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San Martin Libro Armas 09 Paracaidistas en Accion

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Paracaidistas alemanes durante la segunda guerra mundial.

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Direc tor Editor ia l : Barrie Pi

Asesor Mili ta r : Sir Basil Li d

tt .

de l1 Har t .

E d i to r G r á f ic o : R o b e r t H u n t

Direc tor Ar tís t ico : Pe t e r Dui

Edi tor Ejecutivo: David Mas

Dibujos : Sarah Kingham.

Car togra f ía: Richard Natk ie l

Cubie r ta : Denis P ip

Dibujos espec ia les :

Ayudante de Inves ti)

er.

John B a t

gación: kchelor.

'vonne Mar!

de la Edición Española:

Vicente Talón.

L~~ otoerafías de este libro fueron especialmente seleccionadas de los archivos siguientes: de izquierda a derecha. 7

~mp e r i a yWar Museum; 8 IWM: 10~ e i nr ic h of iman: 11 Ulls te in ; 12-13%M; 1415 us N a ti o na l ~ r c h i v e s :1617 IWM; 18 US Army; 19 IWM; 20 IWM: 21 IWM: 22U S A r my : 23 IWM; 28 Das Deutsche Museum; 30 USArmyIIWM; 31 IWM: 32-33 IWM; 33 IWM; 34 IWM; 35IWM; 36-37 IWM; 38-39 IWM: 40 Ulls te in ; 41 US Army:42-43 IWM; 43 Ullstein; 44-45 IWM; 47 Suddeutscher Verlag; 50 IWMIUllstein;51 Ulls te in ; 54-55 US Army:56 Bibliothek fur Zeitgeschiche: 60 iWM; 61 Sudd. Verlag; 62-63 IWM: 68-69 IWM; 7@71 IWM; 7143 IWM;74-75 IWM; 7677 Sudd. Verlag; 78 Sudd. Verlag; 79 IWM; 80-81 IWM; 81 Associated Press: 8283 Brown Brother83 Sado Opera Mundi: 84-85 Sudd. Verlag: 86-87 Sado Opera Mundi: 90 Ullstein: 94 US ArmyIIWM; 95 IWM;96 IWM: 96-97 IWM; 100 IWM; 104 U S A r my ; 106-107 IWM; 108.109 US Army; 112-113U S A r my ; 114 US Army:- - ^

TWM; 118 US Army; 119 U S A r m y ; 12@121 WM; 122 IWM; 124 IWM; 125 IWM; 127 Sado Opera Mundi;1; 130-131 IWM; 132 IWM: 134-135 IWM; 136 IWM; 138-139 In te rna tiona l News; 140-141 US Army;JSArmy: 144 IWM: 146 IWM; 147 IWM; 149 IWM; 150-151 US Army; 152-153U S A r my : 154 IWM; 156 IWI

110-11'1 1

1% IWN142-143 1

Traductor : Diorki1." Edición publicada en Estados Unidos por Ballantine.

Copyright O )Charles M acDonald

Copyright O en Lengua Española.

L I B R E R ~ ADITORIALA NM A R T ~ N .

Puerta del Sol, 6.

Madrid-14.

Printed in Spain - Impreso en Espaíia.

Gráficas L0rm0. Isabel Méndez, 15. Madrid.

D.L.M. 16.421-1973

ISBN 84-7140-055-3

6 Introducción.

9 Algo hecho con gra

29 El resultado de la o

57 Auge y decadencia

91 Los primeros progre

105 Hacia el Día-D.

129 Culminación al otro

155 Misión de las fuerz

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uerzas

por el General de Brisada Anthonr Farrar-Hockler

Cuando un país se decide a prepararla guerra siempre tiene una gran ven-

taja a su favor si parte de un arsenalvacío. Un equipo bélico to talmentenuevo es probable que resulte máseficaz desde el punto de vista mecá-nico, además de ser ocasión de inno-vaciones en cuanto a estrategia y atácticas. En gran medida Alemania sehalló en una situación semejante cuan-do en los años treinta decidió rear-mars e bajo la jefatura de Hitler; asíse explican los éxitos alcanzados en eldesarrollo del carro de combate y delbombardero en picado.

Igual que sucedió con los carros decombate, también los alemanes toma-ron de fuera la idea de asaltar al ene-

migo con tropas lanzadas desde elaire; sin embargo, a diferencia delprogreso genial y dinámico que impri-mieron a la guerra con unidades aco-razadas, siempre negaron al generalStudent, Comandante en Jefe de lasFuerzas Aerotransportadas, la colabo-ración plena y los medios que sushombres merecieron. Fue Alemania elprimer país que utilizó seriamente elasalto . desde el aire, pero lo hizo contitubeos y medios reducidos; cuandoen un cierto momento llegó a aprestar

iniciaron tardíamentei muchas vacilaciones

a pcsal de lo cual lograronperseverar en el camino acertado has-ta llegar a poner en servicio, entre es-tadounidenses y británicos, siete divi-siones aerotransportadas; por desgra-cia fueiu~ipucus los jefes superioresque llegaron a comprender las posibi-lidades de estas fuerzas. Las operacio-nes de paracaidistas y planeadores enNormandía, en especial las del flancoizquierdo, demostraron gran capacidadestratégica y táctica; a despecho devarios errores graves en su prepara-ción, la Operación Market Garden es-tuvo a punto de permitir, en otoño de1944, el paso del Rhin, lo cual habría

hecho realidad las intenciones del ma-riscal Montgomery, esto es; el desbor-damiento de las defensas de la fron-tera alemana. Fue una suerte que elgeneral Eisenhower no se sintiera des-corazonado por las pérdidas sufridasen Arnhem por la 1." División Aero-transportada, lo cual facilitó la utiliza-ción masiva de fuerzas similares en elcruce definitivo del Rhin, que consti-tuyó un éxito y abrió la puerta al co-razón de Alemania, a principios de1OA <

una gran cantidad de hombres y avio-nes para la invasión de Creta, el asaltoestuvo a punto de fracasar, a pesar delos errores de los defensores Aliados.Es lo cierto, de todos modos, que Cre-ta fue tomada mediante un asalto des-de el aire, ya que la Marina inglesa im-pedía el desembarco alemán, aunquesobre la conciencia de Student tuvie-ran que pesar las pérdidas sufridas,que llegaron al 30 por ciento, númerode bajas que ensombrecería su victo-ria. Malta también estaba condenada aidéntico asalto, pero fue Hitler quiense echó atrás; lo cierto es que estaisla, con pocas tropas y desprovista defuerza aérea y acorazada, probable-mente no habría resistido en la prima-

vera o verano de 1942 el asalto de tresCuerpos de Ejército Aerotransportado.6

1 / 7 J .

La designación de Charles B. MacDo-nald como autor de "Paracaidistas en

Acción" ha constituido un gran acier-to de esta colección, pues no sólo hasido soldado de estas unidades, sinoun expertísimo mando de infantería;ha podido calibiil~ au cometido sinverse someriao a compromisos perso-nales, pero en todo caso ha mostradouna clara visión de las circunstanciasbélicas. Sus conocimientos del temason más valiosos aún a causa de suvasto saber como historiador militaren Washington y de sus numerosos es-tudios y publicaciones dedicados a laSegunda Guerra Mundial. El presente

libro constituye un paso más en subrillante carrera.

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El domingo 17 de sep

se convirtió, una vez bruma matinal, en un

#

brillante le finales d, holandeses creyentes,

Ir.l los trajes pobres y m

m dos a que los cuatro PL d@ ción alem ana les hab

volvían a casa despuéI servicio religioso o se d

‘& tarse a u n almuerzo m , escaso de carne y abu

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e Otasa Acá Y allá, forma

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* c iamien to, 10s soldados I un Paseo 0 marchaba

aprovechando un día dcanso franco de servic

I También los jefes a

d i l b * OL 1 inmensa mayoría, se h1 al descanso. La hégira

,I Norte de Francia y Bé

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clirdía parecía haber toca

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ilr el que el laberinto de&#a".me deses Y 10s allchos ca

a, Waal Y Bajo Rhin haunas líneas defensivas

Un general de la Lujefe de las fuerzas dehabía marchado con u

su Estado Mayor a a

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disparos de los cazas aliados, que Stu-dent había observado y a veces segui-do con sus expertos .ojos desde el bal-cón de la casa, podían estimarse comototalmente normales en un día desve-jado como éste.

En el Hotel Tafelberg, rodeado dejardines a las afueras de Arnhem, enia cuenca septentrional del Bajo Rhin,el General fe ldmarschal l Walter Model,Comandante en Jefe del Grupo deEjército B, bajó de sus habitaciones,con su indefectible monóculo coloca-do en el ojo derecho, para r-curiirse y

tomar un aperitivo con los mandos desu Estado Mayor. Mientras un orde-nanza servía de una garrafa, otros da-ban los últimos toques a las mesasque habían dispuesto en el pórticoacristalado del edificio.

Lo mismo que Student, Model sehallaba un tanto a la expectativa delataque británico, tal vez para aquelmismo día. Había llegado a la conclu-sión de que, probablemente, se produ-ciría por el flanco del Primer Ejércitoestadounidense, situado en Aquisgrán,aunque sin descartar una ofensiva se-cundaria hacia el Norte, dirigida a Ar-nhem, a fin de atenazar el flanco iz-

quierdo apostado en el río Waal, aunos dieciséis kilómetros al Sur deArnhem, exactamente en Nimega. Sinembargo, ya que la mañana habíatranscurrido con simples incursionesde la aviación Aliada, que , aparente-mente, no pasaron de causar simplesmolestias, Model había decidido des-cansar un poco. Los informes que ha-blaban de un contraataque alemán ini-ciado aquella misma mañana contralos norteamericanos ae Aquisgrán in-vitaban, asimismo, a la despreocupa-ción. Si el avance estadounidense fue-ra detenido, todo el frente podríaquedar estabilizado a lo largo de las

fortificaciones fronterizas de la West-wall. la Línea Si ~f ri do omo la deno-minaban los ~liaudos.

Igual que Student y Model, Willi Bit-trich, SS-Oberg ruppenf i ihrer und G e-n e ra l de r W a f f e n S S . persona de granatractiv o persónal y . que en sus Gem-pos quiso ser actor, se había quedadoen su puesto dura nte la mañana; aunos treinta y dos kilómetros al Estede Arnhem, Bittrich se ocupaba menosde la posibilidad de la s acciones ingle-ses que de la complejidad de los mo-vimientos logísticos de las dos divisio-nes acorazadas a él encomendadas.Aun no hacía dos semanas desde que

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Los C.47 arnerii

Norte en un díi

zando el ID.

período critico de la guerra y no po-dían permtirse el lujo de desaprove-char un día despejado: "Ello demues-tra que picparan algo de gran estilo",dijo. Krafft le preguntó si había aler-tado a sus superiores. "Me han trata-do como a cualquier viejo -contestóel general con tristeza- y no hicieronmás que reírse de mí."

Al volver a su habitación, en unafinca al Oeste de Arnhem, llamadaWaldfriede, Sepp Krafft se dio cuentade que las palabras del general vonTettau seguían resonando en sus oí-

dos; preocupado, sin saber por qué,

Krafft había dispuesto a la mañana 1siguiente que un centinela fuera apos-

tado en la torreta que coronaba la ca- 1sa de campo.

Este domingo de septiembre, el co-mandante Krafft volvió a meditar enlas expresiones de von Tettau, al aper-cibirse de que el día se despejaba di-sipando la bruma de las primeras ho-ras. Más avanzada la mañana, losaviones británicos bombardearon unobjetivo de Arnhem y, poco después,los americanos hicieron lo mismo conotro cercano a Waldfriede.

?Es que iba a suceder algo de im-portancia, algo hecho "con gran esti-lo"? ¿Qué sería? {Intentarían to mar

el importante aeródromo localizado al

Norte ae Arnilemt LO

va había sido bombardeces, durante las ultimasintentaría ocupar el grael Rhin que existe en Arriría algo o todo segu

Cerca de meaioaia, Kbastante más excitadotodos sus hombres fuedos en estado de alertadistribuyera una ració"Toma nota de lo que tefestó uno de los soldadprop ietar io de la finca-:punto de suceder; siemten ginebra cuando hay en acciones de importan

Mediada aqueiia mañ

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aviones británicos y estadounidenses,con inclusión de más de novecientosbombarderos B-17 Fortalezas Volantes,iniciaron una operación que, comoHans von Tettau había vaticinado, seconvertiría en una operación de granestilo. Los aviones trataron de simularun poco distintos rumbub, p d ~ d o de-jar adivinar los objetivos marcados,bombardeando y ametrallando los ae-ród rom o~ baterías antiaéreas de lascercanías de Arnhem, además de otrassituadas en las dos ruras que lostransportes tenían que seguir.

Dentro de los C-47, y de los planea-dores fueron pocos los que dejaronentrever el miedo o el nerviosismo;sin embargo, el hecho de que la granmayoría se pusieran a dormitar, e in-cluso algunos a dormir profundamen-te, aun antes de que los aviones sobre-volaran las inhóspitas aguas del mardel Norte, traicionó sus esfuerzos poraparentar com postura, porque, porextraño que parezca, los hombres so-metidos a tensión suelen ser vencidospor el sueño.

Dos tercios de los efectivos humanoseran estadounidenses y el resto britá-nicos. El sargento americano Ross S.

Carter, veterano ya por haber tomadoparte en otras operaciones aerotrans-portadas, vio de este modo el comien-zo del vuelo: "Sentados en los avio-nes, cumu e~isombrecidos autóm atascogidos en una trampa de acero, des-aparecieron de nuestros rostros laserenidad, la sonrisa y el buen humor,v nos dispusimos a esperar los próxi-mos episodios .. La gran flota aérea ...dio vueltas en círculo entre un granruido y se puso en formación a modode grandes arcos que ennegrecieron elcielo a lo largo de centenares de kiló-metros ... Casi todos nos sentamos ensilencio y fumamos sin parar, con la

idea de ocultar lo mejor posible nues-tros nensamientos e imaginación de-trás del vacío de la nada."

El general de brigada James M. Ga-vin, un despierto militar de treinta ysiete años de edad que estaba al fren-te de la 82 División Aerotransportadanorteamericana, la cual iba a lanzarsecerca de Nimega, al Sur de Arnhem,confesó que "las aprensiones y preo-cupación de los veteranos no era me-nor que las de los nuevos reclutas,aunque no las manifestaran en igualerado". El vuelo constituía, para vete-

; y novatos, una experiencia des-curiucida porque hasta ahora nunca

habían participado en un asalto a laluz del día. La norma que el asaltonocturno, que ofrecía el peligro de ladispersión, de desperramar los hom-bres a merced del viento; por ello mis-mo los jefes prefirieron exponerse ala furia de las baterías enemigas yrealizar el asalto durante el día.

El comandante A n t h o n y Deane-Drummond, un jefe inglés de Trans-misiones, se maravilló de la tranqui-lidad que veía abajo; según recordó,"el mar del Norte parecía un pequeñopantano, sin olas que turbaran sus os-curas aguas". En su avión, como con-firm ó Deane-Drummond "casi todos seecharon a dormir".

La 1." División Aerotransportada Bri-tánica tenía que lanzarse un poco másal Norte, muy cerca de Arnhem, sujefe er a el general de división Roy E.Urquhart, que se mareaba en cuantosubía a un avión, hasta entonces per-teneció al ejército de tierra, Urquhartse hallaba en un planeador que forma-ba con la columna Norte; según ma-nifestó, "por delante y debajo de míse veían otros cuatro remolcadorescon sus planeadores y, más abajo aún,en unas aguas extraordinariamente so-

segadas, los buques de rescate, que sehabían colocado a intervalos razona-bles, para nuestra mayor seguridad.. .Si uno de los cables se rompía, losbarcos se dirigían ordenadamente ha-cia el planeador caído ... Poco tiempodespués sobrevolábamos la costa ho-landesa".

En un avión C-47 de columna Surel general de división Maxwell D. Tay-lor, jefe de la 101 División Aerotrans-portada norteamericana, que se diri-gía hacia un objetivo más hacia el Sur,se quedó dormido, igual que la mayo-ría de sus hombres; se despertó encierto modo para comer una ración

en conserva y volvió de nuevo a dor -mirse.Casi todos esperaban que la artille-

ría antiaérea enemiga comenzara ahostigarles en la misma cost a, perolos cazas y bombarderos aliados ha-bían realizado una visita previa y, se-gún las apariencias, cumplieron per-fectamente su misión. Los aviones dela columna Norte atrajeron el fuegoenemigo cuando se aproximaron a Ar-nhem y Nimega; los de la columnaSur sobrevolaron territorio belga yaocupado por los aliados, en ruta haciaobjetivos muy próximos al frente, ysolamente al atravesar éste fueron

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un poco más, hasta quavión en llamas salíanhombres; entonces, tamzó al vacío.

La mayoría de los cla 101 saltaron sin difque en un cierto númersaron baja los pilotoaveriados, al intentar tser-var bu I U I I ~ ~ O . amb

otros accidentes imprela muerte de dos paracataro n a su debido momfuero n despedazados poun C-47 que caía abatidderr ibado cayó sobre uhabía llegado a tierra, m

co n el ruego antiaéalrededor de los aviocolumna Norte transp82 División Aerotranspgento Carte r se compor

mo cuenta: "Una gran

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Cuando me desprendí de la cuerd,

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volví la vista hacia el jefe de la tri-pulación, que se hallaba en el cola delavión, con los ojos muy abiertos yla mandíbula medio caída. "¿De que* tienes miedo? Tú no tienes que lan-zarte." Estos eran los pensamientos

% que me acompañaron mientras caíadando vueltas, en un vacío donde noquedaba más que la esperanza. Poco

e adespués sentí el tirón del paracaídasque se abría y eché los ojos al cielo,agradecidamente, hacia la ondeante

c seda verde."

a

A un oficial de un pelotón del 508I de Infantería de Paracaidistas, perte-

nemiente a la 82 División, el tenienteWavne H. Smith. la metralla del fuegoantiaéreo le sonaba, en el fuselaje delavión, como si fuera granizo en un te-cho de uralita. "Se dio la señal de avi-so de los veinte minutos y despertéa los que se habían quedado dormi-dos... Cuatro minutos antes de lanzar-nos se dejó ver la luz roja; me coloquCa la salida e inspecioné a mis hom-bres ... Cuando la luz verde se encen-dió, un proyectil antiaéreo estalló fren-te a la misma portezuela; el primeroen saltar se quejó del calor y se lanzó

sin titubear. A los pocos segundos, elavión quedó vacío."

