222
teseopress.com

Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

  • Upload
    others

  • View
    1

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

teseopress.com

Page 2: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

teseopress.com

Page 3: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

RAZÓN Y SINSENTIDO

teseopress.com

Page 4: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

teseopress.com

Page 5: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

RAZÓN Y SINSENTIDO

Apuntes para una lectura de Sobrela certeza de Wittgenstein

Federico Burdman

teseopress.com

Page 6: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Burdman, Federico Gabriel Razón y sinsentido : apuntes para una lectura de Sobre la Certeza de Wittgenstein / Federico Gabriel Burdman. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : el autor, 2016. Libro digital, PDF Archivo Digital: descarga y online ISBN 978-987-42-0400-4 1. Análisis Filosófico. 2. Filosofía Contemporánea. 3. Filosofía. I. Título. CDD 190Compaginado desde TeseoPress (www.teseopress.com)

ISBN: 9789874204004

Compaginado desde TeseoPress (www.teseopress.com)

Razón y sinsentido

Compaginado desde TeseoPress (www.teseopress.com)

teseopress.com

Page 7: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Estoy sentado con un filósofo en el jardín. Me dice una yotra vez “sé que eso es un árbol”, señalando a un árbol queestá cerca nuestro. Otra persona llega y escucha esto, y ledigo: “Este hombre no está loco, sólo estamos haciendo filo-sofía” (Sobre la Certeza, §467)

teseopress.com

Page 8: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

teseopress.com

Page 9: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Índice

Comité Editor del Departamento de Filosofía .................11xi

Agradecimientos..................................................................... 13xiii

1. Presentación .............................................................................. 15

2. Escepticismo y justificación.................................................. 25

3. G.E. Moore: conocimiento, escepticismo y sentidocomún .............................................................................................. 67

4. “¡No pienses, mira!”: lenguaje y filosofía enWittgenstein................................................................................. 117

5. El espacio gramatical de las razones................................. 159

6. A modo de conclusión .......................................................... 205

Referencias bibliográficas ........................................................ 213

teseopress.com ix

Page 10: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

teseopress.com

Page 11: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Comité Editor del Departamento deFilosofía

Alcira Bonilla

Claudia Jáuregui

Claudia Mársico

Verónica Tozzi

Pamela Abellón

Miguel Faigón

Karina Pedace

Agustina Arrarás

Pablo Cassanello Tapia

Alan Kremechutzscky

teseopress.com xi

Page 12: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

teseopress.com

Page 13: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Agradecimientos

El presente volumen es una versión apenas modificada dela tesis de licenciatura que presenté en el año 2012 paraobtener mi título de Licenciado en Filosofía por la Uni-versidad de Buenos Aires. Quisiera entonces expresar enprimer lugar mi reconocimiento y agradecimiento a la Uni-versidad. En sus aulas y pasillos me formé como profe-sional, como ciudadano y como persona, y luego tambiéncomo trabajador, como docente y finalmente como investi-gador académico, en un recorrido que incluyó mis estudiossecundarios, de grado y de posgrado, y luego mis trabajoscomo personal administrativo y como docente. Mi deudacon la Universidad, y mi consiguiente compromiso con sucarácter público y democrático, es mucho mayor de lo quepodría expresar aquí.

Luego, quisiera agradecer especialmente a Diana Pérez,quien fuera la directora de mi tesis de licenciatura y, antesy después de eso, mi mentora en esta larga exploración per-sonal e intelectual que abordamos quienes nos dedicamos ala filosofía. Su influencia ha sido y continúa siendo decisivaen mi formación y en mis propios trabajos, que siempre sehan desarrollado en diálogo con su aguda mirada filosófica.De ella, además, heredé la tendencia fundamental a abordarlos problemas filosóficos desde una perspectiva wittgens-teiniana, que está obviamente a la base de este trabajo y queestá siempre allí también, aunque sea menos visible, en mistrabajos sobre otras temáticas. También quisiera expresarmi agradecimiento a Karina Pedace, quien fue co-directorade mi tesis de licenciatura y una fuente de aliento muyimportante para mí en un momento decisivo de mi for-mación, tanto como una fuente de inspiración y un mode-lo de trabajo. Quisiera extender el mismo agradecimiento

teseopress.com xiii

Page 14: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

también a los muchos compañeros y compañeras de estudioy de investigación con los que compartí diversos espacios ygrupos a lo largo de esos años.

Finalmente, quisiera expresar mi agradecimiento al Depar-tamento de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires, yespecialmente a sus actuales autoridades, por propiciar lapublicación de este libro como parte del Programa de Publi-cación de tesis de licenciatura de nuestra casa de estudios.

xiv • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 15: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

1

Presentación

Según la definición clásica en epistemología, el conocimien-to involucra necesariamente justificación. El estatus nor-mativo especial que supone conocer algo no puede ser satis-fecho meramente por estar en posesión de creencias quereflejen correctamente cierto ámbito de hechos, sino que lascreencias que se hayan formado acerca de ese tema debenhallarse justificadas. Y un requisito análogo parece poderaplicarse también a la defensa de cualquier pretensión deconocimiento en un debate de opinión. Si dos personasdifieren en su opinión acerca de un punto de debate concre-to, esperamos de ellas que puedan argumentar a favor de laposición que defienden y que nos den razones para adoptarsu creencia o punto de vista. En este sentido, puede pen-sarse que estas normas reconocidas implícitamente -tantorespecto de la necesidad de justificar las pretensiones deconocimientos como de argumentar en defensa de las pro-pias opiniones- forman parte de lo que podríamos llamarnuestras normas de convivencia epistemológica. Y en esesentido podría pensarse que esa convivencia epistemológicatiene un lugar destacado en el corazón del concepto mismode una comunidad democrática. No porque ésta supongaque sea alcanzable, siquiera en principio, la resolución delas diferencias de opinión ni la reducción de la pluralidadinherente de los puntos de vista, sino porque señala al sen-tido básico en que dialogar con quien piensa diferente eintentar articular las razones en que cada uno basa su puntode vista puede permitirnos construir un encuentro posibleo, al menos, articular nuestras diferencias de forma pacífica.

teseopress.com 15

Page 16: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

En este sentido, central para la historia de la filosofía, darrazones ante el otro es paradigmáticamente lo opuesto aejercer la fuerza sobre él.

Este cuadro de situación se complica sin embargo si consi-deramos la imagen del conocimiento que la epistemologíatradicional cristalizó a partir de estas intuiciones básicas.En particular, la epistemología moderna intentó solucionaralgunos de los problemas que acechan a esa visión de lajustificación y de la razonabilidad del discurso a partir delrecurso a diferentes versiones de la idea de que las justifica-ciones que esgrimimos en los varios contextos particularespuedan encadenarse hasta descansar finalmente en algu-nas creencias que no precisen ellas mismas de justificación.De ese modo, nuestra responsabilidad epistémica podríaquedar completamente descargada de nuestros hombros ynuestra visión del mundo podría considerarse adecuada-mente fundamentada. Esa solución aparente, sin embargo,no puede resistir un escrutinio más cuidadoso. Es ciertoque podemos ofrecer razones a favor de muchas de nuestrascreencias y que ese ofrecer razones ocupa un lugar centralen muchas de nuestras prácticas discursivas, donde recono-cemos implícitamente normas que exigen que ciertas afir-maciones sean respaldadas mediante la argumentación. Sinembargo, nuestra capacidad para dar razones tiene un lími-te y si continuamos el ejercicio de justificación de cada afir-mación, prontamente parecemos llegar a un punto a partirdel cual ya no está muy claro qué es lo que deberíamos decir.En ese punto en que ya no podemos justificar nuestras opi-niones, el contenido particular de lo que afirmamos pare-ce (con)fundirse con el hecho mismo de que hablemos undeterminado lenguaje, con que hayamos adoptado un deter-minado vocabulario o con que, en un sentido más básicoaun, simplemente actuemos de cierta manera, reconociendociertos valores y opiniones como parte de quienes somos. Ysi en ese sentido último lo que ancla nuestras opiniones ypuntos de vista es nuestra pertenencia a una forma de vida,

16 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 17: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

entonces parece que debemos repensar al menos algunosaspectos del cuadro anterior acerca de las normas que rigennuestra convivencia epistemológica. En particular, parece-ría entonces que al confrontar la opinión o el punto devista de otro que difiera fundamentalmente del mío, en unsentido básico no podría estar dando razones que puedanfuncionar como árbitros en la discusión, sino que estaríacombatiendo su modo de usar el lenguaje a través del mío. Sinembargo, al mismo tiempo, las ideas de justificación y dedar razones parecen ocupar un papel normativo-regulativodemasiado importante como para poder ser desplazadastan fácilmente.

* * *

El presente libro desarrolla estos problemas conceptuales apartir del tratamiento que ofrece de ellos Wittgenstein ensus últimos escritos, publicados póstumamente bajo el títu-lo de Sobre la certeza (1969). El planteo de ese objetivo hacenecesarias algunas aclaraciones preliminares, ya que suponealgunas dificultades que condicionan el tipo de trabajo deanálisis que puede hacerse sobre esos textos.

Esta tarea involucra, para empezar, las dificultades propiasde la propuesta de lectura de cualquier texto filosófico, enla medida en que se trata siempre de un ejercicio de diálogocon y reescritura de una cierta tradición cultural e inte-lectual. En ese sentido general, probablemente no sea con-veniente tomarse demasiado en serio la idea de reflejar deun modo descriptivamente exacto las intenciones originalesdel autor(a) de ningún texto filosófico. Más allá de ello, sinembargo, la lectura de Wittgenstein presenta algunas difi-cultades específicas. Algunas de ellas derivan de su estilo deescritura y del contenido mismo de sus ideas, en la medidaen que, como veremos más adelante, la tendencia gene-ral del pensamiento de Wittgenstein es hacia un quiebre

Razón y sinsentido • 17

teseopress.com

Page 18: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

decisivo con los cánones filosóficos usuales y, por tanto, conlas categorías y los dispositivos de análisis con que usual-mente afrontamos la lectura de textos filosóficos.

Una dificultad adicional deriva de que, con la excepción delTractatus (1921) y algún artículo escrito por esos años, nin-guno de los trabajos de Wittgenstein fue publicado en vidade su autor. En este apartado, sin embargo, hay diferen-cias significativas entre los numerosos escritos publicadosa partir de entonces por sus ejecutores literarios. El casomás notorio es el de las Investigaciones Filosóficas, publicadopóstumamente en 1953, donde parece claro que, más alláde las reservas que hayan llevado a la posposición de supublicación, nos encontramos esencialmente ante un tra-bajo terminado, al menos en el caso de la primera partedel libro. Lo que sabemos del método de trabajo de Witt-genstein indica que el proceso de escritura hasta la prepa-ración del manuscrito final era para él un proceso largo ytrabajoso, cuyas etapas incluían la acumulación de un grannúmero de observaciones en diferentes cuadernos manus-critos con diversas etapas de revisión y corrección del texto,observaciones que eran luego seleccionadas y reordenadaspara la conformación de un nuevo manuscrito transcripto amáquina que luego era a su vez objeto de nuevas correccio-nes y donde muchas formulaciones que Wittgenstein con-sideraba insatisfactorias eran finalmente eliminadas (Monk1990). En el caso de las Investigaciones, este proceso habíacomenzado a mediados de la década del 30 (Stern 1995)y puede decirse que había sido completado, al punto queWittgenstein llegó a escribir un prólogo para la publicacióndel libro en 1945, aunque luego retractara su decisión aúltimo momento. Los textos que encontramos en los otros‘libros’ póstumos de Wittgenstein, a su vez, reflejan diferen-tes grados de elaboración a partir de las notas originales, yde hecho varios de ellos constan de notas preparatorias paralas Investigaciones que finalmente fueron excluidas por Witt-genstein en las revisiones posteriores del manuscrito.

18 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 19: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Los textos que componen Sobre la Certeza provienen de cua-tro cuadernos de anotaciones, correspondientes a las cuatrosecciones en que los editores dividieron el texto para supublicación, y fueron escritos a lo largo de poco menos dedos años. La primera parte probablemente haya sido escritadurante la estadía de Wittgenstein en Viena para visitar a sufamilia durante el otoño boreal de 1949, tras su regreso aEuropa luego de la temporada que pasara junto a NormanMalcolm en Estados Unidos. Las partes segunda y tercera(que probablemente constituyan una unidad conceptual ycronológica, a pesar de encontrarse en cuadernos diferen-tes) fueron escritas en 1950 durante su estadía en Oxford encasa de G.E. Anscombe. La cuarta parte, que constituye casila mitad del cuerpo del texto total, fue escrita en Cambridgedurante los últimos meses de su vida, mientras se hospedabaen casa del Dr. Bevan (Baldwin 2011). Las anotaciones deeste último manuscrito, usualmente fechadas, indican quela última entrada fue escrita por Wittgenstein dos días antesde su muerte el 29 de abril de 1951.

Lo que estos datos reflejan es que el texto del Sobre la Certezaestá establecido de un modo extraordinariamente precario,incluso para los estándares de publicación de los libros pós-tumos de Wittgenstein. Las notas que lo componen no atra-vesaron ningún proceso de corrección, selección ni reorde-namiento, y en muchos casos es posible que no hayan sidosiquiera objeto de revisión por parte de su autor. Al mismotiempo, esa precariedad textual se ve compensada por elinterés que encierran algunas de las ideas contenidas enesos manuscritos, interés que se ve reforzado a su vez porel hecho de que los temas que aborda Wittgenstein en esasnotas sólo aparecen desarrollados tangencialmente en susmanuscritos mejor conocidos (lo que no implica, de por síal menos, que reflejen una ruptura conceptual con el enfo-que filosófico de las Investigaciones). Podemos agregar tam-bién que esa misma precariedad textual es probablementela fuente de una cierta fascinación que puede producir el

Razón y sinsentido • 19

teseopress.com

Page 20: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

libro en algunos de sus lectores, ya que leyendo las notas deWittgenstein parece inevitable la sensación de que estamosen presencia de un auténtico esfuerzo de trabajo, donde eltexto resulta casi una ejemplificación, un ejemplo (en) vivo,de lo difícil que es la tarea de pensar filosóficamente. A lolargo de sus páginas encontramos a Wittgenstein formulan-do un gran número de preguntas que en muchos casos noson, a todas luces, meras preguntas retóricas, y podemosver cómo el autor vuelve una y otra vez sobre los mismostemas buscando nuevos puntos de abordaje y luchando, nosiempre exitosamente, por precisar y clarificar sus ideas. Sibien, como recién sugerí, puede haber un sentido en queestas características del texto sean una fuente de fecundidady riqueza, es claro también que imponen algunas restriccio-nes sobre los parámetros que ha de seguir el ejercicio dedesarrollar una lectura o interpretación de un texto filosófi-co. En particular, sobre muchos puntos importantes encon-tramos en el texto diferentes sugerencias que parecen ir endirecciones contrarias, algunas de las cuales señalaremos ensu momento en el capítulo 4.

La inclinación predominante entre los comentadores dellibro en la literatura especializada es la de tratar de obviarde uno u otro modo estas dificultades en pos de articular uncuadro de las ideas de Wittgenstein que permita acomodarrazonablemente el contenido de todas sus observaciones enuna única imagen sistematizada y conceptualmente cohe-rente. En mi opinión, los trabajos resultantes de la adopciónde ese enfoque suelen resultar útiles para estudiar los deta-lles del texto pero son usualmente poco fructíferos en sucontenido filosófico y muestran, en muchos casos al menos,una tendencia a la sistematización teórica que no sólo esajena al estilo de Wittgenstein sino que es contraria tambiéna su modo de entender el trabajo filosófico que realiza ensus propios escritos.

20 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 21: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

El enfoque adoptado en este trabajo será diferente. Esto sedebe, en parte, a que sólo haré referencia a algunas de lasideas contenidas en las notas de Wittgenstein, pero luegotambién, y de modo más significativo, el cuadro de ideasque intentaré presentar y comentar pretende ser responsa-ble (poder responder) ante el texto, al que haré numerosasreferencias, pero dejaré de lado cuando resulte convenientelos estándares de fidelidad textual y sistematización queson usuales en los comentadores. En otras palabras, trataréde preocuparme más por la construcción de un marco deideas wittgensteinianas que de capturar de un modo fiel ysistemático lo que Wittgenstein tenía en mente al anotar susdistintas observaciones.

Finalmente, son necesarias también algunas aclaracionessobre una decisión terminológica que atraviesa la discusióndesarrollada en los capítulos siguientes. Si hemos de hablarde certezas, actualmente no contamos en español con unadjetivo derivado que podamos utilizar en ese sentido, yaque cierto, la forma morfológicamente derivada, es usadanormalmente con un valor diferente, muy cercano al de ver-dadero (aunque sí usamos todavía incierto en el sentido ori-ginal). Dado que es importante para acercarnos a las ideasde Wittgenstein mantener la distinción entre lo ‘cierto’ y loverdadero, aquí optaré por reservar ese sentido a la pala-bra seguro, lo que, creo, responde a nuestro uso ordinario.La elección resulta natural además si pensamos que Witt-genstein utiliza a lo largo de todo el libro tanto Gewissheit(certeza) como Sicherheit (literalmente, seguridad), al igualque los adjetivos derivados (gewiß, sicher), a pesar de queel contraste se pierda en las traducciones que unifican laterminología en certeza/cierto y certainty/certain.

Razón y sinsentido • 21

teseopress.com

Page 22: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Estructura del libro

El presente trabajo está dividido en cuatro capítulos y pre-tende realizar un acercamiento a las ideas centrales del Sobrela Certeza en etapas sucesivas y de un modo (relativamente)autocontenido. Así, en el capítulo 1 presentaremos algunasnociones epistemológicas fundamentales que servirán demarco a la discusión posterior, con especial atención a laformulación del problema del escepticismo en sus versionescartesiana y pirrónica, y realizaremos también una aproxi-mación a las características distintivas de las teorías clásicasde la justificación (fundacionismo y coherentismo).

Las ideas de Wittgenstein en Sobre la Certeza son pensadas ypresentadas como respuesta a dos artículos clásicos de G.E.Moore, “Una defensa del sentido común” (1925) y “Prue-ba de un mundo exterior” (1939). El diálogo que estable-ce Wittgenstein con estas ideas de Moore es complejo einvolucra al mismo tiempo una valoración positiva de laimportancia y la originalidad de su enfoque, tanto como unacrítica profunda al modo en que el propio Moore entiendeel valor y la correcta formulación de sus ideas centrales. Asíes que en el capítulo 2 pasaremos a la consideración deta-llada de estos trabajos de Moore, veremos algunas opcionesde interpretación de su posición entendida en sus propiostérminos y comenzaremos a plantear algunos puntos dediscusión preliminares que resultan inmediatamente rele-vantes para la lectura de Wittgenstein.

Luego, en el capítulo 3, pasaremos ya a la discusión de algu-nas ideas centrales para la lectura que pretendo defenderdel Sobre la Certeza, aun cuando éstas se encuentran, bajouna lectura estándar al menos, mejor y más ampliamen-te representadas en algunos textos bien conocidos de lasInvestigaciones. Veremos entonces en sus aspectos centralesla particular concepción de la filosofía de Wittgenstein ysu característico estilo de escritura y argumentación, ambos

22 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 23: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

en estrecha conexión con un segundo punto decisivo parala lectura del Sobre la Certeza como es su modo de abordarlos problemas filosóficos acerca del lenguaje, en especial enlo que refiere a la focalización en las cuestiones referidasal uso lingüístico en el contexto más amplio de nuestrasprácticas ordinarias.

Con estas herramientas en mano podremos ya presentar, enel capítulo 4, los puntos centrales de una lectura del Sobre laCerteza como parte del cuadro más general conformado porlas ideas acerca de la filosofía y el significado característi-cas del “segundo” Wittgenstein. Al mismo tiempo, veremoscuáles son las principales objeciones que formula Wittgens-tein a las ideas de Moore y cómo podemos entender en esecontexto su estrategia frente al problema escéptico. Final-mente, discutiremos brevemente qué afinidades (si alguna)guarda la posición de Wittgenstein con diferentes variantesde la tesis relativista.

En las páginas finales, a modo de conclusión, volveré sobrela relación entre el cuadro de ideas que encontramos enel Sobre la Certeza y la concepción wittgensteiniana de lafilosofía, y sugeriré algunas derivaciones posibles de estasideas para pensar la estructura normativa de las discusionesfilosóficas y, en general, de las disputas argumentativas.

Razón y sinsentido • 23

teseopress.com

Page 24: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

teseopress.com

Page 25: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

2

Escepticismo y justificación

El análisis de las ideas de Moore y de Wittgenstein queabordaremos en los capítulos siguientes supone la com-prensión de muchos conceptos de la epistemología tradi-cional con la que ambos autores se encuentran en discu-sión. El presente capítulo propone un recorrido rápido poralgunas de esas nociones epistemológicas con el objetivo deincorporarlas a nuestra caja de herramientas para las dis-cusiones posteriores. En este sentido, podemos considerarun primer marco para la discusión dado por las dificultadesconocidas del análisis de la noción de conocimiento y en laidea, central para la epistemología contemporánea, de queel conocimiento empírico es falible. Luego consideraremoscon un poco más de detalle la formulación del problemaescéptico, uno de los tópicos centrales que retomaremosen los capítulos siguientes. Finalmente, completaremos esterecorrido inicial con una presentación de las característi-cas principales de las opciones tradicionalmente favoreci-das como teorías de la justificación: el fundacionismo y elcoherentismo1.

1 La presentación de nociones y problemas epistemológicos en este capítulosigue en sus puntos centrales a la realizada por Michael Williams (2001) y,en menor medida, a la de Robert Fogelin (1994). En adelante, sólo incluirélas referencias a estas obras cuando el contexto haga necesaria la aclaraciónde las fuentes utilizadas.

teseopress.com 25

Page 26: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

El análisis estándar

Desde el comienzo de la reflexión filosófica en torno alconocimiento, uno de los problemas recurrentes ha sidoel de hallar una definición o un análisis satisfactorio de lanoción misma de conocimiento. A pesar de lo que podríaquizás pensarse a primera vista, el papel de este proble-ma suele no ser central en las discusiones epistemológicascontemporáneas, en parte por la desconfianza que muchosfilósofos llegaron a desarrollar frente a los proyectos deanálisis conceptual entendido como indicación de condi-ciones necesarias y suficientes aplicables a todos los casosde utilización de un concepto. A pesar de esto, puede pen-sarse que el análisis exacto de la noción de conocimientoguarda un cierto interés regulativo sobre otras discusionesepistemológicas y ha de ser por tanto la primera paradaen nuestra exploración de nociones epistemológicas funda-mentales en este capítulo.

El problema del análisis de la noción de conocimiento o saberse ha centrado tradicionalmente, casi con exclusividad, enuna concepción proposicional del conocimiento (al igualque la casi totalidad de las discusiones epistemológicas).Siguiendo en este sentido a la tradición, lo que nos ocupaaquí es lo que expresamos típicamente como un ‘saber que’,entendido típicamente como el conocimiento de (la verdadde) ciertas proposiciones, esto es, como un conocimientoexpresable lingüísticamente y cuyo contenido puede entraren relaciones lógicas o inferenciales con otros conocimien-tos o creencias.

26 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 27: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

El análisis estándar es normalmente atribuido a Platón2.La motivación de dicho análisis se encuentra en la adver-tencia de ciertas condiciones que son incompatibles con loque ordinariamente llamamos o querríamos llamar ‘cono-cimiento’ o ‘saber’. En una primera aproximación al menos,no diríamos que una persona sabe algo si simplemente loignora, esto es, si no tiene sobre el asunto ninguna creenciao pensamiento determinado. Del mismo modo, no diría-mos que alguien sabe algo si lo que cree o piensa sobreel asunto es, de hecho, equivocado, aun si su error fueseexcusable y tuviese buenas razones para llegar a formarsu creencia equivocada. También tiene gran fuerza intuiti-va la propuesta de que no pueden contar como genuinoscasos de conocimiento los casos en que una persona tengauna creencia verdadera sobre un cierto asunto pero carezcatotalmente de una justificación para sostener esa creencia,o al menos de una justificación que podamos considerarrazonablemente adecuadas. En otras palabras, no estaría-mos dispuestos a decir que alguien sabe algo si su creenciasobre el asunto es sólo “accidentalmente verdadera”. Otrasrazones importantes también pueden llevar igualmente apensar que la posesión (actual o potencial) de razones paraapoyar mi creencia es central en las afirmaciones o atribu-ciones de conocimiento, si pensamos por ejemplo que hayconexiones estrechas entre tener una creencia en absolutoy estar en condiciones de ofrecer algún tipo de justificación

2 Las referencias usuales son al Teeteto (201d) y al Menón (98a), en que Platónconsidera la noción de opinión verdadera justificada y la relaciona con lanoción de conocimiento. La interpretación de ambos pasajes es, sin embar-go, difícil (para empezar, tanto el Teeteto como el Menón son lo que habitual-mente se llama “diálogos aporéticos”, que no llegan a ninguna conclusióndefinitiva). Desde el punto de vista de la interpretación del pensamiento dePlatón, es aconsejable matizar estas atribuciones ya que dista de ser claroque éste suscribiera una concepción del conocimiento como una forma deopinión en primer lugar, y hay muchos pasajes en que encontramos al cono-cimiento pensado más bien en términos de procedimientos intelectuales nodiscursivos. Adicionalmente, la interpretación estándar de la epistemologíade República V-VI entiende su tesis central como un rechazo a la idea de queel conocimiento pueda tener como objeto el mundo sensible empírico.

Razón y sinsentido • 27

teseopress.com

Page 28: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

para ella, o si pensamos que la posesión de razones parauna creencia es necesaria para dotarla de la estabilidad sufi-ciente para que se trate de una verdadera creencia3. Estasobservaciones, algunas de ellas aparentemente incontrover-tibles, arrojan como resultado el análisis estándar en tér-minos de tres condiciones necesarias para la afirmaciónde ‘S sabe que p’:

1. S cree que p.2. p es verdadera.3. La creencia de S de que p está apropiadamente jus-

tificada.

Durante las primeras décadas de la segunda mitad delsiglo pasado, la discusión del problema del análisis de lanoción de conocimiento y, en particular, de la corrección oincorrección del análisis estándar, recobró cierto protago-nismo a partir del brevísimo artículo en que Edmund Get-tier proponía la consideración de algunos escenarios en loscuales las tres condiciones del análisis estándar eran satis-fechas pero bajo condiciones en que, sin embargo, intuiti-vamente no diríamos que encontramos instancias genuinasde conocimiento (Gettier 1963). El tipo de escenarios plan-teados por Gettier parecen señalar una deficiencia en elanálisis estándar en la medida en que involucran creenciasrazonablemente justificadas, que resultan ser verdaderas,pero donde la verdad de las creencias depende de factorescompletamente ajenos a las razones que las justifican desdeel punto de vista del sujeto de “conocimiento”. Uno de losejemplos propuestos por Gettier es el siguiente: Smith tienela creencia justificada de que Jones es dueño de un Ford; portanto, Smith está en condiciones de concluir que “Jones tie-ne un Ford o Brown se encuentra en Barcelona”, aplicandola regla bien establecida de la introducción de la disyunción,

3 Esta consideración también es usualmente atribuida a Platón, en referenciaal pasaje antes mencionado del Menón (98a).

28 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 29: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

y a pesar de no tener ninguna creencia (justificada) sobre elparadero actual de Brown; de hecho, Jones no es dueño deun Ford, de modo que la creencia inicial de Smith resultaser falsa, pero Brown efectivamente se encuentra en Barce-lona, de modo que la creencia “Jones tiene un Ford o Brownse encuentra en Barcelona” es, después de todo, verdadera.Parece tratarse entonces de un caso en que no querríamosdecir que Smith sabe realmente que “Jones tiene un Ford oBrown está en Barcelona”, aun cuando su creencia es verda-dera y, en algún sentido, justificada.

Como el planteo mismo del problema sugiere, la discusiónsobre la solución adecuada del ‘problema Gettier’, esto es,el intento de formular condiciones necesarias y suficientespara la noción de conocimiento que pasen la prueba de con-traejemplos del tipo planteado por Gettier, se ha centradoen la tercer cláusula del análisis estándar, la condición dejustificación. En líneas generales, los numerosos intentos desolución pueden clasificarse en dos líneas principales: lasque intentan refinar o suplementar de algún modo la con-dición de justificación y las que abandonan por completola noción de justificación en pos de otros tipos de análisisdel conocimiento. Dentro de este último grupo, y tambiénen términos generales, podemos ubicar las propuestas deanalizar el conocimiento en términos de la conexión entrelas creencias de un sujeto y los hechos que la hacen verda-dera, entendiendo esta conexión en términos causales o entérminos de covariación legaliforme.

En términos históricos, el intento de hallar una solución alproblema de Gettier que prescindiera por completo de lanoción de justificación ha sido una de las fuentes de ins-piración de las epistemologías confiabilistas y, en general,de las posiciones ‘externistas’. Las concepciones externistasse basan en el rechazo de lo que usualmente se denomina,por sus siglas en inglés, el “principio K-K”: si un sujeto sabeque p, entonces también sabe que sabe que p. Esto es, las

Razón y sinsentido • 29

teseopress.com

Page 30: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

nuevas condiciones que se proponen como reemplazo dela condición tradicional de justificación no implican la exi-gencia de que el sujeto mismo de conocimiento sepa que lacondición es de hecho satisfecha. Los enfoques justificacio-nistas, en cambio, han sido tradicionalmente ‘internistas’:poseer conocimiento requiere tener buenas razones para loque se cree y hacer un uso apropiado de ellas, algo que nopuede cumplirse si el sujeto no sabe que tiene tales razonespara su creencia4.

Una de las propuestas más acabadas e influyentes de unarespuesta puramente externista al problema de Gettier hasido desarrollada por Alvin Goldman y se ha centrado enla noción de confiabilidad (1986, cap. 3). Tomando comoejemplo paradigmático nuestro conocimiento perceptual,Goldman ha sostenido que nuestras creencias perceptualesverdaderas no se encuentran basadas en la habilidad, actualo potencial, de proveer razones que las justifiquen, sino enel funcionamiento confiable de las capacidades o mecanis-mos perceptivos y discriminativos que intervienen en laformación de tales creencias. Uno de los atractivos de unaposición en estas líneas radica en que la noción de confia-bilidad es introducida como una noción empírica, al menosen apariencia, y el análisis de los mecanismos perceptivosy discriminativos involucrados en la formación de creen-cias parece ubicar a la empresa epistemológica en estrecharelación o directamente en continuidad con la psicologíacientífica y las neurociencias. De este modo, las teorías con-fiabilistas prometen una vía concreta para el desarrollo delviejo proyecto quineano de “naturalización” de la episte-mología (Quine 1969).

4 Fogelin distingue este internismo “metodológico” de otra versión más fuertede la tesis a veces en juego, el “internismo ontológico”, que involucra elrequisito adicional de que las razones que posee el sujeto sean entendidascomo contenidos de su propia mente (1994, p. 120).

30 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 31: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Si pensamos en cambio en los intentos de ofrecer unarespuesta al problema de Gettier preservando una nociónjustificacionista del conocimiento, los esfuerzos se han con-centrado típicamente en refinar o suplementar la condicióntradicional de justificación de modo que permita dar cuentade los contrastes sugeridos por los contra-ejemplos de Get-tier. Una de las propuestas en esta línea consiste en distin-guir dos aspectos del concepto de justificación o, más preci-samente, dos perspectivas, no necesariamente excluyentes,desde las cuales puede realizarse la evaluación epistémicade las creencias de una persona5. Podemos considerar, enprimer lugar, si el modo en que una creencia fue formadapor un sujeto o el modo en que es sostenida es “epistémi-camente responsable”. Desde esta perspectiva, una creen-cia justificada es lo que alcanzamos si seguimos estándaresapropiados, reconocidos, de comportamiento epistémico.Cuáles sean precisamente esos estándares puede variar deuno a otro caso pero podemos entender esta condición entérminos generales como la de no haber sido negligentes,esto es, por ejemplo, no estar abiertos a críticas directas porhaber desestimado evidencia disponible y relevante, o nohaber considerado posibles fuentes de error directamenterelevantes para la creencia en cuestión. Desde este puntode vista, entonces, podríamos decir que lo que nos interesaes si el sujeto que tiene una creencia determinada está o nojustificado para tenerla.

El otro punto de vista posible para evaluar la justificaciónde las creencias de un sujeto es más orientado al resultado.Desde esta perspectiva, lo que nos interesa no es si el sujetotiene razones que justifiquen que haya formado o que ahorasostenga su creencia, sino si las razones que posee son dehecho una base objetivamente adecuada para la que creen-cia en cuestión. Usualmente una evaluación en estas líneas

5 Aunque la terminología que uso aquí está tomada de Williams (2001), la dis-tinción original pertenece a Fogelin (1994).

Razón y sinsentido • 31

teseopress.com

Page 32: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

estará centrada en la posesión o falta de posesión de eviden-cia adecuada por parte del sujeto, aunque no es necesarioque esta condición sea pensada en términos estrictamenteevidenciales6. Cabe aclarar que la distinción entre ambasperspectivas no implica que una y otra carezcan de interre-laciones conceptuales. En muchos casos, por ejemplo, haberarribado a una creencia por medio de un comportamien-to epistémicamente responsable es lo que consideraríamosya de por sí poseer una “razón adecuada” para sosteneresa creencia.

Si pensamos a esta distinción en torno al concepto de jus-tificación como un complemento del análisis tradicional,obtenemos lo que Williams llama el análisis estándar exten-dido (2001, p. 23) de las condiciones para la afirmación de‘S sabe que p’:

1. S cree que p.2. p es verdadera.3. (a) S está personalmente justificado en su creencia que

p (aspecto de responsabilidad epistémica).(b) S cree que p sobre la base de “razones adecuadas”.

Como respuesta al problema de Gettier, un análisis enesta línea promete dar cuenta de por qué la creencia ver-dadera y, en algún sentido, justificada de Smith no es real-mente un caso de conocimiento, y permite al mismo tiempoun diagnóstico de porqué los ejemplos del tipo planteado

6 En el uso que hace de ella Williams, esta distinción no sólo es importante enel marco de la respuesta al problema de Gettier sino que refleja un puntocentral de la puesta en discusión de la tradición epistemológica, en la medi-da en que implica rechazar que la justificación personal equivalga siempre yen todos los casos a la posesión de bases inferencialmente adecuadas para lacreencia en cuestión. De este modo, Williams ve a esta distinción comoabriendo la posibilidad de poner en cuestión lo que denomina el “requisitode fundamentación previa” (prior grounding requirement) para las afirmacio-nes de conocimiento, punto que volveremos a encontrar más adelante ennuestra discusión de las ideas de Wittgenstein en SC en el capítulo 4.

32 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 33: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

por Gettier nos generan una cierta sensación de extrañe-za. El núcleo de la respuesta, como puede verse, consistiráen señalar que hay un sentido en que Smith se encuentraefectivamente justificado: no puede reprochársele que sucomportamiento haya sido epistémicamente irresponsable.Al mismo tiempo, las razones en que basaba su creenciaverdadera no eran, de hecho, adecuadas, aun si no hubiesenegligencia de su parte al no advertir esta falta de adecua-ción, y ésta es la fuente de nuestra intuición de que no seríacorrecto, después de todo, decir que realmente sabe queJones tiene un Ford o Brown está en Barcelona.

En todo caso, más allá de su importancia como posiblesolución al problema Gettier, la distinción entre estas dosperspectivas para la evaluación epistémica es interesantepor propio derecho, y tendrá un papel en nuestras discusio-nes en los capítulos siguientes. Dejando entonces de lado alproblema de Gettier y a las variantes del análisis estándar,tenemos que considerar ahora otro contraste entre concep-ciones tradicionales del conocimiento que también tendre-mos que incorporar a nuestra caja de herramientas para eldesarrollo del argumento en los capítulos siguientes.

Dos ideales: la concepción demostrativa y elfalibilismo

Las ideas corrientes en la filosofía griega antigua en tornoal conocimiento fueron decisivamente influenciadas por losimportantes descubrimientos que se realizaron en aquellaépoca en el campo de las matemáticas y, en particular, porla invención del método axiomático en geometría. Este es elcaso al menos de la principal y más influyente de las tradi-ciones griegas, la platónico-aristotélica. Y es a esta tradicióna la que se remonta lo que puede llamarse la concepcióndemostrativa del conocimiento.

Razón y sinsentido • 33

teseopress.com

Page 34: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Podemos ver a esta concepción como el resultado acumula-tivo de un conjunto de tesis que podrían discutirse de modoindependiente y que probablemente no tengan todas el mis-mo valor como acercamiento a las cuestiones epistemológi-cas. Por un lado, encontramos el requisito platónico de queel verdadero conocimiento sea infalible, lo que resulta, ensus términos originales, en la famosa distinción expresadamediante la imagen de “línea” de República VI que, según lasinterpretaciones estándar (no sin desafíos en la literaturaespecializada7), implica que el verdadero conocimiento nopuede tener como objeto el mundo empírico, o no al menosen ningún sentido más o menos corriente de “empírico”.Al mismo tiempo, la tradición platónico-aristotélica ve alconocimiento como respondiendo a una estructura fun-dacionista en un sentido notablemente fuerte: hay ciertaspremisas o “principios” últimos detrás de nuestros cono-cimientos que son auto-evidentes y necesariamente verda-deros, y que constituyen la base firme de todo el resto denuestros conocimientos, que son obtenidos a partir de infe-rencias deductivamente válidas8.

Aunque sea usual identificar una concepción de este tipocon sus primeros antecedentes en la filosofía antigua, esimportante notar que su sombra se extiende mucho másallá, y muchos de los principales filósofos modernos adhie-

7 Un ejemplo es Fine (1990). Destaco la reconstrucción propuesta por Fineporque no sólo cuestiona ciertas ideas usuales sobre la ontología platónicasino que rechaza también la interpretación corriente de su teoría del cono-cimiento en términos de la “concepción demostrativa”. Según la lectura deFine de algunos pasajes intrigantes de la República y el Teeteto (Fine 1979), lateoría del conocimiento de Platón sería mejor comprendida como una for-ma de coherentismo avant la lettre.

8 Esto implica, como sugerí más arriba, que el verdadero conocimiento sólopuede ser conocimiento de verdades necesarias y es, por tanto además, uni-versal e inmutable. Esto es precisamente lo que parece sostener Aristótelesen el locus classicus de la concepción demostrativa: Analíticos Posteriores, I, 33.En este sentido, la concepción demostrativa no es realmente representativade los enfoques fundacionistas contemporáneos, presentados más adelanteen este mismo capítulo.

34 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 35: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

ren a una concepción de este tipo. El caso más notable pro-bablemente sea el de Descartes9, y encuentra su expresiónmás clara en la segunda parte del Discurso del método: el ver-dadero conocimiento ha de partir de verdades indudables(inmediatamente aprehensibles mediante una percepción“clara y distinta”) y proceder luego mediante pasos deduc-tivos, necesarios, en todas sus consecuencias (Descartes1637). Incluso un filósofo empirista como Locke (siguiendo,quizás, el modelo de Aristóteles, si lo entendemos como unfilósofo empirista según las interpretaciones tradicionales)se aparta de la concepción tradicional sólo en la medida enque considera que el origen de nuestros conceptos es empí-rico, esto es, en la medida en que nuestros conceptos sonpensados como derivados en algún sentido de nuestra expe-riencia sensorial. En cuanto a la naturaleza y la estructuradel conocimiento que podemos construir mediante talesconceptos, ésta responde a los cánones tradicionales de laconcepción demostrativa y el contraste con Descartes eneste punto, dejando de lado la pregunta por el origen denuestros conceptos, no es realmente significativo.

Desde una perspectiva contemporánea, ningún filósofo sos-tiene ni ha sostenido desde hace ya bastante tiempo unaconcepción demostrativa del conocimiento empírico, estoes, de nuestro conocimiento acerca del mundo fáctico, aun-que la concepción demostrativa sí cuenta con defensoresaún en la esfera de lo “a priori”, como modo de pensar elconocimiento en lógica y matemáticas.

9 Al mismo tiempo, una diferencia importante entre Descartes y los exponen-tes clásicos es que para Descartes el conocimiento implica indubitabilidad yabsoluta certeza, pero puede consistir de proposiciones contingentes. Laprimera y más discutida de estas certezas absolutas, el cogito, es notoriamen-te una proposición contingente. También en esto Descartes es representati-vo de la filosofía moderna.

Razón y sinsentido • 35

teseopress.com

Page 36: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

En contraste con la concepción demostrativa, la concepcióndel conocimiento empírico dominante, casi con exclusivi-dad, en las discusiones contemporáneas es falibilista. Estoimplica, según la presentación de Williams (2001, cap. 3), almenos las dos siguientes ideas:

1. Toda evidencia empírica posible en apoyo de unacreencia es contingentemente verdadera y pasible deser revisada.

2. En muchos casos (incluyendo probablemente todos loscasos interesantes), la evidencia empírica disponible esusada para apoyar conclusiones lógicamente más fuer-tes que sus premisas, esto es, es usada en inferenciasdeductivamente inválidas.

Como también señala Williams, quizás sería más ade-cuado describir el falibilismo predominante en las discu-siones contemporáneas no como una concepción del cono-cimiento sino como una concepción de la investigación:la posibilidad del error, la posibilidad de reconocer queestábamos equivocados en nuestras creencias anteriores, nopuede ser nunca lógicamente excluida, e incluso nuestrascreencias más firmemente arraigadas pueden llegar a reve-larse eventualmente como inadecuadas y requerir revisión.

En términos históricos, esta concepción de la investiga-ción probablemente tenga su origen en la reflexión sobreel estatus epistémico de las teorías científicas, en particularen reflexiones sobre la historia de la ciencia de filósofoscomo Neurath, Popper o Quine. La motivación para tras-ladar esta concepción falibilista de la investigación a unaconcepción falibilista del conocimiento puede ser enten-dida a su vez como surgiendo del reconocimiento de lasteorías científicas, en particular las de las ciencias naturales,como los mejores ejemplos de que disponemos en términosde pretensión de conocimiento del mundo empírico. Eneste sentido, no es un detalle menor que las concepciones

36 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 37: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

tradicionales en filosofía de la ciencia vean a la falibilidad delas teorías científicas no como un detrimento de su estatusepistémico sino como una fuente crucial de su fortalezacomo modos de acercamiento a la realidad. En otros tér-minos, la concepción falibilista contemporánea vincula demodo esencial la revisabilidad de nuestras creencias con laracionalidad de los procedimientos epistémicos que segui-mos en nuestra búsqueda de la comprensión del mundoempírico.

Los problemas escépticos

Una cierta concepción de las discusiones en epistemología,que no carece de apoyos en la tradición, considera quetodos los problemas filosóficos en torno al conocimientoy la justificación se reducen a, o pivotean en algún senti-do en torno a, la consideración del problema fundamen-tal del escepticismo, esto es, la respuesta a las dificultadesinvolucradas en mostrar que el conocimiento o la creenciajustificada son, ante todo, posibles. Algunas variantes deeste problema ocuparán un lugar destacado en los capítulossiguientes de este trabajo, de modo que resultará importan-te realizar ahora al menos una primera aproximación haciala definición de las características especiales del proble-ma escéptico. Y es importante entonces comenzar notandoque “el problema escéptico” puede ser, y con frecuencia es,varios problemas diferentes.

Una primera distinción importante es la que refiere alalcance o generalidad del desafío sobre las pretensiones deconocimiento. El problema planteado puede ser universalo máximamente general si lo que entra en discusión es laposibilidad de conocimiento o de creencia justificada enabsoluto, amenazando a la legitimidad de la totalidad (oa algo cercano a la totalidad) de nuestras prácticas epis-témicas cotidianas. En contraste, puede plantearse alguna

Razón y sinsentido • 37

teseopress.com

Page 38: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

variante del problema escéptico en referencia a algún cam-po particular o alguna clase particular de afirmaciones ocreencias. Así, por ejemplo, podemos entender el problemade las ‘otras mentes’ o, quizás, algunas variantes del pro-blema de la inducción, si se lo entiende como un problemarelativo a nuestra aspiración de conocer algo acerca de loque sucederá en el futuro.

Otra distinción importante, que debemos diferenciar a suvez de la anterior, remite a la radicalidad o profundidad delproblema planteado. Podemos considerar que un argumen-to plantea un problema escéptico radical si lo que se pre-tende es negar que sea posible alcanzar siquiera creenciasjustificadas (en relación con la totalidad o con alguna clasede nuestras creencias). Un planteo escéptico radical seráentonces un problema referido a la posibilidad misma dejustificar nuestras creencias. Otras formas de problemasescépticos pueden basarse en el reconocimiento de la posi-bilidad de alcanzar la justificación para nuestras creencias,pero negar en cambio que ésta sea suficiente para merecerel título de conocimiento. Puede alcanzarse un planteo deeste tipo, por ejemplo, siempre que los estándares consi-derados para la noción de conocimiento sean suficiente-mente altos10.

Parece claro que las variantes radicales del problema repre-sentan un desafío mucho mayor para nuestra concepciónordinaria de nuestras prácticas epistémicas y, en esa medi-da, probablemente representen también formas filosófica-mente más interesantes del problema. La razón de estoes que una forma del problema dirigida específicamente

10 Un ejemplo en este sentido es la posición tradicionalmente atribuida al“escepticismo académico” de Carneades y Cicerón, que habría afirmado laimposibilidad del conocimiento pero reconocido, en cambio, la legitimidadde la afirmación de diferentes grados de probabilidades. Hankinson (1995,caps. 5 a 7) presenta una discusión e intento de interpretación de los frag-mentos y testimonios de los pensadores de esta escuela.

38 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 39: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

contra una concepción determinada de las condicionesnecesarias para el conocimiento (para el uso apropiadode “conocimiento”), podrá ser fácilmente entendida comoun argumento contra esa concepción particular antes quecomo un desafío a la legitimidad de nuestras prácticas epis-témicas en general. En contraste, un planteo radical queponga en cuestión la posibilidad misma de creer algo a par-tir de buenas razones, de ser efectivo resultaría una seriaamenaza para la legitimidad de nuestras prácticas ordina-rias de evaluación epistémica, y probablemente nos obli-garía a reconsiderar en algún sentido nuestra imagen denosotros mismos como animales racionales.

También podría sostenerse que las versiones más intere-santes (al menos, epistemológicamente más interesantes)del problema son las que tienen un alcance universal, oal menos muy general. Esto es, hay un sentido en que unproblema como el problema de las otras mentes, por ejem-plo, es más un problema acerca de nuestra concepción delo mental o de la subjetividad, que un problema sobre lasnociones de conocimiento o creencia justificada. Esto noimplica, desde ya, que consideraciones epistemológicas nopuedan resultar relevantes, quizás decisivas, en la conside-ración de tales problemas, pero sí es un dato suficiente-mente indicativo de que resultará más fructífero conside-rarlos como un conjunto de problemas diferente, donde lasvariables en discusión y los argumentos en juego no seránlos mismos que los considerados en las versiones máxima-mente generales.

