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Facultad de Ciencias Políticas y Sociales UNAM REVISTA MEXICANA Año XLV, núm. 184, enero-abril de 2002 de CienciaS PolíticaS y SocialeS

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Facultad de Ciencias Políticas y SocialesUNAM

REVISTA MEXICANA

Año XLV, núm. 184, enero-abril de 2002

de CienciaS

PolíticaS y

SocialeS

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DirectorFernando Pérez Correa

Directora asociadaJudit Bokser Misses

Editor responsableJuan Felipe Pozo Block

Consejo editorialAlfredo Andrade Carreño, FCPyS-UNAM; Jaime Cárdenas, IIJ-UNAM; Jorge Chabat,CIDE; David Easton, Universidad de California; S. N. Eisenstandt, Universidad He-brea de Jerusalén; Milton J. Esman, Universidad de Cornell; Susana González Rey-na, FCPyS-UNAM; Hira de Gortari, Instituto Mora; Laura Hernández Artega, FCPyS-UNAM; Edmundo Hernández-Vela Salgado, FCPyS-UNAM; Martin Jay, Universidad deBerkeley; Marcos Kaplan, IIJ-UNAM; José Marques de Melo, Universidad de SãoPaulo; Silvia Molina y Vedia del Castillo, FCPyS-UNAM; Roberto Moreno Espinosa,FCPyS-UNAM; Alejandra Salas-Porras Soule, FCPyS-UNAM; Teun A. van Dijk, Univer-sidad de Amsterdam.

Diseño de portadaRicardo González Ramírez

Ilustración de portadaCarlos Gutiérrez Angulo, El paseo, acrílico/madera ensamblada, 71 x 90 cm, 1996.

Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, Año XLIV, núm. 184, enero-juniode 2002, es una publicación editada por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales,Universidad Nacional Autónoma de México, Circuito Cultural Mario de la Cueva,Ciudad Universitaria, C.P. 04510, Delegación Coyoacán, D.F. Númerode Certificado de Licitud de Título 7642, Número de Certificado de Licitud de Con-tenido 5147, Número de Reserva del Título en Derechos de Autor 2121-93. ISSN-0185-1918. Distribuida por la Dirección General de Fomento Editorial, Av. del ImánNo. 5, Ciudad Universitaria, C.P. 04510, Delegación Coyoacán, D.F. Impresa en Im-prenta de Juan Pablos, S.A., Mexicali 39, Col. Condesa, C.P. 06100, D.F.

La Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales aparece en los siguientes índi-ces: Índice de Revistas Científicas Mexicanas de Excelencia del CONACyT; ABC PolSci; Centro de Información Científica y Humanística de la UNAM (CICH); Citas Latino-americanas en Ciencias Sociales y Humanidades (CLASE); International PoliticalScience Abstracts; Historical Abstract; Hispanic American Periodical Index (HAPI);International Bibliography of the Social Sciences; Institut de l’Information Scientifiqueet Technique (INIST); Public Affairs Information Service; Sociological Abstracts;Ulrich’s International Periodical Directory; Zeller Verlag.

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Índice

Presentación 7

Perspectivas teóricas

Judicialización de la política, polítización de la leyJohn Ferejohn 13

Integración económica internacional, autonomía nacional,democracia trasnacional: ¿una trinidad imposible?Giandomenico Majone 51

Cuestiones contemporáneas

México: elecciones y el uso de las encuestas preelectoralesMurilo Kuschick 103

Seguridad, inseguridad y no seguridad en los polos:una agenda inexistente para dos regiones convenientementeolvidadas. Los casos de la soberanía en el Ártico canadiensey en la Antártica australianaMaría Cristina Rosas 129

Sociedad y política

La emigración republicana española y el pensamientoalemán en México: la traducción de Economía y sociedadGina Zabludovsky 169

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Sujeto de la política, sujeto de la igualdad.A propósito de RancièreLeonardo Olivos Santoyo 189

Documentos

Presentando a Philip E. MirowskiCarlos Mallorquín 205

Reseñas

La lucha de los dioses: identidad colectivae integración simbólicaBlanca Solares del libro de Josetxo Beriain,La lucha de los dioses en la modernidad. Del monoteísmoreligioso al politeísmo cultural, Barcelona, Anthropos, 2000 237

Reflexiones en torno aJudit Bokser del libro de Josetxo Beriain,Las dos caras de la individuación: inclusión y exclusión 243Democracia digital. Discurso y toma de decisionesen la era de la infción, Londres, Routledge, 1999 329

Colaboradores 251

Instrucciones para los colaboradores 254

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Presentación

En el marco de las transfomaciones en los órdenes político y eco-nómico internacionales —globalización, procesos de democra-

tización, nacionalismos, integracionismos— se han dado interaccionesnovedosas entre las esferas pública y privada, política y judicial.Ejemplo de ello lo tenemos en los Estados Unidos de América, mo-delo por antonomasia de la democracia y su práctica, donde se hansuscitado cambios de suyo interesantes que apuntan claramente ha-cia una transformación en el papel que juegan los tribunales y juecesen la política y de los actores políticos en los procesos legales. La pre-sente edición abre, justamente con este tema, su sección Perspec-tivas Teóricas. En el artículo “Judicialización de la política, politizaciónde la ley”, John Ferejohn, catedrático “Carolyn S.G. Munro” de Cien-cia Política de la Universidad de Stanford, nos brinda un interesanteanálisis sobre lo que él denomina la judicialización de la política—la mayor participación de jueces y tribunales en asuntos políti-cos— y la politización de la ley —la creciente participación de la clasepolítica en el terreno judicial— y cómo poder superar tal ecuación.

La interacción de la dimensión política con la judicial, no es el úni-co fenómeno al cual el quehacer político tiene que hacer frente hoypor hoy. En los cada vez más imponentes marcos de la globalizaciónmundial, se discute mucho la debilidad o revitalización del principalprotagonista del devenir humano en los dos últimos siglos: el Esta-do-nación. La composición de una de las más eficaces organizacio-nes sociopolíticas de la historia, se ha visto en entredicho con losprocesos de integración. De la guerra del Golfo a la caída del gobiernotalibán, pasando por los requerimientos judiciales extraterritorialesdel juez Baltazar Garzón, la validez de la soberanía nacional, aquelvalor cuasisagrado de los Estados, se ha visto seriamente cuestiona-da. Los países no son ya más soberanos, no al menos a la vieja usan-

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za; la globalización lo impide por definción propia. Si bien la globali-zación internacional puede mermar las soberanías nacionales, tam-bién puede, sin embargo, innovar estrategias de organización políti-co-estatal más had hoc con la nueva realidad mundial. Ejemplo de ellolo es la Unión Europea. Al respecto, uno de los más connotados es-pecialistas en la temática, Giandomenico Majone, Consejero de laUnión Europea, profundiza en los escenarios posibles que la relaciónentre integración económica, Estado-nación y democracia, puedengenerar. En su “Integración económica internacional, autonomíanacional, democracia trasnacional: ¿una trinidad imposible?”, el tam-bién investigador emérito del Instituto Universitario Europeo, desa-rrolla tres hipótesis que coadyuvan para explicar la relación entreestos tres elementos y las posibles consecuencias que ésta puede tener—como la normatividad supranacional— para Europa y los europeos.

Desde una óptica complementaria, la politización de la justicia yla judicialización de la política ha afectado, y de manera muy espe-cial en nuestro país, esa “llave de la democracia” que son los proce-sos electorales. De hecho, hasta las elecciones de julio de 2000, losprocesos electorales habían resultado de poca, o de nula, competiti-vidad. Al respecto, Murilo Kuschick, en la sección Cuestiones Con-temporáneas, realiza en su artículo, “México: elecciones y el uso delas encuestas preelectorales”, un recorrido por los procesos electo-rales mexicanos del siglo XX, donde el trinomio PRN-PRM-PRI fue eltriunfador indiscutible. A partir de ello, el autor analiza en su contex-to los resultados de las elecciones mexicanas, el surgimiento de lametodología de las encuestas de opinión pública y la importanciade éstas en las elecciones del 2000 como instrumento de credibilidady confiabilidad de los resultados.

En cuanto al escenario mundial, hay regiones geográficas cuyatrascendencia internacional, como escenarios geo-político-militar-económicos, es de tal importancia que la problemática de la sobe-ranía es aún asunto de estrategia internacional. Ejemplo de ello son,sin duda, el Ártico —el polo norte— y la Antártica —el polo sur—,escenarios que han debido sufrir en no pocas ocasiones del domi-nio, apropiación y explotación de más de una potencia internacio-nal, escenificando uno de los más enconados escenarios de la guerrafría. En su artículo,“Seguridad, inseguridad y no seguridad en los po-los: una agenda inexistente para dos regiones convenientemente

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Presentación

olvidadas. Los casos de la soberanía en el Ártico canadiense y en laAntártica australiana”, María Cristina Rosas analiza esta problemáticaque se ha acrecentado en los últimos años y ha constituido un pro-blema, en términos de soberanía, para Canadá y Australia.

Soberanía, política, derecho y economía, cuarteta que ha definidoa la organización social y política de las naciones contemporáneasy cuya manipulación y combinación ha llegado a configurar regíme-nes, sociedades, Estados e imperios. A fin de entender cómo éste yotros procesos político-sociales se generan, desarrollan e inciden enlo político y en lo social es menester acudir a la teoría y qué teóricomejor que Max Weber, cuyo texto, Economía y Sociedad, fue recien-temente considerado por la Asociación Internacional de Sociologíacomo el libro más importante del siglo XX. La traducción del magnusopus del pensador alemán al castellano es, en sí, una hazaña intelec-tual de primera magnitud. Las condiciones y antecedentes que hicie-ron esto posible, así como las consecuencias para las ciencias socia-les mexicanas en general y la sociología en particular, son el temadel artículo “La emigración republicana española y el pensamientoalemán en México: la traducción de Economía y Sociedad” de GinaZabludosvsky, artículo que abre, a su vez, la sección Sociedad y Po-lítica de esta edición.

A su vez, Leonardo Olivos nos remite en su trabajo, “Sujeto de lapolítica, sujeto de la igualdad. A propósito de Rancière”, a otro delos grandes de la teoría política y social: Jacques Rancière. En el ar-tículo se analizan las reflexiones de este pensador francés en tornoa la ciencia política que le permiten considerarla, en primer lugar,bajo un estatuto fuera del ámbito estatal —en donde por excelenciaha quedado subsumida— y, en segundo, opuesta a las maquinariasque operan tradicionalmente la gestión de los intereses políticos.Asimismo, se analiza la propuesta de Rancière para reformular al su-jeto de la política, a la política y a lo político.

Conjuntamente con la política, la economía ha contribuido, qui-zás como ninguna otra ciencia, a redefinir el orden mundial de fina-les del siglo XX e incios del XXI, lo que obliga a nuevas lecturas e inter-pretaciones de éste. Ciertamente la economía puede cifrarnos losnuevos enigmas que las sociedades postmodernas empiezan a en-frentar. Por ello, en nuestra sección Documentos, publicamos laentrevista que Carlos Mallorquín hiciera a uno de los más connota-

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dos economistas a nivel mundial, el titular de la cátedra “Carl E.Koch” de la Universidad de Notre Dame, Philip Mirowski. La entre-vista, titulada “Philip Mirowski: descifrando la ‘economía’ de lossueños”, sirve como referencia para conocer el quehacer del econo-mista y la validez e injerencia de la ciencia económica en los dilata-dos marcos de acción de la globalización.

Finalmente, el presente número publica, por un lado, una reseñacuya temática nos impone el deber de comprender los nuevos pa-peles entre la economía, la sociedad y la política de las sociedades(pos)modernas: “La lucha de los dioses: identidad colectiva e inte-gración simbólica” de Blanca Solares Altamirano sobre el libro de Jo-setxo Berian, La lucha de los dioses en la modernidad. Del monoteís-mo religioso al politeísmo cultural cuyo propósito no es otro que elde “entender la naturaleza y el significado de la estructura simbóli-ca de las sociedades modernas”. Por otro lado, Judit Bokser reflexio-na en torno a los dilemas derivados de los complicados binomiossociales inclusión-exclusión, heterogeneidad-homogeneidad e indi-viduo-comunidad en “Las dos caras de la individuación: inclusión yexclusión”, texto derivado del comentario a la ponencia que dictaraJosetxo Beriain en el marco del Coloquio Internacional sobre Exclu-sión Social, llevado a cabo en septiembre del 2001 en la Facultadde Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

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Perspectivasteóricas

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Judicialización de la política,politización de la ley*

JOHN FEREJOHN**

* *.Traducido por Felipe Block y Cabrera.**.Hoover Institution, Herbert Hoover Memorial Building 322, Phone (650) 723-0221 Fax

(650) 723-1808. Stanford University, 417 Galvez Mall, Department of Political Science, Stan-ford, Ca., 94305-6044.

***.Mi agradecimiento a William Eskridge, Barry Friedman y Pasquale Pasquino por susútiles comentarios y observaciones.

Resumen

En este artículo, el autor analiza el profundo cambio que en la distribución del poder se hasuscitado a nivel mundial. Este cambio consiste en una transformación en el papel que jueganlos tribunales y jueces en la judicialización de la política —la mayor participación de juecesy tribunales en asuntos políticos— y de los actores políticos en la politización de la ley —lacreciente participación de la clase política en el terreno judicial. El autor distingue al menostres maneras en las que los tribunales han tomado nuevos e importantes papeles en relacióncon las legislaturas. Ello ha ocasionado la transformación de las cuestiones políticas en cues-tiones legales donde consideraciones del tipo legal/constitucional y la retórica adquierennueva y a veces decisiva importancia en la elaboración ordinaria de políticas.

Abstract

In this article, the author asserts that there has been profound shift in power away fromlegislatures and toward courts and other legal institutions. This shift, which has been calledjudicialization, has become more or less global in its reach. The article carefully examines thisconstant ebb and flow, this constant shift in the role played by courts and judges in judicializingpolitics —the greater participation of judges and courts in political matters— and by thevarious political actors in politicizing the law —the growing participation of politicians injudicial matters. The author distinguishes at least three ways in which courts have taken onnew and important roles relative to legislatures. Therefore we find ourselves with the transfor-mation of political questions into legal ones. And this means that legal/constitutional conside-rations and rhetoric assume new and sometimes decisive importance in ordinary legislativepolicy making.

Palabras clave: judicialización, politización, aplicación de la ley, poder legislativo, poderpolítico, actores políticos, autoridad política, reforma política.

Introducción***

Desde la última guerra mundial ha habido un profundo cambioen el poder alejándolo del legislativo en dirección de los tribu-

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nales y otras instituciones de derecho. Este cambio —llamado judi-cialización—1 se ha tornado más o menos mundial en su alcance yes tan marcado en Europa, y recientemente en Europa Oriental, co-mo lo ha sido en los Estados Unidos. El ver a los jueces italianos soca-vando el sistema de gabinetes musicales de la posguerra, y a los re-cién energizados jueces franceses persiguiendo primeros ministrosy presidentes, son sólo los aspectos más visibles de esta tendencia.Uno podría también señalar el papel de los jueces que buscan arres-tar y llevar a juicio a dictadores y líderes militares — a veces, conéxito. Y, naturalmente, la intervención de nuestra Suprema Corte en po-líticas electorales como la de Bush vs. Gore que constituye aún otramuy pública manifestación de esta tendencia.

Podemos distinguir al menos tres maneras en las que los tribuna-les han tomado nuevos e importantes papeles en relación con laslegislaturas. Primero, los tribunales se han visto cada vez más aptosy con mayores deseos de limitar y regular el ejercicio de la autoridadparlamentaria imponiendo límites importantes al poder de las insti-tuciones legislativas. Segundo, cada vez más, los tribunales se hanconvertido en el lugar donde se hacen las políticas significativas. Y,tercero, los jueces se han visto más dispuestos a regular la conduc-ción de la actividad política misma —ya sea que se practique en oalrededor de las legislaturas, oficinas de gobierno o el electorado—construyendo y haciendo valer normas de comportamiento acepta-ble, tanto para grupos de interés y partidos políticos como para fun-cionarios electos o designados.

Pero la judicialización no se limita simplemente a los cada vez másimportantes y penetrantes papeles que juegan los tribunales en lahechura de políticas. El hecho de que frecuentemente los tribunalesintervengan en el proceso de formulación de políticas también quie-re decir que otros actores políticos, y grupos en busca de actividadpolítica, tienen razones para tomar en consideración la posibili-dad de una reacción judicial. Las propuestas tienen que ser enmar-cadas de tal forma que la legislación no sea echada para abajo ointerpretada de modo indeseable. Y esto quiere decir que parte del

1.Esta idea se encuentra en Alex Stone Sweet, Governing with Judges, Oxford UniversityPress, 2000, y se desarrolla más a fondo en John Ferejohn y Pasquale Pasquino, “Rule of De-mocracy and Rule of Law”, próximamente en un volumen de Rule of Law editado por JoséMaría Maravall y Adam Przeworski, Cambridge Press, 2002.

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debate sobre políticas para abordar la nueva legislación debe diri-girse a anticipar la respuesta de las instituciones de derecho. Por tan-to vemos en el mundo un aspecto del fenómeno que hace añosseñaló Tocqueville sobre la política en Estados Unidos: la transfor-mación de cuestiones políticas en cuestiones legales. Y esto quieredecir que consideraciones del tipo legal/constitucional y la retóricaadquieren nueva y a veces decisiva importancia en la hechura ordi-naria de políticas legislativas.

Podemos observar un aspecto de la judicialización en la adopcióngeneralizada de instituciones y prácticas de fallos constitucionales,aun en sitios con instituciones y tradiciones legales que durante mu-cho tiempo fueron inhóspitas a ellos. Cierto, el modo que toman losfallos constitucionales adoptados en Europa y otros lugares no preci-samente sigue el modelo americano. A los jueces ordinarios euro-peos no se les permite echar abajo la legislación; esa autoridad estáconfinada a tribunales constitucionales especializados fuera del sis-tema judicial. Sin embargo, muchos de estos nuevos tribunales cons-titucionales europeos han estado por lo menos tan dispuestos a inva-lidar y modificar la legislación parlamentaria como lo ha hecho laSuprema Corte de Justicia de los Estados Unidos, aun en sus periodosmás activos. Más aún, la existencia de tribunales constitucionales hapresionado, de hecho, a jueces ordinarios a tomar en consideraciónasuntos constitucionales en sus actividades judiciales cotidianas.Veamos dos ejemplos: interpretar estatutos legislativos y reglamen-tos administrativos en relación con la constitución, y decidir cuálesasuntos deben remitirse al tribunal constitucional. También, el au-mento en fallos constitucionales ha transformado el paisaje de la po-lítica parlamentaria al forzar a los legisladores a tomar en cuentaconsideraciones constitucionales al preparar proyectos legislativos.2

Tal vez tan importante como la invención de tribunales constitu-cionales es la creación de instituciones judiciales supranacionales,en Luxemburgo y Estrasburgo, que han limitado crecientemente lacapacidad de las instituciones políticas nacionales para formular eimplementar políticas. En realidad la incorporación de jurispruden-cia sobre derechos humanos en Estados europeos ha permitido a los

Perspectivas teóricas

2.Alex Stone Sweet describe este fenómeno con cierto detalle en Governing with Judges,op cit.

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jueces ordinarios un alcance mucho mayor para cuestionar la legis-lación.3 Aun los jueces británicos pueden ahora revisar y cuestionarleyes del Parlamento; algo inconcebible hace tan sólo unos cuantosmeses. En efecto, ahora hay en Europa tres judicaturas que puedenrevisar la legislación: jueces ordinarios, magistrados constituciona-les y magistrados en los tribunales europeos. La situación en otroslugares como Europa Oriental y América Latina también tiende enesta misma dirección.

En Estados Unidos, tenemos una larga historia en la que los tribu-nales imponen límites constitucionales a las legislaturas.4 Debe reco-nocerse que esos límites han fluctuado en el tiempo y su contenidopermanece en profunda disputa, tanto normativamente como des-criptivamente, entre académicos, jueces y políticos. Más aún, en estepaís los jueces se han involucrado sustancialmente en la formulaciónde políticas desde hace tiempo. Pero la tercera vía de cambio —lareglamentación judicial de la conducción de la vida política— haaumentado sin ambigüedades en las últimas décadas. Los tribunaleshan jugado, crecientemente, un papel activo, aun agresivo, en re-glamentar las elecciones, el financiamiento de campañas, la organi-zación de partidos y grupos de interés, el sistema electoral, etcétera.Más recientemente, y más controversial, los tribunales hasta han co-menzado a reglamentar procesos internos del Congreso al hacercumplir lo que pudieran llamarse requisitos deliberativos sobreacciones legislativas. El resultado no es solamente que se esté ha-ciendo más legislación en los tribunales, sino también que la legis-lación elaborada en otras instituciones crecientemente se ve sujetaa proceso con base en reglamentación judicial.

En vista de estos sucesos, no es sorprendente que los nombra-mientos a la Suprema Corte y a otros tribunales federales se hayanconvertido en asuntos políticos partidistas. Esto ha sido cierto desde

3.Los jueces no pueden invalidar leyes o acciones administrativas, pero pueden declararlasinconsistentes con la Convención Europea para los Derechos Humanos y exhortar al gobiernoa hacer los cambios necesarios para adecuar la ley nacional de conformidad con la Con-vención.

4.Para ser preciso, durante la mayor parte de nuestra historia los tribunales han estadoactivos primordialmente en frenar a los gobiernos estatales y locales, pero durante gran partedel siglo pasado, también se ha sometido a la legislación federal al mismo tipo de rígido es-crutinio judicial. El único periodo de gracia judicial, comenzado en 1937, fue pasajero y enrealidad sólo atestiguó un cambio en el contenido de los derechos que los tribunales pro-tegerían, de lo económico a lo personal.

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los tempranos días de la república, aunque la intensidad y franquezadel conflicto ha fluctuado con el tiempo. Especialmente cuando lostribunales han intentado sistemáticamente frenar o revertir la acciónde las mayorías políticas —como sucedió en los años treinta— amenudo se tienen notorias disputas partidistas sobre quién debe sernombrado a servir en los tribunales. Éstas a menudo se ven comoocasiones en las cuales los principios de la democracia, o al menosciertos de sus conceptos, entran en conflicto con principios legales(o ciertos conceptos de esos principios). No es sorprendente que entales ocasiones se imprima una tensión especial a las ligas existentesentre las ramas política y judicial.

Hasta cierto punto, el aspecto político de los nombramientos a lostribunales es, por un lado, inevitable en nuestra estructura guberna-mental y, por el otro, legítimo. Respuesta democrática y legalidadson ideales complejos y a veces incompatibles. Lo que cada uno deellos requiere alguna vez es una cuestión abierta y disputada. Y lasprácticas de reglamentación judicial se encuentran justo en la dispu-tada frontera de estos conceptos. Cuando el dominio de los tribuna-les incluye la hechura de reglas que afectan a todo el mundo y nosólo a los litigantes —como sucede en los tribunales constituciona-les— podemos esperar reacciones populares y políticas. Cuando lostribunales legislan, todos tenemos un interés legítimo sobre quiénlos ocupa. Pero mientras que los nombramientos a los tribunales soninevitablemente políticos, no siempre son partidistas. Cuando lostribunales se politizan en este sentido, el asunto es más preocupante.Las democracias producen mayorías cambiantes y si los cambiosen el control partidista se traducen en nombramientos a los tribu-nales, el contenido de la ley se vuelve inestable.

El argumento de este trabajo procederá de la siguiente manera:primero argumentaré que lo que está en juego, institucionalmente,es la distribución del poder legislativo —el poder de estable-cer reglas generales para su futura aplicación.5 Se supone que en una

Perspectivas teóricas

5.No es importante, para los actuales propósitos, preocuparse sobre si los tribunales haceno encuentran dichas reglas. En verdad, en ciertos modelos de legislación, la hechura legislativade reglas es epistemológica o debiera serlo. Sea lo que sea que los tribunales estén haciendoal establecer reglas, se les puede considerar como establecedores de dichas reglas y esas reglasson de aplicación futura y general. Esto no quiere decir que no hay diferencias entre las le-gislaturas y los tribunales como hacedores de reglas. En realidad pienso que hay fuertes razo-nes normativas para que ciertos tipos de decisiones se hagan en una institución, de acuerdo

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república el poder legislativo lo ejerce, directa o indirectamente,el pueblo, y es la principal fuente de dirección y legitimidad en elgobierno. Por esta razón el poder legislativo se deposita siempre,inicialmente, en una legislatura representativa. Típicamente la legis-latura tiene la conexión política más cercana con la gente misma,proporcionando una atractiva receta republicana para las institucio-nes gubernamentales. Las constituciones modernas pueden dividirla legislación en varias formas: verticalmente —creando un proce-so legislativo constitucional y tal vez asignando algún poder a laslegislaturas provinciales o estatales— y horizontalmente —permi-tiendo que el ejecutivo participe en el proceso legislativo de variosmaneras para proponer la legislación, como un actor con poder deveto o ambas.6 Cada una de estas entidades —la legislatura nacional,la legislatura constitucional y la legislatura provincial o estatal— soninstituciones representativas y, de acuerdo a la teoría republicanaaceptada, con toda razón ejercen poderes legislativos.

Segundo, aunque las constituciones y las expectativas públicaspueden asociar el poder de legislar con la legislatura, dicho poderpuede reubicarse entre instituciones gubernamentales e histórica-mente lo ha hecho repetidamente. De hecho, los poderes se despla-zan. Así, como vemos en los sistemas europeos, la formal dependen-cia del ejecutivo de la legislatura ha tenido el efecto de colocar laparte más sustancial de los poderes legislativos (el poder de propo-ner y estructurar la agenda deliberativa) en manos del gobierno mis-mo. Dicha tendencia, por supuesto, es menos marcada en los Es-tados Unidos debido a la separación de la autoridad del legislativoy el ejecutivo, pero es aparente que también en este país el presi-dente ha asumido al menos control informal sobre gran parte de laagenda legislativa regular (especialmente cuando el control partidis-ta del gobierno no está dividido). Y por supuesto, por todas partesvemos que mucho de la autoridad legislativa efectiva gravita hacialos tribunales y dependencias administrativas.

a ciertos procedimientos, en lugar de la otra. Más aún, pienso que instituciones distintas secomportarán, de hecho, en forma distinta y por lo tanto la distribución de la autoridad legis-lativa tiene consecuencias.

6.Obviamente la forma en que se relacionan el ejecutivo y el legislativo en las distintas de-mocracias varía. Los gobiernos europeos típicamente hacen al ejecutivo responsable ante elparlamento, mientras que el gobierno americano se basa en la premisa de que ambas ramasson iguales.

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Esto no es sólo un hecho empírico sobre los procesos políticos(creo que lo es), sino un asunto guiado en parte por consideracionesnormativas. Hay buenas razones por las que ciertas clases de legisla-ción deben debatirse y formularse en una legislatura y otras clasesde legislación deben hacerse en los tribunales o dependencias admi-nistrativas. Esto es así porque parece ser que cada legislación legis-lativa diferente requiere de diferentes clases de razones o justifica-ción. El mejor argumento para ciertas políticas pudiera ser más omenos mayoritario: si el pueblo (o sus representantes) deciden tenerun mayor o menor sistema de parques nacionales entonces esa deci-sión le corresponde, apropiadamente, a ellos. Otras clases de políti-cas pudieran requerir llamados a conceptos económicos, técnicos omorales. Las legislaturas a menudo delegan una gran cantidad deautoridad en aislados bancos centrales, servicios de inteligencia ydotan a incontables dependencias con la autoridad necesaria paraformular leyes con objeto de asegurar que las políticas atiendan arazones técnicas y resistan los intereses políticos por intervenir. Y,aun si la gente prefiriera no permitir que cierta minoría impopularasistiera a las escuelas públicas o accediera a los servicios de segu-ridad social, los tribunales requieren que tales propuestas legislati-vas respondan a consideraciones de igualdad y eviten injusticias.Desplazar la legislación hacia los tribunales y dependencias, en es-tos aspectos, tiene el efecto de cambiar el tipo de consideraciones—el tipo de justificaciones deliberativas— que intervienen al esco-ger entre las distintas políticas a seguir.

Tercero, dónde ocurre la hechura de leyes y, específicamente,cuándo los tribunales participan más en ello, responde a factorespolíticos estructurales. Estos factores pueden ser modelados explí-citamente. Por tanto, una teoría positiva de la judicialización pronos-ticaría que los tribunales serán capaces de formular políticas que semantengan bajo circunstancias políticas específicas. Las condicionespara los tribunales activos en la formulación de políticas no están re-lacionadas con las aspiraciones ideológicas de funcionarios políti-cos. Esto es, los tribunales que formulan políticas pudieran desarro-llar políticas más o menos liberales o conservadoras, dependiendode condiciones estructurales externas y la composición interna de lajudicatura. Claro, si los teóricos positivos pueden explicar cuándoadoptarán los tribunales el papel de formular políticas y cómo es

Perspectivas teóricas

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probable que sea ese papel, también los actores políticos —jueces,burócratas y diputados— podrán hacerlo.

Cuarto, como corolario, las condiciones estructurales favorablespara la legislación judicial también son favorables para reglamentarjudicialmente la conducta de los candidatos a puestos de elecciónpopular, los funcionarios electos y los funcionarios por nombra-miento. La judicialización de la política tiene parcialmente la mismaexplicación que la judicialización de la hechura misma de las leyes.La teoría es, en este sentido, bastante cruda y puede no explicar quétan extensa sea la reglamentación judicial de la actividad política. Talvez los jueces jueguen un papel de vigilancia sobre los políticos auncuando las condiciones estructurales para la formulación judicial depolíticas no sean propicias. Los políticos pueden, por ejemplo, re-conocer que tiene ventajas poder apelar a una parte externa más omenos independiente para hacer valer las reglas para una compe-tencia limpia. Tal vez esto se deba a que les resulta demasiado cos-toso a los políticos tratar de controlar a los líderes políticos corruptospero poderosos. La delegación de poderes de reglamentación adependencias y tribunales podría resolver un problema de accióncolectiva. Si estas consideraciones tienen algún sustento, nuestraexplicación es solo parcial.7

Finalmente, sostengo que la política —adecuadamente definiday calificada— tiende a seguir a la legislación. Creo que esto no essolamente un hecho empírico, sino que también sigue consideracio-nes normativas. En tanto que todos nosotros tenemos un interés enlos reglamentos generales que nos gobiernan, tenemos derecho ainfluir en la formulación y adopción de dichos reglamentos. Esto noquiere decir, sin embargo, que la política empleada para formularpolíticas judicialmente sea igual que la política empleada en el le-gislativo. Ni esto implica que hay algo malo con el hecho de que re-glamentar judicialmente tenga aspectos políticos. Todo lo contrario.El poder para reglamentar debiera ser sujeto de debate y delibera-ción política por aquellos a los que les afectan los reglamentos. Sin

7.La debilidad y dependencia de la FEC (Federal Election Commission) podrían usarse encontra de pensar que estas otras fuentes de explicación son particularmente poderosas. Apa-rentemente el Congreso ha sido cuidadoso en evitar que la Comisión desarrolle la capacidadde regular la actividad política.

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embargo, la forma de la política judicial es y debe ser en cierta ma-nera distinta de aquella que rodea a las ramas políticas.

Poder legislativo

Los autores de la constitución americana compartían con Montesquieula idea de que el poder legislativo podía y debía separarse del poderejecutivo y, especialmente, del poder judicial (el poder para resolverdisputas por medio de la aplicación de reglas preexistentes).8 Mon-tesquieu pensaba, particularmente, que combinar los poderes legis-lativo y judicial en las mismas manos era la esencia misma de latiranía —con lo que quería decir reglas arbitrarias. En tales circuns-tancias el juez/legislador podía simplemente darles forma a las re-glas y decidir el caso simultáneamente. Las decisiones nunca se guia-rían por principios y serían arbitrarias e impredecibles.

Montesquieu se preocupó menos por cómo establecer y mantenerla adecuada separación institucional. Él pensaba que las institucio-nes judiciales, así como el poder judicial mismo, eran inherentementedébiles —llamó al poder judicial un pouvoir nulle (poder nulo)— eimplicó que la amenaza real de consolidación debía esperarse deltenedor del poder legislativo (en su época, presumiblemente, la mo-narquía). Pero sus exhortos se dirigieron más al mal que al remedio.Más allá de señalar las instituciones inglesas que, pensaba él, habíansido relativamente exitosas en separar juicio de legislación, no fuede mucha ayuda para señalar cómo dicha separación podía desarro-llarse o mantenerse.

Aun cuando rechazaron otros consejos montesquieuescos, lospadres de la constitución de Estados Unidos decidieron aceptar esteconcepto, y aun cuando la constitución sí establece algunos frenosinstitucionales a los poderes ejecutivo y judicial, está mucho máspreocupada en dividir y controlar el poder del Congreso. Debe ha-ber parecido natural en el siglo XVIII pensar que los poderes guberna-mentales estaban de alguna manera asociados a departamentos es-pecíficos. ¿Quién otro tendría poder legislativo sino la legislatura

8.Estas ideas se encuentran en el capítulo seis del tomo once de Montesquieu, The Spiritof the Laws, 1748.

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misma? Así es que, en su mayor parte, los autores depositaron elpoder legislativo en el Congreso, el poder ejecutivo en el Presidentey el poder judicial en la Suprema Corte. Y, puesto que les preocu-paba la idea de que el poder legislativo fuese el más voraz y peli-groso de los poderes gubernamentales, ¿qué sería más natural querodear al Congreso, su tenedor nominal, con los controles institucio-nales más importantes? Las ramas menos peligrosas, el ejecutivo yel judicial, fueron menos acotadas por controles externos, al menosen la operación de sus propios poderes. Naturalmente, el ejecutivoy el judicial fueron hechos dependientes del Congreso para la ob-tención de fondos y la delegación de autoridad. Y los nombramien-tos a la judicatura, la jurisdicción y el cumplimiento de las órdenesjudiciales fueron controlados por otras ramas.

Las cosas ya no parecen tan sencillas. Se hacen leyes en todas lassecretarías del gobierno. Sólo su forma institucional difiere de unarama a la otra. No podemos preocuparnos demasiado por el hechode que algunas normas tomen el particular aspecto formal de los es-tatutos emanados del Congreso y se generen de acuerdo a procedi-mientos específicos constitucionalmente sancionados, mientras queotras emanen de procesos administrativos o por decisión de casoslegales. El grado al que llegue cualquier dependencia gubernamen-tal para ejercer el poder de hacer leyes de manera no controladapuede ser peligroso para la libertad.

Los teóricos del derecho del siglo XX, Hans Kelsen y H.L.A. Hart,llegaron a reconocer de varios modos que la identificación y el con-trol de la legislación es una tarea mucho más compleja y adaptablea circunstancias variables de lo que debe haber parecido en el sigloXVIII. Hart, por ejemplo, intentó proporcionar una forma de identi-ficar reglas legales válidas. Para ello, postuló que todo sistema legalpuede caracterizarse por una regla de reconocimiento que distingui-ría todas las normas legales válidas. Dicha regla tendría que calificarpara cada norma propuesta, como quiera que hubiese surgido y concualquier forma que tomase, si constituía una norma legal válida ono. Al respecto tendría que reconocer la generación de normas porcualquier institución autorizada para hacerlo. Aún continúan los ar-gumentos sobre el contenido de la regla de Hart para el reconoci-miento (o, en realidad, si dicha idea es un concepto de legalidad quese pueda desarrollar), pero nadie duda acerca de la complejidad

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que tendría esa regla pues se requeriría que se revisara la estructuranormativa de cualquier sistema legal moderno. En particular, tendríaque reconocer la hechura de reglas administrativa y judicialmente asícomo la producción de reglas por legislaturas. En realidad, en el es-tado moderno la legislatura genera una pequeña minoría de las nor-mas bajo las cuales vivimos. Esencialmente, por lo tanto, la reglapara el reconocimiento se convertiría en su mayor parte en una ex-plicación y justificación de la acción administrativa y judicial.

Desde un punto de vista más práctico, Kelsen estaba preocupadopor mantener la legislación bajo la regulación de normas superiores,y para este fin inventó el recurso de un cuerpo institucionalmenteseparado y especializado para regular la legislación ordinaria. Estenuevo tribunal se colocaría fuera de la estructura de las institucionesgubernamentales existentes y sería, específicamente, independientedel judicial, así como de las otras ramas. Él reconoció que este tri-bunal especializado necesariamente estaría ejerciendo poderes le-gislativos de cierta especie. Al principio pensó que un tribunal cons-titucional se vería ocupado solamente en la legislación negativa—echando abajo estatutos y ordenamientos que fueran inconsisten-tes con normas constitucionales—, pero eventualmente se vio obli-gado a admitir que también estarían en juego poderes legislativospositivos. Después de echar abajo un estatuto, le falta al tribunalconstitucional reconstruir el panorama legal sin él, y esto entraña lageneración de normas positivas. Más fundamentalmente, para deci-dir si hay o no hay conflicto entre una norma constitucional y unestatuto, un tribunal constitucional debe interpretar el estatuto y lanorma constitucional. Dichas interpretaciones necesariamente espe-cifican el alcance y forma de las normas y son, ellas mismas, genera-doras de normas. En este sentido, la generación positiva de normasse encuentra en el corazón del fallo constitucional.

La idea de Kelsen para regular la hechura de leyes, aunque difieredel modelo americano de revisión judicial, aún coloca la mayor par-te de su peso en un supremo cuerpo constitucional para llevar a cabolas normas constitucionales. Pero en lo que se refiere a la legislaciónque se produce por todo el gobierno, atenerse a la regulación judi-cial probablemente será engorroso e inadecuado para controlarla gran cantidad de reglas que se producen en el curso normal de laoperación gubernamental. En realidad, los gobiernos modernos con-

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fían mayormente en lo que podríamos llamar métodos estructuralespara controlar la hechura de leyes. Pueden distinguirse tres modelosde regulación estructural de la legislación.

El primer modelo es republicano: la producción de estatutos legis-lativos se controla principalmente por el hecho de que los legislado-res deben rendirle cuentas a sus electores. Adicionalmente, típica-mente se requiere de la participación del ejecutivo para la accióny aplicación legislativa.9 El segundo modelo es de cosecha más re-ciente: la hechura administrativa de reglas se controla porque las de-pendencias dependen de la legislatura para la obtención de fondosy autoridad, porque las dependencias dependen del ejecutivo parasu personal y dirección, y por los requisitos de procedimiento parala hechura de reglas. Así, la legislación administrativa se controlaindirectamente por el hecho de que los administradores son respon-sables ante los funcionarios electos. Finalmente, el control de la le-gislación judicial se controla principalmente por los límites en lajurisdicción de los tribunales.10 Los tribunales federales estadouni-denses, por ejemplo, sólo pueden decidir casos o controversias deverdaderas partes que se encuentren en genuino conflicto entreellas. Además, las normas generales formuladas para enmarcar y re-solver una disputa en particular deberán tener efecto sólo en aque-llos casos que en el futuro sean suficientemente similares a la disputaoriginal. Por otra parte, los tribunales, como las dependencias, de-penden de la legislatura para obtener sus fondos y autoridad, y delejecutivo para hacer acatar las órdenes judiciales.

Por tanto, la legislación judicial está, en principio, limitada en sualcance. Estos límites se refuerzan por las limitaciones sobre quécuenta como precedente. Además, a veces los tribunales eligen lapolítica de deferir a funcionarios electos o nombrados. Un ejemploes la doctrina Chevron que compromete a los tribunales a deferir alas interpretaciones de la agencia de sus propios estatutos en tantodichas lecturas sean textualmente plausibles. Pero, y es importante

9.Esta dependencia del ejecutivo es constitucionalmente explícita en sistemas presidencia-les como en los Estados Unidos, donde el presidente tiene un veto limitado, pero en lossistemas parlamentarios el ejecutivo monopoliza típicamente el acceso al proceso legislativo.

10.En los tribunales federales estadounidenses estos límites toman la forma de doctrinassobre la aplicación de principios de derecho que desarrollan los tribunales para su autosu-pervisión. Pero tales doctrinas evolucionan a la sombra de la regulación del Congreso. VerFerejohn y Kramer.

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ver que en lo que a los jueces toca, las limitaciones sobre la hechurade leyes son —a diferencia de aquéllas sobre otros departamentos—autoimpuestas. Estas limitaciones surgen de ideas judicialmente de-sarrolladas y judicialmente implementadas respecto a la “justiciabili-dad”,11 los precedentes y cualesquiera políticas de deferencia haciaotras dependencias gubernamentales que los tribunales hayan deci-dido seguir.

La política de hacer leyes

La teoría democrática clásica asocia a la política con las actividadesde la legislatura y a la ley con la operación de la rama judicial. Lapolítica es natural a la operación de la legislatura e inevitable y legí-tima ahí. Verdaderamente, el debate político se entiende como unanecesidad para realizar los valores democráticos medulares. La legis-latura hace leyes que son obligatorias para todos nosotros y, por lotanto, cada uno de nosotros tiene un interés en decidir quién debeparticipar en la legislatura. Tenemos derecho a monitorear los de-bates legislativos, a intervenir a tiempo e influir en sus decisiones,y a demandar, en las elecciones, que sus miembros se presenten antenosotros y rindan cuentas de lo que han hecho. Estas expectativaspolíticas nos dan derecho a organizar partidos y facciones para ele-gir, monitorear, criticar, oponer y de otras formas influir en los legis-ladores. En este sentido, se espera que la política al hacer leyes seacontenciosa, partidista e ideológica. Debe admitirse que se puedeabusar del espacio político para criticar y disputar el poder, de talmanera que se amenace la operación de la democracia misma. Ma-dison insistía en que el espíritu faccioso puede ser peligroso para lalibertad y por lo tanto, en última instancia, para la democracia. Perotambién reconocía que en una república, facciones y partidos quesirven para avanzar las causas públicas y privadas, no pueden abo-lirse sin socavar el gobierno republicano mismo. A lo más, la políticade facciones y partidos puede regularse o administrarse para limitarlos posibles abusos. Y la forma más satisfactoria de regulación confíaen que la gente use el proceso electoral para corregir la patología

11.La capacidad de ser decidido por principios de derecho o por un tribunal. N. del t.

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política. Naturalmente, si la autorregulación democrática falla, exis-ten salvaguardas constitucionales que los tribunales pueden hacervaler para limitar la hechura abusiva de leyes.

En contraste, se supone que la ley o la aplicación de la ley sucedeen los juzgados. La aplicación de la ley puede ser motivo de contro-versia, pero se espera que en su mayor parte sea un asunto técnicode encontrar los principios correctos bajo los cuales se puede solu-cionar una disputa. La obligación de los jueces y otros funcionariosjurídicos es proporcionar tribunales justos e imparciales en dondelas partes puedan solucionar sus disputas bajo normas legales váli-das preexistentes. Este modelo mira a los tribunales como lugaresdonde se solucionan disputas específicas, no como lugares dondese formulan las regulaciones generales y en perspectiva. Los ciuda-danos no tienen derecho a influir en los tribunales, o al menos noen la forma en que tratan de influir en la legislatura. Pueden expedirestatutos para que los tribunales los hagan valer, y pueden, indirec-tamente, tratar de asegurarse que se nombren a la judicatura juecescompetentes y favorablemente inclinados. Tal vez hasta puedanexigir que los jueces sean electos de tiempo en tiempo. Pero los ciu-dadanos no tienen derecho a echar atrás fallos judiciales o a presio-nar a los jueces para que decidan los casos pendientes en una formao en otra. Y aun cuando los jueces están sujetos a elecciones, existealgo más que un exceso de escrúpulos con la idea de que los juecesconduzcan una campaña electoral o hagan promesas respecto a có-mo fallarían en casos futuros. Ambas actividades —legislativa y judi-cial— deben conducirse separadamente, de acuerdo a principiosdistintos. En los tribunales no hay lugar para actividades partidistas,no hay lugar para presionar o influir en los jueces para que tomendeterminadas decisiones, y sólo hay un pequeño lugar para expul-sar de la judicatura a los jueces con mal desempeño.

Hoy en día reconocemos que la idea de que la política puede odebiera confinarse al proceso legislativo es demasiado simple. Enprimer término, nadie duda que la hechura administrativa o delega-da de leyes puede tener consecuencias de alcance tan amplio comolas leyes normales del Congreso. Podemos citar varios ejemplos: elpapel de varias dependencias administrativas al crear políticas deacción afirmativa, reglamentos sobre emisión vehicular, requisitospara la disposición de residuos peligrosos, reglamentación para la

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prescripción médica de drogas, la identificación de especies amena-zadas, y el desarrollo de controles para la tala de madera. Reglamen-tar en cada una de estas áreas involucró sustanciales redistribucionesde riqueza, elegir ganadores y perdedores y, como consecuencia,cada una generó grandes controversias y se peleó duramente. Lasconsecuencias políticas de estas reglamentaciones han sido enor-mes. No sorprende que los que quedarán sujetos a los reglamentosgasten recursos sustanciales, directa o indirectamente, con objeto deinfluir sobre la forma que finalmente tomen. A veces los grupos tra-tan de forjar las reglas mismas dentro del proceso de formularlas. Aveces los grupos trabajan para influir sobre quien es nombradoa puestos que determinan las políticas de la dependencia. Y por su-puesto, a veces, los grupos de interés trabajan para elegir candidatospresidenciales y al Congreso que posteriormente nombrarán a pues-tos administrativos a personas que vieran con buenos ojos sus inte-reses. En el caso de dependencias administrativas es de esperarseque los grupos de interés sujetos a los reglamentos de dicha depen-dencia tratarán de influir, en un sentido o en otro, en lo que serándichos reglamentos. A veces esto llevará a estos grupos a involucrarseen la política partidista favoreciendo al candidato de un partido so-bre otro, y a veces los llevará a tratar de tener acceso a los directivosde ambos partidos principales. En este sentido, la hechura adminis-trativa de leyes está inevitable y justificadamente politizada.

Hasta, tal vez, las consecuencias de la hechura judicial de reglasa menudo hayan sido más profundas que la hechura de políticas enlas dependencias. Los casos conocidos que podemos señalar inclu-yen las confrontaciones contra-mayoritarias como el estancamientode 1937 entre la Suprema Corte y los congresos del New Deal.12 Loscongresos del New Deal manifestaron autoridad legislativa sobre laeconomía que contravenía varias doctrinas de la Corte y, al final, seindujo a la Corte a reformar dichas doctrinas. Instancias negativas,donde los tribunales frenan con éxito la legislación ordinaria sobrela base de que infringe algún derecho fundamental, son más cono-cidas por los estudiantes de derecho constitucional, en casos comoel de Planned Parenthood versus Casey (paternidad planificada con-

12.Barry Friedman, “The History of the Countermajoritarian Difficulty, Part Three: The Le-sson of Lochner,” NYU Law Review, 76, noviembre, 2001, p. 1383.

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tra Casey, 1992). Ahí la Corte rehusó permitir ciertas restriccioneslegislativas al acceso a los abortos.

Pero la legislación judicial no es siempre, ni aun primordialmente,“negativa” en el sentido de impedir que las mayorías legislativasactúen como mejor les parezca. Los jueces también hacen leyes enun sentido más positivo —actuando donde la legislatura se ha refre-nado. Las instancias famosas incluyen la extensión de protecciónconstitucional a los acusados de crímenes (Mapp versus Ohio, Miran-da, etc.), el desarrollo de derechos al aborto (Roe versus Wade,1973), el desarrollo de políticas para la integración escolar (Brown)o el establecimiento de planes de transporte escolar en varios dis-tritos escolares, el desarrollo de reglamentos para controlar las ple-garias en las escuelas, y muchas más. Nada en cualquiera de estasáreas de política las hizo singularmente propias para una determi-nación judicial en lugar de una legislativa. Los tribunales actuaronen parte porque las legislaturas no podían actuar o, si lo hicieron,actuaron impropiamente.

En cada uno de estos casos las políticas desarrolladas por los tri-bunales tuvieron importantes alcances y ramificaciones políticasmuy directas. Los políticos a veces han respondido organizandocampañas para hacer juicios políticos a los jueces y en otras ocasio-nes han tratado de promulgar una legislación dirigida a probar y re-ducir el alcance de las doctrinas judiciales (como en Casey, en dondela legislatura de Pensilvania intentó erosionar las protecciones pro-porcionadas por Roe). Más frecuentemente, la respuesta política hasido el tratar de influir en la composición de los tribunales en el pro-ceso de nombramientos. A veces estos intentos requerían movilizarla opinión pública, organizar demostraciones, y aun alentar la resis-tencia. Más a menudo, sin embargo, los tribunales hicieron políticasque se han convertido en material temático para campañas elec-torales. Los demócratas han sido denostados por nombrar juecesproclives a proteger a los acusados criminalmente, o los derechosal aborto, o los servicios de planificación familiar. Desde que Nixonadoptó la “Estrategia Sureña” en 1968, los republicanos casi han he-cho tanta campaña contra la Suprema Corte como contra los demó-cratas. En verdad, uno podría decir que las reacciones a las políticasdesplegadas por los tribunales en materia de derechos civiles y pro-cedimientos criminales han contribuido tanto a la forma en que se

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ha desarrollado la política electoral y del Congreso estadounidensedesde 1968 como lo han hecho cualquiera de las decisiones delCongreso.

Estos ejemplos ilustran que la política —a menudo política deconfrontación y partidista— está inevitablemente asociada con elejercicio del poder legislativo y que los tribunales no son inmunesa estas presiones. Doquiera que se hagan reglas generales o de apli-cación futura puede haber desacuerdo sobre qué debiera ser el con-tenido de dichas reglas y la resolución de este desacuerdo no puedeconfinarse a zanjar una disputa entre partes en litigio. La rivalidadentre estas ideas en competencia es intrínsecamente política en elsentido de que escoger una regla o interpretar la otra debe poderjustificarse en cierto sentido ante aquellos a los que afecta la regla.Naturalmente, el argumento judicial nunca se expresa en términospartidistas, pero los argumentos sobre cuáles reglas debieran adop-tarse son, sin embargo, argumentos políticos. En los tribunales, estosargumentos conciernen a la forma en que los textos legales y las de-cisiones previas se entenderán, o sobre los requisitos de la consti-tución o de algún otro concepto de justicia. Sin importar cómo sepresenten, estas disputas son sobre con cuáles reglas debemos viviry todo mundo tiene un interés en ver cómo se deciden.

La gente tiene un interés legítimo en la hechura de las leyes sinimportar donde ocurra. Dicho interés es más obvio para las legisla-turas y a menudo se ha articulado en teorías sobre derecho adminis-trativo también: una razón por la que las dependencias pueden legí-timamente expedir leyes es que existe una cadena de rendición decuentas que se extiende hasta funcionarios electos (el presidente,miembros del Senado). Si se considera que dicha cadena es dema-siado larga o muy indirecta, la rendición de cuentas de la dependen-cia puede mejorarse requiriendo que la hechura de reglas se ajustea requisitos adicionales de procedimiento, garantizando previo avi-so, y permitiendo libre acceso a cualquiera que tenga intereses enlas reglas propuestas. Desde luego, estas justificaciones cuasi demo-cráticas no son la única justificación para la hechura de leyes en lasdependencias. En muchos casos, sacarle provecho a expertos cono-cimientos técnicos, obtener buena información, y, tal vez, incor-porar normas profesionales al formular políticas, podrían proporcio-nar defensas más recias.

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En el caso de la hechura de reglas judicialmente, la justificaciónpopular, aunque sea indirecta, es más difícil de obtener. Algunosacadémicos del derecho enfatizan que los tribunales tienen un linajepopular y las nominaciones a los altos tribunales a veces se ajustana normas representativas.13 Pero aunque podamos sentirnos cómo-dos con la práctica de que los políticos nombren jueces, generalmen-te no estamos dispuestos a hacer que los jueces le rindan cuenta desu actuación en los tribunales a funcionarios electos. No, a menosque dichas actuaciones sean censurables. Aun cuando haya eleccio-nes de jueces, estos acontecimientos tienden a ser sucesos de bajainformación favorables a que regrese el titular y rara vez se organizanen forma partidista de tal forma que se aliente al electorado a jugarun papel real al escoger jueces.14 En verdad, como reconocieron losprimeros oponentes de la constitución, el aislamiento de los tribuna-les de los procesos políticos presenta problemas especiales de con-trol, especialmente en tanto los tribunales produzcan legislación.

Más aún, una mejor justificación del papel legislativo de los tribu-nales en una sociedad democrática enfatizaría que la legitimidad dela hechura judicial de leyes se basa en su carácter deliberativo. Desdeeste punto de vista, el aspecto característico del proceso legislativojudicial surge de la debilidad de sus credenciales democráticas.15 Seespera que los tribunales, a diferencia de las legislaturas, se enfras-quen en un proceso deliberativo al buscar o forjar reglas generales.Específicamente, al menos en el nivel de apelación —donde talhechura de reglas ocurre más explícitamente— se ofrezcan justifi-caciones razonadas tanto para sus decisiones como para cambiosdoctrinales. En tanto se espere que los tribunales ofrezcan razones,podemos decir que están sujetos a rendición de cuentas por sus de-cisiones. Desde luego, no rinden cuentas en la misma forma que losfuncionarios electos lo hacen. Una decisión mal razonada no le aca-rreará a un juez ser removido de la judicatura. Pero la finalidad

13.Chris Eisgruber, Constitutional Self Government, Cambridge, Harvard University Press,2001.

14.Existe una gran cantidad de literatura de ciencias políticas que argumenta que los votan-tes pueden escoger inteligentemente en elecciones con poca información. Al menos cuandodichas elecciones son competitivas. Véanse los ensayos en Arthur Lupia, Mathew McCubbinsy Samuel Popkin (eds.), Elements of Reason, Cambridge, Cambridge University Press, 2000.

15.John Ferejohn y Pasquale Pasquino, “Deliberative Institutions”, por salir en un volumenen Comparative Constitutional Adjudication.

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de esa decisión —si fuera apelada y echada abajo— y el alcance decualquier regla que esa decisión intentara establecer, puede verselimitado por otros jueces, abogados o funcionarios electos. Las re-glas que surgen de decisiones mal justificadas tienden a no tener unextenso impacto.

En contraste, no esperamos mucho de las legislaturas para pro-porcionar razones, al menos no como condición para considerarobligatorios los estatutos. Si un congresista logra reunir una coaliciónpolítica suficientemente grande para promulgar un estatuto —ya seaconvenciendo a otros miembros del Congreso o mediante intercam-bio de votos—, dicho estatuto reclama nuestra obediencia y respeto.No se requieren razones adicionales. Aquellos a los que no nos gustetal o cual política podemos solicitar votos y montar campañas electo-rales para cambiar el Congreso, o aterrarlo, y lograr que se cambieel estatuto. En este sentido, los miembros del legislativo personal-mente rinden cuenta de sus actos.

En tanto el modelo de una legislatura que rinde cuentas al pueblotiene una cierta elegancia austera, no toma en consideración la com-plejidad de hacer buenas reglas. La hechura de leyes está inherente-mente plagada de incertidumbres, por lo que nadie puede saber quéconsecuencias tendrá la adopción de una nueva regla. Esperamos,por supuesto, que la legislatura adopte instituciones y prácticas in-ternas que manejen dichas incertidumbres inteligentemente. En rea-lidad, en los Estados Unidos, el Congreso ha adoptado un complejosistema de comités con cuantioso personal profesional y algunosmiembros del Congreso se han convertido en respetables especia-listas en la materia. Los congresistas han aprendido, también, a con-fiar en amplias redes de expertos especialistas, tanto en el gobiernocomo en el sector privado, para ayudarse en la empresa de hacerleyes. En otros países, el gobierno, que es un comité de la legislaturaparticularmente poderoso, reúne y ordena los recursos de las depen-dencias ejecutivas para manejar la incertidumbre legislativa. Pero noimporta cómo o qué tan bien se maneje, uno nunca puede anticipartotalmente los efectos de las reglas en prospecto.

El delegar autoridad en dependencias administrativas especiali-zadas es una respuesta parcial a esta inseguridad de hacer leyes. Enlugar de tratar de anticipar toda la complejidad a la que necesita res-ponder una regla general, el Congreso autoriza a los administradores

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a desarrollar reglas más detalladas. Alienta a los administradores aque empleen expertos especializados y obtengan evidencia adicio-nal. Presumiblemente el crecimiento y permanencia del Estado ad-ministrativo atestigua su efectividad en desarrollar reglas de granomás fino que lo que el Congreso podría lograr por sí mismo. Aun así,la hechura de reglas administrativamente tiende a ser una empresabastante rígida y costosa y las reglas se adoptan, como en el Congre-so, en gran medida anticipando cómo estas reglas alterarán el com-portamiento en el futuro. Cierto, las dependencias a veces puedenresponder a casos particulares, a condicionar la aplicación de las re-glas en cierta forma. Pero, sin una norma de stare decisis,16 tomar de-cisiones caso por caso no es efectivo para alterar las reglas mismas.

En vista de la ingobernable incertidumbre de la hechura prospectivade leyes —en dependencias como en el Congreso— los tribunalesofrecen ciertas ventajas únicas. Los tribunales consideran a las reglasa la luz de circunstancias específicas y se encuentran en buena po-sición para ver las injusticias e inconvenientes que le presentan avarios litigantes. En tanto que las reglas que los tribunales desarro-llan son a futuro —son precedente para casos similares en el futu-ro— la resolución del caso ante ellos no lo es. Más aún, la prácticade stare decisis permite el desarrollo paulatino de reglas generalespor medio de las actividades de varios tribunales y jueces y casos.Como han comentado durante siglos los abogados comunes, estetipo de experiencias pueden ayudar a formar reglas apropiadas paracircunstancias reales de interacción.

Explicación de la judicialización

Explicaré dos causas generales de judicialización. La primera es unacreciente fragmentación del poder dentro de las ramas políticas quelimita su capacidad para legislar —para ser el lugar donde las políti-cas efectivamente se formulan.17 Llamaré a esto la hipótesis de lafragmentación. Cuando las ramas políticas no pueden actuar, la gen-

16.Doctrina o política de seguir las reglas o principios sentados en decisiones judiciales pre-vias a menos que contravengan principios ordinarios de justicia. N. del t.

17.Este argumento se formula en Vendar, Eskridge y Ferejohn, “A Political Theory of Fede-ralism”, en Ferejohn, Rakove y Riley (eds.), Constitutional Culture and Democratic Rule,Cambridge, Cambridge University Press, 2001.

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te que busca resolver sus conflictos tenderá a gravitar hacia institu-ciones que les ofrezcan soluciones, y los tribunales (y los procesoslegales asociados) a menudo ofrecen tales sitios. Al menos en los Es-tados Unidos, con su sistema de poderes legislativos contrapesados,una legislatura dividida no puede evitar con facilidad que los tribu-nales formulen políticas —aun políticas bastante impopulares.

La segunda causa es tal vez más nebulosa pero tal vez más im-portante. Es el sentido de que los tribunales (al menos ciertos tri-bunales) sean confiables para proteger un amplio rango de valoresen contra de un potencial abuso político. Llamemos esto la hipótesisde los derechos. La idea es que, cuando los tribunales comenzarona proteger los derechos y libertades personales además de los de-rechos de propiedad, la oposición a que se expandiera el papel deljudicial disminuyó. En los Estados Unidos este cambio de protegeraspectos económicos a proteger libertades personales y derechosciviles se anunció por la Suprema Corte en Caroline Products. En laEuropa de la posguerra, el cambio esperó el desarrollo de nuevostribunales —tribunales constitucionales— a los que explícitamentese les dio la responsabilidad de proteger un amplio rango de dere-chos humanos.18 En ambos casos, estimular una jurisprudencia queofreciera protección a un amplio rango de derechos humanos y valo-res, y el aumento de tribunales capaces de infundir vida a estos va-lores, en parte se debe a la gente y sus legislaturas.

Estas dos hipótesis pueden ser evaluadas mediante datos nacio-nales o información comparativa. Tómese, por ejemplo, la hipótesisde que la judicialización se explique porque los tribunales aumen-taron su capacidad o voluntad para proteger una mayor colecciónde derechos humanos. Un aspecto desconcertante del súbito creci-miento de los tribunales constitucionales en la Europa de la posgue-rra es el colapso de la históricamente poderosa oposición de la iz-quierda y centro-izquierda a la revisión judicial. La revisión judicialera vista por estos partidos como antimayoritaria y, basados en elejemplo americano, los partidos europeos de izquierda la vieroncomo un ligeramente velado intento por establecer sólidamente losderechos de propiedad. Después de la Segunda Guerra Mundial,esta oposición la esgrimieron nuevamente la izquierda de Francia e

18.John Ferejohn y Pasquale Pasquino, “Deliberative Institutions”, en prensa.

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Italia pero, al menos en Italia, la oposición no pudo impedir el esta-blecimiento de un tribunal constitucional. Este fracaso tal vez se agu-diza al recordar que la izquierda, especialmente el partido comunis-ta, se hallaba en la cresta de su popularidad en el periodo inmediatoa la posguerra. ¿Si los partidos de izquierda habían podido impedirel establecimiento de los tribunales constitucionales antes de la gue-rra, por qué no pudieron continuar haciéndolo en circunstanciasdonde virtualmente todas las otras fuerzas políticas habían sido com-prometidas o desacreditadas?

