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Prentsa Txostena Dossier de Prensa astelehena, 2016ko uztailaren 4a lunes, 4 de julio de 2016

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Prentsa Txostena

Dossier de Prensa

astelehena, 2016ko uztailaren 4a

lunes, 4 de julio de 2016

PAÍS VASCO

FRAN CIA 16E L M U N D O

Francia sueña (5-2) e Islandia despierta en Saint-Denis ALEMANIA Draxler, Hector y Kimmich, los jóvenes que refuerzan al favorito ENTREVISTA Puyol: «Yo, si fuese Del Bosque, habría hablado antes con Iker»

E L M U N D O

LUNES 4 DE JULIO DE 2016. AÑO XXVI. NÚMERO: 9669.

PRECIO: 1,50 GELPMUNDO Las civilizaciones desaparecen por suicidio, no por asesinato (Arnold J. Toynbee)

Ahora EL MUNDO con un 20% de descuento.

¡Ahórrate 138E! Llama ya al 91 275 19 88

MARISA RECUERO MADRID Los bolichicos se expanden en España a través del mercado in-mobiliario. Así bautizaron en Ve-nezuela a un grupo de jóvenes empresarios venezolanos que consiguió amasar una fortuna en el país bolivariano, en apenas tres años, gracias a 11 contratos que les fueron adjudicados por el Gobierno de Hugo Chávez, entre 2009 y 2011, valorados en 1.200 millones de euros. Su pri-mera gran operación inmobilia-ria en España fue la compra de la finca de Gerardo Díaz Ferrán, por la que pagaron casi 23 millo-nes de euros.

FRANCISCO CARRIÓN EL CAIRO Un camión frigorífico cargado de ex-plosivos causó ayer una carnicería en Al Karrada, un céntrico barrio de Bagdad en el que, pasada la media-noche, cientos de almas disfrutaban

La burguesía venezolana se refugia en el mercado inmobiliario español

GERMÁN GONZÁLEZ BARCELONA La refundación de CDC coincide con una ofensiva de entidades y grupos de opinión soberanistas para atraer al electorado de cen-troderecha y ampliar la base in-dependentista.

El ‘lobby’ catalán independentista se lanza a la reconquista del centroderecha

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de una de las últimas noches del mes sagrado de Ramadán. La ex-plosión, registrada a las 00.45 de la madrugada, arrasó una zona ates-tada de cafés, galerías comerciales y hoteles. La detonación y las lla-

mas derrumbaron varios inmuebles del barrio. Al cierre de esta edición, el ataque más mortífero del año en la maltratada Bagdad se había cobrado la vida de al menos 125 personas y herido a otras 150.

Fomento expedienta por tercera vez a Vueling por su «mala planificación» Miles de pasajeros afectados ayer por los retrasos

FERNANDO LÁZARO MADRID El Ministerio del Interior ha constatado el aumento de la ci-bercriminalidad. En un informe alerta de que los ataques a los servicios informáticos de las in-fraestructuras críticas del Estado se han duplicado.

Interior alerta de que los ciberataques a infraestructuras críticas del sector público han aumentado más del 100%

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Las amenazas informáticas contra órganos del Estado se multiplican

MARISA RECUERO MADRID Vueling reincide. La aerolínea volvió a saltarse la Ley de Seguridad Aérea y obligó a Aesa, la agencia estatal que regula esta materia, dependien-te del Ministerio de Fomento, a abrir un expediente por una presunta vul-neración de los derechos de los pasa-

jeros. Así lo confirmaron a este dia-rio fuentes oficiales de la agencia, que requirieron a la aerolínea datos en relación a los retrasos y cancela-ciones que sufren sus vuelos. Fo-mento ya investigó a Vueling en dos ocasiones por incumplir los derechos de vuelo.

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El IS responde con el terror a sus derrotas militares

Tras atacar en Estambul y Daca, los yihadistas provocan una masacre con 125 muertos en Bagdad

Z ‘De la A a la Z’: el fundamentalismo que rige el Califato PÁGINA 20

Una mujer camina entre el grupo de civiles que recorre el mercado bagdadí de Al Karrada, en ruinas tras el atentado de la madrugada del sábado. SABAH ARAR / AFP

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¿Problemas de Erección?¿Eyaculación Precoz?

