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Para llenar el vacío que siento… La cueva en la que se encontraba era oscura, solo iluminada por las antorchas de aquellas personas que, en su buena voluntad, abrieron un camino de luz para los nuevos guerreros que surgían en el mundo, evitando que su viaje inicial fuera llenado de terror en la oscuridad y a la merced de los monstruos que ahí se encontraban. Monstruos cuya fuerza era muy baja, pero para los principiantes eran un verdadero desafío. Una persona, una mujer solitaria, la visitaba. Era de cuerpo delgado y alto. Medía aproximadamente 1 metro con 75 centímetros. Su cabello era de un color rojo brillante, y lo llevaba suelto. Su frente quedaba descubierta y su fleco se extendía en por dos caminos pasando por sus cienes, formando un arco que se extendía un poco más allá de sus hombros. Vestía un traje de botones color azul, el cual tenía dos bolsillos a los lados y líneas de un azul más oscuro. Sus mangas eran largas y sus manos estaban cubiertas por guantes de cuero. Llevaba puesto un cinturón simple de cuero y unas medias que llegaban casi adentro de su falda, y unas botas de cuero que llegaban un poco más allá de sus tobillos. La chica se encontraba caminando sigilosamente entre la oscuridad, con su arco preparado para disparar en cualquier momento. En la oscuridad y al lado de una antorcha divisó a un “Skeleton”, un esqueleto de color blanco que solo portaba un short café y usaba 2 huesos, quizá fémures, como armas. Se arrodilló en una posición estratégica cerca, casi a la vista del Skeleton, pero sin mostrarse ante él. Preparó su arco y apuntó a su cabeza. Disparó y la flecha voló recto hacia el cráneo, atravesándolo. Se acercó al esqueleto inerte en el suelo y lo revisó. Los huesos eran valiosos entre los alquimistas y fanáticos de lo extraño. La ropa podría servir de algo. Todo sirve para protección o para obtener dinero. Continuo matando solo unos cuantos más, usando la misma táctica. No había muchos monstruos que le opusieran resistencia, pues mataba de un solo impacto certero, y no alcanzaban a ver siquiera qué los mató. Ragnarok: The Fight Against Moonlight Jorge Cuevas

Ragnarok - The Fight Against Moonlight

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una breve historia que he escrito sobre una fantasía que he tenido mucho tiempo en mi mente y deseo plasmarmes ahora

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Para llenar el vacío que siento…

La cueva en la que se encontraba era oscura, solo iluminada por las antorchas de aquellas personas que, en su buena voluntad, abrieron un camino de luz para los nuevos guerreros que surgían en el mundo, evitando que su viaje inicial fuera llenado de terror en la oscuridad y a la merced de los monstruos que ahí se encontraban. Monstruos cuya fuerza era muy baja, pero para los principiantes eran un verdadero desafío. Una persona, una mujer solitaria, la visitaba. Era de cuerpo delgado y alto. Medía aproximadamente 1 metro con 75 centímetros. Su cabello era de un color rojo brillante, y lo llevaba suelto. Su frente quedaba descubierta y su fleco se extendía en por dos caminos pasando por sus cienes, formando un arco que se extendía un poco más allá de sus hombros. Vestía un traje de botones color azul, el cual tenía dos bolsillos a los lados y líneas de un azul más oscuro. Sus mangas eran largas y sus manos estaban cubiertas por guantes de cuero. Llevaba puesto un cinturón simple de cuero y unas medias que llegaban casi adentro de su falda, y unas botas de cuero que llegaban un poco más allá de sus tobillos. La chica se encontraba caminando sigilosamente entre la oscuridad, con su arco preparado para disparar en cualquier momento. En la oscuridad y al lado de una antorcha divisó a un “Skeleton”, un esqueleto de color blanco que solo portaba un short café y usaba 2 huesos, quizá fémures, como armas. Se arrodilló en una posición estratégica cerca, casi a la vista del Skeleton, pero sin mostrarse ante él. Preparó su arco y apuntó a su cabeza. Disparó y la flecha voló recto hacia el cráneo, atravesándolo. Se acercó al esqueleto inerte en el suelo y lo revisó. Los huesos eran valiosos entre los alquimistas y fanáticos de lo extraño. La ropa podría servir de algo. Todo sirve para protección o para obtener dinero. Continuo matando solo unos cuantos más, usando la misma táctica. No había muchos monstruos que le opusieran resistencia, pues mataba de un solo impacto certero, y no alcanzaban a ver siquiera qué los mató. Después de matar a unos 20 se detuvo.— Creo que estoy lista. — dijo con una sonrisa en su rostro. Empezó a caminar con la misma cautela, matando a quien estuviera enfrente si esquivarlo no era una opción. La cueva suponía un lugar tétrico para los que recién la visitaban, con gemidos por doquier, pero para ella ya era una costumbre, susurros que encuentras en un lugar callado y que solo te llaman la atención por un momento. Se reía al ver los cadáveres de sus enemigos en suelo, aunque antes corría despavorida al verlos, pero su lentitud le dio la ventaja del pensamiento y la estrategia, y así averiguo que matarlos era cuestión de paciencia y puntería, cosas que una de su clase debía tener.

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Después de media hora, y varios cadáveres detrás de ella, llegó a una gran entrada, oscura como ninguna otra. Era la entrada al nivel 2 de aquella cueva. Un nivel donde encontraría a monstruos más fuertes, donde aprendería de nuevo a pelear contra algo tenebroso y ganaría una valiosa experiencia. Se acercó a la entrada y la miró por unos segundos, asintió y entró en ella. Casi al instante, estaba del otro lado, como si de otra dimensión se tratase. La observaba con curiosidad, tenía antorchas al igual que la otra, por lo que suponía que ya había estado aquí mucha gente y habían sobrevivido, así que el lugar no era invencible, aunque eso es fácil de suponer siendo el nivel 2 de la cueva. La cueva contaba con 5 niveles, y en cada uno la dificultad, así como el tipo y la cantidad de monstruos, variaba mucho. Ella había estado hasta ahora en el nivel 1, matando hasta volverse algo muy común y fácil de lograr. Y ahora creía estar lista para el siguiente reto. Después de avanzar por unos minutos, a lo lejos divisó algo. Al parecer era uno de los monstruos que aquí se encontraban. Era de color azul oscuro, y portaba unos pantalones cafés, parecidos a los del Skeleton, pero más oscuros, y además portaba dos dagas en lugar de huesos, pero el parecido era grande. No había duda, Era un “Soldier Skeleton”. Sintió un escalofrío por la espalda, pero estaba emocionada. Se sentía como la primera vez que entró en la cueva de Payon en sus inicios como Archer. Se acercó lentamente y lo observó. Su posición de pelea meneando sus dos dagas y saltando, como si de un boxeador se tratase. Es como si hubiese muerto peleando y aun después de la muerte siguiera queriendo pelear. Estaba alerta a cualquier movimiento extraño, listo para atacarlo sin siquiera mirar. La chica se arrodilló cerca de él y preparó su arco. El monstruo seguía con su rutina, volteando hacia todos lados, pero sin inmutarse por nada en especia. Al parecer no iba a ser diferente a la forma en la que ella atacaba a los Skeleton del nivel uno. Pero rápidamente el Soldier Skeleton notó su presencia, girando la cabeza rápidamente y comenzando a correr hacía ella con grandes zancadas, y poco después de que la chica se diera cuenta ya lo tenía a 2 metros de distancia. Preparó su arco con calma y disparó justo cuando lo tenía encima. La flecha viajó veloz e impactó directo el cráneo del Monstruo cuando este saltaba para asestarle un golpe con sus dagas, quien cayó inerte en el suelo, soltando sus armas. Le sorprendió la reacción del monstruo. Al parecer la concentración de ellos aquí era mucho más aguda. De hecho fue pura suerte el que lograra impactarle justo en el cráneo a esa velocidad. La chica se levantó lentamente. Vio la mandíbula abierta del esqueleto y sonrió. Lo pateó para asegurarse de que no seguía “vivo”. Al ver las dagas notó algo interesante: una de sus dagas era un arma poderosa.- ¡Oh! ¡Es un Stiletto! – Dijo mientras la tomaba y observaba. La daga Stiletto era un arma poderosa y difícil de encontrar, pues solo la vendían en la vieja ciudad de Morroc, hogar de los asesinos, y en puestos

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escondidos a lo largo de Rune Midgard. En ocasiones se podían encontrar monstruos usuarios de dagas portándolas, pues podrían habérselas quitado a algún desdichado que mataron, y fácilmente se puede notar la diferencia de calidad entre una y otra. Era por esto que el precio de la daga era elevado y ganaría un buen dinero por ella. Pasos se oyen. La chica se queda helada. No se mueve. Alguien está detrás de ella. No se atreve a voltear. Debe pensar en un plan. Se lanza hacia el lado justo cuando una flecha vuela muy cerca de su cabeza. Dirige su mirada hacia enfrente. Parado como alguien quien ha perdido la conciencia y que se queda de pie por pura suerte, se hallaba un Archer Skeleton. Su cabeza miraba hacia abajo, y resoplaba ligeramente, como si fuera a vomitar. Se tambaleaba ligeramente con el arco en sus manos. Su vestimenta consistía en unos pantalones cafés, más claros que los del Skeleton del nivel 1, y un paquete de flechas atado en su espalda, y portaba una especie de turbante en la cabeza que le tapaba el ojo derecho. La chica lo observaba con gran impacto, mientras resoplaba. Era la primera vez que veía a uno en persona. Había oído acerca de los monstruos del nivel 2, de su habilidad y ferocidad, y más que nada de su falta de compasión hacia cualquier tipo de especie. Pero no le resultaba tan tenebroso hasta ese momento. Antes de poder seguir asimilando la situación, el esqueleto rápidamente coge otra flecha de su espalda y apunta hacia la chica, disparando a su cabeza. Ella por puro instinto se arroja en una pirueta y la esquiva, acto seguido se puso de pie y tomó una de sus flechas y la apuntó directamente al esqueleto y disparó. El esqueleto con gran habilidad se movió hacia el lado en un giro que termina en una nueva posición de disparo. La chica esquiva por poco la flecha y dispara de nuevo. La batalla se intensifica poco a poco, pues la velocidad del esqueleto deja perpleja a la chica y no encuentra modo de asestarle un golpe. — ¡Ya me cansé, acabaré contigo! — Gritó la chica, y obtuvo como respuesta un gruñido del esqueleto, quien observaba a su presa con mucha calma aparente, sin resoplar. La chica tomó 2 flechas de su paquete y las montó al mismo tiempo en el arco, sosteniéndolas con dos dedos distintos. Una técnica que requiere mucha fuerza y destreza, pero que de ser efectiva puede ganar una batalla. El “Double Straffing” Pero para sorpresa de la chica, el esqueleto hace el mismo movimiento y toma 2 flechas de su paquete, acomodándolas casi de manera similar entre sus dedos, pero con una pose de moribundo a punto de caer. Sin duda iba a ejecutar el doublé Straffing también. Pero a la chica ya nada le importa.— ¡Double Straffing! — Grita, y ambas flechas vuelan. Al mismo tiempo el esqueleto lanza un grito y dispara sus 2 flechas, que salen con la misma

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velocidad y dirección. Las flechas impactan con un sonido extraño y la batalla termina. La chica resopla con la cabeza agachada. Miró hacia enfrente hacia el cadáver que se hallaba en el suelo. Dos flechas incrustadas en su pecho y cráneo muestran una dura pero bien merecida victoria, aunque con un costo. La chica mira su hombro derecho. En el último momento la chica logró moverse hacia un lado para esquivar la flecha que iba a su corazón, pero la segunda flecha logró impactarse en su hombro. Sangraba y no podía mover su brazo, pero eso no importaba. Había ganado. Ahora solo debía irse y volver otro día, cuando el susto y la excitación hubiese pasado y la herida sanado. Pero antes se detuvo a observar el arma del doblemente muerto esqueleto. Su curiosidad era enorme y le había proporcionado grandes hallazgos para su corto tiempo entrenando fuera. El arco parecía viejo, pero igual fue sorprendente el hallazgo.— ¡Es un Composite Bow! — Dijo en voz alta, muy sorprendida. El Composite Bow, o arco compuesto, es un arco de grado 2 en calidad. Al igual que la Stiletto, es un arma rara y cara que solo puede ser encontrada en payon, la ciudad de los arqueros, y en tiendas escondidas a lo largo de Rune Midgard. La chica sorprendida, dijo en voz alta.

— ¡Con esto mi puntería y la velocidad de la flecha se incrementarán mucho! — dijo con una gran alegría en su rostro. Pero hoy, su curiosidad sería su perdición, pues mientras observaba y admiraba el arco, algo detrás de ella se preparaba para atacar. El lanzamiento fue silencioso, sin ningún quejido de ninguno de los dos. La chica solo había guardado silencio, aterrorizada por lo que acababa de pasar. Volteó lentamente a ver su hombro izquierdo y lanzó un grito ahogado al observar la fuente de su dolor. ¡Tenía una flecha atravesada en su hombro! Después poco a poco, y en una especie de estado de shock, volteó a ver detrás de ella. Otro Archer Skeleton se encontraba de pie con una posición de suma calma, mirando hacía el suelo y a punto de caer de espaldas. No pudo darse cuenta de su presencia, no notó cuando se acercaba, ni cuando cargó la flecha, ni cuando salió disparada. Todo eso fue una montaña de errores por distracción. La chica dejó caer el arco compuesto. Sus brazos no dejaban de sangrar. Sintió que la fuerza se iba de estos. No podía siquiera mover los dedos.“Muévanse” Veía el arco en el suelo, tan cerca de ella pero sin posibilidad de tomarlo. Sus brazos simplemente no querían reaccionar.“¡Muévanse!” Sin previo aviso, el Archer Skeleton tomó otra de sus flechas y apuntó a la cabeza de la chica, ella reaccionó rápido y la esquivó como pudo y emprendió una huida, dejando sus arcos detrás de ella, y con el peso de las flechas y la daga en sus bolsas. No sabía hacia donde corría, pero sabía que si regresaba

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tendría que enfrentar a un Archer Skeleton sin poder usar su arco. Algo imposible para ella. No recordaba este sitio, estos pasajes, estos caminos. ¿Se había perdido? No. Eso no podía pasar. No podía estar pasando. Siguió corriendo por donde pudo, esperando milagrosamente encontrar una salida, pero no la encontró, en su lugar encontró a decenas de Archer Skeleton y Soldier Skeleton, que al verla la comenzaron a seguir. Ahora tenía a un ejército persiguiéndola, con flechas volando por encima de su cabeza y pasando cerca de su cuerpo. Escuchaba los gritos de furia y hambre de los Skeleton y escuchaba todos los silbidos que hacían las flechas al pasar a centímetros de sus piernas, de sus brazos, de su pecho y de su cabeza. La sangre caliente recorría sus brazos, creando una especie de comezón, o un molesto cosquilleo, sintiendo como se desprendía de sus dedos a cada rápido paso que daba. Saber que era su sangre la que salía a esa velocidad… No. Ni siquiera en eso podía estar pensando. — ¡No! ¡No! ¡No puede estarme pasando esto! ¡No aún! — Pensaba con gran angustia mientras corría. Finalmente llegó a un callejón sin salida. La pared de roca se puso enfrente de ella, casi sin verla por la oscuridad que ahí se cernía, donde las antorchas no llegaban a alumbrar. Su desesperación no fue más grande que su agotamiento, pues la sangre perdida era demasiada. Ahora ni siquiera tenía fuerzas para gritar, para llorar o para voltear a ver a las decenas de monstruos que la miraban sin mirarla, sin ojos que mostraran su maldad y su falta de piedad. No. De esos monstruos solo podía esperar un rápido movimiento que acabara con su vida, no más. Cayó desesperada de rodillas y se tiró al suelo apoyando la espalda en el muro que evitaba seguir luchando por su vida. Ahora los miraba. Decenas de esqueletos que tenían su vista hacia abajo o hacia los lados, moviéndose en un balanceo como si el ligero viento que ahí se sentía fuera suficiente para afectar su equilibrio. Ahora se preguntaba muchas cosas: “¿Por qué entré aquí sin un mapa?” “¿Por qué entré aquí sin preparación mental y de equipamiento previo?” “¿Es esta mi hora de muerte?” “¿Es esto mi culpa y nada más?” “¿Fui yo la que provocó mi propia muerte?” Y por supuesto y la que más resonaba en su mente: “¿Quién de ellos me dará el golpe de gracia?”. Y como si de una petición se tratase, uno de ellos, un Archer Skeleton, se movió hacia enfrente y se colocó en medio de todos y de frente a la chica, mientras los demás se hacían a un lado, como si fuese un ritual. El Archer Skeleton levantó su arco y sacó una flecha, colocándola en él, pero con una velocidad muy lenta, demasiado. La chica pensó que esa velocidad hacía difícil de creer que hace unos minutos uno de su misma clase había igualado y quizá superado la de ella. Estaba satisfecha con esto último, y su miedo se había ido. —Antes que nada soy una guerrera, y acepto mi derrota. — Dijo en voz baja, con una pequeña sonrisa. Su pérdida de sangre era tanta y su resignación tan alta que su vista se había centrado en ese único monstruo, ignorando a todos

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los demás que se encontraban alrededor de él. Comenzó a pensar que su batalla había estado perdida desde que recibió ese segundo impacto, hecho por uno de su misma clase, y no vio diferencia entre él y el que le disparó. No. Quizá y fuese el mismo. Quien sabe, todos son iguales a su manera. Se rio al pensar en esto. Todos iguales. Era gracioso. Agachó su vista y cerró los ojos. Ya no quedaba nada más, solo esperar el impacto de la flecha directo en su cabeza y que terminara pronto. Se arrepintió de muchas cosas. De haber entrado al nivel dos de la cueva sin previa preparación. Haber pensado que estaba lista para eso y haber sido tan egocéntrica y pensar que no podían vencerla. Una lágrima recorrió su rostro. “¿No ha acabado?” “¿No he muerto?”. Levantó la vista lentamente y vio al Archer Skeleton con la mandíbula abierta e inmediatamente su cabeza se soltó de su cuerpo, ante la mirada sin sentimientos del resto, quienes voltearon lentamente a la parte detrás del esqueleto decapitado. Otro vivo, quien portaba una maza sólida como arma. Su cabello era de color blanco con una ligera cola en su nuca, llevaba un chaleco color blanco con un ligero tono gris en la parte de los pectorales, y no llevaba camiseta. Tenía un par de guantes blancos y las mangas recogidas cerca de su codo, y unos pantalones del mismo color, con un cinturón dorado. En las orillas de su ropa tenía unas líneas azules y sus zapatos eran de un color blanco con dorado. A juzgar por su rostro y cuerpo, no sería mucho más viejo que la Archer Miró a la chica con unos ojos inexpresivos, sin enojo ni felicidad.–– ¿Estas bien? –– dijo mientras los demás monstruos se quedaban quietos, como si esperaran que terminara de hablar. La chica no podía hablar, quizás porque no concebía el milagro que estaba pasando: ¡Otro humano estaba en esa cueva junto con ella! Balbuceo una pregunta, pero sin poderse entender del todo.— ¿Qu-...? ¿Quién…? El hombre, más bien, el joven guerrero adoptó una expresión aún más sombría, como la de los monstruos que lo rodeaban. La expresión del joven guerrero, que por sus ropas podía deducirse que era de la clase Monk, adoptó una forma más sombría, y mientras pateaba el esqueleto decapitado pronunció unas hermosas palabras.— Las preguntas serán después. Te sacaré de aquí. Dicho esto, los demás Skeleton volvieron a la vida y comenzaron a atacar. El Monk lograba de una manera muy increíble esquivar los embates de los Monstruos, deteniendo los fuertes golpes de las dagas con su maza y contraatacando con golpes a mano desnuda sobre los cráneos podridos, o sacándolos de su equilibrio para después arremeter con la maza. Mientras tanto, los Archer Skeleton preparaban un gran ataque en conjunto, montando 2 flechas a la vez cada uno de ellos. La chica contó 8 Archer Skeleton. Si uno solo pudo hacerle estas heridas, estaba claro que el ataque conjunto de 8 sería el fin.

