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rEDAfOlOGIA V PAU APUCACION Al tESYU DIE MltENTOS Al UBRt EN GAUCiA por Antonio !Mmtinez Cortiza$*, Pab!o Rego**, Cé:;;ar Uana Rodriguez'** Reslll!men: La Edlafologí'a y Pal:inología son dos de las ciencias tradicionalmente relacionadas con la Arqneología. Aquí se revisan las temlencias generales en la aplicación de estas dos disciplinas a yacimientos arqueológicos al aire libre; tanto desde el punto de vista del muestreo como de la analítica, proponiéndose el empleo de criterios coincidemes a fin de establecer una información que pueda ser de utilidadl para el lHqueólogo. También se pla11nean en este trabajo conceptos básicos de integración de la información, en el sentido de la reconstrucción de las condiciones paleoambientales (pre y postdeposicionales) que pueclen haber afectado a la estrucmra del yacimien1:o, sea esta un suelo o un sedimento. En este sentido se !IJ.ace hlncapié en los conceptos de diagénesis-edafogénesis, biostaxia-resistaxia, estabi- lidad de vertientes, policiclismo, erosión,etc ... , indicando las implicaciones que tienen para discernir b conünuidad del registro arqueológico. Palmilras-cll:al've: Arqueología. Eclafología. Paleobotánica. m estudio de los procesos de formación de un yacimiemo precisa de la aplicación integrada !:anto de métodos de las Ciencias de la Tierra como de la Arqueologia [p.e. (ComwaH, 1980; Butzer, 1982; Schiffer, 1983; Ferring, 1992)]. Y eHo de flal modo que, según Ferr.ing (1992), la investigación geoarqueológica ha de ser un esfuerzo totalmente interdisciplinar encami.nado a aumentar nues- tra comprensión de los registros arqueológicos y sus contextos. * Dpto. Edmfoloxfa e Química. Agrícola. Fmc. Bioloxía. Universidade de Santiago. ** Dpto. BioloxJÍa Vexetal. F&c. Fannacia. Universidade de Santiago. · *** Museo de Prehistoria e Arqueoloxía de VHalba (Lugo).

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rEDAfOlOGIA V PAU APUCACION Al tESYU DIE MltENTOS Al Ai~lE UBRt EN GAUCiA

por

Antonio !Mmtinez Cortiza$*, Pab!o ~l!amil Rego**,

Cé:;;ar Uana Rodriguez'**

Reslll!men: La Edlafologí'a y Pal:inología son dos de las ciencias tradicionalmente relacionadas con la Arqneología. Aquí se revisan las temlencias generales en la aplicación de estas dos disciplinas a yacimientos arqueológicos al aire libre; tanto desde el punto de vista del muestreo como de la analítica, proponiéndose el empleo de criterios coincidemes a fin de establecer una información que pueda ser de utilidadl para el lHqueólogo. También se pla11nean en este trabajo conceptos básicos de integración de la información, en el sentido de la reconstrucción de las condiciones paleoambientales (pre y postdeposicionales) que pueclen haber afectado a la estrucmra del yacimien1:o, sea esta un suelo o un sedimento. En este sentido se !IJ.ace hlncapié en los conceptos de diagénesis-edafogénesis, biostaxia-resistaxia, estabi­lidad de vertientes, policiclismo, erosión,etc ... , indicando las implicaciones que tienen para discernir b conünuidad del registro arqueológico.

Palmilras-cll:al've: Arqueología. Eclafología. Paleobotánica.

IINY~ODUCCiON

m estudio de los procesos de formación de un yacimiemo precisa de la aplicación integrada !:anto de métodos de las Ciencias de la Tierra como de la Arqueologia [p.e. (ComwaH, 1980; Butzer, 1982; Schiffer, 1983; Ferring, 1992)]. Y eHo de flal modo que, según Ferr.ing (1992), la investigación geoarqueológica ha de ser un esfuerzo totalmente interdisciplinar encami.nado a aumentar nues­tra comprensión de los registros arqueológicos y sus contextos.

* Dpto. Edmfoloxfa e Química. Agrícola. Fmc. Bioloxía. Universidade de Santiago. ** Dpto. BioloxJÍa Vexetal. F&c. Fannacia. Universidade de Santiago.

· *** Museo de Prehistoria e Arqueoloxía de VHalba (Lugo).

