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ROYO MARIN, Antonio. Dios y Su Obra

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BIBLIOTECADE

DiosnacionalA N T O N I O

Y SU OBRAPOR

AUTORESDeclarada de

CRISTIANOSinters

R O Y O

MARN,.

O..

P.

ESTA COLECCIN S E PUBLICA BAJO LOS AUSPICIOS Y ALTA DIRECCIN DE LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA LA COMISIN DE DICHA PONTIFICIA U N I V E R S I D A D ENCARGADA DE LA INMEDIATA RELACIN CON LA B. A. C. EST INTEGRADA EN EL AO 1 9 6 3 POR LOS SEORES S I G U I E N T E S :

DOCTOR BN TEOLOGA Y PROFESOR DE LA PONTIFICIA FACULTAD DEL CONVENTO DE SAN ESTEBAN

PRESIDENTE :

Excmo. y Rvdmo. Sr. Dr. Fr. FRANCISCO BARBADO VIE-

J O , 0 . P., Obispo de Salamanca y Gran Canciller de la Pontificia Universidad.VICEPRESIDENTE: limo. Sr. Dr. LORENZO TURRADO, Rec-

tor

Magnfico.

VOCALES: R. P. Dr. L u i s ARIAS, 0 . S. A., Decano de la Facultad de Teologa; R. P . Dr. MARCELINO CABRE-

ROS, C. M. F., Decanola Facultad de Filosofa;

de la Facultad

de

Derecho;de

R. P . Dr. PELAYO DE ZAMAYN, 0 . F . M. C , Decano

R. P. Dr. JULIO CAMPOS, Sch. P.,

Decano de la Facultad de Humanidades adjunto de la Seccin de Pedagoga;

Clsicas;

reve-

rendo P . Dr. ANTONIO GARMENDIA OTAOLA, S. I., Decano

R. P . Dr. Fr. MA-

XIMILIANO GARCA CORDERO, 0 . P., Catedrtico de Sagra da Escritura; R. P . Dr. BERNARDINO LLORCA, S. I., Cate

drtico de HistoriaSECRETARIO :

Eclesistica.Profesor.

M. I. Sr. Dr. L u i s SALA BALUST,

LA

EDITORIAL

CATLICA,

S

A. APRTALO 46T

BIBLIOTECA

MADRID MCMLXIII

DF AUTORES CRISTIANOS MADRID MCMLXIII

hiihil obstat: Fr. Armando Bandera, O. P.; Fr. Manuel G. Bueno, O. P. Imprim poten: Fr. Segismundo Cascn, O. P., Prior provincial. Imprimatur: f Fr. Francisco, O. P., Obispo de Salamanca. Salamanca, 6 de enero de 1963.

NDICE

GENERALPgs.

A L LECTOR

\. PRIMERA PARTE

ix

DIOS SECCIN .Existencia de D i o s

UNO 3 4 6 9 10 11 31 35 38 38 39 45 45 46 49 52 53 62 69 74 78 81 86 90 94 97 98 101 102 107 112 115 118 118 122 123

CAPTULO I,-Si es de evidencia inmediata CAPTULO 2.Si puede demostrarse CAPTULO 3.Demostracin de la existencia de Dios Articulo 1.Lo que nos dice la razn I. Las cinco vas de Santo Toms II. Argumentos complementarios Artculo 2.Lo que nos ensea la fe Artculo 3.Cuestiones complementarias A. Ciencia y fe simultneas B. El atesmo y sus causas SECCIN 2.aNaturaleza de Dios

CAPTULO I.La esencia de Dios A. Esencia metafsica B. Esencia fsica CAPTULO 2.Los atributos divinos Artculo 1.Simplicidad de Dios Artculo 2.Perfeccin infinita Artculo 3.Bondad infinita Artculo 4.Hermosura infinita Artculo 5.-Infinidad de Dios Artculo 6.Inmensidad y ubicuidad Artculo 7.Inmutabilidad Artculo 8.Eternidad Artculo 9.Unicidad CAPTULO 3.La visin de Dios A. Posibilidad de la visin beatfica B. Existencia C. Naturaleza D. Objeto E. Cuestiones complementarias CAPTULO 4.Los nombres de Dios SECCIN 3. Operaciones de D i o s Nm. Registro 209-1968 Depsito legal VI 291.1963 CAPTULO I.La vida de Dios CAPTULO 2.La ciencia de Dios Artculo 1.Existencia y naturalezaa

VI

NDICE GENERAL

NDICE GENERAL

VII

PgS. Artculo 2.Objeto de la ciencia divina A. Objeto primario B. Objeto secundario Artculo 3.En qu medio conoce Dios los futuros contingentes y libres A. Nociones previas B. Explicacin molinista C. Explicacin tomista CAPTULO 3.La voluntad de Dios CAPTULO 4.El amor de Dios CAPTULO 5.La justicia y la misericordia de Dios CAPTULO 6.La providencia de Dios CAPTULO 7.-La divina predestinacin Artculo 1.La predestinacin de los buenos A. Nociones previas B. Existencia y necesidad C. Sujeto activo y pasivo D. Causa E. Efectos F. Propiedades Artculo 2.La reprobacin de los malos A. Existencia B. Motivos C. Propiedades D. Efectos E. Seales Artculo 3.El libro de la vida CAPTULO 8.El poder de Dios CAPTULO 9.La felicidad infinita de DiosSEGUNDA PARTE

PgS. A. El Padre en la Sagrada Escritura B. Teologa del Padre celestial ; Artculo 2.La persona del Hijo A. El Verbo de Dios en la Sagrada Escritura B. Teologa del Verbo de Dios C El Verbo encarnado , Artculo 3.La persona del Espritu Santo A. El Espritu Santo en la Sagrada Escritura B. Teologa del Espritu Santo CAPTULO 5.Consideracin relativa de las divinas personas Artculo 1.Las personas y la esencia divina Artculo 2.Las personas y las relaciones divinas Artculo 3.Las personas y los actos nocionales Artculo 4.Las personas divinas comparadas entre s CAPTULO 6.La inhabitacin de las personas divinas en las almas justas A. Las misiones divinas B. La inhabitacin trinitaria en el almaTERCERA PARTE

129 129 131 142 143 145 150 157 171 177 183 192 192 192 194 198 201 221 227 239 24 o 241 246 246 247 247 249 255

299 301 304 304 305 308 311 311 313 317 318 321 324 325 329 329 330

DIOS CREADOR SECCIN i. a Dios creador

Y

GOBERNADOR 340 ' 340 340 353 356 359 362 363 369 374 384 395 401 406 413 414 419 423 424 431 436 436 438 442 446

CAPTULO I .La creacin en general Artculo 1.El hecho de la creacin Artculo 2.El modo de la creacin Artculo 3.El tiempo de la creacin

DIOS

TRINO 259 259 263 269 270 284 290 290 293 296 297 299 299

SECCIN i. a Existencia de la T r i n i d a d CAPTULO I.Lo que nos dice la simple razn natural CAPTULO 2.Lo que nos ensea la fe SECCIN 2. a Exposicin teolgica del misterio trinitario CAPTULO I.Las procesiones divinas CAPTULO 2.Las relaciones divinas CAPTULO 3.Las personas divinas en general Artculo 1.Concepto de persona en Dios Artculo 2.Nmero de las personas divinas Artculo 3.La unidad y pluralidad de Dios Artculo 4.Las nociones divinas CAPTULO 4.Las personas divinas en particular Artculo i.La persona del Padre

CAPTULO 2.La diversidad de los seres creados en general CAPTULO 3.Los ngeles Artculo 1.Existencia, origen y nmero de los ngeles Artculo 2.Las jerarquas y coros anglicos Artculo 3.Naturaleza de los ngeles Artculo 4.El entendimiento y la voluntad de los ngeles Artculo 5.La gracia y la gloria de los ngeles Artculo 6.Accin de los ngeles sobre los otros seres Artculo 7.Los ngeles custodios Artculo 8.Los ngeles malos 1. El pecado de los ngeles malos 2. El castigo 3. Accin de los ngeles malos entre s 4. Accin sobre los hombres CAPTULO 4.Las criaturas corporales CAPTULO 5.El hombre Artculo 1.La creacin del hombre A. Origen del alma humana B. Origen del cuerpo humano C. Unidad de origen de todo el gnero humano

VIH

JNDICE GENERA!,

NDICE GENERAL

IX

Pgs. Artculo 2.El hombre, imagen de Dios Artculo 3.Elevacin del hombre al orden sobrenatural Artculo 4.El estado de justicia original A. Dones sobrenaturales B. Dones preternaturales Artculo 5.Transmisin de la naturaleza y de la justicia original. CAPTULO 6.El pecado original y sus consecuencias Artculo 1.El pecado original en Adn 1. La tentacin y la cada 2. Naturaleza del pecado de Adn 3. Pena o castigo del pecado original Articulo 2.El pecado original en nosotros 1. Existencia 2. Transmisin. 3. Naturaleza 4. Sujeto 5. Efectos SECCIN 2. a Dios gobernador CAPTULO i. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 1.La gobernacin de Dios en general Nociones previas Existencia Finalidad Unidad del gobierno del mundo Efectos Extensin Propiedades 450 454 464 464 466 476 482 482 482 489 493 503 503 507 513 516 518 522 522 522 523 527 528 529 530 532 538 538 543 547 548 548 549 550 551 555 559 559 562 564 572 576 576 577 579 4. 5. Necesidad Distribucin de las mismas

Pgs. 580 59 600 601 606 611 611 632(/g gr7

Apndice.La providencia de Dios y el problema del mal y del dolor. Artculo 1.Filosofa del mal Artculo 2.Mal de culpa y mal de pena Artculo 3.El problema del dolor I. La solucin terica del cristianismo II. La solucin prcticaNDICE ANALTICO NDICE DE MATERIAS

CAPTULO 2.La conservacin de los seres Articulo i.La accin conservadora de Dios Artculo 2.La aniquilacin de los seres CAPTULO 3.La accin de Dios en el mundo Artculo 1.En el orden puramente natural 1. Accin sobre la materia 2. Sobre los cuerpos 3. Sobre el entendimiento creado 4. Sobre la voluntad de las criaturas 5. Sobre "cualquier agente creado Articulo 2.En el orden preternatural 1. El milagro en general 2. Divisin 3. Posibilidad 4. Causas , Artculo 3.En el orden sobrenatural ; i. Nocin de las gracias actuales. . . . ; . . . . . . . . ^ . .... . 2. Naturaleza 3. Divisin .-......,

