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Prólogo - Secretos Oscuros...Prólogo En un papel adjunto al relato que sigue, el doctor Hesselius ha escrito una nota bastante elaborada que acompaña con una referencia a su ensayo

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  • Prólogo

    Enunpapel adjuntoal relatoque sigue, eldoctorHesseliushaescritounanotabastanteelaboradaqueacompañaconunareferenciaasuensayoacercadelextrañotemasobreelqueelmanuscritoarrojaluz.

    Este misterioso tema lo trata, en ese ensayo, con su habitual erudición yagudeza, y de un modo notablemente directo y condensado. Constituirá unvolumen en la publicación de los escritos completos de este hombreextraordinario.

    Dado que en este volumen publico el caso tan sólo para interesar a los«legos»,novoyaanticiparmeennadaalainteligentedamaquelorelata;y,trasdebidareflexión,mehedecidido,consecuentemente,aabstenermedepresentarningún précis del razonamiento del sabio doctor, o extracto alguno de suexposiciónsobreun temaque,segúnéldescribe,«noes improbableque tengaqueverconalgunosdelosmásprofundossecretosdenuestraexistenciadualysusintervenciones».

    Me sentí ansioso, al descubrir ese papel, por volver a abrir lacorrespondencia iniciada por el doctorHesselius,muchos años antes, con unapersonataninteligenteyescrupulosacomoparecehabersidosuinformante.Congran sentimientomío, sin embargo, averigüé que la dama habíamuerto en elintervalo.

    Esprobablequeellanohubierapodidoañadirgrancosaal relatoquedaaconocer en las páginas siguientes de unmodo, hasta donde puedo juzgar, tanconcienzudamentecircunstanciado.

  • I

    Elcomienzodelhorror

    EnEstiria,aunquenopertenecemosenabsolutoalagrandeza,habitamosuncastillo,oschloss.Unapequeñarenta,enesapartedelmundo,daparamucho.Ochocientasonovecientas librasanualeshacenmaravillas.Muyaduraspenasnuestrosingresosnoshubierancolocadoentrelosricosenlapatria.Mipadreesinglés,yyollevounapellidoinglés,aunquejamáshevistoInglaterra.Peroaquí,enestesitiosolitarioyprimitivo,dondetodoestanasombrosamentebarato,noveodequémodouna cantidadde dineromuchomayor podría añadir nada enabsolutoanuestrascomodidades,oinclusolujos.

    Mi padre perteneció al ejército austríaco, y se retiró con una pensión y supatrimonio, comprando esta residencia feudal y los pequeños dominios en losquesealza;unaganga.

    Nada puede ser más pintoresco o solitario. Se yergue sobre una pequeñaeminencia en un bosque. El camino, muy viejo y estrecho, pasa frente a supuentelevadizo,jamáslevantadoenmitiempo,yasufoso,provistodepercasynavegadopormuchoscisnes;sobresusuperficieflotanhojasdeliriosdeagua.

    Sobretodoesto,elschlossmuestrasufachadadeinnumerablesventanas,sustorres,ysucapillagótica.

    Elbosqueseabreenunclaroirregularymuypintorescofrenteasupuerta,y,aladerecha,unempinadopuentegóticopermitequelarutacruceunriachueloqueserpenteaenlasombraatravésdelbosque.

    Hedichoqueesunsitiomuysolitario.Juzgasidigoverdad.Mirandodesdelapuertadelasalahaciaelcamino,elbosqueenelquesealzanuestrocastilloseextiende quincemillas hacia la derecha, y doce hacia la izquierda. El pueblohabitadomáscercanoseencuentraaunassietedevuestrasmillasinglesashacia

  • laizquierda.ElschlosshabitadomáscercanodealgunarelevanciahistóricaeseldelviejogeneralSpielsdorf,casiaveintemillashacialaderecha.

    He dicho «el pueblo habitadomás cercano» porque, a tan sólo tresmillashacia el oeste, es decir, en dirección al schloss del general Spielsdorf, hay unpuebloenruinas,consucuriosaypequeñaiglesia,ahorasintecho,encuyanaveestán las tumbas esculpidas de la orgullosa familia de los Karnstein, ahoraextinguida,queenotrostiemposposeyóeligualmentedesoladochâteauque,enlomásdensodelbosque,dominalassilenciosasruinasdelaciudad.

    Respectoa la causadel abandonodeese lugar sorprendenteymelancólicoexisteunaleyendaquetecontaréenotromomento.

    Contaré ahora hasta qué punto es minúsculo el grupo formado por loshabitantesdenuestrocastillo.Noincluyoaloscriadosniaesossubalternosqueocupan habitaciones en las edificaciones anexas al schloss. ¡Escucha, yasómbrate!

    Mi padre, que es el hombre más amable del mundo, pero que estáenvejeciendo y yo, que, en la época demi relato, tenía sólo diecinueve años.Ochoañoshanpasadodesdeentonces.Yoymipadreconstituíamoslafamiliaenelschloss.Mimadre,unadamaestiria,muriósiendoyoniña,peroyoteníaunama de excelente carácter que había estado conmigo casi diría que desde miprimerainfancia.Nopuedorecordarlaépocaenquesugruesorostrobondadosono constituía una imagen familiar en mi memoria. Era Madame Perrodon,naturaldeBerna,cuyoscuidadosybuencaráctersuplieronenparteparamí laausencia de mi madre, a la que perdí tan pronto que ni siquiera la recuerdo.Constituía el tercer comensal ennuestramesa.Habíauncuarto,MademoiselleDe Lafontaine, una de esas damas a las que vosotros llamáis, según creo,«institutrices de educación social». Hablaba francés y alemán, la señoraPerrodon francés y un inglés imperfecto; a ello mi padre y yo añadíamos elinglés,que,enparteparaevitarqueseconvirtieraenuna lenguaperdidaentrenosotros, y en parte por motivos patrióticos, hablábamos diariamente. LaconsecuenciadetodoelloeraunaBabelanteelquelosforasterossolíanreíryqueno trataré enabsolutode reproducir eneste relato.Yhabía, además,otrasdos o tres damitas, amigas mías, más o menos de mi misma edad, que eranvisitantes ocasionales durante períodos más o menos largos. A veces, yodevolvíaesasvisitas.

  • Ésteeranuestromediosocialhabitual;pero,naturalmente,podíanproducirsevisitasde«vecinos»quevivíana tansólocincooseis leguas.Mivida,peseatodo,eramásbiensolitaria,puedoasegurártelo.

    Misgouvernantesteníansobremítantocontrolcomoesposibleimaginarsequeerancapacesde tenerpersonas tansensatassobreunamuchachamásbienconsentida, a la que su padre permitía actuar a su voluntad prácticamente entodo.

    El primer acontecimiento de mi existencia, que produjo en mi mente unaimpresión terrible que, de hecho, jamás se ha borrado, fue uno de losprimerísimos incidentes de mi vida que puedo recordar. Habrá gente que loconsideretantrivialquenomerecelapenaconsignarloaquí.Yaveránustedes,sinembargo,ensumomento,porquélomenciono.Elcuartodelosniños,comolollamaban,aunqueloteníaenteroparamísola,eraunaampliahabitaciónenelpisosuperiordelcastillo,conunaltotechoderoble.Nodebíatenermásdeseisañoscuando,ciertanoche,medesperté,y,mirandolahabitaciónamialrededordesde lacama,novia ladoncellaencargadadeaquelcuarto.Tampocoestabaallí mi niñera; y me creí sola. No me asusté, porque era una de esas felicescriaturasalasquedeliberadamentesemantieneenlaignoranciadelashistoriasde fantasmas,y los cuentos fantásticos,y todos esos conocimientosquehacenquenostapemoslacabezacuandolapuertacrujesúbitamenteoelaleteodeunavela a punto de extinguirse hace bailar sobre la pared, cerca de nosotros, lasombra de uno de los pilares de la cama. Me sentí molesta y ofendida alencontrarme,segúnentendí,desatendida,ymepuseagemir,comopreparaciónde un robusto estallido de bramidos; entonces, ante mi sorpresa, vi un rostrosolemne, pero hermoso, mirándome al lado de la cama. Era el rostro de unajoven dama arrodillada que tenía las manos bajo la colcha. La miré con unaespeciedeasombrocomplacidoydejédegemir.Meacaricióconsusmanos,yse tendió ami lado en la cama, yme atrajo hacia sí, sonriendo;me sentí deinmediatodeliciosamenteconfortada,yvolvíaquedarmedormida.Medespertéconunasensacióncomodesidosagujassemehundieranprofundamenteenelpecho simultáneamente, y gritémuy fuerte. La dama retrocedió, con sus ojosfijosenmí,y luegosedeslizóalsuelo,y,segúncreí,seescondiódebajode lacama.

    Estaba ahora asustada por primera vez, y aullé con todasmis fuerzas. La

  • niñera, la doncella, el ama de llaves, todas acudieron corriendo, y, al oír mihistoria,selatomaronalaligera,confortándomeentretantocomopodían.Pero,aunsiendoniña,pudedarmecuentadequesusrostroshabíanpalidecidoconunainsólita expresión de ansiedad, y vi que miraban debajo de las mesas y queabríanlosarmarios;yelamadellavessusurróalaniñera:«Pongalamanoenesehoyode lacama; sí; seha tendidoalguienaquí,con tantaseguridadcomoquenohasidousted;elsitioestátodavíacaliente».

    Recuerdo que la doncella me acarició, y que las tres me examinaron elpecho,dondelesdijequehabíasentidoelpinchazo,ymanifestaronquenohabíaningunaseñalvisibledequetalcosamehubierasucedido.

    Elamadellavesylasotrasdossirvientasqueteníanasucargoelcuartodelos niños se quedaron de vela toda la noche; y, desde aquel tiempo, algunasirvienta veló invariablemente en el cuarto de los niños hasta que tuve comocatorceaños.

    Estuvemuynerviosadurante largo tiempodespuésdeaquello.Llamaronaun médico, que era pálido y muy mayor. ¡Qué bien recuerdo su largo rostrosaturnino, ligeramente punteado de viruela, y su peluca castaña! Durante unabuena temporada, endías alternados,veníaa administrarmemimedicina,que,naturalmente,yoodiaba.

    Lamañanadespuésdehabervistoesaapariciónmeencontrabaenunestadode terror; no pude soportar quemedejaran sola, pese a ser de día, ni un solomomento.

    Recuerdo que mi padre subió y, de pies junto a la cama, me hablóalegremente, haciéndome un buen número de preguntas y riéndose de todocorazónanteunadelasrespuestas;mediogolpecitosenelhombro,mebesó,yme dijo que no me asustara, que no era más que un sueño y que no podíahacermedaño.

    Peronome sentí tranquilizada,porqueyo sabíaque lavisitade la extrañamujernohabíasidounsueño;yestabaterriblementeasustada.

    Meconsolóunpocoelqueladoncelladelcuartodelosniñosmeasegurarahabersidoellalaquehabíavenidoaverme,yquesehabíatendidoamiladoenlacama,yqueyodebíaestarmediosoñandoparanohaberreconocidosurostro.Peroesto,aunqueafirmadoporladoncella,nomesatisfizototalmente.

    Recuerdo que, en el curso de aquel día, un venerable anciano, con sotana

  • negra,vinoamihabitaciónconlaniñerayelamadellaves,yquehablóunpococonellas,yconmigomuyamablemente;teníaunacaramuydulceyafable,ymecontóqueibanarezar,ymeuniólasmanosyquisoqueyodijera,mientrasellosrezaban:«Señor,escuchatodaslasbuenasplegariaspornosotros,enelnombredeJesús».Creoqueeranésaslaspalabrasprecisas,yaqueamenudolasrepetíparamí,yminiñera,duranteaños,melashizodecirenmisrezos.

    Recuerdo perfectamente el dulce rostro pensativo de aquel anciano decabelloblanco,consusotananegra,depieenaquellatoscahabitaciónmarrón,de techo alto, rodeado por el bastomobiliario de lamoda de trescientos añosatrás, y la escasa luz que entraba en aquella atmósfera sombría a través de lapequeñacelosía.Searrodilló,ylastresmujeresconél,yrezóenvozalta,conunavozvehementey temblorosa,durante loquemeparecióun largo rato.Heolvidadotodamividaanterioraaquelacontecimiento,yalgúntiempoposteriormeresultatambiénoscuro;perolasescenasqueacabodedescribirpermanecenvívidascomolasimágenesaisladasdelafantasmagoríarodeadadetinieblas.

  • II

    Lainvitada

    Voy a contarles ahora algo tan extraño que será precisa toda su fe en miveracidadparaquecreanmihistoria.Sinembargo,notansóloescierta,sinoqueesunaverdaddelaqueyohesidotestigoocular.

    Era un hermoso atardecer de verano, ymi padreme invitó, como hacía aveces, a unpequeñopaseo con él por aquel hermosomirador del bosqueque,comohedicho,habíafrentealschloss.

    —El general Spielsdorf no puede venir a visitarnos tan pronto como yoesperaba—dijomipadre,mientraspaseábamos.

