161

Repensar La Catequesis (Maná) - Alvaro Ginel Vielva

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Repensar La Catequesis (Maná) - Alvaro Ginel Vielva

Citation preview

2

3

4

5

1. Relatos desde la mesa compartida. Dolores Aleixandre

2. Vocabulario básico para el cristiano. Álvaro Ginel

3. Santos de leyenda. Los 40 principales. José Fernández del Cacho

4. Dios deformado. Imágenes falsas de Dios. Enrique Martínez de la Lama

5. Iniciarse como catequista. Miguel Ángel Gil

6. Grupo y catequesis. Álvaro Ginel

7. Curso básico de pedagogía catequética. Eugenio González

8. Ser catequista. Hacer catequistas. Álvaro Ginel

9. Dichosos vosotros. Memoria de dos discípulas. Dolores Aleixandre

10. Iniciar en la oración. Dolores Aleixandre

11. La fe de los grandes creyentes. Dolores Aleixandre / Juan J.Bartolomé

12. Esta historia es mi historia. Narraciones bíblicas vividas hoy. Dolores Aleixandre

13. Bienaventuranzas. Ricardo Lázaro Recalde

14. Los Sacramentos. Manuel Bellmunt

15. Psicología y catequesis. Un estilo de educar. Ana García / Mina Freire

1 6. Moral y catequesis. Eugenio Alburquerque

17. Vocabulario Básico de Psicología y de Pedagogía. Crista Ruiz de Arana

18. Los salmos, un libro para orar. Dolores Aleixandre

19. Cuando vayas a orar... Guía y ayuda para adentrarse en la oración. Ma DoloresLópez

20. Descubrirla Biblia. Cesare Bissoli /Jordi Latorre

21. El Credo de nuestra fe. Antonio Cañizares / Ángel Matesanz

6

22. La ética cristiana. Claves para catequistas y educadores de la fe. EugenioAlburquerque

23. Texto nacional para la orientación de la catequesis en Francia y Principios deOrganización. Conferencia de los Obispos de Francia

24. ¡Dichosa catequesis! Tú incomodas a familias y parroquias. Gilles Routhier

25. Repensarla catequesis. Álvaro Ginel

26. Las diez palabras del Sinaí. Eugenio Alburquerque

27. Caminos para la fe. Líneas básicas sobre itinerarios de educación en la fe. JosepMa Maideu Puig

Colección MANÁ

ÁLVARO GINEL

7

8

EDITORIAL CCS

9

10

Presentación

PRIMERA PARTE

DATOS QUE NOS LLEVAN A REPENSAR LA CATEQUESIS

1. Datos de situación desde la misma catequesis

1. Del «movimiento catequístico» a «repensar la catequesis»

2. La catequesis que hacemos

3. Algunos rasgos de la catequesis que hacemos

• Catequesis que prepara a un sacramento

• Catequesis sacramental y abandono de la comunidad

• La presencia de los instrumentos de catequesis

El lugar propio de la catequesis

• Una definición, muchas realizaciones

4. La percepción de la catequesis por los catequistas

• Los catequistas

• La dificultad de transmitir la fe

• Los destinatarios

• Los materiales

• Los responsables de la catequesis

• La misma catequesis

• Una realidad que interroga

5. Un peligro: la culpabilización

11

• Tiempos recios

• Tiempos de ensayo

• Tiempos de propuestas

2. Los nuevos contextos de evangelización interrogan a la acción catequética

1. Nuestro tiempo es tiempo favorable para el anuncio del Evangelio

• Cambios profundos y acelerados

2. Contexto de crisis de transmisión de la fe

• Posturas ante la transmisión de la fe

3. Contexto de cultura contemporánea secularizada

• Vivir de deseos más que de necesidades

• Valor de lo inmediato, de lo práctico

• Indiferencia religiosa

• Fragilidad, inseguridad y pluralismo

4. Contexto antropológico

• Libertad sin consistencia

• Encerrados en la obra de nuestras manos

5. Una reflexión final

• Daros cuenta del momento presente

• Tomar en serio la cultura secularizada

• La existencia humana como lugar de encuentro con Dios

• Dos puntos de partida

SEGUNDA PARTE

QUÉ DECIMOS CUANDO DECIMOS CATEQUESIS

12

1. La comprensión de la catequesis

1. El marco de la reflexión: la fe de la Iglesia

• Herederos de una historia

• Sabedores de la fuerza de la fe

• Tarea de creyentes

2. El sitio de la catequesis en el quehacer eclesial

• El proceso de evangelización

• El ministerio de la Palabra

3. La naturaleza de la catequesis

• Variedad de definiciones

• Finalidad de la catequesis

• Tareas de la catequesis

4. Dimensión iniciática de la catequesis

• Iniciar: dar a conocer y ejercitarse en la fe

• La iniciación modela la catequesis

• Íntima conexión de la catequesis con los sacramentos

5. Dimensión catecumenal de la catequesis

• Concreción del proceso evangelizador

• Las aportaciones del catecumenado a la catequesis

6. La comunidad como sujeto de la catequesis

• La Iglesia es el sujeto de la catequesis

• La importancia de la Iglesia local

• La comunidad cristiana es la responsable de catequizar

13

• Carácter maternal de la catequesis

2. Originalidad de la catequesis en acto

1. Criterios de fidelidad a Dios

• Centralidad de la persona de jesucristo

• Un mensaje nuevo sobre Dios

• Fuentes de las que bebe y fuentes a las que envía

• Un mensaje evangélico sin recortes

2. Criterios de fidelidad al hombre

• Carácter histórico de la revelación

• Dimensión histórica de la persona

• Importancia de la experiencia humana

• Pedagogía de Dios y método de catequesis

TERCERA PARTE

TRES EJES PARA LA RENOVACIÓN DE LA CATEQUESIS

1. Conciencia de cambio

1. Aceptar los datos de la realidad

2. Asumir que no hay cambio si no cambiamos

3. Asumir el riesgo del cambio

4. Interpretar la realidad

5. Dejarnos retar e interrogar

6. No se nace cristiano, se hace uno cristiano

• Vaciamiento de las palabras religiosas

14

2. La centralidad de la comunidad

1. La comunidad cristiana, sujeto de la catequesis

• Comunidad cristiana

• Comunidad cristiana, sujeto de la catequesis

• Comunidad, hogar nutricio o maternal

2. El carácter misionero de la comunidad cristiana

• Atención y acogida de todos: fieles y alejados

• Descubrir el mandato de ir

3. Qué añade el adjetivo misionera a la comunidad

• Participar en la misión encomendada al Hijo

• La Iglesia existe para evangelizar

• Anunciar con categorías de primer anuncio

4. Proponer acciones misioneras

• Lo que ya estamos haciendo

• Algo nuevo hay que proponer

5. Potenciar la dimensión de complementariedad en la comunidad

6. La comunidad es responsable de la pastoral de catequesis

3. La catequesis tiene una pedagogía apropia: la iniciación

1. La iniciación es la pedagogía propia de la catequesis

2. La iniciación forja cristianos consistentes

3. La iniciación se nutre en la Escritura y en la tradición

4. La iniciación atiende a la persona concreta

• Respetar los ritmos del destinatario

15

• Atención personalizada

• Creyentes profundos

• Protagonismo de la persona

5. La iniciación elabora un mensaje significativo

6. Repensar la actual catequesis sacramental

• Atavismo cultural

• Catequesis sin meta sacramental prefijada

7. Carácter catecumenal de la catequesis

• Reto del presente

• Lo previo a la catequesis

• La experiencia eclesial hoy

• A tientas

• Diferenciar las etapas propiamente catequísticas

• Una sugerencia

8. La formación de los catequistas

• El catequista es más importante que los instrumentos de catequesis

• Elección de catequistas

• Formación de catequistas

ANEXOS

A.La figura del catequista y los padrinos

• Los padrinos

• Los catequistas

• Algunas reflexiones

16

B.Sobre los instrumentos propios de la catequesis

1. Del catecismo a los materiales para la catequesis

2. El catecismo local

• Importancia

• Los específico de los catecismos locales

• Síntesis del catecismo de la Iglesia Universal

3. Los instrumentos para la catequesis

• Criterios de elaboración de los instrumentos catequéticos

C.Reflexión sobre «itinerario» y «proceso» en la acción pastoral

1. El problema

2. Lo que dice el DRA

• Itinerario

• Proceso

• Consecuencias de estas definiciones

3. Aplicación a la acción pastoral

• Itinerario

• Proceso

D.Referencias bibliográficas

17

18

Repensarla catequesis es el título de este trabajo. Puede parecer muy ambicioso. Ofrezcoesta reflexión a los responsables de la catequesis, a los catequistas y a los que seinteresan por la catequesis para colaborar en un trabajo serio de catequesis renovada. Esuna aportación más en medio de los esfuerzos de renovación de la catequesis que enestos momentos están realizando grupos de estudiosos y las mismas comunidadescristianas.

Me gustaría afirmar desde el principio que estamos en un momento de «refundaciónde la catequesis» en la Iglesia o, si se prefiere, es un momento de «reajuste epocal» de lacatequesis. Por eso, la catequesis es «lugar preferencial» de revitalización de lacomunidad cristiana y una llamada a la conversión que tiene que purificarnos.

El momento es de gran trascendencia. En la Europa «cristiana» (término que muchosse resisten a aceptar) se percibe un debilitamiento del cristianismo a gran escala'. Hayprogresiva disminución de la práctica religiosa y de la catequización de los niños yjóvenes. Aumenta, por otra parte, el bautismo de adultos, antes casi inexistente.

Estos hechos nos llevan a constatar que está pasando algo nuevo en el modelo deeducación en la fe que, por simplificar, podemos llamar tradicional. Muchos que sonparte de la Iglesia por el Bautismo, optan, después, por no recibir una educación en la fey por situarse al margen de la Iglesia de la que son parte, después de ser «catequizados».Podemos cerrar los ojos, negar la realidad o afirmar como realidad global lo que no esnada más que una parte de la realidad. Pero los hechos se imponen.

Este momento de cambio, que puede llegar a desconcertar a no pocos, es también unmomento favorable, un momento de gracia, un momento de purificación y de vivenciadel mensaje de jesús sin los apoyos de una sociedad de cristiandad.

Hoy la «catequesis nos da mucho que pensar» a los que estamos en la acción directade base y a los que tienen la responsabilidad de orientar a los catequistas desde elministerio pastoral. También los que se dedican al estudio tienen que aportar su luz paraque veamos mejor en medio de la niebla.

¿Por qué me ha surgido hacer este trabajo?

•Por una convicción: este tiempo es tiempo de Dios y de anuncio del Evangelio comootros tiempos. Este tiempo es tiempo de seguimiento de jesús como otrostiempos. Este tiempo, nuestro tiempo, es tiempo de escucha de Dios como otrostiempos. Este tiempo es tiempo de profecía. Los profetas, los que invitaban alpueblo a esperar en Dios, a escuchar a Dios, a descubrir a Dios en la trama de lavida, alzaban su voz cuando parecía que nadie se interesaba por Dios o cuando el

19

pueblo vivía de espaldas a Dios.

Para no pocos, es tiempo de desaprender lo que hacíamos sin más, quizá porrutina, y de aprender la nueva forma de estar como creyentes y como anunciadoresdel Señor resucitado en el presente. Este tiempo no es tiempo de catastrofismo.Dios sigue presente en medio de nosotros. El plan de salvación de Dios también secumple y está en activo en el hoy del mundo y de la Iglesia.

•En segundo lugar, este trabajo se debe a una preocupación que llevo dentro y quedurante muchos años he ido reflejando en las páginas de la revistaCATEQUISTAS2. Yo mismo, pasado un tiempo, sentía la necesidad de ordenarde manera coherente y sistemática las ideas que fueron apareciendo en pequeñasreflexiones.

•Me parece, es la tercera razón, que los documentos eclesiales contienen una riquezade intuiciones y una síntesis de reflexión catequética impresionante, pero losdocumentos son poco leídos y poco ahondados. Aquellos que en el momento desu aparición no son bien comprendidos, se convierten en «documentosproféticos» cuando pasa un tiempo. Para muchos, los documentos catequéticosde finales del siglo XX son los grandes desconocidos y esto hace que se caminesin referencias y sin metas que alcanzar. Reconozco que no es fácil adentrarse enel pensamiento oficial de la Iglesia en materia de catequesis. Tenemos una ricareflexión catequética escrita y necesitamos que ésta pase, en primer lugar, a laspersonas concretas y, en segundo lugar, que se traduzca en acciones operativasen las diversas comunidades sin romper la unidad. Por eso me propuse leer yreleer el Directorio General para la Catequesis3 con el fin de penetrar susintuiciones, sus orientaciones fundamentales.

Soy consciente de que la reflexión sobre la catequesis no es lo que más abunda en lascomunidades eclesiales. La urgencia de lo inmediato, las soluciones concretas que el día adía demanda, nos impiden una mirada reposada a las fuentes. La realidad nos encierra ensu universo pequeño y nos dificulta, si no estamos atentos, caminar hacia latransformación de la realidad. La reflexión tiene que ir por delante de la vida para darnosluz durante el camino. Sentimos los problemas que la acción pastoral nos trae cada día.Darles respuesta, ¿es cuestión de retoques superficiales o de un lento caminar haciaentendernos como comunidad cristiana misionera? Este camino es lento, pero creo quees el único eficaz a largo plazo.

He dado a leer estas páginas, antes de enviarlas a imprenta, a un amigo párroco. Meha contestado diciendo: «Está muy bien lo que dices, pero esto no es lo que interesa a lospárrocos. Lo que nos interesa es cómo salir del paso: qué materiales elegimos para lacatequesis, cuántos catequistas hay para llevar los grupos...». Confieso que su opiniónme ha hecho pensar mucho por todo lo que supone. De golpe he visto que la cantidad de

20

horas que hay detrás de este libro se venían abajo. Recordé entonces la confesión de otroamigo párroco que me decía: «Yo cuando leo un libro, si me hace pensar, lo dejo. ¡Yaestoy harto de pensar! Lo único que quiero son soluciones, no preguntas. Que me diganlo que hay que hacer y ya está. ¿Para qué nos vamos a complicar?».

Con humildad y sin pretensiones digo en voz alta lo que me dije en voz baja. A pesarde estos testimonios, las reflexiones escritas siguen su curso de publicación. He dejado eltrabajo tal como está. La razón que me he dado a mí mismo para mantenerlo ha sidoesta: si hay una persona que aquí descubre el fundamento teórico de las acciones quequiere emprender, ya eso me basta.

La estructura de la reflexión la he organizado de esta manera: una primera parte ladedico a recopilar datos sobre la situación de la catequesis. En la segunda parte mecentro en responder a la pregunta: ¿qué decimos cuando decimos catequesis? Me ciño areleer el Directorio General para la Catequesis por ser éste la norma referencia) paratodas las Iglesias. En la tercera parte concentro en tres ejes lo que creo que son lospilares fundamentales para que se pueda realizar de verdad una renovación de lacatequesis. Justifico cuanto digo con el Directorio General para la Catequesis. Es unaopción básica en todo el trabajo.

Nadie se asome a estas páginas como si de un tratado de catequética fundamental setratara. No lo he pretendido. Sólo soy lector circunstanciado que se pone ante el «textoconstitucional» de la catequesis de todas las Iglesias y comienza a leer y releer. Por sercircunstanciado, soy limitado, y lo es el trabajo. Tengo una experiencia, una formación,una praxis catequética, unas lecturas, unas sensibilidades que me condicionan la forma depensar y de leer los documentos. Para abrir el abanico y suplir mis límites, he tenido enla mano algunos textos de Iglesias particulares, y algunas obras de reflexión catequéticaque el lector encontrará citadas oportunamente4. Mis límites también aquí son grandes, yhe entrado en contacto especialmente con documentos escritos de lenguas latinas.

Me basta poder ayudar a los catequistas y responsables de la catequesis a avivar lasbrasas del estudio y de la acción catequética.

21

22

23

24

¿Por qué repensar la catequesis? Porque hay una realidad que nos aboca a ello.Comienzo el trabajo presentando algunas inquietudes y preguntas que nacen de la mismacatequesis. Creo que es lo más lógico. Si se trata de repensar la catequesis, el punto departida tiene que ser lo que pasa en la catequesis, lo que viven los catequistas que día adía intentan comunicar el mensaje de jesucristo a otros. Es sobre el terreno donde seperciben de manera más clara los síntomas que piden un cambio. De ordinario lossíntomas no pasan de ahí. Podemos percibirlos sin saber qué enfermedad los produce.Esto es lo que hoy acontece en catequesis a muchos agentes del ministerio catequético.Hay síntomas que pueden ser locales, pero otros son más generales. Son éstos los quenos indican que lo que pasa en la catequesis tiene una dimensión de profundidad que vamás allá del espacio y del tiempo concreto. Las cosas de la transmisión de la fe nofuncionan como antes. En este primer capítulo nos queremos acercar a toda estacompleja realidad para enumerar síntomas que justifican nuestro esfuerzo de repensar lacatequesis en la comunidad cristiana.

1. Del «movimiento catequístico» a «repensar la catequesis»

A finales del siglo XIX y durante todo el siglo XX, especialmente después delacontecimiento del Concilio Vaticano II, se crearon una serie de ámbitos de reflexiónsobre la vida de la Iglesia en diversas áreas. Hay dos movimientos comúnmentereconocidos: el movimiento litúrgico y el movimiento bíblico. El «movimiento litúrgico»5dio origen a la Constitución sobre la Sagrada Liturgia Sacrosanctum Concilium6, y el«movimiento bíblico»7 cristalizaría muchas de sus reflexiones en la constitución DeiVerbum8. Junto a estos movimientos hay que situar el «movimiento catequético»9, esdecir, la acción organizada de un número cada vez mayor de agentes, unidos entre sí enla reflexión. Esta armonía es la que poco a poco produce la renovación en la legislación,en la organización y en los planteamientos de la catequesis10.

En una lógica lineal podríamos hablar hoy de que el movimiento catequético no haterminado y sigue dando sus frutos porque muchas Iglesias particulares continúanreflexionando sobre la catequesis.

Una característica constitutiva del movimiento catequético, como señala Gianetto11,es la difusión de ideas que se realiza a través de revistas, libros, reuniones, congresos o

25

asociaciones de catequetas12. Hoy la circulación de ideas, experiencias, corrientes yenfoques de pensamiento es más rápida que en otros momentos de la historia pasadareciente. En este sentido, podemos decir que el movimiento catequético sigue.

Pero creo que hay una novedad en el mundo de la catequesis que nos permite laexpresión «del movimiento catequístico a la catequesis». En este momento, la Iglesiadispone de una reflexión catequética como nunca, tanto desde el punto de vista de Iglesiauniversal13 como de Iglesias locales74.

No se trata, pues, en el presente, de crear un marco teórico de referencia sobre lacatequesis. Ya lo tenemos. El problema hoy consiste en pasar de la teoría a la praxis, delas ideas a una concreción de catequesis en las Iglesias particulares. Este cambio algunoslo denominan «cambio de paradigma».

La originalidad del momento, sobre todo en muchas naciones llamadas «de tradicióncristiana», es un escenario social nuevo en el que la Iglesia no está acostumbrada amoverse: la sociedad secularizada.

Acostumbrada la Iglesia a ser referencia para los hombres y mujeres, hoy se sientemarginada. No se mira a la Iglesia como dadora de sentido y guía de comportamientos.De ahí la necesidad de cambiar la manera global de concebir, pensar y realizar latransmisión de la fe y la catequesis.

La realidad de la catequesis viva en las comunidades es fuente de no pocas preguntasy retos a la reflexión. Lo que muchos catequistas hacen en sus comunidades cristianas lesproduce una cierta insatisfacción. La acción catequística no logra los objetivos que sepropone. Da la impresión de que la fe no «pasa», no «se transmite» como antes15.

Lo nuevo hoy al utilizar la expresión repensar es que no miramos un aspecto de lacatequesis, sino que la misma reflexión nos lleva a reorganizar de manera nueva lacatequesis desde el seno de la comunidad, que está implantada en una sociedad que serige y organiza por principios y normas que no beben en las fuentes cristianas. Comoconsecuencia de esta realidad, los cambios en la catequesis no apuntan sólo a la forma dehacer, sino a la forma de entender la comunidad la acción catequética que tiene quepromover.

2. La catequesis que hacemos

Quiero hacer una observación que me brota de la experiencia y trato con catequistas ycon responsables de la catequesis. Me da la impresión de que en muchas comunidadescristianas existe un imaginario colectivo sobre la catequesis en la comunidad que pareceintocable. Se consolidó a lo largo de muchos siglos y ha logrado grabarse en las paredesno sólo de las parroquias sino en las mentes de todos. A la hora de estudiar los problemas

26

de la catequesis, da la impresión de que se buscan «retoques» para que vuelva afuncionar «la catequesis de toda la vida» (es decir, la que comenzó hace unos cuatro ocinco siglos, la que nosotros hemos conocido, no la de los primeros siglos delcristianismo). Uno tiene la sensación de que en algunos ambientes eclesiales todofunciona «pensando en restablecer o restaurar la vigencia de una forma de catequesis»que ahora, por defecto en alguna pieza del sistema, no funciona bien. Este esquema meparece muy extendido. Humanamente, habrá que comprender a muchas personas quevivieron y se formaron en él. Intuyo que esta manera de pensar encierra, de manerasolapada, unas resistencias secretas a cambios profundos de la catequesis en el seno de lacomunidad cristiana, que es la responsable de la transmisión de la fe a las nuevasgeneraciones y que es «el origen, lugar y meta de la catequesis» (DGC 254).

Tocar la catequesis es tocar el sentido mismo de entendernos como comunidadcristiana. Con razón ya Pablo VI decía: «Evangelizadora, la Iglesia comienza porevangelizarse a sí misma... Tiene necesidad de escuchar sin cesar lo que debe creer, lasrazones para esperar, el mandamiento nuevo del amor» (EN 1 5). No podremosevangelizar a otros mientras no asumamos evangelizarnos. Creo que hay que unirsignificatividad a evangelizados e insignificatividad a resistencia a la propiaevangelización.

No se trata, pues, de cambiar una pieza por otra, y ya está. El problema es más defondo. Lo que se nos pide cambiar es el mismo sistema, entendernos de manera másprofunda como comunidad cristiana que vive del Señor Resucitado. Mover hoy unapieza de la catequesis nos lleva a mover la misma pastoral catequética16 dentro de lamisión de la comunidad. Convergen así, en una misma acción, la dimensión interior de laIglesia y su acción exterior o forma de hacer y de transmitir la experiencia del SeñorResucitado que le hace ser evangelizadora.

3. Algunos rasgos de la catequesis que hacemos

Agrupamos a continuación algunos de los rasgos de la catequesis que hacemos y que, porser fuente de malestar, son fuente de reflexión para una renovada catequesis.

D Catequesis que prepara a un sacramento (catequesis sacramental)

Está centrada hoy la catequesis en los sacramentos como principal motivo, de maneraque, cuando no hay sacramento a la vista, «no es tiempo de catequesis»17. En estaperspectiva, el concepto de «formación permanente» y de «catequesis según las edadeso momentos significativos de la vida humana» no encaja bien, además de ser realidadesmás recientes.

La historia de la catequesis nos dice que la «formación cristiana» posterior a la

27

recepción de un sacramento se realizaba, sobre todo en una sociedad de cristiandad,fuera de la catequesis propiamente dicha: en la celebración y en la homilía, en lasnovenas, en las fiestas litúrgicas, en la celebración de los patronos, en los ejerciciosespirituales y charlas cuaresmales, en grupos de apostolado especializados, en cofradías...Lo más normal era que el pueblo cristiano alimentara su fe con la homilía18. Muchasveces, ésta, en vez de ser comentario a los textos bíblicos proclamados, seguía untemario determinado durante el curso, por ejemplo, los mandamientos, el credo, etc.Estas acciones no eran consideradas catequesis ni seguían la metodología propia de unacatequesis. Hoy hablaríamos de una «formación permanente» en la fe.

Una de las consecuencias de esta manera de concebir la catequesis ligada a unsacramento era el abandono de la catequesis tras la celebración del sacramento. Existíaen los catequistas el «deseo» de que los catequizandos siguieran en grupo de catequesis,pero «para éstos había desaparecido la razón fundamental de la existencia del grupo decatequesis una vez que se había celebrado el sacramento», y por eso se deja de venir a lacatequesis.

D Catequesis sacramental y abandono de la comunidad

En la actualidad, existe entre los catequistas una lamentación generalizada por elabandono de los catequizandos tras la Primera Comunión o la Confirmación. Y, en elfondo, no les falta razón a los que se van, porque la catequesis estructuralmente essacramental, aunque internamente muchos desearan que los miembros de los grupospermanecieran unidos a la comunidad por la catequesis. En muchas comunidades, laparticipación en la catequesis postsacramental era sinónimo de incorporación visible a lacomunidad. La manera de entender la incorporación en la comunidad era a base de máscatequesis19. Así podemos hablar de grupos de «post-»: postcomunión,postconfirmación... Ya el prefijo «post» da una tonalidad de una catequesis diferente. Setrataba de «seguir en grupo» con otro estilo, que no siempre se lograba. Era másimportante la permanencia en la comunidad, aunque fuera desarrollando funcionesdesproporcionadas, que el abandono de la misma.

Tenemos que reconocer y confesar con sencillez que la catequesis de las últimasdécadas no ha propiciado la entrada de los catequizandos en la comunidad de maneramasiva y participativa. La catequesis sí tenía clara la conexión entre catequesis ycomunidad, pero, por lo que sea, no se ha conseguido.

Abandonar la idea de catequesis ligada a los sacramentos es uno de los retos másdecisivos que tenemos planteados. ¡Tan incrustada está esta forma de catequesis en elpueblo cristiano! Es toda una revolución eclesial aceptar que los sacramentos son puntosdentro de la catequesis y no metas de ésta20. El principal cometido de la catequesis no esla preparación para los sacramentos, sino «madurar la conversión inicial hasta hacer de

28

ella una viva, explícita y operativa confesión de fe» (DGC 82). Y esto a lo largo de todala vida, porque «cada etapa de la vida está expuesta al desafío de la descristianización y,sobre todo, debe construirse con las tareas siempre nuevas de la vocación cristiana»(DGC 1 71).

D La presencia de los instrumentos de catequesis

El libro de catequesis es un elemento central de la catequesis. Los siglos posteriores alConcilio deTrento fueron dando importancia al catecismo como instrumentoimprescindible de la catequesis. Saber el catecismo era todo lo que se pedía a lacatequesis21. El resto de la formación cristiana quedaba como tarea que realizaba lacomunidad en las celebraciones y en las fiestas. La familia hacía otro tanto: enseñar arezar, visión cristiana de la vida, cumplimiento de los mandamientos de la Santa MadreIglesia, etc.

El libro era considerado por muchos como normativo, al menos para el catequista. Enél estaba recogido cuanto el catequista tenía que dar o enseñar a lo largo del curso"catequético. «Hay que dar todos los temas», es el imperativo principal, al menos tácito,de muchos responsables de la catequesis como exigencia para «llegar» al sacramento. Sin«dar» los temas, no se cumplía una de las finalidades de la catequesis que prepara alsacramento. El libro era también normativo para el catequizando, porque es lo que tieneque «aprender» para «estar bien preparado» y recibir el sacramento. En este sentido, ellibro marca una seguridad y un control, al menos de conocimientos. Ciertamente que, enla práctica, después, se hace lo que se puede. Pero el esquema de fondo que hacefuncionar a unos y otros es «dar el libro».

«Dar el libro» tiene como consecuencia tres acciones: explicar, entender y aprender.Explicar es la tarea propia del catequista; entender y aprender corresponde alcatequizando; catequista y catequizando participan en la tarea común de evaluar, cuandoesto se hace. De alguna manera se trasladó a la catequesis el esquema ordinario defuncionamiento de la escuela. El maestro era el catequista (de hecho muchos niños yniñas llaman al catequista con el mismo nombre que al maestro en la escuela: «seño»,«profe») y el libro de texto, el catecismo. En la catequesis no había evaluación al estilodel colegio («la catequesis no se evalúa»); pasaban todos. Bastaba asistir a la catequesispara poder «pasar» y recibir el sacramento. Si alguna evaluación había era la asistencia,no la asimilación de los contenidos o de las actitudes cristianas23. Por no asistir a lacatequesis te podían prohibir hacer la comunión. Lo demás importaba menos.

D El lugar propio de la catequesis

Con esta expresión, «lugar propio de la catequesis», nos referimos a dos realidades: el

29

lugar propio de la catequesis en la comunidad y los lugares donde se hace la catequesis.

La teoría tradicional es que la catequesis tenía tres lugares convencionales decatequización bien conexos entre sí: la familia, la escuela24 (especialmente la escuelaconfesional católica) y la parroquia. Había parroquias que delegaban en la escuela y enlos colegios la catequesis de preparación para la Primera Comunión y para laConfirmación (cosa que todavía hoy existe). En otros lugares existía una cierta pugnaentre la parroquia y otras comunidades cristianas. De todas formas, la parroquia siempremantuvo la primacía como lugar específico de la catequesis sacramental. Se daba porsupuesto que la familia era lugar inicial de aprendizaje religioso (del despertar religioso,para ser más precisos); en ella se bañaba uno en la religiosidad tradicional, familiar,popular y social. Otros lugares de catequesis solían ser los grupos y asociaciones.

Hoy nos damos cuenta de que existen mutaciones en estos lugares tradicionales.

Muchas familias cristianas de nombre no son lugar de despertar a la fe porque lospadres no quieren, no saben, no viven la fe, no pueden transmitir la fe. Es posible que ensu fue ro interno sigan pensando que la fe es un valor, o «mal no les va a hacer», pero sesitúan al margen de la transmisión directa de la fe, aunque vean bien que otros la realicencon sus hijos. Esta postura no deja de encerrar en sí misma una contradicción al menospara los hijos, pues en un momento determinado descubren que aquello que sus padresquieren para ellos, los adultos no lo practican. ¿Será tan importante la fe y Dios si suspadres prescinden de la fe y de Dios?

La escuela, como mucho, es lugar voluntario de enseñanza religiosa. Sólo algunasescuelas católicas mantienen elementos más propios de la catequesis: grupos de reflexióny de catequesis, la oración, la pequeña homilía-reflexión al inicio o final de la jornada, laoferta de celebración del sacramento de la Eucaristía en fechas determinadas, otroselementos ambientales (frases, carteles, fechas especiales de algún santo, etc.).

El núcleo parroquial concentra en sí la catequesis sacramental de una manera másfuerte. La recepción de los sacramentos está estructurada: entre los 8-925 años, laPrimera Comunión; a 12-14 años, la Confirmación26.

El Bautismo se recibe a los pocos días o meses de nacer.

Esta estructuración de los sacramentos por edades facilitaba la formación de gruposhomogéneos, el libro común, los períodos de tiempo, etc.

Lo que estamos viendo hoy es que no todos los niños se bautizan a edad temprana,no todos se confirman; hay adolescentes, jóvenes o adultos que piden el Bautismo o laentrada en la comunidad cristiana a «edades diferentes» a lo acostumbrado. Todo quedatrastocado. Son necesarias nuevas respuestas catequéticas porque nuevas son las

30

situaciones y no podemos «encuadrar» a las personas en las casillas que ya teníamoshechas. El despertar la «curiosidad» por el Evangelio no está sometido a una edad y auna expresión: «me toca», sino a la libertad personal y al soplo del Espíritu. He aquí unnuevo reto que nos «descoloca» las piezas bien organizadas de la catequesis tradicional.

D Una definición, muchas realizaciones

Dar nombre, nombrar algo o a alguien es una forma elemental de definirlo. Lo que tienenombre y se nombra, existe y es diferente de otros entes, de otras realidades.

Cuando no sabemos nombrar algo, es que no lo tenemos muy claro, no encontramospalabras para definirlo.

Hay muchos nombres circulando en los ambientes de catequesis. Se habla de:catequesis tradicional, catequesis familiar, catequesis de iniciación cristiana, catequesismisio nera, catequesis evangelizadora, catequesis sacramental... No se oye ya hablar de«catequesis de la experiencia», «catequesis antropológica», muy en boga en la segundamitad del siglo XX. Quizá la tendencia era definir la catequesis por el método que seempleaba más que por lo que en sí era la catequesis, por su naturaleza.

Un ejemplo de esto lo encontramos en la catequesis definida por la palabracatecismo. Todo el mundo entendía lo mismo: aprendizaje de los conocimientos básicosde la fe en la escuela o en la parroquia impartidos por el párroco o, menos frecuente, poralgún laico catequista27. No existía la palabra catequesis. Ésta comenzó a usarse demanera general cuando el catecismo dejó de ser el instrumento básico que loscatequizandos tenían en sus manos. Los «instrumentos o materiales de catequesis»relegaron al catecismo. El catecismo dejó de ser texto único y para todas las edades. Estecambio del catecismo único se debe a la influencia de la escue la. Cada año escolar, elniño tenía unos libros diferentes. No era posible mantener siempre el mismo libro dereligión28 entre otras cosas. Ya no se iba «al catecismo», sino «a la catequesis». Elcambio de vocabulario indicaba cambio de una realidad que, por lo menos, venía delsiglo XVI.

De todas formas, en algunos lugares, aunque se hable de «catequesis», se mantienede fondo el esquema tradicional del «método catecismo» que ofrece un controlmesurable y práctico sobre contenidos religiosos. Se ha cambiado de vocabularioexternamente, pero no se ha modificado el contenido de fondo.

4. La percepción de la catequesis por los catequistas

La plasmación concreta de la catequesis en gran parte de las comunidades cristianas, talcomo se realiza hoy, está en crisis. La crisis no es algo que surge hoy, sino que viene de

31

atrás. Hace mucho tiempo que los catequistas y las comunidades cristianas estánpalpando esta realidad. Hubo intentos de solución centrados en mejorar la pedagogía y lametodología, pero la crisis persiste. Los retoques hechos en los materiales, en lapreparación de los catequistas, en los horarios, en las actividades más atractivas hanaportado una riqueza para la metodología catequística, pero no resolvieron el problema...

D Los catequistas

El primer problema de percepción que los catequistas tienen apunta a la figura misma delcatequista. En el malestar de la catequesis, los catequistas son los primeros que lasienten. Expresiones como: «No estamos preparadas». «No sé si lo estoy haciendobien». «Esto (los frutos que palpan) es para desanimarse». «Antes era más fácil, ahorano entendemos a los chicos». «¿No estaremos perdiendo el tiempo?». «Cerramos losojos y tiramos, pero hay algo que no va bien; preferimos no detenernos a pensar en ellopara evitarnos quebraderos de cabeza». «Bueno, algo se hace, algo queda, algo sesiembra, algún día quizá piensen en estas cosas, las recordarán...». «Nos matamospreparando cosas, y luego nada...». «Estoy desesperado, me vienen cuando les da lagana... Creo que no sirvo para esto». «Vienen como locos; si logro hacerles callar, ya medoy por satisfecha». El catequista se siente interpelado personalmente en su vocacióncomo tal29. Las interrogaciones las podemos agrupar así: la realidad del destinatario,percibido éste como un campo en el que es difícil sembrar el Evangelio por diversasrazones; la duda sobre lo que hace si es lo que tiene que ser o si habrá otra manera máseficaz; los resultados constatados que no son los que se había propuesto; la interrogaciónsobre sí mismo, como consecuencia de los demás datos. No es que el catequista no hagatodo lo que sabe y puede, es que no ve frutos y objetivos cumplidos mínimamente y, portanto, se convierte en una fuente de preguntas sobre su vocación de catequista. Además,en algunos casos, los catequistas sienten malestar con la línea de catequesis marcada porlos responsables de la comunidad; entonces, la salida ordinaria es el abandono de la tareacatequística.

D La dificultad de transmitir la fe

La dificultad que los catequistas encuentran se puede sintetizar en esta expresión: «La feno pasa a las generaciones jóvenes como antes». Existe una barrera que «frena» laacción catequística. La fe y las expresiones de la fe que se narran o proponen «nopasan», «no quedan en la memoria», parece que caen en el vacío. Dicho con palabrasacadémicas, tenemos que hablar de la «ruptura de la transmisión de la fe»30 No es queno se enseñe o eduque la fe, o que no se intente transmitirla, es que «no se ve que losintentos den frutos». No es que no se predique la fe, «es que no se sabe para qué vale».Y por eso la fe no se asienta en el corazón de las nuevas generaciones, a la vez que sedifumina de la perspectiva vital de muchos jóvenes y adultos que un día fueron

32

«instruidos en la fe»31. Lo que no es práctico y sirve para algo, eso no sirve para nada.

