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REAL INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS CUADERNOS DEL RIDEA La voz inmemorial de los pueblos. El paisaje asturiano en el tiempo N. o 1 O AÑO I OVIED 2016

REAL INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS · centro-occidental asturiana del concejo de Somiedo a mediados ... Presentación de originales, criterios de redacción ... La revista divulgará

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REAL INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS

CUADERNOS DEL RIDEALa voz inmemorial de los pueblos.El paisaje asturiano en el tiempo

N.o 1

OAÑO I OVIED 2016

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Equipo editorial:

Xulio Concepción SuárezCelso García Díaz-Peyroux

Servando Fernández MéndezAdolfo García Martínez

Luis Aurelio González PrietoJosé Martínez González

Correspondencia postal:

Pza. de Porlier, n.º 9 - 1.ª planta. 33003 Oviedo

Correspondencia digital:

[email protected]

© Para la presente edición, Real Instituto de Estudios Asturianos®

ISSN: 2530-8289Depósito Legal: AS 01934-2017

Imprime: I. Gofer. Oviedo

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Índice de artículos

Justificación del proyecto

XULIO CONCEPCIÓN SUÁREZ 7

El saber inmemorial de los oficios artesanos I: la madera…

RAMÓN VALLE 11

El cantar de l’agua. Ríus ya regueiras de Teberga

CELSO PEYROUX 53

La toponimia de Cabanaquinta: por el camín de los vaqueros, entre el pueblu y el puertuXULIO CONCEPCIÓN SUÁREZ 69

Ictiotoponimia de los concejos de Carreño y Gozón

CRISTIAN LONGO VIEJO 101

La renta y las cargas tributarias en una parroquia y coto de la montañacentro-occidental asturiana del concejo de Somiedo a mediados

del siglo XVIII. Coto de Aguino y Perlunes

ANTONIO ÁLVAREZ RODRÍGUEZ 139

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JUSTIFICACIÓN DEL PROYECTO

XULIO CONCEPCIÓN SUÁREZ

Porque alguna parte de la memoria también se va del pueblu con el millenium

Desde hace algún tiempo venimos observando casi todos el ritmo cre-ciente al que se van transformando los pueblos asturianos, en especial aque-llos que se encuentran en el entorno de las montañas, en los conceyos másdistantes de las urbes, de las villas mayores, de las más centrales o de las queestán más cerca de las costas y de la brisa del mar. En esos pueblos más rura-les, al ritmo que se cierran las puertas de las casas o se van los mayores de suscaleyas de siempre, se van también muchas cosas entre las maletas del mismoviaje. Son los efectos colaterales del millenium.

Se van, por ejemplo, las leyendas orales, los cuentos de su infancia pega-dos al misterio de las peñas o las cuevas; se van los nombres de sus paisajestantas veces escuchados al paso por los caminos entre la casa y la cabaña; se vanaquellas costumbres comunales (con mejor o peor ceño) en unos tiempos sinmás recursos que los que daba el suelo o se esperaban del cielo; se van senti-mientos, pensamientos; se va la lengua entrañable asturiana de la infancia, contodos sus giros, emociones y secretos.

Se va, en fin, aquella forma de vida que sobrevivió, milenio tras milenio,hasta estos mismos tiempos digitales del millenium, ajenos en parte al sentidosolidario de la estaferia, la esquisa o el conceyu que practicaron nuestros nativosen los pueblos. Cuántas costumbres asturianas terminaron durmiendo conaquel derecho consuetudinario, que bien conocen nuestros juristas y muchoañoran nuestros mayores, a medida que las ortigas y las cotoyas fueron ase-diando cada seronda hasta los corredores de los poblados: aquella vida solida-ria de las caleyas y las brañas.

Unas páginas asturianas para ese rico paisaje lugareño con tantos tonos diversos entre el mar y las montañas

Por todo ello, algunos seguimos creyendo en la necesidad insoslayablede recoger periódicamente en una revista todos aquellos datos orales, o es-critos de alguna forma, que por diversas razones no hayan tenido la suerte de

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que alguien los recogiera en papel o en soporte digital o de que alguien los va-lorara un poco más y les diera mayor difusión editorial. No sería justo con-denarlos para siempre a permanecer carcomidos, o empolvados, en unprecioso manuscrito escrito de puño y letra sin que los demás podamos nuncadisfrutarlos ni seguir aprendiendo con ellos aun en estos tiempos tan digita-lizados y difusos.

Y, por supuesto, todo ello podrá ser recogido y expresado en castellano oen asturiano, lo mismo da: cada cual sabrá cómo le resulta más gratificante es-cribir lo que escucha, lo que piensa, lo que siente... A veces, la mayoría, las tra-ducciones son imposibles: no hay más remedio que pasar a grafías y fonemaslo que se escucha a viva voz de una memoria lugareña, sin más vueltas y sinmás problemas, pues, a pesar de las diferencias entre Tinamayor y A Veiga, sonmás —muchas más—las coincidencias. Con cuatro normas ya nos entendemosde sobra. Como fue siempre en cualquier lengua: el tiempu va faciendo y maure-ciendo lo demás.

En definitiva, nos planteamos, con ilusión renovada algunos, unanueva revista de tinte más popular, en la que cada uno que lo tenga a bienpueda utilizar sus páginas para traer al papel o a las pantallas tanta memo-ria lugareña que todavía late por nuestros pueblos asturianos entre el mar yla montaña: entre el ríu Deva y el río Eo, entre Ribadeva y Veigadeo, entre ElCabu Peñes y Penubina, una revista a modo de cuadernos populares conestas expectativas:

a) Para todos los asturianos. Una institución dedicada a los «estudios astu-rianos» incluye todos los matices que implica el nombre: estudios de te-mática asturiana y para los lectores asturianos, es decir, al servicio deunos usuarios inmediatos (dentro o fuera de Asturias, eso es lo demenos). Se da por supuesto que esos estudios pueden estar elabora-dos por asturianos o no asturianos, pero los beneficiarios directos ten-drían que ser, en principio, los lectores regionales en sus diversosconceyos, casas de cultura, bibliotecas municipales. Para otras publica-ciones y destinatarios ya hay otras instituciones y revistas en el mer-cado.

b) Para todos los aficionados a los temas asturianos. De forma simultánea, esevidente que se van a beneficiar todos los aficionados a estos temas et-nográficos en cualquier región o en cualquier país. En papel, y sobretodo en digital, la difusión está hoy técnicamente asegurada. Comen-zamos con la actitud de que los estudios estén abiertos a todos: hayuna laguna bibliográfica (y webgráfica) que rellenar entre la etnogra-fía asturiana.

c) Para una lectura multidisciplinar de lo que ya está estudiado. Hay algunosestudios asturianos hechos, ya conocidos, incluso publicados (en papelo en digital), y al alcance de cualquiera en internet. Pero hay que ir bas-

8 – CUADERNOS DEL RIDEA XULIO CONCEPCIÓN SUÁREZ

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tante más allá: se echa en falta una conexión didáctica, explicativa, di-vulgativa, que desarrolle, que visualice cada término de forma pro-gresiva, compleja, completa, interdisciplinar. Es conveniente que ellector relacione (integre) en cada concepto lo que aparentemente notiene conexión: integración de la dispersión, en definitiva. Hay que«glocalizar» lo que tenemos, que no es poco en muchos temas.

Objetivos de los Cuadernos del RIDEA, por tanto

a) Completar los diversos estudios locales elaborados hasta la fecha, pro-fundizando en aspectos aún sin descubrir (sin registrar por escrito),para llegar a tiempo de preservarlos antes de que desaparezcan, comoya ocurrió alguna vez.

b) Recoger la cultura asturiana del pasado aún en la memoria de los ma-yores que van quedando. Se está perdiendo una buena parte de infor-maciones y datos que nunca pasaron a los textos y documentos escritospor razones diversas: datos menores, marginales, rurales, considera-dos antes menos urgentes (o de menos valor) por las instituciones po-líticas, religiosas, económicas... La documentación oral es muy anterioren el tiempo y mayor que la escrita, por desprestigiada que esté y pormás problemas que conlleve.

c) Estudiar la realidad asturiana del presente. Se llegó al cambio de mile-nio con un paisaje sustancialmente transformado, degradado en mu-chos casos (paisaje agrícola, ganadero, botánico, industrial, religioso,musical, minero...), que es preciso valorar para seguir construyendosobre lo que resulte productivo (fortalezas) y corrigiendo lo que resultedestructivo (ecología elemental). Las lamentaciones no suponen solu-ción alguna.

d) Discutir los proyectos asturianos para el futuro. Los propios asturia-nos (mayores o más mozos) tendrían que aportar sugerencias y so-luciones para llevar a cabo entre todos. Una revista puede ser unbuen foro de discusión, sobre todo si se hace virtual también, uncauce para el germen de los proyectos aportados por estudiosos ygrupos de trabajo que anden en ello de los diversos conceyos entreoriente y occidente.

Autores en la revista

a) Cualquier estudioso de la cultura asturiana en las perspectivas etno-gráfica y divulgativa.

b) Grupos de trabajo locales, equipos interactivos, colectivos por conce-yos... que trabajen sobre los mismos temas de interés regional.

JUSTIFICACIÓN DEL PROYECTO – 9

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Contenidosa) Fuentes escritas: documentos tradicionales (sobre etnografía, escrituras

notariales, manuscritos de puño y letra, historia local, literatura astu-riana, música...) o creación personal (poesía, narrativa…).

b) Fuentes orales: temas que no han sido estudiados ni recogidos en do-cumentos escritos (leyendas, cuentos, léxico, onomástica, expresionespopulares, gastronomía, oficios artesanales, xuegos tradicionales, ins-trumentos musicales, patrimonio civil o religioso) o que complemen-tan otros anteriores ya realizados.

c) Proyectos: estudios sobre paisajes asturianos diversos (rural, urbano,montañero, marinero, industrial, minero, medioambiental...), propues-tas, experiencias, aplicaciones informáticas o digitales, soluciones...

Presentación de originales, criterios de redacción

Normas vigentes en las revistas del RIDEA resumidas y adaptadas a untipo de publicación más divulgativa.

Etnografía, etnolingüística, etnobotánica...

Las dos revistas del RIDEA se verán complementadas con esta nueva pu-blicación, que va más allá de la investigación teórica o de la descripción cientí-fica. Los aficionados a la etnolingüística, la etnohistoria, la etnobotánica, laetnografía musical, etc., de dentro y de fuera de Asturias hallarán también ex-plicaciones prácticas, aplicaciones a cada contexto concreto. Pretendemos aña-dir un espacio etnográfico nuevo a esas otras experiencias regionales y localesque coexisten gratamente, y dar respuesta a preguntas que diariamente se plan-tean en foros, blogs y páginas web.

Modalidades lingüísticas

La revista divulgará textos en asturiano de tradición oral que contendránléxico, toponimia, expresiones, modismos, textos escritos recogidos de siglosatrás, documentos de puño y letra, creaciones literarias de autores —de ahorao de antes... —. Por lo tanto, el uso de la lengua será, para muchos casos, laforma asturiana de la fuente original (de la zona que sea, por supuesto). Es de-cisión de cada autor la lengua vehicular de sus artículos: castellano, asturianoacadémico o variedad del asturiano.

10 – CUADERNOS DEL RIDEA XULIO CONCEPCIÓN SUÁREZ

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Anotación previa

El texto que sigue es informacióndirecta de su autor, Ramón, hoy jubi-lado, pero carpinteru de profesión en supueblo de Parada. El contenido se res-peta rigurosamente en su integridad,tal como él lo resumió para su amigo,Adolfo García Martínez (incluso ya enformato ordenador, con muchas difi-cultades y desesperos...). Todo ello,fruto de muchas horas de conversaciónentre los dos, lo mismo en la bucólicatranquilidad del pueblu que en la dis-tancia ya más bulliciosa de la ciudá.

De ahí que en el texto que siguese respete esa mezcla de asturiano ycastellano, pues así él lo redactó segúnfluía de su prodigiosa memoria, enmuchos ratos libres desde su residen-cia ovetense. Tampoco se subrayan laspalabras asturianas, pues el léxico as-turiano de su zona fue y es su léxicode siempre (habría que subrayar casitodo...). Este es su testimonio. Puescomo también decía Juan de Valdés,varios siglos atrás:

Escribo como hablo; solamente tengocuidado de usar de vocablos que sig-nifiquen bien lo que quiero decir, y dí-golo cuanto más llanamente me esposible, porque, a mi parecer, en nin-guna lengua está bien la afectación.

Imprescindible norma de estilollano, más sincero y de progreso encualquier tiempo. En consecuencia,en las páginas que siguen solo se hi-cieron algunos retoques de comas,punto y coma, punto y aparte...,algún párrafo más, algún subtítulo...,algún sinónimo repetido... Poco más.Y todo ello, por mayor claridad dis-cursiva del texto, y para facilidad dellector menos familiarizado en estediscurso artesanal. Así lo recuerdaRamón, y así lo dice un carpinteru depor vida. Son sus palabras, y es nues-tro infinito agradecimiento.

Introducción del autor

En este tema que termino deescribir, quiero expresar aquellosdatos que fui recopilando de perso-

EL SABER INMEMORIAL DE LOS OFICIOS ARTESANOS,CON VOZ Y TEXTO DE LOS PROPIOS PROTAGONISTAS (I)

LA MADERA: CARPINTEROS, SERRAORES, MADREÑEROS,MANEGUEIROS, GOXEIROS, CUNQUEIROS, TIXILEIROS...

RAMÓN VALLE1

1 Carpinteru toda su vida en Parada (Tineo), 82 años.

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nas ajenas, que me los han facilitado;otros, que yo practiqué en mis pro-fesiones y andaduras por ciertos lu-gares, algunos presenciándolos, peroque todos ellos me quedaron graba-dos. Como podremos comprobar,menciono muchos oficios: en variosparticipé a lo largo de mi vida labo-ral; siempre procuré superarme ha-ciendo cursillos, pues en algunoreconocí que me faltaban conoci-mientos para desarrollarlos a la per-fección. Dice la frase que “el que sequeda donde lo dejan, no llega a nin-guna parte”.

Tengo que dar mi agradeci-miento a Adolfo García Martínez,como impulsor a realizar este trabajo,siempre animándome; también tengoque agradecer a mis hijos Ana y Mi-guel, por facilitarme medios y repa-rarme el ordenador cuando se meaveriaba, por falta de mi poca expe-riencia en su manejo; también le agra-dezco a mi esposa Irene, porsoportarme cuando estaba cabreadoy tranquilizarme, sin tener ella nin-guna culpa. Por tanto os doy mimayor agradecimiento. Todos estosdatos, ingenios, costumbres etc. enque fui dando explicación y detalles,

si no salen a la luz, es como un librocerrado ¡Muchas gracias!

Oviedo 12 de enero de 2015Ramón Valle García

Mi biografía

Yo, Ramón Valle García, nací enParada (Tineo), el 6 de mayo de 1933,en el seno de una familia humilde.Fuimos 6 hermanos: yo, el penúltimo.En mi infancia se vivía con arreglo alos tiempos. Aún recuerdo la vesti-menta que portaba, que era aquellaespecie de mandilón, abierto por laespalda de arriba abajo, con botonessolo hasta la cintura; el resto delcuerpo quedaba a cielo abierto.

A los seis años, comencé a ir ala escuela allí en la aldea, y asistí aella hasta los 15, con buenos maes-tros. Cuando tenía 14 años, empecé aganar las primeras pesetas apeo-nando la escuela de Parada con los al-bañiles; para hacer la masa decemento y arena a mano, y para asis-tir a los albañiles con una caldereta encada mano. Ganaba 25 pesetas dia-rias, y me consideraba más rico queel rey. A los 18 años fue cuando em-pecé a trabajar el oficio mixto, porquelo mismo había que hacer de carpin-tero que de albañil.

Más tarde, ya en Oviedo hiceun cursillo del P. P. O. para encargadode obra, en el que aprendí una seriede cosas y normas imprescindiblesque conlleva el oficio para replantearlas obras. Ello me valió también parasacar una plaza en el Ayuntamientode Oviedo, a los 53 años, con un exa-men práctico y dos teóricos, donde

Madreñeiro. F. Krüger (Museo del Pueblo de Asturias).

12 – CUADERNOS DEL RIDEA RAMÓN VALLE

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Bosque de hayas.

EL SABER INMEMORIAL DE LOS OFICIOS ARTESANOS I: LA MADERA… – 13

trabajé ya hasta los 65 años en que mejubilé. Incluso, con una plaza fija,tuve que sacar el graduado escolar enla Escuela de Adultos, pues me valiópara sacar una plaza de oficial de al-bañil mediante la oposición corres-pondiente.

En fin, para sobrevivir en cual-quier época creo que siempre hay quetener mucha voluntad y mirar siem-pre adelante: el que se queda dondelo dejan, no va a ninguna parte. Yo loprocuré hacer siempre.

El uso de la madera

Pues, simplemente, porque el mismoNoé ya fue carpinteru a su modo

El proceso de la madera, abarcavarias ramas y tiene una larga histo-

ria humana. Desde la más remota an-tigüedad, ordenó Dios a Noé hacer lafamosa arca que salvara del DiluvioUniversal; es decir, que en aquella an-tigüedad, ya existían carpinteroscomo demuestra La Biblia, cuandoDios ordenó que se albergasen dentroNoé, su familia, y una pareja de ani-males de cada especie. En concreto,que ya el hombre tenía cierto conoci-miento para saber hacer un trabajo deaquella envergadura. A lo largo de laHistoria quedaron muchos trabajosque dan crédito al artista que los hizo.

La caída de árbol, para empezar

Comenzando por la madera,no toda clase de árbol es apto parautilizar en la construcción de todo

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tipo de instrumentos y aperos que deella se hacían. Cuando se elegía elárbol que se iba a cortar para suaprovechamiento, antes de dispo-nerse a talarlo, era necesario com-probar muy bien para qué lado teníala caída, para no incurrir en un acci-dente; podía tratarse de un árbol dehasta cincuenta metros de altura, conun diámetro en el pie de un metro, oacaso más. Lo primero, por tanto, sele amarraba un cordel en lo más alto,lo suficiente largo para poder tirar deél y ayudar en la caída, para no pro-ducir un accidente.

El corte del árbol: la taya y a tronzón

El corte se hacía a tronzón entredos personas; a medida que se ibacortando, ya se le daba la taya, tajo quese le hacía a hacha, un poco por de-bajo del corte del tronzón, con el finde que, al caer, ese diente sirviese detope para que el árbol no fuese a pati-nar encima del tocón, y ocasionar en-tonces una desgracia; como tieneocurrido en muchos casos por pocaexperiencia de los que hacían el tra-bajo. Cuando la verticalidad del árbolpodía distorsionar su caída, con unascuñas, a medida que se iba tronzando,se ayudaba al árbol a ir tomando lacaída calculada.

Junto al pie del árbol se quedauna sola persona; el otro ya se apartacomo medida de precaución; el queestá al pie observa muy bien que elárbol no vaya hacer un quiebro en lacaída, y pueda atraparlo debajo.Cuando un árbol de grandes dimen-siones ya se viene abajo, da la mima

sensación de cuando se abate a un ani-mal. Aquella enorme corpulencia yaqueda inerte, porque un árbol no dejade ser un ser vivo como el animal.

Comenzando por observar las medrías: las medras, los anillos decada año

Comprobando yo alguna vezen el tocón de algún viejo árbol, mefijaba en el corte: todas las líneas encircunferencia que en él están biengrabadas, son los anillos, o las me-drías, lo que crece el árbol cada año.Estas líneas comienzan más o menosen el centro y se nota que algunastienen menor medida que otras.Como el árbol es un ser vivo tam-bién, en esos cercos se fue grabandosu historia: si tuvo algún accidente oenfermedad; o hubo año de muchasequía; o algún percance le sucedióen su vida.

También en el tocón se sabepara qué parte queda el norte y losdemás puntos cardinales. Hacia elnorte, las medrías son más delgadas,porque además coincide con lanoche, y el árbol también está enrelax, mientras que en el sur recibetoda la luz y calor, en esta parte esaslíneas están más desarrolladas. Estedato no hace mucho lo comentabacon cierta persona y no me lo supodemostrar. Yo le decía: tú si te en-cuentras en medio de un gran bosquey no tienes orientación ni sabesdónde te encuentras, ¿cómo te lasarreglarías para saber orientarte? En-tonces yo le expliqué, entre otrosdatos, que por el norte el árbol no re-cibe luz, es de noche y la corteza del

14 – CUADERNOS DEL RIDEA RAMÓN VALLE

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árbol suele tener mucho musgo y esmás negra que el resto del tronco.

También le expliqué que si sabíaque las plantas trepadoras, cuando seles arrima un palo o una cuerda paraque se enrollen a ella, suben girandohacia un lado. Este dato cambia el girodel hemisferio norte y del sur; lomismo que los árboles: su maderatambién tiene giro, en unos más queen otros; en este detalle influye el girode rotación de la Tierra.

Las clases de madera según losárboles: las hay más duraderas, lashay que tuercen más

La madera, según para lo quevaya a ser dedicada, tiene su acepta-ción; por ejemplo, para la construc-ción de una obra, se solía emplear lamadera de castaño, tanto para vigascomo para el resto de la casa; el cas-taño es madera noble y de gran du-ración, mientras que otras maderasno tienen esa condición. Donde noexiste castaño solían emplear, porejemplo en vigas, el chopo; o, si no,maderas de Guinea, o de otras partescomo de América, que hay maderasde gran duración, tal como el pinotea, que, además, no suele torcernada; o la teca, que resiste bien la in-temperie. También el nogal es ma-dera noble muy apreciada para lafabricación de muebles.

En cambio el roble aunque esmadera muy dura y resistente a la in-temperie, incluso bajo el agua, no esrecomendada para las casas cuandose hacían de mampostería, pues lasvigas y pontones para los pisos, y las

que van en las armaduras del tejado,solían tirar y torcer mucho; en cam-bio, el roble sí se empleaba para laconstrucción de los carros del país yotros aperos de la labranza. Tambiénera empleada esta clase de maderapara construir algunos puentes queno fuesen de mucha tirantez; paraello se colocaban dos gruesos ponto-nes, o los que hiciesen falta; si se tra-taba de paso de carros, se colocabande pilastra a pilastra, y luego se sola-ban con tablones también de roble.Estos puentes, aunque de vez encuando había que hacerles alguna re-paración, como cambiarles algún ta-blón, solían durar muchos años.

Las maderas blancas: las más blandas

Las maderas blancas, son ma-deras de poca duración, si no son tra-tadas químicamente; su duraciónpuede ser un par de años o poco más,pues enseguida se apolilla, como ocu-rre con la haya, la abedul, el pino, elaliso o humero. El pino era empleadoen las minas y en la construcción parapuntales, encofrados y andamiajes; lahaya, lo mismo que el abedul, eramuy frecuente en la fabricación demadreñas, cuando se gastaban, sobretodo en las zonas rurales.

Hoy ya ni existen madreñeros,ni apenas madreñas, pues algunasque se venden en los mercados, sonhechas en máquinas; para ello colo-can una madreña en dicha máquina,y ya sirve de modelo para hacer otranueva; la máquina ya la deja traba-jada lo mismo por fuera que por den-

EL SABER INMEMORIAL DE LOS OFICIOS ARTESANOS I: LA MADERA… – 15

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tro; el madreñero solamente tiene quedarle algún retoque, como grabarlapor fuera o barnizarla. Esto se hace obien con barniz negro, o dándole uncolor amarillento con corteza de abe-dul, que se quema y se la tiñe con elhumo que desprende; luego se bar-niza con un barniz incoloro.

El corte y el secado de la madera: enmenguante y en invierno, sobre todo

Como en algunas zonas, abun-daban los montes de castaño, ademásdel fruto (la castaña), su madera eramuy usual para toda clase de obras,sobre todo en la casa, cuando se tra-taba de hacer algún mueble; o de re-novar algunas tablas que ya estabandeterioradas; para ello se cortaban al-gunos árboles, aquellos más indica-dos para el uso que habían de llevar,

bien fuese para reponer una viga opara serrar en tablones o tabla, por-que siempre había que hacer algunareforma en la casa u otras dependen-cias como cuadras o pajares.

En todo caso, las maderasdeben estar secas para su empleo,porque si se emplean verdes, ademásde torcer, merman. Cuando se sierranmaderas como el castaño, se van co-locando haciendo un castillete al airelibre. Y así, la madera, según su cua-lidad, suele secar a centímetro de gro-sor por año.

La corta de la madera, paraque tenga su verdadera resistencia yduración, se suele hacer cuando elárbol tiene la savia baja; o sea enotoño o invierno, y a ser posible encuarto menguante. Este detalle espara toda clase de madera. Por ejem-plo la madera blanca si se corta enprimavera o verano su duración escorta, rápidamente se apolilla comoocurre con la haya, la abedul, el alisoy algunas más.

Descripción sobre la madera y losárboles

Todo un paisaje asturiano del castaño

El árbol es quien proporciona lamadera para que el hombre aprove-che su fruto. Los árboles los hay demuchas especies, unos le dan frutoscomo alimentos, madera para cons-truir sus casas y demás enseres; otros,leña para poder calentarse; otros, ma-dera para construirle la maleta parael viaje sin retorno; otros, productosmedicinales, aprovechados de sus

Bosque de Las Sendas, Somiedo.

16 – CUADERNOS DEL RIDEA RAMÓN VALLE

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flores. El fruto del árbol sirve de se-milla para uno nuevo, pero tambiénfruto comestible en forma de ali-mento o fruta.

Como alimento, podemos men-cionar el castaño: su fruto es la cas-taña, hasta no hace tantos años, servíade alimento tanto a personas como alos animales de engorde, sobre todopara los cerdos, dándole un sabor tanexquisito a la carne. El castaño fue in-troducido en Asturias por los roma-nos cuando la dominación romana,con el fin de proporcionar alimentopara sus soldados. En Asturias seconsidera especie autóctona, y 80,560Ha pertenecen al castaño; existe,según las zonas, muchas variedadesde castañas; la más apreciada por susabor, suele ser “la balduna”, de ta-maño grande y lisa, de cáscara bri-llante; también la “paredes ogallega”, que es más pequeña, peromuy dulce, lo mismo cocida queasada, y se cosecha mucho en la zonacolindante con Galicia.

En Asturias predomina el arbo-lado, que supone el 17% de su super-ficie. Referente al castaño, estaespecie es azotada por enfermedades

diversas. Por la primera mitad del pa-sado siglo, la filoxera asolaba los cas-tañedos, y afectaba a la raíz, lo que lehacía secar al árbol; afectaba hasta lamisma madera, pues quedaba sin re-sistencia, y rompía con gran facilidad;además, unos pequeños gusanos lataladraban como si fuese la polilla,hasta las mismas cepas; y cuando secortaba el árbol, los retoños queechaba, terminaban por secar.

Últimamente el castaño es ata-cado por el chancro, un hongo quetermina por enfermar el árbol, hastaque lo hace secar. Muchas de estas en-fermedades que sufren los vegetales,lo mismo que el resto de plantas, lodebemos a la enorme contaminaciónatmosférica, que además afecta atodo ser viviente.

Los tipos de árboles según el crecimiento: más lento o más rápido

Los árboles los hay de creci-miento rápido, como el eucalipto, elpino, en alguna de sus variedades; oel aliso, que pertenecen al grupo demaderas blancas; pero su aplicaciónse dedica a obras u objetos de cortaduración. El eucalipto tiene comoprincipal aprovechamiento la celu-losa, para pasta de papel, aunque seempleaba también en las minas comopuntal y para entibar los vanos. Elpino, tenía mucha salida en toda clasede obras, como tablones para el enco-frado y como puntales.

El aliso, sobre todo en las zonasrurales, se usaba bastante para la fa-bricación de madreñas. También eraempleado para hacer empalizadas en

Cunqueiro (Museo del Pueblo de Asturias).

EL SABER INMEMORIAL DE LOS OFICIOS ARTESANOS I: LA MADERA… – 17

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18 – CUADERNOS DEL RIDEA RAMÓN VALLE

los ríos y desviar parte de su curso enel aprovechamiento del riego en losprados; o para hacer funcionar a losmolinos de agua. Esta madera, alestar sumergida en agua, no se pudre,incluso se mantiene verde y retoña.Me tienen comentado personas quelo comprobaron en la villa de Luarca,cómo tiene muchos edificios en laparte del muelle, que están asentadossobre la arena, pero con pilotes hin-cados en ella, y son de aliso.

Los árboles de crecimientolento tienen una madera más resis-tente, incluso el roble, que dura mu-chos años expuesto al agua, al sol y atoda inclemencia del tiempo. Los ár-boles que pertenecen a la familia delos Quercus suelen ser de maderamuy dura, y de crecimiento lento; sise trata del roble o la encina, tienenuna duración que incluso pueden lle-gar a milenaria. En Asturias se puedeconsiderar el roble como árbol autóc-tono, formando grandes masas arbo-ladas. Hace ya varios cientos de años,las laderas de las montañas, estabanpobladas sobre todo de robles, quellegaban incluso hasta la cumbre.

Este dato lo pude comprobar enuna montaña cerca de mi lugar natal(a unos 1100 m de altitud), el pico deAbraniego; y por una de las laderasaún conserva algunos robles, enmedio de un pedregal o tserón, porqueallí no lo alcanzaba el fuego, cuandolos ganaderos quemaban el montepara que retoñase pasto fresco parasus rebaños. Aquellos viejos roblessolo les quedaba un grueso tronco,que solamente era el cascarón, peroincluso todavía echan algo de retoño

en la primavera. Por la laderaopuesta, conocí los tocones, que erasolo la raíz de aquel viejo roble, paradar testimonio que un día fue un es-belto árbol. Pero la mano depreda-dora del hombre, con sus quemasincontroladas, quemando todo elmantillo de la tierra, solo dejó lo áridoy el árbol terminó por sucumbir.

Los bosques asturianos que impresionan: hasta que el fuego, aveces, los convierte en cadáveres

Recorriendo paisajes por lasdistintas partes de Asturias, me en-contré con bosques de frondosashayas, altas y robustas, que me en-cantaba contemplar. Uno de esto bos-ques, es el bosque de Pome, en elParque de Covadonga; ver aquellasgigantescas hayas, con una copa deramas mirando cielo; y aquel robustotronco de un metro de diámetro, lisoy derecho como una vela. Este bos-que está declarado Parque Natural.Cuando alguna haya se muere, elviento la abate, quedando tendida enel suelo, como si se tratase de un ca-dáver, hasta que se pudre y sirve deabono para las demás, o hasta que al-guna nace para reemplazarla.

Otro de los bosques que an-duve fue en el Concejo de Caso, cercade Tarna; andando por el sendero pordonde íbamos el grupo, me fijé en undetalle: en el corte del terreno deaquel sendero se podían apreciar lasdistintas capas del follaje, que en in-vierno la nieve se encargaba de aplas-tar contra el suelo, y que era elsustento de la especie. Pero ahí el

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EL SABER INMEMORIAL DE LOS OFICIOS ARTESANOS I: LA MADERA… – 19

hombre no quemaba el monte, por-que sabía que si quemaba, arrasabasus bienes. Nadie mejor que los pas-tores saben cuándo pueden quemar,para que el matorral no se apodere delos pastos para el ganado.

Otras observaciones y cuidados conlas maderas: plantar, insertar...,como hacían los padres

Los árboles nacen de la semilla,del retoño de otro de la misma espe-cie; o de un esqueje, los que son fru-tales, incluyendo el castaño. Para queel fruto sea bueno y sabroso, hacefalta injertarlos, cuando aún son del-gados, o incluso cuando es una varadelgada; entonces, se le coloca el in-jerto, que se recoge de una púa, quesea vigorosa, de la punta de una caña;y se introduce entre la corteza y lamadera del tronco que se va a injer-tar; se encinta con una cinta adhesiva,y él solo arranca al subir la savia delárbol. Esta técnica me la enseñó mipadre, que era muy aficionado a losfrutales y a toda la flora en general; eltronco aunque no se injerte, da fruto,pero de mala calidad.

Continuando con los árboles decrecimiento lento, podemos citar eltejo y el boje; estos necesitan muchosaños hasta que se hacen árboles ro-bustos; dice la frase, que “el tejo y elboje, el que lo siembra no lo coge”. Eltejo tiene una madera rojiza, muyapreciada en mueblería; en cambio elboje, con su madera muy dura y com-pacta, se emplea para la fabricaciónde gaitas. Yo soy muy amante de losárboles, ya de pequeño me gustaba

plantar árboles, incluso hacía semi-lleros, como el pino, que luego seplantaban de pequeños.

Maderas duras y blandas: el cerno,el sámago...

La madera de los árboles notodo es aprovechable para poner enconstrucción. Como dije antes, lasmaderas blancas son de poca dura-ción, de no ser que se sometan a untratado para que no se apolillen. Encambio, la mayoría de los otros árbo-les como el roble, el castaño, el nogal,el negrillo, tienen la parte central deltronco una zona que suele ser másobscura, es el cerno. En el caso delnogal además de su apreciada ma-dera, se aprovecha la nuez, que es unalimento muy sano.

En el roble por lo menos, elcerno dentro del agua tiene una largaduración; una parte va junto a la cor-teza, la más blanquecina: es el sá-mago y se apolilla; esta parte deltronco en algunos árboles suele sermayor que en otros, como ocurre enel nogal y el roble; el sámago puedeser de unos dos o tres centímetros ycuantos más años tenga el árbolmenor espesor tiene el sámago.

El cerno en los árboles delgrupo Quercus (como el roble la en-cina, el alcornoque), hace muy durala madera y resistente; se empleapara los carros del país, o para algu-nas obras como tenadas y cuadras;además suele torcer mucho; en cam-bio, la de castaño es la más usual,sobre todo en ebanistería para hacermuebles, o puertas y ventanas en lascasas; el nogal, la caoba, el cedro y

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otras de origen tropical, son muy es-timadas en toda clase de muebles.

Los árboles de madera blancatenían como principal aplicación lasmadreñas, hoy prácticamente en des-uso; la haya también se empleaba,además de las madreñas, algo enmueblerías por ser poco fibrosa, perotiene que estar vaporizada para queno se apolille. Si se trata del aliso, quees madera rojiza, y de muy escasa du-ración, se solía emplear en las fábri-cas donde se hacía ataúdes. La deabedul, era la que más se empleabapara las madreñas, es madera bas-tante resistente y ligera.

La madera asturiana, ayer y hoy, consu múltiple aprovechamiento

En Asturias es muy abundantetoda clase arbolado: hay bosques degrandes dimensiones como el de Mu-niellos en Cangas de Nancea; las cuen-cas de muchos ríos están poblados debosques, donde predomina el roble yla haya; en las partes más bajas, el cas-taño, dando buena producción de cas-tañas, era alimento base para elengorde de los cerdos, lo mismo quepara el hombre, pues se consumían devarias maneras: cocidas, asadas parahacer los amagüestos, pilongas parapreparar potaje, etc.; hoy no las recogecasi nadie, y sirven de alimento parael jabalí.

El pino abunda en nuestrosmontes, excepto en puertos de mon-taña, donde pasta el ganado; hastahace pocos años, tenía gran aceptaciónen la mina como puntal, o en tablapara entibar la mina por dentro; hoy

no se emplea, porque llegó el puntalmetálico, y para entibar, están las cha-pas metálicas; el problema mayor esque las minas de carbón se están ce-rrando casi todas. También se emple-aba para la construcción como puntal,y en tablones y tabla para hacer los en-cofrados; este sistema lo sustituyó elpuntal metálico; y para los encofrados,los tableros prefabricados.

Hoy, a la madera la sustituye elaglomerado, que se aprovecha detoda clase de maderas, incluso de losdesechos en las serrerías. La maderase tritura, se mezcla con algo de colay se hacen los tableros prensados;cuando son para emplear en mue-bles, les dan por ambas caras una es-pecie de barniz, la melamina, queproduce toda clase de tonos imitandola madera; o, si no, un laminado dechapela, también por ambos lados,haciendo lo que es el contrachape-ado, también empleado en mueblería.Hoy sí hay muebles de madera ma-ciza, pero a buen precio.

El reciclaje de la madera, hasta parala leña de la cocina, hoy, los pellets

Por último, de la madera seaprovecha la leña: todas aquellascañas que ya no tienen aprovecha-miento para otras cosas, lo que se em-pleaba antaño para cocinar lascomidas, y para caldear la casa. Allídonde tenían una buena cocina decarbón o de leña, se notaba en toda lacasa, la temperatura agradable, queincluso duraba cuando se iba a acos-tar, para que la ropa de la cama no es-tuviera demasiado fría.

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También hoy se le da salida a lamadera de pino, sobre todo, parahacer pellets en fábricas que se dedi-can a esta labor; la madera es tritu-rada formando un granulado; o, sino, unos tacos prensados, y así es em-pleada en las calefacciones, incluso enla centrales de uso combinado, comomedio para calentar el agua de lascalderas.

Cada tipo de arbolado, con susaportaciones especiales

El eucalipto, fue traído de Aus-tralia, y en Asturias es muy abun-dante en zonas de litoral, o vallespróximos al mar, donde la tempera-tura no suele bajar de 0º. Hoy esta es-pecie se aprovecha en las industriaspapeleras, para extraerle la celulosa.El eucalipto, al contrario que los ár-boles de hoja caduca, llega a deserti-zar el terreno de los montes, porqueconsume mucha agua; en cambio, losde hoja caduca, con el follaje, ya for-man el compost suficiente para elabono que necesitan.

Muchos de los árboles, ade-más de aportar madera, los haycomo los frutales; o como los orna-mentales, que también aportan sufruto, o sus flores para las floriste-rías; el nogal, además de su maderatan estimada en ebanistería para laconstrucción de muebles, tambiénaporta su fruto, la nuez, lo mismoque la avellana, ambas muy ricas ynutritivas. Si es el castaño, la castañase recoge para cebar al ganado por-cino y a las personas también que seemplea como alimento.

Hasta el corazón del árbol se diríaque siente la vida también

La mayoría de los árboles, a lolargo de su tronco, cuando se abren ala mitad, veremos que la hebra va tor-ciendo hacia un lado, sin salirse delcorazón del tronco. Esto mismo leocurre a las plantas trepadoras.Cuando se les hinca una estaca ocuerda para que se eleven, lo hacendando vueltas en un sentido. Sola-mente lo hace en el sentido contrarioel lúpulo; este efecto se debe a la ro-tación de La Tierra, en el otro hemis-ferio el giro cambia hacia el otrosentido.

Otro dato podemos observaren un bosque donde hay árbolesmuy frondosos: para no perdernos,si no sabemos en qué punto cardinalnos encontramos, no hay más queobservar el grueso tronco del árbol;veremos que por uno de los lados, eltronco tiene la corteza limpia demusgo: es el sur; por la zonaopuesta, la corteza es más obscura yademás tiene más musgo: es el norte,le falta sol.

Además cuando se corta unárbol, en su tocón podemos observarque los anillos circulares, a partir delcorazón, o centro del tronco, son lasmedrías, lo que crece el árbol duranteun año; por el lado del sur, como re-cibe más luz, el árbol crece más, loscírculos están más separados; mien-tras que por el lado opuesto, las me-drías están menos crecidas: es elnorte; durante la noche, el árbol estáen reposo también. Estos datos sonmuy curiosos, pues algunas veces nospueden sacar de algún apuro.

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Los serradores

Con aquella sierra de aire, de dosmanceras con buen acero

Estos artesanos, eran los que sededicaban a serrar y despiezar la ma-dera según el aprovechamiento quese le fuera a dar, bien sea para sacarpiezas de barrería, tablones de cincocm de grueso; o para tabla de pul-gada, o pulgada y media de grosor;esta medida tenía gran aplicación, lomismo para hacer alguna reparaciónen las casa que para la venta, o paraalguna carpintería.

La sierra más común, mientrasno aparecieron las sierras mecánicas,era la de aire, que constaba de unahoja de buen acero, de unos dos me-tros y medio de largo; la parte dearriba era más ancha que la de abajo;era manejada por dos serradores. Lasierra tenía dos manceras, o cabritas,para cogerla con ambas manos; la deabajo se introducía en la hoja de la sie-rra por la parte de abajo, se sujetabaen uno de los dientes de la sierra, y sefijaba bien por medio de una cuña.

Con los serradores sobre la estadía,el andamio para la sierra a mano; yla falca, el tronco para serrar

Para poder serrar, si se tratabade hacerlo en el monte, y el terrenoera pendiente, se abría una especie detrinchera, de unos dos metros deancho; en la parte de atrás se hinca-ban en el suelo dos postes; sobre ellosiban otros que apoyan cada uno en suposte; y en la parte de adelante, sobreel terreno, quedando paralelos y a

nivel, se fijan muy bien, de forma queel armazón no vaya a caer, y con ellosla rolla o tronco que se va a serrar.Sobre estos dos travesaños se colocandos rolletes de madera: el de atrás sefija por medio de unos gatos al trave-saño; y el de adelante es movible,para colorar el tronco encima. Este ar-madijo se llama la estadía.

El serrador, primero labra ahacha por una cara, el tronca a serrar.Labra luego la cara opuesta a la pri-mera, y con un compás puntea lasdos cabeceras de la falca, con la sepa-ración que deben tener las piezas des-pués de serradas. Con una cuerda delana, se moja en tinte que suele serrojo, porque lo extraen de una piedrade color rojo mojándola en agua yfrotándola contra otra hasta que yada el tinte; se humedece la cuerda enel tinte, y se colocan las dos personas,una en cada extremo de la falca; setensa la cuerda y se suelta dejándolacaer sobre la madera, que deja eltrazo por donde tiene que ir la sierra.

Luego se coloca la falca ya mar-cada sobre la estadía, con esta cara la-brada hacia abajo; con una plomada,se elige uno de los trazos y se punteala parte de arriba; esto tiene que ser deforma que no se vayan a cruzar los tra-zos, porque hay que tenerlo en cuentapara la otra cabeza del tronco. Se pun-tea con el compás lo mismo que la caraanterior, y se trazan con la cuerda.

Los dos serradores de la falca: unoarriba, y otro, abajo de la estadía

Para comenzar a serrar, lo pri-mero se sujeta la falca sobre el rollete

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de atrás, con el fin de que no semueva; el rollete de adelante se co-loca a unos cincuenta centímetros dela punta de la falca. Como en la cabe-cera del tronco a serrar ya están lostrazos de forma vertical, el serradorque está abajo no puede equivocarse;se sierran todas las piezas hasta lle-gar al rollete. Entonces con la ayudade dos palancas se levanta la falca unpoco, y se corre el rollete hasta laparte delantera. Para introducir lasierra en el surco, se le quita la ca-brita o mancera de abajo, y ya sevuelve a meter en su surco; y asíhasta que se termina de dar el filo; ylo mismo los demás, hasta despiezartoda la falca.

Entre los dos serradores, elque está arriba sobre la falca, es elque dirige la sierra; el que está abajose encarga de tirar de la sierra y ayu-dar al de arriba a subirla; cuandodos serradores se compenetran bienen el manejo de la sierra, se suelenayudar mutuamente; pero algunasveces suele haber piquillas en unode ellos y echar toda la carga al otro.Como suele ocurrir también en otrasprofesiones.

Los tipos de sierra, la traba y eltriscador

Para afilar y darle la traba aldiente, si el serrador es experto en estetrabajo, la sierra se lleva sin gran es-fuerzo; esto también depende de lamadera que se va a serrar, porque unapuede admitir más o menos de gan-cho en el diente de la sierra; tambiénse le da la traba, que es con un aparato

que se llama triscador; así se tuerce unpoco la punta del diente, uno a cadalado, con el fin de que la sierra abraun poco más paso en la madera, paraque la sierra no se atasque.

Otro tipo de sierra, es la bracerao portuguesa; esta es más ligera quela anterior, y está formada por unbastidor con unas piezas de maderaligeras; este bastidor suele tener unamedida de metro y medio de largo,por unos sesenta centímetros deancho. Al centro del largo lleva la sie-rra, que es una cinta estrecha con losdientes, que son más pequeños quelos de la anterior; esta cinta, como esuna lámina delgada, lleva un tensor,para que al serrar no tuerza.

Para preparar el tronco a se-rrar, se hace lo mismo que con la an-terior sierra, solo que, para instalarel taller para serrar, es más simple:basta con un poco de espacio llano, yde un tronco curvado; se hace unaespecie de caballete, en la parte deadelante le colocan dos pies, y laparte de atrás posa en el suelo; en laparte delantera del tronco, donde seinsertan los dos pies, se hace altronco un asiento, que quede a nivel,y allí es donde tiene que posar laparte trasera de la falca.

Por delante se colocan dos pun-tales, que ya los serradores traen conellos; y ya está lista la sierra bracerapara comenzar el trabajo. El serradorde arriba va sobre la falca, mientras elde abajo suele ir de rodillas, al quedarpoca altura; después de encabezadatoda la rolla, los puntales se pasan ala parte trasera y se continua se-rrando hasta el final.

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Las recuas de mulos y los hábilesarrieros portugueses

Por la primera mitad del sigloXX, en Asturias hubo una gran afluen-cia de portugueses, porque parece serque, por esas fechas, en la red Espa-ñola de Ferrocarriles, había una grandemanda de traviesas, y estos bravostrabajadores encontraron aquí abun-dante trabajo. Los montes en Asturiaseran muy frondosos, sobre todo enroble, que era de lo que se hacían lastraviesas; y, así, para transportarlasdesde los montes hasta donde las car-gaban en camiones, lo hacían enmulos, pues solían tener recuas, y unode los obreros era el acemilero.

Para colocar las traviesas sobrela caballería, tenían unos embastes amodo de parihuelas, que colocabanuna a cada lado; las traviesas para víaancha debían tener unos dos metrosde largo. Cuando se terminó aquellatemporada, muchos de los portugue-ses se casaron por los diversos pueblosde Asturias, dedicándose a toda clasede trabajo relacionado con la madera.

Y saber afilar muy finas lasherramientas

Las herramientas de la maderalas afilaban muy bien; las hachaseran de dos bocas: una más estrechaque la otra; la estrecha la empleabanpara desbastar los troncos, y la deboca más ancha, la reservaban paralabrarlos troncos, que los dejabancompletamente derechos y como siestuvieran cepillados.

Este tipo de sierra la traían lasparejas de portugueses que solían

venir por este país, por el pasadosiglo. Luego ya se comenzó a hacereste trabajo con medios mecánicos; semontaban serrerías, la madera eraacarreada con camiones desde losmontes; o, si no, había también equi-pos portátiles, provistos de un motory la sierra sin fin, que eran instaladosen los montes.

Para el buen corte de las herra-mientas tienen que estar muy bienafiladas, tanto a lima como en la pie-dra de afilar. Por ejemplo, para que elfilo del corte quede en perfecto es-tado, se suele usar una piedra degrano muy fino, y en vez de agua, seemplea un poco de aceite. Con elloqueda perfecto.

La carpintería antes y ahora: delbrazu a la máquina

La carpintería, como dije alprincipio, ya existe desde tiemposmuy remotos: lo demuestra la Biblia,cuando Noé hizo el arca para librarsedel Diluvio Universal. Además, sepuede ver en trabajos con gran anti-güedad, algunos toscos, en cambiootros hechos con delicadeza. Todoello se puede contemplar en museosy obras de arte, sobre todo en monas-terios e iglesias, con unos retablosque son verdaderas maravillas.

Hasta que la industria noavanzó y se fue mecanizando, todo sehacía a brazo, con sus herramientasmanuales; hoy ya existen máquinastan sofisticadas, que por ejemplo, paratrabajar una pieza de madera, se pro-grama la máquina, se mete la pieza enbruto, y sale con todos los detalles he-

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chos, como molduras, canales para in-troducirle tableros, espigas para en-samblar etc. Así, por ejemplo, parahacer una puerta armada, a mano lle-vaba más de un jornal, mientras que amáquina, solo el tiempo que lleva elarmarla y encolarla.

Los carpinteros, según su facetaespecífica: blanco, de prieto, de ribera…

Carpintero: “en unas antiguasordenanzas referente a los oficios me-cánicos y otros oficios, peculiares queSevilla tiene, se puede leer... que eloficial carpintero de lo prieto, paraser buen oficial acabado, ha de saberfacer un muelle, y ruedas de aceñas, yde azagayas, y husillos y rodeznos, ycarretas y anorias, y tahonas, y vigasde molinos de aceyte, y de vino, yotras cosas que son menos que estas”.

Por su labor los carpinteros seclasifican según su ocupación. Aquelque por su oficio se dedica al trabajode labrar maderas, carpintero blanco;el que trabaja en taller y se dedica ahacer mesas, bancos y otros muebles,carpintero de prieto; o carretero, el quese dedica a la construcción de carros;carpintero de ribera, el que trabaja enla construcción y cuidado de embar-caciones de pequeño desplazamiento.

Los carpinteros se dedican soloal trabajo de la madera para emple-arla en hacer todo lo relacionado conella, como aperos para la casa, cons-truir una vivienda; o todo aquel tra-bajo que no realicen los canteros oalbañiles, como colocarle los suelos alas obras, cuando se hacían sobrevigas de madera; colocar el madera-

men para los techos, y todo el trabajodel interior de la obra.

El oficio de carpintero resultaasí tal vez sea uno de los más nobles,pues de la madera se obtienen traba-jos de gran valor artístico, como elque se dedica a la “imaginería”, quese representa en retablos con sus imá-genes; o aquellos que se dedican atrabajos más rurales, como el quetiene que hacer de todo, que veremosmás adelante.

Aprender el oficio desde bien joven:no era fácil

Los carpinteros de antaño te-nían que hacer el trabajo todo abrazo: la mecánica apenas existía. Porlo tanto, para ir a la obra, había quecargar con la herramienta al hombrocaminando, y así llegar hasta la casadonde había que hacer el trabajo;como le tocó a este servidor, sobretodo los primeros años de mi profe-sión. A los 18 cumplidos, comencé atrabajar como aprendiz con un pa-riente mío. Recuerdo que aquellosprimeros trabajos que me tocó hacer,fue colocar alguna cocina de hierro,porque por aquellas fechas todavíahabía muchas de lar, sobre todo en lasbrañas; y tanto había que hacer decarpintero, como de albañil, o inclusode cantero.

Estábamos los dos parientes enuna braña, colocando la cocina; erapor el invierno, y como los novatosdesconocen muchas de las técnicasque se emplean en el oficio, mi maes-tro me mandó serrar a serrucho unapiezas de madera. Como la madera

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aún seca contiene cierta resina, y laherramienta se garra y atasca fácil-mente, para que el serrucho andu-viese ligero, se me ocurrió meterlo enun caldero de agua que estaba a milado; al ver la acción me dijo el jefe:“eso coño, que eso fai tan bien comoa un gato bañarlo por la mañana enagua fría”.

Nunca se me olvidó aquel con-sejo, y anécdotas como esta eran fre-cuentes en el oficio, pero todo serealizaba dentro del buen humor.También recuerdo lo mal que se pa-saba, sobre todo por las noches, conel humo que despedía la lumbre,pues el que no estaba acostumbrado,no hacía más que llorar por el efectoque hacía en los ojos el humo. Lomismo que aquella cocina nos tocócolocar varias, porque había hogaresmás humildes que carecían de cocina.

Los muebles del carpinteru en lacasa: el lar, el escañu, el culadoiro...

En la casa materna, todavía yoconocí el lar: aunque nací en el año1933, la cocina se colocó en el 1935.Recuerdo perfectamente aquellosdos bancos de madera amplios conel respaldo alto, y cuando se estabasentado en uno de ellos, se podía lle-gar con los pies a cerca de la lumbrepara calentarlos. En estos bancos sesolía echar en las largas noches deinvierno un pigarzo (pequeño sueño),después de cenar, antes de acostarse.También me acuerdo del banco delfumu: aquel era para colocar otrosutensilios de la casa, como el calderolleno de agua.

En el ángulo de este banco conel contiguo, estaba el culadoiro: untronco de castaño ahuecado, que ser-vía para hacer las coladas para lavarla ropa; estaba posado sobre una losacircular, con una ranura todo en re-dondo, de forma que el agua cayeseal caldero que se colocaba debajo;luego, había que volver a calentarla yecharla de nuevo a la colada. Tam-bién recuerdo el ventano que habíapara dar algo de luz a la cocina: erade pequeñas medidas, para sacar lacabeza o poco más.

Un oficio, sobre todo, ambulante: ytodo a brazo

Como ya hice mención, el tra-bajo de carpintero, solía ser ambu-lante, en la casa donde había quehacer algún trabajo, construir uncarro del país, unas puertas, unasventanas, u otro trabajo por el estilo.Al no haber maquinaria para labrarla madera, se tenía que hacerlo abrazo, empujar fuerte la garlopa yafilar muy bien las herramientas,sobre todo cuando se trataba da ma-deras duras.

El oficio de carpintero, era unoficio mixto, pues en la obra que seestaba haciendo, lo mismo había quehacer un tabique, que dar cargas auna pared, o blanquear una fachada,que se solía hacer con cal de blan-quear; y, así sucesivamente, el cono-cimiento de muchas de las cosas quese hacían era solamente superficial,no como el que se dedica exclusiva-mente a la profesión que ejerce.

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La gracia de las herramientas, y lastécnicas con las maderas: la garlopa, con el cuidado del alabeo...

Las herramientas del carpin-tero eran serruchos, garlopas, cepi-llos, formones, etc.; para trabajar agusto, hay que pasarles cada pocoalgo de grasa o de aceite, con el finde que se deslice fácilmente sobre lamadera; y que no se atasquen, puesesa pequeña parte de resina que con-tiene toda la madera, en unas másque otras, forma una especie de roñaen la herramienta que dificulta elcorte fluido.

La carpintería requiere su téc-nica: cuando se trata de labrar unapieza de madera, la garlopa nunca sedebe ladear, porque así la piezanunca saldrá bien derecha; quedaríacon alabeo; y cuando tocase, porejemplo, armar una puerta, esta que-daría toda retorcida, y a la hora de co-locarla en el batiente del marco, seríaimposible dejarla correcta. La herra-mienta tiene que correr bien a lo largode la pieza para que salga derecha.

Para preparar la madera, porejemplo, para hacer una puerta, o unaventana, que son piezas armadas, loprimero se sacan a serrucho las barraslargas y cortas; se labran por una delas caras al plano, se comprueba quela pieza queda bien derecha y sin ala-beo; luego se labra al canto, pero enesta labor hay que comprobar con laescuadra, que guarda relación con laparte plana ya labrada; luego, se leshace un trazo con el lapicero a ambascaras, y este trazo es la referencia quese emplea a la hora de trazar las pie-zas, sobre todo los largueros.

O el gramil, la espiga, las furas, lospinazos...

Por fin, se desengruesan esasbarras, trazándolas antes con el gra-mil hasta dejarlas listas; luego se co-locan las dos piezas puestas de cantosobre el banco de carpintería, deforma que el trazo de referencia coin-cida junto en las dos piezas y en elcanto; también hacia arriba, se vantrazando donde deben coincidirtodas las escopladuras para ensam-blar las piezas cortas; lo mismo sehace con estas para hacerles la espiga.

Las furas o escopladuras, pue-den ser a espiga ciega o pasante; si setrata de esta última, a las barras lar-gas se les hace el trazado con el gra-mil, para la medida de la fura, y sepasa a los dos cantos de la pieza.Cuando ya están las furas y espigashechas en todas las piezas, si se tratade una puerta, hay que hacerle uncanal o regadura, donde se encajanlos tableros o pinazos. Si se trata deuna ventana, con una herramientaque se llama juntera, se le hace un re-bajo donde se coloca el cristal.

Con el arte de ajustar una armadura: escoplar, agramilar, espigar..., pero ajustar buyendo...

Un consejo que me daba mimaestro, sobre este tema, era el si-guiente: “que los trazos, tanto de la-picero como de gramil, tenían quequedar buyendo”; o sea, que debíande notarse algo, porque, como miprofesor me decía, ese es el únicotestigo que tienes para justificar quelo hiciste bien; de lo contrario, o re-

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ventaba la fura, o quedaba muy flojala espiga.

