Upload
izzi
View
230
Download
4
Embed Size (px)
DESCRIPTION
Compartimos un amor que regulaba cada latido y cada respiro que tomábamos. Todo estaba incluido. Pensé que nuestro amor podía resistir el tiempo y cualquier cosa que se arrojase en nuestro camino. Estaba equivocada. Muy equivocada. Solía ser feliz. Solía ser Juliette Weston cuando Dylan Somers llenó mi vida con promesas de amor y felicidad para siempre. Pero cuando se llevó mi corazón y lo rompió en un millón de pedazos, me convertí en alguien más por completo. En una tarde perdí a mi compañero del alma. Perdí todo lo que sabía que yo era. Tres años después, el hombre que me destruyó está de regreso.
Citation preview
Este documento es una traducción oficial del foro Eyes Of Angels, por y para fans. Ninguna otra traducción de este libro es considerada oficial
salvo ésta.
Agradecemos la distribución de dicho documento a aquellas regiones en las que no es posible su publicación ya sea por motivos relacionados con
alguna editorial u otros ajenos.
Esperamos que este trabajo realizado con gran esfuerzo por parte de los
staffs tanto de traducción como de corrección, y de revisión y diseño, sea
de vuestro agrado y que impulse a aquellos lectores que están
adentrándose y que ya están dentro del mundo de la lectura. Recuerda
apoyar al autor/a de este libro comprando el libro en cuanto llegue a tu
localidad.
Índice
Staff
Pily
Angyyy
Mariabluesky
Alejandra
Lopez
Nanami27
Diasdeotoño
Estrella
Katiliz94
ZoeAngelikal
Ana Lucia
Clajace
Alisson*
Katiliz94
Katiliz94
PaulaMayfair
Sinopsis
Compartimos un amor que regulaba cada latido y cada respiro que
tomábamos. Todo estaba incluido. Pensé que nuestro amor podía resistir
el tiempo y cualquier cosa que se arrojase en nuestro camino.
Estaba equivocada. Muy equivocada.
Solía ser feliz. Solía ser Juliette Weston cuando Dylan Somers llenó mi
vida con promesas de amor y felicidad para siempre. Pero cuando se llevó
mi corazón y lo rompió en un millón de pedazos, me convertí en alguien
más por completo. En una tarde perdí a mi compañero del alma. Perdí
todo lo que sabía que yo era.
Tres años después, el hombre que me destruyó está de regreso.
¿Para aliviar su culpa? ¿Para terminar el trabajo? No importa... no se lo
permitiré esta vez. Soy más fuerte. He continuado. Él no me afectará.
Esta es una historia de amor y traición. Dolor y pérdida. Felicidad y
destino. Es sobre encontrar tu verdadero destino.
Esta es nuestra historia.
Y no es para los débiles de corazón.
From The Inside Out #1
Capítulo 1
12 de Marzo
Traducido por Angyyy
Corregido por katiliz94
LO ODIO con toda mi alma y cada fibra, músculo y nervio de mi
ser. Dylan Somers rompió conmigo y mi corazón se rompió al mismo
tiempo, destruyendo todo en mi vida tal como la conocía. A lo largo del
año siguiente, mi amigo Brandon tuvo que recomponerme. Poco a poco,
él me devolvió al aspecto que solía tener antes de que conociera a Dylan,
o eso creía. Lo que no me di cuenta es que él también se apegó a mí en el
proceso. Una noche, mi amigo se convirtió en mi amante. Brandon nunca
debería haber jugado ese papel, sobre todo porque yo todavía estaba
demasiado estropeada para ser buena para alguien más. Así que volvimos
a ser amigos porque necesitaba un amigo más que un amante.
Dylan no me ha visto desde que entró y se sentó en el mismo
restaurante que yo. Cuando mis manos se sacuden, me doy cuenta de
que he sacado mi teléfono de mi bolso, inconscientemente para ayudar a
suavizar el ataque de pánico antes de que tenga la oportunidad de
empezar. Me niego a dejar que su presencia me abrume o llamar a
Brandon cada vez que empiezo a enloquecer.
Este no es un restaurante que frecuento y estar en el mismo lugar
después de todos estos años es completamente casual. He perdido el
apetito, por lo que empujo el plato de comida lejos de mí.
Echo un vistazo a él y a su pelirroja de uñas rojas, labios rojos,
zapatos rojos, ceñido vestido rojo, bolso de mano rojo posado en la mesa
junto a su copa de vino tinto. Todo en ella es cliché y predecible para
atraer a los hombres. Pongo los ojos en blanco, pero luego me encuentro
con los de ella otra vez y aparto la mirada. En ese vistazo, capto que sus
ojos son de color claro, tal vez azul, probablemente azul.
Los míos son castaños —verdes en un buen día, marrones en la
mayoría.
La cara que realmente quiero ver se gira en la otra dirección, de
espaldas a mí. Dylan no me ha visto en tres años. Esto me hace
preguntarme si alguna vez lo hizo, incluso cuando estábamos juntos. No
lo sé y detesto pensar en ese tiempo... cuando fue un mal tiempo.
Sentada en esta mesa para uno, he olvidado si alguna vez fue
bueno entre nosotros, ¿o lo bloqueé? Si escarbaba profundo, realmente
profundo más allá del dolor causado durante esos últimos meses que
estuvimos juntos, fueron felices y perfectos. Me sentí amada. Me sentí
hermosa. Me sentí completa. Estábamos más bien que mal, pero ahora
sólo la cicatriz permanece.
Mirando hacia atrás a su mesa, sus ojos están puestos en mí otra
vez. Rápidamente, saco un billete cincuenta y lo tiro en la mesa. Eso
cubrirá fácilmente mi cuenta, incluso por encima del valor, de un
establecimiento demasiado-de-moda-para-ser considerado-de-moda-
durante-más-tiempo en el Upper West Side.
Mis ojos se encuentran con los de ella una vez más y espero que
los míos no proporcionen nada. Cosas como: como sé cómo se ve él
después de un orgasmo, cómo le gustaba que yo lo tocase ahí, pero no
más allá, más profundo, y cómo cuando está molesto, sus ojos coinciden
con los cielos justo antes de que pase una tormenta. Sé todo esto porque
los he vivido con él, así que lo conozco, al verdadero Dylan.
¿Ella lo hace?
Lo miro a él esta vez, solo a él, bloqueándola de mi enfoque. Su
cabello con estilo. Él siempre tuvo un buen cabello, de color marrón claro,
más oscuro gelificado. Sonrío al pensar que todavía tiene un buen cabello
a pesar de las maldiciones de odio que le deseé para que quedase calvo.
El ligero planchado de su camisa demuestra que no ha cambiado. Insistía
en la perfección, sin embargo quería estar cómodo en su ropa. La gran
esfera de su reloj brilla bajo la iluminación ubicada encima. Dylan
Somers siempre fue muy seguro... o arrogante. Ya no estoy segura de
cuál. Mis recuerdos de ese rasgo suyo específico se han desvanecido un
poco, superados por los más dañinos.
Él soporta más dolor, más de lo que yo puedo soportar esta noche.
Camino a través de las mesas íntimas de la zona del comedor. Cuando
paso, ella le asiente sonriendo como si quisiera decirle silenciosamente
que estoy mirando, como si quisiera decirle, que tiene una admiradora.
No soy una admiradora. Soy una adversaria-enemiga-la persona que más
odia en el mundo si recuerdo sus palabras correctamente.
Empujo la puerta abierta y el aire fresco me golpea. Estamos cerca
de la primavera, pero sigue haciendo frío, así que envuelvo mis brazos
alrededor de mí misma y voy hacia el sur.
—¿Juliette?
Oír su voz hace que mis entrañas se congelen, pero mis pies se
mantienen en movimiento. No respondo a ese nombre. ¿Debo siquiera
saber quién es Juliette ahora?
—¿Juliette? ¿Eres tú?
Oigo sus pasos. Ellos aceleran, pero me niego a responder a las
sutilezas descuidadas que se siente obligado a dar.
¿Por qué?
¿Por qué lo intenta?
¿Por qué se preocupa?
¿Qué es lo que quiere?
—¡Hey! —Grita desde lejos, plantándose en un lugar en la acera,
no está dispuesto a perseguirme. Pongo mis ojos en blanco porque estoy
caminando en un Prada de diez centímetros, así que me puede atrapar
fácilmente si quiere. Él simplemente no quiere. Eso demuestra su
arrogancia. Todo siempre llegó tan fácil para él, incluyéndome a mí en la
universidad.
Rodeando otra esquina, encuentro seguridad en las sombras del
edificio y sigo caminando. Los recuerdos de lo mal que fue nuestro final
me envuelve...
—Te odio —grita—. Te odio por hacerme aceptar este trabajo. Te odio
por hacerme comprar ese coche. Odio este apartamento y los muebles. Odio
todo lo que he tenido que hacer desde que me mudé aquí por ti.
Solía decir amo, pero últimamente, todo lo que escucho es odio. Lo
ha utilizado generosamente en la última semana y más de un par de veces
esta noche, cinco en el último minuto. Es irónico que ahora esté usando en
mí contra el coche y el trabajo que él eligió, los cuales obtuvo sin hablar
conmigo en absoluto. Ahora me culpa por el arrepentimiento que siente.
Supongo que el dicho es cierto; lastimamos a los que más queremos.
Mis pies siguen moviéndose mientras el flashback continúa...
—Odio esta vida... mi vida contigo —Dylan me grita.
—¿Has conocido a alguien más?
—¡Maldita sea, Juliette! Esto se trata de nosotros, de nadie más.
Me da la espalda cuando grita. No puedo ver sus ojos, lo que me
hace cuestionar su veracidad. Estoy en una pérdida aquí. ¿Hablo de nuevo
o permanezco tranquila como en un buen día? Mi teléfono suena, haciendo
que los dos lo miremos. Él no está contento con la intrusión, aunque me
siento aliviada.
—Tengo que responder. —Camino a través de la sala de estar y lo
recojo.
Antes de que pueda responder, Dylan dice—: Responde. Ya he
terminado aquí de todos modos. —Mis ojos se elevan desde el número que
parpadea en la pantalla de nuevo a los suyos que están mirando hacia
abajo—. Hemos terminado. —Con esa mención él se va, entrando en la
habitación y dejándome tomar mi llamada.
—Soy Juliette. —Salgo del apartamento para darle el tiempo a solas
que parece necesitar en estos momentos. Necesita tiempo para enfriarse
así podemos hablar de lo que está sucediendo y lo que hice para
molestarlo.
Después de muchas garantías de mi regreso al trabajo, cuelgo el
teléfono con mi encargado en la galería. Las palabras de despedida de
Dylan se hunden. Hemos terminado. De repente, empiezo a entender que
Dylan no estará aquí cuando llegue a casa. ¿Es incluso casa sin él? Me
doy cuenta de que quería decir lo que dijo y estoy en una pérdida... de
nuevo. Lo estoy perdiendo. Estoy perdiendo mi corazón. Estoy perdiendo
mi otra mitad. Mi alma. Todo lo que importa.
Tomando una respiración profunda, mi corazón late con fuerza, me
muevo aún más rápido para alejarme de él y los recuerdos, y todo lo que
me ata al pasado. No hay más Dylan y Juliette, no tiene sentido hacer
una escena en la calle.
Finalmente, llego a mi zona de confort. Mi mano tiembla aunque
estoy parada frente a mi propio edificio.
Un timbre.
Dos timbres.
Brandon responde—: Hey, Jules, es un poco tarde para una
llamada de cortesía.
Mi corazón se calma y sonrío.
—Te encanta escuchar de mí y lo sabes.
Se ríe.
—Sí. En cualquier momento, de día o de noche para ti.
—¿Puedo ir?
Lo oigo arrastrando los pies. Él está mirando la hora. Sé que lo
hace. Son sólo las diez y cuarto. Todavía es temprano.
—Por supuesto —responde, siempre excesivamente preocupado
por mí—. ¿Está todo bien?
—Déjame entrar.
—¿Ya estás aquí?
—Sí.
—¿Dónde está tu llave?
—Déjame entrar.
Las cerraduras se desbloquean y la puerta se abre sin más
preguntas. Él sabe cuándo no presionar. Es así de genial.
Subo los dos tramos, quedando sin aliento después de la acelerada
caminata a casa. Entro, dejo mi bolso en la mesa junto a la ventana. Me
gusta la vista desde su apartamento porque es lo contrario de la mía. Me
da una nueva perspectiva. Se apoya en el arco de la cocina y me mira. El
arco es una característica de diseño de consuelo diferente en el
apartamento moderno.
—La habitación de huéspedes tiene sábanas nuevas oooo puedes
pasar la noche en mi habitación —lo dice como si estuviera bromeando,
pero sé que no lo está.
La oferta me hace sonreír, pero sólo un poco, porque no hemos sido
amantes en un largo tiempo.
—Estamos mejor como amigos —le recuerdo con cuidado.
Cruza sus brazos sobre su pecho, y dice—: No hay daño en
intentarlo.
Sus intensos ojos oscuros me siguen por la habitación. Sus ojos
son de color azul, pero tan diferentes de los de Dylan. Los suyos son los
océanos más profundos y los de Dylan lo más alto del cielo.
El peso de su mirada se impone sobre mí, escaneando mi espalda
mientras miro a la calle, detectando la vista de una lámpara compacta en
el parque. Giro e insisto.
—Estoy cansada.
—Sabes dónde está todo.
—Sí. —Paso junto a él como si fuera la dueña del lugar. En cierto
modo lo soy. Es un segundo hogar para mí. Tengo algunas de mis cosas,
mis pertenencias almacenadas alrededor, en el baño, en la habitación –
habitación de huéspedes. Mis vitaminas se encuentran en la cocina. Sólo
cosas, cosas sin importancia.
Me detengo en la puerta de la habitación de huéspedes antes de
desaparecer en la noche.
—Gracias.
—Siempre eres bienvenida aquí, pero la próxima vez, utiliza tu
llave.
Eso me hace sonreír, una sonrisa real, de origen sincero.
—Buenas noches, Brandon.
—Dulces sueños, Jules.
La intrusión de Dylan en mi vida esta noche ha causado un
desequilibrio en mi mundo. Mis sueños no son dulces. Estoy inquieta,
incluso en su casa, donde solía encontrar consuelo. Los recuerdos de la
noche en que me dejó inundan mis sueños...
La realidad me golpea en la exposición. Pierdo mi mente y mi nuevo
cliente cuando colapso en el cuarto de atrás. Sólo había vendido una
pintura y la retiré de la colección a petición del comprador. Detrás de lo que
pensaba eran puertas cerradas, lloré. Por reflejo, froto el lienzo con la mano
en un intento de borrar las lágrimas, pero la pintura se unta bajo mi tacto.
Las puntas de mi cabello largo y castaño dejando también su propia marca
distintiva.
Mis lágrimas arruinaron su obra maestra, una pieza que el artista
acababa de pintar en vivo frente a los clientes potenciales. Soy llamada
poco profesional y descuidada, y en su ataque de ira, el artista se niega a
trabajar conmigo otra vez, mis lágrimas le costaron un premio de cinco mil
dólares por su tiempo y talento. La pérdida del amor de mi vida me costó
más. Él no parece preocuparse por eso. Los artistas pueden ser así de
irritables. Rompió el marco y destrozó la pintura cuando el comprador se
retiró de la oferta, no quería mis problemas comunes salpicados en su
pintura.
Cuando un cliente escuchó la discusión, él aseguró—: Irá bien. Lo
prometo.
En ese momento, era difícil creer sus palabras. Todavía me
persiguen porque quiero creer, pero parece que no puedo aferrarme a ellas.
Cuando regreso a casa tarde esa noche, el coche no está estacionado
en el frente y el apartamento está desnudo. Dylan odiaba ese coche,
odiaba a los muebles, odiaba su vida. Sin embargo, aun así se los llevó.
Tomó todo lo que odiaba, excepto a mí.
Nada queda en el lugar que llamamos hogar, excepto una cafetera
de veinticinco dólares y mi ropa arrojada en el suelo porque él tomó la
cómoda.
Lanzo mis zapatos y voy a prepararme una taza de café, pero él tomó
los granos que recientemente había molido esta mañana. Ahora tengo una
cafetera sin café para llevar en ella. Caigo al suelo en la cocina y me
desmorono, completamente, mi corazón rompiéndose en mil pedazos. La
ruptura en la galería era el predecesor de lo que estaba por venir. Se trata
de los restos de mi vida, el final como la conozco. En el transcurso de diez
horas de ausencia, mi vida estaba llena y se trasladó a otro lugar para no
ser vista de nuevo.
Todo el amor que compartimos se ha desvanecido como Dylan, el
café, y la cómoda.
¿Fue planeado esto?
¿Por cuánto tiempo?
¿Mudándose el mismo día?
¿A un depósito o a otro apartamento esperando este día?
