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A S T R O L O G Í A , T A R O T , P O E M A S , C U E N T O S Y
O T R O S C U E N T O S . . .
SEPTIEMBRE 2012
Escriben y colaboran en este número:
Horacio Otheguy Riveira; Daniel Grustán Isabela; Simón Domínguez Barahona;
Guillem de Rubenhor; María de la Paz Reyes Peña; Roberto Langella
Año 3. Nº 23 E
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P á g i n a 2 S p e s U n i c a
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P á g i n a 3 S p e s U n i c a
Sumario
Editorial 4
Noticias del mundillo literario 5
El marciano (2º parte), por Ray Bradbury 6
Suzanne Leperrier, la trapèziste, por Horacio Otheguy Riveira 8
Ideas y bosquejos para una filosofía y una hermenéutica de la as-trología (11º parte), por Armando Rey
10
La pareja perfecta del siglo XXI (1º parte),
por Simón Domínguez Barahona
12
Se me cayeron las alas 14
Poesía, por Daniel Grustán Isabela 16
Divagaciones pelotudas, por Mary Paz Reyes Peña 18
Lesiones del buen escribir, por Roberto Langella 19
El astrólogo y la tarotista, por Ñapi 20
Súbitos, por Guillem de Rubenhor 22
Los signos del zodiaco en la historia (Sagitario) 24
Tumbas de la gloria, por Fito Páez 25
Misceláneas interrumpidas,
por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella
26
La escultura hiperrealista de Ron Mueck 28
Lo mejor de Facebook 30
Lo peor de Facebook 32
Onomancia 35
Horóscopo 36
P á g i n a 4 S p e s U n i c a
Editorial
Vamos por todo
Por María de la Paz Reyes Peña
H ay etapas en la vida de los seres humanos, donde uno no tiene ganas ni de
levantar un dedo para dejar cons-tancia de que sigue respirando y robando oxígeno en este planeta. Llámenle depresión, inercia, pere-za, apatía, indiferencia o desmoti-vación, da igual.
A mí me pasa cada tanto, sobre todo cuando acabo de jugarme el todo por el todo y la ruleta de la vida me lanza al rincón de los per-dedores, ¡buá!
Es horrible, uno se tira, literalmen-te, cual ballena encallada en la bah-ía, a esperar que alguien se apiade y le dé a uno el tiro de gracia para dejar de sufrir de una buena vez.
Me pasó cuando caí en la cuenta de que yo no era una adolescente angelical, con hoyuelos en las meji-llas y rizos dorados bajo el sol del verano, de esas que se ven adora-bles aún en las peores situaciones y tienen que espantar a sus hordas de enamorados. A cambio, me miré en el espejo y hallé a una ca-ballona regordeta que se paraba chueco, con acné y el cabello reco-gido en trenzas, sudando a mares y nada tierna con mis torpes intentos de aprender a patinar. Ahí se me cayó mi primer fantasía, la de ser la princesita luminosa de mi grupo de amigas.
Ahí es dónde surge la cuestión: ¿ser o no ser? La vida deja de pare-cernos atractiva y se convierte en un bosque tenebroso. ¡Qué diablos hice para merecer esto! ¡Dios me odia!
¿Por qué no me hizo rubia, de ojos azules y esbelta? ¿Qué le costaba?
Claro que la depresión me duró menos de una semana, bajo ame-naza de que mi padre me dejara sin orejas por no hacer mis tareas y llegar puntualmente a mis clases de secundaria.
Ya luego tendría verdaderas crisis que me hicieron morder el polvo y tener que recoger los pedazos de mí que quedaron alrededor. En cada una de ellas creí que lo que me pasaba era lo peor y más terri-ble que pudiera sucederme, y en cada una me costo trabajo levan-tarme y seguir, pero lo hice.
Ahora me da risa ver el drama que significa la escuela para mi sobrino de ocho años, pero lo comprendo porque a su edad lo viví en carne propia. Y también me da risa ver a mis hijos pelear con las novias y luego tirarse en la oscuridad de su depresión a esperar el final. Uno siempre cree que el amor que aca-ba de perder era el amor de nuestra vida.
De eso se trata vivir, de creer que los sueños del momento son los auténticos motivos de que estemos respirando en el planeta.
Pero la vida sigue, uno se topa con nuevos motivos para enamorarse, para trabajar, para reír, para soñar. Llegan otros compañeros de viaje y ahí vamos, directo a tomar el siguiente tren hacia donde espera-mos hallar la felicidad.
Bué, la verdad que toda esta charla filosófica es el preludio de una confesión. Acabo de pasar una de esas etapas negras (con todo y el flaco a mi lado). Colgué la inspira-ción para escribir en la ventana para que se aireara, me puse mi mameluco de Barnie y me tiré en mi cama a esperar la muerte (se hace la occisa y ni me mira). Pasé días y días babeando con lo que
veía en Facebook, sin redactar ni una palabra. Cuando el flaco me contaba algo, le respondía con monosílabos. ¡No sé cómo me soportó! Estuve tan depri-mida que creí que ya no protes-taría si me cortaban la Internet, peor aún, si mi flaco se aburría de oír mi silencio y se largaba con la primera crespa que le hiciera ojitos.
En fin, eso se acabó, la vida sigue, el mundo rueda, he so-brevivido a lo peor y ahora he vuelto, remasterizada, corregida y aumentada.
Flaco, dile a las lagartonas que ni sueñen que te deje libre. Amigos, ni crean que dejaré de escribir. ¡Vamos por todo!
Recuerden que apareció la edi-ción especial nº 1 de El Astrólo-go y la Tarotista, la que pueden ver haciendo click aquí.
Para comprar la versión impre-sa, click aquí.
*
Se ha integrado una nueva sec-ción de foros al Roberto Lange-lla Faquin Blog (al fondo abajo en su misma ventana), presen-tando ya algunos temas en sub-foros. Pueden participar en los mismos, creando nuevos temas en los subforos; en el tema ge-neral "Bienvenidos", pueden proponer nuevos temas para subforos. Fíjense en la barra de herramientas, tienen la opción de agregar links, imágenes y vi-deos a sus participaciones. Desde ya, se les pide buena con-ducta y verosimilitud en la pro-puesta de temas (la vida sexual de las ballenas puede ser muy interesante para alguien; bueno, en todo caso se irán eliminando subforos, pasado un tiempo en que nadie participe). Que sea un lugar de encuentro. Quizás de esto salgan buenas
cosas, tal vez no pase nada de nada, mientras tanto, acá esta-mos.
*
También en el blog, en la pági-na de la revista, hemos agrega-do el sumario de contenidos de cada número, con sus respecti-vos links a los mismos, por si alguno busca un material en particular.
*
IMPORTANTE PARA FREE-LANCERS QUE COBREN
SUS TRABAJOS MEDIANTE PAYPAL:
Noticia: Este texto ha sufrido una leve corrección desde su publica-ción primera, debido a que se han contactado desde Payoneer, para aclarar que se trata ésta de una empresa absolutamente indepen-diente de Paypal. Ocurre sí que la tarjeta representa un gran beneficio para los usuarios de Paypal, residentes en distintos países de Latinoamérica, pero de-bemos dejar claro que PAYONE-ER Y PAYPAL SON DOS EM-PRESAS DIFERENTES. Recientemente lanzada la tarjeta de débito Payoneer, avalada por Mas-
terCard, cuya solicitud, envío y mantenimiento (en caso de no contener fondos) también es gra-tuita.
Esta disponibilidad nueva muy posiblemente beneficie a los usua-rios de Paypal residentes en países latinoamericanos, que en algunos casos no contaban con el medio para hacerse del dinero en efecti-vo, ni maneras demasiado ágiles al momento de utilizarlo. Actualmente se puede cargar fon-dos desde Paypal a la tarjeta, así como realizar transferencias entre cuentas bancarias, y enviar cupo-nes de cobro y pago, desde el pa-nel de usuario de Payoneer. En caso de retener dinero en la tarjeta, hay una tasa anual de man-tenimiento, de U$S 29,95, por lo que no conviene guardar allí nues-tro dinero. El coste de retiro en efectivo es de U$S 3,15 por transacción (más hasta el 3% en países fuera de Es-tados Unidos). El coste de reemplazo de tarjeta (por pérdida o robo) es de U$S 12,95 La consulta de saldo en ATM (por cajero automático) es de U$S 1, y las transacciones por compras son gratuitas. Para mayor información vean este tutorial publicado en Taringa! Para solicitar la tarjeta gratuita-mente (es promoción y no sé cuándo vencerá), aquí.
Not i c i a s d el
mun d i l l o l i t er ar i o
P á g i n a 5 S p e s U n i c a
E l señor La Farge se sentó a la mesa y cuchillo en mano miró a Tom.
-Tom, ¿qué has hecho esta tarde?
-Nada -contestó Tom con la boca llena- ¿Por qué?
-Quería saber, nada más -dijo el viejo poniéndose la servilleta.
A las siete, aquella misma tarde, la señora La Farge dijo que quería ir al pueblo.
-Hace tres meses que no voy.
Tom se negó.
-El pueblo me da miedo -dijo-. La gente... No quiero ir.
-Pero cómo -dijo Anna. –Qué palabras son esas para tamaño grandullón. No te haré caso. Vendrás con nosotros. Yo lo digo.
-Pero Anna, si el chico no quiere... -farfulló La Farge.
Pero era inútil discutir. Anna los empujó a la lancha y remontaron el canal bajo las estrellas nocturnas. Tom estaba tendido de espaldas, con los ojos cerrados; era imposi-ble saber si dormía o no. El viejo lo miraba fijamente. ¿Qué criatura es ésta, pensaba, tan necesitada de cariño como nosotros? ¿Quién es y qué es esta criatura que sale de la soledad, se acerca a gentes extrañas y asumiendo la voz y la cara del recuerdo se queda al fin entre no-sotros, aceptada y feliz? ¿De qué montaña procede, de qué caverna, de qué raza aún viva en este mun-do cuando los cohetes llegaron de la Tierra? El viejo meneó la cabeza. Era imposible saberlo. Por ahora aquello era Tom.
El viejo miró con aprensión el pueblo lejano, y pensó otra vez en Tom y en Anna. Quizá nos equi-voquemos al retener a Tom, se dijo a sí mismo, pues de todo esto no saldrá otra cosa que preocupacio-nes y penas, pero cómo renunciar a lo que hemos deseado tanto aun-que se quede sólo un día y desapa-rezca, haciendo el vacío más vacío, y las noches más oscuras y las no-ches lluviosas más húmedas. Qui-tamos esto sería como quitarnos la
comida de la boca.
Y miró al chico, que dormitaba pacífi-camente en el fondo de la lancha. El chico se quejó, como en una pesadilla
-La gente. Cambiar y cambiar. La trampa...
-Calma, calma -dijo La Farge acari-ciándole el pelo rizado.
Tom se calló.
La Farge ayudó a Anna y a Tom a salir de la lancha.
-¡Aquí estamos!
Anna sonrió a las luces, escuchó la música de los bares, los pianos, los gramófonos, observó a la gente que paseaba tomada del brazo por las calles animadas.
-Quiero volver a casa -dijo Tom.
-Antes no hablabas así -dijo Anna-. Siempre te gustaron las noches de sábado en el pueblo.
-No te apartes de mí -le susurró Tom a La Farge-. No quiero caer en una trampa.
Anna alcanzó a oírlo.
-¡Deja de decir esas cosas! Vamos.
La Farge advirtió que Tom le había tomado la mano.
-Aquí estoy, Tom -dijo apretando la mano del chico. Miró a la muche-dumbre que iba y venía y sintió, tam-bién, cierta inquietud-. No nos queda-remos mucho tiempo.
-No digas tonterías, no nos iremos
antes de las once -dijo Anna.
Cruzaron una calle y tropezaron con tres borrachos. Hubo un momento de confusión, una separación, una media vuelta, y La Farge miró cons-ternado alrededor. Tom no estaba entre ellos.
-¿Adónde ha ido? -preguntó Anna, irritada-. Aprovecha cualquier ocasión para escaparse. ¡Tom!
El señor La Farge corrió entre la mu-chedumbre, pero Tom había desapa-recido.
-Ya volverá. Estará en la lancha cuan-do nos vayamos-. Afirmó Anna, guiando a su marido hacia el cine-matógrafo.
De pronto, hubo una conmoción en la muchedumbre, y un hombre y una mujer pasaron corriendo junto a La Farge. La Farge los re-conoció. Eran Joe Spaulding y su mujer. Antes de que pudiera hablarles, ya habían desaparecido.
Sin dejar de mirar ansiosamente hacia la calle, compró las entradas y entró de mala gana en la poco aco-gedora oscuridad.
A las once, Tom no estaba en el embarcadero. La señora La Farge se puso muy pálida.
-No te preocupes. Yo lo encon-traré. Espera aquí -dijo La Farge.
-Date prisa.
La voz de Anna murió en la super-ficie rizada del agua.
La Farge caminó por las calles noc-turnas, con las manos en los bolsi-llos. Las luces de alrededor se iban apagando, una a una.
