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¡Qué quieres de mí! Dondel el corazón me lleve

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¡Qué quieres de mí! Donde el corazón me lleve2016@ Norah CarterPrimera edición: Septiembre , 2016©

Todos los derechos reservados. Estapublicación no puede ser reproducida,ni en todo ni en parte, ni registrada eno transmitida por, un sistema derecuperación de información, enninguna forma ni por ningún medio,sea mecánico, fotoquímico,electrónico, magnético, electroóptico,por fotocopia, o cualquier otro, sin elpermiso previo por escrito del autor

¡Qué quieres de mí!

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Donde el corazón melleve

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1.

Regresé a Cádiz de ese fin de semanatan fuerte que había tenido con lasrevelaciones de Mateo, me dejó en casay quedamos en hablar al siguiente día,Tom se abalanzó hacía mí para darme unfuerte abrazo.A última hora de la mañana recibí unmensaje del Señor Montiel para quefuese rápidamente a su oficina, meextrañó la forma tan rara en que estabaescrito el mensaje, eran casi las dos de

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la tarde, llamé a su puerta y al entrar levi la cara desencajada.

― Pasa, Daniela, siéntate, tengo quedecirte algo...

― ¿Qué pasa, Señor Montiel?

― Me han llamado del HospitalPuerta del Mar filtrándome lanoticia de que el señor Castro estáen quirófano debatiéndose entre lavida y la muerte tras un accidentede tráfico.

― No, por dios, ¡dime que no es

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cierto! ―dije ahogándome de laansiedad incrédula a lo que meestaba diciendo― Me voy paraallá corriendo.

― Espera, Daniela, alguien tendráque ir a recoger a Tom.

― ¡Joder! Dentro de un rato llegaráel autobús, me voy a por él, luegolo dejo en casa de mis padres y tiropara el hospital.

― Por favor, mantenme informado.

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― Vale ―dije casi sin voz delllanto que llevaba.

Fui a mi despacho corriendo a recogermis cosas, salí pitando a recoger a Tom,se sorprendió al verme y le dije que supapá estaba malito y le iban a hacer unaspruebas en el hospital porque teníamucha fiebre, le dije que lo dejaría encasa de mis papás y luego volvería a porél, ya se lo había comunicado a mimadre por teléfono lo sucedido y estabaesperándome para quedarse con el niño.Una vez que lo dejé allí, salí pitandohacia el hospital, no dejaba de llorar, noera posible que ahora la vida mearrebatara a Mateo y menos aún que

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dejase huérfano a mi pequeño gran amor,Tom.¡Qué dura era la vida!Cuando llegué por la parte a urgencias,estaban ya allí los padres de Mateo, loshabían avisado la policía a primera horacuando tuvo el accidente y habíanacabado de llegar de Málaga, seabrazaron a mí llorando diciendo que loiban a perder.Yo intentaba calmar a los padres, peroen el fondo no podía ni calmarme a mímisma, estábamos todos hechos un marde lágrimas.La madre comenzó a hablar conmigo.

― Luego tendremos que llevarnos

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al pequeño para Málaga, qué dolorde hijo.

Me quedé muerta, no podían hacer eso,estar sin ir al colegio o cambiarlo aotro, no podían hacerle más cambios, yahabía pasado demasiado.

― Me gustaría que Tom se quedaseaquí conmigo y no tuviera queperder colegio ni hacer unoscambios fuertes hasta que nosepamos a ciencia cierta quépasará con Mateo y tomemos unadecisión.

Tenía miedo de lo que me iban acontestar, ya que me había lanzado ameterme en un terreno que no mepertenecía, pero por Tom haría lo que

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hiciese falta.― Yo lo veo bien, así podremoscuidar más de Mateo, además séque mejor que contigo no estarácon nadie y mi hijo estaría muycontento de que se quedase a tucuidado.

Qué alivio sentí al escuchar esaspalabras.

― Gracias, a Tom le dije que estabacon fiebre, le diré que necesitaráunos días de cuidado en el hospital.

En esos momentos salió el médico dequirófano, la mamá de Mateo se puso lasmanos en la cara por miedo por lo quele pudiesen decir, sentí que la tensión seme bajaba.

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― Señores, la operación ha salidobien, pero él sigue en coma, puedeque en breve despierte perotambién deben de prepararse paralo peor, incluso si se despertaste nosabríamos decir las secuelas que lepudiesen quedar.

En ese momento nuestro mundo sedesmoronó, nos abrazamos los tresllorando, unas horas más tarde entramosen la única visita que nos dejarían esedía.Al ver a Mateo dormido, lleno decables, me puse fatal, cuando salimospara fuera me despedí de los padres deMateo con el corazón encogido y

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empezando a asimilar que la vida mehabía dado el palo más duro del mundo.Me fui llorando desconsolada hacia casade mis padres a recoger a mi pequeñogran amor, lo más duro era tener quedisimular a partir de esos momentosfrente a Tom.Recogí al pequeño, inmediatamente mepreguntó por su papá y le dije que setenía que quedar hospitalizado hasta quese pusiese bueno y que se vendría a micasa hasta que su papá saliese, a Tom lepareció genial la idea de quedarseconmigo ya que teníamos un vínculo muyfuerte que habíamos creado desde quenos conocimos. Pasé por casa de Mateoa recoger ropa, no sabía de dónde estaba

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sacando fuerza para disimular delantedel niño, llené una buena maleta porquesabía que eso iba a tener para largo.Al llegar a casa, duché a Tom y le hicela cena, yo no tenía ganas de comer naday le dije que me dolía un poquito labarriga.Durmió conmigo en mi habitación, tuveque hacer estragos para no llorar delantede él, no podía quedarme dormida, Tomcayó a primeras de cambio, tuve quelevantarme a hacer una tila y fumarme uncigarro.No quería ni imaginar que Mateo novolviese a estar más entre nosotros,tenía una presión sobre el pecho quecreía que me iba a caer redonda, por

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otro lado estaba Tom, me moría más dela pena, si ahora que había conseguidoser feliz perdía a su padre iba a ser unduro golpe para un niño tan pequeño.Volví a la cama a eso de las tres de lamadrugada, al meterme en ella y el niñonotarlo se acercó a mí, me abrazo ysiguió durmiendo.Me desperté a eso de las siete de lamañana, preparé la ropa de Tom junto asu Cola cao y el desayuno que sellevaría al colegio, un rato después lodesperté y empezó a comerme a besos,me decía que sonriera, que me veíatriste y que su papá se iba a ponerpronto bueno, yo le decía que de eso nome cabía duda, ironías de la vida.

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Me despidió con un fuerte abrazo justocuando se iba a montar en el autobús, noparaba de decirme adiós tras loscristales, yo le sonreía sacando fuerzasde donde no las tenía.Me metí en el coche y reventé a llorar,conduje hacia el hospital ya que no iba atrabajar hasta que todo eso pasase,Enrique fue el primero en dejármeloclaro de que no me preocupase por naday estuviese pendiente Mateo y sobretodo a su hijo.Cuando llegué a la planta donde estabaMateo, sus padres estaban allí sentados,en la salita, con los rostros cansados yrotos de dolor.Se levantaron rápidamente para

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saludarme y me dijeron que habíanestado dentro viéndolo un rato, así queahora había otra visita y queaprovechara yo y entrase sola, que ellosentrarían en las siguientes; me dieronmil veces las gracias por hacerme cargode Tom ya que sabían que mejor que yono lo haría nadie.Cuando avisaron de la siguiente visita,entré hecha un manojo de nervios a ver aMateo, seguía igual, me impresionabamucho verlo así y yo no paraba dellorar, le acariciaba su mano para ver sime respondía con la más mínima señal,pero todo era en vano.

Me senté junto a él y no paraba de

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acariciarlo, tenía que volver connosotros como fuese, entonces leempecé a hablar con un gran nudo en lagarganta por si cabía la posibilidad deque me estuviese escuchando.

― Hola, cariño, no te preocupespor Tom que está conmigo en casa.Le he contado que estás en elhospital porque tienes fiebre, éldice que eres muy fuerte y quepronto te pondrás bueno. Descansael tiempo que necesites pero notardes mucho, ya que te estamosesperando y no nos puedesabandonar, todos te necesitamos.Quiero decirte que eres lo mejorque me ha pasado en la vida, que

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ahora que eres libre, tienes a Tom yyo sé toda la verdad, quiero estar atu lado para siempre; prometo nodarte mucho dolor de cabeza yconfiar más en ti, pero recuerdaque ahí fuera tienes a tu hijo y teestá esperando, así que sé fuerte yvuelve rápido con nosotros.

La enfermera me dijo que ya tenía queterminar la visita, me levanté y le di unbeso en la frente a Mateo, prometiéndoleque cuidaría de Tom e iría todos los díasa verle.Me quedé el resto de la mañana con suspadres hablando e intentando hacerlemás amenas las horas. Pasada un poco

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las dos de la tarde, me despedí para ir arecoger al pequeño, estaríamos encontacto por mensaje, yo volvería al díasiguiente ya que ese día solo quedabauna visita y la harían ellos, estabanquedándose en el Hotel Playa Victoriaque estaba casi enfrente.Tom bajaba las escaleras del autobúspreguntando por su padre y yo le dijeque estaba algo mejor, eso le produjouna gran sonrisa en su cara.

Nos fuimos para mi casa, una vez allícomimos juntos ya que lo habíamosquitado del comedor por una época,luego se puso a hacer los deberes, yointentaba aparentar normalidad cuando

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estaba que me moría por dentro.Sobre las siete de la tarde salimos a darun paseo al parque para que Tom jugaraun poco, yo aproveché para tomarme uncafé sentada en la terraza delante de él.Mientras observaba al pequeño jugar enel tobogán, mi cabeza estaba en Mateo,parecía que me estaban arrancando elcorazón. Qué injusta la vida… Cuandoconseguías lo que querías, te daba elgolpe más duro al que jamás hubiesespensado enfrentarte. No sabía cómopedirle a Dios que por favor lo sacasede esta, lo necesitaba en mi vida másque nunca, tenía claro que era el amorde mi vida, por el que había luchado, ycon el único hombre que querría pasar

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el resto de mi vida. Mi cabeza iba areventar cuando de repente escuché:

― Mamá, mira cómo subo derápido.

No me lo podía creer, ¿me habíallamado mamá? Lo miré sorprendida.

― Mamá, tienes cara de asustada.¿Te pasa algo?

Me levanté y fui hacia él y le dije que nome pasaba nada, solo que me habíasorprendido que me llamase mamá.

― Claro, ahora que no está papátiene que haber un responsable; y sieres tú, entonces debo de llamartemamá, porque nadie nos escucha ynosotros tenemos un secreto.

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― Es verdad, cariño, tú llámamecomo quieras.

― ¿Te molesta que te llame mamá?

― ¡No! Por supuesto que no…. Esmás, me encanta, hijo.

― A mí también me gusta decirtemamá porque eres la que siempreme hubiese gustado tener.

― Y me tienes, mi vida, y me tienes

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―dije mientras le daba unachuchón.

Volví hacia donde tenía el café y lo dejéjugando mientras lo observaba ya quesabía que le gustaba que lo mirase y élhacía más el payaso, le gustaba llamarmi atención.Qué duro iba a ser mi día a día si esto sealargaba mucho, menos mal que estarcon Tom me reconfortaría a mí tambiénmucho, teníamos mucho feeling y, sobretodo, mucha complicidad.Los siguientes días estuvimos haciendola misma ruta: llevarlo al autobús, luegome iba yo hacia el hospital, a la salida

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lo recogía, íbamos a casa a comer, luegolos deberes y más tarde el parque, eseera nuestro ritual diario y Mateo seguíaigual, ni el más mínimo de los cambios.La situación era cada vez más dura, nosponían día a día las cosas más negras,decían que si seguía así… ya sería muydifícil que despertase del coma.Tom ya empezaba a escamarse algo, medecía que quería hablar con su padre porteléfono y yo me tenía que inventarexcusas, también me decía que quería ira verlo y yo le decía que no dejabanentrar a los niños.Una mañana, al dejarlo en el autobús,me pidió que le entregase a su padre unacarta que él le había escrito y la puso en

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mis manos, yo le prometí que se laentregaría nada más verlo, fue llegar alcoche y reventé a llorar de forma quehacía días que no lo hacía.Cuando entré en la visita a ver a Mateo,me senté, como siempre, a su lado, y lecogí la mano, abrí la carta y empecé aleerla por si Mateo me escuchaba, peroantes tuve que coger aire varias vecespara no reventar a llorar.

“Querido papá, te escribo esta cartapara darte ánimos ya que sé que estásrecuperándote en el hospital para venira verme pronto; no tengas prisa,Daniela me está cuidando muy bien,debes de recuperarte, tengo muchas

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ganas de verte y te echo mucho demenos.Por ahora estoy aprobando losexámenes con sobresaliente, así quequédate tranquilo que estoy estudiandobastante.Cuando salgas de allí quiero que tengalas ideas claras de que nos vamos avivir los tres juntos, formamos unafamilia de lo más guay, así que dejadde discutir y enfadaros que los dos osqueréis mucho y yo os necesito juntos.Te quiero mucho.Tom Castro.”

Pobre mi Tom, palabras de corazón aún

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siendo un inocente niño, no podía dejarde llorar y no quería que lo percibieseMateo, acerqué mis labios hacia sumano y empecé a colmarlo con besos.Cuando me despedí salí hacia fuera, lospadres de Mateo estaban hablando conel doctor, puede escuchar cómo lesdecía que era algo fuera de lo normal,que no había ningún cambio ni para bienni para mal y eso, en tantos días, eradifícil, que no les daba la más mínimaesperanza pero que de todas formashabía que esperar.Los padres vinieron hasta mí llorando ydiciendo que sabían que ya habíanperdido a Mateo, que tarde o tempranosabían cuál iba a ser el desenlace.

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Les dije que no dijesen eso ni de broma,que Mateo iba a salir de esa, por su hijoiba a salir. Me fui corriendo, indignaday dolida porque los padres de él yahubiesen tirado la toalla, me fui al paseomarítimo de la playa, no podía dejar dellorar y necesitaba respirar aire puro.En mi mente siempre aparecía Tom, nopodía pasarle nada de eso puesto que suhijo lo necesitaba, me decía a mí mismaque Mateo iba a salir adelante que lediese tiempo, que pronto volvería adespertar.Fui a recoger a mi pequeño gran amorque volvería muy contento ya que esedía era viernes y descansaría todo el finde semana.

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Al bajar del autobús venía con los ojosllorosos y no me dio ese abrazo con elque me recibía siempre, pasó por milado marchando directo hacia el coche,lo seguí, le abrí la puerta y me monté.

― ¿Qué te pasa, cariño?

― Mi papá está luchando entre lavida y la muerte y tú me dices queestá con fiebre ¿Cómo no me hascontado la verdad? ―dijo llorandocon el corazón encogido.

― Tom, cariño, vamos a casa y allíte voy a contar todo, ¿vale?

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― Pero toda la verdad, no quierovolverme a enterar por otros niñoslo que le ha pasado a mi padre.

Me dio mucha rabia que se hubieseenterado de esa forma y más que lohubiesen filtrado en el colegio.Llegué a casa, puse la comida en lamesa y le conté la verdad de lo sucedidoa su padre y que yo le había leído lacarta.Mi pequeño no dejaba de llorar, lo sentéen mi falda mientras hablaba con él,tenía que abrazarlo y arroparlo en esosduros momentos, me sentí mal al verlollorar con esa pena y esos

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sentimientos…Pasamos toda la tarde tirados en el sofáviendo películas, veía cada momentocómo a Tom se le derramaba laslágrimas, yo lo echaba en mí paraabrazarlo.El sábado por la mañana quedé con lospadres de Mateo en la cafetería de abajodel hospital para que se quedasen conTom mientras yo entraba en la visita yasí disfrutaban de su nieto un ratito.Al sentarme junto a Mateo y agarrarle lamano, noté como un ligero amago defuerza por parte de él, como si hubiesereaccionado de alguna manera alcontacto con mi mano, acerqué mislabios a su oído y empecé a hablarle sin

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soltarle la mano; le decía que si podíahiciese un intento de mensaje apretandoun poco mi mano para saber que estabaescuchando, en ese momento volví asentir ese amago, ese intento de apretónde manos.Las lágrimas empezaron a brotar sobremis mejillas, entonces entró laenfermera y le comenté lo que habíapasado, me dijo que eso era imposible,que a veces los deseos porque algosucediera nos hacían ver lo querealmente no pasaba. Me dieron ganasde abofetearla, le dije que queríaexplicárselo al médico y me dijo queahora lo avisaría, el doctor sin embargome dijo que sí podía ser posible que

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hubiera reaccionado a una sensaciónconocida por él, pero que eso nosignificaba que volviese a despertar, quetenía que pasar algo más evidente.Fui hacia la cafetería y no les conté nadaa los padres de Mateo, no les conté nadade lo sucedido para que no pensase quemis ganas eran las que me hacían sentiresas cosas.Me despedí de ellos y me fui con Tomhacia mi casa, no podía quitarme de lacabeza ese momento que había vividoallí, además había reaccionado cuandoyo se lo pedí, algo me decía que iba asalir hacia delante, no nos podía dejartirados de aquella manera y ahora menosque nunca.

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Se lo conté a Tom como un secretomientras comíamos.

― ¿Lo ves, mamá? Papá es fuerte ysaldrá adelante, y yo sí te creo.

― Claro que sí, hijo, no tepreocupes que él no nos va aabandonar.

Pasamos el día haciendo tarea y viendoalguna película de Disney, aunqueestábamos el uno para el otro, la penainvadía la casa.Al día siguiente volví a dejar a Tom enla cafetería, subí a ver a Mateo comosiempre.Me senté a su lado, le agarré la mano y

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la levanté para besarla, volví a sentirese ligero apretón, empecé a decirle queno se preocupase por nada que yoestaría ahí y que sabía que me estabamandando mensajes, que los demás no ledaban importancia pero que yo sabíaque la tenía, entonces volví a sentir otroligero apretón, estaba viviendo unmomento de conexión total con él, sabíaque él me estaba diciendo que estabaahí, que no lo dejase, yo le hablaba deTom para darle más fuerza.Entonces entró el doctor y me comentoallí mismo que le habían estadohaciendo pruebas y que él noreaccionaba, entonces me levanté y ledije:

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― Hoy lo volvió a hacerlo dosveces, quizás con ustedes no lohaga, pero a mí me estátransmitiendo, y mucho, tómamepor loca pero tiempo al tiempo.

― No la tomo por loca, puede quetenga razón y sea un casoextraordinario en un reflejo desentimientos hacia usted,investigaremos todo lo quepodamos, estamos en ello paraagotar todas las posibilidades quehaya para sacar al Sr Castro paraadelante.

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En ese momento pudimos ver comoMateo levantó un poco la mano de lacama y el médico se quedó impactadoante aquel envío de señal por parte deMateo.

― ¿Ve, doctor? – pegunté llorando alágrima viva directamente alDoctor.

― Está reaccionando ―dijoalucinado por lo que había acabadode ver―. Hemos hecho la pruebacon sus padres y no funcionó, creoque tú eres la clave para el tener uncontacto más afectivo y que le

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impulse a mandar la señal de queestá ahí.

― Sé que será cuestión de días,doctor, sé que volverá a estar connosotros.

― Ahora mandaré a que le haganuna prueba, en ella se podrá ver sihay algo de evolución.

― Gracias, doctor.

Bajé y comenté la noticia, Tom estabasúper emocionadísimo diciendo que ese

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era su padre, los padres de Tom nodejaban de llorar.

- Tenemos que hablarle cada vezque entremos a las visitas, tenéisque sentaros al lado y hacerlemuestras de cariño en sus manos yveréis cómo reacciona, todovínculo que tengamos con él seráun paso en su recuperación –dijeanimando a todos a que lo tratasencomo si nos escuchara.

En esos momentos los altavoces delhospital llamaron a la familia del señorCastro a que fuesen a la consulta deldoctor, subimos todos rápidamente yaque era muy raro que hiciesen esosllamamientos y era para comunicarnos

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algo, dejé a Tom sentado en la puerta dela consulta y entré con sus padres.El doctor nos invitó a sentarnos.

― El señor Castro está haciendoamagos de señales, por lo quetengo entendido tiene un hijo, creoque si entrase a hablar con el padrepodría conseguir un poco más deinformación acerca de esos amagosque hace cuando quiere decir queestá ahí.

― Su hijo está sentado ahí fuera. Yotambién pienso que debería deentrar a verlo y que le hable, es unniño fuerte con una historia muy

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dura de atrás, los dos se quierenmucho – inquirí.

― Por favor, ¿podéis decir al niñoque entre para hablar también conél?

― Claro ―dije mientras melevantaba para ir a avisar a Tom.

Le dije que pasara y entró dando losbuenos días al doctor y diciendo que sellamaba Tom.

― Bueno, veo que eres todo unhombrecito, seguro que estás

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deseando ver a tu padre, ¿verdad?

― Claro, si yo hablo con él seguroque me manda alguna señal de esasque ya le envió a mi mamá.

Todos se volvieron alucinados por loque había acabado de decir.

― No me miréis con esa cara, yo lellamo mamá porque la quieromucho y la siento así.

― Claro que sí, cariño ―dijo lamamá de Mateo.

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― Bueno, pues sería muy buenaidea que tú y tu mamá entréis juntosa ver a papá, él está dormidito perode vez en cuando escucha, no teasustes al verlo con tantos cablesque eso solo es para saber que susórganos están funcionando bien.

― No te preocupes, doctor, soloquiero verlo y darle un mensaje.

― Pues vamos a ello, ustedes siqueréis, podéis esperar aquí o en lasala de visitas –dijo dirigiéndose asus padres.

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― Nos quedamos fuera mejor,doctor, esperaremos allí ―dijo lamadre de Mateo mientras leguiñaba el ojo a su nieto.

Entramos en la habitación de la UVIdonde estaba Mateo, Tom corrió hacia ély le agarró la mano mientras se labesaba.

― Papá, no me seas flojo ydespierta que mi mami Daniela nopuede estar cuidándome siempre,necesitamos que seas tú el que noscuides ahora un poquito.

En ese momento observamos cómo aMateo empezó a derramar lágrimas que

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caían por sus mejillas, a mí se me hizoun nudo en la garganta y una emociónrecorrió mi cuerpo mientras Tom se lassecaba y le hablaba.

― Esas las demás son de alegríasporque no te esperaba que viniese averte, ¿verdad, papi?

De repente vimos cómo le acariciabamuy lentamente la mano a Tom y tambiénhacía el intento de levantarla un poquitode la cama.

― Papá, juguemos a un juego. Si metienes que responder sí, meacaricias la mano y si es no, puesla levantas.

Volvió a acariciarle la mano en señal deque estaba de acuerdo, miré al doctor y

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él me hizo señas, como que dejaraactuar solo a Tom, que lo estabahaciendo muy bien.

― Papá, ¿te parece bien que esté encasa de Daniela y que la llamemamá?

Una ligera caricia se movía por la manode Tom ante la atónita mirada del doctory mía.

― ¿Tú quieres que me quede aquícontigo hasta que salgas delhospital?

Mateo levantó la mano del tirón, estabaclaro que no iba a permitir que el niñose quedase ahí hasta que él serecuperase.

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― ¿Quieres que mamá y yo nosvayamos a tu casa a vivir y teesperemos allí?

Una suave caricia volvió a recorrer lamano de Tom, este fue directamente adarle un fuerte beso sobre su frente.

― ¿Has notado el beso, papá?Otra caricia recorrió la mano delpequeño Tom.

― ¿Vas a intentar abrir los ojos lomás rápido posible?

Una sonrisa invadió la cara del doctor yla mía por esa pregunta, Mateo volvió aacariciar la mano de su hijo.El doctor comenzó a decir que estabareaccionando más rápido de lo esperado

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y que en cualquier momento podría abrirlos ojos, pero que quizás eso le iba acostar un poquito de más trabajo, quehabía que darle tiempo.Tom fue a tirarle a los muslos unospellizcos mientras dejaba la otra manodebajo de la de Tom.

― ¿Papá, has notado la torturachina que te he hecho?

Mateo con una caricia le respondió quesí, unas lágrimas empezaron a recogermi mejilla y el doctor me sonrío y guiñóel ojo como diciendo que esto estabamarchando bien.

― ¿Quieres que venga con mamátodos los días a verte?

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Unas cuantas de caricias empezaron arecoger la mano de Tom, el doctor dijoen ese momento que sería muyimportante y conveniente que el niñoviniese a verlo los siguientes días, lomás gracioso es que cuando dijo eso eldoctor, Mateo siguió acariciando lamano del pequeño.El doctor pidió a Tom que se apartase ylo dejase a él poner la mano a ver sirespondía y así podría mantener unaconversación con Mateo para aligerar surecuperación.

― Hola, Mateo, soy el DoctorMuros. ¿Puede usted escucharme?

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Mateo le acarició la mano.― Parece ser que tener al pequeñoTom por aquí le está haciendo austed reaccionar más rápido. ¿Escierto?

Otra caricia como respuesta en la manodel doctor.

― ¿Ha escuchado todos estos díastodo lo que se ha hablado a sualrededor?

Esta vez Mateo levantó la manodiciendo que no.― ¿Ha sido con las dos últimas

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veces que ha querido apretar lamano de Daniela?

Esta vez lo confirmó con una caricia.― Eso es que anteriormente hasdormido plácidamente ―dijo eldoctor quitando hierro al asunto―.Le vamos a dejar descansar un ratoy luego volveré a hablar con usted.¿Le parece bien?

Mateo le acaricio la mano diciéndoleque sí y Tom se fue a abrazarlo a la vezque le decía que tenía el padre máscampeón del mundo; Mateo, alescucharlo, volvió a llorar y el pequeñole decía que no lo hiciese, que pronto

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estaría con él y su mamá viviendo comouna familia feliz.Eso terminó de matar a Mateo ya que noparaba de acariciarme la mano y llorar alágrima viva.Le pedí a Tom y al doctor que medejasen solo un minuto a solas con él,que quería comentarle algo que quizás loanimaría para su recuperación, cosa queinmediatamente autorizó el doctor.Cuando salió hacia fuera el pequeño, mesenté junto a Mateo y le agarré la mano.

― Mateo, escúchame cariño mío,jamás le pedí a Tom que mellamase mamá, no quiero ocuparese lugar sin que tú desautorización, la verdad que

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realmente a mí me hace ilusión queme llame así porque sé que a él lehace sentir mejor ―Mateo nodejaba de acariciarme la mano yllorar―.No te preocupes por nada que,cuando salgas de aquí, todo estarácomo tú quieras, pero queríapreguntarte algo.¿Quieres casarte conmigo cuando televantes de esa cama y que ledemos a Tom la familia que semerece?

No había terminado la pregunta cuandono paraba de acariciarme la mano

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sacando fuerzas innatas de donde casi nolas tenía.

