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Segunda etapa: recría, del destete al primer servicio | 35 |

Segunda etapa: recría, del destete al primer servicio

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Segunda etapa: recría,del destete al primer servicio

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Al producirse la separación de lasterneras de sus madres se inicia elproceso de recría de las vaquillo-

nas, en el transcurso del cual el creci-miento de los animales debe darse de talmanera que no afecte el tamaño adulto,según las características genéticas delbiotipo regional. Tiene que evitarse larestricción alimenticia y la pérdida depeso durante este período. El desarrollohormonal debe acompañar al crecimien-to, alcanzando el animal su madurezsexual en forma armónica con el tamañoestructural y peso.

A todos los fines se entenderá que elproceso de recría deberá comenzar conterneras de 140 a 160 kg de peso, desdelos cinco meses de edad. Esta referenciase establece como indicador de base,debido a que es necesario considerar larelación peso / edad como condiciónnecesaria para ser un vientre potencial.Pesos menores a esa edad indicarán defi-ciencias alimenticias en el proceso decría, que afectarán el futuro comporta-miento reproductivo del animal.

Una vez destetadas, durante la etapa derecría, se pueden diferenciar cuatro subpe-riodos en función de las variaciones climá-ticas, que no siempre concuerdan con lasestaciones del año.

A.- Subperíodo “primer otoño”: entre eldestete y el “primer invierno”

A partir del destete, el desarrollo quealcancen las terneras de recría depende-rá de la alimentación que se les ofrezca.En sistemas pastoriles, esta se encuentravinculada directamente a la disponibili-dad y, sobre todo, a la calidad de las pas-turas y la suplementación que se decidautilizar.

Esta situación es extremadamentevariable dado que la oferta de forraje, tantoen calidad como en cantidad, depende delas condiciones climáticas de cada año enparticular.

Las variaciones de tiempo entre el destetey las primeras heladas

Desde el destete hasta las primerasheladas, las terneras tienen a su disposi-

Segunda etapa: recría,del destete al primerservicio

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ción pastos de similar calidad que aquellosque pastoreaban mientras se encontrabancon sus madres. A partir del momento enque las bajas temperaturas comienzan aocurrir sistemáticamente, la calidad de lasforrajeras decae sustancialmente. Por ello,es sumamente importante que durante esteperíodo, las terneras de recría aumenten lamayor cantidad de peso posible, para quepuedan superar el primer invierno sin afec-tar su desarrollo.

La planificación y previsión en el usode los recursos forrajeros son las herra-mientas que deben utilizarse para asegu-rar el crecimiento y desarrollo de las ter-neras en sus primeros meses pos-destete.

Para este período conviene reservar unpotrero, a partir de enero o febrero, conbuena disponibilidad de pastura, prefe-rentemente sin encañar, y hacer pastore-ar a la crías con cargas relativamentebajas, para permitir la selección y mejo-rar de esta manera el valor nutritivo de laingesta, utilizando asignaciones de hastatres veces el consumo voluntario por día.Ejemplo: una ternera de recría de 200 kgde peso vivo, que tiene un consumovoluntario óptimo de 6 kg./cab./ día demateria seca (MS), deberá contar conuna asignación diaria de forraje de 18kg/día de MS.

La Figura 7 a y b se muestra terneras

Figura 7. a y b. Terneras destetadas en febrero de 2008, pastoreando Gatton panic en abril del mismo año.

Cría y recría de vaquillonas sobre pastos tropicales en el noroeste santiagueño: ocho años de estudio de caso

a)

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destetadas en un potrero con Panicummaximun cv. Gatton panic reservadopara iniciar la recría de la reposición.

La ganancia de peso durante el períodootoñal se relaciona directamente con elincremento diario de peso y el tiempo quetranscurra entre el destete y el inicio de lapérdida de calidad de las forrajeras.

Con fines prácticos se consideró el 21 dejunio como fecha de terminación del perío-do otoñal, aunque las bajas temperaturas,condicionantes de la pérdida de calidad yde la paralización del rebrote de las pastu-ras, ocurrieran en fechas anteriores o pos-teriores. Se toma dicha fecha porque escoincidente con las pesadas de control que

se realizan anualmente en los estableci-mientos para el cierre del ejercicio anual.Los kilogramos que se logren durante elperiodo otoñal, dependerán de los díastranscurridos entre el destete y el 21 dejunio, como así también del aumento mediodiario (directamente influenciado por lacalidad de la alimentación).

