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Secuencia. Revista de historia y ciencias sociales ISSN: 0186-0348 [email protected] Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora México San Miguel, Pedro L. Mito e historia en la épica campesina: John Womack y la revolución mexicana Secuencia. Revista de historia y ciencias sociales, núm. 76, enero-abril, 2010, pp. 133-156 Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora Distrito Federal, México Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=319127434006 Cómo citar el artículo Número completo Más información del artículo Página de la revista en redalyc.org Sistema de Información Científica Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Secuencia. Revista de historia y ciencias

sociales

ISSN: 0186-0348

[email protected]

Instituto de Investigaciones Dr. José María

Luis Mora

México

San Miguel, Pedro L.

Mito e historia en la épica campesina: John Womack y la revolución mexicana

Secuencia. Revista de historia y ciencias sociales, núm. 76, enero-abril, 2010, pp. 133-156

Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora

Distrito Federal, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=319127434006

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Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Pedro L. San Miguel

Obtuvo un doctorado en Historia de América Latina en la Columbia University (1987) y es cate­drático (profesor titular) en el Departamento de Historia de la Universidad de Puerto Rico, recintode Río Piedras. Ha publicado varios libros, entre ellos, Los campesinos del Cibao: economía de mercadoy transformación agraria en la República Dominicana, 1880-1960 (1997), La isla imaginada: historia,identidady utopía en La Española (1997, 2a. ed., 2008, y ed. en inglés, 2005), y Los desvaríos de TiNoel: ensayos sobre la producción del saber en elCaribe (2004). Actualmente estudia las representacio­nes de América Latina (con énfasis en México y el Caribe) en la historiografía de Estados Unidos.

Resumen

En este artículo se efectúa una reflexión en tornoa la obra Zapata and the Mexican Revolution delhistoriador estadunidense John Womack, Jr. Elanálisis se funda en el concepto de mitohistoria,el cual parte de la premisa de que todo granrelato histórico posee una estructura mítica. Enconsecuencia, se intenta identificar tales rasgosen el texto de Womack, sobre todo su construc-

ción del estado de Morelos y de EmilianoZapata, como espacio y como héroe míticos,respectivamente. Por otro lado, se arguye que taltipo de construcción respondió a las corrientesintelectuales y políticas que permearon los estu­dios latinoamericanos en Estados Unidos en losaños sesenta y setenta del siglo pasado.

Palabras clave:Revolución mexicana, John Wornack, Jr., Emiliano Zapata, historiografía, mito.

Fecha de recepción:noviembre de 2008

Fecha de aceptación:marzo de 2009

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Myths and History of the Peasant Epic:John Womack and the Mexican Revolution

Pedro L. San Miguel

Obtained a Ph. D. in Latin American History at Columbia University (1987) and is a professorat the History Department at the Universiry ofPuerto Rico, Río Piedras Campus. Has publishedsevera! books, including Los campesinos del Cibao: e.onomia de mercado y transformación agraria en laRepública Dominicana, 1880-1960 (1997), La isla imaginada: historia, identidady utopía en La Espa­ñola (1997, 2a. ed., 2008, and published in English, 2005), and Los desvaríos de Ti Noel: ensayos sobrela producción del saber en elCaribe (2004). Is currently srudying the representations ofLatin America(with an emphasis on Mexico and the Caribbean) in the historiography of the United States.

Abstract

This article contains a reflection on Zapata andthe Mexican Revolution by US historian, JohnWomack, J r. The ana!ysis is based on rhe con­cept of myth-history, based on the premise thatany great historica! account possesses a rnythi­ca! structure. The author therefore attempts toidentiíy these features in Womack's text, parti-

cularly in his construction of the stare of More­los and Emiliano Zapata, as a mythical spaceand hero, respeetively. At the same time, heargues that this type of construction reflectedthe intellectual and political trends prevalentin Latin American studies in the 1960s and1970s.

Keywords:Mexican Revolution, John Womack, Jr., Emiliano Zapata, historiography, myth,

Final submission:November 2008

Acceptance:March 2009

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Mito e historia en la épica campesina:John Womack y la revolución mexicana

Pedro L. San Miguel

Quiero que cantes mi victoria y mi loa.

Yo seré Eneas; rú serás mi Virgilio.

¿Te crees capaz de acometer esa empresa,

que nos hará inmorrales a los dos'

Borges .

LIKE A SORT OF DUMMY: UN GRINGO

JOVEN EN BUSCA DE UN TEMA

Un alumno de la Universidad deHarvard emprende un viaje hastaColombia con la intención de ela­

borar una tesis doctoral. Ya en Bogotá, eljoven gringo leyó -like a sort ofdummy­sobre diversos temas. Finalmente decidióque escribiría su tesis en torno a la violen­cta.' Lejos de menguar, las aflicciones deljoven se acrecentaron: ¿cómo estudiar esefenómeno histórico-social?, se preguntaba.No obstante, los acontecimientos quevivía Colombia en esos años -la décadade los sesenta del siglo XX recién se ini­ciaba- se encargaríande zanjar ese dilema.El joven había decidido marchar a Cali,pero antes de partir, un grupo armadoasaltó un camión que transitaba por esa

1 Sobre la violencia véase Bergquist, Peñaranda ySánchez, Violenee, 1992, pp. 1-166.

ruta y degolló a unos pasajeros: hasta ahíllegaron sus afanes de estudiar la violencia.Entonces viajó rumbo a Santa Marta,esperanzado con una nueva pista quehabía encontrado en sus lecturas, una delas cuales se refería a una huelga de traba­jadores bananeros en el año 1928. Ilu­sionado con esta posibilidad, el joveninquirió en la Asociación de Agricultoresde Banana sobre dicho movimiento. Lacontestación que recibió lo desconcertó:en esa región jamás había ocurrido nin­guna huelga. 2

Esta nueva decepción llevó al joven areflexionar sobre su elección. Sentía querealmente quería escribir sobre México yque le atraía el tema de la revolución. Re­cordó que había leído una obra acerca delos ejércitos revolucionarios franceses ypensó que podía efectuar algo similar entorno al ejército zapatista, Su atracciónhacia el zapatismo fue bastante natural.De hecho, previamente había escrito unatesis sobre un movimiento de agricultoresarrendatarios (tenant farmers) en su estadonatal." Así que marchó a México, dondefue más afortunado que en Colombia, ylo que inició como un estudio sobre el

2 MARHO, Visions, 1984, pp. 247-262.3 Womack, Jr., "Oklahorna's", 1959.

Secuencia [135] núm. 76, enero-abril 2010

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ejército zapatista se convirtió en una inves­tigación sobre el movimiento zapatista.Intentó "comprender de dónde surgía taltipo de movimiento y cómo operaba, dedónde provenía su fortaleza y cuáles eransus debilidades"." La culminación de esteesfuerzo fue Zapata and the MexicanRevolution (1969), que le ganó a su autor,John Womack, un éxito instantáneo.? Nofue poco su mérito dado que tenía 24 añoscuando se percató de que era posible con­vertirse en historiador. Pese a ello, seenfrascó en el estudio de la realidad lati­noamericana, al igual que otros jóvenesestadunidenses de su generación, estimu­lado por los conflictos de esos años. Lohizo examinando un movimiento campe­sino y proyectándolo como una epopeya.

MITO + HISTORIA = MITOHISTORIA

(B]s destino de todo mito irse deslizando a

rastras poco a poco en la estrechez de una

presunta realidad histórica

Nietzsche

En los años sesenta ciertos intelectualesconcibieron al campesinado como unsujeto épico debido a su participación enlos movimientos revolucionarios. Tal con­cepción respondió en parte a un anhelopor el "retorno del héroe", por lo que eseregreso fue una especie de "explosiónmítica". Esa "entidad imaginaria" en quese convirtió el campesinado llegó a trazarun "camino heurístico", incitando "la bús­queda científica o técnica". Hasta ese mo-

4 MARHO, Visions, 1984, p. 249. Las traduccio­nes del inglés son mías.

) Womack,]r., Zapata, 1979.