Con estas distinciones bajo el brazo, debemos considerarahora los tipos de argumentos presentados por las dos fami-lias principales de problemas escépticos que satisfacen tan-to el requisito de generalidad como el de radicalidad. Noes sorprendente que se trate también de las dos formashistóricamente más influyentes del problema escéptico: elescepticismo pirrónico y el escepticismo cartesiano.

Razón y sinsentido • 39

teseopress.com

Page 40: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

El escepticismo pirrónico

La más importante de las ‘escuelas’ o tradiciones escépticasantiguas tiene su origen en el pensamiento de Pirrón deElis (ca. 360 – ca. 270 a.C.) pero nos es conocida, casi conexclusividad, a través de la acabada presentación tardía quehace de ella Sexto Empírico (ca. 160 – ca. 210 de nues-tra era), principalmente en los Esbozos pirrónicos (1996; enadelante, EP).

Como suele suceder con las diferentes posiciones filosóficasde la antigüedad clásica, comprender al pirronismo en tér-minos históricos implica, en primer lugar, ubicarlo como untipo de investigación o procedimiento discursivo con unafinalidad práctica, vital. Lo que mueve al filósofo escépti-co, dentro de una concepción pirrónica, es la esperanza dealcanzar un estado de imperturbabilidad (ataraxia), aspira-ción que se revela necesaria al advertir el carácter dudoso ycontradictorio de las cosas (EP I, 11-12). Esto implica que elefecto pretendido del planteo escéptico ante su interlocutorno es el de establecer la verdad de ciertas proposicionessino el de alcanzar un efecto terapéutico, entendido en par-ticular como el de conducir a la imperturbabilidad a sucircunstancial adversario dialéctico. Del mismo modo, loque mueve al escéptico pirrónico a entrar en la discusiónno es una pulsión o una necesidad teórica, sino su espí-ritu de filantropía.

Según la descripción que hace Sexto, la buscada impertur-babilidad habría de alcanzarse como resultado de la adver-tencia de la necesaria equivalencia de las razones (isosthe-neia) que pueden esgrimirse sobre cualquier asunto. El reco-nocimiento de este equilibrio inquebrantable es el que llevaa su vez a la suspensión del juicio o la creencia (epoché).

Una consecuencia argumentativa importante de los finesprácticos que persigue el pirrónico es que no sólo es cons-ciente del riesgo de caer en una posición que se refute a

40 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 41: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

sí misma (peritropé), sino que incluso puede mostrarse dis-puesto a admitir esa condición. Una vez alcanzado el esta-do de imperturbabilidad, los argumentos esgrimidos por elescéptico pueden ya descartarse, según la famosa metáforade Sexto, como una escalera que hemos usado para subira un muro y que ya no tendrá para nosotros ninguna otrautilidad11. En ocasiones Sexto parece ir aún más lejos, admi-tiendo directamente la posibilidad de que el uso escépticode las palabras sea auto-refutatorio y admitiendo, por tanto,no ya la posibilidad sino la necesidad de descartarlos, comosucede con los fármacos purgatorios que, al cumplir su finterapéutico, son ellos mismos también eliminados (EP, 1:206-7)12. Si ésta fuese la posición del escéptico pirrónico, notendría por qué ser necesariamente una posición incómo-da, ya que sus fines prácticos no requieren necesariamenteque sus argumentaciones o procedimientos discursivos lolleven a alcanzar una conclusión estable13. A tales fines,podría resultar suficiente asegurar la inestabilidad de laconclusión: analizamos críticamente nuestras pretensionesde conocimiento, advirtiendo que no pueden ser sosteni-das frente a la equivalencia de las razones que pueden seresgrimidas a favor o en contra, lo que nos lleva a concluiren una “tesis” escéptica que luego encontramos que se auto-refuta, lo que nos deja en la posición inicial en que el ciclose renueva, sin encontrar una solución.

11 Contra los lógicos, 2: 481, citado en Fogelin (1994, p. 4). Naturalmente, la ocu-rrencia más famosa de la metáfora se enucentra en TLP 6.54.

12 Desde el punto de vista de la interpretación del pirronismo histórico, proba-blemente la lectura recomendable de este pasaje consistiría en verlo comoun modo de enfatizar que el escéptico no afirma realmente nada, sino queadopta ciertos principios (generalmente tomados en préstamo de su interlo-cutor dogmático) sólo provisionalmente y con el fin de mostrar la equiva-lencia de las razones (Hankinson 1995, p. 27).

13 Esto es sugerido por el comienzo mismo de la exposición de Sexto en EP, alcaracterizar al escéptico pirrónico como aquél que elige siempre continuarla investigación, en contraste con las pretensiones de descubrimiento de laverdad de los dogmáticos y la afirmación igualmente dogmática de la impo-sibilidad del conocimiento de los escépticos académicos (I, 1-3).

Razón y sinsentido • 41

teseopress.com

Page 42: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Otra consecuencia de concebir al escepticismo ante todocomo una actividad dialéctica con fines prácticos es que laobra de Sexto no está dominada por un argumento escép-tico, sino por una serie abierta de ejemplos y modos argu-mentativos de hacer patente la isostheneia, referidos a unaamplia gama de tópicos de discusión. A pesar de esta disper-sión y proliferación de estrategias argumentativas escépti-cas, Sexto reconoce y presenta ciertas estrategias o patronesargumentativos generales que pueden ser aplicados a, almenos, una amplia gama de escenarios dialécticos diferen-tes. La más famosa, y teóricamente más interesante, de esasestrategias argumentativas es la que presenta en EP bajo elnombre de los “cinco modos que conducen a la suspensióndel juicio” (I, 164-169), que Sexto relaciona con “los escép-ticos más recientes” y que se atribuyen a Agripa (pensadorsobre el cual, con excepción de esta atribución, nada sesabe) a partir de la identificación establecida en las Vidas deDiógenes Laercio (IX, 88).

El trilema de Agripa

Dentro de este complejo argumentativo podemos distinguirun primer grupo formado por los modos que son, en algúnsentido, preparatorios de la situación dialéctica:

1. Discrepancia: descubrimos que, sobre la disputa encuestión, se dan infinidad de desacuerdos entre las opi-niones corrientes, ya sea entre la gente común o entrelos filósofos.

2. Relatividad: cualquier afirmación puede, o quizás debe-ría, ser calificada en su validez como la apariencia queel asunto en discusión toma ante la consideración dela persona que juzga (o su escuela de pensamiento, sucultura, incluso su especie).

42 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 43: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Estos dos primeros modos14 no nos arrojan todavíahacia un escenario escéptico radical. En particular, queencontremos desacuerdos entre las opiniones corrientessobre un tema no es motivo para excluir razonablemente laposibilidad de que algunas de esas opiniones sean correctasy otras sean incorrectas. De modo similar, respecto de larelatividad, aun si no hemos de esperar pruebas conclusi-vas, que tengan una fuerza independiente de nuestra propiaposición epistémica, eso no es motivo para concluir razo-nablemente que algunas opiniones no puedan estar mejorfundadas que otras, evadiendo también de ese modo la equi-valencia de las razones.

Si consideramos a los cinco modos como partes comple-mentarias de una misma estrategia argumentativa, pode-mos considerar que el fin de los modos de la discrepancia yde lo relativo es llevarnos a reconocer que, en la medida enque alguien emita una opinión determinada como algo másque una mera opinión personal o un reporte sobre cómo leparecen las cosas, entonces podemos exigir razonablementeque dicha persona nos explique cuáles son las razones quejustifican su afirmación.

A partir de este punto es que se desarrolla el argumentopropiamente dicho. En cuanto se presenta una afirmaciónbajo estas condiciones, el terapeuta pirrónico estará habili-tado a preguntar si lo afirmado es meramente una hipótesiso suposición o si se trata, en cambio, de algo que sé (o creofundadamente). Si la respuesta fuese que se trata de algoque sé (o creo fundadamente), entonces se podrá preguntara continuación cómo es que sé lo que afirmo saber (o en

14 Cabe aclarar que esta presentación del argumento se aparta un tanto del tex-to de Sexto y responde a la reconstrucción del argumento hecha por Foge-lin, quien llama a los dos primeros “modos de desafío” y a los tres siguientes“modo dialécticos” (1994, cap. 6). Sexto no ordena los modos de esta forma,y en ocasiones parece sugerir que cualquiera de ellos puede ser suficientepara provocar la suspensión del juicio.

Razón y sinsentido • 43

teseopress.com

Page 44: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

qué razones se basa mi creencia). Y ante cualquier respuestaa esta pregunta, podrá renovarse el desafío preguntandonuevamente si se trata de una mera hipótesis o de algo quesé (o creo fundadamente). Ante esta situación dialéctica, elargumento presentado por Sexto adopta la forma de untrilema entre las siguientes opciones:

1. Regreso al infinito: puede intentarse responder citandosiempre una nueva razón para la creencia que sedefiende en cada caso, resultando en un regreso alinfinito.

2. Hipótesis: puede cortarse la cadena de respuestas a losdesafíos en cierto punto, alcanzando una suposiciónbruta, sostenida de forma dogmática.

3. Razonamiento circular: puedo aducir como razón algoque antes había pretendido probar por medio de otrasrazones, no pudiendo aceptar ninguna de las dos con-sideraciones como prueba de la otra.

La fuerza del trilema de Agripa radica en que las opcio-nes consideradas parecen agotar el espacio lógico dispo-nible para una respuesta al desafío y, al mismo tiempo,ninguna de ellas parece permitirnos reconstruir de modoaceptable las pretensiones de conocimiento o justificaciónde nuestra visión ordinaria de nuestra situación epistémica.La opción del regreso al infinito parece embarcarnos enun regreso vicioso, en la medida en que ningún elementode la cadena justificatoria estará realmente justificado a noser que pudiésemos recorrer una serie infinita de justifi-caciones. La opción de la hipótesis, a su vez, parece poderllevarnos sólo a una suposición bruta que no tenemos razo-nes para aceptar y que no parece por tanto poder cumplir elpapel justificatorio que pretendemos que cumpla. La opcióndel razonamiento circular, finalmente, responde a lo queen nuestras prácticas cotidianas consideramos como unaforma paradigmáticamente mala de argumentación, lo quelos lógicos han llamado una “petición de principio”.

44 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 45: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Generalidad y radicalidad

Respecto del pirronismo histórico tal como es presentadopor Sexto pueden presentarse ciertas dudas sobre las pre-tensiones de su posición en términos de la generalidad yradicalidad del escepticismo que representan. Con respectoa la primera cuestión, se han propuesto lecturas que le asig-nan diferentes grados de generalidad según cómo se entien-da su posición respecto de nuestras creencias de sentidocomún o nuestros procedimientos epistémicos y afirma-ciones ordinarias, en contraste con las mayores pretensio-nes de conocimiento propias de la filosofía y otras empre-sas teóricas15. Tampoco resulta sencillo definir una lecturacomún a los diferentes intérpretes respecto de su radica-lidad, en parte porque, dado el contexto histórico de susurgimiento, el rival dialéctico por excelencia del terapeutapirrónico es el filósofo “dogmático”, en particular, posicio-nes cuya concepción del conocimiento impone exigenciasepistémicas muy fuertes, como vimos antes en relación conla concepción demostrativa.

Dejando de lado estos problemas de interpretación históri-ca, parece claro que el trilema de Agripa tiene al menos elpotencial de generar un escepticismo general y radical. Enprimer lugar, porque nada de importancia en la estructuradel argumento depende de cuál sea el tópico bajo discusión,ni, de hecho, de que se trate de un asunto controversialsobre el que predomine una dispersión de las opinionescorrientes. Al mismo tiempo, el problema es radical en la

15 La lectura más usual, y probablemente más natural, consiste en atribuir unamáxima generalidad al planteo de Sexto, en la medida en que sólo admitiríala posibilidad de realizar afirmaciones “narrativamente, de acuerdo a lo queen cada momento nos parece” (I, 4). Fogelin considera, en cambio, que admi-te las creencias ordinarias y sólo dirige sus ataques contra los intentos detrascenderlas por parte de la filosofía dogmática. Bajo esta interpretación deSexto, Fogelin propone que el pirronismo es la posición de la historia de lafilosofía más similar a la que sostuviera luego el último Wittgenstein (1994,pp. 9-10).

Razón y sinsentido • 45

teseopress.com

Page 46: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

medida en que, formulado como un problema sobre la legi-timidad última de toda forma de justificación de creencias,asumir una concepción modesta o falibilista del conoci-miento no puede alcanzar para brindar una solución satis-factoria. Aun admitiendo que todas nuestras creencias seanpotencialmente revisables, no podemos abandonar fácil-mente la idea de que algunas opiniones están más justi-ficadas que otras, o que adoptar ciertas creencias es másracional que adoptar ciertas otras creencias alternativas.

El escepticismo cartesiano

El famoso e importante “problema del mundo externo”, queKant considerara la fuente del “escándalo” de la filosofía(Crítica, B, xxxix), no figura en absoluto dentro de las preo-cupaciones introducidas por el escepticismo pirrónico. Ysin embargo es probablemente el problema más frecuen-temente asociado con el escepticismo en las discusionesfilosóficas contemporáneas.

El problema del mundo externo tiene su primera formu-lación clara en la obra de Descartes (1637 y 1641). Unainterpretación tradicional de esta asimetría entre el escep-ticismo clásico y el que presenta Descartes considera queésta se debe a una diferencia de intensidad o al caráctermás consecuente del escepticismo cartesiano, que llevaríahasta sus últimas consecuencias las consideraciones plan-teadas inicialmente por los antiguos, consecuencias radica-les que los antiguos presumiblemente no habían advertido.Desde el punto de vista de la presentación que seguiremosaquí, por el contrario, este modo de entender al escepticis-mo cartesiano implica pasar por alto una serie de diferen-cias cruciales entre el tipo de consideraciones que plantea-ron los escépticos antiguos y las muy diferentes que luego

46 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 47: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

propusiera Descartes16. En particular, aunque aquí nos con-centraremos en diferencias relativas a sus concepcionesepistemológicas, parece claro también que el escepticismocartesiano tiene una muy importante función metafísicay está estrechamente vinculado con una concepción sub-jetivista de la experiencia consciente y una dualista de larelación entre lo mental y lo físico17.

Al margen de estas consideraciones, reparar en ciertas dife-rencias fundamentales en términos de estructura argumen-tativa puede resultar suficiente para sostener la necesidadde distinguir a nuestras dos familias de problemas escép-ticos. Las diferencias fundamentales que pretendo resal-tar se nuclean en dos cuestiones, para cuya identificacióndeberemos repasar rápidamente el patrón de la argumen-tación cartesiana.

El primer punto a destacar es que la argumentación carte-siana tiene como objeto nuestra concepción de la relaciónentre la experiencia y la realidad. Su punto de partida esel reconocimiento, aparentemente inocuo e incontroverti-ble, de que toda la información que poseemos acerca delmundo en torno en nuestro es información que proviene deo adquirimos por medio de algunos de nuestros sentidos.Luego, podemos conceder también el punto aparentementeinofensivo de que el funcionamiento regular de nuestrossentidos depende de una compleja cadena de eventos. En

16 Estos tipos de interpretaciones tradicionales son discutidos y fuertementecriticados por Williams (1986).

17 Probablemente haya sido Hegel uno de los primeros en insistir en la impor-tancia de distinguir claramente, a partir de este tipo de consideraciones, elescepticismo pirrónico del tipo de problemas escépticos introducidos porDescartes. Yendo más allá, para Hegel no cabía ninguna duda de que elescepticismo pirrónico antiguo era superior y más profundo que el carte-siano. El primero, escepticismo auténtico, es “una sola cosa con la verdaderafilosofía” (p. 64), mientras que el cartesiano expresaba una tendencia al dua-lismo metafísico y elevaba los “hechos de la consciencia” al estatus de fuentede certezas inmediatas e innegables (Hegel 1802).

Razón y sinsentido • 47

teseopress.com

Page 48: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

el caso de la visión, por ejemplo, pensamos esto corrien-temente como el reflejo de ciertas ondas de luz iniciadoen la superficie del objeto que percibimos, ondas que asu vez producen la activación de ciertos transductores ennuestras retinas, que envían impulsos eléctricos de ciertafrecuencia a nuestro córtex visual primario, que resultan asu vez en una serie de complejos procesos cerebrales (losdetalles aquí no son importantes) que dan lugar, en últimainstancia, a nuestra percepción del objeto en cuestión. Lue-go, yendo un paso más allá, parecería razonable concedertambién que, en principio al menos, el mismo resultadofinal podría producirse interviniendo de modo adecuado enotros puntos de la cadena causal posteriores al reflejo dela luz sobre la superficie del objeto. Esto es lo que pare-ce suceder, por ejemplo, en los casos de percepción de un“miembro fantasma”, en que los patrones de señalizaciónneuronal originados en el muñón del miembro amputadoproducen, presumiblemente, los mismos efectos sobre laszonas relevantes del cerebro que los que habría producido,en condiciones normales, la activación de los transductoresausentes sobre la piel del miembro amputado.

Si concedemos estos puntos, ninguno de los cuales parece aprimera vista especialmente problemático, entonces quedahabilitado el espacio lógico para preguntar cómo sabemos,en un caso determinado, en qué punto de la cadena se pro-dujeron los eventos que dan origen a nuestra percepcióncuando, según el planteo mismo del problema, éstas dife-rencias no son identificables en el contenido de nuestraexperiencia. Esto nos lleva a la segunda diferencia crucialentre los argumentos de tipo cartesiano y los argumentospirrónicos, ya que en este punto el argumento cartesianointroduce la consideración de lo que podríamos llamar hipó-tesis escépticas. En la exposición paradigmática del argumen-to en las Meditaciones, son dos los escenarios principales quecumplen esta función: el argumento del sueño y la posibili-dad de engaño por parte del genio maligno.

48 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 49: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

La hipótesis escéptica está dada, en el primer caso, por laconsideración de la posibilidad de que estemos soñandoen el momento mismo en que realizamos alguna afirma-ción de conocimiento18. Según nuestra concepción ordi-naria, al soñar tenemos experiencias conscientes que nocorresponden, o al menos no corresponden en ningún sen-tido fiable, con los eventos que ocurren a nuestro alrededormientras dormimos. Adicionalmente, parece que ningunade nuestras experiencias conscientes tenga algún rasgo ocaracterística particular tal que no pueda ser imitada porlas cosas que experimentamos al soñar19. ¿Cómo podemosexcluir entonces la posibilidad de que estemos, ahora mis-mo, soñando? El problema radica en que, una vez intro-ducida esta posibilidad, parece natural concluir que ningu-na de las afirmaciones que querríamos hacer con base ennuestra experiencia sensorial acerca de las cosas en tornonuestro podría estar realmente justificada, y ser por tantoun verdadero caso de conocimiento, a no ser que sepamostambién que no estamos soñando. Pero ¿cómo podríamossaber esto? Ante cualquier test que se proponga con el finde alcanzar una conclusión acerca de la cuestión, siemprepodría replicarse que debe excluirse a su vez la posibilidad

18 Aquí estoy utilizando una interpretación usual del argumento de Meditacio-nes I, pero no es la única ni, quizás, la más interesante. Margaret Wilson(1978, cap. 1) propone una reconstrucción diferente del argumento en don-de su objetivo no radica en cuestionar cualquier afirmación de conocimien-to a partir de la imposibilidad de mostrar que esté despierto ahora, sino encuestionar la veracidad de nuestras experiencias conscientes, que nos “enga-ñan” cuando soñamos, como fuente de información acerca de la realidadexterna a la consciencia cuando estamos despiertos. Entendido de esta for-ma, el argumento no tendría la fuerza suficiente para apoyar la conclusiónescéptica, y sería uno más de los dispositivos cartesianos orientados a lacuestionar el estatus epistémico de lo sensible, en preparación del argumen-to verdaderamente radical que sólo se iniciaría con la introducción de lahipótesis del genio maligno.

19 Es interesante notar que esta suposición, clave para el desarrollo del argu-mento, sólo ha sido raramente cuestionada, a pesar de su notoria implausi-bilidad. Una excepción es Austin (1962), pp. 48-49.

Razón y sinsentido • 49

teseopress.com

Page 50: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

de que meramente estemos soñando que nuestra experien-cia satisfizo dicho test, de modo que nos encontraremos enun callejón aparentemente sin salida.

Según la presentación que encontramos en las Meditaciones,el propio Descartes no parece haber estado convencido deque la introducción de la hipótesis del sueño fuese suficien-te para generar un escepticismo radical, en la medida en queparece dejar en pie los rasgos generales de nuestra concep-ción del mundo, aun si representase un desafío respecto decómo conozco hechos particulares (cualesquiera) respectode lo que está sucediendo en mi entorno20. La hipótesis bajola cual el argumento alcanza su fase radical es la del enga-ño por parte de un ‘genio maligno’ con el poder suficien-te para controlar nuestra experiencia (o, en su equivalentecontemporáneo, la posibilidad de que ciertos marcianos,en posesión de tecnologías inimaginablemente avanzadas,pudiesen reproducir los patrones de estimulación sensorialsobre nuestros cerebros dentro de una cubeta). Bajo estahipótesis radicalizada, se abre a consideración la posibilidadde que nuestras experiencias no tengan ya ninguna relacióncon una realidad objetiva en torno nuestro, y a fortiori, seabre la posibilidad misma de que no exista realmente unmundo de objetos físicos en absoluto.

Esto nos deja ya en un escepticismo que, en cuanto a sualcance, no es completamente universal pero sí altamentegeneral: si no pudiésemos responder satisfactoriamente alrequisito de mostrar la falsedad de las hipótesis escépticas

20 Es indicativo en este sentido que la presentación inicial de lo que luego seríael argumento escéptico de Meditaciones I, desarrollada en primer lugar enDiscurso del método IV, el argumento llega sólo hasta la consideración delproblema del sueño y omite la introducción de la hipótesis del geniomaligno, que el propio Descartes luego presumiblemente llegaría a conside-rar necesaria para el desarrollo de su argumento.

50 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 51: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

relevantes, el rango de nuestros conocimientos se veríalimitado, en última instancia, a un solipsismo del tiempopresente21.

Analizar el grado de radicalidad de los argumentos car-tesianos plantea cuestiones más complejas, que dependende la interpretación que se haga de la orientación generaldel argumento.

Dos interpretaciones sobre el papel argumentativo de las hipótesisescépticas

Un primer modo de entender la lógica de los argumentoscartesianos implica verlos como variantes del “argumentodel error”, uno de los modos escépticos de los antiguos.Entendidos de este modo, el papel desempeñado por lashipótesis escépticas consiste en señalar posibilidades deerror que son usualmente pasadas por alto y que, aunquesean poco ordinarias, no pueden ser excluidas sin recurrira una suposición dogmática. Esta línea de razonamientoinvita a un señalamiento que es anticipado por el propioDescartes: en la vida cotidiana no sentimos la necesidad deexcluir escenarios alternativos remotamente posibles paraevaluar que estamos en posesión de conocimiento sobreun asunto determinado. Durante el desarrollo de un juicio,por ejemplo, nunca se admitiría discutir la legitimidad deltestimonio de un testigo o un perito indicando que no seha excluido escrupulosamente la posibilidad de que el testi-go (o, eventualmente, el juez) esté siendo engañado por ungenio maligno. No sólo no se admitiría tal objeción, sinoque a nadie jamás se le ocurriría presentarla (salvo quizás

21 El talento dramático de Descartes lo lleva a afirmar, en un pasaje notable dela cuarta parte del Discurso del método, luego de haber demostrado la existen-cia de Dios, que sólo entonces podía concluir que no era él el único ser queexistía en el mundo ((1637), p. 26).

Razón y sinsentido • 51

teseopress.com

Page 52: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

como parte de una puesta en escena que busque la eximi-ción so pretexto de pérdida de facultades mentales), y estoya en sí mismo parece ser un dato significativo.

Puede pensarse que todo el contexto retórico de las Medita-ciones está destinado precisamente a responder a esta obje-ción. Mientras se encuentra sentado junto al fuego, retiradodel mundo afiebrado de las exigencias prácticas y con tiem-po y condiciones favorables a examinar críticamente, porprimera vez, el estado de sus conocimientos, Descartes sepresenta como embarcado en un tipo particular de inves-tigación teórica, lo que Bernard Williams (1978) llamó un“proyecto de investigación pura”: una investigación com-pletamente liberada de las restricciones prácticas o prag-máticas que impone la necesidad de la acción e, incluso,de las que impone la cooperación y la comunicación conlos demás. En relación con el problema antes planteadosobre la legitimidad del planteo de ciertas posibilidades deerror global cuya consideración no entra nunca en nuestrasprácticas epistémicas cotidianas (o, más precisamente, sobrela legitimidad de imponer la demostración de la falsedadde esas hipótesis como requisito para cualquier afirmaciónde conocimiento sobre el mundo externo a la concien-cia), la sugerencia implícita en lo que hemos dicho hastaaquí es que en los contextos cotidianos nuestro ejerciciode los “niveles de escrutinio” necesarios para una genui-na afirmación de conocimiento se encuentra constreñidopor requerimientos prácticos, mientras que en el contextode una investigación pura nos encontramos liberados paraaplicar esos estándares con toda rigurosidad, distinguiendolos casos genuinos de conocimiento de lo que podríamosllamar “conocimiento a fines prácticos”.

Si entendemos de esta manera el recurso a las hipóte-sis escépticas, parece abrirse en primer lugar una línea derespuesta relativamente directa al planteo cartesiano: loúnico que importa realmente es el “conocimiento a fines

52 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 53: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

prácticos”. Es lo que podría responderse, al menos, desdeuna concepción pragmatista del conocimiento o la justifica-ción o, si se quiere, de la actividad filosófica en general.

En términos de nuestras distinciones anteriores, un proble-ma más generalizado con una interpretación de este tipoes que corre fácilmente el riesgo de quitar al argumentosu carácter radical. En la medida en que parece subyaceral argumento, así presentado, una concepción del conoci-miento ligada de modo demasiado estrecho con estándaresde certeza absoluta, puede pensarse que el problema plan-teado por el argumento no es en realidad un problema radi-cal referido a la legitimidad de nuestras prácticas epistémi-cas ordinarias sino sólo un problema específico relativo aese tipo de concepción del conocimiento22.

Sin embargo, una lectura diferente sobre el papel de lashipótesis escépticas permite reenfocar al problema como unproblema radical, y hacer justicia a la intuición de que lasconsideraciones que desarrolla Descartes realmente repre-sentan o pueden representar una amenaza para nuestrasprácticas epistémicas ordinarias. Para ello, el escéptico nodebe conceder que las posibilidades a las que alude en sushipótesis son remotas, sino que son tan probablemente ver-daderas como las cosas que ordinariamente creemos. Elpunto central, bajo esta comprensión del argumento, radicaen que la “evidencia” que obtenemos acerca del mundo pormedio de nuestra experiencia sensorial es toda la evidenciaque podemos tener, y esta evidencia deja radicalmente subde-

22 Otro modo de presentar esta objeción es acusar al filósofo cartesiano deestar distorsionando el uso corriente de “conocimiento”. Ésta es la líneaadoptada (quizás inaugurada) por Austin en “Other Minds” (1946) y seencuentra en estrecha relación con las ideas de Wittgenstein que discutire-mos en los capítulos siguientes. Esta línea de objeción es discutida (y crítica-da) por Stroud, quien defiende la plausibildiad de pensar que el concepto deconocimiento involucrado en ambos tipos de contextos es el mismo, varian-do sólo en el alcance o la escrupulosidad de su aplicación en función de laslimitaciones impuestas por las necesidades de la acción (1984, cap. 2).

Razón y sinsentido • 53

teseopress.com

Page 54: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

terminado qué sería verdadero o incluso qué sería razonableo justificable creer acerca del mundo. Bajo esta reconstruc-ción, propuesta inicialmente por Ayer23, el argumento con-taría con tres pasos fundamentales:

1. Todo nuestro conocimiento acerca del mundo externoes inferencial. Por tanto, todas nuestras creencias sobreel mundo externo serán genuinos casos de conocimien-to sólo si pueden ser justificadas a través de evidenciaapropiada, y esta evidencia sólo puede ser provista porla experiencia sensorial.

2. No hay ninguna conexión lógica válida entre la evi-dencia que nos ofrece la experiencia y las creenciasordinarias que tenemos sobre el mundo externo. Estoes mostrado por las hipótesis escépticas, que ejemplifi-can un caso en que las mismas “premisas” podrían serverdaderas mientras que la “conclusión” sería falsa.

3. Tampoco puede asegurarse la conclusión de la existen-cia del mundo externo mediante algún tipo de inferen-cia inductiva. Las premisas de una inferencia inductivaestán dadas por la observación de correlaciones entreestados de cosas (la “conjunción constante” de Hume),y la aplicación de ese modelo a este caso resulta impo-sible al no contar con ningún medio independiente decorroboración (o, al menos, acceso) al ‘estado de cosas’referido al mundo externo a nuestra experiencia.

En los capítulos siguientes volveremos a la considera-ción de los problemas escépticos a partir de las respuestas atales desafíos presentadas por Moore y Wittgenstein. Ahoranecesitamos volver nuestra atención a algunas otras nocio-nes básicas en las discusiones epistemológicas antes de darpor terminado este recorrido inicial.

23 La referencia en Williams (2001, p. 75) es a El problema del conocimiento,publicado en 1956.

54 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 55: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Las teorías clásicas de la justificación

Debemos ocuparnos entonces, por último, de ofrecer unacaracterización, primera y rápida, de las formas que hantomado usualmente las “teorías de la justificación”, esto es,los intentos teóricos de dar cuenta de la estructura general,global, de los patrones de justificación de nuestras creen-cias.

Robert Fogelin ha llamado la atención sobre el evidenteparalelismo entre las opciones ofrecidas por el trilema deAgripa y el espacio lógico de teorías corrientes sobre la jus-tificación en la epistemología contemporánea24. La opcióndel regreso al infinito ha sido, sin duda, la menos popu-lar, aunque no ha carecido por completo de exponentes25.Dejando esta posibilidad de lado, las alternativas que sepresentan como más prometedoras consisten en admitiralguna de las otras dos opciones, la “hipótesis” infundada oel “razonamiento circular”, para mostrar luego que no ado-lecen de los problemas que el planteo pirrónico les adjudicaen cuanto vías para la justificación de nuestras creencias.En caso de adoptar la primera de estas opciones, tendremosuna concepción fundacionista; en caso de adoptar la segunda,tendremos una concepción coherentista. Ahora debemos ver,al menos rápidamente, los rasgos principales que exhibenlos desarrollos teóricos en estas dos líneas.

24 A pesar de que el paralelismo es notable, es claro que el vínculo no debeinterpretarse en términos históricos, diacrónicos. Algunas versiones delfundacionismo son históricamente anteriores a la aparición del pirronismo,y el coherentismo como opción teórica desarrollada es de aparición relati-vamente reciente.

25 Uno de los pocos ejemplos es Klein (1999).

Razón y sinsentido • 55

teseopress.com

Page 56: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Fundacionismo

Ya hicimos una referencia más arriba a las concepcionesfundacionistas de la justificación al presentar la concepcióndemostrativa del conocimiento. De hecho, puede verse ala concepción demostrativa como una forma extrema defundacionismo, aunque ninguna de sus variantes contem-poráneas impone requisitos tan fuertes sobre la noción deconocimiento o la de justificación. El punto en común entreambas concepciones es, en primer lugar, una cierta concep-ción sobre la arquitectura de la justificación, que podemoscaracterizar como lo que Williams denomina la tesis delFundacionismo estructural:

1. Hay creencias básicas que, a pesar de no descansarsobre ninguna evidencia o razones ulteriores, son enalgún sentido sostenidas justificadamente.

2. Una creencia está justificada si y sólo si es una creenciabásica o está conectada inferencialmente de modoapropiado con otras creencias justificadas.

En la conjunción de estas dos tesis tenemos una pri-mera caracterización que es probablemente el origen de lafuerza intuitiva del fundacionismo. El pensamiento que seubica detrás de estas tesis es el que Aristóteles expresara aldecir que sólo un ignorante puede pedir demostración detodas las cosas26: si para justificar una creencia es necesariorecurrir a otra creencia, la cadena de justificaciones ha detener necesariamente un punto terminal en ciertas creen-cias o proposiciones que sean últimas, esto es, que estén enalgún sentido justificadas sin necesidad de recurrir a otrascreencias o proposiciones en su apoyo.

26 Metafísica, IV, 4. El contexto es el intento de “demostración práctica” delprincipio de no-contradicción, que no admite, a ojos de Aristóteles, ningunademostración en sentido estricto.

56 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 57: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Aunque esta idea tiene, como decíamos, una gran fuerzaintuitiva, podemos ver que no puede ser una caracteriza-ción completa de una posición fundacionista estable, o no almenos de una que pretenda ofrecer una solución al trilemade Agripa. El problema radica en que lo que se requierepara articular una tesis mínima, al menos, que no concedael punto al desafío pirrónico, no es sólo que las creenciasbásicas sean aceptadas meramente de hecho (lo que nosdejaría en el modo de la hipótesis) sino que sean, en algúnsentido, indesafiables, o que estén al menos prima facie jus-tificadas. El modo en que las posiciones fundacionistas handado cuenta tradicionalmente de este requisito podemoscaracterizarlo mediante una tercera tesis que, sumada a lasdos anteriores, dan por resultado lo que podemos llamarFundacionismo sustantivo:

1. Hay ciertos tipos de creencias que por su propia natu-raleza (esto es, en virtud de su contenido) están encondiciones de cumplir el papel de puntos termina-les de las cadenas de justificación. Estas creencias sonepistemológicamente básicas en la medida en que sonintrínsecamente creíbles o auto-evidentes.

El que tales creencias sean básicas en función de sucontenido no implica necesariamente que éste sea suficien-te para su justificación pero sí apunta naturalmente a laidentificación de una cierta clase de creencias que, en virtudde su contenido, tienen el potencial al menos de funcionarcomo creencias básicas.

Caracterizado de esta forma, el fundacionismo es una res-puesta al problema agripano, aunque está claro tambiénque el agregado de la tercera cláusula nos obliga a adoptarcompromisos filosóficos mucho más robustos que los invo-lucrados en las dos primeras. Para empezar, la idea de queciertas creencias (o, usualmente, clases de creencias) tienenalgún tipo de credibilidad intrínseca parece comprometer-

Razón y sinsentido • 57

teseopress.com

Page 58: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

nos, más allá de cómo se caracterice con precisión la nociónde ‘credibilidad intrínseca’, con una concepción atomista dela justificación. Para ser creencias básicas, en ese sentido,las creencias en cuestión tendrán que poder encontrarsejustificadas sin referencia alguna a las creencias no-básicasque podamos sostener. El mismo requisito de credibilidadintrínseca parece requerir incluso no sólo una concepciónatomista de la justificación sino también del significadoo el contenido de las creencias. Esto es, el significado ocontenido de las creencias básicas debe ser absolutamenteauto-contenido, no puede depender del significado de otrascreencias (no-básicas), ya que eso atentaría contra el cum-plimiento del requisito de credibilidad intrínseca. Reunien-do ambas consecuencias, podemos afirmar entonces que elrequisito de credibilidad intrínseca compromete a las posi-ciones fundacionistas tradicionales con una forma de cono-cimiento encapsulado: nuestro conocimiento de las creenciasbásicas es independiente de cualquier otro conocimiento ocreencia tanto para la determinación de su estatus epistémi-co como creencias justificadas como para la determinaciónde su contenido en primer lugar. No será sorprendenteentonces que estas exigencias teóricas derivadas del núcleomismo de la concepción fundacionista hayan llevado a lamayor parte de las posiciones dentro de esta línea a ubicarla fuente de la credibilidad intrínseca de las creencias bási-cas precisamente en ciertas características especiales de susignificado o contenido.

Hay un par de rasgos más que suelen compartir las posi-ciones fundacionistas que necesitamos notar todavía paraalcanzar al menos una primera caracterización mínima.Para empezar, podemos pensar que una concepción funda-cionista que responda a la caracterización que aquí hemoshecho implica, o al menos sugiere, una cierta concepción dela racionalidad; en particular, lo que llamaremos una concep-ción justificacionista de la racionalidad: sostener racionalmen-te una creencia es siempre y en todo caso sostener creencias

58 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 59: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

que han sido ya apropiadamente justificadas. Podríamos irun paso más allá incluso y pensar que uno de los atractivosque han tenido las concepciones fundacionistas a los ojosde muchos filósofos ha sido su promesa de una base neutralpara la resolución de todas las disputas, que asegure a nues-tras pretensiones de conocimiento tanto frente al desafíoescéptico como ante los peligros relativistas. Para esto, unavez más, lo que precisamos es un fundacionismo sustantivo,ya que la tesis estructural, tomada en sí misma, parece com-patible con ambas opciones.

Otro rasgo que, si bien no está directamente implicado,parece acompañar naturalmente a las posiciones fundacio-nistas (sustantivas) es una fuerte tendencia demarcacionista.La razón de esto podemos encontrarla en el núcleo mismodel proyecto de reconstruir el edificio de nuestro conoci-miento por medio de cadenas inferenciales que tengan alas creencias básicas como premisas últimas. Un resulta-do, a primera vista inevitable, de ese proyecto parece serque no todas las cosas que ordinariamente podríamos pen-sar que conocemos (o creemos justificadamente) podránser incorporadas a estas cadenas inferenciales. Esta presiónestá claramente presente en el proyecto fundacionista másinfluyente del siglo pasado, el del positivismo lógico. Aunsi consideráramos como extrema la opción de proponeruna ecuación entre lo justificable (verificable) y lo que tienecontenido empírico, parece claro desde una posición fun-dacionista sustantiva será significativa la tendencia a trazarlíneas fuertes entre lo empírico y lo no-empírico, o, porejemplo, entre los “enunciados fácticos” y lo “enunciadosvalorativos”.

Para terminar podemos señalar cuáles son los problemasque entran típicamente en discusión al discutir posicionesfundacionistas (aunque no sean, con mucho, los únicos). Lasdos formas más usuales de objeciones al fundacionismo yahan sido aludidas en la caracterización anterior, al menos

Razón y sinsentido • 59

teseopress.com

Page 60: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

implícitamente. En primer lugar, parece claro por lo yadicho que no resultará sencillo alcanzar una caracteriza-ción defendible del requisito de credibilidad intrínseca paralas creencias básicas (incluyendo, como vimos, el compro-miso que parece seguirse naturalmente con concepcionesatomistas de la justificación y del significado). En segun-do lugar, para ser exitosa una posición fundacionista noprecisa sólo eludir problemas conceptuales generales, sinomostrar al mismo tiempo que las cadenas inferenciales apartir de las creencias básicas permiten retener al menosuna buena parte de lo que ordinariamente consideramoscreencias justificadas. En este sentido, la segunda objeciónusual contra las posiciones fundacionistas apunta a las difi-cultades de reconstruir una “superestructura” adecuada deconocimiento o creencias justificadas con los recursos quepermiten las exigencias teóricas propias de la posición.Ambos problemas, además, parecen ser más graves consi-derados en tándem, ya que ambos presionan en direccionescontrarias. Quizás resulte más accesible defender la credi-bilidad intrínseca de una clase de creencias básicas en lamedida en que ésta sea restringida y el contenido de talescreencias sea suficientemente modesto; la plausibilidad depretender reconstruir el edificio del conocimiento a partirde tal base, en cambio, parece depender de que ésta sea losuficientemente amplia y rica para dar lugar al conjunto denuestras creencias (o una parte significativa de él) a partirde conexiones inferenciales.

Coherentismo

En contraste con las posiciones fundacionistas, el rasgoprincipal de las posiciones llamadas “coherentistas” es unaconcepción radicalmente holista de la justificación. Enten-demos por esto la idea de que una creencia no está nuncajustificada si la consideramos de un modo aislado o autóno-mo o, alternativamente, que el apoyo de una creencia parti-cular requiere siempre y en todos los casos de la ubicación

60 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 61: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

apropiada de esta creencia dentro de un sistema total oglobal de creencias, y que sólo respecto de la totalidad delsistema puede decirse propiamente que, en última instancia,está más o menos justificada.

Un modo usual de presentar esta idea es identificarlacomo una ‘concepción no-lineal de la justificación’ (Bonjour1985). Podemos entender las ideas fundacionistas sobrela justificación como propias de una concepción lineal: lainferencia justificacional procede de premisas a conclu-sión mediante reglas de inferencia que son, a fortiori, reglasde transmisión de la justificación. Desde una concepciónno-lineal, en cambio, las múltiples formas en que nues-tras creencias están conectadas inferencialmente no son depor sí conexiones justificacionales, sino que la justifica-ción depende de ciertas propiedades del sistema de creen-cia tomado como un todo, y las conexiones inferencialesa su interior no determinan directamente que una creen-cia esté justificada sino sólo que pertenezca al sistema enprimer lugar. En este sentido, entonces, toda creencia parti-cular, sin importar cuál sea su contenido o cuán importantepodamos considerarla para nuestras prácticas epistémicasordinarias, sólo podrá estar justificada derivativamente, pormedio de la referencia al sistema total del que forma par-te. Podrá verse entonces que esto implica rechazar no sóloel fundacionismo sustantivo sino incluso el fundacionismoestructural.

La propiedad global del sistema de la que depende a su vezla justificación de éste es caracterizada usualmente, dentrode estas concepciones, como la coherencia del sistema decreencias. Las diferentes versiones de las teorías coheren-tistas difieren respecto de la caracterización precisa de esteconcepto, aunque puede hablarse en términos generales deuna tendencia a pensar que la coherencia debe involucraralgo más que la mera consistencia lógica. En este senti-do, parece necesario complementar la ausencia de conflicto

Razón y sinsentido • 61

teseopress.com

Page 62: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

(consistencia) con alguna o algunas formas de conexionespositivas entre las creencias del sistema. En muchas oca-siones se ha pretendido recurrir en esta dirección a cone-xiones lógicas más débiles que la implicación pero másfuertes que la consistencia, como conexiones inferencialesno-deductivas o, yendo más allá, a diferentes formas derelaciones explicativas.

Otra forma de concebir a la coherencia como yendo másallá de la mera consistencia ha sido poner el énfasis en elalcance del sistema. Así, puede pensarse que un sistema decreencias será más coherente cuanto mayor sea el rangode hechos que permite establecer, explicar o, eventualmen-te, anticipar. Entender de este modo el requisito de cohe-rencia permite recuperar parcialmente un elemento fuer-temente intuitivo de la concepción fundacionista: la ideade que algunas de nuestras creencias o conocimientos, sino propiamente infalibles, son al menos muy difícilmenterevisables. La concepción holista de la justificación impli-ca compromisos fuertemente falibilistas, en la medida enque ningún elemento del sistema tiene un estatus epistémi-co privilegiado (ni tiene, para ser más precisos, un estatusepistémico autónomo), de modo que queda necesariamenteabierta la posibilidad de que cualquiera de nuestras creen-cias sea revisada, modificada o eliminada. El requisito decomprensividad, entonces, puede permitir reconstruir par-cialmente la intuición original, en la medida en que desem-boca naturalmente en una suerte de “principio de conser-vadurismo”. Esta consecuencia parece darse de un modonatural, en la medida en que los cambios que sea necesariointroducir dentro del sistema de creencias tendrán siempreuna fuerte tendencia a privilegiar el mantenimiento de lacomprensividad del sistema, y eso hará difícilmente vul-nerables a aquellas creencias que se encuentren más pro-fundamente “enquistadas” dentro de las redes inferenciales.El resultado parece ser entonces que la consideración decualquier cambio posible en nuestro sistema de creencias

62 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 63: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

involucra sopesar, de alguna manera, la tendencia a la inte-gración de nuevos elementos al sistema con las tendenciasconservadoras de la maximización de la comprensividad.

Otro rasgo importante usualmente compartido por las teo-rías coherentistas surge a partir de la consideración delproblema de cómo dar lugar a las creencias observacionaleso perceptuales dentro de un sistema de creencias conce-bido circular u “horizontalmente”. En este punto tambiénlas posiciones fundacionistas parecen poder reclamar, a pri-mera vista, una mayor fuerza intuitiva, en la medida enque permiten dar cuenta de lo que podríamos llamar, algoapresuradamente, la asimetría entre teoría y observación.La idea aquí es que, aun si no se reconoce a las creenciasperceptuales u observacionales una prioridad epistémicaabsoluta (esto es, aun si se piensa que las creencias observa-cionales están abiertas a la revisión a partir de consideracio-nes conceptuales o teóricas, o si se niega incluso una dico-tomía fuerte entre lo observacional y lo no-observacional),parece sin embargo difícil negar que las creencias obser-vacionales cumplen un papel en algún sentido regulato-rio sobre nuestras creencias acerca del mundo en general.Según la formulación de Sellars, si no hubiese algún sentidoen que nuestras creencias acerca del mundo descansasensobre nuestras creencias observacionales, entonces habría-mos quitado todo contenido a la idea misma de conoci-miento empírico (1956, §38).

La respuesta usual a esta exigencia teórica ha sido reco-nocer la importancia de las creencias perceptuales (creen-cias “cognitivamente espontáneas”, según la terminologíakantiana de Bonjour) como fuente de un “constreñimientoexterno” (McDowell) o empírico sobre nuestro sistema decreencias, insistiendo al mismo tiempo que tales creenciasperceptuales están sujetas a evaluación a la luz de un com-plejo conjunto de creencias generales sobre nuestras habi-lidades como observadores. Encontramos así un conjunto

Razón y sinsentido • 63

teseopress.com

Page 64: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

de creencias, que podemos llamar creencias epistémicas, quecumplen un papel regulatorio de no poca importancia den-tro de la economía de un sistema de creencias entendido demodo coherentista. El papel de estas creencias epistémicasapunta a su vez nuevamente al punto antes señalado sobrelos compromisos entre integración y comprensividad, enla medida en que permiten dar cuenta de cómo regula-mos la aceptación de creencias observacionales en funcióndel aumento de coherencia o, eventualmente, el daño a lacomprensividad, que provocaría su introducción dentro delsistema total. El estatus epistémico de las creencias episté-micas mismas no es, naturalmente, privilegiado, en el sen-tido de que están tan abiertas a revisión como cualquierotra de nuestras de creencias, y dependen para su justi-ficación de su integración dentro del sistema total, comocualquier otra creencia. El único sentido en que pueden serpensadas como “fundamentales” está dado por el hecho deque se trata de creencias profundamente enquistadas den-tro de nuestros sistemas de creencias, por lo que su revisiónpodría traer consecuencias dramáticas para la coherenciadel sistema como un todo.