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— ¡Cuidado! — Le gritó al Monk. Las flechas entonces fueron soltadas, volando rápidamente y formando una nube negra que se dirigía directo hacia el distraído guerrero, pero algo pasó: las flechas rebotaron estando a un metro de distancia su objetivo. Los Archer Skeleton entonces comenzaron a disparar frenéticamente y sin alguna coordinación, pero todos los intentos fueron en vano. El Monk sonreía diabólicamente.— No se impacienten. A ustedes también les romperé el cráneo. Y siguió defendiéndose y atacando sin fijarse en los desesperados Archer Skeleton, que seguían disparando sus flechas para de nuevo encontrarse con ese muro invisible. Pero la chica pronto se dio cuenta de lo que ocurría. El Monk no se movía de su sitio, esperaba pacientemente que los Soldier Skeleton se acercaran para contraatacar, quienes no tenían problema en cruzar el punto donde las flechas impactaban y caían. Ya había acumulado un pequeño montículo alrededor de él. Después de unos minutos se movió de lugar de un salto, y en ese breve lapso de tiempo tuvo grandes problemas para defenderse de las flechas que volaban hacia él, esquivándolas como podía y que ahora sí eran capaces de atravesar el metro restante hacia el Monk. Al quedarse quieto una vez más en un sitio, las flechas una vez más se volvieron inútiles contra otra barrera infranqueable. La razón de esta invulnerabilidad se debía a una habilidad que los Monk Aprendían desde sus comienzos como acólitos. La habilidad salvadora de vidas. La barrera de luz “Pneuma”. Al darse cuenta de ello, La Archer comenzó a notar claras señales del uso de esta habilidad por parte del Monk. Arriba, en las paredes de la cueva, se notaba una ligera nuble blanca, que desprendía una leve luz blanca que cubría un área pequeña, pero que dentro de esa área cualquier persona estaría protegida de los proyectiles físicos, como balas y flechas. Pero dicha habilidad duraba poco tiempo, unos cuantos minutos, o incluso segundos si el ataque era muy poderoso para que la barrera aguantase. También los atacantes físicos eran capaces de penetrar la barrera sin problemas, y los ataques mágicos como “Fire Bolt” o “Cold Bolt” también podían atravesarla sin problemas, ya que no eran ataques físicos, pero en este caso sí que era útil. De no ser por la barrera es probable que tanto ella como el Monk hubiesen muerto hace mucho tiempo por el embate de las flechas. Además, se veía la experiencia del Monk al saber exactamente el momento en que la barrera llegaba a su fin para abrirla en otro sitio de nuevo. Parecía que todo estaba bien. El Monk derribaba sin problemas la gran cantidad de Soldier Skeleton y los Archer Skeleton observaban, sin mostrarlo pero eso creía la chica, impactados y atónitos cómo sus flechas impactaban en el Pneuma sin hacerle ningún rasguño al guerrero. Pero pronto todo cambió. Uno de los Archer Skeleton, que parecía haber estado en muchas peleas en su muerte, a juzgar por la sangre que cubría casi por completo su pañuelo y

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shorts y le daban una tonalidad rojiza muy diferente al resto. Se puso enfrente de los demás Archer Skeleton y éstos dejaron de disparar, callados e inmóviles. La chica observó como este Archer Skeleton montaba una flecha en su arco, seguido del resto de Monstruos, con una velocidad increíblemente lenta para el grado en que la batalla se encontraba. La chica pensó que esto sería igual de inútil que el resto de los embates, pero pronto notó algo extraño en la flecha del Skeleton principal. Tenía un brillo oscuro muy extraño, como si estuviera imbuida en…— ¡Magia! — Gritó la chica. El Monk se giró rápidamente, después de acabar con el último de los Soldier Skeleton con un gran golpe de la maza en la cabeza, y sonriendo a la chica dijo triunfante:— No es magia, solo gran habilidad.— No digo eso — Respondió muy débil la chica — La flecha del Skeleton del frente ¡Es una Charge Arrow! El Monk se giró rápidamente pero era demasiado tarde. La flecha viajaba tan rápido e iba dejando una estela de oscuridad. El guerrero solo vio la ignición y sintió la posterior onda que lo lanzó fuera de la barrera. La Charge Arrow, o flecha cargada, es una habilidad mágica que se aprende al ser Archer. Esta habilidad consiste en tomar una flecha y cargarla con magia, y al ser lanzada la magia se libera de un solo golpe, creando una onda expansiva y lanzando a su objetivo con gran fuerza en la dirección opuesta, y dañándolo levemente. Su utilidad es más que nada para mantener alejados a los enemigos físicos o emprender una huida al lanzarla. Pero aquí su utilidad fue sacar al Monk de su defensa, pues quizás la flecha no le causó daños, pero la onda expansiva atravesó el Pneuma y lo lanzó hacia la vulnerabilidad. Esto fue aprovechado por los demás Archer Skeleton, que dispararon todos al mismo tiempo un “Double Straffing”, sin darle tiempo al guerrero siquiera de separarse de la pared que evitaba correr a la retaguardia, y apenas se incorporó las flechas dieron en el blanco.— No… No puede ser — Dijo la chica mientras observaba la escena. El Monk se encontraba de pie, más bien sostenido, con su cabeza agachada y con varias flechas clavadas en la pared a su alrededor, manteniendo sus brazos alzados y apuntando hacia ambos lados, como si una escena de crucifixión se tratase, pero sin clavarse en ellos, y dos flechas más clavadas en sus hombros, justo como a la chica le había pasado, evitando que se desmoronara en el suelo. Su maza había sido soltada un metro más adelante, y seguía en el suelo. Los Skeleton al ver que el Monk no se movía, y sabiendo que la chica estaba fuera de combate, se levantaron y guardaron sus armas lentamente excepto uno, el principal, quien preparaba una flecha más para terminar con la chica, quien ahora tenía una expresión de shock. El guerrero que se había sacrificado para rescatarla fue asesinado por el ataque masivo del grupo, pero rara vez, o más bien nunca, se encuentran grupos de monstruos como ese. Si el guerrero hubiera seguido su camino normal se hubiera encontrado con grupos de

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máximo 3 monstruos, que viendo su habilidad no hubiera supuesto un gran problema, pero la chica causó que él se enfrentara a un grupo mucho más grande. Era su culpa que el Monk haya muerto. Había causado la muerte de alguien. Se sentía demasiado culpable, quería pensar que esto era un sueño, pero el dolor, la resequedad de la boca, la sangre caliente emanando en pequeñas gotas cosquilleantes que pasaban por sus axilas, pero sin detenerse, e incluso el gran silenció que había en la cueva eran de un modo aterradoramente real. El Skeleton entonces comenzó a montar una flecha más, a una velocidad muy lenta. Una vez más estaba a punto de ser ejecutada. Y no parecía que tuviera salvación, a menos que otro guerrero se cruzara. En cuestión de segundos el Skeleton dejaría ir la flecha. Volteó a ver el cuerpo del Monk, que seguía de pie por las dos flechas de sus hombros, con sus brazos apuntando hacia ambos lados y su cabeza agachada, claramente era una imagen horrible, y pronunció en un tono serio y neutral:— Lo lamento… Y regresó su vista al Archer Skeleton, que entonces dejó salir su flecha volando. La chica cerró sus ojos tan rápido como la flecha llegó a su cara, pero una vez más no estaba muerta. Una vez más se había salvado en la resignación más completa. La flecha se había detenido en el aire y cayó al suelo, como si hubiera chocado con una barrera. Al notar el tenue brillo blanco al frente suyo la chica lo supo.— Esto es… ¡Pneuma! — Exclamó El Skeleton demostró una expresión, un movimiento de cuerpo, de sorpresa. De no comprender lo que ocurría. La chica no lograba creerlo, hasta que escuchó una fuerte voz jadeante.— Sí, deberías lamentarlo. Haberme dado por muerto tan rápido — Y mientras decía estas palabras comenzó a empujar hacia enfrente, apretando sus puños hasta clavarse las uñas en sus propias palmas. Crujidos de la pared y quejidos de gran esfuerzo por parte del Monk comenzaron a escucharse. Comenzó a arrancar las flechas de la pared hasta por fin liberarse con un gran grito —. Que molestia. No pienso morir en este lugar…—. Después en un modo tambaleante comenzó a tomarlas con las manos y arrancárselas de los hombros como si de algo pegajoso se tratase, con grandes quejidos de dolor, y moviéndose de tal forma que hacía pensar que en cualquier momento caería al suelo del dolor, pero en ningún momento se detuvo. Se tambaleaba, jadeaba de dolor, pero su voz no perdía potencia.— Ese fue un buen truco. — Comenzó a decir el Monk levantando la cabeza y con la misma fuerza en su voz, mientras levantaba su maza con su brazo derecho. — No me lo esperaba… ¡Pero yo tengo uno mucho mejor! El Skeleton se volteó rápidamente y comenzó a preparar otro Double Straffing hacia el Monk. El Monk comenzó a levantar lentamente su puño izquierda hasta

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la altura de su cuello. La chica estaba sorprendida de que teniendo esas heridas, que probablemente son peores que las que ella tiene, pudiera aun levantar sus brazos. El Monk entonces comenzó a adquirir un brillo azul alrededor suyo, que cubría todo su cuerpo y daba la impresión de que él mismo fuera azul, como si fuese un aura. La luz azul poco a poco fue juntándose en la altura de su cabeza hasta formar una pequeña esfera, de la mitad del tamaño de la cabeza del Monk, y alejada cerca de medio metro de ésta. Se trataba de un espíritu llamado por la voluntad del Monk. Al terminarse de formar, la esfera comenzó a girar lentamente alrededor de la cabeza del Monk.— ¡Prepárate! — Dijo el Monk con una sonrisa ensangrentada. El Skeleton entonces lanzó un grito terrorífico mientras disparaba sus flechas. El Monk entonces comenzó a correr hacia el Skeleton, zigzagueando, cortando el camino con una pisada rápida, pero siempre hacia delante, esquivando por centímetros las flechas, en lugar de convocar otro Pneuma para protegerse como la chica pensó. El Skeleton preparó otra Charge Arrow.— ¡Cuidado! — Gritó la Archer herida. El Monk al ver la Charge Arrow no se sorprendió mucho, solo dio un quejido leve. La flecha explotó enfrente de él justo en el momento en que convocaba otro Pneuma. Cuando la flecha explotó el guerrero estaba preparado. Posó firme los pies en el suelo y se cubrió con ambas manos. El impacto fue mucho menos grave que el anterior. No fue tanta la distancia que alejó al Monk de su objetivo, e inmediatamente éste emprendió la embestida de nuevo. A medida que se iba acercando, el Monk dejaba un camino de sangre que caía de sus brazos, y en sus brazos la sangre dibujaba extrañas líneas que parecían tatuajes tribales. Su mirada no cambiaba, era penetrante. Una excitación por estar cerca de la muerte lo invadía. El Skeleton se mantenía en su lugar, no corría, se esforzaba por asestar una flecha más que detuviera la carrera del Monk, pero era inútil. Los saltos, las cortadas de camino y la gran velocidad causaron que el Monk llegara al frente del Arquero muerto en poco más de una decena de segundo. El arquero lanzó una última flecha casi a quemarropa, pero el Monk la esquivó con un leve brinco hacia la derecha, y con un salto un giro en el aire asestó un fuerte golpe en el arco del Skeleton, desequilibrándolo y casi rompiéndolo con el terrible impacto. Aprovechando que el Skeleton estaba sin defensa, el Monk posa su mano abierta en el pecho, o donde debería estar el pecho, del Skeleton. Parecía ser una acción demasiado débil para causar daño alguno al no-muerto. Pero el Monk no terminaba ahí. El espíritu, la esfera que había sido convocada por la voluntad del Monk, se había imbuido en el brazo izquierdo del guerrero, el que tenía en el pecho del Skeleton. El brazo entonces comenzó a brillar en el mismo tono azul que cubría a la esfera anteriormente, y ese brillo comenzó a concentrarse en la palma del Monk. Éste sonrió.— ¡Occult Impaction! — Gritó.

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El Skeleton apenas recuperándose del golpe de la maza quiso evitarlo, pero ya era demasiado tarde. El espíritu había sido convertido en energía y disparado por la palma del Guerrero en forma del rayo hacia el pecho del Arquero, a quemarropa. El Skeleton lanzó un grito de dolor, si es que realmente lo estaba sintiendo. El gran rayo azul fue breve, no más de dos segundos, pero su efecto fue devastador, generando una luz azul muy brillante y una ventisca muy fuerte que hizo volar polvo y rocas y que incluso derribó a la chica herida que se encontraba recargada en la pared. El Skeleton había sido lanzado hacia la pared del otro extremo, quedando pegado en la pared y destruyéndola parcialmente. Ya no se movía. Había sido derrotado. El brillo de la palma del guerrero se había desaparecido. No dijeron nada, ninguno de los dos. Comenzó a caminar hacia la chica hasta estar frente a ella y después de unos segundos sonrío.— Eso fue peligroso — dijo mientras suspiraba en un ligero quejido de dolor. La chica estaba muda. Su dolor desaparecía ante la incredulidad que generaba lo que acababa de pasar. Cuando por fin salió de su asombro solo pudo decir algo.— Graci… —— Aun no acaba. — La interrumpió el Monk en voz baja mientras volteaba hacia atrás. Y la chica comenzó a escucharlo. Decenas de pasos rápidos que se acercaban a donde se encontraban ellos. El Monk sonrió y regresó su vista a la chica.— Será mejor irnos — Dijo con una suave voz. Y levantó su mano apuntándola al suelo. Una luz en forma de onda, como una corriente de agua, apareció en el suelo y en unos segundos se convirtió en un gran pilar de luz, mucho más fuerte que la luz que desprendía el Pneuma. La chica estaba demasiado débil. No podía levantarse. No tenía fuerzas para ponerse de pie. El guerrero la vio por un momento y la tomó de su brazo para después colocarlo alrededor de sus hombros. La levantó lentamente, a la vez que él se levantaba. La Archer se imaginaba lo que sentía el Monk por sus quejidos reprimidos. Entraron lentamente en la luz mientras veían a las decenas de Soldier Skeleton y Archer Skeleton que se acercaban rápidamente a ellos. La luz entonces comenzó a hacerse tan fuerte que iluminó gran parte de la cueva. Iluminó los heridos cuerpos de ambos, como si la vida no se extinguiera, sino que crecía mucho más. Los Archer Skeleton preparaban sus flechas, mientras ambos los veían, la chica sostenida de su brazo izquierdo sobre los hombros del Monk, quien los veía tranquilo, a diferencia de la chica que estaba un poco más preocupada, pero seria. Estaba a punto de desmayarse.

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— Oh, por cierto… — comenzó a decir el Monk. La chica dejó de ver a los Skeleton que estaban a punto de disparar sus flechas, y a los Skeleton que se lanzaban con sus dagas a pocos metros de ellos, para voltear su vista al Monk, que era bastante alto a diferencia de ella.— Mi nombre es Athan. — Terminó de decir el Guerrero. La chica al escuchar esto sonrió y se desmayó, con un simple pensamiento en su mente:“Gracias, Athan.” Y en la cumbre de la luz cegadora, las flechas disparadas en la oscuridad distante de la cueva y el grito de los Monstruos, Los dos humanos desaparecieron.

2La Archer se levantó de un sobresalto, como si acabase de despertar de una pesadilla, solo que el inmediato dolor punzante que sintió en ambos hombros le recordó que lo que había pasado había sido real. Observó sus hombros vendados con impecables vendas blancas, y vio el sitio donde se encontraba.

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Una habitación de madera, muy espaciosa, como de cinco metros de largo por cuatro de ancho. En ella se encontraba una puerta de madera oscura que se situaba justo frente a la cama donde ella se encontraba recostada. Había una lámpara en un mueble pequeño al lado derecho de su cama, un libro muy grande que cubría toda la pared de la izquierda y un reloj “cucú” al lado izquierdo de la puerta. Ciertamente era acogedora. La chica se preguntaba qué hacía aquí. ¿Dónde estaba Athan? De pronto la puerta comenzó a abrirse lentamente. Una mujer joven, a la cual la chica le calculaba 24 años. Su cabello era largo y negro. Llevaba un vestido largo de color azul con dorado, con blanco en sus hombros y pecho, y guantes de color blanco que llegaban hasta el codo. El vestido dejaba al descubierto ambas piernas en la parte frontal, y en sus piernas podía verse un liguero blanco. Su vestido llevaba una cruz dorada que adornaba la parte intermedia entre sus dos piernas, y dos cruces más pequeñas en la parte de sus hombros, además de un collar dorado con una cruz y en sus pies podía verse unas zapatillas de color negro.— ¡Vaya! — Comenzó a decir la mujer — Por fin has despertado. Estábamos preocupados por ti.— ¿Dónde estoy? — preguntó la chica.— En una habitación de la iglesia de Prontera.— ¿Prontera? — Dijo la chica, sorprendida. — ¿La capital de Rune Midgard?— Así es — Afirmó la mujer con una sonrisa.— ¿Y cómo llegué aquí?— Athan te trajo, por supuesto.— ¿Usted conoce a Athan?— Por supuesto. Él es uno de los discípulos de esta iglesia, solo que… — La mujer continuó, haciendo un gesto de incomodidad — él es un poco diferente a los demás monjes.— ¿A qué se refiere? La mujer se quedó pensando un momento.— ¿Por qué no salimos y lo ves por ti misma? Sígueme. La chica se levantó con unos quejidos leves, pero tenía fuerza suficiente para moverse sola. Cuando salieron de la puerta el panorama cambió: Las paredes se volvieron de concreto, pintadas de blanco, y en el suelo había una alfombra roja que lo cubría por completo. No caminaron mucho, aunque se veía que era un lugar bastante grande. Ciertamente la chica nunca había estado en Prontera. Finalmente llegaron a una puerta. La mujer se detuvo al lado derecho de la chica.— Aquí es la zona de entrenamiento. — Dijo. La chica asintió y la mujer abrió la puerta. La luz era muy fuerte y la Archer tardó un poco en adaptar su vista. Cuando por fin lo logró se sorprendió mucho con la escena. Decenas de jóvenes se encontraban frente a diferentes herramientas de entrenamiento. Algunos llevaban esferas como la que Athan

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había invocado, pero ellos llevaban tres o cuatro. Otros llevaban una posición extraña, como si estuvieran escondiendo algo entre sus manos y por su cadera, para después expulsar un rayo azul que dañaba a algunos muñecos que ahí se colocaban. Otros simplemente estaban sentados con las piernas cruzadas, meditando. La chica no lograba ver a Athan.— ¿En dónde está? — Preguntó a la mujer.— Ah bueno, él está… Y fue interrumpida por un gran grito de guerra que provenía de un sitio alejado de ahí, de la zona donde estaban los monjes meditando.— ¡Cuidado! — Se escuchó. Los monjes salieron corriendo, rompiendo totalmente su concentración. En frente de un muñeco de entrenamiento se encontraba Athan con un rostro de mucha concentración y seriedad, y con su brazo brillando de un modo similar a como había brillado en la cueva, solo que el brillo era muy más fuerte que en aquella ocasión. La chica lo observó sorprendida de que se encontrara tan bien. Pronto, Athan lanzó la energía.— ¡Occult Impaction! — gritó. Pero para sorpresa de todos los presentes, la habilidad que antes había derrotado a aquel Archer Skeleton esta vez no funcionó. En su lugar, y para sorpresa de todos, el brazo del guerrero brilló con una luz cegadora hasta que una explosión pequeña pero fuerte cubrió a Athan. Al disiparse el humo todos los presentes observaban, algunos con risas, a Athan en el suelo observando su mano dañada.— ¡Maldición! ¿Pero por qué no funciona? — Dijo el guerrero frustrado. La mujer y la Archer se acercaron.— ¿Qué haces, Athan? — Preguntó la mujer. El guerrero volteo a verla con expresión indiferente.— Ah, solo eres tú, camile. La mujer cambió su expresión de sorpresa a enojo.— Te he dicho mil veces que me llames Señora Sacerdotisa.— Si, como digas. — Respondió Athan indiferente.— Y no has respondido mi pregunta. ¿Qué haces?— Intento hacer el Occult Impaction, pero la energía termina saliendo como loca hacia todos lados. No logro controlarla. — Dijo mientras apretaba los dientes. Una voz lejana pero muy grave comenzó a escucharse.— Eso es porque estas almacenando más energía de la que puedes controlar. Si no la controlas correctamente saldrá de tu cuerpo de manera abrupta y te lastimará. El hombre, que parecía tener unos 40 años, vestía una túnica blanca con ligeros tonos grises y grabados dorados en la parte de las piernas. Llevaba un crucifijo de color dorado. Su cabello era de color café oscuro y peinado hacia

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atrás, lo que dejaba ver toda su frente, y tenía una ligera barba corta que se prolongaba hasta sus patillas. El guerrero molesto miraba su mano fijamente. Era cierto que sentía como si su brazo ardiera al almacenar la energía.— Pero anteriormente sí logré efectuar el Occult Impaction. — dijo exaltado. El Sacerdote lo miró fijamente.— Se dice que los espíritus que los Monk invocan son guerreros que aun desean pelear en este mundo. Poseen distintas energías de acuerdo a su fuerza en vida, pero los Monk solo tienen acceso a la energía de éstos si tienen una voluntad fuerte y reconocida por los espíritus. Puedo suponer que la razón por la que ahora no controlas la cantidad de energía que te brindan es porque estuviste en una situación desesperada donde era casi seguro que morirías, pero seguiste peleando. Los espíritus reconocieron eso y te brindaron una fuerza mayor, pero tu cuerpo no la soporta. Al escuchar esto, vino a la memoria de Athan los incontables Skeleton que se abalanzaban sobre él al mismo tiempo. Las dagas volando y rozando su cuerpo, su gran esfuerzo por defenderse y contraatacar como fuera posible, el terrible dolor que sintió al ser atravesado por esas múltiples flechas y el alivio de saber que seguía vivo, y finalmente la descarga de adrenalina que culminó en liberarse de esas flechas y utilizar, por primera vez correctamente, el Occult Impaction. El guerrero sentía la mirada del Sacerdote mientras pensaba en esto.— ¿Y eso me impedirá efectuar el Occult Impaction? — Preguntó.— No lo impedirá, sino todo lo contrario. Esto significa que los espíritus con los que los Monk pelean te ven como un guerrero de gran voluntad y el poder que te brindan es mayor. Esta vez Camile tomó la palabra.— ¿Entonces por qué no puede controlar a los espíritus?— Puede controlarlos. Lo que no puede controlar es la energía que éstos le brindan. Esto se debe a que él no se ha dedicado a aprender a administrar la energía de forma correcta en sus extremidades. Athan se veía despreocupado.— Aprender eso es muy molesto. Odio meditar.— Pero ahora te darás cuenta de que es necesario, ya que no puedes controlar la energía y solo te lastimarás. Tú debes acostumbrar a tu cuerpo a mantener la energía en su interior, canalizarla por tus extremidades y hacerla salir en una forma tremenda de poder. Athan se puso serio por un momento, pero poco después se volteó de forma despreocupada.— Quizás lo haga después de perfeccionar mi técnica física. — Dijo. Al hombre le salieron venas marcadas.— ¿Sigues con esa tontería de un Monk físico? ¡Eso no es posible! — Dijo con enojo.— ¡Claro que es posible! ¡No es mi culpa que el resto no se dé cuenta! —

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Respondió Athan exaltándose.— Solo pierdes el tiempo, ¡niño terco!— Te demostraré que no, ¡viejo amargado! Ambos comenzaron a verse con furia y a rabiar como dos perros furiosos ante la mirada sorprendida de todos los demás.Camile rompió el silencio de forma un poco temerosa.— Bueno, creo que ahora sería buen momento para el almuerzo. Los dos entonces comenzaron a calmarse y se separaron. Athan se levantó del suelo y se dirigió junto a Camile y la chica al interior de la iglesia. Cuando llegaron al comedor la chica estaba sorprendida. Era una amplia habitación donde se encontraban una gran cantidad de mesas largas de madera con largos bancos. Muchos de los que antes se encontraban en la zona de entrenamiento estaban ahí, además de otros que no se encontraban en la zona de entrenamiento. Todos conversando mientras disfrutaban de la comida. Había una diversidad muy amplia en los colores de sus atuendos, pero la mayoría eran parecidos al de Athan, aunque otros tenían un atuendo parecido al del hombre mayor. No cabía duda de que se encontraba en el sitio donde los Monk y los Priest nacían y se formaban. Los tres avanzaban en una sola hilera hacia una zona vacía, que parecía estar reservada para ellos. Athan y la chica se sentaron uno al lado del otro en el lado izquierdo de la mesa larga, mientras que Camile se sentó frente al guerrero. Poco tiempo después llegó el hombre con el que Athan había tenido la discusión y se sentó seriamente al lado de Camile. Poco tiempo después llegaron un grupo de cocineros con varias bandejas de comida y los pusieron frente al grupo. El guerrero automáticamente comenzó a comer de una forma muy rápida y sin modales, lo que provocó rápidamente el disgusto de Camile.— Oye Athan, no puedes comer de ese modo con dos mujeres presentes. Pensaran mal de ti. — ¡Pero es que tengo demasiada hambre! No he comido nada desde que desperté. — Respondió el guerrero con la boca llena. La chica lo miraba muy extrañada. Le parecía increíble el cómo actuaba, como si no hubiese sucedido nada. A ella aun le punzaban un poco los hombros. El hombre mayor habló.— Por cierto, creo que aún no sabemos tu nombre. — dijo mientras veía a la chica sentada al lado de Camile.— Ah, cierto. Mi nombre es Lina. ¡Mucho gusto! — respondió haciendo una reverencia.— Es una suerte que Athan te haya encontrado. Estabas bastante herida cuando él te trajo aquí. — Dijo Camile.— Sí. Estoy muy agradecida por su ayuda, y la de usted también, Señora Sacerdotisa. La mujer se sonrojó.— No hace falta que tú me llames así. Llámame solo Camile.

