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POLITIKA POLITIKA 1 Año IIII - Edición Digital Nº 62 (15.12.2013) Cuando la verdad sea demasiado débil para defenderse, tendrá que pasar al ataque (Bertolt Brecht) ¡Ya basta de jugar con mi futuro!

Politika nº62

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¡Ya basta de jugar con mi futuro!

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Page 1: Politika nº62

POLITIKAPOLITIKA 1Año IIII - Edición Digital Nº 62 (15.12.2013)

Cuando la verdad sea demasiado débil para defenderse, tendrá que pasar al ataque (Bertolt Brecht)

¡Ya basta de jugar con mi futuro!

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POLITIKAPOLITIKA2 Año IIII - Edición Digital Nº 62 (15.12.2013)

No, los “ofertones” no resuelven. No quere-mos limosnas, ni bonos, ni caridad. Sólo justi-cia. ¿Es mucho pedir? Derechos ciudadanos. Que la riqueza que se crea con el esfuerzo de todos, beneficie a todos.

Nunca en su historia Chile produjo tanta ri-queza como ahora, pero las familias endeu-dadas y sobre endeudadas se cuentan por millones.

Un puñado de privilegiados acumulan fortunas obsce-nas y se disputan el dudoso honor de los rankings plane-tarios. Las riquezas básicas, como el Cobre, son objeto de un pillaje bárbaro e injus-tificable.

Ni el poder ejecutivo ni el parlamento pueden invocar una legitimidad que la Cons-titucion que los ampara no tiene.

Cada vez son más aquellos que, venidos de horizontes muy diferentes, se suman a las iniciativas que apoyan la convocatoria de una Asam-blea Constituyente.

La República parece, ¡por fin!, formar parte del hori-zonte político de quienes parecían haberla olvidado.

Entre otros, Clarisa Hardy e Iván Fuentes se han pro-nunciado claramente en ese sentido. Lo mismo hizo Marco Henríquez. ¡Bienve-nidos! Esta batalla no tiene ni dueños ni caciques. Es la batalla de todos.

Los defensores de la heren-cia institucional de la dic-tadura se reducen a lo que siempre fueron: una minoría amparada en los “amarres”, en el miedo y el chantaje.

¿Es posible soñar con un Pacto Social que le reconoz-ca a cada cual sus derechos?

Acceso a la Educación, a los cuidados médicos, a un salario con el que se pueda sostener una familia, a una vivienda decente, a servi-cios de transporte público dignos de seres humanos, al agua.... ¡al agua! ¿Es mucho pedir?

Quienquiera sea ungida presidente el 15 de diciem-bre tendrá a 17 millones de ciudadanos exigiendo salir de un modelo basado en el lucro para los menos y el su-frimiento y la angustia para los más.

Alejándose de las urnas la ciudadanía ha significado su rechazo de un sistema que no les considera sino como objetos de un negocio aje-no.

¿Cómo pretender hablar de igualdad -así fuese sólo ante la ley- si la única clasi-ficación que cuenta es la del poder adquisitivo?

ABC1... ¿Y los demás? ¿Qué hacer del 99% que sólo tie-ne deberes?

Reconocer que somos una nación de ciudadanos, un

pueblo que no renuncia a ninguno de sus de-rechos.

No soltamos nada...

Seguiremos luchando hasta que Chile recu-pere su carácter de República democrática y chilenas y chilenos la soberanía que nunca debió haberles sido arrebatada.

No soltamos nada...

Ni el poder ejecutivo ni el

parlamento pueden invocar una legitimidad que la Constitu-cion que los am-

para no tiene.Cada vez son más aquellos

que -venidos de horizontes muy

diferentes- se suman a las

iniciativas que apoyan la con-

vocatoria de una Asamblea Constituyente.

Editorial

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POLITIKAPOLITIKA 3Año IIII - Edición Digital Nº 62 (15.12.2013)

No pierden nada por esperar...

Las reivindicaciones siguen en pie y no soltamos ninguna:

Asamblea Constituyente para una Constitución democrática

Educación pública, laica y gratuitaNacionalización del cobre

y las riquezas básicasSalud pública universal de calidadReconocimiento de los derechos

de los pueblos originariosPolo financiero público

Gestión del agua en favor de todos los chilenos

Recuperación del mar para la naciónFin de las AFP y previsión solidaria

por reparticiónAbrogación del Código del Trabajo

de la dictaduraJusta distribución del ingreso

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POLITIKAPOLITIKA4 Año IIII - Edición Digital Nº 62 (15.12.2013)

Adiós, querido Madiba

Farewell Mr. President

Nelson Mandela (1918-2013)

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“Es un ideal por el que espero vivir, pero por el que estoy dispuesto a morir”

Nelson Mandela compareció el 20 de abril de 1964 ante el Tribunal Supremo de Pretoria. Allí explicó las razones de su combate y explicó por qué recurrió a la violencia para combatir el racismo. Fue condenado a cadena perpetua. Este es el texto de su alegato,

una pieza maestra de la retórica jurídica y de la literatura política.POLITIKA se honra al ofrecerle este texto a sus lectores.

Soy el primer acusado. Soy licenciado en arte y he ejercido como abogado en Johannesburgo durante algunos años en colaboración con Oliver Tambo. Soy un pri-sionero condenado a cinco años por salir del país sin permiso y por incitar a la gente a hacer huelga a finales de mayo de 1961.

De entrada, quiero decir que la insinuación de que la lucha en Sudáfrica esté influida por extranjeros o comunistas es absolu-tamente falsa. Sea lo que sea lo que he hecho, lo he hecho por mis experiencias en Sudáfrica y mis raíces africanas, de las que me siento orgulloso, y no por lo que cualquier extranjero pueda haber dicho. Durante mi juventud en Transkei, escuché a los ancianos de la tribu contar histo-rias sobre los viejos tiempos. Entre las historias que me narraron se encuentran las de las batallas libradas por nuestros antepasados en defensa de la patria. Los nombres de Dingane y Bambata, Hintsa y Makana, Squngthi y Dalasile, Moshoeshoe y Sekhukhuni, eran elogiados y considera-dos el orgullo de toda la nación africana. Por entonces yo esperaba que la vida pu-diese ofrecerme la oportunidad de servir a mi pueblo y hacer mi humilde contribución a su lucha por la libertad.

Algunas de las cosas que se le han dicho al tribunal hasta ahora son ciertas, y otras falsas. No niego, sin embargo, que pla-neé un sabotaje. No lo hice movido por la imprudencia ni porque sienta ningún amor por la violencia. Lo planeé como con-secuencia de una evaluación tranquila y racional de la situación política a la que se había llegado tras muchos años de tiranía, explotación y opresión de mi pueblo por parte de los blancos.

Admito de inmediato que yo fui una de las personas que ayudó a crear Umkhonto we Sizwe [brazo armado del Congreso Nacio-

nal Africano]. Niego que Umkhonto fuese responsable de una serie de actos que cla-ramente están al margen de las políticas de la organización y de los que se nos ha acusado.

Yo y las demás personas que fundaron la organización pesamos que sin violencia no se abriría ninguna vía para que el pueblo africano venza en su lucha contra el princi-pio de la supremacía blanca. Todas las for-mas legales de expresar la oposición a este principio habían sido proscritas por ley y nos veíamos en una situación en la que te-níamos que elegir entre aceptar un estado permanente de inferioridad o desafiar al Gobierno.