Durante el tiempo que se realizó el estu-dio, las fechas de destete se modificaroncomo parte de las estrategias de manejo, deacuerdo a los cálculos sobre la disponibili-dad de pasturas, ajustados de acuerdo a lasprecipitaciones de primavera y verano. Aconsecuencia de esto, el lapso entre el des-tete y el inicio del período invernal tuvo

b)

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una variación importante (23%) a través delos años analizados, lo cual influyó en lasdiferencias en kilogramos ganados en elperíodo otoñal.

Las variaciones de aumento medio diario(AMD) entre el destete y las primerasheladas

Como puede observarse en la Figura 8,la variabilidad del incremento diario depeso es alta (53%). Esto puede ser atribui-ble a diversos factores, tales como: manejodel pastoreo, permanencia de los lotes dehacienda en los potreros, estado de las pas-turas a la entrada y/o salida del pastoreo,pérdida de calidad de los pastos hacia finesdel otoño, etc.

El peso al momento del destete, el AMDy la longitud del “período otoñal” determi-nan el estado y desarrollo de las terneras al

enfrentarse al primer invierno, en el cual laoferta forrajera se compone de diferidos debaja calidad y digestibilidad.

La variabilidad observada en esta etapade la recría previene sobre la necesidad deplanificar cuidadosamente la alimentacióndurante este período post destete. Losrequerimientos son altos, básicamente entérminos de proteínas, y los recursoscomienzan a declinar en cuanto a su cali-dad. No es aceptable bajo ningún conceptosometer las terneras recién destetadas apérdidas de peso, ni arriesgar su llegada alinvierno con pesos menores al de destete.

El peso promedio con que las ternerasde recría llegaron al comienzo del inviernoen los ocho años analizados fue estable:205±10 kg/cab. Sin embargo, y como resul-tado de la aplicación del destete secuen-cial, los días que transcurrieron entre el

Figura 8. Promedio de ocho años de aumento medio diario (AMD) de terneras de recría entre el destete y fines dejunio.

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Tabla 7.Aumento medio diario (AMD) durante el “primer otoño” en terneras destetadas. Isca Yacu, Santiagodel Estero.

**Peso adulto de las vacas pertenecientes al rodeo estudiado, coincidente con lo propuesto por Sampedro(2007) y López Valiente et al. (2007).

destete de cada camada y el 21 de junioregistraron una variabilidad del 23%.

La atención debe focalizarse en el incre-mento de peso diario que obtuvieron enpromedio las terneras de recría(0,254±0,120 kg/cab./día), puesto que laalta variabilidad (46%) registrada debe evi-tarse mediante el uso estratégico de losrecursos forrajeros.

En la Tabla 7 se exponen los resultadosque se obtuvieron en los períodos otoñales delos ocho años analizados. Pueden observarselas importantes diferencias en lo que respec-ta a aumento de peso diario, longitud del“otoño” y kilogramos ganados en el período.

Lo que el productor debe buscar es quelas terneras lleguen con el mayor peso posi-

ble al comienzo de su primer invierno. Estose consigue partiendo de un peso al destetede 170 kg, y un adecuado incremento depeso en los primeros meses pos-destete: 0,35kg/cab./día, asegurándoles cantidad de pastode calidad durante el primer otoño.

Se considera que una ternera de recríadebería pesar por lo menos 200 kg y teneruna condición corporal de 5 (según esca-la de 1 a 9) para continuar su recría sobrebase de diferidos, eventualmente con unmínimo de suplementación, requisito quecumplieron las terneras en todos los añosestudiados. Lo que debería evitarse sonlas grandes variaciones de los AMD, conlo cual mejoraría el estado corporal conque las terneras de recría empiezan su

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primer invierno.B.- Subperíodo “primer invierno”

El “primer invierno” puede definirsecomo el periodo que ofrece la menor cali-dad en las pasturas que se destinan a lasterneras en recría. Comienza con las bajastemperaturas de fines de otoño y se prolon-ga hasta mediados o fin de la estación deprimavera, cuando las pasturas rebrotandebido al aumento de temperatura y la ocu-rrencia de precipitaciones. Debido almanejo previo de la defoliación (pastoreo ocorte) y especie y/o cultivar, las forrajerasllegan en diferentes estados a la épocainvernal, pero son las condiciones climáti-

cas, especialmente las bajas temperaturas,las que determinan la baja a muy baja cali-dad de la oferta. Esta limitada disponibili-dad de alimento influye directamente en elpeso en las vaquillonas, que difícilmentepuede incrementarse.

