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Sora ROCKY Y yo que pensaba que hoy iba a ser un día común y corriente, pero quien iba a imaginar que justo hoy mi vida cambiaria drásticamente. Es un día caluroso como muchos otros, yo esperaba con ansias las semillas que mi madre traería para mí pues como todo buen lorito, me fascinan las semillas, pero mientras me encontraba en el nido, todo empezó a temblar, las hojas caían, y todo comenzaba a desmoronarse, el árbol entero se desplomaba. Todo yacía en el piso, incluyéndome, no escuchaba nada, mis ojos veían todo de una forma extraña, solo diferenciaba colores y estaba muy mareado. “esto debe ser obra de humanos” me dije, así que lo primero que hice fue esconderme como pude. Mi madre me contaba historias sobre esas horrorosas criaturas peludas, que cazaban con armas parecidas a las redes de las arañas, disparaban cosas extrañas como las hormigas o los gusanos tira-flechas y que eran totalmente incivilizados. Después de un tiempo, no estoy seguro de cuanto, cuando por fin sentí que el suelo dejaba de temblar, decidí salir de mi escondite, no fui el único, las demás criaturas de la selva que sobrevivieron también salieron a echar un vistazo; todos quedamos anonadados, lo que antes eran arboles, de todos los tamaños, donde la vista que se apreciaba era totalmente verde, era ahora un horizonte inmensamente azul, arrasaron con toda la vegetación. ¡Nos quedamos sin hogar! Llanto a mí alrededor, gritos por doquier, todos preguntaban por sus seres queridos y yo, no veía a mi mama ni a mis hermanos por ningún lado, imaginaba lo peor. -¡Calmado todo el mundo! Gritó de repente un mono aullador, -en vista de que los humanos se encargaron de destruir esta parte de la selva, no tenemos más opción que irnos a crear un nuevo hogar, ¿Quién está conmigo?- con las palabras del mono, los demás animales calmaron sus ánimos y tomamos una decisión, salimos en busca de un nuevo hogar.

Rocky

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Page 1: Rocky

Sora

ROCKY

Y yo que pensaba que hoy iba a ser un día común y corriente, pero quien iba a

imaginar que justo hoy mi vida cambiaria drásticamente.

Es un día caluroso como muchos otros, yo esperaba con ansias las semillas

que mi madre traería para mí pues como todo buen lorito, me fascinan las

semillas, pero mientras me encontraba en el nido, todo empezó a temblar, las

hojas caían, y todo comenzaba a desmoronarse, el árbol entero se

desplomaba.

Todo yacía en el piso, incluyéndome, no escuchaba nada, mis ojos veían todo

de una forma extraña, solo diferenciaba colores y estaba muy mareado. “esto

debe ser obra de humanos” me dije, así que lo primero que hice fue

esconderme como pude. Mi madre me contaba historias sobre esas horrorosas

criaturas peludas, que cazaban con armas parecidas a las redes de las arañas,

disparaban cosas extrañas como las hormigas o los gusanos tira-flechas y que

eran totalmente incivilizados.

Después de un tiempo, no estoy seguro de cuanto, cuando por fin sentí que el

suelo dejaba de temblar, decidí salir de mi escondite, no fui el único, las demás

criaturas de la selva que sobrevivieron también salieron a echar un vistazo;

todos quedamos anonadados, lo que antes eran arboles, de todos los tamaños,

donde la vista que se apreciaba era totalmente verde, era ahora un horizonte

inmensamente azul, arrasaron con toda la vegetación. ¡Nos quedamos sin

hogar!

Llanto a mí alrededor, gritos por doquier, todos preguntaban por sus seres

queridos y yo, no veía a mi mama ni a mis hermanos por ningún lado,

imaginaba lo peor.

-¡Calmado todo el mundo! Gritó de repente un mono aullador, -en vista de que

los humanos se encargaron de destruir esta parte de la selva, no tenemos más

opción que irnos a crear un nuevo hogar, ¿Quién está conmigo?- con las

palabras del mono, los demás animales calmaron sus ánimos y tomamos una

decisión, salimos en busca de un nuevo hogar.

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Sora

Fue grande la sorpresa al ver, mientras caminábamos, que nuestra parte de la

selva, no fue la única arrasada, habían ya muchos cementerios de arboles, se

podría decir que la nuestra fue la última en caer.