Optamos por desafiar la ley.

Primero infringimos la ley de un modo que eludía todo recurso a la violencia; cuando se legisló contra esta vía, y a continuación el Gobierno recurrió a una demostración de fuerza para aplastar la oposición a sus políticas, solo entonces decidimos respon-der a la violencia con violencia.

El Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés) se constituyó en 1912 para defender los derechos del pueblo africano, que se habían visto gravemente coartados. Durante 37 años – es decir, hasta 1949 — llevó a cabo una lucha estric-tamente constitucional.

Pero los Gobiernos blancos se mantuvie-ron inamovibles y los derechos de los afri-canos se redujeron en vez de ampliarse. Incluso después de 1949, el ANC seguía decidido a evitar la violencia. En esa épo-ca, sin embargo, se tomó la decisión de protestar contra el apartheid mediante manifestaciones pacíficas, aunque ile-gales. Más de 8.500 personas fueron a la cárcel.

El alegato de Nelson Mandela

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Pero no hubo ni un solo caso de violencia.

Yo y 19 compañeros fuimos condenados por organizar la campaña, pero nuestras condenas se suspendieron, principalmen-te porque el juez consideró que en todo momento se había hecho hincapié en la no violencia y la disciplina.

Durante la campaña de desafío, se apro-baron las leyes de Seguridad Pública y de Enmienda del Código Penal. Estas con-templaban unos castigos más duros por las protestas contra [las] leyes. A pesar de ello, las protestas continuaron y el ANC se mantuvo firme en su política de no violen-cia.

En 1956, 156 miembros destacados de la Alianza del Congreso, entre los que me encontraba, fuimos detenidos. La política no violenta del ANC fue puesta en tela de juicio por el Estado, pero cuando el tribu-nal emitió su veredicto unos cinco años después, halló que el ANC no tenía una política de violencia.

En 1960 se produjo el tiroteo de Sharpevi-lle, que tuvo como consecuencia la ilegali-zación del ANC. Mis compañeros y yo, tras meditarlo detenidamente, decidimos que no íbamos a acatar ese decreto.

El pueblo africano no formaba parte del Gobierno y no hacía las leyes por las que debía regirse. Creíamos en las palabras de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que dice que “la voluntad del pueblo será la base de la autoridad del Go-bierno” y, para nosotros, aceptar la prohi-bición equivalía a aceptar que se silenciase a los africanos para siempre.

El ANC se negó a disolverse, y, en vez de eso, pasó a la clandestinidad.

En 1960, el Gobierno celebró un referén-dum que condujo a la instauración de la re-pública. Los africanos, que representaban aproximadamente el 70% de la población, no tenían derecho a votar y ni siquiera se les consultó.

Asumí la responsabilidad de organizar la campaña nacional para que la gente se quedara en casa coincidiendo con la decla-ración de la república. Puesto que todas las huelgas de los africanos son ilegales, la persona que organice dichas huelgas debe evitar ser detenida.

Tuve que dejar mi casa y mi familia y mi trabajo para esconderme y evitar que me detuvieran.

El quedarse en casa debía ser una mani-festación pacífica. Se dieron instrucciones precisas para evitar cualquier brote de violencia.

La respuesta del Gobierno fue aprobar leyes nuevas y más estrictas, movilizar a las fuerzas armadas y enviar mercenarios, vehículos armados y soldados a los muni-cipios segregados en lo que constituyó un alarde de fuerza masivo para intimidar a la gente.

El Gobierno había decidido gobernar ex-clusivamente por la fuerza y esta decisión marcó un punto de inflexión en el camino hacia Umkhonto.

¿Qué debíamos hacer nosotros, los líderes de nuestro pueblo? No teníamos la menor duda de que teníamos que proseguir la lucha. Cualquier otra decisión habría sido una vil rendición. Nuestra duda no era si debíamos luchar, sino la manera de conti-nuar la lucha.

Los miembros del ANC siempre hemos defendido una democracia no racista y nos alejábamos de cualquier acción que pudiese distanciar aún más las razas. Pero la dura realidad era que lo único que había conseguido el pueblo africano tras 50 años de no violencia era una legislación cada vez más represiva y unos derechos cada vez más mermados.

Por entonces, la violencia ya se había con-vertido, de hecho, en un elemento carac-terístico de la escena política sudafricana.

Hubo violencia en 1957 cuando a las mu-jeres de Zccrust se les ordenó que llevasen un pase encima; hubo violencia en 1958 con el sacrificio selectivo del ganado en Sekhukhuneland; hubo violencia en 1959 cuando la gente de Cato Manor protestó por los controles de los pases; hubo violen-cia en 1960 cuando el Gobierno intentó im-poner autoridades bantúes en Pondoland.

Cada altercado apuntaba a la inevitable intensificación entre los africanos de la creencia de que la violencia era la única salida; mostraba que un Gobierno que emplea la fuerza para imponer su dominio enseña a los oprimidos a usar la fuerza para oponerse a él.

Llegué a la conclusión de que, puesto que la violencia en este país era inevitable, sería poco realista seguir predicando la paz y la no violencia. No me fue fácil llegar a esta conclusión. Solo cuando todo lo de-más había fracasado, cuando todas

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las vías de protesta pacífica se nos habían cerrado, tomamos la decisión de recurrir a formas violentas de lucha política. Lo único que puedo decir es que me sentía moralmente obligado a hacer lo que hice.

Eran posibles cuatro formas de violencia. Está el sabotaje, está la guerra de guerri-llas, está el terrorismo y está la revolución abierta. Optamos por adoptar la primera.

El sabotaje no conllevaba la pérdida de vidas y era lo que ofrecía más esperanzas para las relaciones interraciales en el fu-turo. El resentimiento sería el mínimo po-sible y, si la estrategia daba sus frutos, el Gobierno democrático podría llegar a ser una realidad.

El plan inicial se basaba en un análisis pormenorizado de la situación política y económica de nuestro país. Creíamos que Sudáfrica dependía en gran medida del capital extranjero. Pensábamos que la destrucción planificada de centrales eléctricas, y la interrupción de las co-municaciones telefónicas y ferroviarias, ahuyentarían la inversión en el país, lo que empujaría a los votantes a replantearse su postura.

Umkhonto llevó a cabo su primera opera-ción el 16 de diciembre de 1961, cuando fueron atacados varios edificios del Go-bierno en Johannesburgo, Port Elizabeth y Durban. La selección de los blancos es una prueba de la política a la que me he referi-do. Si hubiésemos pretendido atentar con-tra las personas, habríamos seleccionado objetivos en los que se congrega la gente y no edificios vacíos y centrales eléctricas.Los blancos no fueron capaces de respon-der proponiendo cambios; respondieron a nuestro llamamiento proponiendo los laager, una especie de fortines improvisa-dos. Por el contrario, la respuesta de los africanos fue de ánimo. De repente, volvía a haber esperanza. La gente empezaba a hacer conjeturas sobre cuándo llegaría la libertad.