No hay una fecha fija que marque el ini-cio del “primer invierno”. Por ejemplo, enlas Figuras 9 a y b se muestran dos situa-ciones diferentes: en la Figura 9 a, seobserva un lote de vaquillonas (junio de2007) que pastorean Grama rhodes cvKatambora diferida desde el verano, total-mente madura y de baja calidad; en laFigura 9 b, las vaquillonas (junio de 2008)

Figura 9. a. Vaquillonas iniciando su “primer invierno” junio de 2007, en Grama rhodes cv Katambora.

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pastorean Gatton panic de mejor calidad.A partir de julio las diferencias desapa-

recen, tal como se muestra en las Figuras10 y 11. Las bajas temperaturas y las hela-das ocasionan que las pasturas que hansido diferidas disminuyan sustancialmentesu calidad (digestibilidad y proteína bruta),aunque mantengan una alta proporción dehojas en las plantas.

Las vaquillonas aumentaron en prome-dio 0,240±0,087 kg/cab./día entre fines dejunio y fines de noviembre, fechas prome-dio que por decisión empresarial se dispu-sieron para las pesadas de control. Se tratade un lapso en el que claramente se dife-

rencian dos períodos: el primero de ellos,que se extendería hasta fines de septiem-bre, se caracteriza por la baja calidad de laoferta del forraje, la cual puede dar comoresultados, la pérdida de peso en las terne-ras (Stahringer et al., 2003; Ricci et al.,2000), bajas ganancias (Sanpedro et al.,2000) o AMD moderados (Balbuena, 2003).Debido a ello, es posible afirmar que lamayor proporción de los 38±15 kg/vaq. queaumentaron durante esta etapa de la recríafueron logrados en el segundo período, apartir del rebrote de las pasturas en octu-bre, cuando mejora sensiblemente la ofertade calidad.

Figura 9.b. Vaquillonas iniciando su “primer invierno” en junio de 2008, en Gatton panic.

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En la Tabla 8 se muestran los resultadosde aumento medio diario de peso en vaqui-llonas que se obtuvo durante el primerinvierno de los ocho años analizados.

El peso con que las vaquillonas llega-ron a la salida de primavera fue 243±24kg/cab., siendo este función del peso quetenían al inicio del invierno y de la canti-

dad de kilogramos logrados durante elperíodo inverno-primaveral (38±15kg/cab.), y que a su vez dependió delincremento de peso diario que obtuvieronlas vaquillonas (0,240±0,087kg/cab./día). Como en el caso anterior(período otoñal), debe prestársele laatención que merece planificando el uso

TABLA 8.Aumento medio diario (AMD) durante el “primer invierno” en vaquillonas. Isca Yacu — Santiago delEstero.

Figura 11. Grama rhodes diferida junio 2008.Figura 10. Gatton panic diferido junio 2008.

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de los recursos forrajeros disponiblespara disminuir la gran variabilidad (36%)en el AMD.

La utilización de la suplementación esuna importante alternativa para disminuirla variabilidad en el AMD de peso de lasterneras durante el primer invierno.Sampedro et al. (2000) afirman que alcorregir la deficiencia de proteína bruta enlas pasturas diferidas con suplementos pro-teicos, se aseguran buenas ganancias depeso y que estas mejoran al incrementarsela cantidad de proteína en la suplementa-ción. Balbuena (2003) y Salado et al. (2004)lograron duplicar la ganancia de pesocuando suplementaron vaquillonas con“expeller” de algodón (0,4% del PV) ysemilla de algodón (0,7% del PV) respecti-vamente, respecto de las que no recibieronsuplemento alguno. En otra experiencia,Ricci et al. (2000) mejoraron en 200% el

AMD al suplementar con 1 kg de maíz y 0,5kg de “pellets” de harina de soja a ternerasque pastoreaban Brachiaria brizantha cvMarandú, en relación a las que no recibie-ron suplemento alguno.

