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PSICOLOGÍA POSITIVA APLICADA EN LA EDUCACIÓN: HACIA UN CAMBIO HISTÓRICO POR UNA SOCIEDAD MÁS JUSTA
© Esperanza Parra López
RESUMEN
El objetivo del presente artículo es utilizar la Psicología Positiva en la
Educación, principalmente en el ámbito de Secundaria y Bachillerato. Se
trabajarán las 24 fortalezas del ser humano en la propuesta de intervención,
fomentando sobre todo la pasión, tanto en el profesor, así como en los
alumnos. También se mencionarán las cualidades que debe tener un buen
educador según Paulo Freire. Para terminar, creemos que el educador puede
mejorar la sociedad actual a través de su labor diaria con los alumnos, y
profundizaremos en ello.
Palabras clave
Psicología Positiva, Educación, profesor, alumno, pasión, positividad,
experiencia autotélica, Paulo Freire.
INTRODUCCIÓN: PSICOLOGÍA POSITIVA.
La Psicología Positiva nace en 1998 con la asunción del psicólogo
norteamericano Martin Seligman como presidente de la American
Psychological Association. Seligman se convirtió en portavoz de esta nueva
rama que propone potenciar las fortalezas humanas para que funcionen como
amortiguador ante la adversidad.
La Psicología Positiva parte de los siguientes interrogantes: ¿No sería lógico
ocuparnos también de promover la salud más allá de la enfermedad? ¿Ayudar
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a las personas a tener una vida mejor y no sólo a tener una vida con menos
problemas? ¿Estudiar a las personas que aseguran ser felices y saber cómo lo
logran? ¿Aprender a saborear los momentos? ¿A experimentar una mayor
cantidad de emociones y experiencias positivas? Y ¿Por qué no, a ser más
felices? (Prada, 2005). Es sabido que las personas optimistas tienden a
interpretar que sus problemas son pasajeros, controlables y propios de una
situación. (Seligman, 2011). Y está comprobado científicamente que el
optimismo predice la longevidad. (Seligman, 2011). También hay que añadir
que las emociones positivas tienen un objetivo fabuloso en la evolución.
Amplían nuestros recursos intelectuales, físicos y sociales y los hacen más
perdurables, acrecientan las reservas a las que podemos recurrir cuando se
nos presente una amenaza o una oportunidad. Cuando estamos de talante
positivo, las personas como nosotros mejoran, y la amistad, las relaciones
amorosas y las coaliciones tienen más probabilidades de prosperar. A
diferencia de las limitaciones que induce la emoción negativa, nuestra actitud
mental es expansiva, tolerante y creativa. Estamos abiertos a nuevas ideas y
experiencias. (Seligman, 2011). La base de todo esto es que la vida causa los
mismos contratiempos y las mismas tragedias tanto a optimistas como
pesimistas, pero los primeros saben afrontarlos mejor. Según hemos visto, el
optimista se rehace de su derrota y, si bien con algunas pérdidas, se
recompone para volver a luchar. (Seligman, 2011). Como el Ave Fenix que
renace de sus cenizas. Para ello debemos desarrollar las 24 fortalezas:
(Clasificación de las fortalezas humanas. Values in Action Institute, 2002):
1. Curiosidad, interés por el mundo.
2. Amor por el conocimiento y el aprendizaje.
3. Mentalidad abierta.
4. Creatividad.
5. Perspectiva.
6. Valentía.
7. Perseverancia.
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8. Honestidad.
9. Vitalidad.
10. Amor, capacidad de amar y ser amado.
11. Amabilidad, generosidad, bondad.
12. Inteligencia emocional, personal y social.
13. Civismo y trabajo en equipo.
14. Sentido de la justicia, equidad, imparcialidad.
15. Liderazgo.
16. Capacidad de perdonar, misericordia.
17. Modestia y humildad.
18. Prudencia.
19. Auto-control, auto-regulación.
20. Apreciación de la belleza y la excelencia.
21. Gratitud.
22. Esperanza.
23. Sentido del humor y entusiasmo.
24. Espiritualidad.
Pero desarrollar estas fortalezas no es del todo suficiente para encontrar la
felicidad, es necesario algo más: entrar en estado de flujo, esto es, te
involucras tanto en lo que haces que no piensas en ti mismo como algo
separado de la actividad que haces. Eres lo que estás haciendo.