Pregunta por la Terapia de Ondas para la Disfunción Eréctil

Bizkaia

Cristina
Rectángulo

PolitikaPolítica

Elkarrizketak eta iritziaEntrevistas y opinión

Cristina
Rectángulo

EL MUNDO. LUNES 4 DE JULIO DE 2016

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OPINIÓN i

UNA VEZ producida la mayoría absoluta del Partido Popular en el año 2000, el socialismo inició un camino equivocado. Sus 7.900.000 votos frente a los 10.300.000 del PP permitían dos salidas: la primera, permanecer en el centro para competir sin poner en cuestión los fundamentos del sistema; la segunda, renunciar a esa competición centrípeta sobre las políticas y activar un proceso centrífugo sobre la política, movilizando y cor-tejando a un votante disperso y pasivo que pudiera sen-tirse atraído por una interpretación crítica de la Transi-ción. Se eligió lo segundo y, al hacerlo, se desencadenó un proceso de rédito inmediato –11.300.000 votos en 2008, frente a los 10.300.000 del PP–, pero de efectos de-vastadores en el medio plazo para el socialismo y para el sistema.

La intensa movilización del radicalismo exigió una teorización y una obra legislativa y simbólica efectiva que poco a poco fue situando a España de nuevo ante las mismas preguntas ya respondidas durante el proce-so constituyente, sobre cuya legitimidad se arrojó una densa sombra de duda. Se alteró una agenda política centrada en los problemas de la modernización, hasta convertirla en una agenda sobre la continuidad misma del sistema y el papel de la derecha dentro de él. El es-tallido de la crisis, y especialmente la terrible sesión par-lamentaria del 12 de mayo de 2010, cuando el presiden-te Zapatero hubo de situar al país ante un ajuste presu-puestario de aparente origen foráneo para el que en absoluto había sido preparado, devolvieron transitoria-mente la agenda a su terreno anterior e hicieron posi-ble la sólida mayoría popular de 2011.

Sin embargo, la profundidad de los problemas eco-nómicos, la gestión política desarrollada y la fuerza de la movilización antisistema ya iniciada convergieron pa-ra dañar drásticamente el apoyo del PP, que en diciem-

bre de 2015 se situó en poco más de 7.000.000 de votos. En ese momento, la vieja aspiración de los revisionistas de la Transi-ción, debilitado y deso-rientado el PSOE, se hizo extrañamente posible: plantear de nuevo a los

españoles el dilema fundamental entre reforma o rup-tura sobre la idea de que en aquélla residían las causas de los problemas actuales, y en ésta, las soluciones. El declive electoral de los partidos grandes no obedecía a motivos distintos de los habituales ni era una excepción europea, pero su simultaneidad hizo posible presentar-lo, en unos medios quizás poco atentos, como la mani-festación de un final de ciclo histórico inevitable.

Que ese dilema haya llegado a dominar el proceso electoral que nos llevó hasta el 26-J debe ser motivo de

reflexión para todos. Especialmente para sus promoto-res, porque se trata seguramente de la única pregunta para la que los grandes partidos podían ofrecer todavía una respuesta solvente y creíble en mitad de sus crisis. Aceptado inexplicablemente que la pregunta clave de las elecciones fuera planteada por Podemos, tanto el PP como –en su circunstancia– el PSOE, pudieron respirar aliviados una vez planteada: «Esa nos gusta, esa nos la sabemos».

La pérdida de electorado del PP y del PSOE tiene causas vinculadas a su forma de gobernar, a la persis-tencia de la crisis, a los problemas sociales inducidos por un modelo de bienestar que es estructuralmente de-sigualador, a la corrupción, a un cambio cultural global y a los estilos de liderazgo. Pero ese descontento, aun siendo profundo y duradero, no alcanza el nivel crítico que habría hecho desistir masivamente del voto en pre-sencia de una amenazante descalificación radical al mo-delo político. Obligar a los españoles a definirse sobre la continuidad de éste constituye un planteamiento po-lítico destructivo por polarizador, pero sobre todo elec-toralmente arriesgado y finalmente perdedor. Pero pa-ra saberlo es necesario conocer la historia real de la Transición y no creer en el mito revisionista.

