Seminario de Arqueologia en Latinoamerica

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  • ArqueologA en lAtinoAmricA:historiAs, formAcin AcAdmicA

    y perspectivAs temticAs

    memoriAs del primer seminArio internAcionAl de ArqueologA uniAndes

    UNIVERSIDAD DE LOS ANDESFACULTAD DE CienciAs sociAles - CESO

    DEPARTAMENTO DE AntropologA

  • Primera edicin: noviembre de 2008

    Luis Gonzalo Jaramillo Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Antropologa, Centro de Estudios Socioculturales e Internacionales CESODireccin: Carrera 1 No. 18A 10 Edificio Franco P. 3Telfono: 3 394949 3 394999. Ext: 3330Bogot D.C., Colombia [email protected]

    Ediciones UniandesCarrera 1. No 19-27. Edificio AU 6Bogot D.C., ColombiaTelfono: 3394949- 3394999. Ext: 2133. Fax: Ext. 2158http//:[email protected]

    ISBN: 978-958-695-383-2

    Diseo grfico, preprensa y prensa: Legis S.ADireccin: Avenida calle 26 No 82 - 70Telfono: 4 255255Bogot D.C., Colombia

    Impreso en Colombia Printed in Colombia

    Todos los derechos reservados. Esta publicacin no puede ser reproducida ni en su todo ni en sus partes, ni registrada en o trasmitida por un sistema de recuperacin de informacin, en ninguna forma ni por ningn medio sea mecnico, fotoqumico, electrnico, magntico, electro-ptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial

    Seminario Internacional de Arqueologa Uniandes (1 : 2005 : Bogot) Arqueologa en Latinoamrica: historias, formacin acadmica y perspectivastemticas: Memorias del Primer Seminario Internacional de Arqueologa Uniandes Bogot: Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Antropologa,

    CESO, Ediciones Uniandes, 2008.288 p.; 17 x 24 cm.

    Incluye referencias bibliogrficas.

    ISBN 978-958-695-383-2

    1. Arqueologa Investigaciones Congresos, conferencias, etc. 2. Arqueologa Amrica Latina Congresos, conferencias, etc. 3. Antropologa fsica Investigaciones Congresos, conferencias, etc. 4. Arqueologa Enseanza Congresos, conferencias, etc. I. Universidad de los Andes (Colombia). Facultad de Ciencias Sociales. Departamento de Antropologa II. Universidad de los Andes (Colombia). CESO IV. Tt.

    CDD 980. SBUA

  • PresentacinLuis Gonzalo Jaramillo E.

    Arqueologa del Circum-Caribe: perspectivas desde una isla Lucaya, San Salvador, BahamasJeffrey P. BlickGeorgia College & State [email protected]

    Estado actual y perspectivas de la investigacin arqueolgica en territorio costarricenseUniversidad de PittsburghMauricio Murillo [email protected]

    La ambigedad de la diferencia: liberales y conservadores en la conformacin de la antropologa y la arqueologa colombianasCarl Henrik LangebaekUniversidad de los [email protected]

    Cien aos de arqueologa venezolana a travs de sus textos fundamentalesRafael A. Gassn P. Instituto Venezolano de Investigaciones [email protected]

    Mtodo y teora en la arqueologa ecuatorianaFlorencio DelgadoUniversidad San Francisco de [email protected]

    El futuro del pasado: arqueologa andina para el siglo XXI Alexander HerreraUniversidad de los [email protected]

    Arqueologa y formacin profesional: esbozo para una cartografa histrica latinoamericana Luis Gonzalo Jaramillo E.Universidad de los [email protected]

  • contenido

    listA de figurAs y tAblAs ............................................................................ ix

    presentAcin ................................................................................................ 1Luis Gonzalo Jaramillo E.

    ArqueologA del circum-cAribe: perspectivAs desde unA islA lucAyA, sAn sAlvAdor, bAhAmAs .............................................................................. 5

    Jeffrey P. Blick

    estAdo ActuAl y perspectivAs de lA investigAcin ArqueolgicA en territorio costArricense ............................................................................. 41

    Mauricio Murillo Herrera

    lA AmbigedAd de lA diferenciA: liberAles y conservAdores en lA conformAcin de lA AntropologA y lA ArqueologA colombiAnAs ............ 85

    Carl Henrik Langebaek

    cien Aos de ArqueologA venezolAnAA trAvs de sus textos fundAmentAles 109Rafael A. Gassn P.

    mtodo y teorA en lA ArqueologA ecuAtoriAnA ...................................... 129Florencio Delgado Espinoza

    el futuro del pAsAdo: ArqueologA AndinA pArA el siglo xxi .................. 167Alexander Herrera

    ArqueologA y formAcin profesionAl: esbozo pArA unA cArtogrAfA histricA lAtinoAmericAnA ..................................................................... 187

    Luis Gonzalo Jaramillo E.

  • listA de figurAs y tAblAsArqueologa del Circum-Caribe: perspectivas desde

    una isla Lucaya, San Salvador, Bahamas

    Jeffrey P. BlickGeorgia College & State University

    Figura 1. Primera migracin o migracin Casimiroide en el Caribe, originndose en Centroamrica .................................................................... 8

    Figura 2. Segunda migracin o migracin Ortoiroide hacia el Caribe, saliendo de su origen en Sudamrica ........................................................... 9

    Figura 3. Tercera migracin o migracin Saladoide hacia el Caribe desde su origen sudamericano ................................................................................ 10

    Figura 4. Cuarta migracin o migracin Barrancoide hacia el Caribe desde su fuente sudamericana ................................................................................ 12

    Figura 5. Quinta migracin o migracin Karina/Caribe hacia el Caribe, desde su origen sudamericano ..................................................................... 13

    Figura 6. Mapa que indica las migraciones hacia el archipilago de las Bahamas desde el este de Cuba y el norte de La Espaola .......................... 15Figura 7. Localizacin de Minnis-Ward, Lago Norte de Storr, y el Conchero de la Punta de Barker .................................................................. 19Figura 8. Localizacin hipottica de las casas precolombinas en el sitio de Minnis-Ward basada en distribuciones de cermica y otros artefactos .. 20

    Figura 9. Aumento, disminucin y recuperacin de cantidad y peso de gasterpodos en el sitio Lago Norte de Storr, Niveles 5-1 .............................. 25

    Figura 10. Disminucin significativa en la cantidad de restos de cangrejos, Niveles 5-1 en el sitio Lago Norte de Storr ...................................................... 27

    Figura 11. Disminucin significativa del peso de los restos de cangrejos, Niveles 5-1, en el sitio Lago Norte de Storr ................................................. 27

  • x listA de figurAs ytAblAs

    La ambigedad de la diferencia: liberales y conservadores en la conformacin de la antropologa y la arqueologa colombianas

    Carl Henrik LangebaekUniversidad de los Andes

    Figura 1. Laureano Gmez en el Teatro Municipal de Bogot .................... 87

    Arqueologa y formacin profesional: esbozo para una cartografa histrica latinoamericana

    Luis Gonzalo Jaramillo E.Universidad de los Andes

    Figura 1. Distribucin de la oferta total en arqueologa, por pas ............... 196

    Figura 2. Distribucin de la oferta, segn su ubicacin en la capital o la provincia en los seis pases con mayor proporcin de la oferta total ........... 197

    Figura 3. Distribucin de la oferta pblica, niveles de grado y posgrado ... 212

    Figura 4. Distribucin de programas, Nivel Grado, en instituciones pblicas, por pas ......................................................................................... 217

    Figura 5. Distribucin de programas, Nivel Posgrado, en instituciones pblicas, por pas ......................................................................................... 217

    Figura 6. Distribucin de programas en instituciones privadas, por pas, niveles grado y posgrado ............................................................................. 218

    Figura 7. Distribucin de programas en instituciones privadas, por pas, niveles grado y posgrado ............................................................................. 219

    Figura 8. Distribucin por pas, oferta nfasis en Arqueologa, Nivel Grado y Posgrado, en instituciones pblicas ............................................... 230

    Figura 9. Distribucin por pas, oferta en instituciones pblicas, nfasis en Arqueologa, Nivel Grado ....................................................................... 232

    Figura 10. Distribucin por pas, oferta en instituciones privadas, nfasis en Arqueologa ............................................................................................. 234

  • listA de figurAs y tAblAs xi

    Tablas

    Tabla 1. Distribucin de programas y oferta general en arqueologa, por pas.. 195

    Tabla 2. Distribucin de la oferta en o con arqueologa, por pas, segn localizacin regional .................................................................................... 196

    Tabla 3. Distribucin de las ofertas, segn el carcter pblico o privado de las instituciones ............................................................................................ 198

    Tabla 4. Distribucin por pas de la oferta de programas en arqueologa .... 201

    Tabla 5. Distribucin por pas de la oferta de programas, modalidad Lnea en Arqueologa ............................................................................................. 202

    Tabla 6. Distribucin por pas de la oferta de programas, modalidad nfasis en Arqueologa ............................................................................................. 202

    Tabla 7. Distribucin de la oferta, modalidad Lnea en Arqueologa, segn ubicacin regional ........................................................................................ 203

    Tabla 8. Distribucin de la oferta nfasis en Arqueologa, segn ubicacin regional. ....................................................................................................... 203

    Tabla 9. Distribucin por pas de la oferta Arqueologa, como Contenido Mnimo ......................................................................................................... 204

    Tabla 10. Distribucin de las ofertas Lnea en Arqueologa, y nfasis en Arqueologa, segn el carcter pblico o privado de las instituciones ........ 204

    Tabla 11. Distribucin por nivel de formacin de la oferta Lnea en Arqueologa .................................................................................................. 206

    Tabla 12. Distribucin por pas de los programas Lnea en Arqueologa, Nivel Grado .................................................................................................. 206

    Tabla 13. Distribucin por pas y nombre especfico de los programas Lnea en Arqueologa, Nivel Grado ....................................................................... 207

    Tabla 14. Distribucin por pas de los programas Lnea en Arqueologa, Nivel Posgrado ............................................................................................. 209

    Tabla 15. Distribucin por pas y nombre especfico de los programas Lnea en Arqueologa, Nivel Posgrado .................................................................. 209

    Tabla 16. Duracin de programas acadmicos Lnea en Arqueologa, y nfasis en Arqueologa, en aos .................................................................. 211

  • xii listA de figurAs ytAblAs

    Tabla 17. Lista de ofertas Lnea en Arqueologa, instituciones pblicas, Nivel Grado y Posgrado ............................................................................... 213

    Tabla 18. Lista de ofertas en instituciones pblicas, Lnea en Arqueologa, Nivel Grado .................................................................................................. 214

