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Antonello di εessina, “Joven”, Palazzo Abatelli (Palermo) PÁNFILA DE EPIDAURO* MINERVA ALGANZA ROLDÁN Universidad de Granada *Publicado en A. Pociña Pérez y J. Mª García González (eds.), En Grecia y Roma, III. Mujeres reales y ficticias, Granada: Editorial Universidad de Granada, 2009, 11-35.

Roldan Panfila

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  • Antonello di essina, Joven, Palazzo Abatelli (Palermo)

    PNFILA DE EPIDAURO*

    MINERVA ALGANZA ROLDN Universidad de Granada

    *Publicado en A. Pocia Prez y J. M Garca Gonzlez (eds.), En Grecia y Roma, III. Mujeres reales y ficticias, Granada: Editorial Universidad de Granada, 2009, 11-35.

  • I. HISTORIADORAS GRIEGAS: CUESTIN DE GNERO

    El silencio adorna a las mujeres, sentenciaba Aristteles con una cita potica (Poltica I 1260 = Sfocles, Ayax 291). Y puesto que su virtud exiga no dar que hablar, ni bien ni mal, a los varones (Tucdides II 45), no resulta extraa la penuria de noticias sobre literatas y artistas de la Antigedad. As, en el canon de ms de tres mil escritores griegos y latinos un centenar escaso tiene nombre de mujer, con predominio de las poetas frente a las prosistas, siendo an ms raras las historiadoras (Plant 2001: 243-249). La historiografa, en efecto, por su objeto, mtodo y fines se consideraba un gnero grave y viril, ajeno tanto a la naturaleza y el carcter femeninos, como a su experiencia vital: mal podran tratar de asambleas y batallas quienes por su sexo estaban excluidas de ellas. Adems, inmersos en los mbitos masculinos de la palabra y la accin polticas, los historiadores griegos apenas se hicieron eco de los hechos y dichos de las mujeres, aunque s de sus sufrimientos y excesos, esos gritos y desafueros tan propios del pthos trgico que, segn Polibio, terminaban por contagiar de teatralidad a la historia, asemejndola al mito (Alganza 1990). Aun as, podemos ofrecer un elenco de historiadoras griegas (Cagnazzi 1991): la annima hija de Tucdides que termin el libro octavo; Nicobule, citada dos veces por Ateneo a propsito de Alejandro; Aristodama de Esmirna y Aristomaque de

  • Eritras, historiadoras en verso del s. III a. C. sin obra conservada, como tampoco el compendio escrito seis siglos despus por Zenobia, reina de los nabateos; y en el s. XII Ana Comnena escribi los 15 libros de la Alexiada. A comienzos de nuestra era cabra intercalar a Pnfila, polgrafa de variados intereses, calificada en los testimonios ya de erudita (: TEXTO 1), ya de filsofa e historiadora ( : TEXTO 2). Entre las obras citadas en el lxico Suda (TEXTO 1), destacan los Comentarios histricos ( ), reseados por Focio, patriarca de Constantinopla (TEXTO 5), con diez fragmentos transmitidos Digenes Laercio y Aulo Gelio (TEXTOS 11-20). Mller incluy a Pnfila en los Fragmenta Historicorum Graecorum (FHG 1883: 520-522), no as Jacoby, quien slo incorpora a Nicobule (FGrHist 127) y las noticias sobre Aristodama (FGrHist 483) y Zenobia (FGrHist 626). Nicobule y Pnfila conforman, en fin, los Frammenti di storiche greche de Silvana Cagnazzi (1997).

    Sin embargo, antes que el gnero literario, habra que dilucidar la atribucin misma de la obra, porque, al igual que varias integrantes de este exiguo corpus de historiadoras, Pnfila es una escritora bajo sospecha (De Martino 1991: 36-41). En efecto, A. Marcelino (Vida de Tucdides, 43) duda que existiese la hija de Tucdides, Ateneo (Deipnosofistas X 434 c) insina que Nicobule era el pseudnimo de un hombre, y en la misma lnea algunos crticos del XIX y el XX adjudican a varones los poemas de Melisa y Melimno, y las alegoras homricas de Agalis de Corcira. Entre las escritoras apcrifas de la moderna filologa se halla la emperatriz Eudocia Macrembolitisa (1006-1067), en cuya miscelnea de mitologa y biografas de personajes de la Antigedad aparece Pnfila. Siguiendo probablemente a Hesiquio (Regenbogen 1949: col 3), tanto Eudocia o el varn emboscado bajo su nombre (TEXTO 2), como la Suda (TEXTO 1) sealan que mientras para el musiclogo Dionisio las obras eran de su padre Soteridas, otros las adjudicaban al marido, Socratidas. La Suda insiste en la incertidumbre sobre el autor de los tratados histricos y los Comentarios cuando, bajo la advocacin comn de Soteridas, trata primero del cnyuge y luego del padre (TEXTOS 3 y 4). Ahora bien, el silencio de Focio al respecto probara su incredulidad ante tales rumores y, por el contrario, su alta estima por la erudita (TEXTO 5). El patriarca ya haba mencionado el resumen de los Eptomes realizado por Sprato de Apamea en el s. III (TEXTO 6) y Esteban de Bizancio, por su parte, cita un compendio anterior de otro sofista, Favorito de

  • Arls (TEXTO 7), lo cual abre interrogantes respecto al papel de estos tempranos eptomes en la transmisin y a la derivacin directa o interpuesta de los fragmentos.

    Las monografas sobre Pnfila se limitan al artculo enciclopdico de Regenbogen y la reciente edicin de Cagnazzi con un amplio comentario de los fragmentos. En este ensayo se aborda el estudio de la autora y su obra desde una perspectiva filolgica abierta a la triple configuracin histrica, antropolgica y literaria de los textos (Alganza 1990: 56-57). As pues, partiendo del texto, atenderemos a los contextos donde se genera y cobra sentido, para intentar iluminar los problemas de autora, transmisin y gnero literario desde nuevos enfoques. Se ofrece, adems, una revisin crtica del corpus de Testimonios y Fragmentos. Ajustndonos a las normas establecidas por los editores de este volumen, publicamos los resultados de nuestra participacin en el Proyecto En Grecia y Roma: mujeres filsofas (VI a. C.- VI d. C.), BFF2002-0319.