Los paracaídas florecieron por todoslos rincones del cielo; la campiña que

I se extendía a los pies de los asaltantessuspendidos recordaba, por su tran-quilidad, cualquier pradera festiva deCarolina del Norte. Algunos soldadossufrieron golpes y arañazos al serarrastrados en tierra por paracaídasque no se plegaron a tiempo; otros,sufrieron fracturas de piernas: a unoen particular, que cayó de lado, elpunto de mira de la ametralladora sele clavó en la pierna izquierda. Ungran fardo con suministros cayó sobre

la cabeza de otro y lo mató. Por logeneral, sin embargo, casi todos loscomponentes de la 82 División Aero-transportada lograron llegar a tierracomo si fuera un salto más de entre-namiento.

La salida más digna de mención fueel salto del teniente John Thompsonv de su patrulla de seis hombres. Se-qún manifestó, "cuando la luz verdese encendió, me di cuenta de que es-

Izquierda: Principio del lanzamiento detropas y de equipo. Derecha: Británicosrecogiendo suministros.

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Arriba: El general Maxwell D. Taylor, jefe de la 101 División Aer tada.Derecha: El objetivo principal, el puente de la carretera de Arnhem.

tábamos encima de un grupo de edi-ficios, por lo que decidí esperar unossegundos para poder caer en un cam-»o situado al Sudoeste de un puenreque se veía claramente a poca distan-cia. Los ocupantes de los otros ocho

aviones se larI

el instante in-dicado. . Poco nos lanzábamosnosotros".

Cuando Thompson y sus hombresflotaban en el espacio se dieron cuen-ta de que bajaban muy separados delresto, hacia un punto situado a pocosmetros del extremo meridional de unode los tres objetivos más importantesperseguidos por las fuerzas aerotrans-lwrtadas, cual era el grandioso puenresobre el que una carretera de primerorden cruzaba el río Mosa, cerca de laciudad de Grave, al Sur de Nimega. Eldescubrimiento era, al mismo tiempo,preocupante y exigente.

Un poco más al Norte, uno de losprimeros paracaidistas en lanzarse fueel comandante B. A. Wilson, un vete-rano cuyo apodo de Boy (Muchacho)trataba de encubrir sus cuarenta v

cinco años. Wilson tenía la misión de

señalar el punto de lanzamiento, colo-cando una marca para los paracaidis-tas británicos y para el aterrizaje delos planeadores, al Oeste de Arnhem.Igual que los demás, Wilson estaba enla creencia de que no iba a encontrargran oposición enemiga, y de que elataque sería una operación de breveduración. Con esta idea en la mentehabía incluido en su equipo, precisa-mente en la bolsa que el paracaidistalleva en los pantalones, un informe,así como uno botella de whisky, otrade ginebra y una tercera de jerez.

Al princip io, el salto pareció a Wil-son y a sus exploradores como un eier-

cicio más de entrenamie

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shire; según se podía appo era un lugar tranquigrandes manchas de brmorado contrastaban conlos bosques y el color rode las edificaciones; lasban tranquilas, pero cucaron al suelo el fuegoportátiles quebró un msiones.

Dos hombres del grupdante Wilson fueron blacluso de tocar tierra, resto uno de ellos; en todota resistencia fue demcomo si hubiera queridoal sosiego de la campiñamismo Wilson, al recucaída a tierra, se ha116 fte con un soldado alemálos' brazos en alto, en sción.

Cuando el grueso de ly planeadores que traíainglesas se aproximaron brillantes paneles de nayclaramente las zonas daterrizaje. En uno de lojefe de batallón, el tenJohn D. Frost, pudo vepoco después de que lencendiera.

Frost echó una miradbres y se dio cuenta deúltimas chupadas que dgarrillos". La luz verdev los primeros hombrevacío, para engrosar lanoplia de paracaídas quespacio; un momento dtambién se lanzaba. "Undelicia del salto; el grasentir la presión del cortoso balanceo del parainfla con el aire."

Desde su planeador, evisión, general Urquhaaliviado porque no se malo-, vio con buenos ojaterrizaje, un amplio ,>rotegido por verdes psaje no difería gran cohabía imaginado despuélos mapas y las fotograla derecha, el ancho caRhin, no muy definido ras; al frente, la ciudav los puentes de ferrocara que cruzan el río. cerca, la alta chimenea aislada situada al lado

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El Armstrong Whitworth Whltley, primero de los bombarderos pesados ingleses puestoen servicio, que tanto sirvió al comienzo de la guerra. Con la llegada de otros avionesde mayor tamaño, más veloces y mejor armados, fue relegado a otros servicios, talescomo misiones de entrenamiento de los paracaidistas. Características del Whitley Mk V.Motores: dos Rolls Royce Mer lin X, de 1.075 HP. Armamento: cinco ametralladoras de0,303 pulgadas y una carga de hasta 1.750 Kg. de bombas. Velocidad: máxima, 350 Km/hora a una altitud de 5.400 m.; velocidad de ascenso, 16 minutos hasta los 5.000 m.;radio de acción máximo, 3.850 Km.; techo, 8.700 m.; peso vacío/cargado, 10.000/17.000kilos; envergadura, 25 m.; longitud, 19m.

E1 Harirax nandley Page, y para el remolque de plaHalifax B III. Motores, Cuvelocidad máxima, unos33.000 Kg.; envergadura, 3

El primer bombardero pesado británico de cuatro motores, e l Short Stirling, que, haciael final de l a guerra, ya estaba anticuado; el diseño fue adaptado como transporte desuministros y remolque de planeadores. En la ilustración aparece el Mark III. Las dife-rencias entre los tipos anteriores y los aviones de transporte, Mark IV y V, consistíanen la eliminación de todo el armamento en el Mark V, aunque el IV conservara latorre ta superior. Especificaciones del Mark III: Motores, cuatro Bristol Hercules XVIradiales, cada uno con 1.650 HP.; velocidad máxima, 430 Km/hora a 5.000 mstras; techo,5.600 m.; peso con la carga, 35.000 kg.; envergadura, 28 m.; longitud, 24 m.

El Horsa Airspeed, que ftropas, muy utilizado en Sipodía partirse en dos parvergadura, 25 m.; longitud,de 75 mm.

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EresuOpera

Lo que Willem Haar t y

ron no fue más que el cOperación Market, la otransportada más grandhistoria; más de 36.000

estadounidenses, inglesebían tomado tierra, ennlaneadores. En otra neada seis meses más tade soldados asaltantes vado en las primeras vras, pero el total de efecfue mayor, en su conjunración Market.

El plan había sido unriscal de campo sir Bergomery, el carismático gdel 21 Grupo de Ejércital Primer Ejército CanSegundo Británico. Moimaginó como una formlos alemanes destacadooccidental de Holanda, fortificaciones fronte rizaSigfrido y de colocar a l cito al otro lado de loobstáculos fluviales holafin de poder penetrar alemán por su llanura

Además, Montgomeryproyecto como medio pal jefe supremo aliado,

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iiente gele l Segunc

Miles Dc

J.

nombre en clave de este ataque terres-tre era el de Operación Garder~.

El general Eisenhower, aunque nose mostrara convencido ante la ideade una única y definitiva ofensiva ha-cia el territorio alemán, prestó oídosa las implicaciones de Market-Garden.En opinión de Eisenhower, el aparatologístico aliado se hallaba excesiva-

mente distendido para apoyar ningu-na inmediata ofensiva que pusiera fina la guerra; no obstante, todavía guar-daba esperanzas de establecer una ca-beza de puente al otro lado del Rhinantes de que la escasez de suministrosobligaran a sus ejércitos a detenerse.La Operación Market-Garden ofrecíaesta oportunidad.

Por otro lado, desde el desembarcoen Normandía, Eisenhower buscó laocasión propicia para la utilización deunas tropas aerotransportadas que sehallaban inactivas, pero cada uno desus distintos planes tuvo que ser aban-donado a causa de los rápidos avancesdel ejército. Sabía que el jefe de esta-do mayor del Ejército estadounidensey el de las Fuerzas Aéreas del Ejércitodeseaban experimentar la probabili-dad estratétiga de las tropas aero-transportadas. Estas fuerzas seiecraseran, en realidad, como monedas va-liosas e inactivas que estaban aguje-reando los bolsillos del mando aliado;Eisenhower no tenía la intención degastarlas con prodigalidad, pero sehallaba dispuesto a utilizarl as a. laprimera oportunidad ~ U C 11zreciesela pena, por ramo, prestó sutimiento a la operación.

El mariscal de campo Sir 1gomery, jefe del 21 Grupo

lont-to.

El plan de Montgomery probable-mente era el más atrevido y hetero-doxo de todos los ejecutados por elmando aliado durante la guerra; dis-ponía de fuerzas insuficientes: tresdivisiones aerotransportadas, dotadasde arm as ligeras; una división de des-embarco aéreo; una acorazada, y dosde infantería. Estas últimas consti-

tuían la única parte del Segundo Ejér-cito que había logrado hasta entoncesllegar a la frontera entre Holanda y

Bélgica. La escasez de medios fue pues-ta en evidencia por un jefe militar bri-tánico al decir "pretendemos negardemasiado lejos".

Un fundamento lógico del plan erael hecho de que la prolongada y apre-surada retirada desde Francia habíadejado a los alemanes profundamentedesorganizados, J au i i qu= se tenía in-dicios de que nuevos refuerzos esta-ban llegando y ocupando posiciones alotro lado de los canales y ríos, sin em-bargo estas tropas frescas eran esca-sas y no estaban bien entrenadas. Detodos modos, los informes de últimahora no fueron tranquilizadores. Lospilotos de los aviones de reconoci-miento habían observado un densotráfico ferroviario en Nimegd y t;ii Ar-nhem, y la Resistencia holandesa ha-bía comunicado que las unidades Pan-zer, diezmadas por los combates, seestaban equipando de nuevo en Holan-da. Estas noticias preocuparontantoal jefe del Segundo Ejército, el tenien-te general sir Miles Dempsey, que sedirigió sin pérdida de tiempo a Mont-gomery con la idea de que sería más

El general de división Ijefe de la 1.' División

acertaao y aconsejable dirección Nordeste, a loposiciones del Primer Eunidense, en lugar de del Norte por territorio

Dempsey se podía hlas molestias; dos díascaído sobre Londres la de V-2, los pesados co

nicos, y los alemanes lozando desde unas bases Haya. El ministerio de gún Montgomery manifsey, acabada de enviarleguntándole qué se podíde capturar o aislar esesta suerte, el ataque hpor Holanda, se hacía tcesario.

La veracidad de las recibidas sobre el crecimiento de las tropas alemlas posibilidades del éxirefuerzos que se iban detrás de los canales y

fluviales aebian ser la vPrimer Ejército de Paracprimeros refuerzos envQuince Ejército. Este úldo cercado junto a l as onal de la Mancha cuandoses tomaron Amberes, p

de sus tropas pudo escalanda mediante la utilizacños bores con los que pestuario del Escalda. El viario y los rumores de

unidades Panzer se debíacia del 11 Cuerpo Panzer

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de la carretera que cruza el Bajo Rhinpor Arnhem-, la marcha a pie hastaeste punto fue lenta y complicada; tanpronto como los soldados iniciaron sumarcha, la población civil holandesase echó en masa a la calle llevando elnaranja como su color nacional holan-dés, abrazándose a las tropas, obligán-doles a aceptar manzanas, tomates yflores, e interceptando la ruta a causadel número de manifestantes. Aquelloparecía un carnaval y una feria simul-táneamente.

El mariscal de campo Model salió

precipitadamente del Hotel Tafelbergderramando en el camino el contenidode una maleta hecha apresuradamente,y fue conducido en coche al puestode mado del general Bittrich, dondese le informó que éste había tomadoya sus medidas poniendo en juego susdos divisiones Panzer SS. Una de ellasfue enviada a interceptar el accesobritánico al puente de Arnhem, mien-tras que la otra había cruzado dichopuente a toda prisa y avanzaba haciael Sur. Aunque Bittrich no supo, enaquel momento, que los americanos

también habían tomado tierra. estaba

tenían que establecer contacto con losparacaidistas de Arnhem, el sentido 1de su ataque sería el contrario al que 'sus carros de combate marchaban. Tan

'

seguros se sentían los alemanes de su ,eventual triunfo, que ni siquiera ela-boraron un plan para destruir lospuentes de Arnhem o de Nimega, aun-que ciertamente hicieron saltar el delferrocarril situado en la primera ciu-dad citada.

A pesar de los movimientos de Bit-trich, el coronel Frost v un cuerpo queno pasaba de 500 hombres lograron,

hacia la caída de la tar de, llegar alextremo Norte del puente sobre el Ba.jo Rhin. Los alemanes se resistieron

1con firmeza desde el otro extremo del ,puente; el reducido grupo de Frostno tenía otra solución que intentar lo 1que fuera en la medida de sus fuerzas,porque no era de esperar que otrossoldados ingleses pudieran avanzardesde sus posiciones y sumárseles enla empresa. Los jóvenes y los vetera-

'

nos del comandante K rafft , proceden- ,

tes de Waldfriede, acosaban la reta-guardia británica, mientras que las ltror>as de la 9." División Panzer SS. , A

seguro de que si las fuerzas biitánicas por las edificaciones de

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llegar desde el frente; las altur as erantan importantes en su opinión, quehasta la noche no decidió utilizar uno

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de los batallones que se ocupaban deasegurarlas en otro objetivo que erafundamental si las columnas del ejér-cito de tierra iban a pasar Nimega yllegar hasta Arnhem: el imponentepuente sobre el Waal que existe enNimega.

Durante las primeras horas que si-guieron a la invasión aérea, solamen-te algunos centinelas obstaculizaron elcamino americano hacia el puente deNi me ~a ; pero cuando una columna

americana llevó a cabo el avance finalpara apoderarse del puente, las pri-meras unidades de la 10." DivisiónPanzer SS pasaron por él y se desple-garon en abanico ocupando posicionesdefensivas dentro del casco urbano. Elpuente estaba condenado a seguir fue-ra del alcance de las fuerzas aliadasdurante largas, dolorosas y costosashoras.

Mientras tanto, los hombres de la101 División Aerotransportada se en-cargaba de asegurar casi todos lospuentes que cruzan los canales y ria-chuelo~que se extienden entre Gravev Eindhoven, a lo largo de la única

carretera importante en dirección Nor-te por la que tendrían que pasar lascolumnas del ejército de tierra inglés;sin embargo, fracasaron en un objeti-vo, precisamente en un puente sobreun canal muy cercano a Eindhoven,que los alemanes volaron ante sus pro-pias narices. Los paracaidistas pudie-ron asegurar, en todo caso, los acce-sos al puente y al día siguiente logra-ron entrar sin apenas oposición enEindhoven, entre los aplausos y gritosde una población que había engala-nado la ciudad con el color nacional.

Los americanos no conocían un he-cho casual que aceleraría la reacción

alemana ante el asalto aerotranspor-tado: cuando el general Student sehallaba en el balcón del caserío en quehabía instalado su puesto de mando,observando las densas formaciones deaviones .y planeadores que pasabanpor encima -una sorpresa que seacompañaba de envidia al darse cuen-

Arriba: Los refuerzos americanos caen so-bre un campo sembrado con los planea-dores del asalto inicial. Derecha: Un pri-sionero alemán, uno de los pocos éxitosingleses en Arnhem.

ta de los inmensos recursos de quelos mandos aliados disponían-. el fue-go antiaéreo derribó ;no de los pla-

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neadores, que fue a caer en un campocercano a su puesto de mando. Lastropas alemanas corrieron hasta losrestos y vieron que todos los ocupan-tes habían perecido; un soldado ale-mán sacó del bolsillo de uno de loscadáveres un fajo de papeles, que eranada menos que una copia de la ordende operaciones. A las dos horas de ini-ciarse el asalto aéreo ya se encontra-ba este documento en el despacho de

Student.La operación aliada sufrió otro revéscuando las columnas inglesas tropeza-ron con dificultades en su intento deromper la resistencia que se les oponíaal Sur de Eindhoven. De acuerdo conel plan, dichas tropas debían entraren la ciudad antes del anochecer delnrimer día, pero cuando esta jornadaterminó, las fuerzas británicas se ha-llaban detenidas a unos diez kilóme-tros del objetivo. La suerte tendríaque cambiar radicalmente para que lacolumna pudiera alcanzar a las tropasaerotransportadas de Arnhem dentrode los primeros cuatro días, que era

el plazo más amplio que podrían re-sistir 10s paracaidistas según el planprevisto.

El amanecer del día siguiente fuepoco esperanzador, las inclemenciasdel tiempo retrasaron, y en muchoscasos impidieron, los refuerzos y su-ministrbs aéreos. A partir de este ins.tante, y a pesar de las muestras devalor y sacrificio que por su magnitudfueron dignas de una historia brillan-tísima, paracaidistas y tropas aero-transportadas se vieron incapaces dealterar un patrón ,que conducía al fra-caso.

Al atardecer del segundo día, 18 de

septiembre, la columna del ejército detierra británico logró al fin abrirsecamino y entrar en Eindhoven; y alamanecer del tercer día pudo ser re-emplazado el puente sobr e el canal,anteriormente volado por el enemigo.Hacia mediodía, cuando llegó a Nime-ga, se encontró con que los defensoresalemanes ocupaban todavía el puente

Izquierda: Un fardo de suministros. Dere-cha: A pesar de algunos choques espec-taculares al tomar tierra, casi todos loscombatientes de los planeadores pudieronsalir ilesos.