― Pues sal de ésta rápido, Mateo,que cuando se lo cuente a Tomestará deseando que llegue el díapara llevar los anillos.

Cada vez reaccionaba más rápido a miconversación y afirmaba todo lo que ledecía.

― ¿Te gusta que Tom quiera vermecomo su madre?

Esta vez flotaba mi manoincansablemente, estaba claro queestaba feliz de que Tom me llamase así.

― ¿Me prometes que vas a salir de

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esta?Esta vez acarició mi mano más seguidaque nunca.Me fui hacia él y le dio un beso en loslabios, prometiendo volver al díasiguiente con Tom, le dije que sacasefuerzas para darnos al día siguientealgunas nuevas pruebas, al no encontrarmi mano empezó a acariciar las sábanasafirmando que lo haría.Salí hacia fuera y ya Tom la habíacontado a sus abuelos todo lo que habíapasado dentro y estos lloraban dealegría.Me despedí quedando en volver al díasiguiente por la tarde con Tom, así quecambiaría la visita para que el niño

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también pudiese venir a la vuelta delcolegio, a sus padres les parecióperfecto, la verdad es que no me poníantraba absolutamente a nada y respetabantodas mis decisiones.Me llevé al pequeño a comer a unMcDonald, quería que jugara un poco enel parque que había dentro de él,también necesitaba un poco desfogar yaque tenía muy pequeña edad para todo loque estaba viviendo. No podía creermelos avances que habíamos tenido hoy,aunque por muy bien que saliese de esta,no sabríamos las secuelas que lequedaría, yo lo que tenía claro queestaría a su lado pasase lo que pasase.

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2.

Deje al pequeño Tom en el autobús,luego me fui a casa de Mateo adescargar todas las cajas de ropa quehabíamos embalado el día anterior parairnos a instalarnos allí, ya que el niñotenía todas sus cosas e iba a estar másfeliz en su casa, aparte de que Mateocon las señales dejó bien claro queprefería que estuviésemos allí, de todosmodos a mi me apetecía mucho porquetenía la ilusión de en esa casa formarnuestra familia.Empecé a llorar cuando me vi dentro de

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ella sola, coloqué todo rápidamente yme fui a mi casa a por más cajas paravolver a colocarlas antes de recoger aTom.El pequeño bajo del autobús muy feliz,comiéndome a besos a la vez que mellamaba mamá, a mí se me caía la babacuando lo escuchaba de sus labios.Fuimos a la casa a cambiarse y a comerunas lentejas que yo había dejadopreparadas.Mi pequeño gran amor estaba muyinquieto ya que estaba deseando volvera ver a su padre.Cuando llegamos al hospital, los padresde Mateo corrieron hacia nosotros concara de felicidad y diciendo que había

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abierto los ojos hacia unos minutos yque el médico se los había comunicado.Tom empezó a saltar de la alegría y yono pude contener la emoción y empecé allorar, la enfermera vino a avisarnos deque ya podíamos entrar, esta vez por lomenos traía una sonrisa en los labios,¡qué mal me caía!Entramos y Mateo estaba másincorporado, sin moverse pero con losojos abiertos y lagrimeándoles cuandonos vio entrar.Tom se tiró a los brazos de él y vi comoMateo intentaba levantar el brazo paraacariciarle el cuello.Luego me acerqué yo y le di un suavebeso en la frente.

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― ¡Qué bien te veo! –dijeponiéndome frente a él y guiñandoel ojo.

― Papá, esta mañana Daniela hallevado toda nuestra casa y ya nosvamos a instalar allí, así querecupérate rápido que es muygrande para nosotros dos solos.

Me entró una risa floja de escucharlo.Mateo no paraba de acariciar la manode Tom.Entonces el doctor entró y dijo que sealegraba de vernos allí, que qué nosparecía el giro tan grande que había

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dado Mateo, que había tenido unaconversación con él y que ya habíanllegado algunos resultados de la pruebaque le habían hecho.Al menos ya podíamos hablar conMateo, aunque él no lo hiciese, con sumano podía respondernos.El doctor nos comentó que le habíanhecho una prueba para las piernas y querespondía perfectamente, que estabanseguro de que lo que Mateo tenía era elshock del accidente y que no sabríadecir cuándo se le pasaría, pero que enapenas veinticuatro horas el cambiohabía sido abismal, que casi se atrevía adecir que en breve volvería asorprendernos con otro cambio mejor,

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de todas formas ya le habían quitado larespiración artificial y mantenía larespiración en muy buenas condicionespor él solo.Mateo comenzó a levantar un poco máslas manos, a la vez que intentaba moverun poco la cabeza, el doctor le dijo quehacía muy bien pero que tampoco seagobiase queriéndolo hacer del tirón.Tom no paraba de tirar de pellizco portodo el cuerpo y preguntarle si lo sentía,Mateo afirmaba cada una de laspreguntas.El doctor me dijo que los padres deMateo no se movían apenas del hospitaly eso que tenían el hotel cerca y solopodían entrar a verlo en un horario

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determinado; le dije que ya lo habíadicho mil veces, que debían de quedarseen el hotel o venirse conmigo pero ellospreferían estar por allí por si porcasualidad había noticias imprevistas, apesar de que les había recalcado de quesi fuese así nos llamarían por teléfono.Nos despedimos en un cálido abrazoTom y yo de Mateo, le dijimos que aldía siguiente volveríamos, a lo que Tom,con todo su arte, le dijo que la próximavisita lo quería hablando, en esemomento Mateo soltó una leve sonrisa,nos quedamos Tom y yo de piedra.Al salir fuera vimos que los abuelosestaban muy alterados hablando conTelva.

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Pregunté qué pasaba, no entendía porquése sofocó, a la vez que me parecía raroque ella hubiese aparecido por allí.

― Me he enterado de lo que le hapasado a Mateo y quería venir atener noticias de primera mano.

― Tú no tienes derecho a nada―reprochó la madre de Mateo.

― Por favor, no son momentos paradiscutir, démosle la informaciónque ha venido a buscar y luego, siquiere tener más, puede llamarme amí por teléfono, pero no creo quedebamos comenzar una guerra

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cuando tenemos una lucha másimportante en el camino.

Me despedí de los padres de Mateo ybajé con Telva y Tom.Charlamos abajo mientras me fumaba uncigarro, le expliqué lo sucedido y losavances que ya había habido. Le dijeque perdonaste a sus padres ya queestaban muy nerviosos por lo ocurrido.Algo que me asombró mucho fue que notuvo ninguna muestra de saludo ni decariño hacia mi pequeño gran amor, esome dolió bastante por su parte.Telva me dijo que le hubiera gustadoverlo, que él estuvo en los momentos

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duros de ella por lo cual le hubiesegustado devolverle de la misma manera,de repente Tom irrumpió en laconversación.

― Los únicos que tenemos que estarjunto a mi papá somos mi mamá―dijo señalándome― y yo, siquieres tener noticia te la podemospasar telefónicamente, pero creoque es momento de pasarlo enfamilia.

Me quedé alucinada por la respuesta tanvaliente que le había dado el pequeño.

― Entiendo, cualquier cosa quenecesitéis podéis contar conmigo,

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ya te preguntaré por teléfono cómosigue Mateo – dijo mientraslevantaba su mano, despidiéndose yalejándose de nosotros.

Nos fuimos hacia el coche y nosdirigimos hacia la casa, tenía queducharse y hacer los deberes.A eso de las nueve de la noche sonó elteléfono, era un número extraño así quedecidí cogerlo por si era del hospital.

― Buenas noches ―dije con vozasustada.

― Buenas noches, mi vida ―dijouna voz muy delicada querápidamente reconocí.

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― Mateooooooooooo. ¡Eres tú!

― Sí, cariño. ¿Cómo estáis? Tengomuchas ganas de estar con ustedes.

De fondo tenía Tom chillando de alegríaque su padre ya hablaba.

― Nosotros también tenemosmuchas ganas de estar contigo,estamos muy felices con la noticiade que ya puedes hablar, sabíamosque te recuperarías en días, que nonos podías dejar tirados de estaforma.

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― No recuerdo que pasó, el primerrecuerdo que tengo es tu leyéndomeuna carta de Tom y yo no podía ahíaún decirte que te estabaescuchando.

― Algo me decía que sí lo hacías.

― Quería decirte que me alegramucho de que Tom te llame mamá ytú lo aceptes de esa maravillosaforma, que estoy deseando formaruna familia con ustedes y que no seme olvida de que cuando salga nostenemos que casar o, ¿me lo dijistepara mantenerme contento?

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― Para nada, lo dije porque loestoy deseando hacer.

― Ve eligiendo lugar paracelebrarlo y destino para la luna demiel que en cuanto me recupere eslo primero que pienso hacer, perosiento decirte que te pondré unacondición para que esto se lleve acabo, tendrás que firmar un pactodonde no abra retroceso.

― ¿Tú también me piensas meter amí en tus jaleos de los pactos

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después de lo que hemos pasado?

Tom me miro extrañado porque noentendía el motivo de nuestraconversación ya que solo me escuchabaa mí.

― Pues sí, señorita, o firmas undocumento donde digas queadoptas a Tom y asumes el papel desu madre, o no me caso contigo.

En ese momento empecé a llorar comouna magdalena, el pequeño no paraba depreguntarme que qué me pasaba, solo

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pude decirle que lloraba de felicidad.― Mateo, quiero firmar el pacto ya,es lo que más deseo en este mundo,hasta por encima de lo de nuestraboda.

Tom se quedó extrañado al escuchar esoy empezó a chillar de alegría diciendoque nos íbamos a casar, que ya sí quesería su madre de verdad, lo que él nosabía que iba a serlo hasta legalmente,que llevaría también mi apellido.

― Gracias, cariño, mañana osespero con mucha ilusión. Porfavor, tráeme una tablet, por lamañana pasa por la tienda detelefonía donde yo gestiono todoque ya he hablado con ellos y te

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entregarán un teléfono para mí, yaque el otro quedó destrozado.

― Perfecto, meto tu tablet en mibolso y por la mañana recojo tuteléfono.

― Pues hasta mañana, cariño,pásame a nuestro hijo.

― Ahora mismo, mi vida.

Mateo y Tom tuvieron una conversaciónsúper divertida, pude intuir por lasrespuestas del pequeño que le estaba

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contando lo de la boda y lo de laadopción por mi parte, el gritaba que síde felicidad, a la vez que le decía quepensaba llevar los anillos yacompañarnos en la luna de miel, que nise nos ocurriese dejarlo aquí. Me hacíamucha gracia escucharlo, por supuestoque me lo llevaría, mi niño iría contigoal fin del mundo, parecía que lo habíaparido yo, lo quería más que a mi propiavida.Cenamos contentos por la llamada quehabíamos recibido, más tarde mellamaron Marta y Marcelo, mis amigosme llamaban todos los días y se ofrecíanpara todo lo que necesitase, les alegrósaber que Mateo había dado ese giro tan

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inesperado.Nos quedamos dormidos en el sofá,como tantas veces me había pasado consu padre. Por la mañana Tom me dijoque estaba loco por que llegase la tardepara ver a su papá. Al llegar nos loencontramos sentado en la butaca de allado de la cama, más tarde nosenteramos que se lo había pedido aldoctor para recibirnos de mejor forma,Tom y él se comieron a besos, meemocionaba mucho verlos así, luego fuiyo a darle un beso más romántico que élme agradeció enormemente con lamirada.El doctor entró y nos comunicó que lehabían preparado una habitación para ya

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poder estar con sus familiares y sentir unpoco más de intimidad, la noticia nosagradó mucho, estaba muy a gusto conese médico, realmente a Mateo lepertenecía una clínica privada perocuando tuvo el accidente y lotrasladaron allí, decidimos no moverlo.Vinieron a por Mateo y lo sentaron enuna silla de ruedas y lo trasladaron a lahabitación, sus padres no dejaban dellorar de la felicidad, así que entramoslos cuatros a la habitación nueva deMateo.Estaba muy delgado, solo comía a travésde sondas, el doctor nos comunicó queal día siguiente empezarían con unadieta blanda, además de media hora de

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rehabilitación por la mañana y por latarde para que pusiese empezar a andaren breve.Le entregué el teléfono a Mateo y sutablet, Mateo le pidió a sus padres quese fuesen ya para Málaga a descansarunos días ya que estaba mucho mejor,estaba en buenas manos y no eranecesario que estuviesen todo el día allí,pero vamos dijeron que ni de broma quese quedarían en el hotel y vendrían aratos, pero que ya empezarían adescansar más.Más tarde se fueron y nos quedamos enla habitación solo los tres, yo queríapasar allí alguna noche con Mateo ydejar a Tom con mis padres pero él

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decía que nadie tenía que pasar una malanoche cuando él se encontraba bien,cuando se ponía cabezón, era imposiblenegociar con él.Nos quedamos con Mateo hasta lasnueve de la noche, menos mal que Tomhabía hecho la tarea antes de venir,bajamos del hospital y nos fuimos acomer un sándwich, ya luego nos fuimoshacia casa para ducharnos y acostarnosa dormir.Los siguientes días fueron igual,llegábamos al hospital a las cinco y nosvolvíamos sobre las nueve.Mateo iba avanzando lentamente perobien, se daba sus paseos por los pasillosdel hospital y el resto del día estaba

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gestionando cosas de su trabajo yponiéndome mensajes muy bonitos, yacomía con mucha ansia y lo mejor detodo es que no le sentaba mal. Yo le subía escondidas algunos caprichos que a élse le antojaba y me pedía, incluso lellevé una caja de bombones que secomió en un mismo día.Una noche abrí mi facebook al llegar acasa y vi que tenía una notificacióndonde me decía que Mateo había dichoque estaba comprometido conmigo, asíque le di aceptar y quedó tambiénreflejado en mi biografía, me hacíamucha ilusión gritarlo a los cuatrovientos.Más tarde recibí una notificación de que

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Mateo me había etiquetado en un álbumque había hecho llamado “Desde que teconocí”, cuando comencé a ver las fotoslas lágrimas no paraban de brotarme,desde el primer selfie que nos hicimosen Roma hasta todos los viajes quehabíamos hecho como Tailandia, RiveraMaya, París, Boston, Miami y un sinfínde lugares en los que habíamos estado.Le di un me encanta embriagada de lafelicidad, rápidamente empezaron allegar comentarios de mis amistadesfelicitándonos por el compromiso yechándonos piropos sobre las fotos.Pasado unos días una mañana recibí unmensaje de Mateo diciendo que ese díano había visita, que tenía que ir a por él

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que ya lo echaban del hospital, suspadres se habían ido hacía dos días paraMálaga ya que tenían que acudir a unentierro de un amigo del club en el queparaban.Llevé a Tom al colegio y le dije que lobueno de todo era que, al ser viernes,cuando volviese, podría disfrutar todo elfin de semana con su padre, eso le pusomuy contento, así que me despedí de él yme fui directa hacia el hospital.Cuando entré a la habitación estaba eldoctor despidiéndose de Mateo ydándole una cita para volver a verlo alos pocos días, Mateo comenzaría ellunes rehabilitación pero por privado.Bajamos a la calle y me pidió desayunar

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en una terraza, menos mal que el día erasoleado, estábamos teniendo un otoñomuy veraniego.No paraba de agradecer el gesto quetuve cuando me enteré de lo sucedido yme hice cargo rápidamente de Tom, lecontesté que era lo mínimo que podíahacer ya que lo quería como si fueramío.Estaba ansiosa de llegar a casa y entrarcon él, aunque aún estaba muy doloridoy le costaba andar rápido, pero poco apoco estaría al 100%, en su casa, dondesería más cómoda la recuperación.Fui a por el coche, le dije que meesperase allí sentado ya que yo iría másrápido y así él estaba descansado.

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Cuando entró por las puertas de la casame abrazó y me dijo que ahora sí, yatodo sería diferente.Lo dejé sentado en el sofá y me fui a laplaza a comprar todo lo necesario parahacer un puchero y algún potaje durantela semana, regresé justo a la hora derecoger a Tom, pero Mateo seencabezonó con venir conmigo, queríadarle una sorpresa a su hijo, así que tuveque acceder y fuimos juntos.Cuando Tom vio a su padre por loscristales empezó a saltar de alegríadentro del bus, aplaudiendo, se abriópaso rápidamente ante los demás niños ybajó corriendo a abrazar a su padre,pensé que lo iba a tirar del zarandeo que

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le metió.Seguidamente se vino hacia mí y empezóa chillar

― Mamá, lo hemos conseguido,¡aquí está ya papá!

― Sí, cariño, ya sabes que con tupadre no puede nada ni nadie.

― Sois muy exagerados, tampocoha sido para tanto ―dijo Mateointentando quitar hierro al asunto.

― Nada, un golpecito de nada, cadauno aparca o aterriza como quiere

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―dije bromeando mientras guiñabael ojo a Tom.

Nos entró un golpe de risa a los tres a lavez que entrábamos en la casa y elpequeño gritaba que bienvenido alhogar.

Puse la mesa mientras ellos hablaban enel salón, Tom no paraba de contarle alpadre todo lo que había hecho mientrasél no estaba.Nos sentamos a comer, por fin los tresjuntos, esta vez esperaba que nadapudiese separarnos.

― Tom, ya sé que mama te ha

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contado que nos vamos a casar yque vamos a formar una familia,además de que ya podrás tener elapellido de ella puesto que te va aadoptar para ser legalmente tumamá.

― Eso me hace muy feliz –dijoTom.

― Lo sé, cariño, por eso lo hagotambién, todos juntos podemos sermuy felices. Así que entre los tresprepararemos la boda ydecidiremos la fecha, también hayque escoger destino, así que de

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ambas cosas proponed ideas.

― Me gusta mucho el mes de marzo―dijo Tom.

― Pues a mí también ―soltéapoyando la propuesta de mipequeño gran amor.

― Mi número favorito es el 13. Megusta esa fecha, el 13 de marzo –dijo Tom guiñándonos el ojo.

― ¡Ya tenemos fecha! –grito elpequeño.

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Empezamos a reírnos a la vez que Tomilusionado con todo ello decía que ahoranos faltaba el destino.

― Yo propongo algo de Europa―dijo Mateo.

― A mí me da igual, después de laruta que llevo hecha con tu padre,cualquier sitio me viene bien. ¿Túqué dices, Tom?

― Yo quiero ir a Tenerife, un niñode mi cole fue este verano ysiempre me está hablando del LoroParque y del Siam Park, ademásestá a dos horas y poco de vuelo,

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veo esa como la mejor opción delmundo –dijo Tom poniendo cara deniño bueno para intentar queaceptásemos.

― Pues yo también lo veo genial,podemos hacer un viaje totalmentea nuestro aire alquilando un cocheallí, nos sentará bien perdernosunos días recorriendo la isla –dijepareciéndome una gran y divertidaidea la de Tom.

― Fuera los tópicos, ¡nos vamos aTenerife de luna de miel! Eso sí, elhotel lo escojo yo porque sino tu

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madre nos mete en el que esté másen ruinas ―bromeó Mateo.

― Bueno, pues poco a poco nospondremos las pilas para irdejando preparado todo antes deNavidades, que por cierto en lasfiestas os tengo preparada unasorpresa que llevo pensando estosdías en el hospital.

Miré al pequeño con una sonrisa deintriga por saber adónde nos llevaríaMateo, Tom empezó a menearrápidamente sus manos como diciendoque la que nos esperaba.

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Mateo puso en el grupo de mis amigosque al día siguiente estaban invitados acomer en casa, todos accedieroninmediatamente. El pobre tenía ganas deestar con todos y qué mejor lugar queallí, que podría estar descansado,también lo hacía para darle al grupo lanoticia a la vez, sabía que estabadeseando hacerlo.Pasamos una tarde relajada, Mateo semetió varias veces en su despacho arevisar correos, yo me puse a limpiar unpoco mientras Tom hacia los deberes,tenía que hablar con Mateo acerca de mitrabajo, tenía que ver cuándo mevolvería a incorporar.Cuando estábamos cenando aproveché

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para sacar el tema.― En pocos días me tendré queincorporar a mi trabajo, meorganizaré para ir después dellevar a Tom al autobús y que medé tiempo a recogerlo a la salida.

― Pide una excedencia de un año,podrás disfrutar de todo lo que estápor venir, incluso adaptarte a estanueva familia, por mí te pediría queno trabajases más, ya que no te ibaa faltar de nada, pero soyconsciente que esa decisión es tuya,solo te pido que cojas un año,luego ya se verá .

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― Mamá, hazle caso, así podremosdisfrutar un poco más los dos, dejaque sea él quien trabaje, que lamayoría de los días lo puede hacerdesde aquí, anda, porfi, hazlo pormí.

Me entró una risa floja de escucharlo.― Creo que es una buena idea, paraqué voy a mentir, a mí también meapetece mucho, el lunes cuando tedejé en el autobús iré a hablar conel señor Montiel.

Los dos se pusieron muy contentos yempezaron a agradecerme que lo fuese a

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hacer. Estaban pasando demasiadascosas bonitas como para perder laoportunidad de disfrutarlas.

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3.

Desperté temprano y preparé el café, yatenía a Tom a mi lado tomándose el Colacao, cuando apareció Mateo, le puse sutaza y se sentó con nosotros.

― Debe ser que estoy empanado,ayer se me olvidó decirte quecuando estuve metido en midespacho hice una compra on lineal súper para la comida de hoy,además de otra compra para llenarbien la despensa, entre las doce yla una de la tarde la traerán a casa.― Pues una alegría que me das, melevanté temprano pensando en ir al

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súper, pero sabiendo que has hechotú la compra y lo exagerado queeres, estoy segura de que no faltaráde nada.― Pedí un cochinillo grande,Marcelo me dijo en variasocasiones que estaban deseandococinarlo.- Muy buena idea ―dije por loatento que era siempre Mateo.― Además pedí unas cuantasbotellas de Rioja, así como deGinebra, whisky y Ron, esadespensa de la bebida hay queempezar a rellenarlas. ―dijoguiñando el ojo.― Tú hoy no deberías de beber,

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Mateo, es pronto aún, puede caertemal.― Solo beberé un poco de vino,¿me lo permites?― Una copa y sin pasarte, que lasúltimas veces que has bebido juntoa Marta y Marcelo has sido elcentro de atención ―dijebromeando.― Mamá, déjalo que beba quecelebre que ha vuelto a la vida―soltó Tom para amenizar laconversación.― Por cierto, Daniela, debesempezar a pensar si contratamos aalguien para los servicios de lastareas del hogar.

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― Mateo, no es necesario, más aúncuando voy a dejar de trabajar,prefiero encargarme yo de ella.― Vale, la haremos entre los dos,esto no es cosa solo de uno eincluso Tom tendráresponsabilidades.― Y ahora qué hice para tenertambién que pagar el pato…―¡Pero qué dices!, si tú siempreandas recogiendo tu habitación sinque se te diga nada, eso también escolaborar ―dije mientras le tocabael pelo.

A eso de las doce de la mañana llegaronEsther y Abraham, venían comosiempre, cargado de bolsas, aún cuando

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les habíamos avisado mil veces que notenían que traer nada, un rato despuésllegaron Marta y Marcelo y veníancargados de botellas de vino, en fin, misamigos hacían lo que les daba la gana.Marcelo tomó riendas de la situación yaque no quería permitir que Mateohiciese el más mínimo esfuerzo, empezóa rellenar copas de vino y a cortar quesoque había traído Abraham, todos estabantransmitiéndole a mi hombre lo felicesque estaban de que todo el susto yahubiese pasado.Mateo les dijo a todos que levantasen lacopa que había que brindar, no soloporque él podía estar ahí contándolo.Todos se pusieron en pie e incluso

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Marta y Esther que estaban sentados enel taburete.

― Voy a ser muy rápido y directo,quiero que brindemos todos porqueDaniela y yo hemos decididocasarnos el próximo 13 de marzo,además que a partir de la semanaque viene haremos rápidamentetodos los papeles para que ellapueda adoptar a Mateo como suhijo.

Mis amigos empezaron a darnos laenhorabuena a los tres, Marta nosechaba en cara que la habíamos hechollorar, la pobre no podía parar de dejarde hacerlo, Marcelo bromeaba con queno era tan grave lo que iba a hacer para

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que ella se pusiera así.Marcelo estaba muy contento de podercocinar el cochinillo, además de unaspatatas que decía que iba a hacer alhorno que nos iban a dejar chupándonoslos dedos un mes, Tom no paraba dereírse con las cosas del italiano.Abraham se puso a jugar a un juego demesa con Tom, Mateo y Marcelo estabanjuntos en la cocina charlando, Esther yMarta se pusieron sentadas en el salón acotillear un poco y a ponerse al día. Yoestaba mi bola a veces en la cocina yotras en el salón a la vez que ayudaba acolocar un poco aquello, íbamos aestrenar la gran mesa que compramos dedoce comensales para el salón.

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Les comenté a mis amigos que ya no ibaa trabajar en un año, que se lo iba acomunicar al señor Montiel el lunes,Marta empezó a bromear diciendo queluego ya no regresaría que se estaba muybien viviendo sin trabajar, le contestéque claro, como ella tenía una paga depor vida, pero que si a mí me dejaba elseñor correcto, lo único que me iba aquedar era la calle para correr.

― Bueno, no lo veo tan claro, si tedejo y encima le pido a Enriqueque te despida, él lo haríaencantadamente, así que si es poreso, te tengo cogida por el cuello―dijo Mateo bromeando.― Si te pones así, me veo en la

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obligación de pedir antes de laboda que la casa de Zahora seregistre solamente a mi nombre,por si un día me dejas tendré ahí lafuente de jubilación ―dijechulescamente.― De sobra sabes que esa casa estuya, solamente tienes que decirmequé día ir a notaría y hacemos elcambio de escrituras.― ¡Toma ya, Daniela! Te ha tocadola primitiva antes de la boda ―dijoMarcelo con toda su gracia.― Bueno, si la casa de Zahora eraregalo de Reyes, para la bodatendré que pedir algo más paraseguir asegurando mi futuro ―dije

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para buscar más la lengua deMateo.― ¿Tú quieres hacerte de oro acosta de la boda, verdad?―preguntó Mateo muerto de risa.― Lo voy a intentar, te vuelvo arepetir que tengo que asegurar mifuturo, ya que mi trabajo, por lovisto, pende de un hilo que solotienes tú la potestad para partirlo ono –levanté la copa―. ¡Por mifuturo!

Marcelo dijo a Mateo que ni se leocurriese levantar la copa para brindarpor ello, que iba a ser la ruina de él.Nos entró a los tres un gran ataque derisa, Marcelo se reía hasta de él mismo

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y nosotros con sus cosas.Era para ver a ese italiano en la cocina,no paraba de preparar entrantes y hacíacon los quesos lo que le daba la ganapero estaban todos de muertepreparados por él, él vivía la cocina y,cuando preparaba los canapés, iba enuna bandejita pasando por delante detodos nosotros para que cogiésemos.

