1
MIÉRCOLES 7 DE ENERO DEL 2015 OPINIóN El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta. Los ‘stakeholders’ de la ‘ley pulpín’ ESTUDIOS DE OPINIÓN Y LEYES EXITOSAS - ALFREDO TORRES - Presidente ejecutivo de Ipsos Perú D e la misma manera que la reputación de una gran empresa depen- de de las relaciones que esta desarrolle con sus ‘stakeholders’, es decir, con los grupos que pudiesen afectar o ver- se afectados por sus actividades –clientes, trabajadores, autorida- des, comunidades aledañas, etc.–, con mayor razón la viabilidad de las grandes políticas públicas depende de que estas sean consensuadas con el conjunto de actores que pudiesen afectar o verse afectados por ellas: líderes políticos, organismos repre- sentativos de las partes afectadas, especialistas, la prensa y, sobre todo, la propia ciudadanía que se expresa ahora a través de las redes sociales, las encuestas de opinión y las tradi- cionales manifestaciones callejeras. Una política pública eficaz em- pieza por recoger los puntos de vista de los distintos ‘stakeholders’ para luego afinar la política diseñada y finalmente desarrollar una estra- tegia de comunicación para cada sector, con voceros de gran credi- bilidad. Un buen ejemplo de que esto es posible es el acuerdo nacional que se forjó hace unos años para aprobar el tratado de libre comer- cio con Estados Uni- dos. Otro ejemplo más reciente es el consenso que se construyó para aceptar el fallo de La Ha- ya sobre la delimitación marítima con Chile. Nada de esto ocurrió con la ‘ley pulpín’. La aprobación de la ley de empleo juve- nil en vísperas de Navidad y su pos- terior rechazo por parte de E sus pretendidos beneficia- rios es un buen ejemplo de cómo una buena idea pue- de naufragar por impericia política. Tal parece que fue el resultado de una propues- ta tecnocrática concertada con un conjunto de congresistas de diferentes partidos unidos en el lau- dable objetivo de brindar un mayor acceso al empleo formal a jóvenes desempleados. Hoy se ve con clari- dad que ese acuerdo entre tecnócra- tas y legisladores estaba lejos de ser suficiente. No siempre es fácil conversar con todas las partes afectadas. Hay sec- tores que carecen de representación –como los trabajadores informales– u otros que tienen dirigencias muy ideologizadas –como los gremios sindicales–. Pero lo que no se debe dejar de hacer es estudiar di- rectamente lo que piensan los sectores que serán afec- tados por un cambio nor- mativo, especialmente en los casos de representación inexistente o inadecuada. Para ello existen diversas técnicas de investigación, como los ‘focus groups’, los talleres deliberativos y las encuestas. La clave está en pre- guntar y escuchar a cada sector de la población por separado. En el caso de la ‘ley pulpín’, por ejemplo, es probable que las respuestas de los jóvenes sin educación hubiesen sido favorables al proyecto de ley mientras que la reacción de los uni- versitarios hubiese sido negativa. Ese hallazgo habría ayudado a per- filar la norma, quizá limitándola al primer grupo. A ninguna empresa privada mo- derna se le ocurre hoy lanzar un pro- ducto de consumo masivo al merca- do sin haber estudiado la idea inicial con sus consumidores potenciales para ver si es atractiva; luego, las ca- racterísticas del producto para ajus- tarlas a la demanda; y, finalmente, el plan de comunicaciones para lograr una introducción exitosa. El Estado debería aplicar estas buenas prácti- cas a sus iniciativas, especialmente cuando afectan a sectores muy am- plios de la ciudadanía. Lamentable- mente, esto rara vez ocurre. Naturalmente, hay cambios di- fíciles de introducir, como los que implican desarrollar un régimen laboral más flexible que facilite la creación de empleos futuros, a cos- ta de una pérdida de beneficios po- tenciales, pero no cabe duda que las reformas que enfrentan una mayor resistencia son las que requieren un estudio más riguroso de las actitu- des de la población ante el sistema vigente y hacia los cambios proyec- tados. Solo así es posible desarrollar estrategias de comunicación que expliquen los límites del modelo do- minante y los beneficios del cambio propuesto para el futuro. ACUERDOS La clave está en preguntar y escuchar a cada sector de la población por separado. ILUSTRACIóN: VíCTOR AGUILAR

rincón del autor Los ‘stakeholders’ de la ‘ley pulpín’...mado de la razón de la ceremonia, parecía que el poder de ese personaje había opaca-do totalmente a ‘sus vecinos