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de la carretera que cruza el río Waal.Al final de la tarde de la cuart a jor-

nada, miércoles 20 de septiembre, des-pués de cruzar los 400 metros de an-chur a del río Waal 11513 asa ltomontado sobre la marcha, para lo cualutilizaron unas frágiles lanchas de de-sembarco hechas de lona, los alemanesabandonaron la defensa del gran puen-te de Nimega, no sin dejar a varioscombatientes dispuestos a morir, quese aferraron como lapas a la superes-tructura y a 110s pila res. Cuando elquinto día tocaba a su fin, un reduci-

do contingente de la columna inglesapudo cruzar el río y reanudar el ata-que con la esperanza de recorrer losúltimos quince kilómetros y rescatara los paracaidistas de Arnhem.

Estos, que se cubrían con unas ai-rosas boinas marrón rojizo se denomi.naban a sí mismos los "Diablos Ro-ios", se hallaban totalmente sitiados;de los 500 hombres iniciales del coro-nel Frost, situados en el extremo Nor-te de l puente sobre el Bajo Rhin, so-lamente sobrevivían unos cincuentaque tuvieron qut: cxapar individual-mente o en grupos reducidos, siendo

I i iuy PULOS los que lo lograron conéxito. En el intervalo, los alemaneshabían desplazado el resto de la 1." Di-visión Aerotransportada hasta reducir-la a una posición minúscula en formade herradura entre el Bajo Rhin y elHotel Tafelberg, el mismo de dondeel mariscal Model había salido tanprecipitadamente el primer día de laoperacióii.

Al tiempo en que los americanos lo-graban desalojar a los últimos solda-dos alemanes del puente sobre el Waal.lo cual ocurría en el qunto día, jueves

21 de septiembre, los ingleses tratabande reforzar a los "Diablos Rojos" me-diante el lanzamiento, de una brigadade paracaidistas polacos al Sur del Ba-jo Rhin. Estos debían cruzar a la otraorilla, a las posiciones cercadas, utili-zando un transbordador de un lugarcercano, pero, antes de que saltarana tierra desde sus aviones, el buquehabía sido hundido por los proyecti-les germanos. Para empeorar las co-sas, los alemanes lograron desalojar alos ingleses de una colina en cuya ci-ma se levantaba un restaurante cam-pestre, en el flanco occidental de la

herradura; desde ella la J miga dominaba el río y

sitiadas.En estas circunstanci

vía para socorrer a los jos" est aba en los botesque disponía la columnaatacaba desde Nimega; era endeble porque, aun que avanzara con rapidea cruzar río bajo el fuegenemigo? Tanto se desessultado favorable, que indel Segundo Ejército, g

sey, canceló todos los envío de refuerzos con laiba a desembarcar en situado al Norte de Arn

La misión de la colucito de tierra se hacía mdavía a causa del terrendo entre los ríos Waalconstituido por zonas pnadas al mar, demasiadhúmedas para sostener ecarros de combate, ni slos vehículos blindados. obstaculizar el ataque i

r manes sólo tenían que im

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Izquierda: El paracaidista inglés con eluniforme especial para el lanzamiento. De-recha: Las huellas del combate en Arnhem.

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al mínimo, el paso de los refuerzos.Finalmente, obligados a admitir la

der rota, los jefes británicos de la 25."autorizaron la retirada de los paracai-distas; los supervivientes ilesos de 10s"Diablos Rojos", hambrientos, sedien-tos y con grandes ojeras, se envolvie-ron con trapos las botas, llenas de ba-rro, con el objeto de amortiguar elruido de las pisadas y se decidieron

a desafiar, en la oscuridad, a las pa-trullas alemanas que encontraron ensu camino hacia el río. En sus posi-ciones tuvieron que abandonar a lamerced del enemigo a más de 300 he-ridos, una décima parte aproximada-mente de (los que ya se hallaban enhospitales de Holanda y Alemania.

Por suerte, la noche era oscura yllovía intensamente. Los alemanes nose dieron cuenta al principio, pero, po-co después de medianoche, descubrie-ron lo que sucedía y comenzaron abombardear las orillas del río. A pesardel fuego, del nerviosismo, de la fatigav de la fría lluvia, los sufridos hom-

bres hicieron paciente cola a la esperade un lugar en los botes. Al amanecerfueron muchos los que se enfrentaroncon una corriente peligrosa y cruza-ron el cauce a nado, pero, cuando sehizo completamente de día, aún que-daban cerca de trescientos hombresen la orilla Norte.

De los 9.000 que habían combatidoal Norte del Bajo Rhin, solamenteoudieron es capar 2.400; los muertospasaban de 1.200 y el número de pri-sioneros era superior. En el mismoperíodo de tiempo, las dos divisionesamericanas aerotransportadas habíanperdido un total de 3.500 hombres,entre muertos y heridos. Con inclusiónde 110s pilotos de planeadores y de lascolumnas británicas de infantería, laOperación Market-Garden costó a losaliados 11.850 bajas.

La operación logró en parte lo queel mariscal Montgomery deseaba. To-mó para los aliados un pasillo de cer-ca de ochenta kilometros dentro deterritorio holandés, incluyendo dos ca-bezas de puente so bre !os ríos Mosav Waal; sin embargo, de acuerdo conla despiadada lógica de ila guerra, laoperación había constituido un fraca-sa porque no consiguió conservar la

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El Douglas C-46 Commando, originariamente diseñado como avidn comercial, aunqueel proyecto se convertiría con el tiempo en totalmente militar. Fue muy utilizadopor los americanos, sobre todo en misiones de abastecimiento. Motores, dos Pratt 8

Whitney Double Wasp radiales, de 2.000 H. P. cada uno; velocidad máxima, 430 KmJho-ra; radio de acción, 2.600 Km.; techo, 8.200 m.; peso vacío/cargado, 13.800/22.30envergadura, 30 m.; longitud, 21 m.

El planeador WACO Hadrcapaz de ser remolcado

/13 soldados completament

El Douglas C-47 Skytrain derivado del famoso avión de línea DC-3 de los afiostreinta. Su suelo, reforzado especialmente, le permitía transportar grandes pesos;como transporte de tropas podía acomodar a 28 paracaidistas con todo su equipo.Motores, dos Pratt & Whitney Twin Wasp radiales, de 1.050 H. P cada uno; velocidadmáxima, 365 Km/hora a 2.800 metros; radio de acción, 3.400 Km.; techo, 7.800 m.;peso vacío/cargado, 8.500/15.000 Kg,.; envergadura, 27 m.; longitud, 16 m. i

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Arriba: Los Panzer preparan el cerco. Abajo: Algunos de los centenares de prisioneros.,

Derecha: Una baja inglesa y su compañero.

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 El cañón ligero M20 de 75 mm. sin retroceso y desmontable, que los paracaidistas pomontar rápidamente. Peso, 58 Kg.; longitud, cerca de 3 metros; máximo alcz7.000 metros; velocidad inicial, 300 metros/segundo; peso de la granada 7 Kg.; 1total de la munición, 11 Kg.

díanince, ,

peso '

El M18 de 57 mm. sin simple tubo. Longitud, 1,7tros/segundo; peso de la

El obús de 105 mm. era una de las armas favoritas de la artillería americana, a causa El obus a lomo americano de su poco peso y de su resistencia a todas las condiciones adversas. Cadencia en aviones; era el principde tiro, cuatro disparos por minuto; alcance, 12.500 metros. ricanas. Peso, 600 Kg.; cad

4

cabeza de puente a l ot ro lado del BajoRhin, ni embolsar al país holandés,rebasar la muralla Occidental de laLínea Sigfrido ni situar a las tropasbritánicas en unas posiciones que per-

bado por sus superiores no pudo im-pedir los graves efectos del fracaso.

Queda en el ámbito de las conjetu-ras si el buen fin de la Operación Mar-ket-Garden habría conseguido real-

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mitieran la penetración en la llanuradel Norte de Alemania. Ni mucho me-nos prolongó la gran persecución delenemigo, que podrían haber hundidoa un mando alemán que se creia apunto de desmoronarse.

Gran parte de la desgracia pudoatribuirse a la mala suerte: las posi-ciones iniciales de las divisiones Pan-zer SS, la presencia en escena de Mo-del, Student y Bittrich, el hallazgo dela orden de operaciones aliadas y elempeoramiento del tiempo. Aunque losaliados sabían que el clima de sep-tiembre es muy variable en el Nor-oeste de Europa, no disponían de re-cursos suficientes para transportar to-dos los efectivos en una jornada; deeste modo, la desventaja era conside-rable, porque, una vez jugada la pri-mera carta de la llegada de las uni-dades aerotransportadas, la sorpresano podía repetirse.

Se tropezó, además, con otros pro-blemas. Durante los combates de Ar-nhem los ingleses tuvieron dificultades

en el uso de los aparatos de radio,que eran pequeños o inadecuados yque habían sido escogidos con el finde dejar más sitio libre en los avionesv en los planeadores. Por otro lado, elgeneral Urquhart, preocupado por laposibilidad de un intenso fuego anti-aéreo en las cercanías del puente deArnhem, se había decidido por unaszonas de aterrizajes relativamente ale-iadas de los objetivos principales, conlo que una resistencia cualquiera, porligera que fuese, podría impedir lacaptura.

Todos ,los facto res expresados con-tribuyeron al fracaso; en todo caso,

la operación podría haber sido coro-nada por el éxito si la columna britá-nica del ejército de tierra hubiera ata-cado con mayor energía al Sur de Ein-dhoven y al Norte del Waal, si el co-mandante en jefe de la 82 DivisiónAerotransportada hubiera puesto eniuego todos los medios, la osadía y

el r~igor que de los paracaidistas SL

exige y si hubiera destinado un bata-llón al menos para un golpe de manocontra el puente sobre el Waal, en Ni-mega. El hecho de que actuara en obe-diencia a un plan previamente apro-

mente los efectos a largo plazo queMontgomery había previsto; p robable-mente tampoco hubiese sucedido así.Aunque los alemanes no poseían tro-pas de reserva para lanzarse inmedia-tamente sobre los ingleses, y a pesarde que los asaltos aéreos afectaronprofundamente al Führer, que llegó adecir: ''¿Qué hubiera sucedido si losaliados se hubieran lanzado con divi-siones aerotransportadas S o b r e micuartel general?". Los alemanes nomostraron señales de pánico ni incli-nación a la huida o a la deserción. Conla idea de impedir un total hundimien-to, los ejércitos aliados, un tanto ago-tados y sin saber qué hacer con susplanes logísticos, se vieron de momen-to en la imposibilidad de lograr másde lo que ya habían conseguido.

Auge y

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de las

oerotru

La invasión aliada desdHolanda, la mayor o

transportada de la histominación de un pronóstmontaba, por lo menoscuando Benjamín Fran";Qué príncipe podría fender su territorio en fodiez mil soldados que dlas nubes pudieran vencegrandes daños que prola llegada de las tropatruyesen?».

Durante la Primera GWinston Churchill estuddad de llevar a la práctFranklin y sugirió se lanos volantes" que d

puentes, interceptasen ciones enemigas y sabobricas. También durantetienda, un coronel ,nortemado William («Billy»)ya ascendido a generafue sometido a la jurisdpor defender con excesila creación de una Fuebozó el primer esquemel ataque aerotransportorganizar un curso acelcaidismo con los comp1." División de Infantersaltarían de bombardero

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E l planalemanun Junen un

a

ieador para transporte de tropas DFS 230, obra de las principales instalaciones

las dedicadas a le construcción y uso de planeadores. Podía ser remolcado poriker 5213 a una velocidad máxima de 160 Km/hora. por lo que podía aterrizar

esoacio mínimo de terreno. Dara lo cual poseía. además, en el morro trescohetes de freno, y en la cola un'paracaídas. capacidad, hasta 10 soldados comple-

tamente equipados; velocidad de descenso después de ser soltado, 70 m/minuto.

aeródrurrios; normalmeterminada su misión, locultaban a retaguardiay se unían a las partidaros de la Resistencia.

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La operación Cerca dParte de una contraofesoviéticos iniciaron en 1941, a fin de alejar ade las Puertas de Moscú

Entrenamientos con el ecaidistas soviéticos [izqunes (derecha) .

to s lo denominaban, Dakota. Solamen-te hacia el final del conflicto se fabri-có un tipo de aparato específicamentedestinado a las operaciones aerotrans-pur~ddas,pero se construyó en canti-dad reducida.

Al principio de la década de los anostreinta, casi todos los ejércitos delmundo estudiaban la utilización de untipo u orro de operación aerotrans-

, portada, siendo los rusos quienes des-collaban en estos intentos. En 1934 rea-lizaron un salto de cuarenta y seishombres, cori los que también se lan-zó un carro de combate ligero; dos

años después asombraron a los agre-1 gados militares de todas las naciones1 al lanzar, durante unas maniobra3 LG I -I ca de Kiev, dos batallones en paracaí-/ das. Los rusos los bautizaron como' «soldados langostas)). El 10 de sep-1 tiembre de 1936 saltaron en Minsk

1.200 paracaidistas, y, dos semanas1 más tarde, 5.200 cerca de Moscú. Almisqo tiempo, los soviéticos perfec-cionaron un planeador militar capazde transportar dieciocho hom bi~ a.

Es una paradoja el hecho de que,cuando se declaró la guerra, los rusosutilizaran tan poco sus tropas aero-

transportadas, sólo ocasionalmente lle-garon a emplear pequeños grupos deparacaidistas durante la guerra ruso-finlandesa de 1939-40, pero cuando seenfrentaron con la gran amenaza dela invasión alemana, sus unidades deparacaidistas fueron convertidas en in-fantería regular en la crucial batallaque tuvo la primera gran ofensiva ale-mana hacia Moscú. Quizá debido a ladesesperada lucha en que se vio em-peñado el Ejército Rojo durante mu-cho tiempo, estas unidades selectasno pudieron volver a reorganizarsecompletamente. Una de las razones fue

la gran escasez de aviones de trans-porte, ya que la industria soviética noera capaz de suministrarlos, ante laprioridad de los carros de combatev de otras armas que tenían que serproducidos en número adecuado.

Los rusos hicieron gran uso del pa-racaídas en el envío de las partidasde guerilleros que operaban en la re-taguardia enemiga y en el lanzamientode los jefes que se pusieran al frentede aquéllos. En ciertos casos llegarona lanzar unidades con contingente debatallón, con el fin de destruir puen-tes y depósitos, o golpes de mano en ,

A principios de octubaviones de trans porte cuare nta y ocho horassoldados destinados a len manos soviéticas dede Tula, unos ciento stros al Su r de Moscú, pel impetuoso a v a l i c c alciudad; sin embargo, fción de "desembarco aé

te distinta a una operaportada. El Ejército Roran te la contienda doaerotransportadas d e una, cerca de Vyazma, Moscú; la segunda, cer

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t

1 El Junker JU52/3, arma prS to, bombardero, transporte

/avión resis tente y muy fi

, BMW radiales, de 830 H

1 acción. 1.550 Km. a 2.700

envergadura. 27 m.; longit

El planeador Gotha 242 fu

/ de carga a la Luftwaffe; a

! de dos hombres y podía

i 3.100 y de 7.100 Kg.; resp

en la Guerra Civil Española, los italia-nos utilizaron a veces el paracaídaspara hacer llegar los suministros, y,poco después de entrar en la SegundaGuerra Mundial, transportaron un re-gimiento de infantería a un aeródromo

Los franceses organizaron en 1939 unbatallón de paracaidistas, pero lo disol-vieron poco tiempo después; t an sólotras la derrota de 1940 y la formaciónde las fuerzas francesas fuera de lametrópoli, bajo la bandera de Charles

finer ías de petróleo; aunt a n t e ~omaron con Yapide aviación cercano, unasbinadas de tropas holanlianas y británicas defenfinerías durante dos día

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etíope. La primera operación italianaaerotransportada tuvo lugar el 27 deabril de 1941, cuando un contingentereducido de paracaidistas se apoderóde la isla griega de Cefalonia, en el m arJónico, frente a una débil defensa.

El paracaidista alemán, elemento esencialde las victoriosas campañas de 1940.

e

de Gaulle, dispusieron nuevamente deuna fuerza aerotransportada. Parte dedos batallones se lanzó con éxito enla penísula de Bretaña, al tiempo queotras fuerzas aliadas desembarcabanel Día-D en Normandía. Su misión erael sabotaje y la unión con las fuerzasde la Resistencia francesa.

Antes de la guerra, también los pola-

cos y los checos estudiaron el empleode unidades aerotransportadas, y, pocoantes de la decisiva derrota, Poloniallegó a contar con una unidad bienorganizada; en el exilio en la Gran Bre-taña, los polacos constituyeron la 1Brigada de Paracaidismo, la que entróen acción, aunque por poco tiempo, enla Operación Market. Igualmente losjaponese fueron los primeros en en-sayar su utilización pero, a pesar dela aceleración que imprimieron a suspreparativos bélicos, una vez iniciadala guerra, los japoneses hicieron muypoco uso de sus unidades aerotrans-portadas. Hasta diciembre de 1941, des-

pués del comienzo del conflicto, trassu ataque a Pearl Harbour, no apresu-raron su entrada en servicio, que semanifestó con la formación de la Fuer-za Especial de Desembarco Naval deYokosuka (un batallón reforzado de pa-racaidistas) y la 1." Brigada de Paracai-dismo, compuesta de un batallón refor-zado de paracaidistas y un regimentode aviones pesados de bombardeo. Tam-bién se formó otro regimiento aéreo yun cuerpo de transporte aéreo.

Los japoneses abrieron su ofensivacontra las Indias Orientales holandesas,a principios de 1942, precisamente con

un ataque por mar y aire dirigido el11 de enero contra Menado, en el extre-mo Nordoccidental de la isla de Céle-bes. A las cuatro horas del ataque ma-rítimo, la Fuerza Especial de Yokosukase lanzó en paracaídas sobre un aeró-dromo al Sur de la ciudad, cogió a losdefensores holandeses por sorpresa yse apoderó fácilmente del camwo deaterhzaje. Un mes más tarde, elA14defebrero, la l." Brigada de Paracaidismose lanzó sobre Palenbang, en Sumatra,a fin de capturar dos importantes re-

una unidad aerotransportco llegó a reforzar el atUna semana después, la kosuka efectuó otro asaltra rs e del puerto de Koepde Timor. Ninguno de lopezó con resistencia apre

Con esto tocó a su finla serie de operaciones a

, das japonesas. Japón habdemasiado tarde la formtipo de tropas y la constnúmero elevado de avionete; una vez iniciada la gu

a ceder a las exigencias ddades.