Pasquale Pasquino y yo hemos argumentado que la expansión delconjunto de derechos que se protegerían por los tribunales consti-tucionales propuestos jugó un importante papel para la rápida y ge-neralizada aceptación del fallo constitucional en Italia y otras partesde Europa.19 La necesidad de asegurarse que la hechura ordinaria deleyes estaría reglamentada por valores fundamentales se sentía es-pecialmente urgente en Italia y Alemania: los procesos ordinariospara la hechura de leyes en esos dos países habían fracasado total-mente en cuanto al respeto de los derechos humanos concierne.Pero no sólo la legislatura era objeto de sospechas como defensorade derechos fundamentales, también lo eran los tribunales ordina-rios, que habían hecho poco para controlar o limitar el impacto dela legislación autoritaria. La institución de nuevos tribunales cons-titucionales —que tendrían el poder de echar atrás la legislación yser independientes del judicial mismo— era parte de una respuestaa esta doble situación de desconfianza —de la legislatura y del siste-ma de tribunales ordinarios. ¿Pero cómo pudo persuadirse a los opo-nentes de la revisión judicial que podía confiarse en un tribunal cons-titucional especializado para proteger un amplio rango de derechoshumanos y no sólo los derechos de propiedad? Sugerimos que alhacer nombramientos al tribunal de manera que ambos, los partidosde derecha e izquierda, tuvieran un papel en dichos nombramientos,y al aislar los nuevos tribunales de la judicatura ordinaria, los tribu-nales constitucionales propuestos se volvieron más creíbles comoinstituciones que harían valer los derechos humanos.

La hipótesis de los derechos también puede evaluarse con mate-rial americano. La historia más común acerca de los tribunales ante-riores al New Deal era que tendían a hacer valer una versión de la

19.Ibid.

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Perspectivas teóricas

constitución muy cargada hacia la protección de intereses relacio-nados con la propiedad.20 Dado el historial de la Corte en este pe-riodo, no sorprende que hubiera bastante oposición por los liberaleshacia la institución y práctica de la revisión judicial.21 Pero, sin im-portar cómo interprete uno los eventos del periodo del New Deal,para 1940 la Corte ya había comenzado a proteger un conjuntodistinto de derechos —a entretener y hacer valer una teoría distintade la constitución.22 Al mismo tiempo, hubo también un dramáticocambio en la composición de la Corte en un breve lapso, y era mu-cho más probable que estos nuevos integrantes de la Corte tuvierancompromisos políticos y personales para defender y proteger otrosintereses, no relacionados con la propiedad. Frente a esta nueva ymuy distinta Corte, no es muy sorprendente que la sistemática oposi-ción de la izquierda a la revisión judicial comenzara a erosionarsey que, de hecho, los políticos liberales vinieran a ser el principal apo-yo para la nueva jurisprudencia de la Corte.

La hipótesis de la fragmentación también puede probarse local-mente, con información sobre la historia política americana, o en unmarco comparativo más amplio. Aquí la idea es que los tribunalespueden ejercer autoridad independiente para dar forma a políticassólo cuando las instituciones políticas están demasiado fragmenta-das para detenerlas. La fragmentación política es una idea complejaque puede surgir de varias maneras diferentes. El federalismo, porejemplo, fragmenta ciertas clases de poder político —verticalmen-te entre los gobiernos central y local— y puede crear en ambos elespacio para la acción judicial. Los sistemas federales no sólo pro-porcionan oportunidades y obligaciones para que los “estados”construyan políticas sin contrapesos del gobierno nacional, general-mente también proporcionan a los estados la capacidad para detenero frenar acciones del gobierno nacional. Y por supuesto, las disputas

20.La cuidadosa historia por Barry Friedman de relatos estándar y revisionistas sobre Lo-chner y la lochnerización se encuentra en Barry Friedman, “The History of the Counterma-joritanian Difficulty...”, op. cit., pp. 1383-1455.

21.En verdad no sorprende que los observadores europeos de la revisión judicial americanaconcluyeran que dicha revisión solamente protegería los derechos de propiedad.

22.La señal que expresó este cambio fue, por supuesto, la famosa nota cuatro de la decisióndel juez Stone en el caso de Caroline Products. Pero la Corte ya estaba desarrollando concep-tos más amplios sobre los derechos y valores constitucionales con anterioridad a esa nota alpie de página.

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jurisdiccionales en los sistemas federales —ya sean entre estados oentre un estado y el gobierno nacional— necesitan ser resueltas ylos tribunales típicamente se emplean para este fin.

El federalismo es, por supuesto, sólo una forma en la que las ins-tituciones formales pueden instar a la fragmentación. Otra es la di-visión de los poderes horizontalmente al adoptar una forma presi-dencial de gobierno. En los sistemas presidenciales, el ejecutivo norinde cuentas al legislativo, sino que responde (más o menos) direc-tamente al electorado. El ejecutivo es una rama de gobierno de igualrango y con el mismo estatus que el legislativo y el judicial. Los sis-temas presidenciales generalmente proporcionan los medios paraque las diferentes ramas puedan atajar a las otras en el ejercicio desus propias funciones. Los presidentes tienen de alguna manera cier-ta autoridad de veto, las legislaturas generalmente mantienen la au-toridad sobre el control presupuestario, los tribunales necesitan ac-ciones ejecutivas, y a veces legislativas, para hacer valer sus órdenes.Frenos de este tipo tienden a producir situaciones de estancamientoy crisis. Institucionalmente, entonces, el poder tiende a fragmentarsemás en sistemas presidenciales que en sistemas parlamentarios.

Cierto, la fragmentación institucional puede superarse si los par-tidos políticos están suficientemente bien organizados y tienen au-todisciplina. Los partidos bien organizados pueden coordinar ac-ciones entre instituciones, al menos en ciertas circunstancias. Losejemplos más claros de esto no son muy atractivos: hasta hace pocotiempo se hallaban dos ejemplos en sistemas monopartidistas comolos existentes en la antigua Unión Soviética o en México. Pero exis-ten circunstancias menos extremas en las que partidos relativamentebien organizados pueden superar la entropía institucional. Los par-tidos políticos de la Europa Occidental generalmente son bastantedisciplinados también, pero típicamente no obtienen mayorías par-lamentarias. La excepción más conocida es el modelo británico deWestminster en el que un partido generalmente obtiene una mayo-ría de curules en la Cámara de los Comunes y mantiene una férreadisciplina en los votos parlamentarios. Dicha disciplina hace al eje-cutivo responsable ante la Cámara de los Comunes; si el gobiernollega a perder el apoyo de su mayoría en la Cámara Baja se requiereque renuncie. El hecho de que un partido casi siempre tiene la ma-yoría, y que puede disciplinar a sus miembros, permite que los bri-

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Perspectivas teóricas

tánicos mantengan un sistema de responsabilidad gubernamen-tal. En efecto, el poder legislativo nunca se fragmenta en la GranBretaña.23

La fragmentación puede también darse de manera menos institu-cional: por ejemplo por un gobierno dividido, en donde diferentespartidos o coaliciones controlan diferentes ramas. En los sistemaspresidenciales, una forma típica de gobierno dividido se presentacuando un partido controla la legislatura y otro tiene el control dela presidencia. En sistemas parlamentarios, un gobierno divididoocurre cuando el control sobre ambas cámaras está dividido. Decualquier manera, al dificultar respuestas legislativas coordinadas seproporciona lugar para que los tribunales hagan políticas libremen-te. Los observadores de gobiernos divididos a menudo lo describencomo algo que simplemente sucede —como el clima— y no comoalgo que el electorado busque intencionalmente. Recientes estudiosen esta área sugieren que una significativa, y decisiva, fracción delelectorado puede verse beneficiada al dividir los poderes guberna-mentales y quizás hasta voten intencionalmente por candidatos dedistintos partidos con objeto de lograrlo.24

El sistema americano es más complejo. En los Estados Unidos, lospartidos generalmente no logran disciplinarse a sí mismos efectiva-mente. Esto se debe, en parte, a un sistema electoral que hace de ca-da miembro del Congreso una especie de embajador de su distritoo estado, y en parte al hecho de que el presidente se elija por sepa-rado. En un sistema así los representantes tienen toda la motivaciónpara responder a las diversas necesidades de sus electores en lugarde agruparse detrás de un programa coherente del partido. Las cir-cunstancias en las que un partido mayoritario puede disciplinar ycoordinar sus actividades legislativas tienden a ser bastante breves:los primeros 100 días de Roosevelt, la 89 Legislatura de Lindon B.Johnson y, tal vez, el Contrato con América de Newt Gingrich en elprimer periodo de la 104 Legislatura, proporcionan ejemplos. Encada uno de estos casos, el partido mayoritario estaba tan unido en

23.Esto, por supuesto, es una exageración. Durante los años setenta el partido laborista fuesuficientemente incapaz de mantener la disciplina interna y en efecto se rehusó a seguir losdictados de la norma constitucional que requiere la renuncia del gobierno si no es capaz deexpedir legislación crítica.

24.Morris Fiorina, Divided Government, Cambridge, Harvard University Press, 1996.

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logros específicos que la endémica estrechez de miras de las institu-ciones electorales y constitucionales americanas se vio temporal-mente atenuada. Y, por supuesto, esta estrechez de miras es a vecessuperada en tiempo de guerra, emergencias y crisis económicas.Pero la verdadera lección de estos ejemplos es que los periodos departidos unificados son raros y breves.

La hipótesis de la fragmentación implica que los tribunales tienenmayor libertad de acción cuando las ramas políticas están demasiadofragmentadas para tomar decisiones con efectividad. En tales casos,la formulación de políticas tiende a gravitar hacia instituciones quepuedan resolver disputas con efectividad. Esta aseveración necesitacalificarse un poco para principiar. Estoy asumiendo que los tribu-nales tienden a ejercer su autoridad dentro de exigencias políticas.Esto es, que no adoptarán cursos de acción que conduzcan regulary repetidamente a reveses u otras fuertes reacciones de las ramaspolíticas; hacerlo generalmente conduciría a resultados inferioresdesde la perspectiva de los jueces y le restaría a cualquier deferenciarutinaria que pudieran gozar de las otras ramas. Si esta hipótesis sesostiene, entonces esperaríamos que los aumentos de fragmenta-ción condujeran a áreas más amplias de políticas en las que los tribu-nales pudieran determinar el resultado sin arriesgarse a ser domina-dos por funcionarios políticos. Obviamente, si los tribunales intentanfijar políticas fuera de estos límites, las instituciones políticas se-rían capaces de intervenir.

Ahora podemos considerar algunos otros casos comparativos. Elmás llamativo, sin duda, es el desarrollo de las instituciones de de-recho europeas desde los Tratados de Roma o París. Las institucionespolíticas europeas han sido un caso de libro de texto de la fragmenta-ción: combinan una estructura federal con instituciones políticasextremadamente indecisas que requieren de reglas de unanimidado reglas de mayoría calificada para tomar decisiones. Además, nohay un sistema de partidos que abarquen toda Europa —los partidosestán organizados en el nivel nacional y son internamente hetero-géneos al igual que los partidos americanos. Esta estructura institu-cional —que a veces se dice que crea un “déficit democrático”— nose parece más a nada que a los Artículos de Confederación.25

25.Primera constitución de los Estados Unidos (1781-1788). N. del t.

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Perspectivas teóricas

En este contexto, las instituciones burocráticas y judiciales de Eu-ropa han florecido. A la Comisión Europea se le ha concedido latitudmuy amplia para formular iniciativas de políticas y para establecerregulaciones obligatorias sin temor a ser frenada por los gobiernosnacionales o el Parlamento Europeo. La Corte Europea de Justicia hasido muy efectiva en establecer jurisdicción sobre leyes naciona-les u ordenamientos que afectan el movimiento de bienes, finanzaso personas por toda la Unión Europea. No sorprende desde estaperspectiva, mucho del desarrollo del mercado común europeo y enverdad del de la integración social y económica europea. Estos hansido guiados por la Comisión y la Corte Europea de Justicia en lugarde por el Parlamento Europeo o por o los gobiernos nacionales. Estono niega que los burócratas europeos también tengan amplia liber-tad de maniobra.

La fragmentación de las instituciones europeas puede haber dis-minuido un tanto en años recientes —especialmente desde la ratifi-cación del Acta Única Europea de 1986 y el Tratado de Maastrichtde 1992. Estos nuevos acuerdos introdujeron y expandieron eluso de la mayoría calificada. Además, el Parlamento Europeo ha po-dido asumir un papel marginalmente más significativo a la hora deproponer legislación y tomar decisiones presupuestarias. Sin embar-go, durante el mismo periodo, la introducción de nuevos EstadosMiembros en el entorno europeo ha aumentado la heterogeneidadde la Unión Europea, y esto tiende a aumentar la fragmentación. Porlo tanto, actualmente, no queda claro si la latitud de decisión de laCorte Europea de Justicia va en aumento o disminuye. Lo que sí que-da claro es que cuando se le compara con la situación de cualquierade las instituciones judiciales nacionales, la Corte Europea de Justiciatiene un área muy amplia para la discreción judicial.

Reglamentación judicial de la política

La reglamentación directa de la actividad política es una forma dejudicialización especialmente importante y cada vez más común.Cuando los funcionarios electos ven que las personas nominadas ala judicatura pueden convertirse en sus reguladores, fiscales y encar-celadores, el interés en los nombramientos judiciales se eleva a altosniveles. Los tribunales, naturalmente, desde hace mucho tiempo se

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han involucrado seriamente en reglamentar las actividades políticas,empleando los estatutos contra el fraude organizado y contra elfraude por correo para dibujar y vigilar los límites entre las prácticaspolíticas aceptables y las corruptas. A lo largo del último siglo losjueces y fiscales han declarado ilegales venerables prácticas políticasque, discutiblemente, formaban parte de los cimientos de los parti-dos políticos desde los años tempranos de la república. Estos esfuer-zos a menudo fueron calificados como controversiales y ciertamenteno siempre impactaron a los partidos políticos o a los funcionariospúblicos en forma pareja.26 En ocasiones las prácticas declaradas ile-gales han forzado a ciertos funcionarios públicos en altos puestos arenunciar y a menudo los han puesto tras los barrotes. Y en ocasio-nes, la reglamentación judicial ha favorecido a uno u otro de los prin-cipales partidos, o protegido de la competencia a los partidos esta-blecidos. De cualquier manera, es seguro que el escrutinio judicialde partidos y políticos ha jugado un papel significativo (junto conotras reformas estatutarias) para modificar la forma en la que los par-tidos políticos se desarrollan y buscan votos.

Las recientes reglamentaciones legales de prácticas democráticasse han enfocado a desarrollar doctrinas constitucionales que le per-mitan a los tribunales reorganizar las prácticas políticas. La distribu-ción del número de congresistas, el acceso a las urnas, el financia-miento de campañas y otros modos de reglamentar la vida política,por largo tiempo protegidos del escrutinio judicial por la doctrina dela cuestión política, cayeron bajo creciente presión en el periodoposterior a la Segunda Guerra Mundial. Las enmiendas posguerracivil han jugado un papel especialmente importante en estos acon-tecimientos al permitir mayor reglamentación por el Congreso, asícomo por los tribunales, de las prácticas políticas estatales. Y, mien-tras que el Congreso en ocasiones ha utilizado su acrecentada auto-ridad bajo estas enmiendas para promulgar legislación dirigida aabrir el proceso político a grupos excluidos anteriormente, muchade esta importante labor se ha llevado a cabo en las dependenciasy los tribunales. Como en el caso de los estatutos de fraude, las res-tricciones constitucionales impuestas por los tribunales a las prác-

26.Nótese que la máquina republicana del condado de Nassau ha sido blanco de fiscalesfederales, así como el ex vicepresidente Spiro Agnew. Los demócratas y organizaciones demo-cráticas también han sido frecuentes blancos de persecución.

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ticas políticas han tenido un impacto desigual en los procesos demo-cráticos. En ocasiones los tribunales han ido en contra de partidospolíticos atrincherados, negándoles control sobre nombramientos,alterando concesiones especiales y redibujando los límites de distri-tos electorales.27 Sin embargo, a veces la reglamentación judicial hafuncionado para proteger a los ocupantes de puestos electorales oa partidos en el poder, a expensas de candidatos o partidos nuevos.

Naturalmente, las restricciones constitucionales recién robusteci-das no siempre han funcionado para abrir el proceso político y forzarel paso de las minorías anteriormente excluidas. En los últimos 25años, el desarrollo de los derechos de la primera enmienda de libreexpresión y asociación, cada vez más robustecidos, a menudo ha li-mitado la capacidad de la gente o sus representantes para reglamen-tar el financiamiento de las campañas o para reformar los partidoso el sistema de partidos.28 Esta línea de desarrollo constitucional haconducido a los tribunales a una serie de fallos que claramente favo-recen a partidos o funcionarios en el poder.

El cambio más notable en tiempos recientes es, sin embargo, lacreciente voluntad de la Corte para imponer lo que pudiera llamarserequisitos deliberativos a las distintas legislaturas. Esta tendencia esmuy pronunciada en la reciente serie de decisiones sobre federalismo,pero puede ser de alcance más amplio en el futuro. En una serie decasos, comenzando por López y extendiéndose hasta Morrison yGarrett, la Corte ha demandado que el Congreso le proporcione unajustificación razonada para su autoridad para promulgar estatutos.Y aparentemente la Corte fija una barra cada vez más alta para lo quecuenta como justificación adecuada para el ejercicio de la Cláusulade Comercio29 o autoridad Sección 5. Como otros han señalado, la

27.Nótese el papel de los tribunales en desmantelar el control demócrata de la políticasureña.

28.Citas al régimen de Buckley y a EU, Tashjian, el Partido Democrático de California, etc.29.La Cláusula de Comercio es una cláusula en la Constitución de los Estados Unidos que

faculta al Congreso a legislar todo lo concerniente al comercio interestatal. En 1824, en Gi-bbons vs Ogden, el presidente de la Suprema Corte, John Marshall, dio a esta cláusula unamuy amplia interpretación estableciendo el poder del Congreso sobre el comercio como unaherramienta para establecer políticas nacionales. El comercio es más que sólo comprar yvender, dijo, y la autoridad para regular el comercio incluye el derecho de controlar casi todaslas áreas de la economía nacional. Basándose en lo anterior, el Congreso, a lo largo del tiempo,ha empleado esta cláusula para legislar sobre asuntos tan diversos como tarifas ferroviarias,medicinas, calidad de los alimentos, leyes antidiscriminatorias, etc. y la Suprema Corte enocasiones lo ha apoyado y en ocasiones lo ha echado atrás. N. del t.

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Corte aparentemente está tratando a la legislatura, en este aspecto,como trataría a una dependencia o inclusive a una corte inferior.30

Naturalmente, no tenemos idea de hasta dónde llegará esta prác-tica, pero desde el punto de vista de este trabajo, es de especial sig-nificado. Aun si la Corte deja inalterado un ejercicio de autoridadlegislativa, la demanda de que esa autoridad esté conectada a razo-nes adecuadas tiene el efecto de forzar a la legislatura a actuar comouna corte al promulgar estatutos. Tal vez esto sea una buena idea—especialmente en estatutos que imponen cargas particulares alibertades protegidas. Pero demandar que una mayoría actúe razo-nablemente en todos los casos es negarle la capacidad de gobernar yde ser democráticamente responsable ante la gente por gobernar. Eneste aspecto, la imposición de requisitos deliberativos plantea cues-tiones de separación de poderes.

En tanto esta observación no es original (y pudiera resultar exa-gerada), tiene relación con el alegato mayor de este trabajo. La vo-luntad de la Corte para imponerles restricciones constitucionalescada vez más importantes a las legislaturas, puede explicarse entérminos de su creciente independencia política de las otras ramas.La Corte puede en esta área hacer reglas en las mismas circunstanciasen las que generalmente hace reglas. Pero en esta área única la Corteno está sólo haciendo reglas, está forzando a la legislatura a alterarprocedimientos y procesos internos y a tomar decisiones legislativasmás como decisiones judiciales. Más aún, argumentado anteriormen-te, las teorías legales en particular que se usan para juzgar si el Con-greso ha presentado un buen caso para su autoridad son propiamen-te ideológicas. Las cortes haciendo reglas están involucradas en laselección política en la que la gente tiene legítimos intereses y, porlo tanto, no debiéramos sorprendernos de que estos intereses entrenen juego a la hora de decidir nuevos nombramientos.

Explicación de la politización

Teóricamente, el Artículo Primero de la Constitución coloca el poderlegislativo en el Congreso, o más precisamente (en la Sección 7) enel Congreso y la presidencia conjuntamente, actuando de acuerdo

30.Esta aseveración se toma de Ruth Colker y James J. Brudney, “Dissing Congress”, Mi-chigan Law Review 100, octubre, 2001, p. 80.

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Perspectivas teóricas

con las formalidades de las dos cámaras y exposición. Cuando estecuerpo —al que llamaremos la legislatura constitucional— es capazde actuar, retiene el control de la autoridad legislativa. Bajo estascircunstancias políticas, aunque otras entidades —dependenciasadministrativas o tribunales— puedan involucrarse en la hechura deleyes (en el sentido de promulgar reglas normativas obligatoriasde aplicación general y en prospecto), tal actividad se lleva a caboa la sombra de y con el tácito consentimiento de la legislatura cons-titucional. Cualesquiera que sean las reglas que se produzcan, tende-rán a ser las que la legislatura constitucional aceptaría. Éstas son lascircunstancias en las que la legislatura es prácticamente soberana.31

Los tribunales y las dependencias son capaces de acciones inde-pendientes o autónomas cuando la legislatura constitucional estádemasiado fragmentada para reaccionar.32 En tales circunstancias lahechura de reglas tiende a migrar hacia aquellos cuerpos que seancapaces de acciones decisivas. En estas condiciones vemos cómo sedesarrollan entidades familiares como la burocracia “desbocada” ylos tribunales activistas. La migración de poderes legislativos a lasdependencias y los tribunales coloca cargas extraordinarias en estasinstituciones. Cuando los tribunales pueden tomar decisiones más omenos finales con consecuencias políticas, cualquiera que tengainterés en dichas decisiones tiene razones suficientes para tratar depresentar sus intereses en la forma de persuasivos argumentos le-gales. Y aquellos interesados en las decisiones judiciales tienen ra-zones para buscar influencias y, de ser posible, controlar los nom-bramientos a los tribunales y otras instituciones de derecho. En estesentido, las condiciones de “judicialización” de la política tienden aproducir la politización de los tribunales.33 La toma de decisiones ju-diciales tiende a convertirse en política hecha por otros medios.

¿Cómo sucede esto? Yo argumento que las instituciones de unacultura de derecho liberal facilitan la conversión de posiciones ideo-

31.Hacemos la distinción entre la soberanía legislativa práctica y la noción formal de sobe-ranía parlamentaria que caracteriza a ciertos otros sistemas de derecho. En Francia, por ejem-plo, el parlamento no puede estar mal y las leyes que promulga no pueden ser revisadas oalteradas por un cuerpo distinto al parlamento mismo.

32.Esta teoría se desarrolla formalmente y con todo detalle en Ferejohn y Shipan, JLEO, 1990.Las mismas condiciones también indican cuándo los estados son capaces de actividad políticaindependiente.

33.Ferejohn y Pasquino, “Rule of Democracy and Rule of Law”.

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lógicas en posiciones “internas” de derecho. Podemos ver esto enla cultura de la capacitación en derecho y en la idea central de quetodo interés tiene derecho a representación y articulación legal com-petente. Se supone que abogados bien preparados son capaces deexponer y articular las demandas más fantásticas y que los jueces soncapaces de responder a estos argumentos y sopesarlos dentro de laley. Por lo tanto no es muy sorprendente que, cuando menos en losEstados Unidos, virtualmente cualquier posición ideológica o par-tidista pueda articularse en derecho, generalmente en formas dife-ren-tes, como posiciones más o menos defendibles legalmente.

Es más, como lo señaló Tocqueville hace tiempo, el sistema polí-tico americano está particularmente abierto a la formación y prolife-ración de asociaciones y grupos de interés. Así, hemos atestiguadola emergencia de un vasto sistema de grupos de interés legales cuyoobjetivo es desarrollar posiciones jurídicas respetables que corres-pondan a sus preferencias partidistas o ideológicas, reclutar y nutrirabogados inteligentes para proponer estos puntos de vista y colocar-los en posiciones de poder legal. En la “izquierda” vemos a gruposcomo la NAACP, NOW, NRDC, ACLU y otros. En la derecha tenemos laPacific Legal Foundation y la Federalist Society y muchas más. Estasorganizaciones han sido sorprendentemente efectivas al perseguirsus intereses políticos dentro del terreno del derecho, donde la deli-beración y el razonamiento son el modo en que las reglas generalesse adoptan y modifican.

Nada de esto sería muy preocupante si se esperara que los tribu-nales sólo escucharan estos argumentos que los abogados ponen asu consideración. Se puede decir mucho de la práctica de los gruposde interés, cualesquiera sus metas, al presentar sus argumentos paraobtener una decisión o enmienda doctrinal u otros. En verdad, dichapráctica ayuda a articular las reglas generales o de interés social quese desarrollan al decidir los distintos casos. Pero, de hecho, la com-posición de la judicatura y de los funcionarios de los tribunales engeneral es permeable a la influencia de tales grupos de interés.

Así es que, en Estados Unidos, mucho de la “acción” tiene que vercon los nombramientos. Los legisladores, sabiendo que no puedencontrolar la hechura de reglas judicial en una variedad de áreas dela vida pública, tienen que tratar de decidir quién se sienta en la judi-catura o quién argumenta en favor del gobierno. Desde los nombra-

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Perspectivas teóricas

mientos de media noche a la judicatura federal que hiciera JohnAdams, pasando por varios planes para “empacar” tribunales, hastala remoción de jueces en California por sus votos sobre la pena demuerte, los pleitos sobre quién será nombrado juez o fiscal han sidoasuntos normales de la política americana. Pero es sólo lo que podríaesperarse. Los fiscales a todos los niveles son nombramientos políti-cos naturalmente —típicamente por mínimas mayorías partidistas.Las decisiones persecutorias, en tanto involucran el ejercicio de jui-cio en un mundo de escasez e incertidumbre, probablemente debie-ran sujetarse a un principio democrático de rendición de cuentas.Pero el mismo argumento parece ser menos convincente cuando setrata de conformar la judicatura misma. Y, sin embargo, hemos deci-dido escoger a los miembros de la judicatura con candidatos que sur-gen de políticas partidistas y que requieren sólo de la mínima mayo-ría para su nombramiento. No sorprende que, en tal sistema, sea fácilcaracterizar a los jueces y tribunales en términos partidistas.

Nada de lo anterior quiere decir que los jueces mismos se compor-ten como políticos de un partido, intercambiando votos, cerrandotratos, formando coaliciones. No. No dudo que los jueces estén deci-diendo los casos que se les presentan a la luz de sus ideas sobrejurisprudencia más o menos coherente sobre lo que la ley requiere.Pero, desde la perspectiva del observador de fuera, su comporta-miento es sin embargo previsible desde un simple modelo de vota-ción ideológica.34 Y porque son tan previsibles, otros actores polí-ticos tienden a tomar las decisiones de tribunales como sucesospolíticos y tratan de darles forma e influir en ellos por motivos políti-cos propios.

Vale la pena señalar que el estilo americano de tribunales politi-zados es inusual en el mundo democrático avanzado. Esto, por mu-chas razones. Las tradiciones del derecho europeo probablementeno son tan pluralistas —muchos de los sistemas de derecho de la Eu-ropa continental aún ven la toma judicial de decisiones como un si-logismo— y probablemente no exista la misma proliferación de gru-pos de interés en esas naciones. Además, los nombramientos a lostribunales ordinarios son casi siempre burocráticos —uno entra a lajudicatura como si entrara a un trabajo del servicio civil. Y, aunque

34.Jeffrey A. Segal y Harold J. Spaeth, The Supreme Court and the Attitudinal Model, 1993.

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los nombramientos a los nuevos tribunales constitucionales los ha-cen cuerpos políticos, dichos nombramientos generalmente requie-ren supermayorías. Este requisito evita el nombramiento de juecescon posiciones ideológicas inmoderadas. Y, finalmente, los tribuna-les en Europa están mucho menos abiertos al escrutinio público quelos tribunales americanos. Los tribunales constitucionales deliberanen secreto, emiten opiniones per curiam, y a menudo no se permitela publicación de disensos. Esto quiere decir que los grupos de inte-rés tienen muchas menos oportunidades para conocer cómo opinano votan los jueces y para criticar o elogiar sus acciones en la judica-tura. Así es que, aun cuando creo que los tribunales constitucionaleseuropeos pueden ser tan políticos como los tribunales americanos,en el sentido de practicar el derecho de forma tal que no se vea sujetoa control legislativo, son mucho menos partidistas y cualquier ideo-logía que puedan tener tiende a ser centrista.

Conclusión

Cuando las condiciones son favorables para que los tribunales ejer-zan poderes legislativos, quedan en libertad para hacerlo a través detoda la mesa, sea o no mejor que las decisiones específicas de políti-cas se hagan en el ambiente judicial. Existe un desencuentro entrelas condiciones positivas que permiten la judicialización y la justifi-cación normativa de la ley hecha por un juez. Esto es políticamentepeligroso en varios modos. Tiene el efecto de politizar a los tribu-nales —haciendo que las decisiones judiciales aparenten ser políti-camente motivadas y haciendo de los nombramientos a la judicaturamateria de rivalidad partidista—, de reducir las legítimas habilidadesde la gente o sus representantes para legislar y, más ocasionalmen-te, de provocar respuestas electorales crudas y opresivas. Es necesa-rio, por lo tanto, que los tribunales tengan cuidado al reposicionarasuntos legislativos específicos hacia ambientes de derecho, y tenercuidado requiere formular estándares normativos para guiar la asig-nación de la autoridad legislativa.

Y, ¿cómo se verían dichos estándares normativos? Yo sugiero quela legislación de distintos tipos se haga apropiadamente en diferen-tes ambientes institucionales. Los tribunales están bien equipados

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Perspectivas teóricas

para formular ciertas clases de reglas legislativas —reglas que nece-sitan desarrollarse a la luz de repetidas experiencias de su uso, reglasque debieran responder a preocupaciones sobre igualdad, procesoslegales establecidos y la justicia. Esto no quiere decir que la legisla-tura no debiera participar en la formulación de políticas en estasáreas; sólo que los tribunales tienen un importante y continuo papelen reglamentar las actividades legislativas en estas áreas. Conside-raciones similares debieran decidir cuándo las dependencias admi-nistrativas debieran legislar reglas. Las reglas que requieren, porcualquier causa, responder a asuntos técnicos, a menudo se formu-lan mejor en ambientes donde la existencia de expertos conocimien-tos se encuentre disponible y donde las normas profesionales pue-dan forjar el discurso de las políticas.

Pero el hecho de que se desee desarrollar y aplicar normas quegobiernen la localización de la autoridad legislativa no aseguraque dichas normas se desarrollarán o aplicarán. Específicamente, esdudoso que se pueda confiar en que los jueces americanos, protegi-dos por puestos vitalicios y escogidos por medio de procesos polí-ticos partidistas, sean capaces de ejercer precisamente la clase demoderación matizada que se requeriría. Por esta razón pensamosque es inevitable que, bajo ciertas circunstancias, los jueces ejerce-rán poderes legislativos en áreas que la legislatura misma debierahacerlo. O, tal vez peor, los jueces pueden resolver disputas impor-tantes en un fallo ad hoc sin tomar en cuenta ningún principio ge-neral que pudiera ser de aplicación posterior para resolver casossimilares. Algunos académicos piensan que Bush versus Gore era talcaso y que debiéramos entender que el intento de algunos de losmagistrados para asegurarle a la nación que no estaban desarrollan-do una nueva rama de la doctrina de igual protección (estableciendoy apelando a un principio general) es el signo más claro de que talejercicio era inapropiado. Las reacciones políticas a tales accionesson inevitables y, tengan o no tengan éxito, con el tiempo tienen elefecto de hacer de la Corte una institución explícitamente política.

En la introducción sugerí que tal vez tenga sentido que los ameri-canos consideren ciertas reformas que pudieran alterar la dinámicapolítica de la Corte. Las reformas que sugerí —requerir de una super-mayoría en el Senado para el nombramiento y limitar a los magis-trados a sólo un término no renovable— ya se aplican en varios

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tribunales constitucionales en Europa y su experiencia empíricapuede ser informativa. El requerir de una supermayoría para losnombramientos quiere decir que los jueces así nombrados tendríanque ser aceptables por varios partidos y líneas ideológicas. Esto ten-dería a desanimar el nombramiento de jueces en los extremos ideo-lógicos y probablemente conduciría a una corte llena de magistradosmoderados. Naturalmente, las mentes judiciales pueden y de hechollegan a cambiar, por lo que no se puede garantizar que no existaun “corrimiento” judicial. Sin embargo, fijar los términos judicialestendería a aliviar dichos problemas. Aunque los miembros se torna-ran extremistas en ciertas dimensiones, no podrían permanecer enla Corte más de diez o doce años.

Estas dos reformas, tomadas en su conjunto, muy probablementeconducirían a una cultura interna de toma de decisiones muy dife-rente en la Corte. Los integrantes, estando de acuerdo en lo general,tenderían a ver verdaderas posibilidades de llegar a acuerdos con-sensuados en varios casos. Probablemente la Corte comenzaría adesarrollar prácticas dirigidas a lograr acuerdos en lo general —aunacuerdos basados en principios ampliamente compartidos— enlugar de conformarse con resolver casos por la regla de la mayoríade cinco.35 Dicha situación sería conducente de una mayor confianzaen la Corte, tanto por funcionarios electos como por aquellos quehayan recibido un nombramiento y por el público en general. Lasprácticas de otros tribunales constitucionales pueden proporcionarapoyo a estas conjeturas.

En Alemania, por ejemplo, los magistrados del Tribunal Consti-tucional rara vez publican disensos y más o menos trabajan por con-senso en la mayoría de los casos. Los nombres de los magistradostampoco les son familiares al público. Esto no es sorprendente pues,por diseño, los nuevos magistrados tienden a ser moderados en loque concierne a la jurisprudencia. El consenso es, obviamente, me-nos difícil de obtener cuando la mayoría de los integrantes están deacuerdo en lo general. Observar los tribunales constitucionales ita-liano y español apunta a las mismas conclusiones. Los integrantesy observadores de dichos tribunales enfatizan que el consenso siem-pre se busca y a menudo se obtiene.

35.Desde 1869 la Suprema Corte de los Estados Unidos tiene nueve magistrados. N. del t.

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Obviamente el modelo europeo tendrá ciertas limitaciones en unpaís tan grande y diverso como los Estados Unidos. Posiblemente laCorte reflejara las posiciones del amplio centro de la política ameri-cana, pero ciertas minorías significativas tal vez no se verían refle-jadas en ella. Ésta es una preocupación real y válida y debemos estarconscientes de que reformar la Corte afectará sustancialmente susresultados. Pero tampoco podemos afirmar que una Corte cuyos in-tegrantes sean ampliamente aceptados a través del espectro políticoserá hostil a las minorías. Y de todos modos, el hecho de que eltérmino de su nombramiento esté restringido mantendría a la Corteconsistentemente abierta a nuevas fuerzas políticas.

Una respuesta natural a las propuestas de reforma —especialmen-te a propuestas que requieran enmiendas a la Constitución— esignorarlas porque son inviables. Y, respecto a imponer límite detiempo a los nombramientos, esto es una respuesta plausible. Dichareforma requeriría movilizar una coalición muy amplia para modi-ficar el Artículo V de la Constitución y sabemos, por larga experien-cia, qué difícil es formar tales coaliciones. Pero el requisito de unasupermayoría no requiere un cambio constitucional. Tal reformapuede implementarse convencionalmente —como los británicoscambian su constitución. Si los integrantes del Senado consideraranque se requiere mayoría de dos terceras partes, podrían simplemen-te (no necesariamente fácilmente) rehusarse a aprobar cualquiernominación que no lograra obtener tal nivel de apoyo. Alternativa-mente, los senadores podrían hacer uso de los derechos de proce-dimiento bajo las reglas del Senado para evitar que algunos miem-bros tomen la palabra. Desde luego, las cosas se pondrían un tantosucias al principio, pero tal posición se puede defender basándoseen principios y pudiera ser suficiente para implementar el cambio.Ahora bien, el que los senadores fueran capaces de resistir las presio-nes partidistas que se les aplicaran es otra cosa.

Recibido el 15 de marzo de 2002Aceptado el 22 de marzo de 2002

Perspectivas teóricas

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Integración económicainternacional, autonomía nacional,

democracia trasnacional: ¿unatrinidad imposible?*

GIANDOMENICO MAJONE**

* *.Traducido por Felipe Block y Cabrera.**.The European University for Postgraduate Research in the Social Sciences, Badia

Fiesolana, Via dei Roccettini 9 1-50016, San Domenico di Fiesole, Italia.***.Este ensayo se basa en una serie de conferencias dictadas en la Universidad Nacional

Autónoma de México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, en febrero de 2002.

Resumen

Este trabajo examina tres hipótesis que se refieren a la relación entre integración económi-ca, el Estado-nación y la democracia. En la primera, la hipótesis de la “democracia disminui-da”, el autor afirma que en un mundo de economía mundial integradora los encargados dedictar las políticas nacionales se ven crecientemente constreñidos en su capacidad para pro-ducir los bienes públicos que demandan los electores. De acuerdo a la segunda hipótesis,“federalismo transnacional”, este déficit se corregiría transformando la actual Unión en un Es-tado federal. La tercera hipótesis, “constitucionalismo transnacional”, admite que la demo-cracia no puede florecer por encima del nivel nacional puesto que la gente de los Estadosmiembro de la UE no constituyen un pueblo.

Abstract

This paper examines three hypothesis concerning the relationship among economic integra-tion, the nation-State and democracy. The first one, the “diminished democracy” hypothesis,claims that in an integrating world economy national policymakers are increasingly constrai-ned in their ability to produce the public goods the voters demand. According to the secondhypothesis —“transnational federalism”— this deficit should be corrected by transforming thepresent Union into a federal State. The third hypothesis —“transnational constitutionalism”—acknowledges that democracy cannot flourish above the national level since the peoples ofthe member States of the EU do not form a demos.

Palabras clave: integración económica mundial, Estado-nación, democracia disminuida, fede-ralismo trasnacional, constitucionalismo trasnacional, poder político, poder económico, Co-munidad Económica Europea.

Introducción***

Este trabajo examina tres hipótesis que se refieren a la relación entre integración económica, el Estado-nación y la democracia.

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La primera, la hipótesis de la “democracia disminuida”, afirma queen un mundo de economía mundial integradora los encargados dedictar las políticas nacionales se ven crecientemente constreñidos ensu capacidad para producir los bienes públicos que demandan loselectores. Las únicas políticas públicas posibles son aquellas quefacilitan el comercio internacional y la movilidad de capitales, y lasalternativas a esta situación —autarquía o un gobierno mundial quealinearía el poder político y el económico— son o demasiado costo-sas o políticamente imposibles. En realidad hay poca evidencia em-pírica que apoye la hipótesis de la democracia disminuida. Por lotanto, la movilidad económica de los países de la OCDE no ha ejercidouna presión sistemática hacia abajo sobre el sector público. Las refor-mas a las prestaciones sociales en su mayoría se mueven por factorescomo las tendencias demográficas, que no están directamente rela-cionados a la integración económica internacional. En la Unión Eu-ropea, donde la mayoría de los mercados se encuentran altamenteintegrados, la ausencia de una armonización de los impuestos no haconducido a una situación donde los gobiernos nacionales se veanforzados a proporcionar un nivel de servicios públicos más bajo delo que el ciudadano querría. Al contrario, las tasas impositivas pro-medio y el nivel de la provisión de servicios públicos en los Esta-dos miembro más pobres tienden a elevarse a los niveles de los paí-ses más ricos. Así, aun en el ejemplo más avanzado de integraciónregional, el Estado-nación permanece como la verdadera arena dela política democrática.

En Europa el problema no es una “democracia disminuida” enel nivel nacional, sino un “déficit democrático” en el nivel supranacio-nal. De acuerdo a la segunda hipótesis —“federalismo transna-cional”—, este déficit se corregiría transformando la actual Unión enun Estado federal. Desafortunadamente, no hay ninguna indicaciónde que una mayoría, o aun una minoría significativa, de europeosestén dispuestos a sacrificar el corazón de la soberanía nacional enfavor de un súper Estado. Pero esto ni siquiera es el problema másserio con la hipótesis federalista. La falla básica es que en una fede-ración de organizaciones políticas severamente divididas a lo largode líneas culturales, institucionales y políticas, y carentes de un sen-tido de solidaridad nacional generado por memorias históricas com-partidas, cualquier medida por un gobierno central que afecte dife-

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Perspectivas teóricas

rencialmente a los ciudadanos de los distintos estados o regionesdentro de su territorio, crea serios problemas de legitimidad. Estoes cierto aun si una mayoría de los ciudadanos apoyan la medida,pero los oponentes se concentran en unos cuantos Estados miembroen donde en realidad son mayoría. Por lo tanto, las políticas redistri-butivas y otras con ganadores y perdedores claramente identificables,tendrían que mantenerse fuera de la agenda federal. Esto quieredecir que uno de los principios básicos del proceso democrático—el principio del control sobre la agenda final, según el cual la ma-yoría tiene derecho a decidir cuáles asuntos se colocan en la agendapública— no podría satisfacerse. Como consecuencia, una Europafederal se enfrentaría a problemas de legitimación democrática aúnmás serios que la actual UE.

La tercera hipótesis —“constitucionalismo transnacional”— ad-mite que la democracia no puede florecer por encima del nivel na-cional puesto que la gente de los Estados miembro de la UE no cons-tituyen un pueblo. Señala, sin embargo, que el constitucionalismoes diferente puesto que el propósito de las reglas constitucionalesno es imponer derechos sociales positivos, sino limitar y controlarel uso del poder a cualquier nivel. En el pasado, dichas reglas se apli-caban sólo dentro de las fronteras nacionales, pero en un mundo cre-cientemente interdependiente el poder nacional también debe disci-plinarse externamente. Ésta es la función de los tratados europeos,de las reglas del GATT/OMC y de muchos tratados especializados queatienden asuntos tales como los derechos humanos, la proteccióndel medio ambiente y el bienestar de los animales. Un enfoque queoriente al poder a basarse en reglas, a la cooperación internacionaly a la resolución de disputas, facilita enormemente la integracióneconómica; pero también puede mejorar la calidad de la democraciadoméstica, por ejemplo, limitando los poderes discrecionales de losejecutivos nacionales.

El síndrome de la “democracia disminuida”

Se ha dicho bien que el poder político ha determinado fronterasmientras que el poder económico goza de la libertad del mundo. Altiempo que los mercados crecen más allá de las fronteras nacionales

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se hace más difícil evadir la pregunta: ¿Pueden los mercados vol-verse internacionales mientras que la política permanece nacionalo inclusive subnacional? Queda claro que en una economía mundialintegradora la efectividad de algunos instrumentos de política seerosiona considerablemente. Por ejemplo, a mayor grado de aper-tura de una economía nacional, menos efectivo resultará el manejokeynesiano de la demanda como instrumento de política estabilizadorainterna. Esto es cierto puesto que alguna porción de cualquier gas-to adicional del gobierno se gastará en importaciones del resto delmundo, así que una parte del efecto creador de demanda por el gastose disipa en el extranjero.

La obsolescencia de algunos instrumentos de política, sin embar-go, no implica que los Estados democráticos ya no puedan satisfacerlas demandas de sus ciudadanos. Al contrario, uno de los beneficiosindirectos de la mayor integración económica podría ser el incentivoadicional para encontrar soluciones más adecuadas a viejos y nue-vos problemas. Así, puede demostrarse que la demanda por mayortransparencia en la toma de decisiones públicas, la búsqueda denuevas formas de rendición de cuentas y la creciente confianza enla persuasión más que en las tradicionales formas de coerción guber-namental están relacionadas, al menos en parte, con el proceso decreciente interdependencia económica y política entre las naciones(Majone, 1996a). Además, a veces es posible transferir los pode-res de formulación de políticas a instancias más altas de gobernación,de tal forma que lo que ya no se puede lograr en el nivel nacionalpueda lograrse por medio de la cooperación internacional. ¿Pero ba-jo qué condiciones, dentro de qué límites es tal transferencia posibley cuáles son sus implicaciones para la política democrática? Éstosson los asuntos que atiende este trabajo.

Un punto de partida que desde el punto de vista heurístico noses útil es el célebre resultado de la economía internacional conocidocomo teorema de Mundell-Fleming o, más informalmente, como la“trinidad imposible” o el “trilema de la economía abierta”. Según esteteorema, los países no pueden mantener una política monetariaindependiente, movilidad de capital y paridad fija simultáneamente.Si un gobierno escoge paridad fija y movilidad de capital tiene queceder la autonomía monetaria. Si escoge autonomía monetaria y mo-vilidad de capital, tiene que acceder a tasas de flotación para la pari-

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dad. Finalmente, si elige combinar la paridad fija con la autonomíamonetaria, debe limitar la movilidad del capital.

El economista Dani Rodrik ha argumentado que el trilema están-dar de la economía abierta puede extenderse a lo que él llama el tri-lema político de la economía mundial (véase la figura 1). Los ele-mentos del trilema político de Rodrik son: economías nacionalesintegradas, el Estado-nación y la “política de masas”, esto es, un sis-tema democrático caracterizado por un alto grado de movilizaciónpolítica y por instituciones que le responden a los grupos moviliza-dos. El alegato, como en el trilema estándar, es que a lo más se pue-den tener dos de las tres cosas. Para citar a Rodrik:

Si queremos verdadera integración económica internacional,tenemos que irnos con el Estado-nación, en cuyo caso el do-minio de la política tendrá que restringirse significativamente,o irnos con la política de masas, en cuyo caso tendremos queabandonar el Estado-nación a favor del federalismo mundial.Si queremos regímenes con alta participación política, tenemosque escoger entre el estado-nación y la integración económicainternacional. Si queremos mantener el Estado-nación, tene-mos que escoger entre la política de masas y la integración eco-nómica internacional (Rodrik, 2000:180).

Política de masas

Economías nacionales integradas

Figura 1El falso trilema

Estado-nación

Fuente: Rodrik, 2000: 181.

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La política no necesariamente se encogería bajo el federalismomundial puesto que el poder económico y el poder político estaríanalineados: todos los asuntos políticos y de política se tratarían en elnivel mundial. Un gobierno mundial no está en el dominio de lo po-líticamente posible, ahora o en el futuro previsible, pero aun sin élno estamos, de hecho, frente al negro intercambio visualizado porRodrik entre la integración económica internacional y la respuestapública a los deseos del ciudadano. Según él, el precio de conservarla soberanía nacional mientras los mercados se internacionalizan esque la política tiene que ejercerse sobre asuntos mucho menos va-rios:

La meta dominante de los Estados-nación [...] sería apareceratractivos para los mercados internacionales [...]. Los reglamen-tos nacionales y la política de impuestos se armonizarían deacuerdo a estándares internacionales o se estructurarían de talforma que presentaran el mínimo impedimento a la integracióneconómica internacional. Sólo se proporcionarían los bienespúblicos locales que fueran compatibles con los mercados inte-grados (Rodrik, 2000:182).

En esencia, ésta es la tesis de la “democracia disminuida” que haencontrado amplia, aunque sin crítica, aceptación entre los críticosde la globalización.

El corazón de esta tesis es un argumento sobre la decreciente ca-pacidad de quienes formulan políticas en las democracias para pro-ducir políticas públicas que se alejen de los principios para confor-mar el mercado. Sin embargo, numerosos estudios han arrojadoserias dudas sobre la precisión de una sencilla correlación, mucho me-nos de cualquier liga casual, entre la globalización y un síndrome dela “democracia disminuida”. Así, un reciente análisis econométrico,con datos anuales de 1964 a 1993 para 16 países de la OCDE, muestrapoca evidencia de que la movilidad internacional del capital ejerceuna presión sistemática hacia abajo sobre el sector público, el estadobenefactor y provisiones del sector público (Swank, 2001 y otrosestudios citados ahí mismo).

Éstos y otros descubrimientos similares deben parecer con-train-tuitivos a muchos críticos de la globalización del comercio, pero son

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Perspectivas teóricas

bastante entendibles una vez que nos damos cuenta que las reglasdel sistema mundial de comercio no restringen la autonomía de quie-nes formulan políticas nacionales de manera significativa. Los miem-bros de la Organización Mundial de Comercio (OMC) no sólo disfru-tan de autonomía en la formulación de políticas nacionales, sino quetambién deben respetar el ejercicio de dicha autonomía por otrosmiembros. Este principio básico se refleja en el principio de naciónmás favorecida (NMF), cuya función fundamental es asegurarse quecada miembro de la OMC otorgue acceso a sus mercados independien-temente de cualesquiera de las políticas del socio comercial, inclu-yendo sus políticas internas. Por cierto, es interesante señalar que elargumento de que las reglas de comercio internacional debieran in-terpretarse para permitir acciones contra socios comerciales con po-líticas internas diferentes, se hizo por vez primera en Estados Uni-dos en el conocido caso atún/delfín. El caso lo inició México contrala restricción estadounidense a las importaciones de atún provenien-tes de países que no protegieran a los delfines para evitar su muertedurante la pesca del atún. El estándar estadounidense sobre la captu-ra de atún era unilateral, impuesto por un estatuto promulgado porel congreso bajo múltiples presiones de grupos ambientalistas ame-ricanos (Jackson, 1997:238). En esta ocasión, un pánel del AcuerdoGeneral sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) confirmóque los Estados miembro pueden aplicar restricciones a la importa-ción para implementar sus leyes dentro de su jurisdicción, pero nopueden imponer restricciones discriminatorias al comercio para for-zar a otros miembros del GATT a cambiar sus políticas internas.

Los críticos de la globalización también afirman que bajo las reglasdel GATT y la OMC un gobierno no puede proteger de la competenciaexterna a aquellas industrias nacionales que tengan que sufrir loscostos de regulación ambiental y de otra índole no aplicados porotros países. Sin embargo, como convincentemente ha mostradoRoessler (1996), las reglas de la OMC sí le permiten a los Estados miem-bro tomar una medida reguladora interna que eleve el costo de pro-ducción en combinación con subsidios o aranceles que manten-gan la posición competitiva de los productores locales que tienenque sufrir estos costos. La única restricción es que si las medidascompensatorias afectan adversamente los intereses de otros miem-bros de la OMC, se deben instaurar procedimientos diseñados pa-

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ra eliminar los efectos adversos de tales medidas sobre tercerospaíses.

Una demostración asombrosa de la autonomía de quienes formu-lan políticas nacionales en asuntos políticamente sensibles lo pro-porciona el Acuerdo de la OMC sobre Medidas Sanitarias y Fitosa-nitarias, esto es, reglamentaciones nacionales para proteger la saludde seres humanos, animales y plantas. Bajo este Acuerdo —así comobajo las disposiciones correspondientes del Tratado de Libre Comer-cio de América del Norte (TLCAN)— cada signatario tiene derecho afijar sus propios estándares en el campo de la salud. Esta suposiciónde autonomía nacional sólo puede ponerse en tela de juicio demos-trando que la medida carece de justificación científica. Bajo las reglasde la OMC, si una medida sanitaria tiene bases científicas, hay muypoco que los demás países puedan hacer para oponerse a ella (Atik,1996-1997; Majone, 2002). Es precisamente la combinación de rígidasreglas con salvaguardas flexibles lo que ha permitido que la liberali-zación del comercio internacional avance sin que hasta el momentoexista una armonización de políticas internas. Este sutil compromi-so posibilita la coexistencia entre dos principios aparentemente con-tradictorios, la autonomía de las políticas internas y la globalizacióndel comercio (Roessler, 1996: 41).

Integración “somera vs. profunda”

Los argumentos hasta ahora presentados podrían juzgarse insufi-cientes para desafiar el escenario pesimista de Rodrik o para refutar latesis de la “democracia disminuida”. Se puede objetar que la liberali-zación de los mercados de capital y bienes es una forma de inte-gración “somera” —integración limitada a medidas para suprimirbarreras y controles que impiden el intercambio en las fronteras na-cionales. Sin embargo, conforme la integración económica progre-sa, tales medidas resultan insuficientes. Asuntos de una integración“más profunda” aparecen en la agenda internacional. Estos asuntosconciernen a políticas e instituciones tras-la-frontera que anterior-mente no habían sido sometidas a escrutinio internacional (Kahler,1995: 2). En particular, los regímenes reguladores internos podríanser sustituidos por reglas armonizadas internacionalmente que no

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Perspectivas teóricas

pueden ser hechas a la medida de las preferencias nacionales. Portanto, se concluye, la verdadera amenaza a la autonomía de quienesformulan políticas y que rinden cuentas democráticamente viene dela inclinación por una integración más profunda de la armonización,o, para usar la terminología de Rodrik, de la verdadera integracióneconómica internacional.

Un ejemplo de esta línea de pensamiento lo proporciona el puntode vista tradicional de la competencia internacional de impuestos.Según este punto de vista, debido a la mayor integración económicael capital se torna más volátil y los países empiezan a competir paraatraerlo mediante recortes a sus tasas impositivas. El proceso puedellegar al punto que un país se vea obligado a proporcionar serviciospúblicos de menor nivel del que desearían sus ciudadanos. Dadoeste escenario, la armonización de los impuestos aparece como unapropuesta razonable. Por lo menos, si el recorte en los impuestos loefectúan todos los países, ninguna nación logra una ventaja compa-rativa. De esta forma, la armonización internacional de los impuestosse parecería a un cártel para fijar precios entre empresas —una muyatractiva estrategia para todas las partes en la negociación. De hecho,uno observa muy poca armonización en los impuestos, aun en paí-ses cuyas economías están pasando por un proceso de integraciónprofunda.

Con mucho, el ejemplo contemporáneo más importante de inte-gración profunda de economías nacionales originalmente separa-das, es la Comunidad Europea/Unión Europea (CE/UE). Por lo tantoel proceso de integración europea proporciona la prueba más rigu-rosa para la hipótesis de que la integración económica internacionalreduce significativamente la capacidad de quienes formulan políti-cas democráticamente electas para proporcionar los bienes públicosque el electorado demanda.

A menudo se ha predicho, sobre la base del punto de vista de lacompetencia en impuestos, que un fracaso en la armonización de lastasas impositivas en la UE resultará en la competencia destructivaentre los Estados miembro, lo que en última instancia socavará losgenerosos sistemas de bienestar social en Europa pero, hasta el mo-mento, no se observa tal “carrera al sótano”. Mientras que las barrerasal comercio y a la movilidad del capital han ido cayendo casi contí-nuamente desde finales de los cincuenta, los países de la UE no han

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experimentado ningún grado de competencia en impuestos y la con-secuente caída de las tasas. De hecho, las tasas impositivas han subi-do desde mediados de los sesenta tanto en los Estados miembro ori-ginales —los países del Benelux, Alemania, Francia e Italia— comoen los países de la “periferia” europea —España, Portugal, Grecia eIrlanda. Además, la tasa impositiva siempre ha sido más alta en lospaíses ricos que en los países más pobres, lo cual muestra que lacreciente integración de Europa no hizo que los miembros más ricosde la Comunidad se sintieran constreñidos por la competencia impo-sitiva de los países con salarios más bajos. Desde finales de los se-tenta se ha reducido la diferencia entre las tasas impositivas de estosdos grupos de países. Sin embargo, esta reducción se ha dado en di-rección contraria a lo predicho por el punto de vista de la compe-tencia impositiva, con las tasas promedio en los países de la periferiaacercándose a las de los países más ricos. Más que una carrera al só-tano, los Estados miembro de la UE parecen estar entregados a unacarrera a la cima.

También parece haber pocos indicios de que se esté dando unacarrera al sótano en el suministro de servicios públicos en la UniónEuropea. En su lugar, como en el caso de los impuestos, la carreraha sido en dirección opuesta, con los países del sur elevándose a losniveles de gasto del norte (Barnard, 2000). En resumen, aun en unaUE “profundamente” integrada, “el Estado-nación es aún el principalsitio para el cambio de políticas, y queda amplio espacio para la elec-ción política [...]; si los arreglos institucionales y la mezcla de políti-cas se modifican apropiadamente, el corazón de los principios delmodelo social europeo puede conservarse y en muchos aspectosmejorarse, al traducir estos principios a los mundos reales del bie-nestar social europeo” (Ferrara, et al., 2001:164).

Decir que las reglas del régimen de comercio mundial, la liberali-zación de los mercados de capital o aun la integración profunda noreducen significativamente la autonomía de quienes formulan laspolíticas nacionales no implica, sin embargo, que las políticas inter-nas no tengan que adaptarse a condiciones económicas, políticas ytecnológicas contínuamente cambiantes. En todas partes los Estadoscon bienestar social se enfrentan a serios problemas, pero las causasde las dificultades actuales en su mayoría están relacionadas a fac-tores que poco tienen que hacer con la creciente integración de la

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economía mundial: el impacto de los cambios demográficos, la opo-sición interna a las altas tasas impositivas, el fracaso de las tradicio-nales políticas sociales a responder a las nuevas necesidades y ries-gos generados por el cambio socioeconómico y tecnológico, loscambios ideológicos y políticos. Y tampoco debemos olvidar las sa-cudidas internas: en Alemania, muchas de las reformas que en otroslugares se han justificado en términos de la globalización, se hanintroducido como consecuencia del proceso de reunificación pos-terior a la caída del muro de Berlín (Hay y Rosamond, 2002).

Integración profunda y armonización

La tesis de la “democracia disminuida” en ocasiones se combina conla demanda por mayor armonización internacional. En años recien-tes, la idea de que la armonización de las políticas e institucionesinternas es un requisito necesario para el libre y “justo” comercio haasumido una posición central en el debate sobre la globalización.Paradójicamente, muchas de las mismas personas que se oponen ala integración económica internacional por las limitaciones quesupuestamente impone a las preferencias de políticas nacionales,demandan la reducción o aun la eliminación de la variedad internaen las políticas sociales, sobre el medio ambiente y el trabajo. JagdishBhagwati (1996) ha examinado críticamente los argumentos filosó-ficos, económicos y políticos que se han esgrimido para justificartales demandas. Su conclusión es que la mayoría de tales argumen-tos son técnicamente inviables y que algunos hasta conducen a con-clusiones moralmente objetables.

Así, los argumentos filosóficos para reducir la diversidad y por lotanto para limitar la autonomía de quienes formulan las políticasnacionales, a menudo son el resultado de un sentido de responsabi-lidad que los ciudadanos de los países ricos sienten hacia los ciuda-danos de los países más pobres. Este sentido de obligación moralaparentemente le da legitimidad a la demanda de que los países ricosdebieran usar su poder político y económico para persuadir y, si fue-ra necesario, presionar a los países más débiles para que adoptenestándares sociales y de medio ambiente más altos. Sin embargo, po-ner en práctica los estándares más altos es costoso. A menos que los

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países ricos estén preparados para ayudar a los países pobres asufragar tales costos, las demandas por una armonización interna-cional de los estándares sociales y del medio ambiente tiende a dis-torsionar las prioridades nacionales de los países en vías de desa-rrollo, e inclusive de ser capturados por los intereses económicos delos países ricos. Esto explica por qué las “demandas sobre el medioambiente demasiado severas para países de escasos recursos, res-paldadas por una amenaza punitiva de sanciones comerciales, pue-den ser hechas no sólo por los grupos ambientalistas, sino que tam-bién las hacen los cabilderos proteccionistas que ven en las posiblessanciones comerciales un beneficio para ellos mismos” (Bhagwati,1996:13).

Probablemente los primeros debates sobre armonización de polí-ticas surgió en los años cincuenta en conexión con la creación dela Comunidad Económica Europea. Un indicio de esos debates seencuentra en el Tratado de Roma, por ejemplo en el artículo 119(ahora artículo 141 CE) que afirma que hombres y mujeres deben re-cibir igual paga por igual trabajo. El artículo se introdujo a instanciasde Francia, quien temía la competencia de otros miembros de la Co-munidad en sectores como el textil, que emplea una alta proporciónde trabajadoras. El problema surgió porque Francia había introdu-cido, previo al establecimiento de la Comunidad, una legislaciónque proveía igual paga para hombres y mujeres, mientras que otrospaíses europeos no lo habían hecho. El resultado era que la pagarelativa de las mujeres era más alta en Francia que en los otros paí-ses. Por lo tanto, se temía que la liberalización del comercio den-tro del mercado común lastimaría la industria francesa (Sapir, 1996:552).

En general, sin embargo, el Tratado de Roma rechazó la idea deque la armonización de las políticas sociales debía preceder el esta-blecimiento del mercado común. A cambio, el tratado asumió quetal armonización se daría como consecuencia del nivel de vida másalto hecho posible por la liberalización del comercio y la integraciónde las economías nacionales. Por tanto, las diferencias en las polí-ticas sociales no requieren revisión si reflejan las condiciones econó-micas generales. Las diferencias que produzcan distorsiones espe-cíficas deben ser eliminadas, pero la armonización de las políticasnacionales es sólo uno de los métodos que se pueden aplicar (Sapir,

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Perspectivas teóricas

1996:551). El tratado también rechaza la idea de que la integracióneconómica requiere armonización impositiva. La cordura de este en-foque se demuestra por el hecho, arriba señalado, de que no existauna carrera hacia el sótano en materia impositiva en la UE, a pesarde la creciente integración.