La expresión «la fe no pasa» no tiene una explicación sino que hay que analizarla enun contexto amplio de reinterpretación y de redescubrimiento de lo que es el acto decreer en nuestro hoy. Tanto es así que comienza a pesar la decepción y algunos sepreguntan cuál es el futuro del cristianis mo32. El fenómeno de la transmisión de la fe noes algo original de nuestra Iglesia en España, sino un problema mundial, al menos enOccidente. Creemos que estamos ante una crisis de transmisión de la fe que hay queinscribir en un universo mucho más amplio33

-Los destinatarios

Es muy frecuente escuchar lamentaciones de los catequistas que tienen como sujeto larealidad de los destinatarios: «Es muy difícil dar catequesis hoy porque no les interesa».«Van a lo suyo». «No les queda nada, todo se les olvida». «Tú les dices una cosa y encasa y en la sociedad ven otra». «La religión no es práctica». «Un entrenador de un granclub de fútbol que se proclama no creyente o que Dios no existe, "catequiza" y hace másmella en los chicos que nuestras catequesis». «De los padres, mejor no hablar... Nocolaboran con nosotros, son los que menos saben». «Muchos vienen porque sus padresles obligan, pero sus padres no aparecen por aquí». «¿Qué adelantamos diciéndolescosas si después en su casa sus padres son los primeros en desmentirnos?».

Los catequistas perciben en niños y adolescentes34 una dificultad que alude aldesinterés que muestran por conocer y practicar el Evangelio, a los conocimientosreligiosos que traen de base o de etapas anteriores, a la síntesis que logran hacer de lostemas que se tratan en la catequesis, a la vivencia de la fe que les circunda en casa y enla sociedad, a la praxis de vida cristiana, a las influencias exteriores que reciben, a lacontinuidad en la comunidad cristiana después de celebrado el sacramento para el que sepreparaban. Por lo general, los catequistas consideran destinatarios de la catequesistambién a las familias de estos niños y adolescentes, pero muchas familias no se sientenconcernidas por la catequesis de sus hijos ni como destinatarios ni como colaboradoresen la acción de transmisión de la fe. La catequesis es «cosa de la parroquia» o «de loscatequistas», pero no de ellos en un porcentaje muy alto.

D Los materiales

Con cierta frecuencia los catequistas dudan del libro que les sirve de instrumento parahacer una catequesis orgánica y sistemática. Por otra parte, confiesan que lo necesitan.La queja sobre los materiales se puede resumir así: «Este libro, lo que dice y lo quepropone, no sirve para los de mi grupo. Es posible que el material sea buenísimo, pero nolo es para ellos. Es muy elevado. No se pueden hacer las actividades que propone». La

33

conclusión es que cada catequista se tiene que apañar o tiene que hacer su propio libropara responder a las exigencias del grupo. Pero esto mismo les proporciona una ciertaperplejidad, pues dudan de si lo están haciendo bien o mal. No tienen una base deformación suficiente que les tranquilice con lo que proponen. Los catequistas con másexperiencia tienen menos problemas en este aspecto. Otros se ven entre la espada y lapared sobre todo si son urgidos a «dar el libro» a toda costa por los responsables de lacatequesis.

D Los responsables de la catequesis

También hay colectivos de catequistas que sienten un malestar con las orientaciones quevienen de los responsables de la catequesis en la parroquia: como la elección de losinstrumentos de catequesis, los horarios de la misma, la insistencia o «presión» que leshacen para que los miembros de los grupos aprendan de memoria determinadas cosas oque se «dé todo el libro» sea como sea... De estas quejas se puede sacar comodenominador común la acentuación de los contenidos que hay que dar sobre la realidadde los sujetos. «Que se lo lleven puesto de una vez y ya Dios dirá». No se prestasuficiente atención, piensan los catequistas, a la sensibilidad religiosa que tienen losdestinatarios. Son muchos los responsables de la catequesis que se conforman con darlos contenidos de la catequesis y ya está. Esto es lo que tranquiliza «oficialmente» a losresponsables, que, con frecuencia, no llevan grupos directamente.

D La misma catequesis

El último núcleo de malestar que señalamos entre lo que los catequistas suelen comentaren sus conversaciones es la misma catequesis35. La organización, el desarrollo, lo que laco munidad cristiana hace y ofrece para preparación a los sacramentos no se ve claro quesea lo que tiene que ser. «Habría que hacer otra cosa o de otro modo», es la expresiónque resume sus dudas sobre la catequesis que realizan. Lo razonan así: «Es algo quecuesta muchos esfuerzos y que da pocos frutos... ¿No habrá otra forma de hacer?».

D Una realidad que interroga

Si la realidad expuesta más arriba y organizada en unos núcleos concretos traduce elsentimiento de muchos que están metidos en la catequesis36, es momento de reflexionary tomar en serio la catequesis entre nosotros. Los hechos nos persuaden de un malestarvivido en la acción catequística que no es indiferente a nadie: ni a los responsables de lacomunidad ni a los catequistas de base ni a la misma comunidad cristiana, que se está«jugando» la incorporación de los nuevos miembros: niños y jóvenes. Hay un malestarque nace de la misma realidad que promovemos como modo de transmitir la fe o comomodo de iniciarse en la comunidad cristiana.

34

Quizá en algunos ámbitos se llegue a caer en un peligro: más vale lo malo conocidoque lo bueno por conocer. Siguiendo este principio, nos encontraríamos concomunidades que pactan con el malestar que les produce la acción catequética. Laargumentación sería la siguiente: «Con lo que estamos haciendo, aunque no llegue asatisfacernos del todo, conocemos sus límites y nos contentamos porque pensamos quesiempre queda algo, que es lo que sabemos hacer y no se nos puede pedir más. Laspropuestas nuevas que algunos se atreven a poner en marcha, al no tener garantías deéxito contrastado por la práctica, no son de fiar, hay que esperar a que otros lasexperimenten y entonces ya decidiremos». Otros ven las cosas de otra manera y ponen elacento en que la fe siempre es riesgo, inseguridad... A Abrahán se le manda salir hacia lodesconocido... El punto de partida es bien distinto: en esta óptica se parte no de loshaceres, sino de la misma vivencia de la fe. Aquí reside la raíz de todo cambio: no enestructuras externas, en formas de realización práctica, sino en vivencia de la fe y de lacomunidad cristiana. La pregunta ¿qué tenemos que hacer, hermanos? (Hech 2,37) seresponde: «Volveos a Dios» (Hech 2,38). Deberemos tenerla en cuenta en estosmomentos de renovación de la acción catequística

5. Un peligro: la culpabilización

Hay un peligro en esta situación de malestar: la culpabilización de los catequistas. Lamejor manera de vivir sin culpabilizarse es entender lo que pasa y nos pasa.Probablemente no haya culpables. He aquí algunas pistas para comprender.

D Tiempos recios

Estamos en una etapa de la historia difícil, dura, apasionante, cambiante, sin referencias alas que acudir37. Los cambios son muchos. Todo está cambiando. Queremos quecambie la ca tequesis e introducimos pequeños «retoques», muchas veces mirando sobretodo hacia atrás, poniendo soluciones que nos parecen importantes desde la experienciaacumulada que tenemos, desde lo que hicimos años atrás, desde lo que vimos hacer ohicieron con nosotros. Ponemos la mirada en la «sabiduría de la historia colectiva» parahacer propuestas, modificaciones, retoques. Nos damos cuenta, poco a poco, de que conesas «soluciones» no se solucionan las cosas, no se llega a los objetivos pretendidos. Loque nos pasa en catequesis nos ocurre en otras realidades de la vida. Estamos llegando ala conclusión de que hoy en día no vale cualquier solución de retoque. Se nos pide algomás. Ésta es una difícil lección que tenemos que asumir y que nos cuesta aprenderporque tenemos que inventar algo nuevo que nos saca de nuestro terreno, de nuestraseguridad, o que nos obliga a pensar creativamente. Es tiempo recio y por eso no nosvalen los remiendos. Es preciso cambiar de odres. Odres nuevos para los tiemposnuevos.

35

D Tiempos de ensayo

Estudiar y proponer «acciones nuevas» tiene complicaciones, riesgos, miedos, frenos...Ensayar caminos nuevos no es fácil, no es camino de rosas. En un momento histórico deponer en marcha una novedad de la que no tenemos referencias recientes, nos tendremosque dar un cierto margen de tolerancia, nos tendremos que permitir equivocarnos yvolver a empezar. El punto de partida y de llegada es la verdad, no esta forma de hacer ola otra.

Más que nunca se exige a las Iglesias una vocación de comunión y un espíritu decompartir lo que el Espíritu nos sugiere. Así, los pasos dados por unos servirán deinspiración o de pauta para otros.

No es tiempo de prisas, sino de pausas, de descubrir el valor de la lentitud.

D Tiempos de propuestas

Si por una parte muchos viven el presente con miedo, por otra hay que darse cuenta deque van apareciendo sencillas propuestas que aportan algo de novedad. Se trata derespuestas de grupos reducidos con dos características: parten de la realidad que viven, larezan y tratan de responder con sencillez a los problemas concretos. Su finalidad esconstruir la comunidad y edificar la comunidad desde la pasión por el Evangelio, desde lafidelidad a jesús, desde la pasión por responder a la realidad de los destinatarios. Todoello en un clima de oración, escucha de la Palabra y de la realidad. El miedo se combateno con una paralización estéril, sino con una mayor densidad de identidad cristiana, deintimidad con el Señor que nos ha prometido su presencia y la ayuda del Espíritu:«Tengo muchas cosas que deciros, pero en este momentos sería demasiado paravosotros. Cuando venga el Espíritu de la verdad, os guiará a toda la verdad, porque nohablará por su propia cuenta, sino que dirá todo lo que oye y os hará saber las cosas quevan a suceder» (Jn 16,12-13). Para vencer el miedo en la acción evangelizadora, nadacomo estar apasionado por el Reino de Dios. Hay miedos paralizantes que lo único quenos reflejan es que creemos poco en el Espíritu y nos defendemos en lo nuestro.Repensar la catequesis es a la vez aventura de identidad cristiana, de disponibilidad antela Palabra de Dios, de estudio de la historia de la comunidad cristiana, de creatividadreflexionada.

36

37

38

En el capítulo precedente he apuntado unos síntomas que parecen demandar un cambioen la forma de concretizar la acción catequética en las comunidades cristianas. Lasseñales las descubríamos en el ámbito mismo de la catequesis, es decir, en el seno de lacomunidad creyente, cuando ésta trata de anunciar el Evangelio o de iniciar a los nuevosmiembros que se quieren incorporar a la Iglesia.

Mi propósito en este apartado es reagrupar en grandes núcleos la realidad mundana38en la que los cristianos vivimos y que influye hoy sobre la persona y la lleva a ser más omenos sensible a la acogida del mensaje evangélico que nos ha sido dado en los gestos ypalabras de jesús, el Hijo de Dios (Hebr 1,2). De este ambiente, que constituye el tejidode la sociedad actual, no están exentos los cristianos como ciudadanos ni la misma Iglesiacomo institución que vive en el mundo39. No es posible repensar la forma deevangelización y de catequesis al margen de la realidad donde la Iglesia intenta instaurarel Reino de Dios. «Es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de laépoca e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cadageneración, pueda la Iglesia responder a los perennes interrogantes de la humanidadsobre el sentido de la vida presente y futura y sobre la mutua relación. Es necesario, porello, conocer y comprender el mundo en que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones yel sesgo dramático que con frecuencia le caracteriza.»40 No es indiferente la situaciónsocial en la que la Iglesia está incardinada41.

1. Nuestro tiempo es tiempo favorable para el anuncio del Evangelio

El punto de partida para la reflexión que sigue, tiene como telón de fondo la dobleafirmación que hacen los obispos de Francia: «Rechazamos toda nostalgia de épocaspasadas, en las que el principio de autoridad parecía imponerse de ma nera indiscutible.No soñamos con una imposible vuelta a lo que se denomina "cristiandad". En el contextode la sociedad actual es donde queremos poner por obra la fuerza de propuesta y de

39

interpelación del Evangelio, sin olvidar que éste es susceptible de cuestionar elordenamiento del mundo y de la sociedad cuando tal ordenamiento tiende a hacerseinhumano. En pocas palabras, pensamos que los tiempos actuales no son másdesfavorables para el anuncio del Evangelio que los tiempos de nuestra historia pasada.La situación crítica en que nos encontramos nos impulsa, por el contrario, a ir a lasfuentes de nuestra fe y a hacernos discípulos y testigos del Dios de jesucristo de unaforma más decidida y radical»42.

La segunda idea que me parece importante es: «La crisis por la que atravesamos nose debe básicamente al hecho de que ciertas categorías de católicos hayan perdido la fe ovuelto la espalda a los valores de la tradición cristiana. Sin duda, cada uno de nosotrosdebe interrogarse sobre su adhesión real a Cristo, a su Evangelio y a su Cuerpo eclesial...Por otro lado, no podemos seguir atribuyendo nuestras dificultades presentes a lahostilidad de los adversarios de la Iglesia. Ciertamente, sería ingenuo negar que ennuestra sociedad algunos se alegran por el debilitamiento social e institucional de la Iglesiacatólica, y que no vacilan a la hora de fomentarlo. Pero sería simplista imputar a lavirulencia de su acción las dificultades a las que nos enfrentamos.

La crisis por la que atraviesa hoy la Iglesia se debe en buena medida a la repercusión,en la Iglesia misma y en la vida de sus miembros, de un conjunto de cambios sociales yculturales rápidos, profundos y de dimensiones mundiales.

Estamos cambiando de mundo y de sociedad. Un mundo desaparece y otro estáemergiendo, sin que exista ningún modelo preestablecido para su construcción...

No somos nosotros los únicos que sufrimos tratando de entender lo que está a puntode llegar. Las innumerables investigaciones actuales en los campos de la sociología, lafilosofía... muestran bien a las claras la profundidad de las preguntas de nuestroscontemporáneos sobre una situación de crisis que afecta a todos los sectores de laactividad humana» 41.

D Cambios profundos y acelerados

Se trata, por una parte, de rechazar toda lectura reduccionista y pesimista de nuestrasituación y de afirmar con claridad que el Evangelio hoy tiene futuro y es audible porhombres y mujeres de buena voluntad44. Esto exige una conversión por parte de muchaspersonas que, acostumbradas a la inercia de las cosas y de la evangelización en un tipoconcreto de sociedad edificado a lo largo de muchos siglos, experimentan resistenciasinternas para cambiar de onda y para proponer el Evangelio de forma nueva.

La crisis que palpan los catequistas en su tarea de evangelización, y que superaampliamente la parcela que ellos representan dentro de la comunidad cristiana, hay que

40

entenderla dentro de una crisis más amplia de todos los sectores de la vida humana. Ya elConcilio Vaticano II decía con clarividencia: «El género humano se halla hoy en unperíodo nuevo de su historia, caracterizado por cambios profundos y acelerados, queprogresivamente se extienden al universo entero. Los provoca el hombre con suinteligencia y su actividad creadora; pero recaen luego sobre el hombre, sobre sus juiciosy deseos individuales y colectivos, sobre sus modos de pensar y sobre sucomportamiento para con las realidades y los hombres con quienes convive. Tan es estoasí, que se puede ya hablar de una verdadera metamorfosis social y cultural, que redundatambién sobre la vida religiosa»45

2. Contexto de crisis de transmisión de la fe

La afirmación de que nuestro tiempo es tiempo favorable para la predicación delEvangelio no anula las dificultades del momento. La transmisión de la fe46 ocupa ypreocupa a los responsables de la evangelización. Todos los análisis que se hacen sobrecatequesis coinciden en señalar la transmisión de la fe como un indicador de crisis47.Pero no sólo les ocurre a quienes en la Iglesia trabajan en la transmisión de la fe, sinoque también los educadores y los padres se encuentran con el mismo problema. Quieredecirse que debemos hablar sencillamente de crisis en la transmisión de valores y deformas de entenderse a sí misma la persona humana. Se tiene la impresión de que losvalores que un grupo de personas, los adultos, tienen como patrimonio de sentido y decoherencia de vida, no pasan a las nuevas generaciones. Éstas quieren construir su vida apartir de cero, sin contar, en primera instancia, con lo que da consistencia a sus padres,profesores, educadores o evangelizadores. Los jóvenes sienten la necesidad deconvencerse a sí mismos y de elegir los valores que ellos decidan según suexperimentación personal, no basándose en la transmisión recibida.

D Posturas ante la transmisión de la fe

La dificultad de transmisión de la fe, ¿a qué nos lleva? Una primera respuesta la danquienes se centran en cambios o retoques en las formas de transmisión. Da lo mismo queestos acentos sean una vuelta a insistir en la pedagogía propia del tiempo del catecismo uotros. Respondiendo de esta manera al problema planteado, se da a entender que la crisises cuestión de métodos, de formas o maneras de hacer. Creemos que la crisis de latransmisión de la fe supera el marco de la pedagogía y de la metodología religiosas, auncuando se nos presenten como argumento convincente algunas experiencias concretas deéxitos. Parece mucho más prudente y razonable pensar que la crisis de transmisión de lafe tiene que ser explicada por diferentes razones de sentido y no de metodología48.Tendríamos que centrarnos más, para entender lo que está pasando, en la pérdida de unamemoria colectiva portadora de sentido para el presente y para el futuro. El hechoreligioso no es percibido como un hecho global dador de consistencia pa ra la persona ni

41

para el grupo49. Se entenderá mejor lo que ahora queremos decir con la lectura del restode núcleos que siguen, pues todos ellos forman un entramado coherente.

3. Contexto de cultura contemporánea secularizada

La religión ha dejado de ser referencia central y vital en nuestra sociedad, tanto en la vidapersonal como en el ambiente social. A modo de referencia testimonial, transcribo aquí lareflexión sobre este punto realizada por un grupo cristiano formado por madres. Reflejasólo un aspecto de la realidad, el lado negativo, pero describe bien algunos aspectos de ladificultad religiosa que padecemos hoy. Con estas palabras se expresaba el grupo:

Eltema de Dios es lo que más cuesta madurar en la persona. Eres adulto a los 21años para casi todo. Muchas empresas están llevadas por gente joven. Pero lo deDios no sigue ese ritmo. Se puede ser adulto en lo humano y absolutamenteinfantil en la fe.

Diostiene para cada persona su momento. Y no hay nada que hacer. Se elige a Dioscuando uno está preparado para ello, no cuando te mandan o te dicen. Tiene quellegar la hora. Unas veces llega bien porque la vida te da un «tortazo», o bienporque te encuentras con una persona que te descoloca y hace que te preguntescosas que sólo una persona hace preguntarnos. Hay personas que nos interrogany nos «cambian».

Latarea de padres y educadores es más de sembrar que de recolectar... Y esto sepuede hacer duro: todo el tiempo sembrando... sin, quizá, ver los frutos en eltiempo deseado...

Lavida actual no ayuda a creer en Dios. Con mis manos soy capaz de hacer todo. Nonecesitamos a Dios para vivir y para trabajar. ¡Nos las valemos! Puedo estar lasdieciocho horas. de actividad diarias cumpliendo obligaciones, siendo eficaz,como «un ordenador con dos patas», y no necesitar nada de Dios.

Lagente llora y no sabe por qué, ni le interesa. Le basta decir: «No sé explicarlo. Nome lo explico. No sé qué me pasa». Y tampoco le interesa saberlo, porque saberlo que nos pasa es «complicado». Preferimos vivir «no sabiéndonos», noteniendo razones para vivir, para llorar... Sólo sabemos que nos pasan cosas... sinllegar a porqués. Nos estamos deshumanizando evitando pensar, evitando darpalabra y verbalizar lo que nos pasa... Es la mejor manera de no tener raíces, devivir a la intemperie... a bandazos de lo que la vida nos depare...

Lavida «maquinal» (ser como máquinas) nos agota. Acabamos rendidos, sinrespiración... Queremos ocupar todos los segundos: oír música mientras vamosde camino, no escucharnos, ver todo lo que podamos, curiosear, mariposear por

42

todas partes...

Sieres útil, nadie te dice que te pares... Mejor es que produzcas, que te agotes, quedes de sí todo lo que puedes. Cuando no sirves, te echan, te relegan, te olvidan,te tiran a la papelera... Ya está. sin más problemas.

¿Dialogar?¿Pero de qué? De lo superficial... Pero nada de cómo te sientes: damos«partes» de nosotros que se parecen a la sintomatología que puedes dar a unmédico. Porque «de sentimientos», «de profundi dad», de eso: nada de nada.Muchos hombres y mujeres hoy no es que no sientan, es que no saben lo quesienten, no les han permitido o no les han enseñado a poner palabra a su mundointerior. Lo desconocen por completo. «No tienen espíritu», tienen «espíritus»que les ocupan: las preocupaciones de la vida, de vivir bien, de triunfar y ganardinero y pasarlo bien, de que no caigan enfermos... Después, cuando menos te loesperas, llegan las depresiones y las decepciones... Y nos pillan desprevenidos.

Nosestá fallando algo. ¿Exceso de ser eficaces? No hay valor hoy para buscar cosasque no son eficaces, que no dan resultados numéricos. No entendemos logratuito. Tenemos que pagar los favores. No aceptamos los regalos sin más. Sinos hacen uno, tenemos que devolver otro. No se entiende ya la gratuidad:regalar para que no te regalen, sólo por el placer de dar algo gratis a alguien sinmás, sin que se sienta el otro obligado a devolvernos algo. Todo es comercio.Está en el ambiente. En casa decimos y enseñamos a los hijos: «Le tendrás queregalar tú algo porque como te ha regalado él...».

En esta sociedad, en este ambiente, ¿qué significa que Dios es regalo, don, Espíritude gratuidad? Queremos ponernos a la altura de Dios para regalarle algo que le guste oque necesite. Dios no necesita nada nuestro ni nuestras cosas le enriquecen...«Comercializamos» con Dios.Y Dios este «mercado nuestro no lo entiende», se pierde.Dios regala y se regala. No tenemos nada que esté a la altura de lo que nos da. Él es decondición divina. Nosotros de condición humana. Por naturaleza es imposible ponernos asu nivel. Dios no nos da para que le demos. Dios nos da para que seamos.¿Entenderemos esto?so

Dios ha dejado de ser necesario. Muchos hacen experiencia de una vida al margen deDios y viven «divinamente» sin É151. Tener a Dios en el horizonte de la existencia estávisto, por no pocas personas, como algo «pasado de moda». «Lo moderno», el modoactual de entender la vida es vivir en una atmósfera no transcendente y en la que eltranscendente no tiene cabida. Los Obispos Belgas lo expresaban muy bien con estaspalabras: «No sólo hacemos experiencia de la dificultad de transmitir la fe hoy, sino queen ocasiones se nos toma como sospechosos, ya que el anuncio del Evangelio es vistocomo inútil e insignificante52».

43

-Vivir de deseos más que de necesidades

Se vive de la satisfacción de deseos y no de necesidades53; hemos pasado delconsumismo de uso al consumir por consumir o a consumir como deporte. Consumir esun nuevo dios por el que todo se sacrifica y hacia el que todo se orienta. No se consumeni siquiera para tener, sino que el fin del consumo está en la satisfacción que produce elacto de comprar. «Salir de compras» es un deporte, una manera de ocupar el tiempo, devivir entretenido, de relacionarse con otros, de darse sentido. Mientras estamosentretenidos no nos planteamos preguntas, no pensamos. El consumo es una especie denueva religión. Esta nueva religión también tiene procesiones y peregrinaciones en cochey a paso lento a los «nuevos santuarios», los llamados centros comerciales, y tiene «díasde precepto o fiestas de guardar» como son los fines de semana, los días festivos, losdías que llevan delante un de: día de los enamorados, día del padre, semana fantástica,días de oro... Hay una «liturgia» que se realiza en estos centros: ver escaparates, pasear,probarse ropa o calzado, tomar algo, ver algún espectáculo, curiosear lo que otroscompran, imaginar qué nos iría bien comprar: «Viendo cosas, las cosas suscitan lanecesidad de adquirirlas».

D Valor de lo inmediato, de lo práctico

Insensiblemente nos sensibilizamos en una dirección única: para lo práctico, para loeficaz, para consumir, para lo que se puede adquirir con dinero. Se crea en la personauna lógica comercial: es válido y real lo que se puede comprar, y si es con dinero fácil,mejor. Se quiere ganar dinero para poder comprar «lo que me apetezca»54. De unplumazo quedan abolidos todos los valores que no son comprables, rentables, eficaces.Queda desplazado el esfuerzo por lo «no productivo», el esfuerzo por ser uno mismosencillamente y desarrollar las propias potencialidades. Queda borrado del mapa ordinariode la vida lo simbólico, aquello que lleva a traspasar la horizontalidad en la que uno semueve, aquello que nos enfrenta al misterio de la realidad y de la trascendencia.

D Indiferencia religiosa

Es lógico que así crezca la indiferencia religiosa y, paralelamente, la credulidad quesustituye a la fe. Se cree en lo que dicen las personas de la política, o del espectáculo, odel mundo de la moda, o a los «maestros» del esoterismo, o se cree a los ídolos que nosimponen desde fuera, o se cree a los amigos más que a nadie. Lo que dicen loscompañeros de «la panda» es más creíble y se le da más valor que a lo que dicen lospadres, o los profesores, o los catequistas... La sed del misterio no se ha eliminado delser humano actual, pero pretende ser saciada con algo inmediato, no con un camino deexperiencia interior que nos aproxime al Dios transcendente. «El hombre contemporáneocultiva con gusto la espiritualidad, pero no tiene necesidad de Dios.»55

44

D Fragilidad, inseguridad y pluralismo

Esta manera de posicionarse ante la vida y ante la propia maduración personal crea unsubstrato de fragilidad. Muchas personas se sienten sin fundamentos sólidos en los queapoyarse, pues rechazan algo que no les parece seguro y construyen sobre aquello queno se sabe si dará o no consistencia a su existencia.

Así va surgiendo una conciencia secreta de inseguridad. Una enfermedad o uncontratiempo económico arrasan de golpe el sentido dado a la vida, hunde en lo másprofundo a las personas. Los desengaños de la vida ponen de manifiesto un vivir sinraíces hondas donde todo se tambalea. Recurrimos a los psicólogos para remediarnuestros males de sentido de la existencia.

Añadamos un factor que cobra cada día más fuerza en nuestro contexto cultural: elpluralismo. Nuestra cultura es pluralista en el sentido de que hay un amplio abanico demaneras de concebir la existencia y de creer. La inmigración es un factor que reafirmaeste dato. La pluralidad se puede convertir en amenaza, en indiferencia, enfundamentalismo, en relativismo o en ocasión de profundizar las propias convicciones.Todo dependerá del punto desde donde se sitúe uno para analizar el pluralismo cultural yreligioso.

La persona hoy está retada a tener consistencia y, a la vez, a ser flexible para convivirpacíficamente con quienes tienen otros principios dadores de sentido. Cuanta másconsistencia tenga la persona, mayor será la posibilidad de flexibilidad y de diálogo con«el diferente», sin miedo a desfondarse.

4. Contexto antropológico

Nuestra cultura cree en la persona y cree en las posibilidades casi ilimitadas de suracionalidad. No hemos asimilado una novedad y ya el mercado nos sorprende con otra.Todo parece programado para hacer viejo aquello que acabamos de adquirir. No nosimaginamos dónde podemos llegar. Se ha creado una conciencia colectiva de que lo quehoy todavía no es posible, lo será mañana. Los inventos y el poder de la ciencia pareceque no tienen límite. Lo que importa a los hombres y mujeres de nuestro contextocultural es «vivir bien», o lo que es lo mismo, «la sociedad del bienestar».

-La libertad sin consistencia

Una parte de este bienestar la proporcionan indudablemente los avances de la ciencia.Pero hay otra parte que no depende de lo que tenemos, sino de la conciencia personalque cada uno tiene de su libertad. Así, estar bien puede ser entendido como gozar detodo según la manera que uno libremente elige. Ser libre lo traducen algunos por no tener

45

frenos, hacer lo que yo quiera, cuando yo quiera y como yo quiera.

Esta percepción de los avances conquistados choca con una realidad cruda y dura: eldolor, las guerras, los enfrentamientos, el crecimiento de los empobrecidos por losegoísmos de los poderosos... El mundo occidental está dominado por una culturaindividualista que lleva a olvidar al otro o a aprovecharse del otro, sea éste persona o seala misma Tierra, amenazada y expoliada por el ansia de riqueza desmedida de unospocos.

El hombre está encerrado en sí mismo. Ensimismado en estar bien y en que nada lefalte y que nada le limite su libertad, el hombre de nuestros días está llamado a hacerexperiencia de sus límites sin atreverse a traspasarlos. Da la impresión de que la preguntafinal no es: ¿qué es el hombre?, sino: ¿quién soy yo, que quiero vivir sin límites?

-Encerrados en la obra de nuestras manos

Orientados en esta perspectiva, muchos hombres han perdido por completo de suhorizonte vital la necesidad de salvación en el sentido anunciado por los profetas ycompletado en jesús de Nazaret. La salvación se la fabrica cada uno a su manera. Uno«se salva» no tanto por la intervención de Dios sino por el esfuerzo personal. De lamisma manera que cada uno tiene que «luchar en la vida» para conseguir un puesto detrabajo y para que después no se lo quiten o para que la competencia no le desbanque dellugar donde ha llegado; así es como «hay que salvarse», con las propias fuerzas.Salvarse es triunfar en la vida. No hay más salvación que la que cada uno se procura,con la ayuda de amigos, en ciertos casos. Contra quien hay que luchar y dirigir todos losesfuerzos es contra la competencia, es decir, contra aquel que pretende ser más y mayorque tú. En esta lucha despiadada, todo vale con tal de llegar a los objetivos marcados. Ellogro de objetivos programados supedita todo lo demás. En la empresa se trabaja porobjetivos prefijados. El año laboral está para alcanzar o ir más allá de los objetivos. Estoes lo que se premia..., aunque te dejes la vida en el intento. ¡Ya te sustituirá otro!

Creyéndose libre, el hombre está hoy amenazado en su raíz más profunda. Ennombre de su libertad y de su poder, está creando una tela de araña que le atrapa y lehace esclavo de sí mismo. Quitar del horizonte a Dios es la mejor manera dedeshumanizar al hombre.

5. Una reflexión final

Existen detallados análisis de la situación actua156. Aquí quedan reflejados tres ejes onúcleos a los que se pueden añadir otros muchos aspectos a modo de una constelación.Como reflexión final quisiera resaltar el influjo que esta realidad actual tiene para la tareade anuncio y educación en la fe. Porque no se trata de convertirnos en sociólogos, sino

46

de analizar los datos de la sociología para entender mejor la misión de la Iglesia de «id yanunciad» (Mc10,15).

D Daros cuenta del momento presente

La primera constatación que los creyentes y responsables de los procesos deevangelización tenemos que hacer es tomar en serio la realidad, darnos cuenta delmomento presente en el que se efectúa la transmisión de la fe. Un momento de la historiaen el que la sociedad vive construida desde ella misma, sin referencias precisas a Dios.Un momento que para unos es de pluralismo y para otros, de paganismo.

En todo caso, no es un ambiente de sociedad edificada sobre referencias religiosascristianas, o sociedad de cristiandad. Esta realidad pluralista es la que nos obliga, en laeducación en la fe y en la transmisión de la fe, a crear comunidades que sean ambientenutritivo en el que arraigue la experiencia de fe57. Parece algo sencillo y simple, pero nolo es y no lo es para muchos que prefieren no analizar la realidad de nuestra sociedad ysólo ven la realidad de los que vienen a la celebración dominical, por ejemplo.

Existe el peligro de confundir «esta realidad» de los que vienen con «la realidad» másglobal.

En estos momentos necesitamos un impulso mayor hacia un tipo de pastoral al queno estamos habituados porque no nos lo exigieron las circunstancias. Hoy han cambiadotanto las cosas, que tenemos que abrir el abanico de nuestro hacer pastoral para situarnosen una sociedad donde «las mentalidades se han secularizado, la pluralidad estalla portodas partes, la memoria cristiana se pulveriza y la práctica religiosa continúadescendiendo. La religión ha llegado a ser para algunos un asunto del pasado y, para unbuen número, una opción personal que se quiere tener y mantener en el secreto íntimode la conciencia»58.

D Tomar en serio la cultura secularizada

«Entre los muchos aspectos indicados con ocasión del Sínodo, quisiera recordar lapérdida de la memoria y de la herencia cristianas, unida a una especie de agnosticismopráctico y de indiferencia religiosa, por lo cual muchos europeos dan la impresión de vivirsin base espiritual y como herederos que han despilfarrado el patrimonio recibido a lolargo de la historia.»59 Este es el panorama de nuestro contexto geográfico, que el PapaJuan Pablo II resumía al hablar de Europa.

La dificultad está no en aceptar y afirmar el dato de la secularización, sino en serconsecuentes con la afirmación a la hora de hacer pastoral. Vaya por adelantado unagradecimiento a los agentes de pastoral que han hecho y hacen unos enormes esfuerzos

47

de cambio y de adaptación, de búsqueda y de trabajo silencioso. Tenemos que reconocerque no es fácil encontrar la salida oportuna, como en las autopistas, a las preguntas quenos planteamos; pero los esfuerzos están en marcha. La edad, la formación adquirida y lapersonalidad formada en un determinado sentido pueden, en ocasiones, alejar o dilatarpara «más tarde» la consecución de metas nuevas. Las situaciones humanas reales sólonos piden una cosa: comprensión. Y no faltan motivos para comprender.

Un porcentaje amplísimo de agentes de pastoral ha bebido su vida cristiana en unambiente de acción pastoral en clima de cristiandad, ha desarrollado su acción pastoralcon parámetros pastorales que ya es difícil mantener; ahora se les está pidiendo que«trabajen pastoralmente» en la realidad del mundo presente que está impregnada desecularización. El cambio es profundo. Las resistencias humanas, comprensibles. Laacción pastoral, de tejas abajo, no es posible. Sólo la acción del Espíritu del Señor quetransforma los corazones y hace Pentecostés donde y cuando quiere, puede alumbrar elhorizonte de un hacer pastoral volcado en la misión.

No partimos de cero: tenemos una tradición secular de la Iglesia, con etapas de lahistoria que nos pueden servir de inspiración, y tenemos la fuerza y la vivencia delEvangelio y el aliento del Espíritu que se nos ha prometido. Los agen tes de pastoralestamos llamados no a una reconversión como la entiende la sociedad y el mundo de laempresa, sino a una conversión en el sentido más bíblico. Es decir, no todo nos vendráde la técnica, de las tácticas y de las ciencias auxiliares (¡cosas que necesitaremos!) sinode la vivencia de la confesión de fe en jesús en nuestra situación. El Evangelio tiene en sífuerza para sugerir caminos de transmisión, caminos de acción. Si el mundo en el quevivimos es nuevo, nuevo tendrá que ser el hacer pastora160.

D La existencia humana como lugar de encuentro con Dios

Hemos visto en los núcleos que preceden a esta reflexión que lo que está en juego es lapersona humana. «Es la persona humana la que hay que salvar. Es la sociedad humana laque hay que renovar»61, declaraba solemnemente el Concilio Vaticano II. Y todo estodesde el convencimiento de la fuerza de la semilla que cae en tierra y fructifica (Mc4,31), o de la levadura (Mc 8,15).

Entender el futuro de la transmisión de la fe pasa por entender a la persona humana.La existencia es el lugar privilegiado para el encuentro con Dios. La puerta de entrada al«ámbito de la trascendencia» es la existencia humana con toda su complejidad, con todasu superficialidad, con toda su posibilidad de hondura. No es que la fe dependa delcampo donde se siembra. «El Reino de Dios llega a pesar de las dificultades del terreno,las tensiones, los conflictos y los problemas del mundo.»62 Pero sí es necesario prepararel campo para la siembra del Evangelio. Aplicado esto al hombre actual, significa que estécomo esté, la existencia es el lugar privilegiado de encuentro con Dios63. «Lo de Dios y

48

el hombre se juega todo en un mismo escenario: la trama de la vida, la trama de lahistoria. El hombre escucha a Dios y descubre la presencia de Dios allí donde vive ymuere. No hace falta salir del mundo para conocer y escuchar a Dios.»64 Las cosassencillas de la vida: los encuentros, los interrogantes, las personas que pasan por nuestravida de manea significativa, las que quedan y dejan algo de ellas en nosotros, lo que nospasa, las opciones que tomamos, las que dejamos de tomar porque nos da miedo, lamuerte, la vida, todo es posibilidad de encuentro con Dios. Muchísima gente hoy sólodispone de su existencia como lugar privilegiado de encuentro con Dios ya que noparticipan en grupos, no frecuentan la reunión cristiana semanal, no leen habitualmentelibros religiosos ni se nutren de la Palabra de Dios... Lo único que les queda en las manospara encontrarse con Dios es la aventura de su propia existenciaó5

D Dos puntos de partida

La manera de afrontar la transmisión de la fe en esta realidad descrita, la podemosresumir en dos corrientes:

•La fuerza intrínseca de la Palabra. En esta corriente se situarían aquellos querelativizan las influencias de la realidad en que el hombre actual vive y potencianla fuerza de la Buena Nueva. El Reino de Dios llega «a pesar de las dificultadesdel terreno, las tensiones, los conflictos y los problemas del mundo» (DGC 1 5).La Iglesia lo que tiene que hacer es creer en sí misma, y decir lo que cree quetiene que decir con toda claridad.

