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REFLEXIONES EN TORNO A LOS LÍMITES NATURALES AL CRECIMIENTO Roberto Bermejo Gómez de Segura Universidad del País Vasco Facultad de Ciencias Económicas Resúmen: Los autores clásicos consideraban que el crecimiento ilimitado era físicamente imposible. La revolución neoclásica supone, entre otras cosas, la marginación de cualquier preocupación por los límites físicos durante unos 100 años. Tampoco las escuelas neoricardiana y marxista han hecho nada por profundizar en el pensamiento sobre este tema presente en sus fundadores. Hoy en día, y a medida de que el problema ecológico se agrava, los economistas de estas escuelas participan de la incipiente concienciación popular. Pero, al ser esta aún débil, no les lleva a ver las implicaciones que el mismo tiene para sus paradigmas. Esto se traduce en que las tres escuelas tengan puntos básicos de coincidencia: afirman la posibilidad y bondad del crecimiento continuo y su actuación se mantiene (con la excepción parcial de la marxista) dentro de los valores de cambio. Por el contrario, la economía ecológica parte de la afirmación de sentido común de que el crecimiento ilimitado es imposible en un medio físico finito, lo que le lleva a trabajar por una economía en equilibrio con el mismo. Para ello, necesita demandar de las ciencias de la Tierra la información pertinente sobre los límites físicos. Roberto Bermejo Gómez de Segura Universidad del País Vasco Facultad de Ciencias Económicas 1. Breve repaso histórico al pensamiento económico en relación con los límites naturales al crecimiento Los autores clásicos participaban, en general, de la idea de la imposibilidad física de mantener un crecimiento ilimitado. A Malthus le preocupaba la supuesta existencia de una tendencia, inherente a los seres humanos, a reproducirse ilimitadamente. A partir de esta visión sobre la dinámica poblacional, Ricardo desarrolló su teoría de la tendencia al estancamiento del sistema capitalista, debido a que la utilización de tierras cada vez más marginales encarecía los alimentos, y en consecuencia los salarios (que tendían a bajar al límite de supervivencia), lo que deprimía los beneficios empresariales. J.S. Mill comprendía en su época madura la imposibilidad de crecer ilimitadamente y abogaba por una economía de estado estacionario. Por último, Marx declaraba la incompatibilidad entre el capitalismo y la preservación del equilibrio ecológico y la necesidad de mantenerlo. Por el contrario, la llamada revolución neoclásica supone la eliminación de cualquier preocupación por los límites físicos. Se admitirá implícitamente que la Tierra es una fuente inagotable de recursos y un sumidero de residuos de capacidad infinita. Mantendrá esta visión durante 100 años: "Entre 1870 y 1970, los economistas ortodoxos (con algunas excepciones notables) creyeron que el crecimiento económico se podía sostener indefinidamente" (Pearce y Turner, 90: 13). Sin embargo, en la década de los 60 empezaron a hacerse evidentes los problemas ecológicos que estaba creando el fuerte crecimiento económico de la posguerra. Como consecuencia de ello, los gobiernos de los países más industrializados se empiezan a ver presionados por la opinión pública a desarrollar una política ambiental y a dedicar fondos importantes a su aplicación. Ante esta situación, la economía ortodoxa no podía

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REFLEXIONES EN TORNO A LOS LÍMITES NATURALES AL CRECIMIENTORoberto Bermejo Gómez de SeguraUniversidad del País VascoFacultad de Ciencias Económicas

Resúmen:Los autores clásicos consideraban que el crecimiento ilimitado era físicamente imposible. La revoluciónneoclásica supone, entre otras cosas, la marginación de cualquier preocupación por los límites físicos duranteunos 100 años. Tampoco las escuelas neoricardiana y marxista han hecho nada por profundizar en elpensamiento sobre este tema presente en sus fundadores.Hoy en día, y a medida de que el problema ecológico se agrava, los economistas de estas escuelas participande la incipiente concienciación popular. Pero, al ser esta aún débil, no les lleva a ver las implicaciones que elmismo tiene para sus paradigmas. Esto se traduce en que las tres escuelas tengan puntos básicos decoincidencia: afirman la posibilidad y bondad del crecimiento continuo y su actuación se mantiene (con laexcepción parcial de la marxista) dentro de los valores de cambio. Por el contrario, la economía ecológica partede la afirmación de sentido común de que el crecimiento ilimitado es imposible en un medio físico finito, lo quele lleva a trabajar por una economía en equilibrio con el mismo. Para ello, necesita demandar de las ciencias dela Tierra la información pertinente sobre los límites físicos.

Roberto Bermejo Gómez de SeguraUniversidad del País VascoFacultad de Ciencias Económicas

1. Breve repaso histórico al pensamiento económico en relación con los límites naturales al crecimientoLos autores clásicos participaban, en general, de la idea de la imposibilidad física de mantener un crecimientoilimitado. A Malthus le preocupaba la supuesta existencia de una tendencia, inherente a los seres humanos, areproducirse ilimitadamente. A partir de esta visión sobre la dinámica poblacional, Ricardo desarrolló su teoríade la tendencia al estancamiento del sistema capitalista, debido a que la utilización de tierras cada vez másmarginales encarecía los alimentos, y en consecuencia los salarios (que tendían a bajar al límite desupervivencia), lo que deprimía los beneficios empresariales. J.S. Mill comprendía en su época madura laimposibilidad de crecer ilimitadamente y abogaba por una economía de estado estacionario. Por último, Marxdeclaraba la incompatibilidad entre el capitalismo y la preservación del equilibrio ecológico y la necesidad demantenerlo.Por el contrario, la llamada revolución neoclásica supone la eliminación de cualquier preocupación por loslímites físicos. Se admitirá implícitamente que la Tierra es una fuente inagotable de recursos y un sumidero deresiduos de capacidad infinita. Mantendrá esta visión durante 100 años: "Entre 1870 y 1970, los economistasortodoxos (con algunas excepciones notables) creyeron que el crecimiento económico se podía sostenerindefinidamente" (Pearce y Turner, 90: 13).Sin embargo, en la década de los 60 empezaron a hacerse evidentes los problemas ecológicos que estabacreando el fuerte crecimiento económico de la posguerra. Como consecuencia de ello, los gobiernos de lospaíses más industrializados se empiezan a ver presionados por la opinión pública a desarrollar una políticaambiental y a dedicar fondos importantes a su aplicación. Ante esta situación, la economía ortodoxa no podía

