18
EL QUIJOTE, LA "ESCRITURA DESATADA" Y LA CRÍTICA DEL LOGOCENTRISMO Para Antonio Alatorre, en diálogo en el tiempo Cuando escribir es peligroso, la escritura recurre a la coexisten- cia dinámica de significados antagonistas y el sentido se convierte en lugar del conflicto. El procedimiento se llama ambivalencia. Lo que crea esta ambivalencia es el deslizamiento, la lógica de la si- multaneidad de significados. El negar y afirmar a la vez —tierra firme de la percepción carnavalesca del mundo. Hemos de comen- zar desde esta Barataría con algunos problemas: partimos del he- cho que todo enunciado, en el contexto de un nuevo sistema, cam- bia de situación, de sentido y función —lo que Jacques Derrida llama "economimesis" y Bajtín proyecta en diversas dimensio- nes: desde la noción de cronotopo, hasta su concepción del dis- curso. Esta orientación es temprana, aparece desde la década de 1930 en El marxismo y la teoría del lenguaje y es central en lo que Bajtín/Voloshinov llama "la orientación en un contexto y una si- tuación dada" o la "comprensión". El primer problema a con- frontar es la relación entre la carnavalización bajtiniana y la polifo- nía. Lo que nos induce a comenzar con El Quijote y la práctica discursiva en torno al concepto de modernidad, capitalismo y sus derivados. Para Bajtín el texto socioeulturai llamado novela es un com- plejo particular de relaciones sociohistóricas. En sus palabras: " L a novela es una forma puramente compositiva de organización de las masas verbales. A través de ella se realiza en el objeto estético la forma arquitectónica de acabamiento artístico de un aconteci- miento histórico o social, constituyendo una variante de la culmi- nación estética" 1 . Siempre se puede delimitar lo que un enun- 1 BAJTÍN 1989, p. 25. NRFH, XL (1992), núm. 1, 305-322

rawr rewr riwr

Embed Size (px)

DESCRIPTION

bvnbv hbhjghjg jjkljklj jkhjkhh khkjh

Citation preview

  • EL QUIJOTE, L A " E S C R I T U R A D E S A T A D A " Y L A C R T I C A D E L L O G O C E N T R I S M O

    Para Antonio Alatorre, en dilogo en el tiempo

    Cuando escribir es peligroso, la escritura recurre a la coexisten-cia dinmica de significados antagonistas y el sentido se convierte en lugar del conflicto. E l procedimiento se l lama ambivalencia. L o que crea esta ambivalencia es el deslizamiento, la lgica de la si-multaneidad de significados. E l negar y afirmar a la vez tierra firme de la percepcin carnavalesca del mundo. Hemos de comen-zar desde esta Baratara con algunos problemas: partimos del he-cho que todo enunciado, en el contexto de un nuevo sistema, cam-bia de situacin, de sentido y funcin lo que Jacques Derrida llama "economimesis" y Bajtn proyecta en diversas dimensio-nes: desde la nocin de cronotopo, hasta su concepcin del dis-curso. Esta orientacin es temprana, aparece desde la dcada de 1930 en El marxismo y la teora del lenguaje y es central en lo que Bajtn/Voloshinov llama " l a orientacin en un contexto y una si-tuacin d a d a " o la "comprensin". E l primer problema a con-frontar es la relacin entre la carnavalizacin bajtiniana y la polifo-na. L o que nos induce a comenzar con El Quijote y la prctica discursiva en torno al concepto de modernidad, capitalismo y sus derivados.

    Para Bajtn el texto socioeulturai llamado novela es un com-plejo particular de relaciones sociohistricas. E n sus palabras: " L a novela es una forma puramente compositiva de organizacin de las masas verbales. A travs de ella se realiza en el objeto esttico la forma arquitectnica de acabamiento artstico de un aconteci-miento histrico o social, constituyendo una variante de la culmi-nacin esttica" 1. Siempre se puede delimitar lo que un enun-

    1 B A J T N 1989, p. 25.

    NRFH, X L (1992), nm. 1, 305-322

  • 306 IRIS M . Z A V A L A NRFH, X I

    ciado significa, pero considerado aisladamente, sin tomar en cuente el contexto extra-verbal, extra-textual, lo despoja de sentido. L( cual nos lleva a una diferencia fundamental entre significado y sen tido (ausente en el postestructuralismo, que se centra en el signifi cado y el significador). E l enunciado se apoya en su pertenencia real y material a un mismo trozo de existencia, dando a esta co munidad material una expresin y un desarrollo ideolgico nue vo (la definicin es de Voloshinov).

    E n "Problemas del texto l i terar io" Bajtn problematiza el es tudio de los productos culturales en trminos de lo dado y lo crea do: la creacin puede abordarse como asimilacin y reescritur de elementos dados. N o se trata de un simple reflejo o de una me-ra expresin de cuanto pre-existe fuera, de un todo hecho, m bien " l o dado siempre se transfigura en lo creado". E l texto se concibe como una interseccin e interrelacin entre lo dado y le creado, y la operacin lectora implica la necesidad de examinai cuanto lo dado inscribe en lo creado y la manera en que esta ins-cripcin se efecta. Este objetivo aleja la crtica dialgica que pro-pongo de la sociologa de la literatura, en una distancia diferencial. L a sociologa descuida lo creado como prctica textual al busca estructuras correspondientes (lo que se ha llamado convergencias, o convergencias de universales), de manera contradictoria o no, entre la creacin y un dado todo-hecho 2.

    E n resumidas cuentas, lo que se conoce por " l o l i terario" es un hecho complejo que se produce a partir de una interpelacin de varias prcticas socio-ideolgicas; el texto no consta slo de le que enuncia y la manera como lo enuncia (lo que l lama entona-cin o lo social), sino tambin de silencios, de no-enunciados y de no-visibles (objeto tambin de pesquisa para la deconstruccin a partir de anlisis del lenguaje). Se sigue de ello que la tarea i n -terpretativa encontrara contenido privilegiado en las brechas y discontinuidades, lo que en el texto se ha elegido para descartar o lo no-dicho o no-reproducible, lo silenciado y ausente que for-ma parte implcita de la obra como parte de la comprensin. E l rastreo de estas huellas reprimidas y enterradas es propiamente la labor crtica. Es decir, el dilogo oculto o abierto del texto, que

    2 Remi to a las interesantes observaciones de M . P I E R R E T T E M A L C U Z Y N S -K I 1 9 8 9 , 1 9 9 0 . Se observar que la lectura apresurada de E . R I V E R S 1 9 8 8 con-funde dilogo y dialoga; se le escapa el nivel de l a dialoga textualizada, desa-rrol lada sobre todo en Esttica de la creacin verbal. Sobre los diversos niveles de dialoga bajt iniana, cf. Z A V A L A 1 9 8 9 , 1 9 9 1 .