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— Oh, de acuerdo. — Respondió la chica sonriendo.— Lina, ¿he? — Comenzó a decir Athan — Ahora que lo pienso, te desmayaste antes de decirme tu nombre.— ¿Y dónde les pasó todo esto? Ahora que están despiertos me gustaría saberlo. — Dijo el hombre mayor.— Ah, ¡claro! — Comenzó a decir la chica. — Sucedió en la… Y de inmediato Athan se levantó de su lugar y tapó la boca de la chica con su mano derecha, con una gran cara de espanto. La chica solo lo miró por unos segundos. Athan retiró su mano lentamente.— Lamento eso, Lina. — Comenzó a decir el guerrero con mucha seguridad — Pero tenías un moco saliendo de tu nariz. Al escuchar esto el hombre mayor se ahogó con su bebida mientras Camile lo auxiliaba, lo que provocó la risa de Athan. Lina se quedó en silencio por unos segundos. Camile al ver que el guerrero se reía del Sacerdote arrojó una pieza de pan directo al ojo de Athan, lo cual lo hizo callar de inmediato.— ¡¿Qué pasa contigo?! — Dijo exaltado.— ¡Te lo merecías por indiscreto! — Comenzó a decir la Sacerdotisa — Eso fue muy grosero. Athan estaba a punto de decir algo pero escuchó un susurro suave. Era la Archer.— No… está bien. ¡Gracias por quitármelo! — Dijo con una sonrisa. Todos, incluso el sacerdote, miraron perplejos a la chica. El Monk se preguntaba si la chica solo estaba siguiendo la cobertura y en el interior sintiera ganas de golpearlo o si de verdad sentía alivio por la “ayuda”.— Como decía, — Continúo Lina — Yo iba caminando por un sendero de payon y de pronto vi a un grupo de hombres que estaban persiguiendo a un grupo de poring con sus arcos listos para disparar. Estaba claro que querían lastimarlos. Uno de ellos gritó “¡Ahora sabrás lo que sucede por negarte a ser mi compañero bonito!” Los rostros de las 3 personas que escuchaban la historia eran de total incredulidad, aunque de Athan más parecía de risa.— Y cuando los hombres estaban a punto de alcanzar a los pobres poring — continuó Lina —, apareció Athan, quien les dijo “Oigan, ¡dejen en paz a esos pobres poring!” y los hombres respondieron “¿Y qué harás si no, ah?” entonces Athan sacó su mazo y gritó al cielo “¡Invoco a mi súper espíritu!” El guerrero solo podía imaginarse lo ridículo que se vería haciendo eso. La imaginación de Lina volaba. Los sacerdotes por otra parte escuchaban atentamente a la historia, pero considerándola absurda.— Y de pronto de la nada apareció una pelota en la cabeza de Athan. ¡Era brillante y de color azul! Ésta fue y se pegó en su brazo ¡y entonces su brazo comenzó a brillar de manera muy extraña! ¡Los maleantes estaban muy confundidos! Entonces Athan lanzó otro grito y apuntó su brazo hacia los maleantes diciendo “¡Ahora sabrán lo que haré!”

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El guerrero supuso que así fue como lo vio Lina: Como una pelota brillante en su cabeza. Era un poco insultante ver a los espíritus de esa manera.— ¡Y cuando el brazo de Athan llegó al punto más brillante expulsó un rayo muy grande y de color azul! ¡Los maleantes lo vieron con mucho miedo y huyeron despavoridos! Los poring estaban muy agradecidos por haber sido salvados. Athan adoptó una expresión de orgullo, más que nada para seguir con el hilo de la historia como si él la recordara igual.— Entonces los Poring decidieron abrazar a Athan, ¡pero estaban llenos de flechas que habían recogido antes! Athan corrió muy rápido hacia mí y chocamos, y antes de darnos cuenta habíamos sido alcanzados por los poring, y al alcanzarnos nos golpearon en los hombros. Los tres miraban a Lina, quien sonreía triunfante. El guerrero estaba seguro que estaban perdidos. Camile los apuntaba temblando y con la boca abierta.— Entonces… ¿dices que esas heridas se las hicieron porque unos Poring con flechas en su interior se lanzaron a sus hombros? — Dijo. Lina asintió alegremente mientras se sentaba. Athan se limitó a levantar su pulgar con la cabeza agachada mirando la mesa. Estaba resignado. El sacerdote miró seriamente al guerrero.— Sé que no estás acostumbrado a pelear duramente, pero lograr un Occult Impaction por estar frente a unos simples bandidos es… Lina lo interrumpió levantándose abruptamente.— ¡Athan, yo nunca he visto la ciudad de Prontera! ¡Parece ser hermosa! El guerrero la miró sorprendido, pero al ver su rostro lo entendió y se levantó con expresión entusiasmada.— ¡Oh, claro! No te preocupes. ¡Ahora mismo te llevo a conocerla! Camile y el Sacerdote los miraban sentados, como si ellos fueran dos payasos ridículos.— ¡Espera Athan! ¡Aun no acabamos la conversación! — Dijo enojado el sacerdote.— Lo siento viejo. ¡Una dama me necesita! — Dijo el guerrero mientras tomaba a Lina del brazo.— ¡Gusto en conocerlos! — Dijo Lina mientras corría hacia la salida con el brazo sujetado por Athan.— Un… gusto… — Respondió Camile algo conmocionada por lo que acababa de pasar, mientras el sacerdote se sentaba pesadamente a su lado.— ¡Ese muchacho! ¡Siempre causando alboroto y actuando con rebeldía! — Exclamó el sacerdote exhalando fuertemente.— Se parece a su padre. — Dijo Camile entre risas. El sacerdote solo se limitó a ignorarla y siguió comiendo, pero un momento después habló.— Quizás no sea el mejor estudiante, pero estoy seguro que él no hubiese tenido problemas con unos simples bandidos como esos. Ni siquiera hubiese requerido usar el Occult Impaction, y esas heridas…

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Camile terminó la idea.— Sí. Es obvio que no fueron causados por Poring chocando con ellos. El sacerdote solo guardó silencio, viendo su comida y pensando.— Parece que lo intentó, aunque le dijimos que era imposible. — Concluyó. Ambos continuaron comiendo en un silencio que era penetrado por todas las conversaciones de la sala.

3Después de salir de la iglesia por el frente, los dos jóvenes giraron a la derecha poco después haber salido del lugar, y una vez más giraron a la derecha poco después, para finalmente girar a la izquierda. Todo el camino por el que avanzaban estaba hecho de piedras blancas en formas parecidas a cuadros, y a su vez formaban círculos casi perfectos. Este patrón se repetía en todo el camino. Después de haber girado a la izquierda, siguieron avanzando recto hasta que encontraron un puente a su derecha. El guerrero se detuvo un momento frente al puente.— ¡Observa! ¡El gran castillo de Prontera! Lina soltó un gran suspiro. El puente daba paso a través de un rio. Estaba custodiado por dos guardias dentro de unas casetas a ambos lados del puente, y al final de éste se encontraba otro guardia en la puerta principal. El castillo era de un color gris con toques de café. En las torres podían verse estandartes de colores y dibujos vistosos.— Por desgracia no puedo mostrártelo más de acá — Dijo el guerrero —. Son muy reservados y solo siendo alguien importante puedes ingresar.— ¿Conoces a alguien que haya entrado?— No. Aunque el viejo sacerdote dice que un buen amigo suyo fue llamado aquí hace mucho tiempo. Lina Se quedó pensativa ante esto.

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— Como sea, creo que esto es muy aburrido. ¿Qué tal si vamos a la plaza principal? La Archer asintió alegre. Ambos entonces siguieron un camino que se abría enfrente del puente, y que se extendía hasta donde la vista alcanzaba. Poco después de comenzar el camino encontraron una estatua de dos manos unidas en forma de saludo. Athan comentó que no sabía mucho sobre esta estatua, ya que estaba desde mucho antes de que él llegara a Prontera.— ¿Entonces tú no naciste aquí? — Preguntó Lina.— No. Mi padre me contó que llegamos aquí cuando yo era pequeño. Lina titubeó al hacer la siguiente pregunta.— ¿Tu padre es el sacerdote? El guerrero se quedó pensando un momento— Eso me han dicho. Pero no me parezco mucho a él, ¿o sí?La chica sonrió— No mucho. Ambos sonrieron hasta que la chica hizo un pequeño gesto de incomodidad.— Aún te duelen las heridas, ¿cierto? — Preguntó el guerrero.— No es nada. Ya casi se curan.— No es bueno que te hagas la fuerte, después de todo las flechas atravesaron tus… bueno, nuestros hombros. La chica se rio ante esto.— ¿Y qué me dices de ti? ¿No te duelen tus hombros también?— Yo estoy acostumbrado al dolor. Desde pequeño me ha gustado el ejercicio físico y entrenar físicamente.— Pero he leído que los de tu clase son luchadores a distancia, malos físicamente. Si lo que querías era luchar físicamente hubieras optado por ser un “Knight” o un “Crusader”. Athan se sintió un poco ofendido ante la palabra “malos”.— Quizás hubiese sido más fácil así, pero creo firmemente en que un Monk puede ser también físico. Podemos luchar al frente con nuestros mazos o incluso nuestras manos y ser tan útiles en combate cuerpo a cuerpo como un Knight o Crusader.— Al parecer no muchos comparten tu visión. El guerrero soltó una risa con esto.— Espero que algún día lo hagan, o terminaré siendo el loco del pueblo. Ambos siguieron avanzando en silencio. Pasando en línea recta por letreros con noticias, viendo los muros a sus lados de color durazno rosado y las variadas estatuas que por ahí estaban. Por fin La Archer rompió el silencio.— Athan… Tengo una duda desde hace un rato.— ¿Qué?— ¿Sabes cuántos niveles tiene la cueva de payon? El guerrero la volteó a ver sorprendido.

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— ¿Tú no?— Solo me dijeron que no pasara del nivel dos, ya que era una principiante.— Entonces no eres muy obediente.Lina se encogió de hombros.— Los monstruos de nivel uno ya eran muy fáciles de detectar y vencer.— La cueva cuenta con cinco niveles. La chica se detuvo súbitamente.— ¿Y a cuál te dirigías tú? El guerrero se quedó pensando un momento.— Al cinco — dijo por fin. La Archer quedó aún más sorprendida.— ¿Y por qué…? En ese momento Athan la silenció con un “Tss” rápido y bajo.— ¿Qué sucede? — Dijo ella en un susurro.— Lo presiento… está cerca de aquí — Respondió Athan muy serio. Entonces comenzó a voltear hacia todos lados frenéticamente, hacia su espalda, hacia abajo, hacia arriba…— Yo no veo a nadie — Dijo Lina. El guerrero volteó a verla rápidamente.— Yo tampoco, pero no debes bajar la guardia ni un segundo o él… Y en ese momento se escuchó un grito de guerra que provenía de un árbol muy grande el cual ambos habían pasado hace unos segundos.— ¡Te tengo! — Gritó una voz masculina joven. El Monk giró bruscamente pero era demasiado tarde. Un cuerpo cayó y golpeó de lleno al guerrero, derribándolo y levantando una pequeña nube de polvo. La Archer solo observaba la escena incrédula. El cuerpo era alto y delgado, con cabello café oscuro corto hasta la altura de sus orejas. Sus ojos eran de un color ámbar y denotaban mucha energía. Su vestimenta constaba de una armadura de un color acero grisáceo que cubría su cuerpo entero, desde los pies hasta el cuello, incluyendo sus manos. Entre sus piernas podía verse una especie de tela la cual tenía un dibujo un tanto extraño: Una silueta de un corazón hueco con unas extrañas escrituras que lo atravesaban de izquierda a derecha. El chico rio fuertemente.— ¡Sigues siendo tan fácil de atrapar como un Lunatic, Athan!(Subrayado: Un Lunatic es una criatura similar a un conejo.) El guerrero forcejeaba para escapar.— ¿Cómo supiste que me acercaba? — Dijo mientras seguía forcejeando con el chico.— Apuesto que tú también sentiste mi presencia, ¡pero sigue siendo imposible que me esquives!— ¡Ah como sea, solo quítate de encima! ¡Tú armadura pesa mucho! Finalmente el chico se levantó lentamente, dejando a Athan tendido y sofocado. Al ver a Lina parada con un rostro atemorizado, el chico volvió a

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tirarse encima de Athan como si de una lucha se tratase.— ¡¿Con que por eso era que te habías desaparecido por dos días?! ¡Athan, maldito! — Dijo mientras lo inmovilizaba.— ¿De qué rayos hablas? El chico se levantó rápidamente y apuntó a Lina.— ¡La razón por la que no te habías aparecido! ¡Estabas saliendo con esta hermosa chica y no me lo habías dicho! Estoy tan celoso… ¡TE MATARE!— ¡Oye espera! ¡Yo no estoy saliendo con ella! Me la encontré… en un sitio. El chico lo miró fijamente por unos segundos con una expresión muy seria, para después voltearse rápidamente a ver a Lina.— Lamento mi descortesía, joven dama, mi nombre es Axel. Es un honor conocerla. —dijo mientras le levantaba una de sus manos. La Archer se quedó un momento sorprendida, pero rápidamente se recuperó— Es un gusto igual. Mi nombre es Lina. — respondió mientras sonreía. El Chico de la armadura al ver esa sonrisa se quedó sin palabras y su rostro comenzó a ponerse en una tonalidad rojiza. Se retiró hacia atrás rápidamente para regresar al lado del Monk.— ¿En dónde rayos la encontraste? — Susurraba muy alterado —. Y más importante, ¿por qué eres tú el que está a su lado?— Yo que sé. Fue una coincidencia.— Athan me iba a enseñar la ciudad. — Interrumpió la chica. Axel se movió rápidamente al frente de Lina.— ¡Yo la conozco mejor que él! Si quieres yo puedo mostrártela. — Dijo. Athan se acercó al mismo punto con una expresión de indignación.— ¡Ni lo sueñes! Yo soy el responsable de su seguridad.— ¿De qué hablas? seguramente con tus tonterías vaya a perder una pierna antes de que termine el día.— Tú no podrías ni protegerla de un poring.— ¿Qué rayos dijiste? Ambos comenzaron a rabear de una manera parecida a como lo habían hecho Athan y el sacerdote hace un rato atrás. La chica finalmente habló— Tranquilos. Creo que ambos pueden enseñarme la ciudad, ¿no?— ¿Con él? ¡Ni en sueños! — respondieron al Unísono. La Archer estaba a punto de hablar de nuevo pero un ruido la detuvo. Primero fue un grito alegre como de celebración, para luego tornarse en una tormenta de voces que sonaban todas al mismo tiempo, de forma inentendible.— Parece que al fin llegó. — Dijo Axel.— ¿Qué cosa? — Preguntó la Archer. El chico volteó sonriente.— La hora en que el mercado de Prontera abre. ¡Vamos! Los tres siguieron caminando, rodeando un gran jardín redondo el cual tenía una estatua en su centro. Poco a poco el sonido de la gente se hacía más y más fuerte.

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Finalmente habían terminado de rodearlo y entonces lo vieron. Cientos de personas hablando, riendo y molestándose unos con otros en una gran plaza que se extendía hasta el fondo, donde la vista se perdía. Lina no dejaba de observarlo. La gran cantidad de gente que ahí se encontraba, Y pensar que donde habían pasado anteriormente estaba tan silencioso— Siempre es agradable cuando la gente está feliz comerciando. Ojala así fueran todos los días. Lina, ¿En Payon los días comienzan así?— No. ¡Esto en verdad es sorprendente!— En ese caso seguramente querrás verlo más de cerca. Vamos allá. Los tres siguieron caminando hasta llegar al centro de la plaza. Por el lado derecho se veían varios puestos de comerciantes que vendían diversos objetos y equipamiento, desde simples uvas y pociones de curación hasta espadas y escudos. Era una gran variedad de gente la que ahí se encontraba.— La gente en este lugar lleva muchas clases de atuendos diferentes. — Dijo la Archer.— Por supuesto. No por nada esta ciudad es la capital de Rune Midgard. Aquí es donde vienen personas de las diferentes ciudades que conforman el reino. Lina se quedó mirando a Athan por un segundo. Lo notaba un poco serio y distante, como si le incomodara algo de este lugar. Axel se acercó y le toco el hombro— Lo dices de forma muy amargada. Parece que las heridas te dañaron el humor.— No es eso. Es solo que…— ¡Oye Axel, Athan! ¡Vengan! — Dijo una voz en la distancia. Los tres se voltearon en dirección a la voz en donde se encontraban 3 hombres. El de en medio llevaba una gran armadura, mucho más grande que la que llevaba Axel. Pareciera que estaba inflando el pecho. En la parte del pecho llevaba un traje, una tela dorada que le cubría y se extendía por entre sus piernas hasta los tobillos, y tenía en ella, tanto en la parte del pecho como en la parte que estaba entre sus piernas, pintada una cruz de color rojo. Su cabello era negro, y estaba elegantemente peinado hacia atrás. Otro llevaba una especie de túnica abierta de color café obscuro, y dentro se veía que llevaba unos pantalones y un chaleco de color purpura. En la mano tenía un báculo de madera, muy largo, casi del tamaño mismo del hombre. Su cabello era un negro azulado despeinado y medianamente largo. Y el último de ellos llevaba unas ropas muy similares a Athan, solo que de color azul oscuro con los bordes de color negro, y su cabello era del mismo color que el de Athan, solo que en un estilo de peinado alzado y corto. Los tres hombres saludaban enérgicamente, pero pareciera que va más dirigido a Athan. Él por su parte se limitaba a desviar la mirada.— ¿Qué hacen ellos aquí? —, Dijo Axel irritado. — Pensé que llegando muy temprano tendríamos algo de paz.— ¿Quiénes son? — Preguntó Lina.

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— Podría decirse que son amigos nuestros… pero más que nada son nuestros rivales.— Y justo ahora tenían que aparecer… — Agregó Athan. Los tres atravesaron la plaza principal, mientras Lina observaba los puestos y los distintos de artículos que ahí se encontraban: Dagas, escudos, espadas, mazos, báculos… todo lo que se podría imaginar ahí se encontraba. Caminaron hacia los tres hombres que se encontraban de pie en una esquina en donde se encontraba un farol, observando a los que venían hacia ellos. El otro monje fue el primero en hablar.— Te habías perdido por un largo tiempo, Athan. — Dijo con una sonrisa— Solo fueron un par de días. No seas exagerado.— Pensé que también faltarías a nuestro entrenamiento hoy. Ya que ayer no te apareciste, pensé que habías desistido. Esto hizo irritar más al guerrero.— ¡No lo hice porque quisiera! Tuve… un problema. Al igual que Axel lo había hecho, el otro monje se quedó serio unos segundos.— Así que había sido eso… ¿Y? ¿Qué sucedió? Athan solo guardó silencio.— Ya veo… Todos se quedaron en silencio, hasta que el tipo de la armadura grande habló con voz severa.— ¿Pero quién viene con ustedes? Una chica así no debería estar con dos bárbaros como ustedes.— Mi nombre es Lina, ¡Mucho gusto! — Dijo con una sonrisa. Los otros tres hombres retrocedieron un paso, perturbados.— Mu… ¡Mucho gusto! Mi nombre es Zato, y soy un Crusader. — Dijo el grande con gran nerviosismo.— Eh… Yo soy Satyuros, Y soy de la clase mago. Concretamente un Sage. Un Gusto…— Y yo soy Neema. Y soy un Monk al igual que bruto que tienes al lado — dijo señalando a Athan —. Mucho gusto. Las clases Sage Y Crusader eran derivadas de dos clases anteriores, llamados “Primer empleo”: El Mago y el Swordman. El mago es, como su nombre lo dice, un usuario de magia en forma de elementos. Utiliza magia para crear conjuros de agua, viento, fuego y tierra, aunque existen magos que incluso han llegado a dominar magias negras. El Swordman, por su parte, es un peleador físico. Utiliza por lo general espadas para pelear, aunque se han conocido Swordman usuarios de lanzas. Aunque sean peleadores físicos, también hacen uso de la magia, aunque la usan para potenciar la velocidad o el daño de un ataque en particular. Y el Monk es derivado de una clase llamada “Acolyte”, quienes utilizaban más que nada magia de sanación y de apoyo para otras clases. Para cada uno de estos “Primeros Empleos” Existían 2 opciones para avanzar: Del Swordman Existía la opción de irse por ser Crusader, que es lo que eligió

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Zato, o irse por ser un Knight, que fue la opción de Axel. Ambas clases se dividen más que nada por su estilo de pelea. El Crusader es un luchador con una gran defensa y un daño que depende en gran medida de su “sacrificio” en la batalla, ya que sus habilidades lo afectan tanto a él, en menor medida, como al enemigo. El Knight por su parte no necesita sacrificarse en batalla, pero para ser efectivo debe contar una fuerza sobrehumana y, si es usuario de espada, necesita también una velocidad increíble de movimiento al pelear. También cuenta con gran defensa, pero no se compara con el Crusader. De la clase Mago se podía elegir de dos opciones: Sage o Wizard. Ambos usando magia elemental. Las diferencias radicaban en las distintas habilidades de cada uno y las características de estas, pues mientras el Sage es una clase especializada en el combate de a uno contra uno, el Wizard se especializa en los ataques de área, que atacan a una gran cantidad de gente. Ambos cuentan con sus ventajas y desventajas, por ejemplo una ventaja del Sage es que puede aprender a moverse mientras conjura un hechizo y eso le da un poco me menos vulnerabilidad, y una ventaja del Wizard es su gran daño de área. Una desventaja del Sage es eso mismo: que su daño en área es casi nulo. Y una desventaja del Wizard es, además del mismo hecho de que usualmente no se pueden mover mientras conjuran, es que sus ataques de área suelen tardar mucho más en conjurarse, y eso puede dejarlo realmente expuesto. Y por último de la clase de Acolyte se tienen 2 opciones: El Monk y el Priest, los cuales son técnicamente opuestos, ya que el Priest está hecho para el apoyo con curaciones o ayudas con magia y el Monk es una clase creada para pelear.— ¿Y qué hace una Archer como tú en Prontera? — agregó Neema.— Tuve un problema en donde estaba, pero afortunadamente Athan me ayudó— ¿Ah sí? Al fin hace algo bien. ¿Y qué problema fue?— Eh… Bueno… — comenzó a decir Lina —. Me metí a la cueva de Payon y me enfrasqué en una pelea con más enemigos de los que creí capaz de vencer…— Y yo valientemente la rescaté —. Agregó Athan triunfante.— Vaya, debes ser de un nivel muy bajo para requerir la ayuda en el nivel uno de la cueva de Payon —. Dijo Zato con rostro curioso.— Oh no. No era el nivel uno, sino el dos —. Dijo la Archer con una sonrisa.— ¿Y… con cuantos esqueletos dices que te metiste? — Preguntó Neema. La archer se quedó un momento pensativa, para después comenzar a hacer cuentas con los dedos de su mano.— Alrededor de unos 20 —. Dijo finalmente. Al escuchar esto los tres hombres, Zato, Neema y Satyuros, se pusieron serios por unos momentos, para después romper en risas.— ¡Por supuesto! Como si Athan fuera capaz de vencer a 20 Esqueletos del nivel dos él solo —. Dijo Neema mientras trataba de controlar la risa.— Oye Athan, no es bueno que obligues a una mujer a decir semejantes

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mentiras —. Dijo Zato.— No son ninguna mentira — Respondió el guerrero algo exaltado —. Eso fue lo que pasó.— ¿Por qué no me creen? No tengo razones para mentir —. Dijo Lina. Esta vez respondió Satyuros.— Es simple. Suena demasiado absurdo para ser real.— Athan simplemente no es capaz de eso. ¿Sabes que tiene la idea de pelear a modo físico? Eso contradice todo lo que nuestro maestro nos ha enseñado —. Agregó Neema.— ¡Pero es bueno! Yo vi cómo los vencía con su maza y moviéndose tan veloz...— Lina — La interrumpió Athan —. No te creerán.— Por supuesto que no. Después de todo nosotros siempre te hemos conocido — Dijo Neema.— Pues he cambiado, y bastante.— ¿Entonces por qué no lo pruebas? Igual teníamos sesión de entrenamiento, ¿no? Athan miró fijamente a Neema por unos segundos, y después suspiró.— Supongo que sí.