    Tabla 19. Lista de ofertas en instituciones pblicas, Lnea en Arqueologa, Nivel Posgrado ............................................................................................. 215

    Tabla 20. Distribucin de la oferta en instituciones privadas, por universidad y pas, Nivel Grado y Posgrado ................................................................... 218

    Tabla 21. Lista de instituciones privadas, Lnea en Arqueologa, Nivel Grado ............................................................................................................ 219

    Tabla 22. Lista de instituciones privadas, Lnea en Arqueologa, Nivel Posgrado ................................................................................................................ 220

    Tabla 23. Distribucin por nivel de formacin de la oferta nfasis en Arqueologa .................................................................................................. 224Tabla 24. Distribucin por pas de los programas nfasis en Arqueologa, Nivel Grado .................................................................................................. 225

    Tabla 25. Distribucin por pas y nombre especfico de los programas nfasis en Arqueologa, Nivel Grado .......................................................... 226Tabla 26. Distribucin por pas de los programas nfasis en Arqueologa, Nivel Posgrado ............................................................................................. 228

    Tabla 27. Distribucin por pas y nombre especfico de los programas nfasis en Arqueologa, Nivel Posgrado ..................................................... 229Tabla 28. Lista de ofertas nfasis en Arqueologa en instituciones pblicas, Nivel Grado y Posgrado ............................................................... 230

    Tabla 29. Lista de oferta Nivel Grado en instituciones pblicas, nfasis en Arqueologa .................................................................................................. 231Tabla 30. Lista de programas de posgrado en instituciones pblicas, nfasis en Arqueologa ................................................................................ 233

    Tabla 31. Distribucin de la oferta en instituciones privadas, nfasis en Arqueologa ...................................................................................................... 233

    Tabla 32. Distribucin de la oferta nfasis en Arqueologa en instituciones privadas, Nivel Grado .................................................................................. 234

    Tabla 33. Distribucin de la oferta nfasis en Arqueologa en instituciones privadas, Nivel Posgrado ............................................................................. 235

  • listA de figurAs y tAblAs xiii

    Tabla 34. Distribucin de la oferta Arqueologa como Contenido Mnimo, Nivel Grado .................................................................................................. 238

    Tabla 35. Distribucin de la oferta Arqueologa como Contenido Mnimo, Nivel Posgrado ............................................................................................. 239

    Tabla 36. Distribucin de la oferta Arqueologa como Contenido Mnimo, Nivel Grado y Posgrado ............................................................................... 239

    Tabla 37. Oferta en Arqueologa como Contenido Mnimo, con lista de cursos ofertados ........................................................................................... 244

  • presentAcinEste volumen, que tiene sus races en el Primer Seminario Internacional de Ar-queologa UNIANDES, realizado en octubre de 2005, evento del cual se nutre y ofrece a manera de memoria, representa un esfuerzo doblemente relevante. Por una parte, porque en su carcter de publicacin institucional cimienta el compro-miso con la formacin superior en el campo de la arqueologa, como es, en efecto, el rea de Arqueologa y Antropologa Biolgica de la Maestra en Antropologa del Departamento de Antropologa de la Universidad de los Andes. Por el otro lado, porque el espritu del evento y claramente, como podrn percibir los lec-tores, tambin el espritu de los diferentes autores fue contribuir con lo que es una necesidad constante para cualquier disciplina, como es perfilar el estado de su desarrollo. Pero ms an, como en este caso, contribuir a dicho esfuerzo bajo una perspectiva que con matices, muchos matices, claro est, permitiera nutrir el desarrollo de marcos analticos que, trascendiendo los impuestos por los lmites geopolticos de los estados nacionales contemporneos, sean una invitacin a re-visar y desarrollar temas y perspectivas que den sustento y vitalidad a la prctica disciplinar.

    En la estructuracin del seminario que tuvo por ttulo Estado y perspecti-vas de la investigacin arqueolgica en los alrededores de Colombia fue nece-sario, por razones prcticas, tomar decisiones sobre el nmero de participantes, lo que se tradujo en slo contar con aportes para un nmero limitado de pases. Tratando de consolidar no obstante esta perspectiva, se logr concretar la partici-pacin de Jeffrey Blick, quien abord el rea del Gran Caribe (Arqueologa del Circum-Caribe: perspectivas desde una isla Lucaya, San Salvador, Bahamas), la de Rafael Gassn, para el tema de Venezuela (Cien aos de arqueologa ve-nezolana a travs de sus textos fundamentales), la de Florencio Delgado, para el Ecuador (Mtodo y teora en la arqueologa ecuatoriana) y la participacin de Alexander Herrera, para el caso del Per (El futuro del pasado: arqueologa andina para el siglo XXI).

    Creemos que los ttulos de estas contribuciones son lo suficientemente cla-ros sobre la perspectiva que persiguen, como para que sea necesario ahondar en presentarlos de manera individual, mxime que, como debe quedar claro, no fue la pretensin del evento ni de los participantes producir un texto secuencial ni

  • 2 Luis GonzaLo JaramiLLo E.

    preestructurado, sino que, por el contrario, se buscaba entablar un dilogo alrede-dor de estas perspectivas particulares sobre los diferentes pases/regiones geogr-ficas. As, y con el fin de complementar esta perspectiva, y ya desde la organiza-cin del volumen como tal, debemos adicionar tres contribuciones. La primera es la de Mauricio Murillo sobre el caso de Costa Rica (Estado actual y perspectivas de la investigacin arqueolgica en territorio costarricense), que sigue el espritu de una revisin amplia del estado de la arqueologa en ese pas.

    La segunda contribucin es el texto La ambigedad de la diferencia: li-berales y conservadores en la conformacin de la antropologa y la arqueologa colombianas de Carl Langebaek, en donde ms que un estado del arte como tal sobre la arqueologa en Colombia, tema que recientemente tanto ste como otros investigadores han abordado (Langebaek 2003, 2005, Gmez 2005; Botero 2007; Mora 2000), el autor nos ofrece una mirada ms amplia sobre el perodo en que se institucionaliz la disciplina, analizando en particular las ideas de raza y geogra-fa presentes en los debates y escritos de los polticos liberales y conservadores ms influyentes de dicha poca.

    El tercer ensayo es mi contribucin como coordinador del evento y editor del volumen (Arqueologa y formacin profesional: esbozo para una cartografa histrica latinoamericana), en el que se consolida un panorama de la formacin profesional en arqueologa con referencia a Latinoamrica y el Caribe en general, perspectiva que creemos sirve de contrapeso necesario a los ms comunes y cada vez, por fortuna, ms frecuentes estudios sobre la historia de la arqueologa a escala nacional y regional, as como sobre el desarrollo terico y metodolgico de la misma.

    No es otro el nimo de este volumen, como lo fue tambin el del seminario, que contribuir a generar precisamente un espacio para compartir estas perspecti-vas sobre la disciplina y as consolidar los tan necesarios canales para cualificar el conocimiento sobre esas otras realidades, que a veces, a pesar de la cercana geogrfica, no pueden llamarse vecinas sino que son verdaderos Nuevos Mun-dos, as como a precisar temas que damos por sentado, como son las estructuras y el proceso de formacin profesional, el tamao y ubicacin de esa oferta aca-dmica, etc. Esperamos que este volumen, as como las futuras realizaciones del Seminario Internacional de Arqueologa UINIANDES, sirvan para concretar el esfuerzo institucional del Departamento de Antropologa para con la arqueolo-ga, compromiso que hoy se funde con la celebracin misma de los 60 aos de la Universidad.

    No podemos terminar esta breve nota sin dejar constancia de agradecimiento a los autores por su esfuerzo y paciencia durante el largo proceso que hoy culmina

  • PrEsEntacin 3

    para este volumen como producto editorial, y contamos con que sea slo el inicio de una agenda de debates en torno a las contribuciones individuales, as como a la temtica general tratada.

    Luis Gonzalo Jaramillo E.Coordinador acadmico

    rea de Arqueologa y Antropologa Biolgica

    bibliogrAfABotero, Clara Isabel

    2007 El redescubrimiento del pasado prehispnico de Colombia: viajeros ar-quelogos y coleccionistas 1820-1945. Bogot: Uniandes, ICANH.

    Langebaek, Carl

    2005 Arqueologa colombiana: balance y retos. Arqueologa Suramericana, volumen 1, enero de 2005: 96-114.

    2003 Arqueologa colombiana: ciencia, pasado y exclusin. Coleccin Colom-bia, volumen 3. Bogot: Colciencias.

    Mora, Santiago

    2000 mbito pasado y presente en la arqueologa colombiana. Revista del rea Intermedia, 2: 153-181.

    Gmez, Alba Nelly

    2005 Arqueologa colombiana: alternativas conceptuales recientes. Boletn de Antropologa Vol. 19, No. 36: 198-231.

  • ArqueologA del circum-cAribe: perspectivAs desde unA islA lucAyA,

    sAn sAlvAdor, bAhAmAsJeffrey P. Blick1

    Introduccin

    El debate moderno sobre el poblamiento prehistrico del Caribe y las Bahamas ha estado desarrollndose de varias formas por lo menos desde los aos treinta del siglo pasado. La figura principal ha sido Irving Rouse (Rouse 1939, 1986, 1992), aunque muchos otros tambin han contribuido de manera significativa a este debate tanto en lo terico como en lo arqueolgico (por ejemplo, Berman y Gnivecki 1995; Gran-berry y Vescelius 2004; Keegan 1985, 1992). El estudio de este tema, no obstante, se ha visto particularmente afectado por el uso de diferentes y complejos sistemas de clasificacin cermica o tipologas. Rouse mismo ha planteado que el uso de los sistemas tipolgicos del medio oeste y del sudeste norteamericanos ha causado gran confusin entre aquellos que han intentado identificar la cermica prehistrica y procurado, subsiguientemente, inferir los patrones de migracin basados en las distribuciones de las cermicas en la regin del Gran Caribe (Rouse 1980).

    Las diferencias entre estos dos sistemas, que fueron introducidos en el Ca-ribe por Rouse (1939), quien utiliz el del medio oeste, y por Bullen (1963), Hoff-man (1963, 1967), MacLaury (1970) y Sears y Sullivan (1978), quienes utilizaron el sistema del sudeste (Rouse 1980), son bsicamente las siguientes:

    1) El sistema del medio oeste est interesado principalmente en distinguir focos: los complejos, las fases o los estilos de la arqueologa caribea, que lue-go son organizados en orden cronolgico proporcionando la base para resolver problemas relativos a procesos histricos, como la migracin, la difusin, y la evolucin (Rouse 1980: 94). El sistema del medio oeste se centra en los sitios antes que en los especmenes (artefactos) (Rouse 1980: 95).