  • NRFH, X L EL QUIJOTE Y L A C R T I C A D E L L O G O C E N T R I S M O 307

    consiste no slo en el producto acabado, sino en lo ante- y fuera del texto (en definicin de Claude Duchet). E l mismo problema de " fuera del texto" (hors-texte) preocupa a Jacques Derrida des-de otro mirador terico: lo fuera del texto forma parte para l de lo que llama "texto g lobal" . Volveremos sobre ello.

    Este marco de referencia nos permitir plantearnos algunos de los conceptos bajtinianos clave, muy especialmente la novela (forma), la palabra en la novela, y la carnavalizacin literaria, para abordar algunos no dichos en ese monumento literario llamado El Quijote. Partimos de una consideracin ideolgica del signo; es de-cir, que el lenguaje no es " u n sistema de categoras gramaticales abstractas", sino un lenguaje "saturado ideolgicamente", co-mo una "concepcin del m u n d o " , incluso "como una opinin concreta" 3 . E n definitiva como un "dilogo social" 4 . L a palabra que nace en el interior de un dilogo como su rplica viva , y su interaccin dialgica de la palabra ajena se forma en el interior mismo del objeto, y est ligado a lo que llama polifona.

    Este es el sentido en que diremos, siguiendo a Bajtn, que la historia de la forma novelstica se estructura sobre una base argu-mental y composicional diferente y se relaciona con otras tradi-ciones genricas en el desarrollo de la prosa literaria europea 5. E l acento sobre lo dialgico nos permite abordarla como un ejerci-cio histrico de reactualizacin y renovaciones ligado a un impor-tante conjunto cronotpico que cambia de forma y de sentido his-tricamente desde la Antigedad clsica: lo cmico-serio, cuya ac-cin simblica se modifica y ensancha significativamente en trminos de dilogo antagonstico de las voces de clase. Su conte-nido mismo explora estrategias de legitimacin de su propia posi-cin de poder, muchas veces de manera encubierta y disfrazada. L o " d a d o " en el texto narrativo individual es el sistema vasto del carnaval como factor determinante y decisivo en la historia del gnero novelesco. E n la forma de lo dialgico, el carnaval no es un fenmeno literario en s, ms bien debe entenderse como una imagen artstica del lenguaje literario cuya forma heterognea Baj-tn l lama "carnavalizacin l i terar ia" (principalmente en su estu-dio sobre Dostoievski). Sera necesario aadir la calificacin de que en la narrativa hay una historia textualizada, un dado, la te-matizacin del discurso carnavalesco como dimensin persisten-

    3 B A J T N 1989, pp. 88-89. 4 Ibid, p. 94. 5 B A J T N 1988, p. 144.

  • 308 IRIS M . Z A V A L A NRFH, X L

    te. Podramos decir que es a modo de categora organizadora que intenta impugnar y minar el sistema de valores dominante.

    Si seguimos la demostracin bajtiniana de tratar de diferen-ciar la " l iteratura carnavalizada" como aquella que ha sufrido directamente, sin intermediarios, o indirectamente despus de una serie de estados transitorios, la influencia de uno u otro aspecto del folclore carnavalesco (antiguo o medieval). E n la forma ms plena de lo que Bajtn distingue como "percepcin carnavales-c a " se nos remite a las culturas populares en los procesos de for-macin y desarrollo de la produccin literaria occidental. Ms es-pecficamente, a los procesos de formacin del gnero novelesco, desde sus elementos constitutivos a finales de la Antigedad cl-sica, y en particular, durante la Edad M e d i a y el Renacimiento. Y o leo con este espritu de categora organizadora y modo de pro-duccin el cronotopo del carnaval, accesible en forma textual co-mo espacio relacional en un sistema dialgico que restaura las voces ahogadas que se oponan.

    Bajtn disfruta las distinciones y la reaudicin de las voces opo-sitivas desde los elementos de carnavalizacin en los dilogos so-crticos, la stira menipea, hasta la polifona de Dostoievski. Se-mejante reconstruccin es solidaria con las voces de oposicin en nuestra propia poca, y en su estudio del carnaval como potica de la cultura a partir de Rabelais (1987), extiende las lneas fron-terizas y toca nuestra contemporaneidad con Pablo Neruda 6 . L a atmsfera de "alegre relatividad" de la percepcin carnavalesca "debi l i ta [la] seriedad retrica y unilateral [del mundo], su racio-nalismo, su monismo y su dogmatismo" 7 . L a fuerza vivificante de esta dimensin liberadora est inscrita en la literatura carna-valizada como rasgo genrico precisamente porque en cada po-ca se reescribe la herencia textual, que se genera mediante el n i -vel de actualidad, en la zona de contacto con los cotanos vivos. L a libre invencin y la actitud crtica en la reestructura de la tra-dicin, da paso a nuevas imgenes literarias, mientras la delibe-rada heterogeneidad de estilos y de voces abre el texto a una plu-ralidad de tono.

    E l acento sobre lo dialgico permite abordar las formas hege-mnicas mismas en voces simultneas con los grupos subordina-dos. E n formulacin bajtiniana " junto a la palabra que represen-

    6 R e m i t o a mis distintas elaboraciones sobre el carnaval ( Z A V A L A 1989a, 1989b, 1991).

    7 B A J T N 1988, pp. 152-153.

  • NRFH, X L EL QUIJOTE Y L A C R T I C A D E L L O G O C E N T R I S M O 309

    ta, aparece la palabra representada 5 ' 8 , que se instaura mediante el discurso bivocal. Podra decir que esta simultaneidad instaura el discurso de clase en el material narrativo.

    Este horizonte de carnavalizacin y sus discursos antagonis-tas, nos lleva, me parece evidente, a una teora de la representa-cin, del lenguaje y del sujeto. Y , naturalmente, lo ya dicho: que la carnavalizacin literaria representa una transposicin del car-naval (espectculo sincrtico con carcter ritual) al lenguaje de la literatura. L a carnavalizacin es una traslacin9 del mundo al revs o de la percepcin anatrpica, tambin de la disparidad y la excentricidad. Pero una vez ms, como estrategia la ambiva-lencia simblica del carnaval es esencialmente polmica y restau-ra las voces dentro del sistema dialgico de las clases sociales. C a -da imagen es doble y rene en s ambos polos del cambio y de la crisis, para violar lo normal y lo acostumbrado 1 0 . Por supues-to nos importa su relacin con la risa y la parodia, y la ambiva-lencia que ambas inscriben, no como reduplicacin del sistema de creencias impuesto, sino como el proceso por el cual se apro-pia la hegemona imperial y catlica para vaciarla de contenido, subvirtindola y cargndola de mensajes opositivos muy diferentes.

