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XI Congreso Argentino de Antropología Social, Rosario, 2014.
Reconfiguracionessocioproductivas y trabajoinfantil. El caso del territoriode Florencio Varela.
Garcia, Daniela, Menegaz, Adriana y Edgardo,González.
Cita:Garcia, Daniela, Menegaz, Adriana y Edgardo, González (2014).Reconfiguraciones socioproductivas y trabajo infantil. El caso delterritorio de Florencio Varela. XI Congreso Argentino de AntropologíaSocial, Rosario.
Dirección estable: https://www.aacademica.org/000-081/1343
Acta Académica es un proyecto académico sin fines de lucro enmarcado en la iniciativa de accesoabierto. Acta Académica fue creado para facilitar a investigadores de todo el mundo el compartir suproducción académica. Para crear un perfil gratuitamente o acceder a otros trabajos visite:https://www.aacademica.org.
– XI Congreso Argentino de Antropología Social – Facultad de Humanidades y Artes – UNR – Rosario, Argentina
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XI Congreso Argentino de Antropología Social
Rosario, 23 al 26 de Julio de 2014
GRUPO DE TRABAJO
GT62-RURALIDAD Y GLOBALIZACIÓN EN LA REGIÓN DEL MERCOSUR:
ACTORES Y TERRITORIOS INTERPELADOS FRENTE A LA EXPANSIÓN DEL
MODELO DEL AGRIBUSINESS
TÍTULO DE TRABAJO
Reconfiguraciones socio-productivas y trabajo infantil. El caso del territorio de
Florencio Varela.
Nombre y apellido. Institución de pertenencia.
García Daniela y Adriana Menegaz
Universidad Nacional Arturo Jauretche
– XI Congreso Argentino de Antropología Social – Facultad de Humanidades y Artes – UNR – Rosario, Argentina
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Resúmen
En las últimas décadas y en el contexto de internacionalización de los procesos
productivos en Latinoamérica, el cinturón florihortícola de Florencio Varela-
(AMBA) sufrió profundos cambios en su constitución poblacional, siendo uno de
los focos de arraigo de migrantes nacionales y de países limítrofes en particular
Bolivia. Este proceso de migración se inscribe dentro de una reconfiguración de la
economía del sector, asociada a la transformación de los modos de producción, la
redistribución y reutilización de la tierra cultivada y la intensificación de un modelo
agroproductivo orientado al mercado de consumo que incorpora para sostenerse
el trabajo infantil dentro de una compleja trama social y económica que lo valida y
lo naturaliza. Dentro del abanico de situaciones en las cuales se encuentran
vulnerados los derechos de estos niños, niñas y jóvenes, abordamos en este
trabajo en particular, el análisis de las consecuencias para su salud derivadas de
su participación en diversas actividades en las unidades productivas,
especialmente en relacion al uso de agrotoxicos. A partir de los discursos de los
niñas/os caracterizamos saberes, prácticas y tecnologías que ellos y sus familias
ponen en juego en la inserción dentro un modelo productivo en transformación,
donde coexisten diversidad de sentidos que se reproducen, yuxtaponen y
reinterpretan. Finalmente la caracterización de las problemáticas territoriales nos
permitió resignificar el trabajo infantil, la intoxicación por agrotóxicos y las prácticas
que sostienen la producción para comprenderlas integrándolas a una escala mas
amplia y visibilizar el impacto socio ambiental que la intensificación de la
producción tiene en el área aportando elementos a la gestión de alternativas
territoriales en contextos locales.
– XI Congreso Argentino de Antropología Social – Facultad de Humanidades y Artes – UNR – Rosario, Argentina
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La dimensión del problema
Una característica distintiva de Florencio Varela es que el 65% de su territorio esta
constituido por zonas rurales destinadas históricamente a la producción de frutas,
hortalizas y flores formando parte del cinturón productivo del Área Metropolitana
de Buenos Aires.
En éste cinturón se produjeron profundos cambios en su constitución poblacional a
partir de mediados de los años setenta y ochenta, siendo uno de los focos de
arraigo de migrantes nacionales y de países limítrofes, en particular de Bolivia.
