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SEMINARIO DE GRADO: ANTROPOLOGÍA HISTÓRICA DE LA FRONTERA SUR, SIGLO XIX PRIMER CUATRIMESTRE 2014 TRABAJO FINAL. ANÁLISIS DE LAS “MEMORIAS DEL EX CAUTIVO SANTIAGO AVENDAÑO” ALUMNO : Dours, Solange L.U. : 36.153.174

Seminario Frontera Sur, Siglo Xix - Trabajo Final

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Trabajo sobre las memorias del ex cautivo santiago avendaño

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SEMINARIO DE GRADO: ANTROPOLOGA HISTRICA DE LA FRONTERA SUR, SIGLO XIXPRIMER CUATRIMESTRE 2014

TRABAJO FINAL.ANLISIS DE LAS MEMORIAS DEL EX CAUTIVO SANTIAGO AVENDAO

ALUMNO: Dours, SolangeL.U.: 36.153.174

Santiago Avendao, nacido en 1834, era un poblador de la campia sur de Santa Fe cuando fue cautivado por un maln ranquelino en 1842. Sus memorias, que el comenz a escribir a partir del ao 1854, fueron recopiladas y publicadas por Meinrado Hux. Tan slo dos captulos fueron publicados en vida por Avendao, en la Revista Buenos Aires, uno en 1867 y el otro en 1868. Avendao vivi entre los Ranqueles durante casi 7 aos, hasta que se fug el 1 de noviembre de 1849, en la vspera de otro maln que los ranqueles realizaron en la provincia de San Luis. Como ya mencionamos, Avendao comenz a escribir sus memorias a partir de 1854; y an no haban sido finalizadas al momento de su muerte en circunstancias que, tal como aquellas que derivaron en su cautiverio, fueron expresin de las circunstancias sociopolticas del pas y de la frontera en ese momento. Hux se encarg de corregirlas y ordenarlas, aunque ayudado por un sistema de fojas que tenan los documentos originales, pero no es posible saber en qu momento preciso fue escrita cada una de las partes, y con qu distancia de los hechos. Aun as, muchas de las cosas que relata Avendao, segn el mismo explica, fueron sucesos anteriores a su cautiverio, incluso a su nacimiento, que le fueron relatadas por los ancianos, indios encargados de transmitir los hechos del pasado, aunque ocasionalmente introduce comentarios sobre hechos posteriores sucedidos a los sujetos intervinientes.Las memorias cuentan con XII captulos, que comienzan relatando la llegada de Calfucur a las Pampas, y otros sucesos de la dcada del 30. Luego de una pgina autobiogrfica, contina contando historias y sucesos que vivi o escuch entre los indios hasta que llega al relato de su fuga, seguida del relato de su prisin bajo el rgimen rosista y finaliza con un apartado de Recuerdos de despus de 1852 Coincidimos con Hux cuando afirma, en el prlogo, que el propsito de Avendao no es presentar su autobiografa, sino sus averiguaciones y experiencias entre los indios. En la dcada del 50, Avendao empieza a desempearse como funcionario en la frontera de Azul, y es en ese marco en que escribe sus memorias. Resalta en las mismas el hecho de que no escatima crticas de todo tipo a las distintas autoridades fronterizas, pero podramos especular que ello se asociaba de modo ms general a una especie de resistencia a los cambios polticos, ideolgicos y discursivos en la interrelacin con los grupos indgenas que estaban ocurriendo en ese entonces. En su pgina autobiogrfica, Avendao escribe: He ledo algunos escritos, algunos artculos que hablan de la historia y de las costumbres de los indios sin haberlos conocido de cerca, expresndose de una manera incompleta, insuficiente y adulterada. Espero expresarme aqu mejor.