    E n este espacio dialgico surge lo "creado" en Cervantes: elige una toma de posicin singular "carnaval izante" , frente a su so-ciedad, y se propone materializar su proyeccin del mundo. L a carnavalizacin en El Quijote designa un proceso de produccin sociocultural vigente en el pasado desde el mundo llamado cl-sico, a la Edad M e d i a y la Espaa festiva de Felipe I I I , en las particulares condiciones sociales e histricas de una instancia de-terminada del desarrollo de la cultura. Desde un punto de vista funcional, el trmino bajtiniano "carnavalizacin'' es un concepto bien preciso y con una especificidad del contenido poltico que no se puede trasladar a cualquier estado de sociedad o hegemona, n i es tampoco aplicable automticamente de manera transhist-rica a los textos, a menos que dejemos de lado el uso y lo relacio-nemos con un hipottico significado que restablece una especie de trascendencia. Desde nuestro punto de vista, es necesario em-plear el trmino con cautela y en la historia de sus formas cam-biantes, de sus ausencias y presencias 1 1.

    8 Ibid., p. 153. 9 Ibid., p. 172. 10 Ibid., p. 177. 1 1 Var i os estudios de la picaresca se centran en los elementos carnaval i -

    zantes en Alemn, Quevedo, El Lazarillo, El Quijote. Vanse en particular E D -

  • 310 IRIS M . Z A V A L A NRFH, X L

    Unos cuantos ejemplos nos salen al paso para apuntar las se-mejanzas y las diferencias del mundo carnavalizado: El Buscn (re-dactado entre 1604-1605), La picara Justina (1605) y algo despus El Guzmn de Alfarache (1612) 1 2. L o que denuncian la risa y el car-naval no tiene el mismo objetivo, en su especificidad del conteni-do poltico y la experiencia, han cambiado de funcin. E n efecto, ya antes he sugerido (1987) la coloracin carnavalesca de El Guz-mn y su particular uso de la dialoga, con un agustiniano "terce-r o " moral. A lo que apunto al mencionar estos ejemplos es que tanto el texto moralista de Alemn cuanto el de Quevedo engu-llen el texto carnavalizado y lo moral se impone sobre la risa des-mitificadora. L a funcin prctica de la herencia textual y cultural tiene una misin ideolgica distinta. E n la famosa Lozana andalu-za (1528 o 1530) de Francisco Delicado, T . Bubnova (1987) nos ha puesto de relieve las claves carnavalizantes del l ibro, recordan-do con sagacidad la especificidad de cada clave carnavalesca, y los juegos e intercambios entre un enunciado ambivalente y uno ambiguo, en afirmaciones y negaciones. Por encima y ms all de sus semejanzas, la clave carnavalesca tiene su propia especifi-cidad y contenido ideolgico. Si m i lectura es correcta, el progra-ma ambivalente tiene dos lados: o bien el "carnaval de los opri-midos" o la inversa: vaciar de mensaje opositivo las formas para instaurar las voces hegemnicas. Dicho en palabras bajtinianas:

    Una obra literaria representa un eslabn en la cadena de la comu-nicacin discursiva [. . . ] con aquellas a las que est contestando y con aquellas que le contestan a ella; al mismo tiempo, como rplica de un dilogo, est separada de otras obras mediante las fronteras absolutas del cambio de sujeto discursivo1 3.

    Y bien, el papel que desempea la " r i s a carnavalesca" como condicin de diferencia y praxis concreta anti-metafsica, se con-firma creo al vincularlo al "chivo expiatorio" que Derr ida le adscribe al pharmakon. E n el caso presente, el movimiento va de una historia colectiva a la particular. S i bien no es el momento

    M O N D C R O S 1 9 6 7 , 1 9 7 5 , 1 9 8 6 ; A N T O N I O G M E Z - M O R I A N A 1 9 8 5 ; A . R E D O N -D O 1 9 8 9 . N inguno , sin embargo, anota la distincin que sugiero entre los dis-tintos usos del cronotopo. M i punto de vista es que la herencia textual se reescribe de formas distintas y con objetivos ideolgicos distintos. N o es el mo-mento de desarrollar este punto, historizando l a risa como cronotopo.

    1 2 Vase en cambio una sugerente lectura en M A L C U Z Y N S K I 1 9 8 9 , 1 9 9 0 . 1 3 B A J T N 1 9 8 3 .

  • NRFH, X L EL QUIJOTE Y L A C R T I C A D E L L O G O C E N T R I S M O 311

    de desarrollar estas contigidades, en ambos la forma especfica es la ambivalencia, la posibilidad de ser los dos polos simultnea-mente. Por encima y ms all de las semejanzas, lo que cuenta es el espesor del material y el problema ms amplio de distinguir entre los rasgos superficiales del discurso y su lgica subyacente. E l empleo del " c a r n a v a l " dramatiza en cada caso las asociacio-nes contingnteselas conexiones que se repiten de formas diver-sas y contribuyen a una lgica de la risa para crear la ambivalen-cia y la ambigedad.

    L o que Bajtn hace es historizar la risa como desmantelamien-to del imperio de las viejas categoras sociales y su lenguaje, al mismo tiempo que nos permite reformular las proposiciones es-tructurales de funciones narrativas y las formas fijas (por ejem-plo, sustanciales en Propp y Greimas). L a obra de Batjn nos ofrece una leccin til y nos restaura un cuerpo de relatos y cmo estos emergen de sus mundos sociales, dando lugar al sujeto. Recorde-mos que en la novela a partir del siglo x v n , Bajtn ve el surgi-miento de "nuevos" elementos narrativos, "diferentes" que em-piezan a convivir junto a los elementos carnavalescos, y que des-cribe en trminos especficos de una polifona literaria. Como obra mxima, fronteriza, El Quijote articula la crisis textual de este sur-gimiento, y si bien todava domina un prisma diegtico carnava-lesco, en el aspecto narrativo del discurso, la narracin y descrip-cin constituyen lo narrado. E l discurso textual se distingue as de la manera de presentar lo narrado, a la vez que da lugar al sujeto y las modificaciones de la experiencia del sujeto entre el feudalismo y la modernidad. Es decir, creo que en el plano sim-blico encontramos una parodia de aquella nobleza " feudal " cons-ciente de s misma como "sujeto de la h istor ia" (en conocida fra-se de M a r c Bloch).