Parece demasiado organizado, premeditado.
Sostengo la cafetera negra en mis brazos, acunándome a su
alrededor, necesitando tener algo tangible y esto es todo lo que queda. Esto
es todo lo que tengo que mostrar de una vida que nace de amor, pero murió
a causa de malentendidos y mentiras.
Capítulo 2
13 de Marzo
Traducido por mariabluesky
Corregido por katiliz94
QUERIENDO IRME antes de que Brandon suba, enciendo la
cafetera antes de irme. Es un pequeño gesto para mostrar mi gratitud.
Solía amar hace unos años sorprender a Dylan con el desayuno en la
cama y una taza de café caliente, pero ahora mi lado dañado gana y
parece que los pequeños gestos son lo único que soy capaz de demostrar
estos días.
ABRIENDO LAS PUERTAS industriales traseras, una ráfaga de aire
caliente entra en la galería conmigo mientras entro. El primer calor de la
primavera, creo. Debería bajar mi almuerzo al parque hoy. Estoy segura
que los brotes de los árboles de manzanas silvestres están floreciendo.
Las flores de borgoña oscura son mis preferidas, pero estoy segura de que
solo veré las blancas. Las blancas son más comunes en la ciudad. Son
más suaves, más normales, más aceptables, se conforman más, menos
vibrantes, menos vida viviendo en ellas, más baratas. Dejo las puertas
abiertas, sabiendo que los otros llegarán pronto para trabajar.
Mis talones golpean contra los listones de madera del suelo
mientras hago mi camino. Mi oficina tiene una ventana en el frente, de
cara a la calle. No me gusta sentarme ante una vidriera, pero es la moda,
por eso trato con ello.
Solo hicimos rehacer los suelos, pero todavía veo señales de rayas
mientras ando. Por lo general trato de evitar mirar al suelo, pero entones
alzo la vista y solo noto las marcas en las paredes blancas. Tienen que
ser blancas. El escueto blanco resplandece el arte. Este concepto parece
ajeno para aquellos que trabajan aquí ya que nadie más hace el esfuerzo
de preocuparse como yo lo hago. En cambio me concentro delante hacia
mi oficina, por tanto no sigo contando todos los puntos que necesitan un
retoque, volviéndome loca.
Llamo a Frank, pero no está. Es muy pronto, dos horas demasiado
temprano. Él pasará la mañana retocando las paredes pintadas. Ha
pasado al menos un mes y es completamente inaceptable el precio en
nuestra galería de arte para dejarlo pasar otro día. La pintura es barata.
Hablar es barato. Las palabras son un sinsentido para mí. Las acciones
lo son todo. Una dura lección para aprender, pero ahora está inculcada.
Sosteniendo mi barbilla, no permito que mis emociones se
muestren. Las emociones son una debilidad, he trabajado mucho para
suprimirlas los tres años pasados, un perjuicio no solo para mi corazón,
sino para mi trabajo por lo que lo tuve que vencer.
No cometeré ese error otra vez. Ahora parezco previsible, confiable,
responsable. Aquellos que no juegan con tus emociones o te hieren. Vivo
según un plan que se puso en acción hace dos años. Fue el único modo
en el que podría verme sobrevivir. Si no tuviera que pensar en cosas
demasiado, no tendría que pensar en Dylan. Tenía sentido entonces. Pero
una plaga negra de preguntas me cubre diariamente respecto a mi plan.
¿Pueden cambiar los planes?
¿Deberían cambiar?
¿Los cambia el tiempo?
¿O cambiamos el tiempo?
Debería hablar con Brandon sobre esto. Él puede ser muy profundo
cuando se trata de mis peculiaridades.
La mañana vuela con las aburridas tareas de la oficina. Me doy
prisa en ir al parque a la hora de la comida para calmar la hora lejos en
los pacíficos alrededores. Después de encontrar un banco vacío, me
siento en la soledad. Mientras como, cierro los ojos, dejando al gorjeo de
las aves llenar mis oídos y sentir la brisa contra mi piel. El escudo que
por lo general me protege resbala y por un momento, me siento serena.
En tiempos como estos, me doy cuenta de cuanto esfuerzo pongo en fingir
ser normal.
Mis manos caen sobre mi regazo y recuerdo picnics, jugando al
Frisbee, riendo todo aquel tiempo. Central Park en primavera es una vista
que contemplar, una experiencia para ser tenida, una manera de
mantener las horas lejos frívolamente. Amaba los perezosos domingos.
Los amaba con Dylan. Sé que él también los amó conmigo. Solo olvidó lo
bueno que podría ser, lo bien que podríamos estar juntos.
No he complacido con mucho gusto mi deseo de pensar en Dylan
desde que lo vi en el restaurante la noche anterior. No soy lo bastante
fuerte para hacer esto, por eso me abstengo. Cada vez que él quiere hacer
una aparición en mis pensamientos, pienso en ella, y esto pone la fachada
de vuelta a su lugar. Ella, con todas sus cosas rojas. Ella, que tuvo el
placer de su compañía ayer. Me pregunto si ella le preguntó a quién
estuvo persiguiendo y si él le dijo la verdad. Me pregunto si se fue a casa
con él y borró los pensamientos persistentes que él podría haber tenido
de mí.
Me pregunto tanto, y no estaré privada de respuestas, ya que
almaceno estos pensamientos en ese lugar donde empujo todos mis
recuerdos de él. Los cierro con llave, en el abollado y dañado baúl que
vive en los huecos de mi mente. Es oscuro y peligroso, por lo que no me
aventuro allí a menudo.
Sin embargo, a veces paso y lo visito, demasiado para mi
consternación.
Abro los ojos por la risa de los niños jugando cerca. Algo que
debería hacerme feliz, me pone triste, y siento la pared reconstruyéndose
a sí misma, ladrillo sobre pesado ladrillo.
14 de Marzo MI ALARMA SE APAGA a tiempo, pero hoy es diferente. El peso que
esta fecha lleva, comienza a arrastrarme hacia abajo. Agarrando mi
almohada, sepulto mi cara bajo ella. Conteniendo el aliento, rezo por
hacerlo durante las veinticuatro horas siguientes de una pieza. Habría
sido sabio coger el día libre en el trabajo. Normalmente lo hago, pero
termino allí arriba de todos modos, teniendo que distraerme con otras
cosas. Cosas como preguntarme.
Me pregunto, ¿si hubiéramos roto antes, todavía dolería del mismo
modo?
Me pregunto si no hubiéramos roto si estaríamos casados.
¿Habríamos tenido niños?
Me pregunto si él está saliendo con alguien más.
Me pregunto por qué incluso añadiría la palabra “más” al final de
eso.
Tal vez está casado con la mujer de rojo... con niños.
O tal vez es solo una cita y está soltero y disponible.
¿Estuvo disponible alguna vez? ¿Realmente disponible?
Sí, lo estuvo una vez. Recordar su sonrisa desencadena la mía, y
como me afectó de nuevo entonces, como aclaró mi día y me hizo deseosa
de volver a casa con él. Los recuerdos corren desenfrenados y sostengo
la almohada sobre mi cara todavía más apretada. Cuando abro los ojos,
me siento disgustada por sonreír con el recuerdo de la sonrisa de Dylan.
Abandonando la almohada, ruedo por la cama, decidiendo
saltarme el dramatismo y prepararme. Una ducha caliente hace poco
para consolarme y aún menos que el recuerdo de él hacía unos minutos
antes. Me visto deprisa, no lleva mucho tiempo, un vestido puesto de la
percha de cualquier manera. Los zapatos son tomados de la estantería
sin un segundo de vacilación, la cartera lanzada en mi bolsa de trabajo
porque no quiero gastar tiempo en encontrar el monedero “correcto” para
este conjunto.
Dejo mi pelo suelto para que se seque naturalmente, dejando las
ondas formarse como cuando no las enderezo. Cuando me muevo en la
cocina, veo la cafetera, nuestra vieja cafetera. No bebo de ella. Nunca. No
cobra vida, y me filtra o provee de la cafeína muy necesaria para poner
en marcha mi culo. Está de pie como un monumento, un símbolo de lo
que solía existir aquí, representando las vidas que solían vivir entre estas
paredes, se siente ocioso no utilizarla al lado de mi Centro de Café de
DeLonghi de 2000$ —mi más decadente compra A.D. Después de Dylan.
He usado la DeLonghi un total de tres veces, principalmente porque
no tengo tiempo para aprender cómo utilizarla. No estoy en casa mucho
si lo puedo evitar. Hoy es sobre derrotar la historia del día y fabricar un
nuevo comienzo, por eso escribo un post-it y lo pego al frente de la
superficie de acero inoxidable reluciente de la máquina. Aprender a
usarla.
Ya que no sé cómo usarla, bajo los escalones a la entrada y me
dirijo un bloque al oeste. Abriendo la puerta de mi panadería y cafetería
preferida, una calma viene a mí. Además del parque, este es uno de los
pocos lugares donde me permito la cortesía de relajarme y absorber la
comodidad. Tal vez son los colores cálidos de la madera y la música suave
que juega en el fondo, que me libera. Tal vez son los olores caseros que
llenan el aire. O tal vez es porque mi piso y la galería están en un absoluto
contraste con la pintoresca tiendecita.
—¿Juliette?
Con la guardia baja, me encuentro relajándome, por tanto sin
pensar, alzo la vista.
—Dylan —fluye de mis labios como si se permitiera residir allí,
como si lo dijera cada día.
Pienso en el nombre a menudo, pero nunca lo digo.
Nunca.
Y entonces... solo lo hice.
Capítulo 3
Jules
14 de Marzo
Traducido por Alejandra Lopez
Corregido por katiliz94
—NO PUEDO CREER QUE seas tú —dice Dylan, mirando a su
alrededor como si todos debieran estar tan sorprendidos como él.
Al tragar —duro— me quedo sin palabras. Él me deja sin palabras
y simplemente no es así como imaginé que esto sucedería cuando planeé
esta reunión en mi mente.
—¿Eras tú la otra noche? —pregunta—. ¿En el restaurante?
Hmm… ¿Cómo debería responder? Sí, lo era, pero te evite incluso
aunque pensé que te oí gritar mi nombre, ese nombre, al bajar la calle.
O tal vez no, ¿no tengo idea de lo que estás hablando?
La mentira es mucho más atractiva justo ahora.
—¿Que restaurante? —Mi voz traiciona mis pobres habilidades de
actriz y se hace un octavo más aguda.
—Podía haber jurado que eras tú, pero no estaba seguro. Te ves...
te ves diferente.
¿Buena diferencia o mala diferencia? Ugh ¿Por qué me importa?
—Me refiero a que te ves genial, Juliette. —Ahí está ese nombre de
nuevo opacando lo que creo es un cumplido. Escuchar ese hombre me
hace encogerme y derretirme todo a la vez. Odio ese sentimiento. Odio
como mi memoria sirve demasiado bien y me siento de alguna forma
menos yo misma porque él me está hablando.
—Bistro en la 72 —continúa. También se sentó observándome,
buscando, minuciosamente.
Respondo—. Comí ahí la otra noche.
Frunce el ceño.
—Entonces eras tú. ¿Por qué no…? — Se lo que va a preguntar,
pero lo piensa mejor, sin terminar. Creo que entiende la indirecta de que
no estoy realmente abierta a esta conversación—. Lamento molestarte. —
Balanceándose de repente se siente inseguro de sus palabras,
pensamientos, de lo que debería hacer—. Solo quería saludar.
Muevo mi cabeza suavemente hacia un lado para realmente verlo.
Se ve bien, genial de hecho, el tiempo no ha pasado por él. Se ve feliz o al
menos no infeliz, como la última vez que lo vi antes de que me dejara.
Dos de mis dedos hicieron un golpeteo en la mesa y dice—: Debería
irme. Fue muy lindo verte de nuevo Juliette —encogimiento—. Tal vez nos
veamos de nuevo pronto.
—Hay una posibilidad ya que nos hemos visto dos veces en los
últimos días cuando no nos hemos visto alrededor de tres años. —No sé
de donde viene esto mientras brota de mi boca, como presenciando
alguna rara anomalía estadística. Debí simplemente dejarlo mentir y
dejarlo irse.
Parecía sorprendido de nuevo, pero esta vez probablemente por que
hable más de cuatro palabras. Cuando me sonríe, siento la primera grieta
fracturarse en mi capa protectora externa, mi blindaje, como si me
alertara de que fuera con cuidado. Todavía le sonrío, una vieja reacción
a él.
Hablando a un ritmo mucho más rápido esta vez, dice—: Realmente
te ves fantástica. La vida te está tratando bien.
Ahí es donde se equivoca.
Mira sobre su hombro, pareciendo esperar a alguien. Estoy segura
que lo está, lo que me causa un poco de dolor en el corazón. Cuando sus
ojos regresan a los míos, señala al gran reloj sobre su hombro.
—Tengo que correr. Tengo una reunión en el centro en veinte
minutos y debería haberme ido hace diez.
Tal vez eso es lo que estaba observando antes. Pensé lo peor de él
y probó que me equivocaba. No me disculpé o tan siquiera le devolví la
sonrisa esta vez. No le debía nada más de mi misma.
Todo eso se lo llevo cuando se fue hace años.
—Así que, sí, me debería ir. —Da unos pasos atrás y tiene esta
tonta sonrisa como si de hecho estuviera feliz de verme.
Siempre ame esa tonta sonrisa. La pequeña fractura se ensancha
cada vez que siento más que desdén por este hombre. Por un pequeño
lado quiero probar la teoría. Pero no hoy.
Él se voltea, entonces se apresura afuera de la puerta y mi mirada
cae sobre su café que dejo en mi mesa. Lo observo, mi gran perfecto
granola olvidado. Levantando la taza, veo gotitas alrededor del hoyo en la
tapa y estoy tentada a probarlo. No sé si quiero probar el café o a él o
ambos pero el pensamiento me confunde y me hace sentir acosadora. Lo
dejo justo donde él lo dejó, volteándolo a la forma en la que fue
abandonado antes.
Metiendo mis mandos bajo la mesa, las mantengo juntas para
evitar que toquen la ofensiva taza blanca. Inclino la cabeza para observar
la etiqueta a un lado: Negro. Miro a mi jarra de café de porcelana y el
negro, ningún escandaloso café que recuerde y me recuerda los
momentos en que compartimos café negro juntos.
El timbre suena y mis ojos suben rápidamente. Su media sonrisa
y el lenguaje corporal hablan de su vergüenza mientas regresa.
—Olvide mi café, y enserio necesito cafeína esta mañana.
Observo mientras envuelve sus dedos alrededor de la taza. Mi
corazón se acelera, recordando como solía envolverlos alrededor de mí,
en mí, curvando, probando, complaciendo… forzando mis ojos a subir,
observo mientras se sienta en la silla opuesta. Se ve nervioso de nuevo,
incierto como si sus ojos buscaran la superficie para las palabras que
quiere usar. Después de aclararse la garganta, su voz es profunda y
titubeante cuando dice—: Quiero que sepas que lo siento.
Lo siento.
Después de tres años de un corazón roto, lágrimas, y depresión, el
poder de sus palabras es la llave, abriendo el candado en mi pecho que
estuvo enterrado en un receso. Lágrimas en la esquina de mis ojos y mi
mirada cae a la graneada mesa de madera, incapaz de mirarlo sin otra
emoción que no sea dolor. Sacudiendo la mano enfrente de mí, sin
saberlo lo libero de la culpa, como si dijera oh, está bien, no fue nada. No
te preocupes. Pero mis palabras no coinciden con mis acciones.
—No lo hagas —toda emoción amenazando con volver se ha ido en
un instante.
Cuando me pongo de pie, él se para. Su mano gentilmente acaricia
mi brazo y mis ojos la siguen. Dándose cuenta de que el hecho de tocarme
no es bienvenido, quita su mano y susurra—; No quería hacerte enfadar.
Solo quería que supieras como me siento.
Luchando por estar tan cerca a él, digo—: No es necesario y se
supone que tienes que estar en el centro en 5 minutos —camino hacia la
puerto en una oleada palabras y excusas—. Y yo tengo que ir a trabajar.
El timbre anuncia mi salida, otro eco mientras me sigue fuera hacia
la acera. Sé que es él. Puedo sentir su presencia, su calor, su
preocupación, su cara de disculpa observando mi espalda. Me apresuro,
lejos de él, pero se mantiene cerca. Finalmente sus pasos titubean y
dice—: Sé que día es hoy Juliette.
Me encojo. Me detengo, incapaz de soportarlo más. Con las manos
empuñadas a mis lados, me doy la vuelta y pierdo el control.
—¡ Deja de llamarme Juliette!
Está afligido por mi salvaje emoción, su cara de sobresalto y horror,
confusión, y aun esa maldita disculpa en ella.