AL LECTOR

XI

AL

LECTOR

J - J N las palabras al lector escritas al frente de nuestro ltimo volumen publicado en esta misma coleccin de la BACJesucristo y la vida cristianaanuncibamos nuestro propsito de escribir una nueva obra para exponer el tratado dogmtico de Dios uno, trino y creador, con el que completaramos la visin panormica de toda la teologa catlicadogmtica, moral y msticaque hemos venido ofreciendo a los lectores de la prestigiosa Biblioteca de Autores Cristianos. Hoy tenemos la satisfaccin de ofrecer al lector este nuevo volumen, Dios y su obra, que no es otra cosa que el tratado dogmtico que habamos anunciado. El contenido doctrinal de esta nueva obra responde exactamente a los tratados dogmticos de Dios uno, trino, creador y gobernador. La primera parteDios unova subdividida en tres secciones. La primera se dedica exclusivamente a la demostracin de la existencia de Dios, a base de las cinco vas de Santo Toms y de otros argumentos complementarios de ndole filosfica, recogiendo, finalmente, los datos infalibles que nos proporciona la fe. En la seccin segunda estudiamos cuidadosamente la esencia metafsica y fsica de Dios, los divinos atributos, la visin beatfica y los nombres principales con que designamos a Dios. Y en la tercera examinamos las operaciones divinas inmanentes y transentes, dedicando especial atencin, entre las primeras, al tremendo problema de la divina predestinacin de los buenos y reprobacin de ios malos. En la segunda parteDios trinoexponemos las grandes lneas de la teologa trinitaria. Se subdivide tambin en dos secciones. La primera va dedicada al problema de la existencia de la trinidad de personas en Dios a la luz de la razn y de la fe. La segunda, a la exposicin teolgica del misterio trinitario, examinando las procesiones y relaciones divinas, la teologa especial de cada una de las divinas personas, sus relaciones mutuas y el misterio de la divina inhabitacin en las almas justas, que constituyejunto con la gracia santificantela base fundamental de toda la vida cristiana. La tercera, parte consta de dos secciones. En la primera Dios creadorabordamos el problema de la creacin en ge-

neral y la diversidad de los seres creados en particular. Este es el lugar propio del hermoso tratado de ios ngelesque estudiamos con toda clase de pormenores y detalles, tanto en lo relativo a los ngeles buenos como a los malos o demonios y del interesantsimo tratado del hombre, con los problemas que plantea su creacin de la nada, su elevacin al orden sobrenatural y la tragedia del pecado original, con todas las consecuencias que de l emanaron para toda la humanidad. La segunda seccinDios gobernadorva dedicada al estudio de la gobernacin divina en general, la conservacin de los seres y la accin de Dios sobre las criaturas en el triple orden natural, preternatural y sobrenatural. La obra finaliza con un largo apndice sobre la providencia de Dios y el problema del mal y del dolor, para poner de manifiesto que, a pesar de su aparente contradiccin, ambas cosas se armonizan maravillosamente en los planes amorosos de Dios. En la exposicin de este amplsimo panorama teolgico hemos querido conservar el mtodo y estilo de nuestras obras anteriores, que tanta aceptacin ha tenido principalmente entre el pblico seglar ajeno a los estudios teolgicos. Buena prueba de ello es el hecho de que la mayor parte de los estmulos y alientos que hemos recibido durante estos ltimos aos para que nos decidiramos a completar la visin panormica de toda la teologa catlica, nos han venido precisamente del campo seglar. Se nos ha rogado insistentemente que de ninguna manera abandonramos nuestro mtodo y estilo, que les resultaba extraordinariamente claro y comprensivo. Creemos, efectivamente, que el estilo y mtodo tradicional en las escuelas teolgicas catlicassin otro retoque que suavizar su terminologa para adaptarla a la mentalidad de los no iniciados rene ventajas incomparables en cuanto al orden, claridad, brevedad y precisin con que pueden tratarse los ms abstrusos problemas sin incidir en las largas parrafadas de algunos tratadistas modernos que, con el pretexto de adaptarse mejor a la mentalidad del hombre moderno, convierten sus tratados en una serie de largos captulos, sin ninguna divisin ni subdivisin, que cansan y fatigan muy pronto al ms animoso de los lectores. Hoy nadie sufre la lectura de cien pginas para enterarse de un asunto cuyo meollo fundamental puede exponerse cmodamente en diez. Advertimos al lector que al redactar estas pginas hemos tenido constantemente en cuenta la triple finalidad con que las escribamos: a) Para servir de texto de Teologa dogmtica en los cur-

AL LKCTOK

sos de cultura religiosa superior, estudiantes universitarios, crculos de estudio, etc. b) Como libro de formacin teolgica para los seglares cultos que quieran conocer ms a fondo las grandes verdades de su fe. c) Como auxiliar inmediato para los oradores sagrados en la preparacin de la parte doctrinal de sus conferencias o sermones. Los lectores tienen ahora la palabra. Al igual q u e hicimos con nuestras obras anteriores, les rogamos tengan la amabilidad de hacernos cuantas sugerencias estimen oportunas para mejorar nuestro modesto trabajo en sucesivas ediciones. U n a vez ms ponemos bajo el dulce patrocinio de la Santsima Virgen Mara estas humildes pginas, q u e hemos escrito nicamente para gloria de Dios y bien de las almas.

PRIMERA PARTE

DIOS

UNO

i. Antes de abordar la exposicin del tratado dogmtico de Dios uno, vamos a dar una breve nocin de lo que se entiende comnmente con el nombre adorable de Dios. a) El catecismo del P. Astete nos da la siguiente definicin descriptiva: Dios es lo ms excelente y admirable que se puede decir o pensar Un Seor infinitamente bueno, poderoso, sabio, justo, principio y fin de todas las cosas, premiador de los buenos y castigador de los malos. Como es natural, ni esta definicin ni ninguna otra de cuantas pueda idear el hombre expresan la verdadera naturaleza o esencia de Dios. Porque, siendo Dios el Ser infinito, no puede encerrarse en los lmites de una definicin que, por su misma naturaleza, tiene por finalidad limitar al ser definido separndole y distinguindole de todos los dems. Es absolutamente imposible dar una definicin esencial de Dios, ya que el Ser infinito no admite ni puede admitir ninguna limitacin. b) En la Sagrada Escritura hay un texto impresionante en torno al nombre de Dios. Cuando Dios se hizo presente ante Moiss con el prodigio de la zarza que arda sin consumirse, se entabl entre ellos un dilogo interesantsimo, al que pertenece el siguiente fragmento: Moiss dijo a Dios: Pero si voy a los hijos de Israel y les digo: El Dios de vuestros padres me enva a vosotros, y me preguntan cul es su nombre; qu voy a responderles? Y Dios dijo a Moiss: Yo soy el que soy. As responders a los hijos de Israel: Yo soy me manda a vosotros(Ex 3,13-14).

Dos son las principales explicaciones que han propuesto los exegetas catlicos en torno a esa misteriosa expresin: Yo soy el que soy. Una de orden metafisico, como sinnima del Ser subsistente, de la plenitud del Ser, del Acto puro, cuya esencia es su existencia y cuya existencia constituye su propia esencia. Otra de orden histrico, como significando el que est con vosotros para asistiros, defenderos de vuestros enemigos y llevaros a la felicidad. En este ltimo sentido traducen algunos exegetas: Ser el que ser, o sea, el que estar siempre a vuestro lado cubrindoos con mi sombra en seal de soberana proteccin 1. c) El Concilio Vaticano I, en su constitucin dogmtica sobre1 Puede verse una informacin ms completa sobre esta m isteriosa expresin en Biblia comentada por los profesores de Salamanca, t.i, Pentateuco (BAG 1960) p.403-408.

Dios y su oir

1

2

P.I.

DIOS UNO

la fe catlica hizo la s i g u i e n t e declaracin, q u e nos habla de Dios y de algunos de sus principales atributos: La santa Iglesia Catlica, Apostlica y Romana cree y confiesa que hay un solo Dios verdadero y vivo, creador y seor del cielo y de la tierra, omnipotente, eterno, inmenso, incomprensible, infinito en su entendimiento y voluntad y en toda perfeccin; el cual, siendo una sola sustancia espiritual, singular, absolutamente simple e inconmutable, debe ser predicado como distinto del mundo, real y esencialmente, felicsimo en s y de s, e inefablemente excelso por encima de todo lo que fuera de El mismo existe o puede ser concebido (D 1782) 2 . C o m o veremos a m p l i a m e n t e en sus respectivos lugares, este texto es d e u n valor incalculable p a r a precisar la verdadera n a t u raleza de Dios tal como la e n t i e n d e la Iglesia catlica, custodia fidelsima de la divina revelacin. D e s p u s de esta b r e v e nocin sobre el significado del n o m b r e de Dios, vamos a empezar la exposicin del tratado de Dios uno, q u e constituye la p r i m e r a p a r t e d e nuestra obra. Santo T o m s divide este tratado en tres grandes secciones, q u e tratan, respectivamente, de la existencia de Dios, de su naturaleza ntima y de las operaciones propias d e la divina naturaleza. L a divisin n o p u e d e ser m s lgica y completa. Escuchemos sus palabras: En lo referente a la esencia divina se ha de tratar, primero, si Dios existe; segundo, cmo es, o mejor, cmo no es; tercero, de lo relativo a sus operaciones, a saber, de su ciencia, de su voluntad y de su poder 3 . D e acuerdo con esta concepcin vamos a dividir nuestro estudio en tres secciones: i . a Existencia d e Dios. 2. a Naturaleza d e Dios. 3.a Operaciones de Dios.2 L a sigla D significa el Enchiridion Symbohrum de DENZINGER, eri el q u e se recogen los dogmas y declaraciones del Magisterio supremo de la Iglesia catlica. 3 Cf. I, 2, prlogo.

SECCIN

PRIMERA

EXISTENCIA

DE DIOS

2. E l P . Sertillanges comienza el prefacio de su magnfica o b r a Las fuentes de la creencia en Dios con estas palabras: Cmo escribir sin tristeza el ttulo de este libro! No denuncia acaso, por s solo, nuestra miseria de espritu frente a pensamientos que deberan Ncr vida de la humanidad entera? Difcil le es a un creyente confesarse que se ha hecho necesario ahora demostrar la existencia de Dios, como si sta no resplandeciese en el mltiple espejo que a nuestros ojos presentan as la naturaleza como el hombre. Triste honor de nuestro tiempo es haber rehabilitado el atesmo. Este era antes tenido como una monstruosidad intelectual; hoy pasa por herosmo y liberacin generosa. No salta a los ojos que el libertar de esta suerte el espritu humano equivale a librarle de sus alas? Siendo esclavo de todo, convendr todava cerrarle la ventana por la cual hallaban camino abierto sus esperanzas? 1 E l atesmo, e n efecto, adems d e u n a m o n s t r u o s a aberracin intelectual, representa u n a odiosa y cruel esclavitud p a r a el corazn h u m a n o . Pobre h o m b r e aquel a q u i e n arrancaran d e raz la esperanza en otra vida mejor, bajo el signo amoroso d e u n Dios q u e h a querido p o n e r p o r encima d e sus derechos d e C r e a d o r MI inmensa t e r n u r a d e Padre! C o n todo, se i m p o n e en nuestros das u n a demostracin de la c xistencia de Dios con u n a d o b l e finalidad: la de confortar la fe vacilante d e los indecisos y dejar en ridculo las a b s u r d a s p r e t e n :.iones del atesmo a ultranza. Siguiendo las huellas del prncipe d e la teologa catlica Santo ' 1 'oms d e A q u i n o en su maravillosa Suma Teolgica 2, v a m o s a plantear, en torno a la existencia de Dios, estas tres cuestiones fundamentales: 1. a Si la existencia de Dios es una verdad de evidencia inmediata (I 2,1). 2. a Si, por lo menos, es una verdad demostrable (I 2,2). 3. a Demostracin de la existencia de Dios (I 2,3). Para justificar este o r d e n tngase en cuenta q u e u n a v e r d a d p u e d e ser evidente con u n a evidencia t a n clara e inmediata q u e n o necesite demostracin alguna: v.gr., el t o d o es mayor q u e cualquiera d e sus partes, el crculo es r e d o n d o , e t c . ; p e r o p u e d e tratarseP. SERTILLANGES, O . P., Las fuentes de la creencia en Dios (Barcelona 1943) p . 5 . Advertimos al lector, de u n a vez para siempre, q u e la Suma Teolgica la citaremos Mn nombrarla, haciendo referencia a la parte, cuestin y artculo correspondiente. Y as, por ejemplo, la cita I 14,3 significar: Suma Teolgica, p a r t e primera, cuestin 14, artculo 3. La cita I-II 2,4 quiere decir: Suma Teolgica, p a r t e primera d e la segunda, cuestin 2, urticulo 4. Guando recojamos la doctrina contenida en la solucin a las objeciones, lo i n d i caremos con la partcula latina ad; y as la cita III 2,4 ad 2 significar: Suma Teolgica, p a r te tercera, cuestin 2, artculo 4, solucin 2. a2 1

4

P.I.

