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Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006 1 Una visión psicoanalítica del totalitarismo Rafael E. López-Corvo 1 Para gran parte de la población latinoamericana, crecida bajo la sombra del padre ausente y por lo tanto urgidos de su presencia, los regimenes democráticos son anónimos, anodinos e insulsos, mientras las dictaduras parecieran representar una expresión del padre fuerte proveedor de esperanzas; lo cual se vende más fácilmente. La tiranía es un hábito capaz de desarrollarse, que al final se transforma en una enfermedad -Dostoyevsky (The House of the Dead) Resumen El presente trabajo representa un intento de investigación sobre la fenomenología de traumas ocurrido durante los primeros años, en dos poblaciones diferentes de individuos. De una parte personajes conocidos dentro de la historia política del mundo por su responsabilidad en sistemas totalitarios o dictaduras. Por la otra parte, un grupo control constituido por personajes destacados por su inmensa creatividad en campos diversos. En el primer grupo se evalúa a individuos como Lenin, Stalin, Hitler, Mao, Castro y Hussein, además de un personaje como el Che, quien fue luchador de izquierda, pero no llegó a establecer una dictadura. En el segundo grupo se investigan personalidades como Beethoven, Ghandi, Einstein y Picaso. Como experiencia traumática temprana considero, aquellas circunstancias que hacen que un evento temporal se convierta en un hecho permanente, que luego se repite indefinidamente, determinando lo que Bion ha llamado la “parte real de la identificación proyectiva”. Para lidiar con el trauma, el yo lo fragmenta y lo proyecta en todas direcciones, que luego se introyectan como ediciones más aterrorizantes. Con el tiempo el trauma se convierte en objetos internos, superyoicos, sádicos que continuamente inducen a la 1 Psicoanalista Didacta, Asociación Venezolana de Psicoanálisis (ASOVEP) y Canadian Psychoanalytic Society, Toronto, Canadá.

psicoanalítica del totalitarismo - FEPALfepal.org/images/2006sociales/lopez_corvo.pdf · mencionar unos pocos, representan una forma de patología inconsciente actuada por una

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Fepal - XXVI Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis "El legado de Freud a 150 años de su nacimiento" Lima, Perú - Octubre 2006

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Una visión psicoanalítica del totalitarismo

Rafael E. López-Corvo1

Para gran parte de la población latinoamericana, crecida bajo la sombra del padre ausente y por lo tanto urgidos de su presencia, los regimenes

democráticos son anónimos, anodinos e insulsos, mientras las dictaduras parecieran representar

una expresión del padre fuerte proveedor de esperanzas; lo cual se vende más fácilmente.

La tiranía es un hábito capaz de desarrollarse, que al final se transforma en una enfermedad

-Dostoyevsky

(The House of the Dead)

Resumen El presente trabajo representa un intento de investigación sobre la fenomenología de traumas ocurrido durante los primeros años, en dos poblaciones diferentes de individuos. De una parte personajes conocidos dentro de la historia política del mundo por su responsabilidad en sistemas totalitarios o dictaduras. Por la otra parte, un grupo control constituido por personajes destacados por su inmensa creatividad en campos diversos. En el primer grupo se evalúa a individuos como Lenin, Stalin, Hitler, Mao, Castro y Hussein, además de un personaje como el Che, quien fue luchador de izquierda, pero no llegó a establecer una dictadura. En el segundo grupo se investigan personalidades como Beethoven, Ghandi, Einstein y Picaso. Como experiencia traumática temprana considero, aquellas circunstancias que hacen que un evento temporal se convierta en un hecho permanente, que luego se repite indefinidamente, determinando lo que Bion ha llamado la “parte real de la identificación proyectiva”. Para lidiar con el trauma, el yo lo fragmenta y lo proyecta en todas direcciones, que luego se introyectan como ediciones más aterrorizantes. Con el tiempo el trauma se convierte en objetos internos, superyoicos, sádicos que continuamente inducen a la 1 Psicoanalista Didacta, Asociación Venezolana de Psicoanálisis (ASOVEP) y Canadian Psychoanalytic Society, Toronto, Canadá.

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actuación, buscando colocar afuera al perseguidor interno. Existen impresionantes coincidencias traumáticas tempranas entre los diferentes miembros de cada grupo. La evaluación se ha realizado en base a tres factores: 1) Presencia de situaciones que incrementan sentimientos tanto de ‘indispensabilidad’ como de esperanza basada en la venganza. (Tales como muerte de hermanos, estructura narcisista de la madre, etc.) 2) Circunstancias reales amenazantes que intensifican la angustia de castración (violencia física paterna). 3) Mecanismos inconscientes que llevan a incrementar sentimientos de auto-envidia, los cuales inducen a una continua destrucción de la creatividad.

Introducción

No he encontrado hasta ahora, una evaluacion psicoanalitica satisfactoria y comprensible

acerca de regimenes totalitarios o tiránicos. Es por ello que me he aventurado en hacer

una evaluación del perfil psicoanalítico de aquellos conocidos dictadores quienes han

sido responsables de millones de muertes alrededor del mundo y quienes todavía

irrespetan, expropian de sus pertenencias, asesinan y aterrorizan a poblaciones enteras

indefensas; como ha sido el caso de Stalin en Rusia, Hitler en Alemania, Mussolini en

Italia, Perón en Argentina, Franco en España, Mao en China, Pinochet en Chile,

Caucesco en Rumania, Castro en Cuba. Solo para mencionar algunos de esta era

moderna.