Unas pocas gentes se asomaban todavía a las ventanas pues la no-che era calurosa, aunque unas nu-bes de tormenta pasaban de vez en cuando por el cielo estrellado. Mientras caminaba, La Farge pen-saba en el chico, en sus constantes alusiones a una trampa, en el mie-do que tenía a las muchedumbres y las ciudades. Esto no tiene sentido, reflexionó con cansancio. Tal vez el chico se ha ido para siempre, tal vez no ha existido nunca. La Farge dobló por una determinada calle-juela, observando los números.
-Hola, La Farge.
Un hombre estaba sentado en el umbral de una puerta, fumando una pipa.
-Hola, Mike.
-¿Has peleado con tu mujer? ¿Estás calmándote con una caminata?
-No, paseo nada más.
-Parece que se te hubiera perdido algo. A propósito. Esta noche en-contraron a alguien. ¿Conoces a Joe Spaulding? ¿Te acuerdas de su hija Lavinia?
-Sí.
El marciano (2º parte), por Ray Bradbury
P á g i n a 6 S p e s U n i c a
La Farge se sintió traspasado de frío. Todo era como un sueño repe-tido. Ya sabía qué palabras vendrían ahora.
-Lavinia volvió a casa esta noche -dijo Mike, y arrojó una bocanada de humo-. ¿Recuerdas que se perdió hace cerca de un mes en los fondos del mar muerto? Encontraron un cadáver que podría ser el suyo y desde entonces la familia Spaulding no ha estado bien. Spaulding iba de un lado a otro diciendo que Lavinia no había muerto, que aquel cadáver no era ella. Parece que tenía razón. Lavinia apareció esta noche.
La Farge sintió que le faltaba el aire, que el corazón le golpeaba el pecho.
-¿Dónde?
-En la calle principal. Los Spaulding estaban comprando entradas para una función y de pronto vieron a Lavinia entre la gente. Qué impre-sión la de ellos, imagínate. Al princi-pio Lavinia no los reco-noció; pero la siguieron calle abajo y le hablaron y entonces ella recobró la me-moria.
-¿La has visto?
-No, pero la he oído cantar. ¿Recuerdas con qué gracia cantaba Las bonitas orillas del lago Lomond? La oí hace un rato allá en la casa gorje-ando para su padre. Es muy agrada-ble oírla. Una muchacha encantado-ra. Era lamentable que se hubiera muerto. Ahora que ha regresado, todo es distinto. Pero oye, qué te pasa, no te veo muy bien. Entra y te serviré un whisky..
-No, gracias, Mike.
La Farge se alejó calle abajo. Oyó
que Mike le daba las buenas noches
y no contestó. Tenía la mirada fija
en una casa de dos plantas con el
techo de cristal donde serpenteaba
una planta marciana de flores rojas.
En la parte trasera de la casa, sobre
el jardín, había un retorcido balcón
de hierro. Las ventanas estaban ilu-
minadas. Era muy tarde, y La Farge
seguía pensando: «¿Cómo se sentirá
Anna si no vuelvo con Tom?
¿Cómo recibirá este segundo golpe,
esta segunda muerte? ¿Se acordará
de la primera y a la vez de este sue-
ño y de esta desaparición repenti-
na? Oh Dios, tengo que encontrar a
Tom, ¿o qué va a ser de Anna?
Pobre Ana, me está esperando en el
embarcadero». La Farge se detuvo y
levantó la cabeza. En alguna parte,
allá arriba, unas voces daban las
buenas noches a otras voces muy
dulces. Las puertas se abrían y ce-
rraban, se apagaban las luces y con-
tinuaba oyéndose un canto suave.
Un momento después una hermosa
muchacha, de no más de dieciocho
años, se asomó al balcón.
La Farge la llamó a través del vien-to que comenzaba a levantarse.
La muchacha se volvió y miró hacia abajo.
-¿Quién está ahí?
-Yo -dijo el viejo La Farge, y notando que esta respuesta era tonta y rara, se calló y los labios se le movieron en silencio.
¿Qué podía decir? ¿«Tom, hijo mío, soy
tu padre»? ¿Cómo le hablaría? La muchacha pensaría
que estaba loco y llamaría a la fami-lia.
La figura se inclinó hacia delante, asomándose a la luz ventosa.
-Sé quién eres -dijo en voz baja-. Por favor, vete. No hay nada que pueda hacer por ti.
-¡Tienes que volver! -Las palabras se lee escaparon a La Farge.
La figura iluminada por la luz de la luna se retiró a la sombra, donde no tenía identidad, donde no era más que una voz.
-Ya no soy tu hijo. No teníamos que haber venido al pueblo.
-¡Anna espera en el embarcadero!
-Lo siento -dijo la voz tranquila-. Pero ¿qué puedo hacer? Soy feliz aquí; me quieren tanto como voso-tros. Soy lo que soy y tomo lo que
puedo. Ahora es demasiado tarde. Me han atrapado.
-Pero, y Anna... Piensa qué golpe será papara ella.
-Los pensamientos son demasiado fuertes en esta casa; es como estar en la cárcel. No puedo cambiar otra vez.
-Eres Tom, eras Tom, ¿verdad? ¡No estarás bromeando con un viejo! ¡No serás realmente Lavinia Spaul-ding!
-No soy nadie; soy sólo yo mismo. Dondequiera que esté soy algo, y ahora soy algo que no puedes impe-dir.
-No estás seguro en el pueblo. Es-tarás mejor en el canal, donde nadie puede hacerte daño -suplicó el vie-jo.
-Es cierto. -La voz titubeó-. Pero he de pensar en ellos. ¿Qué sentirían mañana al despertar cuando vieran que me fui de nuevo, y esta vez para siempre? Además, la madre sabe lo que soy; lo ha adivinado como tú. Creo que todos lo adivina-ron, aunque no hicieron preguntas. Cuando no se puede tener la reali-dad, bastan los sueños. No soy quizá la muchacha muerta, pero soy algo casi mejor, el ideal que ellos imaginaron. Tendría que elegir en-tre dos víctimas: ellos o tu mujer.
-Ellos son cinco, lo soportarían mejor que nosotros.
-¡Por favor! -dijo la voz---. Estoy cansada.
La voz del viejo se endureció.
-Tienes que venir. No puedo permi-
tir que Anna sufra otra vez. Eres
nuestro hijo. Eres mi hijo, y nos
perteneces.
(Continúa en el próximo número)
P á g i n a 7 S p e s U n i c a
S urge de entre las sombras
deslizándose en monoci-
clo por un cable sobre el
que avanza y retrocede aumentan-
do la velocidad en cada empeño,
hasta que de pronto el cable se
mueve y comienza a ponerse verti-
cal. Suzanne sigue subiendo; esca-
pa milagrosamente del peligro de la
pérdida de equilibrio.
Cuando el cable logra la completa
verticalidad, tras un mágico juego
de luces, la bella trapecista desapa-
rece: un potente reflector la busca
por todas partes, recorre el cielo de
la carpa, desciende hacia los com-
pungidos espectadores y allí la
encuentra, radiante en medio de
chavales, bajo el esplendor de la
orquesta que le rinde culto y plei-
tesía entre violines y trompetas.
Anda por los apoyabrazos de las
butacas y alcanza la pista nueva-
mente, asciende por una cuerda
hacia el trapecio donde la espera su
partenaire, Le Grand Tatave, con
cuya colaboración andará entre
cuerdas y telas aéreas, y recorrerá
sus músculos creando insólitas y
temerarias figuras sobre su espalda,
sus brazos y sus piernas.
En el último número no tendrá
compañero que la asista; es el más
difícil que han hecho las mujeres
de su familia; a tal punto que así
murió su madre: un dichoso final
bajo las ovaciones que aumentaban
cuanto menos se movía, todos
convencidos de que Michelle, La Di-
vine, tardaba en levantarse porque así
lo indicaba el guión, hasta que llega-
ron los payasos y se la llevaron en un
carromato de cuento de hadas.
Suzanne ha de vérselas con una nube
de colores tenues en el espacio; pri-
mero se introduce en un antiguo
cañón militar de donde es despedida
para atravesar las nubes —a la mane-
ra de una Mujer Bala— y alcanzar un
trapecio en el que sin arnés protector
impone su esbelta y sonriente figura
haciendo equilibrios con un solo pie,
sobre una rodilla, bocabajo, los bra-
zos a un lado… y el trapecio en cons-
tante movimiento.
Las ovaciones continúan acariciándo-
la bajo la ducha del camerino. Las
miradas de admiración de niños y
adultos siempre la siguen de cerca y la
mantienen enamorada durante varias
horas. Después sale a recorrer la ciu-
dad donde le ha tocado actuar, y
cuando llega la noche se deja abrazar
por un envolvente silencio. Lo
demás es misterio enredado en
melodías que sólo escucha ella,
voces que la endulzan al margen de
la vida cotidiana. Por eso cuando
sale a caminar, siempre se sorpren-
de de que haya más humanos en
dos piernas, fuera del riesgo trape-
cista, al margen de su vida solitaria.
Vive sola. Ensaya a diario, a diario
entrena, día a día cumple con la
siguiente función en que se entre-
gará al asombro de los espectado-
res con rutinaria profesionalidad.
Para los compañeros es una solita-
ria e intocable misteriosa. Para los
empresarios, la principal atracción
en los mejores circos del
mundo.
Cuando Suzanne Leperrier
sale a la calle lo hace con-
vertida en niña: un disfraz
que la protege de cualquier
intento de seducción: dos
coletas y una mochila Dis-
ney con Pluto, su personaje
preferido. Le basta con
ponerse de esa guisa para
sentirse aislada de libidino-
sos impulsos, como una
coraza, como una celda de cristal a
la que no llegan las sórdidas pasio-
nes que le atemorizan.
Hasta esta noche en que se queda
más tiempo de lo normal bajo la
ducha porque la recorre un placer
extraño. Siente besos cortos por el
cuello, la espalda, las caderas… y
Suzanne Leperrier, la trapèziste, por Horacio Otheguy Riveira
P á g i n a 8 S p e s U n i c a
una voz nunca antes escuchada la
nombra de forma insistente; una
voz bella y penosa, un lamento an-
gustioso. Placer y tristeza, y sobre la
piel las extrañas caricias de un hom-
bre prisionero de penas insondables
y a la vez muy excitantes; una rara
mezcla de abandono trágico, deseo
compulsivo y entre besos ardien-
tes… una envolvente repetición de
su nombre.
Cierra el grifo. Busca apoyo en las
paredes. Se sienta. Tirita. El desco-
nocido que acaba de amarla no se
separa de ella; siente el sudor de las
palmas de sus manos, el latido fuer-
te de su corazón, la creciente excita-
ción de su piel, y un aroma extraño,
jamás percibido.
Se viste de prisa. Sale a la calle. A
ciegas. No conoce Madrid ni sabe el
idioma, más allá de un puñado de
palabras. Camina largo por la calle
de Alcalá, el bullicio normal, las
voces de la gente, el tráfico, y mu-
chas parejas en las mesas de las ace-
ras: copas de cerveza con besos
espumosos.
Avanza en zigzag, recorriendo tra-
mos de calles a medida que se topa
con ellas. Cuando llega a la Parro-
quia de Nuestra Señora de Cova-
donga, Suzanne Leperrier, la trapè-
ziste, se queda paralizada. Una tre-
menda desazón le quita la respira-
ción: sólo estará un par de días y
marchará a Berlín, luego París y más
tarde Lyon, Grenoble... Siempre
viajando y volando entre diversos
idiomas. La palabra siempre se le
desmorona en su interior. Se siente
verdaderamente pequeña: la niña
que simula la domina, la habita por
completo. La recorre una emoción
más extraña aún de todo lo vivido.
Está a punto de retroceder, de vol-
ver al circo donde poco falta para la
segunda función; se pregunta si no
está haciendo un disparate; se que-
da inmóvil junto a la iglesia, hay
mucha gente andando, comiendo
patatas fritas, hot dogs, churros con
chocolate; conversando, paseando
perros, autobuses, taxis, coches,
todo la atemoriza, la marea. De
pronto se encuentra desandando la
esquina de la iglesia en un impulso
físico irresistible: da seis vueltas
apoyada en las palmas de las ma-
nos. Seis de ida, y seis de vuelta.
Los peatones se quedan admirados.
Aplausos que no agradece, mone-
das que no recoge.
Luego entra en el templo. Se arro-
dilla ante la Virgen de Guadalupe, y
recoge un papel doblado en el enre-
jado que protege la imagen. Lo
abre: ―Vuelva a casa y espere‖. Y
luego otro: ―No siga. Deténgase‖.
Se muerde los labios, lágrimas reco-
rren sus mejillas. Se hinca de rodi-
llas ante el altar y se persigna y pide
por la vida de ese amado que busca
sin saber si existe. No recuerda
haber rezado nunca.
Nuevamente en su camerino vuelve
a la ducha. Sospecha el capricho de
su amigo. En efecto: allí está él.
Comparten una risa espontánea,
una carcajada bullanguera:
―Buscándote por todas partes y
sólo existes en el agua que me reco-
rre y me abraza y me enamora y me
hace suya, y hablo como la poetisa
que nunca fui y soy la enamorada
que tampoco conocí‖.
