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Don Juan Tenorio, de José Zorrilla. Introducción: apuntes biográficos. José Zorrilla y Moral nació en Valladolid en 1817. Era hijo de una familia acomodada; su padre, don Diego, lo obligó a estudiar Derecho, pero lo dejó pronto para dedicarse a la literatura, su pasión de siempre. Sentía predilección por los temas medievales y por las leyendas españolas, llenas de valerosos héroes. Así lo pone de manifiesto en toda su obra, tanto en prosa como en verso. A los veinte años publicó su primer libro, titulado Poesías. Y pocos meses más tarde, estrenó con gran éxito una obra de teatro que había escrito en colaboración con un amigo. Su producción literaria fue abundante y de gran calidad. Sin embargo, la que le dio fama universal fue el drama Don Juan Tenorio, inspirada en dos obras de Tirso de Molina, autor teatral español del siglo XVII. El don Juan de éste es condenado al infierno a causa de sus fechorías; en cambio, el de Zorrilla se salva gracias al amor de doña Inés. Don Quijote y don Juan, muy distantes en el tiempo, son, no obstante, los héroes literarios españoles más conocidos en todo el mundo. Y ambos han sido fuente de inspiración de escritores y artistas a lo largo de los siglos. JoZorrilla, a pesar de tanto éxito, tuvo problemas económicos que lo llevaron a probar fortuna en México y en Roma. A su regreso a España, fijó su residencia en Madrid, donde falleció en 1893. Su entierro fue la última manifestación de la admiración que sentía por él todo el país. Desde su estreno en 1844, Don Juan Tenorio es una de

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Don Juan Tenorio, de Jos Zorrilla

Don Juan Tenorio, de Jos Zorrilla.

Introduccin: apuntes biogrficos.

Jos Zorrilla y Moral naci en Valladolid en 1817.

Era hijo de una familia acomodada; su padre, don Diego, lo oblig a estudiar Derecho, pero lo dej pronto para dedicarse a la literatura, su pasin de siempre.

Senta predileccin por los temas medievales y por las leyendas espaolas, llenas de valerosos hroes. As lo pone de manifiesto en toda su obra, tanto en prosa como en verso.

A los veinte aos public su primer libro, titulado Poesas. Y pocos meses ms tarde, estren con gran xito una obra de teatro que haba escrito en colaboracin con un amigo.

Su produccin literaria fue abundante y de gran calidad. Sin embargo, la que le dio fama universal fue el drama Don Juan Tenorio, inspirada en dos obras de Tirso de Molina, autor teatral espaol del siglo XVII. El don Juan de ste es condenado al infierno a causa de sus fechoras; en cambio, el de Zorrilla se salva gracias al amor de doa Ins.

Don Quijote y don Juan, muy distantes en el tiempo, son, no obstante, los hroes literarios espaoles ms conocidos en todo el mundo. Y ambos han sido fuente de inspiracin de escritores y artistas a lo largo de los siglos.

Jos Zorrilla, a pesar de tanto xito, tuvo problemas econmicos que lo llevaron a probar fortuna en Mxico y en Roma. A su regreso a Espaa, fij su residencia en Madrid, donde falleci en 1893. Su entierro fue la ltima manifestacin de la admiracin que senta por l todo el pas.

Desde su estreno en 1844, Don Juan Tenorio es una de las obras de teatro ms populares en Espaa.

PERSONAJES

Don Juan.

Don Diego, padre del anterior.

Marcos Ciutti, criado de don Juan.

Doa Ins de Ulloa, joven novicia seducida por don Juan.

Don Gonzalo de Ulloa, padre de doa Ins, comendador de Calatrava.

Brgida, sirvienta de doa Ins.

Cristfano Buttarelli, dueo del Hostal El Laurel, donde se hospeda don Juan.

Centellas, capitn del ejrcito, amigo de don Juan.

Don Rafael de Avellaneda, compaero del anterior y, como l, amigo de don Juan.

Don Luis Meja, prometido de doa Ana Pantoja y enemigo de don Juan.

Doa Ana de Pantoja, prometida del anterior, seducida engaosamente por don Juan.

Miguel, sirviente de Buttarelli.

Pascual, sirviente de don Gil de Pantoja, padre de doa Ana.

Luca, sirviente de doa Ana de Pantoja.

Abadesa del convento de doa Ins.

Escultor.

Sombra de doa Ins.

Estatua de don Gonzalo.

RESUMEN POR ESCENAS

ACTO PRIMERO: Libertinaje y escndalo

Don Juan, con antifaz, en la hostera de Butarelli.

Llegada de don Gonzalo de Ulloa y don Diego Tenorio.

Centellas y Avellaneda.

En qu consiste la apuesta.

Don Juan gana la apuesta.

Nuevo desafo: una novicia y doa Ana.

Clera de don Gonzalo.

Consternacin de don Diego

La justicia detiene a don Juan y a don Luis.

ESCENA I

Don Juan es un personaje extrovertido, seductor y mujeriego. Dotado de un gran talento y simpata, tiene un don especial para atraer la admiracin de los dems, sobre todo de las mujeres.

Es carnaval y la gente, disfrazada, celebra la fiesta con gran alboroto callejero.

Don Juan se hospeda en el hostal de Buttarelli; est dentro, lleva puesto un antifaz y escribe una carta. Como le molestan los gritos de la muchedumbre, piensa salir a poner orden cuando termine.

-Cunto gritan esos hombres! Ya me encargar yo de hacer que se callen cuando acabe esta carta! -se dice a s mismo.

Mientras, Ciutti, su criado, permanece cerca, por si su seor necesita algo. El dueo del hostal no reconoce a don Juan debido al antifaz y le pregunta a Ciutti si est al servicio de tan noble seor, a lo que aqul responde:

-S, ya llevo un ao a su servicio.

-Y ests contento? -aadi Buttarelli.

-Desde luego. Tengo ms de lo que necesito: comida, dinero, tiempo libre y mujeres.

