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¿QUIÉNES SUICIDARON A SALVADOR ALLENDE? EL PENTÁGONO Y WALL STREET “Estados Unidos no tiene amigos, tiene intereses”. Estas terribles y verídicas palabras fueron pronunciadas por John Foster Dulles, Ministro de Estado de nuestro vecino del Norte; y reflexionando sobre el comportamiento de esa nación desde la llegada de los primeros pobladores a esa región de América no tenemos más que aceptar que Foster Dulles tenía la más absoluta razón. Mas resultaría inapropiado atribuir tal connotación a todos los estadounidenses, si bien la mayoría de los iniciales pobladores eran gente que buscaba un lugar propicio para vivir mejor que en Europa de la que procedían. A su lado arribaron otros ambiciosos y codiciosos asesinos que para establecerse lapidaron a miles de aborígenes para expropiarles la tierra, eliminándolos sin ninguna compasión, decían “que el mejor indio era el indio muerto” y contra ellos actuaron casi hasta su exterminación. De esos individuos que después de apropiarse de las tierras de los indígenas se engulleron más de la mitad del territorio de México, proceden los actuales miembros del complejo militar industrial de ese país, grupo señalado por el expresidente Dwight Eisenhower (1953-1961), como en el que realmente radica el poder y a los que se refiere Foster Dulles en su temeraria expresión “los Estados Unidos no tiene amigos tiene intereses” y aplicando esa idea despojaron a nuestro país. Esa larguísima introducción persigue el propósito de afirmar contra el parecer de casi todos los que han investigado los sucesos del 11 de septiembre de 1973 en el Palacio de la Moneda, casa del gobierno en Santiago de Chile en que perdió la vida el presidente Salvador Allende. Este era el candidato opositor, así es que sin tener a su favor el aparato oficial triunfó en toda la línea sobre Henry Kissinger ministro de Estado estadounidense, Richard Nixon a la sazón presidente de Estados Unidos y sobre el Jefe de las Fuerzas Armadas de Chile, Augusto Pinochet, todos ellos defensores de los intereses económicos de la International Telegraph and Telephone, la Kennecot, la Anaconda Cooper Corporation, etc. intereses identificados con la gran burguesía monopolista estadounidense y con la gran burguesía chilena, está representada por el Partido Nacional, la agrupación fascista “Patria Y Libertad” y el ala más reaccionaria de la Democracia Cristiana encabezada por el expresidente Eduardo Frei y que instrumentalizaron a un sector del ejército para derrocar al gobierno constitucional de la Unidad Popular. Con el arribo al poder de Salvador Allende, un demócrata verdadero, se afectaba, se quitaba la máscara a los demócratas de pacotilla, a los insignes deturpadores de la buena amistad de los pueblos y siempre defensores de su interés. Casi todos los que ha investigado el suceso de la Casa de Moneda han concluido en que Salvador Allende se suicidó. Nosotros desde el mismo día 11 de septiembre de 1973 afirmamos que fue asesinado. Primero porque él mismo afirmó, no una vez, que lucharía hasta el último instante de su vida, la postrera vez el mismo día antes del asesinato. En

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Breve escrito sobre la muerte de Salvador Allende

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¿QUIÉNES SUICIDARON A SALVADOR ALLENDE?EL PENTÁGONO Y WALL STREET

“Estados Unidos no tiene amigos, tiene intereses”. Estas terribles y verídicas palabras fueron pronunciadas por John Foster Dulles, Ministro de Estado de nuestro vecino del Norte; y reflexionando sobre el comportamiento de esa nación desde la llegada de los primeros pobladores a esa región de América no tenemos más que aceptar que Foster Dulles tenía la más absoluta razón. Mas resultaría inapropiado atribuir tal connotación a todos los estadounidenses, si bien la mayoría de los iniciales pobladores eran gente que buscaba un lugar propicio para vivir mejor que en Europa de la que procedían. A su lado arribaron otros ambiciosos y codiciosos asesinos que para establecerse lapidaron a miles de aborígenes para expropiarles la