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450 Antonio Marti1:ez Coriizas, Pablo Ramil R12go, Césow Uana Rodriguez

"''"''-''l.JHI~>a" tradici.onaimeme en este La i.nformación que ambas

,,.,,,...,.,,.,,. sobre la naturalieza y condiciones dei yacimiento y su emomo son cru~

ciaXes para la de los que la diacronia o sincmnía de lios procesos cuhuraies ocurridos en tm terrüorio una cor­fecta con~extuaRización en referenda a la evoliudón ambienta~ acaecida en un marco definido. Tanto es así que Ias carentes de una

~;;;:,pa'vUI.J\ Y de na

rosas las revisíones sobre las a !a Arqueologia, de vi.sta de Ias técnicas como de !a interpretación global

1951; 1961;

son nume­tanto desde el

(MarceUin, 1959;

nA·'·'''""'~'"' que se !e ha dado varfa en cada caso

sencia en la secuenci2: muy directo pam la y

el desarrollo de ia ,...,..,n..,,5 .._, una recons:trucdón de la evolución pn3lustc1n

en los i:esümonios mal:eri.ales de la cultura y en el um mayor conocimiento de disciplinas

sufren una renovaci.ón mucho más que ta histórica tradicionaL Carácter

sobre todo en cuevas y

sido emplea­de los ~melos

al ar-

como y técnicas científicas qllie

obtener, en

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Edafologia y Palinologia: aplicacion a! esiiWlio de yacimientos a! a ire libre en Gal icia

451

torno a la década de Ros setenta, las primeras perio:dizaciiones ambientales en las que se enmrurcaban con lias diferentes etapas de lia evolución cuhuraL De hedm, tales secuenci.as cronoambientdes adolecen de mna escasa correlia­ción con la información procedente de depósitos no arqueoliógicos, así como no contemplian aqueHos datos provenientes de yacimientos arqueológicos no situa­dos en medios kársticos.

Tales cronosecuencias en función de a qué üpo de información paleo­ambienta! se dé primada en su construcci.ón, pueden agruparse en dos bRoques: uno, en el que la información poHnica es cotejada, esenci.aimerrute, con datos cronológicos y cuhuralies; entre éstas lia más difundida en d SW de Europa es la propuesta por Leroi-Gourhan (1959, 1961, 1966, 1967, 1968, 1971, 197lb, 1980, 1980b), Lero.i-Gourhan y Renault-Mi.skovsky (1977) y Lero.i-Gmulhan y Girrurd (1979); y otro grupo, en eli que co111cediéndose prioridad a los datos estratigráficos y sedimentológicos [p.e. (Lavine, Texiter, Lavi.He et at 1980, 1985; LaviHe, 1975, 1979, 1988; Delpech et al, 1986)] se observa, en las fo:rmulaciones más reciemes [p.e. (Lavine et 1983; De1pech et ali, 1986)], un notable interés por los resulitados !tanto paliinológicos como paleon­tológicos.

A partir de la década de los setenta e1 incremento de la invesügación pakobotánica en depósitos al aire libre, sobre todo turbosos, conduce a la obrcenci.ón de largas secuenci.as poHnicas [p.e. (Wijmstra, Smith, 1976; WoiJlard, 1979; De BeauHeu, Reine, 1984, 1984b; Pons, Reille, 1986, 1988; FoHieri et al, 1988; De Reaulieu et al, 1992)] que permiten un conocimienlto más preciso de la dinámica vegetacional y dimáüca del Cuaternario. Evolución climática que es contrasltada con las reconstrucciones elaboradas a partir de la vruriación en la rdación i.sotópica 160/180 y en el estudio de las asociaci.ones de foraminíferos [p.e. (Pujo!, Turon, 1974; Me Intyre et al, 1976; Ruddiman, Me hHyre, 1976, 1981, l98lb; Ruddiman et ai, 1977, 1989; Ruddiman, Wright, 1987; Duplessy et 1981, 1991, l991b; Duplessy, Rudditman, 1984; Mix, Ruddiman, 1985; Rind, Peteet, 1985; Ruddiman, 1987; Bard et al, 1990)]. Surgirá de este modo, una nueva periodización paleoambiental para el Cuatemario del SW europeo, a la vez que se hacen notar tanto las contradicciones como los er:rores concep­~uales y metodológicos que, en las secuencias anteriores, se habían comeüdo en la definición y caracterizaCJión de las distintas fases atemperadas (Turner, 1985; Tumer, 1988; Reme, 1990; Sánchez, 1991).