Pero en Umkhonto sopesábamos la res-puesta de los blancos con desasosiego. Se estaban trazando líneas. Los blancos y los negros se estaban pasando a bandos dife-rentes y la posibilidad de evitar una guerra civil se reducía. Los periódicos blancos pu-blicaban artículos diciendo que el sabotaje se castigaría con la muerte. Si eso era cier-to, ¿cómo podíamos seguir manteniendo a los africanos alejados del terrorismo?Nos sentíamos en el deber de prepararnos para usar la fuerza a fin de defendernos frente a ella. Decidimos por tanto tomar

medidas para la posibilidad de una guerra de guerrillas. Todos los blancos pasan por un servicio militar obligatorio, pero a los africanos no se les proporciona ese entre-namiento. Desde nuestro punto de vista, era esencial crear un núcleo de hombres entrenados que fuesen capaces de pro-porcionar el liderazgo que se necesitaría si estallaba una guerra de guerrillas.

Llegados a ese punto, se decidió que yo debía asistir a la Conferencia del Movi-miento Panafricano por la Libertad que iba a celebrarse a principios de 1962 en Adís Abeba y que, tras la conferencia, iniciaría un recorrido por los Estados africanos con el fin de encontrar centros de adiestra-miento para los soldados. Mi viaje fue un éxito. Dondequiera que iba, encontraba solidaridad con nuestra causa y promesas de ayuda. Toda África estaba unida contra la actitud de la Sudáfrica blanca y hasta en Londres me recibieron con gran cordiali-dad dirigentes políticos como Gaitskell y Grimond.

Empecé a estudiar el arte de la guerra y la revolución y, mientras estaba en el extran-jero, realicé un curso de entrenamiento militar. Si iba a haber una guerra de guerri-llas, quería ser capaz de apoyar a mi pue-blo y combatir junto a el, y de compartir los peligros de la guerra con ellos.

A mi regreso descubrí que pocas cosas habían cambiado en el panorama político, salvo que la amenaza de la pena de muer-te para el delito de sabotaje se había con-vertido en un hecho.

Otra de las alegaciones que presenta el Es-tado es que los objetivos y fines del ANC y los del Partido Comunista son los mismos. El credo del ANC es, y siempre ha sido, el credo del nacionalismo africano. No es el concepto del nacionalismo africano expre-sado por el grito de “Empujad al hombre blanco mar adentro”.

El nacionalismo africano que defiende el ANC es el concepto de libertad y plenitud para el pueblo africano en su propia tierra. El documento político más importante que ha adoptado el ANC en toda su historia es la “carta de la libertad”. No es en ningún modo un plan para un Estado socialista. Exige la redistribución, pero no la nacio-nalización, de la tierra; contempla la na-cionalización de las minas, los bancos y los sectores monopolistas, porque los grandes monopolios están en manos de una de las razas solamente y, sin esa nacionalización, la dominación racial se perpetuaría aun-que se repartiese el poder político.

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Conforme a la carta de la libertad, la nacio-nalización se llevaría a cabo en el contexto de una economía basada en la empresa privada.

Por lo que respecta al Partido Comunista, y si entiendo correctamente su política, defiende la creación de un Estado basado en los principios del marxismo. El Partido Comunista hace hincapié en la diferencia de clases, mientras que el ANC pretende que convivan en armonía. Esta es una dis-tinción esencial.

Es cierto que a menudo ha habido una cooperación estrecha entre el ANC y el Partido Comunista. Pero esta cooperación es simplemente la prueba de que hay un objetivo común – la abolición de la supremacía blanca, en este caso — y no demuestra una coincidencia completa de nuestros intereses.

La historia del mundo está llena de ejem-plos similares. Quizás el más sorprendente sea la cooperación entre Gran Bretaña, Estados Unidos y la Unión Soviética en la lucha contra Hitler. Nadie salvo Hitler se habría atrevido a afirmar que dicha coope-ración convertía a Churchill o a Roosevelt en comunistas.

Las diferencias teóricas entre aquellos que luchan contra la opresión son un lujo que no podemos permitirnos en este momento.

Es más, durante muchas décadas los co-munistas fueron el único grupo político en Sudáfrica dispuesto a tratar a los africanos como seres humanos y como sus iguales; que estaba dispuesto a comer con noso-tros; a hablar con nosotros, a vivir con nosotros y a trabajar con nosotros. Eran el único grupo que estaba dispuesto a traba-jar con los africanos para lograr derechos políticos y ocupar un lugar en la sociedad.

Debido a esto, hay muchos africanos que, hoy en día, tienden a equiparar la libertad con el comunismo. Esta opinión está res-paldada por un poder legislativo que tacha de comunistas a todos los exponentes de un Gobierno democrático y de la libertad africana y proscribe a muchos de ellos (que no son comunistas) en virtud de la Ley de Supresión del Comunismo.

Aunque nunca he sido miembro del Parti-do Comunista, he sido encarcelado confor-me a esa ley.

Siempre me he considerado, en primer lu-gar, un patriota africano. Hoy día me sien-to atraído por la idea de una sociedad sin

clases, y es una atracción que proviene en parte de las lecturas marxistas y, en parte, de mi admiración por la estructura de las primeras sociedades africanas.

La tierra pertenecía a la tribu. No había ricos ni pobres y no había explotación.

Todos aceptamos la necesidad de que exista una cierta forma de socialismo para permitir que nuestro pueblo alcance a los países avanzados de este mundo y supere su legado de extrema pobreza. Pero esto no significa que seamos marxistas.

Tengo la impresión de que los comunistas consideran que el sistema parlamentario occidental es reaccionario. Pero, por el contrario, yo lo admiro. La Carta Magna, la Petición de Derechos y la Declaración de Derechos son documentos venerados por los demócratas en todo el mundo.

Siento un gran respeto por las institu-ciones británicas y por el sistema judicial del país. Considero que el parlamento británico es la institución más democrática del mundo, y la imparcialidad de su poder judicial nunca deja de suscitar mi admira-ción.

El Congreso estadounidense, la separación de poderes de ese país y también la inde-pendencia de su poder judicial suscitan en mí unos sentimientos parecidos.

Mi pensamiento se ha visto influido tanto por Occidente como por Oriente. No de-bería atarme a ningún otro sistema de so-ciedad concreto que no sea el socialismo. Debo liberarme para tomar prestado lo mejor de Occidente y de Oriente.

Nuestra lucha es contra adversidades reales, y no imaginarias, o, usando el len-guaje del fiscal del Estado, “las llamadas adversidades”.

Básicamente, luchamos contra dos elementos que caracterizan la vida en Sudáfrica y que están reforzados por la le-gislación. Estos elementos son la pobreza y la falta de dignidad humana, y no nece-sitamos a los comunistas o a los llamados “agitadores” para enseñarnos algo sobre estas cosas.

Sudáfrica es el país más rico de África, y podría ser uno de los países más ricos del mundo. Pero es una tierra de extraordina-rios contrastes. Los blancos disfrutan del que posiblemente sea el nivel de vida más alto del mundo, mientras que los africanos viven en la pobreza y la miseria.

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La pobreza lleva aparejada la desnutrición y la enfermedad. La tuberculosis, la pela-gra y el escorbuto provocan la muerte y la destrucción de la salud.

Sin embargo, los africanos no solo se que-jan de que son pobres y de que los blancos son ricos, sino de que las leyes, que están hechas por los blancos, están diseñadas para mantener esta situación.