El mono tomo el liderato del grupo, no estoy seguro si sabía exactamente lo

que hacía, ya que yo sentía que nos acercábamos cada vez más a la guarida

de los humanos, se suponía que iríamos a buscar selva, pero lo que

encontramos con cada paso que avanzamos es tierra removida y grandes

monstruos de metal que al parecer les gustaba bastante la tierra, ya que se la

comían sin parar.

A petición del grupo, nos detuvimos en una pequeña cueva en el camino para

poder descansar, llevábamos ya un día y medio tratando de llegar a nuestro

destino, así que todos estaban quejándose de cansancio.

El mono aullador le indico a otros 2 y a un chimpancé que exploraran la zona

para buscar agua, y algo de fruta. Al cabo de 3 horas llegaron con unos

cuantos bananos y como con 5 cocos llenos de agua –esto es todo lo que

queda jefe- dijeron ellos, así que a todos nos toco comer un pedacito de

banano con un sorbito de agua de coco, “que tortura” pensé yo, estaba

empezando a recordar con nostalgia lo bien que me atendía mi madre y en si

estaría viva o no, pero finalmente me daba por vencido y abandonaba esos

recuerdos tan dolorosos.

Mientras yo deambulaba perdido en mis pensamientos, escuche una

conversación muy interesante pero perturbadora, estaban hablando el mono

aullador que se hacía llamar “jefe” y otro.

-¿Estás seguro de querer hacer esto?

-¿Y por qué no habría de estarlo?

-Ya sabes cómo son los humanos, ellos arrasaran con todo y pisotearan al que

sea con tal de conseguir su oro, que a fin de cuentas, ¿Qué tiene de bueno el

oro? ¿A caso sabe rico?

- Bah esos humanos serán unos barbaros, pero ellos me prometieron una vida

llena de comodidades, con toda la comida que yo quisiera al alcance de mi

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Sora

mano y sin tener que buscarla, ¿qué más puedo pedir? Valdrá la pena entregar

todos estos animaluchos a ellos a cambio de mi comodidad ja ja ja…

Imaginaran mi sorpresa, Salí de ahí lo mas calladamente posible y lo primero

que hice fue temblar, -¿qué vamos a hacer?- Fue mi único pensamiento, no

podía ir por ahí diciéndoles a los demás lo que había escuchado sin pruebas,

ya que ese condenado mono se había ganado la confianza de todos,

necesitaba pruebas y ¡ya! Pensé mucho en que podía hacer, -Puedo volar-, me

dije, y empecé a entrenar todos los días y al cabo de una semana ya me

pavoneaba en los cielos (y yo que pensaba que era tan difícil). Era el momento

de entrar en acción.

Un día mientras descansábamos salí a volar y a lo lejos, pero relativamente

cerca de nosotros, estaba el campamento humano, trague saliva y me dirigí

hacia allá volando entre las ramas de los árboles y a poca altura para que no

me descubrieran, sin embargo, no tuve que avanzar mucho para encontrar mi

prueba, ahí había un “rio” que antes era de agua cristalina y ahora era negro y

de un material viscoso. Apenas volví con los demás, mientras el “jefe” dormía,

los reuní, -¡escúchenme, el jefe nos está engañando, no vamos en busca de

ninguna selva, nos está llevando hacia el nido de los humanos!- les mostré la

prueba y les conté sobre la conversación, aproveche y pregunte sobre el oro y

un pequeño mono capuchino ya muy viejo, nos dijo que era un mineral que

para los humanos era muy valioso y que por culpa de eso habían peleado por

generaciones además que este suelo estaba lleno de el.

Las palabras del anciano quedaron resonando en todas las cabezas, me saco

de mis pensamientos una pequeña voz que preguntaba – ¿Qué vamos a

hacer?- todos me estaban mirando, así que les dije –esto sonara muy

descabellado, pero, la selva está muy lejos de aquí, dudo que logremos llegar,

incluso si lo lográsemos, no duraría mucho tiempo porque los humanos

también irán a destruirla, yo propongo que lleguemos hasta el nido de los

humanos y acabemos con el- todos me miraron boquiabiertos, sabía lo que

pensaban, pero otro mono hablo, -yo conozco bien a los humanos, trabaje en

un laboratorio científico y luego me trajeron a la selva, los puedo guiar- todos

murmuraban pero al final se tomo la decisión, iríamos hacia allá.