Al salir de Madrid tuvo miedo de
perder a ese extraño amante que
presencia su función con entusias-
mo y luego la visita en el cuarto de
baño y la abraza hasta que se duer-
me y la adora como no recuerda
que alguien lo hiciera nunca.
Ahora todo es diferente. Él se re-
cuesta a su lado en el avión, le lleva
las maletas, le susurra al oído, agasa-
ja su cuello, la acaricia pronuncian-
do su nombre una y otra vez en
diversas tonalidades musicales: Su-
zanne, un nombre que parece re-
construirse a sí mismo cada vez que
él lo pronuncia, más aún ahora que
le brinda el esplendor de sus ojos.
Porque hace unas horas que no sólo
le siente, le percibe, le adivina, sino
que le ve parcialmente: sus ojos y
sus manos.
En cuanto llegan a la ciudad progra-
mada buscan con ansiedad el hotel
más próximo al aeropuerto. Se des-
nudan torpemente, de prisa. Se
abandonan bajo la lluvia de la du-
cha, mensajeros de la buena nueva
de tan poderoso encuentro.
P á g i n a 9 S p e s U n i c a
O tro paso intermedio antes de hablarle de su problema de agresividad es pasar a
hablarle de la relación de él/ella con su madre. A la luz de este as-pecto puedo decirle perfectamente que es muy posible que como con-secuencia del propio problema de su madre, ella no hubiera sabido relacionarse correctamente con esta dimensión del propio ser del cliente, en la relación que tuvo con él/ella. Así, es posible que su ma-dre hubiera reprimido de algún modo cualquier expresión espontá-nea de agresividad y/o de autoafir-mación de su hijo/a.
Resultado, aparece como conse-cuencia natural de lo descrito la percepción del propio problema, o la persona reprime su agresividad, o se refugia en ella de un modo compulsivo. O ambas opciones que se alternan. Estas son las sali-das típicas de los contactos Luna-Marte, cuando no han sido trabaja-dos conscientemente. Entonces viene el próximo paso, muy impor-tante: Hablarle de un camino de integración. De cómo ha de esfor-zarse en lograr que sus sentimien-tos y sus impulsos afirmativos se encuentren, y en el encuentro construyan una actitud nueva, fun-cional, en la que fluyan iniciativas con sensibilidad emocional; la lu-cha de la afirmación del propio ser, con la apertura de recibir la vida y sus vaivenes, con la necesidad de tomarse en serio sus sentimientos, escucharlos, etc., etc. Para lograrlo es posible que haya de pasar por una fase difícil; atreverse a tomar iniciativas, a pesar de que se sienta inseguro, o deprimido o inestable, etc.
Aquí excluyo una dimensión que nunca olvido en la situación real. En función del propio sexo del consultante, explorar cuál de los dos principios cósmicos es el pro-yectado afuera. Es fácil que una mujer con este tema viva a los hombres como amenazadores; si el que lo tiene es un hombre, con la misma facilidad proyecta a la Luna
en las mujeres y las convierta en seres que amenazan la propia iniciativa, por tanto han de derrotar, etc.
Todo esto habría de enriquecerse con la posición por casas, las casas que rigen ambos planetas, los signos que ocupan, etc. Como ahora lo único que me propongo es resaltar unos efectos ilustrativos, considero sufi-ciente lo expuesto.
Aquí es cuando hecho a faltar más la interpretación real, viva, que se da en el encuentro en la consulta. El diálo-go con la persona propicia que un caudal de creatividad potencial surja para ser usado. El astrólogo receptivo lo ha de captar y usar; si es así, las propias respuestas del cliente, sus gestos, sus expresiones, sus ocurren-cias, todo fluye para que el trabajo de interpretación cobre el relieve y la trascendencia que le es propio. Y les aseguro que aquí toman partió, o han de tomarlo, todas las dimensiones del ser del astrólogo. Si solo hay cabeza, el astrólogo no se entera de nada; no puede percibir la magia que producen los símbolos cuando son trabajados con integridad; el acto interpretativo es terapéutico, movilizador, transfor-mador. Brotan recuerdos, sentimien-tos, insights, que colaboran a que el trabajo de interpretación de la carta astral cumpla su cometido: No que-darse en la mera descripción de los hechos: ―Tú eres así o asá‖ (caracterología, tipología, etc.) ni en el mero listado de predicción de hechos (presentes, pasados o futu-ros), sino alcanzar la estatura que le corresponde; symbolon, instrumento para la religazón, para la re-integración de lo que estaba desinte-grado, para el reencuentro con las zonas del ser y de la vida, que estaban separadas, escindidas.
A MODO DE CONCLUSIONES PROVISIONALES
E s necesaria la adquisición de
un nuevo punto de vista en
Astrología, pues siendo un
instrumento para conocerse a sí mis-
mo, no es el conocimiento objetivo
-científico de la mentalidad mo-
derna, el conocimiento del conoce-
dor-intelecto, que se conoce a sí
mismo, como objeto, la Astrología
solo sirve si implica la plena espon-
taneidad de la experiencia en la que
el conocedor y lo conocido se vuel-
ven uno solo.
El intelecto se impone y rompe la experiencia, para reducirla a un tratamiento intelectual, que siem-pre implica la separación o la bifur-cación; en cambio, el trabajo con símbolos debería siempre propiciar el salto del pensamiento a la expe-riencia; el astrólogo debe evitar el error de dar al cliente interpretacio-nes y explicaciones que acaban impidiendo tal salto liberador en la que la persona pueda librarse del filtro social-cognitivo del lenguaje y la lógica, y experimentarse como ser universal en contacto con las fuerzas más profundas de su pro-pio ser, que son las de la humani-dad entera.
La captación de la realidad del símbolo astrológico debe ser hecha por uno mismo, no puede ser apre-hendida en fórmulas intelectuales ni transmitida así al estudiante o al cliente; el significado de un símbo-lo no puede entenderse, si no se toma en consideración la idea que el alcanzar la verdad está indisolu-blemente ligado a una transforma-ción interior, por eso la Astrología debería hacer suya la finalidad del propio zen, y verse a sí misma co-mo a un arte de ver dentro de la naturaleza del propio ser, y señalar el camino de la servidumbre de la inconsciencia a la libertad de la consciencia.
El que se despierta se abre y res-ponde al mundo sin prejuicios cognitivos, porque ha renunciado a aferrarse a sí mismo como una cosa, y así se ha quedado vacío y dispuesto a recibir. A eso el zen lo llama el satori, el pleno despertar de la personalidad total a la realidad.
La Astrología encierra un misterio
Ideas y Bosquejos para una Filosofía y una Hermenéutica de la Astrología (11º parte, ensayo), por Armando Rey Publicado por primera vez en la revista digital Gente de Astrología-GeA nº 23, diciembre de 2002.
P á g i n a 1 0 S p e s U n i c a
que excede lo cultural, lo científico, y que sin perjuicio de que algunos colegas intenten explicarla en base a modelos que la muestran en su carácter científico y/o lingüístico, esos modelos deben dar cuenta del misterio, hacerse suficientemente flexibles y sutiles, como para al me-no señalar lo que no puede explicar. Para mí, el misterio no es una cues-tión de actitud romántica sino una toma de posición fundamental ante la Astrología, y ante toda la vida.
Siento más bien que el misterio nos encierra a todos; somos su presa, y a la vez nos fecunda y nutre sin cesar; y no lo digo como metáfora más o menos poética, sino desde una postura radicalmente funcional y prácti-ca: Elijo tratar a todo, a todos y a mí mismo, como a un inson-dable misterio. Misterio que trataré de resolver, como reco-mienda Don Juan, pero sin la mínima esperanza de lograrlo, pues reconozco mis límites, o los límites de cualquier ser humano enfrentado al abismal Uni-verso que nos sostiene.
Creo que los modelos que olvidan esta cuestión radical, acaban pecan-do de prepotentes y estériles, de pasatiempos intelectuales de una época, grupo humano, tradición, etc., que sirven para todo excepto para lo importante: Ayudarnos en nuestro viaje existencial.
Occidente desarrolló, y sigue haciéndolo, la razón, y todos los utensilios abstractos y concretos propios de ella. Sus modelos, para-digmas y métodos, por supuesto que guardan coherencia entre sí, alimen-ta a grupos de expertos, y tienen resultados avasalladores (la tecno-logía, la actividad académica, por ejemplo). Pero, ¿constituye todo ello prueba alguna de su validez real, que para mí va indisolublemente ligada a la tarea de evolucionar, impuesta al ser humano, por el Universo entero, Dios, o lo que sea que cada uno considere?. O sea, ¿nos está ayudan-do la ciencia, la tecnología y toda la cultura-erudición en esta tarea?. Tengo mis dudas y muy fundadas. Ya Nietzsche nos alertó con su in-quietante pregunta: ―¿Y si nuestra civilización estuviera totalmente equivocada?‖.
Y no solo el filósofo sino que mu-
chos otros tenemos la misma in-
quietud, el mismo miedo corrosivo;
¿hacia dónde nos lleva este desarro-
llo unilateral del ser humano?.
Estas preguntas, creo que habrían de ser tomadas muy en serio por el colectivo profesional, pues sigo sintiendo que nuestra tarea como astrólogos es la de ayudar al ser humano a evolucionar; esto es, a mejorar sus condiciones vitales, y a
avanzar en su camino de realiza-ción.
El símbolo tiene como virtud bási-ca promover la reconciliación de los contrarios, buscar la relación de los opuestos, por eso sus mejores auxiliares son el relato mítico, la paradoja, la metáfora, etc., y por supuesto, el concepto, pero enmar-cado, supeditado al poder superior unificador del símbolo, y convir-tiéndole en un depositario más de conceptos (tú eres Tauro y por tanto eres así o asá; este tránsito es bueno, etc., etc.,), clasificaciones y asunciones teóricas.
Hay pocos colegas que reflexionan lo suficiente acerca del sistema de contradicciones en que se apoyan y nutren los símbolos. La tensión contradictoria, inherente a todo el sistema de símbolos astrológicos, requiere de una actitud y temple del que los maneja, capaz de soportar-la.
¿Cuántos astrólogos ven que en el corazón del guerrero Marte se es-conde una inseguridad y vulnerabi-lidad radical, cuántos utilizan cons-tructivamente el hecho de que el racional y analítico Mercurio sea capaz de engaños sin fin y los alqui-mistas vieran en él el aliento sutil que anima al cuerpo, la substancia
fugitiva del alma, y finalmente, la materia prima, base del trabajo al-químico?, ¿cuántos consideran al pesado, represor, maléfico Saturno, también heraldo de la ―insoportable levedad del ser‖, esto es, del ser enfrentado desnudo, sin ornamen-tación posible al reto de su voca-ción, su tarea en el mundo?.
No es cierto que la irracionalidad y la destructividad sean patrimonio de Plutón o Lilith (tan de moda hoy) o de Marte o Saturno, sino que la
contradicción, no solo lógica sino también psicológico-existencial, el desgarro y la des-integración, sinónimos todos ellos del conflicto, están pre-sentes en cada uno de los pla-netas, signos, aspectos, etc.
¿Cómo usa el astrólogo la terri-ble evidencia de que todo símbolo sin exclusión alguna presenta dos facetas, una inte-gradora y otra destructiva, que hallan o deberían hallar su me-dio de curación, su camino de
re-integración, por medio de un uso adecuado del conocimiento simbó-lico, matricial?. Evidentemente con teorías conceptuales y ensayos es-tadísticos, me temo que no.
Por eso me esfuerzo tanto en rei-vindicar la naturaleza práctica del conocimiento astrológico, y sus más antiguas raíces místicas, su capaci-dad de ser un mediador entre nues-tras fracturas y la anhelada integri-dad interior, entre nosotros y esa presencia omnisciente, todopodero-sa e invisible rectora de todos los acontecimientos y todos los desti-nos, que los astrólogos atestiguan y reflejan.
Afirma Carlos Castaneda:
“Nuestras opciones en la vida son limita-
das, debido al hecho de que son definidas
por el orden social. Los videntes creen que
el orden social establece la lista, pero que
nosotros hacemos el resto; al aceptar sola-
mente estas opciones, ponemos límite a
nuestras casi ilimitadas posibilidades”.
(Continúa en el próximo número)
P á g i n a 1 1 S p e s U n i c a
C aminaba después
del trabajo en
una soleada tarde
de junio, algunas hojas
caían de los árboles,
el sol calentaba el ai-
re a tal punto que era
difícil respirar y el
viento silbaba fuerte
como solo puede soplar
con ese tipo de calor;
caminaba sin prisas a
mi departamento como
cada tarde mirando las
nubes que ese día no
estaban, y además era
viernes, el prometedor
descanso del fin de se-
mana me esperaba en mi
cama; llevaba en una
funda tres películas
que acababa de comprar
en la tienda de la es-
quina de mi trabajo y
estaba ansioso por ver
cómo me sorprendería
esta tarde Sandra Bu-
llock.
