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Problemas familiares afectan directamente la concentración en el estudio y el rendimiento escolar, sostienen Lima, ene. 30 (ANDINA). Los problemas familiares, como la violencia conyugal o de padres a hijos, la falta de comunicación, entre otros, afectan directamente la concentración en el estudio y el rendimiento escolar, sostuvo hoy el especialista en educación, Jaime Kusnier. El experto explicó que suele suceder que cuando los niños no prestan atención en clase o tienen dificultades para concentrarse al momento de estudiar, están pensando en la discusión o pelea que tuvieron sus padres y esa desagradable experiencia les provoca estrés y temor. Kusnier agregó que el desarrollo intelectual y emocional de los hijos requiere de una estabilidad familiar, la cual contribuye a lograr el equilibrio mental. “De los padres depende crear un clima apropiado para el correcto crecimiento físico, psicológico e intelectual de sus hijos”, enfatizó. Comentó que cuando ocurra una discusión en el hogar, los padres deben evitar proferir lisuras o insultos de grueso calibre, porque esas palabras quedan grabadas en la mente de los hijos, sobre todo si son pequeños. Otro aspecto fundamental es la comunicación entre padres e hijos, en la que los primeros deben saber escuchar y mostrar interés en el desempeño de sus hijos, afirmó.

Problemas familiares afectan directamente la concentración en el estudio y el rendimiento escolar

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Problemas familiares afectan directamente la concentración en el estudio y el rendimiento escolar, sostienen  

Lima, ene. 30 (ANDINA). Los problemas familiares, como la violencia conyugal o

de padres a hijos, la falta de comunicación, entre otros, afectan directamente la

concentración en el estudio y el rendimiento escolar, sostuvo hoy el especialista en

educación, Jaime Kusnier.

El experto explicó que suele suceder que cuando los niños no prestan atención en

clase o tienen dificultades para concentrarse al momento de estudiar, están

pensando en la discusión o pelea que tuvieron sus padres y esa desagradable

experiencia les provoca estrés y temor.

Kusnier agregó que el desarrollo intelectual y emocional de los hijos requiere de

una estabilidad familiar, la cual contribuye a lograr el equilibrio mental. “De los

padres depende crear un clima apropiado para el correcto crecimiento físico,

psicológico e intelectual de sus hijos”, enfatizó.

Comentó que cuando ocurra una discusión en el hogar, los padres deben evitar

proferir lisuras o insultos de grueso calibre, porque esas palabras quedan

grabadas en la mente de los hijos, sobre todo si son pequeños.

Otro aspecto fundamental es la comunicación entre padres e hijos, en la que los

primeros deben saber escuchar y mostrar interés en el desempeño de sus hijos,

afirmó. 

“Muchos padres justifican la falta de atención a sus hijos con el cansancio que les

produce su trabajo, pero olvidan que su primera obligación como padres es,

precisamente, estar junto a sus hijos, acompañarlos en su desarrollo y velar por su

seguridad”, manifestó.

Agregó que cuando los hijos sienten que sus padres no les prestan atención ni les

dedican tiempo a escucharlos, buscan otras formas para compensar su soledad

como los videojuegos y el Internet.

En ese sentido, aconsejó que los padres deben enseñar a sus hijos desde los

primeros años de la escuela buenos hábitos de estudio, estableciendo horas

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apropiadas y pertinentes para realizar las tareas escolares y el repaso de lo

aprendido en el aula.

Asimismo, deben procurar un correcto descanso y administrar el tiempo de la

distracción, sobre todo en actividades positivas como el deporte, el arte y la

adquisición de conocimientos de forma recreativa.

Estimular el razonamiento

Kusnier expresó que otro tema importante es tomar en cuenta que el aprendizaje

debe ser consecuencia del razonamiento y no de la memorización de los

conocimientos.

Afirmó que corresponde también a los padres enseñar a sus hijos que razonen

antes de memorizar la información que reciben, que analicen y vean siempre con

un espíritu constructivo el conocimiento.