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4Prontera era una ciudad rodeada por bosques. Sus tres salidas daban a diferentes partes de este, y en cada uno se encontraban diferentes criaturas, desde Poring y Drops hasta criaturas un poco más fuertes, pero era un gran sitio para los iniciantes en el mundo del Job. Los 6 guerreros fueron a un sitio alejado del bosque que se encuentra en la salida de debajo de Prontera. Las criaturas que ahí se encontraban, en ese bosque, usualmente no iban a esa área, pues era conocida como un área de entrenamiento para los humanos, quienes no tenían la intención de atacar a las criaturas mientras no se metieran en su camino. Ese bosque era bien conocido por todos ahí reunidos, excepto Lina, quien había vivido toda su vida en su ciudad natal de Payon. Esto no significaba que no conociera un bosque, pues Payon también se encontraba rodeado de bosques con diversas criaturas, aunque estas eran mucho más peligrosas que las que se encontraban en Prontera. Después de llegar al sitio indicado, Neema habló.— Pareciera que hace años que no vengo a este sitio. Tu expresión ha cambiado, Athan. El guerrero se encontraba de pie a unos 4 metros de distancia frente a Neema, quien solo miraba al cielo como si intentase escuchar lo que el ambiente dijera. Los demás se apartaron como si fueran espectadores. Athan solo guardaba silencio.— ¿Tanto te cambió ir a Payon? — Continuo Neema — Bueno, es normal que la hayas pasado mal. Después de todo no tienes el nivel para… Athan lo interrumpió súbitamente.— ¡¿Es eso un Creamy?! — Gritó entusiasmado. A lo lejos se veía una criatura voladora de color rosa que tenía forma de mariposa. Athan inmediatamente fue tras ella mientras le gritaba que se quedara quieta, pero inmediatamente la criatura se envolvió en una luz parecida a la que se habían envuelto Lina y Athan en la cueva de Payon y desapareció ante la mirada del guerrero.— Maldición, se me ha escapado —. Dijo cuándo se detuvo. Neema tenía una expresión de enojo en su rostro.— Lo siento. Me distraje. ¿Qué decías?— Olvídalo —. Dijo irritado el otro Monk —. ¿Estás listo para comenzar?— Por supuesto. Y cuando estas palabras fueron dichas se hizo un silencio absoluto. Ambos habían adoptado una postura defensiva, expectantes al movimiento del otro. Los otros 4 se encontraban viéndolos, serios y con atención completa. Lina se preguntaba el tipo de pelea que sería. Nunca había visto a un Monk tan cerca,

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mucho menos había presenciado una pelea entre ambos. Cuando dos Monk pelean entre sí, lo que usualmente inclina la balanza es su habilidad para controlar la energía de los espíritus. La velocidad con la que absorben su energía y atacan con ella, antes que su contrincante lo logre, e incluso la habilidad para absorber la energía de los espíritus de otra persona antes de que la usen para atacar. Pero esto era diferente. Estos eran dos Monk con estilos opuestos. ¿Qué tipo de batalla habría? El primer movimiento fue de Athan, quien lentamente levantó el puño y una corriente de aire surgió, agitando la hierba a su alrededor y lo envolvió por un momento, para que después una esfera azul apareciera lentamente a la altura de su cabeza y comenzara a girar alrededor de ésta.— ¿Un espíritu? — Neema se rio —. Francamente pensé que podrías atraer algo más.— Calla. Con este es suficiente —. Respondió Athan irritado.— Si tú lo dices… pero espero que no te sientas intimidado.— ¿Por qué habría de?— No lo sé… Y dijo esto con sus manos puestas en su cintura y con una sonrisa en su rostro, mientras un viento fuerte comenzaba a soplar, agitando la hierba alrededor de Athan y Neema, quien continuaba con su pose y sonrisa. El viento hacía volar los cabellos de ambos, aunque comenzó a irse más hacia Neema, quien no se inmutaba. Finalmente todo ese viento comenzó a soplar alrededor del guerrero hasta que tres esferas azules habían salido, una tras otra, en la zona de la cabeza y habían comenzado a girar, exactamente como la de Athan.—… Solo era una idea —. Terminó de decir Neema sonriente.— ¿T…? ¿Tres…? — Comenzó a decir Athan mientras levantaba su mano hacia Neema.— Sí. Justo ayer logré invocar mi tercer espíritu. Athan debía admitirlo: Era bastante sorprendente que Neema haya logrado invocar un tercer espíritu. Esto era especialmente difícil, pues los espíritus solo se juntan con un Monk si estos pasan largo tiempo intentando comunicarse con ellos. Transmitiéndole sus ideales, sus gustos… debías platicarle al espíritu tu vida hasta que fueras aceptado por ellos. Además de que el siguiente era más difícil de obtener que el anterior. Y todo eso sentado meditando durante largos periodos… Algo que Athan odiaba hacer.— ¿Y bien? ¿Comenzamos? — Agregó Neema. En ese momento Athan comenzó a correr hacia Neema a una velocidad bastante rápida. Al estar cerca de él sacó su arma y la levantó al cielo. Neema en ese momento ya había sacado la suya con su mano derecha y se la puso a la altura de la cabeza, justo cuando Athan dejaba caer su arma. Ambas mazas hicieron contacto y causaron un ruido ensordecedor y estremecedor. Estaba claro que no se trataba de algo amigable.

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— Yo ya había comenzado hace tiempo —. Dijo Athan. Neema solo hizo una mueca.— No me agrada que estés tan cerca. Siempre apestas. En ese momento uno de los espíritus se convirtió en una luz que parecía humo y se metió dentro del brazo izquierdo de Neema. Este levantó su mano en forma de palma, apuntando el pecho de Athan, quien al ver esto retrocedió un paso y se cubrió con ambos brazos.— Occult Impaction —. Dijo Neema. Su palma comenzó a emitir un brillo desde el centro de ésta y unos momentos después un rayo azul salió disparado directo hacia Athan, quien se encontraba a unos cuantos pasos de Neema, por lo que solo se limitó a cubrirse. El rayo le dio de lleno, aventándolo varios metros hacia atrás, pero sin derribarlo, y dejando una estela de polvo a su paso.— Me pregunto si algún día aprenderás a esquivarlo —. Dijo Neema con un suspiro. Cuando el polvo se había disipado, Se lograba ver a un Athan de pie, sin ningún rasguño y sacudiendo los lados de su chaleco.— Si tú me dieses la necesidad de hacerlo, quizá me darían ganas de aprender, pero con ataques como ese no me molesto. Al terminar de decir esto, una vez más se abalanzó sobre Neema, quien difícilmente puso resistir el golpe de la maza de su contrincante, quien esta vez la lanzó de forma vertical directo a la cara del guerrero. Athan comenzó a acercar su cara a Neema.— ¡Mira! ¡Mira! ¡Apesto! ¡Apesto! — Comenzó a decir en forma de burla justo en la cara del chico de pelo corto, quien a duras penas lo mantenía alejado.— Ah…. No puedes dejar… de ser… tan… —. Comenzó a decir mientras resoplaba. Y en ese momento hizo algo que nadie esperaba, ni siquiera Athan. Movió su cabeza lo más atrás que pudo, para después dejarla ir con todas sus fuerzas mientras decía la última palabra, la cual era:— ¡IDIOTA! Athan recibió de lleno el golpe de la cabeza de Neema, quedando conmocionado por unos segundos, los cuales su contrincante aprovechó para preparar otro Occult Impaction. Justo cuando había pasado su conmoción, solo pudo ver la luz azul que apuntaba directamente hacia él.— ¡Occult Impaction! — Gritó un furioso Neema. Era diferente. Su palma era más firme, su pose… ese poder era mucho peor que el que anteriormente había recibido Athan.“Que peligroso” pensó Athan. El guerrero prefirió no arriesgarse y se lanzó a un lado.La habilidad, como había pensado el guerrero, era más fuerte que la anterior. Movió las ramas de los arboles a su alrededor y arrancó segmentos del césped del suelo, Veía atónito el gran poder que justo acaba de evitar por los pelos. Y luego

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volteó a ver a Neema con una sonrisa.— ¿Tanto te molesta enfrentar a alguien que se acerca a tu cara antes de que lo notes?— ¿Realmente crees que puedes acercarte a mí?— ¿No acabo de hacerlo? — Preguntó Athan sonriéndole. Al escuchar esto Neema adoptó una puse extraña. Levantó ambas manos al cielo como si fuese a atrapar algo muy ancho y segundos después las bajó al mismo tiempo que bajaba su mirada y cerraba los ojos.— No. Lo que acabas de hacer fue simplemente hacerlo más interesante —. Dijo. Athan se puso serio. Conocía esa pose… sabía lo que iba a pasar. Lina estaba tensa. Pendiente de lo que ocurría en la pelea. Hasta ahora había sido difícil seguirla pues en pocos segundos se producían rayos o cosas así. No era común para ella ver una pelea entre dos Monk. Y en un segundo esa pelea se tornó imposible de seguir para ella. Neema, quien hace un par de segundos se encontraba de pie con la vista agachada, había desaparecido de su lugar, y al mismo tiempo Athan movía su mazo hacía frente suyo con la vista clavada al frente. Y de la nada apareció el mismo Neema golpeando su maza con todas sus fuerzas, intentando doblegar a Athan, quien miraba hacia enfrente seriamente. Miradas cruzadas. Sonrisas simultáneas. El verdadero “entrenamiento” había comenzado. Ambos desaparecían y aparecían en una lluvia de estruendos. Lina intentaba seguirlos, pero tan pronto su mirada se posaba en el sitio donde habían chocado mazas por últimamente, ellos ya estaban en otro sitio haciéndolo nuevamente. Los arboles eran movidos por el viento generado por esta gran velocidad. Los sonidos de las hierbas siendo pisadas eran lo único que aseguraba que ellos estaban moviéndose y no tele transportándose.— ¿Pero… cómo? — Balbuceaba Lina —. Hace un momento Neema no era tan rápido. Axel respondió a sus palabras.— Una habilidad potenciadora. “Increase Agility” —. Dijo mientras veía la pelea.— ¿”Increase Agility”?— Desde la antigüedad, la humanidad ha tenido que enfrentarse a monstruos que superan en fuerza y agilidad a la humana —. Comenzó a contar —. Para vencer estas debilidades, en cuestión de fuerza, los humanos recurrieron a las armas, como lanzas y espadas, pero en cuestión de agilidad no había muchas maneras de aumentarla antiguamente, así que en algún momento alguien decidió usar la magia para potenciar su velocidad de movimiento y ataque. Y la habilidad “Increase Agility” es eso: una habilidad potenciadora. Aumenta la velocidad de movimiento y velocidad de ataque del usuario, o de quien sea el objetivo la habilidad.

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— Entonces, ¿también puede darle esa habilidad a otras personas? Zato tomó la palabra.— Es una habilidad más común de lo que crees. La mayoría de los Monk y Priest pueden ejecutarla — Dijo sonriendo.— Es increíble. Con esa habilidad está peleando al mismo nivel que Athan, parece empate…— ¿Qué batalla estás viendo tú? — La interrumpió súbitamente Axel —. Observa bien. Lina regresó su vista al combate e incluso ella pudo darse cuenta: En cada impacto de mazas, Athan volteaba su rostro, intentando alejarse del sitio donde explotan en fuerza bruta las armas, mientras que Neema se mantenía cerca, empujando con todo su cuerpo cada uno de los embates de su maza.— E- él está…— Sí. Athan está perdiendo la pelea —. Dijo Axel seriamente. Por un momento, Neema golpeó con gran fuerza a Athan, quien no pudo detener el impacto y dirección hacia una enorme roca que estaba enterrada por la mitad, como una pequeña montaña. Impactó fuertemente con su espalda y quedó tendido sobre ella, resoplando. Neema aprovechó este momento y preparó otro Occult Impaction a pocos metros de donde se encontraba Athan. Lo veía venir. Ese rayo era peligroso. Lo aplastaría contra la roca.— Occult Impaction — Dijo Neema. La luz azul brillante que emanaba de la palma de Neema se resaltaba en los ojos blancos y perplejos de Athan, quien reaccionó lo suficientemente rápido para saltar hacia arriba, tomando con las manos la roca donde había sido lanzado como apoyo. El rayo impactó la roca de una manera que produjo un sonido tan alto que retumbaba en los oídos de todos los presentes, aunque esto causaba más emoción en los acostumbrados y más miedo en la recién llegada. Incluso Neema retrocedió un poco por la fuerza causada. Athan, después de haber esquivado el gran poder, se empujó lejos de la roca con sus brazos hacia el lugar donde se encontraba Neema, cayendo con el brazo donde tenía el mazo apuntando al cielo y golpeando con fuerza justo en el momento en que Neema levantaba el suyo para minimizar el daño. Al recibir el golpe difícilmente pudo mantenerse de pie, pues su brazo no pudo aguantar la fuerza del golpe y rompió su guardia. Athan solo se quedó mirándolo mientras éste se reincorporaba lentamente.— Eso fue peligroso —. Dijo mientras se tomaba la cintura con las manos y exhalaba pesadamente.— No quisieras que me contuviera, ¿o sí? — Respondió Neema alzando la vista y sonriendo. Athan se limitó a devolverle la sonrisa. En ese momento ambos comenzaron a moverse a velocidad extremas de

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nuevo, golpeando sus armas una y otra vez. Pero era diferente. Neema ya no atacaba del mismo modo, y Athan tenía un rostro más tranquilo, como si la presión anterior de la velocidad aumentada de Neema hubiera desaparecido.Lina solo pensaba en si siempre hacían este tipo de entrenamiento.— “Por qué la velocidad de Neema ha bajado” te preguntas, ¿cierto? —. Preguntó Axel. Lina solo lo volteó a ver, lo cual hizo que el caballero se sintiera extraño.— Como te dijimos, esa habilidad para incrementar la agilidad sirve mucho en una pelea si eres más lento que tu oponente. Pero tiene un grave inconveniente. Hizo un ademán para que viera en la dirección en la que se encontraban los dos Monk peleando, quienes se habían detenido por unos segundos. Lina notó que Neema resoplaba pesadamente, a diferencia de Athan que también resoplaba pero solo para recuperar un poco de la fatiga.— La habilidad requiere mucha energía mágica. Todos tenemos energía mágica, unos más que otros, y ésta tiene un límite. Neema está usando una habilidad que es muy avanzada para su bajo nivel y por eso se ha agotado tan pronto.— Pero debo admitir que esto no me lo esperaba. ¿Quién imaginaría que en tan poco tiempo Athan aprendiera a pelear así? — Comentó Zato.— No sé qué habrá pasado en la cueva, chica, pero es seguro que lo afectó en gran medida —. Dijo Axel.— ¿Quieres decir que él no peleaba así antes? — Preguntó Lina.— Ni cerca. Era un tipo que se lanzaba a ti rápidamente, pero se dejaba descubierto y era fácil golpearlo. Siempre se levantaba y siempre volvía a caer.— Siempre tuvo potencial, pero con su estilo de pelea era desperdiciado —. Agregó Zato.— Sin mencionar el hecho de que antes no podía llamar ni siquiera a un espíritu. Lina se preguntaba qué fue lo que cambió en la cueva. Tantos monstruos atacando a la vez, a distancia y físicamente, con armas que podrían matarte en un segundo si te descuidases… Algo lo motivó a cambiar su forma de pelear. Las heridas provocadas en la cueva, las flechas enterradas en sus hombros, los sonidos aterradores de los esqueletos… El miedo a perder… El miedo a fallar. El miedo a abandonar. Otros golpes más resonaron. Ambos peleaban fieramente, pero estaba claro que la ventaja había cambiado de lado. Neema era el que perdía ahora. Lina veía los ojos de ambos. Su furia en cada impacto. Seguro sus manos dolían por la energía que ellas mismas recibían al chocar las armas. Era increíble.— Pero hubiese sido mejor que se lo tomaran con calma. Después de todo Athan acaba de tener un accidente. Me pregunto si estará bien —. Dijo

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Satyuros.— ¿Qué tipo de accidente? — Preguntó Axel.— Bueno, yo fui a buscarlo hoy en la mañana antes de ir al mercado de Prontera, pues había faltado anteriormente. La sacerdotisa me contó que Athan quizá no vendría porque había tenido un grave accidente. Solo eso. Inmediatamente Lina lo recordó. Por la intensidad de la pelea ni se había puesto a pensar en ello. Los hombros de Athan… Los pensamientos de Neema volaban. ¿Quién era este tipo? ¿Qué hizo con el alocado “guerrero” que antes había peleado y perdido contra él tantas veces? ¡Esto no tenía sentido! En tan solo dos días había cambiado tan radicalmente. Expresión segura, precaución…, habilidad. Estaba sorprendido. Estaba en shock. ¿Qué entrenamiento había hecho? ¿Qué conocimiento? ¿Qué sacrificio? Con todo esto en la mente, Neema se lanzó una vez más directo hacía Athan, pero ahora con la mentalidad de que no podía vencerlo, ya no más. Estaba desesperado y en shock. Esto no debería ser así, es imposible… Resignación. Athan se daba cuenta. Neema peleaba mucho mejor que los Skeleton del nivel dos de payon, pero tras pelear contra tantos a la vez esto no era algo mucho más complicado. Observar, esperar, esquivar, golpear… Ni él se lo creía. ¿Cómo podía parecerle tan normal algo que antes era tan complicado? Sea cual fuese la respuesta, se sentía confiado. Por primera vez, luego de tantas y humillantes derrotas, su estilo de pelea sería reconocido al menos entre sus compañeros. No era un juego de niños, sino camino a recorrer siendo Monk. Neema se lanza. Athan lo ve, lo siente. Baja sus brazos. El dolor vuelve. La sangre se siente bajando lentamente. Las heridas del pasado hacen su aparición. Todos se quedan mudos ante la escena. Athan se encontraba de pie, pero sus brazos no se movían. Se habían quedado colgando como si fuesen dos simples trozos de carne sin vida. La peor idea de Lina se había vuelto realidad. Ah… pero claro. Athan lo recuerda ahora. Sus hombros habían sido atravesados por unas flechas en la cueva de Payon. En la intensidad de la batalla no lo recordaba. Luchaba por protegerse de los golpes de su contrincante…, de su… ¿amigo? Y después para contraatacar al encontrar una oportunidad de oro. Su concentración absoluta no dio paso a la sensación de dolor que se acrecentaba, pero sin ser perceptible… hasta ahora. Sus brazos no respondían. Trataba en vano de levantarlos, pero solo conseguía aumentar el dolor en sus heridas. Lo veía venir, a Neema… veía su mirada. Él también estaba sorprendido.

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“¿Qué te sucede, Athan?”— pensaba Neema —. “¿Por qué te has puesto en tan mala situación? Bajar tu guardia de esa manera… ¿será que después de tantos golpes la resistencia de tus brazos se ha acabado y no puedes levantarlos?” Pero esta no era una razón para detenerse, no. Esto era justo lo que Neema necesitaba. Su oportunidad de oro. Emprendió la marcha aún más rápido que antes mientras preparaba un Occult Impaction, con toda intención de acabar con la pelea.— Sus hombros… —. Susurró Lina.— ¿Qué cosa? — Preguntó Axel. Ella se había llevado las manos a la boca. Incluso sus propios hombros punzaban con esta simple acción. ¿Qué habría de sentir Athan?— En la cueva… él… recibió dos impactos de flecha en los hombros. Fueron atravesados y él… Al escuchar esto nadie podía creerlo. Con heridas así pelear era una total locura. Athan solo rabiaba en sus adentros.“Pero tenían que detenerse justo ahora… no podían esperar a que terminara”.Los pensamientos del guerrero eran caóticos, pero intentaba mantener la calma. Sus brazos no volvían a reaccionar, y el dolor aumentaba. Se acabó.“Tenía tantas ganas de vencerlo al fin. De demostrar que yo también podía ser… fuerte. Alguien a quien temieran como enemigo, respetaran como guerrero… y quisieran como aliado.” —. Pensaba mientras seguía intentando desesperadamente levantar sus brazos —. “Pero después de todo sigo siendo el perdedor de siempre. Si tan solo… se movieran…” Lo recordaba… una y otra vez… Todo el tiempo era igual. Desde que decidió convertirse en Monk siempre tuvo la firme idea de algo más, algo nuevo, algo diferente al resto. Veía las enseñanzas sobre los espíritus como herramientas que no estaban afiladas a la perfección, lo sentía dentro de sí. Los espíritus no eran meras fuentes de energía… eran acompañantes en los gratos momentos de victorias y en los crudos momentos de derrotas. En sus inicios se esforzó por aprender a usar su magia adecuadamente, pero sin gran éxito. Todos sus compañeros estaban dotados de gran paciencia que era necesaria para canalizar de manera correcta la magia y controlarla para que hiciese lo que se pedía, ya fuera una habilidad de apoyo o de ataque. Pero él no… él siempre buscaba un entrenamiento arduo, movido, que lo hiciera cansarse, sudar. Consideraba a eso el verdadero entrenamiento. Sentarse y cerrar los ojos silenciosamente era… una tontería para él. Cuando el aprendizaje teórico de las habilidades había sido completado con éxito, se les llevaba a Grim Reaper’s Valley, un pequeño campo a las afueras de la ciudad de Lighthalzen el cual estaba poblado por diversas criaturas, entre ellas unas pequeñas bolas rosadas llamadas Metaling, parecidas a los Poring, pero que tenían un rostro muy más tétrico, parecidos a robots diminutos y redondos. Si bien estas criaturas no eran agresivas, si se les molestaba podían llegar a ser muy peligrosas, pero era una zona perfecta para jóvenes