(Csikszentmihaly, 2010). Entonces olvidas tus problemas, tus preocupaciones,
estás totalmente involucrado en tu actividad, sea la que sea. Cuando la energía
psíquica de una persona se une a un tema vital, la conciencia logra estar en
armonía. (Csikszentmihaly, 2010).
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Cuando una persona invierte toda su energía psíquica en una interacción, llega
a ser parte de un sistema de acción mayor que la personalidad individual que
había sido antes. En el flujo, una persona siente el desafío de hacerlo lo mejor
posible y debe mejorar constantemente sus habilidades. Pero después, cuando
tiene la oportunidad de volver, la personalidad de este individuo que ahora está
reflexionando no es la misma que existió antes de la experiencia de flujo; ahora
está enriquecida por habilidades y logros nuevos. (Csikszentmihaly, 2010).
METODOLOGÍA: TEST.
Se ha pasado el Test de Positividad, Test de Orientación Vital LOT-R-1 a una
clase de 1º de Bachillerato en Murcia. Para ello solicitamos en todo momento
los permisos adecuados.
Resultados del Test:
Los alumnos son en total veintitrés. Y nos encontramos con:
- 15 optimistas.
- 3 muy optimistas.
- 2 en término medio.
- 3 pesimistas.
Discusión y conclusión de los resultados:
Como podemos observar, la mayoría son optimistas y hay el mismo número,
muy inferior de muy optimistas y de pesimistas. Dos están en el término medio.
He sabido que un chico de los que salen pesimistas tiene problemas de bulimia
y anorexia, además, tiene problemas varios. Posiblemente por todo ello tenga
una aptitud pesimista. Pero curiosamente ha sacado una nota muy alta en el
examen de Historia del Arte. Él es la excepción, puesto que los otros dos
alumnos pesimistas tienen notas bajas, un cinco y un cuatro respectivamente.
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También es interesante que los muy optimistas no han sacado notas altas, un
seis y un seis y medio. Los que han sacado las notas más elevadas son
solamente optimistas, salvo la excepción del chico con problemas que he
comentado anteriormente que ha obtenido una nota muy elevada. ¿Cómo es
posible que los muy optimistas no hayan sacado notas altas? ¿Cómo es
posible que un chico pesimista con problemas haya obtenido una elevada
calificación? ¿Cómo es posible que chavales optimistas obtengan calificaciones
tan bajas como un dos o un tres? De todas formas, ha pasado una cosa muy
curiosa, alumnos que normalmente no sacan buenas notas en dicha materia,
han tenido altas calificaciones en la unidad didáctica que expliqué e hice el
correspondiente examen; se mostraron muy interesados en clase y prestaron
mucha atención, en general todos prestaron atención. Posiblemente, ello fue
así porque utilicé estrategias de la Psicología Positiva con ellos desde el primer
momento y así gané su confianza:
- Les pedí, nada más iniciar la clase, que escribieran en un papel su
nombre y lo colocaran en sus pupitres, como yo lo había hecho con mi
nombre y lo había colocado en mi mesa. De esta forma, podía dirigirme
a todos y cada uno de ellos por su nombre, algo que les gustó mucho
porque se sintieron valorados y respetados.
- La primera sesión fue un debate en el cual trabajamos algunos
fragmentos del texto De la dignidad del hombre de Giovanni Pico della
Mirandola y les lancé preguntas como: ¿Vosotros creéis que podéis
conseguir lo que os propongáis en esta vida? Curiosamente, había
alumnos poco estudiosos que participaron activamente en el debate, se
sintieron escuchados y su opinión, fuera la que fuese, valorada. Parte de
esos alumnos poco estudiosos que participaron activamente en el
debate, estudiaron concienzudamente la unidad didáctica y obtuvieron
altas calificaciones. También, curiosamente, tenía en el debate una
mitad de la clase participativa y otra no participativa y más bien reflexiva.
Animé en todo momento a esta parte no habladora a que se expresara,
y lo conseguí con cuatro de ellos, que está muy bien creo, porque les
hice sentir que todos estábamos esperando sus palabras.
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Por todos estos resultados y observaciones, positivos o no, comprensibles o
no, con dudas o sin ellas, es necesario realizar un plan de intervención que no
sólo se limite a este grupo en concreto, sino que se pueda extender a todos los
grupos y a cualquier centro educativo de Secundaria y Bachillerato. Hemos
observado que la mayoría son positivos pero no siempre se refleja en sus
resultados académicos. Debemos solucionar este problema, aquí falla algo y
todo esto se puede extender a toda la Educación en cualquier IES.
