pascalianas (1997),

preguntándose por la distribución social del tiempo y la espera, estos documentos exploran cómo se

siente el tiempo dentro de la villa. Cómo transcurre, cómo se transita ese devenir entre un pasado en otra

parte, un pasado en disputa, con raíces negadas y siempre a punto de ser “erradicadas” y un futuro sin

esperanza. Los sujetos de la villa, esos “de los que poco se espera” dice la televisión (60). De ellos se

espera poco. Pero ellos esperan. Esperan una espera de tiempo. Porque no parece asomar una espera de

sueños e ilusiones, una espera de esperanza. “No me hago ilusiones” (43), dice uno de los personajes de

la novela de 1957, una obra que describe una pobreza distinta en lo material, con casi pleno empleo y sin

hambre. Corte Rancho le contesta en 2015, no somos desperdicios, nos miran como bichos. Las ilusiones

siguen sin aparecer y parece que ahora se lucha por el carácter de humano.

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DOCUMENTOS DE TRABAJO DEL CIES – ISSN 2362-2598 – Marzo 2016

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Los textos de este Documento de Trabajo muestran resistencias, ofensivas, insistencias,

desplegándose siempre en el eje entre uno y otro lado de una mirada. Son dos polos de una línea, con

muchos reflejos, idas y vueltas, pero siempre en el mismo eje. En efecto se extraña algo, algún elemento

que proponga una salida de ese juego de dos polos. Quizás lo más crudo de estos documentos es que no

aparece. Y sin embargo, uno sigue esperando, quizás por sus propias marcas de clase, que en algún lado

asome la esperanza. Bourdieu comenta que es parte de la ideología de los intelectuales creer que existe la

movilidad social. Tal vez eso es lo que más echamos de menos en nuestro encuentro con la villa: es que

falta ese, nuestro querido espejismo. Y que sin eso, entonces, hay que aprender a esperar, pero esperar

sin esperanza.

Diego Benegas Loyo

Referencias

BOURDIEU, Pierre (1997) Pascalian Meditations. California: Stanford.

BOURDIEU, Pierre (2002) Campo de poder, campo intelectual. Buenos Aires: Montressor.

DOUGLAS, Mary (2001) Purity and Danger [1ª ed., 1966]. London: Routledge.

FANON, Frantz (1974) Piel negra, máscara blanca, G. Charquero y Anita Larrea (trads.). Buenos Aires:

Schapire editor.

SCRIBANO, Adrián (2010a) “Narrando por un sueño: rostricidades segregacionistas y prácticas

intersticiales” en: A. Scribano y E. Boito (comps.), El Purgatorio que no fue. Acciones profanas entre la

esperanza y la soportabilidad. Buenos Aires: Ediciones CICCUS, pp. 249-263.

SCRIBANO, Adrián (2010b) “Primero hay que saber sufrir…!!! Hacia una sociología de la “espera” como

mecanismo de soportabilidad social”, en: A. Scribano y P. Lisdero (comps.), Sensibilidades en juego:

miradas múltiples desde los estudios sociales de los cuerpos y las emociones. Córdoba: CEA-CONICET.

SCRIBANO, Adrián. (2015) “Una aproximación al estado de las sensibilidades en Argentina desde la(s)

Política(s) de la Perversión”, en: Sánchez Aguirre, R. (comp.), Sentidos y Sensibilidades. Buenos

Aires: Estudios Sociológicos Editora.

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DOCUMENTOS DE TRABAJO DEL CIES – ISSN 2362-2598 – Marzo 2016

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Sensibilidades villeras hoy: una búsqueda

Adrián Scribano (Director)

Juan Ignacio Ferreras y Mariela Genovesi (Editores)

Autores

Adrián Scribano

Jeanie Herrera

Romina del Mónaco

Juan Ignacio Ferreras

Andrea Dettano

Rafael Sánchez Aguirre

Julia Bertone

Ana Lucía Cervio

Aldana Boragnio

Florencia Chahbenderian

Victoria D’hers

Mariela Genovesi

Claudia Gabriela Reta

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DOCUMENTOS DE TRABAJO DEL CIES – ISSN 2362-2598 – Marzo 2016

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Presentación

En el contexto del trabajo de campo de PIP-CONICET “Construcción de sensibilidades, subjetividades

y prácticas colectivas en Argentina” haciendo entrevistas en diferentes villas de la Ciudad de Buenos Aires

percibimos e hicimos crítico ciertas “dificultades” en el contactar y el “hacerlas”. En ese marco pensamos

que un buen punto de partida era al menos, aproximarnos mejor, a la constitución de las sensibilidades

en las villas.

El siguiente material de trabajo colectivo tiene por objetivo intentar efectuar una pequeña

aproximación al campo de la sensibilidad, vivencialidad y sociabilidad villera a través de diferentes vías y

corpus de análisis, al tratarse éste de un fenómeno caracterizado por una trama material, teórica, histórica

y discursiva densa que requiere de un tipo de abordaje múltiple. En ese sentido, lo que encontramos a

continuación son tres tipos de miradas que, a grandes rasgos, podrían agruparse de la siguiente manera:

* La descripción y el análisis material, socio-económico y estructural de los asentamientos y villas,

sus condiciones de vida y las características histórico-culturales de su surgimiento, expansión y

transformación (texto 2 y Anexo) junto con un análisis antropológico y mediático-discursivo de “la

identidad villera” y su singularidad en el marco de “la marginalidad” y los mecanismos de diferenciación

y exclusión social (textos 2, 3 y 4)

* La mirada propiamente “sociológica” de la problemática en cuestión (textos 5, 6 y 7) a partir de

un trabajo de investigación que se ha centralizado en ver si la sociedad argentina se ha tornado o no

menos desigual (Kessler); y del foco puesto en los procesos de integración y urbanización social desde

un análisis socio-histórico y estructural que comprende criterios de base económica y psicoanalítica –en

cuanto a la estructuración de los comportamientos, valores, conductas y normas de los sujetos sociales-

(Germani). Es decir, si los trabajos de Germani nos permiten atisbar al fenómeno de la marginalidad y la

exclusión a partir de su surgimiento y expansión -junto con la investigación realizada por José Luis de

Imaz Los hundidos (1974)-; el trabajo de Kessler –atravesado por una coyuntura y perspectiva política

puntual- intenta arribar al mismo fenómeno pero partiendo de un supuesto diferente: ya no de su

composición e integración al entramado social, sino de su descomposición en tanto fenómeno signado y

constituido por la desigualdad material.

* Los análisis literarios y discursivos de las representaciones literarias, mediáticas, políticas y

comunitarias que se han efectuado sobre el “ser”, la identidad, los valores, los pensamientos, las

sensibilidades y las vivencialidades “villeras” (textos del 8 al 13). Aquí encontramos desde textos clásicos

y fundantes dentro de la literatura dedicada a este tipo de temática -Villa miseria también es América.

Bernardo Verbitsky. 1957- como revistas producidas por movimientos “villeros” autogestionados (La

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DOCUMENTOS DE TRABAJO DEL CIES – ISSN 2362-2598 – Marzo 2016

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Garganta Poderosa), series televisivas “narradas en primera persona” (Corte Rancho), experiencias

artísticas, comerciales y expresivas (la agencia de modelos Guido Models), corrientes de trabajo y lucha

por valores, reivindicaciones y demandas “propiamente” villeras (Corriente villera), y proyectos escolares

que apuntan a la reconstrucción y documentalización de demandas y bases históricas de carácter barrial

(el libro “El barrio obrero conocido como Villa 21-24 y Zavaleta realizado por alumnos del CENS N°75).

Por este motivo, este conjunto de textos nos permiten acceder tanto a la narratividad del “otro” como a

la narratividad “propia” –que por ser “propia” no deja de estar atravesada y configurada por las marcas

y registros del otro-. Se tratarían éstas, entonces, de representaciones y auto-representaciones que nos

ofrecen un corpus de diálogos, descripciones, opiniones, creencias, etc que nos permiten acceder a las

huellas discursivas de la sensibilidad: qué esquemas sensibles se encuentran detrás de esas palabras, de

esos pensamientos, de esas manifestaciones; cómo se comunican y cómo emergen en la expresión verbal,

escrita o visual las estructuras sensibles. Puesto que, la forma de acceso que tenemos al entramado de

este tipo de estructuración subjetiva y social se juega en la configuración de redes prácticas y discursivas

que el ojo del analista debe intentar poner en relación.

Por último, amerita decir que los textos aquí incluidos -más allá de la problemática general que

han intentado abordar- tuvieron como objetivo puntual responder algunos de estos interrogantes para

circunscribir la temática abordada a estos ejes:

1. ¿Cómo se caracteriza el lugar del que estamos hablando? ¿Quién lo hace?

2. ¿Cuál es la caracterización de los sujetos? ¿Desde quién?

3. Adentro-Afuera, ¿cuál es la relación del sujeto con esto?

Por consiguiente, cada texto desde su objeto y corpus particular de análisis, ha intentado dar

cuenta de cómo se caracteriza al “espacio villa” y al “sujeto villero” desde una mirada vincular del tipo

adentro-fuera (el qué habla, describe, narra… desde dónde lo hace, quién es) siempre para tratar de

desentrañar las estructuras sensibles y vivenciales que movilizan y soportan las prácticas subjetivas en

cuestión. En ese sentido, la introducción de Adrián Scribano sirve como marco y como base de

interpretación: la tríada compuesta por la precariedad, la fragilidad y la fugacidad en tanto aristas que confluyen

con lo incierto, con la incertidumbre, sirven para entender la vivencialidad, la sensibilidad, la sociabilidad, la

identidad y los modos de asentamiento “villeros” como un fenómeno signado por la particularidad y la

confluencia de esos cuatro rasgos. Por eso, más que de un diagnóstico, el siguiente trabajo intenta

entramar una postal del mismo.

Mariela Genovesi

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DOCUMENTOS DE TRABAJO DEL CIES – ISSN 2362-2598 – Marzo 2016

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Índice de Textos

1 Introducción

Adrián Scribano

2 Construcción histórica de la identidad villera: contraposición de sentidos

Jeanie Herrera

3 La “Identidad social villera” trabajada por Rosana Guber

Romina del Mónaco

4 Sobre el “Día Nacional de la Identidad Villera”

Juan Ignacio Ferreras

5 Retomando los aportes de Gino Germani para pensar las villas de la Ciudad de Buenos Aires en la actualidad

Andrea Dettano

6 De abajo y marginales

Rafael Sánchez Aguirre

7 Gabriel Kessler, una mirada matizada. Julia Bertone

8 Las “villas miseria”, en clave literaria. Ciudad Buenos Aires, década del ’50

Ana Lucía Cervio 9 Corriente Villera Independiente. Organizándose social y políticamente

Aldana Boragnio

10 La Garganta Poderosa: Revista sobre la cultura villera

Florencia Chahbenderian

11 Primero tienen que pagar impuestos… Guido Models y sus repercusiones Victoria D’hers

12 Corte Rancho: lenguaje, pensamiento y sensibilidades villeras

Mariela Genovesi

13 Indagando las sensibilidades “villeras” a partir de la reconstrucción de la historia de un “barrio”

Claudia Gabriela Reta

Anexo estadístico. Villas y Asentamientos de la Ciudad de Buenos Aires

Jeanie Maritza Herrera Nájera y Claudia Gabriela Reta

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DOCUMENTOS DE TRABAJO DEL CIES – ISSN 2362-2598 – Marzo 2016

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Introducción

Adrián Scribano

La intención aquí es hacer, más que un cierre1, una introducción, a partir de tres ejes que he ido

pensando. Y pensarlo, más que como rasgos de las villas, como postales.

Antiguamente, cuando no había redes sociales la postal tenía, entre otros, tres lugares en el

imaginario social. La primera es que era la postal un medio para dar noticias. Uno viajaba a algún lugar, y

enviaba una comunicación corta al anverso de una foto, una pintura del lugar donde uno estaba. Pero

este dar noticia estaba orientado, justamente, en comunicar el estado de la sensibilidad de uno: qué

vivencia estaba teniendo, qué sociabilidad estaba conociendo, qué sensibilidades le despertaban los

lugares.

La otra función que cumplía la postal era que el otro compartiera lo que uno estaba conociendo

mediante la foto. Por eso las postales de las ciudades están llenas de lugares comunes -el obelisco,

caminito, la avenida Rivadavia, la cancha de Boca, etc.- porque el otro tiene que conocer los rasgos

sobresalientes que también se puedan transmitir, por lo tanto el otro conoce a través de uno.

Y la otra función es que la postal sirve para dar cuenta de una travesía, de un viaje. Por eso cuando

uno se iba decía “hoy estuvimos en la cancha de Boca”, y le mandaban la de la cancha de Boca, como un

modo de ir dando cuenta de la travesía. Claro que las postales más impactantes eran cuando cambiabas

de país, o cuando conocías accidentes geográficos importantes, etc.

En ese sentido, a modo de introducción, podríamos decir lo siguiente: una narración actual sobre

la situación de villa, o las situaciones de villa, o los contextos de villa, o las estructuras de sociabilidad,

vivencialidad y sensibilidad de villa, se puede hacer a partir de armar postales. Que no son, en todo caso

como cualquier postal, no tienen pretensión de ser fotos, es decir, fiel reflejo, ni tampoco son una

estructura procesual, no son una filmación: las postales son posibles piezas de un puzzle que va armando

el que las envía pero también el que las recibe. Y creo que lo mejor que podemos hacer, en honor a la

verdad y la complejidad de la situación, los contextos, los escenarios de villa hoy, sería mantenernos en

este carácter de parcialidad, de lo multívoco, de la cuestión que se puede armar de un modo o de otro,

sin querer, como para decir de una forma, pontificar, ni terminar, ni redondear, ni hacer nada exhaustivo.

Entonces lo que voy a proponer es articular tres reflexiones a modo de estas postales, que estarían

en torno a la noción de este modo que tiene la ciudad, el propio gobierno de la Ciudad y la manera

1 La charla que da origen al texto se realizó en una reunión del GESSEC que tuvo lugar tiempo después que los textos bases del presente Documento de Trabajo pero que ya se había planificado para que ocupara el lugar que aquí se le da.

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DOCUMENTOS DE TRABAJO DEL CIES – ISSN 2362-2598 – Marzo 2016

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estandarizada de decirles a estos tiempos/espacios como villas, asentamientos precarios o barrios pobres.

Este es el modo como se le dice, y yo quería reflexionar sobre la noción de la precariedad y la incerteza,

en relación a la villa. Sobre la idea de asentamiento precario, preguntándome si lo precario es lo que lo

caracteriza, o qué significa hoy lo precario o, para decirlo de otra manera, si es solamente el asentamiento

lo que es precario.

I.

Y ahí encontramos una primera tríada que se forma que está por el lado de qué significa lo precario,

con lo incierto, pero en una tensión dialéctica con lo indeterminado. ¿Todo lo precario es incierto y por tanto

indeterminado? ¿Todo lo incierto es precario y por tanto indeterminado? ¿O al revés, es indeterminado

porque es precario y termina siendo incierto? Me parece que hay una cuestión en estas postales nuevas

sobre la situación, el contexto, el tiempo/espacio villa hoy, que está alrededor de la incorporación, en

hacerse cuerpo en el Siglo XXI de la categoría de incertidumbre, de incierto, como una especia de

aceptación sistemática de la precariedad. El “hombre” del Siglo XX luchó, peleó, murió con una fuerte

tentación, convencimiento, fe, de que él era un objeto, un sujeto, una especie para toda la vida y esta idea

es la que se fue horadando durante los últimos cincuenta años del siglo, y me parece que la precariedad

ha trascendido lo que denominábamos asentamiento. Me parece que la precariedad trascendió lo que

significaba estar localizado, era como “acá hay precariedad, acá no”, “acá está la muralla, por donde uno

puede trazar el recorrido de lo que sería precario e indeterminado, y acá no”, por decirlo de alguna manera.

Una idea de que, con la idea de barrio pobre, villa, asentamiento precario, trazábamos como los puntos

cardinales de la precariedad. En el norte precario, en el sur no, en el este precario, en el oeste no. Me

parece que eso también tiene que ver con las viejas reflexiones de por qué la precariedad tenía que ver

con el no acceso a los bienes culturales y materiales de la ciudad, y cómo en todo caso esa precariedad

tenía que ver con el acceso a los bienes y servicios de esa ciudad. Y creo que una cosa interesante, para

esta primera triada de precariedad, incertidumbre, indeterminación: es que la indeterminación, en

términos de la incertidumbre, se ha hecho cuerpo en el actor del siglo XXI.

Los colectivos sociales, ONG, movimientos sociales, partidos políticos, talleres creativos,

comedores, grupos de danza, no están hechos para durar toda la vida, están hechos, justamente, para lo

puntual, el aquí ahora, una especie de reconstitución, una especie de aferrarme para que haya algo

permanente, sabiendo que no es permanente. Hay identidades que se van a ir haciendo cada vez más

indeterminadas. De hecho, es lo que hemos aprendido durante todo el Siglo XXI: que a contrario de lo

que uno podría pensar en el Siglo XIX, las identidades no son más que una travesía en un tiempo/espacio

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donde lo que vamos haciendo es conectar puntos de anclaje con lo real que tienen esas subjetividades en

tránsito.

Y me parece que la primera postal que se va armando de esta tríada, tiene que ver con una segunda

tríada, que también están relacionadas: que es la relación entre frágil, inseguro e incierto. Me parece que no

todo lo que entendimos recién como precario es frágil, pero que la fragilidad, entendiendo a ésta como

una vivencia que no puede ser atrapada, no se puede asir, que se escapa entre las manos, esta idea de que

en estos tiempos/espacios, la vida se vive todos los días de una manera casi definitiva: así como “día por

día”. La fragilidad significa no que (“la vida”) se rompa, sino que está asociada a la idea anterior de

precario como algo que no está hecho para durar para siempre, pero también armada con materiales que

posibilitan, o permiten, o dejarían -tengo la tentación de decir producir, pero no producen- el

resquebrajamiento, la ruptura. Uno cuando vive en estos tiempos/espacios, o cuando se vive, o cuando

la gente nos narra que vive, o las vivencias que nos dice la gente tener, generalmente está como muy a

flor de piel el hecho de por donde usted toque se puede quebrar, que por donde usted observa se puede

resquebrajar. Esta idea de que el tiempo/espacio, tiene como hilos muy delgados donde cualquier acción

puede cortar, desvincular, algún “lugar” o a otro. Por eso ésta segunda tríada de esta primer postal, sería

como algo bien interesante para rescatar en palabras de lo que los sujetos nos dicen en términos de “sentir

como inseguro”. Me parece que si decíamos que “la indeterminación se ha hecho cuerpo”, en todo caso, a

partir de que hay una sistemática precarización en la vida, pero no ya como asentamiento, no ya como

lugar, sino como tiempo/espacio, la fragilidad es parte, no solamente de lo desarmable, cortable,

resquebrajable que es el ser humano, sino también una situación sobre la cual no hay nada más que hacer

que esperar que uno se quiebre. No hay mucho más que hacer. Hay que vivir como si no se fuera a

quebrar, pero sus características y consecuencias materiales es que se va a quebrar.

Y ahí me parece que vuelve la incertidumbre. Así como la incertidumbre estaba asociada a la

precariedad, lo frágil es aquello que decimos con narración en el sentido común, “si lo mirás, se rompe”.

Esta idea de que incluso la mirada, que es algo inmaterial, puede hacer que eso se quiebre. Esta idea de

que no son las casas, no es el hecho de que tengan gas o no tenga gas, no es el hecho de que roben luz o

no se roben luz, no es el hecho de que no tengan trabajo, o empleo -para reconstituir las dos categorías-

, no es el problema de que sean asalariados, fijos, estables, o no, sino que, me parece, son las estructuras de

fragilidad que estos sujetos tienen, ante la mínima ocasión de desventaja o de cuestión accidental, o de

momento que parece advenir sin ser esperado. Un choque, la enfermedad de un chico, la muerte del

padre, la estructura de ese colectivo del que hablábamos antes. Por eso parece ser que las iglesias de todo

tipo, los partidos políticos asociados al Estado, son los que van quedando. Como esos dos mojones:

“¿Dónde vivís vos?, de la iglesia para allá”, o “del lugar donde está la cosa estatal para el otro lado”.

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Parece ser que hay como una fragilidad asociada a cualquier evento que no pueda ser calculado por las

instituciones más fuertes lo deja a uno en la pampa y la vía. Por eso más que una cuestión de asentamiento

–que de hecho es también una cuestión de asentamiento-, uno podría decir de vivencialidades que se van

teniendo en esos asentamientos.

También esto está asociado a una tercera tríada que tiene que ver con esta primera postal, que es

la noción de lo fugaz, de lo inestable, y de lo incierto. Si uno se pone a pensar, o a escuchar las narraciones de

la gente -de las mujeres sobre todo, porque son ellas las que más hablan, a las que más acudimos- parecería

ser que uno pasa por la situación de estar en la villa, con la expectativa de que sea fugaz. Para mucho,

parecería ser lo ideal que fuera fugaz, pero me da la sensación que más que lo fugaz, que significaría que

de algún momento a otro uno se va, es lo inestable lo que caracteriza el paso por ahí, el no saber si uno

se va o no de un día para el otro. Más que “me voy apenas pueda”, que sería el anverso de lo fugaz. No

es “estoy acá de paso y mañana me voy”, “me voy cuando pueda”: es me voy tal vez después de mucho

tiempo, porque eso tiene que ver con lo frágil que uno esté viviendo, y eso tiene que ver con la precariedad

que uno esté viviendo. Por lo que se enfatiza el “cuando pueda” y no el “me voy”, ese popular “provisorio

para siempre” Entonces, en estas situaciones que nosotros hemos ido viendo, me parece que uno podría

tomar esta idea de fragilidad, fugacidad, inestabilidad, y precariedad como en tensiones que conforman

la primera postal.

II.

Hace muchos años, en la década del ´50, ´60 o ´70 del siglo pasado, cualquier teoría de la

marginalidad que usted tomase -la teoría de la marginalidad elaborada por Miguel Murmis, o por José

Nun-, que tenía que ver con la pertenencia al ejercito de reserva ,que hacía alusión a lo que Ana Cervio

referencia del libro de Verbitsky, estos trabajadores que pertenecían a un oficio de baja calificación que

se asentaban en algún lugar- sea esa la característica de la marginalidad, sea definida como “no acceso”,

el estar afuera de los bienes y servicios de la ciudad, o sea la marginalidad entendida a la Vekemans. Me

parece que cualquiera de las tres teorías de la marginalidad la de Germani2, la de Vekemans 3, y la de

Marin, Murmis y Nun4, básicamente tenían que ver con la territorialidad, y por eso la noción de

asentamiento precario, de una situación de vida frágil e inestable. Pero me parece que si uno se concentra

2 Germani, Gino 1973 El concepto de marginalidad (Buenos Aires: Nueva Visión). 3 Vekemans, Roger y Venegas Carrasco Ramón 1966 Marginalidad y promoción popular. Mensa .je (Santiago de Chile) (149): 218-222. Julio de 1966. 4 Marín, Juan Carlos; Murmis, Miguel y Nun, José 1968 “La marginalidad en América Latina: Informe Preliminar” en Documento de trabajo (Buenos Aires: Instituto Torcuato Di Tella. Centro de Investigaciones Sociales) N° 35.

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en la estructura de la sensibilidad, uno se da cuenta de la capacidad en el tiempo de haberse producido

eso. Si uno se fija solamente en la “infraestructura arquitectónica mobiliaria”, en lo “plantado y clavado”,

como dicen los escribanos, por eso la noción de tenencia es una noción de apropiación. La pregunta por

la precariedad, por la fugacidad, por lo frágil, reenvía a esto: a una redefinición de lo que significaría

apropiarse en esos tiempos/espacios. De hecho, en Buenos Aires las villas no están en los márgenes

literalmente, sino que han ido quedando en lugares más de litigio, más de disputa con eso. Tampoco están

en los lugares donde se recolecta, o tiene que estar la mano de obra de servicio de las clases altas y las

clases medias. A mí me parece que ahí hay una forma interesante de la redefinición de lo que significa

asentarse, a partir de un conjunto de sensibilidades que están alrededor de la precariedad, la fragilidad, la

fugacidad. Por eso, hace un tiempo cuando debatíamos sobre esto, decíamos “qué interesante las miradas

de algunos de los sujetos con los que hemos hablado nosotros, de semejanza y diferencia, de proximidad

y distancia con los conventillos”. Es como que si se hubieran transformado estos lugares, en lugares

donde uno podría advertir al menos alguna continuación y discontinuidad con aquellos conventillos.

Y esto me lleva a la segunda postal de Buenos Aires, y si tendría que incorporar la postal

mostrando lugares, asentamientos de precariedad, lo dibujaría, lo bosquejaría, lo pintaría a partir de estas

tríadas, o con un esqueleto, o con un eje, atravesado por la precariedad, la fragilidad y la fugacidad: asociadas a

la extranjeridad. Ahora, esto mismo que estaba diciendo antes, respecto a esto que trasciende el mero estar

ocupando un espacio, me retoma –y en conexión directamente con lo que estaba diciendo de los

conventillos- me reenvía y retoma al tema de por qué nos encontramos con migrantes, con inmigrantes.

Por qué los que viven ahí vienen de: vienen del interior del país, vienen de países muy lejanos, vienen de

países fronterizos. Y me parece que, en el mundo, está claro que hay como toda una especialidad de la

sociología, de la antropología, de los estudios sociales sobre migraciones, pero mucho de lo que han

escrito ustedes, de lo que hemos hablado, traen este juego entre migraciones e inmigraciones, a tres

tópicos bastante discutidos, que estos lugares son desanclajes tiempo/espacio. Uno va a estos lugares, y

parece estar en una especie de pequeña Paraguay, pequeña Bolivia, pequeña Perú. Este desanclaje tiempo/

espacio es como que, en realidad, uno reconoce muchos rasgos de otros lugares, que no son menos

precarios, no son menos frágiles, pero son otros lugares. Porque esto también hay que verlo: una de las

cuestiones sobre las que creo hay que pensar, es que si saco una foto del territorio, este parece (¿podría

ser?) cualquier… cualquier parte de América Latina o del sur global. No es que esa villa es Argentina,

puede ser en Lima o La Paz, por ejemplo.

Desde la mirada del ayer y el hoy a través de postales, si ustedes se ponen a ver las diferencias que

existen entre esa foto, entre favelas, villas miserias, poblaciones, callampas -para recorrer los distintos

nombres que en América Latina se les ha dado-, aquella foto era mucho más diferente que las actuales,

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justamente porque esta idea de migrar ha hecho que esos tiempo/espacio se desanclen de la estructura

particular. Antes claramente la villa miseria era Argentina. Hoy, tal vez un poco por lo que decíamos de

las tres tríadas, esos lugares -y ahora hablando sí de la materialidad del territorio- sí se parezcan mucho

más de lo que uno pueda suponer... Hay mucho trabajado sobre esto, pero me parece que no es menor,

el recorrido procesual… el ayer y el hoy de una foto posible …en tanto paisajes de lo “marginal”.

Me parece que la globalización de la precariedad tiene que ver con la vivencialidad de un

asentamiento precario. Y tiene que ver con el hecho de que el que viaja es un precario. No solamente

porque es un precario, en un sentido de triple relación: es un sujeto que está en situación de fragilidad,

de inestabilidad, en una lógica de la inseguridad, de lo incierto. Es el sujeto este que se desplaza. Por eso,

hoy en día –hace más de veinte años-, se viene discutiendo la idea de biografía transnacional.

Nosotros…aquí en nuestro grupo bueno, acá Paola, Rafael, Jeanie, nosotros mismos y otros que han

pasado por aquí… Cuando tengan que narrar sus vidas, van a tener que narrar “parte de vidas argentinas”,

que tal vez nunca se hubieran pensado. Y en ese sentido, cuando ellos llegaron acá, en las condiciones

precarias que llegan –no precario por el hecho de tener o no dinero, que también lo es, y sobre eso voy

a volver, sobre las condiciones materiales de existencia en términos de qué clase uno pertenece, por

supuesto que vivir en una villa es una cuestión de clase, y estar fuera o adentro es una cuestión de clase-

pero me parece que también acá la cuestión consiste en aquella vieja discusión si las biografías

transnacionales se podría decir que son parte de “un portar de donde viene”, o asumir donde uno está. Estos

cuerpos, estas grafías hechas cuerpo, ¿cómo se cuentan?, ¿Qué se cuentan?

Recién hablábamos de la idea de lo que es la lluvia para las clases medias, algo romántico,

bucólico… no hay nada más alejado de eso: es terrible la lluvia, el agua es imparable, lleva y arruina todo.

Claro, para los que no tenemos problemas en nuestras habitaciones… por eso, me parece que la antigua

idea de biografía transnacional –antigua porque viene siendo discutida fuertemente desde la década del

90, sin olvidar los pioneros trabajo de Thomas- me parece que acá tiene que ver con que el señor que

limpia casas en California, la persona que está atendiendo en un bar acá en Palermo, o los argentinos que

trabajan en Miami o en Barcelona, comparten esta lógica de pasar por la primera postal. Si esta postal,

decíamos que hay unos desanclajes tiempo espacio que territorializan, entonces uno pone una foto y saca

esa foto, esa foto es de cualquier lado, de Bs As, Bogotá, San Pablo. Si esa postal podría convertirse en

un video, y viéramos a los personajes actuar, se podría dar cuenta de la multiplicidad, en términos de que

actuarían varios con biografías totalmente distintas. Justamente por los lugares de donde vienen, y a

donde van, a donde quieren irse, a qué lugar se quisieran ir.

Ahora, me parece que esos asentamientos precarios, las villas, son formas sociales del trasladarse.

Y en esto me gustaría detenerme en términos de las migraciones que hemos visto. ¿Qué significa

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trasladar? Es un verbo interesante, que proviene del latín, pero que está asociado al verbo transferre, que

tiene dos partes: una que es trans, que es “llevo al otro lado”, lo traslado, y otra parte que es ferre, que es

“llevar, producir, soportar”. Por lo tanto, trasladarse es llevar. Y yo lo llevo hecho cuerpo.

Por eso me parece que una postal sobre la villa, el asentamiento precario, el barrio pobre, es una

postal sobre cómo los sujetos van llevando la precariedad. Por eso son forma social del trasladarse, de

irse de un lado hacia el otro, pero no solamente en el espacio y el tiempo, no solamente con lo geográfico,

sino con la trayectoria de clase, diría Bourdieu. No solamente con la trayectoria de clase y lo geográfico,

sino con lo que significa establecer un campo. Por eso cuando uno está en otro país, generalmente intenta

no preocupar al que quedó, porque no se puede trasladar todo, entonces el que traslada es un señor que

oculta, casi siempre, oculta algo. (Por eso cuando hacemos las valijas para irnos a un lugar, siempre

tenemos un lugar para que la Aduana no lo vea). Hay una relación ahí, entre lo que es obvio y evidente,

de lo que yo porto, esta parte de la palabra que es ferre, que es llevar, porque es producir: el traslado es

producir algo, es producir una situación.

Me parece que una de las cuestiones que tienen estos lugares, estas postales de estos asentamientos,

es que justamente son grafías, son encarnaciones, son cuerpos que evidencia lo que portan. Uno no es

que “me vengo con valijas”, uno, cuando traslada, con el solo hecho de estar frente al otro traslada. Esta

idea de percepción de amenaza que tiene esta historia, como hemos hecho durante todos estos días, la

historia de la percepción de amenaza es justamente qué me traslada el otro, qué me porta el otro, como

amenaza. El indio, como esta especie de lógica entre la barbarie, que se materializa luego en el gaucho,

que luego se va estructurando en su sucesor el cabecita negra, y que se hace un ícono en el negro de

mierda.

Entonces, ¿qué es ser villero hoy? Más allá de los valores villeros, todo esto que hemos discutido.