Cuando de repente fren-
te a mí, caminaba en
dirección contraria un
rostro que no veía hace
años, era mi amigo
Eduardo, cursamos la
secundaria juntos y no
lo veía desde la gra-
duación, fue en verdad
un emotivo encuentro,
por la emoción terminé
invitándole un café y
él aceptó; entramos en
una cafetería cercana y
los recuerdos de la ju-
ventud brotaron impa-
cientes y se esparcie-
ron por todo el local
junto a nuestras carca-
jadas, hablamos de pro-
fesores, compañeros,
anécdotas y sobre todo
de compañeras. ¿Dónde
estarían todas ellas?
Quizás casadas o en el
exterior, ni Eduardo ni
yo lo sabíamos.
Esta conversación des-
embocó irremediablemen-
te en la pregunta in-
faltable -¿te casaste?-
dijo Eduardo después de
una larga carcajada a
expensas de una compa-
ñera y una broma cole-
gial.
-No- le contesté –los
estudios, el trabajo,
tú sabes- en realidad
nunca fui bueno para el
galanteo y mi figura
regordeta tampoco ayu-
daba en el proceso.
Después de una breve
pausa le devolví la
pregunta, Eduardo siem-
pre había tenido más
suerte que yo con las
mujeres, por lo que me
sorprendió un tanto su
respuesta.
-No, ni la necesito,
¿para qué una esposa si
tengo banda ancha?- di-
jo él riendo, claro que
yo también reí, pero
algo en el tono de
Eduardo me dejó descon-
certado, un tenue tinte
de seguridad o de cer-
teza se notaba en su
voz.
Cuando terminamos de
reír, Eduardo dio un
largo trago a su taza
de café y de repente
cambió el tono de su
voz haciéndolo parecer
más serio.
-Las mujeres son un re-
lajo hermano, uno nunca
sabe lo que pasa por
sus cabezas y nada de
lo que uno hace les pa-
rece bien; no, hermano,
yo ya me cansé, hay que
superarse, ¿sabes?-
aquí hizo una pausa y
miró el cielo raso del
café, prendió un tabaco
mientras yo no sabía
qué decir ante ese cam-
bio de ambiente.
-Hay que evolucionar,
enfrentar el futuro y
L a p a r e j a p e r f e c t a d e l s i g l o X X I
( r e l a t o ) ( 1 º p a r t e ) ,
p o r S i m ó n D o m í n g u e z B a r a h o n a
P á g i n a 1 2 S p e s U n i c a
sus cambios- dijo él,
como si estuviera dando
un discurso ante miles
de emocionados especta-
dores. –y por suerte
amigo mío, el avance de
la tecnología cubre las
necesidades de cada in-
dividuo.
Se produjo un tenue si-
lencio en el que yo no
sabía qué decir, al fin
recobré algo de mí y le
dije con una risita
nerviosa, esperando que
todo eso sea una
broma.
-¿y casarnos con
una computadora?
Al menos con una
chica robot-
aventuré en tono
de broma para re-
cobrar el ambien-
te de tertulia.
Eduardo me miró deteni-
damente, se acomodó en
su asiento y me dedicó
una sonrisa de compli-
cidad.
-Amigo mío, te contaré
el secreto para ser fe-
liz en esta vida- me
miró como esperando
agradecimientos y ante
mi silencio prosiguió
casi en un susurro, co-
mo si fuera un secreto
de estado. -Todo lo
que uno necesita está
detrás de una pantalla,
ciertamente no encon-
trarás sentimientos
ahí, pero dime ¿quién
los necesita? Le quitan
el sueño a uno y aparte
quedas atontado y no
puedes trabajar. Y por
si fuera poco es muy
probable que te lasti-
men- y se acomodó en su
asiento sonriendo de
oreja a oreja como si
hubiera dado la senten-
cia más impresionante
de todos los tiempos.
Ciertamente estaba im-
presionado, pero más
que impresionado empe-
zaba a preocuparme la
salud mental de mi com-
pañero. -¿Qué estas di-
ciendo, Eduardo? ¿No es
en serio, verdad?
¡Casarse con una compu-
tadora!- y di un bufido
de incredulidad que me
puso más nervioso a mí
mismo.
-Piénsalo bien, herma-
no, ¿qué es lo que uno
necesita en esta vida
de una pareja? Y a la
final, después del ga-
lanteo, el enamoramien-
to, los niños; ¿qué
conseguimos? ¡Nada! No
somos felices, somos
unos esclavos de la so-
ciedad y estamos cie-
gos, a la final uno
termina siendo pisotea-
do por la esposa. Mira,
si tú o yo estuviéramos
casados, ¿crees que
nuestras adorables mu-
jeres nos dejarían es-
tar conversando tan
amenamente en este aco-
gedor café?
Eduardo me miraba fija-
mente mientras yo me
revolvía en mi asiento
sin saber a dónde ver
ni qué responder.
(Continúa en el próximo
número)
P á g i n a 1 3 S p e s U n i c a
#180 12-nov-2010 12:27
Eduardo Daniel Melgar
"¿¿¿¡¡¡Como turco en un
harén???!!! Vaya con el fu-
rioso, eso sí que me hizo
reír, jajajaj" Esta línea de la
dama azteca me ha hecho
pensar si la risa así grafica-
da tiene valores aceptables
o pertenece a la imaginería
de internet que no tiene nor-
malización alguna y precisa
de ciertas reglas. Este jajajaj
termina con una jota que
denota asco, yo diría que si
dicha risa no espontánea
debería ser jajajá o jajajari-
jajá o de otra forma, como
de próximas navidades, jo-
joroijo jojó. Los que se ríen
jejeje aluden a la burlona
picardía de la superioridad y
los que usan jijijiji, que son
pocos, revelan una natural
timidez que no delatan
jamás. Ponerse de acuerdo
con estas expresiones pue-
den conducirnos a un reco-
nocimiento mayor y a no
caer en la hipocresía risual
que señala una excesiva de-
pendencia con las formas
antihumanas de la web. Ja-
jejijojú.
#181 12-nov-2010 13:18
Alma Delia Chávez Rojas
¡Maese Eduardo, no vea
moros donde no los hay,
jajajaj no denota nada! Sim-
plemente es una risa y no se
porqué razón siempre que
escribo risas me salen en
patrón de 7 y vengo rema-
tando con una J al final. Pero
eso no quiere decir absoluta-
mente nada.
Lo que pasa maese es que co-
mo ya no había tema al cual
seguirle hilando que me ha
tomado como base para otro
debate existencial, si quieren
le pueden seguir, pero ya les
he aclarado el porque me ha
quedado con terminación de J.
Además mi querido argento,
el día de hoy no podré debatir
porque salgo rumbo a la costa
a exponer un artículo en un
congreso. Así que se quedan
solitos el día de hoy, espero
no encontrarlos hechos trizas.
Nos vemos
#182 12-nov-2010 13:45
Eduardo Daniel Melgar
Allá va la dama azteca, a ins-
truir al mundo, con su j final
pegada a los licores de su vi-
da. Vaya, instruya su sabidur-
ía, no dijo que de paso, va a
engullirse con lo que encuen-
tre en la costa, sálvense can-
grejos y mejillones, pulpos y
tortuguitas.
#183 12-nov-2010 14:45
Roberto Langella
Yo acuerdo a su tesis de que
un jajajaj así terminado en j
connota un asco final, que de
cualquier forma es muy pro-
bable sea subconsciente, muy
en la línea de los "lapsus" de
Freud. Yo tengo un busto de
Freud sobre mi escritorio, que
ahora me mira como diciendo
"sí, pibe". No va a pasar mu-
cho tiempo en que la RAE
oficialice el término jajaja,
así que habría que ponerse
de acuerdo.
No se cosa que terminemos
con un jajajargh.
#184 12-nov-2010 15:07
Eduardo Daniel Melgar
Como dice usté, la cuestión
de la risa escrita se presta
para infinitos equívocos.
Me despierta curiosidad ese
lance posterno de una acti-
tud vegetativa que luego
debe recordarse para grafi-
carla como en un globo de
historieta. Yo recuerdo a
Langostino, que siempre se
desmayaba de nuca y si se
reía, uno veía su boquita,
pero acá la boca ausente y la
hipotética perlada expre-
sión, queda como ridículo.
Yo creo que al usar el jajajá
debería estar acompañado
por un cambio en la fotito
del perfil y de paso, practi-
can con el JPG que es una
risa y no juventud peronista
genial. Fíjese, jotapegégegé-
gege. Según el busto de
Freud (¿qué estarán hacien-
do las manos?) esto es como
pretender que Débora Frid
se ría de un chiste de Seijas,
que usté ha defendido en
otro lugar. Lo cual no nos
excluye a ambos de estar
implicados en los yerros y
alcahuetismos del incons-
ciente. De todos modos, co-
mo dijo el furioso,
"aclaramos para oscurecer,
Se me cayeron las alas
(novena parte)
A la memoria de Eduardo Daniel Melgar
P á g i n a 1 4 S p e s U n i c a
si no de qué viven los fabri-
cantes de candelas".
#185 12-nov-2010 21:41
Roberto Langella
No me nombre a la innom-
brable, maese Sueñero, no
sea que la termine invocan-
do. Ahora vengo.
#186 13-nov-2010 0:20
Simón Domínguez Barahona
¡Vaya! ¡gran sin fin de deba-
tes olores-sabores, locuras,
desesperanzas, descripciones
personales y el más grueso (y
sublime) humor negro que he
visto! Además de los infiltra-
dos que no son solo los cana-
dienses, sino también los po-
cos cuerdos que siguen res-
pondiendo a "don aquí está-
mi-materia-prima" que de
hecho es el creador del te-
ma... ¡Vaya, y entre mates y
tortillas, campos y ciudades,
estaturas de 1,90 con tacos,
ex-tacleadores y licores de
diversos sabores me han da-
do una de las lecturas más
interesantes en un buen tiem-
po!
Aunque soy recién llegado a
este barco y sus diversas ga-
leras ésta me pareció en su-
ma interesante y divertida,
los seguiré leyendo no se
cansen de pelear que yo no
tendría nada que hacer en las
madrugadas
Me despido con un jajajaJ
por si las dudas.
#187 13-nov-2010 0:25
Eduardo Daniel Melgar
Me interesó el busto de
Freud; ese busto, supuesta-
mente es el Edipo, y está
bueno que no incluya el
habano, me pregunto si es de
yeso o algo más importante,
si lo mira penetrante o de
costado y si tiene pañuelito
en el bolsillo del saco, esos
detalles me interesan y sobre
todo, en qué concurso de
kermese se lo sacó, no es lo
mismo tirando al blanco que
el aro en la botella. Puede
ser, colijo, que haya sido el
regalo de una novia que pen-
saba que usté era raro como
el psicoanálisis y quiso que-
dar bien. Ahora puede ser un
alter ego, digamos el sargen-
to Segismundo, subordinado,
que le dicta a veces a quien
innombrar y la historieta que
leer y memorizar a falta de
un Shakespeare local.
#188 13-nov-2010 0:34
Eduardo Daniel Melgar
Otro infiltrado, don Beto,
capitán. Ojo, Simón el mago
debe ser, disfrazado de perio-
dista. No parece canadiense,
empero. Creo que hay que
levantar anclas y meter los
ratones a la cucha para otro
naufragio. Dice que nos va a
vigilar y si es como Fou-
cault, ya sabe lo que nos es-
pera.
#189 13-nov-2010 0:38
Simón Domínguez Barahona
Pues como lo ve don Melgar
que de la simonística me sé
algunas... Alquimias, druide-
ses y otras vainas... No esca-
pen navegantes, que un
mirón no hace daño (juro
bajo mi nombre que no soy
espía de ninguna índole) solo
un caminante que le gustan
los debates y las buenas
charlas.
#190 13-nov-2010 0:49
Eduardo Daniel Melgar
Debo reconocer que es más
rápido que un druida. Me
queda solamente una duda y
que es la fotito del perfil.
Hay varias posibilidades,
está chupando una mandari-
na, está chiflando un gol de
Boca o está conteniendo la
risa de la que hablábamos
antes. A menos que mis sos-
pechas sean afirmativas y
sostenga con la mano una
careta de tergopol made in
Canadá. (¿Adónde fue, ca-
pitán? Ya le dije que no use
ojotas en los apuros). Ah, ya
sé, toca la armónica.
#191 13-nov-2010 0:56
Simón Domínguez Barahona
¡Buena esa! Jajaja, pero nin-
guna atinada, el día de la
foto no tenía ni para una
mandarina, no es que sea
aguafiestas pero el futbol no
me apasiona, de la risa
quizás pero es más bien una
cara de fastidio, lo de la ca-
reta pues ni se me cruzó por
la mente, y toco casi todos
los instrumentos de viento
pero justamente la armónica
se porta malcriada en mis
manos...
La foto más bien es una ex-
presión de fastidio por la
fotógrafa y con una gripe
que me cargaba unos días....
(era eso o se me caían los
mocos) jajá.
Pdta.: ¡Muchas gracias por
lo de druida! ¡¡¡Acepto el
apodo!!!