Hay dos formas de salir de la pobreza. La primera es mediante la educación formal, y la segunda es que el trabajador adquiera una mayor destreza en su trabajo y con-siga así unos salarios más elevados. En lo que se refiere a los africanos, ambas vías para progresar están limitadas deliberada-mente por la legislación.

El Gobierno siempre ha tratado de poner trabas a los africanos en su búsqueda de educación. Hay una educación obligatoria para todos los niños blancos sin casi nin-gún coste para los padres, ya sean ricos o pobres. Los niños africanos, sin embargo, por lo general tienen que pagar más por sus estudios que los blancos.

Aproximadamente el 40% de los niños afri-canos en el grupo de edades comprendidas entre los siete y los 14 años no van al cole-gio. Para los que van, los niveles son muy diferentes de los que se exigen a los niños blancos. Solo 5.660 niños africanos en toda Sudáfrica consiguieron superar la escuela primaria en 1962, y solo 362 aprobaron el examen de ingreso en la universidad.

Esto concuerda previsiblemente con la po-lítica de la educación bantú sobre la cual el actual primer ministro dijo: “Cuando tenga el control de la educación nativa la refor-maré para que a los nativos se les enseñe desde su infancia a darse cuenta de que la igualdad con los europeos no es para ellos. Las personas que creen en la igualdad no son profesores deseables para los nativos.

Cuando mi departamento controle la educación nativa sabrá para qué clase de educación superior es apto un nativo, y si tendrá una oportunidad en la vida de usar sus conocimientos”.

El otro obstáculo principal para el progreso de los africanos es la prohibición basada en el color vigente en la industria, según la cual los mejores trabajos están reservados solo para los blancos.

Además, a los africanos que consiguen un empleo en las profesiones no cualificadas o semi-cualificadas abiertas a ellos no se

les permite formar sindicatos que sean reconocidos. Esto significa que se les niega el derecho a la negociación colectiva, que sí se permite a los trabajadores blancos mejor pagados.

El Gobierno responde a sus detractores diciendo que los africanos en Sudáfrica viven en mejores condiciones que los ha-bitantes de otros países en África. No sé si esta afirmación es cierta. Pero incluso si lo es, en lo que se refiere a los africanos, es irrelevante.

No nos quejamos de que seamos pobres en comparación con gente de otros países, sino de que somos pobres en comparación con los blancos en nuestro propio país, y de que la legislación impide que cambie-mos este desequilibrio.

La falta de dignidad humana experimen-tada por los africanos es una consecuencia directa de la política de la supremacía blanca. La supremacía blanca implica la inferioridad de los negros.

La legislación diseñada para mantener la supremacía de los blancos refuerza esta idea. Las labores de baja categoría son siempre realizadas por africanos.

Cuando hay que llevar o limpiar algo el hombre blanco siempre mira a su alrede-dor buscando a un africano que lo haga para él, tanto si el africano es un empleado suyo como si no. Debido a esta clase de actitud, los blancos tienden a considerar a los africanos como una estirpe diferente.

No los consideran personas con familias propias; no se dan cuenta de que tienen emociones y de que se enamoran igual que los blancos; de que quieren estar con sus mujeres y sus hijos igual que los blancos quieren estar con los suyos; de que quie-ren ganar suficiente dinero para mantener a sus familias como es debido, alimentar-las, vestirlas y enviarlas al colegio.

¿Y qué sirviente, jardinero o jornalero pue-de esperar hacer esto alguna vez?

Las leyes relativas a los pases hacen que cualquier africano esté sometido a la vigi-lancia policial en todo momento.

Dudo que haya un solo hombre africano en Sudáfrica que no haya tenido un roce con la policía por su pase.

Cientos, miles, de africanos son encarce-lados cada año conforme a las leyes de pases.

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Y aún peor es el hecho de que las leyes de pases separen al marido y a la mujer, y lle-ven a la ruptura de la vida familiar.

La pobreza y la ruptura de la familia tienen efectos secundarios. Los niños deambulan por las calles porque no tienen escuelas a las que ir, ni dinero para poder ir, ni padres en casa para ver que van, porque ambos progenitores (si es que hay dos) tienen que trabajar para mantener viva a la familia.

Esto conduce a una ruptura de las normas morales, a un incremento alarmante de la ilegitimidad y a la violencia, que surge no solo en el ámbito político, sino en todas partes. La vida en los municipios segre-gados es peligrosa. No hay un día en el que no apuñalen o ataquen a alguien. Y la violencia se traslada fuera de los barrios segregados [hasta] las zonas donde viven los blancos.

La gente tiene miedo de andar por las ca-lles cuando anochece. Los allanamientos de morada y los robos están aumentando, a pesar del hecho de que ahora se puede imponer la pena de muerte por estos deli-tos. Las penas de muerte no pueden curar el resentimiento enconado.

Los africanos quieren que se les pague un salario mínimo. Los africanos quieren realizar un trabajo que sean capaces de realizar, y no un trabajo que el Gobierno declare que son capaces de realizar.

Los africanos quieren que se les permita vivir donde puedan conseguir trabajo, y que no se les expulse de una zona porque no nacieron allí. Los africanos quieren que se les permita poseer tierras en lugares en los que trabajen, y que no se les obligue a vivir en casas alquiladas que nunca pueden llamar suyas. Los africanos quieren formar parte de la población general, y que no se les confine en sus propios guetos.

Los hombres africanos quieren que sus mujeres y sus hijos vivan con ellos donde trabajan, y que no se les obligue a llevar una vida poco natural en albergues para hombres. Las mujeres africanas quieren estar con sus hombres, y no quieren que-darse viudas permanentemente en las reservas.

Los africanos quieren que se les permita salir después de las once de la noche, y no quieren que se les confine en sus habita-ciones como a niños pequeños.

Los africanos quieren que se les permita viajar en su propio país y buscar trabajo donde quieran, y no donde la oficina de trabajo les diga que lo hagan. Los africa-nos solo quieren una parte equitativa de toda Sudáfrica; quieren seguridad y parti-cipar en la sociedad.

Por encima de todo, queremos los mismos derechos políticos, porque sin ellos nues-tras desventajas serán permanentes. Sé que esto les parece revolucionario a los blancos de este país porque la mayoría de los votantes serán africanos. Esto hace que el hombre blanco tema la democracia.

Pero no se puede permitir que este temor se interponga en el camino de la única so-lución que garantizará la armonía racial y la libertad para todos.

No es cierto que la concesión del derecho al voto a todo el mundo provocará una dominación racial. La división política, basada en el color, es totalmente artificial y, cuando desaparezca, también lo hará el dominio de un grupo de color sobre otro.

El ANC se ha pasado medio siglo luchando contra el racismo. Cuando triunfe, no cam-biará esa política.

Esto, por tanto, es contra lo que lucha el ANC. Su lucha es una auténtica lucha na-cional. Es una lucha de los africanos, mo-vidos por su propio sufrimiento y su propia experiencia. Es una lucha por el derecho a vivir.

Durante toda mi vida me he dedicado a esta lucha de los africanos. He luchado contra la dominación de los blancos, y he luchado contra la dominación de los ne-gros. He anhelado el ideal de una sociedad libre y democrática en la que todas las personas vivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades.