Pisando la curva, alzo mi mano al aire para pedir un taxi,
necesitando una rápida huida, para escapar de él. Cuando el taxi me
lleva lejos de la curva, exhalo mientras mi pecho se sella fuertemente y
regresa a donde pertenece.
Capítulo 4
Dylan Somers
16 de Marzo
Traducido por Nanami27
Corregido por katiliz94
Quiero ver a Juliette de nuevo. No puedo dejar de pensar en ella.
Es una mujer hermosa, ya no es una chica. Echo de menos a la chica,
pero la deseché, pensando que la hierba era más verde. No lo era.
Ella es diferente, en el interior. Cambió. ¿Yo le hice eso? Espero que
no.
Con los pies descansando sobre mi escritorio, tengo un lapicero
masticado en la boca mientras miro por la ventana en la esquina de mi
oficina. Cojo mi teléfono y pulso el botón de llamada que ha sido
silenciado, así que no estoy perturbado. Dejo que mis pensamientos se
remonten a principios del fin...
Juliette se aleja del beso y susurra que está cansada. Son las 2:37
de la mañana. Mi ego recibe el golpe y ruedo lejos de ella, tomándola contra
ella y dándole la espalda, para hacerla sentir que ha hecho mal conmigo.
Me siento rechazado. Excusas, lo sé, pero así es como empiezo a
distanciarme, prepararme para lo que viene.
Ella frota mi espalda con cariño y se disculpa. La tensión se relaja
en mi cuerpo, pero mi cabeza se mantiene apretada. Me deslizo fuera de
su alcance con un gemido y pretendo conciliar el sueño.
Esa es la primera vez que la escucho llorar por mi culpa, por la forma
en que le estoy haciendo daño. Es suave y tranquilo, pero su dolor es
evidente. Nunca hemos ido a la cama enfadados y no lo hicimos esta
noche, pero de alguna manera en la noche, me las arreglé para hacerle
daño y ahora aquí estamos.
Me odio. Odio en lo que me estoy convirtiendo y sin embargo, es como
que tengo que ir tras él con plena intención. Voy a romper su corazón... a
propósito y eso rompe el mío.
Recojo en el bocadillo delante de mí, pero no tengo hambre. No
quiero comida. Quiero café, con ella, en la cafetería. El encontronazo fue
una casualidad, verla allí —un accidente previsto, si decía la verdad.
Me quedé sorprendido como el infierno al enterarme de que
conservó el apartamento. Me arriesgué y aventuré por la parte de la
ciudad que todavía se siente como en casa, a pesar de que no lo ha sido
en tres años. No estaba al tanto de la fecha cuando me desperté esta
mañana. Fue solo una coincidencia, pero después de verla dos noches
antes, bueno, quien pensé que era ella, tuve que comprobarlo con mis
propios ojos.
Cuando lo busqué en Google, me llevó de vuelta al viejo
apartamento. Me presenté temprano porque ella siempre fue una persona
madrugadora. Yo lo soy demasiado ahora, pero solía ser más un ave
nocturna. Hoy, llegué temprano y esperé, como un acosador. Hombre,
estoy jodido. Esperé saber cuán realmente jodido era lo que estaba
haciendo, pero no podía sacarla de mi mente. Ahora, como entonces, no
puedo dormir, pero por razones muy diferentes en estos días...
No puedo dormir por la culpa que llevo. Observo a Juliette en su
lugar. Solo hay suficiente luz en el cuarto de baño para ver su rostro. Ella
tiene esa luz de noche que deja encendida allí. Dijo que la hacía sentirse
segura en la noche. Me burlé de ella porque no entendía y pensaba que las
luces de noche eran infantiles. Pero ahora espero que encuentre consuelo
en ella. Consuelo que parece que yo ya no puedo darle. Consuelo que va a
necesitar si sigo yendo en la dirección en la que voy.
Deslizo cuidadosamente mi cabeza sobre su almohada y presiono mi
nariz hacia abajo de manera que puedo oler su cabello y piel. Me encanta
su olor. Me invita, me atrae más cerca, y me da seguridad.
Voy a extrañar eso.
La echaré de menos, aunque sé que no me creerá en las secuelas.
El error más grande que he hecho fue dejarla. Tres años después,
he pagado un precio por esa decisión. Ahora estoy pagando la deuda,
minando poco a poco a medida que la veo durante un replanteo temprano
en la mañana. Ella salió de su apartamento, y desde detrás de las gafas
de sol la veo, desde la seguridad en el interior de la ventana de una
pequeña tienda de comestibles. Ella no me ve, pero la veo. No es nada
menos que impresionante, pero no se ve feliz, su boca nunca se desvía
de una línea recta mientras camina por la calle.
Echo de menos el barrio, el apartamento que compartíamos, esa
cafetería, la tienda de comestibles, ella... nosotros juntos. Me perdí el día
que salí de nuestro apartamento por última vez. Era lo opuesto en ese
entonces. Pensé que me había encontrado a mí mismo. Finalmente tuve
lo que pensé que quería: un atajo hacia el éxito. Pronto descubrí que el
éxito viene con un precio y que tenía que pagar.
Di un salto de fe, puse todo en almacenamiento, excepto mis
mejores trajes —tenía dos— y llamé a la puerta de Hillary.
Comenzó como coqueteos inofensivos en la oficina, pero se
convirtió en algo más en Año Nuevo. Ella encendió un fuego en mí que
no había sentido... que no había sentido desde que conocí a Juliette. Ella
me hacía sentir bien, como si el mundo fuera nuestro para conquistarlo
si solo aceptaba algún destino falso que ella pusiera delante de mí.
Hillary era una depredadora y yo era su presa, débil ante la
tentación. Sonrió cuando vio los trajes en la mano. Los tomó de mí, los
colgó en el perchero que estaba junto a la puerta y saltó sobre mí, su risa
llenando el pasillo de su condominio de clase alta.
Fiesteamos, duro. Me sorprende que todavía tuviéramos puestos
de trabajo, pero ella me dio poder. Poder que nunca había sentido antes.
Me hizo un gerente en dos meses.
Me llevó a lugares y me presentó a gente de sociedad —gente de
riqueza, gente que descubrí eran tan leales como estafadores. Fui el
brindis de la ciudad un día y cuando fueron a través de mí, nada. Ella
vino del dinero y amaba gastarlo en mí. Pensé que quería todo eso, esa
vida. No había tenido dinero en años.
Con Juliette, teníamos que ser cuidadosos. Éramos jóvenes y
rompimos porque acabábamos de empezar nuestra carrera. Ella aterrizó
un puesto de ventas asociado en una galería en el centro y yo había sido
aceptado en un programa de Gerente en Entrenamiento para una gran
empresa de telecomunicaciones. Nos sentimos como personas lujosas,
viviendo la gran vida, o así pensamos: Un apartamento en la ciudad de
Nueva York, con mobiliario bonito, para vivir tres veces por semana, y un
coche nuevo. Nunca había poseído un cauto nuevo antes. Fue
emocionante —ridículo en Manhattan, pero emocionante.
Ese auto fue el comienzo de nuestra caída, aunque ninguno de los
dos lo reconoció en su momento. Con el tiempo, la resentí por
mantenerme lejos de una vida más grande. En aquel entonces, no sabía
cuán falsa y efímera era la vida. Odiaba esa nueva vida, la vida con
Hillary.
Mi reloj suena dos veces, alertándome de que mi hora de almuerzo
ha terminado. Columpio mis pies hacia abajo y tiro el bocadillo a la
basura. Desoprimo el botón de no molestar para permitir llamadas de
nuevo y enciendo mi celular. Mi tarde está inundada de documentos y
propuestas, clientes y llamadas de negocios. Ahora me las arreglo con un
equipo de dieciséis en una empresa de inversión en el distrito financiero.
Estoy haciendo cinco veces el dinero que hice hace tres años. Uno podría
pensar que lo había hecho a lo grande por todas las apariencias. No lo
hago. El dinero ya no me importa. Era más feliz cuando no tenía mucho.
Era más feliz cuando tenía a Juliette.
Estoy solo a pesar de que siempre estoy rodeado de gente. Echo de
menos el calor de sus brazos, sus suspiros suaves en la noche. Echo de
menos la maldita luz nocturna. La echo de menos, todo de ella.
Hillary y yo nos separamos después de seis meses. Terminamos tan
abruptamente como empezamos. Todo era fuego y pasión en esa relación.
Un ojo por un ojo. Acaloradas discusiones. Climatizado sexo de
reconciliación. Nunca fue satisfactorio. Ella nunca fue satisfactoria. Ella
no era Juliette. Ella nunca podría reemplazarla.
A las cuatro en punto me invitan a salir a cenar y beber. Acepto.
Siempre lo hago. Es parte de mi trabajo. La cena es en la empresa, lo que
agrada a los clientes. Tenemos cócteles con nuestra comida. Tengo dos.
Cada uno tiene tres. Entonces me dirán que hay un nuevo bar a
aproximadamente seis cuadras de aquí, un club de striptease.
Estoy de acuerdo en ir porque se supone que debo. Camino,
tropiezo. Me río, ellos se ríen a carcajadas. Juego a ser el carismático
soltero codiciado por sus travesuras, manteniendo a los clientes
contentos. En el camino, pasamos una fiesta, una galería celebrando un
evento esta noche. La pintura en la ventana me llama la atención,
haciendo que me detenga y miro.
Me encanta el arte. Me encanta mirar pinturas, en particular. Las
prefiero esculturas y tales. Juliette siempre fue tan apasionada del arte y
le encantaba hablar de cómo el arte abre nuestra mente a infinitas
posibilidades. Me encantaba escucharla.
Algo dentro de la galería me atrae a esta exposición y quiero ver
más. Señalándoles a los chicos que sigan adelante sin mí, les digo que
me encontraré con ellos allá. Están demasiado ocupados tropezando para
importarles.
Caminando por la sala, puedo escanear todas las pinturas para
tener una idea de la colección en su totalidad antes de volver al principio,
para apreciarlas de una en una. Eso es lo que me enseñó. La quinta
pintura captura mi atención. Tomo una copa de vino a medida que pasa
un camarero, y me quedo en las profundidades y las crestas del óleo.
—Es Rusque. Lo pintó el año pasado mientras estaba de vacaciones
en Cannes.
Tensándome, no me vuelvo, asustado de que huirá de nuevo. En
lugar de ello, dejo que su voz me cobije en calidez, familiaridad, confort,
e intento relajarme como si habláramos todo el tiempo.
—Si miran de cerca —continúa Juliette—. Verán lavanda mezclada
con naranja, negro, y rojo en la esquina inferior izquierda. Me gusta
mucho la lavanda inesperada. —Hace una pausa y echo un vistazo. Ella
parece perderse en la pintura por un momento antes de que añada—: Es
algo blando que se encuentra dentro de lo duro.
Eso suena muy parecido a cómo la describiría después de verla esta
mañana. Mantengo ese pensamiento para mí mismo, sin embargo.
Se ríe de la nada y me doy la vuelta para mirarla, con la esperanza
de que yo haya suscitado el dulce sonido. Pero veo una copa de champán
en su mano y tengo buenos recuerdos de cómo siempre la hacía reír.
Debería haber sabido que no era yo.
Su espalda está para mí mientras se mueve al siguiente cuadro, y
no puedo pretender ser respetuoso restringiéndome a mí mismo rápidas
miradas por más tiempo. La miro, realmente la miro, viendo a todo
corazón, y permitiéndome esta indulgencia. Ella camina con gracia y
refinamiento, con una confianza externa. Después de colocar el vaso en
una mesa cercana, ella sostiene las manos detrás de su espalda, sus
delicados dedos envueltos alrededor de una pequeña muñeca. Su ritmo
es lento, sintiéndose mucho como una invitación para quedarse, así que
la sigo.
No puedo volver el tiempo atrás y apreciar lo que tenía, pero todavía
siento la pérdida de ella todos los días. Al darme cuenta de que no tengo
nada que perder dado que ya la perdí, me tomo una oportunidad.
—No sé cómo llamarte.
Ella se para allí, estudiando la pintura delante de ella, sin ira
adornando su rostro hermoso como lo hizo esta mañana.
—Voy por Jules ahora. —Mira hacía mi dirección y eso es todo lo
que se necesita para estar completamente cautivado por ella, al igual que
lo estaba años antes.
Capítulo 5
Dylan
16 de Marzo
Traducido por Diasdeotoño
Corregido por katiliz94
—ME GUSTA JULES, —respondo, dejando a las palabras perdurar
entre nosotros.
Juliette gira la cabeza y mira por delante de mí. Sus ojos se
ensanchan como si viera a alguien en la distancia, reconoce a alguien
que la hace sonreí.
—Si me disculpan —dice, sin hacer contacto visual, su mirada
plantada en mi pecho. Puedo ver su lucha por no alzar la mirada antes
de alejarse.
Decepción y alivio me cubren por igual. Me gusta el tiempo que
pasé con ella, al igual que esta mañana en la cafetería. Pero es intenso y
fuerte entre nosotros. Me siento aliviado de tener la oportunidad de tomar
un respiro y recoger mi ingenio. Ella me arroja completamente fuera de
mi juego.
Eso me hace preguntarme si estoy jugando con ella. No lo hago en
serio. Ya no es mi estilo. ¿Cuándo entendí ese juego de todos modos?
Juliette había amado que no tuviese ningún juego... cuando nos
conocimos. Yo era popular, pero no me metía en las cabezas de la gente
para conseguir mi meta.
Con Hillary, era todo juegos. La vida era un juego para ella. Las
personas eran marionetas con las que jugaba con sus sentimientos y
vidas irrelevantes. A diferencia de mi familia, quienes están
económicamente seguros, obtener dinero a Hillary le enseñó a no valorar
a nada ni a nadie. Las personas destruidas en el proceso eran
consecuencias del pequeño juego. La primera vez que la encontré, vi al
diablo en sus ojos.
Ella estaba ahí. Creo que me estaba esperando y normalmente no
bebo cócteles fuertes como Martini, así que fue fácil perder mi buen juicio.
Lo que pasó se convirtió en un borrón en la más oscura de las esquinas
más allá de la pequeña anticuada cabina de teléfono, oculta del resto de
la fiesta.
El objetivo. Ella se había dirigido a mí y sabía que me conseguiría
finalmente. Yo no era lo bastante fuerte, el licor aflojando mi agarre en las
cosas importantes de mi vida, como Juliette.
Manos se envolvieron firmemente alrededor de mi cuello,
arrastrándome hacia la oscuridad. Mi cuerpo gobernó a mi mente en su
estado de debilidad. Era obvio que el destino se había decidido ya, era
evidente su ansia de mí. Ella no era tímida, pero era como una mujer
poseída. Tal vez obsesionada era más apropiado mirando hacia atrás.
Sus labios encontraron los míos, pero me resistí, girando mi cabeza.
No había estado nunca antes con una mujer agresiva. La repentina
excitación que sentí fue inesperada. De alguna manera cuando ella susurró
las cosas que me haría, a mí, lo supe. Ella no iba tomar un no por
respuesta. Ella sería implacable hasta que me rompiera.
Se restregó sobre mi pene, sólo por fuera de los pantalones, pero esto
me avergonzó porque mi cuerpo quería más. Ella no podía ver mi cólera
cuando agarré sus muñecas y se las quité de donde sólo Juliette había
estado desde el día que la encontré. Ella no podía ver la culpabilidad que
ya se había lavado a través de mí cuando hablé del amor que tenía por mi
novia. No se habría preocupado de todos modos.
Aprovechando mi vacilación, ella arrastró mi mano por su cuerpo
exigiendo que yo la tocase. De repente me di cuenta de que yo quería. No
como un todo, pero en algún nivel, a alguna parte sepultada de mí le
gustaba su tacto, su franqueza y las palabras que pronunció en voz baja
en mi oído. Ella tenía que tenerme y no tenía miedo de pedir lo que quería.
Ella quería complacerme. Estaba ansiosa. Le dije que no, entonces Juliette
me vino a la mente y retrocedí. Me alcanzó, comenzó tirando hacia atrás
hacia ella, pero corrí. Entré corriendo en los servicios y vomité.
Mi estómago rodó cuando vacié el contenido junto con mi corazón y
mi vida en los servicios, y limpié con agua todo eso. Evité mi reflejo en el
espejo cuando me lave las manos y la cara, tratando de devolver el color a
mis mejillas, no queriendo preocupar a Juliette. Limpié mi boca con una
toalla de papel antes de escapar rápidamente al mismo tiempo que me
aseguraba de que ella no estaba allí esperando para abalanzarse otra vez.
Volví hacia mi novia justo cuando el reloj dio las doce campanadas,
dándole un beso de boca cerrada.
Me abrazó fuerte, me dijo que estaba feliz, que era afortunada por
pasar otro año juntos. El momento se arruinó cuando vi a Hillary sobre su
hombro. Me sonrió como si supiera que ya me tenía. Cerré los ojos,
intentando bloquearla mientras apreciaba lo que tenía en mis brazos.