    II. LA SABIA PNFILA: ESPOSA E HIJA DE ERUDITOS

    Focio (TEXTO 5) sincroniza el cenit de Pnfila con el de Nern (54-68), lo que permite fechar su nacimiento en el primer cuarto del siglo I, no as asegurar, como Cagnazzi (1997: 37), que residiese en Roma, al socaire del favor imperial hacia la cultura y los intelectuales griegos. Por otra parte, tanto para Pnfila (TEXTO 1) como para su marido y su padre (TEXTOS 3 y 4) la Suda usa el gentilicio epidaurio, en referencia mejor a la localidad de la Arglide sede del santuario de Asclepio que a la laconia Epidauro Limera, puerto citado por Claudio Tolomeo en la actual Monembasa. Pero Focio, quien verosmilmente se basa en indicaciones de la misma autora, afirma que era de nacin egipcia (TEXTO 5). Para conciliar ambas noticias, se supone el traslado de la familia desde Egipto a la Grecia continental (Regenbogen 1949: col. 312). Sin embargo, bien podra haber sucedido a la inversa, ya que a inicios de nuestra era el Pas del Nilo segua atrayendo a gentes de etnias y ocupaciones variadas, entre ellas hombres letrados, como fueron el padre y el esposo de Pnfila (TEXTOS 3; 4).

    Las relaciones entre Grecia y Egipto, la cuna segn Herdoto y Platn de todas las ciencias, sufren una inflexin a partir del 332 a.C., cuando Alejandro fue proclamado en Siwa hijo de Amn, el ttulo de los faraones. A su muerte,

  • Ptolomeo Lago inaugura un dominio dinstico sobre el territorio que se extingue con Cleopatra. Griegos y romanos se aduearon poltica y militarmente del pas, explotaron sus riquezas y conformaron una clase dirigente celosa por preservar su lengua y su identidad cultural. Los retratos al encausto sobre momias de Al Fayum (ss. I-III) evidencian la aculturacin de determinadas capas indgenas, pero tambin de numerosos grecorromanos, que adoptaron los usos funerarios egipcios y con ellos sus creencias sobre el ms all. No obstante, pese al sincretismo religioso y la epigrafa bilinge o trilinge, la mezcla de razas y culturas fue slo moderada (Marrou 1970: 311-324). Las elites indgenas para acceder a la poltica, el ejrcito o el comercio, aprendan la lengua de sus gobernantes, mientras que el campesinado, atado a la tierra y a su lengua materna, deba servirse de escribas e intrpretes. Aparte de militares, colonos y burcratas se asentaron numerosos intelectuales, especialmente en Alejandra, el principal foco de irradiacin del helenismo. A lo largo de los siglos, esta gran metrpoli cultural conoci momentos de crisis, pero tambin de esplendor, uno de los cuales coincide con el cambio de eras (Marrou 1970: 261-262). Soteridas, pues, podra haber emigrado entonces a Alejandra, donde probablemente naci Pnfila y se concertara su matrimonio (TEXTO 5). Por lo dems, en el Egipto helenstico-romano exista un microclima especialmente favorable para que brotaran flores raras, mujeres como esta Pnfila docta y amante del saber.

    Aunque las profundas transformaciones de la Grecia posterior a Alejandro repercutieron en la situacin de las mujeres, en lo fundamental se mantuvo vigente el patriarcado que las confinaban en el okos, sometidas a la tutela perpetua de un varn (Vatin 1970; Pomeroy 1987: 141 ss.). Con todo, su creciente presencia literaria y figurativa, frente a la parquedad documental de periodos anteriores, indicara un mayor peso en la vida social. De hecho, no slo conocemos los nombres y rostros de mujeres poderosas, sino tambin de mdicos, jornaleras agrcolas y artesanas (Vatin 1970: 261-270; Rowlandson 1998: 218-279). En Egipto los contratos de compraventa y matrimoniales ilustran la menor autonoma de las griegas constreidas por las costumbres patrias respecto a las autctonas, que, por ejemplo, no necesitaban de tutor en contratos, prstamos o manumisiones de esclavos. Las reformas del derecho civil entre los siglos I-II d. C. favorecieron la emancipacin de las romanas, permitindoles un mayor control sobre su patrimonio

  • y la acumulacin de riquezas personales. En general, las leyes egipcias y romanas tendieron a debilitar el control del padre en el matrimonio de sus hijas (Pomeroy 1987: 171-228; Rowlandson 1998: 312-335).

    Para nuestro asunto tiene especial relevancia el contexto educativo (Cavallo 1991; Rowlandson 1998: 299-312; Cribiore 2001: 74-102). Entre las momias de Al Fayum goza de notoriedad una muchacha, de alta cuna segn la calidad de sus vendajes, cuyo retrato lleva la inscripcin Hermone grammatik(FIG. 1), ttulo que podra identificar a una profesora de gramtica o slo aludir a su esmerada educacin a la griega, signo de pertenencia a una aristocracia social y cultural.

    Figura 1: Hermone grammatik, Girton College, Cambridge University

    (www.cambridgenetwork.co.uk )

    De hecho, mientras el porcentaje de hombres alfabetizados variaba en funcin del espacio, el tiempo y la clase social, el analfabetismo femenino fue casi la norma, incluso en los periodos helenstico y romano, pese a las representaciones de mujeres con tiles de lectura y escritura. Del medio centenar de vasos con este tipo de escenas, destaca la copa del Museo de Atenas (460 a.C.) donde una joven sentada toma la leccin a su pequeo discpulo (FIG. 2).

  • Figura 2: Copa de figuras negras (ca. 460 a. C.), Museo Arqueolgico de Atenas (Cribiore 2001: 32)

    En poca romana, un motivo similar decora una tumba de Cirene y mujeres sujetando rollos no son raras en el arte funerario, lo que denotara el prestigio de la instruccin femenina entre las clases altas. Ahora bien, aunque en varios papiros egipcios de los siglos I-IV d. C. se mencionan seoras maestras, slo en cinco contratos se dice que la mujer conoce las letras. Por tanto, en el Egipto de Pnfila dominaran la lectura y la escritura una minora de mujeres de clase alta y habitantes de las grandes ciudades helnicas como Alejandra y Hermpolis; para el resto, hay que suponer diferentes grados de analfabetismo funcional y, en un caso lmite pero habitual en zonas rurales y entre la poblacin autctona, el desconocimiento incluso del griego. Sobre la escolarizacin de las nias, las fuentes muestran situaciones variables: en poca clsica, no lo estaban en absoluto, pero siglos ms tarde una inscripcin de Cos establece la educacin gratuita de nios y nias; en Prgamo se organizaban para ellas concursos de recitacin, memoria, lectura y caligrafa, y en el Egipto romano proliferan las terracotas de nias en la escuela. En particular, resultan ilustrativas dos cartas de poca de Trajano halladas en Hermpolis en el archivo de Apolonio, un estratego y terrateniente de origen griego (TEXTO 8). Los remitentes, preocupados por los progresos de Heraido, la hijita de

  • Apolonio, le solicitan que atienda las necesidades del maestro y de la escuela, entre otras un libro para que Heraido lea.

