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Hablamos de ella Espiritualidad La Cruz de Cristo... es también para los jóvenes El desasimiento, camino de felicidad

Revista Santa Ángela 32

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Revista Santa Ángela - Número 32 - agosto - 2011. Publicada por las Hermanas de la Cruz

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Hablamos de ella EspiritualidadLa Cruz de Cristo...es también para los

jóvenes

El desasimiento,camino de felicidad

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1. Editorial¡Bienaventurados los pobres...!

2. Espiritualidad de Santa ÁngelaEl Magisterio de Sor Ángela (XIII)

· El desasimiento, camino de felicidadEl discernimiento de la Cruz en los Ejercicios Ignacianos

3. Iconografía de Santa Ángela Rivera-Vélez, imaginero sevillano

4. Páginas infantilesCarta a Santa ÁngelaMi teléfono móvilDios no existe, ¿o sí?¡Qué «jarta» me tienes!«Siempre se ve contenta a la persona que ama a Dios»

5. Hablamos de ellaLa sabiduría de la Cruz La Cruz de Cristo ... es también para los jóvenes

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Editorial

Corrían ti empos difí ciles para España cuando Santa Ángela

fundó la Compañía de la Cruz. Había muchas casas de vecinos donde se vivía en pobreza. Los pobres pedían limosnas por las calles, las plazas y a la puerta de los templos. Pobres y enfermos estaban marginados, no tenían dinero para vivir, ni para costearse médicos y medicinas.

Todo esto lo veía Santa Ángela en Sevilla y el contacto con esta realidad cambió su vida. Comprendió que había

un tesoro más valioso que el oro: los pobres y los enfermos.

En su alma toma forma un lema que será el disti nti vo de la Compañía por ella fundada: “Hacerse pobre con los pobres, para llevarlos a Dios”. Nació la Compañía de las Hermanas de la Cruz del 2 de agosto de 1875, que se disti nguirá por el servicio a Dios en sus hermanos más pobres y enfermos.

Santa Ángela entendía que la tarea con los pobres no sólo era darles algo, sino darse a sí misma, ponerse en

¡Bienaventurados los pobres...!

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Editorial¡Bienaventurados los pobres…!

un plano de igualdad, asumir la pobreza de los otros, identificarse con ellos, o mejor dicho colocarse por debajo de ellos. Ella quería para su Instituto una suma pobreza, pedía un dar y darse.

Santa Ángela supo dar su tiempo y su salud, su aliento, su trabajo y sus bienes; esto le exigió el sudor de su frente. Pero también supo darse a sí misma lo cual le exigió el sudor del corazón.

La pobreza radical y el amor a los pobres, viendo en ellos a Jesús pobre es una de las características fundamentales de Santa Ángela y de la Compañía de la Cruz fundada por ella, y un signo inconfundible de la autenticidad evangélica de su espiritualidad. Como dijo el Padre Alfonso Torres, que conoció el espíritu de pobreza de sor Ángela y de las hermanas, se puede sintetizar su forma de vida en estas expresiones:

“Mal vestidas, peor comidas, con sueño escaso y con trabajo que parece por encima de las fuerzas humanas. Con todas las penalidades de los pobres”

Santa Ángela y las Hermanas de la Cruz, de acuerdo con su carisma y vocación, trataron desde el principio practicar la caridad de la limosna, del servicio a los pobres. Y esto lo hicieron –y lo siguen haciendo– no desde arriba, sino a su mismo nivel de pobres, llevándoles no sólo la limosna y el servicio desinteresado y humilde, sino el amor de Dios manifestado en su vida de amor a Jesús, en sus pobres.

“En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt. 25,40)

Santa Ángela no se hizo pobre para compartir la vida de los pobres; era ya pobre desde su nacimiento y amó apasionadamente su pobreza y ayudó a eficazmente a los pobres, desde su pobreza de vida y la de las hermanas.

En uno de sus primeros escritos anota:

“Las virtudes que más deben brillar en mí son: la pobreza, el desprendimiento de todo lo terreno y la santa humildad”

En sus escritos se encuentran trozos en los que se goza de ser pobre de espíritu:

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Editorial¡Bienaventurados los pobres…!

“Tenemos que tener mucha fi delidad en la pobreza teniendo conciencia de mendigas, recibiéndolo todo de limosna, no exigiendo nada, conformándose con que les den lo peor de la casa; y cuando tengan que senti r los efectos de esta virtud, no sólo estar conformes, sino con alegría”“La pobreza es lo primero que nos pide nuestro Señor para que podamos estar incluidas en las bienaventuranzas: Bienaventurados los pobres de espíritu, que de ellos es el reino de los cielos”“¡Oh santa pobreza, quién os poseyera para imitar a nuestro Señor! ” 1

1 Escritos Ínti mos.

La pobreza fue fi el compañera en la vida de nuestra santa. La buscó con solicitud, la abrazó con fe, con amor.

¡Qué ejemplo es Santa Ángela para el mundo, que no trabaja y que no vive sino para el dinero! Frente a este mundo materialista tenemos una mujer enteramente espiritual que no vivió para la ti erra…, que dio a todos cuanto le pedían, que se contentó con lo necesario, que sólo trabajaba por Dios y se abandonó en manos de la providencia. ¡Qué grande, qué admirable es esta gran santa! El mundo se admira del poder de su fe, del amor y la confi anza que tuvo en Dios.

Santa Ángela tenía un alma sincera-mente pobre. Refl ejaba a Cristo, lo vivía, lo anunciaba, lo pronunciaba; fue su testi go, su testi monio entre los hombres. Fue como una presencia de Jesús, que de nuevo pisó la ti erra; un alma pobre que encarnó a Cristo, lo llevó, lo reparti ó.

¿Quién ante semejante fe se puede extrañar de que en la humilde Santa Ángela, se haya visto cumplida ya aquí en la ti erra, de manera tan brillante y tan maravillosa, las palabras de Cristo: “¡Bienaventurados los pobres!...”?

¡Bienaventurada tú, Santa Ángela, porque fuiste de verdad pobre de Espíritu!.

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El hombre de hoy busca ansiosamente la felicidad. Y

la busca, con frecuencia de forma desaforada por múlti ples caminos. Uno de ellos, de los más seguidos, es el camino del tener, del guardar, del juntar, del amontonar, del acaparar, sobre todo, dinero: mientras más se tenga, mejor. ¿Resultado? Lo tenemos a la vista: una sociedad profundamente descontenta, unos hombres cada vez más infelices e insati sfechos, siempre faltos de algo, siempre necesitados de más, nunca sati sfechos de lo que se ti ene. “Todos queremos más”, como decía hace años una canción!