    El Quijote no forma parte de la literatura carnavalizada pro-piamente dicha, como El libro de buen amor, pero tampoco se puede decir que sea propiamente novela polifnica a la manera de Dos-toievski, que orquesta las contradicciones del capitalismo indus-trial, si seguimos a Bajtn. Pero sin duda y esto es importante, anticipa elementos de las contradicciones y aporas de las arenas movedizas de eso que Fernand Braudel llama ' 'economa-mundo". E n el plano formal, ya estn en vas de desaparicin en El Quijote algunos elementos tpicamente carnavalescos, especialmente en la Segunda parte; por ejemplo la risa desmitificadora, rasgo esen-cial de la Pr imera , se va con virtiendo en contigente. L o polifni-co que Bajtn describe como prctica novelesca de Dostoievski es

  • 3 1 2 I R I S M . Z A V A L A NRFH, X L

    la cristalizacin de factores mltiples l a incorporacin de ele-mentos ya residuales (carnavalescos) a otros polifnicos emer-gentes.

    Y bien, intentemos recomponer la historia del cronotopo y sus sedimentaciones que le llegan a Cervantes. Es posible realizar es-ta operacin de manera diferente captando en el contexto situa-cional otros elementos del hors-texte histrico. Para comenzar, que la Contrarreforma y la anti-modernidad que ella representa, al valorar el lenguaje monolgico de la "verdad nica" o lo anti-guo, tienen elementos en comn: el restablecimiento del orden, como normalizacin de una crisis. Crisis que significa un proceso de ruptura contra lo que se l lama la "tradicin" y sus institucio-nes, y el viejo lenguaje metafsico y teocrtico. E l cronotopo de la risa y su amplio registro de ambivalencia, le permite desmon-tar el monologismo teocrtico e instaurar la heteroglosia social, mediante el discurso bivocal pardico, que dialogiza todo contex-to discursivo. E l objetivo es desenmascarar la monologa y su " c a -nibalismo discursivo " 1 4 .

    E n este marco, cabe reflexionar la interpelacin cervantina a partir de la informacin explcita de su texto (parte verbal actua-lizada), para movilizar al oyente o lector, todo un mundo en el cual se integra como fragmento: el mundo de las representacio-nes que comparten lectores y emisores como un "horizonte co-m n " (trmino de la teora de la recepcin), que es la parte so-breentendida de la comunicacin. Justamente en ese sentido ope-ra la dialoga cervantina: los dilogos entre amo y criado (por ejemplo el captulo con J u a n Haldudo, analizado por Gmez-Mo-r iana 1 5 ) le permiten al lector detectar las ironas de los comenta-rios del narrador, que ponen de relieve el enfrentamiento entre dos lenguajes pertenecientes a las dos visiones de mundo antag-nicas que se disputan la hegemona en la Espaa cervantina.

    Cervantes logra convertir el epos caballeresco en novela, re-duciendo a lo grotesco los ms altos valores del orden feudal. Es decir: la representacin y lo representado, y la ambivalencia, del

    1 4 Establezco una ampl ia lectura del discurso monlogico como forma de " c a n i b a l i s m o " en conferencia para la Vih International Bakhtin Conference, M a n -chester, 1 9 9 1 , "Notes on the Cannibal is t i c Discourse of M o n o l o g y " . E l mis -mo tema se ha ampliado considerablemente en la conferencia inaugural de la U n i v e r s i d a d de Varsov ia , con motivo del V Centenario "Dilogo intercultural . Migracin de discursos" , octubre 1 9 9 1 . C o m b i n o a Bajtn con una definicin freudiana de la antropofagia discursiva.

    1 5 Vanse G M E Z - M O R I A N A 1 9 8 8 , 1 9 9 0 .

  • NRFH, X L EL QUIJOTE Y L A C R T I C A D E L L O G O C E N T R I S M O 3 1 3

    mismo modo que la palabra en la novela cervantina es bivocal, y participa del dilogo social de su poca. Y algo ms, esta ambi-valencia lograda mediante la palabra bivocal significa todo un pro-yecto histrico contra lo que llamaramos (despus de Derrida), el logocentrismo metafsico, sus "verdades nicas" y su lenguaje monosmico, pero mediante la "relatividad alegre" de la risa. N o son stas formas de cada al abismo; Cervantes constituye la am-bivalencia de la risa contra las aporas de la doxa como vehculo ideolgico contra el miedo al mundo de lo simblico y su violen-cia. S i nuestra presentacin ha de ser completa, la ambivalencia es aqu una forma de praxis social, una especie de solucin sim-blica de una situacin histrica concreta.

    Pero, por logocentrismo hemos de entender algo muy preci-so: no slo la metafsica de la presencia, o la transparencia del significador sobre el significado, entre tantas otras definiciones (s-tas son las ms difundidas, y base de la lectura de Saldvar 1980, por ejemplo). Entenderemos la ilusin que el significado de una palabra tiene su origen en la estructura de la realidad misma y, por tanto, hace que la verdad sobre esta estructura parezca direc-tamente presente en la mente. Es decir, que las palabras en un lenguaje reflejan la estructura del mundo; sus categoras del mundo y sus conceptos la estructura de la realidad. L o que con toda ra-zn Ellis (1989) l lama esencialismo. Si Cervantes deconstruye el error del logocentrismo, lo hace mediante la lgica de la aperanto-logia ms que mediante el lenguaje figural (tesis de Saldvar 1980).