    Aparte de Hermone, estos testimonios se refieren a una instruccin bsica: en el nivel superior el estudio de la retrica y la filosofa la presencia femenina sera an ms selecta. Excluidas del arte de la palabra, las filsofas sin ser muy comunes, tampoco resultan excepcionales (Marrou 1970: 253). En la Grecia clsica, adems de Aspasia y Diotima, conocemos a Lastenia y Axitea, discpulas de Platn, el primer filsofo que defini el papel cvico de la mujer y se ocup de su educacin. Aristteles, por su parte, prescribe educar a las madres de los futuros ciudadanos acorde con la organizacin poltica (Poltica I, 5, 1260 b), mientras que en la escuelas helensticas las disquisiciones en torno a la virtud femenina y la paidea se insertan en el debate general sobre el matrimonio (Vatin 1970: 17-56). En el jardn de Epicuro, donde concurran libres y esclavos, hombres y mujeres, la hetera Leoncio escribi, quiz en colaboracin con el maestro, un tratado contra Teofrasto. Las restantes filsofas parecen seguir la tradicin familiar: as, Tano y las dems pitagricas, la cnica Hiparquia, o Aret, hija y sucesora de Aristipo en la escuela en Cirene (De Martino 1991 57-59, 70-72). De hecho, todas las mujeres sabias de la Alejandra helenstica y romana las gramticas Agalis, Hestiea y Dem, las filsofas Hipatia y Edesia, y nuestra Pnfila son parientes de filsofos o rtores, y gracias a ello pueden acceder a campos del saber exclusivos de los varones, sin arriesgar su honestidad y reputacin.

    Se comprende, por tanto, que Pnfila abriese los Comentarios declarndose casada y su insistencia en la simbiosis con un marido que en los trece aos de matrimonio no la dej ni un da ni una hora. Durante este tiempo sigue citando Focio no slo fue instruida por l, sino que tuvo la oportunidad de atender a sus conversaciones con otros eruditos y hombres de cultura que lo frecuentaban. Tales enseanzas, aderezadas con sus lecturas en la biblioteca familiar, aportaron los materiales para los Comentarios (TEXTO 5). Pues bien, para esta sntesis de pedagoga y afecto marital encontramos un paralelo revelador en las relaciones de Plutarco con su esposa Timxena. El gran helenista del s. II consideraba el matrimonio como el estado ideal del sabio, distancindose as tanto del eros pederstico de Platn, como del rechazo de cnicos y cireneos, o la aceptacin como mal menor de Epicuro y Polibio (Vatin 1970: 29-40.; Alganza 1990: 66-71). Para

  • Crisipo, en cambio, casarse era un deber moral y otro estoico, Antpatro de Tarso, escribi en el s. III a. C. un tratado Sobre el matrimonio, cuya influencia se detecta en el pasaje de los Preceptos matrimoniales de Plutarco (TEXTO 9) sobre la fusin de los cnyuges en una comunidad de cuerpos, bienes y afectos, idea ya defendida por un coetneo de Pnfila, Musonio (Estobeo 67, 20 ss.). Tal relacin exige que el marido se haga cargo de la educacin de la esposa, segn se advierte a Poliano y Eurdice, los recin casados destinatarios de los Preceptos (TEXTO 10).

    Plutarco aconseja al joven perseverar en la filosofa junto a los sabios, para luego recolectar y compartir las enseanzas ms tiles con su esposa, como las abejas, smil que evoca el pasaje de la Teogona (vv. 594-601) donde el matrimonio convierte a los varones en abejas afanadas por alimentar a znganos. La misoginia de Hesodo, incompatible con el contexto, se atena mediante la alusin explcita a un prestigioso paradigma de afecto marital: la despedida de Hctor y Andrmana. Plutarco parafrasea a Homero para glosar la fuerza del vnculo que hace del esposo padre, madre y hermano (Ilada, VI 429-430), y aade que tambin gua, filsofo y maestro, recomendando, por ejemplo, estudiar geometra y leer a Platn y Jenofonte, a modo de antdotos contra extravagancias como el baile y la magia. Pero adems de abeja que liba cosas bellas y honestas, el filsofo casado debe ser un sembrador, y no slo de vientres como el pasaje aludido de la Teogona, sino tambin de almas a la manera socrtica (Fedro 276e-277a). Pues estas semillas de discursos e ideas provechosas evitan las locuras y maldades que se engendraran en las mentes femeninas si se las dejase a su libre albedro, cual molas en la matriz (Aristteles, HA X 638a; GA IV 7, 775b). La insistencia de Plutarco contra lo extravagante () demuestra que esta pedagoga conyugal pretende proteger a las fminas de sus inclinaciones naturales, asunto quiz desarrollado en el opsculo Por qu hay que educar a la mujer, conocido por unos pocos fragmentos.

    Por otra parte, en la exhortacin a Eurdice (TEXTO 10) Plutarco precisa los contenidos fundamentales de la paideia de estas hijas y esposas de filsofos: familiarizarse con las sentencias de los sabios, teniendo siempre en la boca las aprendidas de soltera entre nosotros. Tales mximas, objeto de memorizacin y comentario en la propedutica de las escuelas filosficas (Marrou 1970: 195 ss.), se ensalzan aqu como atavos preferibles a las perlas y las sedas, idea que remite al tratado acerca de lujos y oropeles de Timoxena (145 a). En efecto, Plutarco invoca a

  • Eurdice los adornos sin gasto de Tano, Cleobulina, Gorgo, Timoclea, Claudia y Cornelia, protagonistas con otras de las Mximas de espartanas y de Sobre las virtudes de las mujeres, opsculo ste que comienza, significativamente, reivindicando la memoria de las hazaas femeninas frente al silencio de Tucdides (Mulierum virtutes 242 e). En conclusin, segn los Preceptos matrimoniales, las joyas de la esposa son la educacin y la cultura, base de una vida honesta y feliz, esos frutos de las Musas que coronan a las rosas de Pieria, el arte potico de que presuma Safo.