Es siempre estar frente a otro sabiendo que produzco, traslado, llevo en mi cuerpo, una percepción de

amenaza, pero que también es a la inversa. Por eso estos asentamientos son formas sociales de trasladar,

de migrar. Fíjese que hay una cosa interesante, que por supuesto lo estoy diciendo de una forma muy

analógica. Cuando uno piensa en esa idea platónica de transmigración del alma, en esta cuestión

básicamente idealista, donde las almas significaban con el cuerpo a qué clase o a qué estructura social yo

pertenecía, en una Grecia ideal, por decirlo de alguna manera, en una polis. Creo que hay una cuestión

ahí, si uno sigue la historia del alma de los negros de mierda va a encontrar qué traslada. En qué

transmigración… de pasar a formar parte de. ¿Cuál es el alma del indio? La amenaza, el pasar a degüello,

el gaucho, los vagos, el ser borracho, todas estas cosas que discute el Martín Ferro. Y luego estos tipos

que meten las patas en las fuentes, el sujeto que al lado de los alemenes y yugoslavos, que habían venido

en las primeras migraciones, españoles, italianos, llegan estos otros de pelos duros, el cabecita negra. Se

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va transformando en hedor progresivamente, mientas mayor centralidad va cobrando. De hecho, es

interesante porque tanto españoles como italianos como yugoslavos, como polacos, como alemanes, eran

los precarios, los fugaces, los frágiles de su lugar. Y portaron, trasladaron, trajeron esa misma relación, y

por eso esta especie de descontento, o desilusión de la generación del ´80, luego de haber promovido la

inmigración extranjera, haber traído estos socialistas y anarquistas, en lugar de haber traído lo que se

pretendía traer.

Más allá de lo geográfico, nosotros estamos interesados en hablar de esos cuerpos que están desde

otro lado, que traen otras cosas. Yo veo un pibe chorro, un tipo disfrazado de pibe chorro, vestido al

estilo pibe chorro, y me trae, porta, la amenaza, la relación es la que porta y esa es la cuestión. Por eso

me parece que ahí hay un tema interesante para pensar: si uno tiene que sacarle una foto en un desanclaje

tiempo/espacio, estas estructuras temporales espaciales, se parecen mucho. Si uno le pone play,

transformándolo en video, ve biografías transnacionales dando vuelta. Como es toda esta ciudad, que es

muy cosmopolita. Uno podría decir que ese video se podría hacer acá mismo, y por lo tanto no está

relacionado con el asentamiento. Justamente, una de las cosas que quiero discutir es si es el asentamiento

lo que produce esto, la condición de estar en la villa, o son los sujetos y las prácticas, y las prácticas de

los sujetos hecha cuerpo, y las narraciones de estos sujetos hechas cuerpo, las que van produciendo esta

narración del villero contemporáneo, el villero del siglo XXI, es justamente esto que estamos tratando de

hacerle conocer a los sujetos a partir de estas postales.

III.

Finalmente, una tercera postal, acerca de las narraciones que hemos tenido, las conversaciones,

está esta cuestión de que estar en la villa es convivir. La primera idea. Lo vuelvo a atar al conventillo, es

un lugar donde se convive. Y la vivencia sigue siendo particular, pero hay una sociabilidad de villa. El

pasillo no es lo mismo que la calle. Le estructura colectiva de la distribución de la energía, las formas

sociales del deshecho de la mierda, la estructura del deshecho de la basura. Eso arma convivencias, que

significan justamente una redefinición de las sociabilidades aprendidas, porque por más que sea precario,

frágil, el que llega ahí, en realidad tiene otras formas de sociabilidades. El que viene migrando de una

situación rural, estas tres o cuatro cosas se resuelven de una manera distinta: donde arrojar las heces,

donde poner la basura, donde sacar la electricidad, la luz artificial, o para calentar.

Ahí hay un eje interesante: cuando el año pasado veíamos la política de los sentidos, referíamos a

su enclasamiento, y en una de ellas señalamos lo que es la división social del acceso a la mirada, a través

de la luz. Hay clases que ven más, porque tienen más luz a disposición. Hay clases que miran en las

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tinieblas, porque no hay este acceso. ¿Cuál es la definición “clasemediera” porteña de un buen

departamento? Luminoso. ¿Cuál es la definición villera de un lugar? Que no tiene luz. Porque la

distribución de la luz es parte de la distribución desigual de una de las políticas más importantes, que es

la política de la vista. No solamente el ojo, sino la distribución de la luz, con ello de la energía. Pero esas

son co-vivencialidades distintas, que vos decís acá hay también sociabilidades distintas y también

sensibilidades. De ahí el famoso mito que justamente un migrante, un italiano planta en la historia de

Mataderos, el famoso mito de quemar los parquets. Es un migrante el que escribe eso. ¿Por qué? Porque

fíjese que interesante: ¿el sujeto qué está diciendo ahí? Dejemos de lado la verdad histórica... es interesante

que al sujeto este se le haya ocurrido escribir esto como u símbolo, que es: para qué sirve algo que no sé.

Uno traslada sociabilidades. Ahora, todas las formas de co-vivencialidades –de hecho los

conventillos fueron redefiniciones sucesivas de maneras de convivir, en base a códigos que compartían

esos genoveses, esos napolitanos, adaptados a esa sociedad que le daba ciertos recursos. A mí me parece,

que una de las cosas que no se tienen en cuenta muchas veces cuando se piensan esos asentamientos

precarios, las villas en Argentina, es que estas especies de biografías transnacionales, esta manera de si

uno mira, mira lo paraguayo, lo peruano, etc., mira en realidad formas de convivir que han portado

sociabilidades y vivencialidades distintas. Una cosa es como pueda yo definir, o darle sentido a la

convivencialidad, a la sensibilidad. Marca muchas cosas, entre otras, la comensalidad. Hasta que

aprendemos nosotros los de acá, que la sopa paraguaya no se toma con cuchara, hasta que se desmitifica

que nosotros comemos todo el día carne, etc., me parece que ahí hay una cosa interesante para ver la

política de los sentidos y la lógica que hay de expropiación, exclusión, de distribución desigual de la

política de los sentidos en estos espacios. Porque ahí sí, la precariedad, la fragilidad, esta primera postal

que yo había construido, empieza a tener un sentido distinto.

Ahora, cuando uno entra a estos espacios, uno se da cuenta que hay una tensión con destituir de

valor a la mirada clasista. La mirada clasista es la mirada del que va de afuera, es “yo vengo acá a organizarle

la vida a usted”, entonces hay una tensión. Cuando uno va a estos lugares, y a muchos nos ha pasado, uno

no sabe si hay curiosidad o miedo, o si la amenaza la porta uno, o el otro es la amenaza. Me parece que

hay una lógica disputa de institución/ destitución de la rostrocidad de clase. Una lucha por eso, un

producirse un evento, un batallar. Porque en todo caso la rostrocidad de clase me porta, me lleva, el otro

me mira, como diría Sartre, esta idea de que el otro cuando me mira me congela, me cosifica, me pone

en un lugar. Yo lo miro con desconfianza, entonces yo ya no puedo estar en esa convivencia que

nombrábamos antes.

Entonces una cosa interesante que hay en este comienzo de Siglo, y voy a decir una barbaridad

absolutamente incorrecta políticamente, es que la gente que está ahí se quiere quedar ahí: lo que no quiere

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es que vayamos nosotros. El extranjero es uno. Y ahí hay un eje de trama muy interesante. Todos

dependemos del espectáculo, pero “ellos” no quieren ser un espectáculo para nosotros. La idea de “vivir

en el espectáculo” se hace cuerpo en las aguas de la disputa por la rostrocidad de clase. Los procesos de

segregación racializante han devenido en procesos de defensa por parte de ciertos sectores de clase, que

ya “ni quieren ni verlas a las clases medias”, haciendo el (¿acostumbrado?) avistaje de pobres, en una

situación absolutamente pornográfica de la distribución desigual de las energías de convivencia. No es

que nosotros no podamos entrar: es que ellos no quieren que entremos. Y está bien que así sea. No es

que no quieren que entremos porque nos van a robar, no porque somos “la autoridad”. Por eso la

sensación de que solo nos reciben cuando vamos para darles algo. He ahí una tensión dialéctica de las

topologías del rechazo.

Me parece que la villa se ha transformado en un “poner en común entre diversos”, se ha

radicalizado a ser eso. Antes llegaba el tucumano, el santiagueño, hoy llegan los distintos migrantes, hoy

llegan los de clase media-baja que ya no pueden pagar el alquiler, hoy llegan los jóvenes que no se pueden

quedar a vivir en la casa de sus padres, por más que estos tengan su jubilación. Me parece que la villa se

ha transformado en un espacio de sociabilidades entre diversos, y por eso también esto tan naturalizado

para nosotros de que nos acercamos a un lugar, y nos dicen que en ese lugar están los de tal nacionalidad,

los que están acá son los más viejos, etc., que incluso tal vez ni se conocen, ni se contacten.

Me parece que hay una fuerte intención por parte de la gente que habita esos espacios -ahora

hablando del territorio y de la distribución desigual como lo venimos haciendo en esta tercera postal-,

hay un momento donde opera con ritmos a contrapelo de lo social aceptado y aceptable conformando

nuevas sensibilidades de lo “políticamente correcto”… Los ritmos son distintos… Me parece que está

interesante que los ritmos sean distintos, porque los ritmos tienen que ver con las sensibilidades.

Entonces… llueve, y esta ciudad que es un lío siempre, con la lluvia parece peor… bueno los ritmos son

esos. Esa cosa demencial. A nosotros nos sale mucho en las entrevistas bailadas y los diálogos sonoros5,

que la gente que produce danza y música, se refieren a la ciudad en esa lógica de amontonamiento, mucho

ruido. En cambio uno llega a una villa, y el ritmo es otro. No porque sea más o menos rápido -tal vez sí

estaría tentado a decir que es menos rápido y menos vertiginoso- pero no menos intenso, que es una cosa

distinta. Pero se empieza y se termina a otra hora. Para propios y ajenos. Uno no va a ir a la 1-11-14 a las

once de la noche a darse una vueltita. ¿Qué significa esto? ¿Significa que te van a hacer algo? No, significa

saber que hay cosas que se hacen a una hora, y cosas que se hacen a otra. Porque la lógica, que nosotros

5 CFR 10. Scribano, A. (2014) “Entrevista Bailada: Narración de una travesía inconclusa”. Intersticios Vol. 8, Nº 2, pp. 103-112. Disponible en línea en: http://www.intersticios.es/article/view/13778/9056; y Scribano, A., Ferreras, J. y Sánchez. (2014) “Diálogos sonoros”. ASRI - Arte y Sociedad. Revista de Investigación Nº 7, ISSN: 2174-7563, Málaga, España, pp. 1-10.

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portamos como clase, “che ahí venden, transan, a esa hora te puede pegar un tiro cualquiera”. Es como decir no

pases por Juan B. Justo, de jueves a sábado a las 6 de la mañana, porque puede haber cualquier idiota que

te pisa, en Niceto Vega y Fitz Roy, han muerto 5 personas en lo que va del año. Y es un barrio de clase

media, pero no pases a las 6, 7 u 8 de la mañana. Es el ritmo lo que cambia. Al ser el trabajo el armador,

el organizador de la vida del Siglo XX por lo menos hasta la década del 70, en la villa se era/vivía de sol

a sol el ritmo, salías para trabajar, volvías de trabajar. Hoy donde el consumo compensatorio es el

ordenador de la vida eso se ha transformado radicalmente.

Me parece que también hay una estructura por parte de muchos de los que habitan en la villa –y

también voy a decir algo muy incorrecto políticamente- de querer espantar. Fíjese que espantar, lo

espantoso, el espantapájaros, salir despavorido, es una acción de defensa. “Bueno, mirá, el chico no te come,

viene el viejo de la bolsa…” La estructura fantasmática es una estructura defensiva, por eso “mirá que vuelve el

2001”, “mirá que vuelven los militares”, “te van a sacar el plan”: hay un manejo de la estructura fantasmal como

una estructura de defensa. Y por eso que “te espanta”.

¿Qué es lo que se ha ido modificando? Algunas de las cosas que podemos ver que se han ido

modificando son los estilos. Es una palabra complicada la noción de estilo… cuando comencé la charla,

dije “así tipo pibe chorro”, porque me parece que la vestimenta significa… eso que hace indiferenciado

el conurbano con las villas, y muchos sectores de barrios pobres… que transforman eso en grandes

extensiones, porque hay una idea… por eso la idea de erradicación de los milicos: si vos extirpas, eso no

se reproduce. En el siglo XXI, no hay posibilidad de pensar erradicación alguna, porque las

reproducciones son a gran escala.

A mí me da la sensación, que una cosa interesante es esa idea de que se ha formado, como sentido

común, en la que uno dice, por ejemplo, “Quilmes está mal porque hay muchas villas, a diferencia de Berazategui

que no hay muchas, porque pusieron asfalto”. Esta idea de que si vos metés la ciudad -el ritmo, el acceso, la

distribución de los lugares- desaparece la condición. Y no desaparece la condición. Porque la posición se

mantiene: la distribución desigual de esas energías y de las condiciones materiales de vida. Me da la

sensación de que eso es una cuestión importante, para que nos demos cuenta, de qué sentido tiene en

estos sujetos el espanto, la estructura fantasmática, “acá no entres, no es bueno ir a la villa”. El efecto inmediato

y “piola” para ellos, es que por lo menos nadie va a disputar un lugar donde la habitabilidad es más barata,

porque quién quiere ir a un lugar que tiene mala fama. Y eso está bueno, porque el otro día veía que

estaba el texto de Cortázar, “De Cronopios y de famas”, y me colgué sobre la noción de fama y de mala

fama. Y me parece bien interesante cómo hay todo un juego, una disputa, si quieren una disputa semiótica

en la ciudad, sobre lo que significa tener, vivir, habitar, convivir un espacio de mala fama. Todos estos

fantasmas que dispara, y también todas las cosas que hace posible.

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Repasemos un poco: me parece que hay, en esta tercera postal, esta cuestión de distanciar, de destituir,

de convivir o re convivir, convivenciar, una cuestión interesante respecto primero a la distribución desigual de

las energías y de los recursos. Esta especie de desactivación de la idea matriz de que si uno desactiva la

condición, la posición se modifica. Siendo, que en todo caso, lo mandante en el Siglo XXI, es la condición

y no la posición. Porque tal vez medido por ingreso, en esos lugares que llamamos villas éste sea mayor

con respecto al conurbano. Y en esa tensión, es donde uno empieza a preguntarse qué significa hoy vivir

en esa circunstancia.

A mí, sinceramente, me da la sensación que mucha gente dice conocer, pero que hay poco

conocido. Me parece que son lugares que han ido acumulando una serie de miradas externas, clasistas,

rostrocidades de clase, de imposiciones y por lo tanto que tensan, juegan, sufren con eso, pero a la vez lo

tejen de otro modo. En la distancia que se crea con aquel que trae, que traslada, que porta una sociabilidad

distinta, me parece que se mojona, se jaquea una posición de defensa. Con esto de “salir espantado” si

vas a una villa, esta idea de que todo está manejado por un “ente” que es externo incluso a la propia

voluntad de los agentes. Ahí me parece que es interesante discutir.

Por supuesto que dejo afuera de estas postales, (tanto de su conexiones con la convivencia como

lo de las formas sociales del traslado, de la idea de la fragilidad, fugacidad, la precariedad), un fenómeno

que sin dudas deberíamos discutir, que es el así llamado narcotráfico, crimen organizado, pero a mí, hoy,

aquí/ahora “no me da la cabeza” para pensar las consecuencias convivenciales y las sensibilidades que

eso trae aparejado para la gente, salvo para decir que a ellos les produce tanto miedo como a nosotros.

Miedo en un sentido radical de la palabra. La percepción de amenaza está más orientada a eso que decía

de la defensa: el miedo es un productor de prácticas, que es “o me defiendo a trompadas, o me voy”, o “me

acostumbre a los corchazos…”, pero me parece que sería un punto crucial para retratar sensibilidades. Esto

creo que lo veo desde el 2001 en adelante, que se enhebra, que es tan clasista y que por eso es tan

dificultosa la relación con estos espacios. El miedo a perder el trabajo, el miedo a perder el subsidio, el

miedo a que no te den más la beca para el chico, el miedo para que te cobren la luz, el miedo sobre el

otro, miedo a que te roben, miedo a que se baje el precio de la propiedad. La sensación transclasista: el

miedo

Fíjese qué interesante, que más allá de la diferencia ideológica que nosotros podamos tener con los

sujetos que han disputado las últimas elecciones PASO a nivel nacional, es que si hay una cuestión que

une a los tres más importantes, es haber hecho énfasis en el miedo. Uno, en el miedo a perder el trabajo

y todo lo logrado en los últimos doce años, otro el miedo a seguir en el autoritarismo, el otro el miedo a

la inseguridad. Es muy interesante que algo a lo cual todas las clases respondan de un modo u otro sea el

miedo. Y que entonces, más aún, me parece que uno no puede decir que si quiere caracterizar la situación

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de la villa de hoy podría decir que hay un organizador que no sea la sensibilidad, y que esa sensibilidad

no sea esta relación entre la distancia y la proximidad que provoca el miedo clasista. Y por eso digo, que

es transclasista: son todos los miedos juntos. Por eso es fácilmente operable lo fantasmático, y también

pleno de toda fantasía social: “sí, yo ahora voy a estudiar, y después voy a ir a una escuela, y de acá voy a salir, etc.”.

Porque como me decía la primera entrevistada mía, “todo por bendición de Dios”. Si es todo por bendición

de Dios, está claro que lo que no hay es autonomía del sujeto. Entonces ahí hay algo bien interesante

para seguir pensando, que es, en todo caso, lo que conserva la estructura de vivir en una situación como

la que estamos tratando de esclarecer, es esta idea central que sí compartiría cualquier teoría sobre una

apropiación colonial de la ciudad, que ahí es donde se disputa al menos una parte importante de las

batallas por las autonomía personal de los sujetos, y ahí van los que pierden. Y que no es fácil decir que

los que pierden solamente están ahí, pero que van ahí, sí. Es como decir quién va al hospital público, a la

escuela pública, quién toma el transporte público. Y si uno a eso lo va estratificando, se da cuenta que es

una estratificación de los que pierden. Los que ganan no tienen nada que ver con eso. Me parece que son

postales que se nos han ido armando, como para mirar el tema este de con qué nos encontramos.

Hay algo que voy a decir muy rápidamente, y que me gustaría luego discutirlo en otra oportunidad.

Hace muchos años, uno de los motivos por los cuales me peleé con mi disciplina de origen que fue la

Ciencia Política, fue que Lipset uno de los politólogos norteamericanos más importantes que tuvo la

década del sesenta, que primero anduvo dando vueltas por Uruguay, escribió un libro muy grande que se

llama “El hombre político”, y una de las explicaciones del populismo y especialmente del peronismo, es

que la idea de que los sectores populares en América Latina tenían en sí mismo una estructura autoritaria,

con lo cual se volvían muy tolerantes a los castigos de clase que le infringían las otras clases. O sea que

había como una demanda, como esa especie de “pégame y llamame Marta”, por parte de los sectores

populares. A mí eso siempre me horrorizó, en términos de que me encolerizó y me dio mucha bronca,

porque era una cosa explicativa totalmente parcial, y muy “Tótem y tabú”, pero leído muy linealmente.

Eso que hablan los psicoanalistas de los procesos de identificación con el líder. Pero sí me da la sensación

de que hay algo sobre la tolerancia… así como antes se podía haber hablado de la tolerancia al ajuste,

etc., me parece que hay como una especie de tolerancia a las políticas del miedo por parte de ciertos

sectores, que también me imagino puede ser una imagen transclasista, me da la sensación de que entre el

miedo, la amenaza, el espanto, hay una especie de tríada que hace que la gente haga lo que hizo en las

elecciones nacionales PASO 2015: que los siga votando. A todos. Hasta acá llego.

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Construcción histórica de la identidad villera: Contraposición de sentidos

Jeanie Herrera

Para comprender las sensibilidades villeras en la actualidad, es importante indagar la construcción

histórica de la categoría “villero”, así como los elementos que influyeron en la conformación de la

“identidad villera”. Para el efecto, se analiza el texto “Las transformaciones en la identidad villera… la conflictiva

construcción de sentidos” de María Cristina Cravino (2002), el cual reconstruye el uso/circulación y

corrimientos de sentido de ambos conceptos durante entre los años 50 y los años 90.

Estas categorías se inscriben de manera diferenciada, desde “dentro” y desde “afuera” de las villas,

con lo cual se contraponen entre sí percepciones, prácticas y emociones que generan distintas

sensibilidades respecto del lugar que ocupan dentro de la ciudad y la relación con sus habitantes. De esta

forma, la mirada desde los actores gubernamentales, medios de comunicación y los propios habitantes

de la villa, conforman una triada que permite comprender “lo villero” desde distintas aristas.

El presente análisis está dividido en dos partes. En la primera, indaga dos elementos que permiten

entender el contexto en el que se inscriben las villas: Por un lado, la procedencia de sus habitantes y por

el otro la pertenencia territorial. En la segunda parte, se reconstruye y aborda la articulación de la palabra

“villero” a través de los años.

1. El contexto de la villa –en la villa y sobre la villa-

Entre la década de los años 50 y la década de los años 70, y de la mano con los procesos de

industrialización, se conformaron las villas en la Ciudad de Buenos Aires, integradas principalmente por

migrantes internos a quienes se les denominaba de manera negativa “cabecita negra”, dando paso a una

connotación étnica. Dicho elemento se fue transformando con el pasar de los años en el apelativo “negro

villero”, el cual articulaba las mismas características negativas de la primera categoría, pero transformando

el contexto de los campesinos a los “pobres urbanos”. Posteriormente, se da una integración poblacional

de las villas a partir de movimientos migratorios que se dieron/de la época, principalmente por migrantes

de países limítrofes, particularmente de Paraguay y Bolivia.

En este contexto, las villas se constituyeron como espacios territoriales diferenciados, cuya

delimitación de fronteras fueron utilizadas a conveniencia en los distintos momentos de la sociedad

argentina. “Desde fuera”, las villas fueron históricamente concebidas como un elemento que debía ser

erradicado. Durante la última dictadura militar, se dieron una serie de desalojos a los habitantes en las

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villas, con lo cual fueron desplazados de la Ciudad de Buenos Aires (CABA), hacia las áreas pobres del

Gran Buenos Aires o enviados a sus lugares de origen, principalmente en el caso de los extranjeros

(Clichevsky, 2003: 28). Actualmente, la mayoría de las villas se encuentran localizadas en el área sur de

CABA, las cuales fueron repobladas por grupos anteriormente desplazados.

Estas fueron organizadas y clasificadas por el Estado mediante numeraciones. No obstante, algunas

de ellas fueron renombradas de manera extra oficial “desde afuera”, con lo cual se generaron

sobrenombres basados en un rechazo y/o desvinculación del espacio territorial, algunas veces relacionado

a la procedencia de los habitantes de las villas. Tal es el caso de la Villa 15 denominada “Ciudad Oculta”,

cuyo verdadero nombre es Barrio General Belgrano, o la Villa 21-24 ubicada en Barracas, denominada

“Villa de los paraguayos”. Ambos nombres se presentan con una connotación peyorativa y orientada

establecer una distancia del “otro”.

Las villas se conforman como una especie de ghettos cuyas particularidades vistas “desde dentro”

permiten establecer procesos de sociabilidad y vivencialidad particulares al contexto, los cuales en

contraposición con el “afuera” se encuentran en un constante proceso de reinvindicación social y lucha

por el reconocimiento de derechos. Por otro lado, “desde afuera”, las villas adquieren otra particularidad,

por un lado fortalecen criterios de exclusión basados en el distanciamiento con “los otros”, y a su vez, se

convierte en una suerte de “tranquilidad” para los sectores medios y altos “que los delincuentes estén

territorialmente localizados”; por lo que son más vulnerables a los controles sociales (Cravino, 2001:36).

Puede observarse como desde la perspectiva externa, se rechaza de manera peyorativa y diferencial

a las villas, generando un distanciamiento cultural y de clase frente a “los otros”, el cual al ser potenciado,

puede convertirse en un proceso de exclusión y discriminación; mientras desde la mirada interna, se

revaloriza y reapropia el territorio como una forma de reivindicación y toma de distancia de lo

históricamente establecido e impuesto. En la construcción de reivindicaciones los pobladores presentan

su identidad como unívoca y la levantan como una “bandera”, esto como parte de una estrategia de lucha

(Cravino, 2002: 31).

2. (Re) nombrando “lo villero”

La palabra “villero” fue modificando su sentido con el correr de las décadas y tiene una valoración

diferente en ámbitos sociales distintos (Cravino, 2002: 43). Tal como se mencionó con anterioridad, en

los inicios de conformación de las villas, a sus habitantes se les denominada “cabecitas negras” con un

carácter peyorativo, elemento -que fue transformado por el peronismo, dándole sentido positivo desde

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el Estado-. En la década del 70, con el Plan de Erradicación de los Barrios6, impulsado por la dictadura

militar, se intensificó la construcción negativa y una visión de rechazo de las villas desde “afuera”, se pasó

de la construcción social del villero militante político de la primera mitad de los convulsionados años 70

al villero erradicado cual “basura” humana en la segunda mitad de la misma década y que era un obstáculo

para “embellecer la ciudad” (Cravino, 2002: 33). De esta forma, “lo villero” adquirió nuevas características

que incidieron en la estigmatización del término, en la cual sus habitantes aparecían como “marginales

voluntarios”, como seres indolentes y deshonestos (Oszlak, en Cravino, 2002: 34).

A partir de la década de los 80, emergió como actor social el villero que reivindicaba como hábitat

permanente su barrio y para el que reclamaba la titularidad de la tierra y mejoras urbanas (Cravino, 2002:

34). De esta forma, “desde adentro”, se buscó instalar una visión positiva de las villas y de las relaciones

interpersonales, cual construcción de “vecindad” con la finalidad de proyectar una imagen positiva desde

los propios actores, la villa se conforma como un lugar para permanecer.

En los años noventa, dicho elemento dio síntomas de debilitamiento, principalmente ante

denuncias de inseguridad al interior de las villas, incidiendo en el incremento de la violencia horizontal y

la desaparición de la solidaridad. Se da un quiebre de la idea de vecindad y se vuelve a lo inmoral-ilegal

como signo que marca o condiciona a la villa y “lo villero. Los medios de comunicación juegan un papel

central en la construcción de percepciones “desde afuera” de la villa, con lo cual se les proyecta muchas

veces como sitios de delincuencia. Se presenta a los villeros como oportunistas, víctimas de la negligencia

estatal, manipulables por actores externos (partidos políticos, iglesia, etc.) o como portadores de una

biografía trágica, etc. (Cravino, 2002:40).

3. Construcción de sensibilidades

El lapso entre la década de los años 50 y los años 90, presenta altibajos en la construcción de la

noción de “las villas”, sin embargo se mantiene constante una noción negativa y estigmatizante

6 El Plan de Erradicación de los Barrios en 1977 planteaba (1) Al villero le gusta vivir en la villa, una especie de “ghetto” donde “nadie entra” y donde se integra a una estructura socioeconómica particular, con leyes internas especiales. (2) Se trata de gente de muy bajo nivel laboral, generalmente extranjeros de países limítrofes, que poseen una formación cultural diferente y trasladan al ámbito urbano las pautas de sus lugares de origen. (3) Tienen medios suficientes para acceder a otras formas de vivienda ya que muchos poseen autos, comercios, terrenos y casas. (4) Obtienen beneficios y privilegios de los que no gozan otros habitantes de la ciudad: no pagan impuestos ni servicios, explotan comercios clandestinos o forman parte de “mafias” organizadas. (5) Muchos de ellos son delincuentes, que encuentran en la villa cómodos “aguantaderos”. (6) Son una clientela política fácil para partidos y movimientos populares, que movilizan a esta población con promesas demagógicas (Cravino, 2002: 34).

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(fantasmagórica)7 “desde afuera” y una posición de lucha y reivindicación dirigida a un rompimiento de

la construcción social (fantasiosa)8 “desde adentro”.

De esta forma, la categoría “villero” y la identidad villera, están atravesadas fuertemente por el

sentido histórico asignado por parte de los sectores hegemónicos a los habitantes de las villas y al espacio

territorial que las conforma. Las prácticas y significados establecidos por el Estado y los medios de

comunicación hacia “lo villero” establecen estigmas que conforman un cuerpo social basado en la

pobreza, el miedo y el rechazo “desde afuera”, con lo cual se les considera como sujetos peligrosos, con

desviaciones y adicciones, como delincuentes cuya presencia territorial debe estar focalizada para poder

resguardarse y controlarse (estar dentro de perímetros establecidos).

Por otro lado, desde adentro “lo villero” busca (re)significarse, los actores buscan trasladar una

imagen positiva del espacio territorial, se reafirma una “identidad villera” ajena y en contraposición al

sentido asignado desde “los otros”, elemento en el que prevalece la idea de lucha, el reclamo de derechos

y una actitud defensiva.

Asimismo, siguiendo a Cravino, a partir de los años 90, se observa un debilitamiento de los lazos

de solidaridad a lo interno de las villas, y surge el miedo como elemento presente no sólo “desde afuera”,

sino aunado a un miedo “desde dentro” de los propios habitantes. Se resalta un sentido de ilegalidad y

delincuencia por parte de algunos grupos específicos que conviven en las villas, lo cual no implica una

homogenización de la acción, más una lucha por el distanciamiento a lo interno de estos grupos

minoritarios y a distinción de elementos positivos dentro de la villa.

De esta forma, el régimen de sensibilidad respecto de la “identidad villera” y “lo villero” se

conforma sobre la base de los estímulos externos cual impresiones-institucionalizadas, en los que influye

el Estado y los medios de comunicación; y las percepciones internas que buscan romper con un estigma

e imagen a través de la cual no se sienten representados. El distanciamiento, el miedo, la impotencia, la

reivindicación y lucha constante, son algunos de los elementos que influyen en la conformación del

cuerpo social y los mecanismos de soportabilidad social de los habitantes de las villas.

7 Los fantasmas repiten la pérdida conflictual, recuerdan el peso de la derrota, desvalorizan la posibilidad de la contra-acción ante la pérdida y el fracaso (Scribano, 2012:11). 8 Las fantasías ocluyen el conflicto, invierten (y consagran) el lugar de lo particular como un universal e imposibilitan la inclusión del sujeto en los terrenos fantaseados (Scribano, 2012:11).

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Referencias

CLICHEVSKY, N. (2003) “Pobreza y Acceso al suelo urbano. Algunas interrogantes sobre las políticas

de regularización de América Latina”. Chile: CEPAL.

CRAVINO, M.C. (2002). “Las transformaciones en la identidad villera… la conflictiva construcción de sentidos”,

Cuadernos de Antropología Social Nº 15, pp. 29-47, ISSN: 0327-3776, Buenos Aires: FFyL - UBA.

SCRIBANO, A. (2012). “Sociología de los Cuerpos/emociones” en: Revista Latinoamericana de Estudios

sobre Cuerpos, Emociones y Sociedad – RELACES Nº 10, Año 4. ISSN: 1852.8759. pp. 93-113. Disponible

en: http://www.relaces.com.ar/index.php/relaces/article/view/224. Fecha de consulta, 22/03/2016.

Anexo

Tabla 1. Evolución de la palabra villero

Período Referencia Descripción

1950-1970 Cabecita negra Migración interna, campesino que busca trabajo en la urbe

– connotación étnica

Negro villero Trabajador pobre urbano, migrantes de países limítrofes

1970-1975 Villero

militante

político

Primera mitad de la década de 1970

1975-1985 Villero

erradicado

A partir de la dictadura se busca erradicar las villas y se

considera a los habitantes de las villas como “marginales

voluntarios”, indolentes, deshonestos. Se asigna carga

negativa

1985 – 1990 Reivindicación

de villas

Se da repoblamiento de villas, se busca permanecer en las

mismas. Se reclama titularidad de la tierra y mejoras urbanas.

Se busca proyectar desde dentro proyectar imagen positiva

de las villas.

1990- 1999 Habitantes de

las Villas –

evitar palabras

“villas y

villeros”

La palabra villa conlleva una carga valorativa negativa por lo

que se busca evitar. Se quiebra idea de vecindad, se vuelve a

lo inmoral-ilegal como signo de la villa reforzado por

medios de comunicación. Organizaciones fragmentadas –

palabra villa carga valorativa negativa

Fuente: Elaboración propia con datos Cravino (2002).