    Hago hincapi que parte de la mejor evidencia del empleo dis-tinto del cronotopo carnavalesco es que a m i ju ic io El Quijote est estructurado mediante la aperantologa, o ciencia de lo " i n -cercable" o " inmarcab le " , en trmino de J u a n Caramuel en Ra-tionalist et realis philosophia (1642). Es aqu donde unas deconstruc-ciones de Derr ida pueden acompaar nuestra lectura para desci-frar la interpelacin del Quijote. Comenzaremos por ofrecer un parergon (encuadre) del texto, partiendo de la deconstruccin, para mostrar los pasos diferenciales que sacan a la luz los presupuestos de la Espaa "hechizada ' ' y su papel en el sistema de valores me-tafsicos e ideolgicos. L o que sigue es un proyecto de lectura de-constructiva que pone de relieve a su vez la dialoga cervantina. Este es el sentido en que, siguiendo la influyente versin de De-rrida, analizaremos las oposiciones binarias del pensamiento me-tafsico monolgico y excluyente que Cervantes desenmascara y desmitifica. Las ms conocidas son aquellas que oponen el habla a la escritura, la presencia a la ausencia, la desviacin a la or-

  • 3 1 4 I R I S M . Z A V A L A NRFH, X L

    ma, el centro a la periferia, la experiencia al suplemento. Pero, en particular, Cervantes permite vislumbrar que las oposiciones metafsicas del imperio teocntrico constituan un vehculo ideo-lgico para la legitimizacin de las estructuras concretas de poder y dominio. Podremos entender asi cmo estas oposiciones son con-ceptos posicionales que coinciden con las categoras de la Otre-dad o diferencia.

    Esta problematizacin se articula a travs de una serie de es-cenificaciones. A saber: 1) lgica de los ' 'paleonomios" (la reten-cin de nombres antiguos injertndoles un nuevo significado); 2) crtica del logocentrismo; 3) el conflicto de facultades o la rela-cin entre los lenguajes aseverativos y los performativos, o la fa-cultad de la filosofa y las limitaciones impuestas por el poder del estado; 4) el concepto de literatura o discurso literario; 5) la es-tructura de las marcas o la inscripcin del nombre propio; 6) la ley del gnero. M e limitar a ellos (si bien no son los nicos, ya he hablado del trazo o de la " h u e l l a " antes) 1 6 .

    1) L a lgica de los paleonomios estructura toda la Primera parte del Quijote, hecho que nos inclina a considerar a Cervantes como un deconstructor de las oposiciones: la retencin de nombres an-tiguos injertndoles un nuevo significado conduce al lector desde el primer captulo en las vinculaciones que subrayan la etimolo-ga o la morfologa de una palabra sacando a la luz el espacio va-co. A menudo tiene un inters especial cuando el elemento raz es una versin de diffrence: el nombre del hroe bastara como pa-rergon de diferencia Qui jada , Quesada, Quejana, Quijote.

    E l injerto paleonmico no est slo en pasar de un concepto a otro baca/yelmo, Quijano/Quijote, por ejemplo , sino " e n invertir y cambiar tanto un orden conceptual como uno no con-ceptual con el que se a r t i c u l a " 1 7 . E n nuestro caso en especial indica la palabra bivocal ambivalente o los dobles significados de-rrideanosla ambivalencia, el juego por el que cada uno se re-mite al otro, se invierte y pasa al otro (personaje/persona, h-roe/anti-hroe, interior/exterior, habla/escritura). E l papel que desempea el nombre como condicin de la diferencia es el movi-miento, el lugar y el juego de la diferencia, al mismo tiempo que revela la relacin especialmente problemtica que crea las disper-siones entre lo serio y lo poco serio.

    2) L a crtica al logocentrismo metafsico est vinculada a todo

    1 6 Z A V A L A 1989.

    1 7 D E R R I D A 1972, p. 393.

  • NRFH, X L EL QUIJOTE Y L A C R T I C A D E L L O G O C E N T R I S M O 3 1 5

    el entramado del lenguaje constativo, performativo a su vez, permite el cuestionamiento de las categoras y mtodos propios de ambos lenguajes. Cervantes parece mantener la nocin de que la verdad puede surgir de posiciones de marginalidad y excentri-cidad estrategia terica de la deconstruccin (si seguimos a C u -11er)18. E l proyecto crtico es que la " v e r d a d " tiene su duplici -dad persistente (lo que Bajtn denomina dialoga polmica), una referencia doble siempre. U n a lectura deconstructiva del texto identificara esta situacin paradjica de la verdad, en la cual las posturas logocntricas contienen su propia anulacin. E l logocen-trismo totalizador y excluyente segn Derrida presume la prio-ridad del habla (la voz, el verbo, la palabra) sobre la escritura.

    L a razn logocntrica produce las oposiciones binarias del pen-samiento occidental: voz/escritura, presencia/ausencia, origen/su-plemento. Esta privilegia la presencia como conciencia que se es-tablece por medio de la voz (relacin necesaria para establecer pen-samiento logos y voz fon), que fundamenta as el rechazo de la escritura en la engaosa ilusin del logos, para el cual el de-cir y el querer decir coinciden. De esta manera refuerza la cons-tante metafsica que determina el ser del ente como presencia 1 9 .

    N o es posible ahora emprender todo el recorrido contra el lo-gocentrismo sustentado en los mecanismos de significacin tex-tual y las tensiones de la ambivalencia. M e limitar a un pasaje muy conocido: el escrutinio de la librera (I, 6) y la quema de libros, actos que indican la condena explcita de la escritura. L a validez normativa de esta lgica radica en las prohibiciones hist-ricas que el pensamiento metafsico (el cura y el barbero) reciben ininterrumpidamente desde el Fedro de Platn en el contexto si-tuacional de la Espaa de la Contrarreforma. Lo que subyace en la estructura especulativa del captulo es la autoridad del logocen-trismo y su exigencia de la destitucin de la escritura. E l aconte-cimiento tematiza y textualiza esta situacin concreta en la nove-la como etapa de la metafsica logocntrica y al fonocentrismo co-mo la forma que reviste la lgica del discurso. Segn la lgica logocntrica, el sujeto que habla es consciente de estar presente a lo pensado, por lo cual no necesita ningn instrumento acceso-rio (la escritura, el signo). E n consecuencia, la escritura es dis-pensable. Naturalmente, todo lector informado sabe que Don Q u i -jote no necesita del signo externo, porque l es escritura.

    1 8 C U L L E R 1 9 8 2 , p. 1 3 7 . 1 9 Vase ahora P E R E T T I 1 9 8 9 .

  • 3 1 6 I R I S M . Z A V A L A NRFH, X L

    Quizs convenga que nos detengamos en otros recursos para deconstruir la lgica logocntrica y sus modelos mediante la am-bivalencia. Es conocidsimo el ejemplo que ofrece Derrida para poner en evidencia los ensueos de razn y de verdad, y el dis-curso de sujeto de conocimiento racional: el "pienso, luego exis-t o " cartesiano; el yo resiste cualquier duda acerca de su veraci-dad, desde el momento que est presente a s mismo en el actc de pensar. Pensemos a esta luz el " y o s quien soy" que pronun-cia Don Quijote (I, 5) condicin del ser quijotesco que el per-sonaje identifica con todos los Doce Pares de Francia y los Nueve de la Fama, entre otros. Esta afirmacin excntrica y margina] sobre el sujeto podra interpretarse a la luz de una crtica del lo-gocentrismo, de justamente ese sujeto cartesiano, hoy deconstrui-do; o cunto menos, de la lgica de las verdades nicas y de las presencias.