Es un ideal por el que espero vivir y que espero lograr. Pero si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir.

El alegato de Nelson Mandela

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POLITIKAPOLITIKA 11Año IIII - Edición Digital Nº 62 (15.12.2013)

“El pueblo africano no formaba parte del Gobierno y no hacía las leyes por las que

debía regirse. Creíamos en las palabras de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que dice que ‘la voluntad del pueblo será la base de la autoridad del Gobierno’”...

El derecho, sólo el derecho, nada más y nada menos que el derecho

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POLITIKAPOLITIKA12 Año IIII - Edición Digital Nº 62 (15.12.2013)

Votar o no votar...

ACPresidencial:

el único voto que cuenta

Asamblea ConstituyenteMarca tu voto

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POLITIKAPOLITIKA 13Año IIII - Edición Digital Nº 62 (15.12.2013)

Por el rescate de nuestra SoberaníaEscribe Salvador Muñoz

Cuando menos del 50% de la ciudadanía se toma la molestia de votar, un peligro cierto se cierne sobre la democracia repre-sentativa. Fue el caso en la primera vuelta de las presidenciales, y todo hace pensar que lo será en la segunda.

La acusación de ilegitimidad que pesa so-bre la Constitución de Guzmán-Pinochet se agrava con el rechazo tácito de quienes debiesen, cada cuatro años, participar en la designación de un jefe de Estado mania-tado por los amarres institucionales.

La conciencia de una grave crisis de régi-men ha ido penetrando la sociedad poco a poco. En todos los ámbitos –social, cultu-ral, político, económico, jurídico, etc.– sur-gen voces que se suman a un clamor que comenzó apenas como un rumor.

El principio irrenunciable de la Soberanía del Pueblo, reconocido por las Naciones Unidas y por todas las naciones demo-cráticas, se transforma poco a poco en la reivindicación de todos.

Ese principio establece que la única fuente legítima del poder es la voluntad del pue-blo soberano.

No hay ley, no hay Constitución que pudie-se imponerse por encima de esa voluntad. Sin embargo, hasta ahora vivimos bajo el yugo de una Constitución ilegítima y per-versa.

Una frase nauseabunda, inscrita en el preámbulo de esa constitución impuesta por la fuerza, da la medida de la impostu-ra:

“La Junta Militar asumiendo su potestad constituyente decreta…”

La ridícula pretensión de cuatro genera-les golpistas de sustituir al pueblo no se sostiene 40 años después del crimen que mató la República.

Para ser coherentes con la pretensión democrática y republicana hay que reco-nocer explícitamente que esta cuestión le concierne a toda la nación. No es un tema privativo de los “expertos”, ni de los “líde-res”, ni de los partidos, ni por cierto de los mercados financieros.

Despojándonos de toda ambición per-sonal, de casta, de grupo, de jauría o de partido, quienes sostenemos la idea de convocar una Asamblea Constituyente te-nemos que reunirnos en un solo bloque.

Sin excluir a nadie. Porque, como decía Nelson Mandela: “Las diferencias teóricas entre aquellos que luchan contra la opre-sión son un lujo que no podemos permitir-nos en este momento”.

Para salir de la crisis de legitimidad, para refundar la república, para darle contenido y sustancia a la democracia.

No hay tarea más urgente, ni propósito más noble.

El sueño de Atenas, el sueño común de los padres fundadores de los Estados Uni-dos de América y de los revolucionarios franceses de 1789, fue convertir la virtud ciudadana en el zócalo de la convivencia en sociedad.

Estamos lejos de ese sueño. O tal vez muy cerca.

De nosotros depende.

El derecho, sólo el derecho, nada más y nada menos que el derecho

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POLITIKAPOLITIKA14 Año IIII - Edición Digital Nº 62 (15.12.2013)

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Descontrol de la delincuencia

El 28 de noviembre fueron presentados públicamente los resultados de Codelco para el período enero-septiembre 2013, con excedentes de US$ 2.672 millones, los peores resultados de toda su historia. Curioso, habida cuenta del volumen producido y de los precios alcanzados por el cobre y los subproductos. Los pésimos resultados no obedecen a una mala gestión, sino a maniobras fraudu-lentas de la dirección.

Los resultados del primer semestre 2013 ya estaban manipulados: los ingresos por venta de cobre, US$ 5.846 millones, eran inferio-res de US$ 453 millones al resultado de la simple mul-tiplicación de la producción –837.000 ton. de cobre– por el precio promedio del pri-mer semestre, US$ 3,42 la libra (o bien US$ 7.537,7 la ton.). Sobre la base de estos parámetros las ventas de-bían sumar US$ 6.309 millo-nes. ¿Dónde desapareció la diferencia?

En los resultados de enero-septiembre 2013 el monto de las ventas, U$ 8.808 mi-llones, corresponde bien al producto de la multiplica-ción del volumen producido por el precio de venta del cobre. Pero esta vez los ingresos fueron artificialmente abultados. Veamos cómo. El monto global de las ven-tas supera en US$ 2.962 millones los ingresos del pri-mer semestre (US$ 8.808 –US$ 5.846). Sin embargo, las 347.000 toneladas producidas en el período julio-sep-tiembre por el precio del cobre –U$ 3,2 la libra– dan un monto de ventas de sólo US$ 2.453 millones, o sea US$ 508 millones menos que los declarados. ¿De dónde sur-ge la diferencia?

En resumen, en el primer semestre falsearon los ingre-sos disminuyéndolos, y luego, en el período enero-sep-tiembre los falsearon inflándolos.

Esta muy creativa contabilidad comenzó el año 2010, al mismo tiempo que el descalabro de los resultados de Codelco.

¿Cómo se explica que los excedentes hayan pasado de US$ 9.215 millones en el año 2006, a US$ 5.799 en el 2010, US$ 7.033 en el 2011 y apenas US$ 3.727 en el año 2012? El precio del cobre el año 2006 fue de sólo US$ 3,0 la libra, luego pasó a US$ 3,42 en el 2010, a US$ 3,99 en

el 2011 y a US$ 3,66 en el 2012. Mientras más aumenta el precio… ¡menos ganamos!

La respuesta es muy simple: a partir del año 2010 Codelco comenzó a ser administrada por las grandes transnacionales mineras. Las mismas que en más de 20 años de operación en Chile no pagaron un solo peso de

impuesto a la renta hasta el año 2004, salvo Escondida que algo pagó.

Se llevaron 30 millones de toneladas de cobre, más el oro, la plata, el molibdeno, etc., y no dejaron un peso de tributo en Chile.

Estos son los expertos que ahora dirigen Codelco, ex-pertos en generar pérdidas.

¿Por qué razón Codelco es dirigida ahora por las trans-nacionales mineras? Porque la Ley 20.392 –de noviembre de 2009– aprobó el Nuevo Estatuto Orgánico de la Cor-poración.

Dicho Estatuto, entre otras disposiciones, establece que el Presidente Ejecutivo de Codelco ya no lo designa el Presidente de la República sino el Directorio. De este úl-

timo se sacó a los Ministros de Hacienda y Minería y al representante de las Fuerzas Armadas. Este nuevo Di-rectorio designa pues al Presidente Ejecutivo, quién a su vez designa a todos los altos ejecutivos de la empresa. Redondito.