Laatención a las reales circunstancias que vive la persona humana y que le dificultanla acogida de la Palabra. En esta perspectiva hay que enmarcar a quienes, sinnegar la fuerza de la Palabra, prestan un cuidado especial en atender a la personaconcreta para que pueda abrirse al anuncio de la Buena Nueva. En esta corrientese insiste, por una parte, en la necesidad de verificación o purificación de lavivencia del Evangelio en el seno de la comunidad cristiana (esto implica elredescubrimiento de una Iglesia humilde y servidora de los hombres, cercana asus sufrimientos y problemas para poder transmitir la Palabra de vida que salva yque llena de alegría el corazón); por otra, esta actitud se traduce en unapedagogía que desarrolle una evangelización capaz de despertar al hombre de su«letargo» o «ensimismamiento» y de situarlo ante su libertad para responderlibremente a la llamada del Dios vivo y establecer con él una historia de alianza yde encuentro.

49

50

51

52

Una vez que he esbozado un mapa de situación de la catequesis en nuestras coordenadasculturales, tanto desde dentro como desde fuera de la Iglesia, es importante afrontar lapregunta por la descripción de la catequesis en la misión de la Iglesia.

Para responderla, voy a seguir de cerca la reflexión que la Iglesia ha concentrado enel Directorio General para la Catequesis.

Me quiero distanciar de posturas rápidas que, omitiendo en sus postulados lareferencia a lo que la comunidad eclesial entiende hoy por catequesis, funcionan a basede modificar la oferta de catequesis simplemente desde coordenadas de eficacia o demodelos más cercanos al márquetin que a la reflexión eclesial catequética.

Creo que la Iglesia posee dentro de sí un dinamismo que le viene de repensarse a laluz de la Palabra y de la vida de la comunidad cristiana en cada momento de la Historia.Escucha y fidelidad a Dios llevan de la mano a escucha y fidelidad del hombre concreto.La pedagogía de la fe se inspira siempre en «una ley fundamental para toda la vida de laIglesia (y, por tanto, para la catequesis): la fidelidad a Dios y al hombre, en una mismaactitud de amor» (DGC 145).

1. El marco de la reflexión: la fe de la iglesia

La comunidad eclesial se siente interpelada por los retos del momento actual, los captacon humildad y con responsabilidad misionera y se deja retar. La Iglesia debe ver en losdesafíos del presente no simples problemas pasajeros, sino signos de los tiempos dondeDios se manifiesta y donde Dios le llama a ser más fiel al Evangelio y fiel a los hombres aquienes debe anunciar el acontecimiento pascual. Por eso, las respuestas que se dennunca serán un ejercicio de imaginación, de tecnicismos, o de márquetin66, sino unaconversión al Evangelio. «Si la transmisión de la fe es tan difícil y precaria, no se debe, oal menos no es solamente, al hecho de que no hemos encontrado aún el métodoadecuado. El problema hoy no está en el método, sino más bien en el contenido mismode la fe.»67

D Herederos de una historia

53

Echemos una mirada a lo que la Iglesia realizó sobre todo en los siglos primeros. Aquellacomunidad de creyentes, siendo minoritaria en medio de una sociedad pagana, puso enmarcha una acción de transmisión de la fe. Nos preguntamos si no tendremos que mirarcon simpatía el hacer de la Iglesia primitiva para extraer consecuencias y líneas de acciónpara nuestra situación. Acertemos o no acertemos con lo que buscamos, es obligación delas comunidades cristianas repensar los caminos para transmitir la fe. No se trata de algoaleatorio: si lo hacemos, bien; si no lo hacemos, no pasa nada. Nuestra profesión de fe enDios nos demanda en estos momentos poner en marcha maneras de anunciar la BuenaNueva de acuerdo con la situación que vive la comunidad cristiana y los destinatarios alos que ésta es enviada.

No perdemos de vista que caminamos hacia una pregunta crucial hoy: ¿ Quécatequesis tenemos que hacer en la comunidad cristiana? Pero antes de decir quécatequesis tenemos que hacer, será bueno detenernos y preguntarnos ¿qué es lacatequesis? ¿ Cuál es su identidad? ¿ Qué reflexión sobre la catequesis se ha dado en estemomento de la historia la comunidad cristiana?

Puede ocurrirnos hoy que si no aclaramos bien el mismo término catequesis, alpronunciarlo, cada uno tenga unas referencias concretas sacadas de su experiencia, de suhacer, de sus opiniones personales, de un libro que cayó en sus manos, etc.

Hacemos el esfuerzo de buscar y sintetizar la identidad de la catequesis no enautores, sino en el pensamiento de la Iglesia elaborado a partir del Vaticano II y recogidoen el Directorio General para la Catequesisó8. Existen otras reflexio nes yprofundizaciones de la catequesis realizadas por las Iglesias locales en su esfuerzo dereleer y adaptar a la realidad particular los grandes principios del Directorio.

D Sabedores de la fuerza de la fe

Poner el punto de partida del repensar la catequesis en el dinamismo que emana delcorazón de la vida eclesial, la fe, deja fuera de legitimidad soluciones rápidas yúnicamente de estructuración técnica o pedagógica. Partimos de que la fe de la Iglesia enel Señor Resucitado fue la que modeló el proceso de anuncio del Reino a otros y tambiénel proceso de alimentación de la fe de los ya creyentes. En este camino, queremossituarnos.

Hoy somos testigos de un interés generalizado en muchas comunidades cristianas porbuscar y dar con la mejor manera de anunciar el Evangelio a adultos, jóvenes,adolescentes y niños.

Al comenzar a buscar respuestas de acción catequética a las situaciones que hoy senos presentan, hacemos una confesión de fe: Creemos que la comunidad cristiana, guiada

54

por el Espíritu, tiene dentro de sí la fuerza suficiente para imaginar propuestas que seancapaces de transmitir el Evangelio a los hombres y mujeres de buena voluntad. Estaafirmación no es confesión de autosuficiencia, sino, más bien, de pobreza. No seríamoscapaces de nada si nos faltara la presencia del Espíritu. Esta presencia, prometida porJesús (Mt 28,20; Jn 1 6,1 3), nos ayudará:

Adiscernir el trigo y la cizaña, a proclamar la verdad desde las plazas y terrazas.

Areleer y entender todo lo que la comunidad cristiana ha intentado a lo largo de lahistoria para hacer visible el Evangelio.

-A apoyarnos en cuanto es logro de las ciencias.

Si por una parte decimos que «algo nuevo tiene que surgir», por otra, no estamos tanen búsqueda que no tengamos referencias del ayer creyente para caminar. Lasrastreamos en la memoria viva de la comunidad cristiana a lo largo de los siglos, y lashacemos nuestras y para nuestro hoy.

D Tarea de creyentes

Repensar la catequesis es una tarea de creyentes, de enviados (misioneros), deseguidores de jesús, no de técnicos o especialistas en pedagogía o en dinámica de grupossin más. La definición de fe no la encontramos en la Escritura. Lo que nos muestra laBiblia son creyentes, personas que en su vida admitieron y admiten a Dios y le obedecen.Abraham es el modelo primero de creyente, llamado el «padre de los creyentes»(Gén12,1-4;23,4; Hb 11,8; Rom 4,11.18). En el Nuevo Testamento, leemos que deMaría se dice: «Dichosa tú porque has creído que se cumplirían las cosas que te fuerondichas de parte del Señor» (Lc 1 ,45).

A partir de las narraciones de los creyentes más significativos, podemos describir loque es la fe y podemos descubrir las cualidades que manifiestan estos creyentes.Teniendo en cuenta a los creyentes de ayer y a los de hoy, actuaremos de una manera ode otra a la hora de «transmitir la fe», o de «abrir a la fe», o de «educar a la persona»para que se disponga a acoger la invitación del Dios que le solicita, es decir, a asentir y aconsentir que Dios forme parte de su vida. Esto es ser creyente.

El Catecismo de la Iglesia Católica resume lo que es la fe sintetizando dos aspectoscomplementarios, con estas pala bras: una adhesión personal del hombre a Dios; y unasentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado (n.150). El creyente es unobediente que hace lo que Dios quiere y el sentido de su vida reside en hacer la voluntadde Dios o en dejarse llevar allá donde Dios le lleve, hacia la tierra que se le mostrará(Gén 12,1).

55

La Iglesia ha considerado siempre que la fe es un don, una gracia, algo que no vienede la carne y de la sangre, sino del Padre que está en el cielo (Mt 1 6,1 7). No creemosporque queremos o se nos antoja. Creemos porque somos atraídos por el Padre haciajesús Un 6,65). Creemos porque Dios nos da su gracia y nos ayuda a creer.

La Iglesia ha considerado siempre que la fe es un acto humano, es decir, confesar aDios involucra a toda la persona: su inteligencia, su voluntad, su afectividad, su libertad.Es posible creer por la acción del Espíritu. Pero depositar la confianza en Dios, adherirsea él y aceptar su verdad es decisión también humana. Como realidad humana, sigue elproceso humano de maduración que es lento y se realiza paso a paso en unacombinación, misteriosa de acción de Dios y de consentimiento humano.

La Iglesia ha considerado siempre que el motivo de creer no radica en el hecho deque las verdades reveladas aparezcan como inteligibles a la razón. Creemos porqueconfiamos, creemos porque nos fiamos, creemos porque nos entregamos enteramente aAlguien que ni se engaña ni nos engaña. Creemos y buscamos la comprensión de lo quecreemos, creemos y buscamos adherirnos mejor a Aquel en quien confiamos.

En una palabra, repensar la catequesis es tarea de creyentes, es tarea de quienes sesienten enviados.

2. El sitio de la catequesis en el quehacer eclesial

El marco de fondo de toda renovación en la comunidad cristiana es algo más que unamera tarea humana. Hay que entenderlo como una expresión de la vivencia de la fe.Dicho esto, la primera ocupación es aproximarnos a una mejor comprensión de lacatequesis tal como está recogida en el pensamiento eclesial actual.

Los documentos catequéticos que hoy son referencia y fuente para una reflexiónsobre la catequesis comienzan situando con precisión a ésta en el marco de la misión dela Iglesia. El lugar que damos a la catequesis es determinante para analizar su naturaleza.

Parece que son dos los indicadores que el DGC nos ofrece para colocar en su justositio el quehacer catequético: el proceso evangelizador y el ministerio de la Palabra.

D El proceso de evangelización

La Iglesia existe para evangelizar (EN 14). Su misión es «llevar la Buena Nueva a todoslos ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a lamisma humanidad» (EN 18).

Este es el punto de partida que la Iglesia ha mantenido vivo desde sus orígenes. Con

56

más o menos acierto, la Iglesia no ha cesado de evangelizar a lo largo de su historia.

Analizando la tarea evangelizadora de la Iglesia a lo largo de los siglos, nos damoscuenta de una estructura de fondo que ha sido una constante en ella. Al realizar laevangelización, la Iglesia lo ha hecho de manera gradual. El Concilio Vaticano II loasumió y lo sintetizó en el documento Ad Gentes69. El Directorio General para laCatequesis lo resumió con estas palabras: «El proceso evangelizador, por consiguiente,está estructurado en etapas o "momentos esenciales": la acción misionera para los nocreyentes y para los que viven en la indiferencia religiosa; la acción catequético-iniciatoriapara los que optan por el Evangelio y para los que necesitan completar o reestructurar suiniciación; y la acción pastoral para los fieles cristianos ya maduros, en el seno de lacomunidad cristiana. Estos momentos, sin embargo, no son etapas cerradas: se reiteransiempre que sea necesario, ya que tratan de dar el alimento evangélico más adecuado alcrecimiento espiritual de cada persona o de la misma comunidad»70.

Muchas comunidades cristianas funcionan y se han estructurado a lo largo de lostiempos modernos de tal manera que con la catequesis y la celebración de sacramentosya todo estaba hecho. Este modo de proceder nace de una situación de cristiandad queya no está vigente de manera generalizada en nuestro contexto cultural, si bien es ciertoque quedan muchas huellas de cristiandad en el lenguaje, en el arte, en la organizacióndel calendario, etc.

Lo que aprendemos de los documentos eclesiales catequéticos es que la catequesissólo se entiende en un marco más amplio: en la misión evangelizadora de la Iglesia.

Mirando de cerca el hacer evangelizador secular de la Iglesia, se percibe unagradualidad o dinámica de la evangelización o proceso evangelizador o estructuración deetapas o momentos esenciales.

El punto de partida del proceso de evangelización no es la catequesis. Tampoco elfinal del proceso evangelizador es la catequesis. Delimitar las fronteras de la catequesisexigirá siempre un discernimiento en las comunidades de acuerdo con la realidadconcreta. Desde este punto de vista, serán más importantes en el futuro los principiosorientativos de actuación que la uniformidad exigida a todos o la imposición de uninstrumento concreto de formación religiosa. Todo ello será imposible sin una aclaraciónde principios y conceptos, sin una fuerte formación de los catequistas y sin una sólidacomunión eclesial.

Podemos resumir así estos primeros datos:

•La catequesis es parte del proceso evangelizador que realiza la Iglesia.

•La catequesis no es el primer paso o etapa de la evangelización; exige un «algo

57

previo», una etapa que prepara, que suscita, que hace tener «ganas delsignificado del Evangelio y de la vida cristiana». A este «algo previo» se le handado muchos nombres: precatequesis, preevangelización, humanización, primeranuncio", precatecumenado, despertar religioso y otros. El nombre técnico másgenérico sería el primer anuncio o etapa misionera del proceso de evangelización.Lo importante es saber que la catequesis no es la primera etapa de laevangelización, aunque, en la práctica, la estructuración de la catequesis actualhace que ésta sea, para algunas personas, el primer momento o la ocasión deiniciar un proceso de evangelización.

•La evangelización no es un conglomerado de acciones, sino un itinerario delimitado ydiferenciado en el que la persona va realizando un proceso personal de cambio.En este proceso, lo primero es la acción misionera. Es ta afirmación, que nace dela experiencia realizada por la Iglesia a lo largo de los siglos al estructurar poretapas el proceso evangelizador, tiene consecuencias para nuestro hoy.

D El ministerio de la Palabra

El segundo indicador del lugar de la catequesis en la acción eclesial nos viene dado por elministerio de la Palabra.

¿Por medio de qué realiza la Iglesia la evangelización? Por medio del ministerio de laPalabra. «El ministerio de la Palabra72 es elemento fundamental de laevangelización.»73 La palabra humana de la Iglesia «es el medio de que se sirve elEspíritu Santo para continuar el diálogo con la humanidad. Él (el Espíritu Santo) es,efectivamente, el agente principal del ministerio de la Palabra, por quien «la voz viva delEvangelio resuena en la Iglesia y, por ella, en el mundo»74.

Por la palabra de los creyentes la Iglesia proclama la Palabra y la hace resonar en elmundo. En este escenario es donde la catequesis tiene su sitio y su quehacer y es dondehay que descubrir su propia originalidad. No le es original el anuncio de la Palabra, quetambién se hace en la celebración de los sacramentos, por ejemplo. Sí le es peculiar a lacatequesis el cuándo la anuncia, a quién la anuncia, cómo la anuncia, con qué otrastareas eclesiales se relaciona. Lo iremos viendo progresivamente. Ahora nos basta saberdónde tenemos que situar la catequesis. La palabra de los cris tianos anuncia la Palabrade Dios, hecha realidad visible en la persona de jesucristo.

La catequesis «es una forma particular del ministerio de la Palabra que hace madurarla conversión inicial»75. La «palabra humana» de la Iglesia hay que entenderla demuchas maneras: hay palabra que se pronuncia «sin palabras», con el testimonio, congestos, con hechos; pero, además de la palabra callada, es necesaria, en un momentodado, la palabra que explique, que anuncie, que diga quién es Jesús. Sin ministerio de la

58

Palabra no hay verdadera evangelización76.

Una de las funciones del ministerio de la Palabra es la iniciación cristiana de quienesdeciden seguir a Jesús y prepararse para el Bautismo, para los sacramentos. Tambiénpertenece al ministerio de la Palabra el mantener, avivar y madurar77 constantemente lafe de los fieles a lo largo de toda la vida.

3. La naturaleza de la catequesis

Tener la geografía de la catequesis dentro del proceso evangelizador de la Iglesia nospermite proseguir mejor la búsqueda de la naturaleza de la catequesis. Necesitamosdefinir la catequesis para aproximarnos a su identidad y desde ella emprender lasacciones que sean precisas.

De nuevo aquí me limito a los datos que ofrece el DGC, que a su vez recoge losintentos que cronológicamente le han precedido en la reflexión postconciliar hasta llegar ala comprensión de catequesis que el Directorio sintetiza.

D Variedad de definiciones

El Mensaje al Pueblo de Dios (Sínodo 1977) definía la catequesis como «ordenada yprogresiva educación de la fe unida a un constante proceso de maduración de la femisma»78. El Directorio Catequístico General (1971): «En el ámbito de la actividadpastoral, la catequesis es aquella acción eclesial que conduce a las comunidades y a cadacristiano a la madurez de la fe»79.

En estos dos documentos, la reflexión sobre la catequesis está muy centrada en lacatequesis considerada de manera aislada, es decir, no integrada dentro del proceso deevangelización. La catequesis, en estos momentos, es considerada todavía comoelemento de la madurez de la fe, tanto de las personas singulares como de la mismacomunidad80.

Las posteriores reflexiones sobre la evangelización han hecho posible una definiciónmás precisa de la catequesis. El DGC (1997) tiene varias definiciones de catequesis.Todas parten de situar a la catequesis dentro del proceso de evangelización, comoanteriormente hemos visto. Al definirla, se esclarece su originalidad con respecto a lasdemás acciones que componen el proceso de evangelización. En este sentido, lacatequesis ya no soporta todo el peso de la maduración de la fe del cristiano. Comparteresponsabilidades en la maduración en la fe de cada persona y de la comunidad con otrasacciones, asumiendo, eso sí, su originalidad.

Vemos lo dicho en la recopilación de definiciones que sigue:

59

-La catequesis es uno de esos momentos en el proceso total de la evangelización (n.63).

-El momento de la catequesis es el que corresponde al período en que se estructura laconversión a Jesucristo, dando una fundamentación a esa primera adhesión (n.63).

-La catequesis lo que hace es poner los cimientos del edificio de la fe (n. 64).

-La catequesis es elemento fundamental de la iniciación cristiana y está estrechamentevinculada a los sacramentos de la iniciación, especialmente al Bautismo,sacramento de la fe (n. 66).

-La catequesis es una formación orgánica y sistemática de fe... una formación básica,esencial, centrada en lo nuclear de la experiencia cristiana, en las certezas másbásicas de la fe y en los valores evangélicos más fundamentales. La catequesispone los cimientos del edificio espiritual del cristiano, alimenta las raíces de suvida de fe, capacita para recibir el posterior alimento sólido en la vida ordinaria dela comunidad cristiana (n. 67).

-La catequesis es una acción esencialmente eclesial. El verdadero sujeto de lacatequesis es la Iglesia que, como continuadora de la misión de JesucristoMaestro y animada por el Espíritu, ha sido enviada para ser madre de nuestra fe(n. 78).

-La catequesis es esa forma particular del ministerio de la Palabra que hace madurarla conversión inicial hasta hacer de ella una viva, explícita y operativa conversiónde fe: La catequesis tiene su origen en la confesión de fe y conduce a laconfesión de fe (n. 82).

Lacatequesis es en la Iglesia, el servicio que introduce a los catecúmenos ycatequizandos en la unidad de la confesión de fe (n. 106).

Si analizamos de cerca estas definiciones, podemos extraer estos elementos:

Unasindican el lugar de la catequesis81 (etapa dentro del proceso de evangelización;parte de ministerio de la Palabra).

Otrasse refieren a la importancia de la catequesis (estructurar la conversión, poner loscimientos).

Otrasseñalan el cometido de la catequesis (formación orgánica, sistemática, básicacentrada en lo nuclear);

60

Otrasapuntan a su propia naturaleza (eclesial, perteneciente al ministerio de laPalabra).

Este horizonte amplio de aproximación ya nos está indicando la complejidad de lacatequesis tanto en su formulación como en la realización concreta de ésta en lascomunidades.

D Finalidad de la catequesis

La estructuración creyente de la persona es la finalidad que la catequesis tieneencomendada, y consiste en que ésta se ponga «no sólo en contacto sino en comunión,en intimidad con Jesucristo»82. Es decir, la meta última de la catequesis es que lapersona se abra a Jesucristo para «comulgar» con to do aquello que le era esencial: laintimidad con su Padre y el Espíritu, su sentirse enviado, su misión, la Iglesia.

La comunión con jesucristo se realiza por la Iglesia y en la Iglesia: «La catequesistiene su origen en la confesión de fe y conduce a la confesión de fe»83. La intimidad conjesucristo pasa por la mediación de la Iglesia, depositaria de la misión misma de jesús.

Esta estructuración de la persona del creyente no se hace de una vez por todas en lavida, sino que «la catequesis, según las diferentes edades, es una exigencia esencial parala comunidad cristiana. Por una parte, en efecto, la fe está presente en el desarrollo de lapersona; por otra, cada etapa de la vida está expuesta al desafío de la descristianizacióny, sobre todo, debe construirse con las tareas siempre nuevas de la vocacióncristiana»84.

Es decir, la catequesis tiene siempre la misma finalidad, pero ésta, a lo largo de laexistencia de la persona, va tomando diversos matices.

D Tareas de la catequesis

Para lograr su finalidad, la catequesis tiene que realizar diversas tareas íntimamenterelacionadas. Si se pone como finalidad de la catequesis la estructuración creyente de lapersona hasta lograr el contacto e intimidad con la persona de Jesucristo, la tarea de lacatequesis consistirá en realizar acciones concretas para que la persona se encamine haciaesa meta. Hablar de las tareas de la catequesis es describir la originalidad de su hacerrespecto a otras acciones propias del proceso evangelizador.

La expresión «tareas de la catequesis» la tenemos que entender como «educación delas diferentes dimensiones de la persona que le posibilitan el acto de fe»85. El acto de fees totalizante; envuelve con su influjo a toda la persona.

61

El hecho de que sean varias las tareas propias de la catequesis da pie para que unosacentúen una con detrimento de otras. La armonía entre todas las tareas es lo que haráque la catequesis esté equilibrada y las dimensiones de la persona sean atendidas en sujusta medida en el acto de educación en la fe. No se puede acentuar un aspecto endetrimento del otro.

El DGC enumera y describe con claridad las siguientes tareas:

Conocimientode la fe86: quien se ha encontrado con Cristo quiere conocerle más;este conocimiento ilumina también la propia existencia humana; lo quedescubrimos en Cristo desvela también la propia existencia humana.

Educaciónlitúrgica81: conocer nos lleva a celebrar la presencia y la obra de jesús através de los sacramentos.

Formaciónmora 188: la conversión no es sólo conocimiento, sino implicación yseguimiento según las actitudes del Maestro. El discípulo emprende un camino detransformación personal interior.

Aprendizajede la oración8»: Jesús mantuvo un trato con su Padre que era la fuente yraíz de su misión. El catequizando aprende que la vida cristiana cobra suprofundidad cuando como persona o comunidad ora y contempla.

Sentidocomunitario90: la vida comunitaria no se improvisa y hay que educarla demanera cuidada para vivir la comunidad y para tener una dimensión fraterna yecuménica con los demás miembros de otras iglesias y comunidades.

Iniciaciónen la misión91: El creyente no es un «cruzado de brazos» sino un enviadoal mundo, a la sociedad concreta, donde deberá ejercer sus responsabilidades yafrontar los problemas urgentes del momento en colaboración, muchas veces,con hombres y mujeres no creyentes.

Estas tareas no son excluyentes, sino complementarias: «Todas las tareas sonnecesarias... Si la catequesis descuidara alguna de ellas, la fe cristiana no alcanzaría todosu crecimiento... Las tareas se implican mutuamente y se desarrollan conjuntamente»9Z.

4. Dimensión iniciática de la catequesis

Situar a la catequesis en el corazón del proceso de evangelización conlleva un elementosustantivo para la catequesis: su carácter de iniciación.

Cuando hablamos de iniciación entendemos el proceso por el cual la persona es«introducida en la vida de la fe, de la liturgia y de la caridad del Pueblo de Dios» (AG

62

14). El momento de la catequesis es el que corresponde al «período en que se estructurala conversión a jesucristo, dando una fundamentación a esa primera adhesión. Losconvertidos, mediante una enseñanza y aprendizaje convenientemente prolongado detoda la vida cristiana, son iniciados en el misterio de la salvación y en el estilo de vidapropio del Evangelio. Se trata, en efecto, de iniciarlos en la plenitud de la vida cristiana»(DGC 63).

D Iniciar: dar a conocer y ejercitarse en la fe

Lo específico de la iniciación es capacitar a la persona para ser creyente allí donde esté.No se es creyente sólo mientras se está en el ambiente de la comunidad cristiana. Se escreyente siempre. La catequesis pone los cimientos del edificio de la fe (DGC 64).

El acceso a la vida de la comunidad cristiana y al misterio de la salvación pasa poruna catequesis que inicie (dé a conocer y ejercite en la práctica) en la totalidad delmisterio cristiano.

Para realizar las tareas, «la catequesis se vale de dos grandes medios: la transmisióndel mensaje evangélico y la experiencia de la vida cristiana»13. No basta saber qué esorar, sino que hace falta el ejercicio de la oración (aprender a orar); no basta saber qué esla liturgia, sino que hay que adentrar (entrenar) al creyente en la participación de lacelebración litúrgica; no basta saber las bienaventuranzas, sino que hay que ejercitarse enuna vida hecha desde las mismas. El ejercicio de lo que se va conociendo hace que todala existencia humana quede involucrada en el mensaje del Reino. Iniciar es más que sabersobre algo o sobre alguien. Iniciar es ese adiestramiento o ejercitación práctica de lo quese sabe hasta convertirlo en forma de vivir.

En la sociedad de cristiandad, estábamos acostumbrados a realizar la catequesiscuando ya la persona estaba bautizada y crecía en un ámbito referencia) cristiano. Lacatequesis era para «enterarse del significado y consecuencias» del Bautismo recibido.

Al principio de la expansión de la comunidad cristiana, la catequesis precedía a lossacramentos del Bautismo, Confirmación y Eucaristía; estos sacramentos iban deordinario juntos, se celebraban por vez primera en el mismo momento; se denominabansacramentos de la iniciación cristiana porque eran los iniciales, aquellos a los que elcatecúmeno se había preparado. Se entraba en la comunidad cristiana después de unaejercitación en lo que era la vida de la comunidad.

Por eso los sacramentos a los que la catequesis preparaba directamente influyeron enla misma manera de hacer la catequesis, es decir, que los sacramentos a los que elcatecúmeno94 aspiraba «daban color y tono» a la forma de prepararse para ser cristiano.

63

D La iniciación modela la catequesis

La geografía o coordenadas de la catequesis dentro del proceso evangelizador recuperapara ésta una palabra importante: la iniciación.

La iniciación rescatada del olvido y asumida por la catequesis95 aleja a ésta de laposibilidad de ser equiparada, ya sea a una mera enseñanza de síntesis doctrinales oteológicas o a una reductiva praxis por la praxis (convertir la religión en moral, enobservancia de normas sin apenas trato personal con Dios).

Lo propio de la iniciación es la unificación de saberes y del ejercicio práctico de éstos.Una modalidad que difiere de la mera enseñanza y de la mera ejercitación en algo. Lamejor aproximación a lo que es la iniciación es el modelo del maestro artesano que a lavez, y de modo progresivo, va iniciando o introduciendo al aprendiz en el arte de lo queel maestro había logrado aprender a través de la praxis reflexionada. No se inicia aalguien para caer en la rutina, sino para avanzar en la relación personal con Jesucristo.No se inicia uno a sí mismo. La persona es iniciada por alguien, por una comunidad quevive ya una relación con Jesucristo.

La iniciación modela o influye en la catequesis confiriéndole un modo de aprendizajeespecial, y exigiéndole, además, una estructuración de manera que se alcance una«formación orgánica y sistemática de la fe» (DGC 67).

Estas palabras producen cierta alarma en algunos ambientes acostumbrados aconstruir a base de espontaneísmo, «a lo que salga», a lo que «el grupo pida». Orgánicoy sistemático96 habría que entenderlo más bien en el sentido de la invitación de Pedro alos cristianos primeros: «Estad siempre preparados para responder a cualquiera que ospida razón de la esperanza que tenéis» (1Pe3,15). Es la adhesión dada al Señor la quelleva al creyente a organizar el cuadro de valores por el que se rige. Es la síntesisalcanzada la que constituye el armazón interior consistente y seguro97, apoyado sobre laroca (Mt 7,24).

La iniciación también influye sobre la catequesis haciendo que ésta sea una«formación básica, esencial, centrada en lo nuclear de la experiencia cristiana, en lascertezas más básicas y en los valores evangélicos más fundamentales. La catequesis ponelos cimientos del edificio espiritual del cristiano, alimenta las raíces de su vida de fe,capacitándole para recibir el posterior alimento sólido en la vida ordinaria de lacomunidad cristiana» (DGC 67).

D Íntima conexión de la catequesis con los sacramentos

Poner los cimientos de la vida cristiana es preparar para la recepción de los sacramentoso profundizar en ellos, si ya se hubieran recibido. La catequesis no está al margen de los

64

sacramentos llamados de iniciación (Bautismo, Confirmación, Eucaristía). «La catequesises, así, elemento fundamental de la iniciación cristiana y está estrechamente vinculada alos sacramentos de la iniciación, especialmente al Bautismo, "sacramento de la fe". Eleslabón que une la catequesis con el Bautismo es la profesión de fe, que es, a un tiempo,elemento interior de este sacramento y meta de la catequesis. La finalidad de la accióncatequética consiste precisamente en esto: propiciar una viva, explícita y operanteprofesión de fe» (DGC 66).

En el DGC es tanta la fuerza que se concede a esta conexión entre catequesis ysacramentos de la iniciación, que se afirma varias veces: «El modelo de toda catequesises el ca tecumenado bautismal, que es formación específica que conduce al adultoconvertido a la profesión de su fe bautismal en la noche pascual»98. «Esta riqueza,inherente al catecumenado de adultos no bautizados, ha de inspirar a las demás formasde catequesis.» 99 «Dado que la "misión ad gentes" es el paradigma de toda la acciónmisionera de la Iglesia, el catecumenado bautismal a ella inherente es el modeloinspirador de su acción catequizadora.»loo

5. Dimensión catecumenal de la catequesis

Con frecuencia se advierte que algunos no distinguen los términos iniciación ycatecumenado. La iniciación, como acabamos de describir, es un modo de educación dela persona que conjuga armónicamente el saber y la implicación personal en el saber pormedio del ejercicio personal.

La dimensión catecumenal de la catequesis acentúa la gradualidad, las etapas delproceso de interiorización personal. «La catequesis es una acción gradual.»101 El DGCintroduce en el capítulo de la naturaleza, finalidad y tareas de la catequesis este aspectode la gradualidad de la catequesis. Si la catequesis parte de la confesión de la fe yconduce a la confesión de la fe (DGC 82) entre el punto de partida y la meta, se da unproceso personal de maduración de la fe. Este proceso armónico se recorría dentro deuna estructura que, en la tradición de la Iglesia, se conoce con el nombre decatecumenado bautismal, con etapas bien delimitadas. La primera etapa del catecumenado no era una etapa catequística propiamente dicha, sino una etapa previa a lacatequesis y posibilitadora de ella. Nos remitimos a cuanto se ha dicho anteriormente alhablar de la catequesis en el proceso evangelizador.

D Concreción del proceso evangelizador

Con el riesgo de simplificar demasiado las cosas, tenemos que decir que el catecumenadobautismal es una plasmación del proceso evangelizador de la Iglesia a la realidad de lapersona o del grupo que quiere formar parte de la comunidad cristiana o, en su caso,

65

entenderse como comunidad cristiana si ya recibió el Bautismo en la niñez. De la mismamanera que en el proceso evangelizador hay tres grandes etapas (anuncio primero,catequesis, vida en la comunidad), el catecumenado de la Iglesia distribuyó en etapas elcamino que la persona tiene que realizar para una plena integración en la comunidad:precatecumenado (tiempo de los primeros pasos hacia la decisión por jesucristo),catecumenado (tiempo de catequesis propiamente dicha, con etapas pedagógicas internas,muy bien descritas en el Ritual de la Iniciación de Adultos), mistagogía (tiempo de losprimeros pasos en la comunidad). La catequesis tiene esta dimensión catecumenal porquese inspira para su desarrollo en el modelo del proceso evangelizador del que ella mismaforma parte.

Un resumen global lo encontramos en esta descripción del catecumenado: «En elcatecumenado bautismal, la formación se desarrolla en cuatro etapas: elprecatecumenado, caracterizado porque en él tiene lugar la primera evangelización enorden a la conversión y se explicita el kerigma del primer anuncio; el catecumenado,propiamente dicho, destinado a la catequesis integral y en cuyo comienzo se realiza la"entrega de los evangelios"; el tiempo de purificación e iluminación, que proporciona unapreparación más intensa a los sacramentos de la iniciación, y en el que tiene lugar la"entrega del Símbolo" y la "entrega de la Oración del Señor"; el tiempo de la mystagogía,caracterizado por la experiencia de los sacramentos y la entrada en la comunidad»102.

Las aportaciones del catecumenado a la catequesis

¿Qué aporta esta estructuración de la catequesis inspirada en el catecumenado bautismal?

Enprimer lugar, hay que reconocer que estas etapas nos entroncan con la grantradición catecumenal de la Iglesia que se centra en el ritmo de cada persona quees invitada a la apertura a la fe. Hay que ver en esta perspectiva una invitación ala superación del método catecismo que estaba más ligado a la estructuración yproceso de saberes que hace la escuela en atención, principalmente, a losconocimientos adquiridos y al desarrollo psicológico.

Lasetapas del catecumenado no están concebidas como elementos sueltos y aislados,independientes unos de otros, sino como etapas graduadas con contenido propioy con su correspondiente celebración de entrada en la etapa. Esto les da uncarácter más dinámico, unitario y, al mismo tiempo, diferencia los diversosmomentos, acentuando la originalidad propia de cada uno de ellos dentro delproceso evangelizador.

Searmonizan coherente y progresivamente los pasos de quien va madurando en la fe.Hay en ello una rica antropología subyacente: la persona necesita palpar que varecorriendo etapas, que va avanzando, que no todo es igual, que hay momentos

66

más densos y signi ficativos. La estructura catecumenal logra este equilibrio. Poreso el DGC afirma: «Dado que la "misión ad gentes" es el paradigma de toda laacción misionera de la Iglesia, el catecumenado bautismal a ella inherente es elmodelo inspirador de su acción catequizadora»103 No podemos pensar unainiciativa catequética hoy que no mire constantemente al catecumenadobautismal.

6. La comunidad como sujeto de la catequesis

Siguiendo la lógica de la iniciativa de Dios que decide revelarse y que desemboca en elenvío que jesús hace a su Iglesia para anunciar el Evangelio, la catequesis solamente sepuede entender como una acción eclesial. Es la Iglesia la que tiene que catequizar comocontinuadora del mandato de jesús. «La comunidad cristiana es el origen, lugar y meta dela catequesis. De la comunidad cristiana nace siempre el anuncio del Evangelio, invitandoa los hombres y mujeres a convertirse y a seguir a Jesucristo. Y es esa misma comunidadla que acoge a los que desean conocer al Señor y adentrarse en una vida nueva. Ellaacompaña a los catecúmenos y catequizandos en su itinerario catequético y, con solicitudmaternal, les hace partícipes de su propia experiencia de fe y les incorpora en su seno.»104 No podemos perder de vista que «la comunidad cristiana es en sí misma catequesisviviente.»705 Presentándose a los ojos de los demás, anuncia ya una manera de vivir yde organizarse, unos valores, un Evangelio vivido. Muchas veces puede habercontradicción entre la ca tequesis que se imparte por lo que se es y ve y la catequesis quese da de manera más teórica.

