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E l viernes 5 de marzo hemos tenido una conferencia sobre la Sábana Santa, a cargo de María Teresa Rute, Delegada del Centro español de Sindonología y autora del libro “¿El rostro de Cristo?”, que recomendamos: un estudio científico y pormenorizado de todo lo que hasta el momento se ha estudiado acerca de este misterioso lienzo, en el que —por tan- tas pruebas históricas y científicas que lo ava- lan— hay que concluir que es la Santa Síndo- ne en la que fue envuelto el Cuerpo del Señor. Los estudios científicos —de paleontólogos, médicos, bioquímicos, hematólogos, físicos, historiadores, etc— no pretender decir “hemos demostrado que es la Sábana Santa”, pero aportan tal cantidad de datos coinciden- tes que el que los conoce concluye por sí mismo que ese lienzo es el que envolvió al Señor, y el hombre que aparece reflejado en ella es Cristo. Lo que la ciencia no sabe es cómo aparece reflejado el hombre de la sábana. Se sabe que no ha sido pintado, ni dibujado. La imagen es resistente a la luz, al calor, no tiene trazos de pintura alguna. Además la imagen está impre- sa sólo en la parte de la tela que estaba en contacto con el cuerpo del hombre que fue envuelto en ella, por la parte superior y la infe- rior del cuerpo. Pero los otros dos lados de la tela —los externos, tanto por arriba como por abajo del cuerpo— no tienen ni rastro de la imagen del hombre. ¿Fue una radiación fugaz lo que imprimió la imagen? Los hilos del lien- zo (la tela es lino puro, sin mezcla) aparecen como ligeramente “chamuscados”, como “oxidados” o degradados, como si esa supuesta radiación los hubiera afectado de esa manera, durante un breve instante de tiempo. Pero esto es un modo de decir, para intentar explicarlo. Si es el cuerpo de Cristo el envuelto en la tela, la resurrección del cuerpo del Señor fue, sin duda, la que motivó esa alteración del lien- zo y dejó impresa la imagen. Pero todo en un instante, porque la imagen es la de un hombre muerto, un cadáver que ha padecido lo inde- cible..., y de pronto resucita y la imagen que deja gravada es la del cadáver. Se sabe tam- bién que el mero contacto de un cuerpo 5 de marzo de 2016 Real Oratorio del Caballero de Gracia Conferencia sobre la Sábana Santa

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El viernes 5 de marzo hemos tenido unaconferencia sobre la Sábana Santa, a cargo

de María Teresa Rute, Delegada del Centroespañol de Sindonología y autora del libro “¿Elrostro de Cristo?”, que recomendamos: unestudio científico y pormenorizado de todo loque hasta el momento se ha estudiado acercade este misterioso lienzo, en el que —por tan-tas pruebas históricas y científicas que lo ava-lan— hay que concluir que es la Santa Síndo-ne en la que fue envuelto el Cuerpo del Señor.

Los estudios científicos —de paleontólogos,médicos, bioquímicos, hematólogos, físicos,historiadores, etc— no pretender decir“hemos demostrado que es la Sábana Santa”,pero aportan tal cantidad de datos coinciden-tes que el que los conoce concluye por símismo que ese lienzo es el que envolvió alSeñor, y el hombre que aparece reflejado enella es Cristo.

Lo que la ciencia no sabe es cómo aparecereflejado el hombre de la sábana. Se sabe queno ha sido pintado, ni dibujado. La imagen esresistente a la luz, al calor, no tiene trazos depintura alguna. Además la imagen está impre-sa sólo en la parte de la tela que estaba encontacto con el cuerpo del hombre que fueenvuelto en ella, por la parte superior y la infe-rior del cuerpo. Pero los otros dos lados de latela —los externos, tanto por arriba como porabajo del cuerpo— no tienen ni rastro de laimagen del hombre. ¿Fue una radiación fugazlo que imprimió la imagen? Los hilos del lien-zo (la tela es lino puro, sin mezcla) aparecen

como ligeramente “chamuscados”, como“oxidados” o degradados, como si esasupuesta radiación los hubiera afectado deesa manera, durante un breve instante detiempo. Pero esto es un modo de decir, paraintentar explicarlo.

Si es el cuerpo de Cristo el envuelto en latela, la resurrección del cuerpo del Señor fue,sin duda, la que motivó esa alteración del lien-zo y dejó impresa la imagen. Pero todo en uninstante, porque la imagen es la de un hombremuerto, un cadáver que ha padecido lo inde-cible..., y de pronto resucita y la imagen quedeja gravada es la del cadáver. Se sabe tam-bién que el mero contacto de un cuerpo

5 de marzo de 2016

Real Oratorio del Caballero de Gracia

Conferencia sobre la Sábana Santa

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muerto, y embalsamado, no puede producir laimpresión que vemos en la Sábana Santa. Sehan hecho muchos intentos de reproduciruna imagen semejante por diversos mediosartificiales y ninguno se puede comparar alhombre de la Síndone.

Recogemos aquí algunos datos sobre laSábana Santa, que publicamos en su día en el

boletín de la peregrinación a Turín en el 2010.Muchos de ellos y algunos otros fueronexpuestos con gran claridad y precisión pornuestra ilustre conferenciante, a la que agra-decemos mucho su intervención.

Historia del itinerario de la Sábana

La historia de la Síndone en los primerossiglos, como es lógico, no es conocida conlos detalles y la seguridad que tenemos enlos siglos posteriores. Incluso hay opinioneso pareceres diversos. Hasta el s. VI, las imá-genes sobre Cristo eran muy distintas entresí, y también con relación a las que se con-servan a partir de esa época. A partir del s. VIhay ya gran parecido en todas: rasgos comu-nes que, curiosamente, coinciden con laexpresión del rostro del “hombre de la Sín-done”.

Se piensa que la Sábana Santa —o Síndo-ne, si no quiere prejuzgarse que efectiva-mente se trate del lienzo que envolvió aNuestro Señor— hasta el s. VI estuvo perdi-da, es decir, en paradero desconocido, yreapareció en esa época en Edesa (hoy Urfa,en Turquía). Se ha dicho que posiblemente

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fue enviada allí siglos antes por uno de losprimeros cristianos, como reliquia del Señor,para que curara el rey de Edesa, enfermo delepra. Habría sido enviada doblada —o se con-servó así—, dejando visible sólo la cara, puesse consideraba intocable el Sudario.

Según algunos investigadores el rey deEdesa, Abgar V el Negro, era contemporáneode Nuestro Señor. Envió emisarios a buscar aJesús para que le curara de la lepra. Segúndatos que se aportan en algunos libros, elSeñor le habría hecho saber que le enviaría aun discípulo suyo. Abgar se curó de la lepra yse convirtieron él y todo su reino, de modoque Edesa habría sido la capital del primerreino cristiano de la historia. El lienzo habríallegado tiempo después de la Resurrección,traído por San Judas Tadeo, según la leyenda;según otros, habría sido un discípulo llamadoAday.

Para otros, los discípulos, tras la Resurrec-ción del Señor, habrían recogido la Sábana yla habrían guardado en Jerusalén hasta elasedio de Tito, el año 70. La guardarían ensecreto, porque las leyes judías impedían oprohibían tocar objetos que hubieran estadoen contacto con los muertos, bajo la pena deimpureza legal. Habría llegado a Bizancio trasla caída del Imperio romano de Occidente.

El lienzo, tras la apostasía de un sucesor deAbgar V, se escondería en las murallas de laciudad y, en el año 525, coincidiendo con lainvasión de los persas, se encontró, y seveneró hasta el año 944, en que tras una gue-rra fue arrebatado y llevado a Constantinopla,

pues los bizantinos eran muy amigos de lasreliquias y querían ese rostro “no hecho pormano de hombre”.

En Constantinopla permaneció hasta queen 1204, tras la IV Cruzada, los Templarios lallevaron a Francia. Se cree que debieron serellos porque en la casa madre de la orden,en Inglaterra, se encontró una pintura idénti-ca a la cara del “hombre de la Síndone”. EnConstantinopla ya se enseñaba el lienzo des-doblado, en la Basílica de Santa María Blan-querna.

Según otras fuentes, en 1208 era propie-dad del obispo de Besaçon, y se veneró en laCatedral de Saint-Étienne hasta 1349. Huboun incendio y desapareció. Ocho años des-pués está en manos del Conde Godofredo deCharny, donada por el rey Felipe V de Valois.Charny la depositó en la Colegiata de Lirey.

Tras diversos cambios de “dueños”, la viudade Humberto de la Roche, Margarita deCharny, la donó en 1452 a la esposa delDuque de Saboya, Ana de Lusignan, queconstruyó una iglesia en Chambery para alojarla Sábana Santa (1490). Años después, en1532 se produjo un incendio en la iglesia y sequemó un poco, por unas gotas de plata fun-dida de la urna en que se encontraba, que-mando los picos de la tela que estaba dobla-da, aunque sin dañar la imagen central. LasClarisas de Chambery la remendaron, utilizan-do unos trozos de tela claramente diferencia-bles de la Síndone.

En 1578 está ya en Turín, en la capital delDucado de Saboya, donde aún se encuentra,

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en la Catedral; en la capilla construida porGuarini desde 1694.

La famosa fotografía del abogado SecondoPía es de 1898, del 25 de mayo. Se hizo laostensión y la foto con motivo de la boda deVíctor Manuel III, con exposición de 20 y 30minutos y placas de oxalato de hierro que serevelaban en baños de hiposulfitos.

El Papa León XIII fue el primer pontífice enver la fotografía. En siglo XX la Sábana ha sidoexpuesta sólo 4 veces.

La “fotografía”

La Sábana en sí es un negativo del hombreque estuvo envuelto en ella. Si fotografiamos laSábana, el negativo sería el verdadero positivo.En la Sábana, la imagen que aparece está inver-tida —lo que aparece en la izquierda en la reali-dad o positivo estaría en la derecha, y vicever-sa—, y lo que aparece negro corresponde enrealidad a lo blanco. Solo esto es suficientepara probar que la Sábana Santa no puede ser

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un fraude (una pintura hecha en la EdadMedia), porque en época medieval no se cono-cía la técnica fotográfica.

Características de la Sábana Santa

Es una pieza de 4,36 por 1,10 m, de unasarga de lino. Es una sarga trenzada de cuatro,en espiga, o espina de pescado. En Europa nose fabricó sarga hasta el s. XV; como la Síndo-ne está en Europa desde el s. XIV, ha de proce-der de otro sitio. En Palmira, al este de Damas-co, se producían sargas de lino y se exportabana Jerusalén.

Los datos anatómicos y “forenses”

Son abundantísimos y de un enorme interés.Aquí señalamos sólo algunos.

En la parte central, lado izquierdo mirandode frente, aparece la imagen anterior de uncuerpo completamente desnudo, y por el otro,a la derecha la imagen posterior. Ambas seunen por la cabeza.

Corresponde a un hombre de 1,80 a 1,83de estatura, de rasgos semíticos, con la narizlarga y fina, boca oculta en parte por el bigote,firmemente cerrada; los ojos grandes y hundi-dos, los cabellos abundantes y lacios, peinadocon raya en medio, melena larga y bigote, ybarba partida ligeramente en dos (recuerda lafrase la Escritura, “mesaron mi barba”; es decir,me arrancaron la barba). Labios finos, no enexceso.

Da impresión de serenidad. Se ha dicho queno parece el rostro de un hombre muerto, nisiquiera el de un hombre dormido: su expre-sión es como de una intensa concentraciónespiritual y profunda serenidad: de una majes-tad inigualable y de una estable y dramáticapaz. Los ojos cerrados no expresan desfalleci-miento: reposan, no desfallecen, sino queesperan; su mirada traspasa los párpadoscerrados.

La mejilla derecha está golpeada, el cartílagode la nariz roto (tal vez por alguna de las caídasdel Señor cargado con la Cruz) y el pómulo hin-chado (posiblemente por el golpe con la mano

izquierda —los judíos eran zurdos, acostumbra-dos a escribir con la mano izquierda, de dere-cha a izquierda— del siervo que le dijo al Señor:“¿Así contestas al Pontífice?”, y le golpeó, Jn18,22). La frente es cuadrada y espaciosa.

La corona de espinas no es una corona sinoun casquete que cubre toda la cabeza. Era unarco de juncos en el que se apoyaba el entra-mado de ramas espinosas. En la frente hay unreguero de sangre en forma de la letra griega“épsilon”, como un 3 vuelto hacia la derecha.Esa forma se debe a las arrugas de la frente porel dolor, que impide que la sangre baje en línearecta. En el resto de la cara hay restos de sudorde sangre (recordemos el sudor de sangre ohematohidrosis en el Huerto de los Olivos lanoche anterior).

La espalda y los hombros están material-mente destrozados por la flagelación y por elmadero de la Cruz que cargó sobre ellos: eraun travesaño (patibulum) de unos 40 kg. atadosobre los dos hombros. De la Torre Antonia,donde comenzó cargado con la Cruz, hasta elCalvario hay unos 500 metros, 370 por callesmal empedradas, y el resto cuesta arriba. Tam-bién hay tierra caliza, como la de Palestina, enla nariz, las rodillas y la planta de los pies.

Se pueden contar hasta más de cien golpesde látigo (por la espalda y delante), con los fla-gelos romanos, que tenían bolas de plomo enlas puntas que se clavaban en la piel y la arran-caban.

Las manos son largas y finas pero fuertes.No tan manchadas de sangre como los pies,por la posición en la cruz. Hay un agujero de unclavo en el carpo (no en la palma de la mano ometacarpo, pues en esa zona no aguantaría elpeso del cuerpo), en el llamado espacio deDestot, entre dos de los huesos del carpo. Peropor esa zona pasa el nervio mediano, de gransensibilidad, y al estimularlo retrae el dedo pul-gar al que inerva (por eso en la Síndone se vencuatro dedos de las manos, no cinco: el pulgarno se ve, está girado hacia la palma de la manoy cubierto por ella).

En los antebrazos hay regueros de sangre endos direcciones: una corresponde a la posicióndel cuerpo, con las piernas algo flexionadas,

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sosteniéndose sobre todo con los clavos de lasmanos, y con los brazos extendidos. Perocomo en esa postura el crucificado no puedeinspirar el aire, tiene que elevarse para hacerloy entonces los brazos están más horizontales alsuelo y la sangre cae en otra dirección; ense-guida, el dolor del clavo en los pies le obliga adejarse caer de nuevo, y así sucesivamente. Alfinal, la muerte será por asfixia, a la que se unela hemorragia y el dolor que ocasiona un shock(dilatación de las arterias, bajada de tensión,parada cardiaca). El Señor murió a las treshoras de ser crucificado. Las manos están roza-das en el dorso, por el roce con la cruz al“subir” y “bajar” para intentar respirar.

En el costado hay una herida, pero en laparte derecha del esternón. Las dimensionescorresponden a la anchura de las lanzas roma-nas (4,5 por 1,5 cm.). Los bordes están fláci-dos, como indicando que ya había muertocuando le clavaron la lanza. Probablemente fuehecha a caballo, con la mano izquierda segúnlas leyes de la esgrima romana: los soldadosromanos atacaban por la derecha, porque ellado izquierdo, el del corazón, lo protegían conel escudo. La herida está abierta en ángulorecto con la vertical, junto a la 6ª costilla, lle-gando hasta la aurícula derecha. Salió sangre yagua (en la aurícula derecha hay sangre en unapersona muerta); el agua propiamente es ellíquido pericárdico que rodea al corazón.“Mirarán a Aquél al que traspasaron”, profetizóZacarías cinco siglos antes (Zac 12,10). Perorecordemos que el Señor había dicho, “Yo doymi vida para tomarla de nuevo. Nadie me laquita. Soy quien la doy voluntariamente. Tengopoder para darla y poder para recobrarla” (Jn10,17-18)

En los pies está el agujero del clavo entre el2º y el 3º metatarsiano. Los pies están llenos desangre, excepto el lugar del talón en el que apo-yaron los dedos de las manos que portaron alSeñor al bajarlo de la Cruz y llevarlo al sepulcro.

La pierna izquierda está algo más corta quela derecha, por haber estado algo doblada alclavarse sobre la derecha. Por el rigor cadavé-rico —mayor por la deshidratación— no sepodían estirar bien las piernas.

En resumen, puede decirse que los datosmédicos indican que el hombre de la Síndonemurió en una cruz; los datos que aporta laSábana coinciden con los datos que conoce-mos de la Pasión del Señor. Esos datos no sepueden reproducir en el s. XIII.

Otros detalles interesantes son que el cuer-po que cubrió esa Sábana, fue enterrado yamortajado, cosa rarísima en aquellos tiemposentre los crucificados. Además, el amortaja-miento fue incompleto: no se lavó el cadáver. Yel hombre de la Síndone fue alanceado, perono quebrado. Y el cuerpo o fue robado —lo queen el caso del Señor no fue posible, por la cus-todia, por el temor de los Apóstoles, por el res-peto de los judíos a los difuntos, y porque sehabría desgarrado el sudario al separarlo delcuerpo pegado a él— , o resucitó…

Otros datos de estudios científicos de la Síndone

En 1973, el profesor Max Frei, botánico ycriminalista, experto en pólenes, observó queel 10% del peso de la tela se debía a materiaañadida a lo largo de los siglos (esto solopuede modificar los resultados de la pruebade antigüedad hecha con el C14). Encontró59 especies de pólenes diversos. De ellos, el75% corresponde a plantas que no se dan enEuropa, y coinciden con zonas donde ha esta-do la Sábana Santa antes del s. XIII: plantasalofitas de zonas desérticas; algunos de Tur-quía y Jerusalén. Por ejemplo, hay dos póle-nes idénticos a los encontrados en el Mar

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Muerto, de hace 2000 años (cuevas del Qum-ram, etc.).

En 1970, los doctores en Física Jackson yJumper, de las Fuerzas Aéreas de los EEUU,llevaron a cabo proyecto de investigación enel que descubrieron la tridimensionalidad dela imagen de la Sábana Santa, utilizando unmicrodensímetro electrónico que utilizan paralas fotografías que se hacen de Marte. Vieronque según la mayor o menor proximidad decuerpo a la tela, la huella es más intensadonde contacta más con el cuerpo. Hicieronunas 300 pruebas de espectometría y unas5000 fotografías (con luz visible, ultravioleta,infrarrojos, Rayos X y Rayos gamma). Y lasconclusiones que obtuvieron fueron:

Hay restos abundantes de sangre humana,del grupo AB (averiguado con fluorescenciade antígenos), típica de la raza hebrea, mien-tras que sólo se da en un 3% en el resto delmundo. La localización de la sangre es correc-ta anatómicamente.

Es interesante saber que ni aparece pinturaninguna añadida a la tela: no hay ningún pig-mento artificial. Lo único que aparece son res-tos de mirra y áloe, y pequeñas partículas deóxido de hierro que pueden proceder de lafermentación del lino.

Solo algunas fibras aparecen decoloradas,como sometidas a una radiación. Y esa deco-loración es la que forma la imagen: se consi-dera que es por oxidación de la celulosa dellimo: según han dicho científicos de la NASA,la decoloración o color amarillento es por unadeshidratación producida —dicen— por unaposible emisión de energía intensísima perobreve. Unas fibras están más oscurecidas queotras, según hayan tenido una mayor o menosoxidación. Y están más oscurecidas las que seencuentran más cerca del cuerpo que cubrióla tela. Si hubiera habido radiación —lo que nose puede probar— esto también alteraría elC14, porque parte de la molécula de Carbononormal o C12 pasaría a C14.

El agua y el calor del fuego no afecta a laimagen. La impronta es invisible a menos dedos metros: en la hipótesis no probada deque la hubiera pintado alguien, tendría que

haberla pintado al menos desde esa distan-cia.

Por tanto las características de la imagen son:

u es tridimensional; u negatividad (es un negativo fotográfico); u superficialidad (en el sentido de que no hay

alteración de las fibras profundas); u ausencia de pigmento o pintura; u estabilidad térmica; u no direccionalidad (no pinceladas): el

“foco” es el propio cuerpo; u estabilidad química: no puede quitarse el

oscurecimiento de las fibras con reactivosquímicos;

u estabilidad al agua, y u pormenorización: muy rica en detalles.

En cuanto a los últimos estudios realizadospara analizar la antigüedad de la tela con elC14, en 1988, un laboratorio de Arizona, otrode Oxford y otro de Zurich, llegaron a conclu-siones equivocadas según los mismos investi-gadores comunicaron en un segundomomento, porque no se habían observadocorrectamente los protocolos de la prueba: eltrozo de tela utilizado estaba impregnado desustancias que aumentaban la cantidad de

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carbono, por las huellas de las manos, por elagua y el fuego del incendio anterior, humode las velas, polvo, pólenes… El profesorLibby, inventor de la prueba del C14 y PremioNobel de Física, se opuso a aplicar esta prue-ba a la Sábana Santa, porque sabía que el nivelde contaminación falsearía los resultados.

El C14 es una variante del C12, que es elcarbono corriente. El C14 tiene dos isótoposmás en el núcleo. Se produce en las capasaltas de la atmósfera. Todos tenemos unapequeña parte de C14 (un átomo por cada5.000 millones de átomos de C12). La desin-tegración del C14 es muy lenta, por eso sirvepara ver la edad de un determinado objeto: sereduce a la mitad en algo más de 5.000 años.La prueba la hicieron quemando un trozo dela tela y midiendo la cantidad de C14 en unacelerador de partículas.

En todo caso en el estudio científico de laSábana Santa se pueden distinguir tres aspec-tos: lo que se refiere a la tela, lo que se refie-re a la imagen y lo que se refiere al personaje.Se ha tratado de averiguar la edad de la tela.En el hipotético caso de que la tela fuera delsiglo XIV quedaría por explicar cómo se haformado ahí la imagen y quién sería entoncesel personaje.

El que en esos años era Cardenal de Turín, elCardenal Ballestrero, aceptó el resultado de la

prueba antes de que se hiciera una valoracióncientífica del resultado, quizá por la presiónmediática de esos momentos. Dio por oficialeslos resultados que luego fueron denegados porlos propios científicos, pero ya la falsedad de laedad de la tela se había difundido.

En todo caso la Sábana de Turín no es obje-to de fe; puede creerse o no que en ella estu-vo envuelto Jesucristo, sin que eso afecte a lacreencia en la Pasión, Muerte y Resurreccióndel Señor.

“Entró el otro discípulo… vio y creyó” (Jn 20,8)

Terminamos con este versículo del evangeliode San Juan sobre la resurrección del Señor.Poco antes nos dice San Juan que cuando llegaal sepulcro Pedro, “entró y vio los lienzos caí-dos, y el sudario que había sido puesto en sucabeza, no plegado junto con los lienzos, sinoaparte, todavía enrollado en un sitio” (Jn 20,7).Y luego entró Juan y “vio y creyó”. Lo que vio eslo que describe en el Evangelio: que la Síndone—los lienzos— estaba “flácida”, caída, vacía, nocontenía el cuerpo. Si hubieran robado el cuer-po del Señor la Sábana no estaría así, “vacía”,sino de cualquier otra manera, o incluso noestaría, pero no “ordenada” pero sin el cuerpodel Señor.

El Papa Francisco rezó en el 2015 ante la Síndone.

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Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Con la mirada dirigida a la Sábana santa,deseo saludaros cordialmente a todos vos-otros, fieles de la Iglesia turinesa. Saludo a losperegrinos que durante el período de estaostensión vienen de todo el mundo para con-templar uno de los signos más conmovedoresdel amor sufriente del Redentor.

Al entrar en la catedral, que muestra aún lasheridas causadas por el terrible incendio quese produjo hace un año, me he recogido enadoración ante la Eucaristía, el sacramentoque está en el centro de las atenciones de laIglesia y que, bajo apariencias humildes, con-serva la presencia verdadera, real y sustancialde Cristo. A la luz de la presencia de Cristo enmedio de nosotros, me he arrodillado ante laSábana santa, el precioso lienzo que nospuede ayudar a comprender mejor el misteriodel amor que nos tiene el Hijo de Dios.

Ante la Sábana santa, imagen intensa y con-movedora de un dolor indescriptible, deseodar gracias al Señor por este don singular, quepide al creyente atención amorosa y disponi-bilidad plena al seguimiento del Señor.

2. La Sábana santa es un reto a la inteligen-cia. Ante todo, exige de cada hombre, en par-ticular del investigador, un esfuerzo para cap-tar con humildad el mensaje profundo quetransmite a su razón y a su vida. La fascinaciónmisteriosa que ejerce la Sábana santa impulsaa formular preguntas sobre la relación entreese lienzo sagrado y los hechos de la historiade Jesús. Dado que no se trata de una materiade fe, la Iglesia no tiene competencia específi-ca para pronunciarse sobre esas cuestiones.

Encomienda a los científicos la tarea de conti-nuar investigando para encontrar respuestasadecuadas a los interrogantes relacionadoscon este lienzo que, según la tradición, envol-vió el cuerpo de nuestro Redentor cuando fuedepuesto de la cruz. La Iglesia los exhorta aafrontar el estudio de la Sábana santa sin acti-tudes preconcebidas, que den por descontadoresultados que no son tales; los invita a actuarcon libertad interior y respeto solícito, tanto enlo que respecta a la metodología científicacomo a la sensibilidad de los creyentes.

3. Para el creyente cuenta sobre todo elhecho de que la Sábana santa es espejo delEvangelio. En efecto, si se reflexiona sobreeste lienzo sagrado, no se puede prescindirde la consideración de que la imagen presen-te en él tiene una relación tan profunda concuanto narran los evangelios sobre la pasión ymuerte de Jesús, que todo hombre sensible sesiente interiormente impresionado y conmo-vido al contemplarlo. Además, quien se acer-ca a la Sábana santa es consciente de que nodetiene en sí misma el corazón de la gente,sino que remite a Aquel a cuyo servicio lopuso la Providencia amorosa del Padre. Portanto, es justo alimentar la conciencia del pre-cioso valor de esta imagen, que todos ven ynadie, por ahora, logra explicar. Para toda per-sona reflexiva es motivo de consideracionesprofundas, que pueden llegar a comprometersu vida.

Así, la Sábana santa constituye un signoverdaderamente singular que remite a Jesús,la Palabra verdadera del Padre, e invita a con-formar la propia vida a la de Aquel que seentregó a sí mismo por nosotros.

ANEXOSAñadimos aquí el discurso de San Juan Pablo II

y el de Benedicto XVI ante la Sábana Santa, por su especial valor.

Discurso del Papa Juan Pablo II durante la celebraciónde la Palabra ante la Sábana Santa

Catedral de Turín, Domingo 24 de mayo de 1998

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4. En la Sábana santa se refleja la imagendel sufrimiento humano. Recuerda al hombremoderno, distraído a menudo por el bienestary las conquistas tecnológicas, el drama detantos hermanos, y lo invita a interrogarsesobre el misterio del dolor, para profundizaren sus causas. La impronta del cuerpo marti-rizado del Crucificado, al testimoniar la tre-menda capacidad del hombre de causar dolory muerte a sus semejantes, se presenta comoel icono del sufrimiento del inocente detodos los tiempos: de las innumerables trage-dias que han marcado la historia pasada, y delos dramas que siguen consumándose en elmundo.

Ante la Sábana santa, ¿cómo no pensar enlos millones de hombres que mueren de ham-bre, en los horrores perpetrados en las nume-rosas guerras que ensangrientan a las nacio-nes, en la explotación brutal de mujeres yniños, en los millones de seres humanos queviven en la miseria y humillados en los subur-bios de las metrópolis, especialmente en lospaíses en vías de desarrollo? ¿Cómo no recor-dar con conmoción y piedad a cuantos nopueden gozar de los derechos civiles elemen-

tales, a las víctimas de la tortura y del terroris-mo, y a los esclavos de organizaciones crimi-nales?

Al evocar esas situaciones dramáticas, laSábana santa no sólo nos impulsa a salir denuestro egoísmo; también nos lleva a descu-brir el misterio del dolor que, santificado porel sacrificio de Cristo, engendra salvaciónpara toda la humanidad. Imagen del pecadodel hombre y del amor de Dios

5. La Sábana santa es también imagen delamor de Dios, así como del pecado del hom-bre. Invita a redescubrir la causa última de lamuerte redentora de Jesús. En el inconmensu-rable sufrimiento que documenta, el amor deAquel que «tanto amó al mundo que dio a suHijo único» (Jn 3, 16) se hace casi palpable ymanifiesta sus sorprendentes dimensiones.Ante ella, los creyentes no pueden menos deexclamar con toda verdad: «Señor, ¡no podíasamarme más!», y darse cuenta en seguida deque el pecado es el responsable de ese sufri-miento: los pecados de todo ser humano.

Al hablarnos de amor y de pecado, la Sába-na santa nos invita a todos a imprimir en nues-

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tro espíritu el rostro del amor de Dios, paraapartar de él la tremenda realidad del pecado.La contemplación de ese Cuerpo martirizadoayuda al hombre contemporáneo a liberarse dela superficialidad y del egoísmo con los que,muy a menudo, considera el amor y el pecado.La Sábana santa, haciéndose eco de la palabrade Dios y de siglos de conciencia cristiana,susurra: cree en el amor de Dios, el mayortesoro dado a la humanidad, y huye del peca-do, la mayor desgracia de la historia.

6. La Sábana santa es también imagen deimpotencia: impotencia de la muerte, en la quese manifiesta la consecuencia extrema del mis-terio de la Encarnación. Ese lienzo sagrado nosimpulsa a afrontar el aspecto más desconcer-tante del misterio de la Encarnación, que estambién el que muestra con cuánta verdadDios se hizo verdaderamente hombre, asu-miendo nuestra condición en todo, excepto enel pecado. A todos desconcierta el pensamien-to de que ni siquiera el Hijo de Dios resistió a lafuerza de la muerte; pero a todos nos conmue-ve el pensamiento de que participó de tal modoen nuestra condición humana, que quisosometerse a la impotencia total del momentoen que se apaga la vida. Es la experiencia delSábado santo, paso importante del camino deJesús hacia la gloria, de la que se desprende unrayo de luz que ilumina el dolor y la muerte detodo hombre.

La fe, al recordarnos la victoria de Cristo, noscomunica la certeza de que el sepulcro no es elfin último de la existencia. Dios nos llama a laresurrección y a la vida inmortal.

7. La Sábana santa es imagen del silencio.Existe el silencio trágico de la incomunicabili-dad, que tiene en la muerte su mayor expre-sión; y existe el silencio de la fecundidad, pro-pio de quien renuncia a hacerse oír en el exte-rior, para alcanzar en lo profundo las raíces dela verdad y de la vida. La Sábana santa no sóloexpresa el silencio de la muerte, sino tambiénel silencio valiente y fecundo de la superaciónde lo efímero, gracias a la inmersión total en eleterno presente de Dios. Así, brinda la conmo-

vedora confirmación del hecho de que la omni-potencia misericordiosa de nuestro Dios no hasido detenida por ninguna fuerza del mal, sinoque, por el contrario, sabe hacer que incluso lafuerza del mal contribuya al bien. Nuestro tiem-po necesita redescubrir la fecundidad del silen-cio, para superar la disipación de los sonidos,de las imágenes y de la palabrería, que muy amenudo impiden escuchar la voz de Dios.

8. Amadísimos hermanos y hermanas,vuestro arzobispo, el querido cardenal Giovan-ni Saldarini, custodio pontificio de la Sábanasanta, ha propuesto como lema de esta osten-sión solemne las palabras: «Todos los hom-bres verán tu salvación». Sí, la peregrinaciónque grandes multitudes están realizando a estaciudad es precisamente un «venir a ver» estesigno trágico e iluminador de la Pasión, queanuncia el amor del Redentor. Este icono delCristo abandonado en la condición dramática ysolemne de la muerte, que desde hace sigloses objeto de significativas representaciones yque, desde hace cien años, gracias a la fotogra-fía, se ha difundido en muchísimas reproduc-ciones, nos exhorta a penetrar en el misterio dela vida y de la muerte para descubrir el mensa-je, grande y consolador, que se nos da en ella.La Sábana santa nos presenta a Jesús en elmomento de su máxima impotencia, y nosrecuerda que en la anulación de esa muerteestá la salvación del mundo entero. La Sábanasanta se convierte, así, en una invitación a vivircada experiencia, incluso la del sufrimiento yde la suprema impotencia, con la actitud dequien cree que el amor misericordioso de Diosvence toda pobreza, todo condicionamiento ytoda tentación de desesperación.

Que el Espíritu de Dios, que habita en nues-tro corazón, suscite en cada uno el deseo y lagenerosidad necesarios para acoger el mensa-je de la Sábana santa y hacer de él el criterioinspirador de su existencia.

Anima Christi sanctifica me!Corpus Christi salva me!Passio Christi conforta me!Intra tua vulnera abscondi me!

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Queridos amigos:

Este es un momento muy esperado paramí. En otras varias ocasiones he estado ante laSábana Santa, pero ahora vivo esta peregrina-ción y este momento con particular intensi-dad: quizá porque el paso de los años mehace todavía más sensible al mensaje de esteextraordinario icono; quizá, y diría sobre todo,porque estoy aquí como Sucesor de Pedro ytraigo en mi corazón a toda la Iglesia, más aún,a toda la humanidad. Doy gracias a Dios por eldon de esta peregrinación y también por laoportunidad de compartir con vosotros unabreve meditación, que me ha sugerido el sub-título de esta solemne ostensión: «El misteriodel Sábado Santo».

Se puede decir que la Sábana Santa es elicono de este misterio, icono del SábadoSanto. De hecho, es una tela sepulcral, queenvolvió el cadáver de un hombre crucificadoy que corresponde en todo a lo que nos dicenlos Evangelios sobre Jesús, quien, crucificadohacia mediodía, expiró sobre las tres de latarde. Al caer la noche, dado que era la Paras-ceve, es decir, la víspera del sábado solemnede Pascua, José de Arimatea, un rico y autori-zado miembro del Sanedrín, pidió valiente-mente a Poncio Pilato que le permitiera sepul-tar a Jesús en su sepulcro nuevo, que habíamandado excavar en la roca a poca distanciadel Gólgota. Obtenido el permiso, compróuna sábana y, después de bajar el cuerpo deJesús de la cruz, lo envolvió con aquel lienzo y

Visita Pastoral a Turín

Veneración de la Sábana SantaMeditación del Santo Padre Benedicto XVI

Domingo 2 de mayo de 2010

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lo depuso en aquella tumba (cf. Mc 15, 42-46). Así lo refiere el Evangelio de san Marcosy con él concuerdan los demás evangelistas.Desde ese momento, Jesús permaneció en elsepulcro hasta el alba del día después delsábado, y la Sábana Santa de Turín nos ofrecela imagen de cómo era su cuerpo depositadoen el sepulcro durante ese tiempo, que crono-lógicamente fue breve (alrededor de día ymedio), pero inmenso, infinito en su valor ysignificado.

El Sábado Santo es el día del ocultamientode Dios, como se lee en una antigua homilía:«¿Qué es lo que hoy sucede? Un gran silencioenvuelve la tierra; un gran silencio y una gransoledad, porque el Rey duerme (...). Dios hamuerto en la carne y ha puesto en conmocióna los infiernos» (Homilía sobre el SábadoSanto: PG 43, 439). En el Credo profesamosque Jesucristo «padeció bajo el poder de Pon-cio Pilato, fue crucificado, muerto y sepulta-do, descendió a los infiernos y al tercer díaresucitó de entre los muertos».

Queridos hermanos y hermanas, en nuestrotiempo, especialmente después de atravesar elsiglo pasado, la humanidad se ha hecho parti-cularmente sensible al misterio del SábadoSanto. El escondimiento de Dios forma partede la espiritualidad del hombre contemporá-neo, de manera existencial, casi inconsciente,como un vacío en el corazón que ha idohaciéndose cada vez mayor. Al final del sigloXIX, Nietzsche escribió: «¡Dios ha muerto! ¡Ynosotros lo hemos matado!». Esta famosaexpresión, si se analiza bien, está tomada casi alpie de la letra de la tradición cristiana; con fre-cuencia la repetimos en el vía crucis, quizá sindarnos plenamente cuenta de lo que decimos.Después de las dos guerras mundiales, de loslagers y de los gulags, de Hiroshima y Naga-saki, nuestra época se ha convertido cada vezmás en un Sábado Santo: la oscuridad de estedía interpela a todos los que se interrogansobre la vida; y de manera especial nos inter-pela a los creyentes. También nosotros tene-mos que afrontar esta oscuridad.