tierra, eliminándolos sin ninguna compasión, decían “que el mejor indio era el indio muerto” y contra ellos actuaron casi hasta su exterminación. De esos individuos que después de apropiarse de las tierras de los indígenas se engulleron más de la mitad del territorio de México, proceden los actuales miembros del complejo militar industrial de ese país, grupo señalado por el expresidente Dwight Eisenhower (1953-1961), como en el que realmente radica el poder y a los que se refiere Foster Dulles en su temeraria expresión “los Estados Unidos no tiene amigos tiene intereses” y aplicando esa idea despojaron a nuestro país. Esa larguísima introducción persigue el propósito de afirmar contra el parecer de casi todos los que han investigado los sucesos del 11 de septiembre de 1973 en el Palacio de la Moneda, casa del gobierno en Santiago de Chile en que perdió la vida el presidente Salvador Allende. Este era el candidato opositor, así es que sin tener a su favor el aparato oficial triunfó en toda la línea sobre Henry Kissinger ministro de Estado estadounidense, Richard Nixon a la sazón presidente de Estados Unidos y sobre el Jefe de las Fuerzas Armadas de Chile, Augusto Pinochet, todos ellos defensores de los intereses económicos de la International Telegraph and Telephone, la Kennecot, la Anaconda Cooper Corporation, etc. intereses identificados con la gran burguesía monopolista estadounidense y con la gran burguesía chilena, está representada por el Partido Nacional, la agrupación fascista “Patria Y Libertad” y el ala más reaccionaria de la Democracia Cristiana encabezada por el expresidente Eduardo Frei y que instrumentalizaron a un sector del ejército para derrocar al gobierno constitucional de la Unidad Popular. Con el arribo al poder de Salvador Allende, un demócrata verdadero, se afectaba, se quitaba la máscara a los demócratas de pacotilla, a los insignes deturpadores de la buena amistad de los pueblos y siempre defensores de su interés. Casi todos los que ha investigado el suceso de la Casa de Moneda han concluido en que Salvador Allende se suicidó. Nosotros desde el mismo día 11 de septiembre de 1973 afirmamos que fue asesinado. Primero porque él mismo afirmó, no una vez, que lucharía hasta el último instante de su vida, la postrera vez el mismo día antes del asesinato. En segundo lugar porque los testigos pinochetistas confesaron que se pensó en secuestrarlo y tirarlo en el mar y, si eso no convence están claras las declaraciones, tanto de Kissinger y Nixon que lo consideraban un mal ejemplo para América y para el mundo. Más de 500 veces han intentado asesinar al otro mal ejemplo, Fidel Castro y este, esas mismas veces los ha burlado, cómo desaprovechar tan magnífica oportunidad para asesinarlo y sí precisamente el objetivo era él, contra él era el golpe de Estado, nadie ni nada más era el objetivo y si a Fidel lo han tratado de matar tantas veces, con Allende cómo iban a echar por la borda tan magnífica ocasión. Pero hay algo más, el escritor Marco Antonio Campos en La Jornada del 14 de septiembre de 2014 nos dice: “quizá el paradigmático caso del joven periodista estadounidense Charles Horman (1942-1973) hubiera sido una anécdota aislada, un muerto más, si por un lado, como se expone en Missing (película documental y testimonial del golpe de estado) su padre el empresario Ed Horman y su esposa Joyce, con la ayuda de la periodista del New York Times, Kate Newman, no hubieran tocado todas las puertas posibles en Santiago, las estadounidenses y las chilenas, hasta encontrar la verdad aciaga…” “Mentira, tergiversación, simulación y ambigüedades son sustanciales a la política pero se agigantan en la dictaduras de cualquier color.” Constantin Costa – Gavras, el griego-francés que realizó el film Missing hilvana los hallazgos que hacen Ed Horman y Joyce sobre el destino final de su hijo Charles pese a las múltiples resistencias y tretas de la embajada estadounidense que acaba siendo al final una mala farsa: como Charles Horman FUE SACADO DE SU CASA POR LOS MILITARES el 16 de septiembre (5 días después del ataque a la Casa de la Moneda) y llevado enseguida al