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mento, entre los historiadores el campe­sinado había sido un "mito latente", perodicha latencia se convirtió en "historiapositiva", es decir, en objeto de las inves­tigaciones acerca del pasado. Como re­sultado, los imaginarios respecto a loscampesinos transitaron del mythos al/ogos.Conceptos como campesino, campesinado ymovimiento campesino pasaron a formar par­te de una "cuenca semántica" adoptadapor la historiografía, confluenciade "preci­pitados históricos" que fueron a la vez"precipitados míticos"." En efecto, lanoción de movimiento social es una cons­trucción cuasimítica, vinculada de maneradirecta con la idea de la revolución, que esparte esencial de los imaginarios políticosmodernos." Las ideas de movimiento socialy revolución forman parte de una misma"constelación mitológica" ya que giranalrededor de la utopía, que actúa como"meta política de un orden futuro". 8

Como ha dicho Iván de la Nuez refirién­dose a la revolución cubana que, al igualque la mexicana, se ha caracterizado poractivar los "precipitados míticos": "en eldiscurso utópico que emana de la revo­lución, [...] fantasía, ingenuidad y espe­ranza coinciden en la construcción de unamitología"," En el ámbito de la historio­grafía, esta activación ocurrió a partir deuna concepción cienrificista que asumióuna bipolaridad entre "mito y razón".Según esa episterne, el mito es lo opuestoa una "explicación racional", por lo quela "imagen científica" se concibe "comola disolución de la imagen mítica del

G Durand, Mitos, 2003, pp. 35, 71-113, 119,137,139 Y 147.

7 Girarder, Mitos, 1999, pp. 11 Y15.8 lbid., p. 20, YGadamer, Mito, 1997, p. 16.9 Nuez, Fantasía, 2006, p. 15.

PEDRO L. SAN MIGUEL

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mundo't.l? Tal transición remite al logos, aun saber que descansa "en la fundamenta­ción y en la prueba", lo que supuesta­mente lo distingue del mito o de la lite­ratura ya que estos últimos se basan en"una simple narración". 11 Así se erradica­ría lo fabuloso y lo imaginario, conceptua­dos por el saber moderno como lo falso, loilusorio o lo errado, aunque, como ha di­cho Octavio Paz, las "verdades científicas"no son sino "nuevas expresiones de ten­dencias que antes encarnaron en formasmfticas".'? Por ende, los relatos míticoscontienen explicaciones que las cienciassociales modernas pretendieron trans­formar en leyes, modelos y proposicionesabstractas.

Además, se puede argumentar que losrelatos históricos siguen arquetipos narra­tivos que remiten a alegorías y a nocionesmíticas. Como ha dicho Hayden White,

historiar una estructura, escribir su historia,es mitologizarla, ya sea con la intenciónde promover su transformación demostran­do cuán "antinatural" es (...], o con el finde reforzar su autoridad demostrando lo bienque concuerda con su contexto, cuán ade­cuadamente se ajusta al "orden de lascosas". 13

Esa dimensión mítica de los relatoshistóricos se percibe en aquellas obrasque abordan temas saturados de conno­taciones épicas, dramáticas o trágicas. Con

10 Gadamer, Mito, 1997, p. 14. Sobre la relaciónentre miro, ciencia y verdad véase Hübner, Verdad,1996.

11 Gadamer, Mito, 1997, pp. 25-26.12 Paz, Laberinto, 2004, p. 230.13 Whire, Tropics, 1986, pp. 103-104. Cursivas en

el original.

JOHN WOMACK y LA REVOLUCiÓN MEXICANA

propiedad, dichas obras son "mitohisto­ria"14 ya que, como ha dicho NorthropFrye, cuando la obra histórica "alcan­za una cierta amplitud, cobra formamítica" Y

CON EL CORAZÓN EN LA MENTE

As the compromiso comes frorn the best in­

tenrions, ir makes for vicarious experience,

U.S. American versions of Latin American

eonflicts and issues, inevitably romances,

ficrion.

Womack

En Estados Unidos, la "condensaciónmítica" en torno a la utopía se manifestócon intensidad en la "generación del babyboom". En la década de los sesenta, mar­cada por la lucha a favor de los derechosciviles, la guerra de Vietnam, la revolu­ción cubana, el auge de los movimientossociales en el Tercer Mundo, las luchasestudiantiles y juveniles, y el surgimientode la "contracultura", comenzó a dejarsesentir la progenie de historiadores quegerminó en el periodo de la segunda pos­guerra mundial y que jugó un destacadopapel en la renovación de la vida intelec­tual y política del país. 16 Ese grupo deintelectuales puso en entredicho los meta­rrelatos de la historia estadunidense preva­lecientes hasta ese momento. Para estageneración resultaba difícil concebir eldevenir de su sociedad desde la perspecti-

14 McNeill, "Myrhistory", 1986, pp. 1-10, YMali, Mythistary, 2003.

15 Citado en Burke, c·Qué?, 2006, p. 103.16 Novick, Noble, 1997, vol. 2, pp. 497-559, y

Ross, "Grand", 1995, pp. 662-664.

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va del "consenso", en la que primaba "ladefensa de la libertad como la trama conque se te[jía) toda la historia de EstadosUnidos". Tal noción rechazaba el conflictosocial como elemento central de la histo­ria, por lo que resaltaba "lo que habíaunido a los estadunidenses más que [...)lo que los había dividido". 17

Para muchos jóvenes intelectuales delos años sesenta y setenta, tanto el pano­rama nacional como el internacional pro­yectaban imágenes muy distintas a laspromovidas por la "escuela del consenso":eran testigos del "derrumbe de la armo­nía". En el clima de conflictividad queanunciaba la década de los sesenta, co­menzó a cuajar la Nueva Izquierda. Mar­xistas, neomarxistas, filomarxistas, demó­cratas radicales, antibelicistas, voceros ymilitantes de las minorías étnicas, femi­nistas y defensores de los derechos civilesconfluyeron en ese abigarrado movi­miento. El vínculo más significativo entreesas tendencias residía en que cada una deellas expresaba algún tipo de querella con­tra el establishment. 18 Entre los intelectua­les de la Nueva Izquierda resurgió esa tra­dición, vinculada con los historiadores"progresivistas'I.!? que resaltaba la luchade los pobres contra los ricos o del "pue­blo" contra los "grandes intereses" y quedesconfiaba de la "historia oficial".20 Paraesos intelectuales, el debate en torno a lasestructuras de poder remitía "a las causas

17 Novick, Noble, 1997, vol. 2, p. 404.18 Ibid.; Ross, "Grand", 1995; Unger, "New",

1967, pp. 1237-1263, YMrwement, 1974; Higham,"Chaning", 1989, pp. 460-466, y Wiener, "Radical",1989, pp. 399-434.

19 Hofstadter, Progressice, 1970, y Breisach,American, 1993.

20 Novick, Noble, 1997, vol. 2, pp. 497 y ss.

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de la miseria humana y a las propuestaspara eliminarlas".21

Aunque nació en 1937, una décadaantes que los baby boomers, Womack sedesarrolló como historiador en los añossesenta, cuando empezó a sentirse el ven­daval ideológico que perturbaría a EstadosUnidos conforme maduraba esa genera­ción. En esa época, la sociedad estaduni­dense redefinió su posición frente al restodel mundo. En América Latina se sintie­ron de manera directas las posiciones queasumía Estados Unidos en el ámbito mun­dial. Como resultado de la creciente riva­lidad con el comunismo, aumentó su inje­rencia en la región. Pero entre ciertossectores intelectuales América Latina seproyectó como uno de esos lugares dondedebían expresar su solidaridad; también,asumió un aura heroica y utópica en vir­tud de las luchas sociales que en ella seescenificaban. Tales luchas desafiaban lasestructuras de poder, alegadamente apo­yadas por el complejo industrial-militardel país norteño, que era cuestionado en elmismo Estados Unidos. En AméricaLatina parecía dirimirse su futuro, asícomo la posibilidad de lograr otro destinopara la sociedad estadunidense.