La instalación de los inmigrantes bolivianos se inició en el partido de Escobar, en
el eje norte, conformándose desde allí un núcleo de difusión hacia el resto del área
metropolitana. En los últimos 25 años, la migración boliviana ha dotado de una
impronta territorial particular al partido de Florencio Varela siendo el segundo
municipio con mayor porcentaje de trabajadores este origen por unidad productiva
(Benencia y Quaranta, 2005; Rivas, 2010; Matías García 2010 y 2011). Es
característico que esta migración se sostiene en el tiempo e incluye a grupos
familiares completos, que incorpora a la familia extensa en oleadas sucesivas de
movilidad.
Los migrantes bolivianos encuentran en la zona un área que, si bien ofrece
oportunidades de movilidad económica, está atravesada por diversos modelos de
inserción laboral, tenencia de la tierra y formas de producción.
El acceso a la tierra como recurso para la producción adquiere múltiples
expresiones, en general fuera de los marcos legales, configurando una particular
complejidad para la radicación de estas comunidades. La figura de mediería
(forma precapitalista de producción agrícola) es un eufemismo que se utiliza para
explicar innumerables arreglos entre el dueño de la tierra y quienes aportan la
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mano de obra para los cultivos, por fuera de los marcos legales establecidos. Los
contratos, no escritos, contemplan usualmente que el titular de la tierra aporte los
insumos y se encargue de la venta de lo producido, recibiendo el trabajador, tanto
inmigrante como local, no la mitad de la ganancia como la denominación mediería
pareciera indicar, sino un porcentaje variable que resulta del descuento de gastos
del mes en comida, de los insumos, del transporte y las comisiones de la
comercialización (Boy 2006). El contrato de mediería permite el acceso a una
porción de tierra productiva, en el cual se establece la unidad de vivienda para la
familia completa: esposa e hijos que participan en las tareas laborales. En
aquellos casos en los cuales las familias bolivianas son arrendatarios, las
condiciones de alquiler de los campos muchas veces también se dan por fuera de
los marcos legales, que siguen dejando en desventaja a los productores con
contratos temporales de arrendamiento de hasta un año, cortos en términos de
producción hortiflorícola (Menegaz y García 2013).
En este contexto de informalidad, precariedad y mediería dominante se dan una
serie de vulneraciones sociales que ubican a la producción dentro de una de las
peores formas de trabajo: falta de seguridad social y de garantías agravadas por la
condición de migrantes, riesgos para la salud vinculados a prácticas agrícolas, así
como los riesgos derivados de las instalaciones junto a los cultivos de las
viviendas precarias.
En la última década, la profundización del modelo de producción intensivo
hortícola, con excesivo uso de agroquímicos y incrementa las variables de impacto
sobre la salud-
En este contexto social y productivo insustentable, el trabajo infantil y los niños/as
en situación de trabajo forma parte de una compleja trama social y económica que
lo valida y lo naturaliza. Esta naturalización en el seno de las comunidades
boliviana, y dentro de un modelo de agricultura familiar, llega a ser interpretado
desde un rol socializador. Sin embargo, según queda evidenciado en
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investigaciones sobre el trabajo infantil en Argentina, este rol “socializador”,
enclavado en un contexto de migración, marginación y trabajo para una
producción de mercado -y no de agricultura familiar- se transforma en una
herramienta que acentúa las desigualdades y reviste formas de explotación y
esclavitud.
En estudios recientes en Florencio Varela realizados por la Comisión Provincial
para la Erradicación del trabajo Infantil se identificaron áreas críticas
corroborándose que el 85% de los chicos encuestados de 10 y 11 años trabajan
en las quintas dentro de una modalidad que “tanto por la naturaleza de las
actividades como por las condiciones en las que se realizan, se encuadra dentro
de las peores formas de trabajo infantil” (COPETRI- UNICEF, 2012). Algunos de
los problemas que se pudieron visualizar en este estudio, son:
-La actividad frutihortiflorícola (ffh) de Florencio Varela incluye casi en su totalidad
mano de obra infantil y/o niños/as en situación de trabajo.
-Los niños y niñas comienzan a trabajar desde muy pequeños, alrededor de los 5
años, en jornadas extensas (comienzan a las 5 de la mañana y se extienden hasta
la tarde, interrumpiendo el trabajo sólo para concurrir a la escuela)
-trabajan la totalidad de los días de la semana y estaciones del año, sometidos a
condiciones climáticas extremas.
-Están además expuestos a intoxicaciones por plaguicidas.