En ese instante, don Juan introduce la carta en un sobre y, despus de cerrarlo, lo pone entre las hojas de un libro. Entonces, le dice a su criado:

-He metido una carta dentro de este libro; le debe llegar a doa Ins.

-S, seor, al instante. Y espero respuesta? -pregunt el sirviente.

-Su sirvienta, que conoce mis intenciones, te dar una llave, unas seas y la hora concreta a la que debemos encontramos. Ah!, y regresa enseguida -contest don Juan.

Ciutti sale entonces deprisa a cumplir el encargo de su seor.

ESCENA ll Don Juan llama a Buttarelli y le pregunta:

-Sabes, acaso, si ha venido hoy don Luis Meja?

-No, seor. No est en Sevilla; pero esta noche hace un ao de la apuesta entre don Juan y l.

-Y sabes qu apostaron? -aadi don Juan-.

Quin de los dos hara ms dao en el plazo de un ao.

Sorprendido, Buttarelli pregunta:

-Conocis acaso la historia?

Don Juan, sin inmutarse, contesta:

-Entera. Por eso te pregunto por Meja. Y no tienes confianza en que don Luis acuda a esta cita?

Buttarelli responde:

-No, no creo. El fin del plazo de aproxima y estoy seguro que ninguno se acuerda ya de la apuesta. Y vos, de alguno de ellos sabis algo?

Don Juan, que no quiere dar muchas explicaciones al hostelero, le dice:

-Quizs sepa algo. Al menos uno s que vendr; pero, por si acaso los dos finalmente llegan, prepara una mesa para ellos y tus dos mejores botellas.

Aunque Buttarelli quera seguir interrogando al forastero, don Juan le interrumpe y, sin ms comentario, se despide y sale.

ESCENA III

Reflexionando sobre todo lo que le acaba de contar don Juan, Buttarelli comprende que, efectivamente, los dos rivales estn en Sevilla y que el forastero con el que acaba de hablar, sin duda, est bien informado. En ese momento, oye un gran alboroto fuera: el forastero est riendo en la plaza con un gran nmero de personas, a las que se enfrenta y hace huir. Entonces, llama a su sirviente:

-Miguel, ven aqu, rpido.

ESCENA IV

El joven criado de Buttarelli se presenta y pregunta a su seor qu desea. ste le dice:

-Prepara una mesa y trae dos botellas de nuestro mejor vino, date prisa.

ESCENA V

Don Gonzalo, padre de doa Ins, entra en el hostal y pregunta al dueo si conoce a don Juan Tenorio, a lo que ste responde afirmativamente. Luego trata de saber si ha concertado all una cita esa noche.

-Cierto -responde Buttarelli-. Prepar esta mesa para don Luis y para l. Vais a acompaarles?

-No compartir la cena -dijo don Gonzalo-, pero quisiera presenciar el encuentro.

El hostelero, deseoso de satisfacer los deseos de tan noble cliente, le contesta:

-Como gustis. Os puedo preparar esta mesa que est junto a la que les he reservado a ellos. Oh, qu escena nos espera!, escuchar la disputa entre los dos jvenes ms gentiles de Espaa.

-S -exclam don Gonzalo-, y los ms viles tambin. Por cierto, preferira ocultarme y poder verlos sin que la gente me pudiera reconocer.

-Har lo que proceda para complacerle. Como estamos en carnaval, no es ningn deshonor, ni siquiera para los nobles seores, ponerse un antifaz. Le traer uno y, as, nadie lo reconocer.

ESCENA VI

Don Gonzalo, esperando su mesa, est pensando se dice a s mismo:

-No puedo imaginar que exista un hombre como ste y no quiero cometer una injusticia. Yo mismo prefiero averiguar la verdad, pero, de ser cierta la apuesta, antes prefiero muerta a mi hija que casada con Tenorio. Sera una boda muy beneficiosa, pero no quiero que mi hija pueda sufrir por culpa de un hombre as.

ESCENA VII

Buttarelli le trae un antifaz a don Gonzalo, que le pregunta si falta mucho para la cita. El hostelero responde:

-No estoy muy seguro de que acudan a la cita, pero, si tanto os importa, la hora convenida est ya prxima.

Don Gonzalo, entonces, se puso el antifaz y se sent en una mesa cercana. Dijo para s mismo:

-Qu un hombre como yo tenga que esperar aqu y hacer frente a una situacin como sta! En fin, todo sea por la paz de mi casa y por la felicidad de una hija sencilla y pura.

ESCENA VIII

Don Diego, padre de don Juan, entra, tambin enmascarado, en el hostal y pregunta a Buttarelli si es cierto que Tenorio tiene all una cita, a lo que ste contesta que s. Don Diego se sienta a una mesa, en el lado opuesto a don Gonzalo, y dice:

- Entonces esperar. Qu un hombre de mi linaje entre en tan ruin mansin! Pero por mi hijo soporto cualquier humillacin. Esta noche quiero ver si es verdad o mentira lo que se dice de l.

Mientras, Buttarelli, desde el fondo del local, observa a los dos hombres, que permanecen enmascarados y en silencio. Y se dice:

-Vaya un par de hombres silenciosos! Estos no necesitan mis servicios, pero pagan bien el gasto que no hacen. As se prospera en la vida.

ESCENA IX

Hacen acto de presencia en el hostal el capitn Centellas, dos caballeros y Avellaneda, que vienen tambin para presenciar el encuentro entre don Juan y don Luis Meja.

Buttarelli saluda a los recin llegados:

-Seor capitn Centellas, cmo es que estis por aqu?

aqu?

ste responde:

-Las guerras del Emperador me llevaron a Tnez, pero gracias a mi riqueza he podido volver a Sevilla y, segn me cuentan, llego a tiempo para renovar viejas

Hacen acto de presencia en el hostal el capitn Centellas, dos caballeros y Avellaneda, que vienen tam- bin para presenciar el encuentro entre don Juan y don Luis Meja.