― Entonces, Mateo, que yo meentere,― dijo Marcelo echandovino sobre nuestras copas―, ya esepacto tan raro que tenías aterminado, ¿verdad? Porque noveas la que has liado, cada vez quebebías y hablabas…. yo pensabaque iba a subir el pan o ibas a liar

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la tercera guerra mundial.Por poco nos ahogamos de la risa, esteitaliano no se cortaba un pelo.

― Por suerte, y con buen final,puedo decir que todo acabó,gracias a Dios me siento más libreque nunca y rodeado de lo que deverdad me importa ―dijoponiendo ojitos de enamorado.

Yo, con estos dos y la copa de vino, melo estaba pasando bomba, porque mesentía mejor que nunca, porque estabarodeada de personas que hacían el díamás bonito, incluido esos amigos quepara mí eran como si fuesen mi propiafamilia.El cochinillo salió espectacular y

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comimos divinamente, aparte de unmontón de entrantes con los que nosagasajó Marcelo.La tarde la entramos a Gin Tonics,charlando sobre la preparación de laboda, mis amigas no paraban de darmeideas y Marcelo decía que él quería serel chef del evento.Yo empecé a bromear sobre losinvitados de la boda ya que por parte deMateo solo estaban sus padres y un parde tíos, solo tenía un primo, lo único querellenaría un poco más sería con algunosde los trabajadores de su empresa.Marcelo se meaba de la risa alescucharme, Mateo dijo que de suempresa solo vendrían tres personas con

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sus esposas y poco más, luego habríaque sumar a mis invitados: mi padre, mimadre y mi hermana por un lado, elhermano de mi padre que era soltero consesenta años, la hermana de mi madrecon su marido y su hija, nada más yahora mis cuatro amigos más íntimosademás de que iba a invitar a Samuel aque viniese. Vamos, que no íbamos allegar a treinta personas ni de coña, laboda con menos invitados del año, noparábamos de reír por ello.Se incorporaron a la conversaciónEsther y Marta, que propusieron quecelebrásemos la boda en un bonito hotely así todos podríamos quedarnos adormir allí sin preocuparnos en coger el

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coche, una boda que fuera desde por lamañana y ya nos encargaríamos quedurase hasta el día siguiente.Qué bien nos sentó el vino porque noparábamos de reírnos, lo mismo era porlos rebujos con los gin tonics, pero en elfondo la idea del hotel me parecíaperfecta y a Mateo también pues meguiño el ojo y me dijo en voz bajita quelo hablaríamos.Les contamos que la luna de miel iba aser en Tenerife y se partían de la risatodos, decían que eso no se lo podíancreer y más viniendo del nivel que teníaMateo.Ya les conté que al niño le hacía ilusióny que queríamos hacer un viaje con él y

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que después de la de kilómetros quehabía recorrido desde que conocí aMateo, veía una buena idea quedarme enuna isla por aquí y disfrutar de ella conel pequeño Tom.Pasamos una estupenda tarde y por lanoche pedimos comida asiática adomicilio, tras la cena tomamos un cafécon una tarta helada, ya no podían seguirbebiendo porque se iban a volver a suscasas, entonces dejaron de hacerlo antesde la cena, pasamos toda la veladaincreíblemente bien, necesitaba ese díaque habíamos pasado, demasiadasemociones desde días anteriores.Esa noche Mateo durmió muy abrazadoa mí aunque a mí me daba miedo hasta

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rozarlo por la de golpes que tenía en elcuerpo, me sentía en esos momentos lamujer más dichosa del mundo.Por la madrugada escuché un chillido deTom, me levanté sobresaltada y corríhacia su habitación, había tenido unapesadilla, me metí en la cama con élpara que se sintiese más seguro, dormíabrazada a mi pequeño gran amortambién era una pasada.Por la mañana escuchamos un ruido enla cocina y, al despertar e ir, vimos queestaba Mateo preparando el desayunomientras nos decía al vernos aparecerque lo habíamos dejado solo en lanoche, nos reímos y le comenté quehabía tenido una pesadilla pero que

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estaba durmiendo tan profundo que no seenteró que su hijo chillaba, así que mecambié de dormitorio y me fui a dormircon él para tranquilizarlo.Decidimos salir a dar un paseo por elcentro de Cádiz, Mateo necesitaba andartodos los días un rato, ya no parecía tanRobocop como al principio.Llamé por teléfono a mis padres y lesdije que se fueran al mediodía para laPlaza de Las flores, que los invitábamosa comer, ya de paso les daba la noticiade nuestro enlace y la adopción de Tom,cosa que sabía que les iba a hacermucha ilusión.Tras pasear un rato por el casco antiguoy tomarnos un vinito, fuimos a darle el

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encuentro a mi familia, se abrazaron aMateo feliz por verlo ya así, habíanestado pendiente todos los días, mellamaban diariamente tres y cuatroveces.Cuando Mateo le dijo que nos íbamos acasar y encima lo de Tom, mi madreparecía María Magdalena de la pechá dellorar que se estaba dando, pero lo hacíade felicidad y mi padre le dijo quebienvenido a la familia, además dedirigirse al pequeño y decirle quesiempre se consideró su abuelo, desdeque lo conoció, cosa que Tom agradeciócon un fuerte abrazo.Tras la comida nos despedimos de mispadres y nos fuimos hacia la casa, ya

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notaba a Mateo cansado, demasiadapaliza para el pobre, llegamos y nosduchamos, fui a preparar la merienda y,al ver que no estaba Tom, me llegué a suhabitación a avisarle.

― Mamá, me encuentro mal, creoque estoy muy caliente.― Pero si hace un rato que estabasbien, espera que voy a por eltermómetro.

Cuando regresé se lo puse a Tom, alquitarlo pude comprobar que estaba a 38grados.Fui a decírselo a Mateo, querápidamente telefoneó al seguro privadoque tenía, en un rato nos mandaban a unpediatra.

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Le hizo un reconocimiento a Tom y dijoque tenía principio de gripe, me dejóunos medicamentos y dijo que lo tuvieseresguardado los próximos días, que sino bajaba la fiebre en un par de días, lovolviese a llamar.Nos llevamos a Tom en una mantita alsofá pequeño, queríamos que estuviese anuestro lado, yo me eché junto a Mateoen el grande.Pasamos la tarde pendiente a él yhablando sobre que esa semana sequedaría en casa, al día siguiente yo iríamás humana hablar con Enrique y Mateollamaría al colegio para informar de quelos próximos días no asistiría Tom, asíque nos quedaríamos en casa y yo me

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encargaría de salir a comprar y hacer lasgestiones que fuesen necesarias.Por la mañana Tom tenía unas décimasmenos de fiebre, le di la medicación yme despedí de ellos, fui a Maxwoman areunirme con el señor Montiel y decirleque me cogía un año de excedencia, lepareció todo genial y me felicitó por laboda.Fui a mi despacho a recoger todo lo queeran objetos personales, al salir deldespacho me topé con Hugo, hice comosi no lo hubiese visto, seguí haciadelante y me fui hacia el ascensor, albajar me despedí de mi portero favoritodándonos un gran abrazo yprometiéndonos volvernos a ver.

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Cogí el coche y me fui al juzgado apedir las partidas de nacimiento ydocumentación que se me iba a requerirpara la adopción, me dijo que en unosdías la tendría en el domicilio.Luego fui a la farmacia a comprar losmedicamentos de Tom ya que el médicole había dejado lo justo para dos días,entré en el supermercado a coger pan asícomo todos los avíos para hacer unpuchero, en esta época era algo muypreciado y más si estabas malo.Llegué a la casa y Tom estaba igual dedecaído, puse todos los ingredientesdentro de la olla exprés y la cerré enmedia hora estaría hecho el puchero.A la hora de la comida le preparé la

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sopita sin nada al pequeño y un buenplato de arroz de puchero a Mateo paraque se lo comiese con toda la carne.Pasamos toda la tarde pendiente a Tom ysu padre no se movió de su lado, estabanlos dos tirados en el sofá, yo me metí enla cocina y empecé a hacer variascomidas para la semana.

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4.

Por fin teníamos ya preparados todos lospapeles de la adopción, Mateo estabamucho más recuperado, Tom estabadejándose la piel en los estudios, yahabíamos reservado todo lo relacionadocon nuestra boda e incluso el viaje aTenerife.Estábamos entrando en Noviembre, elfrío estaba tardando en llegar, yo estabacompletamente feliz e ilusionada conmis dos hombres, me hacían la vidamucho más bonita, me sentía totalmentequerida por ellos.

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No paraba de pensar lo bien que estabamarchando todo tras el susto tan grandeque me había llevado con el accidentede Mateo, estaba desayunando solamientras que los dos dormíanplácidamente, me gustaban esos sábadosdonde podía tomar el cafétranquilamente sin tener quepreocuparme por la hora de llevar aTom al autobús, aunque lo hacíafelizmente.

― Mamá, ¿llevas mucho tiempodespierta?― Tom, por dios, vaya susto me hasmetido ―dije riendo con las manosen el corazón.― Perdona – dijo mientras me

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abrazaba dándome los buenos días.― A ti te no tengo nada queperdonarte, cariño mío, todo lohaces con amor y sin maldad – dijemientras que me lo comía a besos― Siéntate, termínate el café queme preparo yo el Cola cao.― Perfecto, mientras te voycontando una de las tostadas queestoy haciendo.

Me encantaba desayunar con él,realmente es que me tenía enamoradahasta la médula, si me diesen a elegirque solo podría vivir con Mateo o conTom, tenía claro que me quedaba con mipequeño gran amor.

― Mamá, no vayas a decir nada

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pero antes llamo Telva a papá yestaba hablando muy flojito y meenteré, él estaba diciendo algo deque como le tocase la moral se ibaa enterar, que dejara ya de llamarley de meterse en su vida, le decíaque si pensaba que él iba aacceder, la llevaba clara.― No te preocupes, cariño, no dirénada, pero si me lo permites lepuedo decir que yo me enteré dealgo y me acerqué a escuchar,quizás papá necesita ayuda –dijemientras pensaba que a qué veníala llamada de esa mujer ahora.― Vale, si crees que es lo mejor,hazlo, ya que sé que siempre eres

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una ayuda para nosotros.― Buenos días, de qué hablan misamores ― dijo Mateo mientras seacercaba nosotros.― De nuestras cosas, tenemosnuestros secretos ―dijebromeando mientras guiñaba el ojoa Tom.― Me parece perfecto, qué bien seestaba en la cama, si no hubiesesido por la llamada de laimprovisada Telva, aún seguiríadurmiendo.

Vi como Tom me miraba sorprendidoporque Mateo nos estaba contando lallamada.

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― ¿Y qué quería? Porque ya notiene nada que ver con nosotrospara que tenga que estar llamando―dijo Tom.

― Como siempre lo que quieretocar las narices, todos los añoscolaboramos, tengo una fiestasolidaria de alto standing, este añose celebra en Mallorca y quiereque la acompañe como si nosllevásemos bien y que hagamos lagala juntos, me he negadoindudablemente y me dice queentonces hablara mal de mí, le hedicho que se atreva, como estamujer me joda lo más mínimo va a

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conocer al Mateo que nuncaconoció. A ver cómo se entera queella y yo juntos no vamos a ir másni a la esquina.― No comprendo nada, lo que meextraña es que le cojas la llamadaen vez de bloquearla ya que notienes nada que te ate a ella, papá,deberías ya de espabilar –dijo Tomreprendiéndole.― Sé lo que hago – dijo mientras seservía una taza de café.

Yo me quedé callada sin entrar en laconversación porque, si lo hacía, cogíael teléfono y la ponía fina, así queprefería callarme y no meterme en nada.

― ¿Qué vamos a hacer hoy?

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―pregunté intentando cambiar eltema que me estaba poniendo de tanmal humor.― Ustedes desayunar, luego vestíosque os tengo preparada unasorpresa, pasaremos un día muydivertido.― Bueno, papá, veremos qué espara ti divertido, que ya teconozco, eso es ir a un buenrestaurante y tomar una copa devino ―dijo bromeando ante lasrisas de nosotros dos.― Tendrás queja, siempre queescojo un restaurante esasegurándome que tenga un buenparque para que tú puedas jugar,

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así que no seas más quisquilloso.― Bueno, si puedo opinar prefieroque sean un buen centro comercialy así hago algo de tiendeo.― Mejor que no opinéis, hacer unapequeña maleta que no volvemoshasta mañana por la noche –dijoMateo mientras nos guiñaba el ojo.― La Virgen, yo que me pensabaquedar de relax aquí tirada en elsofá todo el fin de semana ―puseojos en blanco.― Sí, claro, no te preocupes porello, cuando lleguemos a nuestrodestino si quieres te tiras y ya televantamos el domingo por la tardepara volver ―bromeó Mateo.

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Tras ese desayuno nos fuimos a prepararlas cosas y abandonamos la casa a lasdoce de la mañana a ese rumbodesconocido.Tom iba bromeando diciendo que menosmal que había metido ropa para todotipo de aventura ya que conociendo a supadre cualquier cosa podría ser unasorpresa.Salimos dirección a Sevilla,exactamente al mismo sitio en el que nosíbamos a quedar, cuando lo comprobéme entró la risa de pensar los fines desemana que había pasado yo allí conDamián, lo más bueno fue que Mateo sedio cuenta y soltó una de las suyas.

― Incluso nos puedes hacer una ruta

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por esos lugares que tan bienconoces ―soltó directo a layugular.― Claro, lo que no te voy a poderenseñar es el final de las rutas―dije descaradamente yhaciéndole señas porque estabaTom, para chulo él, chula yo.― ¿Con que esas tenemos, verdad?Vale, vale –dijo haciéndose elinteresante mientras aparcaba en elparking del hotel.― Tú te fuiste a Estados Unidos yyo me vine a Sevilla, así desencillo ―solté mientras mebajaba del coche.

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Entramos al hotel y rápidamente nosllevaron hacia nuestra habitación,soltamos las cosas y bajamos a comer,nos fuimos andando ya que estábamos enel casco histórico y teníamos a manotodo.Llegamos a un restaurante muyemblemático que había en la ciudad ynos pasaron a la mesa que ya teníareservada Mateo.

― Entonces, papá, que yo meentere, tu planazo significaba quenos íbamos a venir a recorrer elcentro de Sevilla, te felicito por tuelección, se ve súper divertido –dijo irónicamente Tom ante lasrisas de nosotros dos.

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― Pensar lo que queráis, no voy aresponder a nada, simplemente osvoy a sorprender.― Claro, una sorpresa bestial laque nos vas a dar ―dijebromeando.― Sois muy payasos, pero luego osllevaré al circo― dijo Mateoponiendo ojos en blanco.― Sí, mejor al circo que al Caribeque luego te nos pierdes –dijebromeando por aquel secuestro.― Serás mala –soltó Mateo.― ¿Qué pasó en el Caribe? Mamá,cuéntame que ya son muchas cosaspor las que llevo escuchada pero

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no me sé la historia –dijo Tomponiendo cara de circunstancia.― Mejor que te cuente tu padre.― Sí, claro, pero otro día ―dijoqueriendo quitar importancia alhecho de tenerlo que contar.

Nos entró unas carcajadas enormes, Tomestaba deseando que se le contaste esahistoria y yo estaba dispuesta acualquier mañana de estas contársela dela cocina a modo broma, la verdad queera de la forma que ya me la tomaba yo.Tras la comida comenzamos a pasearpor el casco antiguo, llegamos hasta elparque María Luisa donde estuvimos unrato mientras Tom jugaba y nosotrostomábamos un café.

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Más tarde cogimos un taxi y fuimos alhotel a ducharnos, al caer la tarde nosestaba esperando un coche privado en lapuerta del hotel, Tom se sentó atrásconmigo mientras que Mateo se puso decopiloto.Cuando nos dimos cuenta estábamos enIsla Mágica en un pase privado, unambiente exclusivo, una carpaimpresionante llena de todo lujo dedetalles para una cena de primera clase,una iluminación de película y unespectáculo ante nuestros ojos deactores recreando a la serie Los Piratasdel Caribe; mi pequeño gran amorestaba alucinando, cuando empezaron apasar las bandejas con aperitivos Tom ni

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se inmutaba a coger nada, estabaalucinando con aquel espectáculo que laverdad era impresionante.Yo miraba Mateo riéndome por la carade nuestro pequeño, estaba claro que esanoche lo había sorprendido totalmente,de repente nos sentaron a cada uno enuna mesa allí al aire libre bajo la carpa,cuando paro ese espectáculo de repenteaparecieron otros actores recreando elRey León, Tom no paraba de enseñarmesus brazos como que tenía los pelos depunta, era impresionante vivir esosmomentos.Tras terminar aquella maravillosa cenadonde no hubo ningún cruce de palabras,sino todo lo contrario, el silencio

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imploraba en aquel lugar, donde solo seescuchaba la música que producíanaquellos espectáculos.Después de la cena y una vez terminadoel espectáculo pusieron música y nosfuimos a la barra a tomar una copa.

― Esto no se me va a olvidar en lavida ―dijo Tom poniéndose lasmanos en la cabeza.― Para que veas que no era tanaburrido como te pensabas.

Salimos de Isla Mágica a las tres de lamañana y nos estaba esperando en lapuerta nuestro chófer, nos llevó al hoteldonde caímos rápidamente rendidos,Tom ya lo había hecho en el coche, lotuvimos que subir en brazos y acostarlo

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directamente.Mateo estuvo jugando conmigo y yodiciéndole que ni de broma, que el niñose podía despertar y pillarnos con lasmanos en la masa, al final terminamos enel cuarto de baño echando el pestillo eintentando no hacer ruido; cuando Mateose proponía hacer algo, no había quiense lo quitase de la cabeza, aunque esoque me llevaba yo a mi cuerpo, por míme pasaría horas perdidas en su cuerpo.Por la mañana, cuando me desperté, yaestaba Mateo tomándose un café, menosmal que había echado mi cafetera deNespresso, siempre la llevaba conmigosi viajaba en coche, nos fundimos en unabrazo y me hizo otro a mí, nos tiramos

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una hora charlando y Tom no sedespertaba, sobre las doce de la mañanatuvimos que hacerlo nosotros.

Recogimos las cosas del Hotel y lasmetimos en el coche, nos montamos ysalimos directo para Cádiz, entramos enel Puerto de Santa María para hacer unaparada y comer, no queríamos llegarmuy tarde ya que Tom tenía que repasarpara un examen al día siguiente,nosotros teníamos claro que ya se losabía y le dijimos de quedarnos el díaen Sevilla pero dijo que preferíaestudiar e ir más seguro. Yo tambiéntenía ganas de volver, pero si es lo quese ha apetecido hubiera pasado el día

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allí, sus responsabilidades con losestudios eran infinitas.Llegamos a casa a media tarde y nosduchamos todos, Tom se puso a estudiar,Mateo y yo nos sacamos un café alporche y nos sentamos allí a charlotearun poco.

― Quiero ir contigo supervisar lodel viaje a Tenerife ―dije con elentusiasmo de comenzar a hablarde la boda.― Te he dicho que todo el viaje vaa ser una sorpresa aunque sepas eldestino, así que acostúmbrate a ello–soltó poniéndose de interesante.― Pero la celebración va a serdonde dijimos, ¿verdad? Ya lo

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tienes todo cerrado.― Te he dicho que me voy aencargar de todo, quizás todo loque te estoy enseñando sea cierto oun total despiste para impresionarteel día de nuestra boda.― A mí no me la juegues –dijenegando rápidamente con la cabezay señalándolo con el dedo.― ¿Te fías de mí, Daniela?― Por supuesto, no lo dudes.- Entonces preocúpate por tu traje yporque el niño vaya como túquieras para llevar los anillos, lodemás déjalo para mí que sé que vaa ser el día más bonito de tu vida.

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― No lo dudo, Mateo, te haré caso.En el fondo me encantaba que él fuese atomar el control de todo sabía que teníaun gusto exquisito y que no faltaríadetalle para nuestro enlace.

Ya el fresco de noviembre se resentía ennuestros cuerpos, así que nos metimospara dentro a preparar la cena, esanoche nos apetecía hacer una comidamexicana, así que preparamos unosnachos con queso y guacamole y unasfajitas que tanto les gustaba a mipequeño gran amor.Nos acostamos viendo Cuarto Milenio,yo ya estaba nerviosa por todo lo

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relacionado con nuestra boda, medormía fantaseando sobre ese día.

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5.

Estábamos recién levantados, aún conlas legañas en los ojos. Yo había llegadoprimera a la cocina y abrí el frigorífico.Saqué un litro fresquito de leche deavena, agité el tetra brik y le di un grantrago. ¡Qué rica me sabía! Al momentosentí una presencia en mi espalda y notélas fuertes manos de Mateo agarrandomis pechos, como tantas otras veces.Comenzó a masajearlos y le dejé caer lacabeza hacia atrás, sensual, buscandosus labios. Me giré un poco a miizquierda y los encontré. Nos fundimos

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en un cálido beso y mi giré, aún con lapuerta del frigorífico abierto. Él meempujó suavemente contra el frigo y yonotaba en mi espalda el frescor y pordelante el calor de Mateo, que se habíalevantado en llamas. Le aparté unmomento de mí y le hice la seña desilencio llevando un dedo de mi mano amis labios.

― Tom aún está dormido.

― Lo sé, pero a ese no le despiertani una bomba. Tú tranquila.

― Pero qué malo eres… ¿Nopuedes esperar un poco?

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Mateo se miró hacia su entrepierna y deallí surgía el Everest. Como solemosdecir en mi tierra: se había levantadocon la tienda de campaña puesta. ¡Ymenudo tamaño tenía! Desde luego iba aser difícil decirle que no,principalmente porque yo estabadeseando quitarle el pantalón y ver supene otra vez frente a mi rostro. Así quesonreí muy sexy y le dije…

― Vale, pero no podemos hacerruido. Ni gemir, ni gritar, ni decirninguna guarrada, ¿de acuerdo?

― Tú mandas. Tranquila que yo mesé contener. Veremos si tú puedes yno acabas despertando a todo el

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barrio.

― ¡Oye! –y le di un manotazo suaveen el pecho. Luego le comí la bocacon decisión y mucho amor.

Seguimos besándonos un buen rato hastaque decidí no hacerle sufrir más y mebajé a la altura de su entrepierna. Teníamojado todo el pantalón del pijama ysonreí feliz para mis adentros,consciente de que le seguía poniendocomo una moto. Era la mejor manera demantener a un hombre a tu lado. Hastaahora no se había inventado ninguna mássegura… ¡Ni siquiera el dinero! Lo

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primero que hice fue darle un par demordiscos en el glande, sin ni siquieraquitar el pantalón. Él tuvo que usar todasu concentración para no lanzar ungemido de gusto y despertar al niño.Seguí mordisqueándolo y lo saqué por laranura que tenía el pantalón que era debotones. Ahora estaba todo fuera. Loprimero que hice fue comenzar amasturbarle suavemente. Intentabarecorrer todo el perímetro del pene conmi mano, de arriba abajo. Y se meocurrió una cosa. Me levanté y volví aabrir el frigorífico.

― ¿Qué haces? ¿Para qué vas abuscar más comida si ya tienestodo lo que necesitas aquí abajo? –

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dijo riendo.

― Tranquilo, que no te voy a dejartirado, no soy tan mala.

Busqué el bote con aceite de coco quese había quedado duro al estar en el frío.Metí el dedo, saqué una buena cantidady la puse encima de su glande,sujetándola para que no se cayese. Alinstante me lo metí todo en la boca, ycon el calor de mi lengua y su sexo, elaceite comenzó a derretirse y empapó supene y sus testículos. Yo comencé adarle lengüetazos solo en la punta delglande mientras masajeaba sus testículos

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dando pequeños tirones. Eso hacía quesu pene se pusiera más y más duro.Seguí jugando con la lengua y mis manoshasta que estuvo como una piedra y ahísujeté fuerte el tronco del pene con unamano y con la otra le masturbé a todavelocidad aprovechando el aceite decoco.Mateo se volvía loco. Noté que estaba apunto de correrse y paré de golpe. Estose lo hice tres veces. Cada vez parabamás en seco y le masturbaba más fuerte.Él se ponía rojo a punto de explotar yme miraba con los ojos desatados. A lacuarta me bajé mis pantalones, me apoyéen la mesa de la cocina y me puse deespaldas, dejándole ver mi culo. El me

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penetró como un Miura y se cayeronvarios cacharros de la mesa haciendo unruido estruendoso. Al momento los dosnos paramos y nos miramos.

― Cuidado… Ve más suave –le dijecon la sonrisa puesta en la boca.

― ¿Cómo voy a ir suave si meestabas volviendo loco?

― Es lo que tiene hacer el amor conniños en la casa que aún no se handespertado.

― A ti te voy a dar yo niños… Ya

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verás… ―y me penetró con lafuerza calculada, para no tirar máscosas de la mesa. Duro y al grano.

Cuando quería, Mateo era una máquinadel sexo. Así que no dejó de penetrarmeal mismo ritmo sin parar hasta queestuve a punto de caramelo. Entonces semojó dos dedos en la boca y me losintrodujo en el ano. Aumentó la cadenciade sus penetraciones por el ano y lavagina con pene y dedos, y se cayerontodos los cacharros de la mesa a la vezque yo tenía un orgasmo explosivo.Aproveché el ruido para emitir migemido.Los dos nos subimos los pantalones ynos quedamos apoyados en la mesa

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esperando a que entrase su hijo,seguramente se habría despertado yquerría saber qué poltergeist habitaba lacocina.Pasaron unos segundos y no entró nadie.Así que, con cuidado, le bajé lospantalones a Mateo y comencé achupársela otra vez. Esta vez me latragué hasta el fondo. Quería devolverleel favor que me había hecho hacía unossegundos. A su vez volví a masajear sustestículos y acariciar su ano. Eso leexcitó mucho. Aceleré mis acometidas asu sexo y él, aunque resistente, claudicóeyaculando dentro de mi boca. Melevanté y me quedé abrazada a él. Losdos con los pantalones bajados.

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Entonces sonó la puerta. Los dos nossubimos los pantalones de formaautomática y sonreímos como tontos. Erasu hijo que se sorprendió mucho al vertodos los cacharros de la mesa tiradosen el suelo.

― ¿Quién ha tirado todo esto?

― No lo sabemos. Creemos que hasido un gnomo. Hemos bajado aintentar verlo, pero se nos haescapado. ¿Quieres desayunar?

― ¿Un gnomo? Qué cosas más rarasdices, papi… Sí, claro que quierodesayunar.

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Miré el reloj, eran las ocho y el autobúsde Tom salía a las ocho y media, menosmal que ya venía vestido con eluniforme y solo tenía que tomar eldesayuno.Mateo se fue hacia la ducha y, cuandosalió, ya había vuelto de llevar a Tom alautobús.Esa mañana él se lo había tomado libre,ya trabajaría por la tarde en la casa, asíque nos fuimos a desayunar encondiciones al Corte Inglés de Cádiz yaprovechamos para pasar la mañana porallí de compras hasta la hora en queteníamos que recoger a Tom, yo habíaentrado en Hipercor a comprar algo decarne fresca para hacer al mediodía, así

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que cuando llegamos a Chiclana, él sefue para la parada y yo me fui a prepararla comida.