-Las niñas además asumen las labores domésticas y el cuidado de sus hermanos
menores.
-Las viviendas, muchas de ellas precarias, se encuentran localizadas dentro de las
quintas, por lo que sus habitantes están expuestos en forma permanente a los
componentes químicos utilizados en las plantaciones.
En este contexto, entre las principales consecuencias para la salud se destacan:
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-Intoxicaciones por plaguicidas, al recoger cosechas sin respetar el período de
reingreso o por realizar ellos mismos las fumigaciones.
-Problemas respiratorios debido al polvo o dermatológicos por causa del manejo
de hojas cortantes y abrasivas.
-Lesiones en miembros en crecimiento por las tensiones repetitivas y levantar de
manera frecuente cargas pesadas, desproporcionadas o difíciles de manejar.
-Limitaciones en el desarrollo psico-afectivo y cognitivo por ausencia de juego y
descanso.
-Exposición en forma permanente a los componentes químicos utilizados en las
plantaciones.
Ante esta problemática, se diseñó un proyecto de carácter intersectorial con miras
a la elaboración de una estrategia integral para erradicación del trabajo infantil en
el marco del Proyecto de cooperación entre Unicef y COPRETI de la Provincia de
Buenos Aires “Construyendo Territorios sin Trabajo Infantil: herramientas para la
gestión compartida de Estrategias Integrales con enfoque de Desarrollo Local”. Su
implementación en Florencio Varela desde julio de 2011 implico la conformación
de una Mesa Local de Gestión Compartida, integrada por representantes del
Municipio, sistema educativo, asociaciones de productores, organizaciones
sociales, Ministerio de Trabajo y Asuntos Agrarios de la Provincia de Buenos
Aires, COPRETI, UNICEF y dentro del cual participa la Universidad Nacional
Arturo Jauretche (UNAJ).
La participación de la UNAJ implicó la conformación de un grupo interdisciplinar de
docentes y estudiantes de diversas carreras que en un trabajo de investigación
acción comenzó a identificar y caracterizar a través de un diagnóstico participativo,
los riesgos socio ambientales en relación al uso y manipulación de agroquímicos
en el sector productivo con miras a retirar los niños y niñas de las zonas/
actividades tipificadas de alto riesgo acompañando el desarrollo e instrumentación
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de políticas públicas destinadas a la erradicación del trabajo infantil y la ampliación
de los derechos de los niños/as.
La reconstrucción meta-analítica de la experiencia y su sistematización permitió
recuperar aspectos hasta el momento soslayados en torno a la salud socio-
ambiental y las condiciones de vida de los niños en el cinturón productivo.
El análisis de los discursos de los niños y niñas y los registros elaborados nos
permitieron visualizar e identificar diversos emergentes desde la complejidad de la
trama en la que están inmersos.
La metodología como estrategia de intervención política.
Nos propusimos como horizonte gestar escenarios de articulación del saber
popular y el saber académico que aportaran a visibilizar y desnaturalizar el trabajo
infantil, el uso de agrotóxicos y su impacto sobre la salud profundizando y
complejizando las lecturas desde lo político, lo económico, lo cultural y lo
ecológico con miras a construir colaborativamente alternativas de cambio
sustentables y gestión intersectorial.
Por ello la estrategia metodológica seleccionada tiene como propósito no sólo
describir la realidad social, sino seleccionar aquellos conocimientos que permitan
comprenderla para intervenir activa y conscientemente desde su propio interior.
Consideramos que en una propuesta metodológica deben ponerse en juego, entre
otros aspectos, su intencionalidad política, la tensión de intereses y necesidades
de los sectores sociales involucrados y, las diversas formas en que éstos conocen,
comprenden, problematizan y accionan sobre la realidad. De allí, resulta relevante
el análisis de las prácticas productivas y fundamentalmente de las
representaciones sociales respecto de las mismas, concebidas como
producciones sociales insertas históricamente, originadas en un proceso de
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construcción social e individual. Reconocer su carácter de construcción social,
implica resaltar su posibilidad de transformación por los sujetos que las realizan.
La propuesta de trabajo implicó la participación colaborativa de diferentes actores
en ciclos sucesivos de indagación/acción, orientados a la explicitación de los
saberes previos, ideas, prácticas y representaciones de los participantes a través
de la construcción participativa de mapas de Riesgo.
