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AMANDA QUINTERO · Prohibidas las “P” 1 Prohibidas las “P”

Prohibidas las “P” - Web view... que los dueños de las mascotas recogieran las “P” de sus perros, ... el hecho de que es su responsabilidad y de nadie más limpiar las heces

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Prohibidas las “P”

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AMANDA QUINTERO · Prohibidas las “P” 2

PROHIBIDAS LA “P”

«El diablo está en los detalles» dicen por ahí, y eso es

lo que hace tan complejo al fenómeno de convivir: tiene

demasiados detalles. Y no sería tan grave que tuviese

tantos detalles si todos los que conviven estuviesen de

acuerdo en cómo resolver los detalles, el problema es

que rara vez lo están.

Tomemos el caso de los platos en un hogar, mamá

quiere que los platos se laven y guarden de una vez; por

lo general los hijos quieren dejarlo para luego, para la

señora de servicio, para el hada de los platos, qué se yo.

La cuestión es que casa a casa se repite el fenómeno

¿quién lava los platos y cuándo? Puede haber un largo

período de dimes y diretes pero el problema sólo se

puede resolver con acuerdos; y ahí, en el acuerdo es

donde está la clave de la convivencia, es el único

antídoto a los demonios que emergen de los detalles.

Pues entonces cuando un grupo más grande, como una

ciudad, convive no está exento de los mil detalles de la

vida en sociedad, con la que tenemos esa relación de

amor y odio intenso. Podríamos hablar de los problemas

de inseguridad, tránsito o economía, que parecen ser

los que saltan a la vista y a los que más gente dedica

tiempo, pero creo que esas son consecuencias de obviar

los problemas más pequeños, los detalles, que

construyen las bases de cómo nos comportamos frente

a los otros. Por eso hablaré de un problema simple: la

recolección de excrementos de mascotas en espacios

públicos.

LA “P” EN EL ZAPATO

Antes de comenzar aclararé que, entendiendo que las

heces son un tema tabú en nuestra sociedad, sustituiré

la palabra «excrementos» por «la “P” en el zapato», o

simplemente “P”, para ilustrar con mayor fluidez el

sentimiento que quiero transmitir.

Nadie quiere una “P” en el zapato, pero todos hemos

estado en ese lugar. Vas caminando por la calle,

usualmente apurado, como suele ir el caraqueño de

hoy; siempre ves al piso porque nuestras aceras

ameritan atención al caminar, pero justamente en ese

momento algo sucedió que te distrajo y cuando

levantaste la mirada sentiste ese desliz en el pie, por un

momento deseas que no sea cierto y antes de bajar la

mirada prefieres confirmar con otro de tus sentidos:

aspiras profundo y ya lo sabes, tienes una “P” en el

zapato.

En ese momento te sientes miserable, y lo asocias con

lo mal que te fue/irá en el día, e intentas con todas tus

habilidades sacar lo más que puedas de esa “P” con la

acera no contaminada, buscas grama a tu alrededor

porque recuerdas que una vez alguien te dijo que «salía

mejor con grama». La mayor parte de las veces lo logras

y lo dejas pasar, pero el mal rato trae un sabor amargo

bastante más duradero, más si la estela aromática te

acompaña por otra buena parte del día.

El venezolano, bien humorado como es – y que no está

pasando por esa situación en el momento- te dirá «que

eso es suerte» o «que te va a llegar dinero pronto»,

pero sin embargo las implicaciones del problema van

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más allá de la pura suerte. Ese día no podrás dejar de

pensar en quién dejó esa “P” en tu zapato, por qué a ti y

qué tienes que hacer para que no se repita.

Lo que pasa es que muchos dueños de mascotas del

Municipio Sucre, sobre todo en zonas residenciales, han

decidido que sus pequeños amigos de cuatro patas no

evacuarán en sus respectivas casas y por eso los sacan

«a pasear» por el vecindario. Y no está mal, puedo

comprender que no quieran acostumbrar a sus perros a

mantener la casa sucia, pero aun así bien sea por

descuido, desconocimiento o desconsideración eso no

les da derecho a mantener las áreas comunes llenas de

potenciales “P” en el zapato de algún transeúnte. No lo

comparto.