    Elgeneral ibaahacernosunavisitadealgunassemanas,yesperábamossullegadaeldíasiguiente.Ibaatraerconsigoaunajovendama,sobrinaypupilasuya, Mademoiselle Rheinfeldt, a la que yo jamás había visto, pero a la quehabía oído describir como una muchacha realmente encantadora, y con cuyotratomeprometíayomuchosdíasfelices.Mesentímásdecepcionadadeloqueuna joven dama que viva en una ciudad o en un vecindario animado puedesiquieraimaginar.Esavisita,ylanuevaamistadqueprometía,mehabíanhechosoñardespiertadurantevariassemanas.

    —¿Ycuándovendrá?—pregunté.—Nopodráhastaelotoño.Noantesdedosmeses,diríayo—respondióél

    —. Y ahora estoy realmente encantado, querida, de que no hayas conocido aMademoiselleRheinfeldt.

    —¿Yesoporqué?—pregunté,auntiempomortificadaycuriosa.—Porquelapobredamitahamuerto—merepuso—.Mehabíaolvidadopor

    completodequenotelohabíadicho,peronoestabasenlasalacuandorecibílacartadelgeneral,estatarde.

  • Aquellome afectómucho. El general Spielsdorf habíamencionado, en suprimera carta, cinco o seis semanas antes, que lamuchacha no se encontrabatodolobienqueéldesearía;peronadasugeríanilamásremotasospechadeunpeligro.

    —Aquíestá lacartadelgeneral—medijomipadre, tendiéndomela—.Metemoqueestámuyapenado;lacartameparecehabersidoescritaenunestadomuyparecidoaldesvarío.

    Nossentamosenuntoscobanco,alasombradeunosmagníficostilos.Elsolse ponía, con todo su melancólico esplendor, tras el selvático horizonte, y elriachueloque fluye junto anuestra casaypasabajo el empinadopuenteviejoque hemencionado serpenteaba a través demuchos grupos de nobles árboles,reflejando en su corriente, casi a nuestros pies, el escarlata desvaneciente delcielo.LacartadelgeneralSpielsdorferatanextraordinaria,tanvehemente,y,enalgunos puntos, tan contradictoria consigo misma, que la leí dos veces (lasegunda de ellas en voz alta a mi padre) y seguí viéndome incapaz decomprenderla, como no fuera suponiendo que el dolor le había trastornado lamente.Decía:

    «Heperdidoamiamadahija,porquecomotallaquería.DurantelosúltimosdíasdelaenfermedaddemiqueridaBerthanopudeescribirle.Antesnoteníayoidea de su peligro. La he perdido, y ahora lo sé todo, pero demasiado tarde.Murióenlapazdelainocencia,yconlagloriosaesperanzadeunaeternidaddebendición.Eldiabloque traicionónuestraciegahospitalidad lohahecho todo.Pensé que recibía en mi casa a la inocencia, la alegría, a una compañeraencantadora para mi perdida Bertha. ¡Cielo santo! ¡Qué loco he sido! DoygraciasaDiosdequeminiñamurierasinlamenorsospechadelacausadesussufrimientos. Se ha ido sin ni siquiera conjeturar la naturaleza de sumal y lamalditapasióndelagentedetodaestadesgracia.Dedicaréloquemequededevida a perseguir y aniquilar a un monstruo. Me dicen que puedo esperar elcumplirmilegítimoypiadosopropósito.Enestemomento,apenastengounlevedestello de luz para guiarme. Maldigo mi arrogante incredulidad, midespreciable actitud de superioridad, mi ceguera, mi obstinación… Todo…demasiadotarde.Ahoranopuedoescribirohablarconcentradamente.Desvarío.En cuanto esté un poco recobrado, pienso dedicarme durante un tiempo ainvestigar,yesoposiblementemelleveaViena.Enalgúnmomento,enotoño,

  • dentrodedosmeses,oantessivivo,leveré…Esdecir,siustedmelopermite.Entonces le contaré todo lo que apenas me atrevo ahora a poner por escrito.Adiós.Recepormí,queridoamigo».

    Deestemodoterminabaaquellaextrañacarta.AunqueyojamáshabíavistoaBerthaRheinfeldt, losojosseme llenaronde lágrimasante lasúbitanoticia;mesentímuyafectada,ytambiénprofundamentedesilusionada.

    El sol sehabíapuestoahora,y era el crepúsculoenelmomentoenque ledevolvíamipadrelacartadelgeneral.

    Era un anochecer dulce y claro, y nos demoramos, especulando sobre losposibles significados de las frases violentas e incoherentes que yo acababa deleer. Teníamos que caminar casi unamilla para llegar al camino que pasa pordelante del schloss, y, por entonces, la luna brillaba espléndidamente. En elpuente levadizo nos encontramos a Madame Perrodon y Mademoiselle DeLafontaine, que habían salido, con la cabeza descubierta, a disfrutar de laexquisitaluzlunar.

    Oímossusvocesparloteandoenanimadodiálogomientrasnosacercábamos.Nosunimosaellasenelpuentelevadizo,ynosvolvimosparaadmirarconellaselhermosopanorama.

    El claro por el que acabábamos de pasar se abría delante de nosotros. Anuestra izquierda, el estrecho camino serpeaba debajo de grupos de árbolessoberbios, y se perdía de vista dentro del bosque allí donde se espesaba.A laderecha,elmismocaminocruzaelempinadoypintorescopuente,cercadelcualseyergueunatorreenruinasque,enotrotiempo,guardóaquelpaso;y,alotroladodelpuente, sealzaunaabruptaeminenciacubiertadeárbolesentrecuyassombrasasomanalgunasrocascubiertasdeapiñadahiedragris.

    Sobreelcéspedylatierrabaja,unadelgadapelículadebrumasedeslizabacomo humo, marcando las distancias con un velo transparente; y, aquí y allí,podíamosverelríorelumbrardébilmentealaluzdelaluna.

    No es posible imaginarse una escenamás suave y dulce. Las noticias queacababaderecibirlahacíanmelancólica;peronadapodíaturbarsucarácterdeprofundaserenidadylahechizadagloriayvaguedaddelpanorama.

    Mi padre, que apreciaba lo pintoresco, y yo, mirábamos en silencio laextensión frente a nosotros. Las dos buenas institutrices, un poco detrás denosotros,charlabansobrelaescena,yeranelocuentesrespectoalaluna.

  • Madame Perrodon era gorda, de mediana edad, y romántica, y hablaba ysuspiraba poéticamente. Mademoiselle De Lafontaine, como digna hija de supadre, que era un alemán supuestamente psicólogo, metafísico y un tantomístico,declaróalpocoque,cuandolalunabrillabaconunaluztanintensa,elloindicabaunaespecialactividadespiritual.Elefectodelalunallenasobreaquellasituaciónderesplandoreramúltiple.Actuabasobrelossueños,actuabasobrelalocura intermitente, actuaba sobre la gente nerviosa; tenía maravillosasinfluencias físicas relacionadascon lavida.Mademoisellenarróque suprimo,queerapilotodeunbuquemercante, trasdescabezarunsueñecitoencubierta,tendidobocaarriba,dándoledellenoenlacarala luzdela lunaenunanochecomoaquélla,sehabíadespertado,despuésdesoñarenunaviejaquelearañabala mejilla, con las facciones horriblemente distorsionadas hacia un lado; y sufisonomíanohabíajamásrecobradoenteramentesuequilibrio.

    —La luna, esta noche —dijo—, está llena de influencias astrales ymagnéticas…Yvean, simiranhacia atrás, hacia la fachadadel schloss,cómotodas sus ventanas brillan y titilan con el esplendor plateado, como si manosinvisibles hubieran iluminado las habitaciones para recibir a invitadosfantásticos.

    Existen estadosde espíritu indolentes en los que, poco inclinadosnosotrosmismos a hablar, la charla de otros resulta agradable para nuestros oídosdesatentos;yyomiraba,complacidaporelretiñirdelaconversacióndeaquellasdamas.

    —Estanocheheentradoenunodemishumoresdeadormilamiento—dijomi padre, tras un silencio; y, citando a Shakespeare, al que, en aras a laconservacióndenuestroinglés,solíaleerenvozalta,dijo—:«Enverdadnoséporquéestoytantriste.Estomecansa;túdicesquetecansa;maselcómomehadado…havenido,tansólo…».Heolvidadoelresto.Perosientocomosialgunagrandesventurapendierasobrenosotros.Supongoquelaafligidacartadelpobregeneraltienealgoqueverconesto.

    Enaquelmomentollamónuestraatenciónelinusualsonidodelasruedasdeuncarruajeymuchoscascosdecaballo.

    Parecíaacercarseporlaelevacióndeterrenoquedominaelpuente,yprontoelcortejoemergiódeaquelpunto.Primerocruzaronelpuentedosjinetes;luegovinouncarruajetiradoporcuatrocaballos,y,detrás,cabalgabandoshombres.

  • Parecía tratarse del tren de viaje de alguna persona de rango; y quedamostodosabsortos,inmediatamente,contemplandoaquelespectáculoinfrecuente.Sehizo,enunospocosmomentos,muchísimomásinteresante,yaque,justocuandoel carruaje había llegado al punto más alto del empinado puente, uno de loscaballosqueibandelante,cobrandomiedo,comunicósupánicoalosdemás,y,tras una o dos embestidas, todo el tiro rompió en un salvaje galope, y,abalanzándosepor entre los jinetesque ibandelante, se lanzaronconun ruidoatronadorporelcamino,endirecciónnuestra,alavelocidaddelhuracán.

    La excitación de aquella escena era todavía más penosa por los nítidos ylargos chillidos de una voz femenina a través de la ventana del carruaje.Avanzamostodos, llenosdecuriosidadyhorror;mipadreensilencio,nosotrascondistintasexclamacionesdeterror.

    Nuestraansiedadnodurómucho.Justoantesdealcanzarelpuentelevadizodel castillo, en el camino por el que venían, se alza, junto a la calzada, unmagníficotilo;alotroladoseyergueunaviejacruzdepiedra,acuyavistaloscaballos,queibanahoraaunpasorealmenteaterrador,sedesviarondetalmodoquellevaronlaruedahacialasraícessalientesdelárbol.

    Yosabíaloqueibaaocurrir.Metapélosojos,sinpodermirar,yaparté lacara;enelmismoinstanteoíungritodemisdosamigas,quehabíanavanzadounpocomás.

    Lacuriosidadmehizoabrirlosojos,yviunaescenadetotalconfusión.Dosdeloscaballosestabanenelsuelo,elcarruajeseapoyabasobreuncostado,condosruedasgirandoenelaire;loshombresestabanocupadosdesenganchandoaloscaballos,yunadama,deaireyfiguradominadores,habíasalidodelcarruaje,ypermanecíainmóvil,conlasmanosenlazadas,llevándosedevezencuandoalosojoselpañueloquesosteníaenellas.Porlapuertadelcarruaje,ahoraabierta,izaban a una joven dama que parecía sin vida. Mi viejo y querido padre seencontraba ya al lado de la dama de más edad, sombrero en mano,indudablementeofreciéndolesuayudayelamparodelschloss.Ladamaparecíano oírle ni tener ojos más que para la delgada muchacha que estaba siendotendidasobrelapendientedelaribera.

    Me acerqué; la joven dama estaba, aparentemente, conmocionada, pero,indudablemente,nomuerta.Mipadre,quese jactabaunpocode teneralgodemédico, le había puesto los dedos en la muñeca y aseguraba a la dama que

  • declaraba ser su madre que su pulso, aunque débil e irregular, era todavía,indudablemente,percibible.Ladamajuntólasmanosymiróhaciaarriba,comoenunmomentáneotransportedegratitud;peroalinstanterecayóenesaactitudteatralque,segúnpienso,eslanaturalenalgunaspersonas.

    Era lo que se llama unamujer de buena presencia para sus años, y debíahabersidohermosa;eraalta,peronodelgada,ibavestidadeterciopelonegro,yseveíauntantopálida,peroconunrostrodeexpresiónimperiosa,aunqueahoraextrañamenteagitado.

    —¿Hubojamásunsernacidodeestemodoparaladesgracia?—leoídecir,conlasmanosjuntas,mientrasmeacercaba—.Aquíestoy,enunviajedevidaomuerte,encuyocursolapérdidadeunahorapuedesignificarlapérdidadetodo.Mihijano sehabrá recobrado lo suficienteparaproseguirviajeenquién sabecuánto tiempo. Debo dejarla; no puedo demorarme, no me atrevo. ¿A quédistancia, caballero, si puede decírmelo, se encuentra el pueblomás cercano?Debodejarlaallí;ynoveréaminiña,nisiquierasabrédeella,hastamiregreso,dentrodetresmeses.

    Measíalachaquetademipadre,ylesusurrévehementealoído:—¡Oh, papá! Dile que la deje con nosotros… Sería delicioso. Hazlo, por

    favor.—SiMadameaceptaconfiara suhijaalcuidadodemihijaydesubuena

    gouvernante,MadamePerrodon, y le permitequedarse comohuéspednuestra,bajo mi responsabilidad, hasta su regreso, nos estaría otorgando con ello unadistinciónyunaobligación,ylatrataríamoscontodoelcuidadoyladevociónquemerecetansagradaconfianza.