    1 Texto traducido del ingls al espaol por Luis Gonzalo Jaramillo E.

  • 6 JEffrEy P. BLick

    2) El sistema del sudeste est basado en tipos individuales de artefactos, que [son] utilizados para establecer secuencias locales de perodos que se consideran son superiores a los focos como medio para estudiar los procesos histricos (Rouse 1980: 94). El sistema del sudeste se centra en especmenes (artefactos) antes que en los sitios, y estos especmenes son clasificados en clases o tipos (Rouse 1980: 95).

    Como consecuencia de las diferencias entre estos dos sistemas, ha habido mu-cha confusin en el uso de la terminologa, as como complicaciones con respecto a las teoras de migraciones prehistricas hacia y a travs del Caribe. Con respecto al uso de la terminologa utilizada para describir los artefactos, los pueblos y las culturas en el Gran Caribe, ha habido confusin o al menos aplicacin inconsistente de trminos y significados. Rouse (1980) plantea que los trminos serie, estilo, tipo, etc., han sido utilizados de forma inconsistente al aplicarse a la identificacin de diferentes formas de alfarera e historias culturales y de migracin. En efecto, en las ltimas dcadas ha habido mltiples acusaciones acerca de la aplicacin errnea de estos trminos, as como sobre las implicaciones que esto tiene sobre la construc-cin de los modelos migratorios (Granberry y Vescelius 2004; Granberry y Winter 1993; Rouse 1980; Sears y Sullivan 1978, para nombrar slo unos pocos ejemplos). Ms detalles con respecto a este asunto pueden encontrarse en Rouse (1980), pero lo dicho es suficiente para enfatizar el grado de complejidad y confusin existentes con respecto a los tipos cermicos del Caribe, tanto desde la perspectiva de los ar-quelogos profesionales como del pblico en general.

    Es en este contexto que resulta relevante la propuesta recientemente ofre-cida por Julian Granberry y Gary Vescelius (2004), la cual, al combinar datos lingsticos y arqueolgicos en una forma coherente, hace que pueda ser, por el momento, considerada como el mejor modelo disponible para explicar la mi-gracin de pueblos prehistricos hacia el Caribe y las Bahamas. El resto de este ensayo procurar: 1) aclarar los patrones generales de la migracin en el Caribe y las Bahamas; 2) explicar la perspectiva vigente sobre el poblamiento de la isla de San Salvador (Bahamas), y las relaciones de esos grupos colonizadores con otros en el Gran Caribe; 3) describir las investigaciones actuales en San Salvador que han revelado vestigios de los estilos de vida de los Lucayos, detallando la eviden-cia sobre el impacto que stos generaron en el ambiente local, y proporcionar una explicacin de la destruccin final de su cultura; y 4) concluir con una discusin breve acerca del futuro de la arqueologa en el Caribe.

    Las migraciones prehistricas en el Caribe y las Bahamas

    La mejor y ms reciente descripcin de las migraciones prehistricas en el Caribe y las Bahamas es el trabajo de Granberry (Granberry y Vescelius 2004; Granbe-

  • arquEoLoGa dEL circum-cariBE 7

    rry 1991). Debe destacarse que el trabajo de Irving Rouse (1986, 1992) ha sido sumamente significativo en esta rea y ser utilizado donde sea necesario para agregar detalle o para destacar las diferencias que quizs existan entre los dife-rentes modelos. El trabajo de Granberry, como sealamos anteriormente, es nico en tanto que utiliza una combinacin de datos lingsticos y arqueolgicos para ordenar las patrones de migraciones prehistricas hacia y dentro del Gran Caribe. La explicacin que sigue descansa esencialmente en la propuesta de Granberry y Vescelius (2004).

    Las migraciones humanas hacia el Caribe, como las migraciones humanas que llegaron a Amrica desde Asia, fueron numerosas y ocurrieron a travs de perodos grandes. En el caso del Caribe, Granberry y Vescelius (2004) postulan por lo menos cinco migraciones principales desde las costas de Centroamrica y Sudamrica, que empiezan alrededor del ao 4200 aC y duran hasta el tiempo de Coln e incluso en los das coloniales tempranos, con fechas tan tardas como me-diados del siglo XVII. Estas migraciones, que empezaron generalmente en puntos de partida diferentes, generadas por pueblos con tecnologas, culturas e idiomas distintos, que siguieron rutas diversas y que fueron probablemente causadas por el influjo de diferentes factores, son descritas a continuacin.

    Migracin 1: La migracin Casimiroide (4200 aC). La primera migra-cin extensamente reconocida en la regin Caribe fue una migracin del perodo Arcaico, que empieza alrededor del ao 4200 aC, y corresponde a un pueblo con una tecnologa ltica que parece tener su paralelo arqueolgico ms cercano en los complejos lticos arcaicos de Belice y Honduras del ao 7500 aC (Granberry y Vescelius 2004) (ver la figura 1). Esta cultura ha sido llamada Casimiroide por Rouse, nombre derivado del sitio tipo de Casimira en Repblica Dominicana, aunque otros investigadores de la regin le han dado nombres diferentes (Rouse 1992). Los artefactos Casimiroides, como las lascas tpicas y artefactos de piedra pulida, han sido encontrados en sitios de Cuba, Hait, Repblica Dominicana y Puerto Rico, pero no en Jamaica, ni en las Antillas Menores, ni en el Archipilago de las Bahamas. Rouse (1992) afirma que estos artefactos estn limitados a Cuba y La Espaola, la isla ocupada hoy por Repblica Dominicana y Hait. Granberry y Vescelius (2004) sugieren que los escasos datos lingsticos que sobreviven de las culturas del Caribe y los topnimos indican que estos inmigrantes tempranos fueron quizs hablantes de un idioma llamado ciguayo, que tambin tiene los orgenes en Centroamrica. La ruta migratoria temprana de estos pueblos no est probada fuera de duda, pero una migracin de Yucatn a Cuba y/o de la costa de Moskitos a Cuba parece ser la ms probable, dada la proximidad geogrfica y las similitudes arqueolgicas con las evidencias materiales halladas en el continente. Las fechas de 4190-3600 aC han sido registradas para sitios Casimiroides en Cuba

  • 8 JEffrEy P. BLick

    y otras islas, y proporcionan un rango probable del principio de esta migracin, mientras que los depsitos Casimiroides que se fechan alrededor del 2165 aC indican una fecha final posible para esta migracin. Rouse (1992) plantea que la tradicin Casimiroide termina alrededor del 400 aC.

    Figura 1. Primera migracin o migracin Casimiroide en el Caribe, originndose en Centroamrica

    Migracin 2: La migracin Ortoiroide (2200 aC). La segunda gran migra-cin prehistrica hacia el Caribe parti unos 2.000 aos ms tarde, esta vez desde la costa septentrional de Sudamrica cerca de la boca del ro Orinoco, en el estado actual de Falcn, Venezuela (Granberry y Vescelius 2004) (ver la figura 2). Los depsitos arqueolgicos indican que una cultura ltica Arcaica haba alcanzado las costas de la isla de Trinidad por lo menos en el ao 5000 aC, aunque fechamientos posteriores entre el ao 2150 aC y los primero siglos dC indicaran que los pueblos de la segunda migracin haban viajado por buena parte de las Antillas Menores, acercndose incluso a las Antillas Mayores, por lo menos en el ao 1000 aC. Esta cultura Ortoiroide, nombrada as por el nombre de una cultura local en Trinidad (Rouse 1992), se caracteriza por artefactos lticos con similitudes a los del delta del Orinoco y la costa venezolana. Los artefactos Ortoiroides incluyen tanto artefactos como puntas de proyectil de hueso y puntas de lanza, azadas y morteros de concha (Granberry y Vescelius 2004). Granberry y Vescelius (2004) utilizan informacin

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    lingstica que vinculara a estos grupos con las culturas hablantes de waroide del norte de la zona costera sudamericana entre Colombia y las Guayanas, pero espe-cialmente en la regin del delta del Orinoco. Los artefactos Ortoiroides se encuen-tran tan al norte como en Saint Kitts hacia el 2150 aC o los hallados en Puerto Rico con fechas tan tardas como 624 dC. Depsitos Ortoiroides tambin se encuentran en Repblica Dominicana. Parece que los pueblos Ortoiroides no ocuparon todas las islas, ya que en varias de las Antillas Menores no se han localizado sus artefac-tos (o al menos los arquelogos todava no los han encontrado). Hay tambin una mezcla curiosa de rasgos Casimiroides y Ortoiroides que algunos arquelogos han atribuido a la hibridacin, a la migracin y a la mezcla de pueblos. Numerosos sitios arqueolgicos a travs de las Antillas Menores, y que continan en Puerto Rico, se caracterizan por colecciones donde se mezclan los artefactos tpicos de piedra puli-da Casimiroides, junto con los artefactos de hueso y concha Ortoiroides. Esta mez-cla aparente de culturas puede deberse a la difusin o la migracin, aunque todava no hay consenso en este asunto (Granberry y Vescelius 2004). No obstante, ya que la tradicin Ortoiroide persiste hasta el 400 aC (Rouse 1992), hubo tiempo de sobra para la difusin y otros contactos entre pueblos Casimiroides y pueblos Ortoiroides entre el 1000 y el 400 aC (Rouse 1992).

    Figura 2. Segunda migracin o migracin Ortoiroide hacia el Caribe, saliendo de su origen en Sudamrica

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    Migracin 3: La migracin Saladoide (400 aC-1dC). Alrededor del 500-400 aC, se inici la tercera gran migracin hacia el Caribe, esta vez impulsada por grupos con las primeras manifestaciones de tecnologa cermica y formas de agricultura que entran en la regin (ver la figura 3). Los pueblos Saladoides ocu-paron o visitaron virtualmente cada isla desde la costa venezolana en cercanas a Trinidad hasta la parte central de Cuba (Granberry y Vescelius 2004), trayendo con ellos su alfarera roja, que es tan reconocible a travs de la regin. La alfarera Saladoide se caracteriza por vasijas zoomorfas, bandejas y platones (algunas con representaciones de animales nativos de Sudamrica), jarras y cuencos con asas en forma de D, e incensarios y vasijas acampanadas. La alfarera Saladoide est decorada tpicamente con diseos policromos como blanco sobre rojo, blanco sobre rojo con engobe anaranjado, blanco sobre negro, pintura negra y diseos negativos; menos comunes son las incisiones en el cuerpo de las vasijas. La al-farera Saladoide tambin incluy planchas cermicas o budares para hornear el pan de mandioca (Rouse 1992). En general, la alfarera Saladoide est decorada en forma muy elaborada, convirtindose as en uno de los tipos cermicos ms reconocibles en la regin. El pueblo Saladoide parece representar a los antepasa-dos de los Tanos, quienes posteriormente establecieron la cultura Clsica Tana

    Figura 3. Tercera migracin o migracin Saladoide hacia el Caribe desde su origen sudamericano

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    en las islas de las Antillas Mayores, como Cuba, La Espaola y Puerto Rico. El pueblo Saladoide tambin parece ser ancestro de los Lucayos del archipilago de las Bahamas, el pueblo que recibi a Coln en el Nuevo Mundo en 1492 (Granbe-rry y Vescelius 2004; Keegan 1992; Rouse 1992). Granberry y Vescelius (2004) relacionan al pueblo migrante Saladoide con los grupos Arawakanos de la costa norte de Sudamrica. Ms especficamente, la cultura Saladoide es relacionada por Granberry y Vescelius (2004) con hablantes de un idioma Arawakano-Mai-purano Noroeste, relacionado con el Guajiro moderno del noreste de Colombia y Venezuela occidental, cerca de la regin del lago de Maracaibo.

