25

Priscila Muena Zamorano · 2020. 10. 16. · 12 PRISCILA MUENA ZAMORANO reflejado en un acabado estado de la cuestión. Asimismo, el cuidadoso es-tudio realizado se refleja en un

  • Upload
    others

  • View
    0

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

  • P r i s c i l a M u e n a Z a m o r a n o

    Los albores del ingreso de la mujer a la UniversidadReflexiones en torno a la educación femenina en Chile durante el siglo XIX

  • La presente publicación ha sido sometida a un proceso de referato ciego por pares externos.

    © Priscila Muena Zamorano, 2020LOS ALBORES DEL INGRESO DE LA MUJER A LA UNIVERSIDADReflexiones en torno a la educación femenina en Chile durante el siglo XIX

    Registro de Propiedad Intelectual Nº 2020-A-411ISBN: 978-956-17-0853-2

    Derechos ReservadosTirada: 500 ejemplares

    Ediciones Universitarias de ValparaísoPontificia Universidad Católica de ValparaísoCalle Doce de Febrero 21, ValparaísoMail: [email protected]

    Diseño: Paulina Segura P.Corrección de pruebas: Daniela Vergara R., Norinna Carapelle V.

    Fotografía de portada: © Archivo visual del Museo de la Educación Gabriela Mistral.

    Impresión: Salesianos S.A.

    HECHO EN CHILE

  • A mi querida madre.

  • Í N D I C E

    Agradecimientos ............................................................................................ 9

    Prólogo ........................................................................................................ 11

    Introducción ................................................................................................ 15

    Capítulo I. Contexto político, económico y social durante el siglo XIX ...... 271.1. De la Independencia hasta el presidencialismo ........................................ 271.2. El desarrollo económico: tiempos de prosperidad .................................... 301.3. La sociedad en el siglo XIX ....................................................................... 321.4. Sociabilidad: el hogar y sus tertulias, cuna de la intelectualidad

    femenina .................................................................................................. 331.5. La mujer y su nuevo rol en la sociedad .................................................... 39

    Capítulo II. Los desafíos en la educación a lo largo del siglo XIX .............. 492.1. Participación de la Iglesia ........................................................................ 522.2. Participación de los particulares .............................................................. 552.3. El modelo cultural y educacional francés ................................................. 592.4. El modelo cultural y educacional alemán ................................................ 602.5. Libertad de enseñanza versus Estado docente ......................................... 62

    Capítulo III. Debate en torno a la enseñanza femenina .............................. 733.1. Educación primaria femenina .................................................................. 753.2. Educación secundaria femenina .............................................................. 783.3. Educación superior femenina en el contexto del

    Decreto de Amunátegui ........................................................................... 86

    Capítulo IV. Tres mujeres pioneras .............................................................. 894.1. Primera promotora de la educación femenina en Chile:

    Mercedes Marín del Solar (1804 – 1866) ................................................ 904.2. Primera profesional de Chile y Sudamérica:

    Eloísa Díaz Insunza (1866 – 1950) .......................................................... 994.3. Primera académica de Chile:

    Amanda Labarca Huberston (1886 – 1975) ........................................... 110

    Reflexiones finales ..................................................................................... 119

    Bibliografía ................................................................................................ 121

    Anexo 1 ...................................................................................................... 127

    Anexo 2 ...................................................................................................... 133

  • 9

    A G R A D E C I M I E N T O S

    L a publicación de este libro fue posible gracias a la colaboración de muchas personas e instituciones. En primer lugar, quisiera agrade-cer a Ediciones Universitarias de Valparaíso, de la Pontificia Univer-sidad Católica de Valparaíso, la cual desde el inicio confió en el desarrollo de esta investigación, comprometiéndose en la publicación de la misma. En segundo término, valoro profundamente la confianza del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, ya que seleccionó el estudio mediante el Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura, convocatoria 2019 (Folio 489792), escenario que permitió que hoy este libro pueda ver la luz. Además, deseo agradecer a las académicas doctoras Isabel Cruz de Ame-nábar y Alexandrine de La Taille, quienes a través de la cátedra “Seminario de lecturas americanas. Espacios femeninos: escritura y arte en Chile. Si-glos XIX y XX”, del programa de Doctorado en Historia de la Universidad de los Andes, Chile, quienes me ayudaron a descubrir nuevas fuentes que lograron enriquecer significativamente algunas reflexiones desarrolladas a lo largo de este estudio. Finalmente, agradezco a mi familia. A mis padres y hermanas, quienes con su cariño me alientan en cada desafío que empren-do; a mis hijos, por su paciencia y comprensión, y muy especialmente a mi marido, Alejandro, quien me acompañó en todo este proceso, y quien sin su apoyo este proyecto jamás habría llegado a buen puerto.