PROPUESTA DE INTERVENCIÓN
“No existe educación sin sociedad humana y no existe hombre fuera de ella”.
“Educación del ‘yo me maravillo’ y no sólo del ‘yo hago’”. “La educación es un
acto de amor, por tanto, un acto de valor. No puede temer el debate, el análisis
de la realidad; no puede huir de la discusión creadora, bajo pena de ser una
farsa”. “Una educación que haga posible que el ser humano discuta con coraje
de sus problemas, que le avise de los peligros de su tiempo, a fin que, siendo
consciente coja empuje y virtud para luchar, y no se deje arrastrar hacia la
pérdida de su propio yo”. Paulo Freire.
“La palabra ‘autotélico’ o flujo, se refiere a una actividad que se contiene en sí
misma, que se realiza no por la esperanza de ningún beneficio futuro, sino
simplemente porque hacerlo es en sí la recompensa. Dar clases a los niños
para convertirlos en buenos ciudadanos no es autotélico, mientras que darles
clase porque uno se divierte al interactuar con ellos sí que lo es”. Mihaly
Csikszentmihalyi.
El flujo te ayuda a olvidarte de tus problemas, hay gente que entra en flujo
principalmente por ello. Cuando no estamos preocupados por nuestras
personalidades, realmente tenemos la oportunidad de expandir el concepto de
quiénes somos. La pérdida de autoconciencia puede llevar a la transcendencia,
un sentimiento de que se han sobrepasado los límites de nuestro yo.
(Csikszentmihalyi, 2010). A menudo las horas que transcurren parecen
minutos, o al contrario, esto sucede cuando estamos en estado de flujo.
(Csikszentmihalyi, 2010).
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La mayoría de actividades de disfrute que nos llevan al estado de flujo no son
naturales, requieren de un esfuerzo inicial que nos cuesta realizar. Pero una
vez que la interacción comienza a ofrecer retroalimentación a las habilidades
de la persona, empieza a ser intrínsecamente gratificante. (Csikszentmihalyi,
2010). La experiencia autotélica, o flujo, eleva el transcurso de la vida a otro
nivel. (Csikszentmihalyi, 2010). Se considera interesante, y en este artículo se
plantea que los alumnos descubran su tema vital, su meta que da forma y
significado a sus vidas, cada uno tiene la suya; que a través de su experiencia,
de su vida, de su niñez, descubran su tema vital. Es importante plantearse
ayudarles a desarrollarlo como profesores, favoreciendo que sientan el flujo.
Aplicar una psicología humanista a las aulas. Para ello es fundamental que el
profesor/a transmita pasión, tema del que nos ocuparemos más adelante.
Para comenzar, empezaremos desarrollando actividades para potenciar las 24
fortalezas humanas que ya nombramos, realizaremos estas actividades a lo
largo de todo el curso en las sesiones de tutoría, y si no, se seleccionarán días
para realizarlas, algunas se pueden hacer una vez a la semana o incluso todos
los días puesto que no ocupan más de cinco minutos. Ejemplos de ellas
tenemos en el libro Programa Aulas Felices. Psicología Positiva aplicada a la
Educación, veamos algunas de ellas:
1ª. He seleccionado una actividad y la he adaptado y dado otra forma. Esta es
la de meditar cinco minutos al comenzar la clase. Previamente se ha tenido que
explicar por parte del profesor/a qué es la meditación y todos sus beneficios.
Meditaremos cinco minutos (el profesor/a explicará los pasos y guiará la
meditación). Cuando abramos los ojos todos leeremos interiorizando una frase
positiva que el profesor haya seleccionado previamente como: “Me quiero a mí
mismo, me valoro a mí mismo y los demás me quieren como soy”; “El éxito se
consigue con el esfuerzo”; “aprender cada día nos ayuda a crecer como
personas”; “los escaladores no llevan las manos en los bolsillos”; “leer mucho
me ayuda a construir mi futuro”. Con estas afirmaciones potenciaremos la
autoestima, la superación personal y la relación con los otros. Mientras que
están en estado de meditación el profesor/a puede decir frases cortas como:
“calmo mi cuerpo”, “sonrio”, “vivo el presente”, “sé que es un momento
maravilloso” y así las viven los alumnos. Esta actividad lleva no más de cinco
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minutos y después tendremos a los alumnos más calmados y con mayor
concentración para dedicarla a la sesión de clase.