Para que una armadura quedebien ajustada por los dos lados, en losensambles, con el serrucho de costi-lla, se le va dando una calada a la es-piga, por cada lado de la armadura;se aprieta, y entonces ya se verá quequeda completamente ajustada; conello, ya se procede a apretarla conuna prensa y a ponerle unos tarugosde madera; o si no, si va encolada, secolocan unas cuñas, una por cadalado de le espiga, apretándolas agolpe de martillo.

Las escopladuras pueden serpasantes, o dejarlas a media madera;esto es con el fin de que no se vean enel canto del larguero las cabezas delas espigas. Si son pasantes, para quecoincidan exactas por las dos partes,se escopla un trozo por cada lado;pero siempre con el cuidado de lostrazos, que se vean buyendo, como medecía mi maestro. Con las piezas cor-tas, se hace lo mismo: para trazarlas,se colocan por una cara al canto, y lasdos del plano; acto seguida, se agra-milan con la misma medida que sehizo con los largueros.

Entonces ya procede a espigar-las a serrucho, y todo esto lo había quehacer a mano. Para que la puertaquede bien ajustada, los ensambleshan de ser por las dos caras; se en-sambla el armazón, y con el serruchotecostilla se le pasa por la parte del en-samble hasta que se llega a la espiga.Esta operación se hace donde lo pida.Entonces, con la prensa ya se com-prueba que queda bien ajustada. Paraterminar con estas labores, había que

hacer un canal o regadura a los doslargueros, el travesaño de abajo y el dearriba, por el canto que tenía la refe-rencia; y los del centro, por ambos can-tos, son para introducir los tableros opinazos de la puerta.

Hasta el delicado ajuste, acopladura, de una puerta con lascárceres de madera

Para que la puerta quede bienasegurada, se va colocando la prensapor donde van los travesaños, con unabarrena se hacía un agujero y se intro-ducía un tarugo de madera; esto eracuando no existía la cola de carpin-tero; cuando ya se empleaba, en loslargueros, el canto que coincidía haciafuera, con el bedano se agrandaba unpoco la escopladura para introduciruna cuña por cada lado de la espiga,con un poco de cola; de esta forma lapuerta quedaba completamente se-gura; luego solo quedaba el rematarlaa cepillo, sobre todo donde los ensam-bles, para que quedase bien igualado.

Cuando no existían las prensasde husillo, se hacía el ajustado de unapuerta o cualquier otro elemento pormedio de unas cárceles, que era sim-plemente un tronco de madera o ro-llete que fuese más largo que lo quehabía que prensar; se daba un corteperpendicular por cada lado, hastamedio tronco aproximado, dejando elhueco un poco abundante; se sacabalo del centro, se colocaba dentro loque se iba a prensar, con unas cuñas,hasta que acoplaban a la perfección;entonces ya se introducían dos cuñascon cola: una por cada lado de la es-piga. Al carecer de otros medios más

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sofisticados, había que emplear estossistemas. Ensamblar una puerta ar-mada, hecha a mano, llevaba sutiempo, porque había que empezarpor sacar a serrucho de un tablóntodas las piezas, labrarlas, hacerlesespigas, escopladuras y regaduras.

Porque los nudos no son madera...

El carpintero tenía que tenerbuena fuerza en los brazos, para em-pujar la garlopa, porque cuando to-caba madera dura, hacía falta afilarmuy bien las herramientas y empu-jar fuerte; por ejemplo, cuando setrataba de construir un carro delpaís, que tiene toda la madera deroble seco, había que disponer detodas las fuerzas.

En este gremio de los carpinte-ros hay una frase que dice: que losnudos no son madera. Y es cierto, porquesi una pieza tiene algún nudo, esapieza siempre está torciendo, inclusodespués de estar bien seca la madera.Además, cuando se trata de hacer, porejemplo, el techo para un carro delpaís, hay que doblegar las dos pértigaspara amoldarlas y que tengan las dosla misma curvatura; como una de ellastenga algún nudo, seguro que al ceñir-las, por el nudo rompe.

El nudo se forma donde elárbol en su crecimiento llevó algúngolpe en aquella parte del tronco, o lesalió alguna caña que siguió cre-ciendo a medida que lo hacía el árbol;por eso, para las pértigas de los ca-rros, se empleaba sobre todo maderade roble, y que fuese el rollo del piedel árbol.

Tantas herramientas como funcionescarpinteras: la garlopa, los bedanos...

Como herramientas, el carpin-tero tenía que disponer de muchas.Las más esenciales eran la garlopa,que se componía de la encepadura,de madera de encina, por ser muydura y además pesada, para vencercon facilidad el desbaste de la maderaa cepillar; la cuchilla para el corte ibahacia la mitad del largo de la herra-mienta; esta tenía un encaje con ciertainclinación para que la hoja cortasebien. Esta herramienta suele tenerunos sesenta centímetros de largo.

El cepillo, parecido a la garlopa,pero de menor tamaño (unos veintecentímetros de largo), se empleacuando hay que desbastar una pieza,que no exija estar muy derecha; tantola hoja del cepillo como la de la gar-lopa tenían que ser de acero y de muybuena calidad; las más apreciadaseran las de una marca francesa Peu-geot Freres.

Luego estaban los serruchos: elserrucho de corte, el de costilla y el depuñal. El de corte era el que se usabapara el corte de la madera en general;el de costilla, de diente fino, se emple-aba para cortes delicados, y sobre todo,cuando se trataba del ajuste de los en-sambles de las armaduras; el serruchopuñal era de hoja muy estrecha, termi-nando casi en punta, y se empleabapara hacer curvas en el corte.

Luego toda clase de formones,lo mismo bedanos o escoplos, parahacer las escopladuras; los formoneseran de diversas medidas, desde uncentímetro de ancho hasta cuatro,

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según las medidas de las escopladu-ras u otras aplicaciones. Estas herra-mientas tenían que ser de muy buencorte. Por principios del siglo XX,eran los de marca francesa los mejo-res. Las herramientas fabricadas enEspaña no solían ser de buena cali-dad, sobre todo las empleadas en esteoficio. En cambio, hoy tienen fama lasde marca Palmera. Si se trata de gu-bias para hacer trabajos de talla, hayque recurrir a las suizas, por su finocorte de que disponen.

O el berbiquí, el guillame, la machihembra...

Como herramientas indispen-sables, no podía faltar la escuadra, elgramil berbiquí, con su juego de ba-rrenas de menor a mayor calibre,para hacer los agujeros en la madera;el guillame, para hacer los batientesen los marcos de las puertas y venta-nas; acanalador para hacer las rega-duras en las puertas, para introducirlos pinazos o tableros; la machihem-bra se empleaba cuando se tratabade preparar tabla para solar lospisos.

Esta herramienta, la machi-hembra, por una parte lleva una cu-chilla estrecha, de menos de uncentímetro, que se llama la hembra,porque hace un canal en uno de loscantos de la tabla; la misma herra-mienta lleva otra cuchilla de unos trescentímetros de ancho, el macho, quepor el centro aproximado tiene unaranura de la misma medida del anchode la hembra. Esta se pasa por el otrocanto de la tabla, y de esa forma el so-

lado queda sin ranuras. No puede fal-tar un compás, bastante grande,sobre todo cuando se trata de hacerlas ruedas de los carros, o un rodeznopara un molino de agua, etc. Comoherramientas hacen falta otras comoauxiliares.

El bancu del carpinteru: espacioso,sólido, pesado, con el husillo, eltope...

También es indispensable alcarpintero para poder trabajar, elbanco, que sea lo suficiente largo,unos tres metros, y de acho unoscuarenta y cinco o cincuenta centí-metros; de grueso, unos ocho centí-metros, de forma que resultasepesado, para que al trabajar se mo-viese lo menos posible; con un estre-cho cajón lateral para poner lasherramientas necesarias del trabajoque se está realizando; adosado aeste cajón, lleva una ranura para col-gar los serruchos y formones.

Del lado que va el carpintero,lleva un pie que no llega al suelo; enél va un husillo que atraviesa el pie,y sirve para sujetar las piezas cuandohay que labrarles los cantos, o espi-gar alguna pieza. Para que las piezasa labrar sobre él no resbalasen alpasar la garlopa o el cepillo, en laparte delantera el banco tenía untope que se podía subir o bajar, segúnel grosor de la pieza a labrar, y paraque la garlopa no tropezase en ella.En esta prensa lateral, también se co-locaban de canto las tablas para pa-sarles la machihembra, y colocarlasen los pisos de las casas.

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Con tantas otras anécdotas, saberesy artimañas de los carpinteros conla madera

Dentro del gremio de los car-pinteros, también tenían que saberhacer reparaciones en los molinos deagua, como hacer un rodezno cuandoya se desgastaba, o cualquier otro tra-bajo. Cuando se trataba de hacerlonuevo, solía haber alguno ya especia-lizado en este trabajo; cuando se tra-taba de algún molino de regueros, osea de poca agua, tenían la canalhecha de un tronco de un árbol, esca-vándolo por dentro, al que luego se leclavaba un tablón de roble para ce-rrar la canal. También se hacía dichacanal con cuatro tablones de roble; enla salida del agua llevaban el xiplu, ohueco para salida del caudal de aguaque aportase el manantial.

Una vez llamó un señor deaquella zona a un carpintero, parahacerle la canal de un pequeño mo-lino que tenía, porque la otra ya sepudriera, y la poca agua que le lle-gaba la vertía por las ranuras. El car-pintero aceptó a hacer la canal, perole dijo al incauto señor, que como lamadera de roble era muy dura, quetenía que llevarle dos litros de vinopara mojar las puntas, de forma queno torciesen al clavarlas; el señorcumplió el mandato y el carpinterohizo la canal, y no torció ningunapunta. Lo que no sé es si, con el vino,mojaba las puntas o el gañote.

En aquellos tiempos de la dé-cada de los cuarenta el vino solo seadquiría con receta, como las medi-cinas. Estos datos, tanto del carpin-tero, como del dueño del molino, los

tengo porque los conocí yo a todos.Hoy, del molino ya no quedan ni laspareces; andaba con el agua de unmanantial, sólo cuando la tenía. Másadelante ya daremos datos extensosde los molinos.

En resumen, para hacer cual-quier trabajo a base de madera, siem-pre se procuraba emplear aquella demejor calidad. Y los árboles tienen sumejor calidad en la parte baja, dondela madera resulta de más consisten-cia; muestra de ello, por ejemplo, esuna viga de cualquier madera quesea, roble o castaño; a iguales medi-das después de labrada, pesa más laparte del pie, que la parte alta delárbol arriba; y, además, es más resis-tente; a medida de la altura del árbolla calidad de la madera es inferior.

El hórreo

El diseño, el uso del hórreo, el camaranchón, los pegollos...

El hórreo, viene a ser como lapanera, pero de menos dimensiones;es cuadrado y lleva cuatro pegollos;su fin es para guardar la cosecha; enél se solían guardar las patatas ydemás frutos que habían de servirpara la manutención de la familiadurante el año, pues al estar venti-lado por todas partes, la tempera-tura dentro, suele ser bastanteuniforme, ni demasiado fría de in-vierno, ni muy calurosa de verano.Uno de los alimentos que mejor seconservan dentro de ellos, es lacarne; para la salazón y luego paracurarla, los hórreos prestaban muybuenas condiciones; lo mismo el em-

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butido que la que se salaba, era raroque ranciase la carne.

Los hórreos eran cuadrados;para su construcción, se hacían unosmuros de mampostería, en un espa-cio cerrado a tres caras, dejando la delfrente abierta, que podía servir comogaraje, para meter el tractor, o paraguardar herramientas de labor agrí-cola; a una altura de unos dos metros,se le ponía un piso de madera, que seempleaba como camaranchón; en élse solían curar las castañas, o recogeralgunas de las herramientas; dentrode dicho camaranchón, los muros depiedra subían como un metro, y sobreellos se colocaban los pegollos, unoen cada esquina.

Con sus muelas contra los ratones, elsubidoiro, los tentemozos...

Estos pegollos podían ser depiedra labrada o de madera, conforma de pirámide truncada, si erande piedra; si se trataba de madera,eran tronco-cónicos, y tenían comosesenta cm de altura, con más medidaen la base que en la parte de arriba.Para asentarlos, se ponía una piedra olosa de plano, la solera; en la parte dearriba llevaban otra, que tenía que so-bresalir del pegollo como unos veintecentímetros, todo en redondo; estaslosas se llaman muelas; al tener sa-liente, los ratones no pueden pasarhacia arriba; esta es la forma de evi-tar que pasen al hórreo.

Por la parte de afuera, adosadoal muro, se hacía unas escaleras devarios peldaños, el último de los cua-les consistía en una solera y coincidía

con la puerta de entrada al hórreo;pero se dejaba unos sesenta centíme-tros más bajo que la puerta, tambiénpara prevenir el acceso de cualquierroedor. Acoplado al trabe, se colocabauna tabla que servía de peldaño, es elpontonáu o subidoiro.

Los hórreos no solían tener co-rredores, aunque alguno podía teneruno en una de las caras; o dos en otrade las caras. Como el tejado sobrevo-laba todo en redondo un metro apro-ximado, en el cruce de los trabes, otambién uno a la mitad de cada alero,se colocaban unos puntales con incli-nación, que servían para aguantar elpeso del tejado, de forma que no ce-diesen los faldones; para tener por losaguilones; estos puntales se llamantentemozos.

El montaje del hórreo: los trabes, lacoronda, los liños...

La medida de los hórreos, aun-que son cuadrados, puede variar; lomás corriente eran unos cinco metrode lado. Para montarlos, se colabanlos cuatro trabes, que eran las vigas

Hórreo de San Martín de Oscos.

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Mayando al manar, San Tirso de Abres.

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que apoyaban sobre los pegollos; porel canto de arriba se les hacía unacanal o regadura, donde se encajabala espiga de la coronda; esta coronda esel cierre del hórreo, y está formadapor gruesos tablones, verticales y en-samblados entre sí, de metro y medioaproximado de alto; en algunos hó-rreos de aquellos más antiguos, la co-ronda que terminaba en la esquinaservía para la otra cara contigua de lacoronda del hórreo; se hacía de untronco único, y se labraba a hacha pordentro dejándolo como una canal.

Rematando la coronda todo enredondo, lleva unas viguetas, mássencillas que los trabes, con una rega-dura lo mismo que los trabes, para in-troducir la espiga de las corondas;estos se llaman liños. Para hacer el te-jado, como el hórreo es cuadrado, sus

cuatro triángulos se unen en la cimadel tejado. Por las aristas lleva cuatroviguetas, que hacen de arista a dosaguas: se llaman aguilones; por elfondo de la aguada lleva un trave-saño sencillo de extremo a extremo:es el faldón, que también lleva unacanal, donde se introducen los ca-brios de la techumbre.

Con las cubiertas a teya vana, decenteno, o de pizarra...

En el centro de cada aguada secolocan unos tablones, que van dearriba abajo, de forma vertical: se lla-man cabrios, y cubren toda la aguada;sobre ellos ya se coloca la coberturadel hórreo, que puede ser de diversosmateriales; en cada zona se emplea elusual para el resto de techos, bien seala pizarra, la teja, la paja o incluso la

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escoba como en los teitos, de las caba-ñas y alguna casa.

En algunos lugares tengo vistoel tejadote los hórreos cubiertos conpizarra; pero solo el fondo de laaguada hasta donde comienza la co-ronda; el resto en las cuatro aguadas,cubiertos con teja vana, o incluso conpaja de centeno. Hay que tener encuenta que tanto la teja, como la paja,son materiales más refractarios que lapizarra; uno, porque la pizarra esnegra o gris oscuro, y este color no re-chaza el calor del sol; además va com-pletamente asentada sobre la madera;en cambio, en la teja por las canalesse hacen corrientes de aire, lo quehace que el interior del hórreo tengauna temperatura fresca, sobre todo enverano.

Las paneras

Ya con el balaustre, los trisqueles...

Las paneras, además de lapuerta principal, que la solían teneren uno de los laterales largos, en losotros tres también solían tener otraspuertas para el acceso a los corredo-res, con un metro de ancho rodeandotres laterales. Por la parte de afueradel corredor, tenían un balaustre, queen muchas paneras eran de rejas tor-neadas con un pasamanos por arriba,donde se colgaban las ristras de maízpara curarlo; por dentro, el corredortambién servía para echar castañas acurar u otros frutos, ya que el suelotiene por la parte de afuera un lateralde unos veinticinco centímetros dealto; de esa forma lo que se echa den-tro, no se cae abajo.

Las paneras, lo mismo que loshórreos, también se construían sobreunos muros de piedra; el fondo sesolía emplear como garaje paraguardar el carro del país, hoy parael coche, o el tractor; en algunas erapara la cuadra del caballo, o para loscerdos; luego tenían el camaran-chón, con piso de madera, que ser-vía para múltiples aplicaciones,entre ellas echar las castañas a gra-nel para que curasen. También se co-locaban las habas sobre un tendal depalos para que terminasen de curary luego mayarlas; o para guardaraperos de labranza.

Aquellas paneras más lujosastenían adornos tallados en los liños;y en las puertas y en alguna co-ronda, se hacían trisqueles o roseto-nes. El tejado, sobre el entramado devigas y demás maderaje, lo cubríancon tablas bastante gruesas, queiban desde la cumbrera hasta elalero; y la cubierta, según sus zonas,podía ser con losas de pizarra, teja, omaterial vegetal, como el piorno o lapaja de centeno.

Los materiales de la cubierta: la garantía vegetal de los productos aconservar

La cubierta vegetal es más tra-bajosa de conservar, pues cada pocosaños había que cambiarla; pero el ve-getal era más aislante para el calor; deesa manera, los alimentos que dentrose guardaban, como la carne salada,o el embutido, no se ranciaba casinada; en cambio, la pizarra, al ser decolor negro u oscuro, el calor pene-

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Casa, panera y huerta. Calleras, Tineo.

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traba mucho más y era la causa deque la carne, la fruta y otros produc-tos, se estropeasen con frecuencia.También al estar bien ventiladas porabajo, contribuía a estar más frescasde verano.

Las paneras eran, y siguensiendo, el almacén más ideal paraguardar toda clase de cosechas, co-menzando por el maíz curado en lasristras, que se colocaban en una partede la panera tendidas en el suelo; losdemás cereales, trigo o centeno, semetían en sacos, arcas o tuñas; y paraconservar la fruta, peras, manzanas ydemás especies cosechadas, dentrode la panera había una especie dedesván; en él se echaba una capa depaja, mejor de centeno, y sobre ella seiba poniendo la fruta; así se conser-vaba todo el invierno.

Las fogaceras, el recinto exclusivo delama de casa

Para sostener este desván, te-nían unas viguetas que iban de ex-tremo a extremo a lo ancho de lapanera: se llaman fogaceras, porquesobre ellas se solían poner las hoga-zas de pan; al estar más fresco, se con-servaba mejor y no endurecía. En lasfogaceras, se clavaban unos ganchospara colgar toda la carne salada: toci-nos, jamones, lacones y demás piezasdel cerdo.

También entre estas fogacerassolía haber una separación de algomás de dos metros; en ellas se poníanlas varas con el embutido, morcillas,chorizos choscos, al que la buena amade casa iba todos los días a buscar untrozo de tocino y morcilla para acom-pangar el potaje, que no podía faltar

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ningún día del año. El ama tenía queafilar muy bien el cuchillo, para nocortar demás, porque como dice elcantar:

María si vas al hórreo, del tocino corta poco, doce meses tiene el año, semanas cuarenta y ocho

(el resto del año eran días de vigilia yesos días, la carne, ni olerla).

La construcción de la panera, con elensamble en oblicuo, con sus pernos...

Las paneras tienen forma rec-tangular, de medida como unoscinco, o cinco y medio metros deancho por ocho, y algunas hasta doce,metros de largo. La planta la formancuatro trabes, que por la parte deafuera tienen que estar labrados bienrectos; y como de ese largo no solíanencontrarse vigas, los dos largos seempalmaban a la mitad; el ensamblese hacía oblicuo, y con diente paraque no tendiese a separarse.

Como en aquellos años la cla-vazón no existía, solía hacerse conpernos de madera; se buscaba maderadura y resistente, se hacía el agujeroen las piezas que se iban a ensamblar,y se hacía el perno a la medida del

agujero; en la punta de abajo se metíaun poco una pequeña cuña, se intro-ducía el perno, y se golpeaba con elmartillo hasta que la cuña hiciese pre-sión; luego, por la parte de arriba, serecortaba el sobrante de dicho perno,y se le introducía otra cuña; de esaforma, el ensamble quedaba comple-tamente bloqueado.

La cubierta de la panera estabaa cuatro aguas y por lo tanto llevabancumbrera. Las paneras con sus corre-dores de rejas de madera torneada,eran de casas acomodadas y unabuena panera bien echa era el orgullode la casa.

Aquellos buenos carpinteros de laspaneras

Como referencia de una panerabien construida, puedo poner la de lacasa donde yo nací; creo que tengaunos doscientos años; fue hecha envida de mi bisabuelo, José Del Valle;tiene diez pegollos, con corredores alas dos caras menores, y uno a lamayor, con balaustrada de rejas tor-neadas; por el otro lateral, tiene la en-trada a dentro de la panera, con untramo de escalera, pero separadaunos sesenta centímetros sin llegar ala entada, para que los roedores nosalten a dentro; el carpintero que lahizo se llamaba Francisco Rodríguez,llamado vulgarmente Ron.

Este señor, que dejó muestrasde buen carpintero, todavía se puedecomprobar en esta panera de mis orí-genes. Alguna vez me tengo fijado enel gran ajuste del entrabado de sustrabes y liños; de las corondas, la

Panera con las cosechas.

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puerta de entrada, con sus pinazos dealmohadilla; o en el ajuste que pre-senta en el ensamblaje para armar lapuerta, que después de los años enque fue hecha, conserva tan buenajuste entre las piezas. Este carpinteroera natural de Barzanallana (Tineo).

Otro buen carpintero de esaépoca, fue Porro, creo que era elapodo que tenía, natural de Calleras(Tineo); también él dejó obras hechasque le daban su honor, según me tie-nen contado; lo mismo él que Roniban al que mejor trabajo hacía, sobretodo en paneras; a Porro le corres-ponde la construcción de la iglesia deCalleras, que debió ser construidapor fines del siglo XIX: una obra bienhecha. Cada uno en su zona fue de-jando varias paneras, que dan créditoal talento de estos dos maestros.

Los almadreñeros

Este gremio, que también per-tenece al ramo de la madera, hastapor mediados del siglo XX teníaabundantes miembros, sobre todo enAsturias. La madreña era el calzadocotidiano, en especial para trabajaren el campo, pues la madreña es uncalzado caliente, seco y sano, ycuando estaban bien hechas, por unalmadreñero especializado, resulta-ban muy cómodas.

Antes, las madreñas eran mástoscas, no se esmeraban en pulirlas niadornarlas por la parte externa. Al-gunas personas, sobre todo hombresancianos, solían gastarlas de puntaaguda en la parte delantera de latapa, como las usaba mi abuelo pa-

terno. Estas madreñas eran de origengallego, y no dejaban de ser cómodasal pie como las actuales; todo de-pende del trabajado interior para queel pie quede cómodo.

El arte de las madreñas desde losrueldos, el tazo, el zolín...

Para construir las madreñas, secomienza por cortar el árbol, quesuele ser abedul o haya, incluso alisoo humero; luego, se van cortando atronzón los rueldos, o trozos, de la me-dida que debe tener la madreña; merefiero a cuando no existían otrosmedos; luego, con cuñas se vanabriendo en porciones, cada unapara una madreña. Según el tamañodel árbol, de cada rueldo lo mismopueden salir diez o doce madreñas,que pueden ser de cuarto o demitad, lo que pocas veces se aprove-cha de rollo, o sea de corazón, por-que solían rajar.

Lo primero se desbastaba eltazo con el hacha hasta ir dándoleforma de madreña; luego, ya se ledaba la forma completa con laazuela; esta herramienta para co-gerla tenía el mango bastante corto,para no tropezar con él en el tayu, omadero; y para no tratar de cortarsecon dicha herramienta, sobre el tayuse trabajaba tanto de hacha, comocon la azuela. La madreña ya estabalista para taladrarla por dentro ydarle la forma del pie.

Para algunos de los almadreñe-ros, la azuela solía tener en la parteopuesta al corte otra boca con curva-tura para poder trabajar con facilidad

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tanto las partes rectas de la madreña,como las curvas; esta parte tambiéncon corte, se llama el zolín, y lo usanpara sacar en la madreña la maderaque corresponde a la parte de lo quees la planta y parte trasera del pie.

El taller para taladrar la ma-dreña es muy simple, solo basta conhincar en el suelo un tronco de ma-dera lo suficiente grueso, se le haceun encaje donde se coloca la ma-dreña, y se sujeta muy bien con unascuñas para que al taladrar no semueva. Otros lo armaban de otra ma-nera: ponían dos maderos inclinados,apoyados en la parte de arriba contrauna tapia y, separados uno del otrocomo un metro; a la altura conve-niente se sujetaba un madero trans-versal a los otros que van inclinados,se hace el encaje para la madreña, yya está listo para trabajar.

Las ferramientas: el tarabietso, lastsegras...

Para comenzar el vaciado pordentro, se comienza por la parte tra-sera de la madreña. Con la gubia seredondea la parte del calcaño, latera-les y embocadura. Se comienza por eltaladrado con uno de los barrenos demayor boca, según el tamaño de lamadreña; y a medida que se va intro-duciendo, con el mismo taladro o ta-rabietso, se ladea este hacia los doslados, de forma que ya va sacandouna parte de la madera sobrante parahacer el hueco del pie.

Para darle a la madreña la cavi-dad necesaria, se hace con otro ba-rreno de menor boca y, con buen

cuidado de no sacarlo por la puntadelantera. Para ello, el almadreñerotiene una especie de regla en la quevan marcados todos los números quesuelen tener las madreñas, desde el30 hasta el 45; cada poco que el tala-dro avanza, comprueba, introduce lamedida hasta la punta, y sobre la cal-cañera ya sabe aproximado lo quetiene que vaciar más. El terminadodel hueco se hace con las legras, o tse-gras, cuidando que el vaciado quedeperfecto a la comodidad del pie.

Todos los trabajos de la ma-dreña los hacían por el día, excepto elde acuchillar, o abastrenar, lijar y gra-bar la tapa con ciertos dibujos o figu-ras, y darles el barniz, que lo hacíanpor las noches, dentro de la cocina.Esto era en invierno, que son las no-ches largas y los días cortos. Comopor aquellos años después de la Gue-rra Civil, sobre todo en las zonas ru-rales, no existía alumbrado eléctrico,se usaba el carburo, o el petróleo enlos candiles; pero como este dabamenor intensidad de luz que el car-buro, era el que empleaban más; ypara que el madreñero viera bien pordonde tenía que usar la herramienta,nosotros, cuando éramos pequeños,servíamos de candeleros, para ir cam-biando el candil de posición.

Los candiles y los candileros de lanoche

Los candiles de carburo se com-ponían de dos cuerpos: la parte deabajo, que era donde se echaba unapiedra de carburo; y la parte dearriba, donde tenía el depósito para

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el agua. Esta parte de arriba se ros-caba bien hermética a la parte deabajo, para que no respirase nada niperdiese presión; por medio de unavarilla metálica, se graduaba el goteodel agua, que caía sobre la piedra, yla iba disolviendo y produciendo elgas de acetileno; para que alumbrasemejor, se le colocaba una boquilla conun fino orificio, y al arrimarle lumbre,se prendía y daba luz, no tan intensacomo una bombilla, pero ya se podíatrabajar con ella.

Pero estos candiles se averia-ban a menudo, y cuando el polvo delcarburo tupía la boquilla, lo apagaba;por ello, un alambre muy fino deacero se introducía por el agujero dela boquilla y se limpiaba, aunquecuando se encabritaba de verdad,más de una vez salían volando porlos aires.

El barreno de gangas, y las tsegrasde buen acero bien templado

Según el temperamento delusuario, los barrenos y las legras delos almadreñeros, no vienen hechasde fábrica, sino que las hacen los he-rreros, y los había muy expertos endarles bien la forma y el temple.

El barreno consiste en una vari-lla como de dos centímetros degruesa y de unos cincuenta de largo;en la parte de atrás lleva como unaargolla, en la que se le coloca elmango de madera, que va transver-sal, para hacer girar el barreno con losbrazos. En la parte delantera va laboca, que se compone de dos gangascurvadas hacia la parte externa y

hacia la parte derecha, que es hacia laque tiene que girar para barrenar. Elcorte lo llevan ambas gangas en elborde, y al girar el barreno va sa-cando la madera.

Las tsegras son de dos tipos,ambas en forma de gancho, y se com-ponen de dos pletinas delgadas deacero, donde lleva el corte; una se em-plea sobre todo para darle la perfec-ción al hueco por dentro de lamadreña; la parte del corte lleva unpoco de curvatura hacia arriba, dandola vuelta y haciendo un poco de gan-cho; esta herramienta lleva corte porlas dos orillas. Atrás se le introduce unmango de madera para apoyarlosobre el hombro del almadreñero.

Como la boca de las legras tieneque ser de acero y muy bien tem-plado, para que tenga buen corte, porel centro lleva una especie de nervio,de hierro dulce, para que la hoja norompa. La boca de las legras es dedistinta forma, según para la que seemplee; por ejemplo, para hacer elvaciado de la cavidad del pie; estatiene una ligera curvatura haciaarriba, con el fin de que al trabajar laparte baja del hueco de la madreña,el mango de la legra sobre los latera-les de la madreña no le impida traba-jar la parte baja, donde tiene quedescansar el pie.

Con la parte curvada de lalegra, o gancho, se trabaja la parte dearriba del hueco de la madreña. Laotra legra, que tiene la forma de laboca distinta y más pequeña que laanterior, se usa sobre todo para re-dondear el calcaño de la madreña, deforma que amolde bien al pie.

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Facer madreñas a la medida de lazapatilla: coriosas, del pía la bidul,a ser posible...

Cuando encargaban un par demadreñas, algunas personas, sobretodo si eran para mujeres, mandabanuna zapatilla, a poder ser nueva, paraque el almadreñero le diese el hueco ala medida justa. Otros mandaban unpalito del largo de la cavidad de unamadreña que tuviesen en uso. Algu-nos, la medida esa la labraban por unlado y escribían una nota aclaratoria.Recuerdo que una vez un señor deuna braña le ponía a mi padre, queera quien las iba hacer, esta misiva:que sean coriosas; otros ponían: fáimelasdel pía la bidul.

Porque el pie del árbol es siem-pre donde la madera es más resis-tente; pero claro, el árbol sólo teníados o tres rueldos de pie, y cada unopodía dar dos o tres pares de madre-ñas; según el grosor del árbol, deltronco se obtenía hasta que solo lasdaba ya de mitad; de corazón o rollopocas veces se aprovechaban, puesera la peor madera.

Los detalles con el bastrén, el esbocón, el rayador, el ahumado...

El almadreñero, además de lasherramientas ya mencionadas,usaba otras más como la gubia, queempleaba para hacerle la calcañera,cuando se comienza a escavar; luegotiene el rasero o cuchilla de dosrabos, que se usa para dejar la ma-dreña por afuera bien alisada y paraquitar todos los golpes de la azuela;o el bastrén, que también se emplea a

modo de cepillo para alisar la ma-dera; y para hacer bien la emboca-dura de la madreña, tanto por laparte de la tapa como en los latera-les, se emplea el esbocón, cuchillocorto a modo de estilete.

Para ello usa un potro o caba-llete de madera, provisto de cuatropies, y un tablón horizontal sobre elque se sienta esparrado el almadreñero.Vertical, hincado en dicho tablón, vauna pieza de madera, sobre la parteen la que apoya el pecho el almadre-ñero; esta pieza tiente dos oquedadespara sujetar la madreña. A lo largo deltablón lleva un hueco alargado, y a lasdos orillas de ese hueco, tiene unaspiezas dentadas, donde lleva un pa-sador la otra parte móvil para sujetarla madreña; esta pieza llega hastacerca del suelo, donde tiene una pe-queña tabla en la que se apoyanambos pies del operario, que accionaesta pieza, de forma que la madreñaqueda sujeta, y la va cambiando depostura según pida, para pasar el ra-sero por toda la madreña.

Luego, ya le hace el lijado sobretodo por la parte de arriba de la ma-dreña, para luego hacer los dibujossobre la tapa, que se hacen con un ra-yador, especie de gubia con una boca,haciendo un surco un poco másgrueso; y por la otra parte se hacemás fino. Hay almadreñeros que seesmeran más en este detalle, sobretodo los de Caso; para ello, suelenhacer a gubia un rosetón o una flor,que le da belleza a la madreña, aun-que también puede quedar en blancoo barnizarla, con barniz negro; o, sino, se le un color amarillento, que

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suele ser con el humo de corteza deabedul, y luego dándole una mano debarniz incoloro.

El oficio ambulante del madreñero,las madreñas al trueque, por encargo...

El almadreñero no solo traba-jaba su oficio en su casa, sino quetambién salía por los pueblos con laherramienta a cuestas, metida enuna cesta alargada con un asa paracogerla; estas cestas las hacían losmanegueiros o goxeiros. Había madre-ñeros que echaban varios días traba-jando por las casas, donde erancontratados para hacer madreñaspara la familia: dos o tres pares paracada miembro. Durante el día hacíael trabajo de la madreña sin acuchi-llarla ni pulirla, algo que dejabanpara la noche, sobre todo si era en in-vierno. Un buen almadreñero podíahacer cuatro y hasta cinco pares en eldía; los había muy diestros en el ofi-cio, sobre todo los somedanos, con-cejo donde era abundante la maderade haya, y era la principal fuente deingreso de la casa.

Las madreñas que iban desti-nadas a exportar a otros lugares,había algunos comercios que las com-praban; al mismo tiempo, el que lasvendía dejaba parte del importe en elcomercio para comprar los enseres,alimentos y demás artículos para elconsumo de la casa; o sea, que erauna especie de trueque. En algunacasa, varios de los varones se dedica-ban al oficio. Algunos solían ir para elmonte, y aprovechaban alguna ca-

baña de los pastores para pernoctar;durante el día se dedicaban a estaba-zar, preparar de hacha las madreñas,que luego, cuando tenía una cantidadya preparadas, las transportabanpara sus casas donde ya las remata-ban. Era tal la cantidad de madreñasque se hacían en esa zona de So-miedo, que tengo visto camiones car-gados hasta arriba de madreñas.

En el concejo de Caso tambiénse hacían muchas madreñas, pues lamadera abundaba, con grandes bos-ques de haya; el almadreñero casínsolía ser más delicado en construir lasmadreñas, hacía bonitas tallas sobrela tapa, y luego les daban barniztransparente para embellecerlas. Enla casa donde yo nací, mi padre y mihermano mayor eran almadreñeros,durante el invierno solo se dedicabanal oficio, y el resto del año, a no sercuando la recogida de los cereales yla hierba, también las hacían; cuandono eran de encargo, las vendían a co-mercios, o, si no, a algún almacenistaque compraba al por mayor a los al-madreñeros de la zona.

Con unas madreñas en el caballo, yotras a cuestas y a pie para casa

Donde la madera escaseaba,era un problema, pues había que des-plazarse a por ella. Cerca del naci-miento del Río Navelgas, afluente delEsva, había un gran monte de haya, yallí iban con frecuencia a buscar ma-dera. Para llegar al monte y prepararla carga para el caballo, tenían que le-vantarse unas dos horas antes deamanecer, pues si era en invierno ne-

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cesitaban el tiempo. Comenzaban porcortar el árbol, trocear el tronco y es-tabazar de hacha las madreñas, qui-tándoles la mayor parte posible, parano acarrear peso innecesario, algoque les llevaba el día casi entero.

Al terminar, preparaban dossacos bien llenos para el caballo, unosveintiocho o treinta pares; y para noperder el viaje, que les llevaba cercade tres horas, en un saco ponían otrosdos pares, y cada uno mismo lo lle-vaba a cuestas y a pie de nuevo paracasa. La vida era muy dura, había querecurrir a todo para lograr la subsis-tencia de la familia. A mí me tocótambién acarrear a cuestas, sobretodo de Bullacente, braña que distados o tres kilómetros de la aldea deParada; solía ir con mi hermano, yaunque solo tenía diecisiete o diecio-cho años, poníamos siete u ocho parescada uno, y cuando se bajaba aquellacuesta hasta llegar a casa, ya no setenía uno sobre las piernas.

Con el cuidado de la madera: que noretorcieran como la figar

Las madreñas, además de haya,abedul, aliso, se podían hacer inclusode nogal, o de castaño bravo, que seconsidera madera pesada, pero des-pués de seca es ligera y resistente.Cuenta la tradición, que una vez unalmadreñero hizo unas de figar, de hi-guera; cuando las terminó, las calzó;y, como en aquellos tiempos las coci-nas eran de llar, después de cenar sepuso a echar un pigarzo, pequeñosueño entornado en el escaño, con lospies arrimados a la lumbre para te-

nerlos calientes. Cuando despertó, lamadera con el calor retorciera de talmanera, que no era capaz de sacar lospies de ellas y tuvo que valerse delhacha y hacerlas astillas para podersacar los pies. Algunas maderas alsecar suelen retorcer mucho, comoocurre con la higuera.

Como calzado similar a la ma-dreña, estaban los zuecos, este cal-zado era de origen gallego; yo aquien primero los he visto fue a loshojalateros y afiladores; estos dos gre-mios procedían de Galicia, cuandovenían por los pueblos, reparando ca-charros unos y, otros reparando para-guas; también afilaban en su roda,cuchillos, tijeras navajas de afeitar,etc. Este calzado, los zuecos, se com-ponía del piso, que era de madera; deuna especie de suela de un zapato; yde la bota, que era de unas botas yaviejas. Para que no pase el agua, en lasuela se le hacía un rebajo todo en re-dondo al piso; y sobre ese rebajo seclaveteaba el cuero de la bota; luegose remataba con una vira también decuero, de forma que quedaba hermé-tico. Para dar el paso era algo incó-modo, pues al no doblar el pisocansaba bastante el píe. Para que nose gastase la madera, se claveteabacon tachuelas por la parte de abajo.

En todas las profesiones sueleocurrir algún fracaso, y según el tem-peramento del profesional, puede ter-minar en una rabieta. Esto fue lo quele ocurrió a un almadreñero, que ade-más lo conocí yo. Estaba el susodichoartesano haciendo madreñas y, cuandoestaba terminando de barrenar pordentro la última de la jornada, le sacó

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el barreno por la punta; tal fue el enojoque se apoderó de él, que cogió elhacha y las que hiciera aquel día lashizo todas astillas; luego se aserenó.

Los manegueiros, goxeiros o maconeiros

Comenzando por abrir las blindascon cuidado

Estos profesionales se dedicabanal trabajo también de la madera, bienfuese abriéndola en láminas delgadas,usadas en cestería; o con las mimbresmuy flexibles, que también se empleanpara esta labor. Los manegueiros, em-plean la madera de rollos delgados,que suelen tener un grosor máximo deunos seis o siete centímetros; la másadaptada es el castaño bravo, que salede los retoños del árbol cuando secorta; o bien la de avellano.

Los palos tienen que ser lisos,sin nudos, y de largo, lo que puedandar. Para abrirlos hay que calentar lostroncos, que suele ser en el horno decocer el pan; pero con calor medio,para no quemarlos; o, si no, cocién-dolos en una especie de bañal dechapa, que se llena de agua y se ca-lienta hasta que hierve.

Entonces se procede a abrir lostroncos. Como la madera con el calorablanda, en el centro del palo se clavala cuchilla o rasero de alisar las blinda;pero siempre por la punta del palo,nunca por la del pie; nada más iniciarla separación de las dos mitades, sehace con ambas manos, cuidandomuy bien de que abra justo al medio;luego, cada mitad, se abre a mediocentímetro aproximado. Esta parte se

vuelve a abrir al medio dando dosblindas de unos dos milímetros. Y asíhasta que se abre todo el tronco;luego, se acuchillan las blindas, pri-mero por un lado y luego por el otro.

Esto se puede hacer con una es-calera manual, que se arrima contrauna tapia, dejándola un poco incli-nada; a la altura conveniente del ope-rario, se clava un travesaño a los doslaterales; por la separación que quedaentre el travesaño y el peldaño de laescalera, tiene que pasar una estrechatabla, sobre la que se coloca la blinda;con el pecho del operario se hace pre-sión a modo de palanca, para que lalámina de madera no resbale al acu-chillarla.

El trenzado programado de lasblindas

Las blindas que sirven parahacer el fondo del maniego suelen serde las más anchas, y un poco másgruesas que las de tejer el lateral. Paracomenzar, se colocan sobre el sueloparalelamente las blindas que ha dellevar, dejándolas un poco separadasentre sí; entonces se van colocandootras tantas al otro sentido, entrela-zándolas, y procurando que la me-dida del fondo sea la misma de losdos lados. Es decir, la parte sobrantede las blindas ha de ser a cada lado lamisma que la del fondo.

Entonces ya se procede a le-vantar el maniego. Para ello, el ma-negueiro coloca un pie al borde de lablinda y la pone vertical, mientrasque el otro pie lo pone por la partede afuera. Para hacer buena sujeción,en la parte de arriba, amarra una

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cuerda, de forma que cada blindaque va levantando, cruza la cuerda;y sigue amarrándolas así hasta quetiene levantado todo el lateral, siem-pre con el cuidado de que la cuerdano se suelte.

Las blindas del fondo, se lla-man costillas; como son número par,a una de ellas se le hace una hendi-dura desde el fondo hasta arriba, conlo que ya son nones; y se procede a latejedura o lateral; al llegar a esa hen-didura, se cruza y ya queda el entre-tejido. Para comenzar por el principiodel lateral, la primer blinda se labradejándola más estrecha para iniciar;y a medida que se va cruzando por latejedura, ya se deja de su ancho; estasblindas para la tejedura son más es-trechas que las costillas, de unos trescentímetros, y se van subiendo a me-dida que se van colocando. Cuandose llevan unas tres vueltas colocadas,ya se puede soltar la cuerda que ama-rraba las costillas.

Con el detalle del aro que cierra elmaniego

Terminado de subir todo el la-teral, se le pone el aro en la boca delmaniego; para ello, se busca un palolargo, que sea algo más que la cir-cunferencia del maniego, con unostres centímetros de grosor; se abre ala mitad, se labran solo por la partede dentro, y se colocan ambos aros:uno, por la parte de dentro del ma-niego; y otro, por la parte de afuera.Luego, se recortan los sobrantes delas costillas, dejándolas todas a lamisma altura. La unión de los dos

aros no debe coincidir en la mismaparte, donde se junta el empalme.Por fin, se afinan las dos puntas decada aro, para que queden delmismo grosor que el resto.

Con un hierro apuntado poruna parte, el badillo, se pone al fuegohasta que está al rojo; se hacen unosagujeros por la parte de abajo del aro,en la costilla; y con unas finas blindassacadas de la parte externa de lospalos cuando se abren, es con lo quese va sujetando el aro; en cada agu-jero se le dan tres vueltas; y se conti-núa haciendo el agujero en cadasegunda costilla, para que el aroquede bien sujeto.

Por fin, cuando se arma el ma-niego o goxo, se van golpeando con elmazo una especie de cuña de maderadura, para apretar entre si las blindas,tanto las del fondo como las de la texe-dura. De esta forma, el acabado que-dará perfecto.

Unos maniegos o goxos, siempre ala carta, por tamaños y usos: deantes y de ahora

Los maniegos pueden ser de dis-tinto tamaño, según para lo que seempleen: los de mayores dimensio-nes se suelen emplear cuando se re-cogen las castañas para llevar loserizos a las corras. Las castañas, alcaer del árbol, unas ya se desprendendel erizo, y se van echando en un far-del que la persona lleva atado a lacintura; los erizos, en cambio, secogen con unas mordazas de maderapara no pincharse, y se echan en unoscestones, los maniegos de pequeño ta-

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maño, provistos de un asa para podermoverlos a mano; cuando se llena uncestón, se vacía dentro del maniegomayor, y se lleva a la corra o xoxa.

También se usaban por tama-ños, cuando se sacaban las patataspara ir echándolas en ellos. En lasbrañas, sobre todo donde el terrenoera pendiente, se empleaban parasacar la tierra del fondo de la finca ysubirla arriba; o para llevar el estiér-col para abonar las tierras, porque enmuchas ni podía entrar el carro;estos maniegos solían ser de pe-queño tamaño. Luego había otros yamedianos, que tenían múltiples apli-caciones, como acarrear a cuestas losnabos para el ganado, o el verde quetambién se les daba en la cuadra.

También hoy día son muy apre-ciados los cestos para llevar la co-mida a una persona, que estátrabajando en alguna finca lejos decasa; o para ir al mercado a vender unbuen cesto de huevos; por ello, teníanun asa en el centro para cogerlos. Sehacían también unas cestas de fondocuadrado y poco lateral, como deunos veinte o veinticinco centímetros,con cuatro pequeñas asas, una encada lateral. Para hacerlas más deco-radas, la penúltima blinda era muyfina, y se hacía de sangoño, o arra-clán, arbusto que tiene la maderaamarilla, y, al tostarlo a la lumbre, sedesprende la corteza; así se hacíauna cenefa que adorna estas cestas,empleadas para llevar la comida a lasfincas cuando eran varias personas.

Otro trabajo de los maneguei-ros, eran las nasas, que usaban losfurtivos para pescar truchas; consta-

ban de dos partes: el nasín y la nasa.Para construirla una nasa, lo pri-mero se hacía el nasín, una especiede embudo, que al entrar la truchaya no podía salir; luego, ya se hacíael resto de la nasa; la parte delanteratenía una ancha embocadura, que seiba estrechando hasta llegar al nasín;aquí tenía una estrechez, y luegohasta el fondo se bombeaba, puesera donde paraban las truchas des-pués de entrar por la boca y pasarpor el nasín. Las nasas se solían hacerde madera de roble por resistir más ala humedad del agua. Se podíanhacer también de mimbres lo mismoque las de blindas.

Con los cestos y cestas cada semanacamín del mercao, que daban p’algunos gastos diarios

En Asturias los cestos y cestaseran muy comunes. En unas zonas sellaman maniegos, en otras maconas yen otras goxos o goxas, pero en todaspartes había artesanos que se dedica-ban a hacerlos y luego iban por losmercados a venderlos. En la zonadonde yo nací había una aldea en laque casi todos los vecinos eran mane-

Nasas hechas por el goxeiro(Museo del Pueblo de Asturias).

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gueiros; abundaba la madera, lo mismola de castaño, que la de avellano, ysobre todo en invierno se dedicaban aello; así los vendían en el mercado deNavelgas, que se celebraba todos losdomingos, y aunque el valor de lamercancía, no suponía mucho, ibansacando para los gastos cotidianos.

Otros manegueiros salían ahacer cestos por las casas, de puebloen pueblo. En la casa donde yo nacíhabía un señor, Manuel, que era deLa Cerezal de Rellanos, y solía echarcuatro o cinco días en cada casa,según los cestos que tuviese quehacer, porque entre cortar la ma-dera, tostarla para abrirla, labrarla yluego hacer los maniegos, le llevabasu tiempo.

Otro de los modelos de goxos omaniegos, son los que se emplean paracolocarlos en caballerías, y sirvenpara transportar en ellos mercancías;o para llevar al mercado cerditos,para venderlos como cría para el si-guiente año, y, después de bien ceba-dos, matarlos para el samartín. Estascestas son de a dos (siempre un par),dejándoles una separación de algomás de medio metro por el medio,que apoya sobre la albarda del ani-mal, de modo que las cestas cuelganuna por cada lado.

Son un tipo de cestas alarga-das, y en el aro, por la parte exterior,llevan un asa, por la que se pasa unapalanca desde la una a la otra, con elfin de que apoye también sobre laalbarda y evite que las cestas cuel-guen demasiado, con el peligro deque viertan lo que llevan dentro.Estas cestas se llaman banastas, y

pueden aplicarse para varios usos,como el que usaban las comprado-ras de huevos, mantequilla y otrosartículos que solían recoger por lospueblos, para venderlos luego en losmercados semanales de villas(Tineo, Luarca, Grado...).

Para construir estas banastas,las blindas que hacían la unión de lasdos cestas, podían ser seis, y teníanque servir también para el fondo delas dos cestas; de lo contrario, cuandose pusiese peso dentro de ambas ces-tas, se desarmarían.

Cortando la madera siempre almenguante de invierno, o en losmeses con erre

La madera se cortaba en in-vierno, en cuarto menguante; tam-bién se decía que valía los meses quetuviesen “erre”, porque es cuando lasavia del árbol está baja; y cuartomenguante, porque la madera es másflexible y no rompe; el resto del año,la madera carece de duración, pues lomismo que para cualquier otra cosa,sí es cierto que repercute este detalle.Hay una frase que dice: el que fai uncesto, fai un ciento, dándole blindas yatiempo. En todas las profesiones ladestreza es la que prima.

Voy a dar paso a un aconteci-miento que ocurrió a este servidor.Tendría acaso yo unos doce años y es-taba Manuel el Manegueiro, quetodos los años hacía los maniegos enla casa; yo el tiempo libre lo pasaba asu lado mirando cómo hacía para tra-bajar la madera, la facilidad de cómola empleaba para hacer los trabajos,

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etc. Un día me decidí a preparar ma-dera para hacer un pequeño cestopara las truchas, porque ya sabía pes-carlas a caña; de modelo tenía unomuy bonito que se lo regalara unseñor a mi padre, muy hábil tambiénen la pesca a caña.

Me pongo manos a la obra, letejí el fondo y levanté las costillas, de-jándole en la boca lo más cerrado po-sible; comencé a hacerle el lateral,para que saliese bien bombeado, y lasdos primeras vueltas de las blindas,perfectamente; pero cuando ya teníaque ir estrechando, si las apretabahacia abajo por un lado, se subíahacia arriba por el otro; así estuve unrato, y visto que no lograba dejarlocomo yo pretendía, se me acabó la pa-ciencia; cojo el cesto y con todas misfuerzas lo lancé por el aire y fue a caeren el medio de un prado que tienenal lado de casa; con ello ya vencí larabia y pasó todo.

Pero la cosa no acabó ahí. Des-pués de un cierto tiempo, fui a segarcon la guadaña un poco de segadopara el ganado, y en esto se me atascala guadaña; miro a ver lo que era y re-sultó ser el famoso cesto; lo cogí en lamano, lo miré detenidamente y losubí para casa; entonces le di el in-tento definitivo y lo terminé. Me ocu-rrió lo que a la mona que subió alnogal a por una nuez que estabaverde, pero yo logré vencer el obstá-culo. Todavía lo vi hace pocos años,que andaba rodando por el camaran-chón de la panera; lo cogí en la manoy lo estuve contemplando, al mismotiempo recordando aquellos años fe-lices de mi infancia. En todas las pro-

fesiones hace falta experiencia paralograr el objetivo.

Hasta el exilio invernal de los manegueiros, de pueblo en pueblotambién

Al manegueiro le basta poca he-rramienta para hacer su labor: conuna navaja grande, de buen corte, yfuerte, para cortar y abrirlos palos,para hendirlos; con la cuchilla de dosrabos, para labrar las blindas; el badilo,para hacer los agujeros del aro a loscestos y maniegos; y la cuña, pequeñatablilla de madera dura, de boj o deurz, arbustos de madera muy dura,que se emplea para ajustar las blindasentre sí. La forma y tamaño de los ma-niegos, goxos o maconas, en cada zonade Asturias reciben distinto nombre,lo mismo que la forma que les suelendar, y el servicio que se les da.

Hay un tipo de ellos, que sonmás abiertos en la boca que en elfondo, son los llamados “cestos ca-rreteros”, muy empleados en todaclase de obras, por ejemplo para sacarescombros o para adecentar las carre-teras cuando no estaban asfaltadas; opara transportar relleno allí donde seformaba un bache. También eranmuy empleados en las minas, sobretodo las de carbón; para vender elcarbón por las casas, empleaban uncesto de cierta medida, que solían sercuarenta quilos de carbón; o para en-tregar a los propios mineros el cupode carbón que se les asignaba gratis,por ser mineros.

Los manegueiros, los había quetenía un radio bastante extenso para

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trabajar el oficio, pues salían en octu-bre y no regresaban hasta el carnavalo La Pascua; además del pago por eltrabajo en metálico, había clientes quetambién les daban víveres, que bienlos agradecían para el sustento de lafamilia el resto del año.

Los cunqueiros

El arte del ensamblaje del torno apedal, y el ajuste de la pieza a tornear

Este gremio también dependede la madera: unos profesionales, queen su mayoría, procedían de Degaña eIbias, y lo mismo trabajaban en sulugar de origen, que como ambulan-tes por otros concejos y pueblos. Eltorno lo montaban sobre una especiede banco. Para hacer girar la pieza atornear, hay una parte que es fija en elbanco, con un rollete en forma depolea giratorio; este rollete en la puntatiene un punzón con una cruceta quese clava en la pieza de madera a tor-near; de la otra parte, también llevaotra pieza, esta de corredera, para fi-jarla a la distancia que pide lo que seestá torneando; a la misma altura queva la cruceta, tiene un punzón girato-rio que se hinca en la otra punta de lapieza a tornear; de esa forma yaqueda montada la pieza para hacerleel trabajo.

El antiguo torno es activado me-diante un pedal por el tornero; paraello se hinca en el suelo, al lado deltorno, una pértiga de madera que seaflexible; en la punta se le amarra unacorrea de cuero, que le da una vueltacompleta al rodillo; y la otra punta seamarra al pedal. Al pisar este pedal el

tornero, la pértiga ciñe y baja, almismo tiempo que el rollete con lapieza a tornear gira, y el tornero conlas legras preparadas va desbastandola pieza de madera; al soltar el pedal,la pértiga sube y el tornero aprovechatambién este movimiento para ir la-brando la pieza; y así hasta que ya diola forma a lo que torneó, bien sea unataza, o un plato. Para hacerle el va-ciado por dentro, tiene que cambiar deposición el soporte donde apoya laslegras, dejando un tarugo de maderadonde va el punzón sobre el que girala pieza. Una vez terminado de hacerla pieza, se saca del torno y se corta esepernio interior.

Con su lenguaje de la tixileira, inseparable de su oficio

Los utensilios que más se ha-cían eran escudillas, platos, fuentespara distintos usos en la casa. Tam-bién se hacían ferideras, para mazar lanata y sacar la mantequilla: una espe-cie de barril pequeño, que para gol-pear la nata tenía una pequeña ruedacon un delgado mango; este salía porun agujero de la tapa, se accionabacon la mano, subiendo y bajando lapequeña rueda, hasta que la nata yase transformaba en mantequilla.

Hoy los tornos ya son mecáni-cos movidos por un motor y segúnpara lo que se empleen, bien para ma-dera o para metales, los hay muy so-fisticados; incluso se puedenprogramar para hacer el trabajo quese pretende. Los cunqueiros, lo mismoque otros oficios, tenían un dialecto ojerga para entenderse entre ellos, enestos, era la tixileira.

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Los angaceros o ingaceros

Los ganzos o angazos, los garabatos,las garabatas...

Estos artesanos también depen-dían de la madera, y se dedicaban ahacer todo tipo de garabatos, angazoso ingazos, porque en cada zona de As-turias llevan distinto nombre; sonrastrillos hechos de madera, que seemplean para tareas del campo, paraajuntar el segado, o para la hierbacuando se cura. Consta esta herra-mienta de una pieza de madera cua-drada, que suelen ser de entrecuarenta o sesenta centímetros delargo, con una hilera de dientes opúas de madera dura, fresno porejemplo; en el centro se les coloca elmango, que es un palo de unos dosmetros de largo, y se coge con ambasmanos para ajuntar el segado o lahierba. Son los garabatos o angazos.