  • 11

    P R Ó L O G O

    L a actualidad de la pregunta por la calidad de la educación y la po-sibilidad de abrir las oportunidades en torno a ella es evidente. La necesidad de instruir a hombres y mujeres por igual es un derecho incuestionable para nuestra realidad local. Estas convicciones son fruto de un largo peregrinar, cuya historia está lejos de haberse terminado de con-tar, de ahí el valor y el aporte de la obra de Priscila Muena.

    Ganadora del Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura, convo-catoria 2019, la obra que presentamos refleja un importante esfuerzo por parte de su autora, quien ha logrado sintetizar en un libro completo y atrac-tivo los principales hitos que explican y posibilitan el ingreso de la mujer chilena a la universidad. El mérito de Priscila Muena es múltiple, desde la pregunta inicial a la redacción del manuscrito final, pues devela un in-terés comprometido y dinámico por comprender y escuchar tantas “voces olvidadas” que, sumadas y complementadas entre sí, fueron cruciales para alcanzar el gran objetivo educador que permitiría a las chilenas sortear la esfera doméstica a fin de obtener de títulos universitarios y, con el tiempo, cátedras en la educación superior.

    Con rigor metodológico, la autora demuestra a lo largo de estas páginas una investigación rigurosa. Sobresale una búsqueda y selección minucio-sa de fuentes primarias que incluye: prensa, correspondencia, diarios de vida, memorias y escritos oficiales de gobierno, entre otros. Esta compulsa documental ha sido interpretada gracias a un estudio bibliográfico serio,

  • 12 PRISCILA MUENA ZAMORANO

    reflejado en un acabado estado de la cuestión. Asimismo, el cuidadoso es-tudio realizado se refleja en un relato sistemático, ordenado y coherente, con infinidad de datos -novedosos y ya conocidos- que atrae al lector y lo compenetra con el gran desafío que significó a nivel país el logro del ingre-so de la mujer a las aulas universitarias.

    Dada la complejidad del tema y la cantidad de información recabada era fundamental el ordenamiento de las ideas, para lo cual, se propone una acertada estructura, gracias a la cual sitúa el problema en el contexto his-tórico que corresponde, revelando sus conocimientos y formación de his-toriadora. Aborda los vínculos y tensiones de la Iglesia y el Estado durante la centuria que involucraron a la educación de la mujer desde múltiples aristas; destaca personajes clave de la esfera política como Abdón Cifuen-tes o Miguel Luis Amunátegui; presenta y analiza cifras importantes para entender el proceso. Recreado el momento histórico, el planteamiento se torna específico y acomete la tarea de sintetizar y desplegar el panorama de la educación en el Chile decimonónico. Preparado el camino, el análisis desmenuza en detalle las incursiones femeninas en un mundo considerado propio de hombres. Se plasman y rescatan los tímidos intentos de los co-mienzos a partir de escritos de mujeres, aparentemente insignificantes que se busca poner en valor; así como la audacia de las protagonistas y otras educadoras anónimas que explican el cambio de mentalidad y la apertura de fin de siglo que ve por fin graduarse a las primeras universitarias. Cierra el corpus del libro el estudio de tres casos emblemáticos: Mercedes Marín, Eloísa Díaz y Amanda Labarca. Si bien se trata de figuras que han atraído la atención de la historiografía, es en este apartado donde la autora demues-tra empíricamente la valentía, la fe y la tenacidad de estas tres chilenas en la lucha por el logro del reconocimiento de la mujer en diferentes áreas del conocimiento. Estas “pioneras” marcan el paso de este arduo camino que ha posibilitado a las chilenas ser parte de las aulas universitarias, pues cada una marca “un hito en su época”, y por eso, las estudia en su conjunto desde esa mirada.

    La pluma de Priscila Muena es ágil y traslada al lector a una larga historia de más de cien años, pero de una notable vigencia. El debate y las luchas por la educación no han terminado, queda mucho por recorrer, de ahí la proyección de este trabajo tan apasionado y perseverante como el de mu-

  • LOS ALBORES DEL INGRESO DE LA MUJER A LA UNIVERSIDAD 13

    chas de las mujeres que lo conforman y que estas páginas han podido pene-trar hasta lo más profundo de sus almas.

    Alexandrine de La Taille-Trétinville U.Universidad de los Andes, julio de 2020.