Dos operaciones de povadas a cabo en la isla

,las Filipinas, cerraron el intentos nipones. En unaaviones japoneses aterrizgencia, en un intento deunidades de retaguardia damericana; esto sucedió viembre de 1944, y los so

resultaron muertos al chsuelo fueron pronto cercrados. En la segunda ocdiciembre del mismo añoses se lanzaron en paraidea de capturar aeródronos; lograron destrozar v ocupar por poco tiemobjetivos, pero los promzos por mar no les llegapas americanas recobraren el mismo día.

Fueron los alemanes locaron con entusiasmo a las y los primeros en

modo convincente y dram, sibilidades bélicas. En 1

que Adolf Hit ler denuncilas del Tratado de Versala Luftwaffe Hermann Gcarg abá de organizar lasdades de paracaidistas. Ademostraciones rusas deaño y del siguiente, los acían otras pruebas soviéun acuerdo militar sepaen el más amplio marcdos de Rapa110 de 1922. trenar a toda prisa a unracaidistas en una escu

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v Noruega, en abril de 19pañía de paracaidistas o

alemán rumbo a Creta. manes poseían algunos planeadores mi- cipio de la invasión, un plitares, pero hasta 1941 no organizaron importancia para la conqsu primer regimiento de asalto en pla- . marca; en Noruega, el preriormente por aviones de transporte neadores. El modelo básico era el DFS-

con soldados y equipo pesado, incluso 230, un monoplano de alas altas, dela campaña lo constituy

artillería de campaña. Ocho meses des- unos trece metros de longitud capaz deaeródromos en Oslo y S

pués, los transportes Junkers aterriza- transportar diez hombres. El Gotha-242 i tropas aerotransportadas

ron en un trigal para desembarcar un quedaba de reserva. barco aéreo. En Oslo atregimiento de infantería en la ocupa- tinuas oleadas de avioneción aei pais de los sudetes. Cuando en septiembre de 1939 inicia- te, con ametralladoras e

ron la guerra con la invasión de Polo llas, sin haber siquiera siLos más lentos en nia, se repitieron consta n~e rrie n~eos ' por los paracaidistas, cola adaptación de 10s planeadores a 10s rumores falsos sobre la utilización defines a pesar de que, duran- paracaidistas ; en realidad, aunque 10s

más de 3.000 infantes s

te 10s años en que Hitler aparentó cum- alemanes disponían de una fuerza aero-con celeridad para apode

plir e de Versalles, las agru- trans port ada preparada para la acción, pital; en Stavanger, una

pacioi paracaidistas se lanzó en 3s de vuelos sin motor la conquista fue tan acelerada que aque-proliferaron con la promoción oficial. llas unidades no tuvieron que interve-

des de un campo de avipor 5.000 soldados de

Muchos miles de jóvenes que habían nir.desembarcaron de 250 av

aprendido en los planeadores las reglas La primera intervención 2ate porte. Más al Norte aún, esenciales del vuelo se convirtieron pos- de sus unidades acl-o~ railsp :uvo tes de otra compañía deteriormenre en pilotos de la Luftwaffe. lugar en las campañas de uinam arca

más t arde llegar011 nuevas tro pas y ca-

rros. En Moerdijk, el grueso de un ba-tallón se repartió entre una y otra ori-lla del Mosa, capturando con rapidezdos puentes que no habían sufrido da-ños. El mayor esfuerzo de Student secanalizó hacia Ratterdam, donde dosbatallones de paracaidistas se apodera-

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ran de un campo de aviación cercanoa la ciudad, donde podrían aterrizarsus aviones. Al mismo tiem po otr o pe-lotón de paracaidistas cayó dentro delcasco urbano y, al tiempo que avanzabahacia el extremo Norte de los puentesde la carretera y del ferrocarril quecruzan el Bajo Rhin, una compañía deinfantería transportada en seis hidro-planos se posó sobre el río y se detuvojunto a los pilares de los puentes. Unavez retiradas las cargas de demolición,los infantes se unieron a los paracaidis-tas, a fin de defender el extremo Nortedel puente, a la espera de la llegadade fuerzas por tierra.

En La Haya, los alemanes no consi-guieron tanto éxito, a pesar de la ocu-pación de los tres aeródromos; el másseptentrional cayó luego ante el contra-ataque holandés, a despecho del des-embarco de un batallón de refuerzos.También volvieron a manos holande-sas los otros dos aeródromos, esta vez

antes de que los invasores recibieranlos refuerzos, y aunque algunos avionesde transporte lograron tomar tierra enuna playa y en una carretera cercanas,Student se vio obligado a desviar haciaRotterdam ulteriores vuelos. Los ho-landeses resultaron vencedores en LaHaya, aunque el provecho fuera redu-cido a fin de cuentas, después de loséxitos del enemigo en otros lugares ya causa de la rendición de Holanda.

En la franja de teritorio holandés al-rededor de Maastricht y en el sectorbelga, los alemanes lanzaron al mismotiempo un espectacular asalto aero-transportado, aunque con menor núme-

ro de unidades, con el fin de ocuparlos puentes de Maastricht y los del Ca-nal Albert, un poco más al Sur, ade-más de una fortaleza belga, que se pre-sumía inexpugnable, denominada Fuer-te Eben Emael. El descenso se realizósilenciosamente, antes del ama necer del10 de mayo, en planeadores DFS-230,que transportaban pequeños destaca-mentos que se apoderaron de dos puen-tes sobre el canal, y si bien no pudieron

neador de asalto alemán DFS 230.

 

impedir la voladura de otro, cdpluld- Con la derrota de Francia y de Ho. provocar una acción decron el del Mosa, en Maaetricht, un poco landa, y la sangrienta retirada inglesa ya1 Navy y en parte pdañado pero todavía suceptible de ser de Dunkerque, Hitler se dispuso a Ile- Hitler hacia otro enemigutilizado. Estos puentes permitieron el var a la práctica sus eventuales pro- Los acontecimientos opaso del Canal Albert y del Mosa por yectos de invasión de la Gan Bretaña, var a cabo la siguientelas columnas de tierra, que rescataron para lo cual se confiaron los prepara- tropas aerotransportadasa los combatientes alemanes que ha- tivos iniciales a la 7. División Aero- sal ~n Grecia. Si Hitl

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bían caído sobre la misma fortaleza de transportada mandada por Student, que seguro de su flanco dereEben Emael. Los soldados de los pla- sería la que iniciase la operación; este uaña que preparaba conneadol~:,,c dmparon ante todo de des- general, sin embargo, se hallaba tempo- bía ir contra Grecia partruir las torretas y nidos del fuerte y ralmente incapacitado a causa de una a su terco aliado Benitoen su empresa fueron ayudados por herida sufrida en la cabeza duran te los El 8 de abril de 1941300 paracaidistas que se lanzaroil Lu lL iu combates en Holanda. El proyecto no alemana de paracaidistarefuerzos durante el día; al mediodía llegó a realizarse, en parte debido al

,ca de Salónica, en un

de la siguiente jornada, la guarnición fracaso de la Luftwaffe en su preten-,

trui r las comunicacionesbelga, de más de un millar de hombres, sión de barrer del aire a la RAF, al he- i dia de la Línea Metaxas

se rindió a los invasores. cho de que la flota alemana no pudo asaltantes fueron muerto.t

'i

r -'.

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rítima de los británicos y para colabo-rar CUII las operaciones del Eje en Egip-to y Libia; incluso, tal vez, como etapapreliminar para el asalto aéreo y navaldel esencial canal de Suez.

Cuando tuvo lugar la reti rada de Gre-cia, los británicos, a pesar de la im-

días de servicio en el frente de Libia.Freyberg ordenó que los pocos avio-nes que le quedab'an fueran evacuados,pues no constituían más que una presafácil para la aviación enemiga; los avio-nes salie ron el 19 de mayo, demasiadotarde como hechos posteriores haríanver, ya que no dio tiempo par a destruir

tamento ae un lujoso hel militar había convende las ventajas de unademostraría el valor y sus tropas aerotranspordisponía de poco más dde transporte Junkers, d

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portancia que se concedía a Creta, sepreocuparon muy poco por el fortale-cimiento de su sistema defensivo; de-bido a que hasta la invasión de Greciapor Mussolini, a finales de 1940, habíasido territorio neutral, igual que el res-to del país helénico. Tampoco habíaque olvidar las pocas diponibilidadesde los apurados recursos ingleses en el

Mediterráneo Oriental.Cuando el general de división. Ber-

nard C. Freyberg se detuvo un instanteen Creta, despvés de la evacuación deGrecia de las r,os terceras partes de sudivisión ne ~ze~ andes a,ayó en la cuen-ta de que asumía otra obligación más:la defensa de la isla. Se conocía la pre-sencia en Grecia de la 7." División Aero-transportada alemana, por lo que losmandos aliados estaban convencidos deque el enemigo daría pronto un golpeen la isla, con una invasión conjuntade fuerzas aerotra ns~o rtad as anfibias.

Freyberg disponíaapar a la defensa deefectivos res~etables30.000 combatien-tes británicos y de la ~(,mmonwealth11.000 griegos y cretens:~),pero la arit-mética era un tanto elgañosa. No pa-

u obstruir las pistas de aterrizaje, afin de evitar la utilización de las mis-mas por el invasor. Sin embargo, auncuando hubiera dado tiempo, Freybergno tenía autorización para inutilizar losaeródromos; los ingleses estaban tanconvencidos de poder seguir en Creta

'

v de poder reforzarla más aún, que los

mandos superiores le denegaron el per-miso para la destrucción. De todos mo-dos, había alguna faceta favorable: losobjetivos iniciales eran tan obvios -losaeródromos y el puerto - que Freybergpudo inmediatamente dedicarse a con-centrar las fuerzas disponibles en de-fensa de pocos puntos.

El general Student proyectó y dirigiódirectamente la operación desde el apar-

res y de unos 600 bompicado y cazas; sus hom22.750, incluso su selec taracaidista. En paracaídaunos 10.000 hombres, (lotres oleadas de los avionte; regresando a Greciapas) en los planeadore

750; 5.000 por tr anspo rtpor mar en barcazas deComo el aeródromo d

el mayor de los tres y ea la bahía de Suda, Stuprimera fase a este objfuerza de asalto de parinfantería aerotransportmás de 2.500 soldados. nía la misión específicade una pequeña altitud, ldominaba el campo de

saban de constituir i n amasijo com-puesto por rerales y trozos que pudie-ron salir de Grecia solamente con lasarmas y equipo que los hombres pudie-ron llevar sobre sus espaldas. La moralhabía quedado quebrantada durante laretirada, empeorada por el temor a lapotencia del ejército enemigo. Las me-nos afectadas eran las dos brigadas dela divisién de Freyberg. Por otro lado,la zona más vital de la isla -la costaNorte, con los campos de aviación y el

puerto- no disponía de apropiadas de-fensas naturales, a u i i q u Z se extendierauna accidentad a cordillera qu e sólo ca-minos de herradura la cruzaban hastala costa Sur.

Sacrificando otros cañones averiados,Freyberg pudo ecuiisri uir cu arenta ynueve piezas de artillería; también dis-ponía de algunos carros de combateaunque anticuados y demasiado ligeros,que ya habían prestadu lllejores

los paracaidistas

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Izquierda: Alemanes equitransporte cae sobre Cre

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hacia el aeródromo. Los aviones que ción de la cota 107 determinó la pér-volvían de Grecia, para constituir las dida de Creta. El contraataque aliadosiguientes oleadas, lo hicieron con mu- de aquella misma noche no consiguióchas bajas, bien por el fuego antiaéreo, resul tado alguno. El general Student,bien por fallos mecánicos, de suer te caren te de información y con el temorque solamente podrían transportar una de que todo estaba perdido, envió a lapar te de las fuerzas destinada s a Reti- mañan a siguiente a un piloto para quemo y a Heraklion. Además se debía ater riz ara con su Junkers-52 en el aeró-contar con el retraso impuesto por la dromo de Maleme, cualquiera que fuesenecesidad del mantenimiento técnico y la situación, y le comunicara por radiodel aprovisionamiento de combustible el resultado. Aunque el avión fue blan-de los aviones. Al anochecer los alema- co de varios disparos, el piloto logró

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Otro grupo se lanza sobre Creta. Uno de escaso apoyo (ninguno aéreo), ante uncada cuatro paracaidistas alemanes rnuri6 concepto nuevo de hacer la guerra apa-en la operación. rentemente invencible, hicieron que

Freyberg y sus subordinados combatie-

los Junkers-52 aterrizaban incesante-mente, descargaban combatientes y vol-vían a re mon tar el vuelo. Al final de laoperación habían llegado a Creta másde 22.500 alemanes, y, al final del ter-cer día, el general Freyberg empezabaa considerar la idea de retirarse al Surde la isla, atravesando la cordillera.

Terminó consiguiéndolo a costa decombates desesperados y violentos, contodos los factores en su cont ra; en todo

caso, cuando la Marina inglesa recogiólos últimos hombres de los 17.000 quepudo salvar, muchos miles más queda-ban en la isla sin medios de escape.

Los errores de los defensores eranabsolutamente obvios al tiempo que,durante la noche del 30 de mayo, logra-ban escapar en navíos ingleses los úl-tinios que podían, dejando a los quequedaban con la aceptación humillantee ineludible de la rendición. La realidadde un enfrentamiento a las pocas se-rrianas de la evacuanción de Grecia,sin poder preparar las defensas y con

ran- desd e el principio bajo el peso deun sentimiento penetrante de inmedia-ta derrota. Habían logrado dar al ene-migo un primer golpe terrible, perofracasaron en el campo del contraata-que decisivo.

Los errores del invasor y la victoriapírrica alcanzada no eran tan aparen-tes para los vencidos, pero no por ellomenos reales. El general Student habíaplaneado la campaña, no como un asal-

to aerotansportado masivo, sino másbien como tres de menor cuantía, deaproximadamente iguales proporciones,a pesar de la mayor importancia delaeródromo de Maleme. La circunstan-cia de que no todos los paracaidistaspudieran ser trasladados a Creta du-rante el primer día (en todo caso, elplan ideado era excesivamente ambicio-so) permitió la disposición de una re-serva que pudo reforzar a los que com-batían por el objetivo de Maleme, queera vital; la operación podía inclusohaber fracasado si los neozelandeses nohubieran abandonado la cota 107.

-- -

Además, el precio de tremendo. Murieron 4.000inclusión de un 25 por paracaidistas; las pérdidaproximaron al 30 por que ya desde las días de Francia y de Holanda sola sorpresa, elemento viaerotransportado, se hacse convenció en Creta dterminado los días doradracaidistas. Aunque messintiera menos convencidgumentos, la isla le decidmejor de sus tropas aero: a derramar su sangre en2

de Rusia.Creta. como afirmó Stcementerio de los paracanes".

Luego, durante la guenes prepararon varios transportados de poca eel frente ruso, pero, porazón -sobre tod o por

avance del Ejército Rojllevaron a la práctica. operaciones aerotranspo rlugar en el Oeste y niconsideración.

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N C I ,

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tuvo que contentarse al principio conunos medios muy pobres, que incluíanseis vetustos bombarderos Whitley, delos que los paracaidistas tenían quesalir, no ya por una portezuela late-ral, que es lo más apropiado, sino porun agujero hecho en el suelo al desmon-tar la mitad de la torreta de la ame-trarfadora de cola (los paracaidistas in-

ros, los Whitley o cualquier U L ~ U tde bombarderos serían los únicos (

ponibles hasta que las fábricas amicanas facilitaron los C-47 Dakota.

Por esta misma época se constituron las primeras unidades de comdos ingleses que harían incursionesel continente ocupado por el enemi~como lo más lógico era que fueran

ipo

iis-eri-

iye-an-en

e;o;

Ringway fue completaHardwick, y se estudiatos para crear antes de1." División Aerotranspoel ler. Batallón de Paranombre del anterior 11Aéreos Especiales, iría

De acuerdo con el s

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gleses bautizaron el avión con el apodode "el Elefante", por lo que la apertu-ra por la que saltaban también recibióun apelativo obvio). Como la industriainglesa de aviación estaba condicionadapor los pedidos de cazas y bombarde-

El paracaidista norteamericano, un volun-tario eficiente y bien adiestrado.

transportados normalmente en aviones,las primeras unidades que recibieronun entrenamiento en paracaidismo pro-cedían de uno de los recién formadosbatallones de comandos.

Al llegar el 1 de agos to, a poco másde un mes del interés que suscitara la

nota de Churchill, todos los componen-tes de dicho batallón habían realizadotres saltos eliminatorios. El primero sellevaba a cabo desde un globo que sebalanceaba alegremente, en el que seseleccionaban con una difícil maniobra,a los mejor capacitados. El batallóncambió de denominación y tomó el de11.0 de Servicios Aéreos Especiales ysu primer lanzamiento masivo se rea-lizó en el mes de noviembre; cincuentahombres se lanzaron desde cuatro Whit-ley sobre las llanuras de Salisbury En-tre los observadores presentes se halla-ba el príncipe heredero Olaf de Norue-ga, de cuyo automóvil se apoderaron

los paracaidistas caídos, desconocedo-res del rango de su propietario, con elfin de llegar antes a sus objetivos enel terreno.

Bastante menos prometedor fue el co-mienzo de otra demostración organiza-da en abril del año siguiente, ante otranutrida asistencia de invitados ilustres,cntre los que se contaba el primer mi-nistro. Por un sistema de altavoces ins-talados para que los visitantes pudie-ran seguir las órdenes cursadas, el jefeque mandaba el supuesto táctico se di-rigió a ,<u subordinado del siguientemodo: {Atención, jefe de la forma-ción!, ¿estás listo para despegar? iCor-

to! " La respuesta se oyó inmediatamen-te: "No, no estoy preparado aún; sehan desmayado cinco muchachos."