Aun así, puede ser que se necesite la armonización en la medidaen que las leyes y reglamentos nacionales creen barreras no arance-larias al comercio, y por lo tanto “afecten directamente el estable-cimiento o funcionamiento del mercado común” (artículo 94,Tratado CE). Sin embargo, la naturaleza de la armonización reguladoraha cambiado radicalmente a través de los años.

La evolución de la armonización reguladora en la UE

Desde el principio de los años sesenta, hasta más o menos 1973—la fecha del primer crecimiento de la CE para incluir al Reino Uni-do, Irlanda y Dinamarca—, el enfoque de la Comisión Europea haciala armonización se caracterizaba por una marcada preferencia pormedidas detalladas diseñadas para reglamentar exhaustivamentelos problemas en cuestión, excluyendo los reglamentos nacionalesexistentes previamente —enfoque conocido como armonización to-tal. Bajo la armonización total, una vez que se han instaurado los re-glamentos de la CE, se excluye la capacidad de un Estado miembropara aplicar reglamentos más estrictos invocando los valores a losque se refiere el artículo 36 del Tratado de Roma (ahora artículo 30CE) —la protección de la vida y la salud de personas, animales y plan-tas, y la preservación de los tesoros culturales nacionales.

Durante mucho tiempo la Corte de Justicia apoyó la armonizacióntotal como un cimiento en la construcción del mercado común. Des-de el punto de vista de la construcción del mercado, la armonizacióntotal tenía la ventaja de la simplicidad. Una vez que la Comunidadha actuado, los reglamentos nacionales ya no se aplican: el mercadocomún opera bajo un reglamento común. Esto corresponde al dere-cho de desplazamiento federal; la Comunidad goza de competenciaexclusiva sobre el área de política pertinente (Weatherill, 1995).

Para compensar la pérdida de soberanía reguladora de los Estadosmiembro, el artículo 100 del Tratado de Roma (ahora artículo 94 CE)

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prescribía que las directivas armonizadoras propuestas por la Comi-sión tenían que ser aprobadas unánimemente por el Consejo antesde que pudieran convertirse en ley europea. Este requisito de unani-midad forzó a la Comisión y al Consejo a someterse a largas, y a vecesinútiles, negociaciones. Es fácil imaginar la dificultad de armonizartotalmente las leyes y reglamentos de seis, nueve, doce y finalmentequince países que difieren ampliamente en sus tradiciones políticas,de derecho y administrativas. Aun el proceso de adaptar reglamen-tos europeos existentes al progreso tecnológico era tan lento que seprodujo un retraso regulador sistemático.

Es posible que la falta de precedentes históricos haya conducidoa desestimar seriamente la dificultad para la armonización total. Sinembargo, la principal razón para preferir este enfoque para integrarel mercado fue política. Durante los primeros días de la Comunidad,se tendía a perseguir la armonización no sólo para resolver proble-mas concretos de regulación, sino también para echar adelante elproceso general de la integración europea. Finalmente, sin embar-go, este uso político de la armonización total se enfrentó a crecienteoposición de algunos de los Estados miembro, en particular despuésde la primera ampliación.

Para mediados de los años setenta los límites del enfoque se ha-bían hecho claros. Como la Comisión llegaría a admitir algunos añosdespués, “la experiencia nos ha enseñado que la alternativa a confiaren una estrategia basada totalmente en la armonización sería sobre-reguladora, tomaría demasiado tiempo en implementarse y sofo-caría la innovación” (Commission of the European Communities,1985:17). Al mismo tiempo, una mayor oposición a lo que algunosEstados miembro consideraron centralización excesiva convenció ala Comisión de que los poderes otorgados por el artículo 100 debíanusarse para interferir lo mínimo posible con la autonomía reguladorade los gobiernos nacionales. El énfasis cambió de total a “opcional”y a “mínima” armonización —y a reconocimiento mutuo.

La armonización opcional busca garantizar el derecho al libre mo-vimiento de bienes a la vez que se permite a los Estados miembroconservar formas tradicionales de reglamentación. Así, una especia-lidad comestible, tal como un queso hecho de leche no pasteurizada,que no cumple con los estándares europeos, puede producirse parael mercado interno.

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Perspectivas teóricas

Una forma en particular de la armonización abierta la proporcionael cuarto párrafo del artículo 100a (ahora artículo 95 CE), agregadoal Tratado de Roma por medio del Acta Única Europea. Este artículointrodujo la votación por mayoría calificada para legislar sobremercados internos, pero los Estados miembro no estaban prepara-dos para renunciar a su derecho a veto, bajo el artículo 100, sin de-bilitar un poco la armonización total. Por lo tanto, el artículo 100a(4) estipula que:

Si, posterior a que el Consejo adopte una medida de armoniza-ción actuando por mayoría calificada, un Estado miembro con-sidera necesario aplicar disposiciones nacionales sobre la basede exigencias mayores a que se refiere el artículo 36, o en re-lación a la protección del medio ambiente en el medio ambien-te de trabajo, notificará a la Comisión de dichas disposiciones.

Las disposiciones nacionales cobran validez una vez que la Comi-sión ha verificado que no son un medio de discriminación arbitrariao una restricción al comercio disfrazada. Así, la armonización de laComunidad no necesariamente excluye la posibilidad de acción re-guladora por los Estados miembro, donde se muestra que se justifica.Al momento de la entrada en vigor del Acta Única Europea se expre-só temor de que esta disposición representara un peligroso pasoatrás del modelo de un orden jurídico europeo uniforme. Estas pre-dicciones no se han confirmado en la práctica, lo que sugiere quelos Estados miembro entienden el daño que podría causarse al recu-rrir a esta cláusula de escape (Weatherill, 1995:150-151).

El artículo 100a (4) especifica las bases permisibles para fijar re-glas nacionales que difieran del estándar de la Comunidad, e intro-duce un sistema de controles que involucran a la Comisión así comoa otros Estados miembro. Ninguna restricción se aplica al método dela mínima armonización. Bajo este método los gobiernos nacionalesdeben asegurar el nivel de regulación fijado en una directiva, perose les permite fijar estándares más altos, a condición, por supuesto,de que las reglas nacionales más estrictas no violen la ley de la Co-munidad. Al igual que la armonización óptima, la armonización mí-nima liberaliza el comercio sin suprimir la diversidad reguladorajustificable. En las áreas donde la armonización mínima es la regla

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—medio ambiente, protección al consumidor, salubridad y seguri-dad ocupacional— el Estado miembro retiene su competencia, y portanto puede adaptar las medidas de la Comunidad a las preferenciasnacionales. Además, muchas de las directivas de la CE contienen op-ciones y exenciones que permiten a los gobiernos ejercer discreciónen la implementación de las medidas de la Comunidad con las queno se sienten a gusto.

La introducción del principio de reconocimiento mutuo a finalesde los años setenta constituyó otro importante paso hacia un sistemaregulador más flexible. De acuerdo a este principio, según lo afirmóla Corte de Justicia en la famosa decisión Cassis de Dijon, un Estadomiembro no puede evitar la venta dentro de sus fronteras de un pro-ducto legalmente fabricado y vendido en otro Estado miembro. LaComisión posteriormente generalizó esta filosofía para incluir nosólo bienes de comercio, sino también servicios, como es el caso delreconocimiento mutuo de grados y diplomados profesionales. El re-conocimiento mutuo proporciona un andamiaje de reglas generalesdentro del cual pueden competir los distintos enfoques reguladores.El resultado final es ex post, o armonización de abajo hacia arribalograda por el mercado —como procesos en lugar de por la imposi-ción de reguladores centrales como es el caso de la ex ante, o dearriba hacia abajo, armonización (total).

La tendencia hacia formas de gobernación descentralizada se havuelto inconfundible en años recientes. Desde el Tratado de Maas-tricht (Tratado sobre la Unión Europea, TUE), el continuo acrecen-tamiento de poderes a la Comunidad ya no se encuentra en la agen-da política. El artículo 3b del TUE (ahora artículo 5 del Tratado de laCE), que promulga los principios de la atribución de poderes, subsi-diaridad y proporcionalidad, de hecho elimina de los tribunales laidea de una Comunidad que contínuamente mueve los límites de supropia competencia (Dashwood, 1996:113). En particular, el TUE de-fine las nuevas competencias de forma tal que limita el ejercicio delos poderes de la Comunidad. Por ejemplo, el artículo 126 agregauna nueva base legal para tomar acción en el campo de la educación,pero las medidas que puede tomar la CE en este campo se limitana “medidas incentivas” (v.g., programas como Erasmus, el proyec-to para la movilidad de los estudiantes universitarios dentro de laUE) y a recomendaciones. Se excluye cualquier armonización de le-

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Perspectivas teóricas

yes y reglamentos nacionales. En forma similar, el artículo 129 creapoderes específicos para la Comunidad en el campo de la salud pú-blica, pero la competencia se circunscribe altamente como subsidia-ria a la de los Estados miembro. De nueva cuenta se excluye la armo-nización, aun a pesar de que el artículo afirma que los requisitos deprotección a la salud forman parte constituyente de otras políticasde la CE. Las otras disposiciones del TUE, que definen nuevas compe-tencias en áreas tales como cultura, protección al consumidor ypolítica industrial, están redactadas en forma similar. En resumen, enlugar de confiar en competencias implícitas, cuyos límites parecíanfuera de control, el TUE optó por una concesión explícita que deli-mita los modos de acción y el alcance de tales políticas (Weiler,1999). Con muy pocas excepciones, se ha seguido el mismo enfoquepor los constructores de los Tratados de Amsterdam y Niza.

Al principio de esta sección se señaló que durante mucho tiempola Corte Europea de Justicia apoyó la armonización total como unprincipio básico de integración del mercado. Este método de armo-nización, se recordará, desplaza a los Estados miembro para actuaren las áreas a las que aplica. Recientemente, sin embargo, la CJE hareducido hasta qué punto necesitan desplazarse los poderes nacio-nales, aun en el área central de la regulación de comercio intra Co-munidad. Por tanto, en los casos unificados de Keck y Mithouard(1993, ECR I-6097) la Corte pronunció que, “contrario a lo que previa-mente se había decidido”, la aplicación de provisiones que restrinjano prohíban ciertos métodos de mercadeo a productos de otros Esta-dos miembro no viola el artículo 30 del Tratado de Roma —que pro-híbe, inter alia, barreras reguladoras al comercio entre los Estadosmiembro— a condición de que las medidas se apliquen en la mismaforma a todos los comerciantes que operen dentro del territorio na-cional y afecten de la misma manera el mercadeo de todos los pro-ductos. Desde Keck y Mithouard, la Corte ha exentado un númerode regulaciones nacionales del alcance del artículo 30 (ahora artícu-lo 28 CE), medidas tales como la prohibición de comerciar en domin-go, provisiones relacionadas con horario de cierre obligatorio y le-gislación limitando la venta de productos de tabaco a comerciantesautorizados (Friedbacher, 1996).

El cambio de armonización total a opcional y a mínima, y a reco-nocimiento mutuo; la restricción de la armonización total a objetivos

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reguladores básicos; el hecho de que la armonización haya sidoexplícitamente excluida de la mayoría de las nuevas competenciasde la UE; no menos, la jurisprudencia de la CJE arriba referida: sontodos indicadores de que en un número de áreas de políticas laUnión se ha retirado del clásico modelo de desplazamiento. La razónfundamental para este retiro la ha explicado Stephen Weatherill:

La armonización total le confiere a la Comunidad competenciaexclusiva para la cual simplemente está mal equipada paradesempeñar [...]. A la Comunidad le hacen falta los conocimien-tos expertos y la madurez institucional para excluir la partici-pación de las autoridades nacionales (Weatherill, 1995:154).

El déficit democrático de Europa

A estas alturas, puede resultar conveniente hacer un resumen del ar-gumento presentado en las páginas anteriores. Al principio conside-ramos la tesis de la democracia disminuida, según la cual en unaeconomía mundial que se va integrando, los encargados de dictarlas políticas se ven cada vez más constreñidos en su capacidad paraproducir los bienes públicos que los ciudadanos demandan. Hay, sinembargo, poca evidencia empírica de que políticas en países demo-cráticos se hayan visto significativamente restringidas por los variosprocesos que, juntos, constituyen lo que generalmente se conoce co-mo globalización. Por lo tanto, contrario a lo que a menudo se afir-ma, las reglas del régimen GATT/OMC dejan a los países miembro totalautonomía para perseguir políticas internas dentro de su jurisdic-ción. Las reglas entran en juego sólo cuando las medidas internastienen propósitos o efectos proteccionistas, o cuando buscan inter-ferir con la autonomía de políticas de otros países. Inclusive, a quie-nes dictan políticas nacionales se les permite otorgar subsidios oelevar aranceles de importación para proteger a la industria internaque sufre la elevación de costos por cumplir estándares del medioambiente o sociales más altos —siempre y cuando compensen a sussocios comerciales por los derechos de los tratados de comercio quese abroguen o limiten.

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Perspectivas teóricas

En la Unión Europea, señalamos posteriormente, los mercados debienes, servicios y factores de la producción se encuentran profun-damente integrados, mientras que la mayoría de los Estados miem-bro han adoptado una moneda común. Por lo tanto, aquí tenemosla mejor prueba posible de la hipótesis de que bajo profunda integra-ción el dominio de la política nacional debe restringirse significativa-mente. De hecho, los Estados miembros de la UE conservan para sugente, la verdadera arena para la política democrática. Como vimos,los intentos iniciales para crear un mercado común por el equiva-lente de un desplazamiento federal, han fallado en su mayor parte:la Comunidad simplemente no tiene el material y los recursos nor-mativos para excluir la participación de las autoridades nacionalesen el proceso europeo de dictar políticas. De ahí la predicción de que“entre más competencias adquiere la Comunidad, menos exclusivaserá su jurisdicción” (Norbet Reich, citado en Weatherill, 1995:156).

Concluimos que el proceso de integración europea aparentemen-te refuta el trilema de Rodrik: aun sin el federalismo global o regio-nal, sí es posible, después de todo, integrar las economías nacionalessin eliminar el Estado-nación, y conservando (y, como veremos,hasta mejorando) la calidad de los procesos democráticos en el nivelnacional. Este logro extraordinario se hace posible por un sutil equi-librio de diversos factores: elementos nacionales, intergubernamen-tales y supranacionales en la construcción e implementación depolíticas; prohibiciones (integración negativa) para quitar las restric-ciones de los Estados miembro a la actividad económica entre fron-teras e integración positiva (armonización) para asegurar estándaresmínimos de salud, seguridad y calidad del medio ambiente en todala Unión; competencias exclusivas y compartidas, y participaciónconjunta en acuerdos internacionales por la Comunidad y por susEstados miembro. Este equilibrio de diversos factores refleja un equi-librio de intereses más profundo que es función de la constituciónde Europa proteger.

En otras palabras, en la CE/UE el problema no es una disminuciónde la democracia en el nivel nacional. Lo que habría que discutir, enlugar de eso, es un “déficit democrático” en el nivel supranacional,o sea, el incompleto desarrollo o ausencia de instituciones y proce-sos democráticos que los ciudadanos de la Unión dan por sentadoen sus propios países. Al mismo tiempo, sin embargo, este déficit de

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democracia supranacional parece ser necesario, no sólo para la inte-gración económica, sino también para proteger los derechos de losciudadanos aun en contra de sus propios gobiernos y así mejorar lacalidad de la democracia en los Estados miembro. La explicación deesta aparente paradoja es el principal objetivo de la segunda partede este trabajo.

Un tema recurrente en el debate sobre el “déficit democrático” dela CE/UE es que los poderes del Parlamento Europeo aún se quedancortos de los poderes de un parlamento ordinario, mientras que laComisión —un cuerpo burocrático— continua gozando de un mo-nopolio casi total de iniciativa legislativa. Éste es esencialmente unargumento por analogía, pues tiende a igualar las instituciones euro-peas con las familiares instituciones nacionales —un parlamentocon un poder de iniciativa legislativa independiente, un ejecutivoresponsable ante el parlamento, elecciones populares para decidirquién ha de gobernar— o al menos a asumir que las institucionesde la UE convergerán hacia ese modelo (Majone, 1998). La objeciónmás obvia a la analogía con el modelo de democracia parlamentaria—en cualquiera de sus variantes nacionales— es que la arquitecturainstitucional de la CE/UE ha sido diseñada por tratados debidamenteratificados por los parlamentos nacionales. Una de las peculiarida-des características de esta arquitectura es la imposibilidad de deli-near funciones a instituciones específicas. Así, la Comunidad notiene una legislatura, sino un proceso legislativo en el cual distintasinstituciones —Consejo, PE y Comisión— tienen distintas partes quejugar. En forma similar, no hay un ejecutivo identificable puesto quelos poderes ejecutivos los ejerce, para ciertos propósitos, el Consejoactuando sobre una propuesta de la Comisión; para otros propósitos(v.g. asuntos de competencia), la Comisión; y en su gran mayoría,las administraciones nacionales al implementar políticas europeasen el terreno.

Estos arreglos institucionales son ciertamente inusuales según losestándares de la clásica doctrina de la separación de poderes, perosirven a funciones esenciales. Así, si los tratados hacen los podereslegislativos del Consejo y del PE dependientes de una propuesta dela Comisión, es para ligar al Consejo y al PE en forma más cercanaa la ley europea, y para mejorar la credibilidad de los compromisosnacionales al proceso de integración. Por ejemplo, si el Consejo tam-

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bién tuviera el derecho de iniciar legislación, podría utilizar este po-der para retrasar el reloj de la integración europea, tal vez por con-veniencias políticas de corto plazo. Más generalizado, la arquitecturainstitucional del CE no corresponde a ningún modelo de goberna-ción democrática. En lugar de ello, corresponde al modelo muchomás antiguo de “gobierno mixto”, en el que la democracia juega unpapel, pero no representa la última base de legitimidad.

Otra importante diferencia entre los niveles europeos y naciona-les de gobernación es el hecho que la Comunidad sea un sistema decompetencias limitadas. Desde el Tratado de la Unión Europea (TUE,1992) el continuo acrecentamiento de poderes a la Comunidad hadejado de aparecer en la agenda política. La nueva delimitación pre-cisa de los poderes de la Comunidad fue uno de los principales lo-gros del TUE. El artículo 3b del Tratado de Roma (ahora artículo 5 CE),que establece los principios de la atribución de poderes, de subsi-diaridad y de proporcionalidad como principios de organización delorden constitucional de la Unión, marca un cambio en la profundaestructura de la Comunidad. En las palabras de un distinguido aca-démico del derecho, el artículo de hecho elimina de los tribunalesla idea de una Comunidad que contínuamente mueve los límites desu propia competencia (Dashwood, 1996:113).

Además de las limitaciones constitucionales, se deben considerarlas limitaciones materiales. La UE no tiene poderes impositivos y degasto similares a los que tienen los gobiernos nacionales; y con unpresupuesto de menos del 1.3% del PIB de la Unión que, además,siempre tiene que estar equilibrado, sólo puede considerar un rangolimitado de políticas (Majone, 1996b). Estas limitaciones sobre lospoderes de la CE/UE también son importantes desde un punto devista normativo, porque las cuestiones de legitimidad son básica-mente cuestiones sobre el uso del poder. Por lo tanto, los estándaresde legitimidad y rendición de cuentas desarrollados históricamentepara controlar a un Estado al que todo le compete, con poderes vir-tualmente ilimitados para fijar impuestos y gastar, no pueden seraplicados, sin modificaciones sustanciales, a un sistema de compe-tencias y recursos limitados como el de la CE/UE. Como se sugirióanteriormente, este sistema se entiende mejor como la versión con-temporánea de una forma premoderna de gobernación conocida co-mo “gobierno mixto”.

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No unidad sino comunidad:la CE como una polity mixta1

La idea de que la mejor constitución posible es un gobierno mezclade democracia, aristocracia y monarquía —los muchos, los pocos yel único— se remonta a Aristóteles y a Polibio. La teoría y prácticade gobierno mixto continúa siendo importante en la Europa medie-val y preabsolutista. En el siglo XVIII, por medio de su expresión enla constitución inglesa, adquirió una vitalidad y prominencia que notenía desde la Antigüedad. El resultado de la “Gloriosa Revolución”inglesa de 1688-1689 fue el firme establecimiento del rey, los lores,los comunes y las cortes de la Ley Común, cada “Estado” en pose-sión de derechos propios pero dependiendo de otros en algunosaspectos; cada uno con un papel indispensable que jugar en el go-bierno del reino. Al tiempo que aseveraban su independencia de laGran Bretaña, la mayoría de los colonos se lanzó en 1776 a construirnuevos Estados dentro de los lineamientos de tal modelo de gobier-no mixto (Wood, 1988).

No parece probable que los constructores de los tratados paraestablecer las comunidades europeas se inspiraran en teorías me-dievales de gobierno o en el discurso de la Inglaterra del siglo XVIIy de los Estados Unidos del siglo XVIII, pero sí hicieron una elecciónconsciente entre dos conceptos concretos: el de la separación de lasramas funcionales del gobierno, y el de mezclar los “Estados” de lapolity en la legislatura —donde los tres Estados no son, desde luego,la corona, los lores y los comunes, sino los gobiernos nacionales(representados en el Consejo), las instituciones supranacionales (Co-misión y Corte de Justicia), y los “pueblos de los Estados reunidosen la Comunidad” (artículo 137 del Tratado de Roma), representa-dos —al menos virtualmente— primero en la Asamblea Común ydespués en el Parlamento Europeo.

Jean Paul Jacqué ha enfatizado el hecho de que el principio orga-nizador de la Comunidad no es la separación de poderes sino larepresentación de intereses. Cada institución de la Comunidad es

1.El término polity, que significa forma específica de gobierno o manera de organizarsepolíticamente, no tiene equivalente en nuestro idioma. Se conserva el uso del término eninglés pues el contexto mismo deja en claro su significado.

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portadora de un interés en particular que busca proteger y promo-ver. La naturaleza del interés predominante determina la estructurade la toma de decisiones. Así, cuando los constructores del Trata-do de Roma consideraron que los intereses nacionales debían domi-nar en un área particularmente relevante para la soberanía nacio-nal, como la armonización fiscal, requirieron el voto unánime en elConsejo. Por otro lado, cuando parecía que había que reconciliar losintereses nacionales con el interés común, se decidió que el Consejodebía legislar por una mayoría calificada, realzando así lo significa-tivo de la propuesta de la Comisión. Nuevamente, cuando se pensóque el interés común, en lugar del nacional, debiera prevalecer, sele otorgó a la Comisión poder autónomo de decisión. En resumen,cada materia tiene su propio procedimiento de toma de decisionesde acuerdo a la naturaleza del interés que recibe la protección espe-cial (Jacqué, 1991:289-291).

En una polity mixta el equilibrio entre intereses y entre las institu-ciones que representan dichos intereses tiene importancia consti-tucional. El principio de equilibrio institucional desde luego no im-plica una igual distribución de poderes entre las varias instituciones.De hecho, el dualismo entre el gobernante territorial y los Estadosera un principio estructural del sistema de gobernación preabsolutista—como lo es el dualismo entre el Consejo, por un lado, y la Comi-sión y el PE, por el otro. Esta noción de dualismo, introducida porvez primera en el siglo XIX por el gran jurista alemán Otto von Gierke,sugiere que el gobernante territorial y los Estados conformen con-juntamente la polity, pero como centros políticos separados (aunqueno iguales). Deben cooperar mientras permanecen distintos, cadauno ejerciendo sus propios poderes y difiriendo en esto de los “ór-ganos” del Estado moderno (Poggi, 1978:48). Más bien, el principiode equilibrio institucional se refiere a conservar la posición relati-va de cada interés en el campo de políticas relevantes. De hecho,el orden general de la polity mixta es resultado de la armoniosa dis-paritas entre sus elementos constituyentes (Mannori y Sordi, 2001:23).En el contexto de la Comunidad, es tarea de la Corte de Justicia ase-gurar que se respete un equilibrio de poderes que refleje los acuer-dos básicos alcanzados en el nivel constitucional.

Además de la preferencia compartida por el principio de equili-brio institucional sobre la separación de poderes, otras característi-

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cas comunes reflejan la profunda afinidad entre el modelo de gober-nación de la Comunidad y el modelo de gobierno mixto. Así, la ideaclásica de la soberanía indivisible es incompatible con ambos mo-delos. En ambos, la soberanía —cuya esencia es la hechura de le-yes— es compartida entre los constituyentes de la polity. Para losingleses del siglo XVII, por ejemplo, la soberanía del derecho sólopodía recaer en el Parlamento, donde los tres Estados del reinoestaban “maravillosamente combinados”. De forma análoga, los tro-citos de soberanía nacional que los Estados miembro decidierontransferir al nivel europeo, se ejercen en común por las institucionesde la Comunidad.

También el limitado papel asignado a los principios y prácticasdemocráticas en la vida de la Comunidad se vuelve comprensible ala luz del modelo de gobierno mixto. En aspectos cruciales este mo-delo —aterrizado en Aristóteles, el crítico más notable de la demo-cracia griega e inspirado no por Atenas, sino por Esparta y, más aún,por la Roma republicana y la República de Venecia— no es una va-riante de, sino una alternativa a la democracia mayoritaria (Dahl,1989:24-25).

El modelo de la polity mixta, como se reformuló y reinterpretó enla Inglaterra del siglo XVII, se proponía despolitizar la gobernaciónfrenando las facciones y los conflictos políticos. Al término de la gue-rra civil la sociedad inglesa se encontraba pacificada, no por los me-canismos de la política electoral, sino por la ley común. La constitu-ción mixta era el pilar en el que descansaba la polity pacificada. Demanera similar, la “integración por medio de la ley” sirvió para pa-cificar Europa después de la Segunda Guerra Mundial. Recuérdesela percepción clave de las teorías funcionalistas: lo más probable esque la integración ocurra dentro de un dominio protegido de los en-contronazos de los intereses políticos. Esta posición no mayoritariase inspiró por una apreciación realista del hecho de que en las etapastempranas de la integración, los conflictos políticos tienden a cen-trarse en intereses nacionales divergentes en lugar de en los asuntosde ideología o de política de partido con los que estamos familiariza-dos en el nivel nacional. En consecuencia, durante varias décadasla ley y la economía —el discurso de la integración del derecho ydel mercado— proporcionaron un colchón suficiente para lograrresultados en el nivel europeo que no pudieron obtenerse directa-

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mente en el reino de lo político. Por otra parte, el principal tema delproceso político interno dentro de la CE era, y a la fecha en su mayo-ría sigue siendo, la competencia entre instituciones autónomas so-bre la extensión y la seguridad de sus respectivas prerrogativas juris-diccionales. Esta clase de política interinstitucional es típica de todaslas polities mixtas.

Otra característica típica de la filosofía de gobierno mixto que seencuentra en el modelo de gobernación de la CE, es la obligaciónrecíproca de cooperación leal entre las instituciones de la Comuni-dad y las autoridades nacionales, y entre las autoridades nacionalesmismas —una obligación impuesta por el artículo 10 del Tratado dela CE, según lo ha interpretado la Corte de Justicia. Como ya se haseñalado, la filosofía de la constitución mixta ve al gobierno comouna empresa cooperativa, una concordantia; la gobernación quedaasegurada por acuerdo mutuo y no por un gobernador soberano.Una lectura del artículo 10 a través de la lente conceptual de la cons-titución mixta me parece más cercana al espíritu del método de co-munidad que la interpretación habitual del artículo como la expre-sión de una “comity federal”. De todos modos, la constitución mixtapersonifica la idea, no de unidad sino de comunidad. Por lo tanto,no es que se quiera eliminar el Estado-nación sino, “crear un régi-men que busca domar el interés nacional con una nueva disciplina”(Weiler, 1999:251).

Aun puede elevarse una objeción general en contra del mode-lo de la Comunidad como una polity mixta. Para el siglo XIX la teoríade gobierno mixto había perdido su importancia para el pensamien-to político occidental porque el Estado y el gobierno se habían sepa-rado de lo que se percibía como una estructura social cada vez máscompleja (Wood, 1998:199). Podría argumentarse que esta teoría nopuede ser pertinente a la Europa contemporánea. Nótese, sin embar-go, que sociedad europea, distinguida de cada una de las diferentessociedades nacionales de los miembros de la Unión, es todavía unaestructura bastante sencilla. La ausencia de medios europeos, departidos políticos europeos efectivos, de un genuino proceso euro-peo de formación de opinión pública, son sólo algunas indicacionesde que la sociedad europea aún se encuentra en las primeras eta-pas de su desarrollo. Es posible, incluso probable, que finalmenteemerja una sociedad europea social y políticamente compleja, pero

Perspectivas teóricas

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para entonces los europeos adoptarán un modelo de gobernaciónmás al día que el gobierno mixto. Esto, sin embargo, no sucederáen el futuro inmediato. Mientras tanto, las fallas de gobernación de-ben corregirse dentro de los parámetros fijados por el modelo actualy no por adelantamientos contraproducentes.

El trilema político nuevamente

En tanto que una gran mayoría de los habitantes de la UE están a favorde una profunda integración económica por sus obvias ventajas entérminos de variedad de productos para escoger y el libre movimien-to de personas y mercancías, no hay evidencia de que una mayoría,o cuando menos una importante minoría, esté a favor de establecerun súper Estado europeo. Pero asumamos, para dar vida al argu-mento, que los líderes nacionales en un momento de autonegacióny euroentusiasmo decidieran crear los Estados Unidos de Europa(EUE), y que los parlamentos nacionales ratificaran la nueva consti-tución federal. Naturalmente, esta constitución efectuaría una im-portante transferencia de poderes al nivel europeo. Además de los po-deres monetarios y de regulación que la UE ya tiene, los EUE tendrían,como mínimo, el poder independiente para fijar impuestos y gastosy exclusiva competencia en asuntos exteriores y de seguridad.

Tal transferencia de poderes implicaría una severa pérdida desoberanía de los Estados miembro, pero la soberanía no está a dis-cusión en lo que aquí nos concierne. Más bien, lo que queremos esinvestigar las implicaciones de la hipótesis federalista para la viabi-lidad de la democracia participativa a nivel transnacional (ver figu-ra 2).

Según el argumento de Rodrik ya mencionado, una federacióneuropea debiera permitir que floreciera la “política de masas”. Lapolítica simplemente se relocalizaría allí, tal como en los EstadosUnidos “las más feroces batallas políticas... no se llevan a cabo alnivel estatal, sino al nivel federal” (Rodrik, 2000:183). Pero esto difí-cilmente es una manera útil de pensar sobre el asunto de la demo-cracia transnacional en Europa pues, como escribe James Buchanan:“Es una burla usar ‘federalismo’ o ‘unión federal’ en una referenciadescriptiva de los Estados Unidos... que, por supuesto, simplemente

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es un Estado-nación muy grande” Buchanan, 1990:6). Mientras queel gobierno de los Estados Unidos puede, directa o indirectamente,regular o controlar la mayor parte de las actividades de los estadoso gobiernos locales, es sumamente improbable que algo así sucedie-ra en Europa.

Cualquier unión federal en Europa tendría que respetar la diver-sidad histórica, cultural e institucional que es el sello distintivo delviejo continente. En especial, tendría que respetar lo que un distin-guido historiador ha llamado la peculiaridad más fundamental de lasociedad europea —la primacía absoluta del Estado territorial sobretodos los demás principios de cohesión social que pudieran estar encompetencia (McNeill, 1974). Pudiera ser útil señalar que la idea dela primacía del Estado territorial tiene el mismo origen que la ideade democracia, nada menos que la polis griega. Clístenes (aprox.570 a 508 a.C.) es considerado el fundador de la democracia atenien-se. Su más importante innovación fue basar los derechos y obliga-ciones políticas individuales en la ciudadanía de una localidad y noen la membresía en un clan. De esta manera, Clístenes logró que elprincipio territorial triunfara sobre el principio de familia o sobrecualquier otro posible principio de organización social. Esto expli-ca, cuando menos en parte, porqué, aun hoy en día, es tan difícilpensar en la democracia fuera del contexto del Estado-nación yporqué, por lo tanto, la idea de democracia transnacional nos parecetan problemática.

La teoría democrática supone un demos asentado territorialmente,pero no existe el demos europeo, y mucho menos la nación europea.

Perspectivas teóricas

Democracia trasnacional (EUE)

Economías nacionales integradas

Figura 2El verdadero trilema

Estado-nación

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La única realidad son “los pueblos de los Estados reunidos en la Co-munidad”, como reconoce el artículo 137 del Tratado de Roma. Laausencia de un demos europeo implica, entre otras cosas, que uncriterio básico para el proceso democrático no se podría satisfaceral nivel europeo. Éste es el criterio de control final de la agenda queRobert Dahl (1989: 113) formula de la siguiente manera: “El demosdebe tener la oportunidad exclusiva de decidir cómo se colocan enla agenda los asuntos que se decidirán por medio del proceso demo-crático.” Si el criterio no se puede satisfacer a nivel europeo, comomostramos más abajo, entonces se concluye que la tesis de la “demo-cracia disminuida” —el argumento sobre la decreciente habilidad delas personas encargadas de dictar políticas para proporcionar losbienes públicos que demandan los ciudadanos— tiene mayores pro-babilidades de ser cierta en el caso de un Estado federal europeo queal nivel nacional.

Es importante entender claramente por qué el criterio del controlde la agenda final no se puede satisfacer en una federación de Esta-dos dividida profundamente a lo largo de líneas culturales, sociales,institucionales y políticas. Obsérvese primero, que como el procesodemocrático mismo, el principio de mayoría presupone la existen-cia de una polity más o menos homogénea. Sólo en una polity así seconsideran legítimas las decisiones mayoritarias y por lo tanto acep-tadas por la minoría perdedora. De hecho, investigaciones empíricashan demostrado concluyentemente que en polities divididas virtual-mente en subsociedades separadas, con sus propios partidos políti-cos, grupos de interés y medios de comunicación, el principio demayoría a menudo se rechaza en favor de instituciones no mayori-tarias (Lijphart, 1984; Lijphart et al., 1993). Estas investigaciones sonclaramente importantes para la Unión Europea —y a fortiori para loque sería una federación europea. La UE esta dividida por un númerode profundas hendiduras, siendo la más obvia la distinción entreEstados miembro grandes y pequeños. Hendiduras lingüísticas, geo-gráficas (norte-sur) e ideológicas (proteccionista versus comerciolibre, y países dirigidos versus países de más libre competencia) tam-bién juegan papeles importantes en la política europea. En realidad,muchas de las características no mayoritarias del sistema de la CE/UE se entienden mejor como estrategias de administración de hendi-duras. Con todo lo imperfectas que puedan ser en términos de teoría

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democrática, estas estrategias han sido esenciales para el progresode la integración europea, mientras que la estricta aplicación de losprincipios mayoritarios sólo hubiera producido estancamientos yposiblemente hasta desintegración (Majone, 1996b:287).

Ahora, las polities no homogéneas encuentran muy difícil, si noimposible, perseguir políticas redistributivas y de otro tipo que ten-gan claramente identificados a ganadores y perdedores. La redistribu-ción del ingreso y la riqueza es un juego de suma cero, ya que la ga-nancia de un grupo en la sociedad es la pérdida de otro grupo. Lasdecisiones públicas que conciernen a la redistribución sólo puedenser tomadas por el voto mayoritario, pues cualquier asunto sobre elcual hubiera conflicto inevitable sería derrotado bajo cualquier otraregla más incluyente. De lo que se desprende que en una federacióntransnacional toda política de este tipo tendría que excluirse de laagenda pública pues provocaría demasiadas divisiones. Ésta es la ra-zón principal por la que las políticas sociales juegan un papel tanpequeño en la gobernación de la UE. La principal política redistributiva,la Política Agrícola Común, que a lo largo de los años ha creado unaespecie de “Estado benefactor para campesinos”, será financieramenteinsostenible después del siguiente crecimiento de la UE. Por esta ra-zón se está regresando nuevamente al nivel nacional (Rieger, 2000).

Ciertamente que los fondos asignados a la redistribución regionalhan crecido considerablemente en los últimos años. No queda claro,sin embargo, por qué la redistribución regional deba considerarsecomo un instrumento de política social y no como un pago adicionalpara inducir a los Estados miembro a aceptar la integración econó-mica profunda. El problema con la primera interpretación es que hayuna importante distinción entre reducir la desigualdad entre indivi-duos (el principal objetivo de una política social) y reducir disparidadesentre regiones. Puesto que la mayoría de las regiones contienen unamezcla de gente rica y gente pobre, una política encaminada a redis-tribuir recursos a una región pobre puede ser implementada de talmanera que favorezca principalmente a los individuos ricos de la re-gión. Los problemas de señalar regiones para lograr una mejor distri-bución del ingreso personal son particularmente severos en los sis-temas federales. Aun en Estados Unidos, donde el gobierno federalpaga tres cuartas partes del costo de la asistencia social, los estadosinsisten en definir los estándares de necesidad y en fijar los nive-

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les de beneficios. Consecuentemente, el nivel de asistencia socialentre los estados americanos varía enormemente, más que las dispa-ridades interestatales en salarios o el costo de vida (Peterson y Rom,1990). En Europa, también, los países que resultan más beneficia-dos con la ayuda regional, sobresaliendo España entre ellos, seoponen fuertemente a las transferencias individualizadas de los fon-dos de la UE.

En resumen, los delicados juicios de valor que expresan las polí-ticas públicas sobre el equilibrio apropiado entre eficiencia y equi-dad, sólo pueden hacerse legítimamente dentro de polities más omenos homogéneas. Es difícil ver cómo los niveles de redistribuciónde los ingresos generalmente aceptados pueden determinarse cen-tralmente en una federación donde los niveles de desarrollo econó-mico y las tradiciones políticas, administrativas y de derecho difierensustancialmente, y donde, por lo tanto, los principios mayoritariossólo pueden jugar un papel limitado. El incluir la redistribución delingreso en la agenda pública de una federación transnacional no me-joraría su legitimidad democrática, sólo aumentaría el nivel de con-flicto entre sus Estados constituyentes. En la situación aquí vis-lumbrada, hasta la legitimidad democrática del parlamento federalpopularmente electo se cuestionaría. Esto es porque el parlamento—que supuestamente representa un demos transnacional que noexiste— no podría responder a demandas nacionales y por lo tantose le vería como una forma imperfecta de la representación demo-crática, si no es que como un instrumento de la centralización. Yaen 1862 Lord Acton analizó las limitaciones intrínsecas de la repre-sentación parlamentaria en Austria imperial, en términos muy simi-lares. La conclusión del gran historiador liberal fue que

en aquellos países donde distintas razas viven juntas [...] el po-der del parlamento imperial debe limitarse tan celosamentecomo el poder de la corona, y muchas de sus funciones las de-ben descargar las legislaturas provinciales y una serie des-cendiente de autoridades locales (Lord Acton, 1967 [1862]:156).

¿Entonces, qué políticas podrían legítimamente incluirse en laagenda de un Estado federal europeo? Además de política exteriory de seguridad, la agenda pública en su mayor parte incluiría políti-

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cas para mejorar la eficiencia y la conservación del mercado —unacombinación de liberalización e “integración negativa”, esto es, me-didas para eliminar obstáculos para el libre movimiento de personas,servicios, bienes y capital dentro del territorio de la federación. A di-ferencia de la redistribución, los asuntos de eficiencia pueden servistos como juegos de suma positiva donde todo mundo puede ga-nar, a condición de que se adopte la política adecuada. En principio,las políticas eficientes se podrían adoptar por unanimidad. La reglade unanimidad garantiza que el resultado de selección colectiva eseficiente en el sentido de Pareto, puesto que cualquiera que se veaafectado por una decisión colectiva puede vetarla. Naturalmente, launanimidad es prácticamente imposible en una polity grande, perohay alternativas casi tan buenas como lo son las supermayorías o eldelegar las tareas de la solución de problemas en agencias expertasno políticas. El punto importante para la discusión actual es que laspolíticas de mejora de eficiencia no requieren una fuerte cimenta-ción normativa: la legitimación sustantiva proporcionada por la ren-dición-de-cuentas-por-resultados generalmente es suficiente. Laspolíticas redistributivas, por otra parte, requieren la legitimidad deprocedimiento de la regla de mayoría y por lo tanto colocan unacarga demasiado pesada en los frágiles cimientos de una polity trans-nacional.

Federalismo conserva-mercado

Regresando a la figura 2, hemos mostrado que la viabilidad de unapolity transnacional democrática —tal como una posible federacióneuropea— requiere no sólo la irrevocable transferencia de soberaníanacional, sino una muy constrictiva agenda pública. Por tanto, nopodría satisfacerse el principio de completo control de la agenda yla democracia se vería seriamente disminuida. Nótese que esto escierto aunque la mayoría de los ciudadanos de la polity transnacionalapoyen una determinada medida, en tanto que los oponentes de lamedida se concentren en unos cuantos Estados miembro en los quesean la mayoría de los votantes. En una federación de polities seve-ramente divididas a lo largo de líneas lingüísticas, institucionales ypolíticas —y carentes de un sentido de solidaridad nacional gene-

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rado por memorias históricas compartidas— cualquier medida porun gobierno central que diferencialmente dañe (o favorezca) a losciudadanos de los distintos Estados o regiones dentro de su territo-rio, crea serios problemas constitucionales y de legitimidad.

Por estas razones, la única clase de federalismo que podría serviable en la Europa contemporánea es el que Barry Weingast llama“federalimo conserva-mercado”. Un sistema federal es conservadordel mercado si satisface tres condiciones: 1) los Estados miembrotienen responsabilidad primaria para regular la economía; 2) se ase-gura un mercado común, evitando que los gobiernos nacionalesusen su autoridad reguladora para erigir barreras comerciales encontra de bienes y servicios de otros Estados miembro; 3) los Estadosmiembro enfrenten una fuerte constricción presupuestaria, que quie-re decir que no tengan la posibilidad de imprimir dinero, ni tenganacceso a crédito ilimitado (Weingast, 1995:4). En general, estas con-diciones ya están satisfechas en la Unión Europea. La primera condi-ción se sostiene por el limitado papel de la armonización total y elhecho de que la mayoría de las competencias reguladoras se com-parten entre la Unión y los Estados miembro; la segunda condicióncorresponde a la estricta prohibición a cualquier obstáculo injusti-ficado al comercio intracomunitario —lo que se ha llamado “integra-ción negativa”; mientras que la tercera condición corresponde alcriterio que deben satisfacer los Estados miembro para calificar a lamembresía en la Unión Monetaria Europea. Se desprende que la ac-tual UE ya es un ejemplo de federalismo conserva-mercado —ver-daderamente, en virtud de sus políticas de integración positiva va unpoco más allá de este modelo— mientras que una versión más fuerteno sólo reduciría la eficiencia económica —el aspecto enfatizado porWeingast—, sino que crearía problemas irresolubles de legitimidad.

Para redondear nuestra discusión del trilema político de integra-ción económica, consideraremos brevemente el caso de una confe-deración. Como se recordará las confederaciones son asociacio-nes de Estados independientes que, para lograr un propósito común,acuerdan ciertas limitaciones a su libertad de acción y establecenuna maquinaria común de deliberación y decisión. Cierta medida dedemocracia transnacional podría lograrse, por ejemplo, mediante laelección por votación popular directa de la asamblea legislativa o eljefe del ejecutivo. El problema es que las confederaciones típicamen-

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te carecen de instituciones suficientemente fuertes para asegurar laintegración económica de las unidades componentes. Así los artícu-los de Confederación (1781-9) que precedieron a la constitución de losEstados Unidos, establecieron un Congreso de la confederación co-mo una asamblea unicameral de representantes, cada uno con unvoto. Aunque se le dio al Congreso autoridad en áreas importantescomo relaciones exteriores, defensa y el establecimiento de moneday pesos y medidas, carecía de una fuente independiente de ingre-sos y los medios institucionales para establecer un mercado comúnentre las excolonias. También la constitución de la ConfederaciónSuiza de 1815 fue incapaz de crear un mercado común a partir delas economías locales de los 22 cantones. La integración económicasólo se logró por la más fuerte constitución federal de 1848.

En suma, la solución confederal conserva la soberanía nacionaly también puede lograr un modesto nivel de democracia, pero a ex-pensas de la integración económica. El modelo federal, por otraparte, presenta un doble riesgo. Si el gobierno federal —que asumi-mos tiene poder independiente para fijar impuestos— es suficien-temente fuerte para crear un mercado común, puede también ser losuficientemente fuerte para centralizar, tarde o temprano, todas lasdecisiones de políticas importantes. En este caso, la soberanía de losEstados miembro llega al punto de desvanecerse. La historia nos diceque este acontecimiento es más probable en las polities más o menoshomogéneas como los Estados Unidos, Alemania, México o Austra-lia. El riesgo opuesto surge en caso de una polity severamente seg-mentada. En tal caso, como vimos, la agenda federal tendría queestar tan restringida que la gente seguiría buscando en sus propiosgobiernos estatales la solución a sus problemas. Consecuentemente,la democracia participativa no podría florecer al nivel federal.

La democracia y sus transformaciones

Hemos llegado a la conclusión de que la democracia como la cono-cemos —un sistema de gobierno que responde a los deseos de susciudadanos— no podría prosperar en una federación europea, ymucho menos en una federación mundial o alguna otra polity trans-nacional, cuyas unidades componentes estén divididas por profun-

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das hendiduras históricas, culturales, económicas y de otra índole.La ausencia de un fuerte sentido de solidaridad nacional quiere decirque las políticas sociales, y otras que históricamente han legitimadoel Estado-nación, no podrían transferirse a un nivel de gobernaciónmás alto: una democracia transnacional sería, en el mejor de loscasos, una democracia disminuida. Aun la Unión Europea actual su-fre, de acuerdo con sus muchos críticos, de un déficit democráticoserio: si no una total ausencia de democracia, sí un desarrollo incom-pleto de las instituciones y procesos de la democracia parlamentaria.

Antes de discutir las implicaciones más extensas de nuestras con-clusiones, es importante señalar que la teoría y la práctica de la de-mocracia han cambiado dramáticamente en la historia. Dahl (1989)identifica tres transformaciones cruciales. La primera transformaciónse llevó a cabo durante la primera mitad del quinto siglo a. C., cuan-do varias ciudad-Estado que habían estado gobernadas por monar-cas, aristócratas o tiranos, se transformaron en sistemas en los queun número importante de ciudadanos tenía derecho a participar enel gobierno. Las decisiones políticas se llegaron a tomar por votomayoritario precedido de debate público libre. La participación di-recta de los ciudadanos, no sólo en la hechura de leyes sino tambiénen la administración, era elemento tan esencial de la idea griega dedemocracia que los griegos encontraron muy difícil concebir ungobierno representativo, mucho menos aceptarlo como una legítimaalternativa a la democracia directa.

Mientras que es difícil medir cuánto significa la experiencia griegapara la civilización humana, para propósitos de la discusión actuales importante darnos cuenta de las limitaciones del punto de vistaclásico de la democracia. Desde la perspectiva democrática contem-poránea, un límite extraordinariamente importante de la democraciagriega es que la ciudadanía era sumamente exclusiva, tanto internacomo externamente (Dahl, 1989: 20-23). Dentro de la ciudad-Estado,a una gran parte de la población adulta (mujeres, residentes a largoplazo y sus descendientes, y los esclavos) se le negaba la ciudadaníacompleta. Externamente, la exclusividad de la democracia clásica serevela por el hecho de que en Grecia nunca pudieron desarrollarselos sistemas federales genuinos —a diferencia de las ligas o confede-raciones, a menudo bajo la guía y control de una ciudad hegemónica.Todo intento de establecer una verdadera federación “se fue a pique

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por la inhabilidad de la polis para moderar su amor por la autonomíay para colocarse en el todo más grande” (Ehrenberg, 1969:118-119);la cara de la polis, como lo escribe Ehrenberg, estaba casi totalmentevolteada hacia dentro. Y porque la democracia griega carecía de losmedios y el deseo de extender el imperio de la ley más allá de los es-trechos límites de la ciudad-Estado, en sus relaciones externas lasciudades-Estado vivían en un estado de guerra casi continuo —hastaque un poder extranjero les impuso la paz, primero Macedonia ydespués Roma.

La exclusividad de la democracia griega también tenía gravesconsecuencias en el campo de los derechos individuales. Es unacuestión muy debatida hasta qué punto la libertad de la polis incluíala libertad del individuo. De cualquier manera, quería decir libertaddentro del Estado y no libertad del Estado (Ehrenberg, 1969:95). Espor ello que los liberales del siglo XIX, como Benjamín Constant,argumentaron que el concepto moderno de libertad —como unaesfera privada de elección protegida por los derechos del indivi-duo— difiere radicalmente del antiguo concepto que veía la libertadcomo ciudadanos que comparten la toma de decisiones públicas yel ejercicio del poder. A fortiori, la democracia griega omitió recono-cer la existencia de los reclamos universales a la libertad, la igualdady los derechos humanos o políticos. Sólo después del desmorona-miento de la polis en el siglo II a.C. apareció un nuevo concepto delos derechos universales del individuo. En lugar de una ley arraigadaen la tradición de la ciudad-Estado única, los filósofos estoicos pro-pusieron una ley para la “ciudad del mundo”. En lugar de la exclu-sividad de la democracia griega, propusieron el nuevo concepto deuna hermandad humana mundial, la idea de que los hombres pornaturaleza son iguales, a pesar de las diferencias de raza, rango y ri-queza (Sabine, 1960:151-158). De este modo, el estoicismo revisó lasideas políticas de la ciudad-Estado para acoplarlas a la realidad delas nuevas sociedades transnacionales creadas por los imperios He-lénico y Romano.

La segunda transformación democrática se llevó a cabo dos milaños después de la primera. Es resultado de la unión de democraciacon representación —la posibilidad de que una asamblea legislativapudiera legítimamente consistir no de la totalidad de los ciudadanos,sino de sus representantes electos. Es instructivo observar que la re-

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presentación no la inventaron los demócratas, sino que se desarrollocomo una institución medieval de gobierno monárquico, aristocrá-tico y mixto, y del movimiento conciliar de la Iglesia. Este no es elúnico caso en que instituciones no democráticas se adoptan paraextender y mejorar la práctica de la democracia. Otro importanteejemplo es el constitucionalismo que, en su forma moderna, fueteorizado primero por Bodin (1530-1596) y por Althusius (1557-1638).

Por medio de la institución de representación, se hizo posibleextender la idea de democracia al gran dominio de la nación-Estado.Citando a Dahl (1989:30):

De este modo, la idea de democracia, que pudo haber muertocon la desaparición de las ciudades-Estado, se volvió importan-te para el mundo moderno de los Estados-nación. Dentro deldominio mucho más grande del Estado-nación pudieron flore-cer nuevos conceptos de derechos personales, libertad indivi-dual y autonomía personal. Además, problemas importantesque nunca pudieron resolverse dentro de los angostos lími-tes de la ciudad-Estado [...] podrán encararse más efectiva-mente por un gobierno capaz de hacer leyes y reglamentospara un territorio mucho más extenso. En este sentido, la capa-cidad de los ciudadanos para gobernarse a sí mismos mejoróenormemente.

La democracia representativa nos presenta otra importante ven-taja: hace posible la existencia de una sociedad civil separada delEstado e independiente del mismo. Como vimos, la democracia di-recta, como la que practicaban los griegos, significaba la participa-ción del ciudadano no sólo en la hechura de leyes, sino también enla administración. Tal devoción a los asuntos públicos sólo era po-sible en una sociedad fundada en el trabajo de los esclavos, de don-de la paradoja, señalada por Rousseau en el libro III del Contratosocial, de que tal vez la libertad solamente pueda mantenerse ba-sándose en la esclavitud: como conjeturó, ¡“los extremos se encuen-tran”! En virtud de que la vida en la polis estaba tan politizada, eraimposible para los ciudadanos labrar una esfera de valores y creen-cias privadas. En contraste, la separación del Estado y la sociedad

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civil, especialmente de la política y la economía, se convirtió en unode los pilares de la democracia liberal representativa.

Por lo tanto, la segunda transformación simultáneamente contrajoy expandió los límites de la democracia. La participación directa deldemos en la hechura e implementación de las leyes ya no era posi-ble, pero se hizo posible extender la democracia y el imperio de laley a la totalidad de un Estado-nación. Se perdió el sentido de comu-nidad nutrido por las repetidas interacciones cara a cara en las asam-bleas, pero el individuo ganó protección y seguridad contra el poderdiscrecional de una mayoría omnicompetente. Se volvió imposibleasumir el concepto ampliamente compartido de interés público,pero la nación-Estado pudo aceptar una mucho mayor diversidad degrupos e intereses que la polis, y probar que tal diversidad no teníaque ser destructiva de la polity.

Ahora estamos en medio de un cambio dramático, una terceratransformación, en la escala de la toma de decisiones, mientras másy más competencias de políticas se transfieren del nivel nacional alnivel transnacional o, más comúnmente, se ejercen conjuntamentepor los dos niveles. Se recordará que aun en los Estados Unidos, consu nivel de integración económica relativamente alto, el “desplaza-miento federal” es la excepción y no la regla: la mayoría de las com-petencias permanecen exclusivamente con los gobiernos naciona-les, o se comparten entre ellos y las autoridades europeas. Al parecerno hay una analogía directa para el fenómeno de competencias com-partidas o mixtas en las expansiones previas de la escala de formu-lación de políticas, lo que sugiere que las implicaciones de la terceratransformación, para la teoría y práctica de la democracia, probable-mente serán muy diferentes a las de la segunda transformación. Enlas páginas siguientes sostengo que el reto para los demócratas noes tanto la construcción de instituciones democráticas totalmentedesarrolladas en el nivel transnacional —una tarea imposible, comoya vimos, en ausencia de un demos— como utilizar el nivel más altopara mejorar la calidad de la democracia en los niveles nacional ysubnacional. La experiencia de la Unión Europea muestra que unsistema de cooperación y resolución de disputas basado en reglasno sólo puede civilizar las relaciones entre los Estados soberanoseliminando los excesos de intereses nacionales concebidos estre-chamente; al proteger los derechos de los ciudadanos, aun en contra

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de sus propios gobiernos, dicho sistema fortalece los cimientos deuna democracia liberal que se han visto erosionados durante dé-cadas de discreción ilimitada del ejecutivo. En este sentido, el “trián-gulo virtuoso” de la figura 3 puede representar la tercera transfor-mación de la democracia en un mundo cada vez más interdependiente.

Constitucionalismo transnacional

Economías nacionales integradas

Figura 3El triángulo virtuoso

Estado-nación

Constitucionalismo transnacional

Todas las democracias occidentales contemporáneas son democra-cias constitucionales, pero “democracia” y “constitucionalismo” sonhistórica y conceptualmente distintos. Mientras que una constituciónes un instrumento para limitar, controlar y dividir el poder de losgobiernos, la democracia —cuando menos en su versión populis-ta— tiende a concentrar poder potencialmente ilimitado en manosde la mayoría del momento. Según el modelo populista, las mayo-rías debieran ser capaces de “controlar todo el gobierno —legisla-tivo, ejecutivo y, si se lo proponen, judicial— y en esta forma contro-lar todo lo que la política pueda tocar” (Spitz, 1984, citado en Liphart,1991:485). En contraste, las reglas constitucionales están exentas delos controles mayoritarios que rigen la legislación ordinaria y sonimpuestos por cortes apolíticas. El efecto de dichas reglas es quitarciertas decisiones, por ejemplo las concernientes a derechos funda-mentales del proceso electoral y así atarle las manos a la mayoría delmomento.

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Por lo tanto, no es difícil de entender por qué algunos demócratasconsideran la expresión “democracia constitucional” una combina-ción de ideas contradictorias. Sin embargo, una consideración cuida-dosa rápidamente revela por qué una democracia no restringidaconstitucionalmente es no sólo más inestable, sino que también esmenos eficiente que una democracia constitucional liberal. Para en-tender el papel positivo de las limitaciones constitucionales puedeser provechoso recordar el principio general de que las restriccionespueden ser una “bendición disfrazada” en el sentido de que a menu-do es posible aprovecharlas. El familiar fenómeno de la fricción esun buen ejemplo (Majone, 1989:90). Para los ingenieros la fricciónrepresenta una molesta y costosa limitación, puesto que no es po-sible construir maquinaria totalmente libre de ella. Al mismo tiempo,la fricción es muy deseable para ciertos propósitos. Sin ella las rue-das de un coche patinarían en lugar de mover el vehículo, y un clavomartillado a una tabla de madera sería expulsado de inmediato comouna pepita entre nuestros dedos.

En forma más o menos similar, las restricciones constitucionalespueden mejorar la eficiencia de la democracia, por ejemplo al limitarla discreción arbitraria y mejorar la credibilidad de los compromisosa largo plazo de las políticas. Una de las características definitoriasde la democracia es que es una forma de gobierno pro tempore (Linz,1998). La limitación de tiempo inherente en el requisito de llevar acabo elecciones cada determinado intervalo de tiempo es uno de losprincipales argumentos a favor de la democracia, pero también im-plica que las políticas de la actual mayoría puedan ser subvertidas,legítimamente y sin compensación, por una nueva mayoría con dife-rentes y tal vez opuestos intereses. Esto puede expresarse diciendoque en una democracia los derechos de propiedad política —losderechos para ejercer la autoridad pública en una determinadaárea de políticas— están mal definidos (Moe, 1990). La incertidum-bre que se crea por la falta de bien definidos derechos de propiedadpública es un aspecto del problema de compromiso de los líderesdemocráticos. El otro aspecto se ve representado por los poderesdiscrecionales del gobierno entre elecciones. La hechura discrecio-nal de políticas conduce al fenómeno de “inconsistencia del tiem-po”. La inconsistencia del tiempo ocurre cuando la óptima políticaa largo plazo de un gobierno difiere de su óptima política a corto

Perspectivas teóricas

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plazo, pues el gobierno tiene a corto plazo un incentivo para nocumplir sus compromisos a largo plazo. Sin una regla que lo obliguea cumplir la política a largo plazo, el gobierno puede cambiar a loque en ese momento pareciera ser una mejor política. El problemaestriba en que si la gente anticipa tal cambio de política, se com-portará de manera que evite que los que dictan las políticas logrensu objetivo original.

Por ejemplo, una política de baja inflación puede ser óptima a lar-go plazo. Pero en cualquier momento puede haber beneficios polí-ticos a corto plazo de una inflación sorpresiva. Si los que dictan laspolíticas tienen la posibilidad de revisar la política original con ob-jeto de lograr tales beneficios a corto plazo, los actores privados re-conocerán esto y cambiarán su comportamiento, de tal manera queel resultado será peor que si la política óptima ex ante se hubierarespetado todo el tiempo. Una forma de resolver este problema deinconsistencia del tiempo en particular es delegar la política mone-taria a un banco central cuya independencia esté constitucionalmen-te garantizada, como sucede con el Banco Central Europeo (Majone,2001). Desde luego que el fenómeno de la inconsistencia del tiempono se presenta sólo en asuntos de política monetaria, sino que apa-rece en cualquier área de formulación de política discrecional dondelos objetivos de largo y corto plazo no estén alineados. De esta ma-nera, la constitución de la Unión Europea —el sistema de reglas queestablecen, regulan y rigen las instituciones europeas y sus relacio-nes con los Estados miembro— le asigna a la Comisión el monopoliode la iniciativa legislativa, por lo que ni el Consejo ni el Parlamentopuede iniciar políticas sin una propuesta previa de la Comisión. Estemonopolio de iniciativa legislativa, que en sí mismo es una seriaviolación a los principios de la democracia parlamentaria, se com-prende mejor como un precompromiso: si el Consejo también tuvie-ra el derecho de iniciar legislación de la Comunidad, esto querríadecir que los Estados miembro podrían echarse para atrás en susobligaciones para con la integración europea, y por lo tanto compro-meterían el corazón de la acquis communautaire.

Pero la influencia de las reglas europeas en la vida política de losEstados miembro va bastante más profundo de lo que nuestro ejem-plo sugiere. Los académicos constitucionalistas han escrito sobre el“eclipse del constitucionalismo” en la Europa del siglo XX (Matteucci,

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1993:161-168, y la literatura ahí citada). Durante este periodo, lanecesidad de cobrar impuestos, gastar y endeudarse para financiardos guerras mundiales y extensas medidas de asistencia social incre-mentó sustancialmente el papel económico del Estado. La consecuen-cia constitucional fue el fortalecimiento de la rama ejecutiva del go-bierno. La asunción de responsabilidades macroeconómicas porel “Estado keynesiano” extendió aún más los ya amplios poderesdiscrecionales del ejecutivo. Al final, era inevitable que se redescu-briera una antigua verdad constitucional: que se puede abusar de lospoderes discrecionales, y la prevención contra dicho abuso es, cuan-do menos parcialmente, un asunto de diseño institucional y cons-titucional (Harden, 1994:615). En Europa, sin embargo, el redescubri-miento de las virtudes del constitucionalismo se facilitó mucho, talvez hasta se hizo posible, por el proceso de integración.