    Esta perfecta casada podra coincidir con el ideal de los eruditos, quiz afectos al estoicismo, entre los que se forj como mujer y escritora Pnfila, pero tambin con la imagen en que ella misma se reconoca, bien distinta de esas sabiondas satirizadas por Juvenal (VI 434-456) a cuento de su aficin por la retrica y las discusiones gramaticales. Por ello, con modestia, resaltaba la tutela del marido, maestro, y padre pues la despos en la niez (TEXTO 5), y la simbiosis conyugal donde desarroll su erudicin. Focio no menciona su nombre, mientras que la Suda vacila entre Socratidas (TEXTO 1) y Soteridas como el suegro (TEXTO 2), problema filolgico expuesto por Regenbogen (1949: cols. 310-312). Hay que subrayar la filiacin unnime de Pnfila como hija de Soteridas (TEXTOS 1; 2; 4; 6), identificado con un historiador y rtor homnimo, activo en poca de Nern. Parece, pues, que ms all de confusiones onomsticas, el esposo y el padre compartan profesin, y quiz las reuniones de sabios y hombres cultos en casa de Pnfila (TEXTO 5) formaran parte de las actividades de una escuela.

    Es ms, tanto la produccin del marido la Ortografa o los comentarios de Homero, Eurpides y Menandro, como los variados eptomes de la esposa (TEXTOS 3 y 1) podran tener fines pedaggicos: de hecho, el texto de la Suda indica que el mismo atribuy o encarg a Pnfila las obras de historia ( , TEXTO 3). A la muerte de Socratidas, la viuda veinteaera emprendi la composicin de los Comentarios (TEXTO 5), en nuestra opinin bajo la supervisin paterna, una hiptesis factible si, como Mller (1834: 520), admitimos la tradicin manuscrita ( ) (TEXTO 4), desestimando enmiendas afectas a esa perplejidad ante la escritora manifestada por Dionisio en el siglo II y difundida por los lexicgrafos bizantinos. En el transcurso de la redaccin de esta obra se habran gestado otras, algunas de ellas elaboradas en equipo y suscritas bien por Socratidas, bien por Soteridas. A favor de de este taller familiar de erudicin donde Pnfila desempeara labores subalternas, cabe citar el paralelo

  • de otra sabia alejandrina, Hipatia, varios de cuyos tratados llevaban la firma de su padre.

    De la persistencia secular del modelo de buena hija y mejor esposa, espejo de Pnfila, da testimonio Ana Comnena. En el Prlogo de la Alexiada explica como la muerte de su marido, el bello y culto Nicforo, la oblig a asumir la tarea que l dej inconclusa -escribir la historia de la dinasta del suegro Alejo I-, impulsada, sobre todo, por el amor filial, para que las hazaas de mi padre no se difuminen en la posteridad (Alexiada I 1.3).

    III. PNFILA, HISTORIADORA DE LA FILOSOFA

    A travs de Focio (TEXTO 5) conocemos la actividad intelectual de Pnfila en este medio familiar y escolstico: aprender escuchando a los varones y leyendo en la biblioteca, y escribir. Labores calladas, que acreditan la vigencia del axioma aristotlico sobre la virtud femenina del silencio, por encima de la evolucin de ideas e instituciones. En efecto, si las declamaciones y controversias retricas son intrnsecas a la paideia masculina, la lectura silenciosa es la norma entre las mujeres alfabetizadas de la poca, tan aficionadas a las novelas y otros gneros de la literatura fantstica, y las doctae puellae de la poesa elegaca (Cavallo 1995: 520-522). Por su sexo, la docencia estara vedada a Pnfila, pero no la escritura, palabra muda segn Platn (Fedro, 275 d). As, aparte de los Comentarios histricos, escribi numerosos eptomes de libros ajenos (TEXTOS 1 y 2), los cuales, dado el carcter miscelneo de la obra principal (TEXTO 5), se han interpretado ya como trabajos preparatorios (Regenbogen 1949: col 313), ya como desglose de los contenidos (De Martino 1991: 37-38). Sin embargo, no slo se citan de manera independiente, sino que podran estar organizados en libros (TEXTO 6). La Suda y Eudocia dan tres ttulos ligados a tpicos de la retrica y la filosofa: Eptome de Ctesias, Sobre controversias y Sobre artes amatorias.

    Respecto al primero, la noticia de un escrito a Soteridas Sobre la malicia de Ctesias (Regenbogen: col. 311), permite aventurar que Pnfila realizara un resumen en tres libros de este historiador, bien para la escuela o en relacin con algn tratado de su padre sobre Ctesias, paradigma de falsario en los debates historiogrficos. Lo mismo valdra para Sobre controversias, en el mbito de los

  • ejercicios retricos. En cambio, a priori resulta extrao que una casada escribiese Sobre artes amatorias ( ) (Regenbogen 1949: col. 313; Cagnazzi 1997: 37); pero no tanto, si en vez de relacionar el opsculo con la pornografa de Filnide y otras cortesanas reales o ficticias (Lefkowitz B Fant 1982: 159; 160 n. 2), atendemos a la sentimentalidad de la literatura coetnea y a la revalorizacin filosfica del amor conyugal, en la lnea de Musonio y Plutarco. No en vano, los Preceptos matrimoniales se abren rogando a las Musas que asistan a Afrodita, y se cierran con una exhortacin a compaginar las rosas con los frutos, el placer y la

    reproduccin (TEXTO 10). En el mismo sentido, Tano, esposa de Pitgoras, aconsejaba despojarse del pudor al acostarse con el marido y revestrselo al levantarse (Digenes Laercio VIII, 43). En consecuencia, Pnfila podra haber elaborado un compendio sobre erotismo en sentido amplio, sin riesgo para su virtud, destinado a debates escolsticos o a la lectura para mujeres. As, De Martino (1991: 37) apunta el carcter femenino del libro II de Sprato, donde su resumen de Pnfila concurra con los correspondientes a un escrito sobre mujeres ilustres, las mximas ad hoc de Digenes y un volumen de Safo (TEXTO 6).