A pesar de este retraso, embarazosopero humorístico, y de los fuertes vien-tos, los paracaidistas realizaron unamaravillosa demostración que honrabael establecimiento y desarrollo de lasunidades aerotransportadas. El mandode éstas se confió al general de divi-sión F.A.M. (Boy) Browning, en calidadde general en jefe de las mismas; elcentro 'primitivo de entrenamiento de

de mantener unos reginentes, a los que se psustraer un número vallones según las necesidción o reducción de ladas del país, todos losto de la 1." División A

como de otra de posteran parte constitutiva minaría Regimiento dComo miembros del miparacaidistas ingleses suso de una boina distrojo (actualmente marróy unos galones sobre mostraban al héroe Beel alado Pegaso. En suponer de una fuerza decon lo que este Regimcaidismo constituyó unavoluntaria que satisfactos físicos muy exigentlos riesgos de su destin

recibían una soldada achelines diarios.

A excepción de la boitivo sobre los hombropermeable ligero, los cRegimiento llevaban, puniforme regular del soPara poder llevar a la bde equipo, sus compomuchas veces de los abolsa especial atada a lalarga cuerda. Las armamente las mismas que tería aunque con mayoarmas automáticas; amgeras tipo Bren y pisto

ras Sten.Durante este intervalo

1940, el ministerio de Aeronáuticas hizo el prplaneadores: 400 Hotsde los Horsas y Hamilcederían. Sin embargo, zado 1942 no se dispusoen número apreciable. final, el Horsa era unalas altas, de unos 20 mtud y una envergaduraprovisto de un tren dtres ruedas, que podía

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se pudo reunir una cande aviones que permitiede un batallón complecualquier caso, el estusnuevas ideas tácticas, ctra el hecho de que lEjército del Aire inicima de planeadores idespués de la invasión

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prometedores resultadorealizadas en el verano cieron al Ejército del Aleridad y fervor que pueblo americano, parato en menos de dos a10.000 pilotos de planeco~ltr atació n de más dCG4A. El planeador Watamaño al transporte Cpodía llevar quince ho

recibía al principio mela paga, ni usaba unifoalguna como distintivosla rabiosa hostilidad en

planeadores. No recib

No todos recibían al principio la bo-nificación económica por los riesgos es-peciales que asumían. Los mandos re-cibían la "prima de vuelo" que ya ha-bía sido autorizada y presupuestada

para los cuerpos aéreos, pero transcu-rrieron varios meses antes de que elCongreso aprobara la "prima de salto"aplicable a todas las categorías, quesería de cincuenta dólares al mes parala clase de tropa, y de cien para los ofi-ciales.

Con la organización de los batallones'adicionales de paracaidismo, el Depar-tamento de Guerra estableció su cuar-tel general en el Grupo Provisional deParacaidistas, que de nuevo era manda-do por Lee, ascendido a teniente coro-nel, y fundó la Academia de Paracaidis-mo, como dependiente de la de Infante-ría. Cuando el Departamento se reorga-

ocho bombarderos Whitley; dos ibancargados de bombas, con el fin de efec-tuar una operación de diversión mien-bastras que los otros seis llevaban 36

hombres del 11 Batallón de ServiciosAéreos Especiales. El objetivo era cor-tar un acueducto de la Italia meridio-nal que suministraba la mayor partedel agua a la provincia de Apulia, con 6

inclusión de las ciudades de Taranto,

En el Oriente Próximo,to, los ingleses formaronde Servicios Aéreos Espeche del 17 de noviembrepera de la ofensiva británsierto Occidental, 54 coeste batallón despegaron nes anticuados, tipo Bombde llevar a cabo actos de

viaje a Inglaterra con las noticias delos proyectos británicos sobre la crea-ción de divisiones aerotransportadas,se pudo conseguir que McNair recapa-citara. Ciertamente aprobó la creaciónde dos divisiones, pero en todo casoinsistió en que dispusieran de un mí-nimo cuadro administrativo y de pocosmedios de transporte, porque debíanconstitutr, a fin de cuentas, una divi-

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Brindisi y Bari. Los ingleses ensaya-ban con sus nuevas fuerzas aerotrans-portadas, aún en su infancia.

Cinco de los seis Whitley con para-caidistas efectuaron el lanzamiento muycerca del objetivo, per o los hombres del

sexto avión cayeron en un valle vecino, !lo suficientemente retirado como parano poder p articipar en la voladura. Des-pués de recoger sus fardos de provisio-nes, el grupo más importante se dedi-có a colocar explosivos en el acueduc-to; poco más tarde se situaba en unlugar protegido, a la espera de la ex-plosión. El éxito fue mayor de lo que'jamás se hubiera esperado y un gran 1caudal de agua comenzó a brotar delacucducto, iniciando un nuevo recorri-do por el valle del arroyo Tragino.

La siguiente fase de la operación eramás difícil aún, pues había que reco-rrer unos ochento kilómetros de un te-rreno montañoso hasta llegar a la costaOeste, cerca de Salerno, donde en lanoche del cuarto día el submarino bri-tánico T r i um p h se colocaría en la des-embocadura del río Sele para recogera los comandos. Estos se dividieron entres grupos, que caminaron durante lanoche y permanecieron a escondidasdurante el día, pero a pesar de todas ,as precauciones ninguno consiguió Ile-gar a la costa. En la región advirtieronsu presencia y los soldados y carabi- 1nier i italianos pusieron todo su celo ensu búsqueda y captura.

Tal vez fue el mejor final que pudo 1caberles, porque de haber alcanzado ladesembocadura del Sele se habrían en-contrado con una cruel desilusión. Por 1una casualidad inconcebible, uno de losWhitley que participó en el bombardeotuvo que realizar un aterrizaje forzosomuy cerca de la desembocadura; su tri-pulación, que ignoraba el plan del sub- ,arino, lanzó un me nsaje por radio co-municando su problema. Los inglesesestimaron que los italianos habían in-terceptado el mensaje, por lo que en-viarían tropas al lugar; consecuente-mente, fueron canceladas las órdenesemitidas al submarino.

tra aeródromos del Ejecomo las tropas aerotranciaron el vuelo se levaviento que provocó la caídcaidistas a distancias supce kilómetros de sus o21, de los 54 participan

abrirse camino hasta unacon una patrulla del descampo de acción, que se rescate. También fueron eeste batallón algunas troiraquíes, las cuales llevatica ciertas incursiones adas a escala reducida, loel Mediterráneo Oriental,llón en sí limitó sus restaa operaciones en tierra incursión al desierto.A los tres meses de l

cursión en el desierto, elbrero de 1942, los inglessu tercer asalto paracaifiel a la tradición de los jefe era un hombre que sobresaldría en otros astioo. el comandante Johnobjetivo era un refugio shormigón armado cercanode Brunéval, uno de loexistían a lo largo de cesa del canal de la Mantenía unos aparatos deteccuyos detalles el espionajseaba conocer. El comacon 118 combatientes, tense en paracaídas prácticade las instalaciones alem

fiar algunas piezas de ltos del radar, desmontque los científicos inglexaminarlas y, finalmenteespalda las defensas costcon las lanchas de desemtrasladarían a los coñonefrente a la costa.

Dos de los tres contingcayeron encima de su obcero tocó tierra bastanteunirse a los demás pocpués. Los paracaidistas entrada del refugio antalemanes se dieran cue

sión de infantería en m iniatura. Con sudecisión se echó por tierra el conceptode unidades independientes específica-mente adiestradas en la técnica del des-embarco aéreo, y las ya formadas seconvirtieron en infantería aerotranspor-

tada.Como se había concebido y aprobado

a finales del verano de 1942, la divisiónaerotransportada sumaba solamente8.500 hombres, en comparación con los15.000 que componen la de infantería.Fueron organizadas dos divisiones, la82 y la 101, cada una con un regimientode infantería paracaidista y de dos pla-neadores, proporción en que no se pu-sieron de acuerdo McNair y Lee, pre-valeciendo el parecer del primero. Laeconomía en cuanto al número se con-siguió mediante drásticas reduccionesen los medios de transporte terrestre,además de las imp uestas a las unidadestácticas; el regimiento de infanteríaaerotransportada solamente contabacon dos batallones y dos secciones porcompañía; el pelotón de paracaidistastan sólo disponía de dos escuadras defusileros y de una de ametralladoras.Los batallones de artillería de campañaparacaidista eran tres.

Las armas individuales eran simila-res a las de la infantería regular con ladiferencia de que abundaban más lasautomáticas, como el fusil automáticoBrowning (BAR), la amet ralla dora Tom-my (pistola ametralladora Thompson)v la "pistola de engrasar", así denomi-

nada porque se asemejaba a la que seutiliza para el servicio de los automó-viles. La artillería de la división se com-ponía de treinta y seis obuses de 75milímetros, aunque posteriormente unode los batallones de paracaidistas seríaconvertido en uno de planeadores conpiezas de 105 mm. Como las divisionesno disponían, dentro de su propia or-ganización, de aviones, para el trans-porte dependían de los aviones del Man-

do de Transporte de Tropas, de lasFuerzas Aéreas del Ejército.

Con el atardecer del día 10 de febre-ro de 1941 salieron de la isla de Malta

la tripulación durante los últimos días.

Además, después de un vuelo tan largo,los aviones tendrían que aterrizar pocotiempo después que se lanzasen los pa-racaidistas, o bien quedarse sin com-bustible en el vuelo de regreso.

No se estaba seguro del tipo de re-cepción que los paracaidistas recibiríanen los aeródromos franceses de La Se-nia y Tafaroui; al despegar en la tardedel 7 de noviembre, repartidos entre

de la flota aérea notaron los primeros

indicios de recibimiento que les aguar-daba cuando pasaron por encima delaeródromo de La Senia y divisaron alos aviones aliados que bombardeabansus instalaciones. En la confusión si-guiente, los paracaidistas de doce trans-portes se lanzaron sobre un punto si-tuado entre los dos aeródromos, mien-

,

tras que casi todos los demás aterriza-

conversaciones del armfinalizado por entonces yrecibieron a los paracaidentusiasmo.

Al día siguiente, otro b1." Brigada Paracaidistaobjeto de una recepciónlanzarse sobre una intersrreteras en Souk-el-Arbatunecino, en la carretera

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treinta y nueve C-47, los paracaidistasno tenían la menor idea sobre si ibana tocar tierra ent re las aclamaciones delos franceses o si, por el contrario, cae-rían entre los dos campos de aviaciónpara combatir contra ellos. Conoceríanla respuesta por medio de una señal ra-diada cuando sobrevolaran el estrechode Gibraltar, pero la señal no fue reci-bida.

Entre la niebla y las dificultades delvuelo nocturno los aviones empezaronpronto a perder la formación, pero alamanecer eran todavía treinta y dos losaviones que seguían avistándose mutua-mente; de los siente restantes, uno ate-rrizó en Gibraltar con dificultades me-cánicas, dos lo hicieron lejos de los ob-jetivos en el Marruecos francés, tres enel español y un sép timo lanzó sus para-caidistas en el mismo protectorado es-pañol. En total fueron sesenta y unolos paracaidistas internados por lasautoridades españolas.

Los ocupantes del grueso principal

ron con sus aviones sobre el lecho secode un lago salado situado a varios kiló-metros de La Senia. Antes de que lastropas aerotransportadas alcanzaranuno siquiera de los dos aeródromos,una fuerza motorizada americana, quedesembarcó ne las playas vecinas de ,

Orán, ocupaba ya ambos.Este bautismo de guerra de las unida-

de aerotransportadas americanas no pa-recía muy alagador, pero pocos díasdespués se les ofreció una oportunidadmás prometedora. Como las tropas alia-das tenían que avanzar a toda prisa ha-cia el Este, en la esperaza de ocuparTúnez antes de que los soldados del ,

Eje lo invadieran con grandes contin-gentes, un batallón de paracaidistasii~gleses, ajo el mando del teniente co-ronel R. J. Pine-Coffin (la vanguardiade la 1." Brigada de Paracaidistas) selanzó sin encontrar resistencia en el

puerto de la Bona, el día 12 de noviem-bre, y, tres días más tarde, el coronelRaff con 400 de sus hombres, despuésde su primera acción frustrada, se lan-zó a unos ciento cincuenta kilómetros

Un recuerdo del combate, con el agujero tierra adentro para apoderarse del aeró-de la bala. dromo francés d e Youks-les-Bains. Las

lución sino la de defenel día y, una vez anochesigilosamente, en la esperatravesar ochenta kilómerreno abrupto y montacuatro días con sus nochlos paracaidistas marchalos ametrallamientos coaviación alemana, sostenzados combates con las gas y ahuyentando a bandtiles que, como buitres, tentes a la columna, dispujar de equipo y uniformmuertos o heridos, iban qdonados o rezagados. Laminó con el retorno de hombres, después de pe

Con esta acción termiraciones aerotransportaddel Norte, a excepción derealizada el 26 de diciem

conduce a Bizerta. Finalmdesesperado esfuerzo porrera hacia Túnez, un tede le Brigada bajo el maces teniente coronel Johnzó muy por delante de

acorazadas inglesas, cercmo de Depienne, al Sur dde este punto, que ya loinformación comunicaroabandonado, Frost avanun poco más de veinpara apoderarse del aeródna, sólo a dieciséis kilóTúnez.

Como Frost pudo combién este campo de aviacabandonado, pero a la mte, cuando los nuevos ocuraban las trincheras parperímetro, los bombardeatacaron en picado, con

de sus ametralladoras, al infantería enemiga contryada por carros de combde las tropas inglesas terdo su ímpetu y se detua unos ochenta kilómetrocaidistas sitiados en Oud

El coronel Frost no enc

paracaidistas, en lugar de la proporcióninversa anterior. El cambio se debíamenos a conceptos tácticos que a lasdificultades' del transporte a ultramarde los planeadores necesarios; tanto enla Gran Bretaña como en los EstadosUnidos, la carestía de aviones paratransporte de tropas y de planeadorescontinuó obstaculizando el adiestra-miento aerotransportado.

En los planes para la invasión de Si-

dificultades, el noventa por ciento delos aviones lograron llegar al extremoSudorienta1 de Sicilia, desde donde vi-raron hacia el Nordeste, con un cursode zig zag a la búsqueda del lugar dela costa, cercana a Siracusa, donde sol-tar los planeadores. Esta fase del viajefue iniciada por un total de 115 avionesque transportaban 1.200 hombres, perofueron pocos los que consiguieron en-

se lanzaron lo hicieron\ esparcidos por el. vientodo el Sudeste sicilianllón logró llegar complelo hizo a más de treintalugar asignado.

Al tocar tierr a, los hotraron en una región exrecida a la de los mapaéreas que habían estudentonces coronel y jove

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cilia, los jefes militares Aliados confia-ron en el 505 de Infantería Paracaidistade la 82 División Aerotransportada parasaltar antes del ataque por vía maríti-ma del Séptimo Ejército Estadouniden-

se; los paracaidistas debían apoderarsede las tierras altas que se extendíandetrás de las playas a invadir, en lacosta Sudoccidental de Sicilia, con elfin de resguardar a las playas frente acualquier con traat aque. La 1." Brtgadade Desembarco Aéreo llegaría en pla-neadores a la costa Sudoriental, paraocupar más allá de la playa un puentedenominado Ponte Grande, cerca delpuerto de Siracusa, ayudar a apoderar.se del puerto y silenciar una bateríacostera.

Este asalto aerotransportado, que se-ría el de mayor envergadura hasta en-tonces realizado por los aliados, trope-

zó desde su comienzo con bastantes fac-tores adversos. Los pilotos americanosde las Alas 51 y 52 de Transporte deTropas, que iban a volar con las tropasv a remolcar a la mayoría de los pla-neadores británicos carecían casi en ab-soluto de experiencia en vuelos noctur-nos, y la ruta señalada, en un esfuerzopor apartarla de la artillería antiaéreade la flota que transportaba a las fuer-zas de desembarco marítimo, era muycomplicada, y exigía tres agudos cam-bios de rumbo durante el vuelo noctur-no sobre el mar.

