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de lo que lo ha hecho Anderson Imbert enel libro ya citado. El Dado preocupado por"Las tinieblas enemigas" o las heterodoxiasreligiosas ("Un cisma en Francia") o lasblasfemas travesuras de los estudiantes demedicina ("El desquite de la muerte").Todo eso era más capital para Darío que loque suele reconocerse. Se trata de un Dadoenfermo de Eironeia, amigo de "estampasvampirizadas, carnicerías guerreras, desnudeces impúberes, pegasos sarnosos y wagnerizaciones singulares" seguidor de losswedenborgianos de la rue Thourin y lasautopsias de Saint-Antoine, temeroso de"la flaca fatal que ve mucho más ~á desus ausentes narices" a quien, a veces, sólola ira distrae de su temor como cuandohabla de las mujeres abortadoras de Francia: "La hacedoras de ángeles, cirujanasgalantes que abelardizan la crecida clientelade damas ultraprudentes partidarias de ladespoblación"; el Darío seguidor de Fuchsius, Delaporte y el Marqués D'Hervey deSaint-Denise, que se aterroriza ante la posibilidad de contraer la sífilis ("La herenciade Don Juan") y lo lleva a hacerse unexperto en esa rama de la medicina; lectorasiduo de Pascual y Richard en lo concerniente a "lo videncial y lo oníric9", ymiembro regular de las conferencias deEusapia Paladino, fan del tarot, la cábala,percances sibilinos y urgencias de ultratumba; comentarista (en Los raros) de poetastros macabros como Hannon y Rollinat.Creo que la lectura de todos esos artículos(Rama mismo acaba de editar en la U. dePuerto Rico El mundo de los sueños) dispersos en su periodismo hubieran ayudadomás al lector a ubicar a Darío dentro. delgénero que parafrasear por enésima vez lascategorías todorovianas, es decir, lo hubieraubicado dentro de su singular coherencia.Para Rama esa relación con el ocultismo es"timorata". No deja de parecerme contradictorio que Rama luego le otorgue a esapreocupación dariana jerarquía suficientecomo para considerarla significante cuandoanaliza el problema de la unidad. Daríobuscaba respuestas a "la áspera situació~
que vivía", y veía en todo ello "un ligamenentre el universo científico... y el perviviente afán de un orden regido por elespíritu" como dice Rama. Por eso mismohabría que empezar a considerar si esaspreocupaciones, reiteradas como ningunaotra en los artículos de Darío, por el almade Chopin y de Poe, los tísicos, el suicidio,el vicio, la leche de serpiente, el amantemacabro, la señorita esqueleto, la bebedora
de ajenjo, la cefalalgia, la navaja del diabloy la vilanela no serán más dignas de consideración de lo que han sido hasta ahora. Elhermoso tomito de Jiménez puede interesara alguien a ·seguir esa pistas. Una últimaobservación: ¿no hubiera convenido queJiménez hubiese incluido dos curiosos textos -cuyos elementos claramente autobiográficos. sólo los hacen más interesantescasi olvidados? Me refiero a "Siempre elmisterio" y a "Historia de un sobretodo".
Guillermo Sheridan
* Rubén Darío, Poesía, Prólogo de Angel Rama,edición de Ernesto Mejía Sánchez, cronología deJulio Valle-eastillo, Biblioteca Ayacucho Núm. 9,Caracas, 1977.* Rubén Darío, Cuentos fantástk:os, prólogo yselección de José Olivio Jiménez, "El libro debolsillo" Núm. 646, Alianza editorial, Madrid,1976.
Psicosis y recuperaciónen la pantalla
Para alguien apasionado por el cine y por elpsicoanálisis resulta particularmente interesante el reciente estreno de dos cintas cuyotema es la psicosis, y cuyo tratamientotiene en común la curación (o más exactamente la recuperación) de sus respectivosprotagonistas. Nos referimos a Nunca teprometi un jardin de rosas y Equus.
Aunque ambas historias están apoyadas-no podía ser de otro modo- en casosreales, la primera de ellas resulta más familiar para los lectores en lengua española,debido a la difusión que ha tenido latraducción de la autobiografía clínica deHannah Green, l mientras que la segundaresulta más bien una traducción del lenguaje teatral al cinematográfico.
Nunca te prometi. .. trata sobre un casode esquizofrenia en una joven de 17 añosy las dificultades de su tratamiento, queduró más de tres afios antes de llegar a lacuración total. En esta película, los gritosdelirantes y las fantasías oníricas de laprotagonista son presentados con un desapasionado dominio de la técnica, no sólofI1mica sino también sicoanalítica, lo quegenera un espacio donde el impulso terapéutico ha dejado atrás las mitologías deun virtuosismo prefreudiano (las curacionescasi mágicas) para acceder al clasicismo y laprecisión de un caso tan excepcional como
fUmable. Excepcional puesto que no todoslos terapeutas son tan profesionales IÚ todos los pacientes tan cooperativos, y sólouna escasa minoría tiene acceso a un tratamiento tan concienzudo y personalizado.