En abril de 2010, el nuevo Directorio designó como Pre-sidente Ejecutivo a Diego Hernández –ex AngloAmeri-can– quien designó como Vicepresidente de Finanzas a Thomas Keller, que también es un ex ejecutivo de An-gloAmerican. Este último, en junio de 2012, pasó a ser el actual Presidente Ejecutivo. Ambos designaron a los demás altos ejecutivos de Codelco que, en su casi totali-dad, vienen de mineras extranjeras.

Mientras no se derogue la Ley 20.392 –la ley del ‘aluni-zaje’ en Codelco –en modo de restablecer la autoridad del Presidente Presidente de la República, y mientras los Ministros de Hacienda y de Minería no reintegren el Di-rectorio, las transnacionales mineras seguirán dirigien-do Codelco y los chilenos seguiremos perdiendo miles de millones de dólares.

Desfalco en CODELCO

Escribe Julián Alcayaga

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POLITIKAPOLITIKA 15Año IIII - Edición Digital Nº 62 (15.12.2013)

Descontrol de la delincuencia

Los lamentables resultados tienen su origen en un muy fraudulento tratamiento de los ingresos de Codelco que merecen explicación. El 2006 los ingresos totales de Codelco fueron de US$ 17.077 millones. La producción de cobre fue de 1.676.000 ton. El precio promedio fue de US$ 6.722 la ton. Multiplicando producción por precio, las ventas de cobre dan solo US$ 11.266 millones, o sea un 66% de los ingresos totales de ese año. La diferencia corresponde a las ventas de otros subproductos y a las ganancias de filiales como Minera El Abra, Inca de Oro, Agua de Falda S.A., Codelco-Kupferhandel en Alemania y, desde el 2011, AngloAmerican Sur (ex Disputada).

El año 2012, los ingresos totales de Codelco cayeron a solo US$ 15.860 millones, o sea US$ 1.217 millones me-nos que en el año 2006, en circunstancias que debieron ser superiores en un 12% y sobrepasar los US$ 19.000 millones. El año 2012 el precio del cobre alcanzó US$ 3,66 la libra, un 16,6% más que el precio del año 2006. En claro, el año 2012 desaparecieron más de US$ 3 mil millones de ingresos por ventas.

El 2011 el precio del cobre fue de US$ 4,0 dólares la libra y los ingresos por ventas debieron superar en 30% a los del 2006, y alcanzar los US$ 21.000 millones. Pero según la Memoria de 2011 fueron de solo US$ 17.515 y por con-siguiente desaparecieron otros US$ 3.500 millones. En el ejercicio 2010 faltan US$ 2 mil millones de ingresos por ventas. En suma, en el período 2010-2013 se desfal-caron más de US$ 10.000 millones de ingresos. ¡Diez mil millones de dólares!

Solo existe una razón que puede explicar la continua dis-minución de los ingresos de Codelco: el cobre y sus sub-productos han sido exportados a precios muy inferiores a los del mercado internacional.

Es aquí donde emerge el fraude: ni Codelco ni ninguna minera extranjera, pueden exportar a precios inferiores a los del mercado internacional. Eso está prohibido por el art. 36 de la Ley de la Renta.

El N°4 del art. 97 del Código Tributario establece que las declaraciones maliciosamente incompletas o falsas pueden ser castigadas con presidio menor en sus grados medios a máximo (de 541 días a tres años), y multas del cien al trescientos por ciento de lo defraudado.

Por otra parte, en aplicación de las letras a y b del art. 181 de la Ordenanza de Aduanas, exportar cobre y/o sus subproductos a precios inferiores al mercado constituye fraude aduanero, lo que se castiga con presidio en su grado mínimo a medio y multas de 5 veces el valor de lo defraudado.

No estamos hablando de “ilícitos” sino de delitos.

El 28 de octubre pasado presentamos una denuncia ante el Consejo de Defensa del Estado (CDE) por el desfalco de los ingresos de Codelco. Denunciamos además la pérdida de US$ 4.670 millones en los mercados de futuro del cobre, por oscuras operaciones realizadas entre los años 2005 y 2008.

Por el bien de Chile, esperamos que el CDE investigue estas denuncias y sancione a quién resulte responsable.

No es posible que Codelco sea la caja privada de ciertos grupos de poder, mientras los chilenos pagan hasta por la educación y terminan su vida con pensiones misera-bles.

¿Cómo se explica que los excedentes hayan pasado de US$ 9.215 millones en el año 2006 a US$ 3.727 en el año 2012? El precio del cobre el año 2006 fue de US$ 3,0 la libra y de... US$ 3,66 en el 2012. Mientras más

aumenta el precio… ¡menos ganamos! La respuesta es muy simple: a partir del año 2010

Codelco comenzó a ser administrada por las grandes transnacionales mineras. Las mismas que en más de

20 años de operación en Chile no pagaron un solo peso de impuesto a la renta...

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POLITIKAPOLITIKA16 Año IIII - Edición Digital Nº 62 (15.12.2013)

Instituciones

La calle ha servido. Fue insuficiente que algu-nos levantáramos la consigna de Asamblea Constituyente en el 2009, con la campaña presidencial de Jorge Arrate. El horno en ese momento no estaba para bollos. Sin embargo, con las movilizaciones del 2011 creció el ham-bre por la transformación del país. El centro fue la educación, pero había que financiarla y emergió la necesidad de una reforma tributaria e incluso la recuperación del cobre para la na-ción chilena. La ciudadanía se dio cuenta que esos cambios, para que se hiciesen efectivos, requerían de un régimen político sin restric-ciones, fundado en una nueva Constitución. El duopolio político no podía cambiar el país.Durante sus 20 años de gobierno, la Concer-tación no tuvo voluntad de hacer transfor-maciones. Se acomodó a la institucionalidad impuesta por Pinochet. Se benefició de ella. Muchos de sus dirigentes ingresaron a los ne-gocios de los grupos económicos; otros hicie-ron del Parlamento y de los cargos públicos su vida laboral. Así las cosas, se mantuvo la Cons-titución de 1980. Lagos le introdujo algunas modificaciones cosméticas, incluida su propia firma, y con ello apostó a su validación. Hoy día resulta que no sólo los críticos del modelo económico y del régimen político de-mandan una nueva Constitución. Han apareci-do figuras destacadas de la Concertación que también se pronuncian en su favor, y algunos la quieren con Asamblea Constituyente. La hegemonía cultural que se impuso por largos años en el país está siendo cuestionada. La aceptación del orden impuesto por Pinochet-Guzmán, esa hegemonía cultural que discipli-naba a la sociedad chilena, convirtiéndose en el custodio superestructural de los intereses de la clase dominante, se encuentra en crisis. La protesta estudiantil comenzó con la educa-ción, pero se extendió a muchos otros ámbitos de la sociedad chilena. Quizás lo más discuti-do en el último tiempo es el régimen electoral binominal, que discrimina manifiestamente a favor de las dos primeras minorías políticas impidiéndole a los ciudadanos ejercer su re-presentación mediante nuevas alternativas, frescas, más jóvenes. Estas realidades ineludibles son las que han desembocado en propuestas a favor de una nueva Constitución. Los defensores de lo exis-tente, los conservadores, depositan en el Par-lamento las eventuales reformas, e incluso un cambio completo a la Constitución de 1980. Pero han crecido las nuevas voces, los trans-formadores, ahora incluso dentro de los par-tidos de la Concertación, que demandan una

