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Revista literaria número 3 Mayo 2014 www.tuneldeletras.com

Revista literaria Túnel de letras - Número 3

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Revista digital de circulación semestral, dedicada a la literatura y el teatro.

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Editorial

Cronología

Cuando conocí a García Márquez

Dos más dos son cinco

Letra y música

Para leer

Por el túnel de letrasEntrevista a Marta Robles

Como en el cine

Reseña

Personajes

Túnel de tiempo

En el arcén del teatroPor arte de magiaTras la escena del Teatro libreEl Regreso de Turandot: La Princesa de Hielo

Palabras, palabras, palabras

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En esta Edición

CuentosYo maté al poeta de la esquinaTrama borgiana

PoemasSobre la tela de una arañaNerviosaPrimaveraEn tu ciudadPlagiados

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Director y editorIsmael Iriarte Ramírez

Directora comercialOlga Lucía Iriarte

Coordinador editorial Daniel Casas

RedactoresMariela IriarteAna María PenagosDiana Méndez Parra

TraducciónClaudia Iriarte

Arte y diseñoAndrés Quijano

Producción y distribuciónTúnel de letras Editores

CorrecciónCecilia Lara

ISSN 2344-813XTúnel de letrasBogotá - Colombia, 2014

[email protected]://www.facebook.com/Tuneldeletrashttps://twitter.com/Tuneldeletras

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Durante los últimos meses las noticias en los me-dios de comunicación y la polarización que se advierte en las redes sociales y en general en la opinión pública, han dejado un mal sabor de boca y una sensación de hastío y agotamiento en la ma-yoría de las personas, sin importar cual sea lugar de origen o inclinación política. En Túnel de letras, aunque no somos ajenos a la realidad que nos rodea, ni indiferentes con aquellos que son víc-timas de las injusticias, nos permitimos alejarnos de esta dinámica agobiante y porque somos lo que somos, buscamos refugio en la belleza, de-rramando en estas páginas palabras dedicadas al arte y en especial, al teatro y la literatura.

Porque somos lo que somos hurgamos sin pudor en los archivos de las obras maestras, para repa-sar aquellas que aún se ajustan con asombrosa precisión a nuestros días, o que después de per-manecer dormidas durante décadas, cobran nue-vamente vigencia, reafirmando no solo su carácter imperecedero, sino también el comportamiento cíclico de la historia, que una y otra vez nos sume en una placentera sensación de deja vu, propicia-do por el afortunado encuentro de un libro que espera pacientemente, con un febril lector, cuya vida cambiará para siempre.

Porque somos lo que somos nos alegramos cada vez que, tal y como le dijo el gran Gullermo de Baskerville a su fiel pupilo Adso: “Los libros ha-blan de otros libros”. Y entonces perseguimos las historias y los personajes que huyen del papel y se internan en el imaginario colectivo, pasando a formar parte de nuestras vidas e inspirando nue-vas obras, que incluso trascienden el plano de la literatura y se convierten en canciones, películas o pinturas, cuya inexplicable fascinación quere-mos compartir con nuestros lectores.

Porque somos lo que somos despedimos a un grande de todos los tiempos, en su partida al Olimpo de los autores inmortales, con un modes-to y muy personal homenaje, que dista mucho de la revolución mediática y del despliegue presiden-cial del que fuimos testigos en Colombia y Méxi-co. Pero sobre todas las cosas, celebramos su rico legado, que prevalece y se redefine con cada lectura, que como una caja de pandora libera la fuerza incontrolable de la magia y la imaginación.

Porque somos lo que somos viajamos treinta años en el tiempo, para descubrir que dos más dos su-man cinco y que hay dos lunas en el cielo, pero regresamos justo a tiempo para seguir atrevién-donos a descubrir nuevas voces que no dejan de sorprendemos. Conocimos a una de las es-critoras españolas más reconocidas del momen-to, para luego asistir a un colorido recuento de lo más destacado de la presencia de ilusionismo en los escenarios teatrales.

Los invitamos a recorrer una vez más el Túnel de letras, porque tanto ustedes como nosotros… Somos lo que somos. Cuentan que Ulises, harto de prodigios, Lloró de amor al divisar su Ítaca Verde y humilde. El arte es esa Ítaca De verde eternidad, no de prodigios. Jorge Luis Borges

Ismael Iriarte RamírezDirector

[email protected]

Porque somos los que somos

“Ama el arte. De todas las mentiras es, cuando menos, la menos falaz”

Gustave Flaubert

Editorial

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Cronología

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Cuando conocí a García MárquezNo recuerdo tan bien, cuándo, como si cómo sucedió, sé que nos encontramos en el aula de un colegio, y digo nos encontramos porque fue la casualidad la que nos puso en frente, él desde la distancia y yo aún más lejos de saber quién era, más que por las noticias que me habían llegado de su obra.

Sabía solo que era el dueño de un Nobel, yo lo era de mi sorpresa, porque creía que esos premios eran para los hombres de ciencia, lo que me pareció todavía más extraño y no menos importante por el valor que daban a los logros de un hombre que contando historias se hizo un lugar como gloria universal, más por el éxito alcanza-do en tierras extrañas que por la certeza de los colom-bianos de conocer el mundo que inventó y entenderlo como propio.

Trato de recordar y mis aproximaciones a ese momento toman cierta claridad, hace la mitad de mi vida, un pro-fesor de literatura por exigencia curricular, me presentó al fundador de Macondo, el mismo que contó los más íntimos secretos de la dinastía Buendía, el responsable de la creación de un mundo paralelo y el culpable de cien años de soledad de una república independien-te cuya existencia supera más que 350 páginas en su constitución.

De las profundidades de su tinta emergieron del papel las letras que bien dibujaron el carácter del autor, cuya identidad abrazó toda la historia, su historia y todas las historias del Caribe. Luego de mucho tiempo lo supe, porque mi superficial lectura no reparó en descubrir al escritor y su mundo, el mundo que no inventó, sino que con la magia del lenguaje supo traducir de la realidad.

Gabo, como le dicen sus amigos y quienes creen serlo, llegaba a mí por accidente, y apenas lo veía pasar, todo lo que me decía son memorias difusas, que desfilaron por el tiempo para el que no estaba preparado. Me pre-gunto si ignoré a un genio, o si debería sentirme cul-pable por asistir a una cita que no elegí para mi agen-da, creo que el mismo tiempo me dio las razones para buscarlo y conocerle mejor, sería pretencioso y poco sincero si dijera que cambió mi vida, como sostienen sus adoradores, si bien es cierto que el valor de las personas y las cosas que valen la pena, permanecen y se quedan para siempre.

Me devuelvo sobre mis pasos escolares y me hacen ver la importancia fundamental de leer la obra de un No-bel, mi mirada e imaginación distraídas se desentienden del tamaño de la obligación de turno, ahora de regreso,

detrás de estas líneas veo en el premio un elevado re-conocimiento a la calidad, pero encuentro también una trampa en el hecho de magnificar un logro, que desna-turaliza el valor que tiene la obra en sí misma.

La fama del escritor y su obra fue lo de más para que algunos decidieran entrar en el reino de sus libros, era lo de menos para los habitantes de aquellas páginas que no vivían para contarla; de ello darían noticia otros ajenos al paisaje, que en poco o mucho se atrevieron a ser testigos del pedazo del mundo que amplió sus límites para nunca dejar de existir.

Al cabo de un tiempo, me di cuenta de que sabía más pero no lo que debiera saber de “Gabo”, al que me cuesta decirle así porque no fue mi vecino, ni mucho menos mi amigo. De sus libros sé un poco más, pero no tanto, sigo navegando en un conocimiento mediocre del que de a poco voy saliendo a flote.

Hace muy poco supe que murió, todo el mundo lo supo, más algunos de sus dolientes que compartieron nacer en la misma patria ni se habían dado por enterados de qué había sido de su suerte en décadas, solo las fo-tografías y los estrechones de mano daban cuenta de cómo las imágenes iban cobrando valor en el mercado de lágrimas.

Hoy siento pesar por la pérdida humana, porque un gran talento dejó de existir, pero me siento aliviado por-que tendré tiempo para volver a sus libros mientras viva, ellos no se van a ir y esperan por quien los quiera des-cubrir. En tanto que descanso porque cesan los home-najes impostados y sobreactuados, donde se leían en público apartes de sus obras y hasta los mandatarios caían en el juego de la erudición poética con frases ridí-culas y en nada auténticas.

Ahora cuando el genio se ha ido, crece el mito de su creación, y con ello la manera de dar tributo a su me-moria, unos engalanando el “espectáculo” de la muerte y otros que entienden que el mejor homenaje esta en releer las páginas que dejó no como moda, sino como convicción.

Daniel Francisco Casas VargasCoordinador [email protected]

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Dos más dos son cincoPor: Ismael Iriarte Ramírez

“La libertad es poder decir libremente que dos y dos son cuatro”

En 1984 Svetlana Savítskaya se convirtió en la prime-ra mujer en caminar en el espacio, Indira Gandhi fue asesinada por su propio guardaespaldas y el mundo entero conoció la gravedad de la hambruna en Etiopia.El checo Jaroslav Seifert recibió el Premio Nobel de Literatura y Amadeus fue considerada por la Acade-mia como la mejor película del año, mientras que las salas de cine de todo el mundo se llenaban para ver por primera vez a Indiana Jones, Los cazafantasmas, Pesadilla en Elm Street, o Terminator.

El ritmo de los zombis de Michel Jackson se convirtió en el paso de baile más famoso en el planeta y la ra-dio repetía hasta el cansancio canciones como Radio Ga Ga de Queen, I just called to say i love you de Stevie Wonder y Forever young de Alphaville. Estados Unidos organizó unos enrarecidos Juegos Olímpicos y Michel Paltini ganó el Balón de Oro.

Sin embargo, en el 1984 orweliano, el mundo era bas-tante diferente: La guerra era la paz, La libertad era la esclavitud y La ignorancia era la fuerza; la división geopolítica del globo se reducía a solo tres grandes naciones y la más importante de ellas: Oceanía, se había aliado con Eurasia para vencer a Asia Oriental, o… ¿Estaba en guerra contra Eurasia y contaba con el apoyo de Asia Oriental? En fin, no era fácil saberlo.

Los ministerios de la Paz, de la Justicia y del Amor, se encargaban de todo, la historia, los recuerdos y la verdad, las manifestaciones culturales y el desarrollo científico se fabricaban o modificaban, según las ne-cesidades de turno, las libertades individuales eran una quimera y no había espacio para la razón. Dos más dos eran cinco, y lo más importante, el Gran Her-mano siempre estaba vigilando y conocía hasta los más efímeros pensamientos.

“El que controla el pasado, controla también el futuro. El que controla el presente, controla el pasado”

Y allí en ese año apocalíptico encontramos la histo-ria de Winston Smith, miembro del Partido Exterior

de Oceanía, lleno de dudas, recuerdos fraccionados y resentimientos, que debe lidiar con fantasmales imágenes de su madre y su hermana y que sin saber muy bien por qué, no puede reprimir su odio y rebel-día hacia el sistema, lo que lo motiva a mantener una relación, que no podría considerarse menos que ina-propiada, con Julia, una joven integrante del Partido Interior, con quien se aventura en una breve militancia en la “resistencia”, antes de ser capturados por la Po-licía del Pensamiento y de ser sometidos a un intermi-nable interrogatorio que más que la búsqueda de la verdad, tenía el propósito del sometimiento absoluto y la sumisión de su voluntad y su espíritu, hasta con-seguir que sus sentimientos hacia el Gran Hermano no tuviera lugar más que para el amor y la admiración. Nada de esto quedaría registrado en los anales de la historia del Partido, ni los “crímenes” de Winston, ni su transformación, ni su renovada devoción por líder, tampoco la anunciada bala en su cabeza, todo aquello no constituiría más que un error en un régimen cerca-no a la perfección, un fallo que pronto ya nadie men-cionaría o incluso recordaría. Una imagen difusa cuya fugaz presencia se podría exorcizar brindando con un buen vaso de ginebra de la victoria.

Artículo central

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Está visión “distópica” de la sociedad, reiterada a me-diados del siglo XX, en la literatura, el cine y otras mani-festaciones artísticas, era no solo una crítica a los regí-menes totalitarios de la época, sino también un llamado de atención, casi de auxilio, para alertar al mundo sobre la inminencia de un estado de represión más avanzado y perfeccionado, para lo cual, escritores como el mismo Orwell o Aldous Huxley en Un mundo feliz y Ray brad-bury en Fahrenheit 451, se valen de la realidad llevada al extremo y unos personajes, sometidos a una aberran-te deshumanización, para completar relatos aterrado-res, pero atrapantes, de esos que no pueden dejar de leerse pese a la crudeza de su narrativa.