Y la cuestión es que precisamente, son áreas comunes,

públicas, en las que debemos convivir los que no

tenemos perros y los que sí. Además, las heces de

animales no sólo causan mal aspecto, mal olor o

incomodidades a quienes las pisan, también pueden

convertirse en un problema de salud pública ya que las

bacterias que defecan los animales son distintas a las de

los humanos. Pueden desatar enfermedades y por

tanto, la presencia de “Ps” en áreas públicas disminuyen

el bienestar general de la comunidad. Dificultan la

convivencia entre quienes la habitamos.

OBSERVACIÓN DEL PROBLEMA

Es evidente que hay un problema en el Municipio Sucre:

los dueños de mascotas no están recogiendo sus “P”

cuando salen a pasear. Profundicemos.

Los dueños de mascotas, protagonistas del problema,

parecieran no tener ningún remordimiento en dejar las

“P” de sus mascotas en la calle; pareciera que no se

imaginan que una abuelita puede resbalarse y caer en la

acera. Podemos denominar al proceso de conversación

de esas personas con su propia conciencia su regulación

moral: lo justo es que yo no limpie las “P” de mi perro.

Implícitamente la moral de estos sujetos dice: que lo

haga otro.

La alcaldía por su parte tiene pleno conocimiento de las

implicaciones ambientales y de higiene pública sobre la

presencia de heces animales en las vías comunes, y por

tanto emitió en diciembre de 1992 una Ordenanza

sobre Tenencia, Protección y Registro de Animales

Domésticos por medio del Concejo Municipal del

Municipio Sucre, Estado Miranda. Ella establece que los

dueños de animales domésticos no recojan los

excrementos sus mascotas de los espacios públicos

estarán cometiendo un delito menor. Esto es lo que se

conoce como la regulación legal: lo justo es que limpies

las “P” de tu perro, de lo contrario serás sancionado.

Y hay un tercer actor que juega en este escenario, uno

que parece estar en la penumbra y cuya importancia

parece haber sido olvidada: la sociedad, o mejor dicho,

los demás observadores de la situación. La sociedad

somos tú y yo, es la vecina del piso de abajo, el señor de

la panadería de la esquina, la sociedad en este caso es

todo aquel que es testigo del delito que se comete y

puede decidir decir algo o «dejar así».

En este caso pareciera haber una avasallante

permisividad con los vecinos que caminan a sus perros y

no recogen sus “P”, porque los dueños de mascotas no

pasean a sus perros a las tres de la mañana a

escondidas del resto, lo hacen a plena luz del día frente

a todos los demás. Aunque internamente el observador

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condene el hecho, es decir, que lo reproche

moralmente, este testigo se mantiene silente y permite

que se cometa el atropello, incluso si él mismo se

convierte en víctima potencial. Esto se llama regulación

social o cultura: aunque lo justo sería que recogiera las

“P” de su perro yo no soy quién para decirle nada.

Es irreparablemente obvio que hay un divorcio entre

ley, moral y cultura1. La ley establece el deber ser pero

la conciencia de los individuos y lo culturalmente

aceptado justifican que se haga lo contrario.

EL DIVORCIO ENTRE LEY, MORAL Y

CULTURA

En la vida nos vemos continuamente forzados a

juzgar qué es «bueno» y qué es «malo», y en base a

eso tomamos todas las demás decisiones sobre qué

hacer, es decir, actuamos de acuerdo con lo que

nuestra moral justifica. La vida en una ciudad puede

ser vista como un proceso en el que cientos, miles y

quizá millones de habitantes toman decisiones

constantemente de acuerdo con muchos tipos de

moral ¿no suena eso complicado?

La Moral

En efecto, la moral de cada persona es tan íntima y

única como la vida que ha vivido. Se forma con la

educación recibida, la religión practicada, la crianza

del hogar, etc. de manera que configuramos unos

valores que nos ayudan a decidir qué hacer y cómo

1 Convivencia como armonización de Ley, Moral y Cultura, Antanas Mockus

actuar. Es un proceso orgánico, que puede irse

enriqueciendo conforme pasa el tiempo y se recibe

nueva información (educación).