Asamblea Constituyente. La candidata Bachelet, probable Presidenta, se ha ubicado del lado de la institucionalidad actual, la que instaló Pinochet con la Constitu-ción del 80 y que luego, con su firma, respaldó Ricardo Lagos. En su propio programa señala: “El logro de una Nueva Constitución exigirá de todas las autoridades instituidas una dis-posición a escuchar e interpretar la voluntad del pueblo. La Presidencia de la República y el Congreso Nacional deberán concordar crite-rios que permitan dar cauce constitucional y legal al proceso de cambio”.La candidata de la Nueva Mayoría (antes Con-certación) no debiera olvidar que el Poder Constituyente radica en el pueblo. Y su volun-tad soberana puede darse la organización jurí-dica y política que más le convenga. El pueblo elige directamente una Asamblea Constitu-yente y esta es la que debe decidir, libre y so-beranamente, el nuevo pacto de derechos y obligaciones ciudadanas. La Asamblea Constituyente se encuentra por sobre la actual institucionalidad. Este meca-nismo no le pertenece a los partidos políticos, ni al Parlamento o a algún otro poder del Esta-do, sino sólo a los ciudadanos. Estas razones se hacen aún más poderosas en nuestro país con la existencia del régimen que ha duopoli-zado las decisiones políticas. Resulta inexplicable, que hoy día, con el re-troceso cultural de la derecha y la emergencia potente de la ciudadanía en todos los frentes, se intente nuevamente validar una institucio-nalidad que se encuentra completamente pe-riclitada. Los tiempos han cambiado. Los militares es-tán subordinados al poder civil; la derecha funda su fuerza exclusivamente en el régimen electoral binominal, que la sobre-representa indebidamente; y, la sociedad civil ha recupe-rado su poder. En consecuencia, Michelle Bachelet, probable Presidenta, no debiera dudar en apoyarse en las organizaciones sociales para construir una nueva Constitución. La búsqueda de entendi-mientos entre la derecha y la Nueva Mayoría en el Parlamento para reformar la Constitu-ción será rechazada por la ciudadanía. Marcha en contra de la historia que están es-cribiendo los movimientos sociales y, al mis-mo tiempo, valida una institucionalidad que ha sido rechazada por el pueblo. La crisis de hegemonía debe comenzar a resolverse con una Asamblea Constituyente.

Hegemonía cuestionadaEscribe Roberto Pizarro

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POLITIKAPOLITIKA 17Año IIII - Edición Digital Nº 62 (15.12.2013)

Más comida chatarra

La segunda vuelta no cambiará nadaEscribe Arturo A. Muñoz

Una inquietud vino a mi mente y dediqué suficiente tiempo para comprobar o refutar la duda que embar-gaba mi ánimo.Me auto asigné la tarea de revisar, durante 72 horas, toda la prensa a la que me era posible acceder, fue-se a través de diarios como mediante la televisión, la radio, la prensa electrónica y las redes sociales. El resultado me sorprendió, aunque también vino a confirmar lo que en alguna importante medida ya barruntaba.La segunda vuelta electoral, o balotaje, que se rea-lizará en nuestro país el domingo 15 de diciembre, simplemente no es noticia importante para ningún medio de comunicación existente más allá de nues-tras fronteras. Pareciera que la prensa internacional considera a ese balotaje una especie de “crónica de una muerte (electoral) anunciada”, si el gran Gabo me permite parafrasear el título de aquella magnífica novela suya.“Pero, si es cosa sabida que Michelle Bachelet será la triunfadora, ya sea por estrecho o por amplio margen”, dirán muchos chilenos al ser consultados respecto de las razones que editores y periodistas allende los Andes esgrimen para desinteresar a sus lectores en relación a la parte final de la contienda presidencial. ¿Puede haber una sorpresa en este asunto? Vale decir, ¿hay probabilidad de un vuelco decisivo –en favor de Evelyn Matthei- en el proceso electoral ese día 15 de diciembre?La prensa extranjera suma y resta con lógica fría. A Bachelet le basta un ‘soplido’, un ‘mínimo minimo-rum’ de sufragios para alcanzar la mayoría absoluta, mientras que Matthei necesita doblar su propia vota-ción para llegar al porcentaje que le de el triunfo. La única posibilidad de que la abanderada de la Alianza lo logre radica en que tres o cuatro millones de chile-nos, que se restaron en la votación anterior, decidan concurrir a las urnas y privilegiar -mayoritariamente- el programa de la ex ministra del trabajo de la admi-nistración Piñera.Es posible (¿por qué no?) que aumente la asistencia a las mesas de votación el domingo 15, pero en abso-luto ello significaría que el 80% de esos nuevos elec-tores sufragará por la Matthei. Entonces, sumando y restando, para la prensa internacional la carne ya está cocida, y cuando ello ocurre la noticia en absolu-to es relevante para lectores y auditores. De ahí en-

tonces la ausencia de menciones del balotaje chileno en los medios foráneos.¿Eso es todo? Por cierto que no. Hay algo más, algo que seguramente molestará a los dirigentes de los partidos que conforman el duopolio que gobierna a Chile desde el año 1990, pero que, a la vez, ratifica todo aquello que mucha prensa independiente, así como redes y organizaciones sociales, han venido asegurando también desde hace años. La elección presidencial chilena carece de interés porque sea quien sea la candidata y coalición triunfadora, no habrá cambio sustantivo alguno en el andamiaje económico, social, cultural e internacional que nues-tro país sostiene desde mediados de la dictadura derechista-militar.Por ello, los analistas de política internacional que laboran en diarios y canales de televisión en los paí-ses hermanos, no requieren realizar investigacio-nes periodísticas profundas cuando sus respectivos jefes de prensa les señalan: “mañana tienes que analizar la situación de la segunda vuelta en Chile”. Tarea fácil, y cómoda, pues basta repetir lo mismo que han venido comentado dese hace dos décadas: que en Chile gobierna un duopolio cooptado por las grandes transnacionales y que sirve de obsecuente servidor a los intereses de EEUU y del FMI, que acá campea el neoliberalismo salvaje ya que este es un país donde nada le pertenece a la nación (pues todo está en manos de corporaciones privadas, la mayoría de ellas extranjeras), donde reinan sin contrapeso el consumismo enfermizo, el individualismo aplastan-te, una educación de baja calidad y cara, y servicios de salud que tienen cobros europeos y rendimientos centroafricanos. ¿Qué más dirán esos periodistas?, ah, claro, que el sistema permite a empresas transnacionales arrasar con el medio ambiente y con los recursos naturales del país pagando impuestos risibles, que la brecha económica continúa creciendo al mismo ritmo que la desigualdad, que el mundo laboral se encuentra ahe-rrojado desde los años de la dictadura, que… en fin… todo aquello que sabemos y que seguimos soportan-do con un estoicismo que es ya pusilanimidad.¿Habrá algo nuevo bajo el sol después del domingo 15 de diciembre? ¿Usted qué cree? Al menos, la pren-sa internacional lo tiene clarito, clarito. Y yo también.