    El testimonio de Sprato suscita el problema de la transmisin, ampliamente tratado por Regenbogen (1949: cols. 318 ss.). Al respecto, cabra preguntarse, primero, si Sprato utiliz los libros I-X de los Eptomes mismos o bien el eptome de aqullos y/o de los Comentarios, realizado por Favorino en, al menos, cuatro libros (TEXTO 7). En segundo lugar, segn la Suda y el Violarium (TEXTOS 1; 2) los Comentarios tenan 33 libros, pero Focio en el s. IX maneja ocho (TEXTO 5), lo que indicara prdida de parte del original, una abreviacin o, mejor, que los 33 libros estaban agrupado en ocho volmenes (). Finalmente, las diez citas de los Comentarios en Gelio y Digenes Laercio podran ser directas o intermediadas por el eptome de Favorino (s. II). Esta problemtica, difcilmente resoluble, se complica si nos cuestionamos, adems, el valor en la Antigedad de los trminos eptome y cita. Ello implica no slo que nuestras fuentes, u otros autores, podran haber utilizado a Pnfila -de primera o segunda mano- sin anotarlo, sino que afectara a la extensin de los fragmentos en las ediciones modernas. As, frente a Mller, Cagnazzi (1997: 46-47) recorta un fragmento y ampla otros dos, planteando sus dudas acerca del alcance de los nmeros 2 y 10. Por nuestra parte, hemos alargado los fragmentos sexto sobre Scrates y dcimo sobre Menandro,

  • mejorando su contextualizacin al cerrar el asunto ilustrado con la cita (TEXTOS 16 y 20). Es ms, quiz todo el pasaje de Laercio sobre la atribucin a Cleobulo o a su hija Cleobulina de las famosas adivinanzas (I 89-91) provenga de Pnfila y no slo el acertijo que se asigna al sabio invocando su autoridad (TEXTO 14).

    Las fuentes concuerdan en el ttulo de la obra mayor: Hypomnmata ()- en latn Commentarii, de donde Comentarios-, histricos e histrico-miscelneos segn la Suda y Focio respectivamente (TEXTOS 1 y 5). Por su etimologa, Hypomnmata/Commentarii son recuerdos y recordatorios, lo que cuadra bien con el mtodo de Pnfila, quien de una serie de conversaciones y lecturas recogi cuanto le pareci digno de mencin y de recuerdo (TEXTO 5). En sus usos especializados, califican a una gran variedad de escritos, de carcter ya administrativo actas notariales, protocolos o decretos, ya literario-erudito, desde notas y glosas gramaticales, a resmenes escolsticos y exgesis alegricas (Montanari 1998). En la historiografa, designan las efemrides y memorias de generales y emperadores entre otros, Ptolomeo Lago y Julio Csar, y una contempornea de Pnfila, Agripinilla, la madre de Nern (Tcito Anales IV 53), pero tambin historias generales, por ejemplo, la perdida de Estrabn, respecto a la cual dice su autor: Comentarios histricos ( ) tiles para la filosofa tica y poltica (...), memoria de los hombres ilustres (Geografa, I 1. 23), declaracin programtica, inspirada en Polibio, que enfatiza el carcter ejemplar de los protagonistas de la historia, en la lnea de Diodoro de Sicilia y las biografas de Plutarco.

    Tanto Estrabn como Pnfila, pues, escribieron memorables, pero si atendemos al contenido de los fragmentos, convendra plantearse en qu sentido los Comentarios de la erudita eran histricos. En efecto, excepto los transmitidos por Gelio el sptimo sobre la cronologa de Helnico, Herdoto y Tucdides, y el noveno con la ancdota del joven Alcibades que rechaza el auls, provenientes de los libros once y veintinueve, respectivamente (TEXTOS 17 y 19), el resto versa sobre filsofos. Los cinco primeros fragmentos refieren noticias, ancdotas y dichos de algunos de los Siete Sabios -en concreto, Tales, Quiln, Ptaco, Cleobulo y Periandro-, materia que, segn las indicaciones de Laercio, abarcara los libros I-VI de los Comentarios (TEXTOS 11-15), mientras que al libro sptimo remite el anecdotario sobre Scrates (TEXTO 16= F 6), al octavo la referencia a Platn

  • (TEXTO 17= F 7) y, en fin, al treinta la semblanza de Teofrasto (TEXTO 20 = F 10). De acuerdo con lo anterior, se podra reconstruir una secuencia correlativa entre los libros y la sucesin de los filsofos desde el arcasmo hasta, al menos, la poca clsica es decir, una historia de la filosofa. Ahora bien, ello presupone un tratamiento selectivo de biografa y contenidos doctrinales, lo que, segn Digenes Laercio iniciaron Jenofonte, el primero en coger notas de las palabras del filsofo (Scrates), que entreg a los hombres con el ttulo de memorables () (D. L. II 48), y Zenn, quien hizo lo propio con su maestro Crates (D.L. VII 4). De esta tradicin doxogrfica, presente en Teofrasto y la diatriba helenstica, quedan restos en Plutarco, Estobeo y los escritos filosficos atribuidos a Galeno (Marrou 1970: 254-255). A partir de lo conservado, cabe postular que Pnfila escribi un manual para la enseanza de la filosofa, donde la doctrina estara aderezada con ancdotas sobre la personalidad de los sabios, en la lnea de sus transmisores Gelio y Laercio (Plant 2004: 127).

    Una historia de la filosofa presupone, adems, tablas de correspondencias entre personajes y sucesos, como la Crnica de Apolodoro de Atenas (s. II a.C.), quiz manejada por nuestra erudita (Cagnazzi 1997: 45-46; 58; 83-86). El desajuste cronolgico que significa la aparicin de Alcibades en los libros sexto y noveno (TEXTOS 16 y 19), se debera al carcter miscelneo de los Comentarios, que su autora justificaba en el Proemio, afirmando que hubiera podido organizarlos por gneros, pero que consideraba ms placentera y agradable la mezcla y la variedad que la uniformidad (TEXTO 5). La historiadora, pues, yuxtapona noticias variopintas, dejando fluir a su arbitrio el caudal de la memoria tal como har Clemente de Alejandra un siglo despus (Strommata, VI 2.1), una opcin que Focio juzgaba til para la omnisciencia (), ese saber enciclopdico y edificante de raz estoica que tan bien se acomodaba a su ideal de helenismo cristiano. El patriarca especifica los componentes fundamentales de esta mezcolanza () informacin histrica, sentencias, diatriba retrica, teora filosfica y forma potica, lo que nos inclina a pensar en una compilacin menos miscelnea que, por ejemplo, la Varia Historia de Eliano, uno de los autores que se habra inspirado en Pnfila sin nombrarla, directamente o a travs de Favorino (Regenbogen 1949: 323-325). Por otra parte, muy probablemente no inclua material paradoxogrfico, ya que Focio no lo habra pasado por alto. En efecto, a propsito de

  • Ptolomeo Queno (cod. 190), an reconociendo su erudicin histrica ( ), critica la presencia de prodigios y absurdas interpretaciones de mitos. E igualmente, alaba la utilidad de la obra de Sprato para la omnisciencia, a pesar de que no est libre de fbulas, monstruos y asertos falsos o improbables (cod. 161).