Aquí es conveniente recordar las investigaciones de Luce lrygaray (antigua colaboradora de Jacques Lacan), quien ha demostrado que mientras el delirio esquizofrénico en el hombre tiende a ser verbalizado, lamujer manifiesta su delirio corporalmente,razón por la cual la enfermedad mental enella resulta socialmente disruptiva?
En el caso que observamos en la pantalla, la protagoIÚsta se aleja de la realidadobjetiva (es insensible al dolor físico yrehuye todo contacto epidérmico), creandoen su lugar un universo cerrado, huidizo yaterrador, a la vez posesivo y exigente, alque deberá rebelarse para ser capaz dereconocer su propia identidad.
Al finalizar su relato, y después de conducirnos a una inmersión distanciada hastalas profundidades de la fantasía patológica,el director nos rescata a la superficie de lanormalidad. Nuestra epidermis, que por unmomento -gracias a la convicción de laprotagonista- fue tan intocable cómo en la
- pantalla, ha quedado intacta, pues nuestraconfIanza en la recuperación se ha reforzado con un final feliz.
Pero en Equus no identificamos necesariamente la recuperación con el tradicionalfmal feliz. Al tratar a un adolescente queintenta escapar de la ansiosa religiosidad desu madre, creando un complejo ritual paraadorar a su caballo, el Dr. Dysart se pregunta si su acto curativo tiene algún sentido, pues al curarlo lo convertirá en unindividuo menos conflictivo pero a la vezmenos apasionado.El mism o doctor ve a su paciente (Allan)como un individuo capaz de elegir supropio sufrimiento (como un dios) y capaz además de crear un complejo uIÚversopropio, con su santuario, su simbologíay su lenguaje, donde él mismo oficia paraentrar en un éxtasis furioso y, a fin decuentas, legítimo.
Mientras tanto, el doctor añora el mundo de los antiguos dioses helénicos, que"también mueren", pero que mueren precisamente porque él ya no puede creer enuna mitología que nunca ha podido experimentar tan directamente como su paciente.Por esta razón, confIesa su culpabilidadprofesional de ser "sacerdote de ese deformante dios que es la salud, oficiando en elnombre de la normalidad". Al salir de su
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casa, nos confiesa, aCarICIa el busto deDionisia para que le traiga buena suerte, yluego se dirige a tratar a AlIan, quien nonecesita ningún intermediario entre su arodar amoroso y el objeto de su culto.
y aunque también Allan es afortunadoal recibir atención particular, las diferenciasentre él y la adolescente de Nunca teprometi. .. son notorias. Mientras la enfer·medad de ella no es socialmente tan peli·grasa como la de Allan, éste termina porherir los ojos de sus caballos, incapaz deresistir su mirada al tratar de hacer el amorcon una amiga, pues siente que esta miradalo acusa de infidelidad. Con este acto suconflicto personal se convierte en un problema social, y de no ser por esta razónnadie se ocuparía de convertir a Allan enun ser normal y desapasionado, reflexionael DI. Dysart.
De ambas películas, sólo Equus pareceinteresada en descubrirnos las causas de laenfermedad. Cuando al padre de Allan loencuentra con su amiga en un cine pornográfico, empieza a temerle, pues su hijodescubre en ese momento que "todos loshombres tienen un pene, yo también tengoun pene y mi padre es un pobre diabloigual que todos los demás, no es nadaextraordinario". Este temor de su padreante la vida y su debilidad ante la ansiedadreligiosa de su madre obligaron a Allan(también a los 17 años) a refugiarse en unmundo privado, secreto y marginal.
Aunque también el uIÚverso particularde Allan sea tan exigente como el de ella(él se ha impuesto una rigurosa fIdelidad),su rebelión no es suficiente para liberarsedel todo: debe haber una total catarsis, y eloportuno apoyo del Dr. Dysart duranteesta crisis resulta dramático.
En el caso de ella, durante el proceso derecuperación la terapeuta respeta las reglasdel juego, no trasgrediendo el terreno movedizo interior, respetándolo como algo domeñable sólo por la paciente. Ello permiteestablecer una atmósfera de confianza entrepaciente y terapeuta (a pesar de la ausenciatemporal de esta última), al grado queaquélla termina por bautizar a su terapeutacomo "flor y roca", es decir, a la vez dulcey firme.
El Dr. Dysart, por su parte, logra lanecesaria catarsis fInal utilizando la sugestión en la que cae Allan al creer que haingerido una pastilla para decir la verdad,sugestión que no hubiera sido posible de nohaberse establecido una fIrme transferen·cia. 3
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.l,
Mientras en Nunca te prometí. .. reen·contramos algunas de las más difundidasideas acerca de la esquizofrenia, tratadascon cierta complacencia en los aspectos másemotivos y olvidando por completo mostrardialécticamente la problemática profesionalde la doctora, el drama del Dr. Dysartconsiste en que nadie tiene una respuestadefmitiva a su pregunta inicial. Pues élmismo, con toda su capacidad profesional(esa misma capacidad técnica de la queparece estar orgullosa, y con razón, ladoctora de Nunca. .. ), preferiría vivir susmitologías antiguas, o cuando menos compartirlas con su mujer (o al menos hacer elamor con ella, o al menos haberla besadoalguna vez durante los últimos años) enlugar de ser el doctor de AlIan y tratar decurar a un adolescente que efectivamentevive todas sus mitologías.