Esa tarde la pasé cocinando para toda lasemana, me gustaba mucho, para estanoche prepare unas pizzas artesanalesque volvían locos a mis chicos.

Empezaron a pasar los días de eseprecioso noviembre, tenía mi traje denovia listo para la prueba que me haríauna semana antes, las preciosas alianzascompradas y por lo demás todo era unsecretismo impresionante.En la escuela a Tom le iba

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perfectamente, estaba muy feliz porqueveía los resultados de sus esfuerzos.Mateo estaba perfectamente ya delaccidente aunque de vez en cuando lecausaba algunos dolores de espaldas,sobre todo por la humedad y el frío.Por fin llegamos al último fin de semanade noviembre que tanta ilusión le hacíaTom, habíamos quedado en ir a pasarloa Roma con Marcelo y Marta.El jueves por la tarde cogimos ese vuelohacia Roma, el niño iba feliz de la vida,tenía muchas ganas de conocer Roma yvivir en sus propias carnes lasanécdotas que le habíamos contado,tenía mucha ilusión por ir a la Fontanade Trevi donde su padre y yo nos

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habíamos hecho ese primer selfie quetanta gracia le hacía cada vez que loveía y le contábamos la historia.

Por fin aterrizamos en Italia, unaminivan de siete plazas nos estabaesperando en la salida del aeropuerto,nos llevo directamente hacia la casa deMarcelo, mi pequeño gran amor ibaalucinando viendo todo por los cristales.Dejamos todas las cosas colocadas ybajamos a cenar a un preciosorestaurante perdido entre las calles, unlugar impresionante y poco transitadopara el turismo, todo lo contrario, sepalpaba que la gente era del lugar.

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Empezamos los maratones de botellasde Lambrusco, Tom no paraba de decirque al final iba a tener que cargar contodos nosotros, menos mal que tras lacena empezamos los maratones de unoshelados típicos que hacían en ese lugar yque tanto éxito tenían, incluso eninvierno.Después de allí nos fuimos paseandohacia la casa de Marcelo, no queríamosquedarnos hasta las tantas para poderdisfrutar del viernes.

Por la mañana me desperté la primera yempecé a preparar el desayuno, el díaanterior habíamos comprado pan yvarias cosas antes de subir a la casa,

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seguidamente se despertó Marcelo quese puso a ayudarme a preparar ese granbanquete, él era como yo le gustabahacer cantidad y variedad, seguidamenteapareció Mateo y luego Marta, yo fui adespertar a Tom para que desayunarsecon nosotros.De ahí fuimos directo a la Fontana deTrevi ya que el pequeño estaba muynervioso por hacerse esa foto connosotros, así que cuando llegamos loprimero que hicimos fue tirarnos elselfie, ya así se quedo tranquilo y felizde tenerla para ponerla en su habitaciónen grande.Luego nos fuimos a la Piazza Navona,allí nos tomamos unas cervezas y Tom,

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que se adueñó de mi móvil, no parabade dejar plasmados todos los momentos.El pequeño no paraba de discutir con supadre de que quería un móvil ya, queharía la misma función que la tablet y lapodía llevar encima para hacer fotos, elpadre, por supuesto, se negabarotundamente. Aunque yo no veía ladiferencia entre la tablet y el móvil, lasdos cosas me parecían inadecuadas paraun niño de su edad, pero si tenía una, lomismo era tener la otra, pero yo nopensaba meterme en ese tema.

Luego Marcelo fue a por el coche de suprimo y vino a por nosotros parallevarnos al restaurante que estaba a las

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afueras de Roma y donde me llevo a mípor primera vez, por supuesto elpequeño también quería ir a conocerlo ya mí me hacía mucha ilusión volver aese lugar.Mientras comía no paraba de pensar lade vueltas que nos había dado la vida, yde repente llegó Tom y cambió todasnuestras vidas, se convirtió en elpersonaje más importante, sin dudaalguna.Luego nos fuimos a pasar la tardepaseando por el Vaticano y los demáslugares, cenamos en la calle y tras esedía tan largo volvimos a casa deMarcelo a descansar.

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El sábado por la mañana me desperté laúltima y ya tenían todo el desayuno listo,yo estaba muy cansada del día anterior,me había costado la vida a levantarmepero como hacía un rato que los habíaescuchado sabía que ya debería de irlevantando el culo.Me pasé todo el desayuno escuchandopero sin gesticular ni media palabra,todos bromeaban sobre ello y a mí meda igual, y me volví a echar otro expresoy me fui a la terraza a fumarme uncigarrillo y ver el ambiente italiano quese respiraba por esas calles.Luego volvimos a perdernos por esaromántica ciudad, Tom no dejaba detirar fotos, Marta no paraba de bromear

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diciendo que había que llevar alpequeño a todos los días es parasiempre traernos un buen bookfotográfico.Le había encantado la ciudad de Roma yera su máxima preferencia, y ahora queya lo había hecho decía que estabadeseando conocer Venecia, que teníaganas de montarse en una góndola comohabía visto en tantos documentales.Ese día, mientras comíamos, Mateo lepuso una caja envuelta preciosa a Tomsobre la mesa, cuando lo abrió nosempezamos a reír todos: era un móvil.Tom empezó a chillar de la alegría peroMateo le advirtió que solo lo usara decámara y cuando estuviese en casa con

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el wifi ya que no la había puesto ningunatarjeta.Por la tarde nos fuimos al Coliseo y nostomamos un café en un puesto ambulanteque había en los alrededores, entramos aenseñárselo a Tom que estaba deseandoverlo por dentro, Marta no paraba debromear contándole una historiafantástica al pequeño sobre la época deRoma y el Coliseo, evidentemente sabíaque estaba bromeando y no se lo estabacreyendo, pero le gustaba escuchar lashistorias que se inventaba Marta.

De allí nos fuimos a cenar a una pizzeríade la que llevaba hablándonos muchotiempo Marcelo, las pizzas estaban

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deliciosas, eran muy finas y crujían,pero tenían una textura impresionantecon un sabor que era todo un deleitepara el paladar.

― Me ha encantado este viaje aRoma, quiero venir más tiempo,papá.

― Claro, a ver cuando se anima a tupadre y nos venimos todos para acáuna temporada ―dijo Marcelo.

― Con el tema escolar es muydifícil, coger por ejemplo unviernes no es problema como hiceesta vez, pero ya hay que esperar a

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que tenga vacaciones ―respondióMateo.

― Venga, vengamos a pasar lasnavidades completas aquí ―dijoMarta.

― Yo había pensado en pasar laNochebuena con la familia deDaniela y la comida de Navidadcon la mía y después hacer un viajepor ahí ―dijo Mateo.

― Qué arte, y yo enterándomeahora, ¿cuándo pensabas

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decírmelo? ―solté.

― Sorpresa, Daniela, sorpresa.Luego te diré, Marcelo, por si osanimáis a apuntaros, pero tampocose lo puedes decir a Marta, queestas dos se van entre ellas de lalengua.

― Pues a mí no contarme nada perollevarme, me apunto a lo que seacon tal de irme por ahí ―dijoMarta.

― Yo tampoco me quiero enterar,

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amigo, así que me dices cuánto esel viaje, yo te lo pago y túencárgate de todo, me apunto adonde sea, no soy escrupuloso niquejica –dijo Marcelo.

― Estupendo, que sepáis quesalimos el 26 de diciembre yregresamos el día 5 para poderesperar a los reyes en casa, así quepasaremos diez increíbles nochesfuera. –comentaba Mateo.

― Perfecto, papá, a mí también meparece una genial idea irnos porahí, me apunto.

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Soltamos todos unas risas, esepequeñajo tenía demasiado arte, como situviese opción a elegir si venir o no.

― Pues lo dicho, dentro de tressemanitas y pico salimos de viajetodos, pasadme los pasaportes poremail cuando lleguemos a Españapara hacer vuestra reserva –dijoMateo.

― Qué bueno, qué ganitas ysabiendo que lo va a prepararMateo seguro que nos damos el

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viaje de nuestras vidas ―dijoMarta.

Regresamos a casa de Marcelo ya que aldía siguiente saldríamos temprano haciael aeropuerto, así que nos acostamostemprano ese día.Por la mañana desayunamos y salimosdirecto a coger el vuelo, llegamos a laterminal y entramos directo a embarcarya que llevábamos equipaje de mano, elvuelo lo pasó Tom entero durmiendo,qué facilidad tenía ese chico paradormir en cualquier lugar, a mí se mecaía la baba viéndolo dormir me dabanganas de comérmelo a besos.

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Cuando llegamos al aeropuerto cogimosel coche y dejamos a Marta y Marceloen su casa y continuamos para Chiclana.Al llegar a casa tenía la sensación deentrar en una nueva época ya que al díasiguiente sería diciembre, un mes queiba a vivir por primera vez con mipequeño gran amor, con esta preciosafamilia que habíamos creadoimprovisadamente pero que era la másmaravillosa del mundo.Ese día lo pasé revoleada en el sofámientras Mateo estaba trabajando puestoque salía al día siguiente para Madrid aunas reuniones y no volvería hasta elviernes, luego preparé la cena y nosacostamos un rato después de cenar,

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Mateo estaba muy juguetón y terminamosdando rienda suelta a nuestros deseos.Por la mañana Mateo se despidió de míy llevo a Tom al autobús, me dabamucha pena que se fuese tantos días perotenía una paz interior de saber queestaba todo en orden y con un futuroprecioso para los tres.Recogí a Tom al mediodía y nos fuimosa comer a casa de mis padres que nosrecibieron felizmente, pasamos toda latarde allí, incluso Tom aprovechó parahacer la tarea ya que no quería llegar acasa y tener que ponerse a hacerla, decíaque quería estar conmigo y no dejarmesolita.Hicimos unas deliciosas pizzas para

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cenar y luego vimos un poco de la seriePipi Cazas largas, yo le había habladomucho sobre ello y le compré la seriecompleta, así que nos reímos muchoviendo las hazañas y las cosas que se leocurrían a esa niña.Luego nos fuimos a dormir juntos y elmartes por la mañana despertamos casia lo justo, dejamos la repetición deldespertador dos veces y el tiempo senos echa encima, así que tuvimos quehacer un maratón para llegar al bus a lojusto.Eso mañana quedé en Bahía Sur con miamiga Marta para hacer un poco detiendeo y tomar un buen desayuno juntas,estaba muy feliz con Marcelo y le hacía

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mucha ilusión verme igual a mí conMateo.Tras una mañana de quema tarjetas, nosfuimos a recoger a Tom y nos lollevamos a comer al McDonald’s, dondenos dio el encuentro Marcelo, lo buenoque al trabajar en los hoteles, denoviembre a marzo lo tenía libre, en esaépoca cerraba todo el Novo Sancti Petri.Pasamos toda la tarde con ellos y por lanoche nos fuimos a mi casa a cenartodos, yo había hecho un pucheroandaluz que volvía loco a Marcelo yTom.Se fueron temprano ya que al díasiguiente teníamos que coger la rutinadel cole, Tom y yo nos acostamos

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viendo un poco más de Pipi.El miércoles lo pasé toda la mañanametida en casa cocinando y cuandorecogía Tom volvimos y nos quedamostodo el día de tranquilos allí, Mateo nosllamaba varias veces al día y me poníamuchos mensajes de WhatsApp.El jueves despertamos temprano ydesayunamos tranquilamente hablandode que faltaba solo un día para quellegase Mateo, estábamos muy contentosde que ya quedase poco. Dejé alpequeño en el autobús y me fui para laplaza para comprar algo de pescadofresco. Al entrar en ella escuché que mellamaban por mi nombre, al volvermeme quedé impactada al ver que era

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Telva.― Hola, Telva, ¿qué tal estás?

― Pues mira, muy decepcionadacon la actitud que está tomandoMateo contra mí.

En esos momentos se me subió la sangrea la cabeza y no le iba a permitir que meentrase de esa forma.

― No sé a qué te refieres perodesde luego, de lo que estoy seguraque entre ustedes ya no hay nada,entonces no entiendo esosreproches ni lo que quieres esperarde él.

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― Hemos estado casados variosaños y por eso debería de darme unrespeto y sobre todo intentar estaren algunos temas que nos incumbía.

― Sigo sin entender a qué temas terefieres, y el hecho de haber estadocasados no te da derecho a nada, nisiquiera a mí si algún día dejo deestar con él, cuando una persona eslibre es con todo lo que la palabraconlleva.

― Pero lo ha dejado todo de lado,

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no puedo hacer como si la tierra selo hubiese tragado, debe seguirdando la cara en algunos lugaresque antes lo hacía y por los quéluchó para que esas fundacionesfuesen hacia delante.

― Tengo entendido que le siguecontribuyendo a esas causas sindejarlo de hacer en ningúnmomento, así que sigo sin entendera qué te refieres.

- Todo no es el dinero, es haceracto de presencia.

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― Telva, ¿me estás diciendo quequieres que vaya contigo a dar lacara?

― Es lo que debería de hacer, comosiempre había hecho.

― Estás muy equivocada, por elsimple hecho de no ir no estádejando de lado las fundaciones, esmás importante el tema económicoque es con lo que se puedenrealizar todos los proyectos, perolo normal que si va a un sitio deesos sea con su futura mujer, nocontigo.

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― Por lo que veo ya te he habladode boda.

― No me ha hablado, tenemos yatodo preparado y listo para el díadel enlace –dije para que lequedase bien claro.

― Espero que no te vaya como mefue a mí.

― No lo creo, sé cuidar lo quemerece la pena –dije poniendo carade mosqueo y largándome

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dejándola ahí.

Compré todo lo que me hacía falta y mefui hacia mi casa, seguidamente mellamó Mateo y le conté lo sucedido, medijo que le había contestadoperfectamente y como se merecía,cortamos rápidamente el tema porque noqueríamos hablar de ella.Recogí el pequeño Tom que venía muyemocionado porque llegaba el padre aldía siguiente.Tras la comida él se puso a hacer losdeberes y luego nos fuimos al cine a veruna película, a la salida entramos a unrestaurante chino y pedimos para llevar

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a casa.

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6.

Tom despertó muy feliz porque Mateo lorecogería cuando llegase del colegio,así que lo dejé en el autobús hecho unmanojo de nervios.Volví a casa a desayunar tranquilamenteya que solo me había tomado unexpresso, preparé una carne guisada quehabía comprado el día anterior.A la una escuché cómo entraba el cochede Mateo y salí rápidamente a recibirlo,en el lado del copiloto traía un preciosoramo de rosas rojas.Me lo comí a beso y me entregó el ramo

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que venía con una nota, al abrirla uncosquilleo recorrió mi estómago.

Gracias por formar parte de mi vida,por compartir los momentos más

importantes,por hacer que a Tom no le falte la figura

materna,gracias por alegrar cada uno de mis

días.Te amo.

Me lo comía a besos, estaba feliz de queestuviese ahí y que me hubiese escritoalgo tan bonito con ese detalle de

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traerme un ramo de rosas, entramos a lacocina y nos comimos a besos mientrasnos desnudábamos. Mientras hacía elamor con él pensaba que había merecidola pena esa lucha que había tenido tangrande, que ya se fueron esos miedos deque se desapareciera, de esa locura deno saber cuál eran los pactos, ahora mesentía más unida a él y más libre quenunca.Mientras preparaba la mesa se fue arecoger al pequeño, cuando aparecieronvenía con una sonrisa y una felicidadincreíble, ese niño adoraba a su padremás que a nada en este mundo.Tras la comida cogimos provisión decomida y nos dirigimos hacia Zahora

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para pasar el fin de semana, tambiénvendrían Marta y Marcelo, que pasamosa recoger de camino. Marcelo venía decomprar en el supermercado y cargó elcoche hasta la bola, parecía que nosíbamos un mes, llevaba un cargamentode bebidas ya que íbamos a permanecerenclaustrado en la casa todo el fin desemana, era el señor del buen vino y lafiesta.Justo cuando íbamos a salir, mi hermanallamó diciendo que se iba para Madriden su coche con una amiga y su hija apasar el fin de semana en la WarnerBros, que la habían decidido de formaimprovisada y que se quería llevar alpequeño Tom, que pasaría la noche al

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lado del parque en un hotel y el sábadoentero disfrutando de la Warner y eldomingo volvería.Mientras se lo decía a Mateo, elpequeño empezó a saltar de alegríadiciendo que quería ir, por supuesto supadre no puso problemas y menossabiendo que iba con mi hermana, asíque nos volvimos hacia casa de mispadres y dejamos al niño allí con sumaletita y nos despedimos con gran penahasta el domingo, aunque en el fondoíbamos a pasar un fin de semana desolteros, que tampoco venía nada mal,eso nos daría más libertad para no estartan comedidos el fin de semana, aunquehacía diez minutos que me había

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despedido de él y ya lo echaba muchode menos.Llegamos hasta ahora y empezamos acolocarlo todo mientras Marcelo yapreparaba unos gin tonics diciendo queíbamos a celebrar un fin de semana delocos, todos nos reímos por ello. Mateoestaba cabizbajo y le pregunté si lehabía salido mal dejarlo ir con mihermana, me dijo que en absoluto, que lehacía mucha ilusión que el niño fuese adisfrutar del parque y que estabatranquilo que iba con alguien de totalconfianza, pero que había acabado dellegar de Madrid deseando vernos yahora le tocaba un poco el hecho de queya no estaría con él hasta el domingo,

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pero que también le apetecía estarconmigo a solas y tener nuestromomento.Pasamos la tarde con la chimenea yescuchando música de Eros Ramazzotti,no la canción de Un ángel como el sol túeres, esa que sentía mía y de Mateo, estavez estábamos escuchando lascolecciones antiguas que tanto nosgustaba de él.A las nueve de la noche teníamos todosuna borrachera impresionante, ya Mateoempezó a perder el norte y a hablar sincomedir las palabras.

― Poneos de pie y coger las copasque quiero brindar –dijo Mateo yacon un puntazo increíble ante la

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risa de nosotros por lo quesabíamos que se podía liar.

Nos pusimos de pie y levantamos lacopa y él comenzó a dar la charla.

― Brindo por ti, Marta, por serparte de la mujer más importante demi vida y porque gracias aquíconocí a este gran hombre como esMarcelo, al que considero mihermano.

A mí me entró un ataque de risaimpresionante ya que sabía que se iba aponer en plan melancólico total.

― Yo también te quiero hermano―dijo Marcelo mientras que

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Mateo lo mandaba a callar paraseguir.

― Doy gracias a la vida por haberconocido a Daniela, la mujer másimportante de mi vida, ya quecuando la conocí vi que era la quequería que fuese la madre de mishijos, sin saber que pronto lo seríateniendo el gran corazón de acogera mi pequeño Tom como si lohubiese parido. Olé tú, como mujer,que has demostrado ser una granseñora de los pies a la cabeza, unagran persona por encima decualquiera, por ser mi más bonitacasualidad, jamás te fallaré.

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Indudablemente, desde que me nombróya había empezado yo a llorar, tambiénestaba chiflada y los sentimientos lotenía más a flor de piel, pero él no teníaintención de callar, así que seguimosescuchándolo.

― Doy gracias a ese primer día quela conocí en la revista, esa cervezaque nos tomamos después, eseselfie que nos hicimos en Roma,ese viaje que hicimos a Tailandia,ese pedazo de secuestro que tontosde ustedes os creísteis.

Ahí nos entró un ataque de risa

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impresionante a todos, la verdad que nosla coló con una tranquilidadimpresionante, en ese momento irrumpióMarcelo mandándonos a todos a callar.

― He conocido grandes personas,entre ellas, y de las mejores, hasido tú, Mateo, pero te puedo jurarpor mi sangre italiana que connadie vivido el tobogán deemociones y sobresaltos que hepasado desde que te conocí –soltóMarcelo.

No paramos de mirarnos Marta y yosabiendo que estos dos nos iban a dar la

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noche a turnos de charla, cuando derepente volvió a saltar Mateo.

― ¿Os acordáis la noche que Estherse tiró a la fuente en Roma? Esosson los momentos maravillosos queno se olvidan en una amistad―dijo dando un puño en la mesaMateo.

Volví a mirar a Marta sabiendo que iba asubir el tema de conversación por partede estos y en ese momento le respondióMarcelo.

― Esos son los momentos hermano,esos son –dijo Marcelo apretandofuertemente la mano de Mateo para

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terminar los dos en un fundidoabrazo de esos que se dansolamente cuando se está borracho.

Marta no dejaba de mirarme ya que yosabía leer su mirada perfectamente yentender lo que me quería decir.

― Nosotros cuatro somos unaverdadera amistad, vamos a pasarlas navidades más bonitas denuestras vidas, de eso me encargoyo ―dijo Mateo dando a su pechocon el puño.

― Di que sí hermano, vamos apasar las mejores navidades denuestras vidas –respondió Marcelo.

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― Que ustedes me conocéis, sabéisque soy capaz de sorprender de laforma que jamás hubieraisimaginado, así que prepararos queeste no os va a fallar.

Madre mía la noche que nos dieron, alas cuatro de la mañana estaban los piestirado en el sofá roncando como leones,Marta y yo nos fuimos a la cama mía adormir y los dejamos allí, estuvimos unrato charlando muerta de risa sobre lasituación que se había vivido esa noche.El sábado por la mañana despertamos yaún están ahí tirados y nos preparamos

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un buen desayuno para aminorar laresaca tan grande que teníamos, al rato yal escuchar el jaleo estos dos sedespertaron quejándose del dolor decabeza y de lo mal que estaban.Mateo se tomó un café solo y se fue a laplaya a darse un baño con el frío quehacía, pensé que no iba a ser papá peropude comprobar que lo hizo, la verdadque volvió cambiado y se le notabamejor aspecto, no paraba de decirle aMarcelo que hoy no se le ocurrieseecharle ni una gota de alcohol y yo dijeque no pasaría ni cuatro horas y yatendrían una copa en las manos.Marcelo prepara una exquisita comidaitaliana, tras la comida nos echamos a

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descansar un rato hasta las seis de latarde, que nos tomamos un café y luegoparecía que estábamos nuevos, Marcelodijo que no quería provocar a nadiepero preparó cuatro gin tonics y los pusosobre la mesa, el primero en cogerlo fueMateo ante las risas de todos nosotros.Nos tomamos tres copas nada más antesde cenar y ya luego estuvimos en planlight viendo la tele, estaban echando unapelícula y nos enganchamos a ella, yoechaba mucho de menos a Tom, laverdad que ya no me hacía ilusión lasmarchas sin él, prefería tomarme doscopas a seis pero tenerlo a mi lado.El domingo preparamos un buendesayuno y no teníamos nada de resaca

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así que pasamos una mañana estupenday, tras la comida, volvimos a nuestrascasas, mi hermana no trajo a Tom hastalas siete de la tarde, venía súperemocionado enseñando las fotos delmóvil y contándonos la experiencia quehabía tenido.Esa noche le preparé un pucherocalentito que tanto le gustaba y se quedódormido rápidamente, no llegó ni a lasdiez de la noche.Mateo yo nos quedamos en el sofá,tumbados, abrazados, viendo undocumental sobre desapariciones depersonas, luego nos fuimos a la cama adescansar.El lunes, tras dejar al pequeño en el

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autobús, nos fuimos hacer una compra alsupermercado y pasamos la mañanajuntos.Luego recogimos al pequeño y nosfuimos para casa y ahí pasamos el día.Al día siguiente Mateo trabajaba todo eldía fuera, así que yo me fui a casa de mimadre por la mañana y luego, cuandorecogí el pequeño, me quedé en casaesperando a que llegase Mateo yarreglando un poco mi armario queestaba hecho una aglomeración de ropaincreíble.La semana pasó volando y por fin llegóel tan ansiado fin de semana.Decidimos quedarnos en casa de relax,Mateo quería revisar algo de trabajo, así

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que yo me puse a leer una novela quehabía acabado de adquirir, tenía muchasganas de que llegase las navidades parairnos de vacaciones y ya para esofaltaba muy poquitos días.El resto de días hasta navidades lopasamos aprovechando muchas mañanaspara ir a comprar los regalos de Tom yesconderlos antes de que el llegase delcolegio, teníamos que dejarlo todo listoantes de irnos de vacaciones.El tema de la boda estaba más que listoy yo soñaba con que llevas ese 13 demarzo donde me casaría con el hombrede mi vida.Poco a poco fui preparando la maletapara el viaje, no quería hacerla de

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volteas, la dejé abierta en una habitacióny me iba dedicando a meter lo quequería llevar, lo único que sabía quedebía de llevar ropa tanto de veranocomo de invierno, así que no tenía niidea si me iba a las Islas Canarias, a lasgriegas o al Congo, eso lo único queconseguía era que mi maleta estuvieramás rebosante de ropa por lo quepudiese pasar.

Por fin llegaron las navidades tanesperadas y las notas de Tom que veníantodas con sobresaliente, no paramos dedecirle lo feliz que nos hacía esosejemplares resultados del esfuerzo desus estudios.

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La Noche Buena la pasamos con mispadres en una bonita y tranquila cena ensu casa con mi hermana, les habíancomprado unos regalos a Tom, estabasúper contento montando aquellos StarWars de Lego.Esa noche nos quedamos a dormir allíya que íbamos a beber y no queríamosconducir, mis padres estaban muy felicescon el tema de la boda, le tenían unespecial cariño a Mateo.Tras una cena muy tranquila perodivertida, nos acostamos a dormir yaque al día siguiente salíamos paraMálaga a comer con los que prontoserían mis suegros.Allí nos estaban esperando con mucha

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ilusión y se pasaron toda la comidarecordando el accidente de Mateo y loagradecido que estaba la vida de que yaestuviera bien, me daban ganas demandar a la madre a callar pero traguésaliva y aguante el chaparrón, aúnsabiendo que era muy inoportuno hablarde eso en esos precisos momentos.Por la tarde nos despedimos de ellos yaque debíamos de marchar a casa porquepor la mañana salíamos a ese misteriosoviaje.Esa noche estábamos hasta el cuello detanta comida y decidimos dormir rápidopara amanecer descansados.Por la mañana Tom se levantó muyilusionado cuando sonó la alarma

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diciendo que nos íbamos a vivir lasmejores vacaciones del mundo, me hacíamucha gracia porque ni él sabía adóndeíbamos, pero estaba muy feliz.Tras el desayuno nos fuimos a recoger aMarta y Marcelo que nos estabanesperando con una sonrisa de oreja aoreja.Tras montarnos en el coche, Marcelo lepreguntó a Mateo que dónde íbamos a ir,que ya si se lo podía decir y este nosoltó ni una mínima pista.Cogió la autopista que iba hacia Sevilla,cuando me di cuenta estaba entrando alaeropuerto, dejó aparcado el coche en elparking y nos dijo que cogiésemos lasmaletas que empezábamos la ruta, todos

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nos miramos sin saber adónde nosllevaría el avión que debíamos de coger.Nos dirigimos hacia la mesa defacturación donde arriba tenía un cartelque ponía Madrid, todos nos miramossabiendo que ese no iba a ser nuestrodestino pero si un punto de salida parael lugar adonde fuésemos a ir.Al llegar la azafata nos pidió lospasaportes y nos dijo que las maletasiban directas para Cancún, todos nosmirábamos alucinando porquevolvíamos al mismo sitio y no nos lopodíamos creer, pero el pequeño Tom noparaba de chillar y gritar que se iba alCaribe, a lo que Mateo nos miro a todosy nos dijo que nada era lo que parecía.