  • 15

    I N T R O D U C C I Ó N

    Se ha dicho que la mujer no necesita una mediana instrucción. Y es que aún hay quienes ven en ella al ser capaz solo de gobernar el ho-

    gar. Instruir a la mujer es hacerla digna y levantarla. Abrirle un cam-po más vasto de porvenir, es arrancar a la degradación a muchas de

    sus víctimas. Instrúyase a la mujer. No hay nada en ella que le haga ser colocada en un lugar más bajo que el del hombre. Que lleve una dig-

    nidad más al corazón por la vida: la dignidad de la ilustración 1

    (Gabriela Mistral)

    S egún cifras del Departamento de Evaluación, Medición y Registro Educacional (DEMRE), en los últimos años se ha mantenido una tendencia: el número de mujeres que se inscribió para rendir la Prueba de Selección Universitaria (PSU) es mayor al número de hombres 2. Estos datos son tan significativos si se piensa que la primera mujer que lo-gró estudiar en una universidad tras el proceso de la Independencia, Eloísa Díaz, fue recién en 1881, en el marco de una acalorada tensión entre la

    1 Jaime Quezada (ed.), Bendita mi lengua sea. Diario íntimo de Gabriela Mistral, Santiago: Planeta, 2002, 34.

    2 Según datos publicados por el Departamento de Evaluación, Medición y Registro Educacional (DEMRE), el año 2015 se inscribieron 152.404 mujeres y 137.074 hombres; en el año 2016 fueron 153.670 mujeres inscritas y 136.953 hombres; en 2017 se inscribieron 155.822 mujeres y 139.712 hombres y en 2018 se regis-tran 154.761 mujeres inscritas y 139.438 hombres, en: https://demre.cl/estadis-ticas/informe-tecnico. Accedido en abril de 2020.

  • 16 PRISCILA MUENA ZAMORANO

    Iglesia y el Estado en torno a la educación femenina, conflicto que a pesar de las discusiones pudo tener como fruto el denominado Decreto de Amu-nátegui 3, marco legal conocido con ese nombre en honor al Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública 4 que lo redactó, Miguel Luis Amunáte-gui 5. Con aquel documento no se puso término al conflicto propio de la dé-cada de los 70 del siglo decimonónico; sin embargo, por fin se colocó sobre la mesa el tema sobre quién y de qué manera se fortalecería la educación secundaria femenina. La educación primaria de las niñas nunca estuvo en el debate, ya que ello colaboraba en el proceso civilizador de la población, pero sí aquella instrucción que le permitía acceder a la educación superior. Recién en los últimos años del siglo XIX se logró observar en plenitud el Estado docente declarado en la Constitución de 1833 en relación con la educación secundaria femenina, con la fundación en Valparaíso del primer liceo fiscal femenino, en 1891, situación que terminó por consagrarse con el Decreto Ley de 1912, normativa que igualó los programas de estudio de nivel secundario entre los liceos de hombres y mujeres. Cuando el nombre de Dolores Egaña Fabres, hija del político Juan Egaña, quedó alojado en la historia de la educación femenina en Chile tras haber hecho el juramento exigido para matricularse en la Facultad de Filosofía en la Real Universidad de San Felipe, el 4 de marzo de 1810 6, no se vislumbraba todo lo que hacia

    3 “Considerando: Que conviene estimular a las mujeres a que hagan estudios serios y sólidos; Que ellas pueden ejercer con ventaja algunas de las profesio-nes denominadas científicas;Que importa facilitarles los medios de que puedan ganar la subsistencia por sí mismas; Decreto: Se declara que las mujeres deben ser admitidas a rendir exámenes válidos para obtener títulos profesionales con tal que ellas se sometan para ello a las mismas disposiciones a que están suje-tos los hombres. Comuníquese y publíquese”. Anales de la Universidad de Chile, Tomo LII, 34.

    4 En la primera Ley de Ministerios (1 de febrero de 1837) se creó el Ministerio de Justicia, Culto e Instrucción Pública.

    5 Miguel Luis Amunátegui (1828-1888) Abogado, escritor, historiador y político liberal. Gran intelectual de la época que, entre otros cargos, fue Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública del gobierno de Aníbal Pinto, tiempo en el cual redactó el decreto de 1877, documento que le permitió a la mujer ingresar a la Universidad.

    6 José Toribio Medina, Historia de la Real Universidad de San Felipe de Santiago de Chile. Tomo I, Santiago: Imprenta y Litografía Universo, 1928, 590. Sara Guerín de Elgueta, Actividades femeninas en Chile 1927, Santiago: La Ilustración, 1928, 413.

  • LOS ALBORES DEL INGRESO DE LA MUJER A LA UNIVERSIDAD 17

    el ocaso del siglo XIX se reflexionaría en torno a la educación de la mujer. En esa oportunidad, el Rector no halló un reglamento que impidiera el in-greso a la universidad a Dolores Egaña Fabres, como tampoco lo encontró el Consejo Universitario de la Universidad de Chile tras las solicitudes pro-movidas por Antonia Tarragó 7 e Isabel Le Brun 8 en vísperas de la redacción del denominado Decreto de Amunátegui 9 para que las mujeres pudieran

    7 Antonia Tarragó González (1832-1916). Fundó, en 1863, el colegio Santa Te-resa. Allí procuró otorgar enseñanza de calidad a las jóvenes que asistían a él, situación que la motivó en 1872 a elevar la primera solicitud ante el Consejo Universitario para que sus alumnas pudieran rendir exámenes ante comisiones de la Universidad de Chile y así continuar estudios universitarios.