    Migracin 4: La migracin Barrancoide (500-1000 dC). En contraste con el rango propuesto por Granberry y Vescelius de 500-1000 dC, se debe resaltar que Rouse (1992) propone el ao 1500 aC como fecha para el comienzo del desa-rrollo del estilo Barrancoide en el valle del Orinoco medio. Durante el milenio an-terior a la llegada de los espaoles y otros exploradores europeos al Caribe, otros grupos hablantes de Arawak dejaron la costa norte de Sudamrica, saliendo desde el Orinoco medio hacia el este del territorio natal de los Saladoides (Granberry y Vescelius 2004) (ver la figura 4). Estos grupos fueron los portadores de la tradi-cin Barrancoide, la segunda mayor poblacin agrcola y productora de cermica en ingresar a la regin Caribe. Su punto de origen fueron tambin el delta del Ori-noco y la regin de Trinidad. Su tradicin cermica, llamada Barrancoide, se ca-racteriza por lneas anchas incisas sobre superficies pulidas y por temas zoomor-fos tipicamente modelados o aplicados sobre los bordes de las vasijas. Granberry y Vescelius (2004: 128) describen la cermica Barrancoide como tcnicamente sofisticada y altamente decorada. Nuevas tradiciones cermicas comenzaron a evidenciarse en las Antillas Menores, como la Trumasoide, la cual se caracte-riza por ser una mezcla de rasgos Saladoides y Barrancoides. Una nueva cultura cermica denominada Suazoide apareci en escena entre los aos 1000-1400 dC. Estos tipos cermicos (Barrancoide, Trumasoide y Suazoide) estn circunscritos a la parte sur de las Antillas Menores y no se han encontrado al norte de la isla de Guadalupe (Granberry y Vescelius 2004). Granberry y Vescelius (2004) rela-cionan esta cuarta migracin con el grupo conocido histricamente como Eyeri o Igneri, que hablaban una lengua muy diferente de la de los Tanos. Esta lengua es clasificada por Granberry y Vescelius (2004) como un nuevo lenguaje Arawak re-lacionado con la antigua lengua Garfuna, an hablada en partes del Gran Caribe. Alrededor del ao 1450 dC, los Eyeri dejaron de producir la cermica Suazoide, y tanto los exploradores espaoles como europeos en general comenzaron a dejar registros sobre estos pueblos tardos del Caribe, en documentos histricos que datan desde 1493 en adelante (Granberry y Vescelius 2004).

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    Figura 4. Cuarta migracin o migracin Barrancoide hacia el Caribe desde su fuente sudamericana

    Migracin 5: La migracin Karina/Caribe (1450-1650 dC). Con la lle-gada de los espaoles y otros europeos al Caribe, a partir de 1492 comenzamos a tener documentos histricos que registran las costumbres, los idiomas y otros rasgos culturales de los pueblos de las Indias Occidentales. En las Antillas Meno-res, fuentes espaolas y europeas indican una vez ms la presencia de un grupo cultural diferente que habla un idioma no relacionado con el Tano o el Eyeri. Estas gentes se llamaron a s mismos Kalnagos o Kalphunas y les afirmaron a los exploradores franceses, en 1635, que ellos vivan en las islas del sureste de las Antillas Menores y en el continente sudamericano (Granberry y Vescelius 2004) (ver la figura 5). Los Kalnagos haban estado invadiendo a los Eyeri, tomando a sus mujeres y viviendo entre ellos por cerca de dos siglos. Este ltimo grupo cul-tural en migrar al Caribe lleg a ser una cultura creolizada, mezcla de elementos Caribes con Eyeri, lo que conform finalmente el grupo que llegara a ser conoci-do como Caribes Isleos (Granberry y Vescelius 2004). Esta migracin continu en tiempos coloniales tempranos, con estos Karina/Caribe buscando tierra, espe-cialmente en la isla de Granada, hasta mediados de 1600 (Granberry y Vescelius 2004). Granberry y Vescelius (2004) anotan que pudieron existir otras migracio-nes prehistricas hacia el Gran Caribe, incluida, por lo menos, una en tiempos de la cultura Saladoide (150 aC) y otra migracin posterior alrededor del 700 dC, por

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    otro grupo Oriental de Arawakanos-Maipuranos desde la costa de las Guayanas hacia la costa del norte de La Espaola (basados en la evidencia arqueolgica y lingstica). La figura 5 expone la quinta migracin, o migracin Karina/Caribe hacia el Caribe desde su fuente en el norte sudamericano.

    Figura 5. Quinta migracin o migracin Karina/Caribe hacia el Caribe, desde su origen sudamericano

    Aunque este esquema de las cinco grandes migraciones hacia el Caribe, pro-puesto por Granberry y Vescelius (2004), es simplificado y falla al no tener en consideracin la presencia de numerosos tipos cermicos y culturas en la regin, es un modelo que tiene a su favor el hacer un uso sistemtico e intensivo de los datos arqueolgicos y lingsticos disponibles. En este sentido, debe reiterarse que el sistema de clasificacin de Rouse (1992, ver las figuras 14 y 15) incluye al menos 80 tipos cermicos, distribuidos en 19 grupos diferentes de regiones o islas, cubriendo el lapso de tiempo entre el ao 4200 aC y los tiempos histricos. Para los que desean explorar en ms detalle las complejidades de la cronologa actual y clasificaciones cermicas del Caribe, se recomienda remitirse a Rouse (1992), para nombrar slo un ejemplo.

    La Migracin Lucaya a las Bahamas (700-1492 dC). Julian Granberry (1991; Granberry y Vescelius 2004) ha utilizado el anlisis de topnimos para

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    entender la historia de la ocupacin de las Bahamas, utilizando los nombres ind-genas de las islas para inferir la direccin del movimiento de los pueblos, segn sea la naturaleza de los nombres de estas islas. En efecto, muchas de las islas en el archipilago de las Bahamas tienen nombres derivados de caractersticas direc-cionales y/o geogrficas de las islas. Por ejemplo, el nombre indgena Lucayo para la isla de San Salvador es Guanahan (wa-na-ha-ni), que traduce Tierra Pequea de Aguas Superiores (Granberry 1991; Granberry y Vescelius 2004: 83, la Mesa 8). Utilizando los nombres Lucayos para las islas de la cadena de las Bahamas, Granberry ha podido postular migraciones de pueblos procedentes de las islas de las Antillas Mayores hacia las Bahamas (incluidas las islas Turcas y Caicos). Las similitudes en los tipos cermicos encontrados en las Bahamas con aquellos en-contrados en las Antillas Mayores haban sugerido previamente tales conexiones entre islas.

    Utilizando las islas de las Antillas Mayores, como Cuba y La Espaola, como si fuesen escalones hacia la cadena de las Bahamas, Granberry ha analiza-do los nombres Lucayos de las islas y ha propuesto rutas especficas de migracin (ver la figura 6). Las islas de las Bahamas ms cercanas a las Antillas Mayores son Inagua (Inawa) y la Gran Turca (Abawana). El topnimo indgena Inawa es traducido como Pequea Tierra Oriental, que sugiere que es un pequeo cuerpo de tierra (isla) situado al este del lugar que fue ocupado. De hecho, Inagua est al noreste de Cuba. Abawana, el topnimo indgena para la Gran Turca, es traducido como Primera Tierra Pequea, que sugiere que fue ocupada desde La Espaola, ya que la Gran Turca es una de las primeras islas pequeas al norte de la parte central de La Espaola (Granberry y Vescelius 2004). Granberry (1991; Granbe-rry y Vescelius 2004) utiliza esta tcnica de topnimos para proponer un modelo de poblamiento del archipilago de las Bahamas por saltos de isla en isla, tanto desde Cuba como desde La Espaola hacia el noroeste, por la cadena de islas, has-ta las Bahamas Mayores y Bimini, a unos 40 km de la costa de Estados Unidos.

    El poblamiento de San Salvador (Bahamas) y su relacin con otras islas caribeas

    Segn el modelo de Granberry (1991; Granberry y Vescelius 2004), la isla de San Salvador pudo haber sido colonizada desde Cuba o La Espaola. Ambas rutas de migracin habran venido por la ruta de Isla Larga y Cayo Ron, aunque el paso de Cuba a San Salvador sea ciertamente la ruta ms corta. Este modelo es conocido como Hiptesis Cuba a Isla Larga (Keegan 1992, citando a Winter, Granberry y Liebold 1985). Aparentemente, el comercio de larga distancia se realiz entre Cuba e Isla Larga, tal como fue registrado por Coln (Keegan 1992, citando a Da-

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    ggett 1980), aunque, segn Keegan (1992), hay slo evidencia para el movimiento de alfarera de Cuba a San Salvador, y no necesariamente de personas.

    Figura 6. Mapa que indica las migraciones hacia el archipilago de las Bahamas desde el este de Cuba y el norte de La Espaola

    Keegan (1992: 53-62) tambin describe otras dos rutas para el poblamiento de las Bahamas: la ruta La Espaola a las islas Caicos y la ruta La Espaola a Gran Inagua. Keegan (1992: 53) afirma que la fuente ms temprana y ms cer-cana posible de colonos bahameos era La Espaola. La ruta de islas Caicos fue primero propuesta por Shaun Sullivan (1976, 1980, 1981), basado en la evidencia de ese entonces, segn la cual las islas Turcas y Caicos haban sido las primeras en ser ocupadas entre la cadena de islas bahameas. Keegan enfatiza que este modelo ya no es sostenible sobre la base de la evidencia actual.