    L a deconstruccin del logocentrismo se realiza aqu desde la posicin marginal y excntrica, desde una lgica de la suplemen-tariedad como estrategia interpretativa. Como injerto marginal. D o n Quijote opera en trminos de la lgica del suplemento para invertir la jerarqua, para mostrar que lo marginal se ha hechc central. Saca a la luz los presupuestos en el sistema de valores me-tafsicos; sita de forma distinta la oposicin contra la imposicir metafsica e ideolgica. Y algo ms lo que Derrida examina co-mo el "conflicto de facultades" se incorpora como una red dt estructuras institucionales que rigen las prcticas, competencia:: y actualidades.

    3) Las preguntas sobre la fuerza institucional las establece De rrida a partir de una lectura deconstructiva de K a n t , que analiz en un ensayo llamado " E l conflicto de facultades" (en Lafilosofic como institucin 1984). Examina aqu la relacin entre filosofa ) poder de estado, que resulta finalmente en una distincin entre el lenguaje aseverativo y el constativo. E n el primero se acta l i -bremente, mientras el segundo est reservado para el estado (} las instituciones). S i no hay hors texte (fuera del texto), las realida-des de que se nutre la poltica y las formas de manipularlas sor inseparables de las estructuras discursivas (lo que Derr ida llarm "texto g lobal " 2 0 ) . E n El Quijote, ambos lenguajes se textualizar en mltiples ocasiones, en la esfera de la irona y la ambivalencia de la risa: recordemos al pasar el choque entre ambos lenguaje! otra vez en el escrutinio de la biblioteca, y algo despus en IO

    2 0 C f . C U L L E R 1982, p. 140.

  • NRFH, X L EL QUIJOTE Y L A C R T I C A D E L L O G O C E N T R I S M O 3 1 7

    no menos famosos captulos I, 47-48 cuando el cura y el cannigo disputan y dialogan sobre los textos y las "lecturas correctas e i n -correctas".

    Invito a repensar estos captulos a partir de la historia de las lecturas, como una polmica sobre las lecturas "correctas" e " i n -correctas", que bajo ciertas circunstancias (la lgica del logocen-trismo metafsico de la Espaa contrarreformista), estn en pug-na. L a lectura "correcta" sera reductiva y ese imperialismo tex-tual invalidara como (hetero)doxa lo que consideraba fuera de la autoridad nica. Lo que el captulo nos pone de relieve a l menos as lo entiendo es que la verdad no es ms que una fan-tasa de la voluntad de poder 2 1 . Esta leccin se convertir en la meta de la obra de Nietzsche, cuyo objetivo ser, justamente, de-senmascarar esta voluntad en los conceptos de la tica; en Cer -vantes se nos apuntan los rigores de las ideas dualistas y los jue-gos de verdad en la metafsica y los poderes teocrticos.

    4) E l concepto de literatura o discurso literario en El Quijote nos revela un proyecto cervantino de tratar otros gneros (la filo-sofa, la retrica) como gnero literario; es decir, la naturaleza ficticia y retrica de los otros discursos. Partir con De M a n (1971) en este caso para aplicar la categora de literario a todo lenguaje, que en palabras cervantinas equivale a emplear la cate-gora de potico. Recordemos el fragmento cervantino:

    Porque la escritura desatada destos libros da lugar a que el autor pueda mostrarse pico, lrico, trgico, cmico, con todas aquellas partes que encierran en s las dulcsimas y agradables ciencias de la poesa y de la oratoria; que la pica tambin puede escribirse en prosa como en verso (I, 47).

    E l grado de la especificidad literaria diramos hoy, siguiendo a De M a n no depende de la discursividad de la forma sino del grado de retoricismo o de tropos retricos consistentes del lenguaje (p. 137). E n otras palabras: ningn discurso tiene una posicin epistemolgica especial y autorizada, n i el filosfico, n i el histri-co, n i el crtico, n i el potico. Ninguno de estos discursos es "se-r i o " en oposicin al no serio o marginal de la literatura (vase De la gramatologia). L o cual supone y es lo que adems se en-tiende como suplemento leer las obras literarias como tratados

    2 1 Sobre la fantasa de poder en u n sentido derrideano, cf. B A R B A R A J O H N -S O N 1980.

  • 3 1 8 I R I S M . Z A V A L A NRFH, X I

    retricos implcitos, que realizan en trminos figurativos un ra-zonamiento sobre lo figural y lo literal.

    E l fragmento citado de El Quijote nos inclina a pensar que e] texto no mantiene la posicin privilegiada de unos discursos so-bre otros; se niega al monologismo y al monismo que eliminara todas las disposiciones. Reinscribe, por as decirlo, la indetermi-nacin entre las obras literarias y no literarias dentro de una tex-tualidad general: la "escritura desatada".

    E n El Quijote la escritura se describe como desatada; el caso me-rece una descripcin como parergon de la lgica de la significa-cin. Emprendamos una deconstruccin paleonmica del trmi-no "desatada" ; proviene de atar = amarrar, sujetar una cosa a otra con una cuerda, rodear o ceir una cosa, anudar, afrenillar. agarrotar, ajustar, amanear, amarrar, apear, apersogar, apiolar, aprisionar, arrendar, arrizar, uncir, vincular. E l prefijo des indi-ca el sentido fundamental de inversin del significado de la pala-bra primitiva = por tanto desamarrar, desanudar, desvincular nc la lengua, sino la escritura.

    L o que propongo entonces es que la escritura desatada supone la estrategia retrica a analizar en Don Quijote como pars pro toto. de la misma manera que el suplemento en Rousseau, el pharma-kon en Platn y el parergon en Kant . Nuestro texto narrativo se mantiene acorde con las premisas de lo que Derrida denomina archiliteratura, que deshace la jerarqua que considera la escrituro (gramatologa) un elemento marginal poco serio del discurso con-ceptual. A l mismo tiempo, esta escritura deconstruida nos revela la huella de un discurso ausente, marginado por la lgica metaf-sica de la verdad nica: la voz, la palabra de una Iglesia teocrti-ca contrarreformista. Y , por otra parte, un razonamiento sobre lo literal y lo figurativo en todas las discusiones en torno a la escri-tura, dentro de la tradicin esttica que Derrida denomina "eco-nomimesis" . Mientras el mimetismo se articula en el concepto de verdad, la economimesis permite cuestionar la creatividad, ) la diferencia entre la representacin y lo representativo y la prio-ridad de lo que es representado sobre su representacin.