DIOS UNO

S.l

C.l.

SI ES EVIDENTE SU EXISTENCIA

5

de u n a verdad q u e n o sea d e evidencia inmediata (v.gr., la s u m a d e los ngulos d e u n tringulo es igual a dos rectos), y entonces cabe p r e g u n t a r dos cosas: si p u e d e llegarse a ella p o r va d e demostracin y, e n caso afirmativo, cmo se demuestra.

CAPTULO

I

naron San Anselmo, San Alberto Magno, Egidio Romano, Dionisio Carlujano, Toms de Argentina, etc. c) La existencia de Dios no es evidente en s misma ni con relacin 1 nosotros, sino que necesita ser demostrada. As opinan Enrique de Gante, Escoto, Ockam, Biel, Arriaga, etc. d) Es evidente en s misma, pero no con relacin a nosotros y, por lo mismo, necesita ser demostrada. Tal es la sentencia de Santo Toms y de l.t inmensa mayora de los telogos, que vamos a exponer a continuacin. 3. D o c t r i n a c a t l i c a . Para mayor claridad y precisin la expondremos e n forma d e conclusiones: Conclusin 1. a L a existencia de Dios no se conoce i n m e d i a t a m e n t e y p o r intuicin, c o m o afirman los ontologistas. (Completamente cierta.) 5. H e aqu las p r u e b a s :

SI LA EXISTENCIA DE DIOS ES UNA VERDAD DE EVIDENCIA INMEDIATA3 . 1. E s t a d o d e la c u e s t i n . N o s p r e g u n t a m o s aqu si la existencia d e Dios es u n a verdad t a n clara y evidente q u e no n e cesita demostracin alguna, o si, a u n q u e sea cierta y evidente en s misma, no lo es con relacin a nosotros y necesita, p o r consiguiente, ser demostrada p o r el raciocinio o creda p o r la fe. Para mayor claridad y precisin h a y q u e t e n e r e n cuenta q u e p u e d e n distinguirse dos clases d e evidencia con relacin a u n a verdad. Y as:EVIDENTE EN S MISMA Y CON RELACIN A NOSOTROS es

1. L A SAGRADA ESCRITURA. E n s e a c l a r a m e n t e q u e n i n g n mortal p u e d e ver n a t u r a l m e n t e a D i o s e n s m i s m o , sino t a n slo su huella o vestigio a travs d e las criaturas: No me ver hombre alguno sin morir (Ex 33,20). A Dios nadie le ha visto jams (lo 1,18). Al presente no vemos a Dios sino como en un espejo y bajo imgenes oscuras; pero entonces le veremos cara a cara (1 Cor 13,12). El solo es inmortal por esencia y habita en una luz inaccesible: a quien ninguno de los hombres ha visto ni tampoco puede ver (1 T i m 6,16). N o cabe hablar d e m a n e r a m s clara y categrica.2. E L M A G I S T E R I O D E LA IGLESIA. L a Iglesia, p o r m e d i o del

aquella en la q u e todos advertimos, sin necesidad d e n i n g u n a reflexin, q u e el predicado est contenido e n el sujeto, v.gr., el t o d o es mayor q u e cualquiera d e sus partes, el crculo es redondo, yo q u e hablo estoy vivo, etc. C a b e subdividir esta evidencia e n dos categoras o grados: a) Evidente en s misma y con relacin a todos los hombres; v.gr., cuando sale el sol es de da. b) Evidente en s misma y con relacin a algunos hombres, pero no con relacin a todos; v.gr., los seres incorpreos no ocupan lugar, cuya evidencia intrnseca slo advierten, sin necesidad de demostracin, los que sepan que nicamente ocupan lugar los seres cuantitativos, no los que carecen de cantidad como los seres incorpreos.E V I D E N T E E N s MISMA, PERO N O C O N RELACIN A NOSOTROS,

:i.uito Oficio, h a rechazado t o d a clase d e ontologismo, t a n t o el 1 gido ( D 1659-1663) como el mitigado ( D 1891-1897). 3. L A RAZN TEOLGICA. D e m u e s t r a c l a r a m e n t e la falsedad del ontologismo con a r g u m e n t o s decisivos. H e aqu algunos: a) N u e s t r o e n t e n d i m i e n t o d e p e n d e e n esta vida d e tal m o d o de las operaciones d e los sentidos q u e n o p u e d e n a t u r a l m e n t e discurrir d e las cosas divinas sino p a r t i e n d o d e las cosas sensibles, de m a n e r a mediata y p o r conceptos anlogos. N o es posible naturalmente la visin intuitiva d e Dios (cf. D 475). b) Conocer inmediata e intuitivamente al Ser Subsistente slo es connatural al e n t e n d i m i e n t o divino y est fuera del alcance d e la capacidad natural d e t o d o e n t e n d i m i e n t o creado, ya q u e el c o nocimiento se verifica al m o d o como lo conocido est e n el q u e lo conoce; y como el m o d o natural d e conocer q u e tiene el h o m b r e e.", humano y n o divino, sigese q u e el conocimiento intuitivo e inmediato d e Dios supera infinitamente la capacidad natural del h o m b r e y slo es posible p o r elevacin sobrenatural d e s u e n t e n dimiento a base del lumen gloriae, como explicaremos e n s u lugar 3 . D e d o n d e se sigue q u e ni el m i s m o Dios con s u potencia abso* Cf. I 12,4.

es aquella cuyo predicado est objetivamente contenido e n el sujeto, p e r o cuya evidencia no aparece ante nosotros sino despus de laboriosa demostracin, como ocurre, p o r ejemplo, con la m a yor p a r t e d e los teoremas matemticos. 4. 2. O p i n i o n e s . Las diferentes opiniones en t o r n o a esta cuestin p u e d e n reducirse a las cuatro siguientes: a) La existencia de Dios es una verdad inmediata y evidente, en s misma y con relacin a nosotros, ya qu.e nuestro entendimiento conoce y ve intuitivamente a Dios y en El y por El todas las dems cosas. Tal es el error de los ontologistas (Malebranche, Gioberti, Rosmini, etc.). b) La existencia de Dios es evidente en s misma y con relacin a nosotros, no porque contemplemos la esencia divina (error ontologista), sino porque la simple aprehensin de los trminos nos hace ver claramente y sin ningn esfuerzo que el predicado est contenido en el sujeto. As opi-

6

P.I.

DIOS UNO

S.l C.2.

SI PUEDE DEMOSTRARSE SU EXISTENCIA

1

luta p o d r a crear u n espritu al q u e fuera natural visin de Dios.

la inmediata

ciad prctica. No podemos juzgar en teora si Dios existe, pero es una verdad prctica, puesto que tenemos necesidad de El. d) E L SENTIMENTALISMO afirma que la existencia de Dios, ms que demostrarse, se siente, ya sea mediante una facultad instintiva o sentido comn (Red), ya con un sentido interno y afecto del corazn (Jacobi), ya con la intuicin del corazn y el sentido religioso (modernistas, inmanentistas y pseuilomsticos). e) E L EXISTENCIALISMO rechaza las esencias inmutables de las cosas y se preocupa nicamente de la existencia personal de cada uno. No puede compaginarse con el dogma catlico, ya se trate del existencialismo ateo, ya del que niega el valor del raciocinio metafsico. E L TRADICIONALISMO incide en el error p o r caminos distintos, exagerando el elemento sobrenatural en perjuicio de las fuerzas d e la razn. E n s e a q u e la revelacin divina se requiere necesariamente para el conocimiento cierto de Dios. L a idea d e Dios, p r o c e d e n t e de la revelacin primitiva, la recibimos d e nuestros padres y se nos t r a n s m i t e p o r tradicin oral. L a Iglesia h a rechazado estos errores (cf. D l22ss; 1649SS; 1785SS; 1806), q u e fueron patrocinados p o r Bonald, L a m e n n a i s , Bautain, Bonnetty, V e n t u ra, etc. Con el tradicionalismo hacen coro, aunque con diversos matices, muchos protestantes y jansenistas. 3. D o c t r i n a catlica.a

Conclusin 2. a L a existencia de Dios es evidente en s m i s m a , pero n o con relacin a nosotros y, p o r lo m i s m o , necesita ser demostrada. (Doctrina cierta y comn.) 6. E s c u c h e m o s a Santo T o m s explicando esta doctrina:

La proposicin Dios existe es evidente en s misma, porque en ella el predicado existe se identifica con el sujeto (Dios), ya que, como ms adelante veremos, Dios es su misma existencia. Pero con respecto a nosotros, que desconocemos la naturaleza divina, no es evidente, sino que necesita ser demostrada por medio de cosas ms conocidas de nosotros, aunque por su naturaleza sean menos evidentes, es decir, por sus efectos 4 . C o n esto se rectifica el error de los q u e dicen q u e la p r o p o s i cin Dios existe n o es evidente ni siquiera en s misma, y el d e los q u e afirman q u e es evidente incluso con relacin a nosotros p o r el simple e x a m e n d e sus t r m i n o s . Volveremos sobre este ltimo error en el artculo siguiente al d e m o s t r a r la invalidez del llamado argumento ontolgico p r o p u e s t o p o r San A n s e l m o .

CAPTULO

2

SI PUEDE DEMOSTRARSE LA EXISTENCIA DE DIOS7. 1. E s t a d o d e la c u e s t i n . Se trata de saber si la existencia de Dios, q u e , como acabamos d e ver, n o es evidente con relacin a nosotros, p u e d e ser d e m o s t r a d a con certeza p o r la simple razn natural, aun prescindiendo d e las luces de la fe. 8. 2. E r r o r e s . L o s principales errores q u e en el transcurso de los siglos h a n ido apareciendo en t o r n o a esta cuestin son los siguientes: E L AGNOSTICISMO niega la a p t i t u d d e la inteligencia h u m a n a para conocer las verdades suprasensibles, p r i n c i p a l m e n t e la de Dios. Presenta mltiples formas: a) E L POSITIVISMO no admite como objeto de ciencia sino los hechos del conocimiento sensible externo e interno y su coherencia segn determinadas leyes. La existencia de las causas suprasensibles, principalmente la existencia de Dios, es del todo incierta. b) E L CRITICISMO de Kant afirma que el objeto de la facultad cognoscitivallamada razn tericalo constituyen nicamente los fenmenos sensibles. Las cosas que exceden los sentidos no pueden ser alcanzadas por la razn. Segn Kant, la existencia de Dios en el orden terico no puede afirmarse ni negarse; pero es un postulado de la razn prctica exigido por la vida moral con el fin de establecer la debida proporcin entre el mrito y la recompensa de las buenas obras. c) E L PRAGMATISMO de W . James mide a la verdad por su mera utili-

L a recogen las siguientes conclusiones:

Conclusin i. L a existencia de Dios n o p u e d e demostrarse p o r ning n a r g u m e n t o a priori. (Completamente cierta.) 9. L a razn es sencillsima. D e m o s t r a c i n a priori es aquella q u e d e m u e s t r a alguna cosa por sus causas. P o r lo m i s m o , afecta n i c a m e n t e a los efectos. A h o r a bien: Dios n o es efecto d e nadie, ya q u e , como veremos, es la C a u s a P r i m e r a d e t o d o c u a n t o existe. L u e g o es imposible d e m o s t r a r la existencia d e D i o s p o r n i n g n a r g u m e n t o a priori. Conclusin 2. a T a m p o c o p u e d e demostrarse su existencia real p o r el llamado a r g u m e n t o ontolgico o a simultaneo. (Doctrina comn y cierta en teologa.) 10. E l llamado a r g u m e n t o ontolgico, p r o p u e s t o p o r San A n selmo, fue repetido, con distintos matices, p o r Descartes, Leibnitz y otros filsofos. H e aqu las tres principales formulaciones: SAN A N S E L M O . T o d o s los h o m b r e s c u a n d o h a b l a n d e Dios q u i e r e n expresar bajo este n o m b r e el ser m s perfecto q u e se p u e d e pensar o imaginar. A h o r a bien: si este ser careciera d e existencia n o sera el m s perfecto q u e se p u e d e pensar o imaginar, p o r q u e cualquier ser existente, p o r el m e r o h e c h o d e existir, ya sera m s perfecto q u e l. L u e g o en el concepto m i s m o d e Dios est implicada su existencia real. C u a l q u i e r a q u e e n t i e n d a b i e n lo q u e significa la palabra Dios deducir i n m e d i a t a m e n t e su exis-

* I 2,1.