    —Yonopuedohaceresto,caballero;seríaabusardemasiadocruelmentedesuamabilidadycaballerosidad—dijoladama,aturulladamente.

    —Sería,porelcontrario,concedernosungranfavorenelmomentoenquemás lo necesitamos. Mi hija acaba de sufrir la contrariedad de una crueldesgracia en relación a una visita de la que, desde hacía tiempo, esperabaobtenerunagranfelicidad.Siconfíaaestajovendamaanuestrocuidado,serásumejorconsuelo.Elpueblomáscercanoensurutaestálejos,ynoposeeningúnhospedaje donde usted pueda pensar en dejar a su hija; no puede dejar queprosigasuviajeduranteunlargotrayectosinponerlaenpeligro.Si,comodice,nopuedesuspendersuviaje,debeustedsepararsedeellaestanoche,yenningún

  • sitiopodráhacerloconmayoresymáshonestasgarantíasdecuidadosyternuraqueaquí.

    Había algo tan distinguido en el aire y apariencia de aquella dama, algoinclusotanimponente,y,ensusmodales,tanfascinante,comoparaimpresionara cualquiera, dejando totalmente de lado la suntuosidad de su tren, con laconviccióndequeeraunapersonadeimportancia.

    Porentonces,elcarruajehabíasidovueltoacolocarensuposicióncorrecta,yloscaballos,yacompletamentecalmados,estabandenuevoenganchados.

    La dama arrojó sobre su hija una mirada que me pareció no ser todo loafectuosaquehubierapodidopreverseenbasealcomienzodelaescena;luegole hizo a mi padre una breve seña con la cabeza, y se apartó con él algunospasos,dondenopudieranseroídos;ylehablóconexpresiónrígidaysevera,ennadasemejanteaaquellaconlaquehabíahabladohastaentonces.

    Yoestaballenadeasombrodequemipadreparecieranopercibirelcambio,y también tenía una indecible curiosidad por averiguar qué podía estardiciéndole,casialoído,contantavehemenciayvelocidad.

    Dos o tres minutos como mucho, según creo, se mantuvo en aquellaocupación; luego se volvió, y en unos pocos pasos llegó donde yacía su hija,asistidaporMadamePerrodon.Searrodillóunmomentojuntoaellaylesusurróal oído, según supuso Madame, una breve bendición; luego, tras besarlaapresuradamente,volvióasubiralcarruaje,secerrólapuerta, loslacayos,conespléndidas libreas, se subieron detrás de un salto, los jinetes delanterosespolearon a sus bestias, los postillones hicieron chasquear sus látigos, loscaballosrompieronsúbitamenteenunbriosotrotequeamenazabaconnotardarenvolveraconvertirseenungalope,yelcarruajeavanzóvelozmente,seguido,almismoritmorápido,porlosdosjinetesderetaguardia.

  • III

    Comparandoobservaciones

    Seguimoselcortège con lamiradahastaqueseperdió ligeroenelbosquebrumoso; y el mismo sonido de los cascos y las ruedas se extinguió en elsilenciosoairenocturno.

    Noquedaba,paraasegurarnosdequelaaventuranohabíasidolailusióndeun momento, más que la joven dama, que, precisamente en aquel momento,abría los ojos. Yo no pude verlo, porque tenía el rostro apartado demí, perolevantó la cabeza,mirando, evidentemente, a su alrededor, y oí una vozmuydulcepreguntar,quejumbrosamente:

    —¿Dóndeestámamá?NuestrabuenaMadamePerrodonlerespondióconternura,yañadióalgunas

    afirmacionesconfortadoras.Luegolaoípreguntar:—¿Dónde estoy? ¿Cuál es este sitio? —y, después, dijo—: No veo el

    carruaje;¿yMatska?¿Dóndeestá?Madamelerespondiótodaslaspreguntasenlamedidaenquelasentendía;y

    gradualmente, la joven dama fue recordando cómo se había producido elpercance, y le encantó saber que nadie, ni dentro del carruaje ni entre laservidumbre,estabaherido;y,alenterarsedequesumadrelahabíadejadoallí,hastasuregresoalcabodeunostresmeses,seechóallorar.

    Yo iba a añadir mis consuelos a los de Madame Perrodon cuandoMademoiselleDeLafontainemepusolamanosobreelbrazo,diciendo:

    —Noseacerque,unasolapersonaauntiempoeselmáximodeconquienpuedeconversar;lamásmínimaexcitaciónpodríaahoraabrumarla.

    Encuantoestuvieraconfortablementeinstaladaenlacama,pensé,correríaa

  • suhabitaciónaverla.Mipadre,entretanto,habíaenviadoaunsirvienteacaballoabuscaralmédico,quevivíaaunasdos leguas;yestabasiendopreparadoundormitorioparaacogeralajovendama.

    Ahora la forastera se puso en pie, y, apoyándose en el brazo deMadame,caminólentamentesobreelpuentelevadizoycruzólapuertadelcastillo.

    La servidumbre esperaba en el vestíbulo para recibirla, y fue conducidainmediatamenteasuhabitación.

    La sala en la que habitualmente nos instalábamos, usándola de saloncito,teníacuatroventanasque,porencimadelfosoydelpuentelevadizo,mirabanalpanoramaboscosoqueanteshedescrito.

    Tieneunviejomobiliarioderoble,congrandespiezasdemobiliariotalladas,y las sillas están tapizadas con terciopelo de Utrecht de color escarlata. Lasparedesestáncubiertasportapiceríasyenmarcadasporgrandesfranjasdoradas;lasfigurassondetamañonatural,llevanatuendosantiguosymuycuriosos,ylostemas representados son de caza, cetrería, y generalmente festivos. No esdemasiado imponenteparaqueseestésumamentecómodo.Allí tomábamoselté, porque, con su habitual inclinación patriótica, mi padre insistía en que elbrebaje nacional hiciera regularmente su aparición junto con el café y elchocolate.

    Allínosinstalamosaquellanoche,y,conlasvelasencendidas,hablamosdelaaventuradelanoche.

    MadamePerrodonyMademoiselleDeLafontaineformabanpartedenuestrogrupo.Lajovenforasteranohabíaacabadodecaerenlacamacuandosequedósumidaenunprofundosueño;yaquellasdamaslahabíandejadoalcuidadodeunacriada.

    —¿Quéleparecenuestrahuésped?—pregunté,encuantoentróMadame—.Cuéntemelotododeella.

    —Megustamuchísimo—respondióMadame—.Casidiríaqueeslacriaturamásbonitaquejamáshevisto;comodesuedad,ymuygentilyafable.

    —Es increíblemente hermosa —incidió Mademoiselle, que se habíaasomadounmomentoenlahabitacióndelaforastera.

    —¡Yquévoztandulce!—añadióMadamePerrodon.—¿Noobservaronaunamujer,dentrodelcarruaje,cuandovolvióaponerse

    en marcha —inquirió Mademoiselle—, que no había salido, y que tan sólo

  • mirabaporlaventana?—No,nolahabíamosvisto.Entonces describió a una horrenda mujer negruzca, con una especie de

    turbantedecoloresen lacabeza,quemiraba todoel tiempopor laventanadelcarruaje, haciendo gestos y muecas de irrisión hacia las damas, con ojosbrillantesylosglobosocularesgrandesyblancos,ylosdientesapretadoscomosiestuvieraenfurecida.

    —¿Noobservaronquégrupodehombresdemalaspectoeranlossirvientes?—preguntóMadame.

    —Sí—dijo mi padre, que acababa de entrar—. Unos tipos tan feos y deaspectotanvilcomonohabíavistoenmivida.Esperoquenorobenalapobredamaenelbosque.Sontiposlistos,sinembargo;lopusierontodoenordenenunminuto.

    —Yo diría que están cansados por exceso de trayecto—dijo Madame—.Además de tener un aire maligno, sus caras estaban delgadas, y sombrías, yhoscas. Soy muy curiosa, lo confieso; pero diría que la joven dama nos locontarátodomañana,siseharecobradolosuficiente.

    —No creo que lo haga—dijo mi padre, con una misteriosa sonrisa y unpequeñosignodecabeza,comosisupieramásdeloquedeseabadecirnos.

    Esto me produjo todavía más curiosidad acerca de lo que había ocurridoentreély ladamade terciopelonegroen labreve,pero intensaentrevistaquehabíaprecedidolainmediatapartidadeladama.

    Apenas estuvimos solos, le supliqué queme lo contara todo.Mi padre nonecesitabaqueleapremiarandemasiado.

    —No hay ninguna razón especial por la que no debiera contártelo. Meexpresósuresistenciaamolestarnosconelcuidadodesuhija,diciendoqueeradesaluddelicada,ynerviosa,aunquenosujetaaningunaclasedeataque(dijoestoporpropia iniciativa),nia ilusiones,yaque,dehecho,estáperfectamentecuerda.

    —¡Es realmente curioso decir todo esto! —incidí—. Era realmenteinnecesario.

    —De cualquiermodo, fue dicho—dijo él, riendo—, y, puesto que deseassabertodoloqueocurrió,que,adecirverdad,fuemuypoco,voyacontártelo.Dijo,entonces:«Estoyhaciendounlargoviajedeimportanciavital»(subrayóla

  • palabra)«rápidoysecreto;volveréapormihijadentrodetresmeses;entretanto,ella guardará silencio acerca de quiénes somos, de dónde venimos, y por quéviajamos».Esofuetodoloquedijo.Hablabaunfrancésmuypuro.Cuandodijolapalabra«secreto»,sedetuvounossegundos,ymemiróseveramente,consusojosfijosenlosmíos.Imaginoqueledamuchaimportanciaaeso.Yaviste loaprisa que se fue.Espero nohaber hechouna auténtica estupidez al asumir laresponsabilidaddeesajovendama.

    Encuantoamí,estabaencantada.Anhelabaverlayhablarle,yesperabatansólo a que el médico me diera permiso para ello. Vosotros, los que vivís enciudades,nopodéistenerniideadehastaquépuntoeraungranacontecimientolaaparicióndeunanuevaamistad,enunasoledadcomolaquenosrodeaba.

    Elmédiconollegóhastacercadelauna;peromehubierasidotanimposiblehabermeidoalacamacomoalcanzarapieelcarruajeenelquelaprincesadeterciopelonegrosehabíamarchado.

    Cuandoelmédicobajóalsaloncito,fueparadaruninformemuyfavorabledesupaciente.Estabaenaquelmomentodespierta,supulsoeraabsolutamentenormal,yseencontraba,enapariencia,perfectamente.Nohabíasufridoningunaherida, y la pequeña conmoción nerviosa había desaparecido casi sin dejarhuella.Desdeluego,nopodíacausarningúndañoelqueyolaviera,siambaslodeseábamos;y,conestaautorización,enviédeinmediatoaalguienaaveriguarsimepermitiríahacerleunavisitadeunospocosminutosensuhabitación.

    Lacriadavolvió inmediatamenteparacomunicarquenada legustaríamás.Puedenestarsegurosdequenotardémuchotiempoenvalermedeestepermiso.

    Nuestravisitanteestabaenunadelashabitacionesmáshermosasdelschloss.Era, quizá, un punto excesivamente imponente. Había una sombría obra detapiceríafrentealpiedelacama,querepresentabaaCleopatraconeláspidjuntoasupecho;yotrasescenasclásicasseextendían,unpocodiluidas,porlasdemásparedes. Pero había tallas doradas, y ricos y variados coloridos en las demásdecoracionesdelahabitación,pararedimirmásquesobradamentelalobreguezdelaviejatapicería.

    Habíavelasjuntoallecho.Ellaestabaincorporada;subonitafiguradelgadaestabaenvueltaenunsuavecamisóndeseda,bordadoconflores,yforradoconun grueso estofado de seda, que su madre le había arrojado sobre los piesmientrasyacíasobreelsuelo.

  • ¿Quéfueloque,alllegarjuntoallecho,yhabiendoapenasiniciadomibrevesaludo,meenmudecióenuninstante,ymehizoretrocederunoodospasosanteella?Voyacontártelo.

    Vielmismorostroquemehabíavisitadonocturnamenteenmiinfancia,quese mantenía fijo en mi memoria y sobre el que durante tantos años habíacavilado con horror tan amenudo, cuando nadie sospechaba en lo que estabapensando.

    Eraunrostrobonito,inclusohermoso;y,enelprimermomentoenquelovi,teníalamismaexpresiónmelancólica.

    Peroesaexpresiónseiluminócasialinstanteenunaextrañasonrisafijadeidentificación.

    Hubo silencio durante un largo minuto, y, finalmente, ella habló, yo nopodía.

    —¡Esmaravilloso!—exclamó—.Hacedoceaños,visurostroenunsueño,ymehaobsesionadodesdeentonces.