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Así que nos dejó flipando, pero alCaribe íbamos seguro, porque sino paraque íbamos a Cancún. No entendíamosnada pero él seguía con el misterio asíque nos montamos en el avión yllegamos a Madrid a cambiar de vuelo.

En Madrid echamos tres horas de tiempoantes de coger el siguiente vuelo que nosllevaría a Cancún, ese vuelo duró diezhoras, a mí se me hizo súper cansino ylargo, no paraba de dar vueltas, laspiernas las tenía súper hinchadas. Tomno paraba de dormir, qué facilidad másgrande tenía, Dios mío.Marta estaba aburrida perdida yMarcelo no paraba de quejarse ante las

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risas de todos nosotros, menos mal queíbamos en primera clase, que sillegamos a ir a turista, nos dábamoschocazos los unos a los otros.Por fin aterrizamos en Cancún, allí nosestaba esperando un señor con un cartely el nombre de Mateo, nos dio labienvenida y nos dirigió hacia lafurgoneta que nos llevaría a nuestrodestino.Llegamos a Playa del Carmen al puertoy rápidamente nos metieron en un ferryque iba hacia Cozumel, cosa que meextrañó a mí que Mateo nos hubiesepreparado esas vacaciones en aquellaisla ya que era más fácil quedarse porPlaya del Carmen e ir a Cozumel cuando

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nos apeteciese.El ferry llegó a destino, allí mismo nosestaba esperando otro cartel que no semontó en una lancha y nos llevó directosa montarnos en un impresionante cruceroante la atónita mirada de todos nosotrossorprendidos por lo que estábamos apunto de vivir, un crucero por el Caribe.

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7.

El crucero era precioso, Tom no parabade gritar de la alegría al ver el pedazode camarote que nos habían asignado yaque poseía una gran terraza con mesas yhamacas mirando al mar.A Marta y Marcelo le tocaron justo allado de nuestro camarote, el nuestrotenía como una especie de habitacióncontinua para Tom pero estaba dentro denuestro mismo camarote, no tenía puertade acceso externa, solo para nuestrolado como si fuese un apartamento, peroeso nos daría la libertad de pasar alguna

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velada un poco subidita de tono en esemar Caribe qué tanta ilusión me hacíanavegar.En lo alto de la cama nos habíancolocado una bandeja llena debombones y al lado de la cama una grancubitera con un champagne debienvenida.Nos duchamos y bajamos a cenar ya quenos tenían asignada una mesa para lascenas en el restaurante, a lo largo deldía todo serían buffet o en restaurantesin reserva, pero por las nochestendríamos siempre la misma mesa.Marta salió al pasillo chillando queestaba flipando con su camarote y quetenía otra cama supletoria y que nos

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iríamos turnando a Tom, a lo que él lerespondió con una lívida sonrisadiciendo que ya se nos veía venir paraqué queríamos ir turnándolo.Nos entró un ataque de risa bestial,evidentemente tonto no era pese a sucorta edad.Llegamos al restaurante y nos recibieronacompañándonos a la mesa y nospresentaron a los dos camareros quetendríamos durante todo el crucero anuestro servicio, una era una chica quedesde el primer momento le plantó lavista a Mateo descaradamente, hastaMarta se dio cuenta y me hizo señas y yoles respondí con la mirada que se lajugase esa chica si era capaz.

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Empezamos a pedir los entrantes y losplatos y ella lo miraba muy desafiante,yo en una de esas levanté la mirada y lamiré descaradamente, como dejándoleentrever que no se pasara ni un pelo. Alretirarse hicimos comentarios sobre elloy Marcelo y Mateo dijeron queestábamos obsesionadas y que era cosanuestra, a lo cual yo respondí enfadadaque no estaba ni loca ni mucho menos,había visto cosas que no eran, cuandovolvió la chica se dirigió hacia Mateoechando el vino.

― Puede usted probarlo, señor―dijo mirándolo fijamente.

Hice un rápido movimiento, agarré lacopa y dije:

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― Mejor lo pruebo yo, el lo quetenga que probar lo hará luego en elcamarote ―dije mirandodescaradamente con una sonrisa aMarta.― Está bien, señorita, pruébelousted

―Perdona, si a él se dirige comoseñor, a mi diríjase como señora,que es mi marido, gracias―respondí bordemente hacia lasmiradas que seguía echando aMateo.― Está bien, señora.

Seguidamente, y tras aprobar el vino y

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servirnos a todos, Judith, la camarera, sefue para seguir trayendo los entrantes.

― Has sido un poco borde, ¿nocrees, Daniela? ―dijo Mateo unpoco enfadado.― Ella ha sido una descarada y túno me defiendes, pues aquí estoy yopara hacerlo, si quieres bien y si nome levanto, me voy te dejo conella.

― Conmigo no te pongas borde,Daniela.― Bueno, Mateo, yo estoy a favorde Daniela y he visto lo mismo queella, los hombres no veis más allá

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de lo que os conviene e inclusosois más lentos de reflejos, así quepor favor, no defiendas a esadesconocida poniéndola porencima de Daniela ―dijo Marta enmi defensa.― Estoy de acuerdo, pero eso lodebería de haber dicho yo si vieseque sigue intentando intimidar ohacer cualquier otro gesto ―dijoMateo.

― Bueno, si yo espero a que tú medefiendas, voy apañada. Y terecuerdo lo borde que fuiste enMadrid con aquella camarera, asíque no te extrañe que yo lo sea

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ahora, cada uno tiene que beber desu propia medicina ―respondíindignada.― No vayamos a empezar,Daniela, tengamos unas vacacionesfelices.

― Pues no te metas en lo que yo leresponda o yo quiera defender.― Haz lo que quieras, Daniela ―dijo poniendo un gesto enfadado.En ese momento volvió a aparecerJudith con los entrantes y, alcolocarlos en la mesa, venía conuna sonrisa, como importándoletres pepinos lo que yo le había

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dicho, pero si ella quería jugar nosabía lo preparada que yo estaba.Puso los platos en las mesas y a míme sirvió el que menos cantidadtraía y no venía tan adornado,parecía que lo había hecho amaldad y yo en un gesto de chuleríacogí y le cambié el plato a Mateoen todas sus narices y ella se lequedó una cara estupefactaacojonante. Marta y yocomenzamos a reírnos, para chulaella, chula nosotras.― Mateo, te lo cambio porque veoque este tiene mejor pinta y a tisiempre te gusta que yo sea la queme lleve lo mejor ―dije ante la

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atenta mirada de Judith.― Por supuesto, todo tuyo, cariño―dijo guiñándome el ojo.― La próxima vez a ver si mepreparas el plato a mí con el mismocariño que a mi padre ―dijo Tomante el asombro de todos nosotros,incluída Judith.― No soy yo la que lo preparo,pero la próxima vez estaré másatenta para ponerle a usted el mejorplato que venga ―dijo Judith en ungesto de intentar caer bien a mipequeño gran amor.― Aunque lo justo sería que atodos nos lo trajese de la mismamanera, sobre todo por las

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características de este crucero quese supone que es de lujo y deben decuidar todo al mínimo detalle,incluido el equilibrio entre todoslos platos para los componentes deuna mesa, no queda bonito que auno se le ponga con más cariño quea otros ―dijo Tom.

Judith se retiró de la mesa y todos nosquedamos boquiabiertos por elcomentario tan acertado que había hechoTom, aunque Mateo seguía con la carade tres cuartos, no tenía razón y no se laiba a dar, así que si estaba enfadado quese echara en agua, pero yo pasaba deltema tres kilos y no iba a permitirle ni lomás mínimo a esa intrusa, pero

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empezaba a notarse un poco de tensiónen la mesa.Hubo un momento de silencio y derepente Tom habló.

― Papá, hemos venido a disfrutarde estas merecidas vacaciones, yaos hizo mucho daño tu anteriormujer, no permitas que cualquieraos rompa esta paz de la que estáisahora disfrutando y menos unadesconocida.― Tranquilo, hijo, no quiero malrollo, tampoco me gusta estasituación, no pasa nada, hemosvenido a disfrutar y eso haremos –respondió a Tom mientras que meagarraba la mano y se la llevaba a

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sus labios para besarla.Al rato volvió a aparecer Judith paravolver a llenar las copas de vino, por sucara sabía que tenía ganas de guerra,pero yo estaba dispuesta a darle unabatalla completa, esa no se iba a salircon la suya ni me iba a joder misvacaciones.Empezó a rellenar de las copas porMateo, al ver la cara de Marta supe queen ese momento ella iba a saltar.

― Perdone, señorita Judith, señorao como quieras que te llame, haz elfavor y la próxima vez trabajacomo el resto de tus compañeros;en una mesa de estascaracterísticas, a las primeras que

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se le debe de empezar a servir es alas mujeres, como sigas así tevemos poniéndole de beber ycomer solo al señor Castro.― Si no les gusta cómo trabajo,pueden ponerme una hoja dereclamaciones o una queja a mísupervisor, no me va a venir usteda decir qué es lo que debo o nodebo de hacer.

En ese momento no le dio tiempo acontestar a Marta cuando saltó Mateo.

― Si no le importa, puede ustedretirarse de la mesa, no aceptamosni queremos sus servicios ―dijolevantando la mano mientrasllamaba a otro camarero que

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pasaba por allí.― Disculpe, dígale por favor aljefe de este restaurante que quierohablar con él, que soy el señorCastro.― Ahora mismito, señor.

Judith se fue sin decir ni pío, con unacara de estúpida impresionante,seguidamente llegó el jefe delrestaurante, el Sr. Willy, que se acercó aMateo y le hizo saber que pensabahablar con él ya que le habían dadoconstancia de que se encontrabanavegando y le transmitían instruccionesde que se pusiese a su enteradisposición.Mateo le contó lo que había sucedido

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con Judith, que había puesto en tensiónnuestra mesa y que su atención hacianosotros había sido un poco inoportunay galante.La cara del señor Willy era todo unpoema de horror.

― Déjenme pedirles disculpas atodos ustedes en mi nombre y sobretodo en el de la compañía que no lehará ninguna gracia saber elincidente tan poco fortuito quehabéis tenido, evidentemente no vaa volver a suceder y voy a tomarlas medidas necesarias para que novuelva a atender ninguna mesa,pasaré un parte ahora mismo y meencargaré yo mismo de elegir la

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persona que se encargará devuestra mesa.― Se lo agradezco, señor Willy.― Es todo un honor para mí,cualquier cosa que necesiten noduden en preguntar por mí, vendréinmediatamente.

Yo estaba flipando sobre todo por laactitud que había tenido por fin Mateode ponerme en mi lugar, estaba ya hastalas narices de las lobas que intentabanmerodear alrededor de él, Telva me lashizo pasar canutas pero otra no lo iba aconseguir.Le di las gracias por haber puesto de suparte para que no siguieseincomodándonos esa chica, menos mal

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porque si no, nuestra bronca iba a durarhasta después de Reyes, lo tenía claro,no estaba dispuesta a que se siguieseriendo en nuestra narices y que Mateotodo lo viese perfecto.Volvió a aparecer otro chico y sepresentó como la persona que atenderíanuestra mesa junto a su compañero, seveía súper noble y simpático, nos cayógenial desde el primer momento, sellamaba Víctor y era de Venezuela.Tras la cena nos fuimos a tomar algo alteatro del crucero, era impresionante elsalón que tenían preparado tanto encubierta como en abierto, nos pusimosfuera en la terraza que era lo que anosotros nos gustaba y además con ese

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clima veraniego apetecía mucho, parecíaque era verano y estábamos en plenodiciembre.Cuando nos dimos cuenta, Tom estabajugando con otro chico de su edad,parecía que se conocían de toda la vida,sus padres también estaban con otrapareja que no llevaban niños así queestos dos dieron la oportunidad y sepusieron a jugar juntos.

― Mamá, ya tengo un amiguito, sellama John – dije felizpresentándolo.

Les saludamos y la verdad que el chicose le veía muy parecido a Tom, muyeducado y noble, nos hizo mucha ilusiónde que hubiese congeniado con él tan

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bien, sería un gran apoyo el uno para elotro para pasar un genial crucero.La mamá de John se acercó parapreguntarnos si nos importaba quellevase ella a los niños al club infantilque estaba abierto las veinticuatro horasy que había monitores para cuidar a losniños y así podían jugar un rato contodos los juguetes que había allí, ademásde poder hacer actividades, le dijimosque por supuesto, que sin problemas.Agradeció el hecho de que su hijo yahubiese conocido un amiguito para nosentirse solo, que serían un gran apoyoel uno para el otro, estábamos totalmentede acuerdo con ella así que nos parecíauna perfecta idea de que disfrutasen

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juntos del crucero.Le dije a Tom que no se moviese de allíhasta que fuésemos a recogerlo o encaso contrario que fuese la mamá deJohn, pero que solo no saliese de allí.Seguimos tomando copas con esa prisaque causaba la sensación de navegar enese magnífico anochecer, estábamostodos muy cómodos, muertos por elviaje pero echando ganas a cadamomento que íbamos a vivir en él.En torno a las dos de la madrugada,vimos que los papás de John ya se ibany decidimos también irnos nosotros,íbamos a recoger al pequeño también ydescansar un poco para disfrutar del díatan bonito que nos esperaba a la mañana

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siguiente que llegaríamos al primerpuerto.Tom se empezó a despedir de John, sedieron los números de camarote yquedaron en buscarse al día siguientedespués de pasar el día en el siguientepuerto, se les veía tan compenetradosque daban ganas de no separarlos.Tras ese largo día llegamos al camarote,caímos rendidos en la cama sincontrolar ni siquiera en qué momentonos quedamos dormidos.Por la mañana nos despertó el megáfonoque nos daba la bienvenida a la isla deCuba, concretamente a la ciudad de LaHabana, un escalofrío recorrió micuerpo, tenía muchas ganas de pisar esa

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ciudad. Me vestí cómoda con el bikiniabajo, pero me preocupe de irimpecablemente coqueta, el barco sequedaba atracado allí tres días, así quepodríamos disfrutar de Cuba y delcrucero a la vez.Bajamos a desayunar al restaurante y vide lejos a Judith que al mirarme me echóuna mirada desafiante, esta tía creo quese estaba buscando que la echasen delcrucero o es que estaba a punto definalizar su contrato y le importaba todotres pepinos, pero a mí que no metocarse las narices porque entonces meiba a conocer por las malas, pasé de ellay puse una gran sonrisa a mi cara y lacabeza bien alta.

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Preparé una bandeja llena de todo lo quese me apetecía del buffet y me lo llevéhacia afuera a la mesa que teníamos enla terraza de fuera, frente a La Habana,era un alucine desayunar viendo esaestampa que teníamos ante nuestros ojos.Me tomé dos cafés muy relajada, lobueno de ese crucero era que teníanmarca de Nespresso y te lo poníanrecién hecho y de la cápsula que más tegustase, aquello era todo un lujazo enplenas Navidades.Mientras desayunábamos apareció John,que se fue directo a saludar a Tom, a losdos se les puso una gran cara defelicidad al volverse a encontrar. Comonos íbamos a ir de excursión y ellos por

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otro lado también, pues quedaron enverse durante la cena, me hacía muchagracia ver cómo quedaban y le invité aque se sentase a desayunar con nosotrosy fue a que su madre diese laaprobación, que por supuesto aceptóinmediatamente.Estábamos súper relajados, así que eldesayuno nos estaba durando bastantetiempo, no teníamos mucha prisa porbajar a puerto ya que el barco estaríaatracado y no sería ni tendríamos queestar pendiente a ninguna hora.Cuando nos dimos cuenta eran la una dela tarde, así que decidimos comer en elbarco y luego bajar, me metí un rato enla piscina antes de comer y me tomé un

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mojito que estaba espectacular, ya ibaabriendo boca a lo que me iba aencontrar en tierra firme de la Habana.La madre de John se nos acercó paradecir que se iba y que iban a dar solouna vuelta por La Habana y subir a pasarel día en el barco, que si queríamos yaprobamos su propuesta se llevaba aTom con ellos y luego nos vería aquí enel barco. Mi pequeño gran amor empezóa jalar del brazo y pedirle por favor alpadre que lo dejase ir con ellos, yateníamos constancia de que era unmatrimonio ejemplar que viajabasiempre en ese barco y eran un granmédico de alto prestigio en Miami, a míme daba miedo que se llevasen a Tom

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pero Mateo aprobó la decisión y dijoque por supuesto, pero que al díasiguiente se vendrían los niños connosotros y su madre aceptó encantada.Iba muy feliz con su amiguito, de todasformas iban a estar alrededor del barco,no se iban a separar mucho porquedecían que al día siguiente teníanpreparada una gran excursión, aunque nose llevarían a su hijo porque se vendríaentonces con nosotros. En ese momentoapareció Willy y dijo que le parecíaperfecto que conociésemos a la señoraHelen ya que era una de las personasmás buenas que había conocido durantesu trayectoria en el crucero y que ya eracliente de haber repetido varias veces,

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tal como se fueron le pregunté a Willy sehabíamos hecho bien en dejarle el niño ynos dijo que nos despreocupáramos, queen mejores manos no podía haber caído.Nos quedamos al final a comer en elrestaurante que había en la cubierta delbarco, me puse morada a coger todo loque me apetecía, estaba de vacaciones yno pensaba de cuidar lo más mínimo conla comida aunque quería cuidarme paraestar perfecta para la boda que solofaltaban tres meses.Marcelo pidió otro mojito tras lacomida y ya veía yo a qué hora íbamos abajar a La Habana con esos dos queempezaban a tener piques de cócteles.Tras un rato en el barco ya decidimos

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quedarnos y bajar a la fresquita ya, elcalor del Caribe era muy fuerte y sobretodo la humedad que concentraba enaquellos rincones.Pasamos la tarde en la piscina ybebiendo cuando de repente vimosaparecer a Tom muy feliz con su amigoJohn, que ya venía con una sonrisa ydispuesto a contarnos lo bien que se lehabía pasado paseando por la Habana,le dijimos a Helen que nosotros íbamosa bajar ahora y nos dijo que se quedabaella en el barco con los niños para quejugase en la zona del club y aprovechaseun poco la piscina.Como no sabíamos a qué hora íbamos avolver, le dejamos un poco de ropa de

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Tom por si cenaba con ellos y nosotrosllegábamos más tarde, a lo que nos dijoque no nos preocupásemos por la horade llegada que ella se encargaría de lospequeños.Por fin bajábamos del barco ypisábamos La Habana, cogimos un taxique nos llevó directamente a labodeguita de en medio aquella tanemblemática en esa ciudad y dondedecían que hacían el mejor mojito delmundo.La calor era agobiante pero las ganas devivir esa ciudad y los momentos que nosquedaban en ella eran más fuertes quecualquier humedad y grados de calor tanelevados.

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La Bodeguita del Medio me dejóalucinada, estaban todas las paredesllenas de firmas de gente que le habíanvisitado al igual que de grandespersonalidades de cualquier parte delplaneta, el camarero era guapísimo, unmulato de ojos claros que llamaba laatención a la vista de cualquier chicaque entrase en aquel lugar, se nospresentó, se llamaba Iker, y nos contóque había tenido una historia con unaespañola llamada Elba y que la historiahabía salido rana.Tras tomar un par de mojitos allí, nosfuimos a la Plaza Vieja a conocer eselugar que tanto hablaba y que tenía unacervecería muy frecuentada por el

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turismo.De mojitos pasamos a cervezas, total, yairíamos al barco y cuando se nosapeteciese iríamos a la cama, no habíani que conducir ni preocuparse por nada.Nos dieron las diez paseando por esascalles y bebiendo alcohol a ritmo de lamúsica que iban transmitiendo losgrupos cubanos que tocaban y cantabanen la calle, haciendo en muchosmomentos bailar a todo el transeúnte quepasaba por allí.Luego volvimos al barco a ducharnospara tomarnos algo allí y picar en elbuffet libre ya que el restaurante estaríacerrado porque tenía sus horarios.Subimos al camarote y fuimos directos a

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ducharnos aprovechando que no estabaTom y así podríamos dar rienda suelta anuestros deseos, la verdad que ese díaestaba súper excitada escuchando aMateo decirme lo que me iba a hacer alllegar al camarote y sobre todo esasmiradas que me lanzaba que me hacíansubirme por las paredes.Tal como entramos en nuestrahabitación, Mateo empezó a desnudarmey a comerme cada parte de mi piel,estaba súper salido y tenía muchas ganasde devorarme a su forma, esa que hacíaque todo fuese tan especial y excitante ala vez.Tras la ducha nos fuimos para el teatro yallí vimos a Tom que se vino hacia

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nosotros muy contento por el día tanbonito que había echado con su amigo,tras saludarnos se despidió de nuevo yse fue al club para disfrutar de la nocheallí, daba alegría verlo de esa forma yaque se lo merecía por el esfuerzo tangrande que había hecho con los estudios,así que ahora le tocaba disfrutar de todolo que se crucero podía aportarle.Estuvimos de copas hasta las dos de lamañana que nos volvimos a ir alcamarote para esta vez sí, despertarnosy desayunar para salir pronto a visitaralgunos lugares de esa isla tanmaravillosa.

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8.

Despertamos ante el sonido fuerte queestaba emitiendo Marcelo golpeando lapuerta de nuestro camarote paradespertarnos.

― Para ―gritó Mateo.

― Pues levantaos ―contestó avoces Marcelo desde el pasillo.

Nos vestimos rápidamente y salimoshacia afuera ante la risa que tenía Tompor cómo le había despertado Marcelo.

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Fuimos hacia el buffet de al lado de lapiscina a desayunar y allí estaba Johnesperándonos súper nervioso, hoy letocaba venirse con nosotros así que lamadre nos lo entregó muerta de risa ydiciendo que nos fuese leve.Tras ese buen desayuno bajamos delbarco y alquilamos un furgón para todoel día que nos llevó hacia las playas deleste de La Habana.Pasamos por delante de la que fue lamansión de Al Capone.Tras llegar a la playa nos pusimosdelante de un chiringuito que había queparecía que llevaba allí 60 años yseguía sin haber sido remodelado,indudablemente aquello era Cuba y la

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escasez de medios hacía que fuesedifícil arreglar muchas de las cosas quemantenían.Tom y John se pusieron a jugarrápidamente en la arena con un balónque le habíamos comprado en el barco,yo me metí en el agua de esemaravilloso Caribe que hacía que fuesea temperatura corporal, era lo que másme gustaba sentir al bañarme en elCaribe.Pasó como una especie de tractor llenode cocos y pedimos uno para cada unoque nos abrieron allí en el sitio y nos lotomamos con una cañita que sabía agloria, luego nos lo cortó para que noslo comiéramos.

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Traspasar toda la mañana perdidos enesa paradisíaca playa, volvimos alfurgón que nos llevó a otra parte de laplaya donde había un restaurante muybonito que hacían unas langostasespectaculares a la brasa.Tras una buena comilona nos fuimospara el crucero, queríamos pasar latarde allí para salir por la noche defiesta por La Habana, así quedisfrutamos un poco de la piscina y delos mojitos que nos preparaban con tantoamor y tras la cena dejamos al niño en elbarco con Helen que nos dijo que nospreocuparemos por la hora ydisfrutásemos, y si volvíamos y noestaba es porque ya se habían ido al

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camarote y acostarían a Tom con John yaque tenían sitio suficiente, la verdad queaunque nos daba apuro, los niñosestaban disfrutando gracias a que sehabían conocido ahí.Salimos a un local que había a lasafueras de La Habana que se llamaba elChévere y era una discoteca que teponían una pulsera especie TodoIncluido que pagabas al principio yluego toda la bebida no había quepagarla.Empezamos a bailar salsa a toda leche ya Mateo se le daba bastante bien, aunqueevidentemente no lo hacía como en sudía, comprobé que lo hacía Damián.Cuando nos sentamos reventados de la

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pechá de bailar que nos habíamos dado,Marcelo tenía ganas de cachondeo ysoltó una de las suyas.

― Me estoy viendo amaneciendomañana en el desayuno y que noaparece esa familia ni Tom y estova a ser otro secuestro como el deCancún ―bromeó Marcelo ante lacara de acojonamiento de Mateo.

Nos entró un ataque de risa a Marta y amí, pero a Mateo se le cambió elsemblante.

― No me digas eso que estoymalo, lo que pasa que me daconfianza la exclusividad que hayen este crucero y que también tienederecho a disfrutar al igual que ese

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crio, juntos se le ve muy felices yesa familia se ve con muy buenfeeling ―dijo resignado Mateo.

― Mateo, no seas tonto, sabesperfectamente con quién lo hadejado, así que disfruta de la nocheque está todo perfectamente, y si nollamas por teléfono ya que tienes elmóvil que te ha dado y preguntaspor él y te quedas tranquilo ―dijoMarta.

― Sí, hombre, a esta hora vas allamar para molestar, vamos arelajarnos que el niño está

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perfectamente así que sigamosbrindando por esta maravillosa islaque es Cuba y en la que nos quedados días por disfrutar― dijemientras se levantaba la copa demojito.