  • Upload
    others

  • View
    5

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: rincón del autor Los ‘stakeholders’ de la ‘ley pulpín’...mado de la razón de la ceremonia, parecía que el poder de ese personaje había opaca-do totalmente a ‘sus vecinos

miércoles 7 de enero del 2015 el comercio .A15

Opinión

El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Los ‘stakeholders’ de la ‘ley pulpín’ El ‘Mudo’ habla

con el cuerpo

estudios de opinión y leyes exitosas

- ALFREDO TORRES -Presidente ejecutivo de Ipsos Perú

d e la misma manera que la reputación de una gran empresa depen-de de las relaciones que esta desarrolle con

sus ‘stakeholders’, es decir, con los grupos que pudiesen afectar o ver-se afectados por sus actividades –clientes, trabajadores, autorida-des, comunidades aledañas, etc.–, con mayor razón la viabilidad de las grandes políticas públicas depende de que estas sean consensuadas con el conjunto de actores que pudiesen afectar o verse afectados por ellas: líderes políticos, organismos repre-sentativos de las partes afectadas, especialistas, la prensa y, sobre todo, la propia ciudadanía que se expresa ahora a través de las redes sociales, las encuestas de opinión y las tradi-cionales manifestaciones callejeras.

Una política pública eficaz em-pieza por recoger los puntos de vista de los distintos ‘stakeholders’ para luego afinar la política diseñada y finalmente desarrollar una estra-tegia de comunicación para cada sector, con voceros de gran credi-bilidad. Un buen ejemplo de que esto es posible es el acuerdo nacional que se forjó hace unos años para aprobar el tratado de libre comer-cio con Estados Uni-dos. Otro ejemplo más reciente es el consenso que se construyó para aceptar el fallo de La Ha-ya sobre la delimitación marítima con Chile. Nada de esto ocurrió con la ‘ley pulpín’.

La aprobación de la ley de empleo juve-nil en vísperas de Navidad y su pos-terior rechazo por parte de

e n los últimos días se han lanza-do predicciones sobre el derro-tero del nuevo burgomaestre de Lima y sus regidores. ¿Se de-dicará a poner solo cemento?

¿Desactivará lo avanzado por Villarán? ¿Logrará solucionar los problemas de fondo de la ciudad y no solo los ‘cosméti-cos’? ¿Habrá transparencia sobre la ejecu-ción de sus gastos? ¿Cómo será la relación con el Poder Ejecutivo y religioso?

Lo que quiero proponer es algo que podría sonar extravagante: se trata de analizar los movimientos, gestos, mira-das, ubicación en el espacio, etc., de lo que sucedió en el Teatro Municipal –con sus deliciosos lapsus como poto por voto, en-tre otros–. A esto los científicos sociales le llaman “comunicación no verbal” y tiene un valor muy significativo debido a que nos dice mucho sobre lo que las personas hacen sin estar muy atentas a ello. Asimis-mo, nos muestra profundas convicciones que afloran “sin querer queriendo”.

Imaginemos, por ejemplo, que esta-mos sentados frente al televisor –como hicimos muchos de los que observamos la ceremonia–, pero bajamos totalmente el volumen del aparato; es decir, vemos los movimientos, gestos, tics, la ubicación de las personas, pero no escuchamos nada.

Lo primero que llama la atención es la representación del ballet de “Cascanue-ces”. ¿Nos equivocamos de canal? Es difí-cil imaginar al Ballet Municipal de Lima como ‘teloneros’ de la ceremonia formal que esperamos. Observamos tedio y abu-rrimiento en las caras de los asistentes. ¿Será esa la idea de cultura de élite que se trabajará desde el municipio?

Castañeda no perdió la sonrisa en nin-gún momento, sus movimientos seguros y “con cancha” de ganador por tercera vez a la Alcaldía de Lima no mostraban sorpre-sa, al punto que –fuera de todo protocolo– tomó su vaso de gaseosa, alcanzada por uno de sus hijos, sin ningún reparo ni ver-güenza, en una ceremonia tan formal en la que los hombres son capaces de soportar corbatas y sacos en altas temperaturas.

Al observar los palcos principales del teatro nos encontramos con una sorpresa: tres ministros acompañaban el acto; los ti-tulares de Justicia, Salud e Interior. Al pa-recer Castañeda se dirigía al ministro del Interior, quien fue el único que no vistió el terno ni corbata de rigor. ¿Por qué será?

Otro tema medular fue la relación de gestos, ubicación en el espacio y movimien-tos de quienes representan poderes en el Estado. Castañeda dejó chiquititos al presi-dente Humala y a Cipriani, quienes “fueron sentados” en una mesa con sillas relativa-mente bajas por detrás de un crucifijo que fue cambiado repetidamente de ubicación por los edecanes por no saber si la cara del crucifijo debería mirar a Castañeda o a los regidores en la juramentación. Las figuras de Humala y Cipriani seguían empequeñe-ciendo cuando Castañeda toma la palabra desde el palco –mucho más alto que el esce-nario– gesticulando, levantando la mano.