Frente a esta fi ebre del tener y del acaparar, se presenta hoy ante noso-tros, siempre amable y propositi va, Santa Ángela para decirnos lo equivo-cado que es el camino del tener y del acaparar para llegar a ser realmente felices. Ella, fi el discípula de Cristo, se dejó interpelar bien pronto por aque-lla desafi ante pregunta del Maestro: ¿De qué le aprovecha al hombre ganar el mundo entero si malogra su vida” (Mt 16, 26), es decir, si pierde su ale-

gría, su tranquilidad de alma, su sati s-facción personal, su estabilidad inte-rior, la paz de su corazón, su capacidad de desasirse de algo para comparti rlo con los que más lo necesitan con gene-rosa solidaridad?

El desasimiento verdadero (puede uno desasirse de algo por vanidad), exige un primer paso: desasirse uno de sí mismo. Antes que de las cosas, el hombre, para ser realmente feliz, ti ene que desasirse de sí mismo. Jesús dijo a este propósito una frase que parece una perfecta paradoja: “el que quiera conservar su vida, la perderá; el que pierda su vida negándose a sí mismo, la encontrará” (cf. Mc 8, 35). Dicho con palabras sencillas: la persona egoísta, que está siempre en el centro de sí misma, incapaz de ponerse en el lugar del otro, nunca se senti rá feliz, siempre senti rá que le falta algo. Es objeti vamente cierto que si te agobias por el deseo de tener, eres infeliz. Si te desprendes para comparti r, encuentras el gozo del corazón.

Santa Ángela creó una verdadera Escuela de desasimiento: sus Herma-

El Magisterio de Sor Ángela(XIII)El desasimiento, camino de felicidad

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EspiritualidadEl Magisterio de Sor Ángela (XIII)

nas ti enen que ser personas profun-damente desasidas, ante todo, de sí mismas y después de todo lo demás, hasta de las cosas más simples y ordi-narias, como puede ser el cordón que llevan en la cintura o el crucifi jo que llevan sobre su pecho. Santa Ángela se tomó absolutamente en serio la invi-tación de Jesús: “negarse a sí mismo, desprenderse de las cosas”. Entendió y experimentó este desasirse de todo, no apegarse a nada, como condición primera de felicidad como persona y como seguidora de Cristo. Por eso fue una santa constante y contagiosamen-te alegre.

En cuanto a las cosas que parecen necesarias para vivir, Santa Ángela tomó al pie de la letra la refl exión y el consejo del Apóstol Pablo: “nada trajimos al mundo, como nada podremos llevarnos de él; así que teniendo qué comer y con qué vesti rnos, podemos estar contentos con eso” (1Tim 6, 7-8). De ahí que sus seguidoras vivan en ese clima de desasimiento que a todos sobrecoge, y en el que encuentran una de las razones fundamentales tanto de su alegría, como de la capacidad de ser generosamente solidarias con las necesidades de los demás.

Y es que el desasimiento da libertad; el acaparamiento esclavitud. El desasimiento da capacidad de ser generosos y solidarios; el acaparamiento produce constante inquietud y ansiedad. El desasimiento proporciona el gusto de disfrutar

de lo que se ti ene; el acaparamiento produce la tristeza de aquello que todavía no se ti ene. El desasimiento genera la alegría del comparti r; el acaparamiento lleva en sí la tristeza de ver que otros ti enen más que tú.

En un mundo, atormentado por el ansia y el agobio del tener, se presenta Santa Ángela como una humilde pero resuelta Maestra recordando a todos sus seguidores y devotos, que “hay mucha más felicidad en dar que en recibir” (Hch 20,35).

Ante el espléndido testi monio de nuestra santa bien se puede imaginar una Bienaventuranza que suena así: “Bienaventurados los desprendidos de sí y de las cosas, porque ellos encontrarán la Felicidad profunda del corazón”.

Antonio Mª Calero, SDB

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Espiritualidad

La 3ª semana, por su parte, per-sigue la gracia de una profun-

da identi fi cación amorosa con Cristo humillado y doliente. Ignacio lo plan-tea mediante un discernimiento que ati ende, de modo preferente, a la transformación del mundo de las ape-tencias. Como decíamos al principio de este artí culo, el hombre espiri-tual, transformado por la acción del Espíritu, ti ene unas apetencias dis-ti ntas (Gal 5,16-22) de las tendencias naturales del hombre no converti do. El nuevo disti nti vo del hombre espiri-tual es la consolación que le produce amar lo que Jesús ama y vivir polari-zado por las bienaventuranzas y por el esti lo del Señor. De tal manera que su estado habitual es la verdadera ale-gría: Cfr. [316][329]. La biografí a de los “hombres de Dios” es prueba de estas sorprendentes alegrías que produce el camino de la cruz7.

Pero podríamos preguntarnos cuál es el camino para avanzar por esta transformación de los afectos y de los apeti tos. Es decir, cómo liberarnos de los apegos que condicionan y lastran

El discernimiento de la cruz en los Ejercicios Ignacianos

nuestra libertad en Cristo. De la rica tradición espiritual de la Iglesia, vamos a entresacar tres indicaciones: • El camino es la intensificación del

amor principal, no la desvalori-zación generalizada de todo. El afectarse al amor del Señor y a su Evangelio.

7 Cfr. Autobiografí a de San Ignacio de Loyola 48 52 69.

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EspiritualidadEl discernimiento de la cruz en los Ejercicios Ignacianos

Ser humilde, y pedir mucho seme-jante gracia. El Espíritu Santo es el agente principal del orden del de-seo y, por tanto, de esta transfor-mación. Es un acontecimiento de gracia, humildemente pedido, reci-bido, y siempre esperado, porque «para los hombres, imposible; pero no para Dios, porque todo es posi-ble para Dios» (Mc 10, 27).

• Contemplar, porque la contempla-ción es el camino del contagio a la sensibilidad de Cristo. La vida se transforma por la contemplación del amor de Jesucristo crucifi cado.

• Es necesario el empeño propio en la colaboración con el Señor. En pri-mer lugar, con un hacer para “pre-parar y disponerse” a la inmediatez de la acción divina. Para ello, ayuda mucho, entre otras cosas, practi car la ascesis cristi ana, la morti fi cación de los senti dos y apetencias. En se-gundo lugar, tomando distancia del objeto conti ngente del deseo, al menos como “prueba”.

San Ignacio de Loyola nos ofrece a este respecto un consejo muy libera-dor. Se trata de pedir al Señor que nos ponga en una situación de carencia de aquello a lo que senti mos mayor ape-go: vivir una situación de pobreza más real, carecer de presti gio, tener come-ti dos oscuros y poco apreciados, tra-bajar con otros para los que yo cuen-te poca cosa... Esta nota hace crujir los huesos, pero hace mucho bien. El Señor me dará lo que Él quiera, pero

hacer este coloquio ya un ejercicio de libertad que comporta una gracia grande que ensancha enormemente el corazón. Ignacio lo expresa de este modo: [157] Nota Es de notar que cuando

nosotros senti mos afecto o repug-nancia contra la pobreza actual, cuando no somos indiferentes a po-breza o riqueza, mucho apro vecha, para exti nguir el tal afecto des-ordenado, pedir en los coloquios (aunque sea contra la carne) que el Señor le elija en pobreza actual; y que él quiere, pide y suplica, sólo que sea servicio y alabanza de la su divina bondad.