    8 Isabel Le Brun de Pinochet (1845-1930). En 1875 fundó el Liceo Recoleta, que posteriormente llevó su nombre. Ese mismo año, ella realizó el mismo acto que Antonia Tarragó: elevar una solicitud al Consejo Universitario para que sus alumnas pudieran rendir exámenes ante comisiones de la Universidad. Este establecimiento, junto con el de Antonia Tarragó, fueron los primeros en otorgarles instrucción a las mujeres al mismo nivel que la educación recibida por los hombres. Por la significativa labor de ambas en torno al fortalecimiento de la educación femenina, el 13 de abril de 1946 se inauguró una escultura de dos bloques en honor a ellas. La obra del autor Samuel Román Rojas lleva por nombre “Las Educadoras”, y está ubicada en la Alameda, Santiago.

    9 Miguel Luis Amunátegui, en 1877, en calidad de Ministro de Justicia, Culto e Ins-trucción Pública realizó modificaciones que fortalecieron el sistema de admisión a la Universidad. El 9 de enero de 1879 se aprobó la Ley de instrucción secunda-ria y superior. Entre otros temas, se ratificó al Bachillerato en Humanidades como requisito para acceder a las carreras universitarias de derecho y medicina, para lo cual se debían rendir exámenes, orales o escritos, ante comisiones designadas por la Facultad de Filosofía y Humanidades. En el proceso de examinación para los alumnos de colegios particulares, se solicitaba la presencia del profesor del ramo del establecimiento educacional para que formara parte de la comisión. Los colegios particulares concretaban el proceso de examinación al inicio de cada año escolar. Por ello, Eloísa Díaz, la primera mujer en acceder a estudios de nivel superior, rindió exitosamente sus exámenes el 11 de abril de 1881. La ley señala en su artículo 18 que: “Los directores de los colegios particulares que presentan a sus alumnos a examen, responden que dichos alumnos se hallan suficientemente preparados para rendirlos”. Universidad de Chile, Ley de Instrucción secundaria y superior de 9 de enero de 1879, Santiago: Imprenta Nacional, 1886, 55. En el artículo 19 se advierte que “Los que se presentaren para rendir examen ante comisiones nombradas por el Consejo de Instrucción, pasarán a matricularse a la Universidad”. Ibídem, 56. Por ello, al día siguiente de haber rendido sus exáme-nes, Eloísa Díaz se matriculó en la carrera de medicina de la Universidad.

  • 18 PRISCILA MUENA ZAMORANO

    rendir los exámenes para obtener el grado de Bachiller en Humanidades y así ingresar a cursar estudios de nivel superior 10.

    En ese contexto, este estudio busca relevar la importancia de la producción intelectual que concretaron las mujeres de fines del siglo XIX y principios del XX 11, aun cuando algunos sectores políticos y sociales temían por la caída del orden republicano si es que la mujer abandonaba el hogar para comenzar a tomar un nuevo papel en la sociedad, vinculado a esa “nueva mujer” que surgió a partir de una serie de transformaciones políticas e ideológicas a propósito del proceso de secularización que se experimentó durante el cambio de siglo. Por ello, la investigación propone mostrar que, a pesar del conflicto y poca claridad que se advirtió en torno a la educa-ción femenina, la mujer ya se encontraba preparada para invadir el mundo público con el contundente material ilustrado que fue capaz de elaborar, dando a luz obras con una gran claridad, profunda firmeza y enorme con-vicción en un contexto en que la mujer aún era invisible para sus contem-poráneos en la esfera pública, e incluso hasta criticada por los sectores más conservadores de la sociedad.

    Si bien la historiografía nacional se ha preguntado por la historia de la educación femenina en el país 12, este libro propone una nueva perspecti-

    10 Para un estudio en cuanto a las reacciones del sector político y social reflejadas en la prensa en el contexto del Decreto de Amunátegui, ver Karin Sánchez Man-ríquez, “¡Adelante, siempre adelante!: el ingreso de la mujer chilena a la univer-sidad: 1872-1919”. Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, 2003.

    11 En relación al lenguaje, y para una mejor comprensión de los textos originales, se adaptó la ortografía de las citas correspondientes a documentos decimonónicos.