    —¡Maravilloso, realmente! —repetí yo, superando con esfuerzo el horrorque,duranteunrato,mehabíacortadoelhabla—.Hacedoceaños,envisiónorealidad,yociertamentelavi.Nopuedoolvidarsurostro.Hapermanecidoenmivisióndesdeentonces.

    Susonrisasehabíadulcificado.Fueraloquefueraquevierayodeextrañoen ella, había desaparecido, y sus mejillas con hoyuelos eran ahoradeliciosamentelindaseinteligentes.

    Mesentí tranquilizada,yproseguímásenlavenadeloquelahospitalidadaconsejaba, dándole la bienvenida y contándole cuánto placer nos habíaproporcionadosuaccidentalllegada,y,especialmente,labendiciónqueeraparamí.

    Le tomé lamanomientras hablaba.Yo era un poco tímida, como lo es lagente solitaria, pero la situaciónme hizo elocuente, e incluso audaz. Ellameapretó la mano, me la apretó entre las suyas, y sus ojos brillaban mientras,mirandovivamentealosmíos,volvíaasonreír,ysesonrojaba.

    Respondiómuy gentilmente ami bienvenida.Me senté a su lado, todavíasorprendida;yelladijo:

    —Debocontarlemivisión relativaausted; ¡es tanextrañoque tantoustedcomoyohayamostenido,cadacualdelaotra,unsueñotanvivo,quecadacual

  • hayavisto, usted amíyyo austed,mirándonos tal comoahoranosmiramos,cuando,claroestá,éramostansóloniñas!Yoeraunaniñadeunosseisaños,ymedespertédeunsueñoconfusoyperturbador,ymeencontréenunahabitacióndistintaamicuartoinfantil,enmaderadotoscamenteconciertamaderaoscura,yque teníaarmarios,ysillas,ybancos todoalrededor.Los lechos,creo,estabantodosvacíos,yentodalahabitaciónnohabíanadieapartedemí;yyo,despuésde mirar a mi alrededor durante algún rato, y tras admirar especialmente uncandelabrodehierrocondosbrazosque,indudablemente,reconoceríaahora,mearrastrédebajodeunade lasdoscamasparaalcanzar laventana;perocuandome levanté de debajo de la cama, oí gritar a alguien; y, levantando lamirada,cuandoestabatodavíaderodillas,laviausted,sindudaalgunaausted,talcomola veo ahora: una joven y hermosa dama, con cabellos de oro y grandes ojosazules, y unos labios… tus labios… tú, tal como estás ahora.Tusmiradasmefascinaron;meencaraméalacamayterodeéconmisbrazos,ycreoqueambasnosquedamosdormidas.Medespertóungrito;túestabasincorporada,gritando.Yomeasusté,ymedeslicéalsuelo,ymeparecióperderelconocimientoduranteunosmomentos; y, cuando volví enmí, volvía a estar enmí cuarto, en casa.Jamáshevueltoaolvidartucara.Nopodríaengañarmeelparecido.Túeresladamaqueyovi.

    Eramiturnoderelatarmicorrespondientevisión,cosaquehice,anteelnodisimuladoasombrodeminuevaamiga.

    —Nosécuáldeberíaasustarsemásdelaotra—dijo,volviendoasonreír—.Sifuerasmenosbonita,creoquetendríamuchomiedodeti,pero,siendocomoeres, y siendo tanto tú como yo tan jóvenes, tan sólo tengo la sensación dehaberte conocido hace doce años, y tener ya un derecho a tu intimidad; decualquiermodo,meparececomosihubiéramosestadodestinadas,desdenuestraprimera infancia, a ser amigas.Mepregunto si tú te sentiste tan extrañamenteatraídahaciamícomoyohaciati;yonuncahetenidounaamiga…,¿encontraréahora una? —suspiró; y sus hermosos ojos oscuros me miraronapasionadamente.

    Ahorabien, lociertoesque sentíauna sensaciónextrañahacia lahermosaforastera.Me sentía, comoella decía, «atraídahacia ella», perohabía tambiénalgo de repulsión. En ese sentimiento ambiguo, sin embargo, la atracciónprevalecíainmensamente.Meinteresabaymefascinaba;¡eratanhermosaytan

  • indescriptiblementeatractiva!Medicuentadequeciertalanguidezycansanciosedeslizabanenella,yme

    apresuréadesearlelasbuenasnoches.—El médico piensa —añadí— que deberías tener a una doncella

    atendiéndoteestanoche;unadelasnuestrasestáesperando,yverásqueesunacriaturaútilysosegada.

    —Eresmuyamable,peronopodríadormir.Jamáspodríaconunacriadaenlahabitación.Nonecesitaréningunaayuda…Y,tevoyaconfesarmidebilidad,meatormentaelterrordelosladrones.Nuestracasafuerobadaenunaocasión,ydossirvientesfueronasesinados;demodoquecierroconllavemihabitación.Sehaconvertidoenunacostumbre…yparecestanamablequeestoyseguradequemeperdonarás.Veoquehayllaveenlacerradura.

    Meapretófuertementeentresuslindosbrazosduranteunosmomentos,ymesusurróaloído:

    —Buenasnoches,querida,esmuydurosepararsedeti,perobuenasnoches;mañana,aunquenotemprano,volveréaverte.

    Se dejó caer sobre la almohada con un suspiro, y sus bonitos ojos mesiguieronconunamiradaamorosaymelancólica;yvolvióamurmurar:

    —Buenasnoches,queridaamiga.La gente joven siente simpatía, e incluso ama, por impulso. Yome sentía

    halagadaporlaevidente,aunquetodavíainmerecida,ternuraquesentíapormí.Me gustaba la confianza con queme había acogido de inmediato. Ella estabadecididaaquefuéramosamigasmuyíntimas.

    Llegó el día siguiente, y volvimos a vernos. Yo estaba encantada con micompañera;yloestabaenmuchossentidos.

    Suaspectonoperdíanadaa la luzdeldía:era, indudablemente, lacriaturamáshermosaqueyohubieravistojamás,yeldesagradablerecuerdodelrostroquesemepresentóenmisueñoinfantilhabíaperdidoelefectodelaprimeraeinesperadaidentificación.

    Ella me confesó que había sufrido una impresión similar al verme, yprecisamente la misma tenue antipatía que se había mezclado en mí con miadmiraciónporella.Ahorareíamosjuntasdenuestrosmomentáneosterrores.

  • IV

    Sushábitos.Unpaseo

    Tehedichoqueestabaencantadaconellaenlamayoríadelascosas.Habíaalgunasquenomegustabantanto.Suestaturaeraunpocosuperioralamediaentrelasmujeres.Empezarépor

    describirla.Eradelgada, ymaravillosamentegrácil.Sóloque susmovimientoseranlánguidos…muylánguidos…Aunquenohabíanadaensuaparienciaquedelatara a una inválida.Su tez eradulcey radiante; sus facciones, pequeñasyhermosamente formadas; sus ojos grandes, oscuros y lustrosos; su pelo eraabsolutamentemaravilloso:jamáshevistocabelleratanmagníficamentedensaylarga,cuandoseladejabacaersobrelaespalda;amenudolepasélamanopordebajo, yme reí, asombrada, de lo que pesaba. Era el suyo un cabello fino ysuave, de un rico color castaño muy oscuro, levemente dorado. Me gustabasoltárselo,cediendoasupropiopeso,y,cuandoestabaensuhabitación,tumbadasobresusilla,hablandoconsudulcevozbaja,solíayorecogérseloytrenzárselo,yextenderlo,yjugarconél.¡Cielos!¡Silohubierasabidotodo!

    He dicho que había detalles que no me gustaban. Te he contado que suconfianzameconquistólaprimeranochequelavi;perodescubríque,respectoasímisma,sumadre,suhistoria,dehecho,respectoatodolorelacionadoconsuvida,ejercíaunareservasiemprealerta.Casidiríaqueyoerapocorazonable,yquizásestabaequivocada;diríaquedeberíahaberrespetadoelsolemnepreceptoimpuesto sobre mi padre por la soberbia dama de terciopelo negro. Pero lacuriosidadesunapasióninfatigableysinescrúpulos,ynohaymuchachacapazdesoportarpacientementequelasuyaseveafrustradaporotramuchacha.¿Quédaño podía hacerle a nadie el que ella me contara lo que yo deseaba tanardientementeconocer?¿Esquenoconfiabaenmibuensentidooenmihonor?

  • ¿Porquénohabríadecreermecuandoleaseguraba,tansolemnemente,quenodivulgaríaniunasolasílabadeloquemecontaraanteningúnserviviente?

    Había, segúnmi impresión,una frialdad impropiadesuspocosañosensusonrientenegativa,melancólicaypersistente,aconcedermenielmenorrayodeluz.

    No puedo decir que nos peleáramos sobre este punto, porque ella no sepeleaba por ninguno. Era, naturalmente, muy poco digno por mi parte elapremiarla;muymaleducado;perolociertoesquenopodíaevitarlo;yhubierasidomejorquedejaralacosaenpaz.

    Loquemecontóveníaa reducirse,segúnmipocorazonableestimación,anadaenabsoluto.

    Todoelloseresumíaentresvagasrevelaciones.Primera:sellamabaCarmilla.Segunda:sufamiliaeramuyantiguaynoble.

    Tercera:suhogarestabaendirecciónaloeste.Nome dijo ni el apellido de su familia, ni cuáles eran sus blasones, ni el

    nombredesusdominios,nisiquieraeldelpaísenquevivían.No vayas a suponer que la importunaba incesantemente con estos temas.

    Vigilaba las oportunidades, y más bien insinuaba que no forzaba misindagaciones.Adecirverdad;unaodosveceslaataquémásdirectamente.Perofuera cual fuera mi táctica, el resultado era invariablemente un fracaso total.Tantolosreprochescomolascariciasseperdíanconella.Perodeboañadirquesu evasión era llevada a cabo con una melancolía y unas imploraciones tangentiles,contantas,einclusotanapasionadas,declaracionesdesuafectopormíydesuconfianzaenmihonor,ycontantaspromesasdequeacabaríaporsaberlotodo, que no podía inclinar mi corazón a estar ofendida con ella por muchotiempo.

    Solíarodearmeelcuelloconsuslindosbrazos,atraermehaciaellay,mejillacontramejilla,murmurar,consuslabiosjuntoamioído:

    —Querida mía, tu corazoncito está herido; no me creas cruel porqueobedezcaalaleyirresistibledemifuerzaymidebilidad;situqueridocorazónestá herido, mi corazón turbulento sangra junto al tuyo. En el éxtasis de mienorme humillación, vivo en tu cálida vida, y tú morirás…; morirás, morirásdulcemente…enmivida.Yonopuedoevitarloasícomoyomeacercoati,tú,atu vez, te acercarás a otros, y conocerás el éxtasis de esa crueldad que, sin

  • embargo,esamor;demodoque,duranteuntiempo,notratesdesabernadamásdemíylomío:confíaenmícontodotuespírituamoroso.

    Y, después de cantar esta rapsodia, me apretaba más estrechamente en sutembloroso abrazo, y sus labios encendíanmismejillas con dulces besos. Susinquietudes y su lenguaje eran ininteligibles para mí. De esos disparatadosabrazos,quenoseproducíandemasiadoamenudo,deboadmitirquesolíadesearliberarme; pero parecían faltarme las energías para ello. Sus palabrasmurmuradassonabancomounarrulloenmisoídos,yablandabanmiresistenciaenuntrancedelquetansóloparecíarecobrarmecuandoellaapartabasusbrazos.

    Nomegustabacuandoestabaenesoshumoresmisteriosos.Experimentabaunaextrañaexcitacióntumultuosaque,siempreydeinmediato,eraplacentera,perosemezclabaconunavagasensacióndemiedoyrepugnancia.Noteníayoideas precisas acerca de ella mientras duraban estas escenas, pero cobrabaconciencia de un amor que se transformaba en adoración, y también deaborrecimiento. Sé que esto es paradójico, pero no puedo intentar explicar deotromodoaquelsentimiento.

    Escriboahora,trasunintervalodemásdediezaños,conmanotemblorosa,con un confuso y horrible recuerdo de ciertos acaecimientos y situaciones atravésdecuyapruebaestabayopasando inconscientemente;mas,pesea todo,conunavívidaymuyagudarememoracióndelcursogeneraldemihistoria.Perosospecho que en todas las existencias se dan ciertas escenas emocionales,aquellas en las que nuestras pasiones se han despertado más salvaje yterriblemente,yque,entretodaslasdemás,sonlasquemásvagaydifusamenterecordamos.

    Aveces,despuésdeunahoradeapatía,miextrañayhermosacompañerametomabalamanoylareteníaapretándomelacariñosamente,mirándomealrostrocon ojos lánguidos y ardientes, y respirando tan aprisa que su vestido subía ybajabacon la tumultuosa respiración.Eracomoelardordeunenamorado;meturbaba; era una cosa, y, sin embargo, irresistible; y, con mirada ansiosa, meatraíahaciasí,ysuscálidoslabiosrecorríanenbesosmismejillas;ysusurraba,casisollozando:

    —Eresmía,serásmía,ytúyyoseremosunaparasiempre.Luegosedejabacaernuevamentehaciaatrásensusilla,tapándoselosojos

    consuspequeñasmanos,ymedejabatemblando.