¿Qué queremos decir cuando decimos que la catequesis es acción eclesial?

D La Iglesia es el sujeto de la catequesis

«El verdadero sujeto de la catequesis es la Iglesia que, como continuadora de la misiónde Jesucristo Maestro y animada por el Espíritu, ha sido enviada a ser maestra de lafe.»106 La Iglesia es la que conserva en su seno, en su vida, en su memoria, en sutradicción el mensaje de Jesús. La Iglesia es la que anuncia, celebra, vive y transmite enla catequesis las palabras y gestos de Jesús a quienes deciden seguirlo. Es la Iglesia la queha recibido la misión de anunciar.

«La Iglesia transmite la fe que ella vive.»107 No se inventa la Iglesia el contenido delo que anuncia y al que anuncia, Jesucristo. Lo que transmite la Iglesia no es invenciónsuya, sino «don» recibido y vivido por ella misma. Lo recibe para entregarlo. Ni le esextraño el Evangelio que predica ni le es ajeno a su misma vida, ya que el Evangeliotransforma la vida de quien lo acoge, y con su fuerza interior transforma continuamente ala Iglesia misma: «Evangelizadora, la Iglesia comienza por evangelizarse a sí misma»108.

67

La Iglesia da a otros lo que ella misma ha acogido, comprendido y vivido, y lo da en lamedida que lo comprende y lo vive. Todo ello plantea exigencias en aquellos que sonllamados a realizar la catequesis: de recibir, de redecir la fe hoy y de 09. La transmisiónde la fe se convierte, así, en un reto de fidelidad y de renovación para la Iglesia10.

La dimensión eclesial encierra, pues, este doble movimiento: la Iglesia entrega a losdemás lo que ella ha recibido (traditio) y profesa. Es precioso este texto: «El catecúmenosabe, que el Evangelio que ha descubierto y desea conocer está vivo en el corazón de loscreyentes»"'.

D La importancia de la Iglesia local

El DGC desarrolla la eclesialidad de la catequesis acentuando la importancia específica dela Iglesia local"'. El ministerio de la catequesis se sitúa en la Iglesia particular, y tiene unarepercusión muy fuerte en la formación de catequistas para el servicio de la catequesis13.

Dando primacía a la Iglesia local, se delimita el espacio del anuncio. El lugar deanuncio, es decir, la Iglesia particular, es algo geográficamente mesurable y que tiene unaentidad propia. «El anuncio, la transmisión y la vivencia del Evangelio se realiza en elseno de la Iglesia particular o diócesis. La Iglesia particular está constituida por lacomunidad de los discípulos de jesucristo que viven en un espacio socioculturaldeterminado.»14 Si antes se definió la catequesis como «acción esencialmente eclesial»(DGC 78), ahora se dice: «La catequesis es una acción evangelizadora básica de toda laIglesia particular.»15 La eclesialidad no es una realidad abstracta, sino concreta, histórica,en un espacio socio cultural determinado. Estas afirmaciones son ricas en conclusionesprácticas.

La primera de todas es que la diócesis es la responsable última de la acciónevangelizadora y de transmisión de la fe que se hace entre sus miembros. Y, en segundolugar, la acción evangelizadora toca de cerca la realidad sociocultural y religiosa de losdestinatarios. Los destinatarios de la evangelización son siempre hombres y mujeres muyconcretos, que forman parte de un territorio con fronteras establecidas. Esta concreciónposibilita la inculturación del Evangelio en el espacio y en la lengua de los destinatarios1ó.

La importancia que se da a la Iglesia local hace que de ella dependa la oferta decatequesis: «En la diócesis, la catequesis es un servicio único»"'. Se percibe unatendencia clara no tanto de unificación, como de líneas directrices comunes. Elfundamento de esta orientación reside en que la catequesis «no es una acción que puedarealizarse en la comunidad a título privado o por iniciativa puramente personal. Se actúaen nombre de la Iglesia, en virtud de la misión confiada por ella'8.

La comunidad cristiana es la responsable de catequizar

68

El DGC afirma que es la comunidad cristiana la que tiene la responsabilidad decatequizar. «La catequesis es una responsabilidad de toda la comunidad cristiana. Lainiciación cristiana, en efecto, no deben procurarla solamente los catequistas o lossacerdotes, sino toda la comunidad de los fieles.»19 Esta toma de conciencia de que escada miembro de la co munidad el responsable de la catequesis, es una tarea que urgedespertar en el seno de la Iglesia. Compartir la tarea de la catequización no excluye elhecho de que la Iglesia «confía oficialmente a determinados miembros del Pueblo deDios, especialmente llamados, la delicada tarea de transmitir orgánicamente la fe en elseno de la comunidad»120.

El DGC explicita a continuación la responsabilidad propia de determinados miembros:«El obispo, los presbíteros, pastores y educadores de la comunidad cristiana, los padresde familia, los religiosos, los catequista laicos y enumera diferentes tipos decatequistas»121.

La comprensión de estas orientaciones podría dar lugar, entendidas de una manerasesgada, a situaciones prácticas difíciles. Tienen que ser entendidas dentro de lacomunión y de la coordinación diocesana, sin perder de vista otros principios igualmenteeclesiales, como son la pluralidad de carismas dentro de la Iglesia, la fidelidad a losdestinatarios, la necesaria coordinación: «El ministerio catequético tiene, en el conjuntode los ministerios y servicios eclesiales, un carácter propio, que deriva de la especificidadde la acción catequética dentro del proceso evangelizador. La tarea del catequista, comoeducador de la fe, difiere de la de otros agentes de la pastoral (litúrgica, caritativa,social...) aunque, obviamente, ha de actuar en coordinación con ellos»122.

D Carácter maternal de la catequesis

La acción transmisora de la Iglesia es matizada con una connotación de maternidad: «LaIglesia, al transmitir - en la iniciación cristiana - la fe y la vida nueva actúa como madrede los hombres, que engendra a unos hijos concebidos por obra del Espíritu Santo ynacidos de Dios. Precisamente, porque es madre es también la educadora de nuestra fe;es madre y maestra»123. Es importante este aspecto de la maternidad de la Iglesia en laacción catequética. No se trata de que la Iglesia sea sencillamente madre, sino de que«engendre maternalmente», de que ella ofrezca un ambiente «hogareño y maternal»124en el que es posible un mejor desarrollo de la vida nueva que nace del anuncio de Reino.Es deber de la comunidad cristiana promover un entorno maternal o ambientecomunitario capaz de hacer exclamar al catecúmeno y al catequizando: «Aquí da gusto;aquí se respira en acto lo que se anuncia en palabras. Aquí se puede vivir». Es lo que elDirectorio General para la Catequesis recoge cuando afirma de la comunidad cristiana:«Ella acompaña a los catecúmenos y catequizandos en su itinerario catequético y, consolicitud maternal, les hace partícipes de su propia experiencia de fe y les incorpora a suseno»125. Hay en esta alusión al carácter maternal de la Iglesia en la transmisión de la

69

fe, una intuición que será conveniente desarrollar y esclarecer para que sea unaverdadera maternidad sin caer en la tentación de ejercer falsas maternidades.

70

71

Partimos de una pregunta inicial: ¿qué decimos cuando decimos catequesis? Acabamosde ver algunos aspectos centrales de la naturaleza de la catequesis. Nos detenemos ahoraen la dimensión práctica o pedagógica que se da en todo acto catequético. La catequesises una acción de educación en la fe.

1. Criterios de fidelidad a Dios

Cuando nos hacemos la pregunta ¿ qué entendemos por catequesis?, la respuesta no seacaba en la descripción de la naturaleza de la catequesis. Con esta respuesta ayudamos adiferenciar la catequesis de otras acciones del proceso evangelizador. Pero necesitamosuna palabra que nos dibuje los criterios de realización de la catequesis para estar segurosde que ésta, como «formación básica, esencial, centrada en lo nuclear de la experienciacristiana, en las certezas más básicas de la fe y en los valores evangélicos» 126, sedesarrolla correctamente.

No queremos detenernos aquí en la necesidad de que la catequesis ofrezca unoscontenidos verdaderos, cosa que damos como hecha por los catecismos127 y losmateriales catequéticos, inspirados éstos en los catecismos, sino que nuestro interés secentra en señalar las grandes líneas expuestas por el DGC para que la catequesis seaverdaderamente capaz de cimentar a la persona en lo esencial de la vida cristiana.

Tenemos muy presente la afirmación: «El principio de fidelidad a Dios y fidelidad alhombre lleva a evitar toda contraposición, separación artificial o presunta neutralidadentre método y contenido, afirmando más bien su necesaria correlación e interacción...Un buen método de catequesis es garantía de fidelidad al contenido»128.

Los haceres, al menos en catequesis, no son neutros, no están desligados de loscontenidos anunciados.Y los haceres en catequesis no son autónomos: dependen y estánel servicio del mensaje de revelación que les precede y da sentido. Porque anunciamos loque hemos recibido, no lo que nos hemos inventado. Repensar la catequesis nos lleva arepensar las grandes orientaciones del cómo de la catequesis para tener una respuestaglobal sobre la catequesis.

D Centralidad de la persona de Jesucristo

72

«En el centro de la catequesis encontramos esencialmente una Persona, la de jesús deNazaret, Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad... Cristo está en el centro de lahis toria de la salvación, que la catequesis presenta... El mensaje evangélico no provienedel hombre sino que es Palabra de Dios. La Iglesia, y en su nombre todo catequista,puede decir con verdad: "Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado"(Jn7,16)»129. En otras palabras, la catequesis es esencialmente cristológica. Pero nobasta decir que es cristológica. Jesús, el Hijo de Dios es la segunda persona de laTrinidad, por eso hay que hablar de un cristocentrismo que es esencialmentetrinitario730. Una catequesis que no tenga como centro de su mensaje al mismo Cristoolvidaría lo esencial del mensaje. Nada en catequesis es más importante que la personade jesucristo, su vida y su mensaje de revelación del Padre.

D Un mensaje nuevo sobre Dios

La novedad del mensaje de Jesús sobre Dios, que hace que podamos hablar deEvangelio, buena noticia, es que Dios salva. Muchos hombres y mujeres hoy son reaciosa admitir una salvación que les llegue de fuera, una salvación que no puedan construirellos con sus manos. Una buena catequesis anuncia la salvación de Dios: «Ese gran donde Dios que es liberación de todo lo que oprime al hombre, pero que es, sobre todo,liberación del pecado y del maligno, dentro de la alegría de conocer a Dios y de serconocido por Él»131. Dios se presenta desde el principio como liberador. Así se revela aMoisés (Éx 3,7-8). Así se revela en Jesús (Lc4,16-21) cuando en la sinagoga anuncia queahora y en él se cumple la profecía de Isaías. Y cuando si dirige a Dios como a su Padre,a quien el Hijo sólo conoce (Lc10,21-22). Este es el mensaje que viven los que por elBautismo se reconocen y saben hijos de Dios y que llega hasta nuestros días a lo largo deuna ininterrumpida historia132.

D Fuentes de las que bebe y fuentes a las que envía

No es indiferente el punto de partida en el que la catequesis bebe y al que la catequesisreenvía133. En catequesis, el origen de donde extraemos el mensaje es también meta, dela misma manera que la comunidad es origen y meta de la catequesis134. La principal«fuente de donde la catequesis toma su mensaje es la misma Palabra de Dios»135. Juntoa la Palabra de Dios está la sana Tradición o sentido de la fe de todo el Pueblo de Dios,bajo la guía del Magisterio, que la enseña con autoridad, la liturgia, la vida de la Iglesia, lainvestigación teológica, los valores religiosos y morales esparcidos en la sociedad comosemillas de la Palabra'36

Las «fuentes» de la catequesis tienen cada una su propio lenguaje, que quedaplasmado en una rica variedad de «documentos de la fe». La catequesis se apoyará en latradición viva expresada y reflejada en esos documentos: perícopas bíblicas, textos

73

litúrgicos, escritos de los Padres de la Iglesia, formulaciones del Magisterio, símbolos defe, testimonios de santos, reflexiones teológicas137. Sin beber en las fuentes es imposiblehacer una buena transmisión de la fe.

Los catecismos proporcionan un concentrado de la verdad cristiana; además, en lacatequesis otras fuentes son necesarias, posibles, complementarias y ayudan a la personaa ponerse, sobre todo, ante la Palabra de Dios con actitud de acogida y de respuestapersonal.

D Un mensaje evangélico sin recortes

«Todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer» (In 1 5,1 5), así dice jesús alos suyos. Y la Iglesia, continuadora de la acción de Cristo, tiene este mismo mandato:«Enseñadles a guardar todo lo que yo os he mandado» (Mt 28,1 9). No es de extrañarque sea criterio fundamental de la catequesis «salvaguardar la integridad del mensaje,evitando presentaciones parciales o deformadas del mismo»138.

La integridad no es sinónimo de integrismo. El integrismo tiene una connotaciónideológica cerrada que, de ordinario, vulnera el principio de fidelidad a Dios y alhombre139. Se olvida del hombre por querer ser fiel sólo a Dios, o a la inversa. Se olvidadel principio de condescendencia de Dios que acomoda «con solícita providencia sumodo de hablar a nuestra condición terrena»140. La integridad del mensaje pide nosilenciar ningún aspecto fundamental o realizar una selección arbitraria del depósito de lafe141.

La integridad del mensaje hay que conjugarla con el carácter orgánico y sistemáticode la catequesis142. El DGC emplea la expresión un mensaje orgánico y Jerarquizado143. La síntesis coherente de la fe necesita una organización, una ar monía del conjuntodel mensaje, una jerarquización de verdades según la «conexión de cada una de ellas conel fundamento de la fe cristiana. Ahora bien, esta jerarquía no significa que algunasverdades pertenezcan a la fe menos que otras, sino que algunas verdades se apoyan enotras como más principales y son iluminadas por ellas» 144.

Este es uno de los objetivos fundamentales encomendados a los catecismos: «Laatenta consideración de las normas y criterios para la presentación del mensajeevangélico que ofrece el Directorio General para la Catequesis»141

La integridad además de tener en cuenta que el mensaje evangélico sea orgánico yjerarquizado, tiene que ser leída dentro del contexto general de la catequesis, que ponelos cimientos del edificio espiritual del cristiano146. No se puede perder de vista laeducación permanente de la fe en la comunidad cristiana ni las múltiples formas decatequesis permanente14'.

74

2. Criterios de fidelidad al hombre

La catequesis en acto tiene que ser igualmente fiel a la persona concreta. La confesión dejesucristo como verdadero Dios y verdadero hombre nos lleva a perder el miedo a serfieles a la persona histórica. Ser fieles a los destinatarios con toda verdad no encierrariesgos de infidelidad a Dios. Sólo las falsas o reductivas fidelidades, tanto a Dios como ala persona, pueden entrar en contradicción.

Siguiendo las orientaciones del DGC, destaco algunos de los principales criterios quela catequesis no puede olvidar.

D Carácter histórico de la revelación

La economía de la salvación tiene un carácter histórico: «Empezó en el pasado, sedesarrolló y alcanzó su cumbre en Cristo; despliega su poder en el presente; y espera suconsumación en el futuro»148. Dios se ha tomado tiempo para revelarse. Dios ha sabidoesperar la «plenitud del tiempo» (Gál 4,4) para enviar a su Hijo único. Y ahora es eltiempo de la Iglesia149, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro SalvadorJesucristo.

Esta línea histórica de la revelación de Dios influye en la catequesis, evitando queésta se convierta en algo puramente noético o en relatos del pasado que no nos afectanen nuestro hoy. Tener perspectiva histórica del hecho de la revelación de Dios nos lleva aser creyentes que saben interrelacionar el hoy con el ayer y el mañana, a descubrir que«el plan de revelación se realiza con palabras y gestos intrínsecamente conexos entre sí,de forma que las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación manifiestan yconfirman la doctrina y los hechos significados por las palabras, y las palabras, por suparte, proclaman las obras y esclarecen el misterio contenido en ellas»150. Así, elcreyente entra y se siente partícipe de una historia que sigue viva, que sigue siendohistoria de salvación que le afecta y le llega a su propia vida.

No es comparable el estudio de historia universal con el estudio de la historia sagrada.Ésta, a lo largo de sus etapas, des vela a Dios e introduce en ella de tal manera que elcreyente puede llegar a decir: «Esta historia es mi historia». «En esta historia yo tambiénformo parte como miembro de la Iglesia». Esta historia llega a mí hoy y me salva, medesvela a Dios desde la luz de Cristo. El creyente que descubre la historia de salvaciónestá invitado a confesar: Dios está presente también en mi historia y dejo a Diosintervenir en mi historia, como lo hicieron los grandes creyentes bíblicos hasta jesús deNazaret y después los grandes santos de todos los siglos.

El carácter histórico de la salvación presentado por la catequesis tiene una dimensiónde conocimiento de las obras y palabras de Dios a lo largo del tiempo. Pero no se detiene

75

ahí. «La catequesis mostrará, así, el conocimiento propio de la fe, que es unconocimiento por medio de signos.»157 Esta dimensión de «conocer por los signos» esimportante. Justamente el no saber «leer» los signos que tenían delante, es lo que jesúsecha en cara a los fariseos y saduceos, que le piden una señal: «Sabéis distinguir elaspecto del cielo y no distinguís las señales de la historia» (Mt16,3).

El creyente es la persona que mira la historia que vive con ojos de profundidad,sabiendo que en lo secreto de sus movimientos, por más insospechados que sean, hayseñales de Dios. Para llegar a su misterio no tiene varita mágica, pero sí una historia desalvación con clave de interpretación que es Jesús de Nazaret que le sirve como pistapara rastrear la presencia de Dios hoy. No se entra en la historia de salvación sólo porconocer la historia sagrada, sino que el conocimiento de la historia sagrada tiene laparticularidad de involucrar en ella. El acto de fe implica al creyente de manera personalen aquello que pasó y que Dios hizo: «Por vosotros y por todos los hombres». Lo queDios ha hecho por todos, el creyente lo vive de manera consciente.

D La dimensión histórica de la persona

No sólo afirmamos que hay una historia de revelación, sino que la persona humana serealiza en una historia: tiene un espacio donde habita, un tiempo en el que vive y realizasu maduración afrontando las diversas etapas del desarrollo de la personalidad.

La dimensión de historicidad de la persona nos envía a un principio cristológico: laPalabra de Dios se ha hecho carne, ha asumido nuestra naturaleza humana menos elpecado, de modo que el misterio del hombre se esclarece en el misterio del Verboencarnado75'.

El acto de fe en el Dios revelado en la historia, y que en los últimos tiempos nos hahablado por su Hijo (Hebr1,2), «no sólo nos muestra quién es Dios y cuál es su designiosalvífico, sino que, como hizo el propio Jesús, muestra también plenamente quién es elhombre al propio hombre y cuál es su altísima vocación»153. El Evangelio es unaprovocación para el hombre mismo que le da la posibilidad de adentrarse en su identidadhumana y de abrirse al Dios que se revela.

D Importancia de la experiencia humana

Esta dimensión de la historicidad humana, con otras palabras, está recogida en el DGCcuando se habla de las experiencias humanas de mayor importancia: «La relación delmensaje cristiano con la experiencia humana no es puramente metodológica, sino quebrota de la finalidad misma de la catequesis, que busca la comunión de la personahumana con Jesucristo»154. «La catequesis, al presentar el men saje cristiano, debepreocuparse por orientar la atención de los hombres hacia sus experiencias de mayor

76

importancia, tanto personales como sociales, siendo tarea suya plantear, a la luz delEvangelio, los interrogantes que brotan de ellas, de modo que se estimule el justo deseode transformar la propia conducta.»155

Al concretizar cómo debe preocuparse por orientar la atención a las experienciasfundamentales, se distingue la etapa del primer anuncio, donde lo importante es larelación entre las aspiraciones humanas y la plenitud que da el Evangelio, y la catequesis,a la que se le asigna la tarea de ayudar a «interpretar la vida humana actual a la luz de lasexperiencias vividas por el pueblo de Israel, por Jesucristo y por la comunidad eclesial, enla cual el Espíritu de Cristo resucitado vive y opera continuamente»756

Es importante la afirmación de que la relación entre experiencia humana y mensajecristiano no es pura metodología, sino que es parte de la finalidad misma de la catequesis,pertenece a la naturaleza catequética aunque exija, además, una manera concreta dehacer. Tomar a la persona como es, aquí y ahora, en su momento histórico, es normativopara la catequesis con el fin de responder a la identidad de la persona humana; así Diosmismo ha obrado y le ha tomado, «adaptando con solícita providencia, su modo dehablar a nuestra condición terrena»157.

La historicidad de la persona la hemos visto desde la dimensión que toca a laidentidad de la persona. Tiene otra vertiente, la vertiente práctica, la manera de llegar aque la persona histórica sea alcanzada allí donde está el centro de experiencia personal.No encontramos una metodología concreta, pero sí unas indicaciones precisas y abiertaspara el hacer: «Será auténtica aquella catequesis que ayude a percibir la acción de Dios alo largo de todo el camino educativo, favoreciendo un clima de escucha, de acción degracias y de oración y que a la vez propicie la respuesta libre de las personas,promoviendo la participación activa de los catequizandos»158. «Son indicacionespedagógicas válidas para la catequesis aquellas que permiten comunicar en su totalidad laPalabra de Dios en el corazón mismo de la existencia de las personas.» 159

D Pedagogía de Dios y método de catequesis

Al reflexionar el DGC sobre los elementos de metodología, comienza con estaafirmación: «En la transmisión de la fe, la Iglesia no tiene de por sí un método propio niúnico, sino que, a la luz de la pedagogía de Dios, discierne los métodos de cada época,asume con libertad de espíritu "todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, depuro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio" (FIp 4,8),en síntesis, todos los elementos que no son contrarios al Evangelio y los pone a suservicio» 16o

Esta toma de postura deja abiertas las puertas a los diferentes métodos. La barreraque delimita la bondad de un método en catequesis es que se respeten los criterios de

77

presentación del Evangelio que la Iglesia reconoce como parte de ella misma y quepodemos resumir en la expresión: fidelidad a Dios y fidelidad al hombre. En caso de quealguien tenga que ceder, será el método el que esté subordinado al mensaje y no al revés.Entre método y contenido debe darse una íntima correlación. «El catequista reconoceque el mé todo está al servicio de la revelación y de la conversión, y por eso ha deservirse de él. Por otra parte, el catequista sabe que el contenido de la catequesis no esindiferente a cualquier método, sino que exige un proceso de transmisión adecuado a lanaturaleza del mensaje, a sus fuentes y lenguajes, a las circunstancias concretas de lacomunidad eclesial, a la condición de cada uno de los fieles a los que se dirige lacatequesis... Un buen método en catequesis es garantía de fidelidad al contenido.»161

78

79

80

81

El primer requisito para una renovación de la catequesis es tener conciencia del momentopresente, de las dificultades reales, de la necesidad de asumir el reto del cambio.

Cuando aquí hablamos de cambio lo hacemos en un contexto eclesial que mira delleno al Evangelio. El cambio en el Evangelio tiene un nombre propio: conversión. No setrata sólo de cambiar lo que hacemos sino de cambiar, en primer lugar, lo que somos.Los cambios que se apoyen solamente en los haceres externos están llamados a no ser niradicales, en el sentido de tocar las raíces de las cosas, ni duraderos. La razón de estasafirmaciones brota de la misma misión de la Iglesia, que transmite la fe que vive, elmisterio de Cristo que ella comprende, la visión del hombre que ella descubre, el estilo devida que ella pone en marcha para que el Reino se extienda162 en el lugar concretodonde la Iglesia está inserta.

1. Aceptar los datos de la realidad

Tenemos que aceptar que hoy estamos ante una nueva etapa de la catequesis. No bastaconocer los datos, hay que asumirlos como realidad que reta a la Iglesia y le invita a uncambio. La novedad que aportan los datos de la situación actual no proviene de lacatequesis exclusivamente, sino de la vida misma de la comunidad en su peregrinar eneste momento de la historia. La Iglesia, intentando realizar su misión de hacer discípulos,se encuentra con una determinada realidad.

No es que nos propongamos cambiar la catequesis porque se nos ocurre, sino porquela Iglesia, al menos en el mundo occidental, vive una situación nueva de no cristiandadque le impulsa y obliga a repensarse como comunidad creyente y como comunidadenviada a anunciar el Evangelio. No es posible delimitar bien ni las fronteras ni el futurodel cambio. Y no es posible disociar lo que tiene que hacer para otros de aquello quetiene que hacer en su propio seno.

La uniformidad visible de una catequesis inspirada en la tradición catequística quebrotó del Concilio de Trento es posible que no la volvamos a ver fácilmente ni lapodamos añorar, sobre todo si, como veremos, el centro de la acción catequética es laDiócesis. En todo caso, deberemos tener bien en cuenta que no se trata de dar un saltoen el vacío o de no querer saber nada del pasado o de marcar una ruptura. La Iglesia notransmite sino aquello que ella ha recibido, releído y hecho suyo y así lo entrega, porimperativo de su misión, no por capricho, como don recibido163. Entramos en unadinámica eclesial de entrega de lo recibido (traditio) que conlleva el anuncio del Evangeliodentro de un horizonte cultural, de un enraizamiento o inculturación que «no es una mera

82

adaptación externa que, para hacer más atrayente el mensaje cristiano, se limitase acubrirlo de manera decorativa con un barniz superficial »164

Sin conciencia de las mutaciones que afecten la comunidad cristiana en su seno, esimposible operar un cambio. ¿Cómo cerrar los ojos a la realidad religiosa que viven, porejemplo, las personas que vienen a los grupos? Basta hacerles la pregunta: ¿qué es elcristianismo para vosotros? Uno se da cuenta de que detrás de grandes palabras no haygrandes razones de la fe que viven. No es que su fe de sencillos no valga. No. Pero síque su «ignorancia» de la fe que profesan y el consiguiente «pobre vivir en cristiano»que de ello se desprende, interroga a la comunidad para avivar en ella la urgencia de «seradultos en vuestro modo de pensar» (1 Cor 14,20).

2. Asumir que no hay cambio si no cambiamos

La conciencia de cambio tiene implicaciones personales; el cambio no sólo toca elexterior de las cosas, sino que llega al interior de las personas y de las comunidadescristianas. Quizá aquí hay que colocar la dificultad que existe para aceptar lo que estádelante de los ojos. Muchos se contentan con mirar el funcionamiento material de lacatequesis o centran la mirada y la reducen a la realidad de los que vienen al templo, delos practicantes. No van más allá. Y ni siquiera, mirando a los que vienen, se hacenpreguntas y sacan conclusiones, por ejemplo, de las franjas de edad de los que vienen, delos ausentes, etc.

No nos podemos sustentar en comportamientos exteriores, en conservar un estilo devida honesto y respetuoso de la tradición, pero falto de adhesión personal a Dios. Sicaemos en esta trampa, al cristianismo lo reducimos a comportamientos de buen hacer,pero lo despersonalizamos. Sin relación personal y comunitaria con el Padre de jesús deNazaret, el cristianismo está desprovisto de lo esencial. Estamos en un momento deincultura religiosa comenzando por los de dentro de la Iglesia.Y éste es el reto que nostiene que llevar a movilizarnos.

Es normal que la percepción de la situación de cambio produzca movimientosinternos de defensa. El profesor Andrea Fontana habla de la necesidad defundamentalismos hoy en las grandes religiones. «No es verdad, dice, que las grandesreligiones - judaísmo, cristianismo e islam - condenen las actitudes fundamental istas...Sí, condenan los fundamentalismos y las nostalgias del pasado de palabra, pero estasactitudes fundamentalistas son necesarias en cada una de las religiones para hacer decontrapeso a las tendencias hacia el cambio que produce miedo, que corta lasseguridades, que amenaza a quienes detentan el poder».165 Esta observación nos tieneque llevar a ser cautos y a no reducir el campo de análisis. Los posibles abusos, queprovienen en muchos casos de falta de reflexión teológica, no nos pueden llenar de miedoy encasillar en posturas de amurallamiento y en falta de creatividad y de adaptación a la

83

realidad presente.

3. Asumir el riesgo del cambio

Yo creo que el terreno de la catequesis es un verificador extraordinario de la vida eclesial,tanto en la vertiente de conversión como de gobierno.

Es posible llegar a un consenso en los síntomas que se aprecian en la realidad de laacción pastoral y de la catequesis.

El nudo crucial radica en la propuesta de novedad o, dicho de otra forma, en asumirel riesgo de abandonar aquello que nos produce desasosiego e introducir cambios onovedades. Se prefiere seguir en el desasosiego a correr el riesgo de lo desconocido. Setrata de algo muy complejo donde se concentran diversos elementos: inseguridad,obediencia, capacidad de iniciativa en el seno de la comunidad, formación recibida,miedo al riesgo, etc.

Con inmensa comprensión y con gran delicadeza, hay que aceptar que las personasresponsables de las comunidades cristianas vivan internamente una situación de crisis ode nostalgia de la Iglesia de cristiandad de sus primeros años o de la Iglesia de cristiandadque sueñan para un futuro próximo. Todo esto se percibe cuando la gente hace preguntaspara pedir orientaciones sobre qué hacer. Las respuestas que les «descolocan» de laposición que tienen, las entienden, pero les da la impresión de que son «propuestasimposibles». A la vez, se quiere lo nuevo en lo viejo o sin salir de lo viejo.

En otras ocasiones suelen decir: «Nárranos experiencias que se estén haciendo. Dinosque es posible lo nuevo porque alguien lo está realizando ya». Ser los primeros en haceralgo causa un cierto desconcierto interno muy comprensible. Imaginar el futuro sinreferencias previas de lo que otros realizan, paraliza más que dinamiza.

Por otra parte, se está pidiendo una lógica de resultados de «lo nuevo» pensando ysin salirse de las categorías previas donde ahora se está. De esta manera, la persona sesitúa en una lógica que podíamos describir así: valora lo nuevo desde posiciones de loque hay que dejar.

Internamente para muchos, responsables de comunidades, párrocos y encargados decatequesis, este momento eclesial y catequético es traumático. No tienen fuerzas paraasumir el riesgo del cambio, porque no tienen seguridades ni de lo que tiene que venir nilas tienen para retocar lo que ahora mismo tienen entre manos.

Cambiar se convierte así en una tarea más espiritual o de conversión que de gobiernoo de técnica. Es posible que algunos la afronten como un hecho más, un cambio demodelo de actuación sin más. No obstante, me inclino a pensar que el cambio exigirá una

84

espiritualidad de conversión y éxodo en los encargados de realizar la novedad que lacatequesis exige.

4. Interpretar la realidad

No basta ver lo que está pasando. Hace falta interpretarlo. A muchos cristianos les puedepasar lo que Jesús reprochaba a los fariseos: eran malos analistas de la situación. Sabíananalizar el atardecer. Eran como el «hombre del tiempo» que, mirando al cielo, predecíansi iba a llover o no, pero no eran «profetas» de los signos de Dios: «Pues si sabéisinterpretar tan bien el aspecto del cielo, ¿cómo es que no sabéis interpretar las señales deestos tiempos?» (Mt16,2-3). Estamos llamamos en este momento a ser profetas de lossignos de los tiempos que nos toca vivir.

Una de las dificultades mayores de la interpretación de la realidad es creer saberla odarla por supuesto. «Eso ya lo sé yo. Las cosas son así, ¿qué quieres que hagamos?Siempre fue así.» Hay que reconocer que dentro de la comunidad hay algunos agentesque, atribuyéndose un conocimiento personal de la realidad hecho en el trabajoministerial, se autoexcluyen de contrastar sus opiniones con otros datos y prestan pocaatención a una interpretación de los datos que no sea la suya. La necesidad de conocer einterpretar la realidad radica en la obligación que la comunidad cristiana tiene de ser fiel alhombre de hoy al que es enviado y que tiene su culmen en el misterio de la Encarnación.

Interpretar la realidad es mirarla con los ojos con los que Dios nos mira166.Interpretar la realidad nos lleva a mirarnos y a entendernos nosotros mismos en medio dela realidad como creyentes y como constructores del Reino de Dios. Interpretar larealidad nos lleva a ser profundos, a investigar, a salir de la pereza intelectual para poderescudriñar el hacer de los que nos han precedido en la fe, a estar más cerca de loshombres y mujeres que viven sin necesidad de Dios o que huyen del Dios que vivimoslos creyentes porque no les da sentido, sino sólo formas de comportamiento, y necesitanalgo más. Interpretar la realidad es más que un juego de aventura, es una pasión deprofecía, una pasión del fuego del Espíritu en nosotros. Interpretar la realidad es unaprofecía que exige fidelidad de escucha a Dios para anunciar y denunciar. Interpretar larealidad desde los ojos de Dios es más que saber usar los instrumentos de las cienciashumanas que analizan todo y de todo hacen encuestas. Las encuestas son necesarias ynos ayudan a ver. Pero la interpretación creyente de la realidad va más allá de las armasque nos dan las ciencias. El Evangelio tiene un plus que no depende de las técnicas: mirala realidad para transformarla con la fuerza de la Palabra y con la finalidad de que eldesignio de salvación de Dios llegue a todas partes por la fuerza de la entrega y del amor(EN 1 9).

5. Dejarnos retar e interrogar

85

Una postura fácil, pero irreal, es la de echar la culpa de lo que pasa a los otros porque noquieren escuchar, o compadecerlos porque no han tenido la suerte de creer... No dudo deque haya proyectos preconcebidos y muy estudiados contra el Evangelio y el humanismocristiano promovidos por grupos posicionados en otras perspectivas de vida. Pero aunasí, la respuesta de la Iglesia consiste en dejarse retar, dejarse interpelar, hacersepermeable a los problemas que tiene delante.

Las dificultades en la acción pastoral y catequética apuntan primera y principalmentea la misma comunidad. Ésta debe verificar su vida y sus ofertas a los creyentes y susproyectos misioneros. Son los retos los que nos impiden caer en posturas de rutina o deun repetitivo y monótono hacer. Son los retos los que nos educan y nos hacenprofundizar en el corazón mismo de la fe que queremos vivir y anunciar. Son los retoslos que nos «re-educan» en la fe para hacerla más significativa. Son los retos los que nosabren la puerta de la historia y nos lanzan a descubrir a Dios actuando, como siempre, anuestro lado, en nuestro camino, como en Emaús (Lc24,13-35). Son los retos los quenos hacen entablar un diálogo con el otro, con el diferente, con el distinto, con el quebusca... Son los retos los que nos ponen delante las resistencias internas, tanto personalescomo comunitarias, que nos frenan y nos mantienen enfrentados.

6. No se nace cristiano, se hace uno cristiano

Nacer en una familia cristiana, en un país con tradiciones cristianas es una ocasión uoportunidad para entrar en contacto con la fe cristiana. Pero no es suficiente la ocasiónpara llegar a ser de verdad cristiano. Hay que hacerse cristiano. El cristiano se hacecristiano por un nuevo nacimiento. Con claridad lo dijo jesús a Nicodemo: «El que nonace de nuevo no puede ver el reino de Dios» (Jn 3,3).

Los presupuestos de la sociedad de cristiandad cada vez tendrán menos fuerza. Laincultura religiosa es una constante en la historia de la catequesis, al menos desde antesdel Concilio de Trento y después, como lo atestigua la historia de la catequesis167. Seríaerróneo pensar que «antes» las cosas iban mucho mejor. Es cierto que había unareligiosidad sociológica mayor que envolvía y disimulaba una pobre cultura religiosa,incapaz de dar razón de la propia fe. Lo que realmente es nuevo no es la inculturareligiosa, sino el contexto en que ésta se da, la secularización, que en algunos casospuede ser secularismo.

D Vaciamiento de las palabras religiosas

Estamos en un momento que encierra cierto peligro de confusión o de vaciamientoreligioso. Hay colectivos que mantienen las palabras religiosas pero con una connotaciónnueva carente de contenido religioso. Se puede estar pronunciando la palabra convento,

86

romerías, procesiones, monasterio, que tienen resonancias religiosas y, sin embargo, estarhablando de connotaciones nuevas, hoy no religiosas. «El convento», en mi pueblo natal,ya no es un convento de frailes evangelizadores de la zona, que lo fue, sino el hostal demoda de la comarca con «viejo sabor a convento» que a muchos, lo único que les haceexclamar es: «¡Qué listos eran los monjes! ¡Qué bien vivían! ¡Cómo sabían escoger losparajes bonitos!». Ha cambiado el sentido de la palabra. Mi querido y antiguo profesorMaurice Bellet llama a este fenómeno la religión civil. Consiste en reducir el cristianismoa simple cultura que queda como algo inservible hoy, algo de un ayer que hoy no tiene yasentido. El cristianismo sería como una religión que se ha disuelto (algo que existió en elpasado) y que ha dejado «restos» culturales (catedrales, ermitas, conventos,monumentos, libros, vocabulario, etc.) y folclóricos (música, cantos, fiestas, tradiciones,procesiones con imágenes, bailes, trajes...). Se olvida y silencia el contenido de sentidoque encerraban estas manifestaciones de la fe, el testimonio vivo de hombres y mujeresque crearon «algo» porque era expresión de lo que vivían y del Dios a quien hacíancentro de su vida. Se vacían de contenido y de vida las manifestaciones religiosas de todotipo y se presentan como «restos» de una religión inviable, inservible ya. Losadministradores de estos «restos religiosos» serían entidades públicas o privadas,determinadas asociaciones y, como no podía ser menos, las empresas de turismo,apoyadas por los grandes almacenes y el comercio.