Dejando a un lado a quienes sin argüir razones consistentes rechazan las reci.entes aportaciones, Hama lia atención el apego que algu.mos autores mani­fiestan por la secuencia uadicional. Por ejemp!o, no es inhabhual relacionar el desarroHo del Solutrense con dos fases interestadiales: Laugerie (19.950-18.950 B.P.) y Lascaux (17.950-16.200 B.P.), ambas definidas por Leroi-Gourhan y

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452 Antonio Martinez Cortizas, Pablo RCilni! Rego, Céscsr l.Jaoo Rodriguez

mantenerse como referent-es de !:odo come-

nido dimáüco una vez que, en hn secuencia climática global y en lios ~···,..,·~""·~~ poliínicos obtenidos en turbosos y consta:ncia de fases de en el.imervalo 25.000-15.000 éste con mm dima ex>tremadamente friio: Wünniense Final [v.p.e.

Beaulieu et a!, vu;:,ç,,u,~ul.Jla, en la acwaHdad se consta~a un descrédito de la infor-

mación de mfl únnco de comexto, por ejemplo

Kos yacimientos tamo en la evaluadón de

vt<;<'UI''"'u"'"' como para definir Ia dinâmica y características P"'·'"'""'"" u",u•.•a"'"' esca~a locat Ouestión que es compartida desde lia (Ruíz,

mediante una crítica de Ia información de los al aire

en función de aqueHa que está a nuestra disposición y de acuerdo con la m<~moowJ~m ali uso en y

obtenida en ei es1tudio de las

para la eliuci~ pues !os sueJos se forman

y requieren cons­

,,.,.,,p,.·h"''p en la que se dlesarro!la la acüvidad humana. Las superficies mc1rHH!:f.~nesrs por erosión sedimen-

de rtal forma que los pmcesos dic~an en gran medida suelos se van a conservar o de-

saparecer l.oca! o en cada fase 1977; Por tanto, ra dei e e

será consecU~encia directa de procesos u;.;'v"'~u'-''" -- que el suelo o élan a nuevos matedaJes de dei mismo - y edafo-

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Edafologia y Paliw.ologia: aplicacion ai eslw:iio de yacimientos al aire libre en GaliciOJ

453

genéticos - que tienden a diferenciar el materit21l de partida mediante adi­ciones, pérdidas, transferencias o transformaciones (Jenny, 1980)- y que son posteriores a la deposici.ón deli ma~erial de parrtida. Además, los restos de la acti.vidadl humana pueden sufrir modiificacitones en su disposición y características de acuerdo con los procesos que i.nfluyan sobre el suei o [v .p.e. (Rasma, Uana, 1993)].

Típicameme, la esi:raügraflía de los yacimiemos al aire iibre amlllizados está formada por una secuencia que contiene varios c:idos edáf.icos, es deci.r presenta I!Ull perfil polidcHco (Uana, 1990; Mar~ínez, 1990; Martínez et en prensa). En zonas de ladera, cada fase de reslistaxia provoca la erosi.ón total o parcial de! ciclo preexistente y su emerramiento posterior con material proce­dente de la erosilón de lios suelos localizados en zonas más elevadas. Las aheracitones subsiguientes dei depósüo formado pueden dar ori.gen a diversas secuenci.as de suelios enterrados, exhumados, relictos o fusionados, cuyo significado illa sido descrito por diversos autores (Simonson, 1954; Ruhe, OXson 1980; Vreeken, 1984). Formando en conjunto c.ronosecuencias útilies para obtener una crono­liogí:a relativa para las ocupaciones documemadas [p.e. (Uana ele aR, 1993, en prensa; Martínez et aR, en prensa)].

En casos, la deposición deli material de partida puede ser simultánea con la edafogénesis, formando perfHes que reciben el nombre de cumúlicos (sudos formados por agradadón). Este proceso tiene Rugar en vertientes relativamente i.nestables durante momentos de biostaxia, en puntos donde la vertienl:e se suaviza, así como en la zona de pi.edemonte receptora del material erosionado y en ambientes aluviales (Ruhe, Walker, 1968; Walker, Ruhe, 1968; Young, 1972; Seliby, 1982).