La infantería inglesa de los planeado-res fue la primera en levantar el vuelo

desde los aeródromos de Túnez, en latarde del 9 de julio. Siete de los 144 pla-neadores no llegaron siquiera a traspa-sar la línea costera africana, y una vezsobre el Mediterráneo aviones y planea-dores encontraron vientos huracanadosque convirtieron unas aguas normal-mente plácidas en uua movida masacoronada de espuma. Algunos escuadro-nes fueron desplazados por el vientohacia el Este de la ruta marcada, mien-tras que otros procedentes de la reta-guardia alcanzaron a las agrupacionesque los precedían. A pesar de todas las

contrar el lugar señalado para soltarlos planeadores. Solamente cincuenta ycuatro planeadores tomaron tierra enSicilia, de los que doce lo hicieron so-bre la zona o cerca del lugar previsto;el resto cayeron én el mar, con una pér-

dida de 252 hombres.De los que sobrevivieron a la heca-tombe, no llegaron al centenar los quepudieron ponerse en marcha hacia elobjetivo de Ponte Grande; a pesar desu escaso número lograron apoderarsedel puente. Aunque las tropas italianas,superiores en cantidad, derrotaron alos asaltantes, ni siquiera pensaron endestruir el puente; cuando los soldadosingleses llegados por mar avanzaronhasta el lugar aquella misma tarde, elpuente estaba aún intacto y volvió amanos británicas; otro grupo reducidode soldados aerotransportados logrócon éxito imponerse a la batería coste-

ra, que también se contaba entre losprimeros objetivos.En el intervalo, los paracaidistas ame-

ricanos sufrían menos bajas pero expe-rimentaban la misma confusión. Trasperder su trayectoria a causa del hura-cán y, por tanto, los puntos de referen-cia, los aviones de transport e se aproxi-maron a Sicilia por las más diversasrutas concebibles, algunos directamen-te por encima de las escoltas navales,nor lo que tuvieron que agradecer a losartilleros de los navíos el que no dispa-raran sus armas. Dos pilotos, irreme-diablemente perdidos, decidieron volveral Norte de Africa mientras tanto un

tercero se estrellaba en el mar.Una vez la mayoría de los aviones

cruzó la costa de Sicilia, el fuego anti-aéreo alemán e italiano dispersó aúnmás las formaciones y, por otro lado,la preparación artillera naval produjoun a. enorme nube de humo, polvo ybruma que ocultó todos los puntos dereferencia del suelo. En esta situaciónel problema más grave no era precisa-mente lanzar a los paracaidistas sobrela zona señalada, sino cerciorarse deque se arrojaban sobre tierra y no so-bre el mar. Los 4.400 paracaidistas que

siquiera estaba segurosuelo siciliano.A los paracaidistas, r

pos reducidos, no les qusino seguir la vieja reglcia donde los cañone

este modo, casi todosgradualmente en direccinvadidas por el Séptimfrentándose en su camidestacamentos alemancreando una gran conjefes enemigos en cuannación exacta del lugadescendida los principaaerotransportados. De tlamente 200 hombres cjetivo marcado, el de que respaldaban las pcuya posesión podía coto o el fracaso frente enemigo.A pesar del escaso n

queños grupos lograronque de la infantería itavués del desembarco mllegada de un batallónalturas cercanas; dichoentonces detener a la ina que atacó posterionas, y para rechazar combate alemanes dudfuego de las baterías

El segundo día, los guieron rebasar las colia punto de arrojar al mdades americanas, per

carros y artillería prodetuvo el contraataqu ecaso, y a pesar del éla cabeza de puente aminestable que su comanteniente general Georgeque le enviaran refuerztados la segunda noch

Aunque los barcos fa la costa y las bateríataladas en la playa fueque los transportes C

hacia medianoche, en vto, nada pudo impedir

Haciae

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portada, Iaii7adn horas aiites. Increíble-mente, el pequeño grupo de asaltantesingleses logró apoderarse del puente o,al menos, protegerlo con su fuego has-'a la llegada de la infan tería británica.A pesar de la confusión y tragedia

jue se cernió sobre las operacionesAliadas en Sicilia, uno d e los jefes mili-tares alemanes, Kurt Student, estimócomo. ,"decisiva" la contribución a lainvasion que las unidades aerotranspor-tadas prestaron; después de la guerraescribió: "Si no hubiera sido por lasfuerzas aerotransportadas Aliadas, que

impedieron la llegada a la cabeza deI puente de la DivisiOn Panzer Hermann

, Goering, ésta habría arrojado al marcon facilidad a las tropas desembarca-das en la cabeza de puente en la playa."

I Student dijo después de la guerra "Ladivisión podría haber arrojado al mar

1a las primeras fuerzas desembarcadas".

De todos modos, como testigo parcialI en todo lo referente a las trovas aero-

transportadas, Student exagera bastan-/ te: La división Panzer iamás amenazó

seriamente las cabezas d e puente Alia-1 das, nunca inquietó las posiciones bri-

I104

tánicas y tan sólo causó seria preocu-pación a una de las tres cabezas deDuente americanas. Con todos, los para-'caidistas Aliados contribuyeron valiosa-mente a la invasión, aún más de lo queellos mismos se atrevieron a reconocer,porque sus lanzamientos dispersos con-fundieron profundamente a muchosmandos del Eje. Los resultados obteni-dos causaron una impresión tal en Hit-ler que comenzó a preguntarse si fue

o no acertada su decisión anterior demenospreciar tan radicalmente la po- 1tencia de sus fuerzas aerotransporta- 1das, después de Creta. 1

Pero los jefes Aliados esperaban más ,de sus selectas tropas aerotransporta- ,as. El final de esta clase de operacio-nes en Sicilia hizo que más de un co-mandante Aliado, en especial america-no, dudara de las posibilidades de losasaltos aerotransportadas de gran en-vergadura.

En el continente americano, por sulado, las operaciones de Sicilia acre-centaron la oposición a la permanenciaen servicio de las divisiones aerotrans- ,portadas.

Entre los que dudaron dde la división aerotranpués de lo de Sicilia, se

mandante en Jefe Aliadorránneo, Dawight D. Eise"No creo en las divisio

portadas," había escrito do mavor del Eiército e~ eorge"ar sh al l." l lanzadivisión com ~let a. n o ~hower, necesáriamente ;ltropas por una extensa punto en que su jefe se

bilitado de recuperar sotra parte, si estas troparan en unidades más peqces de valerse por sí misiempre recibir un jefe de mandos reducido y sis

nicaciones que asegurarción precisa.

Más titubeante aúnYesley McNair, jefe de Ejército de Tierra. El gvio en la confusión y elede los asaltos en Siciliaconfirmaba su anterior creación de lo que denomdes engañosas". McNaidisolución de las divisioportadas y la conservacimientos de paracaidista110divisionarias, al tiem

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zas AereaS de Ejército con vistas a unde los australianos, dirigido hacia el

entrenamiento conjunto. En contesta- puerto de Lae, en manos japonesas, los

ción, el jefe de las Fuerzas Aéreas, ge- paracaidistas tenían que apoderarse de

neral Henry H. Arnold, prometió una unas pistas de aterrizaje situadas en

mayor dedicación al equipamiento y Nadzab, unos treinta kilómetros haciaadiestramiento de las unidades de el interior de la isla, como medida de

ron f ardos con armas y

caídas. Entre tanto, losrosérea.-38 y P-47 facilita

La operación constituéxito. Como manifestadores a su vuelta a los

operaciones nocturnas.

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distancia a que se hallabdesde la cabeza de puenteel uso de los pequeños adar de que se disponía;terreno montañoso sería jar caer a los paracaidisttudes favorables de 150Y a la de 300 o más metrlas demás aldeas existent-claramente divisadas adel 14 de enero por los p

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cían todas el mismo aspenes lanzaron a los paracamisma dispersión que epartidos por un área de to cincuenta kilómetros

jefe del batallón cayó enparque de carros de cones, siendo capturado inmOtros grupos pequeños nirse y dedicarse a volarcortar los cables de comtender emboscadas a pagas. De los 640 hombres ron en esta operación ltrarse y volver a las líneasmás de cien, pero las globales de la operaciónsintieron.

La disponibilidad de eaerotransportadas, como

la cabeza de puente de Saresultado de la cancelacilas operaciones aerotransaudaces planeadas duranda. Su proyecto pretendíla rendición italiana, apoRoma con la confabulacición de los italianos, para los alemanes, según seevacuar la mitad Sur deitaliana.

Las tropas de la 28 Dtransportada estaban ya sesenta y dos C-47, cuande división Maxwell D. Tartillería de la división,

trasladado secretamente ultimar los detalles de laitaliana, hizo radiar una sya convenida, y canceló La operación era bastantTaylor además, encontródel alto mando italiano ydad en el papel italiano.Roma se produciría diez m

Mientras tanto, en los dos y en la Gran Bretacontinuos esfuerzos por mordinación entre el transpas y las unidades aerot

pas y de las divisiones aerotransporta-das. a fin de alcanzar los meiores re-sultados".

Aunaue en los Estados Unidos se me-paraba la organización de una quintadivisión aerotrans por tada -la 13-, aúnhabía muchas du das sobre la viabilidadde estas unidades, sobre todo a causade las reservas del general McNair. Laposición de Ia división aerotransporta-da era objeto de polémica y McNair

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había expresado en diciembre, cuandorealizaba sus maniobras en las Caroli-nas la 11 División Aerotransportada, suopinión de que ninguna unidad de estetipo debía exceder de los contingentesde un batallón. El mismo McNair asis-tió como observador a aquellas manio-bras, en unión del secretario de Guerra,Stimson; el comandante en jefe de la11 División Aerotransportada, generalJoseph Swing, er a plenamente conscien-te de todo lo que se ventilaba con eleventual resultado de las maniobras.

Gracias a la utilización del nuevo ra-dar y de las técnicas de señalización enel suelo, oleada tras oleada de avionesy planeadores (éstos , por vez primera ,remolcados por un cable doble) levan-taron el vuelo durante la noche, par-tiendo de cuatro aeródromos bastante

distanciados entre sí. Con muy pocoserrores, llegaron a trece áreas designa-das y dejaron caer dentro del blancoel 85 por ciento de las tropas. Entreaviones y planeadores se transportaron12.282 hombres durante un período detreinta y nueve horas.

Aunque existían todavía algunas defi-ciencias obvias (por ejemplo, ¿qué sehacía con los pilotos de los planeado-res, una vez llegados al suelo?), los ob-servadores consideraron que las manio-bras habían constituído un gran éxito.El general McNair se mostró "muy sa.tisfecho". Varias semanas después la17 División Aerotransportada realizóotras maniobras con un éxito similar yMcNair se sintió, por fin, convencido.

Por lo menos durante el resto de laSegunda Guerra Mundial la divisiónaerotransportada permanecería en elEjército de los Estados Unidos.

En Inglaterra, por esta época fue len-ta la formación de una segunda divi-sión aerotransportada británica -la6" ante la necesidad de enviar uni-dades adicionales y reemplazos a la1.9ivisión Aerotransportada que lu-chaba en Africa del Norte, en Sicilia y,posteriormente, en Italia. Durante la

invasión de Sicilia esta división estuvoal completo de sus unidades: tres bri. 1 en acción el 9 de septie

gadas de paracaidistas con tres bata. Bajo el mando del gener

liones cada una (l.", 4." y posteriormen- 1 G. F. H"pkinsont la divis

te, 2.") y la 1." Brigada de D esembarco có Por mar en la 'Osta

Aéreo (in fan ter ía planeadore s). Uno de la penísula enlos batallones de paracaidistas, el 156, renta, a fin de aprovech

fue constituido con voluntarios de la in- ción de Roma; desde es

fantería inglesa destacada en la India, combatiendo

donde recibieron gran parte de su en- ¡ En e'

trenamiento. También se crearon un ba- l4 de

tallón Gurkha de paracaidistas y una las compañías se lanzó e

brigada india de paracaidistas, y 10s 1 la de en Daustralianos formaron un batallón aero- encon trar resistencia. Lo

transportado que nunca llegó a entrar esperaban la invasión, h

en combate. echado paja a la zona damortiguar el golpe.

Después de las dificultades surgidasen los lanzamientos de Sicilia, la 1." Di-visión Aerotransportada volvió a entrar

Al completa r las filas sión Aerotransportada, enico tropezaba con la es

que un batallón estaba canadienses. La 1. Dividejaría en Italia una de

Cuando "Boy" Brownjefe de las tropas aerotrdispuso a entrenar la tuvo que enfrentarse coblema d la carencia de alanzamientos exigidos eel problema no se solmente hasta fines de 194

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asignó la colaboracióndel 9." Mando Americantes de Tropas. Los soldexpresaron satisfacción

por una puerta, en lugatravés de una abertura principios de 1944 se lofinitivamente el problemde transportes para losbritánicos mediante la dos grupos -el 38 y, elportes de tropas de la ral Browning se regocijtransportar en el mismuna división completa.

Aun resolviéndose facuciante problema, Inglba a padecer una grave nales del invierno y prprim avera de 1944- la e

fuerzas aéreas Aliadas seun ambicioso programa la expulsión de la aviacicielo de Francia. Día trlos barcos al estuario dedesembarcaban miles dcon su voluminosa bolsaal hombro, o bien descadas y toneladas de sumpo, que comprendían lota prótesis dentales. Incvadores más casuales pbar que se aproximaba eque los ejércitos Aliadogolpe decisivo contra laHitler, con una grandioFrancia al otro lado deMancha.

Como parte de los grtivos de la invasión, la paracaídas aumentó su iiniciada poco después francesa de 1940. Aunquna atención particular de era lo más lógico quran las tropas inmsorabritánicos habían comen

Los reclutas aprenden a c

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todo caso aún se notaban ciertas de-

ficiencias; en la primavera habían to-mado parte en varias maniobras aero-transportadas en Inglaterra, pero to-davía existía una gran demanda detransporte aéreo de carga que limita-ba y disminuía el número de avionescon que se podía contar para un entre-namiento conjunto. Los pilotos se ha-llaban además desconcertados ante elconstante trasiego entre las misiones detransporte de pertrechos y los vuelos

que se produjeran unas pérdidas des.

vastadoras pesaba sobre el ánimo demuchos jefes aliados, incluso en el deEisenhower, cuando en la tarde del 5de junio de 1944 los paracaidistas in-gleses y americanos se encaminabanhacia los transportes C-47 y hacia losmodificados bombarderos Albemarle yStirling, posados en los aeródr omos delSur de Inglaterra. Uno de los soldadosamericanos vio así los últimos minu-tos: "Unos grupos reducidos y silencio-

media; subimos a los ap

mos asiento .. Es el finmiento, y la entrada endirección única. Intentome resulta imposible; tiembla y se estremece clos aviones, que dan el miento a sus motores.cuarto; j allá vamos!, gla tripulación. ¡Allá vanla cola del avión gira, ta y enfilamos la pista. S

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de entrenamiento en formación diurnav nocturna.

A pesar de la opinión del generalMarshall de que el plan aerotranspor-tado era conservador, otros muchos,entre los que se contaba el mismoEisenhower, lo considaraban sumamen-te arriesgado. El mariscal del aire sirTrafford Leigh-Mallory, al mando delas Fuerzas Aéreas ExpedicionariasAliadas, se sentía cada vez más pesi-mista sobre lo que denominaba "unaoperación tremendamente especulati-va". Una sem ana an tes del Día-D le dijoal general Eisenhower que no veía acon-sejable la utilización de los transpor-tes de tropas, poraue lo más probableera que las pérdidas excedieran del cin-cuenta por ciento; las preocupacionesse agravaron aún más cuando los ser-

vicios de información comunicaron quelos alemanes habían situado una divi-sión completa detrás de la playa de"Utah". No aumentó ciertamente la con-fianza al saberse que pocos meses an-tes, en un libro titulado "Paracaidis-tas" obra del comandante F. O. Miks-che, un oficial checo que trabajaba enLondres con los franceses, el autor co-mentaba una hipotética invasión deNormandía, en la que señalaba dos zo-nas de lanzamiento que coincidían conlas que realmente, entre otras varias,fueron elegidas por los estrategas alia-dos. Sin embargo, y frente a las predic-ciones de que las pérdidas en las unida-

des aerotransportadas podrían elevarsehasta el ochenta por ciento, el generalEisenhower estimó que su intervenciónera tan esencial para el éxito de la in-vasión que si se iba a seguir con estosplanes habría que aceptar tales riesgos.

De todos modos, la preocupación por-

sos se sientan bajo las alas de losaviones, a la espera de la puesta delsol; son las ocho y ya no queda mucho,afirma Porter , el médico que sería ame-trallado el día siguiente

yque se quedó

para siempre en el cementerio de Ste.Mere-Eglise. Las nueve de la noche y va-rios aviones empiezan a calentar susmotores; iDios mío, cuánto me molestaese ruído! Las diez de la noche; el ner-viosismo aumenta y los hombre se le-vantan constantemente para ir repeti-das veces a los servicios. Las diez y

silencio; tomo mis pastmareo y pretendo corpomodo despreocupado, peresultado. Mis piernas garganta se reseca; sólocon un susurro tartamudcompañeros fuman sin echan a dormir; alzamouna suave carrera y, uaires, ya no cabe volverA los exploradores ingpañaba una reducida fuería Y de ingenieros en se

Las fuerzas invasoras aerotransportadas ylas llegadas por mar establecen contacto,al tiempo que la tripulación de un ve.hículo pasa junto a un planeador aban-donado.

cumandos, fue el prim

Aunque los francotiradotodavía sus armas contrde metal del puente, el etropas inglesas aerotranlas desembarcadas por mente emocionante.

El otro batallón de laracaidista aseguraba, euna ciudad poco más alpedía el acceso a los pudicó a remover los obstrrizaje (unos postes clav

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lo en posición inclinada)mediato. A las dos horade los primeros paracaiban con toda precsisión

res que transportaban unavanzado del cuartel gevisión del general Galede cañones anticarros. dores y unos pequeños dados alemanes en una gidos por tres carros las tropas inglesas duranDía-D, pero sin suponegrave para los puentes qraban esenciales. Por lo jas de la 5." Brigada Paron bastant ligeras, a pdida de dos Stirling conocupantes.

Las 3." Brigada Paraca

con la misión de primecañones costeros enemigy, luego destruir los purío Dives a fin de dificmientos de los refuerzos que todos sus batallonetante dispersos, bastantepondieron al sonido del -manera de convocar a transportadas inglesas- mediatamente los objetiTodos los puentes fuerasí como la batería y forcemento de Merville, mma, que fue realizada de 150 hombres al mand

coronel T. B. H. Otway,una intrepidez por nadtodo el Día-D.

Los lanzamientos dispsobre todo a las maniobtos encaminadas a eludiaéreo, disminuyeron cote el número de los qu

Las colas de los planeadesmontadas y separadascarga rápida.

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  Los aliados llegan a suelo alem6n. Arriba: los remolcadores Halifax y los planeadoresB el vuelo. Abajo: Los aterrizajes al Norte de Hamminkeln. Arriba: LOS planeadores in

Hamilcar, dispui al Este del Rhin.

las barreras de fuego antiaéreo y antela imposibilidad de discernir las zonasde lanzamiento por estar ocultas pornubes bajas, los pilotos repartieron portoda la campiña la fuerza que trans-portaban, llegando a caer algunos amás de treinta kilómetros del lugarasignado. Varios centenares de paracai-distas tomaron tierra en unas extensaszonas pantanosas que los alemanes ha-bían inundado .para proteger la defen-sa; con el peso del equipo e inmovili-

neadores en el aire. Los ocupantes deestos aparatos de madera cerraron losojos, entrelazaron sus brazos y adopta-ron postu ras rígidas a la espera del cho-que con el suelo. Los planeadores dela 101 División Aerotransportada, en sugran mayoría en las cercanías del pun-to señalado, aunque los obstáculos an-tiaterrizaje y los montículos de tierradura mezclados con árboles y arbustos,comunes en esta zona de Normandía,causaron un número inevitable de ba-

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zados por los atalajes, fueron muchoslos que murieron ahogados. Otros ca-yeron de pleno sobre las posiciones ale-manas o encima del cuartel general de

la 91 División de Infantería trasladadarecientemente a Normandía, en respues-ta a las preocupaciones de Hitler porla posible invasión de esa zona. Vein-tiún paracaidistas descendieron sobrela plaza mayor o en las inmediacionesde Ste. Mere-Eglise, detrás de la playa"Utah"; uno estuvo colgado durantemás de dos horas del campanario dela iglesia haciéndose el muerto, hastaque los alemanes lo descolgaron e hi-cieron prisionero.