  • —¿Esque somosparientes?—solía yo preguntarle—. ¿Quépretendes contodoesto?Quizáterecuerdoaalguienaquienamas;peronodebeshacerlo,lodetesto; no te conozco…,nome conozco amímisma cuandomemiras ymehablasdeesemodo.

    Ellasolíasuspirarantemivehemencia,yluegovolvíaelrostroymesoltabalamano.

    Respectoaesasmanifestacionesrealmenteextraordinarias,yomeesforzabaenvanoporformaralgunateoríasatisfactoria.Nopodíareducirlasafingimientooburla.Setrataba,inconfundiblemente,delestallidomomentáneodelinstintoylaemocióncontenidos.¿Noestaría,pesealaespontáneanegativadesumadre,sujetaabrevesaccesosdedemencia?¿Nose trataría acasodeundisfrazyunromance?Yohabíaleídodecosassemejantesenviejoslibrosdecuentos.¿Ysiun amante masculino hubiera logrado introducirse en la casa, y tratara deconseguirsusfinesconlaayudadeunaviejaeinteligenteintrigante?Perohabíamuchas cosas en contra de esta hipótesis, pese a ser tan interesante para mivanidad.

    Yopodíajactarmedenopocasdelasatencionesquelagalanteríamasculinase complace en ofrecer. Entre esos momentos apasionados había largosintervalos de situaciones normales, de cavilosamelancolía, durante los cuales,salvo por el hecho de que observaba sus ojos llenos de fuego melancólicomientrasmeseguían,habíamomentosenquehubierapodidonosernadaparaella.Exceptoenesosbrevesperíodosdemisteriosaexcitación,susmaneraseraninfantiles;ysiemprehabíaenellaunalanguidezabsolutamenteincompatibleconunorganismomasculinoenestadosano.

    Enciertosaspectos,suscostumbreseranextrañas.Quizánotansingularesenlaopinióndeunapersonadeciudadcomo túcomoparanosotros,queéramosgenterústica.Solíabajarmuytarde,generalmentenoantesdelauna;setomabaunatazadechocolate,peronocomíanada;luegoíbamosadarunpaseo,queeraun mero haraganeo, y, casi inmediatamente, parecía agotada, y o volvía alschloss o se sentaba en alguno de los bancos situados, aquí y allí, entre losárboles.Eraésaunalanguidezcorporalconlaquesumentenoconcordaba.Erainvariablementeunaanimadaconversadora,ymuyinteligente.

    Aveces,aludíaporuninstanteasuhogar,omencionabaunincidenteounasituación, o un recuerdo temprano, que señalaban a una gente de extrañas

  • maneras,ydescribíacostumbresdelasquenosotrosnosabíamosnada.Deduje,porestosocasionalesatisbos,quesupaísnataleramuchomásremotodeloquealcomienzohabíaimaginado.

    Cierta tarde, mientras estábamos sentadas bajo los árboles, pasó junto anosotrasun cortejo fúnebre.Era el deuna lindamuchachita a la queyohabíavisto a menudo, hija de uno de los guardas del bosque. El pobre hombrecaminaba detrás del féretro de su niña; era su única hija, y se le veía con elcorazóndestrozado.Detráscaminabanloscampesinos,dedosendos,cantandounhimnofúnebre.

    Me levanté en signo de respeto mientras pasaban, y me uní a ellos en elhimnoquecantabanmuydulcemente.

    Micompañeramesacudióuntantobrutalmente,ymevolví,sorprendida.Medijo,conbrusquedad:

    —¿Notedascuentadelodiscordantequees?—Al contrario, me parece muy dulce —respondí, molesta por la

    interrupción,ymuyincómodaporsilagentequecomponíaelpequeñocortejoobservabaloqueocurríayseofendía.

    Reanudé el canto, en consecuencia, instantáneamente, y de nuevo me viinterrumpida.

    —Merompeslosoídos—dijoCarmilla,casicoléricamenteytapándoselosoídosconsusdelgadosdedos—.Además,¿porquésuponesquetureligiónylamía sean la misma? Tus formas me hieren, y odio los funerales. ¡Menudoalboroto!¡Bueno,túmorirás!…Todoelmundomorirá;ytodosseránmásfelicescuandolohagan.Vayámonosacasa.

    —Mipadresehaidoalcementerioconelsacerdote.Yocreíaqueyasabíasqueibanaenterrarlahoy.

    —¿A ella? No me molesto por campesinos. No sé quién es —respondióCarmilla,conundestellofugazensushermososojos.

    —Eslapobreniñaqueimaginóverunfantasmahaceunpardesemanas,yquehaestadomuriéndosedesdeentonces,hastaqueayerexpiró.

    —Nomecuentesnadadefantasmas.Nodormiréestanochesilohaces.—Espero que no esté viniendo alguna plaga o fiebre; todo esto tiene

    demasiadoeseaspecto—proseguí—.Lajovenesposadelporquerizomurióhacetansólounasemana,yseimaginóquealgolaagarrabadelagargantamientras

  • dormía en su cama y casi la estrangulaba. Papá dice que esas fantasías tanhorribles acompañan a ciertas formas de fiebre. Estaba perfectamente el díaanterior.Luegoenfermó,ymurióenmenosdeunasemana.

    —Bueno, su funeral habrá terminado, espero, y el canto de su himno; ynuestrosoídosdejarándeversetorturadosporesadiscordiayjerigonza.Mehanpuestonerviosa.Siéntate aquí, ami lado; tómame lamano; apriétala fuerte…,fuerte…,másfuerte.

    Habíamosretrocedidounpoco,yhabíamosllegadoaotrobanco.Allísesentó.Surostroexperimentóuncambioquemealarmóeinclusome

    aterró por unos momentos. Se hizo sombrío, y se puso horriblemente lívido;teníaelceñoyloslabiosfruncidosmientrasmirabahaciaelsueloasuspies,ytemblaba de pies a cabeza con un continuo estremecimiento tan irreprimiblecomo el del paludismo. Todas sus energías parecían tensarse para evitar unataquecontraelquelibraba,jadeante,uncombatesupremo;y,finalmente,surgióde ella un prolongado grito convulsivo de sufrimiento, y, gradualmente, lahisteriafueremitiendo.

    —¡Mira!¡Ésteeselresultadodeestrangularalagenteconhimnos!—dijo,finalmente—.Sostenme,sostenmetodavía.Yasemepasa.

    Y eso fue lo que ocurrió gradualmente; y, quizá para disipar la siniestraimpresiónqueelespectáculomehabíaproducido,sepusoinusualmenteanimadayparlanchina;yvolvimosacasa.

    Eralaprimeravezqueyolehabíavistomostrarsíntomasdefiniblesdeesafragilidaddesaludalaquehabíaaludidosumadre.Eratambiénlaprimeravezquelaveíamostraralgoparecidoalaira.

    Ambascosassedesvanecieroncomonubedeverano;yposteriormente,tansólounavezpresenciéunmomentáneosignodefuriaporsuparte.Tedirécómosucedió.

    Ella y yo estábamosmirando por una de las largas ventanas del saloncitocuando entró en el patio, tras cruzar el puente levadizo, la figura de unvagabundoalqueyoconocíamuybien.Solíapasarporelcastillo,generalmente,dosvecesporaño.

    Eralafiguradeunjorobado,conlosrasgosagudosysecosquegeneralmenteacompañan esta deformidad. Llevaba una barba negra en punta, y sonreía deoreja a oreja,mostrando sus blancos colmillos. Iba vestido con cuero negro y

  • escarlata, y guarnecido con más correas y cintos de los que yo podía contar,colgandodeellos todaclasedeobjetos.Traíaasu ladouna linternamágica,ydoscajasqueyoconocíabien,enunadelascualeshabíaunasalamandra,yenlaotraundragón.Esosmonstruossolíanhacerreíramipadre.Estabanformadospor trozosdemono, loro,ardilla,pescadoyerizo,secadosypegadoscongranesmero y con efectos sorprendentes. Tenía un violín, una caja de aparatos dehechicería,unpardehojasdemetalymáscarasatadasalcinturón,variasotrascajitasmisteriosasquesecolumpiabanasualrededor,yllevabaenlamanouncayadonegroconconteradecobre.Sucompañeroeraunperropeludoyseco,que le seguíamuy de cerca, pero que se detuvo bruscamente, suspicazmente,anteelpuentelevadizo,yalpocoratosepusoaaullarlúgubremente.

    Entretanto,elcharlatán,enmediodelpatio,sequitósugrotescosombreroynoshizounamuyceremoniosareverencia,saludándonosmuyvolublementeenunfrancésexecrableyenunalemánnomuchomejor.Luego,sacandosuviolín,empezó a rasgar una tonada muy viva, cantando a su aire con divertidadiscordanciaybailandocongestosy ademanes cómicosquemehacían reír, apesardelosaullidosdelperro.

    Luego avanzó hacia la ventana con muchas sonrisas y saludos, y, con elsombrero en la mano izquierda, el violín debajo del brazo y una fluidez nointerrumpidaniparatomaraire,cotorreóunlargoanunciodetodossustalentos,ydetodoslosrecursosdelasdistintasartesqueponíaanuestroservicio,ydelascuriosidades y entretenimientos que tenía en su poder, esperando nuestrasórdenesparamostrárnoslos.

    —¿Nolesgustaríaamisseñorascomprarunamuletocontraelupiro[1],que,segúnmehandicho,andasueltoporestebosquecomounlobo?—dijo,dejandocaersusombreroenelsuelo—.Lagentemueredeelloaderechaeizquierda,yaquí tengo un encantamiento que jamás falla; basta con prenderlo de laalmohada,ypodránreírseensusnarices.

    Esosencantamientosconsistíanenunosfragmentosoblongosdepergamino,consignoscabalísticosydiagramastrazadosenellos.

    Carmillacompróunoinmediatamente,yyootro.Élmirabahacia arriba, ynosotros lemirábamoshacia abajo, divertidas; al

    menos, puedo responder pormímisma. Sus penetrantes ojos negros,mientrasmiraba nuestros rostros, parecieron detectar algo que por unmomento fijó su

  • curiosidad.Al cabodeun instante había desenrolladounpaquete de cuero, repletode

    todaclasedepequeñosinstrumentosdeacero.—Vea,miseñora—dijo,exhibiendoaquelloydirigiéndoseamí—.Profeso,

    entreotrascosasmenosútiles,elartedeladentistería.¡Malditoseaelperro!—interpoló—.¡Cállate,bestia!Aúlladetalmodoquemisseñorasapenaspodránoírniunasolapalabra.Sunobleamiga,lajovendamaavuestraderecha,tienedientesmuyafilados…Largos, finos,puntiagudos,comouna lanza,comounaaguja; ¡ja, ja! Conmi vista aguda y certera,mirando hacia arriba, lo he vistoclaramente; puesbien, si resulta que estomolesta ami joven señora, ypiensoquesí,aquíestoyyo,aquíestámilima,aquímipunzón,aquímispinzas;losvoyaredondearyahacerromos,simiseñoralodesea;¡nomásdientesdepez,sinode hermosa joven que es! ¿Eh? ¿Se ha disgustado la joven dama? ¿He sidodemasiadoatrevido?¿Laheofendido?

    Lajovendama,adecirverdad,parecíamuyirritadacuandoseapartódelaventana.

    —¿Cómo se atreve ese charlatán a insultarnos? ¿Dónde está tu padre? Lepediré que haga justicia.Mi padre lo hubiera atado a la bomba de agua y lohubiera azotado con un látigo para caballos, y le hubiera quemado hasta loshuesosconhierroalrojoconelblasóndelcastillo.

    Seapartóunoodospasosdelaventana,ysesentó;y,apenashuboperdidodevistaalofensor,suirasedisipótansúbitamentecomohabíasurgido,yvolviógradualmenteasutononormal,pareciendoolvidarsedelpequeñocharlatánydesustonterías.

    Mipadreestabaaquellanochedehumorabatido.Alllegarnoscontóquesehabía producido otro caso muy similar a los dos casos mortales que habíantenidolugarúltimamente.Lahermanadeunjovencampesinodesusdominios,atan sólo una milla, estaba muy enferma; según la descripción de la propiaenferma,había sidoatacadacasidelmismomodo,yestabaahoraempeorandolenta,peroconstantemente.

    —Todo esto —dijo mi padre— hay que referirlo estrictamente a causasnaturales.Esapobregentesecontagianunosaotrosconsussupersticiones,ydeeste modo repiten, en su imaginación, las imágenes de terror que hanatormentadoasusvecinos.

  • —Pero esa misma circunstancia la asusta a una horriblemente —dijoCarmilla.

    —¿Cómoeso?—inquiriómipadre.—Tengomuchomiedode imaginarmequeveo cosas como ésas; creoque

    seríaesotanmalocomolarealidad.—Estamos enmanos deDios.Nada puede suceder sin su permiso, y todo

    terminarábienparalosqueleaman.Esnuestrojustocreador;Élnoshahechoatodos,ycuidarádenosotros.