El nexo entre la existencia de tensionesinternas en Estados Unidos y el surgimien­to de un gran interés por América Latinano era inédito. En otros momentos delsiglo xx, sobre todo en coyunturas de cri­sis en Estados Unidos, América Latina-México en particular- había ejercido ungran atractivo entre aquellos grupos quepretendían modificar la sociedad estadu­nidense. En tales contextos, la región ejer­cía, más que nunca, ese influjo utópicoque ha sido una de las expresiones de los

21 Van der Linden, Revolt, 1996, pp. 240-241.

PEDRO L. SAN MIGUEL

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imaginarios estadunidenses sobre esta.22

En un testimonio ofrecido en 2003, Wo­mack realizó un juicio introspectivo sobrelos factores que impulsaron, hacia los añossetenta del siglo xx, a decenas de jóvenesestadunidenses a estudiar a América La­tina. Muchos se dedicaron al estudio delpasado latinoamericano "como un actomoral y político de solidaridad", por loque producían historias escritas "con elcorazón en la mente". 23 Entre ellos pro­liferaron las indagaciones sobre aquellossectores sociales que eran percibidos comoexplotados, marginados y dominados. Deigual forma, intentaron rastrear las estruc­turas económicas y políticas que propi­ciaban la dominación y la expoliación. Fueesta una de las razones por las cualesaumentaron las investigaciones sobre lasestructuras agrarias mexicanas, como lahacienda. La nueva historia mexicanistaque emergió en Estados Unidos en ladécada de los sesenta empalmó con unatradición de ese país que se remonta aprincipios del siglo xx y que emanó delas denuncias que realizó John KennethTurner contra el sistema latifundista y quetuvo continuadores en el ámbito acadé­mico.i" En esta tradición, la hacienda

22 Tenorio, "Viejos", 1991, pp. 95-116; Delpar,Enormous, 1992; Pike, United, 1993, y Bri tron,Revolution, 1995.

23 Womack, Jr., "History", 2003. Este texto sepresentó en un homenaje a Michael Jiménez, quienhabía fallecido recientemente. Aunque en él Womackse refiere a los jóvenes estadunidenses que se dedica­ron a la historia latinoamericana, a parrir de 1970 susobservaciones aplican igualmente a muchos noveleshistoriadores de la década anterior, entre ellos élmismo. Agradezco a Catherine LeGrand el habermeindicado la existencia de este texto.

24 Turner, Barbarous, 1911; McBride, Land, 1923;Tannenbaum, Mexican, 1929; Simpson, Ejido, 1937;

JOHN WOMACK y LA REVOLUCiÓN MEXICANA

encarnaba todo lo nefasto del pasado mexi­cano: emblematizaba un sistema quereproducía la expoliación y la opresión.

EN BUSCA DEL "REBELDE PRIMITIVO"

[110 find [... ] an "Erniliano Zapata", ac leasta revolutionary village likeAnenecuilco.

Womack

La injusta estructura agraria condensabaun pasado del que la sociedad mexicanaera víctima. Por eso, los historiadores esta­dunidenses pasaron del análisis del avasa­llamiento que ella generaba al estudio delas resistencias y la rebelión que, comocontrapartida, procreaba. La obra de Wo­mack constituyó el estandarte de lo quese convirtió en una de las principales ver­tientes de la historiografía estadunidensesobre México y América Latina en gene­raU5 Una de las razones que propició suéxito fue que relataba la historia de unmovimiento campesino que luchaba por

Whetten, Rural, 1948; Simpson, Exploitation, 1952,y Wolf y Minrz, "Haciendas", 1957. No obstante, laobra que marcó el arranque de los estudios contem­poráneos sobre la hacienda en México fue Chevalier,Formacián, 1982, cuya edición en francés data de 1953.Sobre la evolución de los estudios agrarios véase VanYoung, "Mexican", 1983, y "Beyond'', 2003.

25 Tutino, Insurrection, 1986, y Katz, Revuelta,1990. En México son escasos los estudios sobre lahistoriografía estadunidense en relación con el país,entre ellos, Meyer, Conciencia, 1970; Rico, Pasado,2000, y -de especial relevancia para el tema de esteensayo- San Pedro, "Otro", 2002. Entre los histo­riadores mexicanos ha sido Tenorio Trillo quien seha dedicado de manera más insistente a esta cues­tión. Véase Tenorio, "Viejos", 1991; "Encuentros",1996, y Cómo, 2000.

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defender tanto sus tierras como su formade vida; era "la historia de un patbos", 26

En esta obra, los campesinos de Morelos ysu caudillo ocupan el papel protagónico,lo que contribuyó a proyectar a las clasespopulares como agentes activos de losgrandes procesos que han definido al Mé­xico contemporáneo.

La visión de Womack era cónsona conlas formas en que comenzaban a percibieselas magnas revoluciones campesinas quehabían jalonado la historia del siglo xx,que se habían escenificado en regiones"periféricas" (México, Rusia, China), ycuyas reverberaciones (ideológicas) se per­cibieron en los centros metropolitanos apartir de los años sesenta. Ese renacer delos movimientos sociales fue un acicatepara los estudios sobre rebeldías campe­sinas.:" Zarandeados por los procesos demodernización, los campesinos y el mun­do rural se convirtieron en una realidadevanescente, lo que incrementó su auracomo entes exóticos. Las culturas ruralesse transformaron en objetos de estudio,mirada indagadora que con frecuencia asu­mía una óptica romántica que pretendíareivindicar un mundo noble que desapa­recía. En Estados Unidos ese escrutiniocolocó a América Latina como uno de susfocos preferentes. Dicho interés se originócon frecuencia en las posiciones políticasde los académicos radicales, quienes trata­ron de identificar a los grupos o las clasesque contribuirían a realizar la anheladatransformación social o que habían coad­yuvado a mantener viva la llama de larevolución. En esta búsqueda, los campe­sinos y los trabajadores rurales del TercerMundo adquirieron un nuevo lustre. Esa

26 Cumberland, "Reseña", 1970.27 Wolf, Peasant, 1969, y Seott, MlJral, 1976.

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visión era congruente con determinadanoción sobre cómo habría de producirseesa transformación social que ya oteaba enel horizonte, y que señalaba al TercerMundo como el lugar desde el cual ellaavanzaba: la revolución marchaba desdeel campo hacia la ciudad. En esta relaciónentre el radicalismo político, la fascina­ción con lo exótico y el renacer de losmovimientos rurales, el campesino rebeldese trocó en el emblema de la "larga mar­cha" hacia la revolución.

Ese creciente interés fue apuntaladopor los antropólogos y los sociólogos, paraquienes los campesinos y los trabajadoresrurales constituían un "objeto de estudio"habitual. México figuraba como uno delos lugares privilegiados en el que losantropólogos habían hurgado en busca deesa "clase incómoda" que eran los campe­sinos. Cobijados en los community studies,28emergió una tradición de investigaciónsobre los campesinos mexicanos que reper­cutió en los enfoques de los historiadores,quienes se habían mantenido ajenos a talestemas. Aún así, entre los años treinta ylos cincuenta, a los historiadores esraduni­denses les interesó muy poco la historiadel campesinado; mucho menos les inte­resaron las rebeliones rurales. A excepciónde Frank Tannenbaum, los historiadoresestadunidenses que estudiaron la revolu­ción se enfocaron en la historia tradicional,centrada en la modernización económicay política. Por eso se concentraron en losmagnos acontecimientos políticos o enlos "grandes personajes históricos", entrequienes no se encontraban caudillos comoEmiliano Zapata o Pancho Villa.r" Res-

28 Redfield, Tepoztlán, 1930.29 Cumberland, Mexican, 1952; Ross, Francisco,

1955; Quirk, Mexican, 1960, y Cline, Mexico, 1962.

PEDRO L. SAN MIGUEL

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peeto al vínculo de los campesinos con larevolución (Tannenbaum aparte), PaulFriedrich resultó determinante. Su obraAgrarian Revolt in a Mexican Village, si bienpublicada en 1970, se originó en los añoscincuenta-'? esta constituye una transi­ción entre lo que originalmente eran losestudios de las comunidades campesinas,centrados en las estructuras económico­sociales y políticas, y lo que de manerapaulatina llegaron a ser esas indagaciones,que pusieron mayor énfasis en las resis­tencias de esas comunidades.P'

Lo local y lo regional fueron revaloriza­dos debido a la influencia de los estudiosantropológicos y de los desarrollos de lahistoriografía mexicana que, hacia fines delos años sesenta, se sensibilizó ante losespa­cios "micro".32 Hasta entonces, los histo­riadores estadunidenses habían ignoradolas dimensiones regionales de los procesossociales y políticos. Pero esto cambió rápi­damente a partir de los años sesenta -yenesto el Zapata de Womack también cons­tituyó un hito-, cuando se hizo patente lamultiplicidad de experiencias históricas porlas que habían pasado las regiones deMéxico y las implicaciones que habíantenido esospatrones para sus sectores tura­les.33Lo regional se convirtió en un factorsignificativo para determinar la inclinacióno la aversión de loscampesinosa la revuelta.