En otra dirección, podemos agregar también que es naturalque la concepción holista de la justificación esté acompa-ñada por (en ocasiones, incluso, motivada por) una con-cepción holista del significado. Ésta ha sido la tendenciadominante dentro de las teorías coherentistas, que han pen-sado usualmente el significado bajo alguna forma de con-cepción funcional o inferencial, donde una creencia deri-va su contenido de sus conexiones inferenciales con otrascreencias, conexiones que reflejan su papel inferencial ofuncional dentro del sistema de creencias como un todo. Enocasiones los teóricos coherentistas han defendido tambiénalguna forma de una teoría coherentista de la verdad (víauna conexión con el concepto de justificación), aunque estámucho menos claro que este compromiso sea obligatoriopara toda posición epistemológica de este tipo. Para el caso,

64 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 65: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

uno de los exponentes paradigmáticos del coherentismo enlas discusiones contemporáneas, Laurence Bonjour, presen-ta la combinación de una teoría coherentista de la justifi-cación con una concepción correspondentista de la verdaden líneas clásicas27.

Al mismo tiempo, tal como notamos antes que el fun-dacionismo parece sugerir naturalmente una tendencia aadoptar líneas demarcacionales fuertes, el coherentismo espor lo general hostil a muchas de las dicotomías centralesde la tradición epistemológica: ciencias formales o demos-trativas vs. ciencias empíricas, conocimiento a priori vs.a posteriori, e incluso, famosamente, la distinción mismaentre juicios analíticos y sintéticos (Quine 1951). Este últi-mo punto parece llevar igualmente a la consecuencia derenunciar a una dicotomía fuerte entre juicios de valor yjuicios fácticos28.

Para terminar, podemos señalar rápidamente cuáles son losproblemas más usuales señalados por los críticos del cohe-rentismo, como antes hicimos respecto del fundacionismo.De la presentación misma de las ideas principales de estetipo de teorías surgen directamente dos fuentes principales(aunque, naturalmente, no únicas) de problemas. En primerlugar, y en relación con la caracterización del estándar decoherencia, parece claro que es necesario que éste involucrealgo más que la consistencia lógica, y todos los modos decompletar la caracterización de la coherencia de modo quelogre ir más allá de la mera consistencia han sido fuerte-mente atacados y se han revelado como problemáticos, aun-que no podremos ver los detalles aquí. La razón por la queesto representa un problema es suficientemente clara: si la

27 Sigo en este punto a la presentación del coherentismo de Bonjour en Fogelin(1994, p. 147).

28 El vínculo directo entre el rechazo a la dicotomía analítico/síntetico y elrechazo a la dicotomía hecho/valor es presentado y defendido por Putnam(2002).

Razón y sinsentido • 65

teseopress.com

Page 66: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

coherencia no fuese en última instancia más que la consis-tencia, la noción misma de justificación parecería haberseevaporado, ya que todos admiten que es posible construiruna cantidad potencialmente infinita de sistemas que cum-plan el requisito de consistencia, y todos aceptarían que,intuitivamente, no estaríamos preparados para considerar acualquier sistema de creencias como justificado por el merohecho de ser consistente. En segundo lugar, parece indis-pensable que se logre una caracterización satisfactoria delpapel del “input” observacional sobre el sistema de creen-cias, lo que tampoco parece ser algo sencillo de lograr dadoslos requisitos teóricos generales bajo los cuales se muevenlas teorías de este tipo. A no ser que esto pueda lograrse,el riesgo latente será el de presentar a nuestros sistemasde creencias como desconectados del mundo, evaporándosela noción misma de conocimiento (o incluso, quizás, la decreencia) empírico29.

29 Los dos problemas son señalados por Bonjour (1985).

66 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 67: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

3

G.E. Moore: conocimiento,escepticismo y sentido común1

En este capítulo consideraremos con cierto detalle laargumentación desplegada por G.E. Moore en dos de sustrabajos más conocidos, “Una defensa del sentido común”(1925; en adelante, DSC) y su “Prueba de un mundo exte-rior” (1939; en adelante, PME). Lo haremos con el doblepropósito de intentar precisar en qué consiste el planteode Moore y de comenzar luego, a través de esta lectura, aintroducirnos en algunos de los tópicos centrales que abor-dará Wittgenstein en SC y que serán el objeto de nuestroscapítulos siguientes.

Moore ha sido, junto con Russell, uno de los principalesresponsables del establecimiento de lo que hoy llamamos latradición analítica en filosofía, aunque sus trabajos ya nosean hoy tan leídos ni tan discutidos. En particular, encon-tramos en Moore a un pensador claramente enmarcado enel ‘giro lingüístico’ y con una inclinación notoria, a vecesexacerbada, a realizar análisis detallados del alcance precisode los términos clave en la definición de los problemas quelo ocupan. Moore parece, por así decirlo, un filósofo com-pletamente decidido a no dejarse engañar por las palabras ya plantear sus problemas y su propia posición con la máxi-ma claridad que sea posible.

1 Una versión más desarrollada de este capítulo fue publicada como "Escepti-cismo e idealismo en la Prueba del Mundo exterior de G.E. Moore", Areté(Perú), 2015, vol. 27, nro. 1, pp. 45-67.

teseopress.com 67

Page 68: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Sin embargo, como veremos en lo que sigue, la tareade alcanzar una lectura razonablemente satisfactoria de laposición que Moore pretendía sostener en DSC y PME esrealmente difícil, mucho menos sencilla de lo que parecea primera vista. Una recorrida rápida por los trabajos dequienes han intentado ofrecer una interpretación y discu-sión de los argumentos de Moore atestigua su dificultad nosólo por la amplia gama de interpretaciones que se pro-ponen respecto de los aspectos centrales de su posición,sino también por el reconocimiento casi universal de quelos argumentos de Moore tienen un efecto perplejizante,escurridizo, desconcertante.

La complejidad involucrada en la lectura de Moore tienevarias fuentes, y a alguna de ellas trataré de hacer justicia enesta presentación. Hay una, sin embargo, que parece acon-sejable notar de entrada, y es el señalamiento obvio, aunquequizás no tan frecuente, de que un acercamiento a Mooreplantea algunas exigencias propias de la investigación his-tórica. Esto es, estamos tan acostumbrados a la idea de queMoore es parte troncal de la tradición analítica contem-poránea que podemos olvidar fácilmente cuánto tiempo hapasado desde que escribiera sus trabajos y cuánto ha cam-biado desde entonces el escenario de problemas y opcio-nes filosóficas que se consideran relevantes y que formanel marco o el trasfondo para el acercamiento a cualquiertexto filosófico. Hay, en particular, una diferencia entre elmarco de problemas en que se mueve Moore y el que hasido corriente en las últimas décadas que será importan-te tener en cuenta en nuestra discusión, y es que Moore(como Russell) inició su actividad filosófica en la polémicacontra el idealismo de tendencia hegeliana predominanteen Inglaterra todavía a fines del siglo XIX y principios delsiglo XX (Rockmore 2005, cap. 1). De hecho, probablemen-te sea justo decir que la obra de Moore está más marcadapor esa polémica anti-idealista y anti-hegeliana que la delpropio Russell. El problema que esto implica es que, en

68 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 69: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

muchos casos, los autores y posiciones que Moore esta-ba discutiendo (aunque sólo raramente hiciera referenciasexplícitas) ya hace mucho tiempo que dejaron de ser estu-diados y son raramente mencionados incluso por quienesse han dedicado a discutir los trabajos de Moore. En DSCencontramos, por ejemplo, que Moore dedica cierto espa-cio a discutir no sólo las variantes generales de la posiciónidealista (ya de por sí bastante alejada de la matriz de opcio-nes teóricas de las discusiones contemporáneas) sino quetambién discute otras posiciones relacionadas como la tesisde McTaggart sobre la irrealidad del tiempo (1908), o laposibilidad de que haya experiencias que no pertenezcana ningún sujeto o se encuentren incluso en algún sentidofuera del tiempo. Un estudio iluminador de la posición deMoore (algo que no podremos hacer aquí) requeriría unimportante esfuerzo de reconstrucción histórica del marcoproblemático desde el cual y con referencia al cual Mooreestaba planteando sus posiciones, marco que desde hacedécadas es en buena medida ajeno a las preocupaciones delos filósofos analíticos.

De todos modos, el objetivo de nuestro tratamiento deMoore en este capítulo será mucho más modesto, y estaráenfocado a introducirnos en los núcleos problemáticos queWittgenstein reconoció, en algún sentido, como plantea-dos en estos intrigantes artículos de Moore. Con ese findiscutiré algunas de las opciones de lectura más relevan-tes de la posición y la problemática planteadas por Moore,incluyendo las influyentes lecturas de Norman Malcolm yBarry Stroud. Antes de llegar a ese punto, sin embargo,será necesario hacer una recorrida inicial más apegada a laletra de los artículos de Moore, y ésa será entonces nuestraprimera tarea. En la última sección del capítulo sugeriré quealgunas líneas argumentativas esbozadas (aunque no pro-piamente desarrolladas) por Moore pueden ser vistas comonovedosas e interesantes, y serán importantes a la luz dela discusión del SC.

Razón y sinsentido • 69

teseopress.com

Page 70: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

La DDeeffensaensa (DSC)

Un primer rasgo inusual de este trabajo, presentado porMoore en 1925, es que no tiene como objetivo explícitola discusión de un problema filosófico sino simplemente,según nos dice Moore, indicar algunos puntos importantesen que su propia posición difiere o ha diferido de la de otrosfilósofos. Esta discusión es desarrollada por Moore en cincosecciones, de temas y niveles de desarrollo disímiles.

Los “obvios truismos”

En la primera de esas secciones, la más extensa y la quedio lugar a mayor cantidad de discusiones, Moore reali-za su planteo indicando una larga lista de proposicionesde las que afirma que son todas ellas proposiciones que“(en mi opinión) conozco con certeza que son verdaderas”(cursiva en el original). La lista de estos “obvios truismos,tales que podría no valer la pena enunciarlos” se abre conun conjunto de proposiciones sobre su propio cuerpo y suentorno. Aunque el pasaje es largo, merece ser citado inextenso. Escribe Moore:

Existe en este momento un cuerpo humano vivo, que es micuerpo. Este cuerpo nació hace cierto tiempo, y ha existidocontinuamente desde entonces, aunque no sin sufrir cambios(…). Desde que nació, estuvo siempre en contacto con o nodemasiado alejado de la superficie de la tierra; y en todomomento desde que nació han existido también muchas otrascosas, con forma y tamaño en tres dimensiones(…), de lasque estuvo a diversas distancias(…). También han existidoalgunas otras cosas de este tipo con las que [mi cuerpo] haestado en contacto (…). Entre las cosas que, en este sentido,han formado parte de su entorno (…), ha habido, en todomomento desde su nacimiento, un gran número de otroscuerpos humanos vivientes, cada uno de los cuales, como él,(a) ha nacido en cierto momento, (b) ha continuado existiendoluego de su nacimiento y (c) ha estado, en todo momento

70 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 71: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

desde su nacimiento, en contacto con o no muy alejado dela superficie de la tierra. Muchos de estos cuerpos ya hanmuerto y han dejado de existir.

La siguiente afirmación de su lista ya parece inscribirseen una línea diferente a las anteriores:

Pero la tierra existía ya muchos años antes del nacimiento demi cuerpo, y durante muchos de estos años, también, grandescantidades de cuerpos humanos han estado vivos, en cadamomento, sobre su superficie; y muchos de estos cuerposhabían ya muerto y dejado de existir.

Luego el propio Moore marca otra transición, haciaafirmaciones sobre hechos mentales o psicológicos que vanmás allá de lo antes afirmado acerca de su cuerpo:

Finalmente (y pasando a una clase diferente de proposicio-nes), soy un ser humano y he tenido, en diferentes momentosdesde el nacimiento de mi cuerpo, muchas experiencias dife-rentes, de muchos tipos distintos; por ejemplo, he percibidofrecuentemente a mi propio cuerpo tanto como a otras cosasque formaban parte de su entorno, incluyendo a otros cuer-pos humanos; no sólo he percibido cosas de este tipo sino quehe observado hechos acerca de ellas, tales como, por ejemplo,el hecho que ahora estoy observando, que esa repisa está eneste momento más cerca de mi cuerpo que esa estantería. Hesido consciente de otros hechos que no estaba observandoen el momento (…); he tenido expectativas sobre el futuro yhe tenido también muchos otros tipos de creencias, falsas yverdaderas; he pensado acerca de cosas, personas e incidentesimaginarios, en cuya realidad no creía; he tenido sueños, y hetenido sensaciones de muchos tipos.

Razón y sinsentido • 71

teseopress.com

Page 72: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Finalmente, la última transición en su lista de proposi-ciones concierne a las experiencias que han tenido los otroscuerpos que han sido cuerpos de seres humanos2:

Y, tal como mi cuerpo ha sido el cuerpo de un ser humano,yo mismo, que ha tenido durante su tiempo de vida muchasexperiencias de estos (y otros) tipos, así también, en el casode muchos de los otros cuerpos humanos que han vividosobre la tierra, cada uno ha sido el cuerpo de un ser humanodiferente que ha tenido, durante la vida de su cuerpo, muchasexperiencias de estos (y otros) tipos. (DSC, pp. 32-4; todas lastraducciones de este capítulo son mías).

Para completar la presentación de las afirmaciones quedice conocer con certeza que son verdaderas, según su pro-pia opinión, Moore señala luego que muchos de los sereshumanos a los que antes hizo referencia han conocido fre-cuentemente proposiciones correspondientes a las que élafirma conocer, en el sentido de que afirmaban respecto desus cuerpos y de los tiempos en cuestión, lo que él acabade afirmar respecto de su cuerpo y del tiempo presente. Undetalle debe notarse aquí, y es que dado que la lista inicial deproposiciones incluye la afirmación de que los demás suje-tos también han tenido experiencias y observado hechos, alafirmar ahora que todos los sujetos conocen o han conocidoproposiciones correspondientes a las que conoce Moore, nose está implicando sólo que todos sabían lo que él dice saber,sino que todos sabían que todos sabían lo que él dice saber.

2 Un detalle intrigante del modo en que Moore presenta sus “truismos”, delque no podremos ocuparnos aquí, está dado por los notorios esfuerzos querealiza para evitar una formulación en términos del concepto de persona,pensando presumiblemente que esta noción es en algún sentido problemáti-ca o que su inclusión iría en detrimento de la “obviedad” de las proposicio-nes consideradas.

72 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 73: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Significado ordinario y análisis del significado

Moore realiza dos aclaraciones importantes respecto delsentido de sus afirmaciones anteriores. En primer lugar,señala que al decir que tales proposiciones eran verdaderasno estaba pensando que hay algún sentido en que son ver-daderas, mientras que podría haber algún otro sentido enque fuesen falsas o requiriesen al menos de alguna califi-cación ulterior. Esto es, al decir que las proposiciones eranverdaderas lo que ha pretendido afirmar es que eran “com-pletamente verdaderas”. Luego, de modo complementario,señala que no está entendiendo a las expresiones involu-cradas en ningún sentido sutil o especial, sino que las estáusando “según el modo popular”, incluyendo lo que quizásalgunos podrían ver como “los errores populares”. En parti-cular, Moore señala que todas las expresiones involucradascarecen por completo de ambigüedades y que todos enten-demos perfectamente qué significan.

Con relación a este último punto Moore introduce unadistinción importante entre comprender el significado deun enunciado y poder ofrecer un análisis de su significado,en el sentido de los proyectos clásicos de análisis lógico-lingüístico que toman como paradigma la teoría de las des-cripciones de Russell. Respecto de este tipo de proyectosMoore se muestra sumamente cauto y sostiene que nadiehasta el momento ha logrado ofrecer un análisis satisfac-torio del significado de ninguno de los enunciados aquíutilizados. Al mismo tiempo, insiste en que esto no es enabsoluto un obstáculo para poder afirmar que entendemosestos enunciados en su sentido corriente, señalando que, dehecho, el mismo proyecto de ofrecer un análisis preciso delsignificado depende de, y supone, que haya un significadoordinario de estos enunciados que ya comprendemos, aun-que no estemos en condiciones de precisar.

Razón y sinsentido • 73

teseopress.com

Page 74: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Este punto será retomado por Moore más adelante, enla cuarta sección de DSC, donde ofrece algunas precisio-nes respecto de los problemas involucrados en el análisisde este tipo de proposiciones corrientes. Allí afirmará, enprimer lugar, que le parece “evidente” que un enunciadocomo “estoy percibiendo ahora una mano humana” es unadeducción a partir de un par de enunciados más simples,“estoy percibiendo esto” y “esto es una mano humana”. Es elanálisis de estas proposiciones más simples el que planteaproblemas aparentemente insuperables. Por un lado, pare-ce evidente a ojos de Moore que una proposición como“estoy percibiendo esto” hace referencia a un sense-datum.Al mismo tiempo, el elemento deíctico en la proposición“esto es una mano humana” no puede entenderse sin máscomo una referencia a ese sense-datum, en la medida en quetambién parece obvio que lo que se está afirmando no esque ese sense-datum sea una mano humana (un objeto físicotridimensional, con partes que no son visibles para el ojodesnudo, etc.) sino que en algún sentido representa a unamano humana. En otros términos, que no son los que usaMoore aquí, podríamos decir que el problema que reconocees el de cómo compatibilizar una teoría representacionalde la percepción en términos de sense-data con sus tenden-cias a suscribir alguna variante de realismo directo, quehabía defendido años antes en “La refutación del idealismo”(1903). La conclusión de Moore es que nadie ha ofrecido almomento una solución aceptable a este problema.

En lo que sigue no nos ocuparemos de las ideas de Mooresobre el análisis de los enunciados de observación en tér-minos de sense-data, pero podemos señalar, al menos, queno resulta inmediatamente claro qué lugar habría de ocu-par esa teoría dentro de la posición “de sentido común”que Moore pretende defender, aun bajo la distinción entresignificado ordinario y análisis del significado (análisis que,claramente, no tiene por qué restringirse a los recursosconceptuales del lenguaje ordinario, al menos a los ojos de

74 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 75: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Moore). Yendo más lejos, es notorio también que concebira la experiencia o la percepción en esos términos es unade las fuentes del problema cartesiano del mundo externo,tal como lo presentamos en el capítulo anterior. Aunque esclaro que Moore no dejó de sentir la tensión entre estosdiferentes compromisos, parece haber dado por sentadoque eso no representaba ningún obstáculo de primer ordenpara su posición.

Voces disidentes: el idealista y el escéptico

Volviendo a la primera sección de DSC, Moore distinguedos grandes grupos de filósofos que han diferido respectode su afirmación de conocer con certeza que las proposi-ciones citadas son verdaderas. En el primer grupo reúne aaquellos que han sostenido que todas o algunas de las pro-posiciones en cuestión son, de hecho, falsas; en el segundo,a aquellos que han sostenido que no podemos realmenteconocerlas, sin implicar nada necesariamente respecto desu verdad o falsedad. La discusión que ofrece de ambasposiciones es muy general y omite toda referencia a autoreso incluso corrientes filosóficas, pero parece suficientementeclaro que está incluyendo dentro del primer grupo a lasposiciones idealistas y dentro del segundo a las posicionesescépticas. Respecto de ambas dirá que le parecen “con todaseguridad, falsas” y presenta a continuación algunos argu-mentos que tienen consecuencias importantes para com-prender su propia posición.

El principal argumento presentado por Moore aquí consisteen señalar que ambas posiciones caen en algún tipo de con-tradicción. El punto crucial es que, como consecuencia delo que vimos más arriba, Moore sostiene que todos los filó-sofos idealistas y escépticos saben efectivamente que todaslas proposiciones antes consideradas son verdaderas. Estoes, en términos de Moore, estos filósofos no han diferido desu posición en cuanto no han sostenido lo que él sostiene,

Razón y sinsentido • 75

teseopress.com

Page 76: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

sino en cuanto, además de sostener lo mismo que él sos-tiene, han sostenido también otras opiniones incompati-bles con las primeras. Esta inconsistencia no opera exac-tamente del mismo modo en el idealista y en el escéptico,aunque tenga consecuencias igualmente devastadoras enambos casos. Las tesis del idealista (por ejemplo, “no exis-ten cosas materiales”) no son auto-contradictorias3, aunquetodos los filósofos que las han sostenido han caído en auto-contradicción al sostener también otras creencias incompa-tibles con ellas. Las tesis del escéptico, en cambio, sí son,en opinión de Moore, directamente auto-contradictorias.Aunque esta idea de Moore no es del todo inusual, sí esinusual la defensa que hace de ella, y el argumento quepropone es, a primera vista, trivial. Moore entiende que elescéptico afirma que “ningún ser humano ha conocido nun-ca con certeza que las proposiciones que afirman la existen-cia de cosas materiales o de otros ‘yos’ son verdaderas” o,en otra variante, “nadie ha conocido nunca con certeza quelas proposiciones de sentido común son verdaderas”. ComoMoore señala, estas tesis, formuladas de este modo, impli-can la existencia de seres humanos (y, por tanto, de cosasmateriales y de otros ‘yos’), directamente en el primer caso,e indirectamente en el segundo a partir de la referencia aque ciertas opiniones son de “sentido común”.

Aunque no nos extenderemos en este punto, parece claroque estos argumentos no pueden alcanzar de ningún modopara “refutar” ni al idealismo ni al escepticismo, y no parecedel todo seguro que Moore los presente aquí como argu-mentos concluyentes. Digamos, en primer lugar, que pareceevidente que el modo en que Moore caracteriza las tesis delidealista y el escéptico es al menos discutible, y probable-mente no haga justicia a ninguno de los autores que hansostenido posiciones de estos tipos. En particular, parece

3 Esto implica que las proposiciones que defiende Moore, y que el idealistapretende negar, son contingentes, esto es, no son lógicamente necesarias.

76 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 77: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

claro que un idealista no precisa negar que exista un mun-do externo sino que puede ofrecer, en cambio, un análisisheterodoxo de qué es lo que afirmamos cuando hacemoslas afirmaciones que normalmente entendemos como refe-ridas a objetos físicos. Del mismo modo, apenas un pocode cuidado en la formulación parece suficiente para que elescéptico no caiga en el tipo de auto-contradicción direc-ta que señala Moore. Como señala Coliva (2010, cap. 1),probablemente Moore mismo sintiese que el idealista, almenos, podía escapar de varias formas a este tipo de ataquefrontal, y podríamos entender el desarrollo de las seccio-nes II y III de DSC como un complemento a este primerargumento4. Respecto del problema escéptico, veremos enapenas un momento que Moore tiene otras cosas impor-tantes para decir.

Antes de pasar a ese punto, sin embargo, es importantenotar otro de los argumentos utilizados por Moore en estadiscusión, argumento que también resulta a primera vistasorprendente. Moore señala que algunos filósofos (quizás lareferencia fuese a Kant) han pensado que todas o algunasde las proposiciones que él afirma no pueden ser verdade-ras o no, al menos, completamente verdaderas, dado queimplican un par de proposiciones incompatibles (contra-dictorias entre sí). Frente a esta opinión, Moore presentaun argumento extremadamente breve y sencillo pero, en suopinión, “absolutamente concluyente”: las proposiciones encuestión son verdaderas, y una proposición verdadera nopuede ser contradictoria, ni puede por tanto implicar un parde proposiciones contradictorias entre sí -y de ese modo dapor terminada la discusión de esa objeción.

4 En dichas secciones, que no entrarán en nuestra discusión, Moore sostieneque no hay ninguna razón para creer que los hechos físicos sean lógica ocausalmente dependientes de hechos mentales (secc. II) y que, del mismomodo, no hay ninguna buena razón para creer en la existencia de Dios (secc.III).

Razón y sinsentido • 77

teseopress.com

Page 78: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Conocimiento y sentido común

Es sólo después de este esbozo de discusión anti-idealistay anti-escéptica que Moore presenta lo que son los puntoscruciales de su posición, al menos a los fines de nuestradiscusión aquí y con vista al interés que su posición desper-tó en Wittgenstein. Allí Moore intenta responder dos pre-guntas que parecen ineludibles, aunque plantean cuestionesde diferente orden. En primer lugar, frente al escéptico,se pregunta si no es posible, a fin de cuentas, que no separealmente que sus proposiciones son verdaderas sino quemeramente lo crea, o que sólo sepa que es altamente pro-bable que sean verdaderas. En segundo lugar, realiza algu-nas indicaciones, ciertamente necesarias, respecto de cómodebe entenderse la relación entre la posición que él defiendey lo que ordinariamente llamaríamos “sentido común”.

Tomo en primer lugar esta segunda cuestión. Hay un pri-mer sentido en que podríamos entender que las proposi-ciones de Moore son de “sentido común”, en la medida enque, según vimos, él sostiene que no sólo él sabe que sonverdaderas, sino que todos lo saben, y eso incluye ademásla consecuencia de que todos saben que todos saben queson verdaderas. Al mismo tiempo, algunas otras cuestio-nes no resultan tan claras, o no al menos a primera vista.Un primer punto podríamos señalarlo diciendo que puederesultar sorprendente para quien comienza a leer un ensayotitulado “Defensa del sentido común” encontrar que buenaparte de tal ensayo está dedicado a discutir la independenciade los hechos físicos respecto de los hechos mentales y adiscutir las perspectivas del análisis de las proposicionesreferidas a nuestras percepciones en términos de sense-data.Como antes sugerí, de todos modos, esto podría no serdemasiado problemático si concedemos que una defensafilosófica de nuestras creencias de sentido común puedefácilmente implicar discutir cuestiones que no pertenezcan

78 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 79: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

ellas mismas a la esfera de discusiones de sentido común,precisamente en la medida en que se trate de una defensafilosófica del sentido común.

Pero otro punto más problemático es el siguiente: ¿quées exactamente el “sentido común” que Moore pretendedefender? El uso ordinario de la expresión “sentido común”es, podemos conceder, vago, y sería de por sí interesan-te preguntarse qué cosas podemos decir que pertenecenal sentido común o, eventualmente, si hay algún criterioque permita determinar qué cosas pertenecen a él. ¿Es, porejemplo, suficiente que una creencia esté muy extendidaen una comunidad para considerar que es una creencia“de sentido común”? Claramente Moore no está usando laexpresión en ese sentido. Su “defensa del sentido común”implica, por ejemplo, como antes mencionamos, afirmarque no hay ninguna buena razón para creer en la existen-cia de Dios. Al margen del ejemplo puntual, parece claroque pueden legítimamente atribuirse al “sentido común”muchas proposiciones falsas, o al menos no del todo correc-tas. Por tomar un ejemplo de Stroud, es corriente pensarque salir desabrigado y con la cabeza mojada durante elinvierno es causa de los resfríos, aunque desde un pun-to de vista médico esto no sea realmente correcto. Yendomás lejos, parece plausible pensar que muchas de creen-cias “de sentido común” probablemente sean inconsisten-tes con otras creencias “de sentido común”. Y estos puntosson reconocidos por Moore, de modo que resulta claro, almenos, que el sentido común de Moore no es exactamen-te lo que ordinariamente entenderíamos por esta expre-sión. Sin embargo, Moore, el primer pensador con el quetodo estudiante de filosofía asociaría la idea de “sentidocomún”, no ofrece ninguna aclaración adicional respectode en qué sentido está entendiendo esta expresión, habidacuenta de que evidentemente no la entiende en su sentido(más) habitual.

Razón y sinsentido • 79

teseopress.com

Page 80: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

En relación con este punto, podemos notar otro aspectoa primera vista sorprendente de la posición de Moore.Como antes ya señalamos, Moore formula sus “truismos”de sentido común y luego, al precisar cómo las posicionesde otros pensadores han diferido de la suya, pasa directa-mente a considerar posiciones idealistas y escépticas. Hayalgo intuitivo en esta transición, y es que si las tesis idea-listas o escépticas fuesen correctas, entonces buena partede lo que consideraríamos proposiciones de sentido comúnresultarían ser falsas (o requerirían una interpretación no-estándar) o no contarían ya como “conocimiento” (o no almenos en un sentido pleno del término). El problema eneste sentido es que parece claro que habría muchas otrasformas de entrar en conflicto con el sentido común, inclusoen el sentido de afirmar que las proposiciones de Moore noson “completamente verdaderas”, que Moore sin embargoparece no considerar necesario abordar a la hora de defen-der el sentido común. Dentro del ámbito de la filosofíamisma, es claro que no sólo el idealismo y el escepticis-mo implican un conflicto con nuestras creencias se sentidocomún, en el sentido habitual del término. Podríamos decir,tomando la terminología de Strawson, que todo intento de“metafísica revisionaria” se encontrará en esa posición. Peroluego, yendo más allá, otro ejemplo paradigmático de unavisión del mundo que parece al menos entrar en conflictocon nuestro sentido común es la física contemporánea. Unopodría preguntarse, como hiciera Sellars, cómo lograr unavisión sinóptica que conjugue de algún modo el respaldo ala ciencia con nuestras ideas de sentido común, y ése pro-yecto es dificultoso y, a primera vista al menos, interesante,precisamente porque el conflicto entre ambas es notorio.Lo que parece claro sobre este punto es que, en el modo enque Moore entiende su “defensa del sentido común”, el temacentral, quizás excluyente, de ésta es una discusión contrael idealismo, el escepticismo o contra ambos.

80 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 81: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Dejando esta cuestión de lado, tenemos que retomar toda-vía la respuesta de Moore a la primera pregunta que había-mos planteado al comienzo de esta sección, esto es, el tópicoescéptico de si Moore sabe realmente, después de todo, quelas proposiciones que afirma son verdaderas. Respecto deesta cuestión Moore dirá algunas cosas importantes, quenos servirán además de introducción a su tratamiento delproblema del mundo externo en PME. Dice Moore:

En respuesta a esta cuestión, creo no tener nada mejor quedecir que que me parece que efectivamente las conozco, concerteza. Es de hecho obvio que, en el caso de la mayor partede ellas, no las conozco directamente: esto es, sólo las conozcoporque, en el pasado, he conocido otras proposiciones ver-daderas que eran evidencia para ellas. Si, por ejemplo, séefectivamente que la tierra había existido durante muchosaños antes de que yo naciera, ciertamente lo sé sólo porquehe sabido otras cosas en el pasado que eran evidencia paraello. Y ciertamente no sé exactamente cuál era esa evidencia.Sin embargo, todo esto no me parece que sea ninguna buenarazón para dudar de que lo sé. Todos estamos, según creo, enesta extraña posición de que sabemos muchas cosas respectode las cuales sabemos además que debemos haber tenido evi-dencia para ellas, y sin embargo no sabemos cómo las sabe-mos, esto es, no sabemos cuál era esa evidencia. (p. 44).

Ya dijimos que este pasaje resulta crucial, no sólo por laluz que echa sobre la difícil posición del propio Moore, sinoporque abre la puerta a muchos de los asuntos que discuti-remos en capítulos siguientes en relación con las reflexio-nes de Wittgenstein en SC. Me limito por ahora a señalarcuáles son los puntos principales involucrados en lo queaquí está diciendo Moore. En primer lugar, es sorprendenteque Moore, que sin duda es en extremo cuidadoso en elmodo en que formula su posición, decida decir “me parece[it seems to me] que efectivamente las conozco”, cuando parece

Razón y sinsentido • 81

teseopress.com

Page 82: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

claro que la cuestión epistemológicamente importante nopuede depender de qué tan fuerte sea la convicción personalde Moore sobre el asunto5.

En segundo lugar, Moore afirma claramente que sus pro-posiciones podrían ser apoyadas por otras proposicionesque cumplan respecto de ellas el papel de evidencia. Esto es,Moore no parece ver ningún problema en la idea de quepueda invocarse evidencia o, en términos más generales,razones a favor de sus afirmaciones. De hecho, afirma quedebe haber tenido tal evidencia, esto es, que debe haberconocido como verdaderas las proposiciones que cumplíaneste papel justificacional, ya que de otro modo sus afir-maciones actuales no serían legítimamente afirmaciones deconocimiento.

Luego, sin embargo, Moore aclara que no está en condicio-nes de proveer esa evidencia o, en términos más generales,explicar cómo es que sabe lo que dice saber, pero –aquíestá el punto crucial e intrigante- eso no implica que pierdalegitimidad su afirmación de que son cosas que realmentesabe. Como veremos a continuación, éste es el punto neu-rálgico de PME, y como veremos también, Moore parecehaber tenido en mente, en diferentes ocasiones, diferen-tes variantes sobre esta idea. Podemos señalar de momen-to que el modo en que la presenta en DSC enfatiza queseñalar a esta carencia de justificación no puede ser unarazón para impugnar su afirmación de conocimiento, estoes, que no sería razonable de su parte calificar su afirmaciónde conocimiento a la luz de esta imposibilidad (que todoscompartimos) de indicar cuál es la evidencia sobre la quese basa su afirmación.

5 Probablemente sean pasajes como éste el origen de la acusación wittgenstei-niana de que Moore está confundiendo la cuestión relativa al conocimientocon una cuestión relativa a las características de algunos de sus estados men-tales. Volveremos sobre este tema en el capítulo 4.

82 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 83: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

La PPruebarueba (PME)

La “Prueba de un mundo exterior”, el segundo artículo delque nos ocuparemos aquí, fue presentado por Moore cator-ce años después de la publicación de DSC. Y aunque, comoveremos, PME plantea varios temas relacionados con laposición de Moore en DSC, hay también varias diferenciasque convendrá notar.

El planteo del problema lo toma Moore de Kant, en tér-minos de “probar la existencia de cosas fuera de nosotros”,y lo desarrolla luego a partir de una larga discusión termi-nológica, que ocupa la mayor parte del artículo, sobres lassemejanzas y diferencias en el uso apropiado de una serie deexpresiones usualmente relacionadas con el problema delmundo externo. Hay algunas cosas sorprendentes en esteprocedimiento de Moore, en primer lugar porque no resul-ta claro que la extensa y puntillosa discusión terminológicatenga algún peso sobre el tratamiento posterior de la “prue-ba”. Y parece difícil pensar que Moore no haya advertidoque un efecto posible, al menos, una reacción natural antela lectura de su trabajo o al escucharlo a él mismo leerlodurante las sesiones de la Academia Británica, sería de ciertaimpaciencia. De hecho, alguien que estuviera escuchandola exposición en que Moore presenta su “prueba de unmundo externo”, habría pasado los primeros veinte minutossin escucharle decir nada (o casi nada) sobre el asunto. Lapresentación de la prueba se presenta recién en las últimaspáginas del trabajo, y es seguida de una brevísima discusiónde dos posibles objeciones, discusión que parece ser a todasluces insuficiente. En mi opinión, no es descabellado pensarque hay un aire de ironía en el modo en que Moore tra-ta su tópico y las expectativas de su audiencia (motivadas,naturalmente, por el título que él mismo elije para su tra-bajo), incluyendo en este sentido también al argumento queluego presenta como la “prueba” misma. Sea éste el caso o

Razón y sinsentido • 83

teseopress.com

Page 84: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

no, veremos luego también que quizás algunas de las queestoy llamando aquí “reacciones naturales” ante la lecturade Moore no estén del todo bien motivadas.

La discusión terminológica inicial a la que antes me referíaconcierne a un grupo de expresiones usadas por Kant paradenominar aquello cuya existencia debe probarse, y queusualmente se utilizan -erróneamente, según Moore- comoequivalentes. Las expresiones en cuestión son:

1. ‘cosas fuera de nosotros’2. ‘cosas externas’3. ‘cosas que son externas a nuestras mentes’4. ‘cosas que puede pueden ser encontradas en el espacio’5. ‘cosas que se presentan en el espacio6’

La discusión que plantea Moore tiene un eje aparenteen la explicación de su distanciamiento del uso kantiano,aunque, como Moore reconoce, ese distanciamiento no esun rasgo especial de su enfoque sino el esperable por partede cualquiera que no adopte un esquema centrado en ladistinción empírico/trascendental. De todos modos, la dis-cusión no se restringe al señalamiento de esas diferencias,y Moore se extiende sobre las posibles relaciones de impli-cación entre proposiciones referidas a la existencia de unou otro tipo de “cosas”. Dos de esas relaciones ocupan buenaparte de la discusión:

D ⊃ E . ~ (E ⊃ D)

D ⊃ C . ~ (C ⊃ D)

6 En inglés: (A) ‘things outside of us’, (B) ‘external things’, (C) ‘things which areexternal to our minds’, (D) ‘things to be met with in space’, (E) ‘things presen-ted in space’.

84 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 85: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

En este sentido, sostiene que la existencia de cosas que pue-den ser encontradas en el espacio (D) implica la existenciade cosas que se presentan en el espacio (E), pero rechaza quela relación se dé en sentido inverso (los dolores corporalesse presentan en el espacio pero no diríamos que pueden serencontrados en el espacio). Más centralmente, la existenciade cosas que son externas a nuestras mentes (C) no implicala existencia de cosas que pueden ser encontradas en elespacio (D) (en la medida en que los dolores de los animales,por ejemplo, sean pensados como cosas externas a nuestrasmentes pero no cosas que puedan ser encontradas en elespacio). Sin embargo, Moore considera que (D) sí implica(C), en función de su interpretación de (D). Moore destacaque respecto de las cosas que podemos encontrar en el espa-cio, no hay ninguna contradicción en afirmar que algunade esas cosas existía antes de ser percibida y continuaráexistiendo luego. De hecho, señala Moore, eso es parte de loque queremos decir cuando decimos algo del tipo “ahí hayun x real”, entendiendo esto en un sentido en que no podríaaplicarse, por ejemplo, a una alucinación.

Respecto de (A) y (B), Moore parece sostener que se hanusado, o pueden ser usadas, como equivalentes a (C) o comoequivalentes a (D), pero no resulta del todo claro que esadiferencia resulte demasiado significativa para la discusiónposterior de su argumento. En todo caso, él usará luego (A),en términos de la cual Kant había formulado el problema enla cita del comienzo, como equivalente a (C). De modo quesi puede demostrar la existencia de dos cosas que puedanser encontradas en el espacio (D), y que por tanto no depen-den de que las estemos percibiendo para existir y son exter-nas a nuestras mentes (C), habrá probado entonces que exis-ten cosas fuera de nosotros en el sentido requerido (A).

Antes de continuar con el argumento posterior de Moore,hay dos cosas al menos que habría que señalar rápidamenterespecto de esta presentación de la tarea involucrada en su

Razón y sinsentido • 85

teseopress.com

Page 86: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

“prueba”, y que pueden reforzar también la sensación dedesconcierto en algunos de los lectores de Moore a la queantes me refería. En primer lugar, aunque menos impor-tante, Moore elige repetidamente enfatizar que precisarádemostrar la existencia de al menos dos cosas de la clasedesignada, y parece válido preguntarse por qué no habríabastado con probar la existencia de una, asunto sobre elque Moore no dice nada. Al margen de este detalle, ensegundo lugar, a pesar de la extensa y detalladísima dis-cusión terminológica, Moore no hace ningún esfuerzo pordesarrollar las características filosóficas del problema quetrata, al punto que, como luego veremos, puede no resultarclaro a qué tipo de posición filosófica Moore se está opo-niendo. Esto es, Moore no ofrece ninguna explicación sobrela motivación filosófica del problema del mundo externo,y procede directamente a realizar su prueba, que es ellamisma, según la opinión general, el elemento más descon-certante de su trabajo.

Dadas estas condiciones para la prueba, Moore señala queestá en condiciones de presentar una cantidad indefinida depruebas igualmente rigurosas. En particular, puede probarla existencia de dos manos humanas, las suyas, en ese mismomomento, afirmando “aquí hay una mano humana”, mien-tras hace un gesto indicativo con cada una de sus manos.Así, el argumento que ofrece es:

1. Aquí hay una mano humana.2. Aquí hay otra.3. Hay en este momento dos manos humanas.

Dado que una mano humana es una cosa que puedeser encontrada en el espacio, esto implica que hay cosasexternas a nuestras mentes, lo que implica a su vez que, enel sentido relevante, existen cosas fuera de nosotros.

86 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 87: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Moore señala que la prueba es perfectamente rigurosa por-que cumple con las tres condiciones que ha de cumplir todaprueba rigurosa:

1. Las premisas son diferentes de la conclusión.2. Las premisas son verdaderas y se sabe que son ver-

daderas.3. La conclusión se sigue de las premisas.

Puede concederse a Moore fácilmente que su inferen-cia cumple con la primera y la última condición, mientrasque parece claro también que cualquier oponente de Mooretendrá que impugnar de alguna forma que cumpla realmen-te la segunda condición. Moore cree, sin embargo, que suprueba realmente cumple la segunda condición y que élconoce la verdad de sus premisas. Señala en este sentido:“¡Cuán absurdo habría sido decir que no lo sabía, sino quesólo lo creía pero que quizás no fuese el caso! Del mismomodo podría decirse que no sé ahora que estoy paradoy hablando, que quizás no lo esté y que no es del todoseguro que lo esté” (pp. 146-7). Esta última observaciónparece invitar a una réplica obvia, ya que el modo habi-tual de entender el desafío escéptico afirmaría precisamenteeso, que Moore no sabe, en el sentido relevante, que ahoraestá parado y hablando, entre otras cosas porque no puededescartar la posibilidad de que esté soñando. Veremos enun momento que Moore hace una referencia luego a estaobjeción, pero de momento parece claro que su primeraintención sería señalar que hay un sentido al menos en quesería efectivamente absurdo decir que no sé que ahora noestoy soñando.

Siguiendo con la discusión de la legitimidad de su “prueba”,Moore señala que todo el tiempo aceptamos pruebas simi-lares a la suya como pruebas perfectamente válidas y con-cluyentes. Si surgiese, por ejemplo, una discusión respectode si hay tres erratas en una página determinada, todos

Razón y sinsentido • 87

teseopress.com

Page 88: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

acordaríamos que un modo perfectamente legítimo y defi-nitivo de resolver la cuestión podría consistir en tomar lapágina en cuestión y señalar “aquí hay un errata, y aquíotra, y aquí otra”.

Recién entonces trata de precisar Moore el valor anti-escéptico de su argumento, al considerar la objeción de queno ha probado la verdad de sus premisas ni ha defendi-do realmente su afirmación de conocimiento respecto deellas, más allá de señalar que sería absurdo negarlas. Mooreafirma ser perfectamente consciente de esta objeción y deque muchos considerarán que, a no ser que pueda probarsus premisas, su “prueba” carecerá por completo de valor. Yes en relación con esta objeción, aparentemente obvia, quepresenta las ideas que constituyen, a fin de cuentas, la clavede su artículo. Escribe Moore:

Esto [una prueba de las premisas del razonamiento], porsupuesto, no lo he dado; y no creo que pueda darse: si eso eslo que se quiere decir con ‘prueba de la existencia de cosasexternas’, no creo que ninguna prueba de la existencia decosas externas sea posible (…). Para hacerlo, como señalóDescartes, tendría que probar que no estoy soñando ahora.Tengo, sin duda, razones concluyentes para afirmar ahoraque no estoy soñando ahora; tengo evidencia concluyentede que estoy despierto, pero eso es una cuestión diferente apoder probarlo. No podría decir cuál es toda mi evidencia, yse me requeriría eso al menos para dar una prueba (p. 149)

Este reconocimiento parece, a primera vista al menos,sorprendente, ya que si se admitiese la pertinencia del pedi-do de probar las premisas, entonces la “Prueba” no sería,después de todo, una prueba. Queda claro que eso no es loque Moore tiene en mente cuando, a continuación, sostieneque su incapacidad de probar las premisas de su razona-miento no implica que no fuesen verdaderas ni que él nosupiese que eran verdaderas. Moore afirma entonces quesabe muchas cosas que, sin embargo, no puede probar, y

88 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 89: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

que entre ellas se encuentran las premisas de su argumen-to. Dado que esto es así, concluye Moore, quienes objetensu prueba a partir de esa carencia justificacional no tienenninguna buena razón para su insatisfacción.

PME como anti-idealismo y como anti-escepticismo

Dijimos antes que uno de los rasgos sorprendentes de PMEes que la larga introducción anterior a la presentación dela “prueba” misma omite toda discusión de los argumentosque hacen necesaria la prueba en primer lugar, es decir,omiten por completo una discusión de la motivación filo-sófica (epistemológica o metafísica) detrás de las posicionesque desafían de ese modo nuestra concepción ordinaria denuestra situación epistémica. Ante la falta de precisión deMoore en este punto, y a partir del contexto de discusionesepistemológicas contemporáneo, casi todos los comenta-dores de Moore han entendido sin más al suyo como unargumento anti-escéptico, dirigido contra un escepticismode tipo cartesiano. Esto implica pasar por alto las importan-tes aclaraciones que vimos que presenta el propio Mooreen los últimos párrafos del artículo, donde reconoce que nopuede probar sus premisas, ya que esto involucraría tenerque probar que no está soñando en ese momento, y esoes algo que no puede probar, aunque sea ciertamente fal-so. Años después, en respuesta a comentarios sobre PME,Moore mismo vuelve a referirse a este punto:

Algunas veces he distinguido entre dos proposiciones dife-rentes, que han sido, cada una, sostenidas por algunos filóso-fos, (1) la proposición “no hay cosas materiales” y (2) la propo-sición “nadie sabe con certeza que hay cosas materiales”. Y enmi último escrito publicado, mi conferencia ante la AcademiaBritánica llamada “Prueba de un mundo externo” (…) sugerí [Iimplied] con relación a la primera que podía probarse que erafalsa del siguiente modo: sosteniendo una de mis manos en el

Razón y sinsentido • 89

teseopress.com

Page 90: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

aire y diciendo “esta mano es una cosa material; por lo tanto,hay al menos una cosa material”. Respecto de la segunda deestas dos proposiciones, que ha sido, según creo, afirmadamucho más frecuentemente que la primera, no creo habersugerido nunca que podía probarse que ella fuese falsa de unmodo tan simple; por ejemplo, sosteniendo una de mis manosen el aire y diciendo “sé que esta mano es una cosa material;por lo tanto al menos una persona sabe que hay al menos unacosa material” (“Reply to my critics”, 1942; citado en Coliva2010, p. 212, cursivas en el original).

Según lo entiende el propio Moore, el argumento dePME no es un argumento anti-escéptico sino anti-idealista.En particular, Moore sostiene que probar la verdad de suspremisas sería necesario para rebatir en regla al escéptico,mientras que saber que éstas son sin duda verdaderas essuficiente para rebatir la posición idealista.