Es cierto que a muchas personas que han estado en contacto con cristianos o que hantenido una formación cristiana les queda ahí un lejano recuerdo de Alguien al que acudencuando lo necesitan. Y se suelen «enfadar mucho con Dios» porque cuando acuden a Él,no les escucha, dicen ellos. Este mismo hecho les sirve para enfadarse más aún, o lotoman como confirmación de que no vale mucho la pena un Dios que no escucha y queno está a su servicio cuando le necesitan. Para otros, ser cristiano es hacer o participar endeterminados ritos y celebraciones, saber algunas fórmulas más corrientes (oraciones,credo, sacramentos...) o acercarse y tomar parte en actividades organizadas por laparroquia o grupos de cofradías. Ser cristiano, para ellos, es hacer determinadas cosas,asistir a reuniones o celebraciones concretas. Estar bautizado no viene mal, dicen, por siacaso o pa ra cuando se necesite, pero, de ordinario, se vive de una manera «nopracticante».

Quede claro que aquí no se juzgan estas posturas de vida que muchos toman. Lo queaquí constatamos es que se reduzca el Bautismo a estas formas de vivir la identidadcristiana, que deja todo al subjetivismo, que no acepta una confesión viva de jesús comoHijo único del Padre con quien se entabla una relación personal y comunitaria. Existehoy la necesidad de profundizar en la identidad de lo que se profesa. Por otra parte,queda abierto al designio de salvación de Dios, que se nos escapa de las manos, el queestas «huellas» de la Gracia en las personas se conviertan, en un momento dado, encamino de encuentro más personal y coherente con el Dios vivo.

87

88

89

Quizá el núcleo fundamental de la renovación de la catequesis gira en torno a laafirmación: «La catequesis es una acción esencialmente eclesial» (DGC 78). De lacomprensión de sí misma que tenga la comunidad cristiana nacerá un estilo decatequesis. La catequesis no es algo que la comunidad eclesial organiza como apéndice asu vida o como quehacer para otros. «La comunidad cristiana es en sí misma catequesisviviente. Siendo lo que es: anuncia, celebra, vive y permanece siempre como el espaciovital indispensable y primario de la catequesis. »168

La primera catequesis que la comunidad cristiana realiza no la imparte en los grupos,ni en los sermones, sino que es su vivencia y celebración del misterio de jesucristo. Lavida cristiana169 vivida y celebrada es lo que llevará a una profundización de lacatequesis y a su renovación. No es pen sable una verdadera renovación de la catequesissin tomar en serio la realidad de la misma comunidad, porque la forma de ser comunidades ya una catequesis visible.

En la tradición cristiana se utiliza la palabra «kairós» para denominar el tiempooportuno, la oportunidad de Dios, los tiempos de acción de Dios o de «Gracia» de Dios.El kairós es el tiempo de salvación, el momento de la irrupción de Dios en la historia paraintervenir y cumplir su plan de salvación. En esta perspectiva, estamos atravesando unkairós en la catequesis, es decir, estamos en un tiempo oportuno para renovar desdedentro la acción catequética y la misma comunidad. El hacer catequético impulsa a laIglesia a verificar mejor su identidad evangélica. Algo termina y algo nuevo quiere nacer.Lo que palpamos en la acción catequística, el malestar que sentimos en ocasiones, loslogros que conseguimos, las preguntas que nos surgen... son el camino por donde noslleva el Espíritu a repensar nuestra fe hoy, nuestra manera de vivirla y nuestra tarea detransmitirla. Estamos convocados a inaugurar caminos nuevos en la confianza de que «lavoz del Espíritu que jesús, de parte del Padre, ha enviado a sus discípulos resuenatambién en los acontecimientos de la historia. Tras los datos cambiantes de la situaciónactual, y en las motivaciones profundas de los desafíos que se le presentan a laevangelización, es necesario descubrir los signos de la presencia del designio de Dios. Setrata de un análisis que debe hacerse a la luz de la fe, con actitud de comprensión.Valiéndose de las ciencias humanas, siempre necesarias, la Iglesia trata de descubrir elsentido de la situación actual dentro de la historia de la salvación. Sus juicios sobre larealidad son siempre diagnósticos para la misión 170».

90

1. La comunidad cristiana, sujeto de la catequesis

La primera precisión que tenemos que hacer es captar el sentido de la expresióncomunidad cristiana.

D Comunidad cristiana

El DGC utiliza diversas expresiones: Iglesia universal, Iglesia particular, comunidadcristiana"'. «La Iglesia particular está constituida por la comunidad de los discípulos dejesucristo que viven en un espacio socio-cultural determinado. En cada Iglesia particularse hace presente la Iglesia universal con todos sus elementos esenciales. Realmente, laIglesia universal, fecundada como primera célula el día de Pentecostés por el EspírituSanto, da a luz a las Iglesias particulares como hijas y se expresa en ellas. La Iglesiauniversal, como Cuerpo de Cristo, se manifiesta así como "Cuerpo de las Iglesias".»1'2

De esta eclesiología se desprenden las afirmaciones fundamentales: «La catequesis esuna acción evangelizadora básica de toda Iglesia particular»13; «La catequesis es unaresponsabilidad de toda la comunidad cristiana. »14 La comunidad cristiana es definidacomo la concreción más particular y local de la Iglesia universal: «La realización históricadel don de la comunión (koinonía), que es un fruto del Espíritu Santo. La "comunión"expresa el núcleo profundo de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares, queconstituyen la comunidad cristiana referencia]. Ésta se hace cercana y se visibiliza en larica variedad de comunidades cristianas inmediatas, en las que los cristianos nacen a lafe, se educan en ella y la viven: la familia, la parroquia, la escuela católica, lasasociaciones y movimientos cristianos, las comunidades eclesiales de base... Ellas son loslugares de la catequesis, es decir, los espacios comunitarios donde la catequesis deinspiración catecumenal y la catequesis permanente se realizan» 171.

Esta definición nos aporta dos datos:

Esla Iglesia universal y particular la que es comunidad de referencia, expresión quepreocupa a muchos, más que la comunidad local, que por muy rica que sea,siempre será una realidad pobre en comparación con la totalidad demanifestaciones de la Iglesia.

Senombran con la misma expresión, comunidad cristiana, diversas realizaciones de lacomunidad: la familia, la parroquia... sin que una sea más que otra. Todos sonespacios comunitarios donde la catequesis se puede realizar. Estas afirmacioneshay que conjugarlas con otros principios del Directorio con cuanto se dicerespecto al ministerio de la catequesis en la Iglesia particular y sus agentes 176.

D Comunidad cristiana, sujeto de la catequesis

91

Cuando decimos que la comunidad es sujeto de la catequesis estamos manifestado que esla comunidad la que realiza la acción, la que protagoniza una forma de transmisión de lafe y de cumplir el mandato de jesús: «Id y haced mis discípulos a todos los habitantes delmundo» (Mt28,18).

No es posible repensar la catequesis sin situarla con precisión en el marco eclesial.«La catequesis es una acción esencialmente eclesial. El verdadero sujeto de la catequesises la Iglesia que, como continuadora de la misión de Jesucristo Maestro y animada por elEspíritu, ha sido enviada para ser maestra de la fe.»177

El ámbito o seno por excelencia de la catequesis es la comunidad creyente: «Lacomunidad cristiana es el origen, lugar y meta de la catequesis. De la comunidad cristiananace siempre el anuncio del Evangelio, invitando a los hombres y mujeres a convertirse ya seguir a Jesucristo»178. Por eso, «tocar» la catequesis nos lleva a «tocar» o repensarla misma comprensión que la comunidad tiene de sí misma. No podremos cambiar lacatequesis sin cambiar la forma de realizarse y visibilizarse hoy la comunidad cristiana.

Este presupuesto es importante porque excluye una respuesta a los problemas de lacatequesis centrada únicamente sobre lo meramente técnico o metodológico, como si setratara de un «anexo» que no involucrara la misma vida de la comunidad de losseguidores de Jesús. Se refuerza, además, la idea de que es la vida de la comunidad laque anuncia y evangeliza, no sólo una actividad de la comunidad. Quizá muchas manerasde repensar la catequesis o cambiarla omiten esta dimensión esencial de repensar laidentidad misma de la comunidad.

D Comunidad, hogar nutricio o maternal

La insistencia en la importancia del protagonismo de la comunidad en la catequesis tienesu origen en un planteamiento teológico y su realización se lleva a cabo de una formaespecífica: con solicitud materna1179. ambiente nutricio, maternal, educativo, donde sevea plasmado en realidad visible la vivencia del cristianismo y del seguimiento de Jesús.«La Iglesia, al transmitir - en la iniciación cristiana - la fe y la vida nueva, actúa comomadre de los hombres, que engendra a unos hijos concebidos por obra del Espíritu Santoy nacidos de Dios. Precisamente, porque es madre, es también educadora de nuestra fe;es madre y maestra al mismo tiempo. »180

La comunidad cristiana es sujeto, es lugar y es seno materno de la catequesis.

2. El carácter misionero de la comunidad cristiana

Admitido que la comunidad es el sujeto de la catequesis, muchos se preguntan: ¿Y cómohacemos? Una respuesta primera es: siendo comunidad misionera, es decir, enviada.

92

Creo que en la medida en que una comunidad cristiana se comprenda a sí mismacomo misionera comenzará a sentir la necesidad de emprender acciones misioneras.Mientras no nos hagamos la pregunta: ¿qué significa ser misionera?, no tendremosrespuestas ni se entenderán las respuestas que otras comunidades misioneras están yadando.

Uno de los frentes más sugestivos de futuro para las comunidades cristianas está ensu conciencia de sentirse enviadas o misioneras en medio de un mundo que no conoce aDios.

D Atención y acogida de todos: fieles y alejados

Muchas comunidades cristianas funcionan centradas sobre todo en «los que vienen»,mejor dicho, en los «fieles». Porque venir o pasar por la comunidad vienen y pasanmuchos que están bautizados, pero no son «fieles» o no son practicantes o no estánbautizados o no son de los que frecuentan la comunidad. Es decir, son personas quenecesitan ser acogidas y tratadas con estilo misionero más que con estilo de miembrosvivos de la comunidad.

Cuando hablamos de «fieles» aquí ahora entendemos las personas practicantes queresponden de manera asidua a las propuestas que se ofrecen. Encontramos un circuitocerrado: a los de siempre se les propone lo de siempre181. Lo que siempre se ha hechose constituye en norma de hacer sin ningún planteamiento autocrítico. Por otra parte, hayque advertir una cierta lógica interna en el razonamiento: «lo de siempre» es lo que mejorsabemos hacer y hemos visto hacer, lo que menos esfuerzo nos exige.

Tenemos que reconocer, además, que hay sectores de la Iglesia donde existe unmiedo solapado a los que «no son los fieles». El miedo a las personas más críticas o quecuestionan con honradez y honestidad determinadas formas de visibilización de la Iglesia.Más difícil todavía es el diálogo con los que interrogan la fe y la vida cristiana desde lalegitimidad de puntos de vista diversos y contrarios al Evangelio. Generalmente, muchospastores tienen una formación para ser «maestros» más que para ser acogedores; unaformación para «atraer a todos hacia su parcela», más que saber estar a la intemperie dela libertad del que busca, interroga o nos critica abiertamente.

Los que «no son los fieles de siempre» nos desarman cuando nos dirigimos a elloscon lenguaje que ellos no entienden o con modos que ellos no soportan. Si añadimos aesto que, cuando nos quitan a los clérigos el «lenguaje aprendido, el que estamosacostumbrados a utilizar», nos sentimos en el vacío, tenemos una aproximación a lasresistencias que sentimos para «ser misioneros» en la realidad concreta, comenzando porlos responsables de las comunidades cristianas.

93

D Descubrir el mandato de ir

Muchas comunidades cristianas tienen aquí un reto. Y no faltan casos de creyentes quese alejan de la comunidad por la forma de ser tratados. Es serio. «No decís nadainteresante. Habláis para no decir nada, por eso aburrís. No entendéis la vida de hoy. Noestáis preparados para el diálogo. No entendemos lo que decís»182, son frases que nosdicen no los que están lejos, sino los próximos, los que esperan algo más de la Iglesia yno lo encuentran.

No es que la gente se aleje de la Iglesia. Ellos están donde están. Y el mandato deacercarse lo tiene la Iglesia, no ellos. Muchos perciben que es la Iglesia la que se aleja delhombre de hoy, de sus problemas, de su realidad, de sus aspiraciones, de sus dificultadesreales para creer. Algo así como si para comenzar un camino, algunos responsables de lacomunidad exigieran un previo, un algo que la gente no tiene, desconoce o nunca tuvo laoportunidad de plantearse. Se crea distancia entre la comunidad y los que vienen o, endeterminados casos, entre los mismos que están, sobre todo cuando el Evangelioanunciado no dice nada, cuando no llegamos a la vida de la gente, cuando el Evangelio esuna superposición de «algo» a la vida del otro y no un fermento o una iluminación de lavida que cada uno vive para transformarla. Quizá es que llevamos un Evangelio másaprendido que vivido. Tenemos que aprender a ser Iglesia misionera. Así de sencillo. Yesta lección nos resulta difícil, dura. Debemos recordarnos que tenemos el mandato de ira los de fuera.

3. Qué añade el adjetivo misionera a la comunidad

Durante mucho tiempo la reflexión catequética ha unido el adjetivo «misionera» alsustantivo catequesis183. Hoy vemos la necesidad de complementar esta intuición,subrayando que la que de verdad es misionera es la comunidad cristiana. Si unacomunidad es misionera, la catequesis que haga será misionera. Entender y profundizarque la que es misionera es la comunidad, es un reto del tiempo presente. No podremoshacer una catequesis misionera desde comunidades que no se entiendan y se realicencomo misioneras. Dicho de otra manera, ser comunidad misionera no reside en la formade hacer, sino primera y principalmente, en la forma de ser. Ser comunidad misioneralleva implícitamente la comprensión de ser una comunidad necesitada de evangelizarse yllamada a evangelizar: «Quienes acogen con sinceridad la Buena Nueva, mediante talacogida y participación en la fe, se reúnen pues en el nombre de jesús para buscar juntosel reino, construirlo, vivirlo» (EN13). A continuación se mencionan algunasimplicaciones:

D Participar en la misión encomendada al Hijo

94

El término misionera, como elemento calificativo de la comunidad, conlleva que éstatiene muy presente que participa de la misión que el Padre confirió a su Hijo, Jesucristo,y que, a su vez, éste legó a la Iglesia: «Como el Padre me ha enviado, así yo os envío»(Jn 20,21 -22). El origen de la Iglesia es continuar la misión del Hijo (AG 2).

Lo que el Padre pone en las manos del Enviado es la voluntad de Dios de darse aconocer. «Quiso Dios en su bondad y sabiduría, revelarse a Sí mismo y manifestar elmisterio de su voluntad... para invitar a los hombres a la comunicación consigo yrecibirlos en su compañía. »784 Ser misionero es, pues, participar de ese querer de Diosde ser conocido, de entablar diálogo y amistad con los hombres. Por eso, el adjetivomisionera alude en primer término a «poner a uno no sólo en contacto sino en comunión,en intimidad con Jesucristo»185. La iniciativa es de Dios. Dios tiene ganas de serconocido hoy a través de la Iglesia. La comunidad cristiana es lugar de revelación deDios en todo lo que ella es, no sólo en lo que ella hace.

D La Iglesia existe para evangelizar

Muchos documentos postconciliares han expresado el carácter misionero de la Iglesia.Quizá tiene una relevancia especial lo que Pablo VI dejó escrito: «La tarea deevangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia; una tareay misión que los cambios amplios y profundos de la sociedad actual hacen cada vez másurgentes. Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, suidentidad más profunda. Ella existe para evangelizar, reconciliar, para predicar y enseñar,ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el sacrificiode Cristo»186. Este texto es uno de los más citados en otros documentos por la claridadque posee.

La conciencia misionera de la Iglesia afecta a la formación de las nuevas generacionesde cristianos. Aun a aquellos que tienen una mínima base de fe cristiana, la catequesis nopuede continuar tratándolos como si estuviéramos en una sociedad de corte decristiandad. Para muchos ya no cuenta la experiencia cristiana en la familia ni laparticipación en la vida de la comunidad cristiana que ayuda a comprender el lenguaje dela fe. La catequesis tiene que tomar en serio el diálogo con cada persona y con susproblemas vitales, con la cultura y con los interrogantes que aparecen en una sociedadpluralista.

D Anunciar con categorías de primer anuncio

El problema actual no es de técnicas, de métodos, de medios didácticos, sino mucho másprofundo: se trata de qué actitud, de qué mentalidad existe de fondo para anunciar elEvangelio de jesús a la persona de hoy. Dicho de otra manera: pensar el anuncio desde

95

referencias de cristiandad o desde referencias de primer anuncio.

El contexto misionero de Europa es inédito. Vivimos inmersos en una manera derealización personal en la que no pasa nada si se prescinde de Dios. A esto hay queañadir un matiz agravante: muchos viven esto como liberación, como progreso, como unquitarse, por fin, de encima una herencia y referencia de Dios que está por todas partes,a saber, en el lenguaje, la arquitectura, los templos, etc. La consecuencia de estaexperiencia es un juicio negativo sobre el Dios cristiano y la vivencia del cristianismo. Eneste contexto cultural se nos pide ser misioneros hoy.

La actitud misionera tiene muy en cuenta que se quiere anunciar a jesús, vivo yresucitado, Salvador. Pero el primer paso no es pensar en lo que tenemos para dar, sinoen lo que el otro pide, pregunta o rechaza. Y no todos piden lo mismo, porque cadapersona tiene su historia y sus preguntas. En algunos ambientes católicos cuesta entendereste paso de la masa a la persona singular. Expresiones como «esto es lo que tenemos; silo quieren bien, si no, allá ellos», quizá demuestran una falta de diálogo, de paciencia, deacercamiento real para que el sujeto haga su camino, se atreva a abrirse a Dios. Laexpresión que resume esta actitud misionera sería la de acoger a cada persona donde estáy como es.

4. Proponer acciones misioneras

Quizá nos encontramos con una cierta dificultad práctica de traducir en ofertasmisioneras la comprensión o contenido del término misionero. No es que haya malavoluntad; nos faltan, sencillamente, referencias. Nuestro universo cultural religiosotodavía no ha salido de las ofertas eclesiales de tiempos de cristiandad. Estamoshabituados a pensar en los que «ya confiesan a Jesús», pero es terreno de barbechoaquellos que no creen o que tienen una fe recibida en el sacramento del Bautismo, perono cultivada.

Dos ejes parecen que pueden orientar a las comunidades de cara a proponer accionesmisioneras.

D Lo que ya estamos haciendo

Las comunidades cristianas ya están haciendo funerales, atención espiritual en lostanatorios187, en los hospitales y otros centros (cárceles, dispensarios, etc.), sacramentos(primeras comuniones, bautismos, matrimonios...), atención en el despacho parroquialpara inscribir en actividades parroquiales a niños, adolescentes, adultos..., acogida yencuentros ocasionales con personas que llegan para visitar el templo o preguntando porun sacerdote o por alguien con quien hablar... En estas acciones ya estamos en contactodirecto con hombres y mujeres que demandan de nosotros, comunidad cristiana, actitud

96

y sentido misionero.

Las acciones enumeradas no son nuevas y tienen una gran posibilidad de acciónmisionera. ¿Qué hay que añadir a lo que hacemos? Convertir estas acciones pastorales enacciones misioneraS188. ¿Qué significa esto? En primer lugar, tener en cuenta la realidadespiritual de los que participan o se topan con la Iglesia con ocasión de determinadosacontecimientos de la vida. Tener en cuenta quiere decir poner el listón de la predicación,o del encuentro personal, al ras de donde la gente está. Una pareja se casa por la Iglesia«por que creen que hay algo» (no dicen «Alguien»), y nos previene en el momento depreparar la celebración: «Ten en cuenta que de los 250 invitados muchos no pisarán laiglesia, y, si la pisan, que sepas que no creen ni quieren saber nada de la religión ni deDios». Esta «realidad» es la que debe orientar las palabras, los gestos de quien preside lacelebración, anima una reunión o recibe en el despacho. La indiferencia o inculturareligiosa no nos tiene que llevar a «rebajar» el Evangelio, sino a proclamarlo comoprimer anuncio, sin presuponer nada aún en el otro, intentando suscitar una pregunta yuna búsqueda de jesús, el Señor. La dimensión misionera nos lleva a centrarnos en lapersona, en sus problemas, en sus esperanzas, en sus cansancios, en sus búsquedas o ensu «estar bien sin hacerse preguntas»189.

No encuentro formulación de una actitud misionera mejor expresada que lo que losobispos franceses han escrito: «La experiencia actual de la evangelización implica estacomprobación inicial: existe actualmente en nuestra sociedad un cierto número depersonas que esperan algo de la Iglesia y que tienen la posibilidad de manifestar suexpectativa cuando, de una manera u otra, entran en relación con la Iglesia para solicitarel sacramento del Bautismo o del Matrimonio, con ocasión de acontecimientos especialesalegres o tristes que marcan su existencia, gracias a encuentros ocasionales con unacomunidad cristiana, con un grupo más o menos informal, o incluso con un movimientoorganizado que les propone un camino de iniciación al Evangelio, en función de susituación humana. ¿No debemos quizá admitir que encuentros de este tipo cuestionan eincluso trastocan la lógica misionera que llevábamos en nuestro interior? Porque dehecho, hemos podido imaginarnos, según una lógica más o menos comercial, o al menosexclusivamente funcional, que la Iglesia, para evangelizar, debería hacer intervenir unaespecie de ley de la oferta y la demanda, situándose ella en el lado de la oferta, y losdemás, las personas que esperan, del lado de la demanda [...1. Estas personas queesperan no deben considerarse pura y llanamente, según una lógica comercial, comoclientes de la Iglesia, dispuestos a consumir pasivamente lo que tenemos que proponerles.Son, por encima de todo, hombres y mujeres que, por su expectativa y su camino, dan fede la libertad de Dios y de la obra del Espíritu Santo, que puede despertar en todo serhumano el deseo de ir más allá de cuanto vive en lo inmediato. A su manera, a vecesdesconcertante, estas personas nos recuerdan que el terreno fundamental de laevangelización es el de la existencia humana, y que no existe evangelización auténtica sinesta confrontación efectiva entre el Evangelio de Cristo, la Revelación de Dios y las

97

expectativas profundas de las que todo ser humano es portador»190

D Algo nuevo hay que proponer

Al mismo tiempo que llenamos de sentido misionero lo que ya estamos haciendo, nuevasiniciativas deberán surgir en el seno de la comunidad pensando específicamente en losque no vienen o en los que vienen y no conocen la vida cristiana de cerca. Unacomunidad cristiana concientizada de que es su vida visible el primer anuncio delEvangelio, entenderá la importancia de la vida ordinaria de cada uno de sus miembros,entenderá que la organización y visibilización de la comunidad es ya un escaparate quedeja traslucir el Evangelio en la forma externa de vivir, en la celebración, etc. Tenemosque recordar aquí las bellísimas palabras del Discurso de Diogneto que describen lasparadojas cristianas: «Los cristianos, en efecto, no se distinguen de los demás hombres nipor su tierra ni por su habla ni por sus costumbres. Porque ni habitan ciudadesexclusivamente suyas, ni hablan una len gua extraña, ni llevan un género de vida apartede los demás. Lo cierto es que, esta doctrina no ha sido por ellos inventada gracias altalento y especulación de hombres curiosos, ni profesan, como otros hacen, unaenseñanza humana; sino que, habitando ciudades griegas o bárbaras, según la suerte quea cada uno le cupo, y adaptándose en vestido, comida y demás género de vida a los usosy costumbres de cada país, dan muestras de un tenor de peculiar conducta, admirable, y,por confesión de todos, sorprendente. Habitan sus propias patrias, pero como forasteros;toman parte en todo como ciudadanos y todo lo soportan como extranjeros; toda tierraextraña es para ellos patria, y toda patria, tierra extraña. Se casan como todos; comotodos engendran hijos, pero no exponen los que les nacen. Ponen mesa común, pero nolecho. Están en la carne, pero no viven según la carne. Pasan el tiempo en la tierra, perotiene su ciudadanía en el cielo. Obedecen a las leyes establecidas, pero con sus vidassobrepasan las leyes. A todos aman y por todos son perseguidos. Se los desconoce y selos condena. Se los mata y en ello se les da la vida. Son pobres y enriquecen a muchos.Carecen de todo y abundan en todo. Son deshonrados y en las mismas deshonras songlorificados. Se los maldice y se los declara justos. Los vituperan y ellos bendicen. Se losinjuria y ellos dan honra. Hacen bien y se los castiga como malhechores; castigados demuerte, se alegran como si se les diera la vida. Por los judíos se los combate como aextranjeros; por los griegos son perseguidos y, sin embargo, los mismos que losaborrecen no saben decir el motivo de su odio. Mas, para decirlo brevemente, lo que esel alma en el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo»19'.

Habráque redescubrir la riqueza de posibilidades que da el edificio iglesia como«palabra» religiosa en medio de la ciudad, del pueblo, del barrio. Son muchos losproblemas (robos, deterioros, etc.) que hoy existen para tener abiertos lostemplos y lugares artísticos religiosos diseminados por nuestro país. Estaría bienque siempre estuvieran abiertos con la presencia de algún miembro de lacomunidad para acoger, para escuchar, para explicar, para poner palabra a las

98

piedras, para orar... Creo que los edificios levantados por la fe de los creyentesque nos han precedido son hoy una posibilidad misionera de anuncio que nopodemos dejar de lado. Siempre nos queda el instrumento de una hoja de papelque sustituya la presencia personal cuando ésta no sea posible.

Lasprovocaciones de las preguntas existenciales quizá vienen por otros caminos a losque habrá que prestar atención: siempre está el camino de la interrogación quetrae el dolor; pero son posibles otros: la gimnasia (como expresión de unapreocupación por la salud, por el cuerpo que va envejeciendo y que cuestionahondamente a muchas personas), una excursión, una visita guiada a monumentosartísticos, una sesión de relajación, una semana sobre los cuidados de la salud...Todo lo que se refiere al cuerpo, a la salud, suele suscitar hoy interés... Lahabilidad consistirá en saber llegar a las preguntas esenciales de la persona porcaminos diferentes que no sean la lectura de un libro, el tradicional grupo, etc.Muchas personas hoy no pueden ni saben entrar en el «santuario más íntimo»que está dentro de ellos. Les da pánico. Hay que abrir espacios nuevos contandocon que muchas personas no tienen tiempo para nada...

Otrasiniciativas tendrán que surgir del calendario, de las fiestas locales, de lo que lavida nos trae de improviso, de la manera de participar y comprometerse con lasgrandes cuestiones sociales, de las ofertas cul turales, del trato ordinario con laspersonas que nos encontramos en diversos momentos del día, de la presenciacallada de creyentes allí donde la vida se hace dura, o dolor, o marginación...Habrá que hacer convocatorias específicas aprovechando el rico patrimoniocultural, festivo, tradicional que nos han dejado los que nos han precedido.

Todoesto hay que hacerlo. Pero no se puede perder de vista que la acción misioneramás destacada y eficaz es el encuentro y la acogida personal. Estar a disposición.Exige perder mucho tiempo para encontrar a los que, en un momento de su vida,se ponen en camino de búsqueda. ¡Cuántas personas, como goteo silencioso, sedeciden a entrar en el silencio de un templo el día menos pensado! Y ¡qué bien sitienen la suerte de ser acogidos y escuchados! ¡Cuánto cala e interroga a la gentecuando participan en funerales o bodas y perciben que allí «hay humanidad» almismo tiempo que celebración y misterio trascendente! ¡Cuánto mal hacenquienes representando a la comunidad cristiana transmiten la imagen de«funcionariado» que hace lo que tiene que hacer, pero no vive el misterio quehay detrás de lo que realiza!

Loslugares donde los hombres y mujeres de hoy sufren, destrozan su vida o laquieren reencontrar, los lugares que deshumanizan a las personas, serán, por otraparte, lugares privilegiados de misión. Los pobres son la señal que jesús da parapresentarse como enviado de Dios (Lc 4,18-19) y la señal que aduce pararesponder a la pregunta de Juan Bautista: «Id y contadle a Juan... a los pobres se

99

les anuncia la buena noticia» (Mt11,4-6).

5. Potenciar la dimensión de complementariedad en la comunidad

Es cierto que el DGC contempla, al hablar de los destinatarios, la catequesis por edadescomo «exigencia esencial para la comunidad cristiana»192. Se alude como razón: «La feestá presente en el desarrollo de la persona; cada etapa de la vida está expuesta al desafíode la descristianización y, sobre todo, debe construirse con las tareas siempre nuevas dela vocación cristiana»193. Se fundamenta la exigencia en aspectos antropológicosevolutivos y teológicos pastorales. La catequesis de adultos se sigue poniendo comoreferencia: «Es pedagógicamente eficaz hacer referencia a la catequesis de adultos y, a suluz, orientar la catequesis de las otras etapas de la vida»194

En el momento actual, en el que venimos de un predominio casi absoluto de lacatequesis estructurada por edades, con más acentuación en los niños y, en descensoprogresivo, con los adolescentes y jóvenes, es normal que haya propuestas de catequesisque quieran resaltar la urgencia de implantar195 fórmulas en las que se combine a la vezla diversidad y la complementariedad de catequesis de diversas edades.

Se ha extendido, con éxito notable en algunas comunidades, la llamada catequesisfamiliar que no sólo hace que los padres sean los catequistas de sus hijos, sino que lospadres sean los primeros catequizados que, a su vez, catequi zan. Es una posibilidad yaen marcha con materiales apropiados y que abarca también a la celebración.

Prefiero no utilizar aquí la expresión «catequesis familiar», que tiene ya unasconnotaciones, porque creo que es sólo una forma de hacer una catequesis de comuniónentre diversas generaciones.

Todas las franjas de edad de los miembros de la comunidad son necesarias ycomplementarias más allá del núcleo familiar. No podemos caer en la exaltación de unaforma (la catequesis familiar, misas con niños, etc.) y olvidar otras. Las personas de latercera edad, los jóvenes, los adultos que no tienen hijos en catequesis, las personassolteras o separadas, etc. tienen una vivencia del Evangelio que no podemos silenciar.Las comunidades tienen que buscar la forma y crear la mentalidad, en el seno de lacomunidad, de que todos nos necesitamos y nos complementamos. Y la manera prácticade compartir la fe tendrá que conjugar momentos de catequesis o de celebración poredades y momentos de catequesis comunitarios, donde todos se puedan encontrar ycompartir.

Es frecuente escuchar a los catequistas que dicen que los destinatarios que tienen les«evangelizan». ¿No debería ser ésta una afirmación más amplia? Nos evangelizan losniños, los jóvenes, los ancianos, los que están en la edad madura de la vida, los

100

enfermos, los que vuelven a la fe... Nos evangelizamos mutuamente. Estacomplementariedad de evangelización entre las diversas edades en momentos diferentesde la vida de la comunidad, sobre todo aprovechando los tiempos fuertes litúrgicos, esuna riqueza que no está del todo explotada. Su desarrollo nos reta la creatividad196.Algunas iniciativas, que ya están en marcha, combinan preguntas o temas comunes197,estudiados por edades y compartidos en una reunión a la vez festiva, de reflexión y decelebración. Será una forma de palpar que el Espíritu de jesús imparte lecciones en elcorazón de la persona a cualquier edad.

Para los que llaman a la puerta de la comunidad es también de suma importancia lavisibilización de la dimensión comunitaria de la catequesis. Encontramos esta urgencia enlos textos eclesiales: «La comunidad acompaña a los catecúmenos y catequizandos en suitinerario catequético y, con solicitud maternal, les hace partícipes de su propiaexperiencia de fe y les incorpora en su seno» 798. Es necesario que los catecúmenospuedan responderse a la pregunta ¿dónde me voy a meter yo?, viendo con sus propiosojos la marcha de la comunidad. En este sentido, la catequesis es también una fuerzarenovadora de la vida de la comunidad cristiana. La comunidad no se agota en elpresbítero o catequista o miembro de la comunidad que acoge a quien llega a ella. Estos«eslabones» necesarios y ordinarios de una comunidad organizada tienen que servir paraconectar con la vida de toda la comunidad.

6. La comunidad es responsable de la pastoral de catequesis

El hecho de que la comunidad sea el sujeto de la catequesis abarca también a laresponsabilidad de ésta en la pastoral de catequesis. Con esta expresión, el DGCentiende: «Para el buen funcionamiento del ministerio catequético en la Iglesia particulares preciso contar, ante todo, con una adecuada pastoral de los catequistas»799.Analizando los elementos que señala el número, se advierte que por pastoral decatequesis se entiende, de manera especial, todo aquello que atañe a las accionesencaminadas en suscitar, promover, formar, atender y coordinar a los catequistas. Loscatequistas se convierten así en un quehacer importante de la Iglesia particular y de cadacomunidad cristiana.

Llama la atención la importancia que el DGC concede a la formación de catequistas.La pastoral de catequistas nace de la «convicción de que cualquier actividad pastoral queno cuente para su realización con personas verdaderamente formadas y preparadas, poneen peligro su calidad. Los instrumentos de trabajo no pueden ser verdaderamenteeficaces si no son utilizados por catequistas bien formados. Por tanto, la adecuadaformación de los catequistas no puede ser descuidada a favor de la renovación de lostextos y de una mejor organización de la catequesis»zoo

Tendremos que estar atentos para que la necesaria organización y directrices que

101

orienten la acción catequética de la Iglesia particular no la lleven a concebirse como algocerrado o uniforme. Pensemos en los grupos con carisma oficialmente reconocido yaprobados por la Iglesia, o en diócesis que a la vez tiene población urbana y rural, centrourbano y periferias, etc. Ya el DGC contempla situaciones particulares: catequesis parasituaciones especiales, mentalidad y ambientes201, catequesis según el contexto sociorreligioso202, catequesis según contexto sociocultural203. Las orientaciones concretastendrán que contemplar la pluralidad de la realidad dentro de la misma Iglesia particular.

102

103

No se entra en la comunidad cristiana ni se llega a ser discípulo de jesús por trabajopersonal solitario. Hay «autodidactos» para muchas profesiones, pero en la «profesiónde fe en Jesucristo» no valen los autodidactos. «Se es introducido», «se es iniciado», «sees llamado», «alguien enseña a otro a ser cristiano». En la comunidad cristiana se entrade la mano de alguien, se aprende a ser cristiano guiado por otros cristianos, bebiendo laexperiencia de fe de los que forman «el Cuerpo de las Iglesias»204 hasta alcanzar eldiálogo personal con Dios205. Lo percibimos muy bien en el pasaje de la conversión deSaulo (Hech 9,6-1 9). Este elemento de la presencia de creyentes para acceder a lacomunidad es fundamental y es el que nos sitúa en la comprensión e importancia quetiene en la catequesis el término iniciación. Lo podíamos definir como la presencia yacompañamiento de la comunidad cristiana en el proceso que lleva a una persona aformar parte de la comunidad por el Bautismo. «Aquel que, movido por la gracia, decideseguir a jesucristo, es introducido en la vida de la fe, de la liturgia y de la caridad delPueblo de Dios. La Iglesia realiza esta función, por medio de la catequesis, en íntimarelación con los sacramentos de la iniciación.» 206

1. La iniciación es la pedagogía propia de la catequesis

Cuando hablamos de iniciación entendemos: un proceso orgánico, sistemático, básico ynuclear de la totalidad de la experiencia de vida cristiana realizado a través delaprendizaje y del ejercicio en el seguimiento de jesucristo; es decir, un aprendizaje queafecta al conocimiento y a la persona entera en sus experiencias más profundas207. Lacatequesis plasmó la formación integral cristiana o iniciación en unas dimensiones de lapersona a las que corresponden unas tareas fundamentales de la catequesis: conocimientode la fe, educación litúrgico-orante, formación moral, ejercitación para la vidacomunitaria y vida para la misión, armónicamente entrelazadas y con carácter decomplementariedad208.