El estudio de lo regional formó partede ese "segundo 'redescubrimiento de

Sobre Tannenbaum véase Delpar, "Frank", 1988;Hale, "Frank", 1995, y Knight, "Frank", 1999.

30 Friedrich, "Cacique", 1957, y Agrarian, 1977.31 Bailey, "Revisionisrn", 1978, y Peña, "Desa­

fíos", 2001.32 González, Pueblo, 1968.33 Benjamin y McNellie, Other, 1984, YBenjamin

y Wasserman, Prouinces, 1990.

JOHN WOMACK y LA REVOLUCiÓN MEXICANA

México' (y de sus revoluciones) durante ladécada de los sesenta", por lo que los aca­démicos de Estados Unidos se lanzaron aindagar sobre las rebeliones campesinas.Entre los factores que contribuyeron a ellose encuentran: la institucionalización delos Latin American Studies, "el surgimientode la New Left", "y el ascenso de la nuevahistoria social y [dell estudio de las socie­dades tradicionales".' 4 Por tal razón, haciafines de esa década aumentó "la literaturahistórica especializada en el análisis de laparticipación campesina e indígena en elconflicto revolucionario mexicano'L'? Estaeclosión respondió también a ese escenariode tensiones en que, en esos años, se con­virtió la sociedad estadunidense.

Bajo la mirada de los historiadores de laNueva Izquierda, el conflicto social deriva­do de la lucha de clases, la búsqueda de lautopía (una sociedad democrática más quesocialista) y la idealización del granjero esta­dunidense eran elementos que informaronsu interpretación de la historia de EstadosUnidos. 36

Desde este imaginario, sustentado porlas concepciones antropológicas acerca delas "sociedades tradicionales", las visionesprogresistas y radicales sobre la historiaestadunidense, y las utopías políticas, losmexicanistas de las nuevas generacionesse lanzaron a buscar a esos otros que cons­tituían los "grupos rurales, campesinos eindígenas allende sus fronteras".37 Iban,

34 San Pedro, "Desde", 2002, pp. 73-74. Sobre elsurgimiento de los LatinAmerican Studies véase Berger,Under, 1995, y Delpar, Looking, 2008.

35 San Pedro, "Otro", 2002, p. 55.36 lbid., p. 114.37 [bid.

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quizá, con la esperanza de encontrar a esossujetos revolucionarios que contribuyeranal arribo del paraíso. Alegóricamente, eri­gieron una crítica a una cuyas perniciosasrepercusiones se dejaban sentir más alláde sus confines.

Viaje al terruño de la utopía campesina

Por centrarse precisamente en un campe­sinado que era golpeado con fuerza por el"progreso" y que emblematizaba la oposi­ción a los procesos modernizadores, en laproducción historiográfica estadunidensesobre México -y sobre América Latina engeneral- pocas obras ostentan un caráctermitohisrórico tan patente como el Zapatade Womack. Esta obra se inserta en unacorriente, común entre los intelectuales ra­dicales de Estados Unidos, según la cuallas "comunidades auténticas y la autono­mía individual" se contraponen a las fuer­zas coercitivas de la sociedad moderna. Endicha tradición, la modernización no seconcibe como una gesta de progresivalibertad personal; constituye más bien unaparábola acerca del detrimento de la socie­dad y la comunidad-" Por prestar relevan­cia a los rasgos distintivos de las comu­nidades que resisten los embates de lamodernización, dentro de esta concepción,la cultura y la tradición desempeñan pape­les determinantes: ellas les brindan firmezay solidez a las comunidades amenazadaspor el progreso, inspirando su voluntad deseguir siendo lo que han sido. Como resaltaWomack al inicio de su obra:

Este es un libro acerca de unos campesinosque no querían cambiar y que, por eso

38 Ross, "Grand", 1995, pp. 664-665.

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mismo, hicieron una revolución. Nuncaimaginaron un destino tan singular. llovierao tronase, llegaran agitadores de fuera o noti­cias de tierras prometidas fuera de su lugar,lo único que querían era permanecer en suspueblos y aldeas, puesto que en ellos habíancrecido y en ellos, sus antepasados, por cen­tenas de años, vivieron y murieron.:'"

Esta concepción de una sociedad cam­pesina afincada en añejas costumbres quele brindan sentido a su existencia, tantomaterial como culturalmente, coindicecon la noción, en boga en los años sesenta,de la "comunidad campesina cerrada'v'?Así, el campesino termina convirtiéndoseen un ente primigenio que pertenece auna sociedad igualmente primitiva, defini­da por su congruencia interna ya que susmiembros se rigen por códigos que expre­san un saber ancestral. Fue la amenaza aesa congruencia lo que habría impulsadoa los campesinos de Morelos a la revolu­ción. El peligro era encarnado por los "po­derosos empresarios" que impulsaron elavasallador cultivo de la caña de azúcar.

La obra de Womack constituye unaimpugnación de ese proceso moderniza­dor y una reivindicación de las formas tra­dicionales de vida que eran zaheridas porél. Por ello, en su relato la construcción delespacio (el estado de Morelos) es un sím­bolo de las fuerzas que pugnan por defi­nir los rasgos de la sociedad. Al igual queen la mitología, esa pugna se manifiesta enuna oposición binaria, mediante la con­frontación entre los pueblos y los latifun­dios, entidades que representan principioséticos acerca de cómo convenía organizar lasociedad, y de las normas que debían regir

39 Womack, Jr., Zapata, 2000, p. XI.

40 Wolf, "Closed", 1957, y "Types", 1955.

PEDRO L. SAN MIGUEL

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entre los grupos sociales que ocupaban (oque podían ocupar) dicho espacio.

En esa aleporía espacial, la aldea deAnenecuilco, cuna de Zapata, ocupa espe­cial relevancia. Como en los relatos míti­cos, el lugar de origen del héroe se con­vierte en "el punto central u ombligo delmundo", es la "fuente" desde donde sur­gen "las ondas" que definen el universo.Anenecuilco constituye una sinécdoquedel estado de Morelos, de un ámbito edé­nico debido a que respondía a normas an­cestrales que garantizaban la equidad y lajusticia. En Anenecuilco la responsabili­dad de mantener el orden tradicionalrecaía sobre los "viejos", "los regentes esta­blacidos del pueblo"; durante "su difícilhistoria, la aldea había vivido gracias a lafuerza de voluntad de hombres comoellos".41 Íntegros, sabios, valientes y arro­jados cuando las circunstancias lo habíanameritado, ellos representaban una dinas­tía de líderes aldeanos cuya probidad eraun derivado de una vida comunal virtuosay ejemplar. Como suele ocurrir en los ima­ginarios sobre las comunidades utópicas,en Anenecuilco los gobernantes formabanparte de una estirpe cuya autoridad no sebasaba en la violencia o la coacción, sinoen su entereza moral que trasciende la fac­tualidad del poder.42

Mas ese orden fue trastornado por elorden plantador. A esto se añadió el nom­bramiento de un hacendado, PabloEscandón, como gobernador de Morelos.Los potentados querían en el puesto a unode su clase que los favoreciera en sus plei­tos con los pueblos. Esa "ofensiva de loshacendados" contribuyó a articular la "re­sistencia de los naturales". Compuesta

4\ Womack,]r., Zapata, 2000, p. 2.42 Girarder, Mitos, 1999, pp. 68-76.

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principalmente por "familias que teníanagravios con las autoridades locales", laoposición era tenaz sobre todo en las áreasrurales.P En medio de la pugna en tornoa la gobernación del estado, el crecienteactivismo de los sectores populares consti­tuyó un elemento pasmoso en la políticalocal. Para "los liberales de las ciudadesde Morelos" resultaba inquietante "que lagente del campo se atreviera a hablar", yaque esto infringía "todos los principiosconsagrados de la política estatal"] resul­taba "desagradable y aterrador"."