Recuérdese que las políticas keynesianas requieren no sólo deextensos poderes discrecionales para “afinar” la economía, sino tam-bién economías nacionales separadas. La creación de un mercadocomún europeo y sus acompañantes reglas para la liberalización delmercado e integración negativa —la prohibición de aranceles ycuotas, así como a los obstáculos legales, administrativos y de regu-lación al comercio intracomunitario— quería decir que los gobier-nos ya no podrían seguir políticas proteccionistas dentro de la CE,ni tolerar la existencia de monopolios públicos o privados dentrode las fronteras nacionales. La disciplina impuesta a los subsidiosestatales y a los criterios de adquisiciones públicas redujo aún máslos poderes discrecionales de los ejecutivos nacionales —y las múlti-ples formas de búsqueda de ingresos y la corrupción política quegeneralmente acompaña a las decisiones administrativas en estoscampos. Las reglas e instituciones de unión monetaria constituyenotra importante limitación constitucional a las irrestrictas políticasdiscrecionales del pasado.

Sería un gran error asumir que el impacto del constitucionalismosupranacional en el nivel nacional se limita a la esfera económica.Por medio del principio de “efecto directo” y en otras formas, la CorteEuropea de Justicia ha extendido progresivamente los derechos delindividuo bajo la ley de la CE, y la obligación de las cortes nacionalesde proteger dichos derechos, aun en contra de los gobiernos nacio-nales. Por ejemplo, el artículo 190 del Tratado de Roma (ahora ar-

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tículo 253 CE) le impone el requisito de proporcionar razones a todaslas instituciones europeas. Cuando se redactó el Tratado de Roma,en los Estados miembro no existía el requisito general de proporcio-nar razones, por lo que estas disposiciones constitucionales no sóloeran distintas, sino más avanzadas que las leyes nacionales. Aún hoyen día, por ejemplo, la ley inglesa carece de la obligatoriedad gene-ral de los administradores públicos de proporcionar razones para susdecisiones. No obstante, la CEJ está totalmente preparada para impo-ner dicha obligación a las autoridades nacionales para que los indi-viduos puedan proteger sus derechos bajo la ley europea. Así, en elcaso Heylens (Caso 222/86 [1987] ECR 4097), la Corte razonó que laprotección efectiva requiere que el individuo, él o ella, pueda defen-der su derecho bajo las mejores condiciones posibles. Esto involucraríala revisión judicial de las decisiones de la autoridad nacional que res-trinjan este derecho. Para que la revisión judicial sea efectiva, sinembargo, la corte nacional debe poder llamar a la autoridad para queproporcione sus razones (Thomas, 1997: 218). El poder de la CEJ paraejercer la revisión constitucional y administrativa no sólo sobre todaslas acciones de la Comunidad, sino también sobre muchas de lasacciones de los Estados miembro, al día de hoy ha quedado bien es-tablecido.

No existe nada como la CEJ en el plano internacional, pero se halogrado un avance significativo en la constitucionalización de las re-laciones económicas internacionales dentro del entramado de insti-tuciones multilaterales como el Fondo Monetario Internacional y,especialmente, el GATT/OMC. En el caso de este último, se presta par-ticular atención a los mecanismos para resolver diferencias. Los con-flictos comerciales bajo la OMC ahora están sujetos a adjudicaciónobligatoria en una institución que se parece más y más a una corteinternacional. La situación actual es un fuerte contraste a la que pri-vaba durante los primeros días del GATT, cuando las “partes traba-jadoras” designadas para informar sobre conflictos entre los Estadosmiembro eran en realidad un foro para alentar la negociación, nouna tercera parte investigadora con el propósito de llegar a conclu-siones objetivas basadas en los méritos del caso. No fue sino hasta1952 que los Estados miembro recurrieron a los procedimientos depánel que se han convertido en el medio normal para la resoluciónde conflictos dentro del GATT/OMC. Los páneles ya no incluyeron re-

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presentantes de las partes en conflicto, y las principales nacionescomerciantes ya tampoco eran automáticamente miembro de los pá-neles.

La Ronda de Uruguay (1986-1994) condujo a un nuevo Entendi-miento relativo a las normas y procedimientos por los que se rige lasolución de diferencias. El Entendimiento crea un derecho automá-tico en el país quejoso para la creación de un pánel, a menos queexista consenso para rehusarlo. En 1984 se les solicitó a los Estadosmiembro que presentaran los nombres de expertos calificados nogubernamentales que podrían participar en los páneles. El Entendi-miento de la Ronda de Uruguay va aún más allá, y dicta la expansióny mejora de la nómina no gubernamental. Por encima de todo, el En-tendimiento creó un mecanismo integrado para la solución de dife-rencias para la totalidad de las partes del sistema GATT/OMC, adminis-trado por un Órgano de Solución de Diferencias (OSD). También seintrodujo un nuevo procedimiento de apelación. Es posible apelarcontra las decisiones de un pánel sobre asuntos de derecho a páne-les de tres tomados de un cuerpo de siete personas de demostradaexperiencia en derecho comercial internacional, nombrados por elOSD, y que estarán disponibles en todo momento y en breve plazo.El órgano de apelación debe someter su reporte dentro de los se-senta días siguientes a la presentación de la apelación. Al térmi-no de los primeros años de aplicación del Entendimiento la opinióngeneralizada parece ser que los procedimientos de la OMC para la so-lución de diferencias tienen mucho éxito. Se han utilizado extensa-mente y se han convertido en parte integral de la diplomacia econó-mica internacional (Trebilcock y House, 1995; Jackson, 1997).

En ciertos aspectos las reformas en la solución de diferencias enel GATT introducidas por la Ronda de Uruguay fueron anticipadas porlos Mecanismos para Solucionar Diferencias (MSDs) del Acuerdo deLibre Comercio Canadá-Estados Unidos. En otros aspectos, los pro-cedimientos fijados por el Acuerdo van bastante más allá del GATT.Por ejemplo, en lugar de intentar armonizar enfoques al dumpingy los subsidios estatales, la solución de diferencias el debía llevar acabo la aplicación de las leyes y reglamentos nacionales de comerciode cada lado como referencia. Cuando se discrepaba con una de-cisión tomada por una agencia administrativa, la revisión se llevabaa cabo frente a un pánel binacional de cinco integrantes. El pánel

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solamente evaluaría si la agencia había aplicado los reglamentosnacionales pertinentes o no —no aplicaría un nuevo estándar. Otraimportante disposición del Acuerdo de Libre Comercio Canadá-Es-tados Unidos, que va aún más allá de los mecanismos GATT/OMC, esel acceso a los procedimientos para la solución de diferencias otor-gado a partes privadas. En teoría era posible para un importadordañado por la protección otorgada a una industria importadora com-petidora para iniciar una revisión contra su gobierno y posterior-mente participar en los procedimientos (Kahler, 1995: 100-101).

Parecía que estas innovadoras instituciones estaban en riesgo bajoel TLCAN. Había bastante escepticismo acerca de que México no po-dría compartir el patrón existente de MSDs con Canadá y los EstadosUnidos. De hecho, los MSDs del TLCAN se parecen mucho a los delAcuerdo Canadá-Estados Unidos en muchos aspectos, y van más alláen otros. Así, los inversionistas pueden acudir al arbitrio internacio-nal obligatorio si un gobierno del TLCAN viola las disposiciones deinversión del Tratado. Las diferencias se pueden solucionar bajo unode varios regímenes de arbitrio internacional. Las decisiones de unpánel bajo el régimen seleccionado son finales y su aplicación co-rresponde a los tribunales de los países del TLCAN. Además, la nómi-na de panelistas debe incluir jueces activos o retirados, hasta dondeesto sea práctico, en lugar de abogados en comercio internacional,economistas u otros expertos (Trebilcock y Howse, 1995:405-406).

Conclusiones

La constitucionalización de la CE/UE y la evolución de los mecanis-mos para solucionar diferencias en el GATT/OMC son ejemplos sobre-salientes de una tendencia general: la transición de un enfoqueorientado al poder a uno orientado hacia la normatividad en las rela-ciones internacionales. Bajo el esquema anterior, las diferenciasinternacionales se solucionaban por negociaciones en las que el po-der negociador relativo de las partes inevitablemente pesaba mu-cho. La inhabilidad de llegar a un acuerdo entrañaba el uso de todoslos instrumentos —económicos, políticos, y posiblemente hasta mi-litares— disponibles por el país más poderoso. Comprensiblemente,un país pequeño dudaba en oponerse a uno grande del cual depen-

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diera su posición internacional y de comercio. Bajo un enfoqueorientado a la normatividad, por otro lado, las diferencias se solucio-nan por medio de referencias a normas que ambas partes han acor-dado. Una diferencia internacional no resuelta puede ser finalmenteresuelta mediante juicios imparciales por terceras partes basadosen reglas explícitas. Así, los negociadores estarán negociando conreferencia a sus respectivas predicciones de los resultados de talesjuicios y no en referencia al poder a disposición de las distintas par-tes en conflicto (Jackson, 1997:109-110).

Un sistema basado en la normatividad obviamente tiene ventajaspara los miembros más pequeños o pobres de la comunidad interna-cional: como los sofistas griegos enseñaron hace más de dos milaños, el fuerte no necesita leyes. Por tanto, el movimiento hacia unsistema de relaciones internacionales basado en la normatividad re-fleja, y en cierto sentido recapitula, el proceso de constitucionalizaciónprogresiva de los gobiernos democráticos durante los últimos dossiglos. Y lo que tal vez sea aún más importante, el constitucionalismotransnacional puede mejorar la calidad de la democracia en el nivelnacional. Un enfoque orientado al poder favorece el uso de la dis-crecionalidad ejecutiva y el secreto de la diplomacia tradicional. Encontraste, un sistema basado en la normatividad facilita la rendiciónde cuentas democrática, la participación ciudadana y el debate pú-blico. Esto obedece a que la normatividad internacional —no sólola normatividad del GATT/OMC u otras organizaciones internaciona-les, sino también los tratados que abordan la protección ambiental,los derechos humanos o la integración europea— tiene que ser ratifi-cada por los parlamentos nacionales, puede ser sujeta a referendospopulares y está abierta al escrutinio de tribunales, grupos de inte-rés, ONGs y la opinión académica.

En resumen, la mayor contribución del constitucionalismo trans-nacional a la idea y práctica de la democracia consiste, para para-frasear a Joseph Weiler (1999:341), en “afirmar los valores del Es-tado-nación liberal mediante la vigilancia de los límites contra elabuso”. Ahora, la principal lección de la integración europea es quela normatividad supranacional puede ser bastante efectiva aun sinel tradicional monopolio estatal del poder coercitivo —a condiciónde que sea monitoreada y aplicada por instituciones fuertes comola Comisión Europea y la Corte de Justicia. El reciente fortalecimien-

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to de la OMC como organización sugiere que la comunidad interna-cional ha aprendido esta lección. Para poder mover el enfoque delas relaciones internacionales de una orientación de poder hacia unaorientación de normatividad, los Estados democráticos deben estarpreparados para delegar una parte significativa de poderes a las or-ganizaciones internacionales. Hemos argumentado que no es realis-ta y no ayuda demandar que tales organizaciones se evalúen deacuerdo a los estándares democráticos que le aplicamos a las insti-tuciones del Estado-nación. En realidad, aun en el nivel nacional elpapel de instituciones no mayoritarias como las cortes constitucio-nales y los políticamente independientes bancos centrales y agen-cias reguladoras, ha crecido contínuamente en años recientes. Así,en un mundo cada vez más interdependiente la tercera transforma-ción de la democracia no puede consistir en una extrapolaciónmecánica de instituciones y principios democráticos a las áreas yniveles de gobernación donde la democracia, como la conocemos,no puede florecer. En lugar de ello, los parlamentos y las personasencargadas de dictar políticas, electoralmente responsables ante laciudadanía, tendrán que diseñar maneras más efectivas de asegu-rar la rendición de cuentas en instituciones no mayoritarias en elnivel nacional y supranacional, al tiempo que se respete su indepen-dencia.

Recibido el 22 de febrero de 2002Aceptado el 28 de febrero de 2002

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Cuestionescontemporáneas

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México: elecciones y el usode las encuestas preelectorales

MURILO KUSCHICK*

Resumen

En este artículo se hace un recorrido por los procesos electorales mexicanos para evidenciarcómo en su gran mayoría fueron muy poco competitivos. Empero, en los últimos años, a partirde un conjunto de modificaciones, se han vuelto más competitivos, dando lugar, entre otrascosas, a la aparición del fenómeno de la incertidumbre. Al predecir posibles resultados elec-torales, las encuestas y sondeos de opinión constituyen un medio para reducir esta incerti-dumbre.

Abstract

Analysis of Mexican electoral processes evidencing that most of them were hardly competitiveuntil 1997. As of then, however, owing to a series of sociopolitical changes, they have becomemore competitive, resulting in, among other things, the emergence of the uncertainty pheno-menon. By predicting possible electoral outcomes, opinion polls and surveys are the metho-dology to diminish uncertainty and determine liable winners.

Palabras clave: procesos electorales, encuestas de opinión, opinión pública, marketing políti-co, marketing electoral, sistema político electoral, electorado, campañas políticas.

Introducción

No es ningún secreto que las elecciones en México durante el siglo XX han sido un mero trámite (con excepción de los pro-

cesos electorales realizados en 1928, 1940, 1952, 1988 y 2000), yaque si consideramos los resultados en la mayor parte de los procesosrealizados, el trinomio PRN-PRM-PRI ha sido el triunfador indiscutible.Es muy probable que esta situación haya inhibido la aparición tantode una opinión pública más crítica y combativa, así como de otrotipo de fenómenos que acompañan a las elecciones competitivas,

*.Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Di-visión de Estudios de Posgrado, Programa de Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales,Edificio “F”, Planta Baja, Circuito Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria, Col. CopilcoUniversidad, Coyoacán, México D.F., c.p. 04510, teléfonos: 56 22 94 07/32/33/44.

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como es el caso de las encuestas de opinión. Por ello se explica, talvez, que un proceso tan común en las elecciones estadounidensesdesde hace tiempo (las encuestas de opinión, la utilización de losmedios masivos de comunicación y publicidad en los mismos) sólocomenzara a utilizarse en México de manera muy reciente.

En este trabajo se ubicarán en contexto los resultados de las elec-ciones mexicanas, el surgimiento de las encuestas de opinión en elpaís y su importancia en las últimas elecciones presidenciales. Unade las hipótesis centrales que pondremos a prueba es que a medidaque las elecciones se vuelven más competidas y sus resultados setornan inciertos, los partidos políticos y sus respectivos candidatosdeben recurrir cada vez más a múltiples herramientas para poder ga-nar las elecciones, siendo algunos de estos instrumentos las encues-ºtas de opinión y el marketing político y electoral. Sin embargo, estono implica que la elección sea más transparente para los electores,como se observó en el último proceso electoral, ya que en el ámbitode la opinión pública y mediante los medios masivos de comunica-ción se gestó una gran batalla que, mediante las encuestas de opi-nión, quiso influir y dirigir las intenciones de voto de los electores.

Elecciones, partidos y competencia

En algunos procesos electorales mexicanos la competencia por elpoder en las elecciones presidenciales ha sido mayor que en otras,como en los casos de la elección de 1929 que enfrentó a PascualOrtiz Rubio, candidato del recién estrenado Partido Nacional Revo-lucionario, con José Vasconcelos (Paoli, 1992, p. 135); en la elecciónde 1940, cuando Juan Andrew Almazán puso nuevamente en aprie-tos al régimen, y en la de 1952, cuando el general Manuel Enríquez,otro advenedizo de la familia revolucionaria, buscó fuera de los me-canismos tradicionales la presidencia, demostrando que era prácti-camente imposible acceder al poder en México desde la oposición.Esto no significa, en términos del propio Paoli Bolio (op. cit.) y deMolinar (1992), el dar cuenta de la presencia de la oposición tantoen la Cámara de Diputados como en el gobierno de algunos munici-pios. Empero, esta situación únicamente ayudaba a legitimar y asostener al propio régimen, ya que daba la impresión de que existía

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una democracia, un sistema de partidos y competencia entre ellos.Esta situación se demuestra tanto por la cantidad de votos que obtie-nen los partidos de oposición como por el número de curules quetendrán en la Cámara de Diputados, ya que de 1946 a 1961 el PANno tuvo más de cinco diputados en las distintas legislaturas, mientrasque el PARM, PPS, el Partido Nacionalista Mexicano (PNM) tuvieron undiputado, al igual que el Frente de Partidos del Pueblo. En otras pa-labras, de una legislatura de 178 diputados en el año de 1961, porejemplo, el PRI tenía 172 o 96.6% de las curules. No fue sino con lareforma electoral de 1963 que se crearon a los diputados de partido,lo cual permitió que los partidos de oposición , aumentaran el núme-ro de sus representantes en la Cámara de Diputados.

Opinión pública y sistema político electoral

Si bien no fue sino hasta 1977 que se produjo una profunda reformaen el sistema político mexicano, que no sólo implicó la incorporaciónde una serie de partidos políticos, sino también el establecimiento delsistema de representación proporcional que originó una nuevacomposición en la Cámara de Diputados (Becerra, 2000), el modelopolítico y la sociedad mexicana mostraban ya señales de agotamien-to, evidenciado por la aparición de una cantidad considerable de mo-vimientos y levantamientos sociales, como los de los ferrocarrilerosy los médicos en 1958 y el movimiento estudiantil de 1968.

Pese a que la respuesta del régimen en un primer momento fuela represión, casi diez años después se realizó la Reforma Electoral,que tuvo como uno de sus principales objetivos incorporar a los gru-pos de opositores, muchos de los cuales se habían integrado a la lu-cha guerrillera y a la actividad política clandestina.

Con las modificaciones en el sistema político electoral y de par-tidos en México a partir de la reforma de 1977, la transformación enla opinión pública, la participación política y los medios masivos decomunicación ha sido incesante. Las encuestas de opinión hicieronsu tímida aparición en México en 1944, cuando Martín Luis Guzmán(De la Peña, 1994) preguntó en su revista Tiempo la opinión de losmexicanos con respecto a la participación de México en la SegundaGuerra Mundial. Empero, ahí quedó el intento de Guzmán, ya que

Cuestiones contemporáneas

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Cuadro 1aElecciones Presidenciales en México 1929-2000

Años Candidatos Votos %

1929 Total 2,091,106 100.00Pascual Ortiz Rubio (PNR) 1,947,848 93.55José Vasconcelos 110,979 5.33Rodrigo Rodríguez Triana 32,279 1.12

1934 Total 2,265,971 100.00Lázaro Cárdenas del R. (PNR) 2,225,000 98.19Antonio J. Villareal 24,395 1.08Adalberto Tejeda 16,037 .70Hernán Laborde 539 .02

1940 Total 2,637,582 100.00Manuel Ávila Camacho (PRM) 2,476,641 93.90Juan Andrew Almazán 151,101 5.73Rafael Sánchez Tapia 9,840 .37

1946 Total 2,293,547 100.00Miguel Alemán Valdés (PRI) 1,786,901 77.91Ezequiel Padilla 443,357 19.33Jesús Agustín Castro 29,337 1.28

1952 Total 3,651,201 100.00Adolfo Ruíz Cortines (PRI) 2,713,419 74.32Miguel Enríquez Guzmán (FPP) 579,745 15.88Efraín González Luna (PAN) 285,555 7.82Vicente Lombardo Toledano (PP) 72,482 1.99

1958 Total 7,483,403 100.00Adolfo López Mateo (PRI) 6,767,754 77.91Luis H. Álvarez (PAN) 705,303 9.42Otros 10,346 .13

1964 Total 9,422,185 100.00Gustavo Díaz Ordaz (PRI) 8,368,446 88.82José González Torres (PAN) 1,034,337 10.98Otros 19,402 .2

no fue sino hasta finales de los años cincuenta cuando Almond y Ver-ba (1963) incluyeron a México en su encuesta sobre cultura política.Pese a ello, en un artículo recientemente publicado en la revista EstePaís, Miguel Basáñez (2000) hace referencia a un profesor húngaro,Laszlo Radvanyi, fundador en 1938 del Instituto Mexicano de Opi-

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Cuestiones contemporáneas

Cuadro 1bResultados de Elecciones Presidenciales en México

1970-2000

Años Candidatos y Partidos Votos %

1970 Total 13,915,963 100.00Luis Echeverría A.(PRI,PPS,PARM) 11,970,893 86.02Efraín González Morfín (PAN) 1,945,070 13.98

1976 Total 16,727,993 100.00José López Portillo (PRI,PPS,PARM) 16,727,993 100.00

1982 Total 23,592,888 100.00Miguel de la Madrid (PRI,PPS,PARM) 16,748,006 70.99Pablo Emilio Madero (PAN) 3,700,000 15.68Arnoldo Martínez Verdugo (PSUM) 821,995 3.48Ignacio González Gollás (PDM) 433,886 1.85Rosario Ibarra de Piedra (PST) 416,448 1.76Cándido Díaz Cerecedo (PST) 342,005 1.45Manuel Moreno Sánchez (PSD) 48,413 .20

1988 Total 19,191,982 100.00Carlos Salinas de Gortari (PRI) 9,687,929 50.47Cuauhtémoc Cárdenas(PARM,PPS,PMS) 5,929,585 30.97Manuel J. Clouthier (PAN) 3,208,584 16.71Gumersindo Magaña (PDM) 190,891 1.00Rosario Ibarra de Piedra (PRT) 74,857 .40

1994 Total 34,549,283 100.00Ernesto Zedillo P.de León (PRI) 17,336,325 50.18Diego Fernández de Cevallos (PAN) 9,222,899 26.69Cuauhtémoc Cárdenas S. (PRD) 5,901,557 17.08Cecilia Soto (PT) 975,356 2.82Jorge González Torres (PVEM) 330,381 .96Otros 764,429 2.21

2000 Total 37,603,923 100.00Vicente Fox Quesada (PAN, PVEM) 15,988,740 42.52Francisco Labastida O. (PRI) 13,576,385 36.10Cuauhtémoc Cárdenas S. (PRD, PT) 6,259,048 16.64Gilberto Rincón Gallardo (PDS) 592,075 1.57Manuel Camacho Solís (PCD) 208,261 .55Porfirio Muñoz Ledo (PARM) 157,119 .42

Fuente: México Social 1988-1989, Estudios Sociales, Banamex, 1989. Revista Voz y Voto,agosto-septiembre, 2000.

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nión Pública y quien, según el propio Basáñez (op. cit.), publicó laprimera revista internacional de investigación acerca de la opiniónpública, el International Journal of Opinion and Attitudes. Sin em-bargo, estas breves incursiones en el ámbito de la opinión públicafueron esporádicas y escasas, con excepción de Enrique Alduncín(1986), quien publicó con el apoyo del Banco Nacional de Méxicouna serie de estudios acerca de los valores del mexicano. Un añodespués también se realizó un estudio de este tipo en el Centro deEstudios Educativos (1987). La mayor difusión e interés por este tipode investigaciones se relaciona con las crisis económicas (Lustig,1991) que el país vive, las cuales se desarrollaron de manera recu-rrente al finalizar el gobierno de Luis Echeverría y después, en elsexenio de José López Portillo. Existe un segundo fenómeno que seencuentra ligado a la disminución relativa y absoluta de los votos di-rigidos al PRI, y al aumento de las posibilidades de la oposición alganar mayor cantidad de elecciones en el ámbito municipal, aunadaa una mayor participación al interior de la Cámara de Diputados. Es-to determinó que el gobierno (Basáñez, op. cit.), algunos institutosde investigación y los propios medios masivos de comunicación qui-sieran determinar qué sucedía al interior de los diferentes grupos yclases que constituyen la sociedad mexicana.

Por ello, algunas dependencias públicas y algunos investigado-res, como Basáñez (1990), intentaron tímidamente tomar el pulso dela sociedad mexicana. No obstante, fue en las elecciones de 1988cuando las encuestas de opinión definitivamente hicieron su arriboy adquirieron mayor importancia ya que, por primera vez en la his-toria política electoral contemporánea de México, este proceso mos-tró la posibilidad de que hubiera una contienda más reñida y de queen una elección asomara la posibilidad de un resultado incierto. Éstaes la característica fundamental de las elecciones en los países de-mocráticos:

En su discurso inaugural ante las Cortes constituyentes, AdolfoSuárez, presidente del gobierno durante la transición españolaa la democracia, anunció que a partir de aquel momento “el fu-turo no está escrito; sólo el pueblo puede escribirlo”. Al anun-ciar este salto a lo desconocido, expresaba dos característicasesenciales de la democracia: los resultados del proceso son

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inciertos, no están determinados de antemano, y dependen del“pueblo”, de las fuerzas políticas que compiten para promoversus intereses y valores. La democracia es un sistema en el cualalgunos partidos pierden las elecciones (Przeworski, 1991,p.12).

De esta manera, se plantea el paradigma mediante el cual se zan-jan las diferencias entre los grupos y partidos políticos en los paísesdemocráticos: el establecimiento de un calendario electoral en elque, al enfrentarse los distintos partidos y sus respectivos candida-tos, se presenta a todos los participantes en la disputa una incerti-dumbre de quiénes serán los ganadores y quiénes serán los perde-dores.

Con la aparición de un resultado incierto en el ámbito electoral,los participantes del mismo tienen dificultades para anticipar el re-sultado del proceso electoral y por lo tanto realizan como actores ra-cionales un conjunto de acciones, que pueden ir desde la promociónde ofertas a los electores, incluidas la personalidad e imagen de su(s)candidato(s), hasta un cúmulo de ofrecimientos a los posibles y pro-bables votantes en términos de mejorías en sus condiciones gene-rales de vida.

En términos generales, este conjunto de acciones que giran entorno a un grupo de ofertas debe mantener alguna relación con lasnecesidades, deseos y voluntades de la población. Sin embargo, losque proponen estas ofertas no tienen ni una modalidad para conocersi sus ofertas serán bien o mal acogidas por la población o si requie-ren ser modificadas o transformadas. La empresa o negocio quepretende colocar sus productos en un mercado determinado percibesi sus ofertas son aceptadas o recibidas a partir de las ventas querealiza en un mercado determinado. En el caso de los procesos elec-torales, estos últimos se llevan a cabo en un solo día y, por lo tanto,no se dispone de indicadores claros y confiables más allá del númerode personas que, por ejemplo, asisten a mítines o reuniones, o queanuncian a los encargados de las campañas electorales su intenciónde sufragar por cierto o ciertos candidatos. Ante esta situación de in-certidumbre generalizada y ante la imposibilidad de conocer me-diante un esquema racional la voluntad de los individuos y actoresque no se encuentran directamente relacionados con nosotros, se

Cuestiones contemporáneas

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crearon las encuestas de opinión como una forma para poder prevercon cierto grado de aproximación las intenciones, voluntades y acti-tudes ajenas que no van a realizarse en este momento, sino en unfuturo próximo. En estos términos, las encuestas de opinión preten-den de alguna manera anticipar el futuro.

Un sondeo de opinión o una encuesta son métodos para reco-pilar información sobre las personas haciéndoles preguntas. Enla mayoría de los sondeos de opinión se usa un cuestionarioestandarizado, y por lo general la información se reúne en unamuestra de personas y no en toda la población.

Las personas realizan sondeos de opinión y encuestas pormuchas razones, según sus distintos intereses:

Los candidatos utilizan los sondeos de opinión como parteesencial de la operación de inteligencia de su campaña. Lossondeos les proporcionan información sobre lo que piensanlos votantes a la hora de votar. Muchos candidatos también uti-lizan los resultados del sondeos para estimular las donacioneshacia sus campañas o para disuadir a las personas que contribu-yan a la causa de otro candidato.

Los medios de comunicación realizan sondeos para reunirla información que se utilizará en las historias noticiosas y paradecidir los tipos de cobertura que deberán proporcionar. Unaparte importante de las noticias derivadas de los sondeos impli-ca saber quién va ganando, quién va perdiendo y por cuánto.Al final de la campaña, las agencias informativas utilizan las en-cuestas para proyectar quién será el ganador de la carrera [...]

[...] Una encuesta es una técnica de recopilación de datos queimplica el uso de un cuestionario administrado a un grupo deindividuos (Traugott, M. y Lavrakas, P., 1997, p. 19-20).

En efecto, las encuestas son una técnica para conocer las opi-niones de las personas acerca de asuntos determinados y temas decontroversia que establecen percepciones diferentes entre los inte-grantes de una sociedad. De ahí que una opinión no entrañe una cer-teza, puesto que no es una evaluación de los sucesos y hechos deinterés general, sino el hecho de que el sujeto al cuál se hace el cues-tionamiento se encuentre mínimamente informado de su existencia,

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lo que le posibilita establecer un juicio en términos positivos, negati-vos o declararse incompetente con respecto a él.

De esta manera, los juicios/opiniones que se emiten en el caso deuna encuesta se nutren de tres elementos. Por un lado, debe existiralguna suerte de información, es decir algún conocimiento de índoleracional. Sin embargo, por el otro, la emisión de un juicio se encuen-tra relacionado con elementos de características emotivas: es decir,agrado o desagrado hacia una persona u organización, o el conjuntode acciones que esta persona realiza. Por último, aun cuando se juz-gue bien o mal a tal persona, suceso o acción, es muy posible quelos juicios se encuentren en función de criterios que no son de índolepropiamente racional ni emotiva, sino presionados por las condi-ciones sociales y por la posición al interior de un grupo determina-do, ya que el hecho de que el encuestado emita cierto tipo de opinio-nes, puede significarle, en la sociedad en que vive, juicios negativos,premios o castigos.

En un mundo en que los individuos aparentemente son libres parapensar, decir y hacer lo que les plazca, y en el que la limitación asus conductas sólo se encuentra determinada por el hecho de quecontravengan a algún tipo de ley, reglamento o precepto de tipojurídico, ético o moral —ya que nadie, ni el Estado, ni la sociedad,ni las organizaciones como la familia, escuela, Iglesia, trabajo, pue-den coartar sus libertades al momento de hacer algún tipo de elec-ción—, una de las pocas maneras para conocer y anticipar futurasactitudes (las opiniones convertidas en actos) es mediante la reali-zación de encuestas de opinión.

Ahora bien, la realización de encuestas en una población deter-minada no significa que éstas proporcionarán la certeza de que laspersonas entrevistadas hayan dicho la verdad y qué el número depersonas entrevistadas sea representativo del universo poblacionalal cual se remite el investigador. Por ello, para disminuir la incerti-dumbre con respecto a las acciones futuras de las personas, se haadoptado la técnica de indagar sus opiniones. Sin embargo, esta in-vestigación no garantiza la certidumbre de su resultado, por cuan-to se puede fallar si el número de personas es incorrecto y si la en-cuesta se realiza a las personas equivocadas. Para intentar evitar esteefecto, se utiliza una muestra:

Cuestiones contemporáneas

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a ) Se entiende por población el conjunto de sujetos, objetos, casosy acontecimientos que reúnen determinadas características.También se refiere al conjunto de observaciones o medidas,expresadas en números [...]

b ) La muestra es el conjunto de casos seleccionados de una po-blación determinada o una parte (representativa) del universo.

c ) El muestreo se refiere al proceso de seleccionar los sujetos,elementos o casos de una población. Para que el muestreo estébien hecho es necesario que los elementos seleccionadosrepresenten bien a toda la población (Monzón, C., 1990, p. 167-168).

La realización de encuestas1 a partir del cálculo de una muestraprobabilística caracteriza a la investigación de opiniones en la actua-lidad. Empero, además de los elementos relacionados con el cálculode las muestras, existen problemas técnicos que van desde la selec-ción de un método de muestreo, esto es, la forma bajo la cual se vaa seleccionar a cada una de las personas que serán entrevistadas,hasta la construcción de cuestionarios, la técnica de vaciado e inter-pretación de la información, y la presentación de los resultados.

Encuestas electorales en los procesos recientes

Pese a que Basáñez (op. cit.) hace referencia a encuestas realizadasen 1976 por Ana Cristina Covarrubias, previas a la toma de posesióndel presidente López Portillo, los sondeos electorales comenzarona ser utilizados de manera más prolífica en México a partir del pro-ceso electoral de 1988.

1 La realización de encuestas de opinión implica en la actualidad el uso de un conjuntode conocimientos y metodologías derivadas de la estadística. Como no es el objeto del presen-te artículo ahondar en esta metodología, se plantea la utilización de la siguiente bibliografía:Monzón, C., La opinión pública, Ed. Tecnos, Madrid, 1990; Traugott, M., Encuestas: guía paraelectores, Siglo XXI, México, 1997; Scheaffer, Mendenhall, Otto, Elementos de muestreo, GrupoEditoral Iberoamérica, México, 1987; López Altamirano, A., Introducción a la investigaciónde mercados, Diana, México, 1986; Kish, L., Survey Sampling, Wiley, Nueva York, 1965; Singer,E. y S. Presser (comps.), Survey Research Methods: a Reader, Chigaco, University of ChicagoPress, 1989.

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Como se puede advertir en la gráfica 1, los procesos electoralesde 1988, 1994, 1997 y 2000 han sido los más disputados en años re-cientes. Estas tres competencias presidenciales y la elección inter-media de 1997 hicieron posible el acceso de la oposición al gobiernode la ciudad de México.

Cuestiones contemporáneas

Fuente: el autor, con resultados del Instituto Federal Electoral y México Social, Banamex,México, 1998.

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México: resultados de elecciones presidenciales 1988-200

¿Cómo han reflejado las encuestas de opinión este conjunto decambios y qué tan veraz ha sido la actuación de las empresas, per-sonas e instituciones que han estado midiendo los distintos procesoselectorales? Al comparar los resultados de encuestas publicadas enlas elecciones presidenciales de 1988, 1994 y 2000, surgen algunascuestiones de interés.

La elección de 1988 es la primera en la historia moderna de Méxi-co que, a partir de un conjunto de circunstancias, que ya han sidoanalizados por otros autores (González, C.P., 1992; Molinar, 1992),surge un alto nivel de competencia y, por ende, de incertidumbre(Pacheco, 1994), lo cual determinó que se presentaran al público engeneral una buena cantidad de encuestas de opinión —veinte, se-gún De la Peña (op. cit.)—, aunque la mayor parte de éstas se lleva-ron a cabo en el área del Distrito Federal y zona metropolitana.

Otro hecho importante es que las instituciones educativas reali-zaron varios sondeos, los periódicos La Jornada, El Universal y Pun-

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to se encargaron de cuatro, y dos empresas estadounidenses, Gallup—mediante su filial en México— y Bendixen and Law, levantarondos. Por otra parte, con base en el material publicado en los mediosse puede apreciar en términos técnicos, en un artículo publicado porGuadalupe Pacheco (op. cit.), que los tamaños de las muestras, eltipo de levantamiento y los cuestionarios utilizados fueron de dis-tintos tipo, al igual que la calidad de los resultados obtenidos, si biensería importante recalcar que en esta primera experiencia de utili-zación masiva de encuestas para el caso mexicano era visible quea medida que se acercaba la fecha de la elección, el PRI ya no teníala misma ventaja que tuviera al inicio de la contienda. En algunasencuestas, como la realizada por la Facultad de Ciencias Políticas ySociales de la UNAM, se afirmaba que el abanderado del PRI llevabala delantera con poco más de 60% de la intención de voto. Sin em-bargo, en las últimas encuestas no rebasaba 40%. De esta maneraencontramos que, al analizar gran parte de las encuestas publicadas,el intento por disminuir la incertidumbre no se cumple, ya que nose perciben acuerdos entre los distintos encuestadores. De ahí queel resultado de la elección de 1988 y las encuestas que precedierona dicha contienda no arrojen certidumbre ni confiabilidad en tor-no a dicho proceso.

A diferencia de la de 1988, en la elección de 1994 se auguraba untriunfo tranquilo del PRI hasta el primero de enero de ese año. Sinembargo, la aparición del levantamiento indígena en Chiapas, elestablecimiento del Tratado de Libre Comercio de México con losEstados Unidos de América y Canadá, el asesinato del candidato delPRI, Luis Donaldo Colosio, y su sustitución por Ernesto Zedillo Poncede León tuvieron una serie de repercusiones tanto en la propia con-tienda como en los resultados de las encuestas que se publicaron enel periodo previo a la elección.

Se encuentran varias diferencias entre las encuestas de 1994 y lasde 1988. Por un lado, se publicaron por lo menos 17 encuestas decarácter nacional, como lo atestigua De la Peña (op. cit.). Ademásde ello, en palabras de otro analista (Basáñez, 1994), tales encues-tas pueden ser discutidas de acuerdo con cuatro conceptos: 1) elpatrocinio, 2) en torno al tamaño de las muestras, 3) referente a lastécnicas de entrevista y, 4) la forma de interpretación de los re-sultados.

Cuestiones contemporáneas

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Pese a que no disponemos de espacio para abordar cada una deestas etapas, se advierte que los patrocinadores de las encuestas enla elección de 1994 dejaron de ser instituciones de educación supe-rior y en su lugar participaron varias empresas como GEO (Gabinetede Estudios de Opinión), la cual se encuentra asociada con el sema-nario Etcétera, dirigido por Raúl Trejo Delabre; la empresa de AnaMaría Covarrubias asociada con la revista Voz y Voto, dirigida porJorge Alcocer; las que realizó Basáñez para la revista Este País, dela cual era también su director general. Podemos observar ademásque, en términos generales, todas las encuestas tenían muestrasmayores a 1000 entrevistados y en la gran mayoría se hizo uso dela entrevista domiciliaria, con excepción de las encuestas de MORIrealizadas para la revista Este País, lo cual suscitó una amplia dis-cusión con respecto a la validez metodológica de la utilización demuestras callejeras, es decir, la realización de entrevistas en la calle,métodos utilizado por Basáñez y Alduncín, quienes justificaron laaplicación de este método aduciendo que, en un país como México,gran parte de los entrevistados temerían represalias por parte delgobierno si manifestaban intenciones en su hogar de votar por unpartido distinto al PRI. Empero, la audacia de Basáñez y Alduncín nofue coronada, ya que con excepción de la recuperación del PAN des-pués del debate, partido que en algunas de las encuestas pasó de10% en el mes de abril a poco más de 26% de la intención de voto,en la encuesta de GEO de Covarrubias y Asociados para la revista Vozy Voto. El PRI, que había comenzado con 49% de la intención de votoen el mes de enero, perdió hasta 10 puntos porcentuales para situar-se en 39% a finales del mes de mayo, y llegó a 42% días antes de laelección —según la encuesta de GEO—, mientras que el PAN se en-contró con 24% de la intención de voto observada.

Es decir, antes de hacer un ejercicio que se define como reasig-nación de los indecisos, estos últimos se eliminan de la muestra, locual da por resultado una nueva muestra con solamente las personasque contestaron afirmativamente la pregunta acerca de su intenciónde voto. Con esta reasignación de la “no-respuesta”, como en reali-dad se designa a los indecisos, se obtiene un nuevo resultado queen la última encuesta elaborada por GEO mostraba al PAN con 29%de la intención de voto, o una diferencia de +2; al PRI con 52% ytambién con una diferencia de +2 en relación con el resultado que

Cuestiones contemporáneas

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logró en la elección de 1994 y, por último, al PRD con una intenciónde voto de 13% y una diferencia de -4, ya que su resultado en la elec-ción fue de 17 por ciento.

Si suponemos que la encuesta admitía un error de hasta 3% conrespecto al resultado que se anticipaba tendría la elección, la en-cuesta de GEO fue una de las que más se aproximó al resultado deaquella elección, ya que el PAN obtuvo 26% de los votos; el PRI, 50%;el PRD, 17% y los demás partidos 6%. Podemos concluir que las en-cuestas previas a la elección de 1994 cumplieron su cometido: dis-minuyeron la incertidumbre, señalaron a un ganador y establecieronel comportamiento de los electores.

En las encuestas del 2000, que fueron distintas a las de 1994, sesuscitó otra situación, pues aun cuando no lograron reducir el cli-ma de incertidumbre, tampoco señalaron a un ganador ni pudieronexplicar la conducta de los electores. Por el contrario, intentaroncumplir la función de elemento publicitario y mecanismo de per-suasión para influir en los lectores, principalmente de los diarios,puesto que fue en estos medios donde más se utilizaron las encues-tas de opinión a fin de lograr este propósito.

¿Hasta que punto se cumplió este cometido? En el cuadro 4 seilustra esta situación. Hasta el mes de mayo se habían publicado losresultados de poco más de 40 encuestas realizadas en el ámbitonacional, a las cuales se pueden sumar las realizadas en el mes dejunio, que se presentan en el cuadro 5. Por un lado, no es simple-mente una cuestión numérica, es decir, a mayor cantidad de encues-tas, mayor influencia. Por el otro, es muy probable que tal cantidadde cifras y tendencias tan disímbolas tuvieran un resultado contrapro-ducente. Sin embargo, aunque tales escenarios puedan tener teóri-camente una explicación en términos prácticos, se invalidan cuandolas encuestas son utilizadas no como un medio para informar a lapoblación, sino para influir en ella. En otras palabras, en términosde las distintas campañas políticas, las encuestas eran un medio pu-blicitario, de la misma manera que los spots, carteles y slogans forma-ron parte de la estrategia mercadológica.

Según Campuzano (1998, la aparición de las encuestas en laselecciones de 1988, como en 1994, dio credibilidad al proceso, puesmostró que existía competencia, ya que aun cuando el PRI iba a ladelantera, señaló cómo a partir del debate, Diego Fernández de Ce-

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Cuestiones contemporáneas

Cuadro 4México 2000: Encuestas nacionales Preelectorales

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Fuente: Revista Este País, num. 111, junio de 2000.

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vallos, candidato del PAN, se aproximó a Zedillo, candidato del PRI,dejando en una tercera posición a Cuauhtémoc Cárdenas. Sin embar-go, las encuestas en la elección de 1994 confirmaron en mayor gradolo que sucedía en el ámbito de la opinión pública que las de 1988,por cuanto confirmaban lo que el público percibía.

En el año 2000, gran parte de las encuestas se realizaron a partirde levantamientos a escala nacional, y de muchos de los tama-ños de las muestras incluyeron más de 1000 entrevistados. Además,en gran parte del tipo de levantamiento que se realizó, los entrevis-tados fueron seleccionados tomando como base el hogar, mientrasque en otras encuestas, como la realizadas por Alduncín para elperiódico El Universal, se utilizó la entrevista callejera, estrategia quefue muy criticada durante 1994, en palabras de Basáñez (1994). Sinembargo, aunque de las encuestas publicadas del 2000 tienen unamplio sostén técnico, podemos encontrar en muchas de ellas unaobvia intención de publicitar a un candidato más que una intenciónde informar.

Es importante hacer notar que, aun cuando la experiencia en ma-teria de la realización de encuestas de opinión en México es aún in-suficiente, y que en el caso de las elecciones presidenciales no sehabía tenido un escenario tan competido como el que se dio en estaelección, la intentona por parte de algunas de las direcciones decampaña de utilizar a las encuestas no como un medio de informa-ción, sino como una forma de influir en la decisión de los electores,generó una disminución en la credibilidad del instrumento, ya quemuchos de los resultados presentados a la opinión pública preten-dían hacer ver a los electores —con base en diversas encuestas comoelemento de prueba—, cómo su candidato iba adelante. De ahí queen algunos periódicos de circulación nacional se insertara este tipode anuncios:

46 encuestas nacionales publicadas al 22 de junio del 2000.Marcador final: encuestas que favorecen a Francisco Labastida,38; encuestas que favorecen a Vicente Fox, 8 (Reforma, 23 dejunio del 2000, p. 12).

La presentación de este y otros anuncios, así como la amplia difu-sión durante la campaña de distintas encuestas de opinión que favo-

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recían al candidato del PRI o a su contrincante, corresponden a lasteorías de la comunicación política en el ámbito de las campañas po-líticas. Por ejemplo, Hovland (1957) considera que el proceso depersuasión se desarrolla en tres pasos: exposición, recepción yaceptación. Ello significa que el público, ya sean lectores de diarios,televidentes o radio escuchas, está expuesto o “físicamente próximo”a los mensajes. En la recepción se recibe un mensaje con un elemen-to de carácter cognitivo, construido con argumentos racionales. Co-mo se advierte en el anuncio citado de las encuestas, el mensaje im-plícito es que si tantas encuestas atribuían la victoria a Labastida, nopodían estar equivocadas. El último paso plantea la hipótesis de queel público acepta y cree los mensajes que recibe. Existen varias es-trategias para que los mensajes puedan ser aceptados: la saturaciónde anuncios en los medios, cuyo resultado no siempre es positivo; laemisión de los mensajes por personas o fuentes de reconocido pres-tigio; buscar que los resultados sean divulgados por un canal de re-conocida reputación o un diario o publicación de amplia aceptación,como Reforma, La Jornada, Milenio, etcétera.

Éste fue el contexto para la proliferación de encuestas en la elec-ción del año 2000 ya que, como se mencionó, en las elecciones de1988 y de 1994 el PRI tuvo una posible disminución en su caudal devotos determinada, por un lado, por la escisión en sus filas derivadode la salida de Cárdenas, y por otro por la candidatura de ManuelJ. Clouthier, por parte del PAN, que si bien era ya muy combativo,no contaba con los medios económicos y materiales para la reali-zación de una campaña como las que realizaba el PRI. Empero, enel año 2000 el PAN accedió a 30.2% del financiamiento público parapartidos políticos, el PRD tuvo 34% y el PRI 30.3% (Becerra, 2000, p.47), mientras que en 1994 el PAN tuvo 14%, el PRD 10.3% y el PRI49.3%. Esta nueva situación de mayor competencia y equidad colocóa las campañas en una situación de mayor cercanía en términos com-petitivos, acarreando consecuencias en varios ámbitos, de las cualeslas encuesta de opinión fue uno de ellas. Este tipo de estudios tieneun uso más estratégico, en el sentido de que se utilizan para la de-finición de un escenario y de posibles actuaciones en el ámbito decampañas, como las estadounidenses, en las que los votantes exhi-ben una conducta electoral más típica que la de los votantes mexica-nos (Kuschick, 2001, inédito). Estos últimos, a raíz de la disminución

Cuestiones contemporáneas

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del apoyo registrado al PRI en los procesos electorales más recientes,si tomamos en cuenta que en la elección para diputados federalesde 1997 este partido obtuvo únicamente el 39.1% de los sufragios,se han vuelto más volátiles. Esta situación de gran vulnerabilidad yvolatilidad entre los electores obligó a buscar fuentes alternas de cre-dibilidad y certidumbre frente a un electorado escéptico, que ade-más ni siquiera conocía la forma en que se hacen las encuestas, pesea que un gran número de ellas predijo que cierto partido o candidatoganaría la elección en un proceso tan competido como fue el del año2000.

Por consiguiente, las elecciones pueden ser un buen aliado paralos grupos de indecisos o quienes toman decisiones bajo el influjode la mayoría. Ahora bien, el panorama que se generó en la elec-ción del año 2000 fue de gran incertidumbre, para lo cual las encues-tas de opinión podrían haber sido uno de los mecanismos para sudisminución. Empero, la proliferación de las mismas no significóconfianza ni mayor credibilidad para gran parte del electorado, sinoincertidumbre y desconfianza. Sin poder afirmar, por carecer de lasmínimas pruebas acerca de la honestidad y de la confiabilidad delas empresas y de los medios masivos de comunicación, que comu-nicaron a sus clientes y lectores sus resultados que la elección final-mente afirmó, en algunos casos, o desmintió, en otros, sólo quedapor plantear que las encuestas, como estrategia de predicción deconductas futuras (Bell, 1986) únicamente pueden ser validadas conrespecto al escenario que pretenden anticipar, en función de los pa-rámetros estadísticos y probabilísticos mediante los cuales genera-ron su hipótesis acerca del comportamiento futuro del electorado,amén del tipo y orden de las preguntas, la forma y el método demuestreo utilizado y la época en que se llevó a cabo el sondeo.

De ahí que una encuesta, además de los elementos subjetivos decredibilidad y confiabilidad de la fuente que la suscribe, solamentepodrá sostenerse con los niveles de confianza utilizados para deter-minar y justificar el tamaño de la muestra y el error muestral, es decir,la diferencia entre el parámetro que se pretende medir —que en elcaso de las encuestas preelectorales denota quien saldrá triunfadoren los comicios, dato que se desconoce—, y el estadístico que arrojael resultado de la encuesta, es decir, a menor la diferencia entre unoy otro, más certera ha de ser la predicción.

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Consideremos algunos ejemplos de las encuestas realizadas en elúltimo mes previo a las elecciones del dos de julio de 2000 y cuálesfueran las encuestas más acertadas.

En el cuadro 5 se presentan las catorce encuestas que fueron reali-zadas y publicadas en el mes de julio, es decir, a menos de un mesde llevarse a efecto las elecciones. La importancia de este cuadrono sólo radica en el hecho de mostrar que, de la gran cantidad desondeos realizados, únicamente cinco de ellos lograron acertar elpronóstico de candidato ganador y, con excepción de DemocracyWatch, todos los demás que acertaron en su pronóstico son empre-sas mexicanas que ya habían tenido experiencia previa en los pro-cesos electorales mexicanos.

Otro elemento que debe resaltarse es a la importancia de las cues-tiones metodológicas, como el tamaño de la muestra y el tipo demuestreo que se utilizó para determinar la modalidad de selecciónde los entrevistados, ya que en el primer caso los tamaños de mues-tras con selecciones entre 1,000 y 2,000 son suficientes y la diferenciaentre los resultados que arrojan son despreciables. Al observar losresultados de los últimos resultados de las encuestas publicados en

Cuestiones contemporáneas

Cuadro 5Encuestas preelectorales publicadas en el mes de junio.

Preferencia efectiva para presidente de la República

Encuesta Fecha Casos Tipo % FLO % VFQ % CCS Otros

ARCOP 18/06 1,400 hogar 38 43 17 3D.Watch 19/06 1,542 hogar 36 41 20 3Demotecnia nd 2,054 hogar 34 44 16 6GEA 18/06 2,287 hogar 38 39 19 3Alduncin 12/06 2,095 calle 35 41 20 4Reforma 18/06 1,545 hogar 42 39 16 3CMPolítico 19/06 1,800 hogar 41 38 18 3Milenio 19/06 2,489 hogar 43 39 16 3CEO/U. de G. 17/06 2,423 hogar 43 39 15 3Pearson 19/06 1,800 hogar 43 39 15 3ReuterZogby 18/06 1,330 hogar 44 41 15 1Fishers 18/06 2,750 hogar 42 36 19 3Mund/Dallas 19/06 1,362 hogar 37 36 27 0Technomngt. — — — 41 34 20 5PREP2 93% casillas 36.6 43.6 16.9 2.9

Fuente: Milenio, 7 de junio de 2000, p. 17.

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la prensa mexicana, encontramos que el error entre la encuesta pu-blicada por Alduncín (levantamiento en vía pública) y GEO (levan-tamiento en hogar) es igual, 2.1%, pese a los argumentos ya mencio-nados en relación con la técnica de encuestar en la calle. Esto ponede relieve que las cuestiones de tipo metodológico no fueron funda-mentales en esta ocasión, aunque faltarían elementos de análisis re-lativos al cuestionario, al orden de las preguntas y a la modalidadbajo la cual se aplicó. Sin embargo, para ser la segunda elección real-mente competitiva, es importante encontrar que una mínima canti-dad de empresas pudo, aun sin acertar al ganador, como es el casodel periódico Reforma, terminar con un margen aceptable de error,inferior a 3%, lo que coloca en lugar central al patrocinador de la en-cuesta, es decir, quien financió su ejecución, el prestigio y la credibi-lidad de la empresa ya que, como vimos en las encuestas electoralesrealizadas en México, para muchas de las empresas su principalfuente de ingresos, como Pearson, por ejemplo, no es la realizaciónde encuestas de opinión, sino estudios de mercado, lo que significaque el proporcionar resultados no muy confiables en materia electo-ral, no daña, aparentemente, su credibilidad en el ámbito comercial.

Cuadro 5aMargen de error en encuestas preelectorales. México:

Elecciones 2000

Encuesta Err. FLO Err. VFQ Err. CCS Err. Otros Err. tot. Promedio

ARCOP 1.4 .6 .1 .1 2.3 .6D.Watch .6 2.6 3.1 .1 6.4 1.6Demotecnia 2.6 .4 .9 3.1 6.9 1.7GEA 1.4 4.6 2.1 .1 8.3 2.1Alduncin 1.6 2.6 3.1 1.1 8.4 2.1Reforma 5.4 4.6 .9 .1 11.0 2.8CMPolítico 4.4 5.6 1.1 .1 11.3 2.8Milenio 6.4 4.6 .9 .1 12.0 3.0CEO/U. de G. 6.4 4.6 1.9 .1 13.0 3.2Pearson 6.4 4.6 1.9 .1 13.0 3.2Reut./Zogby 7.4 2.6 1.9 1.9 13.9 3.5Fishers 5.4 7.6 2.1 .1 15.3 3.5Technomngt 4.6 9.5 3.0 1.9 19.0 4.7Mund/Dallas. 4 7.6 10.1 2.9 21.1 5.3

Fuente: op. cit., p. 17.

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Cuestiones contemporáneas

De ahí que podamos afirmar que una gran parte de las encuestas pu-blicadas en los diarios mexicanos no tenína el propósito de informara la población, sino más bien intentar influir en su decisión.

Conclusión

Si se consideran los proceso de 1988 como indicativos del interéshacia la utilización de las encuestas de opinión como un medio quepermite disminuir el grado de incertidumbre de la sociedad en rela-ción con el carácter de la competencia, es decir, por un lado, si éstaexiste y por el otro, cuáles son las posibilidades de los candidatosde la oposición de triunfar sobre el PRI, es cada vez más probableque las encuestas no sean usadas únicamente como medios para dis-minuir la incertidumbre, sino por el contrario, como un medio queposibilite a los electores reconocer entre los candidatos a un posi-ble ganador.

Empero, la aparición únicamente de la competencia es insuficien-te; es necesario que exista confiabilidad y credibilidad por parte dela ciudadanía con respecto a los posibles resultados que arrojen lossondeos de opinión. Esto significar que, para 1994, las empresas querealizaron sondeos y encuestas de opinión se profesionalizaron,conllevando la desaparición y la aparición de nuevas empresas ypublicaciones, como se observa en los cuadros 3, 4 y 5.

Pese a estas transformaciones, solamente la elección de 1997 enla ciudad de México obtuvo la ansiada credibilidad a las encuestasde opinión al mostrar que un candidato de oposición ganaría aque-llas elecciones.

Esta credibilidad corrió riesgo en el proceso del año 2000, cuandoempresas, candidatos, partidos y los encargados de dirigir campañaspolíticas, sin un verdadero conocimiento sobre los efectos y la capa-cidad de influencia de los medios masivos de comunicación, deci-dieron inescrupulosamente utilizar las encuestas no como un mediode información, sino como un instrumento de influencia, bajo laidea de que todo estímulo tiene una respuesta, aunque, como se de-mostró, la respuesta del electorado no siempre fue la que los lanza-dores del estímulo habían estipulado. Si bien un gran número de lasencuestas de opinión no anticipó el desenlace de las elecciones me-

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xicanas del 2000, demostraron finalmente que estos estudios sonuna de las únicas opciones para evaluar la conducta del electoradofrente a la multiplicidad de los estímulos que presentan en laactualidad las campañas políticas.

Recibido el 15 de octubre de 2001Aceptado el 18 de enero de 2002

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Seguridad, inseguridad y no seguridaden los polos: una agenda inexistentepara dos regiones convenientementeolvidadas. Los casos de la soberanía

en el Ártico canadiensey en la Antártica australiana*

MARÍA CRISTINA ROSAS**

Resumen

El presente artículo se centra en dos de las regiones más ignoradas en la geopolítica inter-nacional: los polos. En este trabajo, la autora pone énfasis en la importancia estratégica deesta zona, las diferencias entre el Ártico y la Antártica y los problemas que reviste, en términossoberanos, para Canadá y Australia cada una de estas regiones. Asimismo, se analizan las gran-des problemáticas relacionadas con su trascendencia internacional como escenarios geo-político-militar-económicos de capital importancia.

Abstract

The article focuses on two of the most ignored areas of international geopolitics: the poles.In the paper, the author emphasizes the strategic importance of the regions, the differencesbetween the Arctic and Antarctica and their problems, in terms of sovereignty, for Canada andAustralia. Also analyzed are many other problems related with their bearing on geo-political-military-economical international issues of utmost importance.

Palabras clave: Polo Norte, Polo Sur, Ártico, Antártica, Consejo Ártico, Tratado Antártico.

Un país cuya posesión se extiende en la actualidad a las regiones árticas, tendrá elderecho, o debería tenerlo, o tiene derechos sobre todas las tierras que sean encon-tradas en las aguas entre una línea que se extienda desde su extremo más oriental enel norte y otra línea que se extienda desde su extremo occidental en el norte. Todaslas tierras entre las dos líneas ubicadas en el Polo Norte deben pertenecer y pertenecenal país cuyo territorio se encuentra ahí.

Senador Pascal Poirierante el Senado canadiense

20 de febrero de 1907

**.El presente constituye un avance de investigación en torno a la política exterior de laspotencias medias que se realiza con el apoyo del Gobierno de Canadá a partir del Faculty Re-search Program. La autora también desea agradecer el apoyo brindado por April Pressler deImage Abroad y por la aerolínea Qantas para efectuar una estancia de investigación en Austra-lia de junio a agosto de 2001.

**.Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales,Coordinación de Relaciones Internacionales, Circuito Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universi-taria, Col. Copilco Universidad, Coyoacán, México D.F., c.p. 04510.

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Aquellos países como Chile y otros seis más [Australia incluida] que han hecho valertítulos de soberanía territorial, no están obligados a renunciar a ellos y sí a conservarlosen los términos del artículo IV del Tratado Antártico. No existen razones para hacer-los renunciar a sus pretensiones o derechos, y lo litigioso antártico sólo renacerá enla eventualidad en que dicho convenio quede sin efecto.

Oscar Pinochet de la BarraDirector del Instituto Antártico Chileno

E l estudio de los polos en las relaciones internacionales ha sido muy castigado. Con frecuencia se pierde de vista que la Antár-

tica es el sexto continente (congelado, por cierto) ubicado en el PoloSur, mientras el Ártico es un gélido océano localizado en el Polo Nor-te donde se encuentra la mayor reserva de agua dulce del planeta.Si bien ambos constituyen espacios estratégicos, las acciones másconcretas para su dominio, apropiación y explotación se han desa-rrollado especialmente en el siglo XX y con ello, el interés por anali-zar la problemática que revisten se ha acrecentado. Falta aún muchopor descubrir en torno a los polos, si bien dramáticos sucesos quese han venido produciendo en los últimos años, claman por accionesconcretas en términos concertados de parte de organismos interna-cionales intergubernamentales y no gubernamentales, los estados,las grandes corporaciones y los individuos para generar mecanismosde cooperación mutuamente benéficos.

Desafortunadamente en el año 2000, los polos acapararon laatención a raíz de dos noticias lamentables. La primera de ellas pusode manifiesto que el Ártico sigue siendo escenario de una guerra fríano divulgada aunque obvia, a partir de los términos en que se produ-jo el accidente del submarino ruso Kursk, el cual provocó la muertea sus 118 tripulantes. El accidente se produjo cuando a las 10: 31 dela mañana del 11 de agosto del año 2000, en el Mar de Barents, elsubmarino se averió (hay discrepancias dado que hay quienes pos-tulan que chocó contra otra nave y quienes piensan que fue atacado,inclusive por la propia armada rusa). Como se verá en detalle másadelante, en el Ártico se llevan a cabo siniestros juegos de guerra,especialmente entre submarinos de Estados Unidos y Rusia, sin dejarde lado la devastación ambiental que ha venido padeciendo el áreacon motivo de ensayos nucleares, desechos radiactivos y la explo-tación petrolera que se realizan en esas latitudes.

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Cuestiones contemporáneas

Por cuanto toca a la Antártica, en la tercera semana de septiembredel mismo año, científicos estadunidenses revelaron que el agujeroen la capa de ozono que se extiende sobre la zona ha alcanzado di-mensiones históricas, para abarcar un área correspondiente a tresveces el tamaño del territorio de Estados Unidos.

Pero más allá de los impactos ecológicos, de las rivalidades exis-tentes entre los países y de los intereses corporativos y los de orga-nismos no gubernamentales, el estudio de los polos se plantea comouna necesidad para el internacionalista, en el entendido de que suobjeto de estudio es el mundo y las zonas polares forman parte delglobo terráqueo. Así, el propósito del presente análisis es explicarla importancia de los polos, las diferencias existentes entre el Árticoy la Antártica y los problemas que reviste, en términos soberanos pa-ra Canadá y Australia cada una de éstas regiones.

El Ártico: mare omnibus, mare nullum

El nombre arktis tiene su origen en la palabra griega arktos que sig-nifica oso. Arktis era usada en la antigua Grecia como definición as-tronómica para denominar a la región del Norte donde el sol no sepone durante el verano. La ubicación de esta región era relacionadacon la constelación de la Osa Mayor y es de ahí de donde provieneel nombre de Arktos o Ártico (Colacrai de Trevisan, 1998:10).

El Ártico es un océano congelado ubicado en el círculo polar ár-tico. Sus dimensiones son casi idénticas a las de la Antártica, esto es,14,056,000 kilómetros cuadrados. El área incluye la Bahía de Baffin,el Mar de Barents, el Mar de Beaufort, el Mar de Chukchi, el Mar Si-beriano Oriental, el Mar de Groenlandia, la Bahía de Hudson, el Es-trecho de Hudson, el Mar de Kara, el Mar de Laptev, el Pasaje No-roccidental y otras áreas acuíferas adicionales. El clima es polar y secaracteriza por un frío continuo y pequeños cambios en las tempe-raturas por año. Los inviernos son de oscuridad permanentes, fríosy con condiciones climáticas estables y cielos despejados. Los vera-nos se caracterizan por la luz continua y un clima húmedo y con nie-bla, además de pequeños ciclones con lluvia o nieve.