Quienes se sienten llamados y deciden emprender el seguimiento de jesús, después dehaber escuchado el anuncio del Evangelio, entran en una dinámica de «iniciación» haciael Bautismo. Entran en un camino de hacer experiencia del Evangelio y de la comunidadque lo anuncia, así como de conocer más, y más de cerca, el significado del acto de fe.

104

La expresión hacer experiencia aquí se emplea con este sentido: interiorizar y asumirpersonalmente el mensaje y la vida de Jesús.

La catequesis tiene que armonizar, por una parte, el hecho de que la transmisión delEvangelio por medio de la Iglesia es «ante todo y siempre, obra del Espíritu Santo, ytiene en la revelación el fundamento y la norma básica»209; por otra parte, que elEspíritu se vale «de personas que reciben la misión de anunciar el Evangelio y cuyascapacidades y experiencias humanas entran a formar parte de la pedagogía de la fe»210.Este equilibrio, en el que se entremezcla lo divino con lo humano, es lo que constituye laoriginalidad de la pedagogía de la fe y que se concretiza en la iniciación.

Los que deciden convertirse tras una enseñanza y aprendizaje convenientementeprologando de toda la vida cristiana, «son iniciados en el misterio de la salvación y en elestilo de vida propio del Evangelio. Se trata, en efecto, de iniciarlos en la plenitud de lavida cristiana»21.

La iniciación es una enseñanza y un aprendizaje de la vida cristiana. Con palabrassencillas, los obispos franceses definen lo que es la pedagogía de la iniciación así: «Todoproceso que trabaja por hacer efectivo en una persona la acogida de Dios que le atraehacia sí»212. De esta definición se deducen cuatro elementos que pertenecen a lanaturaleza de la iniciación:

-La iniciativa de Dios (es Dios que atrae hacia sí).

Eltiempo (puesto que se trata de un proceso o cambio interior que exige tiempo).

Unaforma de hacer (un hacer cuya finalidad es lograr el cambio interior de lapersona).

Unameta (fomentar la capacidad de responder y acoger a Dios).

2. La iniciación forja cristianos consistentes

La iniciación cristiana no es una invención de la Iglesia de hoy, sino una experiencia de laIglesia a través de los tiempos que tuvo su culmen, sobre todo, en lugares y tiempos deno cristiandad y que hoy nos parece urgente redescubrir, adaptar e implantar en loslugares llamados de «vieja cristiandad».

Nuestra sociedad es compleja. Nos faltan referencias sólidas que den consistencia213a las personas. «La pedagogía de iniciación es el acto de creyentes que aportan a laspersonas todo lo que podrá permitirles mantenerse en la vida como creyentes.»214 Lainiciación trata, pues, de poner en marcha acciones cuya meta es formar un creyenteconsistente, capaz de afrontar la realidad en la cual vive: una sociedad que da señales de

105

inconsistencia. Para expresarlo de otra manera, la iniciación es un proceso de maduraciónpersonal en la fe y en el seguimiento de Cristo que capacita para la confesión de la fe demanera personal y comunitaria en la situación histórica en la que toca vivir.

Hoy entendemos, generalmente, que una persona madura es la que tiene en susmanos los hilos de su vida para dirigirla consciente y personalmente de acuerdo con unosprincipios y valores sin dejarse manipular fácilmente por agentes externos. En nuestrocaso, el creyente maduro es el que vive los valores que dieron razón de ser a la vida yobra de jesucristo hasta entregar su vida en obediencia al Padre.

La pedagogía de iniciar en la comunidad cristiana y en su «misterio de salvación»,que no es otro que Jesucristo, tiene como finalidad construir la «identidad cristiana» dequien opta por jesucristo. Sin identidad propia cristiana, sin las razones suficientes parapoder dar razón de la fe (1Pe3,15) no se puede pensar en un cristiano sólido yconsistente en medio de un mundo que se rige por principios no evangélicos. Por eso, lapreparación para ser cristiano tiene una importancia grande y se entreteje con la«iniciación a los sacramentos de entrada» en la comunidad. No se podía entender unapreparación para ser cristiano sin pensar en una iniciación o preparación para recibir lossacramentos iniciales o de entrada en la comunidad.

3. La iniciación se nutre en la Escritura y en la Tradición

La iniciación tiene unas fuentes en las que se alimenta y nutre. No se trata de seguir auna persona (yo soy de Pablo, yo soy de Apolo), como Pablo recrimina a los corintios (1Cor 3,4-5), sino a jesús, el Mesías, el Hijo de Dios. La iniciación se nutre en las fuentesdonde todo arranca: «La fuente de donde la catequesis toma su mensaje es la mismaPalabra de Dios [...1. La Iglesia, guiada por el Espíritu, necesita interpretarlacontinuamente y, al tiempo que la contempla con profundo espíritu de fe, la escuchapiadosamente, la custodia santamente y la anuncia fielmente»Z'S.

Lo que se dice aquí es algo más que «usar» citas de la Biblia en la catequesis deiniciación: «En la catequesis bíblica, se ayudará a interpretar la vida humana actual a laluz de las experiencias vividas por el pueblo de Israel, por Jesucristo y por la comunidadeclesial, en la cual el Espíritu de Cristo resucitado vive y opera continuamente»216. Lainiciación se nutre de la Escritura Santa y pone al iniciado en contacto con las fuenteshasta que éste se familiarice con la Palabra de Dios y haga de ella su alimento natural.

De la meditación de la Palabra surgen otras fuentes217 como «el sentido de la fe detodo el Pueblo de Dios, bajo la guía del Magisterio», «la liturgia», «la vida de la Iglesia»,su historia y el testimonio de los cristianos santos, «la investigación teológica», «losvalores religiosos y morales esparcidos en la sociedad humana». El mensaje de lacatequesis bebe en estas fuentes y bebe lo que es básico, esencial, nuclear de la

106

experiencia cristiana, interpretado continuamente por la comunidad concreta, «de estamanera, la confesión de fe, meta de la catequesis, puede ser proclamada por losdiscípulos de Cristo en su propia lengua. Como en Pentecostés, hoy también la Iglesia deCristo, presente y operante en las Iglesias particulares, habla todas las lenguas, ya quecual árbol que crece, echa sus raíces en todas las culturas »218. El servicio de la Iglesiaparticular está en proporcionar a sus miembros la concreción o la lectura eclesial másespecífica de lo básico de la fe.

4. La iniciación atiende a la persona concreta

En la historia de salvación, Dios aparece como condescendiente, realizando el«esfuerzo» de hacerse entender: «Queriendo hablar a los hombres como amigos,manifiesta de mo do particular su pedagogía adaptando con solícita providencia su modode hablar a nuestra condición terrena»219. Condescender es acomodarse por bondad a larealidad de alguien. Así nos ha tratado Dios: con condescendencia.

Inspirándonos es esta actitud de Dios, los creyentes se sitúan ante los hombres ymujeres de hoy: captando y acogiendo con amor su realidad, su diversidad, suoriginalidad personal. Dios aparece siempre respetando la realidad del hombre y sulibertad. Dios no impone un ritmo de maduración, más bien acompaña la maduración oapertura del hombre según los pasos que éste puede dar.

Al hablar de los destinatarios de la catequesis, el DGC pone un capítulo sobre laadaptación al destinario22». Esto ya indica la importancia que se concede al destinatario.«La predicación acomodada de la Palabra revelada debe mantenerse como ley de todaevangelización. Esta norma tiene su intrínseca motivación teológica en el misterio de laencarnación, corresponde a una exigencia pedagógica elemental de una sanacomunicación humana, y refleja la práctica de la Iglesia a lo largo de los siglos. Talacomodación se entiende como acción exquisitamente maternal de la Iglesia, que ve a laspersonas como campo de Dios (1 Cor 3,9), no para condenarlas, sino para cultivarlas enla esperanza. Va (la (Iglesia) al encuentro de cada una de ellas, tiene en cuenta seriamentela variedad de situaciones y culturas y mantiene la comunión de tantas personas en laúnica Palabra que salva. De esta forma el Evangelio se transmite de modo auténtico ysignificativo, como alimento saludable y a la vez adecuado. Este criterio ha de inspirartodas las iniciativas particulares y a su servicio han de ponerse la creatividad yoriginalidad del catequista.» 221

D Respetar los ritmos del destinatario

Esta es una nota distintiva de la iniciación: acomodarse por bondad al otro, «encontrar unlenguaje capaz de comunicar la Palabra de Dios y el Credo de la Iglesia, que es el

107

desarrollo de esa Palabra, a las distintas condiciones de los oyentes; y a la vezmanteniendo la certeza de que, por la gracia de Dios, esto es posible, y de que el EspírituSanto otorga el gozo de llevarlo a cabo»222.

Cuando se define a la iniciación como «proceso que trabaja por hacer efectivo en unapersona la acogida de Dios que le atrae hacia sí, «se está aludiendo a un cambio otransformación personal», que se realiza poco a poco, que lleva tiempo y que tiene suorigen en Dios, que está ahí solicitando a la persona con su bondad.

Respetar los ritmos personales no es norma de urbanidad, ni de conducta. Espedagogía divina que la catequesis tiene que imitar.

D Atención personalizada

La condescendencia acentúa una dimensión propia de la iniciación que es el trato y elseguimiento personal del iniciado por un miembro de la comunidad. Es cierto que lapersona se inicia para formar parte de una comunidad y lo hace en comunidad (o engrupo), pero sin perder el aspecto personal: nadie hace el camino por nadie, nadie es iguala nadie. Cada uno es responsable de sus andares.

Quedan así interrogadas muchas praxis catequísticas donde son más importantes elgrupo y los tiempos que se fijan previamente de preparación a un sacramento que elritmo de las personas. Posiblemente haya que revisar los tiempos de la catequesispropiamente dicha y acortarlos, pero entonces será necesario revisar al alza los tiemposprevios a la catequesis. Quizá sea ésta una línea de futuro que explorar.

Respetar a la persona (de dónde viene, dónde está, cuáles son sus motivos debúsqueda, cuáles sus resistencias, etc.) intuyo que será fuente de muchos cambios:

-De apertura a nuevos «lugares de salida». Quiero decir, que en un futuro próximolas comunidades cristianas no podrán enmarcar la catequesis desde «lugares desalida» hasta ahora tradicionales, como son: la edad o determinados sacramentos.Es previsible que se abran nuevos «lugares de salida» (entiéndase de comienzodel interés y de la búsqueda de Dios) que hoy desconocemos.

-Por otra parte, la fidelidad a los hombres y mujeres concretos, con su realidad, consus valores, con sus límites y con su historia personal nos impondrá un ritmo yuna manera de hablarles de Dios que ellos entiendan. La proposición de Dios esla única manera de presentar a Dios hoy. Proponer es creer en la libertad delotro, aceptarla y esperarla con educativa paciencia.

-Serán necesarios muchos itinerarios diversificados 223; en ocasiones, tendrán queser, al menos durante un tiempo, acompañamientos especializados y personales,

108

hasta que el otro pueda caminar por su cuenta dentro de la comunidad.

Todos estos aspectos que ahora enumeramos afectan a la vida de la comunidad, a lamanera de formar catequistas y organizarse la comunidad.

D Creyentes profundos

Me parece de suma importancia, en estos momentos, el principio clásico en catequéticade la doble fidelidad: fidelidad a Dios y fidelidad a la persona (DGC 145). La fidelidad aDios es la que nos dará creatividad para anunciar a Dios. Los creyentes profundos, loscreyentes con raíces que se nutran en el trato e intimidad con Dios son los que mejorpodrán descubrirnos hoy cómo anunciar al Dios que tratan, al Dios que les es familiar.Porque el Dios cristiano no es un Dios que se «sabe», sino un Dios, Padre de nuestroSeñor Jesucristo, con quien uno se relaciona y continuamente se va adentrando en sumisterio de intimidad.

No podemos hablar bien de Dios sin tratar con Dios. El trato personal con Dios es elque nos dará pistas para «hablar de Dios» a los demás. Por eso la renovación de lacatequesis tiene que ir muy ligada a una renovación de la vida cristiana de losanunciadores del Evangelio, que incluye el «trato familiar» con Dios.

Muchos indicios tenemos para afirmar que la persona de nuestros días es sensiblesobre todo al lenguaje del testimonio, y al lenguaje de la comprensión. El otro tiene quepercibir que la novedad de Dios que predicamos no es teoría, sino que se cumple ya ennosotros, en la comunidad y en el catequista. Un Evangelio teoría pero que no llegue acambiar la vida, y a que el otro perciba que el Evangelio nos ha cambiado la vida, será unEvangelio que se aprenda, pero al que no se le dará crédito.

D Protagonismo de la persona

La importancia dada a la realidad del destinatario no cambia para nada el mensaje. Sí queobliga al catequista a adaptar y a tener en cuenta la realidad de la persona concreta.Ningún libro, por excelente que sea, es válido sin más. «En el proceso de la catequesis, eldestinatario ha de tener la posibilidad de manifestarse activa, consciente ycorresponsablemente y no como simple receptor silencioso y pasivo. »114

Escudarse en un libro puede convertirse en una traición al destinatario y hacer unamala catequesis. En el proceso de evangelización, la palabra confrontada entre elcatequista y el catequizando o catecúmeno es indispensable para una verdaderainiciación. «La catequesis no se queda sólo en la consideración de los elementosexteriores de una situación con creta, sino que tiene presente también el mundo interiorde las personas, la verdad sobre el ser humano, camino primero y fundamental de la

109

Iglesia. Esto determina un proceso de adaptación que será tanto más pertinente cuantomás se tengan en cuenta los interrogantes, las aspiraciones y las necesidades de lapersona en su mundo interior.»225 Un Dios que no toque la vida, que no llegue alcorazón de la vida de cada persona, no es interesante.

5. La iniciación elabora un mensaje significativo

El hoy en que la Iglesia evangeliza tiene que tener en cuenta el concepto de sí misma quetiene la persona humana. Por una parte, la persona contemporánea es capaz de grandesconquistas y, por otra, es inmensamente vulnerable y dependiente del progreso que ellamisma ha creado; está atacada en su libertad y siente urgencia por defenderse, porejercitar su libertad.

Es alentador ver en el DGC la insistencia en acentuar la importancia de que elmensaje del Evangelio se proponga de manera significativa. La peor «publicidad» que lacomunidad puede hacer del Evangelio de jesús es presentar un Evangelio«insignificante», alejado de aquellas preguntas fundamentales donde la persona se juegaser de una manera o de otra, según decida libremente responder. Algo se hacesignificativo cuando llega al centro de lo que preocupa a la persona. En ocasiones, elcúmulo de capas o de murallas que envuelven el santuario más personal de cada hombrey mujer, hace que no sea fácil llegar a ese recinto donde surge la pregunta por la vida y lamuerte, por la libertad, el amor, el bienestar, la felicidad, el sufrimiento...

En continuidad con la etapa del primer anuncio, o lo previo a la catequesis, ésta debeincidir en el «centro» de la persona humana: «La catequesis, al presentar el mensajecristiano, no sólo muestra quién es Dios y cuál es su designio salvífico, sino que, comohizo el propio Jesús, muestra también plenamente quién es el hombre al propio hombre ycuál es su altísima vocación. La revelación, en efecto, no está aislada de la vida, niyuxtapuesta artificialmente a ella. Se refiere al sentido último de la existencia y la ilumina,ya para inspirarla ya para juzgarla, a la luz del Evangelio [...1. La relación del mensajecristiano con la experiencia humana no es puramente metodológica, sino que brota de lafinalidad misma de la catequesis, que busca la comunión de la persona humana conJesucristo»226.

Una catequesis significativa para la persona humana es aquella que le sitúa ante surealidad más profunda y decisiva, allí donde decide qué acepta y qué niega. «Lacatequesis, al presentar el mensaje cristiano, debe preocuparse por orientar la atención delos hombres hacia sus experiencias de mayor importancia, tanto personales comosociales, siendo tarea suya plantear, a la luz del Evangelio, los interrogantes que brotan deellas, de modo que se estimule el justo deseo de transformar la propia conducta»"'.

6. Repensar la actual catequesis sacramental

110

Herederos de una tradición secular de celebración de los sacramentos organizada deacuerdo a unos parámetros de sociedad de cristiandad (una catequesis posterior alBautismo), tenemos muchas dificultades sociales, personales y comunitarias para retocarlo que entendemos, en nuestro contexto eclesial, por «catequesis sacramental» ocatequesis que prepara a la recepción de un sacramento.

-Atavismo cultural

Nos vienen enseguida a la cabeza expresiones populares como: «En el curso escolar X letoca a mi hijo hacer la comunión». La edad y el curso marcan la fecha de recepción delsacramento de la Eucaristía y de la Confirmación; la edad y no la preparación o iniciacióncristiana asumida.

Los sacramentos, en esta perspectiva cultural, son percibidos como algo que «llegaporque tengo la edad señalada por la costumbre». Su celebración no es tanto meta de unproceso en la fe y de una elección personal cuanto una dinámica de algo «heredadocomo tradición cultural en la que se nace», aunque se esté al margen de la vivenciacristiana. Esta manera de pensar está muy arraigada en el pueblo y cuesta más cambiarlacuanto menos formación religiosa y catequesis reciben los adultos228. Se sienten conderecho a la celebración de los sacramentos por estar bautizados, no por una coherenciade vida cristiana ni por una preparación próxima. Los sacramentos son algo que se«hace» sin más consecuencias.

Dicho esto, conviene añadir que en esta dinámica descrita hay personas que viven lossacramentos como elección consciente. Otras encuentran en la preparación tanto del hijoo la hija como de los adultos una ocasión para volver a Dios, que lo suelen tener muyarrinconado229; mientras, una gran mayoría vive la celebración de los sacramentos como«ocasión» para un encuentro familiar, para una fiesta de la infancia o de la adolescencia,«aprovechando» un ritual religioso que para muchos ha perdido el verdadero significadoy no entienden muy bien lo que pasa allí, en la celebración, porque no suelen practicar.

-Catequesis sin meta sacramental prefijada

Acentuar el aspecto de libertad personal y de respeto al ritmo de maduración en la fe decada persona, que es propio del carácter iniciático de la catequesis más arriba tratado,nos exige repensar la catequesis sacramental realizada simplemente por la razón de «metoca hacer la comunión o confirmarme por la edad que tengo». Creo que es justo señalarque está cambiando ya mucho entre nosotros la catequesis de Confirmación y que cadavez son más los adolescentes y jóvenes que deciden no confirmarse, no seguir la inerciadel «me toca».

Más difícil es personalizar la catequesis sacramental de preparación a la Primera

111

Comunión. La razón fundamental reside en que mientras al adolescente y al joven ya seles res peta en la familia sus decisiones en materia religiosa, los niños en «edad dePrimera Comunión» dependen de la decisión de sus padres. Éstos, con demasiadafrecuencia, sin una formación cristiana sólida, «funcionan» por principios de repeticiónde lo que ellos hicieron, de lo que les ha quedado en la memoria, de lo que el ambientecolectivo mantiene como «un hacer ordinario».

Las dificultades que se encuentran en la práctica son muchas. Los intentos deafrontar el problema no logran satisfacer a los responsables de la comunidad y, en nopocos casos, enfrentan a unos y otros o alejan más de la comunidad.

7. Carácter catecumenal de la catequesis

El anuncio del Evangelio lo ha realizado la Iglesia a lo largo del tiempo de un modogradual, como «un proceso por el que la Iglesia, movida por el Espíritu, anuncia ydifunde el Evangelio por todo el mundo»230. Las etapas o momentos de este proceso sefueron diseñando con la experiencia misionera de la Iglesia y quedaron sistematizadas enlo que conocemos como estructura catecumenal: «La acción misionera para los nocreyentes y para los que viven en la indiferencia religiosa; la acción catequético-iniciatoriapara los que optan por el Evangelio y para los que necesitan completar o reestructurar suiniciación; la acción pastoral para los fieles cristianos ya maduros, en el seno de lacomunidad cristiana. Estos momentos, sin embargo, no son etapas cerradas: se reiteransiempre que sea necesario, ya que tratan de dar el alimento evangélico más adecuado alcrecimiento espiritual de cada persona o de la misma comunidad»231. La mejorestructura ción práctica del catecumenado en nuestro hoy eclesial la tenemos recogida enel Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos232 que el DGC propone insistentementecomo modelo de toda catequesis233

D Reto del presente

Un reto actual de la comunidad cristiana, al afirmar el carácter catecumenal de lacatequesis, es la diferenciación de etapas o momentos en el proceso de conversión.

No da lo mismo todo. No todos están en el mismo territorio (¡no digo en el mismokilómetro!) al iniciar una travesía de encuentro con Cristo y con su comunidad, aunquehaya recibido el Bautismo en la infancia.

Por eso es urgente reestructurar la entrada en la comunidad cristiana o la formacióncristiana de la comunidad con una manera de hacer que no todo se sustente en lacatequesis. La catequesis sólo se sustenta y entiende sobre la base de un cimiento previode primer anuncio.

112

Esta diversificación no la hacemos «por volver al ayer» o «porque sí», sino porrespeto al ritmo de las personas, a su realidad religiosa en el momento actual y a sucapacidad de acogida del Evangel¡o. Como dice el DGC, «las fronteras entre ambasacciones (primer anuncio y catequesis) no son fácilmente delimitables. Frecuentemente,las personas que acceden a la catequesis necesitan, de hecho, una verdadera conversión.Por eso, la Iglesia desea que, ordinariamente, una primera etapa del proceso catequizadoresté dedicada a asegurar la conversión [...1. El hecho de que la catequesis, en un primermomento, asuma estas tareas misioneras, no dis pensa a la Iglesia particular de promoveruna intervención institucionalizada del primer anuncio, como la actitud más directa delmandato misionero de Jesús. La renovación catequética debe cimentarse sobre estaevangelización misionera previa »114.

Sorprende la afirmación del documento eclesial que pone como cimiento de larenovación de la catequesis la consolidación de la etapa previa a la misma. Renovar lacatequesis, viene a decir, depende de una buena precatequesis. Y no se puede pensar enuna catequesis nueva sin cuidar institucionalmente la dimensión misionera previa. Lanovedad reside en esa invitación a la Iglesia particular sobre la institucionalización de unaintervención de primer anuncio.

-Lo previo a la catequesis

Cuando hablamos, por ejemplo, de «etapa previa a la catequesis», ¿qué queremos decir?Ante todo, aquí no le damos nombre por ahora235. Queremos decir que antes de lacatequesis tiene que darse una etapa, sin límite de tiempo, con originalidad propia,distinta en contenido y método a la catequesis que ahora conocemos y realizamos cuyafinalidad sea, según los casos, ayudar a pensar, a entrar en uno mismo, a atreverse aencontrarse consigo mismo, a platearse preguntas, a acoger la novedad del Evangelio, ahacerse la pregunta por el Señor Jesús, el Resucitado, a decidirse a seguirle, a interesarsepor la vida de la comunidad cristiana... En síntesis:

•Una etapa o período de tiempo suficientemente amplio, cuya duración no prefijamosde antemano, ni para todos es la misma.

•Una etapa de sensibilización y apertura de la persona al Evangelio de jesús y a suseguimiento en la comunidad cristiana.

•Una etapa cuya prioridad está en cimentar el edificio de persona y en despertar enella el murmullo de Dios que todos podemos oír y seguir.

•Una etapa que pide una profundización ulterior: la catequesis propiamente dicha.

La etapa previa a la catequesis se vislumbra como un momento para mirar de cerca lacomplejidad de la vida de las personas hoy. La etapa previa no es sólo un tiempo

113

determinado o unos temas concretos: es un estilo de entenderse la persona, una forma desituarse ante la propia existencia que incluye plantearse las preguntas donde nos jugamosla vida de una manera o de otra, ya sea que respondamos en la perspectiva de jesús deNazaret o en otra perspectiva. Hoy no todos tienen la oportunidad de construir supersonalidad de manera sistemática. Necesitamos crear cauces oportunos que lesposibiliten la apertura a la dimensión religiosa que toda persona tiene por haber sidohecha a imagen y semejanza de Dios.

D La experiencia eclesial hoy

La necesidad de implantar la etapa previa a la catequesis surge de la experiencia que laIglesia realiza hoy: muchos que entran en contacto con la comunidad cristiana (tambiénbautizados) no tienen el soporte de una vivencia mínima de la vida cristiana en la familia,desconocen el ritmo celebrativo y de oración, y están al margen de la actividad deservicio que la comunicación realiza.

En estas coordenadas es preciso crear espacios, tiempos y grupos en los que sesuscite, despierte y proponga el Evangelio y el seguimiento de jesús y la vida cristiana. Elprimer paso, en estos casos, no es «cultivar una fe inicial» dada por supuesto. El primerpaso es el despertar a la fe, suscitar y preparar a la persona para abrirse a la fe, al diálogocon Dios, poner las bases mínimas antropológicas para que la persona logre asomarse alDios que se quiere hacer interlocutor. Estos verbos: suscitar, despertar, proponer sonesenciales en la etapa previa a la catequesis siempre y para todas las edades. En cadaedad habrá un tratamiento específico que responda a la realidad de la persona.

Puede madurar una persona mucho en conocimientos profesionales y culturales, ytener olvidados totalmente otras dimensiones de la persona. No llegamos a la identidadpersonal de manera sistemática, sino a retazos, a partir de experiencias concretas yacontecimientos que se hacen significativos y son como «ladrillos» que vamos colocandoen el propio edificio.

D A tientas

Partimos de una confesión: no tenemos referencias cercanas para construir einstitucionalizar la etapa previa a la catequesis. Nos tendremos que dar un margen deerror, de caminar a tientas, de hacer proyectos que no sean duraderos. Nos tendremosque imponer la revisión de los haceres como método de trabajo para avanzar y para serfieles a la tradición eclesial y a los hombres y mujeres de hoy.

Palpamos la realidad de las personas que se acercan a la comunidad cristiana y eldéficit de preparación que tienen para acoger el anuncio del Evangelio. Desde esarealidad es desde la que tendremos que construir las bases sólidas que permitan una

114

catequesis seria.

Como intuiciones para comenzar a caminar, parece que en unos casos seráenormemente importante el seguimiento personal con un miembro de la comunidadcristiana (sobre todo cuando se trate de jóvenes y adultos), el asomarse a la vida real dela comunidad, la lectura de libros, etc. En otros casos es posible que lo más oportuno seael diálogo en grupo, la propuesta de temas concretos capaces de suscitar el interrogante,la búsqueda de la pregunta por Jesucristo o una información cultural básica sobre elcristianismo en sus diversos aspectos...

La realidad de posibilidades de respuesta que tenga la comunidad cristiana concretaserá uno de los indicadores elementales para hacer ofertas oportunas.

D Diferenciar las etapas propiamente catequísticas

El carácter catecumenal de la catequesis también alcanza a la etapa específica de lamisma.

El tiempo de catequesis que muchas comunidades ofrecen a los catequizandos esmonótono, sin etapas bien señalizadas y celebradas, sin entregas, sin un camino conmetas volantes que animen y ayuden a la persona a profundizar en su preparación. Aveces se hacen «las entregas» del padrenuestro, de los evangelios o la renovación de laspromesas del bautismo, pero es algo que no responde a una realidad en el proceso demaduración sino a una programación de la catequesis. Se hace más por imitaciónrepetitiva de una realidad catecumenal que por una verdadera celebración de etapas deun caminar en la fe.

Las comunidades cristianas tienen que saber que el camino de iniciación necesitaetapas intermedias que ayuden al catecúmeno o al catequizando a reconocer su aperturanocional al misterio de Jesucristo y su ejercitación práctica en la vida cristiana.

No se pasan etapas intermedias porque llegan, sino porque la persona llega a ellas, lasalcanza por el ejercicio de la vida cristiana.

D Una sugerencia

En nuestro contexto eclesial, creo que hay que dar mucha más importancia al momentode inscripción para la catequesis y hacerlo «momento sagrado», momento en el querealmente puede ocurrir algo... No se trata de rellenar una ficha, como se rellena para laclase de inglés o para la clase de piano. No. Es un momento de encuentro y diálogo quetiene que durar, y donde han de estar presentes los responsables de la etapa decatequesis; es el momento oportuno para un diálogo pausado, tranquilo, con propuestas

115

claras, con tanteos sobre el despertar religioso que trae quien es inscrito y lasposibilidades que tendrá para avanzar en la iniciación, los soportes familiares de quedispondrá, etc.

Hoy las empresas no admiten a nadie sin la «entrevista personal» con profesionalesque conocen el perfil ideal del trabajador que se busca. Desde el seno de la Iglesia nobuscamos un perfil ideal. Aceptamos al que viene tal como viene, pero sí que esresponsabilidad de la comunidad situar al que llega allí donde mejor puede ser acogidopara que no se sienta bloqueado en un nivel que no es el suyo.

8. La formación de los catequistas

Asombra y regocija enormemente descubrir la claridad que el DGC tiene sobre laimportancia de la formación de catequistas: «Cualquier actividad pastoral que no cuentepara su realización con personas verdaderamente formadas y preparadas, pone en peligrosu calidad... La educada formación de los catequistas no puede ser descuidada a favor dela renovación de los textos y de una mejor organización de la catequesis» 236

Una buena reflexión catequética y una buena organización de la catequesis de nadaservirían sin unos buenos catequistas.

El catequista es más importante que los instrumentos de catequesis

Detrás de esta afirmación hay que descubrir una tácita convicción: ningún método,ningún catecismo supera al catequista. Lo de la fe se transmite sobre todo por contacto,por contagio, por la presencia cercana de los creyentes.

Nada de extrañar es que el DGC sea muy explícito en la meta de la formación de loscatequistas cuando narra lo que el catequista tiene que ser capaz de realizar: «Ningúnmétodo, por experimentado que sea, exime al catequista del trabajo personal en ningunade las fases del proceso de la catequesis»237. La finalidad de la formación de loscatequistas vislumbra un horizonte exigente y responsable, al mismo tiempo que creativoy personal. El catequista tiene una fuerza, una creatividad, una acción personal que estápor encima de todo método o instrumento de catequesis.

De la misma manera que se ha dicho que la primera catequesis que da la comunidadcristiana es ella misma238, la primera catequesis que imparte el catequista es él mismocomo persona y como creyente.

Lo que la formación de los catequistas persigue es «lograr que el catequista puedaanimar eficazmente un itinerario catequético en el que, mediante las necesarias etapas:anuncie a jesucristo; dé a conocer su vida, enmarcándola en el conjunto de la Historia de

116

la salvación; explique su misterio de Dios, hecho hombre por nosotros; y ayude,finalmente, al ca tecúmeno o al catequizando al identificarse con jesucristo en lossacramentos de iniciación »139.

Se percibe en las orientaciones del DGC sobre la formación de los catequistas unobjetivo final que consiste en que el catequista sea capaz de ser autor personalizado de lacatequesis que imparte, y no solamente repetidor de un libro. El término autor queempleo aquí quiere decir que el catequista está obligado a recrear (es decir, hacer suyo demanera personal) todo material que utilice y que tiene que seleccionar o elegir para sugrupo aquello que éste necesita24o

D Elección de catequistas

De la misma manera que para otros ministerios se exige una preparación, el ministerio delcatequista está llamado a cuidar más la elección y la formación de los candidatos(criterios mínimos para ser admitido, personalización de la fe, experiencia de vidacomunitaria, motivaciones que tiene para ser catequista, etc.). Anteriormente, se hamencionado la importancia de la comunidad en la catequesis; aquí señalamos que no sehabla de «catequistas en general», sino de cate quistas en una Iglesia particular, en unacomunidad cristiana concreta instalada en un territorio y en una sociedad bien precisa.

DFormación de catequistas

El DGC da unas orientaciones para la formación de catequistas en la misma dinámica dela comprensión de la catequesis241. La forma evoca, ante todo, el modo como un ser sepresenta, la apariencia. Formación es el acto de dar forma, de desarrollar y de llevar amaduración a la persona internamente: conocimientos, educación, carácter, sentido de lavida, escala de valores, vivencia de Evangelio, capacidad para realizar una determinadaacción... Por formación no todos entienden lo mismo, porque parten de aspectos de larealidad vividos de manera diferente y o de carismas diferentes. Estar formado nosignifica haber adquirido un cúmulo de conocimientos de una vez para siempre. Estarformado habría que entenderlo como estar capacitado inicialmente para recorrer uncamino de maduración personal, para ser protagonista de una formación continua ycomunitaria en relación con la cultura, con los destinatarios y con el núcleo fundamentalde lo que constituye la comunidad cristiana.

117

118

119

120

El Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, que regula la catequesis de la iniciacióncristiana242, señala que «la preparación al Bautismo y la formación cristiana es tarea quele incumbe muy seriamente al pueblo de Dios, es decir, a la Iglesia, que transmite yalimenta la fe recibida de los apóstoles... Es, pues, muy importante que los catequistas yotros laicos presten su colaboración a los sacerdotes y diáconos ya desde la preparacióndel Bautismo »141.

Como se ve, aparecen varios agentes en la formación cristiana; el primero es elpueblo cristiano; los catequistas y otros laicos prestan apoyo a los sacerdotes y diáconosde la comunidad. La expresión otros laicos es amplia, y cada Iglesia particular tendrá queconcretar funciones y ministerios.

El Ritual sólo se detiene en especificar las tareas de los catequistas y de los padrinos.

D Los padrinos

De los padrinos se especifica con detalle su importancia y funciones: «Según costumbreantiquísima de la Iglesia, no se admite a un adulto al Bautismo sin un padrino, tomado deentre los miembros de la comunidad cristiana. Este padrino le habrá ayudado al menos enla última fase de preparación al sacramento y, después de bautizado, contribuirá a superseverancia en la fe y en la vida cristiana »144.

En las Observaciones previas, el Ritual especifica aún con más detalle la importanciay las tareas del padrino. «Al candidato que pide ser admitido entre los catecúmenos, leavala el padrino de catecumenado, a saber, un varón o una mujer que le conozca, leayude y sea testigo de sus costumbres, de su fe y de su voluntad.»245 «El padrino,elegido por el catecúmeno a causa de su buen ejemplo, de sus dotes y de la amistad,delegado por la comunidad cristiana local y aprobado por el sacerdote, acompaña alcandidato en el día de la elección, en la celebración de los sacramentos y en la etapa de la"Mystagogía." A él atañe mostrar familiarmente al catecúmeno el uso del Evangelio en lavida propia y en el trato con la sociedad, ayudarle en las dudas y ansiedades, y darletestimonio y velar por el incremento de su vida bautismal. Señalado antes de la"elección", cumple su oficio públicamente desde el día de la "elección", al dar testimoniodel catecúmeno ante la comunidad; y su oficio sigue siendo importante, cuando elneófito, recibidos los sacramentos, ha de ser ayudado para permanecer fiel a laspromesas del Bautismo.»246 Como se puede apreciar, en las tareas que se describencomo propias del padrino, queda reflejado un perfil de lo que ordinariamente entendemos

121

por un acompañante en la fe.

D Los catequistas

Nos detenemos en lo que se dice del catequista: «Los catequistas, cuyo oficio tieneverdadera importancia para el progreso de los catecúmenos y el aumento de lacomunidad, tengan parte activa en los ritos en cuanto fuere posible. Cuando enseñan,procuren que su doctrina esté llena del espíritu evangélico, acomodada a los símbolos ytiempos litúrgicos, adaptada a los catecúmenos y enriquecida, en cuanto sea posible, conlas tradiciones y usos locales. Más aún, señalados por el obispo, pueden realizar losexorcismos menores (cfr. n. 44) y las bendiciones de que se trata en el Ritual (nn.13-114)»247.

D Algunas reflexiones

Es cierto que entre el Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos (1972) y el DirectorioGeneral para la Catequesis (1997) hay un período de tiempo considerable con unareflexión eclesial sobre la catequesis muy rica e importante.

Analizandolas funciones que el Ritual especifica para padrinos y catequistas das laimpresión de que al padrino se le confía el trato más personal con el catecúmeno,el seguimiento directo y más relaciona]. El catequista es más «maestro» de la feque el compañero de camino. El Directorio habla expresamente de los catequistasy no de los padrinos. Todo lo centra en la formación de los catequistas.

Algunascomunidades cristianas pueden ver aquí un germen para repensar lapluralidad de agentes de la catequesis con tareas específicas. Así no se cargará todo a una sola persona ni se le pedirá al catequista que sea experto en todo. Quizáesto nos ayude a explorar nuevas posibilidades, a repartir las funciones en la tareade la iniciación. Es un tema abierto que las comunidades tendrán que plantearse.Se puede ser un buen «maestro en la fe» sin tener cualidades de buenacompañante, o a la inversa. Algunas catequistas se sienten abrumadas por lomucho que se les pide.