“Tiranía no es “un hábito capaz de desarrollarse y que al final” se convierte en

una enfermedad, como una vez lo expresara Dostoyevsky; la tiranía es desde sus inicios

no sólo una enfermedad sino una mortal pandemia. El problema al final es más bien

consecuencia de una cuestión pragmática, por cuanto la configuración Platónica del

sistema social ideal, es con frecuencia puesto en práctica, por aquellos individuos, cuyas

propias idiosincrasias le inducen a identificarse con esta clase de sistema. Sin embargo,

sólo pueden intentar este modelo dentro de los límites de sus propias posibilidades.

Después de todo, como Protagoras una vez afirmó, “De todas las cosas la medida es el

Hombre, de las cosas que son, por lo que son, y de las cosas que no son, por lo que no

son.”. El dictador no actua en base a las necesidades de la gente, sino ante todo obligado

por la necesidad de satisfacer y actuar sus propias fantasías infantiles. Históricamente, los

sistemas totalitarios han sido impuestos por hombres y nunca, hasta el momento actual,

por mujeres.

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Regimenes totalitarios como el ejercido por Hitler durante la Alemania Nazi, por

Stalin en la extinta Union Soviética o el que tiene lugar en la Cuba de Castro, por

mencionar unos pocos, representan una forma de patología inconsciente actuada por una

cierta clase de líderes y de sus seguidores. Representan individuos que se han identificado

con esta forma de sistema político como consecuencia a indiscutibles formas de

experiencias infantiles traumáticas, detectables en sus respectivas biografías. Su

investigación muestra asombrosas coincidencias, aun a pesar de las diferencias tanto en

tiempo como en cultura. La principal consecuencia de estas particulares experiencias

tempranas son sentimientos de exclusion, paranoia, rabia, envidia destructiva, esperanza

de venganza y una poderosa necesidad de percibirse a si mismos como esenciales para el

bienestar de sus madres. Los regimenes tiránicos son parecidos porque el objetivo

primordial que sigue el sistema es poner en práctica a cualquier costo, la fantasia

omnipotente y megalomaníaca del lider. Existe el delirio psicótico, de que el país se

encuentra en urgente e inmediata necesidad de ser rescatado por un salvador, un héroe

que lo protegerá de un peligro inminente, que arreglará y enmendará todo lo que errónea

e incompetentemente ha sido hecho por ineptos antecesores. Existe la continua fantasía

psicótica de un Mesías absolutamente indispensable quien requiere, para poner tal delirio

en práctica, que el país se encuentre continuamente al borde del colapso y necesitado de

“cuidados intensivos”. Una condición que requiere un total control de todos los sistemas

existentes, tanto político, como legal, social y económico. El control es necesario para

poner llevar a la práctica y hacer realidad los deseos infantiles privados del líder. Como

veremos más adelante, el control esta determinado por irracionales objetivos

inconscientes de carácter infantil anal. Cualquier oposición o interferencia en la

realización de tal fantasía, será considerada por el régimen totalitario de turno, como una

amenaza a la estabilidad y continuidad y será atacada sin misericordia a través de

persecución, del terror y la desaparición física de los disidentes. La “esencialidad” es

sentida como una clase de interacción del “todo o nada”, “Patria o muerte”. Hay tres

miedos principales: a) que alguien más pudiese ser considerado un mejor salvador o mas

necesario que el líder; b) que las verdaderas “intenciones personales” del líder, de envidia

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destructiva y esperanza de venganza pudieran ser develadas y c) considerar que el líder

no es imprescindible, lo cual pudiese ser presentido por el tirano en cuestión, pero sin

nunca llegar a ser consciente del todo.

Con el propósito de ocultar a otros y a si mismos, las verdaderas intenciones

patológicas sobre la necesidad de ejercer poder sobre otros seres humanos y de poner en

práctica fantasías perversas de control y sadismo, el gobierno totalitario continuamente

hará uso de un masivo despliegue propagandístico debido al temor a que la verdad sea

develada, y pueda saberse que las fantasías personales y privadas del líder, no guardan

nada en común con las verdaderas necesidades y prioridades del país.

Igualmente, al otro extremo del espectro se encuentra lo que muchos desde Marx

han llamado el “capitalismo salvaje”, el cual también resulta ser una expresión de

patologías y conflictos internos de quienes, bajo el culto al dinero, lo llevan a la práctica.

Mientras los comunistas usan como bandera ‘las injusticias sociales debido a una

distribución injusta de la riquezas’, Los capitalistas utilizan la ‘ausencia de libertad’ para

justificar la alienación inducida por el poder de las riquezas.

Lo que realmente intento expresar no debe causar ninguna extrañeza, el que

traumas de la primera infancia ejercen una influencia determinante en la conducta futura

de un individuo. Bion se ha referido a ello como la parte “real de la identificación

proyectiva”, es decir, la forma como algunas identificaciones introyectivas logran

influenciar la fantasía al punto que luego se traduzca en acción. Por ejemplo, para los 70

millones de chinos asesinados por Mao, los conflictos infantiles que determinaron en él

tal sadismo, se convirtieron en una ‘triste realidad’ tanto para los asesinados como para

sus familiares.