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aprendices de la magia, ya que eran lentas y eso permitía una preparación de la habilidad adecuada, siempre y cuando los estudiantes no estuviesen al alcance de los Metaling. Por desgracia esto no fue escuchado por Athan. Después de suplicarle al señor sacerdote de que lo llevase a entrar, éste por fin aceptó. En el campo se encontraban varios estudiantes con varios sacerdotes menores supervisando que nadie saliese herido. Todos se encontraban lejanos, lanzando habilidades contra las pequeñas mazas rosadas. Una de ellas se encontraba a la vista del joven guerrero. El señor sacerdote aceptó solo con la condición de que le seguiría de cerca, pues el que un estudiante que no era capaz de lanzar su magia de manera correcta estuviera en el campo de entrenamiento era muy peligroso. Al llegar a unos 4 metros de la criatura rosada, Athan sonrió.— Hey —. Dijo. El Metaling escuchó un sonido ajeno a su entorno, así que volteó extrañado. Athan sonrió feliz, y levantando su mano derecha pronunció en un tono bajo y animado.— Holy Light. Y entonces su mano brillo brevemente en una luz blanca que voló en forma de cruz hasta el Metaling, golpeándolo justo en el rostro. Lo cual causó que el Metaling se enfureciera con él, pero no le importaba. Estaba feliz de estar aquí, y estaba dispuesto a disfrutarlo. Sacó su maza y se lanzó contra el Metaling directamente, balanceando su brazo fuertemente y hacia abajo, en dirección al rostro del pequeño Metaling. Pero Athan no contaba con que los Metaling tuviera una habilidad de apoyo. Una barrera mágica defensiva llamada Parry. El golpe fue como haberlo dado contra un muro, sin afectar al Metaling pero dejando aturdido a Athan. La criatura aprovechó este momento y embistió contra el joven guerrero, derribándolo al suelo. Athan rápidamente se puso de pie y volvió a atacar, pero una vez más su golpe fue detenido por la habilidad Parry, y aunque se cubrió con sus brazos, el golpe de la criatura era muy fuerte. Era una batalla que incluso podía parecer cómica, pero el dolor que Athan sentía no era broma. Durante poco más de dos minutos la pelea con la criatura había sido lo mismo: Un golpe bloqueado y una embestida recibida. El señor Sacerdote estaba sorprendido y en shock, ya que era la primera vez que veía a un estudiante pasarla tan mal con una de estas criaturas. Estaba a punto de intervenir pero entonces algo pasó. La habilidad Parry puede llegar a ser muy útil en las batallas, pues un golpe puede ser la diferencia entre perder o ganar, pero tampoco puedes confiar en ella al 100 por ciento. Es una habilidad que, al ejecutarla, se convierte en una energía a tu alrededor que puede cubrir el golpe, o puede no hacer nada. Es casi cuestión de suerte. Y esta vez Athan tuvo la suerte. Su golpe conectó justo en la cabeza del Metaling, el cual quedó muy aturdido. Aprovechó este

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momento y, lanzando un grito de guerra volvió a golpear. El Metaling se hizo pedazos. Después de esto, el guerrero se arrodilló y comenzó a resoplar. El sumo sacerdote, quien se encontraba cerca, se acercó caminando a él.— Es una de las batallas más tontas que he visto — dijo. Athan volteó a verlo, y el sacerdote se sorprendió. El guerrero sonreía.— Te dije que no había problema. Lo tengo bajo control —. Dijo. Era una tontería. El sacerdote lo sabía. Los acólitos podían mantenerse a distancia y atacar a los Metaling sin recibir daño alguno, sin sentir dolor y miedo, ni producir tanta adrenalina. No tenían que resoplar cansados. Pero tampoco tendrían la emoción de un combate, ni el sentir de tu arma siendo apretada fuertemente por tus manos. Su habilidad se vería en el poder de sus hechizos, pero no en su tenacidad en el combate. Y tampoco tendrían esa sonrisa. El sacerdote lo comprendió al verlo.— ¿Sigues descansando? — Preguntó el sacerdote con voz firme. El guerrero lo veía extrañado.El sacerdote hizo un ademán de señalamiento con la cabeza.— Ahí hay otro —. Dijo. Athan se quedó sorprendido. ¿Sin regaños? ¿Sin “te lo dije”? ¿Era en serio?— Demuéstrame que no es una tontería —. Finalizó sonriendo. El guerrero se levantó rápidamente, asintió y corrió a atacar a la siguiente criatura, aunque una vez más fue recibido por Parry y una embestida. Era gracioso recordarlo… Después de eso los entrenamientos continuaron. Era el único que, en lugar de mantenerse alejado lanzando poderes, corría directamente hacia los Metaling y lanzaba ferozmente su maza, asustando a todos incluyendo al resto de los sacerdotes. Todos se preocupaban por la violenta forma de ser de Athan. Nadie confiaba que un Monk con esa actitud tan poco paciente fuese a hacer algo realmente útil en una batalla. Athan estaba decidido a callar esos pensamientos. El día de la graduación finalmente llegó. La gran cantidad de estudiantes de esa generación fue pasando uno a uno, recibiendo su reconocimiento y prueba de haber terminado la primera etapa de su formación, y calificar para la segunda: El segundo Job. Muchos de ellos decidieron ir por el camino de la ayuda hacia los demás, el Priest. Y otros prefirieron irse por el camino del poder de batalla a distancia, el Monk. Pero alguien no figuraba entre todos ellos. El joven guerrero que no encajaba en ninguno de los dos lados. Athan se encontraba en la zona de entrenamiento de espíritus. Un sitio en donde los Monk aprendían a llamar a los espíritus y controlar la energía que estos brindaban para usarla en batalla. En ella había figuras hechas con paja y cuero, las cuales servían como blancos para las habilidades. El joven guerrero se encontraba en una jardinera, situada en una de las esquinas de ese campo de entrenamiento. Estaba recostado observando las hojas del árbol moverse. El señor sacerdote fue a verlo.— Me sorprende el haberte encontrado aquí —. Le dijo.

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El guerrero, al escuchar la voz, hizo un gesto de sorpresa y volteó a ver a la dirección de dónde provenía. Al ver de quien era, regresó a su posición original.— ¿De qué hablas? A mí nunca me han agradado las reuniones emotivas —. Respondió tranquilamente.— No hablo de eso, sino de estar en este sitio. Aquí es donde los estudiantes que fueron promovidos a Monk pasarán la mayoría de su tiempo, meditando para intentar atraer a los espíritus. Athan, al escuchar esto, hizo un gesto de molestia.— Oye viejo, ¿realmente solo existe esa manera de atraer a los espíritus? — Preguntó seriamente. El señor sacerdote se quedó pensando un rato.— Existe otra, pero no sé exactamente cómo funciona —. Dijo al fin. El joven guerrero al escuchar esto se incorporó rápidamente, con ojos brillantes. El sacerdote se imaginó la gran molestia que es para Athan el meditar por horas sentado.— Los espíritus se hacen presentes después de mucho tiempo de meditación, ya que lo que se pretende con ella es comunicarte con ellos con tus pensamientos y darte a conocer al cien por ciento —. Empezó a decir —. Pero hay otro modo de darte a conocer.— ¿Y cuál es ese modo? — Preguntó un intrigado Athan.El señor sacerdote puso un rostro serio, mirando hacia la nada.— Con tu voluntad —. Dijo. El joven guerrero al escuchar esto hizo una expresión de sorpresa.— ¿Mi… voluntad? — Dijo en un susurro. El viejo se puso de pie bruscamente.— ¡Así es! ¡Con tu entrega en la batalla! ¡Con tu tenacidad! ¡Con tus ganas de levantarte siempre! ¡Con tu avanzar firme y temerario! Casi como si la naturaleza lo ayudase, un viento fuerte sopló y movió todo lo que estaba alrededor. Las hojas en el suelo, los muñecos que colgaban de cuerdas, las ramas del árbol, e incluso sus ropas. El guerrero puso un rostro serio, como si analizara la respuesta.— ¿Y cómo se hace eso? Pelee con muchos monstruos durante mi entrenamiento y no surgió ni un espíritu. El sacerdote una vez más se quedó pensando muy seriamente, con su mano en su oscura barba.— No tengo ni idea —. Respondió encogiéndose de hombros. Al escuchar esto, y ver la expresión tan anormal que hizo el viejo, el guerrero se echó a reír.— ¿De qué te ríes? No esperes que sepa cómo llamar a los espíritus con golpes. Recuerda que tú eres el único loco que piensa que un Monk puede ser un guerrero físico y útil. Athan al escuchar esto, volvió a recostarse, y cerrando los ojos y sonriendo respondió.— Tú solo espera.

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Sus recuerdos se detenían, y su mente volvía a la batalla. Cierto, estaba a punto de ser golpeado por Neema. Y sus brazos seguían sin moverse. Pero ya no estaba resignado, no. Su mente estaba más emocionada que nunca.“Levántense… Levántense… Levántense… Levántense… Levántense…” Repetía sin cesar.Pero en su cuerpo solo tenía temblores, simples espejismos de una pequeña fuerza en sus brazos. No se levantarían. Quería seguir peleando. Quería dar más. No importaban sus heridas, ni importaba el dolor, ni la sangre que recorría sus brazos. Lo único que importaba era…“Seguir peleando, ¿no?” Una voz… Una voz calmada… ¿De dónde provenía? Athan no lo sabía. Pero sentía algo… esa voz le daba fuerza, le daba poder… le daba… la oportunidad de seguir peleando. De no perder.— ¡Neema detente! ¡No lo hagas! —. Gritó Axel alterado. Neema ya estaba encima de él. La luz azul resplandeciente de su mano estaba a centímetros de la cara de Athan, pero ya lo sentía. Sus brazos volvían a obedecerlo. Los levantó rápidamente justo cuando la mano derecha de Neema se posaba en su pecho, haciéndola a un lado de forma rápida y brusca con su mano izquierda, justo en el momento en que el Occult Impaction salía en un rayo poderoso hacia el horizonte, y posando su mano derecha justo en el pecho de su contrincante. Neema se detuvo en seco justo enfrente de Athan, viendo la mano de él justo en su pecho, sin poder reaccionar. Su mano derecha estaba demasiado retraída, y su mano izquierda no se movía. Estaba demasiado impactado. ¿Estaba fingiendo hace un momento? ¿Había caído en la trampa? No… no era nada de eso. Sus brazos… Sangre. “¿Qué significa esto?” pensaba Neema. “¿Por qué está sangrando?” Pero no había tiempo para eso. El espíritu que anteriormente flotaba en la cabeza de Athan se había esfumado.“No me digas que…” Comenzó a decir para sus adentros el guerrero, mientras bajaba la mirada. Y sus temores se hicieron realidad. La mano derecha de Athan brillaba en azul.“Maldición.” Athan no lo creía. De algún modo, por alguna razón, sus brazos reaccionaron. Y ahora estaba a punto de realizar el último Occult Impaction de la batalla. Pero algo no estaba bien. Su brazo estaba… ardiendo. Lo sentía como si estuviese con un calor anormal. ¿Era acaso que la energía que estaba acumulando era demasiada? ¿O era parte del dolor de sus hombros? No tenía tiempo para pensar en ello. La energía gritaba por salir. “¡Quiero golpearlo! ¡Quiero ganar! ¡Ganemos…!” pareciera que gritaba. Cada grito resonaba en su interior y sentía como si el calor que sentía en su brazo aumentara más y más.

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Tenía miedo. Sentía un ardor cada vez más fuerte. Solo quería expulsarla. Pero era peligroso… si la energía era tanta como para hacer arder su brazo de ese modo, ¿Qué haría con el cuerpo de Neema al golpearlo? No podía hacerlo… aunque perdiese, no podía tomar ese riesgo. Justo cuando el brillo llegaba a su más alto punto, y cuando Neema se había resignado a sufrir el golpe brutal, sintió una fuerte presión en la zona entre el hombro y el codo de su mano derecha. Era la mano de Athan, que lo estaba tomando. No era como si Athan pensara que Neema podría contraatacar. ¿Qué era eso? La presión se convirtió en un fuerte jalón que con un grito lo lanzó bruscamente hacia su lado derecho, justo en el momento en que el Occult Impaction de Athan explotaba. Todos lo veían. Axel, Zato y Satyuros respiraron aliviados. Creían que esto estaba acabado. Solo saldría el pequeño pero poderoso rayo azul el cual se disiparía en unos segundos, dejando solo una pequeña brisa y algo de calor hacia la dirección en donde fue lanzado. Después podrían discutir lo increíble que estuvo Athan por luchar estando herido, y aún más haber podido lanzar un Occult Impaction. Nada más sorprendente que eso. Pero lo que vieron fue mucho más allá de eso… Lo único que escucharon fue un quejido grande de dolor, o de rabia, o miedo, de Athan. Después de eso todo se volvió azul. El Occult Impaction, si es que eso era, había salido, pero lo que vieron fue un rayo posiblemente diez veces más grande que el que Neema había hecho antes. Tenía una altura del doble de Athan, aproximadamente tres metros y medio, y su distancia de impacto se había extendido 10 metros hacia delante, distancia en la cual se encontraba la roca en la que previamente Athan había estado apoyado. Neema, quien se encontraba a menos de un metro del enorme rayo se cubrió el rostro de los escombros y el polvo. Al acabarse por fin el enorme poder, Athan tenía su mano derecha temblorosa. No podía controlarla, y de su palma emanaba un tenue humo blanco. Su mente trataba de procesar lo que acababa de pasar, pero era demasiado grande la impresión… y el dolor. Su mano ardía más que nunca, y una vez más no tenía fuerza en sus brazos, aunque estos se mantuviesen arriba en la misma posición. Solo logró levantar la vista hacia enfrente y lo vio. Vio lo que ese poder había provocado. El pasto que antes pintaba de verde el suelo se había esfumado. Lo único que había era tierra excavada y húmeda, una simple línea de tierra excavada rodeada de pasto. La pequeña montaña en donde Athan se había apoyado seguía ahí, pero tenía un hueco enorme en el centro de ella, el cual se habría hasta su otro extremo, como si fuese un túnel. Todo esto fue provocado por la mano de un Monk, en unos pocos segundos.— ¿Pero qué… rayos? — Tartamudeó Satyuros.— Oigan… eso de hace un momento… ¿Fue Occult Impaction? —. Preguntó Zato. Lina estaba igual de sorprendida que todos, pero solo veía a Athan y la forma en la que estaba de pie, como si no pudiese o quisiese moverse, y la forma

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agitada con la que respiraba, como si estuviese asustado. ¿Estaría sufriendo?— Oye —. Le hablaba una voz.Ella hizo una leve reacción. Era Axel.— En la cueva donde se encontraron. ¿Athan lanzó un Occult Impaction como este? Lina tardó un poco en reponerse y contestar.— No… él… solo había sido uno, y fue similar a los que Neema lanzó —. Respondió con voz temblorosa. Estaba asustada. Al escuchar esto, Axel se confundió aún más. Entonces estaba seguro que esto no era normal. Antes Athan no era capaz de lanzar esa habilidad con semejante fuerza. En la cueva, donde a juzgar por sus heridas en los hombros estuvo en un peligro de muerte, tampoco fue capaz de hacerlo, pero en una pelea sin riesgo de morir, donde se detenían cuando uno estuviera derrotado, pudo hacerlo. No tenía sentido. Incluso aunque esta fuese una pelea a muerte, era imposible que Athan manejara tal cantidad de energía a su antojo, ni que pensara que era necesaria tal cantidad para ganar el combate. No era algo que fuese posible. ¿Entonces, por qué? ¿Por qué pudo hacerlo? Neema, estando aun en el suelo fue quien rompió el silencio con ruidosas palabras.— ¡Oye Athan! ¡¿Qué carajo fue eso?! ¡Si me hubieses dado con ese poder seguro que me matabas! Pero Athan no respondía. Seguía de pie, alternando sus ojos entre su mano, que ardía como si estuviese a centímetros de fuego, y la escena de destrucción que su propio poder había creado. ¿Qué fue eso? Neema por fin se puso de pie, dando a entender que no sufrió gran daño con el enorme poder.— ¿Me estas escuchando? ¡Oye! — Decía enojado. Athan por fin lo volteó a ver.— Lo siento Neema. Yo… Y lo siguiente fueron balbuceos. El guerrero comenzó a temblar y emitir gemidos de dolor, como si estuviese a punto de comenzar a llorar. Todos mantenían su cara de expectación. Finalmente, Athan cayó al suelo totalmente inconsciente.

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5 ¿Qué había pasado? Estaba oscuro. Un espacio donde no se podía ver ninguna luz, y la vista se limitaba a sus manos brillantes, sus brazos brillantes, su cuerpo brillante. ¿En dónde se encontraba? Una figura se encontraba sentada en una especie de cubo. Parecía ser un hombre que se encontraba encorvado, con sus manos recargadas en sus rodillas, como si estuviese deprimido. Unos ojos oscuros se abrieron y miraban directo hacia el rostro de Athan.— ¿Por qué lo evitaste? — Preguntó una voz seria y tétrica, lo que confirmaba que era un hombre.— ¿Qué? — Respondió el guerrero. Los ojos se quedaron viéndolo por unos segundos. El hombre finalmente levantó la cabeza y se puso erguido, centrando toda su atención en Athan.— ¿Por qué evitaste que mi poder destruyera a tu enemigo? Era más simple dejarlo salir y terminar con la pelea. Ahora lo recordaba. Lo último que pasó fue eso… ese poder inmenso… Un poder que por poco acaba con la vida de Neema.— ¿Quién eres tú? — Respondió Athan.— Solo responde la pregunta, niño —. Dijo con enojo el hombre. El guerrero estaba confundido. ¿Qué era este sitio? ¿Por qué este hombre le hablaba como si lo conociera? No lo sabía, pero sabía muy bien el por qué lo había evitado.— Yo… no quería matarlo —. Decía mientras veía sus manos — ¡La batalla era un entrenamiento! ¡Una forma de demostrar quién era mejor y saber nuestras debilidades!— Pero querías ganar la pelea. Querías terminarla para que te consideraran fuerte. Athan recordó sus pensamientos en esos momentos. En los momentos donde la pesadez de sus brazos era de toneladas, pero su voluntad se alzaba sin gravedad alguna.— Es cierto. Al vencerlo me hubiesen considerado un guerrero fuerte. Los ojos flotantes en la negrura no se apartaban de la cara del guerrero.— ¡Pero! — Comenzó a decir Athan con apasionada voz — ¡Si lo mataba, yo no sería más que un cobarde! El hombre soltó una risa baja. No se podía ver más allá de su silueta y sus ojos penetrantes.— ¿Un cobarde? ¿A qué te refieres? Athan vio su mano derecha, la que casi mataba a Neema, y levantándola en forma de puño, con su mirada directo hacia el hombre, y sus ojos ardiendo en emoción, declaró:— ¡Una persona que teme ser superada por su rival! ¡Que teme no poder ser

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hacerse más fuerte! El hombre guardó silencio por un momento, analizando esas palabras.— Ya veo… — Comenzó a decir —. Creo que es todo lo que necesitaba. Se levantó de su lugar y comenzó a caminar en dirección contraria a donde estaba Athan, dándole la espalda.— ¡Hey espera! — Comenzó a decir éste — ¡¿Quién eres tú?! El hombre se detuvo un momento y volteó a verlo.— ¿No deberías estar en otro sitio?— ¿A qué te refieres? El hombre siguió caminando.— Te he escuchado. Tus pensamientos. El guerrero lo miró sorprendido. ¿Será acaso que él es…?— Demuéstrame de qué estás hecho niño —. Dijo levantando la mano en señal de despedida Athan quiso decirle algo más, pero era inútil. Él había salido de toda la oscuridad. Su cuerpo ya no brillaba. Y varios pares de ojos lo veían ahora.

6Poco a poco abría los ojos. Lina se encontraba al lado derecho de la cama, con sus manos recargadas en la cama, cerca del cuerpo de Athan.— ¡Ya está abriendo los ojos! — Dijo con emoción. La habitación, al igual que casi todas las de la iglesia de Prontera, era de

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madera pintada oscura, con una mesita de noche y dos lámparas de aceite colgando en la pared encima de la cama. La mayoría eran usadas como dormitorios para los estudiantes, y por lo tanto eran bastante sencillas. Una cama, una mesita y un ropero con algunos cambios de ropa eran las máximas cosas con las que contaban las habitaciones, aunque claro si se trabajaba era posible conseguir otros muebles o artículos, pero la habitación de Athan no tenía ninguno de esos artículos. Al ver a todas las personas que se encontraban en su habitación, la sacerdotisa, Axel, Zato, Satyuros, Neema y por supuesto Lina, supo que se había desmayado. El mundo oscuro en el que antes se encontraba, al igual que la plática que había tenido con aquel hombre habían sido un sueño. ¿Verdad?— ¿Camile? ¿Qué…? Athan detuvo su habla rápidamente. Sus brazos no se levantaban, e intentarlo suponía un fuerte dolor en sus heridas, pero no solo eso. Estaban vendados completamente. ¿Qué Había pasado exactamente?— Deja de esforzarte, tonto —. Dijo Camile —. Tus heridas se abrieron incluso más que antes, y perdiste una buena cantidad de sangre. Deberás quedarte en cama un tiempo. Athan se limitó a guardar silencio.— Hablaré con el Señor Sacerdote para avisarle que has despertado —. Dijo mientras salía por la puerta. Se hizo un silencio que duró un par de segundos. Neema lo rompió— Pero oye, debiste habernos dicho sobre esas heridas —. Decía mientras se recargaba en la pared, con su pierna derecha apoyándose en ella —. Si lo hubiese sabido no habría sido tan brusco.— Pero Neema, fue Athan quien al final tuvo que salvarte del Occult Impaction —. Dijo Satyuros con rostro curioso.— Calla. No necesitaba ayuda —. Respondió volteando el rostro.— Aunque ciertamente, fue un Occult Impaction muy asombroso —. Agregó Zato con una sonrisa —. No tenía idea de que fueses capaz de controlar tanta energía. Axel tomó la palabra.— Eso es algo que me gustaría hablar —. Dijo, con expresión bastante seria —. Oye, Athan… El guerrero, quien hasta ese momento se encontraba distraído, volteó a verlo.— Ese Occult Impaction… no podías controlarlo, ¿cierto? Justo cuando terminó de decir estas palabras, Neema, Satyuros y Zato adoptaron una expresión incrédula.— ¿Qué rayos dices Axel? Es obvio que podía controlarlo —. Dijo Neema.— Lo más probable es que fuese una táctica para asustar a Neema y así mostrarle cuanto ha mejorado —. Agregó Satyuros.

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Hubo un corto silencio.— ¿Athan? Una vez más, el guerrero reaccionó con la voz del Knight, solo que esta vez fue cerrando sus puños sobre su regazo.— No. No podía controlarlo —. Dijo con frustración.— Entonces, ¿quieres decir que si no me hubieses lanzado, la energía que lanzaste me habría golpeado? El guerrero solo guardó silencio.— ¡Debes estar bromeando! — agregó Neema con enojo —. Entiendo que puedas tomar energía y que salga de mal modo, ¡pero la lanzaste del modo de Occult Impaction! No puedes decir que eso fue suerte.— Tienes razón. No fue suerte. Yo logré que saliera de esa forma, pero no fue por habilidad.— ¿Entonces, por qué fue? Una vez más, la voz de Athan se tornó baja y grave.— Fue por miedo.— ¿Miedo?— No sé cómo decirlo —. Decía, con inquietud en su voz —. La energía era… diferente. Estaba llena de emoción. Impaciente por… atacar. Pero yo no tenía esa misma intención. El tiempo que la contuve fue demasiado…— Y es por eso que tienes los brazos vendados, ¿no? —. Agregó Axel —. La energía te afectó.Athan asintió.— Si tan solo contenerla era tan peligroso, lanzarla mal hubiese sido fatal. Supongo que eso fue lo que me ayudó a lograrlo. E incluso cuando salió, no asimilaba el gran impacto que causó— Entonces las cosas pudieron haber terminado mucho peor —. Dijo Zato. Axel se cruzó de brazos.— Bueno, entonces solo queda una pregunta más que hacer. ¿Por qué tu espíritu te dio tal cantidad de energía? Eso no es normal. Todos, incluyendo a Lina, se tornaron serios. El guerrero recordó ese extraño sueño. “¿No querías ganar?”— Tienes razón—. Comenzó a decir Neema —. A mí nunca me ha pasado, aunque claro mi control de espíritus y de energía es mejor que el de Athan. “¿No querías derrotarlo?”— ¿Podría ser que se haya emocionado demasiado?—. Decía Satyuros —. Según tengo entendido, los espíritus reaccionan a la voluntad del Monk. “¿No querías ser considerado fuerte?”— ¿Cuánta emoción crees que se requiere para que un espíritu reaccione de tal manera? No tiene sentido. Axel escuchaba esta discusión, pero veía a Athan. Su mirada fija hacia abajo. Él sabía algo más, pero no quería decirlo. ¿Podría ser que supiera el por qué su espíritu le dio esa energía?¿Será que él hizo contacto con…?