Otro tipo de herramientas, sonlas garabatas, más largas, de unos se-senta centímetros, con los dientesmás juntos que los garabatos, y elmango más largo también. Para aco-plar el mago, se le abre por el medio,por una punta haciendo una especiede horquilla; cada parte se introduceen los dos agujeros horizontales queya lleva la garabata; se emplean en eltrabajo de la hierba cuando ya estácurada, para ajuntar toda la hierbaque queda esparcida después dehacer los balagares.

Estos artesanos también solíanhacer parihuelas para colocar en lascaballerías y transportar la comidadel ganado. También solían hacer es-tiles, para colocar en las guadañas

para segar, y mangos para toda clasede herramientas. Solían ir a los mer-cados a vender la mercancía.

El manar, menal o manal

La habilidad con la manueca y elpértigo sobre el cereal

Este ingenio de sangre es unsustituto del simple palo o vara quese emplea para machacar ciertosproductos, como las habas, o la miesdespués de curada en las eras paraextraerle el grano. El manar es un in-genio para golpear, por ejemplo, elcenteno o el trigo en las eras; paramanejarlo, hace falta cierta expe-riencia, pues para darle todo el im-pulso, se le da un volteo en el aire alpértigo, de modo que el golpe sobrelo que se está machacando recibe eldoble de efecto.

El manar consta de dos piezasde madera que sea resistente, que sonla manueca y el pértigo. La manueca esun mango, hecho a torno, que en laparte de arriba lleva un reborde; laotra parte se coge con una mano, biensea la derecha o la izquierda, segúnde la mano que trabaje el usuario;tiene como unos doce centímetros detorneado, por donde se coge la herra-mienta; la otra mano la puede colocarmás distante o más cercana en la ma-nueca, según la fuerza que se le quieraimpulsar al pértigo.

El pértigo tiene que ser de ma-dera muy dura y al mismo tiempopesada, por lo que se solían hacer deacebo; en la parte que va unido a lamanueca, se le aprovecha donde tengavarias cañas en redondo, de forma

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que se cortan dejando un nudillo encada una. El pértigo suele tener delargo algo menos del metro, mientrasla manueca, puede tener 1,25 m.

Para ambos, se cortaba un trozode cuero de vacuno, sin curtir y bienremojado para que se adaptase muybien a la manueca; se colocaba en lacabeza, dejando un poco de espaciopara pasar una correa con la que uniral pértigo; por los dos laterales de lamanueca, se recortaba, quedando deforma que el cuero, tanto por unaparte, como por la otra, se pudiesecoser con una delgada correa. Estapieza tenía que girar alrededor de lacabeza de la manueca; y como esta yatenía el reborde hecho en la maderaal tornearla, el cuero después deduro, no se salía.

Porque el manejo del pértigo tambiéntenía sus riesgos laborales...

Al pértigo se le hace la mismaoperación que a la manueca, con otrotrozo de cuero, para coserlo, y se ciñemuy bien sobre todo en los nudillos,porque en el pértigo no tiene quegirar. El motivo de que gire en la ma-nueca, es con el fin de que, al voltearen el aire el pértigo, no se atasque ypueda dar el estacazo a quien lo ma-neja. Para unir pértigo y manueca hayque hacerlo por medio de una correade cuero resistente, que se podíaaprovechar de varias procedencias;una de las más apropiadas es de lauretra de un cerdo macho, cuando sehace la matanza; este órgano se dejacurar, y para colocarlo hay que te-nerlo en remojo hasta que ablanda, y

anudarlo muy bien de manera que nose suelte.

Expongo todas estas recomen-daciones para el manejo del manar,porque cuando yo tendría unos doceaños, me mandaron en casa mayarhabas; yo estaba en el camaranchónde la panera, cojo el manal, y comosupongo sería la primera vez que lousaba, al voltearlo, el golpe en vez deser sobre el montón de habas, fue enmi cabeza, ¡gracias que la tenía dura!

El manal era empleado hastaprimeros del siglo XX, pues se usabapara majar los cereales en las eras,que en aquellos tiempos solía ser cen-teno. El cereal después de bien cu-rado, se colocaba tendido en la era,haciendo una hilera; los mayadores secolocaban en dos hileras unos porcada lado del montón. Tenía que serigual número de los que trabajaban amano derecho, como los que emplea-ban la mano izquierda; al voltear enel aire el pértigo, este lo hacía en lamisma dirección.

Además la mayada tenía que sercon todos al mismo compás, para nopegarse unos a otros con el pértigo; elgolpe sobre el montón era al mismotiempo en los de cada lado, aunque elmovimiento se alternaba el de un ladocon los del otro. Cuando ya le dabanuna pasada, cambiaban de posición lapaja, es decir con lo de abajo paraarriba, al mismo tiempo que la sacu-dían para que cayese el grano. Volvíanlos mayadores, y así hasta que ya dabanpor concluida la faena.

En fin, los oficios en torno a lamadera fueron durante siglos laforma de vivir de muchas familias en

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los pueblos: la agricultura y la gana-dería solas no daban lo suficientecomo para mantener aquellas fami-lias más que numerosas de hace tansolo menos de un siglo. Ya la emigra-ción, en unas y otras formas, es muyantigua. Incluso aquel desplaza-miento forzado de un pueblo a otros,

y a concejos más o menos alejados,suponía muchos sacrificios para el ar-tesano y para su familia. Pero no que-daba otro remedio: había unosmateriales, como la madera, y habíaque aprovecharlos. Ya lo decía el re-frán: “Buenu ye el oficiu que mantiénal amu”.

EL SABER INMEMORIAL DE LOS OFICIOS ARTESANOS I: LA MADERA… – 51

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EL CANTAR DE L’AGUA

RÍUS YA REGUEIRAS DE TEBERGA

CELSO PEYROUX

La laguna de La Foceicha vierte sus aguas en la reguera Fontetexu.

… Si vas deprisa, el río se apresura.Si vas despacio el agua se remansa…

Ángel González

Hebo de ser daquién el que te diereesi tremar de riega cristalina,

esi roncir de fueyes verbeneresqu’espardes pent’l aire en cada esquina

Xuan X. Sánchez Vicente

Preámbulo

El mundo rural está desapare-ciendo y con él hombres y mujeres,ganadería y pastizales, el cortinal co-munitario y el huerto de la casería,costumbres y leyendas, la lengua ver-nácula y aquellos nombres de lugares

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54 – CUADERNOS DEL RIDEA CELSO PEYROUX

que fueron apareciendo con los añosnominados por los lugareños.

Topónimos bautizados por he-chos, acontecimientos y peculiarida-des singulares del terreno que sesucedieron en los pueblos y aldeas yque fueron pasando de generación engeneración hasta nuestros días. Tér-minos que tomaron su acepción poruna circunstancia y que con los díasfueron acuñados y aceptados. Unospor eventos históricos: La Revuelta’lMuertu, por la aparición de un cadá-ver desconocido durante la GuerraCivil; otros legendarios, La Fonte losHuesus, por la aparición de restos hu-manos en la batalla que librara D. Pe-layo contra los moros en el CamínReal de La Mesa; Las Fuércigas, unaenorme grieta hendida en la tierrapor debajo de la falda de Sobia dondese cree desde siempre que cada añoes mayor su abertura; Los Fundiles deMarabio cuyo arroyo desemboca enValdecerazales luego de atravesar, deforma soterrada, la peña Gradura; elCueto el Fraile en la Granda de SanSalvador, nombre que toma por su se-mejanza con un monje; el Cuetu lasOnce, en la ladera de Sobia que mar-caba a los lugareños la hora; Fenes-trada, que se abre como un granventanal entre dos vallinas de Sobia;los Cantus Lautreira, visitados por losbuitres; Penalba por el color blanco dela piedra. Y así todo un rosario denombres familiares que con los tiem-pos fueron bautizados por nuestrosancestros.

Dada su utilidad para seguirdistinguiendo los accidentes del te-rreno y por preservarlos para las ge-

neraciones venideras, se hace indis-pensable que se vayan recogiendopor parroquias o bien de forma gené-rica, como se hace en este caso, conlos ríos y cursos de agua y con losmontes que circundan los concejosasturianos, pueblos, aldeas y valles.Todos los nombres aparecen en la len-gua vernácula tal y como se recono-cen desde siempre. Sería unaimpertinencia y una falta de conside-ración castellanizarlos tal y como unhombre de letras de Valdecarzana in-tentó llamar la “Peña Pajarita” al PicuPaxarina.

Aprovechamos este preámbulopara agradecer a todos los comuni-cantes, hombres y mujeres, que hicie-ron posible este trabajo. Ellos y ellasson y serán siempre los primeros consu palabra precisa y preciosa a la horade contar relatos, leyendas, cuentos y,como en el capítulo que nos ocupa,acompañar al cronista en sus excur-siones fluviales procurándole topóni-mos y anécdotas que con el tiempohabrían desaparecido. Cada vez queuna mujer o un hombre del mundo ydel espacio rural desaparecen escomo si ardiera la más valiosa de lasbibliotecas. He aquí la lista –solici-tando disculpas por si alguien sequeda en el tintero– de quienes hanpuesto su verbo para legar la Historiay Vida del concejo a los que vienen de-trás: Milio Arias, los Hermanos Busto,Luis y César Álvarez de La Foceicha;José Fernández y Paulino y Luis Ro-dríguez de La Vil.la de Su; VidalLagar, José Pérez, Conrado, Manolo,Susa y Basilio de Parmu; Mino Ar-güelles, Porfirio García y Juan José

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Lorenzo de Fresnéu; Julio Álvarez deVeigas de San Salvador de Alesga;Hermanos Reboredo, Manolo LópezArias y Ramón Cuervo de Riel.lu;Luis y Foro de Cuañana, Firme, Tinoy Chema Miranda de Torce; Hermi-nio el de Barriu; Colás el de Cuña;José Ramón Arias de Survil.la; Agus-tín Díaz de Cansinos; Juan y AquilinoDíaz de L.lamas; Enrique García, Va-lentín, el carpinteiru, Lolo Iglesias yPepe Xuaca de Vil.lanueva; XuanToral, Julio Álvarez y Gerardo Garcíade Prau, Mario, José Riera y Alejan-dro Tablón de Taxa; José María Igle-sias de Campiel.lu; Benito García,Enrique Riaño, Andrés Farrín y PacoSiso de Entrago; Amalia, la molinera,Varisto Fernández, el carpintero yMario Calleja de Las Ventas (Proaza),Pacho Granda, Carola y Antón Pata-llo de Vil.lamaore; José Manuel y Rosien Riomaore y María del Mar, Olvido,Gerardo y Segundo de Santianes.También mi gratitud al compañero

Xulio Concepción Suárez, catedráticoy filólogo por su inestimable colabo-ración y apoyo.

En fin, un agradecimiento muyespecial es el dirigido al catedráticotebergano Xosé Lluis García Ariaspor sus numerosos trabajos sobre Te-berga. Además de su Tesis DoctoralEl habla de Teberga, diacronía, sincroníae introducción a la toponimia, quienfuera Presidente de la Academia de laLlingua Asturiana, ha escrito varioslibros entre los que merecen menciónlos relacionados con la toponimia te-bergana publicados por la Academiade la Llingua Asturiana. Sus desvelosen esta y otras disciplinas merecen losmayores elogios.

Ríu ParmuQé guapa ya la’augua clara

cul curazu de cristaleche de sole qi lu sclara

Fernán Coronas

Curso fluvial en su zona meri-dional denominada El Privilegio quecorre desde el puerto de Ventanahasta el desfiladero de Estrechura conun recorrido aproximado de siete ki-lómetros entre las cotas 1.700 m. En laparte superior de la capa carbonerade la Olga, donde tiene su nacimientoy los 600 m del túnel que da acceso alValle del Privilegio. La Reguerina,como se le conoce, recoge las aguasde Socel.lares, la Fonte Ventana y a supaso las regueras de Las Becerras, LosMolares, Samocho, La Ortigosa, San-gradal, Trobaniel.lu, Cantopradón,Las Cuevas y Fontegrande –cuyasaguas bajan de Villa de Sub–, LaVerde y Cuevas. Convertido ya en un

Julio Veiga.

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verdadero río por su caudal, estecurso corre por el fondo del hayedode Montegrande, la braña de Las Ca-denas, pasa por el pueblo de Parmualimentándose de las aguas de las re-gueras de El Molar y La Fonte, cercadel Molín de Carmina. El río se su-merge poco antes del túnel y pasa pordebajo de la Cueva Huerta por espa-cio de unos 300 metros para formar asu salida, cerca del antiguo CaminoReal de Presorias, el río Valdesampe-dro como la corriente fluvial más im-portante del concejo.

Como curiosidades en sus ori-llas destacan: la Cueva Huerta –de-clarada “monumento natural” por elPORNA– y Los “Abrigos prehistóri-cos” de Fresnedo con sus pinturas ru-pestres de la Edad del Bronce y elgrandioso paraje de la garganta deEstrechura que el río fue abriendo através de millones de años. En la la-dera Este, y a escasos centenares de

metros del túnel, hay diseminadasvarias cuevas en las que aparecieronvarios elementos líticos de la Prehis-toria. Durante el verano el río des-aparece al sumergirse en lasproximidades de La Covona reapare-ciendo –como lo hace el Guadiana–en Pozotubo en la salida norte de lacueva.

Ríu LaverdeDesde el alto peñón baja el torrente

y ora es manto de espuma en el vacío,ora un collar que se nos fue en rocío,

ora epopeya de tambor batiente.Alfonso Camín

Es el afluente más importantedel Río Parmu. Nace, con el nombrede El Regueirón, en Solabóvida en losalrededores del Col.láu del Conde yde las ruinas de la ermita de San Mi-guel en una cota de 1.780 metros dealtitud pasando por La Campona,Los Acebones y la Fonte Perico. Conel arroyo que baja de la fuente de labraña de Las Navariegas y la regueradel Escarbáu de Carbaceo forma elrío Fundil que se precipita por la cas-cada de Los Xiblos para unirse, traspasar por La Ferviencia, Navalín yLos Tornos, en Praumulín a la re-guera de Las L.lapetas y de la reguerade Cuevas que acumulan ya un abun-dante caudal. Esta reguera prove-niente de la braña de Cuevas recorreLa Veiga, la Fonte Lasquistera, LosEscalones de Pedro, Las Cueñas, elVal.le Felechón, Posafueches, Las Es-piniteras, la Cuesta Lechosa y La De-besa. Ya en las cercanías del pueblode Parmu se le une el Riazores y elCantopradón. El río La Verde es un

Ríu Parmu a su paso por Huerta.

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curso fluvial de gran belleza que cul-mina el esplendor de su lecho entrebarrancas y hayedos con la caída envertical de sus aguas en la catarata deLos Xiblus con tres saltos en una ver-tical de más cien metros de altura.

Ríu L’OrtigosaEl ríu l.leva l’augua

que del mio cuerpo se derroucaraXuan Bello

Nace en la Veiga de Refuexu,cerca de la base de La Ferreirúa. Pasapor La Granda y cerca del Mancebose une a la reguera que viene de laFonte las L.lastras para continuar porLas L.lamporias. Luego hace su reco-rrido por La Fonte Lurtigosa (en estelugar se encuentra el depósito deaguas que abastece al pueblo deParmu) y pasa bajo la carretera queconduce a puerto Ventana. Desde

aquí corre por Las Muelas, Lacebal,Los Pontones y toma las aguas de lareguera de Las Becerreras para seguirhacia La Venta. En Trambosríos seune al que baja del puerto, cuyo iti-nerario ya quedó señalado.

Ríu Valdesampedru … Primavera que deixas el camín,el ríu, las regueras de flor bordáusque fais del cortinal, idial xardín,

soun tuas flores pensamientos cal.láus…Mino Fuenteseca

Es el curso fluvial, queda dicho,más importante del municipio no porla distancia de su recorrido (unos 7kilómetros) sino por el caudal quelleva antes de unirse con el río Valde-carzana en el barrio de La Favorita,ya en San Martín. Corre direcciónsur-norte y las cotas de altitud se pue-den fijar en la 440 de Entrago y la 600

Cascada de los Xiblos.

Cascadina del Surianu.

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del Pozotubo, en el desfiladero de Es-trechura. Cerca del antiguo caminoreal que conducía al Privilegio, se uneel arroyo de Valdepiedro que baja portérminos de Fresnedo y en San Vi-cente al arroyo de Presorias para con-tinuar por La Manga, l’Intechal, laCostapina, la Foxaca, Primisíu, Piei-negru, Cutiel.lus, Ministeriu, Veigasy La Ponte donde recibe las aguas delRío Barriu.

En el L.lanu de San Salvadorde Alesga, el Valdesampedro tomalas aguas de la Reguera’l Castiel.lu,en Pumarín la de Valdesuchán queviene d’Uril.leiru y en Palombar deRiel.lu recoge el caudal del ríu Cua-ñana que forman las dos regueras deSan Xuan de Volantes y de Argudín.

En su recorrido pasa la Veiga, La Ba-rrera, Barzamanán, Las Veigas, Prau-palacio, La Marquesa (La Favorita),donde se le une el ríu Valdecarzana.Su corriente desciende lentamentecamino de Entragu, recogiendo unmenudo curso que viene de Las Pa-radiel.las, pasa por La Pumeda y seecha en brazos del Vanzáu, donde serecogían parte de sus aguas me-diante una presa accionada con com-puertas manuales que abastecía a laElectra Tevergana. En Entragu quedaconfigurado el ríu Teberga al unirseel ríu Valdesantibáñez.

Como apuntes relacionadoscon este río son los cantos rodados,aluviones y sólidos arrastrados por eldeshielo del glaciar de Ventana que se

Cascada de La Viecha en Torce.

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fueron acumulando, durante millo-nes de años, en las vegas de San Mar-tín de las Arenas. Hoy, tras lasexcavaciones para la construcción denuevos edificios, han quedado al des-cubierto los llamados “regodones”que se encuentran diseminados bajoel manto vegetal del Praopalacio ydel barrio de El Canto, la parte másvetusta de la villa, donde se levan-taba, en siglos pasados, la ermita deSan Martino y donde fueron halladosrestos de una vieja necrópolis.

A orillas del Valdesampedru, enSan salvador de Alesga ha sido cons-truido el Parque de la Prehistoria conuna serie de reproducciones facsimila-res de pinturas rupestres y grabados.

Ríu Barriu… Malapenas veio

los choupos espaciasepa faere campaña

a la canción del ríoRoberto G. Quevedo

Es este el afluente más impor-tante del Río Valdesampedru que re-coge las aguas de los arroyos deReipiexa, Val.linalanieve, L’Aguil, ElGuérgalu y Entroncada para formar elríu Torce. Es de destacar la bella y des-conocida cascada de La Viecha. En ellugar denominado Entambosríos seunen las corrientes de este arroyo y delque pasa por el pueblo de Barrio to-mando su nombre hasta su desembo-cadura en San Salvador de Alesga.

El Río Barriu propiamentedicho lo forman la reguera que vienede la Fonte Paraxinas y de Carbace-dín para unirse en Moréu poco antesde la Faya’l Conde a la reguera que

baja de la braña de Fonfría y las re-gueras de la Capil.la, Rebalbo, LaCárcoba y la de Carroceda. A estecurso ya formado en un amplioarroyo se une la reguera del Sorianoque se precipita en una bella cola decaballo (La cascadina del Xiblo, a noconfundir con Los Xiblos del ríu LaVerde) para continuar su curso porCutimedio, Las Cadernias y Tres-pandu donde se recogen las aguas dela reguera La Rama que baja delmonte de Pol.lares, y en fin, las re-gueras de Trambosríos y La Vara queproceden de Cuña.

Cuando se cita la reguera de LaCapil.la, este topónimo hace alusióna la ermita de La Magdalena, cuyosrestos de su planta aún se pueden ver.En cuanto a la Faya’l el Conde, es unlugar donde el Conde de Agüera seapostaba esperando el paso del osoen las monterías que se llevaban acabo por la falda de Peña Negra deTorce. Otras dos “esperas” eran LaMozqueta y La Mozquetina comopaso obligado de los plantígrados alser acosados por los monteros.

Ríu Valdecarzana¡Ay río de mi infancia,

dichoso ríoque saltas entre peñas

a tu albedrío!José M.ª Lana Díaz

Es el segundo río por impor-tancia del concejo que corre el fondodel valle del mismo nombre adop-tando una dirección oeste-este. Tieneunos 9 kilómetros aproximadamentede recorrido y está situado entre lascotas 1.380 metros en Puerto San

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Ríu Bayu.

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L.laurienzu y la 460 de San Martín.Nace en la Campa La Cortina con elnombre de la Ponte pasando por labraña de Tuiza, La Corcina y La Co-tadoria para recibir las aguas de laReguera Miranda que baja de LasMolinas y recoger, al paso, los arro-yos de Burbacel y la Reguera SanMartín que proceden de Las Baulíasy de Vil.lar de Su. Antes de llegar alpueblo de Vil.lanueva, por un reco-rrido geológico de pudingas, areniscay cuarcita ferruginosa, se encuentracon el río de Val.linarmada que formaen la braña de L.lamaraxil la regueraBayu. En La Veiga, a mitad de caminoentre Vil.lanueva y Vixidel, se le uneel río Cualmundi con las reguerasque vienen de La Sedernia, Rebeil.laday El Mosquito formándose ya lo quees el río Valdecarzana propiamentedicho. Por debajo del Castañeo de Milrecibe el caudal de la Reguera deTrambasaguas que baja de Panasquíny Fumayor, la reguera Quintanal, lareguera La Torre, que se unen porSantiagón, la Reguera Vil.launel quenace en El Acebal, la reguera deL.lamas que procede de Navachos yen Boyares se le une la de Cansinos

que viene de Fontemichera, Prao-fornu, La Senriel.la y Rodiles y conti-nuar por La Obra, Los Cotabayonesrecorriendo La Casa Nueva –dondese encontraba el molino de Juan y dePacita– y La Plaza para desembocaren el Valdesampedro. Como lugaresa visitar se encuentra la iglesia deSanta María de Vil.lanueva (romá-nico declarado “Monumento Nacio-nal”) y la Colegiata de San Pedro enLa Plaza, templo erigido en el sigloXI, también declarado “monumentoNacional”.

Ríu Valdesantibáñez… Cuando llueva pemiles, y con fíos

llegues a ver les mules, y los xelosfaigan cocer los potes, y nos ríos

se piesquen alefantes con anzuelos…Teodoro Cuesta

Curso fluvial que baña el valledel mismo nombre en direcciónoeste-este –paralelo al Valdecarzana–teniendo como orografía de separa-ción las sierras de Santa Marta yMonreal. Se sitúa entre las cotas 440de Entrago y 1.570 en La Mirandiel.lacon un recorrido aproximado de unos

Ríu Valdecarzana a su paso por La Plaza.

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9 kilómetros. Su caudal y lecho no seconforman hasta que se convierte enel río Taxa al recoger las aguas de losarroyos de Mirandiel.la que baja deBustiel.lu, La Verde que viene de lafalda de L’Abeil.la y La Grieta quenace en Piarrodrigui.

En términos de Taxa se ali-menta después de pasar Bonando, delas regueras del Águila y Canalcaleiropara ir recorriendo Piedramala, LasVeigas, Tambascal, Ponte L.lastra yRobléu. En su itinerario el río Taxa yase convierte en el Valdesantibáñez alrecoger las aguas de la reguera de Co-rros, que procede de Cabaniel.las y,en La Foz, las aguas de la regueraManta que viene de la Conca, Bazo-nil, El Rozu y el Saltu l’Agua for-mando una cascada cuando el caudales abundante. Por Pilanegro y Fon-tescaldas se le une el arroyo de L’A-guichón y en Fabares, ya en el pueblode Campiel.lu, lo hace la reguera LaConca que baja de Santa Marta porLa Trapa y la L.lamargona.

En La Aragona, donde se en-contraban las antiguas explotacionesmineras de Hullasa, se une el río Me-dión formado por varias regueras.Por un lado están las dos que des-cienden de Riumaore, bañando laaldea por ambos lados dirección Sur:la reguera del Gaxu (en la braña delVal.le) que nace en Rechongo paracontinuar por Brañaviecha, Saltu l’A-gua (en cuyas cercanías se encuentrala conocida cueva de Trestáranu),Trambasaguas, La Fonte Gaxu y LaMuela. Mientras que por la otra ver-tiente desciende la que nace en Cue-tamadra para seguir su curso por

Casandrín, Las L.lamas, La Puntiga yL’Albarechu. Las aguas de la FonteGaxu abastecen a las aldeas de Cas-tro, Medión y a los pueblos de San-tianes y Bárzana.

Al pueblo de Vil.lamaore leocurre algo semejante, al encontrarseeste bello e histórico núcleo ruralentre la reguera que procede de LasDuernas (Puerto de Marabio), Sanra-lín, Los Alces, L’Armoníu, Vaucháu,La Quinta, La Facina, Las Pandiel.lasy L’Aragona como punto de enlacecon el Santibáñez. Por el otro lado,corre la reguera que viene de la fa-mosa y renombrada Fonte la Corraentre las laderas de Picomedio y Pi-colacuesta, para continuar por La Ca-bada La L.lavandera y unirse enVaucháu con la anterior. Como apun-tes de interés merecen mención lascoplas populares que se refieren a laFonte La Corra más como leyendaque como hecho histórico y sobretodo relacionado con los buscadoresde chalgas:

… En la Fonte la Corradijo la mora:aquí quedan mis cerencejosque valen más que siete concejos…

Ríu Medión.

RÍUS YA REGUEIRAS DE TEBERGA – 61

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y otra que se acerca a la también yaconocida en Valdecarzana sobre elcastillo de Miranda:

… Tengo la cabeza rotade carretar oro y platadesde la Fonte La Corraal acebín de la granda…

En Santianes –núcleo rural co-nocido por sus explotaciones mine-ras y donde toman nombre el río yvalle (Sancti Jhoanes)– se une la re-guera Castro que baja desde los tér-minos de Hedrada para discurrir porBoscón, Ibesaviecha, Pradera, Penas-cón, Ribachón, Las L.leras, los Cuar-teles del Cuarto (antiguas viviendasmineras), el Tercero (bocamina),L’Argotán y La Pomarada. En térmi-nos de Bárzana, el río se alimenta dela reguera L’Asturiana que procede

de Francos y también de la regueraSopena a la que también se conocepor el Ríu Prau.

Este afluente nace en Términosde Santa Ana (puerto Marabio) y bajapor L’Espadanal, Riquiñones, El Pra-dal d’Abaxu, Fontiviecha. Reichán,Traslatichera, La Calza, el Ríu (dondehay un molino), Güertas de Rozada,Cacabiechu, El Toral, L’Auteiru, Bies-cas, Praus la Ilesia, Pradera Queimaday Bárzana. A este curso de agua se leune en Prau el que viene de La Corra-dina, Solafonte y La Melendral. En fin,el arroyo de Vil.lalube que desciendede la Sierra de Santa Marta y el arroyoque nace en la Fonte la Cairúa. El ríoSantibáñez ha de recorrer aun, La Vei-gona y el Pradacón antes de desembo-car en la Barzaniel.la para formar, deuna manera definitiva, el río Teberga.

Puente viejo d’Entragu (foto de 1898).

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Desde principios del siglo XXhasta la década de los Noventa (l992)el Valdesantibáñez se cubría de negroal arrastrar sólidos y menudos comoresultado de los lavaderos de la em-presa de carbón Minas Teberga que,en los años cuarenta, tomaría el nom-bre de HULLASA.

Río Teberga¡Qué suave qu’ella cuerre!¡Qué llimpia surte l’agua¡Qué comba fay el vidru

que de la peña salta!Juan M. Acebal

El río Teberga comienza a con-figurarse en el barrio de La Mar-quesa, en la villa de San Martín,cuando se unen los ríos Valdesampe-dro y Valdecarzana tomando el cau-

dal definitivo en el pueblo de Entrago–primer núcleo rural del concejo– alhacer lo propio con el Valdesantibá-ñez cuyo curso se acaba de describir.

Encontrando la salida del muni-cipio al abrir su corriente, a través demillones de años, el cordal de Sobia-Penagradura, pasa por Cotarrén y loque fue el Caleiro Delfín, por delantela cueva prehistórica del L.labanón (co-mienzo del desfiladero de Valdecere-zales) donde se le une, por la orillaizquierda, un “misterioso” arroyo pro-cedente del puerto de Marabio. El viajesubterráneo lo inicia en el Pozu l’Aguaque toma las aguas de la reguera Mu-rias en los alrededores Michadoriu.

Cruzada la garganta por dondepasan al mismo tiempo el río, la Sendadel Oso y la carretera Trubia-San Mar-

RÍUS YA REGUEIRAS DE TEBERGA – 63

Vanzau d’Entragu.

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tín, se une el arroyo de la Cantera Co-lorada y ya en Las Ventas lo hacen lasregueras que bajan de San Esteban, ElVasu, Gramolateil.la y Valdemoru. Enlas hoces de Olid, un embalse abiertoen la década de los sesenta, le cierra elpaso y es conducido por medio de uncanal subterráneo hasta Valdemurio,en el concejo de Quirós, para alimen-tar la central hidroeléctrica situada enProaza. No obstante, el pequeñoarroyo en el que se convierte el Te-berga, durante unos seis kilómetros,continúa su curso por La Horniel.la, re-coge las aguas de la reguera Banduxua su paso por L.laneces, las reguerasque bajan de La Penona y del Rausau yse une en Caranga d’Abaxo, cerca dela capilla de San Mamés, al río Quirós.A partir de aquí, los dos menguadoscaudales forman el ríu Trubia que con-tinúa su corriente abajo por el desfila-dero de Peñasjuntas, los concejos deProaza, Santo Adriano y Oviedo paraecharse en brazos del Nalón.

Molinos, centrales y canalesHabía, fai munchos años,

erguida, na mesma oriella,cerca d’unde faen el cuentu

del ríu y la mariselva…Pin de Pría

A lo largo de los tres ríos y desus afluentes se construyeron nume-rosos molinos sobre los cursos delagua o levantados en una de las ori-llas. Se molía principalmente es-canda, maíz y trigo y el dueñocobraba en especies por medio de ladenominada “maquila”, por cuyamolienda el molinero(a) se quedabacon una parte del grano. Entre losmás importantes se encuentran aque-llos que, al mismo tiempo, tenían unacentral eléctrica en el mismo edificiopara abastecer a las aldeas y puebloscolindantes. Entre ellos destacan: elmolín de Carola en Infiesta, levantadoen el ríu Medión cuyo gerente fueTino; la central de Isidoro Rodríguezen el ríu Barriu con la vieja dinamo

Molín d’Entragu.

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RÍUS YA REGUEIRAS DE TEBERGA – 65

Pelton que abastecía a Barriu, Torce yCuña y cuyo gerente era Avelino Ro-dríguez; la central de Parmu queabastecía al Privilegio, gestionada porJosé Pérez y la central del Valdecar-zana en Vil.lanueva de Juan el Te-bergo, que gestionaba Milagros y queabastecía a varios pueblos del valle.Esta central tenía, al mismo tiempoun molino para escanda y trigo y unrabil para separar el grano de la es-canda. Otra de las centrales se encon-traba ya fuera del concejo tebergano.Su gerencia corría a cargo de Manoloy abastecía los pueblos de Trespeña:Santa María, Fabar y Bustiello, ade-más de Las Ventas lugar donde es-taba situada.

La más importante de todas fuela denominada “Electra Tevergana”perteneciente al conde de Agüera que

tenía tres operarios-electricistas:Amaro Menéndez, Álvaro Alonso yMartín Menéndez. Abastecía a todoel concejo a excepción de las que que-dan mencionadas. La incomprensibley temida “piqueta” de algunos polí-ticos demolió un bello edificio en la-drillo de principios del siglo XX parael ensanche de la carretera Trubia-Puerto Ventana. También este com-plejo poseía el molino másimportante y el mayor rabil del con-cejo que lanzaba la poxa (envolturadel grano) al río y era también utili-zada como mullido en las porqueras.

Por otra parte es necesariomencionar las denominadas “cana-les” que, mediante un complejo debalsas, cribas, canales, cangilones,agotadores, listones, malacates, caxe-tus (cabrestante aéreo) como trans-

Ríu Teberga en el desfiladeru de Valdezreizales.Canal o presa del Molín d’Entragu. (foto de 1956).

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Puente d’Entragu (foto de 1938).

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portes para sacar la hulla del río, yotros elementos, recogían el carbón ymenudos que escapaban del controlde los lavaderos que Hullasa tenía enEl Pradacón. Se construyeron tres deestos aprovechamientos en el ríu Te-berga entre el pueblo de Entrago y elpuente Numerounu del antiguo fe-rrocarril: La de Avelino Ardura, la delos Hermanos Rodríguez (Jaime yChelo) y la de Ángel Caleya. De lasdos primeras se obtenían buenos ren-dimientos.

El escritor tebergano José MaríaRuilópez describe en este pasaje lite-rario, de su novela, Todo junto al río, lavisión de un río desde la infancia y elpenoso trabajo que había que realizaren las “canales”:

… Diego lo sabía muy bien. Allí, en Te-verga, había como dos ríos. Uno de lasmontañas hasta el puente de Entrago,

y otro desde allí en adelante. En la pri-mera parte, las aguas eran transparen-tes, frescas, verdes por el reflejo de laarboleda, cantarinas por los perfilespétreos que las seccionaban. En En-trago formaban El Vanzao, un embalsenatural, un lugar de diversión, dondeDiego, Fabio y los demás se bañaban,competían, charlaban y disfrutabandel verano.La segunda parte del río estaba mar-cada por los escombros que arrojabanlos lavaderos de La Empresa. Eranaguas grises, sin fauna, son riberas em-betunadas de tierra, con murmullo las-timero. Era un lugar de trabajo, deesfuerzo, donde los hombres se afana-ban en separar el carbón de la tierra,revolcándose ambos en un juego des-afiante para las bocas necesitadas. Eracomo una cirugía líquida y oculta, ladisociación de lo bueno de lo malo.Este río, en aquel valle, en cuanto laslluvias hacían su presencia, aumen-taba pronto de caudal. Era un río pe-queño, pero que maduraba de formaprecipitada y por ello anárquica, con-virtiéndose en clamor de espuma bur-

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Chelo, el de Armando, en las canales de Cotarrén.

RÍUS YA REGUEIRAS DE TEBERGA – 67

bujeante que se desbocaba por pro-nunciadas pendientes.En esos recorridos perentorios, cru-zaba los pueblos, lamía las casas mu-chas veces osadas en su ubicación, yllegaba a entrar en establos y vivien-das. En su seno, solía llevar troncospodridos, como piraguas antiguas,piedras pulidas como tambores pro-fundos, animales muertos comoarruinada fortuna y toda suerte demaderas viejas.Diego era consciente de que con aquelrío de alocada biografía era necesariotenerlo todo muy bien estudiado parainiciar una aventura como la que élpensaba, para el progreso de su fami-lia: Irene y el pequeño Víctor (…).… El agua estaba más próxima. Diegono suponía que el nivel estuviera tanalto ya. Apenas podían llegar a las ca-nales, tenían que ir bordeándolas, aga-rrados a la broza que salía de la pared,para poder llegar a la plataformadonde estaba el carbón apilado. El mi-neral brillaba a la luz de la linterna. Elretumbo del río impedía el diálogoentre padre e hijo.

La pila formaba un cono de tres metrosde alto por nueve de base. La lluvia nocesaba. El agua tenía un color arcillosoen el tumulto. En los laterales había unoleaje que amenazaba. Diego observabael movimiento del agua. En unos mo-mentos ya había subido apreciable-mente. De seguir así, habría llegado a lafalda de la montaña de carbón, y co-menzaría a lamerlo como si quisieraablandarlo antes de deglutirlo.Diego clavó la linterna en el cúmulomirando hacia abajo. Tiró los sacos va-cíos a salvo de la corriente. Su hijo nosabía qué era lo que iba a hacer. Bas-tante tenía con situarse fuera del al-cance del agua, que trepaba hacia elloscon las manos extendidas. Su padre leentregó uno de los sacos con un gestopara que lo mantuviera abierto. Víctorlo tomó con las dos manos y lo abrió,colocándolo de pie. Diego comenzó acagarlo de carbón con una pala. Elniño creía que su padre pretendíasacar todo el carbón saco a saco.Echaba unas paladas que eran comobaldosas tiradas dentro del costal, quehacían tambalearse a Víctor, asido a él

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con todas sus fuerzas. El río bramabasin cesar. De vez en cuando se oían gol-pes secos, troncos arrastrados por lacrecida que navegaban sin destino ychocaban contra las peñas emergentes.Diego ató la boca del talego, lo cogió enel aire y lo colocó en el borde de la pilade carbón. Dio otro a Víctor, lo llenó ylo situó junto al anterior. Así hasta ro-dear la pila con un cordón de sacos. Elagua los rozaba intentando intentadoromper su estructura tejida (…).

Epílogo

En el presente trabajo solo seesboza la parte más importante de latoponimia Fluvial. Para completarlo,serían necesarios otros capítulossobre la fauna y la flora y las decenasde anécdotas que en ríus y reguerashan acontecido, algunas de ellas re-cogidas bajo forma de relatos y le-yendas. Los grandes pescadores detruchas y anguilas, los atropellos flu-viales con lejía y dinamita para sacartruchas del río y los cazadores del.lóndrigas (la nutria). Merecerían

también un capítulo aparte los moli-nos existentes o ya derruidos en cadaconcejo y, sobre todo, los molineros ymolineras cargados de amores y pi-caresca:

… Que vengo de moler morenade lus molinus d’abaxu,dormí cun la molinera ¡olé y olé!nun me costó gran trabachu…

También resultaría de gran in-terés recoger anécdotas de las lavan-deras lavando apoyadas en la tabla oel cajón de madera con la ropa api-lada en baldes de zinc o en canastasde mimbre, mientras ponían devuelta y media a una vecina, can-tando o criticando al prójimo.

En fin, Aprovechando, antes deque sea demasiado tarde, se hace ne-cesario recuperar de manera aún másminuciosa y pormenorizada topóni-mos que aún quedan sin rescatar evi-tando que el tiempo, la desidia y el ríodel olvido se los lleve corriente abajo.

68 – CUADERNOS DEL RIDEA CELSO PEYROUX

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LA TOPONIMIA DE CABANAQUINTA:POR EL CAMÍN DE LOS VAQUEROS, ENTRE EL PUEBLU

Y EL PUERTU

XULIO CONCEPCIÓN SUÁREZ

Mañana voy pal puertucon cinco vaques y un perru,

con la montera piconay un pelu pintéu d’acebu

Anotación previa

En la inolvidable compañía deJuaquín Fernández por algunas bra-ñas alleranas, tuve la oportunidad deconocer de primera voz algunosnombres de su infancia pateaba conso güilu por los cordales de La Fon-fría, Canietsa o Vegará. Entusiastaamigo de las palabras, y de la filolo-gía en concreto, Juaquín siempre ca-vilaba sobre sus etimologías, suscomponentes significativos, su conte-nido humano, su simbolismo etno-gráfico. Un allerán muy agraecíu conla so tsingua asturiana: aquella lenguaque aprendió pe las caleyas del tsugar, yque siempre mantuvo al lado de lasterminologías científicas y técnicasmás específicas de su lenguaje en elcampo de la Hematología y la Medi-cina en su conjunto.

Juaquín, Xuacu –como me pres-taba llamarle cuando compartíamosla tsingua más tsariega entre ayeranosy tsinizos (los vecinos de Tsena)–, fue

un ejemplo de allerán de pura cepa,estudiante y estudioso desde el pue-blu hasta el laboratorio, la clínica y eldespacho. Desde que risca l’alba hastaque la arretsuma la tsuna percima loscordales. Desde la cuna hasta lascanas, siendo mocecu, muzu o güilu.Desde las caleyas de Escobio hasta lainmensidad de la ciencia, mucho másallá de los riscos de las montañas, lasregiones, las ideologías y las lenguas.

En fin, Juaquín sonreía con lasetimologías de las palabras, desde lassabrosas voces lugareñas de la infan-cia, hasta las precisas y preciosas ter-minologías profesionales másespecíficas, en las que suenan tan so-noras las raíces griegas y latinas; ysentía esas melosas melodías de laspalabras como si de las esquilas ycampanillos se tratara, al mor de lacabana, y al murmullo de las aguasen el manantial de la Fonfría al silen-cio de la medianoche.

Por todo ello, se me ocurre, unavez más, colocar (siquiera a un llau, yentre paréntesis) algunas etimologíasque tantas parrafás nos llevaban enplena calle, ca vez que nos encontrába-mos nalgún actu; o pel teléfono, hasta que

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echaban chispa los cables, o el resto de losque esperaban linia empezaban a apurar.

El lenguaje toponímico allerano: laherencia proindivisa de los güelosy las güelas por caleyas y cabanas

El paisaje allerano actual, docu-mentado en la memoria de quienesfueron (y, algunos, siguen siendo) va-queros y vaqueras en los puertos, su-pone una larga historia trashumanteentre el fondo del valle y los altos delos cordales. Entre la primavera y laseruenda (el otoño); entre la infancia yla vejez. Los güelos, con su sabiduríamilenaria del entorno, yeran el alma delas brañas. Y, en buena parte del año,los únicos maestros de los nietos, porejemplo, señalando con ilusión elnombre asturiano de cada planta: l’a-bidul, el tixu, la xistra, la xanzaina... Oacompañando a cada paraje que pi-saban con el nombre adecuado: LaParaya, Carbayalín, La Funfría... Va-loraban cada porción de terreno en elmonte o en el poblado.

Gracias a aquellos güelos y güe-las de ayer, disfrutamos hoy de todoun lenguaje del suelo (el saber topo-nímico asturiano), que nos va descri-biendo ese mosaico de lugares palmoa palmo: todo un diccionario oral ensu mayoría, y sin alfabetizar en mu-chos casos. Y gracias a aquellos nie-tos, ya con canas ahora, escuchamosla función que desempeñaron esos lu-gares del suelo en el uso que teníanpara los lugareños varias décadasatrás. Y así seguimos pisando sendasy mayadas sobre este gran dicciona-rio del paisaje organizado a su modo

desde tiempo inmemorial: topónimosprerromanos, de romanización, me-dievales...

Cabanaquinta (Cabañaquinta, ahorapara la mayoría), todo un símbolo delas alturas conservado en los valles

Incluso si nos dejamos llevarpor las palabras, tal vez sea Cabana-quinta (Cabañaquinta, hoy para losmás) uno de esos pueblos que mejorsimbolizan aquella organización in-memorial de unos valles programa-dos en torno al ganado desde laprimavera al otoño, y desde el otoñoa la primavera otra vez. La lectura delos nombres del terreno, el léxico va-quero, el uso de las plantas (la etnobo-tánica), las formas precarias paracurarse lejos de casa (fitoterapia), lagastronomía de las cabañas, las co-plas, los dichos populares..., nos lo re-cuerdan en una serie de aspectostodavía. Autores como Juaquín o San-tos Nicolás tienen varias páginas de-dicadas a los vaqueros alleranos.

La posición estratégica de Ca-banaquinta en concreto parece laelección de un paraje en el límite in-ferior posible de unos valles que se-guían pensando en las alturas todoel año: en el tiempo de volver a lascumbres veraniegas. Una remota ca-bana prerromana. Porque las nievesde los altos en Braña o en Vegaráobligaban a descender hasta lasvegas posibles más fonderas, al lí-mite justo donde vaqueros y gana-dos pudieran pasar el invierno concierta holgura: buenos pastos junto alas vegas del río (como bien recuerda

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Vega), casas al abrigo de los vientosen los recodos de los valles, güertos ygüertas soleyeras para recoger frutostempranos en primavera.

O al cobijo de las peñas, comoseñala el nombre Escoyo (lat. scopu-lum, ‘peñasco’): un poblamiento alabrigo en la ladera muy propicio parael invierno; en allerano, escuyu: ‘pasoentre peñas’. Distinto por tanto aL’Escuyu de Piñeres –nos previenenen el poblado–. En un caso, sin meta-fonía: sin cierre de la vocal tónica; enel segundo caso, con ella. Tal vez paraque no se confundieran los nombresde poblado tan vecinos.

El mismo poblamiento antiguode Cabanaquinta está situado, no porcasualidad, sobre el cauce empozadode un arroyo (como en La Vatsina),con los güertos y las güertas en las ri-beras bien orientadas al sol; más fon-deras quedan las vegas ya másexpuestas a las xelás del río Blencu (elrío Aller), que desciende de los altospor los valles de Casomera y Fele-chosa. El núcleo antiguo de Cabana-quinta parece, pues, estratégicamenteelegido para el poblamiento invernal.Se diría que la palabra también des-ciende de las cumbres.

La vida que comenzaba en losaltos: La Cuesta Cantabria, Orria...

Y puestos a afilvanar el palabreruallerán colgado de los cordales cime-ros, muy representativa resulta en latoponimia La Cuesta Cantabria, a tan-tos kilómetros de la región santande-rina, y tal vez con el mismo origen: loque son las paradojas, y a pesar de las

distancias (el lenguaje del suelo esajeno a las lindes, a las tsindes, regio-nales). La Cuesta Cantabria es un to-pónimo desapercibido en los libros yen los mapas asturianos, pero delmayor interés lingüístico y etnográ-fico allerano.

Se trata de un conjunto de pas-tizales carbizos y de peñas sobre ElVatse Orria (como Orria, en Lena). Sesuele interpretar el topónimo a partirde la raíz prerromana *kant- (‘roca,piedra, montaña’), más raíz sufija -briga (‘altura, fortaleza’). El compo-nente Cantabria describiría, enprincipio, ‘la fortaleza, la defensa na-tural en la altura rocosa, por la sim-ple aspereza del terreno’. No porcasualidad el topónimo se encuentrasobre Orria, voz igualmente prerro-mana: *or-r-, *ur-r- (‘altura, monte,montaña’).

O El Castiitsu, de resonancias prerromanas también

Y como los topónimos nuncaestán solos, sino que forman todo unlenguaje ensamblado del suelo, trasLa Cuesta Cantabria está El Picu’lCastiitsu (picacho sobre Carbayalín yLa Fonría): lugar que domina todo elvalle de aquellas brañas y caseríossobre Rubayer. De forma paralela,entre los mismos valles alleranos estáCastietso y Los Castietsones (en losaltos de Casomera).

O Los Castietsos (en Felechosay Polavieya). Más abajo, La Pena Cas-tro (sobre Petsuno); El Castietso(sobre Entrepenes). Otra forma de po-blamiento en los altos, en aquel pro-ceso escalonado de descenso a los

LA TOPONIMIA DE CABANAQUINTA – 71

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valles durante los meses invernales.La poesía popular allerana, recogidapor Juaquín, alude a la vida nativa,en tiempos bastante más próximos.

Paso la vida nel monte,ente las penas y las fayas.La mio alegría ye’l vientoy la cencerra las cabras.

La misma voz Castiitsu (Casti-chu, castiellu...), tan frecuente en la to-ponimia asturiana, se suele atribuirsin más a la voz latina castellum: ‘re-fugio, poblado de montaña, campofortificado’, aplicada al terreno enforma real o figurada, según loscasos. Ahora bien, para Edward Ro-berts (Diccionario etimológico...), labase léxica se remonta bastante másallá de los romanos: se trataría de laraíz indoeuropea *kas-, *kes-, con elsentido de ‘cortar, separar’, que re-sultó castrum en latín, una vez incre-mentada la base con el sufijo -tr-(‘lugar de’).

Serían, en definitiva, las vivien-das aisladas en lugares salientes, cor-tados naturalmente alrededor,separados para su protección y vigi-lancia en las alturas. De ahí, hasta lamisma Castilla: tierra de castillos(Castietsa, en el uso de los vaquerospor todo el cordal limítrofe).

En resumen, los altos alleranossobre Rubayer están tejidos de vocesprerromanas latinizadas con eltiempo, algunas muy transformadascon la interpretación popular. Peroeste lenguaje del suelo atestigua unconjunto de poblamientos indígenasen las cumbres de estos cordales, quese corresponden con lo que ocurre en

el resto del conceyu allerán: Curriet-sos, Las Vegas de la Reina, y seme-jantes... Y con lo que ocurre en el restoasturiano: Castiellu, Castrillón, ElCastión, Castropol, Castro, El Castro,Ricastro, El Questru, O Castelo...

Y así lo vienen a atestiguarunos cuantos topónimos asturianosmás. Sirva de ejemplo el caso del Altola Cobertoria (en uno de los pasos delAramo desde Lena hacia Quirós); y laCobertoria del valle (justo bajo santaCristina). Al lado de los dólmenes, tú-mulos y menhires de la zona y de loscordales de enfrente, da la impresiónde que el poblamiento primitivo delalto en torno a los castros de Tsago yBrañavalera fue descendiendo poco apoco hasta controlar completamenteel valle, justo en la encrucijada de Fel-gueras, río Lena, altos del Güerna...El nombre latino sustituyó al de losmegalitos. Y los poblados del valle alos corros y castros del alto.

Cabanaquinta: Cabana, paramuchos todavía hoy

Como se apuntó más arriba, lamisma voz cabana, se supone de raízcelta, *kap-p- (‘capa’), más sufijo -nn-,latinizada luego en capanna (‘conforma de capa‘). Se trataría de un pri-mer poblamiento rústico más fon-dero, en aquel movimiento estacionalde los altos a los valles, según los rit-mos marcados por los ganados y lospastos.

El segundo componente estámenos claro. A parte del recurso fácilal antropónimo supuesto (lat. Quin-tus), se suele citar la voz latina quintaen su acepción de ‘villa, casería’. O el

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adjetivo quinta como ‘quinta parte delos frutos de la tierra que pagaban losarrendatarios al señor’, al lado de losdiezmos, primicias..., al resto de lasinstituciones. Sería ‘la cabaña de lavilla, la casería grande’, en sus co-mienzos. Tal vez, esa vida pensadadesde los poblamientos cimeros lateen los dichos actuales:

¡So!, Casomera,rincha Cotsanzo:Cabanaquintata más abaxo.

Finalmente, una quinta tambiénera una medida en millas sobre los ca-minos romanos: como en Les Tercies,El Michu... El francés S. Gendron in-terpreta topónimos del tipo La Carte,La Quinte en relación con las millasromanas medidas en leguas desde unpunto concreto, la frontera en algu-nos casos. La ‘cuarta, la quinta’...legua. Más difícil de justificar en elcaso allerano.

En todo caso, la voz cabana hacereferencia a esa edificación rústica,con techumbre de tsábanas (losas),hoy todavía relativamente bien con-servadas en muchas brañas alleranasmás o menos altas: Brañafoz, ElCople, Tsacía, La Fresnosa... Esas ca-banas podían estar exentas o pegadasa los veyares, cuerrias, primaliegas...,para el ganado menor sobre todo.

Esa conciencia indigenista yrural del pueblo, como lugar relati-vamente alto de más raigambre queel resto del conceyu, y de los demásconceyos asturianos más fonderos,pudiera latir en la copla recogidapor Juaquín:

Val más una morena,criada en Cabañaquinta,que toes les moces xuntesdesde aquí a la marina.

El diseño toponímico de Cabanaquinta: el casco urbano

Como se viene señalando, el es-pacio ocupado hoy por los distintosbarrios, güertos, güertas, caserías..., delpueblo capital (cabecera) del conceyuallerán, lleva nombres descriptivosde las funciones que desempeñaronantaño. Es el caso de La Casona: talvez una primera casa señorial, unpoco mayor y más organizada tras lascabanas, como ocurre en tantos pue-blos asturianos; la más soleyera,donde primero da el sol y tarda másen quitarse; en el centro del pobla-miento, en un espacio más llano,cerca del agua...

De ahí también lo de casa sola-riega en el léxico común: con el privi-legio del sol, tan esquivo para lascasas de los menos hacendados, delos más pobres, de los menos dócilesal señor terrateniente, de los que ha-bían de levantar su cabana en los peo-res tambascales, al aveseo (a laumbría)... En definitiva, la villa en elsentido romano de casi dos mil añosatrás: lat. villam (‘finca rústica, caseríaseñorial completa’).

Cimavitsa, La Foyaca, La Vatsina...

Y así, en el lenguaje toponímicode un poblado como Cabanaquinta,van cuadrando los nombres en el mo-saico. Por ejemplo, Cimavitsa: barriocimero sobre la plaza y las casonassolariegas; empozado sobre el arroyo,

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al cobijo del viento Norte: muy sole-yeru también buena parte del año. En-cima de la villa: sobre La Casona. O LaFoyaca: casería empozada (lat. fo-veam), como tantos Fuexos y Fueyos,muy gratos tiempo atrás, cuandohasta las vaguadas y las pozas del te-rreno eran imprescindibles para cobi-jarse (hombres y ganados) de losvientos, de los fríos invernales... Nopor casualidad junto a La Vatsina (lat.vallem): un valle agradable también,con agua... Y en forma diminutivapor ser buena y abundante.

Todo lo contrario de lugarescomo Frieres: allá en los altos de Ca-banaquinta, bien expuestos a los ri-gores del viento y las nevadas adestiempo en otoño y primaverasobre todo.

El Barreru: zona más barrizosa,recia, húmeda..., para los sembrados.Sopedraño: barrio en la margen dere-cha del río, bajo una ladera pedre-gosa, y sobre la piedra suelta de lostserones. En definitiva, entre la piedra,bajo o sobre la zona pedregosa. El Bo-leru: para xugar a los bolos en lashoras muertas de las tardes y festivos.Benteveo: paraje alto y vistoso sobre elcasco urbano.

La explotación del suelo

O El Campal: fincas más propi-cias a los pastos en las riberas del río.Como Vega: la vega siempre húmeda,retirada y verde de las aguas, a pocoque se esfumaran de las riberas lasxelás invernales. Todo lo contrario deL’Esprón: el terreno más áspero, depeor calidad, ya fuera del pobla-

miento. O EL Garrapetal: zona de ma-lezas, solo aprovechable para lasleñas menudas en tiempo de las coci-nas del tsar del suilu (el llar, la lumbredel hogar).

Los Arrebotsaos: zonas de rebot-sos, muy útiles antes para la rama delganado y las leñas. L’Argumusu:abundante en érgumas, muy rebusca-das para roxar los fornos del pan yotros usos domésticos.

O La Rozá (casería actual en lamargen izquierda del río, frente a Ca-banaquinta): otra zona que se fueaprovechando para los sembrados,con la roza previa (ruptura, rotura-ción del suelo, roza de la maleza). Lomismo que El Monte la Rozá, sobreConforcos, ya en un terreno bastantepeor, pero muy aprovechado antespara las leñas, estru, mullidos diver-sos para el ganado. No había desper-dicios ni malezas tiempo atrás: casiimposibles las quemas del monte.Sería también el caso de Zarameo:zona carbiza y de pastizales sobre Ca-banaquinta.

Muy apreciados eran los llero-nes, los tserones: voz prerromana gla-rea (‘piedra suelta’), para señalar esosespacios sobre las mismas aguas delrío, frecuentemente inundadas conlas primeras lluvias torrenciales delotoño y del invierno, pero que pro-ducían en primavera tardía y veranounos pastos tan verdes como privile-giados para el ganado: se pastiaban, sesegaban luego, y daban toñada para lavuelta de los puertos. Un privilegiode los más pudientes, hoy con dema-siada frecuencia inundados, no solopor las aguas, sino por el matorral

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creciente otra vez. Queda El Tserón,Los Tserones para atestiguarlo: vegasllanas bajo las casas de Cabanaquinta,en parte edificadas hoy, con diversostipos de construcciones.

No faltan en torno al pobla-miento de Cabanaquinta los usos co-munales sellados en sus topónimos.Por ejemplo, La Prindá: el lugar dondese bajaban los ganados tomados enprenda por los cordales, al habersepasado la raya de unos puertos o pas-tos a otros. Una vez pagado el em-peño provisional (la prindá), sedevolvían al dueño.

Como no faltaban las pequeñasindustrias rurales para el consumodel pueblo, con los materiales de lazona. La Teyera: un paraje sobre Ca-banaquinta en el que se recuerda unateyera; zona húmeda, con suelo ba-rrizoso. O La Molina: para el molino.Forno: tal vez de cal, un caliru, paraencalar las tierras, pintar, desinfectarlas cuadras...

