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Secreto Mesiánico
¿Quién es Jesús?
El evangelio de San Marcos puede ser analizado en dos grandes partes que
denominaremos: Secreto Mesiánico y Revelación del Secreto. Esta división la
podríamos realizar tomando la siguiente referencia:
En este texto podemos resumir la temática denominada el secreto mesiánico.
Como se puede observar el tema está relacionado con la identidad de Jesús. A lo largo
de los capítulos del 1 al 8 del evangelio de San Marcos se pone de manifiesto la intriga
que genera Jesús con sus contemporáneos. Por ejemplo la gente se admira porque
“hablaba como quien tiene autoridad y no
como los maestros de la Ley” (Mc 1, 22).
Incluso las personas se preguntaban si la
enseñanza de Jesús no era una “nueva
doctrina” (Cf. Mc 1, 27).
“Yo sé tú eres el Santo de Dios” (Mc 1, 24)
Estas palabras son las que le dirige un
Demonio a Jesús. Este personaje no puede
revelar la identidad de Jesús, quién le ordena
callar y abandonar al hombre que poseía. Los
demonios o espíritus impuros obedecen a
Jesús porque conocen su poder.
Los enemigos de Jesús dicen que él
realiza sus milagros con el poder del propio
demonio. Esto demuestra claramente que no
conocen a Jesús. Para explicar que es en el nombre de Dios que él realiza sus obras
Jesús realiza el siguiente razonamiento: “¿cómo puede Satanás echar a Satanás? Si
una nación está con luchas internas, esa nación no podrá mantenerse en pie. De igual
modo, si Satanás lucha contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, y pronto
llegará su fin”. (Mc 3, 23-27).
¿Quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen? Mc 4, 41
En este sentido podemos ver que los demonios temen al poder que Jesús en
persona representa. ¿En qué consiste tal poder? ¿De qué modo San Marcos lo expone?
MC 8, 27-30
“Salió Jesús con sus discípulos
hacia los pueblos de Cesarea de
Filipo, y por el camino les
preguntó: ¿Quién dice la gente
que soy yo? Ellos respondieron:
algunos dicen que eres Juan
Bautista, otros que Elías o alguno
de os profetas.
Entonces Jesús les preguntó: ¿y
ustedes, ¿quién dicen que soy yo?
Pedro le contestó: Tu eres el
Mesías. Pero Jesús les dijo con
firmeza que no conversaran sobre
él”.
I.N.S.F: Formación Religiosa: 27/06/2012 Tercer Año
EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS
Cuando se menciona el poder debemos pensar en alguien capaz de gobernar.
Los israelitas contemporáneos de Jesús esperaban que Jesús tuviera el poder de echar
a los romanos que invadían su país. Sin embargo, Jesús da a entender que su poder es
muy distinto del que ellos imaginan. Veamos algunos ejemplos. “Poder para perdonar
pecados” Mc 2, 10
En el relato de Mc 2, 1-12 se presenta una interesante escena. Jesús enseña en
su casa y unas personas llevan a un amigo paralítico en una camilla. Ellos esperan que
Jesús cure su enfermedad. De tanta gente que había no podían acercarse a Jesús por la
entrada principal. Suben al techo, lo rompen y con unas sogas hacen descender al
enfermo para dejarlo frente a Jesús.
Todas las personas esperan “el milagro”. Sin embargo, Jesús solo dice “se te
perdonan tus pecados”. Estas palabras no hacen que el paralítico camine. La gente
estupefacta empieza a preguntarse en su interior quién se cree Jesús que perdona los
pecados. Solo Dios los perdona.
Jesús conoce lo que piensan. Entonces declara “ahora sabrán que el hijo del
hombre tiene en la tierra poder para perdonar pecados” y a continuación añadió:
“levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”. Recién en este momento el paralítico
queda curado de su enfermedad.
De todo el relato podemos concluir. Que el poder de realizar milagros no es más
importante que el poder de perdonar los pecados. La misión de Cristo es curara a los
hombres de la verdadera enfermedad: el pecado.
La siguiente cita justifica nuestra conclusión:
En síntesis
De acuerdo con lo mencionado hasta aquí podemos recapitular los siguientes
elementos particulares del tema “el secreto mesiánico”.
En primer lugar se trata de conocer la persona de Jesús. En los primeros ocho
capítulos de San Marcos resuena en muchas ocasiones que la gente se pregunta
¿Quién es éste? Queda muy claro que toda acción de Jesús llama mucho la atención.
Jesús genera una intriga grandísima en sus contemporáneos.
Ahora bien, a pesar de las intrigas Jesús realiza acciones muy concretas de su
propia identidad. Por ejemplo, expulsa demonios, perdona los pecados, calma la
tempestad. En este sentido Jesús va preparando “el terreno” para darase a conocer
abiertamente, poco a poco, en la segunda mitad del Evangelio.
Revelación del Secreto
Verdadero hombre y Verdadero Dios
Las intrigas sobre la identidad de Jesús van alcanzando su máxima expresión. En
la primera parte de este trabajo habíamos señalado la cita que nos permitía hacer un
división en el Evangelio según San Marcos, es decir, Mc 8, 27-30.
Jesús interroga a sus discípulos más cercanos qué dice acerca de él. Las
respuestas son muy variadas. En este diálogo, podemos colocarnos nosotros como
participantes activos del mismo. Nos preguntamos: ¿Quién es Jesús? Las respuestas
que podamos dar cada uno serán también muy variadas. Dependerán de la experiencia,
del conocimiento cada uno haya adquirido sobre Jesús.