    Segn Focio, el contenido miscelneo de los Comentarios se corresponda con una diccin variada, un rasgo tambin adjudicado a Sprato, pero que en el caso de Pnfila explica por la escasa reelaboracin de sus fuentes. En efecto, el bizantino duda que la emperatriz Eudocia Augusta (s. V), por ser mujer, fuera capaz de crear una obra tan perfecta como la parfrasis del Octateuco en hexmetros (cod. 183); no as respecto a Pnfila, tal vez porque su manera de escribir y de razonar le parecan genuinamente femeninas: Respecto al estilo (...), sobre todo en su pensamiento, cual parto de mujer ( ), es de gnero simple y su diccin no es ajena a este gnero (TEXTO 5). Ante tal juicio de valor poco cabe aadir, a no ser constatar el funcionamiento de la ideologa patriarcal, con su parafernalia de tpicos acerca de las obras de mujeres plasmada en el imaginario: los monstruos partenogenticos de la mitologa, las molas informes concebidas sin concurso de varn (TEXTO 7), o los higos del poema de Prxila de Sicin (PMG 747), trasmutados en los proverbiales pepinos de la bobera (CPG: Zen. Par IV 21). Pues bien, pese a su simpleza, la erudita Pnfila tiene el honor de ser la primera si no la nica historiadora de la filosofa de la Antigedad, y an despus.

    IV. APUNTES PARA UNA NUEVA EDICIN DE PNFILA EPIDAURIA

    De los TEXTOS que ilustran este ensayo, los numerados del 1 al 7 y del 11 al 20 conforman, respectivamente, los Testimonios y Fragmentos de Pnfila de Epidauro. Aun sin ofrecer el texto griego por razones editoriales, en nuestra traduccin la primera al espaol subyace una revisin crtica, que afecta tanto al corpus y la organizacin de los Testimonia, como a la extensin de varios fragmentos. Para ello, hemos confrontado las ediciones de Mller (FHG III 1883: 520-522) y Cagnazzi (1997: 31-112), y ambas con las de referencia para la escritora y su obra. Respecto a los fragmentos procedentes de Digenes Laercio, se han cotejado las ediciones de H. S. LONG (vol. 1, Oxford, Bibliotheca Oxoniensis 1964) y M. MARCOVICH (vol. I, Stuttgart B Leipzig, Teubner, 1999), valorando, adems, las notas textuales de la

  • traduccin dirigida por M.-O. GOULET-CAZ (Diogne Larce. Vies et doctrines des philosophes illustres, Paris, Librairie Gnrale Franaise, 1999). Nuestras innovaciones se resumen en lo siguiente:

    A) Testimonios: a los mencionados sin numerar en la Introduccin de Mller (FHG, 520), aadimos uno nuevo (T 7), de lo que resulta un total de siete, frente a los tres de Cagnazzi (1997: 105-112). Excepto en el T 4 adoptamos el texto de ediciones distintas a Mller. Esto es:

    - T1 (sin nmero Mller; T 2 Cagnazzi) = Suda, s. v. , ed. A. ADLER, Suidae Lexicon I 4, Stuttgart, 1967-1971 (1 ed. 1928-1938), P 139.

    - T 2 (s. n. Mller; T 3 Cagnazzi) = Eudocia, , ed. J. FLACH, Eudociae Augustae Violarium, Leipzig, 1880, 603, n 826.

    - T 3 (s. n. Mller) = Suda, s.v. (1), ed. A. ADLER, op. cit., S 875. - T 4 (s. n. Mller) = Suda, s.v. (2), codd., Mller, FHG

    III, 520: , ed. ADLER, op. cit., S 876. - T 5 (s. n. Mller; T 1 Cagnazzi) = Focio, Biblioteca cod. 175, ed. R. HENRY,

    Photius. Biblioteque (II), Paris, Les Belles Lettres, 1960, 170-171. - T 6 (s. n. Mller) = Focio, Biblioteca cod. 161, ed. R. HENRY, op. cit. (II),

    124.

    - T 7 = Esteban de Bizancio, Ethnica s.v. , ed. A. MEINEKE, Sthephan von Byzanz. thnica, Berlin, 1958 (1 ed. 1849), 547, 14.

    B) Fragmentos: en todos los casos mantenemos la numeracin de Mller y seguimos su texto en los fragmentos 1-4 y 7-9, lo que implica desestimar las propuestas de Cagnazzi para F 1 y F 2. Por el contrario, se acepta el recorte de esta editora en F 5. Por ltimo, ampliamos los fragmentos 6 (= D. L. II 24. 12-25) y 10 (= D.L. III 36. 8-37. 16), pasajes coincidentes en las ediciones de Long y Marcovich.

    Estas intervenciones se seala con asterisco (*) y acotaciones en la traduccin (Mller; Cagnazzi; Alganza).

  • TEXTOS

    [Nota: la traduccin de los Testimonios y Fragmentos de Pnfila responde a nuestra propia revisin crtica de los correspondientes textos griegos. Para el resto seguimos las ediciones citadas entre parntesis]

    1.- PNFILA DE EPIDAURO, T 1 * = Suda, s. v. : Pnfila, epidauria, sabia, hija de Soteridas, del que tambin se dice que eran las obras, segn Dionisio en el libro trigsimo de la Historia de la msica; pero segn han escrito otros, de Socratidas, su marido. Comentarios histricos en 33 libros. Eptome de Ctesias en 3 libros, eptomes no slo de historias, sino de otros libros muchsimos: Sobre controversias, Sobre artes amatorias, y sobre otros muchos temas.