Kohlberg decía que el hombre puede alcanzar seis

etapas morales:

Etapas morales de Kohlberg

Etapa 1

(Pre-convencional)

Castigo y ObedienciaLo justo es la obediencia ciega a las normas y a la autoridad; evitar el castigo y no causar daño material

Etapa 2

Propósito e Intercambio Instrumental IndividualLo justo es seguir las normas cuando actúan en pro de los intereses propios. También es justo que otros lo hagan

Etapa 3

(Convencional)

Expectativas, Relaciones y Conformidad InterpersonalLo justo es realizar una buena tarea; preocuparse por los demás y por sus sentimientos; respetar la lealtad y la confianza entre colaboradores

Etapa 4

Sistema Social y Mantenimiento de la ConcienciaLo justo es cumplir con el propio deber en la sociedad, mantener el orden social y contribuir al bienestar de la sociedad o el grupo.

Etapa 5

(Post-convencional y de Principios)

Derechos precios y del Contrato Social o la UtilidadLo justo es respaldar los derechos, los valores y pactos legales fundamentales de una sociedad, incluso cuando colisionan con las normas y leyes concretas del grupo

Etapa 6Principios Éticos UniversalesLo justo supone seguir una guía de principios éticos universales que toda la humanidad deberá seguir

Además, decía que una vez que se alcanzaba una

etapa no se podía descender en el proceso del

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desarrollo de la moral2, lo que justifica que se eduque

a la ciudadanía en valores éticos.

La investigación del psicólogo Roberto Zapata,

Valores del Venezolano, demuestra de manera

contundente que los venezolanos sabemos distinguir

los que está bien de lo que está mal (la gran mayoría

está de acuerdo en lo que es bueno y lo que es malo),

y particularmente cuando se trata del espacio

público. Dice que:

Podríamos decir que la cultura cívica o ciudadana –las

normas de solidaridad, la higiene social del espacio

público es algo que no queda resentido por el

relativismo3. Los niveles de permisividad en los

espacios públicos y sociales, en el área de la moralidad

cívica, son bajos.

Por lo que en términos generales y como diría el ex

alcalde de Bogotá, Antanas Mockus, «de conciencia

estamos bien», tenemos una ética cívica de mínimos4.

Sabemos qué es lo correcto de hacer y aun así mucha

gente decide hacer lo incorrecto, más allá de si sabe

que existe una ley que lo norma, sabemos que llevar

al perro a pasear y dejar sus potenciales “P” en el

zapato por la calle es algo malo, y aun así un gran

grupo de ciudadanos decide no recogerlas. Quizá es

porque no hay riesgos asociados a cometer este acto

inmoral.

La Ley 2 Conciencia moral y acción comunicativa, Jurgen Habermas

3 El término relativismo se refiere al relativismo moral, es decir, una zona ambigua en la que no se sabe qué está bien ni qué está mal sino que «todo vale».

4 De A. Cortina, Ética mínima. Introducción a la Filosofía. Se refiere a una situación social en la que cada quien es libre de organizar su vida según sus ideales, pero se comparte socialmente un grupo de valores morales mínimos absolutos que facilitan la convivencia.

Los Estados nacionales saben que hay personas que

conscientemente comenten actos inmorales, razón

por la cual hacen leyes que establecen claramente lo

que una sociedad considera moral o inmoral y

regulan lo que se prohíbe, por ejemplo, que todo

dueño de algún animal doméstico deberá recoger los

excrementos de su mascota de los espacios públicos.

Para sancionar la infracción se coloca una multa en

términos monetarios, generalmente montos elevados.

Este sistema tiene una falla. De acuerdo con las

investigaciones del economista y psicólogo Dan

Ariely5 cualquier interacción humana –de mercado o

no- que esté normada en términos de dinero llevará a

las personas a comportarse de acuerdo con las reglas

del mercado y suprimir las normas sociales. Por lo

tanto, si la persona sabe que el costo monetario es

elevado y ella no quiere pagar ese precio tenderá a no

infringir la ley por temor a la sanción (a penas

primera etapa moral de Kohlberg) mas el

comportamiento es contingente: depende de que la

autoridad te vea cometiendo el delito. Esta falla del

modelo de sanciones legales necesita que la persona

sea siempre vigilada y puede tener la pretensión de

mantener la vigilancia de los ciudadanos hasta el

último rincón, tal y como describía George Orwell en

su novela 1984.