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DIOS UNO S.l C.3. DEMOSTRACIN DE LA EXISTENCIA DE DIOS

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tencia real. P o r consiguiente, la existencia d e D i o s es evidente para todos los h o m b r e s ; slo el necio p u e d e decir no h a y Dios i.CAPTULO 3

DESCARTES. T e n e m o s idea clara d e u n Ser infinito al q u e llam a m o s Dios. A h o r a bien: esta idea incluye forzosamente la existencia real d e ese Ser, p o r q u e el ser no-existente n o p u e d e llamarse infinito. L u e g o Dios, Ser infinito, existe r e a l m e n t e 2 . L E I B N I T Z . C o n c e b i m o s perfectamente q u e la existencia d e Dios es posible; p e r o si d e h e c h o n o existiera, n o sera posible q u e existiese j a m s , ya q u e a Dios nadie p u e d e crearle. L u e g o D i o s existe realmente 3 . CRTICA. Estos argumentos, al parecer tan claros y sencillos, son, sin embargo, inadmisibles. Hay en ellos un trnsito ilegtimo del orden ideal al real. Partiendo de una idea no se puede llegar sino a otra idea: la existencia ideal de Dios. Para demostrar la existencia real de Dios es preciso partir de las cosas reales, con el fin de ascender, por va de rigurosa causalidad, hasta la Causa Primera que las ha creado todas 4 . Conclusin 3. a L a razn h u m a n a p u e d e d e m o s t r a r con toda certeza la existencia d e Dios C r e a d o r y Seor de todo cuanto existe. (De fe divina, expresamente definida.) 11. C o n s t a e x p r e s a m e n t e por: H e aqu algunos textos del t o d o

DEMOSTRACIN

DE LA EXISTENCIA

DE DIOS

12. C o m o es sabido, la d e m o s t r a c i n filosfica o racional d e la existencia d e D i o s se apoya casi exclusivamente e n el l l a m a d o principio de causalidad, cuya formulacin es la siguiente: Todo efecto tiene necesariamente u n a causa. A pesar d e la evidencia d e s l u m b r a d o r a d e ese principioya q u e el concepto m i s m o d e efecto lleva consigo inevitablemente la exigencia d e una causa, p u e s d e lo contrario el efecto carecera d e sentido y dejara a u t o m t i c a m e n t e d e ser efectoha sido p u e s t o en tela d e juicio y h a s t a negado r o t u n d a m e n t e p o r K a n t y sus discpulos. N o p o d e m o s d e t e n e r n o s a q u en la d e m o s t r a c i n filoHfica del principio d e causalidad l, q u e , p o r o t r a p a r t e , n o es necesaria para n i n g u n a persona d e sano juicio. N o s limitamos a hacer nuestras las siguientes palabras del P . Sertillanges e n su obra ya citada 2 : Si eres discpulo de Kanty sabe Dios si los discpulos de Kant han ido ms all que su maestro, si te resuelves a negar, guiado por esos procedimientos radicales que de un golpe atacan la inteligencia humana en su misma fuente, hasta ah no quiero seguirte: precisara para ello rehacer toda la filosofa, y mis pretensiones son ms humildes... Si nada hay seguro, tampoco Dios es seguro. Si nuestro pensamiento i's mero espejismo, nuestro discurso una acrobacia superior, nuestros ms profundos instintos una forma arbitraria de nuestra sensibilidad sin relacin alguna con una verdad en s, nada me queda por decir; Dios perecer en el universal naufragio de la conciencia y de la razn. Pero qu importa 1 I comn de los mortales ese estado de ciertos espritus descentrados y 1 enfermos? Bstanos demostrar que Dios existe tan ciertamente como el mundo existe, tan ciertamente como existimos nosotros; que no podemos negarlo sin negar juntamente toda certeza terica y prctica, y sin privarnos con ello del derecho a vivir. E l principio d e causalidad constituye la base f u n d a m e n t a l d e las p r u e b a s metafsicas d e la existencia d e D i o s . E n el fondo t o d a s1 Escuchemos a u n egregio filsofo contemporneo explicando brevemente el principio ils' causalidad (cf. G R E D T , Elementa Philosophiae vol.2 n.749,5): Todo efecto tiene su causa (nada se hace sin causa proporcionada) es u n principio evidente por s mismo para todos (per se notum mnibusJ. Este principio hay q u e entenderlo en el sentido de que todo efecto ha de tener una causa distinta realmente de s m i s m o : nadie puede causarse a s mismo. Esto sera contradictorio. Debera ser y n o ser a la vez. l'orquc causara y sera causado; en cuanto causara debera existir, y en c u a n t o causado di'brra no existir... Kl Ser existente p o r si mismo n o es contradictorio. P o r q u e este Ser n o es efecto, sino q u e HH'mpre existe, y existe necesariamente. N o tiene el ser despus del no-ser, sino q u e tiene i*l ser siempre y necesariamente. Es el Ser absoluto y necesario: Dios. Por el contrario, uitilquier efecto no exista en u n m o m e n t o d a d o : tiene el ser despus del no-ser. El no-ser precede a su ser, si no en el tiempo, al menos en naturaleza. Luego como todo efecto es necesariamente u n ser contingente (que existe, pero podra no haber existido), sigese que todo efecto reclama necesariamente u n a causa distinta de ill q u e le haya hecho pasar del no-ser al ser. 2 Cf. Las fuentes de la creencia en Dios p . 1 3 .

a) L A SAGRADA ESCRITURA. claros y expresivos:

Vanos son por naturaleza todos los hombres que carecen del conocimiento de Dios..., pues de la grandeza y hermosura de las criaturas, por razonamientos, se llega a conocer al Hacedor de stas (Sap 13,1-5). ... no son excusables, porque si pueden alcanzar tanta ciencia y son capaces de investigar el universo, cmo no conocen ms fcilmente al Seor de l? (Sap 13,9). Porque desde la creacin del mundo, lo invisible de Dios, su eterno poder y su divinidad, son conocidos mediante las criaturas. De manera que son inexcusables (Rom 1,20).h) E L M A G I S T E R I O DE LA IGLESIA. L O e n s e s i e m p r e as y

lo defini e x p r e s a m e n t e el Concilio Vaticano I e n la siguiente forma: Si alguno dijere que el Dios uno y verdadero, Creador y Seor nuestro, no puede ser conocido con certeza por la luz natural de la razn humana por medio de las cosas que han sido hechas, sea anatema (D 1806). c) L A RAZN TEOLGICA. C o m o veremos en el captulo siguiente, p o r va d e rigurosa causalidad, o sea, p a r t i e n d o d e las cosas creadas y r e m o n t n d o n o s a la Causa P r i m e r a d e la q u e p r o ceden todas ellas, p u e d e demostrarse con t o d a certeza la existencia real d e Dios como C r e a d o r y Seor d e t o d o cuanto existe.Cf. Cf. Cf. " Cf.2 3 1

SAN ANSELMO, Proslogium c.2,3. DESCARTES, Medit. V; Princip. phil. p . i . c.14,18, LEIBNITZ, Monadologa, Nuevos ensayos I.4 c.g,7. I 2,1 a d 2 .

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H

p u e d e n reducirse a u n a r g u m e n t o m u y sencillo, q u e , p a r a mayor claridad, vamos a descomponerlo en tres p e q u e a s proposiciones: i . T o d o cuanto ha c o m e n z a d o a existir ha debido tener una causa que le haya dado la existencia. Esto es del t o d o claro y evidente, p o r q u e es absolutamente i m posible q u e alguien que n o existe todava p u e d a darse a s m i s m o la existencia. L a nada n o p u e d e p r o d u c i r a b s o l u t a m e n t e nada, ya que la n a d a n o existe, es u n a p u r a ficcin d e n u e s t r a m e n t e . 2. a Esa causa que ha dado la existencia a u n efecto que antes n o exista, o es la Causa P r i m e r a incausadaen cuyo caso h e m o s llegado a Dioso ha sido causada, a su vez, p o r otra causa anterior a ella. Es evidente tambin. Si n o se trata todava d e la P r i m e r a Causa incausada ( = Dios) ser necesariamente alguna causa intermedia causada p o r otra causa anterior. Y as ios hijos son causados p o r sus padres, stos p o r sus abuelos y stos p o r los bisabuelos, etc. 3. a A h o r a bien: en esta serie de causas segundas o intermedias n o puede procederse hasta el infinito. Es absolutamente necesario llegar a una P r i m e r a Causa incausada que sea el origen y la razn de ser de todas las d e m s causas. Es evidente q u e en la serie de causas segundas o intermedias n o p u e d e procederse hasta el infinito. P o r q u e se seguira el a b s u r d o de que existira u n a serie infinita de causas segundas o intermedias sin q u e las haya precedido n i n g u n a causa primera o inicial, contra el concepto m i s m o de causa s e g u n d a o intermedia. Suprimida la Causa Primera, desaparecen necesariamente todas las causas segundas. N i n g u n a de ellas tiene en s m i s m a la razn de su existencia y, p o r lo mismo, h a n tenido q u e recibirla inicialmente de u n a Primera Causa q u e tenga en s misma la razn d e su p r o p i a existencia, o sea, d e u n a Primera Causa incausada, q u e es, precisamente, lo q u e e n t e n d e m o s por Dios. Esta sencilla demostracin deja e n t e r a m e n t e zanjada la cuestin de la existencia de Dios para t o d o espritu sereno y reflexivo. Pero para mayor a b u n d a m i e n t o vamos a examinarla ms despacio, dividiendo la materia en tres artculos: i. Lo que nos dice la razn. 2. Lo que nos ensea la fe.^ 3. 0 Cuestiones complementarias.ARTCULO Ia

I.

L A S CINCO VAS D E S A N T O

TOMS

E l D o c t o r Anglico p r o c e d e a la demostracin racional d e la existencia d e Dios ascendiendo hasta E l p o r cinco vas o caminos distintos: 1. a 2. a 3. a 4. a 5. a Por Por Por Por Por la existencia del movimiento. la causalidad eficiente. los seres contingentes. los diferentes grados de perfeccin. el orden del universo.