La superficie central es una capa de hielo perenne que promediatres metros de espesor, si bien las presiones de las cordilleras puedentener un tamaño tres veces superior. Hay un movimiento en el senti-

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do de las manecillas del reloj de las corrientes de Beaufort. En cam-bio, hay un movimiento prácticamente en línea recta de las NuevasIslas Siberianas en Rusia, al Estrecho de Dinamarca, entre Groenlandiae Islandia. El hielo está rodeado por mar abierto durante el verano,pero se duplica en número durante el invierno y se extiende a lasmasas de tierra que la rodean. Se sabe que el Ártico, como masa dehielo, es un mar gélido, aunque existen algunas investigaciones quesugieren que podría haber porciones continentales a profundidadesmayores.

La región tiene agregados de arena y grava, nódulos polimetálicos,petróleo y gas natural, peces y mamíferos marinos (focas y ballenas).Algunos peligros naturales son las islas de hielo que ocasionalmen-te se rompen al norte de la Isla Ellesmere. Los témpanos de hielo quese desprenden de los glaciares en el oeste de Groenlandia y en elextremo noreste de Canadá son otra amenaza. Hay congelamientopermanente en algunas islas. El Ártico está completamente petrifica-do en hielo de octubre a junio y las naves están expuestas al conge-lamiento de su estructura de octubre a mayo.

En términos de deterioro ambiental, las morsas y las ballenas seencuentran amenazadas. El ecosistema es frágil, cambia lentamente

Figura 1El Ártico: un océano congelado

El Ártico es una de las zonas más militarizadas del mundo. En la guerra fría, tanto EstadosUnidos como la URSS hicieron del área la muestra más palpable de la disuasión. El dañoambiental en el Ártico es muy grande y ello reclama un esfuerzo en materia de cooperaciónentre los ocho países y las comunidades indígenas que habitan y tienen soberanía en la región.

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Cuestiones contemporáneas

y tarda también en recuperarse del daño ocasionado por las activi-dades humanas. En el Mar del sur de Chukchu (que permite el accesoal Océano Pacífico vía el Estrecho de Bering) se encuentra un puntode chequeo. El Ártico también tiene una ubicación estratégica entreAmérica del Norte y Rusia. Constituye, asimismo, el vínculo maríti-mo más corto entre los extremos oriental y occidental de Rusia. Esta-ciones de investigación flotantes son operadas por Estados Unidosy Rusia. La máxima cobertura de la nieve en marzo y abril oscila entrelos 20 y los 50 centímetros sobre el océano congelado. La coberturade la nieve dura alrededor de diez meses (Central Intelligence Agen-cy, 1999: 19).

Las actividades económicas en la región se limitan a la explota-ción de los recursos naturales, incluyendo el petróleo, el gas natural,el pescado y las focas. No hay cables submarinos. Los puertos exis-tentes son el de Churchill en Canadá, el de Murmansk en Rusia, yel de la Bahía de Prudhoe en Estados Unidos. Existe una red pocodensa de rutas aéreas, oceánicas, ribereñas y terrestres en el Ártico.El pasaje del Noreste, en América del Norte y la Ruta del Mar del Nor-te, en Eurasia son vías de comunicación estacionales importantes.Existen además algunas disputas marítimas: Svalbard es motivo deun diferendo entre Noruega y Rusia (Ibid.).

Las percepciones sobre el Ártico

Los analistas políticos y los especialistas en relaciones internaciona-les, tienen la tendencia a subestimar la importancia del Ártico, basan-do sus percepciones en las siguientes consideraciones, a saber:

1) La idea de que el Ártico constituye un espacio vacío. Esta pre-misa parte del hecho de que los asentamientos humanos quehay en la zona se encuentran excesivamente dispersos, razónpor la que es sencillo asumir al Ártico como un mare nullum.En esas latitudes reside el uno por ciento de la población delmundo, siendo el Ártico ruso, con sus ínsulas, la región queconcentra la mayor parte de los asentamientos humanos exis-tentes. Se trata de unas 500 mil personas ubicadas en las “gran-des” zonas urbanas árticas como Murmansk, Arcángel y No-rilsk en Rusia; Reykjavik en Islandia; y Anchorage en Alaska.

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De hecho en la zona la densidad de población es inferior a unhabitante por kilómetro cuadrado (Young, 1992: 5).

2) El excepcionalismo del Ártico. Se trata de una tradición arrai-gada en los estudios sobre la región, que la asumen como unlugar exótico y, por lo mismo, carente de interés para los es-tudiosos de las relaciones internacionales. Si acaso, se piensaque los geógrafos y quizá los antropólogos tienen en el Árticoun ambiente ideal para conducir sus estudios, pero no se con-sidera que ello revista interés para otras disciplinas científicas.

3) La existencia de relaciones centro-periferia. Con frecuencia sepiensa que los asuntos del Ártico deben ser tratados y resueltospor las metrópolis sureñas (i. e. Ottawa, Moscú, Washington,Oslo, Helsinki, Estocolmo), las que, a su vez, asumen al Árticocomo un espacio que deben preservar celosamente respectoa otros países, y también para efectos de la explotación de susrecursos. Ésta percepción desalienta el análisis del Ártico ensu conjunto, evitando que se le considere un objeto de estudioen sí mismo.

4) La parálisis de la guerra fría. Aún ahora, el Ártico es visto comouna región en la que Washington y Moscú ejercen la disuasióna los niveles más intensos. El antagonismo proyectado por am-bas potencias ha llevado a que se conciba como utópica la coo-peración internacional en el área (Young, op. cit.: 6-7).

Geopolítica del Ártico

Casi siempre se piensa en Europa como el corazón de las accionesmilitares perpetradas por Estados Unidos y la Unión Soviética en elmarco de la confrontación Este-Oeste desarrollada a lo largo de laguerra fría. Si bien los especialistas acotan que efectivamente Europaconstituye el núcleo de la estabilidad y la seguridad internacionales,es menester reconocer que el Ártico ha sido el escenario de impor-tantes maniobras militares que en la guerra fría formaron parte cen-tral de la disuasión entre Washington y Moscú. Tanto Rusia (o la URSS,hablando de la guerra fría) como Estados Unidos militarizaron elÁrtico, dado que, como naciones ubicadas en el hemisferio norte,se encuentran frente a frente en el Polo Norte. Esto convierte a Cana-

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dá en parte central de los esquemas de seguridad de Estados Unidosdebido a su trioceanidad1, y a lo que algunos autores refieren comola tiranía de la proximidad, respecto a la Unión Americana.

En la era soviética, el Ártico fue una base de poderío naval parabuena parte de las capacidades nucleares emplazadas en el mar porparte de la URSS. Para Estados Unidos, el Ártico fue el lugar en quese desplegaron sistemas de defensa anti-aérea dedicados a la alertatemprana y a contrarrestar cualquier ataque soviético. Lo que es más:la región padeció los efectos de un activo programa nuclear soviéti-co y estadunidense.2 Peter Gizewski explica que las dos superpoten-cias solían desarrollar juegos de guerra al estilo “el gato y el ratón”para probar en el Ártico sus capacidades tecnológicas a través delempleo de submarinos “asesinos”3 (Gizewski, Winter 1993-1994: 1).

El fin de la guerra fría supone también el fin, al menos en teoría,de la actividad militar en el Ártico y ello explicaría en parte el surgi-miento del Consejo Ártico y de otra serie de iniciativas que vinculany hermanan a las comunidades indígenas árticas de, por ejemplo, elnorte de Rusia y Alaska, escenario impensable en la guerra fría. Eldeclive de Rusia tras el colapso de la URSS, modifica considerablemen-te la seguridad en el Ártico sin que ello signifique que la dimensiónmilitar se haya evaporado. Ocurre, sin embargo, que también hayuna agenda no-militar que reclama atención urgente en la zona.

Justamente un tema no-militar que paradójicamente es consecuen-cia de las maniobras militares efectuadas por las potencias en la gue-rra fría, es el entorno ecológico. El Ártico padece una severa conta-minación explicable, en parte, por la intensa actividad industrial ycomercial, pero sobre todo por las maniobras militares efectuadaspor las potencias. Existe un hoyo en la capa de ozono que se hacevisible en marzo de cada año.

Para muchos, las maniobras militares del pasado, podrían ser cau-santes de un desastre ecológico en el futuro si no prospera la coope-ración entre las naciones principalmente involucradas. En esa lógica

1.Rusia, Canadá y Estados Unidos son los únicos países trioceánicos del mundo (y con acce-so a los mismos mares: el Océano Atlántico, el Océano Pacífico y el Ártico).

2.El nacimiento de la organización no-gubernamental Greenpeace se produjo a principiosde los años setenta, cuando una serie de activistas canadienses decidieron viajar a Alaska paraimpedir que Estados Unidos siguiera efectuando ensayos nucleares en ese territorio.

3.Es decir, submarinos destinados a buscar y destruir submarinos enemigos.

Cuestiones contemporáneas

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podría interpretarse, por ejemplo, el reciente accidente que padecióel submarino ruso Kusk, mismo que se produjo en circunstanciasno del todo claras. Todo parece indicar que fue el barco ruso el quedisparó contra el submarino tripulado por 118 personas, las cualesperecieron de inmediato (Traynor, 6 de septiembre, 2000: 1).

Las actividades militares efectuadas por Estados Unidos y la URSSen el Ártico incluyeron: ensayos nucleares; accidentes navales queinvolucraban a naves alimentadas con combustible nuclear o porta-doras de armas nucleares y la contaminación deliberada provocadapor arrojar desechos radiactivos al oceáno. Estas actividades en con-junto elevan el impacto de la contaminación radiactiva en la regióny, por lo mismo, representan una seria amenaza a al salud y el bie-nestar de los Estados y los pueblos de la zona (Gizewski, op. cit.: 2).

Por cuanto hace a los ensayos nucleares, desde el inicio de la gue-rra fría, Washington y Moscú ejecutaron programas intensivos depruebas atómicas, diseñadas para verificar la efectividad de sus nue-vos sistemas de armamento. Ciertamente Estados Unidos hizo buenaparte de las detonaciones en Nevada, en tanto la URSS ensayó susartefactos nucleares preferentemente en el polígono de Semipalatinsk,Kazajstán, Asia Central. Empero, las dos naciones efectuaron un nú-mero importante de pruebas en el Ártico. Los lugares elegidos fue-ron, por parte de la URSS, Novaya Zemla, y por parte de Estados Uni-dos en la isla de Amchitka de la península de Alaska.

El Ártico canadiense

El territorio canadiense se encuentra en una posición geográfica vul-nerable respecto a Estados Unidos y Rusia. Visto desde el Polo Norte,Canadá aparece como el “jamón del sándwich”, esto es, un territorioatrapado por los compromisos militares asumidos con Estados Uni-dos, por una parte, y la percepción de Rusia, que ve a Ottawa comoun aliado de Washington y, por ende, como un objetivo de ataqueen el caso en que se diera una confrontación entre los estadunidensesy los eslavos.

Así, la amenaza física primordial a la seguridad canadiense es elpotencial de un ataque nuclear con armas estratégicas procedentesde Rusia contra América del Norte. Ello explicaría porqué los cana-dienses decidieron en 1957 (momento en que la entonces URSS puso

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Cuestiones contemporáneas

en órbita el primer satélite artificial de la Tierra) cooperar con Esta-dos Unidos suscribiendo el pacto que dio origen al Comando de De-fensa Aeroespacial de América del Norte (o NORAD) (French Cald-well Jr., 1990: 4).

Canadá es el segundo país más grande del mundo, sólo superadopor la extensión territorial de Rusia. Ello significa que además de en-frentar una amenaza aérea a su seguridad, tiene que lidiar tambiéncon la que podría presentarse en términos marítimos, dados los vas-tos litorales que posee. Aquí el escenario le es muy desfavorable. Nohay que perder de vista que Canadá pertenece a la Organización delTratado del Atlántico Norte (OTAN) y que ello obliga al país a apoyarel mantenimiento de las líneas marítimas de comunicación en elAtlántico Norte abiertas (Ibid.).

Dado que Canadá posee una pequeña flota naval, si ésta se des-plaza al Atlántico Norte sus aguas árticas, las del Pacífico y buenaparte de las del Atlántico quedan completamente indefensas y de-pendientes de la defensa que Estados Unidos podría hacer de suterritorio. Por eso fue que el Libro blanco sobre la defensa nacionalque fue publicado en 1987, apuntaba a la adquisición de una peque-ña flotilla de submarinos (de diez a doce) que posibilitaran a un paíscon zonas costeras tan extensas y apenas 30 millones de habitantes,proteger, aunque de manera precaria, su seguridad (Ibid.).

Los especialistas sugieren que Canadá debería acuñar una políticaexterior circumpolar argumentando que

para un país que siempre ha buscado la membresía en agrupa-ciones internacionales es muy sorprendente, si no negligente,que en el Ártico, donde podría ser una potencia, Canadá hayahecho tan poco. Ha invertido mucho dinero y esfuerzo en eldiálogo Norte-Sur entre los países ricos y los pobres del mundo.Sin embargo, casi no ha hecho ningún esfuerzo para fomentarel diálogo Norte-Norte […] Si Canadá desea tener una políticasignificativa a nivel interno respecto al norte, debe complemen-tarla acercándose con convicción y capacidad resolutiva a susvecinos circumpolares. En la defensa, la limitación de armamen-to, la soberanía o el control de la contaminación, la acción con-junta provee mayor protección y seguridad. Como la pieza finalen una nueva política integrada para el norte, Canadá debería

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aprender de quienes viven en condiciones y ambientes simi-lares (Honderich, 1987: 210-211).

A Canadá entonces, le beneficia la horizontalidad en el Ártico, enoposición a la verticalidad estimulada en la guerra fría por las poten-cias, frente a las cuales carece de márgenes de maniobra. De maneraque ser el “jamón del sándwich” podría evitarse, convirtiendo a Ca-nadá en una especie de canapé al lado de jugosas viandas en un arre-glo institucional en el que los países que tienen acceso al Ártico pue-dan ser protagonistas. Ésta es la idea que subyace al Consejo Ártico.

El Consejo Ártico

A falta de una normatividad jurídica en el Ártico, se han instituido al-gunos mecanismos de cooperación entre los que destaca el ConsejoÁrtico cuyos miembros son los ocho países que tienen acceso alcírculo polar ártico y que están convencidos de la necesidad de coo-perar en aras de la resolución de los problemas comunes.

El gobierno canadiense ha asumido la seguridad en el Ártico co-mo una de las prioridades en su política exterior. No es de extrañar en-

Figura 2El emblema del Consejo Ártico

El emblema del Consejo Ártico representa los paisajes más comunes de lo que Hans Rueschdenominaba “el país de las sombras largas” o “la cima del mundo” (top of the world): el solde medianoche en los veranos, y la oscuridad permanente en los inviernos.

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tonces que el Consejo Ártico haya sido creado en Ottawa. Surgió el19 de septiembre de 1996. Para muchos, la cooperación que ha em-pezado a establecerse entre los países con acceso al Polo Norte, tieneque ver con el fin de la guerra fría y la distensión que este hecho pro-pició, dado que en un entorno disuasivo, la confrontación es la regla.

Así, el Consejo Ártico es un foro intergubernamental al más altonivel que permite debatir las preocupaciones comunes y los desafíosque enfrentan los gobiernos y los pueblos del Ártico.

Los miembros del Consejo son Canadá, Dinamarca, Estados Uni-dos, Finlandia, Islandia, Noruega, Rusia y Suecia. Asimismo, bajo la mo-dalidad de participantes permanentes en el Consejo figuran la Aso-ciación de Minorías Indígenas del Norte, Siberia y el Lejano Orientede la Federación Rusa,4 la Conferencia Circumpolar Inuit,5 el ConsejoSaami6 y la Asociación Internacional Aleutiana.7 También existe la

4.La Asociación Rusa de los Pueblos Indígenas del Norte (RAIPON) es un organismo no gu-bernamental que representa los intereses culturales, económicos, ambientales, políticos y so-ciales de los 31 pueblos del norte de Rusia con una población total de 200 mil personas. Crea-da en marzo de 1990, la asociación adoptó su nombre actual en su Segundo Congreso en 1993.En marzo de 1994 fue incorporada como una organización pública por parte del MinisterioRuso de Justicia. Los principales objetivos de la asociación son: promover la unificación delos pueblos nativos del norte; defender sus derechos e intereses; y resolver problemas relativosal desarrollo socio-cultural y económico de estos pueblos. La asociación trata asuntos de au-togobierno, la salvaguarda de derechos, la preservación de la identidad y del medio ambiente.Tiene su sede en Moscú (Russian Association of Indigenous Peoples of the North (RAIPON),27 de enero de 2000, <http://www.arctic-council.usgs.gov/raipon.html>).

5.Se trata de una organización internacional que representa aproximadamente a 152,000inuits que viven en las regiones de Alaska, Groenlandia y Chukotka, Rusia. Sus objetivos sonfortalecer la unidad entre los inuit de la región circumpolar; promover los derechos y los inte-reses inuit a nivel internacional; desarrollar y fortalecer políticas de largo plazo que salvaguar-den el Ártico; y buscar una activa asociación política, económica y social de las regionescircumpolares (The Inuit Circumpolar Conference, 18 de febrero de 2000, <http://www.arcticpeo-ples.org/icc.htm>).

6.El Consejo Saami es un cuerpo representativo para la cooperación entre los Saami de No-ruega, Suecia, Finlandia y Rusia. Creado en 1956, también es considerado una organizaciónno gubernamental en el seno de Naciones Unidas. El propósito del Consejo es la salvaguarday la promoción de los intereses económicos, sociales, culturales y educativos de los Saami.También apoya y fortalece la unidad y el entendimiento mutuo entre los Saami y proporcionainformación sobre los Saami y sus compromisos políticos. Otra de las tareas del Consejo esla promoción del reconocimiento de los Saami como un solo pueblo, además de trabajaren la meta de asegurar que sigan viviendo en sus tierras natales. El Consejo Saami tiene susede en Finlandia (Saami Council, 27 de enero de 2000, <http://arctic-council.usgs.gov/saami.html>).

7.En septiembre de 1998 fue creada la Asociación Internacional Aleutiana, la primera ensu tipo en 178 años. Su propósito es proteger los recursos naturales y el medio ambiente dela región que rodea los hogares aleutianos que actualmente se ven amenazados por el impactode la economía rusa, la contaminación, el cambio climático y las flotas que efectúan pescacomercial bajo las banderas de diversas naciones. La creación de la asociación representa el

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condición de observadores para Estados no-árticos, organizacionesintergubernamentales e interparlamentarias y organizaciones no gu-bernamentales. El Consejo Ártico también está abierto a otras organi-zaciones árticas de pueblos indígenas con un componente indíge-na mayoritario que representen: a) a un pueblo indígena residenteen más de un Estado Ártico o b) más de un pueblo indígena residen-te en un solo Estado Ártico.

La Antártica: terra omnibus, terra nulla

En la antigüedad, la Antártica había sido denominada terra australisincognita término que hacía alusión a lo remoto y a lo desconocidodel territorio. Se le llamó Antártica en oposición al Ártico, esto es,anti-arktos o polo opuesto o ubicado en el otro extremo del mundo(Colacrai de Trevisan, op. cit.: 25).

La Antártica es un continente congelado que consta de 14 millonesde kilómetros cuadrados (es decir que siete Méxicos podrían caberperfectamente en ese espacio). Después de Australia (si se asumea esta ínsula como un continente), la Antártica es el continente máspequeño. La línea costera se extiende a lo largo de 17,968 kilóme-tros. Se observan temperaturas muy bajas que varían en función dela latitud, la elevación y la distancia respecto al océano. Por ejemplo,la Antártica oriental es más fría que la Antártica occidental debido

primer esfuerzo de los aleutianos a ambos lados del Bering, para cooperar en el objetivo co-mún de proteger los recursos naturales vitales para la continuidad del estilo de vida aleutiano.Los pueblos aleutianos son indígenas de las Islas Aleutianas del sureste occidental de Alaska,que han ocupado por 8,000 años. Sin embargo, algunos aleutianos fueron separados de sustierras nativas durante los primeros años del siglo XIX, cuando fueron esclavizados por comer-ciantes rusos de pieles y obligados a asentarse en las nuevas islas para criar mamíferos marinospara la Russian American Fur Company.

La formación de la asociación es el resultado de diez años de esfuerzos de parte de loslíderes de las tribus aleutianas en Rusia y Estados Unidos. Los esfuerzos fueron recompensadosdado que la asociación fue incorporada al Consejo Ártico. La membresía en el Consejo Árticole permite a la asociación contar con un foro para enfrentar los problemas que amenazan alos hogares aleutianos. Dado que el pueblo aleutiano ocupa algunas de las islas más remotasen el hemisferio norte, los principales obstáculos en términos de organización y vías de comu-nicación fueron superados para unir a las tribus y formar la asociación. En la actualidad lainstitución enfrenta un nuevo desafío: asegurar los fondos para propiciar que esta organiza-ción crezca. Para 2001, la Asociación espera establecer oficinas en Anchorage, Alaska, y Petro-pavlovsk, Kamchatka en la Rusia oriental (Aleut International Association, 20 de enero de2000, <http://arctic-council.usgs.gov/aia.html>).

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Cuestiones contemporáneas

a que tiene elevaciones mayores. La península Antártica tiene el cli-ma más moderado. Las temperaturas más altas tienen lugar en eneroa lo largo de la costa.

El terreno consta en un 98 por ciento de una espesa capa de hieloy un 2 por ciento de roca caliza con elevaciones que oscilan entrelos 2,000 y los 4,000 metros. Las montañas tienen una altura de hasta5,000 metros. Áreas costeras sin hielo incluyen la parte sur de Victo-ria Land, Wilkes Land, el área de la península Antártica y partes dela isla Ross en McMurdo Sound. Los glaciares se prolongan a lo largode la mitad de la línea costera y los hielos flotantes constituyen el11 por ciento del área del continente.

En algunos lugares, la capa de hielo que cubre al continente aus-tral llega a los 3,000 metros de espesor. Si esa capa se derritiera secalcula que los mares del mundo crecerían en unos 65 metros. Ello,por otra parte, aligeraría el peso del continente antártico que ascen-dería a los 600 metros llegando a una altura promedio de 2,600 me-tros que seguiría siendo (como hasta ahora), la mayor de la tierra.Por tanto, es correcto afirmar que la Antártica es, de hecho, una seriede montes y mesetas cubiertos por hielo (Buezas de la Torre, 1999:203).

El continente posee dos áreas claramente distinguibles: la porciónoccidental donde se encuentra la península antártica que mira haciael continente americano, y la Antártica Oriental, que es una enormemeseta cubierta por la espesa capa de hielo ya referida y que des-prende hacia el norte los témpanos de hielo o icebergs con los quelas embarcaciones evitan chocar (Ibid.).

Como es sabido, la Antártica se encuentra ubicada en el Polo Surgeográfico. Sin embargo existe también un polo sur magnético obien el Polo Sur geomagnético.8 Un dato adicional es que en el PoloSur se han registrado las temperaturas más bajas respecto al resto delmundo, siendo la de -88°C la que ha marcado un hito en la historiade esas gélidas latitudes. También ahí reside el llamado Polo de inac-cesibilidad o bien el lugar de más difícil alcance desde cualquierpunto de la periferia (Buezas de la Torre, op. cit.: 204).

8.El polo magnético es hacia donde apunta la brújula y el Polo Sur geomagnético es el lugaren el que estaría ubicado el polo magnético si la tierra fuese una esfera perfectamente deli-mitada. El estudio del polo sur geomagnético reviste gran importancia en el conocimiento delmagnetismo terrestre (Buezas de la Torre, Ibid.).

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Se sabe que en la región existen los siguientes recursos naturalessin explotar: hierro, cromo, cobre, oro, níquel, platino y otros mine-rales, y carbón e hidrocarburos que han sido encontrados en peque-ñas cantidades no comerciales.

Los peligros naturales en el continente incluyen fuertes vientoscuyo movimiento responde a la gravedad terrestre y que llegan hastala zona costera procedentes del interior. Asimismo hay nevadas, tor-mentas ciclónicas que se forman en el océano y que se mueven enel sentido de las manecillas del reloj a lo largo de la costa. Se registraactividad volcánica en la Isla de la Decepción y en ciertas áreas aisla-das de la Antártica occidental, en tanto otras actividades sísmicas sonmás bien raras y débiles.

La Antártica es el continente más frío, más seco, más alto y quemás vientos recibe. En el verano, el Polo Sur recibe más radiaciónen su superficie que la que llega al Ecuador en un periodo equiva-lente, con la diferencia de que la Antártica se encuentra casi desha-bitada.

Un continente crecientemente poblado

Contrario a la opinión popular, la Antártica está siendo poblada mu-cho más rápido de lo que muchos están dispuestos a entender. ParaOscar Pinochet de la Barra, quien preside el Instituto Antártico Chile-no, los dilemas que los asentamientos humanos en la Antártica plan-tean, pueden resumirse en dos desafíos: el primero, referido al pre-dominio del hombre sobre una zona, aunque inhóspita, puede serhabitable a partir del empleo de sofisticadas tecnologías; y el se-gundo, pensado en términos de la explotación de los recursos delcontinente.

A principios del siglo XX, Argentina instaló un observatorio en laIslas Orcadas del Sur (1904) y a partir de la segunda guerra mundial,la presencia de pequeños puestos de observación permanentes hasido la norma. Antes de esto eran los cazadores de ballenas quienes,en verano, acudían a la Isla de la Decepción para cumplir con susfaenas explotadoras.

Al igual que la ocupación de cualquier territorio, la de la Antárticaintenta sentar precedente para efectos de generar derechos de pro-piedad, con todo lo que ello implica. La suscripción del Tratado An-

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Cuestiones contemporáneas

tártico, del que se hablará más adelante, ha facilitado la proliferaciónde bases y estaciones de observación, mismas que han crecido ennúmero, tamaño y cantidad de personas involucradas.

A ello hay que añadir la creciente actividad turística, que atraecada vez más visitantes, y con ello es razonable suponer que al igualque ocurre en la Antártica chilena en la que hay una pista de aterri-zaje, una hostería, la base de Marsh y el Centro Meteorológico Presi-dente Frei, se establezca una pequeña aldea con una iglesia, unaescuela, un almacén, centros de reunión e instalaciones capaces dealbergar a familias completas. Pinochet de la Barra explica que almenos en Chile, una joven arquitecta ha elaborado planes concretosen esa dirección (Pinochet de la Barra, 1997: 365-366).

La población que efectúa labores científicas en el continente y enlas islas cercanas al sur de los 60 grados de latitud sur (región inclui-da en el Tratado Antártico) varía de aproximadamente 4,000 perso-nas en el verano a 1,000 en el invierno. Asimismo, aproximadamente1,000 personas, incluyendo la tripulación de barcos y científicos abordo, están presentes en las aguas de la zona del tratado. En el vera-no (enero), la población llega a 3,687 personas en total, distribuidas,por nacionalidad, de la siguiente manera:

Argentina, 302Australia, 201Bélgica, 13Brasil, 80Bulgaria, 16Chile, 352China, 70Corea del Sur, 14España, 43Estados Unidos, 1,378Finlandia, 11Francia, 100Alemania, 51India, 60Italia, 106Japón, 136Nueva Zelanda, 60

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Noruega, 40Países Bajos, 10Perú, 28Polonia, 70Reino Unido, 192Rusia, 254Sudáfrica, 80Suecia, 20 (de 1998 a 1999).

En el invierno (julio), la población es de 964 personas, distribuidasde la siguiente manera:

Alemania, 9Argentina, 165Australia, 75Brasil, 12Chile, 129China, 33Corea del Sur, 14Estados Unidos, 248Francia, 33India, 25Japón, 40Nueva Zelanda, 10Polonia, 20Reino Unido, 39Rusia, 102Sudáfrica, 10 (1998-1999).

A lo largo del año hay 42 estaciones distribuidas, por nacionali-dad, en los siguientes términos:

Alemania, 1Argentina, 6Australia, 4Brasil, 1Chile, 4China, 2Corea del Sur, 1

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Cuestiones contemporáneas

España, 1Estados Unidos, 3Finlandia, 1Francia, 1India, 1Italia, 1Japón, 1Nueva Zelanda, 1Noruega, 1Polonia, 1Reino Unido, 2Rusia, 6Sudáfrica, 1Ucrania, 1Uruguay, 1 (1998-1999).

También hay estaciones que sólo operan en el verano y son 32,distribuidas, por nacionalidad, de la siguiente manera:

Alemania, 1Argentina, 3Australia, 4Bulgaria, 1Chile, 7India, 1Japón, 3Nueva Zelanda, 1Perú, 1Reino Unido, 5Rusia, 3Suecia, 2 (1998-1999).

Adicionalmente, durante el verano austral, algunas naciones ocu-pan numerosas localidades con tiendas de campaña, instalacionestemporales y pasos móviles en apoyo a la investigación (Central In-telligence Agency, op. cit.: 15-16).

En otro orden de ideas, los estudios sobre la Antártica más impor-tantes, se han efectuado en el siglo XX. Con todo y los testimonios

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referidos a exploraciones efectuadas con anterioridad, no sería sinohasta el siglo XX que la Antártica se convierte en una zona disputabley especialmente apropiable en la dinámica de la lucha por el poderen el mundo. Así, los especialistas distinguen cuatro grandes etapasen torno a la dinámica en que se ha visto involucrada la Antártica,a saber:

1) La que va desde inicios del siglo XX hasta la finalización de lasegunda guerra mundial.

2) La que transcurre entre 1945 y 1959.3) La comprendida entre 1959 y mediados de los setenta.4) La que abarca de mediados de los setenta al momento actual

(Guyer, 1997: 369).

La primera etapa

Poco interés entre la comunidad internacional se observó en la pri-mera mitad del siglo XX en torno a la Antártica. Se tenía concienciarespecto a las condiciones climáticas adversas ahí imperantes, queclaramente diferenciaban a la región del resto del mundo. Los asen-tamientos humanos, por tanto, no podían establecerse en condicio-nes similares a como se hacía en otras partes del planeta. Tampocoera plausible que se aplicaran las normas tradicionales del derechointernacional en ese gélido rincón del orbe. Así, la improvisación seimpuso. Cada país interesado en la zona comenzó a aplicar parcial-mente algunas normas internacionales, adaptándolas, se entiende,a sus necesidades particulares. Aquí es donde se ubica el origen delas disputas por la Antártica dado que el régimen jurídico internacio-nal aplicado desde principios de siglo contribuía a la incertidumbre,la descalificación y el desconocimiento de los presuntos derechosy atribuciones de los demás fueron la regla (Guyer, op. cit.: 370).

También, a diferencia de otras partes del mundo, la Antártica fuemotivo de investigaciones científicas muy intensas, desarrolladascon el ánimo de apoyar su dominio y, eventualmente, la explotaciónde sus recursos, ya que, como espacio estratégico, a los ojos de laspotencias y otros países interesados, debía poseer en su seno rique-zas naturales susceptibles de apropiación, pese a las adversas condi-ciones climáticas (Ibid.).

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Cuestiones contemporáneas

En esta etapa los conflictos se complejizaron entre Chile, Argen-tina y Gran Bretaña en torno a la posesión de la península antártica,y ya en la década de los años veinte, entre Australia y Francia.

La segunda etapa

Sin embargo, no sería sino hasta la finalización de la segunda granconflagración mundial y el desarrollo de la guerra fría, que la Antár-tica sería ampliamente disputada. El desarrollo de armas de destruc-ción masiva como parte de la rivalidad entre las grandes potencias,más la superioridad económica, política, militar e ideológica de Esta-dos Unidos y la URSS, generaron en el seno de la comunidad interna-cional un consenso en torno a la pertinencia de concretar un acuerdomultilateral sobre la Antártica, en el ánimo de evitar que la confron-tación Este-Oeste y un posible conflicto armado, arrastrara a estaregión del planeta. La concepción de la suma cero, se tenía previstoque tocara a la Antártica. Así las cosas, en 1957, cuando se desarrollóel célebre esfuerzo científico conocido como Año geofísico interna-cional y que culminó en 1958, la Antártica figuró entre las principalespreocupaciones (Buezas de la Torre, op. cit.: 212-213).

Figura 3La Antártica o terra australis incognita

La Antártica es un territorio cuyo reparto se mantiene inconcluso. Ello reviste especialinterés porque los reclamos soberanos no sólo involucran a países del hemisferio sur, sinoa influyentes potencias localizadas en el hemisferio norte.

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El Tratado Antártico

En ese marco, pese a las rivalidades y reclamaciones territoriales so-bre el continente congelado, se logró el establecimiento de una es-pecie de modus vivendi entre quienes defendían posesiones terri-toriales en el área y quienes no. De ahí que grupos científicos de unadocena de países lograran el establecimiento y la ampliación debases de investigación en la zona para fines científicos y experimen-tales (Ibid).

Por cuanto toca a las vías de comunicación, se registran 17 aero-puertos, 27 estaciones operadas por 16 gobiernos nacionales quehan suscrito el Tratado Antártico, que poseen instalaciones que posi-bilitan el aterrizaje de helicópteros o de aviones ligeros. Las empre-sas comerciales operan dos instalaciones aéreas adicionales. Pistaspara helicópteros se encuentran disponibles en 27 estaciones. Algu-nas pistas en 15 localidades están hechas de grava, hielo marino, hie-lo azul o nieve compactada susceptible de permitir el aterrizaje conneumáticos de aviones. De éstas pistas, una tiene más de 3 kilóme-tros de largo, seis oscilan entre los 2 y los 3 kilómetros de largo; trestienen entre 1 y 2 kilómetros de largo; tres son inferiores al kilómetrode largo y 2 tienen una longitud no determinada. Las pistas de nieve,limitadas al equipamiento adecuado para utilizarlas, se encuentranen 15 localidades. De ellas cuatro son mayores a los 3 kilómetros delongitud; tres tienen entre 2 y 3 kilómetros de largo; dos tienen entre1 y 2 kilómetros de largo; dos son menores al kilómetro de largo ycuatro tienen una longitud no determinada. Los aeropuertos gene-ralmente están sujetos a severas restricciones y limitaciones que re-sultan de las condiciones geográficas y estacionales extremas. Losaeropuertos no cumplen con los requisitos de la Organización de laAviación Civil Internacional (OACI) y es necesario contar con laaprobación por anticipado, de los gobiernos y las organizaciones nogubernamentales correspondientes para hacer uso de las instalacio-nes de aterrizaje (Central Intelligence Agency, Ibid).9

9.A pesar de que Estados Unidos no reconoce las reclamaciones que otros países formulanen torno al territorio de la Antártica, cuenta con legislaciones que se aplican al continente con-gelado en cuestión. Por ejemplo, si nacionales de Estados Unidos incurren en delitos o sonvíctimas de algún atropello como el asesinato podrían ser sujetos de la ley estadunidenseen áreas que no estén bajo la jurisdicción de otros países. Algunas leyes estadunidenses se

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Cuestiones contemporáneas

En 1958, el gobierno de Estados Unidos propuso a sus contrapar-tes de Argentina, Australia, Bélgica, Chile, Francia, Japón, Nueva Ze-landa, Noruega, Reino Unido, Sudáfrica y la Unión Soviética la sus-cripción de un tratado que tendría como objetivo fundamental lapreservación del uso exclusivo del continente como laboratorio in-ternacional de investigaciones científicas, y garantizar que sería em-pleado únicamente con fines pacíficos. ¿Por qué se seleccionó a esospaíses y no a otros? El criterio fue establecido en función de conside-raciones políticas y justificado a partir de la participación de los paí-ses citados en las actividades científicas durante el Año geofísico in-ternacional (Ibid.).10

Así las cosas, el Tratado Antártico fue suscrito el 1° de diciembrede 1959 y entró en vigor el 23 de junio de 1961. Para efectos de co-bertura, el tratado tiene validez geográfica en la región ubicada alsur de los 60° de latitud sur, incluyendo todas las barreras de hielo.Claramente la preocupación existente en torno a la Antártica no tieneque ver sólo con la carrera armamentista, sino sobre todo con elinterés que existe por parte de diversas países en los recursos de laregión. La situación jurídica de la Antártica es muy distinta a la delÁrtico y ello es posible que obedezca a la percepción de que loscompromisos establecidos en el Tratado Antártico limitan el margende acción de las potencias y de los países que en general, mantienenreclamos en torno a esa parte del mundo, por lo que no desean queun régimen jurídico similar sea establecido en el Polo Norte.

El tratado establece que la Antártica es una zona que sólo podráutilizarse con fines pacíficos. Prohíbe desarrollar cualquier acciónmilitar en la Antártica, como el establecimiento de bases y fortifica-ciones militares y el ejercicio de maniobras militares o el ensayo de

aplican directamente a la Antártica. Destaca, por ejemplo, el Acta de Conservación de la An-tártica que establece sanciones civiles y criminales para las siguientes actividades, a menosque hayan sido autorizadas por estatuto: el secuestro de mamíferos o aves nativos; la introduc-ción de plantas y animales ajenos a ese ecosistema; la entrada a áreas protegidas o científicas;el tiradero de contaminantes y desechos; y la importación hacia territorio estadunidense, deciertos productos de la Antártica. La violación del Acta de Conservación de la Antártica conlle-va sanciones por hasta 10 mil dólares y un año de prisión. Los Departamentos del Tesoro,Comercio Transporte y del Interior comparten responsabilidades en la aplicación de la legisla-ción (Central Intelligence Agency, Ibid.).

10.Llama la atención que si bien un grupo de científicos mexicanos participó en investiga-ciones efectuadas en la Antártica en el Año geofísico internacional, México no figurara entrelos países que presentó reclamos territoriales sobre el área. Tampoco México logró insertarsecomo nación consultativa del Tratado Antártico.

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cualquier tipo de armas. El tratado prohíbe ensayos nucleares asícomo la colocación de residuos radiactivos en la Antártica, sujeto aposibles acuerdos internacionales futuros en la materia. De confor-midad con el artículo IX, se establecen encuentros consultivos enintervalos regulares en asuntos que tienen que ver con la Antártica,así como también se formulan recomendaciones a los gobiernos entorno a los principios y objetivos del tratado. El documento está su-jeto a la ratificación de todos los signatarios y está abierto para quelos miembros de la Organización de las Naciones Unidas u otros Es-tados se integren a sus disposiciones, con el consentimiento de todaslas partes contratantes cuyos representantes también podrían parti-cipar en las reuniones consultivas previstas en el artículo IX del trata-do (Ferm, 1997: 530).

El XXII Encuentro Consultivo del Tratado Antártico tuvo lugar enNoruega en mayo de 1998. A finales de ese año 43 naciones habíansuscrito el tratado: 27 consultivas y 16 que accedieron como miem-bros. Los miembros consultivos (con derecho de voto) incluyen asiete naciones que reclaman porciones del territorio nacional de laAntártica (algunas reclamaciones chocan entre sí) y 20 nacionesque no tienen reclamaciones. Estados Unidos, al igual que otros paí-ses, no ha hecho reclamaciones pero afirma que se reserva el de-recho a hacerlo. Washington no reconoce los reclamos de los demás.El año en paréntesis indica cuándo logró un país obtener el estatusconsultivo (con derecho de voto), en tanto la ausencia de ese parén-tesis indica que el Estado en cuestión suscribió el tratado original-mente en 1959. Las siete naciones que reclaman territorios en la An-tártica son:

1) Argentina2) Australia3) Chile4) Francia5) Noruega6) Nueva Zelanda7) Reino Unido

Las naciones consultivas que no tienen reclamos territorialesson:

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Cuestiones contemporáneas

Alemania (1981)BélgicaBrasil (1983)Bulgaria (1978)China (1985)Corea del Sur (1989)Ecuador (1990)España (1988)Estados UnidosFinlandia (1989)India (1983)Italia (1987)JapónPaíses Bajos (1990)Perú (1989)Polonia (1977)RusiaSudáfricaSuecia (1988)Uruguay (1985)

Las partes contratantes sin derecho de voto (con el año deadhesión en paréntesis) son:

Austria (1987)Canadá (1988)Colombia (1988)Cuba (1984)Corea del Norte (1987)Dinamarca (1965)Eslovaquia (1993)Grecia (1987)Guatemala (1991)Hungría (1984)Papúa Nueva Guinea (1981)República Checa (1993)Rumania (1971)Suiza (1990)

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Turquía (1995)Ucrania (1992)

La importancia real del Tratado Antártico es que pospone re-clamos soberanos de Argentina, Australia, Chile, Francia (Tierra deAdelaida), Nueva Zelanda (Ross Dependency), Noruega (QueenMaud Land) y el Reino Unido. Muchos de estos reclamos se trasla-pan. Ningún reclamo formal se ha formulado en el sector compren-dido entre los 90 grados oeste y los 150 grados oeste (Central Inte-lligence Agency, Ibid.).

Es correcto definir la disputa por la Antártica como un problemaNorte-Sur, debido a que mientras que la postura de las naciones in-dustrializadas se orienta a hacer reclamos, muchos de ellos escandalo-samente arbitrarios en aras de tener jurisdicción sobre los espaciosy los recursos antárticos, muchos países en desarrollo que se en-cuentran dentro y fuera del sistema del Tratado Antártico han seña-lado que el continente congelado debería ser patrimonio comúnde la humanidad (Child, 1990: 193).

Tercera etapa

La posposición de las disputas sobre la Antártica que propició el Tra-tado Antártico tras su entrada en vigor, generó un ambiente de tensacalma en la zona. Algunos diplomáticos consideraban que la nego-ciación acordada en torno a la Antártica debería ser imitada en otrosámbitos, por ejemplo, en torno al espacio exterior, también amena-zado por la carrera armamentista encabezada por Estados Unidos yla URSS11 (Guyer, op. cit.: 373).

El Tratado Antártico fue de singular valor en este periodo, cuandofueron emplazados en grandes cantidades y en diversas latitudes, ar-mas de destrucción en masa por parte de Estados Unidos y la UniónSoviética. Con el Tratado Antártico se evitó, por tanto, generar unteatro de operaciones Este-Oeste en el Polo Sur, aun cuando en zo-nas aledañas como el Pacífico Sur, el centro de Australia y la Isla deNavidad (Christmas Island), Francia, Gran Bretaña y Estados Unidosefectuaron ensayos nucleares.

11.Ya para ese tiempo, con la puesta en órbita del primer satélite artificial de la Tierra, elSputnik, quedó de manifiesto que los polos jugarían un papel estratégico ante el desarrollode la cohetería balística intercontinental.

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Cuestiones contemporáneas

La cuarta etapa

Corresponde a los intentos encaminados a evaluar el Tratado Antár-tico y modificar su estructura. R. H. Wyndham, investigador austra-liano, sugería en 1978, que el Tratado Antártico ya había sido supe-rado y que la cooperación política existente lo había hecho obsoleto(Guyer, op. cit.: 376). Parte de estas percepciones obedecieron aldesarrollo de las conferencias que al amparo de Naciones Unidas de-batieron la normatividad sobre el derecho del mar, con lo que Wynd-ham y otros analistas consideraban que era el momento propicio pa-ra que la Antártica fuera sometida a un nuevo régimen.

Otro grupo de analistas sugerían que puesto que la población seencuentra en expansión en el mundo y debido a las necesidades eco-nómicas existentes para satisfacer sus expectativas de vida, era inad-misible el régimen jurídico de la Antártica, debido a que sus recursostendrían que ser explotados tarde o temprano en beneficio de unasociedad internacional hambrienta. Esta postura se escuda en el ar-gumento de que el Tratado Antártico es discriminatorio y que el régi-men imperante privilegia a unos cuantos, cuando al igual que el res-to de los continentes, debería estar al alcance de los seres humanospara satisfacer sus crecientes necesidades.

Una tercera postura, defendida con gran vehemencia por lospaíses en desarrollo y en respuesta a la propuesta anterior, argumen-taba que sería necesario preservar a la Antártica como un escenarioespecial, como un patrimonio de la humanidad, libre de las presio-nes demográficas y económicas que tanto han contribuido a destruirlos recursos en los continentes americano, oceánico, africano, asiá-tico y europeo.

En esta etapa ha cambiado considerablemente la percepción so-bre el gélido continente, primero por la devastación ambiental y eldescubrimiento, en 1985, por parte de científicos británicos, de ungigantesco hoyo en la capa de ozono12 de la región, generado porcontaminantes que irónicamente no se han gestado en la Antárti-

12.El ozono en la estratosfera genera un escudo natural contra los dañinos rayos ultra-violeta. Pero por más de quince años se ha producido una situación de alarma entre los es-pecialistas de diversas latitudes, debido a la disminución de la capa de ozono en la Antárticay también por el hoyo existente en el Ártico.

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ca13 (Radford, 2000: 1). Así, en esta cuarta etapa se han enfatizadolas consideraciones ambientales, alimentadas, por ejemplo, por losimpactos del deterioro de la capa de ozono sobre la fauna y la floraantárticas. También, la caza de ballenas en que incurren los japo-neses y los noruegos en esas latitudes, ha alentado negociacionesencaminadas a crear regímenes jurídicos restrictivos con fines con-servacionistas. Respecto a los regímenes internacionales, el relativoa la capa de ozono reviste especial interés.

13.Los satélites de la Agencia Nacional Aeroespacial de Estados Unidos (NASA), buscaban,desde hace más de 20 años, evidencias que mostraran la sospechada destrucción de la ca-pa de ozono.

Cuadro 1Disposiciones del Tratado Antártico*

Artículo Contenido

1 Área que será empleada con fines pacíficos únicamente. Laactividad militar, incluyendo el ensayo de sistemas de ar-mamento, está prohibido, pero será posible emplear per-sonal y equipo militar para la investigación científica ocualquier otro fin pacífico.

2 Se garantizará la libertad para la investigación científica yla cooperación.

3 Se promoverá el libre intercambio de información y depersonal en cooperación con Naciones Unidas y otrasagencias internacionales.

4 No se reconocen disputas ni se establecen reclamos terri-toriales y ninguna nueva reclamación deberá ser formula-da mientras el tratado esté en vigor.

5 Se prohíben ensayos nucleares o la colocación de desper-dicios radiactivos.

*.Existen por lo menos unas 200 recomendaciones adoptadas en los encuentros consul-tivos del tratado y ratificadas por los gobiernos. Entre ellas destacan:

— Medidas Acordadas para la Conservación de la Flora y la Fauna Antárticas (1964);— Convención para la Conservación de las Focas antárticas (1972);— Convención sobre la Conservación de los Recursos Antárticos Marinos Vivos (1980);— Protocolo sobre la Protección Ambiental del Tratado Antártico, firmado el 4 de octu-

bre de 1991 y entró en vigor el 14 de enero de 1998. Este acuerdo en particular pro-porciona protección al medio ambiente antártico a través de cinco anexos específicossobre contaminación marina e impactos ambientales sobre la flora y la fauna, el ma-nejo de desperdicios y las áreas protegidas, y prohíbe todas las actividades relacio-nadas con los recursos minerales, excepto para fines de investigación científica.

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Cuestiones contemporáneas

Cuadro 1 (continuación)

Artículo Contenido

6 Se incluyen, para efectos de cobertura del tratado, todas lastierras y hielos al sur de los 60° 00’ sur.

7 Los Estados observadores del tratado tienen libre acceso,incluyendo la observación aérea de cualquier área y pue-den inspeccionar todas las estaciones, instalaciones yequipo. Debe informarse sobre todas las actividades a rea-lizar y sobre la introducción de personal militar a la zona.

8 Permite la jurisdicción de los observadores y científicos porsus propios Estados.

9 Encuentros consultivos frecuentes tienen lugar entre lasnaciones miembros.

10 Los Estados que pertenecen al tratado desalentarán lasactividades efectuadas por cualquier país que sean contra-rias al tratado.

11 Las disputas deberán ser solucionadas pacíficamente porlas partes involucradas o, en su defecto, por la CorteInternacional de Justicia.

12, 13, 14 Relativos a interpretación, enmiendas y otras disposicionesde importancia para los estados involucrados.

Fuente: Central Intelligence Agency, The World Factbook, Central Intelligence Agency/Brassey’s, 1999, pp. 15-16.

El régimen del ozono

En el discurso ecológico que se ha venido desarrollando sobre todoa partir de la década de los ochenta, el término “recursos comunes”o common pool resources, cobra especial importancia. El conceptoen sí, se refiere a la existencia de un “enemigo común” al medioambiente, y de la acción colectiva que debe desarrollarse para rever-tir el daño ecológico. Así

el estudio de la política internacional ambiental se ha conver-tido en el proceso para encontrar los mecanismos internacio-nales o cooperativos adecuados para revertir el problema re-sultado de la acción colectiva (Barkin y Shambaugh, 1999: ix).

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La dificultad con planteamientos como el descrito, es que partende la premisa de que la cooperación y la buena fe permean las rela-ciones internacionales, cuando en realidad existen intereses deapropiación, explotación y comercialización de los recursos natura-les. Pese a ello, el planteamiento no es del todo desechable ya quepara lidiar con los problemas ambientales que a menudo trasciendenlas fronteras políticas de los Estados, se requiere una cooperaciónigualmente transnacional. En este sentido, cobra importancia la pro-puesta jurídica en torno al régimen del ozono.

El régimen, en sí, se refiere al conjunto de principios, normas, re-glas y procedimientos creados para regular y coordinar la conduc-ta de los actores del sistema internacional en aras de proteger la capade ozono. Entre las normas y pautas de referencia pueden citarse,entre otras, la Convención de Viena para la Protección de la Ca-pa de Ozono de 1985; el Protocolo de Montreal sobre Sustancias queDeterioran la Capa de Ozono de 1987 y las enmiendas, ajustes ydecisiones formuladas en torno al Protocolo de Montreal acordadasen nueve encuentros de las partes contratantes celebrados en Hel-sinki (1989), Londres (1990), Nairobi (1991), Copenhague (1992),Bangkok (1993), Nairobi (1994), Viena (1995), San José (1996) yMontreal (1997). A ellos hay que sumar las acciones sugeridas porinstituciones como el Programa de las Naciones Unidas para el Me-dio Ambiente (PNUMA) y el Programa de las Naciones Unidas parael Desarrollo (PNUD), que también contribuyen al debate (Downie,1999: 97).

La liberación hacia la atmósfera de químicos diversos, conocidosgenéricamente como sustancias depredadoras del ozono (o SDO),amenazan la existencia de la capa de ozono. Existe un amplio con-senso, entre la comunidad científica, en el sentido de que los quí-micos empleados en la refrigeración, el aire acondicionado, la cale-facción, la producción de materiales, los aerosoles y los solventesindustriales, conocidos popularmente como clorofluorocarbonos,una vez en la atmósfera, son destruidos por los rayos ultravioleta,con lo que liberan átomos de cloro que actúan como catalizadoresen la destrucción de la capa de ozono (Downie, op. cit.: 99).

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Cuestiones contemporáneas

Geopolítica de la Antártica

Asumir que es únicamente el interés científico lo que le importa alas naciones del mundo de la Antártica, es incorrecto. Como se ex-plicaba en el inicio del presente apartado, el continente posee petró-leo, cobre, oro, fosfatos y carbón, entre otros recursos estratégicos.Con los avances tecnológicos es razonable suponer que se desarro-llarán mecanismos que permitan la explotación en esas latitudes aun costo mínimo, lo que ha llevado a pensar que la Antártica puedeser una fuente esencial de riqueza para el mundo, o por lo menos,para las naciones que logren desarrollar esas tecnologías. Las aguasque circundan al continente, están dotadas de recursos marinos, des-tacando la ballena y el krill. Y no está lejano el día en que el turismose lleve a cabo en una escala mucho más amplia que la que actual-mente se observa (Peña, 1989: 132).

La Antártica además se ubica en el corazón del hemisferio sur, auna distancia relativamente pequeña entre las costas sudamericanas,sudafricanas, australianas y neozelandesas y con la posibilidad decontrolar el paso marítimo a través del estrecho de Drake (Ibid.). Enlos trabajos sobre geopolítica de América del Sur se enfatiza que estepunto de estrangulación de 600 millas podría ser una ruta alternativaal Canal de Panamá, en el caso de que éste fuera cerrado o si le nega-ra el acceso a alguna nación. Para algunos resulta exagerado preten-der que el estrecho de Drake sea un paso interoceánico alternativo,sobre todo por las distancias y los costos de operación que represen-taría. De todos modos, los estrechos suelen ser estratégicos en tiem-pos de paz y de guerra y ello no debería perderse de vista (Child,op. cit.: 194-195).

El primer país que hizo un reclamo soberano formal sobre la An-tártica fue Gran Bretaña, que en 1908 delimitó las Islas Malvinas (oFalkland como las llaman los británicos) con una demarcación queincorpora todos los territorios e islas comprendidos al sur del para-lelo 60° sur entre los 20° y los 80° de longitud oeste. En 1962, GranBretaña “refinó” aun más sus pretensiones soberanas en la Antárticaal rebautizar toda el área como British Antarctic Territory que tieneunas dimensiones de 5,425,000 kilómetros cuadrados (o bien másde la tercera parte del territorio que corresponde al continente), ci-

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fra de la que 1,710,000 kilómetros cuadrados corresponde a las tie-rras emergidas (Ibid.).

El despertar latinoamericano a la Antártica fue relativamente tar-dío. Luego de las reclamaciones de Gran Bretaña, se produjeron, en-tre 1923 y 1939 otras más, básicamente de parte de países europeosy de Oceanía. Así, Nueva Zelanda hizo su primer reclamo soberanoen 1923; Australia hizo lo propio en 1933; Francia en 1938, y Norue-ga en 1939. Sólo después de estas pretensiones soberanas fue queChile y Argentina iniciaron sus propios reclamos: Santiago en 1940y Buenos Aires en 1946, ejerciendo un derecho a partir de la proxi-midad geográfica que es mucho más legítimo que el de países euro-peos tan remotos como Noruega (Peña, op. cit.: 132).

Chile hizo un reclamo sumamente formal el 6 de noviembre de1940, en plena segunda guerra mundial definiendo el territorio an-tártico chileno con una extensión de 1,250,000 kilómetros cuadrados(aproximadamente el doble de las dimensiones que tiene Chile enel continente americano) y que se ubica en el sector comprendidoentre los 53° y 90° de longitud oeste. Chile además ha sido muy osa-do ya que en sus planes anunció, como se sugería líneas arriba, lapolítica de asentamientos humanos permanentes en la Antárticachilena, sobre todo de la zona bautizada como Tierra O’Higgins, pro-piciando que familias completas se asentaran en esas latitudes lle-vando una vida “normal”. La Tierra O’Higgins no es otra cosa quela península antártica que los argentinos denominan Tierra de SanMartín y los británicos han bautizado como Tierra de Graham. Estees un ejemplo de cómo los reclamos de los tres países chocan entresí (Peña, op. cit.: 133).

La Antártica australiana

Una revisión somera de las reclamaciones territoriales que efectúanlos países en la Antártica conforme a la ilustración de la figura 4,contribuirá a explicar por qué el régimen instaurado a partir delTratado Antártico ha sido la solución más plausible, o bien, la menosconflictiva. La península antártica, como se explicaba a propósito delas aspiraciones latinoamericanas sobre el área, al ser tan disputada,se convierte, efectivamente, en una terra nulla.

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En el caso de Australia, se produjeron intentos por modificar elrégimen del Tratado Antártico para efectos de acceder a la zona, confines de explotación comercial, específicamente para la minería. Pormucho tiempo, Canberra presionó a favor de llevar a cabo activida-des mineras controladas en la Antártica (Smith, Cox, Burchill, 1997:148). En 1990, por ejemplo, el Ministerio de Asuntos Exteriores y Co-mercio de Australia, se mostró a favor de suscribir la Convenciónsobre Minerales Antárticos, misma que posibilitaría la explotacióncomercial de los mismos. Sin embargo, el entonces Primer Ministro,Bob Hawke, sin consultar ni al Ministerio ni a su titular, dispuso darmarcha atrás a la iniciativa, gracias a la presión de numerosos gruposdefensores del medio ambiente y de la comunidad internacional (ytambién porque se trataba de una coyuntura electoral, recordandoque la mejor manera de entender las decisiones en materia de polí-tica exterior de los países, es analizando la política interna de los mis-mos) (Smith, Cox, Burchill, op. cit.: 45).

Oficialmente, sin embargo, Australia dio un giro importante a laactitud asumida hasta 1989, cuando se manejaba la posibilidad deexplotar las riquezas mineras y petroleras del área justo en el 2 porciento de la porción continental antártica en la que se encuentrannumerosas especies animales y vegetales en las que la actividad co-mercial humana habría sido catastrófica. De manera que Canberra,en conjunto con Francia, se involucraron en una intensa campañadiplomática que enfrentó la oposición de muchos países, sobre labase de que no sólo habría que evitar actividades comerciales enla región, sino que ésta podría ser preservada como una especiede laboratorio de investigación en el análisis del cambio climático,los océanos y la atmósfera (Evans y Grant, 1995: 168).

Estados Unidos tenía serias reservas al respecto, pero finalmenteaceptó integrarse al consenso que derivó en el Protocolo [al TratadoAntártico] de Madrid sobre Protección Ambiental de 1991. Ese pro-tocolo satisfizo inclusive a los más escépticos, quienes deplorabanque dado que el Tratado Antártico no es custodiado por NacionesUnidas, estaba condenado a colapsarse. Esos clamores, por supues-to, no han cesado, y países como Malasia han pedido re-escribir elTratado Antártico en el seno de Naciones Unidas, enfatizando el po-tencial de recursos mineros de la zona y lo injusto de privar a unmundo escaso en recursos del acceso a la Antártica (Smith, Cox y

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Burchill, op. cit.: 148). Al respecto, la postura de Australia podríasintetizarse en los siguientes términos: se congelan las demandas so-bre el particular porque no es posible vislumbrar una mejor soluciónal desafío estratégico que representa la Antártica.

Es necesario tomar en cuenta que a partir de la segunda mitad dela década de los sesenta, la conciencia ambiental en Australia y Nue-va Zelanda catalizó el nacimiento de iniciativas ecologistas en losprincipales partidos políticos de esas naciones, debido a los ensayosnucleares efectuados por Francia en la Polinesia francesa. Comoresultado de las acciones perpetradas por las autoridades francesas,fue suscrito en 1986 con la concurrencia de la mayor parte de los paí-ses del Pacífico Sur, el Tratado de Rarotonga para hacer del área unazona libre de armas nucleares. Ello derivó, a su vez, en la crisis dela alianza militar existente entre Australia, Nueva Zelanda y EstadosUnidos (ANZUS),14 con la decisión de Wellington de retirarse de lasprincipales obligaciones existentes en ese arreglo en materia de de-fensa.

De ahí el énfasis que se ha dado a la dimensión ecológica de laAntártica. Al respecto, Smith, Cox y Burchill señalan que

La Antártica y Oceanía, aunque se encuentran relativamentecerca de Australia, no poseen capacidades militares significa-tivas. En la Antártica es posible que los problemas de fragilidadecológica —relacionados con programas científicos, el impac-to turístico y particularmente, el calentamiento global— gene-ren desafíos no militares en el terreno de la “seguridad” paraAustralia que pueden ser más significativos que cualquierposibilidad de que la Antártica sea una fuente de amenazas mi-litares a futuro. El incremento en el nivel del mar podría restarlemás territorio a Australia que cualquier atacante estaría en po-sibilidad de conquistar (Smith, Cox y Burchill, op. cit.: 159).

La realidad de las cosas es que Australia es en sí mismo un conti-nente con muy baja densidad demográfica. Su territorio lo habitan

14.El ANZUS nació en 1952, más que contra la expansión del comunismo impulsado por laURSS, contra un posible resurgimiento del militarismo japonés y, naturalmente, para hacerfrente a la amenaza china.

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apenas 18 millones de habitantes, mismos que difícilmente puedenresguardar ese territorio, por lo que la Antártica es un lugar aun másdifícil de monitorear físicamente y de ahí que se busque multilateralizarla agenda de prioridades en torno al gélido continente, porque sólode esa manera podría Australia garantizar medianamente la promo-ción de sus intereses en la zona.

Figura 4Zonas disputadas en la Antártica

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Consideraciones finales

Uno de los planteamientos que se desprende del análisis efectuadoes si el régimen jurídico que posee la Antártica podría ser adoptadopor los países con acceso al Ártico. Si bien el Tratado Antártico, co-mo se explicaba, cuenta con una gran cantidad de vacíos y congelay posterga, de hecho, las reclamaciones sobre el gélido continente,es un punto de partida para negociaciones posteriores, alentadas porel desastre ambiental que aqueja a la zona. Sin embargo, los especia-listas acotan que dado que en el Ártico hay recursos compartidos quesí son explotados, sería muy difícil llevar a las partes involucradasa un régimen de “congelación” o de “postergación” de lo que los paí-ses del área asumen como derechos legítimos de jurisdicción vis-à-vis los de los demás (Young, op. cit.: 27).