El Mapa de Riesgos constituye una herramienta que permitiré recuperar
colectivamente a los diferentes actores intervinientes mediante diversas técnicas
participativas tales como talleres, entrevistas en profundidad, historias de vida
saberes, percepciones y representaciones sobre sus prácticas así como los
condicionantes de riesgos presentes en al ámbito donde desarrollan las
actividades productivas. Aaplicados a la indagación sobre el uso y manipulación
de agroquímicos en las unidades productivas, nos permite identificar, localizar y
representar en forma gráfica múltiples variables caracterizando situaciones de
vulnerabilidad, para los diferentes actores..
Para profundizar el análisis de la percepción social del riesgo en torno al uso y
manipulación de agroquímicos, según las prácticas e imaginarios de diversos
actores: niños/as, jóvenes y adultos utilizamos el concepto de representación
social-.
Siguiendo a Jodelet (1986), comprendemos a las representaciones sociales como
imágenes no especulares que implican una relación sujeto-objeto, cargadas de
valores y sentidos generados en el seno de distintos grupos sociales. Estas,
condensan significados y se constituyen en sistemas de referencia que nos
permiten interpretar y clasificar circunstancias, fenómenos, individuos con los que
interactuamos. Desde una perspectiva sociológica, el análisis de las
representaciones, nos permite considerar principalmente, las relaciones de poder
entre grupos sociales que operan en torno a la estructuración de esquemas
mentales. Según algunas corrientes sociológicas, la actividad representativa se
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basa en la reproducción de esquemas de pensamiento socialmente establecidos y
en visiones estructuradas por ideologías dominantes (Jodelet, 1986).
Para Bourdieu (1991), las representaciones se estructuran a través de un habitus,
al cual define como sistemas de disposiciones para actuar, percibir, valorar, sentir
y pensar de una cierta manera más que de otra. Estas disposiciones durables y
transferibles, interiorizadas por el individuo en el curso de su historia, pueden
expresarse en términos de lo pensable y lo no pensable, lo que es para nosotros y
lo que no lo es, lo posible y lo no posible.
Finalmente desde el campo de la epidemiología crítica, asumimos trabajar desde
la perspectiva de los propios actores, visibilizar sus representaciones y explicitar la
trama de significados subyacentes posibilita comprender los múltiples elementos
que configuran y que operan la práctica productiva florifrutihortícola local,
ofreciendo así la posibilidad de construir alternativas transformadoras de los
condicionantes socio-económicos y culturales en su contexto de su acción.
Los datos fueron relevados mediante diferentes instrumentos diseñados
específicamente: entrevistas, mapeos, registros fotográficos y talleres con adultos
y niños permitiendo hacer lecturas contextualizadas e integradoras.
La reconstrucción metaanalitica de la experiencia y su sistematización permitió
recuperar aspectos que dan cuenta de los aportes que la investigación- acción
participativa posibilita en la construcción participativa del conocimiento territorial.
Primeros emergentes y caracterización participativa
El análisis profundo de los registros posibilitó interpretar y asignar sentido a la
información donde se manifiestan supuestos en torno al trabajo infantil y a los
modos de producción, roles, problemáticas de género, diversidad de prácticas
productivas, distribución del poder. Así podemos reconocer como, en esta
compleja trama coexisten diversas prácticas, saberes y sentidos en torno a la
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producción florifrutihortícola que se reproducen, yuxtaponen y reinterpretan, y
donde la mano de obra infantil se convierte en un eslabón imprescindible para
sostener la producción.
El trabajo territorial permitió relevar rasgos que aportan a la caracterización de las
condiciones socio-ambientales de vida en las unidades productivas. Según la
OIT1, una unidad productiva de estructura familiar “es aquella en que la dirección
es ejercida por un individuo directamente vinculado a las actividades de
producción, y la fuerza de trabajo familiar es más numerosa que la fuerza de
trabajo contratada regularmente”. En la zona de estudio, hemos encontrado que la
unidad domestica y la unidad productiva están integradas, es decir, el productor
vive en el lugar que produce. Si bien la producción está destinada a su
comercialización a nivel de mercado, la fuerza de trabajo predominante o única es
la familiar.