Tomemos por ejemplo el caso del Che Guevara, un legendario comunista cuya

temprana muerte lo glorificó al punto de convertirlo en un mito universal. Era el mayor

de una familia argentina de clase media alta. Su madre Celia había quedado huérfana

desde muy pequeña, una condición que muy posiblemente hubo de inducir en ella un

sentimiento de soledad, una gran necesidad afecto y un temor ambivalente ante nuevas

injurias. Para alguien que había perdido ambos padres –el padre se suicidó cuando ella

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apenas tenía dos años- el nacimiento de un hijo después de tantas pérdidas, hubo de haber

representado la recuperación íntima de alguien de su misma sangre, diferente de la

relación política que hubo de proporcionarle la pareja. En la biografía del Che, Anderson

(1997) describe a Celia como una mujer emocionalmente “solitaria y distante”, quizás

como una forma de retiro afectivo en su relación con otros para protegerse del dolor

anticipado ante otra posible pérdida. Al año de haber nacido, Ernesto comenzó a sufrir de

asma, un padecimiento que tiene lugar en niños sofocados emocionalmente por la

necesidad de afecto de la madre, una cercanía que posteriormente puede traducirse en

angustia edípica e impotencia sexual (Racker 1957, Adroer 1996).

Conducidos por Celia, la familia anduvo recorriendo pueblos a la búsqueda de

climas más secos, evitando la humedad, supervisando la comida de Ernesto y todo lo que

hacía, intentando aliviar la severidad de sus ataques asmáticos. No fue sino hasta los

nueve años que el niño comenzó a asistir a la escuela, y eso porque la policía obligó a la

madre. “En este período”, dice Anderson (1997) “se consolidó más profundamente la

relación especial que ya se había formado entre ellos” (p.17). Tal simbiosis entre madre e

hijo, llegó a adquirir “…una resonancia dramática en los años por venir, a medida que se

intensificó su relación con una correspondencia profusa y cargada de sentimiento que se

mantuvo hasta la muerte de Celia en 1965”. (Ibid) Sin embargo, a pesar de todos estos

cuidados, “con mucha frecuencia los amigos cargaron a Ernesto postrado por la

intensidad de la respiración sibilante” (Ibid p. 18).Una relación tan estrecha con su

madre, ha debido inducir en él no sólo asma, pero además dependencia, temor,

frustración y mucha rabia.

El padre por otra parte, acusado de infidelidad por Celia y fracasando

sucesivamente en los negocios, que al final le dejó sin empleo, fue haciéndose

completamente dependiente de las finanzas heredadas de su mujer. Fotografías de esta

época, revelan una Celia de mirada dura, casi masculina, mientras por el contrario, su

marido Ernesto Guevara Lynch, aparece suave y más bien femenino. Podríamos quizás

especular, que tal aparente inversión de roles, habría de reflejarse por una parte, en una

disminución del papel liberador y rescatador del padre hacia su hijo, y por la otra, por una

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intensificación de la dependencia simbiótica con la madre. Una condición determinante

en la preparación del terreno para la aparición y acentuación de la patología asmática.

Como una forma de compensación a tales conflictos, fueron surgiendo en el Che,

mecanismos defensivos de formación reactiva o contrafóbicos. En la escuela por ejemplo,

Ernesto hacía cualquier cosa para negarse a si mismo y a los otros la intensidad de sus

temores, desde tomar tinta, comer tiza, subir grandes árboles hasta caminar por el

estrecho borde de una profunda mina abandonada. Pudo haberse hecho médico como una

forma de encontrar una salida a su enfermedad y convertirse posteriormente en

guerrillero como un intento de lidiar con la intensidad de su temor. Esto último podría

explicar, porqué el Che se transformó en un cruel y sanguinario verdugo, tal y como ha

sido reportado por cubanos que pelearon junto a él. En otras palabras, su mente pudo

haber recurrido a una fragmentación defensiva, dividiéndose entre un ‘elemento asmático

infantil’ atemorizado y dependiente, el cual podía ser identificado como cobardía, y otro

‘elemento arriesgado y cruel’, que intentaba como sobre compensación, ocultar sus

temores, y que podría ser interpretado como valentía.

Durante la invasión de Castro a Cuba, el Che se distinguió por la facilidad con

que a sangre fría ajusticiaba campesinos que se suponían había sido adeptos al régimen

de Batista; paradójicamente, aquellos mismos que se suponía habían venido a ‘liberar’.

Hace poco en un programa de televisión, el hijo de un antiguo capitán del ejército del

gobierno depuesto, acusaba al Che de haber asesinado a su padre durante un

interrogatorio en su oficina: “El Che se levantó y caminó por la habitación, se colocó

detrás de mi padre quien estaba sentado y atado a una silla, sacó el arma y le disparó dos

veces a la cabeza”. En su ejecución en Vallegrande, Bolivia, el Che gritó al pelotón de

fusilamiento, en forma jactanciosa y resaltando su valor: “Dispara, cobarde, sólo vas a

matar a un hombre”.

Tal estructura de personalidad así como la dinámica de su perfil inconsciente, son

completamente diferente de aquellas observadas en dictadores como Castro, Hitler o

Stalin, quienes respondían a la necesidad inconsciente de ‘poseesión, dominio y control’.