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seguir ignorando el problema y su primera reacción fue de alarma. En la primera conferencia de la OCDE sobre“Economía y Medio Ambiente”, celebrada en 1984, se reconoce la citada postura, pero como algo superadopara entonces:"Hace quince años había gran preocupación porque la acción medioambiental podía suponer una pesada, si nointolerable, carga sobre las economías, disminuyendo el crecimiento, agravando el desempleo, aumentando lainflación, inhibiendo la innovación y distorsionando el comercio" (OCDE, 85: 16).Por lo tanto, se admitía, aunque de forma implícita, la incompatibilidad entre economía (identificada concrecimiento, como es habitual) y ecología. A medida que el problema ecológico se ha ido agravando yalcanzando dimensiones planetarias, la economía ortodoxa no ha podido seguir manteniendo la afirmación dela incompatibilidad, porque sostenerla supondría la necesidad de sustituir el modelo económico por otro, yaque ningún modelo económico puede mantenerse indefinidamente, si destruye la base física sobre la que seasienta. Como este planteamiento resulta inaceptable para los defensores del sistema, la única vía de salida quequeda es defender la compatibilidad entre crecimiento ilimitado y protección de la naturaleza. Incluso se sueleir más lejos: la defensa de que sólo a partir del crecimiento que se considera que impulsa la liberalizacióneconómica se puede alcanzar la sostenibilidad. Y es que el sistema no puede dejar de crecer, porque suobjetivo es el incremento perpetuo del beneficio monetario. Victor Lebow expresa de forma meridiana lanecesidad de consumir siempre más para seguir creciendo:"Nuestra economía, enormemente productiva (...) exige que el consumo se convierta en nuestra forma de vida,que convirtamos en ritos la compra y la utilización de bienes, que busquemos nuestra satisfacción espiritual,nuestra satisfacción del ego, en el consumo (...) Necesitamos que los objetos se consuman, se quemen, sesustituyan todavía más rápido" (Durning, 94: 16)Van en la misma línea las respuestas dadas por varios de los economistas ortodoxos más representativos a laspreguntas en este sentido de Carla Ravioli, en el libro “Economist and the Environment”. Samuelson consideraque es una equivocación identificar básicamente los problemas de contaminación con las nacionesindustrializadas, y que no es real la propuesta de mantener "congelado" el PIB de los países ricos, para permitirque los pobres puedan desarrollarse. Friedman afirma que tales propuestas van contra el derecho de losciudadanos a decidir libremente, que nadie sabe cuales son los límites de la Tierra, que se exageran losproblemas (cómo ocurrió en el pasado, según su opinión), para concluir que la sociedad tiene muchosproblemas y "el ambiental no es de los más serios". Por último, Hahn se muestra contrario a la idea de que hayun consumo excesivo, porque considera que la mayor parte del consumo está mejorando mucho la situación dela gente. No cree que va a haber una catástrofe debida al crecimiento continuado porque el mercado dará lasseñales adecuadas antes de que se produzca. Estos economistas admiten que sólo conocen algo de losproblemas ecológicos a través de los medios de comunicación. Spaventa afirma: “no conozco acerca de estomás que el hombre de la calle”. Pero este autor, cómo muchos de los entrevistados, declara “estar dispuesto aconfiar en sugerencias (...) de los economistas que se dedican a este tema específicamente”, es decir, confía enla economía medioambiental (EMA), rama de la economía ortodoxa (Ravaioli y Ekins,95: 60 y siguientes).Vamos a ver cuales son las propuestas de esta.2. Las respuestas de la economía medioambientalLa piedra angular del edificio teórico de la EMA es la teoría de la internalización de las externalidades, pero suúltima línea de defensa es la teoría de la desmaterialización de la economía, que descansa en última instancia enla capacidad de la ciencia y la tecnología para lograrla. Es decir, se busca la solución fuera del universomonetario, en la capacidad de los tecnólogos para alcanzar una economía sostenible.2.1 Teoría de la valoración del ambienteLa única solución al problema ambiental que la EMA puede diseñar es una de mercado, porque como diceGustafsson (1998: 260), “(l)a economía estandar es economía neoclásica y esta es esencialmente la economíadel mecanismo de mercado”. Si se parte de la premisa de que el mercado desregulado es eficiente, la únicarazón del problema ambiental es que se trata de bienes libres, es decir, bienes no apropiables privadamente,por lo que el mercado actúa sin tenerlos en cuenta y por ello “tenderá a sobreutilizarlos”. Dicho de otra forma,la actividad económica producirá efectos (externalidades), normalmente negativos, sobre otros agenteseconómicos, sin que medie ningún pago por los mismos. Por ello, la solución será determinar su correcto valorde mercado, para que los agentes económicos tengan en cuenta los costes ambientales, tal como opinan tresreputados economistas medioambientales:“Uno de los temas centrales de la economía ambiental, que es central también al pensamiento sobre desarrollosostenible, es la necesidad de asignar los valores adecuados a los servicios que provee el ambiente natural. El

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problema central es que muchos de estos servicios son “libres”. Tienen precio cero simplemente porque noexiste mercado en el que su verdadero valor pueda ser manifestado a través de los actos de comprar y vender”(Pearce, Markandya y Barbier, 94: 5, 7).Habría que matizar la afirmación de que la valoración de los bienes libres es uno de los temas centrales de laeconomía ambiental, en el sentido de que es el único verdaderamente central, porque, como dicen ellos, escentral para la sostenibilidad. Por otro lado, conviene subrayar su pretensión de calcular los “valoresadecuados” de los servicios ambientales (bienes libres), porque como dicen más adelante, estos realizan una“función económica”, es decir, contribuyen al bienestar humano, y “esta simple lógica subraya la importanciade valorar el ambiente correctamente y de integrar estos valores correctos en la política económica”.Pearce y Markandya (1989: 121) aportan otro argumento. Declaran que, frente al rechazo de muchos, por ilícitoe inmoral, a dar un valor monetario al daño ambiental, este se justifica porque el dinero “es utilizado como lavara de medir para indicar las pérdidas y ganancias en utilidad o bienestar”. La razón de ello es que “todosexpresamos nuestras preferencias cada día en términos de dinero”.La técnica de valoración contingente es con gran diferencia la más utilizada. La valoración se obtienepreguntando a la gente cuánto está dispuesta a pagar por la obtención de un beneficio ambiental, o cuántoestá dispuesta a recibir en compensación por tolerar un daño ambiental. Esta valoración se puede calcularmediante las respuestas obtenidas a un cuestionario sobre un caso concreto, conocido previamente por laspersonas entrevistadas o a través de la información facilitada por el entrevistador. Otra forma de obtenerla esmediante las respuestas de los sujetos a diferentes estímulos en condiciones de laboratorio, en las queresponden a un cuestionario sobre una situación hipotética.En estas técnicas se manifiesta una visión mercantilista, según la cual todo tiene su precio y las personas semueven sólo impulsadas por motivos económicos. Desde el punto de vista de la cientificidad de la mediciónaparecen numerosos fallos. A la hora de determinar el valor nos encontramos con que hay una gran escasez dedatos sobre los niveles, interacciones sinérgicas y consecuencias de los contaminantes. El Centro para laConservación Biológica de la Universidad de Stanford reconoce que, por ejemplo, “los ecólogos están justoempezando a investigar las relaciones entre biodiversidad (a diferentes niveles) y funciones de los ecosistemasy entre estas funciones y bienestar humano. Las respuestas de los ecosistemas a las perturbaciones,especialmente aquellas que suponen procesos no lineales e irreversibilidades, apenas han sido exploradas. Losecólogos tienen poco más que un sentimiento sobre las repercusiones e interacciones inherentes a lasactividades humanas, tales como la contaminación marina y humedales costeros y la producción de laspesquerías” (Daily, Ehrlich y Alberti, 96).