P á g i n a 1 5 S p e s U n i c a
El descubrimiento
Sonidos vagos de vida musitan entre valles negados de luz. Mortaja negra, atravesada por mil candiles lejanos. Plata saltando en las cresterías, con fondo de celajes malvas y nocturnos. Argentinos sonidos también de muerte en latencia. Ignota muerte, cegada entre llamas de lar. Acurrucado yo, atenazado de miedos ancestrales. Hagamos ruido, demos luz, para que huyan las celomáticas, endógenas tinieblas. Yo aquí, uno entre ellas, con cada poro agazapado, floto en un océano de espacios sin oleaje. Me sustento en un paréntesis de titilancia. Abrazo mis rodillas de osario y miro sin ver un futuro que no espera. Me resuelvo en nudo de nonato para que el rocío que me tiembla resbale ignaro. Soy un punto insondable que descubre mares de espacios circulares. Soy un recipiente que contiene, que abarca el mun-do. Que rodea desde los adentros. Que está vacío. Miro al Dios oculto de la noche y bajo, atónito, mis ojos de agua para que las mareas perdonen mi osadía. Extiendo dedos que sólo saben tocar polvo, y rozo, creo, esa parte de la nada que me asegura tu presencia. Y, al fin inmerso en la llaga, beso esas lágrimas de océano... que, tal vez (por esta única vez), me eleven a tu se-no.
*
De Dios
Encuentro que la cadena trófica está basada en la sangre. Los alimentos rapiñados por cada escalón se obtie-nen tras la muerte. Luego el "Creador", si lo hubiere, es un ser deprava-do o ininteligible (al margen de nuestra capacidad de entendimiento) e inaccesible.
Es de estúpidos darle vueltas a lo inaccesible. Por tanto salvo cambios celestes, deberemos per-manecer en ese inquietante estatus de vivir sin dioses.
*
ÉL (yo)
Abomino del Borgiano espejo
duplicador de humanidades.
Entrambos la relación se resume
en un juego de mimo.
La escabrosa mirada intestina
trasciende en la del otro.
Agazapado en el interior,
tabletea el mirador.
La cartografía epidérmica me es ajena.
Estoy por hacerle un corte de mangas,
(aunque me den miedo esos ojos de orate)
pero espero que él mueva primero.
Quizá cuando parpadee desaparezca,
tengo que hacerlo alternativamente.
Llevo toda la vida esperando su primer movi-miento.
Una vez le di la espalda y
estremecido,
tuve la sensación de que se acercaba...
sigilosamente, con una gran guadaña.
Y por fin... sonriendo.
Poesía, por Daniel Grustán Isabela
P á g i n a 1 6 S p e s U n i c a
Resurgir primario
¿Y si sólo nos queda el bosque?
Y en asunción de atónitas explosiones verdes
allanar la suave hojarasca crepitante.
Bañarte, ignorado, en charcos de soles blancos.
Abrazar al trueno vertical, profanador de azules,
conector mitológico, sostén de bóvedas celestes.
Reptar raíces elementales, inquiridoras de La Madre.
Comulgar ramajes encriptados,
sobrevolar pájaros nadadores de aire.
Pero temiendo esa latencia que espera la caída del paréntesis.
Pero sintiendo la sombra que atruena lejanías,
que se acerca en gritos estridentes,
que muerde el silencio aterido,
que viene y viene talando esperanzas,
aludiendo terremotos viscerales,
ocultando lunas en su grandeza umbría.
Pero saber que se alza en ola, crestería nera,
apagando temblores sin certeza.
Pero conocer que piensa, que avanza, que lacera.
Enfermedad atónita en viscoso apareamiento:
contagioso lago desbordado de entenebros.
Pero probar el rancio, metálico sabor de su cercanía,
y querer avisar de su presencia en mudo grito.
Correr.
Correr en animalidad instintiva.
Volar en quemaduras arcaicas, ancestrales.
Pero detenerte.
Pero volverte, agazapado y mordiente.
Pero mirar a La Bestia a la cara,
tensar el reducto, aparatarse, desandar huidas.
Consagrar lo preciado como níquel
lanzando el grito lacerante de la guerra,
y avanzar hacia la nada que ya era sin saberlo.
Pero embestirla y herirla.
Pero ofrecer vísceras desatadas
que honoran vida:
Que extinguen el devenir
en el primordial acto del ser.
Miserando
Quiero que pase la vida calladamente;
el transcurrir del tiempo no es acto primordial
…devenir.
El velo que nos seduce rapta la perspectiva.
La vida, en propiedad, no es un objetivo;
Tampoco una búsqueda:
no persigue nada,
no sirve de nada
...es.
Se puede decidir concatenar instantes,
se pueden hipotecar estos ante perspectivas de-coradas...
o se puede observar el largo tren
y sentir sus vibraciones
…sentir.
Ignorar lo que hay ante los ojos,
eludir sentimientos fatuos
... estar.
Ser, es el designio,
miserando en las mortajas de la noche.
Transcurre, inexorable a pesar de todo.
Es indiferente la acción.
La vida sigue calladamente
ya que estamos hechos de tiempo pasado:
nunca seremos, siempre, nunca, fuimos.
P á g i n a 1 7 S p e s U n i c a
M i madre era miembro honorario del club ―Hágalo usted mis-
mo‖, le encantaba poner manos a la obra y dejar fluir todo su talento en crear desde pasteles que nunca se esponjaban, hasta disfraces de hada que parecían de mosca.
Siempre nos quería tejer los sué-teres de la escuela, las capitas para el frío, las bufandas y hasta los morrales para los útiles esco-lares. Y se las ingeniaba de tal manera para convencernos de usar sus obras, que yo terminaba llevando el morral con medio metro de correa sobrante ama-rrada para no andar arrastrando los útiles por el suelo. El colmo fue cuando mi padre se midió un suéter de color azul índigo pre-cioso, pero una manga era larguí-sima, tanto que mi padre se ofen-dió y juró que nunca le pediría que le tejiera nada más.
Luego rescató la máquina de co-ser de la abuela, entonces mi ma-dre cosía con singular alegría todas las tardes. Aquello fue un derroche de entusiasmo, co-menzó por reparar todas las prendas descosidas, pegando cierres descompuestos y una col-cha rota de la tía Juanita. Luego compró una tela floreada para practicar y se puso a confeccio-nar unas cortinas nuevas, un mantel nuevo, unos fondos para nosotras, una funda para la licua-dora y una almohada que rellenó con ropa vieja. Todo con la mis-ma tela amarilla cuajada de flore-citas de colores, faltaría más. De ahí a confeccionar pantalones que se te embarraban en las pier-nas y se te metían en el trasero; faldas que se colgaban por detrás y vestidos que te apreta-ban en las axilas, sólo hubo un paso. Pero nadie se atrevió a pro-
testar porque ella se emocionaba tanto cuando te media con su cinta métrica azul cielo, y marca-ba con tiza blanca sobre la tela. Afortunadamente la máquina se descompuso porque el motor era viejo, y mi padre que era miem-bro destacado del mismo club, se ofreció a remediar el mal, logran-do dejarla fuera de combate en un dos por tres.
Así fue como mi madre se metió a repostera, se compró una docena de utensilios para po- nerse a con-
feccionar galletitas, buñuelos, pan-qués y pasteles. Cuando la tía Lulis cum-plió sus quince años, mi ma-dre le confeccionó una obra ma-jestuosa de tres pisos con tortas de diferentes tamaños, repletas de merengue azul y dos cuernos de la abundancia hechos de azú-car. Luego en nuestros cumplea-ños hizo sendas tortas de fresas con mucho merengue y un cuer-no de la abundancia. Cuando yo hice mi primera comunión, ela-boró un pastel hermoso repleto de merengue con un cuerno de la abundancia y una hostia enci-ma. Y cuando mi tío Felipe se iba a casar, compró el pastel de inmediato y le dio las gracias por sus buenas intenciones. También aprendió a hacer churros, donas y brazo gitano, con el cual nos entretuvimos observando cómo luchaba por enrollar el pan que le quedaba bastante seco. Y to-davía recuerdo cuando hizo hot
cakes y al voltearlo sacudiendo la sartén hacia arriba, el disco de harina a medio cocer salió vo-lando y se quedó pegado al te-cho. Nos reímos tanto que a mi madre se le fue el enojo por su fallido intento.
Cuando las maestras nos pedían accesorios especiales, mi madre salía al rescate de la economía familiar. Cuando mi hermana bailo vestida de rusa, no usó una botas de piel a la rodilla, mi ma-dre le simuló unas con cartonci-llo negro pintado con betún de zapatos para darles brillo. Y cuando yo salí de haitiana, mi
madre me hizo la faldita con tiras de rafia. A mi her-
mano le hizo la pelu-ca de payazo con la
mitad de un balón a la cual le pegó pelu-
che de colores, y ela-boró un disfraz de tío Lu-
cas con un abrigo viejo de la abuela y una gorra de baño
pintada de color carne.
En fin, que aunque pasamos la vergüenza de ser las únicas baila-rinas de ballet con tutú de papel de china, y las únicas japonesas con chancletas de baño a modo de ghetas, bueno, nos divertimos más que nadie en toda la escuela. Ahora cuando miro a mi sobri-no vestido con un disfraz con-feccionado por algún experto, no tiene el mismo encanto, y cuando le compro a mis hijos la mochila o el morral de marca, recuerdo mi morral de estambre azul, deformado y alargado por el peso de los libros y me dan ganas de abrazar a esa genia que era mi madre.
D i v a g a c i o n e s p e l o t u d a s , P o r m a r í a d e l a p a z r e y e s p e ñ a
P á g i n a 1 8 S p e s U n i c a
E l mundo de hoy está
superpoblado de escrito-
res, por dos sencillas
razones: 1º) Comprás una com-
putadora y te viene con el Word
adentro. 2º) Opinar es fácil,
cómodo, gratuito.
Opinar es que ante algo que se te
dice o se te muestre vos digas
―ah, yo creo que…‖. Hoy día se
constituyen bibliotecas enteras,
se fundan editoriales y revistas,
en base a ―yo creo que…‖.
La gente opina que Dios existe o
que no, que los astrólogos son
todos estafadores, cosas por el
estilo. ¿A quién le importa que
fulanito o menganito opine todas
o algunas de estas cosas?; ni a su
abuelita, pero ahí está el tipo di-
ciéndolas, llenando más y más
páginas.
Usted, caro lector, podrá decir
―¿y qué carajo me importa a mí
lo que Roberto Langella opine
acerca de la opinión en sí mis-
ma?‖, con todas las chances de
ganarse el premio si concurso a
la objetividad hubiera o hubiese,
vea.
Porque, claro, a cualquiera de
nosotros solo podría llegar a in-
teresarnos la opinión de alguien
que nos merezca algún grado de
respeto por sobre el natural, el de
la mínima condición humana. A
usted podría interesarle, por
ejemplo, saber qué opinaba Bor-
ges acerca del fútbol, aunque en
esa materia el viejo hubiera dicho
nada más que sandeces, al menos
se trata de alguien que se ha ga-
nado un prestigio, una reputa-
ción, por textos suyos de legíti-
ma relevancia, e importancia.
Ahora bien, no exaltamos a Bor-
ges a la categoría de un pro-
hombre de las letras, precisa-
mente por opinar sobre esto y
aquello, no por nada que tenga
que ver con opinar, en términos
generales.
Encontramos sublime a un escri-
tor de esta talla por su poética y
por su grado de reflexión acerca
de los temas propuestos. La gen-
te suele confundir opinar con
reflexionar, como ya he dicho en
otras partes; confunde opinar
con pensar (reflexionar), y ya
cuando piensa cree que está filo-
sofando.
Nunca se llega a una reflexión, ni
muy profunda, ni siquiera super-
ficial, ni de cualidad alguna, a
partir de un ―yo creo que…‖.
Como digo, la opinión se genera
ante algo que nos llega, externo,
y aún cuando nos proponemos
pensar, si no sabemos hacerlo
terminamos apenas opinando,
aunque el tema se haya propues-
to de manera interna. En reali-
dad, internalizar un tema no es lo
mismo, precisamente, que gene-
rar un pensamiento, que solo
puede hacerse desde el interior.
Se puede pensar y reflexionar
una opinión, desde ya, pero en la
mayoría de los casos solo se ob-
tendrá materia muerta. Y esto es
así porque el acto de opinar es
mayormente mecánico, reflejo.
Creemos que no creemos en
Dios, primero porque no sabe-
mos que meramente estamos
opinando, luego porque admitir
una posible existencia de Dios
nos genera una angustia que nos
corroe los huesos.
Decimos que todos los astrólo-
gos son estafadores, porque una
mínima posibilidad de poder
prever objetivamente nuestro
futuro nos llena de horror.
Esto no conlleva a que el uso de
la máquina pensante inexorable-
mente nos conducirá a la credu-
lidad. En absoluto. Hay filósofos
ateos y hay detractores de la as-
trología muy bien pensantes,
con sólidos argumentos, pero
para saber fehaciente y conscien-
temente que uno se opone a
algo, primero hay que estudiarlo.
Los filósofos del ateísmo suelen
saber de religión mucho más
que un teólogo; los mejores de-
tractores de la astrología suelen
ser astrónomos que han inverti-
do la mayor parte de sus vidas al
estudio integral y pormenoriza-
do del cosmos; estos y aquellos
no se basan en ―pareceres‖ ni en
―yo creo que…‖ para desarrollar
sus argumentaciones formida-
bles, que real y legítimamente
exigen al estudioso creyente sa-
ber ponerse a la altura de las
situaciones planteadas.
