PRÓLOGO ALÍ RODRÍGUEZ ARAQUE

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    ALFREDO MANEIRO, LA EFICACIA Y LA CALIDAD REVOLUCIONARIAS

    Corra el ao de 1957. Una cerrada dictadura militar impeda cualquier intento de ejercicio de

    los derechos polticos. Una suerte de veda absoluta sobre todo lo que tuviera que ver con

    partidos polticos, sindicatos obreros, asociaciones de vecinos o cualquier forma de

    organizacin poltica o social, se haba extendido sobre el pas. Era la hora de las dictadurasen nuestro Continente.

    Los jvenes, particularmente los estudiantes, ms all de nuestro mbito especfico de las

    aulas, leamos, discutamos, gestbamos nuestras ideas y nuestros ideales, nos reunamos y

    tropezbamos con la realidad poltica del pas. As que terminamos pensando en poltica y,

    como por ley de gravedad, buscamos agruparnos y organizarnos. La Juventud Comunista, al

    igual que el Partido Comunista de Venezuela, ilegalizados, perseguidos, con muchos de sus

    miembros presos, torturados y algunos martirizados, haban logrado mantener su estructura

    en la ms absoluta clandestinidad. Y resistan, siempre, con verdadero herosmo. Y a esa

    Juventud nos dirigimos. En la Universidad de Los Andes, a donde llegaron Arnaldo Est,

    Julin Silva Beja y Chagn Buaiz, nos juntamos y agrupamos alrededor de treinta militantes,

    unos ya curtidos, otros, como yo, novicios y muy soadores, para emprender la tarea de

    derrocar una dictadura y conquistar un mundo que imaginbamos de libertad y del ms

    impetuoso avance material y espiritual.

    Un da cualquiera, lleg un joven, tanto como nosotros, chispeante, animoso, de voz un tanto

    aguda mas no chillona, de palabra muy rpida, casi atropellada por pensamientos, imgenes,

    reflexiones condimentadas a cada momento con humor e irona, donde ya se asomaba

    profundidad, a la par de mucha nitidez en la expresin, punteada con las expresiones de un

    rostro casi adolescente. Se perciban, en la rapidez y la fluidez de la palabra, ideas que se

    arremolinaban con mayor rapidez que la palabra misma. Era Alfredo Maneiro, miembro de la

    Direccin Nacional de la Juventud Comunista de Venezuela. Traa la tarea de informarnos

    sobre la situacin del pas y de las acciones que, junto a otras fuerzas, se estaban preparando

    como parte de una movilizacin nacional contra la dictadura, para lo cual se nos

    encomendaba incorporar a los estudiantes universitarios y a la poblacin del estado Mrida.

    All nos comprometimos a realizar nuestra tarea, accin que intentamos en septiembre de ese

    mismo ao con muy magros resultados y la prisin de la mayora de nuestros camaradas.

    Apenas logramos escapar tres. Pero sa ya es otra historia.

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    Meses despus, expulsado de la ULA y perseguido por la Seguridad Nacional que as se

    llamaba la polica poltica de la dictadura, volv a encontrarme en Caracas con Alfredo. Lo

    acompaaba Hctor Rodrguez Bauza, Secretario General de la Juventud Comunista. Rend

    mi informe sobre nuestra fallida huelga en Mrida y me incorpor a las intensas jornadas que

    se escenificaron en Caracas, hasta culminar con la huida de Marcos Prez Jimnez,

    madrugando el 23 de enero de 1958.

    Luego vinieron muchas reuniones y actividades en la Universidad Central de Venezuela. Era

    un tiempo en que los vientos de cambio hinchaban las velas con el entusiasmo popular. Muy

    pronto cundira en el pueblo la frustracin y la rabia por una accin poltica que, en nombre

    de la democracia, result ms sanguinaria, ms criminal y mil veces ms cnica que la

    dictadura que apenas habamos derrocado. Y, como dira Vallejo el pueblo encendi su fsforo

    cautivo y or de clera. Represin, toda suerte de provocaciones y crmenes contra los

    trabajadores, los estudiantes, los campesinos, suspensin de garantas polticas y econmicasen el mismo momento en que se aprobaba una nueva Constitucin, todo en sucesin

    ininterrumpida, en medio de un plan de provocacin muy bien trazado, condujeron a los

    choques armados. Fue as como, convertidos en flamantes guerreros de los irredentos,

    volvimos a encontrarnos, ya alzados en armas, en muchos lugares del Oriente venezolano.

    Brot en medio de todas esas vivencias, una amistad, que dej la calidez de los mejores

    recuerdos y de los afectos que no mueren.