Específicamente, en la zona de La Capilla, pudimos identificar una diversidad de
tipos y modos de producción. En las quintas visitadas, encontramos coexistiendo
dentro de una misma unidad, la producción de hortalizas y frutillas. El cultivo de
flores, si bien suele practicarse predominantemente por separado, en algunos
establecimientos converge con la producción de hortalizas. Así mismo, las
modalidades de cultivo y cuidados asociados difieren. Mientras que algunos
productores practican modalidades predominantemente intensivas, por ejemplo
con plantaciones de hortalizas bajo invernadero o de frutilla bajo cubierta en surco,
otros cuentan con cultivos a campo abierto, coexistiendo en algunos casos ambas
modalidades en la misma unidad productiva.
1 OIT – IPEC Metodología de investigación sobre condiciones y medio ambiente del trabajo infantil en la
agricultura. San José, Costa Rica, Oficina Internacional del Trabajo, 2004.
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Las prácticas de cuidado de los cultivos incluyen en su gran mayoría la aplicación
de fitosanitarios agroindustriales y en menor proporción el tratamiento mediante
productos orgánicos.
Esta diversidad de formas de producir, además de requerir diferentes
conocimientos técnicos, está fuertemente condicionada por las posibilidades
económicas de cada familia. Los insumos que aportan a asegurar la producción
final, requieren una inversión material sostenida, que las familias priorizan frente a
las mejoras de las condiciones de vivienda doméstica.
En la gran mayoría de los casos, los horticultores no son dueños de la tierra. Los
contratos de alquiler son anuales incrementando la precariedad de las condiciones
de vida y de producción.
Las entrevistas realizadas a los productores nos permitieron identificar a su vez
diferentes modos de afrontar esta problemática implicando diferentes formas de
organización del trabajo y distribución del poder. Pudimos encontrar que algunos
mantienen una relación jerárquica vertical, en la cual el poder y el capital se
concentran en los migrantes mas antiguos respecto de los recién llegados dentro
de un grupo familiar ampliado. En las entrevistas pudimos constatar ésta
jerarquización que da cuenta de la coloquialmente denominada “escalera
boliviana”. En otros casos encontramos tramas mas colaborativas, en las que se
plantean formas cooperativas de obtención de insumos para la mejora de la
producción.
El trabajo en territorio permitió a su vez visibilizar aspectos vinculados al rol de la
mujer y distribución del poder en torno al trabajo al interior de las familias: la
sumisión de la mujer se manifiesta tanto en el lugar que ocupa como interlocutora
en entrevistas donde hay hombres, como en la posibilidad de figurar como la
responsable a cargo de líneas de crédito para apoyo al sector. Encontramos a
mujeres trabajando a la par de los hombres y en muchos casos acompañadas de
los niños mas pequeños (bebes y deambuladores).
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Como emerge tanto de los registros de observación como de las voces de los
propios actores en las actividades ffh, particularmente las relacionadas con el
mantenimiento de los cultivos, se hace necesario intervenir sostenidamente en el
desbrozamiento, retiro manual de malezas y aplicación de agroquímicos lo que
supone mayor mano de obra que los productores locales atravesados por los
condicionantes materiales descriptos, no pueden contratar.
En torno a las representaciones sobre trabajo infantil desde la perspectiva de los
propios actores encontramos contradicción en el discurso de las madres. Por un
lado, se afirma que los niños no trabajan y se describe la participación en la
producción como “colaboración” o “ayuda”. En los discursos de las madres, se
subraya que es poco tiempo el que le dedican a ese trabajo, que asisten a la
escuela. Sin embargo, estos discursos que re describen la actividad de los niños
acotándola y validándola, confrontan con la práctica que observamos
reiteradamente de retiro de los niños de las actividades cuando llegamos a las
unidades productivas. En este sentido parece tratarse de un discurso de
compromiso, las madres saben que “no es correcto” que los niños trabajen; se
retira a los niños del lugar de trabajo.
Así mismo en el discurso de los niños y niñas, aparece la referencia a las
actividades que realizan a manera de “trabajo” dentro de la unidad productiva: “yo
me levanto a las 6 de la mañana para ir a trabajar, frío hace, con mi mamá voy… a
veces hacemos perejil y acelga o a veces espinaca…” “cocino, lavo los platos,
barro, hago las camas y después voy a trabajar…” “yo me levanto a veces a las 7
o las 8, limpio, después me voy a trabajar...Hoy estuve sacando las plantas de
tomate de las cañas. Vuelvo a mi casa a las 11 como algo y me vengo a la
escuela. Cuando vuelvo tengo que limpiar mi casa y limpio todo, cocina mi mamá
y comemos y nos vamos a dormir y al día siguiente de nuevo lo mismo….”