Nada, que el ejercicio de la polé-
mica y del debate es de las rela-
ciones más sublimes que cual-
quier humano puede tener. Pero
para estar a la altura de ello hay
que estudiar mucho, muchachos,
acrecentar mucha miopía a base
de lectura, ocupar muchas horas,
doblar mucho el lomo, en fin, si
no se quiere terminar guturando
como un macaco. Que les apro-
veche.
L e s i o n e s d e l b u e n e s c r i b i r : O p i n i ó n v s .
R e f l e x i ó n
p o r R o b e r t o L a n g e l l a
P á g i n a 1 9 S p e s U n i c a
P á g i n a 2 0 S p e s U n i c a
P á g i n a 2 1 S p e s U n i c a
El último suspiro
de Narciso Ibáñez Menta
Sama de Langreo,
Asturias, 1912-Madrid, 2004
Y a con cuatro años da-ba guerra en escena. Y a los 15 se asustó
mucho. Tanto que planificó la muerte del niño: “Ese fue mi primer y único acto de auténti-co terror. Estaba des-esperado. Mi cuerpo no evolu-cionaba exterior-mente, se-guía siendo un niño en plena ado-lescencia e iba a estar condenado a ser-lo durante mucho tiempo. Y entonces conocí a Lon Cha-ney, el genio del cine mudo y del teatro, que hacía con gran éxito El jorobado de No-tre Dame de Víctor Hugo, y aquí está su retrato en el ca-merino de mi casa, y en cual-quier camerino, mi padre principal, mi querido padre que me enseñó el arte del maquillaje, el arte de transfor-marse. Yo no podía maquillar-me de joven impetuoso, pero sí de monstruo, y el niño pod-ía desaparecer drásticamen-te sin que la policía me recla-mara”.
Narciso Ibáñez Menta lo con-taba con ilusión, como cual-quier episodio de su vida car-gado de teatralidad: un ser profundamente “escénico”, cuya monstruosa solución le
deparó muchos éxitos. Primero en Estados Unidos, de chavalín, pero sobre todo en Argentina y sus Obras Maestras del Terror, además de Las historias para no dormir escritas y realizadas para televisión por su hijo Narci-so Ibáñez Serrador en España.
Sin embargo, el maestro que todo lo aprendió en las tablas del teatro del mundo, era fun-damentalmente un amante del
teatro. En los años „40, cuando ya triunfaba en Buenos Aires, estrenó por primera vez en castellano La muerte de un viajante, de Arthur Miller, esa obra colo-sal en la que él participó como traduc-
tor, protagonista y director, cre-ando un personaje, Willy Lo-man, con la sencillez y la meti-culosidad de un genio del tea-tro.
Muchas obras importantes en escena, muchos terrores que quita-ban el sueño, desde clásicos como El fantas-ma de la ópera o Usted puede ser un asesino y cuentos de Edgar Allan Poe, hasta un admirable —por lo divertido— profesor Van Hel-sing en el Drácula que estrenó en Madrid en los años „70 en el Teatro de la Co-media.
Larga carrera, intensos amores,
tres esposas, mucha vida de escenario en escenario sin importarle mucho cuánto ga-naba: vivía para el ejercicio continuo de interpretar, de ser otro, y lo contaba personal-mente con mucha gracia, y notable sentido del humor, sin divismo.
Los últimos años retornó a Es-paña en una desacertada decisión. No cosechó los mis-mos éxitos que en Argentina ni se le dedicó la admiración que merecía. Su último gran trabajo fue en la versión teatral de La hoja roja, novela de Miguel Delibes: maravillosa representación. Allí, el gran actor, a veces grandilocuente y sobreactuado, lograba una creación de riquísima sobrie-dad en el retrato dulcemente triste de un hombre que al ju-bilarse comienza a vivir su pro-pia muerte.
Sin embargo, en las charlas animadas, bien acompaña-das de buen café y mucho tabaco, Narciso Ibáñez Menta hablaba de una gran frustra-
ción argentina: «Fue algo terri-blemente injusto. Tenía progra-mada una hermosa versión del Ricardo III, de Shakespea-
Súbitos, por Guillem de Rubenhor
P á g i n a 2 2 S p e s U n i c a
En el camerino de su propia casa, en Bue-nos Aires. En Madrid tenía otro muy simi-
lar.
En El hombre que volvió de la muerte
re, que iba a protagonizar y dirigir y que había cotraduci-do con una excelente traduc-tora especia-lizada en Shakespea-re, cuando un colega envidioso repentina-mente bien ubicado políticamen-te me echó por tierra el sueño de mi vida».
Y recita el Ricardo III, y lo seguiría haciendo cuando, ya casi un ve-getal, tras larga enfer-medad de Alzheimer complicada con otras dolen-cias graves, de pronto le re-surgía la memoria:
— Una proposición honrada triunfa mejor exponiéndola sencillamente, pero es impru-dente anunciar con sencillez lo que no es honrado…
Se excitaba sobremanera. El humo del cigarrillo brotaba de nariz y boca con la ele-gancia que le caracterizaba, y palpitaba como si fuera a subir a escena en pocos mi-nutos, como si estuviéramos en la antesala de las últimas escenas, cuando el feroz rey físicamente deforme que to-do lo consiguió a fuerza de crímenes terribles, tiene mie-do.
Narciso se iluminaba, y sin estridencias interpretaba sin dejar la silla, sin gestos, sólo con la voz:
— ¡Dadme otro caballo! ¡Vendad mis heridas! ¡Ten misericordia, Jesús! ¡Calla, no ha sido más que un sueño! ¡Ah, conciencia cobarde,
cómo me afliges! Las luces ar-den como llama azul. Ahora es plena medianoche. Frías gotas
miedosas cubren mi carne tem-blorosa. ¿Qué temo? ¿A mí mismo? No hay nadie más aquí: Ricardo quie-re a Ricardo; esto es, yo soy yo. ¿Hay aquí algún asesino?
Cortaba al personaje, me pedía disculpas: «No tema, amigo, no le voy a dar la lata con todo el texto, sólo el último tra-
mo, que es espléndido. Escu-che, escuche, tenga la bon-dad».
— No hay criatura que me quiera; y si muero, nadie me compadecerá; no, ¿por qué me habían de compadecer si yo mismo no encuentro en mí piedad para mí mismo?
«Es un final muy largo, bien lo sabe usted, es obra den-sa, para mí la mejor de Shakespeare, la que mejor muestra las contradicciones del bien y del mal en un mismo ser… Esta criatura infernal que con malas ar-tes se convierte en rey es-cucha las voces de sus víctimas, las voces de los muertos que le dicen: Ma-ñana en la batalla piensa en mí… Y entonces tiene miedo. Por primera vez tie-ne miedo…».
Narciso Ibáñez Menta padeció larga enfermedad postrado en una cama, atendido por perso-nal especializado en su casa
de Madrid, junto a su esposa Lidia Rojas, con ayuda econó-mica de su hijo.
Falleció en un hospital muy bien atendido. Una amiga común, Bilma Ledesma de Sturman, viuda del actor ar-gentino Héctor Sturman, estu-vo a su lado en el último suspi-ro: «Fue hermoso. Como si hasta entonces hubiese esta-do en tensión extrema. De pronto suspiró y se marchó. Su cuerpo estaba apagado des-de hacía tiempo, no sabés lo pequeño que se había que-dado…».
Y me pregunté si la antigua frustración de no haber podi-do montar Ricardo III no será un éxito rotundo en el Más Allá, donde un sinfín de mons-truosos personajes le recibirían con los brazos abiertos, segu-ros de que un padre tan ama-do continuaría prestándoles su voz y su talento para humani-zarlos y bendecirlos más allá del bien y del mal.
P á g i n a 2 3 S p e s U n i c a
Un pequeño gran actor, que aprendió rápido todos los recursos
Un rostro impactante, una voz que fasci-na, entre el gran teatro y el terror de los
clásicos
Jane Fonda
Año de nacimiento: 1937
Procedente de una de las fami-
lias con más tradición en el
mundo del espectáculo, Jane
Fonda podría haber sido famosa
por su ascendencia. Pero, lejos
de conformarse con ser conoci-
da como la hija de Henry Fonda
o por ser una niña bien de
Hollywood, esta mujer ha con-
seguido destacar en su vida pro-
fesional por la calidad de sus
interpretaciones y su compro-
metida vida pública y política.
Dicho de otra manera, Jane
Fonda asumió al mismo tiempo
que su fama, las ideas y contra-
dicciones de toda una genera-
ción.
Esta Sagitario tuvo un principio
profesional ayudado por la pre-
sencia de su padre. A los veinte
años ya trabajaba en algunas
obras de teatro, pero no estaba
contenta con su capacidad de
interpretación y se marchó a
París para aprender a dibujar.
Después volvió a Estados Uni-
dos, a estudiar piano, pero los
cursos en Nueva York no le
gustaron demasiado y se deci-
dió a entrar en el célebre Actor's
Studio de Lee Strasberg; pero
siendo ella misma quien se pa-
gara su curso mientras trabajaba
como modelo profesional.
Dicen los clásicos que en los
Sagitario brilla por encima de
todo una característica: la velo-
cidad. Con esa velocidad act-
úan, piensan, cambian, se mue-
ven y discuten. Queda por ver si
esta rapidez de acciones y pen-
samientos es positiva o negati-
va para su personalidad. En el
caso de Jane Fonda, su vida ha
transcurrido a una velocidad de
vértigo en todos los aspectos.
Con un ascenso meteórico en el
mundo del cine, ha pasado de
ser un símbolo sexual a reina
del aerobic y, con el paso de los
años, convertirse en esposa de
uno de los grandes magnates de
la comunicación.
Para mantener este ritmo frené-
tico es indiscutible que los Sa-
gitario gozan, paralelamente, de
una fuerza física y una energía
envidiables. Si no fuera así,
difícilmente podrían dar tanto
de sí y durante tanto tiempo.
La Astrología también señala
que los Sagitario son gente es-
pecialmente predispuesta a la
actividad lúdica, lo que daría
lugar a una traslación a nuestros
días de estos dos términos de
juego y acción y podríamos
perfectamente llamarlos aficio-
nados al deporte, a la actividad
atlética. De ello, la elegida co-
mo representante de este signo
da buena cuenta y a su edad
mantiene una envidiable figura
gracias al deporte. Incluso, en
los ochenta publicó un sistema
de gimnasia de mantenimiento
que obtuvo un éxito arrollador.
Los Sagitario adoran la libertad
física y no es extraño que acu-
dan a las pocas zonas libres que
van quedando en un mundo
superpoblado. Jane Fonda es
también modelo ideal para su
signo y cumple a la perfección
la máxima del respeto y el cui-
dado de la naturaleza y los
espacios libres.
Jueces implacables con todos,
los Sagitario se aplican también
ellos su propia ley y no cejan
hasta que la sentencia es satis-
factoria. Esta búsqueda de la
justicia, hizo que paralizase al
completo su actividad profesio-
nal para dedicar años enteros al
activismo pacifista, algo tan
sorprendente en una actriz de
su talla como en cualquier otro
tipo de profesional de primera
línea.
Pero, aparte de su elevado cua-
dro de valores, existe en los
Sagitario la tendencia a huir del
mundo que les aprisiona y lan-
zarse a la conquista de los es-
pacios prohibidos, de los ámbi-
tos cercados por la opresión.
Otros Sagitario célebres son
Winston Churchill, Beethoven,
Paul Klee, Frank Sinatra, Spi-
noza, María Callas y Edith
Piaf.
L o s s i g n o s d e l z o d i a c o e n l a
H i s t o r i a ( S a g i t a r i o )
( T o m a d o d e “ A s t r o l o g í a y C i e n c i a s
A d i v i n a t o r i a s ” . B i b l i o t e c a B á s i c a M u l t i m e d i a .
F . G . E d i t o r e s . M a d r i d , 1 9 9 8 ) .
P á g i n a 2 4 S p e s U n i c a
Tu amor abrió una herida porque todo lo que te hace bien siempre te hace mal, tu amor cambió mi vida como un rayo para siempre, para lo que fue y será (lo que fue y será). La bola sobre el piano la mañana aquella que dejamos de cantar, llegó la muerte un día y arrasó con todo, todo, todo un vendaval y fue un fuerte vendaval. Algo de vos llega hasta mí, cae la lluvia sobre París pero me escapé hacia otra ciudad y no sirvió de nada porque todo el tiempo estabas dando vueltas y más vueltas que pegué en la vida para tratar de reaccionar; un tango al mango revoleando la cabeza como un loco de aquí para allá, de aquí para allá. Después vinieron días de misterio y frío casi como todos los demás, lo bueno que tenemos dentro es un brillante,
es una luz que no dejaré escapar jamás. Algo de vos llega hasta mí, cuando era un pibe tuve un jardín pero me escapé hacia otra ciudad y no sirvió de nada porque todo el tiempo estaba yo en un mismo lugar, y bajo una misma piel y en la misma ceremonia; yo te pido un favor, que no me dejes caer en las tumbas de la gloria, gloria, gloria, gloria.