Anenecuilco, de nuevo, actúa en la na­rrativa de Womack como un emblema delo que ocurría en decenas de pueblosde Morelos. De hecho, la escena inicial dellibro -la asamblea en la cual el jovenEmiliano Zapata es electo como líder co­munitario- es de gran dramatismo y ge­nera múltiples reverberaciones simbóli­cas. En tal reunión, los ancianos que eranregentes de Anenecuilco, reconociendo su"incapacidad física", "decidieron traspasarsu autoridad a otros que pudiesen diri­gir". En un acto que constituyó un verda­dero rito de pasaje, de claras connotacionesmíticas, los sabios ancianos cedieron suautoridad a aquellos jóvenes que podíanenfrentar los monstruos que amenazabana la comunidad. De esos adalides, ningu­no sobresalía tanto como Zapata; ningunoposeía "un sentido más claro y verdaderode lo que era ser responsable del pueblo".45

La manera en que Womack relata laelección de Zapata contrasta con la formaen que narra la elección --{) más bien, laimposición- de Escandón como goberna­dor de Morelos. En el primer caso, se en-

43 Womack,]r., Zapata, 2000, p. 18.44 ¡bid., p. 22.15 Ibid., p. 3.

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tiende que la elección de Zapata es pro­ducto de fuerzas telúricas, y que respondióa lo más genuino de Anenecuilco, comu­nidad que ernblernatiza "la pureza de losorígenes".46 Por el contrario, Escandónaparece como un ente externo a la sociedadmorelense, que representa el puro interéseconómico. Escandón es presentado comouna persona frívola que carece de la di­mensión moral de Zapata. Mediante esaconstrucción binaria, Womack va perfi­lando una de sus estrategias discursivas,que estriba en la utilización de personajeshistóricos para encarnar principios éticosy políticos, lo que enlaza su relato con lanovela, la épica y el mito."?

La contraposición entre Zapata y Es­candón también actúa como una alegoríasobre la naturaleza del poder. Zapataencarna una autoridad legítima debidoa que está enraizada en las tradiciones dela comunidad y en su pasado. Escandón,por el contrario, representa un poder es­purio e ilegítimo. Y esta es una forma adi­cional mediante la cual Womack, recu­rriendo a Anenecuilco, alude a un pasadovirtuoso que es alterado por las trans­formaciones que ocurren en el presente.La suya es la imagen de "un pasado hecholeyenda". Ante un presente que representa"un momento de tristeza y decadencia",el pasado de Anenecui1co es una época de"plenitud y luz", por lo que "la repre­sentación del 'tiempo de antes' se con­vierte en mito".48

Tal evocación de los tiempos idos sirvecomo fundamento de la utopía revolucio­naria, como evidencia el capítulo VIII del

46 Girardet, Mitos, 1999, pp. 101 Y lOS.47 Bajcín, Estética, 2003, y Kirk, Naturaleza,

2002.48 Girardet, Mitos, 1999, pp. 93-94.

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libro, titulado "Los pueblos claman revo­lución", que describe la vida de Morelosmientras el zapatisrno tuvo pleno controldel estado.v' En una evidente alusión alas concepciones del historiador FrederickJackson Turner, que vinculó la vida en lafrontera y el surgimiento de la culturapolítica democrática en Estados Unidos,50Womack refiere cómo en Morelos -un"territorio socialmente salvaje"-los cam­pesinos establecieron "municipios demo­cráticos, vecindarios rurales en los quecada familia ejercía influencia en la utili­zación de los recursos locales", prácticaque respondía a la "utopía de una asocia­ción libre de clanes rurales", añejo"idealde los aldeanos [del centro y el sur de Mé­xico] desde mucho antes de la llegada delos españoles". 51 Asimismo, dicha con­cepción acerca de las comunidades rura­les de Morelos entronca con "el arquetipojeffersoniano'', que concebía a la sociedadestadunidense "como una sociedad agmria,como una 'nación rural' integrada por fa­milias campesinas aurosuficienres con unatradición política de autogobiernov.V Alremontarse a tan lejanos tiempos, Womackrealiza lo que constituye, según Girardet,el "tercer grado de la construcción mítica",la alusión a un "tiempo de referencia" que"escapa a la cronología" y que fue la edadde "la inocencia y la felicidad" .53

49 La construcción de ese periodo como una vueltaa la edad de oro constituye un poderoso tropo dentrode cierra tradición historiográfica sobre la revoluciónmexicana, como se evidencia en Gilly, Revolución,2000, pp. 261-323. Para otra visión del movimientozapatista, véase Brunk, "Sad", 1996.

50 Turner, Frontier, 1996.51 Womack, Jr., Zapata, 2000, p. 220.52 San Pedro, "Otro", 2002, p. 166.53 Girardet, Mitos, 1999, p. 97.

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En el contexto de la evolución ese sue­ño comunitario tuvo su expresión más di­recta en el ejército zaparista, es decir, un"ejército popular" para el cual "el ser 'pue­blo' tenía más importancia que el ser 'ejér­cito'''.54 Zapata no era sino la encarnaciónde esa consubstanciación entre los pue­blos y el ejército. Tanto los regentes delos poblados como la autoridad ejercidapor el zapatismo expresaban las "espe­ranzas populares de lo que debía hacerel gobierno civil". Las intenciones de losdirigentes eran "francas pretensiones cam­pesinas" ya que no "habían perdido el sen­tido de lo que eran: hijos de sencillos cam­pesinos, de trabajadores del campo, deaparceros y rancheros". Desde los inicios,su propósito fue "restablecer la integridadde los pueblos". Por ello, la reforma agra­ria se convirtió en su objetivo fundamen­tal, pues la tierra era uno de "los motorestradicionales de la sociedad local" y unade "las fuentes del poder y del sustentocotidiano" de los jefes zapatistas y del ejér­cito popular. 55

Gracias a la reforma agraria, "los pue­blos de Morelos nacieron de nuevo".56 Envirtud de ella fue posible superar el "tiem­po actual" -definido por la decadencia­y recuperar el "tiempo de antes". La refor­ma agraria zapatisra fue la manera en quelos campesinos expresaron su "voluntadde desandar el camino de la historia". Ese"retorno a la tierra" era un paso imprescin­dible para lograr una "regeneración de lascostumbres", que implicó el restableci­miento de la autarquía perdida.?" En esa

54 Esta concepción se relaciona con las nocionessobre la "guerra popular". Véase VO, People's, 1962.

55 Womack, Jr., Zapata, 2000, pp. 220-224.56 tu«, p. 230.57 Girarder, MitoJ, 1999, pp. 101,107 Y 109.

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nueva Arcadia se recuperaron los ritmossosegados que habían prevalecido en elpasado, antes de que la modernizaciónlacerase la vida rural.

EL REGRESO DEL HÉROE

Si Morelos evoca la imagen de una Arca­dia, Zapata es concebido a partir de unaconcepción heroica que arranca de su ge­nealogía. El líder suriano pertenecía a unaestirpe de adalides que remitía al pasadode Anenecuilco y que había mostrado uninsobornable compromiso con su patriachica. La familia de Zapata contaba conuna gran reputación en el poblado, pres­tigio que se remontaba a la independen­cia de México. Tanto su familia paterna(los Zapata) como la materna (los Salazar)"llevaban en los huesos la historia deMéxico".58 Tal como lo presenta Womack,el linaje de Zapata posee fuertes resonan­cias míticas ya que le adscribe virtudes. . .que se ongmaron en un tiempo remotoy que se evidenciaron generación trasgeneración. 59

En la figura de Zapata se fundían "na­turaleza" y "cultura", fusión que consti­tuye uno de los rasgos típicos de los héroesmíticos.v" Su misma personalidad era unacondensación de ese cruce. La biografía deZapata que erige Womack está demar­cada por rasgos que se pueden rastrear enlos arquetipos míticos acerca de los hé­roes.?' Ya he mencionado la forja de una

58 Womack,Jr., Zapata, 2000, pp. 3-7.59 Hübner, Verdad, 1996, p. 119.60 Kirk, Naturaleza, 2002, pp. 194-203.61 Para una ripología del género biográfico que

aborda sus dimensiones míticas, véase Keren, "Bio­graphy", 2000.

