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Jesús nos enseñó que con el reino de los cielos sucede lo que con aquel rey que celebraba la boda de su hijo.
Envió a sus criados para llamar a los invitados a la boda; pero todos, uno tras otro, dijeron que no podían ir.
Los criados contaron al rey lo que les había pasado. Entonces, el rey se enfadó y dijo a sus criados: “Salid a las plazas y calles y traed a todos los que encontréis”. Y acudieron muchos invitados.
Jesús, después de la muerte, a los que han amado a los demás les dirá:
“Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino de los cielos preparado para vosotros desde la creación del mundo”.
Y san Pablo escribió: “Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni nadie pudo imaginar lo que Dios tiene preparado para los que le aman”.
Jesús nos enseña a través de parábolas. En esta nos explica que Dios llama a todos al banquete de su Reino, pero no todos aceptan su invitación.
Los que aman a los demás son los merecedores de la gran fiesta del cielo,donde seremos felices para siempre en el reino de los cielos.
Jesús está en el reino de los cielos con el Padre.Nosotros vivimos con la esperanza
de llegar a estar para siempre con Él.