En los yacimientos al aire Hbre cabe distinguir dos grandes grupos, el

primem incluye aqueHos depósitos cuya secuencia no sufre grandes modifi.ca­ciones estructurales o variaciones en sus propiedades físico-químicas por el desarrollo de !a ocupación antrópka - salvo las derivadas, en su caso, de tarem; someras de acondicionamiento - y que, por tamo y en términos gio­bale:s:, eli depósito ha seguido su evo~ución naturaL m otro grupo, comprende aqueHos yadmientos Clllyo depósito ha conocido en su génesis, total o parcial­

mente, fiU!ertes modificaciones (estructurales o físico-químicas) por ia acción del lhombre, de tal modo que la conformación del mismo no se expHca única­mente pm procesos pmpios de la Natmaleza1•

En el caso de los depósitos naturales, cabe establecer una división en~re

orgânicos e u"""""""""'""

1 Acerca de las estraügnnfías antrópicas puede comultarse, por ejemplo, IHarris (1991).

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454 Antonio lvlartinez Cov2izas 3 Pablo Ra.mil Rego~ César Llan.a Rodriguez

Las característiciis edáfkas de estuditados en et ai., en

i:res ddos de fom-naciôn2 ,

se sllmetl.zan en: a) se detectan hasta por discontinuidades por

lh'"''""~;~n,co y Hneas de gravas ei ciclo más amiguo

por un horizonte transicional y fue t.runcado por durante el o comienzos del Holoceno

'-'~,.,"'"""·" serán edafizados H) -- "~'"''"·"'"'""' C --; a su vez este cicio es ~vu·n<n!l<.J,

de naturaíeza coluvial que ha dado el grado de des:arroHo de la Hnea de

aparecer también un c) hecha de localizackmes concretas - de estaMes -, no se documenta más que el cido actual en iodos los traducen en hiatus5•

de mmlifiesto crisis erosivas que se

En una ~ormación ideal de esi:e

o en su entorno asf como el dente de formaciones de áreas más o menos disi:ames a! """"'"' 0 ""'

Como resultado de la secuencialmente e;n la formación de ios horizontes A o obte~

niéndose de esta manera un de a la

siendo el intervalo del horizonte, El

conteni.do las

recerá la

cubierto una correcta reconstmcción de

de un tenrhorio 7 •

la existenda de condiciones oxidantes en los :melos favo~ sc,on~lJ'OSICión de Ia materia en ta conservaciôn

de micro y macrorrestos que tendrán en

2 l:\Ju;:epcionalmente cuatrcJ, es e1 caso del yacimieni:o cle A Pena Grande (Rllmil et al, 1992). Sobre su significado genético cons6ltense, por ejernplo, RlJhe (1959), Ruhe y Wal.ker (1968),

Rie:yüer (1969), Vilh.r y Guiüán (1974) y Torras et al 0979). 4 Sobre la necesiclad de con~e}ltualizatr el perfil de un yacimiento dado en hisWri!l. morfogenélica

y ed.afogenéüca del á.re.a para la correcta identific~.c:i.ôn de su secuencin estratigráficat puede consuharse~ por lVIoinereau (1977), Martínez et al (en prensa), Llana et al (1993, en prensa).

Acercg d!e su ca:rractedzación y consecuencias arqueoló-gicas para Galicia véanse~ entre otrros~ I\ll:u1:i11ez 0990), Lbna (1990), Llana et al (1993, en prensa), Martínez et al (en prensa) y Rasilla y Lhma (1993).

6 Su procedrencia varia en función de las característicag fisiográficas~ vegetaciornales y climá-ticas.

7 Acerca deli significado del registro polínico en los demás tipos de horizontes, vémse el epígrafe "Integnlción de los Resultados Obtenidos en Yacimienios" en e.ste mismo tmbajo.

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Edafologia y Palinologia: aplicacion ai estudio de yacimienios ai aire libve en Ga!icia

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fl.mción de las caraci:erísticas especificas de cada depósito. en ambientes con pH ácido la conservación de los restos carbonatados es mala, dándose una progresiva pérdlida de los vesí:igios óseos, los cuales acaban desapareciendo por complieto, como ocmrre en la mayorí'a de los yacimientos de más de 3.000 anos del NW de la Península. Condiciones que, en cambio, permüen una buena conservadón deli pokn y de buena parlte de los elementos orgánkos carboni­zados, con tal que el intercambio atmosférico sea limitado. Por el contrario, los ambientes con pH akaHno facilitan la conservación de los restos óseos, pero repercuten negativamente en la preservación polínica.