T u m b a s d e l a g l o r i a ,
p o r F i t o P á e z
P á g i n a 2 5 S p e s U n i c a
E n mis tiempos de periodista todoterreno realicé muchos reportajes y entrevistas y
hasta tuve una sección en una re-vista; de todo eso tuve tres expe-riencias muy buenas, muy positi-vas:
1. El marqués Diego de Araciel, un hombre que ganaba mucho dinero en tiempos del franquismo leyendo la baraja española y variados tarots. Capaz de provocar un escándalo en una revista que luego secuestró el gobierno, aunque a él no le pasó nada. Y todo por decir, cinco años antes de que se produjera: "Los socialistas gobernarán España mu-chos años y con mucho éxito". Gobernaron 14 años con amplias mayorías. Desde luego era un buen vidente y mirando las cartas boci-naba cuestiones importantes. A mí me ayudó mucho. Como adoraba a los periodistas, me recibió a mí y a mi mujer sin cobrarnos nada.
También coqueteaba con el pate-tismo de un modo impresionante. Le hice varias entrevistas en distin-tos medios, y hasta me pagaron muy bien por un reportaje absurdo que hice con un colega, firmado al alimón: Araciel visita a tres dicta-dores: Stalin, Franco y Hitler. Fue un bombazo, y el tipo un genio. Cerraba los ojos y los veía y des-cribía su situación espiritual. Un cuento, claro, pero como era un hombre muy culto sabía lo que decía. Genial. Era un afeminado y adoraba a un guapo hijo que tenía en una especie de altar que había tenido por un fugaz amor de ju-ventud. Pasan los años y Araciel decae en fama, esplendor personal y físico, se le ve prematuramente viejo. Se lo presento a una compa-ñera que es muy buena tarotista pero no suele hacerlo, ni ha cobra-do nunca. Un día Araciel le llama para que le eche las cartas. Él siem-pre ha dicho que no tiene capaci-dad para leerse a sí mismo. Enton-ces ella me cuenta: "Es horrible lo que veo, Horacio, te juro, él estaba ahí delante y yo no sabía cómo decírselo, pero se lo digo: Diego,
tú estás pactando con fuerzas oscu-ras". "Sí, con demonios, claro, es imprescindible para prosperar, para mantenerse". "Es horrible, Diego". "Dime si es horrible también lo que continúas viendo". Y ella le dijo que esas fuerzas le traicionaban, que deb-ía separarse.
Pasan las semanas y la vuelve a lla-mar. Ella acude, más que valiente, periodista nata: curiosa. Le recibe un hombre destruido, como si hubiese padecido un derrame cerebral, hecho un guiñapo. Él le dice que no se pre-ocupe, que esto pasará pronto, pero que necesitaba la energía de su vi-dencia para mejorar. A ella le llama la atención por primera vez algo que a mí siempre me llamó la atención, que en la kitchenette de la sala donde recibe siempre hay chorizos, jamo-nes, y esas cosas colgados, aunque nada huele, así como platos sucios. Cuando él convida un licor con galle-titas danesas lo saca todo de un mue-ble impoluto. Mi amiga siente un escalofrío: "Son los oscuros espíritus con los que él comercia que se ali-mentan de lo terrenal de ese modo".
Una semana después le visito yo, muy interesado en el fenómeno. Me recibe un Araciel pletórico, juvenil, "divina", nada de lo que vio mi ami-ga. Le digo: "Diego, me dijo Analía que estabas muy mal y estaba pre-ocupado". "Nada, nada, Horacito, ya todo está en orden otra vez".
Terminó envejeciendo muy mal haciendo el ridículo en la tele, hablando pestes de la decadencia de los socialistas (con razón), pero él mismo decadente, desesperado por pillar energía de jóvenes... hasta que murió en el olvido.
2. María Rodríguez. No recuerdo cómo la conocí ni recuerdo cómo perdí su dirección y su teléfono, pero durante una larga temporada de 1989 fue enormemente positiva. Nunca me quiso cobrar. Era una mujer sola en un apartamento modesto, más bien feúcha, pero simpatiquísima y adorable que a su vez me apreciaba mucho. Le envié muchos clientes a los que trataba con dureza si se lo
merecían (y se lo merecían, por cierto), a mí jamás. Entonces tenía muchos problemas de trabajo. Pues bien, María me ayudó muchísimo, iluminó zonas de mi pasado que yo necesitaba iluminar acerca de mis padres, y también sobre personas que me rodeaban. Llegué a estar muy dependiente de ella y la llama-ba desde el trabajo donde tenía muchas dificultades, siempre me atendió con una amabilidad increí-ble. Cuando fui a Argentina en el 89 con toda la familia (la mitad de los pasajes eran de mis padres que no habían podido venir) María me animó, me iluminó mucho, veía cosas fabulosas a través de las car-tas, y cuando volví la invité a comer y le di regalos que traje de la patria. Siempre la escuché, es verdad, ella me contaba sus historias de diverso tipo y también sus dificultades económicas y amorosas. Y de pron-to, cuando nació la luz de mis ojos, jo, qué cursi de telenovela, bueno, me encantaría escribir una novela recargada de amores empalagosos e incluso una telenovela bien exagera-da, claro, por encargo, con guita a la vuelta de la semana, bueno, cuando nació mi trompetista ... se fue per-diendo, ya su voz era más débil, ya no la llamaba para que consultara el tarot para mí... la dependencia se había roto, se había hecho la luz... y nunca más.
3. Miguel Molina Martínez, el anti-cuario vidente. Pero esta creo que ya te la conté. Con él termina el circuito y nunca más he querido consultar nada. Yo mismo he leído el Tarot en nombre de alguien y he acertado y he ayudado, pero ahí lo tengo: mudo. Creo que no debo manipular nada de eso. Desde luego las meditaciones de Miguel, las Me-ditaciones de la Luz recomiendan no hurgar en el futuro, vivir sin sospechar.
H. O. R.
Misceláneas interrumpidas,
Por Horacio Otheguy Riveira y Roberto Langella
P á g i n a 2 6 S p e s U n i c a
R especto del Tarot, lo que yo puedo decirte es que en determinados casos funcio-
na. Cuando yo empecé a estudiar astrología se me ocurrió también empezar con Tarot, tanto como para agrandar el negocio, por así decir.
Nunca me llevé bien con las cartas, no me gustan, no me gusta el tipo de gente que te consulta, no son las mismas inquietudes que por lo que la gente busca a la astrología, por caso.
Sin embargo, durante unos cuantos años iba con mi mazo de cartas de aquí para allá. No soy un buen taro-tista, a la gente no le gusta mi modo y no me funciona.
Sin embargo, una vez en Barcelona, un tipo al que no conocía me pidió le leyera las cartas, mientras estába-mos fumándonos unos porros.
Joder, nunca hablé tanto en mi vida. Le empecé a decir vida y obra, sin saber de dónde me venía tanta información, y cuando vi que al tipo se le iba transformando la cara, ya, me relajé y seguí hablando, casi como poseído por un espíritu.
El tipo se quedó con la idea de que alguien me había contado su histo-ria, no podía ser que yo pudiera saber tanto de su vida en una sola tirada.
Nunca más volví a sentirme con-forme ni a gusto leyendo las cartas, y lo abandoné.
Pero lo mismo he pasado yo a la inversa, como consultante, frente a tipos que me han dicho mi vida con pelos y señales, sin que hubiera modo alguno de haberse enterado por otro medio.
En ese rango está Marypaz, puede estar tres horas hablándole sin pa-rar a una persona, yo sé que mu-chas veces cansada, y vos decís, por imaginación que tenga, por locuaz que sea, es imposible mantener ese ritmo sin que lo que tengas para decir no venga de algún lado. Eso al margen de que a Marypaz le va muy bien como tarotista, tiene clientes de toda la vida, etc.
Walter Mercado es un hijo de puta, pero tiene dinero y tiene un ejército de tarotistas en todo el mundo que trabajan para él, algunos son muy buenos, otros más o menos, otros
no sirven para nada. El tipo te hace una prueba antes de tomarte, te pide que le leas las cartas (ahora creo que ya ni siquiera él, tiene gen-te que se encarga de eso), y depen-de cómo te desempeñes, que tan desenvuelto seas, te toma o te des-carta. Igual, paga miserias, pero vos sos del equipo de Walter Mercado.
Cómo funciona el tarot... Lo que puedo decirte es que los mejores tarotistas no le dan ni cinco de bola al significado de las cartas. Se supo-ne que las cartas son un "puente" entre la persona que consulta y el que hace la lectura, las respuestas estarían en el inconsciente de la misma persona que trae el proble-ma.
En ese sentido no se diferencia mucho de la numerología o el I Ching, la misma astrología, se trata de un sistema de arquetipos y de correspondencias; lo "casual" no existe en materia de ocultismo, de esoterismo, se trata de hacer ana-logías. La astrología remite a los mitos griegos. En esos mitos estar-ían compendiados todas las posibi-lidades conflictuales del hombre. Luego se complementa con los diferentes intentos de catalogación de tipologías por parte del psico-análisis.
Con esto no digo nada acerca de estafadores y gente abusada movida por la desesperación. El Tarot no ofrece soluciones mágicas, como no las ofrece el psicoanálisis.
R. L.
*
E s conmovedor lo que cuen-tas. Y lo tienes muy arraiga-do porque formaron una
pareja sublime en tu vida, en tus comienzos de escritor sin tú saber-lo: el excelso Borges, exquisito, oscuro, laberíntico, fabuloso, que en pocas líneas te eleva a un mundo diferente y Garayoa que te baja a la tierra pero en un terreno en el que puedes estar sin romperte, es un amigo sabio, un hermano mayor, un tío lúcido y cariñoso que con sentido del humor de cuenta cosas amargas o complejas pero ante las que no estás solo, estás con su pala-
bra-compañera, esas palabras que te permiten empezar a comprender la realidad.
No sé quién es Lanata ni quién es Garayoa, pero encontré esta carta que seguro te gustará mucho o ya la conoces de memoria:
http://www.enlacecritico.com/investigaciones-articulos/carta-abierta-de-un-jorge-a-otro-la-respuesta
Es curioso el número de teléfono ahí esperando que suene, y tú espe-rando la llamada interior que te permita romper el ensueño y visitar a Borges en el viejo bar, uniendo a los dos maestros, cada uno con su estilo claves en tu soledad de en-tonces, en tu formación de hombre que siente y escribe…
H. O. R.
P á g i n a 2 7 S p e s U n i c a
La escultura hiperrealista de Ron Mueck
P á g i n a 2 8 S p e s U n i c a
P á g i n a 2 9 S p e s U n i c a
Lo mejor de Facebook P á g i n a 3 0 S p e s U n i c a
Sencillamente excelente
De las genialidades del Pibe Trosko
¡Mis queridos spesuniquitos!
P á g i n a 3 1 S p e s U n i c a
Un capo el pibito
Dicho así suena fuerte, ¿no?
Lo peor de Facebook P á g i n a 3 2 S p e s U n i c a
Lo de “huevón” podríamos llegar a disimularlo, ¡¡¡pero esta foto tiene como 30 años, déjense de joder!!!
Comete esa porquería, que así vas a quedar ¡Sobre todo, qué buenas gomas habían en 1914!
P á g i n a 3 3 S p e s U n i c a
Pero, señora, ¿en qué momento la tipa lo consideró un novio?
Los tiburones voladores de Nat Geo, ¡copadísimos!
Y siguiendo con el Photoshop...
C o n s u l t o r i o A s t r o l ó g i c o S p e s u n i c a C u r s o P r á c t i c o
d e T a r o t a d i s t a n c i a
Inauguramos nuestro Curso Práctico de Tarot a distancia, el cual tiene una duración de seis meses, de cuatro clases por mes, de modalidad intensiva, racional y psicológica.
Por medio de este curso, el estudiante adquirirá los conocimientos específicos y completos acer-ca de tiradas y lecturas y sobre todas las nociones relativas a nuestra materia.
La estructura del curso es modular, mensual y correlativa; esto significa que el alumno adquirirá por adelantado su vacante mensual, la que consta de un módulo de cuatro clases, por cada una que irá recibiendo un apunte de contenidos. La correlatividad de nuestras clases apunta a que nadie podrá "saltearse" módulos, ni obviar algunos de los primeros, aunque se contara con cono-cimientos previos. Sin embargo, las clases serán individuales y el alumno sí podrá "saltearse" me-ses de asistencia, sin perder la correlatividad; es decir, al regresar al curso, hubiera pasado el tiem-po que fuere, retomará desde el mismo punto donde lo dejó.
Se evaluarán exámenes mensualmente, y al final del curso habrá un examen integrador. Se otor-gará entonces el certificado de asistencia al curso, y de reconocimiento del egresado como taro-tista.
Todos los inscriptos al curso recibirán el kit de estudio, el cual consta de todas las herramientas y contenidos necesarios, absolutamente, para la realización de este curso, tales como:
Todas las clases serán dictadas por Roberto Langella o María de la Paz Reyes Peña, a elec-ción del alumno.
Mazo de cartas de Tarot Marsellés, de Botta (para imprimir).
Mazo de cartas Zenner (para imprimir).