    —¡Creador!¡Naturaleza!—dijolajovendama,enrespuestaamipadre—.Yesta enfermedad que invade el país es natural. Naturaleza. Todas las cosasprocedende laNaturaleza…¿Noes cierto?Todas las cosas, en el cielo, en latierra,ydebajodelatierra,actúanyviventalcomoordenalaNaturaleza:estoesloquecreo.

    —Elmédicodicequevendráhoy—dijomipadre,despuésdeunsilencio—.Quierosaberquépiensadeesto,yquécreemejorquehagamos.

    —Losmédicosnomehanhechonuncabien—dijoCarmilla.—Entonces,¿hasestadoenferma?—pregunté.—Másdeloquetúhayasestadonunca—respondió.—¿Hacemucho?—Sí,hacemucho.Sufríesemismomal;pero loheolvidado todo,excepto

    missufrimientosymidebilidad;ynoerantanmaloscomoloquesesufreconotrasenfermedades.

    —¿Erasmuyjoven,entonces?—Esocreo;peronohablemosmásdeello.¿Túnoheriríasaunaamiga?—

    memirólánguidamentea losojos,ymerodeóamorosamente lacinturaconelbrazo,conduciéndomefueradelahabitación.

    Mipadreestabaocupadoconunosdocumentos,cercadelaventana.—¿Porquéatupapálegustaasustarnos?—dijolabonitamuchacha,conun

    suspiroyunleveestremecimiento.—Nolegusta,queridaCarmilla;nohaynadatanlejosdesumente.—¿Tienestúmiedo,querida?—Tendríamucho si imaginara que había algún peligro real de ser atacada

    comoesapobregente.—¿Tienesmiedodemorir?

  • —Sí,todoelmundolotiene.—Pero morir como pueden morir los amantes…Morir juntos, para vivir

    juntos.Lasmuchachassonorugasmientrasvivenenelmundo,yseconviertenen mariposas cuando llega el verano; pero, entretanto, son gorgojos y larvas,¿sabes?…Cadacualconsuspeculiaresinclinaciones,necesidadesyestructuras.EsodiceMonsieurBuffon,ensugranlibro,queestáenlahabitacióndeallado.

    Elmédicovinomástarde,aquelmismodía,yseencerróconpapáduranteunbuen rato. Era un hombre hábil, de sesenta y tantos; llevaba el cabelloempolvadoy seafeitaba lacarahastadejarla tan lisacomounacalabaza.Élypapásalieronjuntosdelahabitación,yoíreírapapá,ydecir,mientrassalían:

    —Bueno,measombraestoenunhombresensatocomousted.¿Quémedicedehipogrifosydragones?

    Elmédicosonreía,yrespondió,meneandolacabeza:—Peseatodo,lavidaylamuertesonestadosmisteriosos,ysabemospoco

    delosresortesdeunoyotro.Y,conesto,salierondelahabitación,ynooínadamás.Nosabíayoentonces

    quéhabíaestadoexponiendoelmédico,perocreoqueahoraloadivino.

  • V

    Unparecidoasombroso

    Aquel anochecer llegó de Gratz el solemne hijo, de fúnebre rostro, delrestaurador de pinturas, con un caballo y una carreta cargada condos grandescajasdeembalaje,cadaunadelascualesconteníavariaspinturas.Eraunviajedediezleguas,y,cadavezquellegabaunmensajerodenuestrapequeñacapitaldeGratz, solíamosaglomerarnosa sualrededor,enelvestíbulo,paraescucharlasnoticias.

    Estallegadaprodujoennuestrosapartadoscuartelesunaauténticasensación.Lascajaspermanecieronenelvestíbulo,yelmensajeroquedóalcuidadodelaservidumbrehastaquehuboterminadodecenar.Luego,conalgunosayudantes,yarmadoconunmartillo,unescoploderasparyundestornillador,seencontrócon nosotros en el vestíbulo, donde nos habíamos reunido para presenciar laaperturadelascajas.

    Carmillaestabasentada,mirandoconindiferencia,mientrasunatrasotralasviejas pinturas, casi todas retratos, que habían pasado por el proceso derenovación,salíanalaluz.Mimadrepertenecióaunaviejafamiliahúngara,ylamayorpartedeesaspinturas,que ibanaserrestituidasasussitios,noshabíanllegadoatravéssuyo.

    Mipadreteníaunalistaenlamano,ylaleíaamedidaqueelartistasacaba,revolviendo,losnúmeroscorrespondientes.Nosésilaspinturaserandemasiadobuenas, pero, indudablemente, símuyviejas, y algunas de ellasmuy curiosas.Tenían, en sumayor parte, elmérito de ser vistas pormí, por así decirlo, porprimeravez;yaqueelhumoyelpolvodeltiempocasilashabíanborrado.

    —Aquítenemosunapinturaquetodavíanohevisto—dijomipadre—.Enunángulo,enlapartesuperior,estáelnombre,segúnmepareceleer,de«Marcia

  • Karnstein»,ylafechade«1698»;ytengocuriosidadporverquéaspectotiene.Yolarecordaba;eraunapequeñapintura,comopieymediodealtura,ycasi

    cuadrada, sinmarco; pero estaba tan ennegrecida por el tiempo que no habíapodidodistinguirnadaenella.

    El artista la sacó ahora, con evidente orgullo. Era realmente hermosa; erasorprendente;parecíatenervida.¡EralaefigiedeCarmilla!

    —Carmilla, querida, esto es absolutamente un milagro. Ahí estás, viva,sonriendo, a punto de hablar, en esa pintura. ¿No es hermosa, papá? Mira,inclusoelpequeñolunardelagarganta.

    Mipadreserióydijo:—Indudablemente,elparecidoesmaravilloso.Perodesviólamirada,y,antemisorpresa,parecióescasamentechocadopor

    el hecho, y siguió hablando con el restaurador de pinturas, que tenía tambiénalgodeartista,ydisertóinteligentementesobrelosretratosuotrasobrasquesuarteacababadesacaralaluzyalcolor;mientras,yomeibaquedandocadavezmássumidaenelasombroamedidaquemirabalapintura.

    —¿Mepermitiráscolgarestapinturaenmihabitación,papá?—pregunté.—Desde luego, querida—dijo él, sonriendo— estoy encantado de que le

    veas tantoparecido.Debesermásbonita inclusode loqueyopensaba,siendoasí.

    La joven dama no dio muestra de agradecimiento ante este amablediscursillo;nisiquieraparecióoírlo.Estabaechadahaciaatrásensuasiento;sushermososojos,bajosuslargaspestañasestabanfijosenmí,contemplándomeysonreíaenunaespeciedeéxtasis.

    —Yahorapuedes leercon todaclaridadelnombre;estáescritoenángulo.No esMarcia; parece como si estuviera hecho enoro.El nombre esMircalla,condesaKarnstein,yallíhayunapequeñacoronaheráldica,y,debajo,1698D.C.DesciendodelosKarnstein;esdecir,mamádescendíadeellos.

    —¡Ah! —dijo la dama, lánguidamente—. También yo, según creo; unaascendenciamuyremota,muyvieja.¿ViveahoraalgúnKarnstein?

    —Ninguno que lleve el apellido, me parece. La familia se arruinó, meparece,enciertasguerrasciviles,hacemucho;perolasruinasdelcastilloestánasólounastresmillas.

    —¡Qué interesante!—dijoella, lánguidamente—.Pero ¡fíjatequéhermosa

  • luna!—mirabaatravésdelapuertadelvestíbulo,queestabaunpocoabierta—.¿Ysidiéramosunavueltaporelpatio,yfuéramosaecharunvistazoalcaminoyalrío?

    —Fueenunanochecomoéstaquellegasteaquí—dije.Suspiró,sonriendo.Se puso en pie, y, cada una rodeando la cintura de la otra con el brazo,

    salimosalpatioempedrado.Cruzamosensilencio, lentamente,elpuente levadizo,yelhermosopaisaje

    seabrióantenosotras.—¿Y estabas así pensativa la noche que yo llegué? —casi susurraba—.

    ¿Estáscontentademivenida?—Encantada,queridaCarmilla—respondí.—Yhaspedidolapinturaenlaquevesunparecidoconmigo,paracolgarla

    entuhabitación—murmuró,conunsuspiro,apretandomássubrazoalrededordemicinturaydejandocaersulindacabezasobremihombro.

    —¡Qué románticaeres,Carmilla!—ledije—.Sialgunavezmecuentas tuhistoria,seguroqueconsistirásobretodoenalgúngranromance.

    Mebesóensilencio.—Estoysegura,Carmilla,dequehasestadoenamorada;que,enestemismo

    momento,tienesencursoalgúnasuntosentimental.—Jamásmeheenamoradodenadie,yjamásmeenamoraré—susurró—;a

    menosqueseadeti.¡Quéhermosaestabaesanochealaluzdelaluna!Su rostro tenía una expresión tímida y extraña cuando lo ocultó

    apresuradamente en mi cuello y mis cabellos, con tumultuosos suspiros queparecíancasisollozos;ypusoenmimanosumanotemblorosa.

    Sudulcemejillaardíacontralamía.—Querida, queridamía—murmuró—,vivo en ti; y túmorirías pormí; te

    amotanto…Meapartédeellasúbitamente.Ellamemirabaconunosojosdelosquehabíadesaparecidotodofuego,todo

    significado,ysurostroestabasincolorniexpresión.—¿Esfríoelaire,querida?—dijo,soñolientamente—.Estoycasitemblando;

    ¿heestadosoñando?Vayamosdentro.Entremos,entremos.

  • —Parecesenferma,Carmilla;unpocodébil.Seguroqueteirábienunpocodevino—ledije.

    —Sí,tomaréunpoco.Yamesientomejor.Estarétotalmenterepuestadentrode unos minutos. Sí, que me traigan un poco de vino—respondió Carmilla,mientras nos acercábamos a la puerta—. Quedémonos a mirar aún unosmomentos;esquizálaúltimavezqueveocontigolaluzdelaluna.

    —¿Cómo te sientes ahora, querida Carmilla? ¿Estás realmente mejor?—pregunté.

    Estabaempezandoaalarmarme,pensandosinolahabríaatacadolaextrañaepidemiaque,segúndecían,habíainvadidolazonaentornonuestro.

    —Papá se afligiríamuchísimo—añadí— si pensara que te sientes así seamínimamentemalsinqueselodigamos.Tenemosaunmédicomuyhábilquevivecerca;eselquehaestadohoyconpapá.

    —Estoy segura de que es hábil; pero, mi querida niña, vuelvo a sentirmeperfectamente. No me ocurre absolutamente nada, sólo ha sido un poco dedebilidad. La gente dice que soy lánguida; soy incapaz de esfuerzos; apenaspuedoandartantotrechocomounniñodetresaños;y,devezencuando,lapocafuerza que tengo titubea, y me pongo tal como me has visto. Pero, a fin decuentas,merecuperomuyfácilmente;alcabodeunosmomentosvuelvoaseryomisma.Miracómomeherecobrado.

    ¡Y, realmente, era cierto!Y ella y yo hablamosmucho, y ella estabamuyanimada;yel restodeaquellavelada transcurrió sinninguna reapariciónde loqueyollamabasusapasionamientos.Merefieroasulocaformadehablarydemirarme,quemeturbabaeinclusomeasustaba.

    Pero aquella noche se produjo un acontecimiento que orientó mispensamientos de unmodo totalmente nuevo, y que pareció forzar incluso a lalánguidanaturalezadeCarmillaaunamomentáneaenergía.

  • VI

    Unaagoníaextraña

    Cuando entramos en el saloncito y nos sentamos a tomar nuestro café ychocolate,aunqueCarmillanotomónada,parecíaestartotalmenterecobrada,yMadame,yMademoiselleDeLafontaine,seunieronanosotrasy jugamosunapartiditadenaipes,enelcursodelacualpapávinoapor loqueél llamabasu«platodeté».

    Cuandohubo terminadoel juego,sesentó juntoaCarmillaenelsofá,y lepreguntó, con cierta inquietud, si había tenido noticias de su madre desde sullegada.

    Respondióqueno.Lepreguntó,luego,sisabíaadóndepodríamandarleahoraunacarta.—No sabría decirlo —respondió ella, ambiguamente—, pero he estado

    pensandoendejarles;hansidoyademasiadohospitalariosyamablesconmigo.Les he causado innumerablesmolestias, y quisiera tomar un cochemañana, yenlazarconladiligencia;sédóndelapuedoencontrarenúltimotérmino,aunquenomeatrevoadecírselo.