(Paulo Freire en los cielos dando clases a los niños).
2ª. Contemplar con placer una imagen, escuchar una música, o ambas cosas a
la vez. ¡Cuántas veces las personas adultas pasamos junto a un bello paisaje
sin apenas disfrutarlo! ¡O invertimos más tiempo en hacer una foto que en
saborear en directo la imagen que estamos fotografiando! En la escuela
podemos crear hábitos de contemplación y de escucha que nos permitan
despertar el sentido estético, el gusto por contemplar imágenes bellas y
escuchar música y sonidos agradables. Podemos utilizar láminas ilustradas,
cuadros y obras de arte en general, paisajes proyectados en una pantalla
mediante un video proyector y una presentación en PowerPoint, grabaciones
de sonidos de la naturaleza o piezas musicales, o también combinando
imágenes y sonido. Sugerimos a nuestros alumnos que serenen por unos
instantes su mente, que olviden sus preocupaciones y otros pensamientos
ajenos, y se dejen llenar por las impresiones de lo que están viendo y oyendo.
Con el tiempo, aprenderán que un paisaje o una melodía pueden disfrutarse
mucho más si se perciben con atención plena, y habrán desarrollado una
fortaleza personal que Peterson y Seligman denominan “Apreciación de la
belleza y la excelencia”, y que es una indudable fuente de felicidad para
cualquier ser humano.
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3ª. Aprender a despertar la consciencia ante situaciones especiales. Se trata
de crear el hábito de intentar vivir con plena consciencia en determinadas
circunstancias, en las que un mayor autocontrol por nuestra parte puede
acarrearnos muchos beneficios. Por una parte, podemos considerar situaciones
positivas, tales como disfrutar de un juego, mantener una agradable
conversación, ver una buena película, leer un libro interesante, etc. Asimismo,
existen circunstancias difíciles que pueden vivirse mejor con una atención más
consciente: enfrentarse a un peligro, enfrentarse a un problema,
acontecimientos que nos producen miedo o ira, actividades que exigen
precaución, etc. En ambos tipos de ocasiones, ya sean positivos o difíciles,
podemos recordarnos a nosotros mismos la importancia de vivir más
conscientemente, detenernos a contemplar serenamente los acontecimientos,
realizar un par de respiraciones profundas, calmarnos y pensar en adoptar la
conducta más adecuada, ya sea para disfrutar más de lo que está sucediendo,
o bien para transformar lo negativo en algo mejor. Y desechar lo negativo para
que no interfiera más en nuestras vidas. Por eso, diremos a nuestros alumnos
que hagan esto durante cinco minutos.
4ª. Actividad de sonreír. Una acción muy sencilla y fácil de aplicar consiste en
esbozar voluntariamente una sonrisa, y nos puede ayudar a aumentar nuestra
consciencia de las cosas positivas, o bien aportarnos un sentimiento de control
cuando las circunstancias no son favorables. Existen algunos estudios
experimentales que sugieren que el rostro, así como la voz y el cuerpo en
general, pueden enviar al cerebro señales de que están experimentando una
emoción concreta, y eso hace que la sintamos realmente. Las sonrisa es buena
por dos razones: porque puede producir fisiológicamente retroalimentación y
provocarnos un leve sentimiento de bienestar, y también porque la sonrisa
hace que las demás personas interactúen más positivamente con nosotros.
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Trasladando todo esto al terreno de la atención plena, nos parece muy
recomendable animar a nuestros alumnos a utilizar la sonrisa como un acto
voluntario, que les sirva para aumentar su consciencia ante determinadas
situaciones, les ayude a calmarse interiormente y les permita estar presentes
en el aquí y el ahora de un modo más positivo. Por eso, haciendo una breve
introducción sobre los beneficios de la sonrisa, diremos a nuestros alumnos
que sonrían al compañero durante tres minutos. Debe ser una sonrisa sincera,
llena de bondad.
Estas actividades pueden ayudar a que se produzca el flujo, no obstante,
nosotros como profesores debemos recordar que:
- Se produce apatía por: bajo desafío y bajas habilidades.
- Se produce relajación por: bajo desafío y altas habilidades.
- Se produce ansiedad por: alto desafío y bajas habilidades.
- Se produce flujo por: alto desafío y altas habilidades.