    Lo que vi, viv y en buena parte compart en el curso de esa camaradera, se confirma y

    renueva en la lectura de lo que dej como legado en sus Notas Negativasy algunos otrosescritos, principalmente en su tesis sobre Maquiavelo, el ms elaborado de sus trabajos y con

    el cual opt a su licenciatura en Filosofa en la Universidad Central de Venezuela.

    Como suele ocurrir, al terminar de releer mucho de lo poco que las circunstancias le

    permitieron legar por escrito, cunde la impresin de que ni siquiera pudo, como s pudo

    Maquiavelo, hacer su completa reflexin y desarrollo de ideas que apenas quedaron

    diseminadas en charlas y artculos. Pero an as, qued no solamente la leccin de un sentido

    crtico y autocrtico, de una particular capacidad para encontrar los puntos donde el

    movimiento revolucionario se haba desencaminado para corregir el azimut y avanzar en la

    direccin correcta, con los logros notables y crecientes que se expresaron en las experiencias

    de Los Matanceros en la industria pesada de Guayana, el Movimiento Pro-Catia, el

    esfuerzo por crear una agrupacin de intelectuales con El Agua Mansa y algo que, por

    razones obvias no poda aparecer ni en discursos, ni en escritos de la poca, su relacin con la

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    parte progresista y revolucionaria que siempre estuvo presente en nuestra Fuerza Armada, en

    la que tambin se despleg su esfuerzo. Relacin que lo llev al encuentro de un joven oficial,

    Hugo Rafael Chvez Fras, quien lleg a formar parte de la Direccin Especial de La Causa R,

    cuando sta marchaba nutrida con el pensamiento y bajo la conduccin de Alfredo.

    Alfredo fue un hombre de accin y pensamiento, como dira Gramsci, un intelectualorgnico, un intelectual volcado hacia el cambio social. Pues bien, esto marc el curso de su

    vida desde muy temprano.

    El ser humano es, por antonomasia, un ser intelectual, dotado con la capacidad de pensar y de

    elaborar conceptos. La particularizacin del trmino intelectual es solamente, por decirlo as,

    una cuestin de nfasis.

    En el caso de Alfredo, durante la poca en que le correspondi su existencia terrenal, la

    realidad empujaba constantemente a la accin, tanto en los tiempos de una dictadura sindisimulo, como en los das de una peste de cinismo nacional, convirti la democracia recin

    conquistada, en simple mascarn para ocultar crmenes de toda laya. Tal fue el reinado de la

    Cuarta Republiqueta.

    Alfredo fue un hombre de accin. Pero con un entendimiento sobresaliente del proceso social

    con lo que, en la misma prctica, se iba conformando un pensamiento, una filosofa de la

    praxis, que apenas comenzaba a brotar del capullo. Para decirlo a lo hegeliano, el fruto an no

    haba brotado de la flor. Era un lector voraz y cada lectura iba acompaada de una reflexin,

    de una sntesis, dejando as un acumulado que se entrecruzaba con la reflexin sobre nuestrapropia realidad y sobre nuestra propia accin.

    Cancelado, como l deca, lo que se ha conocido como el perodo de la lucha armada,

    Alfredo dedic particular atencin a la reflexin, a la conceptualizacin, por as decirlo, de lo

    que haba pasado. De all sus reflexiones Notas sobre la lucha armada guerrillera en Venezuela,

    recogidas en sus Notas Negativasque representan ms que un anlisis pormenorizado de

    la realidad de entonces y de las experiencias pasadas. Se trata de caracterizaciones rpidas y

    certeras, casi a manera de conclusiones para trazar un nuevo rumbo. Su nota Sobre la lucha

    armada guerrillera en Venezuela, as como las respuestas a la entrevista de Agustn Blanco

    Muoz, revelan lo dicho, una rpida caracterizacin de las causas que llevaron a la violencia

    armada de los aos sesenta y de las enormes debilidades que caracterizaron la conduccin de

    la misma por parte de los revolucionarios en ella envueltos. Una incisiva visin sobre tan

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    intensa cuan improvisada poca de nuestra cercana historia, al menos en lo que a los

    revolucionarios correspondi.

    Pero lo que quiz ms vale destacar de sus notas, es lo relativo a lo que considera cualidades

    indispensables de una nueva organizacin revolucionaria. En sus palabras: Un problema de

    particular importancia es lo relativo a la calidad revolucionaria de la organizacin. Por calidadrevolucionaria, entendemos la capacidad probable de sus miembros para participar en un esfuerzo

    dirigido a la transformacin de la sociedad, a la creacin de un nuevo sistema de relaciones humanas.