Hay varias aristas curiosas que pueden señalarse en estaposición de Moore. Digamos, primero, en relación con suposición anti-idealista, que parecería natural pensar que suargumento no podría tampoco cumplir ese objetivo en lamedida en que la verdad de sus premisas no haya sido esta-blecida. Esto es, un idealista podría fácilmente contestar quelo único que ha establecido Moore ha sido un condicional, yque meramente afirmar la verdad de las premisas, sin ofre-cer una justificación, no es un modo suficiente de apoyar suconclusión según ningún estándar argumentativo.

Moore anticipa este tipo de objeciones y su respuesta es,como antes señalamos, el elemento más intrigante de suposición. Moore señala que no poder probar sus premisasno implica de ningún modo que él no sepa que son cier-tas. Y aunque no lo dice explícitamente con relación a estadiscusión, es claro que Moore está pensando que no sóloél, sino todos los demás, incluyendo a los idealistas, saben

90 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 91: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

que son verdaderas. Es éste, a mi juicio, el movimiento claveen la argumentación de Moore, y sobre este punto volve-remos más adelante.

Ahora, si consideramos a su argumento en el contexto dela discusión del escepticismo cartesiano, podríamos pre-guntarnos por qué, después de todo, Moore considera quesu argumento no puede ser entendido como un argumen-to anti-escéptico. Esto es, ¿qué es lo que impide aplicarla misma estrategia de su respuesta frente al idealista a ladiscusión con el escéptico? El problema surge de dos cues-tiones. En primer lugar, el modo más natural de entenderuna afirmación como “hay en este momento dos manoshumanas” es entenderla como una afirmación implícita deconocimiento. Es decir, es parte de la fuerza pragmática deafirmaciones de ese tipo el que sean tomadas como afir-maciones de conocimiento, aun cuando eso no sea partedel contenido explícito del enunciado. Dicho de otro modo,una afirmación como “hay en este momento dos manoshumanas, pero en realidad no sé si eso es así” sería, cuantomenos, desconcertante. De modo que no resulta del todoclaro por qué Moore encuentra una diferencia significativaentre “existen cosas externas a nuestras mentes” y “sé queexisten cosas externas a nuestras mentes”. Y, entendida deese modo, que parece el modo más natural de entenderla,su conclusión es una conclusión anti-escéptica, en el senti-do de que la verdad de su conclusión es incompatible conla verdad de la tesis escéptica7. El punto es que si Mooreconsidera, frente al idealista, que su conclusión ha queda-do suficientemente establecida, y su conclusión es tambiénuna conclusión anti-escéptica, entonces no resulta del todoclaro por qué Moore considera que no puede aplicar ante

7 Como veremos más adelante (secc. 6), Stroud (1984) propone una interpre-tación diferente que reconoce un sentido en que no hay realmente incompa-tibilidad entre la verdad de las afirmaciones de Moore y la verdad de la tesisescéptica.

Razón y sinsentido • 91

teseopress.com

Page 92: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

el escéptico el mismo procedimiento que vimos antes quefuncionaría ante el idealista: desligar tajantemente la impo-sibilidad de probar sus premisas de la afirmación de queconoce su verdad.

Otro punto importante para entender el modo en que Moo-re ve la posición de su argumento frente al desafío escépticoes que, la mayor parte de las veces al menos, parece tener enmente una forma no-radical de escepticismo, en términosde las distinciones que vimos en el capítulo anterior. Estoparece indicar, para empezar, su señalamiento en los pasa-jes ya citados de que lo que no resulta posible probar queconoce la verdad de sus premisas, a pesar de que realmen-te tiene “evidencia concluyente” a su favor. En particular,podemos suponer que lo que Moore tiene en mente es untipo de desafío escéptico en que tener “evidencia conclu-yente”, esto es, tener lo que normalmente llamaríamos jus-tificación, pueda no ser suficiente para una genuina afirma-ción de conocimiento. El resultado sería entender el desafíoescéptico frente al cual Moore dice no tener respuesta comoun planteo centrado en una noción de “conocimiento” queimplique estándares demostrativos fuera del alcance delconocimiento empírico.

En “Cuatro formas de escepticismo” (1959a), por ejemplo,Moore ejemplifica todas las variantes de la tesis escépti-ca que discute con posiciones de Russell, y ciertamente elescepticismo russelliano es un paradigma de un escepticis-mo no-radical en el sentido anterior: es un escepticismoilustrado, cauto, planteado como una concepción falibilis-ta de la investigación empírica y con una concepción delconocimiento ligada estrechamente a los estándares demos-trativos de las ciencias formales. En particular, el escepti-cismo de Russell no implica de ningún modo negar quetengamos creencias justificadas acerca del mundo, inclusocreencias que muy probablemente sean verdaderas. Si fueseentonces en relación con ese tipo de estándares demostra-

92 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 93: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

tivos que la verdad de las premisas de su argumento nopuede “probarse”, parecería quedar abierta la posibilidad deque las premisas de Moore puedan, a pesar de todo, estarjustificadas en algún sentido más débil pero suficiente paracortar el camino a un escepticismo radical.

Dejando de lado, por el momento, la cuestión de cuál esla tesis a la que Moore se está oponiendo, nuestra presen-tación anterior de la argumentación de PME deja abiertootro interrogante central que no resulta sencillo de respon-der: ¿en qué consiste la “prueba” misma? A primera vista,el razonamiento de Moore parece claramente una peticiónde principio, demasiado obvia como para que Moore nola haya advertido. La pregunta que recién hicimos parecederivar entonces hacia otra, ¿cómo entender lo que Moorehace en PME de un modo en que no sea lo que obviamenteparece estar haciendo? Veremos ahora algunas respuestasposibles a esta pregunta, y aunque nuestra discusión en laspróximas secciones se centrará en PME, veremos que lospuntos clave son relevantes también para DSC.

Lycan: comparaciones de plausibilidad

Un primer modo de entender el sentido de la argumenta-ción de Moore podemos ejemplificarlo con la lectura quepropone Lycan (2001) del argumento de PME. Lycan sos-tiene que las críticas corrientes al argumento de Moore enel sentido de que comete una flagrante petición de principioson infundadas. Y, lo que es más, sostiene que el argumentode Moore es una respuesta adecuada al escéptico, aunqueno una “absolutamente conclusiva”.

Según la propuesta de Lycan, el argumento de Moore con-siste esencialmente en una comparación de plausibilidadentre las premisas que utiliza el escéptico (o el idealista)para llegar a su conclusión, por un lado, y la negación de su

Razón y sinsentido • 93

teseopress.com

Page 94: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

conclusión, por otro. Entendido de este modo, el peso delargumento recaería no sobre la falsedad de la tesis escéptica(o idealista) sino sobre la falta de razonabilidad de adoptarsu conclusión a la luz de las razones ofrecidas. Esto es,nunca sería razonable por nuestra parte dejar de afirmaraquello de lo que estamos completamente convencidos, anterazones que siempre tendrán una capacidad menor paraprovocar convicción.

Parece haber indicios de esta línea argumentativa en variasde las cosas que dice Moore en DSC y en PME. Así podría-mos entender, por ejemplo, su afirmación de que su incapa-cidad de citar evidencia no es una buena razón para dudarde sus afirmaciones o su sugerencia final, no desarrolla-da, en PME, en el sentido de que la insistencia en exigiruna demostración de sus premisas carece de una motiva-ción fundada.

En términos más concretos, Moore ofrece explícitamente,en otros trabajos, argumentos del tipo del que Lycan creereconocer como la clave para entender PME. Este es elcaso, en particular, de sus dos trabajos más importantessobre el tema luego de la publicación de PME, “Certeza”(1959b) y el antes mencionado “Cuatro formas de escepti-cismo” (1959a)8. En ambos trabajos Moore sostiene, en lamisma línea que ya vimos, que no es posible probar queno estemos soñando, pero que sí podría alcanzarse una

8 Ambos trabajos fueron escritos a principios de los cuarenta, luego de PME,pero algún motivo llevó a Moore a posponer su publicación hasta su inclu-sión en el tomo Philosophical Papers (1959). Debemos notar sobre “Certeza”,en particular, que en el prefacio de dicho libro Moore muestra importantesreparos sobre el artículo, indicando que contiene “errores graves… que aho-ra no veo cómo corregir” (p. 13). Es imposible precisar exactamente quéaspectos del trabajo dejaban disconforme a Moore, aunque una nota del edi-tor indica que podía estar refiriéndose a los últimos párrafos, donde Mooresugiere que podría haber un camino lógico para descartar la hipótesis delsueño sobre la base de la conjunción de las experiencias sensoriales actualesy los recuerdos pasados. Este punto de su posición, sin embargo, no entraráen nuestra discusión aquí.

94 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 95: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

suerte de impasse frente al escéptico, y ante tal situaciónno sería razonable desoír el hecho obvio de que estamosmás firmemente convencidos de que hay cosas en tornonuestro que de la corrección del argumento escéptico, aunsi éste nos produjera una profunda convicción. En “Cer-teza”, por ejemplo, concede que, dado el análisis estándardel conocimiento, es cierto que si no sé que ahora no estoysoñando, entonces tampoco puedo saber cosas como “estoes un lápiz” o “ahora estoy de pie”. Pero señala luego quela misma implicación corre en sentido contrario: si supieseque “ahora estoy de pie”, entonces sabría igualmente que noestoy soñando. Y sostiene que el argumento en una direc-ción es, necesariamente, tan bueno como el argumento enla dirección contraria. Si analizamos, luego, las razones queapoyan “ahora estoy de pie” y las que apoyan “no sé si ahoraestoy despierto”, no habría ningún modo racional de otorgarmás credibilidad a las razones esgrimidas por el escépticoque a una afirmación con la seguridad de “ahora estoy depie” o “esto es un lápiz”.

Parece claro entonces que podemos conceder a Lycan queesta línea de argumentación es una línea que Moore se sien-te al menos tentado a adoptar, y en ocasiones ha adoptado.Menos claro parece que sea ésa la línea que adopta en PME,que parece plantear otro tipo de cuestiones, que veremos enlo que sigue. De momento podemos notar que, entendidode esta manera, el argumento no parece una forma de res-puesta demasiado prometedora al desafío escéptico. El pro-blema está relacionado con los dos modos de entender lashipótesis cartesianas que vimos en el capítulo anterior. Escierto que un modo corriente de entender los argumentoscartesianos, según vimos, es entenderlos como argumentosdel error a partir del reconocimiento de que ciertas posibi-lidades, aunque sean remotas, deben ser escrupulosamenteexcluidas para que podamos realizar afirmaciones legítimasde conocimiento. Probablemente sea justo decir que Russellentendía de este modo el argumento del sueño. Y entendido

Razón y sinsentido • 95

teseopress.com

Page 96: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

de este modo, aun concediendo que la posibilidad de queesté soñando sería un obstáculo para sus afirmaciones deconocimiento, Moore tendría espacio todavía para argüirque, después de todo, no es razonable considerar que laposibilidad de que estemos soñando tiene más a su favorque una afirmación como “esto es un lápiz”, dicha en lascircunstancias apropiadas.

Al mismo tiempo, según vimos antes, probablemente nosea ése el modo más interesante de entender los argumen-tos cartesianos, que pueden ser vistos también como argu-mentos sobre la subdeterminación de nuestras creencias ala luz de la evidencia disponible. Si entendemos de estemodo el desafío escéptico (y si, como antes dijimos, ésees el modo requerido para llegar a una posición escépticaradical), entonces no parece que ésta línea de réplica deMoore tenga demasiada fuerza. El punto surge claramentesi partimos de la base de que la evidencia a considerar afavor de una u otra opción es, en todos los casos, “evidenciasensorial”, que es precisamente lo que Moore parece estarplanteando tanto en “Certeza” como en “Cuatro formas”, yquizás sea también lo que tenía en mente cuando en PMEsostenía tener “evidencia concluyente” de que estaba des-pierto. El problema radica en que ése es precisamente elterreno en que el escéptico cartesiano se siente más cómo-do, ya que su punto es que toda la evidencia sensorial posi-ble apoyará por igual tanto al escenario escéptico como asu negación. Si, entonces, la evidencia deja subdeterminadala discusión, el único punto restante en la insistencia deMoore en que adoptar la posición escéptica no es razonableparecería referirse sólo a su convicción personal. Y ape-lar meramente a la firmeza de una convicción personal noparece ser un recurso válido si lo que se quiere defender esun punto epistemológico.

96 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 97: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Malcolm: el escéptico contra el lenguaje ordinario9

El modo en que Moore formula su posición, especialmenteen PME, sugiere también otra forma, bien diferente, deentender que la posición que pretende sostener el escépticono es razonable. En particular, cuando Moore afirma quesu prueba cumple la segunda condición que antes vimos,esto es, que él conoce la verdad de sus premisas, ofreceen apoyo de este punto una consideración tajante: habríasido absurdo, en esas condiciones, decir que él no sabía queahí había una mano, y calificar ese enunciado en el sen-tido de que en realidad sólo lo creía pero era, después detodo, posible que estuviese equivocado. Ese pasaje parecesugerir una estrategia ciertamente original, fuera del menúde respuestas tradicionales ante el escéptico, basada en elseñalamiento, a primera vista plausible, de que el escépticoestá forzando el uso ordinario del lenguaje.

De hecho, ésa es la interpretación de los artículos de Moorepresentada por Norman Malcolm, y puede decirse que hasido durante años la interpretación canónica de la estrategiaargumentativa de Moore. Nuestros motivos para conside-rarla aquí son múltiples ya que parece ofrecer, en princi-pio, una interpretación plausible de los textos de Moore,una línea de respuesta al escéptico novedosa e interesante,y, además, resultará especialmente importante para noso-tros con vistas a la discusión posterior de los desarrolloswittgensteinianos a partir de estas problemáticas plantea-das por Moore.

9 La presentación que sigue de las ideas de Malcolm está basada en la de Coli-va (2010, cap. 1).

Razón y sinsentido • 97

teseopress.com

Page 98: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Hay un sentido adicional en que la lectura de Malcolm pue-de ser importante para nuestro tema, ya que desde el puntode vista histórico la mediación de Malcolm parece habertenido una influencia importante en el modo en que Witt-genstein recibe (y luego desarrolla) las ideas de Moore.

Excursus: Malcolm-Wittgenstein-Moore

Malcolm ofrece información importante para la recons-trucción de ese vínculo histórico en su ensayo biográficosobre Wittgenstein (1956). Allí relata que mantuvo largasconversaciones con Wittgenstein sobre las ideas de Moore,y en particular sobre DSC y PME, durante la visita del pri-mero a su casa en Ithaca, Estados Unidos, en 1949, cuandoMalcolm se encontraba preparando un trabajo propio sobrelas ideas de Moore. El punto es significativo porque fueronesas conversaciones las que motivaron las ideas de Witt-genstein sobre estos asuntos epistemológicos (que, hasta esemomento, casi nunca había tomado como asunto principalde sus reflexiones), ideas que volcaría luego en el conjuntode notas que, años después, se publicaría como SC.

Se ha sugerido incluso a veces que el contacto de Wittgens-tein con estas ideas de Moore se produce sólo o principal-mente por medio de la discusión con Malcolm, señalando,por ejemplo, que algunas de las proposiciones “mooreanas”que Wittgenstein discute en SC son en algunos casos ejem-plos que utiliza Malcolm y que no figuran en los ensayosde Moore. Aun cuando hubiese una influencia de Malcolmsobre el tratamiento de Wittgenstein, conviene recordartambién que Moore tenía un contacto cercano con Witt-genstein en Cambridge, y el tipo de tesis y argumentos queestamos discutiendo aquí no estuvo nunca muy lejos de laspreocupaciones de Moore a partir de la década del 20, demodo que parece al menos improbable que no haya dis-cutido el asunto con Wittgenstein en persona en algunasocasiones. Malcolm refiere una de esas discusiones, durante

98 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 99: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

su primera etapa en Cambridge, en 1939, con ocasión deuna lectura de Moore ante Wittgenstein de un trabajo don-de defendía la corrección de decir que un sujeto puedesaber que está teniendo una sensación determinada. En esaocasión, según relata Malcolm, Wittgenstein discutió aira-damente con Moore acerca del uso de ‘saber’ aplicado aese tipo de estados, asunto sobre el que Wittgenstein esta-ba desarrollando ideas bien diferentes a las de Moore (cf.Wittgenstein 1953, §246; Malcolm 1956, pp. 46 y ss.).

En la otra dirección, también hay que notar que la influen-cia de las discusiones con Wittgenstein tiene que haber sidomuy significativa en la interpretación y discusión que ofre-ce el propio Malcolm de la posición de Moore, de la queahora nos ocuparemos. Coliva (2010, cap. 1.3) propone lasiguiente reconstrucción de los acontecimientos: en 1939Wittgenstein discute con Moore sus ideas sobre el uso de‘saber’ en relación con estados privados; Malcolm, presenteen dicha discusión, asimila la línea argumentativa propuestapor Wittgenstein; desarrollando esa línea, Malcolm publicasu artículo en que critica el uso mooreano de ‘saber’ en rela-ción con los “truismos” de sentido común (Malcolm 1942);en 1949, Wittgenstein discute extensamente con Malcolmsu visión de las ideas de Moore, influyendo en el segundoartículo de Malcolm sobre Moore y el lenguaje ordinario(Malcolm 1949), y desarrollando luego esas ideas en susnotas durante los siguientes 18 meses, incluyendo algu-nas derivaciones importantes que no son discutidas ni porMoore ni por Malcolm.

Malcolm sobre PME

En “Moore y el lenguaje ordinario” (1942), Malcolm pre-senta y discute su interpretación del argumento de Moo-re en PME, y probablemente inaugure con este trabajola tradición de leer el planteo de Moore como un plan-teo anti-escéptico sin más. Malcolm identifica en PME

Razón y sinsentido • 99

teseopress.com

Page 100: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

una estrategia novedosa y, a su juicio, adecuada frente alescéptico: mostrar que sus dudas, una vez hechas explícitas,carecen de sentido. En particular, carecerían de sentido aldepender de un uso incorrecto de ciertas expresiones dellenguaje ordinario, el tipo de expresiones involucradas ennuestros juegos de evaluación epistémica.

Como antes señalamos, Moore ciertamente sugiere esto enel pasaje clave de PME que antes citamos, cuando señalaque en las circunstancias en que se encuentra sería absurdoexpresarse de otra manera y matizar sus afirmaciones deconocimiento. Hacerlo, insiste Malcolm, habría requeridoutilizar varias expresiones de forma incorrecta. Si imagina-mos un niño que esté aprendiendo a hablar y que, en lascircunstancias en que se encontraba Moore, dijera “proba-blemente haya una mano aquí”, sería enteramente naturalcorregirlo, señalarle que no es así como usamos la palabra“probablemente”. La expresión adecuada para ese caso, leresponderíamos, es “es seguro [certain] que hay una manoaquí”10.

Otro punto importante señalado por Malcolm, que tambiénvolveremos a encontrar en nuestra discusión de Wittgens-tein, es que entender de este modo lo que dice el escépticoy la respuesta apropiada frente a él, implica entender esadiscusión no como una discusión relativa a juicios empíricossino relativa a juicios gramaticales. En este sentido, el úni-co defecto que encuentra Malcolm en la argumentación deMoore es no haber hecho explícito que su argumento noes epistémico-empírico sino lógico-gramatical, y no haberpor tanto especificado con más claridad cuál es la fuentedel error del escéptico.

10 Entendido de esta forma, Moore estaría anticipando algunas de las ideas queen el capítulo anterior referimos a Austin en “Other Minds” (1946).

100 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 101: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

A fines de nuestro acercamiento a Moore, el artículo deMalcolm plantea dos cuestiones. Podemos preguntarnos,por un lado, si se trata de una reconstrucción razonable-mente adecuada de la posición de Moore, y veremos rápi-damente que hay buenos motivos para pensar que no loes, incluyendo algunas cosas que el propio Moore escri-bió al respecto. Pero luego, podemos preguntarnos tam-bién si las ideas que Malcolm cree encontrar en Moorerepresentarían una alternativa interesante frente al escep-ticismo cartesiano.

En relación con este último punto, creo que las ideas quepresenta Malcolm apuntan en una dirección interesante,pueden ser parte de una estrategia no-tradicional de res-puesta al escéptico y son ideas que reaparecerán, con algu-nas diferencias, en el capítulo 4 cuando abordemos la posi-ción de Wittgenstein en SC. Al mismo tiempo, podemosanticipar que parece claro que, tal como las hemos recons-truido aquí, las ideas discutidas por Malcolm no puedenser todo lo que se necesita para responder al escéptico. Loque pretendo sugerir con esto es que puede que haya algocorrecto en la idea de que debemos señalar, frente al escép-tico, que su posición implica alejarse de, o incluso violen-tar, el modo en que usualmente evaluamos las afirmacionesde conocimiento y las circunstancias en que admitimos elplanteo de dudas (si se quiere, el modo en que usamos nor-malmente “saber”, “dudar” y las palabras relacionadas conambas). Pero es claro también, como vimos en el capítuloanterior, que eso sería fácilmente admitido por el escépti-co, que señalaría que su duda no es una duda en sentidoordinario sino que se ubica en otro plano. Y, como señalaríaluego el propio Wittgenstein, que esa duda “detrás” de laduda práctica es ilusoria, no es asunto que pueda estable-cerse de un modo tan directo, sino algo que tendrá que sermostrado de otra manera (SC §19). De este modo, aun silas ideas que discute Malcolm tuvieran un papel importanteen la respuesta al escéptico, no podrían ser suficientes en sí

Razón y sinsentido • 101

teseopress.com

Page 102: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

mismas para impugnar la duda no-ordinaria del escéptico,y mientras no se haya mostrado que esa duda, entendida deese modo, carece de sentido, la afirmación de Moore de queconoce la verdad de sus premisas seguirá pareciendo unaclarísima petición de principio.

Vuelvo ahora al otro punto que antes había mencionado,y es que, de todas formas, no parece plausible que la pre-sentación de Malcolm, más allá del interés filosófico quetenga en sí misma, sea una reconstrucción adecuada de lasideas de Moore en PME. Contamos, de hecho, con la res-puesta del propio Moore a esta interpretación, en el tomodedicado a su obra en la Library of Living Philosophers. AllíMoore señala inequívocamente que su afirmación de quehay cosas externas es una afirmación empírica, y que sunegación, “no hay cosas externas” es empírica, fácticamentefalsa. Y también rechaza enfáticamente que su argumen-to dependa de la consideración de cuál es el uso correctode ciertas expresiones. En términos de Moore, “no puedohaber supuesto que el hecho de que tenga una mano pruebenada respecto de cómo debería usarse la expresión “cosasexternas”” (referencias en Stroud 1984, p. 94).

Ya en función de lo que vimos hasta aquí parece claro queMoore no pensaba que el planteo de la hipótesis cartesia-na del sueño fuese un sinsentido, o, al menos, no pensabaque pudiese ser desestimado de un modo tan directo comoel propuesto por Malcolm. De hecho, vimos que Mooreen ocasiones intenta responder al desafío planteado por lahipótesis escéptica señalando no que ésta carece de sentido,sino que no es un motivo suficiente para dejar en suspen-so nuestras afirmaciones de conocimiento. Yendo un pasomás allá, podemos notar además que entender a Moore delmodo propuesto por Malcolm implicaría dejar en segundoplano al elemento de la posición de Moore que, a partirde lo que ya vimos, parece ser el más importante y tam-bién, quizás, el más interesante de su posición: la idea de

102 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 103: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

que la ausencia de “evidencia” para sus afirmaciones noimplica que éstas dejen de contar como afirmaciones deconocimiento.

Malcolm sobre DSC

El segundo artículo de Malcolm sobre Moore al que antesnos referimos, “Defendiendo el sentido común” (1949), pre-senta una crítica al uso que hace Moore de “saber” (en par-ticular de “yo sé”) en relación con los “truismos” de DSC.Esto implica introducir algunas consideraciones diferen-tes de las involucradas en la discusión de PME, pero queserán también importantes para nosotros en lo que siguedado que también aquí Malcolm anticipa (en su publica-ción) ideas relacionadas con las que luego encontraremosen SC. Y también frente a esta línea de críticas contamoscon respuestas directas del propio Moore a Malcolm.

La posición que defiende aquí Malcolm es que el uso “séque p” que propone Moore en DSC es incorrecto, dado queno cumple ninguna de las tres condiciones que, a ojos deMalcolm, son necesarias para el uso correcto de ese tipode expresiones: (i) debe haberse planteado alguna duda aresolver, (ii) deben poder presentarse razones a favor de laafirmación de conocimiento, y (iii) debe ser posible realizaralguna investigación que pueda determinar si lo que se estáafirmando es correcto.

Es importante considerar la respuesta de Moore a esta crí-tica ya que revela algunas diferencias significativas entresus ideas sobre el significado y las ideas de Malcolm-Wittgenstein. Escribe Moore a Malcolm, en corresponden-cia personal luego publicada por el último:

Querías mostrar [en (1949)], y quieres ahora decir, que mi usode esa expresión [‘Sé que p’] es un “mal uso” o es “incorrecto”;pero la única razón que das para decir eso es que lo usé bajocircunstancias en las cuales no sería usado ordinariamente; por

Razón y sinsentido • 103

teseopress.com

Page 104: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

ejemplo, en circunstancias en que no había entonces ni habíahabido previamente ninguna duda respecto de si había unárbol ahí o no. Pero que lo haya usado en circunstancias bajolas cuales no sería usado ordinariamente no es en absolutouna razón para decir que lo usé mal o incorrectamente (…).La estaba usando en el sentido en que se la usa ordinariamen-te (…), aunque no en circunstancias ordinarias” (citado enColiva 2010, pp. 34-35)

Es interesante esta respuesta de Moore porque señalael modo en que la crítica de Malcolm depende de ciertacomprensión filosófica del significado de las expresioneslingüísticas, en particular, una en la que el significado seauna función del uso de esas expresiones en el contextode nuestras prácticas epistémicas, en el sentido en que, dealguna forma, esas actividades prácticas definen cuál es eluso correcto. Wittgenstein parece suscribir una concepciónde ese tipo, como veremos en el capítulo siguiente, pero esclaro que no se trata de una posición que comparta Moore,de modo que éste no considera que la crítica de Malcolmsea realmente decisiva, porque no ve ningún problema enpensar que una expresión pueda ser usada en su sentidoordinario en un contexto que sea, sin embargo, diferenteal ordinario.

En la misma carta Moore rechaza también otra sugerenciawittgensteiniana de Malcolm, en el sentido de que sus“truismos obvios” involucrarían un mal uso de las palabrasporque, fuera de su contexto práctico, sus afirmaciones nocumplirían ningún propósito definido y resultaría dudosoentonces qué significan. Moore apela a otra distinción quequizás sería difícil de asimilar en un contexto wittgenstei-niano, pero que él no ve ningún problema en adoptar, ladistinción entre hacer algo sin sentido (senseless) y decir algoque carece de sentido (nonsense). Reconoce que al afirmarsus “truismos” puede que estuviese haciendo algo sin senti-do, en la medida en que podría resultar difícil ver por quéalguien habría de afirmar tales cosas. Podemos recordar,

104 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 105: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

en esta dirección, que la cuidadosa formulación que eligeMoore en DSC era “obvios truismos, tales que podría novaler la pena enunciarlos” (en inglés: “obvious truisms, as notto be worth stating”), de modo que Moore parecía conscientede esa objeción desde el primer momento. Al mismo tiem-po, Moore insiste en que ese punto no implica de ningúnmodo que las cosas que entonces afirmaba careciesen desentido, y de hecho le parece obvio que todos entiendenqué es lo que estaba entonces afirmando y, lo que es más,todos entienden que lo que estaba afirmando era obviamen-te verdadero. Moore señala incluso que, de todos modos, noes cierto tampoco que no hubiese un contexto pragmáticoque diese sentido a su acción de afirmar sus proposiciones,ya que ésta tenía un propósito claro en esas circunstancias:mostrar que ciertas proposiciones generales suscriptas poralgunos filósofos eran incorrectas. Éste no es, como Moorereconoce, un propósito que se persiga usualmente al decircosas de ese tipo, pero es suficiente para aclarar que noestaba haciendo algo sin sentido al afirmarlas (referenciasen Coliva 2010, p. 36).

Como señala Coliva, esta respuesta de Moore es signifi-cativa también porque apunta a concepciones diferentesdetrás de la idea de que hay algo sin sentido o algo irra-zonable o insensato en la duda que plantea el escéptico.Desde el enfoque Malcolm-Wittgenstein el problema seríaun problema gramatical, mientras que para Moore, si hayun sentido en que el escéptico está dando un paso insensato,éste no es adjudicado a una violación de normas lógico-lingüísticas sino a su pretensión de discutir la visión desentido común del mundo.

La discusión de las consecuencias de esta línea de crítica aMoore tendremos que dejarla para los capítulos siguientesen que hagamos un abordaje directo de la línea adoptadapor Wittgenstein en SC. Ahora, para terminar nuestro reco-rrido por las interpretaciones posibles de las difíciles ideas

Razón y sinsentido • 105

teseopress.com

Page 106: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

de Moore, tenemos que considerar todavía un último enfo-que influyente y que señala en dirección a algunos aspectosde la discusión del problema escéptico que introdujimos enel capítulo anterior.

Stroud: la perspectiva interna y la perspectiva externa

Según vimos, una de las principales razones que hacen difí-cil entender el argumento de Moore en PME es que pare-ce incurrir en una petición de principio flagrante. Pareceobvio que los oponentes de Moore (idealistas, escépticos ode otro tipo) no concederán que éste conozca efectivamentela verdad de sus premisas, ya que esto parece depender, atodas luces, de que esté en condiciones de afirmar su con-clusión. Dicho de otro modo, las objeciones del escéptico odel idealista a la conclusión del argumento de Moore sonexactamente las mismas que aplicarían a sus premisas, demodo que a no ser que éstas puedan probarse, no se habráprobado nada en absoluto.

Esto implica un dilema para quien lee el trabajo de Moore,dado que no parece razonable pensar que un filósofo comoMoore, y en especial un filósofo interesado en cuestioneslógicas como Moore, pueda estar cometiendo ese error yno advertirlo, de modo que parece insoslayable suponerque tendría que haber estado haciendo alguna otra cosa. Entérminos davidsonianos, esto es lo que requiere una lecturacaritativa de Moore.

En El significado del escepticismo filosófico (1984), BarryStroud propone una discusión y crítica detallada de la posi-ción de Moore que intenta también encontrar un sentidoa las afirmaciones de Moore en que éstas no constituyanuna obvia petición de principio, y sostendrá que hay unsentido en que la posición de Moore es, de hecho, entera-mente correcta. A ojos de Stroud, sin embargo, esto sólo

106 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 107: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

será posible reconociendo que, a fin de cuentas, hay otrosentido en que Moore sí incurre en una petición de prin-cipio flagrante.

El análisis que propone Stroud está basado en su compren-sión del problema escéptico, a la que ya hicimos una brevereferencia en el capítulo anterior. La idea central de Stroudes que debemos distinguir las cuestiones que se plantean(y las cosas que podemos afirmar) al “interior” de nuestrasprácticas epistémicas ordinarias, de las cuestiones específi-camente filosóficas que plantea el escéptico en relación conla totalidad de tales prácticas. Estas últimas implican un tipode cuestionamiento “externo”, que depende de distanciar-nos o “desprendernos” de todo el cuerpo de nuestros cono-cimientos acerca del mundo para poner en cuestión su rela-ción con la realidad11. En términos de nuestra presentacióndel escepticismo cartesiano en el capítulo anterior, Stroudes uno de los principales defensores contemporáneos de lavieja idea cartesiana de que el desafío escéptico se ubica enun plano de “investigación pura”, donde sometemos a unaevaluación estricta a la totalidad de nuestras afirmacionesde conocimiento sin referencia a las limitaciones pragmá-ticas y prácticas que imponen la acción, la comunicación yla cooperación. Como lo entiende Stroud, el planteo escép-tico consiste precisamente en sugerir la posibilidad de quenuestra situación epistémica, concebida desde un punto devista desprendido “externo”, no se corresponda con la con-cepción que tenemos de ella al considerarla desde dentro delos contextos prácticos. De hecho, para Stroud (como paraClarke) adoptar una mirada externa, en este sentido, es lacaracterística especial de la mirada filosófica sobre nuestrasprácticas ordinarias.

11 Esta distinción entre el plano ‘interno’ y el ‘externo’ para las evaluacionesepistémicas es muy similar a la que propusiera Thompson Clarke entre lo‘llano’ y lo ‘filosófico’ (Clarke 1972), de la que Clarke también extrae undiagnóstico crítico de la argumentación de PME. De hecho, en el prefacio desu libro Stroud reconoce explícitamente su deuda con Clarke (p. xiv).

Razón y sinsentido • 107

teseopress.com

Page 108: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Esta distinción sugiere ya dos modos posibles de considerarla fuerza dialéctica del argumento de Moore en PME. Con-siderada desde la perspectiva interna de evaluación episté-mica, lo que hace Moore en su prueba es, ante el planteode una duda, simplemente recordarnos que efectivamentesabemos que existen cosas externas. Desde esta perspecti-va, las afirmaciones de Moore son perfectamente inteligi-bles y perfectamente legítimas, y son, de hecho, verdaderas.Stroud insiste incluso en que no involucran ningún usoincorrecto de alguno de sus términos ni, en particular, delvocabulario epistémico.

Al mismo tiempo, si la consideramos desde un punto devista externo, la “prueba” resulta ser un fracaso rotundo, yaque es en este plano en que pueden plantearse las hipótesisescépticas. Y Moore no sólo no articula una respuesta frentea las hipótesis cartesianas sino que confiesa cándidamenteque cree que es imposible responderlas. Ante esa situación,resulta claro que Moore no puede afirmar legítimamenteque conoce la verdad de sus premisas y su planteo no hacela menor mella sobre el desafío escéptico.

Vemos entonces que, aunque adopta otro camino, la críticade Stroud es, a fin de cuentas, una variante de la acusaciónde petición de principio. Y tanto Stroud como Clarke sedeclaran finalmente incapaces de comprender cómo Moorepuede no haber advertido esa falencia de su argumento.El diagnóstico de ambos, en definitiva, es que Moore erade algún modo incapaz de adoptar una perspectiva exter-na o incluso de sentir la fuerza de esa posibilidad. Stroudseñala, por ejemplo, que “[la] capacidad para permanecerimpertérrito frente a razonamientos filosóficos aparente-mente inquietantes es característica de las confrontacionesde Moore con otros filósofos”, para añadir luego que “Moo-re es un fenómeno filosófico extremadamente desconcer-tante” (1984, p. 105 y p. 126). Clarke, por su parte, concluyeque la aparente incapacidad de Moore para comprender

108 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 109: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

que su posición frente al escéptico era “flagrantemente dog-mática” parece ser el resultado de una “lobotomía filosó-fica” (1972, p. 757).

Para Stroud, sin embargo, la “prueba” de Moore resultaser, paradójicamente, de gran importancia ya que su intentofallido de refutar al escéptico resulta en un “gran descu-brimiento filosófico”, aunque no del modo en que Moo-re pretendía. El mérito del planteo de Moore, a ojos deStroud, consiste en sugerir la conclusión, a primera vistasorprendente, de que la posición escéptica no es realmenteincompatible con nuestras afirmaciones de sentido común.En particular, Stroud sugiere que podría no haber ningu-na incompatibilidad entre el hecho de que ciertas proposi-ciones, consideradas al interior de nuestras prácticas, seanverdaderas, y al mismo tiempo la tesis escéptica “exter-na” también lo sea. Como señala Stroud, esta posibilidadhabitualmente no es considerada en las discusiones sobreel escepticismo, clásicas o contemporáneas, ya que todassuponen que, a no ser que podamos responder satisfacto-riamente al escéptico, nuestras prácticas epistémicas ordi-narias carecerían de justificación y nuestras afirmaciones yadscripciones cotidianas de conocimiento resultarían falsas,no completamente verdaderas, o injustificadas. La novedadde la posibilidad señalada por Stroud radica en sostener quenuestras afirmaciones y adscripciones cotidianas podríanresultar enteramente verdaderas, mientras las considere-mos desde un punto de vista interno. Esta posibilidad, creeStroud, es la que revela paradójicamente Moore con suresistencia a adoptar una perspectiva filosófica.

Nuevamente aquí, como en nuestra discusión anteriorsobre la interpretación crítica de Malcolm, podríamos plan-tear dos cuestiones. Podríamos preguntarnos si la interpre-tación de Stroud-Clarke es, después de todo, una lecturaplausible de los textos de Moore, y podríamos preguntarnossi la visión del problema escéptico que suponen es correcta

Razón y sinsentido • 109

teseopress.com

Page 110: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

o, al menos, interesante. La discusión de este último puntosupera lo que podemos hacer aquí, aunque haremos algunareferencia a este tipo de posiciones en nuestra discusión enlos capítulos siguientes. Respecto a su valor como interpre-tación de Moore, parece claro que lo que Stroud encuentraen Moore no es lo que éste pensaba estar haciendo. Pue-de concederse a Stroud que Moore parece por momentosdecidido a olvidar la diferencia entre el escepticismo carte-siano y una duda ordinaria respecto de la existencia de algo.Podemos recordar, por caso, el ejemplo de la pregunta acer-ca de las erratas en la página, que Moore trae a colación paramostrar que su procedimiento en la “prueba” es un pro-cedimiento perfectamente ordinario y aceptable, cuandoese rasgo es precisamente el que parece inhabilitarlo comoargumento ante el desafío del escéptico. Aun concedien-do ese punto a Stroud, Moore insiste claramente en DSCen que entiende sus afirmaciones en un sentido ordinario,literal, y que al decir que sabe que son verdaderas quieredecir que sabe que son “completamente” verdaderas, y noverdaderas sólo en algún sentido. Tampoco parece probableque Moore hubiese aceptado el tipo de relativización delconcepto de conocimiento que propone Stroud, defendien-do que pueda haber usos literales, plenamente legítimos,en que las afirmaciones de Moore sean verdaderas, aunquesólo relativamente a un determinado tipo de perspectiva.

De Moore a Wittgenstein

A lo largo de este capítulo he tratado de abrir las pro-blemáticas planteadas por los artículos de Moore con vis-tas a nuestra discusión en los capítulos siguientes de susderivaciones wittgensteinianas. Y aunque con vistas a esasdiscusiones no resultará demasiado decisivo llegar a una

110 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 111: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

definición respecto de la lectura de Moore, podemos haceralgunas sugerencias en ese sentido para dar fin al recorridode este capítulo.

A partir de lo que hemos visto, probablemente la mejorconclusión sea que hay en los diferentes trabajos de Moo-re algunas líneas argumentativas diferentes que no pare-cen ser del todo compatibles y que tendremos que tratarde distinguir. Algo que parece claro, para empezar, es queMoore pensaba que había al menos un sentido en que noes posible dar una respuesta concluyente frente al escépticocartesiano. Vimos aparecer esta idea en sus observacionesfinales en PME y también en las referencias que hicimos a“Certeza” y “Cuatro formas de escepticismo”. Esta posición,de hecho, parece ser una de las constantes de Moore frenteal problema del mundo externo. Encontramos otra formu-lación clara de la misma postura en otro artículo publicadovarios años antes, en relación con el escepticismo de Hume:

Me parece a mí que tal posición [que no somos capacesde conocer hechos externos] debe, en cierto sentido, serimposible de refutar. Eso debe reconocerse frente a cual-quier escéptico que se sienta inclinado a sostenerla. Cualquierargumento válido que pueda proponerse en contra debe serdel tipo de la petitio principii. ¿Cómo podría probarse a símismo el escéptico que conoce algún hecho externo? Sólopuede hacerlo proponiendo alguna instancia de un hechoexterno, que de hecho conozca; y, al suponer que efecti-vamente conoce ésta, estaría, por supuesto, haciendo unapetición de principio sobre el asunto. Es por tanto cierta-mente imposible que alguien pruebe, en un sentido estric-to del término, que efectivamente conoce hechos externos.Sólo puedo probar que los conozco, mediante la suposiciónde que en algún caso particular realmente lo conozco. Estoes, la así llamada prueba debe suponer la misma cosa quepretende probar. La única prueba de que conocemos efecti-vamente hechos externos radica en el simple hecho de que

Razón y sinsentido • 111

teseopress.com

Page 112: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

efectivamente los conocemos. Y el escéptico puede negar queconozca ninguno, con perfecta consistencia interna (“Hume’sPhilosophy”, 1908; cita en McGinn 1989, p. 47).

Esto implica, entonces, que a ojos de Moore el planteode la hipótesis escéptica es legítimo y que es imposibleresponder de ningún modo que sea directo y satisfacto-rio. Ante esta situación, Moore recurrió en algunas oca-siones a otra línea argumentativa, destinada a mostrarque, aunque no pueda probarse su falsedad, adoptar unaposición escéptica no es, después de todo, razonable. Estalínea argumentativa, tal como es presentada por Moore, noparece una opción prometedora, como vimos más arriba.Según vimos también, probablemente estas observacionesde Moore sobre el escepticismo estén concebidas en el mar-co de la discusión con una forma no-radical de escepti-cismo, una basada en estándares de justificación excesiva-mente altos.

Al mismo tiempo, resulta claro que Moore pensaba que sípodía responderse de un modo directo al modo idealistade cuestionar nuestra creencia en un “mundo externo”. Yesto también sea probablemente una constante en la obrade Moore, que ya había emprendido un intento de “refu-tación del idealismo” muchos años antes de PME, aun-que con argumentos muy diferentes (1903). Como vimosantes también, puede no resultar enteramente claro por quéMoore cree que su respuesta al idealista no es suficienteante el escéptico.

De todos modos, dejando esta última cuestión de lado, elpunto que parece más interesante del argumento de Mooreen PME, como ya destacamos, es su insistencia en que suargumento es una respuesta al problema, ya que él sabeefectivamente que sus premisas son verdaderas. Y todos losaben, del mismo modo en que él lo sabe. Este es el pun-to en que el planteo de PME confluye con las ideas quevimos antes en DSC: en ambos casos Moore afirma conocer

112 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 113: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

ciertas proposiciones que no puede probar, y parece haberconsiderado que el principal obstáculo para probar sus afir-maciones estaba representado por las hipótesis escépticasal modo cartesiano. Moore parece haber titubeado respectode la posibilidad de invocar otras formas de justificaciónmás débiles que una “prueba” en sentido estricto de estasafirmaciones. En DCS, por ejemplo, afirma no poder seña-lar cuál es la evidencia que apoya esas afirmaciones, peroinsiste en que sería absurdo ofrecer reparos acerca de ellas.En PME parece adoptar una línea diferente al afirmar que,de hecho, tiene evidencia concluyente para creer que noestá soñando (aunque no fuese suficiente para probar que noestaba soñando). Por momentos, incluso, se muestra tenta-do a señalar que tiene la “evidencia de los sentidos” paraapoyar sus afirmaciones (1959b). Según vimos más arriba,ésa ciertamente no parece una línea de argumentación pro-metedora frente al escepticismo cartesiano.

La línea presente en DSC, insistir en que hay cosas que real-mente sabemos aunque no podamos decir cómo las sabe-mos, no presenta ese tipo de problemas, aunque es claro quepresentará desafíos de otro tipo. Y ésta es, en mi opinión,la más interesante de las líneas probadas por Moore. Parecehaber algo correcto en la idea que hay ciertas proposicionesaparentemente empíricas y contingentes que consideramoscon tanta certeza como las proposiciones a priori de lasciencias formales o las creencias inmediatas sobre los con-tenidos de la consciencia. Y este punto mooreano resultaespecialmente interesante si consideramos que la tradiciónha sostenido casi unánimemente lo contrario, desde Pla-tón hasta Russell y los positivistas lógicos, pasando porDescartes.

Si lo entendemos de este modo, encontraremos que el ele-mento más original en el planteo de Moore consiste enseñalar que algunas de nuestras creencias no precisan real-mente de justificación, aunque Moore presentase también

Razón y sinsentido • 113

teseopress.com

Page 114: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

otras ideas no del todo consecuentes con ésta. Presentadade este modo, podríamos pensar que esta idea de Moorees una variante de algunas de las ideas familiares en lasdiscusiones epistemológicas. Podemos ver a Moore comouna suerte de fundacionista, como sugiere Stroll (1994). Opodríamos entenderlo incluso como rechazando el análi-sis estándar y adoptando una posición no-justificacionista,que podríamos ver como una antecesora de las posicionesexternistas en los debates contemporáneos (Coliva 2010).Creo que ninguna de las dos opciones es del todo satisfac-toria. Entender a Moore como un fundacionista, al modotradicional, no parece ser demasiado iluminador ya quelas cosas que Moore afirma que conocemos sin precisarde justificación son realmente inusuales dentro del menúde opciones fundacionistas –en ello radica su originalidad-e incluye una serie indefinidamente grande de afirmacio-nes “de sentido común” que probablemente no puedan serreducidas a una clase de creencias homogéneas o seleccio-nables a partir de algún criterio claro. De hecho, el propioMoore reconoce que no puede dar un criterio que seleccio-ne a sus afirmaciones de sentido común al presentarlas enDSC mediante una definición por extensión que no preten-día, además, ser exhaustiva.

Luego, entender que la clave de la posición de Moore estáen el planteo de una posición epistemológica externista,como sugiere Coliva, implica pasar por alto otro rasgo clavede su posición, que es que Moore no sugiere en ningúnmomento que cualquier afirmación pueda sostenerse de esaforma sin un recurso adecuado a algún tipo de evidencia.Por el contrario, ésta parece ser una característica espe-cial de algunas de nuestras creencias, precisamente las queMoore estaría dispuesto a llamar “de sentido común”, aun siésta clase no estuviese precisamente definida.

114 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 115: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Podemos notar también una consecuencia adicional deentender a Moore de este modo y es que, a pesar de las apa-riencias en contrario, su posición resulta ser más relevantecomo respuesta frente al escepticismo agripano que comorespuesta al escepticismo cartesiano. Vimos, de hecho, queMoore afirma no tener nada concluyente que decir frentea la hipótesis del sueño. Pero sus ideas sí pueden sugerir,aunque no desarrollen, un modo novedoso de enfrentar altrilema de Agripa (lo que, desde ya, no es lo mismo quedecir que la estrategia sugerida por Moore pueda ser exitosafrente al escéptico).

Desde una perspectiva wittgensteiniana, como luego vere-mos, quedarían todavía muchas cosas por criticar en elmodo en que Moore pensó estas ideas. Algunas de esas crí-ticas seguirán la línea que, según vimos más arriba, presentaya Malcolm contra Moore al discutir la corrección de suuso de “saber” en relación con ese tipo de afirmaciones.Otra diferencia fundamental, que ya podemos notar ahora,resultará del hecho de que Moore pensaba que respecto desus “truismos” no podía señalar con precisión cuál era suevidencia, pero no parece haber considerado que el pedi-do de evidencia pudiese ser improcedente en primer lugar,limitándose a insistir en que no alcanzaba para impugnarsus afirmaciones de conocimiento.