Para desarrollar la tercera fortaleza: apertura mental y juicio crítico,
proponemos la siguiente actividad:
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1. Percepciones:
Nivel: Educación Secundaria y Bachillerato.
Objetivos: Observar como una imagen es diferente según el punto de vista que
adoptemos.
Desarrollo: Mostramos imágenes en una presentación PowerPoint. Las
pasamos una a una y comentamos lo que muestran, cuántos objetos o
personas aparecen, si es posible apreciar puntos de vista diferentes ante
misma imagen, etc. Después debatimos sobre lo observado: ¿hay un único
punto de vista de lo que observamos, de lo que nos ocurre…? ¿nuestra
percepción es objetiva o no? ¿cómo condiciona esto nuestras opiniones o
decisiones? Etc.
Recursos: Presentación PowerPoint con imágenes sugerentes, con
percepciones curiosas de la realidad o con ilusiones ópticas. En Internet
pueden localizarse muchas presentaciones de este estilo, por ejemplo en esta
dirección: http://platea.pntic.mec.es/~jescuder/ilusine.htm.
Tiempo: En torno a media hora. (Arguís Rey, Bolsas Valero, Hernandez
Paniello, Salvador Monge, 2010).
Esta actividad puede servir principalmente para las clases de 2º de Bachillerato
de Historia del Arte.
Pero, ¿cuáles son las cualidades que tiene que tener un buen profesor?
¿Cuáles son las virtudes del educador? Para así aplicar la Psicología Positiva a
la Educación. Según Paulo Freire, en su conferencia del 21 de junio de 1985 en
el Centro Cultural General San Martín de Argentina, las virtudes del educador
son:
1. La coherencia. La coherencia entre el discurso que habla de la opción, que
anuncia la opción y de la práctica que debería estar al servicio del discurso,
confirmándolo. Es la virtud según la cual necesitamos disminuir la distancia
entre el discurso y la práctica. De tal manera que en un momento la práctica
sea también discurso y el discurso sea práctica.
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2. Otra virtud que emerge de la experiencia responsable es la virtud de
aprender a luchar con la tensión entre la palabra y el silencio. Si yo no vivo bien
esta tensión, si yo no sé escuchar, si yo incluso no testimonio a los educandos
qué es la palabra verdadera, si no soy capaz de exponerme a la palabra de
ellos, que penetre mi silencio necesario, yo termino discurseando “para”. Y
hablar o discursear “para” casi siempre se transforma en “hablar sobre” que
necesariamente significa “contra”. Vivir apasionadamente la tensión entre
palabra y silencio significa “hablar con”, para que los educandos también
“hablen con”. En el fondo, ellos tienen que asumirse como sujetos del discurso
y no ser meros receptores del discurso o de la palabra del profesor.
3. Pasando a otra virtud, que es complicada por ser un poco técnica desde el
punto de vista filosófico, es aquella de trabajar en forma crítica la tensión entre
subjetividad y objetividad, entre conciencia y mundo, entre práctica y teoría,
entre ser social y conciencia. Y entonces que arbitrariamente se dice que la
subjetividad crea la objetividad. Por lo tanto no hay que transformar el mundo,
la realidad concreta, sin las conciencias de las personas. La subjetividad
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cambia en el proceso del cambio de la objetividad. Yo me transformo al
transformar. Yo soy hecho por la historia al hacerla.
4. Una otra virtud que me gustaría plantear a ustedes es no sólo comprender
sino cómo vivir la tensión entre el aquí y el ahora del educador y el aquí y el
ahora de los educandos. Yo hablo de partir de los niveles en que se encuentran
los educandos. Posición sustancialmente democrática, radicalmente
democrática. Y no hay que tener miedo de esta palabra.
5. Esta virtud se prolonga a la otra de vivir intensamente la comprensión
profunda de la práctica y la teoría, no como yuxtaposiciones, no como
superposiciones, sino como unidad contradictoria, la reunión contradictoria de
estos elementos. Que la práctica no puede prescindir de la teoría. Entonces,
hay que pensar en la práctica para poder mejorarla. Esto demanda una
fantástica seriedad, rigurosidad y no da pie a la licenciosidad.
6. Una última virtud que yo quisiera mencionar en este encuentro es la de
aprender a experimentar la relación, tensa también, entre paciencia e
impaciencia. De tal manera que jamás se rompa la relación entre las dos
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posturas. Porque si uno rompe a favor de la paciencia cae en el discurso
tradicional de quietismo, de la inacción, de la inercia.