Fue en ese momento que decidí que cambiaría el cielo por el
infierno. Todavía me odio por lastimar a Juliette. Nunca fui tonto. Pero
obviamente era ingenuo. Veo eso ahora.
La primera vez que la vi en el campus supe que se merecía algo
mejor que yo. Yo se lo diría, pero ella se reiría, nunca creyéndome. Al
final, demostré su equivocación.
Esta mañana vi que no llevaba puesto un anillo en la mano
izquierda. Sólo fui allí después de averiguar qué día era. Me dio una
oportunidad para calmar mi conciencia y detecté que podría pedir
disculpas. Era mucho tiempo atrasado. Pero vi el miedo y la rabia en sus
ojos. Se sentía sorprendida, sus ojos diciéndome mucho más que ella.
Mirando hacia atrás sobre mi hombro, vi a Juliette abrazar a un
hombre en un traje hecho a medida. ¿Es él digno?
La manera en que ella lo abraza me hace peguntarme sobre la
naturaleza de su relación. Él la toca con una familiaridad que es más
personal que profesional. Se siente atraído por ella, eso es obvio. Se
sostienen el uno al otro durante mucho tiempo y siento los principios de
los celos. Cuando ella mira abajo en lugar de descansar la barbilla en su
hombro, siento una pequeña sensación de alivio, ¿pero debería?
Vuelvo a la pintura antes de pasar a la siguiente, necesito parar los
pensamientos locos que tengo. No quiero invadir su espacio, aunque
quiera completamente.
—Tienes algún jodido nervio. —Oigo decir a un hombre que está
detrás de mí
Me doy la vuelta con la afirmación grosera, solo para enfrentarme
a alguien que me toma por sorpresa.
—¡Brandon! —exclamo. Su rostro está apretado, ojos ardientes,
labios sellados, y sus brazos cruzados sobre su pecho—. ¿Cómo estás?
—Guarda las bromas, Somers. ¿Por qué mierda estás aquí?
Es difícil parecer duro o sentir que puedes sostenerte a ti mismo
cuando estás sosteniendo una copa de vino. La dejo en una bandeja que
pasa y cruzo los brazos sobre mi pecho. Puedo ver como esto va a acabar.
—Por ese saludo, imagino que todavía la tienes dura por Juliette.
—Que te jodan. No sabes ni una mierda, mucho menos de ella y de
mí.
Sus ojos vacilan en su dirección y sigo viendo como ella saca una
calculadora de su bolsillo y teclea, mostrándoselo al hombre del bonito
traje tibio. Cuando me doy la vuelta, digo—: Esto es sobre Juliette. ¿Estás
molesto porque estoy aquí… o amenazado?
—Es Jules —dice—, no tienes ningún derecho a llamarla Juliette.
—Pero ese es su nombre, y aún sigo en la oscuridad, porque ella es
tan insistente en ser llamada Jules ahora.
—No te daré nada, imbécil. ¿Qué haces aquí? No has hecho
suficiente daño ya en la primera ronda. ¿Arrastrándote? Qué diablos, tío.
Puede finalmente dormir por la noche… la mayor parte de las noches, y
sigues colándote en su vida. —Me empuja en el pecho.
No me tomo a la liguera el interrogatorio, pero con las golosinas
que está soltando de ella, me quedaré un poco más. Sabiendo que tengo
la ventaja, contesto—: Es todo coincidencia. Me pare porque me gustaron
las pinturas. No sabía que trabaja aquí. Pero, ¿qué haces aquí? ¿Estáis
los dos juntos? —Miro hacia atrás brevemente, sorprendido de que ella
saldría con él. Nunca fue su tipo y, sin duda, no merecedor de ella. Celos
se asientan en la boca de mi estómago.
—No es de tu incumbencia cual es nuestra relación, pero lo único
que soy que tu no nunca fuiste es comprensivo —dice mirando a
Juliette—. No sabes lo que le hiciste…
—Lo hago. Cometí un gran error, pero…
—¡Pero nada, mi culo! Apuesto tu dinero a que sabes qué día es
hoy y aquí estás frotando la nariz en ella.
Mirando hacia abajo, suspiro. La pesadez del día se desgasta en
mí.
—Mira, sé que hoy es el día que rompimos. No necesito un
recordatorio. Lo recuerdo cada puto día que despierto sin ella —digo
bajando mi voz ya que otros clientes comienzan a mirarnos.
Su voz baja a un grado amenazador.
—Te lo advierto Somers. ¡Mantente alejado de ella!
—No me digas…
—Tenéis que dejarlo los dos. —Juliette aparece, hirviente sin
ninguna paciencia por ninguno de los dos—. Estáis empezando a hacer
un escándalo.
—Lo dejaré cuando él lo haga. —Brandon destaca en alto,
determinado.
Ella lo mira y veo un suave suspiro en su demanda firme.
—No hagas esto, Brandon. Te veré más tarde. Lo prometo.
Mirándome, no consigo otra palabra de ella antes de que se gire y
ande a través de la galería.
Brandon me mira y en un tono de voz baja, pronuncia—: Hijo de
puta.
—¡Imbécil! —Mi espalda está hacia él cuando salgo. Debatí si irme
a casa o unirme con mis clientes en el club que da calle abajo. Volviendo
atrás una vez más la vislumbro por las ventanas, la veo abrazar a
Brandon. Es cálido y acogedor. Ella encuentra seguridad en él, pero aún
me quedo pensando cuando el vecino se convirtió en algo más. ¿O él
estaba esperando a que yo lo arruinara todo el tiempo?
Llamando a un taxi decido ir a casa. Mañana enviaré mis disculpas
a los clientes. No estoy en condiciones de entretener. Después de volcar
mi cartera y el teléfono en el mostrador de la cocina, me cepillo los dientes
y me deshago de los bóxers. Con todas las luces pagadas, se siente
demasiado oscuro aquí. Ando a la cama y me golpeo el dedo del pie en la
esquina del marco, y cojeo el resto del camino. Después de subir,
compruebo el despertador y me tumbo ahí pensando en Juliette…
pensando en Jules.
Tiro de mi edredón hasta el cuello, pero no parece ser suficiente
ahora, así que alcanzo el fular que no debería tener. Es el que robé para
Juliette que enfureció a Hillary. Lo arrastro a la cama y cubro mis brazos,
tratando de dormir mientras el sentimiento me calienta desde dentro
para fuera.
Jules LLAMO, SABIENDO que Brandon estará probablemente dormido,
pero me está esperando. Cuando abre la puerta, las sonrisas más bien
pequeñas en nuestras caras son un regalo por lo cansados que estamos.
Es tarde, así que no se necesitan grandes saludos. Se rasca la cabeza y
puedo decir que quiere preguntarme por qué no utilice mi llave. Pero no
lo hace, solo patea la puerta abierta para ampliarla.
Después de cepillarme los dientes y ponerme mi pijama, me meto
en su cama, precedente al cuarto de huéspedes. Su cama está caliente.
Él está caliente, pero no llena el vacío y es mejor que estar sola al final
del pasillo.
Normalmente no compartimos la cama, pero si me quedo sola
vendrán las lágrimas, abrumadoras a mi cabeza y mi corazón.
El día no ha cambiado y él entiende que esta noche es diferente.
Estoy tensa, con el deseo de escapar de mi propio cuerpo y mente, así
que esta noche le dejo sostenerme. Trato de arreglar mis nervios y
emociones fuertes, pensando que debería estar feliz de que la tarde
llegase a su fin. Las pinturas fueron vendidas y se hicieron grandes
comisiones, dando un gran impulso a mi sueldo. Un comprador dedicado
añadió otro, añadiéndolo a su creciente colección, todos se los he vendido
a él. Es persistente y viste bien, rico, sencillo y atractivo. Está interesado
en mí, lleno de esperanza. No sé porque me espera. Merece una medalla
por su paciencia. Llevo mucho equipaje emocional para cargar con él. ¿No
puede ver cuán dañada estoy? ¿Cómo estoy con cicatrices de adentro
hacia afuera?
Capítulo 6
Jules
23 de Marzo
Traducido por Estrella
Corregido por katiliz94
Ha pasado poco más de una semana desde que Dylan entró por la
galería. Cuando exigí que se fuera, no estoy segura de si me refería
temporalmente o para siempre. Una semana y tres días antes, habría
significado para siempre. Ahora no estoy tan segura.
Todavía me queda preguntarme sobre lo que él y Brandon estaban
discutiendo. ¿Tal vez de mí? Conociéndoles, probablemente de mí. Quiero
saberlo, pero no se lo preguntaré a Brandon aunque él me lo diría si se
lo pidiera.
Estoy atrapada en un proceso de cambio. El patrón de mis días ha
cambiado. Solía despertarme y escuchar las noticias en la televisión. Era
un sonido de fondo. Pero últimamente, me he olvidado de encender el
televisor por completo, mi mente está en Dylan en su lugar.
Su corbata estaba relajada en el cuello y el botón de la parte
superior estaba sin abrochar. Me di cuenta de que había bebido antes de
llegar a la galería por el tamaño de sus pupilas, y por la forma de las
líneas alrededor de sus ojos, relajado aún. ¿Cuándo había consiguió esas
líneas? ¿Siempre las había tenido o la vida le había dado esas? Una cosa
que sé con seguridad, me gustaban más de lo que debería.
Lleva el pelo más corto, no mucho, pero me doy cuenta de la
diferencia. Todavía quiero que deje de usar el gel que está usando, sin
embargo. Me gusta un poco más salvaje.
Veo la forma en que me mira cuando piensa que yo no lo noto. Lo
veo, siempre. Su mirada calentó mi espalda cuando moví la cabeza
mientras mi comprador, el Sr. Barker, me abrazaba. Vi a Dylan por el
rabillo de mi ojo y él estaba mirando. Me dijo que me odiaba. Esas fueron
sus palabras de despedida. Así que me pregunto si podía sentir algo más
que odio por mí ahora. Su expresión diría que sí, pero conociéndolo a él y
a como es su verdadera falta de corazón, probablemente esté leyendo
demasiado en él.
Esa mañana en la cafetería, me di cuenta de que no lleva un anillo
o marcas de identificación de haber usado uno, como una línea de
bronceado o sangría. No creo que esté casado, pero me quedo pensando
si estará comprometido, tomado, o soltero. Mi apuesta es comprometido.
La mayoría de las mujeres se enamorarían de él por su apariencia por sí
solas. Agregarle que parece que podría tener dinero ahora...
Realmente odio una mierda preguntarme estas cosas. La mujer de
rojo a menudo perturba cualquier pensamiento agradable que pudiera
tener, así que enciendo el televisor para distraerme.
Brandon me conoce demasiado bien. Él sabe que he pensado en
Dylan, que todavía lo hago, pero también sabe cómo ir a través de mis
estados de ánimo. No ha dicho nada, pero está por llegar. Puedo sentirlo,
como que lo tiene en la punta de la lengua. Él sabe que Dylan me tiene.
Sólo que no sabe cuánto.
OTRO DÍA DE TRABAJO comienza y voy a la galería. Orquesto a
los artistas, asegurandome de que las facturas se pagan, los clientes
pasan por los controles, las pinturas son entregadas. Me ocupo de ello
con pasión. Estoy viviendo mi sueño.
Solíamos hablar de nuestros sueños todo el tiempo. Yo solía decirle
a Dylan cómo un día iba a tener una galería. Quería descubrir nuevos
talentos. Me perdí después de que lo perdí, luchando por volver a la pista.
Pero nunca me di por vencida en mi carrera. Estaba decidida a hacer algo
en mi vida laboral. A veces me pregunto si él dejándome causó que me
concentrara en mi trabajo aún más y es por eso que estoy donde estoy.
Soy joven para ocupar este puesto, pero el dueño de la galería estaba
impresionado, vio el potencial, y tomó una oportunidad de mí a pesar de
mi edad.
Vi como Dylan entró en mi galería la semana pasada. Mis entrañas
se voltearon, pero no podía huir, no quería ocultarme. Como hace años,
él llama la atención incluso cuando no lo intenta. Todavía no hay nada
ordinario acerca de él... Es muy frustrante la verdad.
El aprecia el arte tanto como yo y la forma en que yo veo los objetos
o la pintura. Incluso prefiere las pinturas al igual que yo. Parecen más
abiertas, abiertas a la interpretación, abiertas a las propias realidades
para ser colocadas en la visión del artista. Las esculturas son más fijas.
Lo vi observar la exhibición en ese día que me asustaba cada año. Lo vi
estudiar el arte, utilizando lo que parecía ser la técnica que le enseñé,
caminar por la habitación echando un vistazo primero. La forma en que
su cuerpo se mueve con tanta familiaridad, y sin embargo de alguna
manera diferente como si la vida no hubiera tenido ningún efecto negativo
sobre él. Su cuerpo también ha cambiado. Sus hombros son más viriles,
más amplios, la línea de la mandíbula más nítida.
No puedo hablar de los cambios internos. Espero que haya alguno.
Espero que sea diferente de la persona que conocí al final de nuestra
relación, pero en el fondo, también espero que siga siendo la persona que
amé los tres años anteriores.
Dylan apareciendo dos veces en el mismo día hace un caos en
cabeza de nuevo. Mis pensamientos no son claros, están jodidos.
Él hizo esto. Él me hizo esto.
¿Por qué está de vuelta en mi vida?
¿Por qué parece estar en cada parte de mi vida de nuevo? ¿Está
planeado o coincidencia?
Estoy bastante terminada con todo eso, con todo. Estoy jodida
porque no me importa nada más, y yo menos. Me visto. Hago un bonito
paquete. Me pregunto si Dylan todavía me encuentra guapa.
He hecho un montón de dinero en los últimos tres años, por lo que
me puedo permitir cosas bonitas. Mis zapatos son más caros. Como mi
ropa, pero eso es todo material superficial. No me estropeo. Me pongo mis
vestidos más de un evento, incluso si soy fotografiada con ello. No soy
superficial. Sólo tengo un par de cosas bonitas. Las reservo y me hacen
sonreír cuando me las pongo.
Pero tomo taxis. Ahí es donde me derrocho. Los taxis eran siempre
un derroche cuando estábamos juntos. Tuvimos esa hucha...
El tarro del taxi está puesto al lado del teléfono, donde se deja caer
nuestro cambio de repuesto diariamente. Dylan no ha añadido ninguno en
por lo menos un mes, pero no le dije nada. Él ha estado estresado
últimamente y no me gusta molestarlo y se siente como un tema que podría
hacerlo. Pero no puedo evitar preguntarme si él está comprando otras
cosas con su cambio de repuesto. ¿Tal vez un café de Starbucks? ¿Tal vez
el almuerzo con sus compañeros de trabajo?
Tal vez... no lo sé. Me duele pensar en este tipo de cosas, así que lo
evito, empujando hacia abajo las preguntas que combaten por salir.
Nuestra casa está vacía sin él aquí. Su presencia se mezcla con la mía y lo
llena, lo trae a la vida. Se sentía sin vida en el último mes.
Todavía soy una ahorradora. Hábito antiguo. Brandon dice que
debo dejar mi trabajo y los viajes. Eso es lo mucho que he ahorrado. El
mundo del arte paga bien si puedes encontrar un talento como el que
tengo. Mi corazón no puede ser todo, más que los consejos que he dado
a los artistas con los que he trabajado, los que están dispuestos a ponerse
en la línea, los que están dispuestos a ser rechazados y todavía seguir
adelante.
¿Cómo hacen eso? ¿Cómo siguen adelante, siguen sus sueños, sus
pasiones después del rechazo? Yo seguí, pero todavía no estoy entera. Me
perdí en el trabajo en lugar de reparar mi interior.
Sentada en el parque hoy, miro la vista del libro en mi regazo y
sonrío cuando veo a los patos. Es primavera oficialmente en Manhattan.
Buscando el lado positivo después de un invierno triste, miro a mi
alrededor, con la esperanza de ver a una familia. Es difícil aferrarse a la
ira por tanto tiempo, con tanta fuerza. Es agotador realmente.
Lanzando mi libro en mi bolsa, recojo la basura que he recogido de
mi almuerzo y paseo de vuelta a la galería. Un hombre en la distancia,
un caminante hacia mí viene en la acera con la cabeza gacha, me
recuerda a Dylan. Maldito por ocupar más espacio en mi cabeza de lo que
merece.
No es él, sin embargo, sólo alguien que me recuerda al Dylan que
conocí antes de la ruptura.
Necesito otro enfoque. Mi próxima exposición, no me es lo
suficientemente difícil. Tengo que salir de la galería como solía hacerlo e
ir hacer una visita al estudio. Voy a visitar a mi último descubrimiento.
Él vive en el Bronx. Será bueno salir de la ciudad, así que cojo un taxi.