Las formas, naturaleza del terreno

La Tsongar: conjunto de fincasque se estiran sobre el río Aller, muyapreciadas también por estar verdesbuena parte del año; muy propiaspara los pastos otoñales y del in-vierno. La tierra alargada: lat. longam,*longarem.

En otras ocasiones había queaprovechar los materiales que ofre-ciera el suelo. Como Arnino, sobreCabanaquinta: es decir, lugar are-nizo, lo mismo que L’Arenal, sobreRubayer. Era la única arena al al-cance de todos.

La antroponimia: la colonizacióndel espacio allerano

Poco a poco fueron protagonis-tas del suelo los propietarios. Valmar:el valle de Mario (lat. Marii), hasta laPena Valmar (que preside la vaguada,en el límite de las casas de Cabana-quinta). Un valle antes cultivado, pormuy pendiente, montaraz y sombríoque parezca hoy. Y como límite de lasposesiones privadas o del pueblo,queda El Purtietsu: una zona hoy car-biza sobre Valmar y el pueblo; antes,la salida a los pastos comunales delmonte. O Abule, zona hoy de fincasde Sopedraño: antropónimo posesorlatino Abuli (documentado por Abas-cal Palazón). Es el caso de L’Ayón,sobre Cabanaquinta también: antro-pónimo latino posesor Alionus, quecita el mismo autor.

Etnobotánica, etnoterapia allerana

Hasta los topónimos en apa-riencia más insignificantes llegaron anuestros días cargados de sentido. Esel caso de El Merandonal (El Marando-nal, El Marandal, según informantes):una zona soleyera y de suelo reciosobre El Barrio y el poblado de Caba-naquinta, muy propicia a los meruén-danos, miruéndanos, viruéganos..., esasfresas silvestres tan rebuscadas porlos mozacos y mozacas tiempo atrás pamerendar, tantos años antes de los fos-kitos, el chocolate y la nocilla (tam-bién de nueces antes, ¡quién lo diría!).

Justo frente al Ayuntamiento deCabanaquinta, en aquel espacio másprivilegiado del reducido pobladoantiguo, bajo La Casona, queda El

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Pumarín: tal vez, un pumar pequeño,una pumarada menor o muy buena(también el nombre podría haber lle-gado por un antropónimo, aunquecon el mismo origen).

El lenguaje de los caminos

Otros nombres de la rica toponi-mia allerana en una zona de tanto tra-siego como la encrucijada deCabanaquinta, recobran sentidocuando leemos el suelo con los paisa-nos del pueblu. Es el caso de El PreuVieyu, en el camino por el valle deBeyo, que por supuesto nada ha detener que ver con vieyu de pipa algún.Como en tantos casos de vieya, se re-fieren a caminos viejos, antiguos, prin-cipales por el valle o por los altos. Deahí el género femenino (Vieya): vía,calzada vieja. Valle abajo, en Piñeres,queda La Venta: una posada, mesón, talvez casa de postas, junto al camino,tiempo atrás.

Fueron primero vías pecuarias (ca-minos de los rebaños en el invierno oen el verano, respectivamente). Luegovías romanas, o caminos reales, cami-nos carrales... En todo caso, caminosantiguos (lat. veculum), estratégicos: porzonas relativamente seguras, a una dis-tancia prudente sobre las inundacionesde los ríos, lejos de los argayos, losaines... El Yanón de Preu Vieyu está tam-bién sobre Cabanaquinta: un rellano enel camino a los altos del cordal.

Y valle abajo, hasta Morea: la zonade las zarzamoras

De esta forma, por el lenguajedel suelo, se diría que los parajes

altos se fueron uniendo a los másfonderos a medida que los indígenasfueron descendiendo progresiva-mente a los valles, en busca del refu-gio invernal: el alimento tras elotoño, los frutos secos conservadosladeras abajo, libres de las nevadaspor unos meses invernizos. Ocuando ya se pudieron colonizar lasriberas más boscosas y enmarañadasde los ríos (Sotiello: ‘el bosque pe-queño’). Es el mismo sistema ecoló-gico que nos recuerdan hoy corzos,robezos, xabalinos..., que desciendenhasta el límite con los pueblos, unavez que las nieves altas y la escasezde alimentos les obligan rebuscar loscastañeros sobre las mismas riberasde los ríos mayores y más fondos.

Así el nombre de Morea (Mo-reda, una vez castellanizado) pareceel ejemplo de un poblamiento relati-vamente más reciente, que alude a unlugar abundante en moras, primerolevantado discretamente sobre el río(Morea Riba); y finalmente sobre losmismos tserones con frecuencia inun-dados por las aguas del río Blencu.Pero el poblamiento más arraigadodel valle seguiría afincado en Caba-naquinta: así lo consideraron los alle-ranos hasta el punto que allí sigue laadministración de todo el conceyu.

Valle arriba, La Pola’l Pino: La PolaVieya

Bastante más arriba, queda hoyla puebla medieval del conceyu: LaPola Vieya, La Pola’l Pino (bajo Fele-chosa), que incluso llegó a asentarsecomo el resto de las pueblas asturia-

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nas, en capital del conceyu: PolaTsena, Pola Llaviana, Pola Somiedo,Pola Allande... La Pola’l Pino, con lasexcelentes condiciones geográficas enlo mejor del valle, tiene el mismo ori-gen de puebla (lat. *popula), que tuvie-ron tantas otras, todas ellas tambiénen los espacios ribereños más abier-tos y productivos de sus ríos respec-tivos (Lena, Nalón, Pigüeña...). Poresto, Polavieya fue capital del con-ceyu desde el siglo XIV al XV, concarta puebla de 1318, antes que Ca-banaquinta, y que Cotsanzo, como re-cuerda la copla recogida por JuanUría Ríu:

Collanzo es la capital,donde está el Ayuntamiento,para castigar a los malosy traerlos a derecho.

El caso de La Pola’l Pino añadeun dato más. Posee un valor docu-mental doble, a la hora de justificarese género dimensional que late enel topónimo (la palabra femenina,siempre mayor, *popula, en estecaso), puesto que valle abajo, sobrePiñeres, está el recogido poblado delPuiblu (lat. populum), pero en mascu-lino: el pueblo pequeño, por marcarbien la distinción de funciones con elde la cabecera del valle, ya bajo Fe-lechosa. La Pola, por excelencia, erael pueblo grande.

Y otros límites en el ascenso y eldescenso de las brañas altas: vaqueros, marigüelos y marniegos

Esos límites del poblamiento,progresivamente descendentes desdelos altos a los valles (no al revés,

como suele creerse) se mantienen enel rico lenguaje allerano también. Pre-cisamente explica Juaquín la diferen-cia que mantienen los vaqueros en unadivisión léxica que parece igualmentepensada desde los altos. Así, se con-sideran vaqueros auténticos (por de-recho propio) los que viven deFelechosa, o de Casomera, haciaarriba: en realidad, con una continui-dad ininterrumpida entre el pobladoy las brañas. Es decir, los verdaderospobladores del Alto Aller: los queaguantan reciamente las inclemenciasdel tiempo en los días más duros delinvierno. A los vaqueros auténticosalude la copla:

Na Pola son curiosos,que insiertan los castañeros;nel Pino son hortelanos,y en Felechosa, vaqueros.

Por el contrario, llaman mar-niegos, a los lugareños de los pue-blos más fonderos (bajo Cotsanzo),los que venían de los pueblos máslejanos del valle, los que ya no vivenexclusivamente de las vacas, peroque también quieren aprovechar lospastos de los puertos altos con losmismos derechos; tal vez, invernie-gos (lat. hivernum), los que inverna-ban abajo. En Lena alterna eltopónimo La Marniega y La Inver-niega (popular y de los escritos, usovulgar y culto, respectivamente).Los marniegos eran considerados porlos vaqueros como usurpadores delos puertos. Suben en primavera,aprovechan los pastos, bajan losproductos al poblado cada semana,y descienden a pasar el invierno al

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fondo del valle, mucho menos rigu-roso que en la parte cabecera.

Finalmente, llaman marigüelos alos lugareños de los pueblos interme-dios, entre Felechosa, o Casomera, yCotsanzo (El Pino, La Pola, Tsa-mas...), parecidos a los marniegos, queno vivían solo del ganao. Eran algomejor vistos por los vaqueros, puesestaban más próximos, y aguantabanen parte los rigores invernales de losaltos, aunque ya más benignos conellos, por estar un poco más fondos.El apelativo no está del todo claro. Talvez, en relación con ese adjetivo deri-vado de María (sufijos valorativos -ic-,-uel-), en el diminutivo que recoge lacopla allerana:

Perico fo pa la siega,Marica quedó tsorando.¡Ay! mio Perico del alma,ónde tarás cabruñando.

De Marica (algo así, como Ma-riina, de otros conceyos), con ese sen-tido diminutivo y femenino al tiempo,saldría el término *maricuelos, por serintermedios entre los vaqueros autén-ticos y los más despreciados valleabajo. La evolución fónica hizo lodemás: de *maricuelos, a marigüelos, porla sonorización de consonante intervo-cálica (-k- > -g-), como en el resto de lalengua asturiana en muchos casos.

Dir pal puerto: dir pa la braña

Varios nombres llevan nombrede braña en estos valles altos allera-nos. Braña: bajo Rioseco; Braña-diusu: lat. *veranea deorsum, es decir,‘braña de abajo’, lo mismo que ElDesayusu, en los altos de Santibanes,

camino del Rasón y La Piornosa.Brañafoz, sobre Rubayer y Orria:sobre la foz, el estrechamiento entrelas peñas. Brañadios: tal vez, divini-zada por aquel sentido de culto a losdioses para que ahuyentaran losrayos (no cabe aquí, deorsum, por noser braña fondera, sino todo lo con-trario, la cimera). Brañietsa, bajo LaTsaguna: braña pequeña y buena(sufijo apreciativo). La Braña, ampliay conservada: sobre Yananzanes, ca-mino a los altos de Piedrafita. Bra-ñaloso, que suele interpretarse enrelación con el paso de los osos, aun-que puede tener otras explicaciones.

Quedan todas las otras brañascon diferentes nombres descriptivosde otras funciones del paraje. El Gu-mial: tal vez de la raíz prerromana*komb-, *kumb-, variante de *kam-b-(‘curvo, valle pequeño’), una vez so-norizada la consonante inicial; unvalle entre altos, muy adecuada lavoz a un puerto tan escondido entrelas cumbres de L’Alba y Xexa. Ca-nietsa: tal vez del lat. cannam (‘caña’),a través del diminutivo posible *can-nellam. Se trataría de una designaciónmetafórica, aplicada a todo estepuerto sobre Rubayer; voz adecuadatambién a la vaguada alta y a los ca-nalizos que descienden al Fondil.

No habría que descartar una re-ferencia a la peña blanca del paraje(prerromano, *kan-, roca’). Palmián:rellano muy vistoso en alto, al cobijode la peña, y en contraste con las pen-dientes rocosas colaterales. Tal vezderivado del lat. palma (‘palma,mano‘), aplicada en forma figurada alterreno; sufijo derivativo apocopado.

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El camín del puerto: el camín de losvaqueros

Allá por abril arriba, con losprimeros gritsos primaverales, losvaqueros comenzaban a arrimar elganado a los cordales y caserías altascamino de los puertos. Poco a poco,los iban distribuyendo cada uno entorno a sus cabañas, al ritmo que delas fayas iban brotando las fueyas alborde de los altos. Era señal de queel ganado ya no se moriría de ham-bre. Y, en último caso, para eso es-taba el ramaje aún incipiente y mástierno del arbolado: los pastores deLos Picos siguen echando hoy lasjueyas de las jayas al ganado en pri-mavera, cuando aún escasea el pastosobre los jayeos. Era una época dealegría para toda la familia, como re-cuerda la copla que cita Juaquín Fer-nández: “Mañana voy pal puerto...”(cita inicial).

Desde Cabanaquinta el camínde los vaqueros se había de bifurcaren Cotsanzo: uno hacia La Fonfría yVegará; el otro, hacia San Isidro yBraña. Salía por Vega: voz ya prerro-mana, *(i)baika (‘terreno llano a orillasdel agua’). Seguía por Tsevinco, vozbastante más dudosa. En principio,como solución más fácil podría pen-sarse en el antropónimo Labincus ci-tado por Albertos Firmat, y que, a suvez, podría remontarse a otra raíz másantigua, y más acorde con la geologíade la zona.

Ciertamente, Tsevinco (Levincohoy para la mayoría) es zona rocosapor toda la vertiente de Petsuno (Pe-lúgano, ahora), lo que supondríauna seria dificultad para los caminos

en el valle y en la ladera tiempoatrás. Por eso la piedra (la roca) po-dría haber dado nombre a la zona,antes del asentamiento del pobladoen el fondo del valle sobre el río. Depaso por el paraje, uno se inclina apensar en la raíz prerromana, yacelta o precelta, *lab- (‘piedra lisa’),origen posible del amplio campo delas tsábanas y tsabaneras, tan fre-cuente en la geografía asturiana demontaña, y en aquellas laderas deTsevinco en concreto. Sufijo -nk-,considerado ya indoeuropeo con elsentido despectivo, valorativo...

Tal vez se trate de la mismaraíz indoeuropea *slab- (‘liso, resba-ladizo’), que Rivas Quintas asocia avoces europeas del tipo lavinca, enreferencias parecidas. En definitiva,Tsevinco vendría a significar ‘lugarde roca’, con algunos matices (es-carpada, pendiente...), aplicado alpaisaje de la pendiente sobre elvalle, antes del poblamiento másfondero, en esos tiempos sin dudabastante más inundado por lasaguas del río Aller.

Pe La Bárcena: tan paicía nel nombrea la mesma Barcelona

Poco más arriba, el camino se-guía por La Bárzana, aquí con másseguridad referido a las zonas hú-medas y al agua. Como para otroscasos asturianos, o para el mismoBarcelona catalán (lo que son lascoincidencias) se supone la raíz pre-rromana *bar- (‘vega, agua, orilla’),que dio la base *bar-ka- > *barga…,por referencia a ‘lugares fértiles con

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agua’. Y de ahí, *bar-k-ena: ‘lo perte-neciente a la orilla del agua’. O lamisma *bar-k-en-ona, Barcelona y LaBarcelona (preu en Fierros): una ‘bár-cena grande’ o ‘sobre el agua’.

Tras los pasos del ganao, se-guían los vaqueros por Entrepeñes,de nombre evidente, y sin duda conalgunas dificultades para cruzarentre aquellas peñas muchos siglosantes que las mazas y las máquinasensancharan suficientemente el pasosobre las aguas del río en estos luga-res más llanos. Poco más arriba, Val-devenero: un valle con referencia avetas diferentes (minerales, aguas,coloración del suelo); voz latinavenam (‘vena, veta, corte, filón’); su-fijo -arium (‘abundante en’).

Y en Cotsanzo, tomar pa Casomera

Y daban así los vaqueros enCotsanzo, Collanzo para la mayoríahoy. Muchas interpretaciones tam-bién. Está arraigada en el pueblo lateoría de los collacinos, a partir de lainscripción en piedra, de la vecinaiglesia de Serrapio: Arronidaeci yCoiacini. Se dice que se trata de unareferencia a supuestas tribus ásturesprerromanas. No obstante, el pro-ceso también podría ser el inverso:que los nativos debían el nombre altopónimo ya asentado previamenteen el paraje.

Pero, el hecho de que existaCotsancios (lugares altos) en Belmonteobliga a buscar una base de coinci-dencias más amplia. Podría tratarsede un compuesto del latín collem (‘co-lina’), o collum (‘cuello’); o de caput

(‘cabeza’). Segundo componente, raízprerromana *ant-i- (‘alto’), como se-rían los parajes belmonteses; queotros interpretan con referencia hi-dronímica también. Sería el caso deCollanzo en Aller y en el barrio deSanta Cruz de Mieres: ambos sobre elrío y en el comienzo de las pendien-tes, o entre pendientes. Para otroscasos, como Vimianzo (galego), Vegade Anzo..., no habría que descartaruna forma *Antius a partir de Antus,Anthus, documentados en la antropo-nimia latina. Topónimo complejo, endefinitiva.

En Cotsanzo seguían los va-queros de La Fonfría, Brañafoz o Va-gará, por la derecha del confurcuallerán (la bifurcación). Pasaban porCuérigo: tal vez, de la voz prerro-mana, hispano-latina, corrugum (‘ba-rranco’), luego ‘cauce’ sin más. LaBarraca: de la raíz prerromana *bar-r- (‘agua’), *barra (‘palo, pértiga’),con sufijo considerado prelatinotambién, -ak-.

Muchos barrios con este nom-bre se interpretan como lugares deprimitivas chozas de madera para es-tancias temporales en ciertas estacio-nes del año: tal vez, poblamientosprimitivos de paso o de estanciacorta, en el invierno, antes de subir alos altos más tarde. Suelen estar juntoal agua, de forma que se superponenlas dos referencias: el agua produceabundantes palos para las construc-ciones, tan usados tiempo atrás (ba-rretas, verdiones, pertegones, várganos,varales...). Serían las barracas y barra-cones posteriores, con otros sentidosderivados.

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Ya per Carpienzo, Tsamas, El Romañón..., arriba

Pasaban por Carpienzo. Y re-cordamos el adjetivo pienzu (‘torcido,desigual’), presente en El MontePienzu, que preside las pendientesdel Sueve. Podría ser adjetivo apli-cado tal vez al monte como ‘pen-diente’ que contrasta con las vegasbastante más sosegadas del río. Parael primer componente, Corominas re-laciona con el italiano scarpa, quellegó a significar ‘base de un muro defortificación’; supone para ello la raízprerromana (tal vez ilirio-ligur), karp-, ya en las lenguas indoeuropeas. Deahí luego, escarpado: en pendienteoblicua. Carpienzo describiría unapendiente muy marcada, escarpada.

El camín seguía por Tsamas:un paraje húmedo que motivó lavoz prerromana lama: ‘ciénaga, te-rreno pantanoso’; más tarde, ‘prade-ría húmeda’, raíz estudiada condetalle por R. Menéndez Pidal. YRomañón, de referencia menosclara. Por ser casería recordada porlos alleranos en producción, y porestar en la ladera, por encima delvalle, parece un compuesto deagrum (campo) más posesor, tipo la-tino Mannius citado por Dauzat parala toponimia francesa. De *Mannio-nen, saldría el topónimo Romañón:el campo cultivado de Manius.

De Casomera parriba, ya casi se divisaba el mayéu...

Ya en Casomera, seguimos ca-vilando con las diversas interpreta-ciones que los propios alleranos o

los estudiosos de estos temas, fue-ron dando al nombre. Ahora bien, elhecho de que exista Casomero enLena, justo sobre las casas del pue-blo de Carabanzo, hace pensar enCasomera como un derivado más decasa (‘cabaña’, antes), más summam,summariam (‘la más alta’). Untiempo atrás, Casomera sería el po-blamiento relativamente más alto deaquel valle. Por unas u otras condi-ciones del pueblo alto, quedó tal vezla copla:

Si pasas per Casomera y tsevas caballería,nun digas nin so nin arre,que igual te quitan la vida.

En el pueblo nos cuentan otrasinterpretaciones posibles, según lavoz oral; y en ocasiones leemos algu-nas muy fantaseadas. Dada la condi-ción soleada del pueblo, no parecemuy adecuada la voz latina casa más*umbreram (‘sombría’), evolucionadala palabra romance después: casa solosombría en el invierno, no es puebloespecialmente a lo aveseo.

Poco más arriba, siguiendo elcauce del río, descansaban (alendaban)vaqueros y ganados en La Paraya.Nos lo recuerda el nombre: el partici-pio latino citado paratam, *paraculam(‘dispuesta, preparada’), aplicado auna tierra ‘adecuada, propicia’, parael asentamiento animal o humano; opara hacer un alto en la andadura, eneste caso, antes de las cuestas máspindias hacia los puertos. Una paradapequeña, con el matiz que lleva el su-fijo diminutivo, -cul- muy adecuadoal paraje.

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Pente Las Foces de varios siglosatrás: no las de la carretera, claro

El camino sigue por la margenizquierda del río, hoy directo a LesFoces. Pero, siglos atrás, incluso vansolo algunos años, es evidente que lasfoces eran intransitables en épocas delluvias sobre todo. El camino en lapeña ni se podía tallar ni mantenercon las herramientas de antaño. To-davía recuerdan hoy los vecinos deRubayer que, en épocas de lluvias,nieves, desprendimientos de piedras,neveros..., había una senda alterna-tiva, más alta, por Otambo y Posado-rio: sobre las peñas altas de la margenizquierda del río.

Así, el camino subía de La Pa-raya por L’Arpinín: ladera izquierdadel río, muy pendiente. Tal vez unaantigua voz prerromana tipo arpa, va-riante de alpa, alpe, alba (‘pasto demontaña’), que cita el francés ÉricVial. O un derivado antroponímicoinfrecuente, lat. Arpinum, tomado dela ciudad del Lacio Arpino, a través deun nombre personal en genitivoArpin(i) > Arpín. Sería el caso de Pe-narpín, en los altos quirosanos, igual-mente pindio, escarpado, sobre el ríotambién. Junto al camino queda tam-bién la Fuentona: de nombre evi-dente. En los comienzos, tal vez conel mismo origen.

El camino más reciente (bajo lacarretera actual) se adentraba entreLes Foces de Rubayer: los estrecha-mientos entre las peñas, descritos enforma figurada (metafórica) con lavoz latina fauces (‘gargantas’, ‘pasosde montaña’). Hoy el camino serpen-tea firme entre las calizas. Pero nos

imaginamos las dificultades para elpaso a pie varias décadas atrás, conlos hinchentes del río en primavera yotoño. Por ello había otros caminosalternativos más altos, aunque rodea-ran más los valles. De hecho el lugarde L’Arenal describe la zona arenosaque habría de formarse en los des-bordamientos del río.

Pel camín más eltu de Posaorio aRuayer

Como se dijo, en La Paraya sedesviaba un camino alternativo paralos peores días en Les Foces. Ascen-día por Bustietso (lat. bustum, pasti-zal ‘quemado’) al Posaorio, conjuntode pequeñas fincas sobre las peñas,que bien explican el nombre: un lugardonde se posaban los pesos tras lapendiente (lat. pausam); o por el quese pasaba (lat. passum). Ambas refe-rencias son muy adecuadas al parajeencaramado tras las rocas, con algu-nas fincas todavía. El camino se notabien en algunos tramos, cada año unpoco más ente la maleza.

Y descendía por Otambo: talvez un derivado más de altum, comoL’Utitu, Otero, y tantos otros. O comoel mismo Montó (‘monte alto’), justofrente a Otambo. Este tramo del ca-mino se conserva bien visible hoyunos metros por encima de Les Foces,donde enlaza con el que venía sobreel cauce del río (carretera actual).

Y Ruayer: Rubayer pa la mayoríahoy

Llegaban, por fin, a Rubayer,por La Puente, una acepción de la pa-

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labra en femenino (lat. pontem), conesa diferencia genérica, tan abun-dante en asturiano: lo femenino,siempre mayor que el masculino co-rrespondiente (casta / cestu, cancietsa /cancitsu...). En este caso, las puentes,siempre más seguras, mayores, másduraderas, de piedra o grandes ma-deros...; frente a los puentes, que condemasiada frecuencia se los llevabanesas crecidas de los ríos en torrentera.

Dice el refrán: “Setiembre secalas fuentes, o lleva los puentes” (perono las puentes). Solo se lleva los puen-tes: los del género masculino. No porcasualidad allí está L’Intrueyu: la en-trada segura (lat. intraticum), comoL’Entrego, Entralgo... La entrada pe-queña en este caso, tal vez por el es-trechamiento del valle sobre el río eneste punto.

Cruzaba las caleyas de Ruayer,Rubayer, para los más arraigados.Río Aller, para los castellanizados.Quizá por ser el poblamiento cimerodel río que nace en los altos de Vegaráy Las Vegas de la Reina. En La Re-guera Luz. Tal vez el origen del topó-nimo Aller, como el de la regiónfrancesa de Alier: se supone la raízpreindoeuropea *al-i-, *al-l- (‘blanco’),aplicada a los cursos de agua, que re-sultó en latín al-bus, y al-nus (‘álamo’,por su corteza ‘blanca’). Ver J. M.González, “Algunos ríos...”, p. 277).

En definitiva, el nombre y elconceyu allerán pudieran remontarsea una lejana raíz prelatina *al-, *el-,con el sentido hidronímico de ‘fluir’,que parece presente en los altos alle-ranos de Ayones, Eyu…, justo al otrolado de Rubayer y Vegará, en los altos

de Braña y del río Alba. No por ca-sualidad toponímica, son las cabece-ras altas de los afluentes más largosdel río allerano.

La Casa’l Monte

Pasadas las primeras pedrerasmás pindias entre las casas del po-blado, llegamos a L’Arenal: un re-manso del río en El Vao, que debe elnombre a la arena que dejan los hin-chentes (inundaciones), muy aprove-chada antes para las construccionesde la zona. Todavía hoy se aprecia enaquel rellano junto al puente unaarena fina, más bien negruzca, tipopizarra, sin duda erosionada en lascanteras con este tipo de piedra porel cauce del arroyo arriba.

El mismo Vao viene a designaruna situación parecida: del lat.vadum; a su vez, celta *bad-, *bed-,‘arroyo, zanja’, aplicado a lugares depaso difícil, por la zona más vadeabledel río o de la vaguada. Los vadoseran imprescindibles tiempo atrás,cuando los precarios pontones demaera se iban también río abajo conlas espumosas aguas turbulentas delas torrenteras invernales. En estepunto se bifurca el camino, bien con-servado todavía: por la izquierda delarroyo, hacia los altos de Canietsa;por la derecha, a La Fonfría.

Y sobre El Vao, damos en LaCasa’l Monte: un par de caserías so-leyeras con buenas tsábanas en los te-yaos de las cuadras y cabanas, no porcasualidad sobre La Casa Baxo: otroconjunto de cuadras con fincas, antesde llegar al Vao, que se recuerdan

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sembradas de pan, patatas, arveyos...Con este par de casas ya en el monte,recordamos el sentido antiguo másrústico de casa, frente al domicilio ac-tual: lat. casam (‘choza, cabaña’),frente a domum, la ‘morada, el domi-cilio’ que llegó a nosotros.

Topónimos como La Casa’lMonte atestiguan esa doble viviendade los vaqueros dentro y fuera del po-blado, una buena parte del año. In-cluso su primera vivienda tiempoatrás, cuando, salvo los días más cru-dos del invierno, pasan su tiempo enlas caserías de los cordales más omenos altos.

Tsegando ya a Pedromolín, Talabarda...

Un poco más arriba el camíndel puerto pasa junto a Pedro Molín:una buena finca sobre el río, con ca-sería conservada; tal vez el nombredel propietario de un molino tiempoatrás (Pedro el del Molín), reducida laexpresión en asturiano. Y un pocomás arriba, Talabarda: otro conjuntode buenas caserías entre frondososfresnos que presiden la campera,antes tan útiles por sus ramas para elganao (foyaos, fexes) en otoño y prima-vera. Se sitúan en un pequeño alto-zano con rellano superior. Destacauna gruesa, sana y alta peral silves-tre, peruyal, con sabrosas frutas enotoño: aún está cargada este año,aunque demasiado altas para lamano. No se perdería una sola peruyaen los días de la braña.

Ni en el silencio de campera tanbucólica aflora más claro el sentido

del topónimo. No obstante pensandoen Talavero de Onís (a la falda delMonte Ibéu), convendría la raíz pre-rromana *tala como ‘tierra pedre-gosa’, que cita Menéndez Pidal. Talvez, una variante de la otra raíz pre-rromana *tul- (‘altura’), tan frecuenteen toponimia. Para el segundo com-ponente, convendría también un de-rivado de *bar-, *bard-, variante de*barg- (‘altura, pendiente’), de dondeel mismo asturiano bardiu, bardal.Sería la pequeña altura sobre lacuesta que desciende empinada alrío, muy adecuado al paraje.

El camino se empina laderaarriba, de donde el nombre del Ateyu:un atajo evidente para evitar las curvasdel camino que zigzaguea entre fincasy matas; lat. taleam, taleleare,*taleum(‘corte, cortar’), aplicada a un caminosecundario y más estrecho, aunque seamás difícil. El camino se usaba para elpaso a pie, y era el uso normal del ga-nado en primavera, por el deseo ar-diente de llegar pronto a los frescospastos de las cabanas; en el otoño, yade regreso, con las prisas de bajar a lastoñadas (el toneyu) más suculentas enlas fincas más fonderas.

Columbrando, por fin, vaqueros yganados, la camperina más apacible del Carbayalín

Finalmente, estaba la entrada delpuerto: El Carbayalín. Todavía hoyabundan en el paraje los carbayos, losrobles asturianos, tan valoradostiempo atrás en los pueblos: maderasresistentes, rama para el ganado enprimavera, a falta de yerbas más tem-

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pranas. Se supone la raíz prerromana*kar-b-, en principio, ‘roca, plantadura’, más tarde referida al ‘roble’, talvez a través del posible *carbaculum;sufijo diminutivo o apreciativo en estecaso, tanto por la posición retirada delparaje en aquel rellano a media ladera,como por el aprecio que le tienen losalleranos como lugar topaeru buenaparte del año: agua abundante, pastos,arbolados, retirado de los altos... Pocomás arriba, no por casualidad tam-poco, está Yana Carbeyu: una campaentre arbolado diverso, antes sin dudacarbayos en abundancia.

El Puerto La Fonfría: La Funfría,para alguno todavía

Y llegaban ganaderos y gana-dos a La Fonfría, el puerto más repre-sentativo del valle: pastizalesabundantes, fincas para la yerba desegar, cabañas... El lugar de ‘la fuentefría’. Hoy solo asociamos al nombrelas aguas refrescantes en plena ca-lisma agostiega, pero tiempo atrás,una fuente fría era una verdadera ne-vera en pleno verano, que asegurabatoda una industria de la leche, lasmantegas, las cuayás... Con agua fría semantenían los productos de toda lasemana para bajarlos al mercao el sá-bado. Todo dependía de la capacidadde tan naturales neveras. La fuentelos odres, la otsera..., de otras brañas.

Ya a la entrada de las primerascabanas, el camino (por fin) se con-serva limpio, con una verde praderaen la caja principal, a modo de lasmejores calzadas romanas: la sendaamplia (metro y pico de anchura) se

estira casi horizontal entre las fincasy el monte, con buenos pareones enpiedra igualmente conservada y uni-forme. Un vistoso homenaje a los güe-los alleranos que con tanto arte,frayones en los deos y moyaúras, los en-samblaron décadas atrás. Y a las güe-las de la braña que, con no menoscuidados y peripecias, les llevaban elpote de castañas al mediudía, o de fa-rinas con mantega, cocinadas al mordel fuibu y de las fayas en la cabana.Con cuatro rustiones de tocino, nel meyorde los casos, seguían el güilu y el niitumuriando hasta la nueche.

Con la vista sosegada sobremuros tan centenarios, en ocasionesrematados con chatas de acebos paradefenderlos del ganado, la vista se re-mansa en una más que cuidada presaque fluye generosa y plateada caminodel riego hacia las fincas: se sumergede cuando en cuando por los aguato-chos (aguañales) bajo los gruesosmuros, y alimenta las paciones se-dientas en pleno agosto. Bien lasagradecerán los ganados.

Con un par de tragos, ya queda claroel nombre de la braña

En charla amena con los vaque-ros el sentido del nombre fluye comolas aguas. Así nos recomiendan re-frescar el mediodía en la fuente de lamayada: un manantial abundantesobre la senda, con varios espacios se-parados por piedras que suponemosrecipientes (otseras) donde se enfria-ban los odres con la leche y las mante-gas tan solo unas décadas atrás. Ya alos primeros tragos no seguimos ca-

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vilando sobre el topónimo. Tampocolo permiten los labios.

Y todavía nos advierten los va-queros que hay alguna fuente en elvalle aún más fría: ni tres sorbos se-guidos resisten los dientes –nos ase-guran–, por muchu secañu que traigael caminante. Una es La Fuente lesVegues de la Reina (bajo las cabañascimeras en Vegará); y la otra LaFuente la Xuncareta: en los altos delRegueru Fonfría. Más arriba quedaLa Fuente’l Tsegu, sobre la finca delmismo nombre.

Como se dijo más arriba, todasestas fuentes eran muy apreciadas enla braña para enfriar la leche y lasmantegas en los odres que se bajabana los mercados de Cabanaquinta cadasemana: cada xueves, con 4 horas a ca-ballo en la andadura, bajaban los va-queros a los poblados, con tiemposuficiente para preparar los productosque llevaban el viernes al mercao, nor-malmente, las muyeres. Las otseras, lasfuentes de los odres, habían de estarcerca de las cabanas, de forma que pu-dieran estar vigiladas, habida cuentade la escasez de productos y de abun-dancia de bocas que fartucar en tantascabanas. Lo recuerda la copla recogidapor Juaquín Fernández:

Tseváronme del estebluel zurrón y la guiyá,la zapica y la salera,y el odre con la mazá.

Hasta había que “meter los xatos enzapicu” en demasiadas ocasiones

Para asegurar la leche, y que nola agotaran los tarrales (los terneros),estaban los bescones: pequeñas fincas

junto a la cabaña donde se encerra-ban durante el día y la noche, para or-deñar antes, y dejarles el resto, lasesmuciúras en ocasiones. De ahí la ex-presión “meter los xatos nel zapicu”:quitarles la leche, hasta arruinarlos.

De ahí, el Boscón, a lo fonderode La Fonfría: pudiera ser un deri-vado la voz latina vescam, con el sen-tido de ‘espesa’, aplicado al matorraltupido de arbustos, o arbolados di-versos, pues con las rozas del mato-rral, a veces en el suelo peor, se haríanlos vescones, con ese sufijo peyorativoen consecuencia. El mismo origen hade tener La Visqueta (viesca pequeña):zona de matorrales en el camino aCanietsa.

El trabajo diario y las estrate-gias con el ganado para sacar elmayor rendimiento a los productosen el puerto quedan recogidos en lascoplas que recoge Juaquín también:

Por el valle de Valverdevi baxar un allerano,de madreñas y chapinos,en el rigor del verano;que venía de las vacas,que venía del ganao;y día derecho al corral,para enderezar los xatos.

La Vega Baxo, La Brañuela...

Tal vez por contraste con labraña mayor de La Fonfría, los va-queros llamarían La Brañuela a unamás pequeña, igualmente apropiadapara la estancia prolongada en el ve-rano: expresión del latín vulgar vera-num tempus, (‘en principio, tiempoprimaveral’), aplicado al ‘final de laprimavera’ (finales de mayo-junio);frente al estío (‘segunda parte del ve-

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rano’), más propicio a los calores esti-vales. Y del veranum se hubo de for-mar *veranea, para designar esa partedel verano (ya sin nieves ni inverna-das), cuando el tiempo permite la su-bida definitiva de los vaqueros a lospuertos con los ganados: el tiempo dela braña. Con el diminutivo -ol- (-uel-),quedó el aprecio de los lugareños enla braña y en la palabra al tiempo.

En aquel recogido y reposadorellano en las riberas de Reguera Luzse recogen las fincas y cabanas de LaVega Baxo, sin duda en precisión co-rrelativa de La Brañuela, unos metrosmás arriba en la ladera de Vegará(margen derecha del arroyo), consi-derada la vega de arriba. La partemás fondera de La Vega Baxo lleva elnombre del Tsegu. Y como no vemoslago alguno en pleno agosto, nos ex-plica Fito el nombre: se inunda conlas torrenteras de la seronda, y conlos deshielos de la primavera. Por esosigue verde en las mayores sequíasestivales.

De La Vega Baxo xubimos porL’Ateyu: el atajo, camino pendiente yestrecho; del latín taleam, taleare(‘corte, cortar’); y culumbramos en LaBrañuela, sin duda tiempo atrás ma-yada principal de la braña, donde sereconstruyó recientemente una capi-lla en piedra destruida con la guerra(quemada con saña, nos cuentan losvaqueros). Según la voz oral, en LaCapilla, que también sirvió de alber-gue, se hacía una boda anual el día lafiesta, en la que tenían prioridad losnovios del Pino.

En todo caso, una campa orien-tada al suroeste, al cobijo de las

peñas, topaera y vistosa: divisa todoel valle entre Vegará y algunas case-rías de Rubayer. Del lat. *veranea, mássufijo diminutivo, por esa circunstan-cia de apreciada y buena, sobre todoen contraste con los pastos por en-cima hacia la cumbre.

Las Vegas de la Reina, Vegará...

Y columbramos, por fin, lacima del puerto por Las Vegas de LaReina. Muchas interpretaciones deltopónimo se fueron tejiendo entre losvaqueros y vaqueras al mor del fuibuen las cabanas durante tantos años.Lo mismo ocurre con El Mirador dela Reina (sobre Covadonga), Fuentela Reina (en Brañitsín de Lena)... O LaVega’l Rey, Vega de Rey, El Camín delRey, El Camín de la Reina, El Río Rei-nazu..., de otros parajes asturianos.

Para lo de Reina en Vegarásigue muy arraigada entre los vaque-ros la interpretación popular: que elnombre se debe a la reina Urraca, conresidencia en Petsuno. Ella era ladueña de todas aquellas fincas, luegoen posesión de La Casona de Vega.Finalmente las fueron comprandootros vaqueros, que las siguieron de-jando en herencia a los propietariosde hoy. Pero que en el origen está lareina Urraca.

Tal vez, sean así las cosas eneste caso concreto. No obstante, enotros topónimos con Rey / Reina,solo se trata de una interpretación po-pular llevados por la palabra. Sonsimples parajes con riegos (valles pe-queños), vaguadas con agua o sinella, pero siempre canales destacadosen el contorno. La palabra se inter-

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pretan desde una raíz prerromana*rek- (‘riego, curso de agua’), trans-formada bajo el influjo del homó-nimo regi, regina (‘reina’), lat. regem‘rey’. La voz solo se refiere al caucedel arroyo: la transformación popularvino después, en aquel sano deseo debuscar orígenes ilustres a los nombreslugareños. O tal vez proceda directa-mente del prerromano *rein- (‘río’), enel origen de los ríos europeos Rhin,Reins, Reno...

En el caso de Vegará, la pe-queña vaguada de Las Vegas de laReina era la vida del puerto tiempoatrás: cerca de las cabañas, zona hú-meda, segada en verano, abundanteen pastos otoñales, con tupidos ca-fresnos..., una buena finca de valor in-calculable para la vida en unos altossiempre más expuestos a los fríos y ala maleza de las carbas. De ahí las in-terpretaciones y las leyendas, siem-pre en busca de un origen digno, deuna posesión real, de unos privilegiosde las vegas por su excelente calidad,de una posesión prestigiada en defi-nitiva... Un valle bueno en un puertoalto: que no era poco en tiempos bas-tante más precarios.

La Campa Luz, La Reguera Luz

Nos dicen los vaqueros que elrío Aller nace en La Reguera Luz, a suvez alimentada con las aguas que re-zuman abundantes de las lamas yxuncares de Les Vegues de la Reina. Ycavilamos sobre el topónimo, tan pa-recido al Arroyo de la Luz, afluentedel Guadiana en Cáceres. Existe, cier-tamente, el nombre personal Luz, dellat. Lucius, a su vez de lucem (‘luz, cla-

ridad, resplandor’), pero no hay tra-dición arraigada sobre el posible pro-tagonismo de algún vaquero ovaquera en la reguera, que le hubieradado el nombre.

Por esto, habría que pensar enuna referencia directa a la claridad dela altura (la luz de la altura), en estazona ya limítrofe con la vecina leo-nesa (más soleada y orientada al sur).La referencia directa podía estar enLa Campa Luz: una reducida y muysoleada campera orientada al sa-liente, en la margen izquierda delarroyo, casi al salir a la cumbre, encontraste con el regueru, más oscuro(tsobiniegu, visiegu) que fluye a sulado por el hayedo.

Una vez más pensamos en elgénero dimensional: lo femenino, lareguera, mejor en este caso como pastoy refugio del ganado; lo masculino, elregueru, inservible aquí: un enmara-ñado matorral boscoso, si acaso refu-gio de alguna alimaña extraviada enaquellos altos. Cabrían otras interpre-taciones, ciertamente. García Martí-nez interpreta el topónimo Lucillo enrelación con la base prerromana lucus(‘bosque, bosque sagrado’); o con elprerromano *luk- (‘altura’); adecuadasal paraje en parte.

Noales, sin los *Nogales que se inventaron algunos mapas

Por las camperas de aquellosaltos, refrescamos la vista por los ma-yaos de L’Utiru: un verdadero alto(lat. altarium, que luego daría el altar),es decir, un otero desde el que se di-visa buena parte de aquellos valles en

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una y otra vertiente. O xubimos hastaNoales para columbrar los puertoscontiguos del Gumial y Braña. Noestá tan clara la voz. Las diversas va-riantes entre los propios alleranos(Noales, Moales...); y, sobre todo, lasmanipulaciones contaminadas de al-gunos mapas y guías de rutas, muypoco respetuosos con el entorno lin-güístico y natural, complicaron aún lainterpretación. Hasta El Picu Nogalesse lee en ocasiones.

Por supuesto que imposibleslos ‘nogales’ a estos casi 2000 m en al-tura. Bajo El Picu Noales nacen variosarroyos, como se dijo. En principio,para aquellas carbas escarpadas depiedra blanquecina tan escasa para elpasto, cabría el latín naucum, con elsentido de ‘cosa de poco valor’: sue-los de cuarcita, escasos en pastizales.Como sería adecuado a los valles bajoel picacho un posible *nauca, deri-vado del indoeuropeo *naw-a- (‘valle,hondonada del terreno’).

Se trataría de una aplicaciónde la voz a los profundos valles quedescienden por la fastera alleranahacia Cuevas y Felechosa: tierras*naucales, *noucales (‘de valles, conarroyos’), con sonorización posteriorde la velar hasta desaparecer. Mor-fología del suelo semejante por lavertiente de León.

Pero no está claro el topónimo.Por la misma pobreza de aquellossuelos pedregosos, no habría que des-cartar un derivado de novum, a travésde novales: adjetivo que se aplicó en latoponimia asturiana a numerosas tie-rras rozadas o roturadas (nuevas) enel monte para otros cultivos, una vez

agotados los espacios más cercanos alos poblados. Es el caso de Novales,Los Novales, La Noval, El Novalín,Ñovales. Podrían ser los pastizalesaltos, ya más escasos de la braña, y,en consecuencia, menos utilizados;solo cuando no había otro remedio.

Recoge Santos Nicolás la va-riante Moales, que podría referirse alos abundantes arroyuelos menoresnacidos poco más abajo, lo mismohacia la vertiente asturiana que haciala leonesa de Redipuertas. Pudieranrecordar la raíz prerromana *mei-,*moi-, con el sentido de ‘fluir’, ‘cursode agua’, más sufijo abundancial tí-pico del oriente asturiano. Sería el casode Moal: en Cangas del Narcea. Pococlara la voz con tanta variante fónica.

Por el senderu del nombre, desdeXexa hasta Xixón

Con la vista colgada de Xexa(picacho al lado de Noales) sobre elvalle del Gumial, pensamos en el as-turiano occidental: xeixu (‘piedrablanquecina muy dura’). Tal vez, latínsaxum (‘piedra grande, peñasco,roca’), en plural, por ser un conjuntoestirado de peñascos junto a Noales.Irregularidad fónica de la primeravocal átona, por disimilación posiblecon la segunda.

Pudiera ser también el origende Xixón (lo que son las paradojas). Yde Jijona: el pueblo del turrón bajoaquella peña grande y alomada, bas-tante mayor que la asturiana: el gé-nero femenino dimensional una vezmás. Xexa es, ciertamente toda unazona alomada de morrillos que se

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prolonga entre los valles del Gumialy La Varera, y preside todo el paisajeque desciende a Cuevas.

Las plantas, los animales: la vida dela braña tallada en los topónimos

De vuelta del alto Vegará, conla nublina ciega en los talones, des-cendemos saboreando topónimos auno y otro lado de braña tan dignifi-cada por los vaqueros y vaqueras quehoy mismo habitan las cabanas. Sediría que, tiempo atrás, toda la vidaorganizada del verano quedó colgadaen el lenguaje toponímico del suelo.La Xuncareta: buena finca alta confuente sobre el arroyo, en referencia alos xuncos (los juncos), tan utilizadosantes para los utensilios en las caba-ñas (cordeles, cestos, cibietsas...).Como La Fuente’l Carrescu, en Ve-gará: de los carrascos (los acebos quepinchan, nos advierten los vaqueros).O L’Acebal, más abajo, en el caminoa Canietsa: la zona de los acebos, losque no pinchan.

Camino de Canietsa, queda laTexera, con los texos todavía incrus-trados en la peña para contarlo. Lomismo que Cuitu Texón, un pocomás arriba (lat. taxum, Taxus baccata).Unos árboles muy apreciados en labraña por su madera tan dura, quesirve para casi todo y para varios si-glos por delante: barcales para lasfuentes, tablones, mayuelos, escudiet-sas, tazas, platos...

Otros nombres recuerdan losabidules: L’Abidurial (lat. latín vulgartipo *betulus, a partir del clásico betu-lla, a su vez, considerado de origen

celta: *bet-, *bed-, *bid-u (‘abedul, bos-que’); muy utilizados en las cabañaspara hacer madreñas, gaxapos, man-gos... O La Varera: por las varas flexi-bles para los cestos, cebatos, paxos...(simples lugares húmedos a veces).Los abedules, por su madera noble yligera, dejaron topónimos en otrosvalles, como el de Braña, donde toda-vía hoy abundan aún entre las peñas.Lo dice la copla:

Las vaquinas de mio padrecaminan ya pa Beldoso,sestian na Foz del Albay nel Baitasero l’Oso.

Imprescindibles serían los abla-nos y las ablanas en el puerto por elotoño arriba, apañados del caminopara los bolsilos o en al zurrón, y asífrañirlos reposadamente en la cabana.Más duros, los primeros; mejor de fra-ñir, con los dientes incluso, las abla-nas. Ni de unos ni de otras se perderíaun carripoche entel barro desde la casaa la cabana, por toda la seruenda. Deahí quedaron nombres como El Yenulos Ablanos, hoy ya a discreción delos animales del boscaje.

Los bustios, las morteras..., el usocomunal del monte

Los pastizales carbizos de Bus-turil (Bisturil, para otros) atestiguanotra costumbre arraigada en las bra-ñas: la de quemar la maleza de formacontrolada, de manera que los peor-nales improductivos se pudieran con-vertir en pastos frescos. Son losabundantes Bustio, Bustietso, Bus-telo, Bustillo..., por la diversa toponi-mia de esta y de otras regiones: lat.

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bustum (‘quemado’). Nada que vertienen aquellas quemas racionadascon la combustión de tantos incen-dios irracionales hoy (con motivosmuy diferentes, por supuesto). Ya loadvierte la frasecita: “El fuego es elpeor depredador de la naturalezadespués del hombre”.

Poco claro, a pesar de su abun-dancia asturiana, contemplamos elnombre de Morteres de Baxo y Mor-teres de Riba: un conjunto de pasti-zales que tal vez deba el sentido aluso consuetudinario de los morado-res (lat. morari) de cada pueblo, poraquel derecho de morada (vivir enél 365 días más uno). Hay otras in-terpretaciones, como la pertenenciade estos pastos (o sembrados sobrelos pueblos) a las famosas manosmuertas medievales (iglesia, monas-terios, señoríos, nobleza...); terrasmortarias, en este caso. En las morte-ras, los vecinos tenían siempre unosderechos, pero el aprovechamientode los productos siempre era comu-nal; las propiedades y las xebes vi-nieron después.

Hasta los más mocetones y de-cididos columbraban los cordalesmás altos con el gaeñu encurniéu y losfierros colgaos del hombru, dispuestos asoportar los calores estivales segandoyerba en los tupidos yerbazales caste-llanos. Lo recuerda el topónimo LaSenda los Segaores entre El PuertoValverde y Piedrafita. Como lo dice lacopla recogida por Juaquín:

Fuiste, galán, pa la siega,nun me trixiste gordones:en viniendo las mayucas,maldita que una me comes.

Formas del suelo, colores, sensaciones, leyendas, los límitesde las brañas...

Inagotable el lenguaje toponí-mico de las brañas alleranas. En refe-rencias semejantes, o por la simpleforma empozada del suelo, queda Ya-nacaorna: tal vez de planam (‘llana’),más cavum (‘cóncavo, hueco’), apli-cado luego a las cavornas huecas delos árboles gruesos y ya viejos, o que-mados; o a los rellanos cóncavos, enpando, del terreno. Espacios muypropicios al ganado, caserías altas, re-tiradas... Otras veces señalaban lapendiente lisa, como Les Tieses, LaCampa les Tieses: del lat. tensas (‘ten-didas, tirantes, tiesas), como La Tiese,La Tesa, de otros parajes).

Otros espacios eran señaladospor los colores, o las coloracionesaproximadas, que tuvieran una fun-ción indicativa para los lugareños.Pena Blanca: conjunto de calizas altassobre Morteres, muy observadas porsu brillo especial en días de lluvias. Oporque son las que antes se cubrencon las nieves en las primeras farras-pás, y anuncian la hora de arrancar conel ganao.

Menos clara aparece La Mayálos Rubios, El Quentu los Rubios: talvez, por los suelos amarillentos, roji-zos (lat. rubeos’), donde suelen caerrayos, como nos dicen los vaqueros. Opor ser simples zonas pedregosas (lat.rupeos, ‘rocosos’). Evidente homofoníadifícil de identificar, sobre todocuando se dan las dos circunstancias:suelos con vetas rojizas en las rocas.Otros parajes están más a la vista:Cotsá Verde (casi siempre verdoso).

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En otras ocasiones las palabrasadvertían de las cualidades del te-rreno, como El Freyu: lugar donde sesume el agua misteriosamente (dellat. frangere, ‘romper, fragmentar’).Aquellos desprendimientos en formade argaxos suponían verdaderos pro-blemas para el ganado y para los ca-minos de la braña sobre todo.

Su pequeña historia tiene LaFuente l’Argoyana: manantial sobreEl Tsegu. Dicen los vaqueros que sedebe a una vaquera de Los Argüellosleoneses, que allí se despeño en unmal paso con día de niebla en salaciega sobre el valle. En todo caso,existe en asturiano la palabra argüe-llos, argüeichos, argoyos: la planta delarfueyu: el muérdago; tal vez, el Vis-cum album L. Estos parásitos sueltanuna resina muy pegajosa que seusaba antes como cola, pegamento,para cazar pájaros. Se supone un de-rivado de aquifolias: ‘hojas agudas’.

El Camín de los Moros, bienmarcado al filo de la ladera alta

Visible sigue hoy el caminopor los altos de Busturil y El Cas-titsu, El Camín de los Moros: unasenda que cruza de Vegará a la la-dera de Brañafoz, y que pudiera serla vía principal de comunicación deestos puertos con la vertiente leo-nesa por los altos, tal vez usado paraotras muchas funciones después(guerras, fugaos, estraperlo...).

En realidad, la palabra Moros esmuy abundante en diversas toponi-mias regionales, pero casi siemprecon el sentido de la *mor- (roca, sa-

liente rocoso, monte’), aplicada a lu-gares geográficos prominentes: picos,montículos vistosos, peñascos desta-cados sobre el entorno. En algunoscasos, se trata simplemente de ‘luga-res oscuros’, ‘mouros’, que dicen másal occidente asturiano (lat. maurum):peñas negras, suelos pizarrosos, devegetación oscura, orientados alnorte, valles cerrados, sombríos... Lasleyendas vendrían después. En estecaso se trata de lugares altos, bosco-sos, sombríos en parte, ciertamente.

Los nativos prevenían tambiénlos terrenos malos con palabras. Esel caso de La Maea y El Maeón:malos terrenos y regueros en losaltos de la braña. Se interpretan apartir del romance moheda, (‘montealto con maleza’), en relación con elárabe moeda, ‘monte con jarales’(Asín Palacios, Contribución…). Ca-bría también la voz árabe magida, ‘es-pesura, lugar de maleza’.

El Picu Faro, desde el que xugabanlos vaqueros a ver quién podíadivisar faro alguno en la distancia

Más dudoso resulta El PicuFaro, que preside los valles altos deestas brañas, pues nos aseguran losvaqueros que nin con nublina ni sin ellahabía manera de columbrar El Farode Xixón. Podía estar motivado poralgún otro faro de la costa, desapare-cido con el tiempo. O, tal vez, deba elnombre a otras costumbres de los va-queros con aquellas señales en losmontes (y entre los montes) para co-municarse tiempo atrás. O, simple-mente, por la supuesta percepción

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ansiosa de un faro en la costa desdelos altos de una braña. Era uno de losentretenimientos vespertinos (apues-tas, xuegos...) en los días más largosdel verano por los altos de los puer-tos: a ver quién podía contemplar unfaro sobre el mar en una noche clara.Hay otras interpretaciones menosprobables aquí.

Finalmente, los ganados teníanunos límites para no caer en las prin-dás: las tomas en prenda por los veci-nos de la otra ladera en la vecinaregión leonesa, hasta que se pagarala multa impuesta por cabeza deganao y día. En Vegará lo marca LaRaya, como en el caso de Braña porSanisidro: en principio, solo unafranja divisoria de aguas vertientespor toda la cima de los cordales entreuna región y otra; o entre una parro-quia y otra. En algunos casos, habíapareones, xebes... Muchos litigios serecuerdan por estos límites, simboli-zados por topónimos asturianoscomo El Cantu la Riña y semejantes(Puertu Cuera, entre Peñamellera,Cabrales y Llanes).

Con otras muchas brañas, ya haciaMorgao y La Tsaguna

La actividad brañera en losaltos de Rubayer se continúa por Ca-brerizo (pastos más propicios alganao cabrío); El Goxal: tal vez porlos abundantes codoxos, del latín cu-tisum (griego, cytium): ‘codeso’,planta del tipo peornos, con muchosusos rurales, tiempo atrás. De *Codo-xal, saldría Goxal, con la sonorizaciónasturiana inicial de otros casos (re-

fuerzo en estas ocasiones). Y en losaltos ya más cimeros, La Tsaguna:una peña con pequeña ‘laguna’ a lafalda, que mantiene agua inclusohasta el verano arriba.

O Morgao, monte sobre Bra-ñafoz: teniendo en cuenta la voz ro-mance antigua morgao (conservadaen salmantino por los pastores, conel sentido de ‘mayor, heredero’); omorgado, morazgo, mayorazu de otrasregiones (siempre, ‘el mayor’), ha-bría que pensar en el lat. *maiorati-cum (‘el mayor’), derivada demaiorem, como adjetivo aplicado almonte más alto en este caso. El PicuMorgao sería el mayor, tal vez porextensión, entre aquellos altos. Másdudoso sería aquí un derivado dellat. amurca (borra, maleza), aplicadoa la vegetación del suelo.

El descenso de la braña

Ya por el otoño arriba, los gana-dos sabían cuándo era el tiempo de re-gresar a los pueblos. Y los vaquerostenían unas marcas en el terreno. Porejemplo, suelen mantener como refe-rencia algún peñasco que, una vez cu-bierto con las primeras nieves, anunciaque la invernada va en serio, por loque ya es preciso arrancar con el ganao –en expresión de los vaqueros.

Tal vez sea la función de L’Es-cubiu Marniegu: una zona pedregosamuy pendiente sobre La RegueraLuz, en una línea situada a una alturapor encima de La Brañuela, a poco dedescender a La Vega Baxo, por tanto.Sería el peñasco inverniego: lat. sco-pulum *hibernaecum (el que marca el

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tiempo invernizo). De hecho, por elvalle de Sanisidro queda la coplapara recordarlo:

Cuando l’abidul rincha,y el río Los Fueyos brama,vaqueirinos y marniegosya podéis baxar de Braña.

Función parecida debían tenerLas Marmeguina y La Marmegonapor encima de La Brañuela también:las zonas donde bajaban a retirarselos ganados con las primeras inver-nadas del otoño. Por algo lo de BrañaBaxo, claro.