Buttarelli saluda a los recin llegados:

-Seor capitn Centellas, cmo es que estis por

aqu?

aqu?

ste responde:

-Las guerras del Emperador me llevaron a Tnez, pero gracias a mi riqueza he podido volver a Sevilla y, segn me cuentan, llego a tiempo para renovar viejas

aqu?

ste responde:

-Las guerras del Emperador me llevaron a Tnez, pero gracias a mi riqueza he podido volver a Sevilla y, segn me cuentan, llego a tiempo para renovar viejas

ste responde:

-Las guerras del Emperador me llevaron a Tnez, pero gracias a mi riqueza he podido volver a Sevilla y, segn me cuentan, llego a tiempo para renovar viejas amistades. Trenos unas cuantas botellas de vino y cuntanos cosas de la disputa sobre la cual hay controversia!

El hostelero contesta:

-S, s, pero, antes, dejadme ir a la bodega.

ESCENA X

Los anteriores, sentados a otra mesa, hacen apuestas acerca del triunfador. Y mientras Centellas se inclina por don Juan, de quien dice que no hay otro como l sobre la Tierra, Avellaneda pronostica el xito de Meja, que es buen amigo suyo.

ESCENA XI

Buttarelli entra con las bebidas y los citados anteriormente le piden informacin sobre la apuesta y sobre el encuentro que debe tener lugar en breve. Aqul les relata todo lo ocurrido hasta ese momento. Cuando estn haciendo suposiciones sobre la identidad del hombre enmascarado que haba escrito la carta y encargado preparar la mesa para los dos '-protagonistas de la apuesta, el reloj da las ocho, la hora convenida para la cita. Varias personas entran y se sitan por todo el local. Entonces, entra don Juan, con antifaz, y se dirige a la mesa preparada para l y don Luis, dispuesto a ocupar una de las sillas; a continuacin, entra don Luis, tambin con antifaz, que hace lo mismo.

ESCENA XII

Al tratar de sentarse don Luis en una de las sillas de la mesa reservada, su contrincante le dice:

-Esa silla est ocupada.

A lo que Meja responde:

-Lo mismo digo, para un amigo la tengo yo reservada.

La reaccin de Tenorio no se hace esperar:

-Entonces... sois don Luis Meja.

-Y vos don Juan Tenorio.

Habindose ya presentado y quitado los antifaces, se sientan en el lugar reservado. Rodeados de gente, recuerdan el motivo del encuentro: una apuesta. Don Luis afirm un da que en Espaa no haba nadie capaz de hacer lo que l haca; a esto haba contestado su rival:

-Nadie ha de hacer lo que hara don Juan Tenorio.

Ante tal desafo, una cuestin de honor: ver quin es el triunfador y quin el vencido. No sera un duelo de armas, sino de hechos. Lo realizado por cada uno

de ellos viene resumido en varias hojas que sacan en ese momento.

Interviene en primer lugar don Juan:

-Pues yo, buscando sitios nuevos para realizar mis hazaas, llegu a Italia, un paraso donde abundan los placeres, pendencias, amores y desafos. Perseguido, sal de all disfrazado y me incorpor al ejrcito espaol. Tras cinco o seis desafos, lo abandon y me fui a Npoles; en medio ao que all estuve, no hay escndalo ni engao en que no estuviera metido. Por donde quiera que fui, la razn atropell, me re de la virtud, a la justicia burl y a las mujeres enga. En todos los sitios donde estuve guardan un mal recuerdo de m; no respet ni nada ni a nadie. Todo lo que consegu est escrito en este papel. Pero antes de leerlo, quiero or vuestras aventuras.

Don Luis toma la palabra y empieza a contar su historia:

-Llegu a Flandes, donde tuve muy mala suerte, pues, en el primer mes viviendo all, perd toda mi fortuna. Y puesto que estaba sin dinero, me un a unos bandoleros, con los que comet numerosos desmanes y a los que, al final, acab robando. Despus me fui a Alemania y, de ah, a Francia buen pas! Y, como vos, en medio ao que all estuve, no hay escndalo ni engao en que no estuviera metido. Por donde quiera que fui, la razn atropell, me re de la virtud, a la justicia burl y a las mujeres enga. Lo conseguido por m est escrito en este papel. Contad.

Comienzan, entonces, a leer y contar el nmero de fechoras de cada uno de ellos: don Juan haba matado treinta y dos hombres y conquistado a setenta y dos mujeres. Por su parte, don Luis tena constancia de veintitrs muertos y cincuenta y seis conquistas. Ganaba, pues, el primero.

Don Juan, vindose el vencedor, presume que conquist mujeres de condicin social muy diversa:

-Desde una princesa real a la hija de un pescador; he conquistado a mujeres de todas las escalas sociales.

No obstante, don Luis indica a su rival que, aunque esto es cierto, todava le falta una por conquistar: una novicia. Y a esto respondi don Juan:

-Pues yo os complacer doblemente, porque, adems de la novicia, conquistar a la novia de algn amigo que est prxima a contraer matrimonio. Y, como vos vais a casaros, maana pienso quitaros a vuestra novia, doa Ana de Pantoja.

Esto provoca la indignacin de Meja, que apuesta su vida a que evitar que eso suceda.

Antes de que don Juan abandone el local, don Gonzalo se levanta de su silla, se quita el antifaz y se dirige a l, dicindole:

-Antes de salir, don Juan, debis or lo que tengo que deciros. Hace tiempo, vuestro buen padre, don Diego, y yo acordamos que os casarais con mi hija; antes de que fuera demasiado tarde, quise por m mismo saber cmo erais y por eso vine hoy aqu al anochecer. Me avergenzo de vos; y no pensis ms en doa Ins, porque, antes de consentir que se case con vos, la mato.

Don Juan, con gesto altanero y desafiante contest:

-Me hacis rer, don Gonzalo, pues venir a provocarme es como ir a amenazar a un len con un palo.

Y puesto que hablamos de esto, yo os quiero advertir que, o me dais a vuestra hija, o ir a quitrosla. Lo siento, pero slo una mujer como sta falta para mi apuesta, y apostada est ya.

En ese instante es don Diego quien se levanta y confiesa a don Juan su asombro ante lo que acaba de or.

