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Revista Sumarte

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Revista Estudiantil de Sociología. Universidad del Valle

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Edición No. 1 primer semestre de 2012

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SUMARTERevista estudiantil de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad del ValleSantiago de Cali, [email protected]

Año 1, No 1Primer Semestre de 2012

Comité EditorialAngelo @cuiiricienta Calceto VaccaMaría Alejadra García OteroMishelle Cerón PeñaMiyerlandy Cabanzo Valenca

Comité de DifusiónSalomé Arias ArévaloDaniela Tello NeiraBryan Guarnizo Rosero

Comité de MultimediaCarlos Felipe Muñoz BarrenecheEsteban Moreno QuinteroJhon Mauro Gómez BenitezJuan David Viveros MurilloJulián Palacios Saenz

Colaboradores en ésta ediciónProfesoresJosé Fernando Sánchez SalcedoMaría del Carmen Castrillón

Diseño, diagramación e ilustración Juan David Viveros Murillo

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ÍNDICE

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EDITORIAL Revista SumartePág. 4 “Yo no me aburro, ya me

acostumbré” María Camila Moreno Perlaza

Nathalia Muñoz MontenegroPág. 6

Carimagua. Análisis para el acercamiento a un pensamiento crítico sobre restitución de tierras y el plan nacio-nal de desarrollo Claudia M León Arango

Pág. 8

Una aproximación weberiana a la participación democrática: de la

Constitución de 1991 a la Colombia actual

Angie Paola Ariza PorrasLeonardo Pinzón Velandìa

Edwin Castro Romero

Pág. 15

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AlláJosé David Solís Noguera

Pág. 45Bogotá amor mío

David Gómez Valencia

Pág. 49

Reseña: La imaginación sociológica:Wright MillsComité Editorial Revista SumartePág. 56

Libros recomendadosPág. 62

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¿Escribir? Sí, escribir. Una actividad inmersa

en la cotidianidad de la mayoría de las personas de nuestras sociedades contemporáneas. Escribir implica una confrontación con nuestro ser, con lo que pensamos, con lo que queremos expresar. Escribir es un armazón difuso, un proceso donde no hay divisiones entre las distintas esferas, una creación de repliegues y relieves, un rompecabezas. Leer. Escribir. Volver a leer. Volver a escribir. Respirar. Tocarse la cabeza. Volver al texto. Desplazarse de él. Contrastar. Ir a otros. Leer otras cosas. Volver a tocarse la cabeza. Focalizar. Incursionar en temas. Dudar. Dudar mucho. Volver a leer. No entender. Volver a leer. No entender. Volver a leer, entender parcialmente. Escudriñar. Desentrañar. Qué hay dentro. Quién produjo. Qué dijo. En qué época. Cuál perspectiva. Cuáles debates. Epistemología. Sociedad. Tocarse la cabeza. Nervios. Stress. Contrastar. Entender los temas. Nadar, nadar en ellos. Inmersión en las lagunas. Focalizar otra vez. Definir. Organizar. Guiar las formas de pensar. Entender la teoría. Situarse. Identificar las corrientes. Las escuelas. Cultura. Identidad. Historia. Volver a leer, focalizar. Aprehender lo que se lee. Aprender del debate. Tomar distancias. Usar la lupa. Chismosear con teoría. Practicar, ir al campo. Volver a leer. Construir datos. Escribir. Pensar. Establecer relaciones. Métodos. Discutir las técnicas. Escudriñar nuevamente. Volver a leer. De atrás hacia delante. Desentrañar lo novedoso. Qué hay de fondo. El problema. Entre líneas. Sin ver las líneas. Ir más allá en el más acá. Producir. Escribir. Volver a

EDITORIALlaspalabrastejencaminoslaescrituraesartesanquecreanpuentesdeideas

Rompe-cabezas

escribir. Fijarse. Ortografía. Individuo. Situarse como agente. Captar. Panear. Sondear. Recoger. Escribir lo que se ve. No sólo dos ojos. Chocarse. Re-comenzar. Rebobinar. Actualizar. Retroceder. Recuperar. Volver a leer. Volver a escribir. Descansar. Exigencia. Dormir poco. Macear. Reflexionar. Nuevamente escribir. Fantasear. Dormir un poco más. Precaución. Focalizar nuevamente. Preguntar. Seguir preguntando. Unir los retazos. Limpiar. Sintetizar. Explicar. Argumentar. No salir fácilmente. Crear, crear en lo creado. Hilar. Hilar con densidad. Precisar, clarificar. No evadir el debate. El tema. La pregunta. El análisis. Qué busco. Qué encuentro. Qué digo. Qué aporto. ¿Está claro? Revisar. Corregir. Buscar ayuda teórica. Buscar ayuda metódica. Dialogar y discutir. Volver a leer, volver a escribir ¿Qué hace un sociólogo? ¿Qué hace una socióloga? ¿En qué trabajan? Leer, volver a leer. Sociedad. Individuos. Relaciones. Pensamiento. Representaciones. Prácticas. Realidad. Escribir, volver a escribir. ¿Cuál es tu enfoque? ¿Cuál es tu tema? Leer, volver a leer, escribir, volver a escribir. Apasionarse.

En nuestra primera edición de la Revista Sumarte pretendemos resaltar el papel y la labor de la escritura, no sólo desde la academia sino como una actividad personal, como medio de comunicación, como espacio donde podemos crear. Crear como un artista crea su obra de arte, aquella que siente suya, como prolongación de lo que se es. Vivimos la escritura como arte, vivimos la escritura como artesanía intelectual.

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Probablemente, cuando él muera, no habrán esculturas en su honor ni publicarán libros donde se relaten los días que vivió y mucho menos estará su retrato en una exposición.

Él es Guillermo Gutiérrez. Creció en el Cali Viejo que se guarda en los recuerdos de la literatura, corrió por la antigua Tropicana y, sintiéndose orgulloso de ser cale-ño, nunca ha pensado en la posibilidad de abandonar la ciudad que lo vio crecer.

Desde pequeño disfrutaba ocupar algún lugar de la Calle 5, estar bajo el sol y la lluvia que abrazaba su cuerpo de niño o caminar sin importarle si iba a algún lugar sin que nadie lo recibiera; y aunque siempre fue muy emotivo, aprendió a deleitarse en la soledad de las calles de su ciudad natal.

Cuando comenzó la escuela, se destacó por ser muy buen estudiante, sin embargo, al cursar tercero de primaria aparecieron dificultades con la pronunciación de las palabras y el entendimiento del lenguaje. Antes de sus diez años de edad decidió dejar las aulas de clase y dedicarse a trabajar debido a su enfermedad y a las necesidades de su familia que no daban espera; así fuese con poco dinero, debía aportar para el sostenimiento de la casa.

“Yo no me aburro, ¡ya me acostumbré!”

María Camila Moreno Perlaza Nathalia Muñoz Montenegro. Estudiantes de Pre-grado, Escuela de Trabajo Social y Desarrollo Humano, Universidad Del Valle. Contacto:[email protected]@hotmail.com

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“Yo no me aburro, ¡ya me acostumbré!”, dice Gui-llermo, cada vez que un estudiante o un amigo, le pregunta acerca de su permanencia en los ande-nes de la brisada Calle 5ta. Nuestro protagonista a pe-sar de tener una vida difí-cil, ya se ha acostumbrado a ella y hace que sus días sean tranquilos y amenos.

En vista de su precipitada dedicación al trabajo, desde 1974, en el Parque de los Estudiantes1 (más conocido como “Jovita”), Guillermo está presente todos los días desde las 9:00 am hasta las 7:00 pm; con un carrito lleno de dulces, cigarrillos y papitas, con una nevera donde guarda agua, algunas bebidas y con la prensa colgada, se sostiene económicamente. Para ir a trabajar debe tomar dos transportes de ida y dos de regreso; su casa está ubicada en el barrio la Casona, donde todos los días al volver del trabajo, lo esperan en el hogar, su hermana, dos sobrinos y Niño, su perro.

A pesar de llevar tantas arrugas en su andar y de carecer de elegancia, Guillermo está lleno de vida, él ama y cuida las calles que rodean su lugar de trabajo, tal vez aún más que los propios estudiantes. Ha sido testigo de los cambios que ha tenido la ciudad, de cómo se han transformado los andenes de la Quinta y, posteriormente, de la remodelación del parque de los Estudiantes. “Antes el parque era un peladero, sólo había tierra y unos pocos árboles, sin embargo, ha cambiado a favor de quienes lo disfrutamos”, dice Guillermo al compartir un poco con nosotras, sobre cómo vive y ve la ciudad que lo sintió crecer.

Cayéndose y levantándose incontables veces, pasando por toda clase lugares, intentando adaptarse a una vida un poco insegura, la mirada de Guillermo guarda todas las tardes de calor y las noches de frío, que desde 1957, Santiago de Cali le ha regalado. Poco a poco, haciendo parte de la memoria popular de la ciudad, él se convierte en protagonista de miles de historias urbanas, de cuentos que quedan atrapados entre los árboles que soplan sus días en el parque, y quienes lo conocen, son testigos de una vida llena de amor y de luchas por salir adelante.

1Éste es uno de los únicos

espacios que tenemos los estudiantes y jóvenes para

disfrutar de nuestras actividades abiertamente, y tal vez algunos aún no conocen sobre este espacio que la ciudad nos proporciona. Guillermo

Gutiérrez, se ha convertido en un personaje importante, hace parte de nuestra memoria y queremos

compartir cómo son sus días de trabajo desde 1974.

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El presente artículo es un análisis y una crítica a la información encontrada en algunos medios sobre la entrega de la Hacienda Carimagua a 500 familias desplazadas el 10 de marzo de 2011. El texto surge a raíz de la cuestión sobre

los términos progreso y/o reparación, desarrollo y/o integridad tan utilizados en los discursos de los medios masivos de comunicación y de altos dirigentes, al tratar el tema de Restitución de Tierras en la formulación del Plan Nacional de Desarrollo. Se escoge el caso de Carimagua ya que es un ejemplo significativo a la hora de preguntarnos si nosotros los colombianos estamos realmente informados para explorar, conocer y tomar una posición crítica frente a la dualidad que existe entre los Planes de Desarrollo de un nuevo gobierno y la posición y acciones que éste debe realizar a la hora de procurar soluciones al conflicto de tierras, reparación integral de víctimas y conflicto armado.

Palabras claves:Restitución de tierras, Plan Nacional de Desarrollo, Gobierno Nacional y medios de comunicación.

Carimagua. Análisis para el acercamiento a un pensamiento crítico sobre restitución de tierras y el plan nacional de desarrollo

Resumen

Claudia M León Arango. Periodista con énfasis en Antro-

pología. Universidad del Rosario. Contacto:

[email protected]

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Al hacer una revisión sobre el tema de tierras en la Orinoquía, es evidente que el pilar del conflicto en esta zona no ha sido únicamente, que desde la Colonia, no se

haya establecido un plan agrario que responda a las necesidades de campesinos, grandes propietarios, Gobierno y de la sociedad colombiana, sino también el hecho de que este tema se haya convertido en un agujero negro en planes de gobierno, como el “Gran Acuerdo por el Desarrollo en la Orinoquía” (Gutiérrez, 2011) impulsado por Juan Manuel Santos durante 2011, sigan siendo una especie de utopía debido a la poca claridad con la que se ha manejado el tema de la propiedad pública y privada de tierras en nuestro país.