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— Saludos, jóvenes. Todos voltearon a ver hacia la puerta de la habitación. Un hombre se encontraba de pie. Tenía el cabello café claro amarrado en una cola justo en la nuca, y vestía una armadura similar a la de Axel, solo que las tonalidades eran azules, portaba un escudo de tamaño rectangular color gris con un dibujo parecido a alas blancas sobre él. Tenía un aspecto más maduro que los del resto. Quizás rondaba los 25 años de edad. Su expresión era tranquila, pero seria. Axel inmediatamente reacciono a esa voz.— ¡Señor William! — Dijo con sorpresa. El caballero solo asintió. Axel notó que alguien estaba detrás de él. Una mujer de aspecto igualmente juvenil, y ropas de las mismas tonalidades que la del caballero, solo que no era una armadura, sino un traje ligero hecho de cuero y tela. Llevaba unas botas largas color azul, y unas calcetas de un azul más oscuro que llegaban casi hasta las rodillas, y en sus brazos llevaba otras mallas del mismo color que las de las piernas. Sin duda ambos trajes se trataban de una especie de uniforme. Su cabello era corto, llegando hasta la parte baja de su cuello y era de color oscuro con un mechón color rosado, en un peinado liso que cubría su ojo izquierdo. Sus ojos eran de una tonalidad casi púrpura.— ¡Señorita Madeleine! — Dijo con alegría.— Hola Axel —. Respondió la mujer con cortesía. Después de estas presentaciones, William volteó a ver al guerrero en la cama.— Hola, Athan. El guerrero levantó la mirada directo hacia el caballero.— ¿Qué hace aquí? — Dijo groseramente.— Me encontré hace poco con la señora Sacerdotisa. Dijo que habías sufrido un accidente y quise ver cómo te encontrabas.— ¿En serio? ¿Ahora se preocupa por gente como yo? El caballero guardó silencio ante la agresividad del guerrero. La arquera que se encontraba detrás del caballero saltó agresivamente.— ¡Oye! Ten más respeto hacia el señor William. William levantó su brazo frente a ella, en señal de parar.— ¿Crees que no me importa lo que está pasando?— ¿Qué más da? Igual no harás nada —. Respondió el Monk enojado.— Debes entender que no podemos mandar gente tan precipitadamente. Debemos formular un plan y…— ¿Creen que hay tiempo para que anden con sus estúpidos planes?—. Interrumpió Athan—. Si nadie hace algo entonces él… —. Se detuvo él mismo.— ¿Entonces eso fue? ¿Fuiste a la cueva de payon? — Decía William mientras caminaba hacia el lado izquierdo de la cama — ¿Por eso tienes esas heridas?— ¡Así es! ¡Si ustedes no hacen nada entonces yo lo haré! El guerrero movió lentamente sus piernas hasta el borde derecho de la cama, y se puso de pie, con movimientos lentos, quejidos y con poco equilibrio. Lina se movió rápidamente a sostenerle.

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— ¡Detente! Camile dijo que te quedaras en cama. ¡Estás muy débil por las heridas! El guerrero ignoró estas palabras y siguió avanzando hasta posicionarse justo enfrente del caballero. Se movía lentamente, con su cabeza agachada y sus brazos casi estáticos. William, al verlo de pie frente a él, tan herido y débil, soltó un suspiro desaprobatorio.— No sabemos qué hay en el nivel 5. No se conoce de persona que haya llegado a ese nivel y regresado con vida. Incluso dicen que en ese nivel habita un Magnum Monster —. Dijo, mientras levantaba su voz en tono de enojo y cerraba sus puños —. ¿Entiendes lo que eso significa? ¡No lograrás rescatarlo! ¡Eres demasiado débil! Todos sin excepción miraban en silencio a las dos personas que se encontraban paradas una frente a la otra. Miraban a Athan, quien no levantaba la vista ni demostraba emoción alguna. Miraban a William, quien observaba con alteración al débil guerrero que se encontraba frente a él. Pero lo que más observaban eran los sentimientos, las voluntades. Axel luchaba en su interior. Conocía al señor William desde que inició como caballero, pero era la primera vez que lo veía tan alterado. Trataba de comprender lo que decía, de aceptar las razones detrás de esas palabras, pero no podía. En su interior sentía lo mismo que Athan. ¿Qué estaba diciendo el señor William? Esto no era cualquier situación diplomática en la que se puede hacer una negociación de rehenes. No había razón para formular un plan. No había razón para esperar otra opción. ¡Se estaba hablando de la vida de un importante ciudadano de Prontera! Entonces ¿Qué estaba diciendo? Athan seguía con su vista mirando hacia la nada. Las palabras del hombre que estaba frente a él resonaban en su mente. ¿Así que eso era? ¿Así era como lo veían? Un simple joven que suplicaba por ayuda, porque él no podía serla. Patético. Eso era realmente patético. Una desgracia. Alguien así no se puede llamar guerrero. No se puede llamar hombre… ni humano. Odiaba la idea. Cada vez que la repetía en su cabeza sentía una rabia que iba creciendo. Era una rabia de… frustración, porque estaba empezando a pensar que era cierto. Lo aborrecía, pero… ¿podría ser… verdad? “Tus pensamientos. Los he escuchado” Era cierto… sus pensamientos, su deseo era un grito que solo podía ser escuchado por aquellos cuya voluntad es su más viva fuerza.“Demuéstrame de qué estas hecho” Esas palabras resonaban en su mente, pero no era al hombre al que veía, sino una cara familiar. La veía de lado, como si la suya se encontrara justo al lado. El rostro esbozaba una sonrisa de seguridad. Esa sonrisa siempre lo hacía sentir seguro. Lo hacía desear hacer sentir esa misma seguridad a aquellos que apreciaba. Lo hacía querer esforzarse al máximo. Y la sola idea de que desapareciera tan repentinamente era inconcebible.

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No lo permitiría, de ningún modo.— Es cierto. Puede ser que yo sea demasiado débil —. Comenzó a decir Athan suavemente —. Pero… Las tenía en la mente. No solo recordaba el rostro del hombre que admiraba, sino las palabras que escuchó de ese hombre. Las palabras que iluminaron su camino a seguir. Su rostro se levantó súbitamente. Sus ojos se abrieron en dos círculos brillantes y penetrantes. Y su boca se puso rígida.— ¡La debilidad no es algo con lo que vivir, sino con lo que enfrentarse! El silencio se hizo en la habitación, pero todos los rostros habían cambiado. Axel, Neema, Lina, Satyuros, Zato, e incluso el propio William reaccionaron ante estas palabras, ante esa mirada. Los pasos de una persona resonaban cada vez más fuertes en el silencio que se había hecho. Era Camile. Se sorprendió por la escena que contemplaba. Las cuatro personas que se encontraban en el lado derecho de la habitación como si fuesen simples espectadores. Las dos personas que estaban paradas una frente a la otra, mirándose con expresión retadora. La joven mujer pelirroja que se encontraba detrás del herido guerrero. Y claro, un pesado aire.— Eh… ¿Está todo bien aquí? —. Dijo con nerviosismo.— Sí. Nosotros ya nos íbamos. Los dos uniformados dieron media vuelta y comenzaron a caminar.— No eres Dios, Athan. Eres un mortal como todos. Piensa en lo que haces. No desperdicies tu vida. El guerrero solo se limitó a permanecer de pie, observándolo. El caballero siguió avanzando. Justo cuando había salido y sus pasos ya no se escuchaban, las piernas del guerrero comenzaron a temblar y cedieron. Lina se abalanzó rápidamente a sostenerlo. Camile lo observó tranquila.— No me sorprende. Tiene muchas heridas. Lo sorprendente es que haya podido levantarse —. Y agregó volteando a todos los demás —. Creo que es mejor que lo dejemos descansar por hoy. Lina asintió mientras veía al guerrero inconsciente en su regazo. Le sorprendía lo tranquilo que se veía, pero sabía que estaba mal internamente… y no se refería exactamente a sus heridas. Axel, Zato y Satyuros salieron por la puerta después de despedirse, quedando dentro de la habitación Neema, Lina, Camile y el inconsciente Athan. Hubo silencio por un momento. Neema habló suavemente.— Señora Sacerdotisa… Camile No respondió.— Yo no tenía idea…— Para. Neema se detuvo súbitamente ante la seriedad de su voz.— Esto no es grave. Se recuperará… Por lo menos físicamente —. Y agregó

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sonriendo hacia Neema —. Era una simple práctica que se intensificó, ¿no? El Monk solo bajó la cabeza. “Me pregunto si eso era” pensó.— Como sea, lo mejor es que lo dejemos descansar por el día de hoy. Seguro mañana ya estará consciente.— Sí…

7— ¡Neema espera por favor! El Monk, que ya se encontraba en el campo de entrenamiento de la iglesia de Prontera, donde muchos estudiantes hacían entrenamientos de resistencia física y meditación para el control de energía, y algunos incluso ya estaban disparando pequeños Occult Impaction con un solo espíritu girando sobre su cabeza, volteó al escuchar la voz aguda.— ¿Qué sucede, Lina? La chica se encontraba resoplando, pues antes de darse cuenta lo había perdido de vista y buscó al Monk con rapidez. La esperó pacientemente a que recuperara el aliento.— ¡Yo… quiero saber por qué Athan estaba en la cueva! Todos los presentes detuvieron sus actividades, incluso los que estaban meditando abrieron los ojos y voltearon a ver a hermosa chica que se encontraba tan cerca de ellos. Lo más sorprendente es por la persona por la que estaba interesada. Ella no se percató de las miradas a su alrededor. Veía con preocupación al Monk que tenía enfrente.— Con todo lo que he escuchado, es obvio saber que no fue a entrenar —. Continuó con voz suave y con su cabello tapando su rostro —. Y también sé que fue mi culpa que resultara tan herido al ir ahí… Neema la miraba en silencio.— ¡Así que…! ¡Así que…! ¡Por favor cuéntame! — dijo con fuerza en su voz y ojos vidriosos. Siguió observándola por algunos segundos. Era increíble que aquella cara alegre que antes tenía fuera cambiada por un rostro que hace que el más duro de todos se toque el corazón. Poco a poco comprendía que lo que había pasado en la cueva de payon era algo que ellos dos compartirán por siempre. Su forma

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de entenderse y comprenderse mutuamente.— Sígueme —. Dijo, mientras caminaba. Lina solo asintió y caminó al mismo ritmo y por las mismas huellas que Neema. Finalmente llegaron a un rincón de la iglesia. Al parecer era un sitio abandonado, donde los estudiantes no se acercaban. Era un sitio sin piezas de entrenamiento, ni ninguna estructura creada para este fin. Solo había un par de bancas de acero pintadas de negro, y una jardinera cuadrada que almacenaba en su interior a un inmenso árbol. Neema fue y se sentó en el lado izquierdo de la jardinera.— ¿Quieres sentarte? — preguntó. Lina se acercó y se sentó a un lado de él. El viento comenzó a soplar y movía las hojas del árbol con una fuerza tan grande que no había hoja que no fuese movida por él. Creaba una especie de orquesta extraña, pero que se sentía bien y te relajaba.— Es agradable, ¿no crees? Dejar de escuchar tanto escándalo de todos los estudiantes de esta iglesia. El lugar más callado y solo. Lina solo guardaba silencio. Y observaba el alrededor. El exterior de la iglesia, pintado de un gris claro, y los rayos del sol atravesando la sombra que el árbol producía.— Y también, el lugar en donde Athan pasaba gran parte de su tiempo. La archer volteó a ver súbitamente a Neema.— Sí. Justo donde estás sentada. Athan posaba su cabeza durante horas. No sé si dormía o solo observaba las nubes, pero aquí siempre podías encontrarlo. Lo imaginaba recostado, con el mismo rostro pacifico que había visto en la habitación. Por un momento llegó a imaginar que el sitio donde posaba su cabeza era su regazo, lo cual hizo que se sonrojara.— ¿En qué piensas?— ¡En nada, en serio! —. Se apresuró a responder — Por favor, continúa. Neema la vio por unos momentos, pero le restó importancia.— Athan no es ciudadano de Prontera, hasta donde yo sé. Un día el Señor Sacerdote apareció en el campo de entrenamiento y lo presentó ante todos. ¡Vaya que tenía una expresión extraña!— ¿No dijo de dónde venía?— No. Se limitó a decirnos que entrenaría con nosotros y que lo ayudásemos en lo que pudiéramos —. Y agregó encogiéndose de hombros —. Así que, incluso para nosotros, es un misterio su lugar de procedencia. Lina se quedó pensando en esto último.— Hay tres tipos de aprendices de Monk aquí, Lina. El primero es el aprendiz común. Un individuo el cual llega porque quiere ser Monk o Priest, y sus padres lo han enviado para ello. Muchos son de ese tipo. Son serios y responsables en su camino de aprendizaje Neema levantó su mano y formó una “V” con su dedo índice y medio.— El segundo tipo es el aprendiz sin apoyo, y es el tipo al cual pertenezco yo. Somos individuos los cuales no tenemos padres, y hemos llegado aquí

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desesperados y perdidos. Amamos este sitio porque es donde volvimos a la vida, y queremos agradecerle siendo útiles e importantes en esta profesión. Lina ahora cambió su rostro a uno curioso, al ver los tres dedos levantados, anular, medio e índice. Neema pensó un segundo sus palabras.— Y el tercero es… el aprendiz Athan.— ¿El aprendiz Athan? — Preguntó, confundida.— No se me ha ocurrido otra forma de llamarlo, ya que Athan ha sido el único conocido de este tipo. Quizá una forma sería “El aprendiz nato”. Y por ahora solo en el lado del Monk se ha sabido de esto.— ¿Y solo Athan?— Solo él. Mientras veía al cielo, recordó aquel día. Uno en el cual estaba molesto y rabioso, pues aquel niño malcriado simplemente irrespetaba las normas de la iglesia, y ni siquiera intentaba aprender las técnicas básicas para ser Monk.— ¡¿Por qué?! Señor Sacerdote. ¡Dígamelo! Un joven Neema, de quizás unos 10 años, se paraba frente al maestro de esa sala. El mismo sacerdote de la actualidad, solo que con un rostro más juvenil.— Entiendo que sea huérfano al igual que yo, ¡pero mire eso! El sacerdote volteó en la dirección en la cual apuntaba el dedo de Neema. En esa dirección se encontraba un niño recostado en una jardinera, recibiendo la sombra de un árbol medianamente grande. No se movía, y parecía que dormía.— Parece que ya se le hizo costumbre recostarse en esa jardinera —. Respondió mientras acariciaba su barba.— Siempre se recuesta ahí. Rara vez intenta meditar. Solo le gusta lanzar golpes al aire o golpear los muñecos de prueba. ¡No parece que le interese en lo más mínimo aprender a invocar un espíritu! ¡Sin eso no se puede ser un Monk! El hombre solo guardaba silencio.— Si no quiere ser Monk pues bien podría estar trabajando en la cocina, o en la limpieza de la iglesia, pero usted ha insistido en que practique aquí, ¡y en lugar de eso solo duerme y golpea al aire! ¡Da una mala imagen a la iglesia! Nadie más escuchaba estos alaridos de enojo. Todos estaban inmersos en sus entrenamientos, en su meditación, en sus pláticas.— Así que, ¡Dígame por qué sigue aquí! — Finalizó con desesperación el joven aprendiz. Finalmente, el Señor Sacerdote caminó hasta un asiento.— Neema, ¿tú has visto a un espíritu en acción, con tus propios ojos? Le pareció rara la pregunta, así que la respondió con inseguridad.— Sí… Los aprendices que llevan tiempo siendo Monk suelen mostrárnoslos para motivarnos, pero no han manipulado más de dos espíritus, o eso es lo que he visto hasta ahora.— Ya veo…— Pero, ¿eso que tiene que ver con que ese niño se la pase recostado?

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El sacerdote se acercó a Neema y le tomó del hombro.— En que ese niño que tú ves ahí recostado, ya ha invocado un espíritu. Neema se quedó procesando estas palabras.— Pero… eso no es posible. Los aprendices más avanzados apenas pueden invocar dos, y llevan años meditando y entrenando para ello aquí.— Ellos los han invocado a través de años de meditación y paciencia. La forma más segura y correcta de hacerlo, pero Athan no… él lo invocó con su propia voluntad.— ¿Con su…? ¿Voluntad?— Así es. Él fue encontrado en el bosque que hay saliendo de la puerta izquierda de la ciudad de Prontera. El hombre que lo encontró dijo que estaba frente a una manada de lobos, armado con un palo, pero no parecía defenderse… sino defender algo, o a alguien.— ¿Él… defendía a alguien?— El hombre me dijo eso, pero él no vio a nadie además del niño. Dijo que Athan estaba muy dañado y cansado, pero seguía de pie… y con una esfera azul girando alrededor de su cabeza. Varios lobos estaban ya fuera de combate.— ¡¿Él solo venció a varios lobos?!— Eso parece. El hombre ahuyentó al resto y lo trajo aquí. Neema se imaginó a sí mismo en dicha posición. Los lobos que hay en esa área son gigantes y feroces. Tan solo enfrentarse a uno ya lo hacía temblar de miedo… y con tan solo 10 años se había enfrentado a varios de ellos.— Los espíritus dan energía, Neema, pero también pueden volverse a tu contra. La energía que te dan puede ser aprovechada, pero si te dan más de la que puedes controlar tu cuerpo puede sufrir… Y volteó a ver al joven chico, quien no tenía idea de esta plática, y seguía descansando plácidamente.— No me sorprendería que Athan tenga miedo de interactuar con ese espíritu de nuevo. Al ver a Neema, quien ahora había perdido su rabia y la había transformado en preocupación, observando a Athan, intentando imaginándolo en dicha situación, su sufrimiento y su miedo, se sintió conmovido. Se puso de pie y se dirigió hacia el interior de la iglesia— Creo que deberíamos dejarle que avance poco a poco, ¿no crees?— S- Sí… El viento sopló una vez más, pero esta vez no movían los cabellos de un niño de 10 años, sino de dos adultos sentados bajo el árbol.— Athan ha sido el único que ha podido llamar a un espíritu sin haber hecho ninguna meditación previa, ni ningún entrenamiento. Por eso es que lleva su nombre el tercer tipo de aprendiz, aunque después de eso no avanzó más allá de ese espíritu. La Archer simplemente bajó su cabeza. Imaginó el sufrimiento de aquel niño.— Pero supongo que no es exactamente la respuesta que quieres, ¿cierto? —

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Dijo el Monk.— No exactamente…— Aquel joven que lo rescató era un aprendiz de Blacksmith aquí en Prontera. Estuvo visitándolo constantemente. Conversaban animadamente y más de una vez lo llevó al centro de Prontera a visitar tiendas, e incluso a disfrutar comidas juntos. Parecía que ellos dos eran realmente… familia. Esa última palabra era la respuesta que Lina buscaba.— Entonces… el hombre al que Athan buscaba en la cueva de Payon es… Neema agachó la vista por un momento. La respuesta era triste y pesada, pues ya era considerado una tragedia no solo para Athan, sino para todos los demás.— Así es. Es el hermano de Athan. Uno de los mejores Blacksmith de Prontera. Su nombre es: Edmund. Lina hizo un gesto de consternación. Ahora era tan lógico para ella. Pero aún había algunas cosas que no entendía.— ¿Y por qué Athan cree que su hermano está en Payon? Neema se encogió de hombros.— Eso es algo extraño de explicar… Al sentir la mirada de Lina encima, sus ojos tan ansiosos por saber cada detalle de esto para entender por completo el dolor de Athan, no pudo soportarlo.— Edmund es un gran herrero. Él fue quien creó las armas y armaduras de Sato y Axel, pero también podía llegar a ser algo… ingenuo.— ¿Ingenuo? Neema se rascó la cabeza, tratando de buscar las palabras adecuadas para describirlo.— En Prontera circulaba un rumor que decía que en la cueva de payon, concretamente en el peligroso nivel 5, existía una tribu de pequeñas criaturas llamadas “Dokebi”.— Oh… sí. Escuché ese nombre antes. Dijeron que eran como pequeños humanoides de piel morena.— Bueno, al parecer también dicen que ellos resguardan un tesoro. Muchos de ellos tienen piezas de oro como si fueran talismanes, y las cargan con ellos todo el tiempo. Lina no había escuchado sobre eso. Suena como cualquier historia de piratas en la cual cuentan que en un sitio de terminado se oculta un mapa que muestra otro sitio determinado en donde está enterrado un tesoro. Cualquier persona adulta sospecharía de ello y preferiría evitar el peligro. Bueno, casi cualquier persona.— Entonces, ¿el hermano de Athan fue al nivel 5 de Payon para conseguir oro de los Dokebi? Neema solo volteó la cabeza. Hasta para él era difícil admitir tal acto.— ¿No escuchó también las historias sobre los monstruos que en ese nivel se encuentran?

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— Supongo que las habrá escuchado, pero probablemente no le importó.— ¿Incluso si dichas historias hablaban de un Magnum Monster? Neema se quedó pensando un rato en esto. Era cierto que Edmund había escuchado sobre la existencia de un monstruo fuerte en la cueva de Payon, pero…— Cuando escuchó eso solo se limitó a decir: “En ese caso solo debo derrotarlo”.