El Che estaba tan comprometido psicológicamente con su necesidad de probarse a si

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mismo y otros, que no existía en él un niño aterrorizado ni por lo tanto ningún asomo de

cobardía, que su único incentivo lógico era mantenerse indefinidamente en lucha armada

probando valentía. Es por esto que aparece frente al mundo sin ningún interés en riquezas

ni poder; más aun, cuando Castro al final de la contienda le pide quedarse como

presidente del Banco Central de Cuba, el Che escoge más bien continuar la guerra de

guerrilla en África y luego en Bolivia. El 3 de octubre de 1965, Castro leyó en público la

carta de despedida enviada por el Che: “Siento haber llenado la parte de mi compromiso

que me unía a la revolución cubana y a su territorio. Y le digo adiós a Uds., a los

camaradas, al pueblo que es también mío…Otras naciones del mundo solicitan mis

modestos esfuerzos2. Puedo llevar a cabo eso que a Uds. les es negado en virtud de sus

responsabilidades como dirigentes de Cuba, por lo cual ha llegado el momento de

separarnos.” No existe para mi ninguna duda que su destino de morir como lo hizo,

estaba ya definido desde muy temprano.

No estoy bajo ninguna forma estableciendo con estas teorías, que no puedan

existir sinceras motivaciones altruistas capaces de inducir a un líder a crear

procedimientos que provean una mejor justicia social. Al contrario, lo que ahora trato de

expresar es cómo tales sentimientos altruistas pueden ser desvirtuados por la apremiante

necesidad inconsciente de poner en práctica fantasías narcisistas infantiles de naturaleza

perversa. Por ejemplo, Castro pudo haber estado motivado en un principio, en la época

cuando luchó contra la dictadura de Batista, por una preocupación sincera de liberar al

pueblo cubano de su miseria y sufrimiento, sin embargo, cincuenta años después lo que

observamos es un ataque despiadado a la libertad, una necesidad sádica de control y

venganza que le muestra como otro dictador más incompetente y peligroso que lo que fue

Batista. Mao, por otra parte, nunca se refirió a los campesinos pobres al inicio de su lucha

como comunista y nunca le importaron mucho sus tantas esposas e hijos completamente

abandonados a su suerte. En su libro “Mao, the unknown story.”3, Chang and Halliday,

expresan:

2 Itálicas mías. 3 “Mao, la historia desconocida”

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Toda la moralidad de Mao radicaba en una única fórmula sobre todas las otras cosas, el self, el ‘yo’: “No coincido con el punto de vista de que la moral, los motivos de nuestras acciones tengan que beneficiar a otros. La moralidad no tiene que ser definida en relación a los otros…Claro que existen personas y cosas en el mundo, pero todos ellos están allí para mi…Las personas como yo solo tienen un compromiso con ellos mismos; no tenemos ningún compromiso con los demás”. No existe ningún indicio que Mao sintiese preocupación alguna por los pobres o por el campesinado. No hay señales que las raíces campesinas de Mao hubiesen inducido en él preocupación social alguna, ni que estuviese motivado por algún sentimiento de injusticia ...sus antecedentes campesinos no le motivaron a intentar mejoras el estatus del medio rural chino. No sintió por los trabajadores mayor simpatía que la que llegó a sentir por los campesinos. (Ibid p. 30)

Comparación entre dictadores y personajes creativos

El presente ensayo intenta una comparación de los primeros años de vida entre dos

grupos diferentes de personajes, unos conocidos como dictadores otros por su creatividad

y reconocido legado a la humanidad. En el primer grupo he escogido a Stalin, Hitler,

Mao, Husein y Castro. En el otro grupo he tomado a Beethoven, Picasso, Einstein, Gandi

y Freud. La comparación se ha realizado en base a cuatro parámetros:

A) Trauma infantil ‘pre-conceptual’

B) Completud narcisista de la madre (‘delirio básico’, sentimientos omnipotentes de

indispensabilidad y ‘esperanza de la venganza’)

C) Amenaza y angustia de castración

D) Creatividad y mecanismos de ‘auto-envidia’

A) Trauma infantil pre-conceptual

Para explicar lo que entiendo por ‘trauma infantil’ utilizaré una metáfora. En 1802 un

muchacho de nombre Plinio Moody, mientras araba la tierra en la granja de su padre,

descubrió sobre la superficie de una piedra plana, unas enormes huellas impresas de lo

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posteriormente habría de determinarse como las pisadas dejadas por un dinosaurio, unos

180 millones de años atrás. Podrían haber sido de un dinosaurio que con frecuencia

bajaba a saciar la sed, a lo que pudo haber sido un antiguo lago o río; sin embargo, esa

particular mañana, la unión de una serie de factores, como el peso enorme del animal, la

calidad del lodo o la arena, la temperatura, etc., conjuraron para dejar el registro de sus

pisadas para toda la eternidad. En otras palabras, lo que pudo haber sido un evento

temporal e insignificante se convirtió en un hecho permanente e impresionante para los

futuros paleontólogos.

Análogo a una rueda que se desplaza, la realidad toca sólo un punto, descansa

sobre un instante, el presente, mientras incesantemente fluye del pasado hacia el futuro al

paso del río de Heráclito4. Si la realidad representa un evento temporal circunscrito a un

instante, podríamos preguntarnos, ¿Qué penumbra de circunstancias, similares a esas que

garantizaron permanencia a las huellas del dinosaurio, podían haber proporcionado

suficiente peso para que una realidad cualquiera perentoria, se convirtiese en otra

indeleble? ¿Qué hizo de una ausencia temporal una presencia permanente? O en otras

palabras, ¿Cómo pudo un acontecimiento de la infancia hacerse luego tan determinante

en la conducta de una persona al punto que condicionase todas sus acciones y hasta su

forma de vida?