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La “Identidad social villera” trabajada por Rosana Guber

Romina Del Monaco

El encuentro con Laura era para charlar sobre sus dolores crónicos de cabeza y los modos de

convivir con este malestar a partir de una investigación sobre migraña y vida cotidiana. En un momento

de la charla, hablando de las cosas que le gustan dice: “No necesito mucho en mi vida, viste, más que eso, más que

tranquilidad. Y en mi caso, viste, yo tengo trabajo, tengo... aparte cobro la beca. El año que viene ya voy a tener un trabajo

en blanco. Bah, voy a procurar tener un trabajo en blanco”

Luego de hacer referencia a “la beca”, Laura agregó “Sí, tengo beca de estudio, programa de ayuda social.

Tengo todo. O sea... soy, viste, de los que critican de vago…o sea, si yo quisiera, si fuera una vaga, podría vivir de toda esa

plata que...¿Pero yo por qué lo hago? Porque no tengo tiempo. O sea, no tengo tiempo de trabajar. Yo antes trabajaba a la

noche, trabajaba el fin de semana y... Te digo porque viste que es muy conocido, que dicen: ‘los vagos de mierda’”.

Laura hace referencia a los modos en que dice ser vista por otros. Más allá de cada una de las

nociones empleadas y los modos de hacer referencia a esos otros, interesa analizar en este escrito cómo

a partir de modos de nombrar y decir se forman sensibilidades en torno a ciertas cuestiones y experiencias

que son modeladas por unos y por otros, y al mismo tiempo en esa conjunción pasan a ser formar parte

de “identidades” que aparecen como categorías fijas.

Algunas de las definiciones del diccionario de la Real Academia Española sobre la categoría

“identidad” dice: 1) conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los

demás. 2) Conciencia que una persona tiene de ser ella misma y distinta a las demás (RAE, 2015).

Ambas definiciones refieren a las particularidades de una persona/grupo que lo/s caracterizan

frente a otros. No obstante, lo que se pone en evidencia en una serie de estudios sobre la “identidad” en

las villas es que el conjunto de particularidades y valores están dados por diversos relatos en los que

intervienen no sólo esos actores sino, en especial, otros sujetos.

De este modo, estudios sobre las emociones y sensibilidades se convierten en una herramienta

central para explorar y dar cuenta de las conjunciones entre distintos sentidos dados a un conjunto de

personas al punto de constituir una “identidad” que aparenta cierta estabilidad e inmutabilidad.

En cambio, explorar las “identidades” como resultado de las dinámicas sociales, económicas,

políticas, entre otras, requiere tener en cuenta los modos en que los sujetos perciben/sienten y dicen que

sienten/perciben distintas situaciones de la cotidianidad y de las interacciones con otros.

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En este sentido, las percepciones, sensaciones y emociones constituyen un trípode que permite

entender donde se fundan las sensibilidades. Los agentes sociales conocen el mundo a través de sus

cuerpos. Dichas impresiones de objetos, fenómenos, procesos y otros agentes estructuran las

percepciones que los sujetos acumulan y reproducen (Scribano, 2009: 6).

A modo de ejemplo, en el año 1984 Rosana Guber publica un trabajo titulado “Identidad social

villera” en la revista Enía. Una de las ideas centrales de la autora es enfatizar la noción “villera” para hacer

referencia a esta población. Al comienzo de su trabajo describe las principales características que rigen a

las “villas miseria” (nombre utilizado recurrentemente en la época)9 como objeto de estudio de la

“marginalidad social” pero que al no adoptar categorías más locales se desdibujan los factores que le dan

origen y, al mismo tiempo, que entran en contradicción. Por eso, el análisis de las experiencias de la

población “villera”10 le permite a la autora identificar una serie de paradojas que se encierran en las

vivencias cotidianas de estos actores tanto en su relación con el “afuera” como con los vínculos próximos

del lugar.

Si bien en el trabajo se distinguen las condiciones socio-históricas que dieron lugar a la “identidad

villera”, los estereotipos de las diferentes clases en torno a estos grupos, las características principales de

esta identidad, cómo el “villero” conceptualiza su identidad y el papel que se le da a las personas que

habitan las villas como parte de la constitución de la identidad social, en este escrito el interés será

centrarme en dos cuestiones recurrentes del texto que se articulan con lo mencionado al inicio. En primer

lugar, las caracterizaciones del “villero” y también cómo el “villero se ve a sí mismo”. En ambos casos,

se trata de atributos que permiten tanto la interacción con el “adentro” como con el “afuera”.

Guber señala que en Capital Federal y Buenos Aires los sectores hegemónicos (clases medias y

altas) caracterizan a la población villera por su anomia, inmoralidad y pobreza. Este es un aspecto

recurrente que se asocia con la falta de reglas, moral, orden.11

Teniendo en cuenta las diferencias en los relatos y contextos, tanto el análisis realizado en 1984

como las palabras de Laura hace algunos años tienden a coincidir en la atribución de ciertos aspectos a

determinados sectores. Interesa señalar que en estos casos se combinan tanto lo que los “villeros” dicen

9 Para ampliar información sobre las características de los asentamientos ver el escrito de Cervio, Ana: “Las ‘Villas miseria’, en clave literaria”. 10 La decisión de no hablar de marginalidad (y si de villeros) reside en que su objetivo es ver las condiciones estructurales que producen la exclusión y que el término “marginalidad” no permite visualizar. 11“Sucio, promiscuo e indigente, se abandona a la vida fácil y se dedica al robo; si trabaja, lo hace para satisfacer las necesidades del día y para pagar algunos vicios, pues se dedica especialmente a la bebida” (Guber, 1984: 117).

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sentir que los demás piensan de ellos como (a partir del trabajo de Guber)12 las características que los

sectores dominantes y hegemónicos atribuyen a estos sectores modelando un conjunto de sentidos que,

finalmente y por distintos motivos, en algunos casos se terminan adoptando como “propios”.

En el análisis realizado por Guber, “la identidad es socialmente operativa cuando transmite sentidos

(valores, pautas, criterios) relevantes para las distintas partes de la interacción” (1984: 115). Al mismo

tiempo, las explicaciones13 en torno a las situaciones de quienes viven en villas no son excluyentes, sin

embargo, en cada una de ellas se encuentran elementos que dificultan concebir cambios, salidas y al

mismo tiempo se tienden a cristalizar y pasan conformar parte de la “identidad” de estos sectores.

A través de su estudio es posible identificar una articulación entre la identidad de los “villeros”,

cómo ellos la “constituyen” y al mismo tiempo como ese aspecto está mediado tanto por los sentidos

dados a dicha identidad de los sectores medios y altos, de las autoridades políticas y de la sociedad en

general.14

De este modo, explorar cuáles son esos valores asociados a los “villeros” permite indagar y analizar

las sensiblidades y emociones que entrecruzan, relacionan y, también, entran en contradicción al

momento de (auto) definir/se.

Siguiendo a Scribano (2009), las emociones entendidas como consecuencias de las sensaciones

pueden verse como el puzzle que adviene como acción y efecto de sentir o sentirse. De esta forma, las

emociones se enraízan en los estados de sentir el mundo que permiten vehiculizar formas socialmente

construidas (Scribano, 2009: 7).

Hacer referencia a nociones asociadas con la suciedad, inmoralidad, pobreza, vagancia, carencia

(no sólo de alimentos y bienes básicos) pero al mismo tiempo conjugarlas con otras categorías como

12 Asimismo, De acuerdo con Guber, el “villero” desarrolla vínculos con otras clases que se resumen en: “asistencialización” y “marginalización” del pobre. A través de la asistencia, como operación de la ideología dominante que se instrumenta para su sujeción, la sociedad niega el momento positivo de la producción de la pobreza: “Según esta operación, los villeros participan del proceso social desde su exclusión de las oportunidades de consumo. El Estado y las organizaciones asistenciales se autoerigen en agentes activos mientras que los pobres son relegados a un papel pasivo y dependiente; el Estado y sus agentes son los dadores; el pobre es un mero receptor” (Guber, 1984: 123). 13 Guber señala que algunas explicaciones del villero en torno a su situación son variadas, heterogéneas e incluyen desde la afirmación de que “siempre hubo pobres y ricos”, “Dios decide quién es rico y quién no”, “como pruebas que pone Dios en el camino”, “las sucesivas gestiones oficiales, sumada a la arbitrariedad de los políticos y la ambición de los ricos”. También, otra cuestión que se resalta son las referencias de los reiterados engaños a los que se encuentran expuestos por distintas autoridades y personas (Guber, 1984). 14 El villero desarrolla un rol activo en la construcción de su estigmatizada identidad, una de las manifestaciones de este rol es la resignificación del estigma en función de las posibilidades que le brinda la interacción e intereses concretos” (Guber, 1984:123).

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pasividad, dependencia, recepción da cuenta de las distintas variables posibles de intervenir en la

conformación de esas “identidades” y como de acuerdo a los sectores, sujetos y momentos operan unas

u otras apelando a distintos estados emocionales.

Por último, al final del trabajo seleccionado se hace referencia a la “adaptación” como una

capacidad de la “identidad villera”. La posibilidad de “adaptarse” ante situaciones inesperadas permite a

través de un aparente círculo vicioso un doble juego. Por un lado, mantener una situación de manera

crónica apelando a esa “adaptación” y, al mismo tiempo, esencializar una serie de sentidos atribuidos a

estos sectores asociados con la “resolución de problemas” ante eventos (no) esperados.

Retomando la pregunta del inicio de escrito, ese conjunto de valores aparentemente inamovibles

son resultado de sensibilidades y emociones que modelan y al mismo tiempo son modeladas por

experiencias y vivencias que se encuentran enmarcadas en condiciones sociales que dan forma e

intervienen en los modos en que los distintos actores tienen de nombrar/sentir y cómo eso se articula

con lo que dicen que piensan, lo que escuchan, lo que unos y otros dicen que sienten.

Referencias

Diccionario de la Real Academia Española, fecha de consulta octubre de 2015

GUBER, Rosana (1984) “Identidad social villera”. Revista Enía N° 32, julio-diciembre.

SCRIBANO, Adrián (2009) “Ciudad de mis sueños. Hacia una hipótesis sobre el lugar de los sueños en

las políticas de las emociones”. Estudio Introductorio a Levstein, Ana y Boito, Eugenia (comps.), De

insomnios y vigilias en el espacio urbano cordobés: lecturas sobre ‘Ciudad de mis sueños’ Córdoba: Editorial Jorge

Sarmiento Editor, CEA/UE-CONICET.

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Sobre el “Día Nacional de la Identidad Villera”

Juan Ignacio Ferreras

Contexto

En mayo del 2014 legisladores kirchneristas, curas, artistas y dirigentes sociales propusieron que el

7 de octubre, aniversario del asesinato del padre Carlos Mugica, sea declarado Día de los Valores Villeros.

En noviembre del mismo año se le dio media sanción en Diputados –con 122 votos afirmativos, 41

negativos y 25 abstenciones– y, finalmente, el 17 de diciembre del 2014 se aprobó en el senado por 36

votos afirmativos ante 27 negativos, –cambiando el nombre– el proyecto de ley del “Día Nacional de la

identidad villera”.15

El proyecto fue redactado por Andrés Larroque y co-firmado por Juan Cabandié, María Luz

Alonso, Marcos Cleri, Ana Gaillard, Mayra Mendoza, Jorge Barreto, Eduardo De Pedro, Horacio

Pietragalla, María Teresa García, Edgardo De Petri y el presidente de la Cámara de diputados, Julián

Domínguez. Hubo opositores como Ricardo Alfonsín que votaron a favor; y diputados del PRO y del

massismo que se opusieron.

Andrés Larroque afirmó que el proyecto fue una iniciativa de los vecinos de las villas, y remarcó la

necesidad de “reivindicar la identidad villera, tantas veces denostada y estigmatizada”. Esta

“reivindicación” supone la creación de la identidad villera a través de una serie valores “positivos”.

En la presentación del proyecto, Juan Cabandié destacó el sentido de “colaboración y de

hermandad” entre los habitantes de las villas, y lo contrapuso con el de "muchos de los que viven en

edificios, que en el ascensor ni siquiera se saludan con sus vecinos; y ni hablar de cuando discuten para

darles aumentos a los encargados o para hacer algún arreglo en el edificio". Por su parte, César González,

poeta y cineasta de la Villa Carlos Gardel, de El Palomar, afirmó que era bueno estar en la presentación

del proyecto ya que "en este Congreso por lo general se sancionan leyes para estigmatizar a los villeros".

En la Prensa Obrera del 20 de noviembre de 201416 Gabriel Solano afirma que lo que se pretende

con la declaración del Día Nacional de la Identidad Villera es “naturalizar las villas e incluso embellecerlas.

La ’identidad villera’ supone la preservación de las propias villas (…) supone, además, una identidad de

intereses entre los habitantes de las villas, que no existe”.

15 Disponible en: http://contintanorte.com.ar/wp-content/uploads/2014/11/D%C3%ADa-Nacional-de-la-Identidad-Villera.pdf. 16 Disponible en: http://www.po.org.ar/noticia/la-identidad-villera-se-ve-mejor-desde-puerto-madero.

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Sobre el cambio de nombre de la ley,17 que en principio había sido redactada como “Día Nacional

de los Valores Villeros”, y terminó siendo aprobada como “Día nacional de la Identidad Villera”,18

Larroque aclararía que “los colegas diputados plantearon que quizás era equivocada la definición de

valores villeros porque sostenían que eran absolutos (…) Los valores que plantea el proyecto de ley son

la solidaridad, el compromiso, el optimismo y la abnegación. Dichos valores seguramente no son

exclusivos de aquellos que viven en las villas o en otros lugares con circunstancias difíciles (…)”.

Resulta interesante pensar qué puede llegar a significar el cambio de nombre de la ley. El paso de

los “valores villeros” a la “identidad villera” fue aceptado por el oficialismo, según lo afirma Larroque,

para lograr mayor consenso, ya que los opositores al proyecto afirmaban que los valores son “absolutos”.

¿Cuál es, entonces, el concepto de identidad sobre el que están pensando quienes votan por el proyecto?

¿Cuál es la diferencia entre los conceptos de valores e identidad? ¿Tiene sentido, hoy, hablar de una

“identidad villera”, teniendo en cuenta que este sea acaso un concepto más esencialista, y que se posa

sobre un actor social que se encuentra en una situación de desprotección e incertidumbre que difícilmente

le permita “asentarse” bajo características estables?

Algunos disparadores: acerca de la espera y la paciencia

Dada la brevedad del presente escrito, nos centraremos solo en algunas particularidades del caso,

a modo de disparadores que potencialmente podrán ser objeto de un análisis más profundo y detallado.

Nos proponemos, por lo tanto, indagar sobre cómo son las sensibilidades de quienes son definidos desde

el Estado, mediante una ley que define su identidad, y los caracteriza como sujetos que valoran lo

colectivo, solidarios, optimistas, esperanzados, generosos y humildes.

17 Disponible en: http://www.perfil.com/politica/Larroque-En-la-Argentina-se-vota-el-Dia-del-Panadero-y-no-genera-tanta-polemica--20141113-0030.html. 18 El artículo 2 de la ley afirma que “El Ministerio de Educación de la Nación, en el marco del Consejo Federal de Educación, promoverá la incorporación de la fecha mencionada en el artículo precedente en el calendario escolar e implementará actividades tendientes a difundir entre los alumnos el conocimiento y el significado de la conmemoración”. Las actividades buscarán resaltar “los valores que componen la identidad villera como tal”. Continúan los fundamentos del proyecto de ley, afirmando que: El Padre Mugica es un fiel representante de los "Valores Villeros", tales como: Solidaridad: que los lleva a preocuparse por los problemas del otro como si fueran los propios, sin cuestionar, y con la intención de ayudar / Optimismo y esperanza: que les permite ver soluciones donde otros sólo ven barreras insuperables / Generosidad: El poder ayudar a un vecino sin pedir o necesitar nada a cambio. Compromiso con la realidad que viven sus barrios y sus vecinos / Humildad: La misma vida los pone en una actitud en la que se está siempre aprendiendo para poder, junto a sus pares, sobrellevar los obstáculos que se presentan / El Valor por lo colectivo: que los lleva a trabajar día a día y en comunidad para transformar su realidad porque comprende que es comunitariamente como puede cambiar el mundo en el que vive.

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Esta definición por parte del Estado de una “identidad villera”, supone la substancialización de una

serie de características que son arbitrariamente atribuidas a unos sujetos que habitan y transitan un espacio

distinto a quienes suponen conocerlos y deciden definirlos.

Los “valores que componen la identidad villera como tal” aparecen como una serie de lugares

comunes, erigidos desde una perspectiva miserabilista, plagada de lugares comunes. Esta supuesta

“descripción” que se realiza desde el Estado, este modo de atribuir una identidad a determinados sujetos

–quienes habitan en las villas son generosos, humildes, etc.– no es más que la generación de una

sensibilidad adecuada, de los modos que estos sujetos deben aprehender ciertos modos de sentir, a lo largo

del tiempo, mediante los mecanismos de soportabilidad social (estructurados alrededor de una serie de prácticas

hechas cuerpo, se encargan de evitar el conflicto social) y los dispositivos de regulación de las sensaciones (los

cuales consisten en procesos de selección, clasificación y elaboración de las percepciones socialmente

determinadas y retribuidas). Estos actúan sobre el cuerpo de los agentes sociales, el cual es el locus de la

conflictividad y el orden (Scribano, 2007). Así comprendemos que se rescate el valor por lo colectivo y

la generosidad, cuando en realidad, actualmente, huelga la acción colectiva y organización vecinal en las

villas.

Cuando desde la ley se nombra a la humildad como una característica que conforma la “identidad

villera”, podríamos pensar, en cambio, que las sensibilidades que emergen desde los dispositivos de

regulación de las sensaciones y los mecanismos de soportabilidad social parecieran estar signadas por la

erección de la espera como una actividad cívica, y la paciencia como una virtud: “se configuran en –y a

través– de las emociones y los cuerpos la espera y la paciencia como sociabilidades adecuadas” (Scribano,

2010: 170).

Tomando a la paciencia como un nodo central de la ciudadanía, Scribano la define como “una

poética del aguantarse, del morderse, del bajar la cabeza, del ni siquiera chistar… es un modo de narrar

la pasividad como política de los cuerpos. La paciencia tiene que ver con la pasión interiorizada,

domesticada, des-activada” (Scribano, 2010: 180). Un aspecto de la identidad villera es la solidaridad, la

cual “los lleva a preocuparse por los problemas del otro como si fueran los propios, sin cuestionar, y con

la intención de ayudar”. ¿Qué significa ese “no cuestionar”? ¿Lo que no se cuestiona es sólo el hecho de

ayudar, sí o sí, al otro en sus problemas? ¿O no se cuestiona tampoco el por qué de sus problemas, el

cómo se ha llegado a esa situación “problemática”?

En esta línea, es igual de cuestionable cuando se afirma, por ejemplo, que “la misma vida los pone

en una actitud en la que se está siempre aprendiendo para poder, junto a sus pares, sobrellevar los

obstáculos que se presentan”. El tener que estar “siempre aprendiendo”, el hecho de que “la vida misma”

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los obligue a esto, habla de cierta tolerancia que deben tener los habitantes de las villas, estrechamente

ligada a lo que hemos mencionado sobre la paciencia y la espera.

Palabras finales

La idea de paciencia, de inacción, de iteratividad de ciertos comportamientos que tienden a evitar

el conflicto social, a aceptar ese “deber ser” humilde, generoso, optimista y, por qué no, obediente, se

erigen tácitamente en la Ley de la Identidad Villera. El villero no debe moverse, debe esperar, y ser

paciente. No debe cuestionar, debe aceptar. Debe agachar la cabeza y afrontar con optimismo los

problemas cotidianos.

Por otro lado, podemos entender que aquello que pasa a ser parte del Estado, pasa a ser parte de

la dominación. Una ley de la “identidad villera” se encarga de identificar y establecer ciertas cualidades,

“fosilizándolas” para que pasen a formar parte de esa dominación.19

Se genera así un círculo vicioso donde, a través de las prácticas de la espera y la paciencia, se le dan

sentido y nombran una serie de aspectos que se terminan convirtiendo en “valores”, se le da forma desde

el Estado a la identidad de una serie de sujetos habitan un mismo espacio, signado por la fragilidad y la

incertidumbre.

Referencias

SCRIBANO, Adrián (2007) “La Sociedad hecha callo: conflictividad, dolor social y regulación de las

sensaciones”, en: Mapeando Interiores. Cuerpo, Conflicto y Sensaciones. CEA-UNC – Jorge Sarmiento Editor.

pp. 118-142.

SCRIBANO, Adrián (2010) “Primero hay que saber sufrir…!!! Hacia una sociología de la “espera” como

mecanismo de soportabilidad social”, en: A. Scribano y P. Lisdero (comps.), Sensibilidades en juego: miradas

múltiples desde los estudios sociales de los cuerpos y las emociones. Córdoba: CEA-CONICET.

19 Según Bourdieu, “El orden simbólico se asienta sobre la imposición al conjunto de los agentes de estructuras cognitivas que deben una parte de su consistencia y de su resistencia al hecho de ser, por lo menos en apariencia, coherentes y sistemáticas y de estar objetivamente en consonancia con las estructuras objetivas del mundo social. Esta consonancia inmediata y tácita (en todo opuesta a un contrato explícito) fundamenta la relación de sumisión dóxica que nos ata, a través de todos los lazos del inconsciente, al orden establecido. El reconocimiento de la legitimidad no es, como cree Max Weber, un acto libre de la conciencia clara. Está arraigada en la consonancia inmediata entre las estructuras incorporadas, que se han convenido en inconscientes, como las que organizan los ritmos temporales (por ejemplo la división en horas, absolutamente arbitraria, de la agenda escolar), y las estructuras objetivas”. Disponible en: http://pierre-bourdieu.blogspot.com.ar/2008/04/dominadores-y-dominados-pierre-bourdieu.html.

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Retomando los aportes de Gino Germani para pensar las villas de la Ciudad de Buenos Aires en

la actualidad

Andrea Dettano

El presente escrito considera la perspectiva de Gino Germani acerca del desarrollo de la

urbanización en América Latina como un insumo para reflexionar sobre la población actual de las villas

de la ciudad de Buenos Aires y su vinculación con la acción colectiva y la percepción de Programas

sociales.

Este fragmento intenta releer una perspectiva socio-histórica sobre la Marginalidad Urbana desde

los Estudios Sociales de los Cuerpos y Emociones. En tanto recorte teórico, implica observar los procesos

de movilidad hacia las grandes ciudades y el modo en que estas se conforman, diagraman, albergan y

expulsan desde mediados del siglo XX, constituyendo sensibilidades específicas. El sujeto que está

tratando de definirse/ tratarse en estos escritos citados es el proletario urbano, como sujeto social cuya

composición consiste en una numerosa población proveniente del interior del país, cuya “pauta cultural”

–en términos de Germani, es diferente y no se adapta a las formas modernas. De este modo se puede

observar también la pregunta- preocupación acerca de la influencia de la estructura social –con énfasis en

la económica- sobre la vida subjetiva.

Además de considerar los temas mencionados se busca aportar en la reflexión sobre que significa

hablar de las villas de la ciudad como objeto de indagación sociológica y la forma en que las propias

prenociones sobre lo que se quiere investigar pueden interferir/obstaculizar la mirada hacia el fenómeno,

suceso, proceso que se quiere abordar.

A partir de aquí se consideran tres trabajos de Gino Germani. El primero es el prefacio del libro

de Erich Fromm El miedo a la Libertad (1980). Para Germani la obra de Fromm es parte de la influencia

del psicoanálisis en el estudio de lo histórico-social. Es el comienzo de la inclusión de la sociedad, los

valores y normas en el estudio de la personalidad, en simultáneo con un intento por “dejar a un costado”

explicaciones biologicistas sobre lo social. La cultura empieza a cobrar lugar como una fuerza “capaz de

moldear a los hombres”, nos dice Germani, a propósito de la obra de Fromm.

En este prefacio, Germani sostiene la existencia de un cuerpo socialmente determinado, la

influencia del ambiente y la cultura en la constitución tanto biológica como sensible de los sujetos. En

este sentido, describe un momento de transformación en la concepción del sujeto social, ya no como un

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universal sino producto de múltiples determinaciones, de la naturaleza y la cultura20, de forma que su

trabajo es un aporte –no menor- a los estudios sociales sobre Cuerpos y Emociones.

Además, este escrito exhibe varias de las preocupaciones de Germani: los cambios en la sociedad,

las “actitudes subjetivas”, las “formas cristalizadas”, la dinámica del cambio social y las formas que asume

en “la mente de los hombres”. El aporte de Fromm es para Germani la posibilidad de analizar las

relaciones entre lo que denomina fenómenos estructurales, por un lado y fenómenos Psicosociales por

otro. En su perspectiva en particular, los fenómenos estructurales responden a las transformaciones

económicas –siendo las de mayor peso en cuanto a las posibilidades de transformación social- y los

fenómenos psicosociales a como las primeras repercuten en la conciencia y en la conducta de las personas.

Esto implica que está pensando, si bien pondera la importancia de un elemento sobre otro, el problema

del cambio social, de las transformaciones subjetivas a partir de la relación entre estructura social y lo que

él denomina aspecto psicosocial.

En el segundo, El surgimiento del Peronismo: el rol de los obreros y de los migrantes internos (1973), se trata

de precisar la composición de la base social del electorado peronista. La cuestión reside en que hace una

revisión de varios trabajos donde esto se releva y remarca que los análisis no son certeros porque no se

tiene en cuenta a los trabajadores provenientes de otras provincias, siendo que estos representan a más

de la mitad de los trabajadores manuales y que tuvieron gran peso en el voto21 (difieren en representación

según el grado de calificación). Todos los errores que presentan los trabajos recuperados por Germani

en ese artículo, parten de la omisión del porcentaje de extranjeros que vivían en la Ciudad de Buenos

Aires, que para 1946 era del 26%. La proporción de los mismos es mayor en la población adulta y en la

PEA. Por su parte, el porcentaje de migrantes internos también ha sido subestimado “…el indicador

adecuado de la migración interna con respecto a la composición del electorado y de la población que

tiene relevancia política, es el porcentaje de argentinos (en edad de votar) que han nacido en otra provincia

y viven en Buenos Aires (u otra ciudad grande) sobre el total de residentes nativos (en edad de votar)”

(Germani, 1973: 447). Lo que aporta, en esta línea es que tres cuartos de los obreros no calificados

residentes en la Ciudad, son migrantes internos, así también tres quintos de los semi- calificados y menos

del 50% entre los calificados.

20 “Hoy, el efecto convergente de muy distintas corrientes de pensamiento y desarrollos científicos nos ha llevado a abandonar esa imagen universal y a considerar en su lugar al hombre histórico y socialmente diferenciado, dotado de una constitución biológica extremadamente maleable y susceptible de adaptarse a los más distintos ambientes naturales y culturales, a través de su propia modificación y de la del ambiente mismo.” (Germani,1980: 12)

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En conclusión, estas enormes proporciones de votantes migrantes, necesariamente hace pensar

que estos últimos fueron un componente central del voto peronista. (Germani, 1973) Lo que se puede

ver en el texto es un intento por precisar además, las características de la población de la ciudad, una

ciudad que atraviesa un proceso de fuerte heterogeneidad en su composición, debido a la atracción que

representa en tanto polo industrial. Sin entrar en detalles sobre los errores metodológicos en los que han

incurrido los trabajos que Germani revisa, lo que interesa recuperar y se vuelve relevante a los fines de

nuestra propia indagación es la forma en que se puede estar haciendo omisión de ciertos aspectos del

fenómeno a estudiar, como en este caso es el origen. Recuperar este trabajo cumple la función de

advertencia metodológica, a la hora considerar en nuestros análisis aspectos que no eran esperados ni

considerados.

Por último, se considera el texto La ciudad como mecanismo integrador, publicado en 1967 en la revista

Mexicana de Sociología. Aquí refiere a como el patrón en América Latina ha sido el aumento de la

concentración urbana ligado al surgimiento de una economía que depende del crecimiento internacional -

esto también lo dice Paul Singer (1973)-, de la exportación de unas pocas mercancías primarias. Las

ciudades son utilizadas como punto de contacto entre el transporte marítimo y terrestre, para el traslado

de estas mercancías. La pregunta que se hace es hasta qué punto este tipo de urbanización, que después

denominará “sobre-urbanización”, puede considerarse un factor de integración nacional. En este, al igual

que en el texto anterior está hablando de una ciudad conformándose como polo industrial, recibiendo

población de varias provincias del país, cuestionando acerca de sus consecuencias en términos de

“desarrollo”.

Aquí recupera una mirada pesimista y una optimista sobre el fenómeno. La pesimista consiste en

considerar que esta urbanización atenta en contra del desarrollo nacional, ya que los recursos materiales

y humanos se concentran de manera desproporcionada. Para esta mirada “La creación de un sector pseudo–

terciario es una expresión de transferencia de la desocupación o subocupación de las áreas rurales a las

ciudades” (Germani, 1967: 388). En segundo lugar puede visualizarse como se hace referencia a la

población nacional, a los trabajadores del interior del país sin ocupación, que no provienen de centros

urbanos.

Por su parte, la visión más optimista sostiene que los recursos escasos pero concentrados resultan

más eficientes que si se encontraran diseminados en el territorio nacional. En este sentido: “La función

positiva de la ciudad como un centro dinámico para la educación y la innovación técnica y social, bien

puede compensar los costos –económicos y sociales- de la sobre-urbanización” (Germani, 1967: 388)

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Lo que verdaderamente preocupa al autor es el proceso de integración a la sociedad moderna. En

otros trabajos, asocia quizá más directamente la marginalidad con cuestiones culturales de adecuación o

no al medio urbano en tanto espacio de la modernización y persistencia de formas tradicionales, que

retarda el ¨inicio del cambio económico¨.

Se trata de un proceso de integración que implica el traspaso de una pauta cultural tradicional a una

moderna. Este traspaso el autor lo describe en una secuencia temporal de tres pasos: 1) liberación o

disponibilidad; 2) movilización; 3) integración a las estructuras modernas. Todo esto debe ser tenido en

cuenta para hacer un análisis de la marginalidad. Lo que va a decir es que la misma, no es una cosa

unidimensional, sino que presenta muchas diferencias cualitativas. Así, podemos hablar de una

marginalidad intra-urbana: “En consecuencia, existen muchos tipos de marginalidad, desde la marginalidad

casi total de aquellos que viven en las regiones periféricas o atrasadas, o en comunidades tradicionales

aisladas dentro de la Nación, hasta la marginalidad de los migrantes urbanos segregados en sus arrabales

o cinturones de tugurio, pero que participan en algunas actividades y tienen mucho más contacto con los

medios de comunicación que el inmigrante aislado de las áreas periféricas” (Germani, 1967: 390)

En este proceso de integración, el autor menciona la persistencia de patrones rurales, que operan

como un obstáculo para el proceso de esos migrantes y de sus descendientes. Esto puede originar lo que

denomina como una “sub-cultura”, que no pertenece a la sociedad “moderna”. Esto se denomina como

“marginalidad persistente”, “…los individuos que pertenecen a estos sectores se encuentran ajustados e

integrados dentro de sus grupos, pero son todavía marginales” (Germani, 1967: 393). Para explicar esto

por una parte hace referencia a lo que Lewis denominó “la cultura de la pobreza”, como una traba para

la integración y por otro lado se pregunta si esto constituye un proceso de transición que con tiempo

generará el surgimiento de un “Proletariado Industrial moderno”.