Al escuchar esto Lina se sorprendió bastante. ¿Alguien que declara tan tranquilamente que es capaz de derrotar a un Magnum Monster? Ahora tenía un rostro triste. Al principio había pensado que era muy increíble y admirable la seguridad que tenía el herrero, pero ahora…— Finalmente hace poco partió y no se ha vuelto a saber de él. Lo más probable es que sean ciertas las historias, y haya un Magnum Monster en Payon. Lina bajó su vista. Comenzó a comprender lo que eso significa. El hermano de Athan no volvería jamás. Era el dolor de perder parte de su familia, de la persona que lo salvó, de la persona quien él admiraba. Pero esto no era suficiente para comprenderlo del todo.— Hace poco vinieron dos personas a ver a Athan, y mencionaron algo sobre no poder ir a esa cueva. ¿Quiénes eran? Al recordarlos, Neema hizo una mueca de ira.— Es el primer y la segunda oficial del gremio líder en la ciudad de Prontera. “IronHeart Angels”. Se supone que son los encargados de mantener la paz en la ciudad y proteger a sus ciudadanos.— ¿Se supone?— Tú los escuchaste. No tienen las agallas para entrar en la cueva de payon, a pesar de que uno ellos probablemente esté en peligro.— Entonces, Edmund es…— Sí. Es un miembro del gremio. El creador de las armas y armaduras del gremio, o al menos la mayoría de ellas. Pero a pesar de eso… —. Neema cerró sus puños con fuerza con furia —… A pesar de eso, no consideran que valga el riesgo. Ahora. Justo ahora podía entenderlo todo. Athan estaba en esa cueva para rescatarlo, ya que nadie más pretendía hacerlo. Era el único que tenía la voluntad para tomar tal riesgo. Y tan solo había llegado al nivel dos cuando se cruzó a esa multitud de monstruos reunidos para aniquilar a esa chica.— Athan por supuesto no aceptó que se le diera por perdido así —. Continuo relatando Neema —-. Pero fue claro, no fue suficiente. Yo no supe que había ido a la cueva hasta hoy mismo, cuando vi sus heridas. El tono de Neema era neutral. Como si fuese un relato de un tercero que no tiene nada que ver con ellos. Una tragedia que no tiene importancia en sus vidas. Un tono de resignación.— Mi culpa…

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El Monk se sorprendió al ver a la chica. Tenía su cabeza agachada y su voz se escuchaba quebrada, además de que se tomaba de los hombros.— Es… mi culpa. Athan acabó así de herido por mi culpa. No pudo rescatar a su hermano por mi culpa —. Gotas comenzaron a caer y a humedecer poco a poco la tierra en sus pies —. ¿Qué puedo hacer? ¡Seguro me odia! Neema solo guardó silencio. Escuchando los sollozos de Lina. No parecía muy perturbado. Entendía de lo que ella hablaba, pero difería completamente con ella.— Tus hombros fueron heridos de la misma forma que los de él, ¿cierto? Lina solo asintió en silencio.— No sé lo que ocurrió exactamente en esa cueva, pero de algo sí estoy seguro. La archer levantó su rostro, y posó sus húmedos ojos en el rostro del Monk. Éste miraba hacia un sitio lejano, perdido, como si solo existiese en su cabeza.— Athan no te salvó a ti, sino que tú lo salvaste a él.— ¿Yo...? ¿Yo lo salvé?— Antes de que tú llegaras, Athan era un sujeto bastante extraño y enérgico. Siempre decía que él sería el más fuerte, que tendría su propio título, y que todos lo conocerían por eso. Era su única motivación. No le preocupaba ser herido, ni cuan fuerte fuera su oponente. Era por eso que no se concentraba en una estrategia. Solo embestía con fuerza —. Miró su mano mientras la cerraba con fuerza —. Yo personalmente he peleado con él en varias ocasiones. Lo llamamos entrenamiento, pero pareciera que era más un hombre golpeando a un saco de arena. Con esa actitud estoy seguro de que no hubiese llegado ni al nivel cuatro de la cueva. El viento una vez más sopló. Los ojos de Lina estaban vidriosos, pero ya no salían lágrimas de ellos.— Pero al encontrarse contigo, al verte en tan gran peligro, y en tan terrible condición… Estoy seguro que eso le hizo poner los pies en la tierra. Le hizo comprenderlo.— ¿Comprenderlo? Neema volteó su rostro, con una ligera sonrisa.— Que ahora debía proteger a alguien más —. Fue haciendo su sonrisa más amplia —. Alguien dependía de él, y no podía simplemente tirar su vida. Tú le diste una razón para volverse más fuerte. Estoy seguro que está agradecido contigo por ello. Lina abrió aún más sus ojos. Intentaba entenderlo. No fue una piedra en el camino del guerrero, sino la señal que le hizo entender que se perdería si seguía ese camino.— Pero… es probable que lo vuelva a intentar. Volverá a entrar en la cueva y buscará incansablemente a Edmund, porque Athan lo considera… su única familia. Aquel día. El día que, para Lina, estaba lleno de oscuridad. El día que la esperanza había abandonado su cuerpo, y sus brazos dejaron de moverse. Ese

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día no fue triste… fue reflexivo. Fue un día de regaños hacia sí misma. De reproches como si fuese una madre regañando a su propia hija. En la oscuridad era lo único que la separaba del terror de la muerte. “Hiciste mal en meterte a la cueva sin preparación”, se decía… pero no se decía “La próxima vez, no hagas lo mismo”, porque para ella no existía una próxima vez. Incluso como una broma cruel, los esqueletos que cavaron su tumba esperaban expectantes, observándola como si le dijeran “tú no perteneces aquí. No deberías haber venido” Pero tampoco le darían la oportunidad para admitir su error, ni para redimirse por él. Pero aún en ese día reflexivo, y aún con la oscuridad que aplastaba su corazón, apareció ese guerrero de mirada segura y de habilidades brillantes, tan brillantes que lograron borrar la oscuridad. Era la respuesta a las palabras de los propios esqueletos: “Ustedes no decidirán eso”. Y de movimientos rápidos y poderosos, y de voluntad fuerte e inquebrantable, le brindó tranquilidad a su corazón con esa suave voz, y le brindó amabilidad y seguridad con el simple gesto de una sonrisa tranquila. Y le llevó de vuelta al mundo de color y de luz, como si solo despertara de un extraño y tenebroso sueño. En este momento, ese guerrero de habilidades brillantes y sonrisas amables se disponía a abalanzarse una vez más a esa oscuridad, a esos peligros, al rescate de otra pobre alma que no pertenece a esa oscuridad, ni debería haber ido hacia ella. No podría vivir consigo misma si dejaba que esa luz se perdiera sola en la oscuridad, y si no podía detenerla, en ese caso… en ese caso…— En ese caso — Comenzó a decir la Archer en voz baja —, le ayudaré. Iré con él. Neema la miraba con escepticismo.— Imposible. Nosotros no tenemos el nivel suficiente para enfrentarnos a un Magnum Monster. Es un suicidio.— Tal vez, pero… —. La mirada de Lina se encendió — él me ayudó cuando lo necesité y yo…“No quiero que esa luz se pierda en la oscuridad…”— Yo… ¡no lo dejaré solo ahora! Esas últimas palabras sorprendieron al Monk. No recordaba haber visto antes unos ojos con tanta seguridad como esos. Se preguntaba si Athan se había ganado la gratitud de esta persona, o quizás si esta persona sentía que aún le debía algo a él… o si simplemente era el sentido de justicia y bondad lo que la movía. No, no podía ser eso. Una persona no arriesga su propia vida en algo que no le afecta a ella en ningún modo, sin importar que tan bondadosa sea. Y tampoco creía que Athan se había ganado tal gratitud, ni que la pedía, entonces solo queda…— Parece que Athan lo ha conseguido —. Dijo Neema con una amplia sonrisa.— ¿Qué? —. Preguntó una Lina extrañada.

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— Nada… olvídalo —. Dijo el Monk, moviendo su mano como si disipara un humo —. Bueno creo que ya hemos estado suficientemente melancólicos. Athan está bien ahora, ¿no? Lina trataba de seguir la misma tranquilidad de Neema, pero no podía, sabiendo que Athan iría a la cueva de nuevo pronto.— Yo… confío en que esto terminará bien —. Continuó diciendo mientras miraba el cielo —. Edmund sigue vivo, y regresará a Prontera. Ella lo miraba, intentando encontrar una razón para su tranquilidad, para su seguridad. Quizás no la había, pero algo de esa tranquilidad se transfería a ella.— Sí…— Iré adentro. Comenzó a ponerse un poco frío acá afuera. ¿Vienes? En este mismo punto, durante mucho tiempo, Athan se recostaba y miraba las nubes pasar. Las hojas moverse, y escuchaba el viento zumbar. Seguro le transmitía tranquilidad, y le alejaba de su mente el recuerdo de esa pelea con los lobos. En este momento ella necesitaba un lugar donde recostarse, y alejar el recuerdo de esa cueva oscura.— Quisiera… quedarme un tiempo más aquí —. Dijo mientras miraba hacia arriba, hacia las hojas que colgaban del árbol, mientras eran movidas por el viento. Neema solo asintió y siguió caminando.“Es cierto. Ahora tienes una razón para volverte más fuerte, Athan” — Pensaba, y agregó volteando hacia atrás, a ver a la chica que se encontraba sentada en la jardinera observando las hojas —. “Esta persona será… la luz en tu camino”.

8

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¿Qué tan caótica podría ser una habitación como esa? El joven guerrero de cabello largo y blanco se encontraba recostado con los ojos cerrados, pero sabía que en cualquier momento podía abrirlos y “despertar”, pero no quería hacerlo aún. Estaba recordando lo que había pasado antes de que todo volviese a ponerse oscuro. Estaba en la habitación con todos, intentando hablar como si nada hubiese pasado. Como si lo que había pasado en el entrenamiento haya sido un simple accidente, sin nada de especial, hasta que esas dos personas vinieron. “Eres un mortal como todos. No desperdicies tu vida”, sí, eso había dicho William. Recordarlo lo molestaba, porque era cierto. Él no era nada más que un mortal. Y ciertamente el nivel cinco de la cueva de Payon era un sitio al que no había ido, y del que había escuchado muchas historias horrorosas: Soldier Skeleton más fuertes, e incluso un Magnum Monster. Sonaba… peligroso. Pero aun así iría. No importaba cuanto peligro hubiese, ni sus posibilidades de salir vivo de ahí, ni los horrores que podía presenciar. Porque Edmund… lo valía. Valía cada tormento que pudiese ver ahí, cada perdida que pudiese tener, cada dolor que tuviese que soportar… todo aquello Edmund lo valía, porque todo lo que era Athan ahora era gracias a él. ¿Qué habría pasado si no se hubiese encontrado con él en aquel momento, justo cuando estaba frente aquellos lobos? Ni el mismo Athan recordaba bien ese momento, pero recordaba lo que sentía… y recordaba la esfera azul brillante, que giraba alrededor de su pequeña cabeza, y recordaba al pobre hombre que se encontraba inconsciente detrás de él, aunque nadie más sabía de ese hombre, y el miedo que le hacían sentir aquellos feroces animales, pero lo que más miedo le provocaba era no conocer lo que sentía en ese momento. Poder. En ese momento no sabía de dónde provenía, pero lo sentía recorriendo todo su cuerpo. Lo sentía forzándolo a sostener con fuerza ese pedazo de madera, con tanta fuerza que casi lo hacía sangrar de sus manos. Lo sentía obligándolo a mantener los ojos abiertos… y lo sentía, mientras todo su cuerpo ardía.— “¿Qué sucederá conmigo?” — Eso pensaba, mientras veía a los lobos. — “Duele. Arde. Quema. Asusta. ¿Moriré? Tengo miedo… ¡Que alguien detenga todo esto!” Y sin embargo, del mismo modo, sentía un enojo incomprensible. Un sentimiento de responsabilidad con la persona que estaba detrás de él. La veía tendida, tan débil, tan vulnerable… ¿y él mismo no estaba vulnerable? No pensaba en ello. Lo repetía en voz baja, subiendo el tono a cada momento.— “No lo matarán. No mientras yo esté aquí. No lo permitiré.” “No lo permitiré…” Y al mismo tiempo, aquel poder, aquel dolor y aquella fuerza seguían aumentando, como si respondieran a su voz. Un sádico circulo vicioso. Un lobo reinició el ataque, lanzándose ferozmente contra él. Su voz se convirtió en un único grito, lleno con la furia que había estado acumulando.— “¡NO LO PERMITIRÉ!” — Había gritado mientras levantaba su vista.

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Justo en ese momento, una silueta se había interpuesto entre el niño con el pedazo de madera y los feroces animales, rechazando el ataque del animal. Llevaba arrastrando una especie de carreta. Vestía unos pantalones de color azul, y una camiseta de botones color blanca, desabrochada hasta la altura de su estómago. Su cabello era de color café, con ligeros tonos de gris en algunas partes, y estaba completamente despeinado, sin ningún orden. El hombre simplemente estaba de pie, con su brazo derecho sosteniendo la carreta y en el izquierdo llevaba una especie de arma, un hacha.— Es raro ver una manada tan grande lobos —. Dijo el hombre entre susurros. Volteó a ver al niño que se encontraba detrás de él. Tenía heridas en los brazos, en la cabeza, en las piernas… en todo su cuerpo, pero aun así se encontraba de pie. Eso no era del todo bueno.— ¿Cómo llegaste aquí? ¡Eres demasiado joven para estar en estos lugares! Tomó una pausa para responder. Estaba confundido— Y-Yo… Un lobo lo interrumpió con un rugido, mientras se abalanzaba sobre el hombre con el hacha. Este simplemente lo golpeó con el mango, noqueándolo enseguida.— Malditos lobos. No dejan ni siquiera hablar en paz, ¿cierto? — Respondió el hombre con una sonrisa. Una sonrisa… realmente él sonreía. En un bosque oscuro, de noche y con enormes y feroces lobos enfrente de él, el hombre sonreía como si estuviese en una simple plática entre amigos. Athan estuvo temblando, lo recuerda bien. Hasta ese punto, había sentido que su mundo era negro, y la que la oscuridad lo… invadía, pero esa sonrisa le devolvió su tranquilidad. El dolor estaba desapareciendo, el poder se alejaba de su interior, y unas ganas inmensas de cerrar los ojos crecían en él.— Ya puedo… dormir, ¿cierto? — Dijo con voz débil, perdiendo las fuerzas en las piernas.— ¿Dormir? ¿Pero de qué…? Y no escuchó nada más. Se imaginaba a sí mismo en el lugar de Edmund, porque de hecho Edmund tenía la edad que ahora tiene Athan cuando lo encontró. Se lo imaginaba viendo a ese niño herido, de pie, con sangre en su rostro. Se imaginaba viéndolo con esa esfera brillante girando sobre su cabeza, tan pasiva y calmada. Se preguntaba quién era, qué hacía ahí… exactamente las mismas cosas. Pero aun así, aun así no se imaginaba sonriéndole al pobre chico.— Porque estabas sonriendo, ¿cierto? Y sin darse cuenta había vuelto a la realidad. Estaba con los ojos abiertos, viendo el techo de granito de la habitación, tan gris y frio. Estaba solo. Nadie estaba en su habitación. La fantasía había terminado, y la sonrisa se había borrado, porque Edmund aún seguía perdido. Justo al recordar esto último, hizo un gesto de ira y se levantó rápidamente, Tomó su ropa y con la misma velocidad se vistió. Observó su arma, que

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descansaba en la mesa de noche que estaba al lado derecho de la cama, dudando de sí mismo, pero reafirmando su pensar rápidamente. La colocó en una funda que llevaba en su cintura y con pasos llenos de energía avanzó hacia la puerta. Justo al abrirla se sorprendió por lo que vio.— Hola. ¿Ya estas mejor? — Dijo la mujer pelirroja. Athan miraba sorprendido a Lina. ¿Su cabello brillaba más que antes? No estaba seguro.— Sí… ¿Cuánto tiempo ha pasado? Desde que yo… — se interrumpió. La archer se tomó dos segundos en responder.— Un día.— ¡¿Un día?!— Camile nos dijo que no te molestáramos. Necesitabas descansar. Tus heridas no se han curado…— Un día más —. Se veía desesperado —. He perdido un día más… Lina veía al chico, temblando de furia delante de ella. Sin darse cuenta él había dormido hasta la mañana siguiente, dejando a Edmund otro día completo atrapado en la cueva.— Lo lamento, yo…— No hay tiempo para eso. No hay tiempo para nada más. Dio un paso hacia adelante, con intención de irse de ahí rápidamente. La archer lo atajó rápidamente.— ¡Espera! ¿Piensas ir de nuevo a la cueva ahora?— ¡Por supuesto! No puedo quedarme aquí más tiempo —. Respondió mientras seguía avanzando.— ¡Pero sigues demasiado herido! Athan volteó a verla directo a los ojos.— ¡Ya no queda más tiempo! Ambos se miraban con tristeza, y con desesperación. Al ver que Lina no decía nada más, el guerrero siguió su camino.“Él irá de nuevo a la cueva, porque Edmund es… su familia” Recordaba las palabras de Neema. Ahora lo veía en sus ojos. Era cierto. Para él no había tiempo para pensar siquiera en su propia vida.“Si no puedo detenerle, entonces yo…”— Iré contigo. El guerrero se detuvo súbitamente. Volteó a ver a la chica, que lo miraba seriamente.— Iré contigo a la cueva de Payon —. Repitió. Athan se quedaba quieto, como procesando lo que estaba escuchando. Volteó de nuevo hacia enfrente, hacia el oscuro pasillo que tenía enfrente de sí, y que daba hacia el exterior de la iglesia.— Iré al nivel cinco de la cueva.— Lo sé.— Puede ser que haya un Magnum Monster ahí.— Lo sé.

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Athan se veía irritado. “Lo sé. Lo sé”. ¿No había algo más que ella dijera? Pero quizá comprendía el por qué insistía en ir… quizás era la misma razón por la que Athan lo hacía.— Tú no me debes nada. No tiene sentido que hagas esto. Lina observó una vez más los ojos del guerrero. No estaba segura, pero quizás estaba asustado, como si se imaginara todo lo que pasaría en la cueva. Dos personas solas contra todo lo que ahí pudiese haber…— ¿Recuerdas cuando nos encontramos por primera vez? Athan solo asintió.— Yo… no olvido ese día. En ese momento… yo estaba completamente resignada. Lista para morir por mi propia insensatez. Era imposible rogar por clemencia, ni apelar a un lado bueno, porque no existía. Yo solo veía oscuridad en ese sitio. Escuchaba las palabras, casi como si fuesen susurros, llenas de tristeza, como si fuera un condenado confesando sus crímenes. Aunque ninguno había sido cometido.— ¡Pero tú apareciste! Sin conocerme arriesgaste tu vida y peleaste contra toda esa oscuridad, e iluminaste la penumbra con esa magia tan blanca.— No… yo… bueno… — El guerrero se sentía acorralado, por un arma que no lo lastimaba, sino todo lo contrario.— Me permitiste vivir más días, sin saber si los dedicaría a algo de provecho. ¡Tuviste fe en mí!— Bueno… Yo no diría que…— ¡Por eso! Por eso quiero ayudarte… ¡Ayudarte a que recuperes tu luz, así como tú me devolviste la mía! Tan cerca… Lina se había puesto tan cerca del guerrero. Él podía prácticamente ver cada detalle de su rostro, tan limpio, sin cicatrices o imperfecciones, sin ningún tipo de defecto en él. Sus ojos de color azul celeste, sus labios rosados, su barbilla tan firme. Era una vista que llevaba consigo un efecto hipnótico. Ambos se mantenían en su posición, mirándose sin parpadear siquiera.— Lina, yo…— ¡AJUM! Ambos salieron de su trance con ese sonido, como si fuese alguien con una fuerte tos. Miraron hacia el oscuro pasillo hasta que varias siluetas se asomaron en ella.— Vaya, parece que llegamos en un extraño momento —. Dijo una voz bien conocida por Athan.— No, creo que llegamos justo en el momento adecuado. La voz llena de una extraña sorpresa, y la otra voz con un gran tono de satisfacción… no cabía duda, eran Zato y Axel.— Nunca pensé que te vería levantado tan pronto. Pareciera como si nada hubiese pasado. Eres un tipo demasiado duro, Athan.— Neema… — Respondió el guerrero.

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El guerrero adoptó una expresión de irritación.— Quita esa cara de sorpresa. Me molesta.— Bueno, considerando lo mucho que ha dormido es normal que tenga esa expresión de sorpresa —. Agregó Satyuros, que también se había aparecido. Neema solo hizo un gesto de desinterés. Axel ignoró esto último.— ¿Cómo te encuentras? Athan observó su mano, recordando lo que había pasado en el entrenamiento.— Estoy bien. Listo. El Knight soltó un suspiro y cerró sus ojos.— Sabía que dirías eso.— ¿Planeas detenerme? Ambos se miraron con seriedad. Athan no desistiría. No existía esa opción para él. Detenerle… ciertamente eso habría hecho Axel la primera vez. Habría pensado en las posibilidades. ¿Realmente Edmund había llegado al nivel cinco? ¿Se había encontrado con el legendario Magnum Monster? Y de haber pasado eso, ¿Qué posibilidades había de que seguía con vida? Todo esto le daba tantas armas para convencer a Athan de desistir, y de no ser posible esto, de detenerle por la fuerza. Todo jugaba en contra de Athan. ¿Por qué dejarle ir a tan fatal destino? Pero ahora… Sí, ahora lo recordaba. Sus inicios en el gremio. Los momentos difíciles entrenando. Los amigos que no hizo. Las alegrías que no tuvo. Todo eso para ganarse un lugar, pero no un reconocimiento Se alimentaba junto con los caballeros, sin tener el mismo porte que ellos. Nadie podía reconocer a un caballero que no tenía siquiera una armadura que lo cubriera, un escudo que lo protegiera o una espada que lo acompañara. Axel vivía la pesadilla que él había elegido. Hasta que conoció a Edmund. Un día, mientras recorría los callejones de Prontera, se había encontrado con aquello que más anhelaba: Una espada. Era realmente impresionante. Su empuñadura era de un color azul, el cual comenzaba siendo fuerte en su punta, pero se iba aligerando a medida de que se acercaba a la hoja. La parte baja de la empuñadura llevaba un segmento dorado, en donde se hacía más delgada para culminar en una esfera dorada. La empuñadura terminaba en dos extremos dorados perpendiculares a ésta, los cuales tenían la misma forma que el extremo bajo de la empuñadura, solo que de un tamaño menor. En la parte media de estos extremos había un cristal de un color parecido al del cielo matutino, y tenía atada una especie de cadena con una pieza de oro en el final de esta. Su hoja era delgada, firme, de un color blanco por un lado, y oscuro por el otro. Axel nunca antes había visto una espada tan hermosa. Se encontraba recargada en un muro, sola, junto a una simple y pequeña carretilla de acero.

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La carretilla estaba vacía. No llevaba ningún solo objeto encima. Era extraño, pues esta estaba en buen estado. Pero lo que más llamaba su atención era la espada. Tan larga y delgada, y a la vez tan mortífera. Tan a su alcance. Era cuestión de solo estirar su brazo y tomarla…“No”. Eso no era posible. No había manera de que una espada tan magnifica fuese olvidada. Él no concebía esta idea. Debía pertenecer a un caballero. A un despistado hombre que en algún momento se aparecería en ese callejón, recordando el haber dejado a su compañera atrás. Si él fuese el dueño de esa espada, rabiaría si alguien indigno la tomara. Se entristecería si la perdiera, y se alegraría si la encontraba de nuevo. Observó una vez más hacia ambos lados, hacia la salida del callejón y hacia la entrada de donde había venido. Nadie se veía. Era un extraño silencio, con el bullicio del mercado en el fondo.“¿Cómo se le ocurre a alguien dejar su espada tan desprotegida? Cualquiera podría venir y tomarla” Su mente pensaba en castigo. En simplemente alejarse de ese callejón y dejar la espada a su suerte. Podía ser que encontrase un mejor dueño. Alguien que no la dejara tan desprotegida y la usara para proteger que lo que apreciara. Pero también estaba el otro extremo. Que un mercader ignorante la encontrara y la vendiera al mejor postor, sin pensar siquiera en el uso que tendría, o en la clase de persona que se adueñaría de ella. Esta última idea lo molestaba especialmente.“Maldición” Pensó. Se acercó más a la espada, pero no a tomarla. Se sentó justo al lado de ella, en el frio y gris suelo.“Que molestia, pero no tengo nada que hacer. Supongo que podría cuidarla un tiempo”. El tiempo pasaba lentamente. Axel no hizo nada más que esperar, sentado, jugando con un par de rocas que tenía cerca. Se imaginaba a sí mismo como un valeroso caballero, luchando contra grandes y feroces monstruos, portando una espada igual o más bella aún que la que tenía a su lado. Sintió envidia, tristeza, emoción, rabia… tantas cosas que eran generadas tan solo por su mente. Sus sueños y la espada que se encontraba a su lado eran sus herramientas para crear su mundo ideal. Sin darse cuenta se había quedado dormido, convirtiéndose en un simple objeto más en ese callejón. Una voz molesta le llamaba.— Oye, despierta. Axel abrió los ojos lentamente. Enfrente de él se encontraba un hombre de pie, con pantalones azules, camisa blanca y cabello desordenado. Se levantó rápidamente y se puso en una posición de hostilidad.— ¿Quién eres? —. Preguntó.— Woah, tranquilo niño. Solo vengo por mis cosas.