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No es lo mismo decir cuánto se está dispuesto a pagar que pagar efectivamente. En el contexto hipotético enque se formula la pregunta las personas tienden a decir que están más predispuestas a pagar de lo que estaríanen una situación real. No se pueden aplicar los criterios de un mercado de mercancías privadas a un supuestomercado de bienes colectivos. En el mercado corriente el demandante puede tener acceso a una informaciónimportante sobre la mercancía objeto de compra y conoce su precio, y sabe además que su decisión no va ainfluir en las de otros posibles compradores. Esto no ocurre con los bienes colectivos y el conocimiento de lapredisposición a pagar del resto de la gente debe influir en la decisión de los encuestados.Existe un gran número de recursos y de funciones ambientales, y no parece factible andar preguntando a lagente por cada una de ellas. En caso de que se hiciera, la población se vería asaltada por una legión deencuestadores. Para los recursos y funciones de carácter internacional y planetario no tiene sentido hacer laencuesta en un país solo, y hacer encuestas mundiales multiplicaría enormemente los problemas apuntadosanteriormente. Especialmente en aquellos problemas que afectan a las bases de supervivencia de toda lahumanidad, las encuestas no pueden ofrecer una respuesta adecuada. Estos problemas sólo puedenresolverse con el cambio de las pautas de consumo y de producción, no mediante el cálculo de los fondosnecesarios según lo que la gente responda que está dispuesta a pagar. Además, este cálculo no tiene sentido¿Quién paga a quién? (Hueting, 91).Tratar de dar valor a una totalidad tan compleja resulta un despropósito. Por ejemplo, las algas y lascianobacterias son responsables del 40% de la fotosíntesis y dar un valor de mercado a las 0,2-1.0 millón deespecies estimadas es una tarea imposible (Gustafsson, 98: 263). Por último, la teoría de la internalización delas externalidades presupone que los recursos naturales que tienen valor de mercado son gestionados deforma sostenible. Sin embargo, estamos asistiendo a una destrucción masiva de recursos naturales: bosques,suelo cultivable, caladeros, combustibles fósiles, etc.2.2 La liberalización agudiza la insostenibilidad del sistemaSi la internalización de las externalidades permite alcanzar la sostenibilidad, no existe ningún impedimentofísico al crecimiento ilimitado y la liberalización (según nos dicen) permite obtener el máximo crecimientoposible. Este pensamiento está plagado de contradicciones. Aquí analizaré dos: la que enfrenta, por un lado, laliberalización y la capacidad de autogobierno de los estados y, por otro, la propia teoría de la internalización delas externalidades y la liberalización del comercio.

Esta teoría pone la responsabilidad de la sostenibilidad en manos de los gobiernos, porque son los encargadosde la internalización de las externalidades. Pero, resulta evidente que la liberalización reduce la capacidad deautogobierno de los estados. Dos son al menos las razones de este proceso, la decreciente incidencia de lasdecisiones gubernamentales y los problemas de competitividad:

“La globalización reducirá la capacidad de los gobiernos nacionales para actuar unilateralmente. No sólo lasdecisiones de los gobiernos individuales tienen menos impacto sobre los mercados globalizados, tambiénhabrá presión creciente para no poner en peligro la posición competitiva de sus propias empresas por mediode la toma de acciones unilaterales” (OCDE, 97b: 8).

El informe La dimensión social de la liberalización del comercio internacional, que la OIT presentó a lacumbre G7 de Abril de 1996, también declara que “la globalización de la economía y la mayor competenciainternacional resultante ha limitado las posibilidades de los gobiernos de aplicar políticas económicasautónomas” (Parlamento Europeo, 96: 33).

La creciente pérdida de capacidad de autogobierno se pone de manifiesto, entre otros muchos casos, a la horade aplicar la teoría de la internalización de las externalidades. Se admite que las valoraciones del ambienteobtenidas aplicando la técnica de la Valoración Contingente dependen básicamente de tres factores: magnituddel problema, nivel de renta, grado de conciencia ecológica. La valoración obtenida hay que introducirla en elmercado y normalmente se postula que sea mediante la aplicación de impuestos equivalentes. Pero, comoadmite el informe de la OCDE (1993: 84), La fiscalidad y el medio ambiente, existe una gran diversidad derentas, de niveles de conciencia ecológica y de problemas ambientales:

“En primer lugar puede haber diferencias importantes entre los países en cuanto a su vulnerabilidad a ladegradación del medio ambiente; cuando la capacidad del medio ambiente para asimilar la contaminación es

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muy fuerte, la política puede ser menos restrictiva. En segundo lugar, como las rentas difieren mucho de unospaíses a otros, es lógico que difieran también sus preferencias hacia la calidad del medio ambiente nacional”.

Si los factores que determinar la valoración son muy dispares de una país a otro, los impuestos también loserán, y en un contexto de liberalización del comercio como el actual, las empresas de los países con impuestosmás altos verán mermada su competitividad. Esta situación es reconocida frecuentemente en los textos de laOCDE y de la UE, pero no pueden aceptar las consecuencias de la misma. Por ello, siempre buscan una salidafalsa: coordinación de las políticas ambientales. El citado informe de la OCDE admite que "la aplicación detasas medioambientales u otras medidas estrictas de política de medio ambiente, sin coordinación, seacompaña de costos en términos de competitividad" (OCDE, 93: 86). La Comisión Europea (1996: 12) admitetambién que son muy diversas "las condiciones, valores y prioridades" según los países, y declara que estasvariaciones "pueden solucionarse con frecuencia de forma eficaz mediante la armonización o la coordinacióninternacional de las políticas de medio ambiente".

Pero esta solución carece de rigor, porque, si los costes son dispares, ninguna coordinación evitará que sigansiéndolo. En ningún caso se profundiza en esta propuesta, se queda en una mera declaración carente deargumentación. La OCDE y la AEMA admiten que la pérdida de competitividad ha obligado a no aplicar la altafiscalidad sobre la energía existente en Suecia, Dinamarca, Finlandia, Noruega y Holanda, a las empresas másintensivas en energía (OCDE, 93: 96; AEMA, 96). Y esto ocurre en el seno de la Unión Europea, donde existeuna política ambiental común e instituciones de coordinación de las políticas sectoriales.

Si los impuestos ambientales no pueden aplicarse a las empresas que más recursos consumen y máscontaminan, para evitar su pérdida de competitividad, pierden su capacidad disuasoria de comportamientosantiecológicos y se convierten en meros impuestos, es decir, en un medio de recaudación. El mercado, por lotanto, no recibirá las señales correctas y los comportamientos seguirán siendo antiecológicos, según la lógicadel pensamiento que analizo. Existe, en consecuencia, una contradicción entre pedir que se internalicen loscostes ambientales y prohibir las barreras aduaneras para las mercancías que no incorporen dichos costes.

Por otro lado, existe una amplia evidencia empírica que demuestra que la liberalización refuerza ampliamente elcarácter insostenible del sistema. Incrementa el comercio y lo tiende a mundializar. Estos dos factoresdeterminan el alargamiento creciente de los circuitos de materiales y el incremento del volumen de mercancías ypersonas transportadas, lo que determina la proliferación de infraestructuras de transporte, con sus secuelasde destrucción de tierras cultivables, hábitats, consumos de energía y materiales, etc. Pero el alargamiento delos circuitos va mucho más lejos del que su puede suponer a partir de la creación de economías más abiertas.La deslocalización productiva de las transnacionales multiplica la necesidad del transporte a larga distancia. Aldistribuir la producción de componentes por todo el planeta, obliga a transportarlos a los centros deensamblage, de donde los productos finales se distribuyen a todo el mundo. Por otro lado, la deslocalización ylas alianzas estratégicas entre empresas llevan a multiplicar los desplazamientos de materiales que sonabsurdos desde la lógica general del sistema. Así, en un estudio del Instituto Wuppertal de Alemania se hacalculado que la distancia total recorrida por los componentes de un yogur es de 7.000 millas, a pesar de queestos componentes se pueden conseguir en un radio de 50 kilómetros alrededor de la planta de yogures(Norberg-Hodge, 94). La misma lógica lleva a que muchos países exporten e importen cantidades similares deproductos idénticos. Esto le ocurre, por ejemplo, a GB con la leche y la mantequilla.

La liberalización obstaculiza el cumplimiento de las normas reguladoras del comercio internacional por razonesecológicas, sociales, sanitarias, etc. Un estudio del Fondo Mundial para la Vida Salvaje (WWF) establece queel acuerdo NAFTA "estimulará todavía más el comercio, tanto legal como ilegal, de pieles, objetos exóticos decuero, papagayos, aves de presa disecadas, productos derivados de tortugas marinas y otras especiesamenazadas muy valiosas" (French, 93: 268). Sólo el 1% de los camiones que pasan la frontera estadounidenseprocedente de México es controlado, lo que está produciendo un deterioro de las condiciones sanitarias de losalimentos importados. También, constituye un obstáculo creciente al logro de nuevos acuerdosinternacionales. A medida de que la liberalización avanza, gana adeptos y las transnacionales y sus grupos depresión se fortalecen aún más, resulta cada vez más difícil llegar a acuerdos que suponen contravenir losprincipios del libre comercio.