Y el otru camín del Puerto a Brañay a Sanisidro

Volviendo de nuevo atrás,hemos de recordar el otro puerto delos vaqueros de Cabanaquinta. DesdeCotsanzo también, el camín de los va-queros se desviaba a Braña por La Po-la’l Pino, La Pola Vieya. Como se dijo,una de tantas pueblas asturianas (yde otras regiones, en formas varia-das), que fueron levantando los di-versos reyes medievales con elobjetivo de formar poblamientos ad-ministrativos mayores (lat. *popula)para organizar los conceyos disper-sos en los pueblos más pequeños demontaña.

De ahí lo de La Pola Vieya: po-blamiento mayor antiguo: O pobla-miento mayor al lado de la calzadaantigua que entraba desde León porSanisidro. Todo hace suponer que elasentamiento allerano mayor en esasremotas fechas estaba aún por encimade Cabanaquinta. Tal vez demasiadoarriba para ser capital del conceyu.

Un poco más arriba, las buenasvegas de Felechosa, como La Fel-guera, Felgueras, y semejantes, hacenreferencia a otro componente del pai-saje imprescindible tiempo atrás porsus cualidades (¡quién lo diría hoy!):el felechu. Los felechos se segaban enlos montes para hacer abono en losestablos o en los barrizales de los ca-minos. Eran también un buen conser-vante para la fruta, el transporte delpescado... Tierra de felechos.

Ya en Cuevas, más que en lasconcavidades de las rocas, hemos depensar en las concavidades del suelo:el terreno encuevao: muy propicio enel otoño a la bajada del ganado de lospuertos (Braña, El Gumial...), por serzona abierta, soleada, productiva,resguardada entre las peñas porambos lados del valle; allí podíanaguantar los ganados hasta la llegadadel invierno. Lat. vg. *cova, a partirdel lat. cava (‘hueca’), aplicada al te-rreno en forma figurada.

Rioseco, Riofrío..., según lasinclemencias del año

Por contraste, un poco másarriba, Rioseco recuerda otra buenazona de pastizales a la falda de lospuertos, pero que en los otoños mássecos, parte del río se sumerge en losabundantes pedregales del valle; noes que seque del todo, pero no aflorael agua en el cauce, aunque fluye másfonda. Ello suponía una seria dificul-tad para los ganados que aprovecha-ban el toneyu (la otoñada) toda laseruenda arriba.

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Por La Rebotsada (ladera sinduda antes con bastantes más rebotsosque hoy), los vaqueros serpenteabanhacia Riofrío: un paso sobre el río, tanabundante en aguas como expuesto alas corrientes del norte. Siempre muyfresco, para detenerse poco, lo mismoen la subida que en la bajada.

Por fin, placentero resultaría elpaisaje a vaqueros y ganados al filode divisar El Filato, justo a la entradadel Puerto Braña: el pequeño edificioen el paso de regiones vecinas, en elque había que pagar fielmente los im-puestos por consumos, al trasiego delas mercancías en carretas por cami-nos y carreteras. De ahí el nombre:voz latina filum: ‘hilo’, aplicado pri-mero al ‘fiel de la balanza’, y luego alpago obligado de los impuestos por‘pesos’ declarados en el transporte.

Braña Sapera, La Salencia, LasComuñas...

Esparcidos los ganados poraquellas bucólicas camperas, resuenaespecialmente el nombre de Las Co-muñas: vaguada actual de fincas siem-pre verdes a la derecha del valle juntoal río. Es decir, las praderas aprove-chadas en forma de vacás (derechospor número de vacas), y en uso comu-nitario, en comuña: cada vaquero tienesus vacás en proporción directa a lacantidad de pradera cercada queposea en el puerto. Tal vez del adjetivoplural neutro, communia (aplicado aprata, los praos comunales).

Interesante resulta el lugar deLa Salencia (tan semejante al some-dano Saliencia): conjunto de pastiza-

les sobre el arroyo que nunca llega asecarse del todo por el verano, bajoEl Mayéu Torres; vierte hacia LaRaya, por la vertiente leonesa de SanIsidro; limítrofe, por tanto, de lospastos alleranos y leoneses. Podríatratarse de la misma raíz indoeuro-pea *sal- (‘corriente de agua’), a tra-vés de *salia (estudiado por MartínSevilla). Sufijo abundancial -ent-, fre-cuente en la hidronimia europeapara formar adjetivos a partir de sus-tantivos, que luego se nominaliza-rían ellos también. En definitiva, ellugar asegurado del agua.

La Vega Salgareo: mayaos concabanas en la margen izquierda delrío, frente a Los Cotsaínos. Tal vez, dela planta salicaria, la salgar, espigaday alta, de flores azuladas, propia delugares húmedos (Lythrum salicariaL.), como es el caso de la vega. Lospastores cabraliegos llaman salgares aunas plantas más bien bajas, muyverdes y de hojas alargadas, más an-chas en la base, con unas pintas casiblancas, que come el ganado cuandosalen en primavera. Salgareo pareceun derivado más de salicem (‘sauce omimbre’); o de una voz prerromanahidronímica tipo *salico-, *salica, *sa-rica. Por ser zona lamiza, también ca-bría la raíz indoeuropea *sal- (‘agua’),una vez latinizada la raíz.

La Yana’l Fitu, La Raya...

Ascienden los pastos de labraña hasta La Yana’l Fitu, justo alfilo de La Raya, de donde el nombre:en asturiano, un fitu es un ‘mojón’;parecido al jitu en el oriente asturiano

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es un ‘palo’; y entre los montañeros,un jitu es ‘cada montoncito cónico depiedras que señala la senda en losaltos’. En caso allerano, la voz ha deaplicarse a diversos tipos de límites,antes muy rigurosos por los altosentre vertientes opuestas, parroquias,pastos… Cabeza Quilis relaciona al-gunos de estos topónimos con las pie-dras plantadas, a pedra chantada, casode topónimos tipo Piedrafita. En al-gunos casos, hubo túmulos, dólmenes,ciertamente: Los Fitos, abundantes enla toponimia asturiana.

Para La Yana’l Fitu habría quepensar más bien en los límites de labraña: del lat. fictum (‘clavado, fijo’),aplicada la voz a esas circunstanciaslimítrofes señaladas antes con pie-dras, muñones tallados que se con-servan en muchos casos, quemotivaban las prindás (la toma enprenda del ganado que traspasaba loslímites en uno u otro sentido regio-nal). Algo parecido ocurriría en La Fi-tina y la Fitona, por La Braña LaFonfría arriba, en el valle de Ruayer.O en Piedrafita: verdadera cresta ro-cosa en los altos de San Pedro y Bus-tempruno, divisoria de aguasvertientes con los pastizales leonesesde Cármenes. Hay algunas otras eti-mologías para casos concretos.

En fin, tan importantes fueronlos límites por los altos en aquellaprecaria economía pastoril lo mismopara hombres que para ganados,como recuerda la copla:

Del Visu a La Pena l’Alba,se avista Cotsá Vegón;se dieron cerribles palos:Diego mató a Pericón.

Las otsas, las otseras, los odres...

Una sucesión indefinida de cos-tumbres vaqueras se esparcen por lascampas y las carbas del Puerto Braña.Como La Fuente los Odres: pequeñomanantial justo bajo Los Cotsaínos, enla senda que cruza el río hacia las ca-bañas de La Vega Salgareo y altos delEyu. Era la otsera de la braña, como sedijo: el lugar de la mayá donde se po-nían a enfriar los odres (recipientes depiel de cabra, o de oveya) con leche,mantega, cuayá…, para conservarlofresco mucho tiempo.

Cada mayá tenía sus fuentesadecuadas para sus odres o sus otsas(ollas de barro): eran manantialesfríos cercados con piedra, o tallados amodo de duernos en madera de tixu,como el que se conserva en El Gu-mial, al otro lado de Brañarreonda yCotséu Bildusu. Se cubrían por en-cima con un tablón o tsábana (losa), demodo que los perros o cualquier ani-mal no pudiera acceder a ellos y acor-dar con los inestimables productos detoda una semana.

Maruxina, ponte’n puyu,y del puyu, tsama a Xuan,que venga a mazar ya l’odre:que los faricos ya tán.

En definitiva, el lenguaje topo-nímico en boca de vaqueros suponetoda una organización del suelo conel pensamiento familiar de muchossiglos atrás, cuando cada palmo deterreno significaba algo para la vida acampo abierto. Sabrosos al paladarresultan nombres como El Vatse’lPletu (en recuerdo del platu): pe-queña vaguada alta sobre El Mayéu

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La Capilla, por el camino que as-ciende a los altos del Picu Torres.Tiene agua. O El Vatse l’Ascudietsa(por la forma de escudilla): justo allado. El primero, más llano, un pocoen pando; el segundo, más cóncavo.Como las platos y las escudietsas dela cabana, que mal se quitarían de lamente pe las sendas de los puertos, enépocas de tan precarios alimentos delos veranos, lejos de las mesas y ma-seras del poblado.

Más dudosos resultan topóni-mos como L’Eyu, El Monte l’Eyu, ElMayéu l’Eyu... Nos dicen los vaquerosque ciertamente hay ajos silvestres poralgunos de aquellos cantizales. Pero elhecho de que exista La Cotsá Ayonesbajo el mismo alto, y que ambos para-jes sean puntos cimeros en uno de losafluentes más altos y largos del ríoAyer, hacen pensar en una base pre-rromana hidronímica, interpretadapopularmente por los alleranos.

Y otras muchas brañas alleranassobre Cabanaquinta

La Vega la Valencia (sobre Fele-chosa, ya limítrofe con Sobrescobiu yCasu), con las buenas cualidades quelleva el nombre, como tantas otras Va-lencia en las diversas geografía regio-nales: tal vez del participio adjetivallatino valens, -entis (‘fuerte, vigo-roso’), a través del sustantivo valentia(‘poder, capacidad’), como señala J.M.ª Albaigès (Enciclopedia..., pp. 625 yss.); siempre lugares estratégicos yproductivos al tiempo. En el caso alle-rano, la situación retirada y escon-dida de esta fértil braña sobre los

valles, hace pensar en un lugar ade-cuado para la estancia prolongada ysegura tiempo atrás, entre las peñasescarpadas a la falda del Retriñón.

Un poco más a la derecha deestos altos, sobre Conforcos, colum-brando ya el valle de Santivanes, po-dríamos seguir cavilando sobre lasetimologías de La Fresnosa y El Fres-neal (por los abundantes fresnos); Bus-troso (lat. bustum, luego busto, ‘pastizalquemado’); La Texera (por los texos, lostejos, de tan dura madera); Tsacía: deladjetivo latino flaccidam (‘suave, floja’);o de glaciem (‘hielo, agua helada’), enuna ladera orientada al oeste comoaquella, con largos inviernos hasta laprimavera arriba.

La despedida del puerto

La bajada del puerto era a untiempo ilusionada y triste, por lasmuchas y diversas experiencias delverano. Con ese detalle incluido delamor por las palabras de la braña, lostopónimos que va citando uno a unoel vaqueru al despedise de la cabana.Lo recuerda la copla recogida porJuaquín:

Adiós, Vega’l Carrizal,Mayaín de Valsemana.Adiós Fuente la Fumiosa,adiós, reguerín del Alba.

Conclusiones

La toponimia de las brañas alle-ranas, de Cabanaquinta parriba en estecaso, resulta hoy un patrimonio lin-güístico imprescindible a la hora derastrear con los cinco sentidos la vidade los pueblos en ese ininterrumpido

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movimiento estacional entre los altosy los valles; entre los pastos fonderosy los cimeros; entre la primavera y elinvierno otra vez.

Ese lenguaje allerano del suelo,aprendido por los nietos de los güelostras sus pasos infantiles por los cami-nos del valle y de los altos, nos re-monta a lejanos tiempos prerromanosdonde unas mismas culturas de pasopor estas montañas escarpadas fue-ron tejiendo un difuso diccionariooral coincidente con otras regiones yotras lenguas (La Cuesta Cantabria,Orria, El Castiitsu, Castrillón, Caste-llón, Castilla...).

Ese mismo lenguaje toponí-mico se vuelve casi universal a pocoque crucemos La Vega la Valencia(sobre Felechosa), y recordemossobre el mapa de un viaje cualquieraotras muchas regiones con la mismabase lingüística: Valencia de DonJuan, Valencia de Alcántara (Cáce-res), Valencia del Mombuey (Bada-joz), València d’Àneu (en Lleida),Valencia (en La Coruña, Orense, Sa-lamanca…), Valence (en Francia),Valença do Minho (en Portugal)... Loque son las paradojas y el sentido in-terregional de las palabras.

Con ese diccionario oral alle-rano transmitido por los vaqueros,vamos descubriendo, apreciando, va-lorando, aquel aprovechamiento delos recursos naturales que los lugare-ños, de los pueblos altos en este caso,practicaban en el verdadero sentidoecológico de la palabra: estudiaban elmedio en cada época del año, parapoder comer en la casa, en la casa’lmonte y en la braña durante las cua-

tro largas estaciones, a veces dema-siado duras en los pueblos altos.

Lugares como Cabanaquinta,Carbayalín, L’Acebal, La Fuente losOdres, La Funfría..., serían poco menosque sagrados tiempo atrás, cuandohabía que cambiar de cabana en pri-mavera; enfriar la leche para las bue-nas mantegas bajo los calores delverano; aprovechar hasta la última be-llota de los carbayos (los robles) en elotoño; o espiar con cuidado los anima-les que acudían a las bayas rojas de losacebos por el invierno (corzos, robezos,xabalinos, palombos, glayos...). Habíamuchas bocas que alimentar cada ma-ñana. Pero quedaron los nombres paracontarlo. Y la memoria de los paisanosy paisanas para seguir proyectando yreconstruyendo el tiempo.

Gracias, Juaquín, Xuacu, por tutrabayu en tantas estayas, fasteras, ande-chas y facenderas; gracias asgaya pertantas otras sendas, cuendias, pedreras yvereas, que nos fuiste dejando abier-tas más allá de la braña, el mayéu y lacabana. Gracias por tu imperecederaaportación a la etnografía, a la etno-medicina, a la etnolingüística, y a lalliteratura asturiana.

Fuentes orales

Imprescindibles resultaron parael trabajo las propias informacionesde Juaquín en varias andaduras vera-niegas por las sendas de aquellas bra-ñas: hasta hicimos a pie el camín delos vaqueros, al completo entre Caso-mera y los altos de Vegará. Cientos denombres fue sacando de su memoriaprodigiosa el que fuera zagal en la

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INFORMACIÓN BIBLIOGRÁFICA

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LA TOPONIMIA DE CABANAQUINTA – 99

braña con su güelu, siendo muyrapaz. Como imprescindibles fueronlos vaqueros de aquellas brañas en elvalle paralelo a Sanisidro, sobre elmismo nacimiento del río Aller (poralgo llamado el vatse Ruayer).

Antonio y Ovidio, en Vitsar. Mi-guel y José, en Piñeres. José el de San-tos, en Petsuno. David, Chuso,Duardo, Jaime, en los cordales de Ca-banaquinta y de Tsevinco. Toni, Juan,Juaquín, Fito, Jose, en Escoyo. Cán-dido, Jesús y Esteban, en los altos deConforcos y puertos de La Carbazosa.J. Manuel Erminio y Tonín: en BrañaFoz (sobre Rubayer); Javier, Francisco,Leandro González, Dolfo, Amable,Reme y José Luis: en Rubayer; Arturo,en La Casa’l Monte. José y Juan: en Fe-lechosa; Santiago, en La Varera.

Erminio, Marcelo, Cecilia y Ma-nuel: en La Pola’l Pino. Marina y Fer-nando: en Santibanes de Murias;Adolfo Menéndez, y Miguel Rodrí-guez: en Piñeres; Aladino, Enrique yManuel: en Vitsar de Piñeres. Maruja,

Antonio el Roxu, Eloína, María, Car-mina y Dionisio Escalona: en elPuerto Vegará; Elvira y Dioni, pasto-res de Redipuertas y El Curueño.Fito, Jose, Pedro el de Yanos, Sergio,Lolo Caleyín, Xuacu, Flora, Sila, en elPuerto Funfría, La Vega Baxo y LesVegues de la Reina; José Antonio,Marcelo, Eva, Manolo, en Canietsa.

Gracias a todos ellos y a ellaspor tantas informaciones y detalles ala hora de reconstruir el camino anti-guo por el que los vaqueros y vaque-ras xubían y baxaban con el ganadosy los productos de la braña una buenaparte del año. Y gracias por los deta-lles a la hora de buscar la explicaciónmás adecuada para los topónimos conmás dudas: aquellos de los que ya noquedan referencias a la vera del ca-mino, reducidos con el tiempo a la pa-labra asturiana tan transformada en laentrañable variedad allerana de estosvalles (la más cerrá, como dicen ellosmismos con sorna).

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ICTIOTOPONIMIA DE LOS CONCEJOS DE CARREÑO

Y GOZÓN

CRISTIAN LONGO VIEJO

Zona de estudio

Los Concejos de Carreño yGozón se localizan en el centro de lazona costera asturiana y abarcan unárea territorial de unos 150 kilóme-tros cuadrados muy bien definida, lade El Cabo Peñes. En estos concejos,aunque cada vez menos, tuvo unagran importancia, como actividadeconómica, la pesca, de ahí que seauna zona propicia para el estudio dela toponimia marinera.

Metodología

Para la elaboración de este artí-culo hemos llevado a cabo, en primerlugar, un trabajo de campo medianteuna serie de entrevistas con pescado-res mayores de 60 años que siemprehayan residido en el concejo. Me-diante paseos junto a los acantiladoso recorridos en barca por la mar, sehan recopilado los nombres de los di-ferentes sitios, así como, en este caso,las características del pez o crustáceoen cuestión. Posteriormente, hemosconsultado libros de toponimia deotras regiones españolas, principal-mente, costeras como Galicia, Ma-

llorca, así como de otros países euro-peos, como Francia e Italia, todasellas con lenguas de origen latino ycon un sustrato formado por diversaslenguas prerromanas. Finalmente, es-tablecemos la etimología que expli-que la motivación semántica deltopónimo.

Aplicaciones didácticas

La toponimia no es solo unadisciplina lingüística, sino que abarcadiferentes ciencias: religión, historia,geología, geografía, biología, física,geología… Y todo ello porque cadatopónimo recoge una parte de las cos-tumbres y cosmovisión de los dife-rentes pueblos que han habitado unterritorio completo.

En este caso nos hemos cen-trado en los ictiotopónimos, es decir,los nombres de cantiles, pozos, acan-tilados, piedras, bajos que son cono-cidos por la especie marina queabunda y, por lo tanto, se pesca enesos lugares.

Aquí pretendemos elaboraruna especie de guía con aplicacionesdidácticas que sirva tanto para los es-

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tudiantes de diferentes etapas –se-cundaria, universidad–, como parapescadores principiantes y turistas.

Para los estudiantes constituyeun ejemplo modelo de la nueva me-todología interdisciplinar conocidacomo trabajos por proyectos, es decir,trabajos que engloban diferentes ma-terias de los currículos de enseñanzade la ESO y Bachillerato. De estemodo, los estudiantes practicaríanconocimientos de geografía costeraasturiana, para poder llegar al puntoexacto donde se halla el topónimo; debiología, al conocer la morfología delas diferentes especies marinas quehabitan en nuestra costa; de plástica,a partir de la descripción ofrecida fí-sica de alguna especie y el visionadode fotos o bien acudiendo a una rulapara verlas, pueden dibujarlas; deigualdad, al aprender a cocinar, tantoalumnos como alumnas, platos queutilizan alguna de estas especies, asípodrían acudir a IES como el de Mo-reda, Pravia o Llanes, que cuentancon módulos de grado medio y, algu-nos, superior de cocina y cuyas insta-laciones pueden usar los alumnospara sus creaciones culinarias, acon-sejados por los profesores de cocinade dichos módulos.

Y practicarían conocimientos dehistoria, mediante la búsqueda y lec-tura de documentos que hablan decostumbres, tradiciones pesqueras,hundimiento de embarcaciones, en-frentamientos con piratas…, y, ade-más, citan algunos de los topónimosde lengua castellana y asturiana, cono-ciendo etimologías y viendo ejemplosde sustrato de lenguas prerromanas

que se han conservado en la lengua as-turiana y castellana, así como el pro-ceso de creación de palabras nuevas apartir de sufijos y prefijos; de educa-ción física, aprovechando la senda cos-tera que recorre los dos concejos, losalumnos pueden recorrer a pie o en bi-cicleta diferentes tramos para llegar alos diferentes enclaves, así realizan de-porte en un entorno privilegiado.

Para atraer a turistas, ya que,bien a pie o en bicicleta, gracias a lasenda costera que recorre los dos con-cejos, o bien en barco, pueden acce-der a los diferentes lugares que seencuentran en un enclave paisajísticocaracterizada por su biodiversidad,donde convive el mundo rural y elmundo marinero como es el del en-clave de El Cabo Peñes. Además,pueden degustar alguno de los platoselaborados con estas especies en al-gunos de los innumerables restau-rantes o bares que jalonan esta zonacostera. La ruta se completaría con lavisita de alguno de los museos de lazona, como pueden ser: el Museo Ma-rítimo que se encuentra en Luanco oel Centro de Interpretación Marino,sito en el faro de El Cabo Peñes.

Para pescadores, ya que en unaépoca en que la tradición oral se vaperdiendo, ya no se transmiten losconocimientos de la tradición y cul-tura tradicionales de generación engeneración, lo que provoca que se ol-viden muchos nombres de puestas depesca. Esto permitiría, tanto a los pes-cadores que salen con sus embarca-ciones, como a los que pescan concaña desde tierra, conocer nuevaspuestas así como las especies se cap-

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turan en ellas. Además se ofrecen susposibles usos como carnada para cap-turar otras especies y la mejor épocadel año para pescarlas.

Para lograrlo hemos organi-zado cada topónimo en los siguientescampos: geografía, localización pre-cisa del lugar para poder acceder almismo. Biología, se ofrece una des-cripción física del pez o crustáceo encuestión. Gastronomía, se mencionanlos diferentes platos que se elaborancon esa determinada especie marina;además nos sirve, de manera trans-versal, para educar en igualdad, yaque se trata de platos que pueden ela-borar tanto hombres como mujeres.Historia, cuando existan documentosescritos que citen alguno de los topó-nimos, puesto que, además, nos per-miten conocer los acontecimientoshistóricos, costumbres y tradicionespesqueras. Lingüística, se recogentodas las palabras asturianas y deotras lenguas romances o prerroma-nas que han dejado su huella en lalengua asturiana y se establece la eti-mología, además se estudian, desdeel punto de vista morfológico, losprocesos de formación de palabrasmediante prefijos y sufijos.

Informantes

Este artículo hubiese sido im-posible realizarlo sin la informaciónpropiciada por los informantes de di-ferentes pueblos de la zona: Pepina yAngelita en Candás, Montse, en elValle; Pepe, en Guimarán; Carlos,Conchita y el historiador local Mon-cho, en Albandi; Milúas, en El Pobláu

de Aboño; Pepín el de la Rizosa, Lolo,Joaquín y Agustín, en Candás; Al-fonso Quintana y su mujer Pilar, enAntromero; Monotos, en Luanco;José Alfredo, en Bañugues; Perargen-tino, en Viodo; Prudencio, en el CaboPeñes; Jamín de Venturo, en El Fe-rrero; Julio y Chus, en Verdicio; Isaac,Ramón de Motil y Toño, en San Mar-tín de Podes; Ramón el noruego y Ri-cardo Manín, en Llaviana.

Ictiotopónimos

Aleznero

GEOGRAFÍA. El Aleznero se localiza enel lado izquierdo del Puerto de Mo-niello~Muniello (parroquia deLuanco), tras pasar El Caliro. Es unlugar donde se cogen gran cantidadde oricios.

BIOLOGÍA. En cuanto a sus caracterís-ticas físicas, Barriuso (2002: 326) re-coge en el puerto de Luanco lasiguiente definición:

Concavidad formada en las rocas defondo por un conjunto de camas deerizo individualizadas, donde estosanimales establecen en agrupación sualojamiento. La alezna ‘erizo de mar’,también conocida como oricio en lamancomunidad del Cabo Peñes, es unequinoideo de cuerpo esferoide.

El mismo autor nos da más de-talles sobre su hábitat y forma de vida:

Suele vivir en fondos rocosos o fango-sos, en cavidades excavadas en lasrocas que reciben el nombre de casas.Son utilizados, los más pequeños,como enguado ‘cebo diluido en el agua’para la pesca de peces pequeños Laagrupación de estos equinoideos da

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lugar a los dichos alezneros. Se recogendurante el invierno y la primavera me-diante el llamado gancho (Barriuso,1986: 422-423).

GASTRONOMÍA. En Asturias suelenconsumirse al natural o un poco coci-dos acompañados de sidra y, aunqueen los últimos años han ido apare-ciendo diferentes especialidadescomo el caviar o el paté de oricios. Elcaviar de oricios se ha convertido enuna de las conservas gourmet másapreciadas de Asturias.

LINGÜÍSTICA. La palabra lezna, antiguoalezna, la define el DRAE (2001) como“instrumento que se compone de unhierro con punta muy fina y unmango de madera, que usan los za-pateros y otros artesanos para aguje-rear, coser, pespuntear”. Corominas yPascual (1980) derivan esta palabradel germano *al sna ‘lezna’ (deducidodel alemán antiguo alansa ~ alunsa),más el sufijo -ero < -ar u latino que de-signa, en este caso, un lugar abun-dante en aleznas. Al erizo se lellamaría alezna por sus púas agudascomo leznas. En cuanto a la forma ori-cio, provendría del latín ericius y heri-cius ‘erizo’, derivados del latínarcaico er y her, en griego cher ‘erizo’(Barriuso, 1986), con disimilación dela vocal inicial, fenómeno habitualcuando la vocal átona se encuentratrabada por /-r/: erbía-arbía ‘herra-mienta’, arrincar-arrancar, terrén-tarrén(García Arias, 2003).

Arañón L’ ~ Oreñón L’

GEOGRAFÍA. L’Arañón-~L’Oreñón sehalla en la entrada de La Ría d’Avi-

lés, en su margen derecha (parro-quia de Llaviana), una vez pasada lazona acantilada conocida como ElCostao. De forma semicircular teníaun entrante en La Ría que, como co-mentan los pescadores, recordabalas patas largas del arañón. Hoy pre-senta una parte de arena y otra depedrero. Debido al deterioro y lacontaminación causados por lascontinuas obras llevadas a cabo enLa Ría, hoy solo es utilizada por al-gunos pescadores de tierra.

BIOLOGÍA. Barriuso (2002: 269) nosdescribe las características de estecrustáceo:

Decápodo de cuerpo corto, dimensio-nes 19 por 15 centímetros, la patamayor puede alcanzar los 50 centíme-tros. Es marchador y posee un capara-zón globoso y surcado, más largo queancho; tiene un rostro con fuerte es-pina, su dorso es espinoso y poseeunas patas muy largas, el primer parcon pinza, el último aplicado sobre eldorso. Tiene un color rojo o rojizo yvive en aguas profundas. En los dife-rentes puertos asturianos se le conocecon nombres como araña, arañón, cen-tollo gavilán.

GASTRONOMÍA. Se prefieren los cento-llos hembras, pues tienen huevas, quees lo que más gusto da. Para que ten-gan mucha carne hay que asegurarseque esté bien fresco, pues a medidaque pasan los días se va vaciando.Son variadas las recetas que se pue-den elaborar con este crustáceo. Cen-tollo cocido: en una cacerola grande,se pone abundante agua a fuego vivo,con una hoja de laurel y sal. Se echa elcentollo, se tapa la cacerola y, cuandorompe el hervor se cuece durante

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quince minutos a fuego vivo (si fueramuy grande se cuece cinco minutosmás). Pasado ese tiempo se retira elagua y se deja enfriar. Una vez frío seabre con cuidado de romper el cora-zón, se saca la carne del cuerpo, estase parte en trozos y se coloca en unafuente o plato. En la cáscara se deja eljugo y la parte pastosa y se mezclacon las huevas. Una vez preparado secoloca esta al lado de la carne del cen-tollo y a un lado se ponen las patas.Se sirve acompañado de un mazo demadera para abrir las patas. Centollocon huevos duros: Una vez cocido elcentollo y ya fríos, se abren con cui-dado para no romper el caparazón, sesaca la carne del cuerpo y las patas,con cuidado de que no se pierda nadadel jugo, se pica no muy menudo, sele agregan a la carne picada los hue-vos cocidos picados y la salsa vina-greta, preparada batiendo aceite yvinagre con un poco de sal hasta quequede como una crema; se añade lacebolla picada y el perejil; se viertesobre la mezcla, se revuelve con cui-dado y se rellenan los caparazones.

LINGÜÍSTICA. Por el parecido entre laforma de la playa y aquel saliente querecuerda la fisonomía del arañón, elorigen de este topónimo está en laforma latina aran a ‘araña’, ‘telaraña’.Pero podríamos estar ante una inter-pretación popular, de hecho tambiénse conoce esta zona con el nombre deL’Oreñón formado a partir de la voz la-tina ra ‘orilla, borde’, presente en to-pónimos como El Picu l’Oral, L’Oral,L’Orial, Oriella, Perlora… (ConcepciónSuárez, 2007) y la forma prerromana

*on-n-o ‘arroyo, río’, que aparece ennombres de lugar como El Río Güeña,Estragüeña, Bueño (Concepción Suá-rez, 2007) que se adecuan perfecta-mente la localización de esta entrada ala orilla del Río, como siempre deno-minaron los mayores de la parroquiade Llaviana a la actual Ría d’Avilés.

Ballena de Tierra, La y Ballena deFuera, La

GEOGRAFÍA. La Ballena de Tierra y LaBallena de Fuera son dos islotes en elentorno de El Cabo Peñes grandesque se localizan en las inmediacionesde El Bravo. La navegación en estazona del Cabo Peñes es peligrosa porla gran cantidad de bajos, por lo quesolo los marineros expertos, que co-nocen la zona se atreven a faenar eneste lugar.

BIOLOGÍA. En Asturias se conoce con elnombre de ballena tanto a la ballena,Eubalaena Glacialis gray, como al ror-cual, Balaenoptera Physalus (L). Tieneun cuerpo musculoso con láminas cór-neas en la boca, llamadas barbas o ba-llenas; su cabeza es medianamentevoluminosa y su cuello carece de plie-gues inferiores. No tiene aleta dorsal.Suele tener la piel cubierta de cirópo-dos parásitos. Mide unos 14 metros delongitud. Por su parte, el rorcual se dis-tingue de la ballena por una serie depliegues en la garganta. Además,posee una aleta dorsal en forma semi-lunar. Llega a medir 18 metros de lon-gitud y pesa cerca de 80 toneladas. Elcolor del dorso es gris oscuro y el vien-tre blanco, Barriuso (1986: 442 y 444).

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GASTRONOMÍA. Ballena estofada, enfiambre, o fricandó (guisado, en estecaso de pescado, acompañado de salsay setas). También se comen los sesos,que se aconsejan escalfados y con unasalsita fuerte. Para fiambre, se especi-fica que la mejor pieza es un trozo decachalote o ballenato (rorcual) joven.Filete de ballena: derretir un poco demantequilla en la sartén y freír el filetesegún tu criterio, poco hecho o en supunto. Se suele acompañar con ensa-lada de tomate o ensalada de coliflornueva. Una buena salsa para acompa-ñar la puedes hacer cociendo mediolitro de zumo de manzana en la sartén.Añadir medio decilitro de nata líquiday retirar cuando empiece a hervir.

HISTORIA. La pesca era la principalfuente de riqueza de Gozón durantela Edad Media. La ballena ocupaba unlugar fundamental en esta actividad.Tal como señala Pando García- Pu-marino (1989: 30):

Su pesca se realizaba desde lanchas do-tadas con timonel, cinco remeros y ar-ponero. Una vez capturada la pieza seprocedía a su reparto según unos usosy costumbres específicos de cada lugar.En Luanco la pieza cobrada era llevadaal denominado Puerto de Ballenas, laactual playa de La Ribera, para, a con-tinuación, proceder a su destocinado odescuartizado. En esta operación úni-camente eran admitidos los que, deforma directa, hubieran intervenido ensu captura. Cada uno de ellos portabaun cuchillo, de mango de palo, con elque cortaba la parte que le correspon-día. Se reservaba la regalía, o parte quele correspondía al Rey, y que habitual-mente consistía en una tira de la cabezaa la cola, y la parte del vientre, que sedestinaba siempre a la Cofradía deNuestra Señora del Rosario.

El mismo autor nos da más de-talles relativos a la pesca de la ballena:

La grasa de los cetáceos era derretida yembarricada en unas instalaciones queexistían en la actual calle de San Juan.Esta calle se denominó, durante mu-chos años, de la Fumienta, en razón delmucho fumo que la operación de de-rretir las grasas producía. Otra partede la carne se salaba y era aprove-chada para el consumo humano. Loshuesos tenían múltiples usos en uten-silios caseros o en la construcción delas cercas de las casas […] Esta pesca, que se realizaba funda-mentalmente en los meses de invierno,se mantendrá con una cierta vitalidadhasta el siglo XVI, decaerá durante elXVII, para desaparecer, totalmente, enel XVIII. En el año 1686 tenemos las úl-timas referencias alusivas a una ba-llena capturada en Luanco.

LINGÜÍSTICA. Otros topónimos perte-necientes a la misma familia léxicason: La Ballena (Llanes), de 15 metrosde altura y denominada así por suforma alargada (de este a oeste), setrata de la segunda isla en extensiónde las situadas en la playa de Antilles.Islote Peña de la Ballena (Gijón) es unpeñasco que sobresale 6 metros delnivel del mar entre la punta de La For-cada y la punta Grande, en medio dela ensenada llamada Cala de la Ci-ruela. Islote El Ballenato (Cudillero) seencuentra situado frente a la playa delSable o de Deiros, en la parroquia deOviñana y alcanza 30 metros de alturasobre el mar (VV AA, 2002). En Gali-cia, Cabeza Quiles (1992) señala los lu-gares de Baleiras e Baleiros, playa yensenada, respectivamente ubicadascerca del faro de Corrubedo, Ribeira(A Coruña). Balea, nombre de unaplaya sita en la parroquia de Lira, con-

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cejo coruñés de Carnota. Barreiro daBalea, hidrotopónimo próximo a lacosta de Corme (A Coruña). Baliera,nombre de una punta localizada en laensenada de San Cibrao, concejo deCervo (Lugo). Sacau Rodríguez (2004)menciona el lugar de Punta de Balea,extremo meridional de la península deBalea, en la parroquia viguesa de Al-cabre. Por lo tanto, su etimología de-riva del latín ballaena, y esta, a su vez,del griego phálaina ‘ballena, cetáceomarino’ (Segura Munguía, 2003).Según Corominas y Pascual (1980-1983), la forma balaena, más corrienteen latín, se ha mantenido en otros ro-mances: italiano balena; catalán balena.La que subsiste en castellano ballena yen portugués, baleia, fue creada o fa-vorecida por una falsa etimologíaculta griega ‘lanzar’, por el agua quelanzan hacia lo alto. Por su parte, Ba-rriuso (1986: 442) siguiendo a Ernouty Meillet (1967), sostiene respecto a suorigen lo siguiente:

Como señala Cabeza Quiles(1992), estos topónimos están moti-vados por la presencia de este cetáceoen nuestro litoral en épocas pasadas,hoy en día es más difícil poder verlos,tal vez, esporádicamente, en la épocaestival. De este modo, se denominanasí playas, ensenadas o rocas, que porsu tamaño y forma recuerdan a las ba-llenas, animal muy importante en laeconomía de los puertos pesqueroshasta el siglo XVIII.

Bigaral, El

GEOGRAFÍA. El Bigaral se trata una pe-queña cala situada en Antromero de

la que los vecinos destacan la grancantidad y la calidad de los caracolesmarinos que se pueden recoger. Tam-bién se conoce como la Playa de LosCristales como consecuencia de lagran acumulación de cristales, ya quefue utilizada como vertedero de en-vases de cristal, que debido a la ac-ción del mar se fueron asentando enla zona.

BIOLOGÍA. Barriuso (2002: 272) des-cribe de esta manera el bígaro NassaReticulata (L.):

Gasterópodo de concha en forma deespiral y fusiforme, con superficie es-triada, callosidad blanca en el bordeinterno de la abertura y canal sifonalcorto; altura 2-3 centímetros. Colorpardo. Propio del fondo arenoso lito-ral o debajo de piedras.

GASTRONOMÍA. Se consumen cocidos.Se cuecen en agua hirviendo con sal,durante cinco minutos. Se escurren yse sirven en platos pequeños. Sesacan de la cáscara con un alfiler. Sir-ven de entretenimiento como aperi-tivo y se suelen acompañar con sidra.

LINGÜÍSTICA. Otros topónimos perte-necientes a la misma familia léxicason: Punta Bigareiro (Coaña) se loca-liza en las cercanías de la localidadcoañesa de Ortiguera y domina, porel oeste, la boca de entrada del puertopesquero de dicha población (VVAA, 2002). Los Bígaros forman elmonte saliente y divisorio entre So-miedo y las zonas leonesas de Torres-tío, sobre la calzada romana de LaMesa (Concepción Suárez, 2001). Almismo campo léxico pertenecen lassiguientes voces asturianas. Por su

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parte Concepción Suárez (2001) re-coge las voces bígaru y bígaros referi-das a unos instrumentos sonorosque hacían los vaqueiros y pastorescon cuernu de vaca u otras conchaspara comunicarse en el monte. Enotras zonas asturianas recibirían elnombre de turul.los, turuchos. Existetambién el femenino bígara que hacereferencia a un tamaño mayor, yaque las bígaras son más alargadasque los miembros masculinos (Ba-rriuso 1986).

Como afirma Concepción Suá-rez (2007) se trata de una palabra deorigen oscuro, ni el DRAE (2001) niCorominas y Pascual (1980-1983) re-cogen su origen. Posiblemente seaprerromana a juzgar por el sufijo -aro, enraizado con el céltico pick-,bikk- ‘punta, bastón’, que originó engalo beccos ‘pico’ y en gallego bico. Lavoz se habría aplicado a los bígarospor el sentido puntiagudo del cuernomarino. De la misma opinión es Gar-cía Arias (2004-2005), que lo rela-ciona con el céltico beccum ‘pico delgallo’. De tal manera es posible quela referencia a elementos puntiagu-dos haya estado presente en la for-mación de bígaru y bícaru, connumerosas aplicaciones metafóricasposteriores. Por otro lado, Barriuso(1986) tiene en cuenta la forma latinabicarus ‘pequeño vaso’. Habría quepartir de un originario préstamo delgriego bikos ‘ánfora, vaso’ al latín*bicus, latente en el derivado diminu-tivo latino bicarus, que se aplicaría aeste gasterópodo por su forma cón-cava. El sufijo -al es un sufijo muycomún en nuestra lengua que sirve

para derivar adjetivos a partir debases nominales. Se remonta a - lis,sufijo latino que tiene la misma fun-ción gramatical. Este sufijo tiene unvalor colectivo que sirve para desig-nar la abundancia y la buena calidadde los bígaros en esta pequeña cala ala que acuden los pescadores de lazona para su recogida.

Bogues, La Peña les

GEOGRAFÍA. Esta puesta de pesca sehalla antes de llegar a El Pedrero delFondal (San Martín de Podes). Lospescadores subrayan la cantidad y ca-lidad de bogues que se pueden captu-rar en esta puesta.

BIOLOGÍA. Barriuso (1986: 137) explicade la siguiente manera las costum-bres de la boga, Boops Boops (L.)

La boga se acerca a la costa en prima-vera y verano; el resto del año prefiereaguas más profundas. Los pescadoresde Luanco acostumbraron a capturarlaen ensenadas cercanas a las rocas, conla red fija de fondo llamada beta,donde el pez queda enmallado. EnCandás fue rehusado durante muchotiempo su consumo, por aversión a lapulga que trae en la boca.

GASTRONOMÍA. La boga se puede coci-nar frita y al horno. Para que sea mássabrosa debe ponerse con una salsa.Aquí recogemos una receta llamadaboga a la jardinera. Se limpia de tripael pescado, escamándolo bien y de-jándolo entero y se colocan en unafuente de horno. Se sazonan las dosbogas con los ajos y el perejil (todomuy picado y machacado en el mor-tero), se les añade sal, se rocían con

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zumo de limón y se dejan en eladobo, durante una hora. Mientrastanto se pica la cebolla, se pelan lostres tomates, se les quitan las semillasy se cortan en trocitos. Los dos pi-mientos verdes se lavan y se cortanen trocitos. Se mezcla todo y se es-polvorea de sal. Se reserva. Pasado eltiempo del pescado, se colocan alre-dedor las verduras preparadas, se es-polvorean con el pimentón. Se riegael pescado con unas ocho cucharadasde aceite y el vino y se mete a hornomoderado, durante veinte o veinti-cinco minutos. Paras servirlo se tras-lada con cuidado, pasándoles pordebajo una espumaderas. Se sirve ro-deado de las verduras y espolvore-ado de perejil picado.

LINGÜÍSTICA. Corominas y Pascual(1980-1983) proponen el latín bōca‘boga, cierto pez’ y este del griego βωξ‘boga’, que aparece ya citado por Pli-nio. El gramático latino Festo (siglo IId. C.) dice que boga viene de a boando,id est, vocem emittendo, es decir, de lavoz que emite este pez, ya que existela creencia de que es este el único pezque chilla. El resultado boa de Candás,hoy en desuso, se produce por ultra-corrección; dado que en el habla locala veces se introduce una -g- antihiáticaentre ciertas vocales contiguas, comopor ejemplo en rigo (río), fuente deSantaruga (de Santarúa). Esto provocaque los hablantes, al tomar concienciade dicho fenómeno fonético, eliminendicha consonante por ultracorrecciónen casos de origen etimológico comosucede en esta forma boa (boga) o tor-túa (tortuga).

Cabra, La

GEOGRAFÍA. La Cabra es un cantil si-tuado entre la zona conocida con elnombre de Ñera y la Punta la Vaca(Luanco). Es un lugar idóneo para lapesca, que destaca, sobre todo, por lascapturas de la especie conocida con elnombre de la cabra, lo que le da el ape-lativo al lugar.

BIOLOGÍA. La cabra, Paracentropistis Ca-brilla (L.) es descrita de la siguientemanera (Barriuso, 2002: 237):

Cuerpo fusiforme, comprimido y alar-gado; 15-25 centímetros. Boca grande,mandíbula inferior prominente. Aletadorsal única. Cola un poco escotada.Color variable, generalmente rojizo;flancos con franjas transversales decolor rojo pardusco, cruzadas conotras longitudinales amarillentas o ro-jizas; vientre amarillento.

Barriuso, sobre las costumbresde La cabra, Paracentropistis Cabrilla(L.) señala (1986: 112) que suele acu-dir a las inmediaciones de la costa,donde es capturada con linia~ liña“cuerda o hilo de cualquier tipo o ma-teria, que se echa al agua para pescar,bien manteniéndola a mano o concaña”.

En una publicación posterior(Barriuso, 2002: 159) añade:

También cae en el tresmallo “red com-puesta de tres paños. Se fondea en lasinmediaciones de la costa, en caladosde 5 a 7 brazas, aunque puede llegarhasta veinte” y se usa para la capturade peces litorales como la xulia, lacabra, salmonete, etc.

GASTRONOMÍA. Cabra al horno: empe-zamos por freír las patatas cortadas

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en rodajas del calibre de un pitillo.Esta operación la haremos junto conlos ajos y la cebolla, con la sartén ta-pada y con sal, porque es bueno quesuelten el agua de vegetación y sevayan cociendo sin dorarse. No obs-tante, como hay que removerlas unpar de veces, al levantar la tapa se es-capa el vapor y al final quedan lige-ramente doraditas. Las colocamos enla bandeja del horno haciendo unacama y repartimos por encima un pi-cadillo de aceitunas negras, perejil ytomillo. Este aderezo era para darleun aire mediterráneo, contando conque el sabor del pescado se parecieseal de la dorada en papillote.

Ponemos el pez encima (mejorabierto la espalda, pero también sepuede asar entero), salpimentamos,echamos un poco de limón para le-vantar el sabor, y se le puede echarunos cominos, porque actúa comopotenciador de sabores.

Vertemos el vino en el fondode la rustidera y lo llevamos alhorno precalentado a 200ºC., du-rante unos 10 o 12 minutos (al estarabierto a la espalda, se hacen en unmuy poco tiempo).

Cabras al horno con verduras alhorno: primero preparamos la cama obase de verduritas en el Lekue (estu-che de vapor), colocando primero loscalabacines bien cortaditos y sobreestos ponemos bien repartidos los es-párragos trigueros, que metemos alhorno con un chorrito de aceite y sal,y lo dejamos unos veinticinco minu-tos a 180 grados aproximadamente.

En ese momento metemos lacabra, entera, solo le quitamos sus tri-

pas y algunas aletas, colocándolasobre las verduras y dejándola coci-narse al horno dentro del lekue, conun chorrito de aceite de oliva virgenextra, y sal al gusto, dejándola ha-cerse unos veinte minutos, para luegodejarlo unos cinco minutos más conel lekue abierto para que se dore en elhorno.

Y ya solo queda presentar lacabra al horno con una rica guarniciónde verduras. Además, cabe recordarque la cabra se le conoce también comocabracho, el cual es un ingrediente im-prescindible de algunas sabrosas rece-tas de gran tradición tanto en Españacomo en el extranjero, como es el casode la caldereta asturiana o de la popu-lar “bullabesa” francesa.

Por lo que podemos prepararlode diferentes formas, al igual que elpopular pastel de cabracho, otra de-liciosa manera de saborear este pes-cado de roca.

LINGÜÍSTICA. Voz derivada del latínc pra ‘cabra’. A este pez se le aplicadicho nombre por su costumbre desaltar sobre el agua, DRAE (2001).También podría deberse el nombre alos apéndices cutáneos del rostro, detamaño muy pequeño, en forma decuernecillos (Barriuso, 1986).

Cazona, La

GEOGRAFÍA. La Cazona es una puestade pesca situada en un saliente hacia lamar, que se localiza una vez que se hadescendido el cantil (también aprove-chado como puesta de pesca), cono-cido con el nombre de El Pedregal, enlas inmediaciones de El Faro Peñes.

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BIOLOGÍA. Sobre este pez, Barriuso(2002: 260) nos dice lo siguiente:

En los puertos de Candás y Luanco,el cazón, Galeus Galeus (L.), designaun pez que se caracteriza físicamentepor presentar un cuerpo alargado yesbelto, de unos 2 metros. Cinco aber-turas branquiales, rostro agudo, bocaínfera, dientes agudos y cortantes,piel finamente granulada. Aleta dor-sal doble. Cola amplia y apuntada.Color gris en el dorso y flancos, vien-tre blanquecino.

Sobre sus costumbres, el mismoautor, en otra de sus obras (1986: 91)comenta que el cazón, también cono-cido como tolla en la zona de Luanco,“vive en lugares profundos y se apro-xima durante el verano a la costa parala reproducción. Su carne es muyapreciada”. En cuanto a su captura serealiza con el arte de fondo llamadomiño “red compuesta de tres paños, almodo del tresmallo, pero mayor queeste, de hilo más grueso y más amplialuz de malla, utilizada para capturarlangosta, juntamente con centollo,rape, raya, cazón y otras especies”(Barriuso: 2002: 211). También “suelecaer en las volantas arte de red desti-nada a la pesca de merluza; secunda-riamente captura abadejo, besugo,cazón y alguna otra especie” (Ba-rriuso, 2002: 210).

GASTRONOMÍA. Cazón con patatas: serehoga con aceite de oliva, la cebolla,el pimiento, el tomate maduro y lahojas de laurel. Una vez hecho, aña-dir las dos patatas peladas y cortadasen trozos. Rehogarlas unos minutos,colorearlas con el azafrán, cubrirlasde agua, taparlas y dejar cocer.

Cuando las patatas estén casi cocidas,echar el cazón, las gambas peladas, unmajado hecho con los dientes de ajo,tras trocitos de pan frito, 150 gr. de al-mendras y una ramita de perejil. Unavez majado, echarlo todo a las pata-tas y dejar cocer unos minutos.

Cazón en adobo: se deja en mace-ración el cazón durante 8 horas apro-ximadamente, escurrir y freírlo enaceite muy caliente y abundante.

Cazón en salsa picante: se ca-lienta el aceite en una sartén de dosasas y freír los dientes de ajo peladosy picados. Antes de que tomen colorañadir la harina, rehogarla sobre elfuego para que se dore y se acabende hacer los ajos. En cuanto tomencolor, añadir el pimentón y la guin-dilla en aros, separar del fuego e in-corporar las rodajas de cazónpasadas por harina y sacudirlas paraque no lleven demasiada. Dorarlasdurante un minuto de un lado ydales la vuelta y dorarlas por el otrolado. Añadir el vaso de vino mo-viendo la cazuela y después aguahirviendo hasta cubrir el pescado.Mover durante unos minutos sobreel fuego y servir. Acompañar dearroz blanco o de patatas fritas.

Cazón rebozado con alcachofas sal-teadas: Se salpimienta los ocho filetesde cazón. Se baten los huevos, seañade un poco de sal y perejil picadoy se mezcla bien. Se pasan 4 rodajaspor harina y huevo y las otras 4 porpan rallado. Se fríen brevemente porlos dos lados en una sartén con aceite.Se pelan los dientes de ajo, cortándo-los en láminas y poniéndolos a doraren una sartén con un poco de aceite.

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Se limpian las alcachofas, retirandolas hojas exteriores, las puntas y lostallos. Se cortan en rodajas finas, seañaden a la sartén y se saltean a fuegomedio durante 5 minutos. Se sirve enuna fuente amplia, en el centro las al-cachofas, a un lado el cazón rebozadoy al otro el empanado. Durante la fri-tura, el aceite de oliva virgen noofrece ningún cambio sustancial ensu estructura y conserva sus propie-dades mejor que otros. Otra ventajadel aceite de oliva virgen como grasade fritura, es la formación de una cor-teza en la superficie del alimento queimpide cualquier penetración delaceite en el interior del mismo.

LINGÜÍSTICA. No queda muy claro elorigen etimológico de este topónimo.Corominas y Pascual (1980-1983) ha-blan del origen incierto del vocablocazón, nombre de un pez selacio muyvoraz así como de otras especies depeces; este vocablo aparece en portu-gués, catalán y dialectos francopro-venzales e italianos. Creemos quederiva del latín vulgar *cattione y estede cattus ‘gato’, pues muchos selaciosllevan nombres como “perro” o“gato”. También recogen estos auto-res la etimología propuesta por laReal Academia Española (RAE),quien considera que proviene de“cazar”, seguramente por la voraci-dad del cazón. Por su parte Barriuso(1986) ofrece dos argumentos a favorde *cattione: en primer lugar, consi-dera que el nombre científico, latinogaleus tomado de Aristóteles, nos con-duce a la misma idea por el griegogalée ‘gata’, incluso el DRAE (2001)

parece sugerirlo al derivar cazón de“cazar”, actividad característica delfelino terrestre; en segundo lugar, de-fiende un argumento, sostenido porCorominas y Pascual (1980-1983), quese basa en el otro nombre por el quese conoce este pez: tolla. Así afirmaeste autor que en el Diccionario deAutoridades (1969), junto al nombrede tollo, se utiliza también gato marino.El origen de tollo no está nada claro,pero es probable que pueda estar re-lacionado con el esp. tollo ‘atolladero,hoyo’, catalán toll ‘charca’, posible-mente derivado del celta tullon‘hueco, hollo’, que estaría relacionadocon el pez, debido a los lugares cena-gosos donde este habita

Centollera, La

GEOGRAFÍA. La Centollera es unapuesta de pesca próxima a la Cueva,donde los marineros de la zona deViodo dejan las lanchas. Es muy fre-cuentada por los pescadores y, comosu nombre indica, destaca por lagran abundancia de centollos que secapturan.

BIOLOGÍA. El centollo, Maja Squinado(Herbst), pertenece a la familia de losmáyidos. Barriuso (2002: 268) recogesu descripción física:

Caparazón ovoideo cordiforme, máslargo que ancho, prolongado en rostro,con dos espinas rostrales cónicas. Seisespinas largas y agudas por cada lado;superficie dorsal tuberculada, espi-nosa y con pelo. Los cuatro pares pos-teriores de patas son decrescentes,terminadas en punta y cubiertas depelos. Especie litoral, hasta 50 metrosde profundidad. Caparazón de color

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rojo o rojizo, frecuentemente cubiertocon algas y otros cuerpos extraños.Presenta unas dimensiones de 18 por20 centímetros.

El centollo se pesca a mano ex-trayéndolo con el garabato o gamo. Seutilizan sobre todo artes de malla fijosal fondo, concretamente el rasgo. Enanteriores tiempos se empleaban lasnasas de bandeja, de cebolla, de barrily, en particular, la nasa del centollo,esta de grandes dimensiones. Su carnees exquisita (Barriuso, 1986: 369).

GASTRONOMÍA. Centollo a la marinera:se prefiere usar centollas para esteplato. En una cacerola grande se echaabundante agua, el laurel (una hojapequeña) y la sal. Se pone a fuegovivo; se echan las dos centollas, setapa la cacerola y, cuando rompe elhervor, se cuecen durante quince mi-nutos a fuego vivo. Pasado esetiempo, se sacan del agua y se dejanenfriar. Mientras tanto, se cuece lamerluza (1/4 de kilo) y el pixín (1/4de kilo) en agua fría con un trozo decebolla, el laurel, una cucharada so-pera de vino blanco y sal. Cuandorompe a hervir, se retira la merluzadel caldo y se sigue cociendo el pixín(por ser más duro) diez minutos más.Pasado ese tiempo, se retira delfuego, se escurre y se deja enfriar.Una vez frías las centollas, se abrencon cuidado para no romper el capa-razón. Se saca la carne del cuerpo yde las patas a una fuente, y se cortaen trocitos. Las huevas y la parte ma-rrón se pone en el mortero y se ma-chacan con las yemas de los doshuevos duros, el zumo de un limón y,

poco a poco, se le agregan cuatro cu-charadas soperas de aceite; se re-mueve con cuchara de madera hastaque esté bien ligada la salsa. Se com-prueba de sal. Fría la merluza, se lequita la piel y las espinas y se desme-nuza también el pixín y se juntan conla carne de las centollas, se echa lasalsa del mortero, se revuelve paramezclarlo, se rellenan los caparazo-nes y se sirve frío.

LINGÜÍSTICA. En el habla de estos dosconcejos los informantes distinguenentre el centollo y la centolla, que es laque cría; es decir, se la reconoce porllevar corales, “hueva”, de color rojoen el vientre. De nuevo estamos antela diferencia semántica entre el mas-culino y el femenino, este último hacereferencia a lo que produce y dafruto(Pérez Toral, 2004). A la mismafamilia léxica pertenecen los nombresde los siguientes lugares: La Cento-llera: se trata de una serie de piedrassituadas a la parte izquierda de laPlaya la Ribera (Luanco). A PlayaCentolleira (Tapia de Casariego): esuna ribeira de planta rectangular, enla parroquia de Campos y Salave, aleste de Fanfoliz, con acantilado pró-ximo a los cuarenta metros (VV AA,2002). Cabeza Quiles (2008) mencionalugares gallegos como el de Cento-leira, nombre de una punta costera dela parroquia de Carreira, A Coruña yCentoleiros, nombre de unos islotessituados enfrente de la punta ante-rior. Por todo lo anterior, aunque deorigen incierto, estamos de acuerdocon el DRAE (2001) y con Corominasy Pascual (1980-1983) quienes ofrecen

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como probable origen para el nombrede este crustáceo el galo cintullos (do-cumentado solo como nombre depersona), procedente de uno más an-tiguo kintu-ollos ‘el principal ygrande’, llamado así quizás por seruna de las variedades más grandes ypoderosas del cangrejo. Esta formadaría lugar al nombre centot, muyempleado en la Edad Media en Gas-cuña del que también aparece algúnejemplo en Aragón. A la forma cento-llo se le añadiría el sufijo -era < lat. -ar a con valor abundancial, ‘lugar enque abundan los centollos, criadero na-tural de centollos’.