    2.- PNFILA DE EPIDAURO, T 2 * = Eudocia, Pnfila, epidauria, filsofa e historiadora, hija de Soteridas. Escribi comentarios histricos en 33 libros, un eptome de Ctesias en 3 libros, eptomes no slo de historias, sino de otros libros muchsimos: Sobre controversias, Sobre artes amatorias y sobre otros muchos temas. Pero algunos, entre ellos Dionisio en el libro trigsimo de la Historia de la msica, atribuyen todo esto a su padre y segn otros, a Socratidas, su marido.

    3.- PNFILA DE EPIDAURO, T 3* = Suda, s.v. , 1: Soteridas, gramtico, marido de Pnfila, a la cual atribuy las historias. Escribi una Ortografa, Investigaciones homricas, Comentarios a Menandro, Sobre los versos, Sobre la comedia, A Eurpides.

    4.- PNFILA DE EPIDAURO, T 4 * = Suda, s.v. , 2 Soteridas, epidaurio, padre de Pnfila, cuyos Comentarios supervis (segn Dionisio en el libro trigsimo de la Historia de la msica), (3 libros).

    5.- PNFILA DE EPIDAURO, T 5 * = Focio, Biblioteca cod. 1 Se leyeron de Pnfila ocho volmenes de Comentarios histricos miscelneos. sta era casada, segn ella misma seala encabezando el prlogo de sus Comentarios; y que, habiendo convivido con su marido 13 aos desde su niez, dice que emprendi esta obra de recuerdos, y que puso por escrito lo que haba aprendido junto a su marido, ya que 13 aos sin interrupcin haba vivido con l y no la haba dejado ni un da ni una hora, y tambin lo que lleg a escuchar a algn otro de los que lo visitaban (pues

  • lo frecuentaban muchos con renombre y fama por su cultura), y adems cuanto de libros ella haba recopilado. Todo esto, lo que le pareci digno de mencin y de recuerdo, compuso en notas miscelneas y no cada cosa diferenciada segn su particular argumento, sino que las escribi como al azar y segn cada una vena, porque aun no teniendo dificultad afirma en organizarlas segn gnero, consideraba, sin embargo, ms placenteras y agradables la mezcla y la variedad que la uniformidad.

    La obra, por su parte, es til para la erudicin: pues cualquiera encontrara informacin no poco necesaria de carcter histrico, y adems algo de sentencias y diatriba retrica, de teora filosfica y forma potica, y cualquier cosa similar que se le ocurriera.

    Egipcia de nacimiento, Pnfila alcanz su cenit en el tiempo que Nern era emperador de los romanos. El estilo, segn es posible colegir a partir de los proemios y de otros pasajes donde dice algo personal, sobre todo en su pensamiento, cual siendo parto de mujer, es de gnero simple y en la diccin no ajeno a este gnero. Pero cuando habla mencionando a escritores anteriores, es ms variado que el suyo, y el relato no se compone segn una forma nica.

    6.- PNFILA DE EPIDAURO, T 6 * = Focio, Biblioteca cod. 161: Se leyeron los Resmenes variados del sofista Spatro, en doce libros, compilados de obras de diferentes historiadores y escritores () El libro segundo resume del libro primero al libro dcimo de los Eptomes de Pnfila, la hija de Soteridas (Mller), y de Artemn de Magnesia Sobre hechos famosos de mujeres, las Sentencias de Digenes el cnico, el libro octavo de Safo y otros varios escritores. Tal es el libro segundo de sus extractos (Alganza).

    7.- PNFILA DE EPIDAURO, T 7 * = Esteban de Bizancio, Ethnica s.v. : Ropeos: pueblo, del que hace mencin Favorito en el libro cuarto del Eptome de Pnfila (Alganza).

    8.- Dos cartas al estratego Apolonio: 1.- Papyri Giessen III, 80: Heraido te saluda y [] Helena y Tinutis, y su pap y todos los de la casa, y la madre de nuestra dulcsima Heraido. Los pichones y pajarillos, que no suelo comer, envalos al maestro de Heraido () Cuanto no com cuando estuve visitndote [], envalo al maestro de tu hija, para que ponga empeo en ella 2- Papyri Giessen III, 85 () La pequea Heraido te saluda y Helena, tu madre. Yo, Hermeo, igualmente te

  • saludo. Te ruego que [] al administrador a fin de que me procure lo necesario para la escuela, como un libro para que lea Heraido (ed. E. Kormann B P. M. Meyer, Leipzig-Berlin, 1912).

    9.- PLUTARCO, Preceptos del matrimonio 34 (Moralia 142 F-143 A) Es necesario que, tal como los fsicos dicen de los lquidos que la mezcla es de su integridad, as tambin que de los casados los cuerpos, los bienes, los amigos y los parientes se mezclen entre si (ed. R. Klaerr, Plutarque, Ouvres Morales, Tome II, Paris, Les Belles Lettres, 1985).

    10.- PLUTARCO, Preceptos del matrimonio 48 (Moralia 145 B-146): T, (s.e. Poliano), como ya ests en edad de practicar la filosofa, adorna tu carcter con razonamientos acompaados de demostraciones y deliberaciones, buscando y frecuentando a quienes puedan ayudarte. Respecto a tu mujer, reuniendo de todas partes lo provechoso, como las abejas, y portndolo t mismo en ti mismo, comprtelo y disctelo con ella, hacindole amigos y familiares los discursos mejores. Pues para ella Padre eres y venerable madre y hermano. Y no menos honroso es or decir a una esposa: Marido, t eres para m gua, filsofo y maestro de lo ms bello y divino. Tales enseanzas, principalmente, alejan a las mujeres de las extravagancias. En efecto, se avergonzar de andar bailando una mujer que estudia geometra y no aceptar hechizos de magia, si est hechizada con las palabras de Platn y con las de Jenofonte ()

    En efecto, se dice que ninguna mujer nunca ha engendrado un nio sin la participacin de un hombre, y a los fetos informes, carnosos y que se forman de s mismos por corrupcin, se les llaman molas. En verdad, hay que vigilar que esto no se engendre en las almas de las mujeres. Pues si ellas no reciben las simientes de discursos provechosos ni participan con los maridos de la educacin, ellas, por si mismas, conciben muchas extravagancias y malos pensamientos y sentimientos.