Aunque aquí nos ocupamos esencialmen·te de los aspectos sicoanalíticos y de sutratamiento en cada una de estas cintas, valehacer un paréntesis para señalar la calidadestrictamente cinematográfica de Nunca teprometi. .. (ese clasicismo que se mencionóal principio de esta nota). Mientras la tera·peuta le habla a la muchacha, vemos a estaúltima mirar hacia un costado y escuchar auno de los espíritus de su propia fantasía.En esos momentos de inmersión hacia elmundo interior de la protagonista tenemosla opción de seguir escuchando a la tera·peuta, que es nuestro contacto con el mun·do real, o dejarnos llevar por las fantasíasde la adolescente, que nos parecen portodos conceptos fascinantes. La banda sonora es un apoyo espléndido para estanarración que tiene mucho de "tolkienia·na".
Desde este mismo punto de vista, lamentamos la irregularidad en el montaje deEquus, cuyo ritmo salta de una secuenciade gran lirismo visual (como la bellísimaescena nocturna donde el muchacho cabalga desnudo sobre su caballo) a otra queparecería más propia del teatro experimental.
Así, mientras en Nunca te prometi. ..sufrimos la agonía de ver a la esquizofreniaconvertida en una estrella de cine, dondefinalmente se ha glamurizado el delirio y seha olvidado decirnos cuáles son los límitesde la complejidad femenina durante el proceso de la comunicación verbal, convirtiendo un problema clínico en una ocasión deregocijo feminista, Equus se nos planteacomo un problema teológico para antes de(tomar la píldora para) dormir, es decir, un
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problema religioso antes de tomar un placebo para confesar la verdad más secreta yapasionada, es decir, un problema necesariamente sexual que se antepone a la posibilidad futura de disfrutar de una pasión formidable.
Mientras Nunca te prometí... se olvidade los miles de casos que nunca llegan arecuperarse, Equus Los recuerda que si elhombre ba sido defmido como una pajaque piensa, sin embargo puede perderse enel pajar de sus propias ortodoxias (llámenseterapia, religión o moral) y acabar porconsumirse en una apasionada búsqueda designificado.
Lauro Zavala Alvarado
1. Hannah Green: Nunca te prometí un jardín deroSllS. Barcelona, Barral Editores, 1975,2. Luce lrigaray: "Women's Exile (An Inter·view)". Ideology and Consciousness, No. 1, May1977, pp. 62-76.3. Un psicoanalista diría que el Dr. Dysart no seatreve a resolver su contratransferencia, sino queparece apostar su relación transferencial para lograr una c'lración catártica.
Asturias: el tiempo, . ,
que paso, pasa y pasara
Cuando los latinoamericanos descubren supasado indígena piensan y sienten una reali-
..
dad muy lejana de la suya. Es cierto, y esdifícil acercarse a las culturas anteriores aOccidente (y para América existen sóloquinientos años de Occidente) sin parecerun turista, sin ser un antropólogo. Loacercamientos, las aproximaciones que sedan al respecto son casi siem pre fracaso .cuando mucho testimonios de una impotencia, y clarificación de un deseo de realmente sentirlo nuestro. Pero, ahora lo sabemosesta situación tiene otra cara: la cultun:que creemos es raíz del árbol-eivilización enque vivimos, es en realidad el follaje de lacopa, de las más verdes de las hojas nuevas.S~ José Mar~a ~~guedas viera en el indigemsmo un prmclplo ya cancelado, un sentido de la vida caduco y apenas interesantecomo prehistoria, sus obras serían -si acaso- manuales de quechua en diez lecciones.Pero hay en Arguedas uno de los realesac~rcamie~tos a n~estra naturaleza indígena, de ahl la poeSla de su escritura desgarrada entre el arcaísmo y las más absolutacontemporaneidad.
,~ta pequeña introspección surge a propaSIto de un nuevo intento por ir a -recuperar- nuestro pasado· . Tres de CuatroSoles, obra editada póstumarnente de Mig )An l · , ue
ge As.t~nas (~ que inicia la publicaciónde la ~lclón Cntica de la Obra Completadel e~ntor guatemalteco), impresa en colab~raclon por ~l. Fondo de Cultura Econórmca y por E<iltlOns Klincksieck de Franciacon un extenso prólogo de Dorita Nou:baud, un breve prefacio de Mareel Bataillony ,u~ herrno~ poema homenaje de AiméCesarre. Astunas se sitúa ante la ·ócreaCI n