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genealogía heroica. En dicha elaboración,Zapata es el heredero de los valores mora­les que habían destilado sus antepasadoscomo resultado de la confluencia entrehistoria, cultura y naturaleza. Desde esaóptica, Zapata era acreedor de uno de losrasgos fundamentales del "salvador",puesto que expresaba "una visión cohe­rente e integral del destino colectivo". 62

Sus experiencias de niñez y juventudrevelaban ya una suerte de destino o pre­destinación. Esto se relaciona con la pro­pensión a reconocerle al héroe capacida­des extraordinarias desde sus orígenes, demanera que toda su vida aparece "comoun conjunto de maravillas con la granaventura central como culminación" y enla que el heroísmo resulta un hado, el cual"está predestinado más bien que simple­mente alcanzado".63 El adolescente insu­miso preludiaba al campesino rebelde, alcaudillo de tropas insurrectas. Las expe­riencias traumáticas de la juventud opera­ron como una fase preparatoria que inclu­yó épocas de separación, se~uidas de etapasde iniciación y de retorno. Luego, siendoun joven adulto, se incorporó de maneraactiva a "la defensa del pueblo".'? Según]oseph Campbell, se puede argüir que ta­les actividades culminaron el "ciclo de lainfancia" y desembocaron en la eventualmetamorfosis de Zapata en héroe.P" Estatransición fue acompañada de una crisisprofunda, localizable en la insurrecciónde los campesinos morelenses. EntoncesZapata, como Hércules, tuvo que realizaruna serie de esforzados "trabajos" que lo

62 Girardet, Mitos, 1999, p. 67.63 Campbell, Héroe, 2005, p. 285.64 lbid., pp. 35 y 285 Yss.65 Womack,Jr., Zapata, 2000, pp. 3-4.66 Campbell, Héroe, 2005, p. 294.

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enfrentaron a una legión de monstruos yleviatanes.

En la mitología, el héroe adopta múl­tiples "caras" y ejecuta diversas "funcio­nes", y se caracteriza porque "ha sido capazde combatir y triunfar sobre sus limi­taciones históricas personales y locales",expresando valores generales o universa­les. Una de sus hazañas estriba en "volvera nosotros transfigurado y enseñar las lec­ciones que ha aprendido sobre la reno­vación de la vida". 67 A lo largo de suexistencia, el héroe muestra un conjuntode virtudes, las cuales dependerán de lafunción que cumpla este en un momentodeterminado o del arquetipo general querepresente. Según Georges Dumézil, elhéroe mítico suele cumplir tres funcionesbásicas: el sacerdote (o profeta), el r~(legislador y gobernante) y el guerrero. 8

Por su parte, Raoul Girardet, en su estudioacerca de las "mitologías políticas", con­cibe al "salvador" -vertiente moderna delhéroe mítico- con base en una tipologíacuatripartita: 1) la del anciano venerable"que se hizo ilustre en otros tiempos en lostrabajos de la paz o la guerra" y que, antealguna amenaza, abandona su retiro con elfin de proteger a la sociedad; 2) la del jovenguerrero o conquistador; 3) la del legisla­dor, que reproduce la "imagen del 'BuenRey'", y 4) el profeta, quien "lee en la his­toria lo que los otros aún no ven", por loque se convierte en guía de su pueblo/'?

67 lbid., p. 26.G8 Dumézil, Destino, 2003.69 Girardet, Mitos, 1999. Esta clasificaciónpuede

simplificarse si se considera que el primer modelo --eldel anciano venerable- no es sino una manifestaciónconcreta del tercer arquetipo, el de legislador. Así, latipología cuatripartita de Girardet puede ceñirse a latripartita propuesta por Dumézil.

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En el texto de Womack, Zapata de­sempeña varios de estos arquetipos. Paraempezar, funge como guerrero que desafíaal "ogro-tirano" que actúa desde el POdery se autojustifica mediante sus hechos por­tentosos, en este caso, la modernización yla "paz porfiriana". Zapata se enfrenta al"monstruo del statu quo" que se arroja"sobre la comunidad", cebándose en ella, ya "los tiranos humanos, que usurpan losbienes de sus vecinos y son causa de que lamiseria se extienda". En tanto que gue­rrero, la misión fundamental del héroeestriba en "limpiar el campo", actuandocomo "exterminador de monstruos" y co­mo "campeón de la vida creadora't'?Conel envío de tropas federales para combatira los rebeldes fueron puestas a prueba lascapacidades de Zapata como guerrero. Ha­biendo perdido entonces los campesinos"la esperanza de una revolución oficial",Zapata y sus seguidores demostraron ser"los probados y verdaderos campeones delpueblo"." Y aquí estribó, según Womack,la clave de la estrategia de Zapata y de sudesempeño como guerrero. Para él, lo fun­damental era implementar el reparto detierras, principio recogido en el Plande Ayala, que se convirtió en acta consti­tutiva del nuevo orden social y político alque aspiraba. Zapata insistió en todomomento en proteger a las comunidades yen mantener los vínculos orgánicos de suscombatientes con los pueblos y sus habi­tantes. En los meses aciagos en que las tro­pas federales intentaron hacer "trizas elfirme tejido de la sociedad provinciana","Zapata se esforzó especialmente por orga­nizar de verdad las fuerzas populares". 72

70 Campbell, Héroe, 2005, pp. 300-303.71 Womack, ]r., Zapata, 2000, p. 153.72 [bid.,p. 167.

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Zapata trató de brindar orden a sustropas y combatientes, perfeccionando "laestrucrura formal del ejército".73 Pese aello, las tropas zapatistas no perdieron sucarácter popular y campesino. Sus estra­tegias bélicas -basadas en la guerra deguerrillas- eran una expresión de esoslazos. Asimismo, esto determinó las rela­ciones de Zapata con los caudillos queoperaban en otros lugares de México y conlas demás fuerzas revolucionarias del país;"había aprendido perfectamente a no con­fiar en que otros llevasen a cabo las refor­mas por las cuales sólo él y sus jefes habíanluchado't.?" Para Zapata, ese anhelo demantener su independencia frente a lasdemás facciones revolucionarias -hasta conPancho Villa fueron tensas sus relacio­nes75

_ se convirtió en una obsesión.Para explicar la misma, Womack recu­

rre al cruce entre "naturaleza" y "cultura",que generó una "xenofobia" entre los cam­pesinos del estado respecto de lo fuereñoy ajeno a Morelos. La fuente de esa "des­confianza" era "un miedo nacido de losabusos y de las traiciones que los foraste­ros habían perpetrado allí en el pasado".Zapata no hacía sino expresar "los senti­mientos de su pueblo (e inclusive de susdebilidades)". Tanto fue así que Zaparaera "[u]n hombre obsesionado por su au­tenticidad" y llegó a sentirse aterrado por"traicionar sin querer la confianza que susiguales y su gente habían puesto en él".76

73 lbid., p. 175.74 [bid., p. 183.75 Katz, Pancho, 2003.76 Womack, ]r., Zapata, 2000, p. 201. El

supuesto temor de Zapata a traicionar la confianzade su pueblo constituye un elemento destacado de lapelícula Víva Zapata! de Elia Kazan. VéaseSteinbeck,Zapata, 1993.

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Esa obsesión se tradujo en obstinación,por lo que resistió tentaciones, amenazasy feroces ataques con tal de defender susprincipios. Al igual que muchos héroesmíticos, Zapata tuvo que luchar contrainsidiosos demonios interiores, sobre todocontra la seducción del poder, pesadilladel "padre ogro".77

Pero el caso es que, en la obra de Wo­mack, Zapata se mantiene fiel a sí mismoy logra evadir esos peligros y esas ame­nazas que forman parte del cúmulo de"pruebas" que debe superar el héroe.?"Como guerrero y como gobernante, Za­pata se comportó de acuerdo con los prin­cipios que se derivaban de su papel comoprotector de la comunidad y como "exter­minador de monstruos". El poder zapa­tista se distinguió por su probidad; los"abusos eran ocasionales y personales, yno constituían señal de una intención demandar". En el caso de Zapata, su ejerci­cio del poder se originaba en "su sentidodel deber", que "no tenía como objeto elejército, sino los pueblos". Esto posibilitóla existencia de reales "democracias" enlos pueblos, impulsadas por "los motorestradicionales de la sociedad local"."? Comobuen gobernante, Zapata dirigió la res­tauración de la Arcadia perdida, encabezóla vuelta a los "tiempos idos", a un pasadoque conllevaba el restablecimiento de co­munidades que habían sido amenazadas.