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La liberalización ejerce una presión desreguladora sobre los países más avanzados. El hecho de que muchospaíses tengan unas políticas ambientales muy lasas o inexistentes de facto, sin que ello suponga no sóloningún tipo de penalización, representa importantes ventajas para su comercio internacional. Esta presión seintensifica por la desregulación ambiental que están realizando muchos países de la Periferia, con el objetivo deatraer inversiones. Son ya 70 los países que han suavizado sus legislaciones ambientales y de recursos(French, 98: 19). Por lo que estamos inmersos en una carrera hacia el fondo.

La liberalización uniformiza los productos y las tecnologías, lo que implica frecuentemente que no se puedenadaptar a las particularidades ecológicas de cada lugar: “Por ejemplo, el acceso a tecnologías extranjeras puededesplazar las tecnologías domésticas existentes, que están mejor adaptadas a las condiciones ambientaleslocales” (OCDE; 97b: 67).

Muchos ecólogos consideran que el problema ambiental más importante es el impacto homogenizador ydegradador de la biota mundial que el comercio está provocando, al transportar las especies de unos países aotros, intencionadamente o no. Esta “polución biológica es mucho más dañina que los tóxicos químicos, ymuchos ha demostrado se tan persistentes como los productos químicos menos degradables” (Ludwig, 96).Este autor considera que incluso en las regiones más remotas del oeste estadounidense se pueden encontrarcientos de especies no nativas y estima que están causando pérdidas en la agricultura y los bosques de milesde millones de dólares al año en EE.UU., aparte de modificar los ecosistemas nativos.

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2.3 Las curvas medioambientales de Kuztnets: la supuesta evidencia empírica de lasostenibilidad del crecimiento ilimitadoLa idea de que el crecimiento es, en última instancia, la única garantía de sostenibilidad, resultaenormemente atractiva para los economistas ortodoxos. Y la forma más concluyente derespaldarla es apelando a una supuesta evidencia empírica. Se argumenta que en las primerasetapas del desarrollo el crecimiento determina aumentos de emisiones contaminantes y deconsumo de recursos, pero existe un nivel de renta per cápita (variable según los problemas) apartir del cual la tendencia se invierte y las curvas de evolución de la degradación ambiental enfunción de la renta tienen la forma de una U invertida. Se las suele llamar CurvasMedioambientales de Kuznets (CMK). En consecuencia, con el crecimiento se desarrollaría unproceso de desmaterialización de la economía, o dicho de otra forma, de desconexión de labase física.Simón Kuznets obtuvo el premio Nobel de economía en 1971 por su trabajo pionero sobre lamedida y el análisis del crecimiento histórico de las rentas nacionales en los países desarrollados.Una de sus conclusiones se refiere a la relación entre nivel de renta y distribución de la misma, yestablece que al principio del desarrollo se produce un empeoramiento en la distribución de larenta, pero a partir de un umbral la tendencia se invierte, por lo que la curva que relacionadistribución de la renta en función de la evolución de la renta per cápita tiene la forma de una Uinvertida. Pero Kuznets era consciente de que la distribución de la renta depende de las políticaseconómicas: "El trabajo efectivo en este campo (distribución de la renta) exige el cambio de laeconomía de mercado a la economía social y política" (Torras y Boyce, 98: 149).A pesar de que la teoría de Kuznets está alejada de cualquier automatismo de mercado, unnutrido grupo de investigadores estén intentado probar que las CMK existen, es decir, que apartir de un nivel de renta la degradación ambiental tiende a disminuir naturalmente. Elprecedente de la teoría es una investigación que Janicke y otros miembros de la Universidad dePraga. Estudiaron las variaciones en relación con la renta de cuatro factores: consumos deenergía, acero y cemento y peso de mercancías transportadas. Analizaron su evolución en 31países de la OCDE y del COMECON durante el período 1960-1985. Encontraron que seproducían las CMK en los casos del acero y el cemento y un estancamiento en la evolución de losotros factores a partir de la crisis económica de la década de los setenta (Simonis, 89: 375 ysiguientes).Los trabajos más influyentes han sido realizados por Grossman y Krueger, del US NationalBureau of Economic Research. Estos autores han desarrollado modelos econométricos parabuscar la relación de la renta y diversos indicadores ambientales. Llegan a la conclusión de que,"mientras los incrementos en el PNB pueden ser asociados con un empeoramiento de lascondiciones medioambientales en los países muy pobres, la calidad del aire y del agua parecebeneficiarse del crecimiento económico una vez que se alcanza algún nivel de renta crítico. Elpunto de cambio de tendencia en estas relaciones en forma de U invertida varía con los diferentescontaminantes, pero en casi todos los casos se producen con una renta inferior a 8.000 dólares(de 1985)" (Ferguson y otros, 96: 14).La teoría es aceptada por el Banco Mundial, la OCDE, la Comisión Europea, etc., con variableentusiasmo. El informe de la OCDE, Economic Globalization and the Environment, opina que"algunas formas de contaminación exhiben una relación en forma de U invertida", por lo que "debe

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ser considerado natural que (las economías en vías de desarrollo) exhiban unas característicascontaminantes más intensivas que los países industrializados" (OCDE; 97b: 26). La ComisiónEuropea se muestra más favorable a la teoría en su Comunicación Crecimiento económico ymedio ambiente: Implicaciones para la política económica, ya que le da un grado mayor degeneralidad. Considera que existe "una relación en principio directa y luego inversamenteproporcional (en forma de U invertida) entre las diferentes categorías de contaminaciónmedioambiental y el crecimiento económico". Aunque matiza esta afirmación al declarar que "nohay lugar para la complacencia porque hay una serie de problemas medioambientales que hanempeorado en la última década" (Comisión Europea, 94: 6, 7).Los defensores de las CMK consideran que son cuatro los factores que explicar el cambio detendencia hacia la sostenibilidad: terciarización de la economía; desarrollo tecnológico; aumentode la capacidad de gasto y de la conciencia ciudadana acerca de los problemas ambientales. Sibien en la primera fase de la industrialización la actividad económica se desplaza de la agriculturaa la industria, posteriormente se produce un cambio estructural hacia los servicios. Se asume queel primer desplazamiento genera un incremento de los impactos ambientales, mientras que elsegundo los disminuye. Por otro lado, con el crecimiento económico se desarrollan tecnologíasque utilizan menos recursos y contaminan menos. Y, por último, "a medida que aumenta la rentase está más dispuesto a pagar por una mayor calidad medioambiental" (Comisión Europea, 94:5).A continuación analizaré la validez de la teoría. Un destacado grupo de científicos (encabezadospor el premio Nobel en economía Arrow) muestra los elementos principales de la crítica a lamisma, en un artículo aparecido en la revista Science (April, 1995), y que ha tenido notableresonancia. Considera que la teoría se muestra válida en el caso de contaminantes que generanimpactos locales y costes a corto plazo (tales como las emisiones de SO2, partículas y coliformesfecales), pero no lo es para contaminantes con efectos a largo plazo e impactos y costesdispersos (este es el caso del CO2); no estudia la evolución de los recursos, donde es mucho másdifícil encontrar casos positivos; no tiene en cuenta el cambio estructural que se está produciendoen la economía mundial (Arrow y otros, 95).Si bien es cierto que algunas de las actividades del sector terciario son menos degradantes delambiente que las de los otros dos sectores, también lo es que algunas de ellas lo son en granmedida. El transporte es el foco principal de la contaminación de las ciudades y contribuye deforma decisiva a los grandes problemas planetarios. El transporte consumía a principios de ladécada de los 90 el 30% de toda la energía comercial y el 60% del petróleo, tal como nosmuestra la Agenda 21. La UE es consciente de que no va a poder reducir las emisiones de CO2acordadas en Kioto, si no frena la actual escalada del transporte por carretera y aéreo (al ritmoactual se incrementarán en un 40% en el periodo 1990-2010). El turismo está causando ladegradación de numerosas zonas de gran valor ecológico (Comisión Europea, 1998a y 1998b).La terciarización de la economía no significa que disminuya la actividad de los otros dos sectores,sino que su productividad crece mucho más rápidamente que la del sector terciario, por lo que setiende a concentrar la mano de obra y la creación de valor añadido en este sector. Pero lasproducciones físicas del sector primario y secundario siguen aumentando, lo que se traduce en unconsumo creciente de recursos y en un aumento consiguiente de impactos. Los países del Centrotienden a mantener un alto nivel de consumo y de emisiones contaminantes porque el incremento