Tres décadas después del 1984 que todos conoci-mos y tras 65 años de la publicación del 1984 nacido de la genialidad y la sobre estimulada imaginación de George Orwell, huelga decir — no sin un escalofrío de terror — cuál de las dos realidades se aproxima más a la que vivimos en la actualidad.

“Si quieres imaginarte cómo será el futuro, figúrate una bota aplastando un rostro humano... incesantemente”

Entonces más allá de las páginas aún cobra vida la imagen de un Winston o una Julia cualquiera y casi se puede sentir la presencia de la Policía del Pensa-miento y la constante vigilancia, la ausencia total de la conciencia de la propia historia, la imposibilidad de hacer prevalecer la voluntad individual y el fervor in-condicional hacia el líder invisible, pero omnipresen-te; y en un determinado momento, como sumidos en una dimensión paralela se hace imposible saber con certeza si lo que se describe es una obra de ficción o nuestra sociedad moderna y globalizada, en la que una falsa sensación libertad hace que las personas acepten irresponsablemente, pero con determinación e incluso con satisfacción, las bases de un nuevo to-talitarismo disfrazado de democracia, o en la que gra-cias a la sobre exposición mediática se tiene acceso ilimitado a toda clase de información, pero no se cono-ce nada con propiedad y en donde la polarización para defender posiciones irrelevantes e impuestas, distrae la atención de los temas importantes.

Un cielo con dos lunasEs posible que no exista una forma más compleja y a la vez más acertada de explicar la existencia de esta nueva dimensión, que la que se encuentra a lo largo de los tres libros de 1Q84, de Haruki Murakami y que se representa mediante el juego de palabras en el que se remplaza el 9 por la letra Q, por ser de idéntica pronunciación en el idioma japonés.

Publicada en 2011, más allá del título, evidentemente alegórico, esta historia guarda alguna relación con la novela de Orwell, que incluye una referencia directa, en la conversación entre uno de los dos protagonis-tas, Tengo Kawana y el profesor Ebisuno, en la que llaman la atención sobre la similitud entre Vanguardia, la secta religiosa que marca el destino de la mayoría de personajes, y el régimen alienante impuesto por el Gran Hermano.

Pero es tal vez la relación más significativa entre las dos obras, la descripción de la escena en la que en una mañana de diciembre, en medio del salón de cla-ses, Aomame toma la mano de Tengo sin pronunciar

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palabra alguna, lo que recuerda el encuentro entre Ju-lia y Winston en la Plaza de la Victoria y el contacto de sus manos en medio de la multitud.

Sin embargo, al margen de estos detalles, la referen-cia que mejor aborda el tema que nos ocupa, es la impotencia de los personajes, que lejos de ser dueños de su destino están a merced de un orden superior. Así, tal y como los habitantes de Oceanía, Tengo, el apático profesor de matemáticas y aspirante a escritor y Aomame, la instructora de un gimnasio y asesina al estilo vigilante, se ven envueltos en una infructuosa búsqueda por reencontrarse después veinte años, en la que sus caminos se entrecruzan pero sin advertir que se encuentran en planos diferentes, mientras la trama se complica con la intervención de la indesci-frable Fukaeri y los largos tentáculos de Vanguardia, todo orquestado por la Little people y sus crisálidas de aire, siempre bajo las presencia inmutable de un cielo con dos lunas.

A lo largo de más de mil páginas, el lector recorre este sendero, que en no pocas ocasiones se torna tortuo-so, como movido por un especie de poder hipnótico que ejerce el autor, a través de repeticiones, divaga-ciones, momentos de éxtasis y otros de marasmo, en una estructura en la que se identifica la hortodoxia de El clave bien temperado de Johann Sebastian Bach, presente a lo largo de la historia, así como la frenética fanfarria de la Sinfonietta de Leoš Janáček, perfecta banda sonora el mejor estilo de Muralami, pero esa… esa es otra historia.

7 datos sobre 1984 de Orwell• La novela fue escrita entre 1947 y 1948 y publicada en junio de 1949.

• Hay muchas hipótesis sobre la escogencia del títu-lo, la más aceptada es la del cambio de los últimos dígitos de 1948, fecha en la que Orwell terminó de escribirla.

• El autor se debatió entre 1984 y El último hombre en Europa, decidiéndose finalmente por la primera opción.

Artículo central• La temible habitación 101, hace referencia a la ofici-na que ocupó Orwell mientras trabajaba para la BBC.

• El color negro del uniforme del Partido Interior está inspirado en la indumentaria de la SS alemana, mien-tras que el azul del Partido Exterior corresponde a la Falenge española.

• El nombre del protagonista Winston Smith, hace re-ferencia Winston Churchill, Primer Ministro del reino Unido entre 1940 y 1945.

• La V del los cigarrillos y la ginebra de la victoria, re-cuerda el distintivo utilizado por los Aliados en la Se-gunda Guerra Mundial.

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7 datos sobre el autor• Eric Arthur Blair, nació en 1903 Motihari, territorio de la India que en la época se denominaba Raj Británico.

• Trabajo como profesor de escuela, cronista y perio-dista, además de pertenecer a la Policía Imperial India en Birmania.

• En sus obras criticaba abiertamente todas las mani-festaciones de totalitarismo en Europa.

• El término “orwelliano” se usa con frecuencia para describir un sistema totalitarista y autoritario.

• El seudónimo George Orwell apareció por primera vez en 1933, inspirado en el Santo patrón de Inglate-rra y en el Río Orwell.

• George Orwell falleció el 21 de enero de 1950 a la edad de 46 años.

• Su tumba puede visitarse en la localidad inglesa de Sutton Courtenay.

7 acontecimientos de 1984• El 11 de enero, después de más de un siglo, Es-tados Unidos reinició relaciones diplomáticas con el Vaticano.

• El 24 de febrero Brunei se independiza del Imperio Británico.

• El 30 de agosto la NASA lanza el trasbordador espa-cial Discovery.

• El 3 de septiembre Pieter Willem Botha se convierte en Presidente de Sudáfrica.

• El 31 de octubre es asesinada la Primera Ministra de la India, Indira Gandhi.

• El 6 de noviembre Ronald Reagan es reelecto como Presidente de Estados Unidos.

• Se publica La insoportable levedad del ser, del autor checo Milan Kundera.

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Diamond dogs - David Bowie“Diamond dogs” es el perturbador pero fascinante re-sultado de la influencia de una aterradora pero ma-gistral novela, en la obra de un extraño pero genial cantautor.

Publicado en 1974, “Diamond dogs” se convirtió en el octavo álbum del cantante y compositor originario de Brixton Inglaterra, David Bowie, con el que continúa la onda apocalíptica desatada con “Ziggy Stardust” de 1972, pero ahora con una clara línea temática cimenta-da en la aplaudida obra 1984, del autor británico George Orwell, aderezada con una estructura experimental y una olvidable incursión en la música disco.

El tono general del álbum –que como dato más que anec-dótico tuvo como guitarrista líder al mismo David Bowie– representa el espíritu del relato orweliano, marcado por la paranoia y la represión, que moldea las mentes de las personas, desnaturaliza su existencia y condiciona la for-ma en la que se relacionan, lo que se evidencia en can-ciones como Diamond dogs.

This ain’t rock’n’roll. This is genocide! As they pulled you out of the oxygen tent You asked for the latest party With your silicone hump and your ten inch stump Dressed like a priest you was Tod Browning’s freak you was Crawling down the alley on your hands and knee I’m sure you’re not protected, for it’s plain to see The diamond dogs are poachers and they hide behind trees Hunt you to the ground they will, mannequins with kill appeal

Sin embargo, las alusiones más claras a la novela, se encuentran en el lado B del disco, en dónde encontra-mos una trilogía de canciones que inicia con We are the dead, frase estrechamente ligada al reclutamiento de Winston y Julia a la etérea resistencia y posteriormente, vinculada con la aceptación de su arresto por parte de la Policía del Pensamiento. Nosotros somos los muertos es una frase lapidaria y sombría pero a la vez cargada de esperanza de sentar las bases de un futuro diferente.

We are the dead – David BowieSomething kind of hit me today I looked at you and wondered if you saw things my way People will hold us to blame It hit me today, it hit me today We’re taking it hard all the time

Why don’t we pass it by? Just reply, you’ve changed your mind We’re fighting with the eyes of the blind Taking it hard, taking it hard Yet now We feel that we are papers, choking on you nightly They tell me “Son, we want you, be elusive, but don’t walk far” For we’re breaking in the new boys, deceive your next of kin For you’re dancing where the dogs decay, defecating ecs-tasy You’re just an ally of the leecher Locator for the virgin King, but I love you in your fuck-me pumps And your nimble dress that trails Oh, dress yourself, my urchin one, for I hear them on the rails Because of all we’ve seen, because of all we’ve said We are the dead One thing kind of touched me today I looked at you and counted all the times we had laid Pressing our love through the night Knowing it’s right, knowing it’s right Now I’m hoping some one will care Living on the breath of a hope to be shared Trusting on the sons of our love That someone will care, someone will care But now We’re today’s scrambled creatures, locked in tomorrow’s double feature Heaven’s on the pillow, its silence competes with hell It’s a twenty-four hour service, guaranteed to make you tell And the streets are full of press men Bent on getting hung and buried And the legendary curtains are drawn ‘round Baby Bankrupt Who sucks you while you’re sleeping It’s the theater of financiers Count them, fifty ‘round a table White and dressed to kill Oh caress yourself, my juicy For my hands have all but withered Oh dress yourself my urchin one, for I hear them on the stairs Because of all we’ve seen, because of all we’ve said We are the dead We are the dead We are the dead

Letra y música

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1984, es también el nombre del noveno track del álbum y la segunda canción de esta trilogía, que representa el encarcelamiento e interrogatorio de winston Smith en un lugar no determinado de la sede del Partido Interior, tal vez el momento más álgido y tormentoso de la historia en el que el lector sufre una transformación similar a la del procesado, pasando de la ira, al miedo, luego al cansan-cio para firmar con gusto la rendición.

1984 – David BowieSomeday they won’t let you, so now you must agree The times they are a-telling, and the changing isn’t free You’ve read it in the tea leaves, and the tracks are on TV Beware the savage jaw Of 1984 They’ll split your pretty cranium, and fill it full of air And tell that you’re eighty, but brother, you won’t care You’ll be shooting up on anything, tomorrow’s neverthere Beware the savage jaw Of 1984 [CHORUS] Come see, come see, remember me? We played out an all night movie role You said it would last, but I guess we enrolled In 1984 (who could ask for more) 1984 (who could ask for mor-or-or-or-ore) (Mor-or-or-or-ore) I’m looking for a vehicle, I’m looking for a ride I’m looking for a party, I’m looking for a side I’m looking for the treason that I knew in ‘65 Beware the savage jaw Of 1984[CHORUS]

Finalmente encontramos a Big brother, que se presenta como el perfecto colofón para el álbum, recordando tam-bién el final de la novela y la interiorización por parte de Winston, del amor hacia el líder todopoderoso, haciendo énfasis en el paradigma del glamur de la figura del dicta-dor y la delgada línea que la une con la banalidad.

Big Brother - David BowieDon’t talk of dust and roses Or should we powder our noses? Don’t live for last year’s capers Give me steel, give me steel, give me pulsars unreal He’ll build a glass asylum With just a hint of mayhem He’ll build a better whirlpool We’ll be living from sin, then we can really begin Please saviour, saviour, show us Hear me, I’m graphically yours [CHORUS] Someone to claim us, someone to follow Someone to shame us, some brave Apollo Someone to fool us, someone like you We want you Big Brother, Big Brother I know you think you’re awful square But you made everyone and you’ve been every where Lord, I’d take an overdose if you knew what’s going down [CHORUS (3 times)] We want you Big Brother

http://www.youtube.com/watch?v=UWc1xxs5-e0

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El chico sobre la caja de madera. Memorias del sobre-viviente más joven de la lista de Schindler describe la vida de un niño judío antes y durante el Holocausto. Y también algo que nadie había relatado muy bien hasta ahora: los años posteriores al final de la Segunda Gue-rra Mundial.

Después de Anna Frank, es el mejor testimonio de un niño que atravesó la Segunda Guerra Mundial.

Para salvarlo y poder llevarlo a trabajar a su fábrica, Os-kar Schindler dijo que el pequeño Leon era indispensa-ble, ya que era el único que, por su tamaño, podía ac-cionar una palanca que ponía en marcha una máquina en particular. Para ello, el niño se paraba arriba de una caja de madera y desde allí accionaba la palanca.

Leon Leyson tenía apenas 10 años en 1939. Recién a los 19 pudo rehacer su vida: le habían robado su ado-lescencia completa. Aún así, nunca se rindió.

El chico sobre la caja de madera es un relato de super-vivencia, de gran valor histórico y humano, que vale la pena conocer y difundir.