-Ah! No poda creer lo que me decan de ti. Pensaba que mentan y por eso te vine a ver.

Tenorio, sin saber todava quin le hablaba con tanta dureza, le arranca el antifaz y descubre, atnito, que se trata de su padre. Don Diego, avergonzado e indignado por tanta infamia cometida por su hijo, renuncia a su condicin de padre y abandona el lugar en compaa de don Gonzalo.

ACTO SEGUNDO: Destreza

Don Luis vigila la casa de su dama.

Don Juan tiende una trampa a don Luis.

Soborno de una criada de doa Ana.

ESCENA I

Don Luis se encuentra en e1 exterior de la casa de su prometida, doa Ana de Pantoja. Quiere avisarla de lo que est pasando en Sevilla y del peligro que corre, aunque no sabe cmo. Est pensando cmo actuar, cuando oye que alguien llega.

ESCENA ll

Quien llega es Pascual, sirviente de don Gil, padre de doa Ana. Don Luis le saluda y le cuenta lo que pasa:

-Hace tiempo, dominados por una gran locura, don Juan y yo decidimos apostar cul de los dos sabra obrar peor; ambos nos hemos portado malvadamente y hemos cometido infinitas fecharas. Pero l es un demonio y por fin me ha aventajado. Le puse no s qu objecin, nos dijimos no s qu, y el hecho fue que l, altanero, me dijo: "y si esto no es suficiente para vos, puesto que maana os casis con doa Ana, os apuesto a que antes de que os casis os la quito yo. Ahora, me tiene muy preocupado, porque lo conozco bien y sospecho que esta noche va a intentar cumplir su amenaza. As que, la nica solucin que se me ocurre es que pase yo esta noche dentro de la casa, para poder proteger a doa Ana.

Aunque a Pascual no le gustaba la idea, al final, cedi y respondi:

-Est bien, escuchad, mi cuarto es suficientemente grande y cabremos los dos; podis permanecer dentro de l, pero debis estar callado. Hasta maana, los dos permaneceremos en vela para proteger a doa Ana. Pero no podis entrar todava; no, hasta que no se acueste mi seor, don Gil, y todo quede en silencio. En esa calleja estrecha hay una ventana con una reja; llamad a las diez y os abrir.

Ambos se despiden y don Luis promete volver a la hora convenida.

ESCENA Ill

Don Luis Meja, pese a la ayuda prometida de Pascual, sigue muy preocupado. Se dice a s mismo:

-Jams tuve tal desasosiego, tengo un mal presentimiento... De don Juan temo, ms que su valor, su suerte; parece que le ayuda Satans en todo cuanto intenta

. Es un hombre infernal y estoy seguro que, si me aparto de aqu, me acabar burlando .Debo entrar ahora.

Llama a la ventana de la casa de doa Ana que le haba indicado Pascual.

ESCENA IV

A las llamadas de don Luis responde, no Pascual como esperaba, sino doa Ana. Sorprendida de ver all a su prometido, le pregunta a qu se debe la visita. Aquel responde:

-Vengo a avisaros de un hombre al que temo.

Vos estis tranquila, porque no conocis ni su nombre ni su suerte. Pero yo lo conozco bien... Dios es testigo que nada temo mientras tenga mi espada y ese hombre venga de frente contra ti; pero es audaz como el len, y astuto como la serpiente.

Ella, no obstante, lo tranquiliza y le dice:

- Y qu temes de l si eres t el dueo de mi corazn? No te preocupes y duerme en paz, que nada conseguir de m.

Pese a ello, Meja, conocedor del poder de seduccin de don Juan, no est tranquilo y pide a Ana que le haga un favor.

ESCENA V

Don Luis y su prometida, doa Ana, continan hablando a travs de una de las ventanas de la casa de sta. Lo hacen en voz muy baja, ya que es de noche y, adems, no quieren que nadie pueda orles.

Don Juan y su criado tambin han llegado a casa de doa Ana; ven como habla con don Luis y se ocultan tras una esquina para no ser vistos. Mientras, Tenorio explica a su sirviente cul es su plan:

-Mira Ciutti: t te escondes en esa calle con algunos de mis hombres y capturis por sorpresa a Meja.

As, ella ignorante y con l preso, nada impedir que realice mis planes.

ESCENA VI

Don Luis pide permiso a su prometida para entrar en su casa y as poder cuidarla y protegerla mejor de don Juan. Queda con ella en volver ms tarde:

-Volver, pues, a eso de las 10; esprame, que ser puntual. Una vez dentro de tu casa, ya puede venir Tenorio, que yo le har frente.

Pero, cuando se estaban despidiendo, oyen ruidos en la calle.

ESCENA VII

Meja pregunta quin anda por ah y aparece don Juan, que dice:

-Doa Ana est entre los dos, pero vos estis acorralado, as que me la quedo yo.

Don Luis se dispone a sacar su espada para enfrentarse a su enemigo, cuando Ciutti y otros hombres al servicio de Tenorio lo apresan a traicin. Don Juan les ordena:

-Encerradlo hasta maana.

ESCENA VIII

Mientras, don Juan se regocija imaginando ya prximo su triunfo sobre don Luis. Se dice a s mismo:

-Qu bien ha salido todo. Estas son las aventuras que dan fama: mientras le quito a su novia, l estar rabioso encerrado en mi bodega. Y ella? Cuando crea estar con l... Ja! Ja! Pero... por all veo algo negro que se acerca, creo que es la sombra de una mujer. Otra aventura? Me alegro.

ESCENA IX

Se trataba de Brgida, la criada de doa Ins, que estaba de acuerdo con Tenorio para facilitarle la conquista de su seora a cambio de dinero. Como ste pareca desconfiar de que se hubieran cumplido sus rdenes, la mujer le dice:

-La bolsa y el papel que me entreg vuestra criada ya se lo di a doa Ins; en este momento lo estar leyendo. Ella es muy joven e inexperta en las cuestiones del amor y, como le he hablado muy bien de vos, os seguir como una dcil cordera. Le dije tambin que erais el hombre que su padre haba elegido para casarse con ella y que estabais muerto de amor, desesperado por ella. En fin, le he hablado de tal manera que ahora tambin os ama y no piensa ms que en vos.