Una hora más tarde, deslizo la enorme puerta metálica abierta tipo
loft, la música fuerte resuena. Una vez me dijo que viniera a cualquier
hora del día o de la noche. Lo decía en serio. Me gusta, tal vez un poco
demasiado. No me importan sus coqueteos porque es agradable,
encantador, no de mala calidad en absoluto. Él va como Jean-Luc, pero
una vez vi un recibo de la luz en su bar y la factura iba dirigida a John.
Supongo que Jean-Luc trabaja mejor en la escena del arte de Manhattan,
alimentando la ilusión.
Jean-Luc me da un beso en la mejilla tirando de mí a través de la
buhardilla. Está sin camisa con pintura salpicada de color naranja azul
hoy. Lleva viejos Dickies negros que cuelgan bajo, y nunca usa ropa
interior. Me parece extrañamente sexy. Jean-Luc es más joven que yo por
un par de años y entusiasta, ama la vida, apasionado de su trabajo. Sería
un buen amante. Me prometió una vez, después de un montón de tequila,
que sería bueno conmigo y me trataría bien. Me he imaginado el potencial
varias veces.
De pie frente a los grandes ventanales con vistas a una planta de
fabricación en ruinas, se encuentra con lo real, la crudeza de vivir aquí
es inspirador, con ganas de compartirlo conmigo. Yo no discuto la falta
de seguridad en la zona porque es talentoso en sus visiones.
Veo mi imagen pegada a la ventana, centrada en un panel de vidrio.
La pintura al lado de él es de color naranja; una mujer abstracta en el
centro que, según él soy yo. Ella está pintada de azul.
¿Soy azul1?
1 Blue en castellano es tanto “azul” como “dolor.” En este caso hace referencia al dolor,
no al color.
Él explica—: La vida está pasando tanto si la abrazas como si no.
Hay que dejar atrás el pasado, el dolor, lo que te impide tener una vida
brillante. Es necesario liberarte de ti mismo, tu mente, tu corazón.
Me da miedo que él me conozca mejor de lo que pensaba. Pero él
no sabe sobre el amor de mi vida, o la ruptura, o la crisis que sobrevino.
Él me conoce en el presente, lo que yo le he dado, que no es mucho. Yo
habría elegido la pintura negra, y tal vez si estoy de buen humor, gris
carbón. Gris carbón se siente más como el tono de mi corazón.
He sido herida y parece que no puedo dejar de lado el dolor. Odio
a Dylan, pero no quiero odiarlo más. Quiero abrazar la vida. Pero tengo
preguntas. Preguntas como… ¿Por qué?
¿Por qué me dejó ese día?
Capítulo 7
Jules
30 de Marzo
Traducido por katiliz94
Corregido por katiliz94
—NO LO HE VISTO desde entonces —digo, arrastrando una
remolacha por la excesiva lechuga puesta en mi plato.
—Pero quieres. Puedo decirlo —responde Brandon demasiado
confidentemente, engreído y descarado.
Dejo caer el tenedor y golpea contra el plato. Probablemente
demasiado dramático, pero no me importa. Cedí a la noción de
preocuparme hace años. Mirando a mi regazo, reorganizo el pañuelo que
se ha estado deslizando hacia el suelo debido al material de seda de mi
vestido.
Dice—: Estás evitando la pregunta.
—No hiciste una pregunta. Simplemente espetaste…
—La verdad.
Ladeo la cabeza a un lado y le doy una mirada a la que se ha llegado
a acostumbrar.
—No voy a hacer eso.
—¿Ves? Aún sin respuesta. —Escucho su sarcasmo—. Jules,
¿quieres ver de nuevo a Dylan? ¿Cómo es eso de directo?
—Dylan. —Me detengo mientras el único nombre familiar sale de
mi boca, ya no teniendo ese distintivo mal sabor que solía evocar.
—Sí, Dylan Somers.
Trago, después me distraigo al tomar un largo sorbo de té helado.
Apartando la mirada, miro fuera de las claras ventanas que dan por
encima de Central Park.
Cuando me giro, Brandon tiene la cabeza abajo, sacudiéndola. Está
decepcionado conmigo, puedo decirlo. Su cabeza se levanta, sus ojos
nivelándose con los míos.
—Quieres verlo de nuevo. Sé que lo haces, ¿pero por qué? ¿Por qué
después de lo que hizo? ¿Por qué le darías la hora del día? No te merece.
Nunca lo hizo. Solo estás afectada por su apariencia. —Toma un sorbo
de agua sin esperar que responda… aún. Sabe que lo haré cuando esté
lista. Desafortunadamente su bronca tampoco termina—. Estás
bromeando si piensas que eres especial para él, si crees que alguna vez
lo fuiste. Nadie trata a alguien en la forma que él lo hizo contigo si
realmente les amasen.
—No quiero seguir hablando, retocando esto hasta que todo lo que
tuviésemos sea retorcido. No sabes cómo era. Fue… fue malo solo al final,
muy al final. —Me esfuerzo por encontrar los ojos de Brandon, pero lo
hago a pesar de las lágrimas pesando con fuerza en las esquinas de los
míos—. Me amó. Sé que lo hizo. Y yo, le amé.
Él desliza la mano por la mesa y encuentra la mía, tomándola y
apretándola con suavidad.
—¿Estás esperando cerrarlo o algo más? —suspira como si
estuviera exasperado por mí—. No quiero que sufras de nuevo. No quiero
que termines como estuviste antes.
Sostengo su mano con firmeza.
—Ya no sé lo que quiero…
Mi mano se vuelve fría. Está de pie, el dinero golpeando la mesa
antes de que tenga tiempo para terminar mi frase. Lo observo dejar el
restaurante. Debería correr tras él, pero cierro los ojos y tomo un
profundo respiro. Entonces salgo por las puertas y me dirijo a la elegante
sala de espera por las escaleras mecánicas.
—Pensé que me dejaste. —Odio cuan débil sueno.
Los ojos de Brandon se encuentran con los míos, el veneno
rebosando antes de que ataque.
—Nunca te dejaría, Jules. No soy Dylan.
Envuelvo los brazos rápidamente entorno a su cintura,
descansando la mejilla en su pecho. Algo de esto es por él, algo por mí.
Algunos días me hace querer dar un paso atrás y reafirmar mis propias
fuerzas. Otros, lo necesito demasiado, recordándome como solíamos salir
cuando yo todavía era Juliette…
Brandon, nuestro vecino, nos ha invitado a ver una película. He
estado muriéndome por verla, pero Dylan no. Sé que está estresándose por
su cuota mensual y el dinero, pero podemos permitirnos este pequeño lujo.
Dylan dice—: Ve. Estoy cansado. He tenido un largo día y solo quiero
dormir.
—No quiero ir sin ti…
—Has estado queriendo ver esa película durante semanas.
Me siento mal, culpable por dejarle solo.
—Puedo quedarme en casa, hacer la cena. Podemos acurrucarnos.
—No, ve. Confía en mí. De todas formas, estoy de mal humor.
Hay una pausa.
—Vale, si estás seguro —digo.
Está mirando la televisión, el mando señalado hacia la pantalla.
—Lo estoy. Te veré cuando llegues a casa.
—De acuerdo. Te amo.
—Te amo —murmura sin mirar en mi dirección.
Soy patética por no dejar ir el dolor, por aguantarlo mientras me
sostengo a mi mejor amigo. Brandon va a odiarme pronto bastante
porque en este momento, en sus brazos, sé lo que voy a hacer y apesta,
pero lo tengo que hacer. Incluso si le duele.
DYLAN SE DA LA VUELTA en la gran silla color borgoña, tirando
los auriculares sobre el escritorio como si fuese atrapado haciendo algo
que no se suponía que estaba haciendo.
¿Lo estaba? Mi estómago está inquieto ante la idea, mi confianza
vacilando.
Está de pie, con la boca abierta, y mirando… pero solo
momentáneamente. Tengo una fuerte sospecha de que nunca pierde su
frescura durante mucho tiempo. Mis defensas se elevan en su presencia.
—Julie… —se corrige—. Jules, estoy sorprendido de verte. —
Tartamudea y por un breve segundo, veo al chico que conocí a través de
si incomodidad, lo cual me hace sonreír. Él también sonríe, pero su
respiración es más pesada de lo que debería ser—. No te estaba
esperando —comienza de nuevo, entonces se detiene para deslizar las
manos cuidadosamente por su pelo como en los viejos tiempos, pero sus
dedos se detienen cuando recuerda que su pelo está estilizado. Ahora es
un desastre. Me encanta que le haya descuadrado—. Estoy, bueno, ya
sabes, esto es inesperado. Tú, visitándome. —Miro a una de las sillas
frente a su escritorio. Notándolo, ofrece—, Adelante. Toma asiento.
Cruzo los primeros cinco pasos de la oficina gris, analizando las
esquinas de la oficina. Tal vez los años no habían sido tan duros como le
había deseado.
Lo observo sentarse, sus manos abrazando los reposamanos de la
silla. Interiormente, disfruto de que su mente deba estar enloqueciendo
con sospechas de porqué estoy visitándolo en el trabajo.
Desviándome a la ventana, tomo un profundo respiro mientras el
silencio se alarga entre nosotros, poniéndole más incómodo. Puedo sentir
su energía nerviosa desde aquí, es palpable. Dylan no es para nada como
lo fue la otra noche, la falsa tranquilidad y bravuconería no soportada
por el alcohol.
—¿Jules? —dice, rompiendo el silencio al decir mi nombre.
—Me sorprendiste en mi trabajo, así que te estoy devolviendo el
favor —respondo, dando la vuelta y apoyando la espalda contra el
alfeizar. Intento mantener el control de la situación, fingiendo que estoy
cómoda al estar así con él de nuevo.
—No sabía que trabajabas en esa galería —justifica, y en realidad
lo creo. Parece sorprendido, pero lo contiene—. Lo siento si te sentiste
molesta por eso.
—No, no es esto. —No le debo nada, así que me detengo ahí.
Escaneo su oficina por fotos y veo dos marcos, uno en el compartimento
bajo detrás de él. Sus padres –felices, todo sonrisas, brazos alrededor de
los hombros del otro. La imagen perfecta. Los extraño. Me pregunto si él
sabe que su madre aún me escribe.
El otro marco es más pequeño y alejado de mí. Quiero verlo, para
saber quién es, para ver a la persona que ha encontrado un lugar de
honor en su mesa, pero no puedo y no husmearé. Al menos no estoy
preocupada por resultar tan educada. No es normal para nada. Es en
este momento, en esta habitación llena de antiguos, marchitos y confusos
sentimientos, que estoy asustada de averiguar que fui olvidada el mismo
día que él se marchó. Eso me dolería en nuevas formas y cambiaría los
recuerdos que fueron buenos entre nosotros.
Porque decidía torturarme de esta forma, nunca lo sabré. No tengo
nada que probarle, así que me dirijo a la puerta sin otra palabra. Sus
pasos son pesados sobre el suelo alfombrado detrás de mí.
—Jules, espera.
No espero y él se detiene cerca de las puertas dobles que separan
la mesa de recepción de las oficinas de importancia que yacen más allá
de dónde venimos. La mesa todavía está abandonada por un empleado
tomando su descanso para comer, un empleado que es el guardia de
Dylan. El empleado que nunca encontré debido al esquema de su horario,
el que normalmente evitaría a personas como yo visitando.
El botón del ascensor es presionado mientras las puertas de cristal
se cierran en silencio detrás de mí. Entrando, presiono la L, después me
aseguro en la esquina inferior esperando un descenso sin parada. No soy
tan afortunada. Las puertas del ascensor se abren a un piso de distancia.
—¿Jules?
—Hola. —Sonrío, complacidamente sorprendida. Tal vez mi suerte
esté cambiando.
Capítulo 8
Jules
30 de Marzo
Traducido por ZoeAngelikal
Corregido por katiliz94
AUSTIN BARKER, uno de mis mejores compradores de arte, entra
en el ascensor conmigo, volviendo a revisar que el botón del vestíbulo está
iluminado. Cuando se da la vuelta hacia mí, sonríe como si no creyera a
sus propios ojos. La emoción reside ahí cuando mira hacia mí, haciendo
que mi estómago se contraiga en el mejor de los casos.
—Esto es una gran sorpresa —dice, su delicada pero profunda voz
disparándose directamente a mi corazón.
No es un tipo agresivo y ha probado su paciencia conmigo durante
los años. Siempre me ha parecido muy encantado, y sorprendente que
siguiera soltero. El pelo negro resalta su hermoso rostro con su nariz
recta destacando sus labios generosos. Su elegante mandíbula y sus ojos
verdes no deben ser menospreciados. Desde el perfil, veo que tiene una
pequeña protuberancia en el puente de la nariz que apenas es
perceptible, pero lo noto, y me gusta mucho el defecto.
Agarro la barra detrás de mí y me enderezo.
—Sí, una gran sorpresa —repito sus palabras. Sigo alterada por ver
a Dylan momentos antes, así que paso mi mano por encima de la falda,
queriendo ser profesional ante un cliente. Inclino la cabeza y sonrío antes
de volver a intentarlo—. Está muy bien verte, Austin. ¿Estás en el edificio
por negocios o trabajas aquí?
La música del ascensor se desvanece cuando empieza nuestra
conversación. Sonríe, mirando hacia abajo, algo tímido. Cuando sus ojos
chocan de nuevo con los míos, dice—: Estoy aquí por negocios. Mi grupo
financiero está en el edificio.
Dylan trabaja en finanzas.
Llevando mi atención de vuelta a Austin, pregunto—: Tendré la
pintura… —pero soy interrumpida por las puertas abriéndose.
—Oh, ya estamos. —Austin mueve su mano indicando que salga
primero.
El recibidor está ocupado, pero es Nueva York, lo que hace que sea
más fácil mezclarse entre la multitud y perderme por lo general. Pero
estoy con Austin y me agrada el cambio. Caminamos juntos más allá de
seguridad y de las puertas. Continúo con lo que estaba diciendo antes.
—La pintura debe ser entregada esta semana. Te llamaremos para
establecer una fecha y hora a tu conveniencia.
—Es una pieza interesante. Espero poder verla colgada en mi casa.
—Creo que es una gran adición a tu colección.
Caminamos hacia la acera y ambos paramos. Mirando alrededor,
luego de nuevo a él, casi deseo que tuviésemos más tiempo juntos. Me
desplazo y luego me giro atrapando a sus ojos dirigidos hacia mí.
—¿Jules? —Una pausa nerviosa—. ¿Puedo acercarte a algún sitio?
—pregunta, refiriéndose al coche en el bordillo—. Mi coche está justo
aquí.
Tras su mano, un coche negro elegante está esperando. Un
conductor está de pie, abriendo la puerta cuando ve a Austin.
—No, está bien…
—Insisto, —dice, acercándose, cautelosamente—. No tengo más
citas hoy o compromisos esta noche. Es algo poco habitual para mí.
No me gusta tomar taxis en la ciudad a principios de la hora punta,
pero sé que no es sólo eso. Sé que realmente es porque quiero más tiempo
con él.
—Está bien entonces.
Nos metemos en el asiento trasero, y tan pronto como la puerta se
cierra, el mundo exterior es silenciado y sólo somos nosotros dos.
Mirándome, pregunta—: ¿A dónde?
Pienso un minuto. Siempre podría volver a trabajar. Es temprano,
sólo las 4:15. Debo ir a la galería y trabajar un poco. Sería lo responsable
que hacer.
Pero Austin se apresura, interrumpiendo la vergonzosa perorata
que estoy imponiendo, y dice—: Me la voy a jugar aquí porque estoy feliz
de verte. Sé que hemos… Que has mantenido las cosas profesionalmente
a lo largo de los años, pero me gustaría pasar más tiempo contigo. —Se
ríe suavemente, sintiéndose avergonzado—. Aunque eso ya lo sabías.
¿Qué tal un café o…?
Después de mi almuerzo con Brandon y luego mi breve encuentro
con Dylan del cual ya me arrepiento, me vendría bien un trago.
—Algo más fuerte, ¿como un cóctel? —pregunto.
—Exactamente, —se ríe—. Conozco un gran bar en mi vecindario.
Es un buen lugar para relajarse.
Fascinada por el hermoso hombre junto a mí, respondo—: Suena
perfecto. —Ciertamente luce entrañable con su lado tímido, y su
persistencia me recuerda cuántas veces me lo ha preguntado a lo largo
de los años. Nunca ha traído a otra mujer con él a un espectáculo o a
una exhibición a la que haya asistido en mi galería. Es carismático y le
gusta el arte, pero también lo he pillado mirándome, con bondad en su
sonrisa.
—¡Genial! —Su entusiasmo es halagador. Se lo indica al conductor
y vamos.
Austin tiene dinero, las pinturas, el chófer, su apartamento en
Tribeca. Respiro hondo. He tenido presentimientos antes, pero ahora salir
con él, ver la vida que lleva fuera de la galería... es mucho para asimilar.
Mi respiración profunda no es inadvertida.