La diversificación podría ser una salida.

122

123

Aporto una reflexión sobre lo que el DGC dice y entiende por el catecismo y losmateriales de catequesis. Quede claro que se trata de un tema capital, donde se juega unasensibilidad especial porque en los materiales de catequesis confluyen: la integridad de lafe, la formulación de la fe, los conocimientos básicos de la fe que se proponen a unosdeterminados catequizandos o catecúmenos y la metodología de la fe. Por eso, losresponsables de las Iglesias particulares prestan tanto esmero a los materiales utilizadosen la catequesis.

1. Del catecismo a los materiales para la catequesis

En un tiempo, el catecismo era «el libro» de la catequesis, unificaba la formulación de lafe y moldeaba el lenguaje religioso del pueblo. El catecismo transmitía no sólo lofundamental de la fe, sino las devociones, las oraciones del pueblo cristiano248. Cuandollegaron los «materiales de catequesis», que aplicaban el catecismo a una edaddeterminada (sobre todo por influjo de los materiales escolares) con una meto dologíaconcreta, el catecismo perdió presencia en el acto catequético249. Con los materiales erasuficiente en la catequesis porque se suponía que ellos contenían las formulaciones de lafe sacadas del catecismo.

De todas formas, tanto antes del catecismo, como ahora, los materiales para lacatequesis han ocupado un puesto central en la tarea de los catequistas. El catecismosiempre fue la referencia de inspiración para los autores de los materiales catequísticos.

El catecismo «duraba siempre». Siempre era lo mismo, fuera cual fuera la edad delos destinatarios; la edad aportaba simplemente una posibilidad mayor o menor decomprensión de algunas formulaciones. El catecismo había que aprendérselo dememoria. No importaba tanto la comprensión cuanto la memorización. Se partía de esteprincipio: «Lo que ahora no se entiende bien, ya la vida y los años ayudarán aentenderlo». Quien aprendía el catecismo tenía respuestas sencillas, precisas y clarassobre la fe profesada. Así se modeló la fe de muchas generaciones de creyentes. Hoytodavía se recurre, en el lenguaje ordinario, a la expresión «como decía el catecismo». Esuna prueba del influjo que el catecismo ejerció en la misma sociedad de cristiandad en elpasado.

El libro o los materiales de catequesis tenían, además de la finalidad de presentarunos contenidos de fe, una dimensión pedagógica y una adaptación a la edad de losdestinatarios. Los materiales de catequesis cambiaban lo mismo que los materiales para

124

las diversas asignaturas de la escuela. Siempre había matemáticas, pero cada año el libroera dife rente y los temas más profundos. Así debía ser con los materiales catequísticos.

Los materiales, a diferencia del catecismo, marcaban para cada curso y para cadasesión: finalidades, contenidos, metodología, tiempos...

Los materiales catequéticos, elaborados en esta perspectiva, llevaban una exigenciainterna: «Había que acabar o dar todo el libro en el curso de catequesis». Había queacabar el libro como se acaba en la escuela el libro que desarrollaba otras materias. Estamanera de equiparar el material de catequesis con el libro escolar250 fue motivo de nopocos «contratiempos» entre catequistas y responsables locales de catequesis. Algunoscatequistas sentían el libro como «una camisa de fuerza» que había que imponer algrupo, pegara o no pegara.

El catequista experimentaba que se «daban o explicaban o se exigía lamemorización25' de temas», que no llegaban a tocar la entraña vital de los miembros delgrupo. Ahí estaba el eje del conflicto. Quienes apostaban por «dar el libro en integridad»razonaban de esta manera: «No importa que lo entiendan o no ahora; ya lo entenderánmás adelante. Lo importante es que ahora lo aprendan. Tiempo tendrán de comprenderlo que saben; hay que contar con el Espíritu que también trabaja en el corazón de laspersonas. Por otra parte, al menos, aprendiendo el libro se crea la base de un lenguajereligioso referencia) común». Se aplicaba a los materiales de catequesis el mismoprincipio que tenía el catecismo.

Paulatinamente se fue diluyendo la obligación de aprender de memoria los contenidosde los materiales de cate quesis. Para algunos era una manera de diferenciar «el nuevoestilo de catequesis». No faltaron casos en los que se «despreció» el hecho de aprenderde memoria las fórmulas de la fe. Los niños solían decir que «de catequesis no hayexámenes». Los catequistas «tuvieron que luchar» para que, al menos, antes de laPrimera Comunión, los catequizandos aprendieran las oraciones básicas, losmandamientos, las respuestas de la misa, y pocas cosas más...

2. El Catecismo local

La elaboración de materiales catequéticos está recogida, en sus grandes líneas, en elDGC252. Estos materiales traducen la forma concreta de aplicación de la pedagogíadivina y de la metodología en la que la comunidad cristiana se reconoce y con la quedesea iniciar en la fe a sus miembros o a los que quieren formar parte de la comunidad.De ahí su importancia.

Puesto que «en la transmisión de la fe, la Iglesia no tiene de por sí un método propioni único, sino que, a la luz de la pedagogía de Dios, discierne los métodos de cada época,

125

asume con libertad de espíritu todo cuanto hay de verdadero, todo cuanto sea virtud ycosa digna de elogio, en síntesis, todos los elementos que no son contrarios al Evangelio,y los pone a su servicio»253, son previsibles muchos y variados instrumentoscatequéticos, todos complementarios, en las comunidades cristianas.

Admitir la diversidad de situaciones en que la persona humana vive, reconocer quenuevos «lugares de salida »114 son hoy una realidad, nos lleva a pensar en unapluralidad de materiales catequéticos acorde con los ritmos de apertura y de maduraciónen la fe de las personas.

D Importancia

Se advierte en el DGC una preocupación grande por los materiales de trabajo para lacatequesis, sobre todo en la descripción detallada que hace de los catecismos locales. Sedenominan «instrumentos inapreciables», «expresión palpable de la admirablecondescendencia de Dios y de su amor inefable al mundo»255, «texto oficial de laIglesia» que «establece una distinción cualitativa respecto a los demás instrumentos detrabajo»256, «dentro del conjunto de instrumentos para la catequesis, sobresalen loscatecismos. Su importancia deriva del hecho de que el mensaje que transmiten loscatecismos locales es reconocido como auténtico y propio por los pastores de la Iglesia»117.

D Lo específico de los catecismos locales

•«Lugar» de referencia de fe. La descripción de lo que tiene que ser un Catecismolocal se incluye en la parte en donde el DGC aborda los contenidos de lacatequesis: Ésta es nuestra fe, ésta es la fe de la Iglesia 258. El lugar ya essignificativo. El Catecismo local es un «lugar» de concentración de la fe, deseguridad de la formulación y de la integridad de la verdad revelada, siempre enconexión con el Catecismo de la Iglesia Universal.

Los catecismos locales, inspirados en el Catecismo de la Iglesia Católica, estándestinados a tener en cuenta «las diversas situaciones y culturas, pero que guardencuidadosamente la unidad de la fe y la fidelidad a la doctrina católica»259. Lo quecaracteriza a un Catecismo local es: su carácter oficial, la síntesis orgánica y básicade fe que ofrece, y ser, junto a la Sagrada Escritura, punto de referencia para lacatequesis260 (más adelante, en el mismo número, se dirá «punto de referenciainspirador de la catequesis»).

Documentodoctrinal más que pedagógico. Al explicar qué se entiende por la expresiónreferencia para la catequesis, lo primero que vemos es que se afirma: «LaSagrada Escritura y el catecismo son los dos documentos doctrinales de base en

126

el proceso de catequización para tener siempre a mano261». Parece que serestablece un poco la jerarquía de fuentes de la catequesis al mencionar en primerlugar a la Sagrada Escritura; ya antes se había afirmado que la fuente de donde lacatequesis toma su mensaje es la misma Palabra de Dios262. De la meditación dela Palabra surgen todos los demás documentos263 y esto no se puede relegar.

Se añade: «Es legítimo preguntarse si un catecismo oficial debe incluir elementospedagógicos o, por el contrario, debe limitarse a ser una síntesis doctrinal,ofreciendo sólo las fuentes»264. La respuesta que sigue a continuación es ambigua,de forma que se puede entender una cosa y la otra: «Al ser el catecismo uninstrumento para el acto catequético, que es acto de co municación, respondesiempre a una clara inspiración pedagógica, y siempre debe transparentar, dentro desu género, la pedagogía divina. Las cuestiones más claramente metodológicas son,de ordinario, más propias de otros instrumentos"65». La diferencia entre pedagogíadivina y metodología puede llevar a confusión. De todas formas, parece que hayuna inclinación a que, ordinariamente, el Catecismo local deje el campo abierto auna pluralidad de métodos266. Se podría desprender de estas expresiones, unaligera apuesta por el catecismo como «lugar de fuentes» para la catequesis, dondevan a beber otros instrumentos pedagógicos.

•Adaptación a la cultura local. Al especificar el DGC los aspectos concretos que unCatecismo local, se enumeran:

Lasíntesis de fe en referencia a la cultura concreta en que viven inmersos loscatecúmenos o catequizandos.

Lafidelidad al mensaje y a la persona, es decir, presentar el mensaje de modosignificativo y cercano a la psicología y mentalidad de la edad de los destinatarios,en clara referencia a las experiencias nucleares de su vida.

Laforma concreta de vivir el hecho religioso en una sociedad determina. No es lomismo ofrecer un catecismo en un ambiente de marcada indiferencia religiosaque en un contexto de honda religiosidad.

-La situación concreta que vive la Iglesia particular.

Lo que hace importante y necesario un Catecismo particular no es la repeticióntextual del Catecismo de la iglesia Católica - lo que no excluye su fidelidad-, sino laadaptación a los destinatarios. La adaptación a las necesidades de los destinatariosconcretos de la geografía nacional o regional es la raíz y razón de ser de unCatecismo particular. Es, pues, el trabajo propio de creatividad y de fidelidad quehay que pedir a los catecismos267.

127

-Síntesis del Catecismo de la Iglesia Universal

El DGC diferencia lo que es un catecismo y lo que es una síntesis del Catecismo de laIglesia Católica. Un catecismo no es una síntesis o resumen del Catecismo de la IglesiaCatólica. El Catecismo de la Iglesia particular crea, adapta, resume, tiene en cuenta larealidad de los destinatarios en su contexto social y geográfico. «Conviene distinguir entrelo que es un catecismo, que actualiza el mensaje cristiano a las distintas edades,situaciones y culturas, y lo que es una síntesis del Catecismo de la Iglesia Católica, comoinstrumento de introducción al estudio del mismo. Son dos géneros diferentes. »268

El destinatario concreto, que vive en un lugar, en una cultura, en una realidad sociales la razón de ser del Catecismo local. Teniendo en cuenta la realidad del sujetoconcreto, el Catecismo adapta el mensaje para que lo entienda, lo acoja. En el Catecismolocal, todo está supeditado a la adaptación o actualización del mensaje cristiano aldestinatario. Se puede correr el peligro de olvidar lo que es un catecismo y equipararlocon un compendio.

3. Los instrumentos para la catequesis

En la parte de la Organización de la pastoral catequética en la Iglesia particular se abordala elaboración de instrumentos y medios didácticos para el acto catequético269. De lamisma manera que más arriba hemos señalado que el catecismo es el instrumentocentrado sobre el contenido de la catequesis, simplemente por el lugar donde el DGC lositúa, aquí también tenemos que decir que los instrumentos didácticos para el actocatequético ocupan un lugar específico donde el protagonismo pertenece a la comunidadeclesial particular. Los instrumentos para la catequesis son competencia de la Iglesialocal.

Lo primero de todo es señalar que hay dos clases fundamentales de instrumentoscatequéticos.

-Los dedicados a orientar y planificar el conjunto de la acción catequética.

-Los que miran más directamente al acto catequético.

Aquí nos referiremos sólo a estos últimos.

D Criterios de elaboración de los instrumentos catequéticos

El criterio inspirador de los instrumentos de trabajo para el acto catequético ha de ser elde la doble fidelidad a Dios y a la persona humana en su contexto socio-cultural. De losinstrumentos para la catequesis se dice, además: «Que conecten con la vida concreta de

128

la generación a la que se dirigen, teniendo bien presentes sus inquietudes y susinterrogantes, sus luchas y sus esperanzas; que encuentren el lenguaje comprensible aesta generación; que tiendan realmente a producir en sus usuarios un conocimientomayor de los misterios de Cristo, en orden a una verdadera conversión y a una vida másconforme con el querer de Dios»270.

Comparando las orientaciones que se dan para la elaboración de catecismos con lasde los instrumentos, se aprecia que hay diferencias fundamentales:

Alos catecismos se les pide perfecta sintonía con el Catecismo de la Iglesia Católica yque tienen que ofrecer: una síntesis orgánica y básica de la fe, una adecuación delmisterio cristiano a la realidad de los destinatarios. Hay que observar que lasíntesis de fe que se les pide no se refiere a una síntesis del Catecismo de laIglesia Católica. Se trata de una síntesis orgánica de la fe, pensando en losdestinatarios concretos a los que se dirige.

Losmateriales didácticos para el acto catequético, basados en los catecismos, nonecesariamente tienen que contener cada uno una síntesis de fe. La síntesis de fepuede ser completada con varios instrumentos.

Muy bien lo aplican los obispos franceses cuando hablan de módulos. «El módulo,dicen los obispos franceses, es la unidad de base de la organización de la catequesis. Pormódulo entendemos un itinerario que abarcar varios encuentros, con una duración, unritmo y unas modalidades que pueden variar según las edades y las posibilidades. A cadaetapa de la vida deberá corresponder un "banco de módulos" del que los animadorespodrán alimentarse, ajustando las propuestas según las necesidades y la situación.»271Se trata de materiales que conjuguen un realismo mirando a las posibilidades y realidaddel catecúmeno o catequizando: muchos destinatarios no pueden seguir procesos largosde formación de la fe ni síntesis completas.

Esta invitación para elaborar materiales catequéticos en forma de módulos pareceamplia y creativa, y además exige a cada comunidad la tarea de discernir qué es mejor encada momento y en cada realidad de destinatarios.

Quizá tenemos que pasar de una visión de la educación de la fe en línea recta272 ycontinuada con amplios y largos itinerarios de maduración recogidos en libros sobre lamisma persona o grupo273 a otra más centrada en momentos, acontecimientos concretoscon una duración de preparación no fijada previamente y que dependerá de cadacaso274.

Por el momento, en la Iglesia española no disponemos de catecismos que abarquen elarco de la totalidad de las edades275.

129

130

131

1. El problema

Cuando se habla con catequistas y con responsables de la acción pastoral uno advierteque, con frecuencia, emplean como sinónimos dos palabras: itinerario y proceso. Asíhablan de elaboración de itinerarios y procesos diversificados. Creo que convieneponerse de acuerdo en señalar qué decimos exactamente cuando empleamos estaspalabras, qué realidades hay contenidas en cada una de ellas.

Me parece que es necesario aclarar qué entendemos por itinerario y qué entendemospor proceso de manera que el vocabulario empleado nos lleve a aclarar mejor la acciónque proponemos y no nos confunda.

2. Lo que dice el DRA (Diccionario de la Real Academia)

En un primer momento, conviene ajustarnos a la definición de términos que nos da elDiccionario de la Real Academia como punto de partida.

D Itinerario

•Perteneciente o relativo a un camino.

•Dirección y descripción de un camino con indicaciones o explicaciones de loslugares, accidentes, paradas, etc., que existen a lo largo de él.

•Ruta que se sigue para llegar a un lugar.

•Guía, lista de datos referentes a un viaje.

D Proceso

•Acción de ir hacia delante.

•Conjunto de fases sucesivas de un fenómeno natural o de una operación artificial.

D Consecuencias de estas definiciones

132

De estas descripciones que nos da el DRA podemos sacar ya algunas conclusiones:

•El itinerario es una descripción de un camino que hay que recorrer y marca ladirección que hay que llevar y lo que es necesario para realizar el camino. Es algoque nos proponemos recorrer con las indicaciones de lo que es necesario parallegar a la meta. El itinerario es algo externo a la persona.

•El proceso no apunta tanto a la descripción del camino que se recorre, como a lasfases sucesivas que experimenta el que recorre el camino. Es el caminointeriorizado o lo que me ha ido pasando mientras recorría el camino. Es ladescripción de lo que pasa por el sujeto que recorre el camino. En teoría, sepuede describir y presuponer qué le pasará al caminante, sobre to do si se tieneexperiencia de haber hecho el camino. Pero sólo será a título indicativo, porquecada persona, en su libertad, es muy dueña de sí.

3. Aplicación a la acción pastoral

D Itinerario

•Límites. Cuando hablamos de elaborar itinerarios catequéticos estamos refiriéndonosal conjunto de materiales que una persona necesitará para llegar de un punto desalida a uno de llegada. Pero con la advertencia previa: si geográficamente es fácilseñalar un punto de salida y uno de llegada, no lo es tan fácil cuando nos estamosrefiriendo a realidades no geográficas, sino de conducta personal. De ahí quetodo itinerario catequético tiene que ser tomado como algo indicativo o sugerentede acuerdo con la realidad de cada persona que comienza a recorrer el camino.

•Los puntos de salida se pueden fijar de muchas maneras: por la edad (a tal edad, eldesarrollo religioso nos permite...); por los conocimientos que una persona poseesobre cultura religiosa, etc.; por la madurez o praxis cristiana que la persona haadquirido; por la sensibilidad religiosa que tiene; por la realidad sociocultural quele envuelve; por la experiencia de vida que tiene; por el acontecimiento que ahoravive la persona, etc.

•El punto de llegada también puede variar. Es cierto que en pastoral el punto final dellegada es «propiciar una viva, explícita y operante profesión de fe» (DGC 66) o«poner a uno no sólo en contacto sino en comunión, en intimidad con Jesucristo»(DGC 80). Antes de esta meta final, otras «metas volantes» son requeridas y sonex¡ gencia pedagógica, sin perder de vista la meta final. Las metas «parciales»hay que señalarlas de tal manera, que unifiquen lo más posible a la persona.Estamos hablando de un itinerario catequético, por tanto, el saber sobre la fetendrá que conjugarse armónicamente con la celebración, la oración, el ejercicio

133

de vida cristiana y de vida dentro de la comunidad.

•La descripción de un itinerario dependerá: de la realidad o punto del que se parte yde la meta «parcial» que se propone hasta conseguir la meta final.

Puede describir un itinerario real el que conoce bien el camino, lo ha recorrido y loha reflexionado para proponerlo a otros. Esto exige, pues, experiencia personal derecorrer el camino y conocimiento del camino. Además habrá que añadir laexperiencia de acompañar a los que recorren el camino para delimitarlo bien y nodescribir caminos ideales. En ocasiones, nos encontramos con itinerarios que dan aentender que están hechos más de consultar libros de psicología que desde laexperiencia de caminantes catecúmenos reales.

D Proceso

•La descripción de un proceso es la narración de lo que vive la persona que hace unitinerario, de los movimientos internos que experimenta al recorrer las diversasetapas. Implica que quien describe un proceso conoce lo que él ha vivido al hacerel camino y lo que viven, de ordinario, quienes hacen ese camino.

134

135

276 Expreso mi agradecimiento al profesor Emilio ALBERICH por facilitarme ypermitirme incluir en este trabajo la bibliografía que él ha confeccionado y seleccionado.

Documentos magisteriales

DGC = CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para laCatequesis. Madrid, EDICE 1997.

Alemania1 = DIE DEUTSCHEN BISCHÓFE, "Zeit zur Aussaat". MissionarischKirche sein. Bonn, Sekretariat der Deutschen Bischofskonferenz 2000.

Alemania2 = DIE DEUTSCHEN BISCHÓFE, Katechese in ver nderter Zeit. 22.Junio 2004. Bonn, Sekretariat der Deutschen Bischofskonferenz 2004.CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, «La catequesis en tiempo decambio», 6.2, en: D.MARTÍNEZ - P.GONZÁLEZ - J. L. SABORIDO (Eds),Proponer la fe hoy. De lo heredado a lo propuesto. Santander, Sal Terrae 2006.

Aparecida = V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADOLATINOAMERICANO Y DEL CARIBE, Discípulos y Misioneros de jesucristopara que nuestros pueblos en Él tengan vida. «Yo soy el Camino, la Verdad y laVida» (Jn, 16,4). Documento conclusivo. 2 ed. Bogotá, Centro de Publicacionesdel CELAM/San Pablo/ Paulinas 2007.

Bélgica = Devenir adulte dans la fol. La catéchése dans la vie de l'Église. Bruselas,Edition Licap 2006.

Brasil = CONFERÉNCIA NACIONAL DOS BISPOS DO BRASIL, DiretórioNacional de Catequese. 2 ed. Sáo Paulo, Ed. Paulinas 2006.

Bolivia = CONFERENCIA EPISCOPAL BOLIVIANA - CEB, Orientacionespastorales y determinaciones sobre el Catecumenado en la Iglesia de Bolivia.Manual del catecumenado. La Paz, s.e. [2003].

Chile = COMISIÓN NACIONAL DE CATEQUESIS, Orientaciones para laCatequesis en Chile. Documento de trabajo. Comisión Nacional de Catequesis.Santiago, Conferencia Episcopal de Chile 2003.

España1 = [CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA] LXX ASAMBLEAPLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, La iniciacióncristiana. Reflexiones y orientaciones. Madrid, EDICE 1999.

136

España2 = CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Plan pastoral de laConferencia Episcopal Española 2002- 2005. Madrid, EDICE 2002.

España3 = CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Orientaciones pastoralespara el catecumenado. Madrid, EDICE 2002.

España4 = CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Orientaciones pastoralespara la iniciación cristiana de niños no bautizados en su infancia (cf «ActualidadCatequética» [2005]205, 14-45).

España5 = CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Plan pastoral de laConferencia Episcopal Española 20062010. Madrid, EDICE 2006.

España6= CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, Mensaje de la XCI AsambleaPrimaria de la Conferencia Episcopal Española (7 de marzo de 2008). El nuevoCatecismo jesús es el Señor, www.conferenciaepiscopal.es/documentos/conferencia/catecismo/htmt.

Francia1 = LES ÉVÉQUES DE FRANCE, Proposer la foi dans la société actuelle.111. Lettre aux catholiques de France. París, Cerf 1997. «Proponer la fe en lasociedad actual. Carta de la Conferencia Episcopal Francesa a los católicos de supaís (Lourdes, 9 de noviembre de 1 996)», H. 3.3, en: D.MARTÍNEZ -P.GONZÁLEZ - J.L.SABORIDO (Eds), Proponer la fe hoy. De lo heredado a lopropuesto. Santander, Sal Terrae 2006.

Francia2 = COMMISSION ÉPISCOPALE DE LA CATÉCHÉSE ET DUCATÉCHUMÉNAT, Alter au cceur de la foi. Questions d'avenir pour lacatéchése. París, Bayard / Cerf / Fleurus-Mame 2003.

Francia3 = CONFÉRENCE DES ÉVÉQUES DE FRANCE, Texte national pourl'orientation de la catéchése en France. Et principes d'organisation. Paris, Bayard-Centurion / Cerf / Fleurus-Mame 2006.

Italia1 = CONFERENZA EPISCOPALE ITALIANA, Comunicare il Vangelo in unmondo che cambia. Oreentamenti pastorali dell'Episcopato italiano per il primodecennio del 2000. Leumann (Turín), Elledici 2001.

Italia2 = CONFERENZA EPISCOPALE ITALIANA, 11 volto missionario delleparrocchie in un mondo che cambia. Milán, Paoline 2004.

Italia3 = UFFICIO CATECHISTICO NAZIONALE - SERVIZIO NAZIONALE PERIL CATECUMENATO (Ed), L'iniziazione cristiana. Documenti e orientamentidelta Conferenza Episcopale Italiana. 1. Catecumenato degli adulti. 2. Catecumenato dei fanciulli e dei ragazzi. 3. Itinerari per 11 risveglio della fede

137

cristiana. Leumann (Turín), Elledici 2004.

Quebec1 = ASSEMBLÉE DES ÉVÉQUES DU QUÉBEC, Proposer aujourd'hui lafoi aux jeunes, une force pour vivre. Fides 2000. ASAMBLEA DE OBISPOSDE QUEBEC, «Proponer hoy la fe a los jóvenes. Una fuerza para vivir», 2, en:D.MARTÍNEZ - P.GONZÁLEZ - J.L.SABORI DO (Eds), Proponer la fe hoy.De lo heredado a lo propuesto. Santander, Sal Terrae 2006.

Quebec2 = ASSEMBLÉE DES ÉVÉQUES DU QUÉBEC, JésusChrist, chemind'humanisation. Orientations pour la formation á la vie chrétienne. Montreal /París, Médiaspaul 2004. ASAMBLEA DE OBISPOS DE QUEBEC, «Jesucristocamino de humanización. Orientaciones para la formación para la vida cristiana»,in: D.MARTÍNEZ - P. GONZÁLEZ - J.SABORIDO (Eds), Proponer la fe hoy.De lo heredado a lo propuesto. Santander, Sal Terrae 2006, 121-160 (de estedocumento se citan las páginas de la ed. española).

USA1 = UNITED STATES CATHOLIC CONFERENCE, Our Hearts Were BurningWithin Us: A Pastoral Plan for Adult Faith Formation in the United States.Washington, United States Catholic Conference 1999.

USA2 = UNITED STATES CONFERENCE OF CATHOLIC BISHOPS, NationalDirectory for Catechesis. Washington, United States Conference of CatholicBishops 2005.

Cfr. Ecclesia in Europa 7-8.

2 Remito al lector a las secciones siguientes de la revista CATEQUISTAS:Catequética básica (octubre de 2003-mayo de 2005); Ventana abierta (octubre de 2005-mayo de 2006); Repensar la catequesis (octubre 2006-mayo 2007).

1 Lo citaré también así: DGC.

'Invito a los lectores a seguir el pensamiento de Ubaldo GIANETTO, A dieci annidalla pubblicazione del Direttorio Generale per la Catechesi, en <,Catechesi» 77(2007-2008) 1,46-61; 77(2007-2008) 2,73-80; 77(2007-2008) 5,72-79.

5 Cfr. B.NEUNHEUSER, Movimiento Litúrgico, en Nuevo Diccionario de liturgia,Ediciones Paulinas, Madrid 1987, pp. 1365-1382. Amplia bibliografía. J.M.GONZÁLEZJIMÉNEZ, Movimiento litúrgico en España, en Nuevo Diccionario de liturgia, EdicionesPaulinas, Madrid 1987, pp. 1383-1387.

e Aprobada el 5 de diciembre de 1963.

'Con el nombre de movimiento bíblico se ha entendido, desde finales del siglo XIX,

138

las iniciativas del Magisterio de la Iglesia y de autores católicos, y aun de grupos,encaminadas a difundir la Sagrada Escritura entre el pueblo, con la ayuda de los exegetasy estudiosos de la Biblia que habrían de hacer asequible a todos su lectura. Elmovimiento bíblico ha sido, en cierto modo, paralelo al movimiento litúrgico, con el queha mantenido estrechas relaciones. Cfr. Cesare BISSOLI, Movimiento bíblico, enDiccionario de Catequética, Editorial CCS, Madrid 1987, pp. 579-581.

s Aprobada el 18 de noviembre de 1965.

'Ubaldo GIANETTO, Movimiento catequético, en Diccionario de Catequética,Editorial CCS, Madrid 1987, pp. 581-582. Elías YANES, Movimiento catequéticoespañol, en Nuevo Diccionario de Catequética (vol. 2), San Pablo, Madrid 1999, pp.1570-1587. Ricardo Ernesto GRZONA DARE-Vicente M' PEDROSA, Movimientocatequético latinoamericano, en Nuevo Diccionario de Catequética (vol. 2), San Pablo,Madrid 1999, pp. 1587-1611.

70 Es apasionante la historia de la Catequética desde el Concilio Vaticano 1, con suintento de elaboración de un catecismo universal, hasta el reciente Catecismo de la IglesiaCatólica y el Directorio General para la Catequesis. Cfr. Ángel MATESANZ, His- toriageneral de la catequesis, en Nuevo Diccionario de Catequética (vol. 1), San Pablo,Madrid 1999, pp. 1132-1148. Jesús Andrés LÓPEZ CALVO, El movimiento catequéticoespañol (1930- 1962), Santiago de Compostela 2003.

12 Mencionemos en la actualidad, al menos, el Equipo Europeo de Catequesis, AlCA(Asociación Española de Catequetas), AICA (Asociación Italiana de Catequetas), SCALA(Sociedad de Catequetas Latinoamericanos). Yen el pasado, hay que reconocer el influjode las Semanas Internacionales de estudios catequéticos promovidas por el profesorHofinger, que reunían a los peritos en la materia de los grandes Institutos de Catequética.

13 Baste citar el Directorio General para la Catequesis, que recoge la reflexión de losdocumentos que conciernen a la catequesis tanto los conciliares como los postconciliaresdesde la Evangelü nuntiandi (1975) al Catecismo de la Iglesia Católica (1992 primeraedición, 1997 edición típica).

Ubaldo GIANETTO, art. cit., p. 581.

1^ Cfr. el anexo sobre bibliografía de estos documentos en pp. 196-199.

"Se puede ver el análisis que hace el profesor Philippe BACQ, Vers une pastoraled'engendrement, en Une nouvelle chance pour I'Évangile, Lumen Vitae-Novalis, Bruselas2004, pp. 8-28.

76 Para ser concretos con hechos: durante mucho tiempo la elección de catequistas

139

ha sido muy poco cuidada y no se ha tenido en cuenta que ser catequista, como cualquierotra tarea eclesial, es una vocación, una llamada del Espíritu. Esto tiene poco que ver conla selección de catequistas» hecha, por principio, como algunos hacen. Un ejemplo real:en la primera reunión de padres y de niños y niñas de primera comunión, el encargadodice: No tengo catequistas, si ahora mismo no salen aquí diez catequistas que lleven losgrupos, se suprimen este año las comuniones. Ustedes verán lo que hacen. Es fácilentender que hay otros métodos de suscitar las vocaciones de catequistas en lacomunidad. Y si de alguna manera no hay que convocar catequistas, es justamente delmodo descrito más arriba.

"Esta esquematización de la catequesis sacramental sirve para marcar la líneaideológica que había de fondo. Dicho esto, hay que reconocer que muchas Iglesiasparticu- lares y grupos cuya vocación específica mira a la pastoral juvenil, sintieron lanecesidad de que la catequesis superara los momentos sacramentales y hablaron eidearon materiales para «una catequesis de proceso», una «catequesis en líneacatecumenal». Era la manera de «ir más allá» del momento sacramental y de lapreparación sacramental en unas circunstancias en que todo giraba alrededor del núcleosacramental.

8 En los primeros años del siglo XX, el Papa Pío x, publicaba la exhortación Acerbonimis, 15 de abril de 1905, sobre la enseñanza del catecismo. Exclamaba: «¡Cuáncomunes y fundados son, por desgracia, estos lamentos de que existe hoy un crecidonúmero de personas, en el pueblo cristiano, que viven en suma ignorancia de las cosasque se han de conocer para conseguir la salvación eterna» (Acerbo nimis 2). Por elloprescribe: «Todos los párrocos, y en general cuantos ejercen cura de almas, han deinstruir, con arreglo al Catecismo, durante una hora entera, todos los domingos y fiestasdel año, sin exceptuar ninguno, a todos los niños y niñas en lo que deben creer y hacerpara alcanzar la salvación eterna» (Acebo nimis 10,1).

19 Durante algún tiempo, en algunas comunidades cristianas, los recién confirmadospasaban casi automáticamente a ser catequistas de los más pequeños; era una manera de<,que no se fueran» de la comunidad.

20 En el magisterio de la Iglesia española se decía en el documento La catequesis dela comunidad (1983): «Es deseo de la Iglesia, por tanto, que se extienda, cada vez más,el criterio de que la catequesis de la infancia no se propone prevalentemente como metala mera iniciación de los niños en la vida sacramental, sino el promover en ellos unitinerario personal de vida cristiana, dentro del cual se insertan los Sacramentos comomomentos fuertes del crecimiento en la fe. Es decir, los Sacramentos que el bautizadorecibe en la etapa de su infancia no deben ser considerados como metas aisladas oconclusivas del itinerario catequético propio de ese período vital, sino como momentosde expresión de la maduración cristiana que poco a poco se va alcanzando» (246). Esteideal no tomó cuerpo en el seno de las comunidades.

140

Téngase en cuenta que la distinción entre catequesis y enseñanza religiosa escolar, ennuestro ambiente eclesial, data de 1979, cuando aparece el documento La enseñanzareligiosa escolar.

23 Hay que reconocer que en algunas comunidades cristianas se ha intentadorevitalizar los «escrutinios» propios del catecumenado. No se ha acertado con la fórmulade hacerlos y han sido más bien causa de conflictos. En una catequesis de «formatoescolar», los escrutinios eran vividos como «exámenes» no tanto del contenido, sino delas actitudes. En una catequesis «encuadrada» en la escuela, el concepto escrutiniopropio del catecumenado no resultaba de fácil aplicación.

` El término curso lo tomamos aquí como tiempo señalado en cada año para lacatequesis.

24 En España, después de la guerra de 1936, se decía que el maestro de escuela era«el primer catequista», ¡antes que el mismo párroco! La razón parece clara: la manera deentender el «anunciad a todos la Buena Nueva» se concretaba en la escuela porque éstaera lugar obligatorio de paso de todos los niños. La escuela aparecía como la mejoroportunidad de llegar a todos y de evangelizar a todos. El maestro era, por tanto, elprimer catequista y, en algunos lugares, el único.

25 La tradición más reciente, y fuertemente consolidada, arranca con el decretoQuam singular¡ de la Congregación de Sacramentos (1910) que hablaba de la edad dediscreción como edad propicia para la recepción de la comunión, y señalaba los sieteaños como referencia.

26 Tendencia que ha comenzado a imponerse, intentando desplazar la costumbre delos 17-19 años, desde que salió el documento de La iniciación cristiana (27 de noviembrede 1998). Así se lee: Situar la celebración del Sacramento de la Confirmación en torno alos 14 años, como determina el Decreto de la Conferencia Episcopal Española, posibilitaque la educación cristiana de las nuevas generaciones no se cierre con la PrimeraComunión y se pueda abrir a un planteamiento catecumenal consciente y librementeasumido. En este contexto, la Confirmación aparece también como «sacramento de lafe» del sujeto que desea incorporarse de manera más plena a la vida de la Iglesia (n. 91).No obstante se deja la puerta abierta para que siga la costumbre de muchas comunidadesde situar la Confirmación hacia la juventud: Por otra parte, en el conjunto de la pastoralde la iniciación cristiana, la atención a los adolescentes y a los jóvenes desplaza haciaellos esta atención pastoral que, en el momento del Bautismo y en alguna medida en el dela Primera Eucaristía, está más orientada a los padres (n. 91). De todas formas, existeuna pluralidad real en la fecha del sacramento de la Confirma ción: los 12-13 años (finalde la etapa escolar de Primaria); 15-16 años (final de la Etapa de Enseñanza SecundariaObligatoria); 18-19 años (final de los estudios preparatorios para el ingreso en laUniversidad o primer año de Universidad). Por otra parte están aquellas personas

141

adolescentes, jóvenes o adultos que reciben los tres sacramentos de la iniciación el díadel Bautismo. Cfr. Godfriek DANNELES, La Confirmation: oú, quand et par puf?, enaLa Documentation Catholique», 18 de mayo de 2008.

28 En España funcionaron los «catecismos escolares», inspirados en los catecismos«de la comunidad», para acoplar los contenidos doctrinales a las diversas edades; cfr.Álvaro GINEL, Enseñanza religiosa escolar y catequesis en los documentos delepiscopado español 1965-1983. Tesis de doctorado. Universidad Pontificia de Salamanca1986, pp. 114-125.