Tenorio responde:

-Lo que empez como una apuesta y un pasatiempo se ha convertido en deseo y en verdadero amor por doa Ins.

Entonces, como Brgida ve que don Juan est decidido y tiene intencin de seguir adelante con sus planes, le indica cmo llegar esa noche hasta su seora:

-Cuando las campanas toquen, saltad al huerto con cuidado; por all entraris al convento con la llave que os he dado. Veris un camino largo y estrecho; seguidlo y, al final, llegaris sin dificultad al cuarto de doa Ins.

l responde:

-Muy bien; si consigo mi propsito, te recompensar con una gran cantidad de oro.

Tras este breve dilogo se despiden y quedan en verse a la hora convenida.

ESCENA X

Tenorio sigue cerca de la casa de doa Ana. Est satisfecho de cmo le va saliendo todo y se dice a s mismo:

-S, seor, gran jugada. Muchas he hecho hasta ahora, pero la de hoy es de las que te dan fama universal.

Entonces, ve a su criado, lo llama y le pregunta qu ha sido de don Luis. Ciutti responde:

-Por hoy os habis librado de l.

Ya sin nadie que pueda obstaculizar sus planes, se dirige a casa de los Pantoja y le dice a su sirviente que llame a la ventana con la seal que tena convenida con Luca, una de las criadas de doa Ana. Luca se asoma.

ESCENA XI

Tenorio explica a la joven quin es y que desea que lo deje entrar para estar con su seora, doa Ana.

Luca, al principio, se niega; pero, cuando don Juan le ofrece a cambio de sus servicios una gran cantidad de oro, accede a abrirle la puerta. Quedan a las diez de la noche.

Luca cierra la ventana y Ciutti se acerca a don Juan a una seal de ste.

ESCENA XII

Don Juan, rindose, le dice a su criado:

-Con oro no hay nada que falle. Ya sabes mis planes: a las nueve en el convento y a las diez en esta calle.

ACTO TERCERO: Profanacin

Doa Ins ha de profesar en el convento.

La carta de don Juan.

Rapto de doa Ins.

Don Gonzalo de Ulloa en el convento.

ESCENA I

Doa Ins tiene en las manos el libro y la carta que le ha enviado Tenorio, pero duda si leerla. En esto, interviene Brgida, que para convencer a su seora le dice:

-Si no cogis ese libro y leis la carta, le vais a dar tal disgusto que seguro va a enfermar; lo estoy viendo.

Doa Ins finalmente accede y comienza a leer la carta de don Juan. En sta, le confiesa que la ama con locura y le miente sobre el acuerdo de sus padres en su matrimonio. Le dice:

"Doa Ins de mi alma, de donde el sol toma su luz, hermossima paloma sin libertad, nuestros padres han hablado y han planeado nuestra boda; desde entonces estoy contento y slo vivo con la esperanza de que nos encontremos. Recuerda que, al pie de esos muros que te guardan, te esperan mis brazos para salvarte. Acurdate de quien llora bajo tu ventana, de quien vive slo por ti, y de quien correra a ti si se lo pidieras. Adis, Ins de mi alma, y no dudes en llamarme si deseas salir de la tristeza de ese convento, que a todo me atrever por ti."

Doa Ins est todava emocionada por lo que acaba de leer, cuando ambas mujeres oyen ruidos; son pasos que se acercan. Don Juan se aproxima.

ESCENA II

Doa Ins no sale de su asombro e impresionada por ver a don Juan se desmaya. Para Tenorio esto no supone un problema; por el contrario, dice:

-Mejor: gracias al desmayo me ser ms fcil sacarla del convento. Vamos, no perdamos ms tiempo en mirarla y contemplarla.

Brgida, sorprendida por las prisas de don Juan, pregunta:

-Pero, vais a sacarla as?

l responde:

-Tonta, piensas que entr en el convento para dejrmela aqu? Mi gente me espera abajo: Sgueme.

ESCENA Ill

Don Gonzalo, padre de doa Ins, llega al convento donde se encuentra su hija y solicita hablar con la abadesa. Cuando est ante ella, le dice:

-Perdonad, madre abadesa, que os moleste a estas horas, pero para m este es un asunto que afecta a mi honra y a mi vida. Acabo de ser informado que han visto hoy a Brgida, la sirvienta de mi hija, hablar con el criado de don Juan Tenorio, hombre audaz y malvado. Hace tiempo pens casar a Ins con l, pero poco despus, al descubrir cmo era realmente y negrsela, me juro robrmela. Que se han puesto de acuerdo con la sirviente no puedo dudarlo ya y debo actuar deprisa si no quiero ver manchado mi honor. Por tanto, os agradecera que hicierais venir a ambas a mi presencia.

La abadesa, en principio, no puede creer que los argumentos y las prisas del comendador sean justificados. Le responde:

-Sois padre, y vuestra preocupacin es muy justa, comendador, pero ved que vuestras sospechas me ofenden. Aunque pintis tan malo a ese hombre, os puedo asegurar que, mientras Ins est aqu, estar segura.

No obstante, la abadesa ordena a otra religiosa que vaya a buscar a doa Ins y a su sirvienta.

ESCENA IV

La religiosa que haba sido enviada a buscar a doa Ins regresa sofocada e informa que no estn en sus habitaciones y que un hombre ha sido visto saltar por las tapias de la huerta. En esto, encuentran tambin la carta de amor escrita por Tenorio y que le haba cado a doa Ins. Su padre, muy alterado, dice a la abadesa:

-Lo veis, mientras que vos rogis por ella a Dios, viene el diablo y os la quita. Ay de m! Corramos tras ellos. ACTO CUARTO: El diablo a las puertas del cielo

Turbacin de doa Ins.

Don Juan declara a doa Ins su amor.

Don Juan se transforma por el amor de doa Ins.