Vamos a exponerlas c u i d a d o s a m e n t e una p o r una. P r i m e r a va: el m o v i m i e n t o 14. L a p r i m e r a va p a r a d e m o s t r a r la existencia d e Dios p u e d e formularse del siguiente m o d o : El movimiento del universo exige u n P r i m e r M o t o r inmvil, q u e '-. precisamente Dios. Escuchemos en p r i m e r lugar la exposicin del a r g u m e n t o p o r into T o m s d e A q u i n o h Es innegable y consta por el testimonio de los sentidos que en el muniln hay cosas que se mueven. Pues bien: todo lo que se mueve es movido por otro, ya que nada se mueve ms que en cuanto est en potencia respecto 1 aquello para lo que se mueve. En cambio, mover requiere estar en acto, ya que mover no es otra cosa que hacer pasar algo de la potencia al acto, y esto no puede hacerlo ms qu lo que est en acto, a la manera como lo caliente en acto, v.gr., el fuego, hace que un leo, que est caliente slo en Kitcncia, pase a. estar caliente en acto. Ahora bien: no es posible que una misma cosa est, a la vez, en acto y c:i potencia respecto a lo mismo, sino respecto a cosas diversas; y as, v.gr., lo que es caliente en acto no puede estar caliente en potencia para ese mismo grado de calor, sino para otro grado ms alto, o sea, que en potencia est a la vez fro. Es, pues, imposible que una misma cosa sea a a vez y del mismo modo motor y mvil, o que se mueva a s misma. Hay que concluir, por consiguiente, que todo lo que se mueve es movido por otro. Pero si este otro es, a su vez, movido por un tercero, este tercero necesitar otro que le mueva a l, y ste a otro, y as sucesivamente. Mas no se puede proceder indefinidamente en esta serie de motores, porque entonces no habra ningn primer motor y, por consiguiente, no habra motor alguno, pues los motores intermedios no mueven ms que en virtud del movimiento que reciben del primero, lo mismo que un bastn nada mueve si no lo impulsa la mano. Es necesario, por consiguiente, llegar a un Primer Motor que no sea movido por nadie, y ste es lo que todos entendemos por Dios. E l a r g u m e n t o es d e u n a fuerza demostrativa incontrovertible para cualquier espritu reflexivo a c o s t u m b r a d o a la alta especulacin filosfica. P e r o vamos a exponerlo de m a n e r a m s clara y sencilla p a r a q u e p u e d a n captarlo fcilmente los lectores n o a c o s t u m brados a los altos razonamientos filosficos. E n el m u n d o q u e nos r o d e a hay infinidad de cosas q u e se m u e 1

LO

QUE

NOS

DICE

LA

RAZN

13. Dividiremos este artculo en dos partes. E n la p r i m e r a expondremos brevemente las famosas cinco vas p a r a d e m o s t r a r racionalmente la existencia de Dios, tal como las t r a e Santo T o m s en la Suma Teolgica (I 2,3). E n la segunda, las confirmaremos con algunos argumentos complementarios.

Cf. 1 2 , 3 .

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ven. E s u n h e c h o q u e n o necesita demostracin: basta abrir los ojos para c o n t e m p l a r el m o v i m i e n t o p o r todas partes. A h o r a bien: prescindiendo del movimiento de los seres vivos, que, en v i r t u d precisamente d e la m i s m a vida, tienen u n movimiento inmanente q u e les p e r m i t e crecer o trasladarse d e u n sitio a otro sin ms influjo aparente 2 q u e el de su propia naturaleza o el de su propia voluntad, es u n h e c h o del t o d o claro e indiscutible q u e los seres inanimados (o sea, t o d o s los pertenecientes al reino mineral) no p u e d e n moverse a s mismos, sino q u e necesitan q u e alguien les mueva. Si nadie m u e v e a u n a piedra, permanecer quieta e inerte p o r toda la eternidad, ya q u e ella n o p u e d e moverse a s m i s m a , puesto que carece d e vida y, p o r lo m i s m o , est desprovista d e t o d o movimiento i n m a n e n t e . Pues apliquemos este principio t a n claro y evidente al m u n d o sideral y p r e g u n t m o n o s q u i n h a puesto y p o n e en movimiento esa m q u i n a colosal del universo estelar, que no tiene en s misma la razn de su propio movimiento, puesto que se trata de seres inanimados pertenecientes al reino mineral; y p o r m u c h o que q u e r a m o s multiplicar los motores intermedios, n o t e n d r e m o s ms remedio q u e llegar a u n Primer Motor inmvil i n c o m p a r a b l e m e n t e ms p o t e n t e q u e el universo m i s m o , puesto q u e lo d o m i n a con soberano p o d e r y lo gobierna con infinita sabidura. V e r d a d e r a m e n t e , p a r a demostrar la existencia d e Dios basta c o n t e m p l a r el espectculo maravilloso de u n a n o c h e estrellada, sabiendo q u e esos p u n t i t o s luminosos esparcidos p o r la i n m e n s i d a d d e los espacios como polvo de brillantes son soles gigantescos q u e se m u e v e n a velocidades fantsticas, a pesar de su aparente inmovilidad. U n ilustre autor c o n t e m p o r n e o h a expuesto este a r g u m e n t o de u n a manera m u y bella y sugestiva 3 : Sabemos por experiencia, y es un principio inconcuso de mecnica, que la materia es inerte, esto es, de suyo indiferente para el movimiento o el reposo. La materia no se mueve ni puede moverse por s misma: para hacerlo, necesita una fuerza extrnseca que la impela... Si vemos un aeroplano volando por los aires, pensamos al instante en el motor que lo pone en movimiento; si vemos una locomotora avanzando majestuosamente por los rieles, pensamos en la fuerza expansiva del vapor que lleva en sus entraas. Ms an: si vemos una piedra cruzando por los aires, discurrimos al instante en la mano o en la catapulta que a ha arrojado. He aqu, pues, nuestro caso. Los astros son aglomeraciones inmensas de materia, globos monstruosos que pesan miles de cuatrillones de toneladas, como el Sol, y centenares de miles, como Betelgeuse y Antars. Luego tambin son inertes de por s. Para ponerlos en movimiento se ha precisado una fuerza infinita, extracsmca, venida del exterior, una mano omnipotente que los haya lanzado como proyectiles por el espacio...2 Empleamos la palabra aparente con toda deliberacin, ya que, en realidad, ni siquiera los seres vivos se mueven a s mismos sin el previo influjo de la Causa Primera, como se demuestra con toda certeza en metafsica. Pero preferimos no insistir en ello, para fijarnos nicamente en los seres inanimados, en los q u e el argumento de la necesidad del Primer M o t o r inmvil aparece con toda claridad y evidencia aun para los no acostumbrados a la alta especulacin filosfica. 3 Cf. P. JESS SIMN, S. L, A Dios por la ciencia 4." ed. (Barcelona 1947) p.28.

De quin es esa mano? De dnde procede la fuerza incontrastable capaz de tan colosales maravillas? La fuerza que avasall los mundos? Slo puede haber una respuesta: la mano, la omnipotencia de Dios. E n su celebrada obra La religin demostrada este m i s m o a r g u m e n t o en la siguiente forma 4; expone Hillaire

Es un principio admitido por las ciencias fsicas y mecnicas que la materia no puede moverse por s misma: una estatua no puede abandonar su pedestal; una mquina no puede moverse sin una fuerza motriz; un cuerpo en reposo no puede por s mismo ponerse en movimiento. Tal es el llamado principio de inercia. Luego es necesario un motor para producir el movimiento. Pues bien: la tierra, el sol, la luna, las estrellas, recorren rbitas inmensas sin chocar jams unas con otras. La tierra es un globo colosal de cuarenta mil kilmetros de circunferencia, que realiza, segn afirman los astrnomos, una rotacin completa sobre s mismo en el espacio de un da, movindose los puntos situados sobre el ecuador con la velocidad de veintiocho kilmetros por minuto. En un ao da una vuelta completa alrededor del sol, y la velocidad con que marcha es de unos treinta kilmetros por segundo. Y tambin sobre la tierra, los vientos, los ros, las mareas, la germinacin de las plantas, todo proclama la existencia del movimiento. Todo movimiento supone un motor; mas como no se puede suponer una serie infinita de motores que se comuniquen el movimiento unos a otros, puesto que un nmero infinito es tan imposible como un bastn sin extremidades, hay que llegar necesariamente a un ser primero que comunique el movimiento sin haberlo recibido; hay que llegar a un primer motor inmvil. Ahora bien, este primer ser, esta causa primera del movimiento, es Dios, quien con justicia recibe el nombre de Primer Motor del universo. Admiramos el genio de Newton, que descubri las leyes del movimiento de los astros; pero qu inteligencia no fue necesaria para establecerlas, y qu poder para lanzar en el espacio y mover con tanta velocidad y regularidad estos innumerables mundos que constituyen el universo?... Napolen, en la roca de Santa Elena, deca al general Bertrand: Mis victorias os han hecho creer en mi genio; el Universo me hace creer en Dios... Qu significa la ms bella maniobra militar comparada con el movimiento de los astros?... E s t e a r g u m e n t o , e n t e r a m e n t e demostrativo p o r s mismo, alcanza su m x i m a certeza y evidencia si se le combina con el del o r d e n a d m i r a b l e q u e reina en el movimiento vertiginoso d e los astros, q u e se cruzan e n t r e s recorriendo sus rbitas a velocidades fantsticas sin q u e se produzca j a m s u n c h o q u e ni la m e n o r colisin e n t r e ellos. L o cual p r u e b a q u e esos movimientos n o obedecen a u n a fuerza ciega d e la m i s m a naturaleza, q u e producira la confusin y el caos, sino q u e estn regidos p o r u h p o d e r soberano y u n a inteligencia infinita, como veremos claramente m s abajo al exponer la quinta va d e Santo T o m s . Q u e d e , pues, sentado q u e el m o v i m i e n t o del universo exige un. P r i m e r M o t o r q u e impulse o m u e v a a todos los d e m s seres q u e se m u e v e n . D a d a su soberana perfeccin, este P r i m e r M o t o r ha de ser necesariamente inmvil, o sea, n o h a d e ser m o v i d o p o r ningn, 4 Cf- HILLAJJP, .a religin demostrada IP* ed, (Parcelpna 1955) p.6-7.

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otro motor, sino q u e h a de poseer en s m i s m o y p o r s m i s m o la fuerza infinita q u e i m p u l s e el movimiento a todos los d e m s seres q u e se mueven. Este P r i m e r M o t o r inmvil, infinitamente perfecto, recibe el n o m b r e adorable de Dios 5 . S e g u n d a va: la causalidad eficiente 15. Este s e g u n d o procedimiento para d e m o s t r a r la existencia d e Dios p u e d e formularse sintticamente del siguiente m o d o : Las causas eficientes segundas r e c l a m a n necesariamente la existencia de una P r i m e r a Causa eficiente a la q u e llamamos Dios. E n gracia a los n o iniciados en filosofa vamos a explicar b r e v e m e n t e los trminos d e la proposicin. Se entiende en filosofa p o r causa eficiente aquella que, al actuar, p r o d u c e u n efecto distinto de s m i s m a . As, el escultor es la causa eficiente de la estatua esculpida p o r l; el p a d r e es la causa eficiente d e su hijo. Se entiende por causa eficiente segunda t o d a aquella que, a su vez, ha sido hecha p o r otra causa eficiente anterior. Y as, el p a d r e es causa eficiente de su hijo, pero, a su vez, es efecto d e su propio p a d r e , que fue quien le trajo a la existencia como causa eficiente anterior. E n este sentido son causas segundas todas las del universo, excepto la Primera Causa incausada, cuya existencia vamos a investigar. Escuchemos, en p r i m e r lugar, a Santo T o m s de A q u i n o h Hallamos que en el mundo de lo sensible hay un orden determinado entre las causas eficientes; pero no hallamos ni es posible hallar que alguna cosa sea su propia causa, pues en tal caso habra de ser anterior a s misma, y esto es imposible. Ahora bien: tampoco se puede prolongar indefinidamente la serie de las causas eficientes, porque, en todas las causas eficientes subordinadas, la primera es causa de la intermedia y sta es causa de la ltima, sean pocas o muchas las intermedias. Y puesto que, suprimida una causa, se suprime su efecto, si no existiese entre las causas eficientes una que sea la primera, tampoco existira la ltima ni la intermedia. Si, pues, se prolongase indefinidamente la serie de causas eficientes, no habra causa eficiente primera, y, por tanto, ni efecto ltimo ni causa eficiente intermedia, cosa falsa a todas luces. Por consiguiente, es necesario que exista una Causa Eficiente Primera, a la que llamamos Dios. C o m o se ve, el a r g u m e n t o de esta segunda va es t a m b i n del t o d o evidente y demostrativo. Pero p a r a ponerlo todava ms al alcance de los no iniciados en filosofa, vamos a p o n e r u n ejemplo clarsimo para todos: el origen d e la vida en el universo. E s u n hecho indiscutible q u e en el m u n d o hay seres vivientes q u e n o h a n existido siempre, sino q u e h a n comenzado a existir;Dios es absolutamente inmvil tanto en el sentido metafsico del movimiento (trnsito d e la potencia al acto) como en el sentido fsico (movimiento local de u n sitio a otro). L o es en el sentido metafsico porque, como veremos ms adelante, es Acto puro, sin mezcla d e potencialidad alguna; y lo es en el sentido fsico porque, como veremos tambin, es Inmenso y ocupa y llena todos los lugares del universo, sin q u e exista ni pueda existir u n solo lugar en el que no est ntimamente presente Dios por esencia, presencia y potencia. 1 Cf. I 2,3.5