Así, mucha gente se acostumbra a pensar que debe

ser vigilado constantemente para cumplir la ley, tal

que muchos quieren ver constantemente a la policía

patrullando, multando a quienes incurren en el delito.

Y verdaderamente tiene sentido, reconozco que hay

cierto mérito en cumplir con la función de enviar la

señal de que la ley debe ser cumplida y quien la

5 Predictably Irrational, Dan Ariely

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infrinja sufrirá las consecuencias. Bien decía Hobbes

que «las leyes sin la espada son sólo papel mojado».

¿Entonces, qué pasa? Si sabemos que está mal dejar

las “P” del perro en la calle, el Municipio Sucre tiene

una ley que establece claramente que es considerado

un delito no limpiar los excrementos de las mascotas

en los espacios públicos, y además ha hecho un gran

esfuerzo por incrementar el patrullaje de PoliSucre

en las calles del municipio ¿por qué persiste el

problema?; la clave del asunto es que es

culturalmente aceptado que la gente que «pasea»

mascotas no recoja sus respectivas “P”.

La Cultura

La cultura es el conjunto de manifestaciones en que

se expresa la vida tradicional de un pueblo, lo que

ese pueblo siente que es el «deber ser» y no se

cuestiona. En Venezuela es una práctica general

infringir la ley, es ahí donde mayormente se

manifiesta el divorcio del que hablamos porque es

culturalmente avalado que, por ejemplo, una

persona deje las “P” de su perro en la calle. La gente

podrá o no pensar para sus adentros que está mal, el

individuo mismo podrá o no pensar que está mal,

incluso, el policía que lo observa podrá o no pensar

que está mal, pero como es culturalmente aceptado

que así sucedan las cosas nadie hará nada para

remediar el delito.

Esta situación puede tener muchas explicaciones y

muchísimas vertientes, pero al final de cuentas

desembocaremos en lo mismo: la cultura justifica que

se incumpla la ley.

En eso consiste el divorcio entre ley, moral y cultura,

que la moral o la cultura justifican que se cometan

actos fuera de la ley. En este caso, se acepta que las

personas no recojan las “P” de sus perros, por lo que

los dueños de mascotas ajustan su moral diciendo

«pero si todo el mundo lo hace ¿voy a ser yo el único

tonto que no lo haga?». Se racionaliza la ilegalidad.

Este acto deriva en un despertar de emociones en

cadena: los que saben que infringen la ley comienzan

a sentir placer no sólo de no ser pescados en el acto

sino de la infracción misma, alimentando el ego y

reforzando el honor propio, «Soy tan bueno que

ningún policía me multará nunca»; los que deslicen

con las “P” en los zapatos sentirán ira hacia los

infractores y desprecio hacia los policías «que no

hacen su trabajo», pero sin embargo permanecerán

en silencio para no quedar en ridículo al retar una

regla cultural; los policías sentirán frustración con la

situación y dejadez hacia su trabajo, y como están

inmersos en un set de reglas de mercado

aprovecharán la situación para su mayor beneficio

particular (como cualquier individuo racional de la

teoría económica). Se abre una puerta a la corrupción

que será a su vez culturalmente aceptada.

Y aquí se evidencia que el coctel de emociones es más

fuerte que nuestra razón6, lo racional –óptimo

socialmente hablando- sería: que los dueños de las

mascotas recogieran las “P” de sus perros, y que los

policías sancionaran sin discriminación a los

infractores, y que los ciudadanos comunes que ven a

una persona cometer una infracción activen los

mecanismos sociales para regular la situación. Sí,

hemos olvidado que la sociedad tiene instrumentos

de regulación social de alto poder.

6 Tuercas y tornillos, Jon Elster

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EMOCIONES Y NORMAS SOCIALES

Ya hemos comentado que las emociones nublan a la

razón, tal y como se dice que sucede con el amor o la

ira.