Don Luis y don Gonzalo en el palacio.

Don Juan da muerte a don Luis y a don Gonzalo.ESCENA I

Doa Ins ha sido llevada, todava inconsciente, al domicilio de don Juan, sobre el ro Guadalquivir, cerca de Sevilla. l se ha quedado en la ciudad para arreglar unos asuntos. Cuando doa Ins despierta, Brgida se queda a solas con su seora para poder hablar con ella.

ESCENA ll

Doa Ins recobra el conocimiento, pero no sabe ni dnde est ni por qu o cmo ha llegado all.

Pregunta a su sirvienta:

-Pero, qu es esto? Ay de m! Quin me trajo hasta aqu?

Brgida le dice que est en casa de don Juan y le miente acerca del modo y el motivo por el que llegaron all:

-Estabais en el convento, leyendo con mucho inters la carta de don Juan, cuando, de repente, estall un gran incendio. Casi no podamos respirar y el fuego se extenda rpidamente; don Juan pasaba por all por casualidad y, como os ama, al ver el fuego, entr para salvaros. Vos, al verle llegar, os desmayasteis. Como vos estabais desmayada y yo casi ahogada, l decidi alojarnos en su casa hasta hoy.

Doa Ins, entonces, muestra su preocupacin por estar en la casa de Tenorio, pues una joven soltera y de buena familia como ella no poda estar en la casa de un hombre mujeriego y de mala fama sin poner en riesgo su honor:

-Brgida, estoy confundida; soy noble y tengo honor, y s muy bien que la casa de don Juan no es sitio para una mujer honrada. Ven, salgamos.

Cuando oyen que alguien se acerca por el ro, intentan huir, pero no lo consiguen y se encuentran de frente con don Juan y su criado.

ESCENA Ill

Como doa Ins est decidida a irse, Brgida hace un comentario para que Tenorio comprenda la mentira que le ha contado a su seora:

-Seor, el comendador seguro que est impaciente por su hija, puesto que, a estas horas, ya sabr lo del fuego. Qu accidente!

Don Juan entiende la situacin y, con el fin de tranquilizar a doa Ins y conseguir que no se marche, tambin le miente:

- El fuego! Ah, es verdad! Pero no os preocupis ms, porque vuestro padre duerme tranquilo. Le he enviado un mensaje, dicindole que estabais en mi casa segura y muy tranquila.

Entonces, don Juan aprovecha que la joven se ha tranquilizado y, de manera apasionada, comienza a declararle su amor; ella, inocente e inexperta, se deja llevar por la pasin del momento y le confiesa tambin que lo ama. l, realmente enamorado y emocionado, le dice:

-Este amor que hoy siento en mi corazn no es amor carnal, como el que siempre he sentido hasta ahora. S, ir a hablar con el comendador: o consiente en nuestra boda o me tendr que matar.

En esto oyen que se acerca una barca por el ro y don Juan sale un momento para ver de qu se trata.

ESCENA IV

Don Juan ve que quien se acerca en barca a su casa es un hombre enmascarado. Entonces, pregunta:

-A qu vens a esta hora y con tanta prisa?

El desconocido responde:

-Soy don Luis y vengo a mataros: me habis maniatado y habis asaltado la casa de doa Ana, usurpando mi puesto con ella. Yo la amaba, pero, puesto que la habis deshonrado, imposible la habis dejado para vos y para m.

Don Juan pregunta:

-Si tanto os importaba, por qu hicisteis la apuesta conmigo?

-Porque nunca pens que lo pudierais lograr -contesta don Luis-, y vamos a luchar ya, que me impaciento.

Cuando se disponen a batirse, oyen un ruido y esperan a ver quin llega.

ESCENA V

Ciutti, el criado de don Juan, le advierte que llega el comendador, don Gonzalo Ulloa, acompaado de gente armada, y le pide que huya para salvar la vida. En vez de eso, Tenorio le ordena:

-Djale libre la entrada, pero slo a l.

ESCENA VI

Para poder hablar con el comendador, don Juan pide a don Luis, que haba llegado primero y con el que se dispona a enfrentarse, que le conceda unos minutos.

Como ste no se fa, Tenorio le dice:

-Entrad aqu, desde ah ved y escuchad; libre tenis esa puerta para salir y actuar si veis que mi conducta no os gusta.

ESCENA VII

Entra don Gonzalo, indignado y furioso, dispuesto a vengar el honor de su hija. Cuando ve a Tenorio le grita:

-Miserable, t has robado a doa Ins. Y aqu estoy para matarte y recuperar mi honor.

Don Juan, en vez de hacerle frente, lo recibe de rodillas y, con humildad, le suplica perdn y el consentimiento para casarse con doa Ins:

-Jams he suplicado, ni a mi padre ni a mi rey. Pero escuchadme, yo adoro a doa Ins, su amor me transforma en otro hombre y ella puede hacer un ngel de quien fue un demonio. Si me dejis, yo ser el esclavo de vuestra hija, en vuestra casa vivir, vos gobernaris mi hacienda, pasar en reclusin el tiempo que sealis, os dar las pruebas que exigieres de mi sumisin y respeto... Lo que sea hasta que vuestro juicio estime que la puedo merecer, momento en que la har mi esposa.

Pero don Gonzalo, encolerizado, le responde:

-Nunca, nunca! T su esposo? Primero la matar. Entrgame a mi hija o acabo contigo ahora mismo.

Tenorio, viendo que don Gonzalo no va a ceder, le dice:

-Dese cuenta de que he querido satisfacerle por cuantos medios he podido, y he tolerado sus insultos con paciencia, proponindole la paz de rodillas.

ESCENA VIll

Don Luis, que lo ha contemplado todo, aparece rindose. Don Gonzalo, extraado por su presencia, pregunta:

-Quin es ese hombre?

Don Luis le responde:

-Un testigo de su miedo y un amigo para vos -y, dirigindose a Tenorio, aade:- La ira soberana de Dios une, como ves, al padre de doa Ins y al vengador de doa Ana. Mira el fin que aqu te espera.