7. Y todo esto, a su vez, tiene que ver con la relación entre la lectura del texto y
lectura del contexto. Esta también debería ser una de las virtudes
fundamentales que deberíamos vivir para testimoniar a los educandos tanto en
lo sistemático como en los grupos de educación popular. Esta experiencia
indispensable de leer la realidad sin leer las palabras, para que asi se puedan
leer bien las palabras.
Es importante recordar que los pesimistas pueden aprender a ser optimistas, y
no por medio de trucos tan carentes de sentido como sería silbar una canción
alegre, sino aprendiendo toda una nueva batería de habilidades cognitivas.
(Seligman, 2011). La noción de potencial intelectual sin la noción de optimismo
tiene muy escaso significado. ( Seligman, 2011). Si se encuentra en situación
de alcanzar un logro, utilice el optimismo (Seligman, 2011). El optimismo ayuda
en el trabajo, y no solamente en los que son competitivos. Puede servir de
ayuda en cualquier momento en el que las cosas se pongan difíciles.
(Seligman, 2011).
Al proponerse la Psicología Positiva como contexto de la “escuela saludable”,
se supone que ésta se transforma en “escuela positiva”, formando para la vida
feliz en la cotidianidad de las personas que la conforman y giran en torno a ella,
abordando grandes asuntos teóricos y otros sencillos como la humildad, la
compasión, la gratitud, el perdón y la prudencia, y de formar para la sabiduría,
trascendiendo a su labor puramente instrumental de trasmisión de
conocimientos. (Moreno Jiménez y Gálvez Herrer, 2010).
Desde la Psicología Positiva, la escuela es el lugar, y el momento, para la
fundamentación de los dos pivotes de la Psicología Positiva: la felicidad y la
sabiduría. Es en la escuela donde hay que comenzar a ser felices y a ser
sabios, es decir, la escuela, además de transmitir habilidades instrumentales,
tiene como tarea básica la de enseñar a vivir, a ser felices y sabios en nuestra
vida. (Moreno Jimenez y Gálvez Herrer, 2010).
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Pero vamos a centrarnos ahora en el que para mí es el tema central de la
cuestión: la pasión.
Podemos entender la pasión como un sentimiento muy intenso, como un motor,
una fuerza motivadora que emana de la emoción. El apasionamiento genera
energía, determinación, convicción y compromiso. Está en el centro de lo que
es o debe ser la enseñanza. Una pedagogía que utiliza como recurso didáctico
la potenciación de fortalezas humanas tales como la pasión y el entusiasmo no
exige profesores chistosos, dicharacheros o graciosos (esto son cualidades
nada desdeñables para un perfil docente, pero exigirlas quizá sería pedir
demasiado). Basta, que no es poco, con que el docente sea capaz de disfrutar
con lo que enseña, de disfrutar enseñándolo, de comunicar ambos disfrutes y
de sentirse gratificado al percibir que el alumnado también disfruta
aprendiéndolo. (Caruana Vañó, 2010).
Detectar, conocer y desarrollar las pasiones y el entusiasmo de nuestro
alumnado y poner todo ello al servicio del aprendizaje, implica tener presente
un factor determinante en este proceso: el profesorado y sus pasiones. Aunque
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se hable de las pasiones del alumnado, hay que hacerlo también de las del
profesorado. La pasión tiene la rara virtud de que al repartirse se multiplica. Y
aunque es personal, no es del todo intransferible. Por eso, también la pasión y
el entusiasmo del docente pueden afirmarse como condiciones (en este caso
externas) de la pasión y el entusiasmo del alumnado. No parece razonable
plantear la enseñanza como situación apasionada o apasionante excluyendo a
quien tiene, precisamente, la responsabilidad directa de construir esta
situación. En las relaciones personales la pasión y la apatía se contagian.
(Caruana Vañó, 2010).
La pasión se relaciona con el entusiasmo, con el compromiso y la esperanza,
que son características clave de la eficacia en la enseñanza. Para dar cabida a
la pasión en nuestras aulas es adecuado que el profesorado tome en
consideración los siguientes puntos:
- Explorar las motivaciones del alumnado.
- Favorecer asiduamente el desarrollo de actividades que lleven consigo
una razonable dosis de agrado. (Como por ejemplo, las actividades que
hemos propuesto anteriormente).
- Valorar las potencialidades individuales y estimularlas.