El contexto, tanto de los hechos que relata la fuente, como de redaccin de la misma, estuvo dado por las transformaciones en los modos de interrelacin indgena-hispanocriolla en el marco de un siglo de profundos cambios y de los intentos por parte de la sociedad blanca por construir una organizacin poltica nacional. Desde poco despus de la declaracin de la Independencia, la desestructuracin de los intentos de establecer un rgimen poltico a nivel nacional, llev a una fragmentacin del panorama poltico en una multiplicidad de entidades polticas, las provincias, durante casi medio siglo. Si bien los intentos de unificacin no cesaron, tuvieron poco xito o fueron efmeros, al menos hasta la formacin de la Confederacin Argentina, sin la participacin de Buenos Aires. Antes de ello, la historia estuvo signada por la alternancia entre estos intentos, sucesivas y cambiantes alianzas, y las disputas polticas y militares entre las provincias y dentro de ellas, particularmente en torno a la forma en que dicha unificacin deba llevarse adelante, y las caractersticas que habra de tener. Desde la dcada del 20, particularmente, estos conflictos cristalizaron en los enfrentamientos entre unitarios y federales, luego del derrocamiento de Dorrego. En lo que respecta a la cuestin fronteriza, luego de la independencia destaca el perodo que comienza en la dcada de 1820 como el momento en que, merced a un proceso de expansin ganadera y la necesidad de tierras, comienza a ensayarse un nuevo tipo de relaciones con los grupos indgenas, tomando elementos que se conocan desde el s. XVIII, a los que se agregaron nuevos. En este marco, destaca la importancia del perodo rosista (1829-1852), pues es durante el mismo que la poltica indgena del gobierno se profundiza y toma los contornos de un sistema regular de relaciones pacficas, que, 1832 incluso cuenta con una partida especial en el presupuesto gubernamental (Ratto, 1994). Silvia Ratto (ibd), delinea tres perodos en dicho proceso, a partir de las variaciones que se fueron sucediendo: entre 1829 y 1832, durante el primer gobierno de Rosas, la autora habla de perodo de experimentacin. Se van esbozando algunas caractersticas del llamado negocio pacfico de indios, mientras, sin embargo, las urgencias estaban centradas en la guerra contra la Liga del interior, una alianza firmada por las provincias de Crdoba, Catamarca, San Luis, Mendoza, La Rioja, adhiriendo luego Salta, Santiago del Estero, Tucumn y San Juan.La victoria federal, sin embargo, no disminuira los conflictos. El segundo perodo ira desde 1832 hasta 1839. Debido a sucesos conflictivos con los borogas y algunos grupos chilenos acaecidos entre 1830 y 1831, fueron percibidas las limitaciones del sistema tal como estaba planteado hasta el momento, llevando a la realizacin de la campaa de 1833 y a la consolidacin de distintos cambios, particularmente la instalacin de las tribus amigas en la frontera. Los ataques al gobierno rosista ponen en peligro la continuidad del rgimen; en ese contexto, la ubicacin de estas tribus tena el objetivo de servir como barrera de contencin en caso de peligro externo y reunirlos en solamente tres puntos, donde estaran bajo la mira de los caciques ms fieles. Las tribus que aceptaran esas condiciones comienzan a recibir raciones mensuales pero, a partir de entonces, a cambio de servicios militares bien establecidos. El ltimo perodo ira desde 1839 hasta la cada de Rosas en la batalla de Caseros en 1852, y habra estado caracterizado por una extrema militarizacin de la sociedad, de lo cual los grupos indgenas no habran estado exentos. La participacin activa de los indgenas en los procesos polticos de la sociedad hispanocriolla adopt formas diversas, involucr a los grupos indgenas que habitaban ms all de la llamada frontera sur y no slo se dio en Buenos Aires. Como afirma Quijada:Desde una perspectiva de la frontera y de la articulacin de los nativos en los procesos ms amplios que se estaban desarrollando en el nuevo y por largo tiempo no enteramente definido- sistema poltico surgido de la independencia, el cambio fundamental fue la creciente y compleja participacin de los indios en el seno mismo de los enfrentamientos que ensangrentaron la Repblica a lo largo de varias dcadas. Participacin que ha tendido a ser negada o no suficientemente