Se ha escogido el caso de Carimagua por el tratamiento periodístico que se le ha dado a los hechos ocurridos en este territorio, pero sobre todo porque es uno de los ejemplos más visibles del doble propósito por el que se caracteriza el actual gobierno (entiéndase por doble propósito el tratar de generar un vínculo entre la esfera social y/o un amplio y fuerte desarrollo capitalista).

De acuerdo a la coyuntura del tema se ha dado prioridad a dos situaciones relevantes. Primero, la realización de un análisis crítico sobre el discurso utilizado por los medios masivos de comunicación cuando se refieren a algunos hechos relevantes en Carimagua durante los últimos 7 años. En este caso se trae a la memoria lo ocurrido en los años 2004 y

2008 en la Hacienda para tratar de comprender la información dada por algunos medios sobre la pasada entrega de estas tierras el 10 de marzo de 2011. Se considera que el tratamiento de la información de la entrega fue superficial pues se enfocó únicamente en “la entrega y el proyecto asociativo que beneficiará a pequeños y medianos campesinos después de la controversial discusión [generada por el Ministro Arias] en 2008 sobre las 17.000 hectáreas de la hacienda” (Caracol, 2011). En segundo lugar, se exploran y critican las prácticas gubernamentales sobre restitución de tierras y la ambigüedad frente a los proyectos agroindustriales que hacen parte del Plan Nacional de Desarrollo (PND) del gobierno de Santos. Así mismo, se hace una critica, a través de la información encontrada en algunas entrevistas sobre a la cercanía que el proyecto de Santos tiene con algunos planes del gobierno del periodo del ex -presidente Álvaro Uribe; y sobre los cambios que éstos establecen a la Ley 160 de 1994, la cual promueve una distribución para los campesinos y no para “quienes puedan hacer un uso más productivo de estas tierras”.

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Inicialmente se considera importante recapitular la historia de este territorio para así tener una visión amplia sobre el tema. Carimagua, un predio ubicado en Puerto Gaitan, Meta, fue una finca familiar de más de 22 mil hectáreas. De los años setentas hasta mediados de los ochentas, pasó a convertirse en la sede principal de una de las investigaciones de agricultura tropical más importantes a nivel nacional e internacional liderada por el antiguo Instituto Agropecuario Colombiano –ICA y el Centro Internacional de Agricultura Tropical - CIAT. Durante esta época se desarrolló un sistema de investigación en la producción de cultivos tropicales como plátano, yuca, arroz, sorgo, frutales, maní, maíz, caucho y palma. Fue también sede para la investigación en estudios de suelo ácido, implementación de tecnología y un prototipo de producción minifundista denominado “Unidad Familiar”: un proyecto formulado para la producción manejada por la fuerza de trabajo de las familias ubicadas cerca del territorio.

El 3 de septiembre de 1987 este predio sufrió una grave agresión por parte de grupos armados “no reconocidos”. Éstos asaltaron el banco del ICA, se tomaron las instalaciones y huyeron. Un día después otro grupo incursionó en el caserío de base de los trabajadores asesinando a dos de ellos y fomentando el miedo en las organizaciones para que éstas redujeran su incidencia en el lugar. Después de este hecho, fue nula la información que se manejó en la opinión pública. Pasaron años sin que nadie diera cuenta de qué había ocurrido en el territorio y sin saber cómo el actual CORPOICA seguía manteniendo “a pesar de su escases de recursos destinados a la investigación” las instalaciones de la hacienda.

Dieciséis años después y luego de la agudización de la violencia rural por parte de grupos de guerrilla, autodefensas y contrareforma agraria se revive en los medios el tema de Carimagua cuando en el año 2004 CORPOICA cede gratuitamente al INCODER - Instituto Colombiano para el Desarrollo Rural (El tiempo, 2009) las tierras de Carimagua bajo el acuerdo 05 del 30 de septiembre de 2004. Este mismo año el gobierno de Uribe promete destinar las tierras a “800 familias campesinas desplazadas” (Cedetrabajo, 2008) en el marco de su programa de “Reasentamientos de Desplazados” (Colectivo archivo de noticias, 2008).

En septiembre de 2005 el INCODER firma un contrato con la Fundación de Estudios Económicos Políticos y Sociales –FUNDES para desarrollar, en estas tierras, el programa de reubicación a desplazados. Pero pasan dos años en los que un estudio realizado para la preselección de familias no llega a ningún término. El 6 de julio de 2007, de nuevo, el INCODER, firma a través de José Rodolfo Campo Soto un nuevo acuerdo para cambiar la destinación del inmueble a entes privados y cambiar la responsabilidad que tenía la institución con los desplazados y así atribuirla a Acción Social (López, 2008:17).

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Este hecho aprobado por el Ministro de Agricultura de la época, Andrés Felipe Arias, toma revuelo en el debate público cuando a comienzos del año 2008 es casi segura la destinación de las 17 mil hectáreas de tierra para la explotación palmicultora y cauchera. En Bogotá, Cecilia López del Partido Liberal y Jorge Enrique Robledo del Polo Democrático Alternativo citan una moción de censura en contra del Ministro Arias, ya que su actuar no respondía a lo que disponía la Ley y a lo que se había pactado tres años atrás. Este hecho se convierte en un factor importante para detener el proceso de entrega a las empresas privadas. Toda una serie de discusiones éticas y políticas se libraron puesto que Arias justificaba la entrega de las tierras a empresas privadas aduciendo el mayor nivel de productividad que se lograría con la intervención de éstas en comparación al nivel productivo que los campesinos lograrían. Además, el ex ministro, juzgado penalmente y encontrado culpable (el 19 de julio del año 2011) por las inconsistencias en su gestión, afirmaba en sus discursos que “las tierras no [eran] muy fértiles, sólo [servían] para 80 familias y lo que el gobierno [buscaba era] entregar a los desplazados tierras fértiles en las que [pudieran] cultivar” (La W Radio, 2008).

Sin ahondar demasiado en lo evidente, no cabe duda que Carimagua revelaba y sigue revelando, desde cualquier punto de vista, ser uno de los modelos de desarrollo rural más rentables y ser la evidencia de la inclinación del Gobierno hacia intereses económicos particulares. Por esta razón, el 2 de abril de 2008, en el debate que se llevó a cabo en la Comisión Quinta de la Cámara de Representantes, el Ministro Arias admitió, no muy conforme, que el proceso de licitación terminaría, pues el debate jurídico apuntaba en su contra. De esta manera se logró desmontar, por un tiempo, un modelo de desarrollo con características excluyentes, favorecedor de intereses particulares y contrarios a la ley que beneficia a las víctimas del desplazamiento forzado.

Tras este debate público y al cabo de tres años sin que se volviera a tener información sobre el territorio, finalmente, el 10 de marzo de 2011 se retoma el tema de Carimagua y con éste el tema de la “restitución de tierras y reparación a familias campesinas desplazadas” fuertemente impulsado por el gobierno de Santos.

Bajo este contexto es importante resaltar que a pesar de que los medios masivos busquen ser “una fábrica de noticias que influya en la opinión pública” de una forma inmediata, audaz, y absolutamente fugáz. Éstos, deberían concentrarse en el poder que tienen para sembrar y generar dudas y curiosidad frente a los hechos, en este caso, frente al proyecto de producción de la Orinoquía propuesto en el Plan Nacional de Desarrollo de Santos y frente a “las 70.000 hectáreas recuperadas en el Meta”, dentro de las cuales se encuentra Carimagua, y su vinculación a la “[adjudicación] irregular a testaferros del fallecido narcotraficante, ex paramilitar y fundador del Ejército Revolucionario Popular Anticomunista Colombiano (Erpac), Pedro Oliverio Guerrero, alias “Cuchillo” y al ex senador Habib Merheg y familiares en el departamento del Meta” (Agencia EFE, 2011).

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Frente a esto, el senador Jorge Enrique Robledo ha dicho que los artículos 45, 46 y 47 del nuevo PND son muy parecidos a los artículos 90 y 91 del Estatuto de Desarrollo Rural propuesto en el gobierno de Uribe. El senador del Polo Democrático Alternativo afirmó que este nuevo PND podría permitirle a las empresas especializadas en agricultura apropiarse de tierras que le corresponderían a los campesinos: “es lo mismo que intentó hacer Andrés Felipe Arias en Carimagua, propuesta que derrotamos en debates de esa época y que hoy nos vienen a presentar como el vino viejo en las hijas nuevas” (La Patria, 2011).

Para Robledo, los artículos 45, 46 y 47 del Proyecto de Ley del PND, que modifican la Ley 160 de 1994, significan un cambio muy profundo en la política de entrega de tierras del Estado a los particulares porque mientras la Ley 160 promueve que los baldíos de propiedad del Estado se distribuyan entre los colombianos más pobres (jornaleros y minifundistas) y en tamaños de economía campesina, el Plan Nacional de Desarrollo elimina las restricciones vigentes y busca que esas tierras pasen a manos de grandes inversionistas. Así que de aprobarse, sin cuestiones de ningún tipo, lo propuesto por el Gobierno Nacional en el Plan Nacional de Desarrollo, un particular podría adquirir sin autorización,

tierras baldías hasta por 9.000 hectáreas y, con permiso especial, hasta 100.000 o más, bien sea en propiedad o en usufructo. Esta situación, según Robledo, legitimaría la venta de tierras en Carimagua a las empresas privadas que entrarán a trabajar la tierra con las familias desplazadas que han sido restituidas con un pedazo de tierra productiva.

Durante la entrega de los predios el pasado mes de marzo de 2011, Juan Manuel Ospina, director del INCODER realizó la presentación del proyecto asociativo que se desarrollará en Carimagua. El proyecto cuenta con la participación de entidades públicas y privadas que permitirán aplicar dentro de la región un modelo agroindustrial. Indupalma, Fedegan, Ecopetrol, Acción Social, la Alcaldía de Puerto Gaitán, el INCODER y el Ministerio de Agricultura serán quienes entrarán en asociación con las familias campesinas para desarrollar los proyectos de agricultura entre los cuales se encuentra la siembra de palma y caucho (Revista Semana, 2011), un proyecto productivo ganadero con innovación tecnológica, entre otros. En estos se garantizará el acompañamiento de Acción Social y la Alcaldía de Puerto Gaitán para dar saneamiento básico, salud y educación para las familias desplazadas y campesinas que sean vinculadas.

Aunque el enfoque con el que se vuelve en el año 2011 al tema de Carimagua es, por decirlo de cierta forma, un enfoque social -propuesto por el actual gobierno- queda la inquietud de preguntarse si aún quedan rezagos de un modelo con proyecciones puramente económicas.