Para el espectador que no estaba infor-mado de la razón de la ceremonia, parecía que el poder de ese personaje había opaca-do totalmente a ‘sus vecinos’. Ah, no olvi-demos que Cipriani y Humala salieron por detrás de la cortina del teatro (lo que los minimizó aun más). El ego del ‘Mudo’ no necesita palabras pero el comportamiento de los regidores, otra columna…

sus pretendidos beneficia-rios es un buen ejemplo de cómo una buena idea pue-de naufragar por impericia política. Tal parece que fue el resultado de una propues-ta tecnocrática concertada con un conjunto de congresistas de diferentes partidos unidos en el lau-dable objetivo de brindar un mayor acceso al empleo formal a jóvenes desempleados. Hoy se ve con clari-dad que ese acuerdo entre tecnócra-tas y legisladores estaba lejos de ser suficiente.

No siempre es fácil conversar con todas las partes afectadas. Hay sec-tores que carecen de representación –como los trabajadores informales– u otros que tienen dirigencias muy ideologizadas –como los gremios sindicales–. Pero lo que no se debe

dejar de hacer es estudiar di-rectamente lo que piensan los sectores que serán afec-tados por un cambio nor-mativo, especialmente en los casos de representación inexistente o inadecuada.

Para ello existen diversas técnicas de investigación, como los ‘focus groups’, los talleres deliberativos y las encuestas. La clave está en pre-guntar y escuchar a cada sector de la población por separado. En el caso de la ‘ley pulpín’, por ejemplo, es probable que las respuestas de los jóvenes sin educación hubiesen sido favorables al proyecto de ley mientras que la reacción de los uni-versitarios hubiese sido negativa. Ese hallazgo habría ayudado a per-filar la norma, quizá limitándola al primer grupo.

A ninguna empresa privada mo-derna se le ocurre hoy lanzar un pro-ducto de consumo masivo al merca-do sin haber estudiado la idea inicial con sus consumidores potenciales

para ver si es atractiva; luego, las ca-racterísticas del producto para ajus-tarlas a la demanda; y, finalmente, el plan de comunicaciones para lograr una introducción exitosa. El Estado debería aplicar estas buenas prácti-cas a sus iniciativas, especialmente cuando afectan a sectores muy am-plios de la ciudadanía. Lamentable-mente, esto rara vez ocurre.

Naturalmente, hay cambios di-fíciles de introducir, como los que implican desarrollar un régimen laboral más flexible que facilite la creación de empleos futuros, a cos-ta de una pérdida de beneficios po-tenciales, pero no cabe duda que las reformas que enfrentan una mayor resistencia son las que requieren un estudio más riguroso de las actitu-des de la población ante el sistema vigente y hacia los cambios proyec-tados. Solo así es posible desarrollar estrategias de comunicación que expliquen los límites del modelo do-minante y los beneficios del cambio propuesto para el futuro.

acuerdosLa clave está en preguntar y escuchar a cada sector de la

población por separado.

rincón del autor

Liuba Kogan Profesora principalde la Universidad del Pacífico

La guerra civil mexicana

el habla culta un día como hoy de...

- mARThA hiLDEbRAnDT - 1915Chino, -a de risa. Cuando Martha Hildebrandt presidía el Congreso y surgían discrepancias entre el fujimorismo y la oposición, el tabloide limeño Ojo publicó (29/9/2000) en su portada la foto a página completa de ella y Luz Salgado con el titular “Chinas de risa”. Allí se presentaba una amplia sonrisa que, a su vez, causaba cierta oblicuidad en los párpados, lo cual significa máxima satisfacción. En Mis queridos vándalos (Lima 2007) de Beto Ortiz, se lee: “una [foto] de ti mismo, chino de risa, todo de negro...” (p. 44).

Llegan noticias contrapuestas relaciona-das con la guerra civil mexicana. Por una parte, se informa que Francisco Villa ha di-rigido una comunicación a los oficiales del ex Ejército federal en la que dice que serán bien recibidos todos aquellos que deseen servir a sus órdenes, excepto los que se

sublevaron en la ciudadela contra Madero a órdenes de Félix Díaz, para los cuales no habrá perdón. Villa pide a los mexicanos que se unan para restablecer la paz en el país. Por otra parte, se comunica que Villa ha sido derrotado totalmente frente a To-rreón por Villarreal y Maclovio Herrera.