Cualquier circunstancia que durante la infancia haya sido capaz de rebasar la

“barrera protectora” (Freud, 1920), o no hubiese sido propiamente metabolizada por el

reverie materno (Bion, 1967), se convertirá en un evento traumático; permaneciendo

como elementos beta no digeridos, almacenados en la memoria y siempre prestos a

formar identificaciones proyectivas. Tales circunstancias, dispuestas al azar la mayor

parte de las veces por los avatares de la vida, constituyen hechos tan particulares y

privados como las mismas huellas digitales. Son como pisadas de dinosaurios, pero con

la diferencia que no son estáticas sino que por el contrario, se repiten con tal ímpetu que

determinan la existencia futura de un individuo. Representan “pre-conceptos” no 4 Heráclito (540-480 bc) un poeta y filósofo de Efeso, creía en el concepto “del cambio perpetuo” de todas las cosas, donde la única característica permanente de la realidad era el ‘logos’. Una vez expresó que “nadie puede bañarse dos veces en el mismo río”.

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contenidos, a la manera de Bion, impulsos condenados a repetir una ‘realización’

desfasada tanto en tiempo como en espacio, son en otras palabras, verdaderas ‘trampas de

tiempo’.

i) Aspectos infantiles traumáticos en los dos grupos:

Quisiera ahora establecer una comparación entre dos grupos de individuos, uno formado

por conocidos dictadores y otro por personajes creativos. Cuando inicié esta

investigación, nunca imaginé encontrar coincidencias tan significativas en relación a

eventos ocurridos durante los primeros años de existencia en los individuos de ambos

grupos. Los elementos más relevantes considerados fueron los siguientes: 1) hermanos

fallecidos antes del nacimiento; 2) ausencia o presencia del padre durante los primeros

años; 3) orden de nacimiento; 4) violencia física cuando niño; 5) relación emocional entre

los padres y el niño; 6) coincidencia entre la profesión de los padres y la del individuo en

cuestión; 7) Presencia de sentimientos de venganza; y 8) estado socio económico.

Evaluaremos primero al grupo de dictadores, al cual me referiré como grupo I, formado

por Stalin, Hitler, Mao, Castro y Hussein. En el grupo II he considerado a Picasso,

Einstein, Gandi, Beethoven y Freud.

En todos los representantes del primer grupo salvo en uno, existían entre uno o

tres hermanos muertos previos a su nacimiento, por lo tanto, siendo ellos los únicos o

primeros sobrevivientes, se convirtieron en los hermanos mayores. Esta continua

amenaza de llegar también a perder a este hijo, unida a otras situaciones que luego

mencionaré, ha debido traducirse en una dedicación abnegada de la madre hacia ese hijo

sobreviviente, lo cual hubo de ser experimentado por el niño no sólo como expresión de

un gran temor por parte de la madre, sino de generar además en ellos el sentimiento de

ser absolutamente indispensables para el bienestar de ella. Tal abnegación de la madre

contrastaba con una exagerada violencia por parte del padre, tanto hacia la madre como

hacia los hijos, quien además por lo general se mantenía ausente la mayor parte del

tiempo. Ninguno de los padres llegó a tener formación universitaria y sólo ejercieron

oficios tales como zapatero o agricultores. Fueron todas familias de extracción muy

pobre.

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Los individuos del segundo grupo, provenían todos de la clase media y no se

observaron, salvo en el caso de Beethoven, hermanos muertos anteriores a sus

nacimientos. A diferencia del grupo anterior, el padre era un personaje muy presente, por

lo general con profesiones iguales o afines y sin manifestación significativa de violencia

física, hacia la madre o hacia los hijos. El padre de Picasso no sólo era pintor igual que él,

sino que además fue su primer maestro. En igual forma, el padre de Beethoven era

músico, el de Gandi también político como lo fue él y el de Einstein, por su inclinación

hacia la física, creó una compañía de servicios de teléfono y electricidad y tuvo a su

hermano como socio, un ingeniero eléctrico de profesión. De los cinco personajes

escogidos en este grupo, sólo el padre de Freud ejercía un oficio diferente al de su hijo.

Las madres de este grupo parecieron como más independientes que las del anterior, la de

Einstein, por ejemplo, ejerció actividades artísticas como pianista, mientras María

Picasso López fue descrita en la biografía de Richardson (1991), como ‘muy fuerte,

cariñosa y típicamente andaluza’, a diferencia de Don José Ruiz Blasco su padre,

considerado como débil y afectuoso. Salvo Castro en el primer grupo y Gandi en el

segundo, todos los demás fueron hijos mayores.

B) Completud narcisista de la madre, ‘delirio básico’, sentimientos de omnipotencia e

indispensabilidad.