En la Figura 12 se pueden observar másclaramente las fluctuaciones en el aumentodiario de peso a lo largo de los años estu-diados.

Los valores de aumento medio diario yde kilogramos ganados en los “primerosinviernos” no tuvieron la estabilidad espe-rada;la variabilidad entre años fue del 36%en el incremento de peso diario. Para dis-minuir variabilidades y dar previsibilidad alos resultados a obtenerse en los “primerosinviernos”, se tienen que considerar bási-camente dos herramientas que deben serutilizadas según las condiciones y disponi-bilidad de las pasturas: una adecuada asig-nación de forraje por animal y el uso de la

Figura 12. Promedio de seis años de aumento medio diario (AMD) de las vaquillonas durante el “primer invierno”.

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suplementación estratégica.C.- Subperíodo “período estival”

Si se realizó una recría adecuada (sin res-tricciones en la alimentación entre el destetey la finalización del primer invierno) se llegaal verano con una vaquillona de un año deedad y de aproximadamente 250 kg, quecorresponde al 56% de su peso adulto.

Las pasturas utilizadas en la región ini-cian el crecimiento a partir de la definicióndel ciclo húmedo (hacía fines de la primave-ra), concentrando su producción en verano.La alimentación de las vaquillonas en estaépoca no tendrá las limitaciones del invier-no. Prácticamente no hay restricciones depasturas de calidad; es cuando el crecimien-to de las forrajeras supera al consumo porparte de los animales. Se espera por lo tanto,que las vaquillonas tengan un importanteincremento de peso.

En la Figura 13 pueden observarse vaquillo-

nas que salen del primer invierno e inician unamejor alimentación en el transcurso del verano.

En los años analizados se lograron bue-nos aumentos de peso durante la época esti-val y una menor variabilidad entre años conrespecto al primer período invernal. Esto seve reflejado en la Tabla 9.

Al finalizar el verano (7 de marzo: fechapromedio de control de pesada), las vaquillo-nas pesaron 301±16 kg/cab., con un incre-mento de peso diario de 0,562±0,132kg/cab./día.

La factibilidad de lograr estos incremen-tos de peso durante la época de crecimientode las pasturas, ha sido corroborada por tra-bajos de investigación llevados a cabo en elnorte argentino. Estos resultados están rela-cionados con la calidad de las pasturas, lacarga animal utilizada y el manejo del pasto-reo. Por ejemplo, en un establecimiento pri-vado de la localidad de Colonia Tacuarí,

Figura 13. Vaquillonas al “comienzo del verano”.

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Chaco, las vaquillonas ganaron 0,525kg/cab./día entre octubre de 1999 y enero de2000 y desde este mes, hasta abril de 2000,aumentaron 0,398 kg/cab./día (Stahringer etal., 2003), porque al madurar la pasturanatural pierde calidad. En este mismo senti-do, Balbuena et al. (2003) opinan que es másimportante la elección de la pastura quesuplementar. Cuando las vaquillonas se ali-mentaron durante el verano con PastoEstrella, aumentaron su peso 0,620kg/cab./día, hayan recibido suplemento(carga alta) o no (carga baja). En cambio enSetaria, ganaron 0,339 kg/cab./día las decarga baja (sin suplemento) y las que tuvie-ron carga alta y fueron suplementadasaumentaron 0,472 kg/cab./día.

En la EEA (INTA) Colonia Benítez(Balbuena et al., 2003), no se encontrarondiferencias de incremento de peso durante laépoca estival (5 de enero a 2 de abril de2002) entre vaquillonas suplementadas y tes-

tigos, a una misma carga. Se encontrarondiferencias cuando se evaluó el incrementode peso en vaquillonas que no habían tenidoun buen desempeño durante la época inver-nal. Sampedro et al. (2000) encontraronganancias diferenciales, entre septiembre yfebrero, cuando las vaquillonas tuvieron dis-tintas ganancias durante el invierno, en cam-bio Ricci et al. (2000) no encontraron diferen-cias en los AMD (0,550 kg/cab./día de pro-medio) en las vaquillonas durante el verano,hayan sido o no suplementadas en el invier-no anterior o hayan ganado o perdido pesoen ese período.