Las emociones adicionalmente motivan a la acción,

por ejemplo, cuando una persona siente amor se

motiva querer estar siempre cerca de la persona

amada y a sacrificarse por ella, cuando una persona

siente ira se verá motivada a actuar de manera

agresiva. Este tipo de emociones se conocen como

emociones núcleo7 porque se derivan directamente

de lo que siento en el momento, luego actúo

impulsivamente.

Existe un segundo grupo de emociones parasitarias

de las emociones núcleo, que sentimos cuando

deliberamos sobre «qué hubiese pasado si…» o «qué

pasaría si…». En el primer grupo están emociones

que nos produce pensar en un pasado diferente,

como el resentimiento o la angustia. El segundo

grupo están las que provienen de pensar en un futuro

condicional, como la ansiedad. Aquí observamos que

pensar en nuestras acciones futuras nos hacen sentir

emociones en el ahora y ellas inducirán una acción.

Las normas sociales trabajan con el segundo grupo de

emociones, principalmente con la consideración de la

vergüenza y la culpa futura, que puedan ser

desencadenadas por nuestras acciones. Por ejemplo,

sé que mis amigos se burlarían si ven mi foto de

cumpleaños número siete cuando no tenía dientes,

entonces antes de que ellos lleguen a mi casa quitaré

la foto de la sala, para ahorrame la vergüenza futura.

7 Tuercas y tornillos; Más tuercas y tornillos, Jon Elster

La «presión social» y el «qué dirán» sostienen la

estructura de las normas sociales o culturales.

SOLUCIONES

Sucre debe continuar «por buen camino» y para ello

deberá actuar para reconciliar la ley, la moral y la

cultura de los ciudadanos del municipio. Para ello hay

que trabajar para que no existan justificaciones

morales o culturales al incumplimiento de la ley8.Para

armonizar la regulación legal, moral y social debe

reforzarse cada una de estas áreas.

Regulación Legal

En términos legales no hace falta sacar una nueva

ordenanza sólo para que salga en prensa (una

práctica culturalmente aceptada durante los últimos

años en términos de leyes en Venezuela). Lo que sí

hace falta es dar a conocer la ley, demostrarle al

ciudadano común –tanto al que tiene mascotas como

el que no- que sí hay una ley que regula el hábito de

retirar las heces de los animales domésticos de los

espacios públicos. Asimismo dar a conocer la sanción.

Por ejemplo, el Municipio Chacao entregó volantes

como el siguiente:

8 Convivencia como armonización de Ley, Moral y Cultura, Antanas Mockus

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Es importante que no sólo se dé a conocer la

existencia de la normativa sino las razones por las

cuales existe. Entre ellas: mal olor, suciedad de los

espacios públicos, implicaciones ambientales y de

sanidad.

Además, desde el municipio puede apoyarse la

política con medidas como papeleras especiales para

excrementos de perro e incluso dispensarios de

bolsas plásticas para el mismo fin. En este sentido, de

nuevo el municipio Chacao nos ofrece el humorístico

cartel:

Por último vale la pena subrayar lo ya mencionado, la

existencia de la regulación legal no tiene sentido si no

puede ser aplicada y por tanto es menester un trabajo

de educación a la policía del municipio con respecto a

la normativa y la importancia de su coercibilidad

(superar la justificación cultural y la corrupción).

Regulación Moral

Podríamos presumir que existe un grupo de gente

que no considera inmoral dejar las “P” de su perro en

la calle y por tanto no sepa la magnitud del daño que

causa. Así, y consecuentemente con las teorías de

Kohlberg, se recomienda educar a los ciudadanos

sobre el hecho de que es su responsabilidad y de

nadie más limpiar las heces de sus mascotas.

Hay que ser cuidadoso con cómo se presenta esta

educación y para ilustrar el caso presentaré dos tipos

de publicidad.

La Figura 1 es una campaña en el Reino Unido

conducida por la ONG Keep Britain Tidy (Mantén

Limpia a Bretaña), dice «No existe tal cosa como el

“¿Sabes qué? Puedes ser sancionado con una multa equivalente de tres (3) a cinco (5) Unidades Tributarias”

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Hada del Popó de Perro, mételo en una bolsa –

cualquier papelera es buena». La campaña persigue la

reflexión de quien no recoge las “P” se su perro sobre

la responsabilidad de sus actos.