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del producto económico es básicamente el resultado del crecimiento de la productividad (medidasin tener en cuenta la pérdida de bienes y servicios ambientales) porque la población permaneceestancada. Entre la cuarta parte y un tercio de las actividades que contribuyen a la generación derenta (especialmente actividades del estado) no incrementan la productividad, porque pordefinición no puede haber incremento de la misma. En la mayor parte del sector de servicios elcrecimiento de la productividad es escaso. Por lo tanto, su incremento tiene que venir del resto delas actividades, que corresponden a los sectores primario y secundario. Estas actividadesconstituyen el 30% del total, pero generan alrededor del 70% del incremento del productoeconómico (Hueting, 90: 111; Hueting, 96: 85).

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Con la mayor eficiencia provocada por el cambio tecnológico ocurre lo mismo que con el sectorterciario. Aunque en general son menos degradantes que las tradicionales, algunas de ellas tienenun alto potencial destructor, que se manifestará en la medida de que se masifiquen. Existe unaabundante literatura que alerta de los enormes peligros potenciales de la biotecnología. Los trenesde alta velocidad tienen un consumo energético próximo al de los aviones y la construcción deferrocarriles adecuados a las altas velocidades produce unos impactos ambientales muysuperiores a los de los ferrocarriles tradicionales. La mejora del rendimiento de los motores deautomóviles es ampliamente compensada por la saturación del tráfico, la utilización de automóvilesmás pesados y por el crecimiento de las distancias recorridas por unidad de tiempo. La utilizaciónde materiales compuestos (tejidos con fibras naturales y artificiales, composites, etc.) impiden sureciclado.Ehrlich y Ehrlich (Ekins, 93: 92, 93) muestran que el desarrollo tecnológico no es suficiente paracompensar el efecto combinado del incremento de la población y del consumo per cápita a partirde la siguiente identidad:I= P.C.TI es el impacto ambiental global de la actividad económica. P es el tamaño de la población. C esla renta per cápita y constituye un indicador de la intensidad de consumo. T representa el impactoambiental por cada unidad de renta.Tomando un período de 50 años, se supone que en este intervalo la población se duplica (lo cuales una estimación razonable), que la renta per cápita C se cuadruplica (lo que se consigue con uncrecimiento anual cercano al 3%; este supuesto es modesto si la comparamos con lo ocurrido enlos 50 años últimos, ya que en este período la producción se multiplicó por siete (Kaul, 95: 185))y que es necesario que el impacto ambiental actual sea reducido en un 50%. El resultado de estasestimaciones es que para que la identidad se mantenga es necesario el impacto ambiental porunidad de renta T se reduzca por un factor de 16, o lo que es lo mismo, en un 93%. Resultaaltamente improbable que esto se produzca y mucho más improbable que la citada reducción semantenga en períodos de tiempo sucesivos, porque el sistema necesita crecer ilimitadamente.Si bien es cierto que la sensibilización ecológica suele tender a incrementarse con la renta, tambiénlo es que esta concienciación es muy superficial. Se muestra básicamente en aquellos aspectosque no ponen en cuestión el modelo, y sobre todo la escala de consumo (separación de losdiversos materiales de las basuras domésticas; defensa genérica de la vida salvaje, etc). Cada vezexiste un mayor consenso acerca de que las causas del problema ecológico actual hay quebuscarlas principalmente en los hábitos de consumo y en las actividades tendentes a satisfacerlo(Rothman, 98: 182). Crece la superficie de vivienda por persona, el número de automóviles y loskilómetros viajados, los viajes aéreos, la propiedad de electrodomésticos, etc. La consecuenciade ello es que aumenta el consumo de papel, de electricidad y la generación de residuos, aunquesu crecimiento es menos que proporcional en relación a la renta (Ropke, 99). Se ignora, además,la existencia de un ecologismo de los pobres que es mucho más profundo, porque busca lasostenibilidad como medio de mantener los recursos y las funciones a ellos asociadas, y así poderpreservar sus formas de subsistencia y culturas.A pesar de lo dicho, las estadísticas nos muestran que los consumos de materiales y energía porunidad de PIB son cada vez son menores. Así la AEMA (1995) informa que en las dos últimasdécadas los materiales y energía utilizados por unidad de producto han disminuido un 20 y un

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50% respectivamente. Parece, por tanto, que este dato es contradictorio con lo dichoanteriormente, pero esto es sólo aparente. Por un lado, es posible que, aunque los citadosconsumos bajen, el crecimiento del PIB genere un crecimiento general de los consumos. Por otrolado, el base estadística es inadecuada.Muchos autores y organismos admiten que se está produciendo un desplazamiento de la industriapesada hacia los países emergentes de la Periferia. El Foro General Consultivo sobre el MedioAmbiente de la UE (FGCMA, 97: 44) afirma que se han producido cambios estructurales en lospaíses desarrollados, que se han traducido en el "desplazamiento de la industria pesada, con altosratios de consumo de recursos y de contaminación, a una industria ligera de consumo, conmuchos menos impactos ambientales". Los éxitos del Japón en eficiencia energética y control dela contaminación se deben, en buena medida, al traslado de las industrias más intensivas enenergía y contaminantes a Indonesia, Malaysia, Taiwan, etc. Esta es la razón de que, por ejemplo,haya pasado de fabricar 1,2 millones de toneladas de aluminio al año a sólo 140.000 toneladas(Weizsacker y Jessinghaus, 92: 179). La OCDE reconoce que los efectos de estos cambiosestructurales son más importantes que las propias políticas ambientales:"En particular, los cambios estructurales hacia los servicios en los países de la OCDE, y haciala industria en los países en vías de desarrollo, parecen haber sido más importantes que loscambios en las políticas ambientales" (OCDE, 97b: 37).Estos cambios hacen poco fiables las estadísticas que nos informan periódicamente sobre lacreciente eficiencia en el uso de materiales y energía. La causa de la falta de fiabilidad es que "lasestadísticas contabilizan la contaminación en base a la producción (en vez de en base alconsumo)" (OCDE, 97a: 26).P.R.Ehrlich y otros han analizado la evolución de los consumos reales de materiales para EE.UU.,Alemania, Holanda y Japón, es decir, teniendo en cuenta el balance de exportaciones eimportaciones. El resultado, tal como se aprecia en la fig. 1, es un descenso histórico del consumopor unidad de PIB. Aunque el mismo tiende a estancarse desde mediados de la década de los 80.Resultado lógico, si tenemos en cuenta que a partir de entonces se acaba la época de recursosnaturales caros, que se produjo como consecuencia de las dos crisis del petróleo.