Crianza, les piedres de la

GEOGRAFÍA. Les Piedres de la Crianzason un conjunto de cinco piedras enlas inmediaciones de la isla de La Er-bosa (El Cabo Peñes), que destacanpor la gran cantidad de perceba quecrece en las mismas; De tal modoque es un lugar muy frecuentadopor los perceberos en busca de estecrustáceo de gran fama culinaria ypor el que se pagan precios muyaltos, debido a su escasez y la peli-grosidad que entraña el trabajo paraarrancarlos de las rocas.

GASTRONOMÍA. Se lavan muy bien enagua fría, pero sin dejarlas permaneceren ella mucho tiempo. En una cacerola,proporcionada a la cantidad, se poneabundante agua para que cubra bienlos percebes, y sal (dos cucharadas so-peras por litro de agua). Cuando elagua hierve a borbotones, se echan laspercebes, y cuando vuelve a hervir, se

aparta la cacerola del fuego, se retirandel agua, escurriéndolos bien; final-mente, se cubren con un paño hasta elmomento de servirlas.

LINGÜÍSTICA. Existen palabras, tanto enel asturiano como en el castellano quepertenecen a la misma familia léxicade la forma crianza: Para criar en nues-tra región encontramos, como más ge-nerales, los siguientes rasgossemánticos: “criar”, producir, desarro-llarse algo; salir un fruto; producir,desarrollarse, crecer, infectarse una he-rida –criar una herida– (García Arias,2002-2004). Por su parte el DRAE(2001) recoge criar “producir, engen-drar, procrear dicho de un ser vivo:desarrollarse, crecer” y crianza “acciónefecto de criar algo”. De lo anterior sededuce que estamos ante una palabraoriginada en el latín cre re ‘crear, en-gendrar, procrear’ más el sufijo -anza< antia, utilizado para la formación desustantivos verbales que denotan ac-ción y efecto. Esta etimología la reco-gen tanto Corominas y Pascual(1980-1983) como el DRAE (2001). Ennuestro caso, estamos ante un con-junto de piedras que atrajeron la aten-ción de pescadores y perceberos por lagran riqueza de especies marinas quese capturan allí, aunque en menor can-tidad que en otros tiempos.

Farraguetes, la piedra Les

GEOGRAFÍA. En las cercanías de lapuesta de Cornorio (San Martín dePodes) se encuentra esta piedra muyfrecuentada por los pescadores de lazona por la gran cantidad de peces quese capturaba, sobre todo, farraguetes.

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BIOLOGÍA. Barriuso (1986: 213-215) nosdice de este pez lo siguiente:

La mayor parte de las denominacionesdadas a esta especie hacen referencia ala abigarrada pigmentación de su piel.En Candás se la conoce con el nombrede farragueta, mientras que en Luanco sela conoce con el nombre de mandiata,aunque también se denomina farraguetaa la de tamaño mayor. En otros puertosde Asturias se la conoce con nombrescomo: maragota (Avilés y Lastres), botona(Gijón y Tazones). La farragueta vive enmedios rocosos o entre algas. Suelepicar el anzuelo largado desde bote conuna simple línea. También cae con faci-lidad en el trasmallo. Su carne es fina ymuy apreciada.

GASTRONOMÍA. Farragueta al horno: sepone el aceite a calentar para freír laspatatas y las verduras. Mientras se ca-lienta el aceite, se cortan las patatas enrodajas finas, y la cebolla y el pi-miento también en rodajas. No es im-prescindible que sean extrafinas yaque se vas a freír primero. Depen-diendo del tamaño estarán más omenos tiempo al fuego. Cuando elaceite esté bien caliente se echan laspatatas; siempre las patatas primero,es importante. Cuando lleven unosminutos (depende del grosor) seechan las verduras al aceite. Se tratade que queden pochadas, pero no esnecesario que estén hechas, ya que sevan a terminar en el horno. Así quecuando estén ya hechas, s e sacan auna fuente de horno y se disponen amodo de cama. Se salan ligeramente.Se les Hacen unos cortes a la farraguetapara introducir las rodajas de limónen él. Se salpimienta y se pone encimade las tiempo en la sartén se van aquemar en el horno. Se saca del horno

y se espolvorea patatas. Al horno aunos 190º-200º. El tiempo es relativo.La farragueta pesaba 1,800 Kg. y ne-cesitó algo más de media hora. Se cal-cula que para un pinto de poco másde 1 Kg. se necesitarán 20 minutos.También se debe tener cuidado delpunto de las patatas, si se pasan de-masiado algo de perejil fresco por en-cima. Si no se tiene fresco, el de boteno vale absolutamente para nada.También puede rallarse un poco decáscara de limón por encima (ojo, solola parte amarilla) o exprimir un pocodel limón. Sise hace lo segundo, nodebe uno pasarse para evitar, que seapague el sabor de la farragueta.

Guiso marinero de farragueta.Lavamos y cortamos el pescado en fi-letes. Lo salamos con sal gruesa y de-jamos unas 2 horas. En una cazuelade barro, ponemos un poco de aceitepara bañar el fondo. Colocamos laspatatas en rodajas de 1 cm aprox.sobre las rodajas, sobre estas la cebo-lla en juliana fina y encima colocamosel pescado que previamente lavare-mos para quitar el exceso de sal. Po-nemos los guisantes alrededor.Echamos la hoja de laurel. Espolvore-amos el orégano. En un vaso, pone-mos el aceite y el colorante.Revolvemos bien y vertemos en la ca-zuela. No es necesario poner más lí-quido, pues al empezar a hervir, elpescado soltará agua y será sufi-ciente. En caso contrario, podremosañadir medio vasito de agua. Pone-mos a fuego fuerte y cuando empiecea hervir, bajamos al mínimo y deja-mos unos 10-15 minutos. Apagamosy dejamos reposar.

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LINGÜÍSTICA. Voz derivada del latínfārrăgo ‘forraje, mezcolanza, fárrago,compilación, cosa de poco valor, ba-gatela’; pronunciada antiguamentecomo llana farrago (Segura Munguía,2003). Barriuso (1986) sostiene quefárrago alude, en el pez, a la mezclade colorido. Farragueta es también elnombre que en Avilés se da a con-juntos indiferenciados de lábridos.Pertenece a la familia léxica del latínfar ‘trigo, escanda’, de donde pro-cede fărrāgo, que ya Varrón inter-pretó en dicha lengua como “mezclade varias cosas empleada para ali-mento de animales”. Por otro lado elsufijo -eta se remonta al sufijo cata-lán-aragonés -et, -eta, proveniente asu vez de -ittus, originariamente hi-pocorístico de origen no latino. Encuanto a su aspecto semántico, hayque destacar que en catalán se utili-zaba para la formación de diminuti-vos propiamente dichos (verset‘verso pequeño’, en castellano ver-sete; menoret, -a ‘monje o monja fran-ciscana’, en castellano menorete;barqueta ‘barca pequeña’); pero, encastellano, además de este valor di-minutivo, se utiliza con una especiede aprecio burlador, capaz igual-mente de resultar positivo o descali-ficar y despreciar (Pharies, 2002). Encuanto a la terminación -es para losfemeninos plurales, como en estecaso farraguetes, Díaz Castañón(1966) habla de la plena vitalidad, enla zona de El Cabo Peñes como entodo el asturiano central, de la pala-talización de las terminaciones -as >-es (silles, meses, cases); -an > -en (can-ten, bailen, caminen).

Llampero, Puerto

GEOGRAFÍA. Puerto Llampero es unaensenada de piedra y grijo que se lo-caliza al oeste del Cabo Peñes. Sobresu parte izquierda se halla el castrode El Castiello. Cuando las condicio-nes meteorológicas son adversas parapoder doblar El Cabo Peñes, estepuerto, navegando hacia el este, esuno de los fondeaderos naturalespara guarecerse y esperar a que esasmalas circunstancias mejoren.

BIOLOGÍA. La llámpara ‘lapa común’,Patella Vulgata (L.), es un gasterópodosobre el que Barriuso nos comenta(1986: 390):

Existen […] dos tipos en Asturias: elprimero conocido como tipo bretón,[…] el segundo tipo vasco […]. Sobrela costa asturiana son vascas en lazona oriental desde el límite de la pro-vincia hasta Llanes exclusive y breto-nas, de Llanes a Navia; desde aquí aloccidente se distribuyen bretonas enlos salientes costeros y vascas en losentrantes. Esta distribución de norte asur parece obedecer a una mejor acli-matación de las bretonas a mares eu-ropeos más norteños y las vascas aotros más meridionales.

Les Llámpares son adecuadaspara el consumo humano y se reco-gen a mano con ayuda de un instru-mento cortante que permitadespegarlas de las rocas. Dentro deles Llámpares existen otras dos espe-cies, la patella intermedia Jeffreys,también conocida con el nombre dellámpara en los puertos de Luanco yCandás, que resulta la más apreciadapara el consumo; frente a la Patella lu-sitanica (Gm.), nombrada en los dos

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puertos como gaviotera, que no sueleaprovecharse para el consumo,puesto que al hallarse por encima delagua es seca y dura.

GASTRONOMÍA. Llámpares guisadas: loprimero que se hace es lavar bien lesllámpares. Se lavan una a una paraquitar el máximo de arenilla y dealgas que suelen quedar pegadas enla concha. Después se dejan en aguafría unas horas cambiando de vez encuando el agua. De esta forma se eli-mina la arenilla que aún puedantener. Una vez limpias se pasa a co-cinarlas al vapor. Para ello se poneun cazo al fuego con dos dedos deagua. Cuando comience a hervir seincorporan les llámpares y se tapan. SeMantienen así hasta que se despren-dan de la concha, tardarán menos deun minuto. Se reservan les llámparesy el agua de la cocción y se pasa apreparar la salsa. En una sartén sepone un poco de aceite de oliva vir-gen y se dora a fuego bajo la cebollaque se habrá picado muy fina.Cuando comienza a dorar se incor-poran el ajo picado junto con el pere-jil fresco. Se rehoga y se pasa aincorporar el tomate pelado y pi-cado. Cuando se vea que ya está co-cinado se incorpora una cucharillapequeña de pimentón. Rápidamente,para evitar que se queme el pimen-tón, se añade un chorro generoso devino blanco. Colamos el caldo en elque se tenían les llámpares y se incor-pora a esta salsa. Se deja cocinar unosminutos más. Una vez hecha la salsa,se pasa por la batidora y por el chinohasta conseguir una salsa fina. Se

vuelve a poner la salsa al fuego y seañade unos taquitos de jamón se-rrano. Pasados unos minutos, se in-corporan al cazo les llámpares. Sepueden poner ya sin la conchapuesto que se han soltado, pero nor-malmente se incorporan también alguiso. Se dejan cocinar les llámparesen la salsa no más de tres minutos yaque si se supera el tiempo de coc-ción quedan muy duras.

Paella de llámpares: se lavan lesllámpares en varias aguas hasta que seelimine la arena que tienen Se escal-dan en agua hirviendo Se despren-den de las cáscaras y después decoladas se reserva el agua. En unapaellera, se dispone el aceite en la quefreiremos ligeramente la cebolla y elajo picados, procurando que no lle-guen a dorar. Se añade el agua de es-caldar les llámpares en tal cantidad,que duplique el volumen de arrozque vamos a utilizar y se espera a querompa a hervir, en ese momento seagrega el arroz y, cuando esté ya casien su punto de cocción, se añaden lesllámpares, el laurel y el azafrán.

LINGÜÍSTICA. Barriuso (1986: 390), si-guiendo a Corominas y Pascual(1980-1983), afirma sobre la etimolo-gía de este vocablo lo siguiente:

Llámpara como en español lapa, pro-cede del latín lappa “lampazo”, “hierbaadherente”, del griego labein “aga-rrar”, por la capacidad adhesiva delmolusco. En la forma asturiana llám-para se observa la típica palatalizaciónde l- inicial y un final no etimológico,que constata la tendencia a la sufija-ción -aro, -ara, de origen indoeuropeo.Hay además un incremento epentéticonasal m, probablemente atraído del as-

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turiano llamber “lamer” (< latín lam-bere), por la actitud del animal pegadoa la roca, como lamiéndola.

Otro posible origen, que reco-gen Corominas y Pascual (1980-1983),es la forma prerromana *lappa ‘losa,piedra, laja que sobresale’ por com-paración de la concha con la losa quetapa una covacha. Esta raíz está hoypresente, con el sentido de piedra, enel verbo lapidar ‘apedrear o matar apedradas’ y lápida ‘losa generalmentefuneraria’. Por lo tanto, esta voz hacereferencia a la presencia y calidad deeste gasterópodo en la zona, comobien indica el sufijo -ero (< -arium la-tino) con valor abundancial.

Llangostera, Piedra La

GEOGRAFÍA. Se trata de una piedra si-tuada en las inmediaciones de la bu-raca. El nombre es bastante claro yhace referencia a la cantidad conside-rable de llangostas que se pescaban enesta puesta.

BIOLOGÍA. Barriuso (2002: 265) recogela siguiente definición de langosta Pa-linurus Elephas (Fabricius):

Alcanza una longitud de 50 centíme-tros. Marchador. Cuerpo robusto, ce-falotórax abombado, rostro pequeño,antenas cilíndricas muy largas, apén-dices sin pinzas, con uñas. Color rojoelephas (Fabricius) es “un crustáceode cuerpo alargado y abdomen duro,con una pardo o fusco, con manchasamarillas.

GASTRONOMÍA. Llangosta-langosta a laamericana: Viva la langosta (de un kiloy medio aproximadamente), se le cor-tan las pinzas y las patas. Seguida-

mente se parte en rodajas por las arti-culaciones, recogiendo, en un reci-piente, el jugo y sangre que puedasoltar al partirla; la cabeza se parte almedio, a lo largo, recogiendo en elmismo recipiente el jugo que suelteesta, así como las partes blancas dedentro y las huevas, si las hubiera; laspinzas y las patas se machacan unpoco para poder quitarles la carnecon más facilidad y se echa toda lacarne de estas en el mismo recipientedonde está recogido el jugo y todo lodemás. Se le agrega media cucharadade mantequilla y dos cucharadas decoñac, se deja en espera machacán-dolo un poco. En una cacerola seponen unas cinco cucharadas deaceite y media de mantequilla derre-tida, se ponen los trozos de langosta yse saltean a fuego fuerte hasta quetengan un color rojo vivo, sin que sedore la carne; entonces se rocía con elcoñac (medio vaso de los de vino) yse prende fuego; cuando ya está apa-gado, se moja con el vino y se leagrega la cebolla muy picada, la salsade tomate, un poco de pimienta deCayena y sal. Se deja cocer lenta-mente durante quince minutos. Pasa-dos estos se saca. Se retiran los trozosde la salsa y si se quiere, se les quita lacáscara; se ponen en una fuente y secoloca esta sobre un recipiente conagua bastante caliente para que no seenfríen. La salsa de la cocción se pasapor el pasapurés en una sartén. Semachaca bien todo lo del tazón y secalienta un poco para que se deshagabien la mantequilla, se pasa por uncolador o pasapurés, apurándolobien y se mezcla con la salsa. Se deja

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cocer lentamente, unos dos minutos;a continuación se comprueba de sal yse retira del fuego, se le pone una cu-charadita de zumo de limón, se mez-cla y se vierte sobre la langosta. Sesirve en seguida.

Llangosta-langosta con verdura:se limpia la cabeza de pixín y se poneal fuego con un litro de agua fría ysal. Se cuecen hasta que quede redu-cido a la mitad, después se cuela y sereserva. Se lava la verdura (un kilo derepollo rizado o lombarda), se pica yse cuece hasta que quede tierna; en-tonces se escurre y se reserva. Se cortay se prepara la llangosta (igual que enla receta anterior); se le agrega la ce-bolla muy picada, la salsa de tomate,un poco de ralladura de nuez mos-cada y el caldo del pescado. Se cuecelentamente durante diez minutos. Pa-sados estos, se machaca bien todo lodel tazón y se calienta un poco paraque se deshaga la mantequilla (unacucharada) y se mezcla con la llan-gosta, se incorpora la verdura y secuece lentamente otros diez minutos.Para servirlo se ponen los trozos delangosta en una fuente y alrededor laverdura con la salsa.

LINGÜÍSTICA. Existen otros lugarescuyos nombres pertenecen a la mismafamilia léxica: El Picu la Langosta (Ri-badedeva), promontorio costero dePimiango, alto y extraplomado sobrela mar y con una punta algo roma(VV AA, 2002). Cabeza Quiles (2008)recoge topónimos gallegos como La-gosteiras, nombre de una punta lito-ral del concejo coruñés de Muxía.Punta Lagosteira, otro cabo del con-

cejo coruñés de Arteixo. Por lo tanto,podemos afirmar como proponen Co-rominas y Pascual (1980-1983) queestos topónimos tienen su origen enla forma latina loc sta ‘saltamontes,langosta de mar’ y señalan las varian-tes lacusta y longusta, más próximas alas formas asturianas apuntadas, éti-mos quizás explicables por influjo deotros vocablos que aparecen ya data-dos en el latín tardío (aparece langosta‘saltamonte’ en versiones bíblicas delsiglo XIII). Afirman estos autores queel sentido primitivo fue ‘saltamonte’,extendido a langosta por comparacióncon las patas de los dos animales. Lapresencia de esa -n adventicia se justi-ficaría por la contaminación con lon-gus, debido a la longitud de sus patas.No obstante, también es posible queesa -n naciera en langostino por pro-pagación de la otra nasal (el latín vul-gar *lucustinus es ya palabra antigua)y de ahí se propagara a lagosta. En As-turias encontramos las dos realizacio-nes, así en Veiga tenemos chagosta y enCuideiru llagosta, mientras que enGijón y en Candás aparece la formallangosta, tal como lo recoge Barriuso(2002). En Asturias alternan las reali-zaciones llangosta / llagosta para refe-rirse a este crustáceo. De nuevoencontramos la utilización del mascu-lino y el femenino para aludir a la di-ferencia de tamaño, de tal manera quela llangosta es siempre mayor que elllangostu (langostino).

Mejillones, Les piedres los

GEOGRAFÍA. Constituyen un conjuntode piedras en las inmediaciones de la

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playa de la Aguilerina (perteneciente ala parroquia de San Martín de Podes),muy frecuentadas por los pescadoresde tierra por su abundancia en mejillo-nes, de gran calidad y tamaño.

BIOLOGÍA. El mejillón, Mytilus Edulis (L),es un “bivalvo de conchas desiguales,una convexa y otra plana, forma auri-culada, con costillas estriadas y redon-deadas; longitud 8-13 centímetros. Lavalva convexa es blanquecina, la planaes rojiza, rosa o castaño; interiorblanco. Vive en fondos de guijarro,arena y algas” (Barriuso, 2002: 273).

GASTRONOMÍA. Mejillones a la gallega:se lavan, limpian y abren; después seponen en una cacerola con un vaso(de los de vino) de agua fría, y un pe-llizco de sal. Se ponen al fuego vivo,se revuelven, de vez en cuando, hastaque abran; entonces se retiran en se-guida del fuego (desechando los quehan quedado cerrados, pues es señalde que están malos y no se puedenaprovechar). Se van poniendo en unacazuela. Se cuela el jugo que soltaron,poniendo en el colador un trapo finopara que no pase nada de arenilla. Enuna sartén se echan unas cinco cu-charadas de aceite y se fríe la cebollapicada muy fina, con el perejil;cuando empieza a dorarse, se agregael pan rallado, se da una vuelta y sesepara del fuego, se añade el pimen-tón, se remueve, se vuelve a poner alfuego y se echa el jugo de los mejillo-nes y el vino blanco, se sazona de saly se deja hervir unos minutos. Sepasa la salsa por el pasapurés y sevierte sobre los mejillones. Se hiervenen la salsa cinco minutos, y se sirven

en la misma cazuela. Si se quiere, sepuede, al tiempo que se echa la cebo-lla, un poco de guindilla.

Mejillones en salsa picante: selavan, se limpian y se abren los treskilos de mejillones. Una vez abiertos, seretiran, se les quita la concha vacía, secuela el jugo que han soltado por uncolador con una tela fina puesta den-tro de este para que no pase la arenilla.Se pone en una sartén unas seis cu-charadas de aceite y se fríe lentamentela cebolla muy picada con el laurel yla guindilla.; cuando esté tierna, seagrega la harina (una cucharada rasa),se rehoga unos minutos, se ponen elpimentón (media cucharadita) pi-cante, unas hebras de azafrán (una pa-peleta) y se sigue rehogando un pocomás, a fuego muy lento para que no sequeme; a continuación se echa el jugode los mejillones, se sazona de sal y sehierve cinco minutos. Debe quedaruna salsa espesa sin exceso, si fueranecesario se agrega un poco más deagua. A continuación, se pasa por elpasapurés y se pone la salsa en una ca-zuela, se agregan los mejillones, seponen al fuego, y se cuece unos diezminutos. Se sirven enseguida en lamisma cazuela espolvoreados con pe-rejil picado (dos cucharadas).

Mejillones con mahonesa: se lesquitan las barbas a los mejillones y selavan bien en agua fría abundante;una vez limpios se ponen en una ca-cerola, se cubren de agua fría, se lespone un poco de sal, se tapa la cace-rola y se ponen, a fuego vivo, unoscinco minutos, contados desde querompe el hervor. Una vez abiertos seles quita la concha vacía y se dejan

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enfriar. Mientras tanto se pica el pe-rejil muy fino, se miden dos cuchara-das y se mezclan con la mahonesa. Enuna fuente se coloca la lechuga cor-tada en trozos sazonada con sal,aceite y limón o vinagre, y sobre ellase van colocando los mejillones cu-biertos con la mahonesa y el perejil;se cortan los limones cada uno encuatro pedazos y se ponen en lafuente para adornar el plato.

Mejillones con vinagreta: se pre-paran los mejillones como los anterio-res. Mientras que enfrían se hace lavinagreta a la que se le puede añadirunos pimientos morrones picados(estos se ponen en el momento justode servirlos). Una vez fríos los meji-llones se les quita la concha vacía y sereparte la vinagreta por encima decada mejillón. Se ponen con cuidadoen una fuente y se sirven muy fríos.

LINGÜÍSTICA. Tanto en Carreño comoen Gozón, se conservan las denomi-naciones autóctonas asturianas deeste bivalvo: musión en Luanco y mo-sillón en Candás (donde también se lellama virigüeto), aunque hoy se en-cuentran en pleno retroceso ante laforma castellana. En la región vecinade Galicia encontramos topónimosque pertenecen a la misma familia lé-xica: Cabeza Quiles (2008) registra ellugar de Mexillosa, punta dondeabundan los mejillones y que se sitúaen la parroquia de Visma, en el con-cejo de A Coruña. Sacau Rodríguez(2004) menciona la llamada PuntaMexilloeira que se encuentra a mediocamino entre Nerga y Barra, en lacosta. De todo lo anterior podemos

concluir, siguiendo a Corominas yPascual (1980-1983), que esta palabraderivaría del hispano-latino *musce-llio, - nis, derivado de muscellus, que asu vez es diminutivo del lat. musc lus‘mejillón’. De esta forma procederíanlas formas autóctonas asturianas mo-sillón, musión, morción, muxón, muxión,repartidas por los diferentes puertosasturianos; mientras que la formacastellana mejillón sería un préstamodel gallego-portugués o acaso del as-turiano occidental. A favor de la tesisdel origen gallego-portugués, estosautores aportan dos argumentos delsiglo XVIII, el primero se basa en quedesde Aveiro se llevaban los mejillo-nes en barriles de conserva a Castilla;el segundo afirma que tanto el nom-bre como la especie del mejillón re-sultan algo ajeno al castellano de sutiempo, como pone de manifiesto estacita que toman del padre Sarmiento:“unas conchas triangulares y azules,con dos tapas, y que se comen”.

Muiles, El pozo los

GEOGRAFÍA. El Pozo los Muiles se lo-caliza bajo la urbanización de Xivares(parroquia de Albandi). En esta zonadonde se acumulaba el agua, se cap-turaban los muiles.

BIOLOGÍA. Con el término genérico demuil ‘mújol’ se designan en los conce-jos de Luanco y Candás cinco varie-dades de la familia de los mugílidos.Barriuso (1986: 253) nos ofrece la des-cripción física de estos peces:

Peces abdominales. Cuerpo fusiforme.Boca pequeña o mediana, protáctil,con el labio superior carnoso. Los

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opérculos se extienden bajo la gar-ganta, donde pueden aproximarse obien dejar un espacio o istmo yugular.Algunos tienen los ojos recubiertos enparte por un párpado adiposo. Dien-tes rudimentarios o nulos. Escamasgrandes. Sin línea lateral aparente.Aleta dorsal doble.

En cuanto a sus costumbres, Ba-rriuso (1986: 256) destaca lo siguiente:

Viven en el río, muchas veces entre lasaguas salobres y penetran al mar endistintas épocas del año para la puesta.[…] Es muy comentada por los pesca-dores la capacidad de los muiles paraevitar ser capturado. Ya Plinio (s. I)habla de la desconfianza del múgil, aquien atribuye que en lugar de morderel anzuelo desprende el cebo a golpede cola. Y San Isidoro de Sevilla (s. VI)atestigua que, al encontrarse el múgilcon la red, salta por encima de tal ma-nera que parece volar.

Su captura suele hacerse en laprimavera y en el verano con anzuelodesde los mismos muelles del puerto,también pueden caer en artes de malla.Esta pesca coincide con el momentomigratorio de la freza, que acude haciael litoral formando grupos. Su con-sumo no suele ofrecer inconvenientessiempre que la pesca se haya efectuadolejos de aguas sucias (Barriuso, 1986).

GASTRONOMÍA. Se trata de un pez quese encuentra con frecuencia muycerca de las playas, lagunas y algunosríos; el mejor es el de la roca, pues elde otros sitios lleva cieno en la tripay adquiere su sabor. Recién pescadoes como mejor resulta. Cuando sonpequeños, se preparan fritos, ya ma-yores, admiten ser guisados.

Muil a la marinera: vaciado ylimpiado el muil, se lava y se seca con

un paño; se coloca en una fuente dehorno, se rocía con limón y se dejamacerar durante un cuarto de hora.Pasado este tiempo se sazona de sal,se vierten por encima ocho cuchara-das de aceite, aproximadamente, y semete al horno, con calor mediano du-rante un cuarto de hora más o menos.Para que no le falte jugo mientras seestá asando, se coloca debajo del muiluna cacerola con agua hirviendo, deesta forma se mantiene dentro delhorno el grado de humedad necesa-rio para que el muil quede jugoso.Después se limpia la cabeza en unacacerola con una taza (de las de des-ayuno) de agua fría, durante veinteminutos. Pasados estos, se cuela elcaldo y se reserva. Mientras tanto sepone en una sartén mediana, aceite(el fondo cubierto); se acerca al fuego,y cuando está caliente se echa la ce-bolla y los ajos picados; cuando em-pieza a ponerse dorada la cebolla seagregan los tomates cortados en tro-zos cortados en trozos y el laurel; secuece a fuego lento unos cinco minu-tos; a continuación se agrega el vino,se sazona de sal y se sigue cociendoun poco más removiendo de vez encuando, En el mortero se machacanlas almendras y las avellanas hastaque queden hechas una pasta, se des-líen con una tacita (de las de café) delcaldo de pescado reservado y se agre-gan a la sartén. Se sigue cociendocinco minutos más, y se compruebade sal. Se pasa por el pasapurés. Si lasalsa quedara espesa se adelgaza conun poco más de caldo de pescado oagua. Cuando el muil lleva como uncuarto de hora de cocción se vierte

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sobre él la salsa, se cubre con una hojade papel de aluminio y se vuelve ameter en el horno uso diez minutosmás. Para servirlo se traslada con cui-dado de no estropearlo a una fuente yse ponen por encima, alrededor, susalsa. Se sirve en seguida.

Muil con patatas: se manda selimpia y vacía y, posteriormente selava y se seca bien con un paño. Sepelan las patatas, se cortan en rodajasfinas y se fríen en una sartén conabundante aceite hasta que esténtiernas, sin que lleguen a dorarse. Seescurren y se extienden en unafuente de barro. Encima se pone elmuil untado con aceite y sazonado desal. Se rocía con el zumo de limón, secubre con la cebolla cortada en roda-jas, alrededor se colocan los tomates,aplastados. Se riega todo con el vinoblanco. Se distribuyen en trocitos,por la superficie la mantequilla y semete al horno, con calor medianotreinta minutos aproximadamente.En su punto, se retira del horno, se lequitan las rodajas de cebolla y el to-mate, se pasan por el pasapurés y sevierte sobre el muil. Se sirven en lamisma fuente.

LINGÜÍSTICA. Voz derivada del latínm g l ‘mújol’. El resultado asturiano,desde el punto de vista fonético, es eladecuado a partir de la forma latina,con la pérdida de la -/γ/-; mientrasque la forma castellana mújol es cata-lanismo, (Barriuso, 1986).

Ostrera, La

GEOGRAFÍA. La Ostrera era un cria-dero de ostras que se hallaba en

medio de las antiguas junqueras quehabía en las inmediaciones de La Ríad’Aboño. Hoy es terreno ocupadopara actividad industrial.

BIOLOGÍA. Barriuso (1986: 403) aportala siguiente información acerca delas ostras:

El interior de la concha y la carne cam-bian su color blanquecino por rojizo siel animal acaba de desovar. Los pesca-dores advierten que cuando está roja,la ostra es venenosa, al menos no reco-mendable para el consumo. Escasea ennuestro litoral, por lo cual nunca cons-tituyó objeto de explotación espontá-nea. Los mayores enemigos de lasostras son los cangrejos, porque se ali-mentan de ellas, para lo cual se valende un ingenioso recurso: el cangrejoaguarda a que la ostra abra instintiva-mente las valvas, puesto que carece defuerza para obligarla; en ese momentole arroja dentro una piedrecilla que im-pide a la ostra cerrarse, al tiempo queél acude a devorarle la carne.

GASTRONOMÍA. Las ostras se consumencasi siempre vivas y al natural. Se lessuele añadir unas gotas de zumo delimón, lo que no resulta imprescindi-ble. Tal costumbre data del tiempo enque los transportes eran muy lentos yel limón se utilizaba para demostrarque la ostra estaba aún viva y que, porlo tanto, se podía comer sin peligro.Para abrir las ostras se usan unos cu-chillos especiales, o bien un cuchillocorriente de punta redonda. La ostradebe comerse en los meses que tienen/r/, es decir, en los meses que las aguasde mar están más frías, pues en el ve-rano, con el calor comienzan a criar.

Ostras en salsa fría: se abren lastres docenas de ostras, se tira la con-cha de arriba y se colocan en una

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fuente, unas al lado de otras. En unrecipiente se mezclan catorce cucha-radas soperas de aceite con cuatro cu-charadas de limón, se añade eltomate concentrado, las tres yemasde huevo cocidas aplastadas con untenedor y el perejil. Se sazona con salfina y se bate hasta que quede unasalsa espesa. Se pone sobre cada ostrauna cucharada de salsa, se coloca lafuente sobre un recipiente que con-tenga hielo y se sirven.

LINGÜÍSTICA. El DRAE (2001) cita ostracomo: “molusco lamelibranquio ma-rino, con concha de valvas desiguales,ásperas de color grisáceo por fuera yblanco anacarado por dentro, de lascuales la mayor es más convexa que laotra y está adherida a las rocas”; os-trera “perteneciente o relativo a las os-tras”, “persona que vende ostras”,“lugar donde se crían y conservanvivas las ostras”. A la misma familialéxica pertenece el topónimo Ostrera,lugar de Collera junto al Sella, del queafirma ser un sitio abundante en os-tras, García Arias (2004-2005). De loanterior podemos concluir siguiendoa Corominas y Pascual (1980-1983)que el origen de esta voz está en laforma portuguesa ostra, que viene dellatín ostr a; la forma castellana ostra nopuede explicarse como descendientede ostr a, pues no se comprendería lapérdida de la /ĕ/. La forma etimoló-gica castellana es la antigua ostria uostia, todavía se dice ostión en Andalu-cía o Cuba.

A la voz ostra se le habría aña-dido el sufijo -era < -aria (Pharies,2002), sufijo muy productivo de adje-

tivos y sustantivos que refiere, en estaocasión, un lugar abundante en os-tras, ya que estamos ante un antiguocriadero de estas.

Panchos, La puesta los

GEOGRAFÍA. Después de pasar lapuesta conocida como Les Gayeguesy antes de la bajada de Paredes (en laparroquia de San Martín de Podes),se localiza esta puesta de pesca, quedestaca por la gran cantidad y cali-dad de panchos que los pescadoresde la zona capturaban y capturan,hoy en menor número.

BIOLOGÍA. Barriuso (2002: 239) nosofrece la descripción física del pez:

Cuerpo oblongo, alto y comprimido;longitud de 30 centímetros y hasta 50centímetros. Rostro corto, ojos propor-cionalmente grandes. Aleta dorsalúnica. Cola escotada. Coloración gene-ralmente rojiza, flancos con bandas lon-gitudinales algo doradas, manchaoscura en el arranque de la línea lateral.

De nuevo Barriuso (1986: 126)realiza valiosas contribuciones sobreel pancho:

El besugo es objeto de importante ex-plotación en todos los puertos pesque-ros. Se le captura a la línea con lacuerda del besugo e, igualmente, convarios tipos de palangre. La pesca delpancho se efectuó con procedimientosvarios tradicionales, como la cala, larapeta o panchera, la cabrera, el cabudo decruz y la coblá, aparejos todos de línea.Después de fin de año el besugo pierdesazón y se vuelve desabrido, por locual dicen en Mieres que no está en co-mida, y añaden: en enero, caballón pa’lbesuguero.Por su peso, la pancha o pancheta se de-fine como besugo de tres en kilo (Can-

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dás). Antiguamente, según costumbreluanquina, la pancha se quedaba entrela tripulación del barco, distribuida enpartes alícuotas, reservando una por-ción para ser ofertada a las vendedo-ras de la calle. El pancho lo adquiríanlas fábricas de conserva, preparado enescabeche, se vendía luego principal-mente en Castilla durante la época dela siega.Hay quien rechaza la identidad dadaentre pancho y besugo, considerandoque entre ambos median diferenciasno solo cronológicas, sino también es-pecíficas. Aunque esto no es así, enparte tiene razón, ya que bajo el nom-bre de pancho se reconoce en conjuntola cría de especies varias, particular-mente de besugo y aligote, similares du-rante la edad joven, pero distintos ensu madurez. Atendiendo a los caracte-res juveniles, las obras científicas cla-sificaron el pancho como PagellusBogaraveo.

GASTRONOMÍA. Este pescado se pre-para preferentemente frito; aunquetambién se puede poner al horno ocon salsa de tomate.

Pancho al horno: Se limpian losdos panchos y se les quita la piel. Altiempo de prepararlos se sazonan contres dientes de ajo y una rama de pe-rejil machacado en el mortero y seponen en la fuente de horno. Se ro-cían con zumo de limón y se sazonande sal. Se dejan una media hora. Acontinuación se cubre el fondo de unasartén mediana, con aceite y, cuandoestá caliente, se fríe la cebolla picadamenuda; cuando empieza a dorarsese agregan los tomates pelados, sinpepitas y cortados en trozos, se siguefriendo un poco más y se agrega undiente de ajo con una rama de perejilmachacado en el mortero y desleídoel vino y el caldo disuelto en una ta-

cita (de las de café) de agua; se dejahervir unos minutos y se vierte alre-dedor de los panchos. Se rocían contres o cuatro cucharadas de aceite y semeten en el horno, con calor mode-rado, hasta que estén asados (aproxi-madamente veinticinco minutos). Devez en cuando se riegan con su salsa.Se sirven en la misma fuente.

Pancho con salsa de tomate: selimpian los panchos y se les quita lapiel y se cortan en trozos. Al tiempode prepararlas se sazonan con los ajosmachacados en el mortero. Se dejanuna media hora. Mientras tanto enuna sartén, con el fondo cubierto deaceite, se fríe la cebolla picada me-nuda; cuando empieza a ponerse do-rada se agregan los tomates y elperejil picado, se sazona de sal y sedeja freír todo junto hasta que estébien hecho; se pasa por el pasapurésy se reserva. Se pone sal a los trozosde pancho y se van friendo, por tan-das, en una sartén con abundanteaceite, a medida que se va friendo setraslada a una cazuela de barro ofuente de horno, se vierte la salsasobre el pescado y se agregan unascuatro cucharadas de aceite de freírlo.Se sacude la cazuela para repartir lasalsa por todo el pescado y se dejacocer lentamente unos diez minutos.Se sirve en la misma cazuela.

LINGÜÍSTICA. Este pez recibe diferen-tes nombres dependiendo de la fasede desarrollo en la que se encuentre:besugo (Candás y Luanco), es eladulto; panchote (Luanco), medio be-sugo (Candás), es el joven desarro-llado; pancha (Luanco), pancholeta

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(Candás) el pequeño de unos 20 a 25centímetros; pancho (Luanco y Can-dás) es la cría del besugo, menor queel anterior (Barriuso, 1986).

Para Corominas y Pascual(1980-1983) el origen de esta formaestaría en el latín pantex, -ĭcis ‘cría debesugo’ y ‘vientre, barriga, panza (co-loquial)’. Por su parte Barriuso (1986)afirma que no está claro el vocablopancho, en relación con el latín pantex,- cis ‘panza’, quizás se halla introdu-cido a través del mozárabe, como opi-nan Corominas y Pascual. Losderivados panchote, pancheta, panchín,etc., evidencian el tamaño en las su-cesivas etapas de crecimiento. Panchaadopta la terminación del femenino,aumentativo respecto a pancho; denuevo nos encontramos ante la opo-sición entre femenino, por lo generalmás grande, más productivo, frente alo masculino, más pequeño, menosproductivo, de menor calidad (PérezToral, 2004).

Perceberes, Les

GEOGRAFÍA. Les Perceberes son unaspiedras próximas a El Campo la Ñar-bata (Bañugues), donde antiguamentese cogían muchos de estos crustáceos.Hoy en día, el incumplimiento de laveda y la depredación llevada a cabopor el hombre han conducido casi a sutotal desaparición.

BIOLOGÍA. La perceba (Pollicipes Cornu-copia, Leach) es un crustáceo de la fa-milia de los policípidos y alcanza unalongitud de 5 centímetros. Barriuso(1986: 375) ofrece la siguiente des-cripción: “Cuerpo situado en la ex-

tremidad de un pedúnculo. Capara-zón con dieciocho placas, al menos.Patas representadas por filamentosen la base del pie. Vida fija sobre lasrocas litorales. Color de las placasblanco o gris”.

En otra obra suya, el mismoautor (1986) nos sigue informandosobre este crustáceo:

Les percebes se pescan durante lamarea baja empleando una rasqueta(llamada de diferentes modos: bris-tonza, percebera, etc.) con la que searranca el animal de la roca. La opera-ción de captura es sumamente peli-grosa, ya que este crustáceo seencuentra sobre rocas batidas por lasolas. La parte comestible es el pie yconstituye un plato muy apreciado ycaro tanto por la dificultad que suponesu recogida como por la escasez delproducto.

GASTRONOMÍA. Se lavan muy bien enagua fría, pero sin dejarlas permane-cer en ella mucho tiempo. En una ca-cerola, proporcionada a la cantidad,se pone abundante agua para quecubra bien los percebes, y sal (dos cu-charadas soperas por litro de agua).Cuando el agua hierve a borbotones,se echan las percebes, y cuandovuelve a hervir, se aparta la caceroladel fuego, se retiran del agua, escu-rriéndolos bien; finalmente, se cubrencon un paño hasta el momento deservirlas.

Lasaña de percebes: Se ponen lasalgas a remojo en un bol con agua fríadurante 20 minutos. Se Saltean lasalgas brevemente en una sartén conun poco de aceite. Se pone a hervirabundante agua con bastante sal, seintroducen les percebes y, cuando vuel-

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van a hervir, se retiran a un plato. Secuela el agua de cocer les percebes aotra cazuela. Se añade más agua pararebajar la cantidad de sal y cuandohierva, se introducen las láminas depasta de una en una. Se cocinan du-rante 3-4 minutos, se escurren y se re-servan. Se pica finamente las chalotasy se pochan en dos cazuelas con unpoco de aceite en cada una. Se pelalos tomates, se parten por la mitad, seles retira las pepitas, se cortan endados, se introducen en una de las ca-zuelas y se cocinan brevemente conuna pizca de sal y otra de azúcar. SeReservan. En la otra cazuela se pre-para la salsa añadiendo a la chalota lanata, perejil picado al gusto y unapizca de sal. Se cocina brevemente, setritura, se cuela y se reserva. Se mez-cla el tomate con les percebes, y se pre-para la lasaña intercalando láminasde pasta con percebes y tomate. Setermina con una lámina de pasta. Sesirve la lasaña con las algas por en-cima. Se salsea y se decora con pere-jil picado.

Crujientes de percebes con alga deroca: en primer lugar en una sartén semezclan aceite y harina. Se Ligan conuna varilla y se incorpora la lechepoco a poco. Después se añaden a lamezcla les percebes troceadas y unapizca de sal. Se mezclan bien. Se for-man las croquetas y se pasan porhuevo y pan rallado. Se Fríen. Comoguarnición se cortan las algas y seemplatan junto con las croquetas.

LINGÜÍSTICA. En Asturias y otras re-giones peninsulares existen topóni-mos que pertenecen a la mismafamilia lingüística: Punta Percebera

(Valdés) donde es frecuente la pescacon caña y la recogida de percebes.Islas Perceberos o Porceberas (Val-dés). Playa de Perceberos o Porcebe-ras (Valdés). Punta Percebera (Murosde Nalón) situada al oeste de la playade la Guardada. La Piedra los Perce-bes en Ribadedeva (VV AA, 2002).Cabeza Quiles (1992) cita en GaliciaLa Pedra Percebeira, donde abundaeste crustáceo. El mismo autor (2008)menciona el topónimo Percebellosa,una punta litoral con piedras ricas enpercebes que se halla en la parroquiade Corme Aldea, Ponteceso, A Co-ruña. A partir de lo anterior, podemosconcluir que la etimología de este to-pónimo sea una alteración de *pol-cébe(de), procedente del bajo latínpollĭcĭpĕs- ědis, compuesto de pollex‘pulgar’ y pes ‘pie’, así llamado por suforma semejante a un dedo, adheridopor un pedúnculo a las rocas (Coro-minas y Pascual, 1980-1983). A partirde *polc éb(de) resultaría percebe porasimilación de la vocal inicial y rota-cismo de la /-l-/ implosiva: arbŏre >árbol, arbitr re > albidrar ‘arbitrar’, sonotros ejemplos de este fenómeno enasturiano (García Arias, 2003). SegúnBarriuso (1986: 375) la forma con -a sedebería a “la creación analógica de unfemenino singular, a partir de un su-puesto femenino plural, les percebes,confundido en principio con el mas-culino castellano los percebes”.

Pinfanero, El

GEOGRAFÍA. En EL Castro (parroquiade Viodo) entre las puestas de Las So-brinas y La Riba, se encuentra esta

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puesta de pesca, muy frecuentadapor los marineros de la zona.

BIOLOGÍA. La aguja, Belone Belone (L.),es conocida en los diferentes puertosasturianos con los nombres de aúja,aguya, pínfano / -u, chínfano / -u, tín-fano, xínfanu. En la parroquia deViodo, perteneciente al concejo deGozón, el nombre más utilizado es elde pínfano / -u; aunque en la vecinaparroquia de Bañugues también seusa la forma guya. Barriuso (2002:58) describe este belónido del si-guiente modo:

Tiene un cuerpo alargado, fino y cilín-drico. Alcanza unos 80 centímetros omás de longitud. Presenta una bocahendida hasta debajo de los ojos, conlas mandíbulas muy prolongadas enforma de pico; por su parte, la mandí-bula inferior es un poco más larga quela superior. Posee dientes en dobleserie y son mayores y más agudos losde la mandíbula inferior. Tiene unaaleta dorsal única, originada al princi-pio del último cuarto del cuerpo. Porlo que respecta a la aleta anal es máslarga que la dorsal; mientras que susaletas ventrales son algo menores quelas pectorales. Posee una caudal esco-tada. Su dorso es de color verdoso oazulado, mientras que sus flancosestán recorridos por una franja plate-ada y, además, su vientre es blanco.Tanto su mandíbula inferior como susmejillas son plateadas. Finalmente, susaletas son blanquecinas, excepto ladorsal y la caudal que son grisáceas.

GASTRONOMÍA. Se trata de un pescadoazul y se suele preparar frito.

Pínfano frito: se limpian bien loscuatro pínfanos, cuidando de quitarleslas escamas. Se extraen las tripas y seensartan con brochetas desde la colahasta la cabeza en tres puntos, de ma-

nera que dibujen una S. Se Calientaaceite en una sartén y los freímos deuno en uno hasta que estén bien do-rados y cobren una textura crujiente.Se retiran de la sartén y se dejan es-currir en papel de cocina absorbente.Se Mezclan en un cuenco el vinagrede arroz con el mirin, el azúcar y lasal. Se cortan las guindillas por lamitad, se quitan las semillas y sepican finamente. Se Pelan los cebolli-nos y se pican también. Se Agregan lapicadura de guindilla y de cebollinosa la mezcla de vinagre y mirin. Seponen en una fuente los pescados fri-tos y se vierte la mezcla por encima.Se dejan en adobo durante una hora.Entretanto, se pelan el rábano blancoy se ralla. Transcurrido el período deladobo, se sirven los peces agujaacompañados de ralladura de rábanoblanco y se aderezan con el adobo. Secortas el limón en rodajas y se incor-poran como guarnición.

Pínfano en salsa: se sala el pín-fano y lo freímos enharinado en tacosmedianos y apartamos en una cace-rola. En una sartén rehogamos afuego lento la cebolla en rodajitas ylos ajos troceados. Cuando esté po-chado, se le agrega el tomate troceadoy se deja hacer. A continuación, aña-dimos el vino y dejamos que se eva-pore. Se Pondrá todo esto en labatidora con un poco de agua y loagregamos a la cacerola con el pínfanoy lo cubrimos de agua. Echamos lasbolitas de pimienta, azafrán, el laurely la pastilla de avecrem de pescado ydejamos cocer, a fuego lento, vigi-lando que no le falte agua. Tiene quequedar con salsa trabada.

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LINGÜÍSTICA. Además de los diferen-tes nombres dados a esta especie,existe, además, tal como recoge Gar-cía Arias (2002-2004) la palabra chin-faneru ‘red para pescar chínfanos’(Cg.). Por lo tanto, siguiendo a Coro-minas y Pascual (1980-1983), la formaasturiana chínfanu tendrían su origenen la forma latina scĭnĭphes o cĭnĭphes‘cínife, mosquito’, procedente a suvez del griego σχίψν, σχιπός, que de-signan varias especies de insectos ygusanos que pican o muerden. De ahíque, según estos autores, la palabrachínfanu –Belone, Belone (L.)– surjapor comparación de los dientes deeste pez, agudos como sierra, con elaguijón del cínife. Por su parte, Ba-rriuso (1986) cree que la relación entreel insecto y el pez se debería a los sal-tos que el belónido suele dar fueradel agua, a modo de cortos vuelos. Lamisma explicación valdría para elresto de variantes asturianas: pínfano/ -u, tínfano, xínfanu Este autor tam-bién contempla la posibilidad de quese trate de un galleguismo, con expli-cables adaptaciones varias, a partirdel gallego chímpano ‘paparda’ (Scom-beresox saurus), motivado por la cos-tumbre del pez de saltar sobre elagua, de la raíz onomatopéyicaCHIMP-, en relación igualmente conel gallego chimpar ‘lanzar’, chimparse‘saltar’. A esta forma pínfano / -u se leañade el sufijo -ero/ -u < lat. - RIUSpara designar un lugar abundante eneste tipo de belónido. Este sufijo esmuy utilizado en asturiano con estevalor abundancial: carbayu → carba-yera, cuchu → cucheru, lleña → lleñeru,etc. También, como hemos visto más

arriba, se utiliza este sufijo -ero / -upara designar un objeto o un reci-piente en el que guardar algo, comoen chinfaneru ‘red para pescar chínfa-nos’; otros ejemplos en Asturiano se-rían: café → cafetera, sopa → sopera,ceniza → ceniceru, xabón → xabonera(GLlAs, 1999).

Pulpos, La piedra Los

GEOGRAFÍA. Se trata de una roca en lasinmediaciones de la playa de Rebo-lleres, antigua playa de Candás, estazona era muy frecuentada por lospescadores para la obtención de estosmoluscos octópodos y también comozona de baño por los niños de la villa,de hecho, muchos de ellos aprendie-ron en esta playa a nadar.

BIOLOGÍA. Con la palabra pulpo, Octo-pus Vulgaris, Lamk, se designan todaslas especies, así como a la hembra”(Barriuso, 1986: 382).

Este mismo autor lo describe dela siguiente manera:

Cuerpo globoso y rugoso, con cabezadiferenciada del saco corporal. Tentá-culos gruesos y robustos, el primer parmás corto, todos ellos con dos series deventosas de gran capacidad adhesiva.Vive en fondos litorales de roca yarena. Longitud de 0,40 a 1 metro.Color variable, según el estado de re-poso o de excitación, normalmentegris oscuro con manchas verdosas (Ba-rriuso, 2002: 270).

Barriuso (1986: 382-383) explicacómo se captura este molusco:

El pulpo acostumbra a ocultarse en gua-ridas rocosas, de donde se le puede ex-traer directamente prendido con elgamo. Es útil, no obstante, auxiliarse de

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reclamo, formado este con un manojode trapillos blancos que, al pasarlo porel agua, atrae al animal fuera del refu-gio, donde queda expuesto a la cap-tura. Otros procedimientos consistenen atraparlo con la garabexa [utensiliocompuesto de un mango con pinchospara enganchar pulpos debajo delagua], de las jibias, o bien con ciertostipos de nasa, y aun mediante el arte defondo llamado rasgo. En Candás hayquien estimula al pulpo a salir de lacueva haciéndole cosquillas con unavarilla, como los niños a los grillos.

GASTRONOMÍA Pulpo al ajo arriero: selava y se cuece. Al tiempo de cocerlo,se agrega la hoja de laurel. Ya cocido,y frío, se corta en trozos y se coloca enuna cazuela de barro u otro materialque resista el fuego. En una sartén pe-queña, se pone aceite (aproximada-mente una tacita no llena) de las decafé; cuando esté caliente se fríen, len-tamente, los cuatro dientes de ajo pi-cados y la guindilla (si se deseaponerse), hasta que empiecen a do-rarse; entonces se retira la sartén delfuego, se deja que enfríe un poco elaceite y se echa una cucharadita (delas de café) de pimentón, rehogán-dolo fuera del fuego; después seagrega la cucharada sopera de vina-gre, se revuelve y se vierte sobre elpulpo. Se revuelve para mezclarlo, sesazona de sal y se deja freír todo unoscinco minutos. Se sirve en seguida enla primera cazuela. Antes de llevarloa la mesa, se comprueba de sal.

Pulpo con patatas: se limpia y secuece el pulpo (un kilo aproximada-mente). Cuando esté tierno se sacadel agua y se deja enfriar. Mientrastanto en el mismo caldo se cuecen laspatatas (un kilo), peladas y cortadas

en trozos grandes, cuidando que seconserven enteras. Se sazonan de sal.Cuando esté frío el pulpo se corta entrozos que no sean demasiado pe-queños, se ponen en una cacerola y seles agregan las patatas ya cocidas yescurridas. En el mortero se machacaun diente de ajo con una rama de pe-rejil, se deslía con un cacillo del aguade la cocción y se agrega al guiso. Enuna sartén pequeña se pone aceite(unas seis u ocho cucharadas) y se fríeun diente de ajo, ligeramente aplas-tado; en cuanto esté dorado se es-truja, con un tenedor contra la sarténpara que suelte todo el jugo y se se-para del aceite; se retira la sartén delfuego y se deslíe el pimentón, sevierte sobre el guiso, se remueve unpoco para mezclarlo, se compruebade sal, se pone al fuego para que déun hervor (debe quedar con pococaldo), se traslada a una fuente alar-gada y se sirve caliente.

LINGÜÍSTICA. En la región vecina deGalicia existen topónimos pertene-cientes al mismo campo léxico: Ca-beza Quiles (2008) registra lostopónimos A Polbeira, islote arenosodonde abundan los pulpos, que uneel castro de Baroña con el continente,en la ría de Noia, concejo de Porto doSon (A Coruña). Pobeira, punta si-tuada en la ribera derecha de la ría deNoia, en la parroquia de Esteiro,Muros, A Coruña. En conclusión, suorigen está en la voz latina polypus yesta del griego πολύπουσ, ‘de muchospies’. Según Corominas y Pascual(1980-1983), aunque la forma polypustenía una /ǒ/, debió de pronunciarsecon timbre cerrado, como suele suce-

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der en los helenismos (torno, golfo,golpe). Posteriormente el paso de la/ō/ > /u/ se debería al influjo de lalíquida /-l/ como ponen de mani-fiesto estos otros ejemplos: cŭlme >cume, sŭlcu > sucu ‘montículo de unterreno’. También podría explicarse elpaso de la /ō/ > /u/, al tratarse deun nombre de animal marino, si par-timos de una forma del primitivoastur-leonés, donde la u puede expli-carse por metafonía ante la -u final.Con esta voz se hace referencia a unlugar donde se pescaban muchos pul-pos, hasta cuarenta pulpos llegaron acoger algunos en un solo día. Estossolían utilizarse como carnada en lapesca al pincho y no para el consumo,ya que la cocina regional del pulpo esde iniciativa reciente.

Roballera, La

GEOGRAFÍA. Puesta de pesca situadajunto al carreru paso natural que per-mite ir de La Gaviera de Tierra a LaGaviera de Fuera (Cabo Peñes).Como recuerdan los pescadores de lazona se pescaban abundantes y bue-nos rodaballos en esta puesta.

BIOLOGÍA. Barriuso (1986) recoge la si-guiente definición de este pez:

El rodaballo, Scophtalmus Maximus(L.), se caracteriza por poseer uncuerpo oval rómbico muy alto y com-primido, con el flanco derecho plano yel izquierdo algo convexo; es el pleu-ronectiforme más alto de nuestrafauna. Tiene una longitud de 0,40 a 1metros. Su boca y mandíbula inferiorson muy oblicuas. Sus ojos son peque-ños, ambos al mismo nivel o el inferiorun poco avanzado. Su piel no tiene es-camas, con numerosos tubérculos

óseos esparcidos. La línea lateralforma una curva sinuosa sobre la aletapectoral y traza una rama hacia cadaojo. Posee una aleta dorsal única, largay algo angulosa, que se extiende desdeantes de los ojos hasta la raíz de lacola. Al mismo nivel llega la aleta anal,también angulosa, que avanza desdedebajo de las aberturas branquiales.Sus aletas pectorales son cortas y es-patuladas, mientras que las aletas ven-trales no totalmente simétricas. Tieneuna caudal amplia, con pedúnculo ro-busto. Sus aletas dorsal y anal exten-didas proporcionan al cuerpo elcontorno rómbico característico. Sucolor es variado, adaptable al fondo,normalmente gris verdoso con profu-sión de pequeñas manchas. Se le cap-tura con artes de arrastre. Losmarineros de Candás explotaron tra-dicionalmente excelentes caladeros derodaballo en las playas de Entrecabos(zona marítima comprendida entre elCabo Vidio y el Cabo Busto), preferi-blemente cerca del ronchel ‘fondo ma-rino de rocas’.

GASTRONOMÍA. Pescado blanco, decarne fina y exquisita; su mejor pre-paración es cocerlo en un caldocorto corriente o de leche; este úl-timo es muy indicado para esta clasede pescado.