Más aún que la moderada reacción de la derecha es clave el fracaso de ese planteamiento entre la izquierda dura pero con memoria institucional, su rechazo a to-mar parte en el asalto a un sistema del que legítima-mente se siente parte fundante; una izquierda tan esco-rada como se quiera, pero constitucional y unitaria. Pensar que quien ha persistido año tras año en el voto a IU, asumiendo resigna-damente su infrarrepre-sentación aun disponien-do de ofertas mucho más rentables o mucho más desestabilizadoras, iba a aceptar sin más prestar su voto a un pro-yecto que esencialmente ridiculiza el valor de su fidelidad de tanto tiem-po, se ha demostrado un cálculo erróneo, espe-cialmente después de la experiencia de 2008-2011.

Paradójicamente, la estrategia electoral de Podemos ha dejado sin papeleta a una parte de la izquierda con cuyo concurso los resultados habrían sido, probable-mente, muy distintos. El fracaso de Podemos el 26-J combina una cierta movilización de la dere-cha con una notable des-movilización de la iz-quierda.

Esta vez, la utilidad del voto no se dirigía a regenerar el sistema sino a evitar su quiebra, y, to-mada genéricamente, también la posición de Ciudadanos puede pro-ducir una sensación de impugnación institucional, me-nos fiable en este punto y menos útil que la del PP.

Por tanto, planteado nuevamente el dilema Reforma vs. Ruptura, el radicalismo no ha logrado imponerse en el espacio de la izquierda. No es que la corrupción, los errores o el distanciamiento de los electores con respec-to a los partidos no importen o queden convalidados, es que, para muchos, jerárquicamente se sitúan por deba-jo de cosas que ahora parecían estar realmente en jue-go.

Ésto ha de tenerse presente para extraer conclusio-nes razonables de los resultados electorales, porque di-fícilmente podrá hacerse girar de nuevo un proceso electoral sobre la disyuntiva agónica que parece estar detrás de la distribución de voto del pasado día 26, y ra-ramente se producirá una nueva retracción de la iz-

quierda como la que ha tenido lugar. Zanjan –o debie-ran hacerlo– el equivocado camino iniciado por el so-cialismo español hace ya casi dos décadas, que además de arrastrarlo a él al desastre electoral, ha favorecido procesos disolventes de fractura interterritorial e inter-generacional (no es posible ahora abordar ninguna re-forma de la Constitución que no se salde con un claro revés en el País Vasco y en Cataluña), ha desviado la atención de la agenda de modernización y ha permiti-do al Partido Popular una relajación en la producción ideológica y en la propuesta política cuyos efectos de-bilitan más la posición del país que la posición del par-tido, que es y seguirá siendo un depósito de voto fiable cuando lo que se decida sea si se termina o no con el sistema de 1978. La izquierda, sometida forzadamen-te a la revisión de su propia historia, ha reafirmado ma-yoritariamente su adhesión a la obra común de la Transición, pese a lo que puedan parecerle las políti-cas.

UNA VEZ superada la prueba sistémica por un mar-gen suficiente pero nada tranquilizador, una vez cons-tatado que ni la izquierda quiere poner en riesgo el sis-tema ni la derecha puede ser expulsada de él, quedan pendientes los problemas esenciales. Permanecen la fractura y las dificultades para la formación de un Go-bierno, y apenas se revierten las pérdidas millonarias de votantes, que no están contra el sistema, pero tam-poco a favor de sus partidos como lo han estado.

Si se hiciera del 26 de junio la coartada para eludir las rectificaciones que los resultados señalan, y no el

punto de partida de los cambios de fondo que se nece-sitan, se cometería un error quizás irreparable. Es ver-dad que nada de lo que importa podrá hacerse sin ac-tivar una nueva corriente de opinión que prestigie la voluntad de acuerdo y la búsqueda de consensos, pero también lo es que, desde 1976, nuestros consensos se han forjado siempre alrededor de un liderazgo que tra-zó, contra el criterio inicial de muchos, el camino al que luego se sumaron. Así fue, para empezar, con la Ley de Reforma Política y con la propia Constitución, y, luego, con los hitos que marcan nuestra trayectoria de los úl-timos cuarenta años. El momento no demanda mu-cho menos que eso. Exige voluntad de gobierno y capacidad de ejercerlo.

Miguel Ángel Quintanilla Navarro es politólogo.

«El fracaso de Podemos, fruto de una cierta movilización de la derecha y una desmovilización

notable de la izquierda»

LPO

Planteado de nuevo el dilema ‘reforma contra ruptura’, el radicalismo no ha logrado imponerse en la izquierda. El resultado del 26-J, según el autor, debe zanjar el equivocado camino iniciado por el PSOE hace dos décadas.