Otros üpos de depósito tomados en consideración son los lan.1stres y tunr­

bosos. Proceden de la deposición comimllada de restos orgânicos en condiciones de encharcamiento continuo, intercalándose, normalmente, junto a los niveles meramente orgânicos capas de naturaleza orgáírüco-m:ineraJ o solamente inor­gânicas, reflejando los camblios cHmáücos y amb:iemaks en la región.

Las condiciones anaeróbkas prodll!cidas por el nível de agua favorecen la conservación de la materia orgánica, lo que hace de estos depósüos d lugar ideal para la reaHzadón de estudios medioambientales, facilitando la periodiza­clión de las reconstrucci.ones. En concreto, los hemos empleado, junto con los

inorgárücos, como base para la reconstrucción paleoambi.emaL

iNu~GRAC~ON DE lOS I(I:SIUlTADOS OBYIENH>OS EN YAC~MiENiOS

El grado de integración de los resultados obtenidos por cada una de las disciplinas impHcadas en el estudi.o de un yacimiemo arqueológico, depende en gnm medida deli mantenimiento de una acti~llld coincidente o convergente en el plameamiento del muestreo y en la analítica a desarroUar, así como en la .imer­pre~ación global en términos paleoambiemalies ampHos.

Cara a correXaci.onar la estratigrafia de un yacimiemo dado en lia secuencia de su entorno, es necesario definir la estrategia del muestreo para asegurar el grado de representaüvidad adecuado. De hecho, cada caso específico demanda una actitudu particular; en tm yacimiento ei muestreo sistemático (con 11.m intervalo predefinido) es adecuado siempre y cuando se mamernga una fuerte homogenei.dad del depósito en profundidad o cuando los Hmi.tes entre los dis­tintos niveles u horizontes sean gradmües. En cambio, la presencia de limites ne~os, Hneas de piedras o gravas, coliuvios pedregosos, u otras soluciones de contlinuidad, han de implicar un cambio en la estrategia (diferentes intervalos de muestreo para cada estrato, horizonte, etc ... ); por razones de si.mBar orden, cuando lia analítica a empliear se encamine a la resoh11ción de cuestiones concre-

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456 Antonio Martinez Corlizas, Pablo Ramil Rego, César Liana Rodriguez

tas estructuras, etc.'"), el muestreo ha de responder al dfico de que se trat.e8•

Si además tenemos en cuenta ei ámbiflo y la escala de de cada mm 1a necesidadl de de las involucradas en el estud.io de un

uuuv·sv coherente deviene ffl'-·"'-''"""''"·· ta conformidad en la definición de Ia

los distintos ciclos que forman el v~.a'-"'·<•, etc ...

es esto es, que se

así como su naturaleza

de vista pese a h: variedad de ~écnicas que pueden ser la estandarización de métodos y técnicas de laboratorio ha tendido ha reducir los errores y confusiones entre los disümos equipos de

:al abordar la contrastación de la información obtenida para los distintos yacimientos. Ahora bien, se observa una cierta con-troversia en la interpretación y vaJoración de los debido en a que no se tiene en cuenta que la de un objeto com-

y, a este y entre otras pocas veces se conocen de modo suficieme l:anto las características como la evolución dei medio en que se inserta el yacimienw a estudiar9• Situadón que el de datos de otras generaHzándolos, olvidando que las diferencias intrínsecas entre ellos reconstrucdón pues caracterizada por su reali.dad muhivariante10, dificilmente abordarse a de un solo

. A nuestro parecer, es 11ecesari.o un esfuerzo de coherenda al enfren­

de -en

de mod.o que, basándose en suficientes observaciones una adecuada

meramente léxicos hasta que han a los

• Numerosos investigadores h2.n sefi~lado que un muestreo inadecuado dei pllisaje, así como no co!lsÜlenn· la consenr2ciÓIT1 diferencial de los depóshos, ha llevado en ocasiones a conclusiones erróneas sobre la distribudón de los yadmientos (Benís, Thompson, 1981; Artz, 1985; Mandel, 1992).

9 Um! exposiciólil acerca tanto de la importancia de esta cuestión, msí como de la. dificulad para de aproximaciones acept21bles a la misma, puede encontrarse en Ruíz ( 1991 ), con referencias.