    —Peronodebenisiquierasoñarencosasemejante—exclamómipadre,congranaliviopormiparte—.Nopodemosadmitirelperderladeestemodo,ynoconsentiréque sevaya comono seabajo el cuidadode sumadre, que tuvo labondadde consentir en queusted se quedara aquí hasta que ella volviera.Mesentiría realmente feliz si supiera que usted tenía noticias suyas; pero, estanoche, lo que se dice de los progresos de la misteriosa enfermedad que hainvadido este vecindario es aún más alarmante; y, hermosa huésped mía, laresponsabilidad, sin contar con la opinión de sumadre,me pesamucho. Peroharé lo que pueda; y una cosa es segura: o debe pensar en dejarnos sin una

  • precisa indicación de su madre a este efecto. Sufriríamos demasiadoseparándonosdeustedparaqueconsintamosenellotanfácilmente.

    —Mil gracias, caballero, por su hospitalidad —respondió ella, sonriendoruborosamente—.Hansidotodosdemasiadoamablesconmigo;pocasvecesenmividahesidotanfelizcomoensuhermosochâteau,bajosucuidado,yconeltratodesuqueridahija.

    A esto él, galantemente, a su estilo anticuado, le besó lamano, sonriendo,complacidoconaqueldiscursillo.AcompañéaCarmillaasuhabitación,comodecostumbre,ymesentéacharlarconellamientrassearreglabaparalacama.

    —¿Piensas—ledije,finalmente—quesiempreconfiarásplenamenteenmí?Se volvió en redondo, sonriendo, pero no respondió. Tan sólo siguió

    sonriéndome.—¿No vas a responderme? —dije—. No puedes darme una respuesta

    agradable;nodebierahabértelopreguntado.—Haces muy bien en preguntarme esto, o cualquier otra cosa. No sabes

    hastaquépuntotequiero,nipuedesimaginarunaconfianzamayor.Peroestoyatadaporunosvotos;ningunamonjaloshahecholamitaddeterribles,ytodavíanomeatrevoacontarmihistoria,nisiquieraati.Estáyamuycercaelmomentoenquelossabrástodo.Mecreeráscruelymuyegoísta,peroelamoressiempreegoísta;cuantomásardiente,másegoísta.Nosabeslocelosaqueestoy.Debesvenir conmigo, y amarme, hasta la muerte; o debes odiarme, pero seguirconmigo,yodiarmeatravésdelamuerteydespuésdeella.Noexistelapalabraindiferenciaenmiapáticanaturaleza.

    —Ahora,Carmilla,tepondrásahablarotravezdeesemodoabsurdo—dije,apresuradamente.

    —Noloharé,aunsiendotantontacomosoy,yestandollenadecaprichosyfantasías;poramoratihablarécomounasabia.¿Hasestadoenalgúnbaile?

    —No.Cuéntamelo.¿Cómoson?Debeserrealmenteencantador.—Casiloheolvidado;hacetantosaños…Mereí.—Noerestanvieja.Tuprimerbailenopuedehabersidoolvidado.—Lorecuerdotodosobreél…haciendounesfuerzo.Loveotodo,comolos

    buzos ven lo que tienen arriba, a través de un medio denso, ondulante, perotransparente.Ocurrióesanochealgoqueoscureciólaimagen,yfijósuscolores.

  • Fuicasiasesinadaenmicama;mehirieronaquí—sellevólamanoalpecho—,yyanohevueltoaserlamisma.

    —¿Estuvisteapuntodemorir?—Sí, muy cerca de morir…Un amor cruel…Un amor extraño capaz de

    arrebatarme la vida.El amor ha de tener sus sacrificios.No hay sacrificio sinsangre. Ahora vayámonos a dormir. Me siento tan fatigada… ¿Cómo podrélevantarmeparacerrarlapuertaconllave?

    Estaba tendida, con sus delgadas manos hundidas en su rica cabelleraondulada,debajode lasmejillas,consucabecitasobre laalmohadaysusojosbrillantessiguiéndomeallídondeyoiba,conunaespeciedesonrisatímidaqueyonosabíadescifrar.

    Le di las buenas noches, y me deslicé fuera de la habitación con unasensaciónincómoda.

    A menudo me pregunté si nuestra bonita huésped decía alguna vez susoraciones.Desde luego,yono lahabíavistonuncaderodillas.Por lamañana,nuncabajabahastamuchodespuésdequehubieranterminadonuestrasoracionesfamiliares,y,porlanoche,jamásabandonabaelsaloncitoparaasistiranuestrasbrevesplegariasvespertinasenlasala.

    Denohabersalidocasualmenteenunadenuestrascharlasperezosaselquehabíasidobautizada,yohubieradudadoquefueracristiana.Lareligiónerauntema sobre el que jamás le había oído decir una sola palabra. Si yo hubieraconocidomejorelmundo,esaparticularnegligenciaoantipatíanomehubierasorprendidotanto.

    Las precauciones de la gente nerviosa son contagiosas, y las personas detemperamento semejante acabarán, indudablemente, al cabode un tiempo, porimitarlas. Yo había adoptado la costumbre de Carmilla de cerrar con llave eldormitorio, trasmeterme en la cabeza todas sus caprichosas inquietudes sobreatacantes nocturnos y asesinos al acecho. Había adoptado también susprecauciones de llevar a cabo un breve registro por toda la habitación paraquedar tranquilaencuantoaquenosehabía«situado»enellaningúnasesinoapostado.

    Unaveztomadasesassabiasmedidasmepuseenlacamaymedormí.Habíaunaluzencendidaenmihabitación.

    Eraéstaunaviejacostumbrequehabíaempezadomuyprontoenmividay

  • delaquenadamehabríainducidoaapartarme.Confortadadeestemodo,podíadescansarcontranquilidad.Perolossueños

    atraviesan losmurosdepiedra, iluminanhabitacionesoscuras,uoscurecen lasiluminadas,ysuspersonajesrealizansusentradasysalidasasuplacer,yseríendeloscerrajeros.

    Aquella noche tuve un sueño que fue el comienzo de una extrañísimaangustia.

    No puedo calificarlo de pesadilla, porque tenía plena conciencia de estardormida. Pero tenía igualmente conciencia de encontrarme en mi habitación,tendidaenmicama,precisamentetalcomorealmenteestaba.Vi,oimaginéver,lahabitaciónysumobiliarioexactamentetalcomolosacababadever;sóloquehabíamuchaoscuridad,yvialgomoverseporelpiedelacama,algoque,enuncomienzo, no pude distinguir con precisión. Pero no tardé en percibir que setratabadeunanimaldeunnegrofuliginosoparecidoaungatomonstruoso.Meparecióquetendríacomocuatroocincopiesdelargo,yaquemedíatantocomolaalfombrajuntoalhogarcuandopasósobreella;ycontinuamenteibayveníacon la flexible inquietud siniestra de un animal enjaulado.Yo no podía gritar,aunque,comosupondrás,estabaaterrada.Suandaribahaciéndosecadavezmásrápido,ylahabitacióncadavezmásoscura,y,finalmente,tanoscuraqueyanopudevernadaenella, salvo susojos.Lo sentí saltar ágilmente sobre la cama.Los dos grandes ojos se acercaron ami rostro, y, súbitamente, sentí un dolorpunzante,comosimeclavarandosgrandesagujas,separadasporunapulgada,profundamente en el pecho.Medesperté dandoungrito.La habitación estabailuminada por la vela que ardía en ella durante toda la noche, y vi una figurafemeninaerguidaalpiedelacama,unpocohaciaelladoderecho.Llevabaunvestidooscuroysuelto,ysucabellolecaíasobreloshombros,cubriéndolos.Unbloquedepiedranohubierapodidoestarmásinmóvil.Nohabíaenellaelmenormovimiento de respiración. Mientras yo la miraba, la figura parecía habercambiadodesitio,yseencontrabaahoramáscercadelapuerta;luego,cuandoestuvoyajuntoaella,lapuertaseabrió,yaquéllasalió.

    Mesentí entoncesaliviada,ycapazde respirarydemoverme.MiprimeraideafuequeCarmillamehabíagastadounabroma.Corríhacialapuerta,ymelaencontré,comodecostumbre,cerradapordentro.Teníamiedodeabrirla:estabahorrorizada. Me metí en la cama de un salto, y me tapé la cabeza con las

  • sábanas,permaneciendoasí,másmuertaqueviva,hastaelamanecer.

  • VII

    Descenso

    Seríainútilquetrataradecontarteelhorrorconque,inclusoahora,recuerdoelepisodiodeaquellanoche.Nofueel terror transitorioquedeja trasdesíunsueño.Parecíaprofundizarseconel tiempo,ycomunicarsea lahabitaciónyalmismomobiliarioquehabíanenmarcadolaaparición.

    Eldíasiguientenopudesoportarquemedejaransolaniunmomento.Selohubieracontadoapapá,denoexistirdosrazonesencontra.Pensé,porunaparte,quesereiríademihistoria,yqueyonopodríasoportarqueaquellofueratratadoenbroma,y,porotraparte,quepodría imaginarquehabía sidoatacadaporelmisteriosomalquehabíainvadidoaquellosvecindarios.Encuantoamí,noteníatemores en este sentido, y, como mi padre había estado enfermo durante untiempo,teníamiedodealarmarle.

    Mesentíbastanteconfortada teniendocercaamisbondadosascompañeras,Madame Perrodon y la vivazMademoiselle De Lafontaine. Ambas se dieroncuentadequeyoestabaagitadaynerviosa,y,finalmente,lescontéloquetantopesabaenmiespíritu.

    Mademoiselle se rió, pero creí percibir que Madame Perrodon parecíainquieta.

    —Apropósito—dijoMademoiselle,riéndose—,ellargopaseodelostilos,juntoalaventana,delahabitacióndeCarmilla,estáhechizado.

    —¡Quétontería!—exclamóMadame,que,probablemente,juzgóeltemauntantoinoportuno—.¿Yquiéncuentaesahistoria,querida?

    —Martin dice que dos veces, cuando reparaban la vieja puerta del patio,llegó allí antes de salir el sol, y que las dos veces vio a la misma mujerpaseándoseporelpaseodelostilos.

  • —Esopuedemuybienser,mientrashayavacasporordeñarenlospradosdelrío—dijoMadame.

    —Esodiríayo;peroMartinoptaporasustarse,y jamáshevistoaun locomásasustado.

    —Nodeben decirle nada aCarmilla, porque puede ver ese paseo desde laventanade suhabitación—intervineyo—;y, si es concebible, es todavíamáscobardequeyo.

    Carmillabajóquizáunpocomástardedelousualaqueldía.—Quémiedo he pasado esta noche—dijo, en cuanto estuvimos juntas—.

    Estoyseguradequemehubieraocurridoalgoterribledenoserporeseamuletoque lecompréalpobre jorobadilloalque tanto insulté.Tuveunsueñodealgonegroqueledabalavueltaamicama,ymedespertéabsolutamentehorrorizada,yrealmentepensé,duranteunossegundos,queveíaunafiguraoscurajuntoalachimenea,perobusquémiamuletodebajodelaalmohada,y,enelmomentoenquemisdedoslotocaron,lafiguradesapareció,ymesentítotalmenteseguradeque,denohaberlotenidoconmigo,algohorrendohubieraaparecido,yquizámehubieraestrangulado,comohizoconesapobregentedelaquehemosoído.

    —Bueno,escucha—empecéyo;yvolvíacontarmiaventura,relatoanteelcualparecióhorrorizarse.

    —¿Yteníaselamuletojuntoati?—preguntó,coninquietud.—No,lohabíametidoenunjarróndeporcelanaenelsaloncito;pero,desde

    luego,estanochelotendréconmigo,puestoquetútienestantafeenél.Aestadistanciaeneltiemponosabríadecirte,nisiquieracomprender,cómo

    superémihorrortaneficazmentecomoparaacostarmesolaaquellanocheenmihabitación.Recuerdodistintamentequeprendíelamuletodemialmohadaconunalfiler.Mequedédormidacasiinmediatamente,ydormítodalanocheinclusomásprofundamentedelohabitual.

    También pasé bien la noche siguiente. Mi dormir era deliciosamenteprofundo y sin sueños. Pero me desperté con una sensación de lasitud ymelancolía que, sin embargo, no excedía un nivel en que resultaba casivoluptuosa.

    —Bueno,telodije—dijoCarmilla,cuandoledescribímitranquilosueño—.Yomismahetenidoestanocheunsueñodelicioso;prendíelamuletodelpechodemicamisón.Lanocheanteriorestabademasiadolejos.Estoyabsolutamente

  • seguradeque todo era fantasía, excepto los sueños.Yopensaba antesque losmalosespíritushacensoñar,peronuestromédicomedijoquenoescierto.Estansólo que pasa una fiebre, o cualquier otra enfermedad, cosa que sucede amenudo,segúnéldice,yllamaalapuerta,y,alnopoderentrar,sigueadelante,dejandodetrásesaalarma.

    —¿Yquépiensasqueeseseamuleto?—pregunté.—Hasidoahumadoosumergidoenciertadroga,yesunantídotocontrala

    malaria—respondióella.—Entonces,¿actúatansólosobreelcuerpo?—Claro;¿nosupondrásquelosmalosespíritusseasustandeunostrocitosde

    cinta,odelosperfumesdelatiendadeldroguista?No,esosmalesquevaganporel aire empiezan por poner a prueba los nervios, y de este modo infectan elcerebro; pero antes de que se apoderen de una, el antídoto los repele. Estoysegura de que es, esto lo que ha hecho por nosotras el amuleto. No es nadamágico,tansólonatural.