A pesar de que las afirmaciones de Juan Camilo Restrepo, actual Ministro de Agricultura, afirmen constantemente que dentro de los objetivos principales del gobierno Santos se encuentran la devolución de las tierras a los desplazados y el tratamiento especial para pequeños campesinos en materia de apoyo al agro, y que el Ministerio, además de orientar la política de agricultura empresarial, debe apoyar también la economía campesina y la agricultura menos beneficiada del país (Revista Semana, 2010), la entrega de Carimagua a familias campesinas desplazadas encuentra sus bases en la formulación de un proyecto de desarrollo en asocio con grandes empresas del sector privado, orientando este propósito a los logros de la agricultura empresarial y el apoyo a la agricultura campesina.

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El Servicio Nacional de Aprendisaje –SENA- tendrá su propia sede para la capacitación de las familias ya que se tienen planeadas con anticipación cuales serán las producciones que saldrán de estas tierras y que no cambian radicalmente frente a los propósitos iniciales de la hacienda. Así, el sector privado invertirá inicialmente 50 millones de dólares para el cultivo de palma o caucho (Revista Semana, 2011). Como puede verse, parece que este esquema trata de garantizar a las familias de Carimagua servicios para generar ingresos y estabilidad económica. Pero ¿Dónde queda la reparación integral que se incluye en la Ley de Víctimas la cual abarca: la indemnización, la satisfacción, la rehabilitación, y las garantías de no repetición? ¿Acaso no es relevante que se hable más afondo sobre estos temas en la esfera pública?

Es de considerar que aunque pudiera ser valido el argumento de que las empresas asociadas tienen el capital y la infraestructura necesaria para generar empleos para las familias campesinas escogidas, y que además, esta alianza puede generar utilidades regionales y nacionales; es muy posible que ésta forma de restitución se limite a recuperar los terrenos bajo una perspectiva fundamentalmente económica y deje de lado aspectos sociales profundos que se comienzan a visualizar con la baja rendición de cuentas claras y públicas sobre estos procesos de reparación. Los medios no están permitiendo a la sociedad tener una lectura interna y más humana frente a los temas de despojo, desplazamiento forzado y las posibilidades de reparación social frente a la violencia de los últimos 25 años.

Aunque las medidas de restitución y los PND son un gran avance del gobierno, sería mucho más interesante, democrático y de avanzada que el mismo gobierno y los medios de comunicación masiva promovieran e instauraran en la opinión pública un interés por conocer las causas, los actores y los procesos que en este contexto son decisivos. Se considera, bajo una noción utópica, pero pertinente, que los medios pudieran enfatizar en detalles básicos como: Las condiciones en que se realiza la restitución en Carimagua y en otras tierras; las opiniones directas de las familias en proceso de reparación; corroborar que con la entrega de tierras y el desarrollo de los planes propuestos para éstas sí sea posible solventar los daños sociales, culturales y simbólicos por los que atravesaron estas familias colombianas. Se cree que con la exposición a profundidad de estos temas los medios masivos de comunicación podrían ser una mejor herramienta para el conocimiento y criterio de los colombianos.

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Agencia EFE. (2011) El Estado Recupera 70.000 hectáreas de tierras para desplazados. Página web de La Patria. 10 de marzo de 2011 En: http://www.lapatria.com/story/el-estado-recupera-70000-hect%C3%A1reas-de-tierras-para-desplazados

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Gutiérrez, Ricardo. (2011). Carimagua piloto de desarrollo agrícola. En página web de El Espectador. 10 de marzo de 2011 1:09 am En: http://www.elespectador.com/impreso/negocios/articulo-255928-carimagua-piloto-de-desarrollo-agricola-juan-manuel-ospina-geren

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Referencias bibliográficas

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Angie Paola Ariza PorrasLeonardo Pinzón VelandìaEdwin Castro RomeroEstudiantes de Sociología. Universidad Nacional de Colombia.Contacto:[email protected]

De la Constitución de 1991 Colombia Actual

Una aproximación weberiana a la

participación democrática:

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Resumen: El Estado Colombiano se autoproclama como un Estado Social de derecho que tiene dentro de sus fines esenciales facilitar la partici-pación democrática de todos y todas. Nuestro ejercicio busca explorar, des-de una perspectiva weberiana, la significación que tal participación pueda tener después de veinte años de su formalización en la carta constitucional .Consideraremos la tensión entre la validez normativa y la validez empírica y problematizaremos la tensión existente entre la legalidad y legitimidad de la participación democrática. Para esto construiremos el tipo ideal de par-ticipación democrática a partir de la Constitución Política Colombiana de 1991, de tal manera que sirva como herramienta para el posterior abor-daje analítico de tres entrevistas semiestructuradas. Con este primer acer-camiento queremos abrir nuevas perspectivas para pensar la participación democrática en el país.

Palabras clave: Participación democrática, tipo ideal, validez normativa, validez empírica, constitución política de 1991.

Abstract: The Colombian government proclaims itself as a Social State of Right, which essential purposes are to enable the democratic par-ticipation of everyone. Our exercise aims to explore, from a Weberian pers-pective, the significance that such participation may have after twenty years of its finalization at the charter. We will consider the tension between the normative validity and empirical validity, as well as we will discuss the tension between legality and legitimacy of the democratic participation. For this, we will built the ideal type of participation based on the Colombian Constitution of 1991, in a way that serves as a tool for a further analytical approach of three semi-structured interviews. Through this first approach, we wish to open new perspectives to form a democratic participation in the country

Keywords: Democratic participation, ideal type, normative validity, empirical validity, Colombian Political Constitution of 1991.

Una aproximación weberiana a la

participación democrática:

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INTRODUCCIÓN

Ferdinand Lassalle concibe la constitución política como “ley fundamental de un país” (Lasalle, 1994) y la constitución colombiana, en su artículo cuarto, se autodefine como norma de

normas. Partiendo de estos supuestos construiremos el tipo ideal de participación democrática a partir de la Constitución Política Colombiana de 1991 como herramienta para el posterior abordaje analítico de tres entrevistas semiestructuradas. Con esto pretendemos explorar las tensiones presentes entre lo formal y lo real, como legalidad-legitimidad y validez normativa-validez empírica. Nos aproximaremos, desde una construcción conceptual, a algunos agentes que participan activamente en la constitución del poder público: Albeiro Rodríguez, vicepresidente de la Junta de Acción Comunal del barrio Altamar en Patio Bonito, Luis Eduardo Cruz Porras, miembro de SINDISTRITALES y, Mauricio Rey, edil de la localidad quinta de Bogotá.

Así como Weber construyó su tipo ideal del “espíritu del capitalismo” a partir de las máximas de Benjamín Franklin, nosotros elaboraremos un complejo de conexiones conceptualmente agrupadas resaltando rasgos que encontremos en la Constitución Política de Colombia, especialmente en el título IV “De la participación democrática y de los partidos políticos” y su capítulo 1 “De las formas de participación democrática”

La constitución nos parece significativa al ser producto de la propuesta de la “séptima papeleta” la cual fue impulsada por el movimiento estudiantil “Todavía podemos salvar a Colombia”, que buscaba en una reforma jurídica la respuesta a la crisis de los partidos y del congreso, la justicia caótica, el contexto de impunidad, la política centralista y una modernización sin modernidad que caracterizaron a Colombia en la década del 80.

El 11 de marzo de 1990 se confirmó la convocatoria para crear la Asamblea Nacional Constituyente con el apoyo de más de un millón de votos y, aunque ya desde 1958 se habían establecido algunos mecanismos para promover la participación de los ciudadanos y las ciudadanas en la conformación del poder como las Juntas de Acción comunal, la manera en que quedó formada la constituyente indica, si bien no una representación plena de todos los grupos y fuerzas políticas de aquel momento, sino una ampliación del sistema bipartidista e inclusión de otras maneras de entender lo político

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METODOLOGÍACONSTRUCCIÓN DEL TIPO IDEAL:

Apropiándonos de algunas herramientas del racionalismo metodológico, intentaremos construir un instrumento que permita “un vínculo entre la realidad y la reflexión sistemática” (Gómez, 1988:1), es decir, un tipo ideal cuya perfección lógico conceptual nos proporcione un cuadro unitario de referencia puro, consistente, coherente, unívoco y sin contradicciones para medir y comparar la realidad. Es importante mencionar que este ejercicio se realiza evitando que la construcción del concepto se convierta en nuestro fin último o que el concepto construido llegue a determinarse como fuerza operante. No debe dejarse de considerar que detrás del tipo construido hay individuos que lo hacen existir, lo cual hace del concepto antes que un fin, una herramienta metodológica para la comprensión de la sociedad.

Como la comprensión de sentido más clara y evidente se da en la acción racional con arreglo a fines, aunque ésta solo se dé en un caso límite, construiremos un tipo ideal de participación democrática con medios y fines claramente definidos, teniendo en cuenta los siguientes elementos:

1. Qué acción2. De qué modo3. Por qué personas4. Qué sentido5. Qué fines objetivos6. Qué operaciones para el

cumplimiento de esos fines7. Cómo las operaciones8. Qué acciones impuestas o

prohibidas9. Qué órganos de la acción.

(Gómez, 1988: 1)

Luego de la exploración a la Constitución Política Colombiana de 1991 y de la revisión de algunos documentos y autores en los que se debate lo que implica la participación, consideramos que construcción típico ideal de la participación debe ser entendida como:

Una relación social, considerada como un derecho y un deber, en donde los ciudadanos y ciudadanas colombianas en forma directa o por medio de representantes toman parte en conformación, ejercicio y control del poder político; mediante mecanismos como el voto, el plebiscito, el referendo, la consulta popular, la actividad sindical, la conformación de partidos, la tutela, el cabildo abierto, la iniciativa legislativa y la revocatoria del mandato para garantizar un orden político, económico y social justo. Su ejercicio está garantizado por el cuadro administrativo estatal.

En la construcción del tipo ideal de participación democrática relacionamos una serie de conceptos weberianos útiles para la interpretación y búsqueda de particularidades de la acción en las entrevistasAl considerar a la participación democrática

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como una relación social, estamos reconociendo que la conducta de los sujetos y asociaciones implicadas se presenta “como recíprocamente referida por el sentido que encierra y se encuentra orientada por esta reciprocidad” (Weber, 2004). Esta relación social es presentada como un deber, pues se presupone su validez al presentarla como una obligación y modelo de conducta.

En el tipo ideal se establecen un sujeto, un medio y un fin de la acción, por lo que podría decirse que la participación democrática es una acción con arreglo a fines. Sin embargo, esta caracterización es implícita a la construcción del tipo ideal acorde al racionalismo metodológico y reconocemos que, ante la dificultad de encontrar en la realidad una acción exclusivamente orientada de esta forma, en la participación democrática existen rasgos de una acción con arreglo a valores determinada por la creencia del valor propio y absoluto de la democracia.