Un interesante método para lograr el habito por el estudio es conocer la verdad

mediante un estudio psicopedagógico. “No existen los vagos, lo importante es

conocer la causa que provoca el desinterés  por el estudio y trabajar en revertir esa

situación”, dijo.

(FIN) CBP/LZD

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El papel de las relaciones familiares en el rendimiento escolar y el bienestar psicológico de los adolescentes

Por Ana Martínez, Mireya Sanz y Leire Cosgaya.

Artículo publicado originalmente en la vieja Psicoteca.

Nuestras familias han sufrido una gran transformación en los últimos años. Sin embargo, lo

esencial está intacto. La familia sigue siendo la unidad básica de la sociedad, con una

responsabilidad evidente en el desarrollo personal de sus miembros, en la socialización de

los hijos y en suministrar el apoyo emocional tan necesario para todos los miembros de la

familia.

Si nos centramos en los hijos y en la función socializadora, debe ser entendida como la

responsabilidad asumida por la familia de proporcionar las condiciones oportunas que

posibiliten la adquisición por parte de los hijos de una conciencia personal (capaces de ser

responsables de sus actos, con autocontrol), una participación social (capaces de

establecer relaciones sociales), una interiorización de las normas, valores y actividades de

la cultura en la que están inmersos y una afectividad madura.

Todo ello contribuirá al necesario sentido de pertenencia, seguridad e identidad que todos

los hijos necesitan para adquirir un nivel adecuado de bienestar físico, psíquico y social.

La responsabilidad que las familias deben abordar es inmensa y, a menudo, se realiza con

escasos recursos sociales.

De todas las etapas que la familia va atravesando, posiblemente pocas sean tan difíciles

como es la adolescencia. La adolescencia es un período desafiante para padres e hijos. La

mayoría de las familias después de un grado de confusión y alteración, son capaces de

cambiar las reglas y límites y reorganizarse para permitir a los adolescentes más

autonomía e independencia. Sin embargo, hay ciertos problemas universales asociados

con esta transición que generan innumerables tensiones y pueden terminar en una crisis

familiar y/o en el desarrollo de síntomas en el adolescente o en los otros miembros de la

familia. Pero tampoco podemos olvidar que todas las dificultades que tengan lugar en la

familia acentuarán las dificultades que este periodo del ciclo vital familiar conlleva para el

adolescente.

Los cambios en esta etapa tienen lugar a diferentes niveles. Por un lado, cambios físicos

vinculados con la propia sexualidad o con la adquisición de identidad personal. Por otro

lado, el grupo de iguales se convierte en un referente para ellos, amenazando con

frecuencia las pautas establecidas en la familia. Las lealtades fuera de la familia

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aumentan, pero al mismo tiempo necesitan apoyo y aceptación por parte de sus padres,

para desarrollar identidades fuertemente separadas, y permiso y ánimo para ser más

responsables. La familia debe ser fuerte y flexible al mismo tiempo, para ser capaz de

apoyar el crecimiento de los hijos.

Esto a menudo es más difícil si la díada matrimonial no funciona bien. En la medida en que

los padres estén sobrecargados por su matrimonio serán incapaces de apoyar a sus hijos

en su camino, acentuando sus dificultades.

Las principales reacciones de los hijos ante familias conflictivas, se circunscriben en torno

a tres ejes:

a) El bienestar psicológico y físico: problemas externos de conducta (agresión, consumo

de drogas...), problemas internos (depresión, ansiedad, retraimiento social), problemas

somáticos (dolores de cabeza, dolores de estómago, vómitos, asma, eczemas, problemas

de alimentación, alergias).

b) Las relaciones sociales (competencia social, relaciones íntimas).

c) Problemas académicos (menor rendimiento escolar o mayor problema de abandono de

los estudios).

En este estudio nos hemos centrado en el bienestar psicológico y el rendimiento escolar,

analizando la relación que mantienen con los vínculos familiares.