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- Propiciar un clima de confianza adecuado para que aflore la libertad de
expresión de manera que los estudiantes manifiesten sus sentimientos.
- Estimular decididamente la curiosidad.
Un buen docente favorecerá unas apropiadas condiciones humanas y
ambientales que estimulen al educando a adentrarse en los caminos del
aprendizaje afectivo. Sin pasión, la enseñanza pierde su corazón. El cerebro
está diseñado para prestar atención en primer lugar a la información con un
componente emocional; de hecho, cuanto más intensa sea la emoción, más
sentido tendrá. Las emociones en general y el vivenciar la situación de
enseñanza-aprendizaje con pasión y entusiasmo, en particular, nos ayudan a
aprender más rápidamente, a recordar mejor la información, hacen que la
información “parezca real” (creemos lo que sentimos), y nos ayudan a tomar
mejores decisiones en base a la información disponible. (Caruana Vañó, 2010).
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CONCLUSIÓN
En mi opinión, y desarrollando lo que dice Paulo Freire, los educadores y
educadoras deben estar comprometidos con un sueño político por la
transformación de la sociedad, en el sentido de crearse socialmente,
históricamente, para marchar hacia una sociedad más justa.
Hemos visto a lo largo del presente trabajo, hasta qué punto la Psicología
Positiva y la pasión pueden ayudarnos en nuestra labor como educadores, y a
la vez, y lo más importante, ayudar a nuestros educandos. Pero esto no es
suficiente; el educador debe aspirar, que a través de su labor, cambiar la
sociedad creando jóvenes más justos, que serán adultos más justos y harán un
mundo más justo. Enseñar exige comprender que la educación es una forma
de intervención en el mundo.
No puedo terminar este, para mí importante artículo, sin mencionar las palabras
de Paulo Freire que definen perfectamente mi pensamiento:
“Para mí es una inmoralidad que los intereses radicalmente humanos se
sobrepongan, como se viene haciendo, los intereses de mercado. Posibilidad
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contra la cual debemos luchar y no quedarnos de brazos cruzados. De ahí mi
rechazo riguroso a los fatalismos quietistas que terminan por absorber las
transgresiones éticas en lugar de condenarlas. El hambre frente a la
abundancia y el desempleo en el mundo son inmoralidades. Y no fatalidades.
No junto mi voz a la de quienes, hablando de paz, piden a los oprimidos, a los
harapientos del mundo, su resignación”.
“No puedo ser profesor si no percibo cada vez mejor que mi práctica, al no
poder ser neutra, exige de mí una definición. Una toma de posición. Decisión.
Ruptura. Exige de mí escoger entre esto o aquello. No puedo ser profesor a
favor de quienquiera y a favor de no importa qué. No puedo ser profesor a favor
simplemente del Hombre o de la Humanidad, frase de una vaguedad
demasiado contrastante con lo concreto de la práctica educativa. Soy profesor
a favor de la decencia contra la falta de pudor, a favor de la libertad contra el
autoritarismo, de la autoridad contra el libertinaje, de la democracia contra la
dictadura de derecha o de izquierda. Soy profesor a favor de la lucha constante
contra cualquier forma de discriminación.
Soy profesor contra el orden capitalista vigente que inventó esta aberración; la
miseria en la abundancia. Soy profesor a favor de la esperanza que me anima
a pesar de todo. Soy profesor a favor de la belleza de mi propia práctica,
belleza que se pierde si no cuido del saber que debo enseñar, si no peleo por
este saber, si no lucho por las condiciones materiales necesarias sin las cuales
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mi cuerpo, descuidado, corre el riesgo de debilitarse y de ya no ser testimonio
que debe ser de luchador pertinaz, que se cansa pero no desiste. Belleza que
se esfuma de mi práctica si, soberbio, arrogante y desdeñoso con los alumnos,
no me canso de admirarme. De la misma manera en que no puedo ser profesor
sin sentirme capacitado para enseñar correctamente y bien los contenidos de
mi disciplina tampoco puedo, por otro lado, reducir mi práctica docente a la
mera enseñanza de esos contenidos. Ése es tan sólo un momento de mi
actividad pedagógica. Tan importante como la enseñanza de los contenidos es
mi testimonio ético al enseñarlos. Es la decencia con que lo hago. Es la
preparación científica revelada sin arrogancia, al contrario, con humildad”.
Paulo Freire. Pedagogía de la autonomía.
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Recogida por el Centro de Comunicación/Educación de la Facultad de
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