    E n realidad y ahora retomamos a Bajtn lo que Derrida entiende por "archi l i teratura" as como la metaliteratura y e metacomentario no existen como tal; son lo mismo, pues se mue-ven en el terreno de los sobresignificantes (bien visto por C . Du-chet 1971), pues el universo referencial no es la lengua natural, ms bien la realidad conformada histricamente como "l i te-ratura' '.

  • NRFH, X L EL QUIJOTE Y L A C R T I C A D E L L O G O C E N T R I S M O 3 1 9

    5) L a estructura de las marcas o la inscripcin del nombre pro-pio no es menos importante en nuestro texto, desde el principio. Citemos tres textos derrideanos como parergona: el estudio sobre Nietzsche ( " L a filosofa como institucin"), "Poltica del nom-bre propio" (ambos en La filosofa como institucin, 1984) y Glass (1974). E n este ltimo propone que el inters del discurso litera-rio es la transformacin paciente, burlona, del propio nombre, de la firma: el signo Cervantes, en nuestro caso, que dispersa el sujeto en el texto. Segn Derrida, los indicios del nombre/firma en el texto provocan una inadecuacin al tiempo que adecan, " e l nombre propio queda inapropiado" 2 2 . L a inscripcin del nombre propio es una versin de la firma, que normalmente se sita fuera de la obra, para enmarcarla, presentarla, autorizarla.

    S in embargo, para enmarcar, marcar y firmar de verdad una obra, la firma debe situarse en su mismo centro. Esta inscripcin en el interior del discurso deconstruye la relacin problemtica, logocntrica, entre el interior y el exterior. E l problema del mar-co es justo la teora del parergon; firmar equivale diseminarse desde el cuerpo del propio ergon, otorgar una unidad. Y adems, Cer-vantes se siente obligado a decirnos quin es como autor, en su funcin escriptocntrica, como signo de la "escritura desatada": M i g u e l de Cervantes, autor de La Calatea (I, 6).

    E l nombre garantiza la identidad, la unidad y los lmites de la obra original que titula; Cervantes lo haba sentido, tuvo olfa-to para ello; esta inscripcin o marca del nombre enmarca toda la novela, el narrador se deja narrar, el escritor se convierte en escritura. Determinado programa condiciona esta lectura, e i n -duce al narrador a sealar (encuadrar, parergonar) a los "escr i -tores fingidos", la identidad de esos textos posibles, su juego con las firmas, con sus lmites y con los otros corpus. Todo este siste-ma de encuadre funcionara de otras formas; desde el interior, Cervantes " j u e g a " la historia de la legislacin de las obras que en la Edad M e d i a , regulaba de otra forma la identidad de cada corpus, abandonndolos a la iniciativa transformadora de copis-tas, a los " in jertos" practicados por los herederos o dems "auto-res" (o annimos, o disfrazados, o bajo pseudnimo, bien fueran individuos o colectividades ms o menos sabidas).

    L a consistencia cervantina creo, reelaborando en otra direc-cin a Derrida (1984, p. 128), es una afirmacin " l i t e r a r i a " (de escritura) que parte de cierta poca en que se regulan los proble-

    2 2 C f . C U L L E R 1982, p. 169.

  • 3 2 0 I R I S M . Z A V A L A NRFH, X L

    mas de propiedad de las obras, de la identidad de los corpus, del valor de las firmas, de la diferencia entre crear, producir, repro-ducir. Cervantes lo dice en elipsis, designndose a s mismo co-mo efecto literario y oblicuamente a la literatura.

    6) Todo lo anterior nos acompaa como un simulacro para replantear la ley del gnero. A saber: que un texto no pertenece a ningn gnero, porque el marco que seala sus pertenencias no pertenece al mismo. Cuando una novela como El Quijote se identifica como una narracin mediante la discusin de lo narra-do, el parergon o marco del gnero es sobre y no del gnero 2 3. E l intento del texto de enmarcarse provoca tensiones y deformacio-nes; el texto que se explica a s mismo.

    N o quiero decir que estos puntos sean todo, n i que hayamos agotado sus posibilidades; muy al contrario. L o que se repite ms evidentemente en las lgicas que hemos perseguido es el movi -miento incansable contra el logocentrismo o la metafsica exclu-yente que en esa Espaa difera para rechazar, apartar, hacer de-saparecer, alejar cuanto pareciera poner en tela de juicio la ver-dad nica. Y , si en m i argumentacin me he detenido en la deconstruccin como mtodo para analizar el significado del len-guaje (la textualidad), lo que ocultan significante y significado, no dejo de hacer retornar la hiptesis de la dialoga (que remite al sentido, no al significado) y de una escritura (o voz, o palabra) l a cervantina que no se deja enmarcar.

    L a cervantina sera pues un ejemplo y ejemplar (parergon) de la imaginacin dialgica. L a novela y sigo a Bajtn aprende a utilizar todos los lenguajes, maneras y gneros; obliga a todos los universos lejanos o ajenos, desde el punto de vista social e ideol-gico a hablar de s mismos en su propio lenguaje y con su propio estilo: " C o n tal unin de dos puntos de vista, de dos intenciones y de dos expresiones en una sola palabra [. . . ] en el interior de la imagen empieza a sonar una conversacin inacabada; la ima-gen se convierte en interaccin abierta, viva en universos, en pun-tos de vista, en acentos" 2 4 . As, la figura de Don Quijote, se rea-centa variadamente, y es la base para la evolucin posterior: " l a continuacin de la disputa inacabada originada en e l l a " .

    Este es el sentido abierto del texto cultural cervantino, que i n -terpela contra las hegemonas o lo que Gramsci l lama "sentido

    2 3 E l lector interesado puede consultar la introduccin a l a deconstruccin de C U L L E R 1 9 8 2 , p. 1 7 3 .

    2 4 B A J T N 1 9 8 9 , p. 2 2 4 .