Dependiente, entre otras va.riables, de la vegetación, del clima, del suelo, de la cuhunL. " Por ejemplo: morfológico, químico, estratigráfico, etc ... O incluso utilizando varios de eHos,

pew sin un21 clara rebción con el comexto objeto de estudio.

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Edafologia y Palinologia: aplicacion ai estudio de yacimientos al aire libre en Galicia

457

últimas, cabe establecer dos grupos: i) cuestiones concernientes a lia interpre~ tación de los datos de la disciplina o\e que se trate y por tanto a la información que se ofrece al arqueólogo; ii) que interesan a la cmnprensión de los procesos y a sus consecuencias para el arqueo­lógico.

En ocasiones se han empleado comparaciones morfológicas entre horizon­tes de suelo estratos sedimentarios - color, facies ... - para, a modo de extrapolación, correlacionar yacimi.entos. En estas casos, cuando lia compara­ción no se base en ningún otro da~o positivo que apoye tal simHii:ud, debe extremarse Ia cuatela ya que diferentes condiciones de partida o génesis pueden dar origen a niveks de morfologia similar. O bien, condiciones similares de materiali de partida y pueden generar suelos deli mismo tipo, pero pertenecientes a ciclos edáficos diferentes y, por !anto, de desiguali significado

A veces la controversi.a en la interpretación puede derivar del empleo de Hmites absolutos para cienas variables - fósforo, materia orgánlica, - presumiendo que determinados valores son indicio de una actividad amró­pica, sin tomar en consideración su variabHidad natural de unos medios a otros12•

Una acütud más razonable es la de examinar las tasas relaítivas o la variación relativa para un mismo depósito, en rdadón a otros de natmakza similar en su entorno.

Contrariamente a lo dicho para los horizontes A, H u O, el comtenido poHnico de horizontes C, formados por la aheración directa de lia roca y en condiciones subsuperficiales debe considerarse siempre alóctono; estando su presencia ligada a procesos de migración de materia orgánica desde los hori­zontes superiores o a remociones de la secuencia. Los espectros poHnicos de estos niveles no siguen pues una dist:ri.bución secuencial, debiendo ser recha­zados en las interpretaciones paleoambiemales.

Por lo que respecta a los horizontes que, de acuerdo con las dasi.fica­ciones de suelo13, deben ser idenüfitcados como C, así como a los del tipo JB,

12 Precisamente, la incorrecta aplicación de estudios químicos a los yacimiemos, pese a que cuentan con una larga experiencia y con estudios críticos, entre otros Combes (1870), Arrhénius (1932), Tensorer (1970, 1981), Eidt (1985), Moinereau (1977), Brandt (1986), es causa de la fuerte contestación que de hecho encuentran este tipo de análisis en la Arqueología.

13 Nos referimos a horizontes que debido a su escaso contenido en materia orgánica, no cumplen las pwpi.edades exigidas por las clasificaciones de suelos plllra ser considerados como horizontes A.

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458 linlonio Martinez Coríizas, Pablo Ramil Rego, César L/ana Rodriguez

cabe recordar que la utilizaciôn de muestras proceden­tes de estos en las reconstrucciones paleoambientales, exige tm cuidadoso estudlo tanto de ias camctedstlicas como de las varia­ciones cuant.iltativas y pOírcentuales de los diferentes microrrestos esporas,

fragmentos de cru-bón, el:c.). Dentro de un meramente cabe Hamar Ia atenci.ón sobre

pr,es(~m;m en los diagramas de taxones incogmentes con el contexto <vvuaJ~><,l.'-U o cultural en que se

muchas esl:as iderraificaciones pasan y, en consecuen-son incorrec~amente valoradas en la lectLua de! Un de exotismo lo ilustra la, presencia de e~emen~os

como Eucalyptus o cuya en Europa es pos~eri.or all XVII, en espectros atribuídos a lia Cultura Castrena o incluso más