De todos modos, y a pesar de estas diferencias, encontramosya en Moore la idea de que puede haber un sentido en quealgunas (no todas) de nuestras afirmaciones puedan ser sos-tenidas sin precisar realmente de un apoyo justificacional.Y esta idea tendrá un papel importante en nuestra discusiónen los capítulos siguientes.

Razón y sinsentido • 115

teseopress.com

Page 116: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

teseopress.com

Page 117: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

4

“¡No pienses, mira!”: lenguaje y filosofíaen Wittgenstein

El presente capítulo está dedicado a la concepción de lafilosofía de Wittgenstein y su relación con ciertas imágenesrespecto del significado de las palabras y el papel del len-guaje en nuestras interacciones cotidianas, dos asuntos queresultan centrales para la lectura que pretendo proponerde la problemática de SC, aun cuando no sean discutidosextensamente en ese texto. La discusión estará centradaentonces en varios textos bien conocidos de las Investigacio-nes Filosóficas (en adelante, IF). Todos los textos de los quehablaré aquí han sido objeto de una extensísima serie decomentarios en la literatura especializada que, más allá delvalor que puedan encerrar muchos de ellos, no comentaréaquí de modo sistemático, lo que nos llevaría a perder elfoco de nuestro recorrido. Sí haré algunas referencias perosólo donde resulten necesarias para la presentación quevamos a desarrollar.

Otra aclaración que puede ser importante aquí es que lasideas de Wittgenstein acerca de la filosofía pueden dar pie amuchas discusiones interesantes (como son las discusiones,por mencionar una, acerca de qué o cómo es exactamentehacer filosofía si uno adopta una concepción afín a la deWittgenstein). En este capítulo no abordaré ese tipo de dis-cusiones sino que me concentraré en tratar de leer en estospuntos a Wittgenstein, postergando la discusión de algunasde sus ideas para el abordaje de SC en el capítulo siguiente.

teseopress.com 117

Page 118: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Una nube de filosofía condensada en una gota degramática

Excursus: uno, dos, muchos Wittgensteins

Según indicamos más arriba, la exposición sobre la concep-ción de la filosofía de Wittgenstein en este capítulo estarácentrada en los textos de IF (junto a otros importantes parala lectura que pretendo proponer de ellos) y esto ameritaalgunas aclaraciones en virtud de las ideas corrientes sobrelos diferentes períodos en el pensamiento de Wittgenstein,de modo que comenzaré por una breve referencia a estepunto, aun bajo el precio de comenzar por una digresión.

Las ideas corrientes a las que recién hacía referencia impli-can la división bien conocida del pensamiento de Wittgens-tein en dos períodos claramente diferenciados, el primerocentrado en TLP y el segundo en IF. Digamos, rápidamente,que parece claro que ambos libros presentan diferencias deenfoque importantes en más de un sentido (a pesar de lasdificultades que involucra la lectura de ambos, y quizás lade TLP especialmente), pero, al mismo tiempo, pensar esasdiferencias en términos de una dicotomía entre dos cam-pos bien diferenciados probablemente no sea el modo másfructífero de leer ninguno de los dos. En particular, tomarsedemasiado en serio esa segmentación puede oscurecer otrossentidos en que los proyectos en que se embarca Wittgens-tein en cada caso tienen semejanzas importantes. Podemosconsiderar, por ejemplo, que aun si hubiese (como los hay)cambios importantes en la orientación filosófica que adoptaen sus escritos, hay otro sentido en que el núcleo de pro-blemas que preocupaban a Wittgenstein, si se los enunciade modo suficientemente general, fue relativamente establea lo largo de toda su obra, e incluso sobre muchos pun-tos hay continuidades importantes en sus respuestas a esosproblemas en diferentes períodos. Así es, por ejemplo, enel caso del problema del escepticismo, como veremos en

118 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 119: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

el capítulo siguiente. No pretendo aquí, de todos modos,intervenir en la discusión general sobre la pertinencia dela dicotomía entre el “primer” y el “segundo” Wittgenstein,pero sí es importante señalar que su concepción de la filo-sofía es otro de esos aspectos de su pensamiento que proba-blemente sean mejor entendidos si los inscribimos en unahistoria donde las continuidades tengan más peso que lasdiferencias. Podemos pensar así que Wittgenstein siempreestuvo cerca de la idea de que las preguntas que (se) hacenlos filósofos son en algún sentido preguntas vacías, carentesde sentido, como lo son también los diversos intentos deresponder a ellas. Una lectura defendible de TLP podríaoptar incluso por considerar que su enfoque no sólo es diso-lutorio de la filosofía sino también terapéutico, en el sentidoque veremos más adelante en referencia a IF1. De este modo,si bien la lectura que realizaremos aquí estará centrada, porrazones de economía expositiva, en el modo en que Witt-genstein presenta sus ideas sobre la filosofía en IF, muchosde los puntos que tocaremos podrían pensarse, con relati-vamente pocos cambios, respecto de su posición en TLP.

Puede ser importante enfatizar también, en el mismo sen-tido, que nada indica que la concepción de la filosofía deWittgenstein haya cambiado en algún aspecto importanteluego de la redacción de IF. En los últimos años diferentescomentadores han propuesto entender los escritos poste-riores a IF como constituyendo un “tercer” período en laobra de Wittgenstein, cuyo texto de referencia sería preci-samente el SC (ver los trabajos reunidos en Moyal-Sharrock2004). No es este el lugar para examinar hasta qué puntoadoptar esta partición puede ser una estrategia interesan-te para acercarnos a las problemáticas wittgensteinianasen general (aunque no creo que lo sea), pero en cualquiercaso las ideas sobre la filosofía que discutiremos aquí en

1 De diferentes maneras, ése es el enfoque común a todos los trabajos reuni-dos en la segunda parte de Crary y Read 2000.

Razón y sinsentido • 119

teseopress.com

Page 120: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

referencia a los textos de IF parecen ser las mismas en quedebemos inscribir las indagaciones de Wittgenstein en SC,y en esa medida justamente es que resulta importante paranuestra lectura de este último texto en el capítulo siguiente.De hecho, creo que la relación de iluminación entre IF ySC puede darse también en la dirección contraria, si pen-samos, como sugeriré más adelante, que las ideas sobre loslímites de la argumentación que Wittgenstein discute en SCpueden resultar iluminadoras para la comprensión de susestrategias argumentativas también en IF.

La naturaleza de los problemas filosóficos

Hecha esta aclaración, debemos comenzar por ver con unpoco más de detalle, en primer lugar, en qué sentido esque el acercamiento a los problemas filosóficos por partede Wittgenstein está dominado por una pregunta acercade su sentido. Podemos referirnos al texto mismo en estepunto y recordar una de las formulaciones más famosas queencontramos en IF:

[N]o podemos proponer teoría ninguna. No puede habernada hipotético en nuestras consideraciones. Toda explicacióntiene que desaparecer y sólo la descripción ha de ocupar sulugar. Y esta descripción recibe su luz, esto es, su finalidad, delos problemas filosóficos. Éstos no son ciertamente empíri-cos, sino que se resuelven mediante una cala en el funciona-miento de nuestro lenguaje, y justamente de manera que éstese reconozca: a pesar de una inclinación a malentenderlo. Losproblemas se resuelven no aduciendo nueva experiencia, sinocompilando lo ya conocido. La filosofía es una lucha contrael embrujo de nuestro entendimiento por medio de nuestrolenguaje. (§109, cursivas en el original)

Esta observación reúne, comprimidas en pocas líneas,muchas de las ideas centrales sobre la filosofía que encon-tramos en IF. Podemos notar, por un lado, que los pro-blemas filosóficos que nos mantienen cautivos, como bajo

120 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 121: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

un embrujo, surgen de algún modo de una mala compren-sión del lenguaje. En particular, surgen de una inclinacióna malentender el lenguaje. Luego, como el pasaje tambiénsugiere, los problemas filosóficos son sólo eso, de modoque al advertir el error en la comprensión del lenguaje delque surgen el problema mismo desaparece completamente(§133). A la luz de esta diagnóstico, la tarea a realizar fren-te a una pregunta filosófica incluirá de modo central unadescripción adecuada de algunas al menos de nuestras prác-ticas lingüísticas, cuyo fin no es otro que señalar el malen-tendido y recordarnos algunos hechos familiares sobre eluso lingüístico que, a fin de cuentas, se encuentran perfecta-mente “a la vista” y todos conocemos (§126). En particular,una vez alcanzada esa descripción, no sólo no habremosrealizado con ella una teorización filosófica, sino que yano sentiremos la necesidad o la urgencia por involucrarnosen tal intento ya que nuestra sensación misma de que hayuna pregunta que debemos responder habrá desaparecido.En este sentido es que la resolución, por así decirlo, denuestras inquietudes filosóficas no es algo que dependa enabsoluto de algún tipo de descubrimiento intelectual sinosólo del des-cubrimiento (si se permite el juego de palabrasheideggeriano) de ciertos hechos acerca del lenguaje queconocíamos desde el principio pero que el embrujo de nues-tro pensamiento tiende a hacernos olvidar. Así es que elresultado de la investigación filosófica de Wittgenstein “dejatodo como está” (§124).

Wittgenstein propone diferentes ideas, presumiblementecomplementarias, sobre el origen o las causas del embrujodel lenguaje, pero es claro que su intención no es decir quenuestro lenguaje sea, en ningún sentido razonable, defec-tuoso. Nuestro lenguaje “está en orden como está”2 (§98),

2 Aunque no indica la referencia, Wittgenstein parece estar pensando en TLP5.5563 (traducción aproximada: “todas las proposiciones de nuestro lengua-je ordinario, tal como están, se encuentran completamente en orden en

Razón y sinsentido • 121

teseopress.com

Page 122: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

de modo que los problemas que encontramos en filosofíasurgen de comprender o usar mal herramientas lingüísticasy conceptos que, usados en los contextos en que ordinaria-mente son usados, no dan lugar a ningún tipo de inquietudo perplejidad.

Respecto de qué tipos de errores en el uso o la comprensióndan lugar a las dificultades, la más significativa de las suge-rencias de Wittgenstein es precisamente que el filósofoconsidera expresiones fuera de todo contexto o fuera delcontexto en que esas expresiones son comúnmente usadas(§96) y cree encontrar, al considerar esas expresiones fueradel contexto que les da vida, algo inquietante o misteriosoen lo que esas expresiones significan o en las cosas a lasque refieren o parecen referir. En términos metafóricos, lasdificultades con la comprensión del lenguaje, o de ciertasexpresiones en particular, surgen cuando el lenguaje “seva de vacaciones” (§38) o cuando sigue andando como unmotor que marcha sobre el aire, desligado de la carga detrabajo que da sentido a su movimiento (§132).

Es claro que esta sugerencia depende de una cierta con-cepción de las condiciones para el uso significativo de lasexpresiones lingüísticas, en particular, de una que vinculeíntimamente el usar una expresión significativamente conusarla en los contextos prácticos adecuados y del modo enque normalmente (correctamente) es usada. Más adelante

cuanto a la lógica” y luego, más adelante, “nuestros problemas no son abs-tractos, sino quizás los más concretos que hay”). Podemos recordar anteestos textos los comentarios de Hacker (2000) sobre el uso semi-irónico enIF de formulaciones similares a las de TLP, ya que es claro que el modo enque esa afirmación ha de entenderse en el contexto de TLP es bien dife-rente al que está proponiendo Wittgenstein en IF. Y en muchos contextosWittgenstein parece efectivamente señalar las semejanzas con TLP como unmodo de resaltar el giro diferente que sus nuevas ideas adquieren. Al mismotiempo, como sugerí más arriba en el texto, creo que un exceso de énfasisen las diferencias en el contexto en que ha de insertarse esta idea en cadacaso puede llevarnos a subestimar la importancia de la continuidad de lasobservaciones de Wittgenstein en este (y otros) puntos.

122 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 123: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

en este capítulo veremos algunos detalles de la concepcióndel significado (si fuese ése el modo adecuado de llamarla)que Wittgenstein está suponiendo en este diagnóstico. Porahora es suficiente notar que es el modo en que usamos lasexpresiones en contextos prácticos determinados el que daa esas expresiones su sentido, y es dentro de esos contextosdonde, al usar correctamente esas expresiones, resulta inte-ligible lo que queremos decir (lo que estamos haciendo) alusar tales expresiones.

Según el diagnóstico de Wittgenstein, éste es el modo prin-cipal en que surge el sinsentido al hablar de filosofía, y nue-vamente, como en TLP, caracteriza a este tipo de sinsen-tido como un resultado de ignorar las condiciones para eluso correcto de las expresiones, como un choque contrael límite del lenguaje (§119). Este tipo de diagnóstico esespecialmente importante por la relación que supone conla concepción del significado y por las repercusiones quetiene sobre el método filosófico adoptado por Wittgenstein.A lo largo de IF, encontraremos que Wittgenstein vuelveuna y otra vez a preguntarse si el modo en que se está usan-do una palabra en el planteo de un problema determinadocorresponde realmente con el modo en que la palabra esrealmente usada “en el lenguaje que es su casa” (§116).

Al mismo tiempo, Wittgenstein parece sugerir que este tipode sinsentido no es la única fuente de problemas o ilusionesfilosóficas. En muchas ocasiones, nos vemos impedidos decomprender cómo funciona realmente el lenguaje por latendencia a generalizar algunos rasgos que tiene una expre-sión en un contexto o ‘juego de lenguaje’ determinado, atodos los usos de expresión. Nuestro problema radica, enesos casos, en la dificultad de ver qué tan variado nues-tro uso lingüístico realmente es (cf. SC §11) -y tambiéneste punto es central en la descripción de nuestras prácti-cas lingüísticas que encontramos en Wittgenstein. Ante lamultitud de formas de uso delicadamente diferentes, nos

Razón y sinsentido • 123

teseopress.com

Page 124: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

encontramos con que podemos dominarlas perfectamenteen los diferentes contextos prácticos en que las usamos perono tenemos ninguna idea clara de cuántas diferencias real-mente reconocemos cuando hablamos y de las conexionessutiles que hay entre ellas. Decía Wittgenstein en sus clasesen 1933, según los relatos de los presentes:

Consideren la geografía de un país para el que no tenemosmapa, o sólo un mapa en trozos diminutos. La dificultadacerca de esto es la dificultad con la filosofía: no hay unavisión sinóptica. Aquí el país acerca del que hablamos es ellenguaje y la geografía la gramática. Podemos recorrer el paísbastante bien pero cuando nos vemos forzados a hacer unmapa nos equivocamos3.

Encontramos ideas similares también en IF §122, don-de Wittgenstein afirma que de lo que si hay algún senti-do en que nuestra gramática ordinaria muestra carenciaso falencias es en que no nos resulta sencillo alcanzar una“visión sinóptica” de ella4, y que esa carencia es una “fuenteprincipal” de los problemas filosóficos. La idea aquí es que,si hay algo como un problema con nuestra gramática, essólo que las conexiones entre diferentes usos que pode-mos notar mediante una visión de conjunto pueden pasarfácilmente desapercibidas y, en muchos casos, no se refle-jan en la “gramática superficial” (§664), esto es, en el papelque desempeñan las palabras dentro de las construccionesproposicionales. Oraciones como “esto es rojo”, “el lunes esferiado”, “los solteros no son casados”, “él es Juan” o “dosmás dos es cinco”, por ejemplo, a pesar de sus semejanzas

3 Cita en Hacker 1986, p. 152. Esta descripción recuerda, incluso en su for-mulación, al tipo de proyecto de “cartografía conceptual” que propone Ryleen El concepto de lo mental.

4 Como señala Hacker (1986, p. 151 y ss.) el concepto al que está haciendoreferencia Wittgenstein aquí, Übersicht’, traducido en estos pasajes por“visión sinóptica” tanto en español como en inglés, es realmente central enel pensamiento de Wittgenstein, y su importancia suele quedar oscurecidapor la falta de constancia en la traducción en diferentes partes del texto.

124 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 125: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

superficiales funcionan de modos completamente diferen-tes, esto es, las reglas o patrones que rigen cómo debe usar-se cada una de esas expresiones, o las expresiones de esetipo, son enteramente diferentes en cada caso. Y, en esesentido, puede decirse que la gramática superficial puedeser un obstáculo para nuestra comprensión adecuada deestas expresiones, ya que sus similitudes superficiales “senos imponen” (§664).

Como veremos, es particularmente importante para Witt-genstein resistir la idea de que lo que nos falta es un tipode comprensión profunda del carácter fundamental del len-guaje. Según insiste en diferentes momentos, todo lo quees importante para la investigación filosófica se encuentraya a la vista ante nosotros desde el primer momento. Loque no tenemos, o lo que debemos buscar, es una visión deconjunto, abarcativa, de los usos del lenguaje, y debemosevitar las generalizaciones apresuradas, pero para eso nonecesitamos aprender nada nuevo ni revelar nada oculto anuestros ojos, sino sólo considerar conjuntamente las cosasque ya sabemos. En particular, la sugerencia de Wittgens-tein no es que sólo tenemos un conocimiento implícitode esas reglas o patrones de uso, ya que podemos refe-rirnos a ellos perfectamente y lo hacemos con frecuencia,por ejemplo cuando damos a otras personas explicacionesdel significado o de algún aspecto del significado de laspalabras5. Lo que resulta difícil y lo que involucra (para elfilósofo) una suerte de re-entrenamiento intelectual es verlas conexiones entre las cosas que ya todos sabemos. Estepunto es importante porque la idea de que la filosofía de

5 También podría notarse que esta idea de una “visión de conjunto” cumple unpapel similar aquí a la que cumplía la noción del “punto de vista lógicocorrecto” en TLP, como la perspectiva desde la cual podemos advertir nues-tros errores en el uso del lenguaje (Hacker 1986), aunque con la diferenciacrucial de que el proyecto de TLP sí involucraba trascender los hechos acer-ca del lenguaje que ya están a la vista en pos de un nivel de análisis lógicoexplicativo del significado en su estructura superficial.

Razón y sinsentido • 125

teseopress.com

Page 126: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Wittgenstein deja todo como está puede ser entendida rápi-damente como el señalamiento de que la filosofía no logranada, lo que en algún sentido es correcto, pero debemosrecordar también que ver las conexiones entre las cosas queya sabemos o ya pensamos es una forma usual de lo que, porfalta de una palabra mejor en español, en inglés llamaríamosinsight. Podemos precisar entonces la observación anteriory sugerir que si es correcto decir que para Wittgenstein lafilosofía no logra nada es porque el tipo de insight que susinvestigaciones nos ofrecen nos lleva, ante todo, a percibirque las preguntas filosóficas usuales son preguntas vacías.Y son en particular, como venimos viendo, preguntas quesurgen de adoptar una mirada fuera de foco acerca de nuestrouso ordinario del lenguaje.

Tenemos entonces al menos dos modos en que el lenguajepuede “embrujarnos”, y ambos dependen de adoptar unaactitud reflexiva, inquisitiva, respecto del lenguaje. Y, segúnvimos, el lenguaje mismo puede ser poco orientador cuan-do queremos hacer este uso reflexivo de él, en lugar deusarlo del modo llano y directo en que lo usamos en nues-tras diversas actividades cotidianas. Pero debemos entoncesnotar también que estos puntos no alcanzan para caracte-rizar completamente el enfoque filosófico tradicional querechaza Wittgenstein, ya que éste no sólo se enreda en estasperplejidades por la mala comprensión del uso lingüístico,sino que además adopta una actitud determinada frentea esa perplejidad: emprende la construcción de “teorías”filosóficas con la esperanza de hacer algún descubrimientointelectual que haga que ese rasgo determinado del lengua-je (o de las cosas a las que nos referimos con el lenguaje)deje de resultar perplejizante y quede, finalmente, explica-do. Muchas veces Wittgenstein parece asumir a ese tipo de“actitud teórica” (como la llama McGinn 1997, cap. 1) comosu blanco de ataque específico, e insiste en que esa perpleji-dad no puede ser removida, aliviada, mediante ningún des-cubrimiento de ese tipo. En ocasiones Wittgenstein sugiere

126 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 127: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

incluso que los problemas filosóficos surgen de adoptarante nuestra perplejidad una actitud basada en el modelode las ciencias, como si pudiéramos en filosofía plantearproblemas acerca de la realidad y responderlos del modoen que las ciencias lo hacen (Blue and Brown Books, p. 18,citado en Mcginn 1997, p. 17). Nos parece entonces “comosi tuviéramos que penetrar los fenómenos”, cuando todo loque realmente necesitamos es “acordarnos (…) del tipo deenunciado que hacemos sobre los fenómenos” (§90).

Una terapia para las enfermedades del entendimiento

Wittgenstein caracteriza en varias ocasiones su propiomodo de encarar los problemas filosóficos como un tipode terapia (§133, §255) y a los problemas filosóficos mismoscomo una enfermedad, a los filósofos como personas queprecisar curarse de muchas enfermedades del entendimien-to, según su formulación en las Observaciones sobre los fun-damentos de las matemáticas (cita en Hacker 1986, p. 154). Ladiversidad de procedimientos a los que apela Wittgensteinante los diferentes problemas que trata parece reflejar laheterogeneidad de las enfermedades filosóficas, que no pue-den ser atacadas según un único método sino que requierentratamientos tan específicos como las confusiones concep-tuales particulares que les dan lugar (§133)6.

6 Como señala Cabanchik (2010b), a pesar de la continuidad que marca estaposición con la orientación general del Tractatus respecto de la naturaleza dela filosofía, también supone un contraste significativo en cuanto se pierde enIF la idea de que exista un único método correcto frente a los modos diver-sos en que la filosofía se encuentra con el sinsentido. Sin embargo, estainsistencia en la diversidad de las confusiones conceptuales que involucranlos diferentes problemas filosóficos no es realmente incompatible con iden-tificar un tema común en la respuesta característica del filósofo frente a susproblemas, entendida como la empresa de construir teorías que permitanpenetrar los fenómenos.

Razón y sinsentido • 127

teseopress.com

Page 128: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

En ocasiones Wittgenstein compara sus procedimientosfilosóficos con los procedimientos terapéuticos de Freudy no parece implausible suponer que el método psicoa-nalítico pueda resultar un paradigma para Wittgenstein,aun si en un sentido restringido7. Janik y Toulmin (1973)proponen, en cambio, que este tipo de enfoque ante losproblemas intelectuales fue sugerido a Wittgenstein por lalectura de los Principios de mecánica de Hertz. En un pasajeque lo impresionó particularmente, Hertz responde a loscuestionamientos teóricos centrados en los problemas paracomprender la naturaleza de la electricidad y la fuerza,señalando que nuestro modo de entender ambos conceptosinvolucra algunas contradicciones que dan lugar a un “oscu-ro sentimiento” de que hay algo que debe ser explicado,sentimiento que expresamos a su vez, erróneamente, comouna pregunta sobre la naturaleza de, digamos, la fuerza. Sinembargo, dice Hertz,

…la respuesta que queremos no es realmente una respuestaa esta pregunta. No puede ser respondida encontrando máso nuevas relaciones y conexiones, sino removiendo las con-tradicciones existentes entre las que ya conocemos, y quizásreduciendo su número. Cuando estas dolorosas contradic-ciones sean removidas, la pregunta sobre la naturaleza de lafuerza no habrá sido respondida; pero nuestras mentes, yano perturbadas, dejarán de hacer preguntas ilegítimas (cita enJanik y Toulmin 1973, p. 226).

Wittgenstein, del mismo modo, ve al resultado o elobjetivo de sus procedimientos como el de llevar la filosofíaa la tranquilidad, el tipo de tranquilidad que nos permitiríadejar de filosofar, dejar de sentir algo inquietante en las pre-guntas de la tradición filosófica, cuando quisiéramos (§133).

7 El paralelismo es explorado y desarrollado por Cavell (1962).

128 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 129: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Estas ideas tienen consecuencias de importancia para laposición de Wittgenstein, ya que enfatizan (al igual queel resto de las consideraciones que ya expusimos) que elmodo correcto de proceder en respuesta a las preguntasfilosóficas no involucra la presentación de ninguna tesisfilosófica. La filosofía, como antes mencionamos, no explicanada, sino que sólo describe, y sólo lo hace con vistas a unfin particular (§127), en la medida en que ese examen esnecesario para llevar a nuestras preocupaciones filosóficasa la tranquilidad. Ya en el pasaje que citamos al principio(§109) encontrábamos la idea de que no había nada teó-rico, nada hipotético en las consideraciones que presentaWittgenstein. Esto es una consecuencia de la visión de losproblemas filosóficos como confusiones que ya vimos, yaque una vez disipada la confusión no queda realmente nadamás para decir o nada más por hacer desde un punto devista filosófico y es, si aceptamos esta visión de los pro-blemas filosóficos, una consecuencia enteramente natural.Si alguien nos preguntara, por ejemplo, cómo son las cosasque se encuentran al norte del polo norte, parecería naturalpensar que no hay realmente ningún hecho geográfico alque podamos aludir para resolver la inquietud, sino quedeberíamos limitarnos a señalar que la pregunta no tienerealmente el sentido que parece tener.

Esto recuerda nuevamente a la posición de Wittgensteinen TLP, y algunas de las caracterizaciones que ofrece sobreeste punto podrían valer tanto para TLP como para IF. Ensus conversaciones con Waismann durante la década del 30,por ejemplo, encontramos a Wittgenstein diciendo:

Escribí una vez: el único método legítimo de hacer filosofíaconsiste en no decir nada y dejar a los otros la tarea de afir-mar algo [TLP 6.53]. Todavía soy de la misma opinión. (…)Así, pues, le señalaría al otro qué es lo que propiamente está

Razón y sinsentido • 129

teseopress.com

Page 130: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

haciendo y me guardaría de cualquier otra afirmación. Todo,por ende, debe jugarse dentro de la gramática. (Waismann1967, pp. 160 y 164)8.

La comparación es interesante porque en ambos perío-dos Wittgenstein pensó estos temas en términos de la vacui-dad que resulta de intentar traspasar los límites del sentidopero, al mismo tiempo, el modo en que comprende estaposición en sus últimos escritos (y el modo en que la pensa-ba, seguramente, en sus conversaciones con Waismann) noinvolucra ya la referencia a un plano místico (TLP 6.522), enreferencia al cual dijera Wittgenstein en correspondenciaque la mitad más importante de TLP era la que no habíasido escrita (Monk 1990, p. 178). La idea parece ser ahora,en cambio, no que la filosofía es un intento por decir algoque no puede ser dicho, sino que no tiene nada para decir.Dado que todo lo que puede hacerse realmente frente a losproblemas filosóficos es recordarnos ciertos hechos cono-cidos acerca del uso del lenguaje, si quisiéramos entender aesas observaciones como “tesis” filosóficas encontraríamosque éstas no pueden ofrecer ninguna explicación profundasino, a lo sumo, banalidades con las que nadie dejaría deestar de acuerdo (§128), justamente porque sólo consistenen señalar ciertos hechos perfectamente familiares.

Según el recuerdo de Moore, en sus clases Wittgensteinresaltaba que la importancia de su trabajo consistía no enel descubrimiento de verdades acerca del lenguaje sino enel descubrimiento de un método para lidiar con las pre-guntas filosóficas (Moore 1954). Este método o conjunto demétodos consiste en el tipo de examen del uso lingüísticoal que antes hacíamos referencia y es lo que Wittgenstein

8 Este tipo de observaciones motivan la comparación con el pirronismo quepropone Fogelin (1994) y que mencionamos en el capítulo 1. Como sugeríentonces, el punto clave para la comparación de Fogelin parece ser una lec-tura wittgensteiniana de Sexto antes que una lectura pirrónica de Wittgens-tein.

130 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 131: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

denomina una investigación gramatical (§90). Se trata esen-cialmente de un tipo de relevamiento del uso lingüísticoefectivo en el que participamos, esto es, una investigaciónsobre el habla ordinaria, cuyo objetivo Wittgenstein carac-teriza como el establecimiento de un orden determinadoen nuestro conocimiento del lenguaje (uno de los muchosórdenes posibles, §132) o, según vimos, como el logro deuna visión de conjunto sobre nuestro uso de determinadaspalabras, el tipo de visión de conjunto sin el cual podemoscaer en graves malentendidos.

En términos más concretos, la investigación gramaticalpuede involucrar una gama amplia de diferentes tipos deprocedimientos. Encontramos a Wittgenstein en ocasionesimaginando un juego de lenguaje en que un tipo de expli-cación usual en filosofía funcione (§2, §48), buscando “casosintermedios” en la aplicación corriente de ciertos concep-tos (§122) o, con más frecuencia, ofreciéndonos diferen-tes “objetos de comparación” (§130). Podemos pensar a laadmonición que nos presenta Wittgenstein en IF §66 comoel lema general detrás del recurso a estos diferentes pro-cedimientos y, de hecho, como una caracterización de lainclinación de todo su tratamiento de los problemas filosó-ficos tradicionales: “¡No pienses, mira!”

Entender de esta forma la tarea que emprende Wittgensteines importante también porque resulta en enfatizar que suobjetivo no es realmente la crítica a ciertas ideas filosó-ficas particulares sobre la naturaleza del lenguaje, nuestroconocimiento de nuestros estados psicológicos o la fun-damentación de las matemáticas, a pesar de que la mayorparte de IF se dedica específicamente a estos temas. Proba-blemente el objetivo del ataque de Wittgenstein sea mejorentendido como más radical, en la medida en que es pro-puesto como un ataque a todo proyecto de construcciónde teorías filosóficas.

Razón y sinsentido • 131

teseopress.com

Page 132: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Tomarnos en serio las reiteradas indicaciones de Wittgens-tein sobre sus intenciones disolutorias y a-teóricas planteaalgunas dificultades que podemos notar aquí rápidamente.En primer lugar, aunque los escritos de Wittgenstein pare-cen ser bastante explícitos en este punto, las principales tra-diciones de lectura de su obra dan poca o ninguna impor-tancia a estas observaciones. Una recorrida rápida por loscomentadores de la obra de Wittgenstein puede arrojarnosrápidamente a la conclusión de que, en última instancia,éste defiende una posición conductista, o infinitista, pro-pone una teoría del significado en términos de condicio-nes de “afirmabilidad” (assertability), se ocupa de mostrar laimposibilidad por principio de un “lenguaje privado” o dedefender una posición realista (o anti-realista); sin embargo,en función de lo que hemos dicho hasta aquí, ninguna deesas opciones parece poder capturar el tipo de acercamien-to que nos propone Wittgenstein a esos diferentes asun-tos. Algo similar sucede si pensamos en el impacto de laobra de Wittgenstein sobre filósofos posteriores. Si mira-mos al conjunto de filósofos que han recuperado ideas deWittgenstein y que podemos considerar, en algún sentido,wittgensteinianos (pienso aquí por ejemplo en Davidson,Putnam, Rorty, Cavell, Dennett, quizás incluso Brandom,entre muchos otros que podrían nombrarse) ninguno deellos ha adoptado una concepción wittgensteiniana de lafilosofía, o no al menos en las líneas que aquí presentamos,dejando de lado las matizaciones que haría necesarias laconsideración de cada caso en particular9. Una indicaciónde hasta qué punto es usual obviar el carácter terapéuticoy disolutorio de los procedimientos filosóficos wittgenstei-nianos podemos encontrarla en que un libro de los últimos

9 Cabanchik (2010a) presenta una visión terapéutica de la filosofía y reconoceun papel central a su diagnóstico de los problemas filosóficos como confu-siones conceptuales, pero aun así se detiene un paso antes de extraer de allíuna consecuencia completamente disolutoria, al resguardar todavía unafunción positiva para la filosofía y un beneficio positivo del proceso tera-péutico (2010a, p. 71).

132 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 133: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

años con ensayos dedicados a resaltar la importancia de estepunto para la comprensión de su obra lleva como título Elnuevo Wittgenstein (Crary y Read 2000). De modo similar,el último libro de Fogelin sobre el tema es titulado Tomarlela palabra a Wittgenstein (2009), e insiste en la necesidad detomarse en serio los comentarios que realiza Wittgensteinsobre su propia tarea, algo inusual que el mismo Fogelinreconoce no haber cumplido completamente en su anteriorlibro dedicado al tema (1987).

Al mismo tiempo, y como matización en parte del puntoanterior, podemos preguntarnos si efectivamente Wittgens-tein es consecuente con este tipo de auto-limitación de laspretensiones teóricas de su discurso. O alternativamente (yacaso mejor) podemos pensar este punto como la cuestiónde si las observaciones de Wittgenstein no pueden involu-crar algún logro positivo más allá del desmantelamiento deciertos problemas filosóficos tradicionales. Aunque no dis-cutiremos aquí este asunto en detalle, creo que una primeraobservación podría ser que parece claro que Wittgensteinnos propone muchas sugerencias positivas en el marco desu descripción de nuestros juegos de lenguaje y nuestrasactividades prácticas cotidianas. Este puede ser el caso, pormencionar sólo un par de ejemplos, de sus ideas sobre eluso expresivo de los reportes sobre estados psicológicos enprimera persona en IF y otros textos o el plan para el trata-miento de los conceptos psicológicos en Zettel (1967, §472).De hecho, probablemente sea ése el modo de entender algu-nos aspectos de la lectura de SC que propondré en el capí-tulo siguiente. En cualquier caso, tendríamos que señalartambién que Wittgenstein parece haber pensado que, unavez desvestida de sus problemas tradicionales, la filosofíacomo esfuerzo sistemático ya carecía de objeto.

Razón y sinsentido • 133

teseopress.com

Page 134: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Argumentación y persuasión

Si dijimos antes que, en un sentido, es un problema paraabordar la lectura de los textos de Wittgenstein la insisten-cia recurrente en que no debemos buscar en ellos ningu-na tesis filosófica, y este “problema” es claro al revisar lasinterpretaciones usuales del contenido de su filosofía, unproblema mayor (si fuese ésa la palabra) es presentado porel estilo mismo de composición de sus obras.

Todo lector que haya abierto alguna vez un libro de Witt-genstein sabe que su estilo es muy personal y heterodo-xo, no sólo en relación con los estándares contemporáneospara una exposición filosófica sino también en relación conla mayor parte de los paradigmas históricos. En particular,no encontramos en Wittgenstein nada parecido a un tra-tamiento lógicamente ordenado de un problema sino unasucesión de observaciones relativamente breves, a veces ais-ladas y otras veces como secuencias de observaciones rela-cionadas sobre un mismo tema. A lo largo de cualquiera desus obras, además, estas observaciones pueden referirse atemas diferentes, cuyas conexiones distan muchas veces deser obvias. Con frecuencia encontramos también parágra-fos en que solamente se plantea una pregunta para nuestraconsideración y el contenido mismo de las observacioneses muchas veces altamente metafórico, casi aforístico. Elresultado es un estilo de composición que resulta muchasveces difícil de comprender o asimilar.

La respuesta más usual a estas dificultades que plantean losmismos textos de Wittgenstein es tratar la aparente frag-mentariedad del texto como un escollo a superar y enten-derla meramente como un rasgo idiosincrático de la per-sonalidad o el estilo literario de Wittgenstein; un rasgo, enparticular, que podemos dejar de lado para reconstruir apartir de esos fragmentos las teorías implícitas detrás desus observaciones individuales. El precio a pagar por unalectura o interpretación en estas líneas es, naturalmente,

134 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 135: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

que debemos suponer que la forma que Wittgenstein decidedeliberadamente dar a sus escritos es irrelevante para susobjetivos filosóficos, además de la imposibilidad de dar sen-tido a todos los pasajes arriba citados donde Wittgensteinseñala explícitamente que su tarea no consiste en la cons-trucción de ningún tipo de teoría filosófica (el vínculo entreambos puntos es enfatizado por McGinn 1997, cap. 1).

Es posible que haya algo cierto en la idea de que parte, almenos, del estilo de Wittgenstein responda a preferenciasestéticas. Russell relata, por ejemplo, que cuando señaló aWittgenstein que debía proveer argumentos en apoyo desus ideas en TLP, éste le respondió que incluir argumentoshabría arruinado la belleza del libro (Monk 1990, p. 54).Al mismo tiempo, parece igualmente claro que, en la medi-da en que nuestro objetivo sea comprender la posición deWittgenstein, la suposición de que la construcción cuidado-sa y deliberada de su estilo es irrelevante para su contenidofilosófico no será realmente sostenible. Wittgenstein mismose refiere a este asunto en el prólogo de IF, donde parecereconocer como un fracaso su imposibilidad de dar unapresentación más convencional a sus ideas, al tiempo queseñala que esa imposibilidad se encuentra conectada conla naturaleza misma de su investigación, que “nos obliga aatravesar en zigzag un amplio dominio de pensamiento entodas las direcciones” (p. 11).

La clave aquí parece estar nuevamente en tomarnos enserio sus observaciones sobre la naturaleza de los proble-mas filosóficos como malentendidos y las características delmétodo que ha de seguirse para enfrentar tales malenten-didos. Esto es, si la investigación de Wittgenstein lo lleva arecorrer diferentes temas y sugerencias “en zigzag” es por-que el objeto de su ataque es con frecuencia escurridizo o,si se quiere, porque el objeto de su ataque no es realmen-te alguna concepción filosófica particular sino un estilo de

Razón y sinsentido • 135

teseopress.com

Page 136: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

pensamiento filosófico10, lo que antes llamamos la “actitudteórica”. Más aun, en la medida en que su respuesta es tera-péutica, esto es, en la medida en que no ofrece una solucióna los problemas sino un tratamiento ante la perplejidad, suobjetivo no consiste en probar o refutar una tesis sino enproducir un cierto cambio sobre nuestro modo de pensar,un cambio consistente en advertir ciertas conexiones quede otro modo habríamos pasado por alto y que nos llevea ver ciertos asuntos familiares de otra manera, bajo otraluz o bajo otro aspecto, uno diferente del modo en queresultan problemáticos.

La sugerencia aquí es que la dificultad para asimilar el estilode composición de los textos de Wittgenstein deriva en bue-na medida de la dificultad de aceptar que su tarea, tal comola hemos presentado aquí, es terapéutica y disolutoria. Estoimplica entender que si Wittgenstein no escogió un modológicamente ordenado y directo de presentar sus doctrinases porque, en un sentido importante, no estaba ofreciendoninguna doctrina, o no en el sentido usual del término. Y,lo que es más importante, implica reconocer que el fin tera-péutico de sus observaciones no podría ser alcanzado mera-mente mediante la formulación de ciertas tesis negativasacerca de la filosofía o de los problemas filosóficos tradicio-nales. Este último punto puede ser más difícil de apreciarpero es, creo, fundamental para entender libros como IF oSC. Implica reconocer que su estilo está concebido con elobjetivo de lograr una forma de persuasión, de operar uncambio en el modo en que estamos acostumbrados a ver losproblemas filosóficos.

10 Este tipo de diagnóstico y las consecuencias que impone en términos deestilo argumentativo recuerdan al tratamiento del tema que ofrece Dennetten “Quining Qualia” (1988) en relación con su propio proyecto de disolver elproblema de la consciencia.

136 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 137: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

De aquí resultan algunas ideas que vale la pena mencionarrápidamente. Para empezar, Wittgenstein mismo parecíaconcebir este proceso de “conversión” o de reorientación denuestra mirada filosófica como un proceso realmente difí-cil, y, como señala McGinn (1997), eso se encuentra sugeri-do ya en la imagen de su filosofía como terapia, en la medidaen que ésta representa un proceso trabajoso y prolongado11.Más aun, hay un sentido en que este proceso de reorien-tación no puede sino ser un trabajo individual. Esto noimplica que el punto de vista contenido en IF sea “místico”o no pueda ser comunicado, pero sí parece implicar, a ojosde Wittgenstein al menos, que no puede ser operado sólomediante la suscripción de ciertas formulaciones generales,sino que debe ser el resultado de un proceso acumulativo ygradual de desenredar lo que se encuentra enredado. Estoparece ser también lo que tenía en mente Cavell al com-parar el estilo de IF con el género de la confesión y al vera la obra como exigiendo del lector, y tratando de indu-cir en el lector, una suerte de auto-examen (1962). De estemodo, si afirmaba Wittgenstein que todo lo que el lectorpudiese hacer por sí mismo debía ser dejado para que lohiciera el propio lector12, no debemos entender esto comouna decisión arbitraria o basada en ideas generales sobreestilo literario, sino como una exigencia propia del enfoqueterapéutico tal como él lo entendía.

La referencia anterior al objetivo de Wittgenstein comoun objetivo de persuasión merece una ampliación, ya queuna larga tradición filosófica, que se remonta a Platón, hapensado la persuasión en términos causales, no epistémicos

11 En este contexto McGinn cita también la advertencia con que Wittgensteinenmarcaba sus clases sobre los fundamentos de las matemáticas, según lasnotas de los presentes: “estoy tratando de recomendar un cierto tipo deinvestigación. Esta investigación es inmensamente importante y muy contra-ria a la inclinación de muchos de ustedes” (McGinn 1997, p. 10).

12 La frase se encuentra en los manuscritos inéditos reseñados por Stern(1995), p. 7.

Razón y sinsentido • 137

teseopress.com

Page 138: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

o no racionales, y por tanto como una forma ilegítimade argumentación o, en todo caso, como una forma no-argumentativa (no abierta a crítica) de producir efectossobre el otro. En mi opinión, no sería justo realmente decirque las observaciones de Wittgenstein en un texto comoIF no constituyen argumentos, aunque sí parece innegableque su estilo argumentativo es poco usual. En cualquiercaso, el tipo de contraste antes señalado entre persuasión yargumentación tiene sentido en la medida en que estemosconsiderando un asunto sobre el que una argumentacióndirecta destinada a justificar una posición sea posible. Ésaes la objeción razonable que puede presentarse a la estrate-gia del sofista ante el tribunal, apelar a efectos persuasivosdonde nos sentimos obligados a exigir otro tipo de pruebaso argumentos13. Y el modo más iluminador de entender latarea de Wittgenstein, en mi opinión, consiste, como antessugerimos, en verla como el intento de producir un cambioen nuestro modo de mirar las cosas que excede lo que puedelograrse “probando” la falsedad de una tesis filosófica deter-minada14. En un pasaje clave de las Lecciones sobre estética(1967) encontramos:

He llamado su atención en numerosas ocasiones sobre deter-minadas diferencias; por ejemplo, en estas clases he intentadomostrarles que la infinitud no es tan misteriosa como pare-ce. Lo que estoy haciendo es también persuasión. Si alguiendice: “no hay diferencia”, y yo digo “hay una diferencia”, estoy

13 De un modo similar, creo, aunque en la dirección contraria, es que surge lasensación de que hay algo absurdo en los intentos de demostrar la existenciade Dios mediante argumentos rigurosos (Anselmo, Descartes, Leibniz, etc.).

14 Ubicar de este modo al trabajo de Wittgenstein en IF en el plano de la per-suasión podría ser una razón más para resaltar similitudes entre la prácticafilosófica de Wittgenstein y la sofística, como propuso Tomasini Bassols(1999), quien sin embargo no menciona este punto. Tomasini ubica tanto aWittgenstein como a los sofistas como filósofos ‘argumentadores’ (en con-traste con los filósofos constructores de teorías), pero esto no entra real-mente en conflicto con los puntos que señalo aquí en cuanto Tomasini usa eltérmino ‘argumentador’ en un sentido amplio, neutral frente al sentido másdeterminado que implica el contraste entre argumentación y persuasión.

138 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 139: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

persuadiendo, estoy diciendo “no quiero que vean esto deese modo” (…). En cierto sentido, estoy haciendo propagandaen favor de un estilo de pensamiento y en contra de otro.Sinceramente, el otro me produce aversión. También estoytratando de exponer lo que pienso. Sin embargo estoy dicien-do: “por amor de Dios, no hagan eso”. (§§ 35-37)15

Podrían señalarse varias cosas en relación con estepasaje, empezando por el notorio uso de “propaganda” quehace aquí Wittgenstein con relación al estatus argumenta-tivo de sus observaciones. Pero un punto que es particu-larmente importante en el contexto de esta discusión esque Wittgenstein no está pidiendo que miremos en otradirección sino que miremos de un modo diferente. Si enten-demos el propósito de Wittgenstein de esta manera, parecenatural recordar su tratamiento de las dificultades concep-tuales relacionadas con la ‘visión de aspectos’ en la segundaparte de IF (xi), aun cuando éste sea usualmente entendidocomo un problema específico de filosofía de la percepción16

o, eventualmente, como indicaciones en dirección a unacierta teoría de la metáfora. Brevemente, el problema enel que se centra Wittgenstein ahí, considerando el famosoejemplo de la figura del pato/conejo, es cómo puede ser

15 En otro pasaje interesante en este sentido, tomado de Cultura y Valor, lee-mos: “Un filósofo dice “mira a las cosas así!” –pero en primer lugar, eso noasegura que la gente va a mirar las cosas de esa manera, y en segundo lugarsu admonición puede estar llegando completamente tarde; es posible, ade-más, que tal admonición no pueda conseguir nada en ningún caso y que elímpetu para tal cambio en la manera en que las cosas son percibidas tengaque originarse en otro lado enteramente diferente.” (citado Monk 1990, p.516).

16 Karczmarczyk (2006) también propone una ampliación de la lectura usualpara los textos sobre visión de aspectos, aunque en conexión con la temáticawittgensteinana del seguimiento de reglas. Una colección de trabajosrecientes sobre el tema se encuentra en Day y Krebs (2010). De los trabajosreunidos allí, el artículo de Affeldt (2010) señala la importancia de los pasa-jes sobre visión de aspectos para entender el método filosófico de Wittgens-tein, aunque, al contrario de lo que propondré aquí, las consecuencias queextrae de allí son contrarias a la lectura disolutoria fuerte.

Razón y sinsentido • 139

teseopress.com

Page 140: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

que nada cambie en la figura misma al tiempo que, en otrosentido, todo cambia respecto de ella cuando pasamos deverla de un modo a verla de otro.