Si bien esto no puede ser respondido, se afirma a la ciudad como poseedora de mecanismos de

movilización y de integración. La distinción entre unos y otros no está claramente delimitada. Los

mecanismos de movilización más importantes de la ciudad son la educación y los medios de comunicación,

cuyo impacto se da sobre las actitudes y los valores. De este modo “Originan cambios en las aspiraciones,

facilitan la liberación de los individuos de los patrones tradicionales y los convierten en disponibles para

desempeñar nuevos papeles, nuevas formas de participación y consumo” (Germani, 1967:394). La ciudad

es, en palabras del autor: “un centro de irradiación de modernidad, un mecanismo para la movilización

de la población marginal…” (1967:394) En este sentido, la ciudad provee de los mecanismos para la

integración, para la incorporación por parte de los sujetos de la pauta de vida urbana, lo que no significa

necesariamente que haya integración. Esta última implica cambios en la estructura de la sociedad, aquellos

originados por el crecimiento económico. Este será el único capaz de modificar la estructura ocupacional

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y la composición y cantidad de consumo de bienes y servicios, dando lugar a una verdadera movilidad

estructural.

En resumen, los mecanismos de movilización constituyen una “puesta a punto”, una introducción

a los valores y actitudes de la urbe moderna, pero para que haya participación efectiva, o integración, es

necesario que haya desarrollo económico. Dicho desarrollo traerá aparejada una mayor diferenciación

ocupacional, una gradación ocupacional y por ende una ampliación de los estratos medios. Por último,

habrá un acceso por parte de los estratos más bajos a bienes y servicios que pertenecían a las clases altas,

lo que originará una transferencia de símbolos de status, una movilidad psicológica ascendente (Germani, 1967).

Con este segundo escrito del autor es posible decir que si bien la ciudad se constituyó –en el marco de

un proceso de industrialización- como un polo de atracción, para la población del resto del país, lo hizo

en tanto se fue estructurando una sensibilidad social ligada a la posibilidad urbana del ascenso económico

y social.

Referencias

FROMM, E. (1980) El miedo a la Libertad. Barcelona: Paidós.

GERMANI, G. (1967) “La ciudad como mecanismo integrador”. Revista Mexicana de sociología N° 3.

Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. México.

GERMANI, G. (1973) “El surgimiento del peronismo: el rol de los obreros y de los migrantes internos”.

Desarrollo Económico Nº 51. Buenos Aires.

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De abajo y marginales

Rafael Sánchez Aguirre

En línea con los trabajos de Gino Germani, el sociólogo José Luis de Imaz propone adentrarse en

la caracterización de un sector de la sociedad que denomina “los hundidos”, expresión que sirve como

título de su libro publicado en 1974. Este trabajo de Imaz se basa en el relevamiento de fuentes

secundarias, específicamente de datos estadísticos obtenidos de dos formas: una correspondiente a los

censos y documentos de diagnóstico de corte oficial, y otra relativa a los estudios sociológicos que

intentan aproximarse sobre el tema. Dicha labor investigativa fue financiada –de acuerdo al autor– por la

Iglesia Católica Alemana, en el marco de las actividades académicas del Centro de Investigaciones

Sociológicas la Universidad Católica Argentina en Buenos Aires. La pesquisa se concentra en los primeros

años de la década de los 70 a nivel nacional, aunque también hace referencias a datos de los años 60.

De entrada encontramos una inquietud acerca de quiénes pueden ser considerados como

marginales, hundidos y de abajo (socialmente hablando). Ya que con ello se intenta precisar el objeto de

estudio a caracterizar. La categoría analítica “población marginal” es aprovechada para describir a una

población que se encuentra anclada en un sentido de precariedad: muy abajo, que vive un fuerte

hundimiento. Dichos rasgos son considerados como estructurales y correspondientes a un sector social

sobre el que recae el peso de unas dinámicas sociohistóricas de dominación. En esta línea, por ejemplo,

en las zonas urbanas del país los marginales hacen parte de generaciones que migraron desde el ámbito

rural con una herencia de amplias desventajas.

El autor reconoce que, a pesar de haber existido algunos antecedentes relacionados con este tipo

de trabajo investigativo –como son los avances de Palacios (1900), Massé (1904) y Bunge (1940)–, este

tema desde una perspectiva sociológica se encuentra inexplorado. Los trabajos mencionados tuvieron un

énfasis principalmente sanitario cuya intención se encaminaba al desarrollo de una especie de “medicina

social”. En cambio, en lo que corresponde al libro Los Hundidos, se trata de un aporte provisorio e

instrumental con el que se buscaba evidenciar unas verdades matemáticas (estadísticas) de una realidad

social nacional. Claro, sin desconocer que tal tarea podía y debía ser completada a la luz de más y mejores

estadísticas.

Volviendo al concepto de “marginales”, Imaz resalta la existencia de una pequeña tradición

sociológica (conectada con Germani) dentro de la cual se buscaba desmarcar dicho concepto de su

parentesco casi exclusivo con “problemas de tipo de personalidad, o de subcultura de migrantes no bien

integrados” (1974: 12). Con ello no se negaba la existencia de diferentes grados de marginalidad, más bien

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se replanteaba una conceptualización que podía funcionar bien para precisar cuántas personas estaban

por debajo de un “minimun” vital. Los problemas concretos de una población hundida eran evidentes

(estructuralmente hablando) a través de sus techos, sus paredes, sus pisos de tierra, sus condiciones

sanitarias, sus actividades, su educación, sus orígenes.22

Con un escueto marco teórico, propuesto como un ‘documento de trabajo’, el autor elaboró junto

a su equipo de investigación una serie de indicadores que también fueron discutidos con diferentes

investigadores de diversos lugares del país. El proceso de construcción de los indicadores estaba

permeado por tres factores analíticos: uno social, otro cultural y uno más personal. Todo esto hacía parte

del ejercicio de clarificación del objeto de estudio. Así, en relación con lo social se estaba hablando de

aquellos que no ejercían roles relevantes en la sociedad, no participaban en la toma de decisiones, carecían

generalmente de bienes y servicios, evidenciaban una desorganización social permanente. En términos

de lo cultural, eran grupos que disentían respecto a las normas y valores sociales establecidos,

“incongruentes en la percepción de los símbolos y sus significados… [aquellos] que evidencian falta de

comprensión y utilización de los distintos bienes instrumentales” (Imaz, 1974: 23). En lo personal, los

problemas individuales debían entenderse como parte de una desintegración colectiva y como efecto de

la marginalidad antes que como puros problemas de corte psicológico.

Con estos elementos, los indicadores se concentraban principalmente en el ámbito social y cultural

para ir perfilando modos en que históricamente los marginales han sido ‘integrados’ a la sociedad. Esta

presunción no desconocía que allí se ponían en juego unas relaciones de poder y dominación: que

económica y socialmente “determinan quiénes y qué consumen. Y que las relaciones de poder –pero muy

particularmente las políticas– son las que configuran para quién, y quiénes deciden” (Imaz, 1974:25). De

tal manera, los marginales pueden entenderse como una especie de los dominados, al igual que las

personas que componen una villa pueden entenderse como una especie de los marginales (existen varios

tipos de marginalidad que pueden superponerse). Por ejemplo, representan otros tipos de marginalidad

los enfermos analfabetas concentrados en hospitales públicos provinciales, las mujeres que sirven en

“casas de familia” sin garantías laborales, o las mujeres embarazadas que no tienen acceso a servicios

médicos en la zonas rurales donde viven (recordemos que estamos hablando de los años próximos a

1970).

Volviendo al tema de los indicadores, que fueron pensados no solo con un enfoque académico

sino como un llamado de atención y herramienta para la acción gubernamental, cubrieron cinco

22 Los textos de Ana Cervio y Andrea Dettano, incluidos en este libro, ofrecen rasgos complementarios sobre esta breve caracterización.

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dimensiones: a.) del estatus personal, b.) ocupacional, c.) educacional, d.) de vivienda y equipamiento

colectivo, y e.) sanitaria. De acuerdo a estas dimensiones fueron desarrollados los diferentes capítulos del

libro de Imaz. De forma (muy) panorámica podemos mencionar algunos aspectos de la población

marginal en conexión con los indicadores. Se trata de personas que duraron más de un año sin inscripción

en el Registro de Nacimientos (19% de los registrados en Corrientes en 1970, 7% en Chubut el mismo

año), algunos de ellos con 40 o más años sin ningún tipo de documento; unos de ascendencia aborigen

o con raíces campesinas, otros provenientes de países fronterizos; desempleados (4.9% del total de la

población económicamente activa en Capital Federal, 10.6% en Tucumán), algunos subempleados (3.9%

del total de la población económicamente activa en Capital Federal, 13% en Rio Negro), otra parte

dedicada al trabajo doméstico (femenino), un tanto más agricultores pobres, todos con baja calificación

profesional y con pocos estudios.

En el capítulo V de Los Hundidos, bajo la dimensión de vivienda y equipamiento colectivo,

encontramos una alusión explicita a las villas, asunto que nos interesa resaltar –dejando por ahora de lado

los detalles estadísticos, al igual que la descripción de todos los indicadores–. Imaz habla de “villas

miseria” y las define como aquellas “erigidas sobre terreno fiscal, o de propiedad de terceros (contra la

voluntad de esos terceros)… que carecen de servicios públicos y de trazado urbanístico acorde con las

disposiciones provinciales y/o municipales” (1974: 83). Igualmente son zonas que él entiende con una

alta densidad poblacional, que viven hacinados en casas de materiales precarios y sin servicios sanitarios,

conformadas por una población no integrada con sus vecinos urbanos.

La investigación asumía que las villas estaban conformadas por más de 50 casillas (viviendas), pero

igualmente reconocía bajo la misma denominación a los conglomerados con 20 a 49 casillas o a los focos

conformados por un máximo de 19 casillas. Así, de acuerdo al Censo de Población de 1970 y a la

Comisión Municipal de Vivienda existían en Capital Federal un total villero de 106.197 habitantes

repartidos en dichas unidades urbanas23. La villa con mayor número de personas era la 31 con 24.385

habitantes y le seguía la 1/11/14 con 19.912. En la villa 31 el 23.5% de su población era analfabeta y en

la 1/11/14 lo era el 9.5%; en la primera el 4.9% tenía o realizaba estudios secundarios (este dato refiere

solamente a mayores de 14 años) mientras que en la segunda este ítem correspondía al 3.7%; en la 31 el

46.1% de las viviendas tenían televisión y en la 1/11/14 lo tenían el 68.5%; en la primera (de la población

económicamente activa) el 16.3% estaba desocupada y en la segunda el 9.4%.

23 La ciudad estaba habitada en aquel entonces por 2.972.453 personas.

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Estos datos (panorámicos) nos ofrecen pistas inquietantes sobre una población que en la ciudad

ha sobrevivido bajo el peso de la exclusión; para Imaz el total de marginales en Capital Federal asciende

a 127.815 personas –es así que más del 80% de ellas son de la villa–. A nivel nacional dicho total asciende

a 2.527.516 marginales, es decir un 10.8% de la población total. Debido a que en el país se vivían fuertes

dinámicas de urbanización y de migración interna, no es de extrañar que buena parte de esos marginales

fueron engrosando el número de habitantes de las villas en su búsqueda de mejores oportunidades y

condiciones de vida. Esos herederos de la marginalidad aún hoy son la evidencia de una “aberración

histórica” –así lo señala Imaz– que reafirma una impotencia aceptada, el peso de una estructura, que no

nos permite dar fácilmente aquellos pasos en favor de su emergencia, convirtiéndolos más bien en un

fetiche académico o en juguetes oportunos de la politiquería (Scribano, 2015).

Referencias

BUNGE, Alejandro. (1940) Una nueva Argentina. Buenos Aires: Kraft.

IMAZ, Juan Luis de. (1974) Los Hundidos. Buenos Aires: La Bastilla.

MASSÉ, Bialet. (1964 (1904)) El estado de las clases obreras argentinas a comienzos del siglo. Córdoba:

Universidad Nacional de Córdoba.

PALACIOS, Alfredo. (1900) La Miseria. Universidad de Buenos Aires. Tesis Doctoral rechazada.

SCRIBANO, Adrián. (2015) “Una aproximación al estado de las sensibilidades en Argentina desde la(s)

Política(s) de la Perversión”, en: Sánchez Aguirre, R. (comp.), Sentidos y Sensibilidades. Buenos Aires:

Estudios Sociológicos Editora.

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Gabriel Kessler, una mirada matizada

Julia Bertone

Poniendo de relieve al conocimiento y la producción científica reciente sobre las villas nos

abocaremos a examinar un libro académico del sociólogo Gabriel Kessler24 sobre la desigualdad

Argentina en la década 2003-2013, quien interroga al período político: ¿década ganada? Consideraremos

las guías demarcadas en éste texto colectivo: cómo es caracterizada la villa como espacio social, al sujeto

villero como actor social y desde dónde se narra dicha caracterización, manteniendo la clave analítica de

la sensibilidad.

Gabriel Kessler en Controversias sobre la desigualdad. Argentina 2003-2013 (2014) se propuso conocer

si la sociedad argentina se ha tornado menos desigual que en el pasado reciente y, en tal caso, en qué

medida lo ha hecho. En referencia metodológica el libro se basa en un análisis de trabajos académicos y

datos producidos en el período 2003-2013, donde recopila miradas diversas de investigaciones e

indicadores elaborados por especialistas, organismos públicos, universidades y centros de investigación.

Por otra parte, Kessler propone articular una mirada multidimensional de la desigualdad con conceptos

como exclusión, pobreza, bienestar y condiciones de vida en general.

Ante la pregunta desigualdad ¿de qué?, el autor consideró diferentes esferas de análisis que fue

desarrollando minuciosamente en los capítulos de su escrito, ellas son: distribución del ingreso y mundo

del trabajo, educación, salud y vivienda, desigualdades territoriales, infraestructura, cuestión rural,

inseguridad y delitos. Tanto en Argentina como en otros países de la región, es difícil caracterizar el estado

de igualdad o desigualdad a partir de una sola variable que sintetice toda la situación, por ello Kessler

elige en cada caso una variedad de indicadores, y reconoce que en las esferas estudiadas existen

temporalidades y dinámicas propias ya que no todas las desigualdades siguen un ciclo similar.

La hipótesis que se plantea Kessler para el período 2003-2013 es que se debe reconocer una

desigualdad multifacética y la existencia de “tendencias contrapuestas”, uno de los aportes significativos

del texto. El autor considera que en Argentina “hubo claros movimientos hacia una mayor igualdad en

ciertas dimensiones, pero también la perdurabilidad, o en ciertos casos el reforzamiento, de desigualdades

en otras” (2014: 18). Por ello es difícil realizar un balance unívoco de la Argentina entre 2003-2013. Su

lectura en clave analítica de tendencias contrapuestas le permite escapar a una postura dicotómica en el

24 Gabriel Kessler es Doctor en Sociología por la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS) de París, e investigador independiente de CONICET.

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sentido de Argentina “más” o “menos” desigual, comprendiendo dialécticamente los conceptos igualdad

y desigualdad.

En referencia a las villas y asentamientos Kessler afirma que un indicador central de desigualdad es

la persistencia de las formas de hábitat más precarias, donde en el área metropolitana viven más de un

millón de personas. El autor señala las problemáticas que persisten en éstos hogares: hacinamiento, calles

sin pavimentar, falta de alumbrado público, déficit de agua corriente y de acceso a desagües cloacales y

pluviales. Las sensaciones, sentimientos y emociones en las interacciones sociales de sus habitantes no

son objeto de estudio en Controversias sobre la desigualdad. Sin embargo, en clave de las sensibilidades y los

cuerpos, sabemos que la disponibilidad espacial es un factor importante. En éste sentido, y en clave

relacional, Kessler señala una gran desigualdad en la apropiación del espacio entre “los más pobres

viviendo en zonas cada vez más densas junto a nuevas urbanizaciones con gran disponibilidad de espacio

por persona. En efecto, en el AMBA, la densidad promedio es de 38 habitantes por hectárea, cifra que

se sextuplica en el caso de las villas” (Kessler, 2014: 186).

Tras la transformación del espacio urbano con el subsiguiente saldo del acotamiento del espacio

disponible para los más desfavorecidos, nos resta pensar cómo se vivencian los márgenes de nuestra

sociedad capitalista contemporánea por quienes viven en las villas y asentamientos, cómo se dan sus

experiencias de vida como “modos de estar en el mundo”. En éste sentido siguiendo a Adrián Scribano,

quien hace tiempo viene desarrollando un entramado entre campos de estudio de los cuerpos y las

emociones, la crítica ideológica, y la acción colectiva y el conflicto, destaca que “adquiere importancia la

estructura sacrificial de una sociedad que, bajo la cobertura de una economía política de la moral ofrece

a los millones de sujetos en los altares del consumo. El sacrificio adviene en la fuerza de lo innombrable:

desechar cuerpos, depredar energías corporales” (Scribano 2015: 146). La posición y condición de clases

del villero delimita las multiplicidades posibles del sentir y estar.

Siguiendo con el desarrollo de Kessler, la dificultad del acceso a la vivienda tras el aumento de la

población en las villas es una de las controversias que el autor encuentra y remarca para el período 2003-

2013, resultado de distintos procesos como el incremento de la renta urbana junto a una pérdida de la

capacidad del salario para tener un acceso a la vivienda. Para analizar la ocupación del espacio en el

período Kessler presenta tres categorías analíticas y sus matices. Una es segregación socioespacial, utilizada

“para dar cuenta del grado de homogeneidad social de poblaciones que habitan en el mismo territorio,

así como de la disminución de contactos con otros sectores de diferentes estratos” (Kessler, 2014: 187).

Otra es la de falso mix socioeconómico, donde la continuidad espacial no remite a la social, “algunos

indicadores clásicos de segregación estarían señalando una coexistencia de clases en espacios contiguos

cuando, en realidad, a pesar de la cercanía, habría fuertes límites físicos y sociales entre ellos” (Kessler,

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2014: 188). También señaló la idea de ciudades archipiélagos, “en la medida en que la disponibilidad de tierras

aptas lleva a que los desarrollos urbanos se expandan estableciendo más cercanía geográfica pero más

distancia social y urbanística con los sectores populares (por muros y dispositivos de seguridad)” (ídem).

Estas categorías consiguen dar forma a un escenario urbano donde los sujetos quedan a merced de los

límites de una relación cuerpo lugar que diluye las posibilidades de su contacto interclase y acción.

Sin embargo, y sin ignorar las tendencias contrapuestas, Kessler concluye respecto al período de

estudio e incluso en perspectiva a la década de los noventa que “vista en general, la sociedad es menos

desigual” (Kessler, 2014: 350), y lo es porque entiende que en Argentina la igualdad está instalada como

una demanda creciente en gran parte de la sociedad. No obstante, señala que “es pronto para saber si éste

período será un paréntesis entre un ciclo largo de aumento de las desigualdades, o por el contrario el

comienzo de otro nuevo, con todos sus contraluces, pero de signo inverso” (Kessler, 2014: 352). Como

sea, Kessler deja en claro bajo un matizado signo positivo de la década 2003-2013, que cuando señalamos

y hacemos foco en villas y asentamientos el signo es negativo.

Referencias

KESSLER, Gabriel (2014) Controversias sobre la desigualdad. Argentina, 2003-2013. Buenos Aires: Fondo de

cultura económica.

SCRIBANO, Adrián (2015) “Consumo, Disfrute Inmediato y Desechos: hacia una caracterización

metonímica de unas sociedades depredatorias”, en: Gabriela Vergara (comp.), Recuperadores, residuos y

mediaciones. Análisis desde los interiores de la cotidianeidad, la gestión y la estructuración social. Buenos Aires: Estudios

Sociológicos Editora. pp. 135-156. Disponible en: http://issuu.com/cieseditora/docs/pdf-

recuperadores/1?e=2959578/1295488. Fecha de consulta, 22/03/2016.

SCRIBANO, Adrián (2015a) “Comienzo del Siglo XXI y Ciencias Sociales: Un rompecabezas posible”.

Polis N° 41. Disponible en: http://polis.revues.org/11005. Fecha de consulta, 22/03/2016.

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Las “villas miseria”, en clave literaria

Ana Lucía Cervio

En 1957, Bernardo Verbitsky publica la novela Villa miseria también es América. A partir de allí, tanto

ámbitos de gestión como académicos comenzaron a apropiarse del término “villa miseria” para aludir

genéricamente a las urbanizaciones pobres de las ciudades argentinas. La nueva designación enfatizaba el

rasgo estructural de estos espacios, en contraste con el carácter transitorio que se desprendía de la

denominación “barrios de emergencia” acuñada oficialmente hasta entonces.

Se trata de una novela más bien “austera” en términos de recursos literarios, lo que la acerca más a

un reporte periodístico o a una crónica de época. Así, la condición de “denuncia” que asume este relato

ficcional es escogida por Verbitsky como un medio para develar aspectos sociales, económicos y políticos

que han contribuido al surgimiento y consolidación de estos “barrios de las latas”, unos pocos años antes

del golpe de Estado de 1955. En esta línea, a lo largo de la narración puede intuirse cómo el autor percibe

a la ciudad desde las tensiones de clases. Las trayectorias particulares (de vida y muerte) de personajes

que son “devorados” por la metrópolis cobran sentido en el marco de un contexto de pobreza que no

solo “des-ciudadaniza” –negando a estos sujetos derechos básicos como una “vivienda digna” o una

jornada laboral más acotada– sino que también “des-humaniza”.

El relato se ubica en Buenos Aires a mediados de la década del ’50, inmediatamente antes del

derrocamiento del gobierno de Juan Domingo Perón. Pone en evidencia las características de los

asentamientos precarios que, como consecuencia de un proceso de industrialización intenso y desigual,

comienzan a multiplicarse en los contornos de la ciudad, tanto por dentro como en las inmediaciones de

la Avenida General Paz.

Dado el crecimiento económico que supuso el proceso de industrialización por sustitución de

importaciones (ISI) que se desplegó durante el peronismo,25 las grandes ciudades argentinas comenzaron

a experimentar un creciente proceso de urbanización. De este modo, oleadas de migrantes internos y

muchos otros provenientes de países limítrofes arribaron a los centros urbanos en busca de trabajo.

Concretamente, los habitantes de estos “caseríos inmundos” o de estas “ciudades enanas” –designaciones

utilizadas por Verbitsky para hacer referencia a las miradas externas hegemónicas que en aquellos años

25 De acuerdo con Basualdo (2005, 2006), la segunda etapa del modelo ISI se despliega entre 1958 y 1975. Se caracteriza por la producción de bienes intermedios y de consumo durables, a diferencia de la primera fase del modelo, en el que la industria sustitutiva se limita a la producción de bienes de consumo.

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se posaban sobre estos espacios de la pobreza y sus habitantes– eran provincianos (Santa Fe, Santiago

del Estero, Entre Ríos, Misiones, Chaco, Salta, Formosa, etc.) e inmigrantes limítrofes (especialmente,

paraguayos) que fueron expulsados de sus lugares de origen por la pobreza, el hambre, el desempleo y la

persecución política.

A diferencia del estado de situación que se observa en las villas de la Ciudad Autónoma de Buenos

Aires (CABA) hoy,26 60 años antes los villeros eran, mayormente, trabajadores formales, y muchos de

ellos estaban agremiados. El desempleo era más bien la excepción. Esta última afirmación se deriva de

varias descripciones presentes en la novela que señalan que solo los feriados o días domingos la villa

estaba abarrotada de gente. Entre los personajes más salientes del relato se destaca un enfermero, algunos

mecánicos de establecimientos frigoríficos, operarios de fábricas, albañiles, vendedores ambulantes,

estibadores y empleadas del servicio doméstico. Asimismo, la narración muestra que los habitantes de las

villas de mediados de los ‘50 eran la segunda generación de trabajadores industriales y/o rurales.

A pesar de la “prosperidad” (real e imaginada) que supone la llegada a la ciudad, los personajes, es

decir, los habitantes de “Villa Miseria”, no dejan de vivenciar las desigualdades y distancias que los separan

de la gran ciudad (“impoluta”, “digna”, “espléndida”). En tal sentido, así describe el autor la re-acción de

Marcelo, un niño de 9 años recién llegado desde del interior del país, cuando arriba a la villa junto a su

familia:

Marcelo dormía. Era un chico movedizo y lleno de curiosidad, pero el cansancio lo había

rendido. En el trayecto último se había descompuesto y vomitado. Había bajado medio

26 De acuerdo con datos relevados por la Encuesta Anual de Hogares (DGEyC-GCBA), en 2011 la tasa de actividad de la población residente en las villas de CABA ascendía al 55%. Particularmente, los niveles de actividad de los jefes de hogar de estas urbanizaciones superaba en 9 puntos porcentuales la registrada en los jefes de hogar que residían por fuera de estos asentamientos (82% contra 73%). La misma fuente muestra que el 31% de la población económicamente activa (PEA) de estos barrios tiene una participación “marginal” en el mercado de trabajo (servicio doméstico, trabajadores por cuenta propia no calificados y asalariados no calificados en empleos asistidos o en actividades de subsistencia); valor 2,5 veces superior al registrado en el resto de la Ciudad en el mismo año (12%). Asimismo, el Observatorio de la Deuda Social (ODSA) de la Universidad Católica Argentina ofrece, entre otros, datos actualizados al tercer trimestre de 2014 sobre la situación laboral en el país. En tal sentido, contabilizando personas que se encuentran en situación de subempleo inestable en el país, el 26.1% habita en villas y asentamientos precarios, al tiempo que el 20% de los argentinos desempleados reside en esta clase de urbanizaciones. En adición, la misma fuente revela que 7 de cada 10 hogares pobres localizados en villas y asentamientos precarios de la Argentina perciben alguna transferencia mensual de ingresos (78.6%) que les posibilita acceder al mercado de bienes para satisfacer necesidades básicas. Si bien estos últimos datos no se restringen exclusivamente a la CABA, son ilustrativos de la situación de marginalidad, informalidad y asistencia que persiste en la actualidad como forma de reproducción de la vida de quienes habitan en villas y asentamientos precarios.

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dormido del ómnibus caminando como sonámbulo. Luego, desde allí, en el tren eléctrico,

había venido durmiendo con un sueño inquieto, cabeceando a ratos, sobresaltado. No miró

ni vio nada en medio de su aturdido sopor. Ni se despertó cuando Paula y Eloísa se acostaron

en la misma cama. A la mañana siguiente ya estaba bien. Enseguida salió a explorar el lugar

[Villa Miseria]. Una vecina le indicó dónde estaba el baño que necesitaba, una casillita de

arpillera deshilachada. Volvió a su vivienda y desde la puerta contempló el amontonamiento

de casillas de madera, ranchos y casuchas de lata. Desilusionado, dijo a la madre y a las

hermanas, ya despiertas: “¿Y esto es Buenos Aires? (Verbitsky, 1966: 34).

La novela se inicia con la descripción de una “razia” efectuada por la policía durante una noche.

Un grupo de hombres es llevado, sin ningún tipo de explicación, a la comisaría. Se les toman los datos

personales y, varias horas después, son dejados en libertad. Como una forma de explicar el accionar

intempestivo de la policía, entre los detenidos ronda el fantasma del “desalojo”, o del “incendio

intencional”, tal como había ocurrido tiempo atrás en un sitio semejante: “Villa Basura”. En efecto, los

terrenos sobre los que se erige la villa son privados. El propietario ha iniciado un trámite judicial para

expulsar a los “usurpadores” y localizar allí un complejo fabril. Frente a esta situación, algunos vecinos

dirimen estrategias colectivas para enfrentar el futuro desalojo, mientras otros solo “sueñan” con salir de

allí.

Lo que yo quiero es irme de acá, ¿me entiende? Yo tengo un hijo y –iba a decir: y quiero

tener otro, pero solo agregó– y me gustaría verlo en una casa como la gente y jugando, no en

el barro, sino en un patio embaldosado, o enladrillado como el patio en que me crié de chica.

Usted no tiene por qué saberlo, pero mi marido –miró a Ramos que escuchaba en silencio el

diálogo– no debiera olvidarlo. Ya sé que estoy condenada a quedarme aquí y no me hago

ilusiones, pero no será por mi gusto ni porque renuncie a mi sueño (Verbitsky, 1966: 174).

En cuanto a las condiciones de habitabilidad que rigen y definen a “Villa Miseria”, como a otros

espacios similares de la ciudad de mediados del siglo XX, Verbitsky destaca las siguientes:

● La mayoría de las casas son de madera y lata, siendo relativamente escasas las viviendas de

material.

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● Las casas no poseen baños internos ni sistema de agua; situación que obliga a utilizar los baños y

picos comunitarios ubicados en el centro de la villa.

● Las fuertes lluvias y las posibles inundaciones son una de las más activas amenazas que deben

enfrentar los habitantes.

● Se verifican procesos de ayuda mutua para la edificación de las viviendas, para la construcción de

otra bomba de agua comunitaria, así como para mantener higienizado el lugar (por ejemplo, la quema de

basura).

● Frente a la falta de disponibilidad de viviendas y de espacios vacíos para levantar nuevas

“casuchas”, se observan prácticas de solidaridad intrafamiliares, ilustradas en el alojamiento temporario

de nuevas familias que arriban a la villa, por lo general a cargo de parientes próximos. Esta situación,

suele redundar no solo en un creciente hacinamiento en las viviendas sino también en la tendencia a

compartir los escasos recursos económicos que se disponen al interior de las unidades domésticas.

● Respondiendo al déficit habitacional reinante y a las imposibilidades de alquilar otros espacios en

la ciudad, en Villa Miseria tiene lugar una situación que podría denominarse “ranchos calientes”,

consistente en la permanente ocupación de los pocos sitios habitables disponibles sin que medie tiempo

alguno. Por lo general, los habitáculos que se desocupan están destinados a (o esperan el arribo

programado de) parientes o conocidos de los habitantes que llevan más años residiendo en el lugar.

Respecto a las relaciones que los habitantes de Villa Miseria mantienen con el “afuera”, éstas se

limitan a cuestiones laborales. Con la ciudad de Buenos Aires solo mantienen vínculos ligados a su

condición de fuerza de trabajo, quedando prácticamente excluidos lazos referidos al ocio o al consumo

de mercancías y experiencias. La excepción la constituyen los niños que salen de la villa para asistir a

escuelas cercanas, o las conexiones políticas que para varios protagonistas supone formar parte de algún

sindicato o partido político.

En este contexto, los vínculos con la ciudad prácticamente se diluyen, en contraste con los fuertes

lazos comunitarios/vecinales que emergen como elemento significativo de las maneras de habitar y ser

parte de Villa Miseria. Tal situación se comprende si se la observa a la luz de algunos rasgos que

constituyen la “mirada de los otros de la ciudad” sobre los pobladores del barrio en cuestión. En efecto,

al decir de Verbitsky, desde “afuera” los habitantes de la villa son etiquetados con el estigma del alcohol,

la violencia, la vagancia, la mugre y la falta de moral; rasgos que los convierten en sospechosos y

potenciales amenazas para la vida “aséptica” y moralmente aceptada que se desarrolla por fuera de dicho

entorno.

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Además de habitar en “una inmunda aglomeración de casuchas”, el ser calificados socialmente

como “vagos” y “gente de mal vivir”, redunda en el acecho permanente de la amenaza del desalojo. En

la práctica de los personajes, esta situación refuerza las tensiones que instala el saberse “usurpadores” de

un terreno que no les pertenece y, por tanto, en la sensación de incertidumbre que supone la reproducción

de la vida en condiciones de sujeción respecto a otros.

Por su parte, estos barrios “congestionan” la Buenos Aires “renovada”, es decir, esa ciudad con

construcciones modernas destinadas exclusivamente a los sectores más acomodados. Incluso, los “barrios

miserables” contrastan con las viviendas de alquileres congelados en las que se mantiene la clase media

de la época. También se distancian de las vecindades y conventillos que en los años ’30 ocuparon

trabajadores migrantes provenientes interior, así como de las sencillas casas de ladrillo levantadas por

inmigrantes europeos.

En este juego de contrastes y distancias, las aglomeraciones precarias conformadas por estos

“excedentes humanos que en torrente iban afluyendo” a la ciudad (Verbitsky, 1966: 43), afeándola, era

mejor que no fueran vistas. Aunque su presencia en la Buenos Aires de los años ’50 es evidente, (también)

es preciso ocultarlas, es decir, invisibilizarlas frente a los ojos que podían detectarlas, incluso, desde lo

alto. En esta línea, en uno de los pasajes de la novela el autor narra la construcción de un muro de cemento

lo suficientemente alto para ocultar Villa Miseria ante la mirada de quienes habitan los altos edificios de

la zona. Lógica de encierro y encapsulamiento de cuerpos pobres que –sin metáforas– seis décadas

después persiste como rasgo insoslayable de múltiples ciudades latinoamericanas.