Esta antología recoge 55 de los mejores relatos fantás-ticos de los siglos XIX y XX de los más destacados au-tores de tres continentes, entre los que se desatacana

E. T. A. Hoffmann, Honoré de Balzac, Alexander Pus-hkin, Edgar Allan Poe, Nathaniel Hawthorne, Théo-phile Gautier, Villiers de L’Isle-Adam, Wilkie Collins, Bulwer-Lytton, Fitz James O’Brien, Charles Dickens, Iván Turguéniev, Sheridan Le Fanu, Vernon Lee, Guy de Maupassant, O. Henry, H. P. Lovecraft, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, entre muchos otros.

La totalidad de estos cuentos demuestra sobradamente que la literatura fantástica es mucho más que un mero género literario. Su vasto abanico de temas, compleji-dad narrativa y continuidad en el tiempo, y el hecho de que tal vez los mejores relatos de los dos últimos siglos ya transcurridos sean fantásticos –pensemos en Poe, Maupassant o Henry James en el XIX, y en Borges o Kafka en el XX–, es ya una prueba cabal de que consti-tuyen una categoría literaria universal de primer orden e inagotable potencia.

El chico sobre la caja de maderaLeon Leyson V&R Editoras

Antología universal del relato fantásticoEdición y Prólogo Jacobo SiruelaAtalanta

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Para leer

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Margot tiene treinta y ocho años, un gato, un novio apo-dado Tormento y una situación precaria en el periódi-co en el que trabaja. No era así como Margot había imaginado su vida: el trabajo la devora, su jefa le hace encargos cada vez más surrealistas, Tormento parece ser aún peor que su apodo, e incluso el gato, que se ha convertido en el único que le da cariño, no atraviesa su mejor momento. Un día, Margot cruza el umbral de una pequeña administración de lotería gestionada por una octogenaria muy especial: Caterina. Cuando su peque-ño local es atacado, Margot se convierte en el mejor apoyo de su nueva amiga y en detective improvisada para tratar de averiguar quién tiene interés en arruinar la vida de Caterina… Porque Margot sabe que arriesgarlo todo a veces es el único modo de ganar.

Buena suerte es la primera novela de la escritora Bar-bara Fiorio traducida al español.

Buena suerteBarbara FiorioSuma de letras

Víctima de su propio invento el ingeniero J. I., tras el aban-dono de sus hijos, se ve condenado a pasar sus últimos días recluido en la residencia para ancianos Paradiso, la misma que él había construido muchos años atrás.

Puesto en la tarea de liberarse y de liberar a sus compañe-ros de esta condena, el ingeniero se verá sorprendido por la llegada al pueblo de un colorido circo, cuya atracción principal es la elefanta Zara, con la que él comparte una historia que se remonta a su juventud.

En Hotel Paradiso, novela ganadora del Premio Azorin 2014, Ramón Pernas se vale de una narración a dos vo-ces, la del anciano, a veces poco confiable; y la de la nieta joven y llena de ilusiones, para darle vida a una historia que refleja la soledad de la vejez, matizada por la magia del cir-co y con una enorme carga emotiva.

Hotel ParadisoRamón PernasPlaneta

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Sobre la tela de una arañaLa corduraha comenzado a destejer los hilosque sostienen a la muerte.

El silencio resquebrajando las paredes,marcando líneas imprecisaspor donde se asoma la memoriade los días sin recuerdos.

La huella del relámpagoen la grieta; el vacíoque extiende su erosiónmientras la vida se adelgazaentre sus quiebres.

El hilo que se anudaen las esquinas,en los rincones donde la voz no llegay la hormiga se detiene.También nosotros nos detenemos a pensarcreyendo que todavía hay un espaciopara sostener la última telaraña que nos queda.Justo ahí, en la que caen presosLos zancudos, el polvo, la vida.

Junior AdilsonPalmirano. Licenciado en Literatura (Universidad del Valle). Docente. Poeta (en proceso).

Yo maté al poeta de la esquinaSi, fui yo, yo lo maté. Fue anoche mientras se fumaba el machacado de hojas secas que apilaba celosamen-te en su odiosa pipa de madera, y se acomodaba por enésima vez, ese sombrerito carcomido de intelectual que según él, le regalo el maricon de Neruda un verano torcido en Nueva York. Sí, yo lo mate. ¿Qué si estoy arrepentida? No o no lo sé, mejor dicho aun no lo estoy. Solo sé que esta mañana mi cabeza era un delicioso caos mental, un desbarajuste de emociones encontra-das con exquisito sabor a sangre, con el olor a pólvo-ra quemada aun en mis dedos. Tengo la sensación de haber tenido un orgasmo, un orgasmo placentero pro-ducto de la psicosis satisfecha que me ha producido destaponarle la cabeza a ese idiota de ideas bonitas. ¡Qué bonito es lo bonito! Me decía todos los días, si, todos los santos días desde que mi coronel me asignó su protección. Él, el ex-poeta, todavía lo recuerdo, me recitaba poemas, me entonaba sonetos melancólicos y me hacia suspirar con la vista trastornada cada vez que salían de su boca las locas creaciones de su mente. Me tenia harta, hasta la coronilla.

Nadie me vio, fue una misión perfecta o por lo menos eso creo. Él tampoco lo vio venir, incluso a pesar de haber sido un asesinato de frente, fue un acto cobarde, pues él confiaba en mí ¿O estaba enamorado? Como sea, no me importa, lo he matado con mis propias ma-nos, con mi propia arma de dotación ¿Mi propia arma? Ahora que lo pienso, he cometido un grave error, ya me imagino la cara de la forense cuando escudriñan-do en el cerebro soñador del poeta se le tropiecen los dedos con mi bala, mi estupenda bala, descubriéndole su seriado, ese sellito inamovible que develara hasta mi alma, estoy segura que se le iluminara toda la cara con las luces de la sorpresa. No tardaran en caerme en-cima ese manojo de marionetas uniformadas gritando como hombres sobreactuados ¡go-go! y apuntándome sin piedad. ¿Pero por qué? Si yo soy una heroína. Yo personalmente he librado al mundo del tedio al que lo tenía sometido ese triste poeta, lo he librado de sus versos libidinosos, de sus letrillas tontas, de sus trovas irregulares y de sus rimas lujuriosas. ¡Poesía eres tú!...me decía con sus labios sedientos de sexo, mirándome a la cara, depurándome hasta los huesos. Pues sí, poe-sía soy, y esta es una mañana en la que el destino no me ganara de nuevo la partida.

C.J. TorresAutor cartagenero. Nominado en 2012 a escritor del año. Escribe para varias revistas y diarios. Su página web es: www.cj-torres.com Autor de Los Bautizos de Mariana e Ethan Wess y la caída de la corona de Hen-rietta Stanley.

Poema

Cuento

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Cuento

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Trama borgianaLlegué tarde. El tiempo transcurre muy lentamente aho-ra. Me senté como un fantasma confundido y sediento y no pude beber más que agua tibia. ¿Había llegado antes, ya se había ido, no vendría, vendría luego...nos habíamos confundido de lugar...de hora...de tiempo? Solo había un par de personas discutiendo, distraídos, en un par de mesas laterales. El día era soleado, pero no tanto como para convertirme en El Extranjero...debía escribir un par de cartas atrasadas, represadas (casi) desde la última glaciación o mudanza. Hoy no avanzaba bien el día, me sentía como el último neanderthal que le aulló a la luna o como el primer hombre en Marte; hablar de las distancias ilimitadas que se tocan en algún pun-to, como una convergencia (casi) casual, era la única fe con que contaba en los días grises. Era una fuerza secreta, ajena (casi digo un Milagro secreto).

Mientras esperaba, trataba de leer un viejo cuaderno de ucronías más o menos impersonales y miraba de reojo un reloj de arena que usaba una pareja para jugar ajedrez. Podían llevar toda la vida en eso. Esa escena me trajo un par de nombres disueltos por el tiempo-en-ron y se me quitaron de un golpe las ganas de seguir leyendo. “Your move...your move...” escuchaba incons-cientemente. La partida ya estaba avanzada, pero aun no podía entreverse un ganador. La mujer parecía más concentrada, pero cada quien tiene su táctica para pre-sionar al otro jugador. Cada movimiento lleva implícito una trama invisible, no solo para los jugadores. Es lo aprendí jugando con mi abuelo, mucho antes de leer a Borges. El hombre jugaba con guantes, un detalle que no puede ser menor. A su lado tenía un perro lazarillo y entonces me di cuenta que ambos eran ciegos. Miré al perro fijamente y me pregunté en qué momento los dos habíamos olvidado la luna. Pensé también –era in-evitable- en Laika. Soledades perrunas. Tanto pasado y tanto futuro juntos me marearon.

De repente la pareja dejó de jugar, pero siguieron dán-dole vuelta al reloj, como si estuvieran encallados en la arena, enquistados en el vacío del próximo movimiento. Ay, si fuera budista, todo hubiera sido más claro, pero un día cambié al Buda por un dragón en un bazar. El perro al parecer tampoco era budista, pero no nece-sitaba escribir para vivir. La pareja seguía jugando con el reloj, se turnaban para darle vuelta, comunicándose sin hablar y olvidando el tablero y el perro. ¿Sentirían mi presencia? ¿Sabrían que estaban ahora conmigo en estas páginas dispersas? Sentía que podían escuchar-me en voz baja, siguiendo el sonido de cada una de mis letras, palpitando el eco de lo que se m escapaba y se perdía en el silencio hasta llegar al grito del hombre que ya aguardaba en Marte. El perro, Aquiles lo llamaban, podría ser mucho más que yo el eslabón perdido en-

tre el neanderthal y el de Marte. ¿En donde estaba yo entonces? El perro me miraba como un sabio que está a punto de moler a palos a su improvisado Discípulo. Al rato se quedó dormido. ¿Soñaría con caballos a los que les ladraría como a la vieja luna? Cuando Aquiles se durmió, los jugadores retomaron la partida. Jugó ella. Blancas al ataque: peón toma caballo (el perro no se despertó). Vuelta al reloj. Más arena movediza, di-suelta, innombrable. No se hablaban, no se hablaban, hay jugadores así, hay parejas así...¿serían pareja? Si el perro soñara con caballos, se despertaría. Mueven las negras (Ping diría Beckett): caballo toma alfil: jaque. Más arena. El hombre se quita los guantes, son negros, de cuero, con una marquilla de metal. Sus manos son de músico. Se ven unas iniciales: A.C. La mujer acaricia suavemente al perro y le susurra algo al oído...No hay contraataque de las blancas, retroceso, casi retirada. Reina protege rey “postrero”. Más y más arena perdida. (¿Y si el perro soñara con torres?). Alguien llega. Apu-rada. Se sienta dándome la espalda, me ignora. Negras: caballo al rey: jaque, morirá la reina. Empieza a llover, primero tenue, luego febrilmente. El Extranjero se habría salvado. Los jugadores se olvidan del reloj. El final es inminente. El perro se despierta, se rasca, se lame y...aúlla. Ahora es de noche. La lluvia arrecia. Un par de jugadas más y llega el jaque mate. Miro a la mujer, que se ha volteado para ver al perro. Me sonríe. No es ella, pero puede serlo. No espera a nadie en particular. Yo puedo ser otro. Ella es otra. Sí, Los parasoles ahora son paraguas de mal agüero que nos protegen de la intem-perie pero no del amor. La arena no se mueve. Nos van dejando solos. Los jugadores se mueven y solo el perro se despide, moviendo un poco la cola. Nos quedamos solos y comenzamos una nueva partida.

Aquiles CuervoUniversidad Nacional de Colombia-Universidad París 8...Litchis de Madagascar...A tientas...Todas las tardes al sol...Buscando puentes sobre los abismos...(mais) En-Paz: http://bogotaucronica.blogspot.com/

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Marta RoblesPor: Ismael Iriarte Ramírez

Pocas personan combinan en la actualidad el ejer-cicio periodístico y la creación literaria, con tanto acierto como Marta Robles, y es que esta dualidad tan común en otras épocas se le da muy bien a la autora que además de dejar impreso su particular estilo en varios de los medios de comunicación más importantes de España y haber publicado varios tí-tulos de no ficción, nos ha sorprendido con cuatro libros de ficción entre los que se destaca la celebra-da novela Lucía y los espejos, galardonada en 2013 con el Premio de Novela Fernando Lara.

Los invitamos entonces a transitar por el Túnel de letras en compañía de Marta Robles.

¿Cómo ha contribuido su carrera como periodista al desarrollo de su obra como escritora?