Miles de hombres atravesaron autén-ticos dramas individuales, de los queunos salieron vivos y otros no, muchosparacaidistas tuvieron que aguantar la

respiración mientras oprimían un grillometálico de juguete, cuyo sonido ayu-daba a identificarse mutuamente. Larespuesta podía ser el grillo tranquili-zador de otro compatriota o los dispa-ros del enemigo.

A pesar de la confusión, los hombresconsiguieron reunirse en pequeños gru-pos, formar sus mandos y , con ayudade las detalladas instrucciones impar-tidas antes del asalto, dirigirse hacialos objetivos señalados. El hecho de ladispersión, igual que en Sicilia, provocóciertos efectos en la reacción alemana.Los gritos excitados de Fallschirmja-

ger! Fallschrmjager! -algunos inclusoprovocados por maniquíes de paracai-distas con petardos, lanzados lejos delos objetivos- empezaron a inundar losdiversos cuarteles alemanes en unacantidad tal que durante mucho tiem-po les resultó imposible la empresa delocalizar los lanzamientos en un mapainteligible.

Poco antes del amanecer, mientras seseguían librando centenares de confu-sos combates locales, el ruido de losaviones se dejó oír de nuevo, seguidodel zumbido característico de los pla-

jas. Entre los que perecieron en el cho-que figuraba el ayudante del jefe dela división, general de brigada DonPratt. Los planeadores de la 82 División

Aerotransportada no tuvieron mejorsuerte; menos de la mitad aterrizaronen el lugar correcto y casi todo el restochocaron con edificaciones o con el te-rreno abrupto, o bien terminaron consus pesados ocupantes en las mortalesaguas de la zona pantanosa inundada.

Pocos obuses de 75 mm. sobrevivie-ron a la deseminación de los paracaí-das y muchos menos del 105 resultaronaptos para el servicio. Fue una gransuerte que las tropas pudieran apode-rarse de algunas piezas alemanas deartillería, que utilizaron en provechopropio, pero, por regla general, las ac-ciones se redujeron a innumerablse es-

caramuzas de infantería, en las que ladiferencia entre el éxito y el fracaso nopasaba de ser el fuego protector pocovoderoso de un mortero de 60 ó de$1 mm. que había podido ser salvado.

A despecho de lo casi catastróficode los lanzamientos y aterrizajes, losgrupos pequeños que lograron reunirseen la oscuridad consiguieron, de unmodo u otra, los objetivos más esen-ciales. El jefe de un batallón de la101, con setenta y cinco hombres entrelos que figuraban algunos de la 82, des-cubrió que habían sido retirados loscañones de una batería costera situada

en el flanco Oeste de la playa "Utah";con sus hombres, a los que se ibanuniendo otros poco a poco, aseguró unode los caminos elevados que desde laplaya cruzaban la zona pantanosa y es-tableció unas posiciones que protegie-ran el flanco de la playa de desembar-co. Otro jefe de batallón reunió noventahombres pero fue obstaculizado por elfuego de las ametralladoras alemanas,por lo que no pudo alcanzar el otrocamino hasta después del mediodía,cuando las tropas de desembarco ma-ririmo ya se habían abierto paso sobre

la arena de la costa. Los dos batallones se apod

1puentes sobre el río Dou

: esclusas que controlaban l mareas; estas conquista1 utilizadas más adelante contra Carentan, para en"Utah con la "Omaha".

Otros grupos de continres capturaron Ste. Me

defendieron frente a un traataque, interceptaronprincipal de Cherburgo, ala ciudad, y al principio dte establecieron contacto desembarcadas en la playte de otros batallones lante del río Merderet cayó de reunión de la 91 Divpero después de sangrienocupó los puentes, a pesmetida a un estrecho cerA pesar de estos logro

hizo de noche ni el generade la 191, ni el general R82 División Aerotransporun control auténtico de sSolamente se habían pounos 2.500 hombres de lo101 que se habían lanzadmeras horas de la mañaeran menos aún. Pero lpudieron, en su momentpérdidas sufridas en el Dcendieron a 2.499; un 15 lugar del 80 por ciento vaticinado. Lo que es m

,aún, la debilidad de las destaba contrarrestada, po

Culminladode

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Con la experiencia de Nto el general Ridgway csistieron en la reorganizvisión aerotransportada

na. Ya que las consignastramiento y la teoria einfantería se basaban ención triangular, como erto de infantería de planebatallones, la compañíade planeadores con dos el pelotón de paracaidispor una escuadra de amdos de fusileros, los jefesto obligados a improvisades o nuevas tácticas. Ación de un batallón deplaneadores y de un regido de paracaidistas habdeficiencias, estas solucban de ser transitorias. el afán de economía al rdios de transporte y losplementarios, terminaba

a estas unidades. El gensistió además en la adigundo batallón de artipaña en planeadores, equses de 105 mm.

Aunque el Departamehabía recibido las peticiotras de comprensión, otra

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Lanzamiento de *os en p8das a las tropa! nas que t+nzraii

en el borde de 1 Nueva Guinea.

la 9." Fuerza Aérea. Poco

los aviones la formación a

del trayecto. El primer planteó al cruzar la costacon una espesa niebla; consiguieron divisar las lción colocadas por explorahabían precedido. De todotres equipos de exploradnueve lanzados, lograronzonas asignadas; por ellodepender de los apa ratosradar o el cálculo del tiemen el vuelo desde el aer

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los objetivos. Una vez mádistas aliados cayeron distodo el sector.

Fue una suerte que los ran bastnte menos fuertesFrancia de lo que la inforhabía supuesto en realidaddo alemán estuvo considebilidad de la evacuación. Atir del anochecer, los hojeres de la Resistencia trolaban prácticamente grnes del país; la operaciópasó de presentar a los inescaramuzas ocasionales utilizaron armas ligeras..,A pesar de la dispersio

miento, todos los objetivcanzados, aunque la nie

hasta el final de la tardela artillería y piezas an2.' Brigada Paracaidista. Ltas intentaron l impiar de zonas de aterrizaje, peroplaneadores muchos permvía y gran parte de los pfrieron graves daños almayoría de las bajas de debienron menos al fuegoa los riesgos del lanzamierrizaje; las pérdidas asceximadamente, a 240 entremenos, y heridos.

Uno de los acontecimipectaculares del día fue

debido a la dispersión deveintinueve aviones lansoldados del 509 BatallónParacaidista, dos bateríasartillería de campaña patodas sus piezas y partebaterías, en las proxim

El teniente general L w i(sentado), jefe del Primertransportado Aliado, con neral F. A. M. Browningen su cuartel general.

Planeadores abandonados después del aterrizaje cerca de Harnminkeln.

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1944, antes del Día-D europeo, estando

encaminada a la expulsión de los japo-neses de Birmania y a la reaperturade una gran porción de la carretera deLedo, hasta la ciudad de Myitkyina, im-portan te base de aprovisionamiento deladversario. Aunque el número de para-caidistas participantes fuera bastantereducido, se utilizó gran cantidad deplaneadores, que desembarcaron solda-dos, suministros y equipo en una ma.niobra conjunta que posiblemente con-tenía mayor número de enseñanzaspara el futuro que las otras operacio-

ral de división Orde C. Wingate. Las

operaciones de Wingate contra la reta-guardia japonesa constituyeron gran-des éxitos, hasta el extremo de que losjefes de estado mayor aliados le orde-naron su ampliación. Lograda, por fin,una indiscutible superioridad aérea, seconsideró como solución práctica el su-ministro por medio de aviones, en unas 7magnitudes casi desconocidas hasta en- Itonces. Cuando una división india que- 'dó sitiada en el Sur de Birmania, losaviones ingleses y norteamericanostransportaron alrededor de 10.000 tone-

nocimiento, planeadores

deros y bombarderos meto de la operación Thuría de esta unidad amacida como la 1." Fuerzamandos.

Mientras las tropas deAfrica Occidental, bajo co, avanzaban sobre Mdentes del Norte, y loschinos, bajo el mando división Joseph W. Stilwmaban desde el Oeste,

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nes aerotransportadas de táctica másconvencional realizada en Europa.

La penetración japonesa por el Sudes-te asiático fue detenida en las proximi-dades de la frontera indo-birmana, yen marzo de 1943 el Norte de Birmaniaempezó a ser invadido por tropas britá-nicas e indias, bajo el mando del gene-

Camino de la zona de aterrizaje en elsur de Francia.

1adas de material sobre montañas in-

acesibles, hasta conseguir romper el !cerco de los indios. Con ello se pudo ¿

demostrar, con anterioridad incluso ala creación de la Operación Thursday,que el puente aéreo de suministro engran escala era fácilmente practicableen la jungla birmana.

Un jefe americano, el coronel PhilipCochran, fue encargada de la organiza-ción de una unidad especial equipadacon transportes C-47, aviones de reco- ,

una división india se traneadores y aviones C-47sesenta kilómetros detrá

enemigas, al Sur del ferrtkyina, para impedir ljaponeses y los movimide reserva hacia el Node Cochran estaba encarporte de las tropas y de das de equipo y suminbían lanzarse en dos cde la jungla.

En el último minuto aéreas revelaron que losbían colocado obstáculoclaros, por lo que todo lizarse hacia el otro, qu"Broadway". En la primrrizaron en "Broadwayres y otros nueve cayeroinstalaciones japonesas;capotaron y obstaculizalibre, otros muchos tugresar a sus pun tos de mar tierra murieron treiotros treinta y tres resupero llegaron sin noved539 combatientes y dosnoche siguiente, "Broadnuevo listo para recibir res, con la ampliación dqueños claros, en los acondicionaron las pistaran ater rizar los C-47.

primera semana llegarontas 9.052 hombres, 175 mulas y unas 250 tonelatros.

Mientras la división idirección Norte hacia Mcolumna de Stilwell se ade el Oste con unas afuerzas especiales amernadas los "Merodeadorelos C-47 y otros aviones nuaban abasteciendo a ay, a veces evacuando he

dades. El reducido númnes no puede atribuirsestas tropas, pues, adeInfantería Paracaidista,el tiempo en la zona, s11 División Aerotranspral Swing, que había el verano de 1944, y quzaaa en la isla de Leytevencionales. La única paracaidistas norteamebre Leyte, donde un sozó hombres y artilleríabre unas alturas, a finel fuego a los ataques

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La explicación de lademos hallar en la com

fuerzas aliadas del Paccremento de la ofensivron los efectivos de barbarco para asaltos anfel número de los buqucer las fuerzas. Era lidad de aviones de transv con frecuencia se lesabastecer a unidades apor una zona excesivLa dedicación constantnes a las misiones detenían inconvenientes qron con claridad en lorealizados sobre la isldonde, a pesar de riu L

sición enemiga, los pildemasiado a los paracade esta experiencia, losción iniciaron un progrmiento para perfeccionen los vuelos en formacgo, las exigencias dellos aires eran tan inelueste entrenamiento, sóponer de un escuadrón

Después de Leyte, el MacArthur propuso, comte, una operación aeromitada a un regimiención con unos asaltosisla de Luzón y con ello

Manila. Para ayudar deavance principal hacia regimientos de infanterres de la 11 División A(todas las divisiones aeamericanas, excepto las conservado su organizdebían desembarcar poen las playas de la bahal sudeste de Manila, el

Al otro ladctinúan.

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Tropas americanas ocupan posiciones de-fensivas después de un buen aterrizajecerca de Wesel, en Alemania.

Aunque la mejor zona de lanzamientoparecía ser un aeródromo abandonadosituado en la "cola" del renacuajo, losparacaidistas que allí cayeran estaríanexpuestos a un blanco fácil desde laszonas más altas de la isla, situadas enla parte más ancha; por eso los res-ponsables del proyecto prefirieron loca-lizar los lanzamientos en una antiguaavenida donde se hacían los desfiles yen un campo de golf, situados, en la"cabeza" del renacuajo; esta zona, ro-deada de barracones derruidos, de re-sidencias de oficiales v edificios desti-nados a cuartel general, ofrecía un áreade lanzamiento de menos de un kilóme-tro de anchura, demasiado cerca de losabrupt os acantilados.

En estas circunstancias, factorescomo la dirección y fuerza del vientov la velocidad de los aviones eran detrascendental importancia; como éstos

no iban a estar sobre la zona de lanza-miento durante más de seis segundos,tendrían que realizar dos o más pasa-das, lanzándo en cada una entre seisy ocho paracaidistas. La primera olea-da, con un millar de hombres, exigiríauna hora por lo menos, y la segundano podría lanzar su carga hasta cincohoras después. Los autores del plan es-taban dispuestos a aceptar una propor-ción de ba jas del 20 por ciento, peroel coronel George M. Jones, jefe del503 de Infantería Paracaidista, la uni.

dad de asalto que intervino, predijoperdidas de un 50 por ciento.

Los aviones de la 5." Fuerza AéreaAmericana bombardearon Corregidordurante varias semanas antes del asal-to; finalmente, en la mañana del 16 defebrero de 1945 sometieron a la isla aun intensísimo castigo. Por otro lado,los buques norteamericano la bombar-dearon durante tres días.

Las bajas en el lanzamiento de laprimera oleada fueron bastante eleva-das, llegando al 25 por ciento, perode todos modos el asalto fue un éxitonunca imaginado. Los japoneses, queestuvieron bien cubiertos durante losbombardeos aéreos y navales, solamen-te utilizaron armas ligeras contra losparacaidistas, aparte de la artilleríaantia érea contra aviones; ademá s, nin-gún asaltante cayó al mar. Los com-ponentes de la primera oleada asegura-ron con rapidez las zonas de lanzamien-to y a las dos horas estaban protegien-do con su fuego un batallón de infante-ría que llegaba a la playa en barcazas

de desembarco.Para evitar la posibilidad de que losdefensores japoneses se ensañaran conla siguiente oleada de paracaidistas, elcoronel Jones obtuvo autorización paraque el resto del regimiento fuera en-viado por vía marítima; como desdeentonces la lucha en Corregidor se li-mitó a una operación de limpieza, laaviación sólo tuvo que intervenir denuevo en el lanzamiento de suministros.

La operación de limpieza se convirtióen una de las acciones más sombías de

la guerra. Hasta el 2 denorteamericanos no esisla estaba basicamentesar de ello todavía hubmuchos grupos japonesluchar hasta la muerteheridos y desaparecidossaron del millar, mientrdidas japonesas fueron dcuales solamente veintedos.l izar la bandera, en

sencilla presenciada porArthur, el jefe de las trportadas, coronel Jones,cialmente y con unas pataban la dureza de lodijo: "Señor, aquí le ptaleza de Corregidor."

Mucho antes de que victoria en Europa, la cífico se aproximaba tanal, a mayor ritmo de observadores podían aello terminarían las optransportadas. El 17 de después del lanzamientodor, una compañía de Aerotransportada se arrcaídas para salvar, en unpe de mano, a los prisdel famoso campamentocerca de Manila. El 50Paracaidista había sido teriormente, para lanzarde'los Negros, también ehacia finales de marzo dpoca resistencia opuestallegadas por mar acons

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Aunque los alemanes clas proximidades de Wfuerzas diponibles, su ejde muy pocos recursos nfase de la contienda; coestado mayor alemán h"la sombra de un ejércila moral de sus combati"entre la sospecha y la diferente", con un cuadque "carecía de confianzguntaba sobre lo que elexigirles"; u n ejé rcito que podía hacer era sim

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tencia''.

Los ingleses, que se sen

por la falta de soldadostante en reconstruir la 1."transportada, después depérdidas sufridas en la Oket; por eso la misión6." División A e ~ ~ ~ ~ abía dejado el frente el mv que estaba mandada pde división E. Bols, suceser éste nombrado jefe amer Ejército AerotranspPor el lado americano, tala 101 División Aerotrabían combatido tenazmepas del ejército de tiercontraofensiva enemiga dlo mismo la había suceDivisión Aerotransportadesde Inglaterra duranteda contraofensiva. Pero cde cruzar el Rhin, Eisela 17 a la primera opotanto, la misión recayó sión mandada por el gesión William M. Miley, qdado mucho tiempo atrásde comandante, el primparacaidistas formado eUnidos.

Cuando Miley y sus sparaban la intervención e

Departamento de Guerra municó su decisión en cu

cutida reorganización de aerotransportadas, que tiva del 1 de marzo. Siguigenerales las recomendagenerales Ridgway y Tacuadro de organización aefectivos de los pelotonestas y de las compañías dademás de añadir un tercregimiento de infanteríares. Igualmente aceptaba

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Arriba: Algunos de los m6s de 1.500 aviones y planealores que salieron de Inglaterra.Abajo y derecha: El avance por territorio enemigo.

gulares tendrían que contentarse con

un bombardeo preliminar bastante dé-bil. Además, éstas tenían que iniciar suataque durante la noche, mientras quela experiencia de la Operación Marketaconsejaba preferentemente la luz deldía para el asalto aerotransportado.

El jefe del Segundo Ejército, generalDempsey, ofreció la solución: el asaltopor el río se llevaría a cabo la nochedel 23 de marzo y el aerotransportadoa la mañana siguiente. Por muy senci-lla que esta solución parezca ahora, enaquéllos días constituyó una atrevidaexcepción frente a la práctica prece-

cupación fue, en la Operación Varsity,

la del fuego antiaéreo enemigo. Los ale-manes esperaban un asalto aerotrans-portado, aunque más bien dirigido ha-cia unos dieciséis kilómetros al Nor-deste de Wesel, a fin de facilitar la pe-netración de la cabeza de puente. Conesta idea habían instalado en esa am-plia zona todas las piezas antiaéreasmóviles que tenían a mano; cuando Ra-dio Berlín presumió de conocer de an-temano la llegada de los paracaidistas,muchos creyeron que el plan habíasido delatado; pero no era traición,sino más bien lógica.