v.gr., cualquier persona h u m a n a . T o d o s ellos recibieron la vida de sus propios padres, y stos d e los suyos, y as sucesivamente. A h o r a bien: es imposible prolongar hasta el infinito la lista de nuestros tatarabuelos. E s forzoso llegar a u n p r i m e r ser viviente que sea el principio y origen de t o d o s los d e m s . Suprimido el p r i mero, q u e d a n suprimidos a u t o m t i c a m e n t e el s e g u n d o y el t e r cero y t e d o s los dems; de d o n d e habra q u e concluir q u e los seres vivientes actuales no existen realmente, lo cual es ridculo y a b s u r d o . L u e g o existe u n P r i m e r Viviente q u e es causa y origen de todos los d e m s . A h o r a bien: este P r i m e r Viviente r e n e , e n t r e otras m u c h a s , las siguientes caractersticas: i. a No tiene padre ni madre, pues de lo contrario ya no sera el primer viviente, sino el tercero, lo cual es absurdo y contradictorio, puesto que se trata del primer viviente en absoluto. 2. a No ha nacido nunca, porque de lo contrario hubiera comenzado a existir y alguien hubiera tenido que darle la vida, pues de la nada no puede salir absolutamente nada, ya que la nada no existe, y lo que no existe, nada puede producir. Luego ese primer viviente tiene la vida por s mismo, sin haberla recibido de nadie. 3. a Luego es eterno, o sea, ha existido siempre, sin que haya comenzado jams a existir. 4. a Luego todos los dems seres vivientes proceden necesariamente de l, ya que es absurdo y contradictorio admitir dos o ms primeros vivientes: el primero en cualquier orden de cosas se identifica con la unidad absoluta. 5. a Luego de l proceden, como de su causa originante y creadora, lodos los seres vivientes del universo visible: hombres, animales y plantas, y todos los del universo invisible: los ngeles de que nos hablan las Escrituras. 6. a Luego es superior y est infinitamente por encima de todos los seres vivientes del universo, a los que comunic la existencia y la vida. H a y q u e concluir forzosamente q u e el P r i m e r Viviente q u e rene estas caractersticas tiene u n n o m b r e adorable: es, sencillamente, Dios. Escuchemos a Hillaire exponiendo con claridad y sencillez este mismo a r g u m e n t o 2 : Las ciencias fsicas y naturales nos ensean que hubo un tiempo en que o exista ningn ser viviente sobre la tierra. De dnde, pues, ha salido la vida que ahora existe en ella: la vida da las plantas, la vida de los animales, la vida del hombre? 3. La razn nos dice que ni siquiera la vida vegetativa de una planta y menos la vida sensitiva de los animales, y muchsimo menos la vida intelectiva del1

Cf.

HILLAIRE, o.a,

p.8-9.

Para contrarrestar la fuerza demostrativa del argumento d e la aparicin de la vida sobre la tierra, algunos racionalistas lanzaron la hiptesis d e q u e haban cado sobre ella grmenes vivientes procedentes de otros astros. Pero esta suposicin, enteramente arbitraria y gratuita, no tiene valor alguno, ya que, en ese caso, habra q u e investigar el origen de la vida en esos otros astros lo q u e nos llevara de todas formas a la necesidad de u n Primer Vivientey habra que explicar, adems, cmo conservaron estos grmenes la vitalidad sometidos a la accin de los rayos ultravioleta y atravesando los espacios interplanetarios, cuya temperatura es de 273 grados bajo cero. (Nota del autor.)

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hombre, han podido brotar de la materia. Por qu? Porque nadie da lo que no tiene; y como la materia carece de vida, no puede darla. Los ateos se encuentran acorralados por este dilema: o bien la vida ha nacido espontneamente sobre el globo, fruto de la materia por generacin espontnea; o bien hay que admitir una causa distinta del mundo, que fecunda la materia y hace brotar la vida. Ahora bien: despus de los experimentos concluyentes de Pasteur, ya no hay sabios verdaderos que se atrevan a defender la hiptesis de la generacin espontnea; la verdadera ciencia establece que nunca un ser viviente nace sin germen vital, semilla, huevo o renuevo, proveniente de otro ser viviente de la misma especie. Pero cul es el origen del primer ser viviente de cada especie ? Remontaos todo lo que queris de generacin en generacin: siempre habr que llegar a un primer creador, que es Dios, causa primera de todas las cosas. Es el viejo argumento del huevo y la gallina; mas no por ser viejo deja de ser molesto para los ateos 4 . E s t e argumento del origen de la vida es u n simple caso particular del argumento general de la necesidad de u n a Primera Causa eficiente y puede aplicarse, p o r lo m i s m o , a todos los dems seres existentes en el universo. C a d a u n o de los seres, vivientes o n o , q u e p u e b l a n la inmensidad del universo, constituye u n a p r u e b a concluyente de la existencia de Dios; p o r q u e todos esos seres son necesariamente el efecto de una causa que los ha producido, la o b r a d e u n Dios creador. V a m o s a ver esto m i s m o desde otro p u n t o de vista distinto. T e r c e r a va: la c o n t i n g e n c i a d e los s e r e s 16. E l argumento fundamental d e la tercera va p a r a d e m o s trar la existencia de Dios p u e d e formularse sintticamente del m o d o siguiente: L a contingencia de las cosas del m u n d o nos lleva con toda certeza al conocimiento de la existencia de u n Ser Necesario que existe p o r s m i s m o , al que llamamos Dios. A n t e todo precisemos los conceptos de ser contingente y n e cesario. a) S E R CONTINGENTE es aquel q u e existe, p e r o podra n o existir. O t a m b i n , aquel q u e comenz a existir y dejar de existir alg n da. Tales son todos los seres corruptibles del u n i v e r s o . h) SER NECESARIO es aquel q u e existe y n o p u e d e dejar d e existir; o t a m b i n , aquel q u e , t e n i e n d o la existencia de s. y p o r s m i s mo, ha existido s i e m p r e y no dejar j a m s de existir. E s c u c h e m o s ahora el r a z o n a m i e n t o de Santo T o m s i; La tercera va considera el ser posible o contingente y el necesario, y puede formularse as: Hallamos en la naturaleza cosas que pueden existir o no existir, pues vemos seres que se engendran o producen y seres que4 C o m o es sabido, el famoso argumento de! huevo y ia gallina es el siguiente: Q u es lo p r i m e r o que h u b o en el m u n d o , u n huevo o una gallina? Si fue el huevo, quin lo puso? Y si fue la gallina, de dnde sali? N o hay ms remedio q u e admitir la existencia de alguien q u e fue capaz d e crear el huevo o la gallina. (Nota del autor.)

mueren o se destruyen, y, por tanto, tienen posibilidad de existir o de no existir. Ahora bien: es imposible que los seres de tal condicin hayan existido siempre, ya que lo que tiene posibilidad de no ser hubo un tiempo en que de hecho no existi. Si, pues, todas las cosas existentes tuvieran la posibilidad ilc no ser, hubo un tiempo en que ninguna existi de hecho. Pero, si esto fuera verdad, tampoco ahora existira cosa alguna, porque lo que no existe no empieza a existir ms que en virtud de lo que ya existe, y, por tanto, si nada exista, fue imposible que empezase a existir alguna cosa, y, en consecuencia, ahora no existira nada, cosa evidentemente falsa. Por consiguiente, no todos los seres son meramente posibles o contingentes, sino que forzosamente ha de haber entre los seres alguno que sea necesario. Pero una de dos: este ser necesario o tiene la razn de su necesidad en s mismo o no la tiene. Si su necesidad depende de otro, como no es posible admitir una serie indefinida de cosas necesarias cuya necesidad dependa de otrassegn hemos visto al ti atar de las causas eficientes, es forzoso llegar a un Ser que exista necesariamente por si mismo, o sea, que no tenga fuera de s la causa de su existencia necesaria, sino que sea causa de la necesidad de los dems. Y a este Ser absolutamente necesario le llamamos Dios. Se trata, como se ve, de u n razonamiento a b s o l u t a m e n t e d e m o s trativo en t o d o el rigor cientfico de la palabra. L a existencia de Dios aparece a travs de l con t a n t a fuerza como la q u e lleva consigo la demostracin de u n t e o r e m a de geometra. N o es posible substraerse a su evidencia ni hay peligro alguno d e q u e el progreso de las ciencias e n c u e n t r e algn da la m a n e r a de desvirtuarla, p o r que estos principios metafsicos trascienden la experiencia de les .sentidos y estn p o r encima y ms all de los progresos de la ciencia. Escuchemos a Balmes exponiendo con t o d a claridad y nitidez este m i s m o a r g u m e n t o 2 : Existe algo: cuando menos nosotros. Aunque el mundo corpreo fuera una ilusin, nuestra propia existencia sera una realidad. Si existe algo, es preciso que algo haya existido siempre; porque, si fingimos que no haya nada absolutamente, no podr haber nunca nada; pues lo que comenzase a ser no podra salir de s mismo ni de otro, por suponerse que no hay nada; y de la pura nada, nada puede salir. Luego hay algn ser que ha existido siempre. Este ser no tiene en otro la razn de su existencia; es absolutamente necesario, porque, si no lo fuese, sera contingente, esto es, podra haber existido o no existido; as, pues, no habra ms razn para su existencia que para su no existencia. Esta existencia no ha podido menos de haberla, luego la no existencia es imposible. Luego hay un ser cuya no existencia implica contradiccin, y que, por consiguiente, tiene en su esencia la razn de su existencia. Este ser necesario no somos nosotros, pues sabemos por experiencia que hace poco no existamos: nuestra memoria no se extiende ms all de unos cortos aos. No son nuestros semejantes, por la misma razn. No es tampoco el mundo corpreo, en el cual no hallamos ningn carcter de necesidad, antes, por el contrario, le vemos sujeto de continuo a mudanzas de todas clases. Luego hay un ser necesario que no es ni nosotros ni el mundo corpreo; y como stos, por lo mismo que son contingentes, han de tener en otro la razn de su existencia, y esta razn no puede hallarse en otro ser contingente, puesto que l, a su vez, la tiene en otro, resulta que as el mundo corpreo como el alma humana tienen la razn de su existencia 2 Cf. BALMES, Obras completas ed. BAC, t.3 Filosofa elemental (Madrid 1947) p.381-382.

i Cf. I 2,3-

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en un ser necesario distinto de ellos. U n ser necesario, causa del mundo, es Dios; luego Dios existe. Q u e el ser necesario se identifica con Dios es cosa clara y evidente, teniendo e n cuenta algunas d e las caractersticas q u e la simple razn natural p u e d e descubrir con toda certeza e n l. H e aqu las principales 3 :1. a E L SER NECESARIO ES INFINITAMENTE PERFECTO. Consta por el

vista metafsico; pero, p o r eso m i s m o , es la m s difcil d e captar por los n o iniciados e n las altas especulaciones filosficas. Vamos a exponerla b r e v e m e n t e l. E n p r i m e r lugar, escuchemos el razonamiento del D o c t o r A n glico 2 : La cuarta va considera los grados de perfeccin que hay en los seres. Vemos en los seres que unos son ms o menos buenos, verdaderos y nobles que otros, y lo mismo sucede con las diversas cualidades. Pero el ms y el menos se atribuye a las cosas segn su diversa proximidad a lo mximo, y por esto se dice que una cosa est tanto ms caliente cuanto ms se aproxima al mximo calor. Por tanto, ha de existir algo que sea verdSdersimo, nobilsimo y ptimo, y, por ello, ente o ser supremo; pues, como dice el l''ilsofo, lo que es verdad mxima es mxima entidad. Ahora bien: l mximo rial L u m e n , Barcelona).