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Sora

Faltaba poco para llegar al nido humano, y el jefe decidió que descansaríamos,

era hora de poner en marcha nuestro plan. Mientras dormía, amarramos al

mono sirviente y al jefe a un árbol, los dejamos abandonados y seguimos

nuestro camino.

A la entrada al nido humano, el mono científico se hiso pasar por subordinado

del jefe, y nos entrego, les dijo que el jefe había muerto en el trayecto. Una vez

en las jaulas, esperamos la media noche para salir de allí, por supuesto el

mono científico nos abrió las puertas.

Como pensamos habían muchos más animales, los reclutamos y nos dividimos

en 2 grupos, uno que se dirigiría hacia la salida con las mujeres y los niños y el

otro sería el encargado del sabotaje, cuando sacábamos a los demás animales,

algo me sorprendió demasiado, al punto de llorar, mi madre y mis hermanos

estaban allí, y sanos, los abrace, y les explique todo, mi madre me beso, me

deseo suerte y se fue con el grupo uno.

Los que quedamos, nos dividimos en 3 sub grupos, uno que se encargaría de

sabotear el equipo electrónico, compuesto en su mayoría de monos, otro que

sabotearía planos papeles y todo lo que ellos hubieran hecho de investigación

durante todo el tiempo y otro que sería de centinelas, que se encargarían de

avisarnos si algún humano se acercaba, compuesto principalmente de

roedores.

Se inicio la operación, los monos hicieron muy bien su trabajo, dañaron cables

eléctricos que conectaban todo el edificio, estábamos a oscuras, dañaron

cámaras, computadores, muchos aparatos raros que el mono científico decía

que eran para hacer experimentos, todo quedo inservible, el otro grupo,

también daño cerros y cerros de papeles, todo quedo hecho picadillo, y los

centinelas, estaban alertas.

Yo tenía preparado otro equipo, para buscar en el edificio el lugar donde

estaban guardando el oro, andaba con el mono científico, el mono capuchino y

mis dos hermanos. Buscamos mucho, pero lo encontramos, el problema era

que ya estaba amaneciendo, así que nos apresuramos, tuvimos suerte ya que

la habitación estaba afuera del edificio, así que llamamos mas animales para

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Sora

que halaran el contenedor y lo vaciaran en el rio más cercano, no les íbamos a

dejar nada a los humanos, ahí participo el grupo de los animales grandes y

fuertes como leopardos, asnos, cerdos, caballos, monos etc.

Yo cogí un coco con unas cuantas piedritas de oro, y volví a entrar junto con

mis hermanos y el mono científico, nuestro plan era venganza. Nos

aseguramos que todos los animales estuvieran fuera y empezamos a buscar

las habitaciones de los humanos. Los cuatro teníamos razones de sobra para

no poder perdonarlos, así que actuamos sin piedad.

El mono abría la puerta de sus habitaciones y les saltaba encima, cuando ellos

abrían la boca para gritar les tirábamos piedritas de oro a la boca, a ver si quizá

disfrutaban de su tan anhelado oro, pero como lo supusimos, los terminaba

matando ya que se ahogaban, aunque sabía que no me entendían, les decía

–ahí tienen su oro, llénense con él, tráguenselo este es el fruto de la

destrucción de nuestro hogar- se los decía llorando, tenía que sacar ese

sentimiento de mi interior.

Pero en una habitación, uno de los hombres que escucho todo el alboroto, se

preparo con un rifle y cuando entramos donde él, le disparo al mono científico,

y el lamentablemente murió al instante. Los próximos objetivos éramos mis

hermanos y yo, así que lo dejamos ahí, pero él nos siguió, volamos tan rápido

como pudimos, pero le disparo a John, llenos de tristeza, salimos volando mi

otro hermano y yo de ese lugar y nos encontramos con el resto del grupo que

estaba a varios metros de distancia.

Gracias a lo que hicimos, el nido de los humanos quedo inservible, y se fueron

de la zona. Al poco tiempo una gran cantidad de humanos llego y comenzaron

a plantar nuevos árboles y así, toda la selva empezó a renacer.

Dentro de los animales, soy considerado un héroe, pero yo no me siento como

tal, si, hice algo grande, pero el costo fue demasiado alto. A las nuevas

generaciones les cuento la historia y concluyo diciéndoles que el odio no se

combate con odio, nosotros pudimos haber salido y dejado a los humanos

lamentar su perdida, pero nuestra ambición de hacerlos sufrir se podía igualar

a la ambición de ellos mismos por el oro, y todo tarde o temprano se paga.