De este modo, la cruz se nos presen-ta como el único camino de santi fi ca-ción y liberación. Por ello, San Ignacio de Loyola, al igual que Santa Ángela de la Cruz, nos presentan desde su propia experiencia místi ca la comunión con los padecimientos de Cristo comporta como una transformación pascual, en tanto que es una necrosis que da vida, una muerte al falso yo edifi cado sobre el egoísmo y el miedo.

Luis Joaquín Rebolo GonzálezVicario Episcopal Zona Sur-Sevilla

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Quisiera aprovechar esta entrañable ocasión que las

Hermanas de la Cruz me brindan, para agradecerles, profunda y sinceramente que me confi aran la realización de las Imágenes que sirven de homenaje, recuerdo y evocación, de las dos personas más queridas de la comunidad entera de religiosas de la congregación, Madre Angelita y nuestra contemporánea Madre María de la Purísima, grandísimas personalidades de la humanidad más ti erna y sencilla. Nunca les agradeceré lo sufi ciente que me hayan otorgado el honor de colocarlas en el lugar más inti mo y espiritual, la capilla de los Dolores, esencia del corazón de la Casa Madre, centro de toda la Compañía de Hermanas de la Cruz, bendito lugar donde vivió sus últi mos años la Santa más querida por Sevilla.

Y hasta aquí llegaría todo lo que quisiera decir con palabras, porque como imaginero siempre he preferi-do expresarme a través de mi traba-jo, materializando con volúmenes, di-mensiones, sugerencias y expresiones

que den senti do a los valores huma-nos que la propia obra plásti ca encie-rra y que ti ene como verdadera misión la de transmití rsela a las personas que la observan.

Conociendo de antemano el proyecto de las hermanas y el desti no privilegiado que darían a mis obras, me entregué al trabajo con la máxima capacidad humana que yo pueda tener y la destreza que Dios haya querido para mí, que en mi vida humildemente, siempre he pretendido tener como incenti vo, la superación de la obra honestamente bien hecha. Muy lejos de parecer presuntuoso, quien me conoce, al poco ti empo se da cuenta, siempre me costó mucho ser un autor conocido, pero en esta ocasión y como agradecimiento a las Hermanas, estoy dispuesto gratamente a hacer esta excepción.

Soy sevillano, escultor, pintor y por la Universidad de Sevilla, restaurador licenciado en Bellas Artes. Formado con la herencia tradicional, en el taller de imagineria con mi padre, Ricardo Rivera y colaborando con los grandes

Así la han vistoRivera-Vélez, imaginero sevillano

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Iconografía de Santa Ángela

arti stas de la época, Luis Ortega Brú, Paco Buiza, Rafael Barbero, Manolo Guzmán, Antonio Díaz, Manolo Calvo...

Mi compromiso con Sor Ángela empieza a gestarse siendo entonces adolescente, con la observación de la laboriosidad, siempre amables, y la entrega que de ellas mismas hacían, destacando como virtudes, de las parejas de Hermanas de la Cruz que tenían a su cuidado a mi abuela Francisca, en la casa de la calle Viejos y el primer conocimiento que tuve de sus normas de vida, tan austeras, que la hermana María Dolores nos revelaba a través de conversaciones con mi hermana.

Unos años más tarde, en torno a la fecha de la beati fi cación del 5 de noviembre de 1982, realizamos en el

taller la imagen para la basílica de la Macarena, la de la parroquia de San Julián y para las Hermanas en su capilla de Carmona. ¡Qué alegría transmití an y contagiaban! cuando la recibieron después de una breve restauración, la celebraron con himnos y cánti cos de oración “Eres del pueblo y al pueblo siempre das, eres de todos y del que sufre, más...” Ya independizado y en mi taller abordé íntegramente la ejecución de la imagen para su convento en Oliva de la Frontera, pequeño pueblecito cercano a Portugal, habitado por personas de grandísimo corazón. La imagen debía cumplir una característi ca singular, Sor Ángela de edad joven, como la recordaban a su paso por allí. Siempre agradeceré el magnifi co trato recibido por la Superiora Sor María del Henar, del párroco y de la comisión encargada. La bendición por el obispo concluyó con un traslado de la imagen sobre andas exquisitamente adornado de fl ores, desde la parroquia de San Marcos, el 30 de enero de 2004.

También cercana en el ti empo de la canonización por su santi dad el Papa Juan Pablo II, 5 noviembre 2003, recibí el encargo de la imagen para la capilla de la Vera-Cruz de Olivares, en que se representa a Madre ya de edad madura, con una intención más realista del retrato y los ropajes, poniendo especial atención a las texturas de la estameña. Para mayor identi dad con la hermandad, porta en

Así la han visto

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Iconografía de Santa ÁngelaAsí la han visto

el crucifijo pectoral, al Cristo de la Salud, titular de la Vera-Cruz. Fue bendecida en un acto muy solemne con acólitos magníficamente ataviados, con la imagen presidiendo el altar entre sus titulares. Se colocaron pantallas para seguir la misa y sillas en el exterior de la capilla, a la que asistieron multitud de devotos de Santa Ángela.

Para la casa de la congregación, en Chiclana, realicé una imagen de hondo estudio iconográfico e iconológico, donde se trató de ampliar en el conocimiento biográfico de la santa. Las Hermanas estaban determinadas a que portara la cruz, modelo que se repite en sus conventos, para señalar las catorce estaciones. Así lo expresó -la Hermana cocinera -, cuando se acercó a la reunión con una cuchara de madera, diciendo: “así la tiene que llevar en la mano ” ante tan clara evidencia no hubo más remedio que hacerle caso. La escultura tendría 130 centímetros de altura más peana, que era altura natural, porque ya habían medido la estatura de una hermana de edad avanzada que con infinita paciencia se prestaba como modelo; objeto de mi estudio ese día para el futuro proyecto, para lo cual tengo que decir que me vino de perillas una de esas sillas marrones con asiento de enea, muy bajitas, que tienen las hermanas siempre en sus casas. La imagen fue muy bien recibida, sufragada por el pueblo y bendecida por el Obispo de Cádiz y Ceuta y procesionada hasta su capilla.

La iglesia de San Sebastián estaba repleta de público y muchas personas tuvimos que conformarnos con oír la misa desde la puerta del templo, suerte que el mismo obispo Don Antonio Cevallos salió hasta las afueras de la iglesia para que pudiésemos comulgar. Siempre agradeceré a la superiora hermana María Nieves y a la comisión, el extraordinario honor que me hicieron.