El hecho de que el Ártico se encuentra en el hemisferio norte,donde han residido —y siguen haciéndolo— las grandes potencias,le imprime un sello característico a la región y la diferencia de la An-tártica, que aparece como un apéndice de las grandes potencias,dado que éstas, sin tener acceso físico a la terra australis se las hanarreglado para hacerse de espacios y posesiones a costa de los paísesque geográficamente residen en el hemisferio sur y cuentan con lavecindad contigua para hacer reclamos territoriales legítimos. Es de-cir: en tanto Gran Bretaña disputa la península antártica en el hemis-ferio sur, ni Chile ni Argentina disputan a Estados Unidos derechossobre Alaska, ni a Noruega o Suecia les reclaman soberanía sobrela Laponia. El Ártico es una zona controlada por las grandes poten-cias, debido al hecho de que porciones importantes de los territoriosde Estados Unidos y Rusia se encuentran en la región y, por ende,las consideraciones que prevalecen son las de seguridad nacional.En la Antártica, en contraste, la concepción imperante es la relativaa la seguridad internacional.

Así las cosas, los polos constituyen zonas de seguridad esencialesen la lucha por el poder en las relaciones internacionales. Tambiénplantean desafíos a las rivalidades imperantes, en tanto la problemá-tica que las agobia reclama el necesario establecimeinto de meca-nismos de cooperación. Por ejemplo, ante el desastre ambiental queaqueja al Ártico y la Antártica, sólo la acción concertada de la comu-nidad internacional puede evitar el ecocidio.

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Canadá y Australia, carentes de capacidades demográficas, eco-nómicas y militares para hacerse presentes en los polos, han debidoreposar la promoción de sus intereses en iniciativas regionales ymultilaterales de cooperación. Canadá ha priorizado, por lo tanto, losesquemas de diálogo en el seno del Consejo Ártico, en tanto Austra-lia ha promovido iniciativas como, por ejemplo, el Protocolo deMadrid. En ambos casos se trata de propuestas que se espera contri-buyan a multilateralizar y a horizontalizar las relaciones entre losactores involucrados en los polos, a diferencia de la verticalidad im-perante en la guerra fría en la que Ottawa y Canberra eran neutrali-zados por las grandes potencias.

Por otra parte, la devastación ecológica que se ha producidoen el Ártico y la Antártica demandan acciones concertadas debidoa que el potencial de afectación es global, atentando contra la seguri-dad, no sólo de Canadá y Australia, sino también de las grandes po-tencias y del resto de la comunidad internacional.

Tal pareciera entonces, que la cooperación internacional en tornoa los polos, es producto de una necesidad más que de la genuinavoluntad política de las partes involucradas. En cualquier caso, lo úni-co injustificable es no analizar la problemática de los polos, consi-derando la importancia que su desenvolvimiento tiene para toda lahumanidad en las condiciones actuales.

Recibido el 6 de noviembre de 2000Aceptado el 24 de mayo de 2001

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Sociedad y

política

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La emigración republicana españolay el pensamiento alemánen México: la traducciónde Economía y sociedad*

GINA ZABLUDOVSKY**

A la memoria de la maestra Cecilia Diamant***

Resumen

En este artículo, la autora analiza el papel de la emigración republicana española en la traduc-ción y la difusión de la obra de Max Weber y el pensamiento alemán en México. En particularse refiere a la labor titánica de traducción de Economía y sociedad, el magnus opus de MaxWeber que recientemente fue considerado por la Asociación Internacional de Sociologíacomo el libro más importante de nuestro siglo. Asimismo, se exponen las condiciones yantecedentes que hicieron esto posible y cómo la publicación de éste y otros libros clásicosde la sociología se debe a la excepcional colaboración intelectual que se estableció entre losrefugiados españoles que inmigraron a México con el ascenso del franquismo y la creaciónde la editorial Fondo de Cultura Económica que dio a conocer a los principales autores euro-peos en el mundo hispano. El resultado de esta unión de esfuerzos en México desembocóen una especie de “Plan Marshal” (Alarcón, 1961) para la reconstrucción de las ciencias socia-les y las humanidades cuyo desarrollo había sido truncado en Europa como resultado delascenso del fascismo.

Abstract

In the article, the author analyzes the role played by the Spanish Republican immigrants inMexico, translating and broadcasting the work of Max Weber and German thinking in Mexico.She particularly refers to the titanic task of translating Economía y sociedad, Max Weber’s mag-nus opus, recently considered by the International Association of Sociology as the 20th Cen-tury’s most important book. Likewise, she points out the conditions and background that madethis possible and shows that the publication of this and other classical books on sociology waspossible thanks to the exceptional intellectual collaboration established between the Spanishrefugees immigrating to Mexico, when Franco rose to power and the Fondo de Cultura Eco-nómica’s publishing the works of the main European authors of the Hispanic world. The resultof these joint efforts gave rise to a sort of Mexican “Marshall Plan” to rebuild social sciencesand humanities, whose development had been cut short in Europe as a result of fascism’s rise.

**.La primera parte de Economía y sociedad se publica en inglés en 1964 con una traduc-ción de Talcott Parsons y A.M Henderson con el título de The Theory of Social and EconomicOrganization ( New York, The Free Press). La edición completa de Economía y sociedad nose publicaría sino hasta 1968, con una edición y traducción presentada en tres volúmenes acargo de Guenther Roth y C. Wittich (New York, Wedminister Press).

**.Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales,Coordinación de Sociología, Circuito Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria, Col. Copil-co Universidad, Coyoacán, México D.F., c.p. 04510.

***.La autora agradece a Aaron, David y Selma Jazkelevitch el generoso obsequio dealgunos de los libros de la biblioteca de la maestra Diamant que fueron ampliamente utilizadospara el presente artículo.

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Palabras clave: emigración, inmigración, exilio, inmigración republicana española (activida-des intelectuales), trasterrados, pensamiento alemán, Fondo de Cultura Económica, Economíay sociedad.

Las características del exilio en México

La inmigración republicana del 39 marcaría profundamente la vida y la historia intelectual de México y España. De hecho, por

sus rasgos excepcionales, se puede afirmar que este proceso migra-torio constituye un “capítulo único en la historia de nuestro siglo”(Guarner, 1983: 705). Las facilidades dadas por el gobierno de Méxicoy la favorable disposición de gran parte de los republicanos españo-les hacia este país hicieron posible una de las mayores emigracionesde intelectuales que registra la historia” (León Portilla, 1978:80-81).

México fue el único país que tuvo una política deliberada “deatracción”, sin la cual, la inmigración intelectual española habría si-do mucho más azarosa. El gobierno del entonces presidente LázaroCárdenas siguió reconociendo oficialmente a la República Españolae implementó varias acciones para recibir a los exiliados. En 1938canalizó apoyo económico a través del “Comité de Ayuda pro-Es-paña”; un año después invitaría expresamente a los intelectualesrepublicanos a desempeñar sus tareas en México y en 1940 promo-vió un acuerdo internacional (firmado en Vichy en la Francia ocupa-da) para apoyar la inmigración de los españoles que orillados porel franquismo habían huido a este país1 y que —ante la capitulación,durante la II Guerra Mundial— se encontraban frente a un futuroincierto2 (Fagen, 1975: 84-85; Miaja de Lisci y Maya Nava, 1983: 113;León Portilla, 1978: 79-81; Cardiel, 1983: 212).

En realidad fueron pocas las naciones europeas que abrieron suspuertas al inmenso flujo de exiliados. Únicamente la Unión Sovié-

1.No se sabe cuál fue exactamente el número de emigrantes, algunos calculan que apro-ximadamente medio millón, de los cuales cerca de 90 por ciento se fueron a Francia.

Durante los primeros seis meses, murieron alrededor de 15,000 en los campos de con-centración del Sur de Francia y otros cinco mil en los de Alemania. Aproximadamente 14 milse enlistaron en la resistencia en tiempos de De Gaulle en la Francia libre. Muchos de ellosregresarían posteriormente a su país natal.

2.“No era fácil librar la acción de la policía de Franco y escapar de los agentes de la Gestapoen Francia. Para establecer los términos del acuerdo en torno a la inmigración española a Mé-xico, el presidente de la República encarga al ministro Luis I. Rodríguez negociar con el Ma-riscal Petain” (Maldonado, 1982). Además, conviene tener presente que antes de llegar a este

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Sociedad y política

tica3 brindó un asilo amplio mientras que otros países como Ingla-terra, Bélgica y Suiza restringieron la entrada a grupos reducidos concaracterísticas específicas.4 La mayoría de los republicanos marcha-ron hacia América en donde, en términos generales, encontraron unasilo generoso. Ningún país, por pequeño que fuera, quedó exclui-do al brindar refugio en esos momentos difíciles, específicamente enaquéllos de habla hispana dónde el vínculo con el idioma era parti-cularmente importante para el desempeño laboral de los intelectua-les de las ciencias humanas.5 Algunos países como Santo Domingoy Argentina recibieron un número considerable de refugiados. Porsu parte, Chile llevó a cabo esfuerzos específicos para facilitar lascondiciones de inmigración. El encargado de instrumentar muchosde éstos fue el poeta Pablo Neruda quien, como cónsul de su paísen España, colaboró con el entonces ministro en Francia, GabrielGonzález Videl (que pocos años después sería presidente) para pro-piciar la salida de dos mil refugiados que, en 1939 partieron de Bur-deos rumbo a Valparaíso (Guarner, 1983: 705).

No obstante, pese a la política de puertas abiertas de otros países,en realidad, la gran ilusión migratoria la ofreció México. No existeun recuento oficial de los republicanos españoles que llegaron a estepaís, se calcula que fueron entre 25,000 y 40,000,6 pero lo más noto-rio no fue su número, sino su formación y la huella cultural que de-jarían (Miaja de Lisci y Maya, 1983: 101), evidente en los datos pro-porcionados en la siguiente cita:

acuerdo, en 1939 ya se habían fundado en París, dos instituciones republicanas que, en co-laboración con el gobierno mexicano, apoyaban la inmigración de los refugiados españoles:el Servicio de Emigración para los Refugiados Españoles —SERE— y la Junta de Auxilio paralos refugiados españoles —JARE—”. Para llevar a cabo estas acciones el SERE tenía como filialen México al Comité Técnico de Ayuda a los Refugiados Españoles (Miaja de Lisci y Maya,1983:103).

3.Debido a las circunstancias imperantes en la Unión Soviética, los refugiados compartie-ron los sacrificios, privaciones y el heroismo durante la Segunda Guerra Mundial. Muchos deellos volvieron a tomar las armas para unirse al Ejército Rojo en su lucha contra los nazis.

4.Inglaterra se mostró renuente a ofrecer su ayuda, solamente un grupo de españoles, deorigen vasco, y algunos refugiados políticos encontraron asilo en ese país. Algunos españoles,mineros de profesión, fueron contratados en los yacimientos belgas y otros más —quecontaban con recursos económicos—, pocos pudieron instalarse en Suiza.

5.Sin embargo, países como Estados Unidos, Canadá y Brasil también acogieron a gruposde refugiados.

6.Otros autores dan cifras distintas, entre 14 mil y 40 mil, pero la mayoría de las aproxi-maciones señalan alrededor de 25 mil (León Portilla, 1978: 83; Miaja de Lisci y Maya Nava,1983: 101). Es posible que en cantidad, Francia haya recibido más que cualquiera otra nación,pero a México llegaron muchos más individuos capacitados y educados (Guarner, 1983: 706).

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Se dice que por la frontera catalana, huyeron “dos mil médicos,mil abogados, quinientos ingenieros, siete rectores de la uni-versidad, ciento cincuenta y seis catedráticos y cuatro escritoresy periodistas. A México se trasladaron, seis rectores, cuaren-ta y cinco catedráticos de filosofía y letras e historia, treinta yseis de ciencias exactas, físicas y naturales, cincuenta y cincode derecho, setenta de medicina, doce de farmacia, ciento cin-cuenta y uno de las diversas materias impartidas en los institu-tos, así como un número considerable de maestros, sin referir-nos a gran parte de los poetas, escritores y artistas exiliados(Manuel Andújar Risco, 1976: 16, citado por Cardiel, 1983: 211).

Los “trasterrados” encontraron, en su tierra de adopción, un am-biente propicio para la continuación de sus tareas intelectuales.Las décadas de turbulencia habían quedado atrás y por primera vez,después del estallido revolucionario de 1910, México pasaba poruna etapa de despegue económico y disponía de capital suficientepara poder financiar innovaciones industriales, económicas y cultu-rales (Miaja de Lisci y Maya,1983: 113; Guarner, 1983; 706).

En el mundo académico y universitario iniciaba el proceso de ins-titucionalización de las ciencias sociales y las humanidades. En estaépoca se fundan el Instituto de Investigaciones Sociales (1939) y deInvestigaciones Filosóficas (1940) en la Universidad Nacional Autó-noma de México.7

Los antecedentes: el pensamiento alemány la Revista de Occidente

Los refugiados se insertaron en el ámbito intelectual mexicano im-partiendo cursos y conferencias en varias universidades. En sus bri-llantes cátedras de filosofía introdujeron el estudio y análisis de lasobras del pensamiento alemán —como Husserl, Heidegger y Spran-ger— a quienes comentaban y traducían simultáneamente.

Mediante la interpretación y difusión de las ideas del pensamientoalemán, los refugiados republicanos continuaban en México la tarea

7.Un poco después, en 1943, también se funda El Colegio Nacional (Alarcón, 1991: 42).

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Sociedad y política

intelectual, que de alguna forma, habían desempeñado en Españaalrededor de la Revista de Occidente, publicada por la editorial Espa-sa Calpe bajo la dirección de José Ortega y Gasset.8 Durante el perio-do 1923-1936 la revista había publicado el ensayo sobre La decaden-cia de la cultura antigua de Max Weber y también había dado aconocer versiones castellanas de la obra de otros autores alemanes.En sus números podemos encontrar varios textos de George Simmel,Scheler, Sombart, Spengler, y Metzger entre otros más. También sehabían publicado ya algunos textos originales de autores latinoame-ricanos como el mexicano Alfonso Reyes (1923) y el argentino JorgeLuis Borges (1924).

Como se puede apreciar por los contenidos de la revista, la orien-tación filosófica predominante en España a principios de este siglo,se caracterizaba por su crítica a las posiciones afines al positivismo.Recuperando la perspectiva neokantiana, las jóvenes generacionesse nutrían de las posiciones subjetivistas e historicistas de los pensa-dores alemanes de la época y se sentían atraídos por autores comoHusserl, Scheler, Heidegger y Dilthey.

Además de recuperar a los alemanes, este importante movimientofilosófico se distinguía por sus contribuciones originales9 y sus frutosse hacían evidentes tanto en la producción editorial, como en lasdiferentes formas de participación en la vida política cultural y enlos centros universitarios de Madrid y Barcelona.10 La Guerra Civildetuvo este importante movimiento cultural en España, las genera-ciones se dispersaron y los intelectuales siguieron diferentes rutas.Como hemos señalado, muchos de los representantes más distingui-dos llegarían posteriormente a México.

8.La influencia de José Ortega y Gasset en la formación filosófica española fue de tal magni-tud que muchos lo consideran como el filósofo más importante después de Suárez, y afirmanque durante tres siglos España no había dado ninguna gran figura de este tipo (Cardiel, 1983:206).

9.Además de recuperar el neokantismo y estar en contacto con las concepciones más mo-dernas de la filosofía europeas, que entonces se desarrollaban en Alemania, los filósofos es-pañoles iniciaron un movimiento filosófico original y novedoso (Cardiel, 1983: 205).

10.“Entre los intelectuales pertenecientes a la Escuela de Madrid que posteriormente llega-rían a México están José Gaos, Luis Recasens Siches, y Eugenio Imaz. Entre los que se habíanformado en Barcelona puede mencionarse a Juan Roura Parella” (Cardiel, 1983: 206). Asimis-mo vale la pena tener presente que a pesar de la importancia de Barcelona como centrocultural, el gran prestigio de Ortega y Gassset hacía que los catalanes fuesen en algún momen-to a Madrid para nutrirse de sus ideas (Cardiel 1983: 206).

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Para poder continuar con sus tareas intelectuales, y a pesar de quemuchos de ellos no habían podido resolver sus problemas más ur-gentes, los exiliados se distinguieron por un dinamismo sobresalien-te en lo que el impulso a la cultura se refiere, convirtiéndose en ver-daderos promotores intelectuales. Fundaron sus propias revistas—como Romance, Presencia, Las Españas, etc.— y librerías —comola Juárez, la Madero y la Librería de Cristal— y contribuyeron demanera relevante a la publicación de Cuadernos Americanos, la re-vista dirigida por Jesús Silva Herzog que sería una de las publicacio-nes de debate intelectual más importantes de la época,11 la cual enAmérica Latina sólo tendría un parangón con la revista Sur, publi-cada en Argentina y que también se nutría del pensamiento de losexiliados antifascistas en este país. Durante los años cuarenta ambaspublicaciones periódicas incorporarían la herencia cultural de la en-tonces truncada Revista de Occidente.

Los refugiados españoles también tomaron parte en la fundacióny desarrollo de otras instituciones que ahora son fundamentales paraentender la historia de las ciencias sociales en México y el mundode habla hispana. Por su destacadísimo papel deben señalarse porlo menos a dos de ellas: 1) La Casa de España en México, que en unprincipio sirvió de albergue y recinto a las actividades intelectualesde los exiliados más destacados y que después se convertiría en ElColegio de México, y 2) El Fondo de Cultura Económica (FCE), quesería en una de las editoriales más prestigiosas en español yque —como ya se ha señalado— publicaría Economía y sociedad.Por la importancia que tiene para nuestro estudio, a continuaciónnos referiremos brevemente a los antecedentes y la creación del FCE.

La creación de instituciones académicas y de casaseditoriales en México: la fundación del FCE

Durante la década de los treinta, América Latina no contaba conninguna empresa editorial propia de dimensión industrial. A pesarde que una gran parte de la producción editorial del hemisferio sellevaba a cabo en Argentina —donde más se había sentido la influen-

11.El economista mexicano Jesús Silva Herzog, fue un colaborador singular en el aclimata-miento del exilio en México (Alarcón, 1991: 42).

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Sociedad y política

cia de la Revista de Occidente—, ésta también se realizaba a travésde sucursales de las grandes casas españolas (Krauze, 1984: 15).12

Ante esta situación y precipitado por la negativa de editoriales es-pañolas para producir en México, el prestigiado historiador y econo-mista mexicano Daniel Cosío Villegas se da cuenta de la ausenciade ofertas en las publicaciones de ciencias sociales en el mundo dehabla hispana y, en 1934, funda el Fondo de Cultura Económica. Laeditorial se inicia con obras de economía y posteriormente crea lascolecciones de “Política y Derecho”, (1937) “Sociología” (1939), “Fi-losofía” (1942), “Antropología” (1944) y “Ciencia y Tecnología”(1945).

Hacia finales de 1938 el FCE sólo había impreso 16 libros, pero apartir de 1940, empieza un periodo de expansión gracias al trabajoque desarrollarían los intelectuales recientemente exiliados en Mé-xico, quienes se involucran activamente como responsables de lasdistintas secciones13 y en diversos aspectos culturales, técnicos,de difusión y demanda de la empresa.14 El dinamismo que imprimie-ron a la labor intelectual los refugiados fue sobresaliente. Entre 1939y 1946, la sección de sociología publicaría por sí misma 41 obras(como veremos más adelante, durante este periodo dicha colecciónestuvo precedida por el exiliado José Medina Echavarría), (Alarcón,1991: 60). En 1947 el FCE era ya la casa editorial con mayor prestigioen América Latina con sucursales y ventas en Argentina, Uruguay,Perú, España, Colombia, Brasil, Chile y Venezuela (Alarcón, 1991:60; Krauze, 1984: 14-18).

Esta notable productividad y difusión descansaron en gran medi-da en el sobresaliente trabajo de los traductores quienes eran “losauténticos obreros culturales” del FCE. Muchos de ellos tenían unarica experiencia acumulada como responsables de traducción de la

12.En 1938, cuatro años después de la creación del FCE, la industria editorial argentinaaprovechaba la Guerra Civil Española para declarar su independencia. Se funda entonces lacasa Losada sin ligas con España, y Espasa Calpe que por un tiempo siguió los dictados dela metrópoli.

13.José Medina Echavarría sería responsable de las obras de sociología, Javier Márquez deeconomía, Wenceslao Roces y Ramón Iglesia vigilaban la sección de historia, Manuel Pedrosoy Vicente Guerrero de política y derecho, Juan Comas de antropología, José Gaos, de filoso-fía y Adolfo Salazar de música.

14.El diseño, la edición y corrección de textos estarían a cargo de un departamento técnicointegrado por cuatro españoles y un mexicano. Además, el joven economista inmigrante JavierMárquez, sería el brazo derecho de Cosío Villegas hasta 1946 (Krauze, 1984: 17).

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Revista de Occidente, es el caso de José Gaos y Eugenio Imaz, o bienWenceslao Roces en la Editorial Cenit (encargada de divulgar el pen-samiento marxista en España). Otros como José Medina Echavarríatambién habían realizado tareas de traducción para otras revistas yeditoriales. Ante la falta de opciones académicas de tiempo comple-to para todos los arribados, la traducción se convirtió en la principalfuente de trabajo y obtención de ingresos (Alarcón, 1991: 61).

Otro de los intelectuales españoles que estuvo intensamente in-volucrado en las tareas del FCE fue Manuel Sánchez Sarto (1897), quehabía sido director y gerente de la Cámara del Libro de Barcelona y dela Editorial Labor, que junto con Aguilar y Espasa Calpe dominabanel ámbito de las ciencias sociales en el mundo de habla hispana.

Sánchez Sarto era un economista, abogado y filósofo republicanoque había estudiado algunos años en Alemania; fue maestro en laUniversidad de Barcelona y Director del Institut D’InvestigationsÉconomiques en Francia en 1938 (Reyes Nevares, 1983: 593), Sán-chez Sarto llegó a nuestro país en 1939, y se naturalizó mexicano en1951. Además de las tareas editoriales que desempeñó en el FCE,Sánchez Sarto se dedicaría a la asesoría económica y a la docencia.Una de las primeras actividades que llevó a cabo en México fue latraducción del alemán de la obra de Max Weber Historia económicageneral, publicada por el FCE en 1942.

Dos años después, la editorial daría a conocer Economía y socie-dad, a partir de la traducción de la edición en alemán de 1922. Comose ha señalado la publicación de esta obra fue la primera que serealizaría en el mundo, ya que se trataba de una época en la cual elpensamiento de Weber era relativamente desconocido en otros paí-ses como Francia, Inglaterra y Estados Unidos. La realización de estatarea titánica se debió en gran medida a la iniciativa de José MedinaEchavarría como fundador del FCE y director de la sección de obrasde Sociología.

José Medina Echavarría y el interésen la sociología weberiana

José Medina Echavarría (1903-1997) cursó estudios de derecho en lasuniversidades de Valencia y París, y era un apasionado estudioso de

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Sociedad y política

la filosofía alemana. Había sido profesor de derecho en la Univer-sidad de Murcia y Oficial Letrado en el Congreso de Diputados de1932 a 1937. Cuando sobrevino la expatriación, “Medina encamina-ba sus pasos a la vida pública, al perder el suelo político tuvo quevolver a la vida académica” (Lira, 1986: 14).

En España, Medina había traducido del alemán la Filosofía del De-recho de Gustav Radbruch, y del italiano el libro de Robert Michels,Las transformaciones de las capas sociales después de la guerra (elcual no llegó a publicarse por el estallido de la Guerra Civil), así co-mo diversos artículos para la Revista de Derecho Privado (Alarcón,1991: 60 y 220).

Del grupo de republicanos españoles que se exilió en México,Medina Echavarría y el sociólogo del derecho Luis Recasens Siches—quien en 1941 tradujo para el FCE la Historia de la cultura de AlfredWeber—, fueron los únicos cuya especialidad e interés primordialera la sociología.

Medina llegó a México en mayo de 1939, y se hizo cargo de la pri-mera cátedra de sociología que entonces se impartía en la Facultadde Derecho de la UNAM. En esta universidad, Medina también fueprofesor en la Escuela Nacional de Economía donde su propuestade dar un seminario especializado sobre Max Weber fue rechazaday en su lugar dió un curso sobre métodos de investigación social. En1943 fundó el Centro de Estudios Sociológicos de El Colegio deMéxico que —debido a políticas académicas que privilegian la his-toria sobre la sociología— sólo tuvo una existencia de cuatro años.En esta institución Medina pudo impartir finalmente tres cursos dedi-cados al pensamiento de Max Weber (Alarcón, 1991: 74). En 1946,Medina dejó México y vivió en Puerto Rico hasta 1952, posteriormen-te partió a Chile para trabajar en la Comisión Económica para Amé-rica Latina-CEPAL ( Alarcón, 1991: 51-74; Lira, 1986: 21).

En 1940, Medina publicó en la Revista Mexicana de Sociología(RMS) un artículo en el cual rescataba las tesis de Mannheim en unintento de encontrar una respuesta a las crisis de las ciencias sociales,las cuales habían sido incapaces de predecir la barbarie mundialy el estallido de la Segunda Guerra Mundial (Medina Echavarría,1940).

Un año después, Medina Echavarría publicó su libro Sociología,teoría y técnica, en el que profundiza en los aspectos de la crisis de

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la teoría y método de la sociología. El autor consideraba que “de to-das las disciplinas sociales, la sociología ha sido siempre la más cas-tigada por la improvisación” y tratando de superar esta situación,buscaba deslindar las esferas de la filosofía y la sociología, y de de-fender la calidad del quehacer científico frente a la simple aplicaciónde las técnicas. En su exposición, Medina enfatiza las continuidadesmetodológicas presentes desde el surgimiento de la sociología. A sujuicio, a pesar de que Comte y Weber son tan lejanos en su puntode partida, el primero parte del paradigma de las ciencias físico-naturales, y el segundo del neokantismo y el historicismo, amboscoinciden en sus intentos por mostrar la importancia del conoci-miento objetivo. Medina Echavarría consideraba así, que en las teo-rías de estos dos autores quedaba dibujado “el cuadro de los proble-mas metodológicos de la ciencia social presente y futura” (MedinaEchavarría, 1982: 20-21).

El autor concibe a Weber como “el más grande sociólogo de suépoca”, el único que quizá “quede con valor universal” (MedinaEchavarría, 1982: 37) “En su polémica contra los llamados objetivismoe intuicionismo metodológicos, al mantener la validez de un conoci-miento científico de la historia, mostró al mismo tiempo la objetivi-dad del conocimiento social, no obstante ser su materia de natura-leza histórica” ( Medina, 1982: 38).

Sin embargo, la admiración de Medina Echavarría hacia Weber nolo privó de una apreciación crítica. Consideraba como “perturbador”el concepto weberiano de individualidad y afirmó que la posiciónfrente al investigador social resulta “inexacta”, pues entra en contra-dicción con sus propios planteamientos. En este sentido, el autoradvierte que algunas de las posiciones weberianas no debieran ad-mitirse con toda integridad. Juzgó como exagerada la separaciónentre ciencias sociales y naturales, que constituye el punto de partidade la sociología weberiana, y nos recuerda que ésta se explica a laluz de su momento histórico y de la situación polémica dentro dela tradición idealista del pensamiento alemán: “pesa sobre él la dico-tomía tradicional en la distinción de ciencias de la cultura y cienciasde la naturaleza, y se le impone la actitud ‘comprensiva’ a la nece-sidad de control” ( Medina Echavarría, 1982: 61- 62).

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Sociedad y política

La primera edición de Economía y sociedad:los traductores

La publicación de Economía y sociedad fue “el gran campanazo” deuna colección que abarcaría los más amplios territorios sociológicos(Krauze, 1984: 26). Como ya se ha señalado, durante la misma épocase publicarían también las obras de Karl Mannheim, Tönnies y AlfredWeber, a las que posteriormente se agregarían las de autores comoComte, Linton y Znaniecki. En la misma colección también se publi-caron biografías de los padres fundadores de la sociología comoDurkheim, Pareto y Veblen. El afán de contar con obras accesiblesen español se hizo extensivo a otras colecciones como las de “Polí-tica y Derecho” donde aparecieron obras sobre Burke, Locke, Ho-bbes, Paine y Milton (FCE, 1984).

La primera edición en español de Economía y sociedad se publicócon un tiraje de 3,000 ejemplares y formó parte de la sección de“Grandes estudios” de la colección de sociología. Como se sabe,en la medida en que no fue una obra que Max Weber concluyera envida, las distintas ediciones —tanto en alemán como en otros idio-mas— han variado según el criterio de los editores. A diferencia dela presentación del original en alemán que aparece en dos tomos, lapublicación que se realizó en México se integró en cuatro volúmenes.Los editores fundamentaron esta presentación explicando sus dife-rencias con algunos criterios de la edición en alemán ya que consi-deraban que ésta había escindido el esquema de la obra original.15

Los cuatro tomos de la primera edición en español responden adivisiones temáticas. El contenido de los mismos y los respectivosresponsables de su traducción son los siguientes:

Tomo I Teoría de la organización social, traducido porMedina Echavarría.

15.Al respecto, los editores señalan: “En la edición de Economía y sociedad de Max Weberhemos tropezado con el mismo problema que sus editores alemanes. El esquema de la obraen su división en partes, capítulos y parágrafos, donde los capítulos conocen variaciones deextensión que oscilan entre unas pocas páginas y centenares de ellas y los parágrafos ad-quieren a veces dimensión de capítulo, ha tenido que ser materialmente violentado en la dis-tribución de volúmenes para que ésta ofreciera cierta proporción. Asi, la edición alemana tieneque dividirla en dos volúmenes que escinden el esquema de la obra del capítulo VII de la se-gunda parte. Nuestra división en cuatro volúmenes resulta más visible, ya que el primerocomprende una materia homogénea...”.

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Tomo II Tipos de comunidad y sociedad, traducido por JuanRoura Parella.

Tomo III Tipos de comunidad y sociedad, traducido porEduardo García Maynez.(Sociología del Derecho) y Eugenio Imaz (La ciu-dad).

Tomo IV Tipos de dominación, traducido por José FerraterMora.

En la medida en que ya se han expuesto los datos del traductordel primer volumen y coordinador general de la obra, José MedinaEchavarría, a continuación se hace un breve perfil de los otros miem-bros del equipo.

El traductor de los Tipos de comunidad y sociedad, Juan RouraParella, filósofo y pedagogo de origen catalán (nacido en Gerona en1897), había sido profesor de la Universidad de Barcelona y estudia-do en Alemania con varios pensadores entre ellos Nicolai Harmann,Wolfgang Kohler y Werrner Sombart. De especial relevancia en suformación fueron los cursos que tomó con el discípulo de Dilthey,Eduardo Spranger, a quien Roura Parrella debe la orientación defini-tiva de su filosofía (Cardiel, 1983: 226).16 Durante su estancia en Mé-xico impartió cursos en la UNAM sobre la obra de este autor y tambiénsobre distintos temas de pedagogía. En 1940 publicó su libro Edu-cación y ciencia (1940) en cuya introducción —titulada “Las cienciasdel espíritu y la escuela”— rescata la influencia de Dilthey y Sprangerpara enfatizar los vínculos entre las ciencias de la cultura y la edu-cación. En 1944, publicó otro texto titulado Spranger y las cienciasdel Espíritu, donde utiliza las notas personales de los seminarios quetomó en Berlín para exponer la teoría fundamental de quien fuera sumaestro. En 1945 salió de México primero a la Universidad de Wes-ley en Estados Unidos y, a partir de 1948, sería docente de la Univer-sidad de Columbia en Nueva York (Cardiel, 1983: 213, 226-228).

El responsable de la traducción de la sección sobre La ciudad in-cluida en el tomo III, Eugenio Imaz, nació en San Sebastián en 1900.

16.Roura Parrella también publicó los textos titulados Sobre la morfología de la cultura deDilthey, La educación viva, Educacion y ciencia (México, 1940), Temas y variaciones de lapersonalidad, Sobre la morfología de la cultura de Dilthey y Temas y variaciones sobrela personalidad (Roura Parella, 1946: 850).

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Sociedad y política

Imaz estudió filosofía en Madrid y Berlín, de 1939 a 1941 fue se-cretario de la revista Cruz y raya y de la Junta de Cultura Española.En su tierra natal ya había llevado a cabo las traducciones importan-tes de obras de autores como Huizinga, Buckhardt y Tönnies. Ya enel exilio, Imaz será el traductor más prolífico del FCE donde lleva acabo traducciones de Kant (Filosofía de la Historia, 1941) y de Kir-kland (Historia económica de los Estados Unidos, 1942), entre otros.Pero el trabajo más importante de su vida fue la traducción de lasobras de Wilhem Dilthey, que el FCE publicaría en ocho tomos.17

Imaz penetró, como pocos, en la filosofía diltheyana y fue autor dellibro titulado El pensamiento de Dilthey, además de otros dos textosde ensayos titulados Topia y Utopía (1946) y Luz en la Caverna pu-blicado póstumamente, en conmemoración de su muerte voluntariaen el puerto de Veracruz en 1951. Eugenio Imaz también fue fun-dador de la revista Cuadernos Americanos, profesor de la UNAM yredactor de la revista España Peregrina (Imaz, 1945: 792).

Eduardo García Maynes, el traductor de la Sociología del Derecho,es el único intelectual que no es de origen español dentro del equipode colaboradores para la edición de Economía y sociedad. GarcíaMaynes (México, 1908), fue catedrático de la Facultad de Filosofíay Letras de la UNAM, fundador y director del Centro de Estudios Filo-sóficos, y de la Revista Filosofía y Letras (1940-1965). Entre sus obrasmás importantes se encuentran: El problema filosófico-jurídico de lavalidez del derecho (1940), Libertad como derecho y como poder,Ética (1951) e Introducción a la lógica jurídica (1951). Como tra-ductor, destaca por haber hecho accesible en español la Teoría gene-ral del derecho y del Estado de Hans Kelsen (enciclopedia de México,tomo 5 y Diccionario Enciclopédico Mexicano, tomo 2, 1989).

El traductor de los Tipos de dominación (tomo IV), José FerraterMora (Barcelona, 1912), era un filósofo que había trabajado comotraductor independiente y redactor para diversas editoriales en Espa-ña. Durante la Guerra Civil, se enlistó como soldado en el EjércitoRepublicano , y a partir de 1939 vivió en el exilio. Fue el único de

17.“La dirección y traducción de las obras de Dilthey es tanto más meritoria cuanto no seredujo a su mera versión en español, sino que les dio nueva organización y composición, máscongruente con sus partes históricas y sistemática” (Cardiel, 1983: 215). Al respecto Cardielseñala cómo “sus atisbos en la interpretación de Dilthey fueron extraordinarios” (Cardiel, 1983:215).

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los traductores de Economía y sociedad que no vino a México. Se fuea París, luego a La Habana (1939-1941) y a Santiago de Chile dondedio clases de filosofía en la Universidad (1941-1947). A partir de 1948se trasladó a Estados Unidos donde ocupó diversos cargos en distin-tas universidades. Entre sus obras más importantes están el Diccio-nario de filosofía ( publicado en México en 1944), Cuatro visionesde la Historia Universal (Losada, Buenos Aires, 1945) y Helenismoy cristianismo (Santiago de Chile, 1949). Entre sus traducciones, ade-más de la de Max Weber se encuentran la de François Guizot, De lapena de muerte en materia política, De las conspiraciones y la jus-ticia política (traducido del francés, y editado en español en San-tiago de Chile en 1943) y el libro de Shestov Kierkegaard y la filosofíaexistencial (traducido en 1947 y publicado en Buenos Aires en edi-torial Sudamericana en 1951).18

Además de haber traducido el primer tomo y coordinado la obra,Medina Echavarría redactó el prólogo a la primera versión en espa-ñol. En éste, el traductor apunta lo que puede ser considerado a lavez como un diagnóstico y una profecía: una especie de “destino ad-verso” que persigue la obra de Weber en su propia gloria. Lo queha pasado al público y se repite en las aulas no deja de ser sino unacaricatura de su propio pensamiento. Para mostrarlo, Medina denun-cia las malas interpretaciones de Weber que lo han presentado endos sentidos: como el teórico de la ética protestante y como el cien-tífico aséptico libre de valores.

Medina se mostraba preocupado porque el nombre de Webersuele estar unido casi en exclusividad a su interpretación de los orí-genes del capitalismo planteados en La Ética protestante y El Espíritudel capitalismo. Se trata de un esquema, que, a “fuerza de arrastrarsepor los manuales, llega al público a menudo convertido en un autén-tico disparate que se reitera en la desenvoltura que conlleva todasimplicidad”. En el caso de Weber, la deformación se remonta afuentes secundarias que pecan de parcialidad. Así, La Ética, libroque le abrió a Weber la fama universal, se ha prestado a interpreta-ciones falseadas y vulgares que desligan a Weber del resto de su obraparticular, de sus otros estudios sobre la moral económica de las reli-giones mundiales (Medina, 1974, [1944]). Esta afirmación será espe-

18.Para una información más amplia sobre la vida y obra de José Ferrater Mora consúltesela revista Anthropos, núm. 49, 1985.

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cialmente importante para la recuperación de Weber en el mundode habla hispana donde sus textos sobre religiones sólo se conocie-ron de forma fragmentada, ya que la traducción de las obras sobreChina, India y el judaísmo antiguo se llevaron a cabo hasta principiosde 1980: (Max Weber, Ensayos sobre sociología de la religión, II, Tau-rus, Madrid, tres tomos).

Medina también rechazaba la interpretación de Weber como elacadémico que propone una “neutralidad valorativa” y —a la ma-nera de Jaspers— hizo una lectura en la cual las raíces de su lucidezse explican precisamente por la vinculación entre conocimiento yacción. Al respecto Medina considera que “si concebimos la políticaen su más noble sentido, como una preocupación activa y sin tre-gua por el destino de la propia comunidad dentro de una determi-nada constelación de fuerzas mundiales, Max Weber fue desdesiempre y ante todo un ‘político’. Desde esta perspectiva se insisteen la conexión entre la ‘pasión política’ y la concepción de la cienciaaludiendo a la conocida definición weberiana en torno a la ‘ética deresponsabilidad’. La justificación de la ciencia se encuentra en lasposibilidades de la acción racional, de igual manera como puededarse la acción responsable si consideramos posible el comporta-miento racional”.

Desafortunadamente, como ya lo he mostrado ampliamente enotro texto (Zabludovsky, 1998), Medina Echavarría tenía razón. Másallá de las reseñas críticas que hicieron los propios traductores, lapublicación de Economía y sociedad no recibió la debida atenciónen los ámbitos intelectuales de México durante los años cuarenta ycincuenta.

La reedición de la obra

La mejor demostración de que la obra de Weber no se leía o se leíapoco, es que tuvieron que pasar veinte años antes de que el FCE deci-diera hacer una nueva edición de Economía y sociedad.19 Finalmen-te, en 1964, para conmemorar el centenario del natalicio de Max We-

19.Medina Echavarría deja la colección de “Sociología” en 1947 y a partir de entonces ex-perimenta una disminución notable en el número de sus traducciones (Alarcón, 1991: 60-61).

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ber, la editorial hace una reedición, pero esta vez de acuerdo conla cuarta edición alemana de 1956. (Como se sabe, Economía y socie-dad es un libro cuyo cuidado y presentación final nunca estuvierona cargo de Max Weber). El responsable de esta edición póstuma esJames Winckelman, quien hace una disposición distinta e incluyeuna serie de trabajos que no aparecían en las tres primeras edicionesalemanas. En la nueva versión en castellano, se reproduce la traduc-ción que había coordinado Medina Echavarría y se encomiendan losañadidos a otras personas (Carlos Gerhard se hace cargo de la tra-ducción y Jazmín Reuter es responsable del índice analítico).

Así, la nueva edición del FCE contiene, además del prólogo deMedina Echavarría, el que realizarán Winckelman y Mariana Weber.La edición consta de cuatro mil ejemplares y se presenta en dos to-mos —en vez de los cuatro iniciales—. En la publicación de lossesenta no aparece mención alguna a las tareas de Medina Echavarríacomo coordinador inicial de la colección de sociología20 ni comoresponsable de la subdivisión temática de la obra. Tampoco se pu-blican los créditos específicos a los traductores de las distintas sec-ciones.

Además de cometer una clara injusticia en el reconocimiento dela labor de los traductores y de la coordinación de Medina Echava-rría, los efectos de esta nueva edición no ayudaron a cambiar lasideas que se tenían en torno a la obra de Max Weber. Por el contrario,la introducción de una sección que Winckelman presenta como“Sociología del Estado”, contribuyó más bien a intensificar las per-cepciones de un científico aséptico. Como el propio editor explica,la versión de esta parte es más un trabajo suyo que del propio Weber.Argumentando un “interés didáctico”. Winckelman trata de llenar loque considera “lagunas de Max Weber en materia de Sociología delEstado”, escogiendo algunos segmentos de textos elaborados por élen La política como vocación.

Por paradójico que parezca, las contribuciones que los intelectua-les españoles y latinoamericanos hicieron en torno al pensamientoalemán en México en la década de los cuarenta, no serían valoradassino hasta treinta y cuarenta años después. Hasta principios de 1980—con el nuevo despertar del interés en torno al pensamiento de Max

20.Esto puede deberse a las propias rivalidades que Cosío Villegas empieza a tener conMedina, lo cual también puede explicar el cierre de su carrera editorial.

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Sociedad y política

Weber que se produce tanto en el ámbito mexicano como al nivelmundial— nos encontramos con un tipo de interpretaciones querecuerdan las que en su momento hicieron Medina Echavarría y elequipo de traductores de Economía y sociedad. El énfasis se ponenuevamente en una lectura teórico-metodológica de la obra weberianay en una concepción de la política, en la cual el símil de la “guerrade demonios” prevalece sobre el de la “neutralidad valorativa”.

Consideraciones finales

En el presente texto se han analizado las circunstancias que permi-tieron y fomentaron una fructífera colaboración entre los emigradosrepublicanos españoles y el FCE en el México de los años cuarenta.Gracias a esta excepcional alianza, en nuestro país se llevó a cabouna titánica labor que hizo posible la traducción y publicación delas obras de Max Weber y el pensamiento alemán al hacerlas acce-sibles al mundo de habla hispana.

Sin embargo, durante las décadas de los cuarenta y cincuenta es-tas obras pasaron prácticamente desapercibidas. La sociología we-beriana y la llamada corriente hermenéutica no lograron arraigarseen México. Los pocos debates que se dieron en torno a ésta perma-necieron en un nivel filosófico sin trascender al propiamente socio-lógico.

Aunque son muchas las causas que pueden explicar esta situacióny sería demasiado extenso tratar de abordar a todas ellas, algunas delas que considero más importantes tienen que ver con la inexistenciade una comunidad académica que realmente fuera permeable al de-bate de la época y con la ausencia de compromiso y de exigenciaintelectual en torno a la necesidad de estar al corriente sobre las pu-blicaciones recientes. Además, para un mundo académico preocu-pado por la conexión entre la practica sociológica y la acción y porotras cuestiones vinculadas al campesinado y el indigenismo, no eradel todo incomprensible que las ideas en torno al debate alemán nofueran consideradas como prioritarias para el conocimiento la reali-dad mexicana de la época.

Por otra parte, en México todavía no existían las instituciones deenseñanza de la sociología, consecuentemente no había una presen-

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cia fuerte de la disciplina y no se estaba en posibilidades de proyec-tarse sólidamente hacia el futuro. A pesar de que la existencia delInstituto de Investigaciones Sociales data de 1939, éste no tuvo bajosu responsabilidad las tareas docentes, y éstas tenían que llevarse acabo en las escuelas existentes (derecho, economía, etc.). Como seha señalado en este artículo, los esfuerzos de Medina Echavarría parainstaurar una cátedra sobre Weber en la UNAM fueron finalmente blo-queados por las administraciones en turno. Esta situación adversa sepresentó nuevamente en El Colegio de México, donde a pesar deque Medina logró impartir clases sobre el pensador alemán y fundarel programa docente en sociología, este sólo tendría una duraciónde cuatro años. Después de dicho periodo el programa fue clausu-rado, situación que quizá se explique por las predilecciones que Da-niel Cosío Villegas tenía hacia la historia sobre la sociología. En estesentido, queda pendiente para una futura investigación evaluar elpeso que los líderes intelectuales del momento han tenido en el de-sarrollo de las ciencias sociales. No sería difícil presuponer que enla propia UNAM el desarrollo de la sociología comprensiva se enfren-tó a barreras debido al liderazgo intelectual de Lucio Mendieta y Nu-ñez, que mostraba interés en un tipo de desarrollo disciplinario muydistinto al propuesto por los refugiados españoles.

Sin embargo, en la medida en que estas afirmaciones aún puedenfundamentarse con los respectivos datos históricos, por el momentodichas aseveraciones son más bien riesgosas y sólo deben ser con-sideradas como hipótesis para futuros trabajos en torno a la historiay desarrollo de nuestras ciencias sociales. Por el momento, la únicacerteza es que, independientemente de las razones, en el México delos cuarenta se perdió la oportunidad de desarrollar una tradiciónsólida que diera paso a una escuela de sociología comprensiva quepodría haber tenido como una de sus grandes bases el trabajo mo-numental de traducción realizado por los republicanos españoles ennuestro país.

Recibido el 17 de abril de 2002Aceptado el 3 de mayo de 2002

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Sociedad y política

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Sujeto de la política, sujetode la igualdad.

A propósito de Rancière

LEONARDO OLIVOS SANTOYO*

Resumen

En este artículo se analizan las reflexiones del teórico Jacques Rancière en torno a la cienciapolítica que le permiten considerarla, en primer lugar, bajo un estatuto fuera del ámbito estatal—en donde por excelencia ha quedado subsumida— y, en segundo, opuesta a las maquina-rias que operan tradicionalmente la gestión de los intereses políticos, al mando de los ejércitosy del ejercicio de la majestad, que comúnmente han quedado marcados como los compo-nentes de la historia y la ciencia política. A partir de estos linderos, se desarrolla una propuestapara reformular al sujeto de la política, a la política y a lo político. La reflexión del sociólogofrancés se aleja de la lógica de las causas últimas y localiza, en el conflicto entre dos fuerzashistóricas (el momento del orden o policía y el de subversión en nombre de la igualdad o po-lítica), el proceso por el cual se verifica la existencia de lo político.

Abstract

The article analyzes theoretician Jacques Rancière’s reflections on political science allowinghim to consider it, in the first place under a statute outside the state’s realm —where it hastypically been submerged— and, in the second, opposite to the machineries traditionally ope-rating the management of political interests, the command of armies and the exercise of ma-jesty, commonly marked as the components of history and political science. Starting from theseboundaries, he develops a proposal to reformulate the subject of politics, politics and thatwhich is political. The reflections of this French sociology take place far away from the logicof their causes and locate themselves in the conflict between two historical forces: order orpolice and subversion in the name of equality or politics.

Palabras clave: posfundamento, política, policía, sujeto, igualdad, orden.

Introducción

N os situamos en el movedizo territorio de la imposibilidad del ser. Se trata de un espacio, valga la expresión, alimentado de

vectores distintos del pensamiento que, cruzados por divergencias

*.Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Di-visión de Estudios de Posgrado, Programa de Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales, Edi-ficio “F”, P.B., Circuito Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria, Col. Copilco Universidad,Coyoacán, México D.F., c.p. 04510.

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y tensiones, comparten la osadía de poner en cuestión el sueño car-tesiano de un sujeto centrado, pleno y más aún autoconsciente.

En estas tierras del posfundamento, Jacques Rancière sugiere laposibilidad de un camino distinto al emprendido por Foucault yquienes comparten con él, la premisa de un sujeto disperso en y porsus posiciones enunciativas. Al mismo tiempo, se presume una tomade distancia de la tradición psicoanalítica, en específico de la vertien-te lacaniana que postula la presencia de una falla intrínseca al sujetoque hará las veces del motor de un peregrinar incesante en buscade saldar una cuenta por principio impagable.

Es así que el recorrido de Rancière no lo inscribe ni en el excesoni en la falta, aunque no por ello deje de haber líneas de argumen-tación en las que se crucen ambas tradiciones. Su búsqueda, sin em-bargo, lo conduce a la política y al sujeto mismo de la política.

En ese sentido, las reflexiones de nuestro autor permiten pensarla política bajo un estatuto, en primer lugar, fuera del topos estatalen donde suele quedar subsumida y, en segundo, opuesto a las ma-quinarias que operan la gestión de intereses, el mando de los ejércitosy el ejercicio de la majestad, que comúnmente han quedado marca-dos como los componentes de la historia y la teoría política (Ranciè-re, 1996: 32).

Estos son los linderos dentro de los cuales se desarrolla una pro-puesta para reformular al sujeto de la política, a la política y a lo polí-tico. Una provocación para jugar con el instrumental categórico ricoen implicaciones y desafíos que invita a mirar de nueva cuenta lasarticulaciones de lo social configuradas y vizualizadas a través deldispositivo de la igualdad y de la subversión del orden de los espa-cios asignados y las palabras correctas.

Este ensayo desarrolla el topos argumentativo enunciado porRancière. Su objetivo es rastrear las pistas a sus operaciones lógicasy reconstruir los “cómo”y los “porqué” del sujeto político; recuperarsu visión del conflicto y de la división; finalmente, problematizarciertas fisuras en la tesis cuyas consecuencias remiten a un desacuer-do en estricto sentido rancièriano.

Asuntos tales como si toda lucha igualitaria merece ser conside-rada una acción política, si a esta premisa no le hacen falta otrosoperadores y si esto es afirmativo ¿cuáles podrían emplearse? Todoello conforma un primer núcleo de temas a poner a debate. En otro

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Sociedad y política

nivel, existe el implícito de que toda política aspira a transformarseen orden, en ese sentido cabría jugar con las posibles implicacionesde una postura de tal naturaleza. Finalmente, para cerrar la reflexión,otra discusión que queda en el tintero se refiere a si la exclusión, elno lugar y la falta de nombre son condiciones suficientes para desen-cadenar un proceso de subjetivación: con ello, ¿no caemos en deter-minismos que dotan a la acción política de una consistencia mecá-nica o nos invita a pensarla como condición necesaria pero nosuficiente? ¿Qué otras mediaciones podrían incorporarse?

En suma, Rancière convoca y provoca, su andar no es intrascen-dente pero dista de mantener un paso susceptible de rastrearse yaparejársele sin presentar fuertes resistencias. El intento por seguirsus pistas no garantiza un buen arribo y en cambio augura uno queotro tropezón. Tomadas las debidas precauciones, las líneas siguien-tes inician la travesía con destino a la noción de comunidad y sudoble dimensión.

El pueblo, al mismo tiempo, siempre es máso menos que sí mismo

Las invocaciones al pueblo nos remite a un todo y al mismo tiempoa un nosotros o un ellos que anuncia la presencia de fisuras en elsupuesto reino de justicia, de los intercambios recíprocos, en dondecada quien recibe lo que le corresponde y cada cual realiza lo quepor naturaleza le es asignado.

El pueblo o demos que, dentro de la tradición clásica inaugura laacepción igualitaria, reconoce la diferencia pero la resuelve en el to-do. “El demos es lo múltiple idéntico al todo: lo múltiple como uno,la parte como todo” (Rancière Jacques, 1996: 24). En su disputa con-tra la pretensión del necesario encuentro entre filosofía y políti-ca, Rancière escudriña en los clásicos y procede a desmotar unaecuación imposible, en la que el resultado es siempre la igualdad depérdidas y ganancias entre los miembros distintos de una comu-nidad.

Corroborar la parcialidad del resultado apunta hacia Aristóteles ysu “bella construcción de comunidad”, en donde cada destacamentoaporta al bien común lo que su naturaleza social les ha dotado: la

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oligarquía de las riquezas, la aristocracia de las virtudes y al pueblode la libertad. Es aquí donde Rancière descubre un detalle signifi-cativo que viene a perturbar el ansiado equilibrio, introduciendo unaversión propia de las fuerzas del conflicto y la contingencia.

Como toda cadena que se rompe, el modelo aristotélico tiene uneslabón débil que se aloja en la multitud del populacho y en la pro-piedad que supuestamente le pertenece: la libertad. La libertad vistabajo los ojos de Rancière constituye un lugar vacío y, en tanto tal,no guarda relación de pertenencia ni con el pueblo ni con ningúnotro de los sectores de la comunidad. Constituye un valor universalpropio de la humanidad entera. En ese sentido cabría preguntarse¿cuál es entonces el patrimonio del pueblo? La respuesta es la nada,porque el demos justo se conforma por los excluidos de toda propie-dad.

En la carencia de riquezas y de virtudes y ante lo que Rancièrellama “una propiedad impropia”, el pueblo se da así mismo un nom-bre que parcializa aquello que solía designar al todo. En ese momen-to, invocar a la comunidad hace referencia, con toda intención, a unaparte claramente especificada de esa otra comunidad abarcante,una parte que no puede ser otra sino el fragmento de quienes poseenen común la no posesión de atributos.

El doble estatuto de la comunidad no se reduce a develar la exis-tencia de una sociedad fragmentada; los clásicos vislumbraron esoy encontraron la reconciliación en el seno mismo de la comunidad.La falsedad de la cuenta equilibrada se sitúa en ese preciso llamadoa la comunidad por parte de los sin parte. En ese momento se enun-cia con todas sus letras la presencia de la desigualdad cruzandotransversalmente y de forma constitutiva toda polis del pasado, pre-sente y futuro.

De las entrañas de la desigualdad y alimentado por ésta, el conflic-to, transformado en litigio por Rancière, devuelve una noción decomunidad adjetivada por la política. Ellos significa una comunidaddivida y, más aun, enfrentada entre ricos y pobres, poseedores ydesposeídos.

La política, por tanto, nace del cómputo erróneo que introduce laidea de una comunidad fragmentada y convulsionada por en-frentamientos entre los desiguales. “El litigio de la cuenta de lospobres como pueblo, y del pueblo como comunidad, es el litigio so-

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bre la existencia de la política por la cual hay política” (Rancière,1996: 20).

Bajo una primera lectura Rancière reedita, palabras más, palabrasmenos, aquella célebre tesis de la lucha de clases impulsando el de-venir histórico. No obstante, el aporte de esta perspectiva radicajusto en la distancia conceptual respecto a las clases, entendidascomo identidades previamente forjadas, correspondientes a funcio-nes claramente estipuladas dentro de la sociedad. El sujeto de la po-lítica, por el contrario, representa una torsión por la cual las clasesno son ellas mismas. Esto no puede ser más evidente que en las ape-laciones al proletariado. El proletariado como puede desprendersedesde ciertas lecturas del propio Marx, no representa una clase sinola disolución de todas ellas. Esta idea quedará entendida con mayorprecisión en los siguientes apartados, cuando se aborden las cuestio-nes relativas a la subjetivación y al entremedio.

Encuentros cercanos; la policía y la política

Hasta aquí, hemos introducido algunos elementos que develan lafactura de la política, hecha de desigualdades y litigios. Sin embargo,la política no se explica cabalmente por sí misma, necesita de un otropara cobrar forma y contenidos. De esta manera, si la política la acti-van los sin parte ¿a qué y a quiénes podrán enfrentarse los innom-brados?

Una primera respuesta apuntaría tentativamente a los ricos y lasriquezas. Pero más allá de los recursos que, en efecto constituyenel eje de las desigualdades, la política en tanto momento del conflic-to supone un otro simultáneo del orden. En efecto, aparejada a lastendencias manifiestas de la desobediencia, existen fuerzas socia-les encargadas de configurar los espacios, otorgar los nombres y fi-jar las funciones; más aun, garantizar la permanencia al infinito detales disposiciones, su inviolabilidad y, por supuesto, su naturali-zación.

Tales fuerzas tradicionalmente denominadas políticas serán rebauti-zadas por Rancière bajo el término policía. El denominativo policíapara reconocer en él la distribución de lugares y funciones, ademásde su sistema de legitimación, puede ocasionar problemas por su in-

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mediata asociación a un aspecto particular, relacionado con la cár-cel, el garrote y la vigilancia. Todo ello, si bien está enmarcado enel proceso policial, es sólo su expresión más baja. La policía no seresuelve exclusivamente por la disciplina, ordenar implica funda-mentalmente un proceso de selección, clasificación e identificaciónque cruzan de manera preferencial los senderos de la aceptación yel consenso.

La policía tampoco designa lo que en otras tradiciones se reco-noce como aparato de Estado. La distribución de los espacios y losnombres dependen de lo que ocurre en ambos extremos de la dico-tomía sociedad/Estado. La policía es el ordenamiento de los cuer-pos, de lo que éstos pueden ser, hacer y decir. En esa medida definetambién, en contraposición, las identidades sin parte y sin lugar, laspalabras carentes de significado y los actos inhumanos, bárbaros eimprocedentes. Así, el Estado y su aparato, constituyen espacios másen donde ocurren procesos de ordenamiento, en el que operan resis-tencias y vetos. En tanto orden, es el resultado de la victoria momen-tánea de la lógica policial que sintetiza las consecuencias de unalucha específica celebrada dentro de este complejo de relacionesconocido como Estado.

La política, por su parte, se relaciona con el proceso inverso al dela policía, en el cual los cuerpos son desplazados de sus lugares natu-rales, los ruidos transformados en discursos y las acciones concen-tradas en reparar el daño constitutivo a toda comunidad. La políticaes forjada a través de prácticas emancipatorias, motivadas por la ideade una igualdad perdida por obra y gracia del orden policial, quecondenó a unos a vivir una vida en los sinfines del limbo y delmundo de expresiones guturales, más próximas a emisiones anima-les que al habla humana.

En nombre de la igualdad, los parias articulan fonemas que desig-nan palabras, ahí en donde se escucharon siempre quejidos sonenunciadas injusticias que irrumpen ante los legisladores y ejecuti-vos del orden, corroborando la suposición inicial de aquella igual-dad existencial entre poseedores de una lengua común.

Al mismo tiempo, se devela la débil hechura de los basamentosde cualquier orden policial, esto es, el origen meramente contingen-te de toda distribución jerárquica, de toda identificación y de todadistribución de las partes. La contingencia aquí, no hace referencia

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tanto al origen fortuito del estatuto policiaco como a su consistenciaprecaria. Una vez descubierta la falsedad de la cuenta o, mejor dicho,la falsedad que pretendió pasar por verdadera una cuenta errónea,se pone a andar la maquinaria de la política que terminará transgre-diendo las pautas del no tan inamovible orden social.

La política como podrá apreciarse tiene un componente universaly transhistórico: la igualdad. La cuña metafísica, de la cual no hayescapatoria aun dentro del posfundamento, se presenta en Rancièreen forma de una igualdad con los atributos antes mencionados. Sinembargo, la particularidad de este carácter universal es su necesariaverificación, es decir, existe en la medida que se comprueba en ca-sos concretos, cuando los sujetos específicos se lanzan a demostrarsu condición igualitaria. Por ello, en lugar de pensarlo como un valordado, un fundamento de la humanidad, constituye un operadorlógico sujeto a cotejo. De lo anterior se desprende también la contin-gencia de la acción política; ello significa la ausencia de todo marcode necesidad para que ello ocurra. No hay leyes del desarrollo his-tórico ni teleología alguna que muevan las fuerzas de la política; laresistencia y la subversión son constructos discursivos y prácticos deagentes en condiciones específicas.

El choque de policía y política es llamado por Rancière lo político;ambos procesos mantienen un estrecho vínculo conflictivo que noguarda condición de exterioridad ni tampoco de negación mutua. Lapolicía mantiene una relación de daño con la política y ésta para sery hacer necesita enfrentar al orden. Así lo político viene a ser “el lugardonde la verificación de la igualdad se convierte necesariamente enel manejo de un daño” (Rancière, 2000:146).

Sólo en el encuentro de estas dos lógicas heterogéneas es posiblehablar de que algo político está ocurriendo. En esa medida, nada espolítico pero todo es susceptible de politizarse. La familia, una huel-ga, las elecciones, todos estos y muchos territorios más de la policía,se encuentran amenazados por la presencia fantasmal de un litigio.No existen razones necesarias, pero la destrucción se encuentra in-cubada en cada ordenamiento. En el momento que surgen victorio-sas las tendencias a clasificar, seleccionar y nombrar, se alimentanlos daños que potencialmente demandarán su reparación. No im-porta en dónde ocurra, sea este el orden patriarcal, la división deltrabajo o los procesos electorales fraudulentos, los movimientos de

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mujeres, de trabajadores y aquellos que enarbolan la democracia yla limpieza electoral han probado cómo espacios se transforman enarenas de disputa en nombre de la igualdad.

Identidades y sujetos

Para Rancière los encargados de poner en litigio el orden policial noson aquellos que vienen a visualizar una identidad sojuzgada o a rei-vindicar valores propios de grupos excluidos o marginales. La polí-tica, nos advierte, tiene que ver con sujetos y con los modos de sub-jetivación, más que con identidades preestablecidas que al fin y alcabo son las huellas humanas de las fuerzas del orden.

Tenemos así que es el movimiento feminista y no las mujeres elresponsable de poner en cuestión las jerarquías patriarcales, la claseobrera y no los obreros quien conquista los derechos laborales. Lossujetos de la política no son iguales a los actores sociales ligados a susidentidades, tampoco existe un vínculo de representación dura, enel que un sujeto lleve a cabo un programa alimentado de necesida-des, intereses y aspiraciones de los grupos con nombre y apellido.Por el contrario, estos dos son momentos de ruptura o, dicho dentrodel lenguaje rancièriano, están mediados por una torsión.