    Keegan (1992) actualmente parece apoyar la ruta de migracin La Espaola a Gran Inagua, afirmando que las Bahamas del sur son todava la ubicacin ms probable para la primera colonia, y La Espaola, la fuente ms probable de colonos. La hiptesis, favorecida por el autor [Keegan], plantea que los Tanos entraron a las Bahamas a travs de Gran Inagua durante la expansin Ostionoide hacia Cuba (Keegan 1992: 58). Keegan usa varios cuerpos de pruebas para sustentar su apoyo a esta hiptesis: geografa, corrientes ocenicas y tipos cermicos. La evidencia

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    geogrfica y la de las corrientes ocenicas indican que Gran Inagua es una mejor candidata para ser la primera colonia que Caicos, por varios motivos. Inagua es ms grande y ms cercana tanto a La Espaola como a Cuba [] [y] si la sal fuera el motivo detrs de la colonizacin de estas islas [], Gran Inagua tiene estanques de evaporacin salina ms importantes (Keegan 1992: 59). Keegan tambin ha proporcionado evidencia geogrfica y de corrientes ocenicas que le sugieren que, Cuando los vientos y las corrientes tambin son considerados, Gran Inagua es el destino ms accesible (Keegan 1992: 59, mapa 3.3). Adems, de acuerdo con el anlisis de Keegan, los vientos y corrientes favorecen el viaje desde La Espaola hasta Gran Inagua por cerca de 281 das al ao, mientras que el viaje hacia las islas Caicos habra sido favorable por cerca de slo 91 das al ao (Keegan 1992: 61). La evidencia cermica tambin le sugiere a Keegan que Dado que el tipo Pal-metto fue inventado despus de que las Bahamas fueron colonizadas, el (los) sitio(s) ms temprano(s) debera(n) contener slo la cermica que los inmigrantes trajeron con ellos (Keegan 1992: 62), esto es, cermica importada sin desgrasante calcreo (conchas o piedra caliza), derivada de las islas volcnicas de las Antillas Mayores. La evidencia cermica tambin le indica a Keegan (1992: 58) que la colonizacin de las Bahamas podra datar de alrededor del ao 800 dC.

    Finalmente, el modelo de Keegan para la colonizacin de las Bahamas incor-pora numerosos motivos posibles para el movimiento demogrfico de las Antillas Mayores hacia el archipilago de la Bahamas: 1) crecimiento demogrfico; 2) ge-nerosos recursos alimenticios; 3) suelos ricos (debido a condiciones no alteradas); y 4) animales terrestres y marinos fciles de cazar (por ejemplo, cangrejo, huta, foca fraile y tortugas de mar). Keegan (1992: 64) anota que Las prospecciones arqueolgicas han demostrado un proceso continuo de merma en la densidad de poblacin al norte de la isla Acklins, que l interpreta como un signo de las di-ferencias temporales en la ocupacin de las islas y el crecimiento demogrfico subsiguiente en stas (es decir, las islas ocupadas antes [en el sur] tendran den-sidades de poblacin ms altas que las islas pobladas ms tarde [en el norte]). Es esta dinmica poblacional la que hace que Keegan (1985, 1992) la postule como el factor principal para la colonizacin de las Bahamas.

    Con base en los hallazgos arqueolgicos en la isla de San Salvador, actual-mente se reconoce que las evidencias ms antiguas de la ocupacin humana en las Bahamas son las encontradas en el sitio de Tres Perros (SS-21), fechado en 700 dC (Berman y Gnivecki 1995). La presencia de cermica Arroyo del Palo en este sitio indica una conexin cultural con Cuba antes del 1000 dC (Berman y Gni-vecki 1995), cuando se piensa que el tipo Arroyo del Palo deja de ser fabricado. Adems, el trabajo reciente de Berman y Pearsall (2005) sugiere que para el 700 dC ya haba poblaciones en San Salvador que cultivaban y procesaban Zea (maz)

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    y tubrculos almidonados como Xanthosoma (cocoame, malanga), entre otros. La presencia de agricultura temprana de maz en San Salvador sugiere que la colonizacin pudo haber ocurrido antes de lo especulado, o que los colonizadores no eran transentes temporales, sino colonos permanentes que practicaban un modelo relativamente variado de subsistencia hortcola/recolector/pescador desde una poca relativamente temprana en el proceso de colonizacin. Estas conclusio-nes recientes de Berman y Pearsall (2005) tendrn probablemente implicaciones serias, quizs todava no vislumbradas completamente, para entender los modelos de migracin e interpretacin de los patrones de subsistencia en las Bahamas.

    El anlisis de la composicin y el origen de la cermica de la isla de San Sal-vador sugieren comercio y uniones culturales con las islas de Cuba y La Espaola (Mann 1986; Winter y Gilstrap 1991). Aunque hay un tipo cermico fabricado lo-calmente, llamado el tipo Palmetto, aparentemente fabricado a partir de la Greda Roja de las Bahamas (Mann 1986), que es muy frecuente en todas las Bahamas (Granberry y Winter 1993), hay tambin un componente menor (menos del 2%) de cermica importada encontrada en la isla (Mann 1986). Los anlisis de rayos X y de secciones delgadas de tres tiestos, realizados por Mann, indican que al menos una parte de la cermica importada proviene de una de las islas volcni-cas del Caribe, Sudamrica, o Centroamrica, al sur o sudeste de la Plataforma Bahamea y que ste debe haber sido transportado a la isla de San Salvador como un artculo comercial (Mann 1986: 187-188). Ms expresamente, Winter y Gilstrap (1991) han mostrado por minerologa, petrografa y anlisis elementales que la cermica encontrada en San Salvador tiene semejanzas con la cermica que proviene tanto de Cuba como de La Espaola. Igualmente, la cermica importa-da encontrada en las Bahamas tiene semejanzas minerolgicas y de elementos tanto con Cuba como con La Espaola, demostrando comercio (mnimamente) y conexiones posiblemente culturales (es decir, las migraciones de las personas) entre los pueblos de las Bahamas y San Salvador con fuentes ubicadas en Cuba y La Espaola. Segn Winter y Gilstrap (1991: 375), En Gran Inagua, Bahamas, las cermicas del sitio Nixon se agrupan con las de La Espaola a travs del si-tio San Rafael [] mientras que las cermicas del sitio East Conch Shell Point, West Conch Shell Point y el sitio Salt Pond Hill se agrupan con Cuba, a travs del sitio Loma del Indio, Potrero del Mango [], y el sitio de Yaguajay, respectiva-mente. Este descubrimiento, por s mismo, sugiere bien mltiples migraciones o mltiples conexiones comerciales entre Gran Inagua-Cuba y Gran Inagua-La Espaola. Patrones similares de conexiones multiislas tambin se encuentran en cermicas de otras islas de las Bahamas.

    Inferencias sobre patrones de migracin hacia las islas Bahamas, o al menos de conexiones culturales entre ellas, han sido planteadas por Winter y Gilstrap

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    (1991: 377), basados en sus anlisis cermicos: los movimientos ms tempranos o las redes en las Bahamas vinieron por va de La Espaola [] como evidencia [la cermica del sitio] Melville [datado alrededor de 96575 dC en Cayo Ron]. Posteriormente, los movimientos o las redes vinieron desde La Espaola y Cuba trayendo tanto las subseries Meillacan como la Chican, tal y como se ve en el sitio McKay [datado alrededor de 125070 dC en Isla Torcida]. El ltimo movimiento o red de intercambio en las Bahamas puede haber venido desde Cuba, como se evidencia en el sitio de Baha Larga [fechado alrededor de 1492 en San Salva-dor]. Para la isla de San Salvador, Winter y Gilstrap (1991: 377) postulan uniones culturales ms fuertes con Cuba que con La Espaola: las asociaciones con la cermica cubana [] ayudaran a explicar por qu los Lucayos decidieron dirigir a Coln a lo largo de la ruta [de San Salvador] a Cuba y no a La Espaola, siendo la razn de esto que los Lucayos de San Salvador, Bahamas, tena redes comercia-les con los habitantes de Cuba, o que quizs Cuba era su territorio ancestral. Sin tener en cuenta cul de las posibles rutas de migracin fue tomada para ir de las Antillas Mayores a las Bahamas, est claro que los Lucayos haban alcanzado San Salvador cerca del ao 700 dC (Berman y Gnivecki 1995) y que haban ocupado la isla durante aproximadamente 800 aos, antes de la llegada de Coln en 1492.

    Investigaciones actuales en San Salvador: una perspectiva desde una isla lucaya

    Las investigaciones contemporneas en la isla de San Salvador revelan vestigios de los estilos de vida de los Lucayos, el impacto de la poblacin prehispnica so-bre el ambiente local y evidencias sobre el fin de la cultura Lucaya. Cada uno de estos fenmenos se discutir a continuacin.

    Estilos de vida de los Lucayos

    Investigaciones arqueolgicas recientes en el sitio de Minnis-Ward (Blick 2003, 2004) han revelado detalles sobre el trazado del pueblo, la presencia de conjuntos de viviendas, as como informacin sobre los patrones de subsistencia precolom-binos. El sitio de Minnis-Ward (SS-3) est localizado en la esquina noroeste de la isla de San Salvador, a lo largo de la cresta nordeste-sudoeste de una duna ubicada entre el ocano Atlntico, al oeste, y la laguna Charco Tringulo, al este (ver la fi-gura 7). Pruebas de pala sistemticas, realizadas en mayo de 2003 sobre una zona de aproximadamente 90 m x 30 m, han revelado la presencia de unas cinco a seis viviendas Lucayas dentro del rea investigada (ver la figura 8).

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    Figura 7. Localizacin de Minnis-Ward, Lago Norte de Storr, y el Conchero de la Punta de Barker (sobre mapa tomado de http://www.newhaven.edu/sansalvador/gis/ssmap_11x17.jpg)

    Dado que slo una tercera parte del sitio ha sido evaluada, se estima que un total de 15-18 viviendas sern encontradas en el sitio si la densidad de estructuras es la misma que la encontrada para la zona investigada. Este nmero total de viviendas se correlaciona bien con la descripcin de Coln sobre grandes pueblos Lucayos que tenan entre 12-15 casas cuando l pas por las Bahamas en octubre de 1492 (Fuson 1987: 86). El patrn de distribucin de las casas revelado por la prospeccin inten-siva con las pruebas de pala tambin deja en claro que las casas en Minnis-Ward

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    estaban alineadas sobre (y orientadas con el sentido de) la cresta de la duna, un mo-delo similar de asentamiento Lucayo registrado en otros sitios en San Salvador y las Bahamas. Adems, el sitio de Minnis-Ward est localizado a unos 200 m del mar, otro patrn encontrado comnmente en todas las Bahamas (Keegan 1992, 1997).