POLÍTICATRIBUNA i

26-J: un ensayo de perspectiva MIGUEL ÁNGEL QUINTANILLA

EL MUNDO. LUNES 4 DE JULIO DE 2016

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i OPINIÓN

EL BRUTAL atentado de ayer en una heladería de Bagdad, en el que murieron 125 personas y 150 más resultaron heridas, es el tercero de una ola de ataques indiscriminados del Estado Islámico (IS) iniciado el miércoles en el aeropuerto de Estam-bul y el sábado en un restaurante de Dacca, en Bangladesh. Es la sangrienta forma que tiene el is-lamismo radical de celebrar la festividad del Ra-madán, un mes sagrado para los creyentes musul-manes. Pero es también la demostración de fuer-za de un grupo terrorista que comenzó por auto-denominarse Estado y ha acabado consolidando su posición estratégica en Oriente Próximo desde la instauración de un califato con capital en Mo-sul hace ahora exactamente dos años.

Pasado este tiempo no podemos sino constatar que el IS, a pesar de su retroceso territorial en Irak, donde ya sólo controla el 14% del país, es al-go más que una organización terrorista: mantie-ne importantes fuentes de financiación a través del control de pozos de petróleo, ha impuesto una legislación represora (la sharía) a la población que tiene bajo su dominio y ha creado un ejército de fieles milicianos, bien pertrechados de armamen-to, y lobos solitarios capaces de atentar en cual-

quier parte del mundo con efectos devastadores. Tal y como contamos hoy en nuestras páginas, la pérdida de Faluya a manos del ejército iraquí ha-ce una semana ha podido ser el detonante de es-ta contraofensiva terrorista. El enclave estratégi-co, a menos de una hora de Bagdad y con una fuerte carga simbólica para los yihadistas, es la úl-tima de las pérdidas territoriales de un califato castigado desde el aire por los continuos bombar-deos que la coalición internacional coordinada por EEUU viene efectuando desde el verano de 2015. Recientemente el IS ha perdido el control de las ciudades de Ramadi y Tikrit y ha visto cómo la aviación aliada ha destruido algunos de sus prin-cipales pozos petrolíferos y varios depósitos finan-cieros en los que se almacenaban grandes canti-dades de dinero en efectivo.

Sin embargo, acosado y herido, pero no derro-tado, el IS sabe que su campo de batalla no se cir-cunscribe a Siria e Irak, sino a todo el mundo. En la medida en que su objetivo político y religioso es la imposición del islam suní, en los países de ma-yoría musulmana, y la destrucción de las naciones «infieles», todos sus ataques responden a una mis-ma estrategia. Y para todas ellas emplea las mis-mas armas: atentados masivos con explosivos en lugares públicos, para provocar matanzas indis-criminadas de civiles, ataques suicidas a objetivos concretos y la utilización de salvajes métodos co-mo las crucifixiones y las decapitaciones para in-fundir terror entre la población. La limpieza étni-ca y religiosa llevada a cabo contra las minorías que quedan bajo su mandato han creado tal situa-ción de pánico que ha provocado una huida de-sesperada de familias enteras que prefieren aban-donar sus hogares a ser gobernados por el IS.

Dos años después de la instauración del califa-to, esta es, por desgracia, la imagen de un Estado

terrorista que continúa siendo la mayor amenaza para la paz y la estabilidad en todo el mundo. Y en ese sentido, la comunidad internacional debe con-tinuar con su estrategia de acoso en todos los fren-tes. E incluso, plantearse una intervención militar sobre el terreno, única acción que podría acabar con el régimen de terror impuesto por el IS y pa-cificar una región de-vastada por años de guerra. Hasta el mo-mento, esta opción no ha sido posible por las divisiones internas den-tro de la coalición inter-nacional y las reticen-cias de Obama, contra-rio a la intervención por el alto coste de vidas que conllevaría.

El atentado de ayer en Bagdad, como los cometidos a principios de mayo y que causa-ron unas 100 víctimas, es la prueba de que al IS le resulta muy fácil provocar una masacre en las grandes pobla-ciones del país. La debi-lidad del Gobierno ira-quí, sumido en profun-das divisiones internas, impide que el Ejército y las milicias chiíes que vienen combatiendo al IS desde 2014 puedan ha-cer retroceder al grupo terrorista. Pero o se actúa de manera contundente o el IS continuará sem-brando el terror en todo el mundo.