—¿Estás bien Jules?
Su preocupación es evidente.
—Estoy bien. Nunca he hecho... —digo, agitando mi mano entre
nosotros—...esto en un tiempo.
—¿Esto? Oh. —Entiende que me refiero a nosotros, estando juntos
como una cita—. No quiero que te sientas incómoda. Si quieres irte,
puedes decírmelo y Henry te llevará a casa. No hay presión. Sólo dos
amigos tomando unas copas juntos por primera vez.
Su naturaleza dulce me hace sonreír, poniéndome a gusto.
—Gracias, pero estoy haciendo el tonto. Quiero estar aquí contigo.
De todos modos, no es nuestra primera cita. Diría que es, sobre la
séptima.
El coche se para en la acera y abre la puerta antes de que el chófer
tenga la oportunidad de hacerlo. Inclinándose, me ofrece su mano
mientras me deslizo del cuero. Cuando coloco mi mano en la suya, la
suya me agarra con fuerza y nuestros ojos se encuentran. Los suyos
están impresionantes, y una esperanza inocente reside ahí. Puede que
así sea cómo se ve feliz. Ha pasado mucho desde que lo vi feliz tan de
cerca. Su mano va a la parte baja de mi espalda, colocada gentilmente,
cuidadosa. Riéndose con muy poco esfuerzo dice—: Sí, supongo que estás
bien. Trata esto como… como cuando estamos en la galería. Ahora,
vamos a por ese trago.
Es un pub. El hombre que está más que acomodado
económicamente me lleva a un pub.
—¿Un pub? —Pregunto.
—No cualquier pub —empieza, sujetándome la puerta abierta—.
McKeown's. Es una institución y tiene sus propios bares entre los bares
de moda que han superado la Ciudad.
Entramos e inmediatamente y me doy cuenta de que es un bar
deportivo. Las paredes son luminosas, los muebles son de madera, no
pretenciosos, la televisión está por todas partes. Hay un juego diferente
en cada una, pero no miro dos veces para encontrar cuáles o incluso qué
deportes destacan. Austin toma la iniciativa, moviéndonos entre las
mesas. Está lleno de gente y es ruidoso y no donde esperaba ser llevada,
pero creo que él me podría gustar más por escoger este lugar. Después
de encontrar una pequeña mesa en la parte posterior, empieza a aflojarse
la corbata.
—¿Te molesta si me quito esto?
Respondo con una risa.
—Claro que no.
La deja colgar libremente sobre su cuello, entonces desabrocha los
dos botones superiores de su camisa. Mirándolo, encuentro la base de su
cuello extrañamente erótica. Trago con dificultad, obligándome a apartar
la vista antes de obsesionarme con la delicada piel de la base de su cuello
de la que he tenido una pequeña ojeada. Demasiado tarde. Estoy
totalmente mirándola hasta que somos bruscamente interrumpidos...
Una camarera se acerca. Lo mira con una sonrisa. Él me mira.
—¿Qué quieres beber?
—Quizá una cerveza ya que el sitio parece del estilo.
—Me gusta una chica que bebería una cerveza —dice, sus ojos
centelleando.
—Aunque elige tú el tipo. No conozco mucho de ellas.
—Dos Guinness. —Se gira en la silla hacia mí—. Es una cerveza
firme, intensa. ¿Demasiado?
—Creo que la manejaré. —Me echo hacia atrás en la silla, sintiendo
la presión del día empezando a desaparecer.
—Me alegro de encontrarme contigo.
Nuestras bebidas llegan, sin una palabra. La camarera ha puesto
la mirada en alguien más, Austin no la corresponde como quiere. Me
gusta que no lo haga. No me debería gustar tanto como lo hace, pero lo
hace.
Ambos tomamos un sorbo, nuestros ojos conectan por encima del
borde del vaso de cerveza.
Mis mejillas se calientan e intento enfriarlas diciendo,
—También me alegro de que lo hiciésemos.
—¡Salud! —Se inclina sobre sus codos chocando su vaso contra el
mío.
AUSTIN ME TIENE con dolor en el costado y se siente muy bien
reírse tan fuerte. Continuamos con una segunda cerveza mientras me
cuenta sobre algunas cosas locas que ha tenido que resolver en otros
países cuando no hablaba el mismo lenguaje. Hay muchos gestos y
expresiones faciales. Es completamente cautivador. Me río, sintiéndome
más como una adolescente cuando su enamoramiento la saluda por
primera vez.
—Eres hermosa cuando te ríes. —Se da una palmada en la
cabeza—. Quiero decir, siempre eres hermosa pero especialmente cuando
te ríes. Creo que debería dejar de beber. Tu adorable compañía mezclada
con el alcohol está afectando a mi cabeza, mezclando mis palabras. Odio
terminar la noche pronto, pero deberíamos irnos antes de que estropee
completamente esto.
—No estás estropeándolo, en absoluto. —La sonrisa desaparece de
mi cara y me inclino sobre mi codo en la barra, inclinando la cabeza,
sintiéndome completamente ligera—. De hecho, estás haciendo lo
contrario.
—Sus estandartes son muy bajos, Srta. Weston.
—Eh, —bromeo—, los suburbios son divertidos de vez en cuando.
—¡Ouch! —Se ríe y luego añade—, bueno, tienes mi número.
Siéntete libre de llamarme la próxima vez que quieras estar en los
suburbios.
—Lo haré. —El aire vuelve. Ha sido genial, llevadero entre nosotros,
divertido. Pero ahora, quiero besarlo y eso me hace dudar. Sé que le
gusto, pero de esa forma... o sólo como una conquista. El hombre es
increíblemente atractivo. Puede conseguir mujeres sin problemas, y
probablemente se cita con modelos. Más allá de las bebidas y de lo que
sé de él del pasado, nunca se ha desapegado de forma que me haría
pensar que es superficial, en absoluto. Todo lo contrario; su naturaleza
relajada alivia mi personalidad tensa y me hace querer estar con él por
mucho tiempo.
Me pregunto si veía cómo mi mente se estaba preocupando porque
dice—: Antes de que nos vayamos, deberíamos hablar de la pintura
cuando tenga tu completa atención. —Sonríe, su tranquilidad contagiosa.
—Puedes tener mi atención al completo todo el tiempo que quieras,
pero sobre la pintura. Estoy libre el viernes. —Sonrío con suficiencia,
divirtiéndome con su coqueteo. Paso mi dedo por el borde del vaso,
sintiéndome un poco coqueta.
—¿Cómo puedo persuadirte para que lo entregues en persona?
Miro hacia arriba, mis defensas cayendo.
—Una cena sería encantador.
—Tú eres encantadora. La cena lo es. Si no te importa, realmente
podría usar tu buen ojo para encontrar un sitio en el que colocar al
Rusque.
—Sería un honor.
Con su movimiento más audaz, toma mi mano en la suya, es un
toque extraño pero agradable.
—No cocino, pero soy malditamente bueno calentando.
Me merezco algo bueno en mi vida.
—Apuesto que lo eres.
Con una pequeña sonrisa colocada, pregunta—: ¿Pido la comida o
prefieres comer fuera?
—Suena como una cita.
—Lo es.
Llevando mi mano a sus labios y posando el beso más suave en la
parte superior de la misma, veo como sus labios tocan mi piel. Entonces
se levanta, alentándome a levantarme.
—Realmente debería irme, incluso aunque no quiero. Tengo una
reunión por la mañana que necesito preparar esta noche.
—Por supuesto. Lamento retenerte. —Retiro mi mano.
—No quería decir eso, Jules. Lo siento. Me gusta estar aquí contigo.
Preferiría quedarme toda la noche, pero... No puedo.
—No, no. Está bien. También tengo algunas cosas de las que
encargarme esta noche y tenemos el viernes para vernos.
Se levanta y con una gran sonrisa en su rostro, confirma—: Sí, el
viernes.
Con mi mano todavía en la suya, me levanto, mi cuerpo
presionando contra el suyo firme. En un susurro digo—: Gracias. Fue
inesperado y divertido. Me alegro de venir.
—Gracias. También me alegro de que lo hicieras. —Varios
segundos compartidos entre nosotros y entonces sigue agarrando mi
mano mientras me dirige hasta la barra llena y afuera a su coche.
—Por favor, déjame llevarte. Me sentiré mejor viéndote en casa a
salvo.
—Estoy pensando en la galería si no está apartado de tu trayecto.
—Es una adicta al trabajo, Srta. Weston.
—Tengo la sensación de que estás familiarizado con la enfermedad.
—Demasiado familiarizado para mí. Necesito una vida real de
nuevo. —Me mira mientras la puerta se abre.
—Todos lo hacemos, pero espero que encuentres lo que estás
buscando. —Me deslizo en el coche.
Entra después de mí y con una sonrisa segura, dice—: Parece que
las cosas empiezan a ir hacia arriba.
Capítulo 9
Jules
1 de Abril
Traducido por Ana Lucia
Corregido por katiliz94
—LO SIENTO. Fui un tonto al marcharme.
—No Brandon. Dejémoslo pasar y sigamos.
—No debí decirte esas cosas a ti, Jules.
Bufo molesta.
—Puedes decir esas cosas porque te preocupas por mí. Los amigos
se dicen lo que piensan.
—Oh confía en mí, pienso eso y más, pero no debí decirlo.
—Pensé que ibas a venir a disculparte. Eso era lo que decía el
mensaje. Así que ¿por qué estoy aquí, tratando de hacerte sentir mejor
por algo que no necesitas disculparte y por algo que no necesitas sentirte
mal?
Lo miro.
Brandon mira por la ventana de mi oficina, rumiando mis palabras.
—Llamémoslo dejarlo pasar y seguir, ¿de acuerdo?
Él sonríe.
—Si me gusta eso.
—Siéntate. Haces que me sienta ansiosa paseándote alrededor de
esta manera.
Lo hace.
—Es como una pecera, esta ventana es muy grande.
Suspiro, siguiendo su mirada hacia la calle.
—Lo sé. Lo odio.
—Muévete a la oficina del fondo.
—No puedo. Este espacio fue diseñado para dar esa sensación,
incluso a expensas del Director de Arte.
—Estás siendo sarcástica hoy.
—Soy sarcástica todos los días.
—Especialmente hoy, creo. ¿Qué sucede? —pregunta—. Estas
escondiendo algo.
Mantengo la cabeza inclinada hacia los papeles en mi escritorio,
pero levanto los ojos solo para encontrarme con su mirada ansiosa.
—Fui por un trago con un cliente ayer.
—¿Ese chico, Austin, verdad?
—Sí, ¿cómo lo sabes?
—Era inevitable. Ha estado persiguiéndote durante mucho tiempo.
Y tú has estado aferrándote a él durante mucho tiempo, ¿verdad?
—Pasé un buen momento. Tomamos un par de bebidas y fue
divertido.
Brandon se inclina hacia adelante, apoyando sus brazos en mi
escritorio.
—Mereces ser feliz.
Miro hacia abajo, pretendiendo estar más ocupada de lo que
parezco.
—¿Jules? Debes permitirte esta felicidad. Lo puedo ver en tus ojos,
hay algo diferente, un brillo. Tu boca quiere sonreír, pero trabajas duro
en ocultarlo, luchando contra ello.
A medida que nos dirigimos hacia una zona con la que no estoy
cómoda, digo—: Vi a Dylan.
—¿Qué? ¿Cuándo?
El tono de Brandon cambia, su dureza se siente en una pequeña
vibración a través del vaso de mi escritorio, su mano comienza a golpetear
ligeramente.
Me pongo de pie. Camino hacia el archivador en la esquina, agacho
la cabeza para evitar su crítica. No debí haberselo dicho, pero no tiene
sentido mentir sobre ello ahora.
—Ayer fui a ver a Dylan. Cuando me marchaba me encontré con
Austin en el ascensor.
—¿Tú qué? ¿Por qué fuiste a verlo? ¿Qué sucedió? ¿Qué le dijiste?
¿Qué te dijo?
Me volteo, apoyando el hombro en el armario.
—No mucho. Dudo que hayamos intercambiado al menos veinte
palabras en toda la conversación. Se sorprendió al ver que dije menos.
—Apuesto a que si —Brandon mira a lo lejos—. Me alegra que algo
bueno saliera de eso. Las bebidas con Austin —deja pasar, así que
asiento. Cuando se levanta, añade—: Debería volver.
Camino hacia él. Nos abrazamos como despedida, sin decir la
palabra, sin necesidad de decirla.
2 de Abril EL SOL SE PONE y la acera afuera de mi ventana está vacía. La
gente ya debe estar en su casa o han llegado a su destino después del
trabajo, mientras yo me quedo en mi escritorio. El día fue largo, pero va
a ser más largo. Nunca me importó hacer horas extra, desde que no tengo
a nadie para regresar a casa.
Pocos días han pasado desde la exposición, el tiempo suficiente
para permitir que la preocupación y el estrés se asienten. Miro la pintura
amortiguada con plástico de burbujas y cubierta con papel marrón para
protegerla. Está apoyada en mi pared y Barker se encuentra escrito en el
exterior.
Llamo a mis dos internos para cargarla al camión. Cuando no
responden el teléfono, me decido a cazarlos, pero en su lugar encuentro
a Dylan. Se encuentra de pie en medio de la galería, mirando un jarrón
Chihuly. Puedo decir que quiere tocarlo, tal vez sostenerlo, pero se
contiene. Entiendo el deseo. Yo quería hacer lo mismo la primera vez que
lo vi.
Es asombroso.
Él es asombroso.
Es molesto y aún más que cuando él decidió regresar. Mi odio no
es tan fuerte como lo era antes, ni siquiera a juego con las emociones que
sentí hace unas semanas. ¿Esta sensación disminuirá algún día o estaré
viviendo para siempre con una versión más ligera de este odio? Estoy
desconcertada por mis pensamientos amables hacia él y giro para volver
a mi oficina, esperando permanecer sin ser vista.
—¿Jules?
Me detengo, pero no me volteo mientras tomo una profunda
respiración antes de soltar un suspiro tembloroso.
Él está en mi galería, así que debo presentar amabilidad, debo
representar a la anfitriona. Es mi trabajo y hay otros visitantes, testigos
alrededor. En lugar de evitarlo como deseo hacerlo, me dirijo como si todo
el tiempo tuviera la intención de hablarle.
—Este Chihuly es bastante notable —comienzo, apegándome a mi
papel—. No he visto antes estos matices ser logrados con tanta
elocuencia. Y hemos tenido algunos Chihulys a través de los años.
No se cree mi actuación. Puedo verlo en sus ojos. Me preocupa que
me conozca tan bien. Me sigue el juego.
—Es interesante. Bonito.
Descripción de principiante. No hay las emociones profundas que se
evocan cuando se llama a algo interesante o bonito.
Empiezo a dar marcha atrás, ya que no tengo nada más que decir,
pero él si—: Espera. Por favor. ¿Puedes dedicarme unos minutos?
Los internos proveen una feliz diversión. Están descuidadamente
vestidos, lo cual es inaceptable, pero cuando miro mi reloj, no tienen
tiempo para cambiarse. Los llevo a la oficina y señalo la pintura,
recordándoles la naturaleza de la pieza que están manejando.
Desde la puerta le respondo—: Solo un minuto —susurro, como si
estuviera interrumpiendo mi importante tarea de evitarlo.
Él es cauteloso con su expresión, dándose cuenta que la necesidad
de hablar conmigo no es un deseo mutuo. Sus ojos se encuentran fijos
en el suelo de madera. Sus zapatos son Gucci, fáciles de identificar por
su diseño. Lo miro como si pudiera escanear una copia de seguridad para
ver su rostro. Su traje está diseñado para adaptarse a… a todas las
formas correctas. Es demasiado guapo para ser tan bastardo, su aspecto
se desperdicia debido a su falta de alma.
Me atrapa apreciando el paquete físico que representa, su sonrisa
se vuelve arrogante y me encojo de hombros, en silencio, admitiendo mi
acto. Cruzo los brazos sobre mi pecho y levanto un poco la barbilla. Lo
miro directamente a los ojos y espero a lo que tiene que decir.
—No sé porque estoy aquí —dice—. Es como si estuviera aquí antes
de que la razón me pateara. Sé que no quieres verme. Lo pude notar el
otro día en mi oficina. También pude darme cuenta del daño que te he
hecho, el dolor que te he causado. Pero desde que te vi… —se pasa la
mano por el pelo, luego una expresión decidida surge en su rostro.
Agarro la puerta sin estar segura de querer que esta conversación
continúe, pero el silencio me tiene cautiva. Sus ojos me tienen prisionera.
Estoy como una estatua, cuando da un paso más cerca. Mi respiración
se corta en mi pecho. Agarro más fuerte, mis dedos cerrándose alrededor
de la cubierta.
—Debería marcharme —dice, luego sale corriendo hacia las
puertas frontales abiertas.
Mis dedos se liberan y corro tras él.