    Figura 8. Localizacin hipottica de las casas precolombinas en el sitio de Minnis-Ward, basada en distribuciones de cermica y otros artefactos

    Con base en el modelo de las unidades domsticas arqueolgicas2 (tam-bin conocido como unidades domsticas) de Flannery (1976; Flannery y Mar-

    2 Nota del traductor: aunque en el original el trmino utilizado es household cluster, ste ha sido traducido en esta forma siguiendo la discusin de Jaramillo (1996:78) sobre este concepto, ya que slo as se logra enfatizar el hecho de que stas son unidades de rasgos por medio de los que se infiere la presencia de unidades domsticas, incluida la vivienda o casa como tal, pero tambin otros tipos de construcciones o concentraciones de basuras, etc. De igual forma, se preserva as el valor diferencial de este concepto frente al de household unit, que se traducira como unidad domstica.

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    cus 1983; Winter 1974, 1976) y asociados, ha sido posible identificar la ubicacin de las unidades domsticas precolombinas y discernir las actividades realizadas en ellas, mediante un anlisis de la distribucin espacial de artefactos en los dep-sitos arqueolgicos. Esta tcnica fue utilizada por el autor en el valle de La Plata, Colombia, con resultados exitosos (Blick 1993), y ha sido aplicada ahora al sitio de Minnis-Ward en San Salvador. Hasta donde sabemos, sta puede ser la primera vez que esta tcnica analtica se aplica a un sitio arqueolgico en San Salvador y, quizs, en la totalidad de las Bahamas.

    La distribucin espacial general de artefactos que sugiere la presencia de una unidad domstica precolombina es la existencia de un rea con baja densidad de artefactos rodeada por, o adyacente a, una zona con una densidad mayor de artefactos (es decir, reas de actividad). El fenmeno que produce este modelo es la tendencia de los ocupantes precolombinos de estas viviendas a barrer los suelos de sus casas o, por otra parte, a dejar las superficies de trnsito circundantes libres de artefactos (ver la discusin en Blick 1993). Con base en este modelo general, ha sido posible identificar la localizacin de aproximadamente cinco a seis (hipot-ticas) unidades domsticas precolombinas en la zona prospectada recientemente con pruebas de pala en el sitio de Minnis-Ward (ver la figura 8). Los modelos de distribucin de artefactos revelados por las pruebas de pala realizadas en 2003 tambin indican la presencia de posibles actividades y reas de actividad, inclui-dos el barrido y la limpieza de los pisos de las casas y/o patios, la disposicin de desperdicios caseros en basureros o reas de descarte cerca de las casas, la pre-sencia de centros y reas de preparacin de alimentos, la presencia de reas para trabajar las conchas y hacer cuentas para collares, as como la posible separacin de reas de actividad femeninas y masculinas (para ms detalles, ver Blick 2003). Las excavaciones realizadas cerca de la Unidad Domstica 1 confirmaron estas observaciones generales (Blick 2004).

    En efecto, una excavacin de 5 x 5 m realizada en mayo de 2004, cerca de la esquina sudoeste de esta unidad domstica, permiti recuperar aproxima-damente 31.000 artefactos, incluidos aproximadamente 10.000 restos de fauna vertebrada e invertebrada (Blick 2004). Los restos de invertebrados incluyeron algunos organismos como el caracol reina o caracol rosado (Strombus gigas), almeja (Codakia orbicularis), buccino (Busycon sp.), quitn comn de las Indias Occidentales (Chiton tuberculatus), quitn rizado o cucaracha de mar (Acantho-pleura granulata), cigua o burgao (Cittarium pica), cauri (Cypraea sp.), casco de rey (Cassis tuberosa), una variedad de almejas, mejillones y moluscos no identificados, cangrejo de tierra (Cardisoma guanhumi y Gecarcinus rurico-la), caracol de cacahuete (Cerion) y otros numerosos gasterpodos. Los restos de vertebrados incluyen la tortuga de mar (familia Cheloniidae), y un nmero

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    grande de peces, incluidos jurel (Caranx), pluma (Calamus), 2-3 especies de mero (Epinephelus, Mycteroperca), pargo (Lutjanus), ronco (Haemulon), 3-4 especies del pez loro (Scarus, Sparisoma), cirujano (Acanthurus), cochino (Ba-listes), y hasta una posible gaviota (Aves), para un total de aproximadamente 19 vertebrados taxonmicamente identificados hasta ahora. De la fauna vertebrada identificada, aproximadamente el 67% son especies de arrecife de coral, aproxi-madamente el 17% son especies de costeras y cerca del 11% son especies de mar abierto (Blick y Brinson 2005)3. Si las especies de arrecife de coral y las de cos-ta se combinan, entonces aproximadamente el 83% de las especies identificadas son especies costeras o cercanas a la costa. Este tipo de explotacin de recursos martimos es similar al modelo de utilizacin de los recursos ms cercanos (Wing y Reitz 1982) encontrado en todo el Caribe. Aunque el anlisis de los restos de la fauna vertebrada est an en desarrollo, parece haber una tendencia general a medida que nos movemos de los depsitos arqueolgicos tempranos a los tardos: los restos de peces se hacen ms pequeos con el tiempo, como lo indican las medidas realizadas en los premaxilares y dentadura del pez loro y como lo muestran tambin las mediciones en los atlas de la familia Serranidae (mero) (Blick 2007). Este patrn generalmente se asume como una indicacin de la disminucin del potencial pesquero, debido a la sobreexplotacin preco-lombina de los recursos.

    Una de las identificaciones ms recientes hechas en el laboratorio en el vera-no de 2005 incluye un crneo de rata, seguramente un Rattus (rata del Viejo Mun-do). Aunque posiblemente se trate de una intrusin en el Nivel 2 (10-20 cm debajo de la superficie) de Minnis-Ward, este espcimen puede representar una prueba sobre la llegada de Coln al Nuevo Mundo, ya que hoy da sabemos cul fue el da en que las ratas del Viejo Mundo llegaron al Nuevo Mundo (Irvy Quitmyer, comunicacin personal, agosto de 2005). Este espcimen puede representar el principio del gran Intercambio Colombino (Crosby 1972) de animales, plantas y enfermedades en el Nuevo Mundo que tanto devast a las poblaciones indgenas. En palabras de Crosby (1972: 97):

    La rata del Viejo Mundo [] hizo un recorrido a travs del Atlntico y se convirti en un importante portador de plagas y enfermedades en los puertos de la Amrica colo-nial. sta era probablemente la rata negra, que se encuentra comnmente en la zona tropical y a bordo de buques [] las ratas no eran comunes en las Bermudas antes de

    3 Las identificaciones de la fauna recuperada en el sitio de Minnis-Ward han contado con la ayuda de los doctores Elizabeth Reitz e Irvy Quitmyer, as como con el uso de las colecciones comparativas de zooarqueologa de los Museos de Historia Natural tanto de la Universidad de Georgia como de la Universidad de Florida, respectivamente.

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    la venida de los europeos, y cuando llegaron, se desat uno de los desastres ecolgicos ms espectaculares de la poca.

    El impacto Lucayo en el medio ambiente. Los resultados recientes de pros-pecciones intensivas y excavacin de otro pueblo Lucayo, el sitio Lago Norte de Storr (SS-4) (ver la figura 7), han revelado pruebas adicionales sobre el impacto ambiental y el cambio de patrones en la utilizacin de recursos a travs del tiempo en San Salvador (Blick y Murphy 2005), particularmente interesantes, por ejem-plo, los cambios en la frecuencia y el peso de los gasterpodos recuperados. Tanto la cantidad como el peso de los gasterpodos en el Nivel 4 (30-40 cm debajo de la superficie) aparecen como valores atpicos, basados en los anlisis estadsticos. El Nivel 4 puede indicar el comienzo de la ocupacin humana principal y de la alteracin del sitio, basndose en la presencia de estos gasterpodos. En palabras de Quitmyer (2003: 137), las pruebas indican que los moluscos terrestres son es-pecies comensales que no fueron probablemente consumidas por la gente. El te-rrible sabor (Gould 1980) y el pequeo tamao de algunos de estos gasterpodos (por ejemplo, Cerion) pareceran apoyar la aseveracin de que no fueron consu-midos en tiempos prehistricos, pero lo que se debe rescatar es que esto no le resta peso a su valor como buenos indicadores ambientales de una situacin de comen-sala. Quitmyer (2003: 137) define las especies comensales como animales que son atrados a la residencia humana, donde obtienen proteccin o alimento. En una situacin como sta, los miembros de una especie [por ejemplo, los huma-nos] ayudan a la manutencin del otro (los caracoles), o una especie puede seguir simplemente los pasos de otra (los caracoles siguen a la gente) (Ehrlich, Dobkin y Wheye 1988). De hecho, Quitmyer ha sugerido que en el registro arqueolgico los caracoles pueden ser un indicador sensible de la presencia humana, y una rela-cin comensal podra ser reconocida por una frecuencia excepcionalmente alta de caracoles en la estratigrafa de un sitio (Quitmyer, comunicacin personal, junio de 2005). Newsom y Wing (2004: 2) tambin reconocen que las acumulaciones de restos de cscaras, huesos y el carbn de lea pueden favorecer cambios en la composicin del suelo y los valores de los nutrientes, que resultan atrayendo a pequeos animales como caracoles de tierra y proporcionando condiciones con-venientes para el crecimiento de plantas tiles para la gente.

    Un argumento posible en contra de la idea de que los gasterpodos son atrados a sitios de residencia humanos y a basureros antropognicos es el he-cho de que algunos de ellos, por ejemplo, Cerion, son herbvoros (Sally Walker, comunicacin personal, julio de 2005). Puede ser simplemente que los restos vegetales, las condiciones alteradas de los suelos y la presencia de plantas que se dispersan por los campos hayan servido para atraer gasterpodos a sitios de residencia humana. Es an confuso si los restos de gasterpodos del sito Lago

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    Norte de Storr, muchos de los cuales permanecen provisionalmente identifica-dos, fueron transportados a la isla o si, por otra parte, caen en esta categora de comensales.