Don Juan, vindose ante dos personas resueltas a matarlo, decide no esperar ms y se enfrenta a sus enemigos. Primero, se dirige al comendador:

-Que triunfe el infierno, pues, Ulloa, dado que me niegas el amor de doa Ins y me obligas a seguir con mi vida inmoral, cuando Dios me llame a juicio, t responders por m.

Entonces, le dispara y lo mata. Volvindose hacia don Luis, le dice:

-y t, insensato, di con razn que cara a cara te mat.

Empiezan a batirse a espada y, al poco tiempo, lo mata de una estocada. Entonces, culpa al cielo de que no le permita dejar atrs su vida criminal:

-Llam al cielo y no me oy, y como su puerta me cierra, de mi vida en la tierra responda el cielo, y no yo.

Al or que se acercan los hombres del comendador, huye en barca por el ro.

SEGUNDA PARTE

ACTO PRIMERO: La sombra de doa Ins

Don Juan, en el panten.

La emocin de don Juan.

Advertencias de la estatua de doa Ins.

Encuentro con Centellas y Avellaneda. Invitacin a don Gonzalo.

ESCENA I

En el palacio de la familia Tenorio en Sevilla se ha construido un gigantesco panten, donde estn enterradas muchsimas personas, la mayora asesinados por don Juan. El escultor encargado de hacer las estatuas de los fallecidos acaba de finalizar su ltimo trabajo y se dispone a irse cuando oye el ruido de alguien que se acerca.

ESCENA II

Don Juan llega a la que fue su casa y, como no la encuentra, pregunta al escultor:

-Hace aos que falto de Espaa y, al llegar a estas verjas, me he encontrado este recinto enteramente distinto a como lo dej.

El escultor le responde:

-Lo creo; como que esto era entonces un palacio y hoy es un panten. Tal fue la voluntad de su dueo, y fue un empeo que dio admiracin al mundo: dej su hacienda entera al que la empleara en un panten que asombrara a las generaciones futuras; pero con la condicin de que se enterraran en l los que sucumbieron de modo cruel a manos de su hijo.

Don Juan empieza a mirar alrededor y reconoce las estatuas de la gente que fue matando a lo largo de su vida, entre ellas las del comendador y la de don Luis Meja. De repente, se fija en la estatua de doa Ins y le pregunta al escultor cmo muri. ste le dice:

-Dicen que muri de pena cuando volvi de nuevo al convento, abandonada por don Juan.

Tenorio, entonces, quiere quedarse a solas y le pide al escultor que se vaya, ofrecindose a cerrar l el panten. ste, al principio no quiere, pero al saber que se trataba de don Juan, conociendo su reputacin y temiendo por su vida si le lleva la contraria, decide dejarle solo.

ESCENA IIIDon Juan se encuentra solo entre todas las estatuas y dice:

-Mi buen padre emple en esto toda nuestra fortuna; hizo bien, pues, de no haber sido as, seguro que yo la habra malgastado en cualquier juego. -Dirigindose a las esculturas:- No os podis quejar de m; os quit buena vida al mataros, pero tambin os di buena sepultura. Qu hermosa noche! Y cuntas noches como sta he perdido en malas aventuras!

Mira, entonces, de manera especial, la estatua de doa Ins y exclama:

-Mrmol que alojas el cuerpo sin vida de doa Ins, deja que el alma de un triste llore un momento a tus pies. Inocente doa Ins, cuya hermosa juventud encerr en el atad quien llora ahora a tus pies, si a travs de esa piedra puedes mirar la amargura de mi alma, preprame un sitio a tu lado en tu misma sepultura. Oh, doa Ins de mi vida! Si es cierto que hay un Dios en el cielo, dile que mire a don Juan, llorando en tu sepultura.

ESCENA IV

Aparece la sombra de doa Ins y, dirigindose a

Tenorio, le dice:

-Yo soy doa Ins, don Juan, que te oy en su sepultura.

Don Juan, atnito, pregunta:

-Entonces... Vives?

La sombra responde: -Vivo para ti. Yo ofrec mi alma a Dios a cambio de la tuya impura. Al ver cmo te amaba, me concedi unir el destino de nuestras dos almas.

Tenorio, confuso, se pregunta en voz alta: -Estoy despierto o tal vez sueo con las sombras de un paraso?

La sombra responde:

-No, no ests soando. Y piensa que, si te arrepientes y actas bien, nos podremos salvar; pero, si actas mal, causars nuestra eterna desgracia. Reflexiona, don Juan, y no pierdas un instante, porque esta noche se acaba tu tiempo.

Y dicho esto, la sombra desaparece.

ESCENA V

Don Juan est sobrecogido por la sombra de doa Ins y por las palabras que le ha dicho. Por eso, al ver a sus amigos Centellas y Avellaneda, piensa que son espectros. Cuando oye que stos lo llaman repetidamente por su nombre, responde:

-Apartaos de m, irreales sombras!

Ellos se acercan y tratan de tranquilizarlo. Centellas le dice:

-Tranquilizaos, don Juan. No somos sombras, si- no hombres que os conocen y os aprecian. A la luz de las estrellas os hemos reconocido y hemos venido a da- ros un abrazo.

Avellaneda, por su parte, le pregunta:

-Pero, qu hacis aqu? Conocis este sitio? Tenorio responde:

-Es el panten familiar. Aqu slo veris amigos de mi niez o testigos de mi audacia y valor. No quiero seguir aqu, vmonos.

Los amigos lo siguen y Centellas aade:

-Vamos, y nos contaris el motivo de que volvis a Sevilla por tercera vez.

Don Juan, entonces, les dice:

-Cenaremos los tres solos en mi casa, a no ser que tambin quiera asistir alguno de stos. -Seala a la estatua del comendador-. T eres el ms ofendido, pe- ro, si lo deseas, tambin te invito a cenar.

Centellas, sorprendido por lo que acababa de or, dice a Tenorio:

-Don Juan, invitar a cenar a la estatua de un muerto... Eso no es valor, sino locura.