    12 Ver: Emma Salas Neumann, “La presencia de la mujer en la Universidad de Chi-le”, Revista Occidente, Santiago, 1992. María Ester Ojeda Laso, “La fundación de los primeros liceos fiscales femeninos en Chile 1891-1912”, Tesis para optar al grado de Licenciado en Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, 1993. Emma Salas Neumann, “Breve retrospectiva histórica a la educación de la mujer en el país desde mediados del siglo XIX”, Revista Perspectiva Educa-cional. Instituto de Educación, Universidad Católica de Valparaíso, Valparaíso, marzo 1996. María Loreto Egaña et al., “Feminización y Primera Profesiona-lización del trabajo docente en las Escuelas Primarias, 1860 – 1930”, Revista Pensamiento Educativo, volumen 26, julio 2000: 91-127. María Loreto Egaña et al., La educación primaria en Chile: 1860-1930. Una aventura de niñas y maes-tras. Santiago: LOM, 2003. Karin Sánchez Manríquez, “El ingreso de la mujer

  • LOS ALBORES DEL INGRESO DE LA MUJER A LA UNIVERSIDAD 19

    va, dado que se centra en la producción intelectual que las mujeres desa-rrollaron a pesar de no estar aún visibilizadas como personas ilustres por todos los sectores de la sociedad, debido a que aún no podían abrazar en plenitud el mundo instruido. Lo anterior se comenzó a concretar hacia fines del siglo XIX, por ello, esta investigación se concentra desde ese periodo hasta el cambio de siglo. Además, se busca descubrir el mundo íntimo de la mujer de la época; de ahí la relevancia de profundizar en sus diarios perso-nales para, de esta manera, descubrir el pensar, actuar y sentir femenino, recorriendo ese mundo interior a través de epístolas y memorias. En ese aspecto, resultan reveladoras las obras de Martina Barros, Recuerdo de mi vida 13; Maipina de la Barra, Mis impresiones y mis vicisitudes en mi viaje a Europa 14; Inés Echeverría Barros (Iris), Memorias de Iris 15, e Isabel Espejo, Diario 16. Ir al rescate de esas voces olvidadas colaboró de manera relevan-te para el desarrollo de este estudio, ya que se observa la interioridad del mundo femenino que se estaba desarrollando en esos años, pero a través de la mirada de sus propias protagonistas. En esa misma línea, también fue fundamental la obra del historiador Sergio Vergara, Cartas de mujeres en Chile 1630-1885 17. Mediante el conjunto de epístolas reunidas por el

    chilena a la Universidad y los cambios en la costumbre por medio de la ley, 1872-1877”, Historia, II: 39, julio-diciembre, 2006: 497-529. Karin Sánchez Manríquez, “Educación Secundaria Femenina en Chile: Esfuerzo compartido entre particulares y el Estado 1877-1912”, Revista de Historia de Chile y Amé-rica, 6: 1, 2007: 39-70. Pilar Vicuña Domínguez, “Muchachitas liceanas: La educación y la educanda del liceo fiscal femenino en Chile, 1890 – 1930”, Tesis para optar al grado de Magíster en Estudios Latinoamericanos, Universidad de Chile, 2012. Alexandrine de La Taille, Educar a la francesa. Anna du Rousier y el impacto del Sagrado Corazón en la mujer chilena (1806-1880), Santiago: Edi-ciones Universidad Católica de Chile, 2012. Alexandrine de La Taille, “Efecto multiplicador de la educación católica: La Sociedad del Sagrado Corazón y la primera Escuela Normal de Preceptoras (1854-1883)”, en Educación Católica en Chile; perspectivas, tensiones y desafíos, Santiago: Universidad Católica de Chile, 2015.

    13 Martina Barros, Recuerdos de mi vida, Santiago: Orbe, 1942.14 Maipina de la Barra, Mis impresiones y mis vicisitudes en mi viaje a Europa, Buenos

    Aires: Imprenta de La América del Sur, 1878.15 Inés Echeverría, Memorias de Iris, Santiago: Aguilar, 1925.16 Isabel Espejo, Diario: 1880-1883, Santiago: Ediciones de Los Diez, 2018.17 Sergio Vergara, Cartas de mujeres en Chile 1630-1885, Santiago: Andrés Bello,

    2009.

  • 20 PRISCILA MUENA ZAMORANO

    investigador, se logra evidenciar lo conectadas que estaban las mujeres de élite del siglo XIX con el mundo político, social, cultural y económico que las rodeaba. A través del peregrinaje hacia el mundo interior femenino se descubre a una mujer racional que se aleja exclusivamente del mundo emocional, logrando develar que ambas esferas pueden habitar en perfecta armonía frente al nuevo escenario que se comenzaba a dibujar.

    Junto con lo anterior, también fue enriquecedora la obra publicada recien-temente por las investigadoras Verónica Ramírez y Carla Ulloa, quienes realizaron la transcripción íntegra del primer periódico chileno en ser diri-gido, editado y redactado por mujeres y dedicado a ellas, La Mujer (1877), además de realizar un estudio preliminar de los textos 18. El principal obje-tivo de este periódico fue apoyar el Decreto de Amunátegui; por tanto, los textos estuvieron dedicados a promover la educación femenina, al mismo tiempo que logró ser la plataforma ideal para que las mujeres pudieran dar a conocer su trabajo literario, labor que hasta ese entonces era absoluta-mente desconocido.