    En cualquier caso, es interesante destacar el patrn de aumento, disminu-cin y recuperacin de gasterpodos en el sitio Lago Norte de Storr (ver la fi-gura 9). Del Nivel 5 (40-50 cm debajo de la superficie, el nivel ms temprano) al Nivel 4 hay un significativo aumento tanto de la cantidad como del peso de los gasterpodos en el sitio. Esto sugiere que los caracoles aumentaron en nmero, debido a la presencia humana y a la alteracin del lugar, o quizs que los caraco-les viajaron junto con las personas cuando stas llegaron por primera vez al sitio (ver, por ejemplo, Quitmyer 2003). Despus de alcanzar un pico en el Nivel 4, los gasterpodos sufren una cada dramtica en su nmero y una disminucin suave en el peso a travs del Nivel 2. Subsecuente al Nivel 2, la cantidad y peso de los gasterpodos se recuperan en el Nivel 1, el ltimo nivel de este lugar. Uno podra verse tentado a especular que este patrn de aumento, disminucin y recuperacin de la poblacin de gasterpodos puede reflejar el comportamiento de la poblacin humana en la isla: la poblacin Lucaya lleg al lugar creando condiciones favora-bles para la expansin de los gasterpodos; posteriormente, la poblacin Lucaya disminuy o desapareci (debido a la enfermedad o migraciones forzadas), para retornar en el ms reciente nivel, que probablemente corresponde a los asenta-mientos histricos y a la agricultura desarrollada entre 1780 y hoy. Este mismo patrn de aumento, disminucin y recuperacin se ha visto en otro tipo de espe-cies en las Bahamas, tal y como Kjellmark (1996) observ entre ciertas clases de plantas, as como en el resto de las Indias Occidentales (por ejemplo, Newsom y Wing 2004; Quitmyer 2003), aunque la relacin, por lo general, es que las espe-cies nativas disminuyen con la presencia de humanos y se recuperan cuando la poblacin humana disminuye.

    El quitn (Chiton) tambin alcanza su pico tanto en nmero como en peso en el Nivel 4, y la cantidad y el peso son identificados como valores atpicos al examinarlos estadsticamente. Basados solamente en los nmeros, la frecuencia de quitn parece permanecer relativamente estable en el tiempo, excepto por las inusualmente bajas cantidades y bajo peso (como se observa estadsticamente) registrados en el Nivel 5, el nivel de ocupacin ms temprano. El quitn es una especie de la zona intermedia rocosa (Diehl, Mellon, Garrett y Elliott 1988; Keegan 1992; Newsom y Wing 2004), por lo que su presencia en el sitio es de-finitivamente un signo de su transporte, probablemente por agentes humanos. Keegan (1992: 130) considera que el quitn es de bajo valor alimenticio, ex-plotado durante perodos de escasez de alimento, figurando entre los ltimos artculos aadidos a la dieta en tales casos. Los nmeros bajos de quitn en el

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    Nivel 5 quizs indican el principio de la ocupacin del sitio y la incorporacin gradual de quitn en la dieta local, y, una vez establecido en la dieta, la explota-cin de quitn permanece relativamente estable en el tiempo, aunque en niveles muy bajos.

    Figura 9. Aumento, disminucin y recuperacin de cantidad y peso de gasterpodos en el sitio Lago Norte de Storr, Niveles 5-1

    Nota: el Nivel 5 es el nivel cultural ms temprano y el Nivel 1 es el ms reciente. Los niveles 3, 2, y 1 han sido fechados por AMS en 138941 dC, 147542 dC y 167939 dC, respectivamente.

    La ltima clase de artefactos de inters en cuanto a la tensin ambiental en tiempos precolombinos es la de los restos de cangrejo. Hay dos especies princi-pales de cangrejos de tierra de la familia Gecarcinidae que son comunes en San Salvador: el gran cangrejo de tierra (Cardisoma guanhumi) y el cangrejo de tierra negro (Gecarcinus ruricola) (Diehl, Mellon, Garrett y Elliott 1988). El cangrejo alcanza su pico tanto en cantidad como en peso en el Nivel 5; sin embargo, cuando se analiza estadsticamente, es la cantidad de cangrejo la que se identifica como un valor extremo en un diagrama de caja para los datos en el Nivel 5, el nivel de ocupacin ms temprano. Keegan (1992: 126) sostiene que el cangrejo de tierra y

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    la iguana conformaron aproximadamente el 75% de la dieta terrestre Lucaya. Por medio de restos arqueolgicos se ha demostrado que en las Antillas los cangrejos de tierra fueron intensivamente cosechados (Newsom y Wing 2004: 196), sobre todo durante el perodo Saladoide (ca. 500 aC-600 dC) (Keegan 2000). Hill (2001: 6) nos da una idea de la intensidad de esta explotacin del cangrejo en tiempos modernos: En toda las Bahamas y el Caribe, el Cardisoma guanhumi es inten-sivamente explotado como recurso alimenticio. Los pescadores de cangrejos en entornos naturales [] han relatado que no menos de 400 cangrejos por persona por noche pueden ser recolectados aun durante los meses de ms baja captura. Como resultado de este uso intensivo del cangrejo en tiempos precolombinos, el tamao de los cangrejos disminuy a travs del tiempo, y estas criaturas se con-virtieron en un bien escaso en los depsitos tardos post-Saladoides (Newsom y Wing 2004: 196). Por ejemplo, Quitmyer (2003: 152) anota que la abundancia re-lativa de cangrejos de tierra disminuye con el tiempo en el sitio de Baha Canela, San Juan, Islas Vrgenes.

    De hecho, al graficar los valores para la cantidad y los datos de peso para el cangrejo en los depsitos del sitio Lago Norte de Storr, la misma historia aparece: tanto la cantidad como el peso de los depsitos de cangrejo disminuyen conside-rablemente con el paso del tiempo (ver las figuras 10 y 11). Una prueba probabi-lstica de proporciones con distribucin Poisson arroja un valor de p = 0.000 en ambos casos; el anlisis de correlacin lineal de la cantidad de cangrejo y datos de peso tambin indica una disminucin muy significativa a travs del tiempo (cantidad de cangrejo: r de Pearson = .901, r2 = .812, p = .037; peso de cangrejo: r de Pearson = .953, r2 = .909, p = .012). A lo largo del tiempo este patrn de escasez creciente de cangrejos de tierra se repite a travs del Caribe y las Antillas (por ejemplo, Serrand 2002).

    El impacto de la poblacin Lucaya sobre el ambiente de las Bahamas no se limita a la fauna invertebrada y vertebrada. En efecto, el impacto sobre la vegeta-cin es una cuestin que, aunque slo ha comenzado a estudiarse recientemente (Kjellmark 1996; Winter 1987), ya arroja resultados importantes. Tal es el caso de los estudios de columnas de polen previamente tomadas en San Salvador (Jones 1997; Pacheco y Foradas 1987) y en la isla de Andros (Kjellmark 1996), las cuales indican que la poblacin Lucaya alter considerablemente la vegetacin de las islas por medio de la horticultura de tala y quema (Kjellmark 1996; Winter 1987) y el cultivo de varias plantas, como la mandioca (Manihot), otros tubrculos (por ejemplo, Xanthosoma), y hasta maz, en tiempos relativamente tempranos (desde por lo menos el ao 700 dC) (Berman y Pearsall 2005).

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    Figura 10. Disminucin significativa en la cantidad de restos de cangrejos, Niveles 5-1, en el sitio Lago Norte de Storr (prueba probabilstica de proporciones con distribucin Poisson, p = 0.000; r de Pearson = -.901, r2 = -.812, p = .037)

    Figura 11. Disminucin significativa del peso de los restos de cangrejos, Niveles 5-1, en el sitio Lago Norte de Storr (prueba probabilstica de proporciones con distribucin Poisson, p = 0.000; r de Pearson = -.953, r2 = -.909, p = .012)

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    Winter (1987: 314) se haba ya referido a estos cambios en San Salvador, cuando se preguntaba por el desconocimiento de la cantidad de bosque de hoja perenne primitivo que habra sido devastado con el mtodo de la tala y quema, transformaciones que Berman y Pearsall (2000: 235) sealan como evidentes en todo el Caribe y que Pacheco y Foradas (1987: 115) claramente documentaron. Este perodo de devastacin masiva puede representar los efectos de prcticas agrcolas aborgenes, como lo indican tambin los resultados de otra columna de polen tomada en el Lago Norte de Storr en 1997 y reportada por Jones (1997). La zona ms baja de la columna (alrededor de 30-25 cm de profundidad de la colum-na) es descrita como un ambiente poco alterado por la gente. Aqu se encuentran cantidades grandes de polen Combretaceae (mangle blanco), probablemente polen de Conocarpus y Arecaceae (palma). Especies de ambientes intervenidos, inclui-das Borreria, Cheno-Ams, Poaceae y otras malezas, no estn bien representadas en la muestra de 30 cm (Jones 1997). En la zona media de la columna (25-15 cm de profundidad), hay una disminucin dramtica tanto en palma como en polen Combretaceae, con un aumento correspondiente de Cheno-Ams y polen de pasto. Hay tambin un aumento dramtico en la cantidad de fragmentos de carbn en este tiempo, sugiriendo la apertura de grandes reas de bosque o deforestacin (Jones 1997). Esta deforestacin se correlaciona temporalmente bien con la poca de la ocupacin Lucaya de San Salvador. Los anlisis de polen en sedimentos de un agujero azul en la isla Andros, hechos por Kjellmark (1996), tambin indican deforestacin significativa y quema de la vegetacin por indgenas Lucayos du-rante el perodo 1210 (o antes) a 1520 dC. Las pruebas presentadas anteriormente sugieren altos impactos en los ambientes martimos y terrestres de las Bahamas por accin de los Lucayos, comenzando en el momento mismo en que se dio la colonizacin inicial hasta su desaparicin, a principios del siglo XVI.