De las experiencias en investigaciónsurge la factibilidad de esperar aumentos depeso de entre 0,500 kg/cab./día y 0,600kg/cab./día, en la medida en que se tenga encuenta lo expresado: estado fenológico ycalidad de las pasturas, carga animal y asig-nación de forraje y el manejo del pastoreo. Esdecir una adecuada asignación y manejo de

Tabla 9. Aumento medio diario (AMD) en vaquillonas durante el período estival. Isca Yacu, Santiago del Estero.

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los recursos forrajeros. La sola llegada delverano con las lluvias, no garantiza elaumento de peso de las vaquillonas.

Si bien se obtuvieron en promedio bue-nos aumentos diarios de peso, la variabilidadentre años fue de 24%, como puede observar-se en la Figura 14. Esta variabilidad, mode-rada respecto a otros períodos (otoño einvierno), puede dismunirse en esta épocadel año (verano) mediante la planificaciónpara un manejo racional de pasturas y la uti-lización de tecnologías pertinentes.

Es durante el verano que pueden corregirselas deficiencias en alimentación de períodosanteriores, por cuanto es en este período cuandose produce la mayor tasa de crecimiento de laspasturas tropicales. Mediante la asignación deforraje de calidad y el manejo del pastoreo, sepueden lograr en esta etapa de la recría, vaqui-llonas que tengan entre el 60% y 70% del pesoadulto, garantizando el buen desarrollo de las

mismas. D.- Subperíodo “segundo otoño”

El “segundo otoño” es la última oportu-nidad que tienen las vaquillonas de consu-mir pasturas de calidad antes de entrar alinvierno. Por ello, se hace importantemanejar lo mejor posible los recursos forra-jeros disponibles y asegurar que los anima-les lleguen en condiciones óptimas al iniciodel “segundo invierno”, ya que duranteeste período se pueden esperar ya seaaumentos de peso moderados (0,280kg/cab./día) (Rochinotti y Balbuena, 2003),si el pasto ofrecido es adecuado y de ciertacalidad, o pérdidas de peso (-0,070kg/cab./día) (Ricci et al., 2000), si la forraje-ra ofrecida es de baja calidad y no se sumi-nistra suplementación.

Algunos autores, respaldados por traba-jos experimentales (Sampedro, 2007 yStahringer y Mastandrea, 2000), aconsejan

Figura 14. Promedio de cinco años aumento medio diario (AMD) de las vaquillonas durante el “período estival”.

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que las vaquillonas lleguen al servicio con75% del peso adulto, con lo que se garanti-zaría un correcto desarrollo y una buenapreñez, ya que el peso está relacionado conla madurez genital.

En el establecimiento de estudio, el pesoadulto promedio de las vacas fue calculadoen 450 kg, a partir del peso de venta a carni-cerías de 870 vacas adultas durante seisaños, valor que coincide con estudios reali-zado por Sampedro (2007) y López Valienteet al. (2007) para vientres Bradford.

Puesto que se recomienda adelantar elservicio a las vaquillonas respecto de lafecha utilizada para el resto del rodeo parafacilitar la recuperación de estas despuésdel parto (Holgado, 2002 y Sampedro et al.,2002) y, que al integrarse con el resto de losvientres en el segundo servicio, además deencontrarse en buen estado corporal esténciclando normalmente, el primer entore de

las vaquillonas se lleva a cabo en el mes deseptiembre. En este momento deben pesar340 kg aproximadamente (75% del pesoadulto), para lo cual es necesario quedurante el “segundo otoño”, los futurosvientres tengan un incremento de 30 a 40kg no puede esperarse que se produzcaeste aumento de peso durante el “segundoinvierno”.

En los ocho años analizados, las vaqui-llonas lograron un promedio de 338 kg alfinalizar el “segundo otoño”; es decir, lle-garon al 75% del peso de las vacas adultas,lográndose el peso objetivo a principios delinvierno y tres meses antes del inicio delservicio, como se lo muestra en la Tabla 10.

En las Figuras 15 A y B se puede observarel buen estado en que las vaquillonas llega-ron a junio de 2007, cuando ya había helado,y a junio de 2008 antes de las heladas.

Es en esta etapa de la recría cuando el

Tabla 10. Aumento medio diario (AMD) en vaquillonas, en el “segundo otoño”. Isca Yacu, Santiago del Estero.