Terminamos con una borracheraimpresionante y luego nos fuimos haciael barco para dormir ya era demasiadotarde y no había nadie en la cubierta.Llegamos al camarote y Mateo empezó abuscarme, terminamos ante un derrochede sexo de esos que te dejaban sinaliento.Por la mañana sonó la puerta y era Tom

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con John que venía a decirnos que seiban a La Habana y ellos se queríanquedar aquí, así que fui a hablar conHelen y decirle que yo me quedaba a losniños y que también saldría por laciudad, pero yo me los llevaría, que porla tarde o noche nos veríamos en elbarco, que me dejase ropa por si acasocenaba con nosotros.Bajamos a desayunar con ellos y luegocogimos un taxi hacia Varadero,queríamos pasar el día en aquellasplayas paradisíacas, llegamos ayersobre las doce y media y nos instalamosen un hotel de todo incluido quepagamos por pasar el día.Se estaba de lujo en ese resort en el que

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pasaríamos las próximas horas, Mateoalquiló una moto de agua y empezó a darvueltas a los niños que estaban flipandoante esa experiencia, a mí me encantabaver cómo disfrutaba mi pequeño granamor.Comemos en el hotel y luego seguimosde playeo hasta las siete de la tarde quecogimos un taxi y nos llevó hasta LaHabana para la Bodeguita del Medio,donde tomaríamos los últimos mojitos, alos niños les compramos unashamburguesas y estuvieron todo eltiempo jugando en la puerta de laBodeguita con otros chicos cubanos quevivían en aquella calle.Aparecimos por el barco a las doce de

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la noche y fuimos a buscar a los padresde John que estaban en la cubierta, serieron al vernos del día tan largo quehabíamos pasado por Cuba, no fuimos nia ducharnos y empezamos a tomarcopas, a eso de las dos de la madrugadanos fuimos al camarote, el barcoempezaba a navegar hacia el próximodestino.Caímos rendidos tal como nos duchamosy nos dejamos caer en la cama.Por la mañana nos volvió a despertar elsonido del megáfono avisándonos deque nos deseaba unas preciosas 48 horasen República Dominicana,concretamente en Punta Cana.Mateo me dijo que prepararse la maleta

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para pasar una noche fuera, que novolveríamos hasta el día siguiente por lanoche ya que había contratado un hotel yera una sorpresa, así que fuimos a avisara Marta para que hiciese lo mismo y yoestaba loca de contenta por las cuarentay ocho horas que iba a pasar revoleadaen un resort en primera línea de playa.Fuimos a buscar a la madre de John parapreguntarle si lo dejaba venirse connosotros y por supuesto no nos pusotrabas, había demasiado feeling entreesos niños y nosotros, así que sevolvieron locos de contentos y bajamosdirectos al resort que nos llevaría unalancha.Lástima que teníamos que estar con esos

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niños, si no me cargaba hasta ladecoración de la que liaba allí con miMateo, más romántica y preciosaimposible, dejamos las cosas y nosfuimos al restaurante del hotel adesayunar.Los niños se habían percatado que habíauna especie de parque de atracciones enminiatura con monitores para ellos yestaba abierto todo el día y se quedabana su cuidado, así que cuando terminamosel desayuno fuimos y dejamos allí a losniños un rato.Nos metimos en la piscina, eso de quehubiese barra acuática nos encantaba asíque empezamos a rondas de cócteles detodas clases y sabores, el chico que

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estaba detrás de la barra tenía una pocovergüenza increíble, se notaba que eraun descarado, definitivamente eradominicano, pero la verdad es queestábamos pasándolo de muerteescuchando sus cosas, estaba como unaputa cabra pero era digno de escuchar.

Me encantaba las miradas que meechaba Mateo y sobre todo que nuncaperdía ese aire seductor que desprendíaal mirarme.Marcelo decía que estaba en la gloria,que de ahí no se pensaba ir y que si esedía desaparecía o secuestraban aalguien, él no se pensaba mover a buscar, el chico de la barra no entendía de que

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hablábamos pero se reía como el quemás, al igual que nosotros al recordaraquel fatídico viaje.Nos tiramos toda la mañana metido en lapiscina hasta que fuimos a por los niñospara ir a comer al restaurante buffet delhotel, aún no habían terminado de comery ya estaban pidiendo volver al club ajugar, la verdad que era una pasada,hasta tenía una piscina con un barcopirata dentro para los niños, además deuna gran habitación gigante en planjuegos, libros para leer y folios paradibujar la silueta de los personajes quehabía en ellos.Volvimos a dejar a los niños en el club ynos fuimos para la playa, alquilamos dos

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motos de agua y nos fuimos en pareja auna cala preciosa a la que solo seaccedía en lancha o en moto.Llegamos a esa preciosa cala que estabadesierta, dejamos las motos paradas, nosdimos unos baños increíbles y nostiramos en esa maravilla de lugar atomar el sol.Mateo estaba muy salido ya que nodejaba de meterme mano con disimulo yyo venga a darle manotazos para que seestuviese quieto.Desde que teníamos a Tom teníamos queser más precavido en ese tema,estábamos más limitados y no podíamosdar tanta rienda suelta a nuestraimaginación en muchos momentos.

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― Tengo ganas de que sea el 13 demarzo ―dijo imprevistamenteMateo.

― Yo más que tú y encima que loúnico que conozco de mi boda sonlas alianzas y mi traje, por lodemás todo es un secreto que llevasmuy a rajatabla y que a mí me estáponiendo de los nervios.

― Déjate llevar, verás que todo tesorprenderá y será más de lo que tuimaginación haya llegado aimaginar.

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― Conociéndote, sé que harás quetodo salga perfecto, tengo tantasganas de descubrir qué es lo queme deparará que me pongo de losnervios.

― Bueno, preciosa, disfruta detodo e incluso de cada día que nosregala esta magnífica vida para queestemos juntos y disfrutemosesperando ese día tan importantepara los dos.

Este hombre me hacía la vida preciosa,sus palabras y su forma de hablar eranimpecables y de lo más seductoras, era

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mi señor correcto, aunque a veces medaban ganas de matarlo por supasividad.Volvimos al hotel y recogimos a losniños para que se viniese en un rato connosotros a la piscina y ya se quedaronallí. Por la noche fuimos a cenar alrestaurante que había en la playa y nosquedamos tomando copas mientras losniños habían vuelto al club que estabaabierto las veinticuatro horas.Luego los recogimos y nos fuimos adormir, estamos reventados del día tanlargo que habíamos echado en aquellapreciosa playa.

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Despertamos por la mañana y nosfuimos a desayunar directamente,dejamos la pequeña bolsa quellevábamos en recepción ya que a lasdoce debíamos de abandonar lahabitación y podríamos quedarnos por elhotel, estuvimos todo el día allí hastapor la tarde, que volvimos al barco, yaque esa noche era la de fin de año yhabía cena y fiesta de gala en él, ademásque volvía a navegar con destino aMéxico habiendo por medio un día denavegación.Fuimos a buscar a Helen y le entrega aJohn, tras la cena los niños se verían enla fiesta del barco que había para ellos.Llegué al camarote para empezar a

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preparar toda la ropa para esa noche, unelegante vestido sin mangas con unacaída espectacular hasta las rodillas, eramuy juvenil y elegante a la vez, con unostaconazos que estrenaría ese día y que lahabía comprado unas plantillasespeciales para aguantar esoscentímetros de tacón.Estábamos todos guapísimos y nosfuimos a ese espectacular restauranteque habían preparado con todos losmotivos para una fiesta tan especialcomo era la de aquel día, la cenacomenzó a las diez, y si antes era todode primera calidad, ahora era unaelegante y elaborada comida al másmínimo detalle. Tras la cena pasamos al

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salón donde nos entregaron a cada unouna copa con las uvas y esperamos a quesonasen las campanadas para celebrar elcomienzo de año que indudablementeeran seis horas después de las que secelebraron en España, ya que el cambiode horario nos hacía entrar en el nuevoaño más tarde.Los niños se fueron a jugar al clubimprovisaron allí camas para todos losque quisieran quedarse a dormirmientras sus padres estaban de fiesta, yami pequeño y su amiguito estabanplaneando dormir allí y les hacía muchailusión.Más tarde, en la discoteca que hicieronal aire libre, se estaba celebrando una

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de las mayores fiestas que lo habíavivido y todo esto en medio de el marCaribe y navegando por él lentamente.Marcelo y Mateo se llevaban unaborrachera impresionante y de repenteapareció Judith repartiendo aperitivosde medianoche y ellos dos la miraron yles entró un ataque de risa, a ellos se lepuso una cara que era un poema, lástimaque no llevaba el móvil para tirarle unafoto, esa tía no sabía cómo buscar aMateo y él, que estaba borracho, leimportaba tres pepinos comportarsebordemente porque sabía perfectamenteque ya lo estaba buscando sin importarleque yo estuviera allí.Observe la situación con Marta en otro

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lado muerta de risa las dos y nosacercamos a la bandeja que ella llevabay cogimos un canapé cada una por unlado ante la asustada mirada de Judith,que no nos esperaba.Cuando nos dimos cuenta estos dosestaban bailando en lo alto de la barrade la discoteca, lo más gordo es quehacían pasos improvisados y todo elmundo les seguía desde abajo, estabanliando la de Dios, al día siguientecuando Mateo se acordase lo que habíahecho iba a querer morirse o no salirmás del camarote.Nos dieron el amanecer allí tomandocopas, ya empezaron a preparar todopara el café y el desayuno, así que

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dejamos las copas para comer algo eirnos a dormir, al niño lo dejamosdirectamente en el club con su amigodurmiendo y ya volveríamos a por élcuando nos despertásemos.Mateo empezó a desnudarme deseoso devolverme a hacer el amor y le pedí queme esperase un momento, que iba albaño, y cuando salí ya estaba roncando,así que me entró unas risas y me eché adormir a su lado.Nos despertamos a las tres y nos fuimoscorriendo a buscar al pequeño, nosdijeron que estaba con la mamá de John,los encontramos en la piscina jugando yHelen diciéndonos que habían estadodurmiendo hasta las doce de la mañana

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ya que se acostaron muy tarde jugando.Echamos la tarde tirados en las hamacasde la piscina, teníamos una resacaimpresionante y Mateo no se creía loque le contábamos de la barra, es más,no se acordaba prácticamente de nada,la borrachera que habían pillado esosdos será impresionantes, al fin y al caboMarta y yo aguantamos el tirón bien.Esta noche nos acostamos temprano y aldía siguiente llegamos a Cozumel dondenos trasladaron en lancha hacia Playadel Carmen.Una vez allí nos recogieron y nosllevaron a un hotel en primera línea delmar en Playa del Carmen, donde la otravez habíamos estado.

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Llegamos a un precioso hotel y nosdieron las habitaciones en la quepasaríamos las dos noches siguientesantes de volver para España.Tom estaba muy triste porque se habíaseparado de John, así que intentamospreparar dos días muy bonitos pordelante para que estuviese entretenido.Tras dejar las cosas en la habitaciónalquilamos un coche y lo llevamos abañarse a los cenotes que yaconocíamos, estaba flipando, Marcelo lecontaba las historias que habíamosvivido la otra vez en aquella zona y Tomno paraba de reírse.Lo llevamos también a que conocieseTulum y se bañase a los pies de aquella

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antigua ciudad amurallada de la culturamaya.Por la tarde volvimos al hotel adescansar y cenar por allí en plantranquilos, pero al final terminamoshasta las tres tomando cócteles ycharlando en una zona muy animada quehabía dentro del hotel, Tom se quedódormido en uno de los sofás que había allado de nosotros, allí lo dejamosmientras seguíamos tomando copas ycharlábamos.El día siguiente lo pasamos entero en elhotel disfrutando del confort del resort,Tom se metió en el club e hizo nuevosamiguitos con los que pasó el día entero.Esa noche nos acostamos temprano, al

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día siguiente hacíamos el viaje deregreso para España.Por la mañana estuvimos bailando por elhotel y dándonos atracones en elrestaurante hasta por la tarde que nosrecogieron para llevarnos al aeropuertoy coger el vuelo nocturno que fueimpresionante porque, tal comoentramos, nos quedamos dormidos y nosdespertamos cuando estábamosaterrizando en Madrid.Una vez que llegamos el otro vuelo salíarápido, cuando quisimos darnos cuentaeran las dos de la tarde y ya estábamosen Cádiz, nos despedimos de Marta yMarcelo, quedamos en hablar al díasiguiente.

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Cuando entramos en casa, Tom estabamuy nervioso porque esa noche llegabanlos Reyes, menos mal que ya lo teníamostodo listo para cuando se quedasedormido por la noche preparar todo.El regreso a casa era deseado pero a lavez se echaba de menos lo bien que seestaba en aquellos lugares viviendo lavida madre.Tom no paraba de decir que queríavolver al Caribe, que jamás habíaimaginado un viaje tan bonito, estabamuy feliz de lo bien que se la habíapasado.Por fin por la noche cayó el pequeñodormido, estaba más que reventado detodo el tute del viaje.

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Mateo y yo nos pusimos manos a la obray empezamos a preparar todo el salóncon globos, chucherías, bombones ytodos los regalos sorpresa que habíamosido comprando para el pequeño de lacasa.Yo la había comprado varias cosas aMateo pero no se la daría hasta el díasiguiente cuando ya Tom hubiese abiertosus regalos.Por la mañana escuché chillar alpequeño diciendo que habían venido losreyes y nos levantamos directos a verlela cara, cuando me di cuenta había unamesa repleta de regalos preciososenvueltos y con un cartel que ponía minombre.

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Miré a Mateo sorprendida porque nosabía en qué momento había colocadotodo aquello.Estaba como loco descubriendo todossus regalos, me encantaba la bicicletaque le habían puesto, además de unmontón de libros y películas que élhabía pedido, un sinfín de juguetes deLego y Playmobil, mi pequeño granamor estaba flipando y yo feliz de lavida de verlo con esa sonrisa defelicidad.Mateo me dijo que abriese mis regalos,madre mía qué gusto tenía. Me habíacomprado un abrigo precioso y un sinfínde ropas con un gusto exquisito, esa veznada de grandes lujos como la anterior

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vez, pero estaba todo cuidado al másmínimo detalle, por último abrir unacajita que contenía una pulsera de oropreciosa a modo caña.A Mateo le encantaron también losregalos que yo le di, camisas y politosde su gusto, además de toda ladiscografía de Sabina.Ese día nos fuimos a comer a casa demis padres que nos estaban esperandocon un montón de regalos al igual quenosotros les entregamos a ellos.

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9.

Ya había pasado ese mes de enero quetanto trabajo me había costado paravolver a la rutina, estábamos a un mesescaso de nuestra boda, los nervios se loteníamos a flor de piel y Mateodesaparecía mucho para preparar todoslos detalles y no me dejaba enterarme deabsolutamente nada.Mi familia y amigos se habían montadoun grupo de WhatsApp para hablarsobre la boda y se estaba liando una enél impresionante. Lo que más gracia mehacía es que nadie sabía dónde tenía que

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ir hasta el mismo día, el misterio deMateo era alucinante y además habíadejado claro a todo el mundo quellevase una pequeña maleta para pasarla noche fuera, incluso había puestoautobuses y le había dado el lugar desalida a todos los invitados, quería decirque nadie iba a conducir y todos iban air sin saber adónde, montados en elautobús.Las bromas que hacíamos sobre elloeran impresionante pero es que había unsecretismo que nos tenía a todos losnervios desquiciados.Cuando dejé a Tom en el autobús y volvía casa a desayunar, Mateo me estabaesperando para hablar conmigo.

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―Me he cogido el mes de marzoentero de vacaciones, quierodisfrutar del antes y después de laboda tranquilo y relajado y volverde la luna de miel sin prisas porponerme a trabajar.

― Me parece una idea genial ymuy acertada, así vamos menosestresados a disfrutar de todo loque nos espera ―dije guiñándoleel ojo.

En ese momento sonó el teléfono, era mimadre, que a mi padre lo habían tenidoque ingresar urgentemente para operarle

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ya que le había dado un cólico que teníaque ver con la vesícula y lo tenían queoperar de urgencia para quitársela.Salimos pitando para el hospital, yo iballorando a mares por la mala noticia queme habían acabado de dar y la tristezade que era solo a un mes de mi boda,parecía que algo estaba predestinado ajoderme todos los momentos importantesde mi vida, estaba claro que lo que másme importaba en esos momentos era mipadre pero la tristeza por todo lo querodeaba también me embargaban.Mateo iba dándome muestras de cariñotodo el camino sabiendo ladesesperación que yo estaba sintiendoen estos momentos.

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Llegamos al hospital y ya estaba mipadre en quirófano, mi madre estaballorando desconsolada hablando con mihermana que se encontraba trabajandofuera de España.Cuando colgó se me abrazó y no dejabade llorar diciendo que tenía muchomiedo, pero intenté calmarla sabiendoque cualquier operación era delicadapero que esa no corría ningún riesgo,que se quedase tranquila.Un rato después salió el doctor diciendoque todo había salido perfectamente yque si todo iba sobre la marcha, en tresdías de estar ya en la calle, cosa que mealegró mucho escuchar y a mi madre yase le cambió la cara.

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Mateo se despidió de nosotros para ir arecoger a Tom y darle de comer, quedéen llamarle más tarde para que merecogiese, esperé toda la tarde junto ami madre para que nos dejasen entrar averlo cuando se hubiese despertado dela operación.Por fin nos avisaron de que podíamosentrar y él al vernos nos recibió con unagran sonrisa diciendo que no nos íbamosa librar de él.Estuve con ellos hasta terminada la tardeque ya me recogió Mateo y me fuiquedando en volver al día siguiente.Mate intentaba calmarme para que no mepreocupase ya que decía que todo iba asalir bien y que esto solamente haya sido

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un susto, que no dejase que me bajastelos ánimos de estos días tan bonitos queestaba viviendo anterior a la boda.Me pasé los tres siguientes días yendo alhospital por la mañana y volviendo porla tarde, Mateo se encargóabsolutamente de todo, la verdad que sehabía llevado demasiado bien el tema deTom y de las comidas.Por fin salió mi padre del hospital elviernes por la mañana, ya mi madreestaba feliz y mucho más tranquila y élse notaba mucho más recuperado.El fin de semana nos fuimos a Málaga aver a los padres de Mateo que queríanestar con nosotros y poder disfrutar delenano.

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No llevaba ni una hora allí y ya la madrede Mateo me estaba volviendo loca conla boda, parecía que la que se iba acasar era ella, no paraba de decir que sile hacía mucha ilusión que si ese día meiban a sorprender mucho que si tal, quesi cual.La verdad que ella, al ser la madrina,estaba que parecía que iba a ser laprotagonista principal pero yo la dejabaya que se veía que le hacía muchailusión a la mujer, por supuesto elpadrino iba a ser mi padre.El sábado pasamos todo el día porMálaga paseando con ellos y comiendopor la ciudad, a Tom no paraban decomprarle cosas y él estaba encantado

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de la vida.El domingo volvimos temprano haciaCádiz ya que teníamos ganas de llegarpronto y pasar el día relajados en casa,ya que el haber estado en casa de lospadres de Mateo nos había tenido encontinuo estrés debido a que su madreera un manojo de nervios, reíamos alrecordarla en la vuelta.Tras llegar a Cádiz coloqué las cosas dela maleta y me tiré en el sofá a vagueartodo el día, así que comimos y cenamosde la comida a domicilio.Al día siguiente, tras dejar a todos, mefui a la revista que tenía que hablar conel señor Montiel para decirle que no meiba a incorporar en los próximos meses

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ya que había decidido disfrutar un pocomás de la vida de casada y tirarme eseaño sabático ya que Mateo me lo habíapedido de mil maneras.Me crucé por los pasillos con Hugo, noestaba dispuesta a mirarlo cuando derepente escuché:

― Daniela, perdona por todo loque te haya podido hacer peroquiero felicitarte por tu próximaboda y me alegro mucho de quehayas luchado por el hombre al queamas y te haya salido todo mejor delo que nadie esperábamos, tefelicito de todo corazón.

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En ese momento me embargó lamelancolía y no quería quedarmalamente con él por los años de amorque habíamos tenido.

― Gracias, Hugo, te agradezco decorazón que hayas tenido estegesto.

― Solo espero que entre nosotrosno quede nada de mal rollo y quecuando nos veamos podamossaludarnos como dos personasnormales, sobre todo por lo quenos hemos querido.

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― Estoy de acuerdo contigo ―dije mientras me dirigía hacia élpara darle un abrazo.

Me despedí de él y entré al despacho deRodrigo para explicarle todo y me dijoque ya se lo esperaba y que me quedasetranquila, que si algún día quería volvertendría las puertas abiertas, que sealegraba muchísimo de que todo hubierasalido así de bien.Tras salir de Maxwoman me fui hacia lacafetería de enfrente porque me apetecíatomar algo y sentarme relajada.En ese momento me acordé de Damián ydescolgué el teléfono y saqué valor para

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llamarlo.― No me digas que me llamasporque ya no estás con esemillonario y voy a tener laoportunidad de volver a estar a tulado ―dijo bromeando.

― Qué va, me caso dentro de unmes ―dije riendo por lo que élhabía dicho.

― No sabes cuánto me alegro, enel fondo sabía que era al hombreque amabas, me alegro mucho deque hayas tomado la decisión dellamarme y que por fin podamos

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hablar como dos personasnormales, que sepas que siempreme alegraré de lo bueno que tepase.

― Lo sé Damián, lo sé.

―Bueno, pues qué día tengo queestar ahí para disfrutar de tu boda.

― ¿Vendrías en serio? ―preguntéextrañada de su respuesta.

― Sin dudarlo ni un momento, peroeso sí, con mi novia ya que estoy

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empezando una nueva relación.

― Cuánto me alegro, Damián,cuánto me alegro, por supuesto queestáis invitados.

― ¿Estás segura? Veremos a ver sicuando se lo digas a tu futuromarido te coge por el pescuezo y temata.

― Qué va, estoy segura que nopondrá inconveniente y no lesentará nada mal.

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―Bueno, pues mantenmeinformado por si cambias deopinión pero que sepas que el día12 estoy allí para ir al día siguientea tu boda.

― Perfecto, te mantendréinformado ya que iréis en autobús yes todo una sorpresa, además deque dormiréis esa noche en el lugarque se va a celebrar y que ni yomisma sé dónde es ―dije muertade risa.

― Pues mantenme informado, estoydeseando verte brillar ese día.

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― Hasta pronto, Damián.

Colgué asustada por estas rápidallamada pero que tanta ilusión me habíahecho saber que él estaría dispuesto avenir a compartir ese día conmigo, yoestaba segura de que cuando hablase conMateo, él no me iba a ponerinconveniente e iba a entender todo.Llegué a casa y ya tenía la mesapreparada y Tom había salido delcolegio, tras la comida él se metió en elcuarto a estudiar y Mateo me preparó uncafé.

― He llamado por teléfono

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Damián y he hablado con él, le hedicho que me caso.

― Me parece perfecto quequisieras contárselo, ¿qué talrecibió la noticia?

― Pues mira, se ha apuntado solo ala boda venir con su novia ―soltéatenta para ver la cara que poníaMateo.

― ¿En serio?

― Te lo prometo, ¿qué te parece la

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idea?

― La verdad que sí, que te tengo ami lado y sé que él también seportó muy bien contigo en losmomentos que más lo necesitabas,por supuesto que está invitado si túquieres.

― Sabía que no me pondríasinconveniente, te lo agradezco, mivida.

― Por cierto, me encontré a Hugoy me ha felicitado, además me ha

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pedido perdón por todo, perotranquilo que a ese no lo heinvitado ―dije muerta de risa.

― No le tengo rencor, sí me duelemucho de la forma que te escribióesas cartas y los reproches que tehizo tan desmesurados, pero no leguardo a nadie rencor, soy felizconsiguiendo que la mujer a la queamo vaya pasar por el altarconmigo, ¿qué más se le puedepedir a la vida?

― ¡Ese es mi Mateo! ―dijemientras me acercaba a él para

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comérmelo a besos.

Pasamos la mañana en la casa,preparamos un atún encebollado para lahora de comer que la acompañaríamoscon unas patatas fritas.Mateo fue a por nuestro pequeñajo a laparada del autobús, me sobrecogí al verque llegaba Tom llorando, comenzó aexplicarme que se había enfadado conun chico de su clase y que la habíainsultado y a él le había dolido mucho,qué lástima de mi niño, cómo venía, asíque intenté calmarlo y gastarle bromaspara quitar hierro al asunto.Pasamos la tarde limpiando la casa y

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ordenando todo queríamos ir dejandotodo listo para la boda, aunque loteníamos todo bastante bien, le hacíafalta un movimiento grande a la casa.Tom limpió su habitación que parecíaque había venido una empresa delimpieza, este niño tenía una grancapacidad para hacer todo con muchoesmero y cariño, de ahí venían losresultados por el esfuerzo y empeño quele ponía a los estudios.Esa semana pasó volando, teníamos larutina marcada y sobre todo quepasábamos largos días solos Tom y yopara que Mateo trabajase, bastante yaque el mes de marzo lo tenía libreentero.

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El fin de semana decidimos irnos conMarta y Marcelo a su chalet, al llegarme encontré con la sorpresa de queestaban Esther y Abraham allí, todolleno de carteles y la gracia de saberque me estaba encontrando con midespedida de soltera que habíanpreparado mis amigos para hacerlo encomún ese fin de semana allí en elchalet. Me dio un ataque de risaimpresionante, al rato aparecióimprevistamente mis padres a recoger aTom para quedarse el fin de semana yque nosotros disfrutásemos tranquilo connuestros amigos, mi pequeñajo se fuefeliz de la vida porque sabía que susabuelos se lo iban a consentir en todo y

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le iban a permitir hacer lo que quisiese.Me daba alegría ver cómo se habíarecuperado mi padre de la operación ylo bien que se encontraba, aunque enesos momentos tenía que tener muchocuidado con la bebida y la comidaporque le habían puesto muchos límitespara que no tuviese efectos peores.Tras tomar un café con nosotros sefueron rápidamente, encendimos labarbacoa y hacer una olla gigante demojitos, a Mateo y a mí nos pusieronunas cintas que decían que la íbamos acagar. A mí me da igual todo ya queestaba encerrada en este chalet con misamigos de toda la vida y me hiciesen loque me hiciesen, me importaba tres

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pepinos. Estaba dispuesta a disfrutar deese gran fin de semana, cuando derepente llamaron a la puerta y al abrirme quedé estupefacta al ver a mihermana aparecer diciendo que si mepensaba que no iba a pasar el fin desemana de despedida conmigo ibaapañada, la pobre se había cogido unvuelo para estar presente también en midespedida, le metí un abrazoimpresionante agradeciendo queestuviera acompañándome en esosmomentos.Hicimos una fiesta alucinante, éramosmuy pocos pero haciendo un gran ruidoy pasándolo genial, una música muypegadiza, un ambiente muy selecto de

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las personas que más me importaban queestuviesen en esa despedida.De repente sonó el timbre de la puerta yme mandaron a mi madre, ya sabía yoque alguien me había liado algo, no mepodía creer lo que tenía ante mis ojos,eran Damián y su novia, Mateo habíapreparado todo y me había pillado elteléfono a escondidas y les habíainvitado a que viniesen, y él porsupuesto accedió a la primera,encantado.Estaba flipando por toda aquellasituación pero feliz de estar rodeada congente que me hacían tan feliz. Marisa, lanovia de Damián, era un encanto, sabíatoda nuestra historia pero entendía

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perfectamente que era algo del pasado,nada tenía que ver con el presente.Esa noche nos dieron las cinco de lamañana, Marta les contó a todos delviaje que habíamos tenido en navidadescon pelos y señales, todos se partían dela risa al escuchar cómo relataba quenosotros habíamos abandonado a Tomcon otra familia, todos se morían de larisa de la forma tan exagerada que locontaba.Nos fuimos todos a dormir, al díasiguiente continuaría la fiesta.Por la mañana fui la primera endespertarme y me estaba haciendo uncafé cuando apareció Damián.

― Buenos días, preciosa, ¿me

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preparas otro? ―dijo con una gransonrisa señalando a mi café.