Muestra

En el estudio han participado 1892 alumnos de enseñanza secundaria y bachiller, con una

distribución similar entre chicos (51%, N= 965) y chicas (48,7%, N= 921).

Variables

Las variables estudiadas fueron las siguientes:

1. Percepción de los hijos del conflicto interparental: Se estudió el conflicto matrimonial

desde la percepción del hijo, teniendo en cuenta tanto las características del mismo como

su vivencia o evaluación por parte del mismo.

2. Comportamiento parental: Se recogió la percepción de los niños respecto al

comportamiento de los padres y de las madres. Los ítems empleados plantean diferentes

situaciones propias de la vida y educación familiar donde se refleja si las relaciones están

basadas en el amor (en la evaluación positiva, el compartir, la expresión de afecto, el

apoyo emocional), en el control (intrusividad, supresión de la agresión, control a través de

la culpa) o en la hostilidad (irritabilidad, la evaluación negativa y el rechazo).

3. Satisfacción Familiar: Se estudió la satisfacción que experimenta una familia sobre su

nivel de cohesión y adaptabilidad / flexibilidad.

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4. Rendimiento académico: El rendimiento académico fue entendido como logro,

comportamiento y dificultades en la realización de tareas académicas.

5. Bienestar psicológico: Se estudiaron las conductas de los hijos que podrían evidenciar

sintomatología psicológica: síndromes internalizantes (ansiedad-depresión, quejas

somáticas. Se trata de conflictos internos y de tensión psicológica), síndromes

externalizantes (búsqueda de atención, conductas delictivas y conductas agresivas),

problemas de pensamiento y problemas de relación.

Procedimiento

Los centros que formaron parte del estudio fueron seleccionados teniendo en cuenta

criterios de representatividad y ajuste a la población total. Las variables previas

consideradas fueron: el curso académico, el modelo lingüístico, el municipio y la titularidad

del centro. Esta muestra forma parte de un estudio longitudinal que tendrá en cuenta los

diversos niveles educativos de los alumnos entre 8 y 18 años a lo largo de tres años y que

todavía está sin concluir.

Se cumplió rigurosamente con los requisitos de información y petición de permisos de

todos los implicados (Directores, responsables académicos, profesores, padres y

alumnos). La participación en el estudio fue voluntaria, respetando en todo momento la

confidencialidad de los datos. Todos los materiales (cartas, documentos informativos,

cuestionarios) se elaboraron en euskera y castellano.

A todos los centros participantes queremos agradecerles calurosamente su colaboración.

Análisis de resultados

En general, nos encontramos ante una muestra caracterizada por bajos niveles de

malestar psicológico y una estructuración y funcionamiento familiar adecuado y positivo.

Estos resultados evidencian que la muestra está absolutamente normalizada y no presenta

índices clínicos en ninguno de los aspectos estudiados.

Relación existente entre “las variables familiares y el rendimiento escolar” de los

adolescentes.

En aras de una mayor claridad, iremos en orden describiendo las variables que más

vinculación tienen con el rendimiento escolar, en base a las correlaciones encontradas.

Conflicto matrimonial

La relación entre el grado de conflicto percibido entre los padres y el rendimiento de los

hijos es evidente. Cuanto mayor es el conflicto percibido, peor es el rendimiento escolar,

en todas las dimensiones estudiadas. Es decir, cuando el conflicto es mayor, disminuye el

logro académico (las notas son peores y existe más tendencia a repetir curso), el

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comportamiento académico también empeora (tendencia a distraerse, a hablar en clase, a

no realizar las tareas...) y aumentan las dificultades, es decir, la dificultad para

concentrarse o el mayor cansancio a la hora de realizar las tareas.

En general, la nota media empeora y el número de suspensos aumenta.

Al estudiar las diferentes dimensiones analizadas en el conflicto observamos que:

-Cuando el hijo percibe que los conflictos entre sus padres se deben a cuestiones

relacionadas con el/ella o bien se siente culpable por tales conflictos, aumentan sus

problemas escolares.