No obstante, la variedad de respuestas que podamos dar cada uno de nosotros
debemos mantener algunos puntos bien claros. Veamos cuáles son. En primer lugar,
Jesús de Nazareth es una persona histórica. Las fuentes históricas han confirmado su
existencia. Para citar a una de ellas podemos nombrar al historiador Josefo Flavio,
contemporáneo de Jesús.
En segundo lugar, Jesús fue reconocido por los Israelitas como un verdadero
Mesías. Esperaban que él los liberara de la opresión romana. Esta perspectiva se la
puede observar en todos los evangelios sinópticos
En tercer lugar, tenemos que tratar de entender que Jesús es verdadero hombre
y verdadero Dios. En esta sección intentaremos dar una explicación de cómo es que
podemos hacer tal afirmación.
Hijo de Dios – Hijo del hombre
En la lectura del evangelio podemos notar los títulos “Hijo de Dios e Hijo del
hombre”. Jesús en muchas de las ocasiones en las que se refiere a sí mismo utiliza el
título hijo del hombre. Sin embargo, la introducción del evangelio nos presenta a
Jesús cómo hijo de Dios. Entonces nos preguntamos qué significan estos títulos; por
qué estas diferencias.
El título hijo de Dios tiene sus raíces en el Antiguo Testamento. Los reyes de
Israel eran denominados como hijo de
Dios debido a su predilección para
realizar dicha función. Sin embargo en
el evangelio podemos ver que este título
adquiere un nuevo significado.
Podemos observar cuatro
momentos en los cuales se hace
referencia a Jesús como Hijo de Dios: a)
Introducción al evangelio
b) En el bautismo de Jesús. Se da una
situación particular. Desde el cielo una
voz declara: «Tú eres mi Hijo, el
Amado, mi Elegido.»
MC 2, 15-17
“Jesús estuvo comiendo en la casa de
Leví, y algunos cobradores de
impuestos, y pecadores estaban
sentados a la mesa con Jesús y sus
discípulos; en realidad eran un buen
número. Pero también seguían a Jesús
maestros dela Ley del grupo de los
fariseos, y, al verlo sentado a la misma
mesa con pecadores y cobradores de
impuestos, dijeron a los discípulos:
¿qué es esto? ¡Está comiendo con
publicanos y pecadores!. Jesús lo oyó y
les dijo: no es la gente sana la que
necesita médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores.
c) En la transfiguración se da la misma situación particular y la voz del cielo declara: «Este
es mi Hijo, el Amado, escúchenlo.»
d) Por último, en la crucifixión de Jesús, el soldado romano que se encuentra a los pies de
la cruz exclama: “en verdad este era Hijo de Dios”
El hecho de que la Voz del cielo proclame “este es mi hijo” da a entender que el
Padre revela la naturaleza divina de Jesús. De esta manera podemos asegurar que
Jesús es Verdadero Hombre, debido a que nace de María, sufre, se alegra e incluso
muere como hombre. No obstante, creemos que Jesús es, además, Verdadero Dios, es
decir, tiene la misma naturaleza divina de Dios-Padre.
Podemos reconocer la naturaleza humana de Jesús cuando se muestran sus
sentimientos: siente hambre, cansancio, se enoja, se ríe, llora, etc. Por otro lado,
podemos reconocer la naturaleza divina de Jesús debido a lo planteado anteriormente.
No obstante, es importante el testimonio que reciben los apóstoles de parte del
Espíritu Santo.
Pasión Muerte y Resurrección.
Los tres últimos capítulos de evangelio de Marcos nos relatan el misterio más
grande de la fe cristiana. Se trata de la Pasión, muerte y resurrección de Jesús. Este
acontecimiento se debe entender como un acontecimiento histórico, pero además como
un dogma de fe. A continuación intentaremos explicarlo.
Acontecimiento histórico
Afirmamos que se trata de un acontecimiento histórico porque Jesús de
Nazareth existió realmente en un contexto histórico determinado. En este sentido
podemos leer el evangelio según San Lucas y veremos cómo este evangelista coloca la
historia de Jesús en el contexto de la historia universal.
En esta cita notamos que Lucas coloca la historia de Jesús en el contexto de la
historia de mundo bajo el imperio romano.
Acontecimiento de fe
Afirmamos que la resurrección de Jesús es un acontecimiento de fe porque
creemos que Jesús está vivo en el cielo. No podemos pensar en pruebas como si se
tratara de un hecho de la física. Tenemos su testimonio y el testimonio de miles de
personas que cambiaron sus vidas debido al “encuentro personal con Jesús”.
¿Podemos afirmar que la tumba vacía de Jesús es una prueba fehaciente de su
resurrección? No podemos hacer tal afirmación. Sin embargo, podemos decir que la
“tumba vacía” es la esperanza de la resurrección. Además es el testimonio de las
personas que se encontrado con Jesús personalmente.
Los católicos creemos que Jesús está presente en los pobres, en los sacramentos, en el
cura que consagra los sacramentos y en las personas que creen en él.
LC 3, 1
“Era el año quince del reinado del
emperador Tiberio. Poncio Pilato era
gobernador de Judea, Herodes
gobernaba en Galilea, su hermano
Filipo en Iturea y Traconítide, y
JN 14, 22-26
Judas, no el Iscariote, le preguntó: «Señor, ¿por qué hablas de mostrarte a nosotros y no al mundo?»
Jesús le respondió: «Si al guien me ama, guardará mis palabras, y mi Padre lo amará. En ton ces vendremos a él para poner nuestra morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras; pero el mensaje que escuchan no es mío, sino del Padre que me ha enviado.
Les he dicho todo esto mientras estaba con ustedes. En adelante el Espíritu Santo, el Intérprete que el Padre les va a enviar en mi Nombre,