el orden sideral al concurso fortuito de los tomos, regidos por leyes ciegas e inconscientes; al fin y al cabo a la casualidad. Pero veamos los absurdos que se siguen de tal teora.a) E L TALENTO DE N E W T O N Y EL TALENTO DE LOS TOMOS. A Newton

lo tenemos por sabio porque formul la ley de la atraccin mutua de los seres materiales. Sin embargo, l nada cre, nada construy, nada toc; no hizo sino dar expresin matemtica a lo que ya exista, a lo que otro hizo millones de aos antes que l. Para llegar ah se necesit todo su talento y aplicacin; tuvo que observar, discurrir, comparar, estudiar afanosamente, equivocarse mil veces, volver a empezar, corregir, aprovechar el trabajo y los resultados de otros investigadores. Y estableci su ley como otros estableceran las leyes de la corriente elctrica, de la navegacin area, del telfono automtico, de la televisin... Pero, segn las teoras materialistas, los tomos y las fuerzas naturales, con sus acciones y reacciones ciegas e inconscientes, desde el principio, sin clculo ni estudio alguno, sin pretenderlo, porque carecen de entendimiento, encerraron a todo el cosmos en una ley, es decir, en una manera constante y armnica de obrar que hasta Newton nadie logr formular... Eso es reconocer ms talento a los tomos que a Newton. El que niegue la existencia de un Ser de entendimiento y poder infinitos, tiene que aceptar esta conclusin. b) L A CINTA AZUL. La cinta azul del Atlntico se conceda al vapor que atravesara en menos tiempo el ocano. Pero nunca se estableci una distincin para el que llegara siempre con puntualidad al puerto; porque eso no era posible. En cambio, los astros, con venir de tan lejos, ya que algunos tardan siglos en llegar a la esfera de visibilidad de la tierra, estn sujetos a una cronometra tan exacta que el astrnomo puede sealar cuando quiera el horario puntual de su paso por el meridiano. La puntualidad, que el hombre en la tierra y con su entendimiento no puede conseguir, la van a alcanzar en esos enormes espacios siderales las fuerzas ciegas de la materia con el concurso fortuito de los tomos? c) U N RELOJ SINGULAR. Qu diramos de un reloj que marcara horas, minutos, segundos, das, meses, aos, estaciones del ao..., y todo eso sin retrasarse nunca y sin necesidad de darle cuerda? La historia entera se pasmara ante el genio de su constructor. Pero ese reloj es el cielo con sus estrellas; es el reloj en el cual los hombres lodos se fijan desde el principio del mundo para poner en hora todos los dems relojes. El constructor de este singular reloj, ser la materia con sus fuerzas 1 iegas e inconscientes? El efecto superara la causa.d) Los GRANOS DE ARENA Y LOS ASTROS. Que haya ms astros en el

firmamento que granos de arena en todas las playas del mundo es afirmacin de Sir James Jeans, el eminente fsico de Cambridge ] . No se crea exagerada la frase. El clculo da unos cien mil millones de galaxias o nebulosas estelares. Y si stas se alejan tan aprisa como parece, es decir, a setenta mil kilmetros por segundo, el nmero total de astros en el espacio es del orden de io 2 2 , o sea que todo el universo ha de ser iros millones de veces ms grande que el fragmento que podemos alcanzar eon nuestros telescopios. Pero todava se cree que las nebulosas hoy se alejan a menor velocidad que .mtes; por tanto, la total cantidad de materia en el espacio, probablemente,1

JAMES JEANS, LOS misterios 4el universo. Edicin en ingls (1948) e l p . i .

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es an mayor, y, por lo mismo, la anchura del universo. Es la opinin de Mr. Jeans 2 . Debemos hacer notar de una vez para siempre que al hablar de billones y trillones usamos el sistema decimal largo y no el corto, que es el corriente en Amrica del Norte 3 . Con los famosos telescopios Big Schmidt, que explora, y Hale, que sutilmente analiza, piensan los sabios estudiar, desde Monte Palomar, en California, unos diez millones de galaxias y ampliar las fronteras del universo ms all de los mil millones de aos de luz. Es decir, que las radiaciones luminosas que esta noche llegan al Big Eye, de doscientas pulgadas de abertura, en Monte Palomar, salieron de la estrella hace mil millones de aos, en el perodo precmbrico, cuando an no haba, probablemente, vida sobre la tierra. Un ao de luz tiene nueve billones y medio de kilmetros. El sol est a slo ocho minutos de luz. La estrella Alfa del Centauro, que hasta hace poco segua al sol en su distancia a la tierra, dista cuatro aos y medio de luz; tal fosa hay entre nuestro sistema planetario y el astro ms prximo. Y esa estrella rojiza, Arturo, de la constelacin del Boyero, visible en cualquier tiempo del ao, y que corre por el espacio a cuatrocientos setenta y seis kilmetros por segundo, est de nosotros a cuarenta aos de luz. Si Dios aniquilara ahora a la estrella Arturo, seguiramos vindola durante cuarenta aos sin caer en la cuenta de que Dios la haba aniquilado.e) BUSCAR UN DIAMANTE EN EUROPA. Simn D . Poisson, matemtico

llega el calor que la tierra recibi del sol y emite despus por irradiacin, osas molculas de agua, all arriba, se enfran, se condensan o pasan al estado lquido y forman las aglomeraciones opacas que llamamos nubes y que, por su resistencia al viento, son arrastradas por ste hacia el interior de la 1 ierra. Cuando estas masas llegan a las regiones montaosas, se ven obligadas a ascender y dilatarse ms; as se siguen enfriando; con eso aumenta progresivamente la condensacin del vapor de agua que siempre existe en la atmsfera, crecen de tamao las gotas y caen formando la lluvia. Ya tenemos all el agua gratis para el servicio de la planta. Esta agua, al correr por la tierra, disuelve los compuestos del suelo y es absorbida por las races e incorporada a la economa vegetal. 2. Teleologa de este proceso. N o se puede negar que en todo este proceso que se acaba de describir hay orden y un fin. i. Se intenta algo. 2. Se conocen y movilizan los medios ms eficaces. 3. 0 Las propiedades e influencias de estos medios se adaptan maravillosamente al fin buscado. Pero intentar un fin y disponer los medios para conseguirlo supone un atendimiento que, en nuestro caso, no puede ser el del hombre, sino el de un Ser superior al hombre que llamamos Dios. Luego existe Dios.b) L A CONSTANCIA DE LA MEZCLA ATMOSFRICA

francs, introductor de la ley de los grandes nmeros, dedujo por el clculo que la probabilidad de que las veinticinco letras del alfabeto, tiradas al azar, salieran en orden, desde la A hasta la Z, sera la misma que la de encontrar, de una sola azadonada, un diamante enterrado en una franja de arena de un metro de espesor y que cubriera casi toda Europa. No se trata de que salgan en orden veinticinco elementos, sino la espantosa cantidad de 2.1 o 79 , que es, segn Jeans 4 , el orden que indica el nmero de protones y electrones del universo. Qu probabilidad van a tener tantos elementos para producir, por casualidad, este orden que vemos por todas partes? Y el que no admita la existencia de Dios, necesariamente tiene que echar mano de esta casualidad para explicarlo todo. 2. La finalidad de las fuerzas fsico-qumicas 20. H e aqu unos cuantos ejemplos impresionantes de la finalidad y orden admirable con que proceden las fuerzas fsico-qumicas que carecen en absoluto de conocimiento no slo intelectual, como el del hombre, sino incluso meramente sensitivo, como el de los animales.a) L A LLUVIA QJJE FECUNDIZA LAS PLANTAS

Otro caso maravilloso de teleologa, de orden fsico-qumico, nos lo 1 frece la proporcin constante, tan adecuada a los pulmones y trqueas de I IIS animales y a la fisiologa vegetal, que en el aire guardan siempre sus II imponentes; a pesar de que no slo el oxgeno, por la respiracin, fermenuciones, etc., sino tambin el nitrgeno, fijado por las bacterias del suelo labranto y sustrado por las descargas elctricas... est en continuo proceso volutivo. Con todo, la composicin del aire siempre es la misma y la nica apta para que respiren los seres vivos. 3. La finalidad en la vida vegetal y animala) L A FOTOSNTESIS VEGETAL

ai. 1. Hechos de experiencia. El mundo est poblado de seres vivos; se conocen casi tres millones de especies vegetales y animales; y como cada especie tiene, en general, millones de individuos, el nmero de seres vivos en el mundo es de muchos billones. a) PURIFICACIN DE LA ATMSFERA. Todos los seres vivos respiran, I s decir, toman del aire el oxgeno y devuelven al aire bixido de carbono. Naturalmente que, si el aire quedara as, a los pocos das se hara irrespirable, II >mo el aire de un saln cerrado con muchas personas dentro, y todos los eres vivos moriran por asfixia. Cmo renovar este aire? El de un saln se renueva abriendo las venlanas. Pero nuestra atmsfera es un sistema cerrado sin intercambio gaseoso i un el exterior; imposible renovarla; hay que proceder ms bien a purificarla. Y es posible estar purificando todos los das masas considerables de aire? En efecto, esos seres que nos parecen tan triviales y de los que nadie se uiila, ni poco ni mucho, las hojas y, en general, las partes verdes de las plantas, toman por su cuenta esta funcin de tanto inters para el presente y el futuro de la vida en nuestro planeta.

I. Hechos de experiencia. En la cima del monte brota una planta; sin agua se muere. Pero el agua est muy lejos; sera antieconmico ir a buscarla a donde abunda: a los ros o al mar; aparte de que el agua del mar no sirve para el caso, porque cargada, como est, de sales, es incapaz de atravesar, por osmosis, la membrana semipermeable de las clulas vegetales. Pero los rayos del sol que inciden sobre el mar tienen la facultad de romper la cohesin de las molculas de la superficie; crece entonces la velocidad de stas, que, desprendindose de las sales, huyen de la capa superficial; la fuerza ascensional del aire las eleva en forma de vapor; y como a las capas superiores de la atmsfera, que es diatermana, apenas2 3 4

JAMES JEANS, El curso de las estrellas. Edicin en ingls (1932) C.8 p.I37Por tanto, para nosotros un billn es io< 2 , y un trilln es i o l a . JAMES JEANS, Nueva vida de la ciencia,

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Las hojas, de estructura tan complicada que ningn bilogo es capaz de fabricarlas en su laboratorio, ni siquiera de entenderlas, absorben por los estomas del envs el aire cargado de bixido de carbono; y, bajo el influjo de la luz solar, que es absolutamente necesaria, por un proceso misterioso que la ciencia todava no ha podido averiguar y que quiz nunca averige, lo descomponen; se quedan con el carbono para fabricar sus compuestos ternarios, indispensables para la vida vegetal, y devuelven el oxgeno a la atmsfera, que as queda purificada.b) MISTERIOS EN EL SILENCIO Y SOLEDAD DE LOS CAMPOS. Notemos