    YohubierasidomásfelizsihubierapodidoestarcompletamentedeacuerdoconCarmilla,perohicecuantopude,ylaimpresiónestabaperdiendopartedesufuerza.

    Dormí profundamente durante algunas noches; pero cadamañana sentía lamisma lasitud, y todo el día pesaba sobre mí una languidez. Me sentía unamuchachacambiada.Sedeslizabaenmíunaextrañamelancolía,unamelancolíaque no hubiera querido interrumpir. Empezaron a abrírseme confusospensamientosdemuerte,yciertaideadequeestabadecayendolentamentetomóposesión de mí de un modo suave y, de algún modo, no desagradable. Aunsiendotriste,eltonomentalqueestoprovocabaeratambiéndulce.Fueraloquefuera,mialmaloaceptaba.

    Noadmitíestarenferma,noconsentíendecirlenadaamipapá,nienmandarabuscaralmédico.

    Carmillasentíapormímásdevociónquenunca,ysusextrañosparoxismosde lánguida adoración se hicieron más frecuentes. Me acariciaba con ardorcrecienteamedidaquemifuerzaymisánimossedesvanecían.Esomeproducíasiempreunaimpresiónsemejanteaundestellodelocura.

    Estaba yo entonces, sin saberlo, en un grado notablemente avanzado de lamás extraña enfermedad que ningúnmortal haya sufrido jamás. Había en sus

  • primerossíntomasunainexpresablefascinaciónquemereconciliabamásquedesobra con el efecto incapacitador de esa etapa de la enfermedad. Aquellafascinaciónaumentóduranteuntiempo,hastaalcanzarciertopuntoapartirdelcual se mezcló en ella, gradualmente, una sensación de lo horrible que fueprofundizándose,comoverás,hastadecolorarypervertir todos losaspectosdemivida.

    Elprimercambioqueexperimentéeramásbienagradable.SeprodujomuycercadelpuntodeinflexiónenqueempezabaeldescensohaciaelAverno.

    Mevisitabanduranteelsueñociertassensacionesdifusasyextrañas.Laqueprevalecía era la de ese agradable estremecimiento peculiar que sentimos albañarnos,moviéndonoscontralacorrientedeunrío.Prontosevioacompañadapor sueños que parecían interminables, y que eran tan vagos que nunca podíarecordarsusescenariosypersonajes,niningunaporcióncoherentedesuacción.Peromedejabanunaimpresiónterrible,yunasensacióndeagotamiento,comosihubieraatravesadounlargoperíododegrandesesfuerzosmentalesypeligros.Despuésdetodosesossueñosmequedaba,aldespertar,elrecuerdodehabermeencontradoenunsitiocasitotalmenteoscuro,ydehaberhabladocongentealaquenopodíaver;y,especialmente,eldeunavozclara,femenina,muyprofunda,que hablaba como de lejos, lentamente y produciéndome siempre la mismasensación de solemnidad y miedo indescriptibles. A veces sobrevenía unasensacióncomodesiunamanosedeslizarasuavementepormismejillasymicuello.Otrasveceseracomosiunoscálidoslabiosmebesaran,haciéndolomáslargayamorosamentealllegaramigarganta;peroahílacariciaseinmovilizaba.Elcorazónmelatíaconmásfuerza,mirespiraciónsubíaybajabarápidamenteenfuertesjadeos;veníaunsollozo,quecrecíaensensacióndeestrangulamiento,y se transformaba en una terrible convulsión en la que me abandonaban lossentidosycaíainconsciente.

    Había pasado tres semanas desde el comienzo de ese estado inexplicable.Durante laúltima semana,mis sufrimientos sehabían reflejadoenmiaspecto.Mehabíapuestopálida, tenía losojosdilatadosyoscurecidospordebajo,y lalanguidezquehabíasentidodurantetodoesetiempoempezóamostrarseenmisemblante.

    Mi padre me preguntaba a menudo si estaba enferma; pero, con unaobstinación que ahora me parece inexplicable, persistí en asegurarle que me

  • sentíaperfectamente.Enciertosentido,estoeracierto.Nomedolíanada,nopodíalamentarmede

    ningún desorden corporal. Mi mal parecía afectar a la imaginación, o a losnervios, y, aun siendo horribles mis sufrimientos, los mantuve en profundosecreto,conunareservamorbosa.

    Nopodíatratarsedeesemalterriblequeloscampesinosllamabanelupiro,hacíayatressemanasquelopadecía,yellosestabanenfermosrarasvecesmásdetresdíashastaquelamuerteveníaaponerfinasusmiserias.

    Carmillasequejabadesueñosysensacionesfebriles,aunqueenabsolutodeuna especie tan alarmante como los míos. Digo que los míos eranextremadamentealarmantes.Sihubierasidocapazdecomprendermicondición,hubierapedidode rodillas ayuday consejo.Obraba enmí el narcóticodeunainfluencianosospechada,ymissensacionesestabanentorpecidas.

    Voy a contarte ahora un sueño que condujo inmediatamente a un extrañodescubrimiento.

    Ciertanoche,envezdelavozqueestabaacostumbradaaoír,oíotra,dulceytierna, y almismo tiempo terrible, queme dijo: «Tumadre te advierte que teprotejasdelaasesina».Almismotiemposurgióinesperadamenteunaluz,yviaCarmilla, erguida, junto al pie demi cama; con su camisón blanco y bañada,desdelabarbillahastalospies,deunagranmanchadesangre.

    Medespertéconunchillido,poseídaporlasolaideadequeCarmillaestabasiendoasesinada.Recuerdoquesaltédelacama,ymisiguienterecuerdoeseldeencontrarmeenelpasillo,gritandoenpeticióndeauxilio.

    Madame yMademoiselle acudieron precipitadamente, saliendo, alarmadas,desushabitaciones;enelpasillohabíasiempreunaluzencendida,y,alverme,notardaronenconocerlacausademiterror.

    Insistí en que llamáramos a la puerta de Carmilla. No recibimos ningunarespuesta. Aquello se convirtió pronto en un vendaval de aporreamientos ygritos.Chillábamossunombre,peroenvano.

    Nosasustamostodas,porquelapuertaestabacerradaconllave.Regresamos,llenas de pánico, a mi habitación. Allí hicimos sonar la campana, larga yfuriosamente.Silahabitacióndemipadrehubieraestadoenaquellapartedelacasa, lehubiéramos llamadode inmediato ennuestra ayuda.Pero, ¡ay!, estabatotalmente fuera del alcance de nuestros gritos, y llegar a él implicaba una

  • excursiónparalaqueningunadenosotrasteníavalor.Algunossirvientes,sinembargo,notardaronensubircorriendolasescaleras;

    yomehabíapuestoentretantolabataylaszapatillas,ymiscompañerasestabanya ataviadas del mismomodo. Al reconocer las voces de los sirvientes en elpasillo,salimostodasjuntas;y,trasrenovarinfructuosamentenuestrasllamadasa la puerta de Carmilla, ordené a los hombres que forzaran la puerta. Esohicieron, y nosotras, que sosteníamos en alto nuestras lámparas en la entrada,miramosdentrodelahabitación.

    La llamamosporsunombre;peroseguíasinhaber respuesta.Miramosportoda la habitación. Todo estaba en su lugar, en elmismo estado en que yo lohabíadejadoaldarlelasbuenasnoches.PeroCarmillahabíadesaparecido.

  • VIII

    Labúsqueda

    Alverlahabitación,perfectamenteintactasalvopornuestraviolentaentrada,empezamosaenfriarnosunpoco,ynotardamosenrecobrarelbuensentidolosuficiente para ordenar a los sirvientes que se fueran. A Mademoiselle se leocurrióque,posiblemente,Carmillasehabríadespertadoconelestruendoensupuerta,y,ensupánicoinicial,habíasaltadodelacama,ysehabíaocultadoenunarmario,odetrásdeunacortina,dedondenopodíasalir,naturalmente,hastaque el mayordomo y sus secuaces se hubieran retirado. Recomenzamos puesnuestrabúsqueda,yempezamosdenuevoallamarlaporsunombre.

    Nada sirvió de nada. Nuestra perplejidad y nuestra inquietud aumentaron.Examinamoslasventanas,peroestabancerradas.ImploréaCarmillaparaque,sisehabíaescondido,noprolongaraaquellabromacruel,paraquesalieraypusierafinanuestraansiedad.Denadavalió.Yoestabayaporentoncesconvencidadequenoestabaensuhabitación,nienlaantecámara,cuyapuertaestabatambiéncerrada con llave por aquel lado. No podía haberla cruzado. Yo estabaabsolutamente desconcertada. ¿Habría descubierto Carmilla uno de esospasadizos secretos que, según el ama de llaves, se sabía que existían en elschloss,aunquesehabíaperdidolatradicióndesusituaciónexacta?Nopasaríamuchoratosinque,sinduda,seexplicaratodo,pordesconcertadosque,porelmomento,estuviéramos.

    Eranmásdelascuatro,ypreferípasarlashorasdeoscuridadquequedabanen la habitación de Madame. La luz del día no aportó ninguna solución alproblema.

    Todalacasa,conmipadreencabeza,seencontrabalamañanasiguienteenestado de agitación. Todos los rincones del château fueron investigados. Se

  • exploróelsuelo.Nopudodescubrirseelmenorrastrodeladamadesaparecida.Estábamos a punto de hacer dragar el riachuelo.Mi padre estaba trastornado:¿qué historia le contaría a la madre de la pobre muchacha cuando volviera?También yo estaba fuera de mí, aunque mi pesadumbre era de una especiecompletamentedistinta.

    Transcurriólamañanaenlaalarmaylaconfusión.Erayalauna,yseguíasinhabernoticias.Corrí a la habitacióndeCarmilla, yme la encontré frente a sutocador.Mequedéatónita.Nopodíacreeramisojos.Mellamóconseñasdesuslindosdedos,ensilencio.Surostroexpresabaunmiedoextremo.

    Corrí hacia ella enun éxtasis de alegría.Labesé y abracé unay otra vez.Corríalacampanillaylahicesonarfuriosamente,paraquelosdemásvinieranyaliviardeinmediatolainquietuddemipadre.

    —¡Querida Carmilla! ¿Qué ha sido de ti todo ese tiempo? Estábamosangustiados almáximo contigo—exclamé—. ¿Dónde has estado? ¿Cómo hasvuelto?

    —Lapasadanochehasidounanochedeprodigios—dijo.—PorelamordeDios,explicatodoloquepuedas.—Eranmásdelasdos—dijo—cuandomepuseencamaparadormir,como

    decostumbre,conlaspuertascerradasconllave,tantoladelaantecámaracomola que se abre al pasillo. Dormí sin interrupción y, por lo que recuerdo, sinsueños;peromehedespertadohaceunosmomentosjustoaquí,enelsofádelaantecámara,ymeheencontradoconlapuertaentrelashabitacionesabierta,ylaotrapuertaforzada.¿Cómohapodidoocurrir todoestosinquemedespertara?Eso se habrá producido con muchísimo ruido, y yo me despierto con muchafacilidad;y,¿cómohepodidotrasladarmedemicamasinquemisueñosehayainterrumpido,simedespiertosobresaltadaconelmenorsusurro?

    Por entonces, Madame, Mademoiselle, mi padre, y numerosos sirvientes,estabanyaen lahabitación.Naturalmente,Carmillafueabrumadaapreguntas,felicitacionesybienvenidas.Tansóloteníaaquellahistoriaporcontar,yparecíalamenoscapazentretodoslospresentesparadarunaexplicacióndelosucedido.

    Mi padre se dio una vuelta por la habitación, pensativo.Yo vi los ojos deCarmillaseguirleporunmomentoconunamiradataimadaysombría.

    Cuando mi padre hubo hecho marchar a los sirvientes, habiendo idoMademoiselle a buscar una botellita de valeriana y carbonato amónico, y no

  • quedando nadie en la habitación con Carmilla salvomi padre,Madame y yomisma, mi padre se dirigió hacia ella, pensativo, le tomó la mano muyafectuosamente,lacondujoalsofá,ysesentóasulado.

    —¿Me perdonarás, querida, si aventuro una conjetura y te hago unapregunta?

    —¿Quién tendría mayor derecho a ello? —dijo ella—. Pregunte lo quedesee,yselodirétodo.Peromihistoriaconsistetansóloenasombroytinieblas.Noséabsolutamentenada.Hágamecualquierpreguntaquedesee.Peroyasabe,naturalmente,laslimitacionesbajolasquemepusomamá.

    —Perfectamente,queridaniña.Nonecesitoabordarlostemassobrelosqueella desea silencio.Ahora bien, lomaravilloso de la pasada noche consiste enque te has visto desplazada de tu cama y tu habitación sin despertarte, y esedesplazamiento,aparentemente,sehaproducidoconlasventanascerradasylasdospuertascerradasconcerro