Ahora bien, ¿qué es y cómo se identifica lo miserable en la trama de la novela? En tanto calificativo

que da nombre al sitio donde se desarrolla la historia, la “miseria” opera argumentativamente como un

denominador común de las maneras en que los personajes habitan la ciudad en general, y el barrio en

particular. El barro, las moscas y la basura escenifican el espacio para la reproducción de la vida,

torsionados con la humillación y la degradación humana que supone transitar el presente y observar(se)

en un futuro que solo puede pintarse con colores repulsivos. En este sentido, uno de los personajes

compara el escenario despreciable que devuelve la vida en Villa Miseria con la degradación humana que

supuso ser víctima de torturas por razones políticas:

Cuando se encontró en el barrio de las latas admitió que el mundo había sido degradado

como lo fuera él mismo por las torturas (…) Pensaba a la gente entre los excrementos que la

inundación lanza entre las casillas, en la falta de porvenir para estos chicos, en el destino de

esas mujeres que deben ver a sus hijos donde están, y pensaba que la humillación que le

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habían causado a él aplicándole la picana a los genitales era la misma que soportaba esa gente

diariamente (Verbitsky, 1966: 103-104).

En Villa Miseria se vive entre la basura, las alimañas y el fantasma de las inundaciones. Sin embargo,

más allá de forjar su cotidianeidad en ese “enorme pantano” humillante y degradante, un dato significativo

es que los habitantes tienen trabajo y el hambre no es un problema.27

De esta forma, la miseria se equipara con la mugre, con las inmundicias, con lo repulsivo de un

mundo heterodoxo respecto a las lógicas dominantes. La basura, el hacinamiento, el barro, la inexistencia

de casas “decentes”/ “como la gente”, los baños compartidos, la falta de privacidad, y un permanente

estado de sujeción respecto a las decisiones y arbitrariedades de otros (los patrones, el dueño del terreno,

la policía, etc.) son algunos de los indicadores de lo miserable que forma y llena de contenidos las historias

de vidas narradas por el autor.

En tal sentido, la miseria no es sinónimo de desocupación, ni de hambre. Implica y es la resultante

de la degradación ambiental, de la des-posesión acumulativa de las capacidades del habitar, y de un juego entre

diferencia-desigualdad (de clase) que pone a los sujetos a disposición y en condiciones de disponibilidad para otros,

aun cuando se encuentren insertos en el mercado laboral.

Referencias

BASUALDO, D. (2006) Estudios de historia económica argentina desde mediados de siglo XX a la actualidad.

Buenos Aires: FLACSO-Siglo XXI.

DIRECCIÓN GENERAL DE ESTADÍSTICAS Y CENSOS (2011) Encuesta Anual de Hogares 2011.

Ciudad de Buenos Aires. Síntesis metodológica. Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

OBSERVATORIO DE LA DEUDA SOCIAL ARGENTINA (2015) Barómetro de la Deuda Social

Argentina. Serie del Bicentenario (2010/2016)/Año V: “Progresos sociales, pobrezas estructurales y

desigualdades existentes: ilusiones y desilusiones en el desarrollo humano y la integración social al quinto

año del Bicentenario (2010-2014)”. Buenos Aires: Universidad Católica Argentina.

VERBITSKY, B. ([1957] 1966) Villa miseria también es América. Buenos Aires: Eudeba.

27 “Esta gente que estaba a su alrededor, comía. Vivían en la basura, pero había trabajo y el salario alcanzaba para comer” (Verbitsky, 1966: 105).

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Corriente Villera Independiente. Organizándose social y políticamente28

Aldana Boragnio

Organización, integrantes y objetivos

La agrupación Corriente Villera Independiente (CVI) se forma en 2012 como una organización

social que se propone como espacio para la articulación de las distintas experiencias de lucha de las villas

de la Ciudad de Buenos Aires. Sus integrantes se encuentran organizados territorialmente y son habitantes

con diferentes grados de antigüedad como vecinos de los diferentes barrios de la ciudad.

Como organización barrial comenzaron trabajando en los problemas específicos locales y

rápidamente se organizaron con el fin de tener propuestas que engloben a todas las villas de la ciudad.

Con esta misma lógica es que las asambleas de base ser realizan manteniendo la territorialidad, logrando

así una implicación local específica en cada villa. Manteniendo esta primera división, se busca priorizar el

trabajo en cada barrio, respetando las especificidades de cada sector de la ciudad.

Entre los manifiestos de acción, la organización se centra en “trabajar y luchar por la urbanización

con radicación de las villas” y en realizar todo lo necesario para avanzar en ello. Políticamente se

reconocen de izquierda, independientes de los gobiernos de turno y con un discurso anticapitalista,

antiimperialista.

Luego de tres años de funcionamiento, hoy, la CVI está presente en varias de las villas de la ciudad:

Villa 31 y 31 bis, Retiro; Villa 1-11-14, Barrio Rivadavia y Barrio Los Pinos, Bajo Flores; Villa 21-24 y

Zavaleta, Barracas; Villa 20 y Barrio Bermejo, Lugano; Playón de Fraga, Chacarita; Villa 6, Cildanez;

Parque Avellaneda; Los Piletones, Barrio Ramón Carrillo y Villa 3-Fátima, Villa Soldati; Villa 15-Ciudad

oculta, Lugano.

Acciones

En este camino de conformar un espacio para compartir experiencias y organizarse para “cambiar

todo lo que deba ser cambiado”, el 05 de mayo de 2012 se realizó el primer Congreso Villero. El objetivo

que guió el encuentro fue “que los vecinos pudieran debatir problemáticas comunes”, y los temas que se

28 Para elaborar el presente escrito se tomó como fuente la página de Corriente Villera Independiente: http://www.mpld.com.ar/#!corriente-villera-indpendiente/c1hr1 y la página de Facebook de la organización: https://www.facebook.com/corrientevillera.

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abordaron fueron: vivienda, urbanización e infraestructura, salud, educación, seguridad y derechos

humanos, género y contaminación ambiental.

Con el eje puesto en los problemas que compartían entre todos los barrios, también se buscó

ampliar el conocimiento a experiencias particulares de las mismas problemáticas pero en distintos

contextos. Para ello se desarrolló un panel sobre experiencias latinoamericanas, en donde participaron

integrantes del Movimiento de Pobladores en Lucha de Chile, del centro social Galpón de Corrales de

Uruguay, del Instituto de Investigación Pedagógica Plurinacional de Bolivia, así como Vicente Zito Lema

y Raúl Zibechi y el cónsul de Bolivia.

Luego de esta jornada la organización comenzó a trabajar con el fin de agrupar bajo sus consignas

a todas las villas de la ciudad. Como resultado de esta nueva propuesta, el 26 y 27 de julio de 2013 se

realizó el segundo Congreso Villero.

En este encuentro los temas a tratar fueron más concretos y específicos: la basura en las villas, las

leyes incumplidas por el gobierno (Ley 1770, cementerio de autos en lugano y saneamiento de la

contaminación de la tierra y las napas de agua; relocalización de 1300 familias desde 2011, camino de

sirga de la villa 21 y 24); urbanización; la consolidación de la organización social como organización

política; la juventud y la falta de espacios recreativos; genero; salud; educación, entre otros.

Ejes de acción

Desde la CVI se busca realizar una revitalización de lo que eran los movimientos villeros en los

años 70. En este sentido se toma como ejemplo la militancia del Padre Mugica29 quien luchaba por los

derechos de los habitantes de las villas. Se hace especial hincapié en los movimientos de los años

anteriores en donde los vecinos estaban unidos para encarar la lucha por la titularidad de la tierra y las

mejoras urbanas. Estos ejemplos son el eje de la discusión presentándose como horizonte en pos de

recuperar esa unidad; ya que la unidad de los habitantes de las villas es lo que falta “para poder mirar para

adelante” (Documento difusión 2° Congreso Villero).30

29Carlos Francisco Sergio Mugica Echagüe fue un sacerdote y profesor argentino vinculado al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y a las luchas populares de la Argentina de las décadas de 1960 y 1970. La mayor parte de su labor comunitaria tuvo lugar en la Villa 31 de Retiro, donde fundó la parroquia Cristo Obrero. Mugica murió asesinado a balazos, después de celebrar misa en la iglesia de San Francisco Solano, en Villa Luro, el 11 de mayo de 1974. 30 El Documento de difusión del 2° Congreso Villero, recopila resúmenes de las jornadas y desgrabaciones textuales de delegados, vecinos y referentes territoriales que participación en cada comisión. http://www.youblisher.com/p/692360-Please-Add-a-Title/.

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En relación a la infraestructura de las villas se discute en torno al incumplimiento de las promesas

de mejora que había realizado el jefe de gobierno durante la primera campaña electoral, y cuya puesta en

marcha fue casi nula (Especiales MPLD, Primer Congreso Villero de la ciudad de Buenos Aires).31 La

mejora de la villa y la urbanización se mantiene como el eje central y se remarcan estas necesidades como

el objetivo principal de lucha. Los integrantes de la organización dejan en claro que “entendemos que,

con las particularidades de cada barrio, compartimos problemáticas similares y por eso nos unimos para

salir a pegar con un solo puño” (Documento difusión 2° Congreso Villero, 3).

Autopercepción

En todos los documentos de difusión la organización busca definirse a sí misma y a sus integrantes

de forma clara y concreta. Los sujetos habitantes de la villa se identifican a sí mismos como trabajadores

solidarios pero que, en este momento, perdieron el proyecto en común que les permitía reconocerse y

darle sentido a la lucha (Especiales MPLD, Primer Congreso Villero de la ciudad de Buenos Aires y

Documento difusión 2° Congreso Villero).

En esta misma lógica de las auto-definiciones, en los documentos de la organización se define a la

villa como un barrio de laburantes que por la acción de los diferentes gobiernos de turno se encuentra

con los vecinos divididos y con una fuerte pérdida de su identidad. Los mismos vecinos dicen que “hubo

un tiempo [en que] ser villero era símbolo de solidaridad, de lucha y sobre todo de resistencia (…) [pero]

todo esto sigue latente, que sería imposible sobrevivir en el barrio sin estas cualidades.” (Especiales

MPLD, Primer Congreso Villero de la ciudad de Buenos Aires).

La villa es definida y nombrada como ‘barrio’ porque la “primera aspiración es trabajar y luchar

por la urbanización de las villas”32. Al mismo tiempo los vecinos que participan de la CVI cuentan que

“hoy los barrios no son lo que eran, fueron corrompidos” por los políticos que sólo se encargaron de

usar los habitantes de las villas, prometiéndoles cosas que nunca cumplieron, pero sacando provecho de

ello, utilizándolos para ir a actos y movilizaciones, y reclutando a los más jóvenes (Documento difusión

2° Congreso Villero).

Como consecuencia de estas manipulaciones por parte de los gobiernos y políticos de turno, no

sólo se refuerza la división de los vecinos, sino que lleva a los vecinos “por dos caminos; uno el de la

resignación (…) y en generar acciones que tienden a no posibilitar el cambio, la transformación del

31 Documento, Primer Congreso Villero de la ciudad de Buenos Aires. Disponible en: http://www.mpld.com.ar/#!especiales---congreso-villero/ctx1. 32 Inicio de página oficial: http://www.mpld.com.ar/#!corriente-villera-indpendiente/c1hr1.

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primero. Tienden a dividirnos, a que prevalezcan las mezquindades” (Especiales MPLD, Primer

Congreso Villero de la ciudad de Buenos Aires), quedando así reforzada la división: “de un lado, el temor

a los engaños institucionalizados, [y] por otro, la expectativa de cambio en función de estrategias

conocidas” (Scribano, 2006:9).

Una última cuestión que aparece fuertemente en otros trabajos es la del espacio, presentado como

afuera-adentro. Esta dicotomía no es tratada tanto desde los sujetos individuales, sino que está explicitada

desde la organización. El afuera aparece puesto en juego desde la movilización política, desde el hecho

de llevar a la organización social, al movimiento que se da dentro de las villas hacia afuera. Desde la

realización del segundo Congreso, se conformó como objetivo principal hacer de Corriente Villera

Independiente una organización social y política, que tenga como proyecto lograr ingresar en la política

nacional a través de legisladores propios, a la vez que salir a dar pelea desde otros ámbitos, sabiendo que

las reivindicaciones “sólo se consiguieron y conseguirán a través de la lucha” (Documento difusión 2°

Congreso Villero, 3). Dicho en palabras de la organización misma: “…sabiendo que nuestro poder está en

la organización y en la lucha de todas y todos los vecinos que estén dispuestos a poner el cuerpo y las ideas

para cambiar todo lo que deba ser cambiado”33 (Documento de difusión 2° Congreso villero, 1).

Referencias

Corriente Villera Independiente http://www.mpld.com.ar/#!corriente-villera-indpendiente/c1hr1.

última fecha consultado: 02 de noviembre de 2015

Documento Segundo Congreso Villero (2013) http://www.youblisher.com/p/692360-Please-Add-a-

Title/. última fecha consultado: 02 de noviembre de 2015

Especiales MPLD, Primer Congreso Villero de la ciudad de Buenos Aires

http://www.mpld.com.ar/#!especiales---congreso-villero/ctx1.última fecha consultado: 02 de

noviembre de 2015

SCRIBANO, A. (2006) “Cuando las aguas bajan: la mirada de los pobres sobre las consecuencias de la

crisis argentina del 2001 en la ciudad de Córdoba”, en: Masse Narváez, C. (coord.) Poderes locales y desarrollo

municipal. Actores sociales e institucionales. México D.F.: El Colegio Mexiquense, AC. Zinacantepec. Ed.

IEEM UAEM. pp. 139-160.

33 Cursivas propias

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La Garganta Poderosa: Revista sobre la cultura villera

Florencia Chahbenderian

La Garganta Poderosa34 es una revista del movimiento social llamado La Poderosa, fundada en

2010 por dos periodistas luego de un viaje a Cuba, y actualmente conformado por voluntarios y habitantes

de las villas organizados en diferentes puntos del país. Desde La Poderosa se articulan diversas

actividades, como campañas de alfabetización y talleres culturales en distintas villas de la Capital Federal:

Fátima (Villa Soldati), Zavaleta (Nueva Pompeya), Villa 21-24 (Barracas), Rodrigo Bueno (Costanera Sur),

Villa 31 Bis (Retiro), y en otras partes del país. Si bien La Poderosa es una organización independiente,

tiene una sede en la Ex ESMA y realizó almanaques para distribuir en las escuelas junto al Ministerio de

Educación de la Nación. En 2013, La Poderosa se escinde en una facción llamada El Hormiguero.35La

Garganta nace en la Villa Zavaleta de la Ciudad de Buenos Aires y tiene un alcance nacional que ronda

los 10 mil ejemplares. En la actualidad, se posiciona en la escena local como un “medio alternativo” por

excelencia.36

El lugar en el que se ubican desde la Revista Garganta Poderosa se caracteriza como un espacio de

miseria, un ambiente siempre postergado, a donde no llegan las ambulancias y donde las lluvias inundan.

Son los barrios sin caños, los “núcleos habitacionales transitorios”37 de hace más de cincuenta años.

Además, es posible evidenciar la sobre-intervención de estas poblaciones cuando se preguntan “¿quién

interpreta nuestra realidad? ¿Qué le deja a la hija de la vecina una tesina que nos toma como objetos inanimados?”.

Los sujetos de enunciación en ese espacio se describen en relación a como los ve el “afuera”: son

villeros, pibes chorros, maleducados, degenerados, atrevidos, indocumentados, negros, analfabetos, los

excluidos, los de abajo, los anormales, los pobres, que se reproducen como conejos, que (cada tanto) dan

ternura a los académicos, que tienen malos modos, dicen malas palabras, y que cargan con el estigma de

la vagancia. Se definen a sí mismos como “la clase desclasada, la cultura despreciada y la cuenta pendiente de

cualquier década ganada, perdida o empatada”.

34 Se tomó como fuente para elaborar el presente: “Daño Moral” escrito por La Garganta Poderosa en Blog El País. Disponible en: http://blogs.elpais.com/contrapuntos/2015/06/da%C3%B1o-moral-la-garganta-poderosa.html, web oficial de La Poderosa. Disponible en: http://lapoderosa.org.ar/ y publicaciones en Facebook de La Poderosa. Disponible en: https://www.facebook.com/pages/La-Garganta-Poderosa/213440425391495[consultado el 22/06/2015]. 35 http://www.elhormigueroorg.com.ar/ [consultado el 22/06/2015]. 36 http://www.vecinosycomunas.com.ar/la-voz-corre-y-la-poderosa-crece/ [consultado el 22/06/2015]. 37 Para consultar más sobre este tema ver: Zapata (2012).

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Así, es posible observar una sensibilidad vinculada con lo políticamente incorrecto, que se

transforma en políticamente correcto: hablar desde el villero es correcto políticamente. El sujeto tiene

que pasar por ese discurso (siempre “desde abajo”, “haciendo el aguante”) para explicar cuál es su

situación.

Las narrativas de las imágenes de las tapas de la Revista Garganta Poderosa nos permiten encontrar

algunas pistas sobre la estructuración de sensibilidades sociales en torno a las villas en la actualidad. La

tapa siempre está protagonizada por algún personaje famoso (al que se entrevista en ese número) que

está abriendo la boca, como si gritara.38 Es posible pensar en una sensibilidad asociada con que la única

forma de decir algo de la villa es gritando.

Además, para cobrar visibilidad o efectuar una demanda acuden al rostro de un personaje famoso.

No son los rostros de ellos, de los sujetos que habitan en las villas. Son los rostros de otros, personajes

reconocidos por la sociedad, los que gritan por ellos. Aquí subyace una lógica de la impotencia: no tengo

voz porque no tengo garganta, tengo que usar la de otro para que grite por mí. Se establece así una

relación inter-clase fundada en la desigualdad.

Esto contribuye a re-producir sensibilidades vinculadas con la impotencia39. Pero de forma

disfrazada como su anverso: ¡miren que fuerte gritamos! Pero los que gritan no son ellos, no es su voz la que

se alza. La rostricidad40 villera resulta tan horrorífica que se revierte y se expresa como una rostricidad

especular. Además de la violencia institucional que sufren cotidianamente estos sectores, se agrega la

violencia epistémica y semiótica/simbólica que implica pensar en rostrocidades horribles y culpabilizantes

(Scribano, 2007b). En esta lógica de la impotencia se da “[u]na circunstancia que al repetirse deja sin

potencia” (Scribano, 2007b). Entonces solo queda gritar, no hay potencia de acción donde el grito es el

último recurso.

Así, se observa una disposición narrativa ajustada al marketing, donde los sin rostro deben recurrir

a “la máscara de un rostro cotidianamente otro, de una “otrorización” de la propia cara” (Scribano, 2010:

257). Aquí parece operar una lógica de la seducción – presente en muchos ámbitos de una sociedad

basada en la espectacularización de la vida (Scribano, 2013) – que promueve el consumo de “organización y

cultura popular” a través de la Revista Garganta Poderosa.

38 Según la Real Academia Española, gritar significa manifestar en un espectáculo la desaprobación o desagrado con demostraciones ruidosas. 39 Sobre el concepto de impotencia consultar, por ejemplo, Scribano (2007b) y Scribano (2010). 40 Sobre las rostricidades segregacionistas consultar la introducción de Adrián Scribano del presente y Scribano (2010).

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A su vez, el “afuera” es lo que, por contraposición, define a la villa. Emerge cómo el “afuera”

intenta adiestrarlos, disciplinarlos, controlarlos, constituyendo un orden impuesto frente al cual

desobedecer es la regla. En las declaraciones de la organización podemos notar una tonalidad

confrontativa y desafiante hacia las clases medias/altas, donde se busca inspirar miedo como una forma

de vincularse y “ganarse” el respeto del otro. Tal como señala Adrián Scribano en la introducción, se

observa una sensibilidad anclada en el miedo. Estos son cuerpos portadores de la amenaza. Se registra

así una demarcación de la propia condición y posición de clase en contraposición con las clases altas y

medias.41

Desde la Revista, la principal reivindicación que plantean es la urbanización de las villas.42 Pero

¿qué significa este reclamo? ¿Qué es la urbanización en estos contextos de expulsión? ¿Qué implicancias

tiene? Cabe resaltar que no se menciona nada sobre los procesos de estructuración social que generaron

dicho estado de cosas ni se busca quebrarlos. Es evidente que este planteo omite las discusiones

estructurales que pretendan superar la segregación racializante, la desigual distribución de energías y

recursos, así como los modos de producción que generan procesos de estructuración social basados en

la diferenciación y estigmatización.

¿Estas omisiones no nos hablan a las claras de arraigados procesos de “des-afección”?43 Frente a

una sistemática precarización de la vida, se da una naturalización del vivir en permanente caída libre y no

poder hacer nada para cambiar la situación (Scribano, 2007a). Entonces cabe preguntarse si el asfalto en

las calles cambiaría las condiciones materiales de existencia de su condición y posición de clase.

En esta línea, parece “como si” existiera una ““pobreza digna”, una adjetivación que deja a los

sujetos en condiciones de soportabilidad de la desigualdad” (Scribano, 2006: 12), atestiguando una

“cultura del aguante” que hay que sostener y reivindicar. ¿Cómo? Llevando las “lógicas urbanas”

hegemónicas a la villa. En este punto resulta pertinente retomar el desarrollo planteado al inicio del

presente por Adrián Scribano: emerge la fantasía44 de que si se “urbaniza” entonces desaparece la

condición (de villero), pero la posición se mantiene en tanto persisten fuertes desigualdades en sus

condiciones materiales de existencia. De este modo, esta “contra-cultura” no hace más que reforzar y

41 “Sin egoísmo, ni pesimismo, la realidad se transforma, pero van a tener que hacernos un lugar en la misma plataforma. Porque el desarrollo social no se trata de cambiarnos los olores, ni de calmarnos los dolores, ni de corrernos con los codos del presupuesto, para que la coartada no huela mal: nuestros modos son el impuesto a su tan preciada moral”. 42 En los trabajos de Aldana Boragnio sobre la Corriente Villera Independiente y de Juan Ignacio Ferreras sobre el Día Nacional de la Identidad Villera, incluidos en el presente libro, también emerge el reclamo de urbanización, aunque no es el único. 43 Sobre este concepto ver: Scribano (2007a). 44 En relación a los fantasmas y fantasías sociales, consultar: Scribano (2007b).

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legitimar la cultura hegemónica y sus respectivos valores45. Frente a la fatalidad de las condiciones de

existencia en que están inmersos y la evitación conflictual, emerge el grito de una garganta legitimada.

Referencias

SCRIBANO, Adrián (2006) “Cuando las Aguas Bajan: La Mirada de los pobres sobre las consecuencias

de la crisis argentina del 2001 en la Ciudad de Córdoba”, en: Carlos Masse Narváez (coord.), Poderes Locales

y Desarrollo Municipal. Actores Sociales e Institucionales. El Colegio Mexiquense, AC. Zinacantepec. Ed. IEEM

UAEM, pp. 139-160.

SCRIBANO, Adrián (2007a) “La Sociedad hecha callo: conflictividad, dolor social y regulación de las

sensaciones”, en: Mapeando Interiores. Cuerpo, conflicto y sensaciones. Buenos Aires: Universitas.

SCRIBANO, Adrián (2007b) “Vete tristeza…. Viene con pereza y no me deja pensar! Hacia una

sociología del sentimiento de la impotencia”, en: Luna, R. y Scribano, A. (comps.), Contigo

Aprendí…Estudios Sociales de las Emociones. CEAUNC –CUSCH-UdeG ISBN 978-987-9357-74-3, pp. 21-

42.

SCRIBANO, Adrián (2010) “Narrando por un sueño: rostricidades segregacionistas y prácticas

intersticiales” en: A. Scribano y E. Boito (comps.), El Purgatorio que no fue. Acciones profanas entre la esperanza

y la soportabilidad. Buenos Aires: Ediciones CICCUS, pp. 249-263.

SCRIBANO, Adrián (2013) “Una aproximación conceptual a la moral del disfrute: normalización,

consumo y espectáculo”. RBSE – Revista Brasileira de Sociologia da Emoção Vol. 12, N°. 36, p. 738-750, ISSN

1676-8965. DOSSIÊ. Disponible en: http://www.cchla.ufpb.br/rbse/Index.html. Fecha de consulta,

11/08/2015.

ZAPATA, C. (2012) “Respuesta local a un déficit habitacional local”. Astrolabio N° 8.

Notas periodísticas

“Daño Moral” escrito por La Garganta Poderosa en Blog El País. Disponible en:

http://blogs.elpais.com/contrapuntos/2015/06/da%C3%B1o-moral-la-garganta-poderosa.html. Fecha

de consulta, 11/08/2015.

45 Este es un aspecto de lo que señala Mariela Genovesi en su trabajo sobre Corte Rancho, donde refiere a las tensiones entre la “cultura” y “contra-cultura” que, en definitiva, instalan aún más la cultura dominante.

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DOCUMENTOS DE TRABAJO DEL CIES – ISSN 2362-2598 – Marzo 2016

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Páginas web

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11/08/2015.

http://www.elhormigueroorg.com.ar/. Fecha de consulta, 11/08/2015.

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Primero tienen que pagar impuestos… Guido Models y sus repercusiones

Victoria D’hers

El presente escrito aspira a continuar con la mirada sobre lo que sucede en ese afuera que es la villa

dentro de la ciudad, a partir de las notas periodísticas acerca de la Agencia de Modelos Guido Models, de

Villa 31. Este es un ejemplo del funcionamiento de un espacio artístico/expresivo organizado por los

mismos villeros, tal como se ve en otra experiencia descripta en este volumen (La Garganta Poderosa), y

algunas como la experiencia de Julio Arrieta, representante de artistas en Villa 21,46 o Mundo Villa.47 Por

cuestiones de espacio no las analizamos aquí.

Tomamos entonces su recepción a partir del documental Guido Models, estrenado este año 2015 y

reseñado así: “Guido es diseñador de ropa y una estrella para la villa 31 en Buenos Aires, donde anima

desfiles con su grupo de modelos. El artificio de la moda se vuelve en este documental espectáculo

surrealista, en antagonismo con sus entornos remendados, hechos de chapas...” (Anna Dodier).48 Este

“espectáculo surrealista” es visto como “aparente paradoja”, dado el hecho de ser Guido Fuentes el

fundador de una agencia de modelos en plena villa. “El contraste era ineludible: ¿cómo una modelo iba

a salir de un asentamiento, cómo iba a encajar en el mundo de la moda? Hoy, un documental sobre

(Guido) Fuentes y su agencia, el debut cinematográfico de la directora Julieta Sans, se convierte en una

de las películas más significativas estrenadas en el último BAFICI.” (Infobae, 2015).

46 Según Julio Arrieta explicaba, “Quiero que toda la gente pueda trabajar, trabajar de pobre, de lo que somos. Queremos que nos dejen trabajar de pobres… como si fuéramos artistas que hubiésemos estudiado en un conservatorio. Somos portadores de cara… nosotros aparecemos como ladrones, hombres rudos, pero en ningún momento aparecemos como héroes, abogados… porque somos portadores de cara. Podemos hacer de malos, guardaespaldas, ladrones. Por un lado está bien, porque si ellos ven que nosotros somos así, páguennos por eso… No contraten a otras personas para hacer lo que sabemos hacer nosotros”. Extraído del Documental Estrellas, de Federico León y Marcos Martínez, sobre la agencia de representantes de artistas en Villa 21, Barracas. Al día de hoy él falleció. Disponible completo en: https://www.youtube.com/watch?v=oPWNX_7dyIs. Referido por la prensa escrita como “una suerte de productora artística”, véase http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/5-8621-2007-12-13.html. Aquí, como también en lo sostenido por Guido Models, se ve este solapamiento entre el ser/hacer, mostrar-se cómo son, hacer de sí mismos y valorizar esa hexis particular en un ámbito dominado por otro tipo de “caras”. 47 Mundo Villa es un multimedio villero compuesto por un periódico mensual, una radio, una señal de televisión y una página web; fue creado por Adams Ledezma, el periodista asesinado. Véase http://mundovilla.com/indexMV.php; https://www.facebook.com/mundovilla; http://www.lanacion.com.ar/1436233-mundo-villa-el-multimedio-de-las-villas. 48 https://www.facebook.com/GuidoModelsDoc/timeline.

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A los ojos del “adentro”, los espectadores en este caso, el villero siempre genera atracción. ¿Qué

es lo que llama la atención? ¿Cuál es el imaginario que circula en la ciudad legal sobre estos espacios

propios de la ciudad, y a su vez externos a ella?49

Para Guido es claro que lo que atrae es el contraste, lo inesperado de ver al mundo de la moda en

ese contexto; lo que en la nota es caracterizado como “micromundo” de 50 mil habitantes, es

generalmente identificado con la precariedad y la inmigración. En dicho marco, continúa la nota de

Infobae, “Guido Models", entre pasillos de villa y paredes sin revoque, ni siquiera denuncia una realidad

social, sino que muestra una odisea.” (Infobae, 2015). Este Ulises precarizado toma la mirada proyectada

sobre ellos desde el adentro, y la potencia. Su propio relato de la idea de la agencia se basa en el contraste:

“Yo quería hacer un desfile. Desde los edificios de avenida Libertador se ve el barrio y la terminal de

Retiro...” (Infobae, 2015).

Repetidamente, en las opiniones de los villeros se reproduce dicha separación. En su propio

discurso se ve el lugar que le dan al encarnar este rol inesperado de representante de modelos.50 La

precariedad, antes que cuestionada se asume y se remarca; es lo que hace la experiencia incluso más

significativa dado el esfuerzo y la falta de recursos. Se incorpora como es la realidad y se avanza. En este

sentido, tomando ese lugar dado por la sociedad, continúa la descripción en el sitio: “Nuestra misión no

solo es revelar las bellezas y el talento que esconde la Villa 31, sino lograr que el hecho de vivir en una

villa no sea más discriminante a la hora de un casting.” Según relata una de las modelos, Delia, de 18

años, “Mis amigas me decían que estaba re loca. 'Modelo en la Villa, cualquiera', me repetían. Después

me vieron en la tele” (Infobae, 2015). En este vínculo entre el adentro y el afuera, la televisión termina

de legitimar lo que en un inicio era una locura, esa odisea marcada por el contraste. Nuevamente, ese

contraste no es algo inventado, sino reforzado a cada paso, en cada pasarela: “A veces nos critican porque

piensan que todas somos chorras o drogadictas por ser de la villa, ¡y no es así!", dice Delia, enérgica, ya

despojada del vestido de noche y con la ropa de todos los días: jeans, remera ajustada y zapatillas con

suela generosa. "Nosotros sabemos que se puede hacer algo más en la villa, no solo robar o drogarse”.

49 Se puede referir a la reciente nota en revista Anfibia, “Palermo villa”, como otro ejemplo de esta mirada que combina rechazo cotidiano y cierta postura de fascinación hacia ese micromundo. http://www.revistaanfibia.com/ensayo/palermo-villa/. 50 “Con el objetivo de demostrar que la vida en la villa puede ofrecer más perspectivas que la delincuencia y la violencia, el proyecto tomó forma. (…) El encuentro entre estos 2 mundos en apariencia incompatibles: el de la villa y el de la moda, fue tan fuerte como para generar mucha curiosidad y expectativa, afuera y adentro de la villa… Allí, en un espacio de menos de un metro de ancho por siete de largo, enseña a pararse, a caminar, a mover las caderas, a darse vuelta, a controlar la mirada...pero más que nada, transmite la seguridad en sí mismo y la "actitud" con las cuales todo puede ser posible, aún en una villa.” (sitio http://guidomodels.wix.com/villa31; https://www.facebook.com/pages/Guido-Models/215891915133251).