. 11 sol... No digo al germen de la planta porque nuestro planeta fue, un tiempo, astro incandescente incapaz de albergar cualquier germen vital. De modo que stos, si no fueron creados, proceden, en definitiva, del suelo. Y, como decamos antes, se sigue entonces, con frrea consecuencia, que un terrn de tierra tiene, desde el principio del mundo, ms talento y espritu de observacin que Linneo, porque produce protoplasmas vivos, cuya constitucin, que nadie entiende, el sabio sueco se limit a descubrir.b) E N EL REINO SENSITIVO

que, siendo el bixido de carbono, lo mismo que el agua absorbida por la raz y que se encuentra con aqul en el espesor de la hoja, de gran equilibrio esttico: i. No se ha podido descomponer en los laboratorios sino despus de muchos siglos de progreso. 2. Con aparatos apropiados. 3. 0 Y mediante un gran consumo de energa, equivalente a la que desarrollaron al formarse. Con todo esto, la hoja l. Sin otras mquinas ni instalaciones que sus parnquimas y sus diminutos cloroplastos. 2. 0 Sin ms energa que la luz solar. 3. 0 A la temperatura y presin ordinarias. 4. 0 En medio de ese silencio y soledad impresionantes de los campos. S. Y desde que hay hojas en el mundo, se encarga de esta operacin, tan trascendental que de ella depende el aliento vital de todos los seres vegetales y animales. Ni slo esto, sino que con el carbono sobrante y el hidrgeno del agua que sube por las races, los granos de clorofila fabrican las sustancias orgnicas que, conducidas por la savia a las clulas, son transformadas en los elementos constitutivos de la planta, suben al piso orgnico y adquieren as esa intrincadsima y armnica complicacin que slo los sabios, a fuerza de estudio y tcnica, y en los ltimos siglos, han podido, a medias, descubrir y an no han llegado a entender. Tal es la actividad de los cloroplastos, que, en una hora de trabajo y por el influjo de la luz solar, fabrican sustancia orgnica para treinta horas de consumo. Y as resulta que esos minsculos granos de clorofila no slo suministran respiracin a todos los seres vivos, sino tambin alimento. Por eso, ni el mundo vegetal ni el animal podran subsistir si se declararan en huelga, por slo unos das, esas incontables fbricas de fotosntesis, como son las hojas que forman los bosques, los valles, las praderas, las huertas y las avenidas y jardines de pueblos y ciudades. 2. El autor de los granos de clorofila. Sobre este hecho podemos, como antes, argir, con este orden admirable y dinmico: i. Algo se busca: aqu resplandece un plan, una tendencia teleolgica. 2.0 Que coordina y pone en juego muchos elementos, lo mismo la partcula de aire que el rayo de luz, como medios para asegurar la respiracin y nutricin de los seres vivos. Pero intentar un fin y disponer los medios para conseguirlo supone un entendimiento, y en nuestro caso no es el del hombre, que comenz a existir mucho despus que los granos de clorofila. Luego ese entendimiento es el de Dios. Es decir, que existe Dios. 3. Absurdos materialistas. Si no existiera un entendimiento y po" der superior, la hoja debera su estructura y mecanismo a la tierra, al agua

22. 1. Hechos de experiencia. El mundo sensitivo es prdigo en ejemplos de orden y teleologa. Mejor dicho, todo el reino animal es la ms alta representacin del orden y teleologa del universo. Escojamos algunos casos de los muchos que espontneamente se ofrecen. a) L A RADIOEMISIN DE LOS CRUSTCEOS. Existen unos crustceos que, puestos a distancias inmensas, se encuentran infaliblemente; alejados ms an, se vuelven a encontrar. De modo que, cuando el hombre viva en las cavernas sin otros medios de comunicarse con sus semejantes que los gritos, estos crustceos con sus antenas, y a travs de mares inmensos, emitan y reciban ondas con que se ulacionaban a distancia, como hacemos nosotros por medio de nuestros aparatos emisores y receptores. b) LAS MATEMTICAS DE LAS ABEJAS. La abeja resuelve el problema 1 le construir una celdilla tal, que con la menor cantidad de cera admita la mayor cantidad de miel. Reaumur lo descubri hace dos siglos, aplicando algoritmos del clculo infinitesimal, descubierto por Leibnitz. Mas lo curioso fue que los sabios, al hacer por primera vez el clculo, > equivocaron; y la abeja, sin clculo, sin estudio, no se equivocaba. Y era all por los aos en que an no haban nacido Reaumur, Leibnitz ni Pila goras! Tan curioso fue este descubrimiento que no nos resistimos a contarlo. Reaumur, el famoso fsico introductor de la escala termomtrica que lleva su nombre, sospechando lo que en efecto suceda, propuso a sus compaeros el siguiente problema: Qu ngulos hay que dar a los rombos de 1.1 base de una celdilla, de seccin hexagonal, para que, siendo la superficie mnima, la capacidad sea mxima? Knig aplic la teora de mximos y mnimos del clculo infinitesimal hall, para el ngulo agudo de rombo, una amplitud de 70 o 34'; natural"nte el ngulo obtuso tena que ser complementario de aqul. Medido el rombo de las celdillas de las abejas, encontraron constantes 'is ngulos, y el agudo era de 70 o 32'. I El animalito se equivocaba en la insignificante cifra de dos minutos !' grado! Pero al poco tiempo naufraga un barco en el litoral francs; el accidente '' debi a un error en la apreciacin de la longitud. Piden responsabilidades al capitn, que tranquilamente presenta sus clculos, bien hechos. Des1 a icntacin. La causa haba que buscarla en otra parte. En una palabra, repasadas y estudiadas las operaciones, encontraron una 11 ata en la tabla de logaritmos, que marc su impronta en el clculo de la laigitud. Corregido dicho error, Knig volvi sobre el problema propuesto por 'V.iumur, que dio para el ngulo agudo del rombo de la base 70 o 32'. Se equivocaron los sabios matemticos, pero la abeja no se equivocaba 1 (instruye una celdilla tal, que con el menor gasto de cera admite la ma"i' cantidad de miel.

26c)

P.I.

DIOS UNO Un pez es ms complicado,

S.l C.3.

DEMOSTRACIN DE LA EXISTENCIA DE DIOS

2?

CORDONES LUMINOSOS Y GIROSCOPIOS.

ms gil y ms seguro que un submarino; como una mosca ms que un avin. De un submarino o de un avin conoce el tcnico todas las piezas, una por una; de un pez o de una mosca lo ignoramos todo. Quin comprende, por ejemplo, la estructura y mecanismo de esos cordones luminosos que, con admirable finalidad, poseen algunas especies de fisstomos que viven a tres mil metros bajo la superficie del agua? Y esos giroscopios, con centenares de vueltas por segundo que posee una mosca bajo sus alas y que le permiten aterrizar, en posicin inversa, sobre la punta de un alfiler?d) E L RADAR DE LOS QUIRPTEROS. Hay quirpteros que, sin vista

por haber sido privados de los ojos, y entre una malla bien compacta de alambres, vuelan sin tropezar en ninguno. Es decir, que mucho antes de que el hombre inventara el radar, estos animalitos ya saban manejar perfectamente el radar, porque cada uno es un radar viviente. e) E L LABORATORIO DE LAS AVES. La clara y yema de gallina apenas se distingue de la clara y yema de pato. Perfectamente encerradas en un cascarn de carbonato de calcio, no hay ms que someterlas, durante unas semanas, al calor. Y dos sustancias aparentemente iguales dan dos animalitos tan distintos como un pollo y un pato. Y aquella clara y aquella yema se convierten en carne, hueso, sangre... en epidermis que defiende, en ojos que ven, en corazn que palpita, en sistema nervioso que siente... La industria humana, no a ciegas, sino valindose del entendimiento y de otras facultades, ide mquinas, busc materias primas, aplic la tcnica moderna y as lleg a producir clara y yema para hacer tortilla o crema; pero de ningn modo para sacar pollos ni patos. As podramos seguir; pero los casos son incontables. 3. L o que no hacen las fuerzas inconscientes. Si todos estos seres trabajan a ciegas, es decir, sin intervencin de ningn entendimiento, como quieren los materialistas; si la nica causa de estos fenmenos tan sorprendentes son las fuerzas ciegas e inconscientes de la naturaleza, llmense crustceos, quirpteros, tomos o como se quiera; entonces hay que admitir que estos agentes irracionales, sin saber lo que hacen, por casualidad y desde el principio del mundo se adelantan en ingenio, facilidad, exactitud y xito a la ciencia y a la industria humana del siglo xx. 3. L o que haran las fuerzas inconscientes. Pero veamos en qu paran esas fuerzas naturales cuando ocasionalmente funcionan al margen de sus condiciones instintivas ordinarias. Cultivadas las clulas epiteliales durante algn tiempo y separadas del animal a que pertenecen, se colocan en forma de mosaico, como para cubrir una superficie. Y, sin embargo, falta la superficie que hay que cubrir. Los leucocitos, recluidos en los frascos de un laboratorio, devoran furiosamente microbios y glbulos rojos, aunque entonces no haya organismo que defender contra los microbios. Aun los animales de instinto ms asombroso ignoran por completo la correlacin de los medios con el fin. S hacemos un agujero en el piso de la celdilla de una abeja, el himenptero, tan hbil para labores ms difciles, no se cuida de taparlo con cera; y por all se le va toda la miel. La araa, encerrada en una caja de vidrio, teje su red tan maravillosa como intilmente; porque en la caja no hay moscas que cazar con la red.

La gallina, aun sobre roca viva, escarba como si fuera a encontrar algo a'l. El turn corta las alas al pjaro para que no se le escape; pero si el pjaro est muerto, se las corta tambin. El castor, en cautividad, aunque tenga un lecho bien mullido, recoge pajas y astillas para hacerlo como cuando viva libre en las riberas del ro. El oso, cuando tiene hambre, saquea las colmenas silvestres y rompe los panales para saborear con fruicin la miel. Le importa un ardite el enjambre que se le posa en el lomo, pues su fuerte piel lo defiende del aguijn. Pero a veces, alguna abeja entra en su odo y all le pica. El oso enloquece de dolor y corre desesperado dando gruidos, sin que se le ocurra jams la solucin fcil de taparse con tierra o con hojas las orejas. Y en las mismas condiciones as se comportan todos los individuos de la especie. No se gobiernan por su inteligencia, que no la tienen, sino por su instinto, que, a pesar de ser misterioso y admirable y de estar muy por encima de las fuerzas puramente materiales, produce los efectos tan disparatados que acabamos de describir cuando se le desva de su ciego mecanismo normal. En qu hubiera parado el mundo regido por fuerzas ciegas e incons icntes! 4. Si lo normal fuera el desorden. Si en vez del orden que coni'inplamos viramos todo lo contrario: el desorden y lo inopinado. Si al ti1 .ir piedras unas cayeran y otras no. Si el mar entrara y saliera por la costa y subiera y bajara por las monuas, al azar. Si las estrellas aparecieran cada da por un sitio distinto y el sol saliera > nando menos se esperara, o no apareciera. Si de los cocoteros brotaran unas veces cocos y otras toronjas o pinas. Y los animales nacieran lo mismo con una que con dos cabezas o con ninguna... En una palabra, si los efectos fueran siempre anrquicos, casuales, como '; la carta que un jugador saca a ciegas en una baraja o el premio mayor d 1 1 padre, y el Dios de Isaac; la tierra sobre la cual ests acostado te la dar 1 1 li y a tu descendencia (Gen 28,12-13). Dios le dijo (a Moiss): No te acerques. Quita las sandalias de tus res, que el lugar en que ests es tierra santa, y aadi: Yo soy el Dios deI mi padres, el D i o s d e A b r a h a m , el D i o s d e Isaac, el D i o s d e J a c o b . M o i s s .' cubri el rostro, p u e s t e m a m i r a r a Dios (Ex 3,5-6). Moiss dijo a D i o s : P e r o si voy a los hijos d e Israel y les digo: E l D i o s

humana partiendo de las cosas creadas; porque lo invisible de El, se ve, partiendo de la creacin del mundo, entendido por medio de lo que ha sido h