Por eso, en el relato de Womack, Za­pata actúa también como profeta, de esehéroe cuya función estriba en leer los sig­nos del pasado y el presente, e interpre­tándolos, proyectar los destinos de lacomunidad hacia el futuro. Imbuido de

77 Campbell, Héroe, 2005, p. 129.»uu, pp. 94-104.79 Womack, Jr., Zapata, 2000, pp. 222-224.

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una inspiración trascendente, el profetaconduce a su pueblo hacia el mañana, aun mundo en el que quedarán atrás laspenurias actuales. Movido por ese ímpetu,el líder actúa como extasiado. Porque "lle­va en su seno el pasado de todo un pue­blo", la suya es una "mirada inspirada queatraviesa la opacidad del presente, una vozque viene de más arriba o más lejos y re­vela lo que debe verse y reconocerse comocierto".80 lo que sustentaba la firmeza desus seguidores era las acciones de Zapata-manifestación de la "intransigencia 10­cal"-, que expresaban fielmente sus víncu­los con los pueblos.v' Como Moisés,Zapata conducía a los morelenses haciauna tierra de promisión. Igual que el diri­gente bíblico, Zapata esgrimía sus tablasde la ley -el Plan de Ayala-, que refren­daba "el control local de la economía". Lasacciones de Zapata como legisladorgaran­tizaron "para siempre las tradiciones delas que no creía que su pueblo pudieraprescindir".82

Convencido de su "verdad" y actuandocon la inflexibilidad de todo buen pro­feta, el líder suriano cayó víctima de unatraición, factor que completa el registrode su vida desde una perspectiva heroica.En efecto, la muerte del héroe "sintetizatodo el sentido de la vida";83 contribuyea brindarle significado a su existencia yaque incide sobre las formas en que ellaserá evocada y recordada. Así, la muerteprematura del héroe -como fue el caso deZapata- evita que este llegue a abando­nar "la idea que sostiene a la comunidad",manteniéndose sólo mediante la fuerza y,

80 Girardet, Mitos, 1999, pp. 74-75.81 Womack, Jr., Zapata, 2000, p. 190.82 lbid., p. 274.8; Campbell, Héroe, 2005, p. 316.

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por ende, transmutándose en un "ogro­tirano".84 La muerte de Zapata ocurrió enun momento en que su movirruenro pasa­ba por una de sus épocas más aciagas; elcarrancismo se fortalecía mientras queel zapatismo se contraía. Urgido porencontrar aliados y por impedir la debaclede su causa, pese a su perenne suspicacia,Zapata aceptó entrevistarse con Jesús Gua­jardo, oficial carrancista que había ofrecidopasarse a las filas zapatistas y que actuócomo Judas, como el traidor que ejecutóal caudillo.

Al enterarse del asesinato de Zapata,"la gente del campo [...] se sintió ultra­jada", aunque "el espíritu local" no fuequebrantado. Hubo incluso quien dudasede la muerte de su líder, sentimiento queembargó a los campesinos tanto "por lavergüenza de no seguir luchando, comopor el sentimiento de culpa de haberleencargado una tarea imposible de reali­zar, de haberlo entregado a la muerte".85Igual que Cristo, Zapata se inmola parasalvar a los humanos, si bien, muerto este,parecía que los campesinos morelensesquedarían irredentos. Pero el héroe, hadicho Campbell, "después de su muertees todavía una imagen sintetizadora" ypermanece entre los vivos "bajo otra for­ma".86 De las diversas fuerzas que habíadesatado la revolución saldrían las figurasque vinieron a efectuar las funciones -sinpoder ocupar su lugar- que había reali­zado Zapata. En las filas del zapatismoemergieron varios aspirantes a ocupar elpuesto de dirigente máximo de la revo­lución morelense. Y aquí el destino jugóuna treta; el electo no fue un combatien-

84 Ibid., p. 310.85 Womack,]r., Zapata, 2000, pp. 324-325.86 Campbell, Héroe, 2005, p. 317.

JOHN WOMACK y LA REVOLUCiÓN MEXICANA

te sino Gildardo Magaña, un intelectual.Este, alega Womack, era quien "podíavincular la revolución nativa de Morelosa un nuevo régimen nacional't." Repre­sentados por un hombre de letras, loszaparistas rompían su molde provincianoy se incorporaban a la vida nacional; bajosu dirección se reconocieron "consciente­mente" como mexicanos." Había llegadoel ocaso del guerrero y se había inicia­do la hora del legislador.

Irónicamente, del carrancismo saldríaotro "héroe popular" bajo cuya égida "larevolución mexicana volvió a tomar suverdadera dirección". El arribo de ÁlvaroObregón a la presidencia de México habríaposibilitado, según Womack, "que loshombres del común pudiesen fijar las nor­mas de sus propias vidas espléndidamentemagnificadas en la vida del jefe". Con ello,"los nuevos dirigentes" reavivaron "lasesperanzas que el pueblo había puesto enla revolución" y volvieron "a conquistarsu asentimiento". En virtud de ese nuevoconsenso, "los revolucionarios de Morelosdesempeñaron papeles decisivamenteimportantes para el estado".89 Durante latoma de posesión de Obregón como pre­sidente, Genovevo de la 0, el recio co­mandante zapatista, se encontró entre laspersonalidades que observaron el desfileoficial desde el Palacio Nacional.?? Pocossímbolos resultaban más apropiados acercade los nuevos tiempos. A la hora del ocasodel héroe-guerrero ocurría "la reconcilia­ción con el padre" ,91 la unión entre aquely el poder. Como resultado, en el estado de

87 Womack, ]r., Zapata, 2000, p. 330.88 Ibid., p. 343.89 Ibid., pp. 326-327.90 Ibid., p. 359.91 Campbell, Héroe, 2005, p. 119.

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Morelos se realizó una reformaagraria gra­cias a la cual "los aldeanos podían seguirsiendo aldeanos'U" Los pueblos morelen­ses "habían demostrado su apego perse­verante a las tradiciones locales de susantepasados"; ese apego les había brin­dado la fortaleza para soportar años depenuria durante los cuales habían enfren­tado fuerzas que habían atentado contrasus costumbres. Gracias a su resistencia ya adalides como Zapata, "habían ganadouna victoria [...] para poder seguir siendosimplemente campesinos'T"

MEMORIA DE LAS PENAS

Lamitología no es una vanidad de los diccio­

narios; es un ererno hábito de las almas.

Borges

La historia de los campesinos morelensesnarrada por Womack comparte la para­doja de todo anhelo por recuperar los. ... "tiempos prirrugeruos, un perpetuo y

doloroso balanceo [...] entre la impoten­cia para reconstruir lo que fue y el pesode esperanza que siempre guarda el re­cuerdo.?" Womack se inserta en esa tra­dición intelectual que resalta los valoresde las sociedades "atrasadas", "primitivas"o "tradicionales" con el fin de impugnarlos estilos de vida y las tendencias destruc­tivas de las sociedades modernas.Pertenece, además, a una tradición román­tica según la cual, lo que es creado por elpueblo, que encarna las fuerzas generado­ras de la vida, es corrompido por las pér-

92 Womack,)r., Zapata, 2000, pp. 361-363.93 lbid., p. 364.94 Girardet, Mitos, 1999, p. 132.

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fidas elites.9 5 Esta tradición resalta aque­llos grupos que han sido marginados delos grandes relatos acerca del pasado. Supropósito estriba en lograr que aquellossectores sociales que han "perdido en lavida" no sean también vencidos o arrin­conados historiográficamente. Dicha tra­dición romántica requiere, si no una vic­toria, "al menos un marco narrativo ~ue

valide ya sea el triunfo o la derrota"."Lejos, pues, de los "análisis" socioló­

gicos -vale decir, de las pretensiones máscientificistas de la historia-, Womackseñala que su obra constituye un "relato"(story, según el original en inglés). Suintención no era dilucidar "abstractas cues­tiones de clase", propio de la sociologíahistórica, sino realizar "un estudio de his­toria social" de "la revolución de Morelos'',cuya "verdad" no se "podría dar a enten­der con sólo definir sus factores". Al con­trario, la "única manera de lograrlo eshaciendo una detallada narración't.?" Atono con su intención de alejarse del cien­tificismo, Womack expresasu renuencia autilizar el término peasant y su preferenciapor el vocablo "campesino"; mientras queeste expresa lo que realmente era la mayo­ría de los habitantes de Morelos que novivía en las ciudades, peasant, concepto de