Me he referido anteriormente al concepto de “delirio básico” (López Corvo, 1994) como

la fantasía omnipotente presente en algunos niños, de considerarse absolutamente

indispensables para la completud narcisista de la madre, como una defensa ante la

angustia de castración y de exclusión. La dificultad por parte de la madre -siguiendo la

fórmula freudiana de ‘niño = pene = heces’, de lidiar exitosamente con su propio

complejo de castración, le llevará a utilizar un hijo en particular para llenar la falta

narcisista de su ausencia fálica. Esta utilización narcisista por parte de la madre, de un

hijo en particular elegido en virtud de una serie de condiciones, inducirá en éste la

aparición de intensos sentimientos de esencialidad o indispensabilidad como fórmula

para lidiar a su vez con su propia angustia de castración. Tales mecanismos son en cierta

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manera bastante comunes, sin que signifique la existencia de alguna patología

importante. Sin embargo ahora estoy describiendo situaciones extremas producto de

amenazas reales que conllevan a niveles de sufrimiento muy intensos, en virtud de la

presencia de una serie de variables, como por ejemplo la muerte de uno o varios

hermanos y la presencia de un padre violento, lo cual induce en la madre una mayor

identificación narcisista con el hijo mayor sobreviviente. A esto puede unirse además la

edad y el grado de madurez de la madre.

Stalin, por ejemplo, fue el único sobreviviente después de la muerte previa de tres

hermanos, lo cual, en virtud de una tradición rusa de que tal hijo representaba un ‘regalo

del cielo que debería regresar a Dios’, produjo en la madre temores intensos de también

perderlo y la necesidad, como fórmula compensatoria, de intensos sentimientos de sobre

protección y un gran fervor religioso. “Keke Dzhughashvili (la madre)”, dice Service en

su biografía de Stalin, “lo sofocó con atenciones y afecto…nunca le permitió apartarse de

su vista hasta que tuvo seis años”. Stalin creció como un niño enfermo. (Service, 2004,

p.19). La identificación narcisista de Keke con Stalin puede leerse en la descripción de

uno de sus maestros, en el momento que la madre llevó a Stalin a la escuela para

inscribirlo, lo describe como un niño disfrazado de adulto, con chaquetón, altas botas

pulidas y una gorra de militar, lo cual inducía a los otros niños a rodearlo para observarlo

como una curiosidad. “Obviamente”, concluye Service, “la madre no le hacía ningún

favor con los otros alumnos al vestirlo en esa forma” (Ibid, p. 21)

Mientras la madre de Mao después de haber perdido dos hijos antes del

nacimiento de éste, se volvió devota de Buda y le dio el nombre de Tse-Tung, donde ‘tse’

significa ‘brillar’ y ‘tung’ ‘el este’, o sea ‘brillar hacia el este’, que de acuerdo a su

costumbre significaba ‘nacer con mucha suerte’. No satisfecha con esto, escogió según la

tradición de entonces, un sobrenombre que podría garantizar fortaleza: ‘Shisan yazi’ o ‘el

niño de piedra’.

Durante su embarazo con Saddam Hussein, su madre Subha perdió a su esposo y

a su hijo de doce años; en desesperación trató primero de abortar y luego suicidarse, pero

fue disuadida por amigos en ambos intentos. Llamó al hijo Saddam que en árabe significa

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‘el que confronta’, aunque tomada por una seria depresión en el posparto, hubo de

colocar al bebé con un tío paterno.

Adolfo Hitler, el cuarto hijo de Klara Hitler después de tres hermanos mayores

fallecidos, creció, según la madre, como un niño muy enfermizo y en algún momento,

dijo que “Adolfo siempre había sido un niño muy frágil, y que ella siempre vivió con el

temor de perderlo. Su devoción hacia él llegaba al extremo. Existían otras razones de

porque esa cercanía tan especial hacia Adolfo, tales como la pérdida de interés de Alois,

[padre de Hitler] hacia ella, además de mostrarse, cuando estaba en casa, como

extremadamente rudo y abusivo. Su decepción y resignación hacia su matrimonio, hacía

que no tuviera expectativa alguna de felicidad en su vida. Su esperanza se centró cada vez

más en su hijo, a quien sintió como un niño de una gran promesa…Probablemente su

parecido físico con ella, intensificaba su cercanía a un niño tan especial. Klara lo

acariciaba constantemente y lo amamantó más que sus otros hijos y cuando Alois se

ausentaba, [lo cual era frecuente] se llevaba a Adolfo hasta su cama” (Victor 1998, p. 24)

Un amigo de la familia se refirió a su relación: “Nunca observé una cercanía tan

pronunciada, y una cosa es cierta: él la idolatraba” (Ibid).

El temor de la madre ante la posibilidad de también perder al hijo sobreviviente,

unido a los propios sentimientos de inseguridad y dependencia de ella, son sentidos desde

el vértice del niño como expresión de desvalidez, fragilidad y terror en la madre, lo cual

genera a la vez en aquel la necesidad de un compromiso omnipotente y delirante de

rescatarla y protegerla, convirtiéndose en el falo ideal que la completa. Existen por lo

menos dos amenazas frente a la cristalización del “delirio básico”, una se refiere a la

paradoja implícita en el complejo de castración que veremos en el próximo parámetro. La

otra proviene de la continua amenaza de la exclusión edípica, es decir, que otro, tal como

el padre o los hermanos, se conviertan en el falo elegido de la madre.

C) Existencia de violencia física como amenaza real de castración y la ‘esperanza de la

venganza’

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Existe un dilema en el complejo del “delirio básico”, como mecanismo para la re-

negación de la angustia de castración. Si por una parte la madre necesita del hijo para la

completud narcisista de la falta fálica, quiere decir que ella carece de pene, que la

castración existe y es por lo tanto factible; pero si por otra parte ella no requiere de la

existencia del hijo para remediar la falta, quiere decir que ella posee su propio pene

(fantasía de la madre fálica), que el niño no es indispensable, que la re-negación no es

posible y que nuevamente la castración es factible. La amenaza estimulada por este

dilema así como la inducida por los sentimientos de exclusión edípica, conllevan a un

incremento de mecanismos como la fragmentación, la idealización y la proyección, lo

cual genera la sospecha de que otra persona, como el padre o los hermanos, puedan ser

los elegidos de la madre. Esta presunción forja profundos sentimientos de envidia y

venganza en contra de todos aquellos que se suponen han sido o puedan ser los elegidos.