Supongo que de una manera definitiva, aunque no sea del todo consciente de ello. En realidad mi vo-cación literaria es muy anterior a la periodística. Yo quería ser escritora desde niña, probablemente por-que siempre me fascino leer; pero es cierto que cuando empecé la carrera de Periodismo me volví una auténtica adicta. El Periodismo es un veneno que si entra en la sangre se queda para siempre. Y más que matar da la vida. Por lo menos a mí. Y como cuando uno es periodista, necesariamente tiene que cumplir ciertas reglas como las de documentarse, contrastar la información o ser muy riguroso, todo eso se convierte en un hábito a la hora de contar cualquier historia. Diría que tiene de bueno que con-tribuye a que la ficción que escribimos sea bastante verosímil y de malo que podemos llenarla de datos de más, por esa necesidad de asegurarnos de que todo quede perfectamente explicado. Cuando veo que voy por ese segundo camino pienso en aquello que decía Borges de “ante todo no seas obvio”.

¿Y en qué medida influye la vocación literaria en su trabajo periodístico?

En la manera de escribir, sin duda. Para mí es im-prescindible que los textos estén bien escritos, bien

puntuados y que transmitan la emoción debida. So-bre todo los de opinión. Cada artículo lo constru-yo como una pequeña novela, con su introducción, nudo y desenlace.

¿Es posible que algún día la escritora desplace por completo a la periodista?

No me gustaría tener que elegir; pero es cierto que, según van pasando los años, la escritura cada vez ocupa más espacio en mi vida.

¿Qué significa Madrid para su obra y para su vida?

Madrid es mi ciudad. El lugar donde he nacido, he crecido, he vivido, he llorado y he reído. Supongo que soy una madrileña típica. Y eso significa que no me siento de ninguna parte y me encuentro bien en todas. Pero creo que mis personajes de ficción ne-cesariamente han de pasearse en algún momento por Madrid, aunque a veces ni lo mencione. Quizás

Por el túnel de letras

Foto: Gabriela Tarascón

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muchos de ellos son también muy madrileños y, por tanto, de ninguna parte y de todas como yo.

¿Cómo afrontó el reto de escribir una novela con contenido eminentemente histórico como Luisa y los espejos y la responsabilidad de recrear un fragmen-to de la vida de una persona de carne y hueso?

Afronto cualquier novela con una enorme responsa-bilidad. No se trata de juntar páginas, sino de conse-guir contar una historia que provoque emoción. La emoción diferencia una buena novela de una mala. Y ni el mejor de los personajes reales o ficticios consigue emocionar en una historia mal contada. En esta novela hay una parte histórica, pero total y ab-solutamente invadida por mi imaginación. Pretendía descubrir a los lectores a Luisa Casati, sí…., pero a mi Luisa Casati. Era imprescindible que los datos que rodeaban a todas las conversaciones, situacio-nes y encuentros sexuales ficticios que planteo fue-ran exactos; pero la marquesa que habla y siente en mi novela es la que yo he imaginado. Si ella fue ,en realidad, tal y como yo la pinto, incluso si su relación con d’Annunzio estuvo tan llena de complicidad y de pasión como yo cuento en mi relato, es discutible. Y lo es, porque los artistas e intelectuales que convi-vieron con ella y escribieron sobre ella, tuvieron per-cepciones diversas. Y yo he construido el personaje y su historia mezclando las percepciones de todos ellos y las mías. No se si todos los que la conocieron estarían de acuerdo con la imagen que ofrezco de ella, pero estoy casi segura de que ella misma sí se vería reflejada en las páginas de Luisa y los espejos Creo que a ella le hubiera gustado la novela.

Cuéntenos acerca del afortunado en-cuentro con Luisa Casati, ese encan-tador personaje histórico, aparente-mente frívolo, pero lleno de matices y simbolismos.

Fue casi como una aparición en mi vida. Un fantas-ma que se coló en mi propia historia, como le suce-de, de alguna manera, a la otra Luisa de mi novela. Mi amigo Fernando Marías me propuso participar en

un libro colectivo sobre el mito de Don Juan, junto a otras cinco escritoras y un ilustrador, y a mí se me ocurrió revolver los vientos y los tiempos y jun-tar a los máximos creadores del mito de Don Juan, de distintas épocas, en el café Florian de Venecia. Se suponía que Tirso de Molina, Zorrilla, Mozart y Molière debían acudir allí atendiendo a la llama-da de Lord Byron –que vivió en Venecia-, que les reunía para ver quién de todos ellos era capaz de conquistar a la mujer más excepcional de todos los tiempos. Tenía el argumento del relato, los protago-nistas masculinos, el escenario…, pero me faltaba la mujer excepcional. Me empeñé en que la mujer que yo buscaba debía tener algo que ver con Venecia y, concretamente, no se decir por qué, con el Palaz-zo non finito, que ahora alberga el museo de Peggy

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Guggemheim. Descarté a la propia Peggy porque nunca me había resultado simpática y, buscando, buscando, de pronto, vestida de blancas transpa-rencias, con la piel maquillada también de blanco, casi como un cadáver, los ojos ahumados, el pelo y los labios rojos y acompañada por sus dos gue-pardos con collares de diamantes y turquesas, apa-reció Luisa Casati. Le pregunté a Fernando si sabía quién era y, al describírsela, me dijo: “No puede ser real. Te la has inventado.” A partir de ahí supe que Luisa Casati tenía que ser la protagonista de aquel relato (“Cinco hombres y Luisa”) y de mi siguiente novela.

Las luisas de la novela comparten en-tre muchas otras cosas la necesidad de trascender y “dejar huella en este mundo” ¿Siente usted esta misma ne-cesidad? ¿Es esa una de sus motivacio-nes para escribir?

Sinceramente creo que todos tenemos esa nece-sidad en mayor o menor medida. De hecho, los hi-

jos son la mayor de nuestras obras y trascendemos gracias a ellos. Por lo demás, no se exactamente si siento la necesidad de “dejar huella en este mundo”. Lo que sí se es que siento la necesidad de contar y que me gustaría que alguno de mis pensamien-tos se quedara prendido en el recuerdo de quien lo lee. Quisiera, por ejemplo, que esta novela, más allá de descubrir a Luisa Casati, ayudara a quien la lee a reflexionar sobre su propia vida, a colocarse delante del espejo y a tomar las decisiones oportunas para acercarse a la felicidad. Cada cual a la suya, claro, porque lo que nos hace felices a unos u otros es muy diferente.

Tomando las palabras de la Luisa Ca-sati de la novela: “El aburrimiento solo se da en almas vacías, Bice. Y mi alma siempre está llena de arte…”. Es claro que la suya no es un alma con espa-cio para el aburrimiento, pero ¿De qué está llena?

Bueno, esas son palabras mías que yo le adjudiqué a mi Luisa Casati, porque creí que ella podría ha-berlas pronunciado. Si el alma de mi Luisa Casati estaba llena de arte y de magia, la mía está llena de curiosidad y de capacidad para amar. Lo que más me fascina en la vida, más que la inteligencia o la belleza es la bondad. Y antes que cualquier otra cosa, me interesan las personas. Todas. Indepen-dientemente de su estrato social, de sus glorias o de sus fracasos. Creo que todas las personas tie-nen algo que contar. Y a mí me gusta escucharlo.

En Las once caras de María Lisboa, Diario de una cuarentona embaraza-da y Luisa y los espejos, los lectores pueden descubrir diversas historias y situaciones, a través de la maravillo-sa mirada de mujeres muy diferentes, pero todas cargadas con fuerte com-ponente feminista y emocional, casi como un sello distintivo de su obra, pero ¿Qué es exactamente lo que esa mirada le ofrece?

Supongo que esa es mi mirada y no puedo evitar que se quede en lo que escribo. Es verdad que to-

Por el túnel de letras

Foto: Alberto Roldán

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das mis mujeres, hasta las que más sufren en Las once caras de María Lisboa, son mujeres feministas y reivindicativas; pero no siempre consiguen estar en el sitio que les corresponde, para que a su alre-dedor todo se construya sobre ese sueño de equi-paración de derechos, porque viven en un mundo en el que todavía no se ha logrado. Creo que lo más importante de mis mujeres es que están dispuestas a intentarlo todo por amor, por vivir, o por lo que consideran que de verdad merece la pena. Tal vez como yo.

¿Qué sigue para Marta Robles des-pués del listón tan alto que ha dejado su última novela?

Pues otra novela. En ella estoy. No es una novela histórica, ni hay vidas paralelas, pero creo que hay mucha emoción. Y eso es lo que, como te decía an-tes, me parece más importante. De hecho en “Luisa y los espejos” mi verdadero reto era que el grado de emoción que provoca la historia de Luisa Casati

fuera el mismo que el de la de Luisa Aldazábal. Y yo creo que, si el inicio de la novela es de Luisa Casati, el final es de Luisa Aldazábal y la emoción que desti-la su correspondencia con Gabriel Quiroga no tiene nada que envidiar a la de la marquesa con d’Annun-zio. El mayor golpe de emoción de la novela, se pro-duce al final, y es solo de Luisa Aldazábal. Espero que en mi próxima novela los personajes también se disputen la emoción entre si.

Y para terminar…

Un autor: Albert Camus

Un libro: Calígula de Albert Camus.

Un personaje: Calígula.

Podría citar muchos libros, muchos autores y mu-chos personajes, pero este de Camus cambió mi vida cuando lo leí, gracias al modo en el que autor retrato al personaje de Calígula.

Foto: Alberto Roldán

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Rain manDesde que la industria cinematográfica tomó el impul-so definitivo que la instaló en el corazón de la cultura popular en la primera mitad del siglo XX, ha encon-trado su fuente primaria de inspiración en la literatu-ra, por lo que durante décadas hemos visto cómo las historias y personajes que vieron la luz bajo la pluma de un escritor y se presentaron ante nosotros en las páginas de algún libro, cobraron vida en la pantalla gigante con mayor o menor suceso, algunas con crí-ticas implacables por minar la grandeza de una obra maestra y otras merecedoras de aplausos al arrebatar un título ignoto de las garras del anonimato; e incluso en muchas ocasiones contando con la participación de los autores originales para garantizar la fidelidad de la adaptación.

En contraposición encontramos el camino menos exitoso y si se quiere menos glamuroso que representa la crea-ción de piezas literarias a partir de una película, ejercicio tradicionalmente empleado para potenciar el éxito de algún filme, en general taquillero, pero lejos de trascen-der en el tiempo. Y es en este sendero menos transitado en el que han encontrado su lugar en el mundo autores como Leonore Fleischer, periodista estadounidense del Washington Post y el New York Magazine, entre otros medios, reconocida por sus meritorios intentos de llevar al papel, recordados títulos cinematográficos como Ha nacido una estrella, Funny Lady, El cielo puede esperar, Fama, Agnes de Dios y por supuesto, Rain man, a la que van dedicadas estas líneas.

En 1988 cientos de miles de personas en todo el mun-do conocieron al hombre la lluvia, dirigida por Barry Levinson y protagonizada por Tom Cruise en el papel de Charlie Babbitt, pero sin dudas potenciada por la magistral actuación de Dustin Hoffman, quien interpre-tó al hermano mayor autista, personaje inspirado en Kim Peek, considerado como el savant más famoso de la época.

La película que narra la historia de Charlie Babbitt, un joven ambicioso e inescrupuloso, que descubre que al morir, su padre le ha dejado toda su fortuna a su hermano, cuya existencia y condición especial desco-nocía.

Con el propósito de recuperar lo que según él le per-tenecía, Charlie rapta a Raymond del hospital psiquiá-trico en el que había permanecido la mayor parte de su vida y lo lleva en una trepidante aventura de carretera, en la que reviven los lazos del pasado y se encuentran como verdaderos hermanos. Charlie fracasará en su intento por obtener el dinero, pero ganará un hermano mayor y aprenderá algunas lecciones que cambiarán

su vida, mientras que antes de regresar a la “seguri-dad” de su reclusión, Raymond, vivirá aventuras ini-maginables, contará cartas en Las Vegas, recibirá su primer beso, bailará con una hermosa mujer, conduci-rá el auto de su padre, e incluso jugará un partido de béisbol real.

He visto la tumba de papá. Y he jugado a cartas. Y he ganado a Charlie Babbitt. Y he conducido el coche...

Rain man recibió cuatro premios Oscar en las catego-rías más importantes, mejor película, Mejor director, Mejor actor principal y Mejor guión, mientras que más allá de algunas críticas por lo que fueron consideradas como imprecisiones en la descripción de la condición de savant, en el imaginario colectivo quedó grabada la impetuosa presencia de un jovencísimo Tom Cruise, la belleza y exuberancia de Valeria Goino y como es ape-nas lógico la memorable actuación de Dustin Hoffman.En 1989, solo un año más tarde, llegó a las librerías el volumen del mismo nombre, escrito por Leonore Fleis-cher, que generó como reacción instintiva una gran ex-pectativa, en especial entre aquellos que esperaban la continuidad de las aventuras de los hermanos Babbitt y que pronto descubrieron que tendrían que confor-marse con una reproducción bastante fiel de la pelícu-la, que además debía lidiar irremediablemente con la imagen y la personalidad del laureado reparto original.

Como en el cine

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En formato de novela corta y con una vocación si no de continuidad, por lo menos sí de oficialismo frente a la película, el libro presenta algunas características interesantes, en virtud de misma naturaleza, de esta forma, se destinan varias páginas a describir con ma-yor minuciosidad aspectos como el diagnóstico de Raymond y su entorno en el hospital, así como de su afición al béisbol y la fascinación que comparten los hermanos por el Buick del padre, lo que se comple-menta con un estilo que en general puede considerar-se correcto, con detalles bien cuidados, aunque sin mayor osadía literaria.

Sin embargo, en la opinión de quien escribe, la novela sucumbe en el intento de reproducir la fuerte carga emocional de la película, con situaciones como las de las anotaciones en las libretas de Raymond, en especial la destinada a los sucesos graves, así como sus inevitables reacciones en búsqueda del anhela-do estado de “no miedo”, entre las que sobresalen sus repentinas apariciones en el imaginario montículo del lanzador, sus divagaciones, la necesidad de ver su programa favorito a la hora señalada, o la extrema alternativa de morderse la mano. Tampoco nos impac-tan de la misma forma que en el filme, la desespera-ción de Charlie, su relación con Susana, ni escenas como la de la bañera, cuando afloran los recuerdos de su pasado juntos, la del baile en el ascensor, o la va-

loración final del Dr. Bruner, que certifica la inexorable separación de los hermanos.

Pero sin lugar a dudas lo que más distancia al libro de la película, es la inigualable actuación de Dustin Hoff-man, que lleva el hilo de la trama y marca el ritmo de la interacción entre los personajes y que es en mayor parte el responsable de que hoy, 26 años después, la historia permanezca vigente, por lo menos entre toda una generación y de que en medio de cualquier con-versación surja de manera casi inconsciente una refe-rencia al hombre de la lluvia.

Al final del día la balanza se inclina por mucho hacía el lado de la versión original, lo que no significa que debamos desconocer los aspectos positivos del libro, siendo tal vez el principal mérito de la autora, la posi-bilidad de ensanchar el marco de influencia de la obra y de llevarla a nuevos públicos, estimulando nuevos sentidos y contribuyendo al engrandecimiento de la leyenda.

¡Escuchen! —gruñó Charlie levantándose—. No quere-mos dinero del

doctor ni tampoco su consejo paternal ¡Abran los ojos! Ray y yo

estamos muy bien juntos.

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Los Pasos Perdidos de Alejo Carpentier, la Gran Novela de América“Un día, los hombres descubrirán un alfabeto en los ojos de las calcedonias, en los pardos ter-ciopelos de la falena, y entonces se sabrá con asombro que cada caracol manchado era, desde siempre, un poema.”

Los pasos perdidos es, sin duda alguna, la gran novela de los orígenes de América si se la ob-serva desde una perspectiva social, política e histórica. A través de ella notamos el sentimiento del hombre americano enfrentado a su impreci-sa identidad y a una clara diversidad cultural que lo conduce a experimentar cierta incapacidad de comprender aquellas vivencias remotas e inefa-bles que constituyeron el origen del continente y sus costumbres milenarias o ancestrales. En la novela se nos presenta un narrador innominado que conduce el relato de manera lineal y constan-temente expresa sus más subjetivos sentimien-tos. Será este hombre, cuyos rasgos intelectuales (músico y etnomusicólogo, hablante de varias len-guas, perteneciente a la Academia y ciudadano de la Urbe) nos hacen relacionarlo con el sector letrado e intelectual de Latinoamérica, quien ha-llará en el mundo primitivo de la selva americana todo el conocimiento y la armonía que requería para encontrarse realmente con su pasado indí-gena. En ese sentido, podría perfectamente adop-tarse el concepto ambivalente Ciudad real/ Ciu-dad letrada de Ángel Rama para dar cuenta de dos mundos dicotómicos que provinieron de un mismo principio pero que terminaron por diluirse en medio de la importación de taxonomías y cul-turas cada vez más alejadas de nuestra verdadera realidad.

De esta manera, el relato nos conduce a través del viaje que realiza el narrador a un milenario mundo selvático donde confluyen sueño y vigilia, realidad - ficción, pasado - presente, civilización - barbarie, y donde además, se muestra un evidente choque de culturas, pues el personaje realiza esta aven-tura junto a Mouche, su amante, quien parece no poder desligarse de sus prejuicios o concepcio-nes erradas del indio y la selva, contraponiéndose a Rosario, mujer de rasgos indígenas, de cuerpo febril, de pensamientos cosmogónicos y con un

alto grado de sensualidad, mítica y salvajismo tan arraigados a la cultura americana.

A medida que va avanzando la historia, se com-prende que el narrador, más que un simple re-lator de los hechos, es un cronista. De esta ma-nera, al estilo de Garcilaso o Cortés, este nos va contando cómo se van desarrollando los sucesos a partir de su punto de vista. En un principio, no-tamos que resulta muy complejo para él, como hombre cosmopolita, comprender el imaginario de aquellas criaturas primitivas semejantes a una pintura de Paul Gauguin, y con costumbres incon-cebibles o lejanas. Sin embargo, pronto se inserta de manera total en aquel mundo antiguo y logra convertirse en ese hombre nuevo que no nece-sita de conocimientos académicos para percibir el arte, la naturaleza y el espíritu ancestral que lo conmueve pero, de igual forma, lo define como sujeto americano. Así, dicho narrador presta su voz para hacer comprender que la humanidad ar-caica por más que no posea los mismos conoci-mientos científicos, tecnológicos y técnicos que conocieron las ciudades gracias a la influencia europea, tiene cierta capacidad de curación, ade-más de innumerables métodos y ritos que po-sibilitan el bienestar mental y físico. Esto podría indicar que el autor pretende también reivindicar la cultura aborigen e intentar abolir el imaginario colectivo del americano del último Siglo que re-chaza lo indígena subordinándolo a lo europeo, y

Reseña

Foto: Revista “Pájaro de Fuego”

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por qué no decirlo, a lo capitalista. Es importante esta última referencia porque no se puede desco-nocer que Alejo Carpentier fue un escritor políti-camente comprometido que sostenía que el nove-lista latinoamericano debía tomar como modelo la convulsión social, cultural y política del continente y hacerla materia prima dentro de la obra literaria, sin desatender al elemento estético que la com-pone. Evidentemente los autores de este periodo (segunda mitad de S XX) se mostrarán compro-metidos oponiéndose por medio de su obra a los modelos que pudiesen opacar o imposibilitar el desarrollo de nuestra cultura indígena y nuestra identidad americana, de manera que el eurocen-trismo y el capitalismo mundial resultaban, para ellos, modelos opresores de los pueblos de Amé-rica Latina.

De este modo, se muestra en la novela una es-pecie de nueva búsqueda donde El Dorado pare-ce reaparecer para desestabilizar los sentidos de ese narrador febril que ya no está interesado en continuar su vida en la ciudad y desea establecer-se en el mundo mítico y remoto de las selvas ame-ricanas que aguardan a otros viajeros como Fray Pedro, quien intentará imponer la religión cristiana y morirá a manos de los indios remitiéndonos a Augusto Monterroso y El Eclipse para recordar-nos que el indígena resiste porque sabe que no es inferior y que no podrán desligarlo de sus co-nocimientos porque no hay Jesucristo ni Aristó-teles que logre eliminar sus saberes. También, la historia en la selva da paso a personajes como “El Acostumbrador”, el cual funda una ciudad en lo más remoto de la selva, renombrando las cosas y dándole origen a un nuevo orden, pero al estilo de José Arcadio Buendía y Macondo, defendien-do una utopía que a través de leyes que orienten una organización social clara no permitan el paso de imposiciones o males que desestabilicen la ar-monía casi fantástica del pueblo.

Cabe resaltar entonces que Los pasos perdidos es una novela que reivindica y muestra otra voz: la del nativo americano, porque busca eliminar la posición teleológica que considera lo indígena como lo pasado y por el contrario lo inserta en un plano presente que incluso continuará su de-sarrollo si no permite que el hombre “civilizado” lo invada. De esa forma, hallaremos en los per-sonajes de la novela una fuerte conexión con el hombre de América. Mouche recordándonos ese

individuo o ese lado blanco, eurocéntrico, bur-gués, letrado, cristiano y “civilizado” que conquis-tó nuestro territorio y se perpetuó en nuestra raza, Rosario representando esa parte oscura, mítica, mágica, cosmogónica, y al mismo tiempo real, propia, arraigada al origen, y de costumbre abori-gen, pero erradamente concebida a través de me-canismos o teorías que avasallan lo indígena y lo consideran inferior, pasado y falso; y finalmente, el narrador cuyo nombre no nos es rebelado pero cuyas intenciones son constantemente presenta-das, ese ser subjetivo que se encuentra entre dos mundos porque debido a la multiplicidad cultural que vivimos en América no ha logrado encontrar su verdadera identidad, pero que finalmente opta por volver al origen escapando de su vida de allá para adherirse al mundo bárbaro que dio vida a lo que hoy llamamos América.

María del Pilar García.Literata colombiana. Correctora de estilo y profesora de lengua castellana.

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El capitán AlatristeNo era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente. Se llamaba Diego Alatriste y Tenorio, y había luchado como soldado de los tercios viejos en las guerras de Flandes.

Con estas palabras se inicia el relato del primero de los libros publicados hasta el momento por el español Arturo Pérez-Reverte, sobre las aventuras del Capitán Alatriste, quien deambulaba por las callejuelas y reco-vecos del Madrid de la primera mitad del siglo XVII y a pesar de ser conocido de esa forma por sus amigos, enemigos y empleadores, jamás gozó de ese rango, ni de ninguno de los beneficios económicos y sociales propios del mismo. No, Diego Alatriste fue simplemen-te un soldado que jamás pudo librarse de su condición y que ni siquiera cuando apartado de la milicia alquila-ba la pericia de su espada para malvivir, por lo general en misiones suicidas, traicionó su incomprensible sen-tido del deber.

Descrito por su protegido Íñigo Balboa, como un hom-bre delgado, fuerte, de mirada impasible y fría, que infundía respeto en todos los terrenos y plagado de cicatrices que permanecían como el mejor testimo-nio de sus innumerables batallas. Siendo tal vez los rasgos más destacados del Capitán, su mostacho y la forma como su capa, pero sobre todo la espada toledana y la daga vizcaína, se habían convertido en una extensiones de su cuerpo, pocas veces comple-mentadas con el impacto de un pistoletazo, lo que terminaba por configurar la andadura de un personaje recordado por su estricta economía de las palabras, que jamás hizo alarde de sus victorias o renegó de sus derrotas, ni mucho menos se permitió el exceso de expresar sus sentimientos.

Toda su lealtad estaba dedicada a sus amigos, como el poeta Francisco de Quevedo, o el Conde de Guadalme-dina, por quienes sin dudarlo se jugó la vida blandiendo toledana y vizcaína y cuyo oportuno pago a su deuda de gratitud, le sacó las castañas del fuego en más de una ocasión. También podían dar fe de la rectitud de sus palabras y sus acciones, sus antiguos compañeros de tercio, como Lope de Balboa, o el reconvertido en te-niente de alguaciles, Martín Saldaña e incluso sus ene-migos, siendo los más notorios Luis de Álquezar y sus sicario, el espadachín italiano Gualterio Malatesta, con quien después de trabarse en innumerables combates, desarrolló una especie de retorcida camaradería militar.

“… todo ese esfuerzo y ese coraje debíamos haberlo dedicado los españoles a construir un lugar decente, en vez de malgastarlo en guerras absurdas, picaresca, corrupción, quimeras y agua bendita”

Capítulo aparte merece su relación con Íñigo Balboa, narrador de la historia, que tras la muerte de su pa-dre, en las guerras de Flandes, fue enviado como paje a casa de Diego Alatriste, quien a pesar de tratarlo siempre con firmeza, lo acogió como a un hijo, que con el tiempo supo ganarse su respeto y convertir-se en un amigo y compañero de armas, con acciones como las de aquel pistoletazo salvador, en medio de la emboscada que Alquezar le había tendido al Capitán; la forma en la que valientemente soportó su arresto y condena por parte la Inquisición; o sus recordados lances con Angélica de Alquézar su gran amor y tor-mento, cuya relación en no pocas ocasiones estuvo a punto de costarle la vida.

Personajes

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Memorable fue también la relación de Altriste con la actriz María de Castro, con quien sostuvo un romance hasta la muerte de su esposo y quien ante la negati-va del Capitán de formalizar su vínculo, terminó con-virtiéndose en amante del rey. No podemos dejar de mencionar en este apartado a la generosa Caridad la Lebrijana, Tabernera y amiga de nuestro personaje, que en no pocas ocasiones le concedió sus favores.

“En aquella España turbulenta, arruinada y orgullosa en verdad era el orgullo lo único que nos iba quedan-do en el bolsillo”

Las aventuras del Capitán Alatriste, no solo cuentan la historia de un hombre anacrónico y con una manera de ser en vías de extinción, incluso para la época, sino que también relatan los últimos años de supremacía espa-ñola en el mundo, con una alta dosis de nostalgia y un constante tono de reproche frente al rumbo tomado por la patria, contando siempre con la aparición incidental de personajes históricos que van desde el rey Felipe IV, a quien a pesar de considerar muy inferior a su an-tecesor, Felipe III, Diego Alatriste servía con determina-ción; pasando por el conde-duque de Olivares, Pedro Calderón de la Barca, Luis de Góngora, Ambrosio de Espínola y Lope de Vega, entre otros.

FolletínEl Capitán Alatriste refleja la estrecha relación entre su autor, Arturo Pérez Reverte y el folletín, común y me-nospreciado en el siglo XIX por considerarse de es-caso valor literario, pero que ha sobrevivido bastante bien al paso de los años. Y es a partir de Los tres mos-queteros de Alexandre Dumas, probablemente la obra más representativa de este género, que Pérez-Rever-te, crea su propio universo “folletinesco”, con perso-najes que a las primeras de cambio logran ganarse el afecto del lector y que junto con su propia decadencia describen el ocaso de su patria.

En favor del autor español, frente a la obra decimonó-nica, podemos decir que a pesar de guardar gran pa-recido y de tomar prestados personajes emblemáticos como Buckingham, ha conseguido imponer su propio estilo y sobre todo que ha dotado de mayor compleji-dad psicológica a los personajes, razón por la cual nos fue posible conocer a un Diego Altriste cargado de matices.

Los librosDesde 1996 a la fecha los seguidores de esta zaga han disfrutado de las aventuras del Capitán, a lo largo de siete libros:

El capitán Alatriste (1996) – Con la coautoría de Car-lota Pérez-ReverteLimpieza de sangre (1997)El sol de Breda (1998)El oro del rey (2000)El caballero del jubón amarillo (2003)Corsarios de Levante (2006)El puente de los asesinos (2011)El autor ha proyectado completar la serie, con los títu-los: La venganza de Alquézar y Misión en París.

La película y otras versionesEn el año 2006 se estrenó la película Alatriste, dirigi-da por Agustín Díaz Yanes y protagonizada por Viggo Mortensen, que tuvo un considerable éxito en Espa-ña y en la que se hace un acertado recuento de las aventuras del capitán, con ritmo que en ocasiones se vuelve frenético.

El héroe español ha cobrado vida en múltiples forma-tos, como las ilustraciones de Joan Mundet, el juego de rol creado por Ricard Ibáñez, o los cómics con guión de Carlos Giménez. Llegando irremediablemen-te a la misma conclusión: “No queda sino batirnos”.

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Un mundo felizAldous Huxley

Un mundo feliz como muchas obras similares de las dé-cadas de los treintas, cuarentas y cincuentas, es consi-derada como un libro visionario, en este caso, no solo de aspectos científicos como la clonación, la manipulación genética para modificar la especie humana y mantener así un retorcido concepto del equilibrio, sino que también nos advierte sobre el inminente retroceso político y social y la falsa sensación bienestar y libertad, que no son más que la esclavitud velada y representada en la dependencia de una cultura del consumo y unos barrotes invisibles cons-tituidos por la industria del entrenamiento que distrae a la sociedad de los asuntos importantes y que constituye el escenario idóneo para lo que podría considerarse como la dictadura perfecta.

Publicada en 1932 Un mundo feliz, del autor inglés Aldous Huxley es una lectura imprescindible para los aficionados al género de ciencia ficción.

En un pasado remoto, en un lugar que algunos creen se llamaba Jirafal, vivían los tatarabuelos de los animales que hoy conocemos como jirafas. Estos antepasados eran un poco diferentes: por un lado, no tenían el carac-terístico cuello largo y, por otro, poseían el don del habla.

Esta es la una historia algo delirante de ficción, que tra-ta de burlarse de la biología convencional, proponiendo teorías alocadas y muy divertidas de los fenómenos ani-males, como por ejemplo: ¿Cómo le creció la trompa a los elefantes?, ¿Cómo se les formó el caparazón a las tortugas? Es un divertimento que pone a volar la mente y la imaginación con conceptos algo absurdos y forman parte de mi colección Zoologia delirante

La intención del libro, dice su autor, es “poner a prueba la imaginación de los niños, hacerles ver que en mundo mágico de las ideas y las palabras todo es posible, que el lenguaje y la mente pueden con todo. Pretende esti-mular la lectura a través de la diversión y el humor, en-ganchando a los pequeños lectores con las maravillosas ilustraciones de Nancy Brajer”.

De cómo les creció el cuello a las jirafasEmilio RestrepoUranito

Para leer

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Publicada en 1995, La piel del tambor cuenta la historia de Lorenzo Quart, sacerdote del Instituto para las Obras Exteriores, (IOE) del Vaticano que llega a Sevilla para adelantar una investigación sobre las extrañas muertes que se han presentado en una pequeña iglesia de esa ciudad, que fueron denunciadas por un hacker que se abrió paso hasta el ordenador personal del Santo Padre.

Quart, considerado como el verdugo del IOE, los he-rederos del Santo oficio, encara sus pesquisas con el rigor acostumbrado, pero en su búsqueda se verá enredado con una hermosa mujer de la alta sociedad sevillana, un ex marido celoso, un anciano párroco disi-dente, una banda de delincuentes de poca monta y una inescrupulosa puja por el poder del Banco cartujano, que desviarán su camino.

El resultado de la misión del sacerdote recuerda la estéril búsqueda de Gullermo de Basckerville en el Nombre de la rosa, en la que resolución del misterio tampoco trajo la satisfacción esperada y a cambio de eso, en el caso de Lorenzo Quart, representará incluso el final de su carrera.

La adaptación en 2001 como novela gráfica, de la exitosa obra del escritor estadounidense de ori-gen afgano Khaled Hosseini, publicada en el año 2003, conserva toda la magia y el colorido de la historia original de Amir, un niño que enfrenta con gran determinación el reto de ganar el concurso de cometas, aunque esto ponga en peligro la rela-ción con su mejor amigo, Hassan, sirviente hazara de su padre.

Con el Kabul de 1975 como telón de fondo y un gran respeto hacia las tradiciones ancestrales afganas, Cometas en el cielo lleva al lector a vi-vir la conmovedora relación de dos padres y dos hijos que pondrán a prueba su amistad y lealtad.

La piel del tamborArturo Pérez-ReverteAlfaguara

Cometas en el cielo Khaled HosseiniSalamandra

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NerviosaBurbuja blancavacila al viento.Inquieto el viento,turbuloso el viento blanco.¡Bravo bravo!Vitorean las berenjenas,las biborejas,las burbuviejas.

Bestia bluebrutal y buena.Atónito el viento.Inquieto.Vacila tu lenguacomo trabadacon hostia de Dios.

En tu ciudadDos palomas conversan sobre un cable de luz.Hablan sobre el crecimiento de la ciudad.Tres mujeres caminan abrazadas frente a las palomas.La más joven lleva negros y alegres el cabello y la falda.La más adulta, pantalones ceñidos y una blusa esco-tada.Entre las dos, el cabello blanco de una mujer anciana resalta.

Tres mujeres caminan bajo un cable de luz.Hablan sobre el crecimiento de su ciudad y las palomas.¿Pueden las palomas continuar viviendo sobre sus cabezas?La más adulta opina que no mientras limpia su cabe-llo de rarezas.La de falda corta, fresca, sublima la escena con rostro de asco.Entre las dos, la mujer anciana mira hacia el cielo y sólo sonríe.

Tres mujeres y dos palomas paradas en una esquina de la avenida Larco.¿Existe futuro para esta ciudad en crecimiento perpe-túo? se preguntan.Es tarde, son las cinco, tres mujeres y dos palomas juegan a pensar, en tu ciudad.

Paola Zulema Quiroz Rojas (Lima, 1982). Comunicadora, activista social y literaria. Estudió en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es madre del IntiNawuel.

Poema

PrimaveraEl árbolmuerto de piecon sus hojaspobladas de nievecomienza a vibrar por dentro.

Le corre sangre,le corre savia.

Anuncia, en silencio,la llegada del sol.

Natalia Massaferro “Wannas”Joven poeta argentina, nacida en 1987 en la ciudad de Gualeguaychú. Autora de Durante el tiempo. Poesías para ilustrar. http://riodecaracoles.blogspot.com.ar/

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PlagiadosLo encontré una tarde lluviosa, tirado a la orilla de una carretera poco transitada. Tan pronto lo vi, supe que no pertenecía a nuestra realidad, que había sido arro-jado en este mundo inhóspito y desconocido para él, cuando aún le quedaba mucho tiempo por vivir.

Aún en el lamentable estado en que se encontraba, era un hombre hermoso. Reunía, para mí, todas las perfecciones masculinas posibles. Como pude, lo au-xilié. Lo subí a mi auto y lo conduje rápidamente al pri-mer hospital que hallé en el camino. Luego, como no tuviere a dónde ir, lo llevé a mi casa y me encargué de cuidarlo. Una vez se sintió mejor, me relató su historia: era un personaje arrojado de la forma más vil fuera del mundo en el que había sido creado. Su autora, una escritora mediocre de novelas rosa, no hallando argu-mentos suficientes para que continuara con vida, ha-bía preferido inventarle un burdo accidente de tránsito y sacarlo de escena. También me confirmó lo que yo ya sospechaba: si se quedaba en este mundo ajeno, viviría muy poco. Le era forzoso volver a su realidad. Sin pérdida de tiempo, compré la obra de la cual había sido sacado. La leí varias veces y comencé mi trabajo. Mi idea era cambiar el argumento y darle cabida al personaje rescatado. Trabajé en ello toda una noche, reescribiendo mi historia ajena, y a la madrugada, lo había logrado: el bello intérprete renacía en las pági-nas de la nueva versión que escribí. Cuando me retiré a descansar y quise comprobar si aún dormía, tuve que conformarme con el delicioso olor a sándalo con que dejó impregnada la cama. Al día siguiente, fui a la oficina de mi editor y le entregué aquellas páginas recién concebidas, frescas de tinta y emoción.

Pudo haber terminado allí. Pudo haberse tratado sólo de una anécdota fantástica. Pero al cabo de un par de meses, apareció ella, la autora original, la señora X. Mi editor me llamó un tanto contrariado, diciéndome que aunque no me creía capaz de cometer plagio, había recibido ésa misma mañana la visita de la señora X, re-conocida escritora quien, muy enojada, había expues-to sus argumentos para asegurar que mi última novela no era más que un plagio descarado de la suya y que por ello, había instaurado una demanda en mi contra.

Tuve entonces que acudir a los tribunales. Traté por todos los medios de explicarles que, en efecto, se tra-taba de un caso atípico, pero que la señora X ya le había dado muerte a su personaje cuando yo lo hallé en la carretera.

Poema

Ella a su vez argumentaba que si bien había decidido que lo mejor en ese momento era que él muriera, al quedar con vida le seguía perteneciendo. Que lo más ético de mi parte habría sido buscarla y devolverle a su hombre y no apropiármelo, como había hecho.

La suerte no estuvo de mi parte. Pasé 2 largos años en prisión, tiempo suficiente para fraguar mi revancha. Leí toda la obra de la señora X, informándome además sobre su vida y hábitos.

Cuando finalmente salí del penal, me dirigí de inme-diato donde mi antiguo editor. Le llevaba el producto de 2 años de trabajo. Accedió a publicarme, no sin reticencias, al cabo de algunos días.

En síntesis, mi nueva novela versaba sobre una me-diocre escritora de novelas rosa que un buen día, sin tener ya nada más qué decir, comienza a plagiar la obra de una colega, robándole sus personajes. La es-critora afectada, decide demandarla y ésta, finalmente es llevada a la cárcel.

La crítica fue benévola y las ventas se movieron de manera aceptable, así que decidí marcharme por un tiempo y tomar las vacaciones tantas veces aplazadas. Cuando regresé, quise saber de la señora X y lo hice visitándola directamente en el penal. Ahora ella era mi personaje. Cuando cumpla 2 años recluida, veré que giro darle a la historia (si es que ella no está escribien-do ya sobre mí, si es que ella no es quien me dicta lo que ahora escribo.)

Soledad Cadenal

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Por el túnel del tiempo6 de mayo de 1940. El escritor esta-dounidense John Steinbeck recibe el Premio Pulitzer por su novela Las uvas de la ira.

20 de mayo de 1799. Nace el novelista francés Honoré de Balzac, autor de obras como Papá Goriot, La misa del ateo y Esplendor y miseria de las corte-sanas.

21 de mayo de 1266.Nace el poeta italia-no Dante Alighieri, autor de la Divina Comedia

22 de mayo de 1859.Nace el escritor británico Sir Ar-thur Conan Doyle, creador del famoso personaje literario Sherlock Holmes.

5 de junio de 1898. Nace el poeta es-pañol Federico García Lorca, autor de obras como Romancero gitano, Oda a Salvador Dalí,

Poeta en Nueva York y Sonetos del amor oscuro.

6 de junio de 1875. Nace el escritor alemán Thomas Mann, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1929. Y autor de obras como Los Buddenbrock, Tristán, La caída, La montaña mágica y Doctor Faustus.

2 de julio de 1877. Nace el escritor alemán Hermann Hesse, autor de obras como Tres mo-nentos de una vida, Bajo las ruedas, Viaje al oriente, Infancia del mago y Edmund.

10 de julio de 1931. Nace la escritora canadiense Alice Munro, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2013 y autora de obras como Las vidas de las mujeres, Las lu-nas de Júpiter, Se-cretos a voces y Mi vida querida.

16 de julio de 2005. La editorial británica

Bloomsbury Publi-shing plc y la empre-sa editorial de libros estadounidense Scholastic pusieron a la venta el original inglés Harry Potter and the Half-Blood Prince (Harry Potter y el misterio del prín-cipe).

6 de agosto de 1872. Se funda en Bogotá la Academia Co-lombiana de la Len-gua, la más antigua de las correspon-dientes de la Real Academia Española.

21 de agosto de 1862. Nace el escritor italiano Emilio Sal-gari, autor de obras como Los tigres de la Malasaia, San-dokán, el tigre de la Malasia, La hija del corsario negro y El rey del aire.

26 de agosto de 1914. Nace el escritor argentino Julio Cor-tázar, autor de obras como Historias de cronopios y de famas, Bestiario, Octaedro, La vuelta al día en ochenta mundos y El último round.

15 de septiembre de 1914. Nace el escritor ar-gentino Adolfo Bioy Casares, Autor de obras como La in-vención de Morel, Dormir al sol, De un mundo a otro, La otra aventura, Prólogo y De las cosas maravi-llosas.

26 de septiembre de 1888. Nace el poeta y dramaturgo anglo-es-tadounidense T. S. Eliot, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1948, autor de obras como La tierra baldía, Cua-tro cuartetos, Corio-lano, Asesinato en la catedral y Miércoles de ceniza.

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Por Arte de Magia“El mundo quiere ser engañado engañémosle pues”

Petronius.

Por: Daniel Casas Vargas

Toda una colección de leyendas la dibujan como algo fascinante por el halo de misterio que le rodea, todo escenario donde se presenta despierta el deseo por descubrir cuál es su ciencia, toda realidad que en-cuentre a su paso no escapa a sus juegos y todo mun-do que inventa se convierte en el reino donde toda fantasía puede ser posible.

A esa trampa, que con arte la imaginación quiere po-ner a la razón se conoce como Magia, una acción que cobra vida por la ingenuidad del hombre para encon-trar explicación a las tinieblas de su entendimiento, y que por cuenta del tiempo revela a la luz de la inte-ligencia las causas de lo que sucede ante sus ojos, hasta llegar a transformar la percepción de lo que ocu-rre, para el público que paga para ser engañado por el ingenio del mago en escena.

“La magia comienza donde la ciencia termina” es una precisión de tanta poesía como de certeza, la frase que tal vez mejor encierra los límites entre dos terri-torios que cruzan de lo comprobable a la fábula, que conducen de la verdad a la belleza donde soluciones hay muchas, pero no menos cuestiones por resolver y donde ya no es la mente la que pide explicaciones sino el espíritu el que busca satisfacer su necesidad de creer en lo increíble. Richard Sarmiento, mago co-lombiano profesional, Director de la Escuela de Artes Mágicas, con más de 40 años enseñando magia pro-fesional y toda una vida al servicio de un arte tan noble como antiguo, pone de manifiesto en la máxima por donde empieza este párrafo, la ruta para comprender los alcances de la magia y su desarrollo por las distin-tas épocas que el hombre la ha creído necesaria para justificar la acción de su entorno, primero como expli-cación del mundo y luego como instrumento de uso social, que deja el mito para poner en marcha el arte que valiéndose de la técnica con el auxilio de la física y las matemáticas, hacen del truco la piedra angular de la actuación del mago, quien tiene a su cargo un guion como cualquier actor de teatro.

Cuando se hablaba de magos, asociaban en la his-toria pasada el término y el oficio con el de brujos y hechiceros, en los que no había nada de arte, más que el propósito de tener el poder para hacer el bien y

también el mal. Eran estos seres dotados de poderes sobrenaturales, algunos hechos a semejanza de los humanos, pero que no lo eran, y gobernaban incluso la voluntad de los mortales, jugando con su destino y cumpliendo promesas que salían de pactos con el demonio. Estos magos aparecían de los bosques, y podían convertirse en animales o en otras personas, tal como lo reseñan los historiadores de la Alta Edad Media, al punto que hicieron creer como cierto, dan-do un lugar en la historia al Mago Merlín, de origen celta y cuyo poder decidió sobre los destinos del rei-no de Britania.

Cuenta su leyenda, que Merlín obró para que Arto-rious o Arturo fuera rey de Camelot, de hecho, él se encargó a través de su poder de protegerlo de los enemigos de turno; para esa época y mucho tiempo después el mago de la tradición galesa del que daban noticia existía y existió, de modo que la gente creyó en él de generación en generación, hasta que la ciencia desmitificó sus hazañas y su existencia real, nadie que tuviera esos dones podía ser real, en cierto modo la magia fundaba una dimensión creíble que pudo soste-nerse mientras duró el encanto al que se atribuían las causas de la naturaleza.

Para cuando la razón irrumpe, encontrando en la cien-cia lo quería esconderle la magia, la mente quiere ser dueña del conocimiento, en tanto que el espíritu va a querer alimentarse del arte, en este nuevo capítulo de la novela humana se propone desenmascarar el enga-ño, lográndose con relativo éxito, al descubrir el reino de las verdades exactas, esas que son, han sido y se-rán necesarias; pero que no cubren por completo la satisfacción humana, que necesita de buscar las fan-tasías y las utopías que habitan en su imaginario, esas que emanan del alma y se manifiestan decididamente para no renunciar a creer en lo imposible.

En el arcén del teatro

Foto: http://www.elmagorichard.com/

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La ambición del hombre por el conocimiento y tener la razón es ilimitada, pero es por arte de la magia, en la que su elección quiere creer que existen los Quijotes, los Robbin Hood, los Guillermo Tell, y los Merlines, en una decidida acción por querer ser engañados y dejar abierta la posibilidad que exista en esa ficción, la espe-ranza de tener un mundo ideal, mágico por definición, dónde la felicidad y el amor se realizan de la forma so-ñada. Decía el pensador latino Petronius, acentuando aquella condición de la naturaleza humana: “Mundus vult decipi ergo decipiatur”, “El mundo quiere ser en-gañado engañémosle pues” y es por ello que existe el espectáculo en todas sus formas, y no en vano estaría la magia en primer renglón, con el teatro y el cine.

¿Pero cuándo los magos pueden ser vistos como per-sonas, reales, de carne y hueso como nosotros, solo que con un especial talento y habilidad para crear ilu-siones?

En 1845, hace más de 200 años, el francés Robert Houdin lleva su genio para la prestidigitación, de la calle a los grandes teatros de la época, donde logra captar la atención de la alta sociedad parisina, con un show de destreza única que conjugaba el uso de autó-matas y magia, de ahí que se hicieran famosos con su firma: el truco del naranjo, autómatas en la pastelería real, el trapecista, la suspensión etérea y la doble vis-ta. La magia entonces se tomaba los grandes teatros, y los magos se convertían en estrellas, a los que tam-bién acusaban de brujos, sino revelaban el secreto de sus trucos, así como le sucedió a Erik Weisz o Erich Weiss, más conocido como Harry Houdini, mago hún-garo de origen judío, que se hizo famoso en América por ser el maestro del escapismo. Houdini toma su nombre del padre de la magia moderna, al que ya he-mos reseñado, Jean Eugene Robert-Houdin.

Hoy el legado de la magia es tan amplio en su reperto-rio, que puede llegar a tener hasta 17 categorías, son algunas de estas: la magia de cerca que recurre a la manipulación de pequeños objetos como monedas y cigarrillos, y que exige ser un buen prestidigitador, lo que no es otra cosa que tener gran habilidad con los dedos; la cartomagia, que necesita de la prestidigita-ción pero que se especializa en cartas; la magia de salón que anima una reunión social, que se involucra con el público, hace uso de los recursos que tenga a mano, y hace reír a la familia; el mentalismo que con-siste en leer, mediante técnicas y no con trucos, el pensamiento; la magia femenina; la magia para niños, que exige de más esfuerzo y empleo de la técnica por

parte del mago para convencer a su público; la magia de grandes ilusiones, que consiste en hacer aparecer y desparecer personas y cosas, muy practicada por los maestros Gustavo Lorgia y David Coperfield; el Escapismo, técnica que hizo famoso a Houdini, quien lograba salir del encierro de urnas y la prisión de can-dados, con camisas de fuerza de cuero, aún debajo del agua y bajo las condiciones más adversas.

Por arte de magia, ella misma sigue teniendo vida pro-pia, pero también la magia resulta de la perfección por la que trabajan todos los días para ella sus magos, que la presentan y hacen que valga la pena seguir lleván-dola a los escenarios. La magia de tener los secretos para divertir, sorprender y hacernos reír a través de la dimensión del mundo donde nos transportan, esa misma que nos ayudó a descifrar Richard Sarmiento, el culpable de tantos engaños que la gente no quiere dejar de ver y que él, con método ha enseñado y en-señará para que sean otros quienes lleven los hilos de un poder, por el que el público reclama ser atrapado.

Los interesados en conocer más información sobre este tema, pueden ingresar a: http://www.elmagorichard.com/

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Tras la escena del Teatro LibrePor: Daniel Casas Vargas

Sobreviviente a lo que empezó con un movimiento que de a poco se fue diluyendo o enfrentó las transforma-ciones propias de los cambios sociales y los implaca-bles del tiempo, viva demostración de la evolución de las ideas y los conceptos que han perfeccionado el arte escénico, resultado vigente de la tarea por pro-fesionalizar un oficio y tarea para con la sociedad de ayer y de hoy, apuesta exitosa por la promoción de un estilo de entender y hacer entender el espectáculo de las tablas, y por supuesto criterio e intuición de su fundador y director Ricardo Camacho para engranar el gusto con el rigor en la dramaturgia y con la filosofía del teatro. La receta de cocinar adecuadamente y en su justa medida los procesos creativos, deriva en una producción que sigue tentando al público y que lleva por firma, Teatro Libre.

El Teatro Libre, cuyo nombre respondió más a una necesidad de identificar al grupo, que al significado que tiene en sí mismo, se funda con un criterio inde-pendiente, que buscaba básicamente encaminar sus esfuerzos a la realización de un teatro popular, que sirviera como herramienta en la lucha por la trans-formación de la sociedad, un teatro completamente inmerso en el activismo político, y que tuviera en las masas trabajadoras a los destinarios de su mensaje. Era este un grupo que trabajaba por la dramaturgia nacional alterando su quehacer con obras del reperto-rio internacional, pero sin perder el sello propuesto de llevar la etiqueta de popular, no por ello es casualidad que uno de sus primeros montajes fuera una obra del alemán Bertolt Brecht, que llevara por título, La Madre, adaptación de la novela de Gorki.

Tuvo también dentro de sus objetivos el Teatro Libre, el que plantearon sus integrantes de formarse a sí mis-mos como actores y gente de teatro, en una dinámica reacción hacia su definición que se va produciendo por unos lineamientos enmarcados dentro de una po-sición crítica, que por ejemplo hacia la creación co-lectiva significaron su distancia como opción estética, dado que querían sostener el peso de su producción en el teatro de autor, como hecho atribuible a la for-mación de sus fundadores estudiando los clásicos y la literatura universal.

Para ese entonces el teatro que aglutinó al mundo fue el de los rusos con esos espectáculos de masas que

no tenían nombre, creados al calor de los aconteci-mientos de la revolución de octubre, hechos también en Alemania con ocasión de la emergencia social. Las representaciones que se hacían correspondían a figu-ras externas, superficiales, y estereotípicas, que nada tenían que ver con personajes con un mundo interior propio, carentes de la verdadera estructura de una obra, que sin duda está sujeta a la capacidad de un dramaturgo, a un acto de creación personal que no es compatible con la creación colectiva, el lenguaje de una obra cuando se concibe colectivamente en ese caso se nivela por consenso, y se convierte entonces en un problema de acuerdos, pero la creación no pue-de ser un problema de acuerdos, porque al producto final no se puede llegar por convenios, y alguien debe ensamblar todas las piezas de la obra para llegar a un gran acuerdo.

Cuando comenzó el teatro contemporáneo en Co-lombia, es decir cuando se superó el Costumbrismo a finales de los años cincuenta y comienzos de los sesenta, se hacían obras del repertorio internacional: Shakespeare, Lope de Vega y Brecht, obras del llama-do teatro del absurdo. Pero luego a finales de la déca-da de los sesenta, el teatro se radicalizó políticamente dejando relegado al teatro de repertorio, y con ello se presentaba un problema de gran magnitud, ya que el actor debía y debe formarse en el repertorio, alguien que quiere ser actor integral y que no haya trabajado sobre Shakespeare, sobre Chejov, sobre los griegos, no puede esperar que de la nada invente fórmulas nuevas para llevar a un montaje el exigente arte de la actuación teatral.

Tal vez uno de los proyectos con que el grupo del Teatro Libre, emprendió y asumió con mayor ambi-ción artística, su carrera hacia el teatro de autor fue La madre, porque de ahí fue tomada toda la herencia de Brecht, llevando el montaje original del Berliner En-semble, tras un largo y complicado trabajo de mesa de la revolución rusa, ahondando en el teatro de Brecht, Gorki y sobre el distanciamiento, con una intención ar-tística clara. El reto y su acertada dirección, consistió en hacer un montaje propio y no una copia del alemán, de manera que Brecht marcó un momento clave para ir avanzando sobre la identidad del Teatro Libre, en la medida que iba enfrentando a los grandes autores, siendo éste uno de los primeros en la larga lista, cuyo resultado arrojó que ganara en profundidad la drama-turgia y en peso la escritura.

Hoy fiel a su estilo, el Teatro Libre, retoma nuevamente

En el arcén del teatro

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los grandes clásicos como eje temático cuan largos son conceptualmente como anchos estéticamente, utilizando como fondo la poesía y como telón el caba-ret. Se trata de sus más recientes montajes próximos a estrenarse y presentarse en esta temporada del se-gundo semestre de 2014.

De las flores del mal y otras hierbas El poeta francés Paul Verlaine publicó en 1884 un li-bro de ensayos en el que bautizaba a sus pares con-temporáneos con el apelativo de “poetas malditos”; ese nombre definió con certeza la naturaleza del mo-vimiento literario que inauguraba la mirada crítica y desencantada de los artistas frente a la nueva reali-dad pragmática, utilitarista de finales del siglo XIX, a la par con la ruptura radical entre el mundo del poder y el ámbito de los pintores impresionistas y los “poetas malditos”, que entronizaron una nueva legalidad, la de la autonomía del arte.

El espectáculo de cabaret del Teatro Libre reúne, en esta ocasión, las voces de los relegados poetas fran-ceses, desde las baladas de François Villon (1431-1463) hasta la expresión plena de la poesía de Bau-delaire (1821-1867), de Rimbaud (1854-1891), del mismo Verlaine (1844-1896) e, incluso, del dramatur-go Jean Genet (1910-1986).

El pobre Bertolt Brecht

Tal vez la faceta menos conocida de la obra de Ber-tolt Brecht sea su prolífica y penetrante producción poética, a la que le dedicó toda su vida, pues des-de su juventud solía acompañarse de su guitarra para cantar sus propias composiciones en los más diversos lugares. A partir de entonces, la música y las cancio-nes formaron parte fundamental del trabajo teatral de Brecht; dentro de esta línea, colaboró de manera muy estrecha con músicos como Hans Eisler, Paul Dessau y Kurt Weill, con quien llegó a escribir hasta seis pie-zas musicales en las que el espectáculo renovaba la tradición del cabaret, con su sentido crítico, irónico y penetrante, el mismo espíritu de los espectáculos po-líticos del convulso Múnich de los años veinte.

En El pobre Bertolt Brecht el Teatro Libre presenta algunos de sus poemas musicalizados por el maestro Víctor Hernández, poemas que revelan al ser huma-no complejo que enfrentó con tanta lucidez tal vez los momentos más difíciles y cruciales del siglo XX y que, por eso mismo, nos sigue interrogando sobre el deve-nir de nuestra realidad inmediata. Esperamos que el cabaret consiga producir en el público el interés y la grata alegría que se derivan de descubrir la multiplici-dad de aristas —algunas incluso paradójicas o contra-dictorias— que brotan de este universo poético.

Informeswww.teatrolibre.com

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En el arcén del teatroEl Regreso de Turandot: La Princesa de HieloPor: Daniel Casas Vargas

Vuelve Turandot, la legendaria ópera que tuviera por origen el poema épico de la tradición persa, basado en la obra de Nezami, Las siete bellezas o las siete princesas, de las que se dice perte-necían a lugares distintos del reino. Turandot, es hija del territorio de Turán, región de Asia cen-tral, de ahí que la princesa de origen ruso lleve ese nombre; cuenta su historia que no encontra-ba ningún hombre que fuera digno de ella, por cuanto huyó a una fortaleza inexpugnable, donde solo entregaría su amor a aquel que fuese ca-paz de encontrarle y resolver los enigmas, por los que ponía a prueba al intrépido que de no de descifrarlos pagaría con su decapitación.

Sin embargo la historia original fue culturalmen-te transpuesta a la de una princesa china fría y cruel, que hizo famosa Giacomo Puccini, a tra-vés de su ópera Turandot, estrenada en el teatro La Scala de Milán, el 25 de abril de 1926, bajo la dirección de Arturo Toscanini. La obra cuyo argumento se compone de tres actos, es una de las más importantes no solo de su autor, sino de las que se haya tenido noticia hasta hoy, sien-do de las más populares e interpretadas en la escena internacional por las sopranos y tenores de todo el mundo, que han encontrado en ella, el salto de calidad de su trayectoria, como Rosa Raisa, en el papel principal de Turandot, y que le siguieron a su turno en distintas épocas: Eva Turner, Maria Callas, Birgit Nilsson; en el prota-gónico de Calaf, primero a Miguel Fleta, y luego a: Franco Corelli, Giacomo Lauri-Volpi, Placido Domingo y Luciano Pavarotti; y en el no menos importante papel de Liú, a Magda Olivero, Mon-serrat Caballé, Renata Scotto, entre otras.

El argumento de Turandot se edifica a partir de un primer cuadro, que corresponde al primer acto, donde en la primera escena el pueblo de Pekín se reúne en torno a un mensaje que hace público uno de los mandarines de su majestad, el Emperador, a través del cual hace saber que la princesa se casará con el príncipe que resuelva los acertijos propuestos por ella; se comunica también al pueblo que el príncipe de Persia ha

fallado en su intento, por lo tanto deberá morir para cuando salga la luna. En tanto que suce-de tal espectáculo, que aglutina en masa a los espectadores, aparece entre la multitud, un an-ciano ciego, acompañado por una mujer, quien lo guía, éste ha caído al suelo y en su auxilio se presenta un joven desconocido, que le recono-ce en el acto como su padre, Timur, rey tártaro que tras la derrota ha sido exiliado junto con su esclava Liú, para que mendigue por él. El prínci-pe tártaro pregunta a la esclava el porqué de su gesto para con su padre, a lo que ella responde que su compasión se atribuye a la sonrisa que el joven le propinó alguna vez en palacio. De entre el alboroto de la ejecución pública, irrumpe el

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verdugo Pu-Tin-Pao, para dar cumplimiento a la pena que terminará con la vida del príncipe de Persia, cuando eso sucede, el pueblo pide com-pasión y piedad que serán negadas de tajo por la bella y cruel princesa Turandot, quien orde-na continuar con sus decretos; al tiempo como testigo horrorizado de los acontecimientos de turno, por la crueldad de ella, quedará todavía más impactado con su belleza, el hijo de Timur. Al punto que decide concursar para conquistar el corazón de la princesa, no obstante los tres ministros del Emperador intentarán convencerlo de que no se arriesgue; Liú y su padre también le pedirán que no lo haga. Esta le ruega que de-sista, cantando el aria “Signore ascolta”, en un momento de elevado drama, donde el responde-rá cantando “Non piangere Liú”, que ya es tarde y que lo hará de todas formas.

En el segundo acto luego que el joven ignoto de-cide enfrentar la prueba, se presenta para cum-plirla, en un primer cuadro los ministros Ping, Pang y Pong, dan cuenta de la lista de príncipes extranjeros decapitados por la ley de Turandot, y esperan finalmente el casamiento de ella, para que cese el derramamiento de sangre desde que hizo su promesa. De ahí se produce la transición a un segundo cuadro, en el palacio del Empera-dor, donde él mismo trata de persuadir al joven que no lo haga, haciéndole leer al mandarín la ley impuesta al perdedor, pero no surte ningún efecto, pues el príncipe se niega a declinar en su propósito. A continuación Turandot hace saber las razones del castigo a los príncipes extranje-ros que busquen conquistar su amor, como una venganza que atribuye al daño que un príncipe de tierras extrañas hizo a su abuela, a la que des-honrara y que ella quiere cobrar. Luego Turandot formula los acertijos, a los que con acierto llega a resolver el príncipe, ella se resiste a creerlo y se niega al casamiento y le pide a su padre permiso para desistir, a lo que el Emperador se niega reparando en el valor de la palabra empe-ñada, sin embargo el príncipe le manifiesta que no la quiere por la fuerza sino por obra del amor de ella hacia él, entonces le propone que adivine antes del alba su nombre, de lograrlo él muere sino sellan su unión.

Para el tercer y último acto Turandot ordena en-tonces que nadie duerma en Pekin hasta tanto no sepa el nombre del misterioso príncipe, en ese

cuadro él cantará el aria Nessum dorma, siendo la pieza más importante de la obra, al tiempo que ella llegará hasta Timur y Liú para que le confie-sen el nombre, Liú es torturada, pero prefiere sui-cidarse antes de revelar el nombre de su señor, en una acto de amor hacia él. Cuando el tiempo para cumplir la apuesta se ha agotado, el prín-cipe recrimina a Turandot por derramar sangre inocente, creyendo que su hielo es una mentira, luego la besa y por último le revela su nombre: Calaf, hijo de Timur, aparece entonces el sol de-rritiendo el hielo de su corazón para transformar-se en amor.

Este año el Teatro Municipal Jorge Eliecer Gaitán, trae de regreso, para la temporada de ópera en Colombia, Tundarot, la mágica y grandilocuente obra de Giacomo Puccini, como una gran pro-ducción que se hará posible con un gran elenco internacional que contará con la presencia de una de las figuras más importantes de la lírica mundial, se trata del tenor italiano Fabio Armi-liato, quien ha sido cantante habitual de los más prestigiosos teatros de ópera, La Scala de Milán, la Ópera de Paris, Ópera de Viena, Teatro Colón de Buenos Aires, el Liceo de Barcelona, entre otros. Estarán también en escena, la Orquesta Filarmónica de Bogotá, dirigida por el maestro Marco Boemi, el Coro de la Ópera de Colom-bia, y los mejores solistas patrios: Valeriano Lan-chas, Alejandro Escobar, Andrés Felipe Orozco y el debut de la nueva promesa del canto lírico colombiano, Betty Garcés, en el papel de Liú.

Tundarot, Colombia, 2014, es una soberbia pro-ducción que tendrá más de 150 personas en es-cena, gran despliegue de escenografía y vestua-rio; y podrán asistir a ella quienes sean amantes de los grandes espectáculos, los días 25 y 27 de septiembre, y 2 y 4 de octubre del presente año.

Informes: http://vive.tuboleta.com/

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“Mediante el trabajo ha sido como la mujer ha po-dido franquear la distancia que la separa del hom-bre. El trabajo es lo único que puede garantizarle una libertad completa”.

Simone de Beauvoir

“El arte de escribir historias está en saber sacar de lo poco que se ha comprendido de la vida todo lo demás; pero acabada la página se reanuda la vida y uno se da cuenta de que lo que sabía es muy poco”.

Ítalo Calvino

“La originalidad es un plagio no detectado”. W.R. Ince

“Los libros no se hacen como los niños, si no como las pirámides, con un diseño premeditado, y añadiendo grandes bloques, uno sobre otro, a fuerza de riñones, tiempo y sudor”.

Gustave Flaubert

“¿Qué es poesía? Dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. ¡Que es poesía! ¿Y tú me lo preguntas? Poesía... Eres tú”.

Gustavo Adolfo Bécquer

“Quien sabe de dolor, todo lo sabe”.Dante Alighieri

“No lean, como hacen los niños, para divertirse o, como los ambiciosos, para instruirse. No, lean para vivir”.

Gustave Flaubert

“¿Qué sería de la vida, si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo?”.

Vincent Van Gogh

“Toda la gente cruel se describe a sí misma como el parangón de la franqueza”.

Tennessee Williams

Palabras, palabras, palabras

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