Y si las Hermanas de la Cruz son herederas de las virtudes excepcionales de Santa Ángela, que a todo el que las conoce dejan admirados de “estos ángeles en la tierra” como dicen en su biografía, también puede verse su influencia en personas como Isabel León y familia, que gracias a su

devoción, la parroquia de San Juan Bautista en Coín, la tiene representada en una imagen. Gracias también, a Don Manuel Moreno, párroco de Zalamea de la Serena, que me encargó la imagen que más tarde bendijo en la iglesia de la Casa-Madre de Sevilla, con la asistencia de las hermanas de la Cruz, una gran expedición de un centenar de personas venidas desde Zalamea, el 20 de junio de 2010 Y especialísimas gracias quiero dar con todo mi cariño, a la Madre General, Reyes de María, por concederme el grandísimo honor, de que mi humilde imagen estuviera expuesta durante unos días junto a la urna que contiene el sagrado cuerpo incorrupto de nuestra amada y venerada Santa Ángela de la Cruz.

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Iconografía de Santa ÁngelaAsí la han visto

También quisiera agradecerles a la reverenda Madre y a las Hermanas de la Cruz, especialmente a Sor Ana, Sor Judith y Sor Paz de Nazaret, el maravilloso trato que siempre me han dispensado tanto a mí como a mi esposa y la confi anza que han depositado en mi trabajo. Así como a las novicias y maestra de novicias, que siempre han colaborado en todas mis obras confeccionando cada uno de los rosarios o coronas que las imágenes portan, a semejanza de los que ellas mismas ti enen siempre consigo.

Rivera -Vélezwww.riveravelez.com

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Fui buscando colegio para mi hija, y no sólo lo encontré, sino que te reencon-tré a ti , Santa Ángela. De pronto entraste a formar parte de mi vida con calma y se-renidad, pero con la fuerza y voluntad de la que sólo sois capaces tú Santa Ángela y tus Hermanas de la Cruz:

Al soltar la mano de mi hija en la puerta del colegio, allí estás tú, sonriéndole a través de cada una de las Hermanas, con esa sonrisa celesti al, casi divina, que me llega al alma. Y al mirar cómo se aleja mi niña hacia su clase siempre está tu mano para orientarla si anda perdida, para consolarla en su llanto, para ayudarla a caminar por el sendero de esta vida.

Al oír el canturreo de mi hija

“Santa Ángela de la Cruz, campanita sevillana”

entonando, como puede, el himno de su colegio, siento una inmensa dicha

pues sé que desde tan pequeña ya te ti ene presente y ya está aprendiendo a quererte.

Y allá por noviembre, celebramos tu beati fi cación. Y el colegio se visti ó de fi esta para enseñamos a todos una gran lección, convirti éndonos en ceros con sus pequeñas actrices, que nos hicieron refl exionar sobre tus palabras haciéndonos un poco más humildes en el corazón.

Por todo ello, Santa Ángela, cuando al salir del colegio recojo a mi niña, sólo puedo darte las gracias, aunque no me atrevo a alabarte, pues sabiendo de la sencillez de tu alma, no quisiera ofenderte. Pero no puedo dejar de agradecer a Dios las manos que me ha tendido para ayudarme en mi difí cil tarea como madre.

Y sé que en la vida no todo es color de rosa, pero que mi hija si en algún

En Sevilla son muchos los rincones¡cómo no!que gritan tu nombre,e incontables los agradecimientosque por tus milagrossurgen de los corazones.Y he aquí este corazón,Santa Ángela,que ya ti enes atrapadopues aún sin pedirte nada¡tanto es lo que le has dado!

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momento ha de sufrir, su dolor será más llevadero si se acuerda de ti . Y si alguna vez

su corazón duda de la existencia de Dios, sólo tendrá que rebuscar en su memoria y seguir las pistas que en su infancia le dejó.

Es por eso que no puedo ser más feliz, sabiendo que mi niña te ti ene como ejemplo vivo en cada una de las Hermanas, pues no eres algo etéreo e intangible, que te ti ene ahí, siempre cercana.

Y aquí me despido, Santa Ángela, aunque ya jamás podré decirte adiós, porque al conocerte quedó atrapado mi corazón.

Eugenia. Una madre

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He querido hablar con el cie-lo uti lizando mi teléfono móvil y no he encontrado la forma de poderlo conseguir. Es que yo quería hablar con Sor Ángela para contarle muchas cosas porque ella que vivió por estas ti erras me sabrá comprender muy bien pero, además, le quisiera pre-guntar algunas cosas de aquel lugar donde ella está. Por ejemplo: ¿Ve a la Virgen? ¿Es muy guapa? Los ángeles ¿ti enen alas? A Jesús ¿se le ven las lla-gas? Tu túnica ahora ¿es blanca? Las Hermanas que están en el cielo ¿re-zan el rosario? ¿Hay campo de fútbol? Los niños ¿forman equipos? ¿Hay que estudiar? Los santos ¿vuelan por en-tre los astros? San Pedro ¿es el que recibe a todos los que llegan? ¿Qué les pregunta?... y muchas cosas más.

La cuesti ón es que allí no me cogen el teléfono. Dice mi madre que con el cielo se habla interiormente, que

si quiero hablar con Sor Ángela que piense en ella y cuando pueda, en va-caciones, que lea su vida y escritos.

También dice mi madre que Santa Ángela decía de las Hermanas en el cielo:

“…ellas tendrán la corona de las vír-genes y de los penitentes; y la fragan-cia de la rosa, símbolo de la caridad; y todas las virtudes brillarán en ellas y formarán su palma por toda la eterni-dad”. (Esto lo he copiado de un papeli-to escrito que me dio mi madre).

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Cuando vaya a visitar a Sor Ángela a su capillita, me voy a poner cerquita de ella y le voy a hablar de todas es-tas cosas y le hablaré de sus Herma-nitas de la Cruz; de tantos problemas que hay por el mundo: los parados, los enfermos, los abandonados, los que no dejan la droga, los huérfanos, los divorciados, los niños que mueren de hambre… Yo sé que a ella le preocu-paba mucho.

Jesús dijo, antes de irse al cielo, que estaría siempre con nosotros, nos lo dijo el cura en la misa del día de la Ascensión, y yo creo que, aunque no lo vemos, está meti do en tanta gente buena que hay por el mundo y que ha-cen tanto bien.

Creo que Jesús no necesita teléfono, por estas personas se comunica aunque, a veces, no le escuchemos.

Sor Ángela, yo te pediría también que a ver su apruebo el curso pero la respues-ta me la da siempre mi madre: ¡estudia!, pero si me puedes echar una manita te lo agradecería.

Lo del móvil ya sé que no da resultado pero… tú háblame que te escucho.

Besos de tu amigo Luis.

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Todo comenzó esa tarde de Agosto con una invitación a la alegría.

Hacía calor, han pasado escasamente cinco años de la fundación del Insti tuto de las Hermanas de la Cruz, corría el año de 1880.