Creo que hay más de un sentido en que resulta iluminador“ver las conexiones” entre las ideas que discute Wittgens-tein sobre la visión de aspectos y su propia concepción desu tarea filosófica y su método. Podemos pensar, por unlado, como sugerí hace un momento, que si bien hay unsentido en que la filosofía “deja todo como está” (§124), esono es realmente incompatible con que haya otro sentidoen que nuestra mirada sobre los asuntos que discutimos enfilosofía cambie decisivamente. En segundo lugar, creo queofrece una buena imagen para comprender el alcance de lasideas sobre el carácter ‘persuasivo’ de su estrategia. Pode-mos pensar en el mismo ejemplo de Wittgenstein o en latambién conocida figura de la mujer joven y la mujer vieja y,en particular, en qué estrategia adoptamos frente a alguienque no puede, por ejemplo, ver sino la figura de la mujervieja. En ese caso, es claro que no habremos logrado nadasi logramos convencer a nuestro interlocutor de que real-mente hay un modo de ver esa imagen en que resulta ser laimagen de una mujer joven; en una situación usual, el puntosería rápidamente concedido (nuestro interlocutor puedetomar nuestra palabra y creer que puede verse la imagen deesa manera) pero con ello no habremos logrado realmentenada. ¿Cómo podríamos hacer que nuestro interlocutor veaa la mujer joven? Creo que la estrategia más usual seríaseñalar a ciertos aspectos de la figura que resultan claves alverla como la figura de la mujer joven, esto es por ejemplo,señalar dónde se ubican los rasgos del rostro, cuál es laorientación de la mirada, etc. Al hacer eso, podemos agre-gar, no estamos señalando nada que nuestro interlocutor noesté viendo al igual que nosotros, sino señalando que esoes importante, sugiriendo que debería tenerlo en cuenta deun modo en que parecería no haberlo tenido en cuenta has-ta ese momento. Otra estrategia posible, considerada por

140 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 141: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Wittgenstein y que también tiene ecos de sus ideas sobre elmétodo terapéutico, sería poner a la imagen en contextosdiferentes; ubicarla, por pasar al otro ejemplo, como partede una serie de figuras de conejos, similares en aspectosrelevantes, que ofrezcan una clave al presentar un ‘objeto decomparación’ con similitudes y desemejanzas.

Podría objetarse ante estas sugerencias que la analogía entrelos modos de ver esas imágenes y los modos de ver losproblemas filosóficos, o los aspectos del lenguaje que danlugar a las confusiones filosóficas, es necesariamente limi-tada y depende en exceso de la metáfora de la adopciónde una “mirada” filosófica, en la medida en que es cla-ro que la filosofía es una empresa conceptual y los casostípicos de ‘visión de aspectos’ son propiamente explicadosen términos del funcionamiento de nuestros sistemas per-ceptivos. No querría llevar el paralelismo demasiado lejospero sí creo que estos problemas relacionados con el modode entender el estatus argumentativo de las observacionesde Wittgenstein son realmente importantes y las ideas queantes vimos que propone Wittgenstein sobre el asunto soninteresantes.

Adicionalmente, creo que el paso siguiente en la discusióndebería llevarnos a poner en cuestión el modo rígido enque se entiende tradicionalmente la distinción entre argu-mentación y persuasión que retoma aquí Wittgenstein. Paraexplorar este punto necesitaríamos una idea más clara delestatus del tipo de imágenes, miradas o estilos de pensa-miento filosóficos de los que Wittgenstein pretende disua-dirnos, mostrándonos que no funcionan. En ese sentido, creoque SC puede resultar iluminador, al sugerir modos de pen-sar cómo determinadas imágenes o preconcepciones pue-den operar, por así decirlo, en el trasfondo de nuestrascreencias determinando preguntas y limitando el espaciode respuestas.

Razón y sinsentido • 141

teseopress.com

Page 142: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Significado y uso

¿Una teoría del significado en IF?

Aunque la discusión de la primera parte de este capítulosólo nos acerca a las dificultades que plantea la concepciónde Wittgenstein de los objetivos y procedimientos de lafilosofía, lo que vimos es suficiente para darnos una idea decuán confuso puede resultar hablar de la “teoría del signi-ficado” o, en particular, de la “teoría del significado comouso” que presentaría Wittgenstein en sus últimos escritos,particularmente en IF. Más precisamente, es suficiente paraadvertir cuán difícil puede ser determinar cómo habría queentender las ideas sobre el lenguaje y el significado queencontramos en IF, ya que parece claro que Wittgensteinpropone ciertas ideas reconocibles y recurrentes en sustextos, en particular, ideas que muchos otros filósofos hanconsiderado iluminadoras en sus propios acercamientos aesos temas.

Como ya vimos, el método de Wittgenstein es esencialmen-te un método de respuesta. Dado que piensa que no tienenada (filosófico) que decir, entiende su contribución comola de escuchar lo que otros se ven tentados a decir y procu-rar desentrañar las confusiones detrás de esas tentaciones.Visto de este modo, resulta sugerente que el primer párrafode IF, el disparador para todas las discusiones posteriores,sea precisamente una cita de la obra de otro filósofo. Laelección de la cita, a su vez, también es sugerente, ya quegran parte de la discusión que le sigue tendrá como objetivoespecífico criticar ciertas ideas sobre el significado que erancentrales a la filosofía de TLP, así como visiones relacio-nadas en Frege y Russell, y sin embargo el pasaje con queWittgenstein elige abrir la discusión es un pasaje de las Con-fesiones de Agustín de Hipona, sugiriendo que la concepcióndel significado que está atacando y que reconoce en el texto

142 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 143: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

de Agustín debe ser entendida de modo mucho más amplioo, si se quiere, como una tentación o confusión filosófica deraíces más profundas.

Este rasgo del modo en que Wittgenstein plantea esta yotras discusiones en IF ha sido muchas veces criticado, adu-ciendo que la caracterización que ofrece Wittgenstein delas tesis que rechaza es demasiado vaga o inexacta, el tipode caracterización pensada no para capturar realmente loque otros filósofos han pensado sino para facilitar la críticaposterior (lo que los ingleses llaman discutir con un “hom-bre de paja”). Y hay algo correcto en ese diagnóstico, yaque los puntos de vista que Wittgenstein critica y rechazason caracterizados de un modo crudo y poco elaborado.En particular, no son lo que propiamente podríamos llamar“teorías” filosóficas, en la medida en que se trata, como enel caso de la cita de Agustín, de identificar perspectivasgenerales que podrían abarcar a muchos puntos de vistafilosóficos diferentes y que, en muchos casos, no es fiel alos términos de ninguno de ellos o, al menos, descuida laatención de los detalles. Esta elección resulta, sin embargo,natural si tomamos como punto de partida una concepciónwittgensteiniana de la filosofía, dado que la discusión quepretende plantear no es contra doctrinas filosóficas parti-culares sino contra un cierto estilo de pensamiento o contraciertos modos de ver las cosas bajo los cuales ciertos hechosfamiliares parecen adquirir un aura misteriosa o problemá-tica. Según ya vimos, Wittgenstein creía que esos modosde ver las cosas eran resultado de confusiones lingüísticasy eran, además, la fuente de la percepción de que existenproblemas filosóficos, y a partir de ahí es que concibe suobjetivo no como el de reemplazar los anteojos que tene-mos por otros, sino lograr que nos demos cuenta de quepodemos prescindir de ellos (§103).

Razón y sinsentido • 143

teseopress.com

Page 144: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Dentro de ese contexto de ideas, es importante resaltarque el objeto de la crítica de Wittgenstein es una serie deimágenes (sobre la relación entre el significado y la realidad,sobre nuestros estados internos, sobre la naturaleza de lasmatemáticas) que nos tienen cautivos, y cuyos errores nosurgen de cuestiones de detalle sino de ver a todo un domi-nio de discurso de un modo impropio o confuso. Para darcontenido a esta sugerencia y para acercarnos a las ideassobre el significado y el lenguaje planteadas por Wittgens-tein en IF, no tendremos otra opción entonces que empezarpor considerar la imagen sobre el lenguaje que propone anuestra consideración en esos primeros compases del libroy las críticas que hace de ella.

La crítica a la imagen agustiniana

Tras la cita del pasaje de Agustín, Wittgenstein resumeen pocas palabras la “imagen sobre la esencia del lengua-je humano” que encuentra en él: “las palabras del lengua-je nombran objetos – las oraciones son combinaciones detales nombres. –En esta imagen del lenguaje encontramoslas raíces de la siguiente idea: cada palabra tiene un signifi-cado. Este significado está coordinado con la palabra. Es elobjeto por el que está la palabra [stehen für]” (§1).

La crítica de esta imagen ocupa explícitamente las primerassecciones de IF y, como señala Fogelin (1987, cap. 9), lasobservaciones de Wittgenstein apuntan a dos estrategiascomplementarias:

1. Mostrar que la imagen agustiniana pone un énfasisdesproporcionado en el uso de nombres en el contextode descripciones, ignorando una amplia variedad deformas diferentes en que usamos el lenguaje.

2. Mostrar que la concepción misma del nombrar que laimagen supone no es tampoco adecuada para los nom-bres en el contexto de descripciones.

144 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 145: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Los dos puntos pueden resumirse diciendo que la ima-gen agustiniana transfiere a la totalidad del lenguaje unavisión inexacta de una porción del lenguaje.

Como la misma formulación de (i) sugiere, una de las tareasde Wittgenstein en la discusión siguiente consiste en mos-trar que las formas en que usamos el lenguaje son muchomás variadas de lo que supone la imagen agustiniana, demodo que la asimilación general al paradigma del nombrarpierda su plausibilidad inicial. Eso pretende sugerir, porejemplo, el juego de lenguaje sencillo, mínimo, del tenderoy las cinco manzanas rojas (§1), que nos invita a considerarcómo esas palabras son usadas para dar una orden y cómola comprensión de ellas por parte del tendero resulta enacciones diferentes, en modos diferentes de responder antecada una de ellas. Del mismo modo puede entenderse el jue-go de lenguaje de los constructores (§2), que es inicialmentepresentado como un ejemplo para la aplicación de la visiónagustiniana pero que muestra las limitaciones del nombrarcomo paradigma una vez que el juego de lenguaje se vuelvemás complejo con la inclusión de numerales, demostrativosy muestras de color (§8). Como es característico, Wittgens-tein marca su punto en términos de observaciones sobre elaprendizaje del lenguaje, esto es, a partir de la consideraciónde cómo podría instruirse a una persona en el uso de deter-minadas palabras, en la medida en que prestar atencióna esos modos de instrucción o adiestramiento resulta ilu-minador respecto de las características del uso lingüísticoefectivo en los demás contextos.

El objetivo de los juegos de lenguaje “primitivos” que Witt-genstein considera en esos primeros parágrafos es, comodijimos, dirigir nuestra atención a la diversidad de modosen que usamos las palabras. Esto mismo es sugerido lue-go por medio un par de metáforas: podemos pensar a laspalabras como las herramientas contenidas en una caja deherramientas, donde todas las herramientas tienen funcio-

Razón y sinsentido • 145

teseopress.com

Page 146: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

nes diversas, aunque haya ciertas similitudes entre ellas(§11). En particular, podemos sentir la tentación de decirque todas las herramientas comparten una misma función,esto es, todas sirven para modificar algo, pero ¿qué diríamosentonces que modifica el metro que usamos en las medi-ciones o el pegamento o los clavos? Como señala Wittgens-tein, podríamos responder que el metro modifica “nuestroconocimiento de la longitud de una cosa” pero entoncessería claro ya que sólo estaríamos forzando la descripciónde su función para que concuerde con la exigencia de uni-formidad que planteamos en un principio y que, en últimainstancia, carece de motivación (§14).

El punto de la semejanza superficial y la diferente funciona-lidad es marcado también en el parágrafo siguiente median-te otra metáfora, que considera nuestra situación frente alas palabras a la luz de la impresión que tendríamos si mirá-ramos dentro la cabina de una locomotora: vemos por todoslados palancas, de apariencia similar -lo que no resulta sor-prendente teniendo en cuenta que todas están diseñadaspara ser manipuladas. Nuevamente, sin embargo, esa simili-tud es sólo superficial, ya que las palancas son accionadas dediferentes maneras (algunas responden a cambios gradualesen su posición, otras sólo admiten dos posiciones, otra essensible a la fuerza con que es accionada, mientras que unacuarta sólo responde mientras se la acciona hacia adelantey hacia atrás). Más aun, las diferentes palancas resultan enla acción de mecanismos diferentes, de modo que cada unacumple una función distinta en el proceso de conduccióndel tren; esto es, al accionar las diferentes palancas, el con-ductor estará haciendo diferentes cosas (§12).

El segundo momento principal de la crítica a la imagenagustiniana consiste, como dijimos, en criticar la visiónmisma del nombrar que supone. La discusión que planteaWittgenstein se centra, en realidad, en la crítica a la ideade que una definición ostensiva puede ser suficiente en sí

146 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 147: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

misma para asignar significado a una palabra. Esta críticaresulta relevante no sólo por apuntar a la idea más cla-ramente reconocible en la cita de Agustín en el §1, sinoporque complementa la anterior al mostrar que las defini-ciones ostensivas mediante las que asignamos un nombre aalgo, si bien constituyen un cierto juego de lenguaje espe-cial, no podrían funcionar como un mecanismo fundamen-tal, lógicamente anterior o autónomo, para la asignaciónde significado a las palabras. Vale la pena insistir en estepunto, dado que el objetivo de Wittgenstein no es criticara las definiciones ostensivas per se, ni pretende negar quenormalmente nos valemos de procedimientos de este tipo,y lo hacemos exitosamente y sin dar lugar a confusionesque no puedan ser fácilmente solucionadas. La crítica a lavisión agustiniana de las definiciones ostensivas apunta a lasuposición de que pueden cumplir una función semánticafundamental. El modo característico, como antes dijimos,en que Wittgenstein discute esta cuestión es mediante ladiscusión de las características del aprendizaje de palabrasmediante definiciones ostensivas y, en particular, el apren-dizaje de primeras palabras mediante estos procedimientos,siguiendo la cita inicial de Agustín.

Un primer punto señalado por Wittgenstein es que unadefinición ostensiva puede siempre ser interpretada demuchas maneras diferentes, esto es, la ostensión, por sí mis-ma, deja siempre subdeterminado qué estamos señalandocomo referencia de la palabra definida (§28). En los con-textos cotidianos, esta ambigüedad de la ostensión es fácil-mente subsanada indicando a qué categoría de cosa esta-mos señalando, como cuando decimos a alguien, por caso,“este color es sepia”. Esta observación sugiere, como indi-ca Wittgenstein, que una definición ostensiva sólo puedeexplicar el uso de una palabra si ya es claro para quien larecibe el papel que esa palabra ha de cumplir en el lenguaje,esto es, quien comprende una palabra por medio de una

Razón y sinsentido • 147

teseopress.com

Page 148: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

definición ostensiva debe tener ya un grado de dominiosobre el sistema de clasificación al que estamos haciendoreferencia (§30)17.

Un segundo punto, más importante para lo que veremos enlo que sigue, es que la habilidad de utilizar correctamen-te una palabra en juegos de definición ostensiva (esto es,responder correctamente a preguntas del tipo de “¿cómo sellama eso?”) no garantiza que la explicación del significadode la palabra haya sido exitosa, es decir, no garantiza quela persona a quien la explicación estaba dirigida haya com-prendido realmente la palabra (§27). Como señala Fogelin(1987, cap. 9), Wittgenstein parece tener en mente aquí nue-vamente problemas de subdeterminación, en la medida enque varias interpretaciones diferentes de la palabra puedenser compatibles con una respuesta regularmente correctaa preguntas del tipo de “¿cómo se llama esto?”. Este pun-to resulta clave no por la insistencia en el problema desubdeterminación sino porque lo que sugiere Wittgensteines que, en ausencia de un uso correcto de la palabra fuerade los juegos de definición ostensiva, la persona no habríacomprendido realmente la explicación que le era dirigida.Una definición ostensiva no puede por sí misma definirqué haremos a continuación (§27) pero, sobre todo, si elsentido de la definición fue comprendido o no es algo quesólo puede mostrarse en el modo en que la persona usa lapalabra explicada en el curso de sus diversas transaccioneslingüísticas (§29).

Estas observaciones generan graves problemas para la plau-sibilidad e incluso la coherencia de la imagen agustinia-na, en la medida en que esta ve en la definición osten-siva un modelo fundamental del modo en que asignamos

17 Estas ideas de Wittgenstein sobre las dificultades de las definiciones ostensi-vas recuerdan a la discusión muy similar con la que Hegel inicia el recorridode la Fenomenología del Espíritu.

148 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 149: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

significados a las palabras. Pensando de este modo sobre laadquisición del lenguaje, Wittgenstein señala que el modelode aprendizaje de las palabras indicado por Agustín pare-ce suponer que el niño cuenta ya con un lenguaje, sóloque no el que se habla a su alrededor. Es como si el niñopudiese ya pensar, aunque no hablar (§32). Si la definiciónostensiva funciona en nuestras interacciones cotidianas, esporque lo hace ya dentro de un marco lingüístico-prácticoestablecido.

La conexión entre significado y uso

Más allá del interés específico que encierra la crítica dela imagen agustiniana sobre la “esencia del lenguaje”, suimportancia para nuestro recorrido resulta de que es en elcontexto de esa discusión que Wittgenstein introduce dosideas que son centrales para su tratamiento de las nocionesde lenguaje y significado. Por un lado, Wittgenstein insisteuna y otra vez en que si miramos con atención al modo enque efectivamente usamos el lenguaje, encontraremos queestos modos son múltiples y muy diversos, mucho menosuniformes que lo que podríamos haber imaginado. Por otrolado, como antes señalamos, es en el contexto de esa discu-sión que Wittgenstein establece en IF la conexión entre eluso correcto de una palabra y la comprensión de su signifi-cado, esto es, su “teoría del significado como uso”, uno de lostemas recurrentes a lo largo de toda su obra posterior.

La enunciación más clara de esta “teoría” (hasta donde sé, lomás parecido a una formulación de ese tipo de “teoría” entoda la obra de Wittgenstein) la encontramos en el §43:

Para una gran clase de casos de utilización de la palabra“significado” –aunque no para todos– ésta puede ser explicadade esta forma: el significado de una palabra es su uso en ellenguaje (cursivas en el original).

Razón y sinsentido • 149

teseopress.com

Page 150: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Al menos en el contexto de estos compases iniciales deIF, el punto central de esta observación es que no diríamosque alguien ha comprendido el significado de una palabrasi no es capaz de usarla correctamente en los contextosapropiados. Esto no implica, desde ya, que un usuario com-petente del lenguaje, o de la región relevante del lenguaje,no pueda cometer errores o deba ajustarse infaliblementeal patrón de uso corriente, pero sí implica que, a menosque tales errores se destaquen sobre un trasfondo de usoscorrectos, no resultará claro que se trata efectivamente deerrores en lugar de, digamos, respuestas aleatorias. Éstees uno de los temas centrales de SC, donde encontramosobservaciones como:

Se prueba con la verdad de mis afirmaciones mi comprensiónde esas afirmaciones.

Esto es: si hago ciertas afirmaciones falsas, se vuelve inciertoentonces si las comprendo o no. (SC, §§ 80-81).

Aunque el punto es inicialmente esgrimido en IF comouna falla fundamental de la concepción agustiniana delnombrar (en particular, en relación con el intento de darsentido a la concepción agustiniana en términos de actosde “ostensión interna” (§§ 33-34)), sus consecuencias sonmucho más amplias. Algunas de ellas las volveremos aencontrar en el capítulo siguiente, ya que este punto ocupaun lugar importante dentro de las ideas que Wittgensteinpresenta en SC sobre el estatus epistémico de las afirma-ciones de Moore y sobre el modo adecuado de responderal desafío escéptico.

Dejando de lado estas derivaciones por el momento, la con-secuencia inmediata del planteo de la conexión entre uso ysignificado en IF consiste en ver al proceso de aprendizajedel lenguaje no como el de asignación de nombres a objetossino como el adiestramiento en el uso contextualmente ade-cuado de las palabras. En este sentido, es importante notar

150 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 151: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

que la referencia al uso lingüístico implica necesariamenteuna referencia a contextos de uso, que Wittgenstein asociacon la clásica idea fregeana de que una palabra sólo tienesentido en el contexto de una oración (§49). Dentro delplanteo de Wittgenstein, el contexto relevante es definidode un modo más amplio y es, además, un contexto nor-mativamente estructurado. Es a estos contextos a los queWittgenstein llama “juegos de lenguaje”.

Juegos de lenguaje, parecidos de familia y la exigenciade determinación del sentido

La noción de juegos de lenguaje, utilizada por Wittgensteindesde el comienzo de IF, es presentada recién en el §7 como“[e]l todo formado por el lenguaje y las actividades con lasque está entretejido”. En el §23 Wittgenstein presenta unalista amplia de ejemplos, destinada a enfatizar nuevamentela multiplicidad de contextos lingüístico-prácticos en queusamos las palabras. La lista incluye: dar órdenes y actuarsiguiendo órdenes; describir un objeto por su apariencia opor sus medidas; fabricar un objeto de acuerdo con una des-cripción (dibujo); relatar un suceso; hacer conjeturas sobreel suceso; formar y comprobar una hipótesis; presentar losresultados de un experimento mediante tablas y diagramas;inventar una historia; y leerla; actuar en teatro; cantar acoro; adivinar acertijos; hacer un chiste; contarlo; resolverun problema de aritmética aplicada; traducir de un lenguajea otro; suplicar, agradecer, maldecir, saludar, rezar.

A lo largo de IF, encontramos también que Wittgenstein serefiere a ‘juegos de lenguaje’ como la expresión de sensacio-nes (§288); el relato de deseos pasados (§654); la descripciónde objetos físicos y la descripción de impresiones sensibles(II, p. 180); la definición ostensiva de palabras (§27); la expli-cación subsiguiente del significado de una definición de ese

Razón y sinsentido • 151

teseopress.com

Page 152: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

tipo (II, p. 217); juegos de lenguaje con la palabra “juego”(§71) o el juego de lenguaje ‘yo quiero decir esto’ (II, p. 217)(lista completa en Kenny 1972, cap. 9).

Estas listas de ejemplos son listas abiertas, que no puedenni pretenden ser exhaustivas. Pero parecería entonces queWittgenstein ha eludido el punto central, dado que nada delo dicho hasta aquí indica qué es lo que todas estas activi-dades tienen en común; y en la medida en que esa carac-terización no sea ofrecida, no sabremos qué es un juegode lenguaje ni habrá quedado definida, por tanto, cuál es la“esencia del lenguaje” según Wittgenstein. Esta objeción esprecisamente la considerada en el §65, y el punto central dela objeción es concedido:

Es verdad. -En vez de indicar algo que sea común a todolo que llamamos lenguaje, estoy diciendo que estos fenóme-nos no tienen ninguna única cosa en común que haga queusemos la misma palabra para todos ellos –sino que estánemparentados unos con otros de muchas maneras diferentes.Y es por esta relación o estas relaciones que los llamamos atodos ‘lenguaje’. (§65)

Es en este contexto que Wittgenstein introduce sutambién famosa noción de parecidos de familia. La primerailustración de esta idea es provista por el concepto mismode “juego” (§66): si consideramos en detalle las actividadesque denominamos corrientemente “juegos”, encontraremosque no hay ninguna propiedad que sea compartida portodos y cada uno de ellos (el tipo de propiedad en cuyoseñalamiento habría consistido, según la tradición, la defi-nición de la esencia de los juegos). Una reacción posible aesta observación podría ser insistir en que tiene que haberuna propiedad común, ya que de otro modo la palabra“juego” carecería de un sentido determinado. Volveremosa este punto en un momento pero la primera respuesta deWittgenstein, como señalamos ya más arriba, es “¡no pien-ses, mira!”. Analizando las actividades que efectivamente

152 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 153: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

llamamos “juegos” en la vida cotidiana, todo lo que encon-tramos es una serie de casos diferentes con similitudes quese solapan de unos a otros.

La segunda ilustración que ofrece Wittgenstein es la de lasdiferentes cosas que llamamos “números” (§67). Llamamosde este modo a los números naturales, cardinales, raciona-les, irracionales, complejos, etc., y cada una de estas clasespuede ser definida de un modo perfectamente riguroso. Loque no está bien definido o, mejor, lo que no es objeto dedefinición en absoluto es qué es lo que esas diferentes clasesde cosas tienen en común, en virtud de lo cual nos referimosa todas ellas como clases de números18. El punto importantees, nuevamente, que la falta de una nota común a todos loscasos no representa en absoluto un detrimento a la utilidadde la noción de “número”, o no al menos en el contextodel lenguaje ordinario.

Alrededor de estas observaciones Wittgenstein comienza adesplegar una fuerte crítica a otro punto fundamental de laconcepción del lenguaje en TLP: la exigencia de la completadeterminación del sentido. Wittgenstein rechazará la ideade que el significado de un concepto deba estar completa-mente determinado por un sistema de reglas, y sostendráahora que incluso los nombres propios pueden no tener unsignificado completamente determinado sin que esto afectesu utilización práctica (§79).

18 Como señala Fogelin, este ejemplo puede resultar indicativo de las diferen-cias de enfoque entre TLP e IF: en el primero, Wittgenstein toma la defini-ción de número cardinal como modelo para la definición de la forma propo-sicional general. En IF, en cambio, es la noción no-técnica de número la quese muestra abierta y no tajantemente definida y la que se convierte en elmodelo de cómo funciona la mayor parte de nuestro lenguaje (1987, cap.9.9)

Razón y sinsentido • 153

teseopress.com

Page 154: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Hay otro sentido importante en que el significado de laspalabras que usamos no está completamente determinado,y es que no contamos con reglas que definan las pautas deuso correcto ante cualquier contingencia posible:

Yo digo: «Ahí hay una silla». ¿Qué pasa si me acerco, intentoir a acogerla y desaparece súbitamente de mi vista? — «Asípues, no era una silla sino alguna suerte de ilusión.» — Peroen un par de segundos la vemos de nuevo y podemos aga-rrarla, etc. — «Así pues, la silla estaba allí, sin embargo, ysu desaparición fue alguna suerte de ilusión.» — Pero supónque después de un tiempo desaparece de nuevo — o parecedesaparecer. ¿Qué debemos decir ahora? ¿Dispones de reglaspara tales casos — que digan si aún entonces se puede llamara algo «silla»? ¿Pero nos abandonan al usar la palabra «silla»?;¿y debemos decir que realmente no asociamos ningún signi-ficado a esta palabra porque no estamos equipados con reglaspara todas sus posibles aplicaciones? (§80)

Esta observación es importante porque es probableque ninguno de nuestros conceptos esté bien determina-do en este sentido, esto es, definido en función de reglasque determinan su uso ante cualquier contingencia con laque podamos encontrarnos o que podamos imaginar19; enparticular, es probable que ni siquiera el vocabulario másestrictamente regimentado de la ciencia natural responda aese estándar. El corolario de esto no es, sin embargo, quese ha mostrado de este modo que estos conceptos o pala-bras realmente carecen de significado, sino que consiste enadvertir cuán grande es la distancia entre el lenguaje que

19 Una característica usual en el recurso a experimentos mentales en filosofíaes el planteo de circunstancias para la aplicación de conceptos similares a laconsiderada aquí por Wittgenstein, como forma de apelación a nuestras‘intuiciones semánticas’. Como señala el texto, nuestros conceptos ordina-rios usualmente no permiten ninguna definición clara ante esas situacioneso, por decirlo de otra manera, sencillamente no están hechos para ser usadosen esas situaciones, precisamente porque el sentido que tienen es el que lesdamos en las diversas circunstancias ordinarias en que sí los usamos. Tam-bién aquí podemos recordar a Dennett en La consciencia explicada.

154 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 155: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

efectivamente usamos y la exigencia de “pureza cristalina”que podemos vernos tentados a adoptar frente a él. Enparticular, lo que se nos muestra aquí es precisamente quela concepción de que el sentido debe estar completamentedeterminado, so pena de no ser realmente sentido, figurabaen nuestras consideraciones como una exigencia, y no comoun resultado de nuestra investigación (§107). Y abandonaresa exigencia no conlleva ninguna consecuencia dramáti-ca sobre el significado, como lo muestra el simple hechode que en contextos cotidianos nos valemos exitosamentede las palabras aunque su sentido no esté completamentedeterminado20. En particular, la noción de “parecidos defamilia”, aunque cierra el camino para definiciones perfec-tamente rigurosas en ese sentido, no nos deja con las manosvacías sino que nos invita a seguir diferentes rastros, quepodrán seguirse con el rigor que el caso del que estemostratando nos permita.

“En el principio era la acción” (SC, §402)

El análisis detallado de las observaciones de Wittgensteinacerca del uso del lenguaje excede con mucho lo que pode-mos abarcar aquí pero sí querría sugerir, a modo de cierredel recorrido de este capítulo, que la respuesta a nuestrapregunta anterior parece ser que no encontramos en IF (ni,hasta donde sé, en otros textos) nada que podamos conside-rar fructíferamente como una teoría del significado ni, enparticular, una teoría del significado como uso o en térmi-nos de condiciones de “afirmabilidad” (Kripke 1982). Comomuestra, creo, nuestra discusión de los primeros pasos deIF, el punto central que Wittgenstein intenta señalar no esotro (ni es más) que el sencillo punto de que no diríamosque una persona comprende el significado de una palabra

20 Esta línea de argumentación recuerda a las inusuales ideas de Wittgensteinacerca de la relativa inocuidad que pueden tener las contradicciones en lossistemas formales. El paralelo es desarrollado por Fogelin 2009, cap. 5.

Razón y sinsentido • 155

teseopress.com

Page 156: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

a no ser que haga un uso de ella conforme a los patronescomunes a los juegos de lenguaje en que esa palabra o esaexpresión es utilizada. Y esta idea es, ella misma, una obser-vación sobre nuestra práctica lingüística ordinaria, comosugiere el mismo §43, en la medida en que lo que señalaWittgenstein es que nuestra práctica de hecho refleja esecriterio. En particular, como sugerí más arriba, el puntodepende del hecho de que si alguien usara una expresión deun modo suficientemente anómalo (si la usara, por ejemplo,para afirmar juicios que resultan patente, incontrovertible-mente falsos) entonces resultaría incierto si esa personacomprende realmente el sentido de lo que está diciendo21.Adicionalmente, creo que la lectura del SC es importan-te para entender el modo en que Wittgenstein piensa estaidea central, pero esa discusión deberemos dejarla para elcapítulo siguiente. Por el momento, podemos limitarnos acaracterizar la conexión entre uso y significado en Witt-genstein como el modesto pero importante señalamientode que es sólo en el uso contextualmente correcto de lasexpresiones lingüísticas que puede mostrarse si el sentidode éstas fue comprendido o no22.

Como antes sugerí, llamar a esta observación una teoríasobre el significado parece, cuanto menos, poco informati-vo. No pretendo de todos modos legislar sobre este punto, yno vería ningún problema quizás en usar la palabra “teoría”si su alcance fuese entendido del modo modesto que sugerí

21 Esta idea de Wittgenstein ocupa un lugar central en el pensamiento deDavidson. Un ejemplo claro es Davidson (1984).

22 Aunque no tenemos espacio suficiente para discutirlo aquí, creo que esesencialmente este mismo señalamiento modesto el que desarrolla Witt-genstein mediante la discusión de la llamada “paradoja de la interpretación”(IF §§198 y 201; Kripke 1982). Para un recorrido completo de todas las lec-turas que se propusieron en torno a estos famosos pasajes de IF, ver Karcz-marczyk (2012); para un análisis de la lectura kripkeana en particular, verSatne (2005).

156 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 157: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

recién, sólo que no es ése el modo en que normalmente se lausa y, en cualquier caso, una vez adoptado ese uso podemosfácilmente tender a olvidar cuál era realmente su alcance.

Al mismo tiempo, aun si Wittgenstein no presenta ningunateoría sobre el significado, la referencia al ámbito del usolingüístico efectivo sí puede ser reveladora de lo quepodríamos llamar una actitud o una orientación en sumodo de pensar estas cuestiones, que podríamos caracteri-zar como una cierta prioridad reconocida al ámbito de lapráctica, en términos de la cual podemos entender la citadel Fausto de Goethe que encabeza esta sección y que Witt-genstein incluye en SC §402. Creo que es esta orientaciónla que se refleja en la introducción como herramienta deanálisis del concepto de “juego de lenguaje”, en la medidaen que Wittgenstein nos invita a pensar sobre el modo enque las cosas que decimos son parte del cuadro más ampliode las demás cosas que hacemos. Y es también en el marcode esta orientación, creo, que debemos entender el esfuerzode Wittgenstein por reorientar los intentos de respondera las preguntas filosóficas a través de “descubrimientos”intelectuales a preguntas sobre las características efectivasde nuestra práctica lingüística. Finalmente, creo que es esaorientación también la que se refleja en la idea de que nues-tro uso del lenguaje en los diversos contextos cotidianosestá bien como está y, en particular, no precisa de ningunajustificación ni la admite. Veremos algunas derivaciones deestas ideas en el capítulo siguiente.

Razón y sinsentido • 157

teseopress.com

Page 158: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

teseopress.com

Page 159: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

5

El espacio gramatical de las razones

En las primeras seis de las observaciones que componenel texto del SC encontramos ya una referencia a los dosartículos de Moore que reseñamos en el capítulo 2 (§1, §6),y hay más de un sentido en que la reflexión en torno alas ideas planteadas por Moore en esos trabajos funcionacomo hilo conductor del trabajo de Wittgenstein en estelibro. Como veremos, su recepción de las ideas de Moorees altamente crítica, especialmente en relación con PMEque, a la luz de las ideas de Wittgenstein, ejemplifica unaestrategia completamente desencaminada de respuesta alproblema escéptico; una estrategia que, de hecho, mues-tra falencias que tienen una raíz muy cercana a las de laposición escéptica.

Según afirman Anscombe y von Wright en su prólogo a SC,Wittgenstein admiraba en cambio a DSC y habría señaladoa Moore que se trataba del mejor de sus trabajos, obser-vación con la que el propio Moore se habría mostrado deacuerdo (p. vi). Leyendo SC, sin embargo, queda claro quesu recepción del artículo de Moore es más compleja delo que la anécdota sugiere. Las ideas de Moore en DSCson también blanco de crítica recurrente a lo largo de SC,aunque Wittgenstein parece haber pensado que las pro-posiciones que toma Moore como ejemplos encierran ungran interés y representan un punto de ruptura importantecon las preocupaciones tradicionales de la epistemología.Ese mérito, sin embargo, no habría sido adecuadamentecomprendido por el propio Moore, que caracteriza de un

teseopress.com 159

Page 160: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

modo equivocado cuál es nuestra relación con las propo-siciones que afirma, y lo hace en particular de un modoque oscurece cuál es el papel que las proposiciones de esetipo efectivamente desempeñan en nuestras prácticas epis-témicas ordinarias.

La exposición del capítulo se dividirá en cuatro secciones.En la primera, veremos más de cerca cuál es, a los ojos deWittgenstein, el error de Moore en la caracterización delestatus epistémico de sus “truismos” y en la segunda avanza-remos un poco en la caracterización del cuadro alternativoque construye Wittgenstein, a partir de la crítica a Moore,como descripción de nuestras prácticas ordinarias de eva-luación epistémica. En la tercera, veremos cómo esa des-cripción perspicua de nuestras prácticas epistémicas puedeser utilizada en el contexto de una respuesta terapéutica alos problemas escépticos. En la última sección veremos cuá-les son las consecuencias que resultan del cuadro pintadopor Wittgenstein para las ideas de fundamentación racionalde nuestras prácticas y qué relación (si alguna) guardan conposiciones relativistas.

Las críticas a Moore

Al analizar la posición de Moore en el capítulo 2 destaca-mos que la presentación que hace de sus truismos en DSCva invariablemente acompañada por la fórmula “sé, concerteza, que estas proposiciones son verdaderas”. Sin dudaparte de la perplejidad que despierta la posición de Mooretiene que ver con esta formulación. Dejando de lado porel momento la cuestión del escepticismo (o el idealismo),parece claro que la fuente de la incomodidad con las tesis deMoore no está en que tengamos alguna razón para pensarque las cosas que dice conocer sean falsas. La sugerenciade inspiración wittgensteiniana hecha por Malcolm, segúnvimos entonces, apuntaba a algo anómalo en el uso que

160 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 161: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

estaba haciendo Moore de la expresión “sé que p”. En estesentido, podemos notar en primer lugar que los enunciadosde ese tipo no son en sí mismos fuente de ninguna perpleji-dad, y podemos imaginar fácilmente todo tipo de situacio-nes en que alguien podría usar una expresión similar sin queeso provoque ningún sobresalto; de hecho, es algo que suce-de a menudo. Podemos imaginar fácilmente, por ejemplo,que alguien plantee una duda respecto del recorrido de lalínea 160 de colectivos, que otra persona responda que en eltramo relevante del recorrido el colectivo va por Medranoy que luego la primera sienta la necesidad de preguntar“¿estás seguro?” y se encuentre con la respuesta “sí, estoyseguro”, probablemente acompañada por alguna aclaraciónulterior del tipo de “tomo ese colectivo todos los días”.

El ejemplo apunta a uno de los rasgos anómalos del usode “sé que p” por parte de Moore, en la medida en que eluso cotidiano de ese tipo de expresiones parece requerirun contexto en que se haya presentado alguna duda o undesafío (traduciendo challenge del inglés) respecto de algunaafirmación que el hablante que afirma “sé que p” cree estaren condiciones de resolver. Moore, en cambio, se propo-ne hacer una enumeración directa de las cosas que sabecon certeza (§6) y, adicionalmente, elije cuidadosamenteejemplos tales que si él sabe que esas proposiciones sonverdaderas, entonces cualquiera lo sabe. No habría habidonada extraordinario en su afirmación si hubiese dicho quesabía con certeza que en tal parte de Inglaterra hay unaciudad de tal nombre (§462) pero Moore elije en cambiodecir cosas del tipo de “sé que tengo dos manos”. Podría-mos imaginar quizás algún caso en que resulte apropiadoutilizar esa misma expresión, por ejemplo en alguna cir-cunstancia en que se presente una duda respecto de si lasmanos de alguien fueron amputadas (§23), y aun en esecaso no dejaría de haber algo raro en responder de esamanera. Si pensamos, en cambio, en una situación en quealguien frente a nosotros, en circunstancias normales, dijera

Razón y sinsentido • 161

teseopress.com

Page 162: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

“sé que tengo dos manos” cuando éstas están perfectamentevisibles, nuestra respuesta, cualquiera que fuese, reflejaríade algún modo nuestra dificultad para entender qué es loque esa persona quiso decir al expresarse de esa manera.De hecho, una característica que comparten muchas de lasproposiciones de Moore es que son proposiciones que noson dichas sino en circunstancias anómalas o al menos muypoco frecuentes.

Veremos pronto que no es éste el único rasgo anómalodel uso de “sé que p” por parte de Moore, pero vale lapena detenernos aquí un momento para clarificar cuál esexactamente la naturaleza del problema. Según vimos enel capítulo 2, en su respuesta a Malcolm, Moore se mues-tra dispuesto a reconocer que hay un sentido en que susafirmaciones son superfluas e incluso que al afirmar sustruismos estaba usando “sé que p” de un modo inusual. Almismo tiempo, Moore pensaba que aunque sus afirmacio-nes no fuesen contextualmente apropiadas, y en ese sentidotraicionaran el uso ordinario, al hacerlas estaba usando “séque p” en el mismo sentido en que esta expresión es usadaen los contextos ordinarios. En términos de las distincionesde Grice (1957), podríamos decir que Moore sostiene queel significado de sus enunciados es perfectamente claro ycorriente, aun cuando pueda no resultar claro qué es lo queél como hablante pretendía significar al usar esas expresio-nes cuyo significado es, sin embargo, perfectamente com-prensible. Creo que es importante notar que ésta línea derespuesta, aunque no esté obviamente desencaminada, nopuede resultar aceptable desde una visión wittgensteinianadel lenguaje en la línea que vimos en el capítulo anterior. Larazón de esto es que, desde esa perspectiva, preguntarnosqué significa una expresión no es más que preguntarnoscómo esa expresión es efectivamente usada en diferentescontextos. En particular, queda bloqueada desde esa pers-pectiva la posibilidad de hacer referencia a algún marcoanterior a la práctica lingüística efectiva que determine el

162 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 163: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

sentido de la expresión en cuestión, en referencia a, porejemplo, el sistema de la lengua en el sentido de Saussure.De hecho, tal como lo hemos presentado aquí, el enfoquede Wittgenstein es difícilmente reconciliable con distin-ciones del tipo de la saussureana entre lengua y habla ola chomskyana entre competencia y actuación. Del mismomodo, aunque esto sea señalado con menos frecuencia, esdifícilmente reconciliable con el modo habitual de entenderla distinción entre semántica y pragmática. En términos deWittgenstein, que una expresión como “sé que p” sea usada(sólo) en determinadas circunstancias no es una máximaconversacional sino que es parte de la lógica o la gramáticade los juegos de lenguaje relevantes. Y si es en esos juegosde lenguaje en donde la expresión tiene su lugar, usarla deun modo que violente su gramática es usarla sin sentido(§348). Usada de ese modo, la expresión no es realmenteuna movida en el juego de lenguaje.

Es importante notar, de todos modos, que este punto relati-vo a la relevancia contextual no agota nuestra sensación deque hay algo anómalo en el uso de “sé que p” por parte deMoore y, de hecho, probablemente no sea el elemento mássignificativo desde un punto de vista filosófico. Las suge-rencias más interesantes de Wittgenstein en este sentidodependen todas de que hay algo en las proposiciones queMoore elije afirmar que hace que éstas no sean el tipo decosas respecto de las cuales podríamos decir, con sentido,que las sabemos o las conocemos.

En primer lugar, como sugería nuestro ejemplo anterior,el uso correcto de afirmaciones de conocimiento en pri-mera persona requiere, al menos en muchos casos, que elhablante esté en condiciones de ofrecer algún tipo de justi-ficación para su afirmación, al menos en el sentido de ofre-cer una indicación de cómo es que sabe lo que dice saber(§483-484). Wittgenstein va más allá incluso y señala quecuando se introduce una pregunta del tipo de “¿cómo sabés

Razón y sinsentido • 163

teseopress.com

Page 164: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

eso?” (o “¿estás seguro?”, que muchas veces utilizamos conel mismo valor), una respuesta apropiada tiene que señalaruna razón que sea más segura que la misma afirmaciónque se pretende apoyar (§243). Este punto está relacionadocon el anterior, dado que en la medida en que el sentidode una afirmación de conocimiento dentro de un juego delenguaje esté vinculado con la resolución de una duda o ala respuesta a un desafío contextualmente relevante a unaafirmación, las razones que se ofrezcan en su apoyo hande ser, normalmente al menos, menos contenciosas que laafirmación que se busca apoyar en primer lugar.

El punto señalado respecto del vínculo entre realizar unaafirmación de conocimiento y estar en condiciones de ofre-cer algún tipo de razón en su favor es interesante tambiénporque, según vimos, Moore sostiene que no puede ofrecerninguna razón que demuestre la verdad de sus afirmacioneso les brinde algún tipo de apoyo. En otras palabras, Mooreafirma estar tan seguro de la verdad de sus afirmaciones o,de otro modo, encuentra que las proposiciones que afirmaencierran un grado de certeza tal que puede afirmar sintitubeos que las conoce aun cuando, según vimos, piensetambién que todos nos encontramos en la extraña situaciónde saber muchas cosas para las que no podemos ofrecerningún tipo de justificación. Probablemente fuese esta líneade pensamiento la que Wittgenstein tenía en mente al seña-lar que el principal error de Moore consistía en confundirel papel de las afirmaciones de conocimiento en primerapersona con el reporte de un estado psicológico (§21, §178),en la medida en que lo que sugiere Moore es que el altísimogrado de convicción que esas proposiciones despiertan enél es suficiente (y, ante todo, relevante) para afirmar que lasconoce como verdaderas, algo que Wittgenstein no duda ennegar. Una primera razón de esto es estrictamente grama-tical, en la medida en que ningún grado de convicción sub-jetiva habilita al uso de afirmaciones de conocimiento enausencia de razones, y eso es simplemente un rasgo de los

164 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 165: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

juegos de lenguaje con la expresión “sé que p”. Una segundarazón, con consecuencias más importantes, radica en queel papel especial que las proposiciones afirmadas por Moo-re tienen en nuestras prácticas no puede ser en absolutocapturado en términos de una imposibilidad psicológica dedudar acerca de ellas. Lo que Wittgenstein pretende mos-trar es, en cambio, que la imposibilidad de dudar acerca deestas proposiciones resulta de la lógica o la gramática denuestros juegos de lenguaje, esto es, no es una cuestión quedependa de la capacidad imaginativa de este o aquel suje-to sino de las reglas que determinan qué movidas puedenrealizarse con sentido al interior de los juegos de lenguajerelevantes. El punto es interesante, decía, porque Wittgens-tein concede que las proposiciones que Moore afirma sonperfectamente seguras (certain, gewiß) y concede tambiénque nos encontramos en la situación de no poder ofrecerrazones en su favor pero piensa, al mismo tiempo, que esprecisamente ese tipo de certeza el que no puede caracte-rizarse en términos epistémicos y que debemos encontrarotro modo de pensar cuál es el papel que las proposicionesde ese tipo desempeñan en nuestras prácticas discursivas, yen las epistémicas en particular.

Hay todavía otro sentido importante en que las afirma-ciones de Moore son anómalas en su uso de “sé que p”, yes que otro rasgo del uso ordinario de las expresiones deese tipo está dado por la posibilidad de corrección (§12)1.El punto está relacionado también con los anteriores, dadoque es precisamente la certeza propia de las afirmacionesde Moore la que hace imposible que pueda sencillamenteestar equivocado respecto de ellas, esto es, que pueda sim-plemente estar cometiendo un error al afirmarlas. Podemos

1 Esta conexión ya había sido señalada o al menos sugerida por Wittgensteinen su discusión sobre los reportes psicológicos en primera persona en IF, apartir de sus comentarios sobre el error de entenderlos como afirmacionesde conocimiento (IF §246).

Razón y sinsentido • 165

teseopress.com

Page 166: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

ver esto con más claridad si pensamos cómo habríamosreaccionado si Moore hubiese negado alguna de sus afir-maciones, si hubiese dicho, por ejemplo, “no sé si tengo dosmanos” o, sencillamente, “no tengo dos manos”, mientrasalzaba y movía sus manos en el aire. Es en este contextoque Wittgenstein señala que ante ciertos tipos de afirma-ciones falsas nuestra primera reacción como interlocutoreses revisar la interpretación. Esto es, si alguien realiza unaafirmación que es patentemente falsa, de un modo incon-trovertible, entonces comenzaremos a dudar de si realmen-te el hablante entiende el significado de las palabras queestá usando (§§80-1). Si no hubiese duda respecto de sucompetencia como hablante del idioma, y no hubiese dudastampoco de que esa persona nos está hablando con totalseriedad y pretende que tomemos sus palabras literalmen-te, entonces pensaríamos probablemente que hay algo queen algún sentido no está bien en la persona a quien esta-mos escuchando (§155) y, de persistir la situación, proba-blemente buscaríamos algún tipo de asistencia médica yadoptaríamos una actitud completamente diferente ante esapersona, probablemente dejaríamos de prestar atención alo que dice o interpretaríamos lo que dice como el discur-so de alguien que no sabe lo que está diciendo2. El puntoque nos interesa aquí es que una afirmación del tipo de “séque tengo dos manos” o, sencillamente, “tengo dos manos”,no es en condiciones ordinarias algo respecto de lo cualuna persona pueda estar sencillamente equivocada. En unpasaje conocido de SC, Wittgenstein afirma que un error(algo que podamos con sentido llamar “error”) debe poderencontrar un lugar entre las cosas respecto de las que elhablante no está equivocado (§74). Una primera interpre-tación de esa observación parece sugerir que no podemos

2 Es interesante recordar que Descartes mismo abre su argumento en la pri-mera de las Meditaciones, antes de introducir sus argumentos escépticos,señalando el contraste con los locos que creen ser reyes o tener cuerpo decristal y preguntándose cómo sería posible poner en cuestión sus conoci-mientos de un modo que no fuese insensato.