Fig. 1 Materiales utilizados por unidad de PIB en cuatro paísesEhrlich, P.R. et al., 1999, “Knowledge and Environment”, in Ecological Economics, NO. 2,August

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A continuación los autores calculan el consumo de materiales per capita, es decir, introducen lavariable de incremento de renta. El resultado es un incremento de consumo, salvo para EE.UU.Por último, calculan la evolución de los consumos totales, introduciendo además la variable deincremento de población, y, como era de suponer, el consumo se incrementa especialmente apartir de mediados de la década de los 80, excepto en el caso de EE.UU., que se estanca, talcomo se muestra en la figura 2.

Fig 2 Cantidad total de materiales utilizados en cuatro paísesEhrlich, P.R. et al., 1999, “Knowledge and Environment”, in Ecological Economics, NO. 2,August

Estos resultados son coherentes con los obtenidos por otros muchos estudios. El QuintoPrograma reconoce que el medio ambiente de la Unión Europea se está deteriorando "lenta einexorablemente" (Comisión Europea, 92). El Council for Sustainable Development realizó en1995 un estudio sobre la situación ambiental de nueve países industrializados y el resultado globalen todos fue negativo. Además, considera que el resultado hubiera sido mucho peor, en caso dehaberse producido un crecimiento importante, porque la mayor parte de los indicadoresconsiderados están correlacionados con el crecimiento económico (Alperovitz, 96: 4). Ekins hacalculado la evolución en los países desarrollados de un indicador agregado de sostenibilidadpropuesto por la OCDE que incluye 10 factores, entre los que se encuentran emisiones per cápitade CO2, SO2 y NOx, porcentaje de territorio protegido, especies en peligro de extinción,generación de RSU, utilización de vehículos privados, etc. El resultado es negativo (Rothman, 98:188).

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3. El desarrollo es un bien posicionalUn bien posicional es, según Hirsh (1984), aquel que no se puede reproducir y está sujeto a unaamplia demanda, por lo que la mayoría de la población no puede acceder a él. Este es el caso,por ejemplo, de viviendas situadas en un entorno natural de gran belleza. Pero, teniendo en cuentaque el nivel de consumo de recursos y de impactos ambientales que se producen a escalaplanetaria es ampliamente insostenible, y que la mayor parte de ellos está causado por el Centro,resulta imposible la generalización de su modelo de desarrollo. En consecuencia, este desarrolloresulta un bien posicional.Esta conclusión resulta tan evidente que no requiere de muchas explicaciones. No obstante,pretende dar algunos datos que ilustran las dimensiones de la conclusión. La UE reconoce ycuantifica la disparidad en el consumo de recursos. Por ejemplo, el Quinto Programa muestra estadisparidad entre la UE, EE.UU. y los países subdesarrollados:"La Comunidad es consciente de que, junto con los otros países industrializados, sus 340 millonesde habitantes consumen una parte desproporcionada de los recursos mundiales (...) Un niño quenazca en la Comunidad va a consumir veinte veces más recursos naturales a lo largo de su vidaque un niño que haya nacido en cualquiera de los países en vías de desarrollo (aunque va aconsumir la mitad que un niño nacido en EE.UU.)" (Comisión Europea, 92: 19).Buscando una mayor precisión, el instituto Worldwatch muestra que a comienzos de la década delos 90 los países industrializados (en los que viven un 20% escaso de la humanidad) consumían el86% del aluminio y de los productos químicos, el 81% del papel, el 80% del acero y el 75% de lamadera y de la energía (Brown, 95: 145).EE.UU. constituye un ejemplo paradigmático de modelo económico insostenible. Genera el 50%de los residuos sólidos del planeta, a pesar de que tiene solo el 4% de la población mundial. En1913 este país extraía las siguientes cantidades de recursos relativas al total mundial: el 95% delgas natural; el 65% del petróleo; el 56% del cobre; el 43% de los fosfatos; el 39% del carbón; el38% del molibdeno; el 37% de la bauxita; el 37% del cinc; el 36% del mineral de hierro y el 20%del oro (Altvater, 94: 76). En este momento es ya el principal importador de petróleo (en 1994importó el 52% del petróleo consumido (Flavin, 95: 46) y al final de la década es ya el 60%, y lasimportaciones crecen un 3% al año), e importa grandes cantidades de la mayor parte de losmetales citados. Se estima que para el año 2050 se habrán agotado las reservas de estaño,amianto comercial, culombio, mica en láminas, fosfato de alta calidad, estroncio, mercurio, cromoy níquel (Rifkin, 90:139).Hasta hace poco, el carácter radicalmente insostenible de una supuesta generalización del modelodel Centro ha venido siendo un planteamiento teórico. Sin embargo, ahora se empieza a convertiren realidad, especialmente por el caso chino. Este constituye el peor caso posible desde el puntode vista ecológico. China tiene unos 1.300 millones de habitantes (el 22% de la poblaciónmundial), ha venido creciendo desde hace dos décadas a una media del 10%, es decir,multiplicando su producto económico cada 7 años (la crisis asiática sólo le ha reducido sucrecimiento en 2-3 puntos), y lo está haciendo imitando el modelo de producción y consumo delCentro. Además, es un país muy pobre en recursos (7% de la tierra mundial cultivable, 3% de losbosques, 2% de las reservas de petróleo, etc.), por lo que empieza a demandar una cuotaconsiderable de los recursos planetarios y a ser uno de los principales contribuyentes a ladegradación ambiental. Es el segundo emisor de CO2 y el primero de NOx, que son los

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principales gases invernadero. Si China mantiene el ritmo de crecimiento de las dos últimasdécadas en las dos siguientes, su producto económico se multiplicará por tres y también sucontribución a los problemas plantarios. Rebasará la renta de EE.UU. en el 2010 (Brown, 98:12).4. El pensamiento neoricardiano y marxistaHemos visto que David Ricardo pensaba que la economía capitalista tendía al estancamiento porla acción combinada de la explosión poblacional y la finitud de las tierras de cultivo. Keynes semostró fervientemente partidario de la “autosuficiencia nacional”. En un trabajo de 1933, que llevael título citado, declara:“Simpatizo, por tanto, con aquellos que minimizan, en vez de maximizar, las relacioneseconómicas entre naciones (...) Pero dejemos que los bienes sean domésticos cuando esto resulterazonable y adecuadamente posible; y, por encima de todo, dejemos que las finanzas seanprimordialmente nacionales” (Lang e Hines, 94: 128).Estas ideas han sido consideradas por Robbins como la “aberración temporal de una mentenoble”. Pero, sir Roy Harrow, biógrafo oficial de Keynes, considera que éste sostuvo siempre laidea de que “algún grado de autarquía era condición sine qua non de los experimentosdomésticos de una política de pleno empleo” (Daly y Goodland, 94: 75). Habría que decir,además, que la autosuficiencia obliga a vivir preferentemente en base a los recursos propios y, enconsecuencia, a utilizarlos de forma sostenible. Al contrario de lo que ocurre ahora, que da laimpresión de que no hay límites, porque cuando destruimos los recursos propios los compramosen el mercado internacional.Esta opinión viene respaldada por la apuesta por un desarrollo autocentrado (que piensa quedebe basarse en el control poblacional) que realiza en su Teoría General. Aquí considera que lascausas económicas de las guerras son “la presión de la población y la lucha competitiva por losmercados” y que “si las naciones aprenden a proveerse así mismas de pleno empleo mediante supolítica doméstica (y, debo añadir, si alcanzan el equilibrio en su dinámica poblacional), no tienepor qué haber fuerzas importantes tendentes a poner el interés de un país en contra de su vecino”(Keynes, 64: 381, 382).El pensamiento marxiano es contradictorio acerca de los límites naturales al crecimiento. Por unlado, Marx tiene una clara visión del carácter insostenible del sistema capitalista y anuncia ensentido general la destrucción de la naturaleza que sufrimos:“Todo progreso en el arte de esquilmar al obrero, sino también en el arte de esquilmar latierra (...) es a la vez un paso dado en el agotamiento de las fuerzas perennes que alimentan dichafertilidad (...) socabando a la vez las dos fuentes originarias de toda riqueza: la tierra y el hombre”(Marx, 73: 423-4).También, denuncia lo que hoy podemos definir como el caldo tóxico en que vivimos: “laconsecuencia necesaria de esta competencia es entonces el empeoramiento general de lasmercancías, la falsificación, la adulteración, el envenenamiento general tal como se muestra en lasgrandes ciudades”(Marx, 72: 77).Por último, comprende la necesidad de una relación armónica con el entorno natural: “Lanaturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre, o sea la naturaleza en cuanto ya no es cuerpohumano: Que el hombre vive de la naturaleza quiere decir que la naturaleza es su cuerpo, con elcual debe mantenerse en proceso continuo para no morir” (Marx, 72: 111).