—¡Espera!
De repente me encuentro cara a cara con él, sin estar segura de
que decir. Él espera que hable esta vez, que diga algo. Las expectativas
que le di cuando corrí tras él.
No tengo nada más que decir, nada excepto—: No terminaste. ¿Qué
ibas a decir?—cambio mi posición, manteniendo la distancia entre
nosotros—. ¿Desde que me viste? ¿Qué, Dylan?
Su rostro se contorsiona y esta vez veo dolor en sus ojos cuando
dice—: No puedo dejar de pensar en ti.
Mi respuesta es automática, no ensayada—: Deberías.
—Lo intento. Estoy intentándolo, pero fallo… miserablemente.
—¿Por qué?
—Porque no puedo detenerme.
—¡Te fuiste! ¿Y estás tratando de no pensar en mí? —mi rabia
aumenta—. ¡Púdrete! —Años de emociones reprimidas y las liberas
todas—. Eres todo lo que he pensado desde hace 3 años —me volteo
bruscamente y vuelvo adentro, agarro mi bolso debajo de mi escritorio y
camino hacia la puerta trasera. El severo clic de mis tacones contra los
pulidos suelos, advierte a todos en la sala de mi estado de humor. Le grito
al gerente de la noche para que cierre, luego escapo rápidamente hacia
atrás, deslizándome en la camioneta que me espera. Tengo un corto
paseo de diez minutos para poner toda esta mierda junta, antes de esta
entrega, antes de que mi cita con Austin comience.
Capítulo 10
Jules
2 de Abril
Traducido por Clajace
Corregido por katiliz94
El ascensor nos depositó justo en el departamento de Austin —el
penthouse.
No está ahí cuando la brillante puerta plateada se abre frente a
nosotros, pero luego está, a la vuelta de la esquina con una maravillosa
sonrisa y un cálido saludo de bienvenida y sorprendentemente de pie
descalzo. Vestido tan casualmente y tan sexy. Me besa en la mejilla
mientras sus manos aprietan mis hombros, profesional, además siento
el hormigueo de algo más desarrollándose.
Me pregunto si él lo siente.
Tengo personal conmigo, así que debo comportarme. Me guiña el
ojo antes de saludarlos. Estoy parada y espero instrucciones. Él es el
cliente. Debería tomar las decisiones.
—¿Qué tal allí contra la pared? Ya que no me he decidido todavía y
me gustaría tener la opinión profesional de la Sta. Weston sobre como
resaltar mejor la pintura.
Después de bajar la pintura, los internos me miran, así que les
agradezco antes de acompañarlos al ascensor con el recordatorio de
conducir con seguridad y que tenemos reunión de empleados el lunes por
la mañana. Se marchan y estamos solos. Austin enciende algo de música,
rock clásica. Otro placentero descubrimiento sobre este hombre
encantador.
—¿Vino? O… —trota hacia la cocina y vuelve a salir muy
rápidamente para mostrarme—. Encontré este Champagne Gossett. Mi
catador de vino lo sacó de las reserva por mí.
Tiene un catador de vino. Estoy impresionada. Su entusiasmo es
contagioso y sonrío, relajándome.
—El champagne. Deberíamos celebrar.
—Podemos beber por el Rusque hallando un hogar —en la misión
de abrir la botella, regresa a la cocina—. Siéntete como en tu casa, Jules
—su voz viaja desde los confines de la otra habitación.
Estudio su decoración pura, gama de colores neutrales, resaltando
las obras de arte. Me gusta eso. Solía ser más ecléctica, más cálida en mi
gusto… atrás, cuando estaba con Dylan. Tenía un estilo mucho más
despreocupado. A lo largo de los años, he aprendido que el desorden es
de confianza y nunca remplacé ninguna de la baratijas que él se llevó el
día que me dejó.
Mirando a la pared, una gran pintura cuelga por encima del sofá.
Parece ser la única pieza que no le vendí.
Pasándome una copa de champagne, dice—: Cogí esa en Europa
hace cuatro años. Me atrapó y tenía que tenerla. ¿Te gusta?
—Es bonita —contesto, estudiando los brillantes colores hasta que
se desvanecen a una decente mezcla con el silencioso tono de base—. Es
un gran hallazgo. No he visto nada como esto por aquí. Es único en su
composición.
—Es exactamente lo que sentí cuando lo vi, pero nunca podría
ponerlo en palabras tan perfectas —golpeando el cristal en forma de
flauta con el mío, brinda—. Por los nuevos amigo y el increíble arte.
—Por los amigos increíbles y el nuevo arte —agrego, el cristal
tintineando entre nosotros.
Tomamos un sorbo, luego dice—: Déjame mostrarte todo y luego
puedes ayudarme a encontrar un lugar para colgar al nuevo —la mayoría
de las pinturas cuelgan estilo galería por el largo y amplio corredor.
Dice—: Lo tenía diseñado de esta manera para exhibir las pinturas.
—Es el sueño de los amantes del arte. ¿Tu casa ha sido
profesionalmente fotografiada?
—Una vez, el año pasado. —Mira hacia abajo, pareciendo consiente
de sí mismo—. En verdad fue tonto, una publicación local.
Paramos en su habitación y veo el Cirie, se lo vendí hace tres años
en San Valentín.
—Eso es más poderoso de lo que recuerdo —noto mirándolo
fijamente, colgando sobre su cabecera.
Se queda parado ahí, analizándolo, antes de decir—: El profundo
borgoña difuminándose hacia el rojo más sutil, pero deteniéndose antes
de volverse rosa. Puedo sentir la pasión detrás de él. Cirie sabía cuándo
parar. No es femenino…
—O masculino —digo, interrumpiendo—. Simplemente hermoso.
Lo escucho suspirar detrás de mí.
—Sí, muy hermoso.
Miro por encima de mi hombro.
Sus ojos están sobre mí.
Guiño un ojo y doy vuelta para mirar la pintura.
—Sí, es pura pasión. Sobre la cama es un lugar perfecto para
colgarlo.
El camina cerca, admirando silenciosamente… la pintura o a mí,
no estoy segura. Sus dedos rozan mi codo. Su voz sale más baja.
—Ven conmigo. Te mostrare donde pensaba que el Rusque podría
ir.
Gustándome su tacto cuando sus manos están sobre mí, lo sigo
hacia otra habitación pegándome cerca. Muy a lo Austin, su oficina es
impresionante. La habitación es idéntica a su dormitorio, con dos
paredes de ventanas, pero esta habitación no tiene cortinas para
bloquear el mundo exterior. Él se queda atrás, apoyado contra la puerta,
mientras exploro la habitación. Las otras dos paredes son blancas y
vacías, necesitando algo, ansiando algo vibrante.
—Creo que la pintura debe ir justo ahí. Se siente como lo correcto
—me doy vuelta bruscamente y pregunto con toda seriedad—. ¿Usas esta
habitación?
—Todo el tiempo.
Suelto mi alivio por una exhalación.
—Bien. Odiaría que esa pieza sea abandonada en alguna
habitación que nunca es usada, donde nunca seria vista.
—También lo haría. Tu pasión por el arte es muy sexy.
—El arte es sexy.
—Ciertamente.
Doy un sorbo, luego trago mi bebida. Observándolo, admirando su
delgada y en forma figura.
—Debe ser difícil salir con un magnate —bromeo, las burbujas
yendo hacia mi cabeza—. El mundo está a tus pies literalmente, justo
fuera de la ventana y bajo treinta y siete pisos.
—Nunca he salido con un magnate —contesta—. Así que no lo
sabría.
Sonrío y él ríe por el sonido. Dando sorbos a mi bebida, cada
burbuja estalla en mi boca. Camino hacia una ventana y miro afuera.
—Es una gran distancia para caer.
—No más lejos que el cielo y tu sobreviviste a eso —riendo a
carcajadas, trato de contener el rodar de mis ojos que quiere escapar por
este cursi momento—. Lo siento. Siempre quise saber cómo era decir una
de esas horribles líneas de conquista y tú me diste la situación perfecta.
—Creo que has estado cargando eso en tu bolsillo trasero durante
unos demasiados quince años —bromeo.
Sonríe.
—Quizás más tiempo. He estado interesado en chicas por un largo
tiempo, Jules.
—Apuesto a que lo haces —puntualizo mis palabras con un guiño.
Parándome frente a él, las tonterías entre nosotros se transforman
en algo más, algo más intenso y me asusta. Trago fuerte tratando de
cambiarlo preguntando—: ¿Crees en el amor a primera vista, Austin, o
debería pasar de nuevo?
Reímos juntos, esta vez de mi mala línea. Camino pasándolo,
golpeo su cadera con la mía de manera juguetona, luego con mi sonrisa
todavía en mi lugar digo—: Ahora aliméntame, tengo hambre.
Continuando detrás, dice—: Si te conociera mejor, tendría… —se
atrapa a sí mismo y se detiene.
Me apoyo contra la pared entre dos llamativas pinturas modernas,
un poco jadeante, muy juguetona.
—¿Tendrías qué? ¿Qué harías si nos conociéramos mejor?
Sus pies pararon frente a los míos y una traviesa sonrisa juega en
sus labios.
—Si nos conociéramos mejor, habría cacheteado tu trasero por ese
juego de palabras.
—Entonces considéranos buenos amigos, pero vamos a pasar la
cachetada al trasero, incluso tan atractivo como suene… —sus cejas se
arquearon, su cuerpo se inclinó hacia adelante, una mano posicionada
sobre mi cabeza. Nuestras respiraciones elevándose, pero también
profundizándose, ambos queriendo más. Termino diciendo—…y solo
bésame.
Su mano en mi cuello, deslizándose hacia arriba sobre mi mentón,
acariciando mi mejilla.
—Es una mujer fascinante Sta. Weston —sus labios presionan los
míos. Son suaves, pero decididos. Llenos y maravillosos. Mis ojos están
cerrados, disfrutando, saboreando, queriendo más. Retrocede y nuestros
ojos se abren lentamente. La punta de sus dedos se deslizan a lo largo de
mi labio inferior. Inclinándose de nuevo para un rápido y dulce beso,
dice—: Dijiste algo sobre estar hambrienta…
—Sí, muerta de hambre —en más de una manera en este momento.
Mi cuerpo lo ansia más que a la comida.
Toma mi mano y caminamos de regreso a la cocina.
—¿Rao’s? —pregunto cuando veo las bolsas sobre la mesa.
—Me gusta. Es imposible entrar al restaurante, como ya sabes,
pero tengo conexiones en la cocina y cada par de meses consigo para
llevar.
—Hiciste muchos esfuerzos para esta noche.
—Lo vales —contesta, sin comprender lo mucho que significa que
alguien piense que valgo el esfuerzo. Comienza a desempacar las bolsas—
. Espero que te gusten los espaguetis y las albóndigas. Conseguí la
ensalada de la casa y el postre.
Mueve las cejas hacia arriba y abajo cuando dice postre. Realmente
es muy lindo.
Él es muy lindo.
—Me encanta lo italiano.
ME INCLINO HACIA ADELANTE con un rostro serio.
—Debes estar cansado porque has estado deslizándote por mis
sueños toda la noche —no puedo mantener el rostro serio por mucho
tiempo—. Esa línea es tan mala, pero recuerdo un tiempo en que en
realidad pensaba que era inteligente.
Se ríe, luchando por mantener su boca llena cerrada, sus manos
cubriéndola, solo por las dudas. Es todo modales y etiqueta.
—Tienes que parar, Jules. Me duele el estómago de reír tanto.
—¿Estás seguro de que no es por la gran albóndiga que robaste de
mi plato? —bromeo con él, es divertido comer tan casualmente en su
salón. Es fácil sentirse feliz cerca de él. Necesito lo fácil. Necesito
felicidad. Necesito risas en mi vida. Ha pasado mucho tiempo. Reír se
siente bien. Sonreír se siente liberador.
—Está bien —contesto—. Terminé mi pasta. Tú terminaste mis
albóndigas. Vamos a servir el postre.
—Eres mi tipo de chica —contesta, comenzando a levantarse.
Interpreto su comentario de dos maneras y me hace sentir bien.
—No, permíteme. Has estado sirviéndome toda la noche. Déjame
servir el postre.
—No, eres mi invitada.
—Nop, solo siéntate ahí y disfruta la vista —muevo mi trasero,
luego camino hacia la cocina. Doy un vistazo afuera, y pregunto—. ¿Eso
no fue muy atrevido, verdad?
La vela encendida más temprano sobre la mesa de café, se refleja
en sus ojos, o quizás es otra cosa.
—No, me gustó mucho.
Abriendo la nevera, diviso el recipiente del postre.
—Austin, me encaaaaanntttaaa el tiramisú —Digo en voz alta
desde la cocina. Llevo el recipiente con dos cucharas en la mano, sin
platos. Me siento en el suelo al otro lado de la mesa frente a él. Sonríe.
—¿Sin platos?
—No quise hacer más desastre del necesario. ¿Sabes cómo
compartir, verdad?
—Si. Solo olvida todo sobre el robo de albóndigas.
—Ya está perdonado y olvidado.
Excava dentro y luego se recuesta en frente.
—Deberías probar el mío.
—Estamos comiendo lo mismo.
—No lo sé —dice mirando su cuchara—. El mío sabe mucho mejor.
Realmente deberías probarlo y hacérmelo saber.
Sonrío, inclinándome hacia adelante. Sintiéndome insinuante,
cierro los ojos y de manera seductora envuelvo los labios alrededor de la
cuchara. Cuanto termino, abro los ojos y lo atrapo lamiendo la cuchara
de la que acabo de tomar mi bocado.
Con un satisfecho suspiro, digo—: Creo que tienes razón. Creo que
el tuyo es mejor.
—No estoy seguro, pero ahora pienso que es posible que no sea el
postre. Puede que solo sea yo.
Felizmente jugaré su juego.
—Entonces ven aquí y déjame probarte. Ya sabes, solo para
averiguar si eres tú o el postre.
Gatea sobre sus rodillas alrededor de la mesa sin titubear,
cerniendo su cuerpo sobre el mío. Mi estómago se tensa en anticipación
mientras me levanto sobre mis rodillas. Quiero esto. Cierro los ojos y
permito que su beso me lleve lejos.
UNA HORA DESPUÉS, mi vestido es un desastre. Lo enderezo
frenéticamente junto con mi salvaje cabello en el baño.
Cuando salgo, me ruborizo, sin ser capaz de mirarlo a los ojos. Este
comportamiento es tan impropio de mí y si no nos hubiéramos detenido
cuando lo hicimos… mi boca se seca, sabiendo que es hora de regresar a
casa.
Mi lengua corre sobre mi labio inferior —labio hinchado de besar—
sus maravillosos y eróticos besos.
—Debería irme —digo, esperando evitar cualquier incomodidad—.
Gracias por la cena, el postre… —agito mi mano al entorno, haciéndolo
definitivamente más incómodo—... y todo lo demás.
Oh Dios, esto es vergonzoso. Con suerte no voy a arruinarlo
después de tan grandiosa noche.
—Eres una mujer hermosa, pero creo que eres condenadamente
linda cuando te avergüenzas, Jules —me toma gentilmente por el brazo,
deteniendo mi retractado cuerpo—. Apropósito, no tienes motivos para
estar avergonzada.
—Ha pasado mucho tiempo. No sé qué me pasó. —Hablo hacia
nuestros pies, evitando por completo sus ojos.
Me tira hacia él, envolviendo sus brazos a mí alrededor,
tranquilizándome.
—Estabas excitada. También yo —dice, levantando mi mentón en
contra de mi voluntad, hasta que me relajo y lo miro a los ojos—. Todavía
no puedes ver lo mucho que me excitas. —Mira hacia abajo entre
nosotros luego sube otra vez. No necesito ver. Puedo sentir que tan
excitado está—. ¿Quieres hablar de ello? No quiero que te vayas
sintiéndote mal por lo que hicimos o arrepintiéndote. Me gustó
demasiado para eso. Tú me gustas demasiado para eso.
—No quiero hablar de ello, no esta noche. Estoy cansada y eso
tomará mucho tiempo. No me arrepentiré. Fue increíble.
—Entonces hablemos sobre mí y cuan hinchado está mi ego, ahora
que te di un orgasmo desde segunda base. —Ríe entre dientes, el sonido
es refrescante y cuando comienzo a reír, siento que el peso de una carga
llevada por mucho tiempo comienza a levantarse de mis hombros.
El agrega—: No lo he hecho así desde que estuve en la universidad.
Golpeo levemente su pecho en broma y regaño.
—Eres muy malo.
—No puedo tenerte tomando con seriedad cosas como las de esta
noche. Tenemos suficientes problemas en la vida. No necesitamos
agregar, avergonzarse por pasar un momento increíble con un apuesto
hombre, a la lista.
—¡Basta! —contesto juguetonamente, retorciéndome en sus
brazos—. La próxima vez voy a resistir solo para poder desinflar un poco
ese ego tuyo.