evaluada por la historiografa.La disponibilidad de los indgenas para participar en los problemas de la sociedad hispanocriolla ya se puso de manifiesto en las invasiones inglesas de 1806-7, cuando algunos caciques ofrecieron sus lanzas al gobierno de Buenos Aires para apoyarles en la lucha contra el invasor. De ah surge tambin el acercamiento tan particular que se produjo entre el virrey Liniers y las tribus de la provincia, que sera precursor de las estrechas relaciones de colaboracin entre algunos caciques y ciertos lderes criollos a lo largo del siglo, en el marco de las guerras civiles entre facciones polticas y poderes regionales (pp. 121-122)

Segn Hux, el maln ranquelino que el 15/03/1842 cautiv a Avendao era una expedicin al mando de Baigorria, militar unitario que desde 1831 se encontraba exiliado entre los Ranqueles. En ese sentido, habra sido parte una de las acciones de la guerra civil entre unitarios y federales, comunes en toda la dcada del 40. De hecho, si bien no relata particularmente este episodio, en sus memorias Baigorria evidencia claramente la participacin de los grupos indgenas en los procesos polticos de la sociedad hispanocriolla, particularmente en la revolucin unitaria en San Luis en 1839. Del mismo modo, Avendao menciona en sus memorias, la participacin de muchos de los grupos borogas refugiados en la frontera cristiana luego de 1837 en la expedicin del General ngel Pacheco contra los unitarios de las provincias, as como el involucramiento de los picunches durante enfrentamientos en Mendoza. Los Ranqueles, durante este perodo, mantuvieron una poltica hostil, aunque con distintos intentos de acercamiento con los gobiernos de Crdoba y Buenos aires, que Avendao relata en su libro.

Las memorias de Avendao presentan una imagen rica y dinmica de las fronteras, como el mismo se refiere repetidamente a este complejo espacio social. En este sentido, los actores que aparecen son mltiples: cautivos, refugiados, lenguaraces, secretarios, indios amigos, indios aliados, autoridades fronterizas; algunos con ms o menos presencia que otros. Dos actores que aparecen con fuerza en las memorias de Avendao son las trabajadas por Ortelli en el trabajo Marginalismo y relaciones intertnicas (2000): a saber, refugiados y cautivos. En realidad, Ortelli llama a los primeros agregados, y define conceptualmente la diferencia entre ambos en funcin del modo en que cada uno llega a vivir entre los indgenas: ya sea de forma voluntaria, los primeros, o forzada, lose segundos. Estos agregados, segn desarrolla Ortelli, eran varones que podan haberse establecido en territorio indgenas por varios motivos, pero que en general lo hacan afn de huir de la justicia o por haber desertado del ejrcito. En las memorias de Avendao, ms all de la mencin de un comerciante chileno de apellido Pino que se haba establecido con Baigorria, los agregados que aparecen son refugiados por motivos polticos: el propio Baigorria y aquellos que vivieron en las tolderas bajo su influencia, los hermanos Sa, un grupo de santafesinos que escapan luego de una derrota de Juan P. Lpez, los germanos Pincheira en Chile. Se afirma que los indios nunca preguntaban nada a quienes aparecan para refugiarse los indios prodigaban hospitalidad a cualquiera, a cuantos iban a refugiarse entre el ellos. Jams tomaron inters en averiguar de ningn emigrado si causas criminales o polticas los haban obligado a huir de su patria (p. 136).Por el otro lado, los cautivos aparecen sucesivamente mencionados como moneda de cambio durante la realizacin de tratados de paz, o en la realizacin de obligaciones reciprocitarias segn las instituciones indgenas, como cuando Gichal, hijo de Pichn, se casa con la sobrina de Calfucur, y da un cautivo como parte del pago de la novia. Pero obviamente la figura de este actor de la frontera cobra dimensin en la persona del propio Avendao. Segn su propio relato, su situacin en el cautiverio fue buena, su indio lo adopt como a un hijo, y en ocasiones surgi la comparacin con la situacin de otros cautivos que eran muy maltratados por sus dueos. En el caso de Avendao destaca la influencia en su situacin de su capacidad para leer y escribir. Como afirma Ortelli (op. Cit), la diversidad de situaciones que vivieron los cautivos, y tambin los agregados, tuvo que ver