La subjetivación o entremedio constituye “la formación de un unoque no es un yo sino la relación de un yo con un otro” (Rancière,2000: 148). Dentro de este proceso se puede apreciar dos fases dis-tintas. Un primer momento de resistencia frente a las asignacionesde lugar, nombre y función dados por la policía. Es decir, una etapaen donde los sujetos en formación, justo para adquirir tal estatuto,se desincorporan de los anclajes identitarios que les otorgaban unaadscripción negativa vinculada a sus funciones del ser, hacer y decir.

A través de esta desidentificación se entiende la diferencia quesepara a las feministas de las mujeres o a los proletarios de los obre-ros. Mientras los segundos corresponden al mundo, claramente re-conocible de la distribución de funciones y los lugares, los primerosvendrán a ser las expresiones de una relación crítica con la naturale-za dada. En esa medida son intentos de despojarse y romper con lasasignaciones naturalizadas del orden. Sin embargo, la subjetivaciónimplica un entremedio, y en ese sentido es más que mera resistencia

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y quiebre, es también creación de algo no codificable en términosde identidad.

Como fue precisado más arriba, la subjetivación remite a la con-junción de un yo con un otro, por tanto, da cuenta de un procesode sincretismo secular por el que emergen sujetos desarraigados desus identidades primarias. Así, el sujeto, en esta propuesta, se definepor sus indefiniciones, por la articulación múltiple de nombres y cate-gorías imposibles en la naturaleza. Es la puesta en marcha de un esta-tuto nuevo desconocido para el orden policial. De esta forma, su solapresencia esgrime un desafío contundente a los impulsos domestica-dores, cuyos poderes descansan en nombrar al mundo y a sus cosas.

Pero los sujetos, como se ha venido enunciando, son además por-tadores de litigios, de demandas por la reparación de los dañoscausados en la igualdad de quienes como parte de la comunidadsuponen una condición igualitaria. La voz de la denuncia y el conflic-to que, como hemos insistido, no se traduce en un ethos colectivoo la toma de conciencia en el terreno de la política. Por el contrario,se refiere a una síntesis de múltiples vocablos que representan expe-riencias sensibles articuladas en sujetos concretos.

A manera de corolario, encontramos que dentro del pensamientode Rancière el sujeto no se entiende fuera de la actividad política,los sujetos adquieren esa configuración en el proceso de transfor-marse en fuerzas de toda heterología o encuentro cercano entre poli-cía y política. Los sujetos de Rancière son los sujetos de la emancipa-ción, pero más que de la emancipación, los encargados de verificarla igualdad sobre las bases de un estado de cosas en esencia desi-gual, son las fuerzas del conflicto y de la disrupción, la garantía deque ningún orden se ostente pleno ni absoluto. Por tanto, son laapuesta a la consecución de un movimiento perpetuo en busca deuna igualdad, obligada a verificarse en todo momento y en cualquierlugar. El sujeto de la política por todo ello, es el sujeto de la igualdad.

Consideraciones finales.Rancière o cada quien con su Jacques

Provocado por lecturas parciales, pequeñas inconsistencias de la es-critura o ideas que bifurcan caminos irreconciliables, Jacques Ran-

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cière hereda uno que otro problema de magnitud suficiente paraalimentar intensas discusiones, que nos obligan a ver y pensar lossujetos políticos del pasado y presente, así como los contornos y pro-piedades de tan llevada y traída actividad humana.

Los posibles desacuerdos, lejos de significar debilidad o falta, re-presentan parte de la riqueza contenida en los textos de Rancière,son la invitación a polemizar y confrontar un modelo frente a las ex-periencias sensibles, rebeldes e indomables. Dentro de la incesanteguerra de interpretaciones, encontramos una propuesta que da cuen-ta de esta dinámica fundamental y deja abierta la posibilidad deexplorar las insinuaciones e implícitos de una teoría sin sutura últi-ma, que estimula el ejercicio de la propiedad moderna kantiana: larazón en primera persona.

Haciendo las veces de conclusión pero ajenos a toda intención deser concluyentes, lo procedente será dibujar algunos dilemas, no losprincipales ni los únicos, sino aquellos que, a mi juicio despiertanun interés compartido.

El primero de ellos se refiere a la verificación de la igualdad comoel criterio para definir una lucha política, la pregunta podría formu-larse de la siguiente manera: ¿Toda acción por reparar el daño en laigualdad es una acción política? De acuerdo con Rancière la igualdadno es suficiente. Esto nos lleva a precisar la existencia de dos mo-mentos contenidos en el proceso de subjetivación, uno que suponeun acto de resistencia y otro que además implica subversión.

La política no se reduce a ser exclusivamente desclasificación odesidentificación, la política aspira a transformar las jerarquías y lasdistribuciones de lugares y nombres. “No hay política simplementeporque los pobres se opongan a los ricos. Antes bien, hay que decirsin duda que es la política —esto es, la interrupción de los merosefectos de la dominación de los ricos— la que hace existir a los po-bres como entidad” (Rancière, 1996: 27). Existe la política cuandoel orden policial es frenado y reconfigurado. De otro modo, comoseñala Rancière, sólo impera el caos de la revuelta, una insurrecciónguerrera por la igualdad que no logra liberarse y termina sus díasreinsertándose en el orden policiaco sin modificación alguna.

Veladamente, toda lucha política cobija el anhelo de traducirse enpautas sobre los que se asienten nuevas jerarquías y nuevas distribu-ciones. Es una aspiración inconfesa porque lo explícito aquí es el

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deseo romántico de la transgresión, la emancipación, la libertad. Nose repara demasiado en que las pulsiones originarias de la actividadpolítica se alimentan del ideal regulativo de reparar una injusticia,en donde la reparación pasa necesariamente por transformar lasbases constitutivas del orden. Mas allá, el propio estatuto de política,dado por Rancière, no se resuelve en el simple acto de resistencia,sobre todo constituye un acto victorioso, la interrupción de los domi-nios naturalizados y la creación de un reemplazo.

En síntesis, la política es un acto victorioso que subvierte los lími-tes y contenidos del orden policial, el éxito de la empresa radica ensu incorporación como parte fundante de las reglas del juego queoperarán en adelante. Por ello, la política no admite los fracasos niexperiencias acalladas o vencidas.

Detrás de esta propuesta existe un exigencia normativa por la cualno cualquier interpelación o acto de voluntad opuesto a las fuerzaspoliciacas puede ser considerado política. Ello abre otro problemade exclusión, al no poderse comprender dentro de los límites de lacategoría una serie de actos que son los más, en donde las luchaspor verificar una igualdad son derrotadas o simplemente incapacesde obtener el éxito. Dentro de los parámetros ofrecidos no puedenpensarse sino como mero ruido, emisiones de quejidos que noalcanzan a articular ideas de lo justo y lo injusto. Una pretensión asíde desmesurada podría desconocer las transformaciones milimétricasque toda resistencia produce, muchas relacionadas directamentecon los ajustes policiacos destinados a silenciar la protesta.

Aunque las dimensiones de la transformación no son completa-mente claras, todo indica que en Rancière se cuelan fantasmas revo-lucionarios. En ese sentido, lo único que cabría precisar es justa-mente el grado que pueden adquirir los cambios en los órdenes,reconociendo primeramente la pluralidad de éstos y sus múltiplesniveles.

A estas alturas de la discusión parecería estéril insistir en que lapolítica constituye un proceso en el que se implican mucho más quedos. Uno de los supuestos en Rancière es el carácter colectivo de laacción política. Vale la pena un breve comentario.

Es impensable desde luego cualquier empresa individual con lacapacidad de transformar el estado de las cosas, aunque ese estadode cosas no reside en un centro totalizante, sino más bien en niveles

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discontinuos de dimensiones tanto macro como micro. Aun con es-tas salvedades, tanto la dominación como la emancipación nos re-miten a procesos que trascienden e incorporan simultáneamente alindividuo. De manera directa o indirecta, el individuo está presente,pero en el momento de la política, el individuo se subjetiva en elencuentro con muchos más. La subjetivación, sin la cual no es veri-ficable la política, remite justo a la concurrencia de una pluralidadpara crear un sujeto nuevo que sólo puede ser colectivo.

Una vez afirmado sin cortapisas la naturaleza colectiva de lossujetos, queda una reflexión última, expresada en forma de interro-gante. Ella gira en torno a la desigualdad como componente univer-sal de la política. Sin centrarse en el por qué del seguir recurriendoa contenidos esenciales, es legítimo formular dudas en torno al ca-rácter ahistórico de la igualdad, no sólo para mirar a los sujetos delpasado sino sobre todo para reconocer a los sujetos del presente.Pensar si las luchas por afirmar identidades o liberarse de constric-ciones, batallas que Foucault estima como características de nuestraépoca, pueden pensarse motivadas en reparar una desigualdad (vid.Michel Foucault: 1988).

Si bien, la desigualdad puede comprenderse no sólo en sus aspec-tos materiales sino también simbólicos, ello significará ampliar elespectro, contemplando reivindicaciones de índole diversa. Sin em-bargo, por los ejemplos desarrollados, Rancière parece guardar cier-ta estima por los sujetos decimonónicos y por aquellos que duranteel siglo XX llenaron de igualdad las páginas de la historia. Hoy, cuan-do las grandes narrativas han quedado hechas añico, es prudentepreguntar si en ese incesante mar de colisiones entre la policía y lapolítica se encuentra contenida una multiplicidad de movilizadores,si la igualdad no es uno entre los tantos contenidos de la política.Habrá que preguntarle a Rancière a la luz y a las sombras de las ac-ciones políticas de la actualidad.

Recibido el 9 de septiembre de 2001Aceptado el 14 de febrero de 2002

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Bibliografía

Foucault, Michel (1984), La arqueología del saber, México, Siglo XXI., (1988), “El sujeto y el poder” en Dreyfus Hubert y Paul Ra-

binow, Michel Foucault: Más allá del estructuralismo y la her-menéutica, México, IIS-UNAM, pp. 227-244.

Laclau, Ernesto y Chantal Mouffe (2000), “Posición de sujeto y an-tagonismo: la plenitud imposible”, en Arditi Benjamín (ed.),El Reverso de la diferencia, Caracas, Nueva Sociedad, pp. 145-152.

Rancière, Jacques (1996), El desencuentro. Política y filosofía, Bue-nos Aires, Nueva Visión.

, (2000), “Política, identificación y subjetivación”, en ArditiBenjamín (ed.), El Reverso de la diferencia, Caracas, Nueva So-ciedad, pp. 145-152.

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Presentando a Philip E. Mirowski

CARLOS MALLORQUÍN*

*.Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), Instituto de Ciencias Sociales yHumanidades, Posgrado de Sociología, 2 Oriente 410 P.A., Centro Histórico, Ciudad de Pue-bla, c.p. 72000.

1.Cambridge University Press, Cambridge, 2002.2.Cambridge University Press, New York, 1989.

E l profesor Philip Mirowski actualmente ocupa la cátedra “Carl E. Koch Professor of Economics and the History and Philosophy

of Science” en la Facultad de Economía de la Universidad de Notre Da-me de Estados Unidos. A pesar del largo título de sus responsabi-lidades no da cuenta plenamente de sus intereses y menos justiciaa la labor realizada. Con nueve libros, cinco de los cuales él es elautor y el resto como editor y organizador, demuestra la abundanteobra realizada, sin mencionar los ochenta y tantos artículos disper-sos entre revistas reconocidas internacionalmente y en libros comoparticipante. Recientemente salió a la lúz pública Machine Dreams.Economics Becomes a Cyborg Science,1 que sigue la línea de uno desus libros previos: More Heat Than Light: Economics as Social Phy-sics,2 manteniendo consistentemente su irreverente crítica a la “cien-cia económica ortodoxa”, especialmente la estadounidense, sin de-jar de mencionar también a su aparato institucional y a veces hastasus hombres más importantes. Tuve la suerte de poder platicar conél durante la Third International Workshop on Institutional Econo-mics: “Understanding Economic Institutions: Theory, Methodologyand Illustrations” realizada en la University of Hertfordshire, Hertford-shire, Inglaterra, 4 al 7 de septiembre, 2001. Lo que sigue a conti-nuación es la conversación que tuvo lugar.”

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Philip Mirowski descifrando la “economía”de los sueños3

(Entrevista con Philip Mirowski)

CARLOS MALLORQUÍN: ¿Cuál es el futuro de la profesión económica,especialmente el de la ortodoxia neoclásica?

PHILIP MIROWSKI: En Estados Unidos de Norteamérica desapare-cerá de manera inmediata, al contrario de lo que dicen algunos. Esose debe a que dicha profesión y la ortodoxia se llevan la mayor partedel pastel de los recursos y esta última está articulada a innumerablesfuentes de apoyo regulares; la estructura de su poder está garanti-zada en la medida en que las universidades continúen organizadassobre líneas disciplinarias. Se preocupa en preservar esas fronterasque la separan de las otras disciplinas y a ese respecto lo ha logrado.Pero lo más importante, que hace tan exitosa la versión estadouni-dense de la ciencia económica es que presta muy de cerca atencióna muchos de los desarrollos en las ciencias naturales. Pienso quetodas las ciencias sociales lo hacen en mayor o menor medida; peroel neoclasicismo, por lo menos en Norteamérica, ha prestado unaatención más atenta y es mucho más asiduo, especialmente en tér-minos prácticos, especialmente en términos prácticos para reclutargente nueva en la economía. Un número sorprendente de gente queingresa en los cursos de posgrado en economía carece de estudiosen economía...

CM: Ingenieros...PM: Así es: ellos no poseen estudios en economía. Debido a que

ellos están más articulados a los cambios culturales actuales en lossignificados multiformes de la ciencia, a causa de sus estudios e ins-trucción especial, acaban por capturar la imaginación de la cultu-ra mucho mejor y de manera más efectiva de lo que inicialmentecabría esperar. Nada da mayor vergüenza que escuchar a alguienhablar acerca de la evolución, o acerca del Teorema de Gödel,4 o las

3 Entrevista realizada el 5 de Septiembre de 2001, en la Universidad de Hertfordshire,Hertfordshire, Inglaterra durante el Third International Workshop on Institutional Economics.

4.Sintéticamente G. Dowek dice: “[...] ninguna teoría coherente puede demostrar lacoherencia de una teoría más general. [...] El primer teorema de incompletitud de K. Gödeldemuestra que en todas las teorías existen proposiciones indeterminadas. El segundo teore-ma demuestra, de alguna manera, que en una teoría T, la proposición la ‘teoría T es coherente’,

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implicaciones de la teoría de caos, con una formación exclusiva eneconomía.

CM: ¿Se debe eso a que ellos parecen compartir un vocabulario co-mún, o sea, la estructura algebraica o matemática?

PM: No. La gente tiende a pensar que las matemáticas por sí mis-mas son realmente la clave para comprender las actuales cienciasnaturales y yo no creo que juegen un papel tan predominante. Alcontrario, pienso que las ciencias naturales experimentan cambiosprofundos de inspiración cada dos o tres generaciones. Un ejemplopuede verse en mis previos libros: el surgimiento de la física de laenergía a mediados del siglo XIX.5 Tanto las ambiciones, así comolos formalismos de la física de la energía empaparon a todas las cien-cias sociales en las postrimerías del siglo XIX, y como lo he sostenido,ésa fue una de las condiciones para la génesis de la teoría económicaneoclásica en sí y por sí misma. En un crudo resumen, en Europaen la década de 1870, una falange de ingenieros imaginaron quehabía una especie de energía potencial en la cabeza llamada “utili-dad”, y emplearon la imagen para importar gran parte de las mate-máticas sobre las restricciones extremas de la mecánica clásica.6

CM: ¿Pero la estructura curricular de los planes de estudio de laprofesión de economía contiene internamente alternativas?

PM: Sólo puedo hablar acerca de la profesión norteamericana.Realmente la situación es un poco más complicada de lo que tal vezuno piense, dada la combinación de la más petulante intoleranciay la limitada visión del economista neoclásico norteamericano pro-medio. Sin embargo, la profesión tiene su porción de individuosinsatisfechos que están buscando algo más que les dé mayor con-fianza sobre el carácter científico de la disciplina que escogieron;

es invariablemente una de las proposiciones indeterminadas. En consecuencia, ninguna teoríacoherente puede demostrar su propia coherencia ni, a fortiori, la coherencia de una teo-ría más general”, La lógica, México, Siglo XXI, 2001, p. 69. A su vez Ray Monk: “¡De hecho,la incompletitud de las teorías formales de las matemáticas es en sí misma un teorema compro-bado!”, Bertrand Russell, Gran Bretaña, Vintage, 1995, p. 195.

5.Véase sobre este tema el capítulo 6, P. Mirowski (coord.), Reconstruction of EconomicTheory, Boston-Dordrecht, Kluwer-Nijhoff Publishing, 1986, así como los capítulos 1-3-4 y 6de Against Mechanism: Protecting Economics From Science, New Jersey, Rowman & Little-field, Totawa, 1988; y el libro More Heat Than Light: Economics as Social Physics, Cambridge,Cambridge University Press, 1989.

6.En lo particular está hablando de J. L. Lagrange y W. Hamilton y sus ecuaciones de ladinámica de la mecánica clásica y el surgimiento de la unificación del concepto de “energía”,o energética, como el paradigma central en la ciencias naturales.

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para guiarse tienden a mantener un ojo entrenado sobre el desarrollode las ciencias naturales de la época. Esto se puede observar en elInstituto de Santa Fé, o en las reuniones con los grupos en cuestiónsobre la codificación computacional de los mercados automatiza-dos, e incluso a veces (pero no muy a menudo) en las reuniones dela American Economic Association.

Pienso que los opositores de la economía neoclásica, entre losque claramente me ubico, frecuentemente no aprecian hasta quépunto está abierta a otros desarrollos culturales, y tienden a creerque puede absorber otras perspectivas, mucho más de lo que la gen-te se da cuenta. Por ejemplo, actualmente existen todos estos econo-mistas que piensan que realmente pueden tomar en serio a la psi-cología y al mismo tiempo mantenerse como economistas ortodoxosde buen renombre.

CM: ¿Pero si leemos un texto ortodoxo normal en economía no sepuede percibir esa reverencia hacia las recientes innovaciones en laciencia, o será que está disimulado?

PM: Sí y no. El libro de texto luce como un sistema teórico cerrado,completo y sólido. Pero si uno juzga lo que es la profesión de la eco-nomía, lo que hace y piensa, a partir de la lectura de sus libros detexto se obtiene una impresión muy engañosa. Por ejemplo, de nin-guna de las lecturas de un libro de texto, que yo sepa, se podría ob-tener la idea de que la teoría neoclásica ha cambiado totalmente susambiciones y la orientación en el periodo posterior a la SegundaGuerra Mundial. Lo que estoy sugiriendo es que si algún adversariode la economía neoclásica se quejara de que la psicología supuestaen la utilidad es totalmente insostenible, o que ignora la conductasimbólica de los grupos estudiados por la antropología, lo que en-contrará es que de hecho ya existe un grupo reducido de economis-tas neoclásicos que insiste en ya haber tomado en consideraciónesas ideas, pero bajo sus propios términos neoclásicos. Piénsese enlas incursiones de George Akerlof 7 en la antropología, o de MattRabin en la psicología,8 o de Gary Becker 9 en sociología. Por lo tan-

7.Recientemente laureado con el premio Nobel.8.Por ejemplo, David Matthew Rabin, D. Bowman, D. Minehart, “Loss aversion in a con-

sumption/savings model”, International Finance Discussion Papers, núm. 492, WashingtonD.C., Board of Governors of the Federal Reserve System, 1994.

9.Otro premio Nobel en economía.

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to, para el crítico del neoclasicismo lo verdaderamente importantede comprender, debe ser poder apreciar cómo estas figuras se pien-san a sí mismas libres de prejuicios (“open minded”), o por lo menosabiertas a influencias externas; cuando de hecho la mayor parte desus esfuerzos son dedicados a transformar todas esas influencias enalgo que desde fuera a la mayoría le parece algo cerrado, sin imagi-nación, y sordos a las doctrinas de las disciplinas que son su blanco.En otras palabras, todo se vuelve indistinto de alguna ampliación delmodelo la elección racional. Y esto produce la impresión de quenada ha cambiado y de que la mayoría de los economistas sencilla-mente pueden seguir ignorando otras ciencias.

CM: Los estudiantes de economía reciben muy pocos cursos dehistoria y tienden a pensar más técnicamente, especialmente losde licenciatura. La verdadera pregunta sería, ¿saben los estudian-tes de licenciatura de qué trata la economía?

PM: Bueno, los estudiantes de licenciatura saben básicamente loque está en los libros de texto…

CM: R. Lipsey, P. Samuelson...PM: Hal Varian10 o J. Stiglitz11 o A. Mas-Colell, M. D. Whinston, J.

R. Green12 para mencionar los que están más al día. Pero la profesióneconómica opera en numerosos estratos de sofisticación. Uno nopuede juzgar lo que la profesión cree o sostiene a partir de la capaintroductoria, porque esa capa, aunque no tenga un componentehistórico de pedagogía, es en sí misma un artefacto histórico; en lapráctica, es en su mayor parte marshalliana.13 Lo interesante deladoctrinamiento en la profesión norteamericana es que está plena-mente estratificada; existe un nivel intermedio de la teoría y ese nivelconsiste realmente en una especie de introducción a temas walrasia-nos14 y a algunas nociones simplificadas de las expectativas racio-nales, pero incluso en esta etapa todavía no te han dicho donde seencuentra la verdadera vanguardia de la investigación de dicha dis-ciplina. Para eso debes esperar a los cursos de posgrado, y lo que

10.Hal R. Varian, Microeconomía intermedia, Barcelona, Antoni Bosch Editor, 1998.11.Macroeconomía, Barcelona, Ariel, 1998. Cabe mencionar que recientemente fue lau-

reado Nobel en economía.12.Microeconomic Theory, Nueva York, Oxford University, 1995.13.A. Marshall (1842-1924).14.L. Walras, (1834-1910).

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me parece interesante es que se puede empezar los cursos de pos-grado en economía sin preparación alguna de nivel de licenciatura,y en muchos casos se puede hacerlo fantásticamente bien, siem-pre y cuando sepas algo de matemáticas y de física. Eso significa queaunque hay una especie de estrato histórico en capas de la peda-gogía que se emplean a lo largo del tiempo, eso no te dice muchoacerca de donde está el filo de navaja del proyecto de investigación.Por lo tanto la pregunta se convierte en: ¿qué determina eso? y esoes algo que motiva mucho de mis textos. Eso es lo que impulsa aAgainst Mechanism: Protecting Economics From Science, More HeatThan Light: Economics as Social Physics, y mi libro más reciente:Machine Dreams: Economics becomes a Cyborg Science,15 y una su-cesión de artículos que Wade Hands y yo hemos escrito acerca dela ascensión del dominio de la teoría de los precios neoclásica enEstados Unidos en el periodo de 1930 a 1960.16

Esta secuencia de estratos pedagógicos, el de las capas de depó-sito de la historia de la economía neoclásica, están mucho más de-terminadas por los desarrollos en las ciencias naturales de lo que lagente está dispuesta a aceptar. Lo que un buen profesor de econo-mía nota de ti como un estudiante con prospecto, es que si vienesa la economía, por decir, de la ingeniería, o de la física, reconocesnaturalmente la gran mayoría de las pequeñas artimañas del modeloneoclásico, además, de que no te perturba el hecho de que el mo-delo se utiliza fuera de contexto; en otras palabras, te acercas con-tento al mercado como flotando libremente en la sociedad de ma-nera abstracta, por decirlo de alguna manera. Te agrada realizar elconjunto de problemas matemáticos y no te quejas continuamenteacerca de la relevancia de los modelos. Esto es algo acerca de lo cualtambién he escrito.17 ¿Entonces, de dónde logra la economía neoclá-

15.Cambridge, Cambridge University Press, 2002.16.Además de los ya mencionados libros: Mechanism: Protecting.., op. cit.; More Heat Than

Light…, op. cit.; Machine Dreams: Economics…, op. cit.; cabe indicar, el texto del cual fueeditor, Natural Images in Economics: Markets Read in Tooth and Claw, Cambridge, CambridgeUniversity Press, 1994; “Harold Hotelling and the Neoclassical Dream” (coautor Wade Hands),pp. 322-397 en Economics and Methodology: Crossing Boundaries, editado por Roger Back-house, D. Hausman, U. Maki & A. Salanti (Londres, Macmillan, 1998); coautor con WadeHands, “A Paradox of Budgets”, en The Transformation of American Economics: From PrewarPluralism to Postwar Neoclassicism; Suplemento al vol. 30 de History of Political Economy,Editado por M. Rutherford & M. Morgan; Durham, Duke Univ. Press, 1998, pp. 260-292.

17.“Three Vignettes on the State of Economic Rhetoric” en Neil de Marchi (ed.), Post-Po-pperian Methodology of Economics, Boston, Kluwer Academic Publishers, 1992; “What Are the

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sica reclutar gente como ésta, con la correcta formación y predilec-ciones? En algunas ocasiones, como durante la gran depresión, fí-sicos e ingenieros sintieron que era su deber hacer algo por el terri-ble estado de la economía y voluntariamente hicieron la transición.Pero en los últimos veinte años, la profesión estadounidense es cadavez más foránea, y tiende a reclutar a extranjeros entrenados cientí-ficamente. Y en cierto sentido la situación es útil para ambas partes:la mayoría de los extranjeros no quieren aprender una economíaculturalmente condicionada, no, por lo menos, si vinieron a EstadosUnidos para estudiar; ellos no quieren aprender acerca de los capri-chos y peculiaridades de los mercados estadounidenses, quierenuna economía que no esté articulada a ningún contexto, que podríaaplicarse a cualquier país, en cualquier lugar, sin contextualizarla ypoder exportarla a su país…

CM: Eso es lo que acontece con la mayoría de mexicanos que vuel-ven de Estados Unidos...

PM: La verdad de la cuestión es que la pedagogía de la licenciaturaen economía tiene muy poco que ver con la instrucción para la inves-tigación académica, por lo menos en el sistema estadounidense.

CM: Permítame volver una vez más a sus textos Against Mechanism:Protecting Economics From Science y More Heat Than Light: Econo-mics as Social Physics. Ya tienen más de una década de vida y estoyrealmente intrigado, porque seguramente usted debió haber recibi-do algún tipo de respuesta. De hecho usted allí dijo cosas brutalesacerca de los supuestos de la teoría neoclásica.18 Otro tema crucial

Questions?” en Roger Backhouse (ed.), New Directions in Economic Methodology, Londres,Routledge, 1994, pp. 50-74.

18.Por ejemplo, en referencia a P. Samuelson dice: “...la técnica de la maximización sujetaa restricciones es parte del “núcleo duro” (“hard core”) de la economía neoclásica [...] y nuestracrítica [...] no reclama que empíricamente la gente no maximiza ‘algo’. Tampoco se trata delreclamo que la metodología del ‘si es que así fuera’ tiene errores. No es el reclamo de que lagente nunca podrá alcanzar el nivel o grado de conocimiento requerido de un cálculo maxi-mizador global. Al contrario es una crítica lógica de que la economía neoclásica, en su apro-piación de una técnica analítica de la termodinámica, ha importado explícitamente una metá-fora física y la han impuesto sobre los fenómenos sociales sin que alguna vez hayan hechoexplícito cuáles serían las condiciones sociales consistentes con dicha metáfora. Crudamen-te esas condiciones son de que en la teoría nunca existe una retroalimentación en el sistemaeconómico entre el proceso del mercado y los subyacentes valores que la determinan (es-to es las funciones de utilidad o las dotaciones dadas) que entonces son representadas como‘naturales’ o ‘exógenas’ al análisis. Esta situación concierne tanto a los modelos estáticos co-mo dinámicos de Samuelson: las condiciones exógenas se mantienen idénticas para ambos.Los precios son meros reflejos del valor, y la o el economista no necesita preocuparse so-

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que usted aborda es la completa apropiación19 por parte de la econo-mía neoclásica de las ecuaciones matemáticas de la física de la ener-gía de la década de 1870, y su analogía con la noción de la “utilidad”,sin analizar las consecuencias teóricas en el contexto de un campodiferente.

PM: He recibido todo tipo de extrañas y chistosas reacciones. Des-de Robert Solow (Nobel Laureate), que cito en mi nuevo libro, quedice básicamente: “Yo sé que Philip Mirowski cree que los aspec-tos de trasfondo de la corriente principal de la teoría económica sonel producto de una imitación profunda del siglo XIX de la teoría dela física. Esa tesis me suena como falsa, pero yo no reclamaría unconocimiento de experto”,20 hasta personas que han dicho y escritoque ojalá yo esté equivocado, como Jeff Biddle.21 A mí me pareceque la versión de represión de Solow es de hecho la reacción máscomún a mi trabajo debido a que la mayoría de los economistasno conocen nada de la historia de su propia disciplina. Para ellosla evidencia histórica es esencialmente no pertinente, así como lahistoria es igualmente irrelevante para el equilibrio neoclásico y porlo tanto no les importa. Otro aspecto de la represión es como lo diceel propio Solow: “bueno yo aprendí posteriormente que utilizabamatemáticas que también se utilizaban en la física pero yo no creoque eso significa algo” para después decir algo como: “es la trayec-toria de menor resistencia”, como si muchas disciplinas hicieran usode las mismas matemáticas ya que sería un gran inconveniente cam-biar de caballo a mitad de carrera. Todo esto me dice que ellos hanalcanzado tal nivel de ignorancia acerca de la tradición económi-ca, su propia tradición, que se han vuelto insensibles a avergonzarsede sus declaraciones públicas acerca del sentido y el significado desus compromisos profesionales. Ello también ilustra la profunda ig-

bre los determinantes dado que están fundados en fuerzas no-económicas. El equilibrio puedeser descrito independientemente de los procesos que supuestamente lo ocasionaron, en elmismo sentido que la propiedades termodinámicas del estado de un sistema son independien-tes de su trayectoria”, P. Mirowski, Against Mechanism... op. cit., p. 101.

19.La expresión que utiliza Mirowski para describir esta apropiación por parte de la econo-mía neoclásica es la siguiente: “lock, stock and barrel”, en varias ocasiones en sus libros, peroespecialmente Against Mechanism..., op. cit.

20.Citado por Mirowski en More Heat Than Light: Economics as Social Physics, op. cit. p.8, cita número 3. (Robert Solow en Bender & Schorske (eds.), American Academic Culturein Transition, Princeton University Press, 1997, pp. 73-4).

21.Jeff Biddle, “Roundtable on Jan Golinski’s”, Making Natural Knowledge, Journal of theHistory of Economic Thought, junio de 2001, (23):254.

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norancia sobre cómo evoluciona el pensamiento científico y no úni-camente en la economía.

Los economistas neoclásicos parecen no comprender muy bienqué es lo que está en juego en estos asuntos intelectuales. Ellos pare-cen pensar que realmente pudo haber sido simplemente un acciden-te total el hecho de que su modelo se pareciera al modelo en la física.Esa es un tipo de reacción. Otra clase de reacción a mi trabajo pro-viene de los físicos. Ellos tienden a aceptar la tesis de que la físicainspiró a la economía neoclásica, pero después tienen problemassobre qué hacer con eso.

CM: ¿Se debe eso sencillamente a que ellos tienden a repetir tareassin pensarlo?

PM: No. Ellos a menudo tienen una relación muy chistosa con esteproblema. La semejanza de la economía neoclásica con la física esalgo que ellos advirtieron hace tiempo, pero en algún punto de suscarreras decidieron que no iban a hacer algo sobre el asunto, enton-ces se preguntan por qué yo sí abordo la cuestión del tema. Ahorabien, esa sí es una chistosa reacción. Sin embargo, existen algunosfísicos que no deben lealtad alguna a la economía y a quienes estaextraña repetición del modelo les es problemática y sienten la nece-sidad de saber más al respecto, y han escrito desde el lado de la cien-cia natural. Algunos utilizan la ocasión para criticar a la teoríaneoclásica; aquí pienso en J. L. McCauley, S. Kafandaris,22 pero otrossencillamente lo utilizan como una excusa para abogar por unamayor exportación del modelo de la física moderna hacia la econo-mía.23 Pienso que aunque la mayoría de ellos no quiere hablar sobreel tema, sin duda alguna lo conocen. Le puedo dar otro ejemplo delsignificado de las ciencias naturales para la evolución de la econo-mía: recientemente, en los últimos quince años, se ha contraído demanera drástica la contratación de físicos en las universidades de Es-tados Unidos, y un gran puñado de ellos se han movido al área delas finanzas en particular. La gran presencia de los físicos en laautomatización tecnológica financiera moderna avanzada es muynotable.

22.J.L. McCauley, “The Futility of Utility”, Physica A, 1 de octubre de 2000; S. Kafandaris,“Scarcity’s ways”, Journal of the Operations Research Society, mayo de 1999.

23.C. Hall et al., “The Need to Reintegrate the Natural Sciences with Economics”, Bioscience,agosto de 2001; W. Saslow, “An Economics Analogy to Thermodynamics”, American Journalof Physics, diciembre de 1999.

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CM: ¿Eso se debe a los modelos matemáticos que utilizan?PM: Bueno así parecería, pero lo que uno descubre es que muchos

de los modelos básicos que ellos utilizan para programar las compu-tadoras con el fin de automatizar la comercialización, son, de hecho,modelos de la física. Por ejemplo, la ecuación de los precios de BlackScholes es la misma ecuación del calor (“heat equation”).24 El hechode que esta ecuación sea la de la termodinámica se admite en lapágina 644 del artículo en cuestión. Ellos saben eso. Pero no se quie-ren preocupar porque sea así. Lo tratan muy a la ligera como unaespecie de gran coincidencia: los físicos del pasado tienden a estarbien versados en ciertas clases de teorías matemáticas, y esas teoríastienden a ser utilizadas en la economía; por lo tanto, exclaman: “¡québien, simplemente cruzaré y las utilizaré aquí!”. Y además hay muypocas personas que quieren desafiar realmente lo que he planteado—muy pocos— y lo que ellos intentan hacer es sostener que enalguna parte cometí algún error porque el “neoclasicismo no utilizaexactamente las mismas ecuaciones que la física”.25 Bueno pero mirespuesta es: “Obviamente que las ecuaciones no son exactamentelas mismas en cierta manera”, y así lo digo en More Heat Than Light:Economics as Social Physics. De hecho sucedió que conforme se de-sarrollaban los modelos neoclásicos en el siglo XX, los protagonistascomenzaron a descubrir que hay ciertas maneras en que los mode-los divergen de los de la física —y la mayoría de éstas divergenciastienen que ver con la forma de tratar la restricción del ingreso—26 yde hecho las “innovaciones” que se realizan a ese nivel tienden acrear mayores problemas para ampliar la elaboración del neocla-sicismo. Lo que algunos críticos hacen es decir que mi tesis debeestar equivocada debido a que una vez que se compara la física a

24.Fischer Black & Myron Scholes, “The Pricing of Options and Corporate Liabilities,”Journal of Political Economy, 1973. Allí se lee: “heat-transfer equation of phisycs”. Lo tradujecomo “ecuación del calor” siguiendo a Frank J. Blatt, quien dice: “En la práctica, capacidadcalorífica y calor específico son sinónimos”, Fundamentos de Física, México, Prentice-HallHispanoamericana, S. A., 1991, nota a pié de página, p. 283.

25.Cfr. P R. Marchionatti y E. Gambino on Pareto, Journal of Political Economy, 1997; J. vanDaal y A. Jolink on Walras en Journal of the History of Economic Thought; 1992; MarcelBoumans and Cliff Gaddy en Neil de Marchi (eds.), Non-Natural Economics, Duke UniversityPress, 1993; o Donald Walker en el Economic Journal, 1991, (101):615-31.

26.Por ejemplo, véase Hands y Mirowski, “Harold Hotelling and the Neoclassical Dream”,en Economics and Methodology: Crossing Boundaries, editado por Roger Backhouse, D.Hausman, U. Maki y A. Salanti, op.cit.

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la versión neoclásica moderna “correcta” de la teoría de los precios,los dos modelos no son exactamente idénticos. Yo no sé cómo reac-cionar a eso porque yo mismo he dicho que no son exactamenteiguales, y además, la comparación apropiada es con lo que cadaindividuo como W. S. Jevons o, L. Walras o, I. Fisher o, V. Paretoescribieron, y no alguna versión genérica “moderna” del neoclasicis-mo, o lo que es lo mismo, alguna versión genérica de la mecánicamoderna. Es muy conocido el hecho de que cada uno de los perso-najes arriba mencionados hicieron comparaciones explícitas de susmodelos con lo que ellos comprendieron que fue el modelo relevan-te de la física de su época. Que yo sepa, nadie ha confrontado jamásla tesis general señalada en mis libros de que las ciencias socialesen general y, sin duda alguna, la economía en particular, se han natu-ralizado intencionalmente (en el sentido de estar modeladas sobremodelos de la Naturaleza) por lo menos en los últimos 100 o 150años. Es incontrovertible que los modelos naturales, las imágenesnaturales impulsan las estructuras conceptuales más importantesde nuestras explicaciones de la economía. No he tenido aún una per-sona que haya intentado confrontar ese tajante hecho de alguna ma-nera sostenida, y yo encuentro eso sinceramente asombroso. Lo máscercano que alguien ha llegado al tema es el libro de I. B. Cohen,Interactions,27 pero tiende a quedarse colgado sobre lo que es o nouna “metáfora”. No, el vaivén regulativo de las ciencias físicas sobreel razonamiento económico es un fenómeno que todavía no se leha dado el escrutinio que merece.

CM: ¿Está dispuesto a generalizar esa idea?PM: Sí. Mi argumento para la versión más moderna del análisis

económico neoclásico aparecerá en un libro que está por publicarse:Machine Dreams: Economics becomes a Cyborg Science. Una de lasrazones que me incitaron a trabajar en este libro, fue que varios his-toriadores habían escrito que la tesis de la física sobre la que yo habíainsistido, pudo haber sido correcta de las décadas entre 1870 y 1920cuando los economistas neoclásicos de hecho imitaban a la física,sin embargo, después de la década de 1930, el neoclasicismo cambiódramática e irreversiblemente, por lo tanto, ya no estaba en al-gún sentido imitando a los modelos de la física. No es solamente que

27.I. Bernard Cohen, Interactions, MIT Press, 1994.

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ésa sea la percepción común que uno obtiene de las historias comolas de Ingrao & Israel o la de Backhouse, sino que además, es la líneaque se obtiene de uno de los jugadores principales en la estabiliza-ción de la posguerra de la ortodoxia estadounidense neoclásica:Gerard Debreu.28 Desde un inicio pensé que esa línea de razonamien-to era espuria. Por lo tanto, el propósito del nuevo libro, o sea, elmovimiento regulador de modelos de la Naturaleza, no ha cesadorepentinamente y los neoclásicos para nada han abandonado su en-vidia de la física. ¿Pero qué fue lo que causó semejante falsa impre-sión? Las nociones pertinentes de la ruptura deben ser articuladas yaque hubo cambios dramáticos en las ciencias naturales, especial-mente alrededor del periodo de la Segunda Guerra Mundial, quetenían que ver con el surgimiento de la computación y las nacientesciencias de la complejidad, y que dichas ideas se habían esparcidoa través de las ciencias naturales, y eso va alguna distancia para ex-plicar los grandes cambios en el neoclasicismo, especialmente en laSegunda Guerra Mundial y subsecuentemente, especial en Esta-dos Unidos.

CM: El único problema que yo tendría respecto a dicha descripciónes que presumiría de que los científicos sociales estaban al tanto delos mencionados desarrollos en la ciencia.

PM: Por eso es saludable hacer historia: se puede localizar la evi-dencia para hacer la demostración de eso.29 Por ejemplo, en el libro(Machine Dreams...) yo argumento que uno de los lugares princi-pales donde esto sucedió fue en la Comisión Cowles, que era ungrupo de economistas en la Universidad de Chicago durante el pe-riodo 1939-1955.30 Allí no es difícil demostrar el nivel de conocimien-to íntimo de los recientes desarrollos en las ciencias físicas predo-minantes: Jacob Marschak, el primer director de investigación, fueentrenado inicialmente como ingeniero mecánico; Tjalling Koopmans,el segundo director, era un PhD en física cuántica; Gerard Debreufue entrenado en astronomía y física; y el protagonista externo prin-

28.Roger Backhouse, A History of Modern Economic Analysis, Blackwell, 1986; Bruna In-grao y Giorgio Israel, The Invisible Hand, MIT Press, 1990; Gerard Debreu, “The Mathematizationof Economic Theory”, American Economic Review, 1991, (81):1-7.

29.Cfr. Philip Mirowski, “Cyborg Agonistes”, Social Studies of Science, octubre de 1999,(29):685-718.

30.Cfr. Economic Theory and Measurement: A 20 Year Research Report 1932-52. Chicago,Cowles Commission, 1952.

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cipal que cambió la orientación del proyecto de investigación enCowles fue John von Neumann, quién no necesita de introducción,fue un erudito polimatemático (“polymath”) que hizo todo tipo decontribuciones a las ciencias naturales, sin mencionar el desarro-llo de la bomba atómica y la computadora. Si se estudia la formaciónde estas personas cuando se crea la versión ortodoxa moderna dela economía, uno puede encontrar que no fue un accidente que estu-vieran familiarizados con estas cosas.

CM: Y obviamente ellos fueron los encargados de evaluar quéuniversidad y cuáles proyectos de investigación obtendrían recur-sos...

PM: El tema de quien iba a financiar la economía matemáticaabstracta también fue un factor. Como la Comisión Cowles logró in-tegrarse con algunos científicos de las ciencias naturales que sebeneficiarían de la noble bondad estadounidense de posguerra quellovería sobre la física, y subsecuentemente sería apoyada directa-mente por el patrocinio militar, tuvieron la experiencia de tangiblesbeneficios económicos por su fascinación con los desarrollos en lasciencias naturales. De hecho, la Comisión Cowles fue la primera uni-dad de investigación en economía de hacer trabajo sobre la energíaatómica y las consecuencias de la guerra atómica.31 No estoy sugi-riendo que la Comisión Cowles constituyó la suma total de la econo-mía neoclásica de la época; incluso, en ese momento, ellos no eranel grupo dominante, pero subsecuentemente se convirtieron en elgrupo que innovó la versión neoclásica walrasiana que llegó a serla versión dominante de la “gran teoría” en Estados Unidos en el pe-riodo de la posguerra. Como se puede ver es una rica y complicadadescripción histórica y como tal, provoca más preguntas que las queinicialmente puede responder. ¿De dónde viene esta ortodoxia?¿Quiénes eran los jugadores principales que la desarrollaron? ¿Quétipos de metas tenían en mente? ¿Por qué estaban insatisfechos conla economía? Ésta es la pregunta realmente crítica, porque explicasus motivaciones, indica que las versiones más antiguas de la econo-mía no eran lo suficientemente científicas desde su punto de vista.Esta era la clase de cosas de las que hablaron y escribieron, que, noobstante, no han sido lo suficientemente apreciados por sus epígo-

31.Sam Schurr et al., Economic Aspects of Atomic Power, Princeton University Press, 1950.

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nos. Creo que todas estas cosas se pueden demostrar empíricamen-te, si sólo nos tomáramos el tiempo para buscarlas. Pero es muy difí-cil demostrárselo a una profesión que quiere desalojar a la historiade su currículo, o de cualquier bagaje intelectual con el que estáequipado el economista promedio. Por eso, yo espero que este libroprovoque casi el mismo tipo de reacción que More Heat Than Light:Economics as Social Physics. La evidencia histórica no cambiará laopinión de muchos economistas. ¿Entonces por qué lo hago? Si estoyen lo correcto, el punto de fondo es demostrar que podemos com-prender las fuerzas que gobiernan a la economía ortodoxa modernay éstas no concuerdan con las ideas simplistas de que el pensamien-to económico es un producto directo de los cambios que sufre la eco-nomía. Nadie “descubrió” la utilidad contemplando el comercio; ytampoco nadie “descubrió” el Nash equilibrio.32 Esto nos ayuda a com-prender cómo lo nuevo en las ciencias sociales se convierte en algoaceptado, e incluso quizás nos dé alguna base para anticipar haciadonde va la economía ortodoxa en el futuro cercano. Por ejemplo,yo pienso que los temas computacionales serán cada vez más im-portantes, debido a que, como argumento en Machine Dreams...,estos fueron una de las principales innovaciones conceptuales, im-pulsando el surgimiento de esta clase de economía neoclásica muyparticular.

CM: ¿Dado que mencionó el término, debemos analizar a la econo-mía neoclásica como un discurso homogéneo con fronteras fina-mente delimitadas?

PM: El pensamiento en general no tiene fronteras claramente deli-mitadas y está en lo cierto al cuestionar esto. Pero es común, la la-mentación del uso del término “neoclásico” para referirse a algo quetiene una relación muy tenue con la Economía Política Clásica ingle-sa. De todas maneras, la pregunta se mantiene: ¿Cómo se reconocíanmutuamente nuestros protagonistas neoclásicos como camaradas enlucha? En las dos primeras generaciones es fácil ver que fue la imi-tación de la mecánica clásica el criterio primordial para decidir que

32.Se refiere al Nobel Laureate (en economía) y matemático John Nash, quien realizó im-portantes contribuciones a La Teoría del Juego. Se denomina equilibrio de Nash a una situa-ción estratégica en la cual ningún actor puede beneficiarse cambiando su elección si el con-junto de los actores no hacen lo mismo. Para una crítica de los supuestos en la Teoría del juego,véase P. Mirowski, capítulo 7, P. Mirowski (coord.), Reconstruction of Economic Theory,op. cit.

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Jevons y Walras y Pareto eran todos abogados de la misma escue-la de la economía. Estas figuras ciertamente no compartieron puntosde vista sobre la psicología, ni en epistemología, ni siquiera en tér-minos putativos sobre la manera como funcionaba el mercado; peroen un sentido real nada de eso importó mucho. Sin embargo, paramediados del siglo XX, el neoclasicismo va perdiendo sus biendefinidas fronteras.

Permítame dar un ejemplo para explicar lo que entiendo por eso.El antiguo neoclasicismo es realmente una mecánica simple, la me-cánica de máximos y mínimos bajo restricción, bien ilustrado por lamecánica de la bola que rueda al fondo de un tazón. Esa imagenparadigmática fue traducida al inglés por Lionel Robbins, cuya famo-sa definición de la economía en la década de 1930 señala que es elestudio de la asignación de medios escasos a unos fines dados.33

Despejas el humo y los espejos y eso es sencillamente la mecánicaracional estática. Después de la Segunda Guerra Mundial, es muyclaro que la mecánica está en declive en la cultura en general comola cima del paradigma en la física. Algo más ha tomado su lugar, al-go que tuvo sus raíces en la termodinámica, pero que tiende a remo-delar el mundo bajo la imagen de la “información”; en MachineDreams..., yo llamo a ese conjunto de temas como las “ciencias ci-bernéticas” (cyborg sciences).34 Eso significa que la definición de loque es la economía “neoclásica” ha tenido que cambiar para podermantenerse al tanto con estas nuevas “ciencias cibernéticas”. Mi tesisactual es precisamente que eso es lo que sucede en la última mitaddel siglo XX en la economía. La asignación estática, una vez pasadoel orgullo de estar en el primer lugar, ahora está en el último comola característica distintiva del argumento neoclásico. Hoy se puedeleer en la mayoría de las revistas ortodoxas en economía neoclásica,los artículos sobre la asignación estática como anticuados, casiobsoletos; en su lugar, se observa que lo publicable son artículos dela Teoría del Juego, de información asimétrica, sobre la incertidum-bre y el riesgo moral, así como los de las expectativas racionales. Loque comparten en común es la imagen del agente económico comoun procesador de información.

33.An Essay on the Nature and Significance of Economic Science, Londres, MacMillan, 1940.34.Podemos decir que etimológicamente viene de la conjunción de la cibernética y

organismo.

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CM: Pero con el agente neoclásico supuestamente estamos li-diando con una entidad estable que debe elegir entre sus opciones...

PM: Pero eso es precisamente mi argumento: el proyecto de la Co-misión Cowles fue el de reconciliar la imagen previa de la optimiza-ción estática con la nueva concepción del procesador de información.Ahora bien, la caracterización del agente que surge de este proyectono es un procesador de información pleno y acabado. Un procesadorverdadero de la información está mucho más modelado sobre ciertaconfiguración de la computadora y su estructura. El neoclasicismotiene todavía que aventurarse plenamente hacia dicho sendero, peroestá llegando allí lentamente. El neoclasicismo es una especie deteoría equivocada y en transición que imagina al agente como unacomputadora de utilidades, como si fuese una entidad computacionaly así en adelante. De hecho pienso que lo que es inestable es estanoción híbrida muy extraña de computadoras finitas, que puedencalcular su camino a través de posibilidades infinitas inefables.

CM: ¿No están intentando reproducir el “calculador supersónico”(lighting calculator) del cual se mofaba T. Veblen?35

PM: No en la medida en que han sido realmente influenciados porlos temas de las limitaciones de los procesadores de información delsiglo XX. Lo interesante es que se piensan a sí mismos realizando esecalculador ideal de la utilidad haciéndolo más realista: el que puedaenfrentar la incertidumbre y los problemas estratégicos, tomando enconsideración lo que el rival piensa, etcétera. Yo me imagino quesi se habla con un neoclásico, él dirá que ellos están abriendo su mo-delo. Desde el punto de vista de mi argumento, esto es más bien unareacción tardía de una generación y con el conocimiento mínimo deestos desarrollos en otros lugares de la cultura, especialmente en lasciencias. Por lo tanto, en última instancia argumentaría que los temascomputacionales cada vez más impregnan esta versión del neocla-sicismo, pero lo que sucede es que esta versión híbrida del neoclasi-cismo cada vez se vuelve más contradictoria. Por ejemplo, la com-prensión neoclásica de la racionalidad acotada (bounded)36 es unacomedia de errores. Eso no significa que ellos deben dejar a un ladola venerada antigua tradición de Walras, Pareto, etcétera; pero su

35.Entre otros, por ejemplo: The Place of Science in Modern Civilization and Other Essays,Nueva York, Viking, 1942.

36.Por lo general la tesis de la racionalidad acotada se identifica con la obra de H. Simon.

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proyecto es contradictorio en el siguiente sentido: habiendo termi-nado la Segunda Guerra Mundial se demostró que gran parte de lateoría de la elección racional no es de hecho computable, esto es untérmino técnico de la teoría del cómputo.37 No se puede fingir queestos agentes neoclásicos son las computadoras si lo que represen-tan que están haciendo no puede ser computable. Este es un proble-ma que surgirá. Si observa el efecto de la computadora en la psicolo-gía moderna; la ciencia cognitiva (cognitive science) argumenta quela gente no sabe realmente lo que quiere o la mejor manera paraobtenerlo; se afirma que tienen una racionalidad acotada (bounded).Ahora bien eso comienza también a socavar las ambiciones conven-cionales del agente neoclásico. Lo que sucede es que la tentativa derecuperar esta tradición neoclásica más antigua junto con la versiónposterior computarizada termina con este inestable híbrido, que nose ajusta muy bien.

CM: Usted parece tener claridad acerca de dicho híbrido inestable,pero la profesión neoclásica no parece reconocer este fenómenoteórico…

PM: Depende de quienes decimos que son “ellos”. Otra ventajade hacer historia es que se puede ser muy preciso acerca de quién ycuándo alguien se ha percatado de algo. Y el libro Machine Dreams...cubre varias de estas figuras críticas, como Michael Rabin,38 HerbertSimon,39 Gerald Kramer,40 Kenneth Binmore,41 Alan Kirman,42 Kurus-

37.Diremos que Mirowski alude al hecho de que cuando un problema tiene solución escomputable, es decir, cuando las posibles soluciones a una situación o acción dada estáninscritas en el algoritmo en cuestión, incluso en el sentido de decir, que “no tiene solución”;de lo contrario si es necesario seguir calculando alternativas para buscar una solución, se diceque no es computable. Más allá de este contexto, D. Berlinski ha dicho que “la intención deincorporar toda la matemática bajo control algorítmico ha alcanzado la paradoja conclusiónque ciertos problemas son insolubles por medios algorítmicos. [...] Cualquiera que sea su natu-raleza, las funciones no computables sirven para indicar ciertos límites intelectuales, lugaresmás alllá en el cual los artefactos humanos —¿y qué es un algoritmo si es que no es un artefactohumano?— pierden su poder de coordinar y controlar eventos”, The Advent op. cit., pp. 211y 213.

38.Cfr. Michael O. Rabin, “Automata on Infinite Objects and Church’s Problem”, Providence,R.I., publicado para la Conference Board of the Mathematical Sciences por parte de la Ame-rican Mathematical Society, USA, 1972.

39.El Laureado Nobel en economía.40.Cfr. Gerald Kramer, “A Dynamic Model of Political Equilibrium”, Journal of Economic

Theory, 16, 1977.41.Cfr. K. G. Binmore, Essays on the Foundations of Game Theory, Cambridge, Mass., 1990.42.Cfr. A. P. Kirman y D. Sonderman, “Arrow’s Theoreom, Many Agents, and Indivisible

Dictators”, Journal of Economic Theory, 5, 1972.

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wamy Velupillai,43 Marcel Richter...,44 De hecho ha habido un núme-ro considerable de personas que entiende en mayor o menor medidadicha inestabilidad. Y existe una persona en particular, injustamen-te no muy reconocida, pero a quien espero el libro le dé su debidolugar: se llama Alain Lewis. Su trabajo es por mucho el de mayorsofisticación que he encontrado en este género.45 No soy el únicoque lo dice. Pero entonces el relato llega a ser aún más fascinante.No sólo la imagen del agente neoclásico como un procesador de in-formación es intrínsecamente inestable, sino también lo que man-tiene juntos a todos esos investigadores en una sola disciplina pro-fesional. Lo que digo es ¿qué significa otorgar un año el Nobel aHerbert Simon y el próximo año a Robert Lucas? ¿Acaso A o no Apuede ser verdadera simultáneamente? Esa gente era tan opuesta launa de la otra, que de hecho, Lucas ayudó a exiliar a Simon del De-partamento de Economía cuando ambos trabajaban en la Universi-dad de Carnegie Mellon. Como puede ver, apreciar las batallas enel campo es una de las funciones primordiales de la historia. Des-de el exterior, al principiante, el neoclasicismo aparece como unaentidad monolítica, una sola perspectiva e inexorable. Los libros detexto lo presentan de esa manera. Pero desde el interior, se ve queva en diez distintas direcciones al mismo tiempo y muchas de éstasno están controladas simplemente por las implicaciones lógicas deciertas doctrinas económicas. Las personas verdaderamente flexi-bles pueden apreciar que están determinadas por todas las presionesde la profesión económica desde el exterior así como de las presio-nes intelectuales al interior.

CM: Mencionó a los militares. ¿Dónde encaja el ejército en todoesto?

PM: Bueno esa historia también es un cuento magnífico. Yo estoydispuesto a argumentar que si usted estuviese viviendo en la décadade 1930 y alguien le dijera: “¿Obviamente la economía está en graves

43.Cfr. Kumaraswamy Velupillai, Computable economics: The Arne Ryde Memorial Lectures,Nueva York, Oxford University Press, 2000.

44.Cfr. M. K. Richter, “Coalitions, Core and Competition”, Journal of Economic Theory, 3,1971.

45.Alain Lewis, “On Effectively Computable Realization of Choice Functions,” MathematicalSocial Science, 1985, (10):43-80; ibid. “Some Aspects of Effectively Constructive Mathematicsthat are Relevant to the Foundations of Neoclassical Mathematical Economics,” MathematicalSocial Sciences, 1992, (24):209-35.

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problemas de dónde vendrá la salvación?” y usted habría respondidoque dicha salvación vendría de elevar la competencia matemáticadel economista promedio neoclásico, familiarizándolo con los bue-nos puntos de la topología y de la programación lineal y despuéshacerlos realizar una gran cantidad de regresiones para implementarmejor las investigaciones empíricas, lo habrían corrido a carcajadasde la habitación. Nadie habría creído que ese resultado ganaría unamultitud de adherentes. Pero eso fue precisamente lo que la Comi-sión de Cowles logró realizar en Estados Unidos. ¿Cómo sucedió? Lahistoria que describo en el libro es que todo dependía de con cuálde los sectores del gobierno se aliaban las distintas escuelas de laeconomía. Los economistas institucionalistas realizaron ciertas alianzasequivocadas para la década de 1930. El institucionalismo se habíaalineado con el gobierno estadounidense, pero sólo en ciertas ma-neras limitadas. Por ejemplo, Wesley Clair Mitchell46 había alineadosus investigaciones con el Departamento del Comercio, responsablede elaborar las cuentas del ingreso nacional, por lo cual había reci-bido apoyo substancial del gobierno al institucionalismo por mediode subsidios de la Oficina Nacional de Investigación Económica (Na-tional Bureau of Economic Research). Los adherentes del neoclasicis-mo estadounidense no tenían un equivalente hasta por lo menos ladécada de 1940; fue entonces cuando la Comisión de Cowles hizosu primera alianza con el ejército. Las alianzas se construyeron engran parte por medio de la Corporación Rand (Rand Corporation),pero incluso el MIT y las escuelas de Chicago tenían sus propios cana-les de subsidios por parte de los militares. En resumen, lo que acon-teció fue que el ejército llegó a convencerse, a través de una seriede extrañas circunstancias, que necesitaría algo que llamó la “teo-ría de la decisión” (decision theory) e “investigación de operativos”(operatives research), para ayudarlo a administrar el ejército y la fuer-za aérea. Estas áreas de investigación se nutrieron y fueron desarro-lladas con la ayuda de algunos economistas de la Comisión Cowles,tales como Tjalling Koopmans, Kenneth Arrow y Andrew Marshall.Por lo tanto, el primer apoyo de peso a este elevado tipo de neoclasi-

46.Prolífico autor, cabe mencionar dos de sus clásicos: Business Cycles the Problem and itsSetting, Nueva York, National Bureau of Economic Research, 1927; y Business Cycles and theirCauses, Berkeley, California, University of California, 1963.

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cismo teórico, vino en realidad del ejército en el periodo inmedia-tamente después de la posguerra.

CM: Obviamente ellos derrotaron eventualmente a sus adversa-rios.

PM: Así es, uno de mis argumentos en el libro al que nos hemosestado refiriendo es que con quien uno se alinea como su patrónpuede hacer una gran diferencia para la evolución de la ciencia. Losinstitucionalistas se alinearon con una parte del gobierno que nocrecería mucho en términos de la magnitud del financiamiento dela ciencia y apoyo para facilidades educativas. La mayoría de la genteque investiga la historia de la ciencia sabe que esencialmente todala ciencia norteamericana fue militarizada durante la Segunda Gue-rra Mundial. Burdamente, los economistas neoclásicos saltaron alvagón correcto (bandwagon)47 en el debido tiempo. Se puede veren los registros de la Comisión de Cowles, que por esa época hasta1946, tenía que vérselas con donativo anual de 25,000 dólares porparte de Alfred Cowles, comparado con el subsecuente tamaño desu presupuesto que se va por encima de los doscientos mil dóla-res en dos años. Después de eso sin más límite que el cielo. Se habíanencontrado finalmente a un patrocinador que quería comprar loque ellos estaban haciendo. Todas estas cosas son muy importantespara comprender el ascenso del pensamiento neoclásico en la Nor-teamérica de la posguerra..

CM: Me interesa la noción que usted desarrolla de que nuestrasexplicaciones tendemos a buscarlas allí donde parecen surgir de lanaturaleza. Usted hace la referencia a la tesis encontrada en MaryDouglas y Emile Durkheim para explicar la reverencia que tenemoshacia “la naturaleza” gobernada por leyes.

PM: Uno puede acercarse de varias maneras a esta fascinación ge-neral a la naturaleza por parte de la ciencia social moderna. Una ma-nera sencilla es notar la neurosis de cada científico social con la du-da si ella o él merecen el título “científico” o no. Pero el problemaes mucho más profundo. Existen regularidades conceptuales en la

47.Vale la pena subrayar que se trata de una elección oportuna, de ser parte de los victorio-sos; por ejemplo, en proceso de elecciones también se habla del “efecto bandwagon”, “esdecir, la tendencia o la inclinación de los electores para decantar su voto hacia candidatos queaparezcan como claros favoritos”, Morton D. Davis, Introducción a la teoría de los juegos,Madrid, Alianza Universidad, 1986, p. 18.

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cultura occidental moderna sobre cómo y cuándo ciertas explicacio-nes se aceptan como satisfactorias. Entre paréntesis, a diferencia deDurkheim y Mauss, yo no reclamaría esto como igualmente verda-dero de todas las culturas. En todo caso, ahí el argumento es que lagente no reconocería el mundo natural como inteligible, a menosque ellos no vean en ella una muestra de algo que pudieran recono-cer en su propia experiencia social. Por lo tanto, una parte del relatode Durkheim, Mauss, Douglas48 es que esa experiencia social estáproyectada hacia teorías del mundo natural, y la otra parte, es quelas ideas del control y del orden se toman de nuestras imágenes delmundo natural y retrotraídas hacia el mundo social. Incluso hastapara creer que el pensamiento social podría tener algún efecto obli-ga a la gente a que compare los fenómenos sociales al de los fenó-menos naturales; no creo que uno tenga otra salida. Creo que estoes un patrón regular en el desarrollo del pensamiento social occiden-tal, por lo menos en tiempos modernos. No es solamente envidia dela física, que es sólo un malestar muy reciente; creo que es algo mu-cho más complejo que eso. Nos parecería profundamente insoste-nible creer que se descubriría la existencia de estructuras de ordensobre nuestra vida social si no las comparáramos con el tipo de ordenque creemos que existe en el mundo natural. Por ello sugiero quela historia del pensamiento social occidental es una incesante histo-ria dialéctica del traslape (“conflation”) de la naturaleza y de la socie-dad. Las separa y al mismo tiempo las confunde.