95 Breisach, Historiography, 1994, p. 242.96 Ross, "Grand", 1995, p. 667.97 Womack, )r., Zapata, 2000, pp. XI-XII. Desde

entonces Womack ha modificado sus concepciones.En el presente busca abordar los problemas históricosdesde posiciones ancladas en la ciencia; por ejemplo,estudiando el proceso laboral como lo haría un "inge­niero", como afirma en "Doing", 2005. Para una crí­tica a sus concepciones, véase French y)ames,"Travails'', 2007. Pese a todo, algunos de los escritosrecientes de Womack evidencian sus grandes dotesde narrador. Véase por ejemplo, "Chiapas", 1999.

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uso común en las ciencias sociales anglo­parlantes, sugiere "una criatura que perte­nece a una sociedad exótica [... ], unasociedad esencialmente foránea y ajena anuestro tiempo".98

Womack, pues, se mantuvo aferradoa la historia narrativa. Su concepción del"oficio de historiar" se basaba en la capa­cidad de contar algo, de construir un re­lato, cuyo mérito principal estriba -segúnWalter Benjamin- en su capacidad de"referir una historia libre de explicacio­nes". El "arte de la narración" posee una"utilidad", ya que el relato que generaencierra una moraleja, una "indicaciónpráctica" o un "proverbio o regla de vida".y esto remite a la "sabiduría", que no essino "el aspecto épico de la verdad't.?? Detal forma, el arte de narrar se vincula conla búsqueda de una trascendencia, de unsaber "poético" -es decir, retórico y discur­sivo- capaz de generar relatos fundacio­nales sobre las sociedades y su devenir. 100

Lo que es de igual manera significativo,es que probablemente "el número de fábu­las o de metáforas" que sustentan talesrelatos sea limitado. 101

De hecho, la obra de Womack poseeun modesto antecedente: la tesis de bachi­llerato (licenciatura) del autor, texto quepresagia su Zapata. Está, por supuesto, el

98 Womack,]r., Zapata, 2000, p. x. Esros pasa­jes fueron suprimidos de la versión en español. Dealguna manera, esa posrura de Womack anricipa elargumenro cenrral de Fabian en su imporranre obraTime, 2002.

99 Benjamin, "Narrador", 1998. Si bien Benja­min se refiere a la narración oral, sus observacionesiluminan igualmenre la labor de quien narra medianrela escrirura.

100 Ankersmit, Historical, 2001, e Historia, 2004.101 Borges, Otras, 2005, r. 2, p. 163.

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hecho de que en ambos casos se estudianmovimientos agrarios. Pero lo relevantees que la estructura narrativa es muy simi­lar en ambos textos. Tales similitudes pa­recen manifestar "la estructura profundade la imaginación histórica" de Womack-al menos del Womack que era aqueljoven extraviado de los años sesenta. Dichocontenido "estructural profundo", comoalega Hayden White, es "de naturale­za poética" y opera "como paradigmaprecríticamente aceptado", por lo que"funciona como elemento 'metahistórico'en todas las obras históricas de alcancemayor". 102

La rebelión en el estado de Oklahoma,según relatada por Womack, distó deinducir una crisis política profunda, comosí lo hizo la rebelión zapatista en Morelos.Aún así, Womack le confiere a esa rebe­lión un significado que trasciende pormucho sus repercusiones. Es ese signifi­cado lo que hace que su narración de lainconsecuente Green Corn Rebellion pue­da figurar como antecesora de su obrasobre el movimiento zapatista. Pese a susino tragicómico, Womack juzga la GreenCorn Rebellion más por su significadoque por sus efectos políticos. Y buenaparte de lo que representó fue, precisa­mente, que fue protagonizada por gente"todavía esencialmente primitiva" que seenfrentó a las repercusiones de una "mo­dernidad despiadada'l.Y" En ambos casos

102 Whire, Metahistoria, 1992, p. 9.103 Womack,]r., "Oklahornas", ¿1961?, p. 138.

la versión de esre rrabajo que ciro, localizada en labiblioreca de la Universidad de Oklahoma, pareceque se sometió como manuscriro de libro (tiene in­cluso notas y comenrarios de un lector anónimo). Nohe podido corroborar si ese manuscriro es igual ala tesis sometida a Harvard en 1959. En todo caso,

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se trató de gente del campo, de rústicosesencialmente premodernos que encara­ron una transformación que amenazabacon destruir sus formas tradicionales devida. Entre una y otra historia existe unhilo conductor, presente incluso en susinvestigaciones posteriores acerca de lahistoria del trabajo. Pese al tiempo trans­currido entre su estudio sobre la GreenCorn Rebellion, el del zapatismo y susesrudios sobre el trabajo fabril, ellos estánmarcados por una preocupación acerca del"sistema industrial" y sus repercusionessobre la vida de las clases subalternas.

Esto remite a las inquierudes éticas ypolíticas de Womack, a su representaciónde las vidas y las luchas de esos sectoressociales, que se han enfrentado a fuerzascapaces de barrerlos de la faz de la Tierra.Las historias de Oklahoma y de Morelosnarradas por Womack son ejemplos de esanarración arquetípica que relata el asediode una comunidad y la denodada defensaque de ella realizan sus integrantes.l?" Enel caso de Womack, esa voluntad se mani­fiesta en su empeño por dar cuenta de losque perdieron, de aquellos sectores socia­les que "no podían haber ganado", inclusoporque "su éxito hubiese representado unintolerable anacronismo". 105 Aún así, con­sidera que se debe estudiar también a losderrotados ya que "el historiador que seocupa sólo de los que ganan no es un his­toriador, sino un propagandista"; los per­dedores "se merecen algo más que risas ymotes". Después de todo, el sentido deun acontecimiento se pierde sin "la me­moria de su pena", si no se tienen pre-

asumo que sus argumentos fundamentales sonsimilares.

104 Borges, Oro, 2005, t. 2, p. 538.105 Womack, "Oklahorna's", ¿1961?, p. 146.

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sentes los sufrimientos y las angustias de. .sus protagonistas, y SI no se rememora alos derrotados de la historia.

y aquí termina mi narración en tornoa un joven gringo que, hace décadas ya,buscaba afanosamente un tema y que ter­minó, como Virgilio, cantando las loas deun héroe y de quienes, valientemente,marcharon tras él e hicieron una revolu­ción porque "no querían cambiar". Comoel poeta, alcanzó la fama gracias a tan lau­dable empresa, basadaen arquetipos narra­tivos presentes en la mitología. Por demás,si en efecto existe un número limitado derelatos posibles -y cada día me convenzomás de ello-, supongo que mi interpre­tación remitirá, asimismo, a alguna deesas narraciones arquetípicas. ¿Acaso serámi relato un ejemplo de lo que Borgesdenomina "la tercera historia", la de labúsqueda?106 Porque ¿no he representadoal joven Womack como un moderno] asón, lanzado a una aventura, al igualque el mitológico héroe griego, tras unfabuloso vellocino de oro? ¿No habré visi­tado yo sus textos históricos, efecruandoun accidentado, temerario y prolongadoperiplo -acto semejante al de Dante alvisitar el país de los muertos-, con el finde encontrar otro vellocino dorado? Nome extrañaría, tampoco, que mi relatoesruviese elaborado a base de quimeras eilusiones, de errores sustanciales o, a losumo, de unas exiguas, accidentales y cir­cunstanciales verdades. En absoluto "mesorprenderíaque mi propia historia" fuese,a su vez, "legendaria".'?"

106 Borges, Oro, 2005, t. 2, p. 538.107 lbid., 2005, t. 2, p. 128.

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