166 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 167: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

dar sentido a la idea de un error masivo, generalizado, ennuestras creencias, en primer lugar porque no es eso lo quellamamos “error”. Volveremos a este punto más adelante enrelación con la respuesta frente al desafío escéptico peroquiero señalar aquí que esa observación de Wittgensteinpuede entenderse también en un sentido acaso más modes-to, relevante para el punto que estamos discutiendo: hay opodemos imaginar ciertos tipos de “errores” que sencilla-mente no sabríamos cómo ubicar, cómo encastrar, dentrodel conjunto de nuestras creencias. Tomemos uno de losejemplos de Wittgenstein (§70). Supongamos que hace añosque vivo en el mismo departamento, he dado mi direccióna numerosas personas que han venido a visitarme, he reci-bido innumerables cartas en este lugar, he caminado porla cuadra yendo o volviendo a mi casa en innumerablesocasiones. ¿Qué sentido podría dar en ese caso al descubri-miento, supuesto, de que en realidad mi dirección no es laque creía que era? Desde ya que podría haberme equivocadoal decir mi dirección en alguna ocasión particular, pero esetipo de furcio (lo que los ingleses llaman apropiadamente“resbalamiento de la lengua”) es precisamente el tipo deerror que sí podría ubicar fácilmente en el conjunto de miscreencias. Si pensamos, en cambio, en que mi creencia sobrecuál es mi dirección resultase ser falsa, ¿qué sentido podríadarle a ese “error”? Una de las expresiones con las que Witt-genstein caracteriza esa situación consiste en decir que enese caso sentiría que ya no puedo confiar en ninguno de misjuicios. Si descubriese, tomando otro ejemplo de Wittgens-tein (§425, §470), que mi nombre no es el que yo siemprecreí que es, el nombre por el que incontables personas mellamaron, etc., hay un sentido en el que, por así decirlo,perdería todos los parámetros con los que habitualmentedistingo lo correcto de lo incorrecto3.

3 Pensando este ejemplo desde la Argentina, parece más o menos inevitablepensar en los casos de los nietos recuperados por las Abuelas luego del plansistemático de robo de bebés en el contexto del terrorismo de estado. La

Razón y sinsentido • 167

teseopress.com

Page 168: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Este último punto tiene otra consecuencia importante y esque por las mismas razones señala Wittgenstein que las pro-posiciones que afirma Moore no pueden ser consideradascomo hipótesis, como suposiciones que puedan ser con-firmadas o descartadas a la luz de determinada evidencia.Recién hacíamos referencia a las dificultades a las que llevala idea de que podríamos revisar ese tipo de creencias anteevidencia en contrario, y otras consideraciones relaciona-das se extienden también a la idea de que sostenemos esascreencias porque son confirmadas por la experiencia. Escierto que, ante las afirmaciones que realiza Moore, pode-mos vernos tentados a reaccionar diciendo algo del tipo de“todo habla a su favor, y absolutamente nada habla en sucontra” (§4, §89, §§117-119). Pero el sentido en que “todohabla a su favor” no deja de ser problemático, en la medidaen que las proposiciones que Moore elije afirmar son tanseguras que, en muchos casos al menos, funcionan comopatrones contra los cuales podemos testear la corrección oincorrección de otras afirmaciones menos seguras. Pode-mos tomar aquí nuevamente dos ejemplos de Wittgenstein.Si pensamos en una afirmación como “tengo dos manos”,ciertamente no se trata del tipo de afirmación que pondría-mos a prueba, digamos, mirando el extremo de nuestrosbrazos para chequear si nuestras manos siguen ahí (a no serquizás en circunstancias extraordinarias, bajo las cuales el

temática es obviamente compleja y tiene muchas aristas pero, en estecontexto, podemos señalar dos. Primero, la revisión o recuperación de laidentidad es posible precisamente porque puede ubicarse en el contextogeneral de creencias de los sujetos, esto es, en la medida en que hay unaexplicación (verificable) de qué pasó con sus padres y cómo es que fueroncriados creyendo ser otras personas que quienes eran. Luego, atendiendoa los testimonios de los nietos recuperados siempre está muy presente lodifícil, lo profundamente conflictivo, que es admitir cuál es su historia ycómo eso reconfigura de un modo dramático su identidad. En términos denuestra discusión aquí, aun cuando la revisión de creencias es posible (en lamedida en que el “error” puede ser explicado) el alcance de la revisión es tanprofundo que implica un proceso realmente difícil y, en muchos casos, llevaa una reconfiguración general de sus actitudes en diversos ámbitos que muydifícilmente pueda producirse de otro modo.

168 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 169: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

enunciado ya no serviría de ejemplo en el sentido preten-dido por Moore). El punto importante, de todos modos, esque aun si hiciésemos tal cosa, dejaría de ser claro qué esta-mos contrastando a la luz de qué, precisamente porque lacapacidad de percibir claramente nuestras manos es el tipode cosa que podríamos usar como punto fijo para poner aprueba si nuestra visión está funcionando con normalidad.Un problema similar puede plantearse en relación con “latierra existía hace 200 años”. Podemos preguntarnos, comose ha hecho, si el 25 de mayo de 1810 llovió o no sobre Bue-nos Aires, y a tal fin emprenderíamos una investigación quenos llevaría a relevar determinados documentos y fuenteshistóricas. Pero si pensamos en “la tierra existía hace 200años” no resulta claro qué tipo evidencia podríamos consi-derar para poner a prueba ese enunciado, en la medida enque considerar seriamente su negación implica precisamen-te impugnar toda la evidencia histórica, esto es, considerarseriamente su negación nos dejaría ya sin ningún conceptode “evidencia histórica”. En un pasaje importante del SCencontramos en este sentido:

§ 341. [L]as preguntas que hacemos y nuestras dudas dependendel hecho de que algunas proposiciones son excluidas de laduda, son por así decir los goznes sobre el que las demásgiran.

§ 342. Esto es, pertenece a la lógica de nuestras investiga-ciones científicas que ciertas cosas de hecho no son objetode duda.

§ 343. Pero no es que la situación sea esta: simplemente nopodemos investigar todo, y por lo tanto nos vemos forzadosa contentarnos con ciertas suposiciones. Si queremos quela puerta gire, los goznes deben permanecer firmes [fests-tehen]. (cursivas en el original; todas las traducciones de SCson mías)

Razón y sinsentido • 169

teseopress.com

Page 170: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Esta última línea de argumentación es especialmenteimportante porque lo que está en juego es la posibilidad deconsiderar a las afirmaciones de Moore como afirmacionesempíricas, precisamente porque, por decirlo en términospopperianos, las afirmaciones propiamente empíricas sonfalsables, y es este rasgo precisamente el que Wittgensteinsugiere que las afirmaciones de Moore no cumplen (o noal menos en ningún sentido ordinario). Probablemente seaesto lo que tiene en mente Wittgenstein al decir que “notodo lo que tiene la forma de una proposición empírica[Erfahrungssatz] es una proposición empírica” (§308, cursi-vas en el original). Esta formulación no es, sin embargo,del todo feliz. Para aclarar el punto es conveniente citartambién las formulaciones alternativas en otros pasajes:

§ 136. Cuando Moore dice que sabe tal y cual cosa, estáenumerando en realidad un montón de proposiciones empí-ricas que afirmamos sin ninguna contrastación especial. Estoes, proposiciones que juegan un papel lógico especial en elsistema de nuestras proposiciones empíricas.

§ 167. Es claro que nuestras proposiciones empíricas no tie-nen todas el mismo estatus, dado que puede tomarse unaproposición y convertirla de proposición empírica a una nor-ma de descripción. Piensa en las investigaciones químicas.Lavoisier hace experimentos con sustancias en su laboratorioy concluye que tal y cual cosa sucede cuando hay combustión.No dice que podría pasar de otro modo en otro momento.Toma una imagen del mundo [Weltbild] definida –no, desdeya, una que haya inventado: la aprendió cuando niño. Digoimagen del mundo y no hipótesis porque es la base que vade suyo en sus investigaciones y como tal permanece sin sersiquiera mencionada.

Creo que estos pasajes apuntan a dos dificultades dife-rentes que plantea la primera formulación que citamos. Unaprimera cuestión resulta de que, en el marco del análisis denuestros juegos de lenguaje epistémicos, resulta confunden-te decir que una proposición empírica puede ser reconocida

170 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 171: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

por su “forma”. El punto puede ser visto fácilmente a partirde algunos de nuestros ejemplos anteriores. Bajo circuns-tancias extraordinarias (pero fácilmente imaginables) “ten-go dos manos” podría ser una proposición empírica sujeta aconfirmación o falsación a la luz de la evidencia –si imagi-namos, por ejemplo, a una persona que despierta en un hos-pital con sus brazos completamente vendados y recuerdahaber sufrido un accidente en que fuese posible que hubieseperdido sus manos. Esto es, que una proposición sea “empí-rica” en este sentido no es algo que pueda leerse en la formamisma de la proposición sino algo que depende del modoen que la proposición está siendo usada, de la función quecumple dentro de un contexto discursivo determinado.

Una segunda cuestión resulta de que en los dos últimospasajes citados Wittgenstein se refiere a este tipo de pro-posiciones como proposiciones empíricas, y elije marcar ladiferencia en cambio señalando que tienen un estatus espe-cial dentro del conjunto de nuestras proposiciones empíri-cas, precisamente porque no están abiertas a confirmacióno falsación sino que funcionan como norma o como están-dar de qué ha de contar como evidencia. La dificultad queencuentra Wittgenstein en estos pasajes radica, en mi opi-nión, en caracterizar el papel que juegan dentro de nuestrasprácticas epistémicas ciertas proposiciones que, a pesar deno ser empíricas en el sentido de no ser falsables o contras-tables, son sin embargo, o parecen ser al menos, proposi-ciones fácticas, esto es, proposiciones referidas a aspectoscontingentes del mundo. Esta observación tiene un alcanceamplio porque Wittgenstein está señalando hacia ciertoscontrastes que no responden al concepto de “proposiciónempírica” en la epistemología tradicional. En particular,está señalando que hay ciertas proposiciones que, en ciertoscontextos, son completamente seguras, no son objeto decontrastación empírica, y se refieren sin embargo a aspectoscontingentes del mundo, a diferencia de, por ejemplo, las

Razón y sinsentido • 171

teseopress.com

Page 172: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

proposiciones de la lógica o la aritmética4 (al menos bajouna comprensión estándar de las ciencias formales). Estadificultad se refleja a su vez en la literatura especializadasobre el SC, que puede dividirse en función de la interpre-tación de si este tipo de proposiciones son, a ojos de Witt-genstein, proposiciones empíricas o no. Aunque la cuestiónes más compleja y merecería un análisis más detallado, enmi opinión plantear la cuestión en esos términos no resul-ta del todo fructífero ya que lo que Wittgenstein pareceestar señalando, como antes sugerí, es que el concepto de“proposición empírica” en la epistemología tradicional noestá preparado para tratar el tipo de contrastes que él estáinteresado en señalar.

El espacio gramatical de las razones

En el apartado anterior vimos varias de las razones y lossentidos en que Wittgenstein piensa que el uso de “sé quep” que hace Moore es inadecuado, va contra la gramáticade ese tipo de expresiones y carece por tanto de sentido,a ojos de Wittgenstein. Al mismo tiempo, es claro que elresultado acumulativo de esas críticas es empezar a delinearuna visión alternativa, altamente original5, de la estructu-ra normativa de nuestras prácticas lingüísticas referidas a

4 En este punto es que puede surgir la tentación de trazar paralelos entre elenfoque de Wittgenstein y el proyecto kantiano en términos de la posibili-dad de juicios que sean sintéticos y, al mismo tiempo, a priori. Algunosejemplos en esa línea pueden encontrarse en los artículos reunidos en lasegunda parte de Moyal-Sharrock y Brenner (2005). En mi opinión puedentrazarse algunos paralelismos interesantes pero es claro que no hay nadaparecido a un plano trascendental en el planteo de Wittgenstein y eso debe-ría moderar los intentos de llevar la comparación demasiado lejos.

5 Hay al menos dos autores a los que se podría hacer referencia para matizareste punto: uno es Austin, que presenta muchas ideas afines en su “Otherminds” (1946), al que ya hicimos referencia en capítulos anteriores. Otroautor que plantea ideas afines en muchos puntos (aunque no en todos) aestas ideas de Wittgenstein es el bien conocido pero, en mi opinión, frecuen-

172 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 173: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

evaluaciones epistémicas. El cuadro que hemos desarrolla-do hasta aquí es todavía muy incompleto pero podemosempezar recapitulando sus rasgos principales.

El interés de Wittgenstein en las proposiciones de Mooreradica precisamente en el tipo de ejemplos que éste elijepara formular su posición, a pesar de las numerosas críti-cas respecto de la comprensión que el propio Moore teníade en qué sentido sus ejemplos eran importantes. Lo quellamó la atención de Wittgenstein fue que las proposicio-nes citadas por Moore tienen todas “un papel similar enel sistema de nuestros juicios empíricos” (§137), y en estesentido puede decirse que el tema principal de SC no estanto la discusión de la posición de Moore como el intentode llegar a una descripción perspicua del papel que cumplenlas proposiciones que cita Moore y otras que funcionande modo similar. Ya nos hemos referido a algunos de loselementos principales de esa descripción. Hay ciertas pro-posiciones que aceptamos como totalmente seguras a pesarde no contar con una justificación para ello, o no al menosninguna justificación que sea más segura que las propo-siciones mismas a las cuales podrían dar apoyo. Respectode estas proposiciones, además, no podríamos dar ningúnsentido claro a la posibilidad de que estemos equivocadosacerca de ellas, y no podemos por tanto considerarlas comohipótesis o suposiciones que puedan ser confirmadas o des-cartadas a la luz de evidencia empírica. Esto lleva a su vez ala idea de que no es del todo correcto calificar a estas pro-posiciones como “empíricas”, ya que funcionan en muchoscasos como reglas o estándares de evidencia que son nece-sarios para poder someter a contrastación empírica a otras

temente malentendido Thomas Kuhn. Cabe resaltar en este sentido queLa estructura de las revoluciones científicas fue publicado en 1962, siete añosantes de la publicación del SC.

Razón y sinsentido • 173

teseopress.com

Page 174: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

proposiciones. A pesar de todo, sin embargo, estas propo-siciones son, a todas luces, proposiciones fácticas, proposi-ciones acerca del mundo.

Los ejemplos que ofrece Wittgenstein de proposiciones conestas características, algunos de los cuales ya mencionamos,son extraordinariamente diversos, y, lo que es importante,mucho más diversos que las proposiciones incluidas en lalista de “truismos” de Moore. En particular, incluyen pro-posiciones generales como “el agua hierve a 100 grados” oproposiciones como “esta montaña existe hace más de diezaños” que podrían figurar, por así decirlo, en una descrip-ción general del mundo. Pero al mismo tiempo encontra-mos referencias a otras proposiciones con un estatus lógicoque parecería, en principio, completamente diferente, como“me llamo L.W.”, o “me encuentro en Inglaterra”, donde saltaa la vista que se trata de proposiciones que sólo son segurasen determinados contextos y para determinados hablantes.Y podemos agregar también que considera del mismo modouna proposición como “ningún hombre ha estado nunca enla luna” que, aunque hoy la consideremos falsa6, respondíaa todas las características señaladas en 1950.

Una primera conclusión a partir del repaso rápido de losejemplos usados por Wittgenstein es que las proposicionesque tiene en mente y cuyo papel en “el sistema de nuestros

6 Sobre este punto muchas personas se han sentido inclinadas a planteardudas en la línea de lo que habitualmente se llama “teorías conspirativas”respecto de diferentes modos de engaño deliberado. Más allá de la fuerza deese argumento en este caso particular, creo que podríamos intentar unareflexión wittgensteiniana en la línea que aquí estamos explorando acercade por qué ese tipo de “teorías” resultan usualmente vacías, y creo que lasugerencia central apuntaría a ciertas semejanzas entre las “teorías conspi-rativas” y las dudas escépticas. En particular, creo que es ya en sí mismo difí-cil pensar en un engaño demasiado extendido, involucrando a una cantidadmuy grande de personas cuyo testimonio es deliberadamente engañoso. Sitomáramos en serio esas sugerencias habría un sentido en que, como diceWittgenstein, perderíamos ya los parámetros de los que nos valemos paradistinguir lo verdadero de lo falso.

174 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 175: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

juicios empíricos” busca caracterizar no forman una claseteóricamente homogénea. En particular, no responden aninguna característica común, identificable en las proposi-ciones mismas, al modo de las creencias básicas postuladaspor los diferentes enfoques fundacionistas en epistemolo-gía. Otro rasgo importante que surge con claridad es queel papel que desempeñan esas proposiciones es, en muchoscasos al menos, dependiente del contexto. Si pensamos en“me llamo X” parece claro que la referencia a la primerapersona no es fundamental, en la medida en que la propo-sición funcionaría del mismo modo en tercera persona enboca de un amigo de X, aunque no en boca de una personaque no conociera a X.

En relación con este último punto hay una clarificaciónfundamental que debemos hacer respecto de la calificaciónanterior “al menos en muchos casos”, y es que en relacióncon algunos de los ejemplos que cita Wittgenstein (y algu-nos de los truismos de Moore) parece no poder darse elcontraste que recién señalábamos. Esto es, una proposicióncomo “la tierra existía mucho antes de mi nacimiento” pare-ce ser precisamente el tipo de proposición que no podríafuncionar como proposición empírica, en el sentido habi-tual, en ningún contexto y, de otro modo, parece ser el tipode proposición que funciona como una certeza para cual-quier hablante del lenguaje.

Creo que es importante distinguir en este punto lo quepodríamos llamar dos tendencias en el modo de pensarestas cuestiones por parte de Wittgenstein. Hasta ahora loque hemos discutido es una cierta visión de nuestras prácti-cas epistémicas ordinarias, centrada en la idea de que ciertasproposiciones empíricas cumplen una función especial endiferentes contextos prácticos o discursivos. Llegados a estepunto, es importante distinguir esta primera cuestión deuna segunda, que consiste en preguntarse si algunas de lasproposiciones que cumplen esa función pueden hacerlo a

Razón y sinsentido • 175

teseopress.com

Page 176: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

través de todos los contextos, de modo que ciertas propo-siciones empíricas funcionen como condición de posibili-dad no de un juego de lenguaje particular sino del lengua-je mismo. Podemos formular el contraste de este modo:la primera cuestión hace referencia a que toda evaluaciónepistémica y, en general, todo juego de lenguaje está regla-do por ciertas normas que determinan qué cosas puedendecirse con sentido (qué movidas están permitidas dentrodel juego), incluyendo sobre qué cosas pueden hacerse afir-maciones de conocimiento o plantear dudas; la segundacuestión refiere a si hay ciertas proposiciones empíricasque sean presupuestas como condición de posibilidad paratoda evaluación epistémica y toda participación en los jue-gos de lenguaje de nuestra comunidad, sea entendida éstacomo nuestra comunidad local o como el conjunto de lascriaturas racionales.

La distinción es pertinente, en primer lugar, porque enmuchos pasajes las formulaciones que utiliza Wittgensteinparecen sugerir efectivamente este segundo tipo de investi-gación. Estoy pensando aquí, por ejemplo, en pasajes como:

§ 156. Para poder cometer un error, un hombre debe yajuzgar de un modo conforme al género humano.

§§210-211. Mucho parece permanecer fijo [feststehen] paranosotros (…) [y] da a nuestra forma de ver las cosas, a nues-tras investigaciones, su forma. Quizás fuese alguna vez objetode disputa. Pero quizás, desde edades impensables, ha per-tenecido al andamiaje de nuestros pensamientos. (Todos loshumanos tienen padres).

Estos y otros pasajes pueden ser entendidos de diversasmaneras, y ciertamente es posible entenderlos como partede una investigación de orientación kantiana, aunque cual-quier lectura que apunte en esa dirección deberá introdu-cir al menos algunas matizaciones significativas. En primerlugar, porque es claro que cuáles proposiciones cumplen ese

176 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 177: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

papel es algo que es determinado por el decurso históricode nuestras comunidades. En particular, incluso las más“fosilizadas” de nuestras creencias pueden, eventualmen-te, ser reemplazadas por otras. En términos de una de lasmetáforas que encontramos sobre este punto en SC: algu-nas proposiciones empíricas parecen haberse sedimentadoy haber pasado a formar parte del lecho del río en el que flu-yen nuestros pensamientos, y el lecho mismo está formadoen parte por arena que puede desplazarse con cierta facili-dad, en parte por roca dura que sólo sufre alteraciones casiimperceptibles a lo largo de amplios períodos de tiempo(§96-99). Parece claro entonces que si hemos de entendera Wittgenstein como siguiendo un tipo de investigaciónkantiana, entonces tendrá que tratarse como mínimo deun Kant historizado.

Otro punto relevante en este sentido es que Wittgensteinpropone a nuestra consideración casos imaginarios deencuentros con comunidades suficientemente diferentes alas nuestras que puedan no compartir muchas de las pro-posiciones que forman para nosotros parte del lecho rocosodel río. Podemos contar en esa dirección el ejemplo delrey criado en la convicción de que el mundo comenzó consu nacimiento (§92) o el de la tribu que cree que cuandosoñamos visitamos la luna (§108). Más adelante volveremosa referirnos a estos ejemplos y al sentido de las observacio-nes que Wittgenstein realiza sobre ellos, pero por lo prontopodemos notar que las referencias a esos casos indican queno estaba pensando que las proposiciones que forman ellecho del río deban ser las mismas para toda comunidad lin-güística o para todas las criaturas racionales. De modo que,nuevamente, si hemos de entender a Wittgenstein comosiguiendo una investigación kantiana, el alcance de las con-diciones de posibilidad identificadas no ha de ser universal.

Razón y sinsentido • 177

teseopress.com

Page 178: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Una lectura en esas líneas ha de enfrentar también la difi-cultad (adicional) de ubicar ese tipo de investigación enel contexto general de las ideas de Wittgenstein, y espe-cialmente deberá poder armonizar los objetivos propiosde esa investigación con las diferentes observaciones querealiza Wittgenstein sobre sus objetivos al hacer filosofía.En cualquier caso, la sugerencia que pretendo realizar aquíes que, aun admitiendo que algunas de las formulacionesque encontramos en SC sugieren ese tipo de camino, yaun si Wittgenstein mismo lo hubiese visto de ese modo,el proyecto de investigación trascendental es una deriva-ción opcional, y menos interesante, a partir del cuadromás general de lo que antes llamamos la descripción de laestructura normativa de nuestras prácticas epistémicas ydiscursivas en general.

En el tipo de lectura que pretendo defender, el punto centralque recorre las diferentes observaciones de Wittgensteines que la participación en un (cualquier) juego de lengua-je particular implica la aceptación normalmente implícitade ciertas proposiciones, aceptación que no depende de ladisponibilidad de una justificación ni la precisa, y dondelas proposiciones que cumplen ese papel funcionan comonormas que limitan las movidas que se encuentran permi-tidas dentro del juego. Entendido de este modo, los dife-rentes contextos están determinados por las proposicio-nes que cumplen ese papel, y una proposición determinadapuede figurar en un contexto determinado como proposi-ción empírica, en otros como “norma de descripción”. Entérminos más generales todavía, la enseñanza central, entérminos epistemológicos, de esta descripción podría serformulada como la idea de que la evaluación epistémica detoda afirmación es siempre un asunto relativo a un con-texto definido por proposiciones que tratamos como másseguras.

178 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 179: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Dar un giro kantiano a estas ideas acarrea como desventaja,más allá de los problemas propios (serios) que ha de afrontartodo proyecto trascendental, adoptar una visión más está-tica y totalizadora en la medida en que nos preguntamoscuáles son o pueden ser las condiciones de posibilidad delpensamiento, del lenguaje o de la participación en la comu-nidad de los seres racionales. Y una consecuencia de adop-tar un enfoque de este tipo es oscurecer el sentido en quepodemos pensar en términos de estas ideas de Wittgensteinlos numerosos y muy variados contextos particulares a tra-vés de los cuales nos movemos. En particular, oscurece elpunto de que nuestras interacciones con diferentes interlo-cutores están definidas, en parte al menos, por cuáles sonlas diferentes proposiciones que en ese contexto particularse aceptan sin discusión y adquieren una fuerza normativa,y cuáles son las que precisan de una justificación especial,y esto es algo que varía, de hecho, en diferentes contextosconversacionales.

Entendido de este modo, el punto más general que podemosextraer de estas ideas de Wittgenstein es que cualquierdebate de opinión está definido, en parte al menos, porlas proposiciones que en ese contexto dialéctico y en rela-ción con esos interlocutores adquieren este tipo de fuerzanormativa. Volveré a este punto en las conclusiones con laintención de señalar algunas derivaciones de una lecturaen estas líneas.

El sinsentido del escepticismo

La consideración del problema escéptico ocupa un lugarimportante en el pensamiento de Wittgenstein y encontra-mos referencias en ese sentido a lo largo de toda su obra,desde el TLP y sus escritos más tempranos hasta las últimasnotas del SC. Y a lo largo de toda su obra la caracterizacióngeneral de su posición también es constante: el escéptico

Razón y sinsentido • 179

teseopress.com

Page 180: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

cae preso, de una u otra forma, de algún tipo de sinsentido.De hecho, podría decirse que dentro del pensamiento deWittgenstein el problema escéptico es casi el paradigma defalso problema filosófico generado por una mala compren-sión del funcionamiento del lenguaje.

Para ver más de cerca los rasgos generales de su respuestaes conveniente retomar la distinción del primer capítuloentre las variantes cartesiana y pirrónica del planteo escép-tico. Tomaremos en primer lugar el caso del escepticismocartesiano, que es claramente el tipo de posición que Witt-genstein tiene en mente cuando hace referencias al escepti-cismo que, siguiendo el tratamiento de Moore, figura en susobservaciones básicamente como el problema de la existen-cia del mundo externo.

El escepticismo cartesiano

Según vimos en el primer capítulo, el rasgo distintivo delescepticismo cartesiano consiste en cuestionar la legitimi-dad de nuestras prácticas epistémicas ordinarias a partir dela propuesta de hipótesis escépticas, que tienen como resul-tado identificar un ámbito determinado (normalmente, elde la experiencia subjetiva) como un denominador común apartir del cual la creencia en la existencia del mundo exte-rior es presentada como una hipótesis, y en particular comouna hipótesis en un escenario de subdeterminación junto alas hipótesis alternativas propuestas por el escéptico.

Una primera evaluación del cuadro de situación, conside-rando las ideas que vimos en las primeras secciones de estecapítulo, puede llevarnos a pensar que contamos ya contodos los elementos para rebatir el planteo escéptico o almenos desestimarlo de un modo intelectualmente respon-sable, en la medida en que la descripción wittgensteinianade la estructura normativa de nuestras prácticas epistémi-cas parece, sencillamente, bloquear las condiciones para el

180 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 181: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

planteo mismo del problema. El punto a notar en este sen-tido es que las consideraciones de Wittgenstein sobre laslimitaciones para la introducción de afirmaciones de cono-cimiento que caracterizan a nuestros juegos de lenguaje, seextienden de modo simétrico a la introducción de dudaso desafíos sobre las afirmaciones de otros hablantes. Enparticular, Wittgenstein insiste en que en nuestra prácticalingüística ordinaria la introducción de una duda suponeestar en condiciones de ofrecer algún tipo de motivación.Encontramos numerosos pasajes en que Wittgenstein insis-te en que no todo planteo de un desafío funciona como eltipo particular de movida dentro de un juego de lenguajeque es el planteo de una duda, dado que una duda paratener sentido, para no ser vacía, debe poder ser justificadao respaldada con la indicación de una motivación (contex-tualmente aceptable) para poner en duda la afirmación encuestión (§122). La introducción de las hipótesis escépticasnotoriamente no responde a este requisito, en la medidaen que la duda no es respaldada por otras consideracionesque la referencia a una posibilidad lógica abstracta y esparadigmáticamente el tipo de duda que, por las condicio-nes mismas del planteo, es imposible resolver de ningúnmodo directo.

Esta línea de argumentación se encuentra sin duda en SCy es una parte importante de la posición de Wittgensteinfrente al problema pero no puede constituir realmente unarespuesta al escéptico porque, según vimos, no es ése elnivel en el cual el problema se encuentra planteado (eneste sentido, Williams 2004). Tanto Descartes, en la ver-sión moderna del argumento, como Stroud en su versióncontemporánea, aceptarían sin mayores vacilaciones que eltipo de duda que plantea el escéptico no es una duda ordi-naria y que, juzgada según los parámetros ordinarios, sududa es improcedente. El punto clave del planteo consisteen sostener que la duda escéptica es, según la expresiónde Descartes, una duda “hiperbólica”, una forma llevada al

Razón y sinsentido • 181

teseopress.com

Page 182: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

extremo de lo que es en última instancia el mismo tipo deprocedimiento que guía nuestras evaluaciones epistémicasen contextos ordinarios. Esto es, el punto fundamental tan-to para Descartes como para Stroud es sostener que la dudaescéptica no es una duda de orden diferente sino que resultade la aplicación rigurosa, “purificada”, libre de sujeciones deorden práctico, de lo que es esencialmente el mismo tipo deestándar epistémico que, de un modo limitado por conside-raciones prácticas, reconocemos en contextos ordinarios.

Wittgenstein reconoce que la clave de la respuesta ha depasar por considerar este tipo especial de “duda detrás de laduda” y, en particular, sostiene que debe “mostrarse de otramanera” que la duda filosófica que plantea el argumentoescéptico carece de sentido (§18-19). Quizás sea importanteen esta formulación que la palabra elegida por Wittgensteinsea “mostrar” (zeigen), dado que su estrategia consiste ensembrar dudas sobre la inteligibilidad del planteo escépticopero éstas no constituyen lo que propiamente podríamosllamar una refutación del argumento. Es instructivo en estesentido el contraste con Moore, cuya respuesta al escépticoes también criticada repetidamente en SC. Encontramos,por ejemplo, a Wittgenstein señalando lo fútil del intentode Moore de responder al desafío escéptico simplemen-te afirmando que él sí sabe que existen objetos externos(§521). Esto es un error en más de un sentido, en cuantoimplica, primero, una mala comprensión de la naturalezadel problema escéptico, pero sobre todo porque el tipo de“reaseguro del realista” (§37, §59) que Moore pretende afir-mar es tan vacío como el planteo mismo del escéptico. Estoes, si en última instancia no tiene sentido preguntarnos siconocemos la existencia de objetos externos, tampoco tienesentido una respuesta frontal por la positiva como la queintenta Moore.

182 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 183: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Para este último punto podemos encontrar razones de almenos dos tipos. En primer lugar, como vimos, no podemosdecir en relación con ninguna de las afirmaciones de Mooreque sepamos que son verdaderas, al menos en los contextosen que efectivamente cumplen el papel de reglas o estánda-res de evidencia o inteligibilidad. Pero una razón adicional,en términos más específicos, consiste en que Wittgensteinseñala que “objeto físico” es un concepto gramatical y nouno que podamos usar con sentido para la descripción deobjetos particulares. En un pasaje clave encontramos:

§ 35. ¿Pero no podría ser imaginado que no haya objetosfísicos? No lo sé. Y sin embargo “Hay objetos físicos” esun sinsentido [Unsinn]. Se supone que es una proposiciónempírica? ¿Y es ésta una proposición empírica: “Parece haberobjetos físicos”?

§ 36. Sólo damos una indicación como “A es un objeto físico”a alguien que todavía no entiende qué significa “A” o quésignifica “objeto físico”. Es así una indicación sobre el uso delas palabras, y “objeto físico” es un concepto lógico (como elcolor, la cantidad…). Y por eso es que no puede ser formuladauna proposición como “hay objetos físicos”. Y sin embargoencontramos constantemente tales intentos frustrados.

El planteo del diagnóstico en estos términos es intere-sante porque encontramos un primer sentido en que elescéptico y el realista caen presos del mismo error, quepodemos caracterizar como el error de tratar “hay objetosfísicos” como una hipótesis o como una proposición empí-rica. Y es interesante también notar que la razón por la queesto no es posible no es la misma que antes veíamos enrelación con los truismos de Moore, esto es, Wittgensteinno está diciendo que “hay objetos físicos” no es susceptiblede evaluación empírica porque funciona como una normapara nuestras evaluaciones epistémicas, sino sencillamenteque es un enunciado que carece de sentido, es un intento

Razón y sinsentido • 183

teseopress.com

Page 184: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

de decir algo que no puede ser dicho de esa manera. Estoes lo que encontramos en la continuación de los pasajesanteriores:

§ 37. ¿Pero es una respuesta adecuada al escepticismo delidealista o a las seguridades del realista decir que “Hay obje-tos físicos” es un sinsentido? Después de todo, para ellos noes un sinsentido. Con todo, sería una respuesta decir: estaafirmación, o su opuesta, es un intento fallido de expresar loque no puede ser expresado de esa forma. Y puede mostrarseque es un intento fallido, pero ése no es el fin del asunto.Debemos darnos cuenta que lo que se nos presenta como laprimera expresión de una dificultad, o de su solución, puedeno estar todavía expresado correctamente en absoluto. Talcomo cuando alguien quiere criticar una pintura empezaránormalmente ubicando la crítica donde no pertenece, y esnecesaria una investigación [Untersuchung] para encontrar elpunto correcto de ataque para el crítico.

Este pasaje es indicativo de la concepción wittgenstei-niana de la filosofía tal como la presentamos en el capí-tulo anterior, en la medida en que una vez alcanzado undiagnóstico, esto es, una vez identificado el malentendidolingüístico que parece habilitar el planteo del problema, larespuesta adecuada no consiste en una refutación sino enel intento de mostrar, mediante una descripción perspicuacon fines terapéuticos, un modo alternativo de entendernuestra situación lingüístico-conceptual en que el problemadesaparezca y, en especial, en que comencemos a percibirel planteo del problema como algo carente de motivación.En este sentido puede verse entonces a todo el desarrollode las reflexiones de Wittgenstein en SC como un ensayode terapia frente al problema escéptico, y es en ese contextoque la descripción de nuestras prácticas epistémicas ha defigurar en la respuesta al problema.

Hay dos elementos dentro del cuadro pintado por Witt-genstein cuya fuerza anti-escéptica merece ser resaltada.En primer lugar, una de las características centrales de la

184 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 185: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

descripción que ofrece Wittgenstein, en abierto contrastecon la epistemología tradicional, es que desaparece dentrode ella la posibilidad de evaluar nuestros conocimientos deun modo completamente global o general7. Esto se relacio-na con las observaciones sobre el concepto de “error” quevimos más arriba, en la medida en que la inteligibilidad deun error depende de poder ubicarlo dentro del contextode las cosas respecto de las cuales uno no está equivoca-do. El mismo razonamiento se aplica a la inteligibilidaddel planteo de una duda, que implica necesariamente elcontraste con otros juicios respecto de los cuales estamosseguros (§115). Si, obviando estos rasgos de nuestros con-ceptos, damos el paso siguiente de preguntarnos si no esposible que todos nuestros juicios estén equivocados, enton-ces nuestra duda deja de tener contenido y sólo estamosdando pasos sobre el vacío.

La cuestión, nuevamente, es la inteligibilidad del planteode esa duda, es decir, la cuestión de cuál es el sentido quepodemos darle. Y Wittgenstein nos invita a preguntarnoshonestamente qué sentido podemos darle. Y la razón últimapor la que no podemos darle sentido a una duda globales que nuestro concepto mismo de juicio correcto es algoque aprendimos aprendiendo a juzgar, esto es, es algo queaprendimos cuando comenzamos a formar parte de la prác-tica de distinguir juicios correctos de juicios incorrectos,y eso es algo que aprendimos a partir de la consideraciónde numerosos ejemplos. Aunque no sea del todo precisa,puede ayudar aquí intentar una formulación general delmodo en que Wittgenstein concibe esta cuestión: aprende-mos a pensar aprendiendo a hablar, y aprendemos a hablarsiendo entrenados en la realización de diferentes tipos de

7 Aquí también puede haber un interesante paralelismo entre Moore y elescéptico, en la medida en que el punto de partida de Moore en DSC es muysimilar al de Descartes, esto es, ambos comienzan preguntándose cuáles sonlas cosas que conocen realmente con certeza.

Razón y sinsentido • 185

teseopress.com

Page 186: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

juicios acerca de las cosas a nuestro alrededor. Dentro deese cuadro, la idea de que todos nuestros juicios puedanser incorrectos se revela como una mera ilusión vacía por-que nos desvestiría de nuestro concepto mismo de “juiciocorrecto”. Siguiendo esta línea, uno de los puntos centra-les del diagnóstico es que el planteo escéptico supone unaconcepción particular del significado de las palabras, unaconcepción tal que el significado pueda ser de algún mododeterminado con independencia de nuestras prácticas lin-güísticas efectivas, y en particular de nuestra práctica dedistinguir qué cosas pueden ser afirmadas correctamente enuna determinada situación y qué cosas no. Creo que es eneste sentido que debemos entender la pregunta insistentede Wittgenstein: si hemos de dudar de todo, ¿por qué nodudaríamos también del significado de las mismas palabrasque estamos usando? (§486).

Otro de los ejemplos a los que vuelve Wittgenstein en repe-tidas ocasiones señala lo vacío que resulta preguntarnos sino es posible, después de todo, que todos nuestros cálculosmatemáticos estén mal. Siguiendo la misma línea de razo-namiento, Wittgenstein señala que no tenemos ningún con-cepto de cálculo matemático (esto es, de cálculo matemáticocorrecto) que pueda funcionar de manera independiente deciertos ejemplos paradigmáticos de cálculos matemáticoscorrectos (§45). Eso es lo que llamamos “calcular”. Pode-mos agregar, además, que cuáles sean cálculos matemáticoscorrectos no es algo que pueda ser capturado por medio deuna regla abstracta, en la medida en que una regla abstractasiempre deja un grado de indeterminación en relación conlos casos que han de contar como aplicación correcta dela regla. La respuesta característica de Wittgenstein en estesentido es: calcular correctamente es esto (§47).

Hice referencia antes a dos elementos del cuadro presenta-do por Wittgenstein que tienen una importante fuerza anti-escéptica. El segundo de ellos es que, como antes vimos,

186 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 187: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Wittgenstein señala que en nuestra práctica efectiva unenunciado como “la tierra existe desde mucho antes de minacimiento”, “me llamo L.W.” o “tengo dos manos”, dichosen los contextos adecuados, son tan seguros (certain, gewiß)como los enunciados referidos a la experiencia subjetiva. Yel señalamiento de esto es otro de los puntos en que Witt-genstein ve el profundo interés que encierran las afirmacio-nes de Moore, aun cuando éste haya malentendido la fuerzaanti-escéptica que éstas efectivamente tenían. Encontramosen este sentido:

§ 53. Entonces puede concederse que Moore tenía razón si selo interpreta así: una proposición que diga que aquí hay unobjeto físico puede tener el mismo estatus lógico que una quediga que aquí hay una mancha roja.

Esta observación resulta central, en la medida en queun paso clave de la argumentación cartesiana consiste enla retirada al ámbito de los juicios acerca de la experienciasubjetiva como el único ámbito epistémicamente seguro,como el único ámbito en que podemos estar a salvo delerror y afirmar juicios con certeza. En el cuadro presentadopor Wittgenstein, en cambio, el discurso acerca de la expe-riencia subjetiva pierde la prerrogativa epistémica privile-giada que es central para la formulación de los argumentoscartesianos, especialmente en las versiones en términos desense-data por las que optaron muchos filósofos analíticosclásicos8. Esta línea de diagnóstico es complementada unpoco más adelante en el siguiente pasaje:

8 Éste es uno de los (varios) puntos en que podría trazarse un paralelismoentre estas ideas de Wittgenstein y las de Sellars, en la medida en que uno delos objetivos centrales de “El empirismo y la filosofía de la mente” (1956) esprecisamente desactivar la doctrina de la “prioridad epistémica” de la expe-riencia.

Razón y sinsentido • 187

teseopress.com

Page 188: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

§90. “Sé” tiene un significado primitivo similar a y relacio-nado con “veo” (“wissen”, “videre”). Y “sé que él estaba en lahabitación, pero él no estaba en la habitación” es como “vi queél estaba en la habitación, pero él no estaba en la habitación”.“Sé” se supone que expresa una relación, no entre mí y elsentido de una proposición (como “creo”) sino entre mí y unhecho. De modo que el hecho es llevado a mi consciencia. (Estaes la razón por la que uno quiere decir que nada que sucedeen el mundo exterior es realmente conocido, sino sólo lo quesucede en el dominio de lo que se llama datos de los sentidos).Esto nos daría una imagen del conocer como la percepciónde un evento exterior a través de los rayos visuales que loproyectan tal como es dentro del ojo y la consciencia. Sóloentonces surge la pregunta de si podemos estar seguros deesta proyección. Y esta imagen muestra la representación quenos hacemos del conocimiento, pero no muestra igualmentequé yace a la base [Grund] de ella.

Lo que encontramos aquí es un diagnóstico más pro-fundo de la ilusión en que cae preso el escéptico, más pro-fundo en cuanto se señala a una imagen o representacióndel conocimiento que se encuentra detrás de su planteo y,también, en la medida en que podemos entender que, enúltima instancia, esa misma imagen es también la que estáoperando detrás del intento fallido de respuesta por partede Moore, si recordamos que uno de los errores fundamen-tales de éste, a ojos de Wittgenstein, consistía en entenderal conocimiento como un tipo peculiar de estado mental.La interpretación precisa del pasaje, con todo, no es sen-cilla. Una lectura interesante es la propuesta por MichaelWilliams, que ve en este pasaje el elemento clave en la “refu-tación del idealismo” en la primera sección de SC (2004).En la lectura de Williams, el elemento central del diagnós-tico de Wittgenstein consiste en señalar que la idea mismade la duda filosófica del escéptico, la duda “detrás” de laduda ordinaria, depende de la aceptación de la doctrina dela prioridad epistémica de la experiencia frente al cono-cimiento de objetos o hechos del mundo “externo”, y éstadepende a su vez de lo que él denomina la tesis del “realismo

188 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 189: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

epistemológico”, esto es, la idea de que las relaciones dejustificación entre proposiciones se encuentran ordenadasde un modo que deriva de un orden “natural” de las razonesque es independiente de cualquier consideración pragmáti-ca referida a los intereses de los sujetos que se valen de esasproposiciones en diferentes contextos. Dentro del enfoquede Williams, el paso clave en la respuesta al escéptico con-siste precisamente en discutir esa tesis, ya que es ella la quepermite al escéptico presentar sus estándares epistémicoscomo una imposición natural derivada de las cosas mismasy no, en cambio, como resultando de una teoría episte-mológica particular altamente contenciosa (y contenciosa,en particular, en la medida en que conduce precisamentea la formulación de un problema como el escéptico que,si se aceptan los propios términos en que el problema esplanteado, es irresoluble). Esta línea de argumentación queWilliams atribuye a Wittgenstein es notoriamente similara la que el propio Williams defiende en primera personaen muchos de sus trabajos y probablemente no se ajustedemasiado al texto mismo de SC, pero resulta con todo unaderivación interesante y cuya inspiración wittgensteinianaes claramente reconocible.

El escepticismo pirrónico

A partir de las consideraciones que ya hicimos queda cla-ro que la posición de Wittgenstein frente al escepticismopirrónico es igualmente negativa pero es necesario intro-ducir algunos matices. La dificultad resulta de distinguir laposición del propio Wittgenstein de lo que, en términos deltrilema de Agripa, es el “modo de la suposición”, en la medi-da en que uno de los rasgos centrales de la descripción deWittgenstein consiste en el reconocimiento de que nuestracapacidad para ofrecer justificaciones para nuestras creen-cias es limitada y que las cadenas de justificación terminanen puntos que funcionan en algún sentido como funda-mentos pero para los cuales no podemos ofrecer ninguna

Razón y sinsentido • 189

teseopress.com

Page 190: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

justificación. En los términos de la formulación de Sex-to que vimos en el capítulo 1, parece que nos encontra-mos entonces frente a meras suposiciones dogmáticas y nosveríamos obligados a reconocer entonces que nuestro siste-ma de creencias como un todo carece de sustento racional.

Antes de abordar directamente esta cuestión puede ser útilaquí distinguir la posición de Wittgenstein de las opcionestradicionales de respuesta positiva al problema escépticobajo la forma de teorías de la justificación fundacionistas ocoherentistas. Trazar las distinciones puede ser interesanteen primer lugar porque la posición de Wittgenstein mues-tra afinidades con algunos puntos de ambas concepcionesaunque no pueda ser reducida a ninguna de ellas9.

En relación con el fundacionismo, en primer lugar, com-parte la evaluación de que nuestra capacidad de ofrecerrazones sobre razones es limitada y llegados a cierto puntoqueda finalmente exhausta (§ 192). Y, al menos en una lec-tura apresurada, también puede parecer inscribirse en estatradición la sugerencia de que ciertas de nuestras creenciasson seguras porque no es posible dudar de ellas. Sin embar-go, cualquier identificación rápida con la tradición funda-cionista resulta cuanto menos problemática. Para empezar,las “creencias básicas” de Wittgenstein no forman, comoantes señalamos, una clase homogénea ni responden a nin-gún criterio teórico unificador que permita seleccionarlascomo privilegiadas, esto es, no hay ninguna regla gene-ral que permita separarlas del resto de nuestras creenciasque no dependa de la observación del papel que esas pro-posiciones cumplen en contextos determinados. De estoresulta otro contraste fundamental, en la medida en queno hay nada en las creencias básicas mismas que las señale

9 La comparación con las formas tradicionales de fundacionismo y de cohe-rentismo es elaborada por Williams (2005), cuyas ideas sigo en la discusiónde este punto.