    Dentro de las primeras mujeres que se abocaron a escribir sobre el legado femenino en el país, se descubrió la figura de María Eugenia Martínez con su libro Mujeres célebres de Chile 19, quien decidió ir al rescate de importantes mujeres a lo largo de la historia, a propósito del primer centenario de la Independencia. Al poco tiempo, la escritora Luisa Zanelli decide publicar Mujeres chilenas de letras 20, para dar cuenta de mujeres ilustres destacadas.

    18 Verónica Ramírez y Carla Ulloa, La Mujer (1877) El primer periódico de mujeres en Chile, Santiago: Cuarto Propio, 2018. La publicación contó con 25 números ininterrumpidos desde el 20 de mayo de 1877 al 21 de noviembre de ese mismo año, todos impresos en El Mercurio. Su fundadora, Lucrecia Undurraga, nació en Illapel, en 1841. Perteneció a una familia aristocrática. Cuando niña, se trasladó a Valparaíso para estudiar en el colegio dirigido por la profesora argentina María Josefa Cabezón. Contrajo matrimonio con el empresario Manuel José Somarri-va. Al enviudar, destinó sus recursos a distintas obras intelectuales. Fallece en Santiago, en 1901. Una de las iniciativas que lideró Lucrecia Undurraga fue, precisamente, el periódico La Mujer, primera tribuna escrita por y para mujeres. Ella es, además, la primera en no estar ligada a la Iglesia Católica, desarrollando de esa manera un carácter fuertemente liberal.

    19 María Eugenia Martínez, Mujeres célebres de Chile, Santiago: Imprenta Santiago, 1911.

    20 Luisa Zanelli, Mujeres chilenas de letras, Santiago: Imprenta Universitaria, 1917.

  • LOS ALBORES DEL INGRESO DE LA MUJER A LA UNIVERSIDAD 21

    Asimismo, Marta Elba Miranda, en la misma línea que las dos autoras ante-riores, decide rescatar la labor intelectual que hasta el momento las mujeres habían desarrollado a través del libro Mujeres chilenas 21. Uno de los prime-ros escritos que se registran durante la segunda mitad del siglo XX es el que llegó a través de la pluma de Felicitas Klimpel con La mujer chilena: el aporte femenino al progreso en Chile, 1910-1960 22. Para este estudio también se re-cogió la obra de la socióloga y precursora de los estudios de género Julieta Kirkwood, que desde una mirada en torno a la lucha por la emancipación femenina escribe Ser política en Chile: las feministas y los partidos 23. Del tra-bajo desarrollado por Lucía Santa Cruz, Teresa Pereira e Isabel Zegers, Tres ensayos sobre la mujer chilena 24, fue de gran relevancia el capítulo titulado “La mujer en el siglo XIX”, ya que aportó valiosa información para el desa-rrollo de esta investigación. Otra obra fundamental fue el libro Actividades femeninas en Chile 1927 25. Tuvo como editora a Sara Guerín de Elgueta, y nace a propósito de la celebración por los 50 años tras la promulgación del Decreto de Amunátegui de 1877. Es una compilación de breves trabajos mo-nográficos que arrojan información importante. Sin embargo, más allá de los datos expuestos, que son valiosísimos, está presente la visión femenina de los primeros años del siglo XX. El texto da cuenta de la historia femenina contada por mujeres testigos de la época, y es precisamente allí donde ra-dica su riqueza. La obra tuvo por objeto visibilizar los progresos femeninos desarrollados en varios aspectos: educación, beneficencia, obras sociales, administración pública, artes y letras, entre otras.

    Obras que se transformaron en fuentes importantes en relación a la his-toria de la educación del país dados los datos y análisis que en ellos se desarrollan fueron Historia de la enseñanza en Chile, de Amanda Labarca 26,

    21 Marta Elba Miranda, Mujeres chilenas, Santiago: Nascimento, 1940.22 Felicitas Klimpel, La mujer chilena: el aporte femenino al progreso en Chile, 1910-

    1960, Santiago: Andrés Bello, 1962.23 Julieta Kirkwood, Ser política en Chile: las feministas y los partidos, Santiago:

    FLACSO, 1986.24 Teresa Pereira, “La mujer en el siglo XIX”, en Tres ensayos sobre la mujer chilena,

    Lucía Santa Cruz et al., Santiago: Universitaria, 1978, 75-182.25 Guerín, op.cit.26 Amanda Labarca, Historia de la enseñanza en Chile, Santiago: Imprenta Universi-

    taria, 1939.