-Cuando el conflicto es intenso, se percibe que durará en el tiempo, que es muy frecuente,

y que a menudo los temas de discusión quedan sin resolver, el impacto es mayor.

-Cuando los hijos se implican en el conflicto con sus padres (triangulación) el rendimiento

es menor.

Relaciones con el padre y con la madre

Se observan correlaciones entre todas las subdimensiones estudiadas y el rendimiento

escolar. Esto ocurre tanto en relación con la madre como con el padre.

La conclusión es clara: cuanto mayor es el amor percibido por los hijos en las relaciones

con los padres y menor el control y la hostilidad mejor rendimiento se observa. Son los

aspectos “amor y hostilidad” los que mayores correlaciones presentan.

Dentro del rendimiento escolar, aunque el impacto se manifiesta en todos los aspectos

estudiados, quizá sea más evidente cuando nos centramos en el comportamiento escolar

(hablar, distraer a los demás, no realizar las tareas, portarse mal en clase...) y en las

dificultades para concentrase en las tareas.

Satisfacción familiar

Quizá sea la variable más vinculada con el rendimiento escolar. Fueron aquellos alumnos

que indicaron estar más satisfechos con su familia, los que mejor rendimiento

demostraron, sobre todo en cuanto al comportamiento escolar.

Relación existente entre las variables familiares y el bienestar psicológico de los

adolescentes.

Con respecto al conflicto matrimonial:

La correlación entre el conflicto matrimonial y el bienestar del hijo es muy elevada

indicando que cuanto mayor es el grado de conflicto percibido peor bienestar psicológico

manifiestan los hijos.

Entre los diferentes aspectos en los cuales se manifiesta el bienestar, es sobre todo en lo

referente a los síndromes de internalización donde se encuentran las correlaciones más

elevadas con el conflicto matrimonial. Es decir, los hijos manifiestan mayor tendencia a la

depresión, a la ansiedad, a las quejas somáticas... Las manifestaciones también son

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evidentes en cuanto a los síndromes de externalización, es decir, conductas delictivas o

agresivas. Por último, la búsqueda de atención por parte de los hijos ante situaciones de

conflicto matrimonial, resulta patente. Cuanto mayor es el grado de conflicto mayor la

búsqueda de atención constante por parte de los hijos.

Al estudiar las subdimensiones del conflicto, podemos obtener conclusiones interesantes:

-Los hijos que perciben menor eficacia en el afrontamiento de estas situaciones, que

tienden a implicarse en el conflicto de sus padres y que sienten más amenaza percibida

ante las discusiones interparentales, son los que más síntomas de ansiedad, depresión,

quejas somáticas, o problemas de pensamiento manifiestan.

-Cuando los hijos se sientes responsables del conflicto, tienden a reaccionar con

conductas más agresivas y de ruptura de las normas establecidas. También se observan

correlaciones elevadas con la búsqueda de atención.

Relaciones padres-hijos:

Mientras que la dimensión de “amor” en las relaciones favorece el bienestar psicológico, el

control y la hostilidad, parecen disminuirlo. Los mismos resultados obtenemos en ambos

padres.

La subdimensión con mayor relación con el bienestar de los hijos es el grado de hostilidad

percibido, seguido de la subdimensión de amor.

Cuanta mayor hostilidad se percibe, mayor sintomatología, sobre todo relacionada con

síndromes de externalización (conductas delictivas, agresivas o de búsqueda de atención)

Cuanto menor amor se percibe en la relación con los padres, mayor sintomatología, sobre

todo relacionado con síndromes de internalización (depresión, ansiedad, quejas

somáticas...).

Satisfacción familiar:

La satisfacción con la propia familia, vuelve a ser una variable relevante, con una

importante relación con la sintomatología manifestada por los hijos. Cuanto peor es la

satisfacción experimentada con respecto a la familia, peor el malestar experimentado

sobre todo en lo que se refiere a síndromes de internalización.