Si al mismo tiempo existe la amenaza real de un padre violento, la venganza se convierte

en la única esperanza para lidiar con el temor a la castración. Klara, 23 años más joven

que su esposo, era a su vez continuamente maltratada por Alois Hitler. “Un muchacho

que es relativamente cercano a una madre abusada” dice Victor 1998, “tiende a

convertirse en su abanderado, abrigando fantasías de defenderla o rescatarla y

proporcionarle una mejor vida…Adolfo se volvió muy terco y provocador con su padre,

de acuerdo con su hermana Paula…al darse cuenta de ello, [el padre] le dio tal paliza que

Adolfo entró en coma. Por días la familia no supo si llegaría a vivir” ( p. 29)

Ibrahim al-Hassan, el padrastro de Saddam, un ladrón de poca monta apellidado

‘El Mentiroso’, casó con Subha, su madre, luego de ésta enviudar cuando aun estaba

embarazada con Saddam. De acuerdo a Myerson (2000), ‘El Mentiroso’ sentía tan poca

simpatía por Saddam, que impidió que éste volviera con su madre hasta que el niño

alcanzó los 5 años, y esto porque el tío, con quien se había quedado, fue apresado por

conspirador. Acostumbraba golpear a Saddam regularmente con un palo cubierto en

asfalto, mientras el niño bailaba para evitar los golpes. “Perezoso y cruel, El Mentiroso

usaba al muchacho para robar ovejas de las granjas vecinas, lo despertaba cada mañana

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halándolo brutalmente del pelo a la vez que le gritaba, ‘despiértate hijo de puta’”. (Ibid,

p. 231)

Besarion, el padre de Stalin, conocido como “el Loco Beso”, era famoso por sus

borracheras y mal carácter. Frecuentemente “se encendía en agresiva violencia en contra

de su esposa” (Service 2000, p. 16) Stalin confesó a su hija Svetlana, que se enfrentó a su

padre en un momento cuando éste apaleaba a Keke, su madre, lanzándole un cuchillo que

no llegó a dar en el blanco. Sin excepción casi todos sus amigos de esa época recuerdan

que Beso era brutal con su hijo. “Lo que empeoró las cosas en el subsecuentemente

desarrollo de José fue, que la violencia de su padre no fue ni meritoria ni predecible. No

debe resultar extraño que creciera con fuertes tendencias hacia el resentimiento y la

venganza” (Ibid, p. 19). Uno de los libros favoritos de Stalin fue la historia de Alexander

Qazbegi titulada “El Parricidio”, donde ‘Koba’ el protagonista, declaraba que la

“venganza es dulce, y que perseguiría hasta la muerte cualquiera que le hubiese hecho

daño…Koba se convirtió en su Dios y el significado de su vida…y desde entonces se

hizo llamar Koba, un luchador y héroe -igual que él- cubierto de gloria” (Ibid, p. 28).

La situación de Fidel Castro se diferencia algo del patrón observado en el resto de

los dictadores seleccionados; no existen hermanos fallecidos previos y tampoco es el hijo

mayor. En común están la violencia del padre y la dependencia de una madre analfabeta y

adolescente. Existe más bien una historia de separación, abandono total temprano de

ambos padres, así como de burla y maltrato físico tanto de los tutores como de los

compañeros de clase y los religiosos del colegio donde permaneció interno por años. Fue

el tercer hijo ilegítimo de Angel Castro, un Gallego inmigrante y analfabeta, que se

convirtió en poderoso terrateniente en Cuba. Habiéndose desposado con María Luisa

Argota, la maestra que le enseñó a leer y escribir, se enamoró luego a los 50 años y

después de dos hijos, de Lina Ruz, una sirvienta mulata de apenas 14 años; la misma edad

que para entonces tenía su hija mayor. Como la situación creada por el divorcio

introducido por María Luisa se fue agriando, al exigir ésta la mitad de las posesiones

habidas como arreglo del divorcio, Angel se declaró en quiebra y evitó el contacto visible

con Lina y sus hijos. Fidel a los cuatro años fue enviado junto a sus hermanos a vivir muy

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lejos de su madre con los “Hippolyte”, una pareja de haitianos ‘negreros y sin

escrúpulos’, defensores “de los castigos corporales”, quienes “daban azotainas y no

soportaban que se hiciera el menor ruido en su presencia” (Raffy, 2003, p. 27) En la Cuba

cristiana de entonces, no aceptaron bautizar los hijos bastardos habidos en el pecado, por

lo que Fidel era llamado el ‘judío’ en forma despectiva, por sus compañeros de escuela,

lo que hacía que continuamente se liase a golpes con ellos. A los siete años fue internado

en un colegio de curas quienes lo aceptaron por influencia, a regaña dientes. Visitaba en

vacaciones el bohío donde vivía la abuela pero nunca la casa del padre. “Se hizo muy

susceptible. No soportaba la menor injusticia, increpaba a los profesores que mostraban

de manera demasiado ostensible su preferencia por tal o cual alumno y le castigaban con

frecuencia” (Ibid, p. 35). Cuando finalmente fue bautizado, con el propósito de seguir

ocultando su relación con el padre por una parte, y su ilegitimidad por la otra, se le

registró como ‘Fidel Hippolyte’, el nombre del haitiano que lo regentaba, en lugar de