La Figura 2, también del Reino Unido, es del gobierno

municipal de Hastings Borough y dice «Hey ¿tienes

mie**a en tu cerebro? Estás arruinando la reputación

de otros dueños de perro, ¡Limpia lo de tu perro!,

¡Mételo en una bolsa o sé multado!». Esta ordena al

dueño del perro a recoger las “P” de su perro.

Figura 1

Figura 2

Vemos cómo el segundo es significativamente más

agresivo que el primero, de manera tal que alguien

que es dueño de un perro se sentirá ofendido y

provocado por el afiche y deliberadamente decidirá

no limpiar las “P” de su perro en protesta o acto de

rebelión.

La comunicación cuando se hace en términos morales

debe basarse en el respeto entre iguales9, sin que uno

u otro hable como moralmente superior. Debe ser

una conversación ciudadana.

Regulación Social

La regulación social es un acto enteramente

comunicativo, por lo que la política deberá consistir

9 Indicadores de convivencia ciudadana, Antanas Mockus y Jimmy Corzo

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en propiciar vías de comunicación no violentas.

Habermas dice que el violento es aquel que no

encuentra otra forma de expresarse y recurre a la

violencia10. La violencia entendida como violencia

física, amenaza de violencia física o violencia verbal.

En ese sentido, la política municipal debe proponer

formas de comunicación cívica que alcancen el

objetivo por la vía pacífica.

En el caso particular de la recolección de

excrementos de animales domésticos, como es un

acto que se lleva a cabo en público, creo que puede

explotarse con mayor facilidad la emoción de la

vergüenza como mecanismo de regulación. Por

ejemplo, haciendo eco de la campaña venezolana de

finales de los ochenta Señalen al abusador11.

Podría incluso promoverse la denuncia del delito, tal

y como lo hizo Antanas Mockus en Bogotá con su

llamado a «ser croactivo12».

Estas campañas despertarán la acción de los anfibios

culturales13 presentes en la sociedad, quienes

10 Conciencia moral y acción comunicativa, Jurgen Habermas

11 La campaña consistía en que cada vez que alguien cometía un abuso en público todos los presentes lo señalaban gritando « ¡Abusador!».

12 Croactivo venía de ser «sapo», soplón en Colombia, y proactivo. Era un llamado a la denuncia pública de los delitos cometidos en las comunidades, bajo la premisa de que si los cuerpos policiales no se enteraban de los problemas era muy difícil que los solucionaran.

13 Anfibios culturales y divorcio entre ley, moral y cultura, Antanas Mockus.«Anfibio cultural es alguien capaz de obedecer a sistemas de reglas parcialmente divergentes sin perder la integridad intelectual y moral. Es esta integridad que le ayuda a seleccionar y jerarquizar fragmentos de conocimiento y de moralidad en un contexto para traducirlos y hacer posible su apropiación en el otro». Es

servirán como lubricante para el funcionamiento de

las normas sociales.

La idea es recuperar el poder de regulación social

respetuosa, hacernos de nuevo a la idea de que la

policía no tiene que estar presente en cada esquina

para que los ciudadanos cumplamos y hagamos

cumplir la ley y ascendamos en la escala del

desarrollo moral de Kohlberg como sociedad a través

de una educación en valores. La idea es empoderar al

ciudadano común con la potestad de reclamar el

cumplimiento de la ley, para el mayor bienestar de

todos.

«El diablo está en los detalles» dicen por ahí, por

eso es bueno comenzar por resolver los problemas

sencillos, los detalles. Son ellos los que nos permiten

crear un primer ambiente de cordialidad que puede

causar un efecto expansivo a otros planos de la vida

cotidiana. La clave está en fomentar acuerdos como

sociedad a través de la armonización entre ley, moral

y cultura; sólo así alcanzaremos la convivencia

ciudadana.

alguien que sirve de intérprete y traductor entre dos sistemas morales.

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