La acción de la participación democrática es la conformación, ejercicio y control del poder político, definición que no puede apartarse de la concepción de política de Weber, para quien ésta debería entenderse como la aspiración a participar en el poder o influir en la distribución de poder dentro de una asociación política, en este caso el Estado, para la consecución de fines. El Estado entendido como una asociación de dominación presenta una relación social limitada y regulada, cuyo orden está garantizado por un cuadro administrativo o dirigente (Weber, 2004:39) y que tiene la probabilidad de encontrar obediencia de sus mandatos en personas determinadas. La aspiración por el poder dentro de esta asociación implica “la probabilidad de imponer

la propia voluntad, dentro de la relación social, aún contra toda resistencia y cualquiera que sea el fundamento de esa probabilidad” (Weber, 2004:43). Al considerar que la participación en el poder político se puede ejercer de forma directa o por medio de la representación se considera la posibilidad que la acción de un partícipe determinado de la asociación, el Estado, se le impute a los demás.

El contenido de sentido de la participación democrática esta conferido por la orientación de la acción en la creencia de la conformación de un orden justo, este orden puede ser identificado en las máximas que presenta la Constitución y su legitimidad está garantizada idealmente en la legalidad, es decir, en “la creencia en la validez de preceptos legales y en la competencia fundada sobre normas racionalmente creadas” (Weber, 1991:85). Existe un derecho y un cuadro coactivo, órganos administrativos como la registradora y la procuraduría, para obligar la preservación de la participación democrática y castigar su trasgresión. Hay que tener en cuenta que el sentido no es inmutable, puede ser en parte permanente y en parte variable, es por esto que mecanismos como la Constitución partido en nombre la justicia pueden terminar convirtiéndose en empresas interesadas que cambia el programa y el discurso de acuerdo a las posibilidades objetivas de tener influencia en la repartición de puestos burocráticos.

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Este acopio conceptual presente en el tipo ideal de participación democrática nos brinda elementos para la comparación con la realidad, para ver la correspondencia entre los sujetos, medios y fines ideales con los reales, observar si el contenido de sentido conferido a la acción se mantiene o establece si este orden es garantizado plenamente por los cuadros administrativos estatales.

De donde se resaltan algunos de estos elementos presentes en la Constitución Política Colombiana de 1991 y que se presentan en el siguiente esquema:

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ANÁLISIS Esta definición del tipo ideal de participación nos

permitió establecer algunas líneas de análisis en nuestra aproximación al material empírico, de donde se derivaron ciertas observaciones relacionadas, por ejemplo, con el papel de las instancias gubernamentales en la garantía de esta acción, la reciprocidad de la misma, el sentido otorgado a ella, al igual que la legitimidad y legalidad que esta posee para los ciudadanos y las ciudadanas.

Encontramos que la garantía por parte de las instancias gubernamentales para la conformación, ejercicio y control del poder político reviste para los entrevistados un aspecto muy problemático, pues para ellos, estas instancias buscan imponer sus planes y programas sin contar con la opinión de las comunidades en donde pretenden implementarlos. En este sentido, Albeiro Rodríguez, vicepresidente de la Junta de Acción Comunal del Barrio Altamar, en Patio Bonito, afirma:

Sumada a esta imposición y uso de las comunidades por parte de las entidades gubernamentales, Luis Eduardo Cruz Porras, miembro de SINDISTRITALES, sindicato de la Secretaria de Educación de Bogotá, advierte que el Estado no cumple con su deber de garantizar una instancia de participación como lo son los sindicatos, para él, aunque los gobiernos proclamen abiertamente que se brindan las garantías sindicales, realmente esto no sucede ya que es constante escuchar que en el país esta libertad sindical es vulnerada.

Sin embargo, en tanto que acción relacional y considerada tanto derecho pero también como un deber, esta manera de comprender la participación también nos permite señalar la existencia de algunas situaciones que intervienen en dicha acción de control, conformación y ejercicio del poder político que provienen de los propios individuos. Así, fue común escuchar en las tres entrevistas alusiones a la falta de iniciativa de los ciudadanos y las ciudadanas para participar. Situaciones como la falta de empoderamiento, la falta de formación o el miedo por las consecuencias que dicha acción pueda conllevar parecen ser algunas de las razones que inciden en la participación. Al respecto, Luis Eduardo nos comenta:

“Porque aquí lo que pasaba y lo que sigue pasando es que llega el político en temporada de elecciones, llegan las instituciones y ellas pues traen sus puntos de vista y lo que hacen es, digamos, como imponérselo a la comunidad, aunque traten en ocasiones como de hacer que eso sea muy participativo pero digamos que no es real porque entonces el político viene y echa un discurso pero ese discurso esconde muchas cosas detrás, las instituciones vienen con unas ideas desde los ministerios y desde las secretarías que lo que hacen es venir y decirle esto ya está decidido y así se va a hacer, entonces lo que hacen es usar la comunidad para poder justificar y legitimar esas decisiones que ellos tienen”

Albeiro Rodríguez, entrevista personal, abril 30 de 2011.

“la gente no sale es por temor, el temor de perder su puesto entonces no sale a la movilización. En Colombia hay 120.000 provisionales y uno cita a una movilización, no más aquí en Bogotá con los provisionales que hay, 5200, 8000 administrativos, en total 13.000, y uno cita a una movilización donde se está defendiendo proyectos para defender a esos profesionales no salen sino 20 o 30.”

Luis Cruz, entrevista personal, mayo 3 de 2011.

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La legitimidad y la legalidad de una acción como la participación, también son cuestionadas. En este sentido, los entrevistados nos refirieron sus impresiones acerca de la legitimidad de las acciones, programas o planes que pretenden fomentar la participación, de tal manera que el carácter de las mismas ha llevado a que las comunidades –según los entrevistados- hayan desarrollado desconfianza e incredulidad hacia las acciones de participación promovidas por las instancias oficiales. Además, como lo señalaba Mauricio Rey, edil de la Localidad Quinta, “la legitimidad de la participación puede verse socavada cuando la oposición es asesinada, excluida o cooptada de tal manera que las acciones emprendidas desde ahí no son consideradas o buscan ser apartadas de la intervención pública”. (Mauricio Rey, entrevista personal, mayo 2 de 2011)

Ante este panorama de ilegitimidad de las acciones de participación promovidas desde las instancias gubernamentales, aunque se reconozca su legalidad, parece cobrar fuerza la idea de participación con incidencia promovidas desde otras instancias, como lo manifestó Albeiro Rodríguez, pues al parecer la acción participativa se está considerando no como una acción consultiva y pasiva, sino ante todo como una acción decisiva, en donde quienes actúan o hagan parte de estos ejercicios de conformación y control del poder político tengan un papel y una voz activa. Al respecto, bien vale leer las palabras de Albeiro, quien expresa que:

“Las comunidades digamos ya no tienen tanta fe en la institucionalidad, ya digamos han perdido esa fe y dicen si no lo hacemos nosotros nadie lo va a venir a hacer por nosotros entonces nosotros debemos exigir es que la institucionalidad haga lo que nosotros queremos, nuestro punto de vista y trabajar con ellos mancomunadamente. Entonces si el hospital del sur tiene un proyecto para hacer salud en las comunidades, pues las comunidades exigen ser insertadas para ellos aprender y realizarlo junto con las instituciones, entonces digamos que eso irá cambiando los modelos más asistencialistas aún uno de modelos no de participación sino de incidencia, o sea no sólo es participar sino participar para incidir o sea para poder cambiar eso que realmente nos está afectando pero entonces desde la visión comunitaria no de la visión que las instituciones traen, las instituciones ya traen unos programas pero la comunidad se empieza a apropiar de ellos y dice yo quiero que este programa se desarrolle así, de esta manera, pero una sola junta no lo puede hacer si no lo hacen muchas juntas, muchas organizaciones que se colectivizan.”

Albeiro Rodríguez, entrevista personal, abril 30 de 2011.

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Pero no sólo en relación con los espacios de participación propiciados directamente por el Estado, este concepto típico ideal de participación nos permitió abordar lo expresado por las personas con las que dialogamos, sino también, este tipo ideal, nos brindó herramientas para comprender lo que sucede al interior de las instancias o espacios de participación más próximos a los ciudadanos y las ciudadanas como lo son las Juntas de Acción Comunal y los sindicatos. En este sentido, la consideración de las acciones reciprocas como parte constitutiva de los ejercicios de participación política, permiten señalar que ni aun en estos espacios próximos o más cercanos para que las personas puedan participar, se genera esta reciprocidad social de las acciones. Al respecto, encontramos que estas personas entrevistadas nos referían los problemas de la participación, no sólo como algo que atañe exclusivamente a las instancias oficiales sino también a esos espacios próximos en los que ellos diariamente actúan. Las palabras expresadas por dos de los entrevistados nos indicaron que estos espacios son atravesados por relaciones de poder, basados en diversos intereses –económicos o de prestigio- pero también en prácticas de exclusión y desautorización que toman como fundamento una supuesta experiencia o inexperiencia en el campo político. Así, los comentarios acerca de constantes dispuestas en las dirigencias de los sindicatos o de prácticas de rechazo y descalificación

entre los miembros de las juntas por motivos como la edad, fueron expresados en las entrevistas. Al respecto, bien vale traer a colación las palabras de Albeiro Rodríguez, quien nos comentó cómo en ocasiones ha tratado de ser inhabilitadito por diferentes personas de la Junta de Acción comunal, alegando una supuesta inexperiencia producto de su edad:

Parece que los motivos por los cuales estas personas entrevistadas se decidieron a ejercer esta participación política, coinciden con los señalados en el tipo ideal elaborado. Así, motivos como la defensa de los derechos laborales de Luis Eduardo o el interés por solucionar problemas como la pavimentación, la seguridad o los servicios públicos de Albeiro, no pueden comprenderse como aislados de las pretensiones de garantizar - y sobre todo buscar- un orden social, económico y político justo, como se propuso en el tipo ideal de participación.

Con este análisis de la participación democrática abrimos las puertas para cuestionar aspectos como la legitimidad y sus prácticas, los fines y el sentido con el que se ejerce tal participación como ejercicio de conformación y control del poder político.

“ (…) a uno como joven lo aíslan mucho porque uno tiene un punto de vista un poco distinto a quienes han venido porque históricamente las juntas de acción comunal las conforman personas ya adultas, mayores de 35 años, personas pensionadas y pues que llegue un joven a tratar de cambiar algunas de esas dinámicas es digamos que una amenaza, se sienten atacados, pues porque resulta que uno como joven se supone que no sabe, que no tiene experiencia y que ellos sí, entonces ellos son los que guían el trabajo aunque no lo hagan bien, entonces cuando uno propone las personas simplemente o lo hacen a uno a un lado o le empiezan a colocar trabas o a hacer ataques (…).”

Albeiro Rodríguez, entrevista personal, abril 30 de 2011.

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BIBLIOGRAFÍAAmnistia Internacional (2007). “Document - Colombia: Killings, arbitrary

detentions, and death threats -- the reality of trade unionism in Colombia” [Libro en línea]. Consultado el día 6 de mayo de 2011 de la World Wide Web http://www.amnesty.org Colombia (2001). Constitución Política de Colombia 1991. Bogotá,

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M. (2004) Economía y Sociedad. Esbozo de Economía Comprensiva. Madrid. Alianza Editorial.