    Como quiera que tenemos el ntimo convencimiento de que un esfuerzo de tal naturaleza slo se puede

    realizar desde el gobierno, slo puede ser un propsito estatal, pareciera entonces que una peticin de

    calidad revolucionaria no puede realizarse ANTES sino despus de resolverse, en beneficio de una

    organizacin cualquiera, el problema poltico. El objetivo final es un nuevo sistema de relaciones

    humanas, est claro, para no caer en pactos ominosos y manejos oscuros, pero esto pasa por la

    conquista del poder poltico. Por eso acompaa la idea de la calidad, con la ms pragmticade la eficacia poltica que l mismo define como la capacidad de cualquier organizacin poltica

    para convertirse en una alternativa real de gobierno y para, eventualmente, dirigir ste. Y, habra

    que agregar, una vez en el gobierno, tener la calidad suficiente para que siga siendo eficaz.

    Pero una y otra tienen que ver con realidades concretas, como la nuestra. De all que afirme:

    cualquiera sea tu condicin ideolgica, ella no te va a obviar el indispensable trabajo de ofrecer una

    solucin posible, coherente y de conjunto a los problemas del encallejonado y permanente subdesarrollo

    venezolano, no te va obviar el indispensable trabajo de ofrecer una poltica concreta para los

    problemas del presente.

    All mismo esboza apenas algunas ideas sobre la necesidad y la naturaleza de la vanguardia.

    Sobre este importante asunto, existe un trabajo ms elaborado que lamentablemente no se ha

    podido reconstruir. Tarea que queda pendiente para completar lo que son ideas que iluminan

    claramente nuestro presente y, sin duda, nuestro futuro como sociedad que aspira a

    conformar nada menos que un nuevo sistema de relaciones humanas.

    Maquiavelo, Poltica y Filosofa fue, sin lugar a duda, su trabajo ms elaborado y un asomo de

    todo lo que cort de un tajo su muerte prematura. Ya, desde sus primeras pginas, nos

    encontramos con un mural vvido, lleno de color para caracterizar el Renacimiento, matriz en

    la cual se gest el pensamiento de Maquiavelo. En trazos bastante rpidos, caracteriza toda

    una poca en la que una nueva criatura, el capitalismo, muestra su faz transformadora frente

    la oscura Edad Media, dentro de la cual, sin embargo, se gestaba ya una nueva era. Pero

    tambin, ya desde la primera sonrisa de la nueva criatura, se descubren los rasgos de lo que, a

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    lo largo de los siglos, se ha revelado como un engendro donde se combinan los

    impresionantes hallazgos de la ciencia y la tecnologa, con la matanza despiadada, el

    refinamiento de la crueldad con el aullido de las bombas y el olor de la carne abrasada en

    cualquier parte del mundo, donde el ojo imperial fija su mirada iracunda.

    La caracterizacin de Maquiavelo, del personaje y de su pensamiento, le permite discernirsobre lo que signific histricamente, dar el primer paso en lo que despus se entendera

    como la filosofa de la praxis, el pensamiento dotado de un objeto. De lo que se trata entonces,

    ya no es solamente de interpretar el mundo, sino de transformarlo. Un salto en el

    pensamiento filosfico, que ms tarde, en la crtica a Hegel, Marx formular con entera

    precisin. De Maquiavelo, dice Alfredo escribe para la comprensin y tambin, para la accin,

    para agregar poco ms adelante la utopa es a la filosofa de la praxis y la ciencia poltica lo

    que la alquimia a la qumica. La verdadera relacin de Maquiavelo con la teora poltica, no es, como

    dicen prcticamente todos los que han considerado el tema, separarla de la moral sino, en realidad,separarla de la utopa y fue por eso y slo por eso que la convirti en ciencia . Visin que contrasta

    abiertamente con los prejuicios que suelen desfigurar la verdadera idea, en este caso, del

    brillante florentino.

    Escribir la biografa de Alfredo Maneiro, es deuda. Rescatar sus ideas, plasmarlas, hacerlas

    carne y hueso y nervio y accin, es obligacin. Hoy, esto es tan posible como necesario.

    Nuestros pueblos, no solamente los que aloja Venezuela, sino los de toda la extensa nacin

    latinoamericana y caribea, marchan, con sus zigzags, avances y retrocesos, hacia la

    construccin de un nuevo sistema de relaciones sociales. Camino escabroso, bordeandomuchas veces grandes peligros, sacrificios, mucho sudor y, no pocas veces, de sangre y

    lgrimas, como lo ha sido el del camino de la humanidad entera en su ancestral bsqueda de

    redencin. Parafraseando a Porfirio Barba-Jacob, podramos decir: Pero hay un da, oh vida, un

    da en que discurren vientos ineluctables, un da en que ya nada nos puede detener. Ese da ha

    llegado para Nuestra Amrica, ese da del cual Alfredo guardaba ya el recuerdo.

    Al Rodrguez AraqueCaracas, 16 de enero de 2012