con la menor o mayor posibilidad de integrarse a la sociedad indgena. Recuperando un texto de Socolow (1987), explica cmo las mujeres tendan a una integracin ms slida, al incorporarse al sistema de parentesco indgena a travs del parentesco y la procreacin. Avendao cita el caso de un grupo de mujeres cautivas que fueron devueltas en el marco de tratativas diplomticas entre Calfucur y Rosas, y que habran preferido morir all, antes que separarse para siempre de aquellos seres tan queridos para ellas [sus hijos] (p. 45). Esto contrastaba con la marginacin a que eran sometidas muchas de ellas a su vuelta. Socolow afirma que muchas mujeres intentaron regresar con los indios luego de su rescate, mientras la mayora de los cautivos que lograron escapar voluntariamente eran hombres. En el caso de stos, la posibilidad de incorporacin a la estructura de reciprocidad econmica y poltica organizada a travs del parentesco, estaba mediada por el acceso a los medios econmicos que permitieran el pago de la novia, muchas veces de los malones. Pero en su caso, y como se ejemplifica en la experiencia de Avendao, exista la posibilidad de integracin asociada a la actuacin como lenguaraces, consejeros, secretarios, etc. En el contexto de frontera, el conocimiento de la lengua indgena y de las pautas de organizacin social, implicaba un capital cultural que habilitaba el acceso a lugares de privilegio, tanto en la sociedad indgena como en la sociedad hispanocriolla.En referencia al cautiverio, cabe mencionar adems que, aunque ms tangencial-mente, aparece en las memorias el hecho de que el cautiverio tambin era sufrido por parte de los indgenas. As, de la expedicin a los toldos ranquelinos, el Coronel Francisco Sosa se retir a Baha Blanca con ms de ciento cincuenta cautivas indgenas: Todas fueron conducidas al campamento, donde sufrieron el doble de vejmenes, porque se vieron pasar de mano en mano y en poder delos hombres cristianos, ms deshonestos, ms brutos y ms obscenos que podran haber conocido (p. 132). Por otro lado, se menciona tambin la prctica de que ciertos indgenas, parientes de los caciques, quedaran rehenes o al cuidado de ciertas autoridades del gobierno, como garanta en el marco de tratativas de paz, o demostracin de buena fe. Por ejemplo, cuando Pichui ofrece tratado a Manuel Lpez, enva a su sobrino Yanquei de rehn como garanta. Asimismo, el hijo segundo del cacique picunche Raihu fue solicitado por el gobernador de Mendoza Dn. Jos de Aldao para que fuere a educarse y sirviera de regel a los picunches. El hecho de que se los educara, a nuestro juicio, demuestra que esto no responda solamente a un motivo de garanta poltica, sino que pone de manifiesto la importancia dada tanto por indgenas como por los cristianos a la existencia de cultural brokers con perspectivas multiculturales. Tambin los hijos de Pichn y Pain, si bien no cautivados por Coue-pang al defender la frontera de una invasin, fueron remitidos a Rosas, y en Buenos Aires son educados y bautizados, mantenindolos con mucha decencia (p. 66). La importancia de los intermediarios, secretarios, lenguaraces, aparece destacada la propia situacin de Avendao: contando con la capacidad de leer y escribir, desde su llegada a las tolderas fue tratado como un prodigio, y su padre adoptivo, le diriga, segn l, las siguientes palabras: Hijo, vos vas a ser un gran hombre. Cuando seas maduro, nos va a tener en la palma de tu mano. Nuestra suerte va a depender de vos. Sabs hablar en la lengua nuestra como si fueras indio y hablas con el papel como si hablaras con alguien. Ve lo que fue Ziga en Chile. Ve lo que es Baigorria aqu, quien, aunque causa risa el orlo hablar, vale mucho para nosotros y consigue las mejores relaciones entre indios y cristianos. [] Ve y comprate con ese Valdebenito un chileno bruto y perverso, como era cuando estaba an con el cacique Neculmai, tan pcaro como cuando desert y se junt con los Pincheira, y todo porque saba la lengua mapuche; sin ms que por eso es ahora un gran rico. Ah est Tur, un mulato, tambin haba sido salteador de la gavilla de los pincheira. Por saber hablar, aunque mal, hoy es un gran sujeto en Blancuaria. Por qu no podrs ser vos mejor que estos chilenos brbaros? Quin sabe con qu fin Dios te arranc de tu tierra para que vinieras a estas tierras? Tal vez para