A lo que don Juan respondi:-Llamadlo como queris; yo soy as. Vmonos. Y lo dicho, comendador, queda invitado.

ACTO SEGUNDO: La estatua de don Gonzalo

Cena en casa de don Juan.

Las estatuas de don Gonzalo y doa Ins.

Don Juan desafa al capitn Centellas y a Avellaneda.

ESCENA I

Estn ya todos en casa de Tenorio dispuestos para cenar. En la mesa, ha hecho poner cuatro sillas y cuatro cubiertos, reservando un sitio al comendador. Don Juan le dice a su criado:

-Ciutti, pon vino al comendador. As, aunque l no pueda venir, nadie podr decir que no lo honr en su ausencia.

Centellas, entonces, dice:

- Brindemos por su recuerdo y no pensemos ms

en l.

Mientras brindan, llaman a la puerta insistentemente. No abren, no se ve a nadie, aunque las llamadas suenan cada vez ms cerca. Por fin, Tenorio, imaginndose quin es, dice:

-Seores! Para qu llamar? Si los muertos pueden pasar por la pared. Adelante!

La estatua del comendador pasa a travs de la puerta cerrada; Centellas y Avellaneda se desmayan.

ESCENA II

-Eres el comendador? -pregunt don Juan. ste respondi:

-Por qu te asustas de m si me has invitado?

Tenorio intenta que sus amigos se recuperen y se levanten. Pero el espritu del comendador le dice:

-No esperes que se levanten, porque no despertarn hasta que yo me vaya. La justicia divina del Seor para contigo no necesita ms testigos que tu conciencia. Y yo vengo en su nombre para ensearte que detrs de esta vida hay otra eterna. Dios, en su santa bondad, me enva para decirte que maana has de morir y te da esta noche para arrepentirte, a fin de que te salves. Espero que me devuelvas esta visita.

ESCENA III

Todava impresionado por la visita del comendador, don Juan recibe de nuevo la visita de la sombra de doa Ins. Ella le dice:

-Piensa en lo que te ha dicho mi padre y ten valor para acudir a su cita. Pinsalo bien, porque slo tienes esta noche para arrepentirte y maana nuestros cuerpos dormirn en la misma sepultura. -Tras decir esto, desapareci.

ESCENA IV

Tenorio no entiende nada. Ve todo tan raro, que piensa que tal vez haya sido preparado por sus amigos para gastarle una broma de mal gusto y les reprocha que quieran rerse de l. Les dice:

-No finjis ya ms. Dadme una explicacin de lo que ha pasado aqu o juro a Dios que os har ver a los dos que no hay quien me burle a m.

Ellos, por su parte, creen que es don Juan quien ha representado una escena para hacer alarde de su valor. Centellas le dice:

-Pues ya que hablis del tema, sabed que sospecho que sois vos el que habis hecho burla de nosotros. Yo he perdido aqu del todo los sentidos, sin haber hecho ningn exceso, y esto lo entiendo yo de este modo: para mostrar vuestro valor, invitasteis a cenar al comendador; y, para poder decir que asisti, con un narctico puesto en el vino nos habis hecho dormir. Si es broma, puede pasar, pero llevada a tal extremo ni puede probarnos nada ni la vamos a tolerar.

Empiezan a discutir, se acusan mutuamente de mentir y, cuando Centellas se dispone a sacar su espada, Tenorio le dice:

-Vamos fuera, no piense despus cualquiera que os mat en mi casa.

Salen de la casa con nimo de luchar.

ACTO TERCERO: Misericordia de Dios y apoteosis del amor

Don Juan se salva por su amor a doa Ins.

ESCENA I

Tenorio llega al panten familiar para acudir a la cita con el comendador. Ante el sepulcro le dice:

-Despierta, ya estoy aqu.

Entonces, la sepultura se transforma en una mesa, sobre la que hay un plato de ceniza, una copa de fuego y un reloj de arena. Las sombras y espritus de los muertos observan la cena.

ESCENA II

La estatua del comendador le dice a don Juan: -Aqu me tienes, don Juan, y vienen conmigo todos los que estn reclamando a Dios tu eterno castigo. T me has ofrecido antes una cena y ahora te he preparado yo la ma.

-Y qu es esto que me das? -replic don Juan.

La estatua responde:

-Fuego y ceniza; te doy lo que t sers. Ceniza, porque eso es en lo que se convertir tu cuerpo; el fuego es el que hay en el infierno, a donde t irs debido a tu vida desenfrenada. El reloj mide el tiempo que te queda; en cada grano de arena se va un momento de tu vida y ya te quedan muy pocos. Aprovecha el tiempo, arrepintete y salva tu alma.

Pero don Juan, confuso y asustado, no cree posible arrepentirse y borrar en un momento treinta aos de mala vida. Entonces, ve pasar una comitiva que va a un entierro. La estatua le dice que es el suyo, pues el capitn Centellas lo mat. Cuando se le ha acabado el tiempo y el comendador le coge la mano para llevrselo al infierno, Tenorio por fin se arrepiente de sus pecados y, de rodillas y mirando al cielo, exclama:

-Santo Dios, yo creo en Ti; ten piedad de m. De repente, cuando las sombras de los muertos se dirigan hacia don Juan, se abre la tumba de doa Ins, que le coge la mano.

ESCENA III

Doa Ins aparece y dice a todos los espritus que queran llevarse a don Juan a los infiernos:

-No! Yo estoy aqu y Dios perdona a don Juan al pie de mi sepultura. :"'Y, dirigindose a l a continuacin, prosigue:- Yo he dado mi alma por ti y Dios, gracias a m, te perdona. Todos sabrn que el amor te salv en el ltimo momento. Cesad, cantos funerales; callad, fnebres campanas; ocupad, sombras livianas, vuestros sepulcros -los esqueletos vuelven a sus tumbas, que se cierran-; volved a los pedestales, animadas esculturas -vuelven las estatuas a sus lugares-. Dicho esto, varios ngeles rodean a los dos amantes, que quedan juntos para siempre.