Algunas pequeñas ya vivían en el internado, fue una de las arduas tareas que Sor Ángela asignó a sus fi eles y queridas Hermanas. Eran niñas que no tenían familia y venían de un ámbito desestructurado, de una vida dura, llena de pobreza y vicisitudes. Era la hora del recreo pero no jugaban, era ese momento que debía estar lleno de alegría pero las niñas no estaban contentas, era ese instante en el que los pequeños se cargan de sati sfacción y gozo, pero el malestar se hacía visible en sus caritas. Sor Ángela cuidaba las plantas del jardín, parecía estar ausente en sus pensa-mientos pero no, ella miraba de reojo a ese grupo de chiquillas que parecían tener un serio problema.

-. A ver pequeñas ¿Qué os sucede?-. Madre, ¿Dios existe?-. ¡Claro que existe Dios! ¿Por qué?-. Porque nosotras nunca lo hemos visto.Sor Ángela sonrió y las invitó a sentarse junto a Ella; hicieron un corro y nuestra santa le propuso un juego.-. Veréis niñas, vamos a hacer el juego de los colores.-. ¿Y cómo es ese juego Madre?-. Es una enseñanza que os hará comprender que Dios está lleno de sabiduría y luz, que siempre está cerca de nosotros y que se puede llegar a Él de mil maneras.

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-.Y tu María, dime un color.-. El amarillo.-. El amarillo es el color del trigo poco antes de ser segado, los campos se lle-nan de luz y parecen estar llenos de sabiduría. Ante esa inmensidad, te sientes humilde y llena de ternura, a través de la ternura se enriquece el alma.

-. A ver Manuela, ¿En qué color estás pensando?-. En el rosa.-. El color rosado lo ti enen muchas fl ores y ellas te envuelven en su olor como Él te envuelve en el amor Divino. Deja crecer en ti la bondad, que brote en ti la caridad, que nazca en tu alma la virtud de la caridad.

-. Y tu Juana, dime el color que prefi eres.-. El blanco-. Este color ilumina tu ser. La nieve y las nubes son blancas, te llevan a la pure-za sublime y te hacen senti r en armonía con la Madre del cielo. Ella es libertad, es libre en el amor para amar a Dios.

-.Esperanza, dime tu color.-. El verde.

Las niñas, sentadas en el suelo, esperaban con impaciencia a que Sor Ángela les explicara las reglas del novedoso juego.

-. Carmen ¿Qué color te gusta más?-. El azul.-. El azul es el color del mar, el color del cielo; ese lugar inmenso, sereno,lleno de tranquilidad y calma. Si miras hacia arriba verás que te transmitepaz, senti rás sosiego y todo esto te une a Dios.

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-. Verde son los campos, los bosques, es el color parti cular de la naturaleza, el color de tu nombre “La Esperanza”. Llega al espíritu con frescura y te facilita equilibrio en la vida para seguir el camino del Señor.

-. Manuela ¿te gusta el color rojo?-. Si Madre.-. Pues ese color da senti mientos de amor, de fuerza, de afecto, de pasión. La sangre que Cristo derramó en la cruz era roja y nos libró del fuego eterno. Guárdalo en tu corazón y senti rás el poder de lo divino.

-. Antonia, eres la últi ma ¿Qué color vas a elegir?-. El violeta.-. Esa tonalidad la ti ene la fl or más humilde y preferida por mí. La violeta crece salvaje, su color renueva y purifi ca, su mati z convierte lo negati vo en positi vo. Todo lo transforma en bien y hace pensar en que ¡Hay una nueva y mejor vida!

Las pequeñas no se inmutaban, quedaron impresionadas de las bellas palabras que acababan de oír. Aún quedaba más.

-. Mis queridas niñas, Dios está en todo. Él estuvo en el pasado, está en el pre-sente y estará en el futuro; Dios es eterno y te colma de gracia; está siempre conti go.

Fue una invitación a la alegría la que nuestra Santí sima Madre Ángela de la Cruz ofreció a esas niñas y dio un gran resultado. Algo tan simple como el color, hizo de comparación para que esas pequeñas almas comprendieran que Él existe.

Las risas inundaron el recreo.

“No era soldado y conquistó el mundo, no tenía ejército y los reyes le temían, no tenía estudios y le llamaban Maestro, no cometi ó delito y fue crucifi cado. Murió, fue enterrado y VIVE”.

Mª Pilar Ruiz Hurtado

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La verdad es que me hace mu-cha gracia cuando oigo que una madre le dice a su hijo: hijo mío, ¡qué “jarta” me ti enes!, (para los que no lo enti endan he de aclarar que “jarta” signifi ca “harta”: que está hasta la coronilla, ¡vamos!) ¡Con lo que quieren las madres a sus hijos! Lo que pasa es que, como dijo alguien: la paciencia ti ene un límite, pero yo estoy convencido de que la de las madres no ti ene fi n, aunque a veces disimulan.

Me gusta la revista de agosto espe-cialmente porque ti ene una línea infan-ti l, por lo menos en parte, por eso yo quisiera decir a los chavales que a las madres hay que darles muchas alegrías. Por ejemplo con buenas notas del cole, ayudando en las cosas de casa, con ma-nifestaciones de cariño, dándole siempre la preferencia en todo, no siendo capri-chosos, comiendo las “lentejas y la ver-dura”, etc...

Me hubiera encantado haber conoci-do a Sor Ángela de niña, porque oye, que Santa Ángela también fue niña. ¿Tú has visitado la casa donde nació?, si me dices que no, dile a tu madre que te lleve a ver-la sin falta, está en Santa Lucía, 5. Yo me la imagino corriendo por aquel barrio de la Trinidad, cuyas calles eran todas de ti e-

rra, con mucho polvo y cuando llovía con mucho barro, jugando con sus amigas, pocas porque no había muchas casas ya que aquel lugar era de las afueras de la ciudad. ¿Tú sabes que Sevilla estaba ro-deada de murallas?, pues por donde está la casita tenía la muralla una puerta que se llamaba: “Puerta del Sol”.

Algunas veces iría a misa al convento de los Padres Trinitarios en el que traba-jaba su padre, aunque creo que iba más a la Parroquia de Santa Lucía donde su madre cuidaba un altar en el que estaba la Virgen de la Salud, allí fue bauti zada e hizo su primera comunión.

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tropezar conti go. Por tanto debes llevar-lo para adverti r al que viene en senti do contrario”.

Algunas veces nos pasa como si no viéramos, nos ciega la vanidad, el orgu-llo, la autosufi ciencia y creemos que no nos hace falta la luz.

Tenemos que estar convencidos de que la luz del Señor que podemos llevar en nuestro interior nos protege de mu-chos tropiezos y ese farolito encendido, que no es de papel como los del Japón sino de mucho cariño, nos lo pone en el corazón nuestra madre de la ti erra pero, sobre todo, la del cielo: La Virgen.

Luis Cornello Espina, SDB

Si quieres ver esta preciosa Virgencita pues mira, la ti enen las Hermanas en la capilla de Santa Ángela en la casa Madre: vas allí, le rezas y verás qué a gusto te en-cuentras y lo contento que sales.