que con el tiempo los indios tuvieran quien haga algo por ellos? Finalmente, en el texto de Avendao cobran un peso especialmente significativo otros dos actores: los indios amigos y los capitanes de frontera. El sistema de relaciones con los indgenas consolidado por Rosas, involucraba, segn Silvia Ratto, dos tipos distintos de vnculos, sintetizados en las categoras de indios amigos e indios aliados. Mientras stos realizaban alianzas con el gobierno manteniendo su autonoma poltica y territorial, los primeros eran grupos indgenas reducidos en el espacio fronterizo bajo dominio hispanocriollo. Este binomio aparece de forma clara en el texto de Avendao. Los indios amigos son ampliamente elogiados, destacando con especial nfasis en su fidelidad. Es as que Avendao explica cmo, luego de la invasin de Calfucur a los borogas, los indios que haban emigrado a las fronteras se consagraron a defenderlas, hacindose dignos de ser contados en el nmero de nuestro mejores soldados de lnea, por su intachable fidelidad, su actividad en el servicio, y por el orden que guardaban en su vida privada. Collinao y su pequea tribu prestaron en el Bragado importantes servicios. Y casi todos han sucumbido en defensa de nuestros intereses, sin que ningn gobierno haya hecho mencin jams de su mrito () Todo stos prestaron valiosos servicios a la causa de la civilizacin, hacindose temibles para los (indios) de afuera (p. 39) Adems de la tribu de Collinao, es este el caso de la gente de Venancio Coue-pang y luego de Ancalao, entre otros.Lo que Ratto denomina indios aliados, en cambio, son tratados, a nuestro juicio, de manera ambigua: mientras el retrato que Avendao hace de ellos a travs de sus relatos, deja en claro la lgica de su forma de organizacin poltica, de su accionar militar y econmico, y trasunta una valoracin tenaz de la libertad y la autonoma, al mismo tiempo que afirma consistentemente la voluntad de establecer y mantener la paz; tambin se refiere a ellos como los malvados del desierto que tanto dao hacen y siempre han hecho a la cristiandad (p. 72), y son ellos quienes ocasionalmente pecan de salvajes o brbaros. Curiosamente, segn el relato de Avendao, aquellos indios amigos de destacable fidelidad, son vistos por los indios aliados como traidores y entregados a los cristianos, que se haban trasladado a la frontera para venderse, hacindose esclavos para siempre de los cristianos (p. 63)Creemos que esta distincin entre amigos y aliados manifiesta, tal vez, la perspectiva de Avendao sobre el orden que era deseable construir en la frontera. En un contexto, adems, en que el lugar de la misma en el proceso de consolidacin del Estado nacin, el modo de entenderla y los proyectos y polticas que era deseable implementar para con ella estaban en disputa; pero donde ms all de los cmos, predomina el proyecto de avance territorial y existe un conjunto de discursos legitimadores que permean el tejido social, y que probablemente sean aquellos a los que Avendao se propone responder, segn la cita que transcribamos al inicio del trabajo. De hecho, en el texto no se guarda las crticas hacia la forma de gestionar los vnculos en la frontera, y particularmente a los funcionarios encargados: las autoridades de frontera. Su perspectiva se deja ver en las palabras que antes transcribimos de su captor. Ms all de si fueron estas realmente sus palabras, o si estn manifestando ms bien la opinin del propio Avendao, efectivamente dejan ver la opinin que le merecen estos personajes, pcaros, salteadores y brbaros. En otro lugar los califica con desembozo: Todos eran estpidos, pero, an ms que los indios, tuvieron la fortuna de ascender en graduaciones militares hasta constituirse en pequeos reyezuelos de los pueblos fronterizos, y cometieron toda clase de delitos con los habitantes (p.111). Es decir que, por un lado, resalta la importancia de estos intermediarios oficiales (Ratto, 2005) y el poder que les otorgaba la posicin en que se encontraban; por el otro, destacan las crticas hacia su forma de manejarse. Pero ms all de estos actores puntuales, la crtica se extiende a la generalidad de la poltica para con los indgenas, como por ejemplo en la siguiente cita: desde 1837 estos indios deberan haberse multiplicado, mas, como es de inferir, eran carne de perro, an en las luchas civiles.