Como taxones exóticos paleoambientales, puede considerarse la suprarrepresemación de

plantas características de ambiemes unas condiciones de elevada en comradicci.ón tamo con

las caxacfl:enísaicas fisiográficas del como, lo que es más um~e, cem su discrelta en el resto de los yacimientos y depósitos naímraies (lagunas, etc.)16• A l.Hil error en l:a determinaci.ón pol:ínica debe atril:mirse la presencia, en yacimiemos shuados en Ias regi.ones oceáni.cas dei NW penisu1ar, de ci.ertos i.axones de distribución medlitenánea17 o única~

mente extendidos en áreas de aha moní:afta18 (Piri.neos, Picos de Europa, '"''"'"'"'"'

Un ejennplo de i.ncoherencia de:dvado de nos para ámbii:os cmnol.ógkos ccHJ.cretos, en Ia de uraa serie de ciones cuhuranes a un taxón o a un gmpo de eHos. Como

la ndentificadón como cereal dei de ciertas puede por efecao de hibrkJadón o de varli<JJ.ci.ón tipo poHnico I961; Van Zeist et 1975; O'Cmrmen,

Cuando tal acaece en momen1os claramente preagr.ícolas o agrícolas, esa

Buena plilrte de esos taxones exóticos couesponden a contaminaciones ya en el muesueo o durante s12 en el bboratmio, ya originad21s por procesos de biowrln1ción, migración de materim orgánica, remociones cleli depósito, etc'".

15 Por ejemplo, Isoetes, Lycopodium, Juncaceae, Nyn1.phaceae, Myriophyllum'". 16 Dichas determinaciones deben ser consülerl!das eJITÓnel!s, ya que, probablemente, tales mi.cronrestos

se couespondlen con estmc~uras de rresistencia de algas que, por sirnilitml morfológica, !um sido identificadas como esporas o granos dle poleno

Como, por ejemplo, Buxus o Acanthus. '" E3 el CSlSO, p<n de Gvossulariaceae. 19 Por ejemplo, Hordeum, Glycerya o Lygeum.

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Edafologia y Palinologia: aplicacion al esludio de yacimientos al air-e libre en Galicill!

459

confusió11n se obvia fácHmente, sin embargo cmmdo se trabaja en âmbitos de incipiente actividlad agrícola o en las inmediaciones de Ra adopdón de tales prácticas, incorrectas valoraci.oll1les e imerpretaciones dle este tipo pueden origi­nar problemas. Así, por ejempl.o, en alguna de las reconstrucciones realizadas para el Holoceno en GaHcia, se argumenta la presencia de polen de tipo cereal en e! yacimiento dle O Reiro (Vázquez, 1988, 1991)20 para adscribido al Neo­lítico, con una agricultura de rozas (Saá, 1985), sill1 reflexionar acerca de la contradicción que eHo produce tanto con las evidencias arqueológitcas21 (RamH Soneira, 1973), como carpoliógicas (RamH, l992b), o eli1lla oposicióli1l manifiesta coli1l la cmnología22 existente para el inicio de la agricultura en la Península Kbérka (RamH 1992).

Por último, debe Bamarse la atención sobre la presencia conünua de Fa­gopyrum a lo largo de toda lia secuencia de un yacimiento castrefío deli NW. Tai determinación debe considerarse dudosa, dado que ia distri!oución natural de las dos especies de este género reconocidas en Europa23 se restringe al extremo orientaF4, no habiéndose documentado tales taxones en ei resto de Ros diagra­mas del NW peninsular ni tampoco en !os anáHsis paleocarpológicos de la Península (Buxo, 1990; RamH, 1992, 1992b).

Aún cuando los aspectos citados pueden constituir una fueme equívoca a la hora de reconstruir los procesos tanto de formación de los depósitos, como de los posH!eposl.cionalies que han afectado aJ registro arqueológico, nos refe­riremos ahora a tres de especial reievancia: edafogénesis, morfogénesis y actividad llu.ilmana directa sobre los depósitos. Es importante destacar que el primero de esos procesos no modifica el registro arqueológico sinó las propi.edades deli depósito en qa1e se halla, mientras que los otros dos conHev:an, frecuentemente, modificadones en la dis~ribución espacial, pérdida de registro, etc.

Desde el punto de vista edafogenétitco, es necesario recordar que la for­mación dle un suelo, o la edafización de un depósito incluyendo evidencias

20 A!lemás, en es~e yacimiento los taxones identificados como Cerellllia habrían aparecido en "~<rn nivel superrior" al que contiene b indus~ria lítica [cfr. (Torras et ai, 1988; Vázquez, 1991)].