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(La Nación, 2012). Sin embargo, se lee al final de la nota: “Debido a la gran cantidad de comentarios

ofensivos esta nota ha sido cerrada a comentarios.” Eso que saben, deben demostrarlo cada vez.

Podemos retomar lo dicho por Scribano en la introducción a este texto, “Entonces, ¿qué es ser

villero hoy?… Es siempre estar frente a otro sabiendo que produzco, traslado, llevo en mi cuerpo, una

percepción de amenaza, pero que también es a la inversa. Por eso estos asentamientos son formas sociales

de trasladar, de migrar. (…) Trasladamos bio-grafías, narraciones hechas cuerpo. ¿Por qué? (…)

justamente porque son grafías, son cuerpos las que lo portan. (…) el negro de mierda. Hay una historia

que traslada hedores, malos olores, cuerpos desajustados; hay unas historias contadas para meter miedo.”

Volviendo a la narrativa de una de las modelos: “¿Cómo es salir de la villa y presentarse en otros lugares?

‘Es mucho mejor’, sorprende Carla. ‘Son distintas personas las que nos ven; acá, sólo los vecinos. Aunque

en el último desfile nos fue mal porque nos dieron las ropas que sobraron, nos sentimos un poco desplazadas.

Por el hecho de mencionar la villa nos llaman villeras’, dice.” (La Nación, 2012). Según lo viven, ese ser

villeras no queda en la ropa o el contexto.

Tomando la idea de migración, estos espacios son concretamente vistos como sitios de migrantes,

en tanto algo negativo y criticable. Algunos comentarios a la nota referida de la revista Entre Mujeres, es

clara muestra de esto:

“Cobrar alquileres de habitaciones ilegales levantadas en terrenos usurpados a la Nación, sin pagar

impuestos de ningún tipo, te parece “ejemplo de superación”? Otro inmigrante vivo, me parece”.

“Los chilenos, por la patagonia, los bolivianos y peruanos por el noroeste, paraguayos por el

noreste, etc., lamentablemente los que menos aprovechan los beneficios que da el Estado son los

argentinos…”

“Nuevas mujeres para los narcos que viven en la villa... lindo negocio vio el bolita este…”

Vemos también la visión de “los villeros” como gente que roba o gente que no trabaja, que luego

ellos asumen como propio y lo que tienen que combatir. Si bien algunos comentarios son positivos, se

llega incluso a cuestionar su existencia… Por ejemplo:

“Por empezar tienen que pagar impuestos, electricidad, agua, como lo hace la gente normal y

encuadrada en las leyes fiscales”

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“La de azul parece ser la más fina”

“Darle difusión a esto es darle la aceptación de su existencia”

“Que puedan conocer en su actual entorno. Bien por Guido Fuentes, su tarea es integrar y lograr

el sueño de muchas chicas que de otro modo no hubieran podido lograr, ¿por qué? porque fuera

de la villa estamos nosotros y miramos siempre para el otro lado”

“Extraordinario esfuerzo, humildad y perseverancia”

En esta traslación, teñida por las sobras, se debe insistir una y otra vez en que “Mi principal objetivo

con todo esto es que haya integración. Queremos darle un fin a la discriminación, y concientizar a la gente

para que sepan que somos gente de trabajo, que queremos salir adelante. … Fundar una escuela de

modelos en un asentamiento era de por sí osado. Animarse a desafiar los estereotipos y a luchar contra

la discriminación parecía una misión imposible.” (Guido Fuentes en Revista Entre Mujeres). Lo más

remarcado en estas notas periodísticas es que fueron llamados por diseñadores reconocidos

internacionalmente como Dolce&Gabbana, siendo ese factor lo realmente increíble desde la posición de

los periodistas.

En otros casos, esto se refiere como “identidad villera” y apunta a acercarse a ese “otro mundo”

de la ciudad, el afuera de la villa con sus códigos, pero valorizando lo propio, lo que era visto como

estigma. En la experiencia de Corte Rancho, el programa de TV “intenta dar cuenta de las

representaciones prácticas, mentales y simbólicas ‘propias’ de esta comunidad que se caracteriza como

‘villera’. Es decir, busca ‘mostrar’ las ideas, las creencias, las acciones, los sentimientos, los valores, el ethos

que sería ‘propio’ del ‘mundo villero’ en oposición al ‘mundo del otro’, del ‘civilizado’, del ‘que vive en la

ciudad’.” (Genovesi, p.31). En el caso aquí revisado, el foco está en mostrar-se, a sí mismas como modelos

en un contexto donde no es esperable encontrarlas. Esta relación de ajenidad de lo villero y el mundo de

la moda, de tan evidente se vuelve pornográfico. Es tan claro que no es un lugar donde pueda haber

“modelos”, que Guido insiste en que buscan diferenciarse de la villa: “Siempre lucho para que la gente

no nos señale, no nos generalice, no nos estigmatice. Hay muchísima gente de trabajo” (Infobae, 2015).

Una forma más de funcionamiento de los mecanismos de soportabilidad social, tolerando lo dado

a nivel estructural, asumiendo la villa como espacio vital, y a la vez un escape a eso. La aspiración es ser

como cualquier joven, normalizarse y entrar en la estructura dominante. Se reafirma el lugar que se ocupa

socialmente, y a partir de allí se maximizan las posibilidades dentro de la estructura dada. Podemos

preguntarnos, ¿Se afirma según la mirada de quién? En estos casos, más que en ningún otro se “oculta

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mostrando” y se muestra ocultando, dándose por momentos invisibilidad y visibilidad diferencial

(Scribano, 2010: 175-176), sin modificar lo dado a nivel estructural.

Estos lugares son pensados en términos de lo incierto, la incertidumbre y sus metamorfosis. A su

vez, es interesante pensar en qué certezas sí hay… La certeza de no poder, de no acceder por las vías

dadas. Entonces, estas experiencias ¿son fantasías de igualdad? ¿Son modos a través de los cuales los

sujetos encuentran alternativas a lo ofrecido por la estructuración social vigente?

Foto extraída de la página de Facebook de la Agencia Guido Models

Afiche del Documental Guido Models

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Referencias

SCRIBANO, Adrián (2010) “Primero hay que saber sufrir…!!! Hacia una sociología de la “espera” como

mecanismo de soportabilidad social”, en: A. Scribano y P. Lisdero (comps.), Sensibilidades en juego: miradas

múltiples desde los estudios sociales de los cuerpos y las emociones. Córdoba: CEA-CONICET.

Notas periodísticas

- “La Historia detrás de la agencia de modelos de la villa 31.” Infobae, 26 de abril de 2015. Ver en

http://www.infobae.com/2015/04/26/1724838-la-historia-detras-la-agencia-modelos-la-villa-31

- “La escuela de modelos de la Villa 31.” La Nación, 2 de febrero de 2012. Ver en

http://www.lanacion.com.ar/1445157-las-modelos-de-la-villa-31

- Revista Entre Mujeres. Ver en http://entremujeres.clarin.com/moda/lo-mas-trendy/Guido_Models-

Delia_Caceres-Sonia_Leon-villa_31-Dolce_-_Gabbana-Milan_0_1353464943.html

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Corte Rancho: lenguaje, pensamiento y sensibilidades villeras

Mariela Genovesi

Corte Rancho es un programa micro –de una duración aproximada de 13 minutos- dirigido por César

González y producido por Canal Encuentro y Todo piola Producciones51. La serie, a lo largo de sus 4

emisiones –emitidas por Encuentro y por la TV Pública-, tiene por objeto acercar al espectador “a las

diferentes villas de Buenos Aires, intentando romper con los estereotipos que circulan en los medios de

comunicación” “ya que sus habitantes no se parecen en nada a como se los suele presentar en televisión”,

al “poner de manifiesto la sabiduría presente en estos barrios”52 “en un marco en el que nada bueno se

espera y el sufrimiento es habitual y cotidiano”53.

Su director y conductor, César González54 es un muchacho de 26 años que vive en la villa Carlos

Gardel, que pasó por 4 institutos de menores y estuvo 5 años preso55. En el Programa N°1 del ciclo –

“Pim, pam, pum el lenguaje en nuestras vidas”- además de presentarse a él mismo como “un pibe de una

villa que también estuvo preso”, presenta al programa y algunas de sus ideas centrales:

“Estamos en la TV Pública para presentarles Corte rancho, un programa realizado por villeros,

por aquellos sujetos siempre sometidos a análisis, aquellos sujetos de los que poco se espera, siempre discriminados,

marginados y sometidos a la más cruel de las discriminaciones. En este primer programa, abordaremos

cuestiones como el lenguaje y las redes sociales, veremos cómo los villeros reflexionan, filosofan y aparecen

en la pantalla para demostrar que no somos violentos, salvajes, incultos, ignorantes y bárbaros como siempre la

televisión acostumbra a presentarnos”.56

51 Disponible en: https://m.dateas.com/es/bora/2014/02/07/todo-piola-srl-774842 52 Disponible en: http://www.tvpublica.com.ar/programa/corte-rancho/ 53 Disponible en: http://www.encuentro.gov.ar/sitios/encuentro/programas/ver?rec_id=121073 54 Además, César González es autor de los libros de poesía "La Venganza del Cordero atado" y "Crónica de una libertad condicional", director de los cortometrajes "Guachines" y "Truco" y de los films: "Diagnóstico Esperanza" (2013) y “¿Qué puede un cuerpo?” (2014) (que se pueden ver en: https://www.youtube.com/watch?v=6YAXS3ST0Ew y https://www.youtube.com/watch?v=k52IBXUbCJ0) 55 En este enlace se puede ver un testimonio en primera persona de su vida, como parte del ciclo “Historias debidas” emitido también por la señal Encuentro: http://www.encuentro.gov.ar/sitios/encuentro/programas/ver?rec_id=100606 56Programa completo en: http://www.tvpublica.com.ar/articulo/pim-pum-pam-el-lenguaje-en-nuestras-vidas/

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En esta presentación, González no sólo da cuenta de la manera a través de la cual “los medios” o

“los otros” dicen/manifiestan/piensan acerca de “ellos” – “los villeros”- sino de la forma mediante la

cual “ellos” pueden manifestar sus “potencialidades” o cómo ellos pueden ser “como los otros”, al

“filosofar y reflexionar” y al no ser ni “violentos, ni salvajes, ni incultos”. Es decir, están manifestando lo

que no son a partir del modelo negativo que de su imagen impone del “otro hegemónico”. Para decirlo

en términos de Bourdieu, esta se trataría de una de las dos facetas de la “paradoja de los dominados”, al

intentar definir “la lengua dominada” en función de la lengua dominante”:

Lo que se llama “lengua popular” son modos de hablar que desde el punto de vista de la lengua

dominante, aparecen como naturales, salvajes, barbaros, vulgares. Y aquellos que, por la

preocupación de rehabilitarla, hablan de lengua o de cultura populares son víctimas de la lógica

que lleva a los grupos estigmatizados a reivindicar el estigma como signo de su identidad

(Bourdieu, 1988: 156).

Esto mismo que Bourdieu enfatiza, se observa como parte del contenido explícito tanto del

capítulo 1 “Pim, pam, pum el lenguaje en nuestras vidas”- como del 4 –“Lo que vence la muerte con el

arte”- cuando se describe a “los berretines” como un “código de palabras propio, autónomo y autóctono

que sobrevive al paso de los tiempos” y que aparece tanto en la jerga cotidiana como en el lenguaje

empleado para la composición de raps –estilo de música que “ellos” también asumen como el mejor para

poder representarse a ellos mismos y a sus vivencias- (de hecho, toda la música que acompaña y se escucha

durante el programa tiene que ver con hip hop y raps).

(Narrador) ¿El lenguaje puede identificar a una clase social? ¿Hay una sola forma de hablar bien?

Y, acaso, ¿qué es hablar bien? Los berretines son el título que surgió en el mundo marginal para definir el

idioma y código de valores propios de ese mundo.

Pibes que asisten a un taller de hip-hop en la villa Primero de Mayo de Ensenada y presos de la

unidad cuarenta y ocho de San Martín nos muestran y nos enseñan cómo la palabra nunca será algo

propiedad de unos pocos.

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(Esteban el As57) Hoy vamos a hablar de qué son los berretines. La pregunta es: ¿Qué son los

berretines? Vieron que siempre, en el taller, hablamos del lenguaje, de lo que significa nuestro lenguaje, que es

tumbero y de los barrios, y de cómo nos representa. El lenguaje representa una banda de lo que somos, y el lenguaje

que tenemos, en particular, lo entendemos. Quizás gente de otro lado no lo entiende, pero nosotros sí. Por ahí,

en el tiempo en el que usted era joven había lunfardo. Bueno, los berretines serían algo parecido

hoy en día.

(Esteban El As) En todos los barrios y en todas las villas entienden. A nosotros nos critican, pero porque no

saben lo que pasamos, dónde nos criamos, todas esas cosas, por eso nos critican. Y los berretines tienen que ver

con eso: con lo que vivimos, con lo que pasamos. Nos criamos en la calle y en la calle es así. La gente piensa:

"Me está por robar este".

(Otro testimonio) Yo, el día de hoy, hablo con gente y hablo normal. Con ustedes estoy

hablando de manera bastante correcta, pero, hace un rato, estábamos "plagueando" allá y estaba:

"Eh, guacho, ¿qué onda?" porque es mi forma.

(Esteban El As) Que te cambien el lenguaje es que te conquisten, ¿me entendés? Es algo parecido lo que está

pasando hoy con el tema de los berretines y del lenguaje tumbero a lo que pasó cuando los españoles conquistaron

América, conquistaron a los indios, ¿no? Los tipos vinieron y dijeron: "Esta es tu religión, este es tu lenguaje y

vos tenés que hacer esto.58

El berretin es el lenguaje de la calle, de sus vivencias, de su crianza, el lenguaje que “mejor los

representa” pero que al mismo tiempo, es el lenguaje que se les critica, el lenguaje que los “estigmatiza

como chorros” frente al resto, frente a “esos otros” que “no lo entienden”. Al respecto, llama la atención

la metáfora que “Esteban el As” usa para hacer referencia a los berretines en tanto “conquista”. Ellos, tal

como Bourdieu señala como propio de la paradoja, se “resisten” ante esa “conquista” del “otro

hegemónico” y al hacerlo revalidan, confirman el estigma que los “separa”, los hace ser “un otro

negativo” ante esa mirada dominante.

Valores e identidad villera: de las huellas discursivas a las marcas corporales

Si lo anterior formaba parte del “lenguaje propio” mediante el cual se recrea cierta “identidad”

considerada como “villera” y “marginal”, lo que se muestra en el capítulo 2 del programa – “En busca

57 Uno de los más conocidos cantantes de hip-hop y rap de los barrios. 58 El subrayado es nuestro.

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del pensamiento villero”- tiene que ver con una profundización de esta cuestión. De hecho, la pregunta

que recorre el armado y la estructura del programa es: “¿qué significa ser villero y cuáles son los elementos

que caracterizan la cultura villera?” Tratándose ésta de “debates y reflexiones que traslucen el

pensamiento villero en el marco de proyectos que tienen lugar en dos villas de la Ciudad de Buenos Aires:

la 31, en Retiro, y la 21, en Barracas”. Y acá nos topamos con dos problemas; la nominación de la “cultura

propia” como “cultura villera” (y ya no como “cultura popular” – lo cual nos haría pensar en un sub-

grupo dentro de ésta que posee elementos y características particulares para poder ser definida como tal)

y del “pensamiento” como “pensamiento villero”. En consecuencia, el programa intenta dar cuenta de

las representaciones prácticas, mentales y simbólicas “propias” de esta comunidad que se caracteriza

como “villera”. Es decir, busca “mostrar” las ideas, las creencias, las acciones, los sentimientos, los

valores, el ethos que sería “propio” del “mundo villero” en oposición al “mundo del otro”, del “civilizado”,

del “que vive en la ciudad”. Al respecto, se rescatan varios testimonios presentes a lo largo del capítulo:

(Testimonio 1) A veces, veo los programas y, cuando pronuncian la palabra "villa", muestran

directamente todo lo que piensan de la villa, o sea, robar, matar, todo lo malo, lo hacen

directamente.

Hay mucha gente que piensa que las villas son los peores lugares en el mundo, donde se matan

a tiros todos los días, donde la gente que vive ahí es la que vende drogas, la que le hace mal a la

sociedad, pero creo que muchas personas que viven en las villas son mejores, son más humildes y son más

honestas que la gente que vive en los mejores barrios de acá.

(Testimonio 2) La verdad es que me encanta ser villero porque-- La verdad, me encanta. La

verdad es que sí.

(Testimonio 3) Hay mucha libertad, pero libertad en el sentido de que no siente miedo. Cuando sus hijos

salen a jugar, uno los mira, pero tranquilo. No estás como muy pendiente, sabes que, no sé, no

es tan peligroso que los dejes sueltos y que jueguen un rato. Aparte, afuera, está como muy dividido,

o sea, hay cosas para cada sociedad. Los que tienen mucha plata van a ciertos lugares y no van a los

otros. Los que son de clase media tienen lugares específicos.

(Testimonio 4) Esas plazas, esos barrios, y los más carenciados, por ejemplo, nosotros, los que

vivimos en la villa, tenemos esto, que, para nosotros, es lo mejor que hay porque es muchísimo mejor que lo que

encontramos afuera.

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Nunca se interesaron en mostrar algo bueno de lo que están haciendo, por ejemplo, lo que

hacemos en el apoyo escolar, ayudar a los chicos, hablar con ellos. Las cosas buenas que se hacen en

el barrio, en una villa, son muchísimo mejores que afuera, pero esas cosas no las muestran.

Lo que estos relatos nos permiten deslumbrar es una serie de creencias y de patrones morales,

culturales y actitudinales que se construyen de manera dicotómica. Lo que resaltan es la solidaridad, la

unión, la mancomunión, la humildad, la generosidad, la tranquilidad de los vecinos que viven en el barrio

en oposición a la indiferencia, la desunión, la aceleración, la miserabilidad, el prejuicio del habitante

“común”, “medio” o “rico” de la ciudad.

Al respecto, y para recrear la lógica de la construcción discursiva de este esquema identitario, vale

la pena mencionar a Stuart Hall, a Walter Mignolo y a Ernesto Laclau debido a que a la hora de construir

los relatos y discursos sobre cuestiones identitarias, se ponen en juego diferente tipos de saberes,

prácticas, estrategias, posiciones y planteos a menudo cruzados y antagónicos. Por ese motivo, tanto o

más importante que el enunciado producido resulta ser el proceso de enunciación que desoculta el contexto,

el marco y la localización de aquello que lucha por ser reconocido dentro de la red de la semiosis social.

Algo similar supone Hall al hablar de las identidades y de su proceso inacabado de producción basado en

“el juego de la diferencia” y la imbricación de instancias imaginarias, simbólicas y reales. En palabras de

Hall:

Precisamente porque las identidades se construyen dentro del discurso y no fuera de él, debemos

considerarlas producidas en ámbitos históricos e institucionales específicos en el interior de

formaciones y prácticas discursivas específicas, mediante estrategias enunciativas específicas”

(…) que “emergen en el juego de modalidades específicas de poder y, por ello, son más un

producto de la marcación de la diferencia y la exclusión que signo de una unidad idéntica y

naturalmente constituida (Hall, 1996: 18).

Esto significa que en tanto práctica significante y discursiva, la construcción de identidades es un

proceso que depende de una enunciación localizada (en términos de Mignolo) anclada en situaciones y

lugares epistémicos, éticos y políticos de enunciación que remiten a un otro, a un exterior constitutivo

indispensable para “suturar”, “cerrar”, “estabilizar” momentáneamente su unidad. La identidad es

diferencial y relacional, en el sentido de que ni ella como totalidad (abierta e incompleta) ni sus elementos

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discretos tienen una significación intrínseca e inmanente. Para definir lo que es, necesita construir un otro

antagónico que sea aquello que no es. Mediante límites simbólicos conforma una unidad estableciendo,

justamente, una diferencia crucial con un exterior fundacional, el exterior constitutivo. Dicha unidad se

produce además por la articulación de una serie de elementos -mediante la lógica de la diferencia y la

equivalencia (siguiendo a Laclau) que conforman una cadena discursiva e identitaria. La formación de

esta cadena privilegia la dimensión de la equivalencia que subvierte, anula las diferencias privativas de

cada elemento en pos de una significación de índole sistémica.

El exterior constitutivo sigue siendo el “discurso dominante y hegemónico” que marca tanto los

límites como las condiciones de posibilidad del “discurso identitario villero”.59 Al respecto, es menester

rescatar cómo este discurso se articula en consonancia con el proyecto de Ley del “Día de la identidad

villera” debido a que parte de los diputados y senadores que lo impulsaron utilizaron el mismo tipo de

argumento discursivo para avalarlo.60 A su vez, dentro de los “valores” que en la fundamentación del

proyecto se destacan como “villeros”, aparecen los de: Solidaridad, optimismo y esperanza, generosidad,

humildad y valor por lo colectivo.61

Esto nos coloca ante otra problemática que Bourdieu caracteriza muy bien en “Describir y

prescribir: las condiciones de posibilidad y los límites de la eficacia política” en dónde sostiene y afirma

que una de las astucias del poder hegemónico y simbólico es imponer “el orden de construcción social”

a nivel práctico y representativo, puesto que a través de ellos se instituyen los esquemas de clasificación

práctica y cognitiva de los sujetos (y acá habría que agregar, a los esquemas afectivos, algo que Bourdieu

no incluye). Es por eso que para una verdadera “ruptura” del “orden imperante”, el “dominado” debe

romper con el poder no sólo simbólico sino también material, corporal y económico. No se trata de

“resistir” sólo a partir de la “posesión de un lenguaje propio” o de una “identidad con valores y con un

ethos propio” porque éstos se encuentran construidos a la luz de la naturalización que emana del poder

hegemónico quien “neutraliza” las diferencias materiales de clase que operan como base de su sistema de

dominio y los “agrega a la doxa común” que “reproduce” la injusticia social como si no lo fuera. Es decir,

le niega su carácter de injusto, al incorporarlo como parte del “discurso justo”.62

59 Esto se encuentra en consonancia con los escritos de Florencia Chahbenderian, Aldana Boragnio y Victoria D´hers. 60 Juan Cabandié, “Destaca el sentido de colaboración y de hermandad entre los habitantes de las villas, y lo contrapone con el de "muchos de los que viven en edificios, que en el ascensor ni siquiera se saludan con sus vecinos; y ni hablar de cuando discuten para darles aumentos a los encargados o para hacer algún arreglo en el edificio". 61 Para más datos, ver el texto de Juan Ignacio Ferreras 62 “Estamos profundamente convencidos de que el "Día Nacional de los Valores Villeros", contribuirá a rescatar no sólo al Padre Mugica y su obra, sino también su ejemplo de coherencia entre las ideas y la acción, que constituye

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En este sentido, y ya para concluir, esto nos conduce al vínculo que la discursividad mantiene con

los dispositivos de regulación de las sensaciones y los mecanismos de soportabilidad social, en tanto formas de la

dominación que buscan la “naturalización” y la evitación de los conflictos sociales (Scribano: 2007a). El

sujeto social no sólo es un “sujeto” cognitivo, discursivo, sino que, en lo fundamental es un “cuerpo”:

un cuerpo individuo, un cuerpo subjetivo y un cuerpo social.

Un cuerpo individuo que hace referencia a la lógica filogenética, a la articulación entre lo

orgánico y el medio ambiente; un cuerpo subjetivo que se configura por la autorreflexión, en el

sentido del “yo” como un centro de gravedad por el que se tejen y pasan múltiples

subjetividades y, finalmente, un cuerpo social que es (en principio) lo social hecho cuerpo (sensu

Bourdieu) (Scribano: 2007a).

Estas maneras de entender el cuerpo son formas entre-cruzadas y superpuestas que nos conducen

a entender ciertas prácticas básicas de los sujetos desde esa lógica corporal: cómo me veo y cómo me

ven; cómo nos situamos y posicionamos dentro de las condiciones materiales de existencia; y cómo nos

relacionamos con los otros. Estas tres prácticas corporales básicas, se estructuran y son estructuradas por

los dispositivos de regulación de las sensaciones que consisten en “procesos de selección, clasificación y

elaboración de las percepciones socialmente determinadas y distribuidas” (Scribano: 2007a). La

regulación implica la tensión entre sentidos, percepción y sentimientos que organizan las formas a través

de las cuales los sujetos se “aprecian-en-el-mundo”, por eso constituyen “uno de los caminos de

apropiación de las energías corporales” y una de las lógicas de conexión cuerpo-sensaciones que

mantienen a los sujetos “neutralizados” bajo la doxa de la dominación.

De esta manera, se produce la configuración de una bio-grafía “que presenta, representa y

auto-presenta su corporalidad como natural e incuestionable”. Un rasgo de esa narración, es

decir, de esa grafía designante, lo constituye su conexión directa con las condiciones

materiales de vida, las formas de distribución de posiciones y condiciones en las gramáticas

de la acción y geometrías corporales (Scribano: 2007a).

Los sujetos “villeros”, reproducen en ese “sentir”, este tipo de gramática al “auto-percibirse” y al

“auto-apreciarse” como “mejores”, “más humildes”, “más solidarios”, “más humanizados” o como

un modelo a seguir para todas las personas que, a través de su trabajo cotidiano en los barrios más postergados de nuestro país, continúan levantando las banderas que él predicaba con el objetivo de generar la organización de la sociedad en defensa de sus derechos y lograr la justicia social”

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“prejuzgados” ante el “otro” “civilizado”; pero estas formas, no sólo se manifiestan en la superficie

discursiva sino que se encuentran arraigadas, ancladas en el cuerpo en tanto mecanismos de

soportabilidad social y regulación de las sensaciones. Esto significa que frente a las más obvias de todas

las preguntas “¿por qué toda esa gente soporta la situación descripta? ¿Por qué no reacciona? ¿Por qué

parece aceptarla sin resistirse?” (Scribano: 2007b), es decir, por qué no reaccionan ante la precariedad, la

fragilidad, la miserabilidad del “sistema” que los coloca en esa posición de “sujetos otros” teniendo que

“resistir” buscando alternativas estigmatizantes a través de la lengua (los berretines) o la reivindicación

de valores “moralizantes” y de una identidad acorde con ellos…¿por qué no reaccionan desde el

“cuerpo”, desde el “sentir”, desde la “acción”, desde el “conflicto”? Y la respuesta está ahí; antes de que

su lenguaje y sus representaciones fueran “formados” por la matriz discursiva dominante, ésta ya actuó

previamente en las formas corporales de aprehensión de sensaciones, percepciones y sentimientos. En

las formas de “la espera”, “la conformidad”, “la abnegación”, “la resignación” que se manifiestan,

discursivamente, bajo la formas opuestas del sentimiento de orgullo, la reivindicación y la superación ante

al otro “opresor”.

(Testimonio 5) Somos todas personas iguales, solo que tenemos la condición de vivir en otro

barrio, en un barrio muy distinto, donde las casitas-- Bueno, ya saben cómo son las casitas. Son

casitas muy precarias en un barrio muy precario. Está como más humanizada, la gente se interesa por los demás.

Si vivís en un edificio, no sabés quién es tu vecino. Si yo estoy mal, mi vecina me toca el timbre y pregunta: "Che,

¿estás mal? ¿Te hace falta algo?", o, si mi vieja no tiene plata para viajar, la vecina le presta. Es otro mundo,

es un mundo muy distinto al de afuera para mí. Yo vivía afuera y, después, por motivos personales, terminé

viviendo en el barrio. Al principio, tenía miedo, y, después, descubrí un mundo muy lindo. Es muy solidaria la

gente. Encontrarse con otra persona, hablar, como que hay más cosas para hacer. Podés salir e

invitar a alguien a tomar un mate o algo, pero, afuera, si salís a la calle, encontrás que están todos

acelerados, van para acá y para allá.

(Testimonio 6) Cuando cortan las avenidas y los colectivos tienen que pasar por adentro del barrio, la gente

pasa así, mirando por el vidrio, como si fuéramos, no sé, unos bichos. Te juro. A veces, nosotros mismos le damos

la oportunidad a la gente de afuera de que entre y que conozca. Nosotros le damos la posibilidad a toda

persona que quiera entrar acá y conocer el lugar. Va a cambiar eso que tenía en la cabeza porque

es todo lo que ve, todo lo que dice, y, sin embargo, entra y ve otra cosa totalmente diferente a

la que le mostraban en la tele. Si el barrio se entiende y se une, va a ser más fácil romper con el prejuicio de

que esto va para atrás, de que vivir en una villa es ir para atrás en la sociedad, y de que no estamos incluidos en

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un mismo sistema. Sin embargo, el sistema también somos nosotros. Nosotros estamos dentro de un sistema, no

somos la porquería del mundo.

Avanzar entonces hacia el terreno de una sociología de los cuerpos y las emociones nos hará hacer

ver cómo la identidad discursivamente positiva está anclada en soportabilidades corporales de carácter

opuesto frente aquello que se manifiesta. Porque, tal y como afirma la mujer de este último testimonio:

“el sistema también somos nosotros. Nosotros estamos dentro de un sistema, no somos la porquería del

mundo”. El “sistema” somos todos, pero ese “todos” se divide en un “ellos” y “nosotros”, en un

“adentro” y un “afuera” que corporalmente se evidencia entre los que “ejecutan”, “hacen” y los que

“resisten” creyendo que “no resisten” sino que “viven” y que viven siendo “mejores”.

Referencias

BOURDIEU, P. (1981) “Describir y prescribir. Notas sobre las condiciones de posibilidad y los límites

de la eficacia política”. Actes de la Recherche en Sciences Sociales N° 38, pp. 69-73.

___________ (1988) “Los usos del “pueblo”” en: Cosas Dichas. Barcelona: Gedisa. pp. 152-157.

HALL, Stuart (1996) “Introducción: ¿quién necesita “identidad”?, en: Cuestiones de identidad cultural.

Buenos Aires: Amorrortu.

LACLAU, E. (1995) “¿Por qué los significantes vacíos son importantes para la política?”, en: Laclau, E.,

Emancipación y diferencia. Barcelona: Ariel.

SCRIBANO, Adrián (2007a) “La Sociedad hecha callo: conflictividad, dolor social y regulación de las

sensaciones”, en: Adrián Scribano (comp.), Mapeando Interiores. Cuerpo, conflicto y sensaciones. Argentina:

Universitas.

SCRIBANO, Adrián (2007b) “Vete tristeza… Viene con pereza y no me deja pensar! Hacia una

sociología del sentimiento de la impotencia”, en: Luna, R. y Scribano, A. (comps.), Contigo Aprendí…

Estudios Sociales de las Emociones. CEAUNC –CUSCH-UdeG ISBN 978-987-9357-74-3, pp. 21-42.

WALSH, Catherine: “Las geopolíticas del conocimiento y colonialidad del poder. Entrevista a Walter

Mignolo”, en: C. Walsh, F. Schiwy y S. Castro-Gómez (eds.), Indisciplinar las ciencias sociales. Geopolíticas del

conocimiento y colonialidad del poder. Perspectivas desde lo Andino. Quito; UASB/Abya Yala, en prensa.

Disponible en: http://www.oei.es/salactsi/walsh.htm. Fecha de consulta, 22/03/2016.

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Indagando las sensibilidades “villeras” a partir de la reconstrucción de la historia de un

“barrio”

Claudia Gabriela Reta

El libro “El barrio obrero conocido como Villa 21-24 y Zavaleta: Una historia de dificultades,

luchas y conquistas”, fue realizado por alumnos del CENS n°7563 junto con sus profesores. A partir de

entrevistas a habitantes antiguos de la villa, así como otras fuentes documentales,64 el mismo busca

reconstruir la historia de luchas y de organización del barrio frente a lo que se considera como el período

más oscuro de la historia de las mismas: la época de la dictadura militar.