Al leer las memorias de Avendao, lo primero que destaca es la amplitud geogrfica del escenario en que tienen lugar los relatos. De inmediato, a travs de la historia de la llegada de Calfucur a la pampa, la frontera aparece como un espacio social amplio y complejo cuyas dinmicas vinculan los dos lados de la cordillera. En este sentido, los procesos descriptos nos hablan de la continuidad de lo que Palermo llam, para el s. XVIII, un sistema politnico y policntrico, formado por los grupos indgenas con la sociedad colonial de los polos de desarrollo chileno y porteo o bonaerense. Ello ocurri en un marco de mutua autonoma poltica (de las unidades indgenas entre s y con respecto al aparato colonial) y en un contexto de situacin de friccin intertnica, cuya tensin se agudizaba o se atenuaba fluctuantemente siguiendo el ritmo de las circunstancias histricas (1999: 19)Es destacable que tambin resalta la presencia de friccin entre los indgenas, los cuales aparecen como actores polticos e histricos activos. Los conflictos en torno a las decisiones sobre cmo vincularse con el gobierno bonaerense llevan a un enfrentamiento que termina en la muerte de varios caciques y la reconfiguracin del panorama poltico indgena. En trminos de las relaciones con los blancos, aparece entonces un conjunto de argumentos y apreciaciones en torno de la paz, que vehiculizan una valoracin positiva de la misma que se mantiene a travs de todo el texto. Calfucur justifica sus acciones diciendo: Los indios no tendrn que quemarse ya en el fuego de una guerra, buscando una tira de carne. La tendrn pacficamente y comern tranquilos con sus hijos y mujeres el fruto que yo les preparo con la paz (p. 51). Los momentos de paz aparecen asociados a prosperidad, opulencia y tranquilidad. Antes de que uno de los intentos de los ranqueles por establecer la paz se viera frustrado, la mayora de los caciques y la muchedumbre esperaban ansiosos la asignacin de raciones para saber que haban cesado por completo las hostilidades. Todos parecan estar en un estado febril de contento. Las mujeres afanadas por las telas que iban a vender, los indios por las boleadas en las que podran aglomerar plumas de avestruces y cueros. Esta era la ilusin de todos. (p. 169)Este tipo de citas delinean un complejo sistema fronterizo que no se encontraba conectado a travs de procesos de migracin o relaciones de parentesco, invasiones militares o negociaciones polticas, sino por un entramado comercial de gran envergadura. Los chilenos que llegaban a comerciar con los ranqueles, constituan una esponja que absorba numerosas haciendas (p. 175). Las haciendas argentinas atravesaban la cordillera hasta llegar a la frontera chilena, en un vaivn que acercaba, no solo a los indgenas a los pueblos fronterizos hispanocriollos, sino a los cristianos a los toldos indgenas. Durante los tiempos en que el cacique Raihu firm un tratado con el gobierno de Mendoza, pasaron as tres aos en paz completa, durante los cuales no se vea otra cosa que arrias conducidas por cristianos con importantes mercaderas para cambiarlas por vacas, yeguas u ovejas que posean los indios (p. 101). Pero la paz, que aparece en el texto tan valorada por los indgenas, no lo era tanto por el estado argentino, en un contexto de definiciones en torno a los objetivos de conquista territorial.