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dente.

El gigantesco asalto anfibio había ob-tenido ya un éxito considerable cuando,un poco antes de las nueve de la ma-ñana del día 24, comenzó a oírse porel Oeste un sostenido tronar de cientosde motores de aviones; el ruido per-sistió durante dos horas y media. Unaflota aérea constituida por 889 cazas deescolta, 1.696 aviones de transporte y1.348 planeadores (muchos de ellos condoble cable) trasladaron al campo debatalla 21.680 combatientes, entre para-caidistas y fuerzas de planeadores. Se-guían a poca distancia 240 bombarderosLiberator que dejaron caer 582 tonela-das de suministros, al tiempo que otros

2.153 cazas mantenían una sombrillaprotectora o bien se internaban profun-damente en teritorio alemán para des-cubrir cualquier avión enemigo que pu-diera suponer una interferencia peligro-sa. Además, otros 2.596 bombarde rospesados y 821 medianos atacaron a lolargo del país los aéródromos, los puen-tes, los nudos de vías férreas y otrosobjetivos. La potencia desplegada fueaterradora.

Entre los aviones de tran sporte se en-contraban el C-46 Commando, el pri-mer avión específicamente diseñadopara las unidades aerotransportadas;era bastante más grande que el C-47 ycontaba con una puerta a cada lado delfuselaje, lo cual además de facilitar lacarga y descarga, permitía el lanzamien-to simultáneo de dos grupos de paracai-distas. La dispersión era menos proba-ble, por ser mayor el número de hom-bres en cada avión y más rápido el lan-zamiento.

Como era bastante lógico y esperadoel cruce del Rhin por las cercanías deWesel, y como los alemanes ya cono-cían los métodos minuciosos y premedi-tados de Montgomery, la mayor preo-

La mañana del 24 de marzo se pre-sentó clara y soleada, pero una nie-bla baja empeorada por la cortinade humo formada para protecciónde las tropas que cruzaban el río,disminuyó la visibilidad del suelo,aunque no lo bastante para dificultarlos lanzamientos. Los primeros ensalt ar -los hombres de un batallóndel 507 de Infantería Paracaidista (eljefe del regimiento, Edson Raff, ha-bía estado al frente del primer asal-to aerotransportado americano en Afri-ca del Norte- fueron objeto de escasofuego antiaéreo, acaso porque la oleadallegó inmediatamente después de losataques a los emplazamientos enemigospor parte de los caza-bombarderos yde la artillería.

Los paracaidistas y los planeadoresque siguieron, incluían a los de la 6." Di-visión Aerotransportada que precedía alos paracaidistas británicos, no tuvie-ron la misma suerte, y el fuego antiaé-reo causó graves estragos. Cayeron so-bre el cuartel general y sobre las insta-laciones de apoyo de un cuerpo de ejér-cito alemán y de una división, por loque los soldados fueron también obje-to, tanto durante el asalto como en elsuelo, de un intenso fuego de armasportátiles. Entre los muertos se contóel teniente coronel J. S. Nicklin, jefe

del l er . Batallón 'Canadiense Paracai-dista, cuyo paracaídas se enganchó enun árbol, haciéndole blanco fácil delenemigo; también perdieron hombresclave de otras unidades, entre ellos to-dos los oficiales de una batería norte-americana de artillería de campaña pa-racaidista.

Aunque los lanzamientos paracaidis-tas norteamericanos fueron a parar en

En Inglaterra, los hombres de la 17 Di-visión entran en un C-46 para lanzarse alotro lado del Rhin.

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*a& e Misiónde las

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oerotruAl tiempo e n que tenía ración Varsity, el genersu estado mayor del PAerotransportado Aliadocando la oportunidad de

operación estratégica aerPor un momento creyercontrado en la Operaciónproponía poner en tierrdiez divisiones por meddas, planeadores y avionximidades de Kassel, a utenta kilómetros del Rhincon la penetración de ladas desde las cabezas dblecidas al otro lado del vez que las tropas aeroaseguraran una cabeza, del ejército de tierra aaviones de transporte y

tierras altas de los confidel distrito industrial derando al cerco de la regióllegaron hasta precisar lamayo para su realizacióntel general de Eisenhowel proyecto. Los ejércitsobre el terreno a una que no necesitaban de ltransportada. Otro plan se llevó a la práctica fuerarse de Berlín si la resina se derrumbaba súbita

del Rhin por parte del Séptimo Ejérci-to estadounidense. Su jefe, el tenientegeneral Alexander M. Patch, decidió porfin qu e la cabeza de puente podría con-seguirse a un precio mucho más bajomediante un repentino asalto anfibioPor sorpresa, en lugar de esperar unasemana o diez días, que habría sido eltiempo necesario para aprestar las di-visiones aerotransportadas.

Otro tipo de operaciones se dirigie-ron específicamente a la detención delos movimientos enemigos o al embol-samiento de sus tropas, como el asaltoalemán en Corinto y el de las Ardenas,el de los americanos en Avellino, el

inglesas en Apulia, en Brunéval y en elintento de destruir las instalaciones deagua pesada de Noruega, las norteame-ricanas en la parte Oriental de Túnez,las alemanas en el rescate de Mussolini,las dos japonesas en Leyte y la ameri-cana en el campamento de Los Baños,cerca de Manila.

Muy especialmente en Francia y enRusia, pero también, aunque en menormedida, en otras zonas de Europa y enAsia, ciertas unidades aerotransporta-das se dedicaron a ayudar a las fuerzasde la resistencia; también en la zona deVercors los alemanes emplearon tropasen planeadores para colaborar en la lu-

tres y se oponen a presc

La lista de estas violacioría es bastante larga: enben la 1." Brigada de Paglesa y el batallón nortecoronel Raff en Africa 1." División ParacaidistPrimera Fuerza de Servicy el 504 de Infantería Pla cabeza de puente de visiones 6.', 82 y 101, elas 82 y 101 después deMarket; las 17, 82 y 10nas; el 503 de Infanteríen Corregidor; y la 11 transportada en la camp

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inglés al Norte de Roma v la operación

final de los americanos en Luzón. Losaliados prepararon otras acciones deesta clase durante la retirada alemanade Francia en el verano de 1944, peroen todos los casos por tierra las colum-nas llegaron antes a sus objetivos; obien los puntos seleccionados no es-taban situados bastante alejados delfrente o bien las tropas aerotranspor-tadas tardaban demasiado en su pre-paración. La última operación proyec-tada en Europa persiguió una finalidadsemejante: la 13 División Aerotranspor-tada estadounidense debía lanzarse alSudeste de Stuttgart en abril de 1945,par a impedir la retirad a enemiga, pero

las tropas terrestres llegaron antes alobjetivo. Con esto, la 13 División Aero-transportada mandada por el generalde división Eldridge G . Chapman, quehabía sido jefe del primer batallónamericano de desembarco aéreo, quedócondenada a la sospechosa distinciónde ser una de las dos divisiones norte-americanas que nunca entraron en com-bate durante la Segunda Guerra Mun-dial, y la única división aliada en elteatro europeo que no llevó a cabo nin-guna misión.

Otras operaciones estuvieron enfoca-das hacia la ocupación de aeródromos;

tales fueron las de los alemanes en No-ruega, en Holanda y en Creta; de losrusos en diversas ocasiones, así comovarios lanzamientos norteamericanos ybritánicos en el Africa del Norte; delos estadoynidense en Nadzab y en laisla de Noemfoor, y de los británicos enAtenas. Algunas inttrvenciones se diri-gieron a objetivos pequeños y clara-mente especificados, como la italianaen la isla de Cefalonia, la alemana enLeros y la inglesa en Cos. Otras mu-chas ne pasaron de ser incursiones: las

cha contra las guerrillas. Otros lanza-

mientos, como los refuerzos traslada-dos a cabezas de puente de Sicilia yde Salerno, pretendían aliviar la apre-miante situación de las tropas de des-embarco naval. Otro lanzamiento pecu-liar tuvo lugar en Bastogne, donde ungrupo de exploradores cayó a tierracomo medida previa pa ra abastecer porlos aires a unas fuerzas cercadas.

Aparte del papel estratégico encami-nado a la apertura de un puente aéreomás allá de las líneas enemigas, tantolos aliados occidentales como los rusosv sus adversarios utilizaron las tropasaerotransportadas para casi toda claseconcebible de operaciones, siempre que

guardasen proporción con el estado ensu momento del transporte aéreo. EnBirmania, por ejemplo, se puede decirque se intentó capturar las instalacio-nes del mando enemigo, o al menos pa-ralizar su cuadro de mandos, sus comu-nicaciones y sus abastecimientos, aun-aue operaciones con estos objetivosconcretos no volvieron a repetirse. Las~ ri me ra s cciones alemanas, además,pueden asimismo concebirse como en-focadas a sembrar la confusión y el des-orden entre el personal civil y -militar.

Para los norteamericanos y británi-cos, las tropas aerotransportadas de-

bían ser retiradas del campo de bata-lla tan pronto como establecieran con-tacto con las fuerzas terrestres o conlas de desembarco marítimo, pero des-graciadamente la práctica fue distintaen muchas ocasiones. Esta práctica im-plicaba el riesgo, por no decir el de-fecto, de todas las fuerzas selectas; elde que, una vez envueltas o, incluso,desde el instante en que estén disponi-bles, los mandos atosigados de la in-fantería caen en la tentación de utili-zarlas como fuerzas regulares terres-

nas. La mayor parte de

estas unidades acaecieroprolongadas intervencionpas terrestres.

Esta misma situación 'ba a los comandos britárangers norteamericanocaso las implicaciones graves. ¿Por qué malgacostosas horas en el enequipo especializados, paner a estos hombres a lavadas de una misión ¿Para qué aceptar voluntmalmente no pasarán desos en unidades escogidllevar a cabo funciones

como suboficiales en otranos selectas?

Con ello no quiere dcaso de verdadera necesemplearse estas unidadesmás que para las misionhayan adiestrado. Como ligeras, de gran movilidasión Aerotransportada, las 17, 82 v 101 en las ron admirab lemente en mtinas en las que la veloelemento vital. Sin embarecordar que 2.000 bajas selecta son pérdidas mu

ves que 2.000 en una unidla que las sustitucionestuarse con menos gastode equipo. Incluso en losdos, con una vasta resercanal que distribuye estoselectos puede terminar a

Tal vez el problema mque se enfrentaron duralas tropas aerotransportaclusión de las rusas, las alaponesas- fue el de la enes de transporte y de p

ron los carros, en número apreciable,contra los ingleses en Arnhen, y los re-sultados fueron desastrosos para lasunidades aerotransportadas; era preci-samente la amenaza de las unidadesacorazadas la que se esgrimía comouno de los argumentos principales con-tra la organización en Europa de unaoperación estratégica aerotransportada.

Aunque la Operación Market se de-cidie ra fuese noctu rna -el cambio deplanes que resultó muy beneficioso-,las pérdidas sufridas por el fuego anti-aéreo en la Varsity, en la que no existíael factor sorpresa, convencieron a mu-

multiplicó la confusión de los mandos

alemanes v posiblemente retrasó el con-traata queWc 6ntra n sector de la cabe-za de puente americana, pero, aun con-tra la opinión del general Student, nose puede llegar a la conclusión de queel asalto anfibio hab ría fracasado de noser por la colaboración de aquellas uni-dades. Por espectaculares que resulta.ran los refuerzos aerotransportadosnorteamericanos enviados a Salerno,lo cierto es que las fuerzas de tierraya habían derrotado el contraataquealemán que había provocado el enviode los refuerzos, varias horas antes dela llegada de éstos.

de emprender la marcha

septentrional alemana, qpremio merecido para lfridas. Tampoco la Opeera imprescindible parRhin por los ingleses.

Se ha de llegar a laque las fuerzas aerotracomo fueron utilizadas Guerra Mundial, constitciertamente espectaculate, a veces muy útil, comde con los lujos, pero, a eso: un lajo. Los gastomiento de estas tropas los recursos que deman

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chos de que la solución no estaba en el

ataque diurno. Con la sola excepción delos problemas planteados por los ca-ñones antiaéreos aliados en Sicilia, casitodas las operaciones nocturnas impor-tantes habrían sufrido menor disemina-ción si los pilotos hubieran estado me-jor preparados y el equipo exploradordisponible más perfeccionado. Por otrolado, las baterías antiaéreas, controla-das por radar, gozarían de poca másventaja a la luz del día, con lo que loscazabombarderos y la artillería podríanllevar a cabo una misión más efectivacontra las instalaciones antiaéreas. Esverdad que a la luz del día es más fácilel agrupamiento de los que llegan al

suelo. En otras palabras, y para con-cluír, se puede afirmar que la expe-riencia de la Segunda Guerra Mundialdejó sin solucionar el problema de laelección, en el ataque aerotransporta.do, entre el día y la noche.

En la contienda, a pesar del número,importancia y consecuencias de los ata-ques aerotransportados, se puede decirque sólo fue decisivo el de Creta, comoúnico ataque de este tipo totalmente in-dependiente; con ello se suscita la pre-gunta de si estas unidades son o noesenciales en las fuerzas del ejércitomoderno, o si más bien no pasan de

ser un lujo.Los ataques aerotransportados alema-nes en Noruega y en Holanda desde unDunto de vista psicológico, debilitaron'al adversario y ciertamente aceleraronel éxito alemán, pero las fuerzas terres-tres alemanas eran entonces tan supe-riores que la misma meta podría habersido alcanzada con medios convenciona-les, con poca diferencia en cuanto altiempo. En todos los casos, fueron lastropas desembarcadas por mar las quesellaron la victoria.

El asalto aerotransportado en Sicilia

Ninguno de los asaltos aerotranpor-tados japoneses fue tampoco decisivo,ni siquiera importante. Aunque el uso,

3ue los aliados hicieron de estas unida-es en Birmania contribuyó a la captu-

ra de Myitkyina, la terminación favora-ble de la campaña se debió sobre todoal desembarco aéreo de las tropas re-gulares en el aeródromo de dicha ciu-dad.

Los lanzamientos cerca de Caen ydetrás de la playa "Utah" contribuye-ron brillantemente al éxito del Día-Den Normandía, porque impidieron lallegada de una división de reserva ale-mana para reforzar a los defensores dela costa. En todo caso, todas las uni-dades anfibias desembarcadas en lasotras playas con gran éxito, sin habercontado con la ayuda aerotransportadade que "Utah" dispuso, y a pesar de latenaz resistencia alemana en la de"Omaha". La fac ilidad con que se in-vadió el Sur de Francia es prueba deque también se podría haber hecho sinla asistencia aerotransportada. En lazona del Pacífico muy pocos asaltos an-fibios gozaron de su cooperación, aun-que con ello no se quiere decir quehabrían sido igualmente difíciles si lasunidades aerotransportadas hubieran

intervenido; es cierto que los lanza-mientos de Corregidor faciltaron la in-vasión anfibia, aunque no podamoscreer que sin ellos la operación hubie-ra terminado en el fracaso.

La Operación Market estuvo a puntode realizar el paso del Rhin, que ha-bría tenido consecuencias insospecha-das; de cualquier modo, contribuyógrandemente al aseguramiento de lospuentes sobre el Mosa y el Waal. Noconsiguió su objetivo primario, comoera colocar a las tropas inglesas en po-sición de flanquear la Línea Sigfrido y

otras prioridades, los m

unidades convencionalesque se encauzaban haciaselectas y altamente cacoste del equipo especilos aviones, los planeadocaídas, son todos factortenerse en cuen ta al jutados.

El mismo argumento dexistencia de estas tropenemigo a dispersar sus reservas, con el fin de prtalaciones vitales, se hinadmisible; sólo en dopararon los alemanes caerotransportado: destacsión detrás de la que serív emplazando artillería oponerse a la Operaciómismo cabe decir de lolos aliados en la zona en el Extremo Oriente; alemanes preparaban la instalaciones de la retagutra las tropas aerotranscontra los ataques de lo

Por otro lado, el hechounidades se convirtieran elujo" pudo deberse al miefes aliados las utilizarodos decisivos habrían de

de un criterio estratégicotáctico; la prioridad durla consiguieron las acciodas en tierra o en el airbombardeos estratégicosmiento por los aires detierra; los jefes militarpor tanto, su oposición atransportado, que casi sunos recursos que podíanen operaciones más conla victoria final podríabuido mejor un criterio

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Iinglés; la important í

Sicily and the Survender of Italy, Teniente Coronel Albert N. Garland y Hov l inundi, de Bruselas;M. Smith (Government Printing Office, Wáshington). arch ivos a d ispos ic ióAirborne Warfare, James M . Gavin (Association of the US Army, Wáshingt examinado cientos de

Those Devils in Baggy Pants, Ross S. Carter (Signet, Nueva York).

pa, obteniéndose asíThe Battle of A rnhem , Christopher Hibbert (Batsford, Londres). Librer ía Edi tor ia l

Arnhem, General de brigada RE Urquhart (Cassell, Londres). bl ico de habla españ

The Red Beret, Hilary St. George Saunders (Four Square Books, Londres). des f i rmas nor teamer

Airbone Operations, James Huston (sin publicar; prep arado por la Office ofChief of M ilitary History, Departmen t o f the Army) .

Rendezvous wi th Dest iny: A History of the lOlst Airbone Siv is io n, Leo1Rapport y Arthur Northwood Jr . (10lst Airborne Division Association, Gr BATALLAS Rojo

ville).Pearl Harbour, por A. J. B

The Mighty Endeavour, CB Macdonald (Oxford University Press, Nueva York). La Batalla de Inglaterra, po

The Bvereton Diaries, Teniente general Lewis H. Brereton (William Morrow, Kursk, por Geoffrey Jukes

Nueva York). Golfo de Leyte, por DonaI Stalingrado, por Geoffrey Midway, por A. J. BarkerDía-D, por R . W. Thornpso

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