Fuentes primarias. Albeiro Rodríguez, entrevista personal, abril 30 de 2011.

Mauricio Rey, entrevista personal, mayo 2 de 2011Luis Cruz, entrevista personal, mayo 3 de 2011.

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Allá

allá, donde la noche no puede borrarse, donde las fronteras tienen su encanto, donde el

aullido del devastado cafetín escala en los recuerdos de los viejos reclusos, de las calles del centro, donde el melódico latido de una piedra revolucionaria que clama desde el aire sus derechos y que encuentra a la esperanza, espejeante y sigilosa, que me señala minuciosamente a la víctima.

allá, donde este aire dormido se atraviesa por los inmaculados cerros, donde este dolor eterno cada vez se hace más fuerte, donde esta triste penumbra no deja de gritar mientras recuerdo la proverbial conversación que sostuve con Jorge Isaacs en el parque de los poetas, donde este vacío completo que no despierta al poeta por más que la gente cálida y alegre de la ciudad le aplaude su fina mirada de conquistador; donde la democracia política y la democracia económica parecen llevarse de la mano.

allá, donde se empoza el afán de la tertulia en los pastos de San Antonio y el taciturno diálogo de los fantasmas me hacen pensar a mi ciudad como una sola ardiente que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres; donde el diálogo social es visto como un proceso histórico profundamente conflictivo y como un espacio público de interlocución entre las diferencias conflictivas.

allá, donde tantos disfrutaron bailando al son de Celia Cruz, Richie Ray y Bobbie Cruz.

allá, donde se hacían largas filas para gozarse los juegos que le dieron la apertura económica a nuestra realidad, ¡Los panamericanos!.

allá, donde los campos nos bendicen con la caña de azúcar.

allá, donde no hay raza, pues todos somos mezcla de alguien.

allá, donde la cordillera se entrepierna con la vida.

allá, donde la guerra por los interés de unos, no es la guerra de todos.

allá, en esa ciudad es que avanzo lentamente y las palabras me esperan, me miran, me sonríen, me cantan, me dejan su huida aposentada en el natural olor de las tumbas, en la solemne sensación de mis ideas.

allá, todas las tardes, tardes frescas, llenas de una militancia infinita que acompañó con el aroma de un tinto, unas débiles pinceladas de un humo que no deja de mirar su objetivo y unos cuantos seres que adornan mi paisaje, que me hablan desde su historia.

allá, donde nos cuesta tanto trabajo encontrar las causas que nos han llevado a ser lo que somos y vivir buscando en el corazón del vecino a la persona que algunas veces quisiéramos ser.

José David Solís NogueraComunicador Social-Periodista

Contacto: [email protected]

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estos se reunían para quemar toda aquella cosa que los reprimía, y como si fuera poco terminaban repentina y sorpresivamente creando un grupo, que resultaba en muchos de los casos siendo de una índole aún desconocida para ellos y para los que nos contaron esa historia – ¡en su mayoría: nuestros padres!.

allá, donde para Andrés Caicedo había varias maneras de comerse a una persona. Empezando porque debe ser diferente comerse a una mujer que comerse a un hombre. Se puede partir en seis pedazos a la persona: cabeza, tronco, brazos, pelvis, muslos, piernas, incluyendo claro está, manos y pies.

allá, donde caminar era un placer, así el curioso personaje callejero “guerrita” terminará insultándonos sin saber por qué.

allá, donde los jóvenes se mataban por bailar “…y para que leer, un periódico de ayer”

allá, donde el gato se leía por cientos de felinos que maullaban gracias a la creatividad de un ser que le dio vida a unas hojas de papel.

allá, donde Jovita no paraba de gritar porque le habían robado sus valiosas joyas.

allá, donde la manga biche era el postre preferido después de un buen sancocho valluno a las orillas del río Pance.

allá, donde el chontaduro era más que un adorno en la cabeza de una negra robusta, de raíces españolas y llegada del pacífico.

allá, donde los pelos no importaban, pues se llevaba el pelo suelto.

allá donde el pandebono no ha dejado de ser, donde el nadaísmo recorre sus calles, esas calles a las que instigaron unos intelectuales hippies mientras compartían una cerveza.

allá, donde Jota Mario Arbelaez preguntaba: ¿No es cierto que yo parezco un beatnick? “ponte tú desnuda para que estemos tristes y después, riendo, me decías que lo que más te gustaba era estar triste”.

allá, donde las mujeres se perfuman con el toque sutil de un valiente y decidido hombre que piropea, hombre de zapatos blancos, pantaloncito ‘apretao’, camisa roja y vagabundo sombrero que no pierde su movimiento de ciempiés con parkinson al caminar, que levanta polvo con la punta de sus pies.

allá, donde la verdad espanta hasta el diablo.

allá, donde el champús tiene vida propia, donde el borojo pasó de ser un jugo de color misterioso a convertirse en la estampita milagrosa de más de un viejito liberal que se aposenta de día y de noche en la tradicional Plaza de Caycedo.

allá, donde Enrique Buenaventura y sus máscaras y ficciones nos entregó episodios de una historia escrita: “Aquí, en el piso del escenario, está la tierra. La tierra recién descubierta, la tierra de América, que todavía se llamaba Las Indias.

Allí, en ese pequeño tablado, está la Corte de España y arriba, en esa especie de campanario, está el lugar de las ideas. Eso es todo. Podemos empezar”.

allá, donde maestros de teatro, pintores sin plata, escultores de circunstancias, músicos sin letras, bohemios que lucían orgullosamente su boina del ‘che’ Guevara, poetas desocupados como yo y uno que otro artista que tiene al poeta francés Baudelaire, - miembro fundador del club de los “hachianos” - como su héroe natural; de allá, era que

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allá, donde el Festival Internacional de Poesía reúne diferentes voces.

allá, donde Estanislao Zuleta dejó su cuerpo un 17 de febrero de 1990 y nos enseñó que: “para combatir la guerra con una posibilidad remota, pero real de éxito, es necesario comenzar por conocer que el conflicto y la hostilidad, son fenómenos tan constitutivos del vinculo social, como la interdependencia misma, y que la noción de una sociedad armónica es una contradicción en los términos y que la erradicación de los conflictos y su disolución en una cálida convivencia no es una meta alcanzable, ni deseable; ni en la vida personal – en el amor y la amistad -, ni en la vida colectiva”.

allá, donde la Catedral Metropolitana, el Edificio Otero, la Ermita y el Parque de la Caña han sido testigos del orgullo y la alegría de los vallunos expresado en el popular dicho: “Valle es Valle… lo demás es loma”.

allá, donde Elmo valencia, creó el universo humano: “…y cielo se tragó un caballito de madera para que su hijo jugara con él. Y luego le envió más juguetes, llegando hasta el extremo de tragarse en Diciembre un pino y las bombillas rojas para que Icaro tuviera también su árbol de navidad, e Icaro lo plantó y lo alumbró y de noche el fabuloso vientre rosado de cielo parecía una lámpara iluminando el mundo”.

allá, donde la feria es un derroche de sudor, desde Siloé hasta el Distrito, donde la rumba vive en el corazón de cada uno de nosotros.

allá, donde las casetas populares brillan como un lucero ardiente y no desfallecen por más tomadas que estén, donde juanchito trae su lluvia, su voz y no para de moverse; donde los ladrones piden el favor.

allá, donde el clima cambia y solo necesitamos de 20 minutos para hacerlo.

allá, donde el masato, la empanada y el ‘cholao’ tienen muchos amigos y uno que otro contradictor.

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allá, donde la bicicleta se pronuncia ‘bijicleta’, ¡…y que viva don quijote!, de allá, soy yo, de allá vengo yo y de allá vienen ustedes, rumbeándonos un “Cali pachanguero”, un golazo en el pascual, una cerveceada en alguna esquina, una marcha por algo, un libro en la Biblioteca Departamental, una café en cosmocentro, una charla en café au lait, un picadito de fútbol con los niños de la ladera, de allá somos nosotros, de la ciudad que adoptó a pepesón como rey de los ‘caligismos’, -dícese de palabras rebuscadas que tienen sabor-, de allá, somos, unos porque sí y otros porque la queremos como nuestra, somos de Chipichape, Polvorines, Ciudad jardín, Los Chorros o Comuneros, una ciudad que lee El caleño, que ve morir amigos, que ve nacer esperanzas, que sueña dormida y permanece despierta, una ciudad que tiene MIO, que progresa y se transforma, que no olvida que existimos, que soporta con decoro el ruido agresivo de los jóvenes y que siente que se pierden, que se los traga sin piedad.

De allá somos, de una ciudad que se ha dejado manosear pero que clama respeto, de allá somos, una ciudad que amanece cuando quiere y que se acuesta cuando nosotros le decimos, que ha festejado 21 estrellas, que se viste de rojo y verde, de allá somos, de Cali, una ciudad que se organiza para crear oportunidades, que tiene una fundación que se hace llamar Siembra Comunidad, una ciudad que aún escucha el pito ensordecedor del papagayo, que ve pasar el Blanco y Negro, el Montebello, la Pance o la Río Cali, una ciudad de mujeres operadas que no permiten ser miradas, una ciudad que aún disfruta de los placeres que le dan los ‘traquetos’, una ciudad que lee gratis un periódico como Diario Occidente, de allá somos, de una Cali que por más que llore no deja de querer, una ciudad que se viste de pasacalles, afiches, avisos y uno que otro papel publicitario, ¡Déjenla desnuda!, una ciudad de estudiantes, revoltosos e idealistas, una ciudad que vio morir a un hermano, una ciudad que nos entrega nuevas amistades, una ciudad que me enamoró, una ciudad que no deja de atarnos a sus entrañas, que no nos deja ir, una ciudad que contrae matrimonio todos los días y que se divorcia con facilidad, ¡le duele sentirse utilizada!, una ciudad que nos ha hecho crecer, una ciudad para abrazar, una ciudad para que todos nos abracemos ante ella, una ciudad que tiene amigos, opositores que actúan como enemigos a sueldo, una ciudad que por sobre todas las cosas saldrá adelante, ¡de nosotros depende!, de allá somos, gústele a quién le guste, de allá somos, de un Cali viejo contando por nuestros padres, algunos de los que están aquí creo que lo vivieron, ¡buena esa vallecaucano!, de allá somos, y de dónde serán nuestros hijos? ¿Qué historia les contaremos?

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Bogotá.Amor mío, mi mal amor

Quiero hablar de la ciudad en la que vivo, pero sobre todo quiero hablarle sobre mi relación con la ciudad. En este re-lato busco a Bogotá dentro de mí y me busco a mí en la ciu-dad; le doy prioridad a mi experiencia sensual en el espacio público; a los colores, los olores, los sabores y los sonidos con los que me encuentro cuando camino por estas calles. En tanto es un relato de mi ciudad, va a tener un énfasis en lo personal, por no decir en lo íntimo. Narrar la ciudad que uso es un poco nárrame a mí mismo, es palpar los recuerdos y emociones que yo, (…), he construido en los dos años que llevo habitando a Bogotá… mi procedencia es el eje cafetero, tal vez sea importante señalarlo.