― Por supuest,o Damián, ahoramismo te preparo uno.

― Me hace muy feliz ver lo bienque estás junto a él y la cara defelicidad que no se te borra enningún instante.

― Gracias, Damián, sé que lodices de corazón y te agradezco enel alma que hayas venido acompartir estos momentos conmigo.

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― Por favor, faltaría más ― dijomientras venía a darme un abrazo.

Salimos afuera a tomarnos el café ycharlar un poco mientras todos losdemás seguían durmiendo por laborrachera que habíamos pillado todosel día anterior.Cuando se despertaron estaban todoscon una cara que eran dignas de unapelícula de terror.Pasamos el día relajados hasta las seisde la tarde que empezamos a cogerfuerza y a tomar mojitos a punta de pala.

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Antes de cenar, Marcelo saco una cajagigante envuelta en papel de regalo ydijo que era de todos ellos paranosotros, para que tuviésemos un regaloanticipado de la boda.Al abrirlo nos quedamos impactados,era una perrita de unos tres mesespreciosa, era una cocker marrón, se lahabían encontrado en la playa de lasdunas y habían decidido que sería unregalo para nosotros para agrandar lafamilia.Nos entró un ataque de risa perorápidamente ya estábamos haciéndolecarantoñas y decidimos ponerle denombre Duna, ya que era el lugar en laque se la habían encontrado, Mateo creo

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que había tenido un amor a primera vistacon ella ya que no la soltaba ni la soltóen toda la noche.Estaba deseando que llegase el díasiguiente para enseñársela a Tom, iba aalucinar con ella.El domingo nos despedimos todos y leagradecí enormemente a Damián quehubiese compartido con nosotros este finde semana y que, por supuesto, lo queríaen la boda, sabía que por nada delmundo me iba a fallar.Fuimos a recoger a Tom, cuando leenseñamos a Duna se le puso una carade felicidad que no podía con ella ydecía que a partir de ahora ella sería suhermanita, no paraba de darle besos y

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abrazos.

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10.

Por fin había llegado el día de la boda,yo había dormido en casa de mis padresjunto a Tom y Mateo se había quedadoen el chalet con sus padres.A las ocho de la mañana ya estabanllamando a la puerta la peluquera y lamaquilladora, así como uno de losfotógrafos que iban a rodar todos losmomentos de este maravilloso día.Empecé a ponerme súper nerviosa yTom no paraba de reírse al verme lacara, él estaba muy feliz porque la hacíamucha ilusión que sus padres estuviesencasados.

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Empezaron a maquillarme y peinarmemientras me tomaba un café que mehabía preparado mi madre, no paraba defumar y estaba hecha un manojo denervios.Cuando terminaron de peinarme ypintarme, me coloqué el traje con ayudade mi madre y al vérmelo puesto frenteal espejo me entró una emociónimpresionante, al igual que a ella, lasdos empezamos a llorar ante la riña dela maquilladora para que no se mecorriese la pintura.Un rato después vino un coche preciosotipo antiguo a recogerme, yo iba atráscon pan y mi padre delante con elconductor, mi madre iba en otro coche

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con mi hermana.Faltaba poco para descubrir dónde seiba a celebrar mi boda, me daba igualque fuese debajo de un puente pero yofirmaría para estar toda la vida al ladode mi gran amor.Llevaba todo el trayecto mi manoagarrada y no paraba de hacermemuestras de cariño.Cuando me di cuenta estábamosentrando en Jerez, en unos de loscastillos más impresionantes que habíarestaurado, precioso lugar con unosimpresionantes jardines, sería el sueñode cualquier persona celebrar el día desu boda allí.A la entrada, dos filas haciendo el

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pasillo con todos los invitados a laboda, con una rosa roja en las manos,todo el suelo lleno de pétalos, al fondose podía divisar el jardín con todas lassillas mirando hacia un arco con un altarcubierto de rosas blancas, Mateoesperándome emocionado al fondo.Me paré antes de entrar y vi cómo cogíaun micrófono y empezaba a sonar lacanción de Eros Ramazzotti que medescribía a él y para mi sorpresaempezó a cantarla, rompiendo todos lostópicos de las canciones nupciales paralas bodas.Lo mejor de todo fue que tenía un oídoimpresionante y empezó poniéndome losvellos de punta y dejando impresionados

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a todos los invitados, comenzó a cantarmientras yo iba lentamente hacia él,mirándonos fijamente a los ojos.Tu quieres libertad.Lo sabes, no soy yoque te retiene ya.Y el sentimiento va.Son puertas que cerrar.Tú, cuánto amor que das.Y nada pides ya.Instantes por vivir.de luz y lealtad.Delante de mi estás.¿Quién eres tú?Es tan difícil describirte.Un ángel como el sol tú eres.Que ha caído aquí.

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La verdad en ti,que con el alma haces el amor.¿Quién eres tú?El cielo te ha dejado irte.Un ángel como el sol tú eres.La naturalidad se manifiesta en tiy en todo lo que acaricias tú.Y ahora quiéreme.No tienes que hacer nada sin querer.No puede el corazón, encerrado está.Y menos tú y yo.¿Quién eres tú?Es tan difícil describirte.Un ángel como el sol tú eres.Que ha caído aquí.La verdad en ti.Que con el alma haces el amor.

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Fue impresionante haber llegado delantede él y como seguía cantándome,llorando de la emoción mientrasagarraba mis manos y me mirabafijamente.La ceremonia empezó con unas palabraspreciosas acerca del momento que sehabía acabado de vivir, fue corta, duróaproximadamente unos diez minutoshasta que nos preguntaron si queríamosser marido y mujer.

― Di que sí ―chilló Tom ante larisa de todos los invitados.

Mateo lo miró y le guiñó el ojo con unasonrisa y dijo que por supuesto que sí.

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Los invitados lloraban emocionadosporque había sido muy emotiva, cuandoíbamos a volver para acercarnos a losinvitados, ya que había finalizado laceremonia e íbamos a pasar a losentrantes y la copa de bienvenida, unamúsica empezó a sonar y apareció elcantante Fran Ocaña con su nuevo temaAmor por ti, me quedé flipada por esagran sorpresa de tener a ese pedazo deartista cantando en mi boda, porsupuesto que yo me sabía la canción yempecé a cantarla junto a él.Cuando pasamos al salón era la bodamejor preparada que había visto en mivida, los invitados estabanboquiabiertos y Damián no paraba de

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guiñarme el ojo, me dijo muchas vecesque estaba impresionantemente guapa,qué ilusión me hacía verlo quecompartiendo conmigo esos momentostan importantes de mi vida.Mis padres se pasaron toda laceremonia llorando, al igual que lospadres de Mateo, pero es que estábamosen el convite y seguían llorando, yo yame reía de la gracia que me hacía esasituación.Mateo tenía un brillo especial en lamirada y no paraba de decirme lo bonitaque estaba y que por fin ya era su mujer,que todo había quedado atrás y quegracias por haber luchado con él parallegar hasta donde habíamos conseguido

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llegar ese día.Mientras iban llegando los platos decomida, mis amigos no paraban dechillar cosas como vivan los novios oque esta noche íbamos a joder, cuandode repente empezó a sonar la canción deOrobroy y entro bailándola un buenamigo mío bailaor llamado Jesús peroconocido como Chero, que en menos deveinte segundos puso a todos losinvitados de pie con los pelos de puntapor el espectáculo flamenco que estabadando ese pedazo de bailador de la Islade San Fernando.De repente sonó una bulería y Chero mesacó a bailarla con él, saqué todo el arteque mis años de academia me habían

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enseñado durante una gran parte de miinfancia y juventud.Mateo no paraba de chillar olé, losinvitados todos se levantaron a aplaudiral compás de la bulería, creo que bailécomo nunca, con el corazón puesto enese momento.Tras la comida, que se alargó hasta lasseis, nos levantamos y nos fuimos alsalón preparado con sillas, barras ytodas las comodidades para pasar unavelada especial, ahora tocaba el turnode las copas, por la noche tambiénharíamos una cena pero informal allímismo. Cuando de repente quise darmecuenta, Mateo estaba en el escenariocogiendo el micro y dijo a todo el

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mundo que atención, que quería decirunas palabras, yo me quedé cortada puesno sabía qué es lo que iba a decir y notenía constancia de nada.

― Quiero daros las gracias a todospor haber venido a compartir estosmomentos con nosotros dos, notenía previsto decir absolutamentenada, pero los sentimientos y laemoción que recorren mi cuerpoestán pidiendo que suelte todo loque llevo dentro de mi corazón.Desde que conocí a Daniela mivida dió un giro inesperado, perdíel control por completo y no podíaprotegerla lo suficiente paraafrontar todo lo que se me venía

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encima y ni yo sabía qué es lo queiba a pasar. Estaba unido a unamujer con la que me casé creyendoque conocía la palabra amor, sinsaber que más tarde me daríacuenta que el amor es una cosa y elno poder vivir sin alguien es otra.Eso exactamente es lo que me pasócon Daniela, cuando la conocí supeque ya no podía vivir sin ella, perovivía con el dolor de saber que encualquier momento la perdería porla situación que me rodeaba y mesentía con mucha impotencia de nopoder hacer nada para remediartodo lo que estaba pasando.Recuerdo que en uno de los

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momentos de parón de nuestrarelación, donde ya no teníamoscontacto, recordé que teníamos unviaje pagado a Tailandia y penséque ella seguramente se iba a ir enese avión, me arriesgué a montarmeen él al comprobar que ella ya lohabía hecho. Aunque sé que le hizola ilusión más grande del mundoverme aparecer, al principio metrató fatal, me las hizo pasar muymal durante los primeros días enTailandia.

Los invitados, al igual que yo, lloraban yreían al escuchar a Mateo hablar, senotaba que estaba deseando soltar todolo que llevaba dentro y yo estaba atenta

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a cada palabra que decía.― Desde ese día que ya se montóen ese avión, entendí que mequería, que estaba dispuesta aagotar cualquier recurso para estara mi lado, que quería enfrentar unavida junto a mí a pesar del dolorque le estaba causando toda estasituación que ella desconocía.Luego, para más remate,desaparece, y cuando aparezco selleva la noticia de que tengo unhijo... Y no un bebé precisamente,si no esa preciosidad que está ahícon seis años y que es lo que másamo en este mundo junto a Daniela.

Bajó del tablado y se dirigió hacia mí

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mientras hablaba.― Como siempre no dejaba desorprenderme y acogió a Tom comosi fuera de sus propias entrañas,hasta me atrevo a decir que situviera que elegir entre él y yo, amí me tocaría coger las maletas.Quiero agradecerle, delante detodo el mundo, y hacerle elhomenaje que se merece paradecirle que es la mejor mujer delmundo, la mejor pareja y la mejormadre, sin menospreciar a la mía ya la suya, pero las nuestras nosparieron y tú lo recogiste comoquien dice de la calle. Como amara nuestro pequeño gran amor como

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tú le llamas, lo defiendes con unasy dientes, dices orgullosa que es tuhijo porque es así aunque no lahayas parido, porque madre no esquién lo hace, sino quien ama contodas sus fuerzas poniendo pordelante el bienestar de ese menorque al suyo mismo, ustedes tenéisun lazo que no podrá nada ni nadieromper.Los voy a cuidar con toda mi almay voy hacer que sintáis que tenéisla familia más bonita del mundo,que sois lo más importante que hayen mi vida y las piezasfundamentales para que todo tengaun color especial.

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Que millones de gracias por estaren mi vida y porque a partir de hoysomos legalmente una familia. Osamo.

Aquello parecía un tanatorio, todo elmundo llorando, en cinco minutosrepartieron los camareros másservilletas que copas servirían en todala tarde.Mateo se vino hacia mí y todo y nosfundió en un gran abrazo, dándonos lasgracias por ser parte de su vida.De repente empezó a sonar la canción deCaruso cantada por Andrea Bocelli yuna de mis favoritas, sin duda, unescalofrío recorriço mi cuerpo y Mateome sacó en medio de la pista a bailar

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esa canción junto a él.Los invitados hicieron un coro a nuestroalrededor, esa canción y nosotrosbailando tras esas palabras eran labomba explosiva para que nadie pudiesedejar de llorar. No era el típico bailenupcial, pero era la canción que pegaba,atraer hacia nosotros una parte de Italiaque era la gran culpable de esa historiade amor.La tarde pasó rápidamente, tras la cenalos invitados fueron a la habitación delhotel que estaba pegado al castillo y secambiaron de ropa, al igual que yo, yseguimos la fiesta de forma máscómoda, yo llevaba otro vestido blancopero corto, totalmente de diseño y

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especial para ese día, llevaba un lazocon una moña dejada caer a un lado demi cintura.La fiesta duró hasta altas horas de lamadrugada en la que ya nos dirigimos alhotel a descansar del día más bonito denuestras vidas y con el que jamás pudehaber llegado a imaginar que pudiesehaber sido como fue ese día.En la habitación estuvimos una horadisfrutando de los deseos que habíamoscontenido ese día con las miradas yporque teníamos los sentimientos a florde piel y unas ganas de devorarnos eluno al otro como marido y mujer.

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11 .

Por la mañana despertamos cerca de lasdoce de la mañana, la mayoría de losinvitados ya habían desayunado y sehabían ido e íbamos a darle el encuentroa mis padres y a recoger a Tom cuandode repente le entró una risa a mipequeño y me dijo:

― ¿De verdad pensabas que yo meiba a ir a vuestra luna de miel?

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Miré a Mateo y a mis padres que seestaban riendo.

― Daniela, la maleta que le haspreparado al pequeño es para quese vaya a casa de tus padres que seharán cargo estos días de él, ya lollevaremos a Tenerife en semanasanta, ni él puede perder tiempo enel colegio y nosotros debemos depasar una luna de miel relajados ysolos.

― Claro, mam,á tenéis quedisfrutar ustedes de vuestromomento, además yo ya vengosaciado del Caribe.

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― ¿Pero dónde nos vamos, Mateo?―pregunté intrigada.

― Come algo para coger fuerzasque nos vamos para el aeropuerto,lo demás, como siempre, será unasorpresa.

Me encantaba el control que tenía sobretodo ese hombre y me hacía sentir lamujer más especial del mundo, aunque adecir verdad me daba mucha penasepararme de mi pequeño gran amor.Nos despedimos de todos y un taxi nosesperaba en la puerta, salimos directosal aeropuerto de Sevilla, al llegar a los

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mostradores de facturación pudecomprobar que nuestro destino eraHolanda y lo miré extrañada por habercogido ese lugar, pero me parecíatambién muy bonito por la cantidad delugares que tiene para visitar, ademásque sinceramente no me apetecía hacerun vuelo muy largo.

― Qué te pensabas tú, ¿que con lavuelos que hemos cogidoúltimamente íbamos a ir algún lugarmás lejano? ―dijo Mateo riendomientras colocaba la maleta en lacinta de facturación.

― Pues me encanta, además asíentraré en los Coffee Shop a

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fumarme uno de esos cigarros quevenden legalmente allí y dan muchaalegría ―dije a medio bromas perodispuesta a probarlo ya que estabaallí.

― Eso sí, yo te dejo ―dijo contalante chulo Mateo.

― Cariño, una cosa es que noshayamos casado y prometido amoreterno y otra que me vayas a ponerlimitaciones a algunas cosas que amí me apetezca hacer, así queprepárate para todo lo que me dé lagana hacer en mi viaje.

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― Ya veremos, enana ―dijomientras me daba un toque en lanariz.

Montamos en el avión rumbo aÁmsterdam, al llegar allí nos recogierony llevaron a un barco que era un hotelenclavado en uno de sus canales, unapasada de bonito y daba un aireromántico impresionante.Era un barco que no se movía, sequedaba fijo en el mismo lugar y servíade alojamiento exclusivo para losclientes, además que tenía unosrestaurantes al aire libre y en interior,

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también bares de copa, estar metida enun barco dentro de la ciudad eraalucinante.Era por la tarde cuando ya habíamoscolocado todo y nos disponíamos aempezar a recorrer la ciudad en plantranquilos, no había cogido vuelo devuelta, lo había dejado en abierto paravolver el día que nos apeteciese.Justo al empezar a caminar,pasamos porel primer Coffee Shop y le dije quequería entrar a fumarme uno de esoscigarros de la alegría, estaba claro queél no lo iba a probar ya que no fumabani tabaco, es más, yo pensaba que si élle daba una calada se ahogaba y todo.

― Venga, preciosa, entremos,

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veremos si de aquí no te tengo quellevar directa al camarote a dormir.

― Pues nada, si me ves muy malaprovecha el tener que volver alcamarote y allí me haces cositas delas tuyas ―dije bromeando.

― Por supuesto, prepárate ―dijomientras abría la puerta para queentrásemos al local.

Al acercarme a la barra pude comprobarque había un montón de sobres demarihuana de todas clases, miré Mateo

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sonriendo por no saber cuál coger y élrápidamente reaccionó y le preguntó alchico que qué clase era la más suave,nos explicaron cuáles eran y escogimosuna.Una vez que nos lo dieron, cogimos dosrefrescos y nos fuimos a la mesa,habíamos comprado papel y estábamosdecididos a ver si éramos capaz de liaruno de esos cigarritos, cuando derepente Mateo me sorprendió y empezóa liarla el como que sabía de toda lavida.

― Pero Mateo, ¿por qué sabes liarun cigarro? ―pregunté extrañada.

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― Que no haya fumado tabaco enla vida y sea deportista no significaque no me haya ido de fiesta conmis amigos y me haya fumadoalguno de estos hace años, haytantas cosas que he probado...―dijo guiñando el ojo mientrasencendía el cigarro.

― Yo sé que en el fondo que tútienes muchas cosas guardadas―solté muerta de risa mientrasmiraba asombrada cómo se fumabaese cigarrillo de hierba.

― Por supuesto, cariño, todos

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hemos tenido una infancia y unajuventud, aún no nos ha dadotiempo a contarnos tantos años devida, poco a poco te desvelarémuchos secretos que no sabes―dijo pasándome el cigarrillo.

― Menos mal que ha sido parte detu pasado y no me va a afectarporque vete a saber la de cosas quetienes por ahí escondidas, miedome da saberlo.

― Todos tenemos un secreto, peroquizás algún día a ti te lo cuente.

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―Me lo vas a contar antes de ir devuelta de este viaje o si no tetendré sin sexo hasta que empiecesa escupir por esa bocas ―hice unamueca con los labios.

― Pues me tendré que fumar unode estos cigarros cada cincominutos, cuando esté en el niveladecuado, entonces podrécontártelo.

― Pues puedes fumar tranquilo, notengo bulla, además aquí se estágenial ―dije a ver si colaba

― No sé yo si será buena idea que

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sepas muchas cosas de mi vida―soltó una risa maléfica.

― Quiero saberlo todo, vuelvo arepetir que es parte de tu pasado,así que suelta todo lo que tenga quequiero escucharlo.

― Bueno, dame tiempo, lo harécuando menos lo esperes.

― Todo el tiempo que quieras, séaguantar sin sexo perfectamente―dije para presionarlo a quecontase rápidamente.

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― Bueno, sabiendo que aquí existeel barrio rojo ese tan famoso quequiero ir a pasar a ver, lo mismopuedo desahogarme allí.

―Atrévete si quieres, que a mí nome hará falta ir a ningún barrio rojoni pagar un duro para ponerme lasbotas con cualquier holandésbuenorro que vea.

― De ti me lo creo, después de loque me hiciste marchándote conDamián, me espero cualquier cosa

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―dijo bromeando.

― Pues ya sabes, más vale queempieces a contar rápido si noquieres que este matrimoniotermine en su luna de miel.

Al final, con tanta tontería, nos tiramosdos horas metidos en ese local, tomandorefrescos y fumando de esos cigarros yyo estaba con un ataque de risaimpresionante y Mateo peor aún, lagente nos miraban como si estuviésemosloco pero es que no podíamos parar esascarcajadas que nos había proporcionadoesos cigarrillos.

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Cuando me levanté para ir al serviciopor poco me caigo al suelo en redondo,más risa me entró y al final tuvimos queir a la barra a comprar chocolatinas ycosas del hambre que nos había entrado.Tras salir de allí con un mareoimpresionante y un corte de risa que erainfrenable, tuvimos que coger un taxipara volver al barco a descansar porqueno podíamos con nuestro cuerpo.Al llegar al camarote, Mateo sacó unsobre de marihuana y empezó a bromeardiciendo que venía previsto por si senos antojaba otro cigarrito, yo medesnudé y no me puse nada para dormir,me tiré boca arriba en la cama y quedédormida rápidamente y eso que no eran

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ni las diez de la noche.

Por la mañana salimos a desayunar fueradel barco, nos sentamos en una terrazapreciosa que habían en la Plaza Dam,además que era una maravilla estar allípor sus edificios tan notables, estaballeno de personas y sobre todo de muchoturismo, yo tenía una resaca rara de esoscigarrillos y estaba que era una muertaque no podía ni hablar, Mateo no parabade reírse de mí diciendo que eso mepasaba por probar lo que no debía.Yo seguía tomando mi cafelito en esaplaza en todo el centro histórico de laciudad, con mis gafas de sol puestaspara que nadie viese el mal careto que

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tenía, desde allí estaba viendo elneoclásico Palacio Real y pegado a éluna iglesia gótica, me encantaba eselugar, estaba embelesada desayunandoatenta a todo.

― Gitana, háblame, que parece queestoy solo.

― Paso, estoy a modo off.

― Pues nada, cuando vuelvas al onme avisas ―dijo riendo.

Tras el desayuno nos fuimos a pasearpor el casco histórico, llegamos a la

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plaza de Spui, famosas para los amantesde los libros ya que había variaslibrerías alrededor, incluyendo laAmerican Book Center con una granoferta de libros.Después nos movimos hasta el barriorojo para ver eso tan famoso de ver a lasmujeres en los escaparates semidesnudas.Cuando llegamos al barrio rojo me dicuenta lo turístico que era además depercibirse que era totalmente pintoresco,indudablemente dejaba una clarapresencia de prostitución en ese lugar,Mateo me explicó que era legal en esepaís, además de contarme que las chicasalquilaban esos escaparates en el que

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trabajaban.Estaba alucinando de la cantidad deturistas que había, por supuesto estabatodo muy vigilado y podrías tenerproblemas si tirabas una foto a losescaparate, además de que ellas seenfadaban.Luego nos fuimos a comer a un lugar porel que pasamos de coincidencia perovimos que estaba tan repleto la terrazaque seguro que la comida iba a serexquisita.Tras comer volvimos a pasear por laciudad durante toda la tarde,descubriendo los encantos que teníaaquel lugar, yo de paso iba tiendeando yquemando la tarjeta de Mateo, pero la

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verdad que casi todo lo que comprabaera para mi pequeño gran amor Tom, quepor supuesto estaba echando mucho demenos y lo comentábamos a menudo, yotenía claro que no me hubiera importadollevarme a mi pequeño allí, para mí élno era una molestia sino todo locontrario, me encantaba sentirlo cercade mí.Para la cena volvimos a ducharnos ydecidimos quedarnos en el barco ya queel restaurante aquel lugar tenía muybuena pinta.Nos dimos un lote de vino que cuandollegamos a la habitación teníamos unaborrachera como un piano, ni qué decirtiene que estuvimos una hora buscando

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las llaves de la habitación y estábamosdentro, cuando nos dimos cuenta nosentró un ataque de risa impresionante ynos echamos en la cama pues era lomejor que podíamos hacer en esosmomentos.A la mañana siguiente alquilamos uncoche con chófer y nos llevaron arecoger unos pueblos a las afueras deÁmsterdam, la primera parada fue enMarken un pueblo pesquero con todaslas casas en color verde o azul oscuroademás de ser muy turístico y teníainfinidad de terrazas para poder tomaralgo, de allí nos fuimos a Volendam, aúnmás turístico que el pueblo anterior,siendo de restaurantes y tiendas de

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souvenirs donde me puse las botascomprando de todo, aprovechamos paracomer allí en uno de los restaurantes quehabía frente al mar.Por la tarde salimos dirección a Edam,un pueblo muy conocido por sus quesos,aprovechamos para comprar varios deellos y de allí ya salimos directos otravez de nuevo a Amsterdam.Volvimos a cenar en el barco y ya nosquedamos allí a descansar del día tanturístico que habíamos tenido.Al siguiente día cogimos un taxi hacia laestación de trenes y nos fuimos paraRotterdam a pasar el día allí, la verdadque el trayecto fue increíble ya quevimos unos paisajes alucinantes y no

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dejé de echar fotos.Nos sorprendió que Rotterdam fuese unode los lugares con el puerto de los másgrande del mundo.Era una ciudad que lo tenía todo, unaciudad de moda, elegante, comercial ysobre todo muy artística, teniendo unainnovación que la hacía muy peculiar.Estaba repleto de tiendas por lo queaprovechamos para seguir comprandocaprichos y visitamos algunos museos,terminamos cenando por allí y luegocogimos un taxi para volver aAmsterdam ya que se nos había hecho denoche.Los siguientes días los pasamospaseando por Amsterdam y recorriendo

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todos los lugares de aquella ciudad parano quedarnos sin ver nada importante.Mateo de vez en cuando desaparecía, meaparecía con un regalo, siempre medejaba sentada en una cafetería pues ibaa por algo que había visto por elcamino, me encantaba de la forma queme trataba y cuidaba, no podía creermeque ya por fin era su mujer y no habíaobstáculos que se pusiesen por nuestrocamino.A los siete días decidimos volver, ya erasuficiente y teníamos ganas de ver anuestro pequeño gran amor ya que enSemana Santa lo llevaríamos a Tenerifey nos pegaríamos otra semana deescarceo.

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Al volver, en el avión, las azafatas nosofrecieron un catálogo de artículos quevendrían a bordo y me compré variosartículos de maquillaje, Mateo decía quelo iba a arruinar, yo le respondí quehaberse casado con una rica, no con unaperiodista que para colmo estaba sintrabajo en esos momentos, así que metenía que mantener que para eso era sumujer.Llegamos a Sevilla y nos estabanesperando mis padres con Tom que senos vino corriendo a abrazarnos loco decontento, nos repitió muchas veces quese lo había pasado muy bien pero quenos había echado muchísimo de menos yque ya no nos iba a dejar más solos

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porque si no lo pasaba mal, me lo comíaa besos, más bonito imposible, nosotrostambién lo habíamos echado mucho demenos.Llegamos a casa con mis padres paratomar un café, luego se marcharon, eradomingo así que teníamos toda la tardepara descansar ya que al día siguienteteníamos que llevar a Tom al colegio.Tom no paraba de enseñarnos fotos quehabía hecho durante esta semana ya quemis padres se lo habían llevado todaslas tardes a distintos parques e incluso aver algún estreno del cine, conociendocómo eran sabía perfectamente que lahabían estado mimando toda la semana,mis padres lo veían como su nieto

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completamente, no lo diferenciaban ni lomás mínimo, además de que al ser elúnico, estaban con el que se les caíatodo.Durante la cena recibió una llamada deMarta diciendo que tenía que darme unamala noticia, estaba llorandodesconsolada y algo me dijo que algofuerte estaba sucediendo.