Avendao vivi una poca turbulenta. El siglo XIX que atraves, adems de los cambios polticos y econmicos de que fue escenario, vio la transformacin concomitante del modo de conceptualizar a los grupos indgenas y sus relaciones con los criollos, cambios de orden lingstico, ideolgico y jurdico. Segn Roulet y Navarrio Floria (2005) esta trasformacin estuvo dada por la aparicin de un conjunto de trminos que se terminan de delinear y definir en su referencia recproca uno al otro, para culminar en todo un sistema conceptual que hizo a lo que los autores llaman la domesticacin de los indgenas. El proceso fue largo y gradual, nos parece que se deja entrever claramente en el texto de Avendao. Segn estos autores, en la medida en que se estableci un trato cotidiano con grupos indgenas no sometidos en las zonas fronterizas de Amrica, prevalecera la designacin genrica de indios, mientras que el trmino brbaro se convertira en una categora poltica utilizada contextualmente en el marco de conflictos. Por su parte, los europeos y sus descendientes se autoreconocieron y fueron reconocidos como cristianos. Estas dos categoras fueron remplazadas progresivamente, a lo largo del s. XIX, por las de salvaje y civilizado. En el texto, las dos grandes categoras que aparecen son bsicamente indios y cristianos. Esto es claro a lo largo de todo el libro, pero por ejemplo, luego de relatar la huida de los hermanos Sa y otros refugiados de las tolderas de Calvai, Avendao describe: En lo sucesivo los indios fueron menos compasivos con los desgraciados que llegaban a pedirles refugio. Las ranquilches se hicieron tan desconfiados que hasta crean que todo cristiano que vena a sus toldos era o un espa o vena con la intencin de robarles los caballos (p. 141). Como la misma cita deja ver, en el caso de los indios, aparecen adems los nombres especficos de grupos particulares: Ranquilches, Llaimaches, Muluches, Huilliches, Picunches, etc. Estos se asocian al hecho de reconocerles a estos grupos un status de naciones soberanas. De hecho, en un prrafo con un tinte etnogrfico, explica: todas las naciones de indios forman una mezcla de naciones extraas, y esta se produce por las emigraciones de unas a otras (p. 180). En algunos casos, incluso son patrias, y esa jerarqua poltica, se pone tambin de manifiesto en la palabra que designa las incursiones indgenas (y tambin hispanocriollas): son invasiones, conflictos entre dos naciones sobernas. En cuanto a la construccin de la frontera, creemos que no aparece, al menos claramente, bajo la forma de una divisin tripartita, donde la frontera sera un tercer espacio, un poco tierra de nadie (Roulet, 2005). Los territorios bajo soberana hispano-criolla son frecuentemente tierra de cristianos, o sino simplemente pueblos y provincias especficos designados con sus nombres. Las fronteras, que en su mayora aparecen as, en plural, aparecen a nuestro juicio ms asociadas a estos territorios hispanocriollos. Hay provincias fronterizas, fronteras de Chile, de Argentina, de Buenos Aires, etc. y hay Frontera Norte, Frontera Sud, en mayscula, quizs como derivado de la distincin militar. Las tierras indgenas son denominadas ya como tierra adentro, ya como desierto, y en un caso sus habitantes son denominados indios de afuera (p. 343). El uso del trmino salvaje no es frecuente, y cuando aparece, lo hace no slo en referencia a los indgenas sino a Baigorria, llamado de salvaje unitario o salvaje salteador; pero aparece tambin como caracterizacin de una forma de vida: Muchos [chilenos que permanecan entre los indios] rehusaron volver a su pas para vivir amparados por la ley que les perdonaba sus delitos, y se obstinaron en seguir esa vida salvaje, separados de la civilizacin. (p. 111). Del mismo modo, barbarie aparece en oposicin a civilizacin en el contexto de una matanza generalizada de mujeres, por sospechas de brujera:Desgraciadas e inocentes vctimas de la barbarie! Cundo llegar hasta ustedes la luz de la civilizacin? Cundo consagrarn los gobiernos un poco de atencin y piedad humana, procurando que ustedes y sus hijos puedan participar de los bienes que derrama a torrentes la cultura sobre todo el universo? Pero no; los gobiernos nos quieren comprender que es necesario redimir a una parte de la humanidad, de nuestra carne y de nuestra sangre. No les duele que nuestros hermanos sufran tanto infortunio. Parece que los gobernantes creen que los indios estn bien en el estado en que los tienen y dejan por egostas o por mala fe, y porque se encierran en sus rencillas polticas. Segn ellos, no tienen ms deberes para con los indios que mantenerlos en el estado de embrutecimiento, hasta poder exterminarlos. No les ofrecen civilizacin, nada hacen para atraerlos. Brutos han nacido para morir ms brutos y degradados por los vicios. No tienen oro ni plata, ni otro atractivo para los que los atacan, son agredidos nicamente para quitarles sus terrenos y matarlos luego. (p. 95) En estas dos citas aparece, con gran claridad, la oposicin salvajismo/barbarie - civilizacin. La civilizacin es una luz, un estado (de gracia) asociado a la poblacin urbana, letrada, culta, cuyo deber es expandirla. De hecho, la falta de civilizacin es atribuida a los propios cristianos de la campaa: En aquellos aos era imposible para los indios arrastrar al cautiverio a criaturas medianamente cultas, pues la civilizacin an no se haba desarrollado en las clases podres de la sociedad y menos entre los pobladores de la campaa, que eran siempre la presa de las continuas invasiones (p. 162).