21 En este yacimiento se ha documentl!dO un Nivel Arqueológico MesoHúco (Ramil Soneira, 1973).

22 Para el yacimiento de O Reiro se dispone de una dmtación 14C 6.590 ±70 BP (Vázquez, 1988, 1991; Femández, Ramil, en prensa).

23 Fagopyri!Jm esculentum Moench y F. tatawicum (L.) Gaertner. "" Habrian sido in~rodlucidas anüguamente en diversas regiones del SW de Europa, incluída lm

Penímula Ibérica, como plall1lias forrmjeras o sucedáneas de los cereales (trigo sarraceno).

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460 Antonio Martinez Cortizas, Pablo Ramii Rego, César Llana Rodriguez

una estabilidad mamenida de la de

das---. Ahora no todas las t.endencias "~'C'''"'.""H'· ni. ei mismo proceso progresa veloddad en

J:odos los 199 Asf: un horizonte A de suelo tarda menos en formarse que tm B y un E de naturaleza cámbica menos que un intenso y diferenciar

col.uviones

otros,

en las condiciones

ser muy

etc, bastarían 3.000-4.000 anos progresar lentamente en otros - seria el caso, entre

Por tanto, han de reconocerse medida afectan a Ia

en los suelos y Ena disconünuidad

más o Esta discontinuidad

conteni.do en el espesor de ~melo que variable en cada caso y difícil de a

la identificación de la estmctm:a de un cuya esté constituída por nn suelo resuha fundamental cono-

cer tanto Ios ciclos edáficos vinculaciones enrrre hor:izmaes y ci.dos26 • Pues no es descartable que entre dos ciclos en

más

ubicados mm a conti.nuación del otro, se deba establecer un de una solución de comimüdad enrrre cidos de for­

no se habrfan sucedido inmediatamente suponer el

no es indiferente a e:sos pmcesos, ocur~

uueríxCJies no a. akanzar Ia que d que sea afectado local­

o que sea

25 Marcado por feitlÓmenos diversos ya comentados [v. (Llam, !990, 1992; Llana et al, 1993, en p:rensa 1 ~Aartínez, 1990; l\1artínez et ai, en prensa)].

26 De igual rnodo, resulta imprescindible estimar el impacto de los procesos de desm~.ntelación de suelo~ en horizontes y ciclos documentados en un yacüniento dado.

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afectado con

Edafologia y Palinologia: aplicacion ai estudio de yacimienlos al aire iibre en Galicia

por el proceso erosivo27

461

Por tanto, es necesario evaluar con la naturaleza de las discmntinuidades, contex­tualizarias con las condiciones cHmáti.cas, de vegeudón y de actividad humana que las podido generar, para obtener una medida de su arqueológica,

Resulta entonces que la de lia Edafología y la PaHnología resul-tan imprescindibles para reconocer la estratigrafía de un yacimiento al aire Hbre con secll!enci.a edáfica y, por eUo, para acceder al contexto en que se insena cada nivel arqueológico, La consecuc.ión de esos objetivos pasa por insert.u el perfH de cada yacimieni:o en la serie edafogenética del área,

Aspecí:o éste al que no escapan yacimiemos cuya estratigrafia es en parte un suelo "na~ural" y en antrópica, como es el caso, por ejemplo, de las estructuras funerari.as túmulo megaHüco. Aquí, las modif.icaciones en la secuencia y en las propiedades deli depósito, derivadas de lia construcción de lias mismas, oblligan a ser prudentes a la hora de proponer cronologias para su constmcción o sugerir las condiciones paleoambientales sincrónicas a eHa. De hecho, la única información aprovechable es la dada por secuerncias enter­radas, para las cuales, a su vez, no son descanables truncamientos, remociones y/o adiciones a techo28 ligadas al proceso constructivo, Alteraciones que pueden dificultar la conservación o, en su caso, la individuaHzación de! tramo contemporâneo de la· construcción del monumemo29 , Deficiente conocimiento estratigráfico que, por razones de similar orden, debe llevamos a tomar con prevención la información - ambiental, - que propor­c.ionar los carbones dispersos que no es infrecuente encontrar en el túmulo o en su base.

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20 A este respecto, consúltense los trabajos de Madeira y Medina (1981) y Calvo de Anta et al (1983), entre otros.

29 Desde luego, ello difícilmente puede solventarse sin la correspondiente correbción cm1 la secuencia edafogenética del entomo,

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