En numerosos casos se hace referencia a que reciben una paga semanal por
parte de sus padres. Sin embargo esta paga no es interpretada como salario
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porque ellos mismos se nombran como dueños y como propietarios. Como lo
evidencia uno de los discursos de los adolescentes entrevistados, cuando
preguntamos respecto del monto recibido y para que lo utilizaban, la respuesta fue
“es solo para la salida del sábado, para que me van a dar más, si es mío”.
A través de las observaciones realizadas y de las entrevistas, se pudo constatar
que los niñxs y jóvenes trabajan en todas las actividades de la unidad productiva:
desmalezamiento, fumigación, corte de flores, recolección de frutillas, riego, entre
otras.
Respecto de la aplicación de agrotóxicos2, los niños y niñas y participan
activamente en todo el ciclo de aplicación de los mismos. Para cada caso han
podido detallar no sólo la finalidad de uso de cada producto químico, sino el ciclo
completo del producto, reconociendo una alta diversidad de prácticas para cada
momento (desde donde se adquiere o compra, donde se guarda y almacena,
diferentes modos de preparación, aplicación, y disposición final de los envases).
De la diversidad de químicos presentados de uso en la zona, los niños y niñas han
identificado 18 formatos comerciales para control de malezas, insectos y hongos;
entre ellos, Glifoglex (Gleba); MIREX GLEZ (Gleba); Glex s (Gleba); Mancozeb
80%; Dustra; Hortal; Antex; Zineb Micro 80; Curyom 550k; Vertimec 1,8% EC;
Decis Forte 10 EC; Sencorex 48 (Bayer); Furadan 48 SC; CAPTAN 47,5;
(SARABIA); PARAQUAT 25 00% SA).
Se desprende de la sistematización realizada que los niños y niñas reconocen la
función específica de cada agrotóxico empleado, y al mismo tiempo su
peligrosidad y riesgos asociados a las diferentes fases de uso.
2 Cabe aclarar que utilizamos de manera intencional el término “agrotóxico”. Entendemos que los agroquímicos
fungicidas, herbicidas e insecticidas son tóxicos desde su origen ya que han sido diseñados como biocidas con objeto de
matar, interrumpir el crecimiento o limitar el desarrollo de seres vivos, siendo además muchas veces no selectivos al
cumplir su función, ocasionando efectos no deseados sobre el agua, el suelo, el aire, otros organismos, alimentos y los
seres humanos. No siempre permanecen donde fueron aplicados pudiendo esparcirse a través del viento y el agua.
Algunos son persistentes y pueden permanecer largos períodos en los ecosistemas, acumulándose en los tejidos de la
mayoría de los organismos vivos.
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De los registros de los coordinadores grupales de las actividades realizadas con
formato Taller en una escuela de la zona, se rescata que “los niños/as no ignoran
la peligrosidad de esos productos. Ellos son guías de los padres para leer las
instrucciones”. “Los chicos cooperan mucho con los padres, le leen a los padres”
“ven como aplican los padres o hermanos”. Cuando se les preguntó al grupo de
niñxs: ¿Como sabían tanto de eso? Ellos dijeron que leían, por eso sabían el para
qué era destinado cada producto. Porque a veces los padres les piden que le lean
el prospecto.
Considerando esto, es llamativo que en la mayoría de los casos las descripciones
que hacen del producto tienen connotaciones “positivas” denominándolos como
“remedios” asociados a la “cura”, aceleración del crecimiento y fortalecimiento de
las plantas cultivadas. Destacamos esto ya que da cuenta de los imaginarios que
circulan sobre las potencialidades de estos productos, considerando que en la
actividad lúdica realizada a fin de que identifiquen productos, no hemos incluido
entre las imágenes presentadas ningún producto destinado a favorecer el
crecimiento como fertilizantes ni hormonas. Esto aparece en discursos tales como:
“esto fortalece la fruta, una vez que curas con esto la fruta se vuelve mas grande”
“Para hacer crecer las plantas” “para que crezcan más rápido” “para aumentar,
crecer la hoja de frutilla” “es para matar bichos y defender las raíces”.