Sujetándome más fuerte, no queriendo dejarme escapar, me toma
de las caderas y me gira. Después de besarme suavemente en la frente,
dice.
—Jamás. No quiero que te contengas nunca. No lo hagas conmigo.
Fuera de nuestros departamentos puedes ser quien necesites ser para
sentirte lo suficientemente cómoda para enfrentar la realidad, pero aquí,
quiero a la verdadera tú –l que vi esta noche. La que sonríe, y recita cursis
líneas de conquista y termina espontáneamente cuando un chico agarra
sus pechos. Esa es a la que quiero cuando solo somos nosotros dos —me
besa en la esquina de la boca—. Ahora por favor, dime que tengo que
pasar más tiempo con esta tú, pronto en algún momento.
Asiento con la cabeza, deseando esto, deseando pasar más tiempo
con él, porque esto también me gusta. Me agrada la yo que soy con él.
—Sí, quiero esto. —Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y lo
empujo lentamente hacia mí—. Me gustaría mucho eso —beso—. Incluida
la parte del orgasmo espontáneo —beso—. Especialmente la parte del
orgasmo espontáneo —beso.
Me alejo de él, tomando mi bolso y dirigiéndome al ascensor.
—Odio terminar e irme, pero tengo una reunión mañana temprano.
—Creo que tu vergüenza ahora se considera fanfarronería. Srta.
Fanfarrona. ¿Qué tal el domingo por la noche para ti? ¿Puedes hacerme
encajar?
Miro abajo hacia su erección que está presionando contra sus
pantalones, luego retrocedo y contesto.
—Eso está por verse… o debería decir sentirse, pero estoy libre esa
noche. Mi casa. Te escribiré la dirección —la puerta del ascensor se abre
y entro.
—Soy demasiado caballero para contestar eso, pero quiero que
sepas que creo que eres condenadamente fantástica, —Apoya su hombro
contra la puerta que está tratando de cerrarse sobre él—. Además —dice
retrocediendo, pero yo termino su oración:
—Te debo una.
Lo veo apretar el puño justo cuando las puertas se cierran. Sonrío
fuertemente porque soy feliz, porque no hay nadie alrededor para
juzgarme, o quitarme lo perfecta que fue esta noche.
Capítulo 11
15 de Abril
Traducido por Alisson*
Corregido por katiliz94
—LO SIENTO —DICE AUSTIN—. No esperaba que sería tan largo
hasta que te vi de nuevo. He tenido algunas palabras con mis contadores
corporativos sobre estos malditos impuestos de último minuto.
—No te preocupes. He estado ocupada de todos modos. —Empuño
su camisa en mis manos y lo acerco más—. Te perdonaré con una
condición.
Nuestros labios se encuentran.
Sin timidez.
Posesivo.
Recíproco.
Sonrisas interrumpen antes de ir demasiado lejos. La novedad de
la relación es emocionante.
—Esa fue la condición —digo—, así que estamos bien aquí.
Sus manos van a los costados y me susurra—: Te extrañé si eso es
lo que importa.
—Importa mucho.
Más besos de él. Más risitas de mí.
—Muéstrame los alrededores de tu casa. —Se aleja, dejando que
sus dedos permanezcan en mis caderas a su paso. Estudia la habitación,
volviéndose—. ¿Sólo tienes una pieza?
Sigo su mirada a la pintura que cuelga sobre mi sofá.
—Sí.
—Pensé que tendrías un apartamento lleno de arte, poniendo el
mío en vergüenza.
Aunque podría haber comprado todas las piezas que hizo, no me
doy el lujo de esa manera. Un tema delicado. Uno complicado para mí
también.
—Me disculpo. —Preocupación cubre su rostro, su frente se arruga
a medida que se acerca—. No era mi intención insinuar que éste no es
suficiente…
—Lo sé. Está bien, Austin. No me ofendes. Esta pintura es la única
que me llamó la atención lo suficiente como para colgarla.
Besa el lado de mi cabeza, con la mano encuentra mi cintura otra
vez antes de que vuelva a estar delante de él.
—Es una pieza extraordinaria. Las rayas lo hacen único. ¿Se utilizó
el agua en él?
—Algo así.
—¿Oleo, no acrílico?
—Sí.
—Te puedo dar un tour, pero va a consistir en: aquí está la sala de
estar, este camino es para el dormitorio y el baño esta justo por allí, y
luego estamos de vuelta en la cocina.
Él debe haber notado la falta de mobiliario, la falta de decoración,
la falta de vida porque pregunta—: Me gusta, Jules. ¿Has vivido aquí
mucho tiempo?
—Sí, hace un tiempo y gracias, pero estás siendo demasiado
amable. Sé que es pequeño, pero es lo que es y todo lo que puedo lograr
mantener con la cantidad de horas que obtengo en la galería.
—Es genial. Ahora —dijo él, frotándose las manos—. ¿Cómo puedo
ayudar con la cena?
Me río porque al igual que él, pedí comida.
—Puedes ayudar a desempacar la bolsa. Espero que te guste lo
picante. Pedí comida tailandesa.
Treinta minutos más tarde, él pone su plato en el mostrador.
—Eso fue genial. No he tenido comida tailandesa en unos meses,
quizás un año. Gracias.
—Es un placer. —Recojo los platos, poniéndolos en un fregadero
con agua jabonosa, y le ofrezco otra cerveza.
Comemos de pie en la cocina. Austin se pone más cómodo
moviéndose hacia el sofá. Con una sonrisa taimada, dice—: Sabes,
siempre anhelo algo dulce después de comer algo picante. ¿Puedo probar
con un helado?
—Que sea un froyo2 y conseguirás un trato.
Se pone de pie y se estira.
—Froyo será.
La noche es cálida, sin necesidad de un suéter, pero estoy cerca de
él de todos modos.
—¡Dios mío! ¡Esto es UNF3!
—¿Unf? —Repite.
Lamo mi cuchara limpia y lo veo sonreírme.
—Sí, ¡UNF! Es orgásmica.
Se ríe y me sonrojo, pero me encanta decir lo que quiero en torno
a él. Él toma todo con calma y tiene un gran sentido del humor.
2 El yogur congelado, yogurlado o yogur helado es un producto lácteo helado elaborado
principalmente de yogur u otros productos lácteos. 3 Es el tipo de sonido de la nariz que hace cuando vez algo que encuentras realmente
sexy. Aquí lo usan como un adjetivo.
—Hablando de eso—me pongo a decir, pero levanto mis dedos y lo
beso en lugar de terminar lo que iba a decir.
Sus labios están fríos del yogur helado y saben a bayas. Su mano
libre se encuentra en la parte de atrás de mi cabeza, sosteniéndome a él,
ambos con ganas de más. Nuestras frías lenguas se calientan
rápidamente una vez se tocan, se mezclan, y deslizan. Un gemido escapa
mientras me olvido de mi postre y lo saboreo en su lugar.
Aunque yo no lo hago, él debió de recordar dónde estamos porque
se detiene con una suave sonrisa en la cara y susurra—: Haces que me
den ganas de hacer cosas por ti, Sra. Weston, pero no en una calle de
Nueva York.
Lanzo el resto de mi delicia congelada a la basura y tomo su mano.
—Sí, creo que hemos terminado aquí. Volvamos.
Arroja su propio envase y empezamos a caminar. No hablamos en
el camino de vuelta, la anticipación construyéndose con nuestro ritmo.
Tan pronto como cierro el cerrojo, está en mí, sujetándome contra la
puerta con su cuerpo, su boca en mi cuello, las manos en mi pelo. Mi
pierna derecha se levanta aparentemente por su propia cuenta
equilibrándose contra su cadera. Su mano agarra mi muslo, que lo
mantiene arriba mientras se desliza hacia abajo.
Sin aliento y con los ojos cerrados, inclina su frente contra la mía.
—Me estás volviendo loco, Jules. Me siento fuera de control
alrededor de ti. —Toma una respiración profunda—. No estoy
acostumbrado a eso.
—Haces lo mismo conmigo —digo respirando entrecortadamente—
. No me he sentido así en mucho tiempo.
—Y yo que pensaba que era especial —bromea.
Inclino mi cabeza contra la puerta con un golpe sordo, me río.
—Sabes lo que quiero decir.
—Sé exactamente lo que quieres decir. —Mirándome a los ojos, un
tono más serio se hace cargo—. ¿Estás bien con esto?
—Lo estoy. Mira, te encuentro atractivo, extremadamente atractivo
y, bueno... —Mi cuerpo se calienta contra el suyo, deseándolo—. Tú me
enciendes probablemente más de lo que debería admitir. Tienes ojos
hermosos —le digo, ya que lo son y la forma en que me mira hace sentir
débil mis rodillas.
Se muerde el labio inferior, mirando hacia mí, luego dice—: Tienes
todo hermoso, Jules. —Me besa.
Este es el momento. El momento en que tengo que decidir si voy a
ir más lejos. Él ha dejado sus sentimientos en claro, pero estoy lista para
más...
Más lejos.
Más lejos emocionalmente.
Más lejos físicamente.
Más lejos en una relación con este hombre que parece ser perfecto,
un hombre perfecto que esté interesado en mí por alguna razón a pesar
de estar rota. ¿Él no ve eso? ¿No es tan obvio en el exterior? ¿Me he vuelto
tan buena actriz?
Él lo descubrirá y cuando lo haga lo perderé. Pero tal vez...
Tal vez él me puede sanar.
Tal vez es eso por lo que parece funcionar ahora.
Tal vez él me necesita de la misma manera.
Tal vez él también está roto por dentro.
Suspira, tocando mi mejilla.
—Hey, ¿dónde desapareciste?
Miro hacia abajo, avergonzada de que me perdiese en el revoltijo de
mis pensamientos nublando mi cerebro en lugar de apreciar lo que está
bien aquí, lo que es tangible y real, amando y dando. Deslizo mi mano
hasta su cuello en la mejilla y lo miro. Su pequeña sonrisa muestra su
preocupación, a pesar de tratar de ocultarlo.
—Lo siento —contesto.
—Jules, puedo ir más lento si eso es lo que te preocupa.
Me gusta la forma en que sus manos se sienten en mí, gentil,
paciente, pero firme. Fuerte. Me inclino hacia adelante acurrucándome
contra él, apoyando mi mejilla en su pecho y cierro los ojos.
Inhala.
Exhala.
Inhala.
Exhala.
—Me gustas, Austin. Sin duda más de lo que debería…
—¿Por qué no deberías? Dime. ¿Nos estamos moviendo demasiado
rápido?
—Tuvimos un lio en nuestra primera cita, pero nos tomó tres años
tomar una copa. Así que es rápido en algunos aspectos y en otros no,
pero me gusta. Me haces sentir y no he sentido nada en mucho tiempo.
Es agradable.
—¿No has tenido sentimientos por nadie en tanto tiempo?
—Sí... y no. No he sentido nada en absoluto durante años. He
estado adormecida.
—Te lastimaron. —Acierta.
Me dejo caer contra la puerta, no estoy lista para enfrentarme a él,
miro el espacio que se ha desarrollado entre nosotros cuando lo único
que quiero es su calor de nuevo, sus manos por todo mi cuerpo. En su
lugar, las mete en los bolsillos, exactamente lo contrario de lo que quiero.
—Sí, pero he estado haciéndome daño a mí misma desde entonces.
—Lo tomo por el brazo y lo encamino hacia el sofá.
Me merezco ser feliz, repito, con la esperanza de que un día
realmente lo crea. Pero por ahora, me convenzo de que soy lo
suficientemente buena para este tipo genial. Trago saliva, entonces digo—
: Puede sonar extraño, pero quiero esto, a ti, lo que está pasando entre
nosotros. Me gusta y no quiero que se detenga. No quiero hacer esto lento
y cuidadoso. Sólo quiero seguir disfrutando de esto.
Se ríe, el peso de la conversación desapareciendo.
—Yo también. Me gusta lo que estamos compartiendo. No he estado
en una relación real en unos pocos años, no una que sea buena y
honesta. Creo que puede ser bueno para uno como para el otro, porque
esto, esto es lo más honesto que conseguiré. Nuestras cartas están
abajo…
—Nuestras paredes están abajo.
Una sonrisa suave cubre su cara.
—Vamos a disfrutar de esto.
—¿Simplemente divertirnos?
—Simplemente divertirnos descubriendo lo que es esto.
—Quiero esto —digo, esperando creerlo.
Me besa. Duro. Me derriba y lo quiero, esto, él. Un beso no es
suficiente. Necesito más. Quiero más. Quiero todo de él.
¿Lo hará?
¿Deberíamos?
Puedo bloquear esas preguntas de mi mente, viviendo en el aquí, el
ahora, con él, con la perfección y los ojos verdes y su pelo oscuro con
ondas suaves, brazos fuertes, duro abdomen, duro... otras partes –duras
y largas otras partes.
Pulverizándome. Moliéndome. Él gime, y como una solución de
drogas, me envía directamente a mi lugar feliz, liberándome. Mi falda es
empujada hasta mis caderas mientras se desliza entre mis piernas.
Pantalones de lana ligeros y un par de boxers no pueden ocultar su
excitación.
Gimo porque estoy tan jodidamente caliente por él en este
momento, sobre todo cuando su mano me toca... Directo. Ahí.
Prácticamente me arranca el cinturón de tela de mi vestido, mi cuerpo
queda expuesto ante el rápido movimiento.
DESPUES DE RECUPERAR NUESTRO aliento, dice—: Lo siento.
Espero que no fuera demasiado rudo.
—No lo fuiste. —Llego, tranquila, a consolarlo—: ¿Te sientes bien?
—Demasiado bien, pero no me refiero a... ya sabes, no quería que
sucediera de esta manera en un sofá. Me dejé llevar. No me acuesto tanto
como dicen las columnas de chismes. —Él se sienta sobre sus rodillas—
. Hubiera preferido el romance para ti.
Corto su necesidad de disculparse.
—Austin, fue divertido y me sentí bien. Te sentías bien.
Se acuesta, aplastándome, pero me encanta. Una calma nos
inunda y exhala, hundiéndose aún más en los cojines del sofá.
—Me gusta esto. Lo que tenemos aquí —dice con seriedad.
Apretándose más, espero que sienta la misma satisfacción que
tengo. Susurro por si acaso no lo hace—: Yo también.
—Me voy a Europa por dos semanas el jueves.
Con los ojos cerrados, digo—: Tengo un espectáculo que me
mantendrá ocupada.
Besa mi sien.
—No me extrañaras demasiado.
Con una risa suave, ruedo a mi lado y envuelvo mi brazo derecho
sobre su estómago. Después de colocar un suave beso en su pecho, me
tranquilizo.
—Te echaré de menos. Más de lo que sabes. Ya estás empezando a
sentirte como un hábito que no puedo romper después de sólo dos citas.
—Estás así por los fantásticos orgasmos que te doy.
—Podría ser —bromeo de vuelta.
Esto es bueno.
Esto es fácil.
Fácil es bueno.
...Y entonces pienso en Dylan.
Jealousy
(From the Inside Out #2)
Compartimos un amor que
regulaba cada latido y cada
respiro que tomábamos. Todo
estaba incluido. Pensé que
nuestro amor podía resistir el
tiempo y cualquier cosa que se
arrojase en nuestro camino.
Estaba equivocada. Muy
equivocada.
Solía ser feliz. Solía ser
Juliette Weston cuando Dylan
Somers llenó mi vida con
promesas de amor y felicidad
para siempre. Pero cuando se
llevó mi corazón y lo rompió en
un millón de pedazos, me
convertí en alguien más por
completo. En una tarde perdí a
mi compañero del alma. Perdí
todo lo que sabía que yo era.
Tres años después, el
hombre que me destruyó está de regreso.
¿Para aliviar su culpa? ¿Para terminar el trabajo? No importa... no se lo
permitiré esta vez. Soy más fuerte. He continuado. Él no me afectará.
Esta es una historia de amor y traición. Dolor y pérdida. Felicidad y
destino. Es sobre encontrar tu verdadero destino.
Esta es una continuación de nuestra historia.
Y no es para los débiles de corazón
Sobre La Autora
S. L. Scott S.L. Scott es una exgerente de cuentas de
alta tecnología con un título en periodismo
perseguiendo su pasión por contar historias.
Se pasa los días escapando en sus
personajes y dejando que ellos la conduzcan
en sus aventuras.
Espectáculos de música en vivo, cosechando
los jalapeños y comiendo guacamole hecho
en casa son sus obsesiones a las que llama
aficiones.
Scott, vive en la hermosa Texas, el
montañoso país Austin con su marido, dos
hijos pequeños, dos Papillons y un cuenco lleno de Sea Monkeys.
Sus novelas incluyen Naturally, Charlie, Good Vibrations, y A Prior
Engagement,
Traducido, Corregido
Y Diseñado: