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REVISTA DEL Instituto Sanmartiniano · del Perú (HOMENAJE DE LA MUNICIPALIDAD DE LIMA Y DEL INSTITUTO SANMARTINIANO A LA ARGENT 1 NA EN EL _ SESQUICENTENARIO DE LA REVOLUCION DE MAYO) ABRIL - JUNIO 1960 © 1935 - 2015 Instituto Sanmartiniano del Perú. Todos los derechos reservados.

Revista del ISMP N° 19

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Revista del Instituto Sanmartiniano del Perú N° 19 Lima, abril-junio de 1960.

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REVISTA

DEL

Instituto Sanmartiniano· del

Perú

(HOMENAJE DE LA MUNICIPALIDAD DE LIMA

Y DEL INSTITUTO SANMARTINIANO A LA

ARGENT 1 NA EN EL _ SESQUICENTENARIO

DE LA REVOLUCION DE MAYO)

ABRIL - JUNIO 1960

© 1935 - 2015 Instituto Sanmartiniano del Perú. Todos los derechos reservados.

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REVISTA

DEL

Instituto Sanmartiniano del

Perú

(HOMENAJE DE LA MUNICIPALIDAD DE LIMA

Y DEL INSTITUTO SANMARTINIANO A LA

ARGENT 1 NA EN EL SESQUICENTENARIO

DE LA REVOLUCION DE MAYO)

ABRIL - JUNIO 1960

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INDICE

' Página.

EDITORIAL 3

CEREMONIA DE LA MUNICIPALIDAD DE LIMA. . . . . . . . . . 5

Discurso del Alcalde, Sr. Héctor García Ribeiro.... .... ..... .. 7

· Discurso del Ministro Argentino, Sr. Horacio Portela... .. .... i1 HOMENAJE DEL INSTITUTO SANMARTINIANO DEL PERU

A LA REPUBLICA ARGENTINA...... . . .. ............ 15

Discurso del Alcalde, Sr. García Ribeiro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16

Discurso de Orden del Presidente del Instituto Sanmartiniano · del Perú, Sr. Ricardo Cavero-Egúsquiza. . . . . . . . . . . . . . . . 19

Discurso del Ministro de Marina, Vice-Almirante Guillermo Tirado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32

Discurso del Ministro Argentino, Sr. Horacio Portela. . . . . . . . 34

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REVISTA DEL

INSTITUTO SANMARTINIANO DEL PERU Año XVI Abril - Junio de 1960

E DIT OR IAL La conmemoración del sesquicentenario de la Rev olución de Mayo

de 1810 ha tenido ex cepcionales contornos en todo el mundo, especial­m ente en el continente americano. ·

Ello es perfectamente explicable, si se tiene en cuenta que esa Revolución, aparte de dar vida a la gran República Argentina, constituyó la iniciación del movimiento encaminado a la independencia de los demás pueblos de este hemisferio.

Especialmente, su influencia fue positiva en el Perú, país en el que, a pesar de haber sido el centro del poder colonial, se habían realizado ya, anteriormente, varios heróicos intentos de emancipación, que fue ­ron reprimidos trágicamente .

Por eso, y por nuestra tradicional amistad con la República Ar­gentina, amistad no ensombrecida jamás a través de la historia, dicha efemérides fue celebrada en el Perú con general alborozo.

Hubo en L ima nu.merosas actuaciones durante la semana desti­nada a recordar el histórico acontecimiento.

Dos fueron las ceremonias principales: la primera, organizada por el Municipio de la ciudad, se realizó en la plaza San Martín, el día 25 de Mayo, y la segunda, ofrecida por el Instituto Sanmartiniano de l Perú, se llevó a cabo, el 27, en el Salón de Sesiones del Concejo Provincial.

Como ambas ceremonias alcanzaron elevada categoría y en ellas se pronunciaron importantes discursos por altas autoridades oficiales, diplomáticas y culturales, nuestra Revista ha creído del caso recoger en este número el desarrollo de las mencionadas ceremonias, en homenaje a la Nación Argentina, patria de nuestro Libertador, como una muestra de verdadera fraternidad .

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Ceremonia de la Municipalidad de Lima Conmemorativa del Sesquicentenario de la

Revolución de Mayo

El día 25 de mayo del presente año de 1960, como número cen­tral del programa con que se celebró en el Perú el 1509 Aniversario de la Revolución Emancipadora Argentina, la Municipalidad de Lima realizó, ante el Monumento del Libertador del Perú, Generalísimo don José de San Martín, una ceremonia de homenaje de la ciudad, la cual alcanzó extraordinarios contornos.

Presidió el acto el Primer Vicepresidente de la República, se­ñor Luis Gallo Porras, encargado de la Presidencia y tomaron asien­to, también, en el estrado preparado frente al Monumento, el Encar­gado de Negocios de la República Argentina, doctor Horacio Portela, los Presidentes del Senado ingeniero Enrique Martinelli y de la Cá­mara de Diputados doctor Javier Ortiz de Zevallos; el Presidente de la Corte Suprema, Dr. Ricardo Bustamante Cirneros; los Minis­tros de Trabajo, encargado de la Cartera de Relaciones Exteriores, doctor Luis Al varado Garrido, de Justicia, doctor Raúl Gómez de la Torre, de Marina Vicealmirante Guillermo Tirado Lamb, de Aeronáu- · tica, encargado de la cartera de Guerra, Gen.eral Salvador Noya Ferré, el Alcalde de Lima señor Héctor García Ribeyro; el Embajador del Uruguay doctor Eugenio Martinez Thedy; Representantes Diplomá­ticos acreditados ante ,el Gobierno del Perú; el Rector de la Univer­sidad de Ingeniería ingeniero Roberto L. Valverde; Presi<;lente del Instituto Sanmartiniano del Perú señor Ricardo Cavero Egúsquiza y delegaciones de Instituciones vinculadas a la República Argentina,

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así como altos funcionarios públicos y miembros de la Embajada Ar­gentina.

Tomaron emplazamiento en la Plaza, delegaciones de cadetes de nuestros Institutos Militares, del Colegio Militar Leoncio Prado, de diversos planteles de educación fiscales y particulares, una Com­pañía del Regimiento Húsares de Junín, con uniforme de parada, . y dos bandas de músicos militares. Numeroso público se dio cita, -asi-mismo, en el lugar. ·

En primer término se procedió a izar el Pabellón Peruano, en el mástil ubicado a la derecha del Monumento a San Martín, por el Encargado de Negocios de la Argentina, doctor Horacio Portela, a los acordes del Himno Nacional, que fue entonado por los cadetes militares y alumnos de los colegios, habiendo permanecido en posi­ción de "atención", presentando armas, las fuerzas militares.

Luego, en el mástil a la izquierda del Monumento, el Alcalde de Lima, señor Héctor García Ribeiro, izó la Bandera Argentina, eje­cutándose el Himno de ese país, que fue coreado por los Agregados_ Militares argentinos, personal de la Embajada y Consulado, y un gru­po de damas y niñas de esa nacionalidad.

Momentos ·después, el Primer Vicepresidente de la República, a nombre de la Nación Peruana, depositó una corona cívica al pie del Monumento a San Martín. Estuvo acompañado por el Ministro de Trabajo, encargado de la Cartera de Relaciones Exteriores, y por dos Edecanes.

A continuación, el Alcalde de Lima, señor García Ribeiro, de- · positó la ofrenda a nombre de la ciudad, siguiéndole el Encargado de Negocios de la Argen'tina, doctor Portela, el Embajador de Chile, los Ministros de Marina, y Aviación, quien además colocó el aparato floral remitido por el Ministro de Guerra, a nombre del Ejército, y el Rector de Ingeniería. También fueron colocados aparatos florales remitidos por el Ministerio de Educación, Universidades de San Mar­cos y Católica, Instituto Sanmartiniano del Perú, Instituto Peruano­Argentino, Sociedad Fundadores de la Independencia, Sociedad Geo­gráfica de Lima, Asociación Nacional Pro-Marina, Asociación de Li­cenciados del Ejército, Centro Argentino, Casa Argentina y otras.

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DISCURSO DEL SE~OR ALCALDE DE LIMA DON _HECTOR GARCIA RIBEYRO

Señor Vicepresidente, Encargado .de la Presidencia de la República; Honorable señor Ministrq Consejero, Encargado de Negocios de la

República Argentina; Señores Representantes de los Poderes Públicos; Excelentísimos señ,ores miembros del Cuerpo Diplomátic9; Señores Ministros de Estado; Señores miembros del Poder Legislativo; Señores Representantes de las Fuerzas Armadas del .Perú; Señor Alcalde del Callao; Señores Alcaldes Distritales;

Señores:

La ciudad de Lima y el país entero celebran hoy, como efe­mérides patria, el 150Q aniversario de la Independencia argentina. Proyectada desde las márgenes del Plata hasta más allá del Rímac, la Revolución de Mayo es una fecha que ·pertenece también a la historia Peruana pue~to que la independencia preparada por nues­tros heroicos precursores Túpac Amaru, Pumacahua, Zela y otros muchos, debe su proclamación a la campaña militar conducida por Don José de San Martín. Es por ello que nos hemos congregado al pie del monumento que perenniza su figura, en ocasión del sesqui­centenario de la Independencia argentina, como muestra de los sen­timientos de gratitud y admiración que guarda el Perú por la noble patria de Rivadavia, Sarmiento y Sáenz Peña.

Como afirmaba Plutarco; la historia embellece la vida humana por el idealismo que los grandes ejemplos suscitan. En la evocación de los hechos pretéritos hay el encantamiento de las edades alejaaas de egoísmos banderizos. Por eso, en el juicio de las generaciones po$­teriores, las figuras ejemplares cobran aquel relieve de grandeza mo­ral que parece ser patrimonio de la antigüedad. De aquel horizonte de pólvora y ambición_idealista que constituye el fondo de la gesta emancipadora, San Martín emerge como un varón de Plutarco: se­reno en el torbellino de la acción, mesurado en la hora del poder y

. de la gloria y austero siempre, así en el rigor de las campañas mili­tares como en la vejez solitaria, iluminada por aquella sencilla dig­nidad que fue la .nota saltante de su carácter.

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Intrépido, como en la batalla de San Lorenzo, cargando a la cabeza de sus escuadrones de granaderos, que se impusieron al fuego de la fusilería enemiga con sólo el ímpetu de los corceles y el choque de los sables fulgurantes; tenaz y prodigioso, como cuando creara el . ejército libertador de Mendoza, disciplinando a las huestes me­diante el ejemplo de una voluntad acerada; previsor y cauto, como cuando desconcertó al gobernador Marcó induciéndolo a distraer sus fuerzas mientras los baqueanos de la cordillera guiaban al ejército patriota por los pasos de Uspallata y Patos, al otro lado de los cuales la bravura de Necochea batiría a las avanzadas realistas, abriendo el camino del triunfo que a poco ·se lograra, en el llano de Chacabuco; sobrio y con temple de verdadero soldado, como cuando durmiera a la intemperie en las alturas de los Andes o pasara la noche anterior al triunfo en un rancho ruín, . estudiando en aquella ún~ca pieza te­chada las maniobras con las que debía desbaratar al enemigo; ani­moso frente a la adversidad, como lo probara al día siguiente del desastre de Cancha Rayada reemprendiendo el agrupamiento de los dispersos y la enérgica conducción de la guerra hasta lograr la vic­toria de Maipú; frugal, como lo denota la republicana sencillez de sus hábitos de vida, pues gustaba de dormir en lecho de campaña y tomaba alimentos con parquedad; honrado, pues no medró con el poder y afrontó la pobreza como condición natural del político; des­prendido de ambiciones, como lo demostrara con nobleza nunca vista al hacer renuncia del poder entre nosotros, para poner fin a la ma­levolencia y desmentir a quienes creían ver en su plan de gobierno los designios de un nuevo déspota; modesto, como lo probara a lo largo de una vida sin ostentación ni estallidos de orgullo y en espe­cial al despojarse del mando para ceder paso a Bolívar, a quien no quiso disputar la gloria de dar término a la empresa emancipadora, que era el objetivo superior.

Pasa por la guerra, por el poder y por el ostracismo con igual serenidad impasible ante los halagos, la adulación y la riqueza. En los años que siguieron a su actuación pública, mientras los otros cau­dillos de su época se esfuerzan por deslumbrar sobre la vasta es­cena, San Martín se rep~iega a la luz interior de su retiro, con mo­destia admirable, en espera de que las generaciones venideras pro­nuncien el fallo histórico sobre su actuación. Situado oscuramente en el pórtico de la inmortalidad, anciano, achacoso y casi ciego, pero siempre soldado, intuye que los siglos habrán de señalarle su puesto en las filas de los grandes.

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Así lo recuerda Sarmiento, que visitara al prócer pocos años antes de morir; esperando sin murmurar la justicia de la posteridad, a la que apelara treinta años antes en nuestra capital, cuando hizo renuncia del poder.

"He pasado con él momentos sublimes que quedarán para siem­pre grabados en mi espíritu. Solos un día entero, tocándole con ma­ña ciertas cuerdas, reminiscencias suscitadas a la ventura, un retrato de Bolívar que veía acaso. Entonces, animándose la conversación, lo he visto transfigurarse, y desaparecer a mi vista el campagnard de Gran Bourg y presentárseme el general joven, que asoma sobre las cúspides de los Andes paseando sus miradas inquisitivas sobre el nuevo horizonte abierto a su gloria. Sus ojos pequeños y nublados ya por la vejez, se han abierto un momento, y, mostrándome aque­llos ojos dominantes, luminosos, de que hablari todos los que le c'o­nocieron; su espalda encorvada por los años se había enderezado, a­vanzando el pecho, rígido como el de los soldados de línea de aquel tiempo; su cabeza se había echado hacia atrás, sus hombros baján­dose por la dilatación del cuello, y sus movimientos rápidos, decisivos, semejaban al del brioso corcel que sacude su ensortijada crin, tasca el freno y estropea la tierra. Entonces, la reducida habitación en que estábamos se había dilatado, convirtiéndose en país, en nación; los españoles estaban allá, el cuartel general aquí, tal ciudad acullá; tal hacienda, testigo de una escena mostraba sus galpones, sus case­rías y arboledas en derredor de nosotros. . . Así, faseinado, la esta­tua de piedra del antiguo héroe de la independencia parecía ende­rezarse sobre su sarcófago ... ".

Con la mente lúcida y el ánimo estoico, San Martín aguarda la muerte, espectando con melancólica ansiedad cómo se acerca la tor­menta que llevará el barco al puerto: C'est l'orage qui mene au port. En la antevíspera de cumplirse un aniversario más de la partida de la Experición Libertadora hacia las costas peruanas, el decaimiento llegó a su fin y el prócer pasó a la inmortalidad, como figura con­sagrada a la veneración de todas las generaciones.

En la presente hora de la humanidad, el numen de San Martín preside, al lado de Bolívar y de Washington, la conciencia america­nista. Para nosotros, que dimos término a la emancipación con el auxilio de Argentina, Chile y Colombia, la figura de San Martín, sin perjuicio de la admiración por otros próceres cimeros, se halla en la línea del más arraigado amor patrio. Le debemos el patrocinio de

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las ásperas crestas con el designio de rutas diversas; cuando desem­boca en los llanos, en un dispositivo de ataque de trescientas leguas de extensión, despliega sus movimientos con admirable plan de uni­dad, en acción cuidadosamente sincronizada por el pensamiento del Jefe. La misma genial pevisión había tenido al regresar de Europa, pues su experiencia de la guerra contra los ejércitos de Napoleón, lo indujo a fundar un cuerpo de cabellería ligera, el célebre regi­miento de Granaderos a Caballo, que acompañó a San Martín en sus campañas de Chile y el Perú y se batió gallardamente diez y cien veces, desde Chacabuco y Maipú hasta la gloriosa jornada de la pam­pa de Junín.

Resonarán por siempre en las serranías y en los llanos las épi­cas jornadas que los granaderos argentinos ayudaron a ganar con el ímpetu de sus lanzas retadoras, al golpe de corceles invencibles, y haciendo suya, en la virtualidad del afecto generoso, la tierra pe­ruana por la que vistieron su sangre. Siempre será hidalgo recordar la deuda de gratitud que tenemos con Argentina y, en especial, con San Martín y con Sáenz Peña, que compartieron nuestras hojas de empresa y de osadía. Arenales y sus intrépidos lanceros, Necochea y su legión de centauros, los guerreros del pasado siglo y los amigos de hoy, todo ello cimenta una fraternidad indestructible entre Ar­gentina y el Perú, unidos en la gloria de las armas comunes y en el vigor de los ideales americanistas.

DISCURSO DEL MINISTRO ARGENTINO HORACIO PORTELA

En seguida el señor Horacio A. Portela, Encargado de Negocios de la República Argentina, pronunció el siguiente discurso:

Señores:

La República Argentina conmemora hoy el 150 aniversario de la Revolución de Mayo de 1810. Conmemora la Revolución de Mayo en momentos en que recibe el homenaje de los hombres libres, por­que ese movimiento emancipador fue una realización argentina en­cadenada a los sucesos americanos y mundiales en forma tal que· no aparece como un hecho aislado sino como uno de los tantos es­labones que en la historia unen con vínculos indestructibles los hom­bres de todas las latitudes en su esfuerzo por hallar mejores condi­ciones de vida, dentro de un marco de dignidad.

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El Gobierno y el Pueblo del Perú han comprendido el hondo significado de este homenaje y allí ha ido, encabezando una brillante delegación, hasta la ribera del Plata, Vuestro Excelentísimo Primer

. 1 Mandatario, para llevar el saludo de este pueblo hermano al pueblo hermano de la Argentina, que le aclama por lo que representa, en la integridad de su investidura y vuelca en vítores y aplausos todo el amor que mi Patria alienta por el Perú desde el Primer Cabildo Abierto de la Libertad.

El Pueblo argentino sabe, siente y espera de esa fraternal de­voción . hacia vosotros los peruanos. Sabe que en la entraña misma de la Colonia y en las raíces democráticas de nuestra mancipación, idéntica aspiración de justicia animó a los precursores de nuestras independencias e idéntica sangre latió en los pulsos que enarbolaron las banderas de nuestras hazañas. Sabe, el . Pueblo argentino, que aquL se consolidó la independencia americana, por obra y gracia del valor, las convicciones cívicas, el desprendimiento y el heroísmo de próceres comunes, como fueron comunes los despojos mortales que los centauros criollos fueron esparciendo por el Continente para que las generaciones venideras -acallados ya los cánticos y ofrendas al Dios de las Batallas, guardados en panóplias las lanzas y los dardos que se tiñeron de gloria, uncido al arado el potro brioso de la con- . tienda- entonaron nuevos cánticos y presentaron nuevas ofrendas al Dios de la Paz, por los siglos de los siglos ...

Es mi patria joven, como son jóvenes las otras naciones ame­ricanas. En el breve lapso de su existencia ella ha dado aportes fe­cundos a_, la causa de la humanidad. Copia en su conjunto, en su policromía maravillosa, las esencias naturales de la Tierra, y va po­blándose paulatinamente de todas las razas, porque los hombres si­guen viendo allí el lugar, de promisión, donde el trabajo es la me­jor honra. Y esa emigración, que trae hacia mi Patria, la ciencia y el arte, la técnica y el afán probo de la artesanía, las manos laborio­sas del labriego y los pechos anhelantes de tranquilidad y de justicia, dede todos los horizontes, va creando el hombre nuevo del porvenir ... "Allí se forma y allí se amasa el Hombre tal como surgió en la Mente del Hacedor de los orbes y las almas ... "

Esa imagen que el poeta avisora desde lo alto de su inspira­c10n, es también la imagen futura del hombre americano ... · Es la imagen que soñó para sus descendientes el hombre del lla,no y de

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las sierras cuando soñó con la libertad ... en las llanuras inconmen­surables de las pampas, en las noches inquietantes de la selva, bajo los cielos estrellados de las cordilleras, en las agrestes quebradas de la puna ... o frente al mar cuando la borrasca o la calma hablaban a su corazón de impulsos indomables o de la serenidad de los · santos .. .

Todo ello estaba en la men te de los padres de la Patria aquel 25 de Mayo de 1810. La Colonia se estremece, los herederos de la Conquist:l comienzan a romper sus cadenas y las chispas de la gran revolución americana saltan de aquí para allá, desde el Plata hasta el Chimborazo, desde el Iguazú hasta Arequipa, desde Caracas al Tupungato . .. y llevados por manos anhelantes de triunfo los colores celestes de la emancipación de las Provincias del Río de la Plata aparecen en el Cuzco y van hacia el Océano, como señalando -antes de la gesta sanmartiniana- la ruta de la libertad a este héroe que cumplió altiva y gallardamente la consigna de realizar una frater­nal liberación.

Señores:

Nuestro Continente es hermoso y ha sido escenario de la he­róica gesta hispánica y de la sublime acción mancomunada de indios, mestizos y criollos por ganar, en buena lid, su libertad. Grande fué el empeño, fuerte y valeroso el adversario, tesonera y brillante la contienda. Y aquí reunidos, al evocar la formación del primer Go­bierno Patrio de la República Argentina, damos una prueba más al Mundo de nuestra solidaridad, de nuestra unión y de nuestra amis­tad, porque veneramos juntos el recuerdo de quienes iniciaron en el Sur el camino hacia la inmortalidad. Estadistas visionarios, sacer­dotes, soldados y pueblo en el Plata sintieron la fiebre de la Patria, y como ello no podía lograrse aisladamente, marcharon en todas di­recciones a unir sus esfuerzos con sus hermanos de las otras regio­nes donde pueblos, soldados, sacerdotes, visionarios y estadistas, cum­plían con igual denuedo, devoción y sacrificio la parte que el destino les deparara en la liberación integral. . . .

La generación de 1810 cumplió su cometido. Mantuvo su im­pulso hasta fines del siglo ... fué consolidando la independencia; con la pluma y el verbo encendido luchó para sentar las bases de un orden jurídico y social; con la espada afianzó su predominio; con el trabajo labró la posibilidad de supervivencia por los Estados Ame-

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ricanos. Nuestra generación tiene la responsabilidad de mantener y perfeccionar ese orden jurídico y social, de defender la soberanía legada y de la permanencia y acrecentamiento de la virtud acrisolada en el trabajo. La responsabilidad del honor de nuestras patrias ... Que 105 bombres del mañana encuentren digno m1estro esfuerzo, ;ructífera y honesta nuestra labor, justas nuestras decisiones. ¡Que se sientan orgullosos de nosotros, como orgullosos estamos de nues­tros antecesores y que puedan seguir ofreciendo al Mundo un ejem­plo de orden y armonía! Es el voto más ' legítimo que podemos hacer en el monmento de esta gran recordación ... es el voto que formulo, es el ruego al Dios Todopoderoso, para que continúe derramando sobre el Perú, y sobre todo este Con tiente, sus bendiciones eternas ... ".

Los discursos del señor Alcalde García Ribeiro y del Ministro Portela fueron entusiastamente aplaudidos.

Se terminó la ceremonia con el Himno Nacional Argentino eje~ cutado por la Banda de Músicos del Regimiento de la Guardia Re­publicJana.

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Homenaje del Instituto Sanmartiniano del Perú a la República Argentina

El día viernes 27 de mayo de 1960, se realizó en el salón de · sesiones de la Municipalidad de Lima, una solemne actuación orga­nizada por el Instituto Sanmartiniano del Perú, en homenaje a la República Argentina, conmemorando el sesquicentenario de la Re­volución del 25 de Mayo de 1810.

Presidió el acto el señor Ministro de Marina, Vice-Almirante don Guillermo Tirado Lamb, en representación del Presidente de la República y a quien acompañaron en el estrado los señores: Dr. Ricardo Bustamante Cisneros, Presidente de la Corte -Suprema de Justicia, Horcio A. Portela, Encargado de Negocios de la República Argentina, Héctor García Ribeiro, Alcalde de Lima, Ricardo Cavero Egúsquiza, Presidente del Instituto Sanmartiniano, General Felipe de la Barra, Presidente del Centro de Estudios Histórico-Militares, y Contralmirante Francisco Torres Matos, Comandante General de la Marina y Presidente de la Sociedad Fundadores de la Independencia.

La sala estaba totalmente ocupada por los asociados del Ins­tituto Sanmartin iano del Perú y por numerbsas autoridades oficia­les, miembros del Cuerpo Diplomático, de las fuerzas armadas, de las instituciones culturales y patrióticas y público en general.

El Coro del Teatro Lírico Experimental Giuseppe Verdi cantó los himnos nacionales del Perú y de la Argentina y el Himno San­martiniano.

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DISCURSO DEL ALCALDE SR. GARCIA RIBEIRO

El Alcalde del Concejo Provincial de Lima, señor Héctor García Ribeiro, después de entonarse el Himno peruano pronunció el siguen­te discurso:

"Señores:

El Concejo Provincial de Lima, poseído del más intenso sen­timiento cívico, abre las puertas de su Casa Comunal para acoger al Instituto Sanmartiniano del Perú que en esta oportunidad se reune solemnemente para conmemorar el 1509 Aniversario de la Revolución Libertadora de Mayo de 1810; fecha que por su trascendencia his­tórica constituye un acontecimiento.

La Municipalidad de Lima, heredera de las legítimas glorias del libérrimo Cabildo, que en Julio de 1821 se pronunciara decididamente por la libertad del Perú, se asocia así gustosa a la celebración de esta fecha que marca un hito luminoso en la historia de América.

En esta oportunidad, en que elevando nuestros corazones, re­memoramos las pretéritas y gloriosas jornadas que forjaron nuestras nacionalidades libres y soberanas, debemos recordar la decisiva y pa­triótica acción de los Cabildos en la gesta libertaria del Nuevo Mundo. En Caracas, en Buenos Aires, en Lima, así como en otras ciudades del Continente, fueron los Cabildos los que recogiendo y concretando los sentimientos del pueblo, decidieron en gallardas actitudes los pro­nunciamientos que más tarde deberían quedar sellados en las glo­riosas acciones de armas en las que se confundieron la sangre gene­rosa de los patriotas de los diversos pueblos de la América Austral.

Al conmemorar hoy la Revolución Argentina de Mayo de 1810, nos cabe recordar con patriótico orgullo la figura de los peruanos José de Darregueira, Ignacio Alvarez Thomas y Toribio de Luzuriaga que tan brillantemente participaron en el movimiento libertario que se gestó en las márgenes del Río de la Plata.

La Municipalidad de Lima, interpretando el sentimiento uná­nime de la ciudad, saluda en esta oportunidad solemne al glorioso pueblo argentino, al que nos ligan tan estrechos y fraternales senti­mientos, y una vez más, en acto de rendido homenaje, se inclina reverente ante el recuerdo eterno y glorioso del Librtador y Protector del Perú, Generalísimo José de San Martín".

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El Alcalde de Lima, Sr. Héctor García Ribeiro pronunciando su discurso de apertura del acto. Lo acompañan en el estrado altas autoridades estatales y culturales.

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El Presidente del Instituto Sanmartiniano del Perú, Sr. Ricardo Cavero Egúsquiza pronunciando el discurso de orden. En el Salón el público' asistente.

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DISCURSO DE ORDEN DEL SR. RICARDO CA VERO-EGUSQUIZA

El Sr. Ricardo Cavero-Egúsquiza, Presidente del Instituto San­martin iano del Perú, pronunció, luego, el siguiente Discurso de Orden:

"Señor Ministro de Marina;

Señor Presidente de la Corte de Justicia ;

Señor Ministro, Encargado de Negocios de la República Argentina;

Señor Alcalde de Lima; Señores Embajadores y Miembros del Cuerpo Diplomático; Señores Jefes y Oficiales de las Fuerzas Armadas; Señoras; Señores:

El Instituto Sanmartiniano del Perú realiza esta actuación ep homenaje a la República Argentina, conmemorando el sesquicente­nario de la Revolución del 25 de Mayo de 1810 que tanto influyó en el desarrollo del movimiento emancipador de los demás pueblos americanos.

La realización de este acto en el Salón Municipal, debido a la generosidad del Alcalde, señor Héctor García Ribeiro, a quien agra­decemos debidamente, tiene, aparte de su significación patriótica, un hondo sentido de evocación histórica; pues, como es bien sabido, el Ayuntamiento de · Lima desempeñó un rol importante y decisivo en defensa de la causa de la libertad del Perú.

Cumple así nuestra Institución una práctica halagadora y hon­rosa, establecida desde hace 25 años, para cada aniversario de la Ar­gentina, no sólo porque es patria de nuestro Libertador y Protector, Generalísimo don José de San Martín, cuyos principios y doctrinas difundimos por doquiera, sino porque esa nación y la nuestra na­cieron juntas y vivieron y lucharon siempre, codo a codo, por las mas nobles causas, manteniendo, a través de la historia, la · mas fraternal amistad y resolviendo sus problemas comunes de carácter comercial, industrial y cultural, con buena fé y a base de enten­dimiento y comprensión ampliamente recíprocos y .sinceros.

En el incanato, en el Coloniaje, en la República y a través de los años transcurridos, los vínculos de ambos países fueron siempre efectivos y notables. Ni una leve sombra siquiera ha nublado jamás el sentido de cordialidad y afecto que se profesan.

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Justo es, pues, nuestro alborozo cuando nos congregamos esta noche a celebrar el nacimiento de la hermana República Argentina a la vida independiente.

Sobrada razón tiene Justo Prieto cuando afirma que "la his­toria es una disciplina que, aún sin conocerla, sin haber bebido pro­fundamente en sus fuentes, vincula y une por intuición; de ella surgen espontáneamente ideas comunes y aspiraciones idénhcas que luego constituyen el espíritu continental, no como una unidad abstracta y vacua sino como una resultante psíquica que señala el rol en el desenvolvimiento de la Humanidad".

El 1509 Aniversario de la Revolución Argentina es una fecha trascendental, es una fecha de gloria para todo el continente por­que, como dijimos ya, esa Revolución influyó mucho en el desarrollo del movimiento libertario de los pueblos de América. En esa fecha se inscribe en el concierto político del mundo, una nueva nación, creada por la fe infatigable, por la indómita energía y por el talentó de hombres cuya actuación tiene que fulgurar siempre en las pá­ginas heroicas del continente.

Los próceres de la Independencia Argentina habían formado su conciencia libertaria en los claustros universitarios, en la visión aleccionadora de la Revolución francesa y en el calor de la lucha sin tregua contra la dominación extranjera. Por eso, cuando es lle­gada la oportunidad para hacer caer el golpe definitivo de la Inde-

·pendencia, los nativos se hallaban preparados ideológica y material.:. mente para gobernarse por su propia cuenta. Largas jornadas en­tregadas al estudio y a la preparación les ofreció el camino para exponer sus aspiraciones, encontrando siempre el más rotundo rechazo.

Mariano Moreno con Manuel Belgrano, Cornelio Saavedra con Francisco Ortiz Ocampo y otros, fueron los preparadores auténticos y generosos de la obra libertadora. Los fundadores de la naciona­lidad argentina no sólo tuvieron la energía para luchar y exponer la verdad, sino que fueron capaces de concebir grandes ideales que su­pieron ponerlos en práctica. La pluma les sirvió para anatemizar y destruir la imperante doctrina del predominio del poder, que negaba al nativo el derecho de gobernarse por sí mismos, y las armas fueron utilizadas para llevar triunfante la enseña de la Patria, a través de medio continente, hasta obtener la consolidación de la Independen­cia de este hemisferio.

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Conocida es la forma en que se realizó la conjuración · por la libertad de nuestro continente. Si es cierto que era un hecho que estaba en el orden natural de las cosas, que había ambiente para elló, y que era una ley que tenía que cumplirse, los precursores, con el venezolano Miranda a la cabeza, incluyendo, en su turno, la acción de los peruanos Olavide y Vizcardo y Guzmán, para alcanzar el triunfo de sus ideales, no contaban con mas armas que su fé y entusiasmo. Fue, ciertamente, la obra de unos cuantos hombres esforzados y pa­triotas que, sintiendo la necesidad que los pueblos tenían de libertad, se lanzaron a su consecución. Ha sido el idealismo venciendo a la materia. Ha sido, en fin, la solidaridad espirituad que ha cumplido una noble misión histórica en nuestro continente.

Francisco Miranda fué el primero que enarboló la bandera de redención, propiciando la organización de la América Republicana. Su principal tarea consistió en centralizar y orientar los trabajos re­volucionariÓs de los sudamericanos residentes en diversos países de Europa, estableciendo contactos con los n aturales de las colonias . Fundó en Londres la Gran Reunión Americana, grupo político en­cargado de organizar la atrevida empresa de la emancipación y en la que hicieron su preparación muchos patriotas americanos como O'Higgins de Chile, Nariño de Nueva Granada, Montufar y Roca­fuerte de Quito, Fray Cervando de México, Caro de Cuba, Alvear de Argentina y los dos grandes libertadores Bolívar y San Martín, todos los cuales juraron hacer triunfar la causa de la libertad y no reconoce~ más gobierno que los elegidos por la voluntad popular.

En terreno fecundo cayeron, pues, ·las semillas esparcidas por los apóstoles del liberalismo político y de los derechos del hombre y del ciudadano. Es decir, por los filósofos, economistas y enciclo­pedistas del siglo XVIII. Aquellos que, con el mágico fulgor de sus ideas y doctrinas, alumbraron la conciencia universal, infiltrando nueva y rica savia en la voluntad de hombres y pueblos, sojuzgadós durante largos años. Tales influencias, robustecidas por reacciones tan defi­nidas, como la Independencia de Norte América y la ~evolución Fran­cesa, impulsaron en este hemisferio los movimientos emancipadores subsiguientes.

Los Cabildos de las Colonias, bajo el pretexto de sostener los derechos de los Reyes de España, usurpados por Napoleón, que había proclamado soberano de España a su hermano J osé Bona parte, se

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constituyeron en Juntas de Gobierno, pero que, en realidad, eran juntas revolucionarias.

Sustituyéndose éstas a Virreyes, Capitanes Generales y Presi­dentes, y arrogándose facultades de cuerpos políticos, abrieron cam­paña franca y determinada en pro de la Emancipación.

En 1810 la Capitanía de Venezuela se rebeló y logró organizar un gobierno revolucionario, 'sin efusión alguna de sangre. El ejemplo fué seguido en Buenos Aires, Bogotá, Santiago y Quito, operándose la transformación de estos centros por medio de luchas libradas con tenacidad y denuedo.

En el Perú, la reacción no fué menos poderosa. Pero como su suelo era el centro del poder colonial y aquí se encontraban reunidos todos los recursos del gobierno, -tuvo esta país mayores dificultades para manifestarse y tomar forma definida. Sin embargo no se mostró reacia ni acobardada la opinión pública a los incentivos generales de emancipación.

Ya anteriormente, en 1780, se había producido la sublevación de Túpac Amaru, cuyo trágico fin es por todos conocido. Esta suble­vación no fué, sin embargo, infructuosa; pues, como resultado de ella, el Virrey Jáuregui decretó la abolición de las reparticiones y la Corte suprimió los Corregidores, modificó la mita y creó las intendencias que se convirtieron en centros de administración y cultura; reformas estas que, sin embargo, no cambiaron sustancialmente la condición de los aborígenes, que mantuvieron latente su espíritu de rebeldía.

25 años después, estalló la conspiración de Aguilar y Ubalde en el Cuzco, que costó la vida a sus promotores. En 1809, la preparada por Pardo Figueroa y Silva en Lima. En junio de 1811, la de Tacna, encabezada por Francisco Antonio de Zela, que surgió en combina­ción con el avance de las tropas argentinas, en el Alto Perú. Des­pués, se produjeron otros intentos en Huánuco, Ayacucho, Arequipa y, finalmente, el movimiento más poderoso preparado en el Cuzco por los hermanos Angulo, los curas Béjar y Muñecas y el Brigadier Mateo García Pumacahua, cuya ac.ción, si bien puso en grave peligro al gobierno establecido, tuvo su vida un epílogo fatal en 1815.

No obstante, siguió manifestándose en el Perú el espíritu sub­versivo de los patriotas. Pero, la Colonia contaba con tan potentes elementos de defensa que no podían ser neutralizados o destruídos mediante solo la acción de los peruanos.

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Comprendiéndose ésto, y considerándose la Independencia del Perú esencial para el suceso definitivo de la liberación americana, se esperaba con ansiedad profunda, la cooperación y la acción coordinada de todos los elementos y esfuerzos externo~.

Es entonces cuando hizo su aparición en el escenario de nuestra historia, la figura serena y noble del General Argentino, don José de San Martín, abriéndose la campaña final de la Emancipaeión peruana.

Antes de hacer breves referencias a la acción del General de los Andes, debemos decir que, de acuerdo con el escritor español Vi­cente Gay, la causa de la Independencia ha sido sencillamente con­secuencia de "un fenómeno biosociológico que ha tenido en el trans­curso de la historia constante repetición: la segment::lción por sufi­ciencia de vitalidad en las Colonias, a semejanza de lo que ocurre en la reproducción celular".

Otro autor español, Augusto Barcia Trelles, define la acc10n del prócer argentino en la siguiente forma: "Nos hacemos la ilusión de llegar a demostrar que, espiritualmente, fué San Martín un gran lente, que filtró y concentró los rayos de luz de la emoción y de la sensibilidad hispánica y que a modo de espejo u~torio lanzó el fuego de la libertad y de la Independencia sobre las conciencias de los pueblos en formación, donde España," a través de su labor colo­nizadora, había acumulado los materiales para alimentar el gran in­cendio purificador".

Es decir, se demuestra, concretamente, que estos pueblos de América no se separaron de la Madre Patria. Se emanciparon - que es muy distinto- porque alcanzaron madurez y adquirieron perso­nalidad propia, manteniendo incólumes sus sentimientos de afecto, de admiración y de gratitud hacia ella por haberles legado su raza, su religión, su idioma, toda la bravura de su espíritu y las demás vir­tudes de su noble estirpe.

El propio San Martín, lleno de talento político, en su breve pero fructífero gobierno del Perú, demostró que su ideal básico era una América independiente, con nacionalidades soberanas, pero sin odios ni rencores por la Madre Patria.

No es ya la hora de juzgar el asunto de otro modo. 150 años han transcurrido. El tiempo y la historia se han encargado de abrir nuevas pero optimistas concepciones al respecto. El reconocimiento

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de los méritos de San Martín por España como fundador de nuestras nacionalidades en esta parte del Continente, es un hecho tácito, y por si fuese necesario un indicio siquiera, recordemos que no hace mu­chos años que el gobierno español ,con tanta hidalgía y caballerosidad, envió a la Argentina, patria del Libertador, rodeados de todos los ho­nores y consideraciones, los restos de los que fueron sus padres, fa­llecidos en España.

Y ayer no más, el cable ha anunciado que el gobierno español, por intermedio de su delegación a las festividades conmemorativas de la Revolución de Mayo, entregaría en Buenos Aires, al gobierno argentino, la hoja de servicios prestados en España por el General San Martín, documento · que se hallaba en el Archivo Militar de Segovia.

Madre Patria, al fin, y así se explica este generoso aprecio que hace del valor y de la acción de quien, en su seno, formó su carácter y bebió en las fuentes de su espíritu, de su tradición y de su historia; pues, hijo de españoles como fué San Martín, estudió en el Seminario de Nobles de Madrid y se alistó en las filas del Ejército de ese país, al que sirvió más de veinte años, participando, tambien, en la cruenta guerra de su Independencia.

Por eso, y con mucha razón dice el gran pensador argentino y excelente sanmartiniano, doctor Laurentino Alascoaga, que San Martín "con la misma hidalguía y con el mismo valor conque afrontó las contiendas contra Napoleón, buscó en América la libertad contra el gobierno de España; pero la buscó noblemente, pidiendo la coope­ración de sus pueblos, en la justa evolución del progreso político y sólo como un derecho humano que la misma hispanidad proclama en la península, contra el trono de los Barbones, derrocado por Napoleón, en los albores del siglo 19. Por ello, el pueblo español, reconoció en San Martín un paladín de los de su raza, porque San Martín buscaba para América lo mismo que el altivo español buscaba pa:i;a Iberia. Y al lado de San Martín, Miranda, Bolívar, Sucre, O Higgins, Bel­grano, Santander, Hidalgo y tantos otros, estaban, también, Pezuela, La Serna, Canterac, Osorio, Ordóñez y demás héroes de España que seguían en su ruta disciplinaria impuesta al soldado defensor de su rey y de su patria. · Y entre éstos y aquellos, todo un camino de derrotas en que se imponía el derecho supremo de la liberación del hombre. Por eso, la España vencida en San Lorenzo, · Chacabuco y Maypu, la España vencida en Lima, Pichincha, J unín y Ayacucho,

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no muere. Es la España eterna que revive en cada nuevo ideal de, libertad y de honor, el pensamiento sublime del Quijote y del Cid Campeador".

Quede entendido, por tanto, que en estas ceremonias no venimos a evocar hechos sangrientos de guerra. Muy lejos de ello, creemos, mas bien, que es la oportunidad sólo para exaltar ideales humanos, de paz y de libertad y para contribuir a hacer, cada vez, más sólidos los lazos de fraternidad no sólo de América con España sino entre los pueblos· de este Continente, tomando en común las glorias, los héroes, los triunfos y las vicisitudes de cada uno de ellos.

Puesto que descendemos de la misma raza, debemos todos te­ner el mismo amor a la patria grande que es la América, desechando todo lo que puede haber de negativo . y adoptando, por el contrario, sólo lo bueno, lo noble y lo constructivo. Nuestras patrias pueden estar constituidas por sociabilidades distintas aparentemente, siendo, en la realidad, iguales, desde que todas tienen el mismo origen cas­tellano. Sus hijos, marqueses y condes unos, labriegos y plebeyos otros, todos formaron para gloria de España esta América colosal lla­mada a grandes destinos.

Inspiración de esclarecidas figuras de este continente fué la idea de la hispano-américa única "que conservando los particularísi­mos de cada patria integrante de la hermandad, las funda espiritual­mente a todas y haga de cada hombre que las habita un ciudadano de América".

Fue Simón Bolívar, a cuya acción generosa y heróica deben su libertad el Perú y medio continente, quien luchó por hacer rea­lidad este sueño suyo en las horas iniciales de la Independencia.

Antigua era esta su aspiración de ver conferados a los pueblos hispanoamericanos desde el extremo sur del Continente hasta las fron.teras norte de México. "La América emancipada - dice uno de sus biógrafos - se representaba desde el primer momento a su espíritu, como una indisoluble confederación de pueblos: no en el sentido de una amistosa concordia o una alianza dirigida a sostener el hecho de la emancipación sino en el concreto y positivo de una organización que levantase a común conciencia política las autono­mías que determinaban la estructura de los disueltos virreynatos. En el ltsmo de Panamá, donde las dos mitades de América se enlazan y los dos oceanos se acercan, creía ver la situación predestinada de

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la asamblea federal en que la nueva anfictionía erigiese su tribuna como la anfictionía de Atenas, en el Itsmo de Corinto".

Si tan hermoso sueño no alcanzó el éxito deseado, no es ésta la oportunidad de explicar las causas. Lo cierto, lo efectivo es que en el Congreso de Panamá, convocado por Bolívar, nació la idea del panamericanismo.

"Correspondió a Juan Bautista Alberdi concretar una visión universalista del sistema político que armonizaría la comunidad de los Estados". El filósofo argentino, autor del libro "El crímen de la guerra", "creía en la evolución política de la humanidad hacia el Estado Mundial integrado por Estados independientes, gobernados por leyes comunes, iguales en su esencia. Advierte el escollo ante el que Grocio y Kant, sus maestros, chocaban: la ausencia de una au­toridad que transformase el Derecho Internacional en ley y lo hiciese aplicar. Le es inconcebible la hipótesis de la existencia de la liber­tad individual sin la protección del Estado, ni la de una nación inde­pendiente sin la presencia de una sociedad más general".

San Martín, por su parte, "era un americano de alma", según lo califica Vicuña Mackenna. "Su ideal fue concreto: la indepen­dencia americana. Amaba a su patria como a la propia madre, y a América como a la madre común. A cada nación que libertó le dejó en herencia una gloria especial que hizo que lo consideraran como partícipe íntimo de su existencia. Si la cuna es la patria, San Martín es argentino porque vió la luz en la ribera del Uruguay; si la patria es la gloria, San Martín es chileno porque en la llanura de Maypo alcanzó la más grande de las victorias en los anales sudamericanos; y si la libertad, la ley y la organización civil son también la patria, San Martín es peruano porque fue su primer gobierno".

El General San Martín, de regreso de España, llega a Buenos Aires, el 9 de marzo de 1812. Se le reconoció con el grado de Te­niente Coronel. Pocos días después asumió la organización de un escuadrón de caballería de línea. Tuvo así oportunidad de desarrollar su amplia experiencia militar.

En cuanto se relaciona con el primer gobierno ejecutivo de Buenos Aires, instalado el 25 de mayo de 1810, este se había desin­tegrado ya, habiendo sido reemplazado por dos Triunviratos, uno tras otro. Largo fue el recorrido, lleno de peligros e infinitas inciden­cias y contiendas que tuvo que presenciar la Argentina, antes de ver

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afianzados los principios de la Revolución, hasta el 9 de julio de 1816, en que fue jurada definitivamente su Independencia.

San Martín, que actuó en diferentes formas y que había par­ticipado en numerosos combates, alcanzó prestigio positivo. "Fue él - dice Mitre - quien en los momentos más angustiosos de la revolu­ción, cuando América ·sucumbía bajo el peso de las armas adversa­rias, y todo parecía perdido, impulsó al Congreso de Tucumán a declarar la Independencia de la Argentina en 1816, y su espada, a la par que la de Belgrano, fue la primera que se levantó para sostenerla, y la única que la selló con tres grandes victorias".

Luego el héroe se dedicó en Mendoza a organizar a aquel Ejér­cito que, transmontando la abrupta barrera de los Andes, con sus abismos, despeñaderos y cumbres traidoras, dio a Chile su libertad en las brillantes jornadas de Chacabuco y Maypu.

Vencida esta primera etapa de su marcha libertadora, compren­diendo San Martín, que ni sus triunfos ganados a tan fuerte precio, ni los otros éxitos de los patriotas en diferentes secciones del suelo americano, podrían ser definitivos' mientras el poderío colonial man­tuviese tan sólido baluarte en el Perú, resolvió seguir su avance ha­cia nuestro país.

El 20 de agosto de 1820, embarcó en Valparaíso en los buques de la escuadra chilena, comandada por Lord Cochrane, y el 8 de se­tiembre del mismo año, algo mas de cuatro mil argentinos y chilenos, entre oficiales y soldados, pisaron tierra peruana, en Paracas.

Una de las primeras medidas dictadas por el Libertador, en su Cuartel General de Pisco, para estimular el sentimiento cívico de la ciudadanía, fue expedir un decreto, el 21 de octubre de 1820, crean­do la bandera y el escudo del Perú.

Es por demás interesante y sugestiva la anécdota aquella que sirvió de base- para la formación de la bandera peruana. Refiérese que, mientras desembarcaban las tropas en Paracas, San Martín se recostó debajo de una -palmeras que crecían en pequeños grupos ais­lados en las pampas arenosas de la comarca. Desde allí vió pasar en el cielo, en ordenado y airoso vuelo, una bandada de aves con pecho rojo y alas blancas. Atraído por el bello espectáculo, el Ge­neral llamó la atención de Lord Cockrane diciéndole:

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"¿V éis aquella bandada de aves que va hacia el norte?" "Si, mi General, blancas y rojas", contestó el Almirante . . "Parecen una bandera", acotó el General Las Heras.

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"Son una Bandera", la de este pueblo al que acabamos de lle-gar", replicó San Martín. '

El origen histórico de la formación de la bandera peruana ha servido de inspiración a nuestra compatriota, la profesora, Sra. Zoila Miró Quesada para escribir la hermosa letra ·del Himno Sanmartinia­no, con la marcial música de la compositora, señora Rosa Mercedes Ayarza de Morales. Ese himno, al que escucharéis al término de esta disertación, cantado por el Coro del Teatro Lírico Experimental Giuseppe Verdi, acompañado de una fracción de la Banda de Mú­sicos del Regimiento Guardia Republicana, es el que, junto con los Himnos nacionales del Perú y de la Argentina, se entona 'siempre que nuestra Institución realiza solemnes ceremonias como ésta.

La obra política de San Martín en el Perú se abre con la da­ción del Reglamento Provisional, destinado a normar la administra­ción de los departamentos que se habían adherido a la causa liberta­dora, y se revela en toda su plenitud, cuando asume la suprema autoridad de Protector, en ejercicio de la cual dicta disposiciones pa­ra organizar la vida administrativa y jurídica del país, las que cons­tituyen muestras evidentes de su elevada capacidad de estadista y de gobernante. Asi el Perú se presenta con todos los atributos de un Estado, pese a las contingencias que tuvo que afrontar el Pro­tector.

Entre sus otras tantas virtudes cívicas, San Martín nos ofreció acá el ejemplo de su espíritu democrático, de la democracia en la verdadera acepción de la palabra, entendida como alta y noble fun­ción social, en la que no caben vanidades, ambiciones ni bajas pa­siones que sólo dividen y enturbian las relaciones entre los hombres y obstruyen el progreso de los pueblos. Grande en el triunfo como en la adversidad, lo sacrificaba todo por amor a la patria, a la patria que la quería fuerte y que estuviese constituida por ciudadanos que fuesen todos soldados del bien de la justicia y de la moral. Hom­bre que repudió siempre la demagogia, el libertinaje y la violencia, no le preocupó nunca la intriga ni la maldad humanas. "A nadie injurió - dice Mariano Felipe Paz Soldán - y sin embargo, siendo el más grande de los héroes, el más virtuoso de los hombres públicos, el más desinteresado patriota, sufrió con cristiana resignación los

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más inmerecidos ataques. De su boca no salieron jamás revelaciones que mancillaran la honra ajena, ni de su pluma se deslizó el corrosivo veneno de la difamación".

Discreto por execelencia, dijo el héroe alguna vez: "Si mi al­mohada conociese mis planes a mi almohada la quemaba". A uno de sus ingenieros, que en presencia suya dibujaba un plano secreto de la cordillera, le dijo en tono entre amistoso y amenazador: "Mucho pulso en el dibujo" y agregó: "Si mi mano derecha supise lo que hace mi mano izquierda, me la cortaba". Y ya que estamos refirien­do anécdotas que revelan la grandeza espiritual del General San Martín, añadiremos esta última: "En una ocasión se le apersonó un oficial de su Ejército, pidiéndole hablar con el ciudadano José de San Martín y no con el General. Concedida la audiencia, el oficial le confió, bajo palabra de caballero, que era habilitado de un cuerpo y había perdido al juego la cantidad destinada a su abono mensual, hcaiendo promesa de enmienda. El General, sin decir palabra, se dirigió a una gaveta y le entregó en onzas de oro la suma perdida al juego, diciéndole al ponerla en su mano: "Entregue usted ese dinero a la caja de su cuerpo, y guarde el más profundo secreto por­que si alguna vez el General San Martín llega a saber que usted ha revelado algo de lo ocurrido ,en el acto lo manda fusilar".

En el Perú, al que libró no con las armas, sino con la inteli­gencia, San Martín dió pruebas de su sencillez y modestia, de sus magníficas condiciones de estratega, de sus profundos conocimientos de estadista y, sobre todo, de su espíritu de amplio desinterés.

Al llegar acá dijo: "Vengo para satisfacer la espera de todos aquellos que deseen la libertad del país que les · dió a luz y ser go­bernados por sus propias leyes", añadiendo: "No busco la gloria militar. No ambiciono el título de conquistador del Perú. Me pro­pongo únicamente dar al pueblo los medios de declararse indepen- . diente, estableciendo una forma de gobierno adecuado. Verificado esto consideraré haber hecho bastante y me alejaré".

Las certeras convicciones democráticas del prócer tuvieron expresión en su requerimiento para que la auto-determinación sea la base de la organización de los pueblos. Y como un brillante final de su acción en el Perú dejó establecida la Representación Nacional, convencido de que ella contribuiría en forma efectiva al mejor de­senvolvimiento de los pueblos.

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"Mi t area está terminada" dijo San Martín a los diputados que fueron a su retiro de la Magdalena a insistir que aceptara el cargo de Generalísimo del Perú, "Mi presencia en el poder -apuntó- no sería sólo inútil sino perjudicial. A los peruanos toca terminar la obra".

Y cuando su confidente y compañero de armas, Tomás Guido, le hizo observaciones derivadas de su negativa a seguir comandando las armas del Perú, y de su resolución súbita de ausentarse esa mis­ma noche - 20 de setiembre de 1822 - ya que la intriga y el co­mentario antojadizo campeaban en el ambient~, replicóle el héroe, sin la severidad propia del militar y, mas bien, con indulgente sen­cillez, diciéndole: "Para sostener la disciplina del Ejército tendría necesidad de fusilar a algunos jefes y me falta valor para hacerlo con compañeros que me han acompañado en los días felices y des­graciados".

En una carta dirigida a su inseparable amigo y compañero de armas Bernardo de O. Higgins, anunciándole que va a instalar el Congreso y que después se embarcaría para gozar de la tranquilidad, le dice: "Ud. me reconvendrá por no concluir la obra empezada. Ud. tiene mucha razón pero mas la te·ngo yo. Creáme amigo mío, ya estoy cansado de que me llamen tirano, que en todas partes quiero ser rey, emperador y hasta demonio. Por otra parte, mi salud está deteriorada. En fin, mi juventud fué sacrificada al servicio de los españoles; mi edad media al de mi patria. Creo que tengo derecho a disponer de mi vejez".

Instalado el Congreso, abdicó eI poder con una proclama en que termina pidiendo al Ser Supremo el acierto, luces y tino que necesitan los nuevos dirigentes para hacer la felicidad del pueblo.

Así, con tal desprendimiento y elevación moral es que San Martín corta su camino de gloria y enrumba a Buenos Aires, pasan­do, poco después, a Europa, en busca de tranquilidad. No quiso con su presencia obstaculizar la obra de la libertad de América por él tan anhelada.

En Boulogne Sur-Mer, en la apacible calma de su retiro, se extinguió modestamente el alma pura y serena de ese patrio máximo; alma jamás rendida a las solicitaciones del halago pecaminoso; nunca manchada por la ambición ni perturbada por el orgullo. La íntima y pura satisfacción de haber cumplido sagradamente su misión y el

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convencimiento pleno que tenía de que el genio de Bolívar terminaría en forma brillante su obra, a la que él había consagrado desvelos, fé y entusiasmo, envolvieron su espíritu en sublime serenidad.

La mística libertaria creada por San Martín permitió que los peruanos secundaran con decisión heróica, a los argentinos y chile­nos, en sus campañas y en sus generosos anhelos. Ejemplos son: Ignacio Alvarez Thomas, que llegó a la Dirección Interina de las Provincias Unidas del Río de la Plata; Toribio de Luzuriaga, Lu­garteniente de la Expedición Libertadora; Francisco Vida! "el Primer So_ldado del Perú"; Andrés Reyes que llegó a la Presidencia del Se­nado y también al gobierno de nuestra República en 1831; Hipólito Unánue que inició junto a San Martín la obra de estructuración del Estado Peruano y que la continuara con Bolívar; y, por último, debe mencionarse tambien en esta referencia a Ramón Castilla, el "Sol­dado de la Ley", cuya entrañable amistad de todas las horas con el Libertador San Martín constituye otro valioso nexo espiritual entre el Perú y la República del Plata.

Pero, los peruano no podemos hablar de la Argentina sin pro­nunciar con admiración y respeto, los nombres de personalidades célebres de esa nación, como Sáenz Peña y Sarmiento. El primero, con los mismos sentimientos y guiado por el mismo amor que San Martín por el Perú, intervino, generosa y valientemente, en de­fensa de nuestro suelo y, Sarmiento, gran maestro y notable orien­tador, logró proyectar la luz de su ideario hasta nuestro espíritu, ob­teniendo discípulos con sentimientos que han influído e influyen aún sobre nuestra cultura.

Pueblo trabajador, pueblo di;námico, pueblo del presente y del porvenir es el pueblo argentino. La pujanza de su raza se viene exhibiendo a través de todas las actividades humanas, figurando con

, honor en el cuadro del progreso mundial. El aporte social de la Argentina en la marcha del continente es verdaderamente valioso. Allí están, para demostralo, a través de diversas épocas, las grandes mentalidades que enseñaron a América los caminos de la sabiduría y de la superación. Allí está su gran potencialidad económica, como prueba palpable de su energía y de su amor al progreso. Y allí está Argentina toda, en su puesto de vanguardia, ansiosa siempre de renovación y de grandeza.

Tierra fecunda, de genios, de héroes y de maestros, esa Re-

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pública hermana celebra el sesquicentenario de su Revolución Eman­cipadora, reafirmando su decisión de marchar, resuelta y optimista, por los caminos de la cultura, del trabajo y del progreso.

Terminaremos, pues, diciendo, con las expresiones finales de su hermoso Himno: "Al pueblo argentino salud, y que sean eternos los laureles que supo conseguir".

DISCURSO DEL MINISTRO DE MARINA VICE-ALMIRANTE TIRADO

Se ejecutó el Himno Sanmartiniano, terminado el cual el señor Ministro de Marina, Vice-Almirante Guillermo Tirado Lamb,

pronunció el siguiente discurso:

"Señoras, Señores:

Muchas frases felices y profundas acabamos de oir con rela­c1on al homenaje que redimos a los Padres de la Patria al conme­morar el 1509 Aniversario de la Revolución de Mayo. Ellas expli­can la comunidad de pensamiento nuestro y la honda y justa com­prensión con la que en nombre del Gobierno, me complace hacer una íntima evocación patriótica para relievar los méritos de esta actuación en esta casa ilustre de la Municipalidad de Lima.

Podemos asegurar que una comunidad de pensamiento y ac­ción caraterizó la incomparable cruzada Emancipadora: identidad que circula de Nueva Granada a Charcas, de Panamá al Cuzco y del Río de la Plata al Rímac. Cuando los ideales generales son compren­didos y comulgados por la colectividad; cuando en lugar de desplie­gues programáticos, de frías realizaciones materiales, nace un plan de orientación ideológica; cuando sucede esas cosas, entonces se anida un cálido juicio cordial respecto de los hombres sobre sí, de sus bie­nestar, de su porvenir. Los seres humanos se juntan y van a la lucha sin importar nada la existencia. Tal fué el resultado del mo­vimiento de los grandes precursores de la Independencia de nuestra América, los cuales se mueven en una sola dirección. Y lo más grandioso es que avanzan como si hl,lbieran puesto los ojos en una nueva estrella legendaria.

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Sabemos que la meta fué la Natividad de la liberación. Y hoy, a la distancia de un siglo y medio, nos parece que esos héroes hubieran peleado sin odios y sólo por amor a la libertad.

En 1810, el nervio y motor de la Revolución de Mayo, el doctor Mariano Moreno, principia a enviar emisarios, portadores de instruc­ciones, las cuales encierran el anhelo de asegurar en nuestros países de hoy, la perpetuidad de una Independenda lograda en turbulentas jornadas. El movimiento de Mayo tuvo una mística que pretendió presentarse 'en Lima por los ásperos desfiladeros del Alto Perú con Balcarce, con Castelli, con Belgrano, con Alvarez de Arenales y con Rondeau; pero el destino señaló otra ruta y a un hombre: la vía marítima y San Martín.

Los homenajes constantemente rendidos a San Martín en estas tierras peruanas, se convierten también en homenajes a la Revolu­ción de Mayo, sin importar la demora de varios años, casi once, en hacerse presente ante nosotros toda el alma de ese movimiento. En verdad que la Revolución de Mayo, cuenta con el legítimo orgullo de haber ofrecido a la causa de la Expedición Libertadora de San Martín, la suprema fuerza de un contenido espiritual, ideal de apa­sionado y generoso desinterés. Claro está que los laureles de la obra sanmartiniana, de la celebridad del Protector del Perú, se re­flejan del mismo modo en nuestro obligado tributo de gratitud a la

· hermana República Argentina.

San Martín en el Perú no aparece lo mismo que un águila; tampoco produce la impresión épica de un triunfador homérico. Sin embargo, cuenta con el verbo de Monteagudo, que es como lava ar­diente. Empero, en él hay el heróico desempeño de un hombre im­pecable, un sentido casi religioso que conmueve al pueblo peruano para siempre: esto significa la práctica fervorosa de las más altas virtudes, probándolo con profusión de acierto, de justicia, de sapien­cia y de pureza inmaculada. El ejemplo más claro tenemos en la Proclamación de la Independencia, el 28 de Julio de 1821. En la historia de esos tiempos, existen acontecimientos de un significado más espectacular, sucesos llenos de heroísmo; pero, la escena Sanmarti­niana del Héroe caminando por las calle de Lima, en una procesión cívica, en su papel de proclamar nuestra libertad desde los cuatro famosos tabladillos, situados en diversas plazas de la ciudad, no se olvidó nunca jamás y dejó algo así como un sentido religioso que se

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clavó en nuestra alma. Tan fuerte que ni aún la deslumbrate Batalla de Ayacucho pudo hacer cambiar la fecpa.

Aparece, pues, en íntima evocación unido al recuerdo de San Martín la Revolución de Mayo, como un símbolo que fija el ideal de la Cruzada Emancipadora. Y nada más debería agregar a lo dichQ, salvo la efusión que siente el Gobierno por la fecha que se está ce~ lebrando, legítimo orgullo de la República Argentina y de América toda, lo mismo que por la forma tan cabal como el Instituto s 'an­martiniano y su digno Presidente, doctor Ricardo Cavero-Egúsquiza han llevado a efecto este acto patriótico y cultural, que reafirma la obligación de los peruanos de mantener los principios venidos a no­sotros desde la Independencia y nuestra fé en los destinos de la vida democrática de América, como lo quisieron los Fundadores de la In­dependencia. Muchas Gracias".

DISCURSO DEL MINISTRO ARGENTINO, SR. HORACIO PORTELA

Acto continuo, el Ministro, Encargado de Negocios de la Re­pública Argentina, Sr. Horacio Portela pronunció el siguiente discurso:

"Señores:

Culminan hoy, con este acto, las ceremonias realizadas en el Perú para conmemorar el 150<? aniversario de la Revolución de Mayo de 1810. Y no solo han sido los actos oficiales o los efectuados en escuelas, institutos, centros de estudios civiles y militares u organiza­ciones del trabajo o deportivas, o las publicaciones periodísticas y las difusiones de las radioemisoras, las que han traído hacia nosotros los argentinos el afecto de este noble país. Ha existido, también, como un ambiente generalizado, como un coro fraternal de simpatía, como un efluvio que todo lo ha envuelto y todo lo ha perfeccionado, como un calor de abrazo, como un hálito emocionado, algo definido e indefinible, que nos ha rodeado todos estos días de celebraciones ... Ha estado en torno nuestro el pueblo peruano, que, en correspon­dencia absoluta con el pueblo argentino, ha sentido latir su corazón al unísono con el nuestro, cuando se le habló de patria, de eman­cipación, de libertad. . . y ha sentido latir su corazón junto al co­razón argentino porque a través de los siglos anteriores a la In-. dependencia, durante los años de la lucha y en el triunfo final, fue-

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clavó en nuestra alma. Tan fuerte que ni aún la deslumbrate Batalla de Ayacucho pudo hacer cambiar la fecpa.

Aparece, pues, en íntima evocación unido al recuerdo de San Martín la Revolución de Mayo, como un símbolo que fija el ideal de la Cruzada Emancipadora. Y nada más debería agregar a lo dichQ, salvo la efusión que siente el Gobierno por la fecha que se está ce~ lebrando, legítimo orgullo de la República Argentina y de Amé~ica toda, lo mismo que por la forma tan cabal como el Instituto San­martiniano y su digno Presidente, doctor Ricardo Cavero-Egúsquiza han llevado a efecto este acto patriótico y cultural, que reafirma la obligación de los peruanos de mantener los principios venidos a no­sotros desde la Independencia y nuestra fé en los destinos de la vida democrática de América, como lo quisieron los Fundadores de la In­dependencia. Muchas Gracias".

DISCURSO DEL MINISTRO ARGENTINO, SR. HORACIO PORTELA

Acto continuo, el Ministro, Encargado de Negocios de la Re­publica Argentina, Sr. Horacio Portela pronunció el siguiente discurso:

"Señores:

Culminan hoy, con este acto, las ceremonias realizadas en el Perú para conmemorar el 1509 aniversario de la Revolución de Mayo de 1810. Y no solo han sido los actos oficiales o los efectuados en escuelas, institutos, centros de estudios civiles y militares u organiza­ciones del trabajo o deportivas, o las publicaciones periodísticas y las difusiones de las radioemisoras, las que han traído hacia nosotros los argentinos el afecto de este noble país. Ha existido, también, como un ambiente generalizado, como un coro fraternal de simpatía, como un efluvio que todo lo ha envuelto y todo lo ha perfeccionado, como un calor de abrazo, como un hálito emocionado, algo definido e indefinible, que nos ha rodeado todos estos días de celebraciones . . . Ha estado en torno nuestro el pueblo peruano, que, en correspon­dencia absoluta con el pueblo argentino, ha sentido latir su corazón al unísono con el nuestro, cuando se le habló de patria, de eman­cipación, de libertad. . . y ha sentido latir su corazón junto al co­razón argentino porque a través de los siglos anteriores a la In-. dependencia, durante los años de la lucha y en el triunfo final, fue-

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ron idénticos sus desvelos, tuvieron el mismo origen sus esperanzas, mezcló generosamente su sangre con la sangre argentina y marchó tras la misma bandera del ideal.

El pueblo del Perú, que cuando mira las estatuas que inmor­talizan a sus héroes, cuando recorre las páginas de su historia, cuan­do venera a sus próceres en el Panteón, cuando medita frente al anchuroso Mar Pacífico, cuando vé ondear su enseña bicolor, siempre encuentra una mano argentina amiga tendida hacia él para compartir sus victorias o para sufrir con él los reveses de su gloria.

Y mi pueblo tambien lo siente así. . . tambien, desde los orí­genes de su nacionalidad ha encontrado a peruanos ilustres entre sus mas preclaros forjadores de la patria; · sabe de la imprescindible coo­peración de los peruanos en la culminación de la gesta emancipadora, sabe de su sacrificio y heroísmo, y sabe - y siente orgullo por ello - que su prócer máximo, el General José de San Martín, no podía encontrar mejor escenario para sus hazañas ni mejor pedestal para su grandeza que el legendario Perú del Inca, de la nobleza criolla y del Sol. ..

Todos estos días de celebracion-es, señores, hemos visitado los mas variados lugares y hemos recibido los mas cálidos agasajos. El artesano, el industrial, el deportista, el militar, el hombre de ciencia, el artista, el funcionario del Gobierno, todos con la misma cordia­lidad han demostrado su espíritu solidario para con la Argentina en la gran recordación. Y hemos visto en la mirada gentil de los sabios y en la mirada límpida de los niños la misma emoción; en unos ins­pirada por la convicción profunda de su claro razonamiento, y en los otros por intuición profunda de una clara inspiración Providencial.

Y en este instante, en este recinto sagrado que atesora la pro­sapia _de la Lima Virreynal y las inquietudes ciudadanas de los hom­bres del presente por proyectar todas las virtudes que les legaran sus mayores en el amplio panorama del porvenir. . . en · este instante, todo ese conjunto de ideas, de imágenes, de emociones y de cordia­lidad, se juntan y se condensan en la veneración del nombre que inspira la patriótica labor, fecunda y sin desmayos, del Instituto Sanmartiano del Perú.

Señor Presidente del Instituto Sanmartiniano: Habéis trazado con mano maestra el cuadro del movimiento

de Mayo de 1810 y habéis ubicado en él los precursores y los pró-

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e la libertad. Permitidme que cierre este acto si no con las -:misn11ts palabras, al menos con la misma idea felíz que oí el Dos de

en boca de uno de los distinguidos hombres de armas del Perú:

"Que nuestros hijos no nos reprochen por no haber cumplido con honor el lapso de historia que nos cupo en suerte".

SE CIERRA LA ACTUACION

El discurso del Ministro Sr. Portela, como los de los anterio­res oradores, fue calurosamente aplaudido por la numerosa concu­rrencia.

Luego, se cerró el acto, entonándose el Himno Nacional Ar­gentino.

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