Dos años después, el IS sigue siendo el mayor peligro internacional

EL PASADO viernes, cinco días después de las elecciones, el Gobierno en funciones anunció la retirada de 8.700 millones de euros del Fondo de Reserva de la Seguridad Social, la conocida hucha de las pensiones, para pagar la extra de verano a los jubilados. Se trata de la mayor partida hasta ahora de una sola vez y deja al descubierto la si-tuación insostenible a la que se verá abocado el sistema público de pensiones si tanto el Gobierno como las principales formaciones políticas conti-núan instaladas en el inmovilismo.

Cuando el PP llegó al Gobierno en 2011, la ca-ja de las pensiones rozaba los 67.000 millones. Ahora, después de la última operación, apenas quedan 25.176 millones. Ya el año pasado, el Mi-nisterio de Trabajo tuvo que usar 13.250 millones de este fondo para abonar las dos pagas extras de los pensionistas. Y, pese a que la hucha de las pen-siones se concibió como una reserva para asegu-rar el futuro, la realidad es que el Gobierno se ha acogido a ella de forma sistemática. A ello hay que

sumar que, tras las modificaciones legales intro-ducidas por el Gobierno, la Seguridad Social se ha hecho cargo de gastos ajenos a su naturaleza, co-mo las bonificaciones a la contratación. En la práctica, esto supone esquilmar los fondos que única y exclusivamente pertenecen a los pensio-nistas. Esta situación no ha hecho más que dete-riorar las finanzas del instituto previsor, que el año pasado cerró con un déficit de 17.000 millones de euros, pese a que la economía creció a un ritmo del 3,2%. Los cálculos apuntan a un déficit récord en 2016. Primero porque el Gobierno ha decidido estimular la contratación con reducciones direc-tas de cotizaciones, lo que restará 2.500 millones a las arcas de la Seguridad Social. Y, segundo, por la creciente precarización del empleo.

La reforma laboral ha reactivado el mercado de trabajo y ha logrado aumentar la competitividad de las empresas. Pero ha tenido el efecto no de-seado de incrementar el empleo temporal, lo que reduce las bases reguladoras. En 1975, en España había 3,5 millones de pensionistas. Ahora hay más de nueve millones, con una raquítica proporción de dos trabajadores por cada pensionista. La últi-ma EPA, tal como informamos hoy, revela que Es-paña es el segundo país de la UE con más subem-pleo, con un 8,5% del total, solo superado por Chi-pre (9,2%). Los salarios de los nuevos empleos no compensan las prestaciones de los pensionistas

que se incorporan al sistema. En 2015 el sueldo medio de los nuevos contratos fue de 1.250 euros mensuales, mientras que la pensión de los nuevos jubilados superó los 1.340 euros.

El Gobierno ha desaprovechado una legislatu-ra con mayoría absoluta para impulsar una refor-ma estructural que garantice el futuro de las pen-siones. Se trata de una asignatura pendiente que, de manera sorprendente, pasó desapercibida en la última campaña. El próximo Gobierno debe convocar a todas las fuerzas a la Comisión del Pacto de Toledo e introducir los mecanismos ne-cesarios para salvar de la quiebra a la Seguridad Social. Y ello pasa por tener en cuenta el enveje-cimiento de la población, cambiar la forma de re-valorizar las pensiones y reducir las partidas de gasto. Una opción cabal pasaría por que el Estado asuma, con cargo a los Presupuestos, el pago de las pensiones no contributivas. Esto garantizaría las de los trabajadores que han estado cotizando durante toda su vida laboral.

No valen ya recetas demagógicas, como las que agita el populismo; ni improvisaciones, como el impuesto que sugiere el PSOE para sufragar las pensiones. Cualquier medida aislada no dejaría de ser un parche. Urge afrontar, con una visión a lar-go plazo y apelando al consenso, una reforma in-tegral de la Seguridad Social. En juego está apun-talar uno de los pilares del Estado de bienestar.

Cuando el Estado abusa de la caja de las pensiones

IRAK

Bagdad

La pérdida de varios enclaves militares ha provocado una reacción terrorista

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