190 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 191: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

como epistémicamente privilegiadas, en el sentido de resul-tar autoevidentes o intrínsecamente creíbles. Según una delas metáforas de Wittgenstein, si hemos de pensar que nues-tros sistemas de creencias tienen “cimientos”, entonces loscimientos son sostenidos por toda la casa (§248). Tampocoestá pensando Wittgenstein en creencias que se encuentren“encapsuladas” en el sentido de que sería posible tener talescreencias sin creer nada más, ni hay ninguna sugerencia deque el resto de nuestras creencias o conocimientos puedaser reconstruido como una estructura justificada a partirde tales creencias.

La metáfora antes señalada sobre los “cimientos” que sonsoportados por el conjunto de nuestras creencias pareceorientarnos en dirección contraria a la opción tradicionaldel coherentismo. Ciertamente las metáforas de ese tipoabundan en SC. Las creencias que “permanecen firmes”[feststehen] para nosotros lo hacen en virtud de un siste-ma de creencias más amplio e inferencialmente articulado(§§141, 142, 144). Al mismo tiempo, muchos de los elemen-tos que ya vimos de la posición de Wittgenstein hacen pocoatractivo reducir su posición a los cánones de la tradicióncoherentista. Para empezar, como vimos en el capítulo 1, elcoherentismo tradicional es radicalmente holista, y el nivelen que debe ubicarse propiamente la noción de justificaciónes en el de nuestro sistema de creencias como un todo. Elinterés de Wittgenstein, al menos en la lectura que pre-tendo defender aquí, no reside en una dificultosa nocióndel sistema total de nuestras creencias sino en el horizontede referencia más limitado de los diferentes juegos de len-guaje que caracterizan a nuestras prácticas lingüísticas. Esdecisivo también otro elemento que señalamos en el párra-fo anterior, en cuanto Wittgenstein rechaza la idea, cen-tral al coherentismo, de que todas nuestras creencias estánesencialmente al mismo nivel en términos epistemológicos,admitiendo sólo diferencias de grado en el daño que podríaproducir a la coherencia global del sistema la eliminación o

Razón y sinsentido • 191

teseopress.com

Page 192: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

modificación de algunas u otras creencias. Como señalamosal principio, Wittgenstein basa su investigación en la ideade que dentro de cualquier sistema de creencias particular,dentro de la estructuración normativa de todo juego delenguaje, encontramos asimetrías profundas en el estatusepistémico de diferentes proposiciones, esto es, diferenciasprofundas en el papel que esas proposiciones desempeñandentro de ese juego de lenguaje particular.

De este modo, si aceptamos los términos del planteo deSexto y descartamos sin más la opción del regreso al infi-nito, parece no quedar ninguna vía lógica en pie que per-mita evitar caer en una posición escéptica pirrónica. Y dehecho, algunos comentadores de SC en la literatura atri-buyen a Wittgenstein posiciones cercanas a este tipo deescepticismo, basándose en las afinidades que señalábamosal principio de esta sección. La influyente lectura naturalis-ta de Strawson, por ejemplo, ubica a Wittgenstein en unaposición cercana a la de Hume, como señalando la impo-tencia de la razón para ofrecer justificaciones últimas paranuestras creencias y subrayando al mismo tiempo que laadopción de esos sistemas de creencias resulta para noso-tros inescapable (1985, cap. 1).

En mi opinión la definición de esta cuestión requiere algu-nos matices, porque los dos puntos señalados por Straw-son son en algún sentido correctos y sin embargo puederesultar confundente asociar la posición de Wittgenstein deun modo estrecho con el pirronismo. Sin duda uno de lostemas centrales del SC es que la justificación de creencias endiferentes contextos particulares opera siempre mediantela utilización de otras creencias como puntos fijos que nopueden, en ese mismo contexto, ser sometidos a revisióno ser tratados como proposiciones o hipótesis empíricas.Podemos recordar algunos pasajes de diferentes seccionesque apuntan en este sentido:

192 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 193: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

§ 146. Nos formamos la imagen de la tierra como una bola queflota libremente en el espacio y que no se alteró esencialmen-te en los últimos cien años. Y esta imagen nos ayuda ahora ajuzgar acerca de varias situaciones.

Puedo de hecho calcular las dimensiones de un puente, cal-cular a veces que las cosas son más favorables para un puenteque para un ferry, etc. –pero en algún lado debo comenzarcon una suposición [Annahme] o una decisión.

§ 147. La imagen de la tierra como una bola es una buenaimagen, se prueba a sí misma en todas partes, es tambiénuna imagen simple –en breve, trabajamos con ella sin poner-la en duda.

§ 148. ¿Por qué no chequeo que tengo dos pies cuando quierolevantarme de una silla? No hay ningún porqué. Simplementeno lo hago. Así es como actúo.

§ 166. La dificultad está en advertir la falta de fundamentos[Grundlosigkeit] de nuestras creencias.

§ 344. Mi vida consiste en que me doy por satisfecho conmuchas cosas.

La comparación con Hume puede ser interesante eneste punto, en la medida en que entendamos el sentido delplanteo de Hume como un ataque a una concepción exce-sivamente racionalista de nuestras prácticas ordinarias (elobjetivo último de Hume, al menos desde las lecturas queme interesa considerar aquí, puede ser visto como el intentode hacer lugar para una filosofía moral en que el centrode la escena estuviese ocupado por los sentimientos mora-les). Esa inclinación hacia una visión menos racionalista denuestras prácticas ordinarias es compartida efectivamen-te por Wittgenstein, cuya descripción de nuestra situaciónlingüístico-conceptual ubica a nuestra capacidad de argu-mentar ofreciendo razones a favor de nuestras creenciascomo una capacidad limitada, limitada en particular por

Razón y sinsentido • 193

teseopress.com

Page 194: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

las condiciones mismas de los juegos de lenguaje dentrode los cuales podemos sostener (otras) creencias siguiendopatrones de argumentación racionales.

Al mismo tiempo, no parece indicado concluir que la posi-ción del propio Wittgenstein es una posición escéptica, enla medida en que, como antes vimos, bajo la descripción quepropone en SC la posibilidad de evaluar de modo global lajustificación o falta de justificación de nuestro sistema decreencias como un todo queda bloqueada. Esto es, la dificul-tad propia de reconocer la falta de fundamentos de nuestrascreencias es también la dificultad de reconocer que nuestrascreencias no precisan de ninguna fundamentación. Y en estepunto Wittgenstein sí se muestra alejado de Sexto y, pro-bablemente, también de Hume: la imposibilidad de “funda-mentar” racionalmente nuestros sistemas de creencias no esel reflejo de ninguna carencia epistémica de nuestra parte,sino el resultado de las características propias de la prácti-ca ordinaria de justificar nuestras opiniones. Una vez queatendemos al modo en que efectivamente tratamos en lapráctica a las afirmaciones que consideramos necesitadas dejustificación y a las que no consideramos de esa manera (enlos contextos relevantes), la idea misma de encontrar pun-tos terminales de las cadenas de justificación que podamosdefender racionalmente queda desdibujada.

Podemos recordar también que un enfoque parecido esel que lleva a Wittgenstein a renunciar a todo proyectode “fundamentación” de las matemáticas, no sólo por serimposible de llevar a cabo sino por ser ocioso, esto es,por ser el reflejo de una ilusión anterior que es que elestatus epistémico de las matemáticas resulta precario ano ser que esa fundamentación sea posible. Las mismas

194 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 195: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

consideraciones se aplican a la idea de que nuestras prác-ticas discursivas en general precisan ser reivindicadas en elsentido de señalar su fundamentación racional10.

Relativismo y límites de la argumentación

Para completar el recorrido de este capítulo tenemos queabordar todavía un último punto, referido a qué relación (sialguna) puede establecerse entre las ideas de Wittgensteinen SC tal como las hemos caracterizado aquí y las posicio-nes de tipo relativista. El alcance de la discusión está natu-ralmente condicionado por la caracterización que hagamosde la tesis relativista, aunque creo que nada de lo que voya sugerir sobre este punto depende de un modo demasiadocercano de la caracterización de estas posiciones. En arasde la claridad, podemos sin embargo considerar al menosdos variantes de este tipo de posiciones, siguiendo a Coli-va (2010, cap. 4):

• Relativismo epistémico: podría haber, en principio o dehecho, diferentes sistemas epistémicos, ninguno de loscuales es intrínsecamente correcto; cada uno de ellossería, desde un punto de vista metafísico, tan buenocomo los demás y certificarían diferentes proposicio-nes como (verdaderas y) justificadas. Como consecuen-cia de esta tesis resultaría que no puede (podría) haberuna elección racional entre diferentes sistemas, dadoque es sólo al interior de cada sistema que pueden ofre-cerse razones y justificaciones. De este modo, el pasaje

10 En este sentido creo que puede decirse, con Strawson, que hay elementos enel pensamiento de Wittgenstein que pueden llevar a pensarlo como “natura-lista”, aunque esto dependerá obviamente del sentido preciso en que este-mos entendiendo este término.

Razón y sinsentido • 195

teseopress.com

Page 196: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

de un sistema a otro sólo podría lograrse por medio deuna conversión o de una forma de persuasión logradapor medios no-racionales.

• Relativismo conceptual: es posible que haya diferentesesquemas conceptuales que resulten en descripcionesincompatibles del mundo, ninguna de las cuales seaintrínsecamente correcta, y que sean sin embargo inte-ligiblemente descriptibles desde el punto de vista teó-rico. Como consecuencia, en caso de tener que ele-gir entre estos esquemas conceptuales, la elección nopodría proceder sino por motivos pragmáticos, estéti-cos o puramente sociológicos.

Algunos elementos de estas posiciones suenan sin dudaafines a la descripción de nuestra situación lingüístico-conceptual que hemos desarrollado hasta aquí, y los comen-tadores que atribuyen una posición relativista a Wittgens-tein lo hacen usualmente basándose en el enfoque pro-puesto en SC. Al margen de la orientación epistemológi-ca general del libro, algunos pasajes parecen sugerir estetipo de lectura con una fuerza especial. Son los pasajes enque Wittgenstein considera las dificultades interpretativasy argumentativas que podrían presentársenos en caso devernos involucrados en un debate de opinión con miembrosde una comunidad cuyas creencias “fosilizadas” fuesen muydiferentes de las nuestras. Para facilitar la discusión, convie-ne citar los principales pasajes, tomados de tres momentosdiferentes del libro, de forma completa:

§ 92. Sin embargo, se puede preguntar: ¿podría alguien teneruna buena razón para creer que la tierra sólo ha existido porpoco tiempo, desde su nacimiento por ejemplo? –Suponga-mos que siempre se le ha dicho eso –¿tendría esa personaalguna buena razón para dudarlo? Los hombres han creídoque podían provocar la lluvia; ¿por qué no podría un rey sercriado en la creencia de que el mundo comenzó con él? Y siMoore y este rey se encontraran y discutieran, ¿podría Moorerealmente probar que su creencia es la correcta? No digo que

196 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 197: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Moore no pudiese convertir al rey a su visión [Anschauung],pero sería una conversión de un tipo particular: el rey seríallevado a ver el mundo de un modo diferente.

§ 108. “¿Pero no hay entonces ninguna verdad objetiva? ¿Noes verdadero, o falso, que alguien ha estado en la luna?” Siestamos pensando dentro de nuestro sistema, entonces esseguro [gewiß] que nadie ha estado nunca en la luna. No sólonada del estilo es nunca reportado seriamente por gente razo-nable sino que todo nuestro sistema de física nos prohíbecreerlo, ya que esto exige respuestas a las preguntas “¿cómosuperó la fuerza de gravedad?, ¿cómo pudo vivir sin unaatmósfera?” y otras miles que no podrían ser respondidas.Pero supongamos que en lugar de todas esas respuestas nosencontramos con “no sabemos cómo es que alguien llega has-ta la luna, pero los que llegan hasta allá saben inmediatamenteque han llegado, e incluso vos no podés explicar todo”. Noso-tros nos sentiríamos intelectualmente [geistig] muy lejos dealguien que dijese eso.

§ 262. Puedo imaginar a un hombre que haya crecido encircunstancias especiales y al que le haya sido enseñado quela tierra comenzó hace 50 años, y que por lo tanto lo creyera.Podríamos instruirlo: hace tiempo que la tierra etc. –Esta-ríamos intentando darle nuestra imagen del mundo [Welt-bild]. Esto sucedería a través de un tipo de persuasión.

§ 608. ¿Está mal [falsch] que me guíe en mis acciones por lasproposiciones de la física? ¿Debo decir que no tengo ningunabuena razón para hacerlo? ¿No es eso precisamente lo quellamamos “una buena razón”?

§ 609. Supongamos que encontramos gente que no considereeso como una buena razón. Ahora, ¿cómo nos imaginamosesto? En lugar de consultar a un físico, consultan a un orácu-lo. (Y por eso los consideramos primitivos). ¿Está mal [falsch]que consulten a un oráculo y se guíen por él? Si decimos queeso está “mal”, ¿no estamos basándonos en nuestro juego delenguaje para combatir el de ellos?

Razón y sinsentido • 197

teseopress.com

Page 198: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

§ 610. ¿Y nos equivocamos o no al combatirlo [haben wir rechtoder unrecht]? Desde ya, se usarán todo tipo de eslogans enapoyo de nuestro modo de proceder.

§ 611. Donde se encuentran realmente dos principios que nopueden ser reconciliados, entonces cada uno declara al otroun necio o un hereje.

§ 612. Dije que ‘combatiría’ al otro, -¿pero entonces no ledaría razones? Claro; ¿pero hasta dónde alcanzan? Al final delas razones está la persuasión. (Pensá en lo que sucede cuandolos misionarios convierten a los nativos).

Estos pasajes son sin duda sugerentes y, de hecho,creo que señalan un elemento muy importante dentro dela posición de Wittgenstein. La discusión completa de estospasajes excede con mucho lo que podemos ofrecer aquí, demodo que voy a circunscribirme a los puntos que consideromás importantes.

Podemos empezar por distinguir qué es lo que Wittgensteinsí parece estar diciendo. Hay un elemento que es prominen-te en casi todos los pasajes citados y es la idea de que nuestracapacidad para argumentar a favor de nuestras creenciastiene límites, y, como vimos, esos límites están dados porlas cosas que aceptamos sin justificación y que funcionancomo el marco dentro del cual nos es posible argumentar enprimer lugar. Este primer punto, en sí mismo, no creo quepueda ser caracterizado como relativista, o no al menos enun sentido fructífero, en la medida en que no implica nece-sariamente una idea de inconmensurabilidad en principioentre diferentes sistemas epistémicos o conceptuales. Pen-sarlo en esos términos nos llevaría no sólo a forzar la lecturadel texto sino a oscurecer la importancia del punto señaladopor Wittgenstein, que puede ser entendido en un sentidomucho más modesto. En particular, una lectura relativistaparecería implicar que la situación es más dramática de loque los pasajes mismos señalan.

198 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 199: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

La clave de las ideas de Wittgenstein aquí es, en mi opinión,el punto relativamente ordinario de que diferencias impor-tantes entre las creencias de dos interlocutores pueden lle-var a problemas de inteligibilidad. Es cierto que Wittgens-tein formula este punto en términos de “imágenes del mun-do” e ilustra el punto a partir de la referencia imaginaria auna tribu “primitiva”, lo que (además de ser políticamenteincorrecto, según nuestros estándares actuales) introduceuna complicación innecesaria en la medida en que muchoscontrastes similares podrían ejemplificarse al interior denuestra propia sociedad. Por citar ejemplos similares, esmucha la gente que tiene muchas creencias que, desde elpunto de vista de otros (yo incluido), son más o menosincomprensibles, como creencias en diferentes formas deadivinación del futuro, o incluso, sin más, la creencia enDios como creador del hombre y rector del universo (ydel mismo modo, desde ya, muchas de mis creencias resul-tan seguramente en alguna medida incomprensibles paramuchos otros) –y el mismo punto referido a la tribu podríamarcarse en relación con ese tipo de contrastes familiares,con la ventaja de evitar insinuar que el contraste se da entredos “visiones del mundo” claramente definidas y al interiorde cada una de las cuales la inteligibilidad relativa está com-pletamente asegurada. Una vez que sacamos esa sugerenciadel medio, no hay nada extraordinario en la observaciónde Wittgenstein entendida como antes sugerí: diferenciasimportantes en las creencias pueden llevar a dificultadesde inteligibilidad. Y esto, según creo, es descriptivamentecorrecto: hay un sentido en que, por limitar la referencia ami propio caso, la creencia en la influencia de los astros ola creencia en Dios me resultan incomprensibles. Eso, cla-ramente, no implica que nos resulte imposible entendernosen muchos otros sentidos con las mismas personas con que,en determinados ámbitos, tenemos diferencias importantesen nuestras creencias.

Razón y sinsentido • 199

teseopress.com

Page 200: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

El otro elemento, relacionado con el anterior, que tambiénaparece claramente en estos pasajes podríamos caracteri-zarlo diciendo que hay ciertos tipos de debates argumen-tativos que sólo podemos tener con aquellos que piensande un modo suficientemente parecido a nosotros. Nueva-mente, esto parece descriptivamente correcto y no llevanecesariamente, de por sí, a ninguna consecuencia dramá-tica en términos de inconmensurabilidad (a pesar de serun punto claramente kuhniano). El peso de esta sugerenciadescansa enteramente sobre la caracterización de nuestrasprácticas epistémicas que vimos en las primeras secciones:en los diferentes contextos, la posibilidad de ofrecer justifi-caciones para nuestras afirmaciones se encuentra al mismotiempo posibilitada y limitada por la aceptación de ciertasproposiciones sin justificación, que cumplen una funciónnormativa dentro de ese juego de lenguaje. Las consecuen-cias que parecen seguirse de aquí son dos. Por un lado, hayciertos juegos de lenguaje en los que no podemos participara no ser que hayamos sido instruidos en ellos. Pero nadaextraordinario resulta de ello, y es de hecho un fenómenoenteramente familiar, en cuanto hay muchas discusionesque tienen miembros de nuestra comunidad en las que nopodemos participar y que, en cierta medida, no podemosentender. Por considerar un ejemplo cercano, creo que unasituación de ese tipo se da muchas veces en relación con lasdiscusiones en filosofía. Es, creo, una experiencia conocidapor los profesores de filosofía que un alumno ingresante,en general, necesita de entrenamiento para poder plantearpreguntas que sean agudas, de un modo similar a comolos integrantes de la tribu, en el ejemplo de Wittgenstein,no tienen una noción clara de qué dificultades habría queresolver para que un ser humano pueda efectivamente via-jar a la luna. Y la explicación sugerida por Wittgenstein,según la lectura que propongo, no ha de llevar a ningunaconclusión dramática. Lo que eso muestra es, sencillamente,que los miembros de la tribu no tienen ningún entrena-miento en física, pero podrían aprender a manejar ese tipo

200 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 201: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

de discurso y si lo hicieran cambiarían su propio modode hablar sobre el asunto. También podrían optar por noaprender, desde ya, y en ese caso, en relación con ese punto,mantendríamos una distancia que haría difícil entendernosmutuamente y, en particular, haría difícil discutir fructí-feramente con ellos los asuntos relacionados con la posi-bilidad de viajar a la luna. Cuando decía antes que no esnecesario sacar conclusiones más dramáticas mi intenciónno era, en ningún caso, subestimar las dificultades que pue-de involucrar un diálogo de ese tipo, esto es, no se trata deignorar los desafíos que pueden representar los diferentestipos de choques culturales, dentro de nuestra sociedad ohacia el exterior. El modo de entender estas observacionesde Wittgenstein debería ser en cambio pensar que en loscasos efectivos de choque cultural, donde surgen problemasde inteligibilidad, no se sigue de ello ninguna consecuenciaadicional al desafío que representa el choque cultural mis-mo, esto es, la dificultad de entender lo que el otro dice.Desde esta perspectiva, en particular, no se postula unaimposibilidad por principio de comprensión mutua (aun enel desacuerdo) entre Moore y el rey. Ningún motivo pare-ce impedir que Moore, si pasara la cantidad suficiente deaños viviendo con la tribu, llegaría a poder participar enmuchos juegos de lenguaje y muchas prácticas en que antesno podía participar.

Al mismo tiempo, ninguno de los pasajes del SC citadossugiere que sea igual adoptar una u otra creencia, o unou otro sistema de creencias. El pasaje más claro en estesentido probablemente sea el siguiente:

§ 286. Lo que creemos depende de lo que aprendemos. Todoscreemos que no es posible llegar a la luna, pero puede quehaya gente que piense que es posible y que a veces suce-de. Nosotros decimos: esa gente no sabe un montón decosas que nosotros sabemos. Y sin importar qué tan segurosestén de sus creencias, ellos están equivocados y nosotros lo

Razón y sinsentido • 201

teseopress.com

Page 202: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

sabemos. Si comparamos el sistema de nuestro conocimiento[System des Wissens] con el de ellos, el de ellos resulta máspobre, con mucho.

Quizás convenga insistir en que la referencia a un“nosotros” no problematizado también en este caso, al igualque la referencia a la idea de “sistema” o a la de “imagen delmundo”, pueden sugerir, como señalé antes, que el contrasterelevante ha de ser entre dos comunidades o dos culturashomogéneas, donde los problemas de inteligibilidad sólose presentan al intentar establecer un diálogo entre ambosbloques. Ese modo de pensar el problema es sugerido por elmodo en que Wittgenstein formula sus ideas, pero la adop-ción de esa perspectiva no depende de ningún punto centralde las ideas mismas tal como las hemos visto aquí.

Finalmente, otro punto de los pasajes citados que merececomentario es la referencia a la idea de persuasión comoalternativa a la idea de argumentación racional, según elcontraste clásico que se remonta al ataque de Platón a lasofística. La idea de Wittgenstein parece ser aquí que dondese agotan las razones lo que podemos hacer es tratar deconvertir a nuestro interlocutor a nuestro modo de ver lacuestión. Y lo que los pasajes sugieren es la misma idea depersuasión a la que recurre Wittgenstein, como vimos en elcapítulo anterior, para caracterizar el tipo de cambio que sutrabajo filosófico pretende generar, no como la refutaciónde ciertas creencias u opiniones ni, del mismo modo, comoun intento de demostrar de la verdad de cierta tesis, sinocomo el intento de llevar al otro a ver un asunto determi-nado bajo una luz diferente. Tomar a la propia tarea filo-sófica de Wittgenstein como ejemplo puede ser interesanteporque nos ayuda a enfocar una idea más precisa de quépuede ser la persuasión en estos casos, que no tiene por quéentenderse bajo el matiz platónico de algún tipo de procedi-miento irracional, de la índole de la manipulación. Adicio-nalmente, pensar en la obra del propio Wittgenstein como

202 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 203: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

ejemplo de ejercicio persuasivo puede ayudarnos a ver quela distinción entre argumentar y persuadir puede ser muchomenos tajante de lo que haría pensar la dicotomía plató-nica. Incluso podemos recordar en este sentido que en SCWittgenstein mismo señala que la distinción entre las pro-posiciones normativas y las proposiciones empíricas no esella misma una distinción tajante con límites claros. En lostrabajos filosóficos de Wittgenstein el esfuerzo de persua-sión se lleva adelante mediante el señalamiento de ejemplosparadigmáticos, la presentación de preguntas y de descrip-ciones que apuntan a resaltar ciertas semejanzas y a atenuarla importancia relativa de otras. En cuanto al estilo literario,son textos compuestos en un estilo casi aforístico, con unuso muy determinado de las metáforas y volviendo una yotra vez sobre los mismos puntos desde diferentes ángu-los. El punto importante a destacar es que esfuerzos de esetipo no responden a una concepción convencional de quées un argumento, o no al menos a la concepción filosóficaen la larga tradición platónica (aunque es interesante notarque las técnicas a las que antes hacía referencia podríancontar como prácticas argumentativas a ojos de cualquieraque no sea un filósofo). En mi opinión, la conclusión a laque apuntan estos últimos comentarios es que aun cuan-do Wittgenstein se valga de la distinción tradicional entreargumentación y persuasión para expresar sus ideas, nodeberíamos entender a ésta como una distinción rígida alestilo tradicional.

En cualquier caso, nada de lo que dice Wittgenstein sugiereque la alternativa a la argumentación, entendida al modoclásico, deba ser entendida en términos de procedimien-tos irracionales. Y probablemente no podría hacerlo, ya que,según vimos, las proposiciones que aceptamos como partede nuestra participación en los diferentes juegos de lenguajeno son creídas partir de razones o evidencia, ni son tampo-co aceptadas irracionalmente como fruto de una superficia-lidad o un análisis crítico poco riguroso, sino que reflejan

Razón y sinsentido • 203

teseopress.com

Page 204: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

el carácter general de nuestras prácticas discursivas. Por esarazón es que, como vimos, la idea de “fundamentar” nues-tras prácticas ordinarias es completamente ajena al enfoquefilosófico de Wittgenstein. Según su formulación en SC,

§ 559. Para decir algo impredecible, tienes que considerar queel juego de lenguaje es así. Quiero decir: no está fundado. Noes razonable (ni irrazonable). Está ahí –como nuestra vida.

204 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 205: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

6

A modo de conclusión

Michael Williams ha caracterizado el enfoque de Wittgens-tein en SC como la propuesta no de una epistemologíaescéptica sino de un escepticismo acerca de la epistemo-logía. La caracterización resulta acertada desde la lecturadel SC que hemos propuesto aquí y, en términos de nues-tra exposición en el capítulo tres, puede ser extendida alconjunto de la perspectiva filosófica de Wittgenstein. Witt-genstein no nos propone una filosofía escéptica sino unescepticismo acerca de la filosofía.

Vista de este modo, su obra puede ser ubicada como uncapítulo más en la larga historia de la crisis de autopercep-ción de la filosofía, historia que podemos remontar hasta eldesarrollo de las ciencias modernas y la consolidación de lafilosofía como disciplina académica profesional durante elsiglo XIX. En el contexto de esa historia, Wittgenstein nose ubica tan lejos de otros grandes autores de la primeramitad del siglo pasado, muchos de los cuales compartenun diagnóstico muy negativo acerca de las concepcionesheredadas de la filosofía. Cruzando de una tradición a otra,podemos recordar en particular que Heidegger concebíasu proyecto en Ser y Tiempo como el de una “destrucciónde la ontología tradicional” e, incidentalmente, parafra-seaba el “escándalo” que Kant había señalado en relacióncon el escepticismo como un escándalo consistente en quese siguiera aceptando el problema y se siguiera tratandode resolverlo. Ubicada en ese cuadro de situación, lo queresulta distintivo de la posición de Wittgenstein es que sus

teseopress.com 205

Page 206: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

esfuerzos de desmantelamiento de los marcos conceptualesy problemáticos de la filosofía heredada son presentadosno como una superación hacia otros marcos conceptualesy otras problemáticas filosóficas sino como una disoluciónde la filosofía misma1.

Creo que no es nada sencillo comprender el alcance exactode estas ideas de Wittgenstein y, de hecho, la mayor parte desus lectores y comentadores simplemente dejan de lado esteaspecto de su pensamiento, atribuyéndolo quizás a algu-nos rasgos idiosincráticos de la personalidad de su autor.Analizar este punto con algún cuidado requeriría abordaruna discusión sobre la naturaleza misma de los problemasfilosóficos, y eso es algo que no pretendo hacer aquí, aunquesí querría señalar que la posición de Wittgenstein puederesultar menos paradójica si entendemos a la filosofía comoun conjunto de problemas (si, por así decirlo, entendemosla extensión de “filosofía” como un conjunto enumerablede problemas) y si entendemos a esos problemas no comoresultando de la naturaleza de los asuntos mismos sinocomo el producto de una tradición intelectual histórica,contingente. Si los problemas planteados por esa tradiciónson (sólo) el producto de malentendidos lingüísticos, si sonpara nosotros sólo preguntas vacías y si (sólo) eso es la filo-sofía, entonces el diagnóstico disolutorio de Wittgensteinparece enteramente natural.

Sea esto como fuere, el problema al que estoy haciendoreferencia puede plantearse también como la cuestión de sipodemos extraer alguna enseñanza positiva de la lectura deWittgenstein y, en particular, si puede hacerse esto de unmodo que no traicione su diagnóstico acerca de la filosofía,esto es, de un modo en que la enseñanza que extraigamos

1 Varias anécdotas de alta circulación nos muestran incluso a Wittgensteininsistiendo apasionadamente a sus discípulos para que dejasen la filosofíaacadémica y se dedicasen a trabajos mundanos, especialmente a trabajosmanuales (v. Monk 1990).

206 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 207: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

no se presente bajo la forma de una teoría filosófica, contodo el peso que ello implica. Mi sugerencia es en estesentido que la respuesta a esa pregunta puede ser positiva,y querría dedicar estas páginas finales a presentar algunassugerencias en esa dirección a partir de la lectura del SCque hemos presentado aquí.

Lo que quiero sugerir en particular es que las ideas deWittgenstein en SC pueden ser una herramienta útil, fruc-tífera, para pensar acerca de las condiciones de los debatesde opinión y el modo en que la configuración de un espaciode debate influye sobre las posibilidades de argumentaciónque pueden desarrollarse dentro de ese espacio. Estoy pen-sando aquí centralmente en dos de las ideas principales quepresentamos en el último capítulo. Por un lado, la idea deque la participación en un ámbito de debate no requie-re solamente el respeto de ciertas normales formales sinoque requiere también la aceptación sin discusión de algu-nas proposiciones que adquieren dentro de ese espacio dedebate una fuerza normativa. La segunda idea que quierodestacar puede desdoblarse a su vez en dos ideas, dondetenemos por un lado que cuando no se parte de un punto deencuentro en relación con las proposiciones que cumplenesa función, nos encontramos con desafíos reales, muchasveces difíciles de resolver, en términos de inteligibilidad dela posición de nuestro interlocutor, y luego que el modoen que podemos afrontar ese conflicto no es mediante unargumento a partir de razones o evidencia sino a partir deotros tipos de procedimientos argumentativos.

Mi intención es señalar que estas ideas de Wittgenstein pue-den ser útiles para entender nuestra situación lingüístico-conceptual frente a una amplia gama de debates de opiniónpero tengo en mente dos ejemplos particulares sobre loscuales podemos ensayar, aunque sea de un modo rápido yprovisorio, una aplicación de este marco de ideas.

Razón y sinsentido • 207

teseopress.com

Page 208: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

En primer lugar, creo que el tipo de descripción que ofreceWittgenstein refleja algunos rasgos familiares de los debatesal interior de la filosofía misma. Podemos entender de estemodo, por ejemplo, las dificultades conocidas que involu-cra el diálogo entre diferentes tradiciones filosóficas, enla medida en que los espacios de discusión al interior delas diferentes tradiciones pueden ser caracterizados tantopor las preguntas que efectivamente se hacen quienes seencuentran al interior de esa tradición como por las pre-guntas que quedan excluidas de ese espacio problemático.En términos de lo que vimos en el último capítulo pode-mos pensar también que esas barreras no son en sí mis-mas insuperables (lo que no implica que no sean desafíosreales, difíciles, para la comprensión), en la medida en quepuede mejorarse la situación de inteligibilidad mutua entrediferentes espacios a partir del entrenamiento y la fami-liarización con marcos de pensamiento en que varía quées lo que se considera obvio y qué es lo que se conside-ra como obviamente inaceptable. Y este ejercicio es, comosabemos, difícil y sólo raramente intentado. En términosmás generales, podemos entender también la formación enuna tradición determinada, el tipo de entrenamiento que esnecesario para poder participar fructíferamente en deter-minados debates al interior de una cierta tradición, precisa-mente como la aceptación de determinadas preguntas comopreguntas interesantes y la exclusión de otras preguntascomo preguntas que no tiene sentido formular.

Luego, en términos más generales aun, creo que una suge-rencia wittgensteiniana interesante podría ser que estar deacuerdo con un el planteo de un problema o, para sim-plificar, con el planteo que propone un texto, no es algode un orden tan diferente como podría pensarse a estaren condiciones de entender ese texto o ese planteo en unsentido más o menos profundo. Esto no implica necesaria-mente borrar la distinción entre acuerdo y comprensión,

208 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 209: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

distinción que resulta útil a muchos fines, pero sí implicaentenderla de un modo particular, diferente al que es usualen muchos contextos.

El segundo ejemplo que querría considerar rápidamentese refiere al modo en que estas ideas de Wittgenstein pue-den ayudarnos a entender un poco mejor las posibilidadesabiertas y las posibilidades bloqueadas en los diferentesdebates políticos, esto es, en los espacios de debate discur-sivo acerca de ideas políticas (que podemos entender como(sólo) un aspecto de las confrontaciones políticas efectivasentendidas en términos más amplios). Hay en este senti-do dos ideas que querría destacar. Por un lado, creo quehay algunas derivaciones interesantes en este ámbito deltipo de vínculo entre acuerdo e inteligibilidad que hemosestado explorando. En uno de los pasajes notables de SC,Wittgenstein propone que “donde se encuentran realmentedos principios que no pueden ser reconciliados, cada unodeclara al otro un necio o un hereje” (§611), y creo queel tipo de comprensión de los espacios de discusión quepodemos extraer del SC puede ser importante para pensarla distinción entre debates y combates que es central a lasconcepciones agonísticas de la democracia (Mouffe 2000).Creo que la enseñanza wittgensteiniana en este sentidoconsiste esencialmente en recordarnos que sólo podemosinvolucrarnos en debates (fructíferos) allí donde el marcode acuerdo es suficientemente amplio como para permitirun diálogo en un contexto de relativa mutua comprensión,y que las condiciones de ese debate, casi diría las condi-ciones “epistémicas”, esto es, el modo en que puede recu-rrirse a la argumentación y a la presentación de evidencia,funciona de un modo notablemente diferente cuando nosencontramos en cambio en un contexto en que tenemosque entender la confrontación en términos de una disputapor el modo en que es configurado el marco del debateen primer lugar.

Razón y sinsentido • 209

teseopress.com

Page 210: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Pero luego, y especialmente, lo que querría sugerir es quepuede ser interesante pensar la dinámica de la lucha polí-tica misma como una disputa por el establecimiento de loobvio y de lo obviamente inaceptable en el debate público.Aunque creo que el alcance de este punto es bastante gene-ral, podemos verlo más fácilmente si pensamos en algunosejemplos extremos en términos del arco de ideas políticas.De este modo, por ejemplo, puede ser interesante analizarla situación política de la vieja Europa a partir de las fluc-tuaciones en estos parámetros, viendo cómo en las últimasdécadas las políticas de estado de bienestar y el proyectode integración europea pasaron a ser cuestionados con unaintensidad que hace unas décadas era poco menos que inima-ginable, y especialmente podemos entender en estos térmi-nos los efectos de la crisis actual sobre el espacio de debatepolítico a partir del avance de partidos de extrema derechaen las elecciones recientes en varios países del continente.Esto es, podemos analizar esos cambios como cambios enel espacio de debate político en donde, en determinadosmomentos, se vuelve concebible la presentación pública deideas que en otros momentos hubiesen sido marginalizadas,y donde bajo condiciones favorables a esa re-configuraciónel paso inicial de que esas ideas se vuelvan públicamentepresentables puede transformarse gradualmente en la acepta-ción general de esas ideas como parte del abanico de opcio-nes políticas viables.

Un ejemplo más nítido y más cercano puede ser el discur-so acerca del terrorismo de estado llevado adelante por laúltima dictadura cívico-militar en nuestro país. Aun cuandohay todavía personas o incluso actores públicos que reivin-dican el accionar de la dictadura, y a pesar de la ampliadifusión que llegó a tener la llamada “teoría de los dosdemonios”, creo que es claro que, dentro de una evaluacióngeneral del espacio de debate público, ese tipo de discursosocupa un lugar completamente marginal. Esto es, en casicualquier debate público la condena a la dictadura no precisa

210 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 211: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

ser justificada y la defensa de la dictadura es rechazadade plano como una opción inviable, como una opción nodisponible dentro del cuadro de ideas políticas que puedenparticipar de los debates públicos. En términos proselitistas,en la Argentina actual es inconcebible que un dirigente conaspiraciones no testimoniales reivindique públicamente lafigura de Videla. Es interesante en este sentido el contras-te con la situación del debate público en Chile, donde lareivindicación pública de la dictadura concita rechazos, sinduda, pero es concebible y frecuente incluso entre dirigen-tes encumbrados de los partidos mayoritarios, incluyendoal actual presidente Piñera.

Creo que una sugerencia interesante en este punto es pen-sar que hay un sentido en que ganar en el debate políticopúblico puede ser visto como lograr la imposición o la con-solidación de ciertas ideas como obvias y, como contracarade la misma moneda, lograr que ciertos planteos lleguena ser vistos como obviamente impresentables. El punto es,me parece, interesante, ya que los objetivos usuales quepuede llevar adelante una agrupación política, el tipo dereivindicaciones que puede buscar transformar en accionesde gobierno y modificación del marco jurídico, consiste,en muchos casos, en avances provisorios cuya continuidadpuede verse en peligro ante la alternancia en el ejecutivoo en la composición del parlamento. Desde este punto devista, puede pensarse que en el mediano o largo plazo, unavictoria política consista quizás en haber reconfigurado elespacio de debate (casi querría decir el “sentido común”político) de modo que algunos puntos dejen de ser conten-ciosos y otros dejen de ser vistos como naturales y pue-dan ser puestos en discusión. Creo que es de ese modoque podemos pensar un horizonte de relativa estabilidadpara la conquista de reivindicaciones, sin olvidar al mismotiempo que también en ese terreno cualquier conquista es

Razón y sinsentido • 211

teseopress.com

Page 212: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

provisoria, en la medida en que ninguna victoria políticaes definitiva y en ningún caso deberíamos, por así decirlo,pensar que tenemos el futuro asegurado.

212 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 213: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Referencias bibliográficas

Austin, J.L. (1946) “Other Minds”, reimpreso en PhilosophicalPapers, Oxford University Press, 1961.

————- (1962) Sense and Sensibilia, Oxford UniversityPress.

Baldwin, T. (2011) “Wittgenstein and Moore”, en McGinny Kuusela (eds.) The Oxford Handbook of Wittgenstein,Oxford University Press, 2011.

Bonjour, L. (1985) “The Elements of Coherentism”, cap. 5 deThe Structure of Empirical Knowledge, reimpreso en Ber-necker & Dretske (eds.) Knowledge. Readings in Contem-porary Epistemology, Oxford University Press, 2000.

Cabanchik, S. (2010a) Wittgenstein. La filosofía como ética,Buenos Aires: Editorial Quadratta, Biblioteca Nacional.

Cabanchik, S. (2010b) “La cuestión del método en filosofía”,en O. Nudler (ed.) Filosofía de la filosofía, EnciclopediaIberoamericana de Filosofía no. 31, Madrid: Trotta.

Cavell, S. (1962) “The Availability of Wittgenstein’s LaterPhilosophy”, reimpreso en Must We Mean What We Say?,Cambridge University Press, 1969.

Clarke, T. (1972) “The Legacy of Skepticism”, Journal of Phi-losophy, 69(20), pp. 754-769.

Coliva, A. (2010) Moore and Wittgenstein. Scepticism, Certaintyand Common Sense, Palgrave Macmillan.

teseopress.com 213

Page 214: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Crary, A. y Read, R. (eds.) (2000) The New Wittgenstein,Routledge.

Davidson, D. (1974) “On the Very Idea of a ConceptualScheme”, reimpreso en Inquiries into Truth and Interpre-tation, Oxford University Press, 1984.

Descartes (1637) Discours de la méthode, en Oeuvres choisies,Garnier Frères, París, 1876.

Descartes (1641) Meditaciones metafísicas, trad. esp. de M.García Morente, Espasa Calpe, 1937/1991.

Fine, G. (1979) “Knowledge and Logos in the Theaetetus”,Philosophical Review 88 (3), pp. 366-397.

————- (1990) “Knowledge and belief in Republic V-VII”,en Everson (ed.) Companions to Ancient Thought. Episte-mology, Cambridge University Press, 1990.

Fogelin, R. (1987) Wittgenstein, 2da edición, Routledge.

————- (1994) Pyrrhonian Reflections on Knowledge and Jus-tification, Oxford University Press.

————- (2009) Taking Wittgenstein at His Word, PrincetonUniversity Press.

Gettier, E. (1963) “Is Justified True Belief Knowledge?”,Analysis, 26, pp. 144-6.

Goldman, A. (1986) Epistemology and Cognition, HarvardUniversity Press.

Grice, P. (1957) “Meaning”, The Philosophical Review, 66,pp. 377-88

Hacker, P.M.S. (1986) Insight and Illusion, edición revisada,Oxford University Press.

214 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 215: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

————- (2000) “Was He Trying to Whistle It?”, en Craryy Read (2000).

Hankinson, R. (1995) The Sceptics, Routledge.

Hegel, G.W. (1802) Relación del escepticismo con la filosofía,trad. esp. en Biblioteca Nueva, Madrid, 2006.

Janik, A. y Toulmin, S. (1973) Wittgenstein’s Vienna, Touchs-tone.

Karczmarczyk, P. (2006) “Seguir un conejo: reglas y cam-bios de aspectos”, en Penelas y Satne (2006).

————- (2012) El argumento del lenguaje privado a contrape-lo, La Plata: Universidad Nacional de la Plata.

Kenny, A. (1972) Wittgenstein, trad. esp. en Alianza Editorial,1984.

Klein, P. (1999) “Human Knowledge and the InfiniteRegress of Reasons”, Philosophical Perspectives, 13(s13),pp. 297-325.

Kripke, S. (1982) Wittgenstein on Rules and Private Language,Harvard University Press.

Lycan, W. (2001) “Moore against the New Skeptics”, Philo-sophical Studies, 103, pp. 35-53

Malcolm, N. (1942) “Moore and ordinary language”, enSchillp (ed.) The Philosophy of G.E. Moore, Open Court,1942.

————- (1949) “Defending common sense”, en Klemke(ed.) Studies in the Philosophy of G.E. Moore, Universityof Illinois Press,1969.

Razón y sinsentido • 215

teseopress.com

Page 216: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

————- (1956) “Ludwig Wittgenstein. A Memoir”, trad.esp. en Las filosofías de Ludwig Wittgenstein, Libros Tau,1966.

McGinn, M. (1989) Sense and Certainty, Oxford: Basil Black-well.

————- (1997) Wittgenstein and the Philosophical Investi-gations, Routledge.

McTaggart, J.M.E. (1908) “The Unreality of Time,” reimpre-so en Le Poidevin, Robin& McBeath (eds.) The Philo-sophy of Time, Oxford University Press, 1993.

Monk, R. (1990) Ludwig Wittgenstein. The Duty of Genius,Penguin.

Moore, G.E. (1903) “The Refutation of Idealism”, Mind,12(48), pp. 433-453.

————- (1925) “A Defence of Common Sense”, reimpresoen Philosophical Papers, George Allen & Unwin, 1959.

————- (1939) “Proof of an external World”, reimpreso enPhilosophical Papers, George Allen & Unwin, 1959.

————- (1954) “Wittgenstein’s Lectures in 1930-33”,reimpreso en Philosophical Papers, George Allen &Unwin, 1959.

————- (1959a) “Four Forms of Scepticism”, en Philosop-hical Papers, George Allen & Unwin, 1959.

————- (1959b) “Certainty”, en Philosophical Papers, Geor-ge Allen & Unwin, 1959.

Mouffe, Ch. (2000) The Democratic Paradox, Verso.

216 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 217: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Moyal-Sharrock, D. (ed.) (2004) The Third Wittgenstein, Ash-gate.

Moyal-Sharrock, D. y Brenner, W. (eds.) (2005) Readings ofWittgenstein’s On Certainty, Palgrave Macmillan.

Penelas, F. y Satne, G. (comps.) (2006) Gramáticas, juegos ysilencio: discusiones en torno a Wittgenstein, Buenos Aires:Grama.

Putnam, H. (2002) El desplome de la dicotomía hecho-valor yotros ensayos, trad. esp. en Paidós, 2004.

Quine, W. (1951) “Two Dogmas of Empiricism”, reimpresoen Baillie (ed.), Contemporary Analytic Philosophy,Prentice-Hall, 1997.

Quine, W. (1969) “Epistemology Naturalized”, en OntologicalRelativity and Other Essays, Columbia University Press,1969.

Rockmore, T. (2005) Hegel, Idealism and Analytic Philosophy,Yale University Press.

Satne, G. (2005) El argumento escéptico de Wittgenstein a Krip-ke, Buenos Aires: Grama.

Sellars, W. (1956) Empiricism and the Philosophy of Mind,Harvard University Press, 1997.

Sexto Empírico (1996) Hipotiposis Pirrónicas, trad. esp. de R.Maulini, Akal, 1996.

Stern, D. (1995) Wittgenstein on Mind and Language, OxfordUniversity Press.

Strawson, P. (1985) Skepticism and Naturalism: Some Varieties,Methuen & Co.

Razón y sinsentido • 217

teseopress.com

Page 218: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

Stroll, A. (1994) Moore and Wittgenstein on Certainty, OxfordUniversity Press.

Stroud, B. (1984) The Significance of Philosophical Scepticism,Oxford University Press.

Tomasini Bassols, A. (1999) “Los sofistas, Wittgenstein y laargumentación”, Tópicos, 17, pp. 241-259.

Waismann, F. (1967) Ludwig Wittgenstein y el círculo de Viena,trad. esp. en FCE, 1973.

Williams, B. (1978) Descartes: el proyecto de investigación pura,trad. esp. en Cátedra, 1996.

Williams, M. (1986) “Descartes and the Metaphysicsof Doubt”, reimpreso en Cottingham (ed.) Descartes,Oxford University Press, 1998.

————- (2001) Problems of Knowledge, Oxford UniversityPress.

————- (2004) “Wittgenstein’s Refutation of Idealism”,en McManus (ed.) Wittgenstein and Scepticism, Routled-ge, 2004.

————- (2005) “Why Wittgenstein isn’t a Foundationa-list”, en Moyal-Sharrock y Brenner (eds.), Readings ofWittgenstein’s On Certainty, Palgrave Macmillan.

Wilson, M. (1978) Descartes, trad. esp. en UNAM, 1990.

Wittgenstein, L. (1921) Tractatus logico-philosophicus, trad.esp. L. Valdés Villanueva, Tecnos, 2002.

————- (1953) Investigaciones Filosóficas, trad. esp. de U.Moulines, UNAM-Crítica, 2002.

218 • Razón y sinsentido

teseopress.com

Page 219: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

————- (1966) Lecciones y conversaciones sobre estética, psi-cología y creencia religiosa, trad. esp. en Paidós, 1992.

————- (1967) Zettel, Basil Blackwell.

————- (1969) On Certainty, editado por G.E. Anscombey G.H. von Wright, Harper & Row.

Razón y sinsentido • 219

teseopress.com

Page 220: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

teseopress.com

Page 221: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

teseopress.com

Page 222: Razón y sinsentido - ri.conicet.gov.ar

teseopress.com