Estadio Nacional; la tortura y la decisión de su eliminación por el general Augusto Lutz, director del Servicio de Inteligencia Militar Chileno, con el consentimiento de Hugo Berrías, Subdirector, y un oficial estadounidense no identificado; la ejecución y el entierro de Charles en un muro del estadio. El cuerpo sería enviado a Estado Unidos siete meses después, cuando era imposible la autopsia. ¿Por qué motivo fue ultimado? Una, por escribir para un periódico de izquierda chilena (Fin), o lo que más bien consideraban los militares chilenos y la embajada estadounidense como de izquierda, pero, sobre todo haber estado aislado por mera contingencia en Viña del Mar el 11 de septiembre y los días posteriores, dado que estuvieron cortadas

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carreteras y líneas telefónicas, y ADVERTIR LA ABUNDANTE PRESENCIA DE PERSONAL DE LA MARINA ESTADOUNIDENSE en el hotel donde se quedaba y anotar en un cuaderno todo lo que veía y preguntaba a oficiales de su país -a un oficial de la marina (Andreu Babcock) y al jefe del Military Group (Sean Patrick)– sobre el involucramiento de (Estados Unidos). “Sabía demasiado”, concluyó Lutz, y el miembro de la embajada estadounidense aprobó su ejecución. Lo que a Ed Horman pudo ser informado desde el día de su llegada, tardaría un mes en enterarse por las duplicidades y ambigüedades de los miembros de la embajada, encabezados por el embajador Nathaniel Davis y el cónsul Frederick Purdy. Al comunicarle Nathaniel Davis la eliminación de su hijo, le argumenta indirectamente con el fin de justificar el acto, QUE LA EMBAJADA ESTABA PARA PROTEGER LOS INTERESES DE ESTADOS UNIDOS Y QUE EN CHILE HABÍA MÁS DE 3000 EMPRESAS DE SU PAÍS ( como si el joven las hubiera puesto en peligro). Aún el oficial de mayor rango de la embajada, el siniestro Ray Tower, al despedirse Horman –es la clave- le dice que su hijo era “un poco fisgón”, o de otra manera metía las narices donde no debía. Gran admirador de la política de su país y del american way of life, que menospreciaba a su hijo Charles por idealista y por escribir novelas que nadie publicaría, al comprobar la cínica e inescrupulosa participación estadounidense, cambia totalmente la percepción: su hijo no era un inútil y su país asistía política y policiacamente a los asesinos. En la escena final, en el aeropuerto, cuando se prepara a regresar a Estados Unidos, Ed Horman, quien aún cree firmemente en el sistema judicial que existe en su país, promete al cónsul y a Ray Tower –que lo acompañan-, que demandará y meterá a la cárcel a los miembros responsables de la embajada, principiando por ellos y el embajador Nathaniel Davis, y al secretario de estado Henry Kissinger. Horman presentó once acusaciones. Sin embargo, tres años después su demanda por complicidad y negligencia en el asesinato de su hijo fue desestimada y el caso mandado a archivo como SECRETO DE ESTADO; en fin, comprobó que su país podía ser tan poco creíble en sus leyes como cualquier república bananera que se respete de serlo.” “Henry Kissinger ideador y principal apoyo estadounidense entre 1969 y 1977 de las dictaduras sudamericanas y de la Operación Cóndor la trasnacional del terror de los militares sudamericanos, a quien con razón el escritor Gore Vidal designó “el mayor criminal que anda libre por el planeta”, aún fue llamado por Bush, Chenney y Powell en 2003 para asesorarlos en la guerra ilegal contra Irak, es decir, a una nueva tarea de aniquilación masiva. Para satisfacción de la gran mayoría de los conservadores estadounidenses y latinoamericanos, Kissinger morirá tranquilo en su cama después de los 90 años”. Pero además de este asesinato, hubo otros como el de Pablo Neruda el 23 de septiembre, doce días después del asesinato de Allende, estando recluido en un hospital de Santiago y el 24 iba a viajar hacia México. Fue abatido con una inyección y oficialmente se explicó que había terminado de muerte natural. Él, como Charles Horman, “sabía demasiado” pero sobre todo era una potente voz que hubiera llenado con ella todo el planeta denunciando el golpe de estado del grupo militar