Los nombres y algunas cualidades de los personajes de este

relato son ficticios.

David Gómez Valencia

Contacto:[email protected]

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Mi Bogotá es una ciudad de palomas. De palomas que me llaman la atención porque siempre me han llamado la atención (a lo mejor me recuerdan aquella foto en la Gobernación de Cali con mi mamá y una paloma

en mis manos…en aquella época en que ella aún era feliz), palomas que me llaman la atención porque a nadie en esta ciudad le llaman la atención. ¡Claro! Son personas distintas, les consideran una espacie de plaga, mientras yo las considero dignas de fotografiar. Ciudad repleta de palomas; de palomas que reverberan en todas partes, de palomas feas, algunas un poco mutantes, de palomas que se comportan como perros, que se rascan pulgas, que escarban en las bolsas de basura, con palomas que son demasiado invisibles para ser tantas.

Mi ciudad es salir de mi casa cerca a la Universidad Nacional, coger la Carrera 30, subir por la 45 hasta la séptima. Es sentir ese contraste delicioso de superar una carrera treinta grande, gris, ausente, como de nadie, como tan nada, tan callada, y meterse luego a la 45; una verdadera señora, con la piel más oscura, más engrasada, más mugrienta (mugre de verdad; histórica…no ese tímido polvo de la 30 o de la Av. Suba). Sucia pero con personalidad, con luces, con gente que camina por ahí, ni muy tranquila ni muy afanada, con gente que se le atraviesa a los carros, con personas comiendo empanadas, con escenas de peleas de las familias-semáforos.

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G1 PG19

7779Es llegar al fin a la séptima con 45. Ver ese Pizza

Gourmet 1969 al frente y decirme siempre que debo empezar a gastar más en comida y menos en venenito. Es llegar a esa justa esquina y preguntarse siempre: “bueno, y qué vamos a hacer”. Lo que pasa es que la esquina te obliga a eso, sólo hay dos opciones (a no ser que se quiera seguir derecho; meterse a eso que hay al costado oriental de la 7°, un pedazo de la ciudad que para mí no existe), sólo dos alternativas; izquierda o derecha; norte o sur; ó norte bonito, con gente bonita, supuestamente seguro, un toque caro, un toque lejos de nuestras casas, más para darse besitos y reír y ser felices ¿o derecha? hacia el centro; un poco más libre, más como para esnifarse unos pases en las bancas del Parque Nacional (y volverse un criminal receloso a la aparición de otros criminales de verdad), más como para ir caminado sin tenerse que peinar tanto. Pero un poco más peligroso, más tenso el paisaje, con más limosneros, con más gente que habla sola, con más vainas raras por el camino. Por allí mismo, por el camino hacia el centro, por allí es más fácil llorar; son calles que permiten que la tristeza fluya. Tal vez esa luz mortecina, al decir tanguero, tal vez esa oscuridad tenue que no se percibe como oscuridad pero que en el fondo uno sabe que sí es oscuridad. Hacia allá es un caminar menos afanado; rápido por los ladrones, pero no afanado, no tan saturado como el norte, tan iluminado él, con tantas ofertas gastro-narco-ilumino-mercan-estético-alcohólicas por cuadra. Coger hacia la izquierda de Pizza Gourmet, hacia el norte, es ir a un lugar denso, carnavalesco, pluri-luminoso: desgastante en todo caso. Hacia la derecha también, sólo que el desgaste está en el miedo, en que los picos que uno da esperando el bus o sentado en una banca se dan con miedo. Los besos callejeros casi nunca se experimentan en tiempo presente, tanto carro, tantas sombras desconocidas moviéndose, tanto smog, tanta bulla no te dejan concentrar. Los besos callejeros sólo se recuerdan, no se dan; uno sabe que fueron ricos o malucos, que dolieron, que no debieron haber sido, uno lo sabe cuando los recuerda, pero nunca en el momento.

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Hablando de cosas que “no debieron haber sido”: hay pedazos de Bogotá que me duelen, que están tan cargados de recuerdos que me hacen arrugar el corazón; imágenes de edificios que se me meten por los ojos y me muerden en el corazón. Por ejemplo la esquina esa donde se unen la Av.68 con la Av. Suba, esa esquina es verme un par de años atrás como un enamorado a visitar a una ingrata, esa esquina era devolverme con el corazón roto y los brazos llenos de tristeza, en esa esquina me bajé del bus la noche que nos dimos duro (la noche en que me cascó, para ser sincero). Esa esquina no me gusta; cambio de tema.

Bogotá huele a smog y eucalipto. Cuando huelen al mismo tiempo y en la misma proporción usted está metiéndose a Bogotá por las narices. A veces sólo huele a smog, como en el centro… ese centro lleno de cigarrerías, sitios que sólo he visto en esta ciudad, especie de refugios del tiempo, llenas de fotos viejas de la ciudad y de poetas, de avisos publicitarios de productos que ya no existen, llenas de quesos, licores, jamones, cervezas extranjeras, enlatados, fruta deshidratada, etc. Mientras que el norte huele a eucalipto. Ese norte que veo desde Transmilenio por la Autopista Norte, un norte que sólo tiene tres colores; un verde-parque, un rojizo-ladrillo y un gris-cemento. Un norte que es la casa de mi tía alcohólica en el barrio Cedritos (aplastantemente aburrido), un norte lleno de Carulla en los que suelo desayunar brownies con alguna ‘gomela’ refinada que la noche anterior ha perdido todos sus refinados modales conmigo en su propia cama. El norte es el barrio de Estefanía Cardona después del concierto de Grafton Primary, el norte es una mañana de Carulla cerca a la casa de Alba Castillo.

También hay cosas que van más allá del sector en el que usted se encuentre. El escudo de Bogotá, por ejemplo; la caleidoscópica repetición de ese escudo que aparece en los basureros, en los buses, en los uniformes amarrillos y en los rojos y en los de los polis, escudo de Bogotá en las alcantarillas, en los carros, en los postes. Esas florecitas amarillas que nunca

faltan en las avenidas y glorietas. Las monjas también. En esta ciudad hay más monjas de las que uno se imagina, están repartidas discretamente por los Transmilenios, por los parques y los supermercados. También es una ciudad de sirenas que suenan cada 15 minutos seguidas por esa infaltable frase que dice el conductor de la ambulancia y que nunca se entiende bien pero que seguramente es algo así como “den permiso malparidos que acá hay alguien que se muere y que con tanto trancón no va a aguantar”. Así es, Bogotá es una ciudad ruidosa, es un ruido que se mete por mis audífonos estén al volumen que estén. Los sonidos que hacen los carros cuando pasan por los charcos de las calles, es el ruido del “¡jueputa!” que grita el infeliz al que el carro mojó, es el incesante efecto Doppler del ruuuuunnnn de los carros de las avenidas en la noches de insomnio, es el omnipresente sonido de los frenos de aire de los

Parque al costado nor-oriental de la esta-ción

Av. El Dorado, paralelo a la Crr30

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buses viejos. El sonido capitalino carece de música; eso es algo

triste de esta ciudad; aquí la música no suena duro, cada casa pone su música para sí misma, cada bar para sí mismo, eso es triste porque significa que la gente es muy distante; que nunca nadie tiene la certeza de que el otro puede disfrutar la misma melodía que yo disfruto, significa que no hay comunidad. Es triste porque Cali suena a salsa, Manizales a baladas de los ‘70 y a tangos, Pereira a música de cantina y reggaeton, mientras que Bogotá sólo suena a gente que se muere en una ambulancia. Es triste porque la ciudad es intolerante con la música-a-todo-taco y por eso toca buscar raves a las afueras de la ciudad. Aunque el esfuerzo no es nada despreciable; no hay palabras para describir eso que es ver la ciudad desde la Calera, por ejemplo. Verla amanecer bajo los efectos del éxtasis o el LSD, verla despertar –suponiendo que duerme–, observar cómo se estira y bosteza a eso de las 4:15 de la madrugada. Verla como una simple mancha de ladrillo y cemento en medio de una gran sabana más verde y grande que ella. Saberla un milagro humano, saber que allí pones en escena tu día a día y que aunque es una ciudad ingrata, es única y en el fondo es genial.

Es genial porque está llena de sorpresas; porque de repente te puedes encontrar en el paradero de un bus a una señora vestida con un ropaje hecho de bolsas de supermercado, bien maquillada y con bolso de cuero. Porque en la parte más inesperada hay un sector de prostíbulos y prostitutas y travestis, en los semáforos hay magos, caminando por un barrio cualquiera puedes descubrir la estatua más simpática del mundo, un hombre con cara de desgraciado puede inundar la Av19 con séptima de burbujas de jabón y hacer antojar a los niños y porque treinta pasos adelante puede aparecer un hombre sin piernas ni brazos sentado en la mitad del andén pidiendo una limosna. Es única porque en casi cualquier parte te puedes entretener con algún mural o grafiti, por esas esquinas en las que hay edificios que te hacen pensar que en cualquier momento Henry Miller saldrá a tirarte su máquina de escribir.

Cr. 30, estación Av. El Dorado

Rafael Pombo. El mismo parque de las

monjitas (30 segundos antes)

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Amo las noches de Bogotá, el hecho de que todos los fines de semana hay fiesta suficiente, amo su vida undergroud, su clandestinidad. Que se puedan encontrar espacios donde puedan cohabitar desde un gerente de banco desquiciado bailando contra las paredes, unos punkies, un hippie, a una Sarah Corrales; el ladrón que te atracó la semana pasada, a un Tomás Uribe, un arahuaco, un parche de gringas alatinadas, a un futbolista, un mafioso, un poeta bohemio con pipa y boina, a un parche de latinas agringadas, una mujer que parece un cadáver y no para de oler… Esta es una ciudad de botellitas de licor vacías puestas en los andenes y en las escaleras de los locales, es una ciudad que rechaza la sobriedad y gusta de entregarse a la locura.

Callejón diagonal donde mataron a Gaitán, al lado

Mi Bogotá es una ciudad de CAI; del CAI del eje ambiental en donde le rompí el corazón a una misma mujer por segunda vez, del CAI del parque de cedritos por la 19 en donde creí ciegamente en falsas promesas, del CAI de la séptima con 26 donde tantas veces he esperado taxi para ir a mi casa. El que pusieron en el Carulla de la 85 y hace que toque beberse el ron a escondidas, el del Park Way donde voy a leer los días festivos y ver a la pequeña-burguesía en su faceta más inofensiva: jugar con sus perros, trotar y comprar en Carulla. Y por supuesto, el del parque de la séptima con 60, en el que detrás se consumen todas las drogas que circulan por esta ciudad… una ciudad repleta de CAI –con el escudo de Bogotá– que son detestables pero tranquilizadores; que azaran cuando te has colocado veneno –sea cocaína, brandy, ron, anfetaminas o LSD– pero tranquilizan cuando recién has retirado del cajero, es de noche y aun no has comprado el veneno.