Roulet (2005) explica que el trmino frontera hace su aparicin tardamente en la frontera sur, a fines del s. XVIII, asociada a un contexto de creciente conflictividad, particularmente por la apropiacin del ganado. Hasta entonces, conflictos espordicos en un cielo generalmente despejado no haban hecho necesaria la divisin tajante que trae aparejada el trmino frontera. Tambin en este sentido, Boccara (2005) explica que para que exista una frontera es necesario que se hayan reconocido previamente dos grupos fundamentalmente diferentes, es decir separados por diferencias culturales y polticas esenciales; de modo que habilita la imposicin de un grupo sobre el otro de mecanismos de poder anclados en discursos civilizatorios. La frontera aparece siempre como un espacio transicional, el objetivo ltimo es su desaparicin. As, los grupos indgenas fueron sujetos a operaciones de salvajizacin, que sientan las bases para la legitimidad de un programa de ocupacin y sometimiento. Pero esa construccin del otro fue sufriendo transformaciones.Segn Roulet y Navarro Floria (op. Cit), a medida que los salvajes reemplaza-ron a los indios, la representacin de los primeros tenda a su demonizacin, infantilizacin y animalizacin, al tiempo que, de la mano del concepto de raza, el salvajismo se vuelve una condicin natural, inmutable. Correlativamente, la civilizacin dej de designar un movimiento de desarrollo progresivo universal, para convertirse en un punto de mximo desarrollo definido por la sociedad occidental, blanca, un estado que impone la obligacin moral y el derecho de acabar con cualquier residuo de primitivismo. De este modo, el trmino salvaje se carga de sentido poltico, se generaliza, se aplica a todo aquel que resultara un obstculo para las reformas modernizadoras; por antonomasia, los indios. La definicin de salvajes, conllev la redefinicin de los espacios que habitaban, desiertos vacos de civilizacin; de su estatus poltico, que pas del de naciones al de hordas, tribus, camino a la individualizacin y destruccin de su organizacin poltica colectiva; y de su jerarqua como pueblo autnomo con el que se establecen relaciones diplomticas, pasando a ser considerados intrusos en sus propias tierras. Creemos que en el texto de Avendao, esta transicin compleja, gradual, conflictiva dej sus marcas. En sus memorias, los grupos indgenas constituyen indudablemente naciones, con jerarqua y autonoma poltica. An son indios frente a cristianos, pero como hemos visto ms arriba, la oposicin salvajismo/civilizacin se introduce y otorga cierta ambigedad al texto. Existan discursos que estaban ganando peso e impregnando los imaginarios sociales. Luego de su vuelta, refirindose a la familia de Luca, Avendao cuenta que con toda porfa me preguntaron sobre los indios, sus costumbres, sus alimentos y respecto de su ferocidad, porque haban odo decir que los indios carecan de inteligencia, que coman la carne cruda y que mutilaban a los cautivos (p. 262). El rebate esos argumentos, a partir de su experiencia. Quizs su libro pueda entenderse en el mismo sentido, como un intento de participar a nivel ms amplio en la puja ideolgica que se estaba dando por la representacin de los grupos indgenas, sin desechar la posibilidad de que sus propias nociones fueran cambiando y de que en parte la ambigedad que nosotros percibimos radique en parte en el extenso perodo de redaccin del texto. De este modo, sin dejar de estar evidentemente atravesado por el etnocentrismo de su sociedad de origen, se propone rebatir los argumentos ms radicales y simplistas, sin ahorrarse crticas a la poltica indigenista de ese entonces.

BIBLIOGRAFA

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