    El final de la cultura Lucaya. En San Salvador hay evidencia de una pros-peridad de la cultura Lucaya, que dur desde la colonizacin inicial de la isla alrededor del ao 700 dC hasta la llegada de Coln en 1492, o quizs unas d-cadas ms tarde. Un hallazgo reciente de un tipo de punta de proyectil antes no registrado, la denominada Punta Pentagonal de Barker (Blick 2005), sugiere que los Lucayos de San Salvador usaron puntas de proyectil hechas en concha (entre otras cosas) como puntas de lanza para la pesca u otros mtodos de extraccin de recursos. La punta de proyectil en concha est fechada alrededor de 143837 dC (UGAMS-00836) y est asociada con un basurero de caracoles reina (Strombus gigas) en el conchero de Punta de Barker (ver la figura 7), fechado en 144834 dC (AA-51432) (Blick 2005). Basados en el Diario de Coln, es muy probable que l haya pasado por la Punta de Barker durante sus dos das de reconocimiento en San Salvador (Fuson 1987; Keegan 1992: 187, 188, mapa 8.2), cuando registr

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    aproximadamente tres pueblos indios en la costa noroeste de la isla. Los rangos combinados de las fechas de radiocarbono tanto para la punta de proyectil como para el basurero de conchas indican que el sitio de Punta de Barker fue utilizado entre 1380-1510 dC, siendo posible que Coln pudiera haber visto el sitio en uso cuando naveg por esta zona. Es tambin probable, basado en estos datos, que Coln hubiera visto, tal como lo registr en su diario, el uso de las puntas de proyectil de concha como puntas de lanza: Sus lanzas son hechas de madera, a la cual ellos atan un diente de pescado al final, o alguna otra cosa puntiaguda (Coln, en Fuson 1987: 76). Coln document una cultura funcional y vital cuan-do naveg por las Bahamas durante aquellas dos semanas profticas de octubre de 1492. Sus aproximadamente 12 pginas de documentacin en cuanto a las costumbres, alojamiento, ropa, comida, etc., de los Lucayos son el nico registro etnohistrico contemporneo que tenemos de esta cultura Lucaya de las Bahamas (Keegan 1992, 1997). Lamentablemente, la cultura Lucaya de las Bahamas deba de tener no ms que tres o cuatro dcadas de existencia antes de ser terminada por enfermedad, migracin forzada, trabajo forzado y extincin eventual en manos de los espaoles. Dataciones recientes por AMS de muestras de carbn de lea del si-tio Lago Norte de Storr sugieren la posible supervivencia Lucaya en San Salvador aun quizs hasta 153437 dC (Blick, Creighton y Murphy 2006).

    Las estimaciones demogrficas para los Lucayos de las Bahamas general-mente oscilan entre 40.000 y 80.000 personas (Keegan 1992, 1997). Registros de barcos espaoles para el trfico de esclavos muestran que ms de 40.000 hombres y mujeres Lucayos de las Bahamas fueron llevados, sobre todo entre los aos 1509-1512 (Sauer 1966: 160), para trabajar o explotar minas de oro en las grandes plantaciones de las Antillas Mayores. La estimacin de 40.000 personas, por lo tanto, parece ser un clculo mnimo para la poblacin de las Bahamas. Se sabe tambin que otros Lucayos fueron tomados en cautiverio, para la pesca de perlas cerca de la isla Margarita, Venezuela, para enriquecer las arcas espaolas. Mis propios estimativos demogrficos sobre las Bahamas estn basados en el rea de tierra, el promedio de personas por kilmetro cuadrado que podra ser soportado por la agricultura de cultivo de races y el nmero de sitios arqueolgicos cono-cidos en la regin. En el archipilago de las Bahamas hay aproximadamente 390 sitios de vivienda al aire libre y 111 sitios de cuevas en un rea de 14.183 km (Keegan 1997: 33, Mesa 3.1). Segn Rouse (1992: 17-18), los pueblos en las Ba-hamas eran pequeos, con aproximadamente 120-225 personas ocupando entre 12-15 casas por pueblo (el nmero de casas se tom del Diario de Coln). En la isla de San Salvador hay aproximadamente 32 sitios de vivienda al aire libre y 13 sitios de cuevas en 163 km (Keegan 1997: 33, Mesa 3.1). Esto implica que San Salvador habra tenido una poblacin precolombina de entre 535-1.008 personas,

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    un rango muy cercano al de la poblacin moderna. Si cada sitio de vivienda al aire libre en las Bahamas representa un pequeo pueblo, entonces la poblacin total del archipilago de las Bahamas habra sido de 46.800-87.750 personas (cifras que coinciden con otras fuentes histricas, as como con estimativos de otros investi-gadores). Esto equivale a una densidad de entre 3,28 a 6,18 personas por km, un rango bastante tpico para pueblos hortcolas (Wilson 1999). Independientemente del nmero de habitantes en la poca precolombina en las Bahamas, prctica-mente toda la poblacin desapareci hacia 1513, en un genocidio de proporciones masivas. En 1513, Juan Ponce de Len, el explorador espaol y antiguo adelanta-do de Puerto Rico, naveg a lo largo de la franja este de las Bahamas, haciendo paradas en tierra en varias islas, incluidas las Turcas y Caicos, Cayo Ron y San Salvador, entre otras, en su camino hacia el norte de Florida (Keegan 1992: 222-223). Para estas fechas, era obligacin que las campaas espaolas para obtencin de esclavos buscaran otras tierras e indios para capturar lejos, al norte, en Florida. En palabras de Carl O. Sauer (1966: 160), las islas Lucayas [Bahamas] fueron la primera parte del Nuevo Mundo en desplomarse totalmente, para lo cual la fecha de 1513 parece aceptable. La cultura Lucaya, habiendo prosperado en las Baha-mas durante aproximadamente 800 aos, haba sido destruida para siempre.

    El futuro de la arqueologa en el Caribe y las Bahamas visto desde San Salvador

    El futuro de la arqueologa en el Caribe y las Bahamas estar dirigido por dos fuerzas principales: 1) desarrollo del suelo y la necesidad de programas de ar-queologa preventiva, y 2) el reconocimiento creciente de la importancia de la arqueologa ambiental y su papel en el reconocimiento de patrones prehistricos de alteracin humana de los ecosistemas.

    El desarrollo inmobiliario, debido al crecimiento demogrfico y al turismo, y la construccin de infraestructura que ello conlleva han generado una gran demanda de programas de arqueologa preventiva (manejo de recursos culturales) en la regin Caribe, sobre todo en reas como Puerto Rico, las Islas Vrgenes, Cuba, las Bahamas, Saint Kitts, Nevis, y muchos sitios ms. Segn Blouet (2006: 315), las islas caribes afrontan una severa presin demogrfica en relacin con sus recursos [] La relacin de densidad de poblacin frente a tierra cultivable es la ms alta en las Amricas. Algunas islas como Hait y Repblica Domini-cana presentan altas tasas de aumento natural del 1,9 por ciento al ao, mientras que las Bahamas tienen una tasa de crecimiento natural de 1,3 por ciento al ao (Blouet 2006: 315-316, tabla 10.5). Barbados, por ejemplo, tiene la densidad de poblacin ms alta en el Caribe, aunque su tasa natural de crecimiento est en-

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    tre las ms bajas de la regin (Blouet 2006). En el Caribe, el aumento esperado de unos siete millones de personas entre 2005-2025 (Blouet 2006), en combi-nacin con las presiones inmobiliarias para la construccin de infraestructura e instalaciones tursticas, sin duda crear muchas oportunidades novedosas para la arqueologa preventiva y el manejo de recursos culturales, siempre y cuando las administraciones municipales pongan en prctica y hagan cumplir la legislacin sobre la preservacin ambiental e histrica, con el fin de proteger los patrimonios ecolgicos e histricos de sus pases. Lamentablemente, este tipo de legislacin est dbilmente desarrollada en la mayor parte del Caribe, y las leyes, donde en efecto existen, a menudo no se hacen cumplir o son fcilmente malinterpretadas o modificadas para favorecer intereses privados. Debido a la debilidad de los gobiernos, al rpido crecimiento y desarrollo demogrfico, a la corrupcin y a las grandes cantidades de dinero involucradas en este tipo de obras de desarrollo inmobiliario, es probable que muchos sitios arqueolgicos importantes en el Cari-be y las Bahamas resulten destruidos en los aos y dcadas venideros. La isla de San Salvador ha visto crecer la presin urbanstica desde finales de los aos 1990 hasta el presente.

    La arqueologa ambiental, y su capacidad para revelar las alteraciones de los ecosistemas en tiempos prehispnicos, debido a las acciones humanas en el Cari-be, ha surgido ahora como un rea de investigacin por derecho propio. Las inves-tigaciones arqueolgicas en el Caribe y las Bahamas tienen gran potencial para ilustrar el curso de la llegada humana a las diferentes islas, la subsiguiente explo-tacin humana de diversos recursos en estas islas y las consecuencias de la altera-cin humana tanto de ecosistemas terrestres como martimos. La mayor parte de esta investigacin ha sido resumida recientemente por Newsom y Wing (2004). Las investigaciones an en curso en San Salvador de Berman y Pearsall (2000, 2005, 2006) han proporcionado informacin crtica sobre los usos de plantas en tiempos prehistricos, prcticas hortcolas, y la cronologa de la introduccin de la agricultura del maz en el rea, mediante el examen de residuos de carbn de lea, fitolitos y almidones. Las investigaciones recientes sobre restos de fauna de Blick (2006a, 2006b, 2007; Blick y Kjellmark 2006; Blick y Murphy 2005) y Carlson (1999; Carlson y Keegan 2004) han revelado fuertes pruebas de la disminucin de recursos terrestres y martimos en el archipilago de las Bahamas en los aos 700-1500 dC. Por ejemplo, el anlisis de fauna de Carlson (1999) sobre la tortuga de mar en el sitio Coralie en la Gran Turca ha mostrado una convincente disminu-cin en la abundancia y el tamao de los restos de esta especie. Otro trabajo en las Antillas Menores (Steadman y Stokes 2002; Wing 2001; Wing y Wing 2001) ha revelado informacin significativa sobre la sobreexplotacin prehistrica de re-cursos y la reduccin de la biodiversidad, que parece ser un tema que se repite en

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    todo el Caribe. La demostracin de la disminucin de la abundancia o tamao de los recursos a travs del tiempo es un aporte importante, con implicaciones para evaluar el impacto que tuvieron pequeas poblaciones humanas sobre los recur-sos isleos en el pasado precolombino (Blick 2007). Muchos sitios a lo largo del Caribe y las Bahamas son muy valiosos para futuras investigaciones de patrones de subsistencia en la poca precolombina y para monitorear los cambios de stos en el tiempo. ste es un tema de investigacin floreciente para la arqueologa del Caribe, en la cual los sitios arqueolgicos de las Bahamas y, especialmente, San Salvador pueden contribuir de manera relevante. La pregunta ahora es: podre-mos investigarlos adecuadamente para conocer cmo fue la adaptacin humana al ambiente Caribe en el pasado, y derivar elementos sobre la adaptacin humana a los ecosistemas isleos en el futuro, antes que los programas de desarrollo social, econmico y turstico indebidamente ejecutados los destruyan?

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    Blick, Jeffrey P., Amber Creighton y Betsy Murphy

    2006 Report on the 2006 Archaeological Investigations at the North Storrs Lake Site (SS-4), San Salvador, Bahamas: Stratigraphic Excavations & The Role of the Sea Turtle in Lucayan Subsistence. Reporte de investigacin presenta-do al Gerace Research Center, San Salvador, Bahamas. Noviembre de 2006.

    Blouet, Olwyn M.

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    1999 Aftermath of a Feast: Human Colonization of the Southern Bahamian Ar-chipelago and Its Effect on the Indigenous