  • 22 PRISCILA MUENA ZAMORANO

    Universidad y nación, de la académica Sol Serrano 27, y los tomos I y II de la Historia de la educación en Chile 28. Dado que las transformaciones en torno a la educación femenina se detonaron con mayor fuerza en la década de 1870, resultan fundamentales los dos Ministros de Instrucción Pública que jugaron un rol relevante en torno a este conflicto: Abdón Cifuentes 29 y Miguel Luis Amunátegui. En ese contexto, resultaron de gran importancia tanto las obras Archivo epistolar de don Miguel Luis Amunátegui y Obras de Miguel Luis Amunátegui 30, como asimismo la Colección de discursos y Me-morias, ambos de Abdón Cifuentes 31. Estas fuentes fueron esenciales para comprender en profundidad el espíritu que animó a ambos políticos tan di-ferentes entre sí, uno liberal y otro conservador, pero con el mismo anhelo: fortalecer la educación.

    Los viajeros que pasaron por el país recorriéndolo al alba de la República también dejaron registros que permiten dar cuenta de cómo era percibida la sociedad a través de la mirada de extranjeros. En ese ámbito, viajeros como María Graham, Gabriel Lafond de Lurey, Max Radiguet y George Van-couver colaboran a través de sus observaciones testimoniales a conocer al país naciente 32.

    27 Sol Serrano, Universidad y nación. Chile en el siglo XIX, Santiago: Universitaria, 1994.

    28 Ver: Sol Serrano et al., Historia de la educación en Chile (1810-2010). Tomo I: Aprender a leer y escribir (1810-1880), Santiago: Taurus, 2018. Sol Serrano et al (editoras), Historia de la educación en Chile (1810-2010). Tomo II: La educación nacional (1880-1930), Santiago: Taurus, 2018.

    29 Abdón Cifuentes (1836-1928). Abogado y político conservador. Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública entre 1871 y 1873. Promovió la libertad de enseñanza, impulso que concretó con la dictación del decreto de 1872, en el que señaló que cada colegio pudiese desarrollar sus propios planes de estudios y rendir sus propios exámenes. Lo anterior suscitó un gran conflicto que termi-nó con su salida del gabinete del Presidente de la República Federico Errázuriz Zañartu.

    30 Ver: Miguel Luis Amunátegui, Obras de Miguel Luis Amunátegui, Santiago: Im-prenta Barcelona, 1906. Miguel Luis Amunátegui, Archivo epistolar de don Miguel Luis Amunátegui. Tomo II, Santiago: Ediciones de la Universidad de Chile, 1942.

    31 Ver: Abdón Cifuentes, Colección de discursos, Santiago: Imprenta El Independien-te, 1882. Abdón Cifuentes, Memorias. Tomo I, Santiago: Nascimento, 1936. Ab-dón Cifuentes, Memorias. Tomo II, Santiago: Nascimento, 1936.

    32 Ver: María Graham, Diario de su residencia en Chile (1882) y de su viaje al Brasil

  • LOS ALBORES DEL INGRESO DE LA MUJER A LA UNIVERSIDAD 23

    El estudio consta de cuatro capítulos. En el primero, se busca situar al lector en el contexto político, económico y social del siglo XIX. Desde esa perspectiva, es fundamental poder comprender el rol de la mujer en la sociedad y las transformaciones que experimentó, abriéndole, de esta manera, el paso a esa “nueva mujer”. Por ello, es necesario repensar el papel que la mujer vivenció durante el cambio de siglo, dado que frente a este nuevo escenario se comenzó a dibujar un nuevo rol de la mujer republicana. El debate se dará precisamente en torno a este tema, de ahí su relevancia para abordar en profundidad este aspecto. Al ser el ámbito privado el que predominó en la vida de la mujer del siglo XIX, se puso el foco precisamente en ese espacio. Las tertulias eran la manera preferente de sociabilizar en la época, y allí ella jugaba un papel preponderante. Las tertulias fueron para ella los primeros acercamientos al mundo intelectual. En este sentido, las tertulias fueron su más estrecho vínculo con la vida cultural. Estas inspiraron lo que después fueron los encuentros femeni-nos y revistas escritas por y para mujeres, transformándose para ellas en las primeras plataformas en el ámbito público. En el segundo capítulo se abordan los factores que promocionaron el fortalecimiento de la educa-ción femenina. Allí es fuerte el rol de la Iglesia y de los particulares, y en menor medida del Estado. En torno al debate de la libertad de enseñanza y Estado docente es que se introduce la discusión sobre la educación feme-nina, dándole así forma a lo que será posteriormente el decreto de 1877. En el tercer capítulo se analiza la educación femenina a la luz del Decre-to de Amunátegui, y cómo este contribuyó a que la educación femenina se enriqueciera. Finalmente, en el último capítulo, se incorpora la vida y obra de tres mujeres precursoras en el ámbito cultural y educacional. La primera es Mercedes Marín (1804-1866). Ella representó la generación de señoras que trabajaron a favor de una mejor educación femenina, pero desde el ámbito privado. Mercedes Marín es considerada precursora de la educación femenina, ya que es la primera mujer que de manera concreta se preocupa por fortalecerla, redactando un inédito programa de estudios