Veneno también es lo que acá comen: son los chorizos de $1700 que sólo saben a sal, son las obleas que siempre tienen el arequipe mal distribuido porque la gente siempre está acelerada y de mal genio y no prepara nada con arte, son los mangos biches que –aunque inaudible para un vallecaucano– los venden previamente cortados, en limonados, empolvados y pasmados. Venenos son las pizzas baratas, secas y desabridas de las que está inundada esta ciudad.

Pero el peor veneno de Bogotá, su cuarta pata coja, es el café. Odio que esta ciudad no tenga dignidad, que sus habitantes no tengan el menor respeto por sí mismos, por la amistad, por la coquetería, por la tertulia y tantas otras cosas que se entretejen alrededor del café. Odio que –exceptuando a Oma, Crepes & Waffles y Dunkin’ Donuts porque no valen– en ninguna parte del casco urbano se pueda encontrar un café bien hecho. Pero amo y aplaudo su panadería: amo que en casi todas las panaderías un simple pan aliñado sabe rico, que pueda encontrar una variedad de panes que jamás imaginé; pan de maíz, pan queso –llamado pan bogotano en Manizales–, pan calentano, chicharronas, siete granos, de leche, etc. Aplaudo sus almojábanas, sus

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arepas boyacenses, la panadería Panes y Manjares del barrio El Recuerdo…amo que pese a ser una ciudad tan pretensiosa nunca se haya percatado ni se ufane de su excelente panadería.

Mi Bogotá es una ciudad de indigentes, de muchos. De indigentes en los barrios, en el centro, en las entradas de las panaderías y supermercados, de indigentes en el norte. Tantos llegan a ser que hasta hay categorías; están los que tienen una postura más bien cínica ante su situación, son esos que construyen una pintoresca identidad, ya sea a la americana, con tenis originales de la NBA o unas Ray Ban con los lentes rotos, ya sea a la europea, con gabanes, mucha lana, algo de pana, kashmir, etc. Son esos que adoptan animales, los que explotan en discursos de reproche y burla en las esquinas. Son más bien indigentes de experiencia, veteranos. También están los rayados, los que caminan con odio, piden limosna con odio, son los pseudo-atracadores, siempre les hace falta ropa, ya sean zapatos, camisa o correa. Son más bien jóvenes (¿gamincitos resentidos que sobrevivieron a la limpieza de los ‘90?)… están los indigentes de bien, son los más escasos; esos que andan con sus cosas, ciertas pertenencias muy preciadas; su colchón roto, sus recipientes para comer. Son de mirada tranquila, nunca piden limosna y de fisonomía más bien aristocrática. También están las palomas.

Pero Bogotá es una ciudad que, a pesar de sí misma, tiene personalidad. Que cuando llueve cambia pero no deja de ser Bogotá, que conserva su esencia bajo su odioso sol, o con su granizo o con su inusitada nieve. No como Cali, que sólo tiene estilo cuando hace sol y viento…ni como Manizales que pierde toda su elegancia cuando al sol le da por calentar.

Una ciudad de palomas raras, saturada de CAI pero insegura, de sirenas cada 15 minutos, de olor a eucalipto con smog, de indigentes, de sorpresas, de florecitas amarillas incoherentemente ubicadas en las avenidas y bajo

los puentes, de botellitas de licor vacías regadas por las calles. Con monjitas diseminadas. Pero una ciudad ingrata al fin y al cabo. Ingrata porque es dolorosamente indiferente y porque no se deja domesticar. Porque por más que le entregues tu vida nunca se muestra coqueta, nunca te corresponde. Bogotá repudia que uno se encariñe con ella, le desagrada que empieces a apropiarte de uno de sus espacios, que empieces a acariciarle mucho, que encuentres en ella lugares secretos; es que ella siempre está cambiando de piel, se está moviendo… siempre es diferente, siempre es otra.

Av 19 con Crr 9 (aprox) de Mc Donald’s (Nótese las botellitas en el piso)

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LA IMAGINACION SOCIOLÓGICA

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CHARLES W. MILLSCCCHHHHHAAAAARRRRRLLLLLEEEEESSSSS WWW.... MMMILLLLLLLLSSSSS

Reseña:

La imaginación sociológica, Charles Wright Mills1

1 Mills, Charles W: (1961). La imaginación sociológica. Fondo de Cultura Económica, Méx-ico. Mills, C. W.: (1959), The Sociological Imagination, Oxford University Press, London.

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¿Imaginación Sociológica? Esta obra publicada por vez primera en el año de 1959 por la Universidad de Oxford, y su versión en lengua castellana en 1961 por el Fondo de Cultura Económica de México, ha sido uno de los referentes críticos

de la sociología moderna introducido por el “chico rebelde” de la sociología norteamericana Charles Wright Mills. Invocar nuevamente el fantasma de Mills es un intento por regresar a sus discusiones teóricas y metodológicas sobre la producción de conocimiento en las ciencias sociales.

La producción de C. Wright Mills alrededor de los años 50’s y 60’s emerge en un debate con el funcional-estructuralismo norteamericano, las versiones deterministas económicas que resultaron de las lecturas de Marx, y los elementos metodológicos y teóricos de la racionalidad weberiana. Tras la figura de la obra de Mills alrededor de las temáticas del poder, la clase y la estratificación social, están presentes los rostros de Sigmund Freud y George Herbert Mead, así como la propuesta histórica marxista, y el relativismo causal weberiano –aunque Mills era crítico del concepto de libertad contenido en la propuesta política marxista y el <<liberalismo clásico>> weberiano-. Se interesó por estudiar la configuración de las élites económicas, políticas, militares y los procesos de burocratización en relación con las clases medias y los trabajadores de “cuello blanco” desde una perspectiva de cambio social, y se involucró en el debate público como periodista, crítico del manejo del poder en los procesos democráticos, especialmente de aquello que consideraba una ausencia de responsabilidad social de la clase intelectual.

En La Imaginación Sociológica, Mills plantea que la promesa de la Ciencias Sociales y específicamente de la Sociología, es establecer la relación entre historia de sociedad e individuo, esto es, su biografía. Si el yo se entiende desde sus situaciones más íntimas y lo estructural se entiende desde aquellas transformaciones impersonales y remotas, es preciso pasar de un punto de vista a otro y ver sus conexiones. La Imaginación Sociológica contribuiría principalmente a definir el significado de las ciencias sociales para las tareas culturales contemporáneas, para contrastar las perspectivas sociales y para poner a prueba las metodologías. Del capítulo II -La gran teoría- al capítulo VI -Filosofías de la ciencia-, el autor sugiere las deformaciones más habituales que han sufrido las ciencias sociales a partir de los primeros científicos sociales como Marx, Weber, Durkheim, entre otros. Del capítulo VII -La diversidad humana- al capítulo X -Sobre política-, el autor especifica las promesas de la ciencia social.

Con Gran Teoría, Mills se refiere a la asociación y disociación de conceptos, la teoría por la teoría que dificulta la comprensión y su influencia en la sociedad en general al restringir su uso a los científicos sociales. Para ejemplificarla, Mills recurre a la obra “El sistema social” de Talcott Parsons y sugiere que su nivel de pensamiento -en la abstracción- al ser tan general, universal e incluso arbitrario, impide descender a lo empírico y a los contextos específicos; las particularidades de la estructura son completamente invaloradas, y “pierden contacto con la realidad histórica”. En palabras de Mills, su “modelo de orden social (…) es una especie de modelo universal, porque en realidad ha convertido sus conceptos en fetiches”. La perspectiva parsoniana sujeta a un nivel estrictamente conceptual imposibilita su inteligibilidad y abandona los datos empíricos que servirían para refutar o mejorar los conceptos usados.

El empirismo abstracto es definido por el autor como una inhibición metodológica donde el método científico limita la clase de problemas de investigación y las maneras de formularlos. El tipo de datos preferidos son las estadísticas, “las estadísticas sirven para evidenciar puntos generales y los puntos generales para ilustrar estadísticas”, donde estos puntos generales no se ponen en discusión ni se especifican. En este tipo de investigación dentro de las ciencias sociales surgen

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dos nuevos tipos de profesionales: el administrador intelectual y el técnico en investigación, lo que hace necesaria la existencia de un aparato administrativo -institutos de investigación- para su control. La tendencia hacia la burocratización donde los costos de la investigación realizada ponen en conflicto la política de la verdad -conexión entre información detallada y amplias concepciones- hace que los institutos de investigación se centren en pequeñas cuestiones y demasiados detalles que terminan eliminando “los grandes problemas humanos y grandes cuestiones de nuestro tiempo”.

En Los Tipos de practicidad Mills presenta un recorrido de los cambios estructurales de la sociedad iniciados por las valoraciones de los intereses, las maneras ideológicas y su uso burocrático, así como la reforma y el liberalismo en la investigación social. El autor presenta las relaciones entre la racionalidad de los individuos, moral y ciencia y sus articulaciones en el escenario de la administración pública. Las imágenes e ideas que modelan los hechos sociales se instalan como formas de poder y autoridad que pueden devenir en un uso burocrático, especialmente de la élite productora de conocimiento. Presenta el debate surgido alrededor de la idea de “progreso” y las reformas sociales, así como el surgimiento de una nueva practicidad que ha necesitado de la figura de Estado como encargado de la administración política, la creación de cargos técnicos y sus imbricaciones con el sector privado.

A propósito del Ethos burocrático, Mills hace una descripción sobre la Ciencia Social en las universidades estadounidenses y afirma que ha sido profundamente transformada por su falta de independencia económica y política. La burocratización del estudio social ha colocado a la ciencia al servicio de intereses económicos particulares, lo que limita las ideas de los académicos; sus análisis deben focalizarse sobre temas que no necesariamente les parecen más relevantes. La proliferación de roles en la producción de conocimiento limitados al grado de influencias que tiene una persona para conseguir financiación de ciertos estudios o a las capacidades

que un académico tenga para la administración de los recursos adquiridos en el desarrollo de una investigación, ha encaminado la academia hacia un empobrecimiento intelectual, a la burocratización del conocimiento y a dar mayor relevancia a los administradores del saber.

El debate presentado por Mills alrededor de Filosofías de las ciencia, que implican el quehacer de los científicos sociales, se refiere a la dicotomía que suele presentarse en la teoría y el método y cómo es necesario articularlas en un mismo corpus de comprensión, especialmente porque hace parte de una discusión que remite a la concepción de naturalidad de las “Ciencias”. El autor trae a colación lo que denomina “empirismo cotidiano del sentido común”; para considerar que al ser identificado y planteado un problema, esta acción pasa por los supuestos dados en la sociedad; la identificación y abordaje de un tema atraviesa una base teórica, metodológica y valorativa, así como las inquietudes personales y las cuestiones públicas del momento histórico y de la sociedad en cuestión. Para que se produzca ciencia es necesaria la verificación empírica, pues un proceso de deducción y construcción de conocimiento implica la revisión rigurosa de la producción de las investigaciones y los métodos que se utilizan.