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— ¿Tus cosas? — Respondió mientras abandonaba la posición hostil.— Sí. Esa carretilla que ves ahí —. Y agregó mientras señalaba —. Y aquella vieja espada. ¿Vieja? ¿Pero qué decía este hombre? ¡De ningún modo podía ser vieja aquella hoja!— Eso no puede ser verdad. Esa espada debe pertenecer a algún gran caballero. No a un simple mercader. Esto último hizo molestar a Edmund.— De acuerdo, entonces comprobémoslo. Tu eres un caballero, ¿cierto? Axel notaba la duda en la voz del hombre, y no lo culpaba. Nadie podía reconocer a un caballero así.— Sí, lo soy.— De acuerdo. Levántala.— ¿Qué? El hombre señaló la espada que seguía recargada en la pared.— Levanta la espada. Si lo logras entonces significa que eres un gran caballero, y te la regalaré.— ¿Me darás la espada? ¿No es alguna especie de broma?— Que molesto eres. ¿Lo harás o no? Axel se encontraba confundido. Todo esto estaba ocurriendo demasiado rápido. ¿En serio solo debía levantar esa delgada espada para convertirse en su dueño? Sonaba como algún viejo cuento para los infantes. Sin embargo, no pretendía dejar ir esta oportunidad. Se acercó a la espada y la observó. Ahí se encontraba, tan apacible y quieta. Si hubiese viento seguro que se tambalearía. Estaba temeroso, o más bien, excitado. La tomó con una mano y comenzó a forzarla para que se separara de la pared, pero sorpresivamente no podía moverla. Ni siquiera usando todo su cuerpo pudo separarla de esa pared. La tomó con ambas manos e hizo un esfuerzo final, logrando moverla, pero esta inmediatamente se precipitó para el otro lado, hacia el duro suelo. Intentó evitar esto, pero se dio cuenta de que no podía evitarlo. La espada golpeó el suelo, agrietándolo en algunas partes.— ¡Lo lamento! Yo no pude evitarlo —. Parecían suplicas para evitar un castigo. El hombre se quedó de pie, observando al asustado Knight.— ¿Lograste moverla?— ¿Qué? He… sí. Supongo que lo hice.— Bueno, debo admitir que estoy sorprendido. Axel no comprendía lo que estaba pasando. ¿Por qué pesaba tanto esa espada? ¿Quién era este tipo?— Como habrás notado, dejé mis cosas aquí, sin ninguna clase de supervisión. ¿Sabes por qué hice eso?— Yo… no. Edmund se agachó, en una posición extraña, como si fuese un águila, muy

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cerca de la espada.— Porque esta espada pesa aproximadamente cien kilogramos —. Respondió mientras la señalaba. Una extraña sensación recorrió a Axel. “¿cien kilogramos? ¡Eso era imposible!”— No… no puede ser verdad eso. Si fuese así sería imposible que un caballero pudiera usarla para pelear. Edmund se quedó meditando en esto último.— Ciertamente no cualquier caballero podría usarla. La “StarDust Blade” es un arma algo complicada de usar. Axel ya no podía más. Era demasiado para un solo momento.— ¡¿Dices que esta es la legendaria “StarDust Blade”?!— ¿Has oído de ella?— ¡Por supuesto! ¡Todo caballero ha oído hablar de esa espada! Dicen que fue hecha a partir de un meteorito extraño que cayó a la tierra, y que en la noche la hoja brilla como si como una estrella.— Ah sí. Eso último lo comprobé anoche —. Dijo con una sonrisa el hombre.— ¿Qué haces tú con ella?— Hace poco viajé hacia los bosques que había debajo de Payon. En uno de esos bosques me encontré con un lobo realmente feroz. El maldito me robó un objeto mío así que lo perseguí hasta su guarida.— ¿Un lobo? El hombre se puso de pie he hizo una pose parecida a una bestia salvaje.— ¡Sí! Cuando lo alcancé me emboscó con varios lobos más. Pero no sabían que se enfrentaban al gran Edmund. ¡Fácilmente les di una paliza a todos!— ¿Y la espada? — Preguntó impaciente el chico.— Oh, cuando los vencí entré a la guarida para recuperar mi objeto, y la encontré ahí junto con varias otras cosas. Un saco y un sombrero extraño. La tomé porque está realmente enojado con el lobo. ¡Me robó a mí! Axel observaba al hombre cuyo nombre era Edmund. Lo que contaba eran palabras dignas de un hombre fuerte y valeroso, pero actuaba como un chiquillo al cual le roban su dulce.— Espero que aprendiera de su castigo —. Finalizó.— ¿Y qué harás? — Preguntó temeroso.— ¿Qué?— Con la espada. ¿Qué harás con ella?— Según tú yo soy un mercader. Supongo que podría venderla a alguien que pague bien por ella. Estas palabras fueron como un rayo para Axel.— ¡No puedes hacer eso!— ¿Por qué?— ¡Porque no lo merece! Esa espada es legendaria y especial. ¡Merece un dueño honorable! Alguien cuyo corazón esté entregado a la justicia y a la protección. Alguien que esté dispuesto a poner su vida en riesgo para proteger

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lo que ame. Alguien…— ¿Cómo tú? Él se había quedado mudo. ¿Estaba hablando de sí mismo? ¿Se creía digno de tan perfecta arma? ¡Si ni siquiera pudo levantarla! ¿Cómo pensaba en ser dueño de ella? Estaba consciente del espectáculo de debilidad que había ofrecido a Edmund, y aun así… aun así tenía la esperanza de… Sintió una presión cálida oprimiendo su claro cabello.— ¡Está bien! El sol se estaba escondiendo. Axel había estado todo el día al lado de la espada, protegiéndola sin ser necesario, y sin esperar nada a cambio además de sueños esperanzadores. Edmund estaba de pie frente al joven, con su mano en su cabeza, y una sonrisa en su rostro. Y ahora solo había un simple silencio.— ¿Q-Qué?— Tú quieres esta espada, ¿no es así? ¡De acuerdo!— P- Pero yo… El herrero había quitado su mano de la cabeza del Knight, y se agachó una vez más, pero esta vez con su mano tomando la espada. Como si fuese una pieza de madera la alzó por encima de su cabeza, y lanzó un par de golpes, los cuales cortaron el aire e hicieron temblar el suelo. Axel no procesaba lo que estaba pasando. La espada que apenas pudo mover hace unos momentos estaba siendo usada con tanta facilidad.— Tú y yo haremos un trato —. Comenzó a decir el herrero mientras se echaba la espada al hombro —. Cuando tengas la fuerza suficiente para manejarla, yo te regalaré esta espada. ¿Qué te parece?— ¿Cuándo… tenga la fuerza?— ¡Así es! Hasta entonces la tendré conmigo. ¿Trato? No había más que preguntas. Axel había bajado su mirada hacia el suelo.— ¿Por qué…? — Susurró.— ¿Qué?— ¿Por qué haces esto? Darle tu espada a un simple caballero como yo. ¡No tiene sentido! Edmund levantó su vista al cielo, aun con la espada en su hombro.— Estuviste cuidándola desde que me fui, ¿cierto? Todo el día estuviste aquí, cuidándola. El joven solo asintió.— Pues esa es la razón. Esta espada significa mucho más para ti que para mí. Y sinceramente no creo que me dieran mucho por ella. Más que nada por el hecho de que pocos pueden levantarla siquiera —-. Bromeó. Se acercó a la carretilla de acero y la tomó con su mano izquierda, haciéndola moverse al paso de él, con sonidos raspados y molestos, dejando a Axel de pie en medio del callejón. Pero se detuvo súbitamente.— ¡Lo olvidaba! — Y continuó, volteándose hacia el caballero —. ¿Cuál es tu

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nombre? Él mismo estaba sorprendido. Todo este tiempo hablando y no se había presentado.— Soy Axel. Caballero del gremio “IronHeart Angels”.— ¡Vaya! Cada vez salen más jóvenes.— ¿A qué te refieres?— ¡No dije nada! — Se volteó completamente, soltando la carretilla y apuntando hacia su pecho con su dedo pulgar, y continuó adoptando una posición triunfante —. ¡Yo soy Edmund, el hombre que se convertirá en el mejor herrero de Prontera! Axel parecía distraído, viendo la carretilla del herrero.— ¿Me escuchaste?— ¿Ah? Oh… sí. Solo que estaba pensando en algo.— ¿Qué cosa?— Dejaste la espada aquí porque era tan pesada que pocos podrían tomarla, pero ¿por qué dejaste también la carretilla? El herrero sonrió y tomó de nuevo la carretilla con su mano izquierda, y marchando como soldado comenzó a alejarse.— Por la misma razón. Esta carretilla pesa dos mil kilogramos —. Dijo. Después de haber escuchado eso, Axel estaba convencido de que todo eso era un sueño, pero ahora debía volverse fuerte, para convertirse en el dueño de la StarDust Blade. Al recordar todo ello, Axel hizo varios gestos, concluyendo con uno de incomodidad. Se recordaba a sí mismo escuchando sobre esa carretilla, y sus dos mil kilogramos de peso.— ¿Planeas detenerme, Axel? — La voz seria lo hizo regresar a la realidad. Se encontraba frente a Athan y Lina.— Ya… he asimilado la situación, y ahora la comprendo mejor que nunca — Respondió con voz calmada. Ese recuerdo que había tenido, las palabras pasadas de Athan… todo aquello gritaba en su interior de que la causa no era injusta, ni estaba perdida. Y por supuesto, que valía la pena. Estaba decidido.— No. No planeo detenerte. Planeo ir contigo. Athan abrió sus ojos.— ¿Hablas en serio? William se negó anteriormente, y es tu superior.— Iré contigo —. Dijo con una sonrisa en su boca —. No puedo dejar que Edmund muera sin que cumpla cierta promesa que hicimos. Athan se preguntaba qué promesa sería, pero no importaba. Sonreía satisfecho. Su amigo seguía siendo el mismo. Neema suspiró pesadamente.— ¿Así que ustedes, par de dementes, buscan derrotar a un Magnum Monster?— Planeamos salvar a Edmund —. Comenzó a decir Athan —, y ni siquiera un Magnum Monster nos detendrá. Neema los veía. Su seguridad. Su determinación… Deseaba ser parte de eso.

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— Creo que tendré que asegurarme de que no mueran —. Dijo, mientras cruzaba sus brazos de un modo arrogante —. Yo también iré.— ¿Piensas ir con ellos? — Dijo Zato, mientras veía a Lina. Lina vio a Athan, el cual se estremeció un poco por la mirada de ella.— Yo… quiero hacerlo —. Dijo finalmente con una sonrisa.— No puedo dejarles en sus descuidadas manos el cuidado de ella. Iré con ustedes. Satyuros, que hasta ese momento se encontraba en silencio, dio un paso hacía enfrente.—Si realmente existe un Magnum Monster será perfecto para probar que somos de valía —. Levantó su puño en señal de emoción — ¡Yo también iré! Compañeros en los inicios de sus caminos, los 6 jóvenes se veían unos a otros. Athan sonreía. Pensaba en qué hubiese pasado si no se hubiese encontrado con Lina. Cuál hubiese sido su destino en los niveles superiores. Pero eso ya no importaba, porque ya no estaba solo. Una voz femenina los sacó de su trance.— ¡Alto!— Todos voltearon a verla. La rubia mujer, con su vestido azul caminaba hacia ellos. Zato se inclinó rápidamente ante Camile.— Señora Sacerdotisa.— ¿Qué piensan hacer? Athan dio un paso enfrente.— Es obvio. Iremos a la cueva de Payon a sacar a Edmund de ahí. La Sacerdotisa guardó silencio.— No intentes detenernos. No hay forma de que abandonemos a Edmund…— No lo haré. La interrupción abrupta hizo que todos se sorprendieran.— Yo… no pienso detenerlos. Me preocupa que lo hagan, pero… no los detendré si así lo desean. Escuchaban la tristeza en la voz de la mujer… Una tristeza que los hacia estremecerse. Athan trataba de ver aún más allá de ella, y se preguntaba si existiría otra razón para que ella tuviese ese tan amargo sentimiento.— ¡Pero ustedes dos no pueden ir así! Todos sabían a quienes se refería. Athan y Lina se vieron mutuamente. El guerrero se había olvidado de nuevo de sus heridas.— ¿Nos… curarás?— Puedo hacerlo. Pero necesito tiempo. Athan agachó su vista.— Pero ya no tenemos…— ¡No mucho! Solo tres horas —. La seguridad y determinación que había mostrado sorprendía a todos —. Solo denme tres horas. Zato saltó rápidamente con mirada preocupada.— ¿En tres horas piensas cerrarles esas heridas? ¡Pero eso es…!

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— Tres horas —. Interrumpió Athan, posicionándose frente a todos —. ¿Está bien? Camile se limitó a asentir. El guerrero frunció un poco su ceño. “No mueras, Edmund” Pensaba.— ¡De acuerdo! — Volteó a ver a todos los demás —. ¡Dentro de tres horas nos encontraremos aquí, en la iglesia de Prontera! ¿Están de acuerdo? Todos asintieron.— Espero que la curación no sea tan dolorosa como imagino —. Dijo Neema sonriendo. Athan solo sonrió. “Edmund lo vale todo.” Pero del mismo modo, se imaginaba cómo sería la curación. De la forma tradicional son curaciones que toman tiempo para hacerse. Se deja al paciente descansando el tiempo que necesite, sin prisas, pero en este caso, o en caso de estar en guerra, los Priest como Camile y algunos Monk como Neema y Athan tienen un modo de curación rápido, en el cual se usa la magia para acelerar el proceso de curación de las heridas. Pero al hacer esto también se sacrifica el descanso del paciente, provocándole dolor por el sobreesfuerzo de su propio cuerpo.— Es… broma, ¿cierto? — Dijo una asustada Lina, mientras los 4 hombres se dirigían por el camino de donde habían llegado, sin saber realmente lo que harían en sus últimas tres horas de paz.

9Un caminar sin rumbo… una gran cantidad de pensamientos. Una promesa sin cumplir. Axel era un caballero con pocas amistades. Un hombre que un día apareció ante el gremio de IronHeart Angels, de rodillas, implorando la oportunidad de entrenar con ellos para convertirse en caballero.— “¡Déjenme entrenar con ustedes! — Dijo mientras agachaba su cabeza ante Sir William —- ¡Déjenme ser un miembro del gremio!”— ¿De qué habla este chiquillo? — Decían algunos de los miembros ahí presentes. Algunos entrenaban con espadas, otros simplemente conversaban, pero sin duda el niño haciendo reverencia llamaba mucha más su atención —. ¿Ser miembro del mejor gremio de Prontera sin siquiera poder cargar una espada? ¡Qué tontería!

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Todos veían su imagen. Un pequeño humano de aproximadamente doce años de edad, con el cabello largo y sucio que caía por su rostro, y ropa andrajosa. Una camisa de un color parecido a su cabello, café, y unos pantalones cortos color azul oscuro. Llevaba unos zapatos negros llenos de tierra y con los cordones desgastados. Una simple y fija mirada del Knight William hacia el chico era todo lo que podía ofrecerle. Siquiera considerar la idea sonaba absurdo. No parecía tener una cualidad especial, o estar recomendado por alguien de valor, o siquiera saber cómo es la vida de un guerrero. No se podía siquiera considerar la idea de permitirle entrar.— Sal de aquí, niño —. Decían los propios miembros del gremio, quienes poco a poco salían de su gran sorpresa inicial y comenzaron a hacer gestos de desprecio —. Este no es un sitio para jugar a ser el héroe.— ¡Así es! ¿Crees que nosotros vivimos solo caminando con armaduras por la ciudad? ¡Ingenuo! Pero él no respondía… seguía mirando al hombre que tenía enfrente. Su palabra era la única que podía llegar a sus oídos. Todas las demás eran irrelevantes para él. William Sabía lo que debía hacer. Lo que era lógico hacer en estos momentos: Rechazarle y mandarle de regreso por donde había llegado, aunque seguramente a juzgar por su apariencia no tenía un sitio al cual volver, pero algo en su interior lo impedía. Sus palabras no salían de su boca, y cada segundo que pasaba mirando los ojos del chico que yacía enfrente de él acrecentaban una absurda opción. ¿Realmente lo consideraba digno?— Tu piel se quemará bajo el sol ardiente. —Comenzó a decir el caballero con seriedad y sentencia en su voz—. Tus brazos y piernas gritarán de dolor por cada movimiento que hagas. Tu conciencia será llevada al límite de la locura y la desesperación. ¿Tienes idea de lo que eso significa? ¿Qué esperaba William diciéndole esto? No lo sabía realmente. ¿Asustar a un chiquillo inexperto y soñador? Probablemente, o quizás... ¿Probar su voluntad? El niño de rodillas parecía procesar estas palabras. Para todos los hombres ahí presentes parecía que se había quedado aturdido por estas promesas de tan gran sufrimiento. Pensaban que en cualquier momento se pondría de pie y saldría corriendo arrepentido por su osadía. Pero lo que ocurrió distaba mucho de esto.— Ardor, dolor, locura. —Comenzó a recitarlo para sí mismo, pero de forma audible para la mayoría de los presentes, quienes reaccionaron ante la tranquilidad con que las decía—. Yo he caminado sin rumbo por las calles de esta ciudad, durante todo el día, sintiendo una fuerte presión en mi nuca y en mis pantorrillas. Creo que eso era ardor. Los hombres quedaron impactados ante lo que el joven decía.— Me he lastimado cada parte de mi cuerpo en caídas torpes y en defensas de mi propia existencia contra otras personas. Creo que lo que llegué a sentir era el dolor.

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La tranquilidad en su voz, no, la tristeza con la que hablaba hacía que fuese imposible no observarlo, aún en esa posición de reverencia, con sus ojos mirando hacia el caliente suelo de tierra. Sus piernas y brazos temblaban por tener que sostener su propio peso en tal posición durante tanto tiempo. Los soldados notaban esto último.— Oye… —Comenzó a decir uno de ellos.— Déjalo —Lo interrumpió otro hombre—. Él mismo conoce su resistencia. Comenzaron a escucharse unos quejidos provenientes del joven. Sus dedos se agarraban desesperadamente de la tierra.— ¿Y tuvo algún fin? ¿Mi caminar sin rumbo, y mi dolor diario tienen algún sentido para alguien? Porque para mí solo han sido una manera más de pasar cada día. William abría sus ojos con cada palabra que pronunciaba el niño postrado frente a él. Pareciera que fueran planeadas para ser dichas en este momento, frente a él, frente a todos los hombres. Salían con la energía suficiente para avivar el viento y estremecer cada rincón cercano.— Lo necesito, señor William…— ¿Qué es lo que necesitas, joven?— Le respondía en voz baja el caballero— ¿Pertenecer a este gremio? Todos los presentes estaban expectantes, emocionados, esperando las agudas palabras del niño. Levantó la cabeza rápidamente, y mostró sus ojos llenos de lágrimas a los presentes.— ¡Necesito saber que mi sufrimiento tendrá algún sentido!— Dijo finalmente— Una expresión tan rara de ver. Una expresión que pocos dentro del gremio conocen, pero que aquellos que la han visto no vuelven a olvidarla. La expresión sorprendida de de uno de los caballeros más respetados y temidos del gremio. Aunque el joven no logró verla, ya que inmediatamente cerró los ojos y bajó su rostro, tratando de calmarse. Sir William tardó algunos segundos en responder, pero sus palabras podrían ser esperadas durante años por los presentes.— ¿Así que solo deseas que tu sufrimiento tenga algún sentido en este mundo?

Se le dio la oportunidad, pero no el apoyo, y sin embargo eso no afectó a su voluntad. Entrenó durante meses, cargando pesadas armaduras y escudos, aprendiendo a controlar la energía mágica que todos los humanos llevamos dentro, pero que pocos saben utilizarla, para usarla en los futuros combates. Día tras día era una rutina algo extraña: Se despertaba en las mañanas y desayunaba. Iba con su entrenador y le preguntaba qué debía realizar hoy, y al recibir la instrucción caminaba y se perdía, sin volver hasta haber acabado. No celebraba ni se lamentaba. El entrenamiento era su forma de vida, de la cual no se podía estar ni orgulloso ni decepcionado.

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Finalmente logró convertirse en un “Swordman”, el primer paso para convertirse en un caballero. Se le había otorgado una espada rudimentaria, ordinaria, para que practicara golpes y movimientos. Al principio le fue difícil, pues la espada pesaba 10 kilogramos, y cargar ese peso con una sola mano mientras se sostiene un escudo tiene cierta dificultad. Al final de un día de esfuerzo solo quedaba dormir, y esperar que al día siguiente sus brazos respondieran para hacerlo una vez más. No tenía misiones importantes. No caminaba junto a ningún otro caballero. Todos los aspirantes de su edad se rendían prontamente, ya sea por el gran esfuerzo físico o por el poco apoyo que se recibía. Axel comprendía que nadie creía en él, porque no había demostrado que merecía tal fe. Para todos era un simple aspirante que se rendiría tarde o temprano. Durante todo su camino como Swordman no pidió ayuda, ni siquiera en los momentos en los que tuvo que ir a pelear contra monstruos salvajes. La mayoría de los aprendices, cuando alcanzan su primer Job son llevados hacia el mismo campo: Grim Reaper’s Valley, donde debían demostrar su valía y su aprendizaje con la espada y el escudo. No se encontraba completamente solo en sus entrenamientos en el campo, pero él no confiaba en que nadie le tendería la mano si alguna de esas aparentemente inofensivas criaturas trataba de causarle serio daño. No se tomó nunca a la ligera el entrenamiento, y lo repitió hasta que pudo vencer a un Metaling sin que éste le causara daño alguno. En el día de graduación todos lo veían. Todos aquellos adultos, con miradas serias, ojos cansados, con pieles secas y arrugadas, notaban a aquel joven que no sobrepasaba ni los 18 años, posicionándose a su altura, como uno de su mismo rango y habilidad. Ciertamente se habían equivocado, y el reconocimiento como caballero, y la fe que ahora ellos tenían en Axel era bien merecida. En el mismo día de la graduación recibió su emblema de reconocimiento, el cual probaba que era miembro del gremio IronHeart Angels.

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