― ¿Qué ha pasado, Marta?Relájate y cuéntame, por favor.

― Marcelo se va, Daniela,Marcelo se va.

― ¿Habéis roto?

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― Ojalá, es mucho peor aún, le handetectado un tumor y está muyavanzado, estamos en el hospitalpero me han dicho que no puedenhacer nada y que de aquí ya nosaldrá.

― No me lo puedo creer, no me lopuedo creer ―dije cayendo elteléfono al suelo.

Se lo dije a Mateo como pude ya que nopodía ni siquiera hablar y cogimos aTom y lo volvimos a llevar a casa de

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mis padres para ir corriendo hacia elhospital, le preparamos una maleta paraque lo llevasen al día siguiente alcolegio.En ese momento el mundo se me estabacayendo encima, no entendía cómo lavida se mofaba de esa forma con miamiga Marta, ya perdió a su gran amorque fue su marido y ahora tenía quepasar este palo, lo peor de todo era quese iba un gran amigo para nosotros y unagran persona que habíamos descubiertoy no había derecho a lo que le estabapasando.Tras dejar a Tom fuimos directamentehacia el hospital teníamos que estar allíarropando a Marta hasta el último

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momento.

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12.

Llegamos al hospital y estaba Martadestrozada fumándose un cigarro abajo,estaban haciéndole una prueba aMarcelo y a ella no la dejaban pasar.

― Me lo han dicho muy claro, nohay nada que hacer, solo esperarvarios días, está todo demasiadoavanzado, Daniela, se me va, se meva…

― Cariño, algo puede haber deesperanza, ¿y si pedimos una

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segunda opinión médica?

― Esperadme un momento ―dijoMateo y se fue a hacer una llamada.

― Marta, tiene que haber algunasolución, no te preocupes, cariño,vamos a hablar con los médicos, nopuede pasarte dos veces ―dijemientras la abrazaba.

Mateo no paraba de hablar por teléfono,yo estaba con ella arropándola, cuandode repente se acercó a nosotras y nosdijo que nos preparásemos que venía un

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helicóptero en dos horas con un equipomédico privado y que nos lo llevábamosa Madrid, que había conseguido hablarcon los médicos de allí y nos iban aestar esperando, que no nos asegurabanque se pudiese salvar pero sí que iban aponer todos los medios necesarios parahacerlo.Marta se abrazó a Mateo llorando yagradeciendo que pusiese todos losmedios necesarios para poder intentarsalvar a su gran amor, subimoscorriendo hablar con los médicos y se loexplicamos, pero ya tenían noticiaporque la habían llamado desde elhospital y dándoles órdenes de lo quehacer para trasladar al enfermo en un

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helicóptero que ya venía de camino. Elmédico nos dijo que estaba todo muycomplicado pero que íbamos a unasmanos que llamaban milagrosas, que sialgo podían hacer, sería en ese lugar,que teníamos mucha suerte de poderintentarlo allí ya que las personascorrientes no podían por el alto niveleconómico que suponía eso,evidentemente yo sabía que a Mateo leiba a costar todo eso una millonada peroestaba claro que por mi amiga yMarcelo me gastaba todo lo que teníasin dudarlo.Marcelo se olía algo sabía que estababastante grave y cuando le comentamoslo del cambio de hospital, sabía que la

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cosa estaba demasiado dura y leagradeció a Mateo todo lo que estabahaciendo y no paraba de decir que se loiba a devolver aunque tardase cien años,evidentemente Mateo no iba a coger niun duro, así que lo único que queríamoshacer era salvarle la vida y por fin yaestábamos listos para montarnos en esehelicóptero que nos llevaría a esa únicaesperanza que nos quedaba parasalvarlo.Aquello más que un helicóptero parecíaun avión y tenía todas las comodidades yconfort para hacer ese trayecto, íbamosdestrozados, ya era de noche y llegamosdirectamente a Madrid al hospital quenos estaba esperando un equipo médico,

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nos entregaron la habitación de Marcelodonde nos podíamos quedar unacompañante que indudablemente seríaMarta y nos pusieron otra habitaciónpara nosotros dos, lo más fuerte de todoera que íbamos sin ropa y sin nada paracambiarnos pero ese momento no nospreocupaba nada de eso, al día siguientesaldríamos a comprar lo necesario.Esa misma noche le hicieron variaspruebas y por la mañana vendría unequipo médico para ver si había algunaprobabilidad de intentar salvar aMarcelo.Esa noche apenas pegamos ojo, por lamañana fuimos a ver a Marta y Marceloa su habitación y a decirles que ahora

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volvíamos, que íbamos a comprar ropa ylo necesario para los dias quetuviéramos que estar allí.Cuando volvimos al hospital cargadocon todo, Marta estaba muy nerviosa enla puerta esperándonos y le dijimos quequé pasaba, los médicos nos estabanesperando para hablar con los tres,sobre todo con Mateo que era el queestaba encargado de todo.Una enfermera nos llevó hacia la saladonde estaba el equipo médicoesperándonos, nos hicieron pasar y quenos sentásemos, entonces el jefe delequipo médico se dispuso a hablar.

― Tras las pruebas que hemosrealizado esta noche y la

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valoración en la que hemos estadodiscutiendo a lo largo de la mañanatodos nosotros, llegamos a unaconclusión unánime que es que untratamiento no podrá hacer nadapara salvarle la vida ya que estátodo muy avanzado y no habríaahora mismo nada que pudiesefrenar a ese gran tumor. Noobstante, ya que todo está perdido,tenemos la esperanza de que hayuna mínima posibilidad que seríainterviniéndose ahora mismourgente, eso quiere decir que puedeque se suceda un milagro y salga laoperación con total éxito ygarantizando su vida, también

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puede suceder que se quede en elquirófano y no vuelva a salir deahí, pero si no entra tampoco tendrámuchos días de vida, ya que comoestá agrandando en su cabeza, no lodejará vivir mucho tiempo.

Nos miramos los tres con el corazónencogido y llorando a mares y hablóMateo.

― Operen cuanto antes, no haytiempo que perder, si hay unaesperanza quiero agotarla ―dijoderramando muchas lágrimas dedolor.

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Lo miramos agradeciéndole esa decisiónya que era la más acertada, estábamosdispuestas también a agotar lo másmínimo de posibilidad que existiese.Los médicos nos dijeron que iban apreparar todo para operarlo a primerahora del día siguiente, cosa que lesagradecimos eternamente.Al salir hacia fuera, Marta dijo que esedía sería como una despedida para ella,que sabía que iba a entrar pero no se ibaa salir, estaba destrozada al igual quenosotros.Fuimos a la habitación a contarle laverdad a Marcelo por muy dura quefuese ya que el necesitaba saberlo ysobre todo autorizar que se hiciese,

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empezó a calmarnos y decir que graciaspor lo que estábamos haciendo, que si seiba quería agradecernos el haber estadoa su lado y sobre todo el de Marta quehabía encontrado junto a ella al amor desu vida, pero que algo dentro de él decíaque ese amor lo iba a sacar triunfante deese quirófano. Los tres nos lo comimos abesos, intentamos cambiar la cara ypasar la tarde con él lo más animadoposible aunque era muy difícil quitar eldolor que reflejaban nuestros rostros.Decidimos pasar la noche todos juntosen la habitación con Marcelo ya quehabía dos camas para ellos y un sofágrande en el que nos quedaríamosnosotros, nos apetecía pasar la noche

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junto a él pues no sabíamos si sería laúltima.

A las siete de la mañana ya estabanviniendo a por él para prepararlo paraquirófano y nos despedimos a modobromas y aguantamos el llorar hasta quese fue, reventamos a llorar como niñoschicos.Nos fuimos hacia fuera del hospital adesayunar pero sobre todo lo único quehicimos fue tomar un café porque noteníamos apetito para comer nada.Nos habían avisado de que la operacióniba a durar por lo menos siete horas yque nos llamarían directamente al móvil

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cuando acabase.Pasamos toda la mañana sentados en esebar frente al hospital, ninguno de los tresdejábamos de llorar, hasta Mateo mesorprendió al ver lo destrozado queestaba y que no podía ocultar todas laslágrimas que estaba derramando, laverdad que ellos ya eran como doshermanos, se llevaban genial y teníanmucha complicidad, mi amiga Marta sinembargo era indudable que era el amorde su vida.La mañana fue lo más dura imaginado enlos últimos años y eso que yo habíapasado muchos momentos malos cuándonació desaparecía pero nada comparadocon ese dolor que sentía ahora mismo.

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Estábamos de los nervios ya quellevábamos muchas horas y no sabíamosnada de él, ni siquiera habíamos comidoporque no nos apetecía, solo hacíamospedir café o refrescos.A las cuatro sonó el teléfono de Mateo ysabíamos que era del hospital, nosdecían que fuéramos hacia allá parahablar con nosotros.

― Dios mío, eso es que hafallecido seguro puesto que si nonos hubieran dicho por teléfono quetodo estaba bien ―llorabadesconsolada Marta

― Nunca cuentan nada

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telefónicamente, sea para bien osea para mal no se lo dirán ahora,así que relájate, por favor―respondió Mateo.

Fuimos hacia la clínica corriendo y unaenfermera nos recibió para llevarnos ala sala donde nos estaban esperando elequipo médico.Al entrar estaban charlando yrápidamente cortaron la conversación ynos pidieron que nos sentáramos, eraevidente que iba a volver a hablar eljefe médico.

― Voy a ser breve, he hecho milesde operaciones durante mi

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trayectoria, pero está sido una delas que siempre recordaré como lamás exitosa de todas a pesar delriesgo que conllevaba.

En ese momento empezamos a reventar allorar abrazados como niños chicos,incluso al jefe médico se le saltaron laslágrimas que vimos como se secaba.

― He de deciros que dada lagravedad de la operación se tieneque quedar en cuidados intensivosdurante cuatro días y nadie podráentrar a verlo, ahora mismo está enun estado muy delicado y tiene quedespertar y recuperarse con todaslas medidas de seguridadadecuadas, por eso yo os iré

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informando tres veces al día de suevolución, pero no podréis entrar averlo.

Empezamos a reír y a decir que se lopodían quedar un mes si querían, quenosotros esperaríamos el tiempo quehiciese falta para volver a entrar averlo.En ese mismo momento decidimos quenos quedaríamos allí todos, aunqueestuviésemos haciendo vida fuera delhospital ya que no teníamos nada quehacer allí, el doctor nos aseguró que nostendría totalmente informados de todo.Los siguientes días pasaron de forma

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que nos organizamos para hacer cosaspor Madrid y evadirnos un poco deaquel hospital, todas las noticias que nosdaban eran favorables así que Martacada vez tenía la sonrisa más fácil, ellase trasladó a nuestra habitación paradormir con nosotros ya que no queríaestar sola en la que había estado conMarcelo.Al cuarto día ya nos dejaron entrar averlo y estábamos todos de los nervios yal abrir la puerta nos encontramos a unMarcelo muerto de risa que nos decía:

― Aquí está el italiano para que oshartéis de él un poco más.

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Nos abrazó a todos con mucho cariño ya Mateo no paraba de darle las graciaspor haberle salvado la vida poniendotodos los medios necesarios que sólo élpodía ofrecer, no paraba de decirle queahora sí que le debía la vida y que erandos hermanos de verdad.El médico entró y dijo que las últimaspruebas que le habían hecho tras laoperación habían salido estupendas yque ya no quedaba ni rastro de aqueltumor, pero que debería de quedarse enel hospital por lo menos cinco días máspor los tratamientos que le estabanponiendo y para que se fuese totalmentetranquilo y libre de tratamiento, aunquela recuperación total tardaría muchísimo

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tiempo más y la haría en su casa.Marcelo y Marta nos pidieron quevolviésemos a Cádiz ya que ellosvolverían en avión en cuanto los echaránde allí, pero nosotros nos negamos ydijimos que allí habíamos llegado juntosy de allí nos iríamos juntos, nopensábamos dejarlos solos en ningúnmomento.Mis padres estaban llevando bien eltema de Tom, además que les encantabatener esa responsabilidad diaria dellevarlo al cole y recogerlo, sobre todoque les encantaba mimarlo.De repente sonó la puerta y dijimos queadelante y comprobamos que eranAbraham y Esther, habían pedido

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permiso en el trabajo y querían estar connosotros en estos momentos y sealegraban mucho de que todo hubiesesalido bien.Allí estábamos, en esa habitación, lamini Pandi como yo le llamaba.Los siguientes día lo pasamos paseandopor Madrid con Esther y Abraham,Marta por supuesto no se separó ni unmomento de al lado de Marcelo, perotodos no podíamos estar en la habitaciónya que necesitaba relax para salir deesta rápidamente.Los días pasaron lentos ya teníamosganas todos de irnos para Cádiz hastaque por fin el médico nos dio la noticiade que nos podíamos ir.

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Mateo alquilo un furgón para todosnosotros ya que iba a ser más cómodotrasladarlo en coche que meterlo en losjaleos de los aeropuertos.El viaje lo hicimos tranquilamente yMarcelo no paraba de decir que le debíala vida a Mateo.Al llegar dejamos primero a Marta y aMarcelo en su casa, quedando en volveral día siguiente para verlo y luegofuimos a dejar a Esther y Abraham, elcoche lo entregaremos al día siguienteen el centro de Chiclana.Nos fuimos a recoger a Toni que estabamuy alegre porque todo había salidobien, él quería mucho a Marcelo y loestaba pasando mal porque sabía la

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verdad de todo.Nos fuimos hacia casa para ver siterminábamos este mes de marzo sinningún sobresalto más, algo me decíaque nuestras vidas iban a estarpredestinadas a vivir en altibajoscontinuamente.Le comenté a Mateo que me parecía muyfuerte lo que había pasado los últimosmeses, primero el accidente de él yahora la enfermedad de Marcelo,parecía como si una mano negra nodejase de fastidiar nuestras vidas.Los días siguientes Marcelo estuvovisitando a una clínica en Cádiz y todoiba perfectamente, ya se le notaba unamejoría increíble, volvía a ser el mismo

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peleón que siempre.En esos días entramos en Semana Santapero anulamos el viaje para posponerloen verano ya que no queríamos irnos ydejar sola Marta por si necesitabacualquier cosa, además que el que lopidió fue Tom, dijo que no se quería irhasta que todo estuviese completamentenormalizado por si nos necesitaban.La Semana Santa la pasamos en la casade los caños con Marta y Marcelo, devez en cuando tomamos alguna copa,pero poca cosa ya que Marcelo no podíabeber y era el que realmente iba a todaslas fiestas.Esa semana fue muy tranquilita ydivertida, nos hartamos de ver películas,

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de charlar y de preparar algunasbarbacoas.Tom no paraba de estar pendiente aMarcelo, ese niño tenía una capacidadincreíble para pensar como un adulto yactuar sobre todo así.Tras la Semana Santa y la gran mejoríaque había tenido Marcelo, nos volvimosa nuestra casa a coger la rutina delcolegio y del trabajo de Mateo, Martaquería poner una de sus casas en ventapara pagar a Mateo todo el coste delhospital pero este le dijo que sería loúltimo que hiciese y que jamás se locogería, se lo dejó tan claro querápidamente se le quitaron las ganas aMarta de volverlo a decir.

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Abril se presentó como un mes muybonito y radiante de sol, me encantabami vida de casada y la rutina que habíapillado tras ella, Mateo hacía que todoslos días me sintiese la mujer másimportante de este planeta y mi pequeñogran amor solo sabía darmesatisfacciones y nada de dolor decabeza.El pequeñajo no paraba de decir quequería pegarse unas vacaciones de unmes por ahí fuera en verano, habíasalido viajero como su padre y sumadre, Mateo nos prometió que nosprepararía un gran viaje pero de otraforma diferente a los anteriores.

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Marcelo ya había empezado a tomaralguna que otra copa y volvió a sertotalmente el hombre que era antes de losucedido, ya que durante ese tiempo sele veía más débil, pero ya eso estabapasando a la historia.Los últimos días de abril lo fuimospreparando con el tema de la ropa,venga a guardar la de invierno y a sacartoda la que era de verano, que por ciertotuve que tirar muchísimas de todo ya quehabía dado un estirón grandísimo.

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13.

Entré en mayo encontrándome fatal yMateo se preocupó ya que últimamentetodo eran temas delicados de salud loque iba sucediendo a nuestro alrededor,así que decidió llevarme al médico aque me hiciera un chequeo.Llevaba dos días que no podíalevantarme de la cama y no paraba devomitar y sentirme fatal, así querápidamente empezaron a hacermepruebas.Tras empezar a descartar, me hicieronuna última prueba que rápidamente nosdieron los resultados.

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― Felicidades, vais a ser padres.Nuestra cara fue un poema, nos miramosy no tuvimos valor de decir ni lo másmínimo, pues era lo último quehubiésemos pensado, estaba claro que laluna de miel jugamos con fuego yhabíamos terminado quemándonos, trasun rato sin reaccionar delante del doctor,Mateo se levantó y se vino hacia mí adarme un fuerte abrazo.Yo salí de la consulta en estado de shockpues no me esperaba esa noticia paranada, Mateo sin embargo la asimilorápidamente e iba muy feliz diciendoque la vida por fin le daba algo bonito,no paraba de hacerme caricias en lasmanos y yo no podía reaccionar a nada,

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estaba como si me hubiesen echado unjarro de agua fría encima.Fuimos a recoger a Tom al autobús y alllegar a casa Mateo le dio la noticia,Tom no paraba de saltar de la alegríadiciendo que iba a tener un hermanito yno paraba de venir a tocarme la barriga.Por la tarde Mateo, preocupado, mepreguntó si no me hacía ilusión esanoticia.

― Tener otro hijo tuyo es el mayorregalo que me podía dar la vida,pero te juro que no estabapreparada para que fuese tanpronto, estaba disfrutando tanto demi pequeño gran amor que loúltimo que se me pasaba por la

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cabeza era tener otro hijo ahora,pero dame unos días para que loasimile que seré la mujer más felizdel mundo.

Mateo preparó una fiesta para el viernespor la tarde en mi casa para invitar atodos nuestros amigos y familiares ydarles a la vez en la noticia.Yo ya estaba más feliz, aunque al nonotarme la barriga todavía parecía queno iba conmigo, sin embargo Tom teníala palabra hermano en su boca todo eltiempo y estaba feliz de la vida.El viernes por la mañana, mientrasdesayunaba antes de ir al colegio, medijo que tenía muchas ganas de verle lacara a su hermanito o hermanita y que lo

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iba a cuidar mucho.Yo sabía que Tom lo iba a querer mucho,se le notaba la felicidad que le habíacausado esa noticia, a mí me entró larisa de pensar lo rápido que habíapasado todo y que de repente estabacasada y esperando el segundo hijo,madre mía si un director de Hollywoodcogiese mi historia montaba la películadel siglo.Por la tarde llegó el servicio de cateringque se encargaría de todo para la veladaque había preparado Mateo, cuandollegaron todos pensaban que venían auna de las escenas que le gustabapreparar a Mateo, sus padres veníandesde Málaga y se iban a quedar esa

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noche en nuestra casa.Cuando todos estaban ya en nuestrojardín, Mateo pidió unos momentos desilencio porque quería decir unaspalabras.

― Quiero brindar por estamaravillosa familia que sois todos,da igual que sean las calas deamistad o familiares pero todostenéis un lugar importante ennuestras vidas. Sabéis lo quehemos luchado Daniela y yo paraestar juntos en estos momentos yaque no ha sido un caminoprecisamente fácil, ni qué decirtiene que nuestro hijo Tom tambiénha tenido que ser muy valiente para

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llegar a estar hoy felizmente connosotros, a mi hermano Marceloporque en el momento que volvió anacer me hizo más feliz todavía, anuestros padres y amigos que soisun pilar fundamental en nuestrasvidas, a todos vosotros osqueremos decir que estamosesperando un bebé.

En esos momentos empezaron todoshasta a tocar las palmas y gritar defelicidad, cómo no, todo el mundo vinoa tocarme la barriguita, que aún seguíaplana como una mesa, ya querían saberhasta el sexo, cuando para eso aún porlo menos quedaban dos meses.Ya los padres de Mateo no paraban de

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decir lo que querían comprar para elbebé y mis padres igual total, que setiraron toda la noche discutiendo qué eslo que iban a comprar unos o comprarlos otros.Al día siguiente se fueron los padres deMateo y por fin nos quedamos solospara empezar a tomar todo ya con lamayor normalidad posible, además quea mí no me hacía mucha gracia estartodo el tiempo hablando de embarazo yel día anterior me habían puesto lacabeza hecha un bombo.Entramos en el verano visitando alginecólogo para la ecografía de los tresmeses, por supuesto nos acompañó Tomya que quería escuchar el corazón de su

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hermanito, me tenía agarrada de la manocomo si yo fuese a pasar dolor alhacerme esa prueba, la verdad es que miniño era para comérselo, tenía unosdetalles gigantes y era súperresponsable, indudablemente siempresería mi hijo mayor.Cuando el doctor comenzó a hacerme laecografía, rápidamente dijo, sin dudarlo,que estábamos esperando una niña y quese le veía claramente, que su corazónera fuerte y que todo estabafabulosamente, Tom estaba embelesadomirando a la pantalla y el doctor le dijoque no se preocupase que ahora le dabauna fotografía, lo cual nos hizo reír porla forma en la que se lo había dicho al

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médico.El doctor nos calculól la fecha del partoy nos dijo que sería para finales denoviembre, estaba claro que coincidíacon la fecha de la luna de miel, vamosque ese hijo fue engendrado en ese bar.Por fin los vómitos y malestares sehabían ido dejando de lado y pasamostodo el verano preparando la habitaciónde nuestra pequeña Xiomara, ya que yoquería ponerle ese nombre por unaamiga mía cubana.Este verano no hicimos ningún viaje yaque queríamos estar tranquilitosdisfrutando de esos momentos tan dulceque estábamos pasando, así queaprovechamos para ir mucho a la playa

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y rodearnos de nuestros familiares yamigos los fines de semana, el viaje aTenerife lo dejaríamos pendiente para elaño siguiente.Tom, cada vez que pasaba por una tiendade bebé, siempre se le antojaba algopara comprar para su hermana Xiomara,a mí me hacía mucha gracia y lo másgracioso es que lo pagaba él de susahorros, no paraba de comprarle regalosporque decía que cuando viniese almundo tenía que estar con muchas cosasque son necesarias para los bebés,siempre cogía baberos, sonajeros ycosas de ese estilo.Mateo estaba feliz de la vida por lallegada de nuestro segundo hijo y decía

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que ahora sí que íbamos a ser una granfamilia, yo le daba las gracias todos losdías a Dios por esos momentos que meestaba haciendo vivir y por poner tantoorden mi vida.Los meses pasaron rápidos hasta llegarnoviembre, ya tenía un bombo súpergrande y las piernas no podían más conmi cuerpo. Mateo y Tom estabandeseando que llegase ya Xiomara, peroyo más que ya no podía más con mialma.El día 17 de noviembre rompí aguas encasa de mis padres y salimos pitandopara la clínica privada que teníamosconcertada, y llamamos a Mateo queestaba en su trabajo para que saliese

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corriendo para darnos el encuentro.Fue impresionante, llegar al hospital yya estaba él allí. Tal como entré mehicieron un registro y me dijeron que ibadirecta para paritorio, no me dierontiempo ni a ponerme la epidural cuandoya tenía la cabeza asomada nuestrapequeña hija.Sí a mí me llega alguien a haber dichoque iba a tener un parto tan bueno, no lohubiera pasado tan mal pensándolo todoeste tiempo, ya que a pesar de losdolores que ello conllevaba, había sidotodo muy rápido.Tom no paraba de comerse a besos a lapequeña y decía que tenía la hermanamás bonita del mundo, me encantaba

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verlos así juntos y no paraba Mateo detirarles fotos y colgarlas en las redessociales, cosa que a mí no me gustabapero estaba tan feliz que no queríacortarle esa ilusión.Me llegó un ramo de flores de Damiándándome la enhorabuena por la llegadade Xiomara y todos mis amigos estabanapareciendo continuamente por elhospital, menos mal que me echaronrápido de allí, a los dos días ya estabaen casa con mis tres amores.La niña era preciosa, al igual que Tom, yse parecían mucho, evidentementeestaba claro que llevaban totalmente losgenes de su padre.A Tom le costaba mucho ir al colegio y

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separarse de su hermana, así que cuandoregresaba de él, no se separaba de ellani un solo momento, ni siquiera paraestudiar.Noviembre se fue rapidísimo, al igualque los primeros días de diciembre, yaestábamos adentrándonos en lasprimeras Navidades con nuestro nuevomiembro de la familia. El día 24 Mateopreparó una gran fiesta en casa e invitó ami familia y a la suya y se incorporaronMarcelo y Marta, que serían lospadrinos de nuestra hija.Mi familia estaba encantada con los dosniños, al igual que la familia de Mateo.Xiomara era muy buena, por lamadrugada se levantaba una vez, le daba

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el pecho y seguía durmiendo hasta lamañana siguiente sin molestar enabsoluto.Entramos en el año nuevo con la mayorde las felicidades y saliendo todo apedir de boca, ya teníamos una familiaconsolidada y nuestro matrimonio ibaviento en popa, habíamos congeniado ala perfección. Por fin había triunfado elamor y la vida había empezado aponernos cosas bonitas en nuestrocamino.Mateo había cogido la dinámica de ir asu lugar de trabajo de lunes a jueves deocho a tres, así que los fines de semanalo teníamos enterito para nosotros,además de las vacaciones y los días que

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él podía tener el privilegio de cogercuando quisiera.Me di cuenta que las cosas más difícilesde la vida, luchando, las podíamosconseguir. No todo en la vida se debe dequedar en un sueño, si no en un reto alque se debe dejar todas nuestras fuerzaspara conseguirlo y nos hará felices a lolargo de nuestras vidas.

Agradecimientos.Quiero agradecer a las miles depersonas que han leído esta trilogía yhan conseguido llevar mi novela a lomás alto en ventas y en puestos deAmazon.

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A todos mis seguidores y lectores quecada día me animan con suscomentarios, gracias a ellos es posibleseguir en esta aventura que tantassatisfacciones me ha dado.Entre todos me habéis demostrado quelos sueños pueden cumplirse, quesiempre pueden realizarse y, sobre todo,que siempre hay que luchar poralcanzarlos.Agradecer una vez más a mi marido elpapel tan importante que ha tenido parayo poder desarrollar este trabajo,encargándose de todo lo que yo habíaido dejando por el camino para poderterminar este proyecto, sin su ayuda,indudablemente, nada hubiese sido

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posible.Decir que todos los viajes han sidovividos de primera mano, algo que meha servido para el desarrollo de lahistoria.Gracias a todo de corazón. Es porvosotros que sigo luchando.Norah Carter.