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Por otro lado, anuncia que en el comunismo se vivirá en un estado de abundancia material, sinplantearse si esto será posible, sobre todo teniendo en cuenta la explosión poblacional que estáviviendo Europa en su tiempo. Sin embargo, también puede entenderse el comunismo como unaetapa en la que el crecimiento se ha detenido y la economía evoluciona.

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A pesar de estas opiniones, Marx no incorporó la variable ecológica a su teorización, que giraalrededor de la contradicción entre capital y trabajo, porque pensaba que una vez resuelta esta (yopinaba que no se dilataría mucho) se resolverían las demás, entre las que se encuentra la queenfrenta al capital y la naturaleza. La no resolución de la primera contradicción lleva a algunospensadores marxistas a retomar la citada tradición marxiana para crear un marximo ecológico:“El marxismo ecológico advierte que las amenazas capitalistas para la reproducción de lascondiciones de producción no solamente amenazan a los beneficios y a la acumulación sinotambién a la viabilidad del ambiente social y natural como medio de vida” (O´Connor, 90: 113 ysiguientes).Esta sensibilidad sobre los límites naturales al crecimiento ilimitado que muestran los autorescitados no ha sido recogida, en general, ni por los economistas marxistas ni por los keynesianos.En ellos hay una coincidencia básica con el pensamiento neoclásico en la necesidad decrecimiento continuo. Sus discrepancias se refieren al reparto de la riqueza, al pleno empleo, aldesarrollo de la Periferia y al papel asignado al estado en la consecución de estos objetivos. Y,aunque ambos tipos de economistas muestran una creciente sensibilidad sobre el problemaecológico, esta no les lleva a poner en cuestión sus presupuestos básicos y en especial el delcrecimiento ilimitado. Ignoran, en consecuencia, los numerosos estudios realizados por lasdiversas ciencias de la Tierra que nos informan que estamos sobrepasando los límites naturales ylos cada vez más angustiosos llamamientos de colectivos interdisciplinares. De entre ellosconviene destacar por su importancia y representatividad el “Llamamiento para la acción” quecontiene el informe de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo deNaciones Unidas. Defiende la necesidad de cambiar el modelo de desarrollo y expresa “laconvicción de que la seguridad, el bienestar y la misma supervivencia del planeta dependen deesos cambios ya” (CMMAD,87: 44, 45).5. La evolución como condición de sostenibilidadDurante mucho tiempo la ecología ha buscado explicar cómo trabajan los sistemas naturales,cuales son las pautas que siguen para evolucionar y mantener su estabilidad básica, y por qué esnecesario preservar sus especies, estructuras y funciones. El concepto de ecosistema es centralpara este estudio. En ecología se usa el término comunidad en el sentido de comunidad bióticapara indicar todas las poblaciones que viven en un área designada. La comunidad y el ambienteinerte, no vivo, funcionan juntos en un sistema ecológico o ecosistema (Odum, 92: 29). Unecosistema consiste, en primer lugar, en una producción base de plantas que constituyen elrecurso original para una red compleja de consumidores (animales estructurados en nivelestróficos de acuerdo con su dieta). Cada nivel despliega grados diferentes de diversidad deespecies, y el número de niveles corresponde con la diversidad funcional. En un ecosistemacada especie realiza trabajos como fijar la energía solar, filtrar el agua en busca de nutrientes,descomponer materiales para alimentarse, etc. Pero cada especie depende del resto delecosistema para su supervivencia.Como los ecosistemas dependen de unos stocks dados de recursos materiales, el metabolismo dela comunidad que forma este conjunto de organismos se mantiene a través del reciclado deelementos críticos mediante la descomposición de la materia orgánica muerta (Jansson y Jansson,94: 77). La energía que posibilita todo el proceso es suministrada por el sol. En consecuencia, las

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dos funciones básicas que hacen operativos los ecosistemas son el ciclo de los materiales y el flujode energía.La palabra economía deriva de la raíz griega oikos (hogar), al igual que la palabra ecología. Dadoque la palabra griega nomo significa administrar, economía es literalmente "la administración delhogar". Y como logo es ciencia, ecología significa "la ciencia del hogar". El sentido del términohogar es diferente en ambos casos. Es evidente que para la ecología el hogar es el sistema naturaly que para la economía “hogar” es un concepto más restrictivo. Se refiere a aquellos elementosnaturales que tienen una relación directa con el bienestar material de los seres humanos. Para laeconomía ortodoxa el ámbito es aún más restrictivo: los valores de cambio. Pero no podemosmantener el "hogar económico" si destruimos el hogar más general, el "hogar ecológico” (Janssony Jansson, 94: 89).Por tanto, la economía humana constituye un subsistema del sistema más general formado por laeconomía de la naturaleza, de la ecología. Una economía sostenible sólo puede funcionar a largoplazo cuando se comporta igual que un ecosistema natural, mediante un permanente reciclaje deuna misma base de recursos y siendo alimentado el sistema con la fuente inagotable (a escalahumana) de la energía solar. Esto es lo que nos dice Boulding (1978):“Para que la raza humana sobreviva, tiene que desarrollar una economía cíclica en la que todoslos materiales se obtengan de los grandes depósitos (aire, suelo y mar) y se devuelvan a ellos, ytodo el proceso se mueva por energía solar”.En consecuencia, la economía ecológica parte de magnitudes físicas. Daly (1992: 17) declara quese debe recordar permanentemente que economía sostenible (que define como economía delestado estacionario) "es un concepto físico". Pero, la responsabilidad acerca de la sostenibilidadno sólo concierne a la ciencia económica sino a todas las ciencias. La reflexión y dinámica socialse debe basar en que los científicos de la Tierra “determinen las reglas de juego de lanaturaleza y las comuniquen a los otros” (Daily, Ehrlich y Alberti, 96).Un ecosistema deja de crecer y evoluciona, una vez que ha llegado a su maduración, porquedispone de una base limitada de materiales. De igual forma una economía sostenible (o del estadoestacionario, como prefieren denominarla muchos economistas) no puede crecer más allá de loslímites que le impone el mantenimiento del stock de recursos. Hemos visto que hipotéticamentepuede mantenerse indefinidamente el crecimiento de los agregados monetarios, si el mismo serealiza respetando el requisito anterior, pero en la práctica esto resulta imposible. Esto no esobstáculo, para que se pueda producir un cierto crecimiento en términos monetarios en la medidade que el avance tecnológico permita obtener más servicios de la misma base de materiales yenergía. Pero, esto se producirá una vez de que la economía se haya ajustado a los parámetros desostenibilidad, lo cual supone una drástica reducción en el uso de materiales y energía.La economía del estado estacionario tiene su precedente histórico (aparte de los fisiócratas) enJohn Stuart Mill, que fue testigo directo de las consecuencias ecológicas de la primera revoluciónindustrial realizada por Gran Bretaña. Defendía ya en 1857 el estado estacionario como un mediode mejorar la situación de la gente de su época:“No puedo, pues, mirar al estado estacionario del capital y la riqueza con el disgusto que por elmismo manifiestan sin reparos los economistas de la vieja escuela. Me inclino a creer que, enconjunto, sería un adelanto muy considerable sobre nuestra situación actual (...) Casi no será