  • NRFH, X L EL QUIJOTE Y L A C R T I C A D E L L O G O C E N T R I S M O 321

    comn" del habitus, ya apergaminada figura paleontolgica. In -terpela mediante la ambivalencia de la percepcin carnavalizada del mundo; el cronotopo del carnaval le hace posible la inversin anatrpica de los elementos ideolgicos, geogrficos y de clase so-cial. L a carnavalizacin le permite a Cervantes el desplazamien-to de lo metafsico a lo dialgico de la palabra cercada al espa-cio heteroglsico de una "escritura desatada", que se desliza en-tre fronteras y sujetos, en dilogos y encuentros mltiples. E n los caminos y ventas (todo ese espacio que cuatro siglos despus V a -lle Incln denominara "ruedo ibrico") presenciamos lo que Baj-tn l lama " l u c h a por el s igno" , que constituye en definitiva la "aperantologa" y la subjetividad.

    Mientras el mundo (el espacio) est organizado a travs de fronteras, cercos, exclusiones, autoridades y jerarquas, la met-fora epistemolgica cervantina (escritura desatada) incluye la cons-truccin creadora de la propia subjetividad ("yo s quien soy") y de la realidad en relacin dialgica con otros. L a dialoga abier-ta al futuro en el reinado fabuloso de una deconstruccin antici-pada; lo que J . Hi l l s M i l l e r l lama "deconstruyendo a los decons-tructores". O , retomando el trmino de su casi contemporneo Caramuel : Don Quijote agudiza el problema de la aperantologa, o ciencia de lo " incercable" o " inmarcab le " .

    E n trminos bajtinianos: el arte cervartino es la palabra dia-lgica abierta al futuro.

    IRIS M . Z A V A L A Ri jkuniversiteit te Le iden

    BIBLIOGRAFA

    B A J T N , M I J A I L 1 9 8 3 . Esttica de la creacin verbal. Siglo X X I , Mxico. , 1 9 8 7 . La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. El contexto de Francois Rabelais. A l i a n z a , M a d r i d . , 1 9 8 8 . Problemas de la potica de Dostoievsky. F . C . E . , Mxico. , 1 9 8 9 . Teora y esttica de la novela. Taurus , M a d r i d .

    B U B N O V A , T A T I A N A 1 9 8 7 . F. Delicado puesto en dilogo: las claves bajtinianos de "La Lozana andaluza". U N A M , Mxico.

    C R O S , E D M O N D 1 9 6 7 . Le prot et le queux. Recherche sur les origines et la nature du rcit picaresque dans "Guzmn de Alfarache" de Mateo Alemn. D i d i e r , Pars.

    , 1 9 7 5 . L'A ristocratie et le Carnaval des queux. Etude sur le ' Buscn C . E . R . S . , Montpe l l i er . , 1 9 8 6 . Literatura, ideologa, sociedad. Gredos, M a d r i d .

  • 322 I R I S M . Z A V A L A NRFH, X ]

    C U L L E R , J O N A T H A N 1982. Sobre la deconstruccin. Ctedra, M a d r i d . D E M A N , P A U L 1971. Blindness and Insight. Essays in the Rhetoric of Contemporary

    Criticism. Ox ford Univers i ty Press, N e w Y o r k . D E R R I D A , J A C Q U E S 1967. De la gramatologa. Siglo X X I , M e x i c o .

    , 1972. Marges de la philosophic M i n u i t , Par is . , 1974. Glass. Galile, Paris . , 1984. La filosofa como institucin. J u a n G r a n i c a , Barcelona.

    E L L I S , J O H N M . 1989. Against Deconstruction. Princeton University Press, Prince-ton.

    J O H N S O N , B A R B A R A 1980. " N o t h i n g Fails like Success", SCE Reports, 8, 7-16, G M E Z - M O R A N A , A N T O N I O 1985. La subversion du discours rituel. L e Prambu-

    le, Montral. , 1988. "Pragmtica del discurso y reciprocidad de perspectivas. Los ju -ramentos de J u a n Ha ldudo (Quijote I , iv) y de Don Juan", NRFH, 36. 1045-1067. , 1991. " L a anti-modernizacin de Espaa. Anlisis sociocrtico de um prctica d i s curs iva " , en Sociocrtica. Prcticas textuales: Cultura de fronteras. E d . M . Pierrette M a l c u z y n s k i . R o d o p i , Amsterdam, pp. 95-110.

    M A L C U Z Y N S K I , M . P I E R R E T T E 1991. " E l monitoring. H a c i a una semitica so-cial c o m p a r a d a " , en Sociocrtica. Prcticas textuales: Cultura de fronteras. Ro -dopi , Amsterdam, pp. 153-174.

    E n prensa Entre dialogues avec Bakhtine ou Sociocritique de la [d]raison polyphonique. R o d o p i , Amsterdam.

    M I L L E R , J . H I L L S 1975. "Deconstruct ing the Deconstructors" , Diacritics, 5, 24-31.

    P E R E T T I , C R I S T I N A D E 1989. Jacques Derrida. Texto y deconstruccin. Anthropos, Barcelona.

    R E D O N D O , A U G U S T I N 1980. " E l personaje de D o n Qui jote : tradiciones folklrico-literarias, contexto histrico y elaboracin cervant ina" , NRFH, 29, 36-59. , 1989. " L a tradicin carnavalesca en El Quijote", en Formas carnavalescas en el arte y la literatura. E d . Jav ier H u e r t a - C a l v o . Ediciones del Serbal, Bar-celona, pp. 153-182.

    R I V E R S , E L I A S 1988. " E l pr incipio dialgico en El Quijote", La Torre, 5, 7-21. S A L D V A R , R A M N 1980. " D o n Quijote's Metaphors and the G r a m m a r of Pro-

    per L a n g u a g e " , MLN, 95, 252-278. Z A V A L A , I R I S M . 1987. " T e x t o y contra-texto en El Guzmn de Alforache", en

    Identit e metamorfosi del barroco ispanico. G u i d a Editore, Napo l i , pp. 175-194. , 1988. "Dialoga, voces, enunciado: Bajtn y su crculo" , en Teora y crti-ca literaria en la actualidad. E d . Grac ie la Reyes. E l A r q u e r o , M a d r i d , pp. 79-154. , 1989a. " H a c i a una potica social: Bajtn h o y " , en Congreso de literatura (Hacia la literatura vasca). I I Congreso M u n d i a l Vasco . Casta l ia , M a d r i d , pp. 19-34. , 1989b. "Cervantes y l a palabra cercada" , Anthropos, n u m . 100, 39-43 [ N u m . especial dedicado a Cervantes] . , 1991. La posmodernidady Mijail Bajtn. Una potica dialgica. Espasa-Calpe, M a d r i d .