Por otro lado, advierten efectos nocivos sobre la propia salud y los animales “es un
veneno muy fuerte, como es muy fuerte algunos perros mueren, los pájaros y los
gatos”.
En la instancia de aplicación se constata que si bien esta coordinada por adultos,
participan activamente los niños/as ya sea cargando ellos mismos la mochila y
aplicando o bien, acompañando al aplicador facilitando el proceso. Convergen
aquí, varias situaciones de peligro. De los registros de la puesta en común de los
trabajos grupales se desprende que la mayoría de las veces son los padres y
hermanos mayores quienes aplican con mochila y sin demasiada protección. Los
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niños y niñas ayudan durante esta etapa en situación de exposición. Por ejemplo
en el caso del la frutilla, que en la zona se cultiva en surco cubierto y requiere de
un mantenimiento continuo para poder asegurar el óptimo rendimiento, los niños
participan descorriendo el plástico protector o restableciéndolo una vez fumigadas.
Respecto de esta tarea mencionan que van varios metros por detrás de quien está
aplicando porque si no es muy fuerte el olor y les provoca mareos. Les ocurre con
frecuencia que le lagrimean los ojos o se marean; ante esta situación se alejan un
poco más regulando ellos mismos la distancia en función de los síntomas
corporales percibidos.
Respecto de la influencia de los agrotóxicos en el área en estudio, el INTA
(Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) viene sosteniendo un espacio de
trabajo con los productores rurales destinado a instalar las problemáticas
asociadas al uso de agroquímicos y recomendaciones sobre buenas prácticas. A
partir de esta experiencia, los especialistas del INTA sostienen que existe una
variedad de prácticas respecto de la manipulación de los agrotóxicos que
contradicen las indicaciones de los marbetes de los productos y que aumentan los
riesgos de intoxicación entre los que podemos mencionar el fraccionamiento de
productos y pérdida de la información sobre componentes y cuidados presentes
en las etiquetas industriales; recombinación de sustancias; trasvasamiento de los
sobrantes; reutilización de envases..En cuanto al conocimiento de los agrotóxicos
señalan al mismo tiempo que es frecuente que los productores no reconozcan la
diversidad de nombres comerciales de los productos y que suelen no identificar el
grado de toxicidad correspondiente a cada caso, desconociendo además los
periodos de carencia o de reingreso a los invernáculos después de aplicados los
productos.
En un trabajo reciente, Giordani y colaboradores (2012), presentaron los
resultados de una investigación que tuvo por objetivo evaluar aspectos clínicos y
epidemiológicos en la población de productores de este cinturón frutihorticola
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expuesta al impacto de los agroquimicos. Según los autores, “La población mostró
un variable conocimiento sobre el manejo de tóxicos, una alta prevalencia de
enfermedades atribuibles al contacto con agrotóxicos, serias dificultades al acceso
al sistema de salud, una baja tasa de consultas por dichos problemas y una baja
denuncia de enfermedades prevalentes que se puede atribuir al poco nivel de
consulta y seguimientos médicos”. De acuerdo a lo registrado en la entrevista con
el Dr Efrain Salvioli, Instructor de Residencia del Hospital Gonnet y coautor del
citado trabajo, los productores reconocen las afectaciones de los agro tóxicos
sobre la propia salud tales como intoxicaciones o afecciones en la piel pero no
acuden a centros de salud pues dicen no ser escuchados. Aporta a la complejidad
de de la atención primaría de la salud en este contexto, la falta de tipificación de
los síntomas por exposición a agro tóxicos, ya que varían ampliamente función de
los componentes químicos, combinaciones, y tiempo en los cuales los pacientes
has sido expuestos a los mismos, presentando convergencia con síntomas de
diversas enfermedades
Conclusiones y reflexiones finales
Trabajar desde las voces de los propios actores posibilitó interpretar y asignar
sentido a la información, donde se manifiestan supuestos en torno al trabajo
infantil y a los modos de producción, roles, problemáticas de género, diversidad de
prácticas productivas, distribución del poder. Específicamente permitió visualizar,
situar y caracterizar las problemáticas socio-ambientales de los niños, niñas y
jóvenes del cinturón hortiflorícola de Florencio Varela, haciendo una lectura desde
la complejidad de la trama en la que están inmersos, entre ellos:
1- la unidad productiva es un continuo con la doméstica por lo que las actividades
de la vida cotidiana se desarrollan en el contexto de producción ffh con las
implicancias que esto conlleva por ejemplo a estar expuestos a los agroquímicos,
aunque no se esté en situación de trabajo.