¿Cómo se gobierna Lima?- FRAncO GiuFFRA -

Empresario

e s verosímil que mucha gente se haya deleitado con la salida sin gloria de la señora Villarán de la Al-caldía de Lima la semana

pasada. Ese 78% de desaprobación al final de su mandato solo es com-parable con la corona de olivo que adornó la testa de don Alan García en julio de 1990, hazaña que estimá-bamos imposible de igualar.

Resulta patético, en particular, que el primer lugar en el ‘top five’ de los logros de la ex alcaldesa sea “na-da”. Es decir, se despide con una en-cuesta que dice que lo más saltante de lo que hizo fue que no hizo nada. No aparece en esa lista su esfuerzo emblemático de reformar el trans-porte. Por el contrario, es lo menos valorado. Con esos resultados, tiene que haberle salido del alma aquello de que nunca más se presentará a un cargo por elección popular.

Fuera de ello, la suya ha sido una salida sin gloria, pero con pena. Si

se tiene en cuenta el estado caótico de nuestra ciudad, en lugar de celebrar el Año Nuevo, hemos debido llorar el haber dilapidado cuatro años en una mala gestión municipal.

La tarea que tienen por delante Castañeda y quienes lo sucedan en el futuro es titánica, porque Lima es un paciente en estado terminal. Salvarla requeriría una interven-ción eminentemente técnica, de manera sostenida y durante mu-chos años, algo que, lamentable-mente, la estructura institucional y las consideraciones políticas no permiten realizar.

Para comenzar, ningún empren-dimiento de la magnitud del salvata-je de Lima se puede acometer si cada nueva administración cambia todas las gerencias, proyectos y priorida-des. Esto es especialmente cierto en los estamentos municipales, donde la burocracia permanente es míni-

ma. Sale el alcalde y salen to-dos los puestos claves de los siguientes dos o tres niveles. Se llevan los ‘files’ y hasta las llaves de los cajones.

Segundo, no se puede gobernar con éxito una ciu-

dad como Lima con 49 subgobier-nos relativamente autónomos. Te-nemos 43 distritos en Lima y otros 6 en el Callao, una locura. Hay dis-tritos pequeñísimos, como Lince, Magdalena del Mar, Carmen de la Legua, que podrían integrarse con distritos más grandes. Callao debe juntarse con Lima, es una misma ciudad. Otra opción es tener un úni-co alcalde de toda Lima y regidores metropolitanos, elegidos uno por cada distrito.

Tercero, no hay economías de es-cala. Cada distrito tiene su sistema de recolección de basura, de recau-dación de rentas, de limpieza públi-ca. Cada uno emite sus recibos por impuestos y arbitrios, manda a ha-

cer uniformes, mantiene semáforos, compra sus radios. Cero sinergias y ahorros en gastos y compras.

Piense, por ejemplo, en los se-renazgos. Son 49 cuerpos autóno-mos de vigilantes con distintos jefes, equipos, procedimientos, radios, etc. ¿No sería más eficiente una úni-ca policía municipal? Miraflores, por ejemplo, acaba de encargar al ex ministro Gino Costa la organiza-ción de su escuela de serenos. Muy razonable, ¿pero no sería lógico que un esfuerzo de ese tipo tenga un al-cance metropolitano y no distrital? ¿Tiene sentido que cada distrito se enrede en armar su propia escuela de capacitación?

Ojalá Castañeda tenga éxito. Oja-lá no robe y haga obra. Pero incluso si alcanza una nota sobresaliente en su gestión, tenemos por delante re-formas profundas de corte institu-cional que deberíamos considerar para que Lima se pueda manejar, go-bernar y, algún día, curar.

mirada de fondo

IlustracIón: Víctor aguIlar

Director General: FRANCISCO MIRÓ QUESADA C.

Director Periodístico: FERNANDO BERCkEMEyER OLAECHEA

Directores fundadores: Manuel Amunátegui [1839-1875] y Alejandro Villota [1839-1861]

Directores: Luis Carranza [1875-1898] -José Antonio Miró Quesada [1875-1905]

-Antonio Miró Quesada de la Guerra [1905-1935] -Aurelio Miró Quesada de la Guerra [1935-1950]

-Luis Miró Quesada de la Guerra [1935-1974] -Óscar Miró Quesada de la Guerra [1980-1981]

-Aurelio Miró Quesada Sosa [1980-1998] -Alejandro Miró Quesada Garland [1980-2011] -Alejandro Miró Quesada Cisneros [1999-2008]

-Francisco Miró Quesada Rada [2008-2013]-Fritz Du Bois Freund [2013-2014]