Su madre, “abuelita” le llamarían más tarde las Hermanas de la Cruz, debió ser una santa que supo guiar a su Angelita por el camino de la piedad. Camino que hay quien no sigue porque no ti ene al-guien que se lo enseñe pero por el que se encuentra uno muy cerquita del Señor y de la Virgen. ¿Tú rezas alguna vez?, estoy seguro que todos los días, ¿verdad?

Todos necesitamos de alguien que nos ayude. Desde que nacemos suele ser nuestra madre la que nos acompaña pero también, junto a ella, es la Virgen la que nos ilumina el camino que nos lleva a su Hijo Jesús sin tropezar.

Te voy a contar una pequeña historia que leí en una revista misionera salesiana:

“Hace mucho ti empo, en Japón se usa-ban faroles de papel y de bambú con una vela en su interior. Una noche, un señor ofreció a un ciego que había ido a hacerle una visita un farol para volver a su casa.

-¡A mí no me sirve de nada un farol!, dijo el ciego. Me da igual la luz que la os-curidad.

-Ya sé que a ti no te hace falta un farol para encontrar el camino, respondió el otro. Pero si no lo llevas, alguien podría

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Quisiéramos que vosotros, que-ridos niños y niñas, nos escribierais con palabras de niños que signifi ca y qué os dice vosotros este pensamiento de San-ta Ángela: “Siempre se ve contenta a la persona que ama a Dios “

Como Dios es puro, siempre está con-tento, siempre ti ene felicidad. Y la perso-na que ama a Dios siente en su corazón la misma felicidad que siente Dios. Por eso dice que siempre se ve contenta a la persona que ama a Dios. Y como Santa Ángela ama a Dios pues siempre está contenta. Esa es la relación que ti ene Santa Ángela con este pensamiento.

Cristi na Mesa. 10 años

Yo creo que signifi ca que la persona que dedica toda su vida a amar a Dios, siempre va a ser feliz en la ti erra y en el cielo. Como Sor Ángela que se dedicó a amar a Dios y a los demás, con su sonrisa siempre puesta en su cara. Y nunca dejó de sonreír, ni siquiera en los momentos más difí ciles, como en su enfermedad. Ella estaba contenta porque se iba a ir con nuestro Señor e iba a estar más feliz que nunca al lado suyo para siempre. Y ahora nosotros debemos seguir su ejem-plo para ser siempre felices.

Andrea González. 11 años

Me dice que cuando quieres, crees y amas a Dios te pones contenta, porque Dios, como le amas te cuida y te concede algo que pidas. Santa Ángela amaba a Dios, Él la cuidaba y le concedía algunas cosas. Eso es lo que me dice este pensamiento de Santa Ángela de la Cruz.

Elina Maza Molina. 9 años

A mí me dice este pensamiento que Santa Ángela siempre amaba y confi aba mucho en Dios y sabía que siempre le ayudaba en todo. Por eso ella era feliz, porque sabía que Dios estaba con ella en todos sus momentos. Le ayudaba en los buenos y también en los malos.

Gema Juanino Gomero. 10 años

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Ainoa Atalaya Valenzuela. 11 años >

A mi este pensamiento de Santa Ángela me dice que si sigues el camino de Dios siempre estarás feliz. Aunque algunas cosas te cuesten después en el cielo te recom-pensarán por haber sido buena. Pero si sigues al demonio estarás siempre triste y sufriendo, porque lo único que haces es engañarte a ti misma. Jesús, que es Dios, murió por ti y Santa Ángela dijo esta frase porque ella seguía a Dios y se sentí a muy feliz, igual que otras muchas Hermanas de la Cruz. Y ahora es muchísimo más feliz porque está en el cielo con Dios, Jesús, la Virgen María y otros santos como ella.

Que cuando una persona es amiga de Dios se siente feliz. Porque ser amigo de Dios es una gran suerte. Y Santa Ángela tuvo esa suerte, pero claro, ella tuvo que hacer muchos sacrifi -cios porque los santos para llegar a santos ti enen que ser muy buenos con todos y portarse muy bien con todo el mundo. Pero todo el mundo sabe que los santos están siempre contentos porque quieren a Dios y todo lo hacen para que Dios también se ponga contento y feliz.

Miguel Ángel Domínguez. 10 años

A Santa Ángela era super difí cil encontrarla triste porque ella amaba por todo lo alto a Dios. Le rezaba con alegría, le cantaba con entusiasmo… En fi n, ella vivía para Dios.

< María Gavira Martí nez. 8 años

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Este pensamiento me dice que Sor Ángela siempre fue feliz, ya que se dedica-ba a lo que más le gustaba, ayudar a los demás. Jesús siempre le guió por buen camino, mucha gente la quiso y yo ya se porqué: es el amor que tuvo hacia las personas más necesitadas, el esfuerzo por mantener en pie la Congregación de las Hermanas de la Cruz, que aún siguen haciendo el bien a los demás.

Mery Alfred. 9 años

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Alejandra Aguilar Dona. 8 años >

Esto nos enseña que debemos aprender de Santa Ángela. Hay que estar con-tenta por todo el cariño y paz que nos da Dios y también porque Él hace que sea-mos una gran familia dándonos un rayito de amor que cada día se podrá hacer más grande si nosotros queremos.

Este pensamiento de Santa Ángela me dice que las perso-nas que siguen a Jesús y viven conforme a lo que Él nos man-dó, están siempre felices y se les nota en todas sus acciones. Son personas felices que siempre hacen el bien.< Reyes Muñoz. 9 años

Santa Ángela tenía esos buenos pensamientos porque desde pequeña era buena, generosa, amable, bonda-dosa y cristi ana, por supuesto, y por-que seguía los consejos de Dios, Jesús y María. Cuando fue mayor fundó un convento y se convirti ó en Hermana de la Cruz. Cuando murió la hicieron santa por todas las cosas buenas que hizo y ahora la llamamos Santa Ángela de la Cruz. Tiene muchas estatuas su-yas por muchos siti os y también mu-chos himnos que todos cantamos con devoción.

Noelia Cabeza Núñez. 10 años

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La sabiduría de la Cruz

La cruz es ineludible y necesaria a la vocación humana, es creadora de libertad y de madurez. La mirada oscurecida por la noche del sin senti do y del desorden del corazón suscita rechazo y huída de la cruz, como si fuera posible llegar a la plenitud de la vocación humana sin la disciplina de la verdad y del bien. Sumergido en el caos del relati vismo y del hedonismo, el hombre se incapacita para vibrar con el vigor fecundo y creati vo de la escuela de la cruz.