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necesario decir que una situación estacionaria del capital y la población no implica una situaciónestacionaria del adelanto humano” (Mill, 96: 641).Hoy en día, existe de un número ya amplio (y rápidamente creciente y cualificado) de economistasque defienden la necesidad de parar el crecimiento de los países del Centro. El premio NobelHaavelmo considera que "el crecimiento de los países ricos es una idea terrible, pues no secorresponde a las necesidades del medio ambiente" (Norgaard: 93: 131). Tinbergen (tambiénpremio Nobel) y Hueting (1991: 56) defienden la urgencia de: "a) acelerar el desarrollo de nuevastecnologías, como el reciclado y las energías renovables; b) no permitir más crecimiento en lospaíses ricos; c) estabilizar la población mundial tan pronto como sea posible; d) mejorar ladistribución internacional de la renta" . Estas ideas están siendo respaldadas total o parcialmentepor decenas de miles de economistas. Así, en 1998 2.000 economistas norteamericanos(incluyendo seis premios Nobel en economía) pidieron parar el cambio climático (Ayres, 98).La necesidad de que la economía evolucione a partir del uso sostenible de la base de materiales yenergía existente, obliga a definir la escala de tal uso. Y va ganando adeptos la idea general deque es necesario reducir a la mitad el consumo mundial de recursos, así como las emisionescontaminantes. Teniendo en cuenta que el 20% de la población es responsable del 80% del flujode los materiales, la necesidad de que la Periferia se desarrolle y el incremento previsible de lapoblación, es necesario que se produzca una reducción mucho más drástica en el Centro.Algunos autores, agrupados en el Club del Factor 10, estiman que se deben reducir por estefactor en un periodo de 50 años. La propuesta está teniendo un eco aparentemente inusitado.Una conferencia de Ministros de Medio Ambiente de la OCDE la ha asumido, así como el PlanNacional Ambiental de Austria (Gardner y Sampat, 99: 50). A primera vista, resulta paradógicoque se asuma un objetivo tan radical, pero está dentro de los presupuestos de la teoría de ladesmaterialización y un plazo tan largo que supone una presión importante sobre los políticosactuales. Además, supone una interpretación sesgada de la propuesta del Club del Factor 10, yaque este no considera que sea posible alcanzar el objetivo sólo a través del cambio tecnológico ypropugnan (como se manifiesta en el informe Factor 4 (Weizsacker y otros, 97), que algunos desus miembros realizaron para el Club de Roma) además el cambio del modelo de consumo.A partir de estas premisas, el Instituto Wuppertal desarrolló en 1996 un plan de sostenibilidadpara Alemania: “el libro define cómo será una Alemania sostenible dentro de 50 años e indica lasprincipales políticas que deben de ser adoptadas”. Sus autores pretenden que sea también unaguía para los países desarrollados. Se han vendido unos 40.000 ejemplares del plan y 100.000más de una versión reducida. El libro ha provocado “una avalancha de discusiones acerca de laspolíticas de sostenibilidad en Alemania” (se han celebrado unos mil seminarios) y ha dado lugar aque “numerosas ciudades y regiones alemanas se están poniendo en práctica algunas de laspropuestas” (Sachs y otros, 1998, ix, xi).6. La dimensión social de la sostenibilidadLa sostenibilidad está unida de forma indisoluble al desarrollo humano. Un sociedad injusta es unasociedad agresiva, porque una parte de ella priva de derechos a otra (normalmente la másnumerosa), y esta actitud se manifiesta en todas sus actuaciones: en relación con otras sociedades,con la naturaleza, etc. Por ejemplo, sociedades tan injustas y violentas desde el punto de vistasocial como la brasileña y la estadounidense se distinguen también por su agresividad con lanaturaleza. Desde otro punto de vista, la sostenibilidad requiere sociedades estables y

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cohesionadas, porque para alcanzarla es necesario aplicar un proyecto a largo plazo y ningunasociedad inestable es capaz de llevarlo a la práctica. La necesidad de que las sociedadesdesarrollen proyectos (planes) a largo plazo está determinada por varios factores: el modeloactual está tan alejado de la misma que el cambio, de producirse, se irá materializando a lo largode un periodo prolongado de tiempo; es necesario tener en cuenta las repercusiones a largo plazode nuestras actuaciones; el mantenimiento de las economías dentro de la senda de lasostenibilidad siempre será una tarea ineludible, etc.Así que recuperar la capacidad de autogobierno de las sociedades se convierte en un requisitoimprescindible de sostenibilidad y de desarrollo humano. Sólo mediante él tienen la posibilidad dedirigir sus economías hacia la satisfacción universal de las necesidades vitales en un marco desostenibilidad. Pero, a diferencia de lo que ha sido tradicional: la hegemonía de un poder estatalcentralizador, el desarrollo humano y sostenible obliga a la descentralización, de forma que lascomunidades locales se doten de un grado de autonomía y de autosuficiencia (esta es un requisitode la primera) tan grande como sea racionalmente posible y conveniente. Porque los recursos y elambiente son primariamente locales y porque ninguna sociedad compleja puede ser estable ycohesionada, si no está basada en comunidades locales fuertes.Por último, la comunidad internacional necesita organizarse para la cooperación a escalaplanetaria para, entre otras tareas, utilizar de forma equitativa y sostenible los recursos planetariosy para preservar los grandes ecosistemas y las funciones ecológicas indispensables para lapreservación de la vida en el planeta. Todo ello obliga, entre otras cosas, a que se modifique elderecho internacional, porque impide actuar sobre los países que actúen en contra de lasostenibilidad global, invocando la soberanía nacional. Los acuerdos mayoritarios de NacionesUnidas que vayan en defensa del equilibrio ecológico planetario, de los derechos humanos y de laequidad, deben ser de obligado cumplimiento para todos los países, incluso para los que no loshayan firmado. Esto es lo que propone la Declaración de la Haya (1980), suscrita ya por 30países (French, 92: 279).La dualidad indisoluble del desarrollo sostenible y humano no debe hacernos olvidar lasespecificidades propias de las dimensiones física y social, tal como suele ocurrir, por ejemplo, a lahora de definir sistemas de indicadores de sostenibilidad. Habitualmente se mezclan ambos tiposde indicadores como si la naturaleza de los mismos fuera igual. Así, por ejemplo, hay sistemas deindicadores donde predominan los indicadores sociales, lo que puede dar lugar a pensar que lasostenibilidad mejora a pesar de que los indicadores físicos dicen lo contrario. Y, aunque a medioy largo plazo esta falta de sintonía no se puede mantener, a corto plazo dará señales erróneas. Lasostenibilidad es un concepto físico que es determinante en última instancia, porque se refiere a loslímites que la naturaleza impone a las sociedades humanas, amenazando su supervivencia. Losrequisitos sociales tienen un doble carácter: por un lado, uno instrumental, sólo las sociedadesestables pueden ser sostenibles; por otro, uno trascendente, un cierto nivel de bienestar materiales condición ineludible del desarrollo humano. En consecuencia, es necesario evaluar de formaautónoma la evolución de las realidades física y social, para posteriormente determinar lasrepercusiones cruzadas de ambas dinámicas.

Bibliografía

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