Conclusiones

De forma global podemos señalar que las variables familiares, sobre todo el conflicto

matrimonial, tienen un gran impacto en el bienestar psicológico, sobre todo, y en el

rendimiento escolar.

El presente trabajo se ha llevado a cabo con adolescentes únicamente, pero la importancia

de la familia es clave en todas las edades. Los niños pequeños necesitan la suficiente

seguridad que proporciona el haber tenido experiencias positivas en casa, como para

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arriesgarse a ensanchar su mundo, y eso incluye la escuela. Cada niño necesita y merece

crecer en un ambiente confortable, en un hogar que funcione alrededor de unos valores

que contribuyan al orden y la estabilidad.

Pero la estabilidad desaparece ante el conflicto matrimonial. El subsistema conyugal es el

eje central de la vida familiar. El deterioro familiar que se produce como consecuencia del

conflicto impactará indudablemente en el bienestar de los hijos. En esta situación, la pareja

lejos de ser un soporte que de seguridad a su hijo, le dificultan su crecimiento. A los niños

les resultan estresantes las discusiones entre los padres. Los conflictos matrimoniales

amenazan su sentimiento de seguridad emocional. Siento miedo a que el conflicto

experimente una escalada, se vuelva violento, conduzca al divorcio o se generalice a las

relaciones entre los padres y ellos mismos. También pueden sentirse responsables por el

conflicto que mantienen sus padres o temer verse atrapado en el mismo. Estas

percepciones aumentan el riesgo de que el niño desarrolle problemas. Los intereses del

hijo están reabsorbidos por los conflictos familiares, lo que disminuye su capacidad y

motivación para interesarse y enfrentarse con los problemas y dificultades de todo tipo,

entre ellos los escolares.

Podemos encontrarnos con diferentes posibilidades. Por un lado, podría acentuarse la

separación, la distancia y aumentaría la hostilidad. Los padres agotados por su propio

conflicto son menos sensibles a las necesidades emocionales de los hijos y se muestran

menos afectuosos. Los hijos, por su parte, pueden entenderlo como rechazo y amenaza

de desintegración familiar. Fruto del conflicto se desarrolla un estilo de disciplina más

negativo, inconsistente, sin acuerdo entre los padres, con normas poco claras. La

disminución de la disciplina consistente y eficaz, podría vincularse con un mayor riesgo de

conducta antisocial y subcontrolada del niño. Además no podemos olvidar que la hostilidad

y agresión de los enfrentamientos entre los padres pueden extenderse también a las

relaciones con los hijos.

Por otro lado, los padres podrían volverse a los hijos en busca del apoyo emocional, afecto

y empatía que les falta (lo cual ellos deben proporcionar y no recibir). Los hijos son

expuestos a compartir problemas, dilemas y secretos, lo que en otras circunstancias no

ocurriría. En esta situación, los hijos se ven inducidos a asumir roles inapropiados y a

satisfacer las funciones de esposo/padre, se enfrentan a problemas de lealtad, coaliciones

intergeneracionales, desviación de conflictos...

En resumen, los conflictos afectan a las relaciones afectivas con los padres y cuando esto

ocurre los hijos lo sufren y lo manifiestan a través de diversas reacciones, entre ellas su

rendimiento académico o los comportamientos problemáticos. La sociedad mide el valor de

los hijos por el éxito académico y las dificultades que plantean. Por eso, las dificultades

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escolares se pueden trasladar con relativa facilidad a su concepción global, lo cual

afectará a su autoconcepto. Y de esta forma, sus dificultades iniciales, escolares o no,

pueden convertirse en problemas mucho mayores.

Fuente original de este artículo: Martínez, A., Sanz, M., y Cosgaya, L. (2005). El papel de

las relaciones familiares en el rendimiento escolar y en el bienestar psicológico de los

adolescentes. Psicoteca, http://psicoteca.blogspot.com

PUBLICADO POR GILGAMESH 19 OCTUBRE, 2006 / ETIQUETAS: RELACIONES HUMANAS

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