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POLITIKAPOLITIKA18 Año IIII - Edición Digital Nº 62 (15.12.2013)

Transparencia de los mercados...

Hace unas semanas el banco JP Morgan pagó 13 mil millones de dólares de multa para saldar litigios relacionados con los créditos basura (subprime). Dicho en cristiano, tuvo que pagar por sus numerosas estafas, evitando así largos procesos que serían aun más costosos.

Esta gigantesca multa no termina definitivamente con los procesos en que JP Morgan se ha visto envuelto. La rutina en la banca planetaria es la estafa.

Ahora la Unión Europea impone una multa de 1.700 millones de euros (2.300 millones de dólares) a importantes bancos por haber manipulado las tasas de interés interbancarias (libor, tibor, euribor) que inciden en las tasas de interés que cobran los depositantes y en las tasas de interés que pagan quienes obtienen un crédito.

“Lo que es impactante en los escándalos del líbor y del euríbor no es sólo la manipulación de los índices de referencia sino también la colaboración entre bancos que deberían competir entre ellos”, denunció la Unión Europea.

Entre los multados se cuentan los bancos Société Générale (Francia), Deutsche Bank (Alemania), RBS (Escocia), JP Morgan (EEUU), Citigroup (EEUU) y el bróker RP Martin (GB).

Barclays (GB) y UBS (Suiza), que participaron en las manipulaciones, no pagarán multa por haber colaborado en la investigación, o sea por haber delatado a los otros bancos.

Rabobank (Holanda), que ya aceptó pagar € 774 millones de multa en tres países, no es multado por la UE “por no formar parte del cartel”.

Crédit Agricole (Francia), HSBC (GB) y...JP Morgan (EEUU) están siendo in-vestigados en el marco de otros delitos.

¿Quién dijo rufianes?

¡Manos arriba!¡Esto es un Banco!

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POLITIKAPOLITIKA 19Año IIII - Edición Digital Nº 62 (15.12.2013)

El desorden financiero persiste...

¿Nacionalizar los bancos para que se interesen en la economía?El océano de liquidez vertido por los bancos centrales no llega a las economías. Salvo en China, donde los bancos están obligados a prestar. ¿Hay que inspirarse de ese “modelo”?

Michel Santi – Economista franco-suizo, asesora los bancos centrales de países emergentes. Es miembro del World Economic Forum, del IFRI y de la ONG “Finance Watch” (publicado por el diario financiero parisino “La Tribune”)

Hoy en día las economías occidentales están hundidas en una trampa de liquidez. Fenómeno clásico – autén-tico caso de escuela– dónde, en razón de tasas de inte-rés próximas al cero absoluto, los bancos centrales no disponen sino de una última munición. La que consiste en inyectar liquidez en el sistema –hacer funcionar la imprenta de billetes– con el fin de aliviar a los bancos aún atrapados en sus créditos tóxicos. Sin embargo, el objetivo inicial –el restablecimiento del crecimiento económico– está pervertido porque la intensiva crea-ción monetaria le aprovecha mucho más a la aprecia-ción especulativa de los mercados bursátiles que son propulsados a records históricos, o en todo caso a ni-veles totalmente desconectados de la economía real.

Como un gigantesco agujero negro cósmico.En efecto, todavía reina la recesión en numerosas naciones con economías “integradas” (como la Unión Europea), a pesar de las bajas tasas practicadas gene-rosamente desde hace cinco años.Peor aún, puesto que esas economías están hoy para-lizadas en una trampa de liquidez que parece absorber –como un gigantesco agujero negro cósmico– la casi totalidad de la liquidez que desesperadamente crean los bancos centrales.

No obstante, a pesar de esas sumas asombrosas que parecen moverse en un circuito cerrado y aprovecharle solo a una minoría infinitesimal, los bancos centrales prosiguen incansablemente su búsqueda del Grial. Con un objetivo último, el mejoramiento de ese famoso “sentimiento de riqueza”– es decir, la confianza– con-dición previa a todo relance de la economía.

La amenaza de tasas negativas no funciona.Muy conscientes que el sistema bancario no juega su papel de intermediación que consiste en repercutir la liquidez en dirección de la verdadera economía, los bancos centrales no disponen sino de esa palanca para sacar al paciente (nuestras economías) del coma.

Incluso la amenaza de tasas negativas hace el efecto de un “petardo mojado” en bancos que usan esa liqui-dez para ganar siempre en el gran casino de los merca-dos financieros.

Todo esto, mientras los préstamos acordados por esos mismos establecimientos en favor del sector privado siguen una trayectoria inversamente proporcional a las explosiones bursátiles.

¡Sin embargo, los cerca de 2,1 billones de dólares in-

yectados en cinco años por la Reserva Federal (FED) en los bancos americanos son cantidad despreciable comparados a los 15,4 billones de dólares puestos a disposición de sus bancos y de sus sistema financiero por el Banco Central Chino en el mismo período!

China también riega su economía con monedaAsí, mientras la FED crea 85 mil millones de dólares mensuales (en el marco de su último programa) y que le ha ofrecido a sus bancos un billón de dólares en los últimos doce meses, el Banco Central Chino infló los balances de sus bancos en 3,6 billones. Al final, los balances de los establecimientos financieros chinos alcanzan hoy en día 2,5 veces el PIB chino, ¡o sea 24 billones de dólares!

Dicho de otro modo, mientras la atención está centra-da en la creación monetaria estadounidense y japone-sa, China riega silenciosamente su propia economía con sumas equivalentes a tres veces los dólares y los yenes impresos por la Reserva Federal y el Banco Cen-tral de Japón.

O, para ponerlo en perspectiva con las inyecciones de liquidez de la FED, del Banco Central de Japón, del Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo, la creación monetaria china equivale al doble de las su-mas fabricadas por esos cuatro bancos centrales.

Inmensa liquidez que va a la economíaEl estricto control de cambios en vigor en China permitió que esa inmensa liquidez le beneficiase a la economía del país porque los bancos –bajo tutela del estado– están obligados a prestarle a las empresas y a los consumidores nacionales.

Sin pretender tomar el sistema chino por ejemplo, con su aterradora burbuja especulativa inmobiliaria inflada precisamente por la imposibilidad para esa liquidez de salir del país, ¿debemos ir hasta amenazar nuestros bancos occidentales con una nacionalización para persuadirles de mostrar por fin algún interés en la economía real?

¿Los bancos centrales occidentales deben inspirarse de China para que su intensa creación monetaria se vea coronada por el éxito?

¿Estamos reducidos a instaurar o a restablecer econo-mías planificadas y controladas por el Estado para que nuestros bancos se dignen alguna vez a asumir su papel elemental de proveedores de liquidez?

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POLITIKAPOLITIKA20 Año IIII - Edición Digital Nº 62 (15.12.2013)

Cuando la verdad sea demasiado débil para defenderse, tendrá que pasar al ataque (Bertolt Brecht)

Editor general: Luis Casado.Colaboradores: Arturo A. Muñoz - Roberto Pizarro - Julián Alcayaga - Salvador Muñoz - Nelson Mandela Palomo.Diseño gráfico: POLITIKATraducciones: POLITIKA

La Copia Feliz Palomo