Esta publicación que propone aportar a “la identidad barrial y a la vinculación entre la escuela y el barrio”65

, está situada como señalamos en la villa 21-24 (Barracas - Comuna 4) la de mayor superficie y población

de la ciudad de Buenos Aires66. En ese sentido, la tomamos como fuente para realizar un ejercicio de

reflexión sobre cómo un grupo de alumnos jóvenes y adultos que residen en la villa reflexionan sobre su

condición a partir de elaborar una reconstrucción histórica de su propio barrio. Consideramos que más

allá del plano narrativo histórico que nos ofrece el libro, las elecciones de los hitos que se rescatan, así

como la descripción y caracterización del espacio social de la villa y de sus habitantes, nos brindan pistas

para poder construir un boceto que trace los contornos o los puntos más significativos desde los cuales

podamos acercarnos a las sensibilidades villeras (en construcción). A su vez, interpelaremos a este texto

a partir de las relaciones que podemosestablecer entre las sociabilidades que se constituyen en las acciones

rememoradas, a partir del uso estratégico de “la villa” y “el barrio” como modos de definir su espacio

geográfico-social de pertenencia. Es relevante en ese sentido, prestar atención al título de la publicación,

sobre el cual sus autores señalan: “le pusimos barrio obrero para dejar en claro que es un barrio de gente trabajadora”.67

El libro narra la historia de la villa desde su surgimiento, que se remonta hacia el año 1952. En él,

se señalan a partir de un eje temporal los diferentes hitos históricos en la misma, con una serie de

63 Ubicado en Iguazú 1110, el establecimiento se encuentra justo sobre el cruce entre la Av. Amancio Alcorta y Av. Iriarte, lindando la villa 21-24 y el Núcleo Habitacional Transitorio (NHT) Zavaleta. 64 Entre ellas se encuentra el ciclo documental “Nacionalidad Villera”, producido por Stagnaro, B. Zarza, J. y Ramos, V. emitido por Canal Encuentro en 2010. 65 Transcripción de presentación del libro que se hizo en Chapadmalal. Extraído de https://www.youtube.com/watch?v=QNKafInbDs4 66El Ceno Nacional de Población, Hogares y Viviendas (INDEC) del 2010, indica que la villa 21-24 cuenta con una población de 29.782 personas, en una superficie de 66 ha. Si se le suma el NHT Zabaleta, tenemos 2.906 personas y 2.8 ha más. 67 Transcripción de presentación del libro que se hizo en Chapadmalal. Extraído de https://www.youtube.com/watch?v=QNKafInbDs4

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caracterizaciones acerca de cómo era la villa y sus habitantes, haciendo énfasis en la precariedad de las

condiciones materiales de vida y las dificultades cotidianas. Un entrevistado señala que en 1961 habían

35 casas que eran “ranchos hechos de lata, de cartón” (Castañeda, et ál, 2012:6). Principalmente se usaban los

tres galpones abandonados de los ferrocarriles cuyos terrenos pertenecían a la cuenca del riachuelo, y

gran parte de ellos estaban ocupados por “La Usina”, un espacio donde los camiones municipales tiraban

la basura y la quemaban. EN 1969 se creó el NHT Zavaleta, en un terreno aledaño a donde estaba la villa

21, para alojar provisoriamente a poblaciones erradicadas de las villas, afectados por inundaciones y por

obras públicas (como la ampliación de la 9 de Julio). Eran 560 viviendas con baño en el exterior y puertas

de chapa, cuya reglamentación impedía que los residentes realicen modificaciones en las mismas en pos

de que “’sentir el rigor’ los obligaría a buscar una alternativa mejor” (Castañeda, et ál, 2012:12). En ese sentido,

eran pensados desde una lógica disciplinadora que pretendía enseñar “las formas correctas de vida” y el “sentido

de propiedad”; había vigilancia y un control administrativo.68

Una parte central del libro, y sobre la que nos centraremos para el análisis, refiere a las

organizaciones dentro de la villa, surgidas a modo de sociabilidades entre vecinos en sus inicios para

sobrellevar las condiciones de vida, y devenidas luego en organizaciones sociales y políticas para hacer

frente a la violencia institucional. Siguiendo a Scribano, “Las formas de sociabilidad y vivencialidad se

tensionan y torsionan en tanto cinta de moebio con las sensibilidades que emergen desde los dispositivos

de regulación de las sensaciones y mecanismos de soportabilidad social.” (Scribano, 2010: 174); por lo

que pretendemos reflexionar brevemente sobre estos modos de interactuar y relacionarse a partir de la

adscripción socio-espacial de la villa, para poder vislumbrar ciertas características relacionadas a las

sensibilidades en juego.

A lo largo del relato, se mencionan las primeras organizaciones políticas surgidas a raíz de los

planes de erradicación.69 Se remarca también la organización en relación a las conquistas alcanzadas, tales

como conseguir agua y luz, y en las actividades cotidianas, como las ollas populares, las compras colectivas

y la quema de basura. Como podemos ver en la cita del libro que presentamos a continuación, señalan

principalmente que antes de la última dictadura militar existía una fuerte organización, solidaridad vecinal

68 Se cita el Boletín de Villas n°1 de 1968, en el cual se proclama la lucha “contra los campos de concentración” en relación a los NHT’s y a la persecución en las villas por parte de la dictadura de Onganía. 69 Entre otros hitos organizacionales, se menciona en 1958 la primera organización: la Federación de Villas y Barrios de emergencia, vinculada al Partido Comunista y posteriormente a militantes de la resistencia peronista como Juan Cymes. Se señala a su vez en 1966 la Coordinadora Intervillas, 1978 la Comisión de Demandantes que aglutinaba reclamos frente a las políticas de erradicación de villas y las cooperativas de autoconstrucción durante la década del 70. La mayoría de ellas presentaban formas organizativas que provenían del sindicalismo de base en las fábricas; evidenciando de este modo la asociación con la clase trabajadora

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y de clase que caracterizaría a las villas como espacio social, así como a los villeros en cuanto a adscripción

identitaria:

La villa fue uno de los lugares más intensamente perseguido, no solo porque allí se

encontraban vecinos solidarios, organizados con proyectos de una sociedad más justa e

igualitaria, sino también porque su modo de habitar la ciudad fue despreciado por los

militares (Castañeda et ál., 2012: 27).

En relación a esto, denuncian las estrategias de difamación que emplearon junto a los medios de

comunicación, en donde se los vinculaba a la delincuencia y malvivir. En ese sentido, las caracterizaciones

de los villeros realizadas en el libro las entendemos como parte de las estrategias simbólicas de

transformación de la valoración negativa frente a los “no villeros”. El énfasis en las luchas, la

organización, la solidaridad y ayuda de los vecinos, da forma a un particular modo de presentarse ante

los “otros”. En esa estrategia, la alternancia de los términos “barrio” o “villa” como sinónimos, operan

en el texto como estrategias de acercamiento o distanciamiento, de identidad singular o compartida. En

esta línea, tomamos nota del uso de la categoría “villero” cuando se hace referencia a las luchas y

organizaciones, mientras que para el título o instancias en las que se quiere generar una complicidad o

cercanía con el lector se reserva el término “barrio”. Estos modos de nombrarse son luchas por el

reconocimiento, que son a la vez identitarias y políticas, por lo que podemos arriesgar que en tanto “la

villa” es nombrada en cuanto a su potencial político cimentado en los hitos organizacionales narrados,

“el barrio” lo es en cuanto posicionamiento frente a los prejuicios actuales y reconocimiento en contra

de la desposesión de derechos.

A lo largo capítulo en el que se aborda la época de la última dictadura militar, así como en el que

se centra en el período posterior, se relatan por un lado violencia institucional y estigmatizaciones en

contraposición a la organización, militancia y solidaridad de los vecinos de la villa. Si bien no hay una

caracterización explicita de las relaciones con el resto de la ciudad (ya que se centra en los hechos

ocurridos dentro de la villa), se señalan vínculos con las otras villas y asentamientos de la Capital Federal

y el Gran Buenos Aires. Se señalan también las características que definen la lucha de las organizaciones

villeras, y los sentimientos frente al atropello de la dictadura militar como compartidos por los otros

sectores de la sociedad, si bien se tiene presente que las condiciones habitacionales de las villas y el estigma

que recaía sobre ellos eran un elemento que marcaba una diferencia.

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El énfasis del libro en la actividad política y de organización, recordatorio de las épocas en las que

el conflicto social se vivenciaba en la villa, generando asociaciones y sociabilidades entre vecinos, nos

presentan un contrapunto frente a ciertos mecanismos de soportabilidad social que tienden a anular la

conflictividad y abortar la capacidad de acción en respuesta a ésta; como ser la espera y la paciencia70

propias de la resignación frente a una situación que se naturaliza. Si a su vez consideramos a la impotencia

como “la permanencia de un estado de minusvalía frente a las condiciones de existencia” (Scribano,

2007:29) que tiende a volver heterónoma la acción, podemos preguntarnos si el retomar las experiencias

políticas y de acción colectiva por parte de “los villeros” para reinscribirlas dentro del recorrido histórico

de la villa, no puede ser una forma de establecer un contrapunto a la situación actual. Estas prácticas

narradas, que establecen asociaciones entre vecinos, redes de ayuda y contención con objetivos tanto

programáticos y cotidianos, como relacionados a políticas de derechos y reconocimiento, pueden ser

pensados como “prácticas del querer”71 (Boito, Cervio, y Paz, 2010) que se construyen como prácticas

de cuidado “de base barrial –territorial”. Como señalan las autoras:

El querer-poder-hacer cuidados, aún siendo el cansancio del (en el) hacer sedimentado en el

cuerpo, se entrama en estas vivencias como un vector de resistencia próximo/cercano que

reactiva la posibilidad de ser y estar para el otro y con el otro, en tanto primer intento para el

resurgir/visibilización de sociabilidades en potencia, alejadas de la resignación incondicional

que supone la actual fase de acumulación del capital (245)

El énfasis en estas experiencias, que se rememoran desde la historia pero que se actualizan desde

la propia inter-textualidad que ofrecen los testimonios de los entrevistados, evidencia una intención de

distanciarse de la incapacidad de transformar la realidad, entendida como una de las situaciones que

caracterizan a los sentires actuales. En ese sentido, las entrevistas realizadas por los autores a antiguos

pobladores de la villa que relatan su experiencia, nos hablan de una historia tan real y actual como los

cuerpos con los que los entrevistadores interactuaron.

70 “La espera es un acto de violencia epistémica que mapea cognitiva y sensorialmente las posturas posibles de cuerpos cuya capacidad de disposición y disponibilidad de energía pierde relacionalmente autonomía. Su par en la dialéctica de las sensaciones es la paciencia que a la vez se presenta como efecto y causa de la capacidad de espera” (Scribano, 2010: 184) 71 En “El purgatorio que no fue. Acciones profanas entre la esperanza y la soportabilidad”, las autoras identifican como “prácticas del querer” una serie de prácticas de cuidado, redes de contención o ayuda dentro de espacios cercanos, que “contribuyen amorosamente a cementar los hiatos que la “topadora social” deja a si paso” (2010: 243), recuperando la capacidad de hacer y posibilitando afectividades que se alejan de la “rendición incondicional”.

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Este libro a partir del cual reflexionamos, entendido no solo como producto literario sino como

experiencia vivencial desarrollada por un grupo de jóvenes y adultos de la villa, se puede pensar

transversalmente con otras de las estrategias (también narrativas como experienciales) desarrolladas por

diferentes colectivos abordados en la presente publicación. En ese sentido, a modo de un cierre que abre

interrogantes nos preguntamos, ¿Cuáles son las vivencialidades a partir del involucramiento de las

personas que viven en las villas en cada una de estas experiencias? ¿En qué medida y en qué sentido éstas

son parte de estrategias que nos hablan de sensibilidades que discuten la aceptación de la realidad como

algo dado? ¿Cuánto hay de estrategia política coyuntural en las acciones y narraciones con las que “los

villeros” se presentan al resto de la población “no villera” (incluidos los autores del presente escrito entre

otros)? ¿Cómo podemos adentrarnos en las sensibilidades villeras siendo a su vez críticos de nuestras

propias sensibilidades para abordar el fenómeno?

Referencias

BOITO, E., CERVIO, A. y PAZ, A. (2010) “Territorio, política y prácticas del querer”, en: Scribano, A

y Boito, E (comps.), El purgatorio que no fue. Acciones profanas entre la esperanza y la soportabilidad. pp. 219-248.

CASTAÑEDA, V. et al. (2012) El barrio obrero conocido como Villa 21-24 y Zavaleta: Una historia de dificultades,

luchas y conquistas. Buenos Aires: Espacio Memoria y Derechos Humanos.

SCRIBANO, A. (2007) “Vete tristeza…. Viene con pereza y no me deja pensar! Hacia una sociología del

sentimiento de la impotencia”, en: Luna, R. y Scribano, A. (comps.), Contigo Aprendí…Estudios Sociales de

las Emociones. Buenos Aires: CEAUNC –CUSCH-UdeG ISBN 978-987-9357-74-3, pp. 21-42.

___________ (2010) “Primero hay que saber sufrir…!!! Hacia una sociología de la “espera” como

mecanismo de soportabilidad social”, en: Scribano, A. y Lisdero, P. (eds.), Sensibilidades en juego: miradas

múltiples desde los estudios sociales del cuerpo y las emociones. Córdoba: CEA- CONICET. pp. 169-194.

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Anexo estadístico. Villas y Asentamientos de la Ciudad de Buenos Aires

Jeanie Herrera Nájera y Claudia Gabriela Reta

I. Presentación

El presente anexo pretende reunir y presentar información actualizada sobre las villas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Si bien estas urbanizaciones presentan realidades complejas y diversas entre sí, Una aproximación cuantitativa a ellas permite un acercamiento a sus características más relevantes, al tiempo que ofrece un panorama que posibilita contextualizar diversas problemáticas. De esta forma, en lo que sigue se analizan informes provenientes de fuentes oficiales, de organismos no gubernamentales y de una universidad privada.

En lo que respecta a las fuentes oficiales, encontramos al Censo Nacional de Poblaciones, Hogares y Viviendas del año 2010 (INDEC), y la Encuesta Anual de Hogares (EAH) del año 2012, de la Dirección General de Estadística y Censos del Ministerio de Hacienda (DGEyC), como los generadores de datos más importantes en esta línea. Estos relevamientos asumen como unidades de análisis las comunas de la ciudad, por lo que los datos relativos a las villas propiamente dichos fueron rastreados en informes técnicos focalizaos en dichas áreas urbanas

En ese sentido, el informe de Victoria Mazzeo (2013) y el Informe de Resultados Provisionales del Ministerio de Hacienda de GCBA sobre el Censo Nacional de Población Hogares y Viviendas 2010 en la Ciudad de Buenos Aires, presenta datos desagregados sobre villas. De esta forma, consideran por un lado a las villas, y por otro al conjunto de villas y asentamientos como unidad de análisis. En este mismo sentido, tomamos como fuente de información un informe de Diagnóstico socio-habitacional de la Comisión de Vivienda del Consejo Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires (2014) que aborda en un apartado especial a las villas y asentamientos.

Por otro lado, se analizó una serie de informes de organismos no gubernamentales, que si bien parten de los datos brindados principalmente por el Censo 2010 (INDEC) y las EAH (GCBA), generan sus propios datos a partir de diversas herramientas metodológicas. En estos informes Se encontraron distintas definiciones conceptuales de “villas”, por lo que en ciertos casos los datos que presentan se distancian de los oficiales. Dentro de este espectro, se destaca el informe de la ONG Techo “Relevamiento de asentamientos informales” (2013) y el documento “Las villas de la Ciudad de Buenos Aires: territorios frágiles de inclusión social”, de la Universidad Católica Argentina (UCA) (2014).

En cuanto a la información cuantitativa, Se detectaron dos problemáticas que afectan directamente la generación y fiabilidad de los datos: en primer lugar, no hay una definición consensuada de las villas y asentamientos precarios, lo que conduce a discrepancias a la hora de contabilizar el número de estas urbanizaciones en la ciudad, condicionando en consecuencia la información estadística presentada por los distintos informes. Por otro lado, tanto documentos oficiales (Mazzeo, 2014) como de ONG (TECHO, 2013) concuerdan en la dificultad de censar a las poblaciones residentes en las villas por dificultades de acceso, y porque en muchas ocasiones los habitantes de estos espacios se niegan a participar de las consultas.

Teniendo en consideración estos elementos, a continuación se presenta una síntesis de cada uno de los informes seleccionados, especificando en cada caso los objetivos del mismo, la metodología empleada, y la definición de la unidad de análisis. Seguidamente, se presenta una caracterización posible de las villas y asentamientos precarios de la CABA, utilizando como insumos algunos datos cuantitativos ofrecidos por los documentos mencionados.

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II. Documentos analizados: 1. Documento n°1: Mazzeo, Victoria (2013) Una cuestión urbana: las villas en la Ciudad.

Población de Buenos Aires, vol. 10, núm. 18, octubre, pp. 73-81. Dirección General de Estadística y Censos, Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Argentina.

a. Descripción: Es un informe técnico de la Dirección General de Estadística y Censo del

Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, publicado en la Revista Población de Buenos Aires (2013, vol.10, núm. 18). Su autora es la Jefa del Departamento de Análisis Demográfico (DGEYC – GCBA). Concibiendo a las villas como una manifestación paradigmática de la marginalidad y la exclusión social en la ciudad (Mazzeo, 2013:73), el informe se propone trazar un perfil actualizado de cuántos y quiénes son sus habitantes.

b. Metodología: Se basa en los datos del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas (INDEC, 2010) y de la Encuesta Anual de Hogares (EAH) del 2011, que releva anualmente la Dirección General de Estadística y Censos de la CABA.

c. Definición y conceptualización de las villas: El informe define a las villas como parte de un proceso histórico que se inició en la década de 1930, un crecimiento poblacional asociado a la migración interna rural-urbana en las décadas de 1940 y 1950, y con la migración de países limítrofes a partir de la década de 1960. El documento señala que son ocupaciones de tierra urbana vacante que producen tramas urbanas irregulares (Herzer et al, 2008 citado en Mazzeo, 2013: 74), que responden a la suma de prácticas individuales y diferidas en el tiempo, con viviendas de diferentes grados de precariedad, de alta densidad poblacional y que cuentan con buena localización en relación con los centros de producción y consumo (Cravino, del Río y Duarte, 2008 citado en Mazzeo, 2013: 74).

2. Documento n°2: Ministerio de Hacienda del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires

(2010). Resultados Provisionales del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010 en la Ciudad de Buenos Aires. Documento elaborado por la Dirección General de Estadística y Censos, Buenos Aires.

a. Descripción: El documento es un informe con resultados provisionales de la Dirección General

de Estadística y Censos del Ministerio de Hacienda del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, en el que se vuelcan los datos del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas (INDEC, 2010)72, que traslada un análisis demográfico de la población residente en villas y asentamientos precarios en la Ciudad de Buenos Aires. Realiza una contextualización en relación a los censos nacionales anteriores, en orden de poder situar la evolución poblacional en un marco de larga duración.

b. Metodología: Los resultados provisionales del total de población surgen de la lectura de las planillas R2 “Resumen del Jefe de Radio” y R2F “Resumen de Viviendas Colectivas a nivel fracción”, y de los totales de las planillas F2 “Resumen del Jefe de Fracción” y D2 “Resumen del Jefe de Departamento”. Por su parte, los resultados provisionales de la población residente en villas y asentamientos provienen de los totales de las planillas R2 y C2 “Resumen del Censista de Viviendas Particulares”. Se presentan los resultados provisionales del último censo y se los

72 Se analizaron los dos tomos del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas (INDEC, 2010), pero no contempla desagregación de datos de villas y asentamientos tal como lo traslada el Informe de Resultados Provisionales.

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compara con los de censos anteriores. La evolución de la población por comuna se analiza para los últimos tres censos, para lo cual fue necesario adecuar los resultados de los Censos de 1991 y de 2001 a una agregación por comuna, división política de la Ciudad que no existía en aquellos años.

c. Definición de la unidad de análisis: El documento no brinda ninguna definición de las villas, a las que toma, junto con los “asentamientos precarios”, como eje de análisis, los cuales tampoco son definidos. Sin embargo, cuando contempla la población residente en villas y asentamientos precarios reproduce los datos del censo 2010 (INDEC).

3. Documento n°3: TECHO (2013) Relevamiento de asentamientos informales. Buenos

Aires, citado en: http://www.mapaasentamientos.com.ar/downloads/Relevamientos_de_asentamientos_2013_BAJA.pdf [Fecha de consulta: 15/08/15]

a. Descripción: Es un relevamiento que TECHO realiza cada dos años por medio del Centro de Investigación Social (CIS). El objetivo general es determinar los asentamientos informales existentes al primer semestre de 2013, en la provincia de Buenos Aires, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, así como en la provincia de Córdoba, el Gran Rosario, el Alto Valle de Río Negro y Neuquén, el departamento Capital de la provincia de Misiones, y parte de la provincia de Salta (Orán, Rosario de la Frontera, Gran Salta y Tartagal), en relación a su localización geográfica y ciertas características socio-urbanas de los mismos.

b. Metodología: Se adoptó una estrategia cuantitativa cuyo instrumento de recolección de datos fue una ficha semi-estructurada que se aplicó a los principales referentes de los asentamientos (particularmente vecinos involucrados en las Juntas Vecinales u organizaciones locales). El tiempo promedio que demandó la administración del cuestionario fue de una hora. La aplicación estuvo a cargo de un grupo de 700 voluntarios capacitados por el equipo profesional de TECHO. En los casos de asentamientos extensos y antiguos, dada la dificultad de identificar un referente confiable que conozca la compleja situación del asentamiento, se acudió a datos del Censo Nacional de Poblaciones, Hogares y Viviendas (INDEC, 2010), así como a diferentes representantes de gobiernos municipales y provinciales, y organizaciones de la sociedad civil que pudieran aportar información. A su vez, se realizó una entrevista estandarizada por medio de un cuestionario, que permitió comparar las respuestas dadas a la misma pregunta, por los referentes seleccionados de cada uno de los asentamientos informales, así como también cuantificar los resultados.

c. Definición de la unidad de análisis: El informe toma como unidad de análisis los “asentamientos informales”, entre los que incluye a villas, asentamientos y barrios populares informales. Los asentamientos informales son definidos conceptualmente como “barrios informales que se constituyeron mediante distintas estrategias de ocupación del suelo, que presentan diferentes grados de precariedad y hacinamiento, un déficit en el acceso formal a los servicios básicos y una situación dominial irregular en la tenencia del suelo” (TECHO, 2013: 10-11). Empíricamente, se los define como un conjunto de un mínimo de ocho familias agrupadas o contiguas, en donde más de la mitad de la población no cuenta con título de propiedad del suelo, ni acceso regular a al menos dos de los servicios básicos: red de agua corriente, red de energía eléctrica con medidor domiciliario y/o red cloacal.

Por su parte, las villas son definidas en el informe como barrios cuyos conjuntos de viviendas, que presentan diferentes grados de precariedad y hacinamiento, forman una trama urbana irregular, conformadas a través de diversas estrategias de ocupación del suelo. Se caracterizan por presentar deficiencias en el acceso formal a los servicios básicos y una situación dominial irregular en la tenencia del suelo. No cuentan con suficiente infraestructura de ciudad como espacios verdes o de recreación, calles en donde puedan circular automóviles, equipamiento público, paradas de colectivo, entre otros. Son barrios a los cuales se accede por medio de pasillos estrechos y tienden a crecer en altura ya que la disponibilidad de suelo es escasa o nula. Presentan una alta densidad poblacional y generalmente se encuentran localizadas cercanas a centros de producción y de consumo y en terrenos

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cercanos a vías del ferrocarril y cursos de agua” (TECHO, 2013: 29). La diferencia con los asentamientos estriba en que estos últimos mantienen una continuidad con la ciudad formal, en el sentido que presentan calles amanzanadas, mantienen espacios verdes, y registran una menor densidad poblacional. Por último, los barrios populares son similares a los asentamientos, con la diferencia que fueron creados por el Estado a partir de un loteo.

4. Documento n° 4: Consejo Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires (2013).

Diagnóstico Socio-habitacional de la Ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires, citado en: http://www.consejo.gob.ar/dictamenes/Informe%20Vivienda%20Final.pdf [Fecha de consulta 15/08/15] .

a. Descripción: El Informe de la Comisión de Vivienda del Consejo Económico y Social de la

Ciudad de Buenos Aires, aborda la problemática del hábitat y la vivienda social dentro de la CABA. En la segunda parte del informe, se realiza un diagnóstico en el que las villas son ubicadas dentro de un grupo, y se analizan las condiciones de vida de algunos sectores sociales “sensibles”, dado su nivel de ingresos y perfil habitacional.

b. Metodología: La estrategia metodológica que se implementa utiliza tanto fuentes secundarias como primarias. En cuanto a las fuentes secundarias, se recurre al procesamiento de información proveniente de informes de coyuntura, informes técnicos, informes de auditorías, estudios producidos por la academia (universidades públicas y privadas), artículos periodísticos, información estadística de páginas oficiales del Estado (Censos de Población, Hogares y Viviendas del Instituto de Estadística y Censo producidas por el INDEC y Encuestas Anuales de Hogares –EAH- y la Encuesta Permanente de Hogares -EPH- de la Dirección Estadística y Censo del Ministerio de Hacienda del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires) y bibliografía sobre las temáticas abordadas. A su vez, estos datos fueron contrastados con fuentes primarias, para salvar subestimaciones estadísticas, mediante la realización de 5 entrevistas en profundidad semi-estructuradas (con ejes centrales de indagación) a informantes clave (funcionarios públicos, integrantes de organizaciones sociales, ONG´s, asociaciones gremiales y sindicales, expertos de la academia). Con base en la información cuantitativa recolectada se realizó un análisis de tipo estadístico de los datos, y se efectuó un análisis temático a partir de los datos cualitativos recolectados.

c. Definición de la unidad de análisis: Las villas y asentamientos precarios son definidos como la unidad de análisis del informe, definidas como “una de las diversas modalidades de hábitat popular que las familias despliegan para acceder, residir y vivir en la Ciudad de Buenos Aires.” (Consejo Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires, 2013: 108)

5. Documento No.5: Suárez, A. L., Mitchell, A., Lépore, E. (eds.) (2014). Las villas de la

Ciudad de Buenos Aires: territorios frágiles de inclusión social [en línea]. Buenos Aires: Educa. Disponible en: http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/libros/villas-ciudad-buenos-aires.pdf [Fecha de consulta 10/08/15]

a. Descripción: Documento publicado por el Programa Interdisciplinario sobre Desarrollo

Humano e Inclusión Social, de la Universidad Católica Argentina. Se abordan las villas de emergencia del sur de la CABA, específicamente a las villas 1-11-14 de Bajo Flores, la 21-24-Zavaleta de Barracas, la N° 6 Cildáñez, la N° 9 INTA, la N° 3 Fátima, Los Piletones y el barrio precario Ramón Carrillo. En la primera parte, el documento hace referencia a la producción de las condiciones de vida y a los circuitos de satisfacción de necesidades que se van estructurando en torno a la villa. La segunda parte alude a la diversidad de modos y expresiones de vida.

b. Metodología: Las fuentes primarias de datos para el estudio de las condiciones de vida en las villas de la Ciudad de Buenos Aires, identifican 3 líneas metodológicas principales: la primera,

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estructural-sistémica, cuya unidad de análisis son los asentamientos informales toma como insumos datos provenientes de los Censos Nacionales de Población y Viviendas, la Encuesta Anual de Hogares de la Ciudad de Buenos Aires y un relevamiento cualitativo sobre la base de informantes calificados. Este último consistió en un relevamiento territorial, realizado mediante 7 recorridos presenciales de mapeo y caracterización socio-ambiental. Involucró 21 entrevistas a referentes barriales y a 15 especialistas del sector gubernamental y de la sociedad civil.

Una segunda parte, referida a lo organizacional-institucional, tuvo como unidad de análisis las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) y su fuente de información principal fue un relevamiento a OSC que operan en los asentamientos informales, compuesto por un Directorio de Organizaciones y la implementación de una encuesta de OSC. De esta forma, el relevamiento consistió en la realización de 97 entrevistas con referentes de las villas de Barracas y Bajo Flores, y otras 83 entrevistas con referentes de las de N° 6 Cildáñez, la N° 9 INTA, la N° 3 Fátima, Ramón Carrillo y Piletones.

Por último, la tercera línea de indagación, referida a “Actor-capacidades y agencia”, toma como unidad de análisis los hogares y los habitantes de los asentamientos informales. Su principal fuente de información es la Encuesta de Condiciones de Vida Familiares (ECVF), cuya aplicación implicó la realización de 319 encuestas en las villas de Barracas y Bajo Flores, y 331 en la Villa N° 6 Cildáñez, la N° 9 INTA, la N° 3 Fátima , Ramón Carrillo y Piletones .

c. Definición de la unidad de análisis: De acuerdo con ONU-Hábitat73, el documento define a los asentamientos precarios como hogares que viven en un área urbana, privados de una o varias de las siguientes condiciones: vivienda construida con materiales duraderos, con suficiente espacio, acceso a fuentes mejoradas de agua y a instalaciones de saneamiento, y sin riesgo de desalojo. Los grados de consolidación de estos asentamientos, el tipo de carencias y de problemáticas que presentan son diversos, pero suelen estar privadas total o parcialmente de servicios básicos. Para el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) distingue dos tipos de asentamientos precarios: las villas de emergencia y los asentamientos propiamente dichos. Para definir estas urbanizaciones, el informe retoma conceptualizaciones similares a las expuestas para el caso del Relevamiento de TECHO (2013). En términos de la cantidad de población, el documento señala que en la CABA prevalecen las villas por sobre los asentamientos, mientras que en el caso del Conurbano bonaerense la situación es inversa.

6. Documentos No. 6 y 7: Ministerio de Hacienda (2011, 2015). Mapa de Villas y

Asentamientos por Comuna. Dirección General de Estadística y Censos, Buenos Aires.

a. Descripción: Actualización cartográfica censal de las Villas y Asentamientos de la Ciudad de Buenos Aires, realizadas por la Dirección General de Estadística y Censos para los años 2011 y 2015.

b. Metodología: Se realiza una actualización cartográfica de las Villas y Asentamientos de la Ciudad de Buenos Aires, durante los años 2011 y 2015.

c. Definición de la unidad de análisis74: Los documentos efectúan una distinción entre asentamientos, villas, núcleos habitacionales transitorios y barrios municipales. Los asentamientos comprenden, grupos de personas asentadas irregularmente sobre predios estatales o privados que no pueden ser urbanizados, ni destinados a un uso residencial. Se localizan, en su mayoría, debajo de un puente, a la vera de las vías del ferrocarril, en una plaza pública, en un predio baldío, en terrenos inundables, etc. Las construcciones son muy precarias y no cuentan con servicios urbanos. Las condiciones habitacionales son transitorias. Por su parte, las villas hacen referencia

73 ONU-Hábitat Por un Mejor Futuro Urbano (http://www.onuhabitat.org/index.php, 63. 74 Definiciones tomadas de la página del Ministerio de Hacienda, Dirección General de Estadística y Censos: http://www.estadisticaciudad.gob.ar/eyc/?page_id=813.

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a un asentamiento poblacional no planificado, de trazado irregular, surgido de la ocupación ilegal de terrenos fiscales, cuyas viviendas originalmente de materiales de desecho son mejoradas a lo largo del tiempo por sus habitantes y van incorporando servicios públicos y equipamiento comunitario por la acción del Estado y/o de instituciones de la sociedad civil. Las villas de la CABA se encuentran, en su mayoría, en proyecto de urbanización e incorporación a la trama urbana y poseen saneamiento básico (provisión de agua potable, disposición de excretas y de residuos), sin las condiciones y calidad del servicio del resto de la ciudad. En el caso de los Núcleos Habitaciones Transitorios (NHT) son definidos como un conjunto de viviendas multifamiliares que surgen para dar una solución habitacional transitoria a los habitantes de las villas, mientras se edifican los departamentos o casas definitivas que se adjudicarán en propiedad. Si bien éstos fueron construidos como respuestas transitorias, en algunos casos terminaron siendo emplazamientos definitivos cuyos hogares registran condiciones habitacionales precarias.