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2- Los niños/as y jóvenes son parte constituyente de la unidad de producción y se
asumen como parte de ésta encontrándose constantemente presentes e
involucrados en todas las actividades: desmalezamiento, fumigación, corte de
flores, recolección de frutillas, riego, entre otras, siendo muchas veces los
intérpretes letrados.
3- Esta extendida la noción de “trabajo infantil” entre los productores, por lo que se
cuidan frente a extraños de que las actividades que los chicos realizan no sean
leídas como tal.
4- En relación a los agrotóxicos, los niños y niñas y participan activamente en todo
el ciclo de aplicación. Para cada caso han podido detallar no sólo su finalidad,
sino el ciclo completo del producto, reconociendo una alta diversidad de prácticas
para cada momento (desde donde se adquiere o compra, donde se guarda y
almacena, diferentes modos de preparación, aplicación, y disposición final de los
envases).
5- Los niños/as poseen un amplio y detallado bagaje de conocimientos respecto
de los agrotóxicos tanto en formatos comerciales como en su función específica
en torno al control de malezas, insectos y hongos.
4- Si bien los niños/as reconocen la toxicidad y peligro de los agrotóxicos
empleados, esta noción coexiste con la representación de que es una “cura” un
“remedio”; la falta de prácticas preventivas durante su preparación y aplicación; la
reinterpretación, desde el sentido común, de las indicaciones de uso correcto y
cuidado dadas en el envase por los fabricantes
5- Los niñxs no visualizan como peligrosas algunas prácticas que lo son, tales
como las asociaciones y mezclas de diversos productos químicos; la preparación
de las aplicaciones con dilución arbitraria de las dosis; el depósito y guardado del
producto fuera de lo indicado por el fabricante; el guardado de la preparación
sobrante sin etiquetado indicativo de lo que es; el tratamiento dado a los envases
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vacíos (reutilización, enterramiento y quema); la preparación del producto en
espacios cerrados y sin la vestimenta de protección adecuada.
6- Queda en evidencia la pérdida y transformación de información del producto,
asociado a la compra- venta fragmentada sin el etiquetado correspondiente con
las instrucciones de uso, grado de dilución, etc; el trasvasamiento; la
reinterpretación del uso del producto a partir de la lectura de los chicos; la
reinterpretación a partir de que el comerciante u otro productor “el boca a boca” es
quien dice como diluir, para que sirve, con que mezclar, etc
7- Existe una yuxtaposición semántica: las diferentes lógicas de interpretación del
discurso técnico respecto de las prácticas de prevención que hacen que no sea
efectivo el modo en que los especialistas intervienen y que demuestra la necesaria
lectura desde el “otro” para que los procesos de comunicación sean significativos.
8- La falta de participación en el sistema de salud local puede leerse como una de
las manifestaciones de la falta de inserción social y de la falta de una construcción
intercultural que posibilite un diálogo genuino.
Visibilizar la compleja trama de relaciones políticas, económicas, culturales y
ecológicas en la que se inserta el modelo flori-fruti-horticola en Florencio Varela,
permite resignificar el trabajo infantil, la intoxicación por agrotóxicos y las prácticas
que sostienen la producción. El lugar de vulnerabilidad de los niños y niñas deja
así de interpretarse como “población en riesgo” y/o “expuesta a agrotóxicos”, para
comprenderse como el emergente de una trama mas compleja. Viven en
condiciones de “imposición” como integrantes de un grupo social que dentro del
modelo económico hegemónico insustentable y sujeto a él, no tiene posibilidades
de elección.
La identificación y explicitación cooperativa de los condicionantes en un proceso
dialéctico que incluye la solidaridad, el diálogo de saberes, el trabajo
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interdisciplinar, la valoración de la alteridad y el rescate de la memoria colectiva y
que busca en la praxis transformar la calidad de vida de la comunidad, posibilita
no solo visibilizar la problemática como emergente del modelo productivo
dominante sino la construcción de alternativas territoriales emancipadoras a partir
de la diversidad de miradas, prácticas, vivencias y formas de comprender, dar
sentido e intervenir en el mundo.
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