CM: Permítame traer a colación a Lévi-Strauss49 porque él piensaque existe una frontera infranqueable o una división entre la natura-leza y la cultura, ¿se trata de eso?

PM: Yo no estoy de acuerdo con Lévi-Strauss…CM: En última instancia él piensa que la estructura del cerebro obe-

dece a una oposición binaria...PM: Sin embargo, inmediatamente está intentando reificar la dis-

tinción haciéndola natural. ¡Eso me parece capturar plenamente la

48.Cfr. M. Douglas, Natural Symbols, Londres, Barrie & Jenkins, 1970; E. Durkheim, M.Mauss, Primitive Classification, Londres, Cohen & West, 1969.

49.Por ejemplo, su texto clásico de la década de 1940: Las estructuras elementales delparentesco, Barcelona, Paidós, 1991; y más reciente El pensamiento salvaje, México, FCE, 1964.Al respecto puede verse C. Mallorquín, “El inconsciente en Lévi-Strauss” en ¿Metodología ociencia social?, Asunción, Paraguay, Editorial Cuadernos Republicanos, 1996.

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ironía del predicamento: de hecho, la naturaleza y la sociedad cons-tituyen estos polos inestables en el discurso occidental, tal es así queparece extremadamente satisfactorio para un conjunto de pensado-res mantener que son realmente diferentes, y para un segundo con-junto de pensadores, resolver la tensión perceptible mostrando queen realidad ambos son lo mismo!

CM: Se me ocurre sugerir la siguiente analogía, quizás fuera de lu-gar, para seguir apenas esta línea del argumento. Hace muchos añosleí un libro importante The Great Chain of Being...50

PM: Sí, el de Arthur Lovejoy…CM: Allí en la historia que desarrolla Lovejoy, menciona al autor

“del primer movimiento” o Dios y su presencia a través del pensa-miento occidental. ¿Pensando acerca de esta historia no estaríamosrepitiendo los mismos pasos, sólo que sustituyendo a “Dios” por elde “Naturaleza”, sustituyendo al autor “del primer movimiento”, yllamándolo “naturaleza”?

PM: Pienso que en cierto sentido esto tiene un patrón muy antiguo—esta sería incluso la opinión de Durkheim y Mauss— pero sólopuede tomar ciertas formas en el contexto moderno. La razón porla cual insisto sobre esto es que las ciencias naturales ahora jueganun papel importante que de ninguna manera lo pudieron haber he-cho para los primeros tiempos descritos por Lovejoy. Lo que sucedeahora es que los que están conscientes de los más recientes y exci-tantes desarrollos de la ciencia natural, aparecen liderando la inter-pretación de cómo debe estar representada la sociedad. Los clérigosno tuvieron un papel similar en la reconstrucción de Dios. Eso esalgo nuevo. ¿En el periodo inmediato de la posguerra, cuál era lafuente primaria de la verdad novedosa? Era la física. Sin duda alguna.Muchos físicos se enorgullecían por su agnosticismo y su fervor anti-teológico. La gente generalmente asociaría a la física con un accesoprivilegiado a la verdad última del universo. Eso en sí mismo ya hacambiado en los últimos veinte años. La física ahora está en unperiodo de calma, y la fascinación cambió hacia las ciencias bioló-gicas. De vez en cuando una ciencia natural diferente aparece yavanza a un lugar de predominio según lo que en la cultura se tomepor ciencia. ¿Pero una vez que eso queda establecido adivine qué?

50.Harvard University Press, USA, 1964.

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Debe aparecer en las ciencias sociales casi inmediatamente. Enel periodo inmediato después de la Segunda Guerra Mundial, quienpensara que la economía evolutiva era interesante, era una entidaddesconocida en la comunidad de la economía norteamericana. Y derepente, al inicio de la década de 1980, incluso los neoclásicos or-todoxos piensan que están realizando alguna clase de la econo-mía evolutiva.51 Desde mi punto de vista, esto es sencillamente otroejemplo del fenómeno donde ciertas ciencias vienen a dominar laagenda cultural, y que inmediatamente se muestra en un movimien-to de innovación teórica en las ciencias sociales, no solamente enla economía.

CM: Si no fuera por los ejemplos históricos específicos, alguienquizás diría que usted es sencillamente un neo-hegeliano, propo-niendo que existe algo que está moviendo la historia a espaldas delos hombres, aunque yo no lo crea así...

PM: El problema con esa manera de clasificar lo que hago es quehace extremadamente difícil hablar de manera coherente sobre cual-quier tipo de movimiento cultural amplio en el discurso occidental,debido a que casi todos quieren reducirlo a pensadores individualesy sus elecciones. Pero es cierto que hago argumentos que no depen-den de los pecadillos o idiosincrasias de alguna persona específica.Aunque por supuesto en algún sentido cada propuesta científicase hace por un ser humano discreto en particular. Pero las manerasen que se echan a andar en la matriz cultural no dependen de ser enparticular. De hecho, uno empieza a ver qué tan poco imaginativapuede ser la mayoría de la gente cuando analizas su trabajo bajo elvaivén de los grandes movimientos culturales. Por lo que en ciertosentido se puede decir que una justa proporción de la gente en minarrativa es apenas un peón circulando en torno a juego mucho másgrande. Y a mí me gustaría que más investigadores analizaran la for-mación de la gente que se cree fue responsable de las innovacionesde la época en la economía. Uno encuentra que ellos estaban porlo menos marginalmente enterados y medio familiarizados de lo quesucedió en previas disciplinas de las ciencias naturales. Por ello, lo

51.Se me pasó preguntar, pero ¿no estaría Mirowski aludiendo al libro de R. R. Nelson yS. G. Winter, An Evolutionary Theory of Economic Change, Cambridge, Massachusetts eInglaterra, The Belknap Press of Harvard University Press, 1982. Véase su crítica al mismo enel capítulo noveno de Against Mechanism..., op. cit.

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que ha estado sucediendo por más de un siglo es que una plétorade metáforas y matemáticas han estado circulando entre disciplinas.

CM: ¿Cómo debemos pensar acerca de la batalla que perdió el mo-vimiento institucionalista del primer tercio del siglo XX? ¿Cómo po-demos avanzar? ¿Y cómo puede comparar usted su institucionalismocon las tendencias del pasado?

PM: Para ponerlo burdamente, la razón primordial del porqué losinstitucionalistas perdieron no se debió a que ellos no eran lo sufi-cientemente científicos, es más bien que la imagen de la cienciapor la cual abogaban era muy anticuada para ese entonces. Leemosa gente como Morris Copeland y Frederick Mills y al mismo Veblen:ellos también observaban las ciencias naturales, pero su com-prensión de lo que las ciencias naturales les decía no tenía muchasemejanza con lo que los propios científicos naturales pensaban queestaban haciendo y eso fue realmente la raíz del problema. Los neo-clásicos de Cowles llegaron a la cima porque ellos realmente reclu-taron de manera exitosa a gente de las ciencias naturales y colabo-raron con científicos naturales famosos como von Neumann. Susdeclaraciones acerca de lo que la ciencia demandaba fue conside-rada mucho más creíble tanto para la cultura en general como paraotros científicos.

¿Qué dice eso acerca del futuro de institucionalismo? También ha-blo acerca de ello en Machine Dreams... Sea como sea que se eva-lúen sus deficiencias, yo no creo que en nuestra época podamosescapar de la dominación cultural por parte de las ciencias naturales.Esto se puede observar en eminentes economistas modernos institu-cionalistas como Geoffrey Hodgson.52 Para ponerlo quizás demasia-damente crudo, Geoff piensa que debemos saltar, con todo el co-razón al vagón (bandwagon) de la biología. Yo en lo personal nocreo que eso es lo que triunfará. Mi argumento es básicamente queexiste una clase de institucionalismo posible imaginado periódica-mente por una colección heterogénea de gente relacionada espe-cialmente con el desarrollo de la teoría computacional, que enabsoluto fue alentada por el ascenso de la ortodoxia de Cowles. Per-

52.Cfr. G. Hodgson, Economics and Evolution, The University of Michigan Press, 1996;Evolution and Institutions, Edward Elgar Publishing Limited, 1999; véase mi entrevista:“Geoffrey M. Hodgson y la economía institucionalista”, Este País, marzo de 2001 [8 de sep-tiembre de 2000], pp. 28-34.

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mítame definirla muy brevemente como un conjunto de lemas: Enprimer lugar, los institucionalistas deberían dejar de convertir todoen instituciones. Cuando cualquier cosa puede ser una institución,nada es una institución. En segundo lugar, los institucionalistas de-ben adoptar la posición de que el papel de una economía institucionaldeberá ser el de modelar y teorizar los mercados, no “el mercado”,o el “mercado” como un fenómeno unificado (eso es el neoclasicismo),sino mercados como una multiplicidad con maneras diferentes deproducir los precios y las cantidades. Los mercados son las institu-ciones que los economistas deben esforzarse en entender. Tercero,pienso que esos mercados deben ser teorizados explícitamente co-mo algoritmos; en otras palabras, en lugar de considerar al agentecomo un procesador de información, conceptualizar el merca-do como el procesador de información. ¿Ahora bien, qué podría sur-gir de esta definición diferente de la economía institucional? Todaclase de implicaciones para resistir el individualismo metodológicoen la teoría económica, algo que yo presumo que el institucionalismotradicional aprobaría; además, argumentaría que, por necesidad,deberá ser evolutivo, pero en el sentido siguiente: no imitando a Dar-win (aquí otra vez yo difiero de Geoff Hodgson), sino proponiendouna economía evolutiva en el sentido de que los mercados de mayorcomplejidad computacional evolucionan a partir de mercados demenor complejidad. De hecho esta concepción está mucho máscercana a la de J. von Neumann sobre la evolución de los autóma-tas.53 Los mercados son los portadores de la inercia y de las entidadesque han evolucionado y los ambientes en los que se ha dado estaevolución son grupos de personas. Por lo tanto, no se toma a la gentecomo las unidades fundamentales del análisis, se examinan como eltrasfondo contra el cuál evoluciona la entidad.54 Eso invierte la ideaconvencional de lo que ahora se entiende por economía evolutiva.Así como la biología y su tradición no teoriza el ambiente si no queteoriza el vehículo de la evolución, por lo tanto, pienso que esa eco-nomía evolutiva institucional debe teorizar los mercados como unaentidad evolutiva.

53.Un mecanismo que funciona por sí mismo, un robot.54.Véase también Niklas Luhmann, Sociedad y sistema: la ambición de la teoría, Madrid,

Paidós, 1990, pp. 86-87 y 104.

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CM: Usted menciona los algoritmos. ¿Pero en los algoritmos no sepuede hablar realmente de “elección”, o sí?

PM: Vea, ese es otro problema, pienso que la “elección” es una es-pecie de notación para el pensamiento neoclásico de la posguerra.Por lo tanto ahora todo es una elección, “la libertad” es una elección,la racionalidad es la teoría de la decisión, etcétera. La razón por lacual yo defiendo una alternativa es que estoy convencido de quetenemos que alejarnos de ese lenguaje de la elección.

CM: ¿Pero entonces no se está de vuelta con “la familia”, “el indivi-duo” o alguna otra entidad como el agente de “la elección” y la de-cisión cuando hablamos acerca de algoritmos?

PM: No, en absoluto, y esa es la belleza del algoritmo. ¿Ha leídousted el artículo de Gode y Sunder sobre agentes de inteligencia decero?55 Es una hermosa demostración de que muchas de las regulari-dades del mercado que a menudo son atribuidas a la racionalidadde los agentes pueden demostrarse que son un artefacto de las reglasalgorítmicas del formato de la subasta. La distinción verdadera estáen analizar mercados como algoritmos por sí mismos y analizar lamente individual como un procesador de símbolos algorítmicos. Sien cambio se toma la línea que propongo, entonces se va hacia ladirección que opta por no especificar la naturaleza de la mente. Dehecho, en lo personal, dudo que los economistas aporten algunacontribución duradera a la ciencia cognitiva de todos modos, de ahíque sea honesto y abierto al respecto.

CM: Estoy preocupado de recuperar una antigua controversia dela década de los setenta, que crudamente hablaba de una “estructurasin sujeto”, una antigua fórmula althusseriana para pensar una totali-dad social que se reproduce sin un sujeto. Me preocupa retornar adichas tonterías. Y por otra parte usted habló acerca de “mercados”,y la mayor parte del vocabulario proviene de pensar en mercadosbien desarrollados, de una economía dominada por relaciones mer-cantiles. Pero yo asumiría que un mercado es mucho más que eso.Por ejemplo mercados donde los intercambios se hacen por truequeo mecanismos diferentes. ¿Estos acaso no serían clasificados como“mercados”?

55.D. Gode & S. Sunder, “Allocative Efficiency of Markets with Zero Intelligence Traders,”Journal of Political Economy, 1993, (101):119-137.

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PM: La “estructura sin un sujeto”. Dos reacciones a eso. Primera:siento y es algo que desarrollo en Machine Dreams..., que las cien-cias cibernéticas (“Cyborg sciences” ), tienden a desarrollar por símismas estructuras sin agentes”. ¿Por ejemplo, qué otra cosa es la in-teligencia artificial? Supuestamente la inteligencia artificial es laconstrucción de una máquina que piensa. Una “estructura sin sujeto”par excellence, y eso se observa una y otra vez en la ciencia a finalesdel siglo XX. No es apenas Althusser, o unos cuantos filósofos per-didos, es la ciencia del siglo XX la que de manera reiterativa produceesas nociones. Y esa es una parte inexpugnable de nuestra herenciacultural.

Segunda: En todo caso no le temo por las siguientes razones. Cadavez que hago mi presentación, exponiendo teóricamente mi versiónde institucionalismo, lo primero que dice la gente es: “¿espere un mi-nuto: es que allí realmente hay gente, no cree usted que existe algúntipo de elección entre diferentes mercados por parte de la gente?”Y yo no encuentro alguna razón de peso para resistir eso. Losteóricos sociales están siempre impulsados por querer reintroduciral agente en la estructura. Lo que le falta a la economía institucionales una teoría formal de la estructura, que separe de manera preli-minar al agente con el propósito de analizar formalmente los algorit-mos del mercado. Y eso es lo que yo hago.

CM: Nuevamente insistiría en el tema de la especificidad del mer-cado. Es el término el que me preocupa. Si usted utilizase otrotérmino estaría de acuerdo, ya que puede significar relaciones delintercambio y/o de reciprocidad, un mecanismo del intercambio sinrelaciones mercantiles, aunque sin la estructura de los mercadosmodernos...

PM: Pero yo sí estoy de acuerdo. Esto es la otra cosa que deberíasalir del programa de la economía institucional. Insisto en la idea deque existen muchas clases diferentes de mercados caracterizadospor una gran variedad de reglas y tradiciones y prácticas culturales,etcétera. Insisto en la diferencia explícitamente en analogía con laantigua biología evolutiva. Antes, la biología en el siglo XVII usabacomo su tema primario el carácter genérico de “vida”, y teorizar acer-ca de lo que toda vida tiene en común, pero eso no fue eficaz y nollegó a nada; cuando comenzó a teorizar acerca de organismos espe-cíficos y diversos, los investigadores se dieron cuenta de que ellos

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necesitaban una historia natural de los organismos. Era insuficientesalir a observar a los organismos contemporáneos, aunque formaraparte de eso; los biólogos tenían que conocer cuáles habían sido lasrelaciones entre organismos en el pasado para explicar la amplitudde la diversidad actual. Por consiguiente, la historia natural se con-vierte en la parte integrante de la parte inicial del desarrollo de labiología evolutiva. Algo que no tiene la economía institucional con-temporánea es una historia natural de los mercados. No existe la no-ción de filogenia del mercado: de que un conjunto de estructurasprobablemente hizo posible el surgimiento de un grupo diferente deestructuras, que era el producto de la diferencia con una modifica-ción. Y una vez que tengamos una historia natural de los mercados,entonces podremos resolver los problemas a los que usted alude,sobre antiguos formatos de intercambios.

Obviamente no digo que el enfoque algorítmico trata únicamentede los mercados automatizados de manera computarizada, como labolsa de valores, sino que, en su lugar, procuro hacer preguntas his-tóricas tales como: ¿Deben remoldearse en algoritmos los sistemasde parentesco que se superponen a las relaciones de reciprocidad?O, ¿cuándo aparece el primer mecanismo del precio fijo anunciadoy por qué? En Europa Occidental su aparición es muy reciente, enen el XVIII urbano. ¿Y qué formato era el previamente dominante?Todas esas preguntas pueden ser replanteadas en el idioma de algo-ritmos, aunque no parecen del todo muy computacionales; aún cuan-do existe el formato de negociación cara a cara no estructurado, in-cluso allí sabemos que subsiste una justa proporción de restriccióny de estilización de cómo deberán interactuar los diferentes papeles.Eso es también un algoritmo.

CM: Para finalizar ¿en qué trabaja actualmente?PM: Wade Hands56 y yo hemos estado trabajando en un libro sobre

la historia de la teoría de la demanda neoclásica, cubriendo máso menos el periodo entre la segunda generación de la economíaneoclásica que cierra Machine Dreams..., y que culmina a fines dela década de 1960. La idea central es que el intento de fortalecer una

56.Libros recientes: Reflection Without Rules: Economic Methodology and ContemporaryScience Theory, Cambridge University Press, 2001; The Handbook of Economic Methodology,coeditor con John Davis and Uskali Mäki, Edward Elgar, 1998.

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“ley de la demanda” básica, debe considerarse como un programade investigación paralelo y potencialmente irreconciliable vis a visla economía neoclásica. Nuestra narrativa comenzará en las prime-ras décadas del siglo XX, con numerosos economistas buscando unateoría científica de la demanda que pueda implementarse. Algunasversiones desaparecieron y otras parecieron encontrar obstáculosinsuperables, cuando se evalúan desde el ventajoso punto de vistade los objetivos de los que lograron ser vencedores. Desde nuestropunto de vista, la segunda guerra mundial fue el punto crucial en estahistoria, porque no fue una, sino tres escuelas de la teoría de la de-manda que lograron alojarse dentro del contexto académico de laposguerra y como tal, conjuntamente constituyeron lo que se con-virtió en la ortodoxia neoclásica.

Uno de los aspectos novedosos de nuestro análisis será insistiren que los neoclásicos derrotaron a sus rivales en la escena norte-americana debido, no a su adherencia sistemática a un conjunto deprincipios monolíticos, sino que lograron mantener las versionesopuestas de la teoría de los precios en una simbiosis saludable. Ilus-traremos esta afirmación con señalamientos matemáticos técnicos,evaluación de ejercicios empíricos y los compromisos políticos yepistemológicos que asumen los mayores protagonistas. Otro as-pecto de este volumen que lo separa del común, es nuestra insisten-cia sobre el precepto de que consideraciones metodológicas y de“contenidos” no se pueden mantener separados si es que uno quierecomprender el surgimiento de la dominación de la teoría neoclásicade los precios, y que esa adherencia escrupulosa a la consistenciano ha sido uno de los puntos culminantes de la teoría ortodoxa dela demanda. La narrativa llegará hasta más o menos el surgimientodel domino de la Teoría del Juego en la profesión norteamericana.

CM: Muchas gracias.

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Reseñas

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La lucha de losdioses: identidadcolectiva eintegraciónsimbólica1

BLANCA SOLARES

La Lucha de los dioses en la modernidad. Del monoteísmo

religioso al politeísmo cultural,de Josetxo Beriain, tal y como elautor lo advierte en las primeraslíneas de su prefacio, requiere deuna explicación. Pues alude a dostemáticas contrapuestas, de unaparte los dioses; de otra, lamodernidad. Cuanto máshablamos de modernidad, menosapelamos a los dioses, cómo sejustifica en este título vincular dosdirecciones, a primera vista,opuestas y hasta excluyentes.

La lucha de los dioses en lamodernidad, a decir del autor, enefecto, es una provocadorametáfora que tiene un fin preciso:entender la naturaleza y elsignificado de la estructurasimbólica de las sociedadesmodernas. Una dimensión de larealidad, los dioses, servirá aquípara expresar otra, lasconstelaciones de valores

socialmente creados en el seno denuestras modernas sociedades. Elcontenido unitario tan ambiciosocomo arriesgado de esta obra,está compuesto en tres partes.

Primera, los dos primeroscapítulos del libro, el autor seconcentra en despejar unadiversidad de transformacionessemánticas a fin de caracterizar lanueva conciencia de la épocamoderna, el conjunto demetamorfosis de lo queentendemos por contingencia, entanto experiencia “crítica” de lavariación e imprevisibilidad delcosmos societario y expresada ensu evolución semántica: destino,entre los griegos; fortuna, en laEdad Media; providencia para elcristianismo y, siguiendo alsociólogo alemán Ulrich Beck,riesgo, en la época actual.

La segunda parte (capítulo 3),el autor intenta una caracterizacióndel contenido de la estructurasimbólica politeísta de lassociedades modernas,diferenciando, por una parte, el“politeísmo funcional” y, por otra,el “politeísmo arquetipal”.

Finalmente, los dos últimoscapítulos, analizan el papel quejuega la metáfora “la lucha de losdioses”, en la conformación de lasidentidades colectivas en lassociedades multiculturalesactuales.

I

Más allá de su distinciónentre sociedad axiales —aquellassociedades tradicionales

1.Josetxo Beriain, La lucha de los diosesen la modernidad. Del monoteísmoreligioso al politeísmo cultural. Barcelona,Anthropos, 2000.

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relacionadas con la preservacióndel orden cósmico y social, o conlas cuestiones de la salvación, laredención o la liberación, comoes el caso del judaísmo, el islam yel cristianismo; o de referir sucaracterización de la Épocapostaxial, en la que “Loimprobable deviene probable”—,quisiera llamar la atención en lassiguientes líneas como un rasgopeculiar de su análisissociológico.

En el conjunto de estructurasde la conciencia modernacomparecen, según el autor,determinados “poderesimpersonales” bajo las figuras de“esferas culturales de valor” —laciencia, la técnica, el derecho,la moral, el arte, la política, laeconomía, la erótica o la familia—todos ellos, operando de acuerdocon su propia lógica interna,“originados e independizados dela tutela religiosa”, —Agnes Hellerlas denominaría “esferasgenéricas” de socialización.2 Pero,comparecen también, junto aestos, poderes autonomizados,nuevos ídola fori: la nación, elpueblo, la técnica, la clase social,el partido político, el poder, labandera, el dinero, o el sexo,configurando nuevos patrones deidentificación social, pattern ofmeaning, y que procuran diversasmodalidades de integración social,lo que el autor llama una variedadde “politeísmo funcional”caracterizado por lo inmanente,

profano e impersonal de lasactuales representacionescolectivas.

Hasta aquí, no habría ningunadiferencia entre el pensamientode M. Weber y el del autor, perolo peculiar de Beriain es subrayarque comparecen también, junto,al lado, a la par del politeísmofuncional, las constantes “formassimbólicas personificadas dereligación”: arquetipos, dioses,daimones que tienen un marcadocarácter trascendente, sagrado,abierto a la interpretaciónpersonal y que fungen comoespejos donde se descubre elalma humana. Prometeo, Edipo,Jesús, Fausto, el Quijote o Hamletconstituyen una variedad defiguras simbólicas que magnetizanintensamente la imaginación del“politeísmo moderno”. Se trata deun “politeísmo arquetipal”, dice elautor o, en nuestras propiaspalabras, de una peculiar gama deencarnaciones, que al intentariluminar las dimensiones del Ser,realizan configuracionesexpresivas, a un tiempo afectivase intelectuales, que refierentrayectos virtualmenteexpiritualizantes de la “dimensiónsimbólica de la cultura”.

El “politeísmo funcional”refiere el conjunto derepresentaciones que estructuranla conciencia colectiva de lassociedades modernas. El“politeísmo arquetipal”, elconjunto de respuestas del ordengeneral de la existencia queconforman un marcointerpretativo en el que las cosasadquieren sentido y no sólo

2.Agnes Heller, Sociología de la vida coti-diana, Península, Barcelona.

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razón: el por qué y cómo afrontarla muerte, el carácter de latragedia, el significado de lafunción redentora del amor o lacomunión.

La primera se centra en eldesvelamiento de un “politeísmofuncional” que habita laconciencia colectiva. La segundaen un “politeísmo arquetipal” quehabita el imaginario socialmoderno.

La primera, que alude alconjunto de representacionescolectivas tipificadas —la moral, elderecho, la ciencia, el arte concarácter autorreferencial, sesucede en el tiempo histórico. Lasegunda, vinculada al magma deconstelaciones de sentido, dearquetipos que conectan alhombre con su realidad trinitariacompuesta, por él mismo, porDios (o los dioses) y por elcosmos, se sucede dentro de untiempo cualitativo que no sedesdobla en pasado, presente,futuro sino que funge comopresente eterno.

Desde mi punto de vista,el esbozo de esta tensiónentre el “politeísmo funcional”y el “politeísmo arquetipal”, decontenidos ambos radicalmentediferenciados, configuran la clavedel análisis interpretativo de lamodernidad realizado por J.Beriain.

Pues, a decir del autor, larealidad no se agota en elconjunto de representacionescolectivas tipo la ciencia, la moral,el arte, la nación, la clase social,sino más bien, asegura, existenprovincias de significado de

marcado carácter simbólico querebasan los límites de larepresentación de la concienciacolectiva. Por ejemplo, losmotivos y los personajesexpresados en la literatura y elarte, hechos como la maternidado el enamoramiento, el éxtasisfrente al abandono del niño aljuego, o numerosas realidadessimbolizadas que sólo puedenmanifestarse a través de suscorrespondientes “simbolizantes”o vehículos de expresióncognitiva, evaluativa y estética.Todos estos hechos son expresiónde la dimensión simbólica del Ser,hasta ahora poco atendida por larazón y su ideal del actuarcoherente y adecuado a un papeldel individuo.

Más bien, en efecto, paradecirlo con J. Campell, cada unode nosotros tiene su panteón desueños privado. Lapersonificación plural, hoy, es unmodo necesario de comprensióndel mundo y del ser en el mundoque, institucionalizadademocráticamente, al menosformalmente, hace posible que laintegración se realice a través delreconocimiento de la diferencia yla diferenciación.

En el imaginario social de lassociedades modernas avanzadasno hay un patrón central(monoteísmo) sino múltiplesconstelaciones arquetipales queactúan en nuestra alma y ennuestra psique (politeísmo),opciones abiertas a la búsquedade sentido, por lo demás,inherente a la condición humanadesde la Prehistoria.

Reseñas

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Este nuevo politeísmo norepresenta tanto nuevasconfesiones o fes religiosas comonecesidades del alma, de nuestrapeculiar naturaleza polifacética,con la ventaja de —al no tenerpretensiones teológicas niaproximarse a los dioses desde uncanon litúrgico— no poder serrepudiados por la teología comoherejía o falsa religión. Por lodemás, no se trata de revivir lareligión sino de preservar el alma,devolverla a su fuente creativa.Sería inútil decir que a través deeste politeísmo adoramos dioses odiosas específicos, pues de lo quese trata es más bien de que talesdiosas y dioses, que no son sinonuestras convicciones eintuiciones más íntimas, semanifiesten a través de nuestraestructura psíquica y se realicenen obras, en actos.

II

Entre algunas variedadesarquetipales podemos citar unespectro de figuras: Adán, Alá,Afrodita, Apolo, Khrisna, Lucifer,la Musa, Narciso o Zeus... En laestructura del imaginario socialactual de carácter politeísta,nuestro autor destaca tres figurasen las que podría condensarse, amanera de ejemplosparadigmáticos, la experienciaimaginaria moderna.

Por un lado, la figura dePrometeo, semidiós que roba elfuego a los dioses para dárselo alos mortales, recibiendo comocastigo el ser amarrado a una roca

del Cáucaso. Los dioses le envíanun águila para que devore suhígado que se reconstituyecotidianamente ad infinutum.Prometeo ha dado al hombre lalibertad para desarrollar másplenamente un mundo de formas,que había sido el producto de lamera necesidad. Sin embargo, nopuede intervenir en laambivalente actividad humana yabandona a las criaturas a la“cultura del fuego” sin laprotección de los dioses.Mientras, de su parte, también él,al independizarse del panteónolímpico, ha quedado sometido ala dependencia de los hados.

Como imago dei, Prometeo seproyecta como una constelaciónarquetipal. Se convierte en laprefiguración del “trabajadormoderno” que no logra separarsede la sombra de su destino.Todos los nuevos Prometeosaparecen hoy encadenados por laley del intercambio mercantil a la“roca desnuda” de la produccióncapitalista. En su poemaPrometeo, Goethe muestra cómoasume y reconoce Prometeo sucondición humana, “es débil y losabe”:

Aquí estoy, dando forma a unaraza, según mi propia imagen

A unos hombres que, iguales a mí, sufranY se alegren, conozcan los

placeres y el llantoY, sobre todo, a ti Zeus no se

sometanComo yo.

En la interpretación del mito de

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Prometeo realizada por Kafka enel horizonte de la desolaciónmoderna, el mero paso deltiempo hace que la tradición seaolvidada:

Los dioses lo olvidaron, laságuilas lo olvidaronY él mismo se olvidó... Secansaron de esa historia...Se cansaron los dioses, secansaron las águilas,La herida se cerró decansancio, quedó elinexplicable peñasco.

Otra variedad arquetipal queBeriain destaca es la representadapor Dionisios, que primeroaparece como Zagreo, diosdelirante y alocado; luego comoBaco, dios del vino.

Y, finalmente, como Iakos,niño-dios que corresponde a surenacimiento divino como semillade las oscuras entrañas de la tierrao como nueva flora verde que seconvertirá en pan, imagen encualquier caso de que su alma nopermanece en el Hades sino que,en otro cuerpo, retorna a losdioses eternos. Sobre elparalelismo de Dionisios conCristo3 no insistiremos ahora sino,más bien, en el hecho de que enlos excesos culturales deDionisios subyace un importantefondo de solidaridad social decarácter comunalista. Dice elautor, “Ejemplos de esta variantearquetipal dionisíaca aparecen enla modernidad a lo largo de todo

el variado elenco demovilizaciones colectivas decarácter revolucionario, desde laComuna de París pasando por laRevolución rusa y la Revoluciónchina hasta llegar al movimientoneorromántico, comunitarista yposmaterialista de fines de lossesenta que se extiende porEuropa occidental”.4 En su origen,su pretensión es crear nuevasfraternidades que protejan lasidentidades puestas en peligro ono reconocidas, una comunióno vínculo comunitario eigualitario.

La última vía mítica sintéticaque el autor refiere, siguiendo aGilbert Durand,5 tiene origen enel arquetipo de Hermes, el queconecta a los dioses y a las diosasentre sí y a ellos con el hombre.

Hermes penetra el mundo porsu capacidad de establecerconexiones. Como mensajero delos dioses aparece como elsuturador de dualidades: peligro yprotección; terror y confianza;certeza y extravío. El mediador esaquel en el que aparecen todoslos oximorones posibles: “soy laherida y el cuchillo; la víctima y elverdugo” (Ch. Baudelaire); la viday la muerte.

El poeta es aquel que expresala oposición y la sutura, el homoduplex que, por lo demás, habitaen nosotros también. Portamoscon nosotros mismos la alteridaden la forma de sombra que semanifiesta en la presencia /

4.Beriain, op. cit., pág. 150.5.Gilbert Duarand, Las estructuras

antropológicas de la imaginación, Taurus.3.Ver Cesare Pavese, Diálogos con

Leuco, Taurus, Madrid.

Reseñas

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ausencia del deseo de la mujer,dice Beriain. O en la presencia /ausencia del deseo de uncompañero de viaje, diferente deuno mismo, en el sufrimiento yen la muerte..

Si la sociedad no quierereconocer este “politeísmoarquetipal” o “polimitismo”, si su“super yo” reprime brutalmentetoda mitologización antagonista,entonces hay crisis y disidenciaviolenta. El autoritarismo nace delexclusivismo y la opresión,muchas veces, con “la mejor fedel mundo”.

Llegados a este punto, elanálisis cultural del autor refiereuna actitud política: lainstitucionalización del“imperativo herético”; del griegoherein, es decir, del derecho aelegir y a dudar como el rasgopeculiar de nuestra modernidaden riesgo. A partir de lainstitucionalización de este“deber” de decidir, el politeísmomoderno surge “desde abajo”, dela inmanencia específica de unasituación socio simbólica,caracterizada por la pluralidad,que se manifiesta con muchasvoces y cuya resonancia se hacesocialmente evidente dada laparadójica institucionalizaciónde la herejía.

El politeísmo es una situaciónen donde coexisten valoresdiversos, modelos diversos deorganización social y principiosmediante los que el ser humanodirige su vida política. De ahí la

afinidad entre democracia ypoliteísmo.

Pero la defensa de lademocracia aquí, como vemos, noalude a un contenido formal, setrata de la democracia fundada enla imagen arquetípica de Hermes,el de las sandalias aladas, el delos desplazamientos veloces, elinventor de la lira y de la flautacon la que impresiona a Apolo,el guía de las almas a la estanciade los muertos y que comointelecto pervertido, puede sertambién el protector de losladrones (P. Diel.).

Queda claro que el hiloconductor del análisis social de J.Beriain, su método de trabajo,para decirlo académicamente, seenriquece en este caso por unaperspectiva de investigaciónmultidisciplinaria, no sólosociológica, sino como hemosinsistido desde el inicio de estaslíneas, psicoanalítica, histórica,antropológica, lingüística, etc. Esdecir, sigue el hilo conductortransversal de la llamadahermenéutica simbólica yantropológica de la cultura,iniciada por el Círculo de Eranos,1933-1988, (C. G. Jung, M. Eliade,H. Corbin, J. Campbell, J. K.Kerenyi y continuada, en nuestromedio hispanohablante por A.Ortiz-Osés y R. Panikkar, sólo pormencionar algunos nombres)misma a la que el autor no refieredirectamente, pero con la que,resulta obvio, su afortunadoengarce.

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Reflexiones entorno aLas dos carasde laindividuación:inclusión yexclusión deJosetxo Beriain*

DRA. JUDIT BOKSER

El texto de Josetxo Beriain tiene como punto de partida

un serio recorrido por las teoríassistémicas, para pensarlas formas de diferenciación y losejes de la dicotomía inclusión/exclusión y desembocar en losperfiles sociológicos de laexclusión hoy. Se trata de unrecorrido a la vez analítico ysugerente. En él, la dimensión dediferenciación y sus modalidadesrecorre y explora las lógicas deestructuración formuladas desdela permanente necesidad deintegración de las sociedades, a laluz del dilema unificación vis-a-visheterogeneidad. Se ancla, portanto, en variados hilos

conductores del rico y abiertodebate que las ciencias socialesenfrentan en la actualidad,por lo que me referiré aalgunas de estas pistas conla pretensión de complementarestas reflexiones.

Uno de estos hilos puedeubicarse, en primer lugar, en eldebate sobre la subjetividad,como una forma de hacer posiblela individuación y que deberecoger el problema planteadotempranamente por los sociólogosfundadores: cómo es posible lasociedad. Esta pregunta vinculala relación decimonónica, quecon algunos cambios nos llegaa nosotros de cómo se relacionala sociedad con el Estado. Lafamosa afirmación durkhemnianade que el Estado hace alindividuo no sólo dio un statusholista a la sociedad, sino quemarcó una relación entre laobligación política y laestructuración de la individuaciónen las sociedades complejastempranas. En este sentido, elEstado, a través de la obligaciónpolítica y los instrumentos de laobligación moral, encontró en elDerecho aquello que ha sidopuesto en debate recientemente através de una revisión de laliteratura: en términos deFoucault, la fuente primigenia detecnología del yo.

En este terreno no está tododicho; mientras un gran númerode teóricos y juristas propugnanteorías sobre la construcción dederechos diferenciales paraminorías y grupos que han sidoobjeto históricamente de

*.Texto basado en el comentario a laponencia que con este título presentóJosetxo Beriain el 11 septiembre de 2001en el marco del Coloquio Internacionalsobre Exclusión Social, en la Facultad deCiencias Políticas y Sociales.

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exclusión, desprotegidos, otrosencuentran en el sistema delderecho el último e irrenunciablesubsistema de pertenencia. Así,mientras en el mundo anglosajón,fundamentalmente, la revisión delos derechos iguales tendientes ahomogeneizar a los individuostiende a ser socavado por laprimacía de las diferencias, en elcontexto luhmaniano del derechose contempla el derecho punitivocomo el último subsistema depertenencia para los excluidos.Esta polémica atraviesa diferentesdisciplinas y corrientes y haencontrado una fructíferaexpresión en los planteamientos ydebates que abordan la inclusión—exclusión desde elbinomio constitutivo individuo—comunidad(sociedad). Lasposturas y enfoques queparticipan en el debate no sonestáticos. Han sufridotransformaciones asociadas a lostiempos y lugares en los que sedesarrollan, se han dadoformulaciones que han arrojadoricos desarrollos y síntesisargumentativas y dichos debatesimpactan de múltiples maneras alas instituciones políticas, ycontribuyen a internalizarprácticas democráticas de diversoalcance.

La revisión que realiza Beriainpone de manifiesto que lacuestión de la pertenencia es lade la integración y será también,la de los valores, lo que nospuede conducir a nuevos hilosde pensamiento. Por una parte,la subjetividad qua entramado ypliegue de ‘juegos’ dispone de

recursos discursivos narrativosimpulsando la utilidad/eficacia.De esta manera, si la obligaciónmoral, eje fundante de la sociedadpolítica, no puede apelar a losdiscursos metahistóricos, lasociedad política vive en unmundo de reglas. En este sentidoy en este contexto, pensar enmecanismos y principios deinclusión se acerca también alproblema de los intercambiosbloqueados entre esferas distintas,distantes pero solapadas. Así lascosas, pensar en la inclusión esrepensar los intercambiosbloqueados entre la utilidad y laeficacia. Parece pertinente ala vez que necesario repensar losmecanismos de oclusión de lasociedad, al tiempo que seplantean los mecanismos deintegración. Lo que está en juegoes la cuestión de la forma en quela sociedad estructura mecanismosde oclusión y desde dónde lasociedad está en condiciones depensar la inclusión.

Esta problemática nos conduce,a su vez, a pensar en quéelementos deberían deadministrar públicamentelas sociedades políticascontemporáneas para construirpliegues sociales densos deinclusión. Pero, para ello esnecesario volver a pensar lacooperación en la sociedad, cómose construyen los mecanismoscooperativos entre actores,organizaciones e instituciones. Losdebates recientes en filosofíapráctica han hecho mucho poranalizar este punto, pero lo queen verdad sabemos es que no

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podemos postular la cooperación.Los enunciados performativos noalcanzan para autoconfigurar lacooperación, hace falta algo más.Y ese algo más debe de estar enla sociedad política.

Una sociedad política entransformación con el desafío dela unidad de la distinción,siguiendo a Luhmann. Lapretensión de universalidad seda en el contexto de procesos deglobalización que arrojan comohorizonte la sociedad mundial. Setrata de nuevos derroteros yalcances de la problemáticade la complejidad entendidacomo aumento de ladiferenciación en sistemasfuncionales. Formulado en otrostérminos, compete a losdesafíos de la complejidad ensociedades en las que no sólo sediferencian, sino que tambiénse agudizan los diferentessistemas de valores. ParaLuhmann mismo hoy no se puedehablar de una sociedaddeterminada —x o y—pretendiendo que con ello sehaga referencia a un conjuntoempíricamente homogéneo: lailusión derivada de la definiciónde una sociedad nacional conclaros límites territoriales.

La diferenciación funcionalrebasa y atraviesa fronteras: elhorizonte de la sociedad mundialque podría preceder losacercamientos conceptuales a laglobalización, apunta a lacomplejidad como alto grado dediferenciación que socava lassoberanías nacionales. Esta y otrasópticas teóricas apuntan, en

efecto, a transformacionesradicales al Estado, sus facultades,funciones, espacios y territoriosen los que concentra su actividad.Paralelamente, hacia adentro,enfrentan nuevas formas dereagrupamiento de la sociedadcivil, de participación política—individuales y colectivas—y de construcción yreconstrucción de la ciudadanía.Todo ello impone esfuerzos deredefinición y precisión en tornoa los conceptos de ciudadanía,competencia de lo público yprivado, de las relaciones entresociedad civil y Estado.

La globalización replanteatambién algunos de losfundamentos culturales de lasoberanía afectando, desdela óptica inclusión-exclusión, losprocesos de individuación yreconstitución comunitaria. Así,como resultado de unainteracción transfronteriza cadavez más intensa, diversos grupos,comunidades y/o clases adoptanidentidades y lealtades que sesitúan por encima de sentimientosnacionales. Al mismo tiempo, laglobalización alienta y fortaleceidentidades y lealtades locales.Los espacios globales dan nuevadensidad a lo cercano yespecífico, a lo propio y particulary alientan la construcción deidentidades colectivas sobrebases, espacios y marcosinstitucionales radicalmentediferentes a los conocidos por lateoría social.

Complementariamente, yatendiendo los cuestionamientosteóricos que formula Beriain,

Reseñas

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debemos dar cuenta de laproblemática abierta porLuhmann, a saber, la cuestión dela dificultad de los nexos entrealtos grados de complejidad y loslímites de la integración moral oética. Este eje problemático aludea la simultaneidad de un contextode individualización (y crecienteracionalidad) por una parte, y porla otra, a la emergencia de nuevosreferentes de pertenencia grupal,de membresía, de colectividad. Esprecisamente este doble momentoel que ha conducido a ver que laverdadera prueba de la fortalezade los derechos de ciudadanía esla heterogeneidad (Dahrendorf,1997). De este modo, laciudadanía se inserta en el marcode pretensión de operar comosustrato común de articulación dela vida política y dar cuenta de ladiversidad que la caracteriza. Anteel desafío de conjuntar un nuevobinomio —ciudadanía yalteridad— es formulada comointerrogante que oscila entre elotro igual y el otro diferente, ynos remite a las interaccionesentre ciudadanía y pluralismo.Refiere de manera directa a lanecesidad de confrontar elcarácter no sólo plural sinotambién multicultural de lassociedades contemporáneas, enlas que las disputas son en tornoa los fundamentos morales eideales políticos. (Miller, 1997) Laciudadanía, entonces, emergecomo referente común para losindividuos y grupos conidentidades fragmentadas queconviven políticamente. Lainclusión, refiere así a otro

argumento central de laconstitución de la ciudadanía: laconstrucción de la civilidad.

Los dilemas derivados delbinomio inclusión-exclusión hantocado lo que Judith Shklar llamóel “liberalismo del miedo”. Lasinstituciones, los derechos y la leyno sólo son juzgados por losmodos en que protegen laconciencia, reducen ladesigualdad o promuevenel desarrollo humano, sino por sucapacidad de permitir a personasde diferentes característicasadscriptivas, valores moraleso posiciones sociales y vivirconjuntamente, librespara conducir una contiendapolítica pública demarcada porreglas de equidad e inclusión,garantizada por derechos.

La cuestión de la integraciónque enfrentan las sociedades y suinteracción con el binomiohomogenidad-heterogeneidadremiten a un pluralismo quesimultáneamente rechaza elrelativismo. Si con Isaiah Berlinrecordamos que las culturasnunca son unitarias ni indivisiblesni orgánicas sino conjuntos deideas, patrones, elementos ycomportamientos distintivos,mientras que es la pertenencia einmersión en culturas específicasla que le confiere a los individuosacceso a lo universal, sóloestándares universales proveenlos medios para evaluar aspectosespecíficos de las culturas desdefuera de su exclusividad. De allíque los dilemas de la integraciónen contextos de complejidadconduce a la construcción de un

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compromiso balanceado entrelos ideales de racionalidad yderechos, entendidos en unsentido intrínseco y kantiano deaplicación universal y laemergente demanda dereconocimiento, pertenencia,autodefinición.

Desde esta óptica, resultapertinente señalar que al explorarlas vías por las que transita elrepensar la ciudadanía a partir delas experiencias dereestructuración mundial, asícomo de aquellas asociadas aprocesos de transición haciaregímenes democráticos, lacuestión de la sociedad civil cobranuevo significado como destacadoángulo en el que se aspira aventilar y resolver las renovadascontradicciones entre libertad eigualdad; entre solidaridad yjusticia; entre individuo ycomunidad. Paralelamente,la reemergencia de la ideade democracia ha asumido laforma de un resurgimiento dela sociedad civil, del ámbitoinformal, no estatal y noeconómico de la vida pública ypersonal que Tocqueville definiócomo vital para elmantenimiento de un estadodemocrático.

Ciertamente, la atracción por lasociedad civil ha tendido a sobre-enfatizar los nexos entre ésta y lademocracia y ha desatendido elhecho de que no hay unaconexión necesaria entre losrecambios políticos (la retracciónestatal) y la estructura interna delas fuerzas que han llevado a talescambios, esto es, al carácter

variable de las fuerzas quecomponen la sociedad civil.Relacionado este aspecto con losseñalamientos previos, adquiereuna indiscutible importancia elrequerimiento de junto alpluralismo cultural se desarrollenun pluralismo político y unpluralismo institucional querelacionen y articulen laintegración desde la especificidadde lo público y lo privado(Katznelson, 1995).

De este modo, los grados deinclusión y exclusión ciudadana ala luz del espacio de lasidentidades colectivas y de lapluralidad de arenasinstitucionales, de ámbitos quetrascienden las fronterastradicionales hacia el exterior e,internamente, rebasan la visiónhomogénea de la sociedad yconduce a distinguir entrecontextos en los que lasidentidades plurales no hanmilitado contra la idea desociedad civil sino que, por elcontrario, las asociacionesvoluntarias se han organizadolegitimando sus interesesdiferenciales y sus logrosconjuntos al nivel institucional, yaquéllos en los no fue aceptado elprincipio de autonomía individualy de igualdad como sustrato de lavida política y, consecuentemente,de las asociaciones. En el primercaso, la interacción mutua entrevalores-grupos y con el Estadoimpide que alguno se presente orepresente una visión moralalternativa a la de la sociedad.En el segundo, al emerger comouniversos metafísicos-morales

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alternativos, los valoresparticulares aparecen comoexistencias irreconciliables(Seligman, 1992).

El sugerente análisis de Beriainconduce hacia la reflexión finalen torno a los perfilessociológicos de la exclusión hoy,plantea que la incapacidad para elejercicio de los derechos socialesque bloquea la inserción plenadel individuo en la sociedad—que ha caracterizado comoexclusión— depende de una seriede cambios que se han dado enlas sociedades modernas tardías.Su importante, aunque apretadaexploración de estos cambios,resalta el hecho de que laexclusión ha llegado a ser másimportante que la pobrezatradicional.

Un acercamiento adicional a laproblemática nos remite alhorizonte en el que los paísescuyo mayor porcentaje depoblación vive en condiciones depobreza, que concentran todas lasagendas pendientes del desarrollosocial y humano, que vivenprocesos democráticos en ruta deconsolidación y que se debatenante los retos que supone laapertura global de las economías,comparten una misma pregunta:¿Qué hacer frente a una gama deproblemas públicos diferenciados,específicos y complejos cuandolas capacidades de intervencióndel Estado en diferentesámbitos de la vida social se havisto reducida drásticamente? Aúnen los países donde la democracialiberal se ha asumido comoparadigma de organización y

distribución del poder político, lapregunta es qué grupo deconsensos es preciso construirpara que el Estado pueda arbitrarel conflicto social.

Estos dos cuestionamientosque están relacionados con laurgencia de dar respuestas a lossectores y a los colectivos queviven la marginación, la fragilidady la exclusión social, implicanreconocer que los Estados quehan optado por la democraciay las economías abiertas, comorutas transitables para acceder einstalarse en las coordenadas dela modernización, todavía nodisponen de los dispositivosinstitucionales, de los recursosjurídicos y de las fórmulaspolíticas para procesarlas nuevas dimensiones delconflicto social.

Al observar que la mayoría delos diseños de política públicade alcance internacional,multiplican las obligaciones paraEstados y gobiernos en materiade desarrollo social, resalta queestos mismos Estados hanexperimentado procesos dereforma que les han restadomúltiples capacidades paraintervenir en la vida social, y queen esferas como las finanzas ycomunicaciones estas capacidadestienden a cero. Su statussoberano se debilita en variosterrenos: el Estado se vuelveincapaz, por ejemplo, de regularlos flujos financieros ycomerciales, por lo que sucapacidad reguladora se erosionafrente a los mecanismosemergentes de regulación y

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gobernación en el nivel global, asícomo frente a los derechos depropiedad y autoría, los derechoshumanos universalmentesancionados y otrastransacciones económicas,sociales y culturalestrans-fronterizas (Scholte, 1998;Held, 1995).De la misma manera,la autoridad del Estado pierdeeficacia para reglamentar y aplicarsanciones a nuevas formas deorganización y se replantea surelación con las comunidades eidentidades que desbordan lasfronteras nacionales, rearticulandolos nexos entre lo local, lonacional y lo global.

Consecuentemente, la inclusióncomo asunto del estar ensociedad, como deliberaciónpolítica, institucionaly jurídica por abarcar y alcanzara los colectivos que han sidoapartados del bienestar y deldesarrollo y como el acto público,ciudadano, de construir nuevasculturas que reconozcan aldiferente desde una diferenciaque por todos es compartida, esuna cuestión que atraviesa por undebate inédito, caracterizadopor la apropiación, incluso porla defensa radical del discursodemocrático y porque desde ahí,cuestiona las agendas pendientesde la inclusión en una democracia

que se piensa y autodefine comomodo de vida.

Bibliografía

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Reseñas

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Colaboradores

John Ferejohn

Politólogo. Investigador Senior Fellow del Instituto Hoover, titular de lacátedra “Carolyn S.G. Munro” de ciencia política y doctor en esta misma áreapor la Universidad de Stanford. También, es profesor de economía en la Es-cuela de Graduados en Negocios y profesor visitante en la Escuela de Dere-cho de la Universidad Estatal de Nueva York. Sus principales líneas de inves-tigación actuales son campañas políticas, procesos electorales, filosofía delas ciencias sociales, política estadounidense, instituciones políticas, compor-tamiento político, teoría de la decisión social, ley pública, relación entre lapolítica y la ley, entre otras. Ha sido merecedor de becas para investigacióny proyectos académicos de instituciones prestigiadas como la Brookings, laFundación Guggenheim, el Centro para los Estudios Avanzados de la Univer-sidad de Illinois y el Centro para los Estudios Avanzados en Ciencias delComportamiento de la Universidad de Stanford. Es miembro de la AcademiaAmericana de Artes y Ciencia y de la Academia Nacional de Ciencias. Asimis-mo, es miembro de diversos comités editoriales de reconocidas revistasespecializadas y autor de Pork Barrel Politics y coautor de The Personal Vote.

Giandomenico Majone

Politólogo y estadístico. Maestro en política económica por la Universidadde Padua y doctor en estadística por la Universidad de California en Berkeley.Es Consejero de la Unión Europea, investigador emérito y profesor externodel Instituto Universitario Europeo, sede Florencia, y profesor invitado dela Universidad de Pitssburgh. Ha sido profesor en la Universidad de Romay la Universidad de Calabria y profesor visitante distinguido en la LondonSchool of Economics and Political Sciences de la Universidad de Londres, enla Escuela de Gobierno J. F. Kennedy de la Universidad de Harvard, en la Uni-versidad de Yale, en el Wissenschaftszentrum de Berlín y en el Centro deInvestigaciones Interdisciplinarias de la Universidad de Bielefeld. Sus áreasde investigación están enfocadas al análisis de la política pública; la teo-ría de la toma de decisiones y la teoría de la regulación económica y social.Es autor de numerosas publicaciones. Sus más recientes obras son RegulatingEurope (1996); Evidencia, argumentación y persuasión en la formulación depolíticas (1996) y The European Community as a Regulatory State (1995).

Murilo Kuschik Ramos

Antropólogo social y sociólogo. Maestro en antropología social por la Es-cuela Nacional de Antropología e Historia y doctor en sociología por la Fa-cultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Asimismo, tiene en su ha-ber diversos diplomados. Es socio consultor de la empresa Perfiles PolíticosQuién es Quién en México, S.A. de C.V., así como articulista en diversos pe-riódicos y revistas de circulación nacional. Entre sus más recientes publica-ciones se encuentran: “El gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas y la opinión

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pública” (2000); “La aplicación del marketing político en las elecciones deMéxico” (2000); “Percepción, conocimiento y adhesión a partidos y posiblescandidatos al gobierno del Distrito Federal: julio de 1999” (2000) y “Las en-cuestas y la elección del año 2000” (2001). Actualmente es profesor-tutor delPrograma de Posgrado en Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y profesorinvestigador en el departamento de sociología de la Universidad Metropolitana,campus Azcapotzalco.

María Cristina Rosas

Internacionalista y latinoamericanista. Doctora en Relaciones Interna-cionales y en Estudios Latinoamericanos por la Facultad de Ciencias Políticasy Sociales de la UNAM. Tiene también estudios de especialización en las univer-sidades de Upssala, Suecia; Columbia, Nueva York; Coleraine, Irlanda del Nor-te; San Diego, California y la Universidad de Ottawa, Ontario, Canadá. Su áreade especialización es la política y la economía internacionales. Pertenece al Sis-tema Nacional de Investigadores. Ha sido merecedora de diversos premios ydistinciones, entre los que destacan el Premio “Distinción Universidad NacionalPara Jóvenes Académicos”, el Premio en Investigación Económica “Maestro Je-sús Silva Herzog” y el Premio “Rosario Castellanos”. Fue presidenta de la Aso-ciación Mexicana de Estudios Canadienses (AMEC) y es columnista en el diarioUnomásuno y responsable de la sección “El Mundo” de la revista Etcétera.Es autora de numerosos artículos sobre las relaciones económicas y políticasinternacionales en diversas revistas especializadas. Su libro más reciente esLa economía internacional en el siglo XXI. OMC, Estados Unidos y AméricaLatina (2001) Actualmente se desempeña como profesora de carrera de tiem-po completo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

Gina Zabludovsky

Socióloga. Doctora en sociología por la Universidad Nacional Autónoma deMéxico. Ha participado como ponente y asistente a múltiples actividadesacadémicas —cursos, seminarios, talleres de investigación, congresos, sim-posia, etcétera— en diversas universidades tanto nacionales como extranje-ras. Ha dirigido gran número de tesis de posgrado así como proyectos deinvestigación enfocándose en las áreas de teoría sociológica contemporánea,estudios de género y el fenómeno de la modernidad. Asimismo, ha tenidouna nutrida participación en diversos programas de radio y televisión. Hapublicado múltiples artículos especializados, capítulos en libros, prólogos,introducciones y estudios introductorios. De igual manera, ha participado enórganos colegiados y jurados. Actualmente es profesora de carrera de tiempocompleto en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

LEONARDO OLIVOS SANTOYO

Politólogo. Licenciado en ciencia política y administración pública por laFacultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y candidato a maestroen estudios políticos y sociales. Es también técnico académico asociado “C”de tiempo completo del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias enCiencias y Humanidades de la UNAM, adscrito al proyecto “Desarrollo y con-formación de la sociedad civil”. Entre sus publicaciones, se encuentran: “El

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movimiento verde en la capital del smog” (1999) y “Ecologismo institucio-nalizado” (2000).

Carlos Mallorquín

Siciólogo y latinoamericanista. Maestro en sociología por la Universidadde Londres y doctor en estudios latinoamericanos por la UNAM. Ha impartidonumerosos cursos sobre filosofía, economía y América Latina y participa-do como ponente y conferencista en diversos actos académicos. Asimismo,ha asesorado tesis tanto de licenciatura como de posgrado. Ha publicado nu-merosos artículos sobre teoría económica latinoamericana, reseñado y tradu-cido numerosas obras y entrevistado a personalidades mundiales vinculadas,en su mayoría, a las ciencias económicas. Es autor de los siguientes libros:Celso Furtado, economista del Brasil e intelectual latinoamericano (2001);Ideas e historia en torno al pensamiento económico latinoamericano (1998);Celso Furtado y la crítica al pensamiento económico de su época (1998) y¿Metodología o ciencia social? (1996). Actualmente es profesor e investigadordel Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita UniversidadAutónoma de Puebla (BUAP).

Blanca Solares Altamirano

Socióloga. Cursó estudios de doctorado en sociología y filosofía en Alema-nia. Es investigadora de tiempo completo adscrita al Centro Regional deInvestigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, en Cuernavaca, Morelos. Haimpartido numerosos cursos sobre la Escuela de Frankfurt y sobre la visióncrítica de la teoría de la acción crítica de J. Habermas. Asimismo, investigae imparte cursos sobre la hermenéutica simbólica y la antropología de lacultura. Dirige el seminario para doctorantes “Mito, religión y política”. Es au-tora de los libros Tu cabello de oro Margarte... fragmentos sobre odio, re-sistencia y modernidad y El síndrome Habermas.

Judit Bokser Misses

Politóloga. Doctora en ciencia política por la Universidad Nacional Autóno-ma de México de donde es, también, profesora de tiempo completo. Ha sidoprofesora visitante en diversas universidades nacionales y del extranjero. Esmiembro del Sistema Nacional de Investigadores así como de la AcademiaMexicana de Ciencias. Ha participado como ponente en más de sesenta con-gresos científicos nacionales e internacionales y participado como comentaristay consultora experta en temas sobre el medio oriente y política inter-nacional en diversos programas de radio y T.V. Ha publicado diversos artícu-los y capítulos en libros en el área de la teoría política y judaísmo contem-poráneo. Es autora de Imágenes de un encuentro. La presencia judía enMéxico durante la primera mitad del siglo XX (1992); Estado actual de laciencia política (1997); Léxico de la política (1999) y Encuentro y alteridad.Vida judía en América Latina (2000). Actualmente es la jefa de la Divisiónde Estudios de Posgrado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales dela UNAM, coordinadora de su Programa de Posgrado en Ciencias Políticas ySociales y directora asociada de la Revista Mexicana de Ciencias Políticas ySociales.

Colaboradores

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Instrucciones para los colaboradores

1. ExclusividadLos trabajos enviados a la Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Socialesdeberán ser inéditos y sus autores se comprometen a no someterlos simul-táneamente a la consideración de otras publicaciones.

2. Naturaleza de los trabajosDeberán ser preferentemente resultados o avances de investigaciones ori-ginales y de alto nivel sobre cuestiones relacionadas con las ciencias políticasy sociales.

3. Características de los trabajos� Deberán tener la forma y presentación de artículos.� Deberán ser escritos usando letras mayúsculas y minúsculas claramente

diferenciadas y no tener errores mecanográficos.� Deberán tener una extensión de entre 15 y 33 cuartillas, tamaño carta, y

deberán ser trabajados en el formato Word para Windows, letra Times NewRoman, tamaño 12, párrafo de 1.5.

� Las notas y referencias bibliográficas, debidamente redactadas, elabora-das y numeradas, deberán incluirse al final de la página correspondiente.

4. Resumen y abstractSe requiere incluir un resumen del artículo con una extensión de 12 a 15 ren-glones tanto en español como en inglés. Debe comprender todos los con-ceptos importantes del trabajo y sus correlaciones, al igual que plantear lasprincipales conclusiones. El resumen y abstract serán colocados al princi-pio del artículo. Así también, éstos deberán incluir las “palabras clave” queel artículo maneje.

5. Formas de entrega y número de ejemplares� Se entregarán tres ejemplares impresos: un original y dos fotocopias de

buena calidad.� Los autores deberán entregar sus trabajos en disco de computadora de 3

1/2 utilizando el formato de Word para Windows.

6. Identificación� En la carátula del trabajo se indicará el título, así como la fecha de elabo-

ración, se deberá omitir el nombre del autor para guardar su anonimatodurante el proceso de dictaminación.

� En cada colaboración se deberá entregar una hoja separada con lossiguientes datos:� Título del trabajo.� El nombre del autor o los autores.� Un breve resumen curricular (12 a 15 renglones) del autor o autores.� Indicación del domicilio, lugar de trabajo, teléfonos y cualquier otro

dato que permita la rápida localización del o los autores.� Dirección de la institución de adscripción del o los autores.

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7. EnvíoLas colaboraciones deberán enviarse a:Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, División de Estudios dePosgrado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, Edificio F, plantabaja, Circuito Mario de la Cueva, s/n, Ciudad Universitaria, Copilco Coyoacán,C.P. 01045, o bien entregarlas al licenciado Felipe Pozo, editor asociado dela RMCPyS, en esta misma dirección o al siguiente correo electrónico:[email protected];[email protected];[email protected]

8. Envío de originalesLa RMCPyS no se hace responsable por la devolución de originales no soli-citados.

Colaboradores

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Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales,núm. 184, editada por la Facultad de Ciencias Políticasy Sociales de la UNAM. Se terminó de imprimir en la Im-prenta de Juan Pablos, S.A., en mayo de 2002. La com-posición se hizo en tipo Garamond. La edición consta

de 1,000 ejemplares.