¿Cuáles son las promesas de la Ima-ginación Sociológica? Para Mills es necesa-rio captar y comprender la diversidad de los seres humanos y las formas sociales como puntos de par-tida en la formación analítica de los científicos socia-les, analizar las distintas significaciones que puede tener un hecho social entre los individuos o los mati-ces particulares que le da estar inserto en una rea-lidad histórica específica. Dos sociedades no se pue-den abordar con los mismos elementos de análisis, la comprensión es relativa, por ello hace énfasis en la necesidad de formular y abordar un problema de investigación en referencia a la estructura social en la cual está inserto. Mills define la estructura social como una combinación de instituciones clasificadas

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según la función que cada una de ellas desempeña; para él, la forma más predominante de estructura social es el Estado-nación, donde se organizan los medios políticos, militares, culturales y económi-cos.

El trabajo científico social debe ser un trabajo comparativo, se trata de establecer relaciones entre los distintos rasgos de la sociedad y formar un concepto del conjunto de la sociedad; sólo a través de un trabajo comparativo se puede llegar a comprender un hecho social. El trabajo histórico junto con el trabajo comparativo son indispensables a la hora de estudiar las sociedades modernas, además están entrelazados. Para comparar una estructura social se necesita de un trabajo histórico previo donde se conozcan las fases históricas o los cambios dinámicos durante su desarrollo, las causas de la variación. El autor muestra que el trabajo histórico es también un ejercicio para ordenar, ya que se establecen períodos en la historia de una sociedad y dentro de esos períodos se buscan tendencias, con el fin de darle un orden a los hechos sociales. El producto de los historiadores, el “gran archivo indispensable para toda ciencia social”, la “memoria organizada de la humanidad”; sugiere que toda ciencia social debe ser por sí misma disciplina histórica, por esta razón, Mills afirma que toda sociología digna de su nombre es una sociología histórica. Asimismo sugiere como relevante el análisis

histórico a través de las biografías, lo que hace que la estructura social y la individualidad presenten un carácter interdependiente. Sólo es posible entender al individuo a través de la comprensión de su contexto social, no puede ser comprendido como un individuo aislado porque es en sí mismo

agente social.

En el debate sobre razón y libertad, Mills esboza una discusión sobre cómo el fenómeno de la burocratización y la racionalización despoja a los individuos de sus posibilidades personales de producción de saber. Por ello problematizar esta crisis de la individualidad, la encrucijada a la libertad, es la promesa que según Mills las ciencias sociales deben cumplir; estimando la libertad y la razón como sustancia moral, se deben plantear cuestiones que arrojen luces sobre bajo qué alternativas la razón y la libertad humana pueden hacer historia en la actualidad, qué condiciones son necesarias para que los individuos vuelvan a adquirir las capacidades y las disposiciones para ser actores históricos.

El carácter moral de las producciones en las ciencias sociales, puede tomar tres “rumbos”, el primero, ser moralmente autónomos, el segundo, estar sometidos a la moral de otros individuos, y por último, estar a la deriva. Es claro que el investigador trabaja sobre valores construidos y contextuales. Del mismo modo, las ciencias

sociales se han fundamentado sobre tres valores, el valor de la verdad, del hecho, el cual le da un sentido político, la razón en los asuntos humanos y la libertad humana, estos tres valores se relacionan de una manera política a través del poder. La razón al servicio del poder otorga poder directamente a la persona “dotada de razón” o a quienes están en el poder y son aconsejados. Estos usos de la razón tienden a que el investigador pierda su autonomía moral y su racionalidad independiente. En relación a la libertad, unas personas son más libres que otras para hacer la historia, los hombres y mujeres que no hacen la historia son utensilios de quienes la hacen.

Según Mills, cuando el investigador social decide tomar una posición de independencia política, no implica que éste se perciba como “por fuera de la sociedad”, es consciente de las consecuencias de la misma sobre él. Cuando esto sucede se convierte en una persona explícitamente política. En ese sentido, la tarea política del investigador es brindar una educación liberadora. Es necesario educar a tres tipos de individuos: a) quienes tienen poder y lo saben, b) aquellos cuyas acciones tienen esas consecuencias pero no parecen saberlo y c) quienes carecen de poder y su conocimiento se limita al ambiente cotidiano. Estos tres tipos de personas se educan a través de la conversión de sus problemas personales en

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problemas sociales. Según Mills, cultivar estos hábitos mentales en las personas aseguraría la razón y la individualidad generando públicos que se cultiven a sí mismos.

Con probabilidad, las sugerencias para estimular La Imaginación Sociológica propuestas por Mills en el apéndice de su libro continuamente sean concurridas, sin embargo, es posible que también sean olvidadas. Para el autor es indispensable el juego con las ideas plasmadas en un “archivo” o “diario” que devenga en una organización de datos en un fichero. Sugiere la ampliación del vocabulario o léxico rompiendo con el esquema de la “jerigonza” y la poca claridad conceptual. Indica la formulación de tipos y el uso de la clasificación transversal como forma de presentación gráfica de los datos. La utilidad del contraste entre los términos estudiados, el juego de proporciones invertidas y contrapuestas para el análisis desde varias perspectivas, la comparación entre ideas, la ejemplificación y la importancia del conocimiento de la historia para ubicar los contextos sociales.

Más allá de la lectura de recetarios metodológicos o teóricos de cómo hacer ciencia, la invitación que puede contenerse en La Imaginación Sociológica implica leerla ahora con más cuidado, ponerla a prueba en su ejercicio de re-apropiación. Situar a C. Wright Mills en su época es concederle ubicación a su

producción, especificarla en espacio y tiempo concretos. Sus críticas y conceptos han atravesado debates a los que sería preciso acudir de acuerdo a los intereses en investigación. Probablemente, tras la pluma de Mills puede existir un carácter utópico sobre la producción científica que haga que algunas de sus conceptualizaciones entren en contradicción con los problemas sociales locales y con el debate epistemológico.

Jugamos al conjuro, a invocar el fantasma de Mills, a ponerlo en escena. ¿Qué pensamos sobre nuestras formas de producir conocimiento? ¿Qué sentido damos a nuestra Imaginación sociológica? ¿Hemos sometido a crítica “el chico rebelde” de la sociología moderna norteamericana? ¿Nos hemos sometido a crítica como “chicos/chicas rebeldes” en el aprendizaje sociológico? Abrimos el espacio de artesanía intelectual.

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Libros recomendados

“ Sé que nunca más encontraré nada ni nadie que me inspire pasión. Tú sabes que ponerse a querer a alguien es una hazaña. Se necesita una energía, una generosidad, una ceguera… Hasta hay un momento, al principio mismo, en que es preciso saltar un preci-picio; si uno reflexiona, no lo hace. Sé que nunca más saltaré”

Jean Paul Sartre, La Náusea.

“El peligro del odio consiste en que nos ata al adver-sario en un estrecho abrazo. En eso radica la obsce-nidad de la guerra: la intimidad de la sangre que se mezcla, la lasciva proximidad de dos soldados que se apuñalan y se miran a los ojos”

“El hombre cuenta con la inmortalidad y olvida con-tar con la muerte”

Milan Kundera, La inmortalidad.

“Pensé en un mundo sin memoria, sin tiempo, con-sideré la posibilidad de un lenguaje que ignorara los sustantivos, un lenguaje de verbos impersonales o de indeclinables epítetos. Así fueron muriendo los días y con los días los años.”

“ Que nadie quiera rebajarnos a ascetas. No hay placer más complejo que el pensamiento y a él nos entregamos”

Jorge Luis Borges, El inmortal.

“Un hombre se confunde, gradualmente, con la forma de su destino; un hombre es, a la larga, sus circunstancias.”

Jorge Luis Borges, La escritura de Dios.

“Pero ya tú empiezas a entender y a sentir rodo el esfuerzo, el trabajo, la angustia, el aislamiento, la soledad y el intenso dolor que la vida le exige a quien escoge este difícil camino de crear belleza”

Héctor Abad Faciolince, El olvido que seremos.

“ {…} lidiar con él iba a requerir mucha paciencia, sobre todo no tomarlo demasiado en serio” Pp 38.“El destino, cuando le da por ahí, es capaz de escri-

bir en líneas torcidas tan bien como dios, o mejor aún”

José Saramago, El viaje del Elefante.

“Son las voces de lo más hondo de la mente que su-surran las verdades que tal vez una mujer no desea oír {…}”

Clarissa Pinkola Estés, Mujeres que corren con los lobos.

“Se tiene palpitaciones cuando uno se halla en vís-peras de experimentar una alegría extraordinaria o por el contrario cuando se teme algo, en una pala-bra cuando se experimenta sensaciones violentas ?no es verdad? Pero cuando el corazón late por sí mismo sin ritmo ni razón, y como único jefe {…} es poco más o menos si el cuero siguiese su camino propio y ya no tuviese ninguna relación con el alma”

Thommas Mann, La Montaña Mágica.

“Las montañas son, por una parte, “neveras” donde se guardan los refranes, las formas lingüística, las estructuras del pasado; pero, por otra, son regiones más independientes, y llegan a ser incluso refugio de hombres libres”

Estanislao Zuleta, Educación y Democracia.

“Recordar algo era, para los antiguos, volverlo a pasar por el corazón, y todavía hoy los franceses lla-man al conocer de memoria, conocer par coeur, de corazón.”

William Ospina, Las Auroras de Sangre, 1998.

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“{…}él le explicaba a Emma que las atracciones en-tre las personas, cuando son irresistibles, tienen su raíz en una existencia anterior.”

“Pues no cabe duda de que, a través del tiempo y la distancia, el curso particular de nuestras vidas, como el de los ríos que corren para juntarse, nos ha traído al uno hacia el otro”

Gustave Flaubert, Madame Bovary.“Con frecuencia me he sentido abatida pero no ani-

quilada. (...) Soy joven, deseo ardientemente vivir la gran aventura que forma parte de mí misma.”

El diario de Ana Frank.

“Todas las personas mayores fueron al principio ni-ños, aunque pocas de ellas lo recuerden”

Antoine de Saint- Exupèry , El Principito,

“Nunca puedo dar cuenta de mí misma del modo en que ciertas formas de moral y ciertos modelos de salud mental requieren, a saber: relatando el yo de una manera narrativa coherente”

Judith Butler, Dar cuenta de sí mismo. Violencia ética y responsabilidad.

“La actuación de la travestida altera la distinción en-tre la anatomía del actor y el género que se actúa”

“La pregunta esencial no es cómo se interioriza esa identidad (como si la interiorización fuese un proce-dimiento o un mecanismo que pudiese reelaborar-se mediante una descripción). Más bien debemos preguntar: ¿de sde qué posición estratégica en el discurso público y por qué razones se ha sostenido el tropo de la interioridad y la disyuntiva binaria de interno/ externo?”

Judith Butler, El género en disputa. Feminismo y subversión dela identidad

“Si quiero definirme, estoy obligada antes de nada a declarar: «Soy una mujer»; esta verdad constituye el fondo del cual se extraerán todas las demás afirma-ciones. Un hombre no comienza jamás por presen-tarse como individuo de un determinado sexo: que él sea hombre es algo que se da por supuesto

Simone de Beauvoir, el segundo sexo.

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