27 Los grandes rasgos del llamado método del catecismo los podemos resumir así: Unestilo de catequesis que comenzó en los siglos XV y XVI y que ha durado hasta nuestrosdías con no pocos retoques y muchos frutos. Respondía a un contexto cultural desociedad de cristiandad. El libro, el catecismo, era el material catequético común paratodos; había que «aprenderlo de memoria». «Saber el catecismo» o «saber la doctrina»recogida en el catecismo era garantía de «saber cristiano» para poder «practicar lareligión». El catecismo uniformó la expresión religiosa de los cristianos durante muchossiglos. Los protagonistas principales en el método de catecismo son: a) el que da lacatequesis, generalmente un clérigo, que sabe, expone, explica, adapta catecismo paraque «pase mejor el contenido del libro» y cuida de que el otro lo aprenda; b) el que «vaal catecismo» niño, por lo general. Su obligación es aprender el catecismo para toda lavida, aun sin entenderlo. Eso ya vendrá con el tiempo y con la edad. El lugar delcatecismo, es decir, donde se «da o hace» el catecismo, fue la iglesia y la familia;después pasó a la escuela, especialmente la escuela confesional, y otros lugares dereunión. El momento: el catecismo tiene su momento privilegiado en la infancia y comopreparación a la Primera Comunión. Después se añadió, en nuestro contexto cultural, lapreparación a la Confirmación (para atender a los adolescentes y jóvenes), al Bautismo(para atender a los padres), al Matrimonio (los célebres cursillos prematrimoniales), a laUnción de enfermos (para atender a los ancianos). El sujeto responsable de la catequesis:la comunidad cristiana. Ésta siempre tuvo claro que ella era la responsable de lacatequesis. Pero delegó la responsabilidad en los clérigos, religiosos y religiosas, y másrecientemente, cuando el clero disminuyó, en los catequistas.

29 Es interesante el artículo de Reinhilde HOUTEVELS-MINET, De quelpuesdifficultés actuelles de la pratique catéchétique et de la maniére d'y faire face, en<,Lumen Vitae» vol. LIX, 4(2004)453-470; en forma epistolar responde a lasinterrogaciones de una catequista que no sabe si lo que hace en catequesis está bien omal.

31 Cfr. Los Obispos españoles en su reciente Plan Pastoral de la ConferenciaEpiscopal Española 2006-2010 constatan: »Con preocupación observamos cómo muchosde los que se profesan cristianos carecen de una fe personal. Conservan prácticasreligiosas, viven una fe intermitente o reivindican creer al margen de la Iglesia. Ante tal

142

situación, dos tareas se hacen necesarias: acreditar la Iglesia como hogar de la fe yprofesar la fe rectamente» (n. 10).

32 J.-M. TILLARD, Sommes-nous les derniers chrétiens?, Fides, París 1997;G.LAFONT, lmaginer I'Église catholique, Cerf, París 1995; G.ARBUCKLE, Refundar laIglesia, Sal Terrae, Santander 1998. En todos los estudios hay una coincidencia: somosefectivamente los últimos cristianos de una figura histórica del cristianismo que estamosviendo desmoronarse ante nuestros ojos. En muchas librerías es curioso ver que en lasección de < religión» lo que más espacio ocupa son los libros de esoterismo, no los deteología.

33 Juan MARTÍN VELASCO, op. cit., pp. 40 y ss.

30J MARTÍN VELASCO, La transmisión de la fe en la sociedad contemporánea, SalTerrae, Santander 2002, pp. 37-80. H.DERROITTE, Por una nueva catequesis, SalTerrae, Santander 2004, p. 22. F.PAJER, La transmission religieuse interrompue, en<,Lumen Vitae», vol. LVI, 1(2001)5-14.

Me refiero ahora especialmente a la catequesis de preparación a la Eucaristía y a laConfirmación.

35 Ver la recopilación de documentos episcopales sobre este tema en DonacianoMARTÍNEZ y otros, Proponer la fe hoy. De lo heredado a lo propuesto, Sal Terrae,Santander 2005. CONFERENCIA DE LOS OBISPOS DE FRANCIA, Texto nacionalpara la orientación de la catequesis en Francia y principios de organización, EditorialCCS, Madrid 2008. EVÉQUES DE LA BELGIQUE, Devenir adultes dans la lo¡, Licap,Bruselas 2006. CEI, Comunicare il Vangelo in un mondo che cambia, Roma 2001. JuanMARTÍN VELASCO, La transmisión de la fe en la sociedad contemporánea, Sal Terrae,Santander 2002. Henri DERROITTE, Por una catequesis nueva. Jalones para un nuevoproyecto catequético, Sal Terrae, Santander 2004. Gilles ROUTHIER, Le devenir de lacatéchese, Médiaspaul, Montreal 2003. Philippe BACQ-Christoph THEOBALD, Unenouvelle chance pour l'Évangile. Vers une pastorale d'engendrement, Lumen Vitae -Novalis, Bruselas 2004. Gilles RUTIHER, ¡Dichosa catequesis! Tú incomodas a familiasy parroquias, Editorial CCS, Madrid 2008.

36 Naturalmente que mi respuesta es positiva no sólo por lo que percibo, sino por losdocumentos episcopales que tenemos a disposición y que el lector podrá encontrar en ellibro de Donaciano MARTÍNEZ y otros, Proponer la fe hoy. De lo heredado a lopropuesto, Sal Terrae, Santander 2005. Encontrará los documentos de los episcopadosde Alemania, Francia y Quebec. Además, enviamos al documento de los Obispos deBélgica: Devenir adulte dans la lo¡. La catéchése dans la vie de L'Église, 2006.Episcopado de Italia: Comunicare i1 Vangelo in un mondo che cambia, 2001.

143

37 <,Estamos cambiando de mundo y de sociedad. Un mundo desaparece, y otro estáemergiendo, sin que exista ningún modelo preestablecido para su construcción. Losantiguos equilibrios están a punto de desaparecer, y los nuevos se constituyen condificultad.» Cfr. Obispos de Francia, Proponer la fe en la sociedad actual, en DonacianoMARTÍNEZ y otros, Proponer la fe hoy, Sal Terrae, Santander 2005, p. 46.

a9 Los discípulos de jesús están inmersos en el mundo como levadura, pero, al igualque en todo tiempo, no quedan inmunes de experimentar el influjo de las situacioneshumanas. Por ello, es necesario plantearse la situación actual de la fe de los cristianos(DGC 24).

40GS4.

41 La exposición introductoria del DGC tiene como título El anuncio del Evangelio enel mundo contemporáneo (14-33). Comienza con estas palabras: «Esta exposiciónintroductoria pretende estimular a los pastores y a los agentes de la catequesis a tomarconciencia de la necesidad de mirar siempre el campo de la siembra y hacerlo desde la fey la misericordia. La interpretación del mundo contemporáneo que aquí se presenta tiene,obviamente, un carácter de provisionalidad, inherente con la contingencia histórica» (14).

38 Siempre teniendo en cuenta el contexto occidental europeo.

42 Donaciano MARTÍNEZ y otros, op. cit., p. 45.

44 <,El cristiano sabe que en toda realidad y acontecimiento humano subyacen almismo tiempo: la acción creadora de Dios, que comunica a todos su bondad; la fuerzaque proviene del pecado, que limita y entorpece al hombre; el dinamismo que brota de laPascua de Cristo, como germen de renovación, que confiere al creyente la esperanza deuna "consumación" definitiva. Una mirada al mundo que prescindiese de alguno de estostres aspectos no sería auténticamente cristiana. Es importante, por tanto, que lacatequesis sepa iniciar a los catecúmenos y a los catequizandos en una lectura teológicade los problemas modernos» (DGC 16).

43 Donaciano MARTÍNEZ y otros, op. cit., pp. 45-46.

46 Remito al precioso estudio de Juan MARTÍN VELASCO, La transmisión de la feen la sociedad contemporánea, Sal Terrae, Santander 2002, pp. 37-48.

41 GS 4. En los números 5-10 se explicitan estos cambios en el orden social,psicológico, moral, religioso, desequilibrio moderno, aspiraciones universales de lahumanidad, interrogantes profundos del hombre de hoy.

41 Conferencia Episcopal Francesa, Proponer la fe en la sociedad actual, enDonaciano MARTÍNEZ y otros, Proponer la fe hoy, pp. 47-48. Obispos Belgas,

144

Envoyés pour annoncer 5-6. Episcopado Italiano, Comunicare il Vangelo in un mondoche cambia 41-42.

48 Juan MARTÍN VELASCO, op. cit., pp. 40-60.

49 Es curioso observar cómo los grupos que mantienen una postura de transmisión dela fe cimentada en la vuelta a los principios de la institución del catecismo, previenen yaconsejan a sus seguidores que «no hagan caso» a lo que les puedan decir otros, que semantengan defendiendo lo suyo firmemente, y hasta de manera «fundamentalista», oque acudan enseguida a sus «guías» porque ellos les aclararán todo y les mantendrán enla verdad. Se forma, así, una especie de gueto o de muralla invisible donde la verdad esprotegida por el jefe y la obediencia al jefe, más que por la verdad en sí misma, por laracionalidad de la verdad y por la apertura al diálogo con el resto de las fuerzas sociales eideológicas del entorno. Convendrá recordar la advertencia de Pedro a los cristianos delprimer momento: <,Estad siempre preparados para responder a cualquiera que os pidarazón de la esperanza que tenéis» (1Pe3,15).

50 Hasta aquí la cita del grupo.

"Luis GONZÁLEZ CARVAJAL, Cristianismo y secularización, Sal Terrae, Santander2003.

Álvaro GINEL, Acoger a los que vuelven, en <,Misión Joven» 376(2008)7.

Obispos de Bélgica, Envoyés pour annoncer S.

55 Obispos de Bélgica, Envoyés pour annoncer 25.

14 Una adolescente que hacía un día de convivencia respondió así a esta pregunta delanimador: Imagina qué es para ti la felicidad. Ella contestó inmediatamente: < Un día enEl Corte Inglés con una tarjeta VISA oro».

16 El mismo DGC (1 4-33) comienza por un análisis de la realidad enmarcado en laparábola de la semilla (Mc 4,3). Todos los documentos recogidos en el libro varias vecescitado, Proponer la fe hoy, dedican una parte al análisis de la realidad presente. En elámbito estrictamente español podemos citar el documento de la Conferencia EpiscopalEspañola, Teología y secularización. A los cuarenta años de la clausura del ConcilioVaticano /l. 30 de marzo de 2006. Cfr.http://www.conferenciaepiscopal.es/documentos/Con- ferencia/teologia.htm. Se trata deun documento descriptivo y apologético de la realidad religiosa bajo una perspectivadoctrinal como preocupación fundamental. En la misma línea hay que mencionar PlanPastoral de la Conferencia Episcopal Española 2006-20 10. «Yo soy el pan de vida» Un6,35). 27-31 de marzo de 2006. Cfr. http://www.conferen-

145

ciaepiscopal.es/documentos/Conferencia/PlanPastora 12006. htm.

57 Conferencia de los Obispos de Francia, Texto nacional para la orientación de lacatequesis en Francia, Editorial CCS, Madrid 2008, p. 31.

S8 Asamblea de los Obispos de Quebec, Proponer hoy la fea los jóvenes: una fuerzapara vivir, en Donaciano MARTÍNEZ y otros, Proponer la fe hoy, p. 165.

59 Juan Pablo II, Ecclesia in Europa 7.

61 Álvaro GINEL, Reflexiones para una pastoral en situación de no cristiandad, en«Misión Joven» 354-355(2006)5-16. La cita concreta de este apartado, pp. 8-10

63 Cfr. A.GINEL, Historia de salvación y acción pastoral, en «Misión Joven»334(2004)27-32.49-51.

64 Ibidem, p. 28. A.GINEL, Reflexiones para una pastoral en situación de nocristiandad, en «Misión Joven» 354-355(2006)5-16.

62 DGC 15.

61 GS 3.

65 Es interesante la reflexión que en este sentido hacen los Obispos del Quebec: «Enlas nuevas condiciones que son las nuestras, es importante subir allí donde la fe tiene sumanantial. El manantial está en la persona misma. El manantial está en la persona, en losmomentos esenciales de sus vidas, en las experiencias básicas a través de las cuales semanifiestan los primeros estremecimientos, los primeros rumores de la fe. Es esta fuenteel punto de partida de todo itinerario. Nosotros debemos buscarla, desvelarla, canalizarlasin tregua. Como zahoríes tenemos que estar atentos a este nacimiento, lejano opróximo, de agua viva. Atentos al pozo secreto que cada uno tiene en lo más profundode sí mismo». Asamblea de los Obispos de Quebec, Proponer hoy la fe a los jóvenes, enop. cit., pp.168-169.

66 Algunos amigos suelen comentar: «Como no cambiéis, como no os modernicéis unpoco, os quedáis sin clientes. ¡Un poco de márquetin no os vendría mal!». Esto lo dicenante la bajada de la práctica religiosa y como crítica a una manera de «predicar» que nodice nada, y que aburre o llega a decir: «Para escuchar esto prefiero quedarme en casa yno volver a misa». Según éstos, la modernización en la Iglesia se tendría que inspirar encriterios de márquetin para que las cosas cambiaran. Pero esto no sería nada más que unbarniz que no llega al corazón del problema. Los cambios en la Iglesia no van por ahí.Van por una conversión al Evangelio.

67 Mgr. J.DE KESEL, Annoncer l'Évangile aujourd'hui, en < Nouvelle Revue

146

Théologique» 126(2004) 4.

68 CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis,Vaticano 1997. En 1971, la misma Sagrada Congregación del Clero publicaba el primerdirectorio de catequesis sistemático de la historia de la Iglesia. Su título es DirectorioGeneral de Pastoral Catequética. Si se observa de cerca, se verá una gran proximidad enel título. En el fondo, existe una continuidad de pensamiento y un enriquecimiento contoda la reflexión realizada en la Iglesia en los años de masiva secularización que seincorpora a la edición de 1997.

69 Cfr. números 11-18.

70 DGC 49.

"Joseph GEVAERT, El primer anuncio. Proponer el Evangelio a quien no conoce aCristo. Finalidades, destinatarios, contenidos, modos de presencia, Sal Terrae, Santander2004.

72 Esta expresión la aclara el DCG remitiéndonos a Hechos 6,4. Entendemos elservicio de anunciar a otros la Palabra de Dios, o de «hablar de Dios» a otros. No sealude para nada a los modos de hacerlo sino al hecho mismo. El CIC, que también cita elDGC, especifica quiénes ejercen en la Iglesia el ministerio de la Palabra. Cfr. nota 55 dep. 53 del DGC.

73 DGC 50.

74 DGC 50.

75 DGC 82.

76 DGC 50.

77 DGC 51.

78 MPD 1.

79 DCG 21.

80 Esta mentalidad de la catequesis está muy arraigada en la comunidad cristiana.Aun hoy día es frecuente escuchar que algunos achacan todos los males de la ignoranciareligiosa o del abandono de la catequesis a la catequesis misma: «La culpa es de lacatequesis». «No sé qué hacéis en catequesis que no lográis que los adolescentes sequeden en la comunidad». Es raro escuchar a los responsables de las comunidades que laculpa de lo que pasa la tenga la celebración de la Eucaristía, las homilías... Cosa que sí se

147

oye decir a bastantes adultos.

82 DGC 80-81.

81 Ubaldo GIANETTO da el nombre de profética a la colocación de la catequesis enel lugar de la evangelización y actividad misionera y haberlo desplazado del campo de lapastoral ordinaria de los fieles donde estábamos acostumbrados a situar la catequesis.Cfr. A dieci anni dalla pubblicazione del Direttorio Generale per la Catechesi, en <Catechesi» 77(2007-2008)1, pp. 46-47.

83 DGC 82.

84 DGC 171.

85 DGC 84.

86 DGC 85.

87 DGC 85.

88 DGC 85.

89 DGC 85.

9° DGC 86.

97 DGC 86.

92 DGC 87.

9a DGC 87.

"Término clásico utilizado para señalar al que se preparaba para el Bautismo.

"Hay diversas expresiones en el DGC: La catequesis al servicio de la iniciación (65-66), Catequesis de iniciación (67-68).

96 El adjetivo orgánico alude a una disposición, a un entramado de los elementos deun cuerpo que hacen que el cuerpo pueda vivir. Una catequesis orgánica es aquella quetiene consistencia en sí misma, la que tiene una armonía interna que le permitedesarrollarse. El adjetivo sistemático se refiere a organización de principios, decontenidos, de los elementos que le son propios a la catequesis.

91 Esto lo traducen los Obispos franceses de una manera bella con otras palabras: <En nuestra sociedad compleja y apresurada, se manifiesta una verdadera búsqueda de

148

identidad y de arraigo. Incluso para los cristianos, ya no hay un orden de cosas evidente,reconocido y asumido por todos. La multiplicación de los ambientes y puntos dereferencia conlleva una relatividad y obliga a las personas a vivir su libertad sin verdaderoentorno social sobre el cual poder reposar. Es, pues, necesario encontrar un caminoposible para crecer en la fe y descubrir la riqueza de ser cristiano. La pedagogía deiniciación es el acto de creyentes que aportan a las personas todo lo que podrá permitirles"mantenerse en la vida como creyentes"». Cfr. Texto nacional para la orientación de lacatequesis en Francia, pp. 27-28.

98 DGC 59.

101 DGC 88. Cfr. también DGC 171.

99 DGC 68.

0o DGC 90.

702 DGC 88. El Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos recoge esta estructuracióny ofrece un modo concreto de celebración de cada una de las etapas.

104 DGC 254.

103 DGC 90.

105 DGC 141.

06 DGC 78.

10 DGC 107-109.

107 DGC 78.

108 EN 15.

109 DGC 78.

13 DGC 233-251.

1S DGC 219.

DGC 105.

"'DGC 217-237.

"'DGC 217.

149

120 DGC 220.

19 DGC 220.

16 DGC 218.

DGC 219.

18 DGC 219,b.

121 DGC 222-233.

122 DGC 219,c.

123 DGC 79.

125 DGC 254.

724 La Conferencia de los Obispos franceses habla de que <da comunidadproporciona a la catequesis un entorno nutritivo» y ala comunidad realiza una funciónmaternal»; cfr. Texto nacional para la orientación de la catequesis en Francia, pp. 30-31.

126 DGC 67.

127 Hay que destacar la primacía del Catecismo de la Iglesia Católica: «El Catecismode la Iglesia Católica no es la única fuente de la catequesis, ya que, como acto delMagisterio, no está por encima de la Palabra de Dios sino a su servicio. Pero es un acto,especialmente relevante, de interpretación auténtica de esa Palabra, con el propósito deayudar a que el Evangelio sea anunciado y transmitido en toda su verdad y pureza»(DGC 125). El segundo lugar lo ocupan los catecismos nacionales o diocesanos que laIglesia particular crea oportunos.

128 DGC 149.

129DGC98.

131 DGC 101.

130 DGC 99.

133 Esta afirmación inicial no es nada más que la traducción práctica de que la Iglesiaentrega aquello que ha recibido. La fuente a la que hay que acudir será aquella quecontenga lo recibido. A a sagrada Tradición y la sagrada Escritura constituyen un solodepósito sagrado de la palabra de Dios confiado a la Iglesia» (DV 10).

150

4 «Con la lectura y el estudio de los Libros Sagrados, la Palabra de Dios se difunda yresplandezca (2 Tes 3,1), y el tesoro de la revelación, confiado a la Iglesia, llene más ymás los corazones de los hombres» (DV 26).

135 DGC 94.

137 DGC 96.

732 DGC 105.

136 DGC 95.

138DGC111.

139 DGC 145.

142 DGC 68 y DCG 39.43.

143 DGC 114.

740 DGC 146.

DGC 112.

147 DGC 69-72.

14' DGC 114.

145 DGC 284.

16 DGC 67.

150 DV 2.

18 DGC 107, citando DCG 44.

19 CCE 1076.

1S1 DGC 108.

152 DGC 116.

1S3 DGC 116.

114 DGC 116.

151

1S9 DGC 146.

1.. DGC 117.

156 DGC 117. Cfr. además 152-153.

117 DGC 146.

eo DGC 148.

8 DGC 145.

761 DGC 149. Obsérvese la correlación entre método y catequesis en lo que se pide ala formación de los catequistas: aLa pedagogía utilizada en esta formación tiene unaimportancia fundamental. Como criterio general hay que decir que debe existir unacoherencia entre la pedagogía global de la formación del catequista y la pedagogía propiade un proceso catequético. Al catequista le sería muy difícil improvisar, en su accióncatequética, un estilo y una sensibilidad en los que no hubiera sido iniciado durante suformación» (DGC 237).

162 Cfr. DGC 78, 79, 218.

164 DGC 109.

163 DGC 78.

165 Andrea FONTANA, II mondo é cambiato: cambiamo la pastorale, Elledici, Turín2006, p. 48.

166 Un buen ejemplo de esta forma de mirar es la exposición introductoria del DGC16-33.

167 Cuán comunes y fundados son, por desgracia, estos lamentos de que existe hoyun crecido número de personas, en el pueblo cristiano, que viven en suma ignorancia delas cosas que se han de conocer para conseguir la salvación eterna! Al decir apueblocristiano», no Nos referimos solamente a la plebe, esto es, a aquellos hombres de lasclases inferiores a quienes excusa con frecuencia el hecho de hallarse sometidos a dueñosexigentes, y que apenas si pueden ocuparse de sí mismos y de su descanso; sino quetambién y, principalmente, hablamos de aquellos a quienes no falta entendimiento nicultura y hasta se hallan adornados de una gran erudición profana, pero que, en lotocante a la religión, viven temeraria e imprudentemente (Pío X, Acerbo nimis 2. Sobrela Enseñanza del catecismo. 15 de abril de 1905).

169 Me refiero al hablar aquí de vida cristiana a lo que E.Alberich denomina la

152

diaconía, la koinonía, la martyría y la liturgia; cfr. Catequesis evangelizadora, EditorialCCS, Madrid 2003, p. 46.

768 DGC 141.

10 DGC 32.

17' DGC 253.

13 DGC 218.

"'Conviene leer y reflexionar de manera conjunta los nn. 215-232 y 253-263.

"'DGC 217.

174 DGC 220.

177 DGC 78.

16 DGC 217-227.

i80 DGC 79.

18 DGC 254.

19 DGC 254.

781 Preparando el sacramento del Bautismo con unos padres, me llamó la atención laintervención de una madre: «Hagamos lo de siempre que es a lo que la gente estáacostumbra; si les proponemos otras cosas, se desorientan, sobre todo los mayores. Esmejor hacer como siempre, que es a lo que estamos acostumbrados. Además, si hacemosotras cosas, esto se alarga mucho». Esta intervención, en su sencillez, es reveladora demuchas realidades y explica las resistencias a cualquier cambio, aunque no sea nada másque para suprimir una misa. Al mismo tiempo, da razón a los que desde otra orillacritican una forma de vivencia del cristianismo «aburrida», rutinaria.

182 Tomo estas frases textuales de lo que yo mismo he escuchado en los grupos dereflexión cristiana de adultos que animo. Al comentarlas con algunos sacerdotes amigos,he escuchado este comentario: ¡Pues no sé para qué van al grupo!

183 En nuestro entorno catequético más cercano tenemos que mencionar eldocumento La catequesis de la comunidad (1983), donde se habla de Catequesis detalante misionero (nn. 48-49). También el DGC se sitúa en esta perspectiva cuandocoloca a la catequesis en el proceso de evangelización entre la acción misionera y la

153

acción pastoral (DGC 49).

185 DGC 80.

186 EN 14.

184 DV 2.

187 Álvaro GINEL, En la hora de la muerte. Pastoral de acogida y oración, EditorialCCS, Madrid 2008. Idem, Viernes Santo: Arbolada. Una experiencia religiosa cultural,Editorial CCS, Madrid 2009.

189 Álvaro GINEL, Reflexiones para una pastoral en situación de no cristianad, en«Misión Joven» 354-355(2006)5-16. Ídem, Acoger a los que vuelven, en «MisiónJoven» 376(2008) 5-16.

188 En las primeras comuniones, acción pastoral un tanto desconcertante, quetodavía goza de cierta importancia, todo puede ir enfocado a los niños, haciéndoles«vedettes» dentro y fuera de la iglesia, o dirigirse especialmente a los adultos,ayudándoles a interrogarse por el simple hecho de asistir a la comunión de un familiar oamigo. Quizá ellos la hicieron un día, ¿dónde queda? ¿Qué sentido tiene «comer» a Dios,comulgar con todo lo de Dios, alimentarse del mismo Dios? Porque nos podemosalimentar de otros dioses...

111 Donaciano MARTÍNEZ y otros, Proponer la fe hoy. De lo heredado a lopropuesto, p. 63.

191 Daniel RUIZ BUENO (ed.), Padres apostólicos, BAC 65, Madrid 1974, pp. 850-851.

192 DGC 171-188.

93 DGC 171.

195 Henri DERROITTE, Por una nueva catequesis. Jalones para un nuevo proyectocatequético, Sal Terrae, Santander 2004, pp. 95-101. Giles ROUTHIER, ¡Dichosacatequesis! Tú incomodas a familias y parroquias, Editorial CCS, Madrid 2008.

794 DGC 171.

197 Álvaro GINEL, El hoy de la catequesis. Crónica de las jornadas de la AsociaciónEspañola de Catequetas (AECA), en Sínite», vol. XLVIII, 144(2007), 147-149. Serecoge en estas páginas la intervención de DenisVillepelet, donde comenta unaexperiencia en esta línea que aquí se apunta.

154

196 Álvaro GINEL, La misa sin prisas, en <,Misión Joven» 353(2006)49-52.

198 DGC 254.

202 DGC 193-194 (situación de pluralismo y complejidad); 195-196 (religiosidadpopular); 197-198 (contexto ecuménico); 199 (hebraísmo); 200 (otras religiones); 201(nuevos movimientos religiosos).

201 DGC 189 (discapacitados e inadaptados); 190 (marginados); 191 (gruposdiferenciados, obreros profesiones liberales, artistas, hombres de ciencia, juventuduniversitaria); 192 (ambientes rural, urbano).

zoo DGC 234.

199 DGC 233.

2oa DGC 202-214 (inculturación de la fe).

204 DGC 218.

201 El diálogo que Dios mantiene amorosamente con cada persona se convierte en suinspiración y norma; de ese diálogo la catequesis es <eco» incansable, buscandoconstantemente el diálogo con las personas, según las indicaciones fundamentales queofrece el Magisterio de la Iglesia» (DGC 144).

207 DGC 67.

208 DGC 85-87.

206 DGC 52.

209 DGC 138.

210 DGC 138

212 Conferencia de los Obispos de Francia, Texto nacional para la orientación de lacatequesis en Francia, op. cit., p. 27.

~" DGC 63.

113 Cfr. lo dicho en el capítulo Los nuevos contextos de evangelización interrogan ala acción catequética, pp. 51-59.

Conferencia de Obispos de Francia, Texto nacional para la orientación de lacatequesis en Francia, pp. 27-28.

155

216 DGC 117.

2'5 DGC 94.

218 DGC 218.

219 DGC 146.

2'7 DGC 95.

22' DGC 169.

220 DGC 167-170.

222 DGC 146. En este contexto hay que enmarcar cuanto se dice de la inculturación,que no es una adaptación externa, ni un barniz, sino de la penetración del Evangelio enlos niveles más profundos de las personas y de los pueblos; cfr. DGC 109. En losnúmeros 116, 117 y 152 se menciona la atención que la catequesis debe prestar a lasexperiencias más importantes de la existencia humana: A a relación del mensaje cristianocon la experiencia humana no es puramente metodológica, sino que brota de la finalidadmisma de la catequesis, que busca la comunión de la persona humana con Jesucristo»(116); en el número 283, refiriéndose a los instrumentos catequéticos, se marca comocriterios de redacción de los materiales: que conecten con la vida concreta de losdestinatarios, que usen un lenguaje comprensible.

223 Me parecen sugestivas la palabras de los Obispos de Quebec cuando dicen: «Laactual situación cultural obliga igualmente a realizar otro desplazamiento: hay que pasarde los cursos a los itinerarios personales. ¿Qué quiere decir esto? La palabra "cur so"evoca inmediatamente la idea de programa, de una serie de lecciones sobre la doctrinacristiana, de verdades que se enseñan. Los "cursos", actualmente, conllevan a veces elmiedo a la repetición y al indoctrinamiento. La palabra "itinerario" indica que se aprendela verdad, pero dejando espacio para la persona, para su autonomía, para su caminar.Nos transporta de la verdad que se aprende a la verdad que se experimenta. Una verdadde la que nos apropiamos, verificándola en la experiencia y convirtiéndola en convicciónpersonal», en Obispos del Quebec, Proponer hoy la fe a los jóvenes, en DonacianoMARTÍNEZ y otros, Proponer la fe hoy, p.170. Cuando aquí se emplea la palabra«itinerario» no se hace referencia a un trazado previo, sino a un acompañamiento en elque se va trazando o delineando un camino entre dos personas: el catequista y elcatecúmeno. De hecho, los mismos Obispos, un poco más adelante, dicen: «El modelode itinerario está perfectamente ilustrado en la página del Evangelio de los discípulos deEmaús que regresan a su aldea con paso lento y sumidos en la tristeza. Mientrascaminan, se encuentran con el Resucitado, que despierta de nuevo su esperanza y leshace volver a sus hermanos en Jerusalén (Lc 24,13-25)». Ibídem, p. 171.

156

225 DGC 170.

224 DGC 167.

226 DGC 116. Cfr. además 87.

227 DGC 117. Cfr. además 152-153.

128 La casuística es muy grande y, con frecuencia, lamentable. Álvaro GINEL,Primeras comuniones: la catequesis interrogada, en «Misión Joven» 352(2006)59-62.Álvaro GINEL, Carta para iniciar los encuentros de padres de niños que se preparan a laprimera comunión, en «Misión Joven» 368(2007)58-62.

229 Es curioso el mecanismo de los adultos respecto a las exigencias que lacomunidad cristiana les recuerda de que participen y acompañen a su hijo o hija en lapreparación a la recepción del sacramento. Creen que los párrocos y catequistas haciendoeso «cumplen su misión»; por su parte, ellos «aguantan el chaparrón», y quedan, en unagran mayoría, impermeabilizados. Aceptan que les digan lo que les dicen, porque toca,pero siguen al margen de lo que se celebra. Se podría resumir así: «Tú has dicho lo quetenías que decir; la verdad es que es un poco aburrido, porque no estoy en esa onda,pero no pasa nada. Ese es tu oficio y lo tienes que hacer. Yo aguanto lo que sea. Ahora,yo hago lo que quiero después. A mí no me vengas exigiendo cosas. El que hace lacomunión es mi hijo, no yo».

233 DGC 59, 68, 90, 171.

230 DGC 48.

237 DGC 49.

Edición castellana, coeditores litúrgicos, Madrid 1976.

235 Son muchos los nombres que recibe: primer anuncio, etapa misionera,precatequesis, etc.

234 DGC 62.

236 DGC 234.

237 DGC 156.

238 DGC 141.

239 DGC 235.

157

240 Para estas afirmaciones me apoyo es estos números del DGC: «La formacióntiende a hacer del catequista un educador del hombre y de la vida del hombre» (238).«EI catequista se prepara para facilitar el crecimiento de una experiencia de fe de la queél no es dueño. Ha sido depositada por Dios en el corazón del hombre y de la mujer. Latarea del catequista es sólo cultivar ese don, ofrecerlo, alimentarlo y ayudarlo a crecer. Laformación tratará de que madure en el catequista la capacidad educativa, que implica: lafacultad de atención a las personas, la habilidad para interpretar y responder a lademanda educativa, la iniciativa de activar procesos de aprendizaje y el arte de conducira un grupo humano hacia la madurez. Como en todo arte, lo más importante es que elcatequista adquiera su estilo propio de dar catequesis, acomodando a su propiapersonalidad los principios generales de la pedagogía catequética» (244). Remito,finalmente, al trabajo donde analizado de manera más detenida la formación de loscatequistas: Álvaro GINEL, Repensar la formación de los catequistas, Editorial CCS,Madrid 2009.

241 DGC 236-251. Cfr. Álvaro GINEL, Repensar la formación de catequistas.

242 DGC 176.

243 RICA, Observaciones Generales 7.

45 RICA, Observaciones previas 42.

aa RICA, Observaciones generales 8.

146 RICA, Observaciones previas 43.

247 RICA, Observaciones previas 48.

249 Los obispos españoles en el Mensaje de la XCI Asamblea Plenaria de laConferencia Episcopal Española (7 de marzo de 2008), dicen: «Llamamos la atención decuantos han de utilizar el catecismo jesús es el Señor, para que llegue a manos de susdestinatarios en su integridad, en su momento oportuno y especialmente en el actocatequético mismo» (n. 7).

248 Y en algunos casos, las malformaciones de la fe. Cfr. Luis RESINES, La femaltratada, Edición privada, Valladolid.

210 Obsérvese que detrás de esta manera de actuar hay una manera de concebir lacatequesis con un acento muy concreto: la dimensión noética sobre todas las demásdimensiones que componen las tareas fundamentales de la catequesis de iniciación (DGC84-87).

211 Creo que la memorización es absolutamente necesaria bien entendida, como la

158

presenta el DGC 154-155.

253 DGC 148.

111 Me refiero a lo que más arriba se ha dicho, p. 153.

212 DGC nn. 131-136, 283-285.

255 DGC 131.

256 DGC 132.

258 DGC 119-136.

257 DGC 284.

26° DGC 132.

259 DGC 131.

261 DGC 132.

262 DGC 94.

263 DGC 95.

264 DGC 132.

265 DGC 132.

166 Es la afirmación que se hace en el DGC 148 al afirmar la diversidad de métodosen la catequesis.

268 DGC 135.

267 DGC 134.

269 DGC 290.

270 DGC 283.

1" Texto nacional para la orientación de la catequesis en Francia, Editorial CCS,Madrid 2008, pp. 75-76.

272 Me parecen de suma actualidad las reflexiones de los Obispos de Quebec ya

159

citadas en otros lugares y que recordamos aquí: la constatación de que la transmisión dela fe no es demasiado equiparable a la imagen de un río que va creciendoprogresivamente. «Volver, pues, a la fuente. Olvidarse de aquel esquema de canales yacueductos pastorales que ya no dan apenas agua. Buscar las fuentes de la fe, siempresubterráneas y que, tarde o temprano, afloran a ras de la vida. Están allí donde la gente,cansada, recupera ganas de beber, las ganas de agua, las ganas de vivir y de revivir»,Proponer hoy la fe a los jóvenes, en Donaciano MARTÍNEZ y otros, Proponer la fe, pp.169-170.

274 Hoy no es lo mismo la duración de la preparación al sacramento del Matrimonioque al de la Confirmación o Primera Comunión; ni es lo mismo la preparación de unadulto al Bautismo, que la preparación de adolescentes o jóvenes para el mismosacramento. El factor «tiempo de preparación» hay que combinarlo en cada casoconcreto con la realidad del destinatario. Esto influye en el tipo de materiales que loscatequistas deberían tener a disposición.

173 Podemos poner el ejemplo de lo que esta misma Editorial CCS publicó en lacolección Itinerario de educación en la fe, compuesto por un libro acero» o básico sobrelas líneas pedagógicas y catequéticas del plan y 12 libros de desarrollo del plan queabarca al destinatario de 10 a 25 años, con etapas bien marcadas.

271 En el momento de escribir estas notas, la situación de los catecismos en la Iglesiaespañola es la siguiente: «Nos hemos propuesto renovar nuestros catecismos Padrenuestro, jesús es el Señor y Esta es nuestra fe. El primer fruto de esta tarea, emprendidacomo servicio a la comunión y a la educación en la fe, y demandada por el Catecismo dela Iglesia Católica, es este catecismo jesús es el Señor. Deseamos que la armonía entreambos sea apreciada y valorada por todos» (Mensaje de la XCI Asamblea Plenaria de laConferencia Episcopal Española. 7 de marzo de 2008, n. 3). Disponíamos ya del libroLos primeros pasos en la fe, texto apropiado para el despertar religioso en el seno de lafamilia; con jesús es el Señor ofrecemos un primer catecismo para la Iniciación cristianade niños y adolescentes. En este catecismo nos hemos esforzado en exponeríntegramente, para los niños de 6 a 10 años, el mensaje cristiano en un lenguajesignificativo para ellos. Hemos tenido muy en cuenta que en estos años tiene lugar laprimera participación en la Penitencia y en la Eucaristía, verdadero encuentrosacramental con el Señor... Consideramos que jesús es el Señor, por su sencillez,concreción, integridad, orden y exactitud, es el instrumento adecuado para la educaciónen la fe y para que los destinatarios acojan esta fe en su corazón, en su memoria y laexpresen en un mismo lenguaje (ibidem, n. 4). «Señalado el valor de los catecismoscomo instrumentos por excelencia de la catequesis, llamamos la atención de cuantos hande utilizar el catecismo Jesús es el Señor, para que llegue a manos de sus destinatarios ensu integridad, en su momento oportuno y especialmente en el acto catequético mismo.Sabemos, no obstante, que los catequistas suelen necesitar y utilizar apoyoscomplementarios en la catequesis (guías para catequistas, materiales didácticos, etc.).

160

Éstos, sin embargo, por su distinción cualitativa respecto del catecismo, en ningún casohan de sustituirlo o suplantarlo» (ibidem, n. 7).

161