Presentación del curso y apuntes nº 1, 2, 3 y 4
Carátula personalizada para ir encarpetando los apuntes
Fuentes tipográficas para la computadora
Todos los alumnos tendrán una clase de dos horas en un día de la semana a convenir, por el programa de videoconferencias Skype
Siempre y en todos los casos los alumnos podrán resolver sus dudas y cuestionamientos vía e-mail. Los alumnos egresados encontrarán en Spesunica una fuente de consulta perso-nalizada, para toda la vida.
Téngase presente que la suma de los apuntes irán conformando un verdadero libro, manual de Tarot.
La cuota mensual es de U$S 40.- ($ 150.– de Argentina) por adelantado, mientras que quien des-ee pagar el curso completo, en una o dos cuotas trimestrales, el precio final es de U$S 200.- ($ 800.– de Argentina).
Para una mayor información acerca de las características de este curso, descargue libremente el artículo "Presentación, Estructura y Temario", en nuestra sección de descargas.
www.spesunicastrologia.com.ar
P á g i n a 3 4 S p e s U n i c a
MERCEDES
Indica serenidad y discreción,
especialmente a la hora de expo-
ner ante extraños o desconocidos
determinados puntos de vista que
podrían herir la susceptibilidad
de éstos. La moderación es su
cualidad principal.
Dinero: Valoran el dinero en lo
que vale, pero pueden apañarse
muy bien sin él.
Amor: Muestran su afecto de una
manera delicada y sensible.
Trabajo: Realizan con eficacia el
trabajo que les compete.
MIGUEL
Representa una acusada predispo-
sición hacia el realismo, y un
talante lúcido y pragmático. Es
propio de personas preocupadas
por los hechos concretos, que
valoran la experiencia y los resul-
tados.
Dinero: El dinero es imprescindi-
ble para realizar proyectos e in-
novaciones.
Amor: La clave del verdadero
afecto está en la fidelidad.
Trabajo: Desarrollan sus tareas
con suma concentración y apro-
vechamiento.
MILAGROS
Muestra una fuerza de voluntad
poco común, aunque, en ocasio-
nes, no logre ver claro a su alre-
dedor. Es propio de personas que
se preocupan por satisfacer los
deseos de quienes no tienen ayu-
da.
Dinero: Si se carece de dinero,
siempre se está pensando en él.
Amor: El verdadero amor hay
que ir ganándolo en cada momen-
to de la convivencia.
Trabajo: Realizan sus tareas con
entusiasmo y eficacia.
MODESTO
Indica seriedad a la hora de abor-
dar asuntos importantes; y, al propio
tiempo, tranquilidad de espíritu
cuando se trata de enfrentarse con
problemas cotidianos, familiares y
domésticos.
Dinero: Consideran importante la
posesión de riquezas.
Amor: En ocasiones su timidez les
impide manifestar sus sentimientos.
Trabajo: Son eficientes en el traba-
jo.
MOISÉS
Indica representatividad y afán de
protagonismo, especialmente en el
ámbito familiar y cotidiano; en oca-
siones, se interesan por la proyec-
ción social de sus actos. Son buenos
anfitriones.
Dinero: Valoran el dinero, pero
saben salir adelante si carecen de él.
Amor: Prefieren la compañía a la
soledad.
Trabajo: Realizan su cometido con
rapidez y convencimiento.
MONSERRAT
Indica una gran predisposición a
escalar peldaños en la vida social;
especialmente, les interesan las co-
sas por motivaciones interesadas y,
en todo caso, su lema es el pragma-
tismo a ultranza.
Dinero: Consideran esencial al di-
nero, sobre todo para presumir ante
los demás.
Amor: Sólo se mueven emocional-
mente si obtienen algo a cambio.
Trabajo: Realizan sus labores con
aprovechamiento.
NATALIA
Revela serenidad y entereza, espe-
cialmente a la hora de enfrentarse a
determinados conflictos cotidianos.
Se preocupan por el lado práctico de
la vida, y no se paran a lucubrar
sobre lo inútil o baldío.
Dinero: Creen que con dinero se
solucionan todos los problemas.
Amor: El afecto verdadero lleva
aparejada la serenidad de ánimo.
Trabajo: Consideran al trabajo
como un deber ineludible v un
derecho inalienable.
NESTOR
Muestra un talante siempre dis-
puesto y receptivo. Es propio de
personas que aceptan, y valoran,
las ideas ajenas sin sufrir por ello
ningún trauma mental. No obstan-
te, sus convicciones éticas son
firmes.
Dinero: El dinero, usado racional-
mente, contribuye al bienestar
humano.
Amor: Los sentimientos y las
emociones salen de muy adentro.
Trabajo: El trabajo debe realizar-
se pronto y bien.
NICOLÁS
Es nombre propio de personas de
gran entereza moral y de profun-
das convicciones éticas. Su capa-
cidad para llevar a la práctica pro-
yectos humanistas, que beneficien
a la mayoría de las personas, es
considerable.
Dinero: No hace la felicidad, pero
ayuda a conseguirla, para uno mis-
mo y para sus allegados y amigos.
Amor: La fidelidad es un requisito
indispensable en el amor.
Trabajo: Desarrollan la gran ca-
pacidad de trabajo.
NIEVES
Originariamente, este nombre in-
dicaba limpieza, claridad y blan-
cura. Es propio de personas que,
en todo momento, manifiestan sus
opiniones y sentimientos, sin que
le coarte el ambiente o cualesquie-
ra compañías.
Dinero: Es algo tan necesario que
huelga plantearse su utilidad.
Amor: El afecto sólo vale la pena
cuando a cambio se recibe tam-
bién afecto.
Trabajo: La dignidad de las per-
sonas exige tener un trabajo.
O n o m a n c i a : L e t r a “ M ” ( c u a r t a p a r t e ) y “ N ” ( p r i m e r a p a r t e ) ( T o m a d o d e “ A s t r o l o g í a y C i e n c i a s
A d i v i n a t o r i a s ” . B i b l i o t e c a B á s i c a M u l t i m e d i a .
F . G . E d i t o r e s . M a d r i d , 1 9 9 8 ) .
P á g i n a 3 5 S p e s U n i c a
Aries a Algunos fastidios laborales, y también tendrán que cuidar los nervios, en la primera mitad del mes. Luego todo vira y se pone el foco en el tema de pareja. Será una época estupenda para disfru-tar con la misma.
Tauro b Algunos disgustos en el hogar, pero habrá lugar para placeres, mayormente intelectuales. Una sana competitividad con la pareja resulta muy estimulante.
Géminis c Discusiones en el hogar por dife-rencias de criterios. Las mejores relaciones se disfrutarán con her-manos y parientes cercanos. Cui-den los nervios, podrían sufrir dolores de cabeza o pequeños accidentes.
Cáncer d También, buena relación y diálo-go con hermanos y parientes cer-canos. Gastos en estética y place-res. Los hombres disfrutarán de los deportes, a las mujeres pueden surgirles algún amor, con un to-que de misterio.
Leo e Un mes para el balance financiero y la especulación. Se sentirán muy seductores y más atractivos que de costumbre. Podrían surgir dis-cusiones y peleas en el ámbito del hogar.
Virgo f Mes de cumpleaños para la ma-yoría de estos nativos. La emoti-vidad estará un tanto contenida, se notarán fríos y distantes, con tendencia al aislamiento. Buena época para el estudio y el razona-miento práctico y elemental.
Libra g Mes de cumpleaños para los del primer decanato. Se sentirán un poco dispersos, pero viviendo mucha vida social y con el foco puesto en los amigos. Se movili-zan las finanzas y es posible que inicien algún negocio.
Escorpio h Mucha comunicación y activida-des de servicio y cooperación con los amigos. Podrían tener algún contratiempo con vuestras ma-dres, o conflictos con lo que sea represente autoridad femenina. Tendencia a la hiperactividad, canalicen haciendo deportes.
Sagitario i Conflictos con el medio más am-
plio y con todo aquello que revis-
ta o represente autoridad. Disfru-
tarán de las artes superiores, gus-
tarán de todo lo relacionado con
el refinamiento. Habrá mucha
agresividad contenida, sin embar-
go, que estará bueno buscar cana-
lizar por medio de alguna terapia.
Capricornio j Relación muy dinámica con el
extranjero, y con todo lo que
represente ciencias y leyes. La
vida más íntima puede acarre-
ar algunos fastidios. Alguna
agresividad proveniente de las
amistades, que se puede capi-
talizar, por ejemplo, compar-
tiendo deportes.
Acuario k Mucho romance en la pareja,
desprovisto sin embargo de
mayor erotismo. Mejor disfru-
tar de una buena película y
dejar los juegos sexuales para
otro momento. Cuidado con
no verse involucrado en episo-
dios de violencia social.
Piscis l
Buen diálogo y buena comuni-
cación con la pareja, aunque
quizás con cierta frialdad emo-
cional. El consejo: vivan aven-
turas juntos, ya saben que se
quieren, no necesitan decírselo
a cada momento. También
pueden disfrutar de la sexuali-
dad, aunque algo desprovisto
de romanticismo.
Horóscopo de septiembre
por Roberto Langella
P á g i n a 3 6 S p e s U n i c a
C o n s u l t o r i o A s t r o l ó g i c o S p e s u n i c a C u r s o I n t e g r a l d e A s t r o l o g í a
a d i s t a n c i a
Inauguramos nuestro curso de astrología a distancia, el cual tiene una duración de seis meses, de
cuatro clases por mes, de modalidad intensiva, racional y psicológica.
Por medio de este curso, el estudiante adquirirá los conocimientos específicos y completos acerca de la confección e interpretación de la carta natal astrológica, Revoluciones Solares, cartas combinadas
y sinastrías, y todas las técnicas complementarias que hacen al quehacer del oficio de astrólogo.
La estructura del curso es modular, mensual y correlativa; esto significa que el alumno adquirirá por adelantado su vacante mensual, la que consta de un módulo de cuatro clases, por cada una que irá recibiendo un apunte de contenidos. La correlatividad de nuestras clases apunta a que nadie podrá "saltearse" módulos, ni obviar algunos de los primeros, aunque se contara con conocimientos previos. Sin embargo, las clases serán individuales y el alumno sí podrá "saltearse" meses de asistencia, sin perder la correlatividad; es decir, al regresar al curso, hubiera pasado el tiempo que fuere, retomará
desde el mismo punto donde lo dejó.
Se evaluarán exámenes mensualmente, y al final del curso habrá un examen integrador. Se otorgará
entonces el certificado de asistencia al curso, y de reconocimiento del egresado como astrólogo.
Todos los inscriptos al curso recibirán el kit de estudio, el cual consta de todas las herramientas y
contenidos necesarios, absolutamente, para la realización de este curso, tales como:
Todas las clases serán dictadas por Roberto Langella
Tablas de Efemérides Planetarias para los siglos XX y XXI
Tablas de Casas
Otras diferentes tablas
Plantilla para la confección de mapas astrales
Presentación del curso y apuntes nº 1, 2, 3 y 4
Carátula personalizada para ir encarpetando los apuntes
Fuentes tipográficas de astrología para la computadora
Todos los alumnos tendrán una clase de dos horas en un día de la semana a convenir, por el
programa de videoconferencias Skype
Siempre y en todos los casos los alumnos podrán resolver sus dudas y cuestionamientos vía e-mail. Los alumnos egresados encontrarán en Spesunica una fuente de consulta personalizada,
para toda la vida.
Téngase presente que la suma de los apuntes irán conformando un verdadero libro, tratado de
Astrología.
La cuota mensual es de U$S 40.- ($ 150.– de Argentina) por adelantado, mientras que quien desee pagar el curso completo, en una o dos cuotas trimestrales, el precio final es de U$S 200.- ($ 800.– de
Argentina).
Para una mayor información acerca de las características de este curso, descargue libremente el
artículo "Presentación, Estructura y Temario", en nuestra sección de descargas.
www.spesunicastrologia.com.ar
P á g i n a 3 7 S p e s U n i c a
www.spesunicastrologia.com.ar
Spes Unica. Año 3 nº 23. Septiembre de 2012
Editada por el Consultorio Astrológico Spesunica
Dirección: Roberto Langella
y María de la Paz Reyes Peña
Registro de Propiedad Intelectual: En trámite.
Impreso por Peecho B. V., Amsterdam, Nether-
lands
Colaboran en este número: Horacio Otheguy Ri-
veira; Daniel Grustán Isabela; Simón Domínguez
Barahona; Guillem de Rubenhor; Ñapi.
Las afirmaciones y opiniones vertidas en los artí-
culos y textos son de exclusiva responsabilidad
de quienes los escriben.
Se prohíbe la reproducción total o parcial por
cualquier medio de esta publicación, sin previa
autorización de la editorial.
Mary Paz y Roberto registran sus contenidos en
www.safecreative.org
Los números atrasados pueden ser obtenidos
siguiendo este vínculo:
http://issuu.com/robertolangella
A S T R O L O G Í A ,
T A R O T , P O E M A S ,
C U E N T O S Y O T R O S
C U E N T O S . . .
Un lugar de encuentro.
Consultorio Astrológico Spesunica
¡Esperamos sus
colaboraciones!