    (1823), Madrid: América, s.f. George Vancouver, Viaje a Valparaíso y Santiago, Santiago: Imprenta Mejía, 1902. Max Radiguet, “Valparaíso y la sociedad chilena en 1847”, en Viajeros en Chile 1817 – 1847, Samuel Haigh et al., Santiago: Uni-versitaria, 1914. Gabriel Lafond de Lurey, Viaje a Chile, Santiago: Universitaria, 1970.

  • 24 PRISCILA MUENA ZAMORANO

    para señoritas 33. Junto con ella, se destaca el legado de Eloísa Díaz (1866-1950), ya que fue la primera mujer del país y Sudamérica en obtener un grado académico y desarrollarse en el campo profesional como titulada de la Universidad de Chile, única casa de estudios de nivel superior existente en aquellos años. Sin embargo, no solo se destacó por sus grandes logros académicos, sino también por su férrea lucha por otorgarles a las personas más vulnerables una mejor calidad de vida. Es la primera médica en cen-trar la mirada en la prevención de la enfermedad. Lo anterior, la lleva a trabajar en la prevención de niños en edad escolar de sectores vulnerables, promoviendo una completa alimentación para ellos a través de la Cantina de Alimentos. Ella abre un camino desconocido hasta ese entonces para la mujer chilena, ya que ellas no solo comienzan a salir de su hogar para abrazar la esfera pública, sino además, comienzan a explorar los altos ni-veles del saber europeo. La segunda médica del país, Ernestina Pérez, fue a estudiar a Europa (Londres, París y Berlín) por una beca otorgada por el Gobierno entre los años 1889 y 1891 34. También la tercera médica, Eva Quezada, entre 1904 y 1905 va a estudiar al Viejo Continente 35. En 1907, partió Matilde Brandau, la segunda abogada de Chile. Al año siguiente, le correspondió el turno a la primera pintora profesional, Celia Castro 36, entre tantas otras que con el paso del tiempo también anhelaron salir no solo de sus hogares, sino también del país. La tercera mujer que se aborda es Amanda Labarca (1886-1975), ya que fue la primera en desarrollar el papel de académica en la Universidad de Chile. Desde su trabajo como docente, se preocupó de fortalecer la educación secundaria femenina del país a través de contundentes escritos elaborados para el Gobierno. Desde esa perspectiva, el decreto promulgado por Miguel Luis Amunátegui fue el símbolo del cierre de una etapa en la educación femenina, pero -y al mismo tiempo- la apertura de uno nuevo: la profesionalización de la mu-jer. Anterior a este documento se evidencian múltiples manifestaciones de mujeres que deseaban poder acceder a una educación de mejor calidad.

    33 Ver Anexo 1. Plan de estudios para niñas, por Mercedes María del Solar.34 Ricardo Cruz-Coke, Historia de la medicina chilena, Santiago: Andrés Bello, 1995,

    489.35 Guerín, op. cit., 418.36 Se encuentra en preparación por parte de la autora un estudio monográfico de la

    artista Celia Castro.

  • LOS ALBORES DEL INGRESO DE LA MUJER A LA UNIVERSIDAD 25

    Por lo anterior, este documento es la consecuencia de un movimiento pro-tagonizado por mujeres ilustradas de la época. Por ello, el decreto no tiene su génesis en el mundo público, sino más bien en el mundo privado, ya que este era el único centro de desarrollo en que la mujer tenía inciden-cia en el siglo XIX. La inquietud de que ella pudiera acceder a una mejor educación no surge del mundo político, sino de las propias mujeres que rodeadas por la tradición y normas sociales de la época anhelan tomar un rol protagónico en la consolidación de la República, abriéndole así paso a la “nueva mujer”. “El vacío fue reclamado por ellas mismas antes que por el Estado. De hecho, fue el primer segmento social que demandó educa-ción por sí mismo” 37. Estas tres mujeres marcaron un hito relevante en la época en que les tocó vivir, hitos que no solo fortalecieron la educación femenina, sino, además, su consolidación como participantes activas en la esfera pública. Tras la realización de este estudio se abren nuevas líneas de investigación en relación a este tópico, dado que aún resta bastante por profundizar en relación a la educación femenina en Chile, tema que está por lejos de haberse escrito todo.

    37 Serrano et al., Historia de la educación en Chile. Tomo II…, 382.