    Y t, Eurdice, sobre todo intenta familiarizarte con las sentencias de los sabios y los buenos, y tener siempre en la boca aquellos dichos que, cuando todava eras una muchacha, aprendiste entre nosotros, para que alegres a tu marido y seas admirada por las dems mujeres, adornada de manera tan preciosa y respetable por nada. En efecto, las perlas de la rica y las sedas de la extranjera no es posible conseguirlas ni ponrselas sin mucho gasto, mientras que los adornos de Tano, de Cleobulina y de Gorgo, la mujer de Lenidas, y de Timoclea, la hermana de Tegenes, y de la antigua

  • Claudia y de Cornelia, la hija de Escipin, y de cuantas llegaron a ser admiradas y famosas, stos puedes t ponrtelos gratis, y adornada con ellos, vivir honrada y, a la vez, felizmente. Pues si Safo a causa de la bella composicin de sus poemas estaba tan orgullosa que escribi a una rica: Ms, una vez muerta yacers en tu tumba y ninguna memoria de ti / habr: pues no participas de las rosas / de Pieria cmo no vas a tener t un motivo mayor para estar orgullosa de ti misma y resplandeciente, si participas no slo de las rosas, sino tambin de los frutos que las Musas producen y regalan a los que admiran la educacin y la filosofa? (ed. Klaerr).

    11.- PNFILA DE EPIDAURO, F 1 = Digenes Laercio, Vidas de los filsofos ilustres I 24. Sobre Tales: Que habiendo aprendido geometra entre los egipcios, afirma Pnfila, fue el primero en inscribir el tringulo rectngulo en un crculo, y sacrific un buey.

    12.- PNFILA DE EPIDAURO, F 2 * = D. L. I 68. Sobre Quiln: A su hermano, irritado porque no haba conseguido ser foro, sindolo l, le dijo: Pues yo s soportar una injusticia, pero t no. Fue foro en la Olimpiada quincuagsimo quinta Pnfila dice que en la 560 y que lleg a ser el primer foro bajo el arcontado de Eutidemo, segn afirma Soscrates. Y, por vez primera, introdujo el asociar foros a los reyes (Mller; Alganza). Stiro, en cambio, dice que fue Licurgo (Cagnazzi).

    13.- PNFILA DE EPIDAURO, F 3. = D. L. I 76. Sobre Ptaco: Pnfila cuenta en el segundo libro de sus Comentarios como a su hijo Tirreo, mientras estaba sentado en una barbera en Cumas, un herrero, lanzndole un hacha, lo mat. Y que habiendo enviado los cumanos al asesino a Ptaco, una vez informado, lo liber diciendo: el perdn es mejor que el arrepentimiento.

    14.- PNFILA DE EPIDAURO, F 4 = D. L. I 90-91. Sobre Clebulo de Lindos: Se le atribuye en los Comentarios de Pnfila tambin este acertijo: Uno el padre, doce los hijos. De ellos cada uno/ tiene dos veces treinta hijas de aspecto diverso. / Las unas se dejan ver blancas, y las otras negras. / Pero siendo inmortales, todas mueren Es el ao.

    15.- PNFILA DE EPIDAURO, F 5 * = D. L. I 98. Sobre Periandro: Socin, Heraclidas y Pnfila en el libro quinto de sus Comentarios afirman que hubo dos Periandros, el uno, tirano, el otro, sabio y de Ambracia (Cagnazzi; Alganza). Lo

  • mismo dice Neantes de Czico, y que eran primos hermanos. Y Aristteles, por su parte, afirma que el corintio era el sabio: pero Platn lo niega (Mller).

    16.- PNFILA DE EPIDAURO, F 6 * = D. L. II 24. Sobre Scrates: Era sobrio y honrado. Y cuando una vez Alcibades, segn dice Pnfila en el libro sptimo de sus Comentarios, le dio un gran terreno para que se construyera una casa, le dijo: Y si me hiciesen falta unas sandalias y me dieras la piel entera para que me hiciera las sandalias, tambin sera ridculo aceptarla (Mller, Cagnazzi). Muchas veces mientras miraba la multitud de mercaderas, se deca para si: De cunto yo no tengo necesidad! Y continuamente repeta en voz alta los yambos: Los objetos de plata o de prpura,/ para las tragedias son tiles/ no para la vida. Menospreci a Arquealo de Macedonia, y a Escopas de Crann y a Eurloco de Larisa, no aceptando dinero de ellos ni desplazndose a sus cortes. Y era tan ordenado en su dieta que muchas veces cuando hubo epidemias en Atenas, fue el nico que no enferm (Alganza).

    17.- PNFILA DE EPIDAURO, F 7 = Aulo Gelio, Noches ticas XV 23: Helnico, Herdoto, Tucdides, escritores de historia, casi al mismo tiempo con gran loor florecieron, y no fueron muy lejanos en edad. Pues Helnico al inicio de la guerra del Peloponeso parece que tena 65 aos, Herdoto 53 y Tucdides 40. Esto est escrito en el libro undcimo de Pnfila.

    18.- PNFILA DE EPIDAURO, F 8 = D. L. III 23. Sobre Platn: Cuenta Pnfila en el libro 25 de sus Comentarios que los arcadios y los tebanos al fundar Megalpolis lo mandaron llamar como legislador. Pero l, cuando se enter de que no queran la igualdad, no hizo el viaje.

    19.- PNFILA DE EPIDAURO, F 9 =A. G. XV 17: El ateniense Alcibades, cuando de nio en casa de su to Pericles era instruido en las artes y disciplinas, y Pericles haba mandado traer al flautista Antgenes, para que lo enseara a tocar la doble flauta lo que entonces se consideraba honorabilsimo, una vez le trajeron las flautas, cuando se las peg a la boca y sopl, avergonzado de la deformidad de su rostro, las apart y tir. Cuando el suceso se divulg, por comn acuerdo de todos los atenienses se abandon el aprendizaje de la doble flauta. Esto est escrito en los Comentarios de Pnfila, libro vigsimo noveno.

    20.- PNFILA DE EPIDAURO, F 10 * = D. L. V 36-37. Sobre Teofrasto: Teofrasto lleg a ser un varn inteligentsimo y muy laborioso, y, segn afirma

  • Pnfila en el libro trigsimo segundo de sus Comentarios, maestro de Menandro, el cmico (Mller): y sobre todo, benefactor y erudito (Cagnazzi). Casandro, por ejemplo, lo reciba y Tolomeo mand por l. Era merecedor de tanta estima entre los atenienses que cuando Hagnnides se atrevi a acusarlo de impiedad, por poco incluso no acab l mismo condenado. A su escuela acudan cerca de dos mil discpulos (Alganza).

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