La luz de la Revelación, la luz que irradia el Crucifi cado, esclarece los límites de la debilidad humana e introduce en el misterio de la fecundidad de la cruz, en el misterio del triunfo del hombre nuevo. Contemplar y asumir la cruz es parti cipar de la sabiduría de Dios, Creador y Redentor, que dota a su criatura de lucidez para vivir en plenitud y la redime y enriquece con los dones de la fe y de la gracia, la llena de su amor. Nacer cada día a la verdad y al amor es vencer los engaños que oscurecen la mirada y llevan al desorden del corazón. Es pasar por los dolores de parto que da a luz la vida verdadera, que libera de la menti ra, del egoísmo

y del desamparo del sin senti do. La sabiduría de la Cruz viene de Dios Creador y Redentor. Al comprender y asumir la cruz se nace a la alegría de salir de sí, para caminar con decisión y esperanza. Es nacer al amor. ¿Para que hemos nacido, si no es para amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como Dios lo ama? Este es el misterio de la cruz, del que brotan los bienes fundamentales de la vocación humana. Lejos de la cruz se vive en la contrariedad y en la amargura, en una resignación frustrante y estéril.

La cruz engendra al hombre maduro y abierto, es como el segundo seno materno de donde nace la madurez del corazón. La cruz es la disciplina necesaria inherente al vivir y crecer humano, al seguimiento de Cristo.La cruz no es fi n sino método. Es la escuela que enseña a vivir para alcanzar la resurrección. Una resurrección anti cipada en esta vida que es señuelo de la felicidad eterna.Jesús, por el camino de la cruz, llevó a la humanidad a la cima de la santi dad. El Crucifi cado es la victoria sobre toda

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Hablamos de ellaLa sabiduría de la Cruz

negación de humanidad, sobre el pecado, al liberar de toda clase de ataduras, haciendo de la cruz la semilla de la vida resucitada. Esta vida sitúa en la experiencia de la felicidad de Dios, pregustada en el camino de la peregrinación.

No es vano que Jesús pase por la cruz e insista en la necesidad de tomarla y llevarla. La cruz es la patria del amar en verdad. No hay otro método. El cristi ano es ciudadano de la cruz y heredero de la Resurrección. Es vano hacer de la vida una fuga de la cruz, soñando una felicidad fundada en la ciega espontaneidad y en lo efí mero del egoísmo. La felicidad no es un accidente sino un estado de vida, caracterizado por amar en donación desinteresada, en vivir con desprendimiento, porque el gozo no viene de fuera sino de dentro. Y, sobre todo, porque sosti ene la tensión del deseo de la plena felicidad, más allá de la conti ngencia humana, en la misma felicidad divina. La experiencia de la felicidad parti cipa de la dimensión trascendente de la condición humana.

¿Quién se atreve a corregir al Maestro de la vida, al que es el Camino, la Verdad y la Vida, a Cristo Crucifi cado y Resucitado?

Escribo estas líneas para la revista “Santa Ángela de la Cruz”, en el contexto del 50 aniversario de mi ordenación sacerdotal. Algo ti enen que ver las Hermanas de la Cruz en mi aprendizaje de la cruz. Mi cercanía a ellas, desde mi adolescencia, y creciente a lo largo de los años. No olvido a las Hermanas de la Casa de Morón. Brilla en mi memoria la Hermana Celesti na, madre de la alegría en el servicio a los pobres. La memoria me falla como el correr de los años. También recuerdo la sencillez servicial de la Hermana Santa Águeda, entre tantas otras cuyos nombres se diluyen con el paso del ti empo.

Poco a poco me encontré con el testi monio elocuente del Apóstol Pablo, maestro de la espiritualidad de la cruz. Desde la distancia del ti empo, no sin

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razón puse en las cintas de mi primer amito las palabras paulas sobre el misterio de la cruz.

No olvido mi paso por la casa de Roma, a aquella primera comunidad, con la Hermana Loreto entre otras. A mi vuelta a Sevilla, gustaba de oír a la Hermana María del Salvador, biógrafa de Madre, a la que admiraba con afecto y agrado, al par que gozaba de su excesiva benevolencia, casi de madre.

Su fina sensibilidad y conocimiento de la vida humana entraba dentro del alma y su espontáneo amor sintonizaba desde dentro alumbrando siempre el camino de la esperanza.

Con ocasión de la beatificación de Madre me acerqué a sus escritos, entrando así en la patria de la cruz. Sin ella no somos nada ni tenemos otro sitio, seríamos apátridas. La cruz, patria del sentido y del vivir, y la cruz eficacia redentora de Cristo.

La preparación de la beatificación de Sor Ángela me brindó el trato asiduo con Madre María de la Purísima, hoy beatificada. Tuve el honor de gozar de su confianza y de su afecto. Compartimos la alegría de la beatificación de Madre y el lugar y modo de sus reliquias para la veneración de los fieles.

Logré la diablura de llevar al Papa a la Casa Madre para que venerara a la nueva beata.

Recuerdo el triduo de acción de gracias en la iglesia del Gesù en Roma, con el entusiasmo y el fervor del P. Ignacio Gordon S. J. a quien traté asiduamente durante mis años de Roma.

Hablamos de ellaLa sabiduría de la Cruz

La alegre fecundidad de las Hermanas de la Cruz es argumento privilegiado para descubrir y participar de la sabiduría de la Cruz.

Antonio Hiraldo Velasco

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La Cruz de Cristo...es también para los jóvenes

Una pequeña reflexión ante la inminente Jornada Mundial de la Juventud

“Espero veros, nuevamente, en tres años. La JMJ 2011 tendrá lugar en Madrid, España”. Con estas palabras al fi nal de la celebración de la Santa Misa, clausuraba el Santo Padre Benedicto XVI la últi ma Jornada Mundial de la Juventud, celebrada en Sydney (Australia) a fi nales de julio de 2008.

omo es de suponer, desde aquel anuncio, la Iglesia universal y parti -cularmente en España, está viviendo una revolución en todos sus senti dos. Los preparati vos son incontables. Un acontecimiento, no sólo religioso, sino también nacional y social como este, requiere una infraestructura realmen-te considerable. Pero a nosotros y, es-pecialmente a los jóvenes convocados por el Papa, no se nos pide sólo una preparación material, sino sobre todo espiritual. La JMJ de España, está lla-mada a ser un encuentro directo con Cristo de los jóvenes de todo el mundo, una bocanada de aire fresco en medio de nuestra sociedad tan secularizada, un fuerte impulso en la Nueva Evange-lización que la Iglesia nos encomienda, una adhesión al Vicario de Cristo en la ti erra, un ejercicio de la verdadera ca-

tolicidad que confesamos en nuestro credo… en defi niti va una inmensa ma-nifestación de fe en la que no impor-tan los medios y las procedencias sino el fi n. La JMJ no puede ser tan sólo un dato histórico, sino que ti ene que marcar un antes y un después en la vida de muchas personas y especial-mente de muchos jóvenes.