Rodaballo al horno con almendras:se lavan los trozos de pescado (kilo ymedio), se secan bien con un paño yse sazonan de sal. Se unta una besu-guera, o fuente de horno con dos otres cucharadas de aceite y se ponenlos filetes de rodaballo, se riegan conseis cucharadas de vino blanco seco ochampán, se ponen las dos cuchara-das de mantequilla o margarina entrocitos y repartida por encima de losfiletes, se pone alrededor un vaso (delos de vino) de agua y se mete alhorno, con calor mediano, unos cua-

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renta y cinco minutos, rociándolo devez en cuando con el caldo de la be-suguera mientras está haciendo. Setrituran 100 gramos de almendras en-teras, peladas y ligeramente tostadascon el rollo de pastelería o una bote-lla (deben quedar finas, sin exceso).Cuando el pescado esté hecho, pa-sado el tiempo, se retira del horno (sedeja encendido), se deja enfriar unpoco el pescado y se le quita la piel;se unta después cada filete con yemade huevo, se espolvorea con las al-mendras y se vuelve a poner en elhorno cinco minutos más con elhorno muy caliente. Para servirlo setraslada a una fuente, trozo por trozo,con cuidado de no estropearlo y sevierte por encima todo el jugo. Sepuede acompañar de patatas al vaporque se rehogarán, unos minutos en eljugo, después de retirar el pescado.

Rodaballo con mejillones: Se quitala cabeza y se limpia el rodaballo (kiloy medio aproximadamente). Secuece. Mientras tanto, se limpianmuy bien los mejillones (un kilo-gramo), quitándoles las barbas; selavan y se ponen en una sartén, am-plia, se rocían con un vaso de vinoblanco y, a fuego mediano, se salteanpara que abran. Una vez abiertos, seretiran del fuego, se saca el mejillónde su concha y se reservan. Se cuelael caldo por un colador fino y una telafina puesta dentro de este. Se di-suelve el caldo concentrado en unataza (de las de desayuno) de aguafría. En un cazo o sartén se ponen doscucharadas de aceite y una cucharadasopera, colmada, de mantequilla;cuando está derretida se echa la ha-

rina (una cucharada sopera, col-mada), se dan unas vueltas y, poco apoco, se agrega el agua de los meji-llones y después y después el caldo,en la proporción que haga falta, hastaconseguir una salsa ligera. Se cueceunos diez minutos, dándole vueltasde vez en cuando. Se comprueba desal y se rectifica si hace falta. Se se-para del fuego. En la fuente donde seva a servir el rodaballo se coloca estesin piel y en trozos grandes, pero sinespinas. En un tazón se ponen las dosyemas de huevo y se revuelven conun poco de salsa, removiendo deprisapara que no se cuajen; cuando esténmezcladas, se mezcla con el resto dela salsa, agregando también los meji-llones, se revuelve bien y se vierte porencima del rodaballo, se espolvoreacon el perejil y se sirve caliente. Si seponen almejas, se prepara de lamisma forma.

LINGÜÍSTICA. Existen una serie de to-pónimos que pertenecen a la mismafamilia léxica: Punta A Robaleira, pa-rroquia de Serantes (Tapia de Casa-riego): saliente que cierra la playa dePenarronda por el este, próxima a lasislas Pantorgas. El acantilado tieneaquí casi 28 m. sobre el mar (VV AA,2002). Cabeza Quiles (2008) mencionael lugar gallego de Robaliceira, puntasituada en el límite de los concejoscosteros de Cedeira y Ortigueira, ACoruña. De este modo parece queeste vocablo es de origen incierto,quizá del céltico *rotoballos ‘el decuerpo redondo’, compuesto de lasvoces célticas rotā ‘rueda’ y ballos‘miembro’ (Corominas y Pascual,

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1980-1983). García Arias (2000) ex-plica las voces asturianas roballu y ro-daballu a través de esa forma céltica*rotoballos. En la forma asturiana ro-daballu se produce la sonorización dela -t- > -d- y la asimilación del timbrede la o pretónica a la a tónica: rodaba-llu. En la forma roballu, se produce lapérdida de la A pretónica : *rodballu y,posteriormente pérdida de la d-: roba-llu. A esta voz se le añade el sufijo la-tino -āria > -era, con el significado, eneste caso, de ‘lugar donde abundaeste pez’. Rodaballera, por su exten-sión, cinco sílabas, favorece la pér-dida de la sílaba pretónica:*rodaballera > roballera (Pharies, 2002).

Sargos, La Puesta Los

GEOGRAFÍA. Puesta de pesca que seencuentra al lado del cantil, que se lo-caliza en la parroquia de San Martínde Podes. Los pescadores del lugardestacan la gran cantidad de sargosque se podían pescar desde ese lugar.

BIOLOGÍA. Barriuso (1986: 148-149) nosdescribe y aporta los diferentes nom-bres que recibe este pexe:

Su cuerpo es elíptico y comprimido,con una longitud de 20 a 40 centíme-tros. Posee una cabeza obtusa, bocapoco protráctil, hocico prominente,aunque moderado. Tiene cuatro dien-tes frontales incisivos en cada mandí-bula, cuatro series de dientes lateralesmolariformes en la mandíbula supe-rior y tres en el inferior. Línea lateralseñalada, un poco menos convexa queel perfil dorsal. Posee una aleta dorsalúnica, con sus porciones espinosa yblanda, cuya parte final cae un pocoatrás como consecuencia de la acen-tuada convexidad de perfil corporal;

lo mismo sucede en la anal. Sus aletaspectorales son agudas, tan largas comola cabeza; mientras que las aletas ven-trales son la mitad de largas que laspectorales. Su caudal es amplia y bas-tante escotada. Se caracteriza por uncolor gris plateado. Sus flancos cuen-tan con siete u ocho franjas negras ver-ticales. Hay una mancha negrapequeña en la base de la aleta pectoraly otra grande en la raíz de la cola. Ale-tas ventrales negruzcas, caudal conmargen negro.

GASTRONOMÍA. Sargo frito: se limpianlos tres sargos de ¾ de kilogramoaproximadamente cada uno, se cor-tan en trozos y se sazonan de sal. Enuna sartén se pone aceite a calentar,cuando está caliente se pasan lostrozos de pescado por harina, se sa-cuden para que caiga lo sobrante yse fríen, por tandas; cuando estándorados por un lado se les da lavuelta para que doren por el otro.En su punto, se escurren, se ponenen una fuente alargada y se sirve,acompañada de ensalada de lechugay tomate.

Sargo a la sidra: se limpian losdos sargos, de kilogramo y mediocada uno aproximadamente, se lequitan las tripas (se deja la cabeza).Después se lava, se limpia con unpaño, se sazona de sal y se coloca enuna besuguera. En una sartén confondo bastante cubierto de aceite, sepone a freír la cebolla picada muymenuda, cuando esté tierna se agre-gan los dos dientes de ajo y perejil yuna rama de perejil machacado en elmortero y desleído con la sidra (unvaso de los de vino) y el coñac (cuatrocucharadas). Se echa en la cebolla, sele da un hervor, se pasa por el pasa-

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purés y se vierte sobre la chopa. Sepone a horno, moderado, duranteunos quince minutos. A media coc-ción se espolvorea con una cucharadade pan rallado. Para que no le faltejugo mientras se está asando, se co-loca debajo una cacerola con aguahirviendo, de esta forma se mantienedentro del horno el grado de hume-dad necesario para que los sargos que-den jugosos. De vez en cuando seriega con el jugo que va soltando. Sesirve con patatas hervidas o al vapor,cortadas en cuadros.

LINGÜÍSTICA. Este pez recibe el nombrede sargo en Luanco y Candás. En esteúltimo concejo también se recoge lavariante sardo. El sargo joven desarro-llado recibe el nombre de pica (por suhocico apuntado) en Luanco y chopaen Candás. El sargo joven, por su parte,se le conoce como pica en Luanco ypalmera (guarda relación con el ta-maño de la palma de la mano) en Can-dás y, finalmente, la cría de sargo sellama pica en Luanco y relojín (dimi-nutivo de reloj, por la forma redonde-ada de las crías) en Candás.

Según Corominas y Pascual(1980-1983) se trata de una palabraprocedente de la latina sargus ‘sargo,especie de mújol (pez)’. Barriuso(1986) añade sobre la etimología deeste pez que la variante sardo, que seescucha en el puerto de Candás,surge por analogía y paralelismo consarda y sardina.

Xulia, La

GEOGRAFÍA. La Xulia es una piedra convegetación, situada junto al acantilado

bajo los terrenos de la Granda dondese halla el edificio de telefónica en elentorno de El Cabo Peñes. Solo sepuede acceder a esta puesta con la ba-jamar. Es un lugar en la querencia delos pescadores, ya que obtienen bue-nas capturas, sobre todo de xulies ‘ju-lias, doncellas’. Desde La Xulia seaccede a la zona conocida como Sola-rriba, perteneciente al Ferrero.

BIOLOGÍA. La xulia, Coris Julis (L.), elmacho, y Coris Giofredi Risso, lahembra, es descrita del siguientemodo (Barriuso, 2002: 243):

Cuerpo alargado algo comprimido,15-25centímetros. Hocico agudo, la-bios carnosos. Aleta dorsal única. Colaredondeada. Esta especie experimentainversión secual sucesiva: es hembradurante la primera fase de su vida ymacho después. En la fase femeninapresenta coloración llamativa, confranjas longitudinales rojas y amari-llas; puede tener una mancha azul onegra en el opérculo.

GASTRONOMÍA. Xulia con alcachofas: sesazona el pescado (300 gramos sinpiel y cortado a tacos) y se rebozacon un huevo y cuarenta gramos deharina. Se Espolvorear con un pe-llizco sazonador de ajo y perejil. Sepone abundante aceite en una sartény se fríe hasta dorar. Se reserva alcalor sobre papel de cocina para queabsorba el exceso de aceite. Se Cortael tallo y las hojas duras de las tresalcachofas y laminar. Se echan unasgotas de aceite en una sartén y freír.Se saca y reserva sobre papel de co-cina. Se sirven los tacos de xulia re-bozados acompañado de lasalcachofas laminadas.

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Xulias con pimientos dulces ychorizo: Se doran las xulias (un kilo)junto con el chorizo (120 gramos) enuna sartén semihonda con un pocode aceite de oliva. Se sazona con sal ypimienta, se retira de la sartén y se re-serva. En la misma sartén, se agregala cebolla blanca picada (una taza),tres dientes de ajo picado finamente,una cucharadita de pimiento dulcepicado, una cucharadita de palillofresco rallado. Se Cocina hasta que lacebolla esté cocida. Agregar el vinoblanco (media taza) y se reduce acero. Se agregar la xulia, el chorizo yel caldo de pescado, se sazona con saly pimienta. Se Tapa y se deja sudarhasta que el pescado esté cocido. Unavez cocido, se retiran de la sartén elpescado y el chorizo. Se Ajusta el lí-quido, se rectifica la sazón y se ter-mina con una cucharada de sachaculantro picado y una cucharadita dechile o pimiento picante picado. Sevuelve a poner el pescado y el cho-rizo a la sartén y se sirve todo juntoen un plato hondo. Se acompaña conunas yucas o plátanos maduros san-cochados.

Xulies con verduras: se fríe elpescado (cuatro filetes) en aceite ca-liente y a fuego lento. En otra sarténse saltean las verduras (dos tazas deverdura china picada y se sazonan al

gusto con salsa de soja, la salsa de os-tión y el jengibre licuado al gusto.Una vez listo, se sirve el pescado cu-bierto con las verduras y con todo sujugo. Si se desea espesar, se diluye unpoco de chuño en agua fría y seagrega a la cocción.

LINGÜÍSTICA. Voz derivada del nom-bre femenino de persona iūlīa, -ae fre-cuente en varias mujeres romanas,especialmente la hija de Augusto (Se-gura Munguía, 2003). En cuanto a suetimología, Barriuso (1986: 223)afirma:

Xulia, español Julia, doncella y otrosnombres de significación análoga su-gieren la idea de una graciosa joven-cita por sus movimientos, delicadezay policromía. Originariamente pro-cede del griego ioulis y ioulos, nombrede un pez de color rojo, de donde lotomó en préstamo el latín iulis y iulus,sin que conozcamos la especie desig-nada. En español se asoció al nombrede persona Julia.En otras zonas de Asturias recibe elnombre de xulia cagona (Candás) porlas manchas que presenta. Xulia de labanderina (Llastres) a causa de sus ban-das rojas y amarillas. Carabinera (Tazo-nes), ya que sus manchas recuerdan elantiguo traje de los guardias carabine-ros. Xulia del rabo negro, Xulia de la man-cha negra (Candás), xulia pinta’l rabu(Llastres), nombres todos ellos debidoa la variedad cantábrica de cola negra(Barriuso, 1986: 222).

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Introducción. Metodología detrabajo

Los afanes fiscalizadores y tri-butarios del reinado de Fernando VIfueron puestos de manifiesto a travésde su ministro-secretario, responsablede la hacienda real, el Marqués de LaEnsenada; con ello pretendían lograruna Única Contribución1 proporcionala la riqueza de cada uno. Y así tuvie-ron como consecuencia la elaboraciónde un metódico, minucioso y exhaus-tivo documento, que se ha venido adenominar como el Catastro de Ense-nada, y se ha convertido en el primerdocumento escrito global sobre laeconomía y la sociedad española, apartir del cual se pueden iniciar estu-dios y valoraciones del estilo del queaquí se plantea.

Las respuestas a las ya conoci-das cuarenta preguntas de La en-cuesta2 (en lo sucesivo la encuesta) nosaportan una foto fija del estado y la ri-queza española de mediados delsiglo XVIII, que atrae a investigado-res y curiosos y genera estudios demuy diversa índole. Cada nuevo in-tento de aproximación a las respues-tas generales del Catastro deEnsenada (en lo sucesivo el catastro)supone para quien lo inicia motivo depreocupación y de orgullo a la vez.Muchos han sido los autores que lohan destacado3. Por ello, no introdu-cimos novedad en el planteamiento,pero esperamos que sí en los resulta-dos. En algunos trabajos anteriores4

ya se han puesto de manifiesto tesisy planteamientos que difieren en

LA RENTA Y LAS CARGAS TRIBUTARIAS EN UNA PARROQUIA

Y COTO DE LA MONTAÑA CENTRO-OCCIDENTAL ASTURIANA

DEL CONCEJO DE SOMIEDO A MEDIADOS DEL SIGLO XVIII.COTO DE AGUINO Y PERLUNES

ANTONIO ÁLVAREZ RODRÍGUEZ

1 http://pares.mcu.es/Catastro/servlets/ServletController?accion=2&opcion=10 (consultado en 1/07/15).2 http://pares.mcu.es/Catastro/servlets/ServletController?accion=2&opcion=31b (consultado en 1/07/15).3 Vid. MARTÍNEZ CACHERO, Luis Alfonso (1960): “Asturias y el Catastro del Marqués de la Ensenada”, Boletíndel Instituto de Estudios Asturianos, n.º 39. 4 GONZÁLEZ PRIETO, Luis Aurelio (2013): “La renta de un municipio de montaña a mediados del siglo XVIII”,en Pasión por Asturias. Estudios en homenaje a José Luis Pérez de Castro. Oviedo, RIDEA, pp. 579-605.

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parte de las corrientes de opinión ma-yoritarias5.

A partir del año 2010, el Insti-tuto de Estudios Asturianos (RIDEA)ha iniciado un gran proyecto que pre-tende publicar y agrupar la transcrip-ción de todas las respuestas generalesde Asturias6, hasta ahora parciales ydispersas en trabajos particulares; noes aprovechable en nuestro caso, puesno están transcritas las respuestas nipara el concejo de Somiedo ni para suscotos, uno de los cuales, el de Aguinoy Perlunes, es nuestro objeto de estu-dio. Por ello, nuestra primera labor haconsistido en obtener una correctatranscripción de las respuestas7 parael coto de Aguino y Perlunes; paraello, se han tomado como referencialas imágenes digitales disponibles delas mismas en el portal del Ministeriode Cultura8.

Efectuada dicha trascripción, yuna vez a nuestra disposición lasrespuestas, el trabajo ha continuadocon la recopilación de datos catas-trales de todas las fincas privadasexistentes en la parroquia de Aguinosegún el catastro de 1960 y sucesivosaños. Para este trabajo se han to-

mado como referencia las copias di-gitales de las fotos aéreas catastralesdonde vienen correctamente dibuja-das las parcelas9. Con estos datos seha confeccionado un completo des-linde de las mismas en cartografíaactual, a fin de comparar, lo más fiel-mente posible, las superficies realesde aprovechamiento en los años 50del siglo XX con las superficies de-claradas en el catastro.

También se han recopilado enarchivos particulares de varias fa-milias de los pueblos, escrituras an-tiguas del deslinde de los montescomunales y foros, censos y com-pras de fincas particulares, a finalesdel siglo XVII y comienzos delXVIII, unos años antes de la confec-ción del Catastro, y que nos serviránpara referenciar la veracidad de lasrespuestas. Todo este trabajo de re-copilación, cartografía y análisis dedatos se ha completado con el pro-pio conocimiento previo del terreno,el reconocimiento de campo y la in-formación particular aportada porlos vecinos y familiares sobre usosdel terreno y cultivos, tanto en elsiglo XX como anteriores10.

5 Vid. MATO DÍAZ, Ángel (2010): La sociedad rural en el concejo de Ponga (1750-1930): labradores, pastores, madere-ros y arrieros. Oviedo, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Oviedo. 6 El trabajo se inicia en 2010 con la publicación de Las respuestas generales del Catastro de Ensenada en Asturias.Allande Cabranes I, Real Instituto de Estudios Asturianos, 20107 Trascripción realizada por Juan Álvarez Calzón natural de Aguino, bajo la supervisión y correccióndel autor.8 http://pares.mcu.es/Catastro/servlets/ServletController?accion=4&opcionV=3&orden=0&loc=8698&pageNum=1 (consultado en 12/09/12).9 Consejería de Agroganadería y Recursos Autóctonos del Principado de Asturias. Dirección General de Po-lítica Forestal. Servicio de Montes. 10 Datos extraídos y completados a partir del “estudio monográfico sobre el coto de Aguino y Perlunes” que elautor viene desarrollando en los últimos cuatro años y que aún no está publicado.

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La disponibilidad final deunas superficies actualizadas, ubi-cadas digitalmente sobre el MapaTopográfico del Principado de As-turias a escala 1:500011, y su correctamedición, van a ser una herra-mienta imprescindible, como seña-lan ya los expertos historiadores12,en la consecución de los fines quenos proponemos: determinar los ni-veles de renta en el siglo XVIII y el

peso de los impuestos frente a larenta. Aspiramos, por tanto, no soloa interpretar y descifrar lo conte-nido en las respuestas, sino a dar unpaso más hacia el conocimiento dela situación económica real de aque-llos vecinos y de aquellos tiempos.Finalizaremos con un breve apuntede la situación actual y algunas pro-puestas para futuras actuacionessobre el territorio.

Imagen de Aguino con las últimas tierras que se trabajaron en la década de los años 80 del siglo XX. Todaslas parcelas que se ven en la foto fueron tierras hasta mediados del siglo XX.

11 Publicado por: Consejería de Infraestructuras y Política Territorial. Dirección General de Ordenación delTerritorio y Urbanismo. Año 2000.12 RUIZ DE LA PEÑA SOLAR, Juan Ignacio (1984): Introducción al estudio de la Edad Media. Madrid. Siglo XXI edi-tores, p. 299.

LA RENTA Y LAS CARGAS TRIBUTARIAS EN UNA PARROQUIA – 141

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Realengo y señorío. Marco jurisdiccional de un coto de montaña

Dado que el ámbito que nosocupa se corresponde con los terrenosdel coto de Aguino y Perlunes, contodo lo comprendido entre sus lími-tes, entendemos necesario matizarqué se entendía por coto en el antiguorégimen, pues según la respuesta nú-mero uno del interrogatorio “esta po-blación se llama coto de Aguino yPerlunes”. Y conforme a la segunda

respuesta, “dicho coto es de señorío elque pertenece al excelentísimo señorMarqués de Valdecarzana y el SeñorRamón Flórez, vecino de Santianes deMolenes, concejo de Grado, y comotales señores nombran cada uno unjuez y alcalde de hermandad”.

El Marqués estaba residenciadoen Madrid, y a él correspondía un ter-cio aproximadamente de los impues-tos, siendo los otros dos tercios parala familia Flórez, cuyo cabeza eraquien ostentaba el título de Señor deAguino13.

Foto de Perlunes desde Carbeineo a finales del siglo XX con las parcelas que fueran tierras en su mayoría,ya dedicadas a prados de siega.

13 PATAC DE LAS TRAVIESAS, José María: Árbol genealógico de la casa de los Flórez en Somiedo, mayorazgo de Babia ycotos de Aguino y Perlunes, fundado en 1523. Biblioteca pública Jovellanos de Gijón, aula del Padre Patac, ms.

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El historiador asturiano JuanIgnacio Ruiz de la Peña nos acerca alconcepto de coto:

Con posterioridad a 1295 se constitu-yeron los cotos a partir de un territorioque conformaba una demarcación au-tónoma dentro del estado. Sustraídos ala acción directa de los oficiales de lacorona y sometidos a la potestad de untitular, el señor que asume el ejerciciode las funciones públicas sobre las tie-rras y los hombres de su señorío14.

Definición que podemos com-pletar con el más extenso análisis deltambién historiador Juan Díaz Álvarez:

El ejercicio de la jurisdicción suponíael trasvase a manos privadas de unascompetencias de carácter público. Elseñor pasaba a ser la única autoridadcon plenos poderes, no solo sobre uncierto territorio, sino sobre los indivi-duos que allí se hallaran. El señorpodía establecer a su arbitrio las re-glamentaciones que le parecieranadecuadas, gozaba del derecho denombrar justicias y otras autoridades,ejercía el derecho de apelación y co-braba los derechos señoriales. Esta si-tuación favorecía que el titular decualquier señorío pudiera abusar: porejemplo mantener el control sobre losrecursos y actividades económicas,sacando así el máximo provecho desu posición15.

Destacamos este hecho, pues elconcejo de Somiedo era de Realengoy por tanto su administración dife-rente. El pertenecer jurisdiccional-mente al ámbito privado de un señor

del coto suponía el deber de satisfa-cer determinados impuestos a dichoseñor, que luego veremos gravabandoblemente las rentas de sus habi-tantes, pues no estaban por ello exen-tos de los tributos que imponía lacorona, ni tampoco de los que mar-caba la Iglesia para todos los habitan-tes de España.

Marco histórico y geográfico. Población

La fundación de la parroquia deAguino nos es desconocida, teniendocomo único dato documental el reco-gido del libro La Iglesia de Asturias enla baja Edad Media del historiador as-turiano Javier Fernández Conde, dequien recuperamos la anotación dellibro Becerro de San Salvador del año1385 que nos incumbe (p. 174):

Arçiprestalgo de Somiedo, parroquiade Santiago de Aguino, húsala a pre-sentar el duque del Infantadgo. Es ca-pellán Alfonso Gonçález e benefiçiadoMenén Gonçález. Ha de manso... díasde bues. De los diezmos lieva la metadel capellán, la otra metad el benefi-çiado. Pagan media procuraçión.Riende esta capellanía... mrs.

Si bien esta primera constan-cia documental es de finales delsiglo XIV, es fácil suponer que sufundación era muy anterior, quizásen el entorno del año mil, paracuyas fechas hay constancias docu-

14 RUIZ DE LA PEÑA SOLAR, Juan Ignacio (1977): “Baja Edad Media”, en Benito Ruano, Eloy: Historia de Astu-rias. Oviedo, Ayalga ediciones, t. 5, p. 131.15 DÍAZ ÁLVAREZ, Juan (2006): Ascenso de una casa asturiana: los Vigil de Quiñones, marqueses de Santa Cruz de Mar-cenado. Oviedo, RIDEA, p. 131.

LA RENTA Y LAS CARGAS TRIBUTARIAS EN UNA PARROQUIA – 143

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mentales de otros lugares de So-miedo, similares al que nos ocupa16.También sabemos que la Iglesia pa-rroquial fue templo de asilo17, puesasí constaba inscrito sobre la puertaprincipal de acceso.

Respecto a la fundación delcoto, poco o nada se puede decir; suprimera aparición documental datade 1493 y se corresponde con la ventade la mitad del coto por Juan deTineo (de la casa de Ibias y Cubillas),a Álvaro Flórez, castellano perpetuodel castillo de Alba y señor de la torrede Flórez18. Juan de Tineo había ad-quirido su parte por herencia de sutío Diego Fernández de Ibias y Mi-randa según testamento de 11 deMayo de 148319. Luego, con posterio-ridad a 1523 la documentación ya esabundante20, suficiente para seguir laevolución del coto y de los juiciossobre la jurisdicción del mismo que

emprenden las familias Miranda yFlórez, quedando la situación final-mente como aparece en las respues-tas del catastro.

Sea como fuere, en el censo de1585, primero que se conserva en elAyuntamiento de Somiedo, ya se en-cuentran censados 20 vecinos enAguino (11 hidalgos, 3 escuderos y 6pecheros cuantiosos) y 25 en Perlunes(10 hidalgos y 15 pecheros cuantio-sos)21. Para el año 1620, y después dehaber sufrido un gran descenso pro-vocado por las pestes de finales delsiglo XVI, el número de vecinosqueda fijado en 15 vecinos paraAguino (2 pecheros cuantiosos y elresto hidalgos, de los cuales los delapellido Menéndez y Entrago son no-torios y de casa y solar conocido22); y 31vecinos para Perlunes (con 15 hidal-gos, uno de casa y solar conocido delapellido Caunedo, y 16 pecheros

16 Vid. ABOL BRASÓN, Manuel (1994): “Historia. Instituciones”. Artículo recogido en Somiedo. Parque natural,editado en Oviedo por Senda editorial, pp. 94 y ss. 17 BENITO GOLMAYO, Pedro: Instituciones del derecho canónico: http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/03693952011336051954480/p0000009.htm, cap. VIII (consultado en julio de 2015).18 FAYA DÍAZ, María Ángeles y ANES FERNÁNDEZ, Lidia (2007): Nobleza y poder en la Asturias del Antiguo Régi-men. Oviedo, KRK ediciones, p. 309: “En cuanto al coto de Aguino y Perlunes, era de Álvaro Flórez, caste-llano perpetuo del castillo de Alba y señor de la Torre de Flórez, que fundó mayorazgo con sus bienes deSomiedo y las Babias en 1523 a favor de su hijo Juan; en 1493 Juan de Tineo le había vendido una parte delcoto, que le pertenecía por herencia, en 25.000 maravedíes. Tras pleito entre los Flórez y los Miranda, aque-llos hacen venta en 1545 y en 1566 a los Miranda, pero en 1610 piden en Valladolid nulidad de aquellas ven-tas; los Miranda siguen litigando y, aunque en 1651 la sentencia es favorable a los Flórez, finalmente lajurisdicción será para los primeros”.19 GUTIÉRREZ, Elena (2000): La casa de Ron y sus agregadas. http://familia-ron.org/LA%20CASA%20DE%20RON.html (consultado en julio de 2015).20 Archivo casa Valdecarzana: RIDEA (45 cajas con documentación de los siglos XIII-XIX).21 Libro del consistorio de Somiedo (1578/1599): Archivado en Ayuntamiento de Somiedo bajo el epígrafe 1.1 con-cejo Ayuntamiento/pleno. 1.1.0.6 Astas de sesiones. Caja 26/1. Trascripción propia.22 FAYA DÍAZ, María Ángeles (2008): “La nobleza asturiana: servicio a la Corona y ascenso social”, recogido enFaya Díaz, María Ángeles y Martínez Radio, Evaristo: Nobleza y ejército en la Asturias de la Edad Moderna.Oviedo, KRK ediciones, pp. 112-121.

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cuantiosos)23. Cabe mencionar en estepunto que para esa fecha del 1620, enPola de Somiedo, estaba la capital delconcejo, dotada por ello de las venta-jas de las Polas24; solamente avecin-daba a siete vecinos, de los cuales seiseran rentistas del séptimo y de la casaMiranda25.

De esos 46 vecinos de princi-pios del siglo XVII, se va a pasar a 62vecinos en 172226: 23 hidalgos noto-rios, 3 de solar conocido y 6 pecheroscuantiosos en Aguino; y 13 hidalgos,uno de solar conocido, y 20 pecheroscuantiosos en Perlunes; y a los 63 quenos informa el catastro en su res-puesta 21, en cuyo computo se inclu-ían once viudas. Completamos estainformación con un censo de perso-nas repartidas por rango de edades,algo posterior en las fechas: el censode Aranda de Enero 176927, elaboradoa partir de las declaraciones de DonSalvador Suárez Nava, párroco deAguino y según el cual la poblaciónse componía de 244 personas (mitadvarones y mitad hembras). Supon-

dremos en lo sucesivo para la épocadel catastro una población de losmencionados 63 vecinos, y unas 240personas que nos dan una ratio de3,80 personas por vecino, congruentecon las ratios que se consideran váli-dos para la época28.

Mencionar que del estudio delos vecinos casa por casa, se deduceuna gran estabilidad en la presenciade las familias, con apellidos que semantienen estables en el tiempo yque así continuarán hasta el siglo XX,según se deduce del análisis deta-llado de los censos y de los Libros Ca-nónicos, disponibles estos a partir de1767. La presencia de un linaje delapellido Flórez a partir de mediadosdel siglo XVII29 nos inclina a pensarque algún segundón, heredero de lapropia familia dueña de la jurisdic-ción del coto, se hizo cargo de las tie-rras que dicha familia seguramenteposeía en propiedad con anterioridada dicha fecha.

Por otra parte la familia delMarqués de Valdecarzana apenas po-

23 ÁLVAREZ RUBIO, Julio (1995): “Actividades profesionales y condición jurídica privilegiada”. Oviedo, Boletíndel RIDEA, número 145, pp. 336-338. 24 Vid. RUIZ DE LA PEÑA SOLAR, Juan Ignacio (1981): Las polas asturianas en la Edad Media. Oviedo, Universidadde Oviedo, Departamento de Historia Medieval.25 ÁLVAREZ RUBIO, Julio: op. cit., p. 334. En el caso del coto de Aguino no se cita que sus vecinos fueran fore-ros ni rentistas, hecho destacable, pues en este padrón de moneda forera suele constar tal extremo. 26 Ayuntamiento de Somiedo. 2.7.2. Empadronamiento. Caja 89/5: padrón de Calle Hita de 1722. Tras-cripción propia.27 INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA: Censo de población de Aranda de 1768, tomo VII. A partir de la copiamanuscrita realizada por la Real Academia de la Historia en 1773, p. 31. Trascripción propia. 28 Para el concejo de Cabranes, por ejemplo, esta ratio era de 3,71, según datos recogidos en: http://enciclo-pedia.cabranes.es/ v_portal/informacion/informacionver.asp?cod=178&te=14&idage=68&vap=0. Consul-tado en julio de 2015.29 En el padrón de calle Hita de 1692 aparece censado en Aguino Lucas Flórez hidalgo notorio. Unos añosantes aparecen también nombrados el mismo Lucas, Pedro y Juan Flórez, como vecinos de Aguino en la es-critura de deslinde de los montes parroquiales con el pueblo de Villar dada en 6 de julio de 1663 (archivo do-cumental de hijos de Valiente Álvarez de Perlunes).

LA RENTA Y LAS CARGAS TRIBUTARIAS EN UNA PARROQUIA – 145

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30 Relación de rentas de la casa de Miranda en el Valle del Lago, Caunedo, Aquino y Perlunes, etc. del con-cejo de Somiedo. Archivado en RIDEA bajo el epígrafe “Casa de Valdecarzana: 3.5 Administración del pa-trimonio. 3.5.0.3 Relaciones e inventario de propiedades”, caja 30/24 de 1718. 31 La desaparición de las respuestas particulares del coto nos ha impedido profundizar más en este aspecto,lo cual sería deseable. 32 Datos extraídos de la respuesta 28, según los cuales El Páramo pertenecía a Ramón Flórez y Horticeda alMarqués. Nunca se ha podido demostrar por qué título de propiedad se adquirieron estos terrenos, a pesarde los juicios emprendidos por los vecinos para tratar de recuperar dichos terrenos. Finalmente los compra-rían los vecinos de La Pola de Somiedo en la segunda mitad del siglo XIX. 33 Archivo documental de la familia de José Alba Flórez de Aguino y de la familia de Valentín Álvarez Díazde Perlunes. Copia de las escrituras de deslinde dadas una en Aguino lugar de los Retsayos a 6 de julio de1739 y la otra en la Torre de Babia a 12 de julio de 1663, donde se delimitan legal y oficialmente los linde-ros del coto, con mojones y marcas sobre piedra natural y ante escribano público y varios vecinos de lospueblos colindantes.

seía tierras propias, pues en un apeode rentas de la casa solamente cons-tan dos prados de poca extensión enPerlunes30. Otras familias del concejo(Cañedo, Sierra o Peláez.) o ajenas aél (Casaprim de Llanera o Peláez-Mi-randa de Oviedo), también poseíanalgunas propiedades que los vecinosllevaban en rentas o mediante foros,pero cabe pensar que era un porcen-taje muy pequeño del total de la pro-piedad. Los herederos del linajeFlórez en Aguino se muestran con eltiempo como los propietarios de lamayor parte de los terrenos y de losmejor situados y más productivos31,dato que nos remite a lo apuntadomás arriba.

El resto de terrenos comunaleseran propiedad de los dueños juris-diccionales del coto, incluidos lospuertos del Páramo y Horticeda, dosapreciables manchas de pastos de

195,46 y 70,42 Ha respectivamente.Las consideraremos incluidas en elcoto porque así las considera el Ca-tastro. Estos puertos eran la mayorfuente de ingresos para los señoresdel coto que los arrendaban a las me-rinas del Marqués de Santiago por700 reales de vellón al año en el casodel Páramo, y en 132 reales Horticedaa los vecinos de La Pola32.

Por lo que respecta al ámbitogeográfico, la parroquia de Aguinose ubica en el concejo de Somiedo yocupa una extensión real de 2.019,59Has (elaboración propia a partir delas escrituras de deslindes históri-cas33, y medida sobre la cartografíadigital más arriba mencionada). Lasuperficie de la misma se desglosaen los siguientes términos (ver fi-gura adjunta sobre distribución dela superficie cultivada dentro de laparroquia):

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PERLUNES AGUINO TOTAL PARROQUIA% % Sup. (Ha) %

Monte alto y bosque 344,39 34,42 249,59 33,14 593,98 29,41Fincas privadas 175,80 17,57 77,00 10,22 252,80 12,5234

Rocas y peñas 62,33 6,23 100,52 13,35 162,85 8,06Camperas 20,70 2,07 5,00 0,66 25,70 1,27Monte bajo ymatorral 397,34 39,71 321,04 42,63 718,38 35,57

Horticeda 70,42 3,49Páramo 195,46 9,68

TOTAL 1.000,56 752,18 2.019,59 (16.057 d. bs.)

Sup. (Ha) Sup. (Ha)

TOTALAGUINO PERLUNESSup. (Ha) (d. bs.)

Tierras de labor 17,29 40,12 57,41 456,48Prados de Yerba 54,14 118,72 172,86 1.374,38Montes 5,03 15,80 20,83 165,62Huertos 0,54 1,16 1,70 13,52

TOTAL 77,00 175,80 252,80 2.010,00

Sup. (Ha) Sup. (Ha)

Elaboración propia.

34 Cf. OCAMPO Y SUÁREZ-VALDÉS, Joaquín (1990): Campesinos y artesanos en la Asturias preindustrial. Oviedo, Sil-verio Cañada editor, p. 17. Se contempla una media del 8 al 11 por ciento de superficie cultivada. Entende-mos que los cálculos efectuados en ese trabajo se basan en las superficies declaradas, no en las reales, tantopúblicas como privadas. Para nuestro caso la cifra asciende a casi el 15% si consideramos El Páramo y Hor-ticeda excluidos del cálculo. 35 Los terrenos de la parroquia se sitúan entre cotas de 700 msnm y más de 1500 msnm con zonas inaccesi-bles de escarpadas crestas en roca.

Esta superficie total de 16.057días de bueyes (d. bs.) difiere untanto de los veinte mil días de bueyesque se declaran en la respuesta nú-mero diez acerca de las medidas detierra del término y sus usos; hechológico, pues en dicha respuesta se dauna superficie aproximada de la ex-tensión del coto, ante la falta de me-diciones fiables y reales sobresuperficies tan agrestes35.

El total de fincas privadas quecomprenden prados y tierras de laborasciende a 252,80 Ha que equivalen a2.010 días de bueyes, que luego ana-lizaremos comparativamente con lorecogido en el catastro.

Esa superficie de fincas se dividíapara este catastro de los años cincuenta-sesenta del siglo XX, entre tierras, pra-dos, huertas y montes particulares,conforme a la siguiente distribución:

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Fanega Copín Celemín Medidas Héminas Cuartales Litros Kilos1 6 6 9 3 24 56,76 42-47

36 ÁLVAREZ FERNÁNDEZ, María (2009): Oviedo a fines de la Edad Media. Oviedo. KRK ediciones, p. 456. La anti-gua calzada romana del Camín de La Mesa carecía para esta época de estudio de importancia económica, cla-ramente desplazada por el puerto de Pajares, ya fuera de nuestra comarca. 37 ROSO DE LUNA, Mario (1916): El tesoro de los lagos de Somiedo. Madrid, librería de la Viuda de Pueyo, pp.402 y ss.38 NAHARRO QUIRÓS, Elena (1994): “Economía (de Somiedo)”, recogido en Somiedo parque natural (dos volú-menes), editado en Madrid por Senda Editorial, p. 173.39 PÉREZ DE CASTRO, José Luis (1973): “Pesos y medidas populares en Asturias”, publicado en la Revista de Dia-lectología y Tradiciones Populares, tomo XXIX, cuadernos primero y segundo. Madrid, p. 198.

Datos sobre los que volveremosmás adelante.

Mencionaré, para terminar esteapartado, que nuestra comarca quedóhistóricamente apartada de las rutasprincipales de comercio y peregrina-ción36, sorprendiendo a visitantes yestudiosos37; y por ello, ninguna ins-titución pública ni centro de interésprivado vino a proporcionar otrasfuentes de ingresos que no fueran lasproducciones propias, tanto delcampo como de la ganadería.

Pesos, medidas y preciosConocidas las superficies, y el

tipo y distribución de terrenos, espreciso antes de continuar, establecerel marco referencial de pesos y medi-das y acotar la medida del día de bue-yes que hemos introducido ya en elapartado anterior; contamos con tresreferencias que nos van a servir paraestablecer los pesos y medidas vigen-tes en la parroquia durante la épocaconsiderada y que son: los trabajos de

Elena Naharro38, Pérez de Castro39 ylo contemplado en la novena res-puesta de la encuesta.

Empezando por esta última, co-piamos literalmente su transcripción:

A la novena dijeron que la medida queusa este coto es: por días de bueyesque se compone de treinta varas defrente y sesenta de largo y en el tér-mino que ocupa un día de Bueyes sesiembra con: tres copines de pan o decenteno o cuatro copines de cebada yal año siguiente un copín de maíz, otrode habas negras y se nota que: la fa-nega en este coto es castellana quehace seis copinos por la de San Salva-dor de Oviedo, y se compone denueve medidas o tres héminas o cua-tro cuartales.

Como la vara es castellana, laprimera equivalencia será de un díade bueyes igual a 1.257,73 m2 o 12,6áreas. Una hectárea por tanto, equi-valdrá a unos 7,95 días de bueyes.

En el trabajo de Pérez de Castrose establece para la fanega la mismaequivalencia para el concejo de So-miedo:

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Completando con los datos deltrabajo de Naharro: 1 hémina = 2 ce-lemines y 1 celemín = 4 cuartos. Ló-gicamente el peso de la fanega varíacon la densidad del material que semida. Para granos de escanda se esti-maba sobre los 42 a 45 kg.

En lo referente a precios nosatenemos a los contenidos en el pro-pio catastro en la respuesta 14:

A la catorce dijeron que el valor queordinariamente tiene: la fanega de panen este coto, como es de quince realesde vellón, la de maíz, habas negras ocenteno nueve reales de vellón menoscuartillo y la cebada ocho reales de ve-llón. El carro de hierba a doce reales devellón la pación de otoño cuatro realesy algunos pedazos de huertos de hor-taliza de corta dimensión lo regulansegún la calidad de tierra a que co-rresponda y no regulan la tierra In-culta de particulares por servir depasto común cuando está valdío.

Las equivalencias, ya sabidas,eran de: un ducado, once reales devellón, y un real de vellón, cuatrocuartillos o 34 maravedíes40.

Aunque estos precios parecenbajos en comparación con otros con-cejos asturianos41, están dentro de lospromedios, muy fluctuantes e infla-cionistas, de la época.

Otros pesos que nos vamos aencontrar serán la Libra de queso o

manteca, y la Arroba de manteca.Estas medidas las suponemos equi-valentes a 460 gr y 11,5 kg respectiva-mente, si bien no precisamos sutransformación a medidas actuales,pues sus precios vienen en función deesos pesos.

Cálculo de la renta. Renta total yper cápita

Para el cálculo de la renta totaltomaremos como punto de partidalas respuestas, pero completando, ma-

Foto aérea de los años cincuenta del siglo XX, conalgunas parcelas próximas al pueblo de Aguino,

tal como se dividían en esos años. Muchas de ellasya aparecen citadas en escrituras de finales del

siglo XVII.

40 Vid. HEISS, Aloiss (1869): Descripción general de las monedas hispano-cristianas desde la invasión de los árabes(tomo tres). Madrid, R. N. Milagros Piamonte.41 En Cabrales se cifraban veintidós reales para la de trigo y doce para la de maíz (vid. GONZÁLEZ PRIETO, LuisAurelio, op. cit., p. 585) y lo mismo en Pravia para el trigo y doce para el maíz (vid. GARCÍA VALDÉS, Celsa: “El con-cejo de Pravia en el siglo XVII”, recogido en BIDEA, n.º 111, 1984, p. 94.). En Anllares del Sil, la fanega de trigo valía24 reales y la de habas lo mismo (vid. http://anllaresdelsil. blogspot.com.es/search/label/H.% 20Anl-lares%20en%20el%20Catastro%20de%20Ensenada. Consultado el 6 de agosto de 2015).

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Foto aérea de Perlunes (1956) con las parcelas aún dedicadas a tierras en su mayor parte. Todas estas parcelasya se trabajaban en el siglo XVIII porque muchas aparecen ya citadas en escrituras y misas de aniversario.

tizando y ampliando dichas respuestascon los supuestos vistos en los apar-tados anteriores y otros que iremosañadiendo.

Renta agropecuaria

Las producciones agropecua-rias toman como base los cereales,siendo los principales la escanda, eltrigo, la cebada, el centeno y el maíz.Otros como el mijo y el panizo ya nose plantaban o estaban en franca re-cesión. Siguen en interés las habas ne-gras, las blancas y las algarrobas: noconfundir estas alubias, de plantabaja y tallo fuerte, con las muy poste-

riores judías de enrame que se aso-ciaron tan bien con el maíz, o entuto-radas con palos de avellano; tambiénllamadas fabas en Asturias, y queserán la base de un nuevo plato, la fa-bada. Hacemos esta aclaración por-que en algunos trabajos se confundenlas unas con las otras.

Habría que añadir alguna le-gumbre más como los pricuelos (mue-las en castellano), arbeyos (guisantes) olentejas, todos ellos muy cultivadoshasta el siglo XX; pero su importanciatotal no es destacable, y ni siquiera secomputan a efectos fiscales. Los culti-vos de huerta (básicamente ajos, cebo-llas y berzas) no computan ni para el

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décimo ni para el resto de impuestos.Todos estos cultivos están dentro delos más habituales en las comarcas demontaña, y lo son desde la Baja EdadMedia42; aunque bien es cierto que loscereales ya se conocían en época Cas-treña, parece que fueron los romanosquienes los introducirán definitiva-mente en la región43.

La escanda era el cereal principalde producción, con arraigo en Asturiasdesde los tiempos del neolítico44; elaprecio por la misma y por el pan de suharina es harto conocido y ponde-rado45. Su adaptación al terreno y susnecesidades de abono hicieron que estecereal fuese el rey de las cosechas; y supaja firme, su “porte rudo y monta-raz”46, capaz de aguantar ciertos vien-tos indeseables, aún la reafirmaron máscomo cultivo preferente. Se cultivabanlas variedades povía y fisga.

El trigo de temporada, que sesembraba en otoño, también era apre-

ciado y tenía muy establecido sucampo, pero la mayor fragilidad de suspajas y el menor aprecio por el pan desu harina jugaba en su contra47.

El maíz tuvo unos comienzos di-fíciles como cereal de cultivo, sería casiun siglo después del catastro cuandoentrase a formar parte importante dela simiente en alternancia con la es-canda y el trigo, y en paralelo con lapatata. En los primeros años de su ex-tensión por Asturias no contó con elbeneplácito de campesinos ni señores,incluso hubo quien lo denostara y ar-gumentase contra su utilidad y rendi-miento48. Por los diezmos que sedeclaran, vemos que el maíz comen-zaba su expansión en la parroquia; sibien su importancia nunca llegó a losextremos que alcanzó en las comarcasorientales49, sí es cierto que en Aguinoera casi desayuno y cena a principiosdel siglo XX, preparado como cuecho(pulientas o fariñas) o papas50; pero en

42 ÁLVAREZ CASTRILLÓN, José Antonio (2007): La comarca de los Oscos en la Edad Media. Poblamiento economía ypoder. Oviedo, KRK ediciones, pp. 243 y ss.43 SANTOS YANGUAS, Narciso (1984): “La economía agropecuaria en la Asturias castreña prerromana”. Oviedo,BIDEA, n.º 112, pp. 499 y ss.44 CAMINO MAYOR, Jorge (2005): “Prehistoria e historia antigua”, en Fernández Pérez, Adolfo y Friera Suárez,Florencio, Historia de Asturias, KRK ediciones, p. 99.45 SANTO TOMÁS Y PUMARADA, Fray Toribio (2006): Arte general de grangerías. Salamanca, editado por San Es-teban para el Museo del Pueblo de Asturias, pp. 791 y ss. 46 OLIVÁN, Alejandro (1850): Manual de agricultura. Madrid, Imprenta de la viuda de Burgos, p. 72.47 Sobre alimentación del campesino: vid. GONZÁLEZ PARDO, Julio (1999): Economía y sociedad en la montaña cen-tro-occidental asturiana en la crisis del antiguo régimen. Oviedo, RIDEA, pp. 79-80.48 SANTO TOMÁS Y PUMARADA, Fray Toribio, op. cit., pp. 272 y ss. 49 PUEYO MATEO, Luis Antonio (2002): El retablo de una memoria. El valle bajo de Peñamellera de 1889-1939. Pe-ñamellera Baja, edita Ayuntamiento del municipio. En la página 274 nos habla de la monotonía de la dietabasada en el maíz, que dio origen al dicho: “Por las mañanas pulientas, al mediodía borona, a la noche torta”. 50 El cuecho era la forma habitual y tradicional de comer la harina como una pasta hervida de cereal y leche o aguade consistencia poco espesa. Se acompañaba de miel o manteca cocida, sobre todo cuando se usaba como desayunoen los prados durante la siega. Mas antiguamente se hacían con la harina de trigo o escanda o la que hubiera yluego ya siempre con maíz. Las papas se preparaban hirviendo harina de maíz con agua, con consistencia más secalo que permitía llevarlas en el zurrón como bolas y comerlas durante el día.

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Perlunes, donde el maíz “no frute-aba bien”51, fue la patata la que ter-minó por ocupar el puesto deprivilegio en la alimentación52, comoingrediente básico en los cocidosacompañada de berzas y carne cu-rada del sanmartín.

Aunque la importancia del ce-real americano no fuera tan elevada,no cabe duda de que él es el respon-sable de las paneras y de parte de loshórreos y corredores53 necesariospara su secado, con que se comple-mentaron las viviendas; quede bienclaro y remarcado, no obstante, queen esta parroquia nunca el maízllegó a desplazar a la escanda comocereal panificable, ni en la tierra nien la mesa54.

Se completa el cuadro agrope-cuario con la yerba de los prados y laspaciones. Ambas se computan a efec-tos del catastro como producciónagrícola. La yerba seca era necesariapara alimentar el ganado, pues la

paja no basta; y el cuidado de los pra-dos y la maduración de la yerba eranextremos bien conocidos y manejadospor el campesino55.

No se mencionan en el catastroni hórreos ni paneras: ninguna noti-cia de los 34 que censamos a co-mienzos del siglo XX, 14 en Aguinoy 20 en Perlunes. Quizás no los habíapor la escasa producción de maíz; oquizás había tan pocos que pasarondesapercibidos; ciertamente de granparte de ellos nos consta su cons-trucción posterior, incluso la mayo-ría son posteriores a la segundamitad del siglo XIX, pero algunosmás antiguos deberían haber exis-tido ya para esa fecha.

No había frutales de importan-cia: no se reseña nada en el catastro ynos consta que el castaño no se intro-dujo hasta finales del siglo XIX y sola-mente en Aguino (en Perlunes no lopermite la altura); y nunca llegó a seruna fuente importante de alimento, a

51 Declaraciones orales de José Álvarez de Perlunes.52 Para nuestra parroquia y más concretamente en Perlunes se decía: “Para almorzar patatas, para comerpatatas solas y para cenar patatolas”. En el caso de los vaqueiros de Perlunes que trajinaban hacia Leónsolían traer maíz para consumo propio cuando regresaban de vender por los pueblos de Salas y Belmonte,y gustaban de cenar el gurupu, una mezcla de las sobras del cocido de medio día con harina de maíz yabundante grasa de cerdo, cocinado a la sartén. La borona o pan de maíz nunca fue del gusto de la gente,no se hacía en las casas y si alguna vez se comía era porque se compraba en los pueblos de Belmonte oSalas, se consideraba un pan garutsón y sin sustancia. (Entrevista a José Álvarez Álvarez de Perlunes y Lu-cinda Rodríguez de Aguino).53 GARCÍA MARTÍNEZ, Adolfo (2008): Antropología de Asturias, T. I. Oviedo, KRK ediciones, p. 72.54 GÓMEZ PELLÓN, Eloy (1994): “El proceso de cambio del medio rural Asturiano”. Recogido en Perspecti-vas del medio rural Asturiano. Encuentros en Torazo 1987-94. Principado de Asturias, Ayuntamiento de Ca-branes, p. 19.55 OLIVÁN, Alejandro (1850), op. cit., pp. 111 y 112. La necesidad de que la yerba madure y suelte parte desu semilla en el prado para garantizar la siguiente cosecha es un extremo que hoy no resulta posible de-bido al ramoneo de las especies salvajes y a la costumbre de ensilar en verde, hechos que están dando altraste con las praderas tradicionales en estas zonas de montaña, que se ven sustituidas por yerbas de in-ferior calidad pascícola.

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diferencia de otras comarcas, tanto aloriente56 como al occidente57 de Astu-rias. Del resto se recogerían nueces yavellanas, pero poco más allá de unoscestos de frutos para autoconsumo enalgunas ocasiones del año; y puedeque algunas bellotas para los cerdos.

Tampoco se menciona la patataporque quizás su cultivo aún era tes-timonial, y no formaba parte deldiezmo; pero que dada la rápida ygran difusión de la misma entre losvaqueiros sería extraño que, al menosen Perlunes, no se hubiera iniciado sucultivo58.

Tomamos como base para elcálculo de las producciones agrícolaslo declarado como diezmo en la res-puesta 16 (en realidad el sexto deldiezmo, según la respuesta 15):

A la quince dijeron que sobre las tie-rras del término de este concejo sólo sehalla impuesto el sexto de diezmo elcual dividido en dos partes en esta pa-rroquia de Santiago de Aguino corres-ponde una al cura de ella y otra alsimple que es Don Fernando Flórezcura Párroco de San Salvador de Meís,reino de Galicia.A la dieciséis dijeron que en esta pa-rroquia y coto producen sus diezmosun año con otro: veinte fanegas (sesupone de pan), aparte nueve y

cuarto de habas negras, dos de maíz,dos de centeno, otras dos de cebada,dos copines de habas blancas, otrosdos de algarrobas, dos arrobas demanteca, veinticuatro libras dequeso, cinco cabritos y tres corderos

Deducimos, analizando estosdatos, que los resultados de produc-ción total están muy alejados de la ca-pacidad de producción de las tierrasen base a la superficie declarada; y,sobre todo, en base a la superficie queluego estimaremos como realmentecultivada. Hay que hacer notar quelas tierras ya se trabajaban sin des-canso (cuarta respuesta), conforme ala generalización del cultivo inten-sivo para el siglo XVIII59, y la desapa-rición progresiva del sistema debarbecho60. No tomaremos por tanto,las producciones deducibles deldiezmo como base para nuestros cál-culos de renta.

Un cuadro comparativo de lassuperficies declaradas en las respues-tas a la encuesta y de las superficies re-almente trabajadas y existentes haciamediados del siglo XX nos va a poneren la pista de cuáles eran las princi-pales ocultaciones al interrogatoriodel catastro. ¿Por qué suponemos quelas superficies realmente trabajadas

56 BALLESTEROS VILLAR, Francisco (2000): Amieva y Ponga, historia y caminos antiguos, Oviedo, Nobel ediciones,pp. 213-216. FERNÁNDEZ SUÁREZ, Ana y dos más (2009): Asturias, concejo a concejo. Ponga, RIDEA, pp. 47, 49 y53. Tanto en Ponga como en Amieva es fácil encontrar en los pueblos bajos del concejo, sobre todo en el cotode Cazo, numerosas cuerrias para el almacenamiento y conservación de las castañas, junto a añosos casta-ños ya centenarios y abandonados. MATO DÍAZ, Ángel, op. cit., pp. 46 y ss.57 ÁLVAREZ CASTRILLÓN, José Antonio (2007), op. cit., p. 246.58 OCAMPO Y SUÁREZ-VALDÉS, Joaquín, op. cit., pp. 82 y ss. 59 GARCÍA FERNÁNDEZ, Jesús 1976): Sociedad y organización tradicional del espacio en Asturias. Oviedo, IDEA, p.99. MATO DÍAZ, Ángel, op. cit., pp. 43 y ss.60 GONZÁLEZ PARDO, Julio, op. cit., p. 45.

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MEDIDADOS SIGLO XVIII MEDIADOS SIGLO XXTierras de primeraTierras de media calidadTierras de tercera

TOTAL TIERRASPrados de regadíoPrados de secanoPrados de ínfima calidad

TOTAL PRADOSHuertos

256,5026,00

220,00502,50

50,17163,13

s/d213,30

s/d

75,00108,00264,00447,00147,00438,00739,00

1.374,383,50

Fuente: elaboración propia. Superficies en días de bueyes.

61 Ibid. Escritura de deslindes de 1739.62 Un día de bueyes de media calidad costaba 220 reales de vellón en 1720, según una escritura del archivo fa-miliar de la familia Bagel.63 Un censo constituido en 1698 sobre un prado de un día de bueyes lo gravaba con cinco reales anuales, un30% de la producción anual del mismo. Archivo familiar de la familia Bagel. 64 Podemos citar el Penietso Blanco en Montrondio, el Campietso en la Naliega de Aguino o La Carozal en Perlu-nes, entre muchas otras parecidas65 Un vecino de Aguino, José Flórez acumula para finales del siglo XVIII unas 25 misas de aniversario sobrepropiedades que va adquiriendo a lo largo de su vida y otras propias de sus antepasados. Vid. Más adelante,Archivo Diocesano.66 Testamento de María Alonso, por ej. En 1707, dado ante el cura párroco D. Gabriel de Cuenllas en Aguino.Archivo particular de la familia de Rosendo Feito.67 Archivo Diocesano de Oviedo. Parroquia de Santiago de Aguino. Ref. 56.1.668 Cf. GONZÁLEZ PARDO, Julio, op. cit., p. 42.

en el siglo XVIII se asemejan a las tra-bajadas en 1950? Pues por varias razo-nes, la primera es la referencia dada en1739 en la escritura de deslinde men-cionada a las fincas que delimitan lafacería de Aguino y La Pola: “los veci-nos del lugar de Aguino han de dejaren abertal los bravos de centeno quetienen sembrados al presente en lagranda de fuexio que nuevamente sehan rompido”61.