Finalmente, los barrios municipales son definidos como viviendas multifamiliares, en su mayoría de varios pisos, edificadas por el Estado con el sistema de construcción tradicional, que tiene por objetivo brindar una solución habitacional definitiva a los hogares adjudicatarios. La falta de escrituración y otros problemas hacen que, en algunos casos, no se puedan conformar los consorcios, lo que obliga al gobierno municipal a cumplir dichas funciones.

III. Análisis de los datos 1. Las villas en la ciudad

El Informe de Mazzeo (2013), señala para el año 2012, un total de 194.228 personas viviendo en villas75, es decir un 6,4% de la población total de la ciudad. Si bien el informe no menciona las villas consideradas, la autora utiliza la información oficial del Gobierno de la Ciudad. Por otro lado, el Documento de Resultados Provisionales del Censo de Población y Vivienda del año 2010, identifica 163.587 personas que vivían en villas y asentamientos, contabilizando un total de 1576 villas, sin mencionar un número exacto de asentamientos (en algunos casos se considera a la Villa 31 y 31 bis como una sola).

Por su parte, el Mapa de Villas y Asentamientos por Comuna, de la Ciudad de Buenos Aires para el año 2011 (Ver Mapa 1), identifica 15 villas, 24 asentamientos77, 2 NHT’s78 y 2 villas urbanizadas79. En cuanto a la distribución en la ciudad, más de la tercera parte se ubica en la Comuna 8, representando el 32% de la población de esa comuna. En ella se localizan 8 villas (Calacita, Piletones, Villa N°3, N°20, N°19, N°15, N°17 y N°16). También tiene una participación importante la Comuna 4: allí se asienta cerca de una cuarta parte de la población que reside en villas (Villas N°21-24 y N°26).

75 Según datos del Dirección General de Estadística y Censos (Ministerio de Hacienda GCBA) sobre la base de datos censales y EAH 2012. 76 Calacita, Villa Piletones, villa 1-11-14, villa 3, villa 6, villa 13 bis, villa 15, villa 16, villa 17, villa 19 , villa 20, villa 21-24, villa 26, villa 31, villa 31 bis. 77 Barrio Obrero, Barrio Saldías, Bermejo, Biarritz y Espinosa, Bosh, Charlone, Fraga, El Pueblito, El Triangulo, Ent. Paraguay, Hubac, La Carbonilla, Lamadrid, Los Pinos, Magaldi, Mar Dulce, María Auxiliadora, Pdon. Lacroze, Portela, R. Bueno, San Pablo, Scapino, Warnes, Yerbal 78 NHT Av. del Trabajo y NHT Zabaleta 79 Sector Bonorino – ex villa 1-11-14-, Sector Polideportivo- ex villa 1-11-14

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Mapa No. 1. Villas y asentamientos por Comuna.

Ciudad de Buenos Aires, Año 2011

Fuente: Dirección General de Estadística y Censos (Ministerio de Hacienda GCBA), 2015.

No obstante, al comparar el Mapa de villas y asentamientos por Comuna del año 2011 frente al

Mapa del año 2015, se observan algunas diferencias (Ver Mapa 2). El mapa actualizado presenta la unificación de la villa 31 y la 31 bis, no figuran cinco asentamientos que sí figuraban en el mapa del 2011 (Charlone -V. Ortuzar, C15-, Ent. Paraguay -Palermo, C14-, Mar Dulce -Nueva Pompeya, C4-, Warnes -Chacarita, C15- y Yerbal -Caballito C6-) y aparecen a su vez tres nuevos asentamientos (Bartolomé Mitre en C3, La Esperanza en C8 y Barrio San Martín en C1). De igual forma, no aparecen en el mapa del año 2015, los dos sectores urbanizados de la villa 1-11-14 (Sector Bonorino y Polideportivo).

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Mapa No. 2. Localización de villas, asentamientos y NTH por Comuna.

Ciudad de Buenos Aires, Año 2015

Fuente: Dirección General de Estadística y Censos (Ministerio de Hacienda GCBA), 2015.

Por su parte, el informe de TECHO (2013), señala un total de 56 asentamientos informales, es

decir un total de 73.300 familias. Dentro de este número, se registran 49 villas, 5 asentamientos y 2 barrios populares80. La comparación de estos datos con los del resto del territorio nacional abordado en el relevamiento, explica que la primacía de las villas (87,5%) frente a los asentamientos (9%), se debe a la carencia de terrenos vacantes que hace que los nuevos habitantes tiendan a concentrarse en las villas ya

80 Son señaladas dentro de la comuna 1: B° Gral San Martin, Rodrigo Bueno / B° Costanera Sur, Villa 31 y Villa 31 bis. Comuna 2: Saldia / Estación Saldia. Comuna 4: 19 de Octubre (Lamadrid), 2 de Abril (Villa 21-24), Agustin Magaldi, Alegre Pavimentos (Villa 21-24), Anexo Villa 26, El Campito, El Pueblito, La Canchita (Villa 21-24) / La toma, La Marmolera (Villa 21-24), La Robustiana (Villa 21-24), Lamadrid / Pedro de Mendoza 1245, Loma Alegre (Villa 21-24), Luján 2364, Manzana 8 (Villa 21-24) / El Triángulo, Olavarría (Lamadrid), Pedro de Mendoza (Bajo autopista) Puente Barracas / El Puente, Riachuelo / Villa 26, San Blas (Villa 21-24), Sin Nombre 1 / Agustin de Vedia, Tierra Amarilla (Villa 21-24), Villa 21-24, Zavaleta / NHT Zavaleta. Comuna 7: Villa 13 bis, Villa 1-11-14. Comuna 8: B° Fátima / Villa 3, B° INTA / ex Villa 19, B° Obrero, Bermejo, Calacita, Del Trabajo / NHT Del Trabajo, Emaus / Villa 16, La Esperanza, Los Piletones, Los Pinos, Maria Auxiliadora / Bermejo, Pirelli / Villa 17, San Cayetano, San Pablo, Santa Lucia, Scapino, Villa 15 / Ciudad Oculta, Villa 20. Comuna 9: B° Parque Avellaneda / Chascomus 4400/4454, Cildanez / Villa 6, Lacarra / Lacarra 2025. Comuna 14: Villa Hollywood. Comuna 15: Chacarita / La cueva negra, La Carbonilla, Playon de Chacarita / Ex Ferrocarril Urquiza, Sin Nombre 2.

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existentes, provocando su densificación. A medida que los cordones del Conurbano se alejan de la Ciudad, el porcentaje entre estos dos tipos de urbanizaciones se invierte.

En cuanto a las estrategias de poblamiento, el informe de TECHO (2013) señala que un 67%, se realizaron por medio de “ocupación hormiga” frente a un 30% fruto de una ocupación colectiva. En relación al tamaño de los mismos, señala un 36% de villas y asentamientos pequeños (8 a 100 familias estimadas), un 21% medianos (101 a 500 familias estimadas), un 27% grandes (5001 a 1500 familias estimadas) y un 16% macro (1500 familias y más). Es interesante poner en relación estos números con los relevados por el informe para el resto del país, en donde el porcentaje de asentamientos informales de pequeño y mediano tamaño alcanza un 85%, y los macro un 2,3% en la provincia de Buenos Aires y un 3% en el Gran Rosario.

En el caso del Informe de la UCA (2014), toma los datos oficiales en cuanto a la cantidad de villas y su distribución espacial. En cuanto a la cantidad de población que reside en las villas, el documento recupera datos del Censo Nacional de Población de 2010, lo que representa el 5,7% de la población total de la Ciudad en ese año. Asimismo, hace una comparación con los datos de TECHO (2013) y un informe de la Sindicatura General de la Ciudad de Buenos Aires, que hacía referencia para el año 2009 a 16 villas, 26 asentamientos precarios, 19 conjuntos habitacionales y 2 núcleos habitacionales transitorios en la ciudad. (SGCBA citado en Suárez, A. et Al, 2014). A continuación, se presenta la cantidad de villas y asentamientos por comunas relevados por los documentos seleccionados.

Tabla No. 1: Comuna y número de Villas y Asentamientos por fuente de información

Mapa de Villas y Asentamientos por Comuna (2011)

Informe TECHO (2013)

Mapa 2015

Comuna 1 3 4 3 (a)

Comuna 2 1 1 1

Comuna 3 0 0 1

Comuna 4 9 23 8

Comuna 5 0 0 0

Comuna 6 1 0 0

Comuna 7 4 2 2

Comuna 8 17 18 18

Comuna 9 1 3 1

Comuna 10 0 0 0

Comuna 11 0 0 0

Comuna 12 0 0 0

Comuna 13 0 0 0

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Comuna 14 1 1 0

Comuna 15 6 4 4

Total 43 56 38

Fuente: Elaboración propia en base a Dirección General de Estadística y Censos (Ministerio de Hacienda GCBA, 2011, 2015) y TECHO (2013).

(a) El mapa de Villas y Asentamientos toma la villa 31 y 31 bis como una sola. Asimismo, en la Tabla No. 2 se introducen los datos desagregados de cada una de las villas

oficiales, con su población y superficie (ha.)

Tabla No. 2 Villas y Asentamientos Ciudad de Buenos Aires

Zona Población Superficie (Ha)

Villas

1 Villa 1-11 14 Bajo Flores 25,973 30.9

2 Villa 3 (Fátima) Villa Soldati 10,144 17.1

3 Villa 6 (Cildañez) Parque Avellaneda 9,511 10.8

4 Villa 13 bis Flores 482 0.5

5 Villa 15 (Ciudad Oculta) Villa Lugano 15,568 30.6

6 Villa 16 Villa Riachuelo 162 0.4

7 Villa 17 Villa Lugano 471 0.5

8 Villa 19 (INTA) Villa Lugano 4,010 6.5

9 Villa 20 Villa Lugano 19,195 28.9

10 Villa 21-24 Barracas 29,782 70.7

11 Villa 26 Barracas 636 1.1

12 Villa 31 y 31 bis Retiro 26,492 32

14 Los Piletones Villa Soldati 5,218 4.7

15 Calacita Villa Soldati 499 1.1

NHT

1 NHT del Trabajo Villa Lugano 1,836 2.4

2 NHT Zabaleta Barracas 2,906 2.8

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Asentamientos

1 Bermejo-María Auxiliadora-Barrio Obrero 1,402 3.9

4 Barrio Saldías 482 1.9

5 Pedro Luján (Bosch) 200 0.6

6 Charlone 91 0.1

7 Fraga 1,787 2.2

8 Mar Dulce y El Pueblito 623 0.9

10 El Triángulo/Lamadrid 923 1.6

12 Hubac 402 0.6

13 La Carbonilla/Biarritz 570 2.1

15 Los Pinos/Portela 1,079 1.0

17 Agustín Magaldi 487 1.2

18 Rodrigo Bueno Reserva Ecológica 1,795 1.5

19 Scapino 816 0.9

Nuevos Asentamientos (a) Chacarita y otros 8,907

Fuente: Elaboración propia en base a Ministerio de Hacienda del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (2010), Consejo Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires (2013).

(a) El R-P Censo no específica el número ni nombre de los asentamientos que contempla en esta categoría.

Si se observan los mapas oficiales de las villas y asentamientos, se verifica cómo la distribución

espacial de estas urbanizaciones, tiende a concentrarse en la zona sur de la ciudad, principalmente en las comunas 8 y 1. El relevamiento de Techo (2013), si bien refiere a todo el territorio nacional, brinda un panorama general sobre las problemáticas de la vivencialidad en estos espacios urbanos. Un dato interesante se desprende de la constitución de los nuevos núcleos familiares. En efecto, a partir de la pregunta de dónde se instalan las nuevas familias, un 28% respondió que efectúa una ampliación y se ubica en la misma vivienda, un 26% arma una nueva vivienda pero en el mismo territorio, un 25% se mantiene en la misma vivienda, un 14% busca una nueva vivienda en el mismo barrio y solo el 7% restante se muda de barrio. Si bien estos datos son tomados de las diferentes partes del territorio nacional donde se relevaron villas y asentamientos, es significativo para comprender la densificación de los barrios, que lleva al hacinamiento y al crecimiento a partir de construcciones precarias en altura (verticales).

La tabla 3 muestra el porcentaje de población residente en las villas y asentamientos por comunas,

de acuerdo a los datos del Documento de Resultados Provisionales del Censo 2010.

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Tabla No. 3 Porcentaje de población de villas y asentamientos por comuna

Comuna Barrio Porcentaje

Comuna 1 Constitución - Monserrat - Puerto Madero – Retiro- San Nicolás – San Telmo

14.3

Comuna 2 Recoleta 0.3

Comuna 3 Balvanera – San Cristóbal -

Comuna 4 Barracas – Boca – Nueva Pompeya – Parque Patricios 16.3

Comuna 5 Almagro – Boedo -

Comuna 6 Caballito -

Comuna 7 Flores – Parque Chacabuco 12.1

Comuna 8 Villa Lugano – Villa Riachuelo – Villa Soldati 32.9

Comuna 9 Liniers – Mataderos – Parque Avellaneda 5.5

Comuna 10 Floresta – Monte Castro – Vélez Sársfield – Versalles – Villa Luro – Villa Real

-

Comuna 11 Villa del Parque – Villa Devoto – Villa General Mitre – Villa Santa Rita

-

Comuna 12 Coghlan – Saavedra – Villa Pueyrredón – Villa Urquiza -

Comuna 13 Belgrano – Colegiales – Nuñez -

Comuna 14 Palermo -

Comuna 15 Agronomía – Chacarita – Parque Chas – Paternal- Villa Crespo – Villa Ortúzar

1.3

Total 5.7

Fuente: Elaboración propia con datos de la Dirección General de Estadística y Censos (Ministerio de Hacienda GCBA), sobre base de datos censales, 2010

2. Evolución de las villas a lo largo de la historia

El Informe de Mazzeo (2013) siguiendo datos consignados en la Dirección de Estadística (1963), indica que para el año 1956 existían en la Ciudad 21 villas habitadas por 33.930 personas, mientras que para el año 1962 se identificaron 42.462 personas en 30 villas, según el censo de la Dirección de Estadística de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.

Asimismo, la autora señala que la evolución de la población residente en las villas de la Ciudad presenta tres periodos. El primero transcurre entre las décadas de 1960 y 1970 y es de un notorio aumento de la población: la tasa de crecimiento anual llegó al 114 por mil, agrupando en 1970 al 3,4% de la población de la Ciudad. A partir de la política de erradicación de villas de emergencia que se inició en 1977, se reduce sensiblemente la cantidad de villas (se erradican 17 villas) y su población (Mazzeo, 1991 y 2004 citado en Mazzeo, 2013: 74).

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El tercer periodo comienza en la década de 1990 y su crecimiento conlleva que para el año 2012 las villas concentraran más del 6% de la población de la Ciudad. Mazzeo menciona, además, que entre 1960 y 2012 se quintuplico el tamaño de la población residente en estos espacios, al igual que su participación en la población total.

Por su parte, el Documento del GCBA que recupera datos del Censo de 2010, señala cuatro períodos que van desde el año 1960 y 2010. Las principales características de estos períodos son el aumento constante entre 1960 a 197681 y una reducción significativa de población entre el período de 1976 y 1980, influenciada por la política de erradicación de villas en 1977 en la que se redujo la población en un 84%. Para el período 1980 y 2010, se da un incremento de población del 380%, el cual no iguala el número absoluto de personas viviendo en villas registrado en 1976.

La desagregación de la década del 70 en ambos documentos, busca dar cuenta del punto máximo de densificación poblacional que se produjo antes de los programas de erradicación instrumentados por el Gobierno Militar. En este sentido, el informe de la UCA también hace alusión a la población registrada en 1976, la cual representaba un 7,3% de la población total de la ciudad de Buenos Aires.

A continuación la tabla No. 4 muestra la evolución de la población residente en villas de la ciudad

durante el periodo 1960-2012.

Tabla No. 4 Evolución de la población residente en villas. Tasa de Crecimiento anual (por mil) y

participación en la población total (por ciento) y variación relativa porcentual (VR %) Ciudad de Buenos Aires

Años 1960, 1962, 1970, 1976, 1980, 1991, 2001, 2010, 2012

Población Tasa Participación en la población total

Variación Relativa

1960 34,430 -- 1.2 --

1962 42,462 -- -- 23.3

1970 101.000 113.6 3.4 137.9

1976 213,823 -- -- 111.7

1980 34,068 -103.0 1.2 -84.1

1991 52,608 40.3 1.8 54.5

2001 107,422 74.0 3.9 104.2

2010 185,418 (a) 62.5 6.4 --

163,587 (b) -- -- 52.3

2012 194,228 23.5 6.4 --

Fuente: Dirección General de Estadística y Censos (Ministerio de Hacienda GCBA) sobre la base de datos censales y relevamientos del Instituto Municipal de la Vivienda y la EAH, 2012,

citado en Mazzeo (2013) y en RP-Censo (2010).

81 Durante 1960 y 1976 se contemplan dos períodos. El primero entre 1970 y 1976 con un crecimiento anual del 19.3%

y el segundo período de 1976 a 1980 con un incremento del 18.6% anual.

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(a) Mazzeo (2013) (b) Datos 2010 son provisionales proporcionados por el RP-Censo, 2010 En relación al crecimiento demográfico, el informe del GCBA elaborado en base a resultados provisionales del Censo 2010 (INDEC), señala que en el último período intercensal, el crecimiento para el total de la ciudad fue del 4%. De este modo se observan incrementos significativos de la población residente en villas y asentamientos precarios de las Comunas 1, 7, 8 y 9. Particularmente el crecimiento observado en la Comuna 8 (22,3%) es explicado por el aumento de la población residente en esta clase de urbanizaciones, mientras que la disminución relativa poblacional registrada en la Comuna 2 (20,3%), se vincula con el cambio en el trazado de sus límites: parte de la Villa 31-31bis que antes estaba en el Barrio Recoleta pasó al Barrio Retiro (INDEC, 2010: 4). Cuando se observa la cantidad de población viviendo en villas y asentamientos precarios por comunas, los resultados de la evolución histórica destacan altos crecimientos entre los años 2001-2010 en las Villas 1-11-14, 3, 20, 21-24, 26 y 31-31 bis. Ubicadas, con excepción de la última, en la zona sur de la ciudad (INDEC, 2010: 5).

La tabla No. 5 presenta los datos desagregados relativos a la evolución poblacional de estas urbanizaciones en la CABA, en base a últimos tres censos nacionales.

Tabla No. 5 Datos históricos de la evolución de la población residente en villas

Años 1991, 2001 y 2010

Villa o asentamiento 1991 2001 2010

Villa 1-11 14 4,894 21693 25,973

Villa 3 (Fátima) 3,503 7090 10,144

Villa 6 (Cildañez) 5,604 7993 9,511

Villa 12 1,943 - -

Villa 13 bis 266 621 482

Villa 15 (Ciudad Oculta) 5,167 9776 (b) 15,568

Villa 16 110 118 162

Villa 17 554 784 471

Villa 19 (INTA) 2006 3343 4,010

Villa 20 7460 16323 19,195

Villa 21-24 10822 16108 29,782

Villa 26 220 456 636

Villa 31 y 31 bis 5668 12204 26,492

Los Piletones - 2328 5,218

Calacita - 640 499

Barrio Calaza 174 - -

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Villa Dulce 280

NHT del Trabajo 1645 1735 1,836

NHT Zabaleta 2572 4814 (b) 2,906

Bermejo-María Auxiliadora-Barrio Obrero

- - 1,402

Barrio Saldías - - 482

Pedro Luján (Bosch) - - 200

Charlone - - 91

Fraga - - 1,787

Mar Dulce y El Pueblito - - 623

El Triángulo/Lamadrid - - 923

Hubac - - 402

La Carbonilla/Biarritz - - 570

Los Pinos/Portela - - 1,079

Agustín Magaldi - - 487

Rodrigo Bueno - 356 1,795

Ciudad Universitaria - 76 -

EX AU7 (La Carra y Avenida Roca)

- 547 -

EX Foa Morixe - 137 -

Honduras - - 45

Scapino - - 816

Nuevos Asentamientos - - 8907

Total 52,608 107,422 163,587

Fuente: Ministerio de Hacienda, Dirección General de Estadística y Censos (2010).

El informe de TECHO (2013) relevó para la CABA que un 30% de las villas y asentamientos registrados, surgieron antes de 1973, un 9% entre el período 1974-1983, un 21% entre los años 1984-1993, un 17% de las viviendas precarizadas entre 1994 y 2003, y finalmente un 23% cuyo surgimiento se dio entre el año 2004 y el 2013.

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3. Estructura de la población: En cuanto a la estructura de la población, por sexo y edad, el informe de Mazzeo (2013) muestra

que en general en las villas, habita una población relativamente joven con una edad media de 24 años82. La pirámide poblacional dentro de las villas presenta una base ancha, con lo cual los menores de 15 años representan el 37% de la población, mientras que los mayores de 59 años constituyen sólo el 4%. Por otro lado, el índice de masculinidad dentro de las villas es alto, con 96 varones por cada cien mujeres, mientras que en el resto de CABA este índice es menor a 90. Asimismo, los índices de fecundidad registran en promedio 4.3 hijos al final de la vida reproductiva de las mujeres duplicando la tasa reportada en CABA.

Otro elemento a tomar en consideración es la migración, Mazzeo (2013) sostiene que más de un tercio de los residentes de villas y asentamientos ubicados en la CABA son migrantes (principalmente, provenientes de países limítrofes y del Perú), los cuales son potencialmente activos. No obstante, también resalta que existen varias generaciones que han nacido y crecido en villas.

Por su parte, la ECVF (Encuesta sobre condiciones de vida familiares) registrada en UCA (2014), identifica una base dentro de la pirámide poblacional, un poco más ancha de niños pequeños de sexo femenino83. Además, hace referencia a una edad promedio dentro de las villas de 24 años, en donde solo el 2% de su población sobrepasa los 65 años y el 44% son niños y adolescentes menores de 17 años.

4. Características socioeconómicas de la población:

El informe de Mazzeo (2013) señala que en las villas y asentamientos precarios de la escolarización es escasa en personas que superan los 49 años. No obstante, el acceso a la educación primaria se observa en el 80% de la población de 15 años y más y cerca de una cuarta parte por lo menos el nivel secundario. Por otra parte, observa que la asistencia escolar de la población de 5 a 17 años es alta (92%), aunque se advierte una deserción temprana: la asistencia escolar se reduce al 79% en el grupo de 15 a17 años (Mazzeo, 2013:77).

En las villas relevadas, el informe de la UCA (2014) identifica que la tasa de escolarización del nivel primario es del 95%, mientras que la del nivel secundario es del 88%. Por su parte, el 34.4% de hogares con menores de 25 años asisten a la escuela en el barrio, mientras que el 7.5% no obtuvieron vacante escolar.

En el área de salud, en las villas del Sur de la CABA según UCA (2014) sólo un 22.7% de la población posee alguna cobertura médica, y un 53.1% se atiende en un centro de salud barrial84.

Respecto a la ocupación, Mazzeo (2013) establece que en los varones de las villas y asentamientos se observan participaciones similares a los del resto de la ciudad (61,1% ocupados), mientras que las mujeres de estas urbanizaciones registran mayores niveles de inactividad y desocupación (37,1% de ocupadas). Considerando la categoría ocupacional se observa, para ambos sexos, una alta participación de asalariados (más del 70%) y de trabajadores por cuenta propia (cerca del 25%). Comparando estos datos con el total de la ciudad de Buenos Aires, las villas y asentamientos precarios registran un mayor porcentaje de cuentapropismo y una menor proporción de asalariados (Mazzeo, 2013:78).

A la luz de los datos ofrecidos, la autora del informe señala que “los pobladores de las villas se caracterizan por la naturaleza informal de su inserción laboral, que se traduce en diversos modos de ‘trabajo en negro’, con remuneración jornalizada, sin cobertura médica ni de seguridad social. De esta manera, quedan supeditados a los paliativos que implican las políticas asistencialistas del Estado y de otros organismos” (Mazzeo, 2013:79).

En este mismo sentido, el informe de la UCA (2014) identifica que un 77.7% de los principales sostenes del hogar posee una ocupación informal, y un 43% una ocupación en el barrio.

Como indicador proxy de bienestar, Mazzeo (2013) señala también el ingreso per cápita familiar. Éste incluye inserción laboral, sumado al tamaño y la cantidad de proveedores del hogar. La participación de la población de las villas en la distribución de quintiles, muestra que el quintil más pobre concentra el 78% de los hogares

82 En CABA se registra 40 años como edad media poblacional. 83 Para el efecto, toma como referencia datos de la EVCF (2011-2012) y la EAH (2011). 84 No se obtuvieron más datos de salud en los documentos mencionados al inicio del anexo estadístico.

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de las villas, y que los dos primeros quintiles agrupan el 95% de los hogares. Es decir, en el 40% de la población con menores ingresos de la CABA se ubica el 95% de la población que habita en las villas (Mazzeo, 2013:79).

5. Condiciones de habitabilidad

El Informe de Mazzeo (2013) refiere a una serie de condiciones de habitabilidad que rigen en las villas de la CABA durante el año 2011, a saber: a) del total de hogares, el 53% tiene pisos de cemento, ladrillo o tierra; b) en el 35% de los casos, la cubierta exterior del techo es de materiales inconvenientes; c) el 10% de las viviendas posee inodoro o retrete sin descarga de agua, o no dispone del mismo d) el 19% comparte el baño con otro hogar; e) el 49% cohabita en 1 o 2 cuartos; f) existe hacinamiento en el 37% de los hogares relevados.

Asimismo, el 18% de los hogares que reside en villas alquila su vivienda, mientras que en el total de la Ciudad los inquilinos llegan al 30%. En cuanto a la composición porcentual y tamaño de hogares, se observa que prevalecen los hogares nucleares (70%) y extendidos y compuestos (22%), ambos registrando un significativo número de núcleos incompletos: el 19% de los nucleares y el 30% de los extendidos y compuestos. En contraste con las 2,5 personas por hogar del total de la Ciudad, el tamaño medio del hogar en las villas es alto: llega a ser 6 personas por hogar en los hogares extendidos y compuestos (Mazzeo, 2013:76).

Por su parte, el informe de la UCA presenta datos en relación a las 7 villas relevadas en el Sur de la Ciudad85. Entre ellos, se señala un 38.9% de viviendas con condiciones de hacinamiento, un 74.9% con tenencia irregular de la vivienda, un 29.8 con inseguridad de la vivienda y un 63.2% de propietarios informales.

5.1. Luz eléctrica

Sobre a las características habitacionales, el informe de TECHO (2013) señala que en relación a los servicios, en el 84% de las villas y los asentamientos predomina la conexión irregular a la red pública de energía eléctrica. Este porcentaje es desigualmente distribuido por las diferentes villas y asentamientos; presentando las conexiones irregulares un total de 100% en la comuna 1; 94,4% en la comuna 8, 82,6%; en la comuna 4; y un 63,6% en las comunas 2, 7, 9, 14, 15. El informe de la UCA advierte que son los barrios precarios Ramón Carrillo e Inta los que tienen mayor acceso a conexión eléctrica formal, mientras que las villas Los Piletones (comuna 8) y 21-24 (comuna 4) son las que presentan mayores deficiencias para dicho acceso.

5.2. Eliminación de excretas

En relación a la eliminación de excretas, el informe de TECHO establece que en el 57% de las villas y los asentamientos existe conexión irregular y/o deficiente de desagües cloacales (ya sea vertidas en la zanja, en cloacas de fábricas o barrios formales contiguos, a un río, canal o arroyo, a la calle, o que la conexión se encuentre unida al desagüe pluvial). Asimismo, el relevamiento establece que el 28% de estas urbanizaciones cuentan con acceso a cloacas, mientras que el 11% los residentes eliminan excretas a través de pozo ciego. Sólo el 4% de los referentes consultados por la ONG, indicó que en su barrio la mayoría de las familias cuenta con cámara séptica.

Por su parte, el informe de la UCA identifica las villas 21-24 y la 1-11-14 como las que presentan mayores problemas de acceso a conexión a red cloacal, mientras que en el barrio Ramón Carrillo y las villas 6 y 3, el porcentaje de hogares que dispone de desague a la red pública supera el 90%.

5.3. Agua

Respecto del acceso al agua, el informe de TECHO (2013) señala que un 93% de las villas y los asentamientos cuenta con una conexión irregular a la red pública de agua. Sólo en el 5% de los casos, la mayoría de las familias cuenta con conexión formal al agua corriente. El 2% de los barrios se abastece de

85 Es preciso mencionar que el Informe de la Universidad Católica hace referencia al Barrio Ramón Carrillo como parte de las Villas relevadas.

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agua a través de un camión cisterna u otros métodos. En este punto, el relevamiento de TECHO muestra variaciones entre las comunas, a saber: la 1, 4 y 8 registran un 100% de conexión irregular, mientras que en las comunas 2, 7, 9, 14 y 15 un 73% de sus residentes se hallan en estas condiciones. Por su parte, el informe de la UCA (2014) identifica un 96.3% de hogares en viviendas con acceso a agua de red, no especificando la naturaleza de la conexión.

5.4. Gas

Según TECHO (2013), prácticamente la totalidad de las familias residentes en villas y asentamientos de CABA (96%) utilizan gas licuado en garrafa como principal fuente de energía, tanto para cocina como para calefacción. El pequeño porcentaje con conexión a la red de gas (4%) se ubica en la comuna 8. En sintonía, el informe de la UCA señala que la conexión a red domiciliaria de gas es casi nula en las villas en estudio, con la única excepción del barrio Ramón Carrillo.

5.5. Pavimento, recolección de residuos y alumbrado público

El Informe de TECHO (2013) identifica que un 30% de las villas y los asentamientos de la CABA, cuenta con asfalto en todas o casi todas las calles. El 19% dispone de asfalto sólo en algunas calles, y el 15% sólo en la calle principal.

La mayoría de las villas y los asentamientos (62%) cuenta con servicio formal de recolección de residuos (provista por el Estado), sin embargo este servicio sólo cubre algunos puntos del barrio. Sólo el 16% de estas urbanizaciones cuenta con recolección formal en todas las calles del barrio. En el 13% de los casos, el servicio es informal (es decir, organizado y financiado por los vecinos del barrio) y en el 9% directamente no cuenta con servicio de recolección de residuos.

En relación al alumbrado público, en un 38% de los asentamientos informales se verifica que la luminaria fue construida por los vecinos; en un 27% fue realizada por el Estado en algunas calles; en un 16% fue construida por el Estado en todas las calles del barrio; y un 18% de estas urbanizaciones carece de alumbrado.

IV. Bibliografía

● Consejo Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires (2013). Diagnóstico Socio-habitacional de la Ciudad de Buenos Aires, Buenos Aires, citado en: http://www.consejo.gob.ar/dictamenes/Informe%20Vivienda%20Final.pdf [150815].

● Mazzeo, Victoria (2013) Una cuestión urbana: las villas en la Ciudad. Población de Buenos Aires, vol. 10, núm. 18, octubre, pp. 73-81. Dirección General de Estadística y Censos. Buenos Aires, Argentina.

● Ministerio de Hacienda del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (2010). Resultados Provisionales del Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010 en la Ciudad de Buenos Aires. Documento elaborado por la Dirección General de Estadística y Censos, Buenos Aires.

● Ministerio de Hacienda del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (2010a). Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010 en la Ciudad de Buenos Aires. Buenos Aires (Tomo 1).

● Ministerio de Hacienda del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (2010b). Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010 en la Ciudad de Buenos Aires. Buenos Aires (Tomo 2).

● Ministerio de Hacienda del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (2015). Cartografía de la Ciudad, Dirección General de Estadística y Censos, Buenos Aires, consultado en http://www.estadistica.buenosaires.gob.ar/areas/hacienda/sis_estadistico/cartografia.php?menu_id=33523.

● Suárez, A. L., Mitchell, A., Lépore, E. (eds.) (2014). Las villas de la Ciudad de Buenos Aires : territorios frágiles de inclusión social [en línea]. Buenos Aires: Educa. Disponible en: http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/libros/villas-ciudad-buenos-aires.pdf [100815]

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● TECHO (2013) Relevamiento de asentamientos informales. Buenos Aires, citado en: http://www.mapaasentamientos.com.ar/downloads/Relevamientos_de_asentamientos_2013_BAJA.pdf [150815]