Desgraciadamente no son pocos y cada vez más, los niños que nacen y se desarrollan en ambientes seculariza-dos y alejados no sólo de la Iglesia, sino también de Dios. El primer anuncio del Evangelio, cada vez es más necesario “de puertas para adentro”. Sabemos bien, que la familia como Iglesia do-mésti ca y ámbito privilegiado donde nace la trascendencia -el encuentro directo y personal con Dios- cada vez más está incumpliendo esta misión.

En medio de este mundo que ha perdido el norte, para los cristi anos, se presenta como único norte, como único medio de salvación, la Cruz re-dentora de Nuestro Señor.

Hablamos de ella

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La Cruz, que el Beato Papa Juan Pablo II, regaló a los jóvenes el 22 de abril de 1984 con motivo del Año Jubilar de la Redención, estuvo en Sevilla del 9 al 20 de marzo de 2011. Es también conocida como “Cruz del Año Santo”, “Cruz del Jubileo”, “Cruz de la JMJ”, “Cruz peregrina”; incluso muchos la llaman “Cruz de los jóvenes”, porque fue entregada a ellos para que la llevasen por todo el mundo, a todos los lugares y en todo tiempo. Lo que pudimos ver y vivir esos días en nuestra Diócesis, fue sin duda ninguna un autentico regalo de Dios: miles de jóvenes portando como emblema de nuestra fe e ideal de sus vidas la Cruz en la que por ellos murió el Señor del Amor y de la Misericordia, jornadas cargadas de experiencias de fe, encuentros con Dios por medio de Cristo, enfrentamientos directos de cada uno con su propia realidad y estilo de vida, recapitulación del paso del Señor por el corazón en el que marcó un antes y un después. En esos días resonaban y se hacían realidad patente en nuestra ciudad las palabras de San Pablo “los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo y este crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles; pero para los llamados -judíos o griegos- un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres” (1Cor.1,22-25).

¡Sí!, la teología de la Cruz, predicada por San Pablo, asumida por multitud de San-tos y llevada hasta sus últimas conse-cuencias por Santa Ángela de la Cruz, era comunicada al mundo -que asistía atónito- como único medio para lograr nuestra plena identificación con Cris-to. Lejos de muerte, instrumento de tortura, ejecución sin sentido… la Cruz es locura; locura del amor de Dios y la Iglesia de Sevilla tenía que enterarse.Pero no puede acabar todo aquí. No puede ser todo una simple manifesta-ción exterior. No pueden ser sólo im-pulsos y sentimientos momentáneos, fruto de una circunstancia concreta. Tal vez este sea el gran problema de

nuestros jóvenes cristianos hoy, que arrastrados por las seducciones del mudo no saben interpretar ni valorar el sentido de la Cruz en la vida del hombre, que será una realidad antes o después. Lo que hemos celebrado, ahora tenemos que hacerlo vida. En la inolvidable vigilia de oración presidida por la Cruz de los jóvenes en la Casa Madre, se insistió precisamente en esto: la Cruz que hemos traído hasta aquí a los pies de Santa Ángela, tiene que se una realidad asumida en nuestra vida y a eso

Hablamos de ellaLa Cruz de Cristo… es también para los jóvenes

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nos enseña ella mejor que nadie; de ahí que no se sea sólo Santa Ángela, sino que es Santa Ángela de la Cruz, porque el faro de su vida fue la Cruz de su Se-ñor, que abrazó y en la que también se dejó crucifi car.

Una acti tud puramente humana y hoy patente en muchos jóvenes es la de repeler la Cruz cuando se presenta en la vida de múlti ples formas y mane-ras: dolor, enfermedad, incomprensión, planes frustrados, conversión, discipli-na, perdón… es cierto que con deter-minada edad, esto pueda suceder, pero los cristi anos de fe adulta es entonces cuando tenemos que dar testi monio de la misma ante los más jóvenes. La Cruz de Cristo es para todos, también para los jóvenes y nunca jamás superará nuestra capacidad; de eso se encarga el Señor.

El ti empo corre inexorablemente y al ver la luz esta publicación, cercana la fi esta de la Santa Madre a principios de agosto, están ya encima los días de celebración de la JMJ en Madrid. Dios quiera que la fe de nuestro pueblo esté a la altura que el mundo espera de no-sotros. Dios quiera que sea un reen-cuentro de nuestra juventud, en el ejer-cicio de sus obligaciones bauti smales, tan olvidadas. Dios toque el corazón de muchos jóvenes y se albergue en ellos defi niti vamente. Dios haga fl orecer nu-merosas y santas vocaciones a todos los estados de la vida cristi ana: padres comprometi dos, sacerdotes santos, re-ligiosos abnegados, misioneros entre-gados, educadores íntegros…

Sólo Dios sabe los frutos infi nitos que la JMJ puede dar a la Iglesia, a la sociedad y al mundo.

De España siempre se ha dicho ser ti erra de grandes Santos: Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, San Igna-cio de Loyola, San Juan de Dios… y más cercanos en el ti empo y en la geografí a, Sevilla también ti ene su letanía parti -cular: San Juan Grande, Santa Ángela de la Cruz, los Beatos Marcelo Spínola, Manuel González, María de la Purísima… los Venerables Miguel Mañara, Dolores Márquez… son una simple muestra del incontable patrimonio de santi dad del que somos depositarios. Pero ninguno de ellos nació santo, aunque nos parez-ca imposible. Todos aprendieron a serlo a lo largo de sus vidas y en sus durísimas historias parti culares. Todos supieron beber el cáliz amargo de la pasión para después reinar con Cristo eternamente, una vez ceñidos con la corona de la vida eterna como recompensa por su fi deli-dad “Sé fi el hasta la muerte y te daré la corona de la vida” (Ap.2,10).

Ahora más que nunca, desde Madrid o desde cualquier parte del mundo, in-vocamos a la Santí sima Virgen María como Madre de la juventud. Que ella imprima en el corazón de los jóvenes los mismos senti mientos que en el suyo: abnegación, escucha, aceptación de la voluntad de Dios, fi delidad a Cristo y a la Iglesia, necesidad de unión con Dios, contemplación, pureza… siempre para mayor gloria de Dios.

Francisco Moreno Aldea, Pbro

La Cruz de Cristo… es también para los jóvenes

Hablamos de ella

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NOVENAA SANTA ÁNGELA

DE LA CRUZ

Dios de toda bondad,que iluminaste a Santa Ángela, virgen,

con la sabiduría de la cruz,para que reconociese a tu Hijo Jesucristoen los pobres y enfermos abandonados,

y los sirviese como humilde esclava.Concédenos la gracia

que te pedimos por su intercesión,en esta novena.

Así también, inspira en nosotrosel deseo de seguir su ejemplo,

abrazando cada día nuestra propia cruz,en unión con Cristo crucificado

y sirviendo a nuestros hermanos con amor.Te lo pedimos por el mismo Jesucristo,

Hijo tuyo y Señor nuestro. Amén.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria …

Santa Ángela de la CruzRuega por nosotros.

En caso de devolución remitir a: C/ Santa Ángela de la Cruz, 4 - 41003 Sevilla