industrial, el Pentágono y Wall Street, el golpe pentagonisado y wallestreetsado y que encabezaron Henry Kissinger, Richard Nixon y Augusto Pinochet, tres asesinos impunes que consideraron que era necesario silenciar a Neruda y lo hicieron. En el mismo hospital, en la década de los noventas y también con una inyección asesinaron a un testigo, que también “sabía demasiado” pero este mucho más, porque fue cómplice, se trata del expresidente chileno Eduardo Frei, el que encabezaba la democracia cristiana, su hijo denunció lo de la inyección. Si usted, como el Pentágono y Wall Street, continúa difundiendo que Salvador Allende se suicidó continuará en la línea de la falsedad histórica. Los verdugos universales poseen todos los medios para desprestigiar a sus contrarios porque hasta muertos se sienten afectados por sus vidas ejemplares. ¿Se imaginan a Fidel Castro suicidándose o al Che Guevara, o a Tupac Amaru, o a Cuauhtémoc, o a Ricardo Flores Magón? No, esos hombres desean y deseaban más vida para continuar combatiendo a los enemigos de la humanidad. La ideota del suicidio no pudo ver surgido más que de una mente perversa, tenebrosa, cochambrosa como la de Henry Kissinger , “el judío imperialista” “salvación del occidente”, como lo califica el periodista polaco Maciek Wisniewski. La Jornada, 28 de agosto de 2015. Finalmente, pensemos ¿qué significaba Salvador Allende para el capital? De inmediato surgen las figuras de los explotadores del cobre y del salitre, pero también la Araucaria, cuyas tierras pertenecen a los Mapuches y que han amenazado con despojarlos de ellas y continúan defendiéndolas hasta hoy. Allende era alguien que estaba amarrando un poco las garras de los expoliadores que lo sentían un enemigo, un mal ejemplo que no debería cundir; ya bastante tenían con Fidel Castro y con el Che Guevara, consecuentemente era necesario exterminarlo, terminar con él. Y con toda su furia y con mucha saña construyeron el plan para asesinarlo, era el objetivo del Golpe de Estado. No se plantearon en ningún momento aprehenderlo, porque el pueblo y el mundo se levantarían en un movimiento para liberarlo. No, a los que pretendan liberar a los pueblos del yugo del capital hay que abatirlos para que nadie se atreva a acciones semejantes; y después de muertos hay que escarnecerlos, vilipendiarlos, argumentando que nosotros no fuimos, que ellos atentaron en contra de sí mismos, que se suicidaron. El pueblo, los trabajadores eran masacrados, acribillados por los esbirros y el jefe, el presidente Allende suicidándose, ¡Qué barbaridad! ¡Malditos verdugos, cobardes! Sí, nos referimos al complejo militar industrial, a Wallstreet, a los que asesinaron a Allende, al Che Guevara y a los Kennedy y luego tratan de cobijarse

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blasfemando, “los Estados Unidos no tiene amigos, tiene intereses”. Ellos hablan como si fueran los Estados Unidos quizá porque dominan el Congreso, la Suprema Corte y a los gobernantes, pero aun así, ellos no son los Estados Unidos, los Estados Unidos son sus trabajadores y el pueblo, ahora abatidos al lado del resto del mundo por ese pequeño grupo de infernales y cobardes dueños del capital. Al expresar John Foster Dulles que Estados Unidos no tiene amigos sino intereses, está explicando lo fundamental del capitalismo, en el cual la vida discurre en competencia absoluta en defensa de los intereses del capital y en asociación relativa, una manera hipócrita de amistad. Así es el capitalismo y si los hombres pretendemos una vida humana, no de salvajismo como la actual, debemos unirnos y organizarnos para acabar con el sistema del capital. Lo que vemos es que en el capitalismo hay propiedad privada de los medios sociales de producción, esto da lugar a las clases sociales y en consecuencia a la lucha de clases y como colofón a la explotación del hombre por el hombre. Este es el problema, el nudo que hay que desatar. No es cuestión de un líder es una tarea de toda la humanidad, así pues toda la humanidad se debe unir y organizar para ir más allá del sistema del capital.

Roberto Vázquez Muñ[email protected]