Y, sin embargo, la muerte del Hijo de Dios,de Jesús de Nazaret, tiene un aspecto opues-to, totalmente positivo, fuente de consuelo yde esperanza. Y esto me hace pensar en elhecho de que la Sábana Santa se comportacomo un documento «fotográfico», dotado deun «positivo» y de un «negativo». Y, en efecto,es precisamente así: el misterio más oscurode la fe es al mismo tiempo el signo más lumi-noso de una esperanza que no tiene confines.El Sábado Santo es la «tierra de nadie» entre lamuerte y la resurrección, pero en esta «tierrade nadie» ha entrado Uno, el Único que la harecorrido con los signos de su Pasión por elhombre: «Passio Christi. Passio hominis». Y laSábana Santa nos habla exactamente de esemomento, es testigo precisamente de eseintervalo único e irrepetible en la historia de lahumanidad y del universo, en el que Dios, enJesucristo, compartió no sólo nuestro morir,sino también nuestra permanencia en lamuerte. La solidaridad más radical.

En ese «tiempo más allá del tiempo», Jesu-cristo «descendió a los infiernos». ¿Qué signi-fica esta expresión? Quiere decir que Dios,hecho hombre, llegó hasta el punto de entraren la soledad máxima y absoluta del hombre,a donde no llega ningún rayo de amor, dondereina el abandono total sin ninguna palabrade consuelo: «los infiernos». Jesucristo, per-maneciendo en la muerte, cruzó la puerta deesta soledad última para guiarnos también anosotros a atravesarla con él. Todos hemosexperimentado alguna vez una sensaciónespantosa de abandono, y lo que más miedonos da de la muerte es precisamente esto,como de niños tenemos miedo a estar solosen la oscuridad y sólo la presencia de unapersona que nos ama nos puede tranquilizar.Esto es precisamente lo que sucedió en elSábado Santo: en el reino de la muerte reso-nó la voz de Dios. Sucedió lo impensable: esdecir, el Amor penetró «en los infiernos»;incluso en la oscuridad máxima de la soledadhumana más absoluta podemos escuchar unavoz que nos llama y encontrar una mano quenos toma y nos saca afuera. El ser humano

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vive por el hecho de que es amado y puedeamar; y si el amor ha penetrado incluso en elespacio de la muerte, entonces hasta allí hallegado la vida. En la hora de la máxima sole-dad nunca estaremos solos: «Passio Christi.Passio hominis».

Este es el misterio del Sábado Santo. Preci-samente desde allí, desde la oscuridad de lamuerte del Hijo de Dios, ha surgido la luz deuna nueva esperanza: la luz de la Resurrección.Me parece que al contemplar este sagrado lien-zo con los ojos de la fe se percibe algo de estaluz. La Sábana Santa ha quedado sumergida enesa oscuridad profunda, pero es al mismotiempo luminosa; y yo pienso que si miles ymiles de personas vienen a venerarla, sin con-tar a quienes la contemplan a través de las imá-genes, es porque en ella no ven sólo la oscuri-dad, sino también la luz; más que la derrota dela vida y del amor, ven la victoria, la victoria dela vida sobre la muerte, del amor sobre elodio; ciertamente ven la muerte de Jesús,pero entrevén su resurrección; en el seno dela muerte ahora palpita la vida, pues en ellahabita el amor. Este es el poder de la SábanaSanta: del rostro de este «Varón de dolores»,que carga sobre sí la pasión del hombre detodos los tiempos y lugares, incluso nuestraspasiones, nuestros sufrimientos, nuestras

dificultades, nuestros pecados —«PassioChristi. Passio hominis»—, emana una solem-ne majestad, un señorío paradójico. Este ros-tro, estas manos y estos pies, este costado,todo este cuerpo habla, es en sí mismo unapalabra que podemos escuchar en silencio¿Cómo habla la Sábana Santa? Habla con lasangre, y la sangre es la vida. La Sábana Santaes un icono escrito con sangre; sangre de unhombre flagelado, coronado de espinas, cru-cificado y herido en el costado derecho. Laimagen impresa en la Sábana Santa es la deun muerto, pero la sangre habla de su vida.Cada traza de sangre habla de amor y de vida.Especialmente la gran mancha cercana al cos-tado, hecha de la sangre y del agua que bro-taron copiosamente de una gran herida pro-vocada por un golpe de lanza romana, esasangre y esa agua hablan de vida. Es como unmanantial que susurra en el silencio y nos-otros podemos oírlo, podemos escucharlo enel silencio del Sábado Santo.

Queridos amigos, alabemos siempre alSeñor por su amor fiel y misericordioso. Alsalir de este lugar santo, llevamos en los ojosla imagen de la Sábana Santa, llevamos en elcorazón esta palabra de amor, y alabamos aDios con una vida llena de fe, de esperanza yde caridad. Gracias.