Castro como su padre. Fidel creció sintiéndose completamente ajeno tanto en el ‘colegio

de ricos’ donde sus padres lo mantuvieron interno por años, como hacia la familia que

nunca tuvo. Fue junto a sus hermanos, el cuerpo del delito de la infidelidad conyugal de

sus progenitores que era necesario ocultar. Fue objeto de burla y maltrato y al mismo

tiempo, ajeno a lo que significaba participar cotidianamente en una familia constituida.

Creció lleno de rabia, envidia y venganza en contra del padre poderoso y violento, al

tiempo que intentaba proteger la madre y la abuela desposeídas. “Estaba resentido con

todo el mundo: con su familia, que le había abandonado en las garras del tal Luis

Hippolyte, cuyo nombre llevaba y odiaba; con los frailes que no lo apreciaban y nunca lo

habían aceptado; con sus compañeros de dormitorio, ante quienes se sentía

irremediablemente distinto, pues no poseía sus buenos modales” (Ibid, p. 38).

La “esperanza de la venganza” se basa en la posibilidad de destruir cualquier rival

que se presuma capaz de ejercer el “delirio básico” o completar la falta materna, como un

padre poderoso, violento y amenazante, o un hermano preferido. Si esta destrucción del

rival fuese posible el delirio básico podría lograrse. Si el objeto idealizado capaz de hacer

factible el delirio es proyectado el ataque será dirigido hacia el objeto externo, pero si ese

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objeto es introyectado entonces la destrucción será dirigida en contra de los aspectos

creativos del self utilizando mecanismos de ‘auto-envidia’.

D) Creatividad y mecanismos de ‘auto-envidia’

Marylou Gjernes, curadora de arte de la armada de los Estados Unidos, observando

algunos de los cuadros de Hitler, argumentó en un momento dado, que de haber sido

Hitler aceptado por la escuela de arte en Viena y haberse convertido en un arquitecto,

posiblemente ni la segunda guerra mundial ni el holocausto hubiesen tenido lugar.

Desafortunadamente, la mente no funciona en forma tan simple, por cuanto el terror de

castración experimentado por Hitler durante su infancia como consecuencia a la

exagerada violencia del padre y a la presencia de una madre terriblemente disminuida,

indujo posteriormente en él la necesidad de continuamente colocar fuera el perseguidor

interno, para así poderlo controlar, vencer y exterminar ad infinitum y defenderse del

peligro de una psicosis paranoide. En esta circunstancia, una ‘cercanía’ reparatoria y

productiva mediante identificaciones introyectivas del objeto dañado, resulta

absolutamente imposible. En otras palabras, salvo que Hitler hubiese sido asesinado, la

segunda guerra mundial y el holocausto estaban destinados a acontecer.

Por razones de tiempo no me es posible considerar en detalle el papel

determinante que tienen los mecanismos de auto-envidia en el proceso de creatividad y

reparación depresiva, los cuales he descrito en detalle anteriormente (López Corvo 1995).

Podría solo establecer, que la amenaza extrema de castración que lleva a la proyección

paranoide del objeto perseguidor, impide procesos de re-introyección del objeto dañado e

impide por lo tanto la creación de mecanismos de auto-envidia como mecanismo

reparador.

Bibliografía

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I Trauma infantil

II Indispensabilidad (delirio básico)

III Amenaza de castración

IV Creatividad

Cuadro 1

Nombre

Legit. Ilegit.

Hermanos muertos

Ausencia ó Presencia del padre

Edad de la madre

Edad del padre

Ord. Nac.

Violenc padre

Profes. Ocup. padre

Profes. Ocup. madre

Esper. Veng.

Profe Padr Sim. ó Difer.

Social Estatus

Che L 0 presente 22 28 mayor No Arquitecto Del hogar

mucha Dif Clase Media

Stalin L 2 pr. ausente 22 ? 3o mayor

mucha Zapatero servicio mucha Dif. pobre

Hitler I 3 pr. ausente 28 51 4° mayor

mucha

Zapatero, Policia de aduanas

servicio

mucha

Dif. pobre

Mao L 2 pr. ausente 18 15 3° mayor

regular Campesi. Agricult.

Del hogar

mucha Dif. pobre

Castro I 0 ausente 15 51 3° mucha Agricultor

servicio

mucha Dif. Pobre (?)

Saddan ? 1 pr. ausente

? ? 2° mayor

mucha (padrast.) ovejero, Ladrón ?

mucha Dif. pobre

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Picasso L 0 no

mayor

algo pintor Del hogar

algo igual Clase Media

Einstein L 0

no 21

32

mayor

no Empresar. Sistemas Eléct.

artista

no similar

Clase Media

Gandi L 0 no 4o menor

no Político no igual Clase Media

Beethoven

L 1 previo 3 post.

no 21 28 2o mayor

algo Músico Mucama ?

no igual Clase Media

Freud

L 0 no 21 41 mayor

no Negociante en lana

Del hogar

no Dif. Clase Media

Cuadro 2

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