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Figura 15. Vaquillonas iniciando su “segundo invierno”: a) junio de 2007 sobre Gatton panic; b) junio de 2008 sobreBuffel.

b)

a)

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AMD entre años tuvo la menor variabili-dad; no superó el 18% debido a la selecciónque se fue realizando durante el proceso ya que el forraje ofrecido se adecuaba más alos requerimientos de la categoría de másedad. Esto permitió que las vaquillonas lle-garan adecuadamente al entore.

En la Figura 16 se puede observar losaumentos de peso promedio que tuvieronlas vaquillonas durante el segundo otoñoen los años que se realizó el seguimiento.

Análisis global de la recría de vaquillonaentre el destete y el primer servicio

Al examinar los resultados parciales yfinales de los ocho años de recría de vaqui-llonas, surge claramente que es en las pri-meras etapas donde hay que prestar mayoratención, puesto que es cuando más varia-bilidad entre años se encontró en el incre-

mento de peso diario, como puede obser-varse en la Figura 17.

Desde el destete hasta fines del primerotoño, el AMD tuvo una variabilidad de46%. En el segundo período (fines de otoñoa fines de primavera), esta bajó a 36%. Enla siguiente etapa (fines de primavera afines de verano), la variación disminuyó a24% y en la última (fines del verano a finesdel segundo otoño) a 18%.

Si bien la disparidad en el incremento depeso en cada período entre años fue impor-tante, sobre todo en las primeras etapas de larecría, el promedio de peso de las vaquillo-nas en los momentos de las pesadas confor-maron las expectativas con respecto al buencrecimiento y desarrollo que deben tener losfuturos vientres que integrarán el rodeo. Lavariabilidad que se obtuvo en los ocho añosestudiados se ve ilustrada en la Figura 18;

Figura 16. Promedio de cinco años del aumento medio diario (AMD) de vaquillonas durante el “segundo otoño”.

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esta variabilidad se debió a las prácticas demanejo que se implementaron para llegar alcomienzo del entore con vaquillonas aptasreproductivamente.

La Figura 19 muestra las vaquillonasrecriadas en la región al primer entore,en el inicio de su rol como reproductoras,con el desarrollo y estado adecuado.

Figura 18. Promedio de peso vivo y variabilidad en vaquillonas recriadas durante ocho años de recría. Isca Yacu,Santiago del Estero.

Figura 17. Promedio y variabilidad del incremento de peso (AMD) durante los cuatro periodos en la recría de vaqui-llonas. Isca Yacu, Santiago del Estero.

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Figura 19. Junio de 2008, vaquillonas tres meses antes del inicio del servicio.

REFLEXIONES:En los ocho años en que se realizó el

seguimiento, las terneras fueron desteta-das con un promedio de 177±14 kg (39%del peso de la vaca adulta) y al terminarlos 16 meses de recría, llegaron a pesar335±17 kg (74% del peso de la vaca adul-ta); es decir que durante todo el proceso,ganaron 158 kg/vaquillona.

Sin embargo, al analizar cada períodode la recría surge como problema a resol-ver la gran variación entre años que sedio en el aumento diario de peso, sobretodo en las primeras etapas, cuando másatención necesitan estos animales.

En planteos futuros, debe contrarres-tarse la gran variabilidad que se produjoen el aumento diario de peso durante el“primer otoño e invierno”, por tratarse de

una categoría sensible a las restricciones.Para ello, es conveniente plantearse metasconcretas y posibles de cumplir (AMD de0,3 kg/cab. durante el “primer otoño”, porejemplo). La elección de los potreros endonde permanecerán las terneras despuésdel destete, que deberán tener suficientedisponibilidad de pasturas con la calidadque requiere esta categoría y el manejo dela carga y el pastoreo, son algunas de lasestrategias que deben aplicarse para mini-mizar los efectos que puede producir lagran variabilidad de las precipitaciones,normales en la región.

El efecto que produce la gran variabi-lidad de las precipitaciones, sobre todolas de primavera, que afecta el creci-miento de las forrajeras, y las bajas tem-peraturas que pueden adelantarse o atra-

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sarse respecto al invierno del calendario(anulando el rebrote y reduciendo la cali-dad de las pasturas), son factores quedeben ser atenuados mediante la planifi-

cación en la utilización de los recursosforrajeros, sacándole el máximo provechosegún la potencialidad que las pasturaspresenten en cada estación del año.

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