Esta es una referencia clara dehasta dónde ya se trabajaban los bra-vos del monte, y de cómo las tierrasbuenas distribuidas por naliegas, he-rías y cortinales, estaban dedicadasal cultivo de los cereales importan-tes: el trigo, el maíz y la escanda. A

esta referencia hay que sumar las nu-merosas escrituras de compraventa62

y censos63 del propio siglo XVIIdonde sucesivamente y a partir de1697, aparecen citadas las fincastanto en el centro como en los bordesde las herías principales64.

De igual modo, las numerosasmisas de aniversario65, que desde 1707aparecen en testamentos66 y en los li-bros de la Iglesia parroquial67, nos vandando la pista de terrenos apartados yen el borde de las herías principales;ello nos orienta sobre lo ampliamentedominado que estaba el territorio, po-niendo además en duda el supuestode que en esta parroquia existía mástierra labrantía que prado68.

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Bueyes 24 Vacas 104 Terneros 18Añojos 65 Novillos 136 Yeguas 21Potrancos 13 Caballerías 29Ovejas 327 Borregos 196 Carneros 66Cabras 104 Cabritos 61 Castrones 15Cerdas 30 Verrones 45 Cerdos 44

TIPO DEL GANADO TOTALVacunoCaballarDe cerdaCabrío y lanar

34763

119769

Que si lo agrupamos por tipos se resume:

69 En Ponga para esas fechas se promedian 2,15 Has (unos 17 d. bs.) según MATO DÍAZ, Ángel, op. cit., p. 3470 OCAMPO Y SUÁREZ VALDÉS, Joaquín (1990): op. cit., p. 65.71 Sirvan los comentarios de Feijoo cuando manifestaba que “no hay gente más hambrienta ni más desabri-gada que los pobres labradores”. Recogido en ARANGO FERNÁNDEZ, Jesús (2009): Montes comunales en Astu-rias y otras cuestiones agrarias. Oviedo, KRK, p. 60.

Si las superficies declaradas en1752 fueran las realmente cultivadas,entonces tendríamos una media de11,36 d. bs. por vecino, lo cual nopuede ser cierto porque no permitiríala subsistencia de tantas familias, elpago de impuestos, diezmos y forosy censos69. Las necesidades de subsis-tencia por familia estaban estableci-das cerca de los 40 días de bueyes70,es decir tres veces y media por en-cima de lo declarado para nuestra pa-rroquia. Para mediados del siglo XXla superficie media era de casi cuatroHectáreas por vecino (alrededor delos 30 d. bs.), resultando imposibleese aumento superior al 200% en esosdoscientos años donde apenas hayconstancia de haber ganado terrenosnuevos al monte.

Aun a pesar de las negativasopiniones que generaba en los hom-bres ilustrados de la época la vida enel campo71, no nos parece prudente ni

acertado tomar como ciertas las cifrasdel catastro y aún podemos aportarmás pistas. Otro dato revelador esque los vecinos van comprando pro-gresivamente los terrenos y paraprincipios del siglo XX ya son plena-mente dueños de todas las fincas;hecho impensable si sus explotacio-nes no produjeran algún beneficio amedio plazo.

A la vista de estos datos toma-remos como válida la superficie de-clarada de tierras, aún a sabiendas deque la real sería mayor, a la que luegoaplicaremos las producciones míni-mas, pero no podemos hacer lomismo con la superficie de prados; lapista definitiva que nos orienta acercade la ocultación de una importantesuperficie de prados, son las necesi-dades alimenticias del ganado y suconsumo de yerba en invierno. De larespuesta 18, extractamos el ganadocensado que declaran los vecinos:

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TIPO DEL GANADO TOTALVacunoCaballarDe cerdaCabrío y lanar

2004090

540

Nota: para el ganado de cerda suponemos un porcentaje más bajo, pues no era el de mayor presencia entreel grupo de los vaqueiros.

TIPO DEL GANADO TOTALUnidad ganado mayor 200-250Caballar 40

Aplicaremos ahora unos facto-res de conversión para transformar alganado cabrío y lanar en unidades deganado mayor, equiparables a ga-nado vacuno por sus necesidades ali-menticias; tomaremos unos 6 lanares

o 10 cabrío para las equivalencias.Ajustando todas estas cifras, y consi-derando las crías, la relación finalaproximada del ganado estante a in-vernar sería:

72 Vid. RODRÍGUEZ GUTIÉRREZ, Fermín (1989): La organización agraria de la montaña central asturiana. Oviedo,Principado de Asturias, p. 239.73 MATO DÍAZ, Ángel, op. cit., p. 60, establece un valor medio de 6,86 unidades de vacuno por vecino para elconcejo de Ponga, 3,36 en Amieva y 7,87 en Caso, y para el total de 16,7 en Ponga, 25,78 en Amieva y 18,61en Cazo. 74 Vid. MATO DÍAZ, Ángel: op. cit., p. 62

Se trata de valores medios altosde 20,6 animales totales por vecino72;de ellos, 5,50 de vacuno73, aunque nosabemos cuánto ganado sería propie-dad de los vecinos; no hemos encon-trado documento alguno de aparceríao comuña de ganados para esta épocay esta parroquia. Las respuestas tam-poco lo mencionan, a diferencia deotros municipios74.

Parte de este ganado pertenece-ría a los vaqueiros de alzada75, que po-

demos estimar en unos 15/20 vecinosen base a los padrones y al conoci-miento posterior de las familias quetenemos; pero el resto pertenecería alos vecinos fijos, es decir, que inver-naban en los pueblos. Estimando, portanto, que en torno al 30% de ese ga-nado vacuno, caballar, cabrío y lanarfuese trashumante, nos queda comoganado para mantener todo el año elsiguiente cuadro:

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Considerando que una unidadde ganado mayor, equiparable a unavaca adulta, precisa no menos de trescarros de yerba por cabeza76, y parael caballar, el equivalente a un carro,estaríamos estimando que, para in-vernar la cabaña ganadera declarada,se precisarían algo más de 600 carrosde yerba. Para producir esa cantidada partir de los prados existentes, y te-niendo en cuenta las productivida-des que nos proporciona el propiocatastro: “El día de bueyes de pradoregadío de buena calidad producecarro y medio de hierba y pación deotoño al año, de MC un carro dehierba y pación de otoño y el de YCdos tercios de un carro de yerba. Elprado de secano de BC produce undía de bueyes”, precisaríamos unasuperficie de prados no inferior a los800 días de bueyes77.

Supondremos, por tanto, paranuestros cálculos una producción de

623 carros; esta cifra nos parece másacorde a la realidad que la que nosproporcionarían las superficies decla-radas de prados en producción, segúnla respuesta décima: unos 214 d. bs.,que apenas producirían en el mejor delos casos, los 200 carros anuales.

Aunque posiblemente la Iglesiadel momento estaba más preocu-pada de sus bienes materiales quede los espirituales de la gente78, nodejarían los párrocos de ejercer ensu ámbito la caridad cristiana, en-tendiendo que no podían cobrar eldiezmo a las familias tan pobres79

que apenas cosechaban para su sus-tento. No podemos pasar por alto queel cura de Aguino era el mayor ha-cendado de la parroquia80; y que noprecisaría para su propio sustentomayores ingresos de los que ya leproporcionaban sus bienes y cargo.

Tenemos otra referencia claracon respecto a la yerba, paja y nar-

75 Estimamos que la mitad de los vecinos de Perlunes eran vaqueiros, pues es la tónica que hemos descubiertoen los estudios generales que venimos haciendo de la parroquia. Vaqueiros de alzada eran los que en inviernotrashumaban hacia zonas más bajas de los concejos de Belmonte, Salas, Oviedo o Luarca (vid. GARCÍA MAR-TÍNEZ, Adolfo (1988): Los vaqueiros de alzada: un estudio histórico-antropológico.76 Esta estimación es fruto del trabajo de campo, encuestas a las personas ancianas, y del conocimiento de lazona. Es una estimación muy a la baja y suponiendo que se acompañaría de las pajas de los cereales y de ace-bos tiernos y otras plantas que se recolectarían en verde. Para mediados del siglo XX las necesidades eran decinco carros de yerba por unidad de ganado mayor; bien sabido que el ganado del siglo XX precisaba mayoralimentación por ser animales más grandes y de mayor gasto. Vid. CONCEPCIÓN SUÁREZ, Julio; GARCÍA MAR-TÍNEZ, Adolfo; MAYOR LÓPEZ, Matías (2008): Las brañas asturianas: Un estudio etnográfico, etnobotánico y toponí-mico. Oviedo, RIDEA, p. 103 y p. 121.77 Los prados de regadío eran muy escasos, siendo la mayoría de secano y en las zonas menos productivas,pues el buen terreno estaba enteramente dedicado a tierras y solamente alguna familia económicamente máspudiente podía destinar parte del buen terreno a prados de guadaña. 78 GONZÁLEZ NOVALÍN, José Luis (1977): “La vida religiosa en Asturias durante la edad moderna”, recogidoen Benito Ruano, Eloy, op. cit., t. 6, pp. 240 y ss.79 Cabe destacar un hecho notable no obstante, que según la respuesta 35: la parroquia no albergaba ningúnpobre de solemnidad.80 ANES Y ÁLVAREZ DE CASTRILLÓN, Gonzalo (1980): Los señoríos asturianos (discurso de ingreso leído el 14 de di-ciembre de 1980), Madrid, Real Academia de la Historia, p. 106. OCAMPO SUÁREZ VALDÉS, Joaquín (1990):Campesinos y artesanos en la Asturias preindustrial, Oviedo, Silverio Cañada, pp. 30-31.

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vaso almacenado para el invierno:son esas cuarenta casas de establo queaparecen como respuesta a la pre-gunta 22. Eso nos supone un volu-men de pajar81 suficiente para unos1300 carros, ya fueran de pajas, yer-bas o cañazos de legumbres y narva-sos del maíz. El dato de 623 carros deyerba, por tanto, es compatible con lacapacidad de almacenaje (el restosería procedente de las pajas y narva-sos; recordemos que pajar toma sunombre de haber sido en origen al-macén para la paja). Si no hubieraceba almacenada para el invierno, notendrían sentido esas cuarenta cua-dras y otras diez arruinadas, de lasque dan fe las respuestas.

Para los años cincuenta delsiglo XX censamos en Aguino unosveinte pajares en el pueblo; y 28, en

cabanas por el monte. Y en Perlunes,censamos otros 20 pajares y 25 caba-nas, cifras muy superiores a las querecoge el catastro, consecuencia ló-gica de la mayor superficie dedicadaa prados; y del mayor y mejor abo-nado de los mismos, así como de lamejora económica de las familias conla llegada de la patata y la redenciónde los derechos señoriales y los terre-nos82. Para muchas de estas cabanasde monte se puede documentar suconstrucción a finales del siglo XIX.

No debemos descartar quemás antiguamente se almacenaseparte de la yerba en facinas o bala-gares al aire libre83. La cuadra fun-ciona además como una pequeñaindustria para el campesino, pues enella ha venido realizando las diver-sas tareas de su hacer cotidiano84; de

81 Hemos supuesto los pajares de unas tres brazas de ancho, que es el módulo constructivo de la época y deunas cuatro de media de largos, en base al trabajo de campo y a las cuadras que se corresponden con las dela época, como es el caso de la Casa García en Aguino en cuya fachada aparece grabada la fecha de 1751.82 Los montes comunales de la parroquia se compran de mano común en 21 de noviembre de 1931 en es-critura pública ante notario en Belmonte de Miranda. Participan 70 vecinos, 26 de Aguino y 44 de Perlu-nes, 15 de ellos vaqueiros de alzada. Venden Los Coalla de Grado. Para esa fecha los terrenos privadosya eran todos propiedad de los vecinos de los pueblos y no existían ni foros ni censos, ni arrendamien-tos ajenos a los pueblos. Sobre la importancia de esta figura comunal, vid. ARANGO FERNÁNDEZ, Jesús(2009): Montes comunales en Asturias y otras cuestiones agrarias. Oviedo, KRK ediciones, pp. 157 y ss. Vid.GONZÁLEZ PRIETO, Luis Aurelio y TRENZADO GONZÁLEZ, Kenedy (2004): Proceso y consecuencias de la des-amortización civil en Cangas de Onís. Editado por Ayto. Cangas de Onís y Consejería Medio Rural, p. 120.Por esas fechas de 1930 los pueblos habían adquirido el máximo de población, como ocurría en otros con-cejos: MATO DÍAZ, Ángel, op. cit., p. 26.83 Dada la dureza del clima invernal de alta montaña, es de suponer que este sistema no satisfaría a la gentey cuando la economía lo permitió se pasó al más cómodo y funcional sistema de pajar y cuadra donde gua-recer al ganado, alimentarlo mejor, protegerlo de las alimañas y generar cucho, de manera controlada y en ma-yores cantidades, pues como bien dice el refrán popular: Vale más cagayón de borrico que oración de obispo(recogido en GARCÍA MARTÍNEZ, Adolfo (2008): Antropología de Asturias T. I., op. cit., p. 392).84 IZQUIERDO, Jaime y BARRENA Gonzalo (2006): Marqueses, funcionarios, políticos y pastores. Oviedo, edicionesNobel, pp. 88 y ss. En los picos de Europa la cabaña del pastor era cuadra, casa, quesería e incluso cubil y ga-llinero. En Perlunes al menos dos cuadras ubicadas por el lindero del monte del Torno (Los Parrondios y CasaPriquín) contaban con forno para pan y algunas otras, incluso en Aguino (Bustietso y Falgueirúa), disponíande pachareta para dormir y rincón para el fuego, protegido con una gran losa por encima, la Chispera para evi-tar incendiar el pajar. No podemos asegurar que en 1750 ya existieran con ese uso, pero algunas de ellasmuestran bastante antigüedad por sus dimensiones, e incluso en la escritura de deslinde de los montes de

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Las más de 700 fanegas de ce-real de consumo, así consideradas, ylas más de doscientas de legumbres,son suficientes para garantizar el sus-tento básico de cereal y legumbre dela población85, la sementera, y aún sepodría derivar una parte para el pagode impuestos, rentas, foros y demásgastos del vecino.

Renta ganadera

En lo que respecta a la renta ga-nadera partiremos de las declaracio-nes de ganado arriba recogidas ya, y

a los esquilmos de los mismos segúnla respuesta 18:

A la dieciocho dijeron que en este cotohay esquilmo de: manteca, queso, ter-neros, potrancos, cabritos, corderos, cer-dos, miel, cera, y lana y...se regulan enla forma siguiente: a cada vaca lecheramanteniendo su ternero, cinco libras demanteca cada año, haciéndose la consi-deración de ese año que están lecherascon el que no lo están y cada libra demanteca la regulan en un real y cuartillopor ser castellana, y cada ternero mien-tras mama en veinte y cuatro reales devellón, que vienen a ser doce cada añocomo esquilmo de cada vaca. Y a cadacabra manteniendo su cabrito dos libras

ahí el gran interés que mostrabansiempre por disponer de una junto asus prados de las brañas más aleja-das del pueblo. Disponer de cuadrasignificaba almacén, cobijo y con-centración de la producción de es-

tiércol, y menor trabajo en el manejode la yerba y los animales.

Hechas todas estas considera-ciones la renta agropecuaria se podríaresumir y establecer del siguientemodo:

Villar y Perlunes de 1663 ya se menciona una cabaña de Villar en lo que hoy conocemos como la braña de LaMoral. La cabaña sigue existiendo actualmente (trabajo de campo). 85 El número de kg de cereal disponible, descontadas sementeras, impuestos y diezmos nos vendría a ga-rantizar una media de unos 300 gr. de cereal o fabas por persona y día (hemos supuesto unos 200 gramos paraancianos y niños y cerca de 400 para las personas en edad adulta, datos que aplicados al censo de Aranda de1769 nos aproximan a esa media de 300 gr. por persona), acorde también con los datos obtenidos por LuisAurelio en Cabrales (op. cit., p. 594).

GÉNEROPRODUCCIÓN

SEGÚN ELDIEZMO

PRODUCCIÓNCONSIDERADA

EN ESTEESTUDIO

(FANEGAS)

PRECIO(REALES

DEVELLÓN)

VALOR ENREALES DE

VELLÓN

Escanda o trigo (pan)MaízCentenoCebadaHabas negrasHabas blancasAlgarrobasCarros de yerba

333,3333,3333,3333,33

154,005,555,55-----

652,4856,6841,2524,75

169,7328,2911,28

623,00

15,008,758,758,008,753,003,00

12,00

TOTAL RENTA AGRARIA

9.787,20495,95360,94198,00

1.485,1484,8733,84

7.476,00

19.921,94

LA RENTA Y LAS CARGAS TRIBUTARIAS EN UNA PARROQUIA – 159

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La miel se trabajaba por el sis-tema tradicional de pequeños corti-jos, próximos a las viviendas, entruébanos de madera, y con extrac-ción de la miel por ahogamiento de lacolmena completa bajo el agua, entérmino de unos tres años por col-mena86. En total declaran los vecinos65 colmenas, propiedad de quince ve-cinos, lo cual nos indica claramenteun aprovechamiento para autocon-

sumo y con pocas posibilidades deventa de excedente. El manejo de loscolmenares en nada difería en el sigloXX, tal y como lo conocimos propia-mente, del manejo doscientos añosantes, no habiendo llegado al puebloninguna mejora al respecto, como laspropuestas por Sampil a finales delsiglo XVIII87.

El ganado de cerda sería paraautoconsumo en sanmartines fami-

de queso cada año y lo regulan en unreal de vellón... un potranco en sesentareales de vellón, un cabrito o un bo-rrego en tres reales de vellón, y asi-mismo regulan que una puerca puedacriar tres lechoncitos cada año y a cadauno los precian en otros tres reales devellón y a cada carnero le regulan unalibra castellana de lana y esta que valeun real de vellón y a cada oveja medialibra de lana... de cada colmena y elmodo de sacarlas ahogándolas se haconsiderado equitativamente de tres

años en tres años por haberse preci-sado que necesitaban este tiempo losenjambres que se sacarán de las col-menas viejas antes de haberlas aho-gado y en esta conformidad se regulasu producto en trece reales y medio devellón que son cuatro y medio cadaaño... una yunta o par de bueyes me-dianos valen veinticuatro ducados.

Con esos datos la renta gana-dera se puede estimar en:

86 Vid. LÓPEZ ÁLVAREZ, Xuaco (1994): Las abejas, la miel y la cera en la sociedad tradicional asturiana. Oviedo, RIDEA.87 Recogido por Apilena de la obra original: SAMPIL, José Antonio (1798): Nuevo plan de colmenas, publicadoen Madrid por la oficina de Don Benito Cano, pp. 97 y ss.

GÉNERO EN PRODUCCIÓNVALOR DE LAPRODUCCIÓN(RS. VELLÓN)

VALOR(REALES DE

VELLÓN)Vacas y sus jatos 1248,00Potrancos 780,00Ovejas 163,50Borregos 588,00Carneros 66,00Cabras 104,00Cabritos 183,00Puerca y lechón 270,00Colmenas (miel y cera) 292,50Manteca 325,00Bueyes

10413

327196

66104

6130*3

65104*5/2

15

12,0060,00

0,503,001,001,003,003,004,501,25

264,00 3.960,00TOTAL RENTA GANADERA 7.980,00

160 – CUADERNOS DEL RIDEA ANTONIO ÁLVAREZ RODRÍGUEZ

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liares, y una vez curado y ahumadoen las cocinas tsariegas88, pues esa esla tradición asturiana, y apenas pro-porcionaría excedentes para la venta,aparte de algunos lechones de cría89.Nunca llegaremos a saber si la crianzade cerdos era rentable para el campe-sino o, como ocurrió en la isla de Tiko-pia en 1600, hubiera sido mejor haberprescindido de la misma90.

Renta artesana

Las respuestas a las preguntas32 y 33 nos ponen en la pista de lasrentas artesanales de actividades ejer-cidas por los vecinos fuera de laépoca de las labores agrícolas:

A la treinta y dos dijeron que en estecoto hay catorce trajineros de granosy uno de ellos, vecino del lugar deAguino, se le regula de fiscalidadquince reales de vellón cada año porcada caballería y a los trece restantes,por trajinar más tiempo, se les regulapor cada caballería cada año treintareales de vellón... resulta haber 51 ca-ballos de carga. A la treinta y tres di-jeron que en este coto hay: veintiúnsastres... ganan cada día lo que traba-jan, dos reales de vellón y de comer…

todos los referidos son trabajadoresdel campo.

Vemos que la actividad arte-sana estaba concentrada en dos ofi-cios fundamentalmente: la arriería,de la cual eran mayoritarios los va-queiros de alzada91, y lo siguieronsiendo hasta el siglo XX; y la sastre-ría, más repartida entre ambos pue-blos, y siempre teniendo presenteque se ejercía como complemento delas faenas agrícolas92, y básicamenteen invierno, en los meses muertospara el campo93. Estas actividades te-nían netamente un carácter familiary local, siguiendo una tradición depadres a hijos como método deaprendizaje y como trasmisión deconocimientos94.

En los otros pueblos del concejo,y en el propio municipio somedano,abundan más los canteros y carpinte-ros, lo cual nos da una idea de cómo lasactividades se asumían por valles, porparroquias, e incluso por familias. Alsiglo XX llegaron los sastres en la pa-rroquia, aún en varias de estas familias,así como los arrieros y trajineros.

88 MUÑIZ GONZÁLEZ, Ángel (1967): Beleño, anécdotas, memorias y burlerías. Buenos Aires, ediciones Pandequén,pp. 19-23.89 La Casa García en Aguino, ya mencionada, se conservó intacta desde su construcción en 1751 hasta el sigloXX y su cocina tsariega estaba preparada para el ahumado del sanmartín, y además contaba con bugadeiro parala colada, escano con mesa y litera para dormir, y buen forno para cocer el pan. 90 DIAMOND, Jared (2010): Colapso. Por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen. Barcelona, Debolsi-llo, p. 386.91 GARCÍA MARTÍNEZ, Adolfo (1988): Los vaqueiros de alzada: un estudio histórico-antropológico. Oviedo, Servicio depublicaciones del Principado de Asturias, pp. 134, 136, 150. GARCÍA MARTÍNEZ, Adolfo (2008): Antropología, op.cit., Oviedo, KRK ediciones, pp. 217-220.92 OCAMPO SUÁREZ-VALDÉS, Joaquín (1990): La economía asturiana al final del antiguo régimen. Las manufacturas,1750-1850. Oviedo, Consejería de Educación Cultura y Deportes, p. 26.93 Las faenas de la casería ocupaban un mínimo de 60 días al año. OCAMPO (1990): Campesinos..., op. cit., p. 3594 Los afiladores por ejemplo, provenían de Orense. FERNÁNDEZ ROMÁN, Emilio (1998): El afilado de cuchillos ynavajas. Madrid, ediciones Tutor, p. 38.

LA RENTA Y LAS CARGAS TRIBUTARIAS EN UNA PARROQUIA – 161

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Dividiendo por el número devecinos (63), la renta media por ve-cino sería de 609,21 reales de vellónal año; y por habitante (240), sería de159,92 reales de vellón al año.

El mayor porcentaje de rentacorresponde a la agraria (sector pri-mario), algo que nos demuestra elpequeño peso que tenía la ganade-ría, a pesar de ser fuente imprescin-

Habría que añadir la temporadade siegas en la que muchos varones siiban a otros pueblos a trabajar; peroesta era una actividad de pocos días ysin apenas contrapartida en dinero,pues trabajaban por la manutención,que se estimaba en un real al día ypoco más; por ello, no la considerare-mos a efectos positivos de la renta.

Nada se dice de la elaboraciónde madreñas, tan común y mayorita-ria en el siglo XX, y que estamos con-vencidos por otros datos que aún nose había iniciado en su vertiente co-

mercial. Tampoco se menciona la con-fección de duelas de barril para su ex-portación a Castilla, actividad de laque tenemos referencias posteriores,pero que debió ser de muy baja acti-vidad y producción, a diferencia deotros concejos95.

El balance final de renta arte-sana, uniendo a la anterior, lo produ-cido por los siete molinos harineros(respuesta 17), de los que trabajabancuatro unos cuatros meses al año; y latejera y la taberna (respuesta 29), nosarroja los siguientes resultados:

95 MATO DÍAZ, Ángel, op. cit., p. 138.

GÉNERO PRODUCCIÓN PRECIO VALOR(REALES DE VELLÓN)

Molinos (maquilas estim.) (Total anual) 85,50Taberna (respuesta 29) (Total anual) 5,00Sastres (respuesta 33) 2 reales/día 8.940,00Trajineros de grano (14 en total) (Total anual) 1.440,00Tejera (alquiler) (Total anual) 8,00

TOTAL RENTANO AGROPECUARIA 10.478,50

CONCEPTO VALOR(REALES DE VELLÓN)

% SOBRE ELTOTAL

Renta agraria 19.921,94 52Renta ganadera 7.980,00 21Renta no agropecuaria (artesana) 10.478,50 27

TOTAL RENTA 38.380,44

Renta total y per cápita

La renta total sería la suma de los tres conceptos anteriores:

162 – CUADERNOS DEL RIDEA ANTONIO ÁLVAREZ RODRÍGUEZ

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dible de trabajo, abono y alimenta-ción. “El campesino era eminente-mente agricultor antes queganadero o artesano”96, y a ello de-dicaba la mayor parte del tiempo ydel trabajo. Será ya para principiosdel siglo XX cuando la ganaderíavaya aumentando su incidencia enla renta hasta lograr superar a laagrícola como ocurre actualmente,pero ese estudio se sale del marco deeste trabajo.

Quizás en la Edad Media la ga-nadería constituyese la base de la eco-nomía, como sugieren algunosestudios97; pero esa no era la situaciónen los términos de este estudio,donde vemos que la renta ganaderaera equiparable o inferior a la arte-sana. Incluso la consideración de usoimprescindible del ganado comofuerza de trabajo puede ponersehasta cierto punto en cuestión, puesuna gran parte del trabajo agrícola serealizaba manualmente, con el picón98

de cavar: la herramienta de usocomún en esta parte de la montañaasturiana. Obviamente, no era lo de-seable ni lo común siempre que sedisponía de pareja de trabajo; perodejamos abierta esta opción para su

evaluación en futuros trabajos sobreel campo asturiano.

Para completar este apartadopodemos establecer algunas compara-ciones de renta para mediados delsiglo XVIII; por ejemplo: los alfarerosde Miranda cobraban, hacia 1761, unostres reales diarios, trabajando 180 díasal año, lo que importaba unos ingresosde 540 reales al año99.

El cirujano del concejo de So-miedo percibía unos 500 reales anua-les y el escribano 300, según elcatastro. Un hacendado, con cierto pa-trimonio o negocios, podía manejarun nivel de renta entre cinco y diezmil reales al año100, unas diez veces larenta de un campesino. El escribanode la Junta General del Principado,unos 1500 reales al año; el portero,

96 MATO DÍAZ, Ángel, op. cit., p. 59.97 ÁLVAREZ CASTRILLÓN, José Antonio (2007): op. cit., pp. 251 y ss. 98 El picón es una herramienta adecuada para trabajar a fondo y a la vez delicadamente el terreno, sus dosbocas, una más ancha plana y la otra en forma de pico que es la que le da nombre, permiten sallar, arriandary escarbar con precisión, pero también cavar y trabajar para sembrar. 99 FEITO, José Manuel (1977): La artesanía popular asturiana. Gijón. Ayalga Ediciones, pp. 183-184. En el mismoorden de cifras se movían los alfareros de Faro que más trabajaban, aunque la mayoría de ellos no pasabande los 100 reales de media (p. 166).100 OCAMPO SUÁREZ-VALDÉS, Joaquín: Campesinos…, op. cit., p. 61. Sobre la renta en Avilés de los principales con-tribuyentes.

LA RENTA Y LAS CARGAS TRIBUTARIAS EN UNA PARROQUIA – 163

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unos 1000; y el comisario de la juntaen la corte, unos 6.000101. A los merca-deres de Ribadeo se les suponían in-gresos anuales por encima de dos milreales; y a los marineros, por encimade los mil reales anuales102.

Los umbrales de pobreza po-drían quedar fijados para una familiade tres miembros, por debajo de los 12d. bs. (seis de tierras y seis de prados,con la mitad propios, equivalentes a1,5 Has, necesarios para mantener unapareja de vacas); o una renta total equi-valente a los 150 reales anuales. Por en-cima de estos valores, y sobre todo enel entorno de la renta per-cápita con-forme a la media, se estaría en un nivelde vida de subsistencia; pero digno ysin penurias extremas, capaz inclusopara que los vecinos fueran adqui-riendo sus propiedades y los comuna-les, y llegaran a la tercera década delsiglo XX en plena propiedad de losmismos103. Hay que considerar que elcoste de equipar una casa con lo mí-nimo para trabajar se puede estimar enel entorno de los 250 reales104.

El diezmo, las cargas tributarias ylos gastos comunes. Repercusióntotal y por vecino

La trascripción de las respues-tas generales nos ha proporcionado

los datos referentes a impuestos pa-gados por los vecinos; y así en la res-puesta número dos tenemos:

A la segunda dijeron que dicho coto esde señorío el que pertenece al Exce-lentísimo señor Marqués de Valdecar-zana y al Señor Ramón Flórez, vecinode Santianes de Molenes, concejo deGrado y como tales señores nombrancada uno un juez y alcalde de la her-mandad y pagan a dicho Don Ramónlos vecinos del (coto) ciento cuarenta ydos reales y medio de vellón por razónde mataderas, y por la misma cuarentay siete reales y medio de vellón aldicho Señor Marqués. También paganal referido Don Ramón por razón denuncio que hay del tiempo del falleci-miento de cada vecino cabeza de casaun buey, vaca o caballería, la segundamejor que tuviera y si no el importe endinero que puede ascender a sesentareales de vellón cada año. También co-bran dichos Marqués y Don Ramón se-senta y cuatro reales de vellón delmarco de plata de cada moza solteraque en su jurisdicción respectiva sa-liese preñada de hombre casado o pri-vilegiado y los del estado generalpagan a dicho Don Ramón dos medi-das de pan cada año por razón depapas cada uno. Y además está a cargode los mencionados vecinos el compo-ner cárceles, prisiones que importacada año cuarenta reales de vellón...

Entendemos que el impuestode mataderas se correspondía en di-nero al equivalente a una vaca mata-dera: el impuesto que satisfacían los

101 FRIERA ÁLVAREZ, Marta (2003): La Junta General del Principado de Asturias a fines del Antiguo Régimen (1760-1835). Oviedo, KRK ediciones, pp. 127, 142 y 145.102 PÉREZ DE CASTRO, José Luis (2002): “Respuestas al catastro del Marqués de la Ensenada concernientes a lacuenca del río Eo”. Recogido en la publicación: En torno al bimilenario del Eo. Editada por Foro Cultural delNoroeste, dirigida por José Manuel Gómez Tabanera, pp. 693 y ss.103 Cf. OCAMPO Y SUÁREZ-VALDÉS, Joaquín: La economía…, op. cit., pp. 8 y 9.104 FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, José Manuel(2005): “Edad moderna”, en Historia de Asturias, op. cit., p. 482.

164 – CUADERNOS DEL RIDEA ANTONIO ÁLVAREZ RODRÍGUEZ

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Establecemos una media de co-branza del impuesto del marco deplata (reminiscencia del antiguo im-puesto por adulterio107), de una vezcada 10 años, pues no era frecuente talocurrencia. Los libros de bautismos de1769 a 1939 nos hablan de 75 hijos demoza soltera, muchos de los cuales sonluego reconocidos por el padre que ter-mina casándose con la madre.

La trascripción de las respues-tas generales nos ha proporcionadolos datos referentes a impuestos pa-gados a la corona por los vecinos; yasí en la respuesta número veinti-siete: “A la veintisiete dijeran quepagan los vecinos de este coto cua-renta y cinco reales y cuatro marave-

díes de vellón cada año de servicioordinario, ciento sesenta y siete rea-les y seis maravedíes de vellón de laalcabala sesenta y uno y medio delmillón que de este se paga a S.M.”.

Para la alcabala podemos acep-tar como válida la definición recogidaen la Gran Enciclopedia UniversalIlustrada Europeo Americana, edi-tada por Espasa Calpe que en sutomo cuarto, página 205 nos la definecomo: “importe sobre la venta o per-muta de mercancías que equivalía aun porcentaje variable entre el 10 y el15% de lo vendido y que pagaba elvendedor o ambos contratantes en laspermutas”. Como la mayoría de im-puestos, la alcabala terminó por co-

vecinos del cercano coto de Clavillasy Valcárcel a su señor Don Arias deOmaña, y que aquí había perdidoparte de su definición105. El corres-pondiente al nuncio, también cono-cido como la luctuosa, era lo que

hoy denominaríamos de sucesiones;y el de papas o yantar, era por el de-recho que tenían establecidos los se-ñores de obligatoriedad de darlescama y comida en sus visitas alcoto106.

105 ANES Y ÁLVAREZ DE CASTRILLÓN, Gonzalo (1989): Los señoríos asturianos. Oviedo, Silverio Cañada editor, p.112. Este coto muy similar al de Aguino, pagaban entre todos 200 reales de vellón o “dos vacas mataderasque los valiesen”.106 SÁENZ BERCEO, María del Carmen (1997): El régimen señorial en Castilla: El estado de Baños Leiva. Uni-versidad de la Rioja, p. 202.107 Vid: FUENTE PÉREZ, María Jesús (2007): Médicos de su honra: Violencia contra las mujeres en la Castilla medie-val, publicado en: http://revistaseug.ugr.es/index.php/arenal/article/viewFile/2994/3082 (consultado enjunio de 2015).

CONCEPTO IMPUESTO EN REALES DE VELLÓNMataderas Ramón Flórez 142,5Mataderas marques V. 47,5Nuncio Ramón Flórez 60,0Marco de plata 6,4Papas 120,0

TOTAL 376,4

LA RENTA Y LAS CARGAS TRIBUTARIAS EN UNA PARROQUIA – 165

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brarse en metálico y así aparece regu-lada en nuestro caso, si bien su escasacuantía nos orienta sobre el bajo niveldel comercio local.

Los otros dos impuestos a sa-tisfacer a la corona son los que co-rrespondía pagar al cuerpo depecheros, que, como ya vimos, sola-mente representaba el 26 % enAguino; y alrededor del 60%, en Per-lunes, debido al alto número de va-queiros de alzada que no gozaban dela condición de hidalgos.

En lo referente al diezmo nosatenemos a las respuestas 15 y 16:

A la quince dijeron que sobre las tierrasdel término de este concejo sólo se hallaimpuesto el sexto de diezmo el cual di-vidido en dos partes en esta parroquiade Santiago de Aguino correspondeuna al cura de ella y otra al simple quees Don Fernando Flórez cura Párroco deSan Salvador de Meís, reino de Galicia.A la dieciséis dijeron que en esta parro-quia y coto producen sus diezmos unaño con otro: veinte fanegas (se suponede pan), aparte nueve y cuarto de habasnegras, dos de maíz, dos de centeno,otras dos de cebada, dos copines dehabas blancas, otros dos de algarrobas,dos arrobas de manteca, veinticuatro li-bras de queso, cinco cabritos y tres cor-deros, y este diezmo como va a lo hechodos partes corresponde una al párrocoy la otra al simple señoriado de don Fer-nando Flórez y le lleva en arriendo DonJuan Peláez, vecino del coto de Gua,

seiscientos reales de Vellón cada año ycobra además otro don Juan los frutosde algunos atrasos que corresponden alreferido simple. Como también veintereales del ingreso de Iglesia y se notaque es también pensión por mitad cua-renta reales de diezmos de jatos.

Tomaremos, pues, a efectos deulteriores cálculos, el valor de 600 re-ales anuales de diezmo. Los gastosdel común de los vecinos los pode-mos deducir de las respuestas:

A la veinticinco dijeron que los gastoscomunes que tienen los vecinos de estecoto: cien reales de vellón cada año parala festividad del Corpus Crhisti y treintay nueve reales de vellón de la lámpara ycera para el altar del santísimo sacra-mento. Sesenta y nueve reales de vellónpara la fiesta del apóstol Santiago pa-trono de la Iglesia parroquial de estecoto, ochenta reales de vellón de lafiesta de nuestra señora de los remediosque está en otra parroquia. Y otros cienreales de vellón de la fiesta de San An-tonio de Padua capilla de Perlunes, yochenta reales de cera para el gasto yluz de la iglesia, cien reales de vellón delos gastos de setaferia cuatrocientos re-ales de vellón de reparos de caminos ymantenimiento de puentes que conti-nuamente se ven arruinados. Cuarentareales de vellón de los reparos de la igle-sia parroquial y casa de rectoría, cuyosgastos importan mil dieciocho reales devellón cada año y todo sale del reparti-miento que se hace entre los vecinos.

Lo cual nos da un total de:

CONCEPTO IMPORTE TOTALCárceles 40Mantenimiento iglesia y rectoral 50Festividad Corpus 100Cera para el altar 39Fiesta del apóstol Santiago 69Fiesta de Nuestra Señora 80Fiesta de San Antonio 100Cera capilla Perlunes 80Sextaferia 100Caminos y puentes 400

166 – CUADERNOS DEL RIDEA ANTONIO ÁLVAREZ RODRÍGUEZ

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A los impuestos y gastos direc-tos, habría que sumar los gastos dearrendamientos, foros y censos, misasde aniversarios e inversión en adqui-sición de terrenos, que los vecinos so-portaban anualmente; así se podríatener una visión de conjunto de cos-tes, renta y beneficio. Es evidente quese produjeron pequeños beneficiosque fueron redundando en la reden-ción de los foros y censos108, en lacompra final de todos los terrenos

privados y comunes, y en la mejorade casas, cuadras y hórreos109.

Cargas tributarias. Tributos estatales versus tributos señorialesy eclesiásticos

La iglesia siempre defendió eltributo del diezmo vehementemente,relacionándolo con la voluntad deDios, pues a él se debe tributo, ya quetodo lo da y todo lo aumenta110; y ello,frente a los tributos señoriales, pro-

Que podemos dividir en 368 re-ales para gastos relacionados con laIglesia y 540 en gastos de las infraes-

tructuras públicas. Resumiendo el global de gastos

e impuestos:

108 En los archivos de las casas abundan escrituras al respecto de la segunda mitad del siglo XIX. 109 Común en la segunda mitad del XIX y primera del XX.110 SANTO TOMÁS DE PUMARADA, Fray Toribio, op. cit., pp. 369-372.

CONCEPTO TOTAL % SOBRE TOTALTributo señorial 376,40 19Tributo corona 213,20 11Diezmo 600,00 30Gastos Iglesia y fiestas 386,00 20Gastos comunes obras y servicios 400,00 20

TOTAL 1975,60

CONCEPTO COSTE POR VECINO COSTE POR PERSONATributo señorial 5,97 1,57Tributo corona 3,38 0,89Diezmo 9,52 2,50Gastos Iglesia y fiestas 6,13 1,61Gastos comunes obras y servicios 6,35 1,67

La repercusión por vecino ypor habitante de los gastos e im-puestos se puede establecer en 31,35reales por vecino, un 5,15 % de la

renta por vecino; y en 8,24 reales porpersona.

De estos el reparto sería (en rea-les de vellón):

LA RENTA Y LAS CARGAS TRIBUTARIAS EN UNA PARROQUIA – 167

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ducto de los hombres, marcando asíuna distancia insalvable entre la vo-luntad divina y su magnanimidad, yla voluntad humana y su mezquin-dad. Pero el campesino no era tonto yveía con sus propios ojos que sus diez-mos y limosnas pasaban a engordar elcaballo del cura y sus terneras, conclaro reflejo en el folklore y en las sen-tencias orales111, largamente transmiti-das y repetidas, sin tener claro en quése beneficiaba Dios de todo ello112.

Los señoríos, unidos a la pose-sión de cargos municipales y de vas-tas extensiones de tierra eran, comobien apuntan María Ángeles Faya yLidia Anes113, la vía más segura y di-recta de ascenso social; por eso quie-nes lograban adueñarse de una partede territorio por el método que fuera,difícilmente iban a prescindir de él.

En nuestro ámbito, las cargas se-ñoriales representaban 1,57 reales porpersona114: unos seis reales por vecino,si bien los vecinos “no estaban some-tidos a prestaciones personales”115.

Las cargas señoriales casi du-plicaban a las cargas estatales, y eransimilares a los costes de manteni-miento del común, pero “la contribu-ción a la Iglesia y a sus representantesera sin duda, la mayor carga sopor-

tada por los vecinos”, y de la que sen-tían más necesidad de liberarse; eraequivalente al 50% de todos los gas-tos e impuestos, sin contar los díasque los vecinos asistían a trabajar lastierras y prados del cura parroquial,pues “la iglesia sí que tenía estableci-das prestaciones personales” sobretodos los vecinos.

Si los vecinos más pobres paga-ban sus impuestos en cabritos y cor-deros, precisarían vender todos losaños alrededor de la docena parapoder hacer frente a sus impuestos ygastos; algo que, sin lugar a dudas,representaría una dura carga sobresus economías; pero, por el contrario,no parece que las cargas tributariasfueran inasumibles para un sastre,que con unos veinte días de trabajoya podía satisfacer holgadamente losimpuestos de su familia.

Si la producción de renta pordía de bueyes cultivado, la podemosestablecer en el entorno de los 16 rea-les por día de bueyes, a tenor de lo se-ñalado más arriba, también podemosconcluir que para hacer frente a gas-tos e impuestos, se precisaría la pro-ducción completa de dos días debueyes; y, por lo mismo, si un cam-pesino pretendiera vivir en exclusiva

111 Vid. SUÁREZ LÓPEZ, Jesús (2009): Folklore de Somiedo. Gijón, Museo del Pueblo de Asturias (p. ej., p. 159).112 La animadversión hacia el clero alcanzó su cenit con la llegada de la guerra civil y, aunque creyentes ytemerosos de Dios en su mayoría, no fue suficiente esa fuerza moral para impedir que algunos desahoga-ran su resentimiento en los lamentables hechos que en Aguino supusieron la quema de los santos y ropa-jes de la Iglesia parroquial. Vid. ALONSO MARCHANTE, Emilio (2006): Muerte en Somiedo. Oviedo, EdicionesAzucel, p. 103.113 FAYA DÍAZ, María Ángeles y ANES FERNÁNDEZ, Lidia (2007), op. cit., p. 303.114 Cf.: ANES Y ÁLVAREZ DE CASTRILLÓN, Gonzalo, op. cit., p. 120.115 ANES Y ÁLVAREZ DE CASTRILLÓN, Gonzalo, op. cit., p. 120.

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Sin embargo, el mayor peso en larenta era el proporcionado por los bue-yes como animales de tiro; y es desta-cable el hecho de que el aporte a la rentadel ganado menor, sumado al caballar,

supere en porcentaje al vacuno de pro-ducción, algo que no esperábamos quesucediese al inicio de este estudio, me-diatizados quizás por la visión de laAsturias ganadera hoy imperante119.

de sus tierras sin obtener renta apre-ciable del ganado ni otras activida-des, precisaría, para alcanzar losniveles de renta media, de unos 35días de bueyes, dato que viene a con-firmar las necesidades del entorno delos 40 días de bueyes que otros estu-dios han establecido116.

Cabe destacar que el conjuntode los tributos señoriales y de la co-rona es elevado: del orden de 9,35 re-ales por vecino, cerca de la media de10,7 reales, que algunos autores es-tablecen para Asturias en esaépoca117; es obvio que las cargas se-ñoriales, aun no siendo insoporta-bles para la mayoría de los vecinos,contribuían muy notablemente a ele-var esa media.

Tres conclusiones y tres propuestasde futuro

A la vista de todo lo expuesto,ya estamos en condiciones de extraeralgunas conclusiones que, en su caso,contradicen lo propuesto por otrosautores.

La primera conclusión, es lapreponderancia absoluta de la rentaagropecuaria frente a la ganadera,hecho destacable, pues existe unacierta tendencia histórica a conside-rar la provincia más ganadera queagrícola118.

Es de notar también que el ga-nado predominante en número noera el vacuno, sino el menor (ovinocaprino y de cerda).

116 Ver nota 68.117 BARREIRO MALLÓN, Baudilio (1990): “Concejos y señoríos asturianos en la Edad Moderna”, en Historia deAsturias, Oviedo, Caja de Ahorros de Asturias y Principado de Asturias, vol. III, p. 544.118 Cf. SEVILLA ÁLVAREZ, Juan (2008): La industria láctea en Asturias. Oviedo, Muséu del Pueblu d’Asturies,pp. 16 y ss.119 Vid. p. ej. FONSECA RODRÍGUEZ, Julio (1971): Análisis estructural de la economía asturiana. Oviedo, Facultad deDerecho de la Universidad de Oviedo, tesis doctoral, p. 233.

TIPO DE GANADO RENTA OBTENIDA(REALES DE VELLÓN)

PORCENTAJE DE LARENTA (%)

Vacuno producción 1.573,0 19,72%Vacuno tiro 3.960,0 49,62%Caprino ovino y porcino 1.374,5 17,22%Caballar 780,0 9,77%Abejas 292,5 3,67%

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A partir de este punto se debe-rán reconsiderar hipótesis que se hantenido como ciertas, sobre el peso de laganadería vacuna y se deberá reconsi-derar y recuperar el aprovechamientode los montes comunales como unaverdadera fuente de alimentación parael ganado menor; una riqueza hoy per-dida en su totalidad, pero factor clavepara nuestros antepasados de menorpoderío económico; con ello tendríansus mejores recursos para la obtenciónde moneda en metálico120, en la ventade las crías (cabritos y corderos); y enlos quesos121 obtenidos a partir de laleche de cabras y ovejas, complemen-tado de mantecas elaboradas artesa-nalmente a partir de la leche de vaca122.

Por todo lo visto hasta ahora, sededuce de este análisis, que la mayorpresión fiscal la representaba la Iglesiay sus servicios asociados; la del señoríoera casi el doble que la estatal, la quetenían que abonar el resto de vecinosdel concejo de Somiedo, por lo quevivir bajo la jurisdicción del coto no

compensaba económicamente, eleván-dose las cotas de impuestos a valorespróximos a la media de Asturias comovimos más arriba. No es de extrañar,por tanto, que los vecinos tratasen portodos los medios de liberarse del yugojurisdiccional que les suponía la perte-nencia al coto123; pero, sobre todo, quemantuviesen una fuerte animadver-sión a la Iglesia en tanto organizacióneconómica de explotación de recursos.

En consecuencia, cuando losvecinos lograron al fin liberarse de lasimposiciones señoriales y de la Igle-sia, es cuando han venido los mayo-res desencuentros entre el campesinoy la administración burocrática, quese convierten ya en históricos; y envez de mejorar, empeoran con el pasodel tiempo, en un desahucio ambien-tal124 del que se hacen eco, cada vezmás y más, personas que observan yestudian cómo el campo, en su facetatradicional, va desapareciendo125. Cu-riosa paradoja que nos han traído loshechos y las normativas más recientes.

120 En la primera mitad del siglo XX aún funcionaba un rentable negocio de recogida de nata de leche porparte de las mantequerías Hermanos Arias de Pravia. Del trabajo de campo hemos podido constatar la exis-tencia de dos desnatadoras centrífugas proporcionadas por la propia industria que permitían recolectar unos40 litros de nata cada día (vid. SEVILLA ÁLVAREZ, Juan (2008), op. cit., p. 85). El suero restante se aprovechaba paraalimentar cerdos e incluso algunos vecinos hacían queso de poca calidad que luego vendían a precios bajos. 121 Aún en pleno siglo XX se seguía la ancestral tradición de elaborar algún queso para su venta, tradición quese perdió definitivamente a comienzos de los años sesenta cuando se comenzó a recoger la leche industrial-mente y cuando desapareció el ganado menor definitivamente ante la escasez de personas para su cuidadodiario y ante la imposibilidad material de hacer frente a la creciente expansión del lobo.122 SEVILLA ÁLVAREZ, Juan (2008), op. cit., pp. 16 y ss.123 BARREIRO MALLÓN, Baudilio, op. cit., p. 556.124 Término acuñado por la Consejera Cántabra de Ganadería y desarrollo rural, Blanca Martínez, para referirseal abandono de los pastores y de sus formas de vida. Recogido en: http://www. cantabria.es/web/comunica-dos/detalle/-/journal_content/56_ INSTANCE_DETALLE/16413/3393540, consultado en julio de 2015.125 Gonzalo Barrena lo pone de manifiesto en “Desahucio cerca del cielo”, publicado en El Fielato de 29 de juliode 2015, donde al referirse al diálogo entre administraciones y pastores escribe: “Los interlocutores no ha-blan el mismo idioma, aunque unos y otros comprenden las palabras del contrario”. Y unos párrafos más ade-lante: “En cien años de burocracia, frente a más de seis mil de pastoreo, la Administración no ha querido

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En nuestra parroquia, el mo-delo agrario tradicional126 comenzó aalterarse ya a principios del siglo XX;pero será a partir de mediados dedicho siglo cuando se consoliden lasgrandes transformaciones, y cuandola producción de excedentes co-mience a ser significativa en la renta.La producción de madreñas127 y la es-pecialización ganadera hacia el va-cuno de producción fueron los dosmotores de ese cambio, que termina-ría por entregar el testigo a la gana-dería puramente de pasto y carne,con el abandono de la mayoría de lasfamilias en las tres décadas siguien-tes. No obstante, el cambio fue lento,demasiado tarde, y en condiciones decompetitividad y productividad muy

inferiores a otras regiones euro-peas128; y además, condicionado porla geografía también diferente a otraszonas o comarcas129.

En definitiva, entre las muchaspropuestas que se formalizan para re-cuperar la diversidad económica delcampo asturiano, no cabe duda la derecuperar el sentido tradicional deproducir con lo que se tiene; y con ladiversidad que permite el campo, de-bería ser la estrategia clave de fu-turo130. Si en el siglo XVIII seconsolidó el cultivo del maíz, y en elsiglo siguiente, el de la patata; y en elXX, la ganadería y los quesos artesa-nales131, quizás es tiempo de pensaren nuevos cultivos, productos de altovalor añadido, compatibles con la re-

encontrar la vía de comunicación con la civilización ganadera”. En la misma línea antropólogos como AdolfoGarcía (Antropología de Asturias, tomo II, p. 861) o expertos en el medio rural como Jaime Izquierdo insistensobradamente en ello en sus conferencias y charlas. Y lo mismo señalan en sus libros y trabajos caminantesinfatigables como Xulio Concepción (Las brañas asturianas: un estudio etnográfico, etnobotánico y toponímico, encolaboración con Adolfo García y Matías Mayor López, Oviedo 2008, publicado por RIDEA, p. 273), o Fran-cisco Ballesteros, op. cit., y también en Pastores y majadas del Cornión, Everest, 2002, León. 126 GÓMEZ PELLÓN, Eloy (1994): El proceso de cambio del medio rural asturiano, op. cit., pp. 18 y ss.127 GARCÍA MARTÍNEZ, Adolfo (2008): Antropología de Asturias, tomo I, op. cit., pp. 197-201.En la parroquia llegaron a registrarse unos 20 madreñeros en activo, produciendo para la venta unos 30 pares almes durante al menos cinco meses al año, lo que suponía un importante flujo de dinero en metálico con que com-pensar las necesidades de las caserías. La madera usada era mayoritariamente la faya, por su abundancia, aun-que no se despreciaban el nogal, el plágano o el abedul cuando se disponía de ellos, como ocurría en otras partesde Asturias: GÓMEZ PELLÓN, Eloy (1994): El proceso de cambio del medio rural asturiano, op. cit., p. 200.128 CARANTOÑA, Elena (1994): “Reflexiones sobre el efecto centralizador de la Unión Europea”, recogido enPerspectivas del medio rural asturiano. Encuentros en Torazo 1987-94. Principado de Asturias, Ayuntamiento deCabranes, p. 121.129 GÓMEZ PELLÓN, Eloy (1994): Vida tradicional y proceso de cambio en un valle del oriente de Asturias. Gijón, Prin-cipado de Asturias, pp. 68 y ss., pp. 94 y ss.130 ALBA ALONSO, José (1994): “Diversificación económica en el medio rural asturiano”, recogido en Perspectivasdel medio rural asturiano. Encuentros en Torazo 1987-94. Principado de Asturias, Ayuntamiento de Cabranes, p. 168.131 Para el queso de Cabrales podemos establecer su crecimiento en venta y exportación en el primer terciodel siglo XX (vid. GONZÁLEZ PRIETO, Luis Aurelio (2011): “Aproximación al desarrollo histórico de un pro-ducto de calidad: el queso de Cabrales”, en el libro Del Cabrales, el sabor del saber. Oviedo, Consejo reguladordel Queso de Cabrales, pp. 66 y ss.Para el renombrado queso de Gamonedo las fechas son más tardías y no se constata su producción comer-cial antes de la segunda mitad del siglo XX (fuente: elaboración propia de entrevistas a productores por losPicos de Europa).

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132 DIAMOND, Jared (2010): op. cit., p. 637.133 En un artículo de María José Iglesias recogido en el periódico La Nueva España del 8 de noviembre de 2011,los técnicos y expertos en desarrollo rural, Jaime Izquierdo y Jesús Arango, muestran a las claras la proble-mática y parte del camino a seguir, después de que un pavoroso incendio arrasara unas 2000 Ha (¡territorioequivalente a toda la parroquia de Aguino!) en Valledor (Allande) y se llevara por delante casas, bosques yhasta tejos centenarios. 134 Vid: VÁZQUEZ FERNÁNDEZ, Víctor Manuel (2004): Historia natural y cultural del lobo. Oviedo, RIDEA. En al-gunas manifestaciones ganaderas y desde algunos sectores se levantan voces que llegan a pedir la desapa-rición del lobo de la cordillera cantábrica, poniendo sobre la mesa con crudeza el problema que su presenciagenera y haciendo ver a las claras que no todos los sectores implicados en el tema comparten intereses co-munes. Mientras un sector se decanta por la diversidad medioambiental y apuesta decididamente por unaAsturias semisalvaje, otros pretenden mantener una explotación más acorde a la economía regional de losrecursos naturales, en este caso pastos y madera.

gión, si se trata de especies forá-neas132, inmunes a plagas y fauna sil-vestre, que dinamicen y rentabilicenel campo; y, a su vez, que sean com-binables con la ganadería tradicionalen todas sus formas, y no en el mo-nocultivo vacuno (carne-leche), enque se está convirtiendo actualmente.

De esta forma, la recuperacióndel ganado menor redundaría enuna mayor diversidad medioam-biental, en un menor crecimiento delmatorral, y en un mayor y más fácilcontrol de incendios y mejor des-arrollo del bosque y la fauna aso-ciada133; bien entendido que estarecuperación debería ir unida alcontrol de las poblaciones de lobo,para impedir que diezme las pobla-ciones de ganado. Sería muy conve-niente lograr en pocos años sucontrol electromecánico, pues de locontrario su presencia sirve como

factor disuasorio, y como justifica-ción ante la falta de nuevos empren-dedores. Sabido es que su gestión ysu presencia resulta polémica, por loque un debate adecuado y serenosobre el mismo parece lo más ade-cuado en el momento presente,donde amplios sectores sociales cho-can en sus planteamientos134.

Queremos destacar finalmentecómo el catastro y sus respuestas nospermiten establecer un claro puntode partida en la economía campesinaasturiana; y cómo su análisis, com-pletado con otras herramientas ydatos, nos permite conocer de pri-mera mano la forma y los recursos deque vivían nuestros antepasados. Sedesterrarían así estereotipos y gene-ralizaciones; y, sobre todo, nos per-